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Módulo 4

Lectura 28

Conferencia 23: Los caminos de formación de síntomas.

En esta conferencia nos encontraremos con importantes conceptualizaciones. Freud ofrece


aquí claras definiciones de síntoma y explica cómo entiende su causación. Explica cuál es el
camino de formación de los síntomas histéricos y cómo participan la regresión, las fijaciones
libidinales, las fantasías, etc. A mi juicio resulta fundamental para comprender como se
constituyen los síntomas y que elementos rastrear cuando se quiere lograr su comprensión y
disolución.
Los síntomas, dirá Freud:
“Son actos perjudiciales o, al menos inútiles para la vida en su
conjunto, al menos la persona se queja de que los realiza contra
su voluntad, y conllevan displacer o sufrimiento para ella.” (Freud,
S. 1916, pp.326)
Más adelante afirmará:
“Los síntomas neuróticos son el resultado de un conflicto que se
libra en torno a una nueva modalidad de la satisfacción pulsional.
Las dos fuerzas que se han enemistado vuelven a coincidir en el
síntoma; se reconcilian, por así decir, gracias al compromiso de la
formación de síntoma.” (Freud, S. 1916, pp.326)
Después dirá también:
“El síntoma se engendra como un retoño del cumplimiento del
deseo libidinoso inconsciente, desfigurado de manera múltiple; es
una ambigüedad escogida ingeniosamente, provista de dos
significados que se contradicen por completo entre si.” (Freud, S.
1916, pp.328))
“Los síntomas crean un sustituto para la satisfacción frustrada.” (Freud, S. 1916, pp.333)
En todas estas definiciones nuestro autor va desplegando elementos propios del síntoma: es
un cumplimento de deseo, una satisfacción sustitutiva, implica la presencia de frustración,
regresión y conflicto psíquico, al tiempo que brinda una satisfacción provoca un malestar, un
padecimiento al sujeto y un desgaste de energía psíquica (tanto en sí mismos, como en el
esfuerzo por combatirlos), que agotada en el síntoma, no se halla disponible para otras
acciones.
Veamos paso a paso como llega Freud a estas definiciones.
Cuando la libido ve frustrada la posibilidad de satisfacción en la realidad se ve compelida a
procurarse otras modalidades para obtener la misma. Si la realidad sigue denegando tal
satisfacción, más allá de que la libido haya estado dispuesta a aceptar otros objetos, no tiene
más opciones que la regresión, en busca de la satisfacción en algunas de las organizaciones
sexuales ya superadas o por medio de los antiguos objetos infantiles, ya resignados. 1 En este
camino regresivo, la libido es “capturada” por las fijaciones que habían quedado en el camino
evolutivo.
1
Puede repasar el tema de las organizaciones sexuales y el desarrollo libidinal en el Módulo III

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Si estas regresiones no despiertan oposición en el yo y logran satisfacerse en la realidad
estamos ante la perversión y no ante la neurosis.
Recuerde el lector que la perversión encontraba satisfacción en las pulsiones parciales y en
objetos “inadecuados” para tal fin de diversas maneras. La libido alcanzará una satisfacción,
pero no una satisfacción “normal”, dice el creador del psicoanálisis.
El conflicto se crea si el yo no presta su consentimiento a estas regresiones y no se presta al
cumplimiento de las aspiraciones anímicas implicadas.
La libido, como sabemos, bajo el régimen del principio de placer tiene que hallar una
descarga. Cuando el yo se opone a la satisfacción en la realidad, tiene que encontrar por
dónde descargarse, sustrayéndose al yo. Se procura una vía para tal descarga en razón de
las fijaciones que había dejado a lo largo del desarrollo y a las que vuelve por regresión y de
las cuales se había defendido el yo en su momento mediante represiones.
Al tomar el camino regresivo y de la fijación, la libido escapa al yo y a sus normas, pero
renuncia del mismo modo a toda la educación adquirida, dice Freud, bajo la influencia de ese
yo.
Bajo la presión de la frustración opta por las satisfacciones de tiempos anteriores del
desarrollo.
La libido transfiere sus energías a investiduras que pertenecen al sistema inconsciente y que
por lo tanto esta sometidas a los procesos que allí rigen, particularmente la condensación y el
desplazamiento, del que nos enteramos en detalle en el Modulo II cuando hablamos de la
concepción psicoanalítica de los sueños.
Ahora, como en el sueño se forma un compromiso, la oposición del yo “persigue” a la libido
como contrainvestidura y la obliga a escoger una expresión tolerable. Así el síntoma se
conforma como un retoño del cumplimento del deseo inconsciente, pero sumamente
desfigurado, no explícito, provisto de dos significados que se contradicen entre sí (donde se
cumple tanto la satisfacción del deseo como de la defensa).
Facilitada una vía de descarga de la libido por las fijaciones, la libido investida regresivamente
supera las represiones y obtiene una satisfacción sumamente desfigurada y restringida que
debe cumplir con las condiciones del compromiso (es decir, no puede ser explícita)
Las fijaciones de las que se sirve la libido para procurarse, por medio de regresión, una
descarga y la satisfacción las encuentra en las prácticas y vivencias de la sexualidad infantil,
en las aspiraciones parciales y los objetos dejados atrás. En este período infantil se
manifestaron por primera vez las disposiciones innatas de los sujetos y también, por vivencias
accidentales e influencias externas se despertaron por primera vez otras pulsiones.
Se descompone entonces la fijación libidinal del adulto en dos
elementos: la disposición heredada y la predisposición adquirida en la
primera infancia.
Freud trae el siguiente esquema para explicar la causación de la
neurosis (que primero llamó ecuación etiológica y luego bautizó en
forma definitiva series complementarias)

