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t lnlenccloncs t oplslrn1l1gi1 r tlinlta sis limito

Interacciones
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Esta obra ocupa un lugar destacado dentro dd movimie1 ito sistémico


en la psicoterapia moderna, que no puecJe ignorar ni la familia ni el
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entorno social. TocJa perspectiva tera¡,éutica npo¡1 acJa sobre esta
dialéctica adquiero más probabilidüd ele progreso que las
investigaciones o las terapias clásicas que separ;m ni i11JivicJuo de
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Las e a 11 a e i {l a el e s
su entorno. Toda clínica fundada sobre la acúptación del caos -o
crisis- pone al descubierto una posible reflexión sol.,re las dificultades t >-
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el e la f a111ilia
de crecimiento del grupo lamiliar en el rnornenlo prese11te. En tal
sentido, el ejercicio del terapeuta no tiene por objetivo resolver
problemas o corregir errores, sino sumergirse en el rnislerio de las
f Tiempo, caos y proceso
.
familias y en el encuentro con ellas. Esto implica pasar de una
terapia en la que el terapeuta observa, a una ternpia en la ciue el
terapeuta se observa para retransmitir a la fa111ilia esa caµacidad
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de percepción y solución de los problemas.
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GLiy Ausloos (Bruselas, 19'10) es psiquiatra y consultor sistémico
en la clinica para adultos jóvenes del Hospital Louis 11. Lafontaine, 't t:: ro
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en el centro de acogida Ouatre Vents y en los reft1gios para jóvenes
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sin techo de la ciudad de Montreal. Ausloos entró en contacto con
la ler apia familiar en 1971. Creó el GRIOEF en 197-1 y b /\GTF "'"O
(Asociación de Terapia Fnmiliar en Ginebra) en 1980. En coloboración
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con Yves Colas organizó los primeros congresos cJe ter;1pia familiar
en Francia. Desde sus comienzos ha promovido seminarios y talleres, •
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ha p<111icipado en cursos de formación (desde Hl77 en el CEFOC,
en Ginebra) y ha realizado numerosas conferencias.
Es autor de más de 70 artlculos relacionados con numerosos ternas
e Investigaciones clfnicas sistémicas sobre la fdmilia, y es cofundador
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de la revista francófoÍ1a T/Jérapie familia/e. :1 ~ <uy!J)
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LAS CAPACIDADES DE LA FAivllLIA

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i,l1l11:lql1 J cll1lt1 1l1li1lca

,. colección dirigida por: �


LAS CAPACIDADES DE LA FAMILIA
, Marcolo R� Coborlo y Paul Watzlawlck,, .· ·.

En los años sesenta, en pleno auge


de las ciencias de la información
-la cibernética y la teoria general
de los sistemas-, un grupo de in­
vestigadores en Palo Alto trasladó
estas \eorlas aplicadas a la máqui­
na, al ámbito humano; nace así la
terapia familiar. ..
En las últimns décadas, la terapia
sistémica se ha enriquecido con los
aportes do numerosas investigacio­
nes, difundiendo y afirmando, aún
más, el porudigma en diversas áreas
en el ámbito de la salud. Los desa­
rrollos de la cibernética de segundo
orden y el constructivismo han que­
brado los parámetros de observa­
ción de la ciencia clásica: la mirada
se ha convertido en autorrefer encial,
la objetividad encuentra su ocaso,
la verdad se relativiza, por lo tanto,
¿existe una realidad real?
En la actualidad, este modelo de
pensamiento, ha ido más allá de
una técnica de abordaje a familias;
se ha constituido no sólo en una
eplstomologfa que rige el ámbito de
la psicoterapia, ya sea individual,
do pareja o grupo, sino que ha ex­
pandido sus conocimientos a otras
disciplinas, aportando una nueva
perspectiva do construcción del
mundo.

sigue en la olra solapa


Versión caslcllana de XAVll'R Brn11.A.s ,le I;, ohrJ de
Guv Ausux>s. /,11 n1111¡1l1,·11a ,/,·., f,1111ill.-:r.
&Ji1ions �res, 11 ruc ,les Aloucllcs, J l.�20 lb111nm·illc: Sainl-A ¡:nc, 199'.i

ÍNDICE

Prefacio a la euiciún esp:11iola


l>i.�cllo Je la Colccd.Sn; Cl.,\lll>lll U,\I �, y MONll'A ÜAZÁN por J1J,\N L. LINARl:S
Prúlogo por JEAN-Cl./\lll>E
Bl'NOIT .... . ... . . . . .. .
. .... . .. 1)

1 nlroducción . . . . . . . .. • .
. .. . • . ..... • .. • .. .. • . •
.. . . . . . .. 1 <J

l. TIEMPO
1. Saber esperar: d tie111po del proceso ...... .. .. . .... . ... 25

.. 2. El tiem po de Jac qudinc ¡,ara enseñarnos . . . . . . .... . ....


3. Vivir el tiempo . .. . ... .. . ........... . .. . . ... . . . . . . ..
41
5.5

O 1991( Em¡,,-.-.r., f.�lilc•rial 11,·,d.- ,; S A.. ll,m·c'l1111a 11. CAOS


4. Caos familiar , activaciún 11:rapéutica .. . .. . .. .... ... . ... 71
5. Caos y complejidad . . . . . .. .. . ..... • .. . .. . . . .. . . . ... . 1 1J
La rcpruJuccic\n h.Co1I o po1n:ial Je c:.la ohr:i sin d u,11-.cntimicmo c:,prc,o
de:: los propietarios ,Jcl Cop_,·rí_,:l11 c�1.\ piuhit,i.t.- al .1111p.1t11 ,t.._. IJ fc¡:islm.:h\o vi¡:cnlc (1. Del caos sukida a la com petencia de las fo1nilias . ... . . ... 1.19

111. PROCESO
Fo1oc:11mpmició11: ¡,:ar11.i .'i 1. 7. El proceso de desi gnación............................ l 5J
l111prcn1a: l.ihcnhíplc�. S l.. )o:_ Sohre alg111ws procesos pató genos .. ..... .. .... ........ 1 (>J
f>cpósito lc¡;.il: ll • )9.JO<, · l 'Nl!
l'ri111rol ;,, S¡>t1i11 9. Proccsll parental , proceso institucional: de padres-elienles
a padres-colaboradon:s . .... ... . . . . . .. .. ...... . . ... . . 177

1 ,SBN: 11·1-250-20115-7 llcrdcr C.xli¡;o lº,11,ilo¡,:o: INT 201!5 Hihliogralia . . ......... . . . ... . .... . . . .. .. .... . .. .. . ... 1 ')S
l'mvcnu, 31111. Td. 9.1-157 77 (JO• Fa,11 11.I 20/ 1-1
-111- 011025 Uan:clona
E-muil: cditnrialhc,Jcr<iJlhcrJcr-sa.c111n • http
//www.hcrJcr-sa.cnm
PREf-'ACIO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA

JtJ,\N L. LIN,\l{¡:S

Si no temiera herir a Guy Ausloos en sus prnfundas raíces


francófonas no dudaría en llamarle «el último mohicano» del viejo
espíritu sistémico. Y no porque represente ninguna ortodoxia, c¡ue
ello no casa con su carúeter disconforme y andariego, sino precisa­
mente por lo contrario: por lo bien que encarna la traviesa creativi­
dad que constituyó uno de los emblemas de la terapia antes de que,
en América, embarrancara en los escollos del pensamiento política­
mente correcto.
! lay en su obra 111últiples ejemplos del juego entre lo viejl) y lo
nuevo que caractcrii'a a los auténticos maestros, los que no dese­

..
chan las aportaciones de sus antecesores pero se nrncvcn cntre elLls
con naturalidad, sin vcncració11 papa11i1tica, modilidndolas con res­
petuosa fn.:scur,1 e i11tcgrillldolas c11 s11s propia� propuestas si11 i11hi­
l>icill11cs ni complejos. Su curiosid,1d i11tclcctual le hace estar atcnlll
a las novedades teóricas que puedan cmiqucccr el campo sisté111ico
y, por tanto, también su propia prúctica, pero no por ello fuc17a
cambios para plegarse a los dictados de la moJa. Así ocurrc, por
ejemplo, con las ideas dc la cibernética tic segundo orden, que Aus­
loos incorpora dotando tic mayor profundidad a sus n:lkxioncs si11
neccsidaJ a trasvestirse en constructivista radical, como patética-
1111.:nte han hecho otros autores bien conocidos.
En este libro se co11scrva íntegro -:1 sentimiento d-: responsabili­
dad dcl terapeuta para con sus clientes, que una intcrprctación sesga­
da de la auto-rell-:xivitlad Jiluye en algunos constructivistas hasta
c.xtrcmos alarmantes, pero ello no obsu para que Ausloos trate d..:
L;1s capacidades Je la familia l'rcfodo a la cdici,\11 espaiiola

asegurarse el confort necesarin para reali;,ar 1111 buen trabajo. f:t se Tambi�n. corno consecuencia necesaria de su pertenencia al uni­
declara miembro de la Sociedad Proteelora tk Terapeutas en Dificul­ verso psicoterapéutico franet')fimo, aparece en Ausloos la n:tlcxión
tad, al igual que yo busco desde hace años fo11dos para erigir un mo­ institucional. Y. lk nuevo aquí, su ingenio y naturalidad le alejan de
numento al terapeuta novato en apuros. Lu co11,·crgcncia de nuestros la pesadez del discurso institucionalista ortodoxo: la m1.:jor dclini­
csrucrzos hace que lo comprenda bien. l .u q11c rl'sulla fascinante t·s ción que, lksde la óptica sistémica, se puede hacer de la institrn.:ión
que, para compatibilizar responsabilidad y co11lurt, nuestro autor rea­ es la de «hotd terapéutico)), especie de refugio que alivie sin susti­
lice una audaz cabriola e invente la con1wtaci;,11 positiva mal�vola, tuir.
aunando el scfüilamientu de lo que le moksta de la l'amilia con la re­ Me obligo a de11.:ncrmc para dejar paso. dctinitiva1m:11t1.:, al prota­
cuperación decidida dc aspectos sanos y c1111structivos. rvkdiantc el gonisl;1 de estas p;'1ginas. l:ntrc las diversas especies de terapeuta hay
trm:o lingüístico dc anteponer lo ncgativo a la 1.:1,11junció11 adversati­ uno que admiro particulanncntc. consciente de sus capacidades y
va, postponiendo en cambio lo positivo, el corncntario se hace le­ Cl1mpdc11ci.�s (tanto como tk las de la familia), pero también de su
rnpé11tico, situan<lo la crítica al servicio de la rq1aración. «Eres po­ condiciún de eslabón en la compleja cadena ccolúgica. engarzado a
bre, pero bella, inteligente y bondadosa» puedc servir como frase otros agentes de cambio tan potentes como i'.:I. Se trata de un terapeu­
introductoria a una tkdaraciún de amor, mientras que «eres bella, in­ ta orgulloso de serlo, pero también modesto de su dimensión sistémi­
teligente y bondadosa, p1.:ro pobre» sugiere fatalmente un próximo ca. Tal es el Guy Auslons que se presenta en este lihro. ¡Disfrútenlo!
ab,llldono.
Reconozco en «Lis C.1pacidades de las Fa111ilias» al (iuy Aus­
luos seductor que conocí hace quince ,uius, cuaml�> lo invité a impar­
tir una serie <le seminarios en U,m.:dona. Como cntom.:cs de palabra,
se despliegan ante mi, ahora por 1.:scrito, nxursos ingeniosos cng¡¡r­
zados en un pensamiento proli.mdo y coherente. Siguen teniendo ple-
.. na vigencia las técnicas 1.:scimlidas, que él aplkú como «doble vincu­
lo escindido» al tratamiento de jóvenes ddi111..:11e11tes y que algunos
\.:Untinuamos utilizando 1.:01110 iinportanh! fuc11te lk provot:01.:iú11 te­
rapcútica. Y sigue siendo una rercre11cia v,ilida su tiptilogía familiar,
1.:011 las modalidades caúti1.:a y rígida como fa111ilias instaladas, res­
pectivamente, en un tiempo desbocado y es1a111:ado. Por cierto que la
familia rígida ha evolucionado, en el co11t1.:xto d1.: Québee, hacia el
nuevo tipo de familia clúnica, ilustrativa de la Sl'.IISibiliJad transcul­
tural J1.: Ausloos, que pone en relación fcntimcnos históricos (la co­
lonización americana) con cstnu.:turas sociales (monoparentalidad
materna intermitente), organización familiar ( fucrtcs vínculos soli­
darios y lealt;u.l al clan), Jesadaptación individual (soledad, alcoho­
lismo) y características Je la pareja (búsqueda .!c una compañ1.:ra cú­
lida ,¡uc represente al clan idealizado), En dc1i11itiva, un inevitable y
fecundo resultmlu <ld perpetuo pcrcgrinar de cultura cn cullura, de
1.:1)11tincntc en continente ...

10 11
PRÓLOGO

J Ei\ N-CI.A lJ DE 13 ENOIT

Cuando instalamos un programa nuevo en nuestro ordenador, el


aparato indica una fase inicial Je «descompresión». Las infonnacio­
nes contenidas en el disco de origen se están aireando. Una tlor, o una
planta, tilrnada día a día o semana a semana, el oxígeno de la vida la
hace crecer, abrirse. Esta imagen nos recuerda la transición de una
teoría, a menudo muy densa, a una práctica cada vez m.,s compleja en
sus preceptos pcrn mús clara y directa en sus actos. Prúcticas, investi­
gaciones y teorías, y viceversa, la obra de Guy Ausloos parece adqui­
rir .iquí esa expansión. Este libro, tan vivo, con un tema central tan po­
tente, va también a abrirse durante vuestra lectura.

.. Guy Ausloos: un tcrapcut.i de nuestro tiempo, en nuestro tiempo.


El tiempo es aquí un tema crucial, aquél en el que se va a ejercitar la
competencia familiar cuando ésta es reconocida por los terapeutas.
De entre todos nosotros, ¿quien no ha encontrado, escuchado,
apreciado a Guy, «en directo»?: confereneias, talleres, formaciones y
supervisiones, y todo ello en tantos lugares dikrentcs. Guy se pre­
senta como una fuerza compacta e intensamente viva. Puede hablar
una hora o un día entero y haceros pasar de los modelos a las histo­
rias, Je las experiencias vividas a los hechos clínicos, de los encuen­
tros terapéuticos en situación de crisis a las sesiones tinamcnte re­
sucitas. ¿No podríamos ,b.:ir que ocupa casi siempre el lugar central
en nuestra confusa ciudad sistémica, con su capacidad de intercone­
xión y de impulsión, acechando a la organización en sus propios·
desórdenes? Para él, teórico o clínico, todos los territorios y todos los
niveles existen, y hacen emerger poll:ncialidaclcs inesperadas m�s

lJ
L¡1s capacidatlcs di: la familia

alla tic complicaciones y fracasos. Con él, el sentido tic la vi<la y tlel hora entre dos trenes. Descubro a Guy, con gripe, rccostndo en uno
acto aparecen en un tiempo penuanente1m:nte reabierto. de esos sillones perfectamente apropiados a ese cuadro retro y muy
· Dado que él siente pasión, a la vez, por el tiempo y la etimología, parisino. La enfcnncdad le obliga a escucharme. Su liebre fisica
Guy pudría haber anotado en el dkcionarill Rul>crt, una constatación atenúa su fiebre mental y tengo la sensación, un poco vergonzosa, de
que parece haber resultado c111barazosa para el docto lexicólogo: la aprovecharme de un estado propicio para todos los compromisos. El.
miz verbal de la palabra tiempo parece i111pn:cisa. Transcribo literal­ resultado lo tenéis cn las manos.
mente el pasaje: «Se ha formulado la hipóh:sis de que il'lll/lltS estaría La introducción de Guy, que encontraréis a conlinunción, presen­
relacionada a la raíz indoeuropea tcmp-, "cortar" (tk ahí tem¡,lo ) y ta algunas lineas <le fi.1erz.a, algunos elementos nucleares del vocabu­
que su sentido original seria "división tic! tic111pl>". Así podría expli­ lario y algunas formulas que dirigen su práctica. Guy ha escogido y
carse la relación, muy clara morfológicamcnlc, de tcmptt.\· y tic tem­ entremezclado algunos de sus mús <le setenta artículos, les h,, dado
perare, "'mezclar" ºsuavizar", admitiendo que esta palabra presenta un orden clijro para su obra y lrn dicho lo esencial de formu incisiva.
la misma metáfora que el francés "aguar el vinll"». Los cjemplos clinie0s que tia, detallados o evocados, him jugado un
El transcurso del tiempo nos «nH:zda» y asi nos serena, qui.1.ús rol en la progresión de su investigación. Podemos eompmtir totlo
como lo haría una ligera embriaguez, de forma 111mlcrada. A la v1.:z eslo con él.
existe la paradoja de t¡ue el tiempo nos obliga a cortar lo que no se Yo me limitaré a bs comentarios mús generales. ¡,l lay que espe­
cm ta... Sea como sea, lector o lectora, enlrad n111 toda conlianza en d rar que del caos en el que se sumerge nueslrn percepción clínica, naz­
tiempo de esta lectura, la vitalida<l tic Guy os ascg11rarú esta .igradabk ca fácilmente un nuevo orden que vaya más allú del síntoma? ¡,Podrán
euforia que durará hasta la última página tk 1111 libro excdcntc. las familias ayudamos co11sta11tcm1.:nte a crearlo? Guy se basa en las
Aquí, aprenderéis con él en los llltHncnlos de sus arraigos s11\.:esi­ obras de Varcla, Prig0ginc, Le Moignc y en la de 13atcson. Aprende­
vos, unil.los los unos a los otros, tk la paitlupsiquiatría a la delincuen­ remos pues que probablemente existen leyes capaces de h,1cernos
cia, después a la psiquiatría tlel adulto o ;i la tkl joven, de la univer­ comprender la organización tic las nubes y tic los torbellinos, de los
sidad belga a la univcrsitlatl suiza o can:1tlicnsc, o del cantón de ciclones, etc., incluso los familiares.
'"l..ausanne al condado de Abitibi al 11orocs1c de Québec. Para eslc li­ Aunque es en la adualidud cuando se siente muy atraído por el
bro, después de algunos años de vacihición, Guy se toma f)Qr fin el tema del caos, Guy pensaba y obraba ya como un <<Caótico» tlesúe
tiempo necesario para reagrupar elementos dispersos -artículos, cur­ sus primeras intervenciones familiares. Recordemos que una parle
sos o �onferencias- con textos originales. De pronto, tuvo la urgente importante de sus primeros trabajos, en Suiza, se desarrollaban en
necesidad tic hacernos visit;1r 1 1 11as minas tan ricas, 110 las del norte ca­ el campo de la desviación social y de las turbufoncias de la atloles­
nadiense, sino las Je las compdcrn.:ias familiares. Aquí cs1[111. Quizús. ci:ncia. En estos cnnlcxlos, l.1 i11i:s1abilidad organizativa convierte al
dcsluml>rados por las falsas apariencias tic los si1110111as o por la clíni­ si11tu1na en una especie de «liebre de crecimiento», o más bien en la
ca pintoresca, negligcn1c111c11te, las hahía11 1os perdid ll . liebre de un crecimiento, que hace suya un cosmos social eonlinua-
1 lay una anécdota al respecto. Dcspu�s de algunos SClllL'Stres, el 111cntc mutante. Los jóvenes exploran por nosotros lo que está por
comité de la coh.:cción Relatio11.\· exponía la ruestión candente: llcg.1r, tal como ha demostrado l\!argarct Mead. En cierta metlida, las
«¿l'cro cu, m<lo va a preparar s11 libro Guyh>. Su primcra respucsla familias lo saben y est[tn preparadas, más de lo que se piensa, para
_ entrar con nosotros en «sislemas terapéuticos», y poder superar las
fue: «Ah st, scgununente, tres o quiz.ís cuatro lihn,s». E 111 ución con­
fusa en el comité. Un año n1ús larde 11a: encargarun la tarea de \'Olver cun fusiones.
a t,��1tcar el terreno. Muy motivado, obtengo t11m cila de Guy. Es en el En este senli<lo, loda práctica familio-sistémica o eco-si�t{·mica
_ rdlcjarú los avanL·cs 11cccsarios. En los espejos <le aumento dc las se-
cale Tram bleu, en la Gare tlc Lyon, dispuncnws de algo mús tle una

1-1
15
t..,s capm:idud.:s d.: la familia

siones se revela una clínica inespermla y renovadora y esfuerzos con­ sido cxplorado. No lleva ni llacdckcr en su bolsillo, ni una guía in­
ccphmlcs originulcs se legitimun. didndolc qué iglesias <lcbería visitar o en qué hotel debería alojarse.
En las instituciones psiquiútricas de Québcc, Guy prosiguió sus No posee más quc d ambiguo folclore de aquellos que ya han pasado
investigaciones sobre la adolescencia y sobre ese crecimiento adulto por allí. No huy duda de que niveles mcntaks mús profundos guían al
al que apunta toda psicoterapia. Como todos sabemos, la pn\ctica sabio o al artista hacia experiencias o pensamientos adaptados a estos
sistémica aporta a ésta un optimismo nuevo y n1ús bien uvcnturado, probkmas que son los suyos de una u otra manera, y esta ayuda pare­
que contrasta con el ambiente deprimenti! de una psicopatología y de ce producirse bastante tiempo antes dc que el sabio tenga algún co-
una sociología sumergidas en el sufrimiento o en la desgracia. Sin los 11ocimii:nto consciente de sus logros. Pero cómo pasa esto, no lo sa­
a priori npasionados de nuestros mwcnturcrns». ¡,cómo se podría tra­ bcnHlSl>.
zar el mapa de otro mun<lo posible? Los vicj,>s enroques clínicos pa­ De hecho, no sabremos cómo Guy J\usloos ha llegado a ser Ciuy
recen dejar poco mÜrgen para salir de un camino ya trazado. Ausloos . .Pero para empezar mi:jor este buen libro, esperemos encon­
«Caos y complcji<la<l», ésta fu1.: la dialécti1.:a propuesta por Guy en trar su (<llaturalc:tm>, su enérgica conlian:ta, sus súbitas acrobacias tic
el Congreso <le Québec en 1993. El trabajo con d entorno es un paso bs frases mús sabias hacia los hechos 111ús COIH:retos, y de las sesio­
decisivo que franquea poco a poco la psicoterapia moderna. Ésta no nes mús aQitadas a la .,cción mús simple. ¿Su actitud, su arma, su jue­
puede dejar de lado ni lu familia, ni el cntüt"lll) social, y seguramente go escnci.�lcs? Lo natural. Porque lo natt_1ral es «la soltura con la cual
tampoco las respuestas institucionaks. Tuda perspectiva tcrnpéutica uno se comporta, esplmtancidad sin afcctaciún».
apoyada sobre esta dialéctica tiene más probabilidad de progreso que
las investigaciones o las ternpins clásicus que scpar,lll al inJividuo de
su e11tor110, esos otros in<lividuos que han cambiado o que deben cam­
biar simultáneamente en su propio crecimiento. Toda clínica fundada
sobre la aceptación del caos -digamos también de la crisis- pone al
<lcscubierto en el mismo momento una posible retlexión sobre la
complejidad, es decir sobre esas coufusioncs cntn.: los niveles lógicos
.. <lcscubicrtas por Dateson. To<la clínica de este tipo se fija de manera
pertinente en las dificuha<lcs Je crecimiento dd grupo familiar y pro­
gn.:sa mediante el descubrimiento Jet sentidn que tienen dichas di fi­
cultades en el momento presente. Esta forma d..: prngresar es la vcnla­
lkrn investigación psicopatológica y psicotcrap.:utica.
El recorrido tan dinúmico <le Guy Ausloos inscribe este libro cn­
trc las etapas importantes de la progresión Jd 111ovimicnto sistémico.
Manifestando una bella m.1durez, el balance quc aporta se va a desa­
rrollar todavía mús en el incomparabk marco tic La Bclle Province.
Oatcson decía que el mtista o el sabio y qui:d también el místico
deben esperar el fin de su .wentura para eu1HH:cr lo que han creado o
J1.:scubicrto. Más prccismncnte, en su prcfado en Steps tu a11 Ecu­
/ogy <?f Mi11tl, escribe: «Está en la naturalc"La tic las cosas que un ex­
plorador no puede saber jamús lo que explora hasta que esto haya

16 17
INTRODUCCIÓN

1 [ace ya casi diez añ()S que intento escribir este libro. No lo con­
seguía; sin duda mi proyecto de hacer una síntesis bien ordenada de
111is 111ndclos de intervención, soste11i�ndolos rigurosamente con las
teorías c¡uc me habían inspirado, era demasiado ambicioso. Durante
ese tiempo, iba escribiendo ya fueran artículos destinados al libro, ya
fueran artírnlos c¡ue marcaban un momento de mi evolución. final­
mente me decidí a rnodi1ic:u mi proyecto inicial. Abandon:rndo la .,
idea de un libro construido como una bella arquitectura lógica, pre­
.. !
ferí pasar al patclnl'<irk. He reunido textos y nrticulos situ:"tndolos en

..
1

el tiempo. pero sin intentar articularlos.


No me gusta escribir y no escribo 111�s que cuando me siento co­
gido por la urgencia. por la necesidad de comunicar lo que creo. Pero
yo no creo de verdad lo que creo, porque solo son creencias. Sin em­
bargo las creencias deben ser eomu11icadas p:1ra conseguir un míni­
mo de consistencia. Pero esta consistencia es en si misma falaz, inve­
rific1hlc y parcial. Es la gran dikrencia con una co11fcre11cia en la
que las miradas te hacen llegar embriones de confirmación.
Y no obstante creo cn lo quc digo, o 111ej(1r dicho tengo crecm:ias:
creo en lo humano altamente imprevisible -por lo tanto irnpredieti­
blc-· que no puede ser reducido a teorías c¡11c intentan cercarlo, creo
en la competencia de las familias para atravesar los numerosos aza­
res a los que se encuentran co111"rn11tadas y no paro de sorprenderme
ante la riqueza de las creaciones caóticas de la vida.
Este texto no q11icre ser m;is que una mirada, incierta pero con­
vcnciJa, llena Je Judas pero temeraria, imperfecta pero perfectible.
Las capacid¡1dcs de la familia

Yo sé que dentro de veinte años este texto cstarú ohsokto; a<lclllÚS, lo que ellas quisieran cambiar. Mús grave: se continuaba con el modelo
espero y lo deseo con todas mis fuerzas porque sino sería doctri11a de familia disfuneional en la que el terapeuta debía ocuparse de co­
cu.indo no quiere ser más que iinpresió11. Espero del lector que no me rregir los errores con húbiks estrategias.
crea, para que él mismo se ponga a creer, a crL·ar, a innovar y a volver tvl i rel1ex ión e�taba en este punto cuando el término di.! «compe­
caduco todo cuanto acaba de leer. Y que al mismo tiempo, l!I se pon­ tencia» propuesto por Brnzclton a propósito de los bebés apareció
ga a creer sin creer en lo que cree, pero con convicción, audacia, te­ ante mi. ¿l labía que considerar las familias como disfuncionalés o
meridad, para que cambien las ideas recibidas, que desaparezcan como competentes para las tareas que tienen que cumplir?
las doctrinas, que el arle empiece a ser el 11wtor lle nuestras inh:rrda­ Es ese recorrido, esas vacilaciones, esos descubrimientos, esos
ciones. entusiasmos, esas dml.ts lo que este libro pretende presentar. Como
Esto no es una paradoja, por lo tanto sin duda lo es, sino una lla­ ya he explicado, se trata de una recopilación de textos; cada capitulo
nJa<la a la apertura, a la inmersión en el a1.ar, al sorprenderse ante el se puede leer separadamente y en el orden escogido por el lector. Lis
caos que nos gobierna. La razón es el ohs1k11lo que nos impick de­ redundai1cias no han sido suprimidas para respetar en cada texto su
jarnos ir.-hacia las formús caóticas qm: generan la vida. De bi l'un:a­ coherencia interna. Algunos textos son esencialmente clínicos, otros
cioncs a estallidos, de catástrofes u descubrimientos, no cesamos tk son mas di lkiles de abordar puesto que son mas teóricos. De nuevo os
aproximarnos al proceso que no sólo hace la vida posible, sino que es corrcspondc a vosotros escoger si os metéis en uno o pasáis al texto
la propia vida. siguiente, aunque después pod[1is volver atrás. El pensamiento no es
Tiempo, azar, caos, imprcvisibilidad son las di1m:nsioncs irre­ lineal; a mí me gustaría que este libro no fuera leído de manera lineal.
ductibles que debemos dejar de rechazar, de intentar reducir o de in­ l le distinguido tres partes quc corresponden a las tres direcciones
movilizar, para dejarlns revelar toda su riqueza de creatividad, de es­ principales de mi rdkxión. Que esto no se interprete como un orden.
pontaneidad, <le innovaciones vitales. En mi elaboración, como en mis formaciones he pasado regularmen­
Cuando empecé a ejercer la terapia familiar, el modelo dominan­ tl.! de una a otra. n;lkxionando sobre el tiempo para pasar después a
te se apoyaba en la primera cibernética, centrada sobre el feed-back la importancia dci procl.!so, de una manera akatoria y aparcciendú
negativo. Rápidamente empecé a sentir un cierto malestar que pro­ las teorías del caos como algo que aportaba un principio de justifica­

.. venía del hecho de presentar la homeóstasis como la moduli<lad prin­


cipal Je equilibrio familiar, como una tt.:ntkncia hacia el no cambiar.
ción.
Gabriel Marccl, en una de sus conferencias de la que no he podi­
do crn.:ontrar la refercnciu, mostraba la difcrencia entre problema y
En ese momento yo trabajaba esencialmente con familias dt.: jóvenes
ddincuentes. Y no solamente no las vda como rcsistcntes al cambio misterio. Según él, el problema pul.!de sl.!r consfdcrndo como exterior
sino que presentía que era exactamente lo contrario, la succsión ince­ al sujeto, puede dar lugar a una respuesta objetiva, y se presenta de
sante de cambios, lo que para ellas, cons1i111ía el problema. Esto me manera idéntica a todo el mundo; el misterio, por contra, me implica
llevó a cuestionar todo lo que se estaba diciendt) sobre la homeósta­ inevitableml.!nte en tanto que pcrsona y no comporta rl.!spucsta defi­
sis (Ausloos 1981) nitiva.
Afirmar que las familias venían a la consulta para no cambiar Ejcrccr como terapeuta no es resolver problemús o corregir erro­
tenía como consecuencia una serie de estrategias que se proponían res sino sumergirse en el misterio de las familias y del encuentro con
los terapeutas para contrarrestar estn tendencia a no eamhiar. Se en­ ellas. Esto implica p;1sar de una terapia en la que el terapcuta observa
traba en una especie de juego manipulador en el que, partiendo de a una terapia en la que el terapeuta se obscrva para reflejar a l.1 fami­
premisas no demostradas pero si afirmadas, se otorgaba al terapeuta lia compdente esa percepción que permite la emergencia de la «au­
el derecho <le hacer una serie de maniobras para hacerlas cambiar sin tosoluciónn.

20 21

-------------------,--�--·----
Las capacida<lcs de la familia

Mi deseo es que acabéis este libru sintiéndoos más llenos que


nunca del misterio de la familia competente en lugar <le cnconlrar en
él recetas para tratar la familia disfuncional. No olvidéis leer el libro
de manera desordenada: es así como lo he escrito, es así como me TIEMPO
gustaría que os sirviera de inspiración.

22
SABER ESPERAR:
EL TIEMPO DEL PROCESO

En noviembre de 1993, fui invitado por la Sociedad suizn ron1anda


de psiquiatría social a su segundo congreso dedicado al tema «El tiem­
po y sus implicaciones en la acción terapéutica en psiquiatría social».
El congreso tenía lugar en Chaux-de-Fonds, capital de la industrin re­
lojera suizn. Fue igualmente en esta pequeña ciudad del Jura (Neuchii­
tel) donde empecé mi carrera de psiquiatra. Buena ocasión para volver
a trazar mi recorrido personal en el descubrimiento del tiempo. Buen
pretexto igualmente para introducir este libro en el que me propongo
presentar mi visión del enfoque sistémico.¿ No son casi siempre nues­
tras teorías un rclkjo de nuestra historia? I ntcresarmc en el tiempo me
ha ocupado tiempo y ha sido el resultado de numerosas influencias.
Son esas diferentes etapas lo que me propongo explicar aquí.

PRIMER TIEMPO

l lace veinticinco años, llegaba a La Chaux-de-Fonds, era el final


de mi primer año de psiquiatría, llegaba para ser el usistcnte de Clau­
de Cherpillod que acababa de fundar la primera consulta externa de
psiquiatría en el cantón de Neuchatcl. Al principio, como era de es­
perar, pocos clientes, lo que nos dejó un buen período de aclimata­
ción durante la primavera y el verano. Sin embargo en otoño, cuando
las crisis son tan habituales, los pacientes cmpeznron a acumularse.
Prácticamente, teníamos diez nuevos casos por semana y rápidamen­
te me encontré desbordado. Esta situación apremiante me llevó a de-

25
Las capacidades de la familia Tiempo

sarrollar rápidamente una estrategia de trabajo que se reveló eficaz Cefoc con Andrée Mcnthonncx y Renaldo Perronc}. En 1979-1980
para la mayoría de pacientes de los que me ocupaba. La primera visi­ tuve la posibilidad de ser supervisado en Mil{111 por Giuliana Prata.
ta duraba una hora y volvía a citar a los clientes, sobre todo a los de­ El modelo de Milú11 (Sclvini, 1980) presentaba lo que ellos lla­
presivos, tres días más tarde para una segunda visita que duraba maban <dargas terapias breves», largas porque duraban alrededor de
quince minutos. Los volvía a ver una semana después para ajustar !ns un a11o y breves porque en total no eran más que <licz sesiones espa�
dosis de medicación; la cuarta visita tenía lugar un mes mús tarde y la ciadas de un mes o más. Esto me llc"ó a descubrir el tiempo del pro­
quinta un segundo mes más tarde. Evidentemente, yo hubiera desea­ ceso, es decir el tiempo que las familias necesitan para observar, ex­
do tener más disponibilidad, pero cuando la necesidad es la ley, no perimentar, cambiar.
siempre se tiene la posibilidad de escoger los recursos. Cuando un terapeuta hace una prescripción, es parü desencadenar
Un día comentaba con Claude Cherpillod mi asombro al constatar mús tarde una modifícac.:ión en las reglas de funcionamiento. Sería
que con un trabajo tan espaciado y tan breve la salud de la mayoría de muy ilusorio imaginarse que el cambio se produzca extemporánca­
pacientes mejoraba, él me respondió: «Esto solo le pasa a los terapeu­ mentc. Tambi<.':n en J�t_!¡1mi!l!!...Yí))) a hacer sus hipótesis, ensaym·la,s.
tas muy jóvenes porque no saben lo que hacen o a los muy viejos que evaluar los rcs11h·ulos, cam.b.ia.r. lai, ,w1itwlc·s, sacar conclusimws )!
saben hacer cosas». A partir de ese momento me prometí guardar el volver a emp_e_!�:�:de Qlra..mao,·ra..Es de esta manera que la familia se
máximo tiempo posible esa inocencia de quien no sabe lo que hace, 11nplica cn un proceso de cambio. Y es esto lo que loma su tiempo.
dcspués me olvidé, e intenté empezar a saber. Como 110 sabía lo que El T'ai-ehi nos cnscña que «captar el tiempo cs tan dificil como
hacia, no sabía que estaba utilizando el tiempn: tres primeras visitas coger el agua que brota de un manantial►>. Nucstrus prescripciones 1W
muy próximás durante la crisis, las siguientes espaciadas de un mes. �chen encerrar el proceso en un círculo 1'."itual, ni suplir la imagina­
Cuando consulta, el paciente necesita sentir nuestra disponibilidad; ción con recetas, ni orientarse hacia un cambio previsible, sino al
�espués necesita tiempo para cambiar. Esta manera de utilizar el c�lrario abrir la exploración hada soluciones que nadie hasta en­
tiempo era algo adqmndo que yo desconocía pero que volvió a venir tonces había imaginado, (l!..I.� �habían intentado nunc¡1 anterior­
mucho más tarde, como ya veremos. Sin lugar a Judas los viejos tera­ mente, que scrán'. buenns precisamente porque son incs )eradas. Este
peutas, aun sabiendo que el tiempo les esl,\ contado, saben paradóji­ tiempo necesario, las familias lo tienen durante el mes que separa
camente que hay que dejar hacer al tiempo. Pero esto es otra historia. una sesión de la siguiente. En mi prúctica clínica actual, mantengo
aquello que he adquirido, sigo a menudo trabajando con intervalos
de un mes, y igualmente guardo el húbito de salir �a1.:ia el linal de la
SEGUNDO TIEMPO sesión para «tomarme el tiempo» de preparar mi conclusión.
En Milán, se concluían las entrevistas con una connotación posi­
Cuando me fui de La Chaux-de-Fonds a Lausanne en 1971 fui a
trabajar en pai<lopsiquiatría con Odcttc Masso11 que fue quien me
. tiva del funcionamiento familiar. Yo he adaptado esla 111a11crn <le ac­
tuar y en la acli.mlidad, utilizo lo que he dado en llamar «la malévola
permitió descubrir el enfoque familiar. A tiempo parcial, trabajaba connotación positiva». Me he dado cuenta de que cuando se sale di;
como psiquiatra consultor en una institución para jóvenes delincuen­ una entrevista, tino cstú casi sicrnprc invadido por sentimientos di­
tes. En 1974, me fui u Ginebra rara ser el responsable de la Unidad versos: fatiga, satisfacción, pesadez, cólera, alegría, desarraigo, ali­
de psiquiatría lcg;1I dcl Instituto de medicina legal de la Universidad vio, tristeza, impolenda, simpatía, agresividnd. Todo esto nos cm•
de Uinebra (Profesor Jaequcs Bernheim). Empecé a animar semina­ barga el espíritu y nos impide, en ocasiones, el poder disfruinr <Jcl
rios de terapia familiar en el CiRIDEF y poco tiempo dcspl!és a hacer trabajo con las familias, es en cierta forma la escoria que �e ha itle>
formaciones (organizadas a partir de 1977 por Claudc Julicr en el depositando en nosotros a lo l�1rgo de la entrevista.

26 27
Las capacidades de la familia Tiempo

¿Cómo, en estas condiciones, elaborar una connotación positiva haber estimulado mi impaciencia para producir el cambio. Como ya
que sea auténtica y sensibilice reahnente a los miembros de la fami­ he dicho, yo intentaba saber y empecé con ahínco una búsqueda de
lia? ¿Cómo utilizar ese estado que nos aporta indicaciones preciosas eficacia. Mi actividad era intensa: construir hipótesis, comprender,


sobre el proceso en el que nos hemos implit..:ado con la familia'? cm:ontrar prcscripciom:s. elaborar estrategias, inventar contrapara­
¿Cómo salir de complacencias y adulaciones lJIIC no son srnís que cn­ dojas. Oc nuevo, esto me quitó tiempo parn poder comprender que
ricaturns <le connotación positiva y que solo hacen sonreír a las fami­ los pacientes y sus familias necesitan tiempo para cambiar y que In
lias sin llevarlas a aceptar los riesgos del cambio? Me llevó mucho intensidad de mi actividad -debería decir de mi activismo- no era
tiempo darme cuenta Je que cm suficiente connotar positivamente una garantía de éxito. Volveré sobre este tema.
aquello que más me había molestado a lo largo de la entrevista. Si Este segundo tiempo y el tercero se solapan; ciertas evoluciones
por ejemplo los mi�nbros de la familia me interrumpían continua­ se hacen paralelamente y se fecundan mutuamente.
mente, no respondían a mis cuestiones, se cortaban la palabra, mi
malévola connotación positiva podía ser:
TERCER TIEMPO
«l lu sido dificil para mi que ustedes hablaran todos a la vez, que se interrum­
pieran mutuamente y que no respondieran directamente a mis preguntas, En esta misma época, mi actividad más importante se centraba en
pero en este comportamiento veo la señal de que en su familia todo el mundo los adolescentes delincuentes y sus familias conjuntamente con mis
,¡uiere pnrticipar en lo que pasa y dar su opinión y wn esto puedo trnhajar colegas del instituto de medicina legal y en el centro Je Chevrcns con
bien. La próxima vez, sin lugar a dudas, me veré obligmlo a poner un poco de Louis y Claire Emery. Mis reflexiones y mis intervenciones estaban
orden pero me siento satisfecho de poder continuar trabajando con ustedes». centradas sobre las situaciones familiares de los adolescentes delin­
cuentes. Si se exceptúan Families of the Slums de Minuchin ( 1963) y
Como se puede ver, en esta malévola connotaciói1 positiva, em­ el trabajo de Siegi Hirsch y Pierre Segond en Vaucresson, no existía
piezo por hablar de mi impresión negativa y corrijo dándole un senti­ casi nada sobre este tema. El trnbajo en equipo me permitió escribir
do positivo después de la utilización del «pero». Como es sabido, el mis primeros artículos: «Adolescencia, delincuencia, familia» ( 1976)
«pero» tiene por efecto el de atenuar mediante la segunda proposi­ y «Secretos de familia» ( 1980).
ción la importancia Je la primera. Los miembros de la familia guar­ En Chevrens, tras un largo proceso que duró unos doce años, nos
dan en su mcmoriu la connotación positiva pero al mismo tiempo dimos cuenta poco a poco de que no eran tanto las familias quienes
están interesados y asombrados porque no estún acostumbrados a nos necesitaban para mejorar sino nosotros quienes las nceesitúba­
que un terapeuta les hable de sus sentimientos negativos. Por mi par­ mos a ellas para hacer nuestro trabajo correctamente. A Louis Emery
te, el hecho de connotar positivamente aquello que me ha molestado le gustaba decir: «La institución es una caja de herramientas de la
me calma y me permite percibir la situación de una manera más posi­ que las familias ti;.;en la llave». Progresivamente, fuimos abando­
tiva. La malévola connotación positiva act(rn tanto sobre el terapeuta nando la idea de convocar a las familias para proponerles una terapia,
como sobre la familia, permitiéndole abrirse a las posibilidades del para pasar a la siguiente formulación: «Les necesitamos a ustedes I
cambio. Además, estoy convencido que en la muyoria de terapias, no para realizar nuestro trabajo porque ustedes tienen la experiencia, co­
es la familia la que hay que cambiar sino la muncrn que tiene de verla nocen bien el problema, han intentado muchas soluciones y han
y sentirla el terapeuta. conocido muchos fracasos pero también algunos éxitos. Con su coln­
La influencia de la escuela de Milún ha tenido un aspecto menos bornción, nosotros tendremos muchas smis posibilidades de realizar
positivo ( debido sobre todo a mí y no al modelo), que ha sido el de un buen trabajo» (Ausloos 1990)
f
2í 29
--- - ---·· ·

Las .:.ipacidades de la familia Tiempo

Fue durante esta evolución que la noción de tiempo se iba impo- Thatcher? Durante la semana que siguió al inicio de hostilidades, un
. niendo y me parecía más importante. En 1984, durante una supervi­ corresponsal atento señaló que ni en la prensa, ni en el parlamento, ni
sión en París, me encontré a la familia de una joven psicótica de vein­ en Hydc Park, nadie se arriesgaba a criticar la política de la Dama de
ticinco años que no paraba de agitar su mulicca intentando en vano hierro. El acontecimiento había puesto a toda la población inglesa
poner en marcha un reloj que no funcionaba y que no tenia agujas. igual que la argentina al lado de sus jefes.
Volveré a retomar esta historia en el capitulo 3. Más cercano a ·nosotros, la crisis del Golfo nos enseña igualmen­ l l

En 1985, en Atenas, presenté una conferencia sobre el tiempo y la te que utilizando el acontecimiento, se puede hacer tanto olvidar la í
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1 '
fa111ilia que se basaba en ese caso. Proponía hablar de un tiempo para­ crueldad de un régimen totalitario, caso de lrak, como cnmáscarar el i

do para los sistcmás con transacción rígida y de 1111 tiempo marcado fracaso de una política económica y social que aboca al país a una re­
por la multiplicidad de acontecimientos (événcmcntiel) para los sis­ cesión, caso de Estados Unidos. Cuando en los dos campos los diri­
ternás con transacción caótica (véase capítulo 3). Uno <le los oyentes gentes tienen interés en desviar la atención de una crisis )'rcvisible,
me contó que después del golpe de estado, cuando ya habían lomado todos los ingredientes están para que se pongan de acucrtlo sobre una
el pudcr, durante el primer discurso radiado de la nueva dictadura, los crisis de acontecimiento. La crisis previsible queda enm:'tscarada po[,
coi nnclcs declararon: «Grecia es una persona en fcrma; hay que in­ la crisis del acontecimiento.
movilizarla con 1111 yeso, parar los relojes y esperar su curación». Tiempo parado y tiempo de acontecimientos no se excluyen, no
Los cambios en Europa del Este nos hablan de esta violenta tran­ son contradictorios; cada cierto período atraviesan nuestras vidas en
sici<m entre el tiempo para<lo del inmovilismo impuesto por los so­ fases que se alternan, creando ese ballet que E. T. !foil ha llamado tan Lt 'I
: ¡,
l j:
vit1 icos y el tiempo de los acontecimientos de h1s nuevas repúblicas: graciosamente la danza del tiempo ( 1985). Danza de las edades de la
vida, danza de las tensiones y del reposo, danza de los acontecimien­
«D�spués de un parón total del tiempo, durante 21 años en Checoslovaquia, tos y de la calma.
el licmpo v11 nhora tan deprisa que nos es imposible decir con precisión lo Me bastará aquí con anticipar las conclusiones del capítulo 3, a sa­
que puede suceder mañana.» ber, que en las familias con transacciones rígidas en las que el tiempo
(Vndav l lavcl en la /Jlºt!sse, 29 tk noviembre de 1989) está como parado, es importante movilizar ese tiempo suscitando la
crisis, respetando su temor al cambio y permitiéndoles rcaliznr pro­
Crisis y gestión del tiempo son nociones estrechamente vincula­ yectos que les darán un futuro. En las familias con tnmsaccioncs caó­
das. En 1981, la dictadura de los generales ago11iza en Argentina. Las ticas al contrario, hay que frenar ese tiempo de acontecimientos
manifestaciones de las madres de la plaza de Mayo no cesan de re­ introduciendo el concepto de durable, proponiéndoles pequeños
coi dar que es imposible que sus hijos hayan muerto por nada. Los cambios pero que tengan duración en el Liempo, dcvolviémloles un
obreros salen a la éalle. Y entonces a esos generales que todos creían pasado, una historia, parn permitirles un futuro que se inscribirá en lo
acnhados, se les ocurrió una idea genial: hay que reconquistar las durable.
Malvinas. No es muy conocido que desde hace más de cien años los
niños argentinos empezaban las clases cada mañana con este slogan:
«Las Malvinas son argentinas». Esta ocurrencia puso inmediatamen- · CUARTO TIEMPO
te u la población al lado de sus jefes.
¡,Se acuerdan que en ese mismo momento Inglaterra estaba sacu­ · En 1986, inmigré al Québcc y fui a parar a una región del norte
dida por escándalos que habían provocado la dimisión forzada de un qucbcqués, a Rouyn-Noranda, una pequeña ciudad de pioneros y mi­
ministro y amenazaban peligrosamente la viabilidad del gobierno nas de 0ro fundada hace sesenta alios, en la época de la Marcha hacia

30
Las capacidades de la familia Tiempo

el oro. El Québee impone a los médicos extranjeros la obligación de capaz de arreglárselas, podía considcrúrsclc al contrario como un pe- ·
instalarse al menos tres años en una región alejada, lo que explica mi queño ser extremadamente competente para las tareas que tiene que
destino en esa ciudad. Me encontré siendo el jefe del departamento cumplir, a saber: chupar, bc.:bcr, dormir, llorar, etc. En lo que se rclie­ 1
de psiquiatría dado que yo era el único psiquiatra. Me ocupaba de re a las familias, se hablaba siempre de los problemás que se les pre­
una población de alrededor de 50.000 habitantes con un servicio sentaban, <le sus disfunciones, y no de lo que eran ca¡x1ces de hacer.
de hospitulización de 22 cairn\s, las urgencias y las consultas de dis­ 1 !abiar <le familia Clllnpctcntc es entonces una manera <le devolver a
pensario. Creo que no es necesario insistir sobre el hecho de que muy la familia su competencia en lugar de considerar sus defectos. Esto
rúpidamcnte me encontré desbordado, en cierta nrnnera era una vuel­ modilicu evidentemente la posición del tcrnpcula. En efecto, si éste
ta al punto de partida puesto que me cnco11traba en una situación bas­ trabaja con una familia que es capaz de resolver los problcmús que se
tante parecida a la que ya había vivido cn La Chaux-de-Fonds. De le presentan, ya no se trata de ocuparse de ella, de cargarse en las es­
nuevo, tenía la posibilidad de constatar que con algunas sesiones de paldas el peso de los problcmás de la familia, como una especie de
entrevistas familiares, suficientemente espaciadas, se podía hacer nuevo Atlas, sino al contrario de activar un proceso en el que la fami­
mucho e incluso ganar tiempo en relación al enfoque individual. De liu podrá observar, e"xpcrimentar, cambiar.
nuevo, una situación de apremio me pcrmilió ser creativo. Presento Cuando hablo de los problemás que se presentan a ellas, no hablo
más adelante (capítulo 7) la manera en que empecé a trabajar el enfo­ de los problemas que se impo11e11 a ellas, como el paro, la enferme­
que sistémico con las tentalivas de suicidio en las urgencias. dad, un accidente, un incendio, una quiebra, etc. En situaciones de
No fue solamente la situación de apremio la que me volvió creati­ este tipo, no es el funcionamiento de la familia el que ha ocasionado
vo sino también la aportación teórica de las nuevas teorías quc.: empc­ el problema e infonnaciones provenientes del exterior serán necesa­
zahan a circular, a saber, la segunda cibernética que insistía sobre In rias. En estas situaciones, l!nlrevistas de «counseling» estarán perfec­
autorreforencia y la autoorganiznción y subrayaba el hecho de que el tamente justificadas, con tal que den a la familia aquello que no sabe
ternpcuta no es un observador externo a la situación sino, que al con­ y le es necl!sario para afrontar ese problema exterior (inf"onna<.:ioncs
trario, está implicado, inmerso en un proceso. El constructivismo sobre los medicamentos, la evolución de la enfermedad, las actitudes
igualmente (Watzlawick, 1986) subraya el hecho de que nosotros a adoptar, los pasos a dar, etc}
descifrnmos la realidad con la ayuda de nuestros esquemás teóricos y
que dichos csqucmás influyen en la manera en la que percibimos ta h) El postul:ulo lle In información pertinente
realidad (Korzybski, 1941 y capítulo 4). Este par de influencias me
condujeron a proponer dos postulados sobre los cuales mc.: apoyo
desde entonces en mis intervenciones.
«la i11fomwdóupatinen/e es aqudla que: proviene de /aji1111iLiíJ
yv11e/ve a ella.»

