Primero: Nos encontramos en el museo de paleontología del municipio de

Villavieja, ubicado en la casa de la cultura, este museo cuenta con tres salas de
exposición de fósiles, la sala de ambiente, la sala de mamíferos y la sala de
reptiles, aquí se encuentran identificadas novecientas piezas todas encontradas en
el desierto de la tatacoa, comenzamos en la sala de reptiles, esta vitrina contiene
el fósil de la Stupendemys geograficus, identificada como la tortuga más grande
del planeta, su peso era mayor a una tonelada, llegó a medir tres metros de largo,
vivió en el bosque húmedo de la tatacoa hace diez millones años,
Segundo: Al frente en esta vitrina encontramos la mandíbula de un purusaurus,
un cocodrilo gigante que vivió en la región de la tatacoa hace trece millones de
años, tenía una mandibula armada con grandes dientes cónicos adecuados para
cazar y devorar grandes mamíferos. Pesaba entre 5 y 7 toneladas, su longitud
alcanzaba los 12 metros, con un cráneo más grande que el del tiranosaurios rex.
Tercero: En la siguiente vitrina encontramos las mandíbulas del sebecus huilenses,
una asombrosa especie de cocodrilo endémica de la región, a su condición
endémica se le atribuye el nombre dado por los científicos, era depredador de
grandes mamíferos, tenía un cráneo ancho y estrecho con ojos y fosas nasales a
los lados, más adecuados para la caza en tierra firme. Podía tener hasta siete
metros de largo y sobrepasar los 500 kilogramos de peso, sus dientes eran
similares a los de un tiranosuarus rex.

Cuarto: Pasamos ahora a la sección de mamíferos, para apreciar los maxilares del
Huilaterium, mamífero de pezuña, una familia de herbívoros que comprendía
especies de tamaño mediano a grande, especializada en una dieta ramoneadora,
con cráneos relativamente cortos y extremidades robustas, un poco similares a sus
parientes, los hipopótamos. Se caracterizaba por tener un cuello corto, una cabeza
muy grande y patas cortas. Se extinguió hace unos 10.000 años y llegó a pesar
unas 2 toneladas.
Quinto: Estos fósiles corresponden a un astropoterios, fueron encontrados en
rocas cuya edad está entre 3 y 17 millones de años. Estos fósiles representan una
oportunidad única entender cómo era la vida de la tatacoa en el pasado. Vivían en
zonas de ríos, lagunas y pantanos, se cree que tenían hábitos acuáticos similares a
los de los hipopótamos, por sus hábitos era un animal de clase anfibia.

Gliptodonte: los gliptodontes fueron una familia de mamíferos del orden de los
xenartros, parecidos al actual armadillo que vivieron hasta el final del periodo
terciario y la época pleistocena, poseían un caparazón hemisférico formado por
placas óseas, cráneo pequeño cubierto también por placas óseas. Con un metro de
alto y uno y medio metro de largo. Se extinguieron hace 10.000 años, en la región
de la tatacoa se han encontrado evidencias de su existencia en varios lugares.
Gliptodonte quiere decir diente tallado.

MEGATERIO: El animal cuyos restos se encuentran en éste museo vivió en lo que

hoy es el departamento del Huila, en el ambiente de la tatacoa de hace 16.000
años, aproximadamente, su aposente consistía en una vegetación de gran tamaño.

Este animal era totalmente terrestre, pues superaba en tamaño a un elefante, su

pariente más cercano es el perezoso arborícola de tres dedos. Tenía la cola larga
para ser un perezoso, y esta le ayudaba a ponerse en dos patas para alcanzar las
hojas de las copas de los árboles.
Tenía garras de hasta 10 cm. Cuando se apoyaba sobre su cola para coger las
mejores hojas usaba sus patas delanteras, con garras de hasta 50 cm para
arrancar las hojas, deshojando las ramas.
Ocho:
Xilópalos: PROCESO DE PETRIFICACIÓN:
La petrificación tiene lugar en condiciones especiales de mínima oxidación y acción
mecánica y generalmente está asociada a condiciones especiales de volcanismos y
otros procesos geotérmicos en que aguas ricas en sílice o carbonatos de infiltran
en las células de la madera impregnando el tejido con dióxido de silicio o
carbonato de calcio u otros minerales. Por una misteriosa transformación físico-
química el material mineral toma el lugar del aire y el agua en los tejidos,
reemplaza la pared celular y genera un notable duplicado de los caracteres
anatómicos, siendo tan perfecto que permite en muchos casos identificar el árbol a
que pertenecía la madera. Incluso microorganismos como hongos y bacterias
atrapados y momificados en la madera también se pueden identificar.