Está en la página 1de 379

Dr.

Luis Arias Núñez

MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL


PRIVADO
Tercera edición Santo
Domingo República
Dominicana
1998
INTRODUCCIÓN

Al escribir estas breves palabras a manera de introducción, nos motivan esencialmente


dos razones; a saber; destacar que en esta segunda edición del Manual de Derecho
Internacional Privado, procuramos mejorar los aspectos deforma del mismo,
específicamente realizar las correcciones pertinentes a los errores que habíamos
advertido en la primera edición; aunque ello no significa que las deficiencias de esa ín-
dole estén totalmente superadas. En esta segunda edición, dado el interés que para los
estudiosos de esta disciplina tiene el Código de Bustamante, insertamos íntegramente
este instrumento en calidad de apéndice.

La segunda razón es expresar nuestro reconocimiento a los colegas que han aportado
sus valiosas opiniones en el sentido de valorar positivamente la primera edición del
Manual; opiniones que han sido muy estimulantes para el autor del mismo. Nuestro
agradecimiento a los profesores y estudiantes que han tenido la benevolencia de
adoptarla como libro de texto.
PROLOGO
La preocupación por los derechos y deberes del hombre que puebla nuestro universo,
hoy asentado en numerosas áreas, que delimitadas con determinadas características
constituyen las naciones, ha sido permanente, y se traduce vivamente en "la
Cooperación Internacional".

Las relaciones internacionales del hombre son objeto de estudios e investigaciones, así
como de acuerdos, convenciones y conferencias internacionales, que trazan rutas y
procedimientos para que puedan expresarse más allá de los límites de la frontera en que
vive y resolver mediante instrumentos legales los acusantes problemas que lo acosan,
que permite definirlo bajo la tipicidad de "el hombre universal".

Las necesidades, los sentimientos, las pasiones, los odios, los rencores, las venganzas, la
codicia, y hasta la muerte ha movido las plumas excelsas de escritores eminentes, que
llenan la literatura universal, Cervantes y Shakespeare son creadores que en cada uno de
sus personajes definen el quehacer, los sentimientos, la felicidad fugaz, la desgracia que
los corroe, del hombre que puebla la humanidad del hombre universal. Hornero, Dante,
Balzac, Dicken o Dostoiewsky, entre otros, entrelazan, en distintos tiempos, el destino
del hombre, movidos por los dioses, o por ellos mismos o por la sociedad en la que
nacen y mueren y perpetúan sus vidas en los caminos empedrados de obstáculos y
luchas, que lo llevan al fuego del infierno o a un paraíso de bonanzas, que no pocas
veces se,disluye en burbujas de ilusiones o en ideales, preñados de doradas promesas.
Entre las distintas ciencias que centran sus estudios e investigaciones en el "hombre"
como ente universal que conforma la humanidad, la que ofrece una mayor dedicación en
la búsqueda de soluciones que atenúen su soledad y le brinden los instrumentos
necesarios para que se comuniquen y realicen los intercambios sociales y económicos,
que creará o estimularán sus desarrollo, figura una rama del Derecho Internacional; es el
"Derecho Internacional Privado".

Nadie más autorizado para hablar y escribir del "Orden Jurídico Internacional", el
derecho que rige las relaciones en la "Sociedad internacional", que el profesor
universitario Don Luis Arias Núñez. Su personalidad como investigador con alcance
creador es conocida en el seno académico dominicano, por su definida vocación a
estudiar "las relaciones interesadas susceptibles de ser reglamentadas por más de un
ordenamiento jurídico", "enmarcadas en el Derecho Internacional Privado que resultan
de las exigencias que impone el tráfico internacional".

Esa vocación y preocupación por los efectos del desplazamiento del hombre, hoy
moneda corriente, que "expone a las personas a que le ocurran hechos o a que realicen
actos que afecten su situación en países distintos al suyo", efectos que transcienden los
límites territoriales del país en que se producen, le han llevado a hacer un compromiso
de conciencia profesional, que lo embarca en profunda reflexión sobre la naturaleza de
esta materia que culmina con la producción transparente y luminosa de este tratado de
su autoría, cuya visión dinámica de la distintas instituciones que enfoca, como las
fuentes, sean la ley, la jurisprudencia o los tratados internacionales o instituciones,
como la nacionalidad de las personas físicas o morales, el orden público interno o en
plano internacional, la constitucionalidad de la ley extranjera o la ej ecución de la
sentencia extranj era, evidencias su dominio de la materia y la gran sensibilidad que
revela, al enjuiciar en su conjunto y en sus detalles, el contenido de este tratado que
viene a enriquecer nuestra bibliografía, a la que ya ha aportado una sustancial
contribución con la edición y publicación de varias obras relativas al derecho
internacional, incluyendo un "Manual de Derecho Internacional Público".

Son tributarias de esta materia las legislaciones nacionales y los tratados y convenciones
internacionales, cuyas normas jurídicas vendrían a reglamentar los conflictos que se
suscitan entre los particulares pertenecientes a naciones que no son las de su origen, en
las que se plantearán, no sólo conflictos relativos a las leyes aplicables, sino los de
carácter jurisdiccional, así como de los principios fundamentales que nutren el derecho
común y los principios procesales de carácter nacional.

El contenido amplio, ambicioso de este tratado nos cubre con un espeso manto de
erudición sobre la materia que abarca las juiciosas opiniones de eminentes juristas
internacionalistas, expertos en cada una de las instituciones que informan el mismo; sin
desperdicios, partiendo de los orígenes mismos de la materia y su metódica evolución
en el devenir del tiempo.

Después de leer esta jugosa obra de derecho llegamos a la conclusión de que su autor,
Don Luis Arias, ha formalizado un estilo y ordenamiento al considerar las instituciones
de esta materia cuyo objeto descansa en las relaciones internacionales y sus efectos, que
descubre a la vista de los estudiosos, que por sus experiencias él se ha identificado con
su propia filosofía que le permite "revestir de nuevo significado las ideas tradicionales
de esta j oven rama del derecho", a la vez que afirma con renovada claridad los valores
que subsisten a través del tiempo con las modalidades que envuelven los imprevistos
conflictos que surgen como consecuencia inevitable del desplazamiento, en auge en el
espacio, del sujeto por antonomasia del derecho: el hombre.

La personalidad de un intelectual puede ser tomada para hacer su semblanza,


considerando su perfil creador, que lo define, de igual modo una obra en la que se
reflejan las cualidades sobresalientes de su autor, puede ser objeto de una semblanza. En
el caso del Tratado de Derecho Internacional Privado, que nos ofrece Don Luis Arias
Núñez, éste reflej a las cualidades de escritor e investigador de la materia. Podríamos
decir que su personalidad se funde, se conjuga con su trabajo intelectual. Su método de
trabajo así lo anuncia, poniendo de resalto su condición académica.

Por ello tras precisar "la naturaleza jurídica del Derecho Internacional Público, que
descansa en el consentimiento de sus sujetos por excelencia, los Estados que aceptan
como obligatorios los derechos y deberes establecidos por ellos mismos para el
funcionamiento de sus relaciones", después de reconocer que no existe una instancia
superior o legislador internacional que norme esas relaciones de modo uniforme,
destaca que existen relaciones internacionales, que no tienen cabida en ese derecho, el
internacional público, por ser de orden privado.

Con particular claridad fija que "Las reglas que norman esas relaciones tienen como
destinatarios a entes o personas privadas, personas físicas, morales o jurídicas. En su
conjunto esas reglas conforman la rama del derecho internacional que lleva la
denominación de Derecho Internacional Privado". Ahonda su distinción al concretar que
las relaciones jurídicas internacionales de orden privado marchan esencialmente al
amparo de la diversidad de las legislaciones particulares de los diferentes Estados.
Afirma que el término "Derecho Internacional Privado", de origen relativamente
reciente, se atribuye a un nacional americano que en 1834 usó la expresión en su obra
"Comentaries on the conflict of law", reiterando que de modo análogo los anglosajones
acuden permanentemente a este término "Conflic of Law". Este término hoy día es el de
mayor divulgación, abogando a favor de esa opinión reputados juristas.

Con soltura edificante señala su objeto, refiriéndose a la escuela francesa que estudia
esta disciplina: a) nacionalidad; b) condición de extranjeros; c) conflictos de leyes; d)
conflictos de jurisdicciones.

Los autores del sistema anglosajón sólo aceptan como objeto de estudio de esta rama
del Derecho los conflictos de leyes y conflictos de jurisdicciones.
Numerosos sistemas y opiniones son recogidos en la introducción de este tratado, que
van definiendo la naturaleza y contenido de la obra.

No hay lugar a dudas, que la nacionalidad y la competencia jurisdiccional, tienen un


papel fundamental en la determinación de la ley aplicable, caso de la capacidad y estado
civil de la persona y el tribunal que habrá de conocer de la aplicación de la ley.

La inclusión de los conflictos de leyes en esta materia ha conducido a las más y variadas
definiciones de esta rama del Derecho Privado. Se han dicho que: "es el conjunto de
reglas que sirven para dirimir los conflictos de leyes", "que es una rama de la
jurisprudencia privada que determina ante los tribunales de en qué país cada cuestión
debe ser resuelta", o bien como, "el conjunto de reglas que sirven para decidir los
conflictos entre legislaciones de diversos Estados".

El autor recoge los criterios de distintos juristas, considerando que en los mismos brotan
elementos comunes, "concluyendo, que en efecto, se reconoce que las normas que
componed esta disciplina están llamadas a regir (regular), en los casos en los cuales
existe algún elemento extranjero, relaciones en los que los participantes son personas
privadas, físicas o jurídicas que pertenecen a diferentes estados, relaciones que surgen
de la vida internacional".

Conocedor de la materia y de la opinión más relevante de la doctrina, el tratadista nos


ofrece su propia convicción. Se puede definir el Derecho Internacional Privado en
forma simple, priorizando su objeto y descubriendo rasgos característicos suyos, y por
tanto aceptando de antemano su inexactitud", diciendo que es el conjunto de normas
jurídicas, llamadas a regular relaciones surgidas en la sociedad internacional entre
personas privadas".

La formación académica, la visión jurídica del autor de este tratado y su eficacia como
investigador de instituciones sociales, le advierten que no podrá presentar el cuadro
reglamentario que enmarca el Derecho-Internacional, sin antes observar su proceso de
formación, y evolución histórica, lo que lo conduce a indicar las ideas y hechos más
destacados de este proceso, al tiempo que se involucra en el examen de las principales
fuentes que determinan su existencia.

El doctor Luis Arias Núñez, se ha preocupado en entregar en este tratado, un estudio


acabado de las principales instituciones que integran, en substancia, la disciplina
científica a la que ha dedicado su vida profesional, el Derecho Internacional Privado, no
sólo nos muestra esta rama del Derecho desde su origen, sino que penetra en su
formación histórica y en su evolución en el tiempo, siguiendo el pensamiento de los
eminentes juristas que han contribuido con laboriosa capacidad creativa a definirla
como una ciencia particular en el área del Derecho Privado.

Desentraña, con su peculiar forma de exponer, los temas que constituyen la parte
orgánica de esta materia, dándole vida, dentro de la sobriedad de su estilo, que es
impuesto por la naturaleza misma del objeto de su tratado.

Sin tratar de llevar estas consideraciones al nivel técnico con que el jurista Arias Núñez
lo trata, tocaremos a título de presentación general, el conflicto de leyes y su relación
con la ley extranjera, porque a nuestro ver viene a constituir el núcleo jurídico central en
torno al que se desenvuelve el Derecho Internacional Privado.

Con sentido renovado de académico acabado, recuerda el objeto del Derecho


Internacional, que determina la regla jurídica aplicable cuando una relación de Derecho
guarda conexión con dos o más ordenamientos jurídicos que pretenden regularla. Nos
refresca, que el conflicto de leyes que surja podrá tener una solución territorial o
extraterritorial, según se aplique o se recurra a la ley nacional o a la extranjera. Explica
que la norma extranjera puede ser formal o conflictual o bien norma material.

El jurista ha estudiado el alcance de ambas normas, la formal que conduce al reenvío y


la material que es la norma jurídica extranjera que regirá el objeto del litigio que se
trate. Cita al jurista Arellano García al respecto, quien dice: "Que es preciso que el
legislador de cada Estado determine con exactitud, que cuando se refiere a la
aplicabilidad del derecho extranjero, debe entenderse que el derecho aplicable es el
derecho extranjero material y no el conflictual".

La doctrina, dividida, ha considerado como una cuestión de hecho la aplicación del


derecho extranjero, o como una cuestión de derecho. Nuestro jurista, expresa que "el
estado jurídico de un país no puede estar integrado por otra cosa que por normas,
cualesquiera que sea la procedencia de éstas, nunca por simple hechos". En ese debate
refiere la opinión de Arellano García, quien dice que "El derecho extranjero está
integrado por verdaderas normas jurídicas".

El interés de determinar si el derecho extranjero aplicable es una cuestión de hecho o de


derecho, descansa en la circunstancia de que cuando se sustenta la tesis de hecho, las
partes deben aportar la prueba de su alegación; en cambio, si se sustenta que la ley
extranjera es una cuestión de derecho, la norma puede ser aplicada de oficio por el juez.
Recapitula las opiniones doctrinales, que ya expuesto en el curso de este tratado, en lo
que concierne a la naturaleza de la ley extranjera aplicable, cuando trata el problema del
reenvío o de los problemas que se plantean cuando la regla de conflicto ha designado
una ley extranjera competente. Cita a Bartin, como seguidor de la noción de soberanía,
que con sus seguidores, admiten la aplicación de la ley material extranjera en virtud de
una delegación al juez del foro, por las reglas de conflicto conveniente. Ilustra el debate
con las autorizadas opiniones de Batiffbl o de los postglosadores, fundamentalmente
Bartolo y sus seguidores. Sin pasar por alto la doctrina de Mancini, su conocida doctrina
de la personalidad del Derecho.
Después de admitir que la norma material extranjera es la competente para regir una
relación jurídica extraterritorial, enuncia excepciones a este principio, que también han
sido objeto de análisis en otra parte de este tratado.

lro. Las excepciones de orden público, que impide la aplicación de la norma jurídica
extranjera cuando esta choca con disposiciones de naturaleza social o jurídica del país
del tribunal juzgador. 2do. La excepción que se deriva del fraude a la ley, que impide la
aplicación de la norma extranjera considerada competente. 3ero. La excepción basada
en el interés nacional. Algunas opiniones limitan esta excepción a "determinada materia,
la capacidad de obrar".

El caso Lizardi; juzgado por la Corte de Casación Francesa, mediante sentencia, sirvió
de base a esta excepción a la aplicación de las leyes extranjeras. Nos refiere dicho caso
así: "Lizardi, nacional mexicano, mayor de edad, de conformidad con la ley de su país,
realizó contratos en Francia, viciados de nulidad en razón de su incapacidad. A pesar de
ello, la Corte de Casación declaró válido uno de esos contratos por estimar inaceptable
que se defraudara la buena fe de los franceses que tuvieron relación contractual con
Lizardi". Esta apreciación constituye una defensa del interés de las personas del país de
recepción de la norma extranjera, de allí la denominación de excepción de interés
nacional.

He debido ahondar en su contenido, examinando las importantes materias que analiza el


tratadista, como los son el orden público y el fraude a la ley, que nos indica que tienen
de común el impedir la aplicación de la ley extranjera, aunque no deben ser objeto de
confusión.

Al concluir estos comentarios que no superan los límites de un prólogo, reconozco que
más bien tienen la naturaleza de "noticias sobre el contenido de un tratado de Derecho
Internacional Privado". En el presente caso, en tomo a la obra del internacionalista,
jurista y académico, Dr. Luis Arias Núñez, vengo en la obligación sincera de evaluar
este Tratado de Derecho Internacional, que no sólo será de gran utilidad a estudiantes y
de consulta a profesionales, sino que viene a constituir el primero de este género que se
edita en la República Dominicana, para enriquecer la literatura jurídica del país a la vez
que constituye, por su substancial contenido, avalado por la doctrina internacional, la
carta de crédito que introduce a su autor como miembro activo de los internacionalistas,
de nuestra América Latina y países del Caribe y Antillanos.

Bienvenido Mejía Mejía


CAPITULO I
CARACTERIZACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO

La Comunidad Internacional

Lugar del derecho internacional privado en la Comunidad Internacional Derecho


Internacional Público y Derecho Internacional Privado. Denominación. Objeto.
Definición.

En toda comunidad estatal, las relaciones entre los miembros particulares que la
conforman, dentro del marco territorial suyo, están reguladas por las mismas leyes, que
emanan de un órgano centralizado o un poder del mismo Estado. Entiéndase, pues, que
estamos en presencia de una legislación propia de tal o cual comunidad estatal, de un
derecho nacional llamado a regir esas relaciones entre los particulares pertenecientes a
un Estado determinado.

Entretanto, se establecen relaciones sociales entre grupos humanos diferenciados, ya sea


entre individuos pertenecientes a sociedades políticas diferentes -Estados- ya entre las
sociedades políticas Estados mismas.

Ese conjunto de relaciones sociales que rebasa el marco de una comunidad estatal
constituye el sector que denominamos comunidad o sociedad internacional. "Si el
hombre tiene necesidad de la Sociedad... también el Estado precisa de Vivir en
Sociedad.

En la comunidad internacional, surgen como una necesidad, relaciones de derecho y


obligación, y ello así, dado que como certeramente dice André Weiss, "En toda
sociedad, fórmenla hombres o naciones, la libertad de cada uno está limitada por la del
otro" , o como también advierte Lauterpacht, "tanto el hombre como el Estado precisan
someterse a un sistema de reglas jurídicas" . Esa combinación de derechos y obli-
gaciones se traduce en un orden jurídico internacional.
1. Lauterpacht, Recueü des Cours. Tomo 62, Pág. 115.

2. André Weiss: "Manual de Derecho Internacional", París, 1928 T.R. Pág. 25

3. Lauterpacht: op. cit. Pág. 115.

Ahora bien, el orden jurídico, el derecho que rige las relaciones en la sociedad
internacional, a diferencia del orden jurídico que rige en la comunidad estatal
determinada, se caracteriza ante todo por la descentralización en lo concerniente a la
creación de sus normas.

En otras palabras, no existe una instancia suprema o legislador internacional que norme
esas relaciones de manera uniforme. Las reglas llamadas a regular las relaciones que
nacen en la sociedad internacional entre entes jurídicos no privados, específicamente
entre entidades soberanas, o instituciones interestatales, forman en su conjunto la rama
del orden jurídico internacional que denominamos Derecho Internacional Público y que
definimos como el "Conjunto de normas destinadas a regular las relaciones
internacionales entre sujetos internacionales".
La naturaleza jurídica del Derecho Internacional Público descansa en el consentimiento
de sus sujetos por excelencia -los Estados- en aceptar como obligatorios los derechos y
deberes establecidos por ellos mismos para el funcionamiento de sus relaciones.

En efecto, dada la ausencia de un legislador internacional en la relaciones que


conforman la comunidad internacional, las normas dirigidas a reglamentar las relaciones
internacionales de los entes jurídicos no privados son creadas por los sujetos mismos del
Derecho Internacional Público, antes que nada los Estados, mediante acuerdos
expresados de una manera evidente tratados o bien en forma tácita costumbre.

El reconocimiento por parte de los Estados del carácter obligatorio de esas reglas de
conducta resulta de su propia y libre voluntad, convencidos de que éstas las normas
reflejan sus intereses mutuos y los intereses de la comunidad internacional de la que
forman parte.

Existen relaciones internacionales que no tienen cabida en el Derecho Internacional


Público, por ser de orden privado. Las reglas que norman esas relaciones tienen como
destinatarios a entes o personas privadas (personas físicas o personas morales o
jurídicas).

En su conjunto esas reglas conforman la rama de derecho internacional que lleva la


denominación de Derecho Internacional Privado.

Notaremos como signo diferenciador también de estas dos rama-; de derecho


internacional, que la función, el rol de los sujetos de Derecho Internacional Privado -
personas físicas o personas jurídicas- en lo concerniente a la formación de las reglas que
van a normar sus relaciones, es notablemente distinto al que desempeñan los sujetos del
Derecho Internacional Público, específicamente los Estados. Las relaciones jurídicas
internacionales de orden privado marchan esencialmente al amparo de la diversidad de
las legislaciones particulares de los diferentes Estados.

De allí que, el Derecho Internacional Privado se ocupe de relaciones susceptibles de ser


reglamentadas por más de un ordenamiento jurídico.

Las relaciones enmarcadas en el Derecho Internacional Privado resultan de las


exigencias que impone el tráfico internacional. En otras palabras, los negocios, la
circulación o desplazamiento, entre otras, exponen a la persona a que le ocurran hechos
o a que realice actos que afectan su situación en países distintos al suyo; nos referimos
ya sea a causar algún perjuicio o sufrir algún accidente, cuyos efectos trascienden los lí-
mites territoriales del país en que se producen; contraer matrimonio, tener descendencia,
adquirir bienes, celebrar contratos, formular declaraciones de Voluntad, adquirir
derechos o contraer obligaciones según las formalidades y condiciones establecidas por
otrosí ordenamientos jurídicos, o bien a iniciar actos de ejecución para el cumplimiento
de una obligación que se originó en país distinto. Los elementos de esas relaciones
jurídicas se ubican en distintos países; circunstancia que implica que estas relaciones
estén vinculadas a más de un ordenamiento jurídico, con diversas posibilidades de
regulación y diferentes perspectivas para ser juzgadas. Debido a que, como advertimos,
l¡-i sociedad internacional carece de un legislador internacional capaz, de crear las
normas encargadas de regular esas relaciones privadas multinacionales de manera
uniforme, corresponde a los estados unilateralmente su reglamentación mediante sus
propias leyes nacionales o recurriendo a la concertación de tratados.

Denominación

El término "Derecho Internacional Privado" es de origen relativamente reciente.


Se atribuye su iniciación a "Story" nacional norteamericano, quien acude a esta
expresión en su obra "Comentaries onthe Conflict of Laws", obra publicada en 1834.4 Si
bien hay un acuerdo unívoco en cuanto a ubicar el origen del término en la citada obra
de "Story", también se reconoce que el primero que utilizó la expresión "Derecho
Internacional Privado" como título de una obra fue Schaefíher al publicar en 1841 su
obra "Entwicklung Internationalem Privatechts".

4. Esta opinión sobre el origen del término "Derecho Internacional Privado" podemos encontrarla en numerosas obras
dedicadas a la materia; ver p. ej. Niboyet; "Principios de Derecho Internacional Privado". Ed. Nacional, S.A. México
1951, pág. 42, Carlos Arellano

Dos años más tarde, en 1843, el tratadista Foelix, adopta el término en su obra "Droit
International Privé / Tratado de Derecho Internacional Privado".

No es "Derecho Internacional Privado" la única ni la primera denominación empleada


para designar esta rama del Derecho.

En el período medieval, algunos estatutarios y sus continuadores acudieron al término


"De collisione Legum".

"Derecho de Colisión", "Conflictos de Leyes" son denominaciones empleadas por


autores europeos y americanos.

Los anglosajones acuden precisamente a este término "Conflicts of Laws".

Entre otras denominaciones propuestas cuentan las de Derecho Privado Interno, ver
"Revue de Droit International Privé", 1922-1923, págs. 957 y sigs.; "Derecho Privado
Internacional", Quintín Alfonsín "Dos Estudios de Derecho Internacional Privado", pág.
27; también César Sepúlveda "Curso de Derecho Internacional Público", ed. Porrua,
México, 1968, pág. 4; "Derecho Privado Humano", término empleado por el tratadista
argentino Zeballos en su obra "La Nationalite", París 1914, págs, 1 a 8; "Derecho
Internacional Personal", Manuel García Calderón; op. cit, pág. 6; "Derecho
Intersistemático", término empleado por el profesor Armijón ver Sánchez Bustamante,
op. cit., pág. 18. La lista de denominaciones no termina con las citadas arriba; muchas
otras están vinculadas a aspectos especiales del Derecho Internacional Privado, así se
habla de un "Derecho de los Extranjeros"; de un "Derecho Internacional Privado
Notarial"; de un "Derecho Civil Internacional"; de un "Derecho Comercial
Internacional"; de un "Derecho Interprovincial, Intermunicipal, o Interregional", etc.
García; "Derecho Internacional Privado", Ed. Porrua, S.A. México 1983, pág. 48 Manuel García Calderón, "Derecho
Internacional Privado", Lima 1968, pág. 3 y otros.
5, Sánchez de Bustamante y Sirven, Antonio, "Derecho Internacional Privado" La Habana, 1943. Tomo I págs. 13 y
14.
6. Martin WoÜT, en su obra "Derecho Internacional Privado", emplea la expresión "Derecho de Colisión:
anteriormente citamos el ejemplo de Story y su obra "Comentarles on the Conflicts of Laws", el holandés Asser, el
francés Despagnet y el italiano Floro también lo utilizan.

Muchas de éstas denominaciones no tienen mucho sentido y no resisten las críticas


dirigidas a las mismas.

Ahora bien, como advierte justamente Niboyet; el término "Derecho Internacional


Privado" es discutible. Se señala, entre otros, que la expresión "internacional" es
inadecuada, puesto que no se adapta ni a la característica de las fuentes de esta rama del
derecho, ni a la característica del conjunto de relaciones jurídicas que regula.

Sin embargo, a ello se puede responder diciendo que la expresión internacional tienen
variadas acepciones.

Cuando por ej. se habla de "comercio internacional" se tiene en cuenta no sólo la esfera
de relaciones entre Estados, sino también las relaciones entre firmas, empresas y
organizaciones de diferentes países. Cuando se habla de "vida internacional", se piensa
tanto en las relaciones entre diferentes Estados como en las relaciones entre
organizaciones y ciudadanos de distintos países.

En la denominación "Derecho Internacional Privado", la expresión "internacional" tiene


otro sentido que en la denominación "Derecho Internacional Público". Derecho
Internacional Público que también es un término discutible, pues no regula relaciones
entre naciones, es internacional en el sentido de que regula relaciones entre Estados;
aquí el término "internacional" constituye un sinónimo de "interestatal". Derecho
Internacional Privado no es un derecho intergubernamental o interestatal, sino
internacional en el sentido de que regula las relaciones que trascienden los límites del
sistema jurídico de un Estado nacional, relaciones en las que los participantes no son los
Estados, sino personas físicas y morales pertenecientes a diferentes Estados. A ello
podríamos agregar que, como veremos, existen fuentes internacionales aplicadas a este
derecho.

Ciertamente, las críticas dirigidas a la denominación Derecho Internacional Privado


tienen sentido, si se piensa en la precisión científica, en la perfección, en la adecuación
exacta al contenido de la materia y al objeto que persigue.

Entretanto, el término aludido se emplea en las obras publicadas en los idiomas de


mayor divulgación.

Así, en francés: "Droit International Privé"; en inglés: "Prívate In-temational Law"; en


Italiano "Diritto Internazionale Privado"; en Español "Derecho Internacional Privado";
en Alemán "Internationales Privatrech"; en Ruso "Mierdunarodnoe Chasnoe Pravo", etc.

Este término, si bien no ha logrado eliminar a otros, específicamente el de conflicto de


leyes (Conflicts of Laws), es hoy día el de mayor divulgación, ha sido confirmado en la
teoría y en las prácticas internacionales con un sentido unívoco para definir la disciplina
objeto de esta obra.
■7
Reputados juristas abogan a favor de esta opinión.

Objeto: El Derecho Internacional Privado es una disciplina vinculada a distintas


doctrinas o sistemas. En la delimitación de su contenido, de las materias que integran la
misma, se manifiesta esta distinción.

En efecto, en la llamada doctrina francesa, las materias objeto de estudio del Derecho
Internacional Privado son: a) Nacionalidad; b) condición de los Extranjeros; c)
Conflictos de leyes; d) conflictos de jurisdicciones.

El sistema defendido por autores anglosajones, en cambio, no admite la nacionalidad ni


la condición de los extranjeros como materias a ser incluidas dentro del Derecho
Internacional Privado, circunscribiendo esta disciplina al estudio de los llamados
Conflictos de Leyes y conflictos de Jurisdicciones.

Podemos encontrar otros sistemas o doctrinas que traducen una diferenciación en cuanto
al contenido del Derecho Internacional Privado; pero en los que están comprendidas
unas que otras materias de las incluidas en los dos primeros sistemas arriba referidos.
Así, constatamos que algunos autores argumentan que sólo la nacionalidad y los
conflictos de leyes están incluidos como materias de estudio dentro del Derecho
Internacional Privado, descartando los conflictos jurisdiccionales y la condición de los
extranjeros al considerar que esta última pertenece al Derecho Internacional Público.

7. Niboyet: "Todos los esfuerzos hasta ahora para encontrar una expresión mejor han sido inútiles, pues la de derecho
internacional privado "está demasiado generalizada para que sea posible modificarla" / ver Niboyet op. cit p. 43 /
García Calderón: "en vista del uso secular y generalizado que tiene entre nosotros, hemos preferido seguir empleando
la denominación "Derecho Internacional Privado"... / G. Calderón, op. cit. p. 6.

"... el uso reiterado por más de un siglo de la expresión en los tratados, en la cátedra, en la doctrina, en la
jurisprudencia, hace más difícil la sustitución de la expresión que la adopción de la misma con la salvedad de que no
es una expresión empleada con propiedad en un cien por ciento /C.A. García op. cit p. 51/ C.B. Krylov: mantenemos
el término Derecho Internacional Privado como término más arraigado y debido a que aún no se ha elaborado otro
término que responda al carácter de nuestra disciplina./ C.B. Krylov Miezdunarodone Chasmoe Pravo/ Derecho
Internacional Privado/ Moscú, 1959;p. 15.

Observamos que dos criterios son relevantes en las consideraciones de los autores
partidarios de tal o cual sistema, doctrina o teoría. El primero resulta de la clasificación
del derecho en público o privado; así, las materias que son objeto del derecho público
no son comprendidas o incluidas en el Derecho Internacional Privado. En ese sentido
que la nacionalidad, y el problema de la condición de los extranjeros, al ser
considerados como materia de derecho público por algunos autores anglosajones, son
excluidos del Derecho Internacional Privado. El otro criterio responde a la característica
de las normas del Derecho Internacional. En tal virtud, leemos, p. ej. que para autores
como Goldschmidt, el Derecho Internacional Privado, en sentido estricto está
compuesto de normas indirectas, mientras que materias como la nacionalidad y la
condición de los extranjeros forman parte de un derecho compuesto de normas directas.
Ello significa que el Derecho Internacional se limita a señalar la norma considerada
aplicable a la relación jurídica dada, mientras que en materias como nacionalidad o de
condición de los extranjeros las normas que la rigen resuelven de manera directa y
material la situación concreta. "El Derecho Internacional Privado ha de aplicarse a una
relación de derecho privado con elementos extranjeros. El Derecho de extranjería,
internacional o interno, consiste, por el contrario, en normas materiales que regulan las
correspondientes situaciones vitales" .
Al explicar la noción de Conflicto de leyes, el jurista francés Batiffol nos dice "El
procedimiento más general devolución de los problemas del Derecho Internacional
Privado no consiste en resolverlos directamente mediante disposiciones legislativas
propias, sino en señalar, tratándose de relaciones concernientes a los particulares, la ley
interna que les será aplicable" y luego agrega "Así la jurisprudencia francesa decide que
la capacidad de las personas está regida por la ley de la nacionalidad, que los bienes son
sometidos a la ley de la situación, que los actos jurídicos, se rigen, al menos en cuanto a
la forma, a la ley del lugar en donde se producen /locus regit actum'V ..."A ese sistema
se lo conoce por la expresión conflicto de leyes... su estudio constituye la materia
esencial del derecho internacional privado".

Carlos Arellano García; op. citf pág. 1.

9
- Goldscmitdt W. Sistema y Filosofía del Derecho Internacional Privado. Tomo I, Buenos
Aires, 1952, p. 147 y ss.

10. A. Verdross- Derecho Internacional Público, Editorial Aguilar, Madrid, 1955. P. 294.

El eminente jurista soviético, S.B. Krylov, ex-juez de la CU, en su obra Derecho


Internacional Privado / Miezdunarodnoe Chasnoe Pravo/ al explicar la característica de
las normas del Derecho Internacional Privado, dice... "la norma del Derecho
Internacional Privado solamente señala cual legislación debe ser aplicada a una relación
dada. Por ejemplo, los matrimonios celebrados entre extranjeros en la URSS son
sometidos a las reglas de la ley soviética.

Si surge la cuestión acerca del derecho de un extranjero a registrar un matrimonio, en


este caso la norma indicada no da una respuesta directa a la misma. Esta norma sólo
indica la fuente del derecho por la que esta cuestión se regula. Estas normas se
denominan de colisión.

Entre tanto, este mismo autor afirma que hay normas que regulan material y
directamente relaciones enmarcadas en el Derecho Internacional Privado. Krylov hace
referencia a las normas enmarcadas en el campo del comercio internacional.

Un enfoque similar lo encontramos en un artículo publicado en la revista de la


Asociación Guatemalteca de Derecho Internacional de la Autoría de Max Kesler Farnés,
en el que señala: "la mayoría de las normas del Derecho Internacional Privado son
normas estatales, es decir, son disposiciones internas emitidas por cada Estado para
regular supuestos con elementos extranjeros; pero, ante el incremento de las relaciones
internacionales y la insuficiencia de los derechos de cada país para reglamentarlas, en
las últimas décadas se ha estimulado el desarrollo de un derecho uniforme derivado de
fuentes internacionales que resuelve en forma directa los problemas económicos,
sociales y culturales comunes sin recurrir al mecanismo complejo de las normas de
conflicto. El interés por la formación de ese derecho se ha manifestado especialmente en
el campo del comercio internacional.

El argumento consiste en hacer notar que, mediante un Convenio Internacional, se crean


normas materiales comunes y de aplicación inmediata, o se establecen procedimientos
especiales para resolver los conflictos de carácter privado que surjan dentro de los
Estados partes en dicho convenio; y que tanto estas normas como las normas de
conflicto son partes integrantes del Derecho Internacional Privado.

Este punto de vista es enfrentado por muchos autores, al considerar que el Derecho
Internacional está integrado exclusivamente por normas formales, vale decir, por
aquellas que sólo determinan cuál es la norma jurídica que ha de regir la relación
jurídico privado; "las convenciones unificadoras sobre Derecho Privado -dice
Goldschmidt- descartan el Derecho Internacional Privado". "El Derecho Internacional
Privado no comprende normas jurídicas de carácter material -subraya Arellano García-
por que de contenerlas ehminaría el presupuesto necesario que da cabida a las normas
jusprivatistas y que es la presencia de vigencia simultanea de normas jurídicas
materiales provenientes de más de un Estado".15

Ciertamente, las normas de conflicto y las normas unificadoras sobre Derecho Privado
tienen objeto distinto. El objeto de las primeras es determinar qué norma jurídica tiene
vigencia cuando dos o más normas de más de un Estado pretenden regir una relación
jurídica, mientras que el objeto de la segunda es lograr que dos o más Estados adopten
ciertas normas comunes, llamadas a regular determinadas situaciones jurídicas.

Ahora bien, aunque esta distinción en cuanto al objeto señalado es válida, ello no debe
implicar que sólo unas normas integran el Derecho Internacional Privado, y otrasno. Por
lo demás, como el mismo Arellano García señala, las Convenciones unificadoras
"pueden contenernormas Jurídicas formales o materiales. Por tanto, pueden tener
normas de Derecho Internacional Privado."

Un estudio de los diferentes sistemas y doctrinas acerca del contenido, de las materias
objeto de estudio del Derecho Internacional Privado, permite considerar que el tema
central, la materia esencial, la tarea básica del Derecho Internacional Privado es la
cuestión vinculada con el conflicto de leyes. Ese es el criterio que compartimos al
determinar el objeto del Derecho Internacional Privado.
11. H. Batiffol; Droit Internacional Privé- TI., París, 1981, pág. 3.
12. C.B. Krylov; Miezdunarodnoe Charasnoe Pravo, Moscú, 1959, pág. 11.
13. Revista de la Asociación Guatemalteca de Derecho Internacional 1984, No. 3 pág. 89.
14. Goldschmidt; op. cit. pág. 8
15. Arellano García; op. cit. pág. 47.
16. ídem; pág. 47.

El sistema que seguimos en este manual abarca también la nacionalidad y la condición


de los extranjeros. Ambos conceptos están entrelazados jurídicamente. Incluso, algunos
autores, como es el ejemplo de Batiffbl, nos dicen que "es su vínculo -refiriéndose a la
nacionalidad-con la condición de los extranjeros que pueden finalmente explicar desde
un punto de vista formal la inclusión en Francia de la nacionalidad en el Derecho
Internacional Privado.

Cuando analicemos los variados elementos de toda relación, veremos que éstos se
encuentran combinados bajo distintas modalidades en dicha relación y son los que
determinan los vínculos que esta última puede guardar con los diversos
ordenamientosjurídicos. Se les denomina, por eso, puntos de conexión o elementos de
conexión /Points of con-tact, en inglés; points de Rattacherment, en francés/.
La nacionalidad, precisamente es uno de esos elementos o puntos de conexión. Como
nos alerta Arellano García, "en el sistema de Derecho Internacional Privado de países
como España, Francia etc. la nacionalidad es el principal punto de conexión para
determinar la norma aplicable en materia de estado civil y capacidad de las personas.
Batiffol, a su vez subraya que "las cuestiones de nacionalidad se plantean
frecuentemente a propósito de los conflictos de leyes.

La inclusión de la nacionalidad como materia de estudio del Derecho Internacional


Privado se justifica a la luz de esa consideración -como punto de conexión-, así como
porque, su estudio implica consideraciones sobre la situación del individuo en las
relaciones internacionales que escapan a otras ramas del Derecho.

Por lo demás, "lo significativo para delimitar el contenido del Derecho Internacional
Privado reside en el hecho de que esta disciplina se ocupa de todos aquellos actos o
relaciones relativos a las personas privadas, cualesquiera sea el campo jurídico al que
pertenezcan, cuyo común denominador está constituido por un elemento extranjero.

En lo concerniente a la condición de los extranjeros, la justificación para incluirla como


materia se traduce en que la misma es vista como un cuestión previa al conflicto de
leyes, "cuando el régimen jurídico de un extranjero -dice Arellano García- en un país no
concede un derecho -cuestión previa- es superfluo e inútil verificar si se permite o no la
aplicación extraterritorial de una norma extranjera, puesto que, previamente, se excluye
la posibilidad de tenencia o ejercicio de un derecho. Para otros, carece de importancia
para integrarla como materia de estudio en esta disciplina, el que se presente como
cuestión previa. Algunos llegan a considerar que "El reconocimiento de la calidad de los
extranjeros es una de las condiciones de existencia del Derecho Internacional Privado".
Al tiempo de defender la idea, según la cual la condición de los extranjeros es materia
de estudio del Derecho Internacional Privado, Batif-fol establece su nexo con la
cuestión del conflicto de leyes, y dice "la cuestión de la condición de los extranjeros
acompaña a menudo a la del conflicto de leyes, lo que justifica que su estudio sea
común a la misma disciplina".

La inclusión de los conflictos de Jurisdicciones como materia de estudio del Derecho


Internacional Privado ha sido defendida tanto en el sistema francés como en el
anglosajón; aunque no en un sentido unívoco.

Los conflictos de jurisdicción plantean la cuestión de determinar cuál es el juez o el


tribunal competente para solucionarlos. Se piensa, pues, en conflictos de competencia
Jurisdiccional. Para algunos autores, esta última competencia coincide con la
competencia legislativa. "No se puede separar los conflictos de leyes de los conflictos
de Jurisdicciones, puesto que la noción de competencia es una noción unitaria en el
Common Law; el juez crea el derecho y no lo aplica".

Para algunos autores, el Derecho Internacional Privado debe incluso de ocuparse de los
conflictos de jurisdicciones antes del de conflictos de leyes. "Aún cuando en todo
conflicto de leyes existe latente un conflicto de jurisdicción, ello no puede conducir a la
identificación de la competencia jurisdiccional con la competencia legislativa.
17. Batiffol; op. cit. pág. 6
18. Arellano García; op. cit. pág. 36.
19. ídem; pág. 6
20. García Calderón; op. cit. pág. 11.
21. Arellano García; op. cit. pág. 36.
22. Verplaetse, Julián; Derecho Internacional Privado, Madrid, 1954, págs. 5 y ss.
23. Batiffol; op. cit. pág. 6
24. Julián Verplaetse; op, cit. p. 5.

Puede, en cambio, afirmarse, que la competencia jurisdiccional tiene un carácter de


cuestión previa que influye decisivamente sobre la competencia legislativa; ya que la
declaración por un tribunal de mi incompetencia para conocer de determinado asunto
dejará sin "lugar la solución del conflicto de leyes".

Al tratar de explicar la interrelación y a la vez la independencia de ambas competencias,


Niboyet dice que el problema de la competencia legislativa se plantea cuando es preciso
determinar la ley aplicable al derecho en sí como en el caso de determinarla ley que rige
el matrimonio, el testamento o la sucesión; y el problema de la competencia jurisdiccio-
nal consiste en determinar la autoridad competente para conocer de los litigios que
surjan con ocasión de los conflictos de leyes. Por otra parte -nos dice Batiffol- es
indispensable, para saber cuál ley será aplicada en una situación dada, determinar cuáles
jueces son competentes, puesto que las reglas de conflictos de leyes varían de un Estado
a otro".

Esta agrupación de materias, a saber, los conflictos de leyes y de jurisdicciones, la


nacionalidad y la condición de los extranjeros, y entre las que, como veremos, existe en
cierta forma un entrelazamiento, será considerada en esta obra como parte del estudio
del Derecho Internacional Privado, como su objeto.

Compartimos el criterio de Batiffol, según el cual, esas materias ofrecen "una respuesta
de conjunto a la cuestión de la situación jurídica del individuo en las relaciones privadas
internacionales".

Definición: Son varias las definiciones que podemos encontrar en los textos
consagrados a esta disciplina. En ocasiones se puede notar; aproximadamente, una
vinculación de esas definiciones con las diferentes teorías, doctrinas o sistemas sobre la
materia. No esnuestra intención transcribir todas estas definiciones; insertaremos sólo
algunas.

Niboyet, en su obra "Principios de Derecho Internacional Privado" nos dice: El Derecho


Internacional Privado es la rama del Derecho Público que tiene por objeto fijar la
nacionalidad de los individuos, determinar los derechos de que gozan los extranjeros,
resolver los conflictos de leyes referentes al nacimiento (o a la extinción) de los
derechos y asegurar, por último, el respeto de éstos derechos".

25. Ver García Calderón; op. cit. pág. 12.


26. Citado por García Calderón, op. cit. p. 12-13.
27. Batiffol; op. cit. pág. 4.
28. ídem; pág. 7
Una definición parecida la ofrece Leresbours-Pigeonniere, al decir que el Derecho
Internacional Privado "es la rama autónoma del Derecho que reúne las reglas del
Derecho Privado y Público interno concerniente a la nacionalidad, la condición jurídica
de los extranjeros y los conflictos de leyes y jurisdicciones".

Con ligera diferencia, estas definiciones recogen las materias objeto de estudio del
Derecho Internacional Privado, conforme a la doctrina francesa. A saber; (1) la
nacionalidad de la persona; (2) la condición de los extranjeros; (3) los conflictos de
leyes.

La inclusión exclusiva de los conflictos de leyes como materia del Derecho


Internacional Privado se expresa en definiciones como las siguientes: "El conjunto de
reglas que sirven para dirimir los conflictos de leyes". "Es aquella rama de la
jurisprudencia privada que determina ante los tribunales de qué país cada cuestión debe
ser llevada y por la legislación de qué país cada cuestión debe ser resuelta". "El
conjunto de reglas que sirven para decidir los conflictos entre legislaciones de diversos
Estados".

El profesor André Weiss lo define como "el conjunto de reglas aplicable a la solución
de los conflictos que pueden surgir entre dos soberanías con motivo de sus respectivas
leyes privadas o de los intereses privado de sus nacionales.

Para Sánchez Bustamante, el Derecho Internacional Privado es "un conjunto de


principios que determinan los límites en el espacio de la competencia legislativa de los
Estados, cuando ha de aplicarse a relaciones jurídicas que pueden estar sometidas a más
de una legislación".
29. Niboyet; op. cit. p. 1.
30. Lerebours-Pigeonniere, Droit International Privé, edit ti. pág. 23
31. Definición atribuida a Andrés Bello, transcrita en la obra de Federico Dunker Biggs "Derecho Internacional
Privado", Chile 1956, pág. 13.
32. Transcribe Arellano García esta definición de Westlake. Ver. A. García, op. cit. pág. 26
33. Francisco Zavala; "Elementos de Derecho Internacional Privado" Guadalajara, México, 1886, pág. 9.
34. A. Weiss; op. cit. pág. 61.
35. Sánchez Bustamante, op. cit. pág. 11

Krylov considera que el Derecho Internacional Privado es el "conjunto de normas que


regulan las relaciones jurídico civiles que tienen carácter internacional".

José Algara, profesor mejicano nos dice que el Derecho Internacional Privado es "El
conjunto de principios positivos o filosóficos que regulan las relaciones jurídicas,
civiles y penales, de los individuos sujetos a diversas leyes, estableciendo cuál de estas
leyes debe preferir para resolver el conflicto".

Vemos que en estas dos últimas definiciones hay una limitación a las materias; civil y
penal, o bien solamente a la civil.

Goldschmidt, a su vez, define esta disciplina como "El conjunto de los casos
jusprivatistas con elementos extranjeros y de sus soluciones, descritos casos y
soluciones por normas inspiradas en los métodos indirectos, analítico y sintético-
judicial, y basadas las soluciones y sus descripciones en el respeto al elemento
extranjero".

García Arellano logra una interesante definición de la disciplina de referencia,


previamente considerando, luego de un análisis crítico a varias definiciones insertada en
su obra, que la misma debe evitar la reducción de esta rama del Derecho a determinadas
materia; la mención de la nacionalidad como único punto de conexión, las expresiones
"conflictos" y "competencia legislativa" y el término "leyes" por considerarlos
limitativos. "El Derecho Internacional Privado dice García Arellano "es el conjunto de
normas jurídicas de Derecho Público que tienen por objeto determinar la norma jurídica
aplicable en los casos de vigencia simultánea de normas jurídicas de más de un Estado
que pretenden regir una situación concreta".

Según él, esta definición determina la naturaleza de la disciplina, señala su objeto y


precisa el alcance de su contenido.

García Calderón nos ofrece también una apropiada definición, aunque muy extensa, a
nuestra opinión, en la que también evita ciertas expresiones y reducciones y que, según
el autor, recoge también el contenido y la naturaleza de la disciplina. "El Derecho
Internacional Privado" -sustenta G. Calderón- es la rama autónoma del Derecho
dedicada a estudiar y regular todos aquellos actos hechos, relaciones o situaciones,
lícitos o ilícitos, de las personas individuales o jurídicas, cualesquiera sean las ramas del
Derecho a las que correspondan en los que existe algún elemento extranjero o alguna
nota de extranjerismo que, por tal razón, requiere de un tratamiento legislativo
particular.

Transcribe Krylov la concisa, más o menos certera definición de Valery, quién concibe
la disciplina como "la rama del Derecho que tiene como objeto regular relaciones
jusprivatistas, que contienen elemento extranjero".

A pesar de las notables diferencias manifestadas en las definiciones transcritas arriba,


explicadas, entre otras, en la diversidad de criterios doctrinales de sus autores, en las
mismas brotan elementos comunes.

En efecto, se reconoce que las normas que componen esta disciplina están llamadas a
regular relaciones en las cuales existe algún elemento extranjero, relaciones en las que
los participantes, son personas privadas, físicas o jurídicas que pertenecen a diferentes
Estados, relaciones que surgen de la vida internacional.

De allí que se puede definir el Derecho Internacional Privado en forma simple,


privilegiando su objeto y discriminando rasgos característicos suyos, y por tanto
aceptando de antemano inexactitud, diciendo que es el conjunto de normas jurídicas
llamadas a regular relaciones surgidas en la sociedad internacional entre personas
privadas.
36. Krylov; op. cit. págs. 11-12.
37. Transcripción de Arellano García, op. cit. pág. 22.
38. W. Goldschmidt; op. cit. pág. 3.
39. García Arellano; op. cit pág. 27.
40- García Calderón, op. cit. pág. 14. 41. Krylov, op. cit. pág. 17.
CAPITULO II
EVOLUCIÓN HISTORIA DEL DERECHO INTERNACIONAL
PRIVADO
Antecedentes de solución a sus casos jusprivatistas con elementos extranjeros en la
antigüedad. Edad Media. Evolución de la Condición de los Extranjeros en la Edad
Media. Condición de los extranjeros en las colonias Europeas del Nuevo Mundo. Los
Conflictos de Leyes en el Período Medieval Evolución del Derecho Internacional
Privado a Partir del Siglo XIX.

Antecedentes de solución a sus casos jusprivatistas con elementos extranjeros en la


antigüedad: £1 Extranjero en los Pueblos Teocráticos.

Se puede observar en las teocracias de la antigüedad, es decir, en las sociedades en las


que imperaba la idea religiosa, un desprecio hacia los extranjeros. Se establece una
profunda desigualdad entre el autóctono y el extranjero en base al criterio religioso. "La
religión domina los ámbitos de la vida pública y privada... dirige la evolución de
aquellos pueblos en donde su verdadera cohesión como grupo sociológico se amalgama
mediante reglas religiosas".

La religión, nos dice Ramón De Orne y Arregui, refiriéndose a la India, es "privilegio


de los nacionales" y "de estas creencias se deriva un menosprecio a los extranjeros, que
no pudiendo participar en los ritos religiosos, carecen de la protección de los Dioses".

Fustel de Colanges, en su obra "La Cité Antique", se refiere a la discriminación de los


extranjeros en la antigüedad basada en la idea religiosa en los términos siguientes: "El
ciudadano es el hombre que posee la religión de la ciudad y que honra a sus mismos
dioses... Al contrario, el extranj ero, es el que no tiene acceso al culto, el que los dioses
de la ciudad no protegen, y que no tiene ni aún el derecho de invocarlos, pues los dioses
nacionales no quieren recibir plegarias y ofrendas sino de los ciudadanos. Rechazan al
extranjero..." .

1. C. Arellano García; op. cit. pág. 314.

2. Transcripción de Axellano García; op cit. pág. 314.

En otras palabras, "La ciudad antigua está fundada sobre la religión; el extranjero, por el
hecho de no participar en el mismo culto, no puede participar de las mismas leyes".

La dominación de la idea religiosa perseguía un doble propósito; a saber, consolidación


de la sociedad y ligado con ello las guerras de conquista. "La captura como prisionero
de guerra nos dice BatifTol parece haber sido una fuente general del esclavismo en la
antigüedad".
En efecto, "las teocracias explotaban el fanatismo religioso en el orden interno para
sostenerse y en el orden exteriorpara lanzar a sus pueblos, como un solo hombre, a la
guerra y a la conquista" .

Ahora bien, S. Zeballos destaca que las referidas exclusiones religiosas no se traducen
en una exclusión completa en el uso y goce del derecho privado.

Los extranjeros "que penetraron en la India para el establecimiento de relaciones


comerciales, son denominados mlechas en el Código de Manú; si llegan a fijar su
residencia en el país, se mezclan con la sociedad originaria ocupando una posición
independiente regulada por las leyes". "El comercio estaba sujeto también a una
reglamentación que ofrece abundantes pruebas de la admisión de los extranjeros por los
hindús a la economía social y jurídica de su país...".
"
La civilización egipcia, cuya historia ofrece tantas analogías con la de la India, tuvo de
extraordinaria que, invadida muchas veces por el extranjero, absorvió siempre al
invasor. "Los conquistados y el comercio obligaron a Egipto a ponerse en contacto con
otros pueblos, a mezclarse con ellos; y después de algunos años de desenvolver su
propia civilización, atraía irresistiblemente al extranjero. A la absorción por la conquista
siguió la vinculación mercantil... la identificación de los extranjeros, con la civilización
egipcia desenvolvió de tal modo el comercio exterior, que algunas ciudades como
Tebasy Menfis, autorizaron la formación de barrios especiales de extranjeros, los cuales,
domiciliados o transeúntes, gozaban del privilegio de elegir sus propias autoridades
locales y judiciales y de aplicar sus propias leyes...
3. A. Weiss; op. cit. págs. 80-81.
4. H. Batiffol; op. cit. pág. 8.
5. H Batiffol; op. cit. pág. 7.
6. A. Weiss, op. cit. pág. 82.
7. Ibidem.
8. C. Arellano García, op. cit. pág. 314.
9. A. Weiss; op. cit. pág. 85.

El Deirecho Privado de Egipto sufrió una evolución fundamental bajo la influencia de


dos grandes codificadores: Bucchoris y Alunes; el primero organizó los contratos civiles
y comerciales con el fondo y la forma que han conservado hasta nuestros días a través
del Derecho Romano... Les suprimió también a los extranjeros la prisión por deudas en
materia civil...

En el mundo griego es notable la distinción de la condición de los extranjeros que se


observa en Esparta y en Atenas. En la primera, luego de la reforma de Licurgo, se
crearon las bases para hacer de la misma una sociedad aislada y militar. Sus leyes
"imponían infinitas itrabas a todo elemento extraño a la nación".

"Licurgo prohibió el comercio extranjero, desmonetizó los cuños nacionales. En el


orden civil dictó la ley de la xenelasia o derecho de expulsión de los extranjeros que la
autoridad consideraba peligrosos para la conservación de las costumbres austeras.
Esas consideraciones no deben interpretarse en el sentido de que Esparta renunció en
término absoluto al contacto con el extranjero.
Como bien destaca Zeballos en sus comentarios a la obra de A. Weiss, Licurgo fue
vencido por la naturaleza, y el comercio marítimo creció entre Esparta y los países
vencidos".

En Atenas observamos dos tipos de instituciones llamadas a regular la condición de los


extranjeros: los tratados y el patrocinio.

En efecto, los isóteles, obtenían mediante un tratado, denominado isopolitia, la


concesión integral o parcial de los derechos civiles en el territorio de la República. Se
hace referencia aquí al derecho de contraer matrimonio, el derecho de presentarse
enjuicio, el derecho de adquirir bienes raíces, etc. "Aveces nos dice A. Weiss el mismo
tratado estipula el goce del derecho íntegro de la ciudadanía para los nacionales de cada
uno de los Estados contratantes, en el territorio de otro".

10. A. Weissf op. cit. pág. 85-94. En esta obra se ilustra con una serie de pasajes históricos que tanto la teocracia
egipcia como la hebrea incorporaron al extranjero a su sociabilidad, excluyéndolo sólo del servicio religioso. 11-
Ramón de Orué. Citado por Carlos Arellano G. op. cit., pág. 316.

12. A. Weiss; op. cit. pág. 108.


13. A. Weiss; op. cit. pág. 108.

Al destacar la importancia de esos tratados a la luz de la evolución del derecho


Internacional Privado algunos autores nos dicen: "Estos convenios contenían
excepcionalmente normas especiales de derecho privado internacional, y en raros
supuestos inclusive señalaban el Derecho aplicable, conteniendo, pues, normas de DIP".
"Algunos de esos tratados habían también abordado la competencia judicial, el
procedimiento e incluso la ley aplicable.

El régimen de los Metecos es diferente a el de los Isóteles. Estos primeros, autorizados


para establecerse en Atenas, gozaban de ciertos derechos privados. Sin embargo, los
metecos tenían que estar asistidos enjuicio por un Proxena. Laproxenia es precisamente
la otra institución diferente a los tratados de isopolitia, en virtud de la cual se confiere a
un notable del país el amparo oficial del extranjero.

"Los metecos no pueden poseer bienes inmuebles en la ciudad, ni pueden recibirlos o


transmitirlos por testamento. El casamiento que celebra con una mujer ateniense no
produce los efectos de la unión legítima, y los hijos nacidos de tal matrimonio son
asimilados a los bastardos...".

Los bárbaros constituían el tercer grupo de extranjeros. Eran individuos desprovistos de


todo derecho y de toda protección.

Edad Media

En la temprana Edad Media, los diferentes grupos sociales y las tribus establecidos en el
suelo galo conservaron sus propias leyes. En ello encontramos la manifestación del
sistema de la personalidad de las leyes".18
"Cada uno seguía, pues en este sistema la ley propia de los de su raza; el Franco la ley
ripuaria o la ley sálica; el Burgundo, la ley de los burgundos y el Galo Romano la ley
romana".

Si bien es lógico suponer que el sistema de la personalidad de las leyes implicaría


provocar conflictos de leyes cuando se establecen relaciones entre personas sometidas a
leyes diferentes; en la época referida, el desarrollo de las relaciones entre esos diversos
grupos era poco per-ceptible o insignificante.

La supervivencia de este sistema se sitúa históricamente hasta el siglo X.

En el espacio y el tiempo referidos, era extranjera toda persona nacida fuera del
territorio habitado por una tribu determinada, y su condición refleja las costumbres
conocidas en Germania, según las cuales los extranjeros sufren graves limitaciones.
Refiriéndose a la condición de los extranjeros en el territorio galo habitado por la tribu
de los Francos, A. Weiss nos dice: "el extranjero no tiene bienes, ni familia. Incapaz de
casarse con una mujer franca y de tener hijos legítimos de ella, según la ley de los
Francos, no pueden transmitir o recibir una sucesión en el imperio de los Francos." .

En esas condiciones, es obvio que está descartada la idea de aplicar las leyes personales.
Al hacer referencia a las restricciones del Albano, cabe destacar su incapacidad en
materia de sucesión. El Albano no puede transmitir una sucesión, y está además
incapacitado de testar. Esa situación se la designa con el nombre de derecho de
albinage.
14. A. Weiss; op. cit. pág. 100.
15. Goldschmist; op. cit. págs. 68-69.
16. H. Batiffol, op. cit. pág. 9.
17. A. Weiss; op. cit. pág. 100.

18. El fenómeno de la coexistencia sobre un mismo territorio de varias leyes aplicables simultáneamente a diferentes
categorías de ciudadanos sobre las mismas cuestiones es llamado personalidad de las leyes; /La ley aplicable depende
de la persona interesada. Este fenómeno surge cuando en un mismo territorio viven varias poblaciones de orígenes,
costumbres y desarrollo demasiado diferentes como para que la unidad legislativa sea practicable... (ver Batiffol; op.
cit., pág. 11)
19. A. Weiss; op. cit. pág. 141.
20. "Este sistema estaba condicionado ante todo por las condiciones de vida de la sociedad feudal-carencia de
desarrollo de! comercio, etc. (Krylov; op. cit., pág. 21).
21. A. Weiss; op. cit., págs. 139-140.
E. Zeballos nos dice que "En un sentido más general, el derecho de albinaje comprendía el conjunto de las
disposiciones que gobiernan
22. E. Zeballos nos dice que "En un sentido más general, el derecho de albinaje comprendía el conjunto de las
disposiciones que gobiernan la condición de extranjero. Era el derecho del extranjero en general" (A. Weiss; op.
cit.
pág. 149).
Evolución de la Condición de los Extranjeros en la Edad Media

Esta situación de limitación se mantuvo desde el siglo EX hasta la revolución francesa.


Cierto, con el paso de los años, el derecho de albi-nage varió en su forma y recibió
atenuaciones significativas.

Como consecuencia de la lucha emprendida por los reyes para disminuir el poder que
los beneficios del derecho de albináge proporcionaba a los señores feudales, este
derecho señorial pasó a ser un atributo real.

El albana ya no era el individuo que abandonaba el señoriazgo en que nació para


establecerse en otra parte, sino toda personas extraña al reino. En lo adelanto podía
reclamar que su señor fuera el Rey, en el suelo feudal, prestarle acatamiento y librarse
de este modo a la opresión del Señor de la Tierra.

La condición del Albana tras la preeminencia de la autoridad real no se modifica en su


esencia.

"El Alb ana nos dice A. Weiss refiriéndose a la condición de éste en Francia puede
contraer en Francia un matrimonio válido, pero no puede casar con una mujer francesa
sin haber obtenido autorización del Rey.

Si no cumple ese requisito está obligado a pagar al fisco una multa de sesenta sois
parisís y, aún acordada la autorización, debe pagar un de-recho de formariage , análogo
al que atribuía el derecho feudal al señor... El Albana no podía ser en Francia ni tutor ni
pupilo.

La tutela, como la adopción y la patria potestad, era considerada como inherente al


derecho civil, .el cual este último era reservado solamente para los nacionales... "Se
reconocía a los aíbanas el derecho de poseer bienes muebles o inmuebles y de realizar
todos los actos de adquisición o de disposición entre vivos, generalmente considerados
sujetos al derecho de gentes, especialmente el derecho de recibir y de transmitir por
donaciones entre vivos. Al contrario, todo acto de adquisición o de disposición por
causa de muerte les estaba severamente prohibido.
23. Formariage era el impuesto de Licencia o de autorización para contraer matrimonio.
24. El derecho de gentes era el derecho reconocido a los extranjeros, para distinguirlos del derecho civil.

Su persona no goza de garantías... está a la merced de la fuerza y de la arbitrariedad si


no se coloca bajo el patronato de un rico propietario o de un guerrero Franco,
cambiando así su independencia por una protección relativa".

Este mismo autor nos refiere que, en términos generales, todas las tribus bárbaras
establecidas en el suelo de Galia seguían las mismas costumbres que los Francos
respecto a los extranjeros.

A partir del siglo X se desarrolla un sistema opuesto al de la personalidad de las leyes,


conocido como territorialidad de las leyes.

Ello se traduce en la concepción de que en cada territorio se aplica únicamente una ley
independientemente de la procedencia de las personas involucradas.
Las causas que originan ese cambio del sistema se inspiran en las características mismas
del Feudalismo, basado en el predominio de la tierra.

"La tierra es todo bajo el régimen feudal... cuando los Condes y los Duque llegaron a ser
propietarios de los ducados y de los condados, la personalidad de las leyes germánicas
se borró gradualmente ante el establecimiento del gobierno hereditario local. El Franco,
el Visigodo, el Borgoñón, no pudieron ya invocar su ley personal y nacional, pues su
nacionalidad individual cesó de ser distinguida en el feudo. Los individuos borgoñones,
visigodos o francos eran simplemente los habitantes, los hombres de la tierra
pertenecientes al señor. La ley de este señor fue, así, la ley de aquellos hombres".

De la cita arriba referida se desprende la idea de que en ese estadio del sistema feudal
no existe una autoridad central; consecuentemente hay una atomización de unidades
territoriales entre las cuales relaciones son muy precaria.

El extranjero en este sistema, conocido entonces con el nombre de Albana , es aquel que
se ausenta del territorio en que ha nacido para establecerse en otro suelo. Su condición
presenta diversos tipos de restricciones; en parte variaba en función de las diferentes
costumbres e incluso del capricho de los señores. En ese sentido unas veces se los
consideraba siervos y otras veces simplemente se los cometía a cargas y censos.

25. A. Weiss, op. cit, págs. 139-140.


26. A. Weiss nos refiere que el vestigio de este otro sistema aparece al lado del de las leyes personales por aplicarse a
todos cuantos habitaban dentro del territorio de la monarquía franca, fiiera el que fuera su origen, (ver. A. Weiss, op.
cit, págs. 141-142.)
27. A. Weiss, op. cit., págs. 147-148.
28. E. Zeballos, en sus notas que aparecen en la citada obra de A. Weiss, nos dice, entre otras que "la voz Aubaine ha
sido traducida por los autores españoles adoptando a la vez la forma francesa aubana o albana y la forma italiana de
albinagio". (ver A. Weiss, op. cit. pág. 140).

El extranjero, en principio, no puede recibir ni transmitir por testamento o por sucesión


ab-instestato.

Al dejar de aprovechar al Señor Feudal, el derecho de albinage no ha dejado de


afectarlo, si correspondía al Rey percibir en adelante su producto, no por ello dejó de ser
menos absoluto al derecho de albanía que bajo el régimen feudal. Salvo la facultad
reconocida a los albanas de transmitir sus bienes a sus hijos legítimos regnícolas y de
disponer en favor de la Iglesia hasta el valor de cinco sois, todo extranjero era, en
términos generales, incapaz de suceder o de transmitir mortis causa, en el reino de
Francia".

El derecho de albinage durante la Edad Media, era también ampliamente aplicado en


otras partes de Europa, como en Alemania y en Italia.

Entretanto, en España este derecho era desconocido. En España "los extranjeros durante
la Edad Media, gozaban de mayor consideración que en los demás países, en virtud de
ciertas leyes contenidas en el Fuero Real y en las Partidas".

Comentando estas leyes, E. Zaballos, señala que "El Fuero Real definía la ley como
fuente de enseñanza, de orden, de derecho y de justicia, y declaraba su observancia
obligatoria tanto para los de la ciudad como para los de afuera... Posteriormente, el más
sabio de los códigos europeos de la Edad Media, el de las Siete Partidas, aceptaba el
mismo principio... El derecho de testar libremente fue declarado con sanciones
protectoras para el Fuero Real. La cuarta partida resolvió los conflictos de las leyes en
los casos de matrimonio contraídos en un lugar, y cuyos efectos se producían en otras
soberanías".

E. Zeballos nos habla también del avance de la legislación española en materia de


derecho comercial, para concluir diciendo que "en España reaparecen en plena
conquista de los bárbaros del Norte y del Oriente, los principios del Derecho Privado
Humano, que protegen la vida civil y permiten el desarrollo del comercio con las
limitaciones impuestas por las ideas directivas de la época.
29. A. Weiss, op. cit., págs. 160-161.
30. Ver, Niboyet, op. cit., pág. 160-161.
31. A. Weiss, op. cit., págs. 156-158.

Y en este terreno España aventaja a todas las naciones de Europa".

El Derecho de Naufragio, limitación establecida también en la Edad Media, y según el


cual el monarca podía convertirse en. propietario de todo objeto recuperado de buques
extranjeros naufragados en sus costas, fue derogado en España, reconociendo la
propiedad del extranjero y su libertad personal.

El derecho de albinage y otras limitaciones no podían resistir el peso de la influencia


comercial y consecuentemente de las razones políticas. Observamos que paulatinamente
mediante decisiones unilaterales o convenios las referidas limitaciones fueron o bien
sustituidas o eliminadas. "Así fue abolido por letras patentes del 18de enero de 1787, en
favor de los subditos ingleses, todo derecho de albinage y de detracción dándoles
capacidad plena para transmitir por causa de su muerte... Además de los extranjeros que
habían obtenido carta de ciudadanía, ciertas, categorías de albanas fueron librados de la
incapacidad, de transmitir sus bienes. En interés del comercio, Carlos V habría
renunciado en 1364 al derecho de albinage en favor de un comerciante llegado de Cas-
tilla; Carlos VII habría reconocido en 1443 el derecho detestar a los extranjeros que
acudieran a las grandes ferias de Lyon; su sucesor había dispensado igualmente en 1461
del derecho de albinage a los mercaderes del Brabante, de Flandes, de Holanda y de
Zelandia. Yuna ordenanza de Enrique III fechada el 15 de junio de 1579, extendió sus
beneficios a todos los comerciantes extranjeros... las letras patentes del 1552 y un edicto
de 1607 dispensaron del derecho de albinage a los extranjeros que trabajan en el
desecamiento de los pantanos y en las minas".

En cuanto a Francia concierne, este país había celebrado hasta la revolución cerca de
setenta tratados en materia relativa al derecho de albinage que modificaban el alcance
de este régimen.

Los ejemplos arriba expuestos reflejan la tendencia, en la evolución del derecho en


materia de condición de los extranjeros. La Revolución de 1789 vino a abolir el derecho
de albinage y restituía a los extranjeros el derecho de transmitir mortis causa, derecho
del que habían estado privados durante siglos en la Edad Media. En efecto uno de los
primeros actos de la Asamblea nacional, el decreto del 6 de agosto de 1790, rezaba así:
"la Asamblea Nacional considerando que el derecho de albinage es contrario a los
principios de fraternidad que deben vincular a todos los hombres, sea cual fuere su país
y su gobierno; que este derecho, establecido en los tiemposbárbaros, debe ser proscrito
en un pueblo que ha fundado su constitución en los derechos del hombre y del
ciudadano; y quela Francia libre debe abrir su seno a todos los pueblos de la tierra,
invitándolos a gozar, bajo un gobierno libre, de los derechos sagrados e inviolables de la
humanidad, ha decretado; el derecho de albinage y el de 'detracción' quedan abolidos
para siempre".

Otro decreto, el del 8 de abril de 1791 vino a concretizar y ampliar el alcance del
anterior al especificar que "los extranjeros, aún los establecidos fuera del reino, son
capaces de recibir en Francia la sucesión de sus parientes, aunque sean franceses. De la
misma manera podrán recibir y disponer de acuerdo con todos los medios establecidos
por la ley".

3
2. A. Weiss, op. cit., pág. 158,
3. Detracción era el impuesto sobre el valor de la sucesión dejada por un extranjero. 34. A. Weiss, op. cit.t págs. 162-

Este segundo decreto está motivado en la laguna dejada por el primero al no otorgar a
los extranjeros el derecho de recibir una sucesión o un legado por un francés.

Condición de los Extranjeros en las Colonias Europeas del Nuevo Mundo

Si bien, como observamos arriba, la condición de los extranjeros en España fue para
éstos más favorables que en otros países en la época medieval, no menos cierto es que
desde el descubrimiento de nuevas tierras en América, la política colonial de España en
materia de extranjería difería poco de la de Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda.
En el primer período de los descubrimientos estas naciones implementaron en sus
territorios coloniales una política de extrema hostilidad recíproca.

"Los extranjeros eran considerados espías o enemigos; el comercio extranjero estaba


prohibido. Las metrópolis proveían a sus colonias y consumían sus frutos. Los puertos
estaban cerrados para todas las banderas".35
35. A. Weiss, op. cií., págs. 169-170.

Se evidencia desde el inicio de la colonización y hasta sus finales, que fue política
constante de los monarcas españoles mantener a sus colonias americanas ubres de
extranjeros. Inicialmente el término "extranjero" abarcó hasta a los españoles que no
fuesen de Castilla".

"Aún los extranjeros llegados a la isla La Española con permiso del rey tuvieron sus
trabas y raras veces quedaron en igualdad de condicione con los españoles, cuando en
1513 la corona dio incentivos y exenciones para que La Española fuese poblada, se
dispuso que no se pudieran dar Encomiendas de indios a los extranjeros; también se
prohibió que las naves que hicieron la ruta de España a Indias tuvieran a extranjeros
entre sus tripulantes".

Las colonias inglesas, cuyos asientos más importantes se hallaban en la América del
Norte, seguían el derecho inglés... era aquel un derecho eminentemente feudal. La
inmigración y el comercio extranjero estaban restringidos también en la América
Inglesa...

"Los extranjeros no podían adquirir propiedades raíces. El Rey tenía el derecho del
albinage, que en el continente correspondía a los señores, y los aplicaba en el caso que
un extranjero hubiera adquirido aquellos bienes".

Estas limitaciones, con el paso de los años, también cedieron bajo el peso de las
circunstancias o las razones comerciales y políticas.

Leyes nacionales y tratados internacionales ilustran esos cambios.

Así por ejemplo, conforme al llamado Derecho de Composición, aplicado a las Indias
por Felipe II, los extranjeros podían gestionar de las autoridades españolas la
autorización para adquirir en América cierta extensión de tierra con o sin encomiendas.
Los tratados de Munster, del 30 de enero de 1648, entre España y los Países Bajos; el de
España e Inglaterra celebrado entre Don Felipe V de España y la Princesa Doña Ana de
Inglaterra sirven de ejemplos para evidenciar las modificaciones a las leyes que
imponían graves trabas a los extranjeros fruto de la política de hostilidad recíproca
adoptada por las naciones europeas en sus establecimientos ultramarinos.
36. Wenceslao Vega: "Historia del Derecho Dominicano" INTEC, Sto. Dgo., 1986; pág. 74.
37. W. Vega, op. cit.,pág. 75.
38. Es decir el repartimiento de indios con sus tierras entre los Señores de la conquista.
39. A. Weiss, op. cit. pág. 75.
40. A. Weiss, op. cit. págs. 174-175.

Los Conflictos de Leyes en el Período Medieval

Las limitaciones impuestas por la realidad económica del sistema feudal, a la que
aludimos antes, y con ello las restricciones discriminatorias a las que estaban abocados
los extranjeros, expresaban la escasez de las relaciones entre los miembros de las
diversas comunidades. En estas condiciones, los conflictos de Derecho Internacional
Privado no podían ser frecuentes.

Ahora bien, en la medida en que mejora la condición de los extranjeros, eliminándose


las limitaciones que se les habían impuesto, facilitándoles la adquisición de la calidad
de sujeto de derechos, permitiéndoseles y reconociéndoles el disfrute de determinados
derechos privado, la frecuencia de los conflictos aparece, pues como platea H. Batiffol,
"si el extranjero tiene derechos, según cuál ley los ejercerá". Vemos como en el siglo
XVIII aparecen en Francia numerosos estudios sobre los conflictos de leyes. Aunque
ciertamente, ya en el siglo XVI están sentadas las bases de una doctrina francesa sobre
la materia a través de sus representantes más destacados Bertrand D'Argentré y
Domoulin, el primero de los cuales ejerció una gran influencia en la Escuela Holandesa
que se desarrolla en el Siglo XVII, cuyos, autores, como Paul Voet y su hijo Jean Voet,
y Ulrich Huber ejercieron a su vez una influencia directa sobre los ingleses y luego
sobre americanos. Cabe destacar por otra parte que en Italia se presentaba un rasgo que
permitió no se implantara allí el régimen jurídico característico del sistema feudal en
materias de derecho privado.

En efecto, en Italia, donde predominab a, sobre todo a partir del siglo XIII, algo
semejante a lo acontecido en Holanda a partir del siglo XVII, una civilización urbana, es
decir donde había un gran número de ciudades relativamente próximas unas de las otras,
se crearon las condiciones para un intercambio comercial más efectivo, más frecuente
que allí donde imperaba una economía puramente rural.

Ahora bien, cada una de estas ciudades constituía unidades independientes gobernadas
por sus propias leyes, conocidas bajo el nombre de estatutos. Así, pues, se establecieron
relaciones frecuentes entre individuos sometidos a leyes -estatutos- diferentes. Y cada
ciudad consideraba sus estatutos como los que mejores se adaptaban a los intereses que
regían.

Si un ciudadano de Bolonia se trasladaba por ejemplo a Módena para testar, ¿conforme


a cuáles estatutos tendría que estar hecho este testamento, a los Módena o de Bolonia?
¿de acuerdo a cuáles estatutos debía ser juzgado un ciudadano cuando era sujeto de un
acto jurídico en otra ciudad distinta a la suya?

Esto es un problema de conflicto de leyes. En la frecuencia y la diversidad de esas


situaciones están las raíces de la teoría del conflicto de leyes en la Italia de la Edad
Media, fundadores de la cual fueron las escuelas de los llamados glosadores y
postglosadores, o comentaristas, quienes tuvieron una gran importancia en la historia
del desarrollo de las doctrinas del Derecho Internacional Privado. De ellos, al igual que
de las diferentes escuelas de otros países de la época, hablaremos en el capitule»
referente al estudio de los conflictos de leyes.

Evolución del Derecho Internacional Privado a partir del Siglo XIX

A partir del siglo XIX, el Derecho Internacional Privado, desde el punto de vista
doctrinario y legislativo, obtiene un mayor desarrollo en todos los países, adquiriendo,
conforme al desarrollo histórico de cada uno de ellos, un carácter particular.

La condición jurídica del extranjero experimenta una significativa mejoría; llegando a


reglamentarse los derechos de que pueden éstos disfrutar en disposiciones legislativas.
La Nacionalidad y los conflictos de leyes son también materias objeto de disposiciones
cada vez más amplias y precisas. Todo ello es el reflejo del crecimiento de las
relaciones privada internacionales, resultado de los intercambios económicos que
generan el desarrollo de la industria y el transporte.

Con el crecimiento de las relaciones privadas internacionales se multiplican los


problemas que éste genera, fomentando la necesaria búsqueda de solución a los mismos;
mediante disposiciones nacionales o a través de convenios. Una amplia literatura
consagrada al estudio de estos problemas sientan bases doctrinarias que han contribuido
gradualmente a la comprensión, a la formación y al desarrollo progresivo de un Derecho
Internacional Privado.
CAPITULO III
FUENTES DE DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO

Clasificación de las Fuentes: Fuentes Nacionales. La Ley escrita.


La Jurisprudencia. La Doctrina.

Fuentes Internacionales. Los Tratados Internacionales y su Aplicación por los


Tribunales. Conflicto entre Tratados Internacionales y Leyes Nacionales, La
Jurisprudencia Internacional. La doctrina, la Costumbre Internacional

Una de las diferencias marcadas del Derecho internacional Público con el Derecho
Internacional Privado consiste en que las Fuentes del Derecho Internacional Público son
únicamente internacionales -los tratados y las costumbre internacionales- mientras que
el Derecho Internacional Privado tiene dos clases de fuentes; a saber; fuentes
esencialmente nacionales y fuentes internacionales.

Fuentes Nacionales

Las fuentes nacionales son aquellas que se enmarcan en el orden jurídico de un país
determinado. Su existencia resulta de una voluntad unilateral, en el sentido de un sólo
Estado, un sólo país, o una sola nación.

Si aceptamos la división de la fuentes en directas e indirectas, partiendo del criterio de


considerar las primeras como aquellas que se convierten en normas jurídicas sin requerir
la intervención o la autorización de otra fuente, y las segundas como aquellas que sí
exigen de otra fuente para la conversión en normas jurídicas, entonces tendríamos que
localizar la ley, la jurisprudencia y la costumbre en un primer grupo, y la doctrina en un
segundo grupo.

Fuentes Directas: La Ley Escrita

Refiriéndonos a la ley como fuente del Derecho Internacional Privado, cabe señalar que
las legislaciones de diferentes países contienen una serie de reglas concernientes al
Derecho Internacional Privado. Se observa que estas reglas suelen estar dispersas entre
diferentes leyes, códigos y reglamentos. Así, los códigos civiles, de procedimientos
civiles, y muchos reglamentos, contienen disposiciones relativas a la condición de los
extranjeros, a los conflictos de leyes, y sobre todo a la nacionalidad. En estos dos
últimos aspectos, en la mayoría de los países, la labor legislativa es incuestionablemente
amplia.

Ciertamente, la ley como rúente de derecho juega en el Derecho Internacional Privado


un rol menos significante que en otras ramas del Derecho (por ejemplo, en Derecho
Civil, o en Derecho Penal).

En algunos países se han implementado leyes especiales o de introducción que versan


sobre cuestiones propias del Derecho Internacional Privado. Se cita entre estas las
siguientes: Ley de Introducción al Código Civil Alemán (1990); Ley de Introducción al
código Civil Brasileño (1942); Ley Especial Polaca (1926); Ley Federal Suiza (1891),
etc.1

La Jurisprudencia

La opinión o criterio emitido por los jueces en sus decisiones sobre una cuestión legal,
tienen una importancia determinante en las soluciones a tomar sobre cuestiones
análogas en lo futuro. Un rol fundamental en ese sentido desempeñan los tribunales
superiores, como por ejemplo la Corte de Casación en Francia.

Así, pues, en el desempeño de sus funciones jurisdiccionales, a las decisiones tomadas


por estos órganos se les asigna fuerza jurídica obligatoria. Importancia especial reviste
la jurisprudencia en los países angloamericanos, donde tanto el Derecho Civil, como en
el Derecho Internacional Privado las fuentes principales son los precedentes judiciales.
El desarrollo alcanzado por la jurisprudencia como fuente interna directa del Derecho
internacional Privado habría que buscarlo en razones diversas, entre las que no escapa el
rol reducido de la ley escrita, tal como señalamos anteriormente al referirnos a ésta
como fuente de esta rama del Derecho. "La insuficiencia de las normas del Derecho
Internacional Privado, aún en los países que las tienen codificadas, obliga a los jueces a
establecer reglas".

"La claridad, la suficiencia y la precisión de la ley reducen la importancia de la


jurisprudencia, mientras que la oscuridad, la vaguedad y la precariedad de los textos
legislados hacen indispensable la realización de objetivos interpretativos e integradores
para los órganos jurisdiccionales. Dependería de la labor legislativa de cada Estado la
mayor o menor relevancia de esta fuente.

Henry BatifEbl, a su vez destaca, al referirse a esta cuestión, que "el carácter
fragmentario e insuficiente" de los textos franceses relativos a cuestiones de Derecho
Internacional Privado "apela necesariamente una jurisprudencia abundante y
constructiva", para luego agregar que "de hecho, la fuente esencial del Derecho
Internacional Privado francés se encuentra actualmente en la jurisprudencia de la Corte
de Casación y de las jurisdicciones sometidas a su control".

En conclusión, independientemente del grado de importancia atribuida al rol de la


jurisprudencias en los distintos sistemas jurídicos, su reconocimiento como fuente
directa del Derecho Internacional Privado es incuestionable, y como bien nos dice
Niboyet, hay una amplia documentación que puede ilustrarnos sobre la actuación de los
tribunales en casi todas las cuestiones materia del Derecho Internacional Privado
"escribiendo el Derecho".5

La Costumbre

La costumbre como fuente del Derecho se la comprende como reglas creadas en la


práctica de una comunidad de modo continuo o reiterado y a cuya observancia se le
otorga carácter de obligatoriedad y carácter jurídico.
1. Carlos Arellano García; op. cit., pág. 60.