a) Postulndo de la competencia Es la noción <le_ información desarrollada por 13ateson ( 1979) la


que me guió para esta formulación: Bateson nos dice en efecto que
«la información, es una direrencia que hace la diferencia». Todos los
datos que nosotros recogemos para hacer una anamncsis y poder co­
�<lfna Ji1mi/ia no p1u:tle plw1tear.w: mtÍ.\'.!J_IIC: problemas 1¡1u: ella
nocer mejor a la familia no son, según esta definición, verdaderas in­
misma es capaz ele: re.wtr':.!.·-»

La noción de competencia me füe inspirada por Brnzellon formaciones, en todo caso no para la familia. Hacer circular la infor­
( 1980), quien había hablado del «bc.:bé compclcn1c». Él quería se11a- mación no es pues recoger datos, sino hac_cr descubrir a los miembros
lar con esto que en lugar de ver al bebé como 1111 sc.:r desamparado, in- \ de la familia cosa� 9uc ellos no saben que saben sobre su ro ia rcla-

32 33
L:,s cupacidadcs de la familiu Tiemro

ciún. Esto fue dcsarrollado por la escuela de tvlilán ( 1983) que llamó a lu mús frecuente es que sea necesario activar este proceso, apretar el
;técnica circularización de la información. Un artículo de Fcrdi­ gatillo, vencer la füer1.a de los h:íbitos.
nand Scywert en Théra¡,ie Familia/e ( 1983) resunw de forma exhaus­ Sea como sea, la información debe ser retroactiva, es decir, en un


tivn las di fcrentes maneras de cuestionar de modo circular. primer tiempo, provenir ele la familia para, en un segundo tiempo,
Daré un ejemplo sencillo: si yo le pido a un niiio que me hable de serle devuelta y relanzar el proceso.
la profesión de su padre, contentúndome, me darú una información Resumiendo, después de estos dos postulados, podría decir que
que le informarú a él mismo sobre lo que sabe de su pa_dre, informará hacer terapia, es activar el proceso familiar mediante la circulariza­
a su padre de lo que su hijo sabe e informará al resto de la familia so­ ción <le la información en el seno de la familia.
bre lo que el hijo sabe del padre. Al mismo tiempo, cada uno de los
miembros <le la familia habrá pensado lo que habría podido respon­
der a dicha pregunta. Una manera de indagar de modo circular puede ALGUNAS PROPUESTAS PARA ACTIVAR
consistir también en preguntar a una persona sobre la relación que EL PROCESO FAMILIAR
existe entre otras dos, como por ejemplo preguntar al padre sobre que

l
pasa en el cuarto de baiio por la mañana cuando la 111adre se ve obli­ l. Pdmcra proposición: pnsar tic! tiempo inmtl\'il del
gada a <lar la tabarra a su hijo para que éste se lave los dientes. Como diagn(>stico al tiempo clin:'tmico de la evolución potencial.
se puede ver, esta �ltestión a una persona movili1.a al menos a otras
tres y les permite descubrir cosas que no sabían que las sabían. Nuestro punto de vista diagnostico es a menudo fotográfico, y no
Circularizar In información. me parece extremadamente impor- tiene sulicicntcmenle en cuenta la evolución \oil:il, la íluidez y el ílu­
tante, en la medida que es lo que permitiní a la familia encontrar sus ju del tiempo. Nos dejamos llevar por el tiempo enfriado del depresi­
propias soluciones, lo que yo llamo a11tosolucio11es, soluciones que ¡ vo, nos enviscamos en el tiempo lijadu de la familia del esquizoli·éni-
cmcrgcrún de las nuevas informaciones de que disponen. El tiempo co, o también nos dejamos enloquecer por el tiempo arremolinado
es un aliado precioso puesto que permite a la familia evolucionar del earacterial. Y nos comportalnos como si siempre hubiera sido así
(J\usluos 1983 ), es Jccir, experimentar nuevas soluciones. Aún es y como si nunca nada debiera cambiar profundamente. En particular
necesario que nosotros activemos ese prnceso por el cual se hace po­ en psiquiatría social, habría que reemplazar este punto de vista fo­
sible la emergencia de la autosolución. Jugar con el tiempo, es acep• tográfico por una mirada cinematográfica, es decir, tener en cuenta el
lar la imprevisibilidad. l lerúclito decía que «el tiempo es un niño que hecho de que todo evoluciona, que las cosas son rnóvites,..9,ill<_lil .Y.i.di1
juega con fichas». nu puede rwhu:,icsc n uucsirns cai,,sarí;.11; di¡guóslicas.
Aceptar la imprevisibilidad, es desconfiar de nuestras propias Pasar al tiempo dinúmko, es igualmente no intentar volver atrás.
\
hipótesis de cambio para priorizar las innovaciones Je la familia. La No quiero decir con esto qllc no haya que tener en cuenta la historia,
mayor parte del tiempo nosotros trabajamos demasiado y, haciéndo­ ,mis bien al contrario. ) lago alusión sobre todo a esa demanda que
lo, tapamos la creatividad de las familias. Aunque sepamos que si la nos hacen a menudo los pacientes o sus familias: «Me gustarla vol•
información circula, los cambios se hacen posibles. ver a ser como antes». Cuando alguien me dice esto respondo que me
¿ Esto quiere decir que nuestra intervención debería limitarse a siento un poco molesto porque no podré hacerlos volver a ser como
circularizar la información? ¡Sí y no! Sí, porque una familia in­ antes, sino «como después». Ln fórmula es inhabitual pero dice bien
formándose a sí misma, con la ayuda del terapcut.i, sobre su propio aquello que quiere decir. Si yo hiciera volver a ser al paciente como
funcionamiento familiar, tiene todas las posibilidades de encontrar antes, lo haría retroceder en la ílccha del tiempo para volverlo a si­
los recursos necesarios para la solución de su problema. No, porque tuar en la posición problemútica en la cual estaba antes de su des-

34
Lns capacidades de lu familia

c0mpcnsaci6n y pondría todo en su lugar pura que aparezca una nue­ blemente,c,studié · psjquiatria para esto: porque qucrjq comprender,.
va descompcnsación. Lo que se ha dado en llamar el fenómeno de la Yo pienso que nuestro deseo de comprender, nuestro deseo her­
puerta giratoria en los hospitales, es decir, el de los pacientes que son menéutico, nuestro deseo de descubrir nos impide a menudo dejar a
regularmente rehospitalizados, está sin duda vinculado al hecho de las personas que vuelvan a apropiarse de sus vivencias. Estamos tan
que tanto los pacientes como los ternpeutas intentan volver a ser atentos para comprender que no vemos ni tan siquicrn lo que est:in
como antes y no «como después» haciendo delante nuestro :..Yo intento, en la medida de lo posible, ab_j­
La película Retomo a/futuro es una bucnu ilustración de lo que tencrme de compn•odcr, No se iuQ11ictcn no lo consigo nnoca, rl há­
ocurriría si se volviera a ser como antes. El siguiente ejemplo permi­ bito es demasiado füerte. Pero ya no intento encontrar la hipótesis de
tirá comprender cómo podemos utilizar esto en el campo de la clínica. comprensión, porque siempre hay al menos treinta y seis hipótesis
(pnnc1pio de equitinalidad). En la vida relacional, no ocurre como en
Una señora de unos sesenta años se queja de no dormir desde hace siete años. matcmúticas. En matcmáticns, se nos dice: «no hay treinta y seis so­
Cuando es hospitalizadu, las enfermeras constal,m que duenne pero lo niega. luciones, es o bit:n.....o bkn....», es verdad o es falso. En la vida, hay
Pretende que solo está soñolienta y que oye a tus enfermeras.! le aquí la estra­ siempre trcínta y seis soluciones. Hay pues treinta y seis hipótesis de
tegia que utilizamos para pennitirlc volver a ser como después y no volver a comprensión. Porque privilegiaría mi propia hipótesis, que he cons­
;er como antes, lo que era sin duda su demanda. Le dijimos que íbamos a re._ tniido en función de mis esquemas de referencia sobre la realidad
visar ta literatura científica pnra verificar lo que había escrito sobre casos de
utras personas, que como dla, no podían dormir. Dcspués de haber revisado para imponérsela a la familia, más que intentar dejarles la posibilidad
1�almcntc la literatura, encontramos dos casos. Le comunicamos csto a lapa­ de desarrollar sus propias hipótesis. Y para esto, evidentemente, hay
ciente y le díjimos que esto nos obligaba a reconsiderar el díagnóstico y que que saber esper:fr. Saber esperar: el tiempo para que el proceso se 1
en lugar de pensar quetenía una alteración del sm:ño, mollificábamos nuestro realice.
diagnóstico a «alteración en la percepción del sueño». «En realidad usted
Juem,e señora, pero no percibe que duerme y esto es mucho menos grave. En 3. Tercera proposición: no centrarse sobre los contenidos
cli!cto, esto no necesita ni antidepresivos ni somnifcros». La paciente quedó sino sobre los procesos
satisfecha con este recncuadre y su estado mejoró nípidmnente. Además, es­
taba muy contenta por no tener que tomar antidcpresivos ni somnífcros, quc Esta proposición es un poco el corolario tic la precedente. Los
la fatigaban mucho. El reeneuadre diagnóstico que nosotros hicimos modifi­ contenidos estlin siempn.: fijados en el tiempo; es lo que ha pasado
caba la posición de la paciente: en lugar de querer volver a ser como antcs,
antes. Es evidente que esto permite comprender, es evidente que
ella podía empezar a pensar como podría arreglárselas en el futuro con su al­
teración en la percepción dcl sueño. Este reencuadre se hizo en el marco de aporta luz sobre el problema, pero yo no podré cambiar nada sobre el
dos entrevistas familiares con tres hermanas de la paciente. Se trataba de cua­ hecho de que el padre de esta paciente muriera hace un año y medio y
tro mujeres en la scsentcna, todas solteras, que nosotros llarnúbamos las her­ que desde entonces esté deprimida. Yo puedo centrarme sobre el
manas Brontc (como las escritoras inglesas). Era muy importante que las her­ proceso que está viviendo en la uctualidad, la mancrn en que ella ges­
manas estuvieran presentes durante el recncuadn!, porque ellas también tiona su depresión y los medios<, •• .., �mpka o que no empica. Porque
dchían ayudar a s11 hermana a ser como después y no como antes. _n i los pacientes ni tampoco las familias son disfuncjonaks o d,·s,·qoi­
librndas, están siempre en1uocioo-•micoto El proceso no se para
2. Scgundn proposición: intentar no saher ñunca. Es una visión mecanicista que hemos heredado de Newton,
pero también de Aristóteles: esta idea de que nosotros funcionamos
Es en ciert.i medida un volver al principio cunndo yo estaba en La como mliquinas, que pueden pararse de funcionar y volver a ponerse
l 'haux-de-Fonds y no entendía lo que hacía. Se me formó y proba- en marcha. La vida no se para nunca: los seres vivos no cst.ín nunca

. 37
Las c.ipacidades de la familia Til.!mpo

vcrduderamente desequilibrados, están en cquilihrnción permanente; h.'rnpéutica no� lleva a tomar nuestras teorías por dogmas, a creer qu
no son disfuncionales, sino en funcionamicnlo. nuestras soluctones.son buenas J)arn todo el mundo, a impedir a tus\
Nuestro punto de vista fotográfico nos hu llevado a ver la cquili­ familias encontrar sus autosolucioncs.
bración familiar como un proceso en el que predominan las retroac­
ciones negativas. No hemo!¡ sabido ver la creatividad permanente de 5. Quinta proposición: parar de hablar ele resistencia
la que hacen gala las familias más fijada:;. No h,:mos sabido ver que de las familias, de.rcsistcnci:i e.Je n uestros clientes
la homeóstasis no se reduce al no cambio sino al contrario representa
una lluctuación constante entre necesarios mantenimientos y perma­ Cuando f-reud inventó la noción de resistencia en terapia analíti­
nentes cambios (Ausloos, 1981 ). Y hemos llamado, demasiado a me­ ca, habló de mecanismos inconscientes. Pero el término ha sido po­
nudo, resistencia <le ilas familias lo uc no cr:i 111ús < ue inca .n:idad pularizado, usado para lodo. muy a menudo para justificar la inrapa-.
del tcr;>cuta ara ()()c.r ver su )Otencial evolul ivo. cidad de los terap�utas. Pienso que los clientes no son n.:sistcntcs,
Nuestra manera <le conducir In entrevista, de c11trctenernos en los que las íamilitts 110 son n:sistcntcs, sino que lo que necesitan es tiem­
factores desencadenantes (aunque como si:;t�lllicos nos pretendamos po. Son prudentes y tienen razones para serlo. No van a lanzarse al
no causalistas), de desconfiar de las rcsistcn�ias familiares (que no primer cambio que ks propongamos. porque en general ya les han
son frecuentemente más que inercia, hábitos, o temor de verse con­ propuesto cambios y s,,1ben muy bien lo que esto les ha costado. En-
t
frontados a un nuevo fracaso), de confiar más en nuestra manera de tonccs tienen muchas ·razones para ser prudentes y no resistentes.
hacer que en dejarles improvisar la suya, son algunos de los factores Para mí, no hay familia resistente sino terapeutas impacientes, como
que pueden convertir los cambios en menos probables. Pienso que yo también lo he siclo. l lay terapeutas incapaces de ver el potencial
esto nos impone también un cambio de m11.:stra percepción sobre lo evolutivo y yo he pensado a veces: «con esta familia, no hny nada
que es la enfermedad o la salud, de lo que es el funcionamiento y el · que hacer». 1 lay terapeutas impacientes de imponer sus propias solu­
disfuncionamiento. Habría que terminnr <le hal,lar <le familia disfun­ ciones, y yo a veces me he desesperado al ver que las magnilicas es­
cional (aunque sea dificil expresarse así) para hablar <le familia que trategias que había elaborado se revelaban ineficaces. l lay familias
funciona de otra manera. Evi<le11temcntc, 1.:sto está muy próximo de prudentes porque qstán escaldadas y necesitan tiempo para evaluar,
lo que yo decía a propósito de «nosotros ks necesitamos a ustedes», para cxpcrimcntar,'pa;a encontrar sus autosoluciones.
mejor que «ustedes me necesitan para que yo los cure».

4. Cuarta proposición: salir e.Je nuestra impaciencia terapéutica CONCLUSION: TIEMPO Y AUTOSOLUCION

Vaclav Havel' dice a propósito de la impaciencia de la civiliza­ Las familias poseen las competencias necesarias parn efectuar to1
ción tccnocrática que «está imb11icb de su racionalidad, persuadida cambios que necesitan a condición de que se les deje experimentar\
equivocadamente de que el mtin.h no es más que un crncigrama en sus m1losolucio11cs y que se activen los procesos que las aulori1.an.
el que no habría más que una solución conecta al problema, preten­ Rccicntcmcntc, Prigoginc y Stcngcrs ( 1988) nos han recordado que
didamente objetivo, sobre el que yo soy el ímicc�ara decidir el plazo la ciencia misma tenía dificultades para tener en cuenta el tiempo. No
de solución» (¿y con qué derecho'! añadida yo ).IDl..ucstra impaciencia somos tan diferentes de los l1sicos.
En Suiza, si usted pregunta por u11 camino, hay muchas posibili­
1 .. En su discurso de presentm:ión como micmh1\I :lsm:ia,lo extranjero a la Acatkmia dadcs de que le respondan: «usted tcndrú mejor tiempo pasando por
-d� Ciencias Mornlcs y Políticas de París, el 27 de octuh1c de 1992. allí». Yo siempre he encontrado esta expresión maravillosa. ¡Tener

38
Lus capacidades de la familia

mejor tiempo! Esto me parece un pnigrnma muy acl.!ptablc , tanto 2


para los terapeutas como para las familias.
iNosotros tendremos mejor tiempo tk: EL TIEMPO DE JACQUELlNE PARA ENSEÑARNOS ... 1

- permitirles comprender más qui.! 1ras111itirles nuestra comp ren ­


sión,
- dejarles la responsabilidad del cambio mús que ser d a gente dd
mismo,
- abrirnos a la imprcvisibilidad mús que querer controlnrlo todo.

�11os tcndrún mejor tiempo de:

Encontrar sus nutosolucioncs mús que seguir nuestros conse­ Para el sistémico, el pacicnlc no es una marionda manipulada
jos, or el gran juego de los sistemas sino un actor que puede escoger en­
- p der experimentar antes de decidir, . 'tre los papeles que se le proponen, interpretttrlos, y de esa manera in­
comprometerse con el futuro más que instalarse en el pasado. fluenciar en el desarrollo de la obrn en la que él ha aceptado partici­
pur. Esto es mucho nuís verdad para el adolescente, en la medida en
Termino retomando la conclusión de Vaclnv ! lave\ y rcempla­ que n o es él el que ha escrito la obra, al menos en su mayor parte, en
wndo la impaciencia política por la impacienciu [ ter:� péuti� a], 1� que la medida tambil!n, en que se le ofrecen tantos roles para interpretar
_
da como resullado lo siguiente : «repensando 1111 1mp ac1cnc1:i te­ en lu vida, que nada está escrito todaví a de manera definitiva.
rapéutica, debo necesariamente constatar que el terapeuta de hoy en El rol del terapeuta es ento nces el de abrirle posibilidades de
díu y del mañana -permitirme utilizar el eonc� pto de [lernp:uta l elección, no las del terapeuta, sino las suyas propias. Falta todavía
.
postmoderno-· debe aprender a esp etar, en el meJ or y n�as profundo que el adoh:scenle disponga de /a i1!f<,mwció11 necesaria para elegir y
_
sentido del h:rmino. [ ... ] Esta espera debe traducir un cierto respeto que el sistema en el que se desan-olla le auto rice a interpretar los ro­
por el movimiento intrínseco y por el tksarrollo del Ser, por la natu­ les que él escoge, lo que equivale a <.11:cir permitirle ser autóno mo,
_
raleza de las cosas, su existe ncia y su di11úmi<.!a autónomas que resis­ porque seguir sus propias reglas (autos-n o mos) es t.;1mbil!n elegir sus
ten a toda manipulación viokn ta; esta espera debe ap oyarse s�>bre la propias opciones. Pue<lc escoger seguir sus propi()s/i11es, pero nrries­
voluntad de dar a todo fenómeno la libertad de revelar su propi o fun­ gando una ruptura con la familia, o sacrificarse a los fines familiares,
damento, su verdadera sustancia. El comportamiento del [ t erapeuta ] pero con el riesgo de quedarse como el rehén patológico (Ausloos,
postmoderno no debe proceder de una visión personal. En lugar tk 1983). Como se puede ver, las dos posibles alternativas son poco
.
fundamentarse en el orgullo, deberá nutrirse de la hmnildad». Y yo atractivas: romper con la familia no puede hacerse durante la adoles-
añadiría: en \ugnr de fundamentarse sobre el brío del terapeuta, debe
nutrirse de la competencia de las familias. 1. Este texto completa <:I preccJcnh.:. Aunque cambién se puede leer Je forma aislada.
Fue publicaJu o:on anlcrioritlaJ o:n la rc,·isu l'rifl,w, , uf. ::? n.� J, pág. J<,l!-J 7•) ( 1 •N2).
lle rcJu.:iJo la presentación teórica par;i facilitar la entrada en esta observación tan
particular. i\lgum1s sesio111:s cnscti.111 así, ;il tcrnpcuta, la crealivid;id y la compctencia
ile las familias, y pennanccl'II como 1111 upremli:i:aje llcti11i1ivo parn MI práctica ulteri,1r.
Mi coternpcula ern Eisa Schmidt•Kitsikis.

40 41

-
Las l:apal:idmks de la familia Tiempo

cencia sin' grandes sufrimientos y sin un riesgo i1nporlanle; quedarse los edilicios, la manera de trabajar, pero tambil'.:n la cultura e ind11sn
como rehén patológico, es aceptar el cncierrn v,ilunlariu. los valores morales.
Como he dicho anteriormente, mc hast> e11 dos postulados para Tienen cinco hijos:
mis lerapias: en la competencia del sistema y el de la información
perlincnte. En la siluaeión que prcscnt:1mos a continuación, es Jac­ -Jacquclinc, 19 a11os. es la mayor; dejó la escuela a los dieciséis uiios a
qudinc, la paciente tksignada quien ap111 ta la i 11 formm:ión peri inen­ cau,,a de su anorexin, y ha vivido durante un año en una residencia pura ado­
lescentes con .problcinas: udemús de su anon::<i:1, ha re:1liz,11lo sielc intentos
te, pero es también el funcionamienlo mismo dd sistema el que ha
<le suicidio, el último inlenlando provocarse una sobredosis de droga; tiene
conlribuido a la génesis del problema. 1 le tfcdditlo publicar una par­ accesos de bulimia y de manera regular p�rdidas de consciem:ia.
le de la sesión grnlmda en cassette que mucslra mucho mejor que un -Pierre, 17 atios, es el segundo; intenta con dificultades acabar el baehi-
gran discurso cómo�se puede escoger jugar un rol en una fomili.1 parn 11..:rato; consume drogas habilualment..: y frecurnta los amhienles margina­
intentar provocar cambios -lo que indica 1�, wmpctencia del sistema les; toca el violín.
y del paciente designado como actor- y cómo el hecho mismo de in­ -Simon�, 15 años, se la describe como la hija sin prohlcmas de la fami­
te1vret.1r ese rol puede impedir el cambio mientras la información lia, pero durante las cnlrcvistas llama la atención su facies p(ll'O ex1lresiva y
pertinente no puede circular. con un loque <le tristeza; habla poco, confonnúndose con el rol de 11i1ia bien
Este texto fue primero escrito, despu(;s lddo, por una pacie11te educada y razonabl.c; es la hija de en medio. Los pcquciios. comn los l!a111an
anoréxica de 19 años, durante una sesión lle terapia familiar en 1979. en ia familia, son Marie y Marlin.
E11 esa época, pn\ctkamcntc no existían a1 tírnlos en francés sobre te­
· Marie, once años, es la bromista de la familia, ní11ita traviesa y jovial
pero presentando un problema de bulimia con una lígern obesidad.
rapia familiar, y la paciente no pudo encontrnr la inspiración en esas
-Marlin, el último, tiene sick años; después de la primera sesión, el pa­
lecturas. Esto convierte este documento dí11ico en algo asombroso: dre nos comunica por carta que no se debería hablar de las tentativas de sui­
en efecto, podría hnher sido escrito por un terapeuta, pero es excep­ cidio de Jacquelinc (de las que sin embargo se ha hablado claramente duran­
cional que una paciente sea tan lúcida para desvular delante de su fa" te la primera sesión) porque Martín tiene tanto miedo a la muerte que en
milia el juego que ella misma ha estado _j11ga11do hasta ese momento, casa cslán obligados a apagar la televisión cuando mucre alguien en 1111:1
y el precio que ha tenido que pagar por ello. película y explicarle que no pasa de verdad para calmarlo antes de p()(h...•r se­
Jacquelinc tiene 19 años cuando su madre telefonea para pedir guir viendo la pclíc11ln. Nosotros le conlcslamns, siempre por carla, que le
una terapia familiar. Jacqueline presenta una anorexia de tres años de agradecemos esa información y que le dcvolvcn:mos la carta la próxima se­
evolución y pesa treinta kilos. Sale de una breve hospitalizaci'ón des­ sión. La cuestión del suicidio se aborda de entrnda puesto <¡ue .lacqueline
pués de su séptimo inlento de suicidio. l la sido hospitalizada varias acaba de volver a realizar 1111 nuevo intento de suicidio y M.irtin no purece,
veces con anterioridad y lrn recaído cada vez. 1 ns intentos de terapia en modo alguno, perturbado por esta 1101icia.
Viven en una ciudad de nicicnte desarrollo y en una casa alcjmla del
individual se han revelado infructuosos por liilta de motivación de la
centro.
paciente. La madre precis�,: «lo hemos i11tc11lado lodo y súlo nos que­
da por intentar la terapia familiarn.
Los dos padres, l lcnri y Elisabeth, son ingcnicros. 1 lan trabajado Lo sobresaliente de las tres primeras sesiones fue que no era posi­
durante 16 años en Asia como cooperantes y dc:cidieron volver a Eu­ ble abordar olros temas que no fucrnn banalidades, y que en el mo­
ropa cuando Jacqucline tenia 15 años, para l¡ue pu<liern seguir sus es­ mento en que se intentaba precisar una cuestión, todo el mundo es­
ludios de mancrn satisfactoria. La rcadimalación fue muy dificil curría el bulto, particularmente los dos mayores que dejaban entrevcr
para ellos porque no encontraron el país que habían (kjado al princi- que estas entr1-\'istas familiares eran peligrosas. Por este motivo,
- concluimos la tercera scsión dando a cada uno la tarea siguicnlc: «Le
pio <le los años scscnta. Todo había cambiado tanto: el modo de vida,

42
Las capacidades de la familia Tiempo

pedimos a cada uno de ustedes que piensen, por separado, en lo que la rechazo. Si lo que he sentido es falso entonces tanto mejor: yo ten­
scrh, peligroso abordar durante estas cnlrcvistns de familiares y en go una deformación mental, eso lkbc curarse; iré volando, sin res­
función de esto, cada uno individualmente decidirá si quiere volver a ponsabilidad y sin peso. Cuando he explotudo, es que se ha puesto
venir a la siguiente sesión». Para lu cuarta sesión, los padres se pre­ anoréxica mental'allí donde no había m,ís que delgadez, vitalidad y
sentan con Jacqueline quien tiene en la mano 1111 fojo de llapclcs tic ardor.
fornrntos y cscriturns diferentes, pudiendo verse que no habían sido Os daño, pero no puedo actuar de otrn manera y estoy desolada
escritos de un tirón. 1 lay muchas correcciones y pasajes tachados. El por tener que decir esto, pero no puedo. Vosotros los padres, ¿os
padre nos anuncia que Jacqucline quiere kcrnos un texto que dios habéis alguna vez querido por vosotros mismos o por los objetivos
tampoco conocen. Es el documento quc reproducimos a continua­ que teníais en común? No he terminado. Yo he querido jugar todos
ción. 1 Jcmos transcrito liternhnentc el cassette grabado conservando los roles para preservar vuestra intimidad; como todo esto va a ex­
la expresión oral. plotarme en la cara, quiero que al menos mis hermanos y hermanas
vivan... , y desaparecer con la conciencia tranquila o bien vivir con la
conciencia tranquila, y no por los dcmás. Aquí, Gwenacllc continua
EL TEXTO DE JACQUELINE hablando. Marie protege a Martin: ¿contra qué'? ¡ella no lo sabe! Eso
la inquieta. Lo único verdadero que encuentra en las manos, es la co­
«Lo que tengo que leer aquí, lo han leído mi hermano Pierre y mi mida, y sobre eso se abalanza. Mis imitaciones de problemas la tran­
hermana Simone. Ellos me aprueban y estún de acuerdo en lo que quilizan, pues son reales.
diga. Aquí es Gwcnaclle quien habla, entonces ella habla como le da Todo, lo que yo he hecho era lúcido, todo. I-le puesto mi arte al
gana. Gwcnaclle, es un nombre que me he puesto. Tengo mucho servicio de la fa111ilia. Ya no puedo más. He dramatizado el hospital
miedo, y lo que pido para ayudarme a lli.:gar hasta el final, es que no psiquiátrico para papá y Simone: tienen la misma constitución, tenía
hayan gritos que me intcrrumpa11. Lo pido muy sinceramente.» miedo que se refugiaran en eso. Me he inyectado martina por Pierrot,
(Empieza a leer) «Yo, me llamo Gwcnai!llc. Construir la verdad porque tenía miedo que él se refugiara en eso. He dramatizado la so­
sobre lo falso, yo lo rechazo. Cuando esto ocurre en un momento en ledad por Martín, tenía miedo que se refugiara en eso. He comido de
el que esto ya no funciona, esto ya no avanza, esto va hacia utrás: yo más por Marie, tenía miedo que ella se refugiara en eso. 1-le imitado
lo rechazo. ! lasta ahora no he querido dar pena a nadie; tÍ.lda mi vida, la depresión por Elisabeth, tenía miedo que ella se refugiara en eso.
he tenido la impresión lle caminar sobre c:iscaras <l<i huevo por lo que Mis problemas, yo no tengo. Tengo uno: yo sicnto por todos. Todos
me he estado quieta. Gwenacllc, se va por todas partes; Pic1Tot se es­ mis hermanos y hermanas tienen una duda. Sé que a ellos les gustaría
cabulle; Simone, se pone en su lugar; los dos pequeños, yn explicar�. mús una realidad, aun terrible, puesto que son fuertes por ellos mis­
Me duele hacer.daño, pero debo ... mos, pero les he tapado los ojos demasiado; ellos no tienen nunca
Yo he jugado le dcprivación, la bulimia, he hecho..., me he obli­ miedo delante de un hecho real.
gado..., la drogada, la enferma mental, la «ganas de morir». Mi arte, Gwcnaclle os va a dañar un poco, pero es por el bien ele los suyos
es el de dramatizar, entonces he dramatizado d hospital psiquiátrico y si ella quiere morir, es la conciencia tranquila. Si os dais cuenta que
para evitar todo esto u mis hermanos y hermanas, para que no n:hu­ vosotros no sois más que amigos, no es necesario ocultar por grrm<les
yan, primero, lo qu� sienten, segundo, lo que podría pasarles si esto actos los sentimientos. Elisaheth, como tu madre, como yo, tienes
explota; tambh!n para llamar la atención sobre mi persona; entonces s:mgrc y constitución de princesa; hay que actuar en consecuencia
no se piensa en nada más. Yo no puedo más. Si vivo, tendré cicatri­ con eso: date cuenta y vivirás. l lenri, tienes sangre de tierra, de padre
ces, iré u curarlas, habrá que ayudarme, pero sin piedad, pues para mí de familia, amante <le sus hijos; hay que actuar en consecuencia con

44 45
·-----------------------------------
Tii:mpo
Las capacidmlcs de la familia

eso: date cuenta y vivirí1s. Un hijo se crl.'a cu la intimidad, entonces creer que tiene ga11as de morir para pedir vi<la franca y sana. Un niiiu,
no hay que ocultársela, puesto que un hijo si..:nte y cuam.lu no sabe un buen día no pue<le más y deja ir lo que tiene sobre la conciencia.
por donde tirnr, se pone mnl. Pern un niiio, vuelve a empezar.
No hay que Intentar llevar un peso tlcmasiado grande sobre los A mí no me gusta la muerte, nada, nada, nada.... me gusta la vida,
hon�bros. No se tienen que compartir responsabilidades cuando no pero le he pedido demasiado.
hace falta. Cuando uno se abre a todas las dirnc11siones hay que em­ Gwenaellc, t¡ue os ama pero quiere dormir en paz.
pezar por la suya propia. ! lay que actuar l.'11 consecuencia de esto (Jacque/i11e ha ·,erminado de leer y micule ora/me11te) Lo que he
cuando se han creado hijos, darles confimiz;s, todos son fuertes. Pie­ dicho, lo he dicho de la manera en que lo he dicho. Pierrot habría es­
rrot esta de acuerdo; Gwcnaclle también; siento que los pequeños currido el bullo;· Simonc también; Marie, yo creo que no pero le
también. Voy a llorar un poco, pero sin picdml. puesto que ésta ya no habríamos tapado los ojos y le habríamos evitado.... y, ¡oh! yo quiero
es útil. Si esto se aqegla sin fúlsa vergü.:n:;a por etiqueta, no tengo decir aún muchas cosas: que nunca me he marcado y no es hoy cuan­
miedo; los demás tampoco. do empezaré. Al principio, para marcarse no era fácil; no sabía donde
Vosotros habéis buscado siempre la solm:iún a nuestros probk­ había que poner los ojos, y después aprendí donde había que poner­
ma::;, cuando ésta estaba en la solución de lu:; vuestros. Un problema, los. Yo sabía muy bien que era necesario que abandonara. Yo soy
se arregla si no se cultiva. ¿Por qué los hay sicmprc en las familias'! enormemente fuerte y eso para mi pequeña constitución y mi peso.
¡,por qué los hijos no los miran nunca de fnmtc? lncons�ientemente, Y también quiero decir con todo conocimiento de causa que, hvm,....
piensan que si vosotros no hubierais tenido 1111 problema, no exis­ yo estoy un poco fatigada mentalmente, pero no creo que sea defor­
tirían. Tienen miedo. Fabrican y vuelven a fabricar problemas parn me mental..... y si soy deforme mcntul eso debe curarse..... Podéis
preservar vuestra intimidad, puesto que sin ella, ellos no existirían. hablar. (Silencio·muy largo)
Pero un buen día hay que seguir una psicoterapia, es necesario enca­ «Yo he preferido siempre destruirme a destruir ciertas ilusiones
rar en obstáculo, franquearlo. Tenemos micdu, pero es igual, es ver­ que tenía, pero a partir de un momento, ya no puedo mí1s. (Largo si­
dad. Pierrot, él tampoco, se atrevía. ¿Es neccsario que durante toda le11cio). 1 labía éscrito otras hojas en las que mi alma cstuba enfadada
nuestrn vida, nos estemos buscando probkma:; para evitar que los . y he rechazado absolutamente el leerlas, porque cuando uno es ver­
pequeños se los busquen'! Puesto que no:.;otros los queremos tanto, dadero en lo que die�, no debe poner cólera (largo silencio). La có­
los comprendemos tanto, pero también lus p1 ut..:gemos tanto contra lera es destructiva cuando se dice la verdad.»
la duda que nosotros nos sentimos pesados. ¿somos nosotros unos (Terapeuta: La cólera es a veces una manera de esconder el sufri­
deformes mentales? Yo no lo creo. miento)
Un niño no está hecho para llevar la carga en sus espaldas; sin «Yo creo que una vez que se ha puesto el dedo sobre el sufri­
embargo, lo hace· inconscientemente y lúcidaml.'nlc. Un niño, siente, miento, yn no l�ay necesidad de cólera, y si no, ya no hay necesidad
actúa en consecuencia con su naturaleza. A 1111 niño no hay que pedir­ de vida.»
le nunca perder el apego a sus padres y su li11uilia, sea la que sea. Un
niño puede supcrnr lo verdaderamente tcrril,h: pero puede ser fcliz,
puede ser, .... lo he escrito asi. Un niño miente, vuelve a mentir, sigue A PROPÓSITO DE LA DIMISIÓN DE JACQUELINE
mintiendo hasta el fin de sus íuerzas, pero 1111 buen día eso se acaba;
pero no hay que pedirle que se desapegue de sus hermanos y herma­ De alguna manera se puede considerar esta sesión como una car­
nas, de su padre y su madre, sino todo vuelve a e1 npezar cuando se ha ta de dimisión: la dimisión de su papel de «enferma de la familia».
descansado. Un niño siempre tiene ganas d.: vivir, pero puede hacer Para dimitir, hay que ser descargado de la misión y cuando ésta es fa-

47
46
Las c.tpacidadcs de la fomilia

miliar, ¿quién puede mejor que la familia dimitir al paciente-desig­ me siento ahora bien plantado sobre mis dos pies; he estado a punto
nado? Las sesiones siguientes nos aclaran las 1.:osas. A partir de la de caer en una depresión pero no voy a dejur que las cosas vayan tan
quinta sesión, los padres se presentan solos, los hijos no quien:n se­ lejos; me las he arreglado en mi trabajo y dispondré ele más tiempo
guir viniendo. Nos enteramos que Jacqucline ha dejado su casa para para mi». Jacqucline ha ganado peso y está muy descontenta: «Yo
instalarse en un apartamento. Su padre y su mu<lrc van a visitarla era el salvavidas, y ahora que ya no me neccsittíis me dcjnis tirada».
pero ejercen más un rol de curadores que de padres. Esto lo trabaja­ Inmediatamente dcspu�s y con tono desafiante, nnuncia que ha em­
mos durante la sesión y pedimos a los padn.:s <le no cambiar su acti­ pezado una psicoterapia individual, a la que hasta entonces se había
tud por el momento pero que observen y anoten el comportamiento siempre opuesto de manera feroz. Pero esta vez, ha sido ella quien lo
de su hija cuando van a visitarla. ha decidido, y ahí reside toda la diferencia.
En la sexta sesión, la madre nos anunciu triunfalmente que ha
cambiado completamente de actitud con su hija, lo que le ha penniti­
do resistir eficazmente a una situación de chantaje suicida de Jacque­ A PROPÓSITO DE LOS TERAPEUTAS Y DE SU LECTURA
linc, quien amenazaba de saltar por la ventana de un tercer piso si su
madre no se iba. Esto se explica con mucha emoción pero también Al principio de esta terapia -éramos dos coternpeutas-- deforma­
con orgullo. Mucha emoción también, pero con malestar esta vez, dos por nuestros húbitos etiológicos, nos lanzamos a la búsqueda Je
parn explicar que Píen-e también se ha ido dc casa, se ha ido a vivir causas. Pensábamos ser sistémicos si buscábamos varias; habíamos
con un amigo y quiere buscarse la vida tocando el violín en la calle. explorado muchas pistas de las que ninguna era plenamente satisfac­
En la séptima sesión ocurre un verdadcro golpe de teatro: Pierre toria; buscábamos cn el pasado en lugar de mirar en el presente; sos­
ha i<lo a buscar a Jacqucline y juntos han vuelto a casa, estando sus pechúbamos un conflicto conyugal en lugar de mirar la estructura fa.
padres ausentes, para convencer a los pequeños de que se vayan de miliar que se nos presentaba. Esto es lo que puedo decir ahora. En
casa de sus padres para ir a vivir con ellos. Según ellos, los padres ya aquél momento éramos incapaces de ver, pero las preguntas que nos
no son capaces de ejercer su papel y los hermanos mayores quieren hacíamos y las respuestas que esta familia nos aportó marcaron un
salvar a los pequeños. Es Simone quien ha dado la vuelta a la situa­ punto de inflexión en mi manera de trabajar. Es esta andadura lo que
ción interponiéndose y rechazando muy firmemente el dejarlos irse. querría explicar aqul.
Shock saludable parn los padres quienes se quedan muy sorprendi­ Nuestras teorías, en vez de servirnos dc guía para orientarnos en
dos pero también se muestran más decididos que mlnca a ponerse en tse dédalo familiar, nos impidieron ver a los que teníamos delante
su posición de padres y de adultos. 111estro: padres completamente desbordados desde que habían vuelto
Nosotros pedimos y conseguimos que los hijos vuelvan para la de Oriente; hijos asustados de ver a sus padres deprimirse y meterse
novena y ultima sesión. La madre toma la palabra durante una cscul­ en un rol de curadores porque no podían jugar su rol de padres;
turn familiar en la que Jacqueline la ha puesto de pie sobre una silla miembros de una familia que no podían quedarse sin hacer nada,
con la mirada perdida en la lejanía. Baja de la silla para decir que re­ pero a quienes les quedaba por lo menos la elección de los medios.
conoce que estaba un poco en las nubes pero que «a partir de ahora se ¿Qué hay más amenazador para los hijos que ver a sus padres de­
ha terminado, me quedaré con los pies en el i1uclo; siempre me he primirse, volverse cada vez más ineficaces e incapaces de cumplir
ocupado <le los demás, ahora me ocuparé tambil!n de mí; además os con su función parental'? Lo que es importante para ellos, es que la
anuncio que el mes que viene me cojo una semana de vacaciones». familia sobreviva y que sus padres vuelvan a ocupar su lugar. Los pa­
El padre que había sido colocado en equilibrio sobre una línea del dres se equivocaron cuando creyeron que todo iría bien en su retorno
par4uet, como un funámbulo, separa los pies diciendo: «Yo también de Oriente; creyeron que sus hijos se adaptarían fácilmente, en parti-

49
48
Las capadtlmlcs de la fo111ilia Ti.:mp,,

cular los mayores; pensaron que ellos mismos elh.�ontrarínn suticien• sul,a ya cuando apan.::cc la crisis, la información necesaria cstú hlo­
tes satisfacciones profcsiomiles. El desánimo, el sentimiento de im­ qlllrnda o inutilizag, No queda más entonces que hacer lo que no se
potencia, lu depresión los condujeron u 11cc111u11r d lado patológico puct.lc-é.ticir, representar fuera lo que no se puede decir dentro de la
de la situación, a ver a su hija como una enferma, una anoréxica, lo familia. Cuando hrcirculación de la información ha devuelto su cstn­
que les permitía al menos ejercer el rol de curndores. Posiblemente tus a la palabra, Jacquelinc ha podido venir a decir lo que hasta en­
era demasiado peligroso mirar la realidad con todo:� los pesares que tonces ella se había éonformado con representar.
ésta conllevaba, de ahí la negación de padres, co11 la función ofrecida En el caso de Jacqucline, había un factor desencadenante: a los
a los niños <le poner en escena el problema. quince añOli..t_)OCO antes de la vuelta de Oriente, había sufrido de dó­
En paidopsiquiatria, la hipótesis más banal y por lo tanto la más lorcs de barrig}I y le habían realizado una npcndicectomía . Es posible
�cligrosa, es la que consiste en postular lu ex isk11cia de un conflicto que pm.famo.'i encontrar ahí la espina irritativa que ha orientado su
onyugal. Como diría f'opper ( 1985), una tal hipótesis, de In que se sintomntología. Pt1:o todas las adolescentes operadas de apendicitis
hace demasiado fácilmente una teoría, «no es dentífica porque no no se convierten cp· anoréxicas. ¿ Y el ayuno voluntario no centuplica
puede ser refutada». ¿Qué pareja parental podría pn.:tcnderse sin con­ a menudo las- fuerzas?, ¡,no conduce frecuentemente a la adolescente
flicto? Y particularmente cuando uno se siente desconcertado por los a o�arse muy eficazmente de los miis jóvenes?
problemas de uno o de los hijos. Las discusiones son numerosas y las l_gn un sistema, cada uno representa re>le.'i. Estos son a la vez pro­
opiniones a menudo divergentes. ¿Se trat.i por lantu de un conflicto ducto de las interacdones del sistema y de la elección de un indivi­
conyugal o más bien di: un período di! incerlill11mbre familiar'! Por duo que acepta actuar en un roDJacqucline dice claramente: «mi
estas razones yo rechazo sistemúticamenli: considerar un conf1icto arle, es dramatizar». y mús adelante añade: «yo he puesto mi arte al
conyugal como hipótesis de disfunción. servicio de la familia» enumerando a cada uno de sus miembros. Los
Por tanto, en esta familia se podía pensar que seguramente era la primeros terapeutas de familia se apoy;iron mucho en la función del
dimisión de los padres lo que había creado el prohkma Por un lado, síntoma para comprender las reglas del sistema e intervenir. Desde la
esto no significa que haya habido conflicto conyugal, el nivel parental segunda cibernética se insiste más sobre el aspecto evolutivo del sín­
y el nivel conyugal no deben ser nunca conl'1111didus: por otro lado, toma (Pauzé, 1990). De hecho, uno y otro no son contradictorios.
esta dimisión parental no era In causa, sino solamcnte un<? de los elec­ Los síntomas de Jacqucline eumplen.fi111cio11es en la familia y las
tos del problema de aduptación más general al que la familia estaba nombra ella misma: llamar la atención sobre ella, suplir la carencia
confrontada. Mientras nosotros buscábamos en esa vía (la del conflic­ parental, proteger a sus hcnnanos y hermanas. Al mismo tiempo, ha­
to conyugal), no llegúbamos a nada y fue necesario ese asombroso cen evolucionar a esta familia llevando las cosas al absurdo: mús
«ac:ti11g-011t» de los dos mayores parn que nos diéramos cuenta. actúa ella, peor van las cosas, más indispensable es ella para cambiar
Antes de llegar'a ese acontccimi�nto, paré111Lmos un momento en c ualquicr cosa:. ¿�o e� la anorexia en sí m!sma un síntoma que llcv:
_ cosas al absu1 do?. menos, _
esa palabra «ac:ti11g-011t» que se empica tan fácilmente sin vt:rdadcrn­ l.1s se come, mas en forma se siente uno,1
mente pensar en su sentido: «to act» significa representar como ac­ más se excluye uno del mundo de los vivos, más se siente uno vivo
tor-director, y «0111» significa fuera, en el l:,-.;tcrior. Literalmente aun arriesgándose a morir.
pues, «to e1ct 0111» significaría «representar en el exterior». Yo saco La aparición de un' .síntoma, particulannenle en la adolescencia,
como definición de el «ac:ti11g-0111»: «poner l'n escena fuera lo que no me parece ser a menudo un compromiso paradójico resultante de una
puede ser dicho dentro». ¿Por qué tan a mc11udo los adolescentes incompatibilidad entre las finalidades individuales del adolescente y
irían a representar al exterior, a poner en escena fragmentos de una las finalidades familiares (Ausloos, 1990). Como adolescente Jac­
, pj��a que va dirigida a su familia'? _M_uy a mcmHlo la palabra no cir- 1 quclinc quería ser autó110111a, ocuparse de su vida y practicílr la dan•

50 51
las Citpacid.ull!s de lu familia Tiempo

za; cn cstn familia en crisis, debía suplir cl dcsfollccimicnto parcntal tivo de los terapeutas. Pero la circulación de 1.i información durante
por ser la muyor y por ser quien había provocado todo, puesto que las sesiones y entre las mismas, la competencia del sistema, los «ac:­
füc por ella por lo que se había vuelto a Europa. ti11g-a11t» de los adolcsccntcs, la implicación de todos los miembros
Compromiso: ella se prepara parn la danza adelgazando, pero ha- han conducido a esta solución improbable, imprevisible, incluso apa­
. cicndo esto, se queda en casa domlc sc la ne-.;esita; paradoja: es por­ n.:ntemcntc absurda pero tan eficaz y original.
que quiere bailar que adelgaza, es porque está ddgada que no puede Esta terapia marcó un giro en mi mancra de ver el trabajo con las
bailar, es porque es demasiado responsabh.: que se vuelve irresponsa­ familias. En lugar de proponerles ocuparme de ellas, lo que frecucn­
ble, es porque quierc ser autónoma quc se e11cierra en la patología. tcml!nte dcsrcsponsabiliza o incluso culpabiliza, y donde yo me si­
Cuando uno representa roles que cumpkn tales funciones. ¿pue­ tu.,ría como agente del cambio, les propongo un trabajo en el que lo
de uno dimitir'? Sólo si las funciones que uno cumplía son retomadas esencial es la circulación de la información. Actúo pues es4,;ncial­
por otros miembros del sistema o no son ya necesarias para su fun­ mente como activador del proceso familiar. Aunque ellos no lo sa­
cionamiento. La función es del orden del sislcma (uno «cumple» una ben disponen de elementos originales de solución pura su problema
función) y puede ser ocupada por otros; el rol es dcl orden del indivi­ específico. Si se les permite hacer emerger esta infotmación de la
duo (uno «representa» un rol) y cada uno i1111lrime en él su marca que disponen, podrún elaborar su autosolución. En lugar de conside­
personal. Jacqueline puede venir a leer su carla de dimisión si ella rarlos como una familia patológica, disfuncional, pongo en evidencia
piensa que los ternpcutas primcro, sus padres dcspués, podrán reto­ sus propias compctencias con la esperanza de que en el futuro no
mar su función protcl:tora. Cuando, más tarde, ve que es insuficiente, tendrún necesidad de un terapeuta para continuar el proceso.
nctúa con su hermano y llevan las cosas al absurdo proponiéndose
como padres sustitutos.
Esta famosa séptimn sesión es la que va a abrirnos los ojos: con­
frontndos al desfallecimiento parental los dos mayores intcntan to­
mar el timón y es ese acto desesperado el que va a despertar a los pa­
dres. Podriamos hablar de ataque protector: todo el mundo intentaba
proteger a los otros, pero ineficazmente. Pero a la vez, de ese cnfrcn­
tamienlo saldrá la a11to.w/11c:iú11. Hasta entonces, como �ps profosio­
nales, los «padres-curadores» creían saber, tenían la impresión de
entender, tenían un diagnóstico de la anorexia y es lo que les impedía
cambiar.
Cuando Simone prohibe a los dos mayores «roban> el rol paren­
tal, desencadena un proceso en cascada que llevará a los padres a re­
tomar su rol parental en lugar de jugar a los Lcrapcutas, a los mayores
a ocuparse de ellos mismos en lugar de sacrilicarse y a cada uno de
ellos a salir de la confusión de roles. Los dos adolescentes mayores
han puesto el sistema cn crisis, el intento de cambio se convertía en c1
problema, la tercera adolescente ha abierto la vía a la autosolución.
Tal desenlace (en el sentido propio del término: el lazo se deshace)
no se lo podría haber imaginado jamás ni la familia, ni el más invcn-

52 53

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• VIVIR EL TIEMPO
3


il
Nosotros medimos
por el tiempo el movimiento,
por el movimiento el tiempo.

ARIST<'>TEI..ES

Se ddmc habitualmente el sistema como «un conjunto de elementos


en interacción»: A esta definición exacta pero excesivamente simple,
muchos autorcs·:añadcn las nociones de organización y cquilibración, de
finalidades y de enlomo. La mayor parte de definiciones ornitcn,sin em­
bargo, precisar que el sistema «evoluciona en el tiempo». Insistiendo
demasiado sobre el aquí y ahora, hemos olvidado que h.1bía tambil'.:n un
pasado y un futuro. Por esto proponemos como dclinición de sistema:
«un conjunto de elementos en interacción, organizado en fi.11u:iún del'
enlomo y de sus finalidades y evolucionando en el tiempo».
Para ilustrar este propósito me ha parecido interesante comparar
dos tipos de familias en las que ICls funcionamientos son extremos e
incluso opuestos: las familias con transacciones rígidas que a menudo
producen miembros psicóticos y las familias con transacciones caóti­
cas que, frecuentemente, producen miembros delincuentes (ver Aus­
loos, 1981 ). Se me excusará por vincular tan groseramente el funcio­
namiento familiar a un tipo <le ¡miología, pero cada uno podrú aportar
los matices que le parezcan necesarios. La manera especifica de si­
tuarse en el ticn)po influencia el funcionamiento de la familia e impli­
ca abordajes terapéuticos diferentes.

TIEMPO Y PERCEPCIÓN DEL TIEMPO

La manera en la que vivimos el tiempo y en la que lo percibimos


es muy diferente según los sujetos, los lugares y las circunstancias.