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Causación de la neurosis = Predisposición por + Vivenciar accidental
fijación libidinal (traumático) [del adulto]

Constitución sexual Vivenciar infantil


(vivenciar prehistórico)

Siguiendo a Freud diremos que la constitución sexual hereditaria nos brinda una gran
diversidad de disposiciones, según esta o aquella pulsión parcial, sola o en unión con otras,
posea una fuerza singular. La constitución sexual forma con el vivenciar infantil otra “serie
complementaria”, semejante a la existente entre predisposición y vivenciar accidental del
adulto. (Freud, pp. 330)
A las vivencias sexuales infantiles se encuentra siempre ligada la libido de los neuróticos. La
libido regresa a las vivencias sexuales infantiles, que adquieren importancia regresivamente.
Con lo cual su importancia patógena está forzada justamente por la regresión.
Las vivencias infantiles tienen una importancia que les es propia, de hecho existen neurosis
infantiles en las que la distancia temporal no tiene significado y la neurosis se adquiere como
consecuencia de vivencias traumáticas. Así como los sueños de niños nos permitieron
avanzar en comprensiones acerca del trabajo onírico, las neurosis infantiles nos permiten
comprender elementos de las neurosis adultas. En general, en la infancia, no se les da
importancia o no se interpretan algunas manifestaciones como neuróticas. Frecuentemente
aparecen como histerias de angustia (fobias). Si en la adultez surge una neurosis, siempre
encontramos a través del análisis, que es la continuidad directa de la neurosis de la infancia.
En otros casos la neurosis infantil prosigue como una enfermedad que dura toda la vida.
Por otra parte, la libido regresa siempre a vivencias de la infancia por la atracción que
generan los puntos de fijación.
Finalmente, a veces toda la importancia patógena recae sobre las vivencias infantiles, que no
requieren más apoyo que las disposiciones constitucionales y la inmadurez. Otras veces la
importancia recae sobre los conflictos posteriores y la insistencia en impresiones infantiles
aparece por acción de la regresión. Dice Freud: “tenemos los extremos de la ´inhibición´ del
desarrollo” y de la ´regresión´ y entre ellos, todos los grados de conjugación de ambos
factores.” Freud, S. 1916, pp. 332)
Decíamos entonces, recapitulando, que el síntoma crea una satisfacción sustitutiva,
alternativa, a la que se vio frustrada. Lo hace por medio de una regresión a mejores tiempos,
en los que el sujeto no tenía estas dificultades y se retrae para ello en su desarrollo a
momentos de satisfacción aunque tenga que retroceder para ello a momentos como la
lactancia.
El síntoma repite de algún modo aquella modalidad de satisfacción libidinal que fue efectiva
en su momento, aunque desfigurada por la censura que nace del conflicto y por regla general,
dice Freud, volcada a una sensación de sufrimiento y mezclada con elementos que provienen
de la ocasión que llevo a la contracción de la enfermedad.
La modalidad de satisfacción libidinal que implica el síntoma es con todo singular. Primero es
irreconocible para el sujeto, que experimenta más bien sufrimiento y se queja. Esto tiene que
ver con el conflicto psíquico y con lo que decíamos que la satisfacción obtenida no podía ser
explicita sino seguir las condiciones del compromiso. Lo que antiguamente fue para el sujeto