2. Manuel García Calderón; op. cit, pág. 16.


3
- Carlos Arellano García; op. cit., pág. 63.
4- H. Batiffol; op. cit., pág. 19

- P Niboyet; op. cit., pág. 46.

De allí que en la formación de la costumbre cuenta la concurrencia de dos requisitos;


dos elementos; a saber, el material u objetivo, visto como la práctica continua o
reiterada; y el elemento subjetivo; o sea, la convicción de que determinada práctica,
determinado tipo de conducta se hace con arreglo a una norma jurídica; en otras
palabras, que su observancia es obligatoria.

El valor de la costumbre como fuente nacional del Derecho Internacional Privado tiene
una amplia base de reconocimiento.

"La costumbre, nos dice García Calderón, ha intervenido en forma destacada para la
formación de esta rama del Derecho, y de ella proceden varias de sus normas", para
luego citar algunas de esas reglas consuetudinarias, como ejemplo: "la regla de que los
inmuebles están gobernados por la ley de situación; de que las formalidades de los actos
están regidas por la ley del lugar donde se celebren; y de que los actos ilícitos tienen
como ley aplicable la del lugar de su comisión".

Niboyet, a su vez destaca que "Los tribunales de muchos países aplican diariamente
reglas puramente consuetudinarias que tienen fuerza de ley".

Citaremos dice Niboyet entre otras muchas, la regla Mobilia se-quuntur personam en
materia de sucesión de bienes muebles, regla que en la jurisprudencia francesa tiene
tanta autoridad como si fuese deducida de un teto formal; o la regla Nomina osibus
debitoris inhaerent, o también la regla Locus Regit Actum". La costumbre no ocupa un
lugar secundario, sino que aparece en primer lugar".

El rol que ha protagonizado la costumbre como fuente de esta rama del derecho se
inserta, como observamos, en la materia relativa a los conflictos de leyes. En efecto, a
diferencia de lo ocurrido con materias como la nacionalidad, la condición de los
extranjeros, que sí han sido ampliamente reglamentados en textos formales, la materia
referente a los conflictos de leyes pudo escapar libremente a esta reglamentación, lo
cual implícitamente explica el porqué aquí conservó largamente en el tiempo su
importancia. "La costumbre cobra importancia cuando el texto legal es precario. Si la
ley es abundante, la costumbre ocupa un segundo lugar".
6. Manuel García Calderón; op. cit., pág. 16.
7. J. P. Niboyet; op. cit., pág. 45.
8. Carlos Arellano García; op. cit., pág. 62.

La desventaja que lleva implícita la costumbre como fuente del Derecho ha sido
también ampliamente reconocida por la doctrina, específicamente por lo que a su
interpretación concierne. "liene la costumbre respecto de la ley la desventaja de su
imprecisión puesto que las reglas practicadas reiteradamente y que se juzgan
obligatorias no están expuestas en algún texto, al invocarse se carece de la claridad y
exactitud de un texto legal en el que ya se determinan las expresiones que delinean el
alcance de la norma.
También presenta el inconveniente de que, a pesar de ser derecho, requiere deba porque
está constituida por hechos".

Niboyet, al referirse también a esa parte desventajosa de la costumbre nos habla de la


"incertidumbre en la soluciones".

La Doctrina

La doctrina, tal como señalábamos al inicio de este capítulo, se inserta en la categoría de


fuentes indirectas o auxiliares, interpretando este criterio en el sentido de que su criterio
en el sentido de que su conversión en normas jurídicas depende de la autorización de las
fuentes directas.

Se debe entender por doctrina las opiniones en su conjunto de los más calificados
tratadistas en la ciencia del derecho; en este caso en el Derecho Internacional Privado.
La categoría de fuente otorgada a la doctrina lo confirma el Estatuto de la Corte
Internacional de Justicia, en su Art. 3 8, apartado d), al referirse a "las doctrinas de los
publicistas de mayor competencia de las distintas naciones", como uno de los recursos a
aplicar en el ejercicio de sus funciones.

De esa formulación de la CU se desprende que no se trata de la opinión de cualquier


persona vertida en una obra, sino que la misma debe surgir de personas reconocidas
como especialistas en la ciencia del Derecho, de ganado prestigio nacional e
internacional.

En el proceso general del desarrollo del Derecho Internacional Privado, el rol


desempeñado por la Doctrina ha sido importante.

9
- Carlos Arellano García; op. cit., pág. 62. 10. J. R Niboyet; op. cit., pág. 46.

Su utilidad cuenta, entre otras, para la interpretación de las normas jurídicas como
medio subsidiario, y cuya significación se valora en la medida de su persuasión y de su
fundamento.

"Las investigaciones de los estudiosos siguen siendo muy útiles, no sólo para precisar el
derecho positivo, sino también como guía para su desarrollo y como medio para llenar
sus deficiencias".

Ciertamente, la influencia de las opiniones de algunos tratadistas eminentes en el


Derecho Internacional Privado ha variado o disminuido en el tiempo, y ello es obvio.
"Las obras generales que aparecieron en el siglo XDC nos dice Batiffbl tienen hoy día
apenas un valor histórico en razón del desarrollo de la jurisprudencia durante los
últimos cincuenta años y de la evolución de las ideas".

No obstante, sería una ligereza considerar que la utilidad de los científicos, de los
tratadistas, en su misión de ofrecer soluciones a los problemas que plantean las diversas
materias de esta rama del Derecho, ha disminuido o desaparecido.
Al referirnos aquí a la Doctrina como fuente indirecta nacional, no nos circunscribimos
a las opiniones de los especialistas sobre el Derecho Vigente en un país determinado,
sino también a las opiniones que versan sobre problemas generales que se inscriben en
el Derecho Internacional Privado y que concierne a más de un país.

En ese mismo sentido es que algunos autores insertan la doctrina como fuente común;
es decir que pertenece tanto al orden internacional como al nacional.

Esa consideración es válida, mas, por un apego metodológico incluimos la Doctrina


como fuente indirecta nacional traducida aquí como las obras de los tratadistas. Al tratar
sobre la doctrina como fuente en el plano internacional nos referiremos a la elaboración
científica correspondiente a los congresos, conferencias e instituciones internacionales
consagradas al estudio de los problemas planteadospor esta rama del derecho.
No es nuestro interés insertar aquí una relación de las innumerables obras de eminentes
tratadistas consagradas al estudio del estudios del Derecho Internacional Privado en
diferentes épocas y en diferentes países e idiomas13. América Latina ha contribuido
grandemente al desarrollo de esta ciencia con los aportes de tratadistas como
Bustamante, Carlos Calvo, Estanislao Zeballos, Amancio Alcorta, Andrés Bello y otros
publicistas contemporáneos, opiniones de algunos de los cuales citamos en esta obra.

Fuentes Internacionales

Las fuentes internacionales, a diferencia de las nacionales, se inspiran o resultan de la


voluntad de más de un Estado; su finalidad reguladora no se limita a una comunidad
nacional; su alcance involucra a dos o varios estados.

La razón de la existencia de esta categoría de fuentes podría localizarse, entre otras, en


su sentido útil. En efecto, innumerables ejemplos nacidos del tráfico internacional
revelan que las fuentes internas no son suficientes para encontrar solución a conflictos
que afectan la soberanía de los estados y los intereses de su población.

Las exigencias del referido tráfico internacional abonan precisamente a favor de la


existencia de formas de regulación que beneficien un orden que exprese la voluntad de
los sujetos internacionales.

"Si se admite dice Batiffól que existe una sociedad internacional y que ella postula un
orden definido por reglas de derecho, no es sorprendente que hayan surgido, por fuerza
de las cosas, fuentes internacionales de Derecho Internacional Privado".

Las fuentes nacionales las clasificamos en directas e indirectas; seguiremos el mismo


orden al estudiar esta otra categoría de fuentes.

En las Fuentes Internacionales Directas incluimos sólo las de carácter contractual y las
de carácter consuetudinario; o sea los tratados internacionales y la costumbre
internacional. Ambas son la expresión del consentimiento de los sujetos internacionales;
la primera -los tratados internacionales- expresado por escrito, y la segunda -la
costumbre- en forma tácita.
H. M. Sorenseo: Manual de Derecho Intemacioal; México, 1973, pág. 181 12. H. Batiffol; op. cit, pág. 50.
13. En la citada obra H. Batiffol se incluye una enumeración de obras francesas y extranjeras en materia de Derecho
Internacional Privado /ver H. Batiffol, op. cit., págs. 50-55/ en la obra citada de A. Weiss podemos también
ilustramos al respecto /ver A. Weiss; págs. 50-57/ ver también W. Goldschmidt, págs. 37-38.
14. Batiffol; op. cit., pág. 24.

Fuentes Escritas:

los Tratados Internacionales

Como certeramente advierte Niboyet, "Al no existir autoridad superior que pueda dictar
leyes obligatorias para los diversos países, la única ley internacional escrita son los
tratados diplomáticos".

Un Tratado Internacional se puede definir, pues, diciendo que es un acuerdo celebrado


por escrito entre sujetos de Derecho Internacional regido por el Derecho Internacional
llamado a regular sus relaciones mediante la creación de derecho y deberes mutuos.
Esa definición comprende los elementos característicos de todo tratado a saber;

a) La naturaleza jurídica de un tratado internacional la constituye el acuerdo, es decir, la


coincidencia de las voluntades de las partes en dicho tratado.

b) Las partes en el tratado deben poseer personalidad jurídica internacional.

c) Todo tratado, como acto jurídico internacional, se rige por el derecho internacional,
del cual depende directamente.

Es decir, no se pueden considerar cómo tratados internacionales los diversos


instrumentos de naturaleza contractual que encuentren su base jurídica en el derecho
interno.

No se está excluyendo únicamente los contratos entre Estados y personas privadas, sino
también los contratos concluidos directamente entre Estados, si sus relaciones en éstos
casos las han sometido al derecho interno de uno de ellos, a la de un tercero, o a un
conjunto de reglas especiales.

d) Un tratado internacional, es un acto expresado claramente, por escrito; aunque


teóricamente no se excluye la posibilidad de la celebración de acuerdos orales. Así lo
deja entrever el art. 3 de la Convención de Mena de 1969, al salvaguardar el valor
jurídico de los "Acuerdos Internacionales no celebrados por escrito".

Entretanto, la citada Convención de Mena, así como la convención de Tratados, suscrita


en la VIII Conferencia Interamericana en La Habana, en 1928, consagran la forma
escrita de los Tratados.

Se suele denominar a los tratados indistintamente, sin que ello implique una
disminución de su valor jurídico.
Clasificación De Los Tratados Según El Número De Participantes

Como regla, los tratados no producen efectos sino entre Estados que los han celebrado.
Es decir, un tratado celebrado entre determinados Estados no puede crear derechos ni
tampoco obligaciones a los Estados que no han participado en su celebración.

Ello es así, puesto que un tratado al expresar los intereses de las partes se traduce en una
suma de voluntades. "Como no emanan de una autoridad superior reconocida por todas
las naciones, no podrían obligar a las que no han tomado parte alguna en ellos, como las
convenciones entre particulares, y solamente producen efecto entre las partes".

Los tratados pueden expresar las voluntades de dos o varios Estados.

En el primer caso estaríamos en presencia de un tratado bilateral; en el segundo caso


hablaríamos de un tratado multilateral.

Tratados Bilaterales

Son numerosos los tratados bilaterales registrados que versan sobre las más variadas
materias del Derecho Internacional Privado.

Un rol sobresaliente de los tratados bilaterales es el que éstos han desempeñado en


materia de nacionalidad. Convenios sobre doble nacionalidad han tenido como partes a
varios países de América. La República Dominicana ha celebrado ese tipo de tratado, y
a los que nos referiremos al tratar la materia sobre la nacionalidad.

Cuentan también, entre los tratados bilaterales, los concernientes a la condición de los
extranjeros, a los conflictos de jurisdicción ; auxilio judicial internacional, a la
extradición ; etc.
15. Niboyet; op. cit., pág. 47.
l6
- Ver Luis Arias; "Manual de Procedimientos de Tratados Internacionales" Santo Domingo, l992;págs. 12-13. 17. A.
Weiss; op. cit., pág. 48 j8- Ver ejemplos en H. Batiffol; op. cit., pág. 30. 19. Goldschmidt; op. cit, págs. 33-34.
*0. Sobre los Tratados Bilaterales suscritos por países americanos, ver: Jurgen Samtleben, Derecho Internacional
Privado en América Latina, vol. 1, págs. 31 y ss.

Tratados Multilaterales

Entre los Tratados Multilaterales cuentan aquellos que parten de la idea de una
codificación del Derecho Internacional Privado a nivel global, y los que buscan una
codificación fraccionada o por tema o materia sectorial.

En la primera clasificación cabe mencionar, siguiendo un orden cronológico, los


convenios de Montevideo de 1888-89, cuyo antecedente histórico se localiza en el
Congreso de Luna de 1879, que elaboró los tratados de Derecho Civil y Derecho
Comercial suscrito por nueve (9^ Estados latinoamericanos, mas sólo ratificados por
Perú y Costa Rica.

Los tratados de Montevideo de 1888-89 suman ocho en total y un protocolo adicional:


Tratado de Derecho Civil Internacional, Tratado de Derecho Comercial Internacional,
Tratado de Derecho Procesal Internacional, Tratado Sobre Derecho Penal Internacional,
Tratado de Derecho Sobre Propiedad Literaria y Artística, Tratado sobre Patente de
Invención, Tratado Sobre marcas de Comercio y de Fábrica, convención sobre el
Ejercicio de Profesiones Liberales.

Al comentar el alcance de éstos tratados, algunos autores señalan que en un sentido


estricto sólo los tres primeros pertenecen al Derecho Internacional Privado, pues en
algunos como el tratado sobre Derecho Penal Internacional aparecen instituciones
jurídicas como el asilo que caben más bien en el Derecho Internacional Público, y que
otros Tratados constituyen normas de cooperación en campos específicos del dere-cho
económico internacional.

La vigencia de esos tratados abarca a Argentina, Bolivia, Colombia, Perú, Paraguay y


Uruguay.

Algunas potencias europeas manifestaron su adhesión al Tratado sobre Propiedad


Literaria y Artística.

Mención especial en esta categoría de tratados merece el Código de Derecho


Internacional Privado, denominado "Código Bustamante", en memoria del eminente
jurista cubano Antonio Sánchez de Bustamante y Sirven, autor del referido código. Este
código fue adoptado en la
21. Jurgen Samtbleben, op. cit., págs. 12-13.
22. Didiez Operttibadan, Estado Actual del Derecho Internacional Privado en el Sistema Interamericano; Curso de
Derecho Internacional - OEA 1983; pág. 312.
23. Goldschmidt; op. cit., pág. 29.

Sexta Conferencia Internacional Americana celebrada en La Habana en 1928.

El Código Bustamante, parte integrante de la Convención de 1928, fue firmado por


veinte Repúblicas Americanas, y ratificada por quince de ellas. Está dividido en cuatro
libros: 1) Derecho Civil Internacional; 2) Derecho Mercantil Internacional; 3) Derecho
Penal Internacional y 4) Derecho Procesal Internacional. Cada libro está dividido en
títulos y cada título en capítulos, con excepción del Libro de Derecho Procesal que está
dividido en títulos. En su totalidad se compone de 437 artículos.

A la codificación global pertenece también la obra de revisión de los tratados de


Montevideo de 1940, resultado del "Segundo Congreso Sudamericano" celebrado en la
capital del Uruguay. De este congreso emanan los siguientes tratados: Tratado de
Derecho Civil Internacional; Tratados de Derecho Comercial: uno de Derecho
Comercial Terrestre Internacional y otro de Derecho de Navegación Comercial
Internacional; Tratado de Derecho Procesal Internacional y un protocolo adicional sobre
aplicación de derecho extranjero.

Estos tratados están vigentes sólo en Argentina, Paraguay u Uruguay, con la


particularidad de que el Tratado de Derecho Penal Internacional obliga únicamente a
Uruguay y Paraguay.

En la categoría de codificación sectorial destacamos las Convenciones de Derecho


Internacional Privado suscritas en La Haya en 1896, sobre procedimiento civil, en 1902,
sobre matrimonio, divorcio y separación de cuerpo y tutela de menores; en 1905, sobre
tutela de mayores, las sucesiones y los testamentos.

La vigencia de estas convenciones ha sido parcial, en consideración al número de


estados que la reconocieron, y efímera ya que entre 1910 y 1916 fueron denunciadas por
varias potencias europeas.

Después de la Segunda Guerra Mundial, en la Séptima y Octava Conferencia de La


Haya de 1951 y 1956, se adoptaron las convenciones sobre Procedimiento Civil, sobre
la ley aplicable a las ventas de carácter internacional; sobre conflictos de leyes entre la
ley nacional y la ley del domicilio; sobre la ley aplicable a ciertas obligaciones
alimentarias; sobre la personalidad jurídica de las sociedades extranjeras; otras conven-
ciones fueron aprobadas en las Conferencias de La Haya; de 1960,1964,
1968,1972,1976, y 1980, que versan sobre la forma de los testamentos, la
administración de las sucesiones, los accidentes de circulación en carretera, la
responsabilidad de los fabricantes, los contratos de intermediarios; en materia familiar
las obligaciones alimentarias, las protección de los menores, la adopción, el matrimonio,
los regímenes matrimoniales; en materia de procedimiento la legalización y la
transmisión de los actos, las comisiones rogatorias, el reconocimiento y la ejecución de
las sentencias extranjeras.
24- Juigen Samtbleben, op. cit., págs. 235 y ss.
25. Jurgen Samtbleben, op. cit., pág. 19.
26. Ver: H. Batiffbl, op. cit., pág. 32.

La Comunidad Económica Europea ha servido de marco para la elaboración de


Convenciones en materia de Derecho internacional Privado a nivel sectorial. Cabe aquí
mencionar las relativas al reconocimiento mutuo de sociedades (28 de febrero de 1968);
a la competencia judicial y la ejecución de decisiones en materia civil y comercial (27
de septiembre de 1968 y del 9 de octubre de 1968), a ley aplicable a las obligaciones
contractuales (19 de junio de 1980).

Otras convenciones, como aquellas sobre la reducción de casos de pluralidad de


nacionalidades del 7 de mayo de 1963, la concerniente a información sobre derecho
extranjero (7 de junio de 1968)y sóbrela inmunidad de los Estados (16 de mayo de
1972) han sido elaboradas bajo los auspicios del Consejo de Europa.

Los países del Este europeo, componentes de una comunidad de Estados socialistas
celebraron una serie de Convenciones relativas al Derecho Civil Internacional, al
Derecho Comercial internacional y al 28 Derecho Internacional Familiar.

La codificación sectorial en América ha sido también prolífera. Una actividad relevante


en este aspecto debe atribuirse a la Organización de Estados Americanos (OEA), con
mención especial al Comité Jurídico Interamericano.

La Asamblea General de la OEA mediante resolución AG/RES/48/1971, decidió


convocar una Conferencia Especializada In-teramericana sobre Derecho Internacional
Privado (CIDIP-I), se inicia de este modo a la etapa conocida por la sigla CIDIP
La Primera Conferencia, llevada a cabo en Panamá en enero de 1975, arrojó como
resultado la firma de seis tratados en los campos del Derecho Comercial y Procesal,
sobre los temas siguientes: l)Conflictos de Leyes en materia de Letras de Cambio,
Pagarés y Facturas; 2) Conflictos de Leyes en Materia de Cheques; 3) Arbitraje
Comercial Internacional; 4) Exhortos o Cartas Rogatorias; 5) Recepción de Pruebas en
el Extranjero; 6) Régimen Legal de Poderes para ser utilizados en el Extranjero.

A esta conferencia asistieron representantes de 20 Estados Americanos, la mayoría de


los cuales ratificaron las convenciones citadas.

La Segunda Conferencia Especializada Interamericana sobre Derecho Internacional


Privado (CIDIP-II) tuvo lugar en Montevideo, Uruguay, del 23 de abril al 8 de mayo de
1979. Ala misma asistieron una veintena de países miembros del organismo regional.
La CIDIP-II aprobó siete convenciones y un protocolo adicional sobre Exhortos o
Cartas Rogatorias. Las materia sobre las que versan éstas Convenciones son las
siguientes:

1) Sobre Conflictos de Leyes en Materia de Cheques; 2) Sobre Conflictos de Leyes en


Materia de Sociedades Mercantiles; 3 ) Sobre Extranjeros; 4) Sobre Cumplimiento de
Medidas Cautelares; 5) Sobre Normas Generales; 6) Sobre Pruebas o Información
acerca del Derecho Extranjero; 7) Sobre Domicilio de las Personas Físicas en el
Derecho Internacional Privado.30

La CIDIP-in, que se reunió en La Paz, Bolivia, en 1984, aprobó las siguientes


convenios: 1) Conflictos y leyes en materia de adopción de menores; 2) Personalidad y
capacidad de Personas Jurídicas en Derecho Internacional Privado; 3) Protocolo
Adicional sobre Recepción de Pruebas en el Extranjero; 4) Competencia en la esfera
Internacional para la eficacia extraterritorial de las sentencias extranjeras.

La CIDIP-IV, celebrada en Montevideo en 1989, aprobó tres convenciones: 1)


Restitución Internacional de menores; 2) Obligación Alimentaria y 3) Contrato de
Transporte Internacional de Mercadería por Carreteras.
27. Sobre el número de Estados miembros de esa Conferencia, así como el proceso de ratificación, ver: H. Batiffol,
op. cit, pág. 33.
28. C.B. Krylov; op. cit, págs. 30-34.
29. Ver: TREATIES /ed. 1980, 91 y ss./ y Jurgai Samtleben; op. cit., pág. 43.
30. Un análisis de cada una de éstas Convenciones la ofrece Opertti Badán, en su trabajo aquí citado., págs. 318-339.

LaCIDIP-V, celebrada en México en 1994, aprobóla Convención Interamericana sobre


Tráfico Internacional de Menores.

Los Tratados Internacionales y Su Aplicación por los Tribunales

En el estado actual de la comunidad internacional, no hay una regla única sobre como
los tratados han de celebrarse. Los Estados pueden, pues, escoger diversos
procedimientos para la elaboración de los mismos. Estos procedimientos están
determinados por la voluntad de los estados regulada en sus respectivas constituciones.
La Constitución de la República Dominicana prevé, en lo concerniente a la celebración
de los tratados internacionales, el denominado procedimiento clásico. Este contempla,
entre otras, que todos los convenios internacionales deban ser sometidos a la aprobación
del Congreso.

El Art 55, inciso 6, de la Constitución Dominicana, al referirse a las facultades del


Ejecutivo en materia internacional, incluye la de "dirigir las negociaciones diplomáticas
y celebrar tratados con las naciones extranjeras y organismos internacionales, debiendo
someterlas a la aprobación del Congreso, sin lo cual no tendrán validez ni obligarán la
República.

El Artículo 37, inciso 14, al restablecer a su vez las atribuciones del Congreso señala la
de "Aprobar o desaprobar los tratados y convenios internacionales que celebre el Poder
Ejecutivo".

Como consecuencia del ejercicio de su atribución, el Congreso Dominicano expide un


acto de su competencia; una resolución que aprueba el Tratado Internacional. Siendo la
aprobación legislativa un requerimiento previo a la ratificación en el régimen
constitucional dominicano de los tratados, si el Ejecutivo ratifica un tratado que no ha
sido previamente aprobado por el Congreso, incurre en una doble responsabilidad: una
frente al orden jurídico interno, en este caso por exceso de poder, y otro frente al
derecho internacional en cuanto garantiza a la o alas partes contratantes que se han
cumplido con todas las formalidades del derecho interno, constituiría ello un vicio de
procedimiento que podría implicar la nulidad del tratado.

La resolución del Congreso que aprueba el tratado lo incorpora éste último al derecho
interno mediante el ejercicio de su competencia legislativa.

La secuencia que en la República Dominicana sigue un tratado internacional, una vez


que el Congreso lo aprueba mediante su competencia es la de la sanción y promulgación
ordinaria.

La práctica observada en nuestro país, consistente en publicar el texto del tratado


internacional desde el momento de la sanción presidencial, implica dificultades, tanto
más porque no estando perfeccionado el tratado, no se publica en el órgano oficial la
fecha oficial la fecha en que se perfecciona.

Esa publicación antes de su perfeccionamiento constituye lo que algunos juristas


consideran un mero acto material, cuyo objetivo es divulgar el texto del tratado a que re
refiere, nada más y nada menos.

No hay lugar a pensar que pueda aplicarse a los tribunales, o a los ciudadanos, pues aún
no está vigente.

El tratado entra en vigor tan pronto como haya constancia de consentimiento de todos
los Estados negociadores en obligarse por el tratado.

Ahora bien, una vez los tratados hayan sido perfeccionado, conforme al Derecho
Internacional y al Constitucional interno, obligan a todos los órganos estatales de la
misma manera como los obligan las normas jurídicas que se producen internamente.
El órgano judicial cuya función es interpretar y aplicar a los casos concretos el Derecho
Estatal vigente, no sufre en cuanto a esta competencia, ninguna variación de naturaleza,
cuando se trata de la norma que vincula el Derecho interno, proveniente de un tratado
internacional.

Entretanto, todo tratado puede tener sólo un sentido.

De allí que sea necesario cuando se vaya a interpretar un tratado internacional basarse
en la voluntad común de las partes que concluyeron el tratado.
31. Sobre los diversos Procedimientos, ver: Luis Arias; op. cit, págs. 13ss.
32. Sobre el régimen jurídico de publicidad de los tratados internacionales en la República Dominicana, ver: Luis
Arias, op. crf.,págs. 39-41.

33. Al hacer referencia a la iniciación de vigencia de los tratados, Niboyet nos habla de dos sistemas, en un primer
sistema el tratado aún firmado y publicado, no tiene por sí sólo valor en "> que respecta a las particulares, sino que
requiere una ley interna dirigida a los particulares para que obedezcan las disposiciones a su caigo estipuladas en el
tratado internacional. El segundo sistema se caracteriza porque desde el momento en que el tratado obliga al estado,
también obliga a los particulares (Ver Niboyet op. cit., págs. 51-52).

Conflicto entre Tratados Internacionales y Leyes Nacionales

El tratado internacional, como lo definimos al inicio, es una transacción jurídica por la


cual las partes concurrentes intentan establecer obligaciones y derechos correlativos. El
sentido de ello es que, jurídica-mente las partes están obligadas a conducirse de la
manera como lo han convenido. "La fuerza que acompaña al tratado, advierte
justamente Ni-boyet es, precisamente, la de la obligación internacional; el Estado se ha
obligado con otro o, por consiguiente, no puede negarse a cumplir el tratado".34

Sin embargo, el Estado mismo es quien determina los modos como ha de cumplirlos;
pues, y como dice Verdross, "el Derecho Internacional sólo obliga a los Estados a
cumplir sus normas del ando en cambio a su apreciación la modalidad del
cumplimento".

En el proceso de la puesta en marcha de las normas del tratado internacional pueden


surgir discordancias y hasta contradicciones directas entre el contenido de las normas
del tratado internacional y las normas del derecho interno. Es lo que se denomina
jurídicamente conflicto. Las causas del surtimiento de tales conflictos pueden ser
diversas. Puede servir de ejemplo las lagunas en la actividad de las legislaciones, es
decir, no se toma suficientemente en consideración el contenido de los tratados
internacionales vigentes, o bien las lagunas en la actividad de la diplomacia, a saber, no
toma en cuenta de manera suficiente el contenido de las leyes vigentes. Puede también
ocurrir un cambio brusco en la política exterior o la interior, bajo la influencia de lo cual
el Estado concluye un tratado internacional sin tomar en cuenta leyes promulgadas
anteriormente, o promulgar una ley no tomando en consideración tratados concluidos
antes.

Cuando surge un conflicto entre la norma del tratado internacional y una norma del
derecho interno, surge a su vez la pregunta de cuál de esas normas actúa. En las
constituciones, leyes, práctica administrativa y judicial de los diferentes Estados esta
cuestión se determina de manera diferente. En Inglaterra tiene aceptación general la
doctrina, promulgada por Blacktone, según la cual el derecho internacional es parte del
derecho del país (Internacional Law is Part of the Law of the Land).
34. Niboyet; op. cit. pág. 47

35. A. Verdross, "Derecho Internacional Público"; 4ta. edición, pág. 68.

Ahora bien, en la práctica ésta doctrina se ve sometida a limitaciones que en parte se


puede decir que cambian su contenido.

Por ejemplo: "parte del derecho del país" se considera sólo aquellas normas del derecho
internacional que gozan de reconocimiento en Gran Bretaña.

Los tratados internacionales que afectan a derechos subjetivos de los subditos ingleses,
o bien que exigen modificación del derecho común -Common Law- necesitan una
ratificación parlamentaria o medios legislativos subsiguientes, para tener eficacia en el
ordenamiento interno. El derecho internacional contractual no tiene ninguna supremacía
sobre el derecho inglés común cuando es aplicado en la esfera interior, de lo cual se
desprende que el segundo puede derogarlo.

Sin embargo, existe una norma general de interpretación, en virtud de la cual, cuando
surgen dudas, en el derecho inglés ha de interpretarse siempre en el sentido de su
concordancia con el derecho internacional.

En los Estados Unidos, la doctrina oficial sobre la cuestión de la autoridad de los


tratados en el orden interno del Estado parte, se basa en la cláusula 2da. del artículo 6 de
la Constitución, conforme a la cual la "Constitución y las leyes de los Estados Unidos
que se hagan en su cumplimiento y todos los tratados estipulados o que se estipulen bajo
la autoridad de los Estados Unidos, serán la ley suprema del país, y los jueces en cada
uno de los Estados estarán sujetos a ella, siendo nulas las leyes de cada uno de los
Estados o su constitución que en cualquier caso sean contrarias a ella". De ello se
desprende que los tratados internacionales se consideran "parte del derecho del país".
En caso de conflicto entre las normas del tratado y las normas de la legislación interna
recibe prioridad el acto posterior conforme al principio "lex posterior derogat logi prio-
ri". Sin embargo, puesto que el derecho federal se encuentra por encima del de los
Estados, y los tratados internacionales son parte del derecho federal de los Estados
Unidos, entonces éstos primeros prevalecen sobre las leyes de los diferentes Estados.
En Francia, de conformidad con el artículo 55 de la Constitución de 1958, los tratados
regularmente ratificados y publicados tienen una autoridad superior a la de las leyes
interiores.

En la constitución de Alemania de mayo de 1945 se indica que "las normas generales


del derecho internacional constituyen parte integrante del derecho federal. Tienen
preeminencia sobre las leyes y crean derecho y deberes inmediatos para los habitantes
del territorio federal".

Otras disposiciones establecidas en constituciones y otros actos legislativos contemplan


también la prioridad de los tratados sobre las leyes.
La constitución Dominicana en su artículo 3 señala que "La República Dominicana
reconoce y aplica las normas del Derecho Internacional General y Americano en la
medida en que sus poderes públicos las hayan adoptado..."

Esta disposición de la Constitución Dominicana, al señalar que la República


Dominicana "aplica las normas de Derecho Internacional y Americano en la medida en
que sus poderes públicos las haya aceptado", se puede interpretar en el sentido de que
los tratados no pueden producir efectos más qae entre los Estados que lo hayan
concluido, o en otras palabras, que hayan manifestado su consentimiento en obligarse
por dichos tratados.

Muchos autores están de acuerdo en que mientras se conserve en las legislaciones


internas las normas jurídicas que contradigan los tratados internacionales, el ejecutor,
los tribunales deben estar ceñidos a estas primeras normas. "Al juez dice Batiffbl no le
corresponde apreciar la conformidad de la ley al tratado. En ese sentido se podría
agregar que el juez interno, teniendo su misión de la autoridad que los instituye, no
podría asumir un rol contrario a la misión que define sus poderes, y cuyo objeto propio
es la puesta en marcha del orden interno... la principal función del juez le obliga a
respetar el orden interno y por tanto a no pronunciarse sobre una cuestión de orden
internacional a menos que el poder constituciónalmente encargado de las relaciones
exteriores no haya ya tomado partido".

De todos modos en caso de que un Estado adopte una ley contraria a un tratado sobre el
que éste haya manifestado su consentimiento, y que esté vigente, incurriría en una
responsabilidad internacional.

Cabe aquí insertar algunos ejemplos que nos ofrece Niboyet en su citada obra
"Principios de Derecho Internacional Privado", refiriéndose a los casos cuando una
disposición de una ley adoptada con posterioridad a un tratado no está en armonía con
éste. Lo ilustrativo de estos
36. H. Batiffol; op. cit. pág. 44.
el ejemplo es demostrar que los tribunales franceses han solucionado casos
generalmente a favor del tratado, veamos:

"lro. Así, en las relaciones francoitalianas, se ha planteado la cuestión de si el código


francés de procedimiento civil de 1807, pudo modificar las reglas de procedimiento
establecidas por el Tratado de 1760, el cual admite las comisiones rogatorias en materia
de ejecución de sentencia. Los tribunales franceses han decidido que esta práctica de la
comisiones rogatorias continua en vigor, a pesar de no figurar en la ley interna francesa.
2do. Cuando se preparaba en Francia la ley del 20 de diciembre de 1923, referente a la
nacionalidad francesa en Túnez, se hizo la observación de que la libertad de acción de
Francia en dicho territorio no era absoluta a este respecto. Principalmente, Francia está
ligada por un tratado con Italia, según el cual los individuos nacidos de padres italianos
en Túnez no pueden adquirir jure soli la nacionalidad tunecina. Mediante este tratado,
Italia ha podido prevenirse de antemano contra las consecuencias del jus soli. La ley
mencionada no ha hecho, por su parte, reserva alguna referente a los italianos. Los
tribunales franceses, ¿van por eso a declarar franceses a los individuos nacidos de padre
italianos? de ningún modo; y la ley no tenía para que mencionar el caso. En la Cámara
Francesa, el ponente declaró que era inútil hacer reserva especial a éste respecto, pues el
Tratado de 1897, la había establecido ya de pleno derecho, y sin género alguno de
dudas, respecto a los italianos.

3ro. Cuando el Parlamento Francés acordó adoptar determinadas y rigurosas medidas


contra las órdenes religiosas, algunos países formularon reclamaciones fundadas en
tratados antiguos. La Casa de Austria, principalmente, reinvidicó los sepulcros de
ciertos miembros de su familia que se encontraban en una capilla de Nancy. Fue preciso
reconocer que la ley sobre el régimen de cultos no podía aplicarse, y que no era posible,
mediante una ley nacional, violar una obligación internacional.

4to. Al terminal la Gran Guerra, se votó en Francia por un impuesto para grabar a los
que habían obtenido beneficios durante la misma, sin hacer reserva alguna respecto de
los que podían quedar exentos en virtud de los Tratados. No obstante esta misión, una
fábrica española de automóviles, que durante la guerra había obtenido en Francia
considerables beneficios, invocó el Convenio franco español de 1862 para quedar
exenta de los impuestos de guerra. Un arbitraje solucionó la cuestión a su favor.

5to. Una ley del 14 de diciembre de 1925 (art. lro.) creó en Francia un impuesto que
gravaba a todos los extranjeros que comprasen inmuebles o establecimientos de
comercio.

El gobierno francés declaró que no podía aplicar esta ley que había sido votada contra el
dictamen del Ministerio de Negocios Extranjeros; y, en efecto, para normalizar la
situación, una ley del 30 de enero de 1926 (art. 7mo.) derogó la anterior.

El carácter preponderante de los tratados queda por lo tanto, incontestablemente


establecido.

En los demás países encontramos también soluciones interesantes:

a) La ley de quiebras en Alemania (art. 4) habiendo derogado todos los textos


contrarios, el Tribunal del Imperio (lro. de julio de 1869) Clunet, 1892,pág. 239)decidió
que los tratados firmadospor ciertos Estados alemanes con países extranjeros
continuaban en vigor.

b) El convenio de Mannhein, del 17 de octubre de 1868, reglamentó la policía de la


navegación en el Rhin. La comisión Central del rhin ha decidido (11 de mayo de 1919,
"Von Traut, Die Rheinzentral-Kommissicn", 2da. edición, pág. 76) que un reglamento
alemán de puerto no puede drogar el reglamento internacional de la comisión, por lo
que ha hecho prevalecer el tratado sobre la ley. c) El tribunal alemán de Celle, el lro. de
febrero de 1922 (Clunet, 1923, pág. 134), ha decidido que el Tratado de Versalles
prevalece, en materia de nacionalidad, sobre la ley alemana".

La Jurisprudencia Internacional

Cuando se habla de jurisprudencia internacional, se piensa en las decisiones que emanan


de órganos jurisdiccionales permanentes internacionales, temporales o especiales cortes
o tribunales permanentes y órganos arbitrales. Las decisiones de éstos órganos son
obligatorias para las partes y reposan sobre el consentimiento previo de las mismas.
En el estado actual de la comunidad internacional no hay órganos jurisdiccionales
permanentes que tengan a su cargo conocer de las controversias surgidas
entreparticulares de diversos países o bien entreparticulares de un país y las autoridades
de un estado.

El Tribunal de Justicia Internacional de La Haya, único órgano judicial internacional


existente hasta ahora, así como la Corte Permanente de Justicia Internacional, que
funcionó dentro del sistema de la Sociedad de Naciones, tienen o tenían competencia
para conocer de casos que le sometieran los Estados, no para conocer conflictos entre
particulares, ni entre particulares y Estados.

Sin embargo, estos órganos internacionales se han pronunciado en más de una ocasión
sobre cuestiones materias de Derecho Internacional Privado, con la particularidad que
los casos referidos no han sido presentados por los particulares a dichos tribunales.
Veamos:

El 7 de febrero de 1923, en una controversia entre Túnez y Marruecos a raíz de un


decreto francés sobre la nacionalidad en los referidos dos países africanos, el tribunal
dictaminó que en materia de nacionalidad los Estados no están ligados unos, frente a
otros por ninguna obligación que no sea la que resulta de los tratados internacionales.
(Ver P.C.I.J., serie B, Núm. 1).

La sentencia del 27 de mayo de 1929, en relación con la expropiación de fábricas


alemanas en la Alta Silesia. La corte decidió que la expropiación sin indemnización era
contraria a una norma consuetudinaria del Derecho Internacional, de lo que se
desprende que los Estados no son libres para tratar a los extranjeros como ellos tratarían
eventualmente a sus nacionales. (P.C.U.J., serie A. Núm. 17).

Las dos sentencias del 12demayode 1929 relativas a empréstitos de Francia a Brasil y a
Servia en las que la Corte se ocupó de conflictos de leyes en materia de contratos.
(P.C.U.J., series A. Núms. 20 y 21).
37. Niboyet; op. cit. pág. 56-58.

38. En 1907 fue creada la Corte de Justicia Centroamericana que funcionó hasta 1917. Fue el primer Tribunal
permanente de Justicia Internacional que hubo en el mundo. Entre las competencias de esta Corte cabe destacar,
además de la de conocer todas las controversias que le sometieran los Estados partes, "Conocer de las cuestiones que
iniciasen los particulares de un país centroamericano contra alguno de los otros Gobiernos contratantes por violación
de tratados, y en los demás casos de carácter internacional, fuere que su propio gobierno apoyase o no la reclamación
(art. II). Para conocer de los casos que ocurrieron entre algunos de los gobiernos contratantes y personales
particulares cuando de común acuerdo le fueren sometidos. Ver Carlos García Bauer "El Sistema de Justicia
Internacional y Corte de la Haya" Guatemala, 1976. El autor inserta varios casos.
La sentencia nottebohm del 6 de abril de 1955; según la cual un Estado no podría
asumir la protección diplomática de un individuo al que considera como nacional suyo,
cuando el vínculo de nacionalidad no es suficientemente efectivo. (I.C.J. Rerport 1955,
pág. 4).

El fallo de la Corte Internacional de Justicia, en caso Boíl, surgido entre Holanda y


Suecia con motivo de la aplicación de la Convención de La Haya de 1902 para
reglamentar la tutela de menores (I.CJ. Reports 1959, pág. 6). Este fallo introduce
precedentes en materia de conflicto entre un tratado y una disposición nacional.

La sentencia Barcelona del 5 de febrero de 1970 de la CU., en la que se decidió que la


calidad para ejercer la protección diplomática de una compañía o sociedad, pertenece
sólo al Estado bajo cuyas leyes ésta se ha constituido y sobre el territorio del cual ésta
tiene su sede, y no a aquel Estado del cual los principales accionistas son nacionales.
I.C.J. Reports 1970, pág. 3.

Aunque de carácter transitorio, han sido creados órganos jurisdiccionales para conocer
conflictos de Derecho Internacional Privado que surgieran en las relaciones bilaterales
entre algunos Estados, tales son los ejemplos de las llamadas Comisiones de
Reclamaciones, formadas entre México y Estados Unidos "para Estados suscritos por
pérdidas o daños sufridos en sus personas o en sus propiedades.

A tribunales internacionales se les ha confiado las atribuciones de interpretar tratados.


Así el art. 36 de la Corte Permanente de Justicia contempla una cláusula facultativa, en
virtud de la cual los Estados parte en los referidos Estatutos podrán declarar en
cualquier momento que reconocen como obligatoria la jurisdicción de esos órganos
judiciales internacionales en las controversias que versen, entre otros, sobre la
interpretación de un tratado.

Los Estados miembros de la comunidad Europea contemplan esa atribución de


interpretación por una jurisdicción internacional.

Al insertar la jurisprudencia como fuente internacional, es preciso esclarecer que la


misma constituye una fuente auxiliar, indirecta.
39. Ver: Max Kestler Farnes: Perspectivas Metodológicas en el Derecho Internacional Privado. Revista Asociación
Guatemalteca de Derecho Internacional, 1984, voL n.

40. Para mayores ejemplo, ver Carlos Arellano García; op. cit. pág. 74.

41. Ver: H. Batiffol; op. cit., págs. 48-49.

Estos órganos jurisdiccionales a los que hicimos referencia tienen como tarea aplicar
normas jurídicas a casos concretos, no crearlas.

Como bien señala Antonio Truyol, "las sentencias de los tribunales internacionales... no
tienen carácter jurídico formal, pues la función judicial consiste cabalmente en la
aplicación, y no en la creación del derecho.

Lo antes dicho no debe conducir a negar el rol de las decisiones de organismos como la
CU en el proceso de desarrollo del Derecho Internacional, sobre todo el Derecho
Internacional Público.
La idea de crear órganos jurisdiccionales internacionales para conocer exclusivamente
de los litigios entre particulares y entre particulares y Estados extranjeros, aparecen en
algunos textos.

La Doctrina

Al insertar la Doctrina como fuente internacional auxiliar o indirecta, nos referimos, tal
como advertimos al analizarla como fuente nacional de esta rama del derecho, a la labor
correspondiente a los Congresos, Conferencias e Instituciones Internacionales
consagradas al Estudio de los problemas materias del Derecho IntemacionaJ Privado.
En efecto, El Derecho Internacional Privado ha sido objeto de trabajo de una serie de
asociaciones e instituciones científicas. Entre ellos cabe destacar: el Instituto de
Derecho Internacional, fundado en Gante en 1873. Los resultados de los trabajos de sus
sesiones se publican en un Anuario.

La Asociación de Derecho Internacional (International Law As-sociation), creada en


1873 en Bruselas y con sede actual en Londres. Las Conferencias y las resoluciones que
de ellas emanan son publicadas en los "Reportes" (Reports).

Entre sus trabajos cuentan una importante obra relativa a la unificación del Derecho
Marítimo.44

La Academia Internacional de Derecho Comparado, fundada en Ginebra en 1924. Sus


reuniones anuales se celebran en La Haya. Los resultados de sus sesiones se publican en
una Colección (Recueil).
42. Antonio Truyol: Fundamento de Derecho Internacional Público; Madrid 1970, pág. 103.

43. Manuel García Calderón; op. cit., pág. 21, y Carlos Arellano García; op. cit., pág. 74.

44. Sobre las labores de estas Instituciones, ver Niboyet, op. cit., págs. 63-64.

El Instituto Americano de Derecho Internacional, fundado en 1912, cuya colaboración


en el citado Código Bustamante es encomiable.
El Instituto Hispano Luso-américano de Derecho internacional. Fundado en Madrid en
1951.

Existe además una actividad colectiva científica a nivel nacional, 45 asociaciones e


institutos.

Todas esas instituciones han contribuido grandemente al avance y desarrollo del


Derecho Internacional Privado. "Numerosas son ya las resoluciones... que han inspirado
Leyes o tratados", nos dice Niboyet refiriéndose a una de esas instituciones.

Por último, queremos destacar los trabajos de los congresos y conferencias


internacionales, cuyos esfuerzos codificadores, en sentido global y sectorial, han
contribuido decisivamente al desarrollo de ésta rama de derecho.

Hemos citado ya en este capítulo algunos de estos cónclaves internacionales, como p. ej.
las Conferencias de La Haya y las Conferencias en América; que tienen como precursor
el Congreso de Lima de 1877-1879.
Muchos son los convenios en materia de Derecho Internacional Privado vigentes y no
vigentes emanados de esas Conferencias, muchos de los cuales serán objeto de análisis
en este libro.

La Costumbre Internacional

La noción de costumbre la hemos concebido en este capítulo al referirnos a su ubicación


como fuente nacional del Derecho Internacional Privado. Sus elementos componentes
no varían al hablar de la misma en su versión internacional. Es decir, existe un elemento
material que se traduce en una práctica continua y reiterada, esta vez de los Estados; y
un elemento subjetivo o psicológico, o sea, la convicción de que determinada práctica,
determinado tipo de conducta se hace con arreglo a una norma jurídica; que su
observancia, por tanto, es obligatoria.

Muchos autores coinciden en que el rol de la costumbre en Derecho Internacional


Privado es definitivamente de un valor inferior al desempeñado en Derecho
Internacional Público. "En Derecho de gente
45. Ver: Carlos Arellano García; op. cit., pág. 76.
46. Niboyet; op. cit., pág. 63.
señala Niboyet hay muchas costumbres de ésta clase; pero en Derecho Internacional
Privado hay muy pocas".

Al referirse a las reglas consuetudinarias, BatifTol dice que "Es necesario seguramente
constatar que las reglas susceptibles de expresar el sentimiento de una obligación
internacional positiva son poco numerosas".

Podría haber normas pertenecientes al DI Público consuetudinario y reguladores de


problemas de DI Privado dice a su vez Goldschmitd, pero de hecho es difícil que
existan, puesto que su existencia no sólo supone que una determinada norma sea
admitida en casi todos los derechos civilizados, sino que, además, haría falta que su
inadmisión fuese considerada por la comunidad internacional como una infracción del
DI Público.49

"En Derecho Internacional Privado su presencia como fuente formal dice Arellano
García al referirse a la costumbre internacional es de escasísima relevancia, aunque no
hasta el grado de que deba eliminarse.

Entretanto esos autores arriba citados reconocen que existen reglas ancianas
consuetudinarias reconocidas y aceptadas. Cabe mencionar aquí la regla Locus Regit
Actum, la aplicación a los inmuebles la ley de su situación, o las que menciona Niboyet
"la obligación reconocida por los Estados de ejecutar las sentencias dictadas en sus
respectivos territorios con arreglo a las condiciones que ellos fingen; la regla de la
mutua ayuda jurídica entre las autoridades judiciales para la comunicación de
determinados actos; y, por último la aplicación de las leyes extranjeras, en una cierta
medida, por lo menos".

Los Principios Generales de Derecho

Al hacer referencia a la Jurisprudencia como fuente del Derecho Internacional Privado,


destacábamos las decisiones de órganos judiciales internacionales como la Corte
Permanente de Justicia Internacional y la Corte Internacional de Justicia, que si bien su
competencia se limitaba o limita a conocer casos que fueran sometidos por los Estados,
han emitido fallos que interesan al Derecho Internacional Privado, y a los cuales
hicimos referencia.

47. Niboyet; op. cit., pág. 59.


48. H Batiffol; op. cit. pág. 28.
49. Goldschmidt, op. cit., pág. 35
50. Arellano García; op. cit., pág. 72.
51. Niboyet; op. cit, pág. 59.

La Corte Internacional de Justicia contiene en el art. 38 de su Estatuto una disposición


que viene siendo considerada casi generalmente en la práctica internacional y en la
doctrina como el punto departida para la enumeración de las fuentes del Derecho
Internacional. En efecto, inmediatamente seguido de los tratados y de la costumbre
internacionales enumera a los principios generales de derecho.

Los principios en cuestión han dado lugar a una serie de variadas apreciaciones en la
literatura jurídica, muchos consideran que la Corte se refiere a los principios de los
sistemas jurídicos nacionales, comunes para todas las naciones civilizadas.

Al criticar a esa apreciación, algunos argumentan que la CU está llamada a aplicar el


derecho internacional y emplean la expresión "principios generales de derecho" en el
sentido de considerar que se está haciendo referencia a los principios fundamentales del
derecho internacional.

Sin embargo, el mencionado art. 3 8 del Estatuto de la CU habla no de los principios


generales del derecho internacional, sino de principios generales de derecho. Se trataría,
pues de tales disposiciones que son comunes tanto para los sistema jurídicos nacionales
como para el derecho internacional.

La invocación de la CU a esos principios ha sido prudente y poco frecuente.

En una opinión consultiva en ocasión de reservas hechas a la Convención Sobre


Genocidio (28-5-1951), la CU se pronunció al respecto, diciendo "Los principios que se
hallan en la base de la Convención son principios reconocidos por las naciones
civilizadas como obligatorios para los Estados, aunque no mediase a su respecto vínculo
convencional alguno".

Algunos autores enumeran esos principios al referirse al art. 3 8 de la CU. Tales como la
no retroactividad de la ley, la autoridad de la cosa juzgada, la reparación del daño
causado, la nulidad de los actos jurídicos por vicio del consentimiento, el cumplimiento
de buena fe de las obligaciones, etc.

Aunque es difícil fijar una relación completa y autorizada de esos principios generales,
pensamos en aquellos principios de validez universal, aplicables tanto al sistema
jurídico nacional como al internacional, y que los Estados en sus relaciones recíprocas y
con los particulares, los tribunales en sus decisiones, y en fin todo aquel que pretende
enjuiciar la validez de un precepto han de tomar en cuanta.
La labor complementaria de los referidos principios nos luce, pues difícil de negar.
CAPITULO IV
LA NACIONALIDAD
La Noción de Nacionalidad, Definición: Implicaciones Jurídicas del Vínculo. Sujetos de
la Calidad de Nacional Personas Físicas y Personas Morales. Nacionalidad y
Ciudadanía. Reglas Sobre Nacionalidad. Los Sistemas de Adquisición de la
Nacionalidad. Fundamentos de los Sistemas. Sistemas Mixto. Modo Derivado o
Adquirido de la Nacionalidad. La Naturalización. La Opción. Doble Nacionalidad.
Conflictos de Nacionalidad. Apatridas. Pérdida y Readquisición de la Nacionalidad.
La Noción de Nacionalidad. Definición. Nacionalidad y Ciudadanía.

Es inevitable referirse a la noción de nacionalidad en su acepticón sociológica, o como


algunos autores prefieren, de hecho, y su acepción jurídica, "Un mismo individuo -nos
dice Batiffol- puede pertenecer de hecho a una determinada nacionalidad y
jurídicamente a otra".

Ilustra luego su observación con el ejemplo de Polonia, ya citado por Niboyet, según el
cual los Polacos a consecuencia de los repartos de su territorio en el siglo XIX, tenía de
derecho la nacionalidad rusa, alemana o austríaca, y de hecho eran nacionales polacos.
Sociológicamente, la nacionalidad se traduce en un vinculo que podríamos aceptar
como espiritual de un individuo con una comunidad definida como nación.

La raza, el lenguaje, la religión, la geografía son factores predominantes en la formación


de una comunidad nacional.

Algunos pensadores advierten que lo esencial de la nacionalidad en su acepción


sociológica consiste hoy día en el hecho prolongado de la vida en común, provocando
por algunos de los factores señalados arriba; y más o menos favorecidos por los
accidentes de la historia, lo que conduce a la formación de una mentalidad; que se
interpreta como maneras de pensar, de sentir y de actuar que oponen unos pueblos a
otros y conducen a la formación de una literatura, de un arte, de instituciones jurídicas,
de una civilización material, y finalmente de todo un modo de vida, propios a cada
nacionalidad.

1. H. Batiffol; op. cit., pág. 59

En su acepción jurídica, la nacionalidad evoca una realidad distinta.

En ella está implícita la noción de Estado, visto como la entidad basada en la


concordancia de tres elementos; un territorio, una población y un gobierno que ejerce su
autoridad en ese territorio y sobre esa población. La determinación de quienes integran
esa población es el objeto del derecho de la nacionalidad.

Cuando aquí nos referimos a la nacionalidad es en su versión de institución jurídica.


Conviene no confundir la noción de Estado con la nacionalidad.
Dentro de un mismo Estado pueden existir nacionalidades, empero como veremos,
jurídicamente habrá una sola nacionalidad. Claro, como advierten justamente algunos
autores, "si el grupo social, con las características típicas de "nación" tiene la fortuna de
constituirse en Estado, habrá motivo, respecto de las personas físicas, para confundir la
noción sociológica, con la jurídica.

La consideración de Niboyet sobre éste tema de la relación Nación-Estado es bastante


esclarecedora. Nos dice, al respecto: "El famoso principio de las nacionalidades ha
tenido por objeto proclamar el derecho de determinados grupos para emanciparse y
constituirse en Estado. Pero este principio sólo encerraba una esperanza; mientras ésta
no fue realizada, el principio de las nacionalidades no podía tener ninguna influencia en
el composición del Estado, ni, por consiguiente, en la nacionalidad"4

Definición

Podemos observar en los diversos textos que hacen referencia a la nacionalidad,


específicamente en los de Derecho Internacional Privado,

vista ésta como materia de esa rama del derecho, o como punto de conexión, que cada
autor nos ofrece una definición propia, más en ellas se percibe un elemento común.
Veamos algunas de estas definiciones:

Para Niboyet, la nacionalidad "es el vínculo político y jurídico que relaciona a un


individuo con un Estado".

A. Weiss, a su vez, la define como el "vínculo contractual que une al Estado a cada uno
de sus miembros". Para Batiffol la nacionalidad se puede definir como "la pertenencia
jurídica de una persona a la población constitutiva de un Estado".

Lucio Moreno Quintana nos dice que "La nacionalidad es el vínculo jurídico contractual
que une a una persona con determinado Estado.

La nacionalidad dice C. Arellano García- es la institución jurídica a través de la cual se


relaciona una persona física o moral con el Estado.

Todas esas definiciones hacen referencia a un vínculo de la persona con el Estado. Es un


punto de partida esencial, pues nos advierte que la regulación de la nacionalidad es
competencia de los Estados.

Entretanto, cabe subrayar que los Estados que otorgan la nacionalidad son aquellos
sujetos del Derecho Internacional, no los Estados que conforman una federación.

Algunas de las definiciones transcritas más arriba se las ha criticado entre otras, cuando
le otorgan al vínculo jurídico con un carácter "contractual", o un carácter político.

De darle a la nacionalidad la calidad de vínculo político provocaríamos una necesaria


confusión con la ciudadanía en la que siempre hay una vinculación política. En la
nacionalidad no existe forzosamente ese lazo político ya que ciertas personas físicas, no
ciudadanas, carecen de vinculación política y sin embargo tienen nacionalidad, por
ejemplo los menores de edad que no tienen derechos políticos y que, poseen nacio-
nalidad".10
2. H. Batiffol; op. cit., pág. 60
3. Carlos Arellano García; op. cit., pág. 126
4. Niboyet; op. cit., pág. 79
5. Niboyet; op. ci/.,pág. 77
6. A. Weiss; op. cit, pág. 185.
7. H. Batiffol; op. cit., pág. 60.
8. Lucio Moreno Quintana; "El Sistema Internacional Americano"; tomo V Buenos Aires 1926, pág. 279.
9. C. Arellano García, op. cit., pág. 123.
10. C. Arellano García, op. cit., pág. 121.

"Frente a la potestad del Estado para fijar el status de sus miembros, resulta inadecuada
la definición de Weiss al considerar la nacionalidad como un contrato, ya que la
voluntad del Estado prevalece sobre la del individuo y no se da la bilateralidad común a
los contratos".

Si uno lee detenidamente la obra de A. Weiss puede colegir que este eminente jurista se
refiere a una voluntad presunta del individuo recién nacido, "Voluntad que
verosílmilmente tendría si estuviera en estado de hacerla conocer".

Ahora bien, consideramos que, al tratar de explicar la naturaleza jurídica de la


nacionalidad como una suma de voluntades, la expresión "contractual" se adecúa con
mayor precisión y unívocamente cuando nos referimos a uno de los modos de adquirir
la nacionalidad, específicamente a la naturalización solicitada, y de la que más adelante
trataremos.

Las definiciones generalmente están sometidas a observaciones o criticas, unas son más
vulnerables que otras. Vemos, no obstante, que en lo concerniente a la nacionalidad
todos convergen en considerar esa institución como el vínculo jurídico de la persona
con el Estado. La adjetivización del vínculo es lo que ha motivado el desacuerdo.
Implicaciones Jurídicas del Vínculo

El vinculo jurídico implícito en la noción de nacionalidad supone consecuencias


jurídicas tanto en el orden interno como en el internacional.

Una característica de este vínculo es su estabilidad, interpretada en el sentido de que


este vínculo de la persona con el Estado subsiste independientemente de que la misma
se halle en el territorio de su Estado o fuera de él. Conviene precisar que esta
consideración la ajustamos a las personas físicas, pues, como veremos, la noción de
nacionalidad se le aplica también a las personas morales.

Esa característica del vínculo implica que a la luz de Derecho Internacional Público sólo
los nacionales gozan de pleno derecho de la protección del diplomático cuando están en
un país extranjero, y del conjunto de reglas admitidos por los Estados en sus relaciones
reciprocas; por ejemplo en materia contractual en beneficio de sus nacionales. En
Derecho Internacional Privado, que interviene en esta materia, en cuanto el estado y la
capacidad de la persona, somete ésta última a la ley de su Estado.

11. Manuel García C. op. cit., pág. 381.


12. A. Weiss; op. cit, pág. 187.

En derecho Público interno, sólo los nacionales, cuando llegan a determinada edad -
edad ciudadana- ejercen los denominados derechos políticos; a saber: el derecho a elegir
y ser elegido y ocupar cargos públicos. Pero en cambio, los nacionales tienen también
deberes exclusivos para con su Estado, como por ejemplo prestar servicio militar.

Es decir, de ese vínculo jurídico nacen derechos y obligaciones reciprocas entre la


persona y el Estado, sin que con ello avalemos la idea de que se trate de un contrato
bilateral.

Sujetos de la Calidad de Nacional. Personas Físicas y Personas Morales.-

Vista la noción de nacionalidad como la pertenencia jurídica de una persona a la


población constitutiva de un Estado, sólo las personas físicas son susceptibles de poseer
una nacionalidad.

Lo mismo ocurriría si se plantea la nacionalidad, como lo hace Niboyet, como un


vínculo político entre un individuo y un Estado.

Entretanto, a las personas morales, que son personas jurídicas en el sentido de que
disfrutan de derechos, se le extiende la noción de nacionalidad. La doctrina está dividida
en lo que respeta a atribuirle la noción de nacionalidad a las personas morales. Como
advertirnos, la aceptación o negación de la calidad de nacional a las personas depende
del concepto que se fije de la nacionalidad.

Ahora bien, incluso los partidarios de considerar a las personas morales como sujetos de
la calidad de nacional, concuerdan en que bajo ninguna manera, se pueda identificar
plenamente la nacionalidad de las personas físicas con la nacionalidad de las personas
morales.

Rasgos comunes lo habrá, pero las diferencias son fácilmente detectables.

13. Algunos autores, con justa razón prefieren utilizar la expresión "elemento humano nacional , porque el término
"población, abarca a nacionales y extranjeros y sólo los nacionales forman un elemento esencial del Estado". (Ver: C.
Arellano García, op. cit, pág. 240.

"El vocablo -dice Batiffol refiriéndose a la nacionalidad de las personas morales-


responde a una concepción profundamente diferente el termino nacionalidad tiene
aquí no más que un valor imaginario
„ 14

Más adelante examinaremos las personas morales, donde expondremos los diversos
criterios para determinar la atribución de nacionalidad a las mismas.

Muchos autores, incluso los que niegan nacionalidad a las personas morales, admiten lo
difundido y afianzado de la tesis que atribuye nacionalidad a las personas morales. "La
idea de una nacionalidad de las sociedades es demasiado arraigada en la práctica para
que la doctrina pueda imponer una modificación". "El Derecho Positivo, dice a su vez
Batiffbl, persiste en emplearlo refiriéndose al término nacionalidad a las personas
morales- como para que uno pueda disociar el estudio de ellas".

Nacionalidad y Ciudadanía

Podemos fácilmente observar en distintos textos que tratan la materia relativa al vínculo
jurídico que une a las personas con el Estado, que nosotros aquí denominamos
nacionalidad, emplear el término ciudadanía.

Otras veces ambos términos -nacionalidad y ciudadanía- se utilizan indistintamente.


Entretanto, conviene llamar la atención sobre la diferencia que se establece, sobre todo
en el marco de las disposiciones legales de algunos países, y así evitar confusiones.

El término ciudadanía proviene de la palabra latina civitas, que como se advierte, tiene
un significado equivalente al concepto de Estado moderno. La institución de la
ciudadanía adquirió carácter de estabilidad con la organización de las ciudades-Estados,
en las cuales predominaba, precisamente, un espíritu de ciudad, un espíritu de
ciudadanía. Ciudadano, en el concepto griego de entonces, equivalía a persona
calificada para ejercer los derechos civiles y políticos. La nacionalidad se refundía
dentro del concepto de ciudadanía.

14. H. Batiffol; op. cit., pág. 64.

15. Niboyet; op. cit., pág. 80.

16. H. Batiffol; op. cit., pág. 64.

17. En muchos textos de autores rusos se emplea el término "Grazdanstvo", que se traduce como ciudadanía.

Con las transformaciones operadas en el curso de la historia, se amplío el alcance de la


nacionalidad, al transformarse la antigua ciudadanía griega en nacionalidad feudal
basada en un criterio eminentemente territorial, luego absorbido por las monarquías
absolutistas en los Estados de la Edad Moderna.

El advenimiento de la Revolución francesas transforma el concepto feudal de la


nacionalidad, al considerara ésta como ese vínculo jurídico que une a una persona
conunpaísyno con su soberano. El subdito se transformó en nacional con el pleno goce
de los derechos civiles y políticos que venían a ser su consecuencia, insertos éstos
últimos en el concepto de ciudadanía como una expresión de la nacionalidad. No puede,
pues, concebirse una ciudadanía sin una nacionalidad.

La necesidad de evitar la sinonimia de los términos nacionalidad y ciudadanía se


expresa, como advertimos, en la distinción que se hace de ambas instituciones en la
legislación de los países americanos.

En efecto, la mayoría de los países americanos, en sus respectivas legislaciones se


refieren a la ciudadanía como el conjunto de derechos políticos que pueden disfrutar los
nacionales. La nacionalidad, entendida como ese vínculo jurídico del individuo con el
Estado, con todas sus consecuencias de derecho y deberes, es un requisito indispensable
para obtener la ciudadanía. Las legislaciones nacionales fijan las condiciones para la
obtención de la ciudadanía, que generalmente conciernen a requisitos de edad. Ello
significa que puede haber nacionales que no sean ciudadanos; mas al contrario, no
puede haber ciudadanos que no sean nacionales. La ciudadanía tiene como presupuesto
la nacionalidad.

Más adelante veremos que la nacionalidad puede adquirirse de modos diferentes. La


adquisición de la ciudadanía no está condicionada al modo de adquirir la nacionalidad.
La pérdida de la nacionalidad conlleva implícitamente la pérdida de la ciudadanía, más
la pérdida de esta última no siempre provoca la pérdida de la primera.

La Constitución de la República Dominicana vigente (de 1966) en el artículo 11


determina quienes son nacionales y en el artículo 12 indica quienes son ciudadanos. El
artículo 9 especifica los deberes de los nacionales y ciudadanos dominicanos. El artículo
13 señala los derechos de los ciudadanos. La causa de pérdida de la nacionalidad estaba
contemplada en el párrafo IV, acápite 4 artículo 11, y la de la ciudadanía en el artículo
14. Estas observaciones nos llevan a considerar el porqué en la República Dominicana,
al igual que acontece en otros países americanos, sería incorrecto utilizar
indistintamente los términos ciudadanía y nacionalidad.

Reglas sobre la Nacionalidad

La nacionalidad es sustancialmente regulada por la legislación propia a cada Estado.


Este planteamiento ha sido reconocido como principio en la doctrina, en la
jurisprudencia y en instrumentos internacionales. En efecto, el artículo 1 de la
Convención de La Haya de 1930 "Concerniente a ciertas cuestiones relativas a los
conflictos de leyes sobre nacionalidad" admitió que "corresponde a cada Estado
determinar según su legislación quienes son sus nacionales".

La Corte Permanente de Justicia Internacional, en sus opiniones consultivas, sobre el


asunto relativo a los decretos de nacionalidad en Túnez y Marruecos, y sobre la
interpretación del Tratado sobre Minorías del 28 de junio de 1919 entre Polonia y las
potencia aliadas, confirmó el principio aludido. El mismo principio fue repetido por la
Corte Internacional de Justicia en su sentencia sobre el Asunto Nottebohm, del 6 de
abril de 1955 (I.C.J. Reports 1955, p.4).

Ahora bien, en qué medida el Derecho Internacional 'Vincula al Legislador nacional en


su libertad de fijar las regias sobre nacionalidad? La jurisprudencia internacional y
algunos instrumentos internacionales han mencionado la existencia de límites a esa
libertad, refiriéndose a "las convenciones internacionales, la costumbre internacional y
18 los principios de derecho generalmente reconocidos".

Sin embargo, como bien señalan algunos autores, ni la Convención de La Haya de 1930,
ni las citadas opiniones de la Corte indican las reglas positivas del Derecho
Internacional que vendrían a limitar la libertad de los Estados para fijar las reglas sobre
nacionalidad.

La doctrina, en cambio, sin cuestiona la competencia del Estado para determinar por su
legislación quienes son sus nacionales, admite la
18 En ese sentido se expresa la Convención de La Haya de 1930. En las citadas opmjones consumas de la Corte
Permanente de Justicia Internacional se hace referenaa a los Tratados
existentes.
19. H. Batiffol; op. cit., pág. 64

existencia de ciertas reglas que los Estados no deben ignorar ünn la referida materia.
Las mismas son generalmente tomadas en cuenta por los Estados y han sido acogidas en
algunos instrumentos internacionales.

El Instituto de Derecho Internacional se pronunció en su sesión de Cambridge de 1895


en favor de la observancia, en materia de nacionalidad, de los principios siguientes: 1.-
Nadie debe carecer de nacionalidad. 2.- Nadie puede tener simultáneamente dos
nacionalidades. 3.-Cada uno debe tener el derecho de cambiar de nacionalidad. 4.- La
renuncia pura y simple no basta para perderla. 5.- La nacionalidad de origen no debe
transmitirse indefinidamente de generación en generación establecida en el extranjero.
En el Preámbulo de la Convención de La Haya de 1930 se dice que "es de interés de la
comunidad internacional hacer admitir por todos sus miembros que todo individuo
debería tener una nacionalidad y no poseer más que una".

La Declaración Universal de Derechos del Hombre de 1948, en su artículo 15, reza que
"Toda persona tiene derecho a una nacionalidad. A nadie se privará arbitrariamente de
su nacionalidad ni del derecho a cambiar de nacionalidad".

Los diversos autores que tratan esta materia están de acuerdo con la existencia de esas
reglas. Niboyet por ej emplo nos cita tres reglas fundamentales; a saber: " 1) Todo
individuo debe tener una nacionalidad. 2) Debe poseerla desde su nacimiento. 3) Todo
individuo puede cambiar voluntariamente de nacionalidad con el asentimiento del
Estado interesado".20

Ciertamente, los Estados al legislar toman generalmente estas reglas dándole una base
ampliamente reconocida. Sin embargo, en las práctica resultan frecuentes los casos de
individuos sin nacionalidad y de individuos poseedores de más de una nacionalidad.
Surgen así los casos de apatridas y de doble nacionalidad, generadores de conflictos de
nacionalidades.

Las causas de estos fenómenos se analizarán más adelante cuando veamos los modos de
adquisición, modificación y pérdida de la nacionalidad.

20. Niboyet; op. cit, pág. 83.

Los Sistemas de Adquisición de la Nacionalidad

Una clasificación generalmente aceptada de los modos de adquirir la nacionalidad es el


de origen u originario y el adquirido. La nacionalidad es originaria cuando se deriva del
nacimiento, y en este caso, está fundamentada en la voluntad del Estado, en otras
palabras, es forzoso por imposición de las legislaciones. Es adquirida cuando resulta de
un hecho de la persona, en cuyo caso es voluntaria o semivoluntaria.

Las legislaciones en materia de adquisición originaria de la nacionalidad pueden ser


reducidas a tres sistemas distintos: el sistema fundado en el Jus Sanguinis, que se
determina por la filiación; el sistema Jus Soli, también llamado de la territorialidad, por
estar determinado por el lugar del nacimiento; y el sistema mixto, convinación de los
sistemas enumerados, completándose con el sistema contrario.

MODO ORIGINARIO DE ADQUISICIÓN DE LA NACIONALIDAD

Sistema Jus Sanguinis

Según este sistema, la nacionalidad de los individuos se determina por la filiación. Los
hijos tienen la nacionalidad de sus padres.

El fundamento de este sistema descansa, ante todo, en el factor biológico, haciendo


depender la nacionalidad del hijo de la del padre, y haciendo caso omiso del lugar de
nacimiento.

Pertenecen al sistema Jus Sanguinis la mayoría de los Estados europeos. Algunos países
de América han sustentado este sistema en determinado período de su desarrollo
constitucional. Así p. ej, la constitución mejicana de 1857, y la de 1917 establecen que
"Son mexicanos por nacimiento los hijos de padres mexicanos, nacidos dentro o fuera
de la República", siempre que en este último caso los padres sean mexicanos por
nacimiento. Apartir de la reforma de 1933 a la Constitución de 1917 y a partir de la Ley
de nacionalidad y naturalización, el sistema Jus Sanguinis, si bien no fue eliminado en
términos absoluto, es combinado con el sistema Jus Soli.
21. Ver: Carlos Arellano García, op. cit., pág. 175 y ss.

La Constitución haitiana vigente adopta el sistema Jus Sanguinis, al decir en su art. 11


que: "poseen la nacionalidad haitiana de origen, todo individuo nacido de un padre
haitiano o de una madre haitiana quienes a su vez, son haitianos de nacimiento y jamás
han renunciado a su nacionalidad al momento de su nacimiento".

Sistema Jus Soli

En el sistema Jus Soli la principal característica la constituye la determinación de la


nacionalidad por el lugar del nacimiento del individuo. Todos los individuos nacidos en
el territorio de un Estado tienen la nacionalidad del mismo, con prescindencia de la
nacionalidad de sus padres. A diferencia del sistema Jus Sanguinis, cuyo fundamento
estriba, ante todo, en la biología, puede decirse que el sistema Jus Soli se fundamenta en
una ley sociológica que, bajo la influencia del medio ambiente vincula a los individuos
mediante la educación, las ideas y las costumbres al país donde nació.

Los orígenes del sistema Jus Soli re remontan a la época feudal, sistema que, como dice
A. Weiss "hacía del hombre el esclavo y el acce-

22 sonó inseparable de su tierra natal".

Entretanto, el sistema Jus Soli no siempre ha respondido a la idea de someter al hombre


al dominio del señor feudal. La motivación o fundamento racional para la escogencia
del mismo ha sido, como veremos, distinta en los Estados americanos. En efecto, la
mayor parte de ellos adoptaron el sistema Jus Soli, constituyéndose en base fundamental
de sus legislaciones sobre nacionalidad, aunque con el transcurso de los años se
manifiesta la tendencia de combinarlo con el Jus Sanguinis.

La Constitución de la República Dominicana de 1907, establecía que eran dominicanos:


lro. todos los nacidos en el territorio de la República Dominicana, "sean cual fuere la
nacionalidad de sus padres". Cierto, como lo analizaremos luego, esa misma
constitución contempla una excepción a esa sustentación del Jus Soli.
Fundamento de los Sistemas

El fundamento del Jus Sanguinis tiene varias ramificaciones.


22. Ver: A Weiss, op. cit., pág. 187.

Este sistema produce una cadena biológica donde predomina siempre el vínculo de la
sangre y la ley de la herencia va reproduciendo los caracteres genéricos de sus
antecesores a través de los tiempos y a través de los países. Se considera que es el
sistema más seguro para vincular a los individuos a su país de origen, así como a sus
descendientes, y el que mejor contribuye al mantenimiento de una nacionalidad
uniforme.

Se argumenta, además, que con el mismo la identificación de hijo de sus padres es más
marcada, y es garantía de la unidad familiar, la que estaría amenazada con la adopción
del sistema contrario.

El Jus Soli, en cambio, se fundamenta en otras razones; específicamente, sociológicas.


Se argumenta que las costumbre, las ideas y la educación recibidas por el individuo en
el medio donde nació forjan una mentalidad que hace desvanecer la influencia
hereditaria. Como dice la frase: "El lugar hace al hombre".

Ciertamente, estas argumentaciones no dejan de ser convincentes, mas habría que


conferirles valor relativo y no desligar la escogencia por parte de los Estados de uno u
otro sistema de las razones históricas y políticas. "La cuestión dice Niboyet refiriéndose
al problema del Jus Soli y el Jus Sanguinis es más de orden político y práctico que de
origen étnico... la situación demográfica es la que impone la solución".

En América, tal como señalamos, el Jus Soli fue el sistema más adecuado en este
continente para resolver los problemas de la nacionalidad.

Pensamos ante todo en un factor de orden histórico a la formación de los Estados de


esta región del mundo. En efecto, los creadores de las nacionalidades americanas fueron
criollos, hijos de europeos nacidos en el territorio de América. Era pues, lógico que
ellos se consideraran los propios nacionales de los países cuya emancipación habían
logrado.

Por otra parte, una razón de índole político de mayor pero a la adopción americana del
Jus Soli: los nuevos Estados americanos tenían forzosamente que considerar como
nacionales a los nacidos en su territorio, ya que en caso contrario no aumentarían
suficientemente supobla-ción. Las conveniencias y los intereses de Europa eran
precisamente contrarios: la no adopción del Jus Sanguinis significaba ir perdiendo
23. Niboyet, op. cit., págs. 88-89.
paulatinamente su población, debido a las continuas emigraciones. Como certeramente
advierte Niboyet: "Para un país de inmigración, constituye, a veces, una necesidad
política, y una cuestión, por lo tanto, de vida o muerte, absorber esos extranjeros lo más
rápidamente posible, para lo cual tendrán que haber amplias aplicaciones del Jus Soli".
Sistema Mixto

Como vemos, los factores que inciden en la determinación de los Estados para fijar
quienes son sus nacionales son varios; unos, como lo es la situación demográfica del
país, pesan más que otros.

Entretanto, la complejidad de intereses involucrados en esa determinación puede influir


en el legislador para no adoptar tal o cual sistema de una manera absoluta. Ello explica
el porqué muchos países adoptan una postura ecléptica en materia de fijación de la
nacionalidad por nacimiento. Es decir combinan, en sus disposiciones constitucionales
acerca de la nacionalidad, el sistema del Jus Soli con el Jus Sanguinis, haciendo primar
uno y otro sistema. Es lo que denominamos sistema mixto.

El artículo 11 de la Constitución vigente de la República Dominicana consagra que son


dominicanos " 1ro. Todas las personas que nacieren en el territorio de la República, con
excepción de los hijos legítimos de los extranjeros residentes en el país en
representación diplomática o los que estén en tránsito en él". 2do. Las personas que al
presente estén investidos de esta calidad en virtud de constituciones y leyes anteriores.
3ro. Todas las personas nacidas en el extranjero de padre o madre dominicanos, siempre
que, de acuerdo con las leyes del país de su nacimiento, no hubieren adquirido una
nacionalidad extraña, o que, en caso de haberla adquirido, manifiesten, por acto ante un
oficial público remitido al Poder Ej ecutivo, después de alcanzar la edad de diez y ocho
años, su voluntad de optar por la nacionalidad dominicana".

Observamos, pues, en las disposiciones citadas de la Constitución dominicana un


ejemplo de combinación del Jas Soli con el Jus Sanguinis.

Sin pretender en esta obra hacer un estudio comparado sobre este aspecto, ilustraremos
aquí, por el particular interés para nuestro país, la postura que ob serva la legislación de
los Estados Unidos en esta materia.

24. Niboyet, op. cit., pág. 89.

El sistema que prevalece en la legislación norteamericana es el Jus Soli. Sin embargo,


nunca ha determinado ser éste un sistema categórico y, por la adopción frecuente del
Jus Sanguinis^ se puede considerar que la legislación de Estados Unidos clasifica al
respecto entre los del sistema mixto. Para los Estados Unidos las concepciones de
nacional y ciudadano quedan refundidas en el vocablo citizen que, literalmente,
significa ciudadano aunque jurídicamente el concepto tenga un sentido más amplio. Se
entiende por Cityzeship la institucional conjunta de la ciudadanía y de la nacionalidad.
Como advierten justamente muchos autores, la constitución de los Estados Unidos de
Norteamérica no definió la ciudadanía.
El párrafo 4to., sección 8va. de la misma dio atribución al Congreso Federal de:
"Establecer reglas uniformes de la naturalización en todos los Estados Unidos. "Hasta la
sanción de la enmienda XIV, muchos fueron los debates acerca del alcance de tal
disposición.

Y varias leyes la interpretaron, así como a la institución misma de la Citizenship. Hasta


1824 las leyes trataban solamente de la naturalización, mas no daban solución a los
asuntos concernientes a la ciudadanía y la nacionalidad. Fue enmendada esa omisión
por la ley de 1855, al declarar ésta que las personas nacidas de padres americanos, fuera
de los estados Unidos, seguirían la nacionalidad de éstos, de conformidad al Jus
Sanguinis.

Una vez terminada la guerra de secesión, fue aprobada el 28 de julio de 1868 la


enmienda XIX a la Constitución que caracterizó a la ciudadanía: "Todas las personas
nacidas o naturalizadas en los Estados Unidos y sujetas a sus jurisdicción son
ciudadanos de los Estados Unidos y del Estado donde están domiciliados. "Ningún
Estado promulgará ni ejecutará una ley que afecte o restrinja los privilegios o
inmunidades de los nacionales de los Estados Unidos...

"Esta enmienda considera, pues, como citizen de los Estados Unidos, a aquellas
personas que, estén sometidas a la jurisdicción nacional. De conformidad con la citada
enmienda, en 1873 fueron revisadas las leyes dictadas con anterioridad a la misma.

En 1940 fue sancionado en Nationality Act, en el que se reconoce la nacionalidad de


origen tanto a los nacidos fuera del territorio norteamericano como para los nacidos
dentro de éste.

En lo concerniente a los efectos de la adopción sobre la nacionalidad se establece lo


siguiente:

Bajo las leyes de los Estados Unidos un niño extranjero no adquiere la ciudadanía de los
Estados Unidos por el sólo hecho de su adopción por un ciudadano de Estados Unidos
padre o padres.

Además, en los Estados Unidos nunca ha habido un estatuto de naturalización que


otorga la ciudadanía a un niño extranjero sólo respecto a niños adoptados ante la Ley
Nacional de 1940. La Sección 320 de la Ley de Nacionalidad delineaba procedimientos
bajo los cuales un niño adoptado podía ser expeditamente naturalizado a solicitud del
padre o padres adoptivo(s) mientras el niño tenía menos de dieciocho años.

La Secc. 322 de la Ley de Inmigración y Naturalización es aplicable a la naturalización


de niños adoptados por padres ciudadanos de EE.UU. El niño puede ser naturalizado a
petición del padre si fue adoptado a la edad de dieciséis, tiene menos de dieciocho años
al momento de naturalización, y reside permanentemente.

No se exige período determinado de residencia o presencia física en los EE.UU.

Las Secciones 320 (a) (1), 321 (a) (4) y 322INA (LIN) fueron todas enmendadas el 14
de noviembre de 1986, para agregar el requerimiento de que un niño no esté casado para
poder calificar para la naturalización derivada a través de la naturalización de su padre o
padres o estar soltero para calificar para la naturalización expedida a solicitud de un
padre o parientes ciudadanos de EE.UU.

Modo Derivado o Adquirido de la Nacionalidad

La nacionalidad, como señalamos, podrá ser originaria, a la que se aplican los sistemas
antes descritos, o adquirida.

Esta última resulta de un hecho generalmente voluntario de la persona involucrada.


Una de la reglas reconocidas en la doctrina, generalmente aceptada en la práctica de los
Estados e inserta en algunos instrumentos internacionales, lo es la de que cada individuo
debe tener el derecho de cambiar de nacionalidad.

Las modalidades jurídicas más comunes para adquirir una nueva nacionalidad son: a)
por naturalización; b) por matrimonio; c) por opción.

La Naturalización

Establecida la regla según la cual toda persona tiene derecho a adoptar una nacionalidad
distinta a la originaria, menester será considerar a la naturalización como la adquisición
jurídica de una nueva nacionalidad.