5'í
L11s capacidades de la familia Tiempo

El tiempo no tiene la misma consistencia en la sala de espera del den­ Evidentemente los padres no habían establecido la relación entre
tista, en el trnbajo, en vacaciones o con la persona amada. esos cinco años y el episodio actual, viéndos<.: favorecido esto por el
Una experiencia reciente me ha hecho tomar conciencia de que el hecho de que a los seis años, un psiquiatra les lrnhía dicho que era ab­
tiempo tampoco era el mismo para todas las fo111ilias o para todos los solutamente necesar¡o que cesara ese trasiego nocturno, ¡1i\adiendo
terapeutas y que esta percepción del tiempo intervenía tanto en la que <.:sto contribuía, sin dmla, a mantener a su hija en su posición re­
producción de patología como en la conducta del tratamiento. gresiva. Período culpabilizaJo, período horrado, tiempo parado: la
Un grupo de terapeutas se había reunido para una sesió1i de intervi­ joven se comportaba todavía como una niñita de menos de seis años
sión donde cada uno presentaba a los demás una situación familiar que y los padres ya no tenían ni el recuerdo del antiguo episodio.
h.: había si<lo problemática. Uno de los participantes, acostumbrado a Posteriormente revisando otro caso, una terapeuta, acostumbrada
trabajar con familias de transacciones caóticas, presentaba una fami­ esta vez a las familias de transacción rígida, presenta una familia de
lia en la que la paciente designada era una mujer joven diagnosticada transacción caótica en la que el hijo pequeño había realizado fugas y
como débil psicótica. Esta última no participaba más que poco o nada delitos. Deja empezar la entrevista sin mostrarse demasiado directiva
en las entrevistas en el plano verbal pero no cesaba de mirar su reloj de y después de unos minutos se ve interrumpida por el hermano mayor
manera ostensible y repetitiva. En algunas ocasiones, sacudía el bra­ preguntando por qué él tiene que estar ahí. Ella responde evocando
zo, golpeaba el reloj y se lo llevaba a la oreja parn escuchar el tic-tac. la necesidad de trabajar con todos e intenta reemprender el hilo de la
Los padres, mientras tanto, explicaban la interminable historia de esta entrevista. Poco tiempo después cuando está preguntando a la madre,
hija en la que los síntomas habían empezado a la edad de un año. es el padre quien no sabe que pretende la terapeuta con todas esas
Un participante del grupo, acostumbrado a trabajar con familias preguntas y quetTía que empiecen a hablar de las medidas a tomar.
de transacción rígida observó primero que la paciente llevaba su reloj Un participante del grupo, acostumbrado a trabajar con familias de
en la muñeca derecha. Añadió que sin duda el rdoj no funcionaba, lo transacción caótica, observa que en poco tiempo ha habido ya dos in­
que el terapeuta confirmó precisando que se dio cuenta al final de la terrupciones importan les descalificando a la terapeuta e impidiéndole
entrevista de que el reloj no tenía agujas. pilotar la entrevista como ella entiende. Teme que la entrevista dege­
Espléndida metáfora de la situación familiar: el tiempo estaba pa­ nere y no se pueda ya dominar si la tcrnpeuta no se muestra más firme.
rúdo, no había medio de verlo fluir, pero la paciente persistía valien­ Y esto, es lo que ocurre transcurridos una veintena de minutos:
temente e imperturbablemente en su intento de relanzarto, aunque padre e hijo empiezan a discutir, el hijo se levanta y sale dando un
sin gran éxito. portazo. Este acontecimiento acaba con la sesión, .rechazando los
El motivo de la consulta era que desde hacía más de un mes la pa­ demás miembros continuar si aquél por el que const�ltan ya no estú.
ciente, que frecuentaba un hospital de dia, se negaba a acostarse por En esta familia y en la entrevista, el tiempo estaba ritmado por los
la noche en su habitación, obligando al padre a dormir en la cama de acontecimientos, lo que nosotros llamamos un tiempo de aco11teci-
su hija mientras ella lo hacía con la madre. 111ie11to. No hace falta mirar el reloj, los acontecimientos se suceden
Cuando el terapeuta pregunta al iniciar la e11trevista si esto había cada cinco minutos. Pero ticmpo olvidado igualmente, cada aconte­
ocurrido anteriormente, los dos padres exclaman unánimemente que cimiento expulsando el precedente e impidiendo así que quede en la
nunca había pasado. Al final de la entrevista, y sin darse cuenta, ex­ memoria y a fortiori, que se comprenda y se utilice.
plica11 que de un año a seis años, la niña lloraba tanto por las noches Este tiempo de ucontccimicntos no era solamente un. bamlicfil>
que la m.idre la llevaba a su cama y el padre se iba a dormir a la habi­ para la familia sino también para la terapeuta que se confrontaba a la ",,
1:

tación que la paciente compartía con su hermano mayor..Tiem¡w pa­ situación: cada acontecimiento la interrumpía, cortaba el hilo de su
nulo pues, pero también tiempo olvidado. pensamiento y le impedía utilizar lo que pasaba.

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1

1

________ ----
.......,____,.
Las capaciJadcs de la familia •. Tiempo

Se habla demasiado fúcilmcllte d' «at'ling-0111» para estas fami­ sistema, es decir proveniente de la ramilia para volver a ella y se'
lias: El «acling-out» no es la causa lk su li.mcionamicnto caótico sino utilizada.
una de sus consecuencias. Si los acontecimientos se suceden, por qué En las familias de transacciones rígidas, la no delinición de la re-
hacer planes; para eso, mejor dejarse llevar por los acontecimientos y lación, el cierre ¡lcl sl'!:;tcma, la rigidez de las reglas impi1..k11 una bue­
actuar cuando toque. na circulación de la información. El tiempo se parn porque h,s infor­
Estas dos historias nos permiten algllnas constataciones: maciones ya no circulan y las informaciones pertinentes no circulan
porque el tiempo se ha par:1do. El proceso es circular y no causal y la
- Las familias no se inscriben en el tiempo <le la misma mancra: para las
fa­ entropía no cesa de aumentar.
milias lle transacción rígida, el tiempo fluye impcrturbablcmcutc sin
que A veces un acontecimiento se puede i1..kntilicar como desenet11..h.:­
aparezcan cambios: el tiempo está parnJo; p,1ru las familias de transacción
caótica, el tiempo está ritmado )l(ll" aeontecin,icnlos provenientes de la nante, pero esto sc realiza siempre a postcriori, cuando está lijado en
fa­ ese tiempo parado y contribuye entonces a reforzar la convicción de
milia o del exterior,} todo cambia sin cesar: el tkmpo es til.:mpo de
acon­
tecimientos. que no se podr.', cambiar nada. Ocurría esto en la primera familia
- Los terapeutas, según su práctica y su «ecuación cuando el psiquiatra les dijo que, a los seis años, su hija no tendría
pcrsonal» (Ausloos,
1986) perciben mejor ciertos modos ,.k fum.:iunamicnto fumiliar y gestio que haber llevado tanto tiempo durmiendo con su madre. El daño c�­
­
nan el tiempo de mancra diferente en el curso dc las entrevistas. Fsto taba hecho, no se podía hacer nada ,nús. Se trataba entonces de olvi­
tiene
cierta influencia sobre su estilo de inlervención y los hace más aptos dar deprisa. y actuar de la misma manera con los acontecimientos ul-
para
tratnr a unas familias mhs que a otras. teriores.
- Los sistemas ev�lucionan en el t!e• 1po llc m:11 era idénticn pero Sll
� '. capaci­ Por otra pa�le es asombroso ver que este tipo e.le familia muestra,
dad para mcmonznr los acontcc1m1c ntos es dil"crcnte; procesos estocásti­ 1
cos los conducen n recordar o a olvidar in formaciones di fcrentcs. esa parada del tiempo y ese l>loq11eo e/el.flujo de i11Jim11acio11es en su

J actitud: van vestidos como si vivieran fuera del tiempo, no se mue­


ven prúcticamente durante las sesiones, su hogar p:uece un rnttSl..'O
donde se conservan las cosas en su estado original, incluso su cucrr,o·
TIEMPO Y ENTROPÍA
parece haber parado el tiempo haciendo gentes sin edad.
En las familias de transacción caótica, la información circula,
Desde Carnot y Clausius, se mide la evolución por la noción de pero 110 p11edc• ser regi,\·trada, almacenada. memori:ada. Los aconk­
entropía. Cuando un sistema cerrado evoluciona sin aporte de mate­ cimicntos'se suceden sin cesar y cuestionan todo; el tiempo de acon­
ria, energía o información, tiende a dcgradársc, o incluso tiende ha­ tecimientos está despedazado, dividido, disecado. La entrop í a au-
cia un estado más grande de desorganización; c11 otros términos, evo­ menta igualmente.
luciona hacia un estado más prolmblc. l .a cntro1lía permite medir la Los proyectos 110 son posibles porque serún inmediatamente
tendencia a la desorganización, al desorden, a la degradación. puestos en tela de juicio. Se pie.le una cita por la mai\ana con mucha
Para disminuir la entropía de un sistellla abierto, hay que aportar urgencia «porque esto no puede continuar así», se olvida el plantear­
negantmpía, es decir materia y energía, y, parn los sistemas huma­ la a la familia a medimlia y se anula por la larde porque el hijo se ha
nos, información. Pero cualquier inl<.mnación no disminuye la cn­ fugado,, el patlre está borracho, o la madre no ha vuelto todavía a
trc>pí� Instalar In televisión en una familia es sin duda mimcñl1rrla casa.
t.;°rormación, pero esto no lleva neccs¡¡riamentc a I orden ( ¡y a me­ Su uctitud muestra igualmente ese tiempo de m:ontecimicntos: no
n�1do tni\S bi�n a cier��s dcsón.lcnes!). Es neces'.1'.io q111.: la ir�fonna- llegan nunca a la hora, se mueven sin parar, un niño tiene que ir:" la­

1
_ _
ctón sea pertmente. 11enc que ser una mlorrnac1on que concierna al ¡ 1
1 vabo, todos hablan a la vez, se siguen todas las modas del vestir, se
58
59
Las capacidades de la familia
Tiempo

estií siempre sobre el quién-vive, su casa es un galimatías que 110 sc cularidades del síntoma, que no hay que ver como intencional, pro­
puede llegar a ordenar. ducen un resultado (una cualidad emergente) en la medida ·en que in­
En estos dos tipos dt! familia pues, y por razones diametralmentol ternctúan con ciertas especificidades de los miembros del sistema.
opuestas, l� entropía 110 cesa de crecer y hts informaciones no pue­ De nuevo el tiempo juega un rol fund:11nental. 1
_
d n er ut1l1�adas, sea porqL�e ya no circulan, sea porque circulan dc1' E,, las /i1111ilia.'i ele trw,sacción rígida, el tiempo parado es el re­
'l
� -�
nl.lsl<ldo rápido para ser registradas y mcrnorizadus. sultado de·un juego simétrico en el que los podercs se anulan e impi­
En los dos_ �asos igualmente y siempre por razones inversas. el pu­ den por eso mismo que los conllictos puedan ser productores de
sa,�o no es 11!1'1zable com� recurso para vivir el presente, sea porque camhios. El poder paradójico del doble ví11c11/o desaparece si se con­
.
esta 1rren�e �1ablen �ente li_¡o en una historia inmutable que se convic.:r­ sidera las dos instrucciones de orden lógico diferente como dos ins­
_
te en trnd•�•o� o mito, sea porque es olvidado a medida que se produ­ trucciones no concomitantes. El clol,/e vínculo no existe más que si se
c � Y �ue nmgun patrón es�ablc puede establecerse. No se puede hacer anula el tiempo que separa las instrucciones. Parar el tiempo, es im­
11111¡.:1111 proyecto para cl·futuro, sea porque esto no cambiará nada se pedir las transacciones conflictivas; evitar el conflicto necesita el pa­
haga lo _qu_e se haga, sea porque no se podní jam,ís prever todos los rar el tiempo. La clínica confirma bien esta proposición de modo
acontec1m1c?�os que �e producirán. Incapaces dc situarse en el pasa- que, en estas familias, todo se deja para más tarde, y de hecho no se
,
do, esas fom1ltas no viven más que un prcsenti..: sin futuro. llega a hacer nunca, ocurre con la negociación de todo lo que podría
provocar un cont1icto y por lo tanto una crisis. Impedir los conflictos
necesita evitar las crisis; poner en crisis hace. aparecer los conflictos
TIEMPO Y JUEGOS DE PODER y resitúa en un proceso y por lo tanto en un tiempo móvil. Se ve in­
mediatamente la importancia ternpéutica de esta proposición: poner
Se ha intentado a menudo examinar los sistemas en tl!rminos de en crisis moviliza el tiempo.
po�ler, intentando saber quién tiene el poder, quién toma el poder, En /asjc1111ilias de tra11.rncció11 caótica los conílictos son perma­
.
quien combate el poder. Esta visión me parece restrictiva y puede lle­ nentes pero están gobernados por los acontecimientos, o también
gar a bloqueos en la modelización de lus interacciones (Batcson pueden ser los conflictos los que crean el acontecimiento. Pasando
1972). Resulta de un error epistemológico que consiste en atribuir ci rápidamente de crisis en crisis, de acontecimiento en acontecimiento,
po<kr_ a uno o a �arios elementos del sistema; de hecho, el f)tlJ/1.!r está esas familias no pueden soluciom,r los conflictos si no es mcdiante
e,� el1�1ego del sistema y entonces cada elemento p11rticÍpa et1Sll(f ·s­ actuaciones sucesivas. El poder esll\ en el juego de los acontecimien­

tn�uc1ón, en su gestión, en su utilización; eslú iguulmente vinculad< tos. En lugar de movilizar el tiempo, lo importnnte �s frenarlo para
al tiempo. que los conflictos puL'<ian resolverse de otra manera que no sea con
Sería ridículo atribuir el poder a un catulizador en una reacción actos que no arreglan nada, o que como mucho contribuyen a empeo­
química, como si fuern éste quien dirigiera h, transformación. El ca­ rar la situación. No son más que tentativas de tomar el poder que
tal!z_ador en sí no tiene ningún efecto: no extrae sus propiedades ca­ serán descalificadas tan pronto como sean ejecutadas. Aquí también,
talit1cas más que de la interncción con los componcntes e incluso es la clínica muestra que es el que parece el más débil en el juego sisté­
_
necesano que esos componentes sean espccíf ü:os para el catalizador. mico el que actúa y crea el acontecimiento, dando la impresión de te­
?curre lo mismo en los sistemas humanos: la anoréxica, de la que ner poder mientras manifiesta estar desprovisto del mismo. Esto pa­
se dice a menudo que toma el poder, no domina su sistema familiar rece importante para la comprensión de actos tan inquietantes como
por su ayuno m1ís que en la medida en que los otros miembros del sis­ pegar a su mujer o a un niño, amenazar con un arma o cualquier otra
tema revelan su impotencia frente a ese comportamiento. Las parti- forma de agresión. Esos actos son siempre la señal de pérdida de po-
60
61

·----------------------------
Tiempo

go sistémico, don�lc el conflicto y la crisis resultantes no son ya blo-j


Las capaci<fa<lcs de la familia

der y por lo tanto de pérdida cid control y de miedo. Rcinlroducir el


queos patógenos, sino momentos fecundos para que pueda aparcf
tiempo, comprendiendo mejor las secl11.:11cias productoras del acto
cer el camhio.
violento pennite generalmente modificar d desenlace.
El isomorfismo también se puede observar claramente en los sis­
temas polílicos. En los sistemas dictatoriales hiperestables, ya sean
CONSECUENCIAS TERAPEUTICAS
�ictaduras populares o militares, las estructuras se rigidiftcan, el
tiempo parece pararse y la memoria histórica se fija. En t 984, Orwcll
va todavía más lejos e imagina una oficina encargada de reescribir y Lo que precede muestra bien que la gestión del tiempo no es
de rehacer la historia haciendo desaparecer toda traza de aconteci­ iuéntiea según el tipo de familia y según el tipo de terapeuta. La ma­
mientos pasados que no convienen a la pofítica de l3ig 0rother. nera de hacer circular la informnción será pues igualmente diferente
En estos sistemas de lransacción rígida, el poder está en el juego puesto que la actitud en relación al cambio es opuesta.
porque no está realmente en las manos del que lo encama, sino en la [f11 /asfw,11i/ias de tra11saccio11es rígidas, la homeóstasis se redu­
. 'I'.

re? i.:argada de intereses a menudo contradictorios y en los compro­ ce pdcticamcnte al, no cambi,0como muchos autores han mostrado.
misos que resultan de los mismos. NaJie está realmente satisfecho Importa pues que el terapeuta se alíe a ese no-cambio y es una de las
pero todos se comportan como si lo estuvicrnn, con el temor <le que razones por las que,tas prescripciones paradójicas son a menudo di­
se pare un juego en el que lodo el mundo continúa espcrnndo ganar caces, puesto que presentan el terapeuta como alguien que no busca
secn.:tamente. El «h�bris» de las familias de transacción rígida puede el cambio a cualquier precio. Esto es muy clúsico.
compararse al «hybns» de los gobernantes, la angustia de los psicóti- 1 También� importante definir bie11 y rápidamente la relación, ya
cos a la de los pueblos oprimidos. que la no definición de la relación es, en estas familias, uno de los
Inversamente, en los sistemas polítkos inestables en los que la mayores obstáculos al 1:ambio y a la percepción del tiempo como
atomización de tendencias lleva a ausencias de poder, se constatan evolutivolPasado y presente se confunden, y el futuro n�> se puede
sl 1ccsiones de to1'.,as <�e poder arbitrarias, golpes de estado. Cada uno l afrontar,<Thdo que el tiempo está parado. Por eso es tan importante
_ poner en crisis tales sistemas para colocarlos en situación de producir
piensa ser el mcJor situado para gestionar el país o... sus intereses
personales. El tiempo qut:da marcado por los acontecimientos: cambios. Introducir la crisis, es movilizar el tiempo y abrir la puerta a
escándalos, traiciones, caída de gobiernos. Los acontecimientos se eventuales cambios.
precipitan demasiado para que puedan guardarse en la memoria. La Una técnica qtic me gusta utilizar para volver a poner en marcha
historia no puede escribirse. La descalilicadón reina entre los gober­ el tiempo parado, y que !huno eljotograma, consiste en pedirles que
nantes y la depresión en el pueblo. traigan fotos de miembros significativos de la familia. Les pido
Se podría prolongar la analogía comparando lns familias de tran­ que hagan juntos una selección previa y que traigan las fotos selec­
sacciones fluctuantes con los regímenes dcmoL-rütícos donde domina cionadas de diferentes momentos de su historia. Durante la sesión les
-o debería dominar- la negociación más que el co111promiso hostil O la hacemos comentar esas fotos. Esta técnica me parece menos inmóvil
actunción desordenada. Se podría igualmente comparar las familias que la del genogrºarna y además les hace tomar conciencia de que el
de transacciones alternantes con esos países donde alternan los perío­ tiempo ha cambiado las cosas, que uno no se viste ya como antes,
d�1s de hi!>erestabilidad dictatorial y los períodos tic inestabilidad gol­ que los hijos se han hecho mayores, etc.
pista. DeJaremos al lector la posibilidad di.; co11ti 11 uar el ejercicio. No es raro que cstas familias tengan pocas o ninguna foto. Enton­
Movdizar el tiempo en las familias de lrn11sacció 11 rígida o frc- ces las animo a buscarlas y a escribir a los miembros de la fomilia
l}<!rlo en las familias dt.: transacció11 caó1i1:a per111ite relanzar un juc-1 que podrían tenerlas Esto tiene el doble clcclo de renovar ciertas co-
.
62
-
Las capacid.u.lcs de la familia Tiempo

municacioncs y de proponerles una ac1ividaJ de carácter lúdico que, El interés de hacer contar la historia de la familia por los hijos es
sin definir el pasado como imporlanti.;, pcrmiti.; que éste vuelva a ocu­ el de hacer circular la información en el sistema. Los padres cst.\n
par un sitio en su cotidianidad. muy interesados en lo que los hijos saben o han retenido, juegan
En /{lsjcm1ilias de tm11.wccio11es caótica.\·, me parece que no se ha además su rol parental completando las informaciones que follan.
insistido suficientemente en el hecho de qm: la homcóstasis se c.irnc­ Los hijos disfrutan de este juego, en el que por una vez, son ellos los
tcrizu mucho más por una sucesión de cambios muy rnpidos que por que cuentan la hisloria y no los adultos; aprenden o corrigen las in­
el no cambio. Estos cambios sucesivos son no obstante poco útiles formaciones <le las qui! disponían. El objetivo no es pues informar al
porque no son duraderos, se ponen continuami.;nte en tela de juicio y terapeuta sino u los miembros tk la familia. El terapeuta no corre
contribuyen mucho más a mantem:r el cal>s que a permitir el creci­ el riesgo de ser tkmasiado intrusivo puesto que son los miembros
miento. de la familia quienes guardan la gestión de lo que será o 110 sen\ dicho.
En función de 16 que precede, las prescripciones paradójicas de En las familias de inmigrantes, proponemos a veces, con motivo
no-cambio son raramente eficaces en este tipo de fomilia. A menudo de las vucnciones,fr a.preguntar a In familia de origen la explicación tk
son abiertamente descalificadas con gran pc1juicio para el 1erapeuta. costumbres o tradiciones que ellos no entienden. En esos casos, los pa­
Cuando éste intenta justificarse, no consigue más que agravar las co­ dres reciben la consigna de no dar ninguna explicación ellos mismos.
sas, y entra fácilmente en una especie de escalada simétrica en la que, El interés de esta tar1.:a es el de poner u los hijos en situación de intere­
cuanto más intenta frenar el proceso más lo aprieta la familia para sarse por el pasado <le sus pudres, de reencontrar una cultura de la que
que dé consejos. Si intenta entonces ponerse en la posición que él se alimentan todos aunque piensen que no les pertenece. El tiempo del 1

cree tener «la posición l>ajn», las descalilicaeiones no hacen más que país de residencia pt1edc en ese momento conciliarse con el tiempo 1'
aumentar, puesto que no es él quien bnja Je su pedestal, sino la fami­ del puís de origen. La escalada simétrica padres-hijos disminuye : 1
lin quien le ha obligado a bajar. cuando los padres pueden abandonar el rol de recordar continuamente 1
Para evitar esta desagradable cascada, me pllrecc particulnrmentc los valores del país de origen que, para los hijos, aparecía como un pa­
importante precisar el co111ra10 terapéutico. Estéis familias no rcchn­ sado caduco. Los padres pueden así aceptar mejor los valores dd país
zan la definición de la relación pero son muy hiÍbiles parn descalificar de residencia, yu que sus hijos van descubriendo los del país de origen.
esta definición o parn cambiarla continuamente. Precisar el contrato, Sl.!gún dicen, las tipologías no son sistémicas. Esto, sin duda, es
es inscribir el proceso terapéutico en una duración y p or lo tanto en un verdad parn aquellas que están centradas en el individuo ; lu objeción
tiempo que no será ya solamente tiempo Je acontecimientos. se tkbilita cuando la tipología habla del funcionamiento del sistema i
y 110 de individuos y cuando describe dos extremos improbables de
.1
Mús que aliarse al no-cambio, me aliaré a su tendencia a desor­ '
denar continuamenti.; lo adquirido, proponiendo cambios limitados un conlinuum en el cual se inscriben los sistemas reales. Me arries­ 1
pero dura<lcros.[ntroducir lo durndero, es salir del acontecimiento y garé entonces a completar la tipología que habí.1 esbozado preceden­ 1
abrirse a perspectivas <le futur�Para restituir una historia que a me­ �cmcnte en Sistemas. lwmeáswsi.,·, eq11ilibrac:ió11 (Ausloos, 1981 ). . 1'
Completaré este cuadro tipológico insertando en él la clime,�sión
11
nudo ha sido olvidada al mismo tiempo que vivida, utilizo una técni­
1
ca que llamo historiograma. Pido a los hijos que expliquen lo que sa­ del terapcuta: una tipología sistémica debe ser interacciona! e incluir
:1
ben de la historia de la familia y escribo las fechas a metlida que van los subsistemas prcsentes. '
'
1

surgiendo. Los padres no pueden intervenir, si no se lo piden los hi­ La reacción del terapeuta tiene ndcmús para n osotros un valor ' '
'I!

jos. El terapeuta anima a los hijos a buscar eventualmente en otros diagnóstico esencial: su subjetividad es el único elemento fiable so­
micmbros de la familia informaciones de las que ellos o sus padres lm.: d cual pueda apoyarse El anúlisi� de sus reacciones le permite\
:
no dispondrían. utilizarlas para sus estrategias terapéuticas.

65
11
l.as capacida(ks de la fornilia Tic111p11

. ·----·-------- ------- ----·--1 · --- .. . ··--·-···-- -·-· .. --- ------ CONCLUSIÓN


. F11111ilills nm tm11.1·a�·c_:_�'.!...:�-�-ffijm ___ �:'.''.111/i'. '�'::�!_'!-�'�"!.!..�__-!�"!�� �-�!'.�•�"·'· _
l'ercc¡1<·iá11 d..t ti, ·111¡1,, Que el tiempo sea parado o de acontecimientos, lo g11c importa
--Tiempo parado (pasado y pres.:nle s.: Ti.;111¡11i de a.:011lco.:i 1 11i ..:nlus (sin para el terapeuta, ·es percibir en qué juego temporal estú metido y las
confunden sin posibilidad de futuro). p:,smlu, ni f111uro; sol,1111..:1111: licmpo
inm,·dialo ). consecuencias que esto implica para él, en función de su propia ma­
tH.:ra de situarse en el tiempo. Su subjetividad continúa siendo su me­
-No hay informaciones nuevas (por lo Solt1..:.:ar¡;a de infornia,·ioncs (por lo
llllC se parn el proceso y hmucóstasis t:ual acdnació11 del proceso y jor aliada.
,1ue se n:duce a 110-camhio). hn111.:.-,s1asis que se rcdu�·e a lus En mi opinión, no hay especificidad de los síntomas sino cspcci­
ca111l>i,is pero que nt> son dur:,d..:ros). licidad e.le las transacciones y de las técnicas aplicables. Lo que sigue
ti.a enlropía aumcnla). (l.a .:11tn1pia ,1111r.1.:n1a). siendo constante, es que para el sistémico, la terapia, es h:1cer circu­
• Memoria inulili:,.a�lc. No :;e guar,l.i en memoria. lar la información que viene del sistema para que vuelva a él y abrir
• El poJer está en el jue¡;n simé1rico. --H pod..:r es1.'1 en el juego de llls las posibil�c.lades de cambio.
(las parndojas lijan, los contrarios se aeo11kei111ic11tos. Volvamos una vez 111:is a Grecia, cuna de la !ilosolia nct:idenlal,
anulan, las veleid.uks de ,amhio s, (l.a:, ll1111as sun:sivas tk poder pero guardémonos de intervenir en la querella que oponía Parméni­
pierden en los inmovilisnrns). i111pi1k11 lodn cambio ddiidu al
111ovi111it·1110 inccsanlc).
des a l lcrúclito. E_I primero pretendía: «lo que cambia no existe», a
-----·---··-···· ------- ·•• ----- - ···----·--·-- . ------ lo que el segundo replicaba: «todo es ílujo, nada permanece». Con­
·-··---------····-·-- - .. - ..• · ---····
lfraccio11n ,l..t t,·rC1¡1,·11111
-. . cluyamos mús bien con los estoicos: «el mundo es un sistcrna u11ili­
Olvida el conlcnhlo (k las sesiones y Súl11 :.e a,uerd.i de una su..:esiún de
se le escapa el scnlidn tk las mism;1s. a,·,111r.:ci111ie11his sin 1.:uh.:rcrn:ia ca<lo [ ... ]. El pasado y el futuro son in!initos, pero el presente es
aparc111c. limitado [... ]. Ningún tiempo es enteramente presente». (Diúgcnes
-Tiene lendencia a realit.ar sesiones -Se d,-ja llevar a sesiones o.:aÚI :eas y Laercio).
muy largas con la ilusión de recoger des.,, d..:nadas de l.1s quL· 1111 sa,·a
informaciones co111pk111e111.11 ias. llill!'.llllil i11l,>1 ma,;iún.

..
-Se sienle cunfumlido. Se s1,.·111c dcsl.mrdat..lo.
---------- •--·- .. ------- - · - --··-···
Co11s,-c11,· 11ciC1.1· ter,1¡•,:111i, ·,1.v
- Movilizar el ti.:mpo suscilando la • Frc1ur d tiempo inlroducicndti la
crisis para salir de la rigidez. duraciún para salir 1lcl 1.:aos.
--Respelar los temores de 1.:a111hio, ,1 Prov, ,,·ar c:m1hius li111i1;tdlls pL·rn
pesar del riesgo de lomar una ac1i1ud duradi:1 os para in1111ducir la
paradújica lle 1111-ca111hio. pe, lllólllL"lh."la.
--Delinir la relación p,1ra salir Je las -·l'.rc�·i,.11 d con1rn10 para salir dcl
rch11.:io11es si111é1ri1.:as lijas. aelli.11 pur los acu11lt:ci111i..:nlos.
· Dilr un futuro (proyecto) para hac�r -·l>evuh-..:r un p;1sado (hi,loricidad)
revivir el pasado. p,1ra pc1111i1ir un futuro duradcro.
-Llev;1r la .:ntrcvisla tic 111ancra Conducir la .:1111evis1a ...-011 lirmc:1.a
llexihle para que ci1c11lc11 las para ,¡11.: las i11lor111acio11cs sea11
inlimna..:iones. relcnidas.
1i',·111¡w-Fa111ili,1-T.-r'IIJ'• ·11/a

66 (,7
l.as cap:11.:idadcs tic la fo111ilia Tic111po

CONCLUSIÓN
. ·------------- ------- ----·--¡ · ---
F11111ili11s nm tm11.1·a,·do11.:s rígid11.f
_ __ _
l'ercc¡1i-iá11 d..t ti,·111¡1,,
.. . ·---·-···-- -·-· .. ·-· ·-----
F,1111ilias l·1m tre111saccio11,:s n11íth·e1s
_ _
Que el tiempo sea parado o de acontecimientos, lo que importa
--Ticmpo parado (pasado y pn.:scnle se Ti..:111¡11i d..: aco111cc.:i1 11i o.:ntos (sin para el terapeuta, ·es percibir en qué juego temporal estú metido y las
confunden sin posibilidad de futuro). pasmlu, ni futuro; snl.11110.:1111.: tiempo
inm,·diato ). consecuencias que esto implica para él, en función de su propia ma­
nera de situarse en el tiempo. Su subjetividad continúa siendo su me­
-No hay informaciones nucvas (por lo Snlt1..:carga de infornial·ioncs (por lo
t111c se parn el proceso y hmucóstasis cual acdnación del proceso y jor aliada.
,1ue se reduce a no-camhio). hnmi:i>slasis qui.: se rcdul·c a lns En mi opinión, no hay especificidad de los síntomas sino especi­
ca111lii,is pero que no son dur:1dcros). ficidad de las transacciones y de las técnicas aplicables. Lo que sigue
(l.a entropía aumenta). (La .:111t,1pia auir.i.:nta). siendo constante, es que para el sistémico, la terapia, es hacer cin.:u­
• Memoria inutili:,.a�lc. No :;l' guar,la en men1oria. Iar la información que viene del sistema para que vuelva a él y abrir
• El poder está en el juego simétrico. --H po,kr est.'1 cn cl jui.:gu di.: lus las posibil�dades de cambio.
(las paradojas lij,m, los contrarios se aco11t..:ci111i..:11tos. Volvamos una vez m:is a Grecia, cuna de la !ilosolfa nccidc11tal,
a1111la11, las velcidmks de cambio se (l.a:, 111111.is sucesivas tk poder pero guardémonos di! intervenir en la querella que oponía Parméni­
pierden en los inmovili:mrns). impiden todn cambio dcbidn al
des a l lerúclito. E_I primero pretendía: «lo que cambia no existe», a
111ovin1in1t11 inccsanti.:).
----------·····-- ------- .. ---- . ···----·--·-· . ----·- lo que el segundo replicaba: «todo es ílujo, nada permanece». Con­
·-··----------····-·-- - . - ... · ---····
lfraccio11n 1/el t,·ra¡,,·11111
cluyamos mús bien con los estoicos: «el mundo es un sisli..:111a u11ili­
Olvida el contenido de las sesiones y Súl11 :.e acucr,la de una sucesiún de
se le escapa el scnlidn de las mism;,,;, al·.int.:..:i1uicntns sin cuhno.:111:ia cado [ ... ]. El pasado y el futuro son infinitos, pero el ¡m.:se11tc es
apan:11tc. limitado [ ... ]. Ningún tiempo es enteramente presente». (Diúgrnes
-Ticne tendcncia a realit.ar sesiones -Sc .J,·ja llevar a sesiones caút :cas y Lacrcio).
muy largas con la ilusión de recoger dcsu1 dcnadas di.: l.1s \)IIL" 110 S:ll'a
inform.icioncs co1nplc111cnta1 ias. 11i11!'.1111a i11fo1ma,;iún.

.. ---------- ·--·- .. -------


-Se siente confumlido. Sc Sh.'lltt: di.:suordac.lo.
- .. -···--·
Co11s1"C11,·11,·i11s ter,1¡ 1 ,:,11;, ·,1s

- tvfovilizarel tiempo s11sci1a11do la • Frc11;1r d tiempo inlroducicndll la


crisis para salir de la rigidez. duraciún para salir 1lcl caos.
--Respetar los temores de cambio, a Pno,·,,,·ar cambios li111i1;1dus p,·ro
pesar tic! riesgo úe tomar una actitud d11r;1di:1 os para intwducir la
paradújica lle 11u-ca111hio. pea lllalll"lh:i,I.
--Definir la relación para salir úe las --1'.rel·i,.u d contrnto para salir del
relaciones simétricas lijas. :ictu:11 p11r los aco111i.:ci111icntos.
· Dar 1111 futuro (proyecto) para haci.;r --l>cv,,h·cr un p;1sado (hi�toricidad)
revivir el pasado. p,1ra pc1111itir un futuro duradero.
-Llev,1r la entrevista de manera C1111.J11..:ir la cnt1cvista l.'t\11 lirmc:,_a
llcxihle para que ci11:ulen las parn ,¡u.: las i1tlorma1:ioncs scan
informacioncs. retenidas.
1i",·111pu-Fa111ih,1- Ta11¡•, ·11/a

66 (,7
4

CAOS FAMILIAR,
ACTIVACIÓN TERAPl�UTICA

Este texto inédito lo escribí en 1988 pens:mdo en este libro, en él


intentaba describir paso a paso las incertidumbres de un recorrido,
las preguntas que se hace un terapeuta y sus referencias teóricas. En
ese momento, no conocía todavía las teorías del caos. Pienso que es
un texto que puede establecer muy bien In confluencia entre la pri­
mera parte de la obra, dedicada al tiempo y la segunda dedicnda al
caos. Los tcór\cos del caos fueron para mí tocio un descubrimiento
apnsionante puesto que me aportaban un principio de conlirmación
en relación a las intuiciones terapéuticas que presento a continua­
ción, que a menudo yo juzgaba temerarias, aunque en el fondo estaba
convencido de su interés.
Las entrevistas fueron grabadas, lo que me ha permitido ser fiel
en su reproducción. Nunca se insistirú lo suficiente sobre el interés
que tienen estas grabaciones como medio de supervisión directa e in­
mediata del tcrap�uta por sí mismo y para sí mismo. Cuando no se
dispone de dmara de video, un simpk magnetófono puct!c ser suli­
ciente.
Este texto puede leerse de diferentes maneras: de una tirada, le­
yendo únicamente la historia de la intervención (en letra pequciia y
púrrafos numerados) o saltando de un párrafo a otro según la fantasía.
de cada uno. También podéis parar cada vez que yo me pregunto
algo e intentar encontrar vuestra propia manera de responder. Esta
dif�rcncia será una información suplementaria.
Las capacidades de la familia Caos

A. EL TRADAJO DE LA PRIMERA SESIÓN la médico de familia. En todo caso, en la familia han debido pensur
l. Lunes por la mañana, ese chico de quince años llega al hospital acom­ cosas parecidas y eso no ha permitido resolver el problema. Enton­
pañado por su madre porque acaba de tomarse 111rn decena de comprimidos ces, ¿en qué pueden ayudarme esas ideas? ¿Estaré yo en mejores
de teofilina, medicamento que se le admini!itra por un problema de asma condiciones para resolverlo partiendo de ideas similares a las que
que dura ya varios años. La joven médico (vcintkuatro años) que lo recibe han podido tener los que se encuentran confrontados al problema di­
piensu que no hay razones pura ingresarlo pero me pide una evaluación psi­ rectamente? Esta última posición me parece excesivamente presun­
quiátrica. Me entero de que el joven visita a una trnbajadoru social de Pro­ tuosa.
tección de Menores desde que su madre ha pedido que sea internado en 1111 En lugar de hablar de hipótesis, prefiero Imbiar de «datos». Las
centro de acogida, dado que en casa su comportamiento es insoportable y pretendidas hipótesis que puedo hacer no son, ni más ni menos, que
además rechaza ir• al colegio desde hace aproximadamente tres meses. los datos que me ha transmitido el sistema por cualquier vía. Dado
Yo propongo ver a todu la familia el jueves siguiente y le pido a la médi- que esos dalos no han sido utilizados con anterioridad, no hay rnzón
co de familia que purticipc en la entrevista e intento, si es posible, que la tru­
para pensar-que yo podría ser más hábil, a no ser que piense que los
bajadoro social también pueda asistir al encuentro.
miembros dd sistema son imbéciles, y esto ultimo, yo lo rechazo de
manera categórica. Las familias no están enfermas, ni son incompe­
En ese momento, como cualquiera, tengo en la mente un cierto tentes, ni son incapaces.
número de ideas a las que muy fácilmente se les pueden llamar
«hipótesis», pero no son más que parásitos en tanto que pueden sig­ Hipótesis
nificar un riesgo que puede molestarme en mi intervención.
Veamos a continuación algunos ejemplos: l labría que introducir aquí un paréntesis para preguntarse sobre
- ese joven está acorralado por la demanda de internamiento e in­ el estatuto que le damos a lo que llamamos hipótesis. En la lógica
tenta una maniobra para salvarse (algunos hablarían de mani­ formal, la hipótesis es una condición que se debe cumplir para que la
pulación, yo prefiero pensar en términos de legitima defensa); tesis se verifique. Por ello, en ciencia, la hipótesis se ha convertido
- hay demasiadas mujeres en todo esto (la madre, la trabajadora en una condición que debe verificarse experimentalmente para que
social, la medico de familia): ¿donde csl,l el padre y que piensa una nueva tesis pueda exponerse.
de todo esto? Lo que llamamos hipótesis, en terapia, a menudo no es más que
- ese joven asmático se siente frágil y leme la separación de su una explicación tan lineal como la de la familia, pero que sin embar­
madre, mostníndose reivindicativo por su comportamiento go el terapeuta tiene tendencia a considerar como más pertinente. Al­
opositor. gunos piensan que es suficiente con incluir en la formulación a todos
Sin lugar a dudas, tales ideas pueden tener sentido, y como vere­ los miembros pura construir una hipótesis sistémica. En el presente
mos a continuación, en parte, van a ser confirmadas. Si yo rechazo el caso podría ser: «Este joven, por su comportamiento, acepta el rol de
otorgarles el estatuto de hipótesis, es porque no son demasiado im­ chivo expiatorio para permitir con ello que el padre recobre el lugar
portantes para mi manera de ser y mi manera de comportarme duran­ que hasta entonces ha dejado ocupar a la madre, lo que debería per­
te una entrevista. En particular, temería orientar mis preguntas alre­ mitir a sus hermanos, futuros adolescentes, un mejor proceso de se­
dedor de lo que yo consideraría explicaciones plausibles, lo que me paración-individuación».
impedirla descubrir otras y activar el proceso. Una hipótesis como ésta es aparentemente sistémica puesto que
Es más, si yo he tenido esas ideas, es probable que otros las hayan incluye a todos los miembros de la familia parece dar al síntoma una
tenido untes que yo, que es además lo que ocurría parcialmente con función igualmente sistémica. Sin embargo, yo la considero «sutil-

72 73
('aos
Las capacidades de la familia

mente lineal» porque se resume en una sucesión de causalidades li­ sentirse seguro y guardar una coherencia que necesita para no per­
neales: del hijo al padre, del padre a la madre, de los padres a los hi­ derse. Si el terapeuta sabe que no verifica nada sino que es un medio
jos. que le permite implicarse en un proceso, ¡,Por qué no? Se podría ha­
Cuando Sclvini ( 1983) define la formulación <le hipótesis como blar entonces de hipótesis funcional.
la utilización de «una suposición nu probada, aceptada a prueba
como base para una investigación ulterior», ella se acerca al sentido Funciones
de hipótesis tal como ésta se utiliza en la teoría experimental. Aun­
que a menudo esta formulación es pragmáticamente pertinente, no Todavía algo más sobre la coherencia. He aquí la cualidad que se
evita sin embargo dos escollos: exige más a menudo al profesional. «¡ Un terapeuta coherente está
-El primero es debido al hecho de quc la situadón terapéutica 110 siempre medio _disculpado!» Sin embargo, el iconoclasta Dateson
es una situación experimental en la que se trata de verificar una tesis, arremete contrn ,la coherencia que no puede más que chocar nuestros
sino una situación interactiva en la que los miembros del sistema es­ espíritus racionales. En un memorándum distribuido entre el profe­
tudiado son tan actores como los terapeutas y donde, por definición, s orado de la Universidad de California en agosto de 1978 (Bateson,
no hay nada que probar sino un proceso que se debe activar. 1984), escribe:
-El segundo escollo deriva del primero: el objeto de la terapia no
es comprensión sino cambio. La terapia 110 es investigación, ni tam­ «El conserv:idurismo se :irraig:i en la col1cre11c:iu y la rnmp"tibiliclad, las
poco experimentación y todavía menos lkmostración. Aunque sin cuales van a la par con el rigor en el ¡,roecso mental. l.!s ahí donde tenemos
que buscar la miz de la obsolescencia. Y la parndoja, el dilema que nos es­
duda, to<los nosotros, de una manera o de utrn, hemos sido formados
torba y nos consterna cuando pensamos en corregir o combatir la obsoles­
por una epistemología donde la comprensión era el camino obligado cencia, es simplemente el temor de perder coherencia, claridad, compatibi­
para producir el cambio. lidad e i11clmo la salud e.vpirit11al, sí abandonamos lo obsoleto.» {pi1g. 228).
En la época en que Freud formula sus teorías, el mundo científico
está fascinado por las perspectivas que se al,,ren, por los nuevos des­
cubrimientos, que se obtienen a partir del método experimental. El ¿Si la hipótesis puede enmascararme el proceso que va a desen­
mundo intelectual se deleita siguiendo hasta sus últimas consecuen­ cadenarse, si la investigación no es ya el objetivo de mi cuestiona­
cias las brillantes deducciones <le Edgar Poe o Conan Doyle. Desde miento y si la coherencia me está prohibida bajo pena de obsolescen­
esta óptica, la comprensión basada en la \,buena hipótesis» pem1ite la cia, qué me queda a mí, pobre terapeuta desarmado, para afrontar esa
solución y abre la via para el cambio. familia que me inquieta tanto como yo la inquieto?
Lejos de haber agotado la riqueza de lii l�pistemología sistémica, Esto no quiere ckcir que no tengo hipótesis cuando me encuentro
a menudo nosotros seguimos siendo, en d lu11Jo, pequeños Sherlock como una famiíia: me gustaría, pero como todo el mundo, no puedo
Holmes que nos sentimos complacidos cuando creemos comprender dejar de pensar y necesito scntim1e seguro. Por otro lado, n lo lnrgo
aunque esto no cambie na<la. Entonces parn co111pn.:11dcr tenemos que de la entrevista, un cierto número de ideas no cesa de asaltannc.
investigar, recoger datos, reunir información, veri'licar hipótesis, en Como ya he cxplica<lo en otros textos (Ausloss, 1986-1990), a menu­
lugar de sumergirnos en un proceso intcrnc:tivo en el que aparecerá lo do intento encontrar la función mús problemútica en la familia, fJ111-
imprevisible y probablemente el cambio. ción que se11ala el síntoma del paciente designado. En este caso, yo
La formulación de Sclvini sigue siendo pertinente, con la condj. <ldiní el problema ele cstu familia como una clificultacl de reg\aje de
ción de que sea una posición meta: no hay hipótesis que verificar ni las distancias emocionales: ¡,cómo puede uno separnrse sin romper,
investigación que efectuar, aunque este artificio permite al terapeuta alejarse sin desaparecer'!

74
Las cupncidades de la familia Caos

COTERAl1IA ESCINDIDA 2. El jueves por h, mafüma, se presenta toda la familia. El padre se sient¡1
a mi derecha y a continuación de derecha a izquierda se inst.ilnn los tres chi­
cos: Pierre, 12 años, l'm1I, 9 años y facques, 15 años, el paciente-designado;
Unas palabras sobre la técnica de la c:olcrnpia escindida que elu­
la médico de familia se sienta entre Paul y Jacqucs; la madre al lado de Jac­
horé en 1980 (Ausloss, 1983b y 1983c) cuando trabajaba en Che­ qucs y seguidamente la trabaj¡1dora social eicrrn el circulo.
vrcns, con el equipo de ese centro para adokscentcs. Más tarde, me El padre tiene la imagen de un hombre nido, macizo, vestido con ropa
di cuenta que su campo de aplicación era mucho más amplio, podía de trabajo, con grnndcs botas de la obra y con los cordones desatados. Ex­
utilizarse con adolescentes o en geriatría, en el hospital, en institu­ plica que trabaja como encargado de obras públicas y que en ese momento
ción o con un terapeuta individual. Sin duda se trata de una coterapia está de baja porque ha tenido que someterse a una pequeña intervención
puesto que dos terapeutas trabajan conjuntamente. Pero mientras el quirúrgica. Se le ve inquieto y preocupado. Los tres chicos se presentan tí­
primero (T 1) se.ocupa de la dinámica familiar sin centrarse en el pa­ mida y brevemente. Parecen lcmcrnsos por lo que pueda ocurrir. Ln madre
ciente designado, el segundo (T2) se interesa principalmente en el es bastante pequeña, un poco gorda y muestra una sonrisa burlona. Ella se
paciente designado, sin ocuparse de conducir la entrevista. define corno la madre de toda esta banda, marido incluido, y explica que
T2 puede estar formado o no en el enfoque sistémico, como en desde hace ocho meses ha empezado a trabajar, que le gusta y que de todas
manerns, si no hubiera empezado a trabajar, habría estallado.
este caso la médico de familia. Es una gran ventaja de este método,
La trabajadora social conoce a la familia desde hace dos años, habiendo
dado que pem1ile integrar en las entrevistas familiares cotcrapeutas
tenido que intervenir anteriormente por razones similares: Jacques rechaza­
que tendrán un rol muy preciso sin necesidad de tener que estar for­ ba la escuela y su madre pedía que füera internado. Después de esta primera
mados en terapia sistémica. En la práctica, yo pido al profesional que intervención, Jacques fue internado durante seis meses en un centro de aco­
ha visto al paciente individualmente que tome asiento a su lado, gida y los padres habían tenido una serie de encuentros con la trnb.1j¡1dorn
que intente sentir aquello que experimente durante la sesión e inter­ social. Un poco más tarde Jacques volvió a vivir con la familia y todo pa­
venga como quiera, sea para verbalizar lo que siente él mismo, sea recía desarrollarse con relativa nonnalidad, hasta que la madre de nuevo,
para preguntar al paciente o sea para interpelar al terapeuta de fami­ hace dos semanas, volvía a hacer sonar la señal de alarma.
lia si estima que este no tiene suficientemente en cuenta al paciente . Cuando pido que me expliquen lo que había ocurrido, el padre toma la
Dado que, de alguna manera, él está en situación de terapeuta in­ palabra y rompe a llorar: «Nunca me habría podido imaginar que educaba a
dividual (lo que frecuentemente es en realidad como educador, en­ mi hijo para que un día quisiera matarse». A lo que la madre replica, con
fermero/a de referencia, psicoterapeuta, médico prescriptor.... ), T2 una sonrisa cada vez más grande: «Todo esto, es una comedia, una manipu­
podrá igualmente retomar con el paciente lo que se ha hablado du­ lación. No ha encontrauo nada mejor que hncer para fastidiarnos. Adermís
hubiera sido mejor que lo hubiera hecho un poco antes, me habría ahorrndo
rante la entrevista. Contrariamente a lo que pasa en una terapia fami­
un viaje». Como no entiendo el final de su intervención, le pido que sea un
liar ambulatoria, en la que todos se van juntos, cuando el paciente­ poco más precisa: «Está claro, tuve que acompañar a mi marido ni hospital a
designado está en una institución, la familia se va después de la las ocho de la mañana y tuve que volver con Jacques al mediodía. Si lo hu­
entrevista y él se queda solo. ¿No es bueno que el paciente pueda biera hecho antes, me habría ahorrado un viaje».
él también continuar expresándose y discutiendo sobre lo que ha
ocurrido en la entrevista? Podrá hacerlo fácilmente con T2 o podrá
preparar más adelante lo que quiere decir en la próxima sesión. En la Paremos un momento la película: vemos un terapeuta bastante
situación que nos ocupa, la familia es visitada ambulatoriamente, fastidiado. Nada ocurre como él había previsto: el padre, que parecía
pero es la médico de familia quien continuará siendo el facultativo rudo, se deshace en lágrimas; la madre muriéndose de risa; Jacques
responsable del tratamiento de Jacques. con la cabeza baja, sintiéndose culpable y mortificado, los otros dos
hermanos que no saben dónde meterse. La trabajadora social y la mé-

76 77
Las capacida<lcs <le la familia

dico de familia que cspcran potier ver como cl domador va a ser dc­
vorado.
Seguramcntc, los tcrapeutas exccpcionalcs y agucrridos sicmprc
encontraran una manera de parar este tipo de situaci6n utilizamlo la
· provocaci6n, ahondando la separaci6n entre gencrnciones o incluso
continuando de mancra imperturbable cl cucstionario sistcmatico
que la familia no osani interrumpir, por tcmor a faltar al rcspelo al
gran lcrapcuta delque tan bien les han hablmlo.
Pero, a la mayor parte de los ternpcutas que no posccn csas carac­
teristicas, se les hacc un nudo en el esl6mago, la voz se les vuclvc tré­
mula, la cabeza cmpieza a buscar dcsl-spcrndumentc qué se puedc
haccr en tal situaci6n y finalmente, cl cucrpo reacciona dcsplazando
la silla para cncontrar un mejor acomodo. Evidcntementc, no es ma­
tcrial loque fülta, sino la manera de utilizarlo.

Conflicto conyngnl

Por supucsto que cl patin! y lu mudrc no cstù11 de acucrdo. Adc­


mâs ya se han instalado en dos puntos diamctralmcnte opucstos del
circulo familiar. Pero si nos cmbarcamos i111111:diatamente en cl con­
flicto familiar que percibimos, hay nucvc posibilidmlcs sobre dicz
paraque después de algunos minutos uno u otro contraataque dicicn­
doque «no hemos vcnido para hablar de nucstros problcmas <le parc­
ja, si1io <le Jacques».
A<lcmas, suponer que hay tcnsiones en la parcja es la hip6tesis
mcnos funcional que po<lamos hacer, puesto que sicmt,rc va a verifi­
carsc. Y para qué sirvc <lemostrar loque toJo cl mun<lo ya sabc, si no
es para provocar la activaci6n <le to<lo tipo <le bli,1dajcs, loque en tér­
minos aca<lémicos se conoce como resistl!ncia. En cfecto, qué parcja
.
puc<lc ncgarque en situaci6n <le crisis, haya tcnsioncs y divcrgcncias;
\
y aunque lo negaran, scria to<lavia pcor porque se sospechariaque in­
t
lcntan disimularlo. La pista «pareja» aparccc Jcmasiado pronlo para
que se puc<la utilizar. Por otra parte, como <lice Halley (<SÎ queréis fra­
casar en una ternpia empczad por no abordar lo que la gente quicrc
consultaros. Pero si prcgunto al m.lolcsccnte, es probableque me con­
teste 111uy poca cosa: primcro, porque es adolescente; después, por­
que esta en una situaciôn de ùrbitro cuire sus padrcs; y linalmcntc,

78
Caos

porque esta en una situacion muy incômoùa para hablar <le su intcnto
de suici<lio, simulado of>. Por otra parte, csto se verltica:

3. Cuando pregunto a Jacques loque ticne que dccir sobre cl tcma, cstù
un largo rato sin conlci;tar y acaba murmurando que no sabc, que le dio por
ahi. Y aparte de cso no se le puede sacar nada mas.