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satisfactorio hoy le provoca malestar y repugnancia. Por otra parte los síntomas no se
parecen en nada a lo que esperamos como satisfacción, casi siempre prescinden del objeto,
con lo que resignan el vínculo con la realidad exterior.
Han participado en la formación del síntoma la condensación y el desplazamiento con lo cual
el síntoma figura algo como cumplimiento: “una satisfacción a la manera de lo infantil, pero
por medio de la más extrema condensación esa satisfacción puede comprimirse en una
sensación o inervación únicas, y por medio de un extremo desplazamiento puede
circunscribirse a un pequeño detalle de todo el complejo libidinoso” (Freud, pp. 334) con esto
no debe sorprendernos que muchas veces nos cueste ubicar cual es la satisfacción libidinosa,
que por otra parte sabemos que necesariamente un síntoma produce.
Adentrándonos aún más en estas comprensiones nos encontramos con una novedad, las
vivencias infantiles que tan importantes son en la causación de los síntomas y a las cuales la
libido se encuentra fijada, no siempre son verdaderas, en sentido estricto. Es más, la mayoría
de las veces no son históricamente ciertas.
¿Cómo puede ser esto? Los son entonces, a veces, la figuración de vivencias que realmente
se tuvieron y otras veces de vivencias fantaseadas. Aquí tenemos que introducir unas
conceptualizaciones fundamentales para comprender esto que decimos, esto es la distinción
entre realidad material y realidad psíquica y en el mundo de las neurosis la realidad psíquica
es la decisiva.
Retomemos las aclaraciones del Diccionario de Psicoanálisis. Laplanche & Pontalis (1971)
afirman:
Realidad psíquica: término utilizado por Freud para designar lo que, en el psiquismo del
sujeto, presenta una coherencia y una resistencia comparables a las de la realidad material,
se trata fundamentalmente del deseo inconsciente y de los fantasmas con él relacionados.
(…) este concepto está ligado al abandono, o a la menos limitación, de la teoría de la
seducción y del papel patógeno de los traumas infantiles reales. Los fantasmas, aunque no se
basen en acontecimientos reales, tienen para el sujeto el mismo valor patógeno que Freud
atribuyó inicialmente a las reminiscencias.
(…) la idea de realidad psíquica va ligada a la hipótesis freudiana de referente a los procesos
inconscientes; estos no sólo no tienen en cuenta la realidad exterior, sino que la sustituyen
por una realidad psíquica.
En oposición a esto, como se dará cuenta el lector, realidad material, designa a la realidad de
los hechos tal cual cómo sucedieron. Lo que está diciendo Freud es que en los neuróticos, la
realidad psíquica tiene un papel determinante, más incluso que la realidad material, no
importa si sucedió o no “realmente” algo, para el neurótico pasó y eso es lo que tiene efectos.

En coherencia con esto Freud desarrolla la idea de la existencia de FANTASÍAS


FUNDAMENTALES, que todos los sujetos poseen adquiridas por
herencia filogenética. Estas son:
1. La observación del comercio sexual entre los padres
2. La seducción por parte de un adulto
3. La amenaza de castración

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La idea de fantasías universales o prototípicas no implica que nada de lo mencionado pueda
haber sucedido realmente, en el sentido de la realidad material, pero es sumamente
improbable que se produzcan con la frecuencia que aparecen en los análisis.
La amenaza de castración, recordará el lector, tiene que ver con la idea de que puede perder
su preciado miembro cuando el niño descubre la diferencia de los sexos y evidencia que no
todos poseen genitales como lo de él y ayudado por su saber de que la satisfacción
autoerótica es algo prohibido (recuerde que el Complejo de castración no es privativo de los
varones, también existe en la mujer, con singularidades que le son propias).
Respecto de la fantasía de comercio sexual, más allá de que accidentalmente el niño haya
tenido oportunidad de observar a sus padres y con posterioridad pueda comprender tal
impresión y reaccionar a ella, dice Freud, en general se apuntala en la observación de
animales y el motivo es el insatisfecho placer de ver del niño en los años puberales.
Respecto de la seducción por parte de un adulto encubre por lo general el niño el período de
satisfacción sexual autoerótica.
Estos hechos corresponden al patrimonio indispensable de la neurosis, puede que además
alguno se halla dado en la realidad material pero si no fue así se lo establece a partir de
indicios y se los completa por fantasías, el resultado es idéntico. La fantasía tiene en el
psiquismo tanto peso como los hechos ocurridos efectivamente.
La fuente de tales fantasías se halla en las pulsiones y aparecen en diferentes sujetos
idénticos contenidos en tanto estas fantasías primordiales son como veníamos, heredadas
filogenéticamente, con lo cual se encuentran en la historia de la especie.