El fundamento de la naturalización lo es la voluntad. Una voluntad por parte del


destinatario de la nacionalidad, o sea del individuo que se naturaliza, y por parte del
Estado que admite la naturalización. En otras palabras, entre ambas entidades, Estado e
individuo, siempre hay acuerdo de voluntades en la naturalización.

Vemos, pues, que a ésta modalidad de adquirir la nacionalidad podría adecuarse la


definición de la institución de la nacionalidad como vínculo jurídico contractual entre el
individuo y el Estado; definición no apropiada cuando se trata de la nacionalidad
originaria.

La Constitución Dominicana, en el párrafo 1, inciso 4 del artículo 11 "reconoce a los


dominicanos la facultad de adquirir una nacionalidad extranjera después de cinco (5)
años de residencia continua en el territorio de la República puede obtener la
nacionalidad por naturalización, conformándose a las reglas establecidas por la Ley.

La naturalización puede ser realizada de maneras variadas; individual y


voluntariamente; ipso jure, o sea por ministerio de la ley; y en forma colectiva.

La manera más difundida de naturalización es cuando ésta opera en virtud de solicitud


expresa del interesado. Constituye la naturalización un acto discrecional del Estado, éste
la otorga en las condiciones que considere apropiadas.

Las condiciones de fondo y de procedimiento para adquirir la nacionalidad dominicana


por naturalización están contempladas en la Ley No. 1683 sobre Naturalización del 21
de abril de 1948, y la que insertamos en este capítulo.
La nacionalidad dominicana por naturalización la contempla la Constitución vigente en
el inciso 4 del artículo 11.

La Constitución haitiana vigente contempla en su artículo 12 que "La nacionalidad


haitiana puede ser adquirida por naturalización". Ese mismo artículo fija determinadas
condiciones al decir que "Todo extranjero después de cinco (5) años de residencia
continua en el territorio de la república puede obtener la nacionalidad por
naturalización, conformándose a las reglas establecidas por la Ley".

El sistema de naturalización de los Estados Unidos, cotuo advertimos en páginas


anteriores, precedió al sistema de la nacionalidad.

Hasta la citada enmienda XLX, el congreso sancionó diferentes leyes sobre


naturalización. La primera de ellas data de 1802, en la que se establece las condiciones
para obtenerla; entre otras residencia! de cinco años en el territorio norteamericano.

El efecto de la naturalización sobre la nacionalidad anterior es exclusivamente de la ley


interna respectiva. Es decir la naturalización no impone obligación alguna al Estado del
que originalmente era nacional el individuo naturalizado, ya sea para reconocer la
adquisición de una nacionalidad, o para privar al individuo de la suya original.

Ahora bien, de conformidad con la legislación de un gran número de Estados, el


nacional que se naturaliza en otro Estado pierde su nacionalidad anterior.

La Constitución dominicana, en el artículo 11, inciso 4, párrafo IV decía que "La


adquisición de otra nacionalidad implica la pérdida de la nacionalidad dominicana,
salvo acuerdo internacional en contrario".

Artículo 13 déla Constitución haitiana vigente señala a suvez que "La nacionalidad
haitiana sepierde por la naturalización adquirida en un país extranjero".

La misma consideración se observa en la legislación norteamericana en materia de


naturalización.

El alcance de los derechos de los naturalizados no es uniforme en todos los países.

La constitución dominicana vigente establece que para ser Presidente o Vicepresidente


de la República, o Juez de la Suprema Corte de Justicia, se requiere ser dominicano de
nacimiento u origen.

Los Secretarios o Subsecretarios de Estado, si son naturalizados, deben haber adquirido


la naturalización diez años antes de obtener el cargo.

Para ser Senador o Diputado, los naturalizados podrán serlo sólo diez años después de
haber adquirido la nacionalidad.

25. Ver: A. Weiss, op. cit., pág. 206 y ss..


El artículo 12 de la actual Constitución haitiana establece a su vez que "los haitianos por
naturalización son admitidos para ejercer su derecho de votar, pero deben esperar cinco
(5) años después de la fecha de su naturalización para poder ser elegibles y ocupar
funcione públicas, otras que aquellas reservadas por la Constitución y por la Ley a los
haitianos de origen. "El artículo 135 señala que para ser Presidente dela República es
necesario, entre otras, ser "haitiano de origen y no haber renunciado nunca a su
nacionalidad".

En Los Estados Unidos, los naturalizados pueden ejercer los cargos de diputados y
senadores federales con siete y nueve años de ciudadanía en ejercicio, respectivamente;
también pueden ser Secretarios de Estado. No así Presidente o Vicepresidente.

Naturalización Ipso Jure o por Ministerio de la Ley

Suele ocurrir el fenómeno que personas reuniendo las condiciones para naturalizarse,
por razones disímiles, no acuden a solicitarla. Se ha implementado un mecanismo,
llamémoslo sistema, en virtud del cual, el extranjero que reúna determinadas
condiciones contempladas por la ley: tiempo de residencia, posesión de bienes,
matrimonio con un nacional, hijos nacidos en el territorio nacional, prestación de
servicios especiales; se ve investido ipso jure con la nacionalidad del país en que se
encuentra, sin requerirse por su parte expresión de voluntad alguna. Entretanto, siendo
la naturalización un acto voluntario, para que ésta no se opere de modo impositivo, el
extranjero debe formular una declaración expresa declinando la naturalización ex oficio.
La llamada naturalización privilegiada, es decir aquella que se concede a los individuos
que reúnan determinadas cualidades, puede insertarse en la categoría clasificada en este
párrafo.

La citada Ley Dominicana sobre Naturalización contempla en su capítulo IV esta forma


de naturalización al decir que: " Art. 18. El Presidente de la República podrá investir por
decreto con la nacionalidad dominicana, a título de naturalización privilegiada, a
aquellos extranjeros que a su juicio sean merecedores de la dispensa de los requisitos
necesarios ordinariamente para obtener la naturalización dominicana, por haber prestado
servicios a la República.

Art. 19.- Los extranjeros que así obtengan la nacionalidad dominicana, no necesitan
llenar ningún requisito ni cumplir ninguna formalidad para que el decreto
correspondiente sea ejecutorio".

Naturalización Colectiva

Se suele incluir en esta categoría a aquella naturalización que se extiende a una


colectividad de individuos. Entre los ejemplos insertados aquí cuentan la naturalización
en caso de anexión o cesión territorial y la naturalización familiar. No analizaremos el
primer caso porque consideramos que la anexión es una institución contraria al Derecho
Internacional contemporáneo y porque además en caso de cesión voluntaria de territorio
el eventual cambio de nacionalidad se ajustaría más bien a la noción de opción.
Con relación a la naturalización familiar se piensa específicamente en el caso cuando la
cabeza de la familia padre o madre obtiene la naturalización, ésta se extiende a sus
hijos.

La Ley Dominicana sobre Naturalización, p. ej. señala en su art. 4 que "Los hijos
menores de dieciocho años, solteros, legítimos, legitimados o naturales reconocidos,
adquieren de pleno derecho por la naturalización de su padre, la nacionalidad
dominicana, y durante un año, de renuncias a ella, declarando por acta redactada por un
oficial público remitida al Poder Ejecutivo, que desean tener su nacionalidad de origen.
Párrafo. Los mismos efectos produce la naturalización de la madre cuando no exista el
padre, o cuando, existiendo, tenga la madre la guarda de sus hijos".

Nacionalidad adquirida por Matrimonio.

La adquisición de la nacionalidad por matrimonio la consideran algunos autores como


semi-voluntaria, dado que es el resultado de un hecho jurídico ajeno al propósito de esta
adquisición. De allí que, los requisitos de solicitud personal y otras condiciones de
fondo y procedimiento establecidos en la naturalización ordinaria no siempre sean nece-
sarios.

No podemos hablar de un sistema uniforme en cuanto a este modo de adquirir la


nacionalidad. Se ha podido observar que hay países que en sus legislaciones civiles
mantienen la nacionalidad originaria de la mujer nacional casada. Otros adoptan un
criterio inverso, atribuyéndole a la mujer nacional la nacionalidad de su esposo
extranjero.

Otras legislaciones hacen depender del hecho del domicilio la nacionalidad de la mujer
casada. Tiene ésta última la nacionalidad de su esposo extranjero si ambos se domicilian
fuera del territorio nacional.

No la tiene, si se domicilia en él. Hay legislaciones que contemplan conceder a la mujer


nacional casada la nacionalidad de su marido sólo cuando, según la ley de éste último,
la esposa debe adquirir su nacionalidad. En cambio, otras legislaciones adoptan una
regla contraria, en el sentido de que es el marido quien adquiere la nacionalidad de la
mujer.

E1 cambio de nacionalidad de la esposa a raíz de su matrimonio es admitida en muchas


legislaciones.

Este cambio a veces está sujeto a determinadas condiciones, como lo es el cambio de


domicilio, la voluntad de la mujer casada a disposiciones legislativas correspondientes a
la legislación del marido. Así, por ejemplo la extranjera adquiere por el matrimonio la
nacionalidad del marido, pero una mujer casada con un extranjero no pierde su naciona-
lidad de origen, si ella no adquiere la nacionalidad del marido. Esto último es el espíritu
de algunos convenios internacionales que analizaremos.

La Constitución dominicana en su artículo 11, inciso 4, párrafo II dice que: "La mujer
dominicana casada con un extranjero podrá adquirir la nacionalidad de su marido", y el
párrafo 10, a su vez señala que: " La mujer extranjera que contrae matrimonio con un
dominicano seguirá la condición de su marido, a menos que las leyes de su país le
permitan conservar su nacionalidad, caso en el cual tendrá la facultad de declarar, en el
acta de matrimonio, que declina la nacionalidad dominicana.

Esta última disposición, que analizaremos en otro espacio de esta obra, también está
contemplada en el art. 12 del Código Civil de la República Dominicana.

La nacionalidad adquirida por la mujer o el marido en virtud del matrimonio, puede


surtir efecto sólo con respecto al cónyuge, y no respecto a los hijos. No cabe pues la
naturalización denominada colectiva de la familia por cambio de la nacionalidad de la
mujer o del marido.

Nacionalidad Adquirida Por Opción

La opción o elección voluntaria de la nacionalidad, es el modo de adquirir la


nacionalidad que se presenta en los casos en los que un individuo con derecho a más de
una, puede elegir entre ellas. La opción tiene su naturaleza en el beneficio que otorga
una ley al individuo facultándolo a hacer uso discrecional de la misma. Es un corolario
del principio del respeto a la libertad individual.

Varias son las circunstancias cuando los individuos pueden optar por una nacionalidad.
Expondremos las más conocidas:

Muchos son los casos conocidos de modificaciones territoriales de los Estados. Como
consecuencia del paso del territorio de un Estado a otro Estado, en virtud de una cesión,
la nacionalidad de sus habitantes se ve afectada. En tales circunstancias, cada individuo
nacional del Estado que transfiere el territorio, o Estado ceden, puede adquirir la nacio-
nalidad del Estado al que pasa dicho territorio Estado cesionario o conservar su
nacionalidad originaria.

La doctrina, la práctica e instrumentos internacionales, han reconocido esa facultad de


opción en favor de las personas nacionales del Estado cedente. En América, por
ejemplo, en los tratados de paz de 1822 entre Colombia y el Perú, entre Chile y Perú, en
1883, que versan sobre esta materia de cesión e territorio contemplan la opción.
Los Tratados de Versalles de 1919 de París de 1947, también tratan la opción por
cambios territoriales.

En los casos de los hijos de nacionales nacidos en el extranjero a quienes se les otorga la
nacionalidad originaria en base al sistema Jus Sanguinis y poseen la nacionalidad del
Estado donde nacieron. La constitución de muchos países americanos consagran el
principio de opción a estos hijos de padre o madre nacionales.

La Constitución dominicana vigente, en su artículo 11 inciso 3, ya citado en éste


capítulo, también reconoce el derecho de opción para los hijos de padres dominicanos
nacidos en el extranjero.
26. Ver: Lucio M Moreno Quintana; op. cit, págs. 342-344.

27. Ver: Marcos G. Monroy Cabra. Tratado de Derecho Internacional Privado, Editorial Temis,
Bogota Colombia, 1983,págs. 101-193;op. cit.fpágs. 342-344.
28. Ver: L. M. Moreno Quintana; op. cit., «á<"= ?<)9-300.

En los casos de matrimonio también se presenta el derecho de opción.

Es decir hay legislaciones que hacen depender el cambio de nacionalidad de la mujer


casada de una manifestación de voluntad suya. El párrafo III del artículo 11, inciso 4 de
la Constitución dominicana vigente, ya citado aquí, puede interpretarse como un
ejemplo de opción en caso de matrimonio.

Doble Nacionalidad

Si bien el principio o la regla que enuncia "Nadie puede tener simultáneamente dos
nacionalidades" tiene una base jurídica ampliamente reconocida, no menos cierto es,
como señalamos en éste mismo capítulo, que en la práctica resultan frecuentes los casos
de individuos poseedores de más de una nacionalidad.

Las causas que generan éste fenómeno son variadas; algunas están implícitas en la
diversidad de los sistemas sobre nacionalidad.

Vimos que la adquisición de la nacionalidad de origen se rige en base a los sistemas Jus
Solí, Jus Sanguinis y el Mixto. Un niño podría poseer a la vez dos nacionalidades
cuando nace en el territorio de un Estado donde rige el Jus Soü y cuyos padres son
nacionales de otraEstado que aplica el Jus Sanguinis.

La doble nacionalidad puede presentarse también en los casos de naturalización.


Señalamos aquí que el efecto de la naturalización sobre la nacionalidad anterior es
exclusivamente de la ley interna respectiva; en el sentido de que no obliga al Estado del
que originalmente el individuo era nacional, ni a reconocer la adquisición de la nueva
nacionalidad, ni a privarlo de la suya original. Siendo así, una persona naturalizada que
no haya sido privada de su nacionalidad de origen, tendría doble nacionalidad. Otro
tanto ocurriría si por efecto del matrimonio adquiere una mujer automáticamente la
nacionalidad de su marido y, al mismo tiempo, pudiere conservar la nacionalidad suya
original.

Este mismo fenómeno está planteado en convenios intergubernamentales, basados en el


principio de reciprocidad. Así por ejemplo, un convenio suscrito entre Ecuador y
España el 4 de marzo de 1964, dice, entre otras, que "Los ecuatorianos y españoles
podrán adquirir la nacionalidad española y ecuatoriana, respectivamente, en las
condiciones y la forma prevista por la legislación en vigor en cada una de las altas
partes contratantes, sin perder por ello su anterior nacionalidad".

Este principio de concentrar la doble nacionalidad en base a la reciprocidad está


también contemplada en las constituciones de algunos Estados. Así la constitución
peruana de 1933, dice que "No pierden su nacionalidad de origen los nacidos en
territorio español que se nacionalicen peruanos, previos los tramites y requisitos que
determine la ley y de conformidad con lo que se establezca en el tratado que sobre la
base de reciprocidad, se celebre con la República Española".
La Constitución de Ecuador, a su vez, en el art. 17 dice: "Sin perder su nacionalidad de
origen y dentro de un régimen de reciprocidad, serán considerados ecuatorianos
pornaturalización los iberoamericanos y brasileños de nacimiento que se domicilien en
el Ecuador y manifiesten su voluntad de que se les considere como tales".

La doble nacionalidad puede generar perturbaciones de índole diversas. Los Estados son
generalmente cuidadosos en la búsqueda de evitar el fenómeno. Tanto en sus
legislaciones nacionales como en convenios internacionales, han manifestado el interés
en atenuarlo o evitarlo.

Las perturbaciones afectan tanto a los individuos como a los Estados.

En efecto, todo individuo, además del disfrute de determinados derechos, tiene deberes
con relación al Estado del cual es nacional; a veces esos deberes son imposibles de
cumplir en caso de poseer simultáneamente más de una nacionalidad. Pensamos, por
ejemplo, en el servicio militar obligatorio y las implicaciones que éste encierra si son
dos Estados que se encuentran en guerra y el individuo es considerado nacional de
ambos. En Derecho Internacional Privado, este fenómeno plantea la cuestión de
determinar la ley aplicable en cuanto a su estado y capacidad. La protección diplomática
también constituye un ejemplo de caso de perturbación de la nacionalidad.

Los Estados han desplegado esfuerzo a en el interés de atenuar o evitar la doble


nacionalidad, tanto en sus respectiva legislaciones como a través de convenios.

29. Ver: Marcos G. Monroy Cabra; op. cit., págs. 128-135.

Disposiciones Legislativas Nacionales tendentes a enfrentar el Fenómeno de la


Doble Nacionalidad.

En las legislaciones de muchos Estados, de modo directo o Implícito, se contempla un


remedio paliativo al fenómeno de la doble nacionalidad; visto como medida previa para
evitarlo.

Así, la Constitución dominicana vigente, en su artículo 11, inciso 4 párrafo IV dice que:
La adquisición de otra nacionalidad implica la pérdida de la nacionalidad dominicana,
salvo acuerdo internacional en 30 contrario".

La Constitución haitiana vigente señala a su vez, en el artículo 15 que: "La doble


nacionalidad haitiana y extranjera no es admitida en ningún caso".

Varias constituciones americanas también establecen expresamente que la


naturalización en país extranjero conlleva la pérdida de la nacionalidad.

Convenios Internacionales Tendentes a Enfrentar los casos de Doble Nacionalidad


Entre estos convenios cuentan los que buscan atenuar algunos efectos que implica el
fenómeno de la doble nacionalidad. Así, hay convenios principalmente de carácter
bilateral, que basándose en el llamado principio de la nacionalidad efectiva, tratan la
cuestión de las obligaciones militares. Los Estados Unidos y Noruega, p. ej.
suscribieron en 1933 un convenio, en virtud del cual las personas con nacionalidad de
ambos países, pero que residen por lo común en uno de ellos y, están más vinculados a
él, son eximidas por el otro Estado del cumplimiento del servicio militar. Entre Bélgica
y Holanda se celebró en 1959 un convenio según el cual las personas con nacionalidad
de ambos Estados cumplen el servicio militar en aquel donde viven, pero tiene derecho
de hacerlo, si lo desean, en el ejercito del otro Estado.
30. Al momento de editar esta obra se insertó una enmienda a este párrafo diciendo: La adquisición de otra
nacionalidad no implica la pérdida de la nacionalidad dominicana. Sin embargo, los dominicanos que adquieran otra
nacionalidad no podrán optar por la Presidencia o Vicepresidencia de la República. (Esta disposición no debe
interpretarse en el sentido de que los dominicanos pueden tena1 simultáneamente dobie nacionalidad. -Luis Arias).
31. Ver: Marcos G. Monroy Cabra; op. cit., págs. 351 y ss.

Entre los gobiernos de Perú y Francia se suscribió un acuerdo en 1927 que regula
también esta cuestión.

En 1963, el Consejo de Europa, en una convención multilateral, fijó que el servicio


militar aplicado apersonas con doble nacionalidad se ejecutará en el territorio del país
donde el interesado reside y al que está vinculado más efectivamente.

Otros convenios tratan sobre las implicaciones de la doble nacionalidad en materia de


protección diplomática. En la Convención de La Haya del 12 de abril de 1930
"Concerniente a ciertas cuestiones relativas a conflictos de leyes sobre nacionalidad" se
aprobó, entre otras, que "Un Estado no puede ejercer su protección diplomática en
beneficio de uno de sus nacionales, en contra de un Estado donde aquel es también
nacio-

Hay convenios internacionales que buscan reducir los casos de doble nacionalidad
mediante disposiciones generales. Así, la Convención del Consejo de Europa de 1963,
contempla que, la adquisición voluntaria de una nacionalidad extranjera conlleva la
pérdida de derecho de su nacionalidad anterior.

Entre los Estados árabes se celebró en 1954 una cunvención multilateral, en el marco de
la Liga Árabe, tendente a enfrentar los casos de doble nacionalidad.

Aplicación Judicial a los Conflictos de Nacionalidad

En las cuestiones de aplicación judicial a los conflictos de nacionalidad hay que


distinguir aquellas en las que es parte involucrada el Estado del cual es nacional el Juez
que conoce el caso, y aquella en las que no está involucrado el Estado en cuyo territorio
y ante cuyo tribunal se produce el deber.

Cuando una de las nacionalidades en conflicto es la del Juez que conoce el caso, no hay
duda que éste debe aplicar pura y simplemente la ley de su país o lex fori, haciendo
abstracción de cualquier otra.
32. Ver: M García Calderón; op. cit., pág. 426.
33. R Batifibl; op. cit., p. 62.
3
4. H. Batififol; op. cit., p. 80.
35. H. Batiffol; op. cit., p. 82.
36. Tunkin, "Curso de Derecho Internacional" Editorial Progreso, Moscú, 1979. T.I. Pág. 266.
Por ejemplo, si a un Juez dominicano le corresponde conocer un conflicto de una
persona susceptible de poseer más de una nacionalidad, y una de ellas es la dominicana,
este juez debe aplicarla ley dominicana, y por consiguiente considerar a la persona
como dominicana, Puede ocurrir como señalábamos antes, que un individuo adquiera la
nacionalidad dominicana por habernacido en territorio dominicano Jus Soli y la de sus
padres franceses Jus Sanguinis y reclama otra nacionalidad que no fuera la nuestra.

La regla referida resulta de la existencia misma de las legislaciones internas, en las que
las normas de nacionalidad son de orden público.

Poco importa aquí que el individuo en cuestión se encuentre domiciliado fuera del
territorio dominicano.

La aplicación de lex fon en los casos de doble nacionalidad ha sido reconocido en la


doctrina, jurisprudencia y en convenios internacionales.

André Weiss nos dice que cuando entre dos nacionalidades de origen, de los cuales una
es la de los magistrados que conocen el pleito.

"Ninguna vacilación es permitida al Juez. Debe aplicar al individuo, cuya condición


jurídica es debatida ante él, la ley del país en nombre de el cual administra la justicia; y,
en consecuencia, si éste individuo, aún domiciliado en el extranjero, está en las
condiciones a las cuales el legislador local ha subordinado la adquisición de la
nacionalidad de origen, lo tratará como a uno de sus nacionales".

Esta misma opinión la constatamos en autores de obras publicadas más recientemente.


En el orden internacional, y como remedio para evitar o disminuir el fenómeno de la
doble nacionalidad, algunos convenios han admitido la primacía de la lex fon en casos
de conflictos de nacionalidad.

Así, según el Código de Derecho Internacional Privado o Código Bustamante, en su


artículo 9 "Cada Estado contratante aplicará su propio derecho a la determinación de la
nacionalidad de origen de toda persona individual ojurídica... cuando una de las
nacionalidades sujetasa controversia sea la de dicho Estado..."

La citada Convención de La Haya del 12 de abril de 1930 concerniente a ciertas


cuestiones relativas a conflictos de leyes sobre la nacionalidad, señala en su artículo 3
que: "Bajo reserva de las disposiciones de la presente convención, un individuo que
posee dos o varias nacionalidades podrá ser considerado por cada uno de los Estados del
cual él posee la nacionalidad, como su nacional.
37. A. Weiss; op. cit, págs. 216-220
38. Ver H. Batiffol, op. cit., págs. 79-80. Marcos G. Monroy, Cobra; op. cit pág. 79 y otros.

En los casos cuando el conflicto de las nacionalidades tienen lugar sobre el territorio y
ante los tribunales de un tercer país, el juez de éste último ya no estará obligado a
aplicar la lex fori, partiendo, entre otras, de que el orden público aquí no está en juego.
La doctrina ha recurrido a dos reglas o criterios que también han sido admitidos en
instrumentos internacionales.
La primera de esas reglas consiste en lo siguiente: El Juez debe aplicar la legislación del
Estado respecto del cual existen mayores vínculos de sujeción, específicamente la del
país donde se encuentra domiciliado.

Si, por ejemplo, a un juez dominicano se le presentan un caso en el que un individuo es


reclamado nacional venezolano por haber nacido en territorio de Venezuela donde se
aplica el sistema Jus Soli, mas al mismo tiempo es reclamado nacional italiano por ser
de padres italianos, país donde se impone el sistema Jus Sanguinis, donde el individuo
está domiciliado, entonces el juez dominicano lo considerará, conforme a la citada
regla, como nacional italiano.

La segunda regla, a su vez, en la que el elemento de sujeción a los Estados sujeto a de la


disputa no es el domicilio, sino que los susodichos Estados cuentan con otro mismo
número de elementos, el juez elegirá la legislación que más se asemeje a la suya. Así, el
juez en cuyo país predomine el sistema Jus Soli y la disputa sobre nacionalidad
involucra a Estados que aplican uno el sistema Jus soli y otro el sistema Jus Sanguinis,
dará la preferencia a la nacionalidad del primer país.

El citado Código de Bustamante nos dice:

"Art. 10.- Alas cuestiones sobre nacionalidad de origen en que no esté interesado el
Estado en que se debaten, se aplicará la ley de aquella de las nacionalidades discutidas
en que tenga su domicilio la persona de que se trate."
39. H. Batiffol; op. cit., p. 80.
40. Muchos autores como A. Weiss, op. cit., Págs. 223 y ss. H. Batiffol; op. cit., pág. 83 /Niboyet/ op. cit., págs. 97
ss./ admiten esas reglas.

"Art. 11.- A falta de ese domicilio se aplicarán el caso previsto en el artículo anterior los
principios aceptados por la ley del juzgado."

Una de esas reglas fue aplicada en la jurisprudencia de la Corte Internacional de


Justicia, específicamente en el citado caso Nottebohn.

Apatridas

Uno de los principios relevantes aplicados a la institución de la nacionalidad lo es el que


nadie debe carecer de nacionalidad; principio al que aludimos al inicio de este capítulo.
Entretanto, la práctica nos revela, al igual que acontece con otros principios aquí
analizados, la vulnerabilidad del mismo. Es decir, frecuentes han sido los casos de
personas carentes de nacionalidad, generando el fenómeno denominado apatrida,
apoloides o heimtloses.

El estatuto de apatrida es muy incómodo porque depende de las leyes del Estado donde
vive, pero no goza de ningún derecho político, no tiene derecho a la protección y puede
ser expulsado de cualquier país.

En el estado actual de la comunidad internacional, las circunstancias generadoras de


este fenómeno y los remedios para superarlo son diversos.
Citaremos algunas de esas circunstancias:

a) Un niño nace en el territorio de un Estado que aplica el sistema Jus sanguinis, y sus
padres provienen de un Estado del sistema Jus solis y cuya legislación no admite la
transmisión de la nacionalidad en esas circunstancias.

b) Los hijos de padres apatridas nacidos en el territorio de un Estado que se rige por el
Jus sanguinis.

c) Una mujer casada proveniente de un Estado que atribuye a la mujer nacional la


nacionalidad de su esposo extranjero, y el Estado de donde proviene éste último no se la
concede automáticamente.

d) Una persona renuncia a su nacionalidad sin que ello implique automáticamente la


adquisición de otra.

e) Personas que incurren en algunas de las causas que implican en su Estado de


nacionalidad la pérdida de ésta última (como por ejemplo la residencia en el extranjero
de una persona naturalizada, etc.).
41.I.C.J. Reporte 1955, pág. 4

Es posible enumerar otras circunstancias conocidas en la historia moderna.

Algunas de las causas aquí enumeradas se les ha buscado remedio tanto en las
legislaciones nacionales de algunos Estados como en Convenios Internacionales.

En el Código civil alemán, en su artículo 29 leemos que "A los sin patria se les aplica la
ley del último país a que han pertenecido, y si tal país no puede ser determinado, la del
domicilio, y a falta de éste, la de la residencia."

El Código japonés, a su vez, dispone en su artículo 8 que: "Los que no tengan


nacionalidad conocida quedan sometidos a la ley del domicilio, y en su defecto, a la ley
del lugar en donde residan".

El Instituto de Derecho Internacional en su resolución de Bruselas en 1936 sobre "Status


Jurídicos de los Apatridas y de los Refugiados" (Annuare, 1936), señala ensu artículo 4
que la ley aplicable a las personas carentes de nacionalidad será la del país ya sea de la
nacionalidad tenida previamente o la de su domicilio o, en ausencia de ambos, la de su
residencia habitual al tiempo que el tribunal considere apropiado o pertinente.
Entre los Convenios internacionales que buscan solucionar los casos de apatridas cabe
mencionar los siguientes:

1) La Convención de La Haya de 1930 (protocolo) sobre la apátrida. Aquí se determinó


que los hijos de padres sin nacionalidad o nacionalidad desconocida, que nacen en
territorio de un Estado que sigue el sistema jus sanguinis absoluto, pueden obtenerla
nacionalidad de dicho Estado. Este mismo instrumento contempla que los permisos de
expatriación no suponen la pérdida de la nacionalidad sino en el caso de que el titular
del permiso haya previamente adquirido otra nacionalidad o desde el instante en que
adquiere una nueva. Los Estados que conceden este permiso se les autoriza fijar plazo
para la caducidad de ellos. Los Estados que conceden la nacionalidad a un individuo
que ha obtenido esa autorización están obligados a comunicar sobre la nacionalidad
adquirida al Estado que otorgó el permiso.

2) Convención sobre el estatuto de los apatridas (1954). Fue adoptada por auspicio de
las Nacional Unidas.

42. Ver Niboye*; op. cit.y págs. 84-85; Carlos A. García, op. cit, págs. 141-142.

Está vigente desde junio de 1960. La misma señala, entre otras, que el estatuto personal
de todo apatrida se regirá por la ley del país de su domicilio o, a falta de domicilio, por
la ley del país de su residencia. Los derechos anteriormente adquiridos por el apatrida
que dependan del estatuto personal, específicamente los que resultan del matrimonio,
serán respetados por todo Estado contratante... (art. 12 de la Convención).
Esta convención no se refiere a mecanismos para eliminar o reducir los casos de
apatridas.

En 1961 se aprobó, en el marco de una Conferencia de las Naciones Unidas, la


Convención para reducir los casos de apatridas.

Entró en vigor el 24 de abril de 1964.

En su artículo lro. dice:

a) De pleno derecho en el momento del nacimiento, o

b) Mediante solicitud presentada ante la autoridad competente por el interesado en su


nombre, en la forma prescrita por la legislación del Estado de que se trata. Salvo lo
dispuesto en el párrafo 2 del presente artículo, la solicitud no podrá ser rechazada.
Todo Estado contratante cuya legislación prevea la concesión de su nacionalidad
mediante solicitud, según el apartado b) del presente párrafo, "podrá asimismo conceder
su nacionalidad de pleno derecho a la edad y en las condiciones que prescriba su
legislación nacional.

A su vez, el artículo 2 dice: "Salvo prueba en contrario, se presume que un expósito que
ha sido hallado en el territorio de un Estado contratante ha nacido en ese territorio, de
padres que poseen la nacionalidad de dicho Estado.

"El nacimiento a bordo de un buque o de una aeronave dice el art. e se considerará,


según sea el caso, como ocurrida en el territorio del Estado cuyo pabellón enarbole el
buque o en el territorio del Estado en que esté matriculada la aeronave."

"Si la legislación de un Estado contratante prevé la pérdida de la nacionalidad como


consecuencia de un cambio de estado, tal como el matrimonio, la disolución del
matrimonio, la legitimación, el reconocimiento o la adopción, dicha pérdida estará
subordinada a la posición o la adquisición de la nacionalidad de otro Estado." (Art. 5)
"Si la legislación de un Estado contratante prevé la renuncia a la nacionalidad, dicha
renuncia sólo será efectiva si el interesado tiene o adquiere otra nacionalidad." (Art. 7).
"Los Estados se comprometen a no privar de su nacionalidad a una persona si esa
privación la convierte en apatrida" (Art. 8).

3.- Convención Sobre la Nacionalidad de la Mujer Casada. 29 de enero de 1957.


Entró en vigor el 11 de agosto de 1958. Fue firmada y ratificada por la República
Dominicana.

El art. 1 dice: "Los Estados contratantes convienen en que ni la celebración ni la


disolución del matrimonio entre nacionales y extranjeros, ni el cambio de nacionalidad
del marido durante el matrimonio, podrán afectar automáticamente a la nacionalidad de
la mujer.

El artículo 2, a su vez señala: "Los Estados contratantes convienen en que el hecho de


que uno de los nacionales adquiera voluntariamente la nacionalidad de otro Estado o el
que renuncie a su nacionalidad, la nacionalidad del otro Estado o el que renuncie a su
nacionalidad, no impedirá que la cónyuge conserve la nacionalidad que posee.

Y por último, el artículo 3 en su párrafo I dice: "Los Estados contratantes convienen en


que una mujer extranjera casada con uno de sus nacionales podrá adquirir, si lo solicita,
la nacionalidad el marido, mediante un procedimiento especial de naturalización
privilegiada, con succión a las limitaciones que puedan imponerse por razones de
seguridad y de interés público".

El párrafo 2 de ese mismo artículo hace referencia a la práctica judicial y a la legislación


que permiten a la mujer extranjera adquirir, si lo solicita, la nacionalidad del marido.
Sin duda que, los instrumentos internacionales citados, de ser acogidos por todos los
Estados, significarían una base amplia para reducir o eliminar en el porvenir la apatrida.

Pérdida y Readquisición de la Nacionalidad

Así como existen diversos modos de adquisición de la nacionalidad, los hay para
perderla. Es decir, tanto la legislación nacional de los Estados como el derecho
internacional prevén causales en virtud de los que un individuo puede perder su
nacionalidad. Asimismo, un individuo que haya perdido su nacionalidad, puede
readquirirla, de conformidad con los requisitos o condiciones fij adas en las
legislaciones internas o en instrumentos internacionales.

La pérdida de la nacionalidad no distingue si ésta es originaria o adquirida. Tampoco


existe un criterio universal uniforme en cuanto al régimen para la pérdida y
readquisición de la nacionalidad; hay países que no reconocen esa pérdida, y otros que
la establecen expresamente.

Generalmente, las causales de la pérdida de la nacionalidad son la naturalización en un


Estado extranjero, la opción de otra nacionalidad, la ausencia del territorio de su Estado
nacional sin ánimo de retornar, el matrimonio, las modificaciones territoriales de los
Estados, la renuncia, y la sanción penal.
La pérdida de la nacionalidad o naturalización está establecida en las constituciones de
muchos Estados43. Así la Constitución dominicana vigente, en su art. 11, acápite 4,
párrafo IV decía: "la adquisición de otra nacionalidad implica la pérdida de la
nacionalidad dominicana..."

El artículo 13 de la constitución haitiana vigente, a su vez, señala que la nacionalidad


haitiana se pierde por: "la naturalización adquirida en un país extranjero".

Algunos Estados para determinar la pérdida de la nacionalidad requieren además de la


naturalización, la fijación de domicilio en el país de naturalización.

La legislación norteamericana sección 1481 referente a la pérdida de la nacionalidad


establece:

Sec. 1481. Pérdida de nacionalidad por un ciudadano nativo o naturalizado; acción


voluntaria; cargo de la prueba; presunciones.
Estatuto

A) Una persona que sea ciudadano de los Estados Unidos por nacimiento o
naturalización, perderá su nacionalidad mediante la ejecución voluntaria de cualquiera
de los siguientes actos con la intención de renunciar a la nacionalidad de los Estados
Unidos.

1) Obteniendo naturalización en un estado extranjero a solicitud voluntaria o a solicitud


presentada por medio de un agente debidamente autorizado, después de haber cumplido
la edad de dieciocho años; o

2) Tomar juramento o haciendo una afirmación u otra declaración formal de lealtad a un


Estado extranjero o subdivisión política del mismo, después de haber alcanzado la edad
de dieciocho años; o
43. Sobre este particular, ver: L.M. Quintana; op. cit., págs. 141-142.

3) Ingresando, o sirviendo en las fuerzas armadas de un Estado extranjero si (a) dichas


fuerzas armadas están trabadas en hostilidades contra los Estados Unidos, o (b) dichas
personas prestan servicio como un oficial nombrado por escrito o subalterno; o

4) Acepta, prestar servicio en, o cumple los deberes de cualquier oficial, puesto o
empleo bajo el gobierno de un Estado extranjero o subdivisión política del mismo,
después de alcanzar la edad de dieciocho años si él es o adquiere la nacionalidad de
dicho estado extranjero; o (b) acepta, prestar servicio en, o cumple los deberes de
cualquier cargo, puesto, o empleo bajo el gobierno de un Estado extranjero o una
subdivisión política del mismo, después de cumplir los dieciocho años para cuyo cargo,
puesto, o empleo se requiere un juramento, afirmación, o declaración de lealtad; o

5) Hace renuncia formal de la nacionalidad ante un diplomático o funcionario consular


de los Estados Unidos en un Estado extranjero, en la forma prescrita por el Secretario de
Estado; o

6) Haciendo en los Estados Unidos una renuncia formal de nacionalidad por escrito
según pueda ser prescrita por, y ante aquel funcionario que pueda ser designado por, el
Procurador General, cuando los Estados Unidos se encuentre en un Estado de guerra y
el Procurador General apruebe dicha renuncia como no contraria a los intereses de la de-
fensa nacional; o

7) Cometiendo cualquier acto de traición contra, o tratando de derrocar por la fuerza, o


servir de soldado contra, los Estados Unidos, violando o conspirando para violar
cualesquiera de las disposiciones de la sección 2383 del título 18, o ejecutar
intencionalmente cualquier acto en violación dé la sección 2385 del título 18, o violarla
sección 2384 del título 18 involucrándose en una conspiración para derrocar, degradar o
destruir por la fuerza el Gobierno de los Estados Unidos, o hacer la guerra contra ellos,
si y cuando él esté condenado de ello por una corte marcial o por un tribunal de
jurisdicción competente.

B) Cuando quiera que la pérdida de la nacionalidad de los Estados Unidos sea puesta en
disputa en cualquier acción o procedimiento iniciado en o después del 26 de septiembre
de 1961 bajo, o por virtud de, las disposiciones de este capítulo o cualquier otra Ley, el
peso de la prueba caerá sobre la persona o parte que reclame que dicha pérdida ocurrió,
para establecer dicha reclamación por preponderancia de la evidencia. Cualquier
persona que cometa o ejecute, o que haya cometido o ejecutado, cualquier acto de
expatriación bajo las disposiciones del presente capítulo o cualquier otra Ley se
presumirá haberlo hecho voluntariamente, pero dicha presunción puede ser refutada
sobre una justificación, mediante una preponderancia de evidencia, que el acto o actos
cometidos o realizados no fueron hechos voluntariamente.

La Sección 801 en su letra (e) enumera además entre los medios generales de perder la
nacionalidad de Estados Unidos la de: "Votar en unas elecciones política en un Estado
extranjero o participar en unas elecciones o plebiscito para determinar la soberanía
sobre territorio extranjero".

Cuando se dice que un ciudadano americano se ha expatriado ingresando en las fuerzas


armadas de un Estado extranjero, después de ingresar, en juramentación en masa de
lealtad, o vota en elecciones políticas, el carácter voluntario de dichos actos deben ser
probados mediante evidencia clara, inequívoca, y convincente, y al determinar la vo-
luntariedad, la conscripción o coacción económica son factores pertinentes e
importantes a ser considerados por los tribunales. (Bruni y Dulles, 98 App DC 358, 235
F2d 855).

La Ley de Expatriación de 1907, que dispone que cualquier ciudadano americano se


considera haberse expatriado cuando haya sido naturalizado en cualquier Estado
extranjero o cuando haya tomado juramento de lealtad a cualquier Estado extranjero, es
aplicable a aquellos que voluntariamente renunciaron a su ciudadanía de Estados Uni-
dos y adquirieron la ciudadanía extranjera. (Rueffy Brownell (DC NJ) 116FSupp298).
La conducta de expatriación de cualquier clase debe ser voluntaria, pero para perder la
ciudadanía, no esnecesario que el ciudadano tenga que intentar hacerlo. Un esposo
naturalizado perdió la ciudadanía al residir por más de 2 años en un Estado extranjero
del cual vino, y la esposa, que vivía con el esposo en dicho país extranjero, no lo hizo
involuntariamente y también perdió la ciudadanía. (Rocasco y Brownell (DC NY)163F.
Supp45).
La pérdida de la ciudadanía bajo la Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1952 sólo
puede ser consecuencia de conducta que sea voluntaria. Donde un ciudadano
pornacimiento se hizo miembro del Ejercito Rebelde Cubano y prestó servicio después
que Castro ascendió al poder, y aunque tuvo las oportunidades de buscar ayuda
americana, él no protestó o se quejó de acción, el ciudadano fue expatriado bajo ley por
voluntariamente haberse hecho miembro de las fuerzas armadas de Cuba sin el
consentimiento del Secretario de Estado o el Secretario de Defensa, y la intención de
perder la ciudadanía no es esencial. (U.S. ex reí Marks y Esperdy (DC NY) 203 F Supp
389".

En cuanto a la pérdida de la nacionalidad por opción, recordemos al respecto que en


virtud del sistema jus sanguinis, cuando una persona nace en el territorio de un Estado
que aplica el jus soli, mas sus padres pertenecen a un Estado que aplica el jus sanguinis,
llegados a la edad contemplada por la ley para optar, adopta ya sea la nacionalidad de
sus padres, ya sea la del Estado en cuyo territorio ha nacido.

En los dos causales de pérdida de nacionalidad antes señalados, estas implican el


reemplazo o la sustitución de la nacionalidad perdida.

La ausencia prolongada como causal de pérdida de nacionalidad también está


contemplada en la legislación interna de muchos países.

Así, por ejemplo, la constitución haitiana citada aquí, en su artículo 13 referente a la


pérdida de la nacionalidad de ese país, dice en la letra c (que "La residencia continua en
el extranjero durante tres (3) años de un individuo extranjero naturalizado haitiano sin
una autorización regularmente acordada por la autoridad competente", es causa de la
pérdida de la nacionalidad haitiana.

El artículo 37 de la Constitución mejicana vigente, en la letra A) relativa a la pérdida de


la nacionalidad mejicana dice en su párrafo ni: "Por residir siendo mejicano por
naturalización, durante cinco años continuos en el país, de su origen".

Como podemos notar, el régimen de la pérdida de la nacionalidad por ausencia


prolongada se aplica sólo a los naturalizados.

En la Tercera Conferencia Panamericana se adoptó una convención concerniente a la


condición de los ciudadanos naturalizados que renuevan su residencia en el país de
origen. De conformidad con ésta, los naturalizados en cualquiera de los Estados
contratantes y que renovasen por más de dos años su residencia en el país de origen, sin
ánimo de retorno en el otro, pierden la naturalización adquirida en virtud de la
presunción del ánimo de no retornar al país de adopción transcurrido dicho lapso, salvo
prueba en contrario.

La pérdida de la nacionalidad por matrimonio tiene cabida en aquellos Estados cuya


legislación le impone a la mujer nacional casada la nacionalidad de su marido.
Las modificaciones territoriales de los Estados tienen también consecuencias que se
traducen en pérdida de la nacionalidad.

Entretanto, esta causa involucra el reemplazo de la nacionalidad


. , 44 por opción.

La renuncia como causal de pérdida de la nacionalidad puede ser ecpresa o tácita. En el


primer caso se trata de una manifestación especial hecho por el individuo ante un
funcionario público, específicamente ante un oficial de registro civil. El segundo caso se
presenta, por ejemplo, cuando expira el permiso de expatriación sin regreso al país.
Algunas legislaciones nacionales y convenios internacionales contemplan este caso.
Así, en tratados concertados por Estados Unidos con algunos países europeos se
advierte, entre otros, que "Un ciudadano naturalizado puede renunciar ala nacionalidad
adquirida, y que la residencia en la patria originaria, sin ánimo de tomar a la nueva,
debe interpretarse como una renuncia".

Aunque las legislaciones, por lo menos las americanas, no tratan el caso de la renuncia
expresa, tampoco la prohíben expresamente. La doctrina admite que, a la luz del criterio
con que las legislaciones americanas regulan la institución de la nacionalidad, todo
individuo tiene el derecho de renunciar voluntariamente a su nacionalidad.

Entretanto, cabe recordar que una de las convenciones aquí citadas establece que "Si la
legislación de un Estado contratante prevé la renuncia a la nacionalidad, dicha renuncia
sólo será efectiva si el interesado tiene o adquiere otra nacionalidad".

De la anterior consideración se desprende que la sola voluntad del individuo nacional de


un Estado sin la aquiescencia del estado cuya nacionalidad ostenta dicho individuo no
puede ser considerada suficiente para desligar al individuo de su nacionalidad. La
voluntad del Estado en materia de pérdida de la nacionalidad, independientemente de
las causales, debe interpretarse, pues, como determinante.

En los casos de pérdida de nacionalidad que resulta de una sanción penal, y que no
involucra su reemplazo, las distintas legislaciones enumeran las causales. Entre las
mismas cuentan la aceptación de empleo de otro gobierno, la prestación de servicios en
tiempo de guerra a Estados enemigos; formar parte de un ejército extranjero sin permiso
de la autoridad nacional competente; aceptar o usar titulo nobiliarios que impliquen
sumisión a un Estado extranjero.

44. H. Batiffol; op. di., págs. 73-75; L.M Quintana; op. cit., págs. 338 y ss.
45. Ver A. Weiss, op. cit., pág. 208

La Constitución haitiana señala en la letra b) del artículo 13 que la nacionalidad haitiana


se pierde por "La ocupación de un cargo político al servicio de un gobierno extranjero".
El artículo 21 del Código civil de la República Dominicana dice: "El dominicano que
sin autorización del gobierno formara parte de un ejercito extranjero o se afiliase a una
corporación militar extranjera, perderá su cualidad de dominicano; no podrá regresar a
la república sino con el permiso del gobierno y sólo recobrará la calidad de dominicano
llenando las condiciones impuestas a un extranjero para adquirir la nacionalidad..."
La citada constitución mejicana establece en el artículo 17, letra A), párrafo II, que se
pierde la nacionalidad mejicana "Por aceptar o usar títulos nobiliarios que impliquen
sumisión a un Estado extranjero".

En Estados Unidos, de conformidad con el Nationality Act. de 1940 sec. 402, se pierde
la nacionalidad norteamericana cuando se ha prestado servicios en fuerzas armadas
extranjeras o se ha desempeñado cargo oficial.

Las constituciones de algunos países de América no contemplan la pérdida de la


nacionalidad. Algunas rechazan expresamente la pérdida, otras la silencia. Así, por
ejemplo, la constitución uruguaya dispone que "la nacionalidad no se pierde ni aun por
naturalizarse en otro país.

Hemos visto que la tendencia acogida en instrumentos internacionales modernos, y que


la doctrina aconseja, es evitar, la pérdida de la nacionalidad en aquellos casos en que el
individuo no ha adquirido otra nacionalidad. En otras palabras, la pérdida de la
nacionalidad debería estar subordinada a la adquisición de otra; de allí que sean
censurables los sistemas que cotemplan la pérdida de la nacionalidad, por causales
exlege, es decir a raíz de una sanción penal, pues ello, al no involucrar el reemplazo de
la nacionalidad perdida, provocan el penoso fenómeno de la apátridia.

La legislación nacional de muchos Estados, así como algunas convenciones intern ación
ales reconocen el derecho a las personas a recuperar o readquirir la nacionalidad
perdida.
46. Ver Manuel García C.;op. cit., pág. 395

En algunos Estados la adquisición está prevista en la constitución; así la Constitución


haitiana aquí citada, en su artículo 14 dice: "El haitiano naturalizado extranjero puede
recuperar la nacionalidad haitiana, si cumple con todas las condiciones y formalidades
impuestas por la ley a los extranjeros".

Conforme a esta disposición, al haitiano que ha perdido la nacionalidad se le considera


como cualquier otro extranjero, y, por tanto, tiene que reunir los mismos requisitos que
la ley establece para que se naturalice un extranjero.

Hay legislaciones que distinguen dos tipos de recuperación de la nacionalidad; a saber,


la recuperación de la nacionalidad por nacimiento; y la recuperación de la nacionalidad
por naturalización.

En México, por ejemplo, la Ley de Nacionalidad y naturalización, establece en su


artículo 44 que "Los mejicanos por nacimiento que pierden o hubieren perdido su
nacionalidad podrán recuperarla con el mismo carácter, siempre que satisfagan los
siguientes requisitos:

1) Residir y tener su domicilio en territorio nacional.

2) Manifestar ante la Secretaría de Relaciones Exteriores su voluntad de recuperarla.

Esa Ley no hace referencia expresa a la recuperación de la nacionalidad para los


mejicanos por naturalización. En cambio, como advierte Arellano García, esa misma ley
contempla la posibilidad de obtenerla, en la vía privilegiada, para los naturalizados que
hubiesen perdido su nacionalidad.

El retorno a su país de origen luce un criterio generalizado en muchos instrumentos


legales nacionales internacionales relativos a la readquisición de la nacionalidad
perdida.

En una convención celebrada en el marco de la Tercera Conferencia Panamericana de


Río de Janeiro 1906 concerniente a la condición de los ciudadanos naturalizados que
renuevan su residencia en el país de origen, se determinó que los naturalizados que fijen
nuevamente domicilio en su país de origen pierden la nacionalidad adquirida, y en éstas
condiciones implícitamente readquieren su nacionalidad original. Es el sistema
denominado de recuperación automática, y que fue adoptado por algunos países
latinoamericanos.
47. Ver Arellano García; op. cit., pág. 233.
4
« Ver Marco C. Monroy Cabra, op. cit., págs. 116-121

La readquisición de la nacionalidad no está prevista en la constitución dominicana, en


cambio la Ley de 1683 Sobre Naturalización, en su capítulo V, referente a la
readquisición de la nacionalidad, señala en el artículo 22 que: "La mujer dominicana por
nacimiento u origen que celebre matrimonio con un extranjero que haya adquirido por
voluntad expresada en el acta correspondiente, o por naturalización, la nacionalidad de
su marido o que haya adquirido dicha nacionalidad como consecuencia del matrimonio
de acuerdo con la legislación anterior a la ley No. 485 del 15 de enero de 1944, que
modificó el articulo 19 del Código Civil, podrá, mientras esté casada o en disolución del
matrimonio, read-quirir la nacionalidad dominicana siempre que haya una declaración
en tal sentido en la Secretaría del Estado de lo Interior y al mismo tiempo fije su
residencia en el país, sino lo ha hecho antes.

De conformidad con la legislación dominicana, la readquisición de la nacionalidad


dominicana tiene sólo como sujeto a la mujer dominicana que haya contraído
matrimonio.
CAPITULO V

LA NACIONALIDAD EN DERECHO DOMINICANO


Antecedentes Legislativos de la Nacionalidad en República Dominicana, La
Nacionalidad Dominicana en el Derecho

Vigente. Normas Jurídicas Constitucionales. Normas Jurídica Ordinarias.


Naturalización Ordinaria Individual

Naturalización privilegiada. Tratados Internacionales

Suscriptor por la República Dominicana en Materia de

Nacionalidad. Pérdida y Readquisición de la Nacionalidad.

La Opción. Prueba de la Nacionalidad Dominicana.

La Nacionalidad en Derecho Dominicano

En el Derecho Dominicano podemos encontrar tres categorías de normas jurídicas


aplicables a la institución de nacionalidad.

a) Normas Jurídicas Constitucionales.

b) Normas Jurídicas Ordinarias.

c) Tratados Internacionales.

Antecedentes Legislativos de la Nacionalidad en República Dominicana Cuando en


diciembre de 1821 fue proclamada la independencia de la parte Este o Española de la
isla de Santo Domingo, acontecimiento histórico denominado "Independencia Efímera",
pues ese espacio independentísta apenas se prolongó hasta febrero de 1822, el acta
constitutiva del Gobierno del Estado Independiente se refirió en sus arts. 9 y 10 a
quienes eran dominicanos.

" Son ciudadanos del Estado independiente de la parte española de Haití decía el art. 9
todos los hombres libres de cualquier color y religión que sean nacidos en nuestro
territorio, o aunque lo sean en país extranjero si llevaren tres años de residencia o fueren
casados con mujer natural".
La Carta de naturalización serían concedidas por el Poder Legislativo, conforme lo
establecido en el art. 10.

Aunque salpicado de imprecisión, este texto, condensa el sentimiento de los hombres


que tuvieron la honra de sembrar el ideario de la nacionalidad dominicana.

El 6 de noviembre de 1844 es aprobada la Constitución del Estado Dominicano,


proclama el 27 de febrero del mismo año, luego de 22 años de ocupación haitiana que
puso fin a la independencia de 1821.

Ya antes de la aprobación definitiva de la Constitución de 1844, específicamente el 16


de enero de ese mismo año, se lanzó una proclama en la que se trazaron las pautas
jurídicas que determinarían quienes ostentarían la cualidad de dominicanos. En ella se
decía al respecto: "todos los habitantes de la parte española de la isla de Santo
Domingo". Hacemos alusión a ella porque, como veremos, la nueva Constitución la
toma en consideración al abordar la cuestión de la nacionalidad.

En efecto, el 6 de noviembre de 1844 se aprueba la Constitución de la República


Dominicana. En su título III, capítulo I, trata "De los Dominicanos", y dice en su
artículo 7 "Son Dominicanos":

Primero: Todos los individuos que al momento de la publicación de la presente


constitución, gocen de esta cualidad.

Segundo: los nacidos en el territorio de la República Dominicana de padres


dominicanos, y habiendo emigrado vuelvan a fijar su residencia en ella.

Tercero: Todos loshispano-dominicanosy sus descendientes que, habiendo emigrado por


virtud de los cambios políticos, no hayan tomado las armas contra la República ni la
hayan hostilizado de modo alguno, y vuelvan a fijar su residencia en ella.

Cuarto: Todos los descendientes de oriundos de la parte Española nacidos en países


extranjeros que vengan a fijar su residencia en la República".

Los artículos 8, 9, 10 y 11, están referidos a la naturalización.

Art. 8.- Son hábiles a ser dominicanos:

Primero: Todos los extranjeros que adquieran en la República bienes raíces cuyo valor
ascienda a seis mil pesos.

Segundo: Todos los que trabajando personalmente formen en la República un


establecimiento de agricultura a título de propietario.
1. Constitución Política y Reformas Constitucionales, Colección Trujillo, T.II

Art. 9.- Los extranjeros comprendidos en el artículo precedente no gozarán de los


derechos políticos, sino después de una residencia de seis años en el territorio.
Este período se reduce a tres años en favor de los extranjeros:

Primero: Que contraigan en el país matrimonio con dominicana.

Segundo: Que formen en la república un establecimiento concluido de agricultura, cuyo


capital sea de doce mil pesos por lo menos.

Art. 10.- El extranjero que se encuentre en una de estas categorías acudirá al Poder
Ejecutivo, que está facultado a expedir las cartas de naturalización, previas las
formalidades que la ley prescribe, bien entendido, que no gozarán de ésta gracia los
extranjeros que pertenezcan a una nación enemiga.

Art. 11.- Todo extranjero naturalizado, debe conservar durante quince años a lo menos
la cualidad en cuya virtud adquirió la naturalización. En caso de cambiar
voluntariamente de categoría, pierde los derechos que había adquirido, vuelve a ser
considerado como extranjero y está sujeto a las mismas formalidades, para conseguir de
nuevo su naturalización".

Del referido artículo 7, párrafo segundo, se puede colegir que la adquisición de la


nacionalidad dominicana por nacimiento se rige por el principio jus soli, mas no en la
forma amplia que lo extiende haciendo abstracción del parentesco, sino que exige,
además del nacimiento en el territorio nacional, el hecho de ser el nacional hijo de padre
o madre dominicanos residentes en dicho territorio. Algunos analistas dominicanos han
encontrado en esta disposición una combinación de los dos sistemas jus soli y jus
sanguinis.

Esa Constitución de 1844, tal como observamos, contempla lo dos modos de


adquisición de la nacionalidad; a saber, el original, o po nacimiento; y el derivado, o sea
naturalización.

En febrero de 1854 la Constitución dominicana fue objeto de revisión y entre las


materias que mayor discusión generó se incluye el problema de la nacionalidad
dominicana. Como veremos, respecto a lo hijos de extranjeros nacidos en territorio
nacional, primó el criterio de; jus soli. El derecho de opción representó también una
innovación en ést

2. Constitución Política y Reformas Constitucionales, - 1844-1942 - Colección Trujillo, T. págs. 9 y ss.

Constitución concerniente a la materia de la nacionalidad está descrito en el Título III;


el capítulo I dice:

Art. 5to. Son Dominicanos:

lro. Todos los individuos que, al momento de la publicación de la presente Constitución,


gocen de ésta cualidad.

2do. Todos los nacidos en el territorio de la República de padres dominicanos, y los


hijos de éstos.
3ro. Todos los que nacidos en el territorio de la República de padres dominicanos, y que
habiendo emigrado, vuelven a fijar su residencia en ella.

4to. Todos los españoles dominicanos y sus descendientes que, habiendo emigrado en
1844, no han tomado las armas contra la República ni la han hostilizado en modo
alguno, y que vuelvan a fijar su residencia en ella.

5to. Todos los descendientes de oriundos de la parte española nacidos en países


extranjeros que vengan a fijar su residencia en la República.

6to. Todos los nacidos en el territorio de padres extranjeros que invoquen esta cualidad,
cuando lleguen a su mayoridad de edad.

7mo. Todos los naturalizados según las leyes.

En diciembre de ese mismo año 1854 la Constitución dominicana sufrió otra revisión.
En lo relativo a la nacionalidad, este texto constitucional reproduce casi en su totalidad
las disposiciones establecidas en la anterior constitución de febrero.

Veamos:

Art. 5. Son Dominicanos:

lro. Todos los individuos que gocen de esa cualidad a la publicación de esta
Constitución.

2do. Todos los nacidos en el territorio de la República de padres dominicanos.

3ro. Todos los hispano-dominicanos y sus descendientes que, habiendo emigrado por
virtud de los cambios políticos, no hayan tomado las armas contra la República ni la
hayan hostilizado de modo alguno, y vuelvan a fijar su residencia en ella.

4to. Todos los descendientes de oriundos de la parte antes española, nacidos en países
extranjeros que vengan a fijar su residencia en la República y que, conforme a la ley,
acepten esa cualidad.

5to. Todos los nacidos en el territorio de padres extranjeros que invoquen esta cualidad
cuando lleguen a su mayor edad.

6to. Todos los naturalizados según la ley.

Como podemos notar, fue eliminada la expresión "y los hijos de éstos", prevista en el
artículo 2 de la Constitución de febrero del mismo año.

El párrafo 3ro. retoma lo dispuesto en el mismo párrafo tercero de la Constitución de


1844.

La naturalización se mantiene en el espíritu de la constitución anterior del mismo año en


el sentido de ser materia legislativa, no constitucional como la contempla la
Constitución de 1844.
En 1858, tuvo lugar otra reforma Constitucional, conocida como la Constitución de
Moca, por ser formada en esta ciudad, mas publicada en Santiago de los Caballeros,
Capital de la República en esos días.

No se percibe, como veremos, cambios sustanciales en comparación, con las anteriores


tres Constituciones. Se insertó nuevamente la expresión "los hijos de éstos", que había
sido eliminada en la Constitución de diciembre de 1854, y de dio categoría
Constitucional a la cuestión de la naturalización.

El texto de esa Constitución en materia de nacionalidad es el siguiente:

TITULO II De los Dominicanos:

Art. 5to. Son Dominicanos:

lro. Todos los que gocen de esta cualidad al publicarse la presente Constitución.

2do. Todos los nacidos en el territorio de la República Dominicana y los hijos de éstos.

3ro. Todos los nacidos en el territorio de la República Dominicana que, habiendo


emigrado, vuelven a fijar su residencia en él.

4. Constitución Política y Reformas Constitucionales, op. cit., págs. 127 ss.

4to. Todos los españoles dominicanos y sus descendientes que, habiendo emigrado en
1844, no hayan tomado las armas contra la República ni la hayan hostilizado de modo
alguno, y vuelvan a fijar su residencia en ella.

5to. Todos los descendientes de oriundos de la parte antes española, nacidos en país
extranjero, que vengan a fijar su residencia en la República.
Todos los nacidos en el territorio dominicano, de padres extranjeros, que invoquen ésta
cualidad cuando lleguen a su mayor edad.

Art. 6.- Podrán ser dominicanos por naturalización, todos los extranjeros pertenecientes
a naciones amigas, que fijen su domicilio en el territorio de la República, y hayan
declarado, con un año de antelación, querer gozar de ésta cualidad.

La vida constitucional de los dominicanos fue interrumpida con la anexión a España,


realizada por el General Pedro Santana en 1861, convirtiéndose el país en provincia
española. Este régimen duró hasta 1865 cuando fue restaurada la República. En
diciembre de este último citado año fue promulgado el nuevo texto Constitucional, cuyo
contenido en materia de nacionalidad dice así:

Art, 5to. Son dominicanos:

1ro. Todos los que hayan nacido o nacieren en el territorio de la República, sea cual
fuere la nacionalidad de sus padres.
2do. Los nacidos en países extranjeros de padres dominicanos ausentes en servicio o por
causa de República, tan luego como soliciten esta cualidad.

3ro. Los nacidos fuera del territorio, de padre o madre dominicanos, se vinieren a
domiciliarse en el país y expresen su voluntad de serlo.

4to. Todos los extranjeros, pertenecientes a naciones amigas, que fijan su domicilio en
el territorio de la República y después de un año de residencia en ella declaren querer
ejercer esta cualidad.

5to. Los que durante la guerra de independencia se hayan acogido a la nacionalidad


dominicana.

6to. Ningún dominicano podrá adquirir otra nacionalidad y residir con ella en la
República
5. Constitución Política y Reformas Constitucionales, op. cii., págs. 174-Í75.

6. Constitución Política y Reformas Constitucionales, op. cii., págs. 232-233

De ese texto constitucional se deduce que la República Dominicana adopta el jus solí
amplio -párrafo primero- con una concesión bastante justificada al jus sanguinis en
virtud de una causa de servicio público prestado al país párrafo segundo todos los que
podrán optar por la nacionalidad dominicana si adquirieron la del país en cuyo territorio
nacieron presumida por dominicanizarse y hacer manifestación de voluntad párrafo 3.

Los párrafo cuarto y quinto conciernen a la naturalización. Una disposición que llama
poderosamente la atención es la consagrada en el artículo 6. Se trata de impedir que un
nacional adquiera otra nacionalidad y resida con ésta última en el territorio nacional.

Algunos abogados dominicanos al analizar esta disposición la han interpretado domo


una aplicación del principio de la sujeción perpetua a la nacionalidad. Una
interpretación escrupulosa del texto de ese artículo 6 permite deducir que el dominicano
puede adoptar en tales condiciones una nueva nacionalidad; lo que no puede hacer es
adquirirla y venir a la República Dominicana a residir con ella.

Obviamente que, a la luz del principio de que el individuo es libre de escoger la patria
que le convenga, la disposición insinúa lo contrario al coartar al individuo a tener que
permanecer alejado de la República Dominicana si se llega a adoptar otra nacionalidad.
La constitución Dominicana, fue nuevamente reformada en 1868, y en materia de
nacionalidad, si bien no hay cambios grandes de fondo, si los términos son distintos en
algunas disposiciones en relación a la Constitución de 1865, específicamente en el
artículo sexto.

Veamos:

Art. 5to. Son dominicanos:

1ro. Todos los que al presente gozan de ésta cualidad, bien sea por nacimiento, por
naturalización, o por haberse acogido a la nacionalidad dominicana durante la guerra de
independencia.
2do. Todos los nacieron en el territorio de la República, sea cual fuere la nacionalidad
de sus padres.

3ro. Losnacidos en países extranjeros de padres dominicanos, ausentes en servicio por


causa de la República, tan luego como ellos o sus encargados reclamen esta cualidad.

4to. Los nacidos fuera del territorio de la República, de padre o madre dominicanos, si
vinieren a residir en el país y expresen su voluntad de serlo.
5to. Todos los extranjeros pertenecientes a naciones amigas, que fijan su domicilio en el
territorio dominicano, y que, después de un año de residencia en él, declaren querer esta
cualidad.

Art. 6.- A ningún dominicano se le reconocerá otra nacionalidad que la dominicana,


mientras permanezca en el territorio de la República.

Como notamos, técnicamente, en este artículo sexto no se le está negando el derecho de


adquirir otra nacionalidad, sino que no se le reconocerá otra que no sea la dominicana
"mientras permanezca en el territorio de la República".

El 1868 de introdujo otra reforma a la Constitución, en la que no figura m ídificación


alguna al art. 5 de la Constitución anterior. El art. 6 inserta con los mismos términos la
disposición según la cual "A ningún dominicano, mientras permanezca en el territorio
de la República, se le reconocerá otra nacionalidad que la dominicana.

Se revisó nuevamente la Constitución en 1872. En materia de nacionalidad se acoge casi


textualmente los términos y contenido de la Constitución de 1854, agregando sólo lo
relativo al no reconocimiento de otra nacionalidad a los dominicanos, mientras se
encuentren en territorio nacional, he aquí lo dispuesto:

Art. 5.- Son dominicanos:

lro. Todos los individuos que gocen de esta cualidad a la publicación de esta
Constitución.

2do. Todos los nacidos en territorio de la República de padres dominicanos.

3ro. Todos los hispano dominicanos y sus descendientes que, habiendo emigrado por
virtud de los cambios políticos, no hayan tomado las armas contra la República, no la
hayan hostilizado de modo alguno, y vuelven a fijar su residencia en ella.

4to. Todos los descendientes de oriundos de la parte antes española, nacidos en países
extranjeros que vengan a fijar su residencia en la República, y que conforme a la ley
acepten esa cualidad.

5to. Todos los nacidos en el territorio, de padres extranjeros, que invoquen ésta cualidad
cuando lleguen a su mayor edad.

6to. todos los naturalizados según las leyes.


Art. 4to Único. Aningún dominicano, mientras permanezca en el territorio de la
República, se le reconocerá otra nacionalidad que la dominicana.
Otra reforma a la Constitución tiene lugar en 1874. La innovación de esta Constitución
renovada se presenta en el numeral 6 del art. 5to., al exceptuar a los hijos de extranjeros
en servicios a su país y los hijos de personas en circunstancias especiales.
Veamos:

Art. 5to. Son dominicanos:

lro. Todos los que al presente gozan de ésta cualidad, bien sea por nacimiento, por
naturalización, o por haberse acogido a la nacionalidad dominicana durante las guerras
de independencia.

2do. Todos los que nacieren en el territorio de la República de padre o madre


dominicanos.

3ro. Los nacidos en él de padres extranjeros, si después que hayan llegado a su mayor
edad siguen en la República o se fijan en ella en cualquier tiempo.

4to. Los nacidos en el territorio nacional de padres extranjeros si en cualquier tiempo


manifestaren su voluntad de ser dominicanos.

5to. Los nacidos fuera del territorio de la República, de padre o madre dominicanos o de
origen dominicano si vinieren a reside en el país y expresaren su voluntad de serlo.
6to. Todos los extranjeros pertenecientes a naciones amigas, que fijan su domicilio en el
territorio dominicano, y que después de un año de residencia en él declaren querer
ejercer esta cualidad.

Para los efectos de este artículo no se considerarán como nacidos en el territorio de la


República, los hijos legítimos de extranjeros que temporalmente residan en el país en
representación o en servicio de su patria, así como tampoco se reputarán como nacidos
fiiera, los hijos de los que tengan su domicilio en el territorio y sólo se hayan ausentado
de
7. Constitución Política y Reformas Constitucionales, op. cit., págs. 275-276.

8. Constitución Política y Reformas Constitucionales, op. cit., pág. 319.

9. Constitución Política yReformas Constitucionales, op. cit., págs. 338-339.

Él por un tiempo que no exceda de dos años, ni los que estén en el extranjero
desterrados o en representación u otro servicio de la República.

Art. 6to. A ningún dominicano se le reconocerá otra nacionalidad que la dominicana


mientras permanezca en el territorio de la República.

La Constitución reformada del 1875, cuyo contenido en materia de nacionalidad no es


otro que el mismo del 1874 a excepción del numeral 2do. del artículo 5to. que adopta, al
igual que la constitución de 1865, eljus soli amplio.
Dice así:

Art. 5to. Son dominicanos:

lro. Todos los que actualmente gozan de esta cualidad.

2do. Los que nacieren en el territorio de la República, cualquiera que sea la


nacionalidad de sus padres.

3ro. Los hijos de padres dominicanos que hubieren nacido en país extranjero, si vinieren
a domiciliarse en la República y expresaren su voluntad de serlo.

4to. Los extranjeros que, después de un año en el territorio, se inscriban en el registro


civil en la forma determinada por la ley.

5to. Único. Para los efectos de este artículo, no se considerarán como nacidos en el
territorio de la República, los hijos legítimos de extranjeros que temporalmente residan
en el país en representación o en servicio de su patria; así como tampoco se reputarán
como nacidos fuera, los hijos de los que tengan su domicilio en el territorio y sólo se
hayan ausentado de él por un tiempo que no exceda de dos años; ni los de los que estén
en el extranjero desterrados o en representación u otro servicio de la República.

Art. 6to. A ningún dominicano se le reconocerá otra nacionalidad que la dominicana,


mientras permanezca en el territorio de la República.

La reforma a la Constitución del 1877 no introduce cambio en lo relativo a la


nacionalidad.

Art. 7mo. son dominicanos:

lro. Todos las personas que hayan nacido o nacieren en el territorio de la República,
cualquiera que sea la nacionalidad de sus padres.
10. Constitución Política y Reformas Constitucionales, op. cit., págs. 425-427.

2do. Los hijos depadresomadres dominicanos, que hayan nacido en otro territorio, ni
vinieren y se domiciliaren en el país.

3ro. todos los naturalizados según las leyes.

4to. Todos los extranjeros de cualquier Nación amiga, siempre que fijen su domicilio en
el territorio de la República, de laren querer ejercer esta cualidad; tengan dos años de
residencia a lo menos y renuncien expresamente sus nacionalidades ante quien sea de
derecho.

Único. Para los efectos de este artículo, no se considerarán como nacidos en el territorio
de la república los hijos legítimos de los extranjeros que temporalmente residan en ella,
en representación o servicio de su patria.

Art. 8vo. A ningún dominicano se le reconocerá otra nacionalidad sino la dominicana,


mientras resida en la República.
La revisión de 1878 a la Constitución de 1877 reproduce con los mismos términos las
disposiciones contempladas en ésta última en materia de nacionalidad; por ello no la
transcribimos aquí.

En 1879, en una sesión extraordinaria fue nuevamente revisada la Constitución.


Entretanto, en materia de nacionalidad, podemos constatar que se inserta textualmente
las disposiciones que contemplaba la Constitución de 1877 y que reprodujo, como
señalamos la Constitución revisada de 1878.13

La Constitución de 1879 es objeto de una revisión en mayo de 1880, la vigencia de este


último texto reformado se mantuvo hasta mayo de 1881.

En el Título II, los artículos 7mo. y 8vo. en nada alteran, ni en el contenido ni en los
términos usados en las tres últimas constituciones revisadas.

En 1881 se revisó la constitución de 1880. El texto revisado de esta (1881) dura hasta el
16 de noviembre de 1887, en lo relativo a la nacionalidad no se aparta del texto de la
constitución revisada de 1877, con la particularidad de que se agrega un párrafo que
lleva el numeral 3ro. que reza así: "Todos los hijos de las Repúblicas
hispanoamericanas, y los de las vecinas Antillas españolas que quieran gozar de esta
cualidad, después de haber residido un año en el territorio de la República".

11. Constitución Política y Reformas Constitucionales, op. cit., págs. 474-475.

12. Constitución Política y Reformas Constitucionales, op. cit., págs. 414-415.

13. Constitución Política y Reformas Constitucionales, op. cit., págs. 556-557.

14. Constitución Política y Reformas Constitucionales, op. cit., págs. 596-597.

El texto revisado de la Constitución de 1887 tampoco se aparta del de la Constitución de


1877, sólo introduce mayor especificación al párrafo 3ro. insertado en el texto revisado
de 1881, concerniente a la naturalización. Dice así éste párrafo 3ro. "Todos los hijos de
las Repúblicas Hispanoamericanas, y de las vecinas Antillas españolas que quieran
gozar de esta cualidad, después de haber residido un año en el territorio de la República
y siempre que manifiesten este querer prestando un juramento de defender los intereses
de la República ante el gobernador de la Provincia o Distrito donde residen y hayan
obtenido cartas de naturalización.

En 1896 se revisa nuevamente la Constitución. El texto de esta última estuvo vigente


hasta el 26 de abril de 1902. En lo concerniente a la nacionalidad transcribe
textualmente el texto revisado de 1887.

En 1907 fue reformada la Constitución de 1896 y se proclama la nueva. El Título II de


esta Constitución a diferencia de todos los textos constitucionales anteriores, se
denomina "De la nacionalidad".

Esta constitución distingue entre extranjeros domiciliados y los transeúntes y fundan


sobre esta distinción una calificación jurídica con respecto a la nacionalidad. Se puede
constatar que la misma implanta el sistema mixto en lo relativo a la nacionalidad por
nacimiento.
Atribuye también carácter constitucional a la naturalización.
Veamos:
15. Constitución Política y Reformas Constitucionales, Tomo ¡I, págs. 8-9.

16. Constitución Política y Reformas Constitucionales, Tomo ¡I-, págs. 52-53.

17. Constitución Política y Reformas Constitucionales, Tomo II., págs. 104-105.


TITULO II
DE LA NACIONALIDAD

"Art 6to. Son dominicanos":

lro. Todos los nacidos en el territorio de la República, s fuere la nacionalidad de sus


padres, exceptuando los hijos legítima cual nos de los extranjeros que se encuentran en
servicio de su nación o que no hubieren fijado su residencia en la República.

2do. Los nacidos en el extranjero de padres dominicanos en servicio de la República.


3ro. Los hijos de padres dominicanos nacidos en el extranjero, si están domiciliados en
la República y no declaren al venir a ella, ante el Presidente del Ayuntamiento de su
domicilio, por sí o por quienes los representan legalmente, que no tienen una
nacionalidad extranjera.

4to. Todos los naturalizados conforme ésta Constitución yes.

Para conseguir la naturalización se necesita:

lro. Haber sido autorizado por el Poder Ejecutivo, dos años antes por lo menos a fijar
domicilio en el país.

2do. Declarar, a partir de este tiempo ante el Presidente de ayuntamiento de su


domicilio, su propósito de naturalizarse.

3ro. Presentar certificación de Vida y Costumbre, expedir as por el Fiscal y el


Gobernador de la Provincia en que resida.

4to. Tener medios lícitos de subsistencia.

5to. Prestar ante el gobernador de la Provincia el Juramento de fidelidad a la República.


La carta de Naturalización no podrá sino después de transcurrido un año de la
declaración.
las le-
enerse
i bien domi-domi-óloen

Como vemos, de conformidad con estas disposiciones, sustenta el Jus soli en cuanto a la
adquisición de la nacionalidad nicana por nacimiento, ello es en forma limitada puesto
que serán nicanos los hijos de extranjeros nacidos en territorio dominicano el caso de
fijar allí sus padres residencia. Otra marcada característica de esta constitución revisada
en 1907 lo es que omite la disposición :me se remonta desde la constitución de 1865, en
virtud de la cual se les prohíbe a los dominicanos adquirir otra nacionalidad y residir
con ella en territorio nacional.

18. Constitución Política y Reformas Constitucionales, Tomo //., págs. 160-161.


En abril de 1908 entró en vigor la constitución que vino a reformar la de 1907, y cuyo
texto se mantuvo vigente hasta que aconteció la ocupación militar de los Estados
Unidos al territorio nacional, en noviembre de 1916.

En la Sección Ira., consagrada a la Nacionalidad se dice:

Art. 7mo. Son dominicanos:

Todas las personas que al presente gozaren de ésta cualidad en virtud de Constituciones
y leyes anteriores.

Todas las personas que nacieren en el territorio de la República, sea cual fuere la
nacionalidad de sus padres, exceptuando los hijos legítimos de los extranjeros que
residan en la República en representación diplomática, o que estén de tránsito en ella.
Los nacidos en el extranjero de padres dominicanos, siempre que de acuerdo con las
leyes del país de su residencia o domicilio, no hayan adquirido una nacionalidad
extraña.

Los naturalizados según ésta Constitución y las leyes.

A ningún dominicano se le reconocerá otra nacionalidad sino la dominicana, mientras


resida accidental o definitivamente en el territorio de la República.

La dominicana casada con un extranjero podrá seguirla condición de su marido.

Esta Constitución reformada retoma la disposición de la constitución de 1865 y


siguientes, omitida, como señalamos, en la anterior Constitución de 1907 que prohíbe a
los dominicanos adquirir otra nacionalidad y residir con ella en la República
Dominicana. Una innovación de esta Constitución de 1908 es la relativa a la condición
de la mujer dominicana casada con un extranjero. Se colige del párrafo referido que la
legislación dominicana se basa en el principio de la dualidad de nacionalidad de los
esposos. Su fundamento es la libertad de la mujer casada, en el sentido de que la
nacionalidad no puede imponerse contra su voluntad. Se deduce, pues, del texto que la
mujer casada "podrá seguirla condición; tiene un derecho de opción; o sea, puede
adquirir la nacionalidad de su esposo o puede quedarse siendo dominicana. No se le
obliga a seguir la nacionalidad de su esposo. En tal caso el texto tendría que decir
"seguirá la nacionalidad de su esposo". Se puede también colegir que esa disposición
traduce una excepción en la regla que prohíbe a los dominicanos adquirir otra
nacionalidad y residir con ella en territorio nacional, en el caso que esa mujer casada
adquiera la nacionalidad del esposo extranjero y decidan ambos residir en el territorio
dominicano.

19. Constitución Política y Reformas Constitucionales, Tomo II., pág. 206.


X-
Luego de la ocupación norteamericana, se aprobó un nuevo texto de la constitución, en
1924, que vino renovar la anterior de 1908.

La vigencia de esta Constitución reformada duró hasta el 15 deju-nio de 1927, y su


contenido en materia de nacionalidad contemplado en el Título II, Sección Ira. es como
sigue:
Art. 8vo. Son dominicanos:

1ro. Las personas que al presente gozaren de esta calidad en virtud de Constituciones y
leyes anteriores.

2do. Las personas nacidas en territorio de la República, o en el extranjero, de padres


dominicanos.

3ro. Los nacidos en la República de extranjeros nacidos en la pública.

4to. Los nacidos en la República de padres extranjeros, siempre que, a su mayor edad,
estén domiciliados en la República; a menos que no declaren, dentro del año de haber
adquirido la mayor edad, que no desean adquirir la nacionalidad dominicana, y prueben
que han conservado la de su padre. Perderán ese derecho de opción si antes de esa edad
han ejercido en la República derechos ciudadanos.

5to. Los nacidos en el territorio de la República de padres desconocidos o de


nacionalidad desconocida.

6to. Los naturalizados según la constitución y las leyes.


A ningún dominicano s le reconocerá otra nacionalidad sino la dominicana mientras
resida en el territorio de la República.

2do. La mujer dominicana casada con un extranjero adquirirá la nacionalidad de su


marido, siempre que el país de este así lo establezca.

De lo contrario conservará la nacionalidad dominicana.

Un análisis de las disposiciones de esta Constitución concerniente a la nacionalidad nos


lleva a concluir que la misma hace prevalecer el jus sanguinis en su párrafo segundo,
mas en los tres párrafos subsiguientes adopta el jus soli, aunque en forma limitada,
puesto que serían dominicanos (según el párrafo tercero) los hijos de extranjeros
nacidos en la República Dominicana, o bien éstos estén domiciliados, a su mayor edad,
en territorio nacional (párrafo cuarto).

20. Constitución Política y Reformas Constitucionales, Tomo II., págs. 246-247.

El párrafo quinto, independientemente de las motivaciones que inspiraron a los


legisladores, se traduce en un mecanismo para evitar que una persona nacida en
territorio nacional se convierta en apatrida.

La disposición el párrafo sexto sobre la mujer dominicana casada por un extranjero, si


bien difiere a la contemplada en la Constitución anterior de 1908, conlleva al mismo
resultado en el sentido de evitar que ésta se convierta en apatrida. En esta disposición de
la constitución de 1924, el cambio de nacionalidad de la mujer casada se hace depender
de disposiciones legales correspondientes a la legislación del marido; en otras palabras,
cuando según la ley de éste último, la esposa deba tomar su nacionalidad.
Como señalamos arriba, la vigencia de la Constitución de 1924 se prolongó hasta 1927,
año cuando se promulga un nuevo texto constitucional, el cual en lo relativo a la
nacionalidad, transcribe íntegramente
las disposiciones del texto de 1924 sobre la materia.

La Constitución revisada el 1929 viene siendo una amalgama de la Constitución de


1908 y 1924. Elimina algunas disposiciones contempladas en ésta última, y, como
veremos luego, introduce otra que es bastante similar a la Constitución vigente.

Veamos:

Art. 8vo. Son dominicanos:

lro. Las personas que al presente gozaren de esta calidad en virtud de Constituciones y
leyes anteriores.

2do. Todas las personas que nacieren en el territorio de la República, con excepción de
los hijos legítimos de los extranjeros residentes en la República en representación
diplomática o que estén de tránsito en ella.

3ro. Las personas nacidas en el extranjero de padres dominicanos, siempre que, de


acuerdo con las leyes del país de su nacimiento, no hubieren adquirido una nacionalidad
extraña, o que, en caso de haberla adquirido manifestaren a la mayor edad, por acto ante
un oficial público remitido al Poder Ejecutivo, su propósito de tener la nacionalidad
dominicana.
21. Constitución Política y Reformas Constitucionales, Tomo 27., págs. 320-321.