Si continuamos centrados sobre una de las hip6tcsis que habia­


mos hecho al principio, sin duda podriamos continuar tma amable
conversaci6n hablanùo' sobre cl intcmamicnto y las razoncs que lo
provocaron, prcguntando a la trabajadora social sobre que acluacio­
ncs esta renlizando actualmente, buscando los clcmcntos que han
prccedido a-ta situacion de crisis. Pero es probable que ninguno de
los prcsentes -exceptuando el terapeuta- aprcnda nada nucvo... Este
ùltimo va a «rccoscr informaci6n» pcro csto no hara mas que rctar­
dar cl problema pirquc dcspués de una o dos scsioncs, se cncontrara
confrontado a esa pregunta que conoccmos tan bien y que nos ponc
muy ncrviosos: «�hora que ya le hemos cxplicado todo, i,qué es lo
que tenemos que hacer?». Al principio, cran cllos quicnes tcnian un
problema ahora, es el terapcuta quicn ticne uno. La familia esta mo­
mcnlaneamente tranquila pucsto que ya han hccho lo que tenian que
hacer, pcro se han vuclto pasivos, inactivos y dcpcndientcs del tcra­
pcuta. Un signo que no cngana en este tipo de situacioncs, es que los
dcmas hcrmanos picrdcn cl interés, cmpiczan a mirar la dccoraci6n o
cmpiezan una exploracion dd lugar que muestra bien que ya no tic­
ncn nada que sacar de lo que pasa entre el tcrapcuta y sus padres.

lnformacion

Bateson, al que tcncmos que volvcr sicmprc, da una dclinicion de


informaci6n que es magnifica por su simplicidad y profundidad: «La
informaci6n es una difcrcncia que hacc la difcrencia» (véase cap. 1 ).
Es evidcnte que cùando prcgunlo a una fomilia, lo que me rclatan pue­
de scr, para mi, informacion dado que eslo «va a provocar lu difcrcn­
cia» para mi. Pero para los miembros de la familiu, en gcncral, cslo no
es mas que «ruido» (en cl sentido informatico del tcm1ino, es dccir
matcrial no pc11incntc), pucslo que ya saben lo que nos cstân dicicndo.

79
1.us capacidades de la fomiliu
Cl10s
Dar circularidad
cuela primaria ha pui:sto d énfasis sobre los contenidos, aunque se­
La definición más sencilla que yo pamos que hay procesos en marclrn, generalmente no los tenemos en
podría dar de una intervención
sislémica es: dar circ11/uridad a cuenta..
la i11fi>rnwciv11 . Si la defin ición es
simple, la práctica no lo cs. Es nec Siempre me ha sorprendido el hecho de que todos los grandes te ­
esario que esta i 11 formación 110 cir­
cule e1� senti�o único, de la fam rapcutns, primero Freud, pero también Rogcrs, Peris, o más cerca de
iliu al terapeut a, sino al contrario que
sea «c1rculanzada», es decir, que nosotros Salir, Whitaker o Minuchin, por citar sólo a nlgunos, se han
infonnc al mismo tiempo a aquel
que la produce y a aquellos o aquella dejado llevar por los procesos terapéuticos en los que participan. El
s que la reciben.
El equipo de Milán nos ha sido problema está en que esto se explica mal y se teoriza todavía peor.
de gran ayuda con la descripción
de su té�nica de pre�untas circular D e sde el momento que se tratu de transmitir, se pone en forma (se
es (Selvini, 1983). La cuestión que
queda sm r e spuesta es sobre qué deb planifica) .... y se deforma. Esto nos recuerda �a �oción de_parti�ipan­
e ser esas preguntas. Si abando­
namos la idea de una hipótesis por te-observador de O:\lcson o de sistema terapcut1co de Mmuchm: no
demasiado explicativa, nos en­
contramos en la situación paradój se puede estar a la vez dentro y fu era del sistema. Oandler y Grinder
ica d e tener que hac er preguntas sin

:l
�aber 1� que buscamos, a circular ( 1978) mostraron muy bien que los grandes terapeutas no_ hac�n lo
izar la información sin saber que in­
formac16n merece serlo. que Jicen y no dicen lo que hacen. No por falta de honestidad mte­
Si supiera lo que busco, querría lcctual sino porque intentan transmitir en un contenido teórico lo que ;

¡
decir que ya habría planteado el 1
problema de la fhmilia. Pero este no es más que un proceso innovador, creativo, espontúneo, intuitivo,
planteamiento, es de cir mi «in-for­
mación», no sería pertinente más que atento, imprevisible; en una palabra, genial.
para mi, pue sto que en func ión
del principio de totalidad, «la sola
verdad del sistema es el s i stema en
sí mismo». O, según la célebre fórm Contratransferencia
ula de Korzybsky ( 194 J) «el
mupa no es el territorio». Todo plan
teamiento de la realid <1d de ,;1 fa­
milia no es más que una aproximació La teoría de la contralransferencia elaborada por f-reuJ me pare­
n grosera de una puntua ción ar­
bitraria. ce qu e puede contemplarse como una formulación brillante pero ne­
Ésta es una de las paradojas nu\s cesariamente reductora de ese proceso indecible que él entablaba con
fascinantes de la utilización del
enfoque sistémico en terapia, que sus pacientes. Y sin duda se ve que lo percibió cuando insiste en los
el rol del terapeuta
de «co1!1-p_render», es decir tom:ir (pre no es ya el movimientos inconscientes del analista. Whitnkcr, que sigue siendo
nder) en conjunto (para él), ni
el de «in-form arse», es decir pon el terapeuta familiar que mús claramente ha rechazado el teorizar s�,
er en fonna su realidad sino el de
< informarlos» sobre lo que saben enfoque, habla también de contratransforencia para explicar las 11111
� sin saber que lo saben; se.trata <le ac­
livar 1111 pro�eso que modifica su y una intervenciones que no paró de inventar a lo largo de su �arrera.
realidad, de tal manera que aquel lo _
que se anunciaba como problemátk Y además, nos previno contra el peligro de reproducir servilmente
o no lo sea más.
esos «accidentes» terapéuticos, también P i liman lo hace en un artícu­
Proceso lo que además es muy divertido.'
El que me ha seguido hasta aquí empieza sin duda a p ensar que
Y es ahora cuando solt me estoy alejando de la familia que había empezado a presentar. Que
amos la gran pal:1bra proceso. Por pues­

¡·
to que después de los trabajos su no tema: tendrá la última palabra aunque yo no la conozca. Pero era
de la escuela de Palo Alto todo el
mundo sa?e qu e en una comunicació
n hay un contenido y tu; proceso
(Watzlaw1ck, 1972). Pero como toda l. Véase también el articulo «Conlamination» en el Dictiomrain• di11iq11e, Benoit Y ¡
nuestra forma ción desde la es- col., 19!!!!.

RI
Las capacidaJcs de la familia Caos

· necesario situar en su contexto la continuación de la intervención qué responder'! Cuando Whitakcr explica a una familia boquiabierta
para que no parezca el capricho de un terapeuta que busca lo sensa­ el sueño que tuvo durante una cabezada mientras realizaba una se­
cional. sión a la hora de la siesta, ¡,no lo hace para salir de una situación com­
prometida que habría llenado de confusión a la casi totalidad de tera­
4. Me encuentro pues, después Je algunos minutos de intervención, peutas?
aprisionado por infonnaciones que no i11formm1 a nadie más que a mi mis­ Sin lugar a dudas, muchos terapeutas realizan maniobras simila­
mo. Todo el mundo se pregunta qué voy a hacer, incluso yo mismo. Pregun­ res pero no osan confesarlo; y cuando traen su material a las supervi­
to entonces a lo dos hermanos más pequeños a cu,íl de sus padres se parece siones, se las arreglan para ocultar los pasajes que les incomodan.
«más» Jacqucs. Momento de 1.ksconcicrto: los 1l.1s hermanos se miran, des­ Haciendo esto, se privan de su mayor potencial: su ecuación perso­
pués se giran para mirar a Jacques y a los pa<ln:s que se preguntan cuál va
ser la respuesta.
nal, aquello que hace que sean ellos mismos, aquello que constituye
'/, su originalidad y str especificidad.
Un terapeuta en formación tenía un humor fino y sutil que anima­
Los que conocen la técnica de las preguntas circulares de la Es­ ba a todo el grnpo durante las cenas que en ocasiones realizábamos.
cuela de Milán saben que estoy utilizando 1111 truco muy proba.fo pi­ Cuando representaba al terapeuta durante las simulaciones o en las
diendo que comparen y utilizando el término «rn:1s». Lo que querría ternpias que nos traía, se mostraba forzado, pesado, lento. Cuando le
señalar es que lo que me importa antes que nada es salirme del mal hice ver la diferencia que existía entre estas dos actitudes, me dijo
trago. No tengo otra intención haciemlo esta pregunta más que la de que no era cuestión de hacer el payaso con las familias. Y sin embar­
desatascar la situación y la respuesta que pueda rccibi1 carece de im­ go, era lo que s�bía hacer mejor. A partir del momento en que pudo
portancia. Puedo estar de acuerdo con los frcudianos en que, sin ser transgredir esa prohibición que se había impuesto, se encontró cómo­
plenamente consciente, he percibido una sonrisa de complicidad que do, y lejos de ser un payaso, se convirtió en un terapeuta expresivo,
han intercambiado madre e hijo y que esto me ha incitado probable­ capaz de abordar y solucionar muchas situaciones dificilcs.
mente ha hacer esa pregunta. Pero esta constatación, sólo pude ha­ La importancia que doy al terapeuta, a su confort, a su ecuación
cerla más tarde oyendo la grabación. personal, se debe a que pertenezco a la Sociedad protectora del tera­
peuta en dificultad. También es consecuencia de esta serie de para­
El confort del terapeuta dojas que están en la base de toda intervención sistémica:
- la familia presenta una definición del problema que es la que
En ese momento, lo único que sabía era que necesitaba «desatas­ permitirá resolverlo;
car» la situación. Hice una pregunta pensa11Jo que era al azar y tuve - el terapeuta busca algo sin saber lo que busca;
la satisfacción de ver que de esa manera, volvía a poner en su campo - el proceso que empieza llevará a una evolución que, por defini-
una pelota que me quemaba las manos.Todo lo que quier.o decir con ción, no es previsible.
esto es que lo que debe preocupar al terapeuta durante la sesión no es Parémonos u11 momento en estas tres proposiciones fundamen­
el funcionamiento de la familia, sino el cm!forl y la supervivencia ac­ tales.
tiva del terapeuta. En función del principio de equ(fim,lidad (L. von Bertalanffy),
Esta a finnación puede parecer una gran provocación. Pero, cuan­ que postula que siempre existen varios caminos para llegar a un mis­
do Frcud decidió sentarse detrás del diván, ¡,no lo hizo porque sopor­ mo resultado fi\tal, o también que el estado final es amplinmcntc in•
taba mal que lo miraran, como mostraron sus biógrafos'? Cuando Ro­ dependiente de las condiciones iniciales, es imposible, tanto para un
..
gers reformula la pregunta de su paciente, ¿no lo hace porque no sabe observador como para un miembro del sistema decir que es lo que ha

82 83
Lus capacidades Je la familiu Caos

conducido a la constitución del problema. En los sistemas vivos, los to <lado como problemáticu hará que en otro momento, una situación
problemas no se plantean nunca en términos de «o bien esto, o bien análoga no será definida cllmo problemútica porque el sistema ya no
aquello»: siempre hay al menos treinta y seis razones y treinta y seis será idéntico, hubrá evolucionado y después de haber recibido nue­
soluciones, o cincuenta y siete o ciento veintiocho. Una manifcsh\­ vas informaciones, habrá cambiado el punto de vista.
ción sintomática es siempre multicausal.
Esto me lleva al siguiente axioma: «si la familia estuviera en con­ 5. Anticipúndome al curso de la intervención, querría traer a colación
diciones de dar una definición correcta del problema, estaría en con­ una viñeta clínica que se presentó durante la cuarta sesión. Los padres pre­
diciones de resolverlo». Como hemos visto en el caso que nos ocupa, sentaron como un problema mayor el hecho de que facqucs pasara tres o
tollas las hipótesis que hemos podido formular son sin lugar a dudas cuatro horas al día en el cuarto de baño. Como la familia vive en una casa
parcialmente correctas, y muchas otras también. Podemos por ejem­ móvil y el espacio es pequeño esto es una fuente de problemas fácilmente
plo constatar que la tentativa de suicidio ocurre cuando el padre va a imaginables. Buena parte de la sesión se dedica a discutir las soluciones que
ser hospitalizado, y por lo tanto va a estar Je baja algún tiempo. Y es se han intentado y las que se podrían intentar en el futuro parn obligar a Jac­
precisamente porque esta nueva hipótesis pm:dc ser correcta por lo ques a liberar cl cuarto de baño. Al final, prescribo a los padres llenar la
bañera con ropa en remojo, lo que impedirá a Jacques repantigarse en ella.
que no lo es, puesto que de nuevo, no ha permitido a la familia salir
En la siguiente sesión un mes más tarde, cuando pregunto qué es lo que
del problema. ha pasado cori el cuarto de baño, los padres tardan en darse cuenta de lo
En corolario, podríamos decir igualmente que «las �azones del que estoy hablando; después el padre recuerda y me dice: «¡Oh! encontra­
problema avanzadas por la familia son por definición no pertinen­ mos su idea muy estrafalaria pero la situación se resolvió fácilmente. Cuan­
tes», dado que esas razones, aunque estén idimtificadas, no han per­ do volvimos a casa después de la sesión, le dije a Jucques que eso tenia que
mitido otra solución que el síntoma presente. El terapeuta no tendrá acabarse, que tenía derecho a utilizar el cuarto de baño media hora como
nada que ganar volviendo a trabajar con la familia sobre Jo que pode­ todo el mundo pero no más, y a partir de ahí todo va bien». Los padres pa­
mos considerar un callejón sin salida. recían extrañados de que yo me asombrara de que el problema se hubiera
arreglado de una manera tan simple.
IMPREVISIBILIDAD 1
1
'
A posteriori -insisto en a posteriori- parece que el problema tenía •¡

El principio de equifinalidad desemboca entonces en la noción de


imprevisibilidatl: yo no puedo saber al principio lo que ha conducido
algún vínculo con los padres, en particular con el padre, por su difi­ .!.
cultad para precisar las normas para una vida familiar aceptable.
a la constitución del problema, y todavía menos lo que permitirá re­
solverlo. Es a lo largo del proceso que empieza cuando se abrirán
En este sentido, el síntoma tenía, entre otras cosas, la función de \'
provocar tomas de posición por parte de los padres. Pero la dificultad 1
nuevas vías que, a su vez, desembocarán en salidas imprevisibles. era, y desde hace años, su incapacidad para posicionarse, debido a
Desde hace algunos años, los teóricos de la a11toorga11izació11 han los fracasos sucesivos que habían sufrido. ¿Qué fue lo que permitió
aportado una luz nueva sobre la cuestión de la imprcvisibilidad. Los al padre esta toma de posición? No sabría decirlo o diría demasiado y
procesos autorrefcrencialcs en los sistemas abiertos permiten a éstos eso no es lo impo1tante. Lo que importa, es haber activado los meca­
utilizar su propio funcionamiento para continuar su evolución. Es nismos autorrefcrcncialcs en esta familia para permitirles encontrar
porque se plantea un problema que una solución podrá ser encontra­ su solución específica, aunque pueda parecernos inesperada.
da, pero esta solución es imprevisible y ampliamente independiente Esta capacidad autorrcferencial de los sistemas abiertos me lleva,
del problema que ha conducido a su descubrimiento. En otras pala­ ahora y siempre, a proponer el axioma:
bras, lo que hace que una situación pueda ser definida en un momcn-

, 84 85
Las capacidades de la familia Caos

«U n sistema vivo sólo puede plantearse plica que haya un problema, sino que los procesos de equilibrio estún
problemas que es capaz de resolver». momentáneamente agarrotados y que unu activación del proceso au­
torrefcrencial, hasta entonces inutilizado, es necesaria para que la si­
Esto no implica que los sistemas resuelva n todos sus problemas, tuación ya no sea definida como problemútica.
. El ejemplo del cuarto de baño muestra cómo el proceso autorre­
smo que son competentes para resolver los problemas suscitados por
su funcionamiento. Los investigadores en matemáticas trabajan, a fcrcncial es activado por la prescripción (bastante peregrina) del te­
veces desde hace siglos, en intentar resolver problemas. Recien­ rapeuta. Algunos habrían podido ver en el problema introducido por
temente, podíamos leer en la prensa que un problema matemático los padres una «mai1iobra» para distraer la atención del «verdadero
�ropuesto en el siglo XVII acababa de ser resuelto por un joven inves­ problema». Desde Ímcc mucho tiempo yo ya no utilizo esos términos
t igador. Los pro!,lemas que hoy en día siguen sin s0lución s1:rán re­ que he colocado entre comillas dado que nos conducen a una visión
sueltos algún dla, precisame nte porque han sido propuestos por ma­ negativa de l:1 familia y pueden hacernos adoptar una posición delcn­
temáticos y éstos no pueden plantear sus problemas más que en siva que nos impida activar sus competencias. La prescripción, par­
términos de lógica mat emá tica. Es por csla misma lógica por lo que ticulannente no específica, ha sido el catalizador uleatorio que ha
se puede predecir que, algún día, la soluci,)n llegará. permitid'é> la «autoactivación» de la familia. Nunca me hubiera ima­
Los sistemas vivos también obedecen a una lógica, pero diferente ginado que el padre reaccionaría así y que Jacques abandonaría su
a la de los sistemas no vivos -las máquinas en particulur-. Es por lo síntoma tan rápidamente.
que las analogías que podemos hacer con sistemas flsicos o con má­
quinas cibernéticas tienen límites, aunque a menudo son muy escla­
6. lh1bíamos dejado a la familia en la cspern de la respuesta de los her­
recedoras.
manos a la pregunta: <<¿A cuúl Je los padres se parece 111iu1 J.icqucs'!». El
Lo que Fran�ois Jacob (1970) llama «la lógica de lo vivo» no uno y el otro piensan qw.: es a la madre. Ln madre mira a Jacques riendo y le
podrá reducirse nunca a la lógica matcmú tica, fisica o mccanicista. dice una burrada. El padre, que se ha rehecho, dice que est:1 de acuerdo y
Lo que la caracteriza entre otras cosas es la capacidad de invención que además esto no es extraiio puesto que su trabajo a menudo le obliga a
de int uició n e incluso de creación que escapa a las modelizacione� desplazarse a obras lejanas durante periodos de cuatro a seis semanas.
n:iatcmáticas. Añadiría que en ocasiones es la irracionalidad del espí­ ¡Ufl, como terapeuta, he conseguido salir momcntúncamente dd atolla­
ritu humano lo que le permite salir de situaciones que racionalmente dero: Jacqucs ya no está en el banquillo de los acusados, incluso aún cuando
no tendrían salida. Isaac Asimov, en la.\· cm•ernas del acero, propo­ su proceso no ha term,inado; el padre y la madre ya no estún en simetría y la
ne una bella metáfora cuando nos cucn t.i las investigaciones parale­ cuestión ya no es saber quién se equivoca ni quién tiene razón. Entonces ya
_ puedo dejar volar las serpentinas.
l�s realizadas por un det ective humano y un robot humanoide. Prigo­
gme Y Stengers (1979) parecen confirmar igualmente esta visión de El padre empieza a explicar las tribulaciones profesionales que le lleva­
las cosas cuando preguntan si, en el futuro, no serán necesarios los ron a la situación actual: después <le haber acabado una formación <le técni­
co, trabaja en una fábrica y llega a encargado. Compran una casa y un año
poc�as � los artistas para fecundar el trnbajo de los investigadores en
más tarde, cuando faeques tiene diez años, la f.ibrica quiebra y cierra. No
los amb1tos más punteros de la investigación científica. hay empico en la región y el padre se encuentra en paro. Después de varios
Resumamos: la familia, como todos los sistemas vivos', está enre­ meses decide vcndei· la casa perdiendo dinero y la familin se lraslada a un
dada en procesos interactivos autorrelcrenciales y se equilibra pcr­ pequeño apartamento.
ma�cnternente para asegurar su propia supervivencia armoniosa, es El padre acaba por aceptar un empico a seiscientos kilómetros y se va
_
decir 1� de sus nu�mbr�s. Cuando se presentan amenazas para esta seis meses solo, :mies de que le siga el resto de la familia. Condicio11cs de
_ _
supervivencia, la s1tuac1on se define como problemútica. Esto no ¡111_ vida prccarins, diliculladcs financieras, ausencias prolonga<lns del padre de-
86 87
_______,..,
....... --• _..,.�-•m•--•-•""'•--,.., ___
· ,,..u•=----.,.•M11.-,=------·•1""·• ""· ,,..,
____..,
. ..,,_e,�•-•_............u......�MA-.-,;

Las capacidades de la familia Caos

hido a su trabajo es lo que está viviendo la familia desde hucc tres años. l la­
- porque, a menudo. en las familias de transacciones caóticas
bitan en una casa móvil en la que están bast,1111t! estrechos. Recientemente la
situación ha empezado a mejorar. Mientrns explica todo esto, la madre in­ conducidas por los acontecimientos, la historia está rechazada,
terviene a menudo para precisar o sostener el discurso del padre y los niños borrada, olvidada y es muy útil volver n ponerln en su sitio;
participan cuando se les pregunta. - porque, precisamente, esta historin había sido borrada por ha­
berla vivido con mucha vergiienza y culpabilidad y es, para el
terapeuta, una buena ocasión para enmarcarla positivamente;
Puede que estéis pensando que estoy en contradicción ·con lo que - porque uno de esos detalles aparentemente insignificantes pue­
decía anteriormente i.obre la recogida de infonm1ción. Pura mí no tie­ de emerger y ser utilizado para modificar la visión de la familia.
ne nada que ver porque no soy yo, sino la familia, por lo menos el pa­
dre quien ha qu,erido abordar este tema. Es decir, ¿huy que seguir
siempre los temas abordados por la familia? Yo no lo creo, más bien 7. Es lo que pqsa. Los padres ya no discuten pero parecen sentir la nece­
al contrario. Lo más frecuente es que los temas introducidos por las sidad de ju�ificar�e. Mi escucha interesada crea las condiciones para un
principio de alianza. He dicho anteriormente que lo qu'c me importa durante
familias contribuyan a enredarnos. Lo que ellos creen que es la cau­
la sesión es el confort del ternpeutu; añadiré entonces que yo me encuentro a
sa, la razón, el motivo del problema corresponde a su manera de ver gusto escuchando a esta familia que me está abriendo las puertns y me invi­
las cosas. Y es precisamente esa opinión -los americanos dirían su ta a entrar en su vida que no siempre ha sido fácil.
epistemología- lo que les impide resolver el problema. Si el terapeu­ A lo largo del relato redefino lo que ellos presentan en términos de fra­
ta se deja amamantar por el tema propuesto, se arriesga él también a caso como su capacidad para salir de situaciones dificiles. Ln madre añade
perderse en una vla sin salida, aunque ésta pueda parecer muy seduc­ entonces que no pudo encontrar trabajo en los momentos más críticos por­
tora. que habiendo ido poco al colegio es prácticamente analfabeta. Por esto aho­
Lo que más frecuentemente permitirá activar el proceso de cam­ ra está muy orgullosa de poder trabnjar.
bio es lo que la familia cuenta como anodino, lo que fo parece que no ¡Vaya!, ¡la madre no ha ido mucho tiempo al colegio y una de las defini­
tiene importancia, o lo que incluso el terapeuta tendría tendencia a ciones propuestas por la familia es el rechazo de Jacques a continuar en la
ignorar. En otra situación familiar, la madre menciona de pasada, sin escuela! Tampoco es extraño que Jacques esté próximo a su madre y que el
padre se sienta apartado, puesto que lo está de verdad.
darle ninguna importancia, que el hermano pequeño de la paciente
Después del relnto decido volver al intento de suicidio de Jacques, ya
sufre una enfermedad cardíaca congénita. Cuando yo me intereso, la que si no lo hago me arriesgo a que me lo reprochen. Pero, esta vez, las con­
familia se extraña: ¿que tendrá que ver la afección cardíaca congéni­ diciones han mejorado: los padres, habiendo podido justificarse y sintiéndo­
ta del hermano pequeño con el episodio psicótico que atraviesa esta se aceptados y valorizados, ya no tienen necesidad de censurar a Jacqucs.
joven mujer de veintiocho años? Aparentemente·, no hay ningún Éste, por su parte, puede hablar de su tristeza, de su sentimiento de estar
vínculo, al menos para la familia. Y sin embargo, esa enfermedad ha dando vueltas para no llegar a n11da.
modulado la vida relacional de esa familia durante años y habituó a El malestar vuelve a la entrevista y los padres empiezan a dar consejos a
esa mujer, cuando era niña, a guardar para sí misma sus vivencias Jacqucs que no son otra cosa que críticas más o menos veladas. La madre se
hasta el momento en que la psicosis ha permitido la explosión del queja por ejemplo de que no ayuda suficientemente en casa, por otra parte
discurso escondido. sus hermanos tampoco lo hacen, y ahora que trabaja «¡hace falta que todos
En el caso que nos ocupa, si acepto entrar en la historia de la fa. hagan su parte de tareas domésticas porque esto no puede seguir nsi!». Y
criticas y respuestas vuelven a brotar de manera cst�ril, segíin su nmncrn ha­
milia, es por varias razones:
bitual de actuar. Yo me siento de nuevo a disgusto y hay que hacer nlgo.
- porque es el padre quien aborda ese tema y desde el principio Puesto que los hermanos ya me han sido íitilcs una vez puedo volver a utili­
de la entrevista se expresa poco; zarlos.

88 R9
Las capacidades de la familia Caos

"lrl \'11111011 URllllU uucmlu llu ,,u� en osln firn1lllu. 4'lllllldo 11p11n:Cll
111 "� l!IW.11, H ..IIIIIIINl/ill « IJUll tu l'UJ) l"lll111cl6n y (flll.) eslu Ne convierte
que se verá forza<Jo a efectuar cambios ya sean favorables, y con po­
nipidamente en un circu· lo vic sibilidad de nuevas cre;;ciones, ya sean desfavorables con el riesgo
i oso r . t1
g�sta sentir planear la tristez e de un a degradación. •
a y la �c;:;,;�:,;i� �
e lo que
���'�;;:;�::!é;�� � Se puede llegar a ello dramatizando, provocando, introduciend o
�:;�:a��:u�:� ia���i�:;���iy q ue ponh:er s_elJ� _recomen d�d� p or aigu�
º
con fusi ón paradójica, pero también reestru cturan do, apoyando, rede­
1 i

hay malestar sistema en cns1s y cuando


• , l os m1. c. mbros de h' famil'· finiendo. Crisis no significa necesariamente malestar, sino tnmbién
1•1 1 iara• n ª 1 go para que cese S
no 1 tT i abe,t u rn y cambio, aunque se acompaik a menudo del malestar que
: � �� :.� t���tr� tegia, ,_1? es porque la considere mala , es p n;:
no i t i 1e provoca el tener q ue cambiar de húbit os. Las familias no se oponen a
t m, e�uacron_ pe�sonal )' porque
pre fiero otras estra­
o

tegias i uai'm e e posibles y los cambios pero los húbitos implican inercias. Reflexionemos sobre
Justrlicablcs. Nunca u tilizam
estratcg1as cml� as que no nos os bien las el principio de la inercia en lisica: la fuerza que se tiene que aplicar
encontramos cómodos.
l.
depen de de la masa del objeto que hay que mover. La inercia de l as
Provocar In crisis familias, las institw.:ioncs o los sistemas sociales estú en relación al
peso de los hábitos que se han instaurado. La fuerza que deberú apli­
que hay diforentes mcJios par car el que interviene para volver a poner el sistema en movimiento
a «pon er un sistema en cri­
l
sis/�� �ferto qu_e p uede hac <lcpcildc tamb ién de su masa. Por eso será sin duda mucho más fúcil
. ers e dr ma tiza 11d o la situación y hacien
do sa• · ,ir 1 as emocion es • Pero to en una familia que en una gran in stitución. Cada uno tiene que plan­
a
<10 e 1 llllllH1o no está dotado p·,r
<J' a l a trn tearse lo que le va mejor para poner un sistema en crisis pero sobre
�: �� ���om o C�? rl y Cl1�plin_ sabía bien, es tamb i én posiui'e
1 �n �s hac '.endo _ re�r. Si_ no mc sicnto cóm ;oc;; 1 tod o debe respetar su ecuación personal.
, o d o cuando se llo-
ra se deb 1 d '� h,s na pc'.sonal, pero tam
que desde h: ;c ���� t� t bién al hecho de 8. Pregunto entonces a cada hermano cómo son las peleas entre Jac­
1 t c
dicioncs precarias, n�a�::::¿d ;� ;� �: v��:• • �� ;;:�1�1 11� ilias en �011- ! ques y su madre. Destacan que los gritos empiezan, casi siempre, por las
d
s r y •l l an ensena( 1 o
quc la fmstrn• cion mismas razones. Y, ¿,qué hacen ellos en ese momento? Esperan que pase,
1

· no era necesar iarnentc d


. motor para el c·11 ' 11bio· porque siempre termina pnsan<lo y a menudo es ,mis divertido que dramá­
L,os que viven cotidianamente
1 fi 1 t •, 1 es timu! ados tico. En ese mismo momento, Jaci¡ues y s11 madre se miran .Y ríen. Eviden­
por la_ actit ud frustran te del t c n
r p eu� '; i1:�·•i/:i: �;oc;�:1ra _ temente la madre responde comentando que no es una razón para que sig.i
necesidad d e apo � yo, de soste. n , de e11'1palía • no. T 1enen
par a po der uesti onarse igual.
los
t. funcionam,c n tos q ue han pue
. sto en marcha para ·soport·1• r las Pregunto a los hcrmanns qué habría hecho el padre si hubiera estado
c

r ac,ones. firt1.s- j presente. Les cuesta contestar, se miran y terminan por decir que no lo sa­
Además, he· teni d o la su,e,.1•e . ' ben porque e�o n_o.ocurre nunca cuando él está presente. La madre confirma
� 1 • - t�."
. b.tJar co'.11 supervisor
º
hace tiempo y aquellos que h � desd e j que ellos 110 se 11tn·l'ería11 c11m1do e( padre c:.vtlÍ presente. El padre parece
an tr.i a;,,Jo conmigo me h.in
mucho entre ot as c?� as que enseñado sorprendido.
la mayoría soportan t an m a
las s itu�eiones ; a

l c omo yo No abandono la pregunta e insisto en saber lo que haría el padre si es­


r c 10_ se tenla que dramatizar,
m atizaban. Ento,�:: ::,c�::• :'� tuviera en una situación an:iloga. Seguramente no daría discursos porque
u�: ;c o v1a grotesco y la ft!n
dra­
saba. ció n fra ca- habla rníts bien poco. Lo miis probablc es que dijera, sin más, lo que quie­
Frank Pitlma n ( 1994) 101 1·" J re que se haga. Pero no estún seguros porque eso no ocurre nunca. lnte­
El 1,1 . 1 at¡ e tirn1c· 101 · • 1 de la crisis de Lan •sle . rn11npo la sesión para retirarme con la coterapeuta y preparar el comenta­
:c 1::.> . i: �� un s��:�ma en el _n�orncnto c11 que un cambio es �nm rio final.
n . n un s is em a en cn t
s1s, es ponerlo en un a situaci
ón en la
90 ....
91
Las c11paciJaJei; Je la familia
Caos
Final de la sesión
se debe, sin lugar a dudas, a nuestra educación que nos ha enseñado a
ordenar nuestras cosas antes de empezar algo nuevo. Una entrevista
Unos comentarios técnicos. Sigo utilizando la técnica de inte­ familiar no es una gran limpieza y creo al contrario en la utilidad de
rrupción al final de la sesión antes de hacer el comentario final. Mis dejar las cosas pendientes. A menudo, interrumpo la entrevista en un
razones son múltiples, he aquí algunas de ellas: momento en el que se dicen cosas que me parecen importantes. Así,
- Acostumbro a trabajar en coterapia y para mí ese momento de la familia se queda activa, está suficientemente «desequilibrada»,
intercambio con mi coterapeuta es algo realmente sublime. Ha­ como diría Minuchin, pa'ra tener que terminar por sí misma. Si no
bitualmente él o ella han sentido las cosas de manera algo dife­ arreglo mis cosas antes de terminar la sesión, es porque ellos tendrán
rente y esa otra manera de ver es realmente una infonnación en ocasión de hacerlo.
el sentido qµe le da Dateson puesto qtÍc «hnce la diferencia». Es
además muého más evidente cuando se trabaja en coterapia es­
cindida. 9. Volviendo ,da sesión, hago el comentario siguiente: Estoy muy sor­
- Como terapeuta, me pagan para activar un proeeso. no para prendido portas muchas etap:1s di liciles que ustedes han tenido que atrave­
sar como familia: cierre de la fábrica, paro, ausencia del padre, mudanzas,
montar el número del sabelotodo. Personalmente, y no debo ser
dificultades económicas. Lo que me ha molestado durante la entrevista es
el único, tengo grandes dificultades parn estar a la vez presente que cada vez que alguno expresaba su tristeza, aparec_ínn los comcnta�ios
y activo realizando preguntas circulares y al mismo tiempo to­ críticos. Pero pienso, conociendo su historia, que eso tiene mucho sentido:
mando la distancia suficiente para reflexionar sobre el matt:rial si se hubieran dejado llevar por la tristeza, por el desánimo, no hubicrnn po­
que me han aportado y encontrar un comentario pertinente dido llegar hasta don!,le han llegado. Y criticar, en su caso: es una 1�ancra _ dc
( contaminación). estimular, de mostrar que siguen estando ahí. Yo no trnbaJO demasiado bien
- para la familia este tiempo de interrupción es a menudo precio­ con la crítica, pero me gusta trabajar con la gente que sabe luchar. Por eso,
so. Se reencuentran entre ellos, retoman algún pasaje, con­ pienso que podremos trabajar bien juntos.
tinúan una discusión. En ocasiones, les pido que hablen de El intento de suicidio de Jacqucs llega en un momento en que ustedes se
algún tema durante mi ausencia. preparan para una nueva etapa dificil; la adolescencia de �?s chicos también
Por todas esas razones, no dudo en tomarme mi tiempo y es fre­ será un periodo de cambios diílcilcs: escoger una prof�ston, s�pararsc pr�­
grcsivamcntc, irse da casa un día. Jacqucs, siendo clpn�,o�éntto, es el pri­
cuente que me pase veinte minutos preparando mi comentario final.
mero en emprender esta etapa; es natural que_ sea 11:as d1fic1I para él. El rol
Más tarde hablaré de cómo lo hago. de primogénito es especial en la familia y obhgn a ciertos actos.
Otro punto técnico en relación con la duración de las sesiones: El Qucrkndo morir, ha dado la señal de alarma; aunque yo no apruebo el
resumen que he hecho de la sesión es casi exhaustivo. La primera medio utilizado, creo que ha sido útil. Primero para él y para sus her!llanos,
parte duró alrededor de cuarenta minutos. I I ubicra podido hacer mu­ puesto que es a ellos a quienes concierne directamente In adolesccnc_ia. Para
chas más preguntas, pero pienso que los terapeutas como las familias mamá porque ya trabaja desde hace un año y cuando vuel_ve a casa tiene �e­
también se cansan y que después de cierto tiempo, ya no se tiene ni rccho a descansar. Parn papá, porque hasta ahora su trabaJO lo ha_ mantenido
la atención ni el vigor necesarios para trabajar verdaderamente. alejado de casa y él y sus hijos tienen necesidad de conocerse meJor para po-
Además he constatado que muchos terapeutas debutantes prolongan der separarse. . ..
las sesiones mucho más de una hora. Se justifican diciendo que bus­ _ Señora, ¿ha podido pasar un fin de scman:1 sola desde que tiene h1JOS.?
caban más informaciones o que tenían que terminar lo que habían - No, nunc.t.
- Pero, ¿le gustaría? . .
empezado. Volvemos a encontrarnos con el mito de la «buena infor­ _ Eso. Délo por seguro. Hay muchísimas cosas que podrla hacer s1 dis-
mación». En cuanto a la necesidad de acabar lo que se ha empezado, pusiera de un poco de paz. Y podría salir con las amigas.
92 93
las capacid:idcs de la familia
Caos
- Señor · le parccena ·
• '• . pos1"ble llevar a sus hijos a algún sitio
fin de scmanar , durnnte un mismo su propio instrumento, y no puede esterilizarse al final de la
- No sé; Podríamos ir al chalé, pero entrevista. Hay ciertos p aliativos y las secretarias de los centros de
a lo mejor los chicos se aburrirí:in
porqueª. m1 me gust� el bricolaje y
a ellos h:s hace falta acti
' • terapias descubren rápidamente que no están allí sólo para escribir a
- Chicos, ¿pensáis que os aburriría vidad.
is? máquina, sino también para permitir a los terapeutas que desca rguen
(Lo niegan los tres co11 algarabía.) una p arte de las emociones y de las tensiones que han vivido con sus
- Bueno• lo que qu1s · · ·
1cra pedirle , es que durante el próximo mes• P"S pacientes.
U 11 ti111 de seman a en el " cn
. . e·I� a Iei sin· mama, • pma que ella pueda Otro paliativo, que con toda la ra zón desaconseja Whitaker, <!S
.
ex pcr 1enc1 a que yo les pido que hag relajarse . Es una
mc s, lo h abl an y en la próxima sesión• dentro de llevarse todo a casa para comentarlo con el cónyuge. Con su estilo
aremos. un
. Mi cotcrapeu�a, la joven médico colorista, Whitakcr nos dice que el cónyuge no debe ser el cubo de
de familia, hace a continuación el · • basura en el que eÍ terapeuta vacíe los detritus que los pacientes han
gu1ente comentario· <t,lacqucs. , c�,u s1
; . . . u1 o l�..v•• en urgencias, tuve la impresión depositado en él.
de que podfa de .
. � ar e ir porque tu me d1J1ste que
Aun . no volverías a intentarlo Lo que solemos hacer, es discutir de la sesión con el cotcrapeuta
s ¡ 'prcfcn � ue co�sul!ar
� as con u n psiquiatra. Des
t c o qt e no h�n es mngun_ proble pués de esta entrcvis� o con un colega. Esto puede revelarse muy útil, pero es a menudo pe­
�; � ma psiq 11i1\t rico y que tienes en tus mn-
n�s que necesitas para sal r_dc la crisis noso descubrir en ese momento las diferentes cosas que habría podi­
que has vivido, tnmbién he visto
que. podrás contar con tu familia '.
si es ncccs�r . do utilizar con la familia. Uno se promete entonces de «retomar todo
« No» contesta Jacques y se termina
· " 1't1 • ,.. 1,"1 e cqu1vo co":».
la cnlrcvisra. eso» la próxima vez. Pero la próxima vez, ya no es lo mismo y el cli­
Cuan do se despide, �I padre tiene ma tampoco es el mismo. Y se continúa así de sesión en sesión.
los ojos húmedos pero no dice na d
L." maclre est á muy sonriente y d'ice a.
• que en todo caso, la ocu1Tcncia
del fin
Más grave: ocurre que uno se siente realmente mal al final de la
de eman a le cae m y bien . . Ja qucs se
. -�
d lll;c
� : muestra a bierto y sosegad
o, me mira sesión, que se est_á agresivo, deprimido, inquieto, desanimad o y esto
lamente a los OJOS y me dic e: «Muchas gracias». nos pone en situación de temer la próxima visita y no tenemos ganas
·
Desd·e �1 pn· nc1· p10 de ver más a la familia. Estas situaciones son un mal augurio para
- de este capitulo , insisto en la idea
de que mi continuar el tratamiento.
:101_1
central es_ mi confort como terapeuta, mi
t s :
ct� vador del_ �•st�m�. Lo que 1111.: imp bienestar, Si mi preocupación principal es la de terminar la entrevista sin­
���;�
, .
es p� s terminar la_ sesron smttén ort a primordia lmente tiéndome bien, tendré posibilidades de evitar esa trampa. Veamos
� domc bien, sin estar yo mismo con cómo .
tam111.1do por las dificultades que ­
vive la fomilia. Cuando salgo de la sala, en el momento de la interrupción, lo que
tengo más presente en la mente es todo lo que me ha molestado a lo
D. EL COMENTARIO FINAL largo de la entrevista, todo lo que ha ido mal, todo lo que me ha cos­
tado soportar. A menudo descubro que es igual para mi coterapeuta y
l. La fase familiar es precisame,itc eso lo que voy a utilizar. Es lo que me va a servir
para conno tar positivamente el sistema.
CONFORT DEL TERAPEUTA
LA CONNOTACIÓN J>OSITIV A

�ara un ciruj ano que a�aba su intervención, es suficiente con qui


tats..c la ba_t y hacer esterilizar los - La técnica,c onnotación positiva desarrollada en Milún podría
� instrumcn os para qui! éstos pue entenderse mal. Se confunde a menudo con la prescripción paradó­
dan ser utilizados en la próxun . . � .. -
_
· c1. opcracion . , '.I ps1.coterapeuta es él jica del síntoma de la que no es más que un complemento. Mucha
94
95
-------------
Las capacidades de la fomilin
Cnos
gente piensa que consiste
en decir algo amable a la
que puedan aceptar la píldor farnilia para
a amarga que se va a tener LA «MAÜ:VOLA» CONNOTACIÓN POSITIVA
después. Estos constatan que tragar
rápidamente que comentario
«Ustedes son una familia sim s del tipo:
pática, valiente ....» no tien Me di cuenta después de varios años (véase capítulo 1) que lo q�e
ral más qu e un efecto mínim en en gene­
o cuando no provocan son otaba más fácilmente y más lógicamente era lo.que me hab1 a
ticas. Las familias se dan cue risa s sarcás­ .
nta rápidamente que para su �:��•;sta<l� más durante la sesión. Más tarde, descubn que esto pre­
ta, «todo el mundo es bueno terapeu­ sentaba numerosas ventajas:
y todo el mundo es amable»,
hacen notar. y se lo
Connotar positivamente el - No tengo que m . tcntar bus.c. 1 < , < ue voy a connotar, puesto que es lo que
sistema o t:I paciente design
ado, es su­ �•. , 1• , •
brayar lo positivo eJ1 el sistem
a o en el comportamiento del me queda presente en la menk < 1es<. 1c que.salgo <le la sala, l o que quisi crn
Es pasar de una detínición pat paciente. rechazar o que me 1rn11a .•. re
. ·troce·der si no estuviera . en guar . <l'•a.1.
ológica de l.1 familia a la act
sus consecuencias. ivación de - l3uscan do e1 aspe• c to positivo de 1o que no 111e gusta • me cambio a mí mis-
Como lo demuestra bien Sel mo a ntes. <le• cambiar a la fa1111lrn. . . En c,ect l'. • o , eam ' mi visión de esas per-
b'o
vini, es una manera de hac .,· .
er una sonas y me _Pº��o en mejores COllulCJOnes ' ··,r
p ara trabuJ • con ellos. Cuan<1o
,

alianza con el sistema que es .


para la prescripción paradójic
un requisito previo casi imp
res cin dible digo a csu lam1ha quc. «cn . .t_r. c.ir
.. en ' su caso es sin duda una mancrn de cstr-
a. Es hacer aparecer que, en ., mos·tra' r que cstan .i h 1>1 e 1 tr,ab·1J·o
mu 1 ar y ue ' que he tenido que hac er para
namiento que teníamos ten el fun cio­ .
dencia a etiquctar negativam llcg,1r· a esa reformulacron . , me, oblrgu • ' a cm1)ezar a ver con otros OJOS · 1as
lia muestra también su com ente, la fami­ .
petencia. Es poner en eviden críticas <le lama<lre, y es·t·,1 tnuicr empieza a parecerme s1mp . . ática• . De •·11-
comportamiento del pacien cia que el J
te designado no es solament guna manera, se trata de una autopres•cnpcron positiva del terapeuta para
sino que revela también sus e per judicial
sí mismo.
• •• •

recursos.
En este sentido, la connotaci - En el presente caso, es tamb1en . , 1o �ue n,e ha llevado a darme verdadera
ón positiva no es paradójica
es para los terapeutas que han . Solo lo cuenta <le que 1� C·at'rg,a de• esta muJcr era .11i1portante • que necesitaba el
sido formados para identifica
r las dis­

funciones individuales o fam apoyo <le su mando parn ocu p,1rse . . de sus hijos adolescentes, y que el ges­
iliares y que se figuran no
do su trabajo cuando dicen estar hacien­ to de su hijo desvelaba todo esto aun e no fuera consciente. Es en ese
algo positivo. Tampoco es t e·seripción de un fin de semana
ción deshonesta puesto que una manipula­ momento cuando emp:eé_ a P: ns
sólo consiste en mostrar que :�:;i ªI ��
creíamos medio vacío está tam el vaso que libre para lamadre. Mr trabaJ o P a reencuadrc positivo de lo que .
bién medio lleno. ac,1
" bo<Ie• vivir me lleva directamente a la pre scrrpcron · · · que, haré después,
En el plano de la ética terapéu .. .
tica se justifica plenamente la articula lóg i camente co n 1�1_i eonn ot 1e101
medida en qu e sólo es válida en la . T,a,m1· co�1 ot·1c1on '. 1, , ·cter '•le autenticidad porque
cuando el terapeuta la hace -- Para la 1am, , ten<lra un cara
suya. Si yo no pensara lo que plenamente � .
digo a la familia, sería incapa
z de con­ está vinculada a lo que '.1c.,1ban <le• vrv . , a lo que acaban de mostrarme, a lo
notar positivamente y sólo .
haría un pálido halago que que han percibido de n11s rencc, ones. � a pre·scripción será entonces lógica.
eficaz a largo plazo. nun ca sería . . .
- El eJcrc1c10 permane nte del recncuadrc pos1't'rvo <le lo que acaba ' de vivir
Último punto, si la connotaci .
ón positiva es un requisito pre constituye para el tera cuta 1 1 o medio para desembarazarse de la es-
dispensable para la prescripc vio in� :
ión paradójica, me parece coria resulta nte de la 4;ntrev1s -�/ ,l. is �ambién u�o <le lo s mejores medios de
útil en la mayor parte de situ igu alm ente ,.
auto1ormac.1 6n pcnnanente puesto que entrena• p·1rn ' ' ver las familias como
aciones que se presentan dur
rapiu, porque devuelve a la ant e una te­ más funcionales de lo que ap�rcnta�, y I os pacientes c omo más creativos
familia una imagen de sí mis , . •
eran capaces de percibir. Vo ma que no de lo q ue dejan entrever, m.ís mvcnt1vos y geniales.
lvamos al terapeuta que sal
con un paquete de emocione e de la sala
s contradictorias. ¿Qué va
positivamente y cómo evitar a connotar
la trampa de ser un vil halaga Cuando me piden que defina mi estilo _tcn�péutico, hablo de ter
dor'? :�
pia «procesual». Quiero insistir con ese termano un poco pesad o,

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Las capacidades de la familia Caos

reconozco, en el hecho de que inlt:nlo ccnlrarme en el proceso, un Formulm.:ión habitual:+ pero -


proceso que primero me concierne a rní, en el cual yo estoy impli­ Connotación positiva: - pero+
cado y que podré modificar cambiando mi posición antes que in­
tentando cambiar la suya. No es un proceso de «prise en charge>> Se pueden ver las �enlajas, para el terapeuta, de utilizar este tipo
(encargarse del tratamiento) sino de responsubilización mutua (véase de formulación:
el capítulo 9 para una definición de responsabilidad como «lu,bilidad - sorprende al interlocutor al empezar abordando el aspecto ne­
para responder»). gativo de las cosas;
- le hace estar atento por este mismo motivo;
UTILIZAR LO QUE MOLESTA: - gana su confianza mostrúndosc honesto, puesto que dice las co-
sas que no son necesariamente agradables;
Como se ha vistp, presento mi connota<.:ión positiva verbalizamlo - el interlocutor se queda con la connotación positiva puesto que
el aspecto negativo ·que he percibido: «tu que más me ha molestado el «pero» hace olvidar en parte la proposición que precede.
es que cada vez que alguien expresaba tristeza, los comcnlarios críti­ En el pla110 teórico, estn manera diferente de utiliwr la connota­
cos aparcclan». Por eso la llamo la «malévola connotación positiva»: ción positiva es un paso más allá de una actitud que proviene míis de
empiezo diciendo lo que es desagradable.: y saco como consecuencia la primera cibernética que de la segunda. Me explico. En la primera
la connotación positiva uniendo las dos pmposiciones por la conjun­ cibernética, el terapeuta-observador mira el sistema, intenta com­
ción «pero». prender su funcionamiento, intentarú introducir un input que modi li­
En nuestra cultura judeocristiana, se empiezan habitualmente los que las reglas, pero se sitúa fuera del proceso. Para la segunda ci­
comentarios lanzando ílores: se dice lo que se ha apreciado. Después bernética, el observador está implicado. Desvelarse, implicarse, dar
viene el jarro de agua fría: todo lo que nu funciona. Cuando el jarro su opinión y, haciéndolo, modificar las percepciones que se tienen
de agua fría no aparece después de las llores, es frecuente que el in­ del sistema y cambinrsc a sí mismo cambiando la construcción que
terlocutor pregunte: «¿me has dicho lo que va bien, pero...?». Y no nos habíamos hecho de la familia me parece una de las mejores ma­
hay nada extraño en esto puesto que desde la escuela primaria, esta­ neras de percibirse como implicado en el proceso. Ocuparse del pro­
mos acostumbrados a encontrar en nuestras cartillas: <<buen trabajo pio confort, respetar las competencias de la familia, no intentar com­
en cálculo, pero no presta atención durante la clase>>. prender son otras ·maneras de hacerlo. En otras palabrns, se trata de
pasar de una técnica en la que el terapeuta observa, a una técnica en
LA IMPORTANCIA DEL «PERO»: la que el terapeuta se observa, para reflejar al sistema esta percep­
ción, sin darle otro valor que el de ser la suya.
El psicolingüista Jean-Paul Dronckart (comunicación personal) Si volvemos al con11.:11lario final, podemos constatar que he em­
me hizo darme cuenta de que la utilización del «pero» en mi� co1mo­ pezado por una proposición que concierne a toda la familia y en la
taciones era inhabitual. Más de veinte estudios han demostrado que cu�1l yo mi sitúo c�mo terapeuta pero también como persona: «yo me
cuando dos proposiciones están unidas por la conjunción «pero», la he sorprendido». Esta proposición es una co11stotac:iú11 que no tiene
primera es habitualmente más positiva y la s•.:gunda más negativa. otro valor que el ser la mía. Es una puntuación arbitraria y puede ser
Además, la utilización del «pero» tiene el efecto de atenuar el uléun­ fácilmente puesta en 1,1a de juicio por la familia.
cc de la proposición que precede. Al oyente le afecta más la segunda Insisto sobre la importancia de utilizar el «yo» antes que el «uste­
proposición. des», o el «tú». Si hubiera empezado por «ustedes son una fomilia»,
Esquemáticamente, esto podría resumirse como sigue: habría hablado de dios como observador, lo que puede fúcilmente

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Las cupacidadcs de l.1 familia

cambiarse en diagnosticador, e incluso en juez. Diciendo «me ha sor­ Con mús fundamento, si el enfoque sistémico no considera ya ni
prendido» ... o «me ha conmovido... » o también «me ha sido difi­ paciente designado como un enfermo al que hay que curar sino como
cil...n, yo me defino, me comprometo, me implico. un miembro compc(cntc de un sistema familiar igualmente compe­
En cuanto al contenido, es un rccncuadre de su relato anterior que tente, ¿porqué continuar hablando de terapia para designar un proce­
les libera de lo que me han aportado, mostrándoles mi respeto por lo so que se inspira en una epistemología diferente? Es mucho mús evi­
que han pasado. No hablo ni de crisis ni de culpabilidad; no explico dente en una institución puesto que el sistémico en esa situación
nada, constato. desea colocar a los miembros de una familia en posición de colabora­
La gente quiere explicaciones causalist.is cum1<Jo su terapeuta no dores en el tratamiento de aquel que implícitamente hemos aceptado
les restituye nada. Cuando éste toma la actitud de la Esfinge que tratar.
sabe sin revelar nadp, a no ser de manera sibilina, es evidente que la Lo que hemos dicho puede resumirse en tres etapas qup para mí
gente tiene ganas de saber lo que ese terapeuta parece saber. Si no constituyen la fase familiar del comentario final:
hnbla, es que oculta algo y se quiere saber qué. Si, al contrario, yo
doy progresivamente mi visión de su problema indicando bien que - Constatación que concierne a la familia:
no tiene más que un valor relativo, es raro que me pregunten des­ «...Numerosas etapas dificilcs...»
pués lo que pienso. Esto es particularmente cierto para el comentario 1
del final de la sesión, pero es también venfad en todas las etapas dd
- Connotación positiva del funcionamiento familiar:
« ... Criticar = estimular ...» 1''
proceso. A medida que avanza la entrevista, yo comento, me impli­ - Mi implicación para con la familia: 1i
co y resumo lo que voy entendiendo. Esto me parece particularmen­ « ... Me gusta trabajar con... »
te importante para que ellos experimenten a lo largo del proceso que
es para ellos y con ellos que trabajo y no en solitario para darles un 2. La fase individual
veredicto.
Después de haberme dirigido a la familia como totalidad, vuelvo
TRAUAJAR CON al portavoz que ha aceptado el rol de ser el portador del síntoma fa­
miliar: el paciente designado. Pienso que, en ese momento, es impor­
Después de esta constatación que concierne a la familia, connoto tante nombrar claramente el síntoma en los términos que utiliza la fa.
positivamente el funcionamiento familiar parn más tarde implicarme milia. Aunque nuestra epistemología nos conduzca a replantear el
de nuevo personalmente: <<me gusta trabajur con la gente que sabe lu­ concepto de enfermedad mental o de desviación, no tenemos por qué
char». Empico el termino «trabajar con» antes que <<hacer una tera­ pedir a la familia que cambie su epistemología. Es al contrario, ucep­
pia» en la medida en que estoy cada vez más convencido de que ga­ tando la suya como nosotros tenemos alguna posibilidad de hacerles
naríamos mucho si habláramos de entrevista familiar en lugar de compartir la nuestra.
terapia familiar. Lo explicaré más adelante y me contentaré con decir En el presente caso, nombrar «la tentativa de suicidio de Jac­
aquí que frecuentemente, los miembros de una _familia que no son el ques» y «queriendo morirn vuelve a situar la razón ·por la cual esta­
paciente designado no han venido con el objeto de pedir nada al tera­ mos aquí. Las palabras «suicidio» y «morir» dramatizan la situación
pcutn. Están nhi porque les han pedido que vengan o para que cure­ de manera natural y estimulan la atención para lo que se va a decir a
mos al «enfermo», pero no han venido para hacer una terapia. Enton­ continuación, una constatación que concierne al paciente-designado.
ces, no ganamos nada hablándoles de terapia y todavía menos de La «nueva etapa dificil» aún concierne a la familia pero el rol de Jac­
indicación de terapia. qucs empieza a estar rccnc11a<lrado: es el primogénito. A partir de en-

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¡-�
1 . 1
Caos
Las capaddadcs de la familia

tonces, empieza a ser fácil connotar positivamente su comportamien­ sión, la joven médico y la trabajadora social. Acabar una primera en­
to: es el que da la señal de alarma. trevista con una prescripción de un fin de semana libre para la mndre
puede parecer cuando menos sorprendente. No es paradúj ica si se
LA PSEUDO-EXPLICACIÓN considera la situación familiar, la impresión de impotencia del padre,
la fatiga real de la madre. Esta prescripción ha sorprendido probable­
En mi comentario final, a menudo utilizo lo que yo llamo una mente a todo el mundo, pero la sorpresa es uno de los mejores activa­
«pseudo-explicación». Como hemos dicho, las familias están bus­ dores del proceso qúe yo conozco.
cando causas. Darles nuestra explicación de su problema no contri­ Connotar positivamente al paciente-designado solamente le hace
buiría más que a impedirles encontrar la suya. Sin embargo hay que correr el riesgo de encontrarse todavía más aislado en el seno de la
decir algo, si no lo lu'fcmos seremos cuestionados rápidamente. Lo familia. Por esa rnzón, yo vinculo su función con cada uno de los
que yo llamo «pseudo-explicació,m, es una explicación que no lo es, miembros de la familia y los nombro expresamente.
ya que no aporta nada que no sepan ya. Decir que Jucques es el pri­ Fue .lacquieJine, la paciente anoréxica del capitulo 2 quien me en­
mogénito es una evidencia. Reencuadrar su comportamiento suicida señó esta estrategia. En su texto, ella nombraba expresamente: «lo
como un comportamiento de primogénito no es ya tan evidente, pero que yo he hecho, lo he hecho por cada uno de vosotros: por papú...,
esta pseudo-explicación (en realidad parece explicar aunque sólo es por mamá..., por mi hermano..., por mi hermana...». El impacto de
una constatación) para el proceso lleva a las familias a buscar un ese discurso fue más allá que todo lo que yo hubiera podido decir o
culpable o una causa, con todo el cortejo de recriminaciones y de hacer para movilizar a la familia. Nunca olvidé esa sesión y tomé la
descalificaciones que esta búsqueda puede provocar. Si Jacques hu­ decisión de utilizar la misma estrategia, aun sabiendo que el impacto
biera sido el pequeño, también podría lrnhcr dicho: «La posición de no sería el mismo.
pequeño no siempre es fücil en la familia...». Lo que me sorprende Subrayar la implicac:ió11 de cada uno les confirma que les con­
cuando hago este tipo de comentario, es ver el descanso que se lec cierne a todos y por eso mismo todos son importantes. El hecho de
en las caras y, a menudo, incluso aprolrncioues con gestos de la ca­ nonibrarlos los vincula al paciente-designado, pero refuerza también
beza. Además, esto lleva a los padres a pensar en la posición que la alianza con el terapeuta que se ha preocupado de decir a cada uno
ocupaban en su fratría, y a cómo esto les ayuda o no para compren­ algo que le concierne. Después <le que se ha subrayado su implica­
der a su hijo. ción, es raro quctrcehaccn participar en las siguientes sesiones.
Como vemos, esta constatación no es paradójica, pero rcencua­ Vemos pues que la.ft,sc i11divid11al es el igual de la fose familiar:
dra positivamente la tentativa de suicidio. Frecuentemente, los tera­
peutas se sienten incómodos al connotar positivamente un tal acto. - Constatación que concierne al paciente-designado:
Con toda la razón, sienten que no se puede positivar el suicidio, mu­ «nueva etapa <li lici I»,
cho menos prescribirle paradójicamente. «Jacques es el primogénito».
Y d�bido a est �. no es el comportamiento el que debe ser poten­ - Connotación positiva <le su función:
. . «dar la señal <le alarma».
ciado, sino la functon que tenía en la economía familiar. Si hubiera
querid� _trabajar paradójicamente, que no es d caso, hubiera podido - Su implicación en el tratamiento:
prescnbtr a Jacques estar atento y no tener mi�do de continuar <landó «para él y para sus hermanos...»,
la señal de alarma, pero de manera diferente. «para mamá ... »,
La estrategia se puede considerar paradójica en relación con el «para papá... ».
Gentexto global: la urgencia, el riesgo de recidiva, la posible depre-
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Las capacidades de la familia Caos


Esto nos lleva dircctumcntc n la tercera fose, la de la prescripción como colaboradores parn recoger las informaciones que nos van a
que las dos primeras foses preparaban. ayudar en el trabajo. Esto me parece particularmente importante en
las instituciones, cuando se ha definido el encuentro como una de­
3. l,11 prescripción manda de colaboración en el tratamiento del paciente-designado.
Volveremos sobre esto en el capítulo 9.
Yo no hago sistemáticamente una prescripción, pero verifico a Tal como yo entiendo la tarea, ésta no debe tener como objetivo
menudo que una prescripción, con la condición de implicar a todos el aprendizaje. Es lo que la distingue de una prescripción de compor­
los miembros de la fnmilin, refuerce su ali,mza y su adhesión al pro­ tamiento behaviorista. Mi objetivo dándoles esta tarea no es enseñar­
ceso. Insisto en el hecho de que debe nombrar a lodos los miembros les a pasar fines de sc1m11rn en el chalet sin mmná. En realidad se trn­
de la familin,,;,sino aquél o aquellos que no son nombrados pueden ta de tres objetivos:
sentirse poco importantes o incluso exdui<los.
Esta vez, he escogido implicarlos en la elaboración de la pres­ - hacerles experimentar una situación nueva, que no conocen;
cripción. Otras veces, se la propongo sin pedir su adhesión. De nue­ - ponerles en una posición <le observadores de sus propios comportamien-
vo, esto dependerá del clima <le la sesión y de la manera en la que yo tos, pero situándoles en un contexto sulicicnlcmcntc conocido para que no
siento que me perciben. Algunas familias, ésta entre ellas, necesitan sea dcm.isindo inquietante, y ver con ellos lo que esto revela sobre su fun­
un mínimo de complicidad con el terapeuta para sentirse aceptadas. cionamiento;
Implicarlas en la prescripción es otrn manera de que se sientan valo­ - linalmcntc, mantener una presión suficiente durnntc el interv:ilo que sepa­
radas. Esta familia, en concreto, había venido con un sentimiento de ra lns sesiones: lene.Irán que pensar, escoger el fin de scmam, en el que
fracaso e incompetencia. harán la experiencia, cada uno de ellos se cuestionar.', antes y después so­
bre lo que esto cambia sus h:íbitos; temores y cspcrnn"las cmpezurún a mo­
En otras situaciones, la familia espera del terapeuta que se mues­ dificar imperceptiblemente los roles de cada uno.
tre como un profesional competente que sabe lo que !mee y a dónde
va. ¿Por qué no complacerlas'? En el saco de las prescripciones pa­
rndójicas es mejor no discutir e incluso parnr la entrevista inmediata­ UNOS CAMIJIOS MiNlf.tOS
mente después de que In prescripción haya sido hecha. Una buena
parte <le su eficacia está vinculada al efecto sorpresa y toda discusión Como es de suponer, he articulado esta prescripción alrededor de
puede provocar explicaciones que van a ikscalilicar lo que se acaba una ligera modilicación del rol de cada uno de ellos. La madre era
<le prescribir. La paradoja sorprende, dején1oslc esa cualidad. desde siempre la que estaba pennancntemcnte presente y sobre la
Sea cual sea la prescripción, tiene que ser clara y precisa. que se cuenta para todo. Acordándole ese «descanso de fin de sema­
Además es necesario que la tarea sea simple para que tenga posibili­ na», la coloco en una situación que parece desear pero que nunca ha
dades de ser ejecutada. Finalmente, es m:ccsario que sea fácilmente tenido la ocasión de experimentar. El padre es visto y se presenta a la
comprensible, y de ahí el interés de volver a ver en el video las pres­ vez como el que no cstú nunca y también como el que no sabe mane­
cripciones. jarse con los hijos. Veremos si esta percepción se confirma. En cuan­
to a los niños, tendrán que desenvolverse de otrn manern puesto que
LA FAMILIA COMO OBSERVADOR mamá no estará para r�gañarlcs o para hacer las cosas en su lugar.
Modificación mínima de los roles, y por un tiempo breve, pero de
Como en este c.iso, a menudo lrnblo mle una experiencia que yo la que se puede esperar que sea el punto de partida de una modifica­
les pido que hagan». Es una forma más de 1nostrarlcs que los tomo ción 1rnís importante. La teoría de las cat.ístrofes de René Thom

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Caos
Las capacidades de la familia
2. reflejarles mi opinión: pasando de las preguntas a las alirmm:ioncs; im­
muestra que «un cambio mínimo en un régimen inestable puede pro­
plicándome personalmente; dúndolcs un contenido que rcencu:idrc su si-
dudr u11a discontinuidad que provoca un cambio mayor». En I 914,
tuación; . ·
el atentado de Sarajevo será ese aconlecimicnlo mhimo que va a de­ 3. soq,rcnderles o asombrarles: por los rcencuadres, la connotaciím y la
sencadenar una serie de retroacciones que van a desembocar primero prcscripción;
en la Primera Guerra Mundial, por sus consc<.:ucncias después en la 4. mantenerles activos: implicúndolos; dándoles una tarea;
Seguntlu, y -¿es realmente una ironía del destino'!- en los nuevos 5, no tomarlos a mi cargo: poniendo largos intervalos entre las sesiones; si­
acontecimientos de Sarajcvo que co11ocemos. tuándolos como col11boradores en 1111 trab:ijo.
Para esta familia si la imagen que se tiene dd padre se modifica
ligeramente a lo largo dd fin de semana, esto ocasionará una serie de
retroacciones que harán que «esto no será nunca mús como antes». EL INTERVALO ENTRE SESIONES
Una vez más, lsaaa.Asimov nos proporciona una bella metáfora en e/
fin de la eternidad (¡oh! ¡qué bella parndoja!). Dejaré al lector even­ Una última -palabra sobre el intervalo entre sesiones. La escuela
de Milán totrodujo la idea, la práctica de dcj,tr cuatro semanas o mús
tual el placer de descub1 ir cómo y me co11h.:nlaré con decir que él ha­
entre las sesiones. Es lo que llaman las «largas terapias breves», lar­
bl-a de CMN: cambios mínimos necesarios. El término me parece (ie­
linir perfectamente lo que yo deseo: introducir un cambio tan gas porque se extienden a lo largo de casi un año, breves porque no
comportan más. que diez sesiones. Yo utilizo igualmente esta téc­
mínimo que no orientará a la familia en la dirección deseada por el
nica, salvo en casos particulares de crisis aguda. Fl interés de sepa­
terapeuta (lo que sería behaviorista), pero sulicientemcnte significa­
rar las sesiones alrededor <le cuatro semanas es múltiple (véase capí­
tivo para que sea amplificado de mancrn imprevisible por la familia.
tulo 1):
Todavía tenemos que señalar que. en este caso, he desplazado el
- este tiempo es suficiente para que pase algo en la familia;
foco del adolescente a la madre y al p�1dre. Si hubiera trabajado o de­
- si ocurre un acontecimiento mayor, la familia no podr:1 esperar
nunciado disensiones conyugulcs durante la sesión, esto no hubiera
a la siguiente sesión para pedir la solución al terapeuta sino
sido posible porque los padres habrían sido implícitamente acusados,
que se verá obligada a encontrar su propia solución, lo que evi­
acentuando la culpabilidad que sentían al principio de la entrevista y
dentemente es el objetivo de la terapia;
también las defensas y resistencias que l1abrían surgido. No hay fa­
- la familia no se siente tomada a cargo y ademús se queja de
milias resistentes, sólo hay terapeutas pow húbilcs.
ello frecuentemente. No obstante es uno de los objetivos bus­
olocar a la madre en primer plano tiene, al contrario, todas las po­
. -� cados: que no consideren al terapeuta como aquél que se en­
s1b1hdudcs de ser aceptada, incluso si constituye un reencuadrc mayor
carga de ellos y que va a solucionar sus problemas;
de la tentativa de suicidio del adolescente, porque va en el sentido de lo
que la madre ha pedido explícitamente durante la entrevista y porque - esas cuati:o semanas permitirán a la familia experimentar la
va a favor de su interés: que se reconozca iodo lo que ella ha hecho. eventual prescripción y sacar las consecuencias antes de la si­
Para terminar con el comentario de final de sesión, me gustaría guiente sesión;
resumir aquí los cinco imperativos que me guían, sea cual sea la for­ - finalmente, el terapeuta tendrá la posibilidad de ver evolucio­
ma de mi comentario: nar a la familia en el tiempo, lo que muy a menudo modilica el
cuadro.
1. ocupurme de mi confbrt: reponiéndome después de la sesión; connotán­ Me queda saldar la deuda con aquellos que quieren conocer el fi-
dolos positivamente; poniéndome así en situación de tener gaiws de con­ nal de la historia.
tinuar trnbajan<lo con ellos;

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106
Lns cnpacidndcs de l,1 fomilin Caos

C. CONTINUACIÓN Y FINAL DE LA INTERVEN('.IÓN Los p.1dres p.1reccn satisfechos de esta decisión, y los niños de­
cepcionados.
Un mes más tarde, cuando la familia vuelve, se les ve más relaja­ Por casualidad, tres semanas más tarde, Jacques y su madre me
dos. l lan hecho su taren, y para el padre y los hijos ha ido bien, pero reconocen en un restaurnnte. Vienen a saludarme y la madre aprove­
la madre fue al chal� el sábado por la maiiana para ir u buscar a Pierre cha parn decirme que todo va bien, pero que facques está furioso por
porque tenía un entrenamiento de baloncesto. Él no quiso volver con no participar en la siguiente sesión: «Es tnn curioi;o, siempre quiere
ella (había entendido bien tu prescripción) y la madre furiosa por ha­ saberlo todo». Jacques sonríe, un poco molesto. Sin cmburgo, decido
berse desplazado para nada decidió quedarse en el chalé u pasar la mantener la sesión como habíamos previsto.
noche. La decisión de ver a los padres sin los hijos se volvía lógica desde
El hecho de que la madre no pudiern dejar de ir el sábado no se el momento en que ellos anteponían los problemas educativos con
comentó pero se habló ampliamente de lo bien que los «hombres» los hijos como lo que debía tratarse de forma prioritaria. También
habían pasado esta experiencia. La prescripción se mantuvo insis­ presentaba la ventaja de aportar un cambio estructural separando cla­
tiendo en que esta vez tenían que buscar un fin de semana en el que la ramente padres e hijos. Más tarde veremos que una de las definicio­
madre no se sintiera «obligada» u ir. nes que podríamos dar del problema era la excesiva proximidad entre
Los padres h<1blan a continuación de los problemas educativos Jacques y su madre (seguimos con la cuestión de la regulación de las
que tienen con los hijos, sobre todo con Jacques: horarios de vuelta a distancias), con el resultado mantener apartados al padre y a los otros
casa, participación en las actividades domésticas, orden en las habi­ niños. Una sccuc!1cia muy corta pem1itirá ver cómo trabajamos esto:
taciones, etc, o sea, los problemas que todos los padres tienen con los
adolescentes. Cuando se pregunta a Jacqucs si tiene todavía ideas de ( 1) Madre: «Yo adoro eso, pinchar a Jacqucs: entonces se enfada y
suicidio, parece molesto y contesta rápidamente que «eso es agua pe­ es muy dive11ido».
sada y que no hay que volver a hablar de ello». (2) Terap.: «¿Qué hace para pincharlo'!».
Es interesante observar que el material que aportan a esta sesión (3) Madre: «Me encanta pellizcarle por sorpresa la rodilla: siempre
parece confirmar el rccncuadrc y la constatación en términos de da un brinco».
«adolescencia, fase dificil de la vida» que se hizo en la última se­ (4) Terap.: «Cuando tenía quince años, no sé muy bien si me hubie­
sión. Por otra parte, era necesario volver sobre la tentativa de suici­ ra gustado que me pincharan así. En genernl, a los adolescentes
<lio pura demostrar que no huíamos del problema y que no nos ol­ no les gusta q�1e se les provoque».
vidábamos del pacicnte-designnclo. La n.:spuesta de Jacques parece (5) Madre: «Pero' a mí me gusta hacerlo y no tengo ganas de dejar
indicar que ha present:ldo su dimisión como chivo expiatorio fami­ de hacerlo (sonrisa traviesa)».
liar. El hecho de que los padres vuelvan a hablar de las dificultades (6) Tcrap.: «Entonces habría que encontrar alguna otrn persona a
que tienen con él parece indicar que ellos 110 han aceptado todavía quien usted pueda pellizcar la rodilla».
esta dimisión y que aún existe el riesgo de que vuelva a representar (7) Madre: «En todo caso, no será mi marido». (Co11 una gran son­
ese papel. risa.)
Al final de sesión se repite la prescripción, como ya hemos dicho, (8) Terap.: «Señor, si ustedes tuvieran hijas, ¿piensa usted que a
connotando positivamente los esfuerzos de calla uno. Se du las gra­ ellas les gustaría que usted les pellizcara la rodilla».
cias a los niños por su participación y les decimos que la próxima se­ (9) Padre: «No lo sé, no tengo hijas, en tin creo que no».
sión veremos a los padres solos, dado que ellos quieren hablar de ( l O) Ma�re: (V11c:fre a estar seria) «Pero eso, no es en absoluto la
problemas educativos. mismn cosa».

108 109
Las capaciJndcs Je la familia

a del
Cuando la madre hace su primt:ra afihnoción ( 1 ), me sorprende. Se reconoce en ello la vieja técnica del judo: utilizar la fuerz
ocupa rse de sí mism oY
Reacción de supervivencia del ternpeuta, siempre útil cuando se está adversario en lugar de oponerse. Eso supone
le l s téc­
desannado: «¿Qué hace para... ?» (2). La madre gana ventaja (3). Uti­ del propio confort para ser capaz de utilizar lo mejor posib �
exper iment ado. En la entrev ista, el
lizo entonces mi estrategia preferida: ocuparme de mí mismo (4) y la nicas de intervención que se han
o. Si la madr e ha escog i­
respuesta aparece espontáneamente. Pero la madre no se deja vencer interés no es únic,;mente ganar el intercambi
uesto , en­
y vuc.:lve a tomar ventaja (5). El intcn.:a111bio se acelera y empieza a do ese terreno para enfrentúrseme y, con terapeuta interp
primor­
parecer un partido de tenis. Intento dar circula1 idacl a la situación fa­ frentarse a su marido, es por definición porque ese tema es
que ella utiliz a no se
mili.1r(6), pero ella me responde con un sm:1sh fulgurante que puede dial para ella. Es importante que la fuerza
para ella.
hacanos perder el punto a «la pareja de dobles masculinos» (7). pierda, sino que se convierta, ulteriormente, en un recurso
sión
Consigo reponerme mirnndo al padre que, como yo, no sabía que Entonces, es necesario que no salga del intercambio con la impre
pensar y eso me inspira la pregunta (8) que, en ese momento me pa­ <le haber perdido, sino de haber sido i,�(<n'fllacla.
(ya
rece anodina. Cuando'l. ya no sé qué preguntar o decir, utilizo a menu­ Siendo la información «l.1 diferencia que hace la diferencia»
naci�n
do lo que yo llamo la mirada circular: paro de mirar a la persona con sé que me t.epit�)• .la mudrc sale del intercambio con una infon
. Es una m­
la qui! me he enganchado en una escalada y busco ayuda mirando a puesto que irritar ti su hijo se ha convertido en «diferente»
hijo.
los demás (9). Es sorprendente ver que, en ese momento, se encuen­ formación que po'drú utilizar en los futuros intercambios con su
prefie re «irrita r»
tra siempre una pregunta llUe permite salir de la escalada. El padre también ha recibido información: su mujer
r sobre
l:n esa situación, fue al volver a ver la sesión en video cuando a su hijo entes que a él. A partir de ese momento deberá pensa
me di cuenta de que la pregunta no tenía mida de anodina. Imaginan­ el lugar que ocupa su hijo en relación con su mujer .
or­
do, el pndre con una hija, permitía a la madre i111aginarse a ella mis­ Esta sesión se terminó con la secuencia que expliq ué anteri
fijan­
ma en el rol de la hija, con su propio padre, tanto más cuanto que yo mente sobre el cuarto de baño. Como ya dije el padre reaccionó
ba mejor su puest o y lo
ya había hablado de lo que yo hubiera sentido a los quince años. La do normas. De sesión en sesión el padre ocupa
se irritab a
guasa que ella estaba reivindicando hasta ese 11101111.:nto no le parecía mostraba con lo que aportaba en las sesiones. La madre no
abando­
ya tan anodinn, puesto que volvió a ponerse seria y dijo que «eso, no por ello sino que m{1s bien parecía tranquilizarse aunque sin
r la toma ron los pa­
es en absoluto la misma cosa» ( 1 O). nar su humor picante. La decisión de interrumpi
dejado la
El primer resultado es que momentáneamente el padre y el tera­ dres aprovechando unas vacaciones de verano. Se había
y no por­
peuta salen del apuro. En efecto, la madre, a continuación, cambia posibilidad de volver a llamar en septiembre si lo deseaban
ella misma de lema. Pero sobre todo, podemos pensar que a largo pla­ que las cosas volvían a ir m:1I. No volvieron a llama r.
zo, la madre buscará otras formas de pinchar a su hijo que no sean irri­ A menudo, lo mejor es enemigo de lo bueno. Frec
uc11te1m:11te h,s
ha adqu_irid�> duran­
tarlo físicamente, aunque «¡eso, no fuera en absoluto la misma terapias a largo plazo acaban fastidiando lo que se_
o, se 11np1de a h'.s
cosa!». llaga lo que haga y sean cuales sean sus habilidades el tera­ te las primeras sesiones. Queriendo hacer demasiad
babi a demostrado ra­
peut,1 se ve sorprendido siempre por intercambios como el que acaba­ familías recobrar sus competencias. Esta familia
d tipo 2 (Watzl'.twick,
mos de leer, durante las sesiones. Si intenta jugar el rol del mús fuerte, pidamcntc que era capaz de realizar cambios �
sesiones un matern�I que
se arriesga a no ser siempre el ganador. Si por el contrario, deja que J 972). Los padres, tn concreto, traían a las
das y q11e el pa_d�e hab1a en­
siga su curso el contenido para centrarse en el proceso ocupándose de demostraba que habían retomado las rien
,1s que habían ong�11ado la _ _ lk­
lo que él conoce mejor, 11lili�.111do técnil.:as experimentadas como dar contrado su lugar. Además, los problcm st11c 1das
presentaba temlenc1as
circularidad, tiene muchas posibilidades de salir dd mal paso aunque, manda estaban resueltos: el hijo ya no
reso en centro pura menores.
en ese momento, no sepa demasiado bien como lo ha hecho. y en ningún caso se h,,blaba de su ing
111
11()
Las capacidades de la familia

Continuar hubría sido «tomarlos a cargo», es decir comunicarles 5


impllcitamente el mensaje de que no eran competentes y necesitaban
un ternpeuta para continuar viviendo. Evide11temente, todos los pro­ CAOS Y COMPLEJIDAD'
blemas no estaban resueltos: Jacques todavía plantea problemas, so­
bre todo en cuanto a los horarios; la pareja mostraba todavía disen­
siones; la madre continuaba siendo cáustica y a veces agresiva; el
pa<lre continuaba lejos de ser un padre ideal. Pero, ¿tenemos el dere­
cho a etiquetar como problemáticas a las familias en las cuales el hijo
es adolescente, la pareja tiene disensiones. h1 madre es cáustica y el
padre está dcmaslado ausente? En la medida en que la familia no de­
fine esto como problemático, nos está diciendo igualmente que pue­
de contar con sus propios recursos para continuar el abordaje de lus
fases vitales que constituyen el problema de to<las las familias. i El te­ ALEGATO UTÓPICO EN FAVOR DEL CAOS
rapeuta que no haya conocido dificultades similares en su propia fa­
milia, que tire la primera piedra! El duelo intelectual que más me ha marcado fue sin duda la muer­
te <le Cumus, el duelo afectivo la de Jacqucs Brel. Lejos, como Sar­
tre, de considerar al hombre como una nada aniquilante, Camus erra­
ba en la búsqueda del sentido para encontrarse extranjero, Brcl a la
búsqueda de el otro amable para chocar con la mezquindad. Si hubie­
ran vivido -yo lo esperaba- es posible que nos hubieran conducido a
esa aprehensión del caos de la que Michel Serrcs tuvo la intuición.
Otros han tomado el relevo: Atlan nos ha deslumbrado con las dudas
que flotaban Entre /t' cristal el laji11née (Entre el cristal y el humo);
Prigoginc nos obligó a interrogamos sobre las estructuras alejadas
del equilibrio; el mismo Rcné Thom, por tanto tan rndical, nos em­
barcó en sus cat.ístrofcs que tomaban la forma de cola de golondrina.
¡, Y qué decir del 13ig-Bang emergiendo del caos'?
Caos, nada, desorden, azar, antes deshonrados como negaciones
<le lo razonable, ahora portadores de valores, apoyos hermenéuticos,
guías posiblemente para un nuevo salto cuántico del espíritu huma­
no. Próximos y sin embargo tan diferentes, estos vocablos malditos
¿podrían librarnos una parte del secreto de nuestra humanidad'!
Caos, no desorden sino no orden; desorden: estado de alguna cosa

1. Este tcltto ha sido puhlicado i:on anterioridad con una forma 1111 puco difcrcnlc en el
libro de O. Ami¡:uel y C'. Julier, 11Trnv11il social el systcmi11uc», Editions, 11:S, Cicncvc,
¡,:igs. 53-69, 1993.

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Las cnpacidadcs de la fmnilia

que ha conocido el orden; nada: no ser


en d que las potencialidades Admitir que vivimos. en el caos y que nuestros esfuerzos para do­
de ser no han sido todavía reveladas; azar
: acontecimiento sin víncu­ minarlo están destinados al fracaso es posiblemente el principio de la
lo aparcntc susceptible de convertirse en
_ organizador. De todos estos ii sabiduría. Caos de nuestra cotidianidad, cuando lo imprevisto se vuel­
térn:m os, es el �a s el que yo escojo porque
? es aquél en el que el po­ ve previsible, caos'que el esquizofrénico intenta dominar en un delirio
tencial de crcat1v1dad y de imprevisibilidad
es el más grande. Pero, en el que todo es posible pero donde todo también se explica, caos del
¿no es tan�bién el que da más miedo o pare
cía el más vil porque nun­ toxicómano que i11tenta la evasión para encontrarse con las cadenas de
ca había sido cantado, a no ser por los poet
as ma:ditos? El azar sería la dependencia. Y a los que nosotros intentamos «normalizar», es de­
el amunte homótilo del caos y esa pareja inve
rtida nos llevaría a bai­ cir llevar a la norma, pulir lo que no entendemos, cortar las alas a los
�ar en rc�londo mientras que nosotros pcns,lbamos tomar
Ja la razo11 y la ley. La paradoja sería el hijo como pare­ úngcks de la imaginación, de lo imprevisto, de lo permanentemente
ilegítimo que, en la vida móvil. ¿Hay que recordar a Wim Wen<lcrs?, o ¿el Milagro en Milún de
de los humanos, viene a burlarse de la lógi
ca, hija de la ciencia y del Sien'! ¿El caos que reina en los países del Este, el caos que destrnye las
sentido común. t
Las preguntas me asaltan mucho más que familias desfavore,ciJas, el caos del itinerante son anomalías odiosas
las respuestas. ¿Quié r. que tenemos que esconde r, reducir, exorcizar para que las reglas con­
puede prctend�r que la vida es orden, razó
n, lógica, previsión, ley su­ tinúen existiendo? ¿Son al contrario la excrecencia molesta, la pústula
p�cma Y orgamzadora? ¿No podemos tran
sportar a las ciencias de la amoratada, el bubón negruzco que no puede más que suscitm un fun­
vida lo que Prigogine decía de la fisica:
se han contentado con estu­ cionamiento humano que apunta hacia el orden, el método, el recluta­
diar lo que convenía a sus premisas, deja
_ ndo ue lado lo que las des­ miento' o incluso el e11carcelamicnto de todo lo que nos recuerde ese
me�1t �a: de hecho la mayor parte de las cosa
s? ¿Se rige nuestra vida caos sobre el que vivimos como Job sobre su estiércol?
cotidiana por el orden, el método, la razón,
o es el caos el que nos lle­ He asociado caos a fracaso, degradación, alienación, porque es
va en esa ola que nosotros intentamos acot
_ ar, ponerle diques, mode­ así como nosot;os lo consideramos. ¿Y si fuera otra cosa'! ¿Y si fue­
lar con nuestros horarios , nuestras razones, nucstros deberes nue
tras seguridades, nuestro orgullo, nue s­ ra ese humus sobre el que puede crecer la orquídea, si fuera esa fuen­
stra rcspctabilidad, �n una te de vida que buscamos sin verla, si fuera ese estiércol que durante
pal� bra nuestras mezquindades? ¿Estamos
tan lejos del caos original mucho tiempo rechazamos sin saber que permitía la vida? Mi posi­
o �1e11 será ese sucio que nosotros pisamos
, que sin cesar desaparece ción va mucho más lejos: como la podredumbre, como el amontona­
baJo nuestros pasos, que imaginamos esta
ble mientras que nos deja miento de las hojas, como la efervescencia subteITúnca, el caos es
planear, que pensamos locar mientras que
no es más que una ilusión posiblemente fuente de vida, ele creación, de innovación; el error es­
Y que sin cesar soñamos sometido a nuestro
espíritu mientras que en taría en considerar que es perjudicial y en intentarlo todo para com­
realidad se está rebelando?
¡Cuántos esfuerzos desplegados para esca batirlo y ordenarlo. liemos intentado alejar el caos del niño, vuelve a
par de ese caos! ¡On.lc­ surgir con el juego; hemos intentado expulsar el caos de la ciencia,
nemos, controlemos, dominemos, organice
mos, evaluemos, vigile­ vuelve con los fenómenos alejados del equilibrio; hemos intentado
mos, calculemos, «estadistiqucmos»: que
la razón triunfo! Kant tenía escapar de las garras del caos en nuestras vidas, él nos confronta a las
mucha ra zón al querer consolidar su ped
_ esta l: la razón vacilaba, pero altcrm:ioncs mentales. La cuestión ya no sería el «¡,cómo eliminar el
todos lo ignoraban. ¿Hay que dar las grac
ias a los punks por haber caos?» sino más bien «¿cómo componérselas con él?». ¿Cómo sacar
fonnulado la filosofia de este fin de siglo:
,rno Ji,ture»? Es evidente provecho de ese terreno fértil? ¿Cómo hacerle decir su verdad?
que no sospechaban la profundida<l de su
eslog�n. no se dieron cuen­ ¿Cómo permitirle que nos serene?
ta d� que no se trataba solamente de proc
lamar que el futuro no exis­ Para escapar al caos, hemos intentado el reino del orden y del
te, s m o que proclamándolo anunciaban
su posible construcción. control. El orden está en el espíritu de los hombres, no estú en la na-
11.f
115
ns ta m , e rm:re,e·s ,l!Mllf ,. '• Hncitd:i "?:, ttlM&!➔

Las capacidades de la familia


Caos
turnlezn. ¿Quién ha visto nunca un campo 1.h.: monocultivo, con los Construir coches es organizar una
producción, seguir un plan ri­
surcos alineados, que dé gramíneas del mismo tamaño? El orden es guroso, prever li1s cadenas de montaje,
realizar verificaciones escru­
sin lugar a dudas el medio que hemos invent.ido para sustraernos al pulosas �on la espcrnnza de que el prod
ucto final corrcspondení a las
vértigo que nos daba lo imprevisible, lo inesperado, lo incontrolable. expe�tat1v s del cliente. Si compro un
_ � coche espero que el fohricante
Y lo que era necesario en un momento, nosotros lo hemos instaurado habrn el11nmado el caos en la medida
de lo posible. Pero el hombre
para siempre; el orden creativo de lo inmediato se convirtió en el or­ no es una máquina trivial. Vivir, es esta
r continuamente confrontado
den estéril del espacio y del tiempo encarcelados. Preguntar a los to­ a �o imprevisto, ch borar soluciones orig
� inales, adaptar su funciona­
xicómanos si todos los vértigos sou malos; buscad el jardín ordenado miento ª la mezqumdad de lo cotidian
. o. ¿Por qué intentar entonces
que pueda rivalizar con el sotobosque del otoño. combatir el caos antes que utilizarlo? ¿Po
r qué no aprovechar ese hu­
Después de haber intentado el orden, es evidente que los huma­ mu� de contradicciones que permitirá
que florezca nuestra vida?
nos se dejaron seducir por el control, que de alguna manera es un tipo ¿Como nmoldar os en el caos para enco
� ntrar un lugar que nos con­
de «sobreorden» o el «orden-sobre-el otro». Pongamos en orden y venga? L?s- est 1cos, uya filosofia dom
� � inó el mundo grecorromano
después controlemos, evaluemos, apreciemos y eliminemos así defi­ durante cmco siglos, mventaron una pala
bra: sistema. Su ética con­
nitivamente ese no-orden que es el caos. Después de los treinta años sistín en qt e cada uno enco
_ � _ ntrara su luga r en el gran todo, Jo que no
que siguieron a la Segunda Gue1Ta Mundial, Italia tiene la imagen del esta demasiado leJo s de hacer su nicho en el caos
.
caos, del desorden, del peligroso desbarajuste de las brigadas rojas. Revisar la toma a cargo de nuestros clien
_ tes -y por qué no de no­
¿No es actualmente un país que nos sorprende por la riqueza de su sotros mismos- con la perspectiva del
caos despeja el horizonte.
creatividad y por la originalidad de su diseño? Los mismos japone­ ¿Cómo podría el esquizofrénico intentar
asumir el caos antes que ne­
se s , maestros del control, la producción, la eficacia, se dirigen a los garlo �on su delirio'! Pienso aquí en ese
paciente psicótico que me
italianos para el diseño de sus carrocerías, y con éxito, mientrns que anunciaba con orgullo que anochecía porq
ue él había ordenado al sol
ellos mismos se enfrentan a las olas de suicidios de sus adolescentes. que se pusiera, lo que él hacia impertu
rbablemente todos los días.
Es verdad que el respeto del orden ha aumentado la productividad; ¿Hay acaso, un mejor ejemplo de cont
rol vano'?
pero ¿no es la misma cosa en esos campos sometidos al monocultivo ¿P�r qu� intentar orientar nuestras tera
pias mientras que el caos,
que se han tenido que salvar mediante fertilizantes e insecticidas por­ Y s c�mphce, el azar, nos aportan cont
� inuamente pistas inexplora­
que habíamos despreciado el desorden, el caos del rastrojo? das! S111 duda alguna, somos dcmasft1Clo
inteligentes, rigurosos, con­
Querría abogar aquí por una rehabilitación del caos en las cien­ trol'.1dorcs, como para dejarnos llevar por
tales aberrncioncs. Pero es
cias humanas. En lugar de intentar evitarlo, ¿,no sería mejor intentar P?s1 ble que esas aberraciones contenga
n soluciones que jamás la ló­
domesticarlo? En lugar de intentar encerrarlo, ¿no podríamos utilizar g 1 c� nos aportará. «Aberrar» significa
apartarse (del camino recto) 0
su potencial creativo? Dicho de otra manera, ¿los desórdenes menta­ alcJ�1rse (de los senderos conocidos).
les no son tentativas desesperadas de eliminar el caos de nuestras vi­ Evidentemente, el hombre siempre ha
dado saltos· sin duda ha
das mientras que podríamos vivir muy bien con él si lo convirtiéra­ emitido siempre sonidos. De esos ruidos
y de esos movimientos caó­
mos en un aliado? La misma parndoja, ¿no es a menudo nuestra guia tic?s han nac!d el canto y la danza. Arre
glos, ordenamientos, regu­
a pesar de los esfuerzos de nuestra razón? En todo caso, el niño res­ laridad, me d1re?.1s. Pero, ¿no es reenconl
níndose con el salto caótico
ponde mucho mejor a la paradoja: «eres demasiado pequeño para ha­ qu� el artist puede maravillarnos; no es
_ � el exceso de rigidez lo que
cer esto», que a la exhortación: «ahora que ya eres mayor, puedes le 11np1de dejarse llc\'.ar por la danza'! Dom
esticar el caos• si·• meterlo
ayudarme a ...». Y nosotros mismos, ¿no aceptamos mejor los de­ en una jaula, no.
safíos -que son formas de ¡-,aradojas- que las órdenes?

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Las capacidades de la familia Caos

l IACIA UNA TEORIA Los partidarios de esta nueva manera de ver el mundo-caóticos o
caologistas- han introducido rápidamente un nuevo vocabulario en
El texto que acabáis de leer fue escrito en 1991 en una caótica no­ la ciencia en el que algunos términos tienen una consonancia muy
che Je insomnio. He asumido el riesgo de exponerlo tal cual, con sus poética: turbulencias, progresos aleatorios, fractales, atractorcs cx­
excesos y sus imprecisiones porque me parece una buena ilustración tra11os, dependenciú sensitiva de las condiciones iniciales son algu­
de las emergencias del caos en nuestras vidas y <lcl potencial innova­ nos de los vocablos que utilizan. Antes de ellos, a veces, se conside­
dor que deja ir. No imaginaba entonces hasta donde me llevaría. ¿Por raba la manera en que el caos podía transformarse en orden; ahora se
qué d caos? No lo sé, o mejor sí: había sacado la palabra en una con­ examinan las i<las•y venidas del caos al orden y del orden al caos,
versación sobre Michel Scrres y me había enganchado a ella porque, como ilustran magníficamente Briggs y Peat en 1/11 miroir /11rbule111,
a mí, me parecía que podía resumir una manera de hacer que llevo q11icle il/11stré ele la théorie du clwos (Un espejo turbulento, guía ilus­
elaborando progrcsivm'1ente desde hace quince años. Poco tiempo trada de la teoría del caos). Esta obra y la de Gleick la théorie c/11
después, pareciéndome actual la cuestión de la complejidad de los chaos. ,·ers 1111e 11011velle sc'ic•11ce (La tcoria del c:ios, hacia una nueva
sistemas vivos, propuse como tema para el congreso de Québec ciencia), escritas por periodistas eientílicos mnericanos, constituyen
«Caos y complejidml». Esta serie de coinci<lendus me hizo descubrir una excelente introducción para quien quiere aventurarse en este
un conjunto de textos de los que ni :.iquicra sospechaba su existencia nuevo mundo, lleno de promesas. //asare/et clwos (Azar y caos), del
y que se presentaban como Teoría dd caos. belga David Rucllc, padre del «atractor extraño», es la obra mús
Desde finales de los años 70, algunos lisicos, biólogos, meteorólo­ reciente sobre el tema y un ejemplo rcmarcablc de poner al alcan­
gos, matemáticos... se encontraron alrededor de ese término extraño ce de cualquier lector un conjunto de tcorias por tanto bastante <lilici­
para estudiar un conjunto de fenómenos hasta entonces no tenidos en les de entender. Es la obra que más me ha seducido.
cuenta por el mundo científico o considerados como anomalías sin in­ Tratándose de'la complejidad, se puede recomendar la /11trod11c­
terés. Lo que apasíonaba a esos «origimlles)), es como eran vistos por tio11 á la pensée complexe (Introducción al pensamiento complejo)
sus colegas, iba desde la forma de las nubes a las turbulencias en las de Edgard Morin, la 111odéli.rntio11 des systemes complexes (La mo­
corrientes de los ríos, pasando por las espléndidas representaciones delización de los sistemas complejos) de Jean-Louis Le Moigne y
gráficas de los conjuntos de Mandclbrot, sin olvidar «el efecto mari­ Les tliéories ele la c:omplexité (Las teorías de la complejidad), obra
posa», es decir la influencia que el baleo de las alas <le una mariposa en colectiva que reproduce las presentaciones del «Coloquio de Cerisy»
Pekín podía tener un mes más tarde en el tiempo que iba a hacer en de 1984. A11to11r de I '011vre d 'l/e11ri A t/011 (Sobre la obra de l lcnri
Nueva York. Atlan), constituye un libro de referencia. Espero que estas referen­
Los parásitos en las emisiones de radio, la iníluencia del compor­ cias bibliográficas me dispensen de decir mús sobre la teoría del
tamiento del propietario sobre la duración <le las cuchillas de afoitar caos, lo que además sobrepasaría el marco de este capít lo. Mús
o la evolución de la población de bómbiccs son otros temas para esos bien, preferiría mostrar cómo algunas pistas de rellexión � uc con­
autores que no dudan en hablar de «una nueva ci�ncia». El término ciernen la intervención psicosocial podrían ser renovadas y ivifiea-
es sin <luda demasiado fuerte y además, más que una nueva ciencia, das por una pcr�pectiva que integre y utilice el caos.
se trata evidentemente de una nueva evolución epistemológica. Le­ Una última palabra sobre las teorías del caos: los teóricoJ prefie­
jos de negar las aportaciones de la teoría sistémica y del constructi­ ren llamarlo «caos determinista)). Contradicción aparente crf los tér­
vismo, esta epistemología no es más que una prolongación innova­ minos: el caos, lugar Je la imprcvisibilidad, ¿no cstú en el lado
dora; algunos la han llamado «La dinámica de los sistemas no opuesto al determinismo, campeón de la previsibilidad? La contrn­
lineales». dicción no es más que aparente y quiere señalar que, en numerosos
')

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________ ....__ __..

Lu:. cupnci<la<lcs dc la fomiliu Caos

fenómenos, a las fases caóticas cuyo desarrollo es por definición im­ le correspondín al profesional descubrirlo. Si incluso para los juegos
previsible -si no es que lo que es es previsible es que habrá caos- le de palabras y para los chistes se podían encontrar explicaciones, era
suceden fases en las que el desarrollo sigue reglas previsibles y por lo evidente que nuestros comportamientos cotidianos no podían ser ale­
tanto predeterminadas. atorios. Frases como: «no es por casualidad ...)) o «lrncer eso por ...»
¿No ocurre lo mismo a menudo en las ternpias'! Es frecuente­ se han convertido en tan habituales en nuestras discusiones que ni si­
mente durante las fases confusas, desorganizadas, dificilmcnte com­ quiera nos damos cuenta. De soñador impenitente que era, el tera­
prensibles, cuando emergen soluciones origin:1lcs, específicas para peuta se ha convertido progresivamente en introspector, heredero
la situación. En estos casos, es del caos de lo que emerge de mane­ tanto de Sherlock l lolmes como de Sigmund Freud. «Buscar el mó�
ra imprevisible una autosolución que pcrmitirú al sistema reorgani­ vil» ha sido reemplazado por «buscar la intención».
zarse.
CI.ASIFICACl<�N

CAOS Y COMPLEJIDAD EN LA INTERVENCIÓN La manera en que encaramos las situaciones de las que tenemos
que ocuparnos está tambi�n vinculada al pensamiento científico pre­
Diferentes métodos pura evitar el caos dominante hasta la mitad del siglo XX: para el hombre de ciencia,
todo podía cxplicar�c, todo debía obedecer a leyes, incluso si esas le­
Bajo la influencia de la gestión en h1 industria, el modo de trabajo yes no habían sido todavía descubiertas. Para los investigadores en
por objetivos, por clasificación y a continuación por evaluación, se ciencias psicosociales, con el fin de obtener credibilidad, era necesa­
ha implantado cada vez más en los servicios sanitarios y sociales; lo rio intentar hacerlo igual de bien que las ciencias llamadas exactas.
que debería permitir racionalizar el trnbajo psicosocial que, para Las ciencias psicosocialcs, se llaman en Estados Unidos, «ciencias
los administradores, escapaba demasiado a menudo al control. En las blandas)) para subrayar la falta de rigor y de solidez de esas ciencias.
profosiones que se ocupan sobre todo de situaciones vitales en las cua­ Y cómo darse credibilidad si no es utilizando las matemáticas. A par­
les el caos se manifiesta <le manera importante, se quería introducir tir de entonces era importante clasificar, reagrupar, medir, evaluar,
racionalidad. prever.
Los diferentes medios utilizados para reducir el cuos son sin dudu A principios de siglo, el Ministerio Francés de Educación Pública
legítimos pero, ¿a qué precio? Es lo que vamos a ver. pidió a Alfrcd 13inct un medio para testar el nivel intelectual de los
niños en lus escuelas. Binet inventó el CI. Fue evidentemente la
RACIONALIZACIÓN mayor tentativa para «objetivan> mediante la medida la inteligencia
humnna. En la actualidad, conocemos la validez que se le puede
En el marco de una visión racional, es importante dar un sentido a otorgar. Pero, ¡qué grnn esfuerzo de clasificación! Las nosografías
los comportamientos, encontrar una función a los síntomas, asignar psiquiútricas con términos como trastorno de la personalidad, psico-
objetivos y finalidades a nuestras intervenciones. Y, evidentemente, sis, neurosis o clasificaciones más psicosociales como caracterial,
el racionalismo no es solamente una herencia de la gestión sino de desviado, dcsadaptado socioafcctivo, toxicómano, delincuente... per­
toda nuestra cultura occidental que parece haber sido dominada miten agmpar las clientelas, crear servicios especializados q�
siempre por la necesidad de comprender. Especialmente, en psico­ ocuparán de patologías particulares, de establecer estadísticas que
logía, los instrumentos que nos han sido dudos por el psicoanálisis darán por fin esa validez tan deseada. El caos de las especificidades
nos han provocado la ilusión de que todo acto tenía un sentido y que individuales puede así evitarse.

120 121
...

Lus t:apacidadcs de In fomilia Caos

PREVISIÓN olvido del a posteriori», con lo que quiero decir que olvidamos que
muchas de nuestras constataciones estún hechas a postcriori y vienen
En cierta manera, esas clasificaciones cst{m aparentemente vali­ esencialmente a confirmar la teoría a priori con la cuul hemos obser­
dadas: si a alguien se le etiqueta como delincuente, se puede prever vado el fenómeno. Un ejemplo sacado de Aristóteles me permitirá
que cometerá de nuevo actos delictivos. Y no será únicamente el que hacéroslo entender mejor.
tiene que intervenir desde un punto de vista psicosocial que lo prevea
sino el sujeto mismo, estando clasificado en una categoría en la que TEORIZ�CIÓN
es previsible que cometa <le nuevo tales actos. Se puede incluso
avanzar la idea de que, para el sujeto, a partir del momento en que st1 Para Aristóteles, todo tenía su lugar en el orden de la naturaleza y
acto es previsible, es posiblemente deseable, o en todo caso predeter­ cuando una cosa era desplazada, no cesaba de intentar encontrar su
minado. Su responsabilidad en tnnto que in<livi<luo en cierta forma plaza anterior. Es así como él explicaba la c.iída de los cuerpos, asa­
ha sido evacuaha, y se puede traspasar la resp0nsabilidad soLrc su ber que si se levantaba una piedra, caía acelcrnndo su velocidad por­
historia personal, sus condiciones sociales, su medio familiar, su per­ que tenía.prisa para volver a colocarse en su sitio inicial. Partiendo de
sonalidad, sus predisposiciones genéticas, o sea: su dcsti1:o. este a priori teórico, la pl:iza justa en el orden de las cosas, se podía
aplicar a otros ámbitos. Un péndulo, por ejemplo, cstú constituido por
ÜDSERVACIÓN una piedra enganchada a una cuerda; cuando se observaba su movi­
miento, se podía aplicar lo que se habíu supuesto al principio, a saber
Incluso en terapia familiar, todos los trabajos que todavía se ins­ que la piedra quería a cualquier precio reencontrar el sucio. No obs­
piran en la primera cibernética van en el mismo sentido: el observa­ tante, se lo impedía la cuerda que la mantenía en el aire y por esa
dor continúa situándose en una posicióo-ex-t-e-rna al sistema y no tiene razón se debatía, lo que provocaba los movimientos oscilatorios.
en cuenta su propia influencia sobre el proceso. Pongo como pmcba Después de un cierto tiempo, el péndulo acababa sin embargo por pa­
que se continúa internando a los niños en instituciones o escuelas rar su movimiento oscilatorio, siendo esto debido sin ninguna duda a
para observarlos, se continúa evaluando a los pacientes psiquiátricos la fatiga de la piedra luchando cada vez con menos eficacia contra esa
o se continúan solicitando a los agcnh.:s sociales parn que realicen cuerda que le impedía rcencontrnr su sitio inicial. Cuando se pmaba,
investigaciones. Como si no estuviéramos desde el principio en la in­ se encontraba en la posición más próxima de su estado natural, que
teracción; como si un sujeto observado actuara como si no lo fue­ podíamos definir entonces como el estado de equilibrio. La noción de
ra; como si fuéramos a perder informaciones preciosas o a cometer equilibrio se refería pues al mejor sitio posible en el orden naturnt
errores irreparables si entráramos inmediatamente en un proceso de Leyendo esto, probablemente habéis sonreído ante la ingenuidad
cambio. Cuando la observación o la evaluación tienen como objetivo de una tal explicación. No obstante, es la que prevaleció hasta Gali­
prevenir la institucionalización o puesta en práctica de medidas de­ leo y sobre todo hasta Newton, cuando éste descubrió la gravitación.
masiado coercitivas, es sin lugar a dudas mucho mejor; pero todavía Durante veinte siglos, la humanidad se sentía satisfecha de esta
demasiado a menudo, se reducen a una manera sofisticada de poner a explicación que actualmente haría sonreír incluso a un niño. Y sin
distancia al otro o a su familia. embargo, ¿no s�guimos guardando un punto de vista aristotélico de
Nos olvidamos también de que lo qµc nosotros creemos hechos las alteraciones y patologías de las que nos ocupamos (Korzybs-·
observados resulta de una constatació/a posteriori y que cuando sc ki, 1941 )'! ¿No le damos demasiada confianza a nuestras tcorías'!
opera una clasificación, ésta genera/inevitablemente una selección ¡,No intentamos conformar nuestros clientes a nuestras teorías en lu­
<le actos que vendrá a confirmar lajeoría. Es lo que he llamado «el gar <le conformar nuestras teorías a su realidad'?
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Las capacidad..:s de la familia Caos

CONTROL SELECCIÓN

Las ingemrns teorías a las que acabo de hacer alusión fücron refu­ Como hemos dicho anteriormente, nuestras teorins nos provocan
tadas por un control experimental riguroso; los coches son cada vez la ilusión de poder prever ciertos comportamientos de nuestros clien­
más fiables gracias al control y a la producción; el presupuesto fami­ tes. No se limitan únicamente a esto puesto que nosotros no somos
liar puede ser equilibrado por el control de los gastos. Se puedt: sacar observadores de los fenómenos exteriores sino que estamos implica­
la conclusión de que el control es un buen medio para asegurar la ca­ dos en los procesos en que participamos, como ha demostrado la
li<la<l de una teoría, de un trnb:�o. de un modo de vida, y sin duda no segunda cibcrnéticu. De forma más precisa, mediante nuestras clasi­
nos equivocamos del todo. El problema aparece cuando hay un exce­ ficaciones, nuestros diagnósticos, nuestras etiquetas2, nuestros con­
so de control o un mal uso del mismo. Como terapeutas, se nos da a troles, intervenimos en los procesos de selección y amplificación de
menudo la misión� explícita o impllcita, de controlar a nuestros clien­ los síntomas. No volveré a hablar aquí sobre esos procesos que des­
tes, y en algunos casos extremos resu,lta necesario. Pero nos olvida­ cribiré en el capítulo 7, pero querría insistir sobre el hecho de que
mos que nuestros clientes no son máquinas, ni presupuestos, ni como personas que intervenimos, también contribuimos al proceso
teorías, sino seres vivientes, con su propia voluntad y sus propios de selección del síntoma. Cuando un niño molesta en clase, es un
medios de control personal. Cada vez que controlamos a un cliente, perturbador. A partir del momento en que es examinado y clasifica­
le estamos impidiendo que encm:ntre los medios para controlarse él do, se convierte en un TAC, es decir un niño afectado de «trastorno
mismo. Desgraciadamente no es suficiente parar de controlar para de la atención y del comportamiento».
que el controlado pueda tomar el control.
Un cliente, tachado de psicótico, pri!scntaba crisis de agresividad RESUMAMOS LO QUE ACABAMOS DE DECIR
espectaculares y frecuentes, que él mismo llamaba «pérdidas de con­
trol». La respuesta habitual era el internamiento, el aislamiento y la Nuestra necesidad de comprender y explicar nos lleva a crear (o a
mcdicución, lo que le confirmaba que durante sus crisis, él perdía el adherirnos a) teorías que nos dan la impresión o la ilusión de ser ca­
control puesto que otros lo controlaban en su lugar. Una enfermera, paces de prever una parte de los comportamientos de nuestros clien­
que se ocupaba de él, hizo un trabajo remarcablc identificando con él tes, y justifican, cuando menos en parte, las misiones y las tareas que
los medios de los que podía disponer para prevenir su entorno cuan­ hemos aceptado firmando nuestros contratos de trabajo.

l
do sentía que una pérdida de control era inminente. Esto fue rl!toma­
do después con su familia. Las crisis no desaparecieron totalmente,
pero la creencia de que las crisis eran «incontrolables» empezaba 2. Este proceso de poncr c1iquc1as (que el conslruclivismo nos pcnnile ucumpren­
a disminuir, el cliente comenzaba a confiar en sí mismo y la fami­ dcr», es decir validarlo por un una parte, eontestandolo por otni) ya habla sido sei\11!.1-
lin a entender mejor el rol que podía jugar durante las crisis. ¡: do por los sociólogos y en ¡larticular por Goffm1111 ( 19_75), y por Rosent!111l en P.1'!:1�111-
Controlar a alguien es dificil y a menudo ineficaz, pero ser contro­ ;: /icm u l'émlr. Korzybski ( 11)41) fue sin duda el prnncro en denunciar esta v1S16n
1
lado es muy a menudo penoso. Esto es verdad tanto para el cliente
aristolélica de la que cs1111nos impregnados y en proponemos pasar a unn visión no
l
ar islolélica. es decir, que contemple las «rc;1lid.1des poliespccul111ivas11, lo que Vnn
como para los que intervienen. Cuando nos dumos cuenta de que la in­ Go¡;t ilus1r6 en su novela de c iencia liec i6n le momli: des '! ""·A ( 1953). l'ri�o¡;in e Y
flación de dossiers sirve más para el control de los que intervil!ncn que 1 Slen¡;ers ( 1979) csluvieron entre los primeros que denunciaron que h1s nocmnes de
para la transmisión de información y de que algunos ternpeutas pasan 1 previsibilidad. de reversibilidad y !:is leyes un iversnlcs im1,cdian n la c!cn�i� estudiar
más de un tercio de su tiempo llenando esos dossiers, tenemos el dere­
cho de cuestiom1rnos sobre el valor de esos instrumentos de control.
1
!
¡
un cieno numero de fenómenos considerados hasta entonces como no c1ent1hcos. Este
epíteto fue iguulmente utiliwdo contr.i los primeros teúricos del caos, Je los que se
decí;1 que cstudh1han f.:nómc nos que no intcresuh:111.
j
- 124 125
Las capacidades Je la familia Caos

De hecho, esto nos lleva a seleccionar ciertos actos que confir­ Al principio de su iniciación, 1 Icrrigcl vio cómo su maestro zen le
man la teoría, lo que valida esta tcoríu a postcriori. Aumentamos así confiaba un arco, pidiéndole que tirara y diera en el centro de la dia­
la probabilidad del acto que hemos previstu. �Hs tarde corremos el na. Como se puede esperar, no lo consiguió y es éste uno de los pun­
riesgo de tener la responsabilidad de controlarlo. tos de partida de la reflexión de nuestro filósofo. Cuando se intenta
Además, participamos en el proceso de selección-amplificación acertar en el centro de la diana, ¿cuál es la probabilidad más alta: que
del síntoma y de esta manera, contribuimos a menudo a producir lo se acierte ese centro o bien al contrario que demos al lado? No es ne­
que buscábamos evitar. Enmascaramos nuestro caos en lugar de asu­ cesario dar la respuesta puesto que todo el mundo sabe que los mejo­
mirlo. res arqueros, en los Juegos Olímpicos, pocas veces consiguen colo­
car la flecha en el ·centro de la diana incluso equipados de arcos
Algunos medios para volver a encontrar el cnos extremadamente sofisticad.os, provistos de visores y de polcas que
\ permiten modificar la tensión. ¿No hay aquí una primera metáfora
Estas consideraciones no son nuevas y tuvieron su momento de interesante para nuestro trabajo cotidiano?
éxito particularmente después de mayo del 68, a I principio de los años En nuestras intervenciones, tenemos la costumbre de definir nues­
70. No obstante, tuvieron una influencia temporal, porque chocaron tros objetivos, pud.iendo ser éstos o muy precisos o muy generales,
continuamente con la dificultad de su aplicación práctica. Como mu­ como producir el cambio. No obstante, hemos sido formados para in­
cho se las consideraba como un ideal a conseguir, sabiendo muy bien tentar al máximo definir objctivos precisos antes de implicarnos en una
que no podríamos acercarnos sin arriesgarnos a ahogarnos en ellas. intervención. Se nos ha aconsejado también construir hipótesis e inten­
Personalmente, desde el principio de los años 80, no he parado de pre­ tar verificarlas. Si retornamos la mctúfora del tiro al arco, podríamos
guntarme sobre temas tales como la equifinalidad, la autorreferencia, concluir que cuanto más preciso en nuestro objetivo, menos posibilida­
la autopo'iesis y la cuestión de las finalidades. Los trabajos de autores des tenemos de alcanzarlo. Y sin embargo continuamos trabajando
como Bateson, Prigogine y Stcngers, von Focrster, Maturana y Varela como si nuestro objetivo no hubiera sido suficientemente preciso y no
así como la aportación de las teorías constnu.:tivistas presentadas por hubiéramos podido alcanzarlo. Esta necesidad de definir objetivos ha
Watzlawick han contribuido sin cesar a alimentar mi reflexión. Pero sido importada directamente del trabajo industrial, particularmente de
fue un libro que me dio una estudiante después de un curso sobre equi­ los resultados espectaculares que el taylorismo y el trabajo en cadena
finalidad el que produjo un cambio decisivo en mi manera de trabajar. pcnnitieron obtener en la industria del automóvil. No obstante, se olvi­
da muy a menudo que qosotros no fabricamos automóviles, masas de
No APUNTAR acero sin pensamiento ni voluntad, sino que trabajamos con seres hu­
manos que tienen sus- propias historias, sus experiencias, sus senti­
Le zen clans / 'art chevaleresque d11 tir ci / 'are (El zen en el arte mientos, sus emociones, su propia voluntad, su capacidad de decidir,
caballeresco del tiro al arco) es un pequeño libro escrito en los años de organizarse, en una.palabra: sus rcspons.1bilidadcs.
cuarenta por el filósofo alcmún I lcrrigel, quien había pasado diez .
Desde que trabajo con otras personas que como yo piensan. en­
años en Jupón iniciándose en el budismo zen mediante el tiro al arco. tienden, quieren, deciden, organizan, no solamente el hecho de defi­
No, no creáis que me he convertido al budismo zen, aunque esto hu­ nirme objetivos demasiado precisos puede provocar que no los al­
biera sido posiblemente muy interesante, pero encontré en esa obra cance sino que además me expongo a no reencontrarme realmente
el hilo conductor que me permitió unificar los principios de los que con aquellos con los que trabajo y a imponer a su realidad algo que
acubo de hablar y dar una orientación nueva a mi manera de trabajar no rcíleja mús que la mía. Cada vez que fijo un objetivo para una fa.
co11 las familias y con los sistemas humanos. milia, le estoy impidiendo lijar sus propios objetivos.
126 127
Lns capacidadcs de la fomilia

las terapias. Se me dira que cl azar se manilicsla de mancra sulicicn­


tc y que no hay ninguna nccesidad de haccr nada para hacerlo aparc­
cer todavia mas. No obstante, nucstras hipotcsis, nuestros esqucmas
de entrcvista, nucstras preguntas orientadns, nucslros prcsupucstos
tc6ricvs, nuestra ncccsidad de rigor y de claridad haccn que intentc­
mos cvitar lo mâximo posible csc azar y que se le pcrciba como un
accidente a climinar cuan<lo se maniftcsta.
Sollarsc, es abandonar sus construccioll\.:s lcoricas en cl vcstuario
pa1a podcrlas volvcr a cogcr cuando salgmnos, es tirarsc al agua sin
sabcr a dom.le se va, pcro sabicndo nadar muy bien y cstando conven­
ci<lo de que se llcgara a algi'.tn sitio. Esta conviccié>n nacc no sola­
mcntc <le la compctcncia del tcrnpcuta sino de la compctcncia de la
familia. Volvcré mas tarde sobre esto.

NOMBRAR LO INNOMBRABLE

La ùltima influencia signilicativa fuc la lk Carl Whitakcr. Todos


conoccn a esc tcrapcuta vcrdadcramcntc poul ortodoxo y provoca­
dor, que no duda en dccir: «Yo tcngo 1m teoria: es que todas las
teorias son malas». Sus intervenciones les parcccn genialcs, a casi
todos, pero pocos intcntan utilizarlas, dicÏl:mlo que hacc folta scr
Whitakcr para podcr conseguir cso. Sin embargo, Whitakcr cxplic6
su conccpci6n de la terapia en cl l lanJbook or Family Thcrapy (Ma­
nual de Terapia Familiar), de Gunnan y K1iiskcrn. Dice entre otras
muchas cosas que, para cl tcrapcuta, es importante cl «name the un­
nammablc» lo que signitica literalmentc <mornbrar lo innombrable».
Si nos oricntamos hacia un objctivo dcmasim.lo preciso, si mantcnc­
mos tirmcmcntc la cstructura de nucstra cntn.:visla, no osa remos casi
nunca nombrar· lo innombrable. Dcmasiado a mcnudo, anticipamos
las rcacciones, las consecuencias, los rcprod1cs que podria entrafiar
la rcvclaci6n de csc innombrable. lgualmcnle estamos a menudo
atrapados en las reglas de la fomilia y lo 4uc era innombrable para
ella se conviertc râpidamcntc en innombrable para nosotros. Nucstro
tcmor a provocar conduce a que las cosas no pucdun decirse y a que
cl cambio no tcnga muchas posibilit.ladcs <le producirse. Evidcnte­
mcntc, lo innombrable cstà muy ccrca del cuos, pcro si el caos es
fuentc de crcatividad...

130 IJ 1
Caus

\
Difcrcntcs medios par:1 utilizar cl caos

ALGUNAS PROPOSICIONES DE LA TEORiA DEL CAOS

!lltcrés por el desorcl,•11, lo acciclc11tal

Como hcmos dicho antcriormcntc, los tcôricos del caos cstùn


particulanncntc intcresallos pur lo que no obcdccc a las lcycs cono­
cidas, como los rcmolinos o turbulencias de la corricntc de un rio.
Durantc las terapias, nosotros cstamos igualmcnte pcrturbmlos
cuanJo una turbulcncia imprcvista aparccc en una scsiùn o cn un
tratamicnto. B.atcson, scguimos con él, nos habia dicho sin embargo
que «la informacion es una difcrcncia que hacc la diforcncia». Estas
1
turbulcncias de la scsion -ulguicn que quicrc salir, un nino que dtja
caer un juguctc, una palabra pronunciada de mancra inhabitual, una
sonrisa o un cnfado intcmpcstivos- son frccucntcmcntc acontcci­
mientos que sentimos como caôticos micntras que podrian scr infor­
macioncs hacienda la difcrcncia. En supervision, he visto a menudo
tcrapcutas bloquearse cuando aparccian incidentes de este tipo, mos­
trarsc incomodos, esperar a que pasara cl incidente y retomar la sc­
sion diciendo: «volvamos adonde estabamos». El caos temporal es
climinado, se rctomq cl control y se podrù llcgar al objctivo; la sc­
sion continùa.

Se11sibiliclad a las co11clic"io11es iniciale.\'

La fisica tradicional se basa, entre otros, en cl poslulado de «las


mismas causas produccn los mismos cfcctos», para ascgurar la
rcproducibilidad de una cxpcriencia. Los tc6ricos del caos han dcs­
cubicrto que una muy pcquciia modificaci6n de las condiciones ini­
cialcs pucdc provoci\r divcrgcncias mayorcs a corto plazo. Esto con­
cucrda adcmas con la tcoria de las catùstrofcs de René Thom quicn
<lcmuestra que un acontccimicnto catastr6tico pucde scr dcscncadc­
nado por una muy pcquciia moditicaci6n de la variable de rcfcrencia.
En las scsioncs lcrapéuticas es sorprcndcntc ver como una ligcra mo­
diticaciôn del curso de la scsiùn pucdc provocar modilicacioncs ma­
yores al final de la misma.

Dl
Las capaci<la<les lle In fomiliu Caos

Fasc:i11acic>11 por la.� co11sec11e11cias 110 previstas «1 lay uua persona o una familia tiue tiene uno (o varios) problcma(s) que se
mani liestan:
Las consecuencias no previstas son, muy a menudo, las más im­ porcl sufrimiento. l;1s di�li1m;iones, las patologías,
portantes para los teóricos <.h.:I caos. Lo que para mí distingue u11a pero que nmlie conoce vcrdadcramente o no es capaz de enunciarlo de for­
ma viilida,
prescripción bchaviorista de una prescripción sistémica, es qw.: para
si no, habrían poditlo ennintrar la (o las) solución(cs),
que la primera sea eficaz, tiene que ser ejecutada con cu��ad� y qu i..: puesto que ese problema es generado por el funcionamiento del sistema y
_ _ _
produzca el resultado esperado mientras que la prescnpc1on s1stcm�­ que ese problema. por definición, conlleva su solución en el funcíonmnien­
ca debería idealmente no llegar nunca al n.:sultado esperado o previ­ to del sistemn, en función de esos parndigmns de bnse,
sible, si quiere ser sistémica y no convertirse en bchaviorista. incluso si de momento nadie es cupaz de encontrarla puesto que esa solu­
I lc pasado muy rápidamente por estas diferentes proposiciones ción 110 est;í en el orden de lu persona sino en el orden del sistema.>>
de J.i teoría del caos porque una teoría no se aplica jam.ís perfecta­
mente a lo vivo sino que como máximo puede presentar isomorfis­ En este punto de la n.:llcxión me asalta la necesidad de dos postu­
mos. La complejidad de lo vivo es en efecto mucho más grande que lados:
la de la mayoría de los fenómenos físicos, th.:bido a sus determinantes - el postulado de la información pertinente:
biológicos, filogenéticos, del entorno, históricos, culturnles, y todo «la información pertinente es la que
esto sin olvidar las continuas interacciones. Aunque, a menudo, nos sale del sistema para volver a él»;
encontramos confrontados a comportamientos que juzgamos inex­ -· d postulado de la competencia:
plicables en función <le nuestrns teorías, de nuestras previsiones, de «un sistema solo puede plantearse
nuestros datos estadísticos. A veces, podemos pensar que serían ex­ problemas que sea capaz de resolver.»
plicables si dispusiéramos de una teoría ad¡;cuada o si conociéramos El corolario de todo esto es que solo el sistema tiene l.1 competen­
mejor todos los pormenores e intríngulis lid asunto. Pero en otros ca­ cia para resolver el probh.:ma al que se encucntrn confrontado. En
sos, aparecen realmente como turbuk:ncias caóticas y por esa razón consecuencia, el rol del terapeuta no es comprender ni buscar solu­
solemos intentar olvidarlos. Son sin embargo esos comportamientos ciones, sino activar los procesos para que el sistema encuentre su
inexplicablcs los que son a menudo susceptibles de producir cam­ propia solución, gcnerr: su aulosolución.
bios, por las llucluaciones que introducen e11 el funcionamiento dd Evidentemente, un sistema puede ser confrontado a un problema
sistema, las bifurcaciones que provocan y los cambios posibles quc que no ha generado él mismo: enfennet\ad, accidento, paro, muerte,
resultan. etc. Pero en ese caso seria mús propio hablar de acontecimiento, que
etimológicamente quiere decir «lo que acontece». Es cuando aparece
MIS POSTULADOS DE IIASE el acontecimiento que éste se convierte o no en un problema para la fa­
milia. Todas las familias atraviesan acontecimientos más o menos
Mis reflexiones sobre l lerrigel, Batcson, Whitaker, me llevaron a tristes pero éstos no se convierten necesariamente en problemas. La
intentar utilizar el azar en terapia. Tcnicndo como todo el mundo ne­ respuesta Jada por el sislcmn, sea cual sea la causa, estú relacionada
cesidad de seguri<la<l, intenté encontrar postulados que me permitic­ con su funcionamiento. Es un funcionamiento, una organización, re­
rnn a la vez sentirme seguro y no impedir In irrupción del azar. Lle­ glas particulares, originales, específicas para esa familia las que hnrún
gué a formular la situación de encuentro con una familia de la que el acontecimiento se convierta en problema. Es entonces en el fun­
siguiente manera: cionmniento, la organin1ción, las reglas donde se encuentran la o las
soluciones p:1ra el problema que ha uparceido con el acontecimiento.

132 UJ
Las capaci<lm.lcs de la familia Caos

Cuando digo «plantearse un prohlcma», es evidente que no me A primera vista y como primera aproximación, estos preceptos
refiero a «estar confrontudo u un problema o a un acontecimiento»: parecen muy fúcilcs <le aplicar. Cuando los presento, la gente reac­
cuando un problema se plantea, nace de la actividad del sistema, ciona frecuentemente pensando que esto es lo mismo que decir que
cuando un acontecimiento se impone depende de las funciones exte­ el terapeuta «puede· hacer cualquier cosa». No es eso en absoluto, y
riores al sistema. Y dicien<lo esto, me quedo corlo en rdación con la los grupos en formación o en supervisión con los cuales he trubajado
posición de Maturana y Varcla cuya operación :-adical de «cierre se han dacio cuenta rápidamente.
opcrncionai» suprime la distancia entre lo que es generado por el sis­ En lugar de asegurarnos con los numerosos salvavidas que acos­
tema y lo que proviene del entorno. En el marco de un capítulo, no tumbramos a tener a nuestra disposición, se trata, al contrario, de
puedo entretenerme en desarrollar las consecuencias prácticas de accpt.ir lo aleatorio, de abrirse al cambio, de arriesgar el aconteci­
esos postulados. Me contentaré con proponer, rnmo pistas para la re­ miento sin otras armas que nuestra competencia, que nuestra expe­
flexión, algunos preceptos que permiten activar el proceso. riencia, nuestro saber estar y nuestra pericia. En este sentido, esos
preceptos van más dirigidos al terapeuta veterano que al debutante.
Preceptos para ac1iw11· el proceso Son un estado de úhimo, una manera de ser que dejan el lugar a las
competencias <le la familia antes que a las leyes del terapeuta, al res­
1. Vosotros ocupaos del proceso, ellos podn'1n ocuparse del contenido.
peto de los clientes antes que a la autoridad del profesional, a la crea­
2. No intentéis comprender: son ellos los que c,Hnprenderán; además
comprender no es resolver. tividad de las interacciones antes que a la planificación de la inter­
3. No intentéis recoger informaciones: lcmlrún muchas m.ís para daros; vención.
haced circular la información pertinente: la que proviene de la fami­ Lejos de facilitar la formación, esos preceptos la convierten en
lia para volver a ella. más exigente. Pm;a correr el riesgo de la emergencia de la autopo'ie­
4. No sigáis ninguna pista: os arriesgáis a tlejar de lado aquéllas que sis, de la autoorganización, de la autosolución, hay que estar particu­
aparecen y que permitirán el cambio; si. por despiste, tenéis la impre­ larmente bien preparado. Leed y releed los textos de base, lrabajad y
sión de estar siguiendo una. Jcjadla inmediatamente: ellos podrían retrabajad técnicas como la circularidad, el recncuadrc, la connota­
pensar que es vuestra hipótesis. ción positiva. la neutralidad multiparcial, la provocación, el genogra­
5. Preguntad cosas que no tienen sentido para vosotros: probablemente ma. el espacio intergeneracional, y evidentemente me olvido de nl­
lo tcnJrá para ellos; si no sabéis por qué preguntáis .ilgo, ellos scgu­ gunas; visionad y revisionad vuestras propias cintas de vídeo para
rnmcntc lo sabrán.
descubrir vuestras «buenas jugadas» y para cncontr:ir lo que hubie­
6. Rechazad cualquier descalilicación, reprobación o juicio: tampoco
ellos os descalificarán. rais podido hacer. Ya se ve que no es «cualquier cosa»: cs. al contra­
7. Desconfiad de vuestras hipótesis: sin ninguna duda ellos las habrán rio, particularmente exigente, como lo es para el virtuoso que no cesa
hecho antes que vosotros; y eso no les lrnorú permitido cambiar. de repetir sus ejercicios de base para guardar su flexibilidad y poder
8. Pedidles ayuda cuando ya no sepáis qué hacer: eso cambiará el juego permitirse después la libertad de la improvisación.
al que ellos cst,\n acostumbrados a jugar u>r1 los que intervienen; u11a l .a segunda cÚ?crnética no anula la primera: se apoyn en ella y la
mirada circular os indicará quién puede nyudaros. amplifica, la ensancha, le da su plena madurez. No se trata entonces
9. La única persona que vosotros podéis cambiar, sois vosotros mismos; de abandonar lo que se escribió antes de 1980. En cambio, nuestra
ocupaos pues <le sentiros cómodos. manera de mirar esa realidad de siempre que es la familia a través de
10. Todo lo que precede estñ sometido a la regla suprema de la honesti­ sus múlliplcs avatares históricos y económicos se modilica con la se­
dad: no dig.\is, no hagáis, ni preguntéis nada que no podúis i.:onfcsar; gunda cibernética: ya no somos el espectador exterior al juego. esta­
las mentiras son demasiado embarazosas. mos sobre el terreno con los jugadores y cuando se estú sohrc el te-

IJ.1
Caos
Lns capacidmlcs de la familia

rreno, ya no se lrnla de analizar sino de jugar. Pero es evidente que CONCLUSIÓN


para jugar bien es ni::ccsario entrenarse.
Prácticamente, esto quiere decir que ya no se trata de estudiar a la En lugar de propom:r una ternpia o una toma a cargo que muy a
familiu como a un :111imal de laboratorio observable, clasificable y menudo desrcsponsabilizu y en la que yo me encontraría siendo el
disecable, sino de interactuar con ella. Y este cambio de actitud no es agente del cambio, yo propongo un trabajo en el que lo esencial es la
fúcil: me sorprende ver, en los artículos o duranlc los congresos, el circularización de la información para llegar a un «dejar de tomarn a
número de comunicaciones salpicadas por la segunda cibernética o cargo. Esencialmente, actúo como actiwulor dd proceso familiar.
la autopo"icsis mientras que la actitud c.kl terapeuta continúa siendo He llegado pues a dcsarroll.1r una terapia que yo llamo procesual,
la del que sabe, que preve, que comprende, que busca y descubre la puesto que se trata de activur el proceso. Incluso si a menudo los
buena solución, o sea, que trabaja mucho pura deslumbrar a la fami­ miembros de la familia no lo saben, ellos disponen de elementos de
lia... y a sus colegas. solución originales rara sus problemas específicos. 1 lacicndo emer­
Las proposiciones que enuncio a continuación justificarán a ger esta infonnnción de la que disponen, estarún en medida de elabo­
aquellos que están asustados por estos preceptos. rar su a11toso/11ció11. En lugar de considerarlos como una familia
L Es más fácil recoger informaciones que darles circularidad: reco­ patológica o disfuncional, pongo en evidencia su propia c·ompehm­
ger es amasar para sí mismo, esto satisface nuestros instintos de c:ia, con la esperanza de que en el futuro ya no tendrán necesidad del
propiedad o de apropiación mientras que dar circularidad es remi­ terapeuta pnrn continuar el proceso.
tirse a las posibilidades de utilización de la i11fi.mnación de/y por la
familia.
2. Es más fücil formular hipótesis que sumergirse en un proceso
aleatorio: la hipótesis es una construcción del terapeuta mientras
que el proceso resulta de las interacciones con la familia.
3. Es más fácil comprender que activar: activar se apoya en pnrte so­
bre la movilización del potencial de la familia. Esto es necesaria­
mente frustrnntc porque: no produce un resultado inmediato y visi­
ble.
4. Es más fácil seguir su propia pista que permitir a la familia descu­
brir las suyas: siguiendo mi pista, yo se o creo saber a donde voy;
dispongo de mis cartas y se cómo utilizarlas, mientras que sus pis­
tas no me son familiares y me parece frecuentemente que no lle­
van a ningún lado; debo confiar en sus competencias (para lo que
no he sido formado).
Es más fácil hacer trampas que jugar el juego de la honestidad:
muy n menudo ellos no saben que hacemos trampas y así evitamos
tensiones, incluso crisis, mientras que jugando el juego de la honesti­
dad es poco probable que seamos recompensados inmediatamente.
! lace tiempo, yo trnbajaba mucho antes y dcspu¿s de la sesión; ahorn
trabajo mucho durante la sesión.
137
6

DEL CAOS SUICIDA


A LA COMPETENCIA DE LAS FAMILIAS'

i
1
J Nunca es sencillo para el psiquiatra que trabaja en urgencias eva­
1
l luar el riesgo de recidiva de un paciente suicida. Que éste pretenda
l que 110 quería morir 110 implica que diga la verdad y que se arrepien­
¡

I
ta de no haberlo conseguido no significa que lo vuelva a intentar. La
decisión <le dejar marchar o no al paciente implica una di111,·11siú11 éti­
! ca que no es desdeñable; cuando se complica con una di111e11sió11 le­
gal, como es el caso en Norlemnérica -el suicidio de un paciente
puede ser reconocido como falta profesional- se convierte en una pe­
sada y angustiosa decisión.
Además, se espera que el psiquiatra se deshaga de la urgencia lo
más rápidamente posible y de ese paciente molesto «que no es un
venfodcro enfermo», sea dúndolc el alta u hospitalizúndole en el ser­
vicio de psiquiatría. Evidentemente, podemos predisponernos contra
tales reglas o ignorarlas, lo que es a la vez inelicaz y muy inseguro.
Podemos ver también como esas reglas tan apremiantes pueden con­
vertirse en fuentes de innovación.
Es ese contexto dificil el que me permitió descubrir progresivn­
mentc un modo de intervención simple y elicaz -puesto que en tres
años no he tenido recidivas- aunque no siempre fácil de aplicar.
Enfoque sis�émico no significa tcra¡)ia familiar. En el servicio de
urgencias, implica tener en cuenta el contexto del terapeuta, ver al
paciente como competente, considerar que son el paciente y su cntor-

1. Eslc lcxlo se puhlicú anlcriormcnlc de forma resumid;, en .lmmwl t•t1roph•11 ,lt•


/ '11rgt·11n· ( Ausloss. l 'J'JO).

1:w
Las capacílludes Je la fomilia Caos

no quienes poseen la información que permitid que emerja la solu­ Hospitaliz;1r contra su voluntad a estos pacientes no es mi\s que
ción. Mejor que un largo discurso, un ejemplo concreto nos pennitirú retardar una situaciún para que después lo hagan mejor, ya que es
explicitar nuestra manera de intervenir. impro�ublc que las circunstancias del problema se modifiquen en
unos días. Dejarlos ir, prescribiendo un mlti<lepresivo y dúndoles
una cita en el disp�nsario, sólo ah:núa débilmente el riesgo. Sl.!a
UN PROBLEMA ESPINOSO ... cual sea, estas dos actitudes contribuyen a acentuar el problema,
puesto que designan al paciente como enfermo e incapaz para salir
Albert fue llevado a urgencias por su hijo de diecisiete años quien, vol­ él solo de la situación, y justifican pues a posteriori su tentativa de
viendo de unu fiesta antes de lo previsto, lo encontró con el fusil en lu mano. suicidio.
Después de una pequeña pelea consiguió desarmarlo y convencerlo para
acudir a urgencias. Albert había dejado una curta para explicar que quería
é1handonar, que ya nb 4uería ser una carga para todo el mundo y pedía que se
le perdonara.
Cuando lo veo, de entrada tiene los ojos llenos de lúgrimas, lo que con­
trnstu con su aspecto sólido y seguro. Su mujcr lo hu abandonado hace un ario Consideremos la cuestión bajo otro punto de vista: ¿quién tknc el
y medio después de dieciocho arios de matrimonio. Un año antes de la sepa­ problema? No es el paciente, porque él ha encontrado por fin la solu­
ración, yu habla amcnuzado con matarse con un arma de fuego. 11izo una f
I
ción: va a morir y se acabará todo. En cambio, el terapeuta, haga lo
tentativa de suicidio hace un año cuando su hijo pequeño de doce años dcci­ que haga se encontrad en una situación incómoda: si hospitaliza al
Jió irse a vivir con su madre, en otra ciudad. Empezó una relación muy in­ paciente, se volverá a encontrar con el problema unos días mús tarde;
tensa con una amiga hace tres meses, pero esta amiga hace quince días que le
si lo deja irse, se qucdurá con el temor de verlo recidivar al cabo de
ha abandonado, poco después de que la hija de Albe11, de quince años de
edad, realizara también una tentativa de suicidio. Esta nmiga prefirió romper
' mús o menos tiempo.
nntcs que encontrnrsc metida en una sihmción familiar que la desbordaba. Es precisamente esta situación incóinoda, próxima al dol,/e 1•i11-
Albert todavía no consigue aceptar su divorcio; la tentativa de suicidio cu/o, la que va a facilitarme el primer elemento de solución. Recor­
de su hija nsl como la ruptura con su amiga han acabado con sus últimas es­ demos que el doble ví11c11l0 es un esquema relacional complejo -es
peranzas. Después de su propia tentativa de suicidio, su hija, que vivía hasta decir, una situación interpersonal- que comporta dos proposiciones
entonces con él, se fue a vivir con su madre. Esta última acaba de llamar a su recíprocas, paradójicas y discordantes entre ellas, o incluso mutua­
exmnrido pnra llamarle de todo, diciéndole que había sido un marido insu­ mente incompatibles.
fribh.:, que no tomaba sus responsabilidades y c¡uc era incapaz de ocupar su Además, como ya he dicho, es ocupándose primero de sí mismo
lugar de padre. Para colmo, tiene dificultades económicas y es moderada­ como mejor se poqrú ayudar al paciente. En el doble ví11c11/o, es evi­
mente alcohólico. �e siente culpable, responsable de todo y se odia por ha­
dentemente el cmis?r el que dispone <le la solución; en este caso, es
ber frncasndo en su intento de suicidio. Sólo piensa en volver a su casa y no 't

fracasar la próxim:1 vez. sin lugar a dudas el paciente quien puede sacarme de este mal trago.
N!ngún argumento parece conmovcrlc, y sólo cuando le digo que no pue­ Esto me llevó a desarrollar una estrategia que utilizo, con variantes,
<�o dcJarlc mnrchar así rc.icciona poniéndose agresivo: «yo no estoy loco, no en la mayor parte de estns situaciones. Presento la situación al pa­
tienen derecho a retenerme, de todas mancrns no scrvir:í para nad:i». ciente diciéndole que tengo un problema serio debido al riesgo de ser
perseguido judicialmente, y que él puede ayudarme.
Eslns situaciones con formas y tonalidades di forentes se presen­
tan cada <lía en las urgencias, y el psiquiatra se encuentra particular­
mente desnrmado.

1_40 141
Lns capaddudes de In familia

RETOMEMOS EL DIÁLOGO
sea porque temen .que vuelva a intentarlo, sea porque tengan sufi­
Tcrnpeuta: <mo puedo correr graves riesgos prnli.: ciente confianza en él como para servirle de garantía.
siom1lt.:s <lcjúndolc
marchar ya qué no estoy seguro de que usted 110
lo vuelva a hacer. Por otro Esta estrategia tiene numerosas ventajas:
Indo, c11toy de ncuenlo con usted en que guurdfü,dole
ver nada y que parecerá más una "condena" 1¡11e
uqul, no vamos u resol­ - el paciente, de pusivo, pasa a ser activo puesto que es él el que debe
un trat:unicnto. Querría hacer cosas para salir de la situación;
creerle cuando usted me dice que no lo han1 de
nuevo. creo incluso que es - sabe, casi siempre, mejor que el terapeuta, quien puede ayudarle
11s11:d sincero, pero no tengo ninguna prueba de c1ue
dentro de ulgunos días para que no vuelva a intentarlo, pero también quien tiene miedo <le
usted no cambie de opinión. De alguna manera neces
itaría una garantía más
sería». que vuelva a intentarlo;
- llamando a todos, los moviliza y se moviliza puesto que es nece­
sario que explique por qué su presencia es importante en esa reu­
Sigue entonces una larga negociac1\ln, qm: ya no trata sobre nión;
las razones que el padcntc tiene para suicidarse, sino sobre los me­ - JesencaJcnu así una dinámica previa puesto que cada uno de ellos
dios que él puede encontrar para convc11cerme de que 110 volverá a
va a cucstionars� sobre esa reunión, sobre lo que va a decir, sobre
inkntarlo. lo que espera. La llamada del paciente desencadena también en la
Para complicar las cosas, yo insisto en d hecho de que en tanto
mayor parte de los casos una cascada de llamadas, en las que cada
que perso11a yo no tengo opinión pcrsonul sobre la justilicación o no
uno llama a otros para hablar sobre la situación;
de su suicidio pero que, en mi rol prc�l1.•.\·io1111/, debo intcn1.1rlo todo
- el hecho de que c_1 paciente haga los movimientos cambia la delini­
para impedirlo. ción de la reunión: no es el terapeuta quien los convoca para poner­
Toda esta fase de la entrevista es una mctacomunieación sobre·
los en cuestión, es el paciente quien les pide que vengan a ayudarle.
nuestros roles respectivos y sobre la definición de la relación: yo no
Tres observaciones:
soy un médico que va a curar a un enfermo y a encontrar soluciones
1. A menudo me dicen que esta estrategia no es realizable en la prác­
sino un profesional que pidc a un inkrlocutor competente que 1�
tica porque nQ se tiene el tiempo necesario para recibir a la familia.
aporte una solución. De pasivo y dependiente, el paciente pasa a ser
Es también una buena excusa para olvidar el contexto. Por eso,
activo y competente.
sistemáticamente, me las arreglo para tener una hora libre y recibir
a la familia de las personas que veo en urgencias. Si no la uso, es
LA COMPETENCIA DEL PACIENTE una parada que agradezco en una jornada de trabajo habitualmente
muy cargada.
2. Al principio, yo mismo convocaba a la familia, lo que me ocupaba
Habitualmente, en ese momento el paciente me propone prome­
mucho tiempo y me exponía a tener que informar a esas pcrso�as
ter 4ue no volverá a intentarlo a mayor o 111e11or plazo, prorosición
de la tentativa de suicidio y a tener que ocuparme <le sus reaccio­
que rechazo diciéndole que en su lugar yo haría la misma promesa,
nes. Además, a menudo tenia que negociar duro para obtener su
sabiendo que ésta no me compromete a nada si ya he dc::cidi<lo ma­
participación. Desde que pido al paciente que lc�efo�,c� él misn:ir 1

tarme.
gano tiempo y _con la ventaja de que es él quien mtorma a í 1�·
Lo más frecuente entonces es que hable espont,\neamcntc de per­
miembros de su familia y quien negocia para que vengan. La 1111-
sonas de su entorno que podrían servirle de garantía. Lo cojo al vue­
ta<l de la intervención ya estú hecha.
lo Y le propongo que convoque él mismo para el día siguiente a todos
3. La experiencia me ha demostrado que los pacie11tes sabían muy
a los que concierne su tentativa, sea poa1ll<.: ha11 estado implicados,
bien a quienes tenían que convocar y quienes estaban dispuestos a
14!
143
Las Cilpacidatli.:s di.: lil famili,1 Caos

jugar el juego. Esto evita también al terapeuta hacerse preguntas pienso que se trata de crear una atmósl�rn de suficiente confianza
para las que, la mayoría e.Je las veces, no tiene n:spucsta. Por ejem­ para que puedan vivirse verdaderas emociones.
plo en este caso: ¿,es nec<.:sario qui! d hijo l!sté presente 1!11 esta .
Qespués intento dar circularidad a la información preg�tntaodo :�I
asamblea de dos gcnernciones que le preceden'!, ¿hay que convo­ foro quién suponía que el paciente ib� a rl!alizar una tentat1v,� de su•
car a la amiga siendo ella el factor desencadenante mcc.Jianh.: la lla­ _ �
cidio, a quién han hablado de ello, que han hecho para 1mped1rlo, que
mada telcfónit:a en la que le ununciaha que iba a abandonarle? La ha dl!sencadcnado las cosas, ele.
respuesta que podría dar el terapeuta habría sido unn delimitación En d caso de Albert, todo el mundo se lo temíu y lo temía, todos
arbitraria del sistema pertinente; la respuesta del paciente es al habían hablado de ello. pero nadie se h:1bía atrevido a hablar �on A�­
contrnrio una información preciosa y le deju percibir la confianza bert, por temor a tksencadenar ulgo. En efecto, Albert es el prnnogc­
que le tienen. nito de la familia, aqul'.:I con el que siempre SI! podía contar, la roca
l.
sólida sobre la que uno se podía apoyar. Veril� deprimido de�annaba
a todo el myndo. Ahqra que era él quien necesitaban los den�as, no se
LOS RECURSOS DE LA FAMILIA sabía cómo ayudarle o hablarle porque, en la familia, no se t1cnl! cos­
tumbre de hablar de las emociones.
Me encuentro pues con los miembros de la familia convocados Albert está muy sorprendido de todo lo que oye y sus henna'.1os
por el paciente (que continúa en el servicio de urgent:ias) él mismo reconocen que con él, no se atrl!vian a hablar de olra cosa que no luc­
_
día o excepcionalmente al día siguiente. No exijo sistcmñticamentc ra «la caza y la pesca». Este tema se rctomarú vanas _veces a lo la_rgo
que todo el mundo esté presente, pero pregunto sobre las razones por de la entrevista parn arrepentirse de no lmbl!r aprendido a c?mun�car
las que algunos no estñn. Esto no es obstúculo para que siempre me los sentimientos en la familia. Es la madre de sesenta Y siete nn�s,
sorprenda al ver lo eficaces que son los packntcs para reunir a su fa­ mujer menuda y tímida, t1uicn puntuará el tcm:\ diciend? que si tuv1_ ­
. �
milin. rn la ocasión de volver a hacerlo, ya no educa na a sus h1JOS de la m1s­
tna manera sino que tes permitiría compartir sus cmocione_s Esta au­
_ ,-
Albert ha sido muy activo: sus padres de u1llls sesenla ai\os de edad torización matcrm� va a revelarse capital para la contmuac1on.
están presentes, así como sus cuatro hermanos y sus tres hermanas, su hijo
de diecisiete ai'\os y un colega de trabajo tJUe lo ha ,1yudado mucho durnntc
estos úhimos meses, en total doce perso1rns.
Después de haber dado las gracias a cada 11110 de ellos por haberse movi­ LA IMPLICACIÓN DEL TERAPEUTA
litado tan rápidamente, defino el objetivo de l.1 reunión: decidir si poúemos
dejar a Albert volver a su e.lsa, o si hace foil,, hospit.ili:i:arlc en el servicio de Todos han podido hablar y se empiezan a relajar un poco en una
psiquiatriu durante un tiempo. atmósfera de confianza. Es posible entonces nombrar lo que todos
Pido después a cuda uno de ellos que se presente precisando su lugar en tienen en los labios y en el corazón, pero de lo que no se hablar:\ mm­
la familia y su vínculo más o menos próximo con el paciente. ca si el ternpeuta no tiene el vulor de abordarlo: el miedo a la muerte.
Esta etapa es importante para sentir el pulso de la familia y tam­ l labitualmcnte yo hngo la pregunta en los términos siguie1� tes: «Ustedes
bién p,1ra distender un poco la atn,ósforn y establecer una alianza con _
están todos reuniuos porque Albert ha estado a punto de m�mr. S1 h, suertc
ca<la uno de ellos. Esto es tanto m:ís importan le cuanto que la presión __
no hubiera estado de su p:irtc, estaría muerto y ustedes estarrnn tamb,en reu­
va ll subir muy pronto. Oemasiado a menudo, se piensa que ulilizar la nidos... en el salón fun�rario. Pienso que Albert tiene un problema_: cree q ue
.
crisis con la fomilia consiste en hacer ljUc se sient:1 nrnl. Al contrario, para todo el mundo, lo mejor sería que él muriera. Dlldo que todavrn esta en-

144 145
L1:. capacidades de l,1 familia Caos

quitado
lre nosotros, ustedes tiene n la suerte de pmkrlc decir lo que habrian <lid10 nas dice entom:i.s: «si cstu , iera m uerto, serín como si me huhicsen
<ldante <lcl ataúd si est uviera venla<len1111cnte muerto, lo que esto les habría una parte de mi;jamás habría vuelto a ser la misma».
e. Si tu
hech o _sen_tir, lo que él representa vcnl.1cleramentc para ustedes. Se que es Y otra hermana: «te acuerdas, cuando murió mi bebé, rue terribl
muy d1fictl y penoso pero pienso que es lo n1l·jnr que us tedes podrían hacer hubieras muerto, creo que hahria sido t odavía peon>.
declara-
por Albert en csle momento. ¡,Quién quiere expresarse'?». En ese momento, Albert toma la palabrn. «Yo querría hacer uni\
rto lo que
ción: que nunca mús volverc a intentar matarme, que he descubie
vos�tros Y
ya sabía pero en lo que y:1 no creía, la importancia qu: tcn�o para _
o el p n�1� o�c ­
Está claro que csla cuestión es dura y casi siempre hace brotar las la fuerza que da tener una familia como la nuestra. Sigo s1�nd
e soy tragil Y
lágrimas. Pero, como dice Whilakcr, hay que saber «nombrar lo in­ ni to pero y_a no seré la roca sobre la cual uno se apoya, yo se qu
nombrable» para que pueda decirse lo i11d.1ci/,/e. me atrevo a decíroslo pero sé que puedo contar con vosotr os».
Yo pienso que es indispensable nnmbrnr la muerte de entrada:
todo el mundo piensa y nadie se atreve a hablar de ello. Es el terapeu­
ta el que debe ton}ar la iniciativa, delinic11do así el contexto de la en­
trevista. También· es muy importante definir la entrevista como un LA DlFERENClA QUE HACE LA DIFERENCIA
servicio a� terapeuta, antes que como un tribunal en el que se va a
_
buscar quien es el culpable y quién tiene circunstancias atenuantes. Después de tales intercambios, lo esencial está dicho. Lo que blo­
los
A m �nudo, en efecto, el paciente se imagina que ya no le impor­ queaba la comunicación en la familia ha sido levantado. Todos
zado n
ta a nadie, que es una carga para todo el mundo y que su muerte será miembros de la fomili:.t, y no solamente el paciente, han empe
cambiar. La regla de «caza y pesca» está seriamente tocada. No �
un gran alivio. Darse cuenta de lo que habría provocado en los ,, ob ­
un come ntario
demás si hubiera tenido éxito su tentativa es sin duda uno de los me­ tante, me parece interesante puntuar la situación con
jores frenos para prevenir una tentativa ulterior. Además, cada uno final y un ritual.
tiene así la ocasión de dejar libres sus emociones diciendo lo que
nunca se habrían atrevido a decir si el terapeutn no les hubiera dado vuelvo a
Después de haber sal ido para preparar est;\ última interv ención
Albert aca­
la ocasión. Es pues un excelente medio de hacer circular la infonna­ entrar en la sesión y les digo: «no hoy mucho que aiiadir a lo que
to al prin­
ción. ba de decir. No obstante, querría decirles que me he sentido moles
después me
Es raro que �ada uno de ellos exprese o Jiga lo que siente profun­ cipio de la sesión cuando se hablaba de "caza y pesca", pero q\lc
damente, pero s1ci:11pre, una o dos person;is dii.:cn algo que toca parti­ he sentido imp;c sionado por el calor y la calida d de lo q ue uste<lc � han p o�li­
ª!
cular�1�cnte paciente. Sea lo que sea, el solo hecho de pensar en la do decir. Albert, en tanto qm: primogénito, ya no veía cómo podrn
para q\l vu lva a encont rar la
cambiar
riqueza
c11est1on es d1rcetamentc terapéutico para cada uno de los miembros de rol. 1 la hecho falta esta tcnt.,1iva e e
era el m jor medio p el r sultado
que hay en su familia. Posiblemente no e ero e
de la familia. tnrlcs si us edes creen en el com­
ha valido la pena. Ahora tengo que prcgun t
n, pue<le salir d I hosp al esta noche ».
promiso de Albert y si, en su opinió � i � _
«Toda v,a querna pedirle s una
Uno <le los hermanos enc ontró las siguientes palabras para expresarse: Todos son de esta opinión. Después:
ustedes se
«yo ya no podrla haber ido nunca a cazar si Albert estuviera muerto. En cosa: estamos· a jueves y si Albert estuviera muerto, el sábado
de la muerte.
otoñ�, sablamos lodos que no estaba bien, teníamos miedo pero nadie se lrnbrian reunido para el entierro. Los funerales son la tiesta
de la vida, to­
atrevin a hablar. En el fu turo, es seguro que hablaré de algo más q ue de caza Querría que el sábado ustedes se reunieran para hacer la fiesta
e e mome n­
mando una comida de tiesta juntos». Albert me intcrnunpe en
s
y de pesca».
er a ver-
Lo que la vieja madre re fuerza diciendo tJIIC es as í como tos ha ed ucado, to: «Soy yo quien organizarú esa tiesta y después, me gustaría volv
pero que es unn peno y que si pudiera volver a hacerlo.... Una de las hcrm�•- le durante un cierto tiempo».

146 147
-=······--

Las cupacidadcs de la familia Caos

El objetivo de esta prescripción es el de sellar y prolongar en el NOTA FINAL l


plano analógico lo que ha sido dicho y vivido en el plano digital. En
el caso de Albert, lo volví a ver cinco o seis veces individualmente. Poco. tiempo después de haber visto a esta familia (finales de
Esto me permitió saber que la fiesta lrnbía sido un éxito y que más 1988), tuve una apasionante conversación con Christian Coté que en­
tatdc, él fue encontrando a cada uno de sus hermanos y hermanas in­ scfia sistémica desde hace años en la Universidad de Laval. 1 labhíba­
dividualmente, lo que les permitió decirse cosas que nunca se habían mos sobre la importancia respectiva que había que dar ul proceso y al
dicho con anterioridad, en particular con el hermano pequeño mi­ contenido. Yo le decía que lrnbía llcgmlo a centrarmc tanto como .,
nusválido con el que prácticamente jamás había hablado. podía sobre el proceso, aunque pudiera desatender los contenidos, y J.

