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Lectura 34
Desarrollaremos en esta lectura, y en las dos que siguen, conceptos que el lector podrá
encontrar en la Bibliografía Obligatoria, específicamente en Freud, S. (1932) Obras
Completas. Tomo XXII. Buenos Aires: Amorrortu.
La inclusión de estos textos se impone dada la importancia de las conceptualizaciones que
Freud incluye en las Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis (1932).
Estas conferencias, que el autor numera consecutivamente de las que vimos, nunca fueron
dictadas como tales, a diferencia de las Conferencias de Introducción al Psicoanálisis que
fueron enunciadas en la Universidad de Viena entre 1915 y 1917.
En razón de las dificultades de salud de Sigmund Freud, no las pronunció públicamente, pero
mantienen el espíritu de aquellas, en tanto intentan ser una aproximación general y accesible
a la teoría psicoanalítica.
Constituyen complementos y reelaboraciones de lo ya mencionado e incluyen
consideraciones importantísimas sin las cuales el lector no podría completar la introducción al
psicoanálisis.
Así es que veremos cómo Freud divide el aparato psíquico en tres instancias: Ello, Yo y Super
Yo, nuevas consideraciones sobre la angustia que modifican las ya expresadas, la
reelaboración de la teoría de las pulsiones y conceptualizaciones sobre el desarrollo
femenino, entre otros nuevos elementos ineludibles. Esta exposición no anula lo dicho
anteriormente, ni exime al lector interesado en mayores profundizaciones, de referirse a los
artículos del autor citados en Lecturas anteriores.
Pasemos ahora al tema que nos ocupa: la descomposición de la personalidad psíquica.
Inicia aquí Freud con un resumen de lo visto y pasa a ocuparse específicamente del Yo.
El Yo, dice el autor, es el más genuino sujeto, pero también puede tomarse a sí mismo como
objeto, tratarse como a los objetos, observarse, criticarse, etc. Para esto el Yo se escinde en
el curso de muchas de sus funciones, al menos provisionalmente, (y puede volver a
reintegrarse)
Existe dentro del Yo una instancia crítica, amenazadora de castigo, sobre la que Freud pone
interés a partir del estudio de las patologías severas.
Sostiene la idea de la existencia de una instancia observadora del resto del Yo que formaría
parte de su estructura. Esta instancia observadora, juzga y critica también, castiga y he aquí
otra función de lo que llamamos conciencia moral.
“Estoy tentado de realizar algo que me procurará placer, pero lo omito en tanto mi conciencia
moral no me lo permite.” Esta es una situación frecuente y de la que todos podremos
fácilmente reconocer ejemplos en nuestra propia vida. O hicimos efectivamente algo y luego
nuestra conciencia moral nos somete a reproches y autocastigo.
Podríamos simplificar diciendo que la instancia dentro del yo es la conciencia moral, pero
Freud le da a esta parte una condición de autonomía y tendrá como una de sus funciones a la
Para terminar diremos a la luz de las disquisiciones que aquí nos ocuparon que la terapéutica
del psicoanálisis se basa en el propósito de fortalecer al yo, independizarlo relativamente del
super yo, ampliar su campo de percepción y su organización de forma que pueda apropiarse
de nuevos fragmentos del ello.
Donde Ello era, Yo debo advenir.