Sobre la fantasía
A la luz de lo anterior se detiene Freud en torno a consideraciones
específicas sobre la fantasía.
El hombre se ve compelido por la presión de la realidad a abandonar
paulatinamente fuentes y objetos placenteros, sexuales y no
sexuales. Para ponerse bajo el gobierno del principio de realidad
debe realizar diversas renuncias, pero estas no son sin alguna
compensación.
Las fantasías son aquellas actividades anímicas donde se
conservan las fuentes y vías de placer resignadas, sustrayéndose al
examen de realidad.
En el fantaseo el hombre sigue disfrutando de la satisfacción de deseos implica, aunque sabe
que tal no es cierta, en el sentido de la realidad. Las fantasías dice Freud son “parques
naturales”, son el espacio donde se conservan ese estado antiguo que otras partes se resignó
a la luz de los requerimientos de la realidad. (Freud, pp. 339)
Las producciones de las fantasías ya las conocimos como “sueños diurnos”. Sabemos: una
satisfacción inusitada de deseo eróticos, ambiciones de todo tipo, heroísmos, se cumplen en
las fantasías y florecen con mayor fuerza mientras más la realidad fuerza al sujeto a la
moderación. La ganancia de placer se obtiene independientemente de la aprobación de la
realidad.
Respecto del lugar de la fantasía en la formación de síntomas tiene que ver con que cuando
la libido frustrada inicia la regresión encuentra el camino a los puntos de fijación ya que los

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objetos y tendencias de la libido no fueron abandonados por completo, subsisten (ellos o sus
retoños) en las fantasías.
La libido va hacia las fantasías y desde allí encuentra el camino a las fijaciones reprimidas.
Las fantasías son relativamente toleradas y no entran en conflicto con el yo en tanto tengan
poco montante de carga. Ahora, cuando la libido regresa, se introvierte y inviste a las
fantasías estas se sobrecargan se tornan exigentes y pugnan por cumplirse. A partir de esto
el conflicto no puede evitarse. Primero fueron preconscientes, pero a partir de lo que venimos
describiendo son reprimidas por el yo y caen bajo el dominio del inconsciente. Desde la
fantasías, ahora inconsciente, la libido vuelve a sus orígenes en el inconsciente, hasta sus
propios lugares de fijación (Freud, pp. 340).
La vuelta a las fantasías se denomina introversión, las fantasías que eran inofensivas se ven
investidas cuando la libido se introvierte y las sobrecarga. En la introversión aún no hay
neurosis, pero si un estado de vulnerabilidad que ante el menor desbalance de fuerzas se
verá obligado a desarrollar síntomas, excepto que haya encontrado otros caminos para la
descarga de la libido estancada.
En virtud de lo que venimos desarrollando vemos que en la formación de síntomas no alcanza
con el punto de vista dinámico, hay una cuestión de cargas y cantidades que define el punto
de vista económico. El conflicto estalla cuando las intensidades han llegado a cierta magnitud,
los factores constitucionales tendrán una importancia según una pulsión parcial este más
presente que otra en la disposición. Los montos de libido que alguien puede desviar hacia la
sublimación o cuanta libido no aplicada alguien pueda tolerar, vuelven a ser consideraciones
económicas.
Dijimos ya que lo desarrollado en esta Conferencia es pertinente a la neurosis histérica. En el
caso de la neurosis obsesiva el camino se complejiza y entran en juego en primer plano las
contrainvestiduras. Otras divergencias son hallables en otras neurosis.
Si resumimos algo de lo dicho hasta aquí tenemos que tres son los caminos posibles de la
libido, de regreso de la fantasía a la realidad:
1. La formación de síntomas
2. La perversión
3. El camino del arte, la sublimación
Deteniéndonos en este tercer desenlace, Freud dice que el artista es la principio un
introvertido y no está muy lejos del camino de la neurosis, probablemente elementos en su
constitución lo predispongan más fuertemente a la sublimación y cuente con una cierta flojera
de las represiones decisivas para el conflicto.
El artista genera con sus fantasías o sueños diurnos un producto que provoca el deleite de
quienes lo observan, en el cual no aparece de modo personal ni chocante el contenido de sus
fantasías, pero obtiene satisfacción, una ganancia de placer en virtud de la cual las
represiones son canceladas, al menos temporalmente. Alcanza admiración, poder,
reconocimiento, logra lo que antes sólo obtenía en las fantasías: honor, poder y el amor de las
mujeres.

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