Se había comprado un libro tipo S11 1·ul1111tad puede resolverlo que a menudo me esforzaba activamente para no comprender lo que
todo que venden en los quioscos. Leía una decena de páginas al día y se me decía para podcr ccntrarmc mejor sobre lo que pasaba. Como
anotaba las cosas �uc no entendía en un libreta pequeña. Cnda se­ ejemplo, le expliqué la sesión de familia que acabúis <le leer.
sión, traía su libreta y me pedía que le explicarn lo que no veía claro. La discusión siguió. Le expliqué a continuación que en una entre­
Estuvo de baja laboral durante un mes y empezó a pintar, un vista como ésa, yo concibo mi rol como el de activar el proceso, para
sueño que pensaba que ya nunca realizaría. Después de años de que pueda circular la información alrededor de lo que acaba de pasar
ausencia, volvió a su club local de hockey para entrenar a los más jó­ y de lo que se podní hacer para que cso no vuelva a ocurrir más, mu­
venes sin retribución alguna. Un año y medio mús tarde, lo volví a cho mús que sobre recoger las informaciones sobre la familia o los
ver, muy relajado, cuando se iba <le viaje. Se había convertido en dc­ antecedentes de mi cliente.
kgado sindical de su empresa y partía para un congreso sindical. Insisto sobre la importancia de no implicarse en una entrevista
como ésta con hipótesis preconcebidas, sino solamente con estrate­
gias que permitan activar el proceso. Evidentemente, esto supone
CONCLUSIÓN una gran confianza en la capacidad del sistema para resolver sus pro­
blemas. Pero esta confianza siempre se paga con creces, porque la
En tales situaciones, tiempo familiar y tiempo individual se com­ gente se muestra a la altura aportando formulaciones mucho mejores
pletan a menudo de manera muy armoniosa. Batcson dice que «la in­ que todas aquellas que el terapeuta hubiese podido encontrar. Que
formación es una diferencia que hace la difcrem:ia». La manera en la haya bastado pensar en la fórmula de «caza y pesca» que ha podido
que nosotros conducimos la entrevista hace la diferencia a dos nive­ ser utilizuda por el paciente-designado para concluir la entrevista.
les: por la expresión de lus emociones que permite y por el anclaje en Es en ese momento cuando mi interlocutor me reprende dicién­
un ritual de la modificación que ha sido anunciado. Tres frases serán dome: «Pero tu no has podido no ocuparte del contenido, por ejem­
suficientes para resumir: plo, el que gira en torno a la muerte». No me doy cuenta inmediata­
- él (el pncienlc) es competente en su problema y puede ser activo mente, pero él retoma todas las secuencias que giran alrededor de ese
para resolverlo; tema: evidentemente el suicidio, mi pregunta a la familia, la caza y la
- yo (el terapeuta) soy esencial para activar el proceso de circulación pesca que se refieren a la muerte de los animales.
de la información, aunque sea yo el que tenga un problema; Es escuchando a Christian Coté cunndo me doy cuenla que se­
- la familia posee la información que harú la diferencia entre la guramente, ese tema estaba llotando durante toda la entrevista, pero
muerte y la vida. en ningún momento yo había sido consciente, y todavía menos
había intentado explotarlo. Leyéndome es posible que vosotros
h:1yáis realizado la misma hipótesis, pero esto se debe al hecho de

149
Lus capaci<lu<lcs de la familia

que debía presentar mi relato de esta nrnnera para que el \cclor pu­ \. 111
diera seguirme. i
Durante las entrevistas, trabajo mucho, pero no intentando cotn­ PROCESO
prendcr: yo activo el proceso, pero no me iutcrl.'.so en el contenido. Es \
ésta una posición deliberada y a menudo dilkil, porque a menudo se
nos sirve en un plato de plata contenidos parlicularmenle apetecibles. l
No olvidemos que si los miembros d;; la familia han identificado
esto como un problema central y no han p,idido utilizar esa formula­
ción para encontrar una solución, es que esa formulación no era per­
tinente.
Piagct decía: «<;ac.la vez que ustedes cnsc1ian algo a un niño, le
están impidiendo déscubrirlo». Lo que yo podría parafrasear en tera­
pia sistémica de la siguiente forma: «Cuda va que vosotros com­
prendéis el problema de una familia, le cst,\is impidiendo a ésta el
descubrirlo».
Seguramente que huy contenidos, seguramente que a menudo
son apusionantes, seguramente que nos permitirían comprender mu­
chas cosas, pero ¡,en qué son útiles a la familia para cambiar? O, di­
cho de otra manera, lo que me interesa como terapeuta que busca
comprender ¿es pcrtinenh! para la familia que tiene que vivir'?

150
7

EL PROCESO DE DESIGNACIÓN'

•¡
t

Cuando uno se pregunta sobre las relaciones que vinculan a un


individuo con los sistemas que le conciernen y le explican al mismo
tiempo, que lo construyen y que él contribuye a construir (von Gla­ ¡
serfeld, 1988), el síntoma nos ofrece un camino privilegiado para la
comprensión. Es lógico pues que desde el inicio del movimiento de
las terapias familiares, los terapeutas se hayan interesado en com­
prender las reglas del sistema, el rol del individuo y la función del
síntoma en el sistema.
Desde el principio de mi práctica, me interesó entender el síntoma
como un mensaje que nos informa tanto sobre el funcionamiento del
sistema, como sobre el funcionamiento del individuo. Esto me llevó a
distinguir tres niveles para entender el síntoma: el nivel scnu,ntico, el
nivel sintáctico y el nivel pragmútico, y a plantearme tres preguntas:
¿qué muestra el sínt,oma?; ¿a quién lo muestra y según qué reglas? y
¿con qué resultado?·
A continuación he tendido a abandonar la búsqueda de la fun­
ción del síntoma para pasar al síntoma de la función, es decir, para
leer el síntoma como el signo de una perturbación de una o varias
funciones necesarias para la supervivencia de la familia. El mensaje
que se puede dcscifrnr en el síntoma nos informa tanto sobre el indi­
viduo que es el portador como sobre el funcionamiento del sistema y
sobre el terapeuta que lo descifra y que le da un sentido. Desde en­
tonces abandono las hipótesis formuladas en términos de personas

1. Eslc lcxto ha sido publicado ;mtcriormcntc en 711Jrnpie.fi1111ili11/e (Ausloss, 1990c).

153
Las capacidades de la familia Proceso

«que hacen algo para ...» para pasar a las hipótesis sobre la o las fun­ que acabaría por aceptar, de buen grado o por la fucrla, ese rol que va
ciones que el terapeuta considera problcmáticns para el sistema a costarlc caro..
(Ausloos, 1986 e y d).
Parnlclamente, intentaba encontrar, en las teorías que se han for­
mulado sobre el individuo, los conceptos que serían compatibles con EL PROCESO DE SELECCIÓN-AMPLIFICACIÓN
una visión sistémica de la familia. Esto inc lkvó a rcl1cxionar solm:
la noción de finalidad y a definir el sí11toma como· «el resultado ck La perspectiva es complctamenlc diferente si se considera qui.! en
una incompatibilidad entre las finaliJadcs del individuo y las finali­ el origen el síntoma no existía. Había solamente una familia, con dili­
dades de la familia en el momento de la emergencia del síntoma» cultades, con tensiones, con estímulos internos o externos a los que
(Ausloos, 1981 y 1983). Es en esta misma línea de investigación que ella no podía dar respuesta. En una situación tal por casm,lida<l o debi­
he intentado, más recientemente, precisar mejor el proceso que con­ do a dctenninantes externos o internos. llll comportamiento, entre una
duce a la aparición del síntoma y es lo que querría describir aquí. intini<lad <le comp�rtamicntos, va a producir ciertos rcsu\tfülos que
habitualmente no producía; o que no hubiera producido si el sistema
no se hubiese encontrado alejado del equilibrio. Este comportamien­
EL PROCESO DE DESIGNACIÓN to, producido por un miembro del sistema, va a ser selcccionudo, pri ­
vilcgia<lo por el resto de miembros del sistema. Seguidamente va_a n:­
Como ternpeutas, habitualmente nos confrontamos a síntomas petirse, a amplificarse, en parte después de la respuesta que ocastona,
que nos son presentados e mpaquetados, la dcsignación ya se ha he­ en parte porque'ya a tomar un sentido particular pura el portador del
cho, el etiquetado se ha realizado y la puesta en escena está acabada. comportamiento y pura los demás miembros del sistema.
com­
Pero ¿cómo se ha llegado uhí'?, ¿culil lrn sido el proceso que ha con­ Es importante observar que al principio, no era mús que lll.'
nlo, fue se cc1on ado
ducido a la designación del paciente-designado, al aislamiento de su portamiento aleatorio que, en un primer mom� �:
1l1cad o por
síntoma, a la patologización de la problcuuíti�a familiar? para el juego de las interacciones, para de��ues s�� amp}
lo qu� yo
Cuando se aborda esta cuestión desde el úngulo de la función del el sistema, por un mecanismo de retroacc1on positiva. _l�s
os CJCl,1 plos ilus-
síntoma, se tiene la tentación de considerar una especie de necesidad llamo proceso de se/ecciáll-ampl(lic:ació11. Algun
interna del sistema, que habría producido la aparición del comporta­ trarán mi propuesta.
miento sintormítico para cumplir una fu11ciú11 precisa y útil para la
supervivencia del sistema. ! lay en esta manera de ver las cosas una a) A kan lo lüm 1raído a la consulta sus padres po� un prohlcnu1 (\e tarta­
tendencia fir�alista y determinista que no debería satisfacer plena­ mudeo que les inq uieta desde hace m ucho tiempo y por el que l a escuela les
ha aconsejado consul tar. Jcan tiene seis años y su madre recalca de cntr�da
mente al sistémico. Además como ha dicho Jcan Rostand: «los siste­ si podría deberse i, un factor hereditario, porque el hermano de _su mando
mas no están en la naturaleza, están solamente en la mente <le los s u fre igualmente del mismo defecto de l ocución. Lo� pudres cxphe:m a con­
hombres». De la misma manera que uno no podría autorizarse a ha­ timrnción qu e temen que Jean esté afectado por el nusmo problema Y que les
blar <le inconsciente.: familiar sin arriesgarse a errores entre niveles ha asustado mucho constatar que el probl ema parecí a presi..:ntarsc desde los
lógicos, uno no podría considerar que el sistema o la familia, que no _
rim eros balbuceos d e l bebé. Pode m os imaginar la escena: cuando la crrn­
son más que conceptos, puedan tener un objetivo. Sería necesario en �ura empiezan hacer como todos los niños sus prim cro� <(h- a - ba», !�'s re
_ . . �
ese momento, y nosotros lo hemos hcd10, cunsi<lerar una especie de duplicaciones son inevitables rest� ltan�o alg oyar�c1do .i «h,,bnbm :. 1 ,,r,, l.,
parlamento sistémico, que decidiría que un sintoma es necesario para mayor parte de los padres no suscita 1Hng una mqu1ctud, pu�sto que �I �om
_ �
cumplir una función, y que lo atrihui1 ia a u11 miembro <lcl sistema, 1
portamiento les parece absolutamente normal para un hehc. b, i..:I caso de

155
154
�11,

Pr oceso
Las capacidades di! la familia
los
. que no se iltreven a decir dl�rante
los padres de Jcan muy al contrn rio, la dudu aparece muy rápidamente «¿va sis du rante el epi·sodio nrnniaco lo fase dep resi va. Tam ­
es� �'.1 )rsbilizrin en
a ser Jcan tartamudo co mo su tío'?». A partir de ese momento, se va a inten­ p críodos de normalidad y por lo �� �_e.1_11011 .
, · o d� jueg o infa ntil que cnc on­
.,
tar hacer ensayar al niiio ins istiendo en que no haga una repetición exagera­ bién en este caso un compo rt amiento .· o seleccionado por los dos
da. Por este camino, se empieza a seleccio nar un comportamiento qu e irú
amplificándose porque el niño se dará cuenta rápidamente de que sus padres
tr mos l b t 1
? n u �� � ��: :;�:: �:;����;�1�::�::�:
t
\�1�; �1 pa ra llegar u una situaci�\n
is maniaca.�enntt
estructiv o como la cris
11

están muy inquietos cnda vez que él cmpicia a hablar. Esta inquietud favo ­ :� (a �::· sól� �111 síntoma tan d c �
recerá «las reduplicaciones», y el rnrtamudeo tiene muchas posibilidades de que se hable del proble m a. D csgraci���;1���:i:���:::��c:���é s•�;::al��
t
que .''
instalarse. Como ya he dicho muy a menudo : «cuando uno se fija en el sín­ discurso catnlog¡1do de a 1oca do Y_
depresió� y con é� la u lt s
_ •�t! ��::c�\ s
toma, se contribuye a fijar el síntoma». Es mediante un proceso de este tipo t s un chico tímido encerrado en i
'
ta e
oc l
1

tien e 1cc1

que el comportamiento aleatorio y banal del bebé es primero seleccionado y e) Stephanc que ti n
. • . p ad res se o oncn por
1:

p ro_ sus
l

mismo . Le gustaria mucho saltr, �


1 ene
ri
.
Deb ido
1.
seguidamente amplificado en un proceso de fccd- brick positivo. dro . ga.
pasarle, temen cspe·cia. h1�ent: la
1

mied o de l o que pue da


. s. e en su
b) Elis a es una mujer joven de treinta y cinco años, secreta r iri de direc­ ri rclu .
g�,,r
usiones y Stéphanc ternuna yendo
ción en una escuela. Está hospitalizada en psiquiatría por un estado mania­ tod� es ... cs,�lan disc
• ·to res empiezan a 11\•
. v·1• p,·1sando el tiempo y sus pad
1 '

co: la habían cncontrn<lo en la habitación de un mo tel, donde había abierto hab1tac1on. Poco .,1 p�co . , ción. Hab.lan entre. ellos
• su
. rs. e en , 1,,,bºta
quiela rse al ver. que t 1 cn<le a enc erra • •ual-
to dos los grifos. Cuando se le pregunta sobre qué es lo que hacia en el mo­ les preocupa c:ida vez mas. , pero .ig.·
tel, dice al mismo tiempo que emite una grun carcajada, que estaba hacien­ esto se convierte e n un te·111a• que J '
t; ' '
co1�vers 11 ió .• ' ª ' 1
do nutoteropia, y que el motel era un buen sitio para hace r la. Una vez h os­ ;,,ente se con vierte en un t�m_ri �e d �e v , d� ::� �:�i��� ;¡ ��1��:,;a�
1co ano s
,,
1 .

se_ hriblulrn d,c�pl c; 5 e.le vcm t1c11


1 pitalizada, presenta el comportamiento habitualmente desinhibi do de lo s una pel ea con los

miento ule,_1tono e �e ug1 r ,· arsc en su habit:ición después de
pacientes mnnincos y en su discurso logon-cico repite a menudo que su ma­ •. alquicr ,·1dolesccnt e pue de pr esentar, es se-
rido no es un hombre, que ella cree que es homosexual, que no ha tenido re­ adr es comportamiento que cu pad es.
uictu<l de sus
icccio�ado y umpliticado por la inq
r

1:. lacio nes con ella desde hace años y que cll.i tiene gunas de vivir su propia
�1 vida. Cuando nos encontramos co n el nrnrido, este c o nfirma las pocas r<:la­

1
ciones sexuales de la pareja y presenta a su mujer como una mujer-niña, lilicación csl� pues co ndicio1� �
Este pr oceso de sclccción-amp
1' ad
que venía a senta rse sobre sus rodillas incluso en presencia de amigos, y en a aum n ,,r e
. . ncs positivas q ue t iend
esencialmente por re·t10 , cci o ª c t
que frecuentemente pasaba así la reunión chup1índose el dedo pulgar. Esta r vi cul d
. o. Esto puc·de esta
..
llp de comportamient o se\ccc 1 onad .. a o
situación le condujo a tener que asumir toda la responsabilidad de la vida
n

� portador del sí ntoma com a las


familiar, a preparar la co mida, a ocuparse de su hija de once años. Como no o a la historia persona\ de\ sujeto
o

que vive �I s ujeto. Frecuentcn t :���:�
es la primera vez que su mujer presenta episo dios maniaco s decidió divor­ ;�,�craccioncs del sistema en el e pro v ca
ciarse. ores, angu�ti as, miedo s q
principi o, existen tem
u o n a

on o. . . ..
Cuando se conoce mejor lu historia de Elise, nos enteramos de que es la ción del comportamiento a\cat ma,_ e� m1 op m1on
hija de una parcj<1 de separados en la que la madre era depresiva y el padre que el sín
ucrría insistir sobre e\ hech o de do u :
to

alcohólico, que. ella ha tenido que desenvolverse siempre sola y que llegó a el m omento d� �u apanc1ón. Da � �
n o c�m ple ningu na func ión en
ese puesto de secreta ria de dirección a fuerza Je ir nbaj1ir mucho. Cuando se na fu ncton en el moment o de· ·l,t
co n stat' am os que• pod1·1' a' •·,t1··1buírscle u
casó, progresivamente su marido empezó a ocuparse cada vez de más tareas error de co. nsi• der ar que esa ru nc1 on
domésticas, que ella iba abandonando fácihnente. Es así como llegó a ser consulta, hemos cometido el ·
se tr1t , • más
' ·1l)'t
¡!' una mujer brillante y dinámica en su trabajo al mismo tiempo que jugaba a habría rccedido a s u emerge
n ci a. Al pnnc1p 1 0,_ no
atorio entre una s�ne de otr: � : ;;
01� � •
ser unu niña mimada en su vida familiar y conyugal. Ella nunca se quejaba que de �n comportamiento ale ema t , s
1 o tambié n co n vertirse en p ro
1 de es te estado de cosas salvo durante los episodios maniacos. Desde hace
años he po<lido constatar que en muchas ocasiones los pacientes maniaeo-
tamientos que habrían p odid
o .seguir siendo banales. Nada
más normal que un adol:.'c;ccntc
se mr
1
i
rru nar s , par a t·
a medi ta r, para cnfu
1kpresivos (enfermedad .1fcctiva bipo lar según el DSM-111) dicen con énfü- le en su habitación, ya sea par
c

1
157
156
\
l.us capacitlndcs de la familia
Proceso
brarsc a placeres solitarios
o también. p.11 . .a !.1'rsl.rutar con un libro o es-
cuchar su música prcfien'd·,1. Hablo de cristalización porque esta vez el proceso de retroacción
N0 es mas que cua• nd0 e ¡ com
. o cxtrun� o, . . portarmcn- se invierte, de ser un proceso de retroacción positivo, pasa a ser retro­
vc11irse en algo importante nu.o, 111qu1ctanlc qu.e empieza
lo es puntuado com
• a con • ncción negativa. En efecto, si el síntoma acabara por dcsuparecer,
pa' ra el c·,unpo re 1 acronal
familiar. del sist ema habría algo de excepcional, de anormal, que llcvnría ni entorno t\
Es en ese momento cuando cuestionarse y de esta manera volver a relanzar el síntoma. l labién­
ritariamente sobre otros co
será sel . ccc . ,i. dO Y prr. vil
. . .ron . .
cgmdo prio- dose convertido la f.unción del síntoma en parte integrante del fun­
1 po ta 111en os y
de la historia del sujeto de : � � 1 1_ , esto ocurre en función cionamiento del sisima, el mecanismo de feed-back negativo prote­
_ro en � sis tem a y de sus propios fines
en este período de ¿u ex•,. st gerá el síntoma y se ocupará de impedir su desaparición.
encia no siendo cviden
I

este proceso. La rcpetici.on • l emente conscrente No son pues los mecanismos homeostáticos del sistema los que
<le·1 •comporh' m1. c·1110 ser • a, • a partir de ese
momento, parnleh• ,ne t· nte ..,, mp11,1c. r. füfa o rcd han seleccionado el síntoma y el paciente designado sino un compor­
.
del sistema, de nuevo en fun .
uc i h ' p . r. 1os mi• embros tamiento aleatorio dcl_sujeto, que ha sido amplificado y seleccionado
f¡ ció • n eI e I· .
<.
.'1 lus. to1 ·ra, de los modos de
o

nización' de las reglas • de unc 1 onam1ento y de. orga- hasta el punto de convertirse en una parte fundamental del comport a­
. '· lin·al'd
hs r ª'.ies propra.
de ese sistema particular. De s miento homeostático. Podemos arriesgarnos a una analogía con la
bid 0 . que 1 os miem
ª , bros del srstcm
sujeto priorizan ese 1 .t n r . a y el biología: cuando una célula es invadida por un virus, la célula lmés­
forma que contribuy:� :1�:, ;es� � � nto , se �en11:an en ese sír�toma de tal pcd no ha invitado al virus parn venir a reproducirse, pero sus carac­
compor lamtcnto como s111tom
Es así eorno e·I comportam1cn · ático· teríst icas han permitido al virus colonizarla hasta convertirla en um1
t o inqurt:.1 ante em .
una función·' si volvemos a, os . pieza a cumplir fortaleza desde la cual puede conducir sus ataques.
1 eJcmp 1 os J)re·se1w1' dos: 11Ja r.. r 1 a angustia
en el caso de los pnd' res. de Jcan que no se :.en La patologización está sin duda vinculada al hecho de que el su­
.•
su .función parent.i. 1 , lranqu1l .. t'
tan cap aces de asumir jeto se encuentra cada vez peor con su comportamiento sintomático,
. 1zar al maridú de Elise del
dcscubnremos que pre·s.en qt1e ma:s. lar·de encontrúndosc en una situación en la que él no puede satisfacer las fi­
1a l>a ' deas de suicidio cuan
pczó a salir c�n él i· u do Elise em- nalidades del sistema familiar más que en detrimento de sus finalida­
t
phane quienes habie,;�o i'1i1
la'�,� .

e-convcrsaci�>n � los padre
s de Sté­ des individuales. En esta posición, el síntoma representa el compro­
de 11 rollado su función pare
t erminado matand a
o l parSa. s, nt al habían miso que le permite salir de esa incompatibilidad entre sus fines
individuales y los fines familiares.
Es igualmente. importante no olvidar que la patologización no es
EL PROCESO DE CRISTAL únicamente un hecho familiar sino también de todas las instancias del
control social o del sistema de salud que hemos desarrollado. Stépha­
IZACIÓN-PATOLOGIZACI
ÓN
Cuando un comporta · . nc puede ser considerado cada vez más raro por su familia, sobre todo
s . 1t 11� at1
. co c�npieza a cumplir una
función, comienza a for:1: cuando empieza a decir que en la calle hay gente que le mira mal por­
;��:� � �.
les del sistema y a partici�a / �. e ,ls 111<'.úa luJades organizaciona­ que quiere hacerle daño, pero es cuando se conftnna que tiene una en­
r .1 e ccono1111a personal

sc convierte así en p·1• c1·c11tc del sujeto que fermedad ment al que quedará verdaderamente patologizndo.
ucs1gn·1do · P·is • · ·
,llll os ento
g11ndo estad·ro que yo Jeno . nces a un se-
1111110 pro'ces. o de•. ( 11.H a tza
. .
zadó11. En efecto' en un mo cum-. patologi-
t
. ·. ¡·
mento dado' e,J co . mportamrcnto seleccio -
nado y amplificado se crist .
I'·.
IZ,l,_ empieza a conv
ertirse en un h:íbit o,
CONSECUENCIAS TERAPÉUTICAS
a fonnar parte uc h. vi<h.
< el su_¡ eto, a ser d 111edio
identifica en su sist�mn.' por el cual se le Si el sistema 1� contribuido a la emergencia del síntoma, debería
igualmente poder contribuir a su desaparición. En efecto, no cual-
158
159
Las capacidades de la familia
Proceso
quier sínloma aparece en cu.ilquicr fam
ilia, puesto que el proceso
que acabamos de describir implica que, CONCLUSIÓN
en un momento dado, el sín­
toma toma una consistencia, un sentido, •
una función en el funcio­ A mt>do de �oncll1s .,on Y Para resumir permitidme dejarme llevar
namiento del sistema sin lo cual no se hab
ría constituido como sínto­ . . • . • 1ogi•a Tres palabras frnn-
ma. Mis reflexiones sobre la equifinalid a uno lle mas . tcrnlonos • . f-\. � vontos·. la ct1mo ·
ad y la autorrefcrencia me • . , 1·rc.10·• ,·tccidentc y ocasión, que
han llevado a formular el siguiente postula .
cesas tienen en su on g1;� a1 el mismo .
sen
do: . ., l ° rn:.1 que viene de,¡ griec•o a · L·ts ' tres significan
vienen lle\ l atm, . Y sin
literalmente«1 o que e,\ • �, com> y es , poi ac·c . · , · d ente que va a ser sclcc-
1111 sistema no puecle plantearse 1111 problem . · • · ' oca sió
a que .
c1011ado un comportan-liento" 1 cato110, . eS con n de las rcaccw-
110 sea capaz de resofrer
ncs que susc1t<1 ,· . que se . va • a amp. 1·1 t·1car Y es así • como acabará por cns-
. • r , de s1111011w. El -,,,,lividuo es sm . duda e 1
partir de este postulado, es sin duda hace tnlizars� baJo 1a 11:>rn,.1 •
r referencia de entrada a las porlador, pero no es fft.\. : s que ocurnem . lo lttl'\, serie , de circunstancws
competencias de la familia, estar prep . • . , · Sl .
arndo parn utilizarlas: ellos acc1dc11talcs e 1mp1 cv t -·b 1 es en e1·¡ucg<l -, , ,tc,· '"'"'
· ,,·,·ional como ese com-
podrán desenredar aquello que han con
Piagct cuando en una entrevista televisa
tribuido a enredar. Citaré a
da con ocasión de su setenta
portam .,cnto se cnst..1
. • .
· r1z·,• en smlom,t. •
.
. r.L�n liII1 , el síntoma es tanto para
.
y cinco aniversario manifestó: «ca el sistema la1rn 1.,ar con10 para e1 md.1v10u01,1, ocasión para un cambio,
da vez que usted enseña algo a un . ,·• ue ., que pucd a encont 1, ·ar t111 ,n·1rco ' que conduzca
· a la
niño, le está impidiendo que lo descubra con la con<l11.:1on . ..
por sí mismo». Mi rol en .• . . aunque e ·sto ocurra por acc1dentc.
tanto que terapeuta no es solucionar los crcac1on de un s1slcn . 1•1 tcrnpcuttco, . .
problemas de la familia sino . .
que ellos encuentren soluciones; no Añadtre• a1go que:• concierne • , • 1•1' en t·mto
a1 ter,1pcu ' que ind1v1duo y
.
es comprender, sino que ellos ser competente, sci· c·,p ' '·tz de conducir una
compnmdan. El terapeuta no tien
e que buscar una aguja en un pajar persona. En su pape·l , debe . .
. . . .. 1 . de permitir que en el d1s-
puesto que él no sabe ni tan siqu
iera si es una aguja lo que hay que cntrcv1sta, de c1rcu \·•1nzar 1a m "101.mac101
buscar. Está mucho más cerca de la curso aparezca . lo no-dicho. Pero no es a e;1•,1 qtiien corresponde avan-
posición del antropólogo que re­ .
copila historias de aquéllos a los
que quiere conocer sin saber con ;-ar so1uc,oncs... e• \ 110 puede ser mas.. que e,1 activador de un proceso
.
precisié)n qué va a recopilar ni en del que la familia tiene la rcsponsab•hd · .,1d.
qué puede ayudar esto a los que
tudia. Sin embargo, esto no pasa es­
necesariamente por la comprensió c11 Iti n·1•1· .�lll TI ,e�rapic Fami-
del sentido o de lu función del sint n NO l'A: Des¡w.:-.,· de la a¡nu.'·'.t'ú11 de e�/e · artírnlo
oma. . ele ¡ ¡ ·¡ . I • M tl'll Sdl'ini-l'a/a::oli y mlal,
Lo importante para mí es crear el liak ( 1990), tuve couc>t 11
•' :
11/t:IHO 1
. . .. ,11 el cual los ,wtore.,· pm¡mm.>11.
11 () I C 1
marco en el que podamos acti­ ( / 1)9()), Los j\tq�os
. p . · •ó11cos en 1a 1 anu 1 t.\, '
var el funcionamiento del sistem s ii; · .
a familiar, momentáneamente blo w1 111mldo de J>nJ(•�so . . I'"'.11 1,renmstruir
. ('S/CI(1/{).� a la 111wr.rn ¡a
queado, para que la familia pueda ­ , , 1'011 St'IS
. .· , 1le la 1,.�icos,.rn (p¡, ,189-_(

de nuevo utilizar las competencias . ,
l!l'ol,,ctc111 de 1111 J.lle"1gc C/lf(' ('.\'/CI L'/1 L'I O/ 1gtt1 , . .
., ? )./)
·
de las que dispone con el fin de . ¡,111,1"" . ·
.. · " Del 1 11e<.,, •o .�imetrico e«! /"¡m-
dejar surgir lo imprevisible. No
es U11 mio mw, torclc:. G'1' 1/ic111e1 l'rnta . . .
/
aquí el lugar para desarrollar los . • • 1tL- ·o ele la /am,.1""'· "' . Thcrapic • Familialc, .12 ( 1 ): 3 - 15 •
medios empicados por el terapeu rej" "' 11wgo ps1tv · , "I"•l.'<.wr . 1cu. .úmilit,u/('s �• tl1./ere11cws . e .011
para reactivar el funcionamiento ta . .
familiar. Nos bastarú con dccir que 1991 . FI. lct 'lm· /11/rreswlo ¡101/rc, ,
eso pasará por dar circularidad a ·� ,ciúll dd ,1e1c·i111ie11to cid s111to11w.
111/CSll"CI COO( l!J)IIICI ¡t::C
la información, por la búsqueda de º

las competencias de la familia, por


la abstención voluntaria por parte
del tcrnpcuta de llegar a cualquier obj
etivo preciso.

1 (¡()
161

••"l•tf h ,. .... ,, ',. . .... ... ¡


X

SOBl{I: /\1.<ilJNOS PROCl:SOS PAIÚ(il�NOS 1

1 ksdc hace cinco al\os. trahajt1 con l:1111ilins de jóvr.:ncs csq11izolh:-


11icns; hace unos die1 m)os, emprendí. con el eq11ipo de tcrnp1..·11tas 1:1-
milian.:s del centro de 1.evant en l .a11s:111111..', 1111a invcstigaciún solm: las
1';1111i I ias de h,:roinúm:11H1s: hace wintc m"\os, cran las l:1111ilias de tkl in­
rnc1111..·s las que 1111..· prcoc11pah:111. l:stas diversas invcsligacionl.'s kjos
tk· ctmducirme a c�l!lsidcrar que ciertos tipos de l:imilia provocan cier­
tas patnlogías. me lk,·an al contrario a pensar que un cicrlo número tk
mec:mismns rundamcntaks existen cn todas las fornilias y que 1:u:111do
slln perturhadns. vidados. desviados de su sentido. abren la puerta a
altL·raciones divdsas. l .a traducciún de 1..·stas alleracióncs. para 11110 o
Yarius mie111hrns·dl.' la l'a111ilia. l.'11 loxico111:111ia. dcprcsiún. annrexia.
psicosis. trastorno tkl comporla111ic1110. de., dqwlllk 1..·11 111i opi11iú11
111111.:!10 111ús del contexto, di.' los aco111L·ci111ie11tos y. prnhahlcmente,
1a111hi(:11 del terrcnn hinlúgil:o, que lk la di11:'1n1il·a propia de la l:1111ilia.
l'tir conh.'xln, entiendo l.'I estatus so1.:ial. d ml.'dio cultural. cl cn111rno
i11111L·dia10. las ii'11l11c11cias dd 1111..·dio escolar o prolcsio1lill, 1..·tc. l'nr
aconteci1nicnto.entil-11d,> los 1110111c11tns importa1111.'sde la vida l:unili.ir
(11acirnic11tn. 111ucrtl.'. i11111igraciú11, 111utla11za, ruptura. paro. quiehra.
accidl.'nl�. ch:.). los recurridos individuales de cmla uno de sus mi1..·m­
llms. el lugar tjuc oc11pan 1..'ll la fratria, la inllucm:ia dt: st1s p:ircs, cte.
l.legué a 1:sla pusiciún constatando la poca cspl.'cilicidad que
hahia en el runcionamicnto dc las l:11nilias de deli11e111..·nh.:s o hl'.roinú-

- -- l. l-�1ra,·111, ,k 1111;1 c,,nli:r,·111:ia q11..: pi.·�rn1,· ,·11 d ( ",,l11q11in ,k la ,\ITC,1,,Familias y


hl\i,·,1111a11ia: ¡_-l\ cn,·s � p;11h,·s. ;y,"111111 un�, ;1·.•,., l'I :?(, 1k 11,·t11h1\· de l 'JIJ.I, ,·11 (.)11.:-ll\.'\'.
Las capacidatlcs de la fomilia

manos; csto se vio reforzado rnando c111111ci lllS trabajos ingkses so­
brl.! Expressecl E111otio11 (Vaughn y !.cl{ 1 1)7(,) que establedan que
los indices màs fiables para predec:ir 1111a n:caida en 1111 csquizofr�ni­
co cran las advcrtencias criticas y la sohrl·i111plicaci{rn :ifediva en la
fomilia (/\usions, l 99J y Chambon, 11)9.1). Fm: para mi tant,1 111;'is
:•.
d1ocanll.: cuanlo que csto se acerca\ia a ,ilgunos n.:sultados de la in­ i
vestignei6n de Levant (Ausloos, l 1)86 a), a saber que en las d..: he­ f

roinômanos, SI.! cncontraba un 70'!·,, de familias en las que do111i11aba11 1


las <lescalificaciom:s intragcneracionales y lransgcncracionales y que
en un 46% de estas familias, se cncontraba lo qui.! nosutrns hemos
llamado una cstrudura de clan, es dccir, u11a rami lia c1H.:crrada en si
misma con pocos contactos con el cxtcrior. pocos amigos, pocas im­
plicaciones en cl llll.!ÛÎo soci.1I. Si se compara Cùl\ los trabajos sobn:
Erpressed E111otio11, «fü.lvcrtcncia critica» corn.:spondc a descalifü:a­
ciôn, sobreimplicaciôn a estructura de clan.
Puce.la rcsumir este prc.\mbulo dicicmhi que iio picnso que haya
un tipo de familia que produzca u1rn palulugia cspccilic.1, como tam­
poco existe un tipo de làmilia que si.:a susccptibk de un tipo particu­
lar de trntamiento. Pienso al contrnrio que todo cncucntro fomiliar i.:s
cl encucntro de un terapcuta, con su historia y sus modclos, y Je una
familia con sus cspecificidadcs. Veamt>s ahora algunos mecanismns
que yo hc podido scilalar como rundanicntah:s en las trnnsmisioncs
familiarcs inh:rgcncracionalcs.

SECRETOS DE FAMILIA 1 )
1

No retomaré uqui la historia de Edipo y su familia que ya hc rc­


cscrito en otrù articulo (Ausloos, 1982). Basta con ri.:cordar que en la
investigaci6n de Levant, cl 72% de las fomilias de hcroin6manos
tcnian sccrctos lrnnsgcncrncionalcs y cl 58% sccrctos intrngcncra­ •,¡':
"' .
cionule:.. Como yu hc <licho a11tcriormcntc, cuando cmpccé a trabajar I'
con dclincucnlcs, crci que los secrctos tic fa111ilia cran uno de los mc­
'i
dios pur lus ctmlcs se trnnsmitia 1111 h.:rrcuo propicio a la ddincucu­
ciu. Llegué a la fonnulaciôn siguicnte: «un C1<'li11g-0111 es una mani.:ra
di.: rcprescntar o poncr en csœna (lo ad) en cl cxti.:rior ( t>lll) lo que 1ai
pucdc ser dicho o wmunicado en cl intcrior de la fomilia».

IM

...,,u�•-
' •1•
Proccsu

Boszonrn:nyi-Nagy hahia insistido ya sobre la transmisiôn inter­


��n�racional de las lkudas Cil las familias (vé:isc l lcireman, 1989). IJ
\ .os secrctosjucgan 1111 roi 11111y importante en esta transmisiôn Cil la .,
,.
1n�dida en laque crcan un ùrca de 110-comunicm:iùn, con un mccanis-
1110 <.k mancha de accitc que hace que 11110 se comuniquc cada vcz •,•

mi.:nos en la l:1111ilia para lkgar a loque Nagy ha llamado cl «cstanca- L


1nicnto rehu.:iollal». Qucrria igualmentc scnalar que uno no puede sa­
h\!r cl contcnido del sccrdu, pcro a la vcz no puedc olvidar que hay
un sccn:lo. Estù prohibidu sabcr y estil prohibido olvidar. Los sccrc­
tus son sin duda también una dimension dcsconocida del vinculo que
lh:cucntemcntc hccho entre alcoholismo e inccsto. En los dos casos,
cl mnntenimiento del secrcto es cscncial y yo propongo la hipôtesis
de que, en ciertas situacioncs, es cl secrcto loque n.:fücrza los cfcctos
patôgcnos de la situaciôn incestuosa.

1
i Hay sin duda sccrctos en Iodas las familias y no siemprc produ­
ccn efcetos patôgcnos. Es la clasc de sccrctos, y la importancia del
cstancamicnto rclacionalque produccn loque lktcrmina su papcl en
cl nacimiento de una patologia eventual. No entend:iis sin embargo
! 1l
que hay que ir en busea de csos sccrctos: menos intcrés mostraréis,
màs tcndnin ganas de conliùroslos.

SEPARACIÔN-INDIVIDLJACIÔN O RUPTURA

Nuestra civili1.m:i1111 industrial ha privilcgiado, por razoncs cconù­


micas, a las pcrsonas capuces de scpararsc de su liunilia y de su lugar
de origen, capuces de autonomia. Para explotar las minas, asi como
para numcrosas industrias es mueho mas intcresante tcncr cmplcados ' l

m6viles que gente apcgada a su tcrritorio y a su familia. No obstante,


la valoraciôn de la indcpcndencia y de la autonomia no es comùn a Io­
das las culturas, y no sicmprc ha sido asî ni siquiern en la culturn occi­
di.:ntal (Ariés). Si se crcc a los historiadorcs de la prchistoria y a los an­
tropologos, los pritn\!rns hombres vivian de la caza y de la recolccciùn r¡
y lcnia11que 1lcsplazitrsc a 1m.:n11do para scguir las piezas que ascgura­
ban su subsistcncia. Es probableque en una situm:iùn tal, un l"unciona-
1nicnto solil.trio ruera favorable altcrnamlo con retornos al clan. Cier­
los amcrindios vivian todavia de esta forma a principios del siglo XIX

165
Las l:apaddadcs di! la familia

( Deloria. 1 1)89 ). tvlús larde. parei.:e que ci,:rlos grupos si.: si.:di.:ntariza­ sq:uridad que habían 't.:onocídu en el ru11cio11a111íento tkl dan en la
ron viviendo de la cría de ganado y después de los cultivos. Esta vez. forn i I ia de mi g,en.
1:s un funcionamiento de dan el 11uc cm sin duda 111;'1s fovorahlc, es de­ 1 :sto pcr111itc co11tl.'111plar los lc11ú111enos dc cmkpl·ndencia h:,jo
cir un funcionalllicnto en el que lo esencial es l'I grupo 111:·1s que el indi­ otr1, prisma, en la medida c11 que l:1 ruptura co11d1H.:c a 1111a reacciún
viduo, en el que cada uno eslú obligado a lll>cden:r las lcycs, donde rrmll: al otro mientras qut.: una vcnladcra separación hahria penniti­
uno no puede sobrevivir sin la ayuda de l,1s dc111ús. do n:accionar para uno mismo, t..:011 el otro. En otros lérminos, la rnp­
(. 'uando Fn:ud, y (kspués de él tml.1 la psicologí.1 occidental. se tur;\ resulta dd puso brutal de una estructura que Minud1in lh,maría
centra sohrc el individuo y prioriza la aulonornía y la individua­ c111hrullada a una estructura que él consideraría como di.;scngancha­
i.:iún i.:01110 signos de i.:quilíhrio psíquirn. no h:11.:c 111:'ts que n:lkjar da. Estas nmdiciones dan una pista para abordar l.1 codcp�ndem:ia.
una corrienlc de prnsamiento aparei.:ida en el siglo XIX <.:011 la i11dus- trab�1_jamln rnn lns dos cúnyugcs para pasar de la ruplura a la scpara­
11ializaciú11. l.o que nosotros tcni.:111os tL·111k111:ía a co11sitkrar L"OflHl ciú11 y animúnduks 1uctlía11te el genograma. por ej1.•111plo a redcli­
valor, si.;r aulúnolllo l.! i11dividual, sería al l·o111ra1ío un si!',110 de ína­ nir:-.� cada uno en rcl.1ciún a su l;1111ilia de orig1.•11. a sus reglas. a sus
daplación en l.ts culturas centradas sobre la f"amilia o el dan. Es ne­ rol�s propuestos, qut.: se han t.:onvcrtido en misiones. Abandonar una
cesario pues recordar que, cuando l'vlargaret rvtalher describe la im­ misión 1H1 puede hat.:Frsc solo: para tli111i1ir. es 11ct.:esarin entenderse
porlancia de los mecanis111os de scpar.11:iú11-i11dividuaciún, lo hat.:c en n111 aqut..'llos que han encargado la 111isiú11. La scparat.:iú11 no puede
1111 contcxlo cultural occidental y que alg.1111as de sus consi(kracionl.'s ltaccrst.: sin un 111ínin11, d1.: reconciliación. Yo digo habitual111c11te qw.:
serían poco vúlidas-en otro t.:onll'xlo. Dcsgrat.:iada1ncntc vc1110s los d adokst.:ente tklincuentc 1.:s 1111 adolcsce11le que ha salido por la
eli:dos en algunos inmigrantes, arr,11Kados hrnlal1111:111e de su i.:11tor- ve11t.111a y quc 110 ha podido lkvarse su equipaje: t:s pues i111porl.i11tt:
110 cultural, que p11cde11 llegar .i desarr,dlar u11a psicosis. que pueda volver a sti casa, t.:oger sus maletas y salir por la puerta.
En Quéhcc, e igual111cntc en toda J\inérit.:a del Norte. el knúmc• Pienso que csla imagen estú también indicada para el alcuhólit.:o o el
110 dt.: la t.:olonizaciú11 ha dado lugar a 1111a situariún particular en la toxicúmano que se ha mard1adll aun csl:mdo muy presente, tJUe 110
cual la fomilia, a menudo reagrupada en torno a la 111adre, que si.' ha t.:ogido sus maletas. que parccc solitario micnlras que es el t.:entro
quedaba sola durank meses, tenía 1111 runciuna111ientll de tipo dan. de las preocupaciones.
l.os ni11os eran educados t..:11 el n:spdn de las kyes l;1111iliares. la ne­
cesidad de la solidaridad, la 'i111portant.:i.1 di..· pensar en..-cl utro antes
que l.!11 si mismo. Cuando L'I hombre joven al·cedía al mundo laboral, 1:XCl:SO O FAI.TA DI-: ( 'ONTROI.
si no lcnía la suerte de heredar la tierra 1:u11iliar, le era 111.:n:sarío pa­
sar hruwlmenti.; a un ru11cio11a111ie1110 solitario como era el caso del lc­ La ruptura provoca igu:1l111e111c 1111 paso brutal de una situaeiún en
i\ador, y aí11i actual111e11lc del 1110111ador dc lineas, el minero o lkl que u110 esl:Í rnntrol:ulo por el li.1nt.:io11:1111ienlo del cl:111, por las reglas
obrero de cm1teras akjadas. Sin duda 111ud1os hombres vivían en t.:sc familiares, por _l.i solidaridad. a una situación dc a11omia, es decir de
1110111e11to una ruptura, una 110-pn.:paraeit\11 a un ltmcionamicnto soli­ ausencia de kyes, de reglas, de control, en la cual las rcgJus del me­
tario que 110 obstante se i111poní.1. El se11ti111ic11to de vacío predis­ dio sustituyen a las r1.·glas dd cl.m. Se puede decir también que alco­
ponía particulannc11te bien al alcolwlis1110 o a las demús toxil·,,­ holismo y toxicomanía son enl'cnnedadcs del control. de un exceso
manias: d co11sunw en cierta ma1H:ra lk11;1ha la ausencia afectiva de control cn el funeio11amicnto 1ipo cl:¡n de la ínl:lnda, de una apa­
que sentí:111. Al 111ismo 1ie111po el r1111ci1111a111ic11to de clan que hahían rc111c ausencia de t.:ontrol en el rum:ionamienlo adulto solitario. En la
rnnm:ido siendo 11i1ios l'ra idealizado, 111i1ilicado. y los llevaba a co,kpe11de1h:ia. hay sie111prc 1111;1 cnll'nncdad dd control. con 1111 cx­
buscar una co111pa11era que les pcr111iliera rct.:11co11trar ese t.:alor y esa CC!-ll de control en riertus :imhitos. y 1111:1 i11s11licit.:11cia de l'Olltrol en

1 h7
l'
1•

l.as capacidadcs de la li1tnilia

olros. No es extrano pues que se c1H:ucntn.: i.:n las familias i.:n las que
hay un alcohôlico o un loxic6mano, otrns n1Îi!mhros de la familia que
prcscntcn igualmcntc una patologia del control como la anorcxia, cx­
,
1- ccso del mismo, o la obesidud, que implica su auscncia. Sc pucdcn
multipliear cstos cjcmplos de patologias complemcntarias en siste­
mas familiarcs en los que cl eontrol es problematico, cvoeando la 1,
cnuresis, la atraceiôn por las scctas, la huida por cl trabajo, la ludo­
palia, las alteraciones obsesivo-compulsivas. cte. Enfonnedadës de
la ruptura, d alcoholismo y la loxicomania, son tambil!n l!nlcrmeda­ •
1
1
:

Jcs del control, c igualmcntc cnli!nncdadcs de la tkpendcncia. Vcrc­


rnos en cl pârrnfo siguicntc como esta dcpcndcncia pucdc instalarsc y
convcrtirsc en patôgcn.i.

LAS REGLAS DE LA DEPENDENCIA lt


i
1
Bateson ( 1977) ya habia mcncionado en su cl!lcbrc artkulo sobre 1

·if, los alcoh61icos an6nimos cl hecl10 de que d akoh61ico vive de aigu­


:1 na mancra un desalio permanente con la hoti.:lla. Como si hubicra un
comhatc en cl que cl akohôlico intentaria wrilicar si cl es mùs fucrt:.:

1 que la botella, combatc del que la salida es invariablcmcnte la victo­

,: 1 1
ria de la botella. En las fmnilias en las que hay alcohôlicos o toxicô­
manos se comunica a menudo lanzùndosc desalios. Esto pucdc scr
un medio muy estimulantc para vivir. csto pucde scr también una
,t
1
1
nianera de ir tic fracaso en fracaso, a pesar lie algunas raras victorias. ;
·i Si los rracasos predominan, sigue la dcsvalorizacitfo, con sus consc­
cuencias de !'alla de colllianza cil si mismo o i11cluso lk depn:siôn.
l
Mejor pues no inlcntar rccogcr los desal1os y qucdarsc en las rcglas
mucho mas segurns de la dcpcndcncia.
En nucstra invcstigacion en cl centro de Levant, hemos podido
vcrilicar en numerosas ocasionl.!s cu:\n importante cra en las fomilias
de hcroin6manos la régla de la depè1lllcllciu. Paralelamenlc a csto,
nosotros hcmos constatado que Cil cl 70% de las f'amilias. las dcscali­
licacioncs cran muy frccucnlcs Cil cl mcdio lil111iliar. Esta tcndcncia a
la descalilicaciôn se volvia a cm:onlrar ademùs en cl funcionamiento
del ccntro de tksinloxicaciôn. Esto nos condujo a fi.mnular una cspc­
cic de regla viilida para Ioda persona que pn:scntara un lcnôml.!no dc

ICIS

____....._
-----
1'
1•

l'rm:csu

<.kpcnùcnci.i: «l lay sicmpn.: ulla auloridad supcrior a la cual lcngo


quc obcdcc\.:r bajo pclla de consccucncias graves». Esta autoridad su­
perior puedc-scr sin duda cl alcohol o la droga. pcro pucdc scr lam­
hiéll Dios. cl gurù. la palria, la moda. cl cnlorno. etc.