4to. Los naturalizados según la constitución y las leyes.

lro. Ningún dominicano podrá alegar condición de extranjero por naturalización o por
cualquier otra causa.

2do. La mujer dominicana casada con un extranjero adquirirá la nacionalidad e su


marido, siempre que la ley de éste así lo establezca.

De lo contrario conservará la nacionalidad dominicana.

En 1934 se revisó la Constitución de 1929 que integra, en lo relativo a la nacionalidad,


el texto contemplado en la Constitución revisada de 1929.23

En 1942 se produce una revisión a la Constitución de 1934, la que amplia el contenido


del párrafo tercero al aportar mayor especificación, e introduce un párrafo al inciso
cuarto que establece sanciones a los dominicanos que aleguen posesión de otra
nacionalidad, con la sola excepción de la mujer dominicana casada con extranjero. Dice
así:

Art. 8vo. Son dominicanos:


lro. Las personas que al presente gozaren de ésta calidad en virtud de constituciones y
leyes anteriores.

2do. Todas las personas que nacieren en el territorio de la República con excepción de
los hijos legítimos residentes en la República en representación diplomática, o que estén
de tránsito en ella.

3ro. Todas las personas nacidas en el extranjero de padre o madre dominicanos, siempre
que, de acuerdo con las leyes del país de su nacimiento, no hubieren adquirido una
nacionalidad extraña, o que en caso de haberla adquirido, manifestaren, por acto ante un
oficial público remitido al Poder Ejecutivo, después de alcanzar la mayor edad política y
a más tardar dentro del año de haber llegado a la mayor edad civil, fijadas en la
legislación dominicana, su propósito de tener la nacionalidad dominicana.

4to. Los naturalizados según la ley.

Ningún dominicano podrá alegar condición de extranjero por naturalización y por otra
causa. La ley podrá establecer sanciones para los que, siendo dominicanos, aleguen la
posesión de una nacionalidad extranjera. Sin embargo, la dominicana casada con
extranjero podrá adquirir la nacionalidad con su marido.

22. Constitución Política y Reformas Constitucionales, Tomo 11., pág. 407.

23. Constitución Política y Reformas Constitucionales, Tomo //., pág. 469.

La constitución revisada de 1947 reproduce fielmente lo consa-

25 grado en la Constitución de 1942.

El texto revisado de la Constitución de 195 5 tampoco se aparta del texto de la


Constitución revisada en 1942, con la sola excepción del acápite 4, relativo a la
naturalización. En éste se dice: 4.- "Los naturalizados. La Ley dispondrá las condiciones
y formalidades requeridas para la naturalización, estableciendo la naturalización
privilegiada en favor de aquellos extranjeros que sean merecedores de la dispensa de los
requisitos necesarios ordinariamente para obtener la nacionalidad dominicana."26 El
texto de la Constitución revisada de 1960 reproduce

27 textualmente lo establecido en la constitución de 1955.

En septiembre de 1962 se revisa la Constitución anterior, y la misma suprime algunas


disposiciones penales para los nacionales que aleguen la posesión de una nacionalidad
extranjera.
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO

Veamos:
Art. 12. Son dominicanos:

lro. Las personas que al presente gozaren de esta calidad en virtud de constituciones y
leyes anteriores.

2do. Todas las personas que nacieren en el territorio de la República, con excepción de
los hijos legítimos de los extranjeros residentes en la República en representación
diplomática o que estén de tránsito en ella.

3ro. Todas las personas nacidas en el extranjero de padre o madre dominicanos, siempre
que, de acuerdo con las leyes del país de su nacimiento, no hubieren adquirido una
nacionalidad extraña, o que en caso de haberla adquirido, manifiesten por acto ante un
oficial público remitido al Poder Ejecutivo, después de alcanzar la mayor edad civil,
fijadas en la legislación dominicana, su propósito de tener la nacionalidad dominicana.
24. Constitución Política y Reformas Constitucionales, lomo II., pág. 515.

25. Constitución de la República, 1947, Edición Oficial, págs. 8-9.

26. Constitución de la República, 1947, Edición Oficial, pág. 13.

27. Constitución de la República Dominicana, Gaceta Oficial Núm. 8527, 1960, págs. 9-10.

4to. Los naturalizados: La ley dispondrá las condiciones y formalidades requeridas para
la naturalización.

Párrafo I. a ningún dominicano se le reconocerá otra nacionalidad sino la dominicana


mientras resida en el territorio de la República.

Párrafo II. La dominicana casada con extranjero podrá Adquirir la nacionalidad de su


marido.

Como podemos notar, estos dos párrafos reproducen textualmente lo contemplado en


los dos últimos párrafos de la Constitución de 1908.

En 1963 se introduce un nuevo texto revisado de la constitución.

En su artículo 11, reproduce íntegramente en cuatro acápites el contenido de los acápites


1, 2, 3 y 4 de la constitución de 1962 en lo relativo a la nacionalidad y que aquí
insertamos. Sin embargo, esta constitución revisada de 1963 omite los párrafos I y II del
acápite 4 de la Constitución de 1962 relativos uno a la prohibición de adquirir los do-
minicanos otra nacional y residir con ella en territorio nacional, que como constamos, se
in serta en los textos constitucionales de la República dominicana a partir de 1908, y
otro a la condición de la mujer dominicana casada con extranjero.
TITULO III
LA NACIONALIDAD DOMINICANA EN EL DERECHO VIGENTE

Normas Jurídicas Aplicables. La Nacionalidad Originaria. La Naturalización. La


situación de la Mujer Dominicana Casada. La Situación de la Mujer Extrajera
Casada con Dominicano. Pérdida de la Nacionalidad Dominicana, Recuperación
de la Nacionalidad Dominicana.

a) Normas Jurídicas Constitucionales.

En la República Dominicana, como pudimos observar en el capítulo precedente, la


nacionalidad se ha insertado siempre en los textos constitucionales.

28. Constitución de la República, Revisión del 16 de sept 1962- Sec. de Educación pág. 5.

29. Ver: Constitución de la Nación Dominicana; Gaceta Oficial Núm. 8758- 1963.

La constitución vigente que data de 1966, en la sección 1, del título III, está consagrada
la nacionalidad y reza así: Artículo 11. Son dominicanos:

1. Todas las personas que nacieren en el territorio de la República, con excepción de los
hijos legítimos de los extranjeros residentes en el país en representación diplomática o
los que estén de tránsito en él.

2. Las personas que al presente estén investidas de esta calidad en virtud de


constituciones y leyes anteriores.

3. Todas las personas nacidas en el extranjero de padre o madre dominicanos, siempre


que, de acuerdo con las leyes del país de su nacimiento, no hubieren adquirido una
nacionalidad extraña, o que, en caso de haberla adquirido, manifestaren, por acto ante
un oficial público remitido al Poder Ejecutivo, después de alcanzar la edad de diez y
ocho años, su voluntad de optar la nacionalidad dominicana.

4. Los naturalizados. La ley dispondrá las condiciones y formalidades requeridas para la


naturalización.

Párrafo I. Se reconoce a los dominicanos facultad de adquirir una nacionalidad


extranjera.

Párrafo II. La mujer dominicana casada con un extranjero podrá adquirir la nacionalidad
de su marido.

Párrafo III. La mujer extranjera que contrae matrimonio con un dominicano seguirá la
condición de su marido, a menos que las leyes de su país le permitan conservar su
nacionalidad, caso en el cual tendrá la facultad de declarar, en el acta de matrimonio,
que declina la nacionalidad dominicana.

Párrafo IV La adquisición de otra nacionalidad implica la pérdida de la nacionalidad


dominicana, salvo acuerdo internacional en contrario. Estas disposiciones del texto
Constitucional trazan las líneas generales que orientarán la legislación ordinaria. Dicho
texto abarca o relativo a la adquisición de la nacionalidad por nacimiento, por natura-
lización, por opción, la situación de la mujer extranjera casada con dominicano, la
pérdida y la recuperación de la nacionalidad.
30. El Reglamento de Inmigración No. 279 del 12-5-1939, en su Sección 5ta. titulada TRANSEÚNTES, define a
estos últimos como a los extranjeros, que entran a la República con el propósito principal de proseguir a través del
país con destino al exterior.

31. Ver nota pág. 88, sobre enmienda a este párrafo.

32. Ver: Constitución de la Nación Dominicana; Gaceta Oficial Núm. 9014,29-11-1966.

En el inciso I, concerniente a la nacionalidad por nacimiento, se sustenta el jus soli


amplio. La única excepción la constituyen los rjijcs legítimos de representantes
diplomáticos y los transeúntes. Es llamativa la expresión "hijos legítimos" de los
representantes diplomáticos, a no especificarla situación que se podría presentar en caso
de hijos naturales de estas personas.

El inciso tercero mantiene una corriente tradicional americana a favor delos hijos de
nacionales nacidos en país extranjero. Estos últimos conforme a la citada disposición
constitucional dominicana, por medio de una opción expresa al cumplir los diez y ocho
años se considerad nacionales por nacimiento en base al jus sanguinis. Esta
nacionalidad dominicana estaría implícita en caso de que no hubieran adquirid) la
nacionalidad del país en cuyo territorio nacieron.

b) Normas Jurídicas Ordinarias

El código civil vigente de la República Dominicana regula, entre otras, en los capítulos I
y II, la materia relativa a la nacionalidad.

El artículo 9 en su párrafo primero y el artículo 10 hacen referencia a la adquisición de


la nacionalidad por nacimiento. Veamos:

"Art. 9. Son dominicanos: Primero: Todas las personas que hayan nacido o nacieren en
el territorio de la República, cualquiera que sea la nacionalidad de sus padres.

Para los efectos de ésta disposición no se considerarán como nacidos en el territorio de


la República los hijos legítimos de los extranjeros que residan en ella en representación
o servicio de la patria."

"Art. 10. Los hijos de padres o madres dominicanos que hayan cido en otro territorio,
serán dominicanos, si vivieren y se domicilÍÉ en el país."33

Ese art. 9 del código, si bien no contradice la disposición del 11 de la constitución en su


acápite lro., no excluye en su adopción plia del jus soli las personas que estén de
tránsito en el territorio na nal, tal como lo contempla el citado art. 11 de la constitución
dominic vigente.

El art. 10, a su vez, adopta el jus sanguinis condicionando só que se domicilien los hijos
de padres o madres dominicanos en el p
33. Ver: Código Civil de la Rep. Dominicana. Séptima Edición, págs. 15-16.

No especifica otras condiciones como lo hace la constitución en su acápite tercero del


art. 11.

Los párrafos, segundo, tercero y cuarto del art. 9 del Código Civil Dominicano tratan
sobre la naturalización. Dicen así:

"Segundo. Todos los hijos de las Repúblicas Hispanoamericanas, y los de los vecinos
antiguos españoles que quieran gozar de esta cualidad, después de haber residido un año
en el territorio de la República."

"Tercero. Todos los naturalizados según las leyes."

"Cuarto. Todos los extranjeros de cualquier nación amiga, siempre que fijen su
domicilio en el territorio de la República, declaren querer gozar de ésta cualidad, tensan
dos años de residencia a lo menos, y renuncien expresamente su nacionalidad ante quien
sea de derecho."

El art. 12 del Código contempla la situación de la mujer extranjera casada con


dominicano; el contenido de éste artículo en nada difiere del texto insertado en el
párrafo tercero del acápite 4 del artículo 11 de la Constitución Dominicana y que dice:
"La mujer extranjera que contrae matrimonio con un dominicano seguirá la condición
de su marido, a menos que su ley nacional le permita conservar su nacionalidad, caso en
el cual tendrá la facultad de declarar, en el acta de matrimonio, que declina la
nacionalidad dominicana."

Esta disposición que constituye una innovación en el texto constitucional, ha sido objeto
de observación por algunos analistas dominicanos sobre todo a la luz del Convenio
Sobre la Nacionalidad de la Mujer Casada, del cual la República Dominicana es parte.
La observación va en el sentido de que esa disposición del texto constitucional y del
Código civil atenta contra el principio de la ubre voluntad de cambios de nacionalidad.
El art. 19, previsto en el capítulo II del Código Civil, y que trata la situación de la mujer
dominicana casada, nos dice:

"Art. 19. La mujer dominicana que celebre matrimonio con un extranjero y que desee
adquirir la nacionalidad de su marido, siempre que la ley del país de éste lo permita,
declarará expresamente su voluntad, consignándola en el acta de matrimonio. Si desea
adquirir la nacionalidad de su marido después de celebrado el matrimonio deberá
hacerlo mediante naturalización.

34. Ver: Código Civil Dominicano, op. cit., págs. 15-16.


35. Ver. p. ej. Dr. Enmanuel Esquea G. Concepto de Nacionalidad en la Constitución Dominicana - Publicada por la
Junta Central Electoral, 1986, pág. 14.

Párrafo. Cuando sea inoperante la naturalización porque las leyes personales del marido
le impongan su nacionalidad, será necesario que haga una declaración al Secretario de
Estado de lo Interior, optando por la nacionalidad e su marido."
La Ley misma 1683, del 21 de abril de 1948, con algunas modificaciones que se le
introdujo, es la ley vigente sobre la naturalización en la República Dominicana. En ella
están contempladas las condiciones de fondo y de procedimiento para obtenerla, así
como las diversas clases de naturalización.

Naturalización Ordinaria Individual, Condiciones de Fondo:

El art. 1 de la Ley Núm. 1683, modificado por la Ley No. 4063, del 6 de mayo de 1955,
establece que puede adquirir la nacionalidad dominicana, por naturalización toda
persona extranjera mayor de edad que llene algunos de los requisitos siguientes:

a) Que haya obtenido fijación de domicilio en la República de conformidad con el


artículo 13 del Código Civil, seis meses después de la concesión del domicilio.

b) Que justifique una residencia no interrumpida de dos años por lo menos en la


República.

c) Que justifique seis meses por lo menos de residencia no interrumpida en el país, si ha


fundado y sostenido industrias urbanas, y rurales, o si es propietaria de bienes
inmuebles radicados en la República.

d) Que haya residido sin interrupción en el país por seis meses o más, si ha contraído
matrimonio con una dominicana, y está casado con ella al tiempo de solicitar la
naturalización.

e) Que haya obtenido del Poder Ejecutivo la Concesión del domicilio de conformidad
con el artículo 18 del Código Civil, al cumplir tres meses por lo menos de la concesión,
siempre que justifique en cultivo una parcela de terreno de no menos de 30 hectáreas.

En relación con las disposiciones del inciso (b), la ley establece en el párrafo I que "Las
interrupciones de residencia por viajes al extranjero de no más de un año de duración,
con intención de retorno se computarán en la residencia en el país. Asimismo podrá
computarse una residencia de no más de un año en el extranjero si ha sido en una misión
o función conferida por el Gobierno Dominicano".

36. Ver: Código Civil Dominicano, op. cit., págs. 17-18.

El párrafo II y el artículo 2 se refieren a la exención de los requisitos y condiciones


señalados en el art. 1 para ciertas categorías de personas. Veamos:

"Párrafo n. El Poder Ejecutivo tendrá facultad para conceder la nacionalidad


dominicana, sin requisito de residencia ni de pago de impuestos o derechos a la mujer
extranjera que al contraer matrimonio con un dominicano haya conservado su
nacionalidad extranjera en la forma prevista en el artículo 12, reformado del Código
Civil."
El art. 2, a su vez dice: "Los extranjeros que hayan sido contratados para prestar
servicios técnicos o especiales en las fuerzas armadas de la República, pueden obtener
el beneficio de la naturalización sin ejecución a los requisitos y condiciones establecidas
en éste capítulo, y con exoneración de los derechos previstos más adelante, después de
seis meses de residencia en el país.

Se podrá notar que el plazo del derecho común en lo relativo a la residencia es de dos
años en la legislación vigente sobre naturalización, mas este plazo se lo puede abreviar a
seis meses cuando los interesados han fundado o sostenido industrial urbanas o rurales,
o si son propietarios de bienes inmuebles radicados en la República, o bien cuando han
contraído matrimonio con dominicana y están casados con ellas al tiempo de solicitar la
naturalización. En el caso de la mujer extranjera casada con un dominicano, el requisito
de residencia y otras condiciones contempladas en el art. 1 tampoco tiene aplicación,
pues de acuerdo a las disposiciones del referido párrafo II, el Poder Ejecutivo está
facultado para conceder la naturalización dominicana a las personas de esa situación al
margen de los susodichos requisitos y condiciones.

Naturalización Ordinaria Familiar. Condiciones de Fondo.

Los artículos 3 y 4 de la Ley Dominicana Sobre Naturalización, trata sobre los efectos
directos o bien sobre las implicaciones en cuanto concierne a facilidades otorgadas a los
miembros de una familia cuando el extranjero, siendo casado y padre de familia, se
naturaliza dominicano. Veamos:

Art. 3. La mujer casada con un extranjero que se naturaliza dominicano podrá obtener la
naturalización sin ninguna condición de permanencia en el país, siempre que la solicite
conjuntamente con su marido y se encuentre en la República en el momento en que la
solicite.

Posteriormente a la naturalización del marido, ella podrá naturalizarse sin estar sometida
a ninguna condición, siempre que resida en el país al hacer la solicitud y esté
debidamente autorizada por él; esta autorización no será necesaria si al solicitar la mujer
la naturalización justifica en su instancia que su ley nacional no exige, para la obtención
de otra nacionalidad la autorización marital.

En ambos casos, deberán ser pagados los derechos correspondientes.

Párrafo I. Los hijos mayores de dieciocho años de naturalizado podrán obtener su


naturalización, con sólo un año de residencia en el país, si la solicitan conjuntamente
con su madre.

Art. 4. Los hijos menores de dieciocho años, solteros, legítimos, legitimados o naturales
reconocidos, adquieren de pleno derecho por la naturalización de su padre la
nacionalidad dominicana; pero tendrán el derecho, cuando lleguen a la mayor edad, y
durante un año, de renunciar a ella, declarando por acta redactada por un oficial público
remitida al Poder Ejecutivo, que desean tener su nacionalidad de origen. Se publicará un
aviso de esta declaración en la Gaceta Oficial y se hará un asiento del caso en los
registros previstos más adelante.
Párrafo. Los mismos efectos produce la naturalización de la madre cuando no exista el
padre, o cuando, existiendo tenga la madre la guarda de sus hijos. Finalmente, en lo
relativo a las condiciones de fondo, establecidas por la comentada Ley 1683, el art. 5
plantea una excepción; dice así: art. 5. No será necesaria la mayoridad de veintiún año
para pedir la naturalización cuando se estuviere casado, o cuando siendo el impetrante
mayor de dieciocho años, estuviere autorizado por sus padres, y a falta de éstos, por la
personas que tengan su representación legal.

Condiciones de Procedimientos. Naturalización Ordinaria

En el art. 6 modificado por la Ley No. 4063, del 6 de marzo de 1965, se establece las
siguientes condiciones de procedimiento:

Art. 6. La naturalización se solicitará al Poder Ejecutivo por conducto del Secretario de


Estado de lo Interior, y deberán anexarse a la solicitud los documentos siguientes:
a) Un certificado de no delincuencia expedido por el Procurador Fiscal del Distrito
Judicial correspondiente; y

b) El acta de nacimiento, con la traducción oficial, si no está escrita en lengua


castellana. A falta del acta de nacimiento, por imposibilidad material de obtenerse,
podrá aceptarse como equivalente un acta especial redactada ante el juez de paz suscrita
por tres personas mayores de edad, que den fe de que conocen al solicitante, de su
nacionalidad y de la edad aproximada del interesado.

Párrafo I. En caso de que el interesado tenga una nacionalidad que no sea su


nacionalidad de origen deberá hacerse en la solicitud un historial sumario de esta
circunstancia.

Art. 7. aunque se hayan cumplido todos los requisitos y condiciones exigidas por esta
ley, el Poder Ejecutivo podrá abstenerse de conceder la naturalización cuando lo estime
conveniente, entendiéndose que esta facultad no reza con la readquisición de
nacionalidad en el caso previsto más adelante.

Como se puede constatar en este art. 7, se trata de una facultad exclusiva del Ejecutivo,
de un acto discrecional suyo.

Art. 8. Si la naturalización es concedida, el decreto se publicará en la Gaceta Oficial, tan


pronto como sea pagado el derecho de publicación correspondiente.

Párrafo. Transcurrido seis meses sin pagarse el derecho de publicación, el decreto no


será publicado y se tendrá como no expedido.

Art. 9. Publicado el decreto en la Gaceta Oficial, el Presidente del Consejo


Administrativo, si el interesado vive en el Distrito Nacional, o el Gobernador Civil, si
vive en una provincia, y entregará juramento al naturalizado de ser fiel a la República, y
entregará al interesado una copia certificada por el funcionario actuante y el secretario,
copia que deberá llevar adherido y sellado un retrato del naturalizado y de los miembros
de su familia que se hayan naturalizado con él, según fuere el caso.

Art. 10. Los Secretarios de Estado de lo Interior y Relaciones Exteriores deberán llevar
sendos registros de todos los decretos que se expidan de acuerdo con ésta ley.

Art. 11. De la entrega de la copia certificada y del juramento correspondiente, previsto


en el artículo 9, se redactará acta, copia certificada de la cual se enviará a los Secretarios
de Estado de lo Interior y Relaciones Exteriores para el archivo correspondiente.

Párrafo. El acto de juramento deberá ser aplicado en la Gaceta Oficial, enviada por la
Secretaría de Estado de Lo Interior. La publicación estará sujeta al pago del derecho
correspondiente.

La Ley sobre naturalización establece en su art. 27 los impuestos que debe pagar la
persona que solicite la naturalización. Aunque la referida ley no lo especifica, los
extranjeros que solicitan la naturalización dominicana deben acompañar dicha solicitud
de una Certificación de la Dirección General de Migración, en la que se haga constar la
renovación del permiso de residencia del interesado, fechas de entradas y salidas del
país.

Penas por utilizar Documentos Falsos de otras Personas, revocación de la


Naturalización.

El artículo 12 está referido a la utilización de documentos falsos y sus implicaciones.


Dice así:

Las personas que al solicitar su naturalización utilicen certificados y otros documentos


falsos o pertenecientes a personas extrañas, serán castigados con prisión correccional de
seis meses a dos años y con igual penas serán castigados aquellos que expidan
certificados falsos para ayudar a otro a obtener la naturalización.

Párrafo I. La naturalización obtenida con documentos falsos o pertenecientes a otras


personas extrañas, será revocada por el Poder ejecutivo cuando la sentencia que se
pronuncie sobre el caso haya adquirido la autoridad de la cosa irrevocablemente,
juzgada.

Finalmente, hay un segundo párrafo a este artículo 12, consistente en la capacidad que
se atribuye al Poder Ejecutivo para revocar cualquier naturalización cuando el
favorecido con ella traslade su domicilio al exterior dentro del año de obtenerla, así
como cuando después de obtenida la naturalización el naturalizado se haya ausentado
hacia el exterior sin regresar al país dentro de los diez años de su partida.
Naturalización de Inmigrante. Condiciones de Fondo y Procedimiento. Carácter
Condicional y Definitivo de la Misma.

En los artículos 13 y 14 de la Ley sobre Naturalización están establecidas las


condiciones de fondo y de procedimiento respectivas para éste tipo de naturalización. El
art. 16 destaca el carácter condicional de la misma supeditándola a determinadas
condiciones, y a su vez señala las causas que podrían dar lugar a su revocación.

Finalmente se inserta un párrafo que especifica en cuales circunstancias la


naturalización se hará definitiva. Veamos:

Art. 13. A los extranjeros mayores de veintiún años que vengan a la República para
dedicarse a la agricultura u otra actividad productiva en las colonias agrícolas del
Estado, mediante acuerdos especiales que regulen y garanticen su conducta, y que sean
establecidos como colonos, puede serles concedido el beneficio de la naturalización,
con sujeción a las formalidades, condiciones y restricciones establecidas en la presente
ley.

Art. 14. En este caso, la solicitud deberá estar acompañada de una certificación
expedida por el Administrador de la colonia en la cual esté establecido el solicitante,
firmada por el Secretario de Estado de Agricultura, haciendo constar que el solicitante
pertenece a dicha colonia y que observa buena conducta.

Art. 15. A esta clase de naturalización, así como a la de la esposa e hijos de los
extranjeros establecidos en las colonias agrícolas del Estado, se aplicarán las
disposiciones de los artículos 3, 4, 5, ó, 7, 8, 9,10, 11 y 12 de la presente ley.

Art. 16. La naturalización concedida en conformidad con este capítulo lo está


esencialmente sujeta a la condición de que el naturalizado observe buena conducta
acatando y cumpliendo la constitución y las leyes de la República, absteniéndose de
toda actividad ilícita y de actos contrarios y hostiles al gobierno de la República o a
gobiernos extranjeros amigos, y dedicándose a las labores para las cuales ha sido
admitido en el país.

En consecuencia, la naturalización podrá ser revocada cuando el naturalizado se haga


autor o cómplice de crimen o delito; cuando se entregue a propagandas o hechos
contrarios y hostiles al gobierno de la República o a gobiernos extranjeros amigos; y
cuando deje de cumplir sus obligaciones como colono.
Art. 17. La revocación de la naturalización se dictará por decreto, en el cual se indicarán
sumariamente las causas de la revoción.

Naturalización Privilegiada.

La Ley 1683 sobre naturalización, contempla favorecer con un procedimiento más


simple y expedito a todos aquellos individuos extranjeros que, ajuicio del Presidente de
la República sean merecedores de ese privilegio por haber prestado servicios
sobresalientes a la República.

Los artículos 18 y 19 de la referida ley se refieren a esa facultad discrecional del


Ejecutivo respecto a las personas que se encuentran en posesión de la cualidades
comentadas, así como a la exención de los requisitos y formalidades necesarios. Los
artículos 20 y 21 tratan del límite por cada año de esa concesión, y de la posibilidad de
revocación de la naturalización privilegiada. Veamos:

Art. 18. El Presidente de la República podrá investir por decreto con la nacionalidad
dominicana, a título de naturalización privilegiada a aquellos extranjeros que a su juicio
sean merecedores de la dispensa de los requisitos necesarios ordinariamente para
obtener la naturalización dominicana, por haber prestado servicios eminentes a la
República o haberse distinguido por servicios sobresalientes prestados a la humanidad.
Art. 19. Los extranjeros que así obtengan la nacionalidad dominicana no necesitarán
llenar ningún requisito ni cumplir ninguna formalidad para que el decreto
correspondiente sea ejecutorio.

Párrafo. A la publicación del decreto, se asentará en los registros previstos en el artículo


10 de esta ley.

Art. 20. La naturalización en este caso no podrá ser concedida a más de cinco personas
por cada año calendario.

Art. 21. Los decretos que concedan la nacionalidad privilegiada de acuerdo con la
presente ley o con la ley anterior sobre esta materia, podrán ser revocados por el
Presidente de la República, cesando completamente en sus efectos, cuando las personas
en favor de las cuales se hubieren expedido cometan actos de ingratitud o de indignidad
hacia la República o sus instituciones.

Párrafo. La revocación se anotará en los registros previstos en el art. 10- de esta ley.

c) Tratados Internacionales

Entre las Convenciones suscritasporla República Dominicana en


materia de nacionalidad cuenta la Convención de Montevideo sobre nacionalidad; del
28 de Diciembre de 1933.

De la lectura de su parte dispositiva artículo lro. al 6to se desprende que el propósito


básico de este instrumento internacional fue evitar la doble nacionalidad. Veamos:
"Art lro. La naturalización ante las autoridades competentes de cualquiera de los países
signatorios implica la pérdida de la nacionalidad originaria."

Art. 2do. "Por la vía diplomática se dará conocimiento de la naturalización del Estado
del cual es nacional la persona naturalizada."

Art. 4to. En caso de transferencia de una porción de territorio de parte de uno de los
Estados signatorios a otro de ellos, los habitantes del territorio transferido no deben
considerarse como nacionales del Estado a que se transfiere, a no ser de que opten
expresamente por cambiar su nacionalidad originaria."

Art. 5. La naturalización confiere la nacionalidad sólo a la persona naturalizada y la


pérdida de la nacionalidad, sea cual fuere la forma en que ocurra, afecta sólo a la
persona que la ha perdido.
En 1963 fue firmada en Viena la Convención Sobre Relaciones Consulares. Se inserta
al mismo tiempo el Protocolo Facultativo Sobre Adquisición de Nacionalidad. La
República Dominicana ratificó dicho instrumento el 19 de febrero de 1964 y se publica
en la Gaceta Oficial No. 9271 del 5 de agosto de 1972.

El citado protocolo facultativo persigue, tal como expresa en su preámbulo, "establecer


entre ellosnormas sobre adquisición de nacionalidad por los miembros de sus misiones
diplomáticas y de la familias que formen parte de sus respectivas casas."

El artículo I especifica el significado del término "miembros de la misión", diciendo


que: "A los efectos del presente protocolo la expresión "miembros de la misión" tendrá
el significado que se indica en el inciso
37. A pesar de haber sido suscrita por la Rep. Dominicana, no figura como aprobada por el Congreso ni ratificada
por el ejecutivo.

Su publicación en la Gaceta Oficial tampoco aparece, lo que induce a pensar que la República Dominicana no llegó a
ser parte de dicha Convención.

38. Ver: Carlos Arellano García; op. ctí., págs. 175-176.

(b) del artículo 1 de la convención, es decir, "el jefe de la misión y los miembros del
personal de la misión".

El objetivo fundamental de éste instrumento está centrado en el artículo II que reza así:
"Los miembros de la misión que no sean nacionales del Estado receptor y los miembros
de su familias que formen parte de su casa no adquieren la nacionalidad de dicho Estado
por el sólo hecho de su legislación."

Esta fórmula coincide totalmente con las disposiciones de la Constitución Dominicana,


que exceptúa la aplicación del jus soli a los hijos de extranjeros residentes en el país en
representación diplomática.

En febrero de 1957 fue celebrada la Convención sobre la Nacionalidad de la Mujer


Casada, aprobada por el Congreso Dominicano el 28 de agosto del mismo año, y
publicada en la Gaceta Oficial No. 8159 del 31 de agosto de 1957.

En los artículos 1,2 y 3 se establece el objetivo de la Convención.

Art. 1. Los Estados contratantes convienen en que ni la celebración ni la disolución del


matrimonio entre nacionales y extranjeros, ni el cambio de nacionalidad de marido
durante el matrimonio, podrán afectar automáticamente la nacionalidad de la mujer.

Art. 2. Los Estados contratantes convienen en que el hecho de que uno de los nacionales
adquiera voluntariamente la nacionalidad de otro Estado o el que renuncie a su
nacionalidad, no impedirá que la cónyuge conserve la nacionalidad que posee.

Art. 3. Los Estados contratantes convienen en que una mujer extranjera casada con uno
de sus nacionales podrá adquirir, si lo solicita, la nacionalidad del marido, mediante un
procedimiento especial de naturalización privilegiada, con su ejecución a las
limitaciones que pueden imponerse por razones de seguridad y de interés público. Los
Estados contratantes convienen en que la presente convención no podrá interpretarse en
el sentido de que afecte a la legislación o la práctica judicial que permitan a la mujer
extranjera de uno de sus nacionales adquirir de pleno derecho, si lo solicita, la
nacionalidad del marido.

El 15 de marzo de 1968 fue suscrito el Convenio de Doble Nacionalidad entre la


República Dominicana y España. El mismo fue aprobado por el Congreso Dominicano
el 22 de octubre del mismo año y publicado en la Gaceta Oficial No. 9105 de fecha 23
de octubre de 1968.

El artículo lro. dice: "Los españoles y dominicanos podrán adquirir la nacionalidad


dominicana o española, respectivamente, en las condiciones y en la forma prevista por
la legislación en vigor en cada una de las partes contratantes, sin perder por ello su
anterior nacionalidad.

La calidad de nacionales se acreditará ante la autoridad competente a la vista de los


documentos que ésta estime necesarios.

De la redacción de este texto se desprende que los beneficiarios del convenio son los
españoles y los dominicanos independientemente del modo como han adquirido la
nacionalidad respectiva, o sea tanto de origen como derivada o por naturalización.
Algunos convenios de esta naturaleza han especificado que los beneficiarios sólo son
los nacionales de origen.

Se requiere, según el convenio para poder acogerse al mismo, la adquisición de la


nacionalidad dominicana o española por naturalización . Cada uno de éstos países
contempla en sus respectiva legislaciones las condiciones de fondo y de procedimiento
para otorgar la naturalización.

El artículo 2 señala: "Los dominicanos que hayan adquirido la nacionalidad española y


los españoles que hayan adquirido la nacionalidad dominicana de conformidad con el
artículo anterior, serán inscritos en los registros que determine la nación donde se
adquiera la nueva nacionalidad.

Las referidas inscripciones serán comunicadas a la otra parte contratante por vía
diplomática o consular, de acuerdo con los procedimientos que es establezcan en virtud
del artículo 5.

A partir de la fecha en que se hayan practicado las inscripciones, los dominicanos en


España y los españoles en la República Dominicana, gozarán de la plena condición
jurídica de nacionales, en la forma prevista en el presente convenio y en las leyes de
ambos países.

Se puede observar que con éstas disposiciones se busca establecer un control de la


situación de los beneficiarios del Convenio, en lo relativo a su nacionalidad, el cambio y
pérdida de la misma. En lo concerniente a este último, se pretende que, en caso de que
el beneficiario pierda la nueva nacionalidad, su país de origen pueda otorgarle los
derechos inherentes a su nacionalidad originaria, con miras a evitar que se convierta en
apatrida.
Artículo 3. "Para las personas a que se refiere el artículo anterior, el otorgamiento de
pasaporte, la protección diplomática y el ejercicio de los derechos civiles y políticos se
regirán por las leyes del país, que otorga la nueva nacionalidad, a partir de la fecha en
que se hayan practicado las inscripciones.

Los derechos de trabajo y de seguridad social se regirán por la ley del lugar en que se
realiza el trabajo..

Los nacionales de ambas partes contratantes a los que se refiere este convenio, en
ningún caso podrán estar sometidos simultáneamente a las legislaciones de ambas, en su
condición de nacionales de las mismas, sino sólo a la legislación del país que ha
otorgado la nueva nacionalidad.

Por la misma legislación se regulará el cumplimiento de las obligaciones militares,


entendiéndose como ya cumplidas si hubiesen sido satisfechas, o no se exigiesen tales
obligaciones, en el país de procedencia.

El ejercicio de los derechos civiles y políticos, regulado por las leyes del país que otorga
la nueva nacionalidad, no podrá realizarse en el país de origen si ello lleva aparejada la
violación de sus normas de orden público.

En el párrafo de éste artículo 3 relativo a las obligaciones militares se utiliza la


expresión "por la misma legislación", entendiéndose como tal las leyes del Estado que
ha otorgado la nueva nacionalidad.

En el Estado actual, en la República Dominicana no se exige el servicio militar. La Ley


Núm. 5564 del año 1961 lo abolió, pues había sido establecido en 1947 mediante la Ley
Núm. 1520. Ello implica que el dominicano que obtenga la nacionalidad española,
conforme a lo dispuesto en el artículo 3 del convenio, está exento de cumplir con las
obligaciones militares españolas, ya que ésta no se exige en la República dominicana
país de origen.

Las disposiciones contempladas en el artículo 3 son bastantes explícitas al referirse al


ejercicio de los derechos civiles y políticos, en el sentido de que éstos se regirán por las
leyes del país que otorga la nueva nacionalidad.

Como señalamos en éste mismo capítulo las leyes dominicanas establecen restricciones
al acceso de determinados cargos públicos a los naturalizados. Lo mismo prevé la
legislación española.

En virtud del precepto según el cual las leyes en materia laboral son territoriales, el
artículo 3 hace acopio del mismo al referirse al ejercicio de los derechos laborales.

En lo concerniente a la obtención del pasaporte como medio de prueba de la


nacionalidad en el extranjero, el beneficiario del acuerdo llevará el pasaporte
correspondiente al país de la nueva nacionalidad, a éste último corresponde también el
ejercicio del derecho de la protección diplomática. No se puede, por tanto pretender por
ejemplo, que un dominicano que acogiéndose al convenio, obtenga la nacionalidad
española y encontrándose en un tercer país goce de la protección diplomática del Estado
español y del Estado dominicano. Sólo gozaría en el caso citado, de la protección
diplomática del Estado español.
Art. 4. "Los dominicanos que se naturalicen españoles y los españoles que se
naturalicen dominicanos al amparo del presente convenio, que fijen de nuevo residencia
habitual en su país de origen y desean recobran en él, y con apego a sus leyes, el
ejercicio de los derechos y deberes especificados en el artículo 3, deberán avecindarse y
someterse a lo dispuesto sobre la materia en la República Dominicana y España.

El cambio a que se refiere el párrafo anterior deberá ser inscrito en los mismos registros
a que se refiere el artículo 2 y la inscripción será igualmente comunicada en la misma
forma en la Representación diplomática del otro país.

En el caso de que una persona que goce de la doble nacionalidad traslade su residencia
al territorio de un tercer Estado, continuará sometida a la legislación del país que ha
otorgado la nueva nacionalidad.

Como observamos, en el primer y segundo párrafo de este artículo 4, se establece el


procedimiento para la readquisición de la nacionalidad de origen; bastando para ello la
fijación del domicilio al país de origen.

Art. 5. "Las partes contratantes se obligan a comunicarse, a través de las Embajadas


respectivas, en el plazo de sesenta días, las adquisiciones y pérdidas de nacionalidad y
los cambios de domicilio que hayan tenido lugar en aplicación del presente convenio,
así como los actos relativos al estado civil de las personas beneficiadas por él."

Art. 6. Los dominicanos y los españoles, que con anterioridad a la vigencia de este
convenio hubiesen adquirido la nacionalidad española o dominicana, podrán acogerse a
los beneficios de este convenio y conservar su nacionalidad de origen, declarando que
tal "es su voluntad" ante las autoridades competentes respectivas.

Desde que esta declaración sea inscrita en el registro, serán aplicables las disposiciones
del convenio sin perjuicio de los derechos ya adquiridos.

Esta disposición, bastante justa, que beneficia a los nacionales de ambos Estados que
hubiesen adquirido la nacionalidad de uno de ellos con anterioridad al convenio, está
contemplada en otros convenios celebrados entre España y países latinoamericanos.

Pérdida y Readquisición de la Nacionalidad

En la legislación dominicana vigente, las causas de pérdida de la nacionalidad están


prescritas en los artículos 11, acápite 4, párrafo IV de la constitución, art. 21 del Código
Civil y art. 12 de la Ley Sobre Naturalización.

El art. 11, acápite 4, párrafo IV de la constitución Dominicana, establecía: "La


adquisición e otra nacionalidad implica la pérdida de la nacionalidad dominicana, salvo
acuerdo internacional en contrario".39

A su vez, el artículo 21 del Código civil dominicano señala "El dominicano que, sin
autorización del gobierno, formara parte de un ejército extranjero o se afiliase a una
corporación militar extranjera, perderá su cualidad de dominicano, no podrá regresar a
la República sino con el permiso del gobierno y sólo recobrará la cualidad de
dominicano llenando las condiciones impuestas a un extranjero para adquirir la
nacionalidad".

El párrafo II del artículo 12 de la citada Ley 1683 sobre naturalización contempla que
"El Poder Ejecutivo tendrá capacidad para revocar cualquier naturalización cuando el
favorecido con ella traslade su domicilio al exterior dentro de un año de obtenida, así
como cuando, después de obtenida la naturalización el naturalizado se haya ausentado
hacia el exterior sin regresar al país dentro de los diez años de su partida".

Como advertimos antes, la readquisición de la nacionalidad no está prevista en la


Constitución Dominicana; en cambio la Ley 1683 sobre naturalización, en su capítulo
V, intitulado "De la readquisición de la nacionalidad", señala en el artículo 22 que: La
mujer dominicana por nacimiento u origen que celebre matrimonio con extranjero que
por naturalización, la nacionalidad de su marido, o que haya adquirido dicha
nacionalidad como consecuencia del matrimonio de acuerdo con la legislación anterior
a la Ley No. 485 del 15 de enero de 1944, que modificó el artículo 19 del Código Civil,
podrá mientras esté casada o en caso de disolución del matrimonio, readquirir la
nacionalidad dominicana siempre que haga una declaración en tal sentido en la
Secretaría de Estado de lo Interior y al mismo tiempo fije su residencia en el país, si no
lo ha hecho antes".

39. Ver: nota pág. 88- Sobre enmienda a este párrafo.

El art. 23 se refiere a la facultad discrecional del Ejecutivo para decidir cuando s trate de
una declaración formulada sin estar disuelto el matrimonio; los artículos 24 y 25 están
referidos a cuestiones de procedimiento. Veamos:

Art. 23. Cuando la declaración de la mujer se haga sin estar disuelto el matrimonio, será
referida al Poder Ejecutivo, el cual en este caso podrá decidir que la declaración no
tendrá ningún efecto, conservando la mujer la nacionalidad del marido.

Art. 214. La efectividad de la declaración se comprobará por un aviso publicado en la


Gaceta Oficial.

Art. 25. Se harán los asientos de lugar en los registros previstos en el artículo 70 de esta
ley.

La Opción

En la legislación dominicana, el derecho de opción está reconocido en la Constitución y


las leyes ordinarias.

El artículo 11, inciso 3 de la Constitución señala que son dominicanos: "Todas las
personas nacidas en el extranjero de padre o madre dominicanos, siempre que de
acuerdo con las leyes del país de su nacimiento, no hubieren adquirido una nacionalidad
extraña, o que en caso de haberla adquirido, manifiesten, por acto ante un oficial
público remitido al Poder Ejecutivo, después de alcanzar la edad de diez y ocho años, su
voluntad de optar por la nacionalidad dominicana".
El inciso 4 en sus párrafos II y ID de referido artículo 11 de la constitución, así como el
artículo 10 y 12 del Código Civil dominicano reconocen también implícitamente el
derecho de opción por la nacionalidad dominicana. Veamos:

Artículo 11, inciso 4 párrafo II "La mujer dominicana casada con un extranjero podrá
adquirir la nacionalidad de su marido".

Párrafo III. "La mujer extranjera que contrae matrimonio con un dominicano seguirá la
condición de su marido, a menos que las leyes de su país le permitan conservar su
nacionalidad, caso en el cual se tendrá la facultad de declarar en el acta de matrimonio,
que declina la nacionalidad dominicana".

El artículo 12 del Código civil reproduce textualmente el contenido de éste último


párrafo.

La Ley 1683 sobre naturalización, en su capítulo VI, titulado "De la opción de


nacionalidad" establece el procedimiento a seguir en los casos de opción por
nacimiento, agregando un párrafo que permite la concesión provisional de la
nacionalidad dominicana.

Dice así:

Art. 26. Los nacidos en el extranjero que, de acuerdo con el artículo 11, inciso 3, dé la
constitución, opten por la nacionalidad dominicana, encaminarán su manifestación al
Poder Ejecutivo por la Secretaría de Estado de lo Interior, si estuvieren en el país, o por
el Consulado Dominicano más próximo a su residencia, si estuvieren en el extranjero,
en el plazo fijado por dicho texto. Después de tomarse constancia, si todo estuviere en
regla, la Secretaría de Estado de lo Interior publicará un aviso al respecto en la Gaceta
Oficial y se harán los asientos debidos en los registros previstos en el artículo 10 de esta
Ley.

Párrafo I. (Agregado por la Ley 2665 del 31 de diciembre de 1950, Gaceta Oficial No.
7231.

El Presidente de la República podrá conceder la nacionalidad dominicana


provisionalmente, por naturalización, a los hijos de padre o madre dominicanos nacidos
en el extranjero y menores de dieciocho años, que por efecto de la ley del país de su
nacimiento hubieren adquirido la nacionalidad de origen, mediante solicitud dirigida por
conducto de la Secretaría de Estado de lo Interior, si se encontraren en el país y de la
Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores si se encontraren en el extranjero.

La solicitud, acompañada de los documentos pertinentes deberá ser hecha por el padre o
la madre del menor, o a falta de éstos por el tutor o guardián si fuere de nacionalidad
dominicana, cuando los menores alcancen la edad de dieciocho años, podrán optar
definitivamente por la nacionalidad dominicana, en la forma prevista por el artículo 11
inciso 3 de la constitución. La actuación estará libre de todo derecho.

La Concesión de la nacionalidad de este caso no requerirá más formalidad que la


publicación en la Gaceta Oficial y su registro en las Secretarías de Estado ya
mencionadas.
PRUEBA DE LA NACIONALIDAD DOMINICANA.

Cabe diferenciar la prueba de la nacionalidad dominicana dentro del territorio nacional


y de nacionalidad dominicana en el extranjero.

A) Prueba déla nacionalidad dominicana dentro del territorio


nacional

De conformidad con la Ley Sobre Cédula de Identificación Personal No. 6125, del lro.
de enero de 1963, todo dominicano desde la edad de dieciséis años en adelanto debe
estar provisto de un documento que lo identifique denominado Cédula de Identificación
Personal.

Este documento sirve de prueba fehaciente de los datos en el contenido en relación con
su portador. Entre esos datos está comprendido la nacionalidad.

Ahora bien, esta ley dispone. Art. I. La obligación de proveerse de ese documento no
sólo a los nacionales, sino a toda persona residente en territorio dominicano. Dice así:
"Es obligatorio para toda persona ya sea del sexo femenino o del masculino, nacional o
extranjero residente en la República, desde la edad de dieciséis años en adelante,
proveerse y portar un certificado de identificación que se denominará Cédula de
Identificación Personal.

Párrafo I. Las personas de quince años de edad pueden obtenerla Cédula de


Identificación Personal siempre que alcancen la edad de dieciséis años en que soliciten
la Cédula.

Párrafo II. Para los fines de esta Ley, se considerarán residentes los extranjeros que
permanezcan más de sesenta días en el país.

No obstante, los extranjeros que ya se hayan provisto de Cédula en ocasión de una


permanencia anterior en el país, deberán renovar la vigencia de la misma para el período
correspondiente en el término de 10 días a más tardar a contar de su fecha de entrada al
país.

Párrafo III. Los dominicanos que regresen al país se considerarán residentes tan pronto
lleguen. Sin embargo, se les concede un plazo de 15 días, a contar de la fecha de
entrada, para la obtención, renovación o reemplazo de sus respectiva Cédula de
Identificación Personal, debiendo pagar el impuesto correspondiente al período en el
cual hagan su entrada y presentan constancia de la fecha de su llegada al país expedida
por la Oficina de Migración, para fines de exoneración de los períodos en que estuvo
ausente del país o cobro de los impuestos adeudados, según el caso.

Art. 2. La cédula de Identificación Personal, cuyo modelo, texto y formato serán


determinados por el Poder Ejecutivo, deberá contener adherido un retrato del interesado
tomado de frente así como todos los datos necesarios de acuerdo con las prescripciones
de la presente Ley". Las oficinas encargadas de expedir la Cédula bajo la dirección de
un departamento denominado "Dirección General de Cédula de Identificación
Personal", la cual depende de la Junta Central Electoral.
La Ley establece los diferentes requisitos exigidos para la obtención de la Cédula. Entre
esos requisitos cuenta la presentación de las Actas de Nacimiento. Aunque la referida
Ley no lo especifique, por disposición administrativa ello es así.

En la República Dominicana, el documento acreditativo de nacionalidad por nacimiento


está constituido por las actas de nacimiento.

El Código Civil Dominicano, en el Capítulo II, titulado "De las actas de nacimiento
señala en el art. 55 que "Se hará una declaración de todo nacimiento que ocurra en la
República Dominicana.

El art. 56, a su vez dice que "El nacimiento del niño será declarado por el padre, o a
falta de éste por los médicos, cirujanos, parteras, u otras personas que hubieren asistido
al parto; y en el caso en que aquí hubiere ocurrido fuera del domicilio de la madre, la
declaración se hará por la persona en cuya casa se hubiere verificado.

El Acta de Nacimiento se redactará en seguida, a presencia de los testigos. Los artículos


58, 59 y 60 del Código están referidos a los casos cuando el niño nace a bordo de un
buque.

La Ley 659 Sobre Actos del Estado Civil, del 17 de julio de 1944, señala en su art. 3 9
que: La declaración de nacimiento se hará ante el Oficial Civil del lugar en que se
verifique el alumbramiento, dentro de los 30 días que sigan a éste. Si en el lugar del
alumbramiento no lo hubiere, la declaración se hará dentro de los 60 días ante el Oficial
del Estado Civil que corresponda a su jurisdicción.

Si el Oficial del Estado Civil concibiese alguna duda sobre la existencia del niño cuyo
nacimiento se declara, exigirá su presentación inmediata, en el caso de que hubiere
verificado el alumbramiento en la misma población, y si éste hubiere ocurrido fuera de
ella, bastará la certificación del Alcalde Pedáneo de la Sección.

Los artículos 40 y 41 regulan lo relativo a la declaración tardía de nacimiento.

El art. 42 señala que "En un país extranjero, las declaraciones se liarán a los agentes
diplomáticos o a los cónsules dentro de los 30 días que sigan al alumbramiento.

Este plazo podrá ser prolongado en ciertas circunstancias en virtud del decreto del Poder
Ejecutivo, el cual fijará la medida y las condiciones de esta prórroga."

El art. 43 de ésta Ley reproduce el contenido del art. 56 del Código Civil Dominicano
concerniente a la, o las personas que pueden declarar el nacimiento del niño.

El contenido del artículo 46 tiene particular significación en materia de comprobación


de la nacionalidad. En efecto, en éste se señala que "En el acta de nacimiento se
expresarán el día hora y lugar en que hubiese ocurrido, el sexo del niño y los nombres
que se le dan: losnombres, apellidos, edad, profesión y ocupación, domicilio y
nacionalidad del padre y de la madre; y los del padre si éste se presentare personalmente
a reconocerlo, los nombre, apellidos, edad, profesión y ocupación, domicilio,
nacionalidad y número, serie y sello de la Cédula de Identificación Personal del
declarante.
El art. 48 de la Ley, así como el art. 59 del Código Civil Dominicano se refiere al acta
de nacimiento de un niño que naciere a bordo de un buque en travesía. El art. 49 de la
ley está referido, a su vez, a los casos de niños nacidos a bordo de una nave aérea en
vuelo.

Aunque esta ley 659, y el código civil dominicano no lo precisen en términos claros, las
actas de nacimiento tienen por efecto la comprobación de la nacionalidad dominicana
por nacimiento; son una prueba de la misma dentro del territorio nacional junto con la
Cédula de Identificación Persona, que viene a complementarla.

b) Prueba de la Nacionalidad dominicana en el Extranjero

La Ley No. 208 sobre pasaporte del 8 de octubre de 1971, aunque no exprese de modo
claro que el pasaporte tiene el carácter de una prueba internaciónalmente aceptada de la
nacionalidad dominicana, de su artículo 1 se desprende que este documento acredita la
nacionalidad dominicana en el extranjero. Los dominicanos, dice el art. 1 que desean
viajar al extranjero deberán obtener un pasaporte nacional válido.

Esa disposición viene a reflejar la práctica generalmente aceptada de que el pasaporte es


para prueba internacionalmente aceptada de la nacionalidad e identidad de los
individuos. La Ley 208, establece tres clases de pasaportes: Diplomáticos, Oficiales y
Ordinarios.

De acuerdo con el decreto No. 956 que reglamenta la expedición de pasaportes en su


artículo lro. letra C se dice que para la obtención de los pasaportes ordinarios, la
solicitud del mismo debe estar acompañada de los documentos y formalidades
siguientes:

a) Del acta de nacimiento legalizada por la Oficina del Registro Civil, debidamente
depurada;

b) Los menores de edad, excepto los emancipados o los casados, o que hubieren sido
casado, deben presentar, además, autorización escrita de sus padres o guardianes,
debiendo ser autorizados por el padre o tutor de los hijos legítimos o reconocidos,
dentro de los tres primeros meses de su nacimiento de acuerdo a lo establecido en el
artículo 11 de la Ley No. 985, de fecha 31 de agosto de 1945, y por la madre los hijos
naturales o reconocidos después de los tres primeros meses de nacidos. Los guardianes
de menores deben justificar con documentos auténticos su calidad de tales.

c) De la Cédula de Identificación Personal al día, si al interesado le corresponde tenerla.

d) De las fotografías de un tamaño 3x3" que le sean requeridas, éstas deben ser de frente
y actualizadas.

Las letras e y f del reglamento se refieren al pago de impuestos.

g) Del pasaporte anterior del interesado di éste lo tuviere en su poder, o en casos


contrario, del o los documentos que considere la Dirección General de Pasaporte de
manera que justifique la existencia del anterior.
PÁRRAFO: Cuando se trate de un cambio de estado que las personas deseen incluir en
su pasaporte, las mismas deberán depositar el documento correspondiente que justifique
dicho cambio de estado.

Cuando se trate de un documento extranjero, el mismo deberá ser legalizado en el


Consulado Dominicano correspondiente, así como tam-
40. La Ley No. 549 creó la Dirección General de Pasaportes. El art 1 de la misma dice: Se crea la Dirección General
de Pasaportes bajo la dependencia de la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores. El art. 2 a su vez dice: "El
Director General de Pasaportes tendrá las mismas atribuciones y deberes que han correspondido hasta el presente al
Encargado de la División de Pasaportes.

bien traducido al castellano por un traductor oficial, aquellos que fueren en idioma
extranjero.

Los artículos 2, 3 y 4 señalan otros requisitos que han de satisfacerse.

Art. 2. Los interesados deberán firmar personalmente o por medio de apoderados


debidamente calificados como tales el formulario base para la obtención o renovación
de pasaportes.

Art. 3. Cuando se trate de personas naturalizadas, ésta deberán depositar original


auténtico del acta e juramento de fidelidad a la República, expedido por la Secretaría de
Estado de lo Interior y Policía, y se hará constar en el pasaporte el número y la fecha de
la carta de naturalización.

La Ley no especifica de modo preciso el procedimiento para la obtención del pasaporte


de la mujer extranjera que obtiene la nacionalidad dominicana por matrimonio.

Art. 4.- Cualquier caso de expedición de pasaportes no previsto específicamente en las


disposiciones anteriores de este decreto, será sometido para su decisión, al Presidente de
la República.

El Decreto 956 citado, en su art. I, letra "A" enumera los funcionarios a los que se le
expedirá pasaporte diplomáticos.

a) Al Presidente de la República, a su esposa e hijos;

b) Al "Vicepresidente de la República, a su esposa e hijos;

c) A los Secretarios de Estado, a aquellos altos funcionarios con categoría de Secretario


de Estado, al Presidente del Senado, al Presidente de la Cámara de Diputados, al
Presidente de la suprema Corte de Justicia, al Procurador General de la República, a sus
esposas e hijos menores cuando viajen con ellos;

d) A los Funcionarios del Servicio exterior con rango de Diplomático, a sus esposas e
hijos menores;

e) A las personas que viajen en Misiones Especiales Diplomáticas y a sus hijos menores
que los acompañan en los viajes que ocasionen dichas Misiones;
f) A los miembros dominicanos de los Organismos Internacionales de carácter jurídico
o diplomático;

g) A los oficiales de alta graduación de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional;

Con la autorización expresa del Poder Ejecutivo y otorgada en cada caso, se podrá
expedir pasaportes de esta categoría a aquellas personas que sin estar incluidas en la
anterior enumeración sean consideradas merecedoras de ser provistas de esta clase de
pasaportes.

Conforme a la letra (b) del mismo artículo del citado Decreto, el pasaporte oficial se
expedirá:

a) A los altos funcionarios de la Nación no comprendidos en el artículo anterior (se


refiere a la letra A) y a sus esposas e hijos menores cuando viajen con ellos;

b) A los gobernadores de Provincias y a sus cónyuges e hijos menores cuando viajen


con ellos;

c) A los empleados de Embajadas y Misiones sin rangos diplomáticos y a los


funcionarios y empleados consulares rentados y a su cónyuges e hijos menores cuando
viajan con ellos o vayan a reunirse con ellos en los lugares en donde éstos residen.

d) A las personas que viajen en Misión Oficial o que asistan a Conferencias, Congresos,
Reuniones Internacionales que no tengan carácter diplomático, ni de estudios, y a sus
cónyuges e hijos menores que los acompañan en estos viajes;

e) A los Cónsules Honorarios de nacionalidad dominicana y a sus cónyuges e hijos


menores que tengan esta misma nacionalidad cuando acompañen a dichos cónsules
honorarios en los viajes que ellos realicen.

Párrafo: Con la autorización del Poder Ejecutivo y otorgada en cada caso, se podrá
expedir pasaportes oficiales a otras personas que sean considerados merecedoras de ser
provistas de esta clase de pasaporte aún cuando no figuren en la enumeración anterior.
APÉNDICE I

LEY NUM. 1683, SOBRE NATURALIZACIÓN, DEL 16 DE ABRIL DE 1948,


PUBLICADA EN LA GACETA OFICIAL
NUM. 6782, ACTUALIZADA CON TODAS LAS
MODIFICACIONES QUE SE LE HAN HECHO HASTA LA
FECHA DE ESTA PUBLICACIÓN.
EL CONGRESO NACIONAL

En Nombre de la República
HA DADO LA SIGUIENTE LEY:

CAPITULO I
DE LA NATURALIZACIÓN ORDINARIA

Art. 1. (Modificado por la Ley 4063, del 3-3-1955. G. O. 7811). Puede adquirir la
nacionalidad dominicana, por naturalización, toda persona extranjera mayor de edad:

a) Que haya obtenido fijación de domicilio en la República de conformidad con el


artículo 13 del Código Civil, seis meses después de la concesión del domicilio;

b) Que justifique su residencia no interrumpida de dos años por lo menos en la


República;

c) Que justifique seis meses por lo menos de residencia no interrumpida en el país, si ha


fundado y sostenido industrias urbanas o rurales, o si es propietario de bienes inmuebles
radicados en la República;

d) Que haya residido sin interrupción en el país por seis meses o más, si ha contraído
matrimonio con una dominicana y está casado con ella al tiempo de solicitar la
naturalización;

e) Que haya obtenido del Poder Ejecutivo la concesión domicilio de conformidad con el
artículo 13 del Código Civil, al cumplir tres meses por lo menos de la concesión,
siempre que justifique tener en cultivo una parcela de terreno de no menos de 30
hectáreas.

Párrafo I. Las interrupciones de residencia por viajes al extranjero de no más de un año


de duración, con intención de retorno, se computarán en la residencia en el país.
Asimismo podrá computarse una residencia de no más de un año en el extranjero si ha
sido en una misión o función conferida por el Gobierno Dominicano.

Párrafo II. El Poder Ejecutivo tendrá facultad para conceder la nacionalidad


dominicana, sin ningún requisito de residencia ni de pago de impuestos o derechos a la
mujer extranjera que al contraer matrimonio con un dominicano, haya conservado su
nacionalidad extranjera en la forma prevista en el artículo 12, reformado, del Código
Civil.

Art. 2. Los extranjeros que hayan sido contratados para prestar servicios técnicos o
especiales en las fuerzas Armadas de la República, pueden obtener el beneficio de la
naturalización sin ejecución a los requisitos y condiciones establecidos en este capítulo,
y con exoneración de los derechos previstos más adelante, después de seis meses de
residencia en el país.

(Los dos párrafos siguientes fueron agregados por la Ley Núm. 5322, del 10-3-1960.
Gaceta Oficial Núm. 8458).

Párrafo I. El Secretario de Estado de Interior y Policía podrá, en estos casos tramitar la


consiguiente solicitud, aún cuando no se hubiese dado cumplimiento a las otras
formalidades del artículo 6 de esta Ley, modificado por la Núm. 4063 del 3 de marzo de
1955, y recomendar al Poder Ejecutivo que se acuerde la naturalización aún con
exclusión del requisito de la residencia.

Párrafo II. Una vez concedida la naturalización de que se trata, el decreto


correspondiente se publicará en la Gaceta Oficial, el impetrante quedará investido de la
nacionalidad dominicana sin necesidad del cumplimiento de las demás formalidades
exigidas por esta Ley, siempre que el mismo Decreto no se dispusiera lo contrario.

Art. 3. La mujer casada con un extranjero que se naturaliza dominicana podrá obtener la
naturalización sin ninguna condición de permanencia en el país, siempre que la solicite
conjuntamente con su marido y se encuentre en la República en el momento en que la
solicite.

Posteriormente a la naturalización del marido, ella podrá naturalizarse sin estar sometida
a ninguna otra condición, siempre que resida en el país al hacer la solicitud y esté
debidamente autorizada por él; esta autorización no será necesaria si al solicitar la mujer
la naturalización justifica en su instancia que su ley nacional no exige, para la obtención
de otra nacionalidad, la autorización marital.

En ambos casos, deberán ser pagados los derechos correspondientes.

Párrafo I. Los hijos mayores de dieciocho años del naturalizado podrán obtener su
naturalización, con sólo un año de residencia en el país si la solicitan conjuntamente con
su madre.

Art. 4. Los hijos de menores de dieciocho años, solteros, legítimos o naturales


reconocidos, adquieren de pleno derecho la naturalización de su padre la nacionalidad
dominicana: pero tendrán el derecho, cuando lleguen a la mayor edad, y durante un año,
de renunciar a ella, declarando por acta redactada por un oficial público remitida al
Poder Ejecutivo, que desean tener su nacionalidad de origen. Se publicará un aviso de
estr. declaración en la Gaceta Oficial y se hará un asiento del caso en los registros
previstos más adelante.

Párrafo. Los mismos efectos produce la naturalización de la madre cuando no exista el


padre, o cuando existiendo tenga la madre la guarda de sus hijos.

Art. 5. (Modificado por el Art. 10 de la Ley 4999, del 19-9-1958. Gaceta Oficial Núm.
8287). No será necesaria la mayoridad de dieciocho años para pedir la naturalización,
cuando se estuviere casado, o cuando siendo el impetrante mayor de dieciséis años,
estuviere autorizado por sus padres, a falta de éstos, por la persona que tenga su repre-
sentación legal.

CAPITULO II
PROCEDIMIENTO PARA LA NATURALIZACIÓN ORDINARIA

Art. 6. (Modificado por la ley 4063, del 3-3-1955. G. 0.7811). La naturalización se


solicitará del Poder Ejecutivo por conducto del Secretario de Estado de Interior y
Policía, y deberán anexarse a la solicitud los documentos siguientes:

a) Un certificado de no delincuencia expedido por el Procurador Fiscal del Distrito


Judicial correspondiente; y

b) El acta de nacimiento, con la traducción oficial, sí no está escrita en lengua


castellana, a falta del acta de nacimiento por imposibilidad material de obtenerse, podrá
aceptarse como equivalente un acta especial redactada ante el Juez de Paz, suscrita por
tres personas mayores de edad, que den fe de que conocen al solicitante, de su
nacionalidad y de la edad, aproximada del interesado.

Párrafo I. En caso de que el interesado tenga la nacionalidad que no sea su nacionalidad


de origen, deberá hacerse en la solicitud un historial sumario de esta circunstancia.

Art. 7. Aunque se hayan cumplido todos los requisitos y condiciones exigidos por esta
ley, el Poder Ejecutivo podrá abstenerse de conceder la naturalización cuando lo estime
conveniente, entendiéndose que esta facultad no reza con la readquisición de
nacionalidad en el caso previsto más adelante.

Art. 8 si la naturalización es concedida, el Decreto se publicará en la Gaceta Oficial tan


pronto como sea pagado el derecho de publicación correspondiente.

Párrafo. Transcurrido seis meses sin pagarse el derecho de publicación, el decreto no


será publicado y se tendrá como no expedido.

Art. 9. (Modificado por la Ley 5972, del 22-6-1962. G.O. 9677).

Una vez publicado el Decreto en la Gaceta Oficial el Secretario de Estado de Interior y


Policía, asistido del Oficial Mayor de dicho departamento, quien actuará para estos fines
como Secretario, si el interesado reside en el Distrito Nacional, o el Gobernador Civil,
asistido del Secretario de la Gobernación, si el interesado reside en una Provincia,
tomará juramento al naturalizado de ser fiel a la República, y le entregará una copia
certificada por el funcionario actuante y el secretario, copia que deberá llevar a adherido
y sellado un retrato del naturalizado y de los miembros de su familia que se hayan
naturalizado con él, según fuere en caso.

Art. 10. Las Secretarías de Estado de Interior y Policía y Relaciones exteriores, deberán
llevar sendos registros de todos los decretos que se expidan de acuerdo con esta ley.

Art. 11. De la entrega de la copia certificada y del juramento correspondiente, previstos


en el Artículo 9, se redactará acta, copia certificada de la cual se enviará a las
Secretarías de Estado de Interior y Policía y de Relaciones Exteriores para archivo
correspondiente.

Párrafo. El acta de juramento deberá ser publicada en la Gaceta Oficial, enviada por la
Secretaría de Estado de Interior y Policía. La publicación estará sujeta al pago del
derecho correspondiente.

Art. 12. Las personas que al solicitar su naturalización utilicen certificados u otros
documentos falsos o pertenecientes a personas extrañas, serán castigadas con prisión
correccional de seis meses a dos años y con igual pena serán castigados aquellos que
expidan certificaciones falsas para ayudar a otro a obtener la naturalización.

Párrafo I. La naturalización obtenida con documentos falsos o pertenecientes a personas


extrañas, será revocada por el Poder Ejecutivo cuando la sentencia que se pronuncie
sobre el caso haya adquirido la autoridad e la cosa irrevocablemente juzgada.
Párrafo II. (Modificado por la Ley 4996, del 19--1958. G.O. 8286). El Poder Ejecutivo
tendrá capacidad para revocar cualquier naturalización cuando al favorecido:

a) Tome las armas contra la República o preste ayuda en cualquier atentado contra ella;
así como la tentativa y la trama para tomarlas o ayudar en un atentado.

b) Participe como autor o cómplice en actos o empresas destinados a derrocar el


Gobierno legalmente constituido o atente contra la persona del Jefe del Estado o de los
Dignatarios que gocen de las mismas prerrogativas, así como la tentativa y la trama para
cometerlos.

c) Cometa actos de infidelidad, desafección, deslealtad, ingratitud o indignidad contra la


República, sus dirigentes, dignatarios o instituciones.

d) Traslade su domicilio al exterior dentro del año de obtenida la naturalización.

e) Se ausente después de obtenida la naturalización hacia el exterior sin regresar al país


dentro de los 10 años de su partida.

f) Admita en el territorio dominicano función o empleo de algún gobierno extranjero,


sin previa autorización de Poder Ejecutivo.

g) Mantenga una conducta notoriamente inmoral, realice actos de perversión o


contrarios a las buenas costumbre; y

h) Hubiera ejecutado maniobras fraudulentas para obtener su naturalización.


CAPITULO III

DE LA NATURALIZACIÓN CONDICIONAL DE INMIGRANTES

Art. 13. (Modificado por el Art. 10 de la Ley 4999, del 19-9-59. G. O. 8287). A los
extranjeros mayores de 18 años que vengan a la República para dedicarse a la
agricultura y otra actividad productiva en las colonias agrícolas del Estado, mediante
acuerdos especiales que regulen y garanticen su conducta y que sean establecidos como
colonos, pueden serles concedido el beneficio de la naturalización con sujeción a las
formalidades, condiciones y restricciones establecidas en la presente Ley. Art. 14. En
este caso, la solicitud deberá estar acompañada de una certificación expedida por el
administrador de la colonia en la cual esté establecido el solicitante, visada por el
Secretario de Estado de Agricultura, haciendo constar que el solicitante pertenece a
dicha colonia y que observa buena conducta.

Art. 15. A esta clase de naturalización, así como a la de la esposa e hijos de los
extranjeros establecidos en las colonias agrícolas del Estado, se aplicarán las
disposiciones de los artículos 3,4, 5,6,7, 8, 9, 10, II y 12 de la presente ley.

Art. 16. La naturalización concedida en conformidad con este capítulo está


esencialmente sujeta a la condición de que el naturalizado observa buena conducta,
acatando y cumpliendo la constitución y las leyes de la República. Absteniéndose de
toda actividad ilícita y de actos contrarios y hostiles al Gobierno de la República o a
gobiernos extranjeros amigos y dedicándose a las labores para las cuales han sido
admitido en el país. En consecuencia la naturalización podrá ser revocada cuando el
naturalizado se haga autor o cómplice de crimen o delito: cuando se entregue a
propagandas o hechos contrarios y hostiles al Gobierno de la República o a gobiernos
extranjeros amigos; y cuando deje de cumplir sus obligaciones como colono.

Art, 17. La revocación de la naturalización se dictará por decreto, en el cual se indicarán


sumariamente las causas de la revocación.

Párrafo. Transcurrido cinco años desde la fecha de la naturalización sin que el


naturalizado haya dado motivo para revocarla, la naturalización se hará definitiva.

CAPITULO IV DE LA NATURALIZACIÓN PRIVILEGIADA

Art. 18. (Reformado por la Ley 46, del 8-11-66. G. O. 9011). El Presidente de la
República podrá investir por decreto con la nacionalidad dominicana, a título de
Naturalización Privilegiada, a aquellos extranjeros que a su juicio sean merecedores de
la dispensa de los requisitos necesarios ordinariamente para obtener la naturalización
dominicana, por haber prestado servicios eminentes a la república o haberse distinguido
por servicios sobresalientes prestados a la humanidad.

Art. 19. Los extranjeros que así obtengan la nacionalidad dominicana, no necesitarán
llenar ningún requisito ni cumplir ninguna formalidad para que el decreto
correspondiente sea ejecutorio.

Párrafo, a la publicación del decreto, se asentará en los registros previstos en el artículo


10 de esta ley.
Art. 20. La naturalización en este caso no podrá ser concedida a más de cinco personas
por cada año calendario.

Art. 21. (Modificado por la Ley 4996, del 19-9-58. G. O. 8286). Los decretos que
concedan la Nacionalidad Privilegiada de acuerdo con la presente ley o con la ley
anterior sobre esta materia, podrán ser revocados por el Presidente de la República,
cesando completamente en sus efectos, cuando la persona en favor de quien se hubiera
expedido:

1. Haya realizado cualquiera de los actos indicados en los apartados a), b), c), f) y g) del
párrafo II del artículo 12 de la presente ley;

2. Adoptando otra nacionalidad; y

3. Sea condenada apena criminal, afectiva einfamante o infamante solamente.

CAPITULO V DE LAREADQUISICION DE LA NACIONALIDAD

Art. 22. La mujer dominicana por nacimiento u origen que celebra matrimonio con un
extranjero que haya adquirido por voluntad expresada en el acta correspondiente, o por
naturalización la nacionalidad de su marido, o que haya adquirido dicha nacionalidad
como consecuencia del matrimonio de acuerdo con la legislación anterior a la Ley Núm.
485, del 15 de enero de 1944, que modificó el Artículo 19 del Código Civil, podrá,
mientras esté casada o en caso de disolución del matrimonio, re-adquirir la nacionalidad
dominicana siempre que haga una declaración en tal sentido en la Secretaría de Estado
de Interior y Policía y al mismo tiempo fije su residencia en el país, si no lo ha hecho
antes.

Art. 23. Cuando la declaración de la mujer se haga sin estar disuelto el matrimonio será
referida al Poder Ejecutivo, el cual, en este caso podrá decidir que la declaración no
tendrá ningún efecto, conservando la mujer la nacionalidad del marido.

Art. 24. La efectividad de la declaración se comprobará por un aviso publicado en la


Gaceta Oficial.

Art. 25. Se harán los asientos de lugar en los registros previstos en el Artículo 10 de esta
ley.

CAPITULO VI
DE LA OPCIÓN DE NACIONALIDAD

Artículo 26. Los nacidos en el extranjero que, de acuerdo con el Artículo 8, inciso 3, de
la Constitución, opten por la nacionalidad dominicana, encaminarán su manifestación al
Poder Ejecutivo por la Secretaría de Estado de Interior y Policía, si estuvieren en el país,
o por el Consulado Dominicano más próximo a su residencia, si estuvieren en el
extranjero, en el plazo fijado por dicho texto.

Después de tomarse constancia, si todo estuviere en regla, la Secretaría de Estado de


Interior y Policía publicará un aviso al respecto en la Gaceta Oficial y se harán los
asientos debidos en los registros previstos en el Artículo 10- de esta ley.
Párrafo 1. (Agregado por la Ley 2665, del 31-12-1950. G. O. 7231). El Presidente de la
República podrá conceder la nacionalidad dominicana provisionalmente, por
naturalización a los hijos de padre o madre dominicanos nacidos en el extranjero y
menores de dieciocho años que por efecto de la ley del país de su nacimiento hubieren
adquirido la nacionalidad de origen, mediante solicitud dirigida por conducto de la
Secretaría de Estado de Interior y Policía, si se encontraren en el país, y de la Secretaría
de Estado de Relaciones Exteriores, si se encontraren en el extranjero. La solicitud,
acompañada de los documentos pertinentes, deberá ser hecha por el padre o la madre
del menos, o a falta de éstos, por el tutor o guardián si fuere de nacionalidad
dominicana. Cuando los menores alcancen la edad de dieciocho años, podrán optar
definitivamente por la nacionalidad dominicana en la forma prevista por el artículo 8
inciso 3ro. de la constitución. La actuación estará libre de todo derecho. La concesión
de la nacionalidad en este caso no requerirá más formalidades que la publicación en la
Gaceta Oficial y su registro en las secretarías de Estado ya mencionadas.

Párrafo II. (Agregado por la Ley 5523; del 12-4-1961. G. O. 8567). Asimismo en caso
de adopción ordinaria o privilegiada, el Presidente de la República podrá conceder la
nacionalidad dominicana provisionalmente, por naturalización a los extranjeros menores
de 18 años, adoptados por dominicanos mediante solicitud dirigida por conducto de la
Secretaría de Estado de Interior y Policía, si se encontraren en el país, y de la Secretaria
de Estado de Relaciones Exteriores, si se encontraren en el extranjero. La solicitud,
acompañada de los documentos pertinentes, deberá ser hecha por el adoptante, o a falta
de éste por el tutor o guardián si fueran de nacionalidad dominicana. Dentro de los dos
años subsiguientes.

CAPITULO VII
IMPUESTOS

Art. 27. (Ultima modificación por la Ley Núm. 4063 del 6-3-1955. G. O. 7811). Los
extranjeros que soliciten la naturalización dominicana, deberán enviar en calidad de
derecho fiscal junto con su solicitud y los documentos necesarios para los fines de esta
ley, la cantidad de RD$10.00, por todo impuesto, incluyendo el impuesto de
documentos.

Párrafo I. Esta cantidad será depositada en la correspondiente Colecturía de Rentas


Internas, enviándose el recibo obtenido; con la solicitud.

Párrafo II. La cantidad así enviada ingresará en la Tesorería Nacional, si la


naturalización fuere concedida, y devuelta al solicitante en caso contrario.

Art. 28. Las declaraciones para readquirir la nacionalidad dominicana estarán sujetas a
un impuesto fijo de diez pesos, en sellos de Rentas Internas, que se aplicarán a la
declaración.

Art. 29. (Derogado por el Art. 2 de la Ley No. 4063 del 6-3-1955, G. O. Núm. 7811).
CAPITULO VIII EXENCIONES Y
REDUCCIONES

Art. 30. La naturalización privilegiada de los extranjeros que presten servicios técnicos
o especiales en las Fuerzas Armadas, estarán exentas de todo impuesto o derecho.

Art. 31. Las mujeres casadas y los hijos que soliciten la naturalización conjuntamente
con el marido, pagarán por la naturalización la mitad de los impuestos establecidos por
esta ley.

Art. 32. Cuando la naturalización sea solicitada por nacionales de nacimiento u origen
de los países de la América Latina, los impuestos y derechos previstos por esta ley se
reducirán a la mitad.

Art. 33. La presente ley deroga y sustituye la ley No. 1227, del 4 de diciembre de
1929;laNo. 1029, del 14 de noviembre de 1935;laNo. 1083; del lro de abril de 1936; la
No. 64, del 3 de febrero de 1939; la No. 508, del 25 de julio de 1942; la No. 484, del 15
de enero de 1944; la No. 961 del 3 de agosto de 1945; la No. 1144, del 5 de abril de
1946 publicada en la Gaceta Oficial No. 6224, del 10 de abril de 1946, y toda otra
contraria a sus disposiciones.

DADA en la Sala de Secciones del Palacio del Senado, en Ciudad Trujillo, Distrito de
Santo Domingo, Capital de la República Dominicana, a los diez días del mes de marzo
del año Mil Novecientos Cuarenta y Ocho; años 105 de la Independencia, 85 de la
Restauración y 18 de la Era de Trujillo.

M. de J. Troncoso de la Concha Presidente

R. Emilio Jiménez Secretario

Germán Soriano Secretario

DADA en la Sala de Sesiones de la Cámara de Diputados en Ciudad Trujillo, Distrito


de Santo Domingo, Capital de la República Dominicana, a los siete días del mes de
Abril del año Mil Novecientos Cuarenta y Ocho: años 105 de la Independencia, 85 de la
Restauración y 18 de la Era de Trujillo.

El Presidente Porfirio Herrera

Los secretarios:

Federico Nina Hijo M.C. Peña Morros

RAFAEL LEÓNIDAS TRUJILLO MOLINA

Presidente de la República Dominicana

En ejercicio de la atribución que me confiere el inciso 3ro. del artículo 49 de la


Constitución de la República; PROMULGO la presente ley, y mando que sea publicada
en la Gaceta Oficial para su conocimiento y cumplimiento.
DADA en Ciudad Trujillo, Distrito de Santo Domingo, Capital de la República
Dominicana, a los dieciséis días del mes de abril del año Mil Novecientos Cuarenta y
Ocho; años 105 de la Independencia, 85 de la Restauración y 18 de la Era de Trujillo.

RAFAEL L. TRUJILLO

CAPITULO VI
NACIONALIDAD DE LAS PERSONAS MORALES

Generalidades, Criterios para Determinar la Nacionalidad de las Personas Morales.


Nacionalidad de las Personas

Morales en los Tratados Internacionales. Nacionalidad de las Personas Morales a la


Luz de la Legislación Dominicana. Nacionalidad de los Buques y Aeronaves.

Nacionalidad de las Personas Morales

Generalidades:

De antemano conviene especificar que algunos países, aunque engloban en el concepto


de personas jurídicas a las sociedades, asociaciones y fundaciones, someten a éstas a
regímenes muy diferentes. Las sociedades, como bien advierten algunos autores,
plantean problemas de orden esencialmente económicos, en cambio las asociaciones y
las fundaciones más bien ponen en juego planteamientos políticos.

La cuestión de determina si las personas morales poseen o no una nacionalidad ha


estado vinculada al concepto que se ha establecido de la institución misma de la
nacionalidad.

En ese sentido los autores que niegan atribuir nacionalidad a las personas morales basan
su tesis en un análisis comparativo que tiene como patrón a las personas físicas,
destacando que la nacionalidad como elemento característico de la población de un
Estado como elemento característico de la población de un Estado únicamente es
inherente a los individuos.

En cambio, quienes admiten que a las personas morales les es atribuible la noción de
nacionalidad no se aferran al criterio anteriormente referido, y las conciben más bien
como una manifestación de la actividad de los integrantes mismos de la población.

A ese respecto, BatifFol nos dice: "de hecho, si la nacionalidad es la pertenencia legal a
la población jurídicamente constituida de un Estado, cabe reconocer que la población de
un Estado se compone de personas físicas y no de personas morales.

Las personas morales son un modo de actividad de las personas físicas, como el Estado
mismo... son realidades distintas".
Expondremos las argumentaciones de algunos reconocidos autores, unos que admiten la
aplicación de la noción de nacionalidad a las personas morales y otros que la rechazan.
Entretanto, preciso es destacar que la expresión "la nacionalidad de personas jurídicas",
ha sido recogida durante años tanto en la doctrina como en la práctica, y ha sido admi-
tida en instrumentos internacionales, aunque reconociendo que no ha existido un
principio de unidad sobre dicha atribución de nacionalidad a las personas jurídicas o
morales.

Niboy et, como hemos visto al inicio de este capítulo, define la nacionalidad como un
vínculo político y jurídico de un individuo con un Estado y al establecer este concepto
rechaza que se aplique a las personas morales, ya que "el vínculo político no puede
existir entre una sociedad y un Estado". Sin embargo, el mismo Niboyet admite que "la
idea de una nacionalidad de las sociedades (personas morales) es demasiado arraigada
en la práctica para que la doctrina pueda imponer una modificación".

Más adelante, al desarrollar su idea negadora de una nacionalidad aplicable a las


personas jurídicas, Niboyet dice que "un Estado se forma mediante sus nacionales, los
cuales constituyen la substancia del mismo".

Vemos pues que el referido autor al rechazar la nacionalidad a las personas morales
acude a la característica que es exclusiva de los individuos, es decir la de elemento
componente de la población del Estado.

Ciertamente, los individuos son los elementos integrantes de una de las condiciones
substanciales de existencia de un Estado la población en cambio, no es muy certera ni
convincente la afirmación de que el vínculo político con el Estado es exclusivo de los
individuos. Por lo demás, como advertimos en el capítulo anterior, la vinculación del
individuo nacional con el Estado es precisamente jurídica, pues cuando nace un niño y
adquiere la nacionalidad de un Estado dado, no sería correcto decir que existe un
vínculo "político" de ese niño con el Estado. Vinculación política existe entre el Estado
y los ciudadanos, partiendo de que la ciudadanía es una categoría jurídica diferente.
1. Batiffol, op. cit., págs. 226-227.
2. Niboyet; op. cit., págs. 79-80.
3. Niboyet; op. cit., pág. 142.

Ahora bien, aceptando de que los individuos constituyen la substancia del Estado, en el
sentido de que éste último se forma mediante sus nacionales personas físicas y no por
las personas jurídicas o morales, cuya actividad de estas ultimas no aumenta el número
de los primeros, se podría también argumentar que dicha aceptación es un punto de ref-
erencia para establecer una diferencia entre la nacionalidad atribuida a las personas
físicas y la que se atribuye a las personas jurídicas o morales.

La nacionalidad produce una serie de efectos jurídicos, entre los cuales, como
señalamos antes, cuentan lo de conceder a los nacionales determinados derechos
políticos; de facultar para el desempeño de ciertas funciones o cargos públicos, habilitar
para la obtención de la protección diplomática del Estado al que pertenece; y otras.
Dejemos reconocer que no todos esos efectos son aplicables igualmente a fps individuos
que a las personas morales, mas algunos, como el de lapi otec-ción diplomática pueden
ser invocados como la protección diplon ática puede ser invocados como derecho por
las personas jurídicas. En (fecto De Orue y Arregui nos dicen al respecto: "verdadera
realidad social estas personas jurídicas, pueden tener que cumplir diversos fines, fuera c
el territorio perteneciente a la soberanía creadora, para cuya debida eficacia necesitan
contar con la protección exterior de sus respectivos gobiernos. No ofrece discusión, que
toda persona jurídica tiene y debe tener una nacionalidad determinada".

Para que puedan producirse los citados efectos de la nacional dad habría que partir del
supuesto que ésta última noción se traduce en una vinculación jurídica establecida en
razón de pertenencia.

Señalábamos anteriormente que la pertenencia legal a la población jurídicamente


constitutiva de un Estado es característica exclusiva de las personas físicas. Entre tanto,
los criterios para que una persona jurídica se considere jurídicamente como
perteneciente a un Estado varían, y no deban limitarse a que formen parte de la
población.

Determinar cuando una persona jurídica puede considerarse como perteneciente a un


Estado, es atributo de éste último. De esa pertenencia se derivan derechos y
obligaciones recíprocas; los efectos a los que nos referíamos anteriormente.

La cuestión lógica que se plantean los autores que admiten la idea de la nacionalidad de
las personas morales es como sigue: si se acepta que la persona moral tiene derechos y
obligaciones en razón de pertenencia al Estado. ¿Qué impide que ésta tenga una
nacionalidad? obviamente y aunque hay rasgos comunes los criterios que determinan la
nacionalidad de las personas morales son diversos a los de la nacionalidad de las
personas físicas, de allí la inconveniencia de identificar la nacionalidad de éstas dos
categorías.

El maestro Sánchez Bustamante, quien admite la idea de ampliar la noción en


nacionalidad a las personas morales dependiendo del concepto que se establezca de la
nacionalidad, destaca la vinculación de éstas con el Estado en razón de dependencia y
expresa que "esas reglas de dependencia entre el derecho y el hecho, entre la vida y la
ley, que existe para las personas jurídicas y para los individuos, es lo que se llama en
ambos nacionalidad. Podrá cambiarse el nombre respecto de las personas jurídicas, o al
menos de alguna de ellas; pero la situación será prácticamente la misma y el capital
extranjero seguirá buscando y encontrando la manera de solicitar y obtener, frente a
determinadas situaciones económica, la protección diplomática de su país".

La diferencia de trato a personas jurídicas nacionales y no nacionales en la legislación


de cada país abona a favor de la tesis de atribuir nacionalidad a éstas. Martín Wolf
considera que por serias que sean las objeciones que puedan formularse contra la
práctica de aplicar a las personas jurídicas la distinción sobre nacionalidad de las
personas físicas en nacionales y extranjeros, por faltar en este caso las bases de la nacio-
nalidad, los conceptos de persona jurídica "alemana o francesa" son indispensables,
dadas las diferencias de trato que reciben, gozando las nacionales en algunos casos de
trato más favorable...

A. Weiss, al referirse a las diferentes personas morales no evade el empleo de la noción


nacionalidad aplicable a las mismos y expresa
5. Antonio Sánchez de Bustamante; Derecho Internacional Privado, Habana, 1934, T.I. págs. 246-249.
6. Transcrito de la obra citada de M. García Calderón; pág. 403.

"vemos que estas diferentes personas toman en todas partes la nacional lidad del
legislador que les ha dado existencia".

"Las personas morales creadas por la ley francesa s


ai francesas.
Son, al contrario extranjeras las personas morales en cuyo nacimiento ha intervenido un
legislador extranjero".

El recurso al término nacionalidad para referirse a las personas morales no se limita a la


doctrina; la legislación nacional e internacional también lo emplea. Así, por ejemplo, la
ley francesa del 24 de julio de 1966, usa el término nacionalidad para designar las
sociedades sometidas al derecho francés, lo mismo ha hecho la Corte de Casación.

La Ley Dominicana sobre Compañías de Seguros se refiere en sus artículos 2,3, 5,8,11,
17,28 y 52 a las "compañías nacionales" y "compañías extranjeras", la misma referencia
hace la Ley No. 550, sobre compañías o entidades que ofrezcan acciones, obligaciones o
títulos para su venta al público, en su art. 1.

El artículo 285, capítulo II del Transporte Marítimo del Código de Trabajo dice: "en
caso de que una embarcación dominicana cambie de nacionalidad..." o sea, admite que
la noción de nacionalidad no es atribución exclusiva a las personas físicas.

La Ley sobre Protección a los Agentes Importadores de Mercaderías y Productos habla


en su art. 6 de "toda persona física o moral, nacional o extranjera..."

Vemos, pues, que las legislaciones nacionales implícitamente atribuyen nacionalidad


también a las personas morales o jurídicas; las razones pueden ser disímiles, entre las
que no escapan las de carácter utilitario y de conveniencia internacional. Precisamente,
un primer efecto del vínculo de pertenencia de las personas morales respecto al Estado
es la determinación de la ley aplicable a la constitución y al funcionamiento de éstas"...
aparte de conferirles la calificación de pertenencia a un Estado, las sujeta a su ley para
lo relativo al estatuto personal, su funcionamiento y su capacidad y las revista de los
derechos y obligaciones que pueden invocar los nacionales".

García Calderón también constata esa idea, al decir que: "determinada que sea la
nacionalidad, ella establecería la ley que deba gobernar su constitución, requisitos y
capacidad.
7. A. Weiss; op. cit., pág. 446.
8. Ver. Batifibl; op. cit., pág. 228.
9. Transcrito de la citada obra de C. Arellano García, pág. 244.

Esa determinación resultaría indispensable, por exigirse en muchos casos recaudos o


concederse privilegios y derecho a los nacionales, distintos de los exigidos o concedido
a los extranjeros".

Criterio para Determinar la Nacionalidad de las Personas Morales


Una vez admitida la idea de atribuir la noción de la nacionalidad a las personas morales,
cabe determinar los criterios para otorgar la misma.
Vista la nacionalidad como un vínculo jurídico entre la persona física o moral y el
Estado, sería apropiado para determinar la nacionalidad de las personas morales, al igual
que se ha hecho con las personas físicas, partir del principio de que es el Estado el
facultado para determinar soberanamente quienes son sus nacionales.

La ley nacional, determina pues, unilateralmente cuales con las personas morales
nacionales. Muchos autores comparten este método.

Batiffol, por ejemplo, nos dice que el artículo 3 de la ley francesa del 24 de julio de
1966 al afirmar que la "sociedad cuya sede social está situada en territorio francés estará
sometida a la ley francesa" está admitiendo unilateralmente que esas sociedades son
francesas; y agrega. "para las sociedad considerada ha conferido la personalidad
jurídica".

Cada Estado toma en consideración los criterios bajo los cuales otorga la nacionalidad a
las personas jurídicas, que son, como veremos, variados, y distintos a los aplicados en
los casos de los individuos.

a) Criterio de la Constitución o Incorporación Conforme a este criterio, las personas


morales tienen la nacionalidad del Estado bajo cuyas leyes las formalidades de
constitución sehan realizado, incluso si la sede real se encuentra en otro país.

Se sostiene como argumento que una persona moral, al derivar su personalidad jurídica
de la voluntad de un Estado, lo lógico es establecer el vínculo de la nacionalidad de ésta
con el Estado a cuyo orden jurídico obedece su nacimiento.
10. M. García Calderón; op. cit., pág. 403.
11. Batiffol; op. cit., pág. 229.

Ese criterio ofrece además a las personas morales la ventaja de conservar el beneficio de
la ley del Estado del que derivan su personalidad y de la protección diplomática del
mismo independientemente del lugar de su actividad sin que entre en juego la discusión
eventual sobre la localización de la sede real.

Entretanto, la mayoría de los autores coinciden en que la libertad que asegura ese
formalismo genera el riesgo del fraude en el sentido de que permite constituir personas
morales en un Estado determinado con el deliberado propósito de substraerlas al
cumplimiento de las leyes del país en cuyo territorio va a desarrollar sus actividades.

El formular objeción a este sistema, Arellano García dice que: m "La circunstancia de la
constitución de una persona moral conforme al sistema jurídico de un país, no es por sí
sola suficiente para que haya una adhesión entre el Estado y la persona moral, puesto
que habrá adhesión jurídica pero podrá faltarla adhesión material, lo que constituirá un
peligro de infiltración extranjera bajo el disfraz de sociedad nacional. Entrarán al rubro
común de nacionales las sociedades ligadas materialmente con el Estado de la
Constitución, auténtica o realmente nacional y no sólo formalmente nacionales, y la
sociedad con exclusivo ligamen jurídico sin identidad material con el Estado de su
nacionalidad, y lo que es peor aún, con nexos materiales con otros Estados.

"En los Estados Unidos refiere Batifíbl la frecuencia de las incorporaciones en ciertos
Estados donde la legislación respecto a las sociedades es particularmente liberal, ha
conducido a la mayoría de los otros Estados a plantear condiciones estrictas para la
actividad de las sociedades "extranjeras" sobre su territorio, en interés de los asociados
y de terceros".13

Se suele distinguir el criterio que analizamos con el criterio del lugar de la constitución.
En efecto, esta última tesis sostiene que la persona moral, tiene la nacionalidad del lugar
en donde se ha constituido, por el territorio del país en el cual se constituyó, no es
conforme a las leyes del Estado donde se constituyó.

Al trazar puntos de coincidencia y diferenciación. C. Arellano García dice: "si la ley es


territorial en materia de constitución de sociedades la coincidencia será total, pero, si se
admite la aplicación extraterritorial pasiva en materia de sociedades, una sociedad podrá
constituirse en un Estado bajo la férula de una legislación extrajera y entonces no habría
vinculación formal, sólo habría una vinculación material con la base territorial que no es
suficiente para identificar los intereses materiales del Estado con ninguno de los
intereses materiales de la sociedad que pueden estar vinculados a un Estado diferente".

12. C. Arellano García; op. cit., págs. 259-260.


13. Batiffol; op. cit., pág. 231.

b) Criterio de la Nacionalidad de los Socios

Conforme a este sistema, la nacionalidad de la persona moral estará fijada por la de los
asociados o por la de la mayoría de entre ellos. Es una proyección de la nacionalidad de
los asociados. Se sostiene en defensa e esta tesis que se pueden superar barreras legales
que se establecen para los extranjeros sin que éstos pierdan su nacionalidad cons-
tituyendo una persona moral nacional del país en que actúan.

En cambio, proliferan las objeciones a este sistema, sobre todo por el carácter cambiante
de los asociados fundadores, administradores y porque el concepto mismo de mayoría
no siempre es definible. "De una parte dice Batiffbl sería impracticable para las
sociedades en la que ninguna mayoría, incluso relativa, podría definirse, y para otras en
la que el capital estando representado por títulos al portador, los socios pueden ser
desconocidos; por otra parte este sistema colocaría la nacionalidad de la sociedad al
capricho de una cesión de partes o de acciones aún cuando la naturaleza de la actividad
social probablemente no ha cambia-

"Por lo demás afirma a su vez J. Maury de hecho, los miembros frecuentemente son
desconocidos en las sociedades de capitales (en toda la medida en que la acción al
portador se admite); y en las sociedades de personal a veces muy reducido, pueden ser
de nacionalidades diferentes .

Sánchez de Bustamante advierte que en los países de gran inmigración, de aceptarse el


sistema que estamos analizando serían extranjeros todas las sociedades locales
organizadas por inmigrantes que se han ligado a un nuevo país y que se han desligado
del Estado de su nacionalidad en el aspecto material.

14. C. Arellano García; op. cit., pág. 260.


15. Batiffol; op. cit., pág. 229.
16. J. Maury, Derecho Internacional Privado, México, Edit. José M. Cojica, 1949, pág. 180.
c) Criterio de la Autorización

Conforme a este sistema, una persona moral obtiene la personalidad jurídica gracias a
un acto administrativo de autorización que emana del Estado, de lo que se desprende
que ésta será nacional del Estado que otorgue dicha autorización.

Se sostiene, con justa razón, que este sistema presenta el inconveniente de ser
infuncional en aquellos países, en los que una persona moral no requiere de la
autorización estatal para disfrutar de personalidad jurídica.

Sería el caso, por ejemplo, de la República Dominicana, donde las compañías por
acciones, según el art. 37 del Código e Comercio, podrían formarse sin la autorización
el gobierno.

Citaremos las opiniones de Caicedo Castilla y de Arellano García quienes formulan


observaciones a ese sistema.

El primer autor nos dice: "presenta en la práctica el defecto de que no en todos los
países se requiere la previa autorización del gobierno para que una sociedad pueda
constituirse. Por otra parte, también éste sistema puede originar fraude cuando se
obtenga la autorización en un Estado, y la actividades de la sociedad se encuentren más
íntimamente unidas a los intereses de otro".

A. García, a su vez destaca, entre otras, las críticas siguientes:

"a) Una sociedad que requiera y obtenga autorización en diversos estados para
funcionar en ellos, tendría varias nacionalidades; b) se confunden actos jurídicos
distintos, con bases distintas, como son la autorización de funcionamiento con el
otorgamiento de la nacionalidad."

d) Criterio del Lugar de la Explotación o del Principal Establecimiento

La nacionalidad de la persona moral, conforme a ese criterio, será la del país donde
tiene lugar la explotación, considerado este último como aquel en que la persona moral
manifiesta exteriormente y efectivamente su actividad.

17. Citado por C. Arellano García; op. cit., pág. 261.


18. José J- Caicedo Castillo, Derecho Internacional Privado, Bogotá, Edit. Tamis, 1967, pag. 147.
19. C. Arellano García; op. cit., pág. 259.

Algunos autores, como Niboyet, al objetar este sistema destacan que como la
explotación puede extenderse simultáneamente o sucesivamente a varios países, habrá
que admitir, en tal caso, que la sociedad cambiará de nacionalidad según el país donde
su actividad se ejerza".

e) Criterio del Domicilio o Sede Social

La nacionalidad de la persona moral será del país de su domicilio social, considerando


éste como el lugar en el que se ejerce la dirección de la sociedad; en el que "residen los
órganos jurídicos de la sociedad, los administradores, asambleas generales, y en los que
se debaten los contratos y mercados concernientes a la marcha de la empresa".

Niboyet destaca que la jurisprudencia francesa aceptó este sistema hasta la Primera
Guerra Mundial, y tiene un mérito práctico al ofrecer la ventaja de "no variar casi
nunca" . Fue el sistema también utilizado por la Corte Permanente de Arbitraje
Internacional.

Batiffol se expresa en el mismo sentido que Niboyet, al decir que este sistema "presenta
la ventaja, con respecto al del lugar de explotación, de ser de por sí único y más
fácilmente estable; una sociedad puede abrir obras o factorías en varios países
simultáneamente o sucesivamente, en tanto que su dirección no cambiará; y se percibe
que el lugar en el que esta dirección se ejerce representa más fácilmente el vínculo de la
actividad social: es en ese lugar que están normalmente reunidos los capitales, que son
tomadas las decisiones. En la especie sometida a la Corte de Casación en 1870 una
sociedad cuya sede estaba en Francia construiría una Puerto en Cadis: su actividad era
evidentemente de carácter Francés, a pesar de que satisfacía necesidades extranjeras."
Este sistema que ofrece las ventajas destacadas por los citados autores, no escapa al
punto de objeción señalado a otros sistemas; a saber, el de hacer posible el fraude
mediante el establecimiento de una sede ficticia o fraudulenta.
20. Niboyet; op. cit., pág. 141.
21. Batiffol; op. cil., pág. 230.
22. Niboyet; op. cit. pág. 150.
23. Batiffol; op. cit., págs. 230-231.

Niboyet describe ampliamente esta objeción en los términos siguientes:

"Con frecuencia se ha presentado el caso de haberse constituido una sociedad con un


domicilio social ficticio en un país, sin otro fin que el de someterla a la legislación del
mismo. En la mayorparte de los casos se ha procedido así para substraerse a las
disposiciones, más rigurosas, de la legislación francesa acerca del capital a invertir o a
la liberación de acciones. Cuando se procede de este modo, el domicilio establecido en
el extranjero con el único fin de escapar a la ley francesa, no debe producir efecto, pues
en la mayor parte de los casos no es verdadero domicilio. Más adelante Niboyet agrega:
"He aquí la razón por la cual, el domicilio social, que da a la sociedad lo que se ha
convenido en llamar su nacionalidad, debe ser un domicilio social efectivo."

Consciente de la insuficiencia de cada uno de los citados criterios o sistemas, algunos


tomados aisladamente, algunos autores sugieren la combinación de algunos de ellos. Así
se dice: "el criterio de constitución es suficiente por sí sólo para determinar la
nacionalidad de una sociedad pero que es deseable su complementación con el criterio
de la sede social efectiva a fin de que la conexión jurídica de la corporación con el
Estado vaya acompañada de una conexión material, lo que determinará una vinculación
verdadera entre aquella y ésta".

Otros criterios han tenido vigencia en situaciones particulares de las relaciones


internacionales; así durante la Primera Guerra Mundial se aplicó el llamado criterio del
Control, según el cual se atribuía a las personas morales de nacionalidad de las personas
físicas que las controlaban. Criterio éste que hoy día ha sido rechazado tanto en la
doctrina como en la práctica.
La Nacionalidad de las Personas en los Tratados

Según refiere Niboyet, los Tratados de paz celebrados inmediatamente finalizó la


Primera Guerra Mundial, específicamente el Tratado de Versalles, en su art. 297, el
Tratado de Sain Germain, artículo 249 y el Tratado de Trianón, art. 232 se refieren a la
nacionalidad de las personas morales -las sociedades- a las que se aplicó el criterio del
control. En
24. Niboyet; op. cit, págs. 150-151.
25. Extraída de la citada obra de C. Arellano García; op. cit., pág. 263.

ese sentido, si la sociedad estaba controlada por extranjeros, la sociedad será extranjera.
La cuestión de la definición de la nacionalidad de las personas jurídicas de las
sociedades -como nos refiere Batiffol-, fue planteada también en el marco de la
Comunidad Económica Europea. Según este autor, el criterio de la sede social ha sido
cuestionado por el artículo 58 del Tratado de Roma, en virtud del cual "las sociedades
constituidas de conformidad con la legislación de un Estado miembro y que tiene su
sede estatutaria, su administración central o su principal establecimiento dentro de la
comunidad, son asimiladas para la aplicación de las disposiciones del presente capítulo
(Derecho de Establecimiento), a las personas físicas subditos de los Estados miembros".
El Tratado de Montevideo de Derecho Civil Internacional, de 1940, y que como hemos
visto, vino a reformar el de 1889, celebrado en la misma capital Uruguaya, establece en
sus artículos 3 y 4 lo siguiente:

" Art. 3. Los Estados y las demás personas jurídicas de derecho público extranjeros, no
podrán ejercer su capacidad en el territorio de otro Estado, de conformidad con las leyes
de éste último".

"Art. 4. La existencia y la capacidad de las personas jurídicas de carácter privado, se


rigen por las leyes del país de su domicilio".

"El carácter que revisten las habilitan plenamente para ejecutar fuera del lugar de su
institución todas las acciones y derechos que les corresponda".

"Mas, para el ejercicio habitual de actos comprendidos en el objeto especial de su


institución se sujetarán a las prescripciones establecidas por el Estado en el cual intente
realizar dichos actos".

"La misma regla se aplicará a las sociedades civiles".

Los tratados de Montevideo de Derecho Civil Internacional, tanto el de 1889 como el de


1940, ciertamente no emplean el término nacionalidad; en cambio, cuando el artículo 3
de Tratado de 1940 habla de "...las demás personas de Derecho Público extranjeras"
implícitamente se está refiriendo a la nacionalidad de las mismas.

Por otra parte, según el texto transcrito, la existencia y capacidad de las personas
jurídicas de carácter privado estarán sujetas a las leyes del país de su domicilio. En
cuanto a su actividad, dependerá de las leyes del país donde la ejerza.
26. Niboyet; op, cit.,pág. 154
27. Batiffol; op. cit., pág. 240.

Si bien los Tratados de Montevideo no contienen disposiciones que se pronuncien


directamente sobre el término nacionalidad de las personas jurídicas, el Código
Bustamante, en cambio, legisla con elocuencia sobre el particular; especialmente en sus
artículos 9, 16, 17, 18, 19, 20, 21 y 32.
Veamos.

Art. 9.- Cada Estado contratante aplicará su propio derecho a la determinación de la


nacionalidad de origen de toda persona individual o jurídica y de su adquisición,
pérdida o reintegración posteriores, que se hayan realizado dentro o fuera de su
territorio, cuando una de las nacionalidades sujetas a controversia sea la de dicho
Estado.

En los demás casos, regirán las disposiciones que establecen los artículos restantes de
este capítulo.

De este artículo se desprende la admisión de la noción de nacionalidad de las personas


morales o jurídicas.

Art. 16.- La nacionalidad de origen de las Corporaciones y de las Fundaciones se


determinará por la Ley del Estado que las autorice o apruebe.

Art. 17.- La nacionalidad de origen de las Asociaciones será la del país en que se
constituyan, y en él deben registrarse o inscribirse si exigiere ese requisito la legislación
local.

Art. 18.- Las sociedades civiles, mercantiles o industriales que no sean anónimas,
tendrán la nacionalidad que se establezca el contrato social y, en su caso, la del lugar
donde radicarse habitualmente su gerencia o dirección personal.

Art. 19- Para las sociedades anónimas se determinará la nacionalidad por el contrato
social y en su caso por la ley del lugar en que se reúna normalmente la junta general de
accionistas, y, en su defecto, por la del lugar en que se radique su principal junta o
consejo directivo o administrativo.

Art. 20- El cambio de nacionalidad de las corporaciones, fundaciones, asociaciones y


sociedades, salvo los casos de variación en la soberanía territorial, habrá de sujetarse a
las condiciones exigidas por su ley antigua y por la nueva.

"Si cambiare la soberanía territorial, en caso de independencia, se aplicará la regla


establecida en el artículo 13 para las naturalizaciones colectivas."

Art. 21.- Las disposiciones del artículo 9 en cuanto se refieren a personas jurídicas y las
de los artículos 16 y 20, no serán aplicadas en los Estados contratantes que no atribuyan
nacionalidad a dichas personas jurídicas.

Art. 32.- El concepto y reconocimiento de las personas jurídicas se regirán por la ley
territorial".
Como podemos observar los artículos 16 y 20 fijan los diversos criterios para
determinar la nacionalidad de las personas jurídicas en función de su categoría. En ese
sentido, las corporaciones y fundaciones tendrán las del país de su constitución; las
sociedades anónimas tendrán la nacionalidad del contrato social; las sociedades civiles,
mercantiles o industriales, no anónimas también tendrán la nacionalidad del Contrato
Social.

Se puede también observar que los artículos 18y 19 dejan abierto otros criterios.

Las disposiciones del artículo 21 son comprensibles si se observa que para algunos
países las personas jurídicas no son ni nacionales ni extranjeras.

En cuanto al artículo 32, podría éste interpretarse en el sentido de insinuar que las
personas jurídicas carecen de nacionalidad, o por lo menos dejan este concepto al
criterio de los Estados.

Nacionalidad de las Personas Jurídicas a la Luz de la Legislación Dominicana.

Las disposiciones constitucionales de la República Dominicana no hacen ninguna


mención sobre nacionalidad de personas jurídicas y hacen referencia, como hemos
advertido, únicamente sobre la condición de los extranjeros como personas físicas. Lo
mismo podría decirse sobre las disposiciones del Código Civil Dominicano.

En cambio, y ya lo advertimos anteriormente, el Código de Comercio Dominicano,


contiene varias disposiciones que se refieren a las personas morales o jurídicas
clasificándolas en nacionales y extranjeras, es decir, admitiendo implícitamente la
atribución de la noción de nacionalidad a las mismas. Citamos antes al respecto los
artículos 2,5,8,1 i 17,20 y otros, de la Ley sobre compañías de Seguros. El artículo 1 de
la Ley sobre Compañías o Entidades que ofrezcan Acciones, obligaciones o títulos para
su venta, también el artículo 285, Libro IV, Titulo II, del Código de Trabajo; del
Transporte Marítimo. La Ley de Protección e Incentivo Industrial, en el artículo 12
habla de "personas, físicas o jurídicas, nacionales o extranjeras..."

La Ley sobre Protección a los Agentes Importadores de Mercaderías y Productos, se


refiere a "Toda persona física o moral extranjera."

La República Dominicana es parte contratante del Código Bustamante, sin embargo,


formuló una reserva que algunos autores han considerado erróneamente como negativo
a atribuirle nacionalidad a las personas jurídicas. Lo que se desprende del párrafo 2 de la
reserva dominicana es que la República Dominicana no reconoce a las personas otra
nacionalidad que la dominicana, mientras resida en el territorio dominicano". Es una
fórmula destinada a evitar la doble nacionalidad, específicamente de los dominicanos.
Reserva de la Delegación de la República Dominicana
CONVENIO SOBRE CÓDIGO DE DERECHO
INTERNACIONAL PRIVADO
- HABANA-

1. La Delegación de la República Dominicana desea mantener el predominio de la Ley


Nacional en aquellas cuestiones que se refieren al estado y capacidad de los
dominicanos, en donde quiera que éstos se encuentren, por lo cual no puede aceptar sino
con reservas, aquellas disposiciones del Proyecto de Codificación en que se da
preeminencia a la "Ley del Domicilio" o a la ley local; todo ello, no obstante el
principio conciliador enunciado en el artículo 7 del Proyecto del cual es una aplicación
del artículo 53 del mismo.

2. En cuanto a la nacionalidad, título Io. del libro Io. artículos 9 y siguientes,


establecemos una reserva, en lo que toca, primero, a la nacionalidad de las sociedades, y
segundo, muy especialmente al principio general de nuestra constitución política según
el cual a ningún Dominicano se le reconocerá otra nacionalidad que la dominicana
mientras resida en el territorio de la República Dominicana.

28. Cierto, esta legislación no entra en el terreno de las definiciones sobre nacionalidad.

3. En cuanto a domicilio de las sociedades extranjeras cualesquiera que fueren sus


estatutos y el lugar en que lo hubieren fijado, o en que tuvieren su principal
establecimiento, etc., reservamos este principio de orden público en la República
Dominicana; cualquier persona física o moral que ejerza actos de la vida jurídica en su
territorio, tendrá domicilio el lugar donde tenga un establecimiento, una agencia o un
representante cualquiera. Este domicilio es atributivo de jurisdicción para los tribunales
nacionales en aquellas relaciones jurídicas que se refieren a actos intervenidos en el país
cualquiera que fuere la naturaleza de ellos.

Nacionalidad de los Buques y Aeronaves

La cuestión de admitir la atribución de la noción de nacionalidad a los buques y


aeronaves, suscita al igual que en el caso de las personas morales, una división de la
doctrina al respecto. Es decir una corriente de autores rechaza la aplicación de la noción
de nacionalidad y otra la ad-mite en la referencia a buques y aeronaves.

Entretanto, tanto la legislación nacional, como la internacional, al igual también que en


el caso de las personas morales, ha admitido que los buques y aeronaves poseen
nacionalidad.

Los criterios para otorgar la nacionalidad a los buques y aeronaves difieren


evidentemente de los aplicados a las personas físicas y jurídicas.

Sin embargo, la nacionalidad, en todos los casos se traduce en vínculo jurídico y


compete al Estado otorgarla. Entre los derechos comunes que se desprenden de ese
vínculo cuenta la protección diplomática del Estado de pertenencia.
El artículo 91 de la Convención Sobre Derecho del Mar, referente a la Nacionalidad de
los Buques reza así:

1. "Cada Estado establecerá los requisitos necesarios para conceder su nacionalidad a


los buques; para su inscripción en un registro en su territorio y para que tengan el
derecho de enarbolar su pabellón. Los buques poseerán la nacionalidad del Estado cuyo
pabellón estén autorizados a enarbolar. Ha de existir una relación auténtica entre el
Estado y el buque.

29. Ver. Niboyet, op. cit., págs. 80-81 y C. Arellano García; op. cit, págs. 280-287.

2. "Cada Estado expedirá los documentos pertinentes a los buques a que haya concedido
el derecho a enarbolar su pabellón".

Vemos que la Convención enuncia una prerrogativa a favor de los Estados esencial; es
decir, la de establecer los requisitos para que un buque pueda ser considerado como
nacional.

La Convención sobre Aviación Civil Internacional, de 1944, en su capítulo III trata


sobre la nacionalidad de las aeronaves y establece:

Art. 17.- Las aeronaves tendrán la nacionalidad del Estado en que estén matriculadas.

Art. 18.- Ninguna aeronave podrá matricularse legalmente en más de un Estado, pero su
matrícula podrá cambiarse de un Estado a otro.

Art. 19.- La matrícula o traspaso de matrícula de una aeronave de un Estado contratante


se tramitará de conformidad con sus leyes y reglamentos.

Art. 20.- Toda aeronave dedicada a la navegación aérea internacional llevará distintivos
adecuados de su nacionalidad y matrícula.

Vemos que el criterio que establece la Convención para determinar la nacionalidad de


las aeronaves es el lugar de la matriculación. Por otra parte contempla el cambio de
nacionalidad mediante el cambio de matrícula, mas prohíbe la doble nacionalidad a
través de la matriculación simultánea en más de un Estado. Reconoce además la
prerrogativa a favor del Estado, a la que hacíamos alusión anteriormente, o sea la del
derecho del Estado de establecerlas condiciones en que concede la matriculación.
La nacionalidad se manifiesta a través de signos especiales.

El artículo 12 de la Convención Internacional para la Unificación de ciertas Reglas


Relativas a la Limitación de la Responsabilidad de los Propietarios de Buques del 1958,
también se refiere a la nacionalidad de los mismos.

El acuerdo sobre Transporte aéreo entre el gobierno de los Estados Unidos de América
y el Gobierno de la República Dominicana, del 1949, y el cual se ampara en la
Convención Sobre Aviación Civil Internacional, también hace referencia a las "líneas
aéreas nacionales".
Los Tratados de Montevideo de 1888-89 no hacen mención de la nacionalidad de los
medios de transporte. En cambio, el Tratado de Derecho de Navegación Comercial, de
Montevideo de 1940, contiene varías disposiciones en las que hace referencia a la
nacionalidad de los buques. Así, el artículo 1ro. dice: La nacionalidad de los buques se
establece y regula por la ley del Estado que otorgó el uso de la bandera, los artículos 2 y
15 también se refieren respectivamente a la ley de la nacionalidad para regir lo relativo
a la adquisición y a la transferencia de su propiedad y otros derechos, y para determinar
la naturaleza de la avería.

El Título tercero, del Código de Bustamante está consagrado al Comercio Marítimo y


aéreo. El artículo 274 reza así: "La nacionalidad de las naves se prueba por la patente de
navegación y la certificación del registro, tiene el pabellón como signo distintivo
aparente".

Ambos Tratados hacen extensible estas disposiciones a las aeronaves. Así lo contempla
el artículo 43 del Tratado de Montevideo de 1940 y el artículo 282 del Código de
Bustamante.

La República Dominicana es parte de todos los instrumentos internacionales que versan


sobre el transporte aéreo y marítimo aquí citados, con excepción del Tratado de
Montevideo.

El capítulo XI de la Ley 3003 sobre Policía de Puertos y Costas se refiere a la


naturalización de los buques. En su artículo 96 nos dice cuales barcos son considerados
dominicanos, a saber:

a) Los matriculados como tales en las comandancias de puerto.

b) Los apresados en caso de guerra al enemigo o confiscados judicialmente.

El artículo 97 establece que "Ningún buque podrá ser nacionalizado dominicano a


menos que haya cancelado su matrícula extranjera".

"En la jefatura de Estado Mayor, Marina de Guerra, señala el art. 99, se llevará un
registro de todos los buques que fueren nacionalizados...".

Conforme al artículo 104 de la Ley 3003 "el nombre de cada buque dominicano será
marcado a cada lado de la proa y sobre la popa, así como también el puerto de su
matrícula".

Además de llevar su nombre en los sitios indicados, los buques de vapor y motonaves
dominicanas lo llevarán también en su lugar visible, a cada lado externo de la caseta del
piloto.

Conforme al artículo 30 toda embarcación que entre a puertos de la República o que


salga de ellos, llevará enarbolada la bandera de su nacionalidad en el trinquete.
El artículo 76 establece que "Ningún buque nacional podrá navegar si no está provisto
de su Patente de Navegación y Rol de la Tripulación. Por medio de la Patente se
comprueba, pues, la nacionalidad del buque.

A su vez el artículo 77 señala que "las Patentes de Navegación expedidas por el


Presidente de la República, serán válidas por un año, y a su vencimiento, el dueño,
capitán, consagratorio o agente del buque acudirá con ella a la Comandancia de Puerto
en que se encuentre la embarcación para que se provea de la nueva Patente de
Navegación."

"Cuando una compañía o persona dominicana adquiera una embarcación de matrícula


extranjera y desee cambiar dicha matrícula por la dominicana -establece el artículo 74
de la Ley 3003- deberá presentar un documento de las autoridades marítimas del país a
que pertenece la embarcación debidamente certificado por el representante consular
dominicano que actúe, en el cual conste que no hay impedimento para que la
embarcación cambie su bandera por la dominicana".

El capítulo VIII de la Ley 3003 consagrado a los "Cambios de banderas en los buques"
establece en el artículo 70 una serie de requisitos para el cambio de bandera pues en
principio, "ninguna compañía o persona dominicana, propietaria de buque o buques que
estén debidamente registrados o matriculados bajo la bandera nacional, podrá vender
dicho buque a ninguna compañía o persona extranjera, así como tampoco cambiar su
bandera por la de otro país".

El art. 95 se refiere a los "Requisitos para la Construcción de buque" considerando ante


todo que "no se podrá iniciar la construcción de un buque en territorio nacional, sin
permiso previo de la Jefatura de Estado Mayor de la Marina de Guerra.
CAPITULO VII CONDICIÓN DE LOS
EXTRANJEROS Generalidades, Condición Jurídica de
los Extranjeros. Régimen Jurídico de Extranjeros en
Derecho Comparado.
Régimen Jurídico del Extranjero en República Dominicana.
Entrada, Permanencia y Expulsión de Extranjeros en la
República Dominicana. Tratados en Materia de Régimen de
Extranjeros Suscritos por República Dominicana.

En un sentido general se entiende por extranjero al individuo que no es nacional.


Autores renombrados han aceptado esa definición simple y de valor indiscutible. Otras
definiciones no se apartan de esa idea general.

Así, se dice que "el extranjero es el individuo que está en el territorio de un Estado, del
que no es nacional y que sí, en cambio, lo es de otro" o bien, "todo individuo que se
encuentra en un país distinto de aquel donde es nacional".

Algunos autores, al igual que muchos instrumentos jurídicos: convenios, constituciones,


códigos, leyes, reglamentos, no se preocupan por definir el concepto de extranjero, mas
implícitamente, al establecer las calidades que debe poseer un individuo para ser
considerado nacional, cataloga de extranjero al individuo que no reúne esas calidades
del nacional.

Cabe especificar que, aunque hoy día es jurídicamente inaceptable, un individuo puede
carecer de nacionalidad, o sea no necesariamente la noción de extranjero implica ser
nacional de un Estado distinto a aquel donde se encuentra el individuo.

Condición Jurídica de los Extranjeros

Cuando hablamos de condición jurídica de los extranjeros entendemos por ello el


conjunto de derechos y deberes de los que gozan las personas que no forman el grupo de
los nacionales. Niboyet se expresa al respecto en éstos términos: "La condición de los
extranjeros consiste en determinar los derechos de que los extranjeros gozan en cada
país.

Se le ha objetado a esta definición de Niboyet el omitir la mención a los deberes del


extranjero respecto al Estado donde se encuentra.

El régimen de los extranjeros está determinado en lo fundamental por las normas del
derecho interno de los Estados tomando en cuenta los compromisos internacionales de
éstos últimos.

Ciertamente, cada Estado regula el régimen jurídico de los extranjeros en su territorio


conforme a su conveniencia e intereses.

Entretanto, no menos cierto es que los Estados no deben abusar de esa prerrogativa, en
el sentido de negar arbitrariamente ciertos derechos que en las relaciones
internacionales se ha reconocido a los extranjeros.
Así, Niboyet, p. ej. dice "negar a un Estado el derecho de determinar en su territorio con
absoluta independencia los derechos de que han de gozar los extranjeros, sin
preocuparse de las legislaciones de los demás países, implicaría una restricción de la
soberanía del mismo en lo que ella tiene de más sagrado. Conviene, sin embargo,
asegurar al extranjero el mínimo de derechos exigido por el respeto a las reglas de
Derecho de gentes".

Ese mínimum de derechos al que hace alusión Niboyet no ha sido determinado en


términos precisos. Algunos autores se han referido al tema en base a una comparación
establecida entre los derechos del nacional y los del extranjero, mencionando algunos de
los derechos que se les debe reconocer a éstos últimos y cuáles no...

"En lo que se refiere a los derechos -nos dice Kelsen- cada Estado está obligado por el
derecho internacional a otorgar a los extranjeros, por lo menos la igualdad ante la ley
con sus nacionales en cuanto a la seguridad de las personas y la propiedad. Sin
embargo, esto no significa que el Derecho del Estado deba conferir a los extranjeros los
mismos derechos que a sus nacionales. Los extranjeros pueden estar excluidos de los
derechos políticos, de ciertas profesiones y aún de adquirir la propiedad de la tierra...
1- Niboyet; op. cit, pag. 123.
2. Niboyet; op. cit. pag. 4.
3. Hanz Kelsen: Principios de Derecho Internacional Público, Traducción de Hugo Caminos y Ernesto C. Hermida.
Librería "El Ateneo". Buenos Aires, 1965, pags. 210.

Verdross, a su vez, al abordar el tema señala, entre otras, que "En el sentir de los
pueblos civilizados, los derechos que dimanan de esta idea pueden reducirse a cinco
grupos:

1) Todo extranjero ha de ser reconocido como sujeto de derecho.

2) Los derechos privados adquiridos por los extranjeros han de respetarse en principio.

3) Han de concederse a los extranjeros los derechos esenciales relativos a la libertad.

4) Han de quedar abiertos al extranjero los procedimientos judiciales.

5) Los extranjeros han de ser protegidos contra delitos que amenacen su vida, libertad,
propiedad y honor."

Conforme al principio del respeto a los derechos y libertades fundamentales del hombre;
el cual constituye uno de los principios fundamentales del Derecho Internacional
contemporáneo, cada Estado está en el deber de garantizar a todas las personas que
residan en su territorio, incluyendo a los extranjeros, los derechos y libertades
fundamentales.

Ese principio fue concretizado en varios tratados internacionales, entre los que cuentas
los Pactos Sobre Derechos Humanos, celebrados en el marco de las Naciones Unidas en
1966, así como la Convención In-teramericana Sobre Derechos Humanos. Veremos en
este capítulo que algunos tratados multilaterales regionales y otros bilaterales están
referidos a la condición de los extranjeros, o bien a especificar los derechos de estos
últimos.
Se observará que en estos convenios se contempla una disposición consagrada en la
legislación nacional, o sea que a los extranjeros no se les concede el ej ercicio de
derechos políticos, es decir, de derechos relacionados directamente con la participación
en los asuntos del Estado, el de votar, el de ocupar cargos políticos o el dedicarse a
actividades políticas. Al mismo tiempo los extranjeros están exentos de uno de los de-
beres principales del nacional, el deber de prestar servicio militar en el Estado en que se
encuentran.

Los extranjeros residentes -con excepción de aquellos que gozan de inmunidad


diplomática- están en el deber de pagar los impuestos ordinarios así como de cumplir
con otras cargas de conformidad con las leyes del país donde residen.

4. Alfred Verdross; Derecho Internacional Público. Traducción de Antonio Truyol y Serra. Editorial Aguilar, Madrid,
1957, pag. 265-

En el dominio civil los derechos de los extranjeros suelen ser un tanto más limitados
que los reconocidos a los nacionales. Lo decimos porque muchas veces a los extranjeros
se les han impuesto ciertas restricciones sobre la posesión de bienes inmuebles; sobre el
ejercicio de determinadas profesiones, sobre la adquisición de intereses o de poder
administrativos en las empresas de servicios públicos o en las dedicadas a la
construcción de barcos, a la explotación de minas o de otros recursos naturales.

Régimen Jurídico de Extranjeros en Derecho Comparado

En el segundo capítulo de esta obra al abordar el tema de la evolución histórica del


Derecho Internacional privado, nos referimos a la condición de los extranjeros en los
diversos períodos históricos en alusión específica a determinadas regiones y países. Más
adelante analizaremos el contenido de algunos Convenios que versan sobre esta materia
y su vigencia en la República Dominicana. Entretanto, éstos mismos convenios no todos
son ejecutables por sí mismos, en el sentido de que es necesario una acción jurídica
complementaria de los Estados para su implementación o su exigibilidad, o bien
consagran que algunas de sus disposiciones se implementan en las condiciones en que
establezcan las leyes nacionales.

Hacemos esta observación para dejar sentado que la legislación interna de los Estados
es determinante para comprender el nivel de derechos que se les otorga y los deberes
que se les impone a los extranjeros. Ese nivel es variable y depende de razones distintas.

"Es ésta -dice Niboyet refiriéndose al régimen que los Estados establecen a los
extranjeros- una cuestión de oportunidad, y exigiendo la situación de cada Estado
soluciones adoptadas a su propia política, no es posible formular reglas absolutas a éste
respecto.

El trato o la concesión de derechos otorgados a los extranjeros en la legislación interna


de los Estados ha merecido una clasificación en la doctrina por sistemas; los que
podríamos resumir en los siguientes:

1.- Sistema de reciprocidad diplomática.


5. Niboyet; op. cit. pag. 133.
Conforme a este sistema los derechos de los que pueden disfrutar los extranjeros son
aquellos estipulados en los tratados internacionales en base a la reciprocidad.

Los países que se rigen por el Código napoleónico como es el caso de la República
Dominicana, siguen este sistema. En efecto el artículo 11 del Código Civil establece
que: "El extranjero disfrutará en la República de los mismos derechos civiles que los
concedidos a los dominicanos por los Tratados de la nación a la que el extranjero
pertenece".

Muchos autores han llamado la atención sobre la severidad de éste sistema, en el sentido
de que en ausencia de tratados, la condición del extranjero es precaria o desfavorable.
2.- Sistema de reciprocidad legislativa o reciprocidad de hecho.

La característica de éste sistema es que los estados conceden a los extranjeros los
derechos que sus nacionales disfrutan en el país de donde provienen tales extranjeros. A
diferencia del sistema esbozado anteriormente, no es exigible un tratado diplomático
para que la reciprocidad en el goce de los derechos se ponga en práctica.

3.- Sistema de equiparación a nacionales.

Este sistema se caracteriza por conceder el goce de los derechos civiles a los extranjeros
al igual que a los nacionales, sin que medie reciprocidad o trato alguno. Esta
equiparación de los extranjeros a los nacionales es visto como un gesto de
desprendimiento y de progreso en el desarrollo doctrinal y legislativo. Al referirse en
favor de este sistema, Niboyet se expresa en los siguientes términos: "La necesidad de
colocar al extranjero y al nacional sobre un mismo pie de igualdad; ha ido
imponiéndose cada vez con mayor fuerza."

4- Otros sistemas.

Algunos autores, como es el caso de Niboyet, se refieren a la concesión de derechos a


los extranjeros en algunos países que no se acogen a los sistemas antes enumerados. Es
decir a un grupo de países que "conceden a los extranjeros el disfrute de derechos sin
declararse previamente partidarios de un sistema determinado, (y enumeran entre esos
países a Estados Unidos y a Gran Bretaña. De allí que a éste sistema se lo defina como
"angloamericano")
6. Niboyet; op. cit. pag. 136.
7. Niboyet; op. cit- pag. 134.
8. Ver C. Arellano García, op. cit. pag. 312.

Se incluye también el llamado sistema de capitulaciones, que históricamente fue


conocido en algunos países que pasaban por situaciones particulares. En virtud de éste
sistema cierta categoría de extranjeros se los extraía de la jurisdicción local.

Régimen Jurídico del Extranjero en República Dominicana

Tres Categorías de preceptos regulan el régimen jurídico de los extranjeros en la


República Dominicana: a) la Constitución; b) las leyes; c) los tratados internacionales.
a) Disposiciones Constitucionales.

El artículo 8 de la Constitución dominicana vigente enumera los derechos y libertades


fundamentales reconocidas a todas las personas que habitan el territorio del país -
nacionales y extranjeros.- La enumeración de esos derechos contemplados en el artículo
8 son una expresión de la adecuación de nuestro régimen constitucional a las corrientes
contemporáneas de protección de los Derechos Humanos independientemente del
origen nacional de la persona.

El artículo 9 a su vez hace referencia a los deberes de los pobladores del país y señala
algunos deberes que son propios de los nacionales y otros que conciernen
específicamente a los extranjeros.

Así, el acápite 1 de ese artículo dice: "Es deber de todo extranjero abstenerse de
participar en actividades políticas en territorio dominicano".

Es decir, la citada disposición viene a consagrar un principio generalmente aceptado, o


sea, el de reservar el disfrute de los derechos políticos a los nacionales.

El respeto a la Constitución y las leyes dominicanas es naturalmente un deber


contemplado en el citado art. 9 que es común a nacionales y extranjeros.

La Constitución dominicana no define el concepto de extranjero, mas por analogía son


extranjeros los que no posean las calidades determinadas en el artículo 11 para poder ser
considerados como dominicanos.
9. Ver Charles Fenwick; Derecho internacional. Bibliografía Omeba, Buenos Aires, 1963. Traducción María Eugenia
de Fichman, pag. 310.

10. El artículo 11 de la Constitución Dominicana ha sido objeto de análisis en otro capitulo de esta obra.

b) Leyes Ordinarias.

El capítulo I del Título 1 del Código civil dominicano está consagrado al goce de los
derechos civiles.

El artículo 11 establece que "El extranjero disfrutará en la República Dominicana de los


mismos derechos civiles que los concedidos a los dominicanos por los tratados de la
nación a la que el extranjero pertenezca".

Esa disposición nos ubica entre los países que adoptan el llamado sistema de
reciprocidad diplomática en materia de trato dado a los extranjeros.

Esa citada disposición del artículo 11 se fundamenta en la contenida en el artículo 7 del


mismo Código, en virtud de la cual "El ejercicio de los derechos civiles es
independientemente de la cualidad de ciudadano..."

El artículo 13 del Código civil, a su vez, dice: "El extranjero, a quien el Gobierno
hubiese concedido fijar en la República su domicilio gozará de todos los derechos
civiles mientras resida en el país".
Vemos que esta disposición al no condicionar el goce de los derechos, civiles a la
reciprocidad, se ajusta más bien al sistema de la equiparación de los extranjeros a los
nacionales.

El artículo 14 impone deberes a los extranjeros por circunstancias específicas, veamos:


art. 14- El extranjero, aunque no resida en la República, podrá ser citado ante los
tribunales de ella, para la ejecución de las obligaciones contraídas por él en la República
y con un dominicano; podrá ser llevado a los tribunales en lo que se refiere a las
obligaciones contraidas en países extranjero respecto de dominicanos".

El artículo 16 del Código versa sobre la fianza "Judicatum solvi", la cual es impuesta al
extranjero generalmente en todos los países.

"En todas las materias -reza el art. 16- y todas las jurisdicciones, el extranjero transeúnte
que sea demandante principal o interviniente voluntario estará obligado a dar fianza
para el pago de las costas y de los daños y perjuicios resultantes de la litis, a menos que
posea en la República inmuebles de valor suficiente para asegurar el pago".

El Código laboral de la República Dominicana, establece entre sus principios: "Las


Leyes concernientes al trabajo son de carácter territorial".

Rigen sin distinción a dominicanos y a extranjeros, salvo las derogaciones admitidas en


convenios internacionales..."

" Se prohibe cualquier discriminación, exclusión o preferencia basada, en excepciones


previstas por la ley con fines de protección a la persona trabajadora..."

El título I del Libro Tercero del Código "De la nacionalización del Trabajo" introduce
ciertas distinciones o preferencia hacia el trabajador nacional. Veamos:

Art. 13 5- El ochenta por ciento, por lo menos, del número total de trabajadores de una
empresa debe estar integrado por dominicanos.

Art. 136.- Los salarios percibidos por los trabajadores dominicanos de una empresa
deben ascender, en conjunto, al ochenta por ciento por lo menos, del valor
correspondiente al pago de todo el personal.
Están exceptuados de las disposiciones de éste artículo los salarios percibidos por
trabajadores que desempeñen labores técnicas, de dirección o gerencia.

Art. 137.- Cuando el número de trabajadores de una empresa es menor de diez, rigen las
reglas siguientes:

lro. Si son nueve los trabajadores, seis deben ser dominicanos.

2do. Si son ocho o siete los trabajadores, cinco deben ser dominicanos.

3ro. Si son seis los trabajadores, cuatro deben ser dominicanos.

4to. Si son cinco o cuatro los trabajadores, tres deben ser dominicanos.
5to. Si son tres los trabajadores, dos deben ser dominicanos.

6to. Si son dos los trabajadores, uno debe ser dominicano.

7mo. Si se trata de un sólo trabajador, éste debe ser dominicano.


Art. 138.- Están exceptuados de las disposiciones de los artículos 135 y 137 los
extranjeros siguientes:

lro. Los que ejercen exclusivamente funciones de dirección o administración de una


empresa.

2do. Los trabajadores técnicos siempre que, ajuicio del Departamento de trabajo, no
haya dominicanos desocupados con aptitudes para sustituirlos.

3ro. Los trabajadores de talleres de familia.

4to. Los trabajadores casados con personas dominicanas, que tengan en el país más de
tres años de residencia ininterrumpida y más de dos años de casados.

5to. Los extranjeros que hayan procreado hijos dominicanos y tengan en el país más de
cinco años de residencia ininterrumpida.

Art. 139.- Son trabajadores técnicos aquellos cuyas labores requieren conocimientos
científicos.

Art. 140.- Las disposiciones de los artículos 135 y 137 son aplicables a los términos de
una sociedad de cuando además de tener tal calidad realizan labores propias de
trabajadores.

Art. 141.- En caso de que haya necesidad de disminuir el pe

siguiente orden:
1.- Trabajadores extranjeros solteros; .

2.- Trabajadores extranjeros casados,

3.- Trabajadores extranjeros casados con personas dominicanas;

4.- Trabajadores extranjeras que hayan procreado hijos dominicanos;

5.- Trabajadores dominicanos solteros.

6.- Trabajadores dominicanos casados.

Art. 142.- En igualdad de condiciones se declaran cesantes los que hayan trabajado
tendrá derecho a elegir, salvo convención contraria.

Art. 143.- El Secretario de Estado de Trabajo puede autorizar excepción almente, la no


aplicación del artículo anterior cuando su cumplimiento pueda producir un perjuicio
grave a la empresa.
Art. 144.-Los administradores, gerentes, directores y demás personas que ejerzan
funciones de administración o de dirección deben ser preferentemente de nacionalidad
dominicana.

Los superintendentes, mayordomos, supervisores y cualesquiera otras trabajadores que


laboren en faenas agrícolas deben ser de nacionalidad dominicana.

Cuando un dominicano sustituye a un extranjero en uno de los cargos indicados en éste


artículo, debe disfrutar del mismo salario, derechos y condiciones de trabajo del
sustituido.

Art. 145.- El Poder Ejecutivo puede conceder permisos, válidos porno más de un año,
para que sean empleados en empresas agrícola-industriales, braceros extranjeros un
exceso de la proporción legal.

Son braceros, los trabajadores a jornal utilizados exclusivamente en trabajos del campo.

Entrada, Permanencia, Salida y Expulsión de Extranjeros

En la República Dominicana, el régimen de entrada, permanencia, salida y expulsión de


extranjeros se rige por la Ley de Inmigración No. 95 del 14 de abril de 1939 y el
Reglamento de Inmigración No. 279 del 12 de mayo de 1939.

En los citados instrumentos legales se hace una clasificación de los extranjeros en


inmigrantes y no inmigrantes. Se consideran no inmigrantes: a) los visitantes en viajes
de negocios, estudio, recreo o curiosidad; b) personas que transitan al través del
territorio de la República en viaje al extranjero; c) personas que estén sirviendo algún
empleo en naves marítima so aéreas; d) jornaleros temporales y sus familiares.

Todos los demás extranjeros serán considerados inmigrantes, excepto las personas que
tengan investidura diplomática y consular.

Según la ley No. 95, los extranjeros admitidos como inmigrantes pueden residir
indefinidamente en la República. A los No Inmigrantes les será concedida solamente
una admisión temporal regulada por el citado Reglamento No. 279.

Los extranjeros que deseen ser admitidos en el territorio dominicano, deberán presentar
pasaporte válido o, a falta de éstos, documentos de viaje que los identifiquen,
debidamente visados por un funcionario diplomático o consular dominicano.

Tanto la Ley como el Reglamento citados regulan las condiciones de admisión de


inmigrantes- y de No inmigrantes, a los una vez admitidos se le expide un Permiso de
Residencia; a los no Inmigrantes se les expide un Permiso de Residencia Temporal.

Un Permiso de Reentrada será exigido al extranjero residente que haya salido del país,
documento que le dará derecho residente que haya salido del país, documento que le
dará derecho a regresar a la República Dominicana sin el requisito de la Visa Consular.
Este derecho se pierde si el beneficiario no renovase dicho Permiso dentro de los cinco
años a partir de la fecha de su expedición.
Estos requisitos pueden ser reducidos o derogados en cualquier caso por Convenios
Internacionales, sobre la base de la reciprocidad. La Ley, en su artículo 10, enumera las
categorías de extranjeros a quienes está prohibida la entrada al territorio dominicano; a
saber:

I- Anarquistas o personas que promuevan doctrinas o actividades para el subvertimiento


del Gobierno Dominicano o contra la Ley y el orden;

2.- Personas convictas de un crimen o delito que apareje infamia o deshonra;

3.- Personas atacadas de enfermedades repugnantes o peligroso contagio o epilépticas;

4- Idiotas o locos o los que lo hayan sido;

5.- Personas atacadas por defectos físicos o mentales o por enfermedades que afecten
seriamente la capacidad para ganar el sustento;

6.- Personas propensas a convertirse en carga pública indigentes, pordioseros,


buhoneros y otros detrimentos similares;

7.- Personas de más de 14 años de edad incapacitados para leer impresos de uso
ordinario en cualquier idioma escogido por el extranjero, aunque éste requisito no se
aplicará a: a) personas incapacitadas físicamente para leer; b) miembros de la familia de
un ciudadano dominicano; c) extranjero que posean un permiso válido para residir en la
República;

8.- Las mujeres que viajen solas y que no puedan probar a satisfacción del Funcionario
encargado del cumplimiento de la presente Ley;

9.- Los niños menores de 14 años que no vengan acompañados de sus padres o de otra
persona que acepte ser responsable por ellos a satisfacción del Funcionario encargado
del cumplimiento de la presente Ley;

10.- Personas que dentro del año anterior a la fecha de su solicitud para ser admitidos
hayan sido excluidas o deportadas de la República salvo, que, ajuicio del Secretario de
Estado de Interior y Policía, se les pueda liberar de esa exclusión.

Tanto la Ley como el Reglamento contemplan las condiciones de fondo y de


procedimiento para la expulsión de un extranjero que se encuentre en territorio
dominicano en violación a las disposiciones legales. El artículo 13 enumera las
categorías de extranjeros pasibles de arresto y expulsión, y el artículo 14 establece las
sanciones a los involucrados con entrada fraudulenta de personas de territorio
dominicano.

El contenido de esas disposiciones es como sigue:

Art. 13.- Los siguientes extranjeros serán arrestados y deportados bajo mandamiento del
Secretario de estado de Interior y Policía o de otro Funcionario designado por él para
esos fines:
1) Cualquier extranjero que entre a la República después de la fecha de la publicación
de esta Ley, por medio de falsas o engañosas declaraciones o sin la inspección y
admisión de las Autoridades de Migración en uno de los puertos señalados de entrada;

2) Cualquier extranjero que entre en la República después de la publicación de esta Ley,


que no fuera legalmente admisible en el momento de entrada;

3) Cualquier extranjero que se mezclare o asociare en actividades tendientes a subvertir


el Gobierno Dominicano o traficare con narcóticos en violación de la Ley o se mezclare
en otras actividades contrarias al orden y seguridad públicos;

4) Cualquier extranjero condenado por un crimen después de la fecha de entrar en vigor


esta Ley cometido dentro de los cinco años después de su entrada, punible con trabajos
públicos o reclusión;

5) Cualquier extranjero que practicare la prostitución o fuere inquilino de una casa de


prostitución o estuviere conectado con el manejo de una casa de prostitución o sea su
agente de éste;

6) Cualquier extranjero que se convirtiere en carga pública dentro de los cinco años
después de su entrada, ya por incapacidad, ya por indigencia y que probablemente
continúe siéndolo;

7) Cualquier extranjero que permaneciere en la República en violación de cualquier


limitación o condición bajo las cuales hubiere sido admitido como No Inmigrante;

8) Cualquier bracero que hubiere entrado en la República dentro de un año anterior a la


fecha de entrar en vigor esta ley sin haber sido admitido para residir permanentemente;
9) Cualquier extranjero que poseyere un Permiso de Residencia previo a la fecha de
entrar en vigor esta ley y que a la expiración de dicho Permiso no hiciere una solicitud
para obtener un Permiso de Residencia, según se requiere por esta Ley;

10) Cualquier extranjero que hubiere entrad a la República anteriormente a la fecha de


estar en vigor esta Ley, que no poseyere un Permiso de Residencia y que dentro de los
tres meses de esta fecha no solicitare un Permiso de Residencia, según lo requiere esta
Ley;

11) Cualquier extranjero que del are de obtener la renovación de su Permiso de


Residencia según lo requiere esta Ley.

b) Las reglas prescritas en las cláusulas 2, 3, 4, 5 y 6 de éste artículo, no se alterarán por


el hecho de que el extranjero poseyere un Permiso de Residencia. En ese caso este
Permiso será devuelto y cancelado al efectuarse la deportación.

c) En los casos previstos en las cláusulas 9, 10 y 11 de éste artículo, si la deportación


aparejare dificultades que se salieren de lo ordinario, el extranjero puede ser descargado
y se le permitirá hacer una solicitud para un Permiso de Residencia o para la renovación
de dicho Permiso.
d) La deportación puede tener efecto dentro de la cláusula 3 de éste artículo en cualquier
tiempo después de la entrada, pero no se efectuará bajo ninguna otra cláusula a menos
que el arresto en el procedimiento de deportación se hiciere dentro de cinco años
después de la causa de origen de la deportación.

e) (Modificado por la Ley No. 1559 del 31-10-47. Gaceta Oficial No. 6706) Ningún
extranjero será deportado sin haber sido informado de los cargos específicos que
motivan su deportación, ni sin que se le haya dado una justa oportunidad para refutar
dichos cargos de acuerdo con el Reglamento de himigración No. 279 del 12 de mayo de
1939, salvo en los casos en que la deportación haya sido dispuesta de acuerdo con el
artículo 10,inciso lro. y del artículo 13, inciso 3ro, de la presente Ley.

f) (Modificado por la Ley No. 1559 del 31-10-47. Gaceta Oficial No. 6706). En los
casos de deportación, al extranjero de que se trate podrá ser arrestado hasta por tres
meses, por orden del Secretario de Estado de Interior y Policía o del Director General de
Migración. Si la deportación durante ese tiempo no pudiere ejecutarse por no obtención
de pasaporte o visa de un documento de viaje, el extranjero podrá ser sometido al Fiscal
y el Tribunal Correccional apoderado dispondrá por sentencia, que permanezca en
prisión por un período de seis meses a dos años, según la seriedad del caso. Sin
embargo, si después del proceso o de la sentencia el extranjero fuere provisto por quien
corresponda de pasaporte o visa de documento de viaje, haciéndose posible su salida
para el exterior, será excarcelado para éste fin por el Fiscal a solicitud del Secretario de
Estado de Interior y Policía o del Director General de Migración, sobre-yéndose el
proceso o quedando sin efecto la sentencia. Las sentencias no serán susceptibles de
ningún recurso.

LEY No. 4658 DEL 24-3-57. GACETA OFICIAL No. 8105:

Art. 1. Sin perjuicio de las atribuciones que le corresponden al Secretario de Estado de


Interior y Policía, los Tribunales de la República podrán ordenar la deportación de todo
extranjero que incurriere en una de las faltas previstas por el artículo 13 de la Ley No.
95 del 14 de abril de 1939, sobre Inmigración, como pena principal, cuando el caso sea
sometido por el Director General del Departamento Nacional de Investigaciones.
También podrán los Tribunales de la República ordenar la deportación como pena
accesoria cuando el extranjero haya cometido un crimen o delito cuya gravedad, ajuicio
del Tribunal apoderado, amerite esa sanción.

Art. 2.- Cuando sea ordenada la deportación, ya como pena principal o como pena
accesoria, el extranjero podrá ser arrestado hasta por tres meses por orden del
Procurador Fiscal competente. La sentencia que ordene la deportación dispondrá
siempre que si la deportación no pudiere ejecutarse durante ese tiempo por no obtener
pasaporte o visa de un documento de viaje, el extranjero deberá permanecer en prisión
por un período de seis meses a dos años, según la gravedad del caso. Sin embargo, si
después de la sentencia el extranjero fuere provisto de pasaporte o visa de documento de
viaje, haciéndose posible su salida para el exterior, será excarcelado para ese fin por el
Procurador Fiscal.
Art. 14.- (a) Toda persona que:

1) Al elevar una solicitud por un documento de Migración se hiciere pasar por otra
persona o falsamente se hiciere aparecer con nombre de una persona fenecida o evadiere
la Ley de Inmigración asumiendo otro nombre o por medio de un nombre ficticio; o

2) Emitiere o de otro modo dispusiere de un documento de Migración a cualquier


persona que no estuviere autorizada por la Ley a recibir documentos; u

3) Obtuviere, aceptar o usare cualesquiera documentos de Migración, sabiendo que son


falsos; o

4) Siendo extranjero, entrare en la República en cualquier tiempo o lugar que no fueren


los designados por los Funcionarios de Migración u obtuviere la entrada a la República
por medio de representación intencionalmente falsa o confusa o voluntariamente
ocultare un hecho material; o

5) Siendo un extranjero se hiciere representar con propósito fraudulento como un


ciudadano de la República Dominicana, para evadir cualquier requisito de la Ley de
Inmigración; o

6) Que en cualquier asunto de Migración deliberadamente hiciere bajo juramento


cualquier declaración falsa o falsa representación;

7) Incurriere en una tentativa para ejecutar cualquiera de los actos mencionados en éste
art. será multado con una cantidad no mayor de RDS500.00 o prisión que no exceda de
un año, las cuales multa o prisión serán impuestos por los Tribunales Correccionales. En
lugar de esta mulata o prisión un extranjero convicto de infracción dé la cláusula 4 de
éste Art. puede ser condenado, a requerimiento del Director General de Migración, a ser
internado en un campamento de detenidos y también a trabajar en dicho campamento, si
así lo dispusiere el Tribunal, o libertado bajo la vigilancia de la Policía o deportado.
Cualquier persona, actuando por sí misma o en representación de otra persona, una
corporación y organización, que empleare un extranjero carente de un Permiso de
Residencia válido o un Permiso de Residencia Temporal válido o que no hubiere
llenado o no estuviere procurando de buena fe el Permiso que empleare un bracero de
trabajo temporal en posesión de un Permiso válido sin el consentimiento de la empresa
para la cual fue importado el bracero. Será castigado con una multa no mayor de
RDS50.00 por cada individuo empleado en ese modo, la cual será impuesta por el
Tribunal Correccional.

Un empleo, dentro de los términos de esta cláusula, no incluye una ocupación ocasional
e individual que no sea de carácter permanente.

c) Cualquier persona que introdujere o desembarcare en la República u ocultare o


albergare a cualquier extranjero que no hubiere sido debidamente admitido por un
Inspector de Migración, o que no estuviere legalmente autorizado a entrar o residir
dentro del territorio de la República dentro de los términos de la Ley de inmigración o
intentare o ayude a otra persona a cometer éstos actos. Será castigada con multa no
mayor de RDS500.00, la cual será impuesta por el Tribunal Correccional. Cuando la
persona que incurriere en dicha falta fuere un empleado público, además de la
condenación a multa, será destituido.

d) La falta de parte de cualquier buque o nave aérea por la cual fuere transportado un
extranjero a la República, como pasajero o de otro modo, en detener dicho extranjero a
bordo hasta su desembarco sea permitido por el Inspector de Migración, o la falta de
parte de dicho buque o nave aérea de transportar dicho extranjero desde la República si
no hubiere sido admitido, aparejará contra la persona a cargo del buque o nave aérea, o
el consignatario de la misma, una multa de RD$ 100.00 en el caso de cada extranjero
con quien se hubiere cometido la falta. Siempre que el Inspector de Migración
encontrare que ha sido cometida dicha falta, notificará la obligación de la multa a
persona a cargo del buque o nave aérea y también notificará al consignatario, si procede.
El Interventor de Aduana cobrará la multa de acuerdo con el procedimiento establecido
en las leyes aduaneras. Las multas serán depositadas en la Colecturía de Rentas
Internas.

e) Ninguna persecución ni procedimiento para la aplicación de una sanción, por


violaciones de éste artículo, serán incoadas después de cinco años de haber ocurrido la
violación.

El capítulo III, Título TV, Libro II de la Ley de Inmigración, versa sobre el control
Sanitario de Inmigración. Su propósito básico es impedir que personas afectadas de
ciertas enfermedades puedan radicarse en territorio nacional. Las disposiciones sobre
ésta materia están contempladas tanto en el artículo 108 de la referida Ley como en la
Ley No. 492 cuyos textos reproducimos a continuación:
LIBRO II
TITULO II
CAPITULO III

CONTROL SANITARIO DE INMIGRACIÓN

Art. 108.- La Secretaría de Estado de Salud Pública asesorará al poder Ejecutivo en los
aspectos sanitarios de la política sobre Inmigración y someterá a la consideración del
Presidente de la República un Proyecto del Reglamento para fijar los requisitos sobre
las condiciones mínimas de salud de las personas que deseen entrar al país en calidad de
Inmigrantes. Todo Inmigrante deberá ser sometido a un examen médico completo antes
de autorizarse su entrada al país.

En ningún caso se permitirá radicarse en el país a personas afectadas de enfermedades


transmisibles, de una enfermedad mental incurable, intoxicados habituales y alcohólicos
consuetudinarios.

b) El examen de extranjeros con respecto a sus derechos de entrar y permanecer en la


República será hecho por los Inspectores de Migración con el consejo de las
Autoridades Médicas en los casos en que proceda. Los Inspectores están autorizados a
admitir cualquier extranjero en cumplimiento con los requisitos aplicables de la Ley de
Inmigración y harán cumplir todas las Leyes y los Reglamentos relativos a la materia.
Los Inspectores también tienen derecho de ir a la busca de extranjeros a bordo de
cualquier buque o cualquier medio de transporte o vehículo en los cuales los Inspectores
crean que se transportan extranjeros a la República. Los Inspectores de Migración
tendrán autoridad para arrestar, sin mandamiento, cualquier extranjero que en su
presencia o a su vista esté entrando o esté en camino de entrar a la República por tierra,
violando la Ley de Inmigración o el Reglamento de la misma.

c) Donde no haya Inspectores regularmente designados, sus funciones, a requerimiento


del Secretario de Estado de Interior y Policía, serán ejercidas por los Síndicos
Municipales y los miembros de la Policía Nacional.

d) Los Inspectores y los Funcionarios Diplomáticos y Consulares y cualquiera otra


persona autorizada a hacer cumplir la ley de Inmigración quedan autorizados por esta
Ley a recibir y tomar en consideración las pruebas relativas al derecho de cualquier
extranjero de entrar a la República y residir en el territorio de ésta.

e) Cuando se estime necesario puede requerirse una garantía que ofrezca condiciones
apropiadas de seguridad para el caso de que el extranjero se convirtiera en una carga
pública o para asegurar su salida de la República sin gastos para el fisco, en caso de
Admisión Temporal.

Cualquier cantidad de dinero requerida en efectivo quedará en poder del Interventor de


Aduana, el cual, en caso de falta, la depositará en la Colecturía de Rentas Internas de su
jurisdicción.
Ley No. 492 del 13-11-64. Gaceta Oficial No. 8905:

Art. 1.-Queda derogada la Ley No. 490 de fecha 11 de noviembre de 1964.

Art. 2.- Se restablece la Ley No. 5317, de fecha 4 de marzo de 1960, con el siguiente
texto:

"Art. 1.- Los servicios de los Médicos de Sanidad Aérea, Inspectores de Sanidad
Vegetal y Pecuaria, Empleados de Aduanas, Empleados de Rentas Internas e
Inspectores de Migración serán prestados en el Aeropuerto de Punta Caucedo de manera
continua, durante las veinticuatro horas de todos los días de la semana, de acuerdo con
el siguiente horario:

Primer turno: de 6:30 a.m. a 1:30 p.m.

Segundo turno: de 1:30 p.m. a 8:30 p.m.

Tercer turno: de 8:30 p.m. a 1:30 a.m.

Cuarto turno: de 1:30 a.m. a 6:30 a.m.

Art. 2.- Los Departamentos de la Administración Pública que tienen a su cargo esos
servicios tomarán las disposiciones pertinentes para que ellos sean desempeñados de
manera inmediata en proporción con las necesidades, a todas las horas del día y de la
noche.

Art. 3.- Las empresas de las líneas aéreas cuyos vuelos requieran los servicios indicados
en el artículo primero de esta ley, durante cualquiera hora de un domingo o de un día de
fiesta nacional o entre las 8:30 p.m. y las 6:30 a.m. de cualquier otro día pagarán al jefe
del servicio a que pertenezcan los empleados requeridos un derecho especial, por cada
hora o fracción de hora, igual al doble del sueldo por hora que corresponda al tiempo y a
los empleados que afectivamente presten servicio en esas circunstancias. Los valores así
recaudados serán pagados como sobresueldo a dichos empleados, quienes deberán
llenar los formularios preparados al efecto".

Art. 3.- La presente ley deroga cualquier otra ley que le sea contraria.

Art. 12.- Ala llegada de un buque o de una nave aérea civil a la República, procedente
de cualquier lugar extranjero, la persona a cargo de la nave o el consignatario deberá
entregar al Inspector de Servicio:

1) Una lista de la tripulación que demuestre los nombres, edad, sexo, color,
nacionalidad y empleo a bordo y lugar de enrolamiento de cada extranjero que preste
servicios a bordo de cualquier empleo y si ha de terminar su trabajo en la República.

2) Una lista de pasajeros que muestre los nombres, edad, sexo, nacionalidad, puerto de
embarco y de destino de cada pasajero incluyendo, con respecto a cada pasajero
extranjero, una hoja personal que contenga la información esencial sobre el
cumplimiento de la Ley de Inmigración que prescribe el Reglamento de Inmigración.
b) La persona a cargo de un buque o de una nave aérea civil que salga de la República, o
el consignatario, deberá suministrar puntualmente al Inspector de Servicio una lista que
muestre los nombres, edad y nacionalidad de cada extranjero del servicio de a bordo en
cualquier empleo en el momento de la llegada, que no regresare en dicho buque o nave
aérea, así como de cualquier pasajero que hubiere llegado en el buque o nave aérea con
intento de continuar su viaje y no realizare ésto.

c) Los requisitos anteriormente indicados en éste artículo pueden disminuirse y aún


suprimirse, en los casos y bajo los casos y bajo las condiciones que se prescriban por el
reglamento.

Las informaciones que en éste artículo se prescriben, deberán ser mecanografiadas o


impresas en idioma español en los formularios hechos por autoridad de esta Ley.

d) La falta de entrega, por negligencia, de una completa y correcta información en las


listas mencionadas, aparejará a la persona a cargo del buque o de la nave aérea o el
consignatario de la misma la imposición de una multa de RD$ 10.00 por cada individuo
respecto de quien se haya cometido dicha falta. Cuantas veces el Inspector de Migración
encontrase que se ha cometido la falta indicada, notificará la obligación de pagar esa
multa a la persona a cargo del buque o nave aérea y también el consignatario
correspondiente, si procediere. El Interventor de Aduana cobrará la multa y requerirá el
pago por parte del buque o nave aérea siguiendo el mismo procedimiento establecido
por las leyes aduaneras. Las multas serán depositadas en la Colecturía de Rentas
Internas. Ninguna multa será impuesta bajo los términos de este Art. a menos que una
notificación de la obligación en que se incurra haya sido hecha ala persona a cargo del
buque o nave aérea o al consignatario de la misma, dentro de un año de la fecha en que
se haya cometido la falta de no entregar la información requerida.

El texto del Reglamento de Inmigrante lo insertamos en el apéndice de éste capítulo.

c) Tratados en materia de régimen de extranjeros en los que la República


Dominicana es parte.

Varios son los tratados internacionales que versan sobre la condición dé los extranjeros
en los que la República Dominicana espante contratante.
Cuentan, entre esos tratados, unos que son de carácter multilateral, y otros bilaterales.

Cabe mencionar los siguientes:

1 - La Convención sobre Condición de Extranjero, suscrit a en La

Habana, el 20 de febrero de 1928.

En dicho Convenio está consignado que las condiciones de entrada y residencia de los
extranjeros en el territorio de un Estado las establece este último, por medio de leyes,
como un derecho que le corresponde (art. 1ro.)
Se establece que la sujeción a la jurisdicción y leyes locales concierne a nacionales
como extranjeros (art. 2)

Esta disposición viene a reafirmar el principio de la soberanía de los Estados traducido


en el sentido de que las disposiciones legales nacionales son las competentes para
delimitar los derechos y obligaciones de los componentes de la población del Estado -
nacionales y extranjeros- sin que ello implique el desconocimiento de las limitaciones
contempladas en instrumentos internacionales.

Los extranjeros de conformidad con el Convenio, no pueden ser obligados al servicio


militar (art. 3)

Cuando las contribuciones ordinarias o extraordinarias, así como los empréstitos


forzosos, alcancen a la generalidad de la población, obligarán también a los extranjeros
(art. 4)

Si la actividad del Estado tienden a satisfacer necesidades colectivas, y por consiguiente


beneficien a nacionales y extranjeros, es justo que éstos últimos tengan también
obligaciones fiscales.

La Convención establece el deber de los Estados contratantes de reconocer a los


extranjeros, domiciliados o transeúntes, todas las garantías individuales que reconocen a
favor de sus nacionales y el goce de los derechos civiles esenciales, sin perjuicio en
cuanto concierne a los extranjeros, de las prescripciones legales relativas a la extensión
y modalidades del ejercicio de dichos Derechos y garantías, (art. 5)

Establece la Convención que, por motivo de orden o de seguridad pública, los Estados
pueden expulsar al extranjero domiciliado, residente o simplemente de paso por su
territorio. A su vez estipula que los Estados están obligados a Recibir a los nacionales
que, expulsados del extranjero, se dirijan a su territorio art. 6

Esa segunda parte del referido artículo 6 prejuzga que la efectividad de la expulsión
depende de la posibilidad de que el extranjero expulsado sea admitido en su país de
origen.

La Convención contiene una disposición que prohíbe a los extranjeros inmiscuirse en


actividades políticas, y advierte la aplicación de sanciones si ello ocurre art. 7

Esta disposición viene a reafirmar el principio generalmente aceptado de que las


actividades políticas son privativas a los nacionales.

2- La Convención Sobre Derechos y Deberes de los Estados, celebrada en Montevideo


en 1933, y ratificada por la República Dominicana el 15 de Noviembre de 1934,
estableció en su artículo 9 la disposición siguiente: "La jurisdicción de los Estados en
los límites del territorio nacional se aplica a todos los habitantes. Los nacionales y los
extranjeros se hallan bajo la misma protección de la legislación y de las autoridades
nacionales y los extranjeros no podrán pretender derechos diferentes, ni más extensos
que los de los nacionales".
Viene ésta disposición a reafirmar, al igual que la citada Convención Sobre Condición
de los Extranjeros, la sujeción de los extranjeros a la jurisdicción nacional. Por otra
parte, la disposición transcrita expresa un sentimiento forjado en la práctica de los
Estados americanos de rechazo a toda pretensión de sobreproteger a los extranjeros
subditos de grandes potencias.

3.- El Tratado Americano de Soluciones Pacíficas -"Pacto de Bogotá"- contiene una


disposición que, implícitamente reconociendo igualdad de los nacionales y extranjeros
ante la ley, limita uno de los deberes esenciales de los Estados, es decir, la protección
diplomática.

Ciertamente, esta disposición es proyección de la postura de los Estados


latinoamericanos tendente a frenar la política de las grandes potencias de acudir a la
protección diplomática de sus nacionales en reclamaciones a menudo injustas y
exigentes. El Artículo VH del Pacto de Bogotá dice: "Las Altas Partes Contratantes se
obligan a no intentar reclamación diplomática para proteger a sus nacionales, ni a iniciar
al efecto una controversia ante la jurisdicción internacional, cuando dichos nacionales
hayan tenido expeditos los medios para acudir a los tribunales domésticos competentes
del Estado respectivo.

La Convención Relativa a los Derechos de Extranjería, celebrada el 29 de Enero de


1902, en México contiene tres artículos que abordan el régimen de extranjeros y en los
que reconocen igualdad de condiciones a nacionales y extranjeros en materia civil y
ante la Ley. El texto es como sigue-Artículo lro. Los extranjeros gozan de todos los
derechos civiles de que gozan los nacionales, y deben hacer uso de ellos en el fondo, en
la forma o procedimiento y en los recursos a que den lugar, absolutamente en los
mismos términos que dichos nacionales, salvo lo que disponga la Constitución de cada
país.
11. El texto de ésta Convención se publica íntegramente en la Obra "Manual de Procedimientos de Tratados
Internacionales", Luis Arias, Santo Domingo (Editora Universitaria-UASD-1992, pags. 49-52).

12. La República Dominicana ratificó éste Tratado el 20 de julio de 1950, mediante Resolución
No. 2428.

Artículo 2do.- Los Estados no tienen ni reconocen a favor de los extranjeros otras
obligaciones o responsabilidades que las que a favor de los nacionales se hallen
establecidas por su Constitución y por sus leyes.

En consecuencia, los Estados no son responsables de los daños sufridos por los
extranjeros por causa de facciosos o de individuos particulares, y en general de los
daños originados por casos fortuitos de cualquier especie, considerándose tales, los
actos de guerra, ya sea civil o nacional, sino en el caso de que la autoridad constituida
haya sido remisa en el cumplimiento de sus deberes.

Artículo 3ro.- En todos los casos en que un extranjero tenga reclamaciones o quejas de
orden civil, criminal o administrativo contra un Estado, o sus nacionales, deberá
interponer su demanda ante el tribunal competente del país; y no podrá reclamarse por
la vía diplomática, sino en los casos en que haya habido, de parte de éste tribunal,
manifiesta denegación de justicia, o retardo anormal, o violación evidente de los
principios del Derecho Internacional.
5to.- La República Dominicana es parte de una serie de instrumentos en materia de
protección de Derechos Humanos tanto de alcance universal como regional. Entre los
primeros cabe destacar la Declaración Universal de los Derechos Humanos; el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; el Pacto
Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales. Entre los instrumentos
regionales mención relevante merecen la Declaración Americana Sobre Derechos
Humanos y la Convención Americana Sobre Derechos Humanos.

Es sabido que el objeto y finalidad de éstos instrumentos son la protección de los


derechos fundamentales de los seres humanos independientemente de su nacionalidad,
tanto frente a su propio Estado, como frente a otros Estados. Un análisis de la
Constitución Dominicana permite constatar que existe una amplia coincidencia entre la
enumeración de derechos que reconoce la Constitución y los contemplados en los
citados instrumentos internacionales.

6.- La República Dominicana ha suscrito también tratados bilaterales en los que se


abordan temas vinculados con la condición- de los extranjeros. Entre esos tratados tiene
un valor dignificativo el Tratado de Paz, Amistad y Comercio celebrado entre nuestro
país y los Estados Unidos de México, el 29 de mayo de 1890.13 Este Convenio
establece, entre otras cosas, que los dominicanos en los Estados Unidos de México y los
mexicanos en la República Dominicana, podrán recíprocamente entrar, viajar o residir
con toda libertad en cualquier parte de los territorios y posesiones respectivas y gozarán
para éste efecto, en cuanto a su persona y a sus bienes, de la misma protección y
seguridad que los nacionales.

Cabe destacar en este Tratado, además de la amplitud en los derechos igualitarios de los
nacionales de ambos países, las disposiciones de los artículos 5 y 6 relativos a materia
de sucesiones, sobre todo que fija el artículo 6, regla de competencia sobre sucesiones.
Veamos:

Artículo 5.- Los dominicanos en los Estados Unidos Mexicanos y los mexicanos en la
República Dominicana tendrán como los nacionales, el derecho de adquirir, poseer y
transmitir por sucesión, testamento, donación o de cualquiera otra manera los bienes
muebles situados en los territorios respectivos; sin que puedan ser obligados a pagar
otros ni más altos derechos de sucesión o de traslación de dominio, que los impuestos
en casos semejantes a los nacionales mismos.

Artículo 6.- La sucesión respecto de bienes inmuebles. Se regirá por las leyes del país
en donde éstos se hallen situados, y el conocimiento de toda demanda o disputa sobre
dichas sucesiones, pertenecerá exclusivamente a los tribunales de aquel país.

Las reclamaciones relativas a los derechos de sucesión en bienes muebles existentes de


uno de los dos países y pertenecientes a ciudadanos del otro, ya sea que el tiempo del
fallecimiento estuvieren en él establecidos o solamente se hallaren de paso, serán
juzgados por Tribunales o autoridades competentes del país donde dichos muebles se
encontraren, pero conforme a la legislación del Estado a que pertenecía el difunto.

Hemos podido constatar a través de las diversas normas jurídicas vigentes en la


República Dominicana que atañen a la condición de los extranjeros, que nuestro país ha
establecido una equidad y seguridad en el trato de extranjero, evitando criterios
discriminatorios.

13. Aprobada por Resolución del congreso y sancionado por el Poder Ejecutivo en fecha 16 de noviembre de 1932.
Hecho el depósito correspondiente el 4 de Enero del 1933.

14. Aprobado por Resolución del Congreso Nacional el 30 de mayo de 1890. Gaceta Oficial No. 894, del 10 de
Octubre de 1891.

Entretanto, abogamos porque en la República Dominicana haya un Código de


Extranjería que regule el status jurídico que corresponde a los extranjeros en nuestro
país.
APÉNDICE
REGLAMENTO DE MIGRACIÓN No. 279, DEL 12 DE MAYO
DE 1939, PUBLICADO EN LA GACETA OFICIAL No. 5313,
ACTUALIZADO CON TODAS LAS MODIFICACIONES QUE
SE LE HAN HECHO HASTA LA FECHA DE ESTA
PUBLICACIÓN.
JACINTO B. PEYNADO

Presidente de la República Dominicana

VISTA La Ley Número 95, promulgada el 14 de abril de 1939; y

En ejercicio de la atribución que me confiere el inciso tercero del artículo 49 de la


Constitución de la República, dicto el siguiente:

REGLAMENTO DE MIGRACIÓN SECCIÓN I- DISPOSICIÓN GENERAL


Este Reglamento ha sido dictado en conformidad con la Ley de Migración Núm. 95, la
cual entrará en vigor el lro. de junio de 1939 y se publica para proveer a la ejecución de
la referida Ley.

Este Reglamento reemplaza todos los reglamentos anteriormente dictados y no se podrá


interpretar en ningún sentido que altere o modifique la referida Ley.

SECCIÓN II.- CLASIFICACIÓN DE EXTRANJEROS

a) Las siguientes clases de extranjeros que traten ser admitidos en la República, son no
inmigrantes:

1) Visitantes en viaje de negocios, estudio, recreo o curiosidad;

2) Personas que transiten al través del territorio de la República en viaje al extranjero;

3) Personas que estén sirviendo algún empleo en naves marítimas o aéreas;

4) Jornaleros temporeros y sus familiares.

b) Todos los demás extranjeros serán considerados inmigrantes, excepto las personas
que tengan investidura Diplomática o Consular, según determina el Art. 16 de la Ley de
Migración.

SECCIÓN III- PASAPORTES Y VISAS

Los extranjeros no inmigrantes que traten de ser admitidos en la República, deberán


presentar pasaportes válidos o, a falta de éstos, documentos de viaje que los
identifiquen, excepto en los siguientes casos:

1) Extranjeros que lleguen como pasajeros en un buque o nave aéreo civil, que han de
continuar viaje en los mismos.
2) Extranjeros que sirvan cualquier empleo en un buque o nave civil con intención de
salir en los mismos desde la República.

3) Extranjeros que retornen a la República durante la validez de un Permiso que tengan


en su poder para Permanencia Temporal;

4) Jornaleros temporeros y sus familias que presenten evidencia documentaría de su


nacionalidad para los fines de repatriación al terminar su Permanencia Temporal;

5) Ciudadanos de un Estado en donde no se les exijan tales requisitos a los


dominicanos.

b) Los inmigrantes que traten de ser admitidos en la República deberán presentar


pasaportes válidos o, en su lugar, documentos de viaje que los identifiquen, excepto en
los siguientes casos:

1) Extranjeros que regresen a la República durante la validez de un Permiso de


Residencia que tengan en su poder;

2) Ciudadanos de un Estado en donde no se les exijan esos requisitos a los dominicanos.

c) Los extranjeros que no estén exentos de los requisitos de pasaporte o de documentos


de viaje de identificación, deberán presentar éstos documentos, visados por un
Funcionario Diplomático o Consular dominicano, a menos que lleguen de un sitio
donde no haya Funcionario Diplomático o Consular Dominicano o que no haya habido
oportunidad durante el viaje para obtener la visa.

d) En la lista de tripulación de un buque deberán figurar todos los extranjeros que sirvan
en el mismo cualquier empleo con la intención de salir en el mismo buque desde la
República. La lista de tripulación deberá ser visada por un Funcionario dominicano, o
Consular dominicano, a menos que el buque proceda de un sitio donde no haya dichos
funcionarios y que no haya habido oportunidad durante la ruta para obtener la visa. Si
en la lista de la tripulación apareciere cualquier otro extranjero, no le será concedida a
éste la visa hasta tanto no haya sido suprimido el nombre de ese extranjero, a menos que
tenga un Permiso válido para residir en la República o que se le haya dado una visa
individual en regla.

e) En la lista de tripulación de una nave civil aérea deberán aparecer todos los
extranjeros que sirvan en la misma cualquier empleo; pero en el caso de una nave aérea
que operase con itinerario fijo no es menester que la lista de tripulación incluya los
miembros extranjeros de la tripulación que han de continuar viaje fuera del territorio de
la República, sin salir del aeropuerto. La lista de tripulación deberá estar visada por un
Funcionario Diplomático o Consular Dominicano, a menos que la nave aérea operare
con itinerario regular o procediere de un sitio donde no haya Funcionario Diplomático o
Consular o no hubiere habido oportunidad en el viaje para obtener la visa.

f) La solicitud de visa será hecha bajo juramento en el formulario No. A-l. Para la visa
de una lista de tripulación no se necesitará una solicitud formal. Los derechos por visar
un pasaporte, un documento de viaje de identificación o una lista de tripulación, serán
de RDS2.00, excepto en el caso de nativos de naciones para las cuales se reduzcan esos
derechos o se les elimine, en virtud de convenios recíprocos celebrados sobre la base de
la reciprocidad.

g) La visa individual no se negará a los extranjeros que deseen entrar a la República


temporalmente. Cuando se le conceda una visa a un extranjero para Entrada temporal y,
aparezca que su entrada puede ser contraria a la salud y el orden público, se deberá
someter un informe del caso al Secretario de Estado de Relaciones Exteriores, por vía
de cable, si fuere urgente.

h) Se puede negar la visa a un inmigrantes extranjero cuando se advirtiere claramente


que es inadmisible dentro de las Leyes de Migración y cuando fuere conveniente. Se
informará de éstos casos al Secretario de Estado de Relaciones Exteriores. En los casos
dudosos la visa será concedida; pero advirtiendo al extranjero la posibilidad de su exclu-
sión.

i) Ningún extranjero será admitido en la República si no se ha ajustado a las


estipulaciones de esta sección, salvo los casos de emergencia o en el caso de un niño de
menos de dos años de edad que hubiere nacido durante el viaje de la madre hacia la
República.

j) Una visa no le da derecho a un extranjero para entrar en la República, si al llegar se


comprobare que no es admisible dentro de las Leyes de Migración.

SECCIÓN IV.- VISITANTES: (Modificada por el Decreto No. 4197, del 24-2-47.
Gaceta Oficial No. 6593)

a) Se consideran visitantes los extranjeros que vengan a la República temporalmente en


negocios, en estudio, en viaje de recreo o por curiosidad.

Los extranjeros podrán obtener Permisos de Estada Temporal en el país, siempre que
cumplan, cuando sea de lugar, la obligación establecida en el Artículo 4 de la Ley de
Migración, y Vengan con pasajes de retorno, de modo que pueden ser repatriados en
caso de que no cumplan las condiciones de la Admisión Temporal, o no se sujeten,
durante el tiempo de esta Admisión, a los requisitos de control que determine el Di-
rector General de Migración.

Los extranjeros así admitidos temporalmente, no podrán obtener Permisos de


Residencia, sino mediante el pago del impuesto correspondiente y el cumplimiento de
todos los demás requisitos establecidos por la Ley de Migración y Reglamento de
Migración.

Los extranjeros que lleguen al país en calidad de turistas deberán poseer pasajes de
retomo al país de origen o pasajes válidos para seguir a otro país.

Las compañías de transporte marítimo o aéreo que acepten a los extranjeros a quienes se
contraen las presentes disposiciones, para venir a la República Dominicana, son
responsables de que ellos se provean de sus correspondientes pasajes de retorno y
quedarán obligados a conducirlos en viaje de regreso en caso de que no posean dicho
pasaje o de que procedan a devolverles el importe de los mismos una vez hayan llegado
a la República Dominicana.
b) En cualquier caso en que hubiere indicaciones de que la visita será por un período
mayor de sesenta días, se requerirá una demostración convincente de que la estada será
temporal. La intención del extranjero a este respecto puede ser indicada por el objeto de
su visita, la existencia de vínculos de familia o de negocios en el exterior o la retención
de domicilio establecido en un país extranjero.

c) La Admisión de un Visitante: Será por el período que solicitara; pero el período


inicial no será mayor de sesenta días. La Dirección General de Migración concederá
prórroga si estuviere satisfecha de que el extranjero intentare todavía quedarse en la
República por un período temporal que no será mayor de seis meses.

Las solicitudes de prórroga con las razones para formular, serán hechas por escrito a la
Dirección General de Migración. ESTAS PRORROGAS PODRAN SER
REVOCADAS POR EL DIRECTOR DEL DEPARTAMENTO NACIONAL DE
INVESTIGACIONES, CUANDO ASI LO ESTIME CONVENIENTE. (Esta última
parte fue agregada por el Decreto No. 3161, del 23-9-57. Gaceta Oficial No. 8169).

d) A un extranjero admitido como visitante le será expedido un Permiso de Estada


Temporal en el formulario No. B-2; pero a un visitante extranjero que ha de continuar
viaje en el buque o nave aérea en que haya llegado, se le dará solamente una Tarjeta de
Desembarco en el formulario No. B-l. El Permiso de Prórroga será expedido mediante
el pago de un derecho de $4.00 en sellos de Rentas Internas, Serie de Migración. No se
cobrará derecho alguno por la expedición del Permiso de Desembarco. Estos serán
conservados por las personas para quienes han sido expedidos en todo tiempo durante
su estada en la República y serán devueltos a los Inspectores de Migración.

SECCIÓN V.- TRANSEÚNTES: (Modificada por el Decreto No. 4197, del 24-2-47.
Gaceta Oficial No. 6593)

a) A los extranjeras que traten de entrar a la República con el propósito principal de


proseguir al través del país con destino al exterior, se les concederán privilegios de
transeúntes. Estos privilegios serán concedidos aunque el extranjero sea inadmisible
como inmigrante, si su entrada no fuere contraria a la salud y al orden público. Al
extranjero se le requerirá declarar su destino, los medios que haya escogido para su
transporte y la fecha y el lugar de salida de la República. Un período de 10 días se
considerará ordinariamente suficiente para poder pasar al través de la República.

b) A un extranjero admitido con el propósito de proseguir al través del país, se le


concederá un Permiso de Desembarco, válido por 10 días. No se cobrarán derechos por
este Permiso. El Permiso deberá ser conservado, por la persona para quien fue expedido,
todo el tiempo que dure su tránsito al través de la República y devuelto al Inspector de
Migración en el momento de la salida.

SECCIÓN VI- MARINEROS

a) A los extranjeros que sirvan cualquier empleo en un buque o nave aérea se les
permitirá entrar a la República durante la estadía en el puerto del buque o de la nave
aérea, si el Inspector de Migración estuviere satisfecho de que el extranjero saldrá en el
buque o nave civil aérea. A éste extranjero no se le expedirá ningún documento de
Migración.
b) Los extranjeros que sirvan cualquier empleo en un buque o nave civil aérea serán
admitidos para tratamiento médico por un tiempo mayor de la estadía del buque o nave
civil, si se demostrare satisfactoriamente al Inspector de Migración que la admisión no
conllevará gastos al Fisco y que el extranjero saldrá tan pronto termine el tratamiento
médico. La admisión se concederá por el período que pareciere necesario; pero el
período inicial no será mayor de 30 días. El Inspector de Migración en el puerto de
admisión concederá prórroga si estuviere satisfecho de que debe prolongarse la estada.
Las solicitudes de prórroga y las razones para solicitarlas deberán ser hechas por escrito
al Inspector de Migración. A éstos extranjeros se les expedirá un Permiso de Estada
Temporal en el formulario B-2. El Permiso deberá ser conservado, por la persona para
quien se haya expedido, durante todo el tiempo de su estada en la República y devuelto
al Inspector de Migración en el momento de la salida.

c) Los privilegios mencionados serán concedidos aunque el extranjero fuera


inadmisible, si su entrada no fuere contraria a la salud y al orden público.

SECCIÓN VII.- JORNALEROS TEMPORALES Y SUS FAMILIAS

a) Los jornaleros que necesiten las empresas agrícolas para realizar los trabajos de las
cosechas serán admitidos como jornaleros temporales.

b) La solicitud para importar jornaleros temporeros será sometida al Secretario de


Estado de Interior y Policía por las empresas agrícolas interesadas con un mes por lo
menos de anticipación a la fecha en que se intentare la importación. La solicitud debe
expresar la cantidad de jornaleros que se importará, su nacionalidad, el puerto o los
puertos de entrada, la cantidad que se estime entrará por cada puerto, si se mencionare
más de un puerto, la fecha de entrada aproximada y la fecha de salida. La solicitud debe
expresar también que el importador asume la responsabilidad del transporte de los
jornaleros desde el puerto de entrada al sitio en donde se van a emplear y la que
resultare en caso de repatriación y, además, que la repatriación se efectuará dentro de
los quince días siguientes a la terminación de la cosecha, y de tal manera, si se efectuare
al través de la frontera terrestre de la República, que los jornaleros no quedarán
desparramados en gran cantidad cerca de la frontera.

c) El permiso para importar jornaleros quedará sujeto a la prestación por el importador


de una fianza de $ 1000 por cada 500 personas que se importaren o fracción de esta
cantidad. La fianza servirá para sufragar los gastos originados, por la falta de
cumplimiento, de $25 por cada persona que no fuere repatriada dentro de los quince
días siguientes a la terminación de la cosecha, sin gastos para la República. El
Secretario de Estado de Interior y Policía puede aceptar dicha fianza del importador, sin
otra garantía, si estuviere satisfecho de la solvencia del importador.

d) Cuando parezca conveniente a los jornaleros temporeros acompañarse de miembros


de sus familias, éstos serán admitidos, además de los jornaleros que se autorice
importar, pero en ningún caso se admitirán los miembros de la familia en exceso de la
cantidad total que se haya convenido entre el importador y el Secretario de Estado de
Interior y Policía. La admisión de los miembros de la familia estará sujeta a las mismas
condiciones establecidas para el transporte, repatriación y fianza de los jornaleros, y,
además, a la condición de que deberán acompañar al jefe de la familia y residir y salir
con él.
e) A los extranjeros admitidos como jornaleros temporeros y a los miembros de su
familia que los acompañan, se les expedirá un Permiso de Permanencia Temporal
(Jornaleros de tiempo de cosecha) en el formulario B-3. El derecho por la expedición de
éste Permiso será de $4.00, salvo cuando se tratare de un niño menor de 10 años
acompañante de su padre, el cual estará exento de pago de ese derecho. El Permiso debe
ser conservado por el importador y los documentos comprobatorios de su existencia
deben ser llevados consigo por la persona para quien fue expedido, en todo tiempo
durante su estada en la República. El Permiso debe ser devuelto al Inspector de
Migración en el momento de la salida.

(Los siguientes apartados fueron agregados por el Decreto No. 4935, del 13-2-48.
Gaceta Oficial No. 6753).

f) Toda empresa agrícola que se acoja a las prescripciones establecidas en el Párrafo IV


del artículo 3 de la Ley de Migración, deberá rendir en formulario que para ese fin
prepare la Dirección General de Migración, dentro de los treinta días de la llegada, una
relación completa de los jornaleros que hayan llegado en cada grupo al país.

g) Dentro de los treinta días de la llegada de todo grupo de jornaleros temporeros o


familiares amparados por un Permiso, la empresa que los hubiere importado deberá
remitir a la Dirección General de Migración, de cada uno de los llegados, cuatro
retratos, dos de perfil y dos de frente.

h) Toda empresa agrícola deberá rendir a la Dirección General de Migración, en


formulario que ésta prepare para ese fin, dentro de los primeros meses de cada año
calendario, una relación completa de los jornaleros extranjeros que tenga a su servicio.
i) Cuantas veces una empresa agrícola contrate un jornalero importado por otra
empresa, deberá rendir informe a la Dirección General de Migración, enviándose cuatro
retratos de los nuevos jornaleros contratados en la forma prevista anteriormente. El
informe y los retratos deberán remitirse dentro de los treinta días de la contratación.

j) En todos los casos anteriores, el Director General de Migración, en vista de solicitud


justificada, podrá conceder plazos para la remisión de los retratos.

k) Mientras la empresa agrícola no justifique regularmente que haya repatriado a


éstosjornaleros o que estén al servicio de otra persona, queda obligada al pago del
impuesto de inmigración, de conformidad con las prescripciones de la Ley No. 95, el 14
de abril de 1939.

SECCIÓN VIII.- INMIGRANTES

a) Los extranjeros admitidos en la República son inmigrantes, a menos que se hallaren


incluidos en una de las clases siguientes de no inmigrantes:

1) Visitantes en viaje de negocios, en estudio, por recreo o por curiosidad;

2) Personas que prosigan al través de la República con destino al exterior;

3) Personas que sirvan cualquier empleo en un buque o nave aérea:


4) Jornaleros temporeros y sus familias.

Los inmigrantes pueden residir en la República indefinidamente.

b) Al inmigrante se le requerirá, en el momento de su admisión, que haga una solicitud,


bajo juramento, en el formulario C-l, para un Permiso de Residencia. Este requisito no
se aplicará a un extranjero que poseyere un Permiso válido de Residencia.

c) Se deberán entregar, junto con la solicitud, cuatro fotografías recientes del extranjero,
con la cabeza descubierta, y cada fotografía deberá medir, por lo menos, 3 centímetros
cuadrados y no más de 4 y hechas en un fondo claro. Dos fotografías deberán mostrar la
misma vista de frente y dos la misma vista de perfil.

d) (Modificado por los Decretos 403, del 19-10-39. G.O. 5371;y 49, del 2-6-42. G.O.
5759, respectivamente). El derecho de $6.00 deberá ser pagado, sin ninguna reducción
derivada del momento del año en que se pague, con sellos de Rentas Internas, Serie de
Migración, los cuales se entregarán junto con la solicitud. El derecho de $500.00 será
pagado en efectivo en la Colecturía de Rentas Internas, debiendo anexarse a la solicitud
de admisión el recibo correspondiente. Se prohíbe a las Autoridades de Migración
recibir dinero efectivo en pago de éstos derechos.

e) La solicitud, las fotografías y los sellos por el derecho de $6.00, o cualquier parte del
mismo, o el recibo por el derecho de $500, serán transmitidos por el Inspector de
Migración al Director General de Migración, quien expedirá un Permiso de Residencia
en el formulario C-2. El Permiso será entregado al inmigrante en el punto indicado en la
solicitud como su dirección en la República Dominicana.

f) (Modificado por los Decretos 1776, del 17-3-44, G.O. 6051; 4498, del 21-7-47. G.O.
66661 y ampliado por el Decreto 4636, del 4-10-47. G.O. 6697). Todo Permiso de
Residencia es válido por el año corriente en que ha sido expedido y está sujeto a ser
renovado por el Director General de Migración en el mes de enero de cada año, o antes,
siempre que no sea con anterioridad al lro. de octubre. La solicitud de renovación
deberá ser hecha personalmente en cualquier Oficina de Migración antes de la
expiración del Permiso. La solicitud se hará en el formulario C-3 y contendrá la
declaración, bajo juramento del solicitante, de la categoría en que se encuentre incluido,
según el apartado a) del Artículo 9 de la Ley de Migración, así como la descripción
completa de los bienes que posea o el monto o importe mensual de las rentas o entradas,
de cualquier naturaleza y de especificación del concepto por el cual las devenga, y debe
ser acompañada de los sellos de Rentas Internas necesarios, Serie de Migración, en pago
de los derechos establecidos por la ley.

Cuando se trate de matrimonios con bienes comunes, el impuesto de renovación del


Permiso de Residencia del esposo se cobrará a éste sobre el valor total de dichos bienes,
con la computación de sus sueldos y entradas mensuales, según corresponda. Para la
renovación del Permiso de Residencia de la esposa, no se tomará en consideración el
valor de tales bienes.
Los siguientes extranjeros estarán exentos del derecho de renovación del Permiso de
Residencia:

1) Las esposas de extranjeros llegadas en tal estado al país y que vivan bajo la
protección de sus esposos.

2) Los hijos de extranjeros y solteros menores de 16 años de edad, de padres que residen
en la República.

3) Las religiosas acogidas a la vida monástica o que presten servicios en hospitales,


asilos, escuelas y otras instituciones similares de utilidad pública.

4) Los extranjeros cuyas entradas mensuales sean menores de cincuenta pesos, hayan
residido en el país por espacio de diez años y estén o hubieren estado casados con
mujeres dominicanos.

5) Los extranjeros cuyas entradas mensuales sean menores de cincuenta pesos y hayan
cumplido veinte años de residencia en el país.

6) Las mujeres dominicanas que al casarse con extranjeros hayan optado la nacionalidad
de sus maridos.

El Director General de Migración queda facultado para apreciar los hechos en que se
fundamentan las exenciones de los incisos cuatro y cinco por los medios de prueba que
le sea dable obtener.

g) (Modificado por el Decreto 1776, del 17-3-44. G.O. 6051). Cada cinco años la
solicitud de renovación se hará en el formulario C-1-Q para la quinta renovación y será
acompañada de dos fotografías de frente y dos de perfil del tamaño prescrito para el
Permiso original.

h) La solicitud de un Permiso de Residencia en lugar de un Permiso extraviado,


mutilado o destruido, será hecha en el Form. C-4 personalmente en cualquier Oficina de
Migración y deberá contener una declaración de las circunstancias de la pérdida,
mutilación o destrucción. Deberá acompañarse de fotografías, en la cantidad, la forma y
el tamaño del Permiso original y de sellos de Rentas Internas, Serie de Migración, del
valor de $1.00, en pago del derecho, si se expidiere el Permiso duplicado del Permiso.

i) El Permiso será conservado por el extranjero, excepto mientras esté pendiente la


solicitud de renovación. La falta de renovación de un Permiso, al expirar, expondrá al
poseedor al riesgo de ser deportado.

j) (Agregada por el Decreto 3161, del 23-9-57. G.O. 8169). Todo extranjero que llegue
al país en calidad de inmigrante deberá obtener previamente un Permiso de Residencia
Provisional, válido por un año, y sujeto al pago de un derecho deRD$8.00, de sellos de
Rentas Internas, Serie de Migración. Este permiso podrá ser revocado por el Director
del Departamento Nacional de Investigaciones, cuando así lo estime conveniente, antes
de finalizar dicho período de prueba, y con la debida antelación, al extranjero de que se
trate, podrá solicitar su Permiso de Residencia Permanente en la República después de
cumplir con los requisitos legales establecidos para este fin.
SECCIÓN IX.- PERMISOS DE RESIDENCIA PARA LOS
EXTRANJEROS CON RESIDENCIA LEGAL
AL 1RO. DE JUNIO DE 1939.

a) Todo extranjero cuya última entrada a la República haya sido anterior al lro. de junio
de 1939, y que en esa fecha tenía un permiso de Migración, solicitará personalmente en
cualquier Oficina de Migración un Permiso de Residencia, a menos que fuera:

1) Un jornalero que entró a la República entre el lro. de junio de 1930 y el lro. de junio
de 1939; sin haber sido admitido como residente permanente; o

2) Cualquier otro extranjero que no sea jornalero, según se describe en la cláusula Ira.
de esta sección, que tenga en su poder un documento de Migración con la muestra de su
admisión para Estada temporal y que no se quedará en la República por un período
mayor que el indicado en el documento por él poseído.

b) La solicitud será hecha puntualmente a la expiración de la Estada Personal indicada


en el documento que posea, si el extranjero se queda en la República, y en cualquier
otro caso será hecha antes del lro. de enero de 1940. La solicitud para el Permiso de
Residencia seráhecha en el formulario C-5 y bajo juramento.

c) Las fotografías para la solicitud serán hechas de acuerdo con los requisitos prescritos
para los inmigrantes, según se indica en la Sección 7-(c) de este Reglamento.

d) (Suprimida por el Art. 3 del Decreto 1776, del 17-3-44 G.O. 6051). Dicho Art. 3
dice: "Queda suprimida toda la letra d) de la Sección Novena del Reglamento de
Migración de fecha 12 de mayo de 1939".

e) La solicitud, las fotografías y los sellos correspondientes a los derechos, serán


transmitidos por los Inspectores de Migración al Director General de Migración, quien
expedirá un Permiso de Residencia en el formulario C-2. El Permiso será entregado al
extranjero en el punto indicado como su dirección en la solicitud.

f) El Permiso de Residencia deberá ser conservado en todo tiempo por la persona a cuyo
favor fue expedido, excepto mientras esté pendiente una solicitud para renovación
anual.

SECCIÓN X.- EXTRANJEROS SEV RESIDENCIA LEGAL AL 1RO. DE JUNIO


DE 1939, PERMISOS DE RESIDENCIA

a) Todo extranjero cuya última entrada a la República fuera anterior al 1ro. de junio de
1939 y que no tuviere en su poder cualquier Permiso de Migración en esa fecha, deberá
solicitar antes del lro. de septiembre de 1939 un Permiso de Residencia. La solicitud
será hecha personalmente en cualquier Oficina de Migración en formulario C-l bajo
juramento.

b) Las fotografías para la solicitud serán hechas de acuerdo con los requisitos prescritos
para los inmigrantes, según se indica en la Sección 7-(c) de este Reglamento.
c) Los derechos por la expedición de éste Permiso serán de $6.00, más los derechos por
pagar por cualquier año calendario anterior, de acuerdo con cualquier ley reemplazada
por la Ley de Migración que empezará a regir el lro. de junio de 1939. Los derechos
serán pagados por medio de sellos de Rentas Internas. Serie de Migración, los cuales
serán remitidos con la solicitud.

d) La solicitud, las fotografías y los sellos necesarios para los derechos serán
transmitidos por el Inspector de Migración al Director General de Migración quien
expedirá un Permiso de Residencia en el Form.

C-1. El Permiso será entregado al extranjero en el punto indicado como su dirección en


su solicitud.

e) La falta de solicitud de un Permiso de Residencia dentro del tiempo indicado por la


Ley o falta de renovación anual, pueden dar lugar a la deportación.

SECCIÓN XI.- EXAMEN DE EXTRANJEROS

a) (Modificada por el Decreto No. 3183, del 3-12-45. G.O. 6386). A ningún extranjero
se le permitirá entrar a la República sino por los siguientes puertos. Santo Domingo,
Azua, Barahona, Dajabón, La Romana, Monte Cristi, Puerto Plata, Samaná, Sánchez,
Puerto Libertador, San Pedro de Macorís, y los puestos fronterizos de Elias Pina y
Jimaní. La persona que tenga a su cargo una nave civil, procedente de un país ex-
tranjero, y no esté operando en itinerario fijo, deberá dar aviso anticipado de su llegada.
El aviso será enviado al Inspector de Migración, al puerto de entrada para extranjeros
que esté más cercano al lugar a donde se intente llegar y deberá declarar el nombre de la
nave aérea, el lugar y hora aproximada de llegada y la cantidad de personas de a bordo.
b) Los extranjeros que hicieren una solicitud de admisión serán inspeccionados por el
Inspector de Migración acerca de su admisibilidad, de acuerdo con la Ley y los
Reglamentos de Migración. Si hubiera indicios de que un extranjero está sufriendo de
un mal físico o mental o de alguna incapacidad que pueda dificultar su admisibilidad, el
Inspector de Migración requerirá la asistencia del Funcionario Médico local de la
República designado con tal fin, para que le asista en la inspección. En los casos en que
un extranjero no fuere claramente admisible en una inspección preliminar, se hará un
interrogatorio adicional del extranjero y de cualquier testigo, si fuere conveniente. Las
declaraciones del extranjero y las de cualquier testigo, según las cuales el extranjero
fuere admisible se aceptarán como apoyo de pruebas, si no hubiere razón para dudar de
dichas declaraciones.

c) Un extranjero que resulte admisible no será admitido sino después de haber cumplido
con los requisitos indicados para un Permiso de acuerdo con sus condiciones. Este
requisito no será aplicable a un extranjero poseedor de un Permiso válido.

d) Los extranjeros que resultaren no admisibles como inmigrantes, pueden ser admitidos
como inmigrantes, sin embargo, por el Secretario de Estado de Interior y Policía, bajo
las condiciones que éste Funcionario establezca, si dichos extranjeros vienen de regreso
de una visita al exterior después de haber tenido un domicilio en la República durante
cinco años por lo menos. Para que el caso pueda ser considerado y decidido por el
Secretario de Estado de Interior y Policía, el Inspector de Migración transmitirá la
información correspondiente, con sus recomendaciones, al Director General de
Migración.

e) Cuando se estimare necesario, se podrá requerir una fianza bajo las condiciones que
se consideren necesarias para asegurar que el extranjero no se convertirá en una carga
pública o que garantice la salida de éste, sin gastos para la República, en caso de
Admisión Temporal. Las fianzas serán prestadas en las formas aprobadas por el
Director General de Migración, pero no se estimarán como aceptables hasta tanto no ha-
yan sido aprobadas por éste Funcionario. Cualquier garantía puede ser rechazada por el
Director General de Migración, por falta de cumplimiento de los requisitos que hayan
sido prescritos.

g) A todo extranjero a quien se le haya rehusado la entrada deberá informársele acerca


de las razones que motivan su exclusión.

SECCIÓN XII.- LISTA DE TRIPULACIÓN DE PASAJEROS.

a) Las listas de tripulación de pasajeros deberán contener la información requerida por


el Art. 12 de la Ley de Migración No. 95.

La lista de pasajeros deberá ir acompañada de una hoja personal para cada pasajero
extranjero, excepción hecha de aquellos que han de continuar viaje en el buque o nave
civil aérea o que sea una persona investida de cargo Diplomático o Consular, según se
prescribe en el Art. 16 de la Ley No. 95 de Migración, o que sea un jornalero temporero
o miembro de una familia, según se prescribe en la Sección 7 de este Reglamento. En el
caso de un buque, la lista de tripulantes debe ser entregada en el form. D-l. En el caso de
una nave aérea civil, la lista de tripulantes y de pasajeros será entregada en el formulario
D-3 y no es necesario que incluya los miembros de la tripulación o los pasajeros que
han de continuar viaje fuera del territorio de la República sin salir del puerto aéreo. La
lista personal de los pasajeros extranjeros deberá contener la información requerida en
el form. D-4.

b) Durante la inspección de los tripulantes y de los pasajeros el Inspector de Migración


hará en las listas y en las hojas personales las anotaciones a que hubiere lugar por
errores y omisiones que encontrare en dichas listas.

c) La lista que informa de los casos de extranjeros llegados como miembros de la


tripulación de un buque o nave aérea civil y que no continuaron viaje, será entregada en
el form. D-5. La misma lista será usada para informar de los casos de pasajeros
extranjeros que debían continuar en el viaje y dejaron de hacerlo.

d) Cuando una lista de tripulantes, de pasajeros, una hoja personal o una lista
informativa de falta de salida no contuviere una información completa y correcta, el
Inspector de Migración informará puntualmente en el form. E-1 que el Capitán o la
persona a cargo del buque o nave aérea, o el Consignatario, están sujetos a una multa
por la falta cometida. La notificación se hará antes de la salida del buque o nave aérea,
cuando fuere posible, y en caso contrario, se hará después de la salida, lo más pronto
que se pudiere. Copias de la notificación se enviarán puntualmente al Interventor de
Aduana del Puerto y al Director General de Migración. El Interventor de Aduana queda
investido de la autoridad necesaria para hacer cumplir y cobrar la multa.
f) A un extranjero admitido como no inmigrantes al lro. de junio de 1939 o después de
esa fecha, puede concedérsele la condición de inmigrante si cumple a cabalidad los
requisitos relativos a los inmigrantes. Para tal fin, el extranjero hará su solicitud
personalmente en la Oficina de Migración. El extranjero quedará sujeto entonces a los
mismos requisitos con excepción de los relativos a pasaportes, como si estuviera lle-
gando a la República y tratare de obtener su admisión como inmigrante.

SECCIÓN XIII.- DEPORTACIÓN.

Los Inspectores de Migración y los Funcionarios que actúen como tales, harán una
investigación completa acerca de cualquier extranjero, todas las veces que existan
informes veraces o hubiere, alguna razón para creer que el extranjero se encuentra en la
República en violación de la Ley de Migración. Si de la investigación resultara que el
extranjero amerite ser deportado, el Inspector de Migración solicitará del Director
General de Migración un mandamiento de arresto. La solicitud del mandamiento debe
expresar los hechos y mostrar las razones específicas por las cuales el extranjero
apreciare sujeto a ser deportado. Si el mandamiento de arresto para ser oído sobre los
cargos expresados en el mandamiento de arresto.

La información relativa al extranjero se anotará en el formulario C-1, al ser oído, a


menos que hubiere sido tomada previamente. Si el extranjero admitiere cualquier cargo
que le expusiera a la deportación, se hará un memorándum con ese fin, que firmará el
Inspector, también el Extranjero, si fuere posible. Si ninguno de los cargos expresados
en el mandamiento fuere admitido por el extranjero, se buscarán pruebas para apoyar los
cargos, se llamará de nuevo al extranjero y se le dará una nueva oportunidad para
declarar, así como para introducir pruebas de oposición a su deportación. En el caso
relativo a la entrada de un extranjero a la República, el cuidado de las pruebas será
puesto a su cargo para demostrar que entró legalmente, y para ese fin el extranjero
tendrá derecho a una declaración sobre su llegada, según se demuestre en cualquier
registro del Negociado de Migración.

Al terminar de ser oído, la información a que haya lugar será enviada por el Inspector de
Migración al Director General de Migración para la consideración y decisión del
Secretario de Estado de Interior y Policía. Si se expidiere un mandamiento de
deportación, el extranjero será deportado, a menos que el Secretario de Estado de
Interior y Policía, a su juicio, le concediere una oportunidad para salir voluntariamente
dentro de un período determinado y el extranjero así lo hiciere. En el caso de que el
Secretario de Estado de Interior y Policía encontrare que el extranjero no amerita ser
deportado, los procedimientos serán cancelados.

(El Siguiente acápite fue agregado por el Decreto 3873, del 21-10-46. Gaceta Oficial
No. 6519).

En los casos de deportación que estén fundados en los artículos 10, inciso lro. y 13,
inciso 3ro., de la Ley de Migración, la deportación podrá ser pronunciada por el
Secretario de Estado de Interior y Policía o por el Director General de Migración, salvo
disposición contraria del Secretario de Estado en el caso de que se trate, sin necesidad
de los requisitos indicados en los tres párrafos anteriores de esta sección. El man-
damiento correspondiente será comunicado al extranjero infractor a la Ley de Migración
y a todas las autoridades policiales para su debido cumplimiento.
DADO en Ciudad Trujillo, Capital de la República Dominicana, a los doce días del mes
de mayo del año Mil Novecientos Treinta y Nueve.

JACINTO B. PEYNADO
CAPITULO VIII

CONFLICTOS DE LEYES
Generalidades, Doctrinas en Materia de Conflictos de Leyes. Evolución Histórica.
Escuela Italiana de la Edad
Media. Teoría de los Estatutos. Los Glosadores. Los
Postglosadores. Escuela Francesa del Siglo XVII. Doctrinas
Modernas. Escuela de la Personalidad del Derecho. La
Obra de MancinL Teoría de Pillet. Teoría de Savigny*
Solución de los Conflictos de Leyes y el Orden
Internacional. Localización de las Relaciones de Derecho
Privado. De la Regla de Conflicto en el Derecho Positivo
Dominicano. Del Estatuto Real y la Ley de la Situación de
los Bienes. Los Actos y Hechos Jurídicos y la Ley Local, o
la Ley de Autonomía en Materia Contractual. Regímenes
Matrimoniales y Sucesiones. Relaciones de los Sistemas de
Solución a los Conflictos de Leyes.

Conflictos de Leyes

Generalidades: En el primer capítulo de ésta obra, al tratar de precisar el objeto del


Derecho Internacional Privado, establecimos que la materia esencial de esa disciplina es
la cuestión vinculada con los conflictos de leyes. Estos últimos nacen de las diferencias
entre las legislaciones. Es preciso determinar qué norma jurídica tiene vigencia cuando
normas jurídicas de más de un Estado pretenden regir una relación concreta, partiendo
del supuesto de que dicha relación está vinculada con las normas jurídicas de los
respectivos Estados.

Si partimos de la idea que los elementos esenciales de toda relación jurídica son las
personas, las cosas y los hechos o actos jurídicos, notaremos enseguida que un caso
puede estar conectado a diversos Estados. Las razones varían:

a) porque las personas son de determinada nacionalidad o tienen fijado su domicilio, o


su residencia en determinado país; b) porque la cosa está situada en determinado lugar;
materialmente si se trata de bienes inmuebles, o "jurídicamente" el lugar de registro si
se trata de la propiedad industrial o intelectual, por ejemplo; c) porque un hecho se
produce en cierto lugar como es el caso de un accidente o la muerte de una persona o un
acto tiene su fuente de inspiración en la voluntad o producirá sus efectos en determinado
país tal es el caso de los contratos; d) porque ese acto requiere una manifestación de la
relación jurídica de conformidad con formalidades específicas dictadas por el lugar
donde se produce; y e) porque esa relación provoca una intervención de un tribunal o de
la autoridad donde se realizan las consecuencias del supuesto que le dio origen.

Esa variedad de elementos -la nacionalidad, el domicilio, la residencia, el lugar, la


voluntad, la sede del tribunal juzgador etc.- se encuentran combinados bajo distintas
modalidades en la relación jurídica y son las que determinan los vínculos que ésta
última puede tener con los diversos ordenamientos jurídicos.
Se les denomina, por ello, unas veces elementos de conexión o de vinculación, otras
veces puntos de conexión-points de rattachement, (en francés) Points of contact (en
inglés).

Hacemos referencia a ellos porque los conflictos de leyes surgen cuando existen puntos
de conexión que vinculan una relación jurídica determinada con las normas jurídicas de
dos o más Estados.

Los elementos o puntos de conexión se refieren a situaciones reales integrantes de la


relación que origina la relación jurídica con elementos extranjeros. La forma de operar
de esos elementos es así: La técnica jurídica construye con ellos, según la conveniencia
de cada Estado ciertas categorías fundamentales o conceptos jurídicos específicos que
determinan en forma genérica la ley o derecho aplicable a la situación contemplada en
un tipo legal sustantivo.

Como precisamos también en el primer capítulo de esta obra, la mayoría de las normas
del Derecho Internacional Privado son formales, a diferencia de las normas materiales.
Las primeras se limitan a señalar la norma jurídica competente o aplicable para regir
una situación específica. Las segundas resuelven concretamente la situación dada.

A las normas formales se les conoce también bajo la denominación de normas


conflictuales, reglas de "rettachement", normas de conflicto, normas de elección,
normas de conexión etc.

La norma de conflicto, pues, es "la norma indicadora de la disposición competente o


aplicable ante un conflicto de leyes y la norma material es la que establece la conducta a
seguir en la situación concreta".

El profesor Peruano García Calderón, en su obra Derecho Internacional Privado, al


referirse a las normas para la solución de los conflictos de leyes, no dice: "Las normas
para la solución de los conflictos de leyes se limitan a vincular una relación jurídica
cualquiera o uno de los aspectos de dicha relación, a determinado sistema jurídico.

De ahí que entre los elementos que componen la norma deba aparecer siempre la
referencia a una institución, o categoría jurídica específicamente señalada, como pueden
serlo, por ejemplo, el estado y la capacidad de las personas, la herencia, la forma de los
actos o las obligaciones convencionales; y la indicación del elemento de conexión que
servirá para conectar esa institución o categoría jurídica con un determinado
ordenamiento jurídico, como pueden serlo, por ejemplo, la ley del lugar de ejecución del
acto, la de celebración del contrato, la ley del domicilio o de la nacionalidad.

Las reglas para la solución de los conflictos de leyes deben contar, por lo tanto, de dos
partes: La primera, que contiene el presupuesto que le sirve de fundamento; y la
segunda, que señala la ley a la cual estará conectado o referido".
De ese modo vemos como se establece una serie de reglas de conflicto, o categorías
fundamentales como las siguientes:

I- El estado y la capacidad de las personas /estatuto personal/ se rigen por la ley


nacional o por la ley del domicilio.
Así, el artículo 3 del Código Civil dominicano dice que: "Las leyes que se refieren al
estado y capacidad de las personas, obligan a todos los dominicanos, aunque residan en
país extranjeros". La jurisprudencia francesa ha establecido a su vez que el estado y la
capacidad de los extranjeros en Francia se rigen por su ley nacional.

Ambas soluciones se traducen en una sola formulación, a saber:

El estatuto personal se rige por la ley nacional.

2.- Los bienes / estatuto real/ son sometidos a la ley de su situación.


1. C. Arellano García, op. cit. pag. 554.
2. M. García Calderón; op. cit. pag. 81.
Algunas legislaciones no hacen distinción de la naturaleza de los bienes para aplicar la
citada regla. El Código Civil dominicano en su artículo 3, párrafo segundo señala que:
"Los bienes inmuebles aunque sean poseídos por extranjeros, están regidos por la ley
dominicana".

3.- Los contratos se rigen por la ley escogida por las partes / ley de autonomía de la
voluntad/, por la ley donde se celebró el contrato / lex loci contractus / o por la ley
donde se ejecuta o produce sus efectos / les loci executionis/.

4.- Los hechos jurídicos son regidos por la ley del lugar en donde se producen / ley local
5.- La forma de los actos son regido por la ley del lugar en donde se ejecutan / locus
regit actum /.

6.- El procedimiento es regido por la ley del tribunal que conoce el caso / lex fon/.
Vemos que una parte de cada una de esas reglas determina la materia legislada, y otra
parte prescribe cuál es el ordenamiento conforme al cual deberá resolverse la cuestión
motivo de la controversia.

La técnica jurídica construye además, categorías derivadas que contienen


combinaciones de los elementos anteriores y que son aplicables al régimen especial de
ciertas instituciones como la familia, el matrimonio, las sucesiones; y otras.

Por otra parte, las citadas reglas o categorías plantean la cuestión de la calificación. En
otras palabras, es menester determinar el alcance y significado de la figura jurídica en
torno de la cual se presenta el conflicto de leyes. En ese sentido cabe preguntarse cuáles
instituciones se califican como de estatuto personal o de régimen de bienes o de
contratos. ¿Son las sucesiones materia del estatuto personal o del estatuto real /bienes/?
¿Corresponde un testamento ológrafo a la institución forma de los actos o a la
institución capacidad de las personas?

¿La prohibición de las ventas entre esposos depende de la ley personal o de la ley del
contrato? Vemos así la complejidad de los conflictos de leyes.

Más de un autor ha llamado la atención sobre lo cuestionable que resulta la expresión


"conflicto de leyes". Estos fundamentan su observación en la idea de que las leyes
particulares de un Estado no pueden pretender imponerse en el espacio territorial de otro
Estado; hablar de conflicto de leyes se traduce para éstos autores en pugna de soberanía,
lo cual es impropio en la materia relativa a la vigencia simultánea de normas jurídicas
de más de un Estado llamadas a regir una misma relación o situación.

Exponente de esa idea lo es el eminente jurisconsulto francés Ni-boyet, quien en su obra


Principios de Derecho Internacional Privado nos dice entre otras,... "emanando cada una
de las legislaciones de una autoridad soberana, no puede haber conflicto entre ellas. Ni
la ley española, fuera de España, ni las leyes extranjeras en España, pueden imponerse;
de modo que propiamente hablando, no pueden existir conflictos de leyes".3

Se puede percibir en ese razonamiento de Niboyet una confusión de la noción de


conflicto de leyes con el conflicto de soberanía. En efecto, cuando hablamos de
conflicto de leyes, reiteramos, hacemos referencia a una situación cuando convergen
simultáneamente leyes de dos o más Estados que pretenden poder regir una misma
relación jurídica.

En ningún momento insinuamos con ello que las leyes de un Estado puedan aplicarse
forzosamente, imponerse en el espacio territorial de otro Estado. Los conflictos de leyes
como materia de Derecho Internacional Privado suponen la extraterritorialidad, la
aplicación de las leyes extranjera. Si esto último se rechazara, si no hubiera posibilidad
de aplicar leyes extranjera en el territorio de un Estado, entonces no cabría hablar de
conflicto de leyes. El mismo Niboyet nos dice: "para que una ley extranjera se aplique
en España, es preciso que el poder soberano español lo decida.

Hemos visto a través de ejemplos aquí presentados que los Estados formulan en su
legislación propia normas que pretenden tener aplicación extraterritorial, en otras
palabras, que implican regir situaciones que tienen que ver con el territorio de otro
Estado.

Así, repitiendo un ejemplo, la disposición del artículo 3 del código civil dominicano al
señalar que: Las leyes que se refieren al estado y capacidad de las personas, obligan a
todos los dominicanos, aunque residan en país extranjero", o viceversa, cuando la
jurisprudencia francesa dispone que" el estado y la capacidad de los extranjeros en
Francia sen-gen por su ley nacional", están o bien pretendiendo, el primer ejemplo, la
extraterritorialidad de la ley nacional, o bien, admitiendo, el segundo ejemplo, la
aplicación de las leyes extranjeras en territorio nacional.

3. Niboyet; op. cit. pag. 199.


4. ídem.

Y es que, como justamente se advierte, "el conflicto de leyes tiene como presupuesto
que se permita la aplicación de derecho extranjero, realizado este presupuesto surge el
conflicto de leyes, y hay conflicto de leyes porque dos leyes pugnan o chocan en el
momento en que se pretende que rijan una sola situación concreta.

Una cosa es sostener que no haya conflicto de leyes y otra cosa distinta es decir que el
conflicto de leyes surge al permitirse la posibilidad de la aplicación de norma jurídica
extranjera. Si no se permite la aplicación de norma jurídica extranjera, no hay conflicto
de leyes pero; como los Estados generalmente permiten la aplicación de norma jurídica
extranjera, cuando estiman que esta es aplicable, sí hay conflicto de leyes, lo que no hay
es conflicto de soberanía porque los Estadosno pretenden legislar en territorio
extranjero, sino solamente que sus normas jurídicas produzcan efectos bajo la condición
de que los Estados de recepción les permitan aplicabilidad a sus leyes sin menoscabo de
su soberanía".

Denominaciones como "imperio de las leyes en el espacio", "conflictos internacionales


de normas jurídicas", y otras, buscan sustituir la expresión "conflicto de leyes"; sin
embargo, los mismos que formulan objeciones a esta última expresión reconocen que la
doctrina la ha admitido durante largo tiempo en un sentido unívoco; es decir cuando se
habla de conflictos de leyes se piensa en las cuestiones relativas a la vigencia simultánea
de normasjurídicas de más de un Estado que se pretende rijan una misma relación
jurídica.

Los conflictos de leyes son de naturaleza y de niveles de complejidad muy variados. En


esta obra nos concentramos en los conflictos de leyes en el espacio, y más
específicamente en los conflictos internacionales, comprendiendo por ello los conflictos
que se suscitan entre leyes de Estados soberanos o independientes, para diferenciarlos,
por ejemplo, de los llamados conflictos interprovinciales, interestatales, en caso de
Estados de estructura federal.
5. C. Arellano García; op. cit. pag. 550.

Los conflictos de leyes, como observamos, pueden presentarse con un nivel de


complejidad, o bien de aspecto no complejo o simple.

La sencillez o complejidad está directamente relacionada con los aspectos que presenta
la situación jurídica dada y que requiere la elección de la norma jurídica aplicable.

Un ejemplo sencillo estaría formulado en el caso cuando se trata de determinar la ley


aplicable a un matrimonio entre personas de nacionalidad diferente. Este mismo caso
podría tornarse en complejo, cuando además de determinar la ley aplicable al
matrimonio se involucra otros aspectos como podría serlo la celebración de un convenio
respecto a bienes que celebren los cónyuges, o bien la implicación de estos bienes en
caso de sucesión, etc.

Niboyetnos ilustra con un ejemplo concreto el nivel de complejidad y de simpleza de


los conflictos de leyes; veamos: "Una mujer suiza contrae matrimonio con un americano
en España fijando ambos su domicilio en Holanda, henos aquí en presencia de cuatro
leyes: la de cada uno de los cónyuges, la ley del país donde se ha celebrado el
matrimonio y la del domicilio que han elegido. Y es necesario elegir entre ellas.

El ejemplo citado es sencillo. Complicándolo un poco, supongamos que estos cónyuges


tienen bienes situados en Alemania, en España, en Italia y que, con motivo de la
sucesión de uno de ellos hay necesidad de saber cual de éstas leyes sería aplicable a la
transmisión de bienes por causa de muerte. Si el marido, por sus negocios, ha tenido que
estipular contratos en diversos países, se planteará también la cuestión de validez y de
los efectos de estos contratos; varias leyes disputan la solución".

Al hacer referencia a los diversos tipos de conflictos se específica que éstos pueden ser
positivos o negativos. A éste respecto, Niboyet nos dice: "El hecho de que cada país
posea su propio sistema de Derecho Internacional Privado, da lugar a dos clases de
conflictos.
lro. Uno de los países reivindica la competencia para su propia ley.

En este caso, en que el conflicto es positivo, la ley de cada uno de los países, lejos de
abdicar en provecho de la otra, entiende que la competencia le corresponde totalmente.
6. Niboyet; op. cit. pags. 199-200.

2do. Ninguna de las dos leyes reivindica para sí la competencia. El conflicto en este
caso es negativo".

Como advertimos más arriba, en el conflicto de leyes las normas jurídicas de más de un
Estado pretenden regir una relación jurídica concreta. Es preciso, pues, elegir una de
esas normas. Si cada uno de los respectivos Estados considera que la competencia "le
corresponde", estaríamos en presencia de un conflicto positivo. Ejemplo: un individuo
nacional de un Estado x muere dejando bienes inmuebles en otro Estado. Conforme al
Derecho Internacional Privado del Estado x, la sucesión debe ser sometida a la ley
nacional del causante, pero según el Derecho Internacional Privado del otro Estado
donde el individuo dejó los inmuebles, estos deben ser sometidos a la ley de este último
Estado.

En el caso de conflicto negativo, la norma de conflicto de un Estado considera aplicable


o competente la norma jurídica de otro Estado, la que a su vez juzga aplicable la de ese
primer Estado. En otras palabras, los dos Estados rechazan aplicar su propia norma.

Un ejemplo clásico se nos ofrece en varios textos para ilustrar el caso de conflicto
negativo es el siguiente: una mujer casada de nacionalidad inglesa domiciliada en
Francia. En virtud de que el estado civil de las personas en Francia se rige por la ley
nacional, si la capacidad de esta mujer fuere discutida, la ley francesa juzgará
competente a la ley inglesa. En cambio, en Inglaterra el estado civil de las personas se
rige no por la ley nacional sino por la ley de domicilio.

En el mismo caso de la mujer inglesa domiciliada en Francia, la ley inglesa considerará


competente a la ley francesa.

El problema de la remisión o reenvío se suscita en el caso del conflicto negativo. De


ello trataremos como tema de un capítulo.

Doctrinas en Materia de Conflicto de Leyes Evolución Histórica

Antes de pasar a analizar en su evolución las diversas doctrinas orientadas a resolver los
conflictos de leyes, consideramos útil esclarecer el significado de ciertas expresiones
que están en la base de estas doctrinas. Nos referimos a territorialidad y
extraterritorialidad de las leyes, y a personalidad y realidad de las leyes.
7. Niboyet; op. cit. pag. 308.

En efecto, es preciso distinguir entre territorialidad y extraterritorialidad de las leyes,


pues estas últimas son o de un carácter o del otro. La ley es territorial cuando la relación
jurídica en todos sus aspectos está sometida al imperio de la ley territorial, local o
nacional.
La territorialidad de la ley implica que el juez no podría aplicar más que su ley
nacional.

En cambio, la ley es extraterritorial cuando la validez o la ubicación de la ley nacional


se extiende a otros ordenamientos jurídicos. La extraterritorialidad de la ley a su vez
implica que el juez nacional puede aplicar la ley extranjera.

"Cuando decimos que una ley es territorial -escribe Niboyet-, queremos expresar que
dicha ley rige todos los hechos realizados en un determinado territorio o que interesan al
mismo. Tal es el caso de la ey penal, que se aplica a todas las infracciones cometidas en
el país donde se promulga, o de la ley referente a los bienes inmuebles, la cual rige
todos ellos, cualesquiera que sean sus propietarios. Cuando la ley es territorial, el juez
no puede nunca aplicar ninguna otra; e inversamente, el juez para los hechos acaecidos
en el extranjero, aplica en estos casos la ley territorial extranjera".

"Por el contrario, la ley es extraterritorial cuando el juez puede aplicar una ley distinta
de la suya a hechos acaecidos en su territorio o que presentan algún interés para el
mismo. Cuando, por ej. un extranjero contrae matrimonio en España, las condiciones de
fondo que dan validez a este matrimonio está sometida a ley de dicho extranjero.

En este caso, el juez aplicará, por lo tanto, una ley extranjera a hechos acaecidos en su
país. La ley es extraterritorial, no solamente por la razón de que dicha ley no es la del
país del juez que la aplica, sino, además, por el motivo de aplicarse a hechos a los cuales
el juez aplicaría su propia ley si ésta fuese territorial".

"Vinculadas con la cuestión de determinar qué leyes tienen alcance extraterritorial y


cuáles no, están las expresiones "personalidad y realidad de las leyes".

Según los eminentes juristas, el maestro Cubano Sánchez de Bustamante, y el profesor


francés André Weiss, las leyes se clasifican en personales y territoriales, porque en el
Estado existen dos elementos para los cuales legisla -la población y el territorio.-
8. Niboyet; op. cit. pags. 200 y 201

"La Ley, -dice A. Weiss- tiene dos soberanías diversas; una soberanía territorial y una
soberanía personal; una que gobierna el suelo y otra a las personas".

Cuando usamos la expresión personalidad de la ley nos estamos refiriendo a los


derechos de las personas. La conexión que esta expresión tiene con el sentido de la
extraterritorialidad de las leyes es que esta categoría de leyes sigue a las personas
dondequiera que se encuentren, de allí que las mismas sean consideradas como
sinónimo de extraterritorialidad.

En cambio, la inserción de la expresión "realidad" de las leyes se hace para distinguirlas


leyes concernientes a las cosas, a saber; a los bienes. En ese sentido las leyes sobre la
propiedad, por ej. se enmarcan en las leyes reales. El nexo de las leyes reales con la
territorialidad se explica al considerar que las cosas han estado sometidas a la ley de la
situación, es decir, a la ley territorial. Las leyes reales son, pues, territoriales...
Como observamos, la doctrina suele identificar las expresiones personalidad de las
leyes con extraterritorialidad, y las leyes reales con la territorialidad. Entretanto, si bien
las leyes personales tienen carácter de extraterritorialidad, no menos cierto es que la
extraterritorialidad de las leyes no se limita a las leyespersonales. En ese mismo
contexto cabe decir que las leyes reales, es decir las leyes referentes a las cosas, cier-
tamente son territoriales, mas la territorialidad no se limita a las leyes reales.

Niboyet llama la atención sobre el razonamiento que identifica los términos


personalidad y extraterritorialidad, y realidad de las leyes con territorialidad. "No se
tiene en cuenta, sin embargo, señala Niboyet- que no es preciso que un estatuto sea
personal para producir efectos en el extranjero, ni, a la inversa, que un estatuto sea real
para aplicarse a todos los que habitan en el territorio...

Queda, pues, establecido, que debemos llamar personal al estatuto que tiene por objeto
la persona, y real al que tiene por objeto las cosas".

"Pero otros estatutos, que no son ni personales ni reales, se incluyen entre estos, a pesar
de no tener por objeto ni las personas ni las cosas, tales son, por ejem. los estatutos que
se refieren a la forma de los actos, a las obligaciones, a las sucesiones, a la competencia
judicial, a las retenciones extranjeras; etc.
9. A Weiss; op. cit. pag. 514.

Hay que concluir, por lo tanto: lro. No todos los estatutos son personales o reales.
2do. Por el contrario, todos los estatutos, son necesariamente extraterritoriales o
territoriales".

Concluye ese autor diciendo que "Todo el esfuerzo del Derecho Internacional Privado
ha estado dirigido...a determinar de que manera conviene clasificar las leyes y en que
medida deben tener efectos territoriales o extraterritoriales".

En efecto, fruto de una evolución continua, la doctrina se ha aferrado a más de un


sistema que pudiera establecer la solución de los conflictos que plantea la diversidad de
legislaciones cuando han de aplicarse a relaciones privadas con elementos extranjeros.
Es opinión compartida por notables juristas que los orígenes históricos de las teorías en
materia de conflicto de leyes se los ubica geográficamente en Italia y temporalmente en
la Edad Media.

De allí que, cuando algunos de estos autores hacen una periodización de los grandes
sistemas doctrinales de solución de los conflictos de leyes en antiguos y modernos
colocar en primer orden de ese primer período a las escuelas Italianas de la Edad Media.

Escuela Italiana de la Edad Media. Teoría de los Estatutos. Los Glosadores

La teoría de los estatutos tuvo enorme influencia en la evolución del Derecho


Internacional Privado. Como ya advertimos al hablar de las diferentes denominaciones,
a la disciplina objeto de esta obra se denominó en sus inicios teoría de los estatutos.
La palabra estatuto se usó en la Edad Media para designar las normas que en Italia
regían en las ciudades o provincias, en oposición a la palabra ley, o normas de interés
general o de aplicación sobre todo el territorio, vale decir, el derecho romano. Los
estatutos representaban el derecho consuetudinario de cada ciudad o provincia. Cabe, al
hablar de la teoría de los estatutos, referirse a tres tendencias; a saber; 1) la escuela
italiana; 2) la escuela francesa; 3) la escuela holandesa.
10. Niboyet; op. cit. pags. 202-203.
11. Ver, Niboyet; op. cit. pags. 55 y 206; Batiffol; op. cit. pags. 258; y otras.

La escuela italiana, a su vez, comprende dos fases: la de los glosadores y la de los


postglosadores.

El nombre glosadores proviene del método empleado por sus representantes y


consistente en explicar mediante glosas o anotaciones marginales o interlineales, el
sentido de los principales textos de la legislación justiniana, que en la época referida era
el derecho aplicable.

La escuela de los glosadores fue fundada en Bolonia; de allí que a sus principales
exponentes se le identifica generalmente como los de la escuela de Bolonia, fundada a
partir del siglo XII.

El fundador de la escuela de los glosadores fue Irnerio /1085-1125/.

Entre sus discípulos continuadores de su obra, se señala entre otros, a Martín Gossia, a
Hugo de Alberico, a Bulgario, todos ubicados en el siglo XII. La era de los glosadores
finaliza con Francisco Acursio, de origen florentino, quien compuso y publicó la Glosa
grande, que venía siendo una compilación de todas las glosas de sus predecesores.

Acursio encontró en el Código de Justiniano, en una Constitución de los Emperadores,


Valentiniano y Teodosio, titulada de Summa Trini-tate et Fide Catholica, en la Ley
Cunctos populos, una regla relativa al Dogma de la Santísima Trinidad y redactada en
los términos siguientes: cunctos populos quos clementine nostrae regist
imperiam...volumus / los pueblos junto a los cuales rige el Imperio de nuestra
clemencia/.

Conforme a la opinión de Niboyet , esta frase, que tendía a determinar los limites del
Imperio Romano, fue tema propicio para disertar acerca de los límites de aplicación de
las leyes, ya que en la época que le tocó vivir a Acursio no era otra que la del
florecimiento de ciudades italianas, originándose numerosos conflictos de leyes. En
efecto, Acursio se preguntaba cuál podía ser el campo de aplicación de los estatutos en
dicha época.

Sobre la referida ley Cunctos populos, Acursio escribió una glosa en estos términos:
Quod si boloniensis Conveniatur Mutinae non debet judicari secundum statuta mutinae
quibus non subest cum dicat; Quos nostrae cleraentiaeregitimperium. Traducida al
español esta glosa diría: "Si un habitante de Bolonia se traslada a Módena no debe ser
juzgado con arreglo a los estatutos de Módena, a los cuales no está sometido, como lo
demuestra la frase de la ley Cunctos populos; lo que están sometidos a nuestra benévola
autoridad".
12. Niboyet; op. cit. pag. 210.

En la citada obra de Goldschmidt "Derecho Internacional Privado", el autor refiriéndose


a la importancia histórica de la Glosa de Acursio, nos dice que: "La Constitución de los
emperadores Graciano Valentino y Teodosio somete a los pueblos gobernados por la
clemente autoridad del Emperador a la Religión Católica; la glosa de Acursio, impone a
los tribunales de Módena el deber de aplicar, en ciertos casos, el

13 Derecho de Bolonia".

Más de un autor reconoce que la citada glosa de Acursio de origen al estudio de los
conflictos de leyes.

Entretanto, cabe la aclaración según la cual la Constitución que sirve de inspiración a la


célebre glosa de Acursio no perseguía resolver los conflictos nacidos dé la diversidad dé
los sistemas jurídicos, mas partiendo de que esta constitución suponía la existencia de
pueblos no enmarcados en el Imperio y que consecuentemente no estaban obligados a
observar la religión del Imperio, los glosadores se apoyaron en ella para delimitar el
ámbito de eficacia de los estatutos locales tanto frente al Derecho Romano como en los
conflictos entre ellos.

Esa consideración nos la resume José De Yanguas Messia diciendo que: "La ley
Cunctos populos partía del supuesto de la existencia del Imperio, de una parte, y de
pueblos extraños a él, de otra, consignando la obligación de guardar la religión católica
dentro del Imperio, sin que a ello estuvieran obligados los demás pueblos. De aquí
tomaron pie los glosadores para establecer la esfera de competencia de los estatutos de
las diversas ciudades, frente al derecho romano y entre sí".

Los Postglosadores:

A los postglosadores se les identifica también con la llamada Escuela de Bolonia. Así
Niboyet nos dice que: "La Escuela italiana de los postglosadores recibe aún el nombre
de Escuela de Bolonia".
13- Goldschmidt; op. cit pag. 69.

14. José De Yanguas Messia. Derecho Internacional Privado, Vol. I, Madrid, Edit. Reus, 1944, pag. 53.

15. Niboyet; op. cit. pag. 207.

Ciertamente, como señalamos más arriba, Bolonia representó el centro de actividad de


la primera escuela estatutaria.

Entretanto, a los postglosadores se les conoce también con otras denominaciones:


Escuela Estatutaria Italiana, Doctrina Italiana de los Estatutos, Comentaristas.

Históricamente, la escuela de los postglosadores italianos se la ubica desde el siglo XIV


al XVII. Sus más destacados representantes fueron Bartolo Sassoferrato y Balbo de
Ubaldis. El primero, profesor en las Universidades de Pisa y de Perusa, ciudad esta
última donde principalmente expuso sus doctrinas.

Al intentar establecer una diferencia entre glosadores y postglosadores se piensa


inicialmente en el método empleado por los representantes de esas dos escuelas: Se
advierte que los primeros basaron sus puntos de vista en la ley romana recapitulada, en
tanto que los segundos partieron de la propia glosa. A opinión de reconocidos analistas
ello les permitía a los postglosadores una mayor libertad de interpretación. Como
veremos al analizar los conflictos de que se ocuparon los posglosadores, éstos dieron
mayor amplitud al estudio de los problemas de conflictos de estatutos formulados en la
citada celebre glosa de Acursio y ofrecieron gran número de soluciones a los problemas
que sobre la materia de conflictos de leyes se plantearon en su época.

Al hacer referencia a la Escuela italiana de los Postglosadores, cabe subrayar que, si


ciertamente, en cuanto al método y a la amplitud del estudio de los problemas de
conflictos de leyes -estatutos- se establece diferencia respecto a los glosadores, no
menos cierto es que, en cuanto a los límites especiales de los conflictos de lo que se
ocuparon tanto los glosadores como lospostglosadores, no se puede trazar diferencia en
términos generales, ya que los unos como los otros se ocuparon de conflictos surgidos
entre estatutos de ciudades sometidos a una misma soberanía, es decir, a la del Imperio
Germánico.

Esa opinión vemos compartirla por los autores consultados en muchos textos.

"Los conflictos de que se ocuparon los postglosadores, nos dice Niboyet, fueron dobles:
lro. Los conflictos entre las leyes de las numerosas ciudades de la Lombardia,
independientes las unas de las otras; por ejemplo, los conflictos de la ley de Bolonia y la
de Módena. 2do. El conflicto de leyes municipales, no solamente entre ellos, sino
también en sus relaciones con el Derecho Común, colocado, en cierto modo, en un
plano superior a ellas. Este Derecho Común estaba constituido por el Derecho Romano,
aplicable a todos los subditos del Rey de Lombardia, que era, además, Emperador de
Alemania...

El jurista español Miaja de la Muela, nos dice al respecto que: "fueron cuestiones
conflictuales que surgen de disposiciones legales vigentes en ciudades o comarcas
cercanas entre sí y pertenecientes a una misma unidad política, tal como el Imperio
medieval.

Aunque este mismo autor reconoce que, excepcionalmente, los glosadores, estudiaron
casos en los que intervienen leyes de países sujetos a otra soberanía.

Se observa que, al definir las características fundamentales de los postglosadores de la


Escuela Italiana muchos autores toman como referencia las ideas de Bartolo como
figura más importante entre los juristas de la época. En efecto, a él se le considera el
creador o precursor de la teoría estatutaria.

Bartolo, al igual que su sucesor más destacado, Baldo de Ubaldi, clasificaron los
estatutos en personales y reales. Los primeros se referían a las personas, y tenían
aplicación solamente a los subditos de la respectiva ciudad o comarca. Los segundos, en
cambio, referentes a las cosas, excepcionalmente tenían aplicación territorial, Bartolo
formuló el criterio, según el cual los conflictos de leyes originan dos problemas; a saber,
lro. aplicación del estatuto local a los extranjeros; es decir, a todo individuo no
domiciliado en el lugar; 2do. aplicación del estatuto de una ciudad fuera del límite
territorial para el que fue expedido, es decir, efectos extraterritoriales a los estatutos.
En relación al primer problema, Bartolo formuló una división en cuatro materias:
contratos, delitos, testamentos y materias no enmarcadas a las tres anteriores citadas.

En lo referente a la materia de los contratos se establece la distinción entre la forma y el


fondo. En cuanto a la forma considerada aplicable, la regla locus regit actum. Para el
fondo contempla una nueva distinción entre ordinatoria litis y decisoria litis -ad litem
ordinandam y ad litem decidendam- y una distinción entre los efectos naturales y los
efectos accidentales del contrato. El juez no aplica más que su propia ley en materia de
procedimiento, ad litem ordinandam.
16. Niboyet; op. cit. pag. 211.

17. A. Mejia de la Muela: Derecho Internacional Privado. TI. Madrid, 1954, pag. 78.

Es solamente sobre el fondo de derecho -ad litem decidendam-que se puede concebir la


aplicación de una ley extranjera. Dentro de las reglas aplicables para resolver el fondo
del asunto, distinguía los efectos naturales del contrato, entre los que incluía la entrega
de la cosa y el precio, que se regirían por la ley del lugar de celebración del contrato, y
los elementos llamados accidentales, que se regirían por la ley del lugar de ejecución o
cumplimiento del contrato.

En relación a los delitos, el ejemplo planteado por Bartolo insinúa la aplicación a estos
la ley del lugar donde ocurre. Señala Bartolo, que si un extranjero comete delito en
Perusa, para determinar si a este extranjero se le puede aplicar el estatuto penal de
Perusa, partiendo del supuesto de que este podía ignorar el estatuto del Perusa que
estableció el delito, es necesario tomar en cuenta lo siguiente: si la conducta delictiva
está castigada por el Derecho Común, es aplicable la ley penal de Perusa, sino, lo
delictuoso de la conducta del extranjero dependía del tiempo de residencia de éste en
Perusa y de que la conducta se considere como delito en los estatutos de otras ciudades.
Si la conducta era delito conforme al Derecho Común, Derecho Romano, y así lo
consideraba también los estatutos de otras ciudades, o el sujeto que cometió el delito
tenía una residencia prolongada en Perusa, no se podía considerar que se ignoraba que
tal conducta era delictiva. En materia de sucesoria, Bartolo distingue también la
cuestión de forma y de fondo. Dice que en el caso de que un extranjero haga un tes-
tamento en Mantua, disponiendo de sus bienes ubicados en la citada ciudad, la cuestión
de forma se rige según la ley del lugar en donde el acto se llevó a cabo -lex loci actus-
que en el caso referido sería la de Mantua. Respecto al fondo del testamento juzga
aplicable, para interpretar la voluntad del testador, la ley del lugar del otorgamiento.
En relación a la capacidad del testador, considera que el estatuto de Mantua no es
aplicable a los no domiciliados en la referida ciudad, en virtud de que dicha persona no
está sometida a ese estatuto.

En relación a las materias distintas a los contratos, delito o testamento, Bartolo ofrece
un caso ejemplarizado^ en el sentido de que los bienes se rigen por la ley de la
situación.

En efecto, plantea el problema de un habitante de Módena propietario de una casa en


Venecia, a la que quiere agregarle un piso. La cuestión, según él, se resuelve aplicando
la ley de ubicación del inmueble.

En relación al segundo problema referente a los efectos extraterritoriales, Bartolo divide


éstos últimos en prohibitivos y permisivos, esta -tutos penales y sentencias penales.

a) Un estatuto prohibitivo está referido a impedir o condicionar un acto jurídico


permitido por el Derecho Común.
El impedimento o el condicionamiento, puede referirse a la forma del acto, a los bienes,
y también a la capacidad de las personas involucradas en el acto.

Al referirse a la forma, juzga que rige al estatuto local, la regla lo-cus regit actum.
Respecto a los bienes, se aplicaba el estatuto local o real.

En lo tocante a la capacidad, Bartolo hacía la distinción entre estatutos favorables y


odiosos, dependientemente de que ampliaran o restringieran la capacidad reconocida
por el Derecho Común. En ese sentido, era favorable el estatuto que a los incapacitados
les permitiera disponer de sus bienes.

"Se inspiran -dice A. Weiss- en fines protectores, como la incapacidad del menor, del
interdicto, etc. y siguen a la persona a lo lejos".

Es decir éstos estatutos tenían el carácter de personales y debían ampliarse. En cambio,


el estatuto se definía como odioso o desfavorable porque insinúa un odio a cierta
categoría de persona como por ejemplo el que incapacita a los hijos para heredar de sus
padres, o el que privara a la mujer de la capacidad sucesoria. Estos estatutos no gozan
de aplicación extraterritorial.

b) Respecto a los estatutos permisivos, Bartolo también distinguía la cuestión de fondo


a la de forma. La cuestión de fondo o intrínseca refiriéndose a la validez del acto
mismo,, no tiene aplicación extraterritorial, a no ser que se trate de estatutos favorables.
En cambio, cuando se trata de cuestión de forma, Bartolo les da a los estatutos
aplicación extraterritorial.

c) En lo tocante a los estatutos penales, Bartolo dice que si umi persona originaría de
determinada ciudad comete un delito en el extranjero se aplicará el estatuto de la ciudad
donde se cometió el delito.

d) Sobre la aplicación de las sentencias penales en otras ciudades distintas a aquellas


donde se pronunciaron, Bartolo se inclina por la eficacia de las mismas en éstas últimas.
Ello es comprensible si se tiene en cuenta que las ciudades italianas estaban bajo el
dominio de un mismo imperio.

18. A. Weiss; op. cit. pag. 520.

La escuela italiana de los Postglosadores, destacando a Bartolo y sus predecesores, ha


generado variados comentarios en las obras de ilustres juristas como André Weiss,
Niboyet y otros. No ocultan éstos autores la insuficiencia del alcance de las soluciones
planteadas por los postglosadores ante la variedad de problemas relativos a los
conflictos de leyes.

Entretanto, no desconocen la validez de algunas de las soluciones a los conflictos que se


presentaban en su época -y que como advertimos, se referían a conflictos suscitados
entre ciudades sometidas a una misma soberanía, o un mismo imperio- en su aplicación
actual a los conflictos de leyes internacionales. "Sería injusto -dice Niboyet desconocer
que los postglosadores consiguieron imponer definitivamente un cierto número de
soluciones positivas, generalmente adoptadas en nuestros días... aunque todavía no ha
sido posible incorporar al Derecho positivo ciertas soluciones de esta escuela, la
doctrina moderna las considera acertadas en ciertos casos; citaremos a este efecto, la
competencia de una ley única para regular en principio las sucesiones. En este aspecto,
los postglosadores han sido también indiscutibles precursores".

No puede negársele el honor -dice A. Weiss- de haber despejado el camino a la doctrina


moderna, al reclamar por primera vez, bajo el régimen feudal, un lugar para las leyes
personales al lado de las costumbres locales".20

Antonio Sánchez de Bustamante nos dice a su vez, entre otros, refiriéndose a los
postglosadores que: "Buen número de sus ideas han llegado hasta hoy y se invocan aun,
por motivos varios, como reglas propias del Derecho Internacional Privado".23

Escuela Francesa del Siglo XVI

La escuela francesa de este período tiene como representantes más relevantes a


Doumoulin, a B. D'Argentré y a C. Coquille.

Muchos autores ven en Doumoulin el primer representante de la escuela francesa dada


su contribución a hacer adoptar la clasificación general de los estatutos en personales y
reales, rasgo característico de la doctrina francesa.

19. Niboyet; op. cit. pag. 213.


20. A. Weiss; op. cit. pag. 521.
21. AS. de Bustamante: Derecho Internacional Privado. Tomo I, 3ra. Edición. Habana, 1943; pag. 71.

Entretanto, a Doumoulin, dada la similitud de sus consideraciones con las de los


postglosadores de la escuela italiana, se lo ubica dentro de esta última. Lo cierto es que
entre los tres representantes citados de la escuela francesa del siglo XVI se revela una
indiscutible diferencia de tendencia.

Según Doumoulin, y partiendo de un principio de su época, todas las costumbres son


reales / territoriales / mas reconoce excepciones a ese principio. En efecto, admite que
existen costumbres que producen efectos extraterritoriales al tener por objeto a las
personas.

Doumoulin distingue los estatutos tomando en consideración el objeto mismo de cada


estatuto. Si el estatuto concierne a la persona considerada en sí misma, es personal; si
concierne a los bienes exclusivamente, es real.

Doumoulin incursiona en el tema relativo a la cuestión intrínseca -de fondo- y


extrínseca -de forma- de los actos. A diferencia de los postglosadores de la escuela
italiana, según los cuales los contratos se regían por la ley del lugar de su celebración, es
decir al estatuto real, Doumoulin juzga que la voluntad de las partes es soberana a este
respecto; y que los jueces están en el deber de determinar si las partes han querido
referirse a tal o cual legislación, indagando los términos expresos del acto o las
circunstancias que le sirvió de fundamento.

De ese modo, Doumoulin proclama el principio, que hasta hoy día subsiste, de la
autonomía de la voluntad. En tanto, en lo relativo a la forma de los actos / cuestión
extrínseca / Doumoulin considera aplicable la ley del lugar donde han sido celebrados -
locus regit actum.

Bertrand D'Argentré

D'Argentré es considerado como el fundador de la llamada Escuela francesa de la


territorialidad atenuada por la extraterritorialidad. Este notable jurisconsulto e
historiador de estirpe noble, quien también llegó a ser magistrado y legislador, fundó su
sistema en base a una concepción de particularismo provincial. En efecto su objetivo
fundamental consistió en hacer prevalecer en toda amplitud posible la aplicación en la
provincia de Bretaña, su suelo natal, la costumbre local. De allí su gran principio de la
realidad de las costumbres -coutume-. Obviamente, y como pudimos observar al
analizar la doctrina de Doumoulin, ese principio no era en sí una novedad; el mismo
expresaba el estado de derecho que había implantado el régimen feudal. No obstante, en
D'Argentré este sistema contempla un margen para la aplicación de las costumbres y
leyes extranjeras, con la particularidad de que en ese sistema la noción de realidad
constituye la clave o regla general.

En su comentario sobre el artículo 218 de la Costumbre de Bretaña, denominado "De


Statutis personalibus et realibus", se inscribe todo el esfuerzo de D'Argentré, consistente
en establecer que todas las leyes y costumbres se refieren o a las personas o a las cosas;
en el primer caso estas siguen a laspersonas incluso fuera de su domicilio, son por lo
tanto extraterritoriales; en el segundo caso éstas se aplican a los bienes, inde-
pendientemente del origen o el domicilio de las partes, por consiguiente, las mismas son
territoriales.

La cuestión capital que se plantea es la de determinar cuáles estatutos se refieren a las


personas, y cuáles a las cosas.

Ciertamente, algunas instituciones se pueden clasificar fácilmente, como sería el caso


del estado y la capacidad de las personas en el estatuto personal, en cambio otras
generan dudas debido a que se refieren a las personas y a las cosas a la vez; así por
ejemplo la prohibición de las donaciones entre esposos se refieren a las cosas que está
prohibido donar, mas al mismo tiempo a las personas que la ley quiere proteger.

Es aquí que D'Argentré pone en función el territorialismo. En principio, las costumbres


son reales, portanto, en caso de dudas, una ley debe ser clasificada en el estatuto real. El
estatuto personal será consecuentemente de interpretación restrictiva. Por otra parte.
D'Argentré, al referirse al estatuto personal, establece una distinción entre las leyes de
capacidad general que declara personales, siempre que no produzcan efecto alguno
sobre los bienes, y las leyes de la capacidad particular, que para el autor son siempre
reales. En la primera categoría entrarían por ejemplo los estatutos que fijan la mayoría
de edad, los que declaran la incapacidad de las personas sometidas a la potestad de otra,
la legitimación, la patria potestad; etc. En la segunda los concernientes a las donaciones
entre esposos, como p. ej. la que prohibe al marido hacer una liberalidad a su mujer, y
otros.

D'Argentré no pasa por alto que ciertas leyes no se limitan exclusivamente a las
personas o a las cosas, sino que se refieren a éstos dos elementos esenciales a la vez. El
ernin ente jurisconsulto bretón creó para las leyes de esa naturaleza una nueva categoría
de estatutos, los estatutos mixtos. Esta categoría de los estatutos mixtos que conciernen
a la vez a la persona y a las cosas, están sometidos a la ley de la situación de la cosa
como los estatutos reales. Y es que, según el sistema del autor, cada vez que los bienes
específicamente los inmuebles, están en juego, se aplica la ley de la situación, el
estatuto real. Tienen razón algunos autores cuando admiten que ésta denominación
estatuto mixto no agrega nuevos elementos a los estatutos reales en cuanto a solución de
conflictos.

Los rasgos característicos de la doctrina de D'Argentré los resume magistralmente el


eminentejurista cubano Sánchez y Bustamante en dos momentos: " lro. divide las leyes
en dos clases: los estatutos reales y los personales, pero encontrando deficiente esta
clasificación le agrega los estatutos mixtos.

2do. Los estatutos reales tienen efectos de regla general, mientras que los estatutos
personales constituyen la excepción".

La crítica dirigida a D'Argentré y en general a la escuela territo-rialista señala, entre


otras, que desconocen que la ley personal y la ley real no son los únicos puntos de
conexión: cuenta también la ley del delito, la ley del contrato, la ley del tribunal que
conoce el caso para cuestión de procedimiento; lo cual, como vimos más arriba, estuvo
contemplado por los postglosadores de la escuela italiana.

Por otra parte, si bien es legítimo precisar los límites del estatuto personal y del estatuto
real, no menos lo es que no se puede afirmar que toda ley que no esté enmarcada en la
definición estrecha del estatuto personal se ubica por lo mismo en el estatuto real.

Se llama la atención que la insuficiencia implícita en el sistema de D'Argentré ha


generado un equívoco secular sobre el sentido de la expresión "territorialismo". En
efecto ese vocablo insinúa que el juez aplica su propia ley. El sentido podría ser exacto
cuando se trata de inmuebles al momento que el juez competente es el de la situación
del inmueble.

En cambio en materia de bienes muebles el caso es distinto.

Los territorialistas, como D'Argentré, tratan de limitar en extremo en un espíritu


particularista o nacionalista, la aplicación de la ley extranjera.
22- S. Bustamante; op. cit. pags. 67-68-

Naturalmente, hay que ubicar históricamente las ideas de los territorialistas franceses.
Expresaron un sentimiento conforme al cual una ley está hecha para una colectividad
determinada y su aplicación en esa colectividad debe ser el caso normal.

A pesar de la insuficiencia, motivo de la crítica a los territorialistas franceses del siglo


XVI, es innegable el mérito consistente en plantear principios más generales que los
establecidos por los postglosadores de la escuela italiana antigua. Su influencia en otros
países y en el ulterior desarrollo del Derecho Internacional Privado es de fácil
constatación.
Escuela Holandesa del Siglo XVII

Conforme a la doctrina francesa del siglo XVI, como bien lo advierte Niboyet, la
aplicación de las leyes extranjeras, en materia de estatuto personal, que esta doctrina
considera sinónimo de estatuto extraterritorial, tiene su fundamento en una obligación
exigida por el Derecho. "Tiene como base una idea de justicia".

La Escuela Holandesa del siglo XVH, como veremos a continuación, se inspira para
reconocer la aplicación extraterritorial de las leyes en otro criterio.

Esta escuela estuvo influenciada por las ideas de B. D'Argentré.

A este respecto Niboyet nos dice que: La doctrina de D'Argentré no tuvo en un principio
éxito en Francia; pero al pasar a Holanda, donde imperaba un espíritu de independencia
feudal a causa de la despiadada rivalidad que existía entre las ciudades de Francia y del
Brabante, fiie implantada en dicho país en el siglo XVII, por tres juristas flamencos,
Burgundo, Rodenburgh y Stockmans..."

A propósito de Rodenburgh, éste dice que la razón de ser del estatuto personal hay que
buscarlo "en la necesidad que las leyes sobre el estado y la capacidad de las personas
siga a éstas durante todo sus desplazamientos so pena de perder todo el valor.

Se reconoce como representantes más destacados de la Escuela Holandesa a Pablo Voet


/1619-1677/, su Hijo Juan Voet /1647-1714/y Ubrich Huber/1636-1694/.
23. Niboyet; op. cit. pag. 221.
24. Niboyet; op. cit. pag. 214.
25. Batiffol, op. cit. pag. 269.

En sentido general, la doctrina holandesa del período citado no se aparta de la doctrina


francesa del siglo XVII en cuanto a la clasificación de los estatutos en reales y
personales. El aporte singular de la doctrina holandesa consiste esencialmente, como
advertimos más arriba, en inspirarse, para buscar el fundamento de la aplicación de las
leyes extranjeras, no en una obligación jurídica, sino en la noción de cortesía
internacional. Los conflictos de los que se ocuparon los holandeses del siglo XVHI eran
por primera vez esencialmente internacionales.

Cuando se dice que los holandeses fueron más lejos que los estatutarios franceses en
cuanto a asignarles a los estatutos reales una aplicación estrictamente territorial y
limitar, por lo tanto, al máximo la aplicación de la norma jurídica extranjera, convendría
comprender que al ocuparse los holandeses de conflictos internacionales, era
seguramente más difícil de explicar la aplicación por parte del Juez de una ley pro-
piamente extranjera que la aplicación de la ley de otra ciudad o provincia, sancionada
por el mismo soberano, como ocurría en la Francia de los estatutarios del siglo XVIÜ o
la Italia de los Postglosadores.

Para los holandeses, una vez planteado el principio de la territorialidad, no hay razón
alguna para admitir una excepción en la extraterritorialidad de ciertas leyes extranjeras;
es decir formulan una objeción legítima al sistema de D'Argentré; ven que éste incurre
en una contradicción al establecer la territorialidad absoluta y pretender, no obstante,
que los jueces tengan obligación de aceptar y aplicar la ley extranjera. Los holandeses,
pues, suprimen toda excepción al territorialismo.
Batiffol nos dice que realmente lo que preocupaba a uno de los principales
representantes de la escuela holandesa -a Juan Voet-, es la explicación dé la
extraterritorialidad, no su existencia, lo que él no cuestiona. M considerar un conflicto
internacional,, éste se pregunta cuál sería la posición de un Estado independiente al que
se leplantea la cuestión de aplicar las leyes de otros Estados. A esta cuestión él responde
negativamente en virtud del territorialismo: "Un Estado legisla para la colectividad que
éste mismo personifica; son sus propias leyes que se aplican sobre su territorio". Según
el espíritu mismo de D'Argentré. Mas ello no significa que el Estado no pueda juzgar a
propósito de aplicar ocasionalmente ciertas leyes extranjeras; sólo que no serán en
virtud de una obligación hacia el Estado extranjero, será solamente ex comitate, por una

especie de conveniencia recíproca, contando que el Estado extranjero hará lo mismo".


Se ha tratado de interpretar el significado de la expresión cortesía internacional
empleada por la escuela holandesa.

Niboyet dice que: "Esta cortesía tiene por único fundamento el interés bien entendido de
cada Estado. Se aplicarán las leyes extranjeras para obtener también la aplicación de las
propias leyes en el extranjero. Con el fin de obtener una reciprocidad deseable se
procederá cortésmente en la medida en que se considere que necesitamos de los demás.
Batiffol nos dice que: "el término ex Comitate ha sido desgraciadamente traducido "por
cortesía", lo que ha dado a la doctrina así presentada una resonancia generadora de
discusiones ardientes.

Se ve en ello negación de todo derecho internacional privado en el sentido de que la


aplicación de las leyes extranjeras dependerían del buen deseo de cada Estado, y no de
las reglas del derecho.

Esa crítica conlleva a un error. En realidad, los autores holandeses consideraron bajo ese
vocablo los intereses generales de la colectividad, y las consideraciones de humanidad;
Hubert incluso vio en esa idea la posibilidad de convenciones tácitas entre Estados.

Y es así que se forman las reglas legales, tanto las internas como las internacionales. La
significación real de la doctrina holandesa es pues de haber destacado que el Estado
dicta las reglas de conflictos de leyes sin que esté ligado por obligaciones positivas
frente a otros Estados".28

De las observaciones expuestas por Batiffol se desprende que la crítica a la escuela


holandesa basada en la idea de que el vocablo "Cortesía internacional" implica permitir
que los tribunales decidan arbitrariamente si aplican o dejan de aplicarla norma jurídica
extranjera, debe ser vista con reserva.

En conclusión, la escuela holandesa, no se aparta del principio esencial estatutario de la


territorialidad de las leyes, mas consideran que la aplicación extraterritorial de éstas
operan no en razón de una obligación jurídica, sino de la cortesía internacional,
considerando bajo éste vocablo los intereses generales de la colectividad y motivaciones
de humanidad.
26. Batiffol; op. cit. pag. 270.
27. Niboyet; op. cit. pag. 222.
28. Batiffol; op. cit. pag. 271.

Doctrinas Modernas.

Cuando se hace referencia a las doctrinas en materia de conflicto de leyes denominadas


modernas, para diferenciarlas de las antiguas, se piensa en las doctrinas cuyos
representantes se les ubica históricamente en los siglos XIX y XX.

Sin duda, las razones para esta periodización de las referidas doctrinas varían. Cabe
incluir entre las razones el alcance espacial, la naturaleza de los conflictos a resolver por
los doctrinarios, los teóricos de este último período.

En efecto, como bien advierte Niboyet, "En el derecho antiguo, los conflictos eran
esencialmente inter províncíales, prácticamente los autores se encontraban siempre ante
conflictos de costumbre, aun que no hicieran diferencia alguna, entre éstos conflictos y
los conflictos internacionales.

Estos últimos, además, eran raros de hecho, no existiendo para ellos reglas especiales.
Al analizar el sistema doctrina denominado antiguo, el criterio clasificativo que
empleamos fue el de la procedencia nacional del autor; en ese sentido hablamos de una
escuela o doctrina italiana, francesa, holandesa.

Ciertamente, esas tres escuelas citadas se desarrollaron sucesivamente y


respectivamente en los siglos XIV y XVIII. Esta circunstancia no se debe perder de
vista, pues las doctrinas modernas sobre la materia de conflictos de leyes, y más
específicamente, sus diversas tendencias, señan formado simultáneamente. Esa
consideración, y también el hecho de que en el período moderno, más marcadamente
que en el anterior período, autores que de un mismo país han podido formular
concepciones teóricas de modo diametralmente opuesto, nos induce a no agrupar las
doctrinas modernas en base a ese criterio.

Analizaremos las ideas de los representantes más sobresalientes de las doctrinas


modernas siguiendo el criterio de clasificación formulado por Niboyet; a saber, según
haya sido la posición de tal o cual pensador frente al predominio de la aplicación de la
norma jurídica local o de la norma jurídica extranjera. Así analizaremos las opiniones de
los representantes de:
29. Niboyet; op. cit. pag. 226.

lro. La Escuela de la personalidad del Derecho

2do. La Escuela de la territorialidad

3ro. La Escuela intermedia que establece un equilibrio entre la territorialidad y la


extraterritorialidad.

A) Escuela de la Personalidad del Derecho. La Obra de Mancini

A PasqualeStanislaoMancini/1817-1888/jurista y estadista italiano se atribuye el origen


de la Escuela de la personalidad del Derecho.
Se advierte que las ideas de Mancini tienen su fuente de inspiración en las
circunstancias políticas que le tocó vivir. El 22 de Enero de 1851, Mancini pronunció en
la Universidad de Turin un discurso de apertura de curso, en el que se refirió a la
nacionalidad como fundamento del Derecho Internacional. Era la época del despertar de
las nacionalidades. Italia, que todavía no se había constituido como Estado, buscaba su
unidad, lo mismo ocurría con Alemania.

Mancini busca poner como fundamento del derecho internacional la nacionalidad, "la
coexistencia de las nacionalidades según la ley del derecho". En ese sentido, Mancini
plantea que la nacionalidad, al igual que funda la existencia del Estado, funda también
el imperio de sus leyes. El Estado italiano debe estar constituido por la nación italiana;
las leyes que el Estado dicta están concebidas para la nación italiana, en razón de sus
costumbres y de su temperamento; ellas son la expresión de la voluntad general en el
sistema democrático moderno, ellas deben. pues, aplicarse a los italianos en todas partes
y solamente a ellos; la personalidad del derecho se impone al mismo título que el
respeto de la personalidad en derecho interno.

La tesis de Mancini es pues esencialmente extraterritorial en el sentido de que establece


la aplicación extraterritorial de las normas jurídicas que han de seguir a la persona
donde quiera que se traslade "La ley -dice A. Weiss, al referirse a la teoría de la
personalidad de la ley iniciada por Mancini- tiene siempre por objeto la utilidad de la
persona cuando estatuye sobre un interés privado.

No puede regir sino a las personas para quienes ha sido dictada; pero debe regirlas, en
principio, en todos los lugares y en todas las relaciones jurídicas, salvo las excepciones
o atenuaciones que resultan del orden público internacional de la regla Iocus regit
actum, y de la autonomía de la voluntad".30

Ciertamente, Mancini admite que algunas leyes se aplican de manera genera sobre el
territorio tanto a los nacionales como a los extranjeros, esa categoría de leyes es amplia
y heterogénea, las mismas abarcan las leyes de derecho público, derecho penal, pero
además las obligaciones extracontractuales y el derecho de propiedad.

La excepción se justifica precisamente por la noción de orden público que adquiere una
extensión considerable. "Pero la idea de Mancini -nos dice Batifíbl- es bastante
coherente al vincular la excepción al principio: El extranjero está sometido a las leyes
de orden público porque si bien éste no forma parte jurídicamente de la comunidad
nacional, su residencia en el país, sin embargo, lo vincula actualmente a esa comunidad.
Por otra parte, el imperio de la ley nacional no debe hacer abstracción de la libertad en
materia de contratos, se admite, pues, para las obligaciones que nacen de éstos el
principio de la autonomía de la voluntad; en fin, la regla Iocus regit actum, que somete
la forma de los actos a la ley del lugar de su celebración, se conserva en razón de su
utilidad práctica secularmente reconocida".

En conclusión, la tesis formulada por Mancini consiste en la aplicación exclusiva de la


ley nacional a toda persona cualquiera que sea y dondequiera que se encuentre.
Entretanto, esa regla general de aplicación de la ley nacional contempla excepciones
que resultan: lro. del orden público; 2do. de la forma de los actos, que acepta la regla
Iocus regit actum; 3ro. de la libertad de las partes para determinar la ley a la cual ha de
someterse un contrato, que consagra el principio de la autonomía de la voluntad.
Algunos autores, entre los que se incluye Niboyet, consideran que las citadas
excepciones desvirtúan, "por su número e importancia" el principio fundamental sobre
los que reposa la tesis de Mancini.

Mancini contempló el Derecho bajo dos aspectos: el primer aspecto concierne a la


soberanía del Estado y a la protección de los intereses sociales. El segundo aspecto, se
refiere a los intereses privados. Las leyes que sirven a los intereses privados, Mancini
las dividió en dos categorías; necesarias y voluntarias.

Las leyes necesarias, las constituyen aquellos que el individuo no puede modificar;
están por encima de su voluntad. Es el caso de la mayoría de edad, la tutela, que se
enmarcan en la institución relativa al estado y capacidad de las personas.
Las leyes voluntarias, son, en cambio, aquellas que están sujetas a la voluntad de
individuos. Aquí se incluye por ejemplo, las relativas a los contratos.

Las normas incluidas en el primer aspecto, o sea, las referentes a la soberanía del Estado
y a la protección de los intereses sociales, tiene aplicación territorial. La
extraterritorialidad, Mancini la admite sólo cuando hace referencia al Derecho que sirve
a los intereses privados.

Ahora bien, entre los derechos privados necesarios, que el individuo no puede alterar, se
aplica la ley nacional, y en relación a los derechos voluntarios, los particulares pueden
elegir el derecho aplicable.

Al enjuiciarla doctrina de Mancini, se observa con justa razón que a pesar de su origen
"nacionalista11, la misma tendrá por aparente paradoja, a un internacionalismo. En
efecto, al exaltar la noción de nacionalidad, la doctrina proclamaba al mismo tiempo el
deber para cada nacionalidad de respetarlas otras; y la aplicación en derecho
internacional privado de leyes nacionales extranjeras se convirtió, en el signo y el efecto
de esa doble actitud de fidelidad nacional y de respeto de los extranjeros.

El éxito de la doctrina de Mancini se refleja en la doctrina y en la legislación: "En la


doctrina -dice BatifTol- el personalismo conquistó a casi todos los autores de países
latinos de la segunda mitad del siglo XIX".33

En materia legislativa, cabe recordar que la doctrina de Mancini se aplicó en el Código


Civil Italiano de 1865 y más tarde, en 1888 en el Código Español y en la Ley de
introducción al Código Alemán. Las Convenciones de La Haya de 1896, 1902y 1903 se
basaron también en el principio de la nacionalidad. En 1928, el Código Bustamante,
adoptado en la Sexta Conferencia Panamericana, celebrada en La Habana, reproduce
substancialmente las categorías de Mancini / especialmente el artículo 3 relativo a la
noción de orden público./
33. Batifibl; op. cit. pag. 276.

Teoría de Pillet

Antoine Pillet /1857-1926/, tratadista francés, aunque no se presenta como continuador


de Mancini, se reconoce la influencia que éste último autor italiano ejerció sobre sus
ideas.
Las ideas de Pillet parten de la necesidad de considerar los intereses y los deberes
recíprocos de los Estados, es decir, al igual que Mancini, su consideración parte del
derecho internacional público. Sin embargo, su análisis es más riguroso y más general.
Para éste destacado autor, los conflictos de leyes constituyen conflictos de soberanía.

"Se trata de determinar el nivel hasta donde la soberanía del Estado debe inclinarse
respecto a la del Estado extranjero, cuando admite la aplicación de las leyes de éste
último. El derecho internacional público no ofrece reglas precisas a éste planteamiento.
El principio de la soberanía de los Estados ordena únicamente a cada uno de ellos el
respeto máximo de la soberanía de los otros".

Pillet nos recuerda que la soberanía de un Estado se expresa, en cuanto al imperio de su


legislación, mediante dos rasgos característicos que le son inherentes: la permanencia y
la generalidad. Cuando se hace referencia a la permanencia de la ley, se piensa que ésta
se aplica de una manera constante, lo que implícitamente significa que las personas su-
jetos de la misma estarán sometidas a ella en el tiempo y el espacio.

Una ley debe ser aplicada de modo permanente para que la misma no sea distorsionada.
La generalidad, a su vez, significa que la ley debe aplicarse a todos los individuos y a
todas las relaciones enmarcadas en el territorio de un Estado. La ley debe ser aplicada
de manera general para alcanzar su propósito, que no es otro que el de realizar cierto
orden.

Ahora bien, si cada ley conserva esos dos rasgos característicos en derecho
internacional privado, se hace imposible cualquier solución a los conflictos; en el
sentido de que cada Estado pretenderá aplicar todas sus leyes a sus nacionales que se
encuentren en el extranjero, para garantizar su permanencia, y a su vez aplicarlas a los
extranjeros que se encuentran en su territorio, para mantener su generalidad. No habrá,
pues, espacio para la aplicación de las leyes extranjeras.
34. ídem. cit. pag. 279.

En derecho internacional privado se hace necesario que la ley se desprenda de uno de


esos dos rasgos característicos, ya que de mantenerse ambos se traduciría en la negación
misma de la aplicación extraterritorial de las leyes. Es necesario, por lo tanto, sacrificar
uno de ellos, la generalidad o la permanencia. Si se quiere que una norma jurídica rija
de manera constante a un individuo y éste se desplaza al extranjero, es necesario para
que conserve carácter permanente que se le asegure un efecto extraterritorial. Si la ley
se aplica permanentemente en el extranjero, no se concibe la generalidad de la ley local
y entonces debe sacrificarse la generalidad.

De esta manera ciertas leyes se mantendrán permanentes, al aplicarse a los nacionales


que se encuentran en el extranjero, mas no serán ya generales, al no concernir a los
extranjeros en su territorio. Otras, en cambio, se mantendrán generales, al referirse a
todos los presentes, mas ya no serán permanentes, al no abarcar a los nacionales que
abandonan el territorio. Generalidad quiere decir territorialidad y permanencia quiere
decir extraterritorialidad.

La permanencia y la generalidad equivalentes a los términos extraterritorialidad y


territorialidad respectivamente, no pueden coexistir simultáneamente en las relaciones
internacionales. Hay que optar porque la ley sea territorial o porque la ley sea
extraterritorial. En otros términos, la ley en las relaciones internacionales, será pues, o
general o permanente. Por tanto, como señalábamos antes, es necesario sacrificar uno de
esos dos caracteres.

Para determinar el carácter que debe ser sacrificado, Pillet distribuye las leyes en dos
grandes categorías en función de su objeto social.

Las leyes, para cumplir su objeto social en las relaciones internacionales, unas veces
requieren la permanencia y otras la generalidad. Toda ley tiene por objeto, o bien la
protección del individuo, o bien la garantía del orden y de la paz pública. En el primer
caso, el carácter más importante para la realización de su objeto es la permanencia. De
ese modo la ley de un país protege los menores hasta la edad de 21 años declarándolos
incapaz; si bastara que el menor de ese país cruzare la frontera para cometer los actos
juzgados peligrosos, entonces el objeto perseguido no se lograría; la aplicación de la ley
debe ser, pues, permanente. Se sacrificará, pues, su generalidad al someter los
extranjeros a Su ley nacional sobre éste punto.

Cada Estado, en efecto, le interesa gobernar sus nacionales. Inv sámente, la ley sobre
inscripción hipotecaria debe necesariamente ten una aplicación general; si a los
extranjeros no se les somete a ella, el a quínente de un inmueble no estará seguro de
conocer exactamente lt cargos reales que gravan sus bienes; se sacrificará, pues, su
permanei cia. En otras palabras se precisa en cada caso consentir un sacrificio m ñor: si
la generalidad es sacrificada, la ley es extraterritorial, si es permanencia que cede, la ley
es territorial.

Niboyet, a quien se considera como uno de los continuadores ( Pillet, nos ofrece
ejemplos de leyes que deben ser consideradas como permanentes o de carácter general,
a la luz de la noción del objeto social.

"Es indudable -dice Niboyet- que el carácter preponderante (je una ley acerca de los
menores es el de conservar su permanencia, pues si no fuere permanente, no podría
cumplir su fin....Inversamente, otras leyes no necesitan de la permanencia para cumplir
su objeto social en 1 í relaciones internacionales, sino que necesitan, por el contrario, de
la generalidad. Las leyes penales y fiscales pertenecen a éste grupo.

Cuando el legislador las dicta, no tiene en cuenta la nacionalidad

3" de los individuos; lo que le interesa es la objetividad del problema.

En caso de que no se tenga la certeza en cuanto a determinar 1 verdadero objeto de la


ley, Pillet plantea la posibilidad de recurrir a d terminados medios que contribuyen a
despejar la duda.

Un medio o procedimiento sería investigar a quien ha de beneficiar la ley. Si beneficia a


un particular la ley tendrá carácter permanente en cambio, si el beneficio es para la
colectividad, entonces la ley tendí carácter general.

En caso de dificultad para determinar a quien ha de beneficiar d rectamente, se recurre a


otro medio; éste consiste en determinar a que persona puede perjudicar su inaplicación.
Refiriéndonos a éstos dos procedimientos, Niboyet nos ilustra ( e la manera siguiente:
"En el caso de que beneficie a un particular, la le tendrá que ser permanente.

35. Niboyet; op. cit. pags. 245-246-

¿Beneficiará a la colectividad y atenderá a la satisfacción de intereses generales?


entonces la ley deberá ser general, pues de lo contrario desatendería su objeto"...luego el
renombrado autor ejemplariza los casos. " 1ro. Una ley referente al régimen de la
propiedad inmueble debe regir todos los bienes situados en el país, cualesquiera que
sean los propietarios de los mismos, pues su reglamentación es, en efecto, una
manifestación de la organización territorial del país, no pudiendo haber en cada lugar
más que una sola organización territorial, pues lo contrario sería el desorden. Su objeto
conduce, indiscutiblemente, a considerar esta ley como territorial.

2do.- Una ley referente a las condiciones de validez del matrimonio/ edad,
consentimiento/, habiendo sido dictada para proteger a los futuros cónyuges, no
producirá su efecto más que si se aplica, en el tiempo, de una manera permanente. Lo
que interesa a esta ley no es, en modo alguno, regir a todos los individuos en el país
referido, sino, por el contrario, seguir a los nacionales dondequiera que se encuentren,
pues de no ser así les sería muy fácil escapar a sus disposiciones.

3ro.- Leyes acerca de la forma de los actos autorizados por Notario.

Los actos realizados con intervención de Notario deducen toda su fuerza de dicho
funcionario público, reglamentada por un estatuto particular.

Para que un acto de esta naturaleza sea válido, es preciso, por lo tanto que haya sido
redactado, necesariamente, en la forma del lugar de su celebración. Las leyes que rigen
la norma de éstos actos se proponen asegurar a la colectividad garantías en su redacción;
son dictadas en interés de la colectividad, y deben, por lo tanto, ser generales; no están
hechas para atender intereses particulares, para los cuales bastaría con la permanencia.
¿Cómo podrían ser permanentes existiendo en materia de autenticidad una conexión
íntima entre el Notario que interviene en un acto y la legislación que ha de aplicarse?"

En cuanto al segundo procedimiento, Niboyet dice: "Si de la inaplicación de la ley, es


un interés particular el que resulta perjudicado, se estimará que la ley debe ser
permanente. De no aplicar a un menor su propia ley, es inevitable que resultaría
perjudicado".

Si se trata de una ley sobre publicidad de la propiedad, su inaplicación redundaría,


evidentemente, en perjuicio de la seguridad de las transacciones. Esta ley, por lo tanto,
debe ser general".

En ciertos casos puede surgir también duda entre leyes de un mismo carácter. Así, por
ejemplo, en el caso de investigación de la paternidad es ley permanente la del padre y la
del hijo porque están involucrados el interés del hijo y el interés particular del padre.
Cuando surgen duda entre dos leyes permanentes, como el citado caso, es necesario
según Pillet, hacer un nuevo análisis para determinar si el objeto de las leyes sobre la
filiación consiste en proteger o al hijo y dependiente-mente de si se admite uno u otro
criterio, habrá de prevalecer la ley del padre o la ley del hijo.
"El método dice Niboyet refiriéndose a las relaciones entre la permanencia y la
generalidad -consiste en encontrar el rasgo más importante de la ley y en sacrificar el
otro. Pero no hay que creer que el rasgo predominante hace desaparecer el otro, ya que
éste no queda más que neutralizado".

De lo anteriormente se desprende que Pillet no plantea el principio del predominio del


estatuto personal, y quizás aquí se revela una diferencia esencial, por lo menos aparente,
entre su doctrina y la de Mancini.

Entre las críticas dirigidas a esta teoría, cuenta la que señala que al referirse Pillet a las
leyes generales y permanentes, les da una equivalencia con los adjetivos territoriales y
extraterritoriales.

Siendo así, es indebido darles una nueva denominación duplicando innecesariamente la


terminología.

No obstante los defectos que se les detecta a la doctrina de Pillet, se admite que la
riqueza y originalidad de su autor han dado un impulso estimulante al estudio del
derecho internacional privado.

Teoría de Savigny - Federico Savigny /1779-1861/jurisconsulto

alemán y profesor de la Universidad de Berlín, a cuya ciudad emigró su familia que era
de origen francés.
36. Niboyet; op. cit. pags. 247-248.
37. Niboyet; op. cit. pag. 248.

En el tomo VIII de su célebre Tratado de Derecho Romano, publicado en 1849, Savigny


al estudiar el campo de aplicación de las leyes en el tiempo y en el espacio, aborda el
problema de los conflictos de leyes.

Savigny rompe con la clasificación de las leyes en dos categorías -personales y reales-
buscando conectar objetivamente cada institución a la ley conveniente según su
naturaleza, "para él, cuando un juez es llamado a resolver un conflicto de legislaciones
civiles su primer debe consiste en analizar con exactitud la naturaleza del hecho jurídico
que ha dado nacimiento al conflicto. Una vez determinada esta naturaleza debe buscarla
ley que convienen más a la materia, y aplicarla en el juicio, aun cuando proceda de un
legislador extranjero.

Vemos, pues que, según éste autor, la ley que debe regir las relaciones no debe ser la
que convenga al interés de los Estados individualmente, sino la que mejor corresponda a
la naturaleza de la relación jurídica.

Nos dice Savigny en su citada obra "que mientras más numerosas y activas son las
relaciones entre los diferentes pueblos, más debemos convencernos de que es preciso
renunciar a éste principio de exclusión para adoptar el contrario. Por esta causa se tiende
a la reciprocidad en la apreciación de las relaciones del derecho, estableciendo entre
nacionales y extranjeros una igualdad ante la justicia que reclama el interés de los
pueblos y de los individuos. Si ésta igualdad se hubiere realizado completamente no
solo serían accesibles los tribunales en cada Estado de igual manera a los nacionales que
a los extranjeros/ lo cual constituye la igualdad de tratamiento para las personas/ sino
que en los casos de colisión de las leyes, la decisión dictada sobre la relación de derecho
sería siempre la misma, cualquiera que fuese el país en que la sentencia hubiera sido
pronunciada".

"El punto de vista a que nos llevan estas consideraciones es el de una comunidad de
derecho entre los diferentes pueblos; en el transcurso del tiempo este punto de vista ha
sido cada vez más generalmente adoptado bajo la influencia de las ideas cristianas y de
las ventajas reales que a todos reporta".

"El problema que debe resolverse respecto a las dos especies de colisión puede
formularse, por tanto, al siguiente modo: determinar para cada relación jurídica el
dominio del derecho más conforme con la turaleza propia y esencial de esta relación".

38. A. Weiss; op. al. pag 642.

"Comparada con el derecho riguroso, de que antes he habí, esta asimilación puede con
siderarse como un acuerdo amigable entre los Estados soberanos que admiten leyes
originalmente extrañas a fuentes donde sus tribunales deben buscar el fundamento de la
decisión de numerosas relaciones de derecho".

"Sin embargo,, no debe considerarse este acuerdo como efecto una pura benevolencia y
el acto revocable de una voluntad arbitraria sino más bien como un desenvolvimiento
propio del derecho, que sigue en su camino la misma marcha que la regla sobre la
colisión entre los derechos particulares del mismo Estado".

De esa cita se desprende que Savigny parte de la idea de la existencia de una comunidad
de derecho, de una consciencia común entre los diversos pueblos.

Comentando esa idea de Savigny, Batiffol, nos dice que "En la Alemania de la época, el
derecho romano era el derecho común en vigor, y Savigny es inducido a ver todas las
naciones herederas del derecho romano como unidas, en cuanto a la cultura jurídica,
mediante un vínculo que facilitaría la aplicación de leyes extranjeras sobre su territorio
respectivo.

Esa comunidad se encontraba por lo demás cimentada por el cristianismo: cristianismo


y derecho romano son, en cierto sentido, los dos factores de la comunidad de los
pueblos de occidente".

Vemos, además que Savigny al combatir la idea según la cual las leyes extranjeras se
aplican en virtud de la cortesía, como la concebían los holandeses, admite la aplicación
de éstas en virtud de una obligación jurídica, "como resultado del desenvolvimiento del
derecho".

El principio esencial de la teoría de Savigny consiste en el análisis y la localización de


la naturaleza íntima de la relación jurídica.

"Para decidir, dice Savigny en la obra citada, sobre una relación de derecho en el caso
de colisión entre diferentes Estados independientes, debía aplicar el juez el derecho
local a que perteneciere la relación de derecho litigiosa, sin distinguir si éste derecho es
el de su país, o el de un Estado extranjero".
39. Sistema de Derecho Romano Actual. Tomo VI de la edición española, Madrid, 1879, pags 139 a la 143/
Transcripción de la Citada Obra de C. Arellano García, pag. 588.

40. Batiffol, op. cit. pag. 283.

Mas, según el mismo Savigny, hay instituciones en que es imposible la uniformidad y


de ahí que sea necesario -continúa diciendo Savigny- indicar los límites de esa
comunidad jurídica. Debemos hablar de una restricción de este principio; pues hay
varias clases de leyes cuya naturaleza especial no admite esta independencia de la
comunidad de derecho entre diferentes Estados. En presencia de estas leyes debe el juez
aplicar exclusivamente el derecho nacional, aunque nuestro principio exigiera la
aplicación del derecho extranjero. De aquí resultan una serie de excepciones muy
importantes, cuya determinación rigurosa es quizás la parte más difícil del problema que
tenemos que resolver".

Savigny formula una distinción de dos nociones; a saber, lro. el derecho de la persona;
2do. el derecho aplicable a cada relación jurídica en particular.

"El objeto directo e inmediato regulado por las reglas de derecho es la persona" -nos
dice Savigny- "Pero la persona quiere dominar las cosas; y al abordar el espacio
determinado ocupado por esas cosas ella se expone a entrar en el dominio de un derecho
extranjero".

"He ahí evidenciado el estatuto real".

Savigny continúa diciendo: "Ella quiere por medio de obligaciones dominar los actos
ajenos o someter sus propios actos a una voluntad extranjera". Es el estatuto de las
obligaciones.

Las categorías estando así diseñadas, "es necesario determinar para cada relación el
sistema jurídico al que esa relación pertenece según su propia naturaleza.

En lo referente al derecho de la persona se aplica la ley del domicilio, porque -según


Savigny- la experiencia secular del derecho romano muestra que ese es el factor natural
de localización de la persona.

Para las relaciones jurídicas relativas a las cosas, se consultará; la ley de la situación de
la cosa: En efecto, "como su materia cae bajo nuestros sentidos y ocupa un lugar en el
espacio, el lugar en que se encuentran es el mismo tiempo el asiento de la relación de
derecho que originan".

Esta justificación esencial de la vinculación del estatuto real a la ley de la situación es


aplicada por Savigny también a los bienes muebles, es decir no hace distinción
alguna^entre los bienes muebles o inmuebles; ambos se rigen por la ley de la sjtuación.

Para determinar la ley aplicable al régimen de las obligaciones, Savigny recurre a la


distinción entre el elemento extrínseco de los actos, es decir la forma de éstos, que
somete a la ley del lugar donde se verificó o se produjo, y el elemento intrínseco, que
comprende la validez de los actos jurídicos, así como los efectos de la obligación, que
hace regir por la ley de lugar en que debe ser ejecutado, si no existe una voluntad cla-
ramente manifestada en contrario o una necesidad resultante de la nata-raleza misma de
las cosas.

En conclusión Savigny sostiene como ideas fundamentales de su teoría lo siguiente:

lro. La existencia de una comunidad de derecho entre distintos pueblos.

2do. La admisión de la aplicación de la ley extranjera en virtud d una obligación


jurídica.

3ro. La necesidad, en los casos de conflictos de leyes, de determinar para cada relación
jurídica el dominio del derecho más adecuado la naturaleza propia de esta relación. La
ley que debe regir las relacione jurídicas debe ser la que mejor convenga a la naturaleza
de la relació . misma.

4to. Distingue dos nociones, a) el derecho de la persona; b) el derecho aplicable a cada


relación jurídica en particular. En lo conocimiento a derecho de la persona, se aplica la
ley del domicilio.

La ley que rige la relación es la de su sede, para establecer las distintas relaciones se
basa en la naturaleza de las cosas.

5to. Los elementos que, según Savigny, hay que tomar en cuenta para determinarla sede
de una relación jurídica pueden ser: l) el domicilio de la persona interesada en ella; 2) el
lugar donde se encuentra la cosa; 3) el lugar donde nace o va a surtir sus efectos el acto
jurídico; 4) la residencia del Tribunal llamado a conocer dicha relación.
6to. Cada relación de derecho según Savigny -está ubicada en determinado lugar, el cual
se determina mediante la noción de la sumisión voluntaria.
41. Sobre el recurso de la naturaleza de las cosas. Niboyet dice que: "He aquí el punto difícil de su doctrina, pues deja
camino libre a todas las certidumbres y a todas las suposiciones/ VUT Niboyet op. cit. pag. 237.

7mo. Savigny somete a la ley del domicilio de la persona, como ley a la cual se ha
sometido voluntariamente, todo lo que se refiere a su estatuto personal.

8vo. Savigny admite excepciones que motivan la aplicación exclusiva del derecho,
inspirándose en la noción de orden público. Así, por ej. contraer, una vez casado, nuevo
matrimonio en el territorio de un Estado cuya legislación condene semejante unión
como inmoral.

9no. Para determinar los derechos de la persona sobre los bienes, Savigny lo somete a la
ley de la situación de los bienes.

10mo Orno. Para determinar la validez intrínseca y efectos de la obligación, debe


aplicarse la ley del lugar de la ejecución.
11vo. Para la forma de los actos, debe regir la ley del lugar donde se produjo el hecho.

Algunos autores, aun formulando críticas a la teoría de Savigny, sobre todo reprochando
el haberse conformado con una fórmula muy general al predicar la localización de las
relaciones jurídicas conforme a la naturaleza de las cosas, y dejar muchas cuestiones sin
resolver, reconocen el mérito de su obra y el de haber trazado directrices para
investigaciones ulteriores y por ende para la evaluación del derecho internacional
privado.

Doctrinas varias

Los autores contemporáneos de obras sobre derecho internacional privado que han
formulado sus ideas en torno a los problemas que plantea el conflicto de leyes no se han
apartado sensiblemente de las dos grandes doctrinas sobre la materia. A los mismos se
suele enmarcar en las tendencias denominadas nacionalistas e internacionalista.

Ahora bien, se observa que la llamada teoría nacionalista no hace más que afirmar el
principio territorial. Consideran al derecho internacional privado parte de derecho
interno, y éste último tiene la competencia exclusiva de dictar sus normas. Pero muchos
de los autores a los que se inserta en esta tendencia admiten la aplicación de la norma
extranjera, aunque de manera excepcional.

A Niboyet, que fue un defensor de la teoría de Pillet, caracterizada como observamos,


por su espíritu internacionalista, se lo considera como uno de los representantes de la
doctrina nacionalista francesa tradúzcase territorialista- debido a sus más reciente
s.escritos que lo separan de la doctrina de Pillet. comentando el retorno de Niboyet a la
tradición territorialista francesa, Batiffol, nos dice: "Entre las dos guerras, Niboyet,
discípulo inicialmente de Pillet, se torna decididamente en partida rio de la tradición
territorialista.

El se separa de la doctrina del maestro al observar que no se puede admitir la


clasificación de las leyes según su conexión basándose exclusivamente en su objeto, hay
que tener también en cuenta el "procedí miento técnico" utilizando... Su idea conlleve a
destacar que la gran mayoría de las leyes son de aplicación general antes de ser
permanentes y llega, consumando la evolución de la doctrina francesa parte de la; ideas
de Mancini, a retomar la afirmación tradicional del territorialismo .

La transformación de la idea de Niboyet encuentran su expresión en la obra "Traite de


Droit International Prive Francais". En ésta el au oí sostiene que una doctrina sobre los
conflictos de leyes debe ser naciona lista, sintética y dogmática; es decir, cada país debe
tener su propia con cepción del derecho internacional privado, y las soluciones que se
busquen deben ser las que más convengan a ese país; que debe partí se de un principio
básico formulado de antemano, como lo es el de aplicai la ley francesa con la máxima
frecuencia a todos los hechos que hayan nacido bajo su dominio.

Se incluye también en esta tendencia nacionalista a los italianos Anzilotti, y Roberto


Ago. Para este último, el objeto del Derecho Internacional Privado consiste en regular
las relaciones humanas que tienen elementos personales, reales o formales conectados
con diferentes legis^ laciones, y esa regulación pertenece al Derecho Internacional
Privado que es una rama del Derecho interno.

La tendencia intern ación alista se aferra a la idea que afirma la existencia de principios
que limitan la competencia de la ley nacional, y declaran aplicable la ley extranjera. Se
incluye en esta corriente entre otros, a Zitelmann /Alemania/ y a Jitta /Holandés/.
El primero sostiene que existen dos soberanías en las leyes: la soberanía personal, que
se ejerce sobre los respectivos subditos, y la soberanía territorial que se ejerce sobre las
cosas situadas en su territorio.
42. Batiffol; op. cit. pag. 282.

Si una relación jurídica se desarrolla, íntegramente, dentro de un solo sistema de


Derecho, es un solo Estado el que aprecia y hace respetar el derecho creado por ese
sistema de derecho.

Pero, si el Derecho subjetivo tuvo su origen en un sistema distinto de aquel en que se


hace valer, es necesario determinar la influencia que sobre ese derecho pueden o deben
tener los sistemas de los diversos Estados que en el caso pueden intervenir.

La determinación de la influencia de los diversos sistemas que en el caso intervienen


tiene que hacerse por el derecho internacional que es el que gobierna las relaciones
recíprocas de los Estados, señalando los límites de las esferas de acción de los distintos
sistemas de Derecho.

Esta determinación tiene que hacerse por medio de principios generales a los que han de
ajustarse los Estados en su legislación interna para resolver los conflictos que ante sus
respectivos órganos se presenten.

Jitta, a su vez, asevera que "El legislador de cada Estado debe aplicar a toda relación
jurídica, considerada bajo cuantas fases pueda ofrecer ésta en el actual estado de la
humanidad, el derecho que convenga a su naturaleza, es decir al fin que aquella cumpla
en la sociedad universal de los individuos".

En esta tendencia se inserta también el eminente jurista cubano S. de Bustamante.


Se habla también de una tercera corriente, denominada teorías conciliadoras, que
armonizan las leyes privadas internas con el ordenamiento internacional.

El desarrollo del Derecho Internacional Privado, e implícitamente la doctrina, ha sentido


el efecto, de los múltiples acuerdos sobre las materias objeto de su estudio. Ello no debe
interpretarse en el sentido de que hayan desaparecido las tendencias que enfatizan sobre
la primacía del derecho interno o del internacional cuando se plantean problemas que
involucran legislaciones distintas. El interés de los gobiernos por una parte y las
iniciativas privadas, sobre todo en materia de contrato, sub-yacen en el mantenimiento
de las referidas tendencias.

En lo concerniente a las teorías que plantean la búsqueda de solución de los conflictos


de leyes basándose en las reglas absolutas del te-
43. J. Jitta, Método de Derecho Internacional Privado. Madrid, Editorial La España Moderna; op. cit. pag. 204.

44. Para ello, ver; Marcos Monroy Cabra; op. cit. pags. 211-213.

rritorialismo o extraterritorialismo, nos adherimos a la opinión que supedita la


aplicación de la ley nacional o la ley extranjera a la satisfacción, dentro del marco del
respeto a los valores jurídicos de los distintos ordenamientos, de las más elevadas
necesidades humanas en su acepción individual y general, partiendo de una clasificación
por materias. En ese sentido contarán las normas de conflictos sobre materias como: la
forma de los actos, los bienes -muebles e inmuebles,- el estado civil de las personas, la
capacidad de las personas, las obligaciones convencionales; etc.
Así, si se hace una subclasificación de los citados materias, habría, p. ej. normas
conflictuales sobre matrimonio, divorcio, etc.

Si nos remontamos a los postglosadores; a Savigny, pasando por las ideas de


Bustamante, plasmadas en el Código que lleva su nombre, hasta llegar a una sólida
corriente aceptada en América Latina que divide el Derecho Internacional privado en
una parte general y una parte especial, notaremos que la consideración arriba formulada
tiene raíces que se prolongan en el tiempo.

Solución de los Conflictos de Leyes y el Orden Internacional

Como advertimos al referirnos a la caracterización del Derecho Internacional privado,


las exigencias del tráfico internacional provocan que surja una serie de relaciones
jurídicas cuyos elementos están localizados en distintos países y se encuentran, por tal
circunstancia, vinculadas a más de un ordenamiento jurídico, con diversas posibilidades
de regulación y diferentes perspectivas para ser juzgadas.

Esa consideración insinúa que las soluciones a los problemas de esta disciplina jurídica
no puede ignorar el orden internacional. En efecto, en la búsqueda de un fundamento a
las soluciones a los problemas que plantea el derecho internacional privado, se ha
destacado, específicamente por autores de finales del siglo pasado, que los conflictos de
leyes constituyen conflictos entre Estados; o conflictos de soberanía, partiendo del
hecho de que se trata de delimitar el campo de aplicación respectivo de las leyes de los
diferentes Estados; por lo que se admite que es necesario acudir al derecho internacional
público en la demanda de principios de soluciones del problema basándolos en los
intereses respectivos de los Estados.

Entretanto, en materia de conflictos de leyes, los aportes del derecho internacional


público, no logran suplantar la importancia de las leyes internas y la jurisprudencia, y en
ese espíritu los conflictos de leyes se los ve fundamentalmente como problemas que
conciernen estrictamente a las relaciones entre particulares, buscándoseles solución
según razonamientos del derecho civil.

Esta última consideración es válida, mas no conlleva a afirmar que el orden


internacional se desentiende de los conflictos de leyes. El orden internacional reconoce
como una de las competencias fundamentales de los Estados la de legislar. Ahora bien,
cuando el campo de aplicación de la competencia de un Estado invade la de otros
Estados, el orden de la competencia de un Estado invade la de otros Estados, el orden
internacional no puede desinteresarse. Si, por ejemplo la República Dominicana y Haití
pretenden simultáneamente aplicar sus leyes respectivas al estatuto personal de un
dominicano domiciliado en Haití, no se podría decir que el orden internacional se
mantiene indiferente ante una situación que luce como la negación de la noción de
repartición de competencias, que es una de las nociones primeras del orden
internacional.

Una demostración de lo difícil de negar que los conflictos de leyes conciernen al orden
internacional la constatamos en la existencia de diversos tratados, sobre todo, parciales
o regionales sobre la referida materia. Vemos, pues, que aunque la materia regulada se
refiere esencialmente a las relaciones entre particulares, los gobiernos, que son los que
suscriben convenios, consideran útil a sus relaciones mutuas dicha regulación.

Cuando tratamos sobre el tema de las fuentes de derecho internacional privado,


constatamos la coexistencia de dos grandes categorías de normas, a saber, las de orden
interno y las de orden internacional; los tratados internacionales forman parte de estas
últimas, aunque reconocemos que los mismos se han desarrollado lentamente.

Las normas de orden interno a su vez no deben verse como exclusivas y en desacuerdo
con el orden internacional, sino como la expresión de la concepción que puede tener
cada Estado de sus relaciones con otros Estados en lo relativo a las materias del derecho
internacional privado, específicamente, a los conflictos de leyes.

Los intereses del Estado, en nombre del cual la autoridad nacional decide, cuando se
trata de regir una relación privada con elemento extranjero, no supone suplantar los
intereses generales -llámese bien común- de la comunidad internacional.

Los convenios internacionales en materia de conflicto de leyes han insertado en sus


disposiciones criterios que han servido de base para la solución de problemas sobre la
referida materia. Entretanto, como advertimos, el aporte de éstos convenios no suplanta
el rol preponderante de la legislación interna y de la jurisprudencia en la solución de los
conflictos de leyes.

En la búsqueda de explicación a las soluciones para los conflictos de leyes, recordamos


que una relación de derecho privado supone normalmente dos sujetos, un objeto, una
fuente jurídica como lo es un contrato; y que el problema consiste en escoger uno de
esos elementos que determinará la ley aplicable.

La localización de la relación jurídica -interpretada la localización como el vínculo con


un sistema según el objeto, los actos jurídicos o las personas, ha servido de criterio para
determinar la ley que conviene aplicar en caso de conflicto.

Localización de las Relaciones de Derecho Privado Según su Objeto

Conforme a la tendencia favorable a la doctrina de la realidad de las leyes, la mejor


localización de una relación jurídica es la que indica su objeto material, si éste está en
juego.

Se señala que el objeto material de una relación jurídica, mueble o inmueble, es el único
de sus elementos que ocupa naturalmente un lugar en el espacio. La localización de la
relación según su obj eto presenta variadas ventajas y responde a los fines de
localización objetiva invocada por el orden internacional.

La misma favorece los intereses de las partes, de tercero y el interés general. Es


favorable a los intereses de las partes, porque esos intereses se centralizan naturalmente
en el lugar de su objeto.

En efecto, es en el lugar de la situación de un inmueble que normalmente el adquiriente


habitará, explotará, alquilará.
Difícil rechazar la idea según la cual, el orden jurídico de la situación de la cosa es el
más eficaz, puesto que es el que está al alcance inmediato.

Al referirse a que la localización de las relaciones jurídicas según su objeto es favorable


a los intereses de terceros y al interés general, Batiffol nos dice que "...el interés general
que persigue el Estado al dictar la ley civil se encuentra también garantizado, puesto que
el interés de terceros representa el interés de un miembro de la colectividad en la que la
ley protege los intereses en la búsqueda del bien común".

Localización Según el Acto o el Hecho Jurídico

Los razonamientos anteriormente expuestos pierden validez cuando se aplica a


relaciones jurídicas que no se refieren a un objeto material, muebles o inmuebles, por
ejemplo un contrato exclusivamente generador de obligaciones como lo es un préstamo,
o una responsabilidad delictual. No podemos hablar en este caso, en que no existe
objeto material, que se trata de derechos reales, sino de derechos de acreencia.

Las obligaciones que tienen por objeto una prestación del deudor, es decir su actividad,
no se localizan por sí misma como un bien corporal: esta actividad no está
necesariamente ligada a un lugar determinado.

Ciertamente, no es fácil disociar las obligaciones de los actos o de los hechos jurídicos
que los engendran: la localización del contrato o del delito determinará pues la ley
aplicable a las obligaciones que se derivan de éstos.

La regla basada en la localización según el acto o el hecho jurídico también es favorable


a los intereses de las partes y a los intereses generales, y satisface exigencias del orden
internacional.

En efecto, en materia contractual, la regla a las que nos referimos favorece los intereses
de las partes debido a que los contratantes tienen la libertad de localizar su acuerdo
según sus conveniencias. La concepción que ha prevalecido de la localización en
cuestión no está fijada por el lugar de la conclusión del contrato; las partes pueden
especificar la localización efectiva de sus intereses, por ejemplo en el lugar escogido
para la ejecución de una de las obligaciones. Estamos aquí en presencia del llamado
sistema de la ley de autonomía de la voluntad.

La ley de la autonomía tampoco compromete los intereses generales, puesto que el


derecho privado los asegura en principio al asegurar los intereses particulares.
45. Batiffol; op. cit. pag. 317.43.

Entretanto, éstos intereses invocan más que nunca la libertad en los contratos
internacionales en los que la variedad de situaciones, la amplitud de la concurrencia
quieren reglas lo más flexibles posibles.

Cuando afirmamos que la regla referida satisface el orden internacional lo decimos en la


medida en que la misma realiza una localización objetiva de la relación jurídica.
La consideración arriba expuesta, según la cual la regla de la autonomía favorece los
intereses de las partes y los intereses generales, se aplica también a la regla que somete
la obligación delictual a la ley del lugar del delito.

Localización de las Relaciones Concernientes a la Persona

Es opinión reconocida que los llamados derechos reales y los derechos de acreencia
cubren el conjunto de derechos patrimoniales, pero dejan fuera de su dominio los
derechos extrapatrimoniales. Estos últimos conciernen a la persona y definen el estado,
y, salvo discusión, la capacidad. La localización de la persona se puede concebir en un
sentido material y exterior por su domicilio, o en un sentido jurídico y más psicológico,
por la nacionalidad. Entretanto, en uno u otro sistema de lo que se trata siempre es de
constatar que el desplazamiento de la persona, incluso su cambio de domicilio en el
sistema de la ley nacional, tiene meramente un carácter accidental que no basta para
cambiar la ley aplicable: no debe bastar con atravesar materialmente una frontera para
llegar a ser mayor de edad.

Se admite que el factor preponderante en la noción del estatuto personal es la autoridad


de la ley. En efecto, el estado de una persona en su situación legal en una colectividad
no se puede modificarlo con un desplazamiento momentáneo; la persona debe
permanecer sometida a la misma ley: el fenómeno accidental del desplazamiento no
puede sustraer a la ley una relación que cae siempre bajo su imperio puesto que su
objeto no ha cambiado. Cambiará el día, cuando por el cambio de domicilio o de
nacionalidad, el interesado haya dejado de formar parte de la colectividad considerada.
No parece, aunque se enarbola a veces lo contrario, que hacer prevalecer la autoridad de
la ley sea desfavorable a los intereses de los particulares. Se puede, precisamente,
observar que el interés de los individuos interpretado en una acepción amplia favorece
que su estado esté regido poruña ley estable: sería también desafortunado para los in-
teresados que un lazo matrimonial o de filiación no sea reconocido por el hecho de
desplazamiento.

Este sistema ciertamente involucra trastorno al orden internacional, pues al enfatizar


sobre el interés particular del Estado en conservar la homogeneidad y la autoridad de
sus leyes nacionales atenta contra la noción de localización objetiva de la relación.

Hemos visto, al tratar la materia relativa a la nacionalidad, los intereses encontrados


entre los países de inmigración y los de emigración. Una solución general emanada del
orden internacional a estos intereses opuestos no ha logrado imponerse.

Entretanto, el reconocimiento de la existencia de un derecho internacional privado,


definido como conjunto de normas jurídicas llamadas a regular relaciones surgidas en la
sociedad internacional entre personas privadas, y por consiguiente responde al interés de
un orden internacional, plantea la conveniencia para el logro de resultados apreciables
que las reglas para la solución de los problemas que subyacen en las relaciones propias
de esta disciplina, reglas de conflicto o incluso de derecho interno, se adecúen en su
espíritu y en su aplicación a una concepción objetiva del orden internacional, que no
separa el interés particular bien entendido de los intereses generales, el interés de un
Estado del interés de la sociedad internacional.
De la Regla de Conflicto en el Derecho Positivo Dominicano

Antes de tratar de adecuar e interpretar las reglas de conflicto conforme al sistema


codificado dominicano, cabe precisar la estructura peculiar de estas reglas.

Hemos estado enfatizando la idea sobre la estructura que tiene la regla o norma de
conflicto, que permite la aplicación de normas extranjeras. Esta estructura se caracteriza
resumidamente así:

Primero: La regla de conflicto, es una norma de carácter bilateral en el sentido de que la


regla de conflicto del tribunal juzgador -lex fon, o del foro-al ventilar una situación
jurídica internacional puede designar como ley aplicable la ley del foro o la ley
extranjera. De lo mismo se desprende que la regla de conflicto del juez no
necesariamente lo induce a la aplicación de la ley del foro, sino que puede designar la
ley extranjera.

Segundo: La regla de conflicto es materia de consulta del juez del foro. Recordemos que
el juez debe siempre considerar la regla de conflicto de su propio sistema nacional de
solución de conflicto.

Tercero: La regla de conflicto es formal; se limita con designar la norma jurídica


competente o aplicable.

Cuarto: La regla de conflicto en un sistema de derecho internacional privado codificado,


permite la opción de aplicar la ley nacional o la ley extranjera. Como veremos, las
normas de policía, de interés social y las de orden público no ofrece la referida
posibilidad opcional.

Las reglas o normas de conflicto en el Derecho Internacional Privado codificado,


además de ser escasas, en casi todos los sistemas, se encuentran dispersas. En unos
países más que en otros, la jurisprudencia ha juzgado un rol importante, y se apoya en
disposiciones del Código Civil.

Artículo 3 del Código Civil

El artículo 3 del código civil de la República Dominicana, que contiene reglas de


conflicto sobre determinadas materias, nos dice textualmente así:

"Art. 3- Las leyes de policía y de seguridad obligan a todos los habitantes del territorio".
"Los bienes inmuebles, aunque sean poseídos por extranjeros, están regidos por la ley
dominicana".

"Las leyes que se refieren al estado y capacidad de las personas, obligan a todos los
dominicanos, aunque residan en país extranjero".

Como vemos, el párrafo 3 se refiere al estatuto personal, el párrafo 2 al estatuto real, el


párrafo lro., en cambio parece definirlas leyes de orden público, y las obligaciones que
resultan de delitos.
Del Estatuto Personal

En materia de estatuto personal -estado y capacidad- del artículo 3ro. párrafo 3ro., ya
transcrito, aparece como regla de conflicto. La misma tiene efecto extraterritorial,
extraterritorialidad que se deriva al establecer el citado párrafo del artículo 3 del Código
Civil que, el derecho dominicano en materia de estado y capacidad sigue al dominicano
más allá de sus fronteras nacionales.

De éste texto se deduce que el estatuto personal se rige por la ley nacional. Aunque el
mismo enuncia la regla solamente para los dominicanos, se debe interpretar como
implicando un principio general que tiene aplicación a un caso particular.

Es una disposición que contempla soluciones nacionales sin ventilar situaciones


extraterritoriales con efectos extraterritoriales. De allí su carácter bilateralizable. Es
decir, enfoca y regula a los nacionales sin resolver los casos similares de los extranjeros.
Tal es el caso en Francia, en donde el estado y la capacidad de los franceses se rigen por
la ley francesa. En cambio, el estado y la capacidad de los extranjeros en Francia se rige
por su ley nacional /personal/.

Así lo han decidido los tribunales del país.

La regla deducida del párrafo 3 del artículo 3 del Código Civil es de carácter formal; se
limita a la designación del derecho objetivo, ya sea del foro o extranjero, a regir el
estado y la capacidad del nacional o extranjero, sin que por consiguiente resuelva el
fondo de la situación jurídica con elemento extranjero que se presenta.

El juez dominicano está obligado a consultar el artículo 3 del Código Civil, cada vez
que surja un caso ante él concerniente al estado y capacidad en el que está envuelto el
elemento extranjero.

El texto referido permite al juez dominicano aplicar tanto el derecho interno /


dominicano / como el derecho extranjero, dependiendo del sentido que le confiere o
determine la regla de conflicto consultada.

Entretanto, como advertimos más arriba, la regla que se deduce del texto, y así lo ha
reconocido la jurisprudencia, es que el estatuto personal está regido por la ley nacional.
El estado de las personas abarca las reglas que se refieren a su identificación individual
/nombre, estado civil /y a sus relaciones de familia / matrimonio y filiación / haciendo
abstracción del régimen de los bienes, es decir el régimen matrimonial y de las
sucesiones.

Cabe no ignorar que las tendencias personalistas agregan estas dos últimas materias al
estatuto personal.

La capacidad de las personas engloban a su vez lasreglas relativas a las incapacidades


generales./ menores de edad, alienados / y a la protección de los incapaces / tutela, etc.
Llamamos también la atención, a propósito de la doctrina personalista, que ésta última
incluye en el estatuto personal materias tales como el régimen de los muebles, los vicios
de consentimiento; protección que no ha sido acogida por la jurisprudencia.
Del Estatuto Real y la Ley de la Situación de los Bienes

Del párrafo 2 del citado artículo 3 del Código Civil se desprende que a la ley
dominicana solamente están sometidos los inmuebles situados en la República
Dominicana. Entretanto, la jurisprudencia ha dado una interpretación a esta solución
semejante a la dada al párrafo 3, en el sentido de considerarla como la expresión
particular de un principio general. De ello se desprende que los inmuebles extranjeros
están sometidos a la ley de su situación = Lex Rei Sitae.

Sobre ésta regla existe un consentimiento amplio.

Esta ley excluye cualquier otra ley que pretenda regir dichos bienes.

El carácter bilateral de ésta regla se expresa precisamente en el reconocimiento de que


los bienes situados en el extranjero se rigen por la ley del lugar donde están ubicados.-
Como advertimos antes, algunas legislaciones hacen diferencia del alcance de ésta regla
conforme a la naturaleza de los bienes. En cambio, otros sistemas legislativos, como es
el caso de Francia y la República Dominicana, no establece distinción para la aplicación
de la regla Rei Sitae, ya sean bienes muebles o inmuebles. En cuanto a los muebles
situados en el extranjero, la situación planteada por la jurisprudencia y la doctrina
francesa conduce a la misma conclusión de la competencia de la ley de la situación.
El Código Bustamante, en su artículo 105 dice que: "Los bienes, sea cual fuere su clase,
están sometido a la ley de la situación".

Aunque ciertamente, la extensión de la regla rei sitae a los muebles no ha tenido


históricamente la aceptación unánime.

Por otra parte, la conexión del régimen de los bienes a la ley de su situación no supera
algunas dificultades relacionadas con la determinación de esa situación.

Así, por ejemplo a los muebles que no solamente son más móviles, sino que, además, su
finalidad es precisamente la de desplazarse: buques aeronaves; no se podría aplicar pura
y simplemente la ley de su situación. En éstos casos citados, la ley de la situación se
considera la ley del pabellón.
46. Para ello, verH. Batiffol; op. cit. pag. 328.

Otra dificultad con la aplicación de la ley reí sitae concierne los bienes incorporales,
tales como la propiedad literaria y artística, las marcas, las patentes de invención, las
que, en razón de su naturaleza inmaterial no ocupan un lugar en el espacio, y por ende
no tienen una situación material. En estos casos la conexión debe ser apropiada a la na-
turaleza misma de cada uno de ellos; así las patentes de invención están naturalmente
sometidas a la ley del país cuya administración las ha concedido. Otros casos suelen ser
más complejos; lo que quizá explica que hayan sido materia por excelencia de
convenciones internacionales.

"La propiedad industrial, la intelectual y los demás derechos análogos de naturaleza


económica -dice el art. 108 de la Convención de Derecho Internacional Privado de
1928- que autorizan el ejercicio de ciertas actividades acordadas por la ley, se
consideran situados donde se hayan registrado oficialmente".
El artículo 107 de la misma convención dice: "La situación de los créditos se determina
por el lugar en que deben hacerse efectivos, y, si no estuviere precisado, por el
domicilio del deudor".

El principio más arraigado es que, salvo eventual excepción, la acreencia está sometida
a la ley de su fuente, contrato o delito.

El derecho positivo nuestro, que sigue el modelo francés, somete solamente a la ley de
la situación los modos de adquisición de los derechos reales que les son propios, tales
como p. ej. la ocupación, la posesión, por oposición a los modos comunes a los
derechos reales y a los derechos de acreencia, tales como los contratos o las sucesiones.
La capacidad sigue siendo regida por la ley personal, incluso cuando se trata de un
inmueble; la forma de los actos por la ley en que se otorgue y el fondo de los contratos
por la ley de la autonomía. El régimen matrimonial escapa al estatuto real, incluso para
los inmuebles.

En la búsqueda de un fundamento a la ex rei sitae, se señala que el territorio siendo


parte integrante del Estado no puede desinteresarse de su destino, y debe por lo tanto
regirlo íntegramente conforme a su ley. Esta tendencia territorialista, como hemos visto,
no es reciente.

Sin embargo, y muchos autores contemporáneos así opinan, parece preferible atenerse a
la consideración de que una relación jurídica se localiza naturalmente sólo por su obj eto
cuando éste es un bien corporal.

En conclusión, se puede considerar que toda materia concerniente a un bien corporal


cabe legitimarse en la noción de estatuto real, a menos que una razón determinada no la
someta a la ley personal o a la de un acto o de un hecho jurídico.

Los Actos y Hechos Jurídicos y la Ley Local, o Ley de Autonomía en Materia


Contractual

Los actos y hechos jurídicos encuentran tres soluciones en derecho positivo, a saber:

1.- Los hechos jurídicos /p. ej. delito, enriquecimiento sin causa/ se rigen por la ley del
lugar donde éstos se producen / ley local /. En efecto si se trata de un delito o de un acto
ilícito cualquiera, por la ley del lugar de la comisión del delito o, del acto ilícito. Si un
dominicano es perseguido en el lugar de su domicilio en la República Dominicana por
un accidente que él causó en Haití, las consecuencias de ese accidente serán en principio
apreciadas según la ley haitiana.

2.- Los actos jurídicos son regidos en cuanto a su forma por la ley del lugar en donde se
ejecutan / locus regit actum / Al analizar esta regla veremos que la misma se aplica tanto
a los actos unilaterales, como los testamentos, como a los actos bilaterales, como los
contratos, así como a los actos extra-patrimoniales, como el matrimonio, y a los actos
patrimoniales, como la venta o la donación.

La cuestión de su carácter facultativo, dado su fundamento racional lo veremos también


más detenidamente.
3ro.- Los actos jurídicos se rigen en cuanto al fondo por la ley personal o real
competente, dependiendo de si la materia es extrapatrimonial o real; en ese sentido una
declaración de emancipación debe satisfacer en cuanto al fondo a la persona del menor;
en cambio, un acto relativo a un inmueble debe respetar la ley de la situación del bien en
cuanto a la transferencia de propiedad. Entretanto, los contratos, como tales, se rigen
por la ley expresa o presumible designada por las partes: es la llamada ley de
autonomía.
47. La jurisprudencia francesa ha reconocido que "la ley aplicable a los contratos, tanto en lo concerniente a su
formación, como a sus efectos y condiciones es la que tas partes han adoptado;...que esa voluntad no sólo puede ser
expresada, sino que se puede inducir de los contratos".
Ver: Batiffol; op. cit pag. 332.

Más luego veremos que, cuando la voluntad no se manifiesta, puede recurrirse y así lo
ha admitido la jurisprudencia a la ley de celebración del contrato, o a la de donde se
ejecuta o produce sus efectos.

Los contratos, ya advertimos, constituyen una de las fuentes de las obligaciones. Así lo
admiten gran parte de los autores y de las legislaciones. La ley del contrato rige, en
principio para el conjunto del régimen de las obligaciones nacidas del contrato, aun
cuando los derechos reales nacidos del contrato están sometidos a la ley de la situación
del bien que éstos tienen por objeto.

Regímenes Matrimoniales y Sucesiones

Existe una diversidad de regímenes matrimoniales. Algunas legislaciones admiten para


la determinación del régimen de bienes, la absoluta libertad de contratación de los
cónyuges para establecer dicho régimen. Dentro de este sistema convencional, es la
propia ley la que establece un régimen supletorio a la falta o en defecto de
capitulaciones matrimoniales, el mismo puede ser separación de comunidad universal
de bienes, de comunidad de bienes muebles o sociedad de gananciales.

En cambio otras legislaciones establecen expresamente el régimen de bienes y no


permiten que los esposos puedan celebrar capitulaciones matrimoniales.

Cuentan también las legislaciones que permiten la celebración de capitulaciones, pero


escogiendo exclusivamente dentro de uno de los regímenes señalados por la ley, que
puede ser, entre otras, el de separación o comunidad de bienes.

Desde el siglo XVI, la jurisprudencia francesa considera el régimen matrimonial como


el efecto de un contrato y lo somete por consiguiente a la ley de autonomía.

Esta concepción ha sido objeto de crítica por autores franceses mismos, sobre todo
cuando no ha habido un contrato de matrimonio.

Entretanto, algunos de éstos autores sí justifican la inclusión del régimen matrimonial


legal en el estatuto de los actos y hechos jurídicos.

En lo concerniente a las sucesiones, no existe un principio unívoco en cuanto a la regla


que deba aplicarse para la regulación de esta materia. Así, p. ej. en virtud de la división
basada en el carácter mobiliario o inmobiliario de los bienes, se aplica tradicionalmente
la ley de la situación para los segundos y la ley personal para los primeros.
Una posición que merece detenimiento es la que somete las sucesiones, aunque
parcialmente, al estatuto de los hechos jurídicos "en la medida en que las mismas están
sometidas en materia inmobiliaria a la ley del domicilio del difunto; lo que expresa que
la sucesión es el conjunto de consecuencias del hecho jurídico del fallecimiento".

Relaciones de los Sistemas de Solución a los Conflictos de Leyes

Hemos admitido que existen distintos sistemas de solución al conflicto de leyes propios
de cada país. Ciertamente, se constata que las directrices generales en las que se inspiran
éstos sistemas son fundamentalmente las mismas. Entretanto, las fórmulas varían de un
sistema a otro. El derecho internacional privado, tal como lo definimos, está llamado a
regular relaciones que trasciendan los límites de la legislación nacional, es decir
relaciones internacionales, lo que implica precisamente que los sistemas jurídicos de
países distintos entran en relación. De allí que sea necesario plantear la cuestión de las
relaciones entre los sistemas jurídicos de solución de los conflictos.

Todos los sistemas contemporáneos hacen referencia a categorías fundamentales


concernientes a las personas, los bienes, los actos y el procedimiento. Las divergencias
surgen bajo dos aspectos; a saber.

lro. Los puntos de conexión varían de un país a otro; así, por ejemplo, el estatuto
personal se lo conecta en los países anglosajones al domicilio y no a la nacionalidad.

2do. El contenido de las categorías, es decir, la calificación, también varía sobre puntos
a menudo importantes; así, las sucesiones en algunos países están clasificadas en el
estatuto personal -en Alemania, Italia, España- en otros en el estatuto real, por lo menos
parcialmente -Francia-, la prescripción extintiva es calificada como regla de procedi-
miento en Inglaterra y Estados Unidos, en cambio, en Italia y Alemania, como regla de
fondo.

Las citadas dos grandes divergencias les ocasionan a los jueces nacionales dos
problemas distintos, los que serán objeto de estudio en los dos capítulos siguientes de
esta obra.

Nos referimos al reenvío y a la calificación.


48. Batiffol; op. cit. pag. 336.
CAPITULO IX
EL REENVIÓ
El Reenvío en Derecho Internacional Privado. Formas de Reenvío. El Caso Forgo.
Oposición doctrinal al reenvío. Desarrollo del reenvío en la jurisprudencia y la
legislación. Oposición del reenvío en la legislación. El reenvío en materia de
competencia Judicial. Limitación del reenvío a determinadas materias. Justificación del
reenvío en la doctrina.

El Reenvío en Derecho Internacional Privado

Al referirnos a los diversos tipos de conflictos, advertimos que éstos pueden también
clasificarse en positivos y negativos. En efecto, partimos de la idea que en conflicto de
leyes las normas jurídicas de más de un Estado pretenden regir una relación jurídica
concreta; es preciso elegir una de esas normas. Si cada uno de los respectivos Estados
considera que la competencia le corresponde, es decir si su propia ley interna es
competente, estaríamos en presencia de un conflicto positivo. Así, por ejemplo, el
estatuto personal de un dominicano domiciliado en Inglaterra está regido, en virtud de la
regla de conflicto dominicano -artículo 3 del Código Civil- por la ley dominicana, ley
de la nacionalidad; en cambio, y en virtud de la regla de conflicto inglesa, estaría regido
su estatuto personal por la ley inglesa, ley de su domicilio.

En el caso de conflicto negativo, la norma de conflicto de un Estado considera aplicable


o competente la norma jurídica de otro Estado, la que a su vez juzga aplicable la de ese
primer Estado. Así, por ejemplo, el estatuto personal de un inglés domiciliado en
Francia está regido, en virtud de la regla de conflicto francesa, por la ley inglesa, ley de
su nacionalidad, y en virtud de la regla de conflicto inglesa, por la ley francesa, ley de
su domicilio.

El problema del reenvío o remisión se suscita precisamente en el caso de conflicto


negativo.

En referencia al problema de reenvío. Niboyet nos dice: "Cuando, conforme a las reglas
de conflictos de leyes de un país, la ley de otro país es competente ¿habrá que aplicar las
disposiciones de puro derecho interno de este último país, o se aplicarán sus reglas de
Derecho Internacional Privado? Si se aplican las disposiciones de derecho interno, se
dice que no hay reenvío -remisión-. Por el contrario, si se recurre a la aplicación de
conflictos de leyes formuladas por la legislación del país cuya ley es competente, se está
planteando el reenvío; es decir, la solución del asunto se remite a la ley que las
disposiciones de conflictos de leyes de dicho país declaran competente".

Así pues; para que surja el reenvío se precisa que inicialmente haya un conflicto
negativo, es decir, que las reglas de conflicto de dos o más Estados consideren aplicable
una norma jurídica distinta a la de ellos: la ley francesa remite a la ley inglesa y la ley
inglesa remite a su vez a la ley extranjera. Luego se precisa también una invocación de
la norma de conflicto del Estado cuya norma jurídica se considera competente, ya que si
se aplica la ley material, de fondo, no se produce la remisión.

Entretanto, como veremos más adelante, cuando se toma en cuenta las normas de
conflicto de la legislación extranjera, puede ocurrir que de acuerdo a esas normas de
conflicto resulte competente la legislación del propio tribunal que conoce el caso o la de
un tercer Estado. Esta circunstancia nos lleva a diferenciar las formas de reenvío.

Formas de Reenvío. El reenvío puede ser de primer grado o reenvío simple, y de


segundo grado o reenvío ulterior.

Hay reenvío de primer grado cuando la regla de conflicto del tribunal juzgador
considera competente la regla de conflicto extranjero, y esta a su vez señala como
competente la regla del propio tribunal juzgador.

Un ejemplo de reenvío simple sería el siguiente: para juzgar la capacidad de un inglés


domiciliado en Francia, el juez aplica la ley francesa que ordena, por analogía del
artículo 3ro. del Código Civil, aplicarla ley de la nacionalidad, pero la ley inglesa que
rige la capacidad por la ley de domicilio, reenvía a la legislación francesa; el juez
francés, al aceptar el reenvío, aplica el derecho interno de su país.
1. Niboyet; op. cit. pags. 317-318.

En el reenvío de segundo grado, la norma de conflicto del segundo país remite no a la


ley del juez que conoce del asunto, sino a la ley de un tercer país.

Niboyet nos ilustra el reenvío de segundo grado con un ejemplo en el que se plantea la
capacidad matrimonial de un inglés. "El asunto -señala Niboyet- se entabla en Francia,
país cuyo Derecho Internacional declara competente a la ley nacional del contrayente.
pero esta ley, la ley inglesa, remite a la ley americana, por estar en los Estados Unidos el
domicilio del interesado. Si el juez francés acepta esta remisión de la ley inglesa a la ley
de un tercer país (la ley americana), tendremos la remisión de segundo grado".

El Caso Forgo

La admisión del reenvío en la jurisprudencia se inicia, así lo admiten la mayoría de los


autores que tratan el tema, con el caso Forgo; en efecto, a partir de la sentencia dictada
sobre el mismo, el reenvío adquirió notoriedad.

Javier Forgo era un hijo natural, de nacionalidad bávara que a la edad de cinco años fue
llevado por su madre a Francia. Toda su vida vivió en Pau, donde murió a los sesenta y
ocho años, sin adquirir domicilio, dejando una herencia de bienes muebles, y no dejó al
morir mujer ni descendientes. Su herencia fue reclamada por el Estado francés y por
unos parientes colaterales de la línea materna.

El Estado francés se apoyaba en el artículo 768 del Código Civil, según el cual, en
ausencia de descendientes y de cónyuge supérstites, la sucesión de los hijos ilegítimos
corresponde al Estado.

Ante el Tribunal de Pau, los herederos naturales colaterales intentaron la acción de


petición de herencia, invocando la norma de derecho internacional privado francés, que
somete la herencia de bienes muebles a la ley del domicilio, que debía ser la ley bávara,
por haber conservado en Baviera el causante su domicilio de origen.
La demanda fue desestimada. Los parientes apelaron entonces al Tribunal deBurdeosy
obtuvieron fallo favorable bajóla argumentación, inicial, o sea solicitando la aplicación
de la norma de conflicto francés, finalmente, la sentencia del Tribunal de Burdeos fue
recurrida por el Físco francés ante la Corte de Casación y ésta resolvió el caso en favor
del Estado francés aplicando la teoría del reenvío.
2. Niboyet; op. cit., pags. 320.

En efecto, según la norma de conflicto bávara, a la cual 1.a norma de conflicto francesa
consultó, las sucesiones mobiliarias se regían por la ley del domicilio efectivo del autor
de la herencia. El domicilio efectivo estaba en Francia.

La norma de conflicto francesa remitía a la ley del domicilio que Forgo había
conservado, pero la norma que había que consultar en la legislación bávara no era de
derecho material o sustantiva, la cual reconocía el derecho a los colaterales del causante,
sino, y así fue, la norma de conflicto, que como apuntamos, enviaba la regulación de la
herencia mobiliaria a la ley del domicilio de hecho o efectivo.

Se trató en este caso de un reenvío de primer grado admitido por el Tribunal francés que
condujo, como vimos, a la aplicación de su propia ley.

Oposición Doctrinal al Reenvío

Son numerosos los autores que se oponen al sistema de reenvío.

Los argumentos para oponerse son variados. Cabe destacar los siguientes:

a) La regla de conflicto a aplicar es la del tribunal juzgador -lex fon-, no la regla


extranjera. Cada país adopta sus propias reglas de conflicto; es así como el legislador
entiende resolver por sí los conflictos de leyes. Autores como Bartin, al sostener esta
argumentación, y refiriéndose al caso Forgo, dicen que cuando la regla francesa de
conflicto ha designado la ley bávara como competente, no puede tratarse de la ley
bávara de conflicto puesto que el conflicto fue ya resuelto; se trata necesariamente de la
ley bávara material, la que determina los herederos.

Esta argumentación ha sido presentada por algunos autores, como Despagnety Pillet,
bajo la forma de lanoción de soberanía: El Estado renunciaría a su soberanía si
permitiera que la regla extranjera de conflicto sea la encargada de determinar el campo
de aplicación de su propia ley de este primero. En otros términos, para estos autores, el
legislador, al señalar una determinada ley como apropiada o competente para regir
determinadas relaciones, ha querido que sean las disposiciones de derecho interno de
dicha ley las aplicables; sin que pueda admitirse que esa legislación, mediante su norma
conflictual, refiera el caso a otro ordenamiento jurídico.

En la obra citada de Niboyet se amplía esta idea al referirse a que "La admisión de la
remisión es contraria al fundamento mismo de la soberanía y al principio de la
independencia de los Estados".
b) El reenvío conduce a un círculo vicioso o sucesivos reenvíos de modo indefinido.

Si se acepta el sistema de reenvío en virtud del cual la legislación extranjera forma un


todo indivisible, tomando en cuenta que en ella existen tanto normas conflictuales como
normas materiales, se cae en un círculo vicioso.

En efecto, si la ley extranjera a la que se remite es un todo indivisible, también lo es la


ley a la que se hace el reenvío y se aplicarían las normas conflictuales de este último la
que a su vez reenvía a ia ley extranjera, y así sucesivamente.

"Aún admitiendo la tesis del asunto Forgo -nos dice Niboyet- las disposiciones del
Derecho bávaro son indivisibles.

En efecto, la ley bávara remite a la ley francesa. Pero ésta, a su vez, es igualmente
indivisible, de modo que es preciso aplicarla tanto en sus reglas de Derecho
Internacional como en las otras.

Henos, pues, remitido de nuevo al Derecho bávaro. Así sucesivamente, mutuo envío
que con el nombre de raqueta internacional ha sido presentado por los adversarios de la
remisión como objeción contra ésta".4

Algunos autores consideran que el asunto se agrava en los casos de reenvío de segundo
grado, pues no se ve bajo qué pretexto sería posible escoger entre las dos leyes
extranjeras que "se reenvían la pelota". Los que plantean esta objeción al reenvío,
reconocen, en cambio, que la tendencia de los jueces en el caso de reenvío de primer
grado para salir del círculo vicioso es aplicar su propia ley material, lo que ha sido
explicable por la doctrina clásica.
3. Ver Niboyet; op. cit. pag. 338.
4. Niboyet; op. cit. pag. 327.

Desarrollo del reenvío en la jurisprudencia y la legislación

Ciertamente, la oposición al reenvío es notable en la doctrina; en cambio, no menos


acentuada es su acepción en la jurisprudencia y en la legislación de muchos Estados.
En efecto, como lo vimos, la jurisprudencia francesa admitió el reenvío a partir del
famoso caso Forgo. Ha mantenido Francia esta postura en diversos casos, tanto en
materia de sucesión como de divorcio y de filiación.

Los tribunales ingleses también ha acogido el reenvío a partir del siglo XEX. En
Alemania se ha admitido en varias ocasiones el reenvío en sus dos formas en materia de
estatuto personal, familia y sucesiones. El reenvío ha sido igualmente aceptado en la
jurisprudencia de Suiza, Lu-xemburgo y los Países Bajos, en Portugal y Venezuela.

La jurisprudencia belga la admitió en el caso del matrimonio Big-wood, con domicilio


en Bélgica pero la nacionalidad inglesa. La esposa solicitó el divorcio basada en las
causales de servicia e injuria graves, reconocidas por el Código Civil belga. Su esposo
invocó la aplicación del Derecho inglés el cual, por las referidas causales solamente
permite una separación. El Tribunal resolvió aplicar el Derecho material belga por la
remisión que el Derecho inglés hace a la ley del domicilio.
La legislación húngara acogió el reenvío en sus dos formas en materia de validez de
matrimonio. En Alemania, el código civil en su art. 27 aceptó el reenvío en materia de
estatuto personal, de familia y sucesiones. Las leyes japonesas, china, de Israel, de
Polonia han también admitido la remisión.

La convención de La Haya de 1902, en su art. lro. dice: El derecho de contraer


matrimonio se rige por la ley nacional de cada uno de los contrayentes, a no ser que una
disposición de dicha ley se refiera expresamente a otra ley distinta".

El Código Bustamante, en su art. 7 dice: Cada Estado contratante aplicará a los


nacionales de los demás las leyes de orden público interno de su domicilio o de su
nacionalidad, según el sistema adoptado por el Estado a que pertenezca.
5. Para ello, ver Batiffol; op. cil. pag. 354.

Se admite también el reenvío en las Conferencias de La Haya de 1919 y 1912, sobre


unificación del Derecho de los efectos de comercio, y en el Convenio de Ginebra de
1930, llamado a regular ciertos conflictos de leyes en materia de letra de cambio, y en la
Convención de La Haya de 1955 en caso de conflicto entre la ley nacional y la ley de
domicilio.

Oposición al reenvío en la legislación.

El Código Civil italiano en su artículo 30 dice: "Cuando en los términos de los artículos
precedentes se deba aplicar la ley extranjera, se aplicarán las disposiciones de tal ley, sin
tener en cuenta el reenvío que haga la otra ley". Con ello la ley italiana rechaza el
sistema del reenvío, y admite solamente la aplicación de la norma material extranjera.
En ese mismo espíritu se expresa el Código brasileño de 1942 en su artículo 16, cuando
dice: cuando en virtud de los artículos precedentes deba aplicarse una ley extranjera, las
disposiciones de esta deben encontrar aplicación sin que se tenga en consideración un
reenvío hecho por esta ley a otra".

Un rechazo al reenvío está contemplado también en el art. 3 del Código Civil griego:
"Las normas de Derecho Internacional Privado del Estado extranjero no estarán
incluidas en la ley extranjera aplicable".

El reclamo únicamente a la aplicación de la norma material extranjera lo observamos en


las leyes siguientes:

El art. 12 del decreto del 31 de mayo de 1974 mediante el cual se aprueba el nuevo
título preliminar del Código Civil español señala en su párrafo 2do. que: "La remisión
hecha al derecho extranjero se entenderá hecha a su ley material, sin tener en cuenta el
reenvío que sus normas de conflicto puedan hacer a otra ley que no sea la española".
El Restatement norteamericano, en su art. 7mo. Establece que:

Cuando la ley del juez prevé la aplicación de la ley de otro Estado a una determinada
relación, la ley extranjera aplicable es la que concierne al caso concreto previsto y no a
la regla de conflicto de leyes del Estado extranjero, pues el único derecho internacional
privado a que se puede recurrir para juzgar el caso es el de lex fon".
No obstante el Restatement en su art. 8 admite dos excepciones a esa regla general antes
citada; a saber; 1 ro. cuando se trata de un derecho real de propiedad inmobiliaria, se
aplica la ley del lugar de la situación, comprendidas las reglas de conflicto". 2do.
cuando se trata de la validez de un divorcio, se aplica la ley del domicilio de las partes,
comprendidas las reglas de conflicto de este Estado".

Leyes de otros países, como lo es el caso de varios países musulmanes, también


rechazan el reenvío".

El reenvío en materia de competencia judicial.

El tema del reenvío se analiza generalmente a la luz de la competencia legislativa. Así


lo observamos en los textos consagrados a la materia. Entretanto, la jurisprudencia nos
proporciona ejemplos cuando la remisión trasciende los límites de la competencia
legislativa y penetra en el ámbito de la competencia judicial.

La citada obra deNiboyet constata esa consideración. "Serrata de determinar si los


tribunales franceses eran competentes para estatuir con ocasión de un transporte desde
España a Francia. Este estaba sometido a la ley española, y los Tribunales españoles
parecían ser los competentes según la ley francesa. Pero el art. 20 de la Real Orden
española de 1887 declara competente el Tribunal del lugar de destino; y como éste
estaba en Francia, los Tribunales franceses se declararon competentes, aceptando la
remisión de competencia que se les hacía.

"El Tribunal de Montpellier alegó rotundamente que "El Tribunal era legalmente
competente conforme a lo dispuesto en la legislación española pues según el art. 20 de
la Real Orden de lro. de febrero de 1887, el Tribunal competente en materia de
transporte es el del Centro Social de la Compañía, el del lugar de la expedición o el del
lugar de destino, a elección del expedidor".

El no haber habido apelación, significa, pues que la remisión ha sido aceptada".

Limitación del Reenvío a Determinadas Materias

Se puede observar que las leyes de algunos países han admitido el reenvío especificando
la referencia a determinada materia.
6. Ver Batiffol; op. cit. pag. 355.
7. Ver Niboyet; op. cit. pag. 324.

Así, por ej. el citado art. 27 del Código Civil alemán, la ley Polaca de 1926, y otras, se
refieren a la admisión del reenvío en materia del estatuto personal.

Ello quizá ha inspirado a muchos autores para defender la tesis según la cual la
aceptación del reenvío debe limitarse a los dominios del estatuto personal. La misma fue
criticada por el eminente jurisconsulto francés Niboyet.

Por otro lado algunos autores advierten sobre otras materias sobre las que no funciona la
remisión. Así las referentes a la forma de los actos o a la autonomía de la voluntad en
los contratos. Refiriéndose precisamente a la ley Locus Regit Actum y a la ley de
autonomía, Niboyet dice: "Cuando el poder soberano de un país ha determinado la ley
que le parece competente, según la opinión que tenga del Derecho y de la justicia, la
independencia de los Estados se oponen en absoluto a que esta regla se incline ante otra
regla diferente, de un país extranjero. Todo este campo queda, invariablemente, fuera de
la remisión".

BatifFol, a su vez dice que: "Conviene aportar dos límites al funcionamiento del
reenvío. El primero concierne la ley de autonomía. Si un contrato contiene una
referencia implícita a la ley italiana, poco importa que el sistema italiano de conflicto
reenvíe, en ausencia de designación expresa de la ley aplicable, a la del lugar de
conclusión: el sentido de nuestra regla es que las partes han entendido concluir un
asunto italiano, es decir que solamente el derecho comercial italiano les conviene"

"La regla locus actum da lugar a una solución análoga. Su sentido es que un acto será
válido en la forma si éste respeta la ley del lugar donde se llevó a cabo. Esta -ley locus
regit actum- garantiza a las partes la validez de su acto si las mismas han consultado,
para darle forma a su acuerdo, a la ley que estando a su alcance inmediato éstas pueden
conocer más fácilmente: la misma debe interpretarse en el sentido de excluir el
reenvío".
10

Justificación del Reenvío en la Doctrina


8. Ver Niboyet; op. cit. pags. 332-336.
9. Niboyet; op. cit. pag. 335.
10. Batiffol; op. cit. pags. 363-364.

Son varias las formulaciones teóricas que buscan justificar el reenvío.

Cabe mencionar, entre otras, la llamada teoría del desistimiento.

La norma de conflicto extranjera a la que se hizo el primer envío se desiste de su


competencia, se desinteresa de regular el caso, razón por la cual el Tribunal juzgador
que hizo el envío, en un reenvío acepta la competencia de su norma nacional establecido
por la norma de conflicto extranjera. Se argumenta que no cabe atribuir competencia a
una legislación extranjera que se desiste a regir una relación a la somete a otra. La
aplicación de la ley del Tribunal juzgador -lex fon- se traduce en una necesidad.

La teoría de la remisión integral, en el sentido de que la legislación extranjera forma un


todo indivisible, la vemos al tratar la idea del reenvío como un círculo vicioso.

Una mención especial hacemos de la teoría de la coordinación de las normas de


conflicto, cuyo principal exponente es Batiffol. Según este último autor el reenvío debe
basarse en la coordinación de la norma de conflicto propia con la extranjera, mediante
una combinación de las normas conductuales, de modo tal que se busque un resultado
aceptable por parte de los dos Estados. Uniformar criterios, según Batiffol, implica que
si un país rechaza un caso, el otro lo acepte.

"En efecto, se puede concebir sin contradicción que el legislador, al dictar él mismo la
regla de conflicto, prevé una coordinación eventual de su regla con la regla de conflicto
extranjera. La doctrina clásica considera el reenvío como un abandono de la regla
francesa de conflicto en provecho de la regla extranjera, y ella tiene cierta razón en no
admitirlo. Sin embargo, no existe tal abandono, ya que la regla extranjera no entra en
juego por milagro, sino por la designación de nuestra regla de conflicto; existe pues
coordinación de dos reglas".
Sin duda el reenvío, específicamente, el de primer grado, pese ala amplia corriente
doctrinaria que se opone a su admisión, ha tenido una sólida base, como vimos, eu la
jurisprudencia y en la legislación de muchos países, lo que hace difícil no aceptar su
realismo. Algunos ven esta aceptación del reenvío en el hecho que este culmina con la
aplicación de la ley material del Tribunal juzgador que conoce el asunto. De todos mo-
dos, el éxito del reenvío en la legislación y la jurisprudencia constituye un fenómeno
que debe mover a reflexión a los teóricos.

En el Derecho vigente dominicano no encontramos disposición alguna que trate el


reenvío ni para aceptarlo ni para admitirlo. Cabe aquí insistir que el Código Civil de la
República Dominicana es eminentemente territorialista.
CAPITULO X
LA CALIFICACIÓN

Concepto. Historia del problema de la calificación.

soluciones del conflicto de las calificaciones por la ley del foro, competencia de la Lex
Civilis Causae. La calificación en los tratados internacionales.

Concepto.-

Hemos constatado que si bien los diversos sistemas modernos han establecido reglas
para la solución de conflictos de leyes en materia de personas, de bienes, de actos y de
procedimiento, no menos cierto es que no se ha podido superar las divergencias en
cuanto a los puntos de conexión, queno siempre coinciden -asíp. ej. el estatuto personal
está conectado en algunos países al domicilio, y en otro a la nacionalidad- y en cuanto al
contenido de las categorías o instituciones jurídicas, que varían también sobre
cuestiones importantes- así las sucesiones están clasificadas en algunos países en el
estatuto personal, en otros en el estatuto real; la prescripción extintiva está calificada en
algunos países como regla de procedimiento, en otro como regla de fondo-. Ambos
aspectos de las divergencias se explican por el carácter nacional de las reglas de
solución de los conflictos de leyes, mas el último aspecto atañe precisamente a la
calificación.

En efecto, como advierte Niboyet, "cada país lo mismo que posee sus propias reglas de
solución de conflictos de leyes, posee también sus propias calificaciones".

De esa consideración se desprende que todo ordenamiento jurídico al regular una


relación puede imprimirle un carácter jurídico determinado.

Así p. ej. los derechos patrimoniales de una mujer casada al disolverse el matrimonio lo
puede caracterizar como derecho de régimen de bienes matrimoniales o de derecho
sucesorio, a la autorización matrimonial o al consentimiento de los parientes, como
requisito material para la celebración del matrimonio o como parte de la forma de su
celebración, a la prescripción- tal como señalábamos más arriba- como incumplimiento
de contrato o como delito; etc.

1. Niboyet; op cit., 344.

Sobre el término calificación, aunque definido de modo diferente por diversos autores,
se tiene una idea comprensible.

"Calificar -dice Caicedo Castilla- es determinar cuales son esos elementos indispensable
para que una institución jurídica se considere como tal, y no como otra institución".
Niboyet, a su vez, especifica que "La calificación no es más que la naturaleza jurídica
de una institución".

Para Quintín Alfonseca, "El problema dé la calificación de una relación jurídica


extranacional se reduce a ubicar la relación en una categoría de las que ofrece el cuadro
de normas aplicable, o si se prefiere a determinar con precisión la extensión de las
categorías del sistema de normas aplicable.

Al referirse al problema de las calificaciones, Golschmidt señala que éste "consiste en la


pregunta por el ordenamiento normativo llamado a definir en último lugar los términos
empleados en la norma directa... toda norma hace uso de términos, y con respecto a
cada norma los términos necesitan una definición".

La calificación, como veremos a través de casos ejemplares, plantea la necesidad de


determinar la categoría fundamental o la institución jurídica a la que se ajusta la
situación que ha generado el conflicto de leyes.

Se ha utilizado además de calificación, los términos clasificación, caracterización,


cualificación.

El alcance de la calificación es extenso, en el sentido de que puede afectar a todas las


instituciones a las que las normas de derecho internacional privado se refiera. "El
problema de las clasificaciones -dice Goldschmidt- puede darse con respecto a cualquier
parte de la norma indirecta...
2. Caicedo Castillo, José Joaquín, derecho Intern. Privado, Bogotá. Edic. Temas, 1960. pag. 313.
3. Niboyet; ídem pag. 345.
4. Alfonsin, Quintín: Dos Estudios de Derecho Internacional Privado/transcripción de la Obra
citada de Arellano García, pag. 685.
5. Goldschmidt, DI; op. cit. pag. 86.
6. Goldschmidt, DI; op. cit. pag. 81.

Esa consideración se vincula al criterio de que la aplicación de una regla de derecho


internacional privado supone, necesariamente, la determinación previa de la naturaleza
jurídica de la relación de derecho concreta.

En otros términos, es preciso fijar la naturaleza de cada relación para ubicarla dentro de
la categoría o institución correspondiente. De allí su importancia pues, la integración de
una relación a una categoría o institución jurídica, va a resultar del concepto que se
tenga de dicha relación.

Historia del Problema de la Calificación

El problema de la calificación según autores, debe su nombre a un artículo de gran


celebridad escrito por el profesor Bartin, y publicado en Clunet 1897, titulado "Sobre la
imposibilidad de arribar a la solución definitiva de los conflictos de leyes", y luego en
los Estudios de derecho internacional privado. Entretanto, incluso los mismos autores
que atribuyen ese mérito a Bartin, aceptan que realmente el problema había sido ya
planteado en Alemania por el jurista F. Kahn en 1891, aunque no con el nivel de
claridad que se le reconoce a Bartin.

Para el ilustre jurista alemán hay tres clases de conflictos de leyes.

lro. Colisiones de leyes, resultante de la diversidad de normas de conflicto en los


diferentes países; 2do. divergencias de los puntos de conexión en cuanto a su contenido,
aunque las normas conflictuales los designen con igual término; 3ro. las divergencias
que resultan de la diferente naturaleza territorial de las relaciones jurídicas, a la que
Kahn denominó colisiones latentes.

En este tercer tipo de conflicto está el centro del problema de las calificaciones.

Como se desprende del título mismo de la publicación de Bartin, la imposibilidad de


arribar a la solución definitiva de los conflictos de leyes, este autor la deducía del hecho
de que. aunque fueran semejantes las normas de conflicto para regir la forma y la
capacidad, el conflicto no se resolvía si para los Estados en sus respectivas legislaciones
forma y capacidad tienen diversas naturalezas. De allí que, para Bartin, así como para
otros autores ya citados, como Niboyet, el conflicto de calificación es un conflicto
acerca de la naturaleza misma de la institución.

Para descubrir el problema de los conflictos de calificación, Bartin recurrió a un caso


concreto sobre el que se pronunció el Tribunal de apelación de Alger, el 24 de
diciembre de 1889. Dos malteses contrajeron matrimonio y vivieron en Malta. No se
hicieron capitulaciones matrimoniales. Luego la pareja emigró a Argelia /entonces bajo
la jurisdicción francesa/, donde el marido adquirió bienes inmuebles, y donde falleció en
1889. La viuda -reclamó el usufructo de una cuarta parte de los bienes de su marido,
basándose en el derecho de origen romano, conocido en la legislación anglomaltesa con
el nombre de cuarta del cónyuge pobre. Si el tribunal estima la demanda de ese caso
habría que aplicar la legislación anglomaltesa, según el sistema francés de conflictos de
leyes, pero si la demanda es considerada como típicamente incluida en el derecho
sucesorio, entonces es competente la ley francesa por hallarse los inmuebles en
territorio francés.

Ahora bien, en la especie, el régimen matrimonial de los esposos estaba determinado,


según el sistema francés de conflictos de leyes por la ley anglomaltesa. En cambio, la
sucesión sobre bienes inmuebles situados en territorio francés se rige en ese mismo
sistema por la ley francesa. Por consiguiente si el derecho a la cuarta del cónyuge pobre
se ubica en el régimen matrimonial se aplica la ley anglomaltesa y la viuda obtiene
satisfacción, si al contrario, se trata de un derecho de sucesión, es el derecho francés el
competente, perdiendo la viuda el litigio, puesto que éste derecho desconoce la referida
institución.

Era pues necesario determinar la naturaleza de la cuarta parte en litigio, y la cuestión era
de saber si esa determinación iba a ser demandada a la ley anglomaltesa o a la ley
francesa.

La Corte de Apelación de Argelia falló a favor de la viuda.

Se calificó, pues, según la ley aplicable al régimen de bienes, en el matrimonio /lex


causae/ y no conforme al derecho del juez francés /lex fori/.

Bartin ofrece otro ejemplo, igualmente clásico. Se trata del caso de un holandés que
otorga en Francia un testamento ológrafo. Tanto en Francia como en Holanda la forma
de los actos se rige por la ley de celebración del acto jurídico. La capacidad en ambos
países se rige por la ley nacional. Como vemos existe uniformidad de reglas en los dos
países sobre lasreferidas materias. Ahora bien, la ley holandesa prohibe ese género de
testamento -ológrafo- y especifica que el holandés que se encuentra en el extranjero no
podrá otorgar testamento más que por acto auténtico. Pero la ley francesa admite el
testamento ológrafo, y considera que la forma de los actos se rige por la ley del lugar de
celebración: lo-cus regit actum. Por consiguiente, en este caso como en el narrado más
arriba, se hace necesario determinar la naturaleza del testamento ológrafo para decidir
sobre la ley aplicable. Si el carácter ológrafo del testamento es una cuestión de forma
pura y simple, se aplica la ley francesa, puesto que el testamento ha sido otorgado en
Francia, en virtud de la regla locus regjt actum, y el testamento es válido. Si, por el
contrario, la prohibición o la admisión de la forma otorgada responden al cuidado de
proteger el consentimiento que pueda justificar la calificación de estatuto personal, la
ley holandesa, ley personal del testador, es la competente y el testamento es nulo.

De ese segundo ejemplo se desprende que en Holanda redactar un testamento ológrafo


es una cuestión que responde a la calificación de estatuto personal. Al contrario, la ley
francesa, al disponer que las formas de los testamentos se encuadran dentro de la forma
de los actos en sentido general, las califica como problema de forma, pura y simple. El
problema planteado es pues de saber si el juez debe adoptar la calificación de la ley
francesa o la prestada de la ley holandesa, para determinar cuál será la ley aplicable a la
situación.

El problema del conflicto de calificación -nos dice Batiffol- es de saber según cuál ley
el juez debe calificar el objeto del litigio para determinar la ley que le es aplicable
cuando las diferentes leyes en conflicto adoptan calificaciones diferentes.

Hay conflicto de calificación cuando a una situación concreta se le puede ubicar en


distintas figuras jurídicas.

Solución del Conflicto de las Calificaciones por la Ley del Foro

Los ilustres autores Kahn y Bartin coinciden en la respuesta a la cuestión sobre la ley
competente para fijar la calificación, la cual, en principio, fue siendo aceptada en la
doctrina. En efecto, estos autores propusieron que el juez califica de acuerdo a las
concepciones de su propia ley, la ley del foro, lex fori, ley del tribunal que conoce el
asunto. Así, en el narrado caso del testamento ológrafo otorgado por el holandés en
Francia, el juez francés debe considerar, conforme a las concepciones de la ley francesa,
que se trata de una cuestión de forma; así pues se aplica la regla locus regit actum, la ley
francesa es competente y el testamento es válido.

7. Batiffol; op. cit. pag. 339.

Los argumentos emitidos en favor de la competencia de la lex fori se oasan en dos


razones; a saber:

A) El problema planteado consiste en interpretar una regla de conflicto de leyes. El


tribunal debe aplicar las reglas de conflicto vigente en su país, e implícitamente deberá
aplicar sus calificaciones nacionales. Niboyet es partidario de ese argumento al expresar
que: "Cuando el poder soberano italiano declara que someterá las sucesiones a la ley
nacional, es a él a quien corresponde decidir lo que quiere, y además, lo que entiende
por sucesión; estas sucesiones son las únicas que él quiere someter a la ley nacional, y,
por consiguiente, lo que él -poder soberano italiano- y no o*ro, entiende por sucesión...
"La calificación es una parte integral del sistema de Derecho Internacional Privado de
cada país. Desde el punto de vista doctrinal es por lo tanto, perfectamente legítimo que
el juez no pueda nunca consultar más que la lex fori por lo mismo que solamente
consulta la lex fori para las reglas de solución de los conflictos".

"Resolver un conflicto de leyes, implica, en suma, dos operaciones: primero, dar una
definición; después hacer una clasificación. La definición es la calificación: la
clasificación no consiste más que en encontrar la ley competente. Son el anverso y el
reverso de una misma cosa, cuyo conjunto constituye el sistema de Derecho
Internacional Privado de la lex fori".

Como vemos, la cuestión central es mostrar que la elección de la calificación es


inseparable del sentido de la regla de conflicto.

B) La segunda razón plantea que si no se consulta la lex fori se produce un círculo


vicioso. Dado que la calificación es necesaria para determinar la ley aplicable, cómo
solicitarla a unaley extranjera, cuando se ignora si ésta ley extranjera es aplicable o no?
De modo que, para determinar cuál es la norma competente para resolver el conflicto de
leyes es necesario determinar a qué institución se refiere ese conflicto de leyes. No se
podría, en base a éste argumento y tomando como referencia el ejemplo del testamento
del holandés, consultar a la ley holandesa para saber si se trata de una cuestión de forma
o de capacidad. Hacerlo sería suponer que la ley holandesa es la competente.
8. Niboyet; op. cit. pag. 349.

"No se puede saber cuál es la ley extranjera competente -dice precisamente Niboyet- si
no se ha calificado con anterioridad aquello de que se trate. Hay que aplicar la lex fori,
porque a nuestro juicio es materialmente imposible proceder de otro modo.

Así, pues, la cuestión de la calificación es previa a la designación de la ley.

Tanto en la legislación, la jurisprudencia y en instrumentos internacionales se ha


contemplado la lex fori como competente para fijar la calificación.

Asíp. ej. elart. 121 del citado nuevo texto del título preliminar del Código Civil español
de 1974diceque: "La calificación para determinar la norma de conflicto aplicable se
hará siempre con arreglo a la ley española".

El art. 6 del Código de Bustamante establece: "En todos los casos no previstos por el
presente Código, cada Estado contratante aplicará su propia calificación a las
instituciones o relaciones jurídicas que hayan de corresponder a los grupos de leyes
mencionados en el art. 3".

La Conferencia de La Haya de 1925, en su proyecto sobre la quiebra, estableció que, en


caso de conflicto de calificación sobre el punto de saber quién es comerciante, se
aplicará únicamente la calificación de la lex fori.

En cuanto a jurisprudencia, en los ejemplos narrados vimos que los tribunales franceses
han decidido las calificaciones de acuerdo a la lex fori.

Una excepción a la competencia de la lex fori para fijar la calificación, con una base
ampliamente aceptada en la doctrina, es la de la aplicación de la ley del lugar de la
situación a la calificación de si un bien es mueble o inmueble.
En efecto, las legislaciones varían en cuanto a determinar cuáles son los bienes que se
incluyen entre los bienes muebles y cuáles otros entre los inmuebles.
9. Niboyet, op. cit. pag. 348.

Esta excepción fue admitida por el propio Bartin. "Que el bien sea calificado mueble o
inmueble, la ley aplicable al estatuto real es la misma, o sea la de la situación. Por
consiguiente, esta calificación no interviene para la que la regla de conflicto entre
enjuego, así pues, se nace inaplicable la ley del foro. Al contrario, es necesario que esta
calificación sea hecha según la ley de la situación, puesto que esta ley al regir los bienes
situados sobre su territorio, debe determinar cuáles son muebles y cuáles son inmuebles
como ella determina las diferencias de sus 10 regímenes.

Y añade "Cualquiera que sea la solución adoptada, la cosa está situada en el país mismo,
siendo, por lo tanto, mucho más sencillo, para conocer su naturaleza, someterla a la ley
del país donde se encuentre.

A esta excepción, pese a su amplia aceptación, se le ha formulado una objeción de peso


que Niboyet nos explica así: "La base de la competencia de la lex fori está integrada por
dos argumentos:

"Un argumento de necesidad y un argumento jurídico. El argumento jurídico es que la


calificación necesaria p ara descubrir la ley competente forma parte del sistema de
derecho internacional, si tal es su naturaleza jurídica, ¿por qué habrá de cambiar por el
solo hecho de tratarse de bienes situados en un determinado país?

Si el juez americano estima que debe someter una situación mobiliaria a la ley del
domicilio, es a él quien corresponde decir lo que entiende por bien mueble. Si deja esta
determinación al cuidado del juez de la situación, en realidad abdica entonces a favor
del mismo la facultad de determinar los límites dentro de los cuales se aplicará tal o cual
ley ...Basta con que en el país de la situación se consideren como inmuebles bienes que
en América estén comprendidos entre los muebles, para que la solución del conflicto de
leyes quede completamente falseada. Habría en esto un grave ataque a la independencia
de las soberanías. Si la lex fori debe aplicarse en las demás hipótesis, igualmente debe
intervenir en ésta".13
10. BatirTol; op. cit. pag 350.
11. Niboyet; op. cit. pag. 359.
12. En Derecho angloamericano/ Estados Unidos, Gran Bretaña/ las sucesiones se rigen por la ley de la situación en
cuanto a los inmuebles, y por la ley del domicilio en cuanto a los muebles.
13. Niboyet; op. cit, pag. 360.

Otra excepción formulada por Bartin a la lex fori se refiere a los casos en que tenga
relevancia la autonomía de la voluntad en los que es aplicable, la ley establecida por los
interesados.

En efecto, según Bartin, ya que las partes pueden elegir la ley, pueden igualmente elegir
la calificación. Se trata de una materia en la que las partes son dueñas de la ley,
pudiendo también, por lo tanto, elegir la calificación. De modo que, cada vez que se
trate de una materia facultativa, las partes pueden determinar, no sólo la ley que regirá
el contrato, sino también la calificación necesaria para determinar esta ley.
Competencia de la Lex Civilis Causae

Se ha sostenido la argumentación, bastante válida, de que la calificación es una cuestión


previa a la determinación de la ley competente. Esa tesis es la que, precisamente abona
a favor de la lex fori como ley competente para fijar la calificación.

Entretanto, existe una corriente doctrinal, sostenida por ilustres juristas como
Despagnet, Wolf, Frankenstein, y otros, según la cual la ley competente para regir la
calificación debe ser la misma ley aplicable establecida en la regla de derecho
internacional privado, conforme al derecho civil declarado aplicable. Si la ley aplicable
es la ley extranjera, la calificación deberá efectuarse conforme a esta ley. En otros
términos, la calificación habrá de obtenerse de la misma ley extranjera declarada
competente.

"Es necesario dice Wolf partir del principio de que una ordenación de Derecho
Internacional Privado concibe todo precepto jurídico extranjero y toda institución
jurídica en él basada de la misma manera que aquel mismo derecho extranjero concibe
aquellos preceptos einstitucio-nes, porque carece de una calificación jurídica propia
para las creaciones del derecho extranjero y debe someterse, por lo tanto, a la
calificación que el Derecho Extranjero haga de sus propias normas. Es la única manera
de evitar la aplicación del derecho extranjero en forma que repugne el espíritu de éste
derecho.

De esa consideración de Wolf se desprende que el juez nacional que tiene que aplicar
una ley extranjera, tiene que aplicar asimismo aquellas normas extranjeras cuya
aplicación es consecuencia de la calificación legal extranjera.
14. Niboyet; op. cit. pag. 363.
15. Martin, Wolf; Derecho Internacional Privado, Edit. Bosch, Barcelona, 1958. pag. 95.

Vemos, pues, que para los defensores de esta doctrina la ley extranjera debe aplicarse
como lo haría el tribunal juzgador del país para el que la ley extranjera fue dictada. Es la
lex causae, denominada también estatuto eficaz o estatuto de efecto.

La objeción a la misma parte de las razones que justifican la lex fori, es decir, que no es
posible calificar por la ley competente ya que no se sabe cuál es la ley competente si
previamente no se ha hecho la calificación.

Otra tendencia doctrinal, no abarcada por las dos anteriores -lex fori, lex civiles causae-
es la que sostiene Rabel, según el cual la relación concreta de que se trate debe
calificarse en base al derecho comparado, y ello con referencia a la norma de conflicto y
no al derecho interno. El método comparado demuestra la similitud entre las
instituciones, lo que implica que, mediante una abstracción, podrían crearse nociones
más abstractas, valederas para los diversos sistemas nacionales. Así, si se hace
referencia a la tutela; esta expresión no alude a la tutela regida por el Código civil
alemán, sino a lo que generalmente se entiende por tutela, o sea a todas las instituciones
de derecho que tiende a regular la representación o la protección de las personas no
enteramente capaces, que no están bajo la patria potestad o la parental.
La Calificación en los Tratados Internacionales

Se ha recomendado que en los tratados internacionales se establezcan reglas sobre la


calificación y sobre los conflictos de calificación.

Hemos hecho mención de la Convención de La Habana sobre derecho internacional


privado, de 1928, y de la conferencia de La Haya de 1925, al referirnos a la
competencia de la lex fori admitida en los instrumentos emanados de esos dos eventos.
Niboyet ha destacado al escaso aporte de los instrumentos internacionales al respecto y
la importancia de que éstos fijen la calificación de las instituciones.

"Puesto que todos los países no tienen la misma concepción acerca del estado de las
personas, un Tratado -dice Niboyet- debe comprender dos especies de reglas; una regla
para solucionar los conflictos de leyes y, además, la calificación necesaria para aplicar
una regla...

Hacer un tratado diplomático sobre conflictos de leyes, sin dar las calificaciones
necesarias, significa, a veces, hacer una obra fragmentaria e imperfecta.

Los Tratados de Montevideo, que insertamos en el apéndice de ésta obra, ofrecen


ejemplos de calificaciones.17
16. Niboyet; op. cit. pags. 371-372.

17. Ver Goldschmidt; op. cit. pags. 87-89.


CAPITULO XI
EL ORDEN PÚBLICO

Noción general del orden público. Naturaleza jurídica del orden público.
Divergencia de las nociones del orden público en derecho interno y en derecho
internacional privado. Efectos del orden público en derecho interno y en derecho
internacional privado. Efectos del orden. El orden público en el derecho
dominicano.

Noción General del Orden Público

La noción de Orden Público se traduce en una limitación a la aplicación de la ley


extranjera, mas no en base a un criterio territorialista extremo. En efecto, la ley
extranjera designada por la regla de conflicto contiene disposiciones que chocan con las
concepciones sociales o jurídicas del país del tribunal juzgador.

El Orden Público en Derecho Internacional Privado supone que existe un conflicto de


leyes y que la norma de conflicto determina la competencia de las normas jurídicas
extranjeras, pero se decide no aplicar esta última por estar en oposición al orden
público. Vemos pues, que esta noción da la idea de un factor que impide la aplicación
de la norma jurídica extranjera cuando la norma está en pugna con determinados valores
sociales o jurídicos de una sociedad en cuyo territorio precisamente dicha norma
extranjera ha de encontrar aplicación. Así, por ejemplo en la República Dominicana se
le permite el matrimonio a extranjeros en su territorio, el estado y la capacidad a las
personas están regidas por la ley nacional, eso significa que la ley aplicable a un
extranjero en cuanto a su capacidad para contraer matrimonio en nuestro país es su ley
nacional; en cambio, un extranjero aunque su ley nacional reconoce el matrimonio
poligámico, no puede contraer ese tipo de matrimonio en República Dominicana, pues
es contrario a nuestro orden público. En nuestro país, por valores heredados de la
civilización occidental, sólo se reconoce el matrimonio monogámico. Se descarta aquí,
pues, la ley extranjera, que en principio en materia de estatuto personal es la
competente, porque lo impide nuestro orden público.

Los antecedentes de la noción del orden público se remontan a la Edad Media y muchos
autores hacen referencias a la Escuela estatutaria, y más específicamente a Bartolo
quien, como vimos en un capítulo anterior, distinguía los estatutos "Odiosos" de los
estatutos "favorables", lo que, estos últimos, eran los únicos que podían aplicarse
extraterritorialmente.

Entretanto, se advierte justamente que la noción del orden público es de origen más
reciente, no se ajusta a la finalidad fundamental de los estatutarios consistente en
determinar la territorialidad o extraterritorialidad de las leyes. Ha sido observado que
para los estatutarios la aplicación de la ley extranjera en principio era la excepción. En
la noción del orden público la excepción es la no aplicación de la ley extranjera
considerada competente.

El orden público introduce un elemento perturbador en la solución uniforme de los


conflictos de leyes, tanto más cuanto se revela que ni la legislación ni la jurisprudencia
han elaborado una definición de las materias contentivas en el orden público, lo que, por
lo demás, como destacaremos, resulta imposible e inconveniente. Por otra parte, la
noción del orden público es de naturaleza variable en su versión temporal y espacial;
varía de un país a otro, y varía en el tiempo para un mismo caso. El divorcio es de orden
público en un país y en otro país no lo es.

La noción del orden público ha sido consagrada bajo distintas modalidades en todos los
países, fundamentada en el criterio de que los tribunales nacionales pueden rechazar una
norma extranjera, que considerada competente por la Tegla de conflicto, resulta de
contenido inadmisible.

La doctrina en su generalidad también ha aceptado la existencia del orden público en


Derecho internacional privado, aunque no hay criterio de unanimidad en cuanto a la
naturaleza jurídica de esta noción, a sus límites de aplicación ni a sus efectos.

Naturaleza Jurídica del Orden Público

Se sostiene que el orden público se lo sitúa en el marco de dos concepciones distintas: a


saber, la que lo considera como una medida excepcional para impedir la aplicación de la
ley extranjera; y la que le otorga la categoría de principio o de regla cuya competencia
es estimada normal.

Vemos por ejemplo, que Pillet, eminente jurista francés, advierte una identidad entre las
leyes generales y las leyes de Orden Público; para él, la ley de orden público es la ley
competente, ley normalmente competente. "No existen leyes generales de una parte, y
leyes de orden público, de otra; ambas son la misma cosa. Cuando una ley es general, es
que es de orden público; y cuando una ley es de orden público es que tiene que ser
general".

Esta concepción de Pillet fue objetada por el mismo Niboyet, su discípulo, quién la
consideró supérflua. Las leyes de orden público, según Niboyet, no pueden confundirse
con las leyes generales, pues resultaría que toda ley territorial es a la vez general y de
orden público. ¿Qué utilidad reportará entonces el recurrir a la noción de orden público
para fundar la competencia de la ley territorial?

Ciertamente, como señalamos, la noción del orden público en derecho internacional


privado, supone que la norma jurídica extranjera sea normalmente competente, masno
se aplica por vedarlo el orden público. Savigny, en cambio, al partir de la idea de la
comunidad jurídica entre los Estados, que permite una penetración recíproca de leyes,
concluye afirmando que tiene una competencia excepcional. "Procede citar ahora una
restricción a este principio de la aplicación de la ley extranjera. Ciertas clases de leyes,
por su naturaleza especial, no admiten esta independencia de la comunidad de Derecho
entre diversos Estados. En presencia de estas leyes, el juez debe aplicar,
exclusivamente, el derecho nacional, es decir, su propia ley, aun cuando nuestros
principios exigiesen la aplicación del derecho extranjero; de ahí se deriva toda una serie
de importantísimas excepciones".

Bartin, eminente profesor de francés, quien siguió la idea de Savigny de admitir la


existencia de una comunidad jurídica entre los Estados, sostiene que dicha comunidad
está sostenida en la igualdad de civilización de los Estados. Cuando esta igualdad de
civilización desaparece, la aplicación de normas jurídicas extrañas también desaparece.
Se ofrece el ejemplo del régimen matrimonial poligámico, el cual no podrá penetrar en
el derecho de un estado de régimen matrimonial mono-gámico. La objeción formulada a
la idea de Bartin parte del hecho indiscutible de que entre los estados puede haber un
mismo grado de civilización, y que entre los cuales unas normas jurídicas extrañas
penetran y otras no. Es decir, el orden público no puede sustentase de modo
satisfactorio en la idea de un desnivel de civilización.
1- Ver Niboyet; op. cit. pag. 383.
2. Transcripción de la obra de Niboyet citada; pag. 385.

Bartin establece una diferencia entre las leyes de orden público que son de naturaleza
territorial y de competencia normal en cada país -leyes constitucionales, penales
administrativas, procesales, fiscales- y ante las cuales la ley extranjera no tiene
competencia, y aquellos casos en los que la ley extranjera es competente, mas de
imposible aplicación por impedirlo el orden público.

Niboyet, al refutar la tesis según la cual el fundamento del orden público está en un
diverso grado de civilización, sostiene que: "Para que se aplique una ley extranjera es
preciso que entre los países exista, no de una manera general, sino sobre cada punto en
cuestión -divorcio, reclamación de alimentos por el hijo, adulterio, etc.- un mínimo de
equivalencia de legislaciones. Si se desciende más abajo de ese mínimum, ocurrirá lo
que sucede cuando torcemos la llave de un conmutador eléctrico para apagar la luz; la
corriente cesa y ya no hay interpretación jurídica. Así, por ejemplo, una Belga solicita el
Divorcio en Francia, ninguna razón hay para negárselo, ya que los franceses tienen,
acerca del matrimonio y su disolución, la misma opinión que los belgas. Pero si el
divorcio se solicita en Italia, el caso ya es distinto, pues el matrimonio en dicho país
tiene una base confesional, mientras que en Francia está fundado sobre la idea de orden
puramente civil. No se alcanza, pues, en este caso, el mínimum de equivalencia jurídica,
necesario para poder pasar de una legislación a otra, y entonces con el fin de evitar la
aplicación de la ley extranjera, hay que recurrir a la noción de orden público, pues al
aplicar dicha ley se quebrantaría la ley del orden público del país donde se invoca.

Como se puede colegir de estas consideraciones de Niboyet, la noción de orden público


plantea justamente la hipótesis de que normalmente debiera aplicarse la ley extranjera, y
que la función del orden público es impedir precisamente que esta última tenga
aplicación.

La idea de Mancini sobre la noción de orden público puede ser recogida en el párrafo
que a continuación incertamos......"el orden público, en todos los países, comprende
también en la acepción más amplia de la palabra, el respeto de los principios de la moral
humana y social, tal como son entendido y profesado en aquel país, las buenas costum-
bres, los derechos primitivos inherentes a la naturaleza humana, y las libertades a las
cuales ni las instituciones positivas ni ningún gobierno, ni los acto de la voluntad
humana, podrían aportar derogaciones válidas y obligatorias para estos Estados. Si las
leyes positivas de un Estado, una sentencia extranjera, o los actos o contratos realizados
en el extranjero violan estos principios o esos derechos, cada soberanía, lejos de aceptar
estos ultrajes a la naturaleza y a la moralidad humana, puede ajusto título recuzarles
todo efecto y toda ejecución en su territorio. Así ocurre con la esclavitud, la poligamia y
otras instituciones extranjeras, que en vano se intentaría hacer aceptar y reconocer en
otros países. Se pueden rechazar, no sólo las instituciones incompatibles con el orden
moral, sino también las que son incompatibles con el orden económico en la más amplia
acepción del orden público".

Un elemento común detectable en esta idea de Mancini con las ideas de Sabigny,
Niboyet y otros doctrinarios citados en este capítulo, es que percibe el orden público
como un remedio que no permite la aplicación de una norma extranjera considerada
inconveniente. Para Mancini la fuente inspiradora del orden público se ubica en la
soberanía del Estado, de lo que se deduce que cada comunidad estatal, como veremos,
tiene su propia concepción del orden público. Entretanto, algunos autores coinciden en
advertir que la idea de Mancini sobre la noción del orden público no es de hacer de éste
una excepción al derecho internacional privado, sino "Que lo convierte en uno de los
principios absolutos en que sustenta su Sistema de Derecho Internacional Privado".5

"Aunque en la Doctrina Italiana el orden público internacional sea una excepción, es


una excepción permanente".

Somos partidarios de la orientación según la cual el orden público se traduce en un


remedio excepcional que fundamentado en razones nacionales impide por inconveniente
la aplicación de una norma extranjera normalmente competente.
3. Niboyet; op. cit. pag. 390.
4. Transcripción de la citada obra de Carlos Arellano García, cita pag. 700.
5. M. García Calderón; op. cit. pag. 103.
6. Niboyet; op. cit. pag. 392.

Rasgos del Orden Público

En orden público en su intervención es de carácter incierto y difícilmente previsible.


Este razonamiento ayuda a comprender que haya una divergencia legítima en la doctrina
en cuanto a determinar en qué medida un juez puede tolerar la aplicación de tales o
cuales leyes extranjeras.

Vimos en el párrafo anterior, que en materia de ornen público se destacan dos


concepciones: a saber, la que considera esta noción como una excepción o un remedio,
y la que estima como un principio o como una regla de competencia normal.

Entre tanto, la imprecisión que revela esta noción no es superada por ninguna de las dos
concepciones. Es valorada justamente como imprecisa porque ha sido notable la falta de
acuerdo sobre su contenido tanto en la doctrina como en la práctica de los Estados.

No escasean los intentos de especificarlos elementos contentivos del orden público. Así
Píllet enumera ocho categorías de leyes de orden público:

1) Las leyes de orden público -en las que incluye las constitucionales, las
administrativas, las de nacionalidad, y otras enmarcadas en derecho público del estado;

2) Las leyes referentes a la seguridad de las personas.;

3) Las leyes acerca de la propiedad;

4) Las leyes de crédito público;


5) Las leyes procesales de ineludible cumplimiento;

6) Las leyes fiscales;

7) Las leyes morales;

Como observaremos, al tratar la cuestión de la clasificación del orden público, esta


enumeración de Pillet funde en un mismo concepto las leyes de competencia territorial
normal, con el orden público en el Derecho Internacional Privado, cuyo sentido es
impedir la aplicación de la norma jurídica extranjera cuya competencia normalmente le
corresponde.

¿Acaso es necesario invocar la noción del orden público para reconocer la territorialidad
de las leyes constitucionales, penales, fiscales, y otras enumeradas por Pillet?

¿Puede unaley extranjera pretender sustituirlas?. Masía objeción al esfuerzo de Pillet


está formulada no solo porque introduce confusión

en cuanto al sentido de la noción del orden público, sino porque su mención al referirse
a las leyes morales y a las referentes al orden, no enumera estas últimas ni establece
criterios sobre las mismas.

De todos modos, las objeciones a los intentos de señalar a priori el contenido del orden
público están implícitas en la convicción del carácter impreciso y variable del mismo.
"No es posible -dice Niboyet-enumerar "a priori las leyes de orden público, puesto que
guardan relación con el lugar donde se aplican y con el momento de su aplicación".

Ciertamente, las normas que rigen el comportamiento de las personas -morales y


jurídicas- varían según la época y el lugar, de conformidad con el ambiente, el medio
social, la evolución y condiciones propias de cada comunidad estatal.

Los intentos de enumerar "a priori" las leyes del orden público no se limitan a las
formulaciones individuales de algunos doctrinarios. En efecto, las conferencias de La
Haya sobre Derecho Internacional Privado, y las resoluciones del Instituto de Derecho
Internacional sirve de referencia.

En la Conferencia de La Haya, en 1894, al tratarse en los Convenios de Derecho


Internacional la materia de sucesiones, se intentó consagrar como principio que las
sucesiones estarían sometidas a la ley nacional del difunto. Luego de admitirse éste
principio se reflejó el temor de que el mismo sería de pobre aplicación por
consideraciones de orden público. Fue entonces cuando se intentó enumerar los casos en
que el orden público no permite aplicar la ley nacional del difunto, para evitar así que
cada juez lo hiciere a su arbitrio. Los países representados en la Conferencia no
aceptaron la enumeración propuesta, demasiado amplia por una parte, e insuficiente por
otra".

En la segunda Conferencia, en 1900, el Gobierno de los Países Bajos basándose en el


criterio de que no hay orden público común a varios Estados, propuso un nuevo método,
según el cual cada país emitirá una ley especial para determinar los casos de orden
público en dicho país. Esta propuesta vino a destacar un rasgo fundamental de la noción
del orden público, es decir, su indiscutible carácter nacional, lo que a su vez
implícitamente se traduce en la idea de la infimcionalidad de cualquier intento de
enumerar a nivel internacional los casos de orden público.
7. Niboyet, op. cit. pag. 400.

8. Niboyet; op. cit. pag. 404-

En la conferencia siguiente, de 1904, se argumentó que el sistema propuesto por los


Países Bajos, todavía lucía demasiado formalista, y se juzgó como muy complicado el
que se solicitara la intervención de los órganos legislativos de cada Estado para hacer la
enumeración en una ley, por lo que se propuso que la enumeración fuese redactada por
los gobiernos, pero, por la vía diplomática, en un protocolo. Ello confirmó aun más el
carácter nacional del orden público. Luego, en las Conferencias de 1925 y 1928, se
formuló un proyecto del cual esencialmente se dedice que la enumeración apriorística
de los casos de orden público resulta imposible. Aunque se intentó disminuir el valor de
la idea de que el orden público es de índole local, se estableció de manera genérica que
en materia de sucesiones la ley nacional del difunto es aplicable, "a no ser que
manifiestamente sea incompatible con los principios del orden público".9

En su sesión de 1910, el Instituto de Derecho Internacional discutió la materia relativa


al orden público. La base de discusión fue la ponencia presentada por los ilustres
juristas Fiore y A. Weiss, partidarios de la enumeración internacional de los casos de
orden público. El Instituto adoptó una resolución considerada de interés práctico, mas
que no se apartó de la idea de la imposibilidad de la enumeración apriorística de los
casos de orden público: El contenido de dicha resolución fue como sigue: "El Instituto
expresa el deseo de que, para evitar la incertidumbre a que se presta el arbitrio del Juez
y el perjuicio que pudiera resultar para el interés de los particulares, cada legislación
determine, con la mayor precisión posible, aquellas de sus disposiciones cuya aplicación
no será suspendida por la intervención de una ley extranjera, aún en el caso de que esta
fuese competente para regir la relación jurídica de que se trate". "Sería conveniente que
cada Convenio de derecho internacional privado precisara los puntos acerca de los
cuales una disposición considerada como de orden público en cada país contratante,
pudiera desvirtuar los principios mismos del Convenio".

Vemos pues, através de éstos ejemplos que los intentos de enumerar internacionalmente
los casos de orden público han sido infructuosos, y sirven a su vez para constatar el
carácter nacional del orden público, y que cada país tiene su propia concepción del
orden público.

Se puede citar, a título de ejemplo demostrativo del carácter nacional de orden público,
el caso de la investigación de paternidad. En efecto, en ciertos casos, el Código Civil
Francés admite la investigación de la paternidad, en cambio, Rumania la prohíbe,
mientras que Alemania la admite únicamente para establecer el derecho a recibir
alimentos, pero prohibe para establecer una total filiación entre padre e hijo.

Otro razgo del orden público es el carácter cambiante de su contenido en función del
tiempo. "Lo que hoy es de orden público -Dice Ni-boyet- no lo será quizás dentro de
algunas semanas o de algunos años. La dificilísima labor de formar una relación de
casos representaría un esfuerzo inútil, pues rápidamente quedaría anticuada...." Esta
consideración la ilustra el eminente jurista francés con ejemplo palpables: "Cuando el
divorcio no existía en Francia, los tribunales franceses se negaban, en consecuencia, a
divorciar a los extranjeros. En 1884, Francia restableció el divorcio. Lo que antes era de
orden público, cesó de serio en dicha fecha".

El carácter cambiante de ésta noción en función de la época, conduce, ajuicio de


Niboyet, a que "la apreciación del orden público corresponda al juez de cada país,
estando comprendida esta función dentro de los límites de sus atribuciones. Es él quien
tiene que apreciar en cada caso concreto si esta noción ha de intervenir".

Nos parece muy valiosa esa apreciación de Niboyet. Se ha llamado la atención sobre la
posibilidad de que dejar al criterio de los jueces la facultad de interpretación del orden
público puede prestarse a arbitrariedades. En cambio, ese temor puede disiparse cuando
hay criterios orientadores y claros establecidos en la legislación.

Divergencia de las Nociones del Orden Público en Derecho Interno y Derecho


Internacional Privado

En las obras más recientes consagradas al derecho internacional privado se revela una
opinión común sobre la denominación orden público. Entretanto, y como pudimos
observar en la idea de Savigny sobre esta noción, la doctrina nos ofrece propuesta de
distinción del orden público en interno o relativo o internacional o absoluto.
9. Niboyet; op. cit. pag- 405.
10. Ver Niboyet; op. cit. pag. 401.
11. Ver Niboyet; op. cit. pag. 401.

Se ha querido dar a conocer por orden interno al conjunto de reglas que se imponen
únicamente a los nacionales, en cambio el orden público internacional no hace
distinción de nacionalidad, se imponen a todos, nacionales y extranjeros. Las primeras
pueden ser derogadas por las disposiciones de la ley extranjera, las segundas excluyen la
aplicación del derecho extranjero.

Ciertamente, la noción del orden público tiene en derecho internacional privado un rol
netamente distinto del que desempeña en derecho interno; en derecho interno una ley es
considerada de orden público, en el sentido del artículo 6 del Código Civil, cuando las
personas no pueden derogar esas disposiciones por convenciones particulares; en
derecho internacional privado una ley tiene ese carácter cuando la misma se opone a la
aplicación de una ley extranjera contraria.

Sin duda, esa distinción del orden público, en interno o internacional, luce poco
afortunada y puede prestarse a confusión. Se argumenta justamente que el orden público
siempre es de carácter nacional y se fundamental en la soberanía de los Estados. "Esta
expresión -refiriéndose Niboyet al orden público internacional- evoca la idea de un
orden común a las naciones, constituyendo una verdadera regla de derecho de gentes.
En ese sentido puede decirse que la piratería, la trata de esclavos o el contrabando son
contrarios al orden público internacional. Pero hemos visto que el orden público, a
nuestro juicio, es, por el contrario, esencialmente nacional".

La expresión orden público relativo se le identifica con el orden público referido a las
relaciones internas. Se habla de orden público absoluto refiriéndose al aplicable a las
relaciones internacionales. A esta clasificación responde Niboyet diciendo:
"dondequiera que se manifieste el orden público, sea en materia interna o internacional,
siempre es absoluto en sus efectos... no hay... dos órdenes públicas en cada país, uno
para los nacionales y otra para las relaciones internacionales.

Este autor se inclina a favor del empleo del término "orden público". Sin agregar otro
calificativo.
12. Niboyet; op. cit. pags. 409-410.
13. Niboyet; op. cit. pag. 410.

BatifTol a su vez nos dice que "La terminología más segura, cuando parece útil la
especificación, consiste en ubicar el orden público en el marco del derecho internacional
privado, o el orden público, en el marco del derecho civil interno.

Somos partidarios de que la clasificación en materia de derecho internacional privado


luce innecesaria y que es suficiente referirse al orden público, visto siempre como la
noción cuya esencia consiste en impedirla aplicación de la norma jurídica extranjera. No
obstante, el orden público en Derecho Internacional Privado puede considerarse como
interno en el sentido de que el derecho internacional no dispone de norma que determine
su contenido, como pudimos ver en el párrafo anterior, o bien porque el orden público
se invoca por razones propias del Estado nación. Por otra parte, podríamos hablar de un
orden público intemacio-nalmente a la luz de que hace inaplicable en un país la norma
jurídica extranjera, es decir, la medida involucra el aspecto internacional.

En el Código de Bustamante encontramos ambas expresiones -orden público interno y


orden público internacional-.

A la luz de las consideraciones que hemos venido exponiendo sobre la noción de orden
público, el recurso que hace el Código a la citada terminología es inadecuado y se presta
a confusión. En efecto, el artículo 3, párrafo 1, al referirse a distintas leyes en materia de
derecho civiles y de garantías individuales clasifica "las que se aplican a las personas en
razón de su domicilio o de su nacionalidad y las siguen aunque se trasladen a otro país,
denominadas personales o de orden público interno"; o sea, las leyes personales la
identifica con las de orden público interno. En el párrafo 2 dice: "las que obligan por
igual a cuantos residen en el territorio, sean o no nacionales, denominadas territoriales,
locales o de orden público internacional; en otras palabras, las normas territoriales son
sinónimo (ver C. 13) público internacional. Los artículos 4 y 5 consagran como leyes de
orden público internacional a) los preceptos constitucionales y b) todas las reglas de
protección individual y colectiva, establecidas por el derecho político y administrativo.
14. Batiffol; op. cit. pag. 424.

304
DR. LUIS ARIAS NUNEZ
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO
305
Efectos del Orden Público.
De la noción del orden público se deduce que su finalidad es impedir la aplicación de la
norma jurídica extranjera competente. Al dejar de aplicarse esta última, por considerar
perjudicial a los intereses generales de una comunidad estatal dada lo que es
precisamente la base del orden público, el efecto de éste es obviamente negativo.
Ahora bien, los efectos de esta noción varían, según se trate de la adquisición de
derecho en el país donde se invoca el orden público o del respeto en este último de los
derechos adquiridos en el extranj ero "El orden público -señala Batiffol- puede no
oponerse a los efectos en Francia de los derechos adquiridos en el extranjero, pero sí se
opondría a su adquisición en Francia".

En eftcto, este autor nos habla que, en una época cuando toda demanda de divorcio en
nombre de una ley extranjera era considerada contraria al orden público en Francia, la
Corte de Casación admitió sin embargo que el extranjero divorciado en el extranjero
podía volver a casa en Francia sin que el orden público se opusiera a ese efecto de su
divorcio. Luego, los tribunales han admitido los efectos en Francia de un divorcio
pronunciado en el extranjero por causasno admitidas por la ley francesa, mientras que
negaron, en nombre del orden público, acordar un divorcio en esas condiciones . Se
podrá notar que en materia de respeto, la intensidad del orden público se manifiesta, de
hecho, con menor grado.

Nos refiere Batiffol que en 1953, sobre esta materia, la Corte de Casación afirmó en una
fórmula general, como resultado de los fallos que sirvieron de precedentes, que "la
reacción frente a una disposición contraria al orden público no es la misma en el caso
cuando ésta obstaculice la adquisición de un derecho en Francia, que cuando se trata de
dejar que se produzcan en Francia los efectos de un derecho adquirido sin fraude en el
extranjero y de conformidad con la ley considerada competente en virtud del derecho
internacional privado francés.
15. Batiffol; op. cit. pag. 424.
16. Extranjeros divorciados fuera de Italia pueden, en este país, casarse nuevamente. En efecto, no es el divorcio lo
que solicitan, sino el matrimonio, y éste, por si sólo, no es inconciliable con el orden público, aún cuando sea una
consecuencia de divorcio obtenido anteriormente, (ejemplo transcrito de la cita obra de Niboyet, pág. 435).
17. Enla obra de Niboyet se nos ofrece un ejemplo de efecto negativo en materia de matrimonio que se diferencia de
la conclusión que se desprende de los casos referidos. "Si una mujer, divorciada fuera de Francia, quisiera volver a
casarse con un español en España, no podrá hacerlo, pues estimará que su pretención es incocüíable con el orden
moral. Se dirá a dicha divorciada que contraiga matrimonio en su país, pues la ley española no autoriza su
matrimonio" (Niboyetpág. 415).

Niboyet reconoce también el carácter variado del orden público según se trate de la
adquisición de los derechos o de respeto de los derechos adquiridos; y nos dice que los
efectos pueden ser completamente negativos, o bien negativos y positivos a la vez, y
ofrece los ejemplos como los siguientes:

Si unos extranjeros, cuya legislación admite el divorcio, invocan la misma para


divorciarse en un país en el que el divorcio no se admite, el orden público de este último
impedirá el divorcio. No se producirá más efecto que el que consiste en no aplicar la ley
extranjera; se dice entonces que el orden público produce un efecto negativo.

Hay casos cuando el efecto del orden público no sólo es negativo, dice Niboyet, sino, a
la vez negativo y positivo, en el sentido de que se empezará por no aplicar la ley
extranjera -efecto negativo- pero además, se aplicará al caso la ley vigente en el lugar
del tribunal juzgador -efecto positivo-. "Dos Servios -narra Niboyet refiriéndose a los
efectos negativos y positivos aplicados a la institución del matrimonio- contrajeron
matrimonio en París. La ley Servia exige, para que el matrimonio sea válido, una
ceremonia religiosa y como el matrimonio contraído en Paría por dichos individuos fue
un matrimonio civil, o sea, sin ceremonia religiosa, se planteó el problema de la validez
o de la nulidad de su matrimonio. Estando normalmente sometido el matrimonio a la ley
nacional de los contrayentes, había que aplicar, en consecuencia, la ley Servia. Pero esta
ley, que no admite el matrimonio más que en una forma religiosa, ha sido considerada
por el tribunal de Paría como contraria al orden público francés, en virtud de la
neutralidad del estado civil. ¿Qué hacer para satisfacer el orden público francés?. Ante
todo, no aplicar la ley extranjera: efecto negativo; pero como eso, en definitiva no
conducía a ningún resultado, se ha aplicado la ley francesa, la cual autoriza el ma-
trimonio civil.

Los contrayentes Servios, por lo tanto, pudieron casarse cómodamente en Francia sin
ceremonia religiosa... como puede apreciarse, el orden público produjo aquí su doble
efecto: negativo, es decir, rechazan- do la ley Servia, y positivo, o sea sustituyendo la
ley Servia por la ley Francesa .
18. Batiffol; op. cit. pag. 425.

¿Cuál será la validez en un tercer país del derecho obtenido por los contrayentes Servios
en virtud de la ley de orden público francesa y en contra de lo dispuesto por su ley
nacional? ¿La ley nacional de los contrayentes Servios o la de Francia cuyo orden
público ha ejercido un efecto positivo?

Es opinión generalizada que la respuesta ha de depender del concepto de que en ese


tercer país se tenga del orden público sobre el punto en cuestión.

Ciertamente, hay que partir del criterio de que la noción del orden público es de carácter
esencialmente nacional. Ello implica supeditar la respuesta a las preguntas formuladas
arriba a la coincidencia o diferencia del orden público del tercer país con los órdenes
públicos de los países respectivos.

Refiriéndose a los efectos de un derecho adquirido en el extranjero en virtud del orden


público local, B atifíbl nos dice que "es ciertamente nulo si nuestra noción del orden
público no concuerda con la del país que ha conferido el derecho según su propia ley..."
Niboyet nos habla de dos casos; a) cuando el orden público es el mismo tanto en el país
de "importación" como en los de "exportación" "supongamos un matrimonio civil
celebrado en Bélgica, en virtud el orden público, a pesar de la regla contraria formulada
en el país al que los cónyuges pertenecen -ley polaca-. Es indudable que, en este último
país, el matrimonio no será reconocido; pero nada se opone a su reconocimiento en
Alemania, por ejemplo, donde la concepción del orden público es la misma que en
Bélgica. Con respecto a Alemania, la ley polaca que prohibía el matrimonio,
quebrantaba el orden público; de modo que, si la cuestión se hubiese planteado en
Alemania, se habría "seguido en este país, lo mismo que en Bélgica, la ley del lugar de
celebración del matrimonio y no la ley nacional..." Si volvemos a tomar el ejemplo
anterior, resultará que el matrimonio civil celebrado en Bélgica no será reconocido: lro.
no solamente en el país nacional de todos los cónyuges, que admite otra noción del
orden público; 2do. sino también en todos
O1

aquellos países que adoptan la misma concepción...

19. Niboyet; op. cit. pag. 420.


20. Batiffol; op. cit. pag. 426.

En conclusión, el reconocimiento de un derecho adquirido en el extranjero cuando éste


es contrario al orden público del país donde se le invoca no puede ser admitido.
El Orden Público en el Derecho Dominicano.

Como hemos tenido ocasión de observar en otra parte de esta obra, el sistema
territorialista es predominante en República Dominicana, en el sentido de que la
aplicación de la norma jurídica extranjera se de margen reducido. De ello se deduce que
el recurso a la noción del orden público como remedio para impedir la aplicación de la
norma jurídica extranjera considerada competente se reduce a su mínima expresión.

Sin embargo, aunque para casos excepcionales, hay disposiciones que contemplan la
aplicación de la ley extranjera y ese supuesto abre la posibilidad para invocar el orden
público con miras a impedirla.

Tomemos como ejemplo las disposiciones de los artículos 47 y 999 del código civil
dominicano, de los cuales se deduce el reconocimiento de la aplicación a la forma de los
actos la regla "locus regit ac-tum", según la cual, los actos jurídicos en todo lo relativo a
su forma se regirán por las leyes del lugar donde pasen. ¿No podría ocurrir que con base
a las citadas disposiciones se realicen actos que producen efectos jurídicos en República
Dominicana y sean contrarios a nuestro orden público?

El código civil dominicano contiene únicamente una disposición mencionando orden


público, -el artículo 6- y, según ésta, "Las leyes que interesan al orden público y a las
buenas costumbres no pueden ser derogadas por convenciones particulares". La misma
como advertimos, concierne al derecho interno, en el sentido que en derecho
internacional privado una disposición tiene el carácter de orden público cuando ésta se
opone a la aplicación de una ley extranjera considerada competente, el art. 48 de la
constitución dominicana se refiere a las leyes de orden público como obligatorias para
"todos los habitantes del territorio".
21. Niboyet; op. cit. pag. 424-425-

El orden público como remedio para impedir la aplicación de la norma jurídica


extranjera no lo contempla el código civil. De ello se deduce que la apreciación del juez
en cada una de las instituciones que dan lugar a la intervención del orden público es
relevante. La doctrina y la jurisprudencia dominicana han admitido y recurrido a la
noción del orden público y se refieren a un orden público que se impone únicamente a
las naciones y un orden público internacional en el que el elemento extranjero está
implícito e impide la aplicación del derecho extranjero. Es una concepción -la
clasificación del orden público- que refleja la influencia de la doctrina francesa sobre la
materia en nuestros juristas.

Refiriéndose al orden público en el procedimiento de divorcio, la corte de apelación de


Santo Domingo y la Suprema Corte de Justicia han considerado el procedimiento de
divorcio como "esencialmente de orden público".

En un trabajo de Jesús De Galíndez sobre el divorcio de extranjeros en la República


Dominicana, este analiza la aplicación del artículo 3 del código civil dominicano que
consagra la ley nacional como regla para regir el estado y la capacidad de las personas,
y que por interpretación de las doctrinas y jurisprudencia abarca tanto a los nacionales
como a los extranjeros.
El planteamiento del autor va en el sentido de si se reconoce la ley nacional para regir el
estatuto personal de las personas y esta regla se extiende a los extranjeros, ¿podrían los
tribunales dominicanos divorciar a los extranjeros cuya ley nacional no admite esa
institución? He aquí cuando se acude a la noción del orden público como implícita en la
ley de divorcio de la República Dominicana que altera la aplicación de la regla citada
sobre el estatuto personal; la ley nacional.

Algunos juristas dominicanos, como es el caso de Pelegrín Castillo, en una tesis


sustentada en 1902, dicen lo siguiente: "que siendo la ley de divorcio institución
positiva de aquellos principios de bien social en cuanto tiende a mantener el matrimonio
dentro de su finalidad social y al mejoramiento de las costumbres por la conservación de
la moral y el orden de las familias, debe aplicarse sin consideración de la nacionalidad
de los cónyuges" y "que la competencia de los tribunales encargados de una demanda en
divorcio entre extranjeros debe subordinarse a estas condiciones: domicilio permanente
y comisión de los motivos de la demanda en el territorio del Estado a cuyos tribunales
se pide la disolución del vínculo conyugal".

22. Lic. Manuel V Gómez hijo. El divorcio en la República Dominicana Santo Domingo, Í968. Ed. Capeldom,
pags.
51-52

En su tesis para el doctorado en derecho, Manuel Bergés Chupani, que comparte el


criterio de aplicar la noción del orden público a los extranjeros cuyo estatuto personal
no admite el divorcio, narra casos de rechazo de algunas demandas de divorcios
intentado por extranjeros cuya ley nacional no admitía el divorcio.

Entretanto, en el citado trabajo De Galíndez se citan algunos casos de divorcios en los


que extranjeros han sido partes y en los que se ha invocado el orden público; veamos:

1) El 3 de agosto de 1940, el juzgado de primera instancia de San Pedro de Macorís


admitió el divorcio entre un dominicano domiciliado en el país y una subdita turca, siria
o libanesa, con residencia en su país de origen. Los considerandos de la sentencia
decían: "que la ley de divorcio es de orden público y que sus reglas son de orden
público internacional cuando están en conflicto con leyes extranjeras. El divorcio puede
ser admitido entre extranjeros cuyo país lo prescribe, y con mayor razón cuando uno de
los cónyuges es ciudadano dominicano.

2) El de una refugiada española, con residencia en la República Dominicana, y un


Español con residencia en España, caso que no se decidió inicialmente en cuanto al
fondo, por el juzgado de Santo Domingo, que declaró su incompetencia, pero fallado
luego por el de San Pedro de Macorís, admitiendo el divorcio.

3) El de un ciudadano francés contra una colombiana, resuelto por el juzgado de Santo


Domingo.

4) El de dos ciudadanos españoles decidido por el juzgado de La Vega.

5) El decidido por sentencia de la corte de apelación de Santo Domingo, el 30 de


noviembre de 1942, entre una haitiana residente en la República Dominicana y un
ciudadano alemán residente en Haití, lugar de domicilio conyugal.
23. Castillo, Pelegrín, El divorcio es de orden público internacional. Tesis para la Licenciatura en Derecho. Imp. "La
casa cuna de América", 1902. Santo Domingo, R.D.
24. M. Bergés Chupani. "Nuestra ley de divorcio y la noción de orden público internacional". Tesis para el doctorado
en derecho. 1943.

Sobre ésta última sentencia se establece lo que De Galíndez define como la doctrina de
la Corte de Apelación, en ella se expresa en el preámbulo "que nuestra constitución
consagra, sin distinguir entre dominicanos y extranjeros, como inherentes a la
personalidad humana, y por consiguiente, a todos los habitantes del territorio o que se
encuentra en él, ciertos derechos llamados naturales o de, gentes", "que los derechos
enumerados en el referido texto constitucional, no lo han sido de un modo limitativo,
sino todo lo contrario...", "que la administración de justicia en las sociedades modernas
no es, en relación a la sociedad, ni un derecho ni una ventaja, ni un interés, sino un
deber que está obligada a cumplir; que la justicia es universal por su naturaleza debido
al hombre y no solamente al ciudadano..." "que para los extranjeros no domiciliados en
nuestro territorio no pudiesen recurrir a nuestro tribunales en demanda de justicia, es
preciso que existiere un texto legal, que no existe, que estableciese esa
prohibición...que, todo lo antes expuesto, se evidencia que, a falta de un texto legal que
lo prohiba formalmente, los tribunales dominicanos tienen competencia para conocer de
los litigios surgidos entre nuestro territorio y recurran a ellos para dirimirlos: "que los
Estados tienen el derecho de dictar ciertas leyes que atañen tan directamente a su
organización, funcionamiento, conservación y fines, que por ello son obligatorios para
todo aquel que se encuentre sobre territorio; que entre esas leyes entran las civiles en
que están en juego altos principios de moral", "que nuestro legislador, en las
consideraciones con que explica la naturaleza del divorcio entre nosotros, expresó en la
ley de 1897, y repitió en la de 1899, los siguientes...." "que por lo antes transcrito, queda
demostrado que nuestro legislador dio, a la institución del divorcio, el carácter de una
ley, de una disposición de orden público internacional, obligatoria para todos los que se
encuentren sobre nuestro territorio.."etc.

De Galíndez considera que la citada sentencia constituye "la interpretación


jurisprudencial de máxima autoridad al no existir ninguna sentencia de casación de la
Suprema Corte...", que en la jurisprudencia dominicana triunfa el criterio de divorciar a
los extranjeros residentes en el país, aunque su legislación nacional no admita el
divorcio y aunque al demandado esté domiciliado fuera del territorio dominicano;
basándose para ello en una excepción de orden público que rompe el criterio
personalista del Código Civil".

En éste mismo número de la Revista, en la parte correspondiente a jurisprudencia, y


refiriéndose a la sentencia del juzgado de primera instancia de San Pedro de Macorís, de
fecha 3 de agosto de 1940 se lee que: "ha sido juzgado, que la ley de divorcio es de
orden público y sus reglas son de orden público internacional cuando están en conflicto
con las leyes extranjeras. El divorcio puede ser admitido entre extranjeros cuyo país
loprescribe y con mayor razón cuando uno de los cónyuges es un ciudadano
dominicano. La ley nacional siempre será aplicada cuando esté en conflicto con otra ley
extranjera".
25. Lic. Jesús De Galindez. El proceso de extranjero en la República Dominicana. Revista Jurídica Dominicana, vol.
VII No. 2, 1945, pags. 1960-1961.

26. De Galíndez, op. cü. pag. 963.

27. Revista Jurídica Dominicana, Núm. 2, vol. VII, pag- 992.


CAPITULO XII
EL FRAUDE A LA LEY
Noción general. Elementos del Fraude a la ley. Intención de Evadir la Ley.
Inaplicabilidad de los resultados obtenidos con el fraude. Efectos del Fraude a la Ley.
Fraude a la Ley y Orden Público.

Noción General

En sentido general, la noción de fraude se traduce en la realización de un acto


intencional, para evadir una disposición legal o un acto convencional, desconociendo un
derecho ajeno o implicando perjuicio a un tercero. A la luz del derecho civil, disciplina
con la que el derecho internacional privado guarda relación sobresaliente, el fraude se lo
percibe como el acto jurídico que, aun siendo considerado válido en sí mismo, se otorga
con el propósito de evadir la aplicación de una disposición legal.

En el derecho internacional privado, la noción del fraude a la ley no se aparta de las


consideraciones antes expuestas; los elementos que sirven de base para caracterizarla
son los mismos. En efecto, en esta rama del derecho el fraude consiste en que personas,
indebidamente, logran colocarse en una situación mediante la cual se permite invocar
las ventajas que le ofrece una ley extranjera que no es la que normalmente le
corresponde. Su objetivo -de la persona fraudulenta- es evadir la aplicación para sí de
determinada disposición de su propia legislación acogiéndose a disposiciones de una
legislación extranjera que le son más beneficiosas.

Esta noción se considera de origen relativamente reciente y su vinculación con el orden


público, como veremos, es innegable.

La doctrina, aunque con argumentos diversos, le ha dado un amplio reconocimiento,


particularmente en Francia. Martin Wolf nos dice al respecto que: "La ciencia francesa
apoyándose en un antiguo y ambiguo aforismo: fraus omnia corrumpit, ha sentado la
tesis de que toda exclusión fraudulenta de un precepto jurídico sobre la base de una
conexión con el derecho extranjero es ineficaz, y que en todo caso debe aplicarse, por lo
tanto, el precepto que se trató de aludir".

Lo que se persigue precisamente con la noción del fraude a la ley en Derecho


Internacional Privado es sancionar lo que las personas han obtenido fraudulentamente
mediante el recurso a un elemento de conexión, dejar sin efectos la aplicación de la
norma jurídica extranjera a la que se hizo recurso.

Algunos autores definen el fraude a la ley destacando siempre la finalidad de las partes
fraudulentas de evadir la norma nacional competente que le impone algo que él no
quiere, o le prohibe algo que él quiere realizar.

"El fraude a la ley -dice Duncker- consiste en sustraerse voluntariamente y


conscientemente una ley determinada y colocarse bajo el imperio de otra a una mediante
el cambio real y efectivo de algunas de las circunstancias o factores de conexión".
Miaj a de la Muela, a su vez, define el fraude como "la realización de un acto ilícito -o
más frecuentemente dos o más actos- para la consecución de un resultado anti-jurídico.
Es un medio de vulnerar leyes imperativas, lo que le aproxima a otros procedimientos,
tales como el dolo civil, la simulación y el fraude de acreedores, de los cuales la técnica
jurídica ha llegado a aislarse".

Esa definición de este autor enumera dos elementos fundamentales implícitos en la


noción del fraude a la ley; a saber: a) el carácter ilícito del acto o de los actos que se
realizan para infringir las leyes imperativas; y b) un resultado absolutamente prohibido
por el espíritu de la ley.

"La finalidad del fraude es permitir al autor evadirse del imperio de una norma,
desplazando la reglamentación del supuesto a la órbita de otra más favorable que le
facilita la realización del propósito y que la norma evadida obstaculizaba y sancionaba".
Para Niboyet: "La noción del fraude a la ley, en Derecho Internacional Privado, es el
remedio necesario para que la ley conserve su carácter imperativo y su sanción en los
casos en que deje de ser aplicable a una relación jurídica por haberse acogido los
interesados fraudulentamente a una nueva ley".

1. Transcrito de la citada obra de M.C. Calderón, op. cit. pag. 110.


2. Duncker Biggs; Federico-Derecho Internacional privado, 2da. Edición Editorial Jurídica de Chile, Santiago, Chile,
1956, pag. 421.
3. Miaja de la Muela, Adolfo: Derecho Internacional Privado, Madrid, 1954, T. L pag. 320.
4. Aguilar Navarro, Mariano: Lecciones de Derecho Internacional, Madrid, 1964. pag. 93.

Esta definición indica la función del fraude a la ley que, como dijimos anteriormente, no
es otra que impedir la aplicación de una norma extranjera aisladamente válida, a la que
se recurre con la finalidad de vulnerar una norma imperativa. Aunque la motivación es
distinta, vemos que esta noción guarda su relación con la de orden público en el sentido
de que ambos tienen por misión impedir la aplicación de la norma jurídica extranjera, en
principio competente.

La conexión fraudulenta a un ordenamiento jurídico extranjero puede darse en las más


variadas materias del Derecho Internacional Privado.

Como vimos, al tratar la noción del orden público, y lo mismo es válido al analizar la
noción del fraude a la ley, la competencia de la norma jurídica extranjera está
determinada por la regla de conflicto.

Ahora bien, las reglas de conflicto no deben ser utilizadas por los particulares para
evadir las disposiciones legales imperativas de un ordenamiento jurídico dado. Ha sido
ese el criterio en el que se ha basado la doctrina y la jurisprudencia de muchos países
cuando han invalidado, al tachar de fraude a la ley, los divorcios obtenidos en el
extranjero por nacionales que se habían naturalizado con la única intención de evadir la
regla de la indivorciabilidad del matrimonio.

Elementos del Fraude a la Ley.

Las contradicciones para poner en práctica la noción del fraude a ley implican: lro.- La
utilización voluntaria de las reglas de conflicto; 2do.- La intención de evadir la norma
jurídica material nacional; 3ro-Obtención de resultados ilícitos.
El fraude a la ley puede ocurrir cada vez que un elemento de conexión depende de la
voluntad de las partes...El fraude a la ley -nos dice Goldschmidt- no cabe en los hechos
no voluntarios, ya que, si no interviene la voluntad humana, tampoco puede
tergiversarse los hechos fraudulentamente".6
5. Niboyet; op. cit. pag. 441.

6. Goldschmidt, op. cit. pag. 110.

El ejemplo clásico es el de la nacionalidad, elemento de conexión del estatuto personal;


se cambia de nacionalidad para evadir una prohibición de la ley personal. El caso de la
duquesa de Bauffremont que es el más conocido sirve de ilustración en esta materia.
La condesa de Charaman-Chimay, casada con un oficial francés, el duque de
Bauffremont, consiguió la separación de su marido el lro. de agosto de 1874, que era el
único remedio que la ley francesa de entonces podía ofrecerle, al no admitir el divorcio.
La duquesa se nacionalizó en Sajonia-Altenburgo/Alemania/, e inmediatamente después
logró allí el divorcio. El 24 de octubre de 1875 la duquesa contrajo matrimonio en
Berlín con un rumano, el príncipe Bibesco, retornando más tarde a Francia como
princesa Bibesco. Bauffremont, no admite la validez del divorcio y pidió ante los
Tribunales francés, la anulación del segundo matrimonio. El Tribunal de Casación dicta
sentencia dando razón a Bauffremont invocando entre otras razones, la prohibición del
fraude a la ley, al tratarse de una naturalización fraudulenta: divorcio y segundo
matrimonio fueron dejados sin efectos en Francia.

El estatuto personal puede regirse por el domicilio, y en este caso el fraude a la ley
puede darse con mayor facilidad en el sentido de que el cambio de domicilio es de por sí
menos complicado que el cambio de nacionalidad.

"La obtención fraudulenta de un nuevo domicilio resulta mucho más fácil que la
adquisición fraudulenta de una nueva nacionalidad".

Por otra parte, en ciertos sistemas, el estatuto personal está conectado con la religión, y
aquí también puede tener cabida el fraude; Niboyet nos ofrece al respecto el caso
siguiente:......se trataba de un cambio de religión en Siria, con el fin de escapar a las
consecuencias civiles de una ley. En dicho país, el estatuto personal depende de las
creencias religiosas. Un individuo de secta maronita -cristiano- había sido condenado a
pagar a su mujer una pensión en concepto de alimentos. Dicho individuo se hizo
musulmán porque sunuevo estatuto personallepermi-tía -así constaba en el proceso-
poner término al pago de la pensión. El Tribunal de Siria decidió que el marido había
querido, evidentemente, aprovechar su cambio de religión para sustraerse de pagar
alimentos a que venía sometido.
7. Martin Wolff; op. cit. pag. 84.
8. Niboyet; op. cit. pag. 453.

A los actos jurídicos en cuanto a su forma se aplica también la noción del fraude a la
ley. En efecto, ciertos países exigen que diversos actos deban hacerse acompañados de
cierta publicidad o de la intervención de Notario. Hay personas que, para evadir estas
condiciones, se desplazan a un país extranjero cuya legislación sea más flexible.

Es el caso, por ejemplo, de individuos que contraen matrimonio en el extranjero para


escapar a las reglas de publicidad prescritas en la legislación de su país.
Se narra a este respecto los matrimonios de Gretna Green, los cuales se basaban en el
Derecho Escocés, que consideraba forma válida del matrimonio la declaración de
consentimiento de la pareja en presencia de testigos. Los fraudulentos se trasladaban a
la frontera de Escocia, donde un herrero se limitaba a extender una acta declarando que
los contrayentes habían comparecido ante él manifestando su deseo de contraer
matrimonio... .los cuales no habían aprovechado las facilidades de la ley escocesa más
que para sustraerse a la ley de su país".

Un estatuto de 1856 imponía para dificultar el fraude una resistencia de tres semanas
para poder celebrar matrimonio.

En cuanto al fondo de los actos jurídicos, algunos autores sostienen también la


aplicación de la noción del fraude a la ley. Así, Batiffol nos dice al respecto que: "Es
aun más fácil someter un contrato a una ley extranjera para escapar a las prohibiciones
de la ley francesa, pero la intención de fraude a la ley será al mismo tiempo constatada
con menos frecuencia puesto que el espíritu del derecho positivo es dejar las partes en
una gran libertad en la localización de su operación".

"En lo que atañe a la autonomía de las partes, -nos dice Golds-chmidt- normalmente, en
efecto, no es imaginable el fraude: las partes declaran que Derecho desean que se
aplique al contrato, y el legislador por esta razón ordena la aplicabilidad del Derecho
elegido.

Pero el DIPR muchas veces limita el número de derechos entre los cuales autoriza a las
partes a optar; así verbigracia, solo admite la elección entre los derechos domiciliario,
los derechos del país de la celebración y cumplimiento del contrato y el derecho del país
en donde se halla el objeto del contrato en el momento de su celebración. Habiendo
semejante limitación, cabe de nuevo el fraude, dado que estas limitaciones contemplan
actos jurídicos susceptibles perfectamente de manipuleo fraudulento".11
9. ídem. pag. 456.
10. Batiffol; op. cit. pag. 427.

También puede prestarse a la noción del fraude a la ley el estatuto real, y más
específicamente en lo que concierne a los bienes muebles. Batiffol nos ilustra la
situación fraudulenta en esta materia en los términos siguientes: "un mueble será
transportado al extranj ero para someterlo a un régimen prohibido por la ley francesa; el
fraude más difundido en ciertos países concierne los buques, matriculados en Estados
con los que los armadores no tienen ninguna vinculación, para evitar la aplicación de la
ley de su puerto de amarre efectivo. Por el contrario, los inmuebles no pueden dar lugar
al fraude, ya que el vínculo de este caso se sustrae a la voluntad de las partes, y ese
factor es sin duda uno de los elementos en favor que conoce la ley real inmobiliaria.

Vemos, pues que el fraude a la ley es una noción que se presta en su aplicación a las
más variadas materias.

Es preciso, sin embargo, retener la idea que el fraude a la ley se aplica a los hechos
voluntarios; cuando interviene la voluntad de las partes para influir sobre el elemento de
conexión que vincula la situación concreta con una norma jurídica extranjera.
Intención de Evadir la Ley

La intención fraudulenta, o de burlar la ley es el elemento característico de la noción del


fraude a la ley. La intención del Interesado se traduce en que este utiliza las reglas de
conflicto con el único propósito de evadir las prohibiciones de la ley de un
ordenamiento jurídico al que está vinculada.

Hay fraude, pues, refiriéndose a la nacionalidad como punto de conexión, cuando el


cambio de ley, en lugar de ser simplemente una consecuencia del cambio de
nacionalidad, ha sido la finalidad o el propósito de ese cambio. La princesa de
Bauffremont se hizo naturalizar en Alemania para lograr el divorcio contrariamente a la
ley francesa; los otros efectos de esa naturaleza como lo era la protección diplomática
no le importaban ningún modo.

Este asunto Bauffremont, evidencia la prueba de la intención como elemento del fraude.
En efecto, cuando la princesa de Baufremont demanda el divorcio al día siguiente de
obtener la naturalización, y no es capaz de alegar ninguna explicación plausible de su
cambio de nacionalidad, la certeza sobre su intención tiene una base ampliamente
sólida. Niboyet, al referirse a la intención como elemento característico del fraude en
derecho internacional privado, y la que define como "la voluntad de burlar una ley que
contiene una disposición que prohibe realizar el acto proyectado", -nos dice que para
caracterizar el fraude es necesario observar "la ausencia de toda siuceridad en las
circunstancias en virtud de las cuales se invoca el beneficio de la ley extranjera.....si el
acto ha sido perpetrado con el fin de poder invocar, en lo sucesivo, una ley distinta de la
que debiera aplicarse normalmente, no hay sinceridad en los interesados; estos se han
colocado bajo el imperio de otra ley con el único objeto de burlar la primera, y no para
vivir normalmente bajo el imperio de la segunda ley".

"Resulta de aquí que, si un individuo consigue colocarse bajo el imperio de una ley
extranjera más ventajosa para él, sin intención de burlar la ley anterior, no habrá
intervenido fraude alguno... .hay que atender, por lo tanto, no al resultado obtenido, sino
al grado de imputabílidad, a la medida con arreglo a la cual se ha intentado burlar la ley.
El elemento psicológico es lo que habrá que tener en cuenta principalmente; y el en-
cargado de apreciarlo será el juez. Nada más legítimo que concederle esta facultad".13
Estimamos de mucho aporte la relevancia que Niboyet le da a la intención, como
elemento del fraude a la ley.

Otros autores concuerdan en reconocer la importancia del elemento intencional,


psicológico, en la noción del fraude a la ley.

Aguilar Navarro nos habla que el elemento espiritual subjetivo es la intención y que si
prescindimos de este elemento la noción del fraude a la ley dejaría de diferenciarse con
el orden público y quedaría sin explicarse la naturaleza artificial, maliciosa, del punto de
conexión.

Orue y Arregui escribe al respecto: "Es natural que en la realización del fraude se den
dos elementos componentes, uno material, constituido por la realización de actos que
sobrepasan el orden interno, originando efectos contrarios a los señalados por la ley;
otro espiritual, la clara intención de escapar a los efectos de un principio de tipo
obligatorio".
13. