Está en la página 1de 2

Poseer liquidez significa tener la certeza de disponer de una determinada cantidad de

efectivo en un momento dado. La solvencia no exige esta disponibilidad inmediata de


efectivo. Basta con disponer de activos capaces de generar fondos suficientes para hacer
frente a las deudas futuras.

Por lo tanto, mientras que liquidez implica poseer la seguridad total de atender los pagos
que vayan venciendo, solvencia conlleva únicamente tener garantía de atender los
pagos futuros, los compromisos a largo plazo.

Por este motivo, cuando en algunos tratados financieros hablan de solvencia en general,
debemos considerar que se están refiriendo a la solvencia a largo plazo, quedando la
solvencia a corto plazo ligada a la liquidez.

Los activos fijos que posee una empresa para realizar su proceso productivo,
evidentemente, no estarán destinados a convertirlos en líquidos (a la venta). Sin embargo,
sí servirán de garantía ante terceros (acreedores, financieras, etc.). Así nos encontramos
con deudas que son garantizadas generalmente por hipotecas sobre activos que no
tienen la capacidad de ser convertidos rápidamente en dinero como es el caso de
edificaciones o terrenos.

Por lo tanto, la solvencia no necesariamente requiere de liquidez. Nos podemos encontrar


con situaciones en las que la empresa puede carecer de liquidez, pero ser muy solvente
por tener activos fijos de alto valor que permiten garantizar razonablemente sus
obligaciones de pago.

Por el contrario, se puede también tener mucha liquidez, pero no ser solvente. De nada
nos sirve, ante una entidad bancaria, solicitar un préstamo ofreciendo como garantía
nuestros saldos en las cuentas corrientes o depósitos. Los bancos prefieren activos
menos líquidos como edificaciones y terrenos, ya que son susceptibles de ser
embargados (el saldo de una cuenta corriente puede desaparecer en cualquier
momento).
MTRA. RODRÍGUEZ MARTINEZ ERENDIRA

También podría gustarte