LAS FRASES QUE VINCULAN

Nosotros intcntabarnos dar Ulla n.:spucsta sobre la mancra en que


esta rcgl.i de la dcpcmkncia podi:1 transmitirsc. Rcalizùbamos la
hipôtcsis dc que esta lransmisiùn estù frecuentementc vinculada a
snhri:cnti:ndidos que acnmpaibn a frases banales. qw..: modiliean
prol'undamenle el scntidu, y a prnpôsito de los cualcs no es posibl1.:
metacomunic:ir, puesto que i:vidcntcmcntc csos sobreelltcndidos
pertcneccn al <mien de lo no dicho. Esto nos aproxima a la tkliniciùn
de los mccallismos del doble vinculo dada por Bateson, con la ncga­
l:i6n de sus inconsccu�nc.;ias lùgicas y la prohihiciùn paru ml!lacomu­
nicor (punto 5 del doble vinculo; Benoit, 1981 ). Antes de continuor
me gustaria poncr algunos cjcmplos:

- «Tti crcs cnpnz... » o «Jii crcs bastantc nrnyor para... »: hc :iqui una frn­
se que se oyc a mcnudo, que sin duda hemos utiliza<lo nosotros mismos. El
mcns,üc que conticnc prctcndc scr cxplicilamcntc valorizanlc. Cuando es cl
caso, no hay ningùn prohlcma, pcro cu:rndo cl sobrccntcndido es«... de ha­
cer lo lJUC yoquicro... ». csl.i claro que cl nii\o que rccihc cl mcnsajc no pue­
de expcrimcntar mils que malcstar. Oye a la vcz la valorizaciôn explicita,
aunquc sospcch:1. sin scr capat de vcrilicar su i11tuici1111, que 110 es cl mensa­
jc cxplh.:ito cl que importa y que es una 111a11era de desc111harazarsc de él.
Como 110 es capaz de compn:nder o vcrilie.ir cl n11msajc sobrcen1cndido, 110
pucdc cvidcnlcmenlc metncomunicar, loque equivuhlria a haccr un comcn­
tario sobre la comunical·iùn. Por cjcmplo, él no pucdc dccir: «cnticndo que
tcngas ganas de que haga lo que tù quicrcs; cvidcntemcnlc lo pucdo haccr.
pero 110 es eslo loque csHi cn jucgo, es simplcmcntc cl hecho de que 111 tie­
nes g:mas de vcnne ohcdeccr». No solamcnte cl niiio 110 es capuz de una t.1I
metarom1111icaciù11. incluso sicmlo adullo, euando nos envhm mcnsajes de
pSctHlo-valorizaciùn, hHlos somos la mayor parle de las veccs incapaces de
mctacomunicar y nos q11l·damos a mcnudo con un scntimicnto de Îlllpolcn­
dn. di.: rnhin a veccs. tk lllakstar muy a lllcnudo y cwntualmcnle de triste-

161)
l.as 1:apa1:idadcs ,k la l;1111ilia Prm:cso

za. Si podemos sentir esto como adult,1s, i.l1u.: pasarú en el ni,io'! De nuevo, tunees que la ruptura provoque la adhesión a un nuevo grupo como la
enrn11tra111os aqui d p:111Íl:o o la rabia dd punto ú ,kl dohlc• ,·i11rn/11. banda u d grupo do pares, domk reina la regla de la <lepcn<lcncia en
<• T,í eres quien escoge» ( entre ohcdc,:cr ,1 ser ca:-.1igado ): en esta 11111..·Ya tanto qu� seguridad l'n la autonolllía, aunque ésta ruern artilieial.
proposición, de hecho el niiio 1u1 tiene b ,,p1.·it'11111 1111 puedc escoger 111ús que
Cuando d akohol o la droga entran en el juego podríamos decir q11e
cntn: d,is proposidones. ninguna dc las cualcs k satisl'ace ,·cnladcra111c11te.
Fn la medida en que no hay decrión sin wnbdcra libertad. la 11roposicit111 la a;11oridad superior es el producto consumido, que In seguridad vie­
es pues un engai'lo y de 1111c,·o d 11iiio pcrrilic l:i 1m1posicio11 implki1a. los ne del grupo de pares pero que la amenaza viene también de ese gru­
sohrecntendidos, sin ser capa 1. ,k det1111H.:im la a111hi g.iicdad. po de pares y de sus reglas a menudo sin piedad.
11'/ií conoces las c1111sl.'l·111..·111.:ias» o «rii s¡¡lws lo que le"ª a pasar» (si
1111 te son11.:lcs): la pn1poskiún explicita p1\·s1..·nt;1 las co11s1..·1..·ur111.:ias n111ll1
indudibks, como inherentes al acto, como ,k,iando la ckcciún al ni1io. l .a LA CODEPENDENCIA
frase no tendría a111higiictlad 11i sohrecnh.:11d1dos si se aplkara a u,1 l'lllllpm­
tamiento realmente peligroso como q11c111arsc u caers1..· por las 1.·scak1as. h, Cuando mús tarde, se forma una pareja, a menudo estú constitui­
cuando se aplka a otros lemas. en lus que los padres han de tinido ellos 111is- da por jóvenes pseudo-autónomos que viven el mito de una libertad a
111os las eonsec111.:11cias, lo que hace que la l'rase sea pervl.'r�a. Tamhi.:11 :1q11i. dos, mientras que instauran el reino <le una dcpcndenci.i mutua. El
recordemos que la instrncciún ¡,ur:1di'ijirn, c11 el doh/c 1·í11nt!11. comporta una
amenaza que concierne parth:11l:1r111cnte a la sq;11rid:ul y al l'rl.'ci111icn111 fracaso es cntonc·es previsible bajo la forma de una codepcndencia
e11Hll.'ion:1I de la \'Íl.'IÍnia. que conduce a cada uno <le ellos a reaccionar frente al otro m,\s que a
• HES necesario que ,d,i :iprc11das a arre�li11 t1..·las solll» (para q111..· � ,, actuar para sí mismo con el otro. Seguramente, una vez que esta pa­
pueda estar en paz): es e\'idl'nte que es impllrta11t.: para un 11iiin aprender a reja tiene niños, retornan con sus hijos la regla de la derendencia.
,ksenvolverse solo pero en el espíritu del 11i1io 1..·sto 11t1 lo haec ¡.ara librarse No querría terminar este párrafo sin hacer alusión a los abuelos.
de sus padres. El niiio que pide a su madre 1111 ,·.1so de kl.:he sahe e\'i1k·111l·- Cuando uno ha seguido una regla durante una buena parte de su vida
111e11tc eúmo ser\'Írsclo él mismo, pern lll que 1ksea es una interaeeiún 1..·011 es poco probable que esta regla se modifique envejeciendo. Al con­
su 111adrc. Cuando ésta le pide qt11.: apn.:nda a 1ksc11\'ol\'erse. evide11tc111c11lc trario, es verosímil que la regla no haga más que reforzarse. Se olvi­
nn lo ve como 1111 mensaje :111im:'111dllk a nc1·er sino como un recha111 a la da muy a menudo tener en cuenta a los abuelos en los problemas <le
i11tcracciú11. los adolescentes. De hecho, esos abuelos son capaces tanto de lo me­
jor como de lo peor. lo mejor, es una actitud mucho mús razonable,
Nosotros prop1111e1110s asi la hipú11.·sis ,k q11e srn1 los sohn.:e11lt'n­ más medida que les permite no perder los nervios. Lo peor procede
didos, los no-dichos de estas instrucciones p:1radújic:1s los que tra11s- del hecho de que ellos no han soportado las veleidades de indepen­
111ilcn la regla de la dependencia. h.1jo la 1'11n11a dl.' una pscudo-indi,·i­ dencia de sus hijos, e intentan compensarlas atúndosc a sus nietos en
duació11. T:1111hién qu.crría11ws hacer 1111tar que. L'll eslos ej•:mplos. el una dependencia aún más fuerh.:.
mensaje explicito empica los «tÍl>l mil·ntras que el m · e11s:1je entre Como ya he dicho anteriormente, la regla de la dependencia, y
paréntesis empica los «ymi. 1'.I «tÍI» es 1111a 111anna de dL'línir al n1r11 mús precisamente aún de la interdependencia en la dependencia, ha
que aparcnlemenh: 110 rn111pro111l'lc a aquL·I que tklí11c. l:s este ta111- podido ser verificada. en las familias de heroinómanos, Mús progreso
hién otro de los medios que impide la n11:l:11.:0111uniL"Hl.:iún. yo, mús estoy convencido de que esta regla se encuentra en toda cla­
Esta pscudu-individ11a1.·iún, psc11do-aut11nt11111a prm·ot:a q11e L'll la se de patologías, yendo de la psicosis a la depresiún, pasando por las
adolcsccm:iil cuando se lrnla dc c111peza1 a :1kiarse del medio r.11ni­ alteraciones de la personalidad.
liar, el akj:11nie1110 110 puedc haL"erse 111:is que i.:011H1 ruplura, i:omo) a
he111os sdialado. y 110 collln scparaciú11 ,.l'.rdadera. No es ex1ra110 c11-

1711 171
Las capm.:idadcs d..: la familia

LA INIIIBIC'IÔN DE LA ACCIÙN

En 1983, la lcctura de la La colomhi: a.\-.\·assinà., de I knri L1hori1


fuc de una gran rigucza para comprcndcr wrn scril: de siluacioncs
patôgcnas favon:cidas, provocadas o trasmitidas por la familia, lai:s­
cucla, cl. trnhajo, las circunstmtdas, la siluaciôn sociocconùmica.
Pcnscmos en cl abandono cscolar, en cl vandalismo en las esc11clas.
end hurn-0111 (sindromc de agola111icnto prol'esional), en los prohk­
mas personales y sociales vi111.:ulados a la impotcncia rcsultantc dl'!
paro y de la cxclusiôn, en la incluctahk rcvul!lta de las poblacinncs
sin l'uturo. Este libro pucde ser dilkil tll! abordar por quicn 110 ha hc­
cho biologia pcro nos lrnbla de 1111 mccanismo fundamental, cscnci;il­
mcnlc ncurofüiolôgico: lu inhihil'.iôn c.h.: la ncciôn. Laborit cs cl in­
vestigador que dcseubri6 los 11eurol�1>ticos. Con Sdyc, es cl que
desarrollô las tcorias sobre cl cstrc'.:s.
Para no haccr cl texto pesaJo, rcn>1niendo al lcctor cl libro dc l.a­
boril. l lc cxtraido del mismo cl csqucma siguicntc que comcntar�·
brevcmente. Toda situacion de alarma brevc o prolongada (amcn.11a
lisica, fracnso cscolnr, violcncia lisica o sexual, pérdida de cmpb1.
duelos rcpctidos, etc.), provoca 1111 cstrés dcl que Selye nos dicc qu�
es un mccanismo ùtil lanto para el animal como para cl hombre para
defcndcrse contrn las agrcsioncs (es por csto que fo1jô la palabra
«stress» guitùnclole cl prclijo a la palabra «distrcss», qucricndo mos­
trar que cf cstrés no era lorzosa1m.:111c ncgativo). Segùn Laborit son
posibles Ires rcaccioncs: la accii'm, la 111gn o la agrcsiôn; cada una
pucdc ser elit:az -provocando cntonccs una disminucion dd cstr�s
o incficaz -·prnvocando cstrés y tfl:spués de 1111 cicrto ticmpo inhihi­
ciôn de la acciôn.
La inhibiciôn de la ncciôn es cnlonces un mecanismo induddo
por un cstrés dcmnsiado importante o demnsiado prolongado, c11g.cn­
drado por cl fracaso de las rcaccioncs a la sitllncion de alarma. Por
mcdio de los fasciculos neurofisiologicos del sistemn inhibidor dl.! la
acciôn (SIA), cngcndrn una rctrnacciôn positiva-(+) que, a su ve;,. i.:­
fuerzn cl cstrés y los mecanismos de inhihiciùn. Si cl sujcto no Plll.!11 1.!
encontrar cl medio para una acciôn clicai., cesnn\ de dcl�ndcr:-.c y.
pcrsisticml11 la alarma, aparcccrùn alteraciones lisicas (hipcrtcllsiùn.
rcumatismos, patologias cardiacas, dnccr) o psiquicas (tkpr�·siùn.

172 17)
Proccso

anguslia, pùnico, l'ubia u incluso psicosis) o h:1bitos de consu1110 alm­


sivo (tnbaco, alcohol, ùroga). Si por el contrario cl sujèlo cm:ucntra
una ncci6n dicaz, cslo cstimula cl sistema aetiv.1dor de la acciôn
(SAA) que, por u11a rclroaccion ncgaliva (--), han\ dcsaparccer cl
cslrés. /\dcmüs, la aclivaciôn d�I SAA facilita a partir de uhi las ac­
cioncs cficaces. Como puedc verse, este esqucma cslù proximo al es­
qucma bclrnviori�ta de la rccompcnsa, pero vn mueho mùs lejos.
Sc pucde prcguntar qué hacc eslo cn un libro sobre la compctcn­
cia de las familias. De hccho cl conocimiento de cstos mccanismos
pucdc ayudarnos n111d10 en cl trabajo con las f111nilins cuando cl pa-
1.:Îcnlc dcsig1bdo se c1H:ucnlra bloqucaùo c:n situaciôn de inhihiciôn
de ln aéci6n. La cucstion no cs ya: cômo cstimulnr, sinoque es: cômo
poncrlo cn situacion <.k cfoctuar ode rcalizar accioncs cfkaccs. Esto
cs lan verdad en cl hospital, en cl ccnlro de acogida, en l:is li11nilias o

Alarma ·:

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1
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l 17]

. 1
Las capuci<l,lllcs <le la familia l'wccso

en la empresa. En situaciones de vandalismo, de consumo excesivo.


de violencia -que son huidas o agresiones i11clicaces- ¿no vale más
tirios en aliados más que en competidores que podrían desc.1lilieur el
trabajo en curso. Para esto no es necesario verlos muy a menudo, ge­
�1
la pena ver cómo podemos estimular el SAA que intentar bloquear neralmente una sola sesión es suficiente.
los comportamientos ineficaces o castigar a los culpables? (véase so­ 5. La importancia del tiempo: Para cambiar, hay que tener tiem­ 1
bre este tema el capítulo 5). po. Para el terapeuta también, es importante que se tome su tiempo
(véase capítulo 1 ). Yo realizo a menudo lo que llamo largas ternpias
!
breves, largas porque duran de seis meses a un año, y breves porque
ALGUNAS PISTAS PARA CONCLUIR no se realizan más que de cinco a diez sesiones. Por esto, prefiero no
ver a las familias nuís que en sesiones espaciadas de cuatro a seis se­
1. Utilización del genogrnma: para .squdlos que querrían saber manas (véase Sclvini).Cuando se les ve todas las semanas nos :1rrics­
más pueden leer el lil,ro de Mónica McGoldrick, Génogramme et e11- gamos a ser prisioneros del sentimiento de urgencia y a proponerles
trctie11familial ( 1989). El interés del genogrnma es que permite reve­ un modo de ocuparnos <le ellos que los desresponsabiliza. Cuando se
lar los secretos, desvelar un cierto número de reglas, tomar concien­ les ve con un largo intervalo de tiempo, las familias están confronta­
cia ele los roles transmitidos y salir tk las triangulaciones. Mt: parece das a situaciones que deben u frontar por sí mismas, que es exacta­
importante insistir sobre el hecho de que d genograma no puedt: ha­ mente lo que queremos (véase también capítulo 4). Tienen también
cerse mús que con un individuo o una familia con los que se ha esta­ tiempo para ensayar las estrategias con vistas al cambio. A menudo
blet:ido un clima de confianza sufü:iente. Sin esto, nos arriesgamos a se pide a los terapeutas que limiten su intervención en el tiempo, por
parecer demasiado intrusivos, a movilizar las defensas y, a fin de ejemplo tres meses. Me parece poco probable que en tres meses po­
cuentas, a no aportar más que unas pocas i11fon11aciones pertinentes. damos cambiar lo que hemos tardado una vida en construir. No obs­
2. En terapia de pareja: yo he mostrado que a menudo los dos tante, no abogo por una multiplicación del número de sesiones sino
miembros de la pareja han dejado su familia de origen con una ruptu­ por un aumento del espacio entre las mismas.
ra más que con una separación. La codepcndcneia que se instala los 6. En lo que concierne a la prevención: me gustaría insistir sobre
conduce a reaccionar mús· que a actuar. Trnbajar con cada uno di! la importancia de dar apoyo a lps padres jóvenes. Es en ese momento
los miembros de la pareja sobre una mejor diferenciación de la fami­ cuando la crisis c.:s vivida muy a menudo como angustiosa y dificil,
lia de origen permi1e un principio de separación. siendo raros los apoyos. Es entonces cuando las parejas empiezan a
3. Interés de las terapias de fratría: cuando los hermanos y herma­ desorganizarse y cuando los mecanismos que acarrcarún la regla de
nas son adultos, no son insensibles a los ¡>rnblcmas que uno de ellos la dependencia empezarán a funcionar. Evidentemente, se trala de
pueda vivir. Tienen la ventaja de conocer bien el contexto en el que una prevención que no dará sus frutos más que a largo plazo. No obs­
el paciente-designado ha vivido y de haber hedio a menudo hipótesis tante me parece muy importante tenerla en cuenta, porque permitiría
muy pertinentes sobre el mismo. En el cc.:ntro tic Levant, empezamos evitar que los mecanismos se instalen y no tener que corregirlos m:\s
a utilizar para ciertas situacion1.:s l,•s terapias dc fratría, con resulta­ tarde.
dos que podemos juzgar como muy interesantcs.
4. Trabajar con los abudos: cuando se explora cuidadosamente a
un alcohólico o a un toxicómano nos sorprendemos a menud<.) al
constatar que sus abuelos están todavía vivos y frecuentemente no
viven muy lejos. Cumido esto ocurre puede ser útil hacerlos venir
P'!'.·a 1111a sesión, para pedirles su opinión sobre la situación y convcr-
174 175
9

PROCESO PARENTAL, PROCESO INSTITUCIONAL:


DE PADRES-CLIENTES A PADRES-COLABORADORES'

Alguien dijo: «uno de los olidos mús <lil1cil es el de padres, y es


el único para el que no hay formación». Es di.! esta cita de la que
querría partir para introd\tt:Ír este tema, así como de mi propia expe­
riencia en t�rnto que pudre y con los padres,

SER PADRES: UN OFICIO DIFÍCIL...

Cuando enseñaba en la Universidad de Ginebra, inspirado por los


trabnjos de Pierre Fontaine sobre las Familias Sanas ( 1985), empecé
una investigación sobre las parejas que esperaban su primer hijo. Mi
hipótesis de partida era que el nacimiento representaba un momento
de crisis para la pareja. Mús tarde volveré sobre la noción ele crisis,
pcro dcjadmc súhi dccir In quc yo cnticndo acerca dc la palabra crisis
«un momento en el qÚc los cambios se cst,ín produciendo». Feliz­
mente o desgraciadamente, mi hipótesis se encontró ampliamente
confirmada. Tocias las parejas que estudié estimaban que durante los

1. Este texto cs el dc una co11li:rcncia pres.:ntada durante 1111 coloquio organizado por
cl Cl�lltro dc m:ogid.i Lcs Qu:itrc Vents e11 S;1i11t-Dnnat, Québec, en 1990. Lu particul11-
rid:11l de cstc cncucntro rcsi,lí� l"ll quc. adcm:is de los profesionales, los (lmln;s t;11nbién
cst;1han invitados y partkipamn activamcntc. Es111. impuso una cierta fumm :11 texto:
las ideas que contiene se dirigen tanto a los padres como a los demás pmfcsi1111alcs. Me
pareció 1111 tc'.'lto muy indicado p:1rn concluir 1111 lihro sobre l:i competencia de his fami­
li:1s. 1 la sido publicado con anterioridad con el título: «Collahon:r, c'csl trnv:iillcr cn­
s.:mhlc». Thérapk_/i1111iliu/c, X 11 (3 ): 237-247, 1991.

177
Las capiicidmlcs de la fomília Proceso

seis meses que siguieron al parto, pasaron por un periodo de crisis que vive una realización en ese nacimiento y que al mismo tiempo se
personal y de pareja que sc rcvcló enriquecedora una vez que pasó, ve amenazada por un akjamienlo, una eventual ruptura en el futuro,
pero que hubiera podido ser re.ilmcnh: prnhlcm{11ica. precisamente después de ese nacimiento. El dúo de la pareja da lugar
Una de las primeras condusioncs que se puede sacar, es que ac­ a una triada en la cual nuevas diadas prohlemúticas pueden aparecer.
tualmente, y cada vez menos, nadie estú verdaderamente preparado Esto me condujo a presentar esta investigación diciendo: «Las pare­
para educar a un niño, incluso cuando este niño ha sido realmente jas hacen bebés y los bebés hacen pndrcs». Desgraciadamente, en un
queri<lo y dcscado. Sociólog{>s, sexúlogm; y psicólogos estún de acm:r­ cierto número de casos, las parejas desaparecen cediendo su lugar a
do en decir que estamos menos prep;,rados ahora que antes para esta los padres. Parejas sin amor o familias monoparentalcs cst:'111 ahí para
función totalmente csencial. Antcrion11c111c, en efecto, en el campo, dar testimonio.
sc vivía en una gran familia en la cual los primogénitos aprendían a Le di mucha importancia a esta etapa, porque es en realidad en
educar a los-músjóvencs, y los 1\1ásjúwncs se ocupabun dc los hijos ese momento el principio de una carrera como ¡)ndres, que van a te­
de los primogénitos. No cs más que en la gra11 ciudad donde conon:­ ner que afrontar otras etapas que represcntar{m otras crisis. El naci­
mos la pequeñu familia mononuclear. miento de otros hijos representará la primera prueba: la entrada en la
En esta pequeña familia, en la actualidad, huy pocas o ninguna escuela marcará la primera verdadera separación del niño y el princi­
posibilidud pura que los futuros padn.:s puedan realizar algún tipo de pio de las preocupaciones sobre sus posibilidades de éxito; la puber­
aprendizaje de padres. Ademús se encuentran confrontados la mayor tad trncrú la aparición de la sexualidad en el subsistema de los hijos y
parte del tiempo a un gran aislamiento social y relacional. Padn:s y el principio de un cierto retraimiento afectivo que los padres viven a
ubuclos csttin lejos; los amigos est.in ocupados por sus propias ta­ menudo muy mal; la mlolcsccncia harú llegar un cambio en las reglas
reas y no se pucdc prácticamente wntar con ellos para recibir apoyo familiares sobre el. dinero, las salidas, la sexualidad y el principio
en esos momentos difíciles que siguen al nacimiento. Pero sobre de enfrentamientos y cucstionamicntos que no scrún siempre ff1cilcs de
todo, hay una especie de consenso social para imponer un mensaje abordar; al final la autonomía y la partida de los hijos para a su vez
oficial según el cual una pareja sólo puede ser perfectamente fclil formar sus propias familias y convertirse eventualmente en padres
después del nacimiento de un hijo, mientras que la realidad par.1 serán otros periodos dificilcs para los pudres, sobre todo si tenemos
la mayor pa11e de parejas está llena de dificultades, fatigas, tensio­ en cuenta que éstos cstún viendo aproximarse a grandes pasos la
nes que son mucho más pesadas al no poder hablar de ello con lo� edad de una jubilación para la cual cstún a menudo mal preparados.
demús. No es por casualidad que a propósito de esto se ha hablado del «sín­
Cuando todo se desarrolla <le la mejor manera posible, es un pe­ drome del nido vacío>> (empty 11est sy11drome).
riodo diílcil para la madre, que se siente rcliz de tener su propio bel)( Quiero decir por ultimo, que no me parece extraño que los padres
y completamente desbordnda por esa nueva tarea para la cual se sien­ tengan dificultades a lo largo de una carrera <le padres, que me pare­
te tan poco prcparada, a la vez gratilil:ada por todo lo que puede reci­ ce incluso normal e inevitable que pasen por periodos de crisis, que
bir como caricias y ternura de part1: dcl bcbé e invadida por esa pc­ es previsible que en ciertos momentos algunos no se sientan capaces
queiia cosa qm: la necesita enormemcnte; es dificil para el padre que de continuar, y que también es normal que :ilgunos rechacen jugar
se siente poco húbil con ese bebé que 110 sabe como 1m11�ipular, y qu-: ese rol. Se ha acusado demasiado a los padres de retirarse, de recha­
se siente al mismo tiempo indispcm,ablc para mantener un cquilihri,> zar sus responsabilidades y no se ha intentado suficientemente po­
mínimo, que se esfuerza en estar atc11to para satisfacer las necesida­ nerse en su lugar. Volveré mús tarde sobre este tema.
des tanto del 11ii1o como de la madre y al mismo tiempo oye continua­
mente como se le n.:proclm su insuficiencia; es dificil para la par�ja

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Las capacidades de la fomili;i


Proceso

... PARA EL CUAL NO EXISTE FORMACIÓN Si tenemos en cuL·nta lo que acabo dc decir, nos conduce a vernos
obligados a clcctuar un cierto número de cambios en las posiciones
Escribiendo esta afirmución, 1111..: doy cuenta de que sólo cs en que hemos adoptado como terapeutas hasta ahora.
parte verdad. En efecto, no hay escuela o muy pocos sitios en los que
se pucdu aprcndl.!r el oficio <le padre y no cxistc vcrdadcramcnh: cur­
so y todavía menos diplomas q11c pm:d.111 garantizaros que scr�is CAMBIAR NUESTRA VISION: DE LA f'ALTA
buenos padres y que sabréis cómo afwntar las diferentes crisis inevi­ A LA COMPETENCIA
tables. Y, sin embargo, todos hemos estado en la escuela de nuestros
propios padres. Consciente e inconscientemente, hemos heredado un Sin duda, desdc que el mundo es mundo se ha considerado a los
cierto nÚl.)lCro de valores que tenemos gnnas di.! transmitir y de con­ padres como res1101isablcs de los defectos de sus hijos. Extrañamente,
travalores que hemos decidido no trn11s111itir. To<los conocemos esas la corriente psicologizanrc del siglo XX ha contribuido a acentuar esta
grandes dcch1raciones que se hacen co1110 padre joven: «con mis hi­ tcndc11e.:ia. Hasta con echar una ojl.!ada al vocabulario utilizado por la
jos, minca haré esto como lo hacían mis padres». psicopatología para darse cuenta di.! que se habla de mndres hiperpro­
Lo que es paradójico, y al mismo ticmpo cómico si estamos dis­ tectoras, rechazadoras, castradoras; de padres ausentes, autoritarios,
puestos a no considerarlo como trúgico, es que a fin de cuentas 110 castradores, de parejas invertidas, fusionales, conllictivas; de padres
podremos impedir repetir lo que nul.!stros padres hacían con nosotros no colaboradores, inadecuados, rechazantes; de familias rígidas, caó­
e incluso aunque se cncrn.:ntrcn excclcntesjustilieacioncs para hacer­ ticas, incestuosas y podriamos continuar esta lisia durante mucho
lo. Los modelos familiares que hcredarnüs se trnnsmitcn de gcncra­ tiempo.
ción en generación. La cuestión que se expone entonces es la si­ Pienso que si someti0ramos a los padres o a las parejas considera­
guiente: ¿en qué medida somos responsables de esa herencia que dos más adecuados, al reto de satisfacer un examen psicológico en el
hemos recibido, que no hemos escogido, pero que transmitimos inc­ que se intentara poner en evidencia sus problemas de pareja o de fa­
vitablemcntc? milia, muy pocos tendrían éxito en In prueba. Si dicen que no tienen
Lo que no simplifica nada, es que cada uno de los cónyuges apor­ problemas, es probablemente porque ocultan algo; si dicen que los
ta su bagaje fomiliur y que la única cosa scgurn, es que habní dill!n:n­ tienen la hipótesis se confirma; si se muestran reservados, es sin duda
cias e incluso incompatibilidades. Lo quc yo he llamado la «negocia­ porque no son colaboradores; si son demasiado confiados es porque
ción constitutiva» de la pareja dcbcrú rctomarsc en el momento dcl tienen tendencia a ser dependientes; si son participativos, hay que te­
nacimiento del niño. mer que sean demasiado invasivos; si son conscientes de sus dificul­
Lo que acabo de decir es verdad para los padres pero es venial! tades. esto confirma bien que son inadecuados ... Es evidente que esto
igualmente para otras personas. parn los educadores, para otros que es un poco una parodia, pero es verdad que la mayor parte de tera­
intervengan y también parn los equipos. Ellos han heredado igual­ peutas han sido formados para buscar lo que no funciona y todos te­
mente modelos familiares, han heredado valores y contravalores, y cl nemos tendencia a encontrar lo que buscamos, incluso si la realidad
hecho de que vengan de su fomili.l, de su medio, de su cultura no es difcrentc.
hace que esos modelos sean mejores o menos buenos que los dcmús; Cituré el ejemplo de amigos psicólogos que decidieron después <11.!
son sin embargo diferentes. 1 kmos tenido demasiada tendencia a haber tenido dos hijos adoptar un tercero. Fueron sometidos a una
considerar que el modelo de ciertas clases o di.! ciertas culturas erad cvuluación para saber si eran admitidos para udoptar niños. Esta expe­
bueno y que hacía falta esforzarse para venderlo a familias prove­ riencia fue muy dificil y penosa para ellos, puesto que después de esta
nientes de otros medios culturales y de otras clases. evaluación, estaban cusi convencidos <le que no serian capaces de
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;: 1

L,1s capacill,1lles de la familia Proceso

adoptar un niño aunque ya tuvieran Jns de su propia pareja. Tengo Pasar de ese modelo judeocristiano al modelo sistémico es buscar
que decir que se trataba de gente compklamente capaces de educar las competencias, las capacidades, lo que saben hacer, en lugar de ins­
niños y que la mlopción alin de cuentas fue un éxilo. talarse en las faltas, las dificultades, los frncasos; es dar circularidad
Todo esto me condujo a plantearme..: de dónde venía esa tendencia a t., información lo que permitirá las innovaciones, en lugnr de buscar
a buscar lo que no runciona. Evidentemc11te el modelo médico que ha la confesión de los traumatismos que no provoca más que el anclaje
retomado la psiquiutria, y en el mismo paquete la psicología, es res­ en un pasado estéril. Esto me llevó a hacer el siguiente esquema:
ponsable de muchos males. Si es adecuado para la medicina somáti­
ca, da lugar a muchos efectos perversos cuando se aplica a las altera­ Cutpabiliad Perdón

.....·.'T'/............................... /
ciones psíquicas. Cuando vamos a ver al médico porque sufrimos
fisicmnente, esperamos que él se interese en lo que no funciona y te­ Co,res;o,_ ....... .
nemos mucha. razón. Si el médico puede identificar la lesión, podrá
sin lugar a dudas aliviarnos e incluso curarnos. Pero para el que sufre
psíquicamente, no hay lesión, hay esenci.ilmente dificultades de re­ Competencia -------- lnfomlilción
lación, y una dificultad de relación no puede ser enyesada ni extirpa­
da. En lugar de combatirla, ¿no es mejor utilizar lo que tiene de cons­ �
Responsabilidad lnnov.1ción
tructivo? Pero esta referencia al modelo médico no lo explica todo. Autosolución
A<lcmás, si este moddo se ha impu!.!slo, es porque encontraba una
cultura que tenía de alguna manl!rn los 111ís111os valorl!s y las mismas Dt!I muddo j11clcocristimw al 11u1Cld11 .�istémico
premisas.
Encontré una primern respuesta !.!n la obra de una historiador, Jcan Se ve que en los extremos a la izquierda del cuadro, se encuentra
Dclumeau, que se titula El pecmloyel mh-,lo. Su tesis principal mues­ arriba culpabilidad y abajo responsabilidad. Y muy a menudo esos
tra que, en la civilización judeocristiana, ·es la falta, el pecado, lo qui! dos términos se confunden: si uno es responsable, es que uno es cul­
está en la base del sistem.i educativo por llledio de la culpabilización. pable. Esta confusión es deplorable puesto que es evidente que res­
Es ulgo que todos hemos podido experimentar: en familia, cuando ha- ponsabilidad no significa culpabilidad. M.ís bien al contrario yo diría
1.:cmos bien las cosas es normal, pero cuando cometemos faltas, los que es necesario pasar de la familia culpable a la familia re.\·po11sa­
padres, están ahí para subrayarlo. En la escuela, se encuentra el mis­ ble. ¿Qué tenemos que entender cuando decimos esto?
mo mecanismo: se enseña a los ulumnos sul,rnyando sus errores mús Una familia responsable quiere decir una familia que tiene res­
que amplificando sus competencias y valorando sus éxitos. ponsabilidades· y que es c;1paz de afrontarlas. Esto no significa que la
Encontré una segunda respuesta complementaria en el libro de manera en que ella ejerce sus-responsabilidades será siempre la me­
Michel Foucault, La volu11t,ul de saber. En él insiste sobre la impor­ jor, pero cs�o no significa tampoco que sea culpable de faltas graves.
tancia de la confesión en nuestra cultura: un proverbio bien conocido De esta noción de familia responsable pasaré a la noción de fa­
dil.:c que «falta conícsa<la a mitad perdonada». La conlt.·sión era un milia competente. En este caso tampoco significa que esta fumilia lo
sacramento que se basaba en el recu11ocimíento de esa falta, y es sabe hacer todo, si no que tiene compl!tcneias. Pura mi, todas las
como si la mayoría de las personas que i111�rvie11cn en psicologia y en familins tienen competencias, pero en algunas situaciones, o no su­
educación hubkran retomado el rol de los confesores. Todavía en ben utilizarlas actualmente, o no saben que las tienen, o se les impi­
muchas entrevistas, se intenta hacer <kcir al individuo o a la familia de utilizarlas, o ellas mismas SI! impiden utilizarlas por dilcrcntcs
lo que nollmciona mús que intentar buscar lo que todavía funciona. razones.

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l.as capacidades lle la famili.1 l'roccim

Si una fomili.1 es competente y responsable y no obstante a veces los diforentcs mil!mbros de la familia se hayan comunicado entre
se cncucntrn confrontada a dificultadt:s que no puede llegar a resol­ dios suficientes informaL:iones parn que se conozcan mejor y com­
ver es que no dispone siempre de la i1¡/iw11wdú11 n_eccsaria para fun­ prendan mejor su propio funcionamiento, lo que a menudo ellos tra­
cionar de mnncrn satisfactoria. A<JllÍ entiendo información en el sen­ ducen al tina! de la entn:vista como: «jum:ís habíamos podido hablar
tillo en el que Bateson In defínió: «una diferencia que provoca la así nnterionncntc» o «hemos dicho cosas que _íamús habíamos di­
diferencia», nlgo que hace que no se vc11 h,s cosas como antes, que cho».
1 hace que nos extrañemos, que nos hace (kcir «nunca había visto las Ln cibernética ha tcnido una importante influencia sobre la ma-
i
cosas de esa manera», o también «todavía no me h:ibía hecho nunca 11L·ra de concebir las intervenciones de tipo sistémico. Durante mu­

\ esa preguntu» (véase capítulos precedentes).


Cuando hablo ,de hacer circular la i11ti.1rmacil'in, no quiere decir
que haga folla recoger infonrnu;iones, esa lit111osa colecta o n:colccta
cho tiempo, no obstante, la terapia ha sido influenciada por la primc­
ra cibernética en la cual se considcrnba que el observador era externo
al sistema que ohscrvalrn. l:n la linea del príncipio de incertidumbre
1,

1 de datos de la que se habla en los medios socioproli.:sionuh:s. Tnmpo­ de I h:iscnhcrg y '<lt>spu�s de los trabajos de Prigogine en fisiea y en
1 co quiero decir que haya que dur infi1r111aciones, porque para mí, los química, de Maturnna y de Vmela en biología y de Von Foerster
consejos no son información, 111.\s bien son mido que impide pensar. en cibernl'.:tica nos dimos cuenta de que esta numera de ver las cosas
Cuando recojo datos cümo persona que interviene en el caso, me sir­ era muy limitada. De hecho, el observador estú siempre implicado en
vo a mí mismo pero hago perder d tiempo a la familia. Cuando les el sistema que observa y su actitud influencia el funcionamiento de
doy consejos, les impido cncontrnr l.1s soluL:ionl!S que les conviene. los f"cnómenos que considera. A partir de ahora, es necesario consi­
Para mí, dar circularidad a la información, es ir n buscar en la ra­ <krar que el que interviene no es externo a la situación, sino sumergi­
milia la información perti11e11te. Y definiría esa información perti­ do en su problcmútica. y que su fi.mcionamiento intluencianí muy di­ ' ,,

nente como «aquella que viene del sistl!ma y que va a volver para rectamente en esa prol,lemútica.
informar ul sistema sobre su propio funcionamiento». En otras pala­ Vuelvo a esa noción de familia competente para decir que no es
hrns, diría que las familias saben, pero no sabe que saben y no saben compctentc para todo y que no es sulicientc escuchar a los miembros
lo que suben. Estas considcrnciones implican modilicar el rol de la de la familia para encontrar las soluciones. Cada fomili:i tiene com­
persona que va a intervenir. pl!tcncias suficientes para afront.ir sus propios problemas a condi.
ciún de disponer de la in formación suficiente. El rol del que intervie­
ni: l!S pues el de activar la circulación de la información en la fomilia
CAMBIAR EL QUE INTERVIENE: DE LA RECOGIDA para que las soluciones cmc1:jan. Esto me lleva a formular mi axioma
DE DATOS A LA CIRCULARIDAD OE LA INFORMACIÓN prcli.:rido: «Un sistema no puede plantearse un problema tnl que no
s,.;a capaz de resolverlo» (véase capítulos precedentes).
En litnción <le lo que acabamos de decir, el rol del que interviene Cambiar al que interviene, es cambiar la intcrvención pura hacer
no es el de acons,.;jar a lu fomilia, de ide11tilíci1r lo que no funciona en una intervención que activa el sistema haciendo circular la informa­
ella, sino al contrario, de trabajar con la familia parn encontrar o para ciún. con d lin de t¡ue··e1 sistema por si mismo pueda encontrar o re­
tkscubrir lo que sabe, rdnvenlar las soluciones, resolver sus proble­ encontrar sus propias competencias para resolver los problemas que
mas, y esto pu,.;de hacerse utilizando las preguntas circulun.:s. No es 1:I se ha puesto a sí mismn. Desde esta pcrspectivu estanllls muy lejos
uquí el lugar para desarrollar esta técnica elaborada por la escuela d,.; dc las interv,.;nciones i.:n lus que se busca lo que no funciona en la fo.
Mil.in pero mc contentaré diciendo qui! cl trabajo dd profesional milia para comprender la razón de los fracasos y mostrar lo que hay
sistémico, consiste cn arreghírselas para q11c al final tk la entrevista que hacer p.ira que todo mejore.

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Las capacillalles de l.i fomilia Proceso

En la práctica, es evidente que esto impfü;a l'.onsidcrar a la fmni­ encontráis sorprcmkntc que cuando los que intervienen hablan de lo ll
lia como un compañero en la intervención, como un cofaborador. que hacen los jóvenes o las familias, tienen tcndcncia a hacerse la
Col:iborar en latín quiere decir trabajar con, trabajar conjuntamente; ¡m:gunta sobre las manipulaciones de las que puctkn ser victimas'!
es de ahí que proviene la palabra francesa «lahourcurn (arador) que Por contrn, cuando ellos hacen sus intervenciones, hablan de estrntc­
era de hecho el trabajador de base en la Edad Mcdia. gias. No pienso que las familias ni los que intervienen manipulen, o
Colabornr con las familias, no es hacer terapia, no es ir a buscar en otros términos que tanto las familias como los que intervienen tie­
los problemas que las familias o las parejas ptu.:dcn presentar sino es ncn estrategias y que es completamente legítimo que l.1s tengan. Su­
trabajar bien con ellos. Colaborar, es trabajar conjuntamente con primamos ese término de manipulación que nos conduce a una visión
nuestras competencias, nuestros valores, nuestras responsabilidades peyorativa del funcionamiento de las familias y por lo tunto a una ac­
respectivas y también nuestras insuficiencias, sahicmlo que no hay titud de distanciamiento por nuestra p,trtc.
vcrdud en educación 'sino sol.uncntc qn proceso tk cnsayos y errores Lo que precede nos conduce a ver que era necesario cambiar
en cl cual podemos caminar y crecer. nucstra visión de la familia y por lo tanto nuestro modo de intl.!rvcn­
Esto me lleva a algunos consejos prácticos: ción, y esto implica igualmente cambiar el funcionamiento de la ins­
1. Aunque trabajéis con una familia o con una persona, esforzaos titución.
por reemplazar el usted y el tú por el yo. Por cjemplo, frecucntemcn­
te como personas que intervenimos decimos: «Ustedes no se ocupan
sufkicntemcnte de su hijo»; seria mejor reemplazar esta formulación CAMBIAR LA INSTITUCIÓN: DE LA SUPERVISIÓN
por <�l'º estoy sorprendido al ver cuánto los necesita su hijo». A LA COLABORACIÓN
El sentido fundamental de la intervención es cl mismo, pero cuando
se habla de usted o de tú, nm, ponemos en la posición superior de al­ Durantl! mucho tiempo se ha presentado a la institución como la
guien que sabe y que tiene el derecho de juzgar, mientras que cuando buena solución para l.1s malas familias. En realidad, el internamiento
se habla de yo, se habla Je las propias emol'.Íoncs y nos ponemos en aparecía como una desaprobación de los padres y como un castigo
la situación de decir algo que nos concierne antcs de concernir al para el niño. No había que extrañarse pues de lo que ha sido también
otro, se acepta el exponerse y eventualmente el scr vulnerable. dcscrito, a suber las rivalidades entre padres e institución que, lo m:1s
2. Un segundo medio, a mi pareccr, fu11da111cntc1I es abandonar frecuente, eran a fin de cuentas arbitradas por el ni11o. Cuando la ins­
las nociones de resistencia, de falta de colaboración, de no-motiva­ titución cstimaba que los ¡rndrcs eran inadecuados, esto recaía sobre
ción por parte de las familias. Estas 11ociones han sido inventadas por el niño que podía escoger sea colaborar con la institución desealifi­
los ternpeutas para justificar su incapacidad parn entrar en relación canJo a sus padres, sea colaborar con su padres descalificando la ins­
con sus clientes: Toda person.\ o familia quc consulta o que siente titución. l liciera lo que hiciera, siempre se encontraba en la situación
que las cosas van mal tienen ganas de cambiar; cs necesario, sin em­ de que al menos uno de los dos acababa por decir que era el niño el
bargo, que los terapeutas sean capaces de acogerlos, de inspirarles que no era correcto y a menudo incluso se terminaba después de va­
confianza, de mostrarles lo que les espern, de vencer sus miedos y rios años de enfrentamiento con un acuerdo entre padres e institución
sus costumbres, en tum palabra encontrarlos verdaderamente. Para para decir que a fin de cuentas si nadie tenía éxito, era seguramente
mí 110 hay familias resistentes, sólo hny familias a las que les falta in­ porque el niño tenía un problema y que ni los padres ni los educ.ido­
formación. res eran responsables de lo que pasaba.
3. Tercer punto, suprimamos igualmente de nuestro vocabulario Se ha vchiculado de tal mancra esta imagen de la buena institu­
el término de manipulación parn sustituirlo por el de estrategia. ¿No ción que en ella han acab:'1do por creérselo y por adherirse a lo que yo

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fíffli ♦KMJbW 171 filf" e:aetdWt [♦ ........:i..tlt...-......
►1"-'•-t�...._1•1'tr.i•u►HM. �u;• ttM' it

t.us cnpm:idadcs Je la fomilia


Proceso

llamo «el mito de la buena insti1111.:iú11». Parn corregir esto, 1:n el me­ lo que hace que el niiio sea el problema de la familia. Sin embargo,
jor de los casos, nos hemos puesto a h.u.:cr lcrapias l:1milinres. FI puede trabajar con d ni1i11 en los problemas quc.: tiene. Una de las ma­
mensuje vchicul.idu era no obstnnlc el siguiente, nos dirigía111os a los neras sería crear un lugar sulicic11tc111entc bueno parn que pucdu reto­
padres diciéndoles: «es necesario qlll: ustedes cambien para que no­ mar fuerzas, armarse y continuar su combate en la vida.
sotros podamos luu;er nuestro trabajo». De nuevo. sutilmente, los pa­ 2. Colaborar de é1111wla: sin duda hace mucho tiempo que se
dres eran puestos en situaciún de acusa�ión, dcscaliticados delante convoca a las familins en las instituciones. No obstunle, la mayor
de su hijo puesto que decíamos qm.: tenían problemas y que era nece­ parte del tiempo era al final del período de residencia, para anunciar
surio que cambinrnn; sulíhnente ernn li>rzados a hahlur de eosas de a la familia -que normalmente no se lo esperaba- que iban a devol­
las que probablemente no tenían ganas de hablar o de las que nll verles a su hijo y que hacía falta que se prepararan. No se les dccia
tenían gaQas de hablar con esas personas que estaban interviniendo. sin embargo cómo preparnrsc y esto permitía eventualmente proyec­
En el ,;cor de los casos, se hacía lo que alguien ha dado en llamar lar la reprobación \le 1111 fracaso del internamiento sobre la familia,
una «parcntalcctomia». es decir, se intentaba aislar ni niño de sus pa­ porque era la familia la que no había acogido suficientemente bien al
dres, de su medio habitual paru ele ulguna manera guardarlo al abrigo niiio en su retorno.
de las miradas. Como si el niño fuera un coche averiado con el que Purn mí. no es cuando hay problemas cuando hay que dirigirse a
sería suficienlc limpiar las piezas para que todo vuelva a fi.111cínnar la familia stno desde el principio, es decir desde la admisión e inclu­
de nuevo. so antes de la admisiún mediante entrevistas de pre-admisión. En
Si deseamos trabajar de manera sistémica en la institución con tales entrevistas, no hay que comunicar a la familin el mensaje «uste­
padres considerados como compai'lcros y colaboradores, está clarn des nos necesitan», sino al contrario «nosotros les necesitamos por­
que hay que cambiar un cierlo número de t'uncionnmicntos y de húbi­ que uslcdes son los que conocen mejor a este niño, porque ustedes
tos de esa institución. Mi amigo Louis Emery, que es dirl!ctor de una han intentado muchas l'Osas, lo que les ha dado una grnn experiencia,
institución en Suiza desdl! hace treinta ai\os, tiene esta li.\rmula que a porque sin ustedes, él no podní avanzar y porque sin ustedes no po­
mí me gusta mucho: «la institución es 11na caja de herramientas de la dremos hacer nada que sea duradero».
que los padres tienen la llave. Trab,�jemos conjuntamente para que 3. Ay11tlamos a cambiar grncias a las crisis: In buena institución i
ellos puedan utilizarla». no existe. El funcionamiento de l.1s instituciones estú muy a menudo
De ahí se derivan para mí algunas observaciones que me scrvirún concebido para evitar las crisis mientras que a mi entender la institu­
de conclusión: ción no debe evitar la crisis sino ni contrario vivir Je ellas, usarlas
1. La 11oc.:ió11 de hotel terapéutico: en los años ochenta, empecé a como su alimento. Lµ crisis es en electo un momento en el que un
dar conl'crencias insistiendo en el hecho de que me parecía que la ins­ cambio puede producirse. A este título, ella es pues necesaria para el
titución no debía ser ya una supcrescucla, o un reformatorio, o un lu­ cambio. En consecuenl'ia, los problemas traídos por el joven a la ins­
gur de custodia para niños, sino 111ñs bien lo que yo he llamado titución deben ser vistos como fuentes de cambio, no solamente por
un hotel terapéutico, es decir, un lugnr al que el niño pueda acudir la familia sino también por la institución que acoge al joven. Tene­
para refugiarse, retomar fuerzas y crecer de nuevo. En efecto, si con• mos mucho que aprender de esas crisis que vive la institución, mu­
sidernmos la visión sistémica de los problemas de un individuo, su­ cho que aprender para modificar nuestro li.meionamiento: nos intere­
brayamos que éste juega un rol l!n el sislcnia y acepta ser definido sa mucho recibir a las f'amilius, porque ellas han intentado muchas
como el problema del sistema en el que esta. Como decía sicmpn.: cosas y han nprcndido mucho.
l.ouis Emery: «a fuerza de.,.,.,. el problema en la familia, el nirio aca­
ba por tener probkmas». Ln institución no puede resolver por sí sola

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Las capacidades de la familia Proceso

CONCLUSIÓN fomilia a lo largo de un fin de semana que vienen a pasar en la insti­


tución.
Después de cinco años colaboranJo con Quatrc Vents he descu­ Creo que ésta es mm buena manera de concluir. Parliendo de una
bierto que lo que acabo de presentar Ih,Jria de alguna maner_a resu­ experiencia que parecía sobre todo de control ,mis que de cambio, a
mir la lilosofia de base de esta institución desde hace veinte años. pesar de un a_islamienlo que podía ser un obsl:iculo, se llegú a crear
Querría terminar dando un ejemplo de los «encue11tros-familh1» para una ocasión de reencuentro en la que la vivencia compartida es lo im­
mostrar que la intervención sistémica no es una técnica, pero se cons­ portante y en la que los padres y el joven se convierten realmente en
truye pacientemente a lo largo de los ;1110s mejorando sin cesar el ins­ los compai'icros de la institución. Insisto en el hecho de que no se tra­
trumento que se utiliza. ta en cslc caso de una técnica, sino de una creación 1m1hm, en la que
Hace unll quincena de años, cducaJores de esta institución se die­ los pudres han enseñado a la institución, y en la que la institución se
ron cuenta de que seria interesante ver el fi.mcionamicnto Je las fami­ enriquece co11 esa vivencia compartida.
lias antes Je volver a enviar al joven. Parn hacer esto, invitaron a fa­
milias a venir a pasar un fin de se111ana en Quatn: Vents con el fin de
observarlos y de una cierta manera de evaluarlos y de controlarlos.
Al principio, se podría segurnmcnll.: considerar esta intervención
poco sistémica como inspirada por una preocupación sincera de fa­
vorecer un mejor retorno del niño a su familia. Progresivamente, los
educadores se dieron cuenta de que podí.111 sacar mucho más de esta
actividad y fueron empujados por los padres, que a su vez propusie­
ron a los educadores de ir a la familia, entendiendo que era necesaria
la reciprocid.id de esas visitas.
Después de esto, los encuentroi;-fomilia han evolucionado y la
institución ha empezado a orientar mm:ho más esos encuentros sobre
el hecho de que había un medio de ofrl!cer a la familia el lado bueno
de la inslitución, a saber, un entorno y posibilidades de dislensiún
durante el lin <le semana. Quatrc Ve11ts se l!ncuenlra situado a denlo
cuarenta kilómetros de Montrcal, en una región de veraneo muy
apreciadu por las gentes de allí por sus p,>sibilidades deportivas, tan­
to en invierno como en verano. Los jóvenes que ingresan en el centro
provienen de familias muy modestas que no tienen los medios pura
pagarse esas vacaciones de lujo. Lo que podría ser un handicap para
la institución, estar muy lejos, se ha convertido en un triunfo, la posi­
bilidad de que toda la familia se aproveche de una región maravillosa
y eso, grncias a la invitación del que había sic.lo ingresado a la fuerza.
Progresivamente, se ha llegado a una especie de cuarta etapa en
la que actualmente lo que es esencial en los cncuentros-fomilia, es la
vivencia que puede ser compnrtid:1 entre el educador, el joven y su

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AGRADECIMIENTOS
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Un libro no sal1.: d1.: la nada. SI! constrny1.: sobre el pensamiento de


autores que han indicado el camino. Yo me siento en deuda por lo
que pienso con Bateson, von Bertalanffy, Watzlawick, l lusserl, de
Waelhens, Le Moignc, Sclvini, Koestlcr, Whitaker, Prigogine, Stcn­
gers, von Foerster por no citar mús que :i los mi1s importantes.
Se nutre de la inllucncia de los supervisores que han cuestionado
al autor. Pienso en Albert Dcsmnrais, Claude Chcq>illot.l, Fritz Mor­
gcnthalcr, Gill Gorcll-ílarnes, Giuliana Pratu, Jacqueline Prud'hom­
mc, Silvana Montúg:1110, Théo Cherbullic:L, Siegi I Iirsch.
Toma su tonalidad gracias a los amigos y a las colaboraciones
que han influido en él que lo escrib1.:. Los nombres me vienen a la
mente de manera desonknada: Loui� Emcry, Claire Emcry, Maggy
Siménon, Pierre Segond, Yves Colas, Léon Cassiers, Pierre fontai­
ne, kan-Gabriel Fnvre, Claude Julil!r, Robcrt Pauzé, Martine Bovny,
Suzanne Lamarrc, Diane íkauséjour.
No se termina sin que un número suliciente de personas cr1.:an lo
bastante en él como para dedicarle su tiempo y su pericia con la lina­
litlml de que el esbozo se convierta en libro. Pienso particularn,entc
en Jcan-Claude Bcnoit quien, incansabh:1111.:ntc, desde hace ut1os me
aninrn a escribir, y ha soportado, en el sentido literal de este término,
esta realización. Sin el enorme trabajo que Daniel Masson realiza
desde hace años, y antes que él Je:111-facques Eiscring, Thérnpie Fa-
111ili11/e probablemente no existiría ya y yo, sin duda, no habría escri­

to tantos artículos. Tengo que dar las gracias muy particulannente a


Chris1in1.: An:hambault que me ha ayudado a descifrar mis escritos, a

IIJJ
Lus capacidades de la fomilia

ordenarlos y a construir un todo. lsabcllc Ligot ha sido la secretaria


perfecta que ha trnnscrito mis dictados o mis «galinrntias» con un
sentido notable del idionrn. Mi hija, Guclh.: Ausloos me ha ayudado a l31l3LIOGRAFÍA
darle el toque linal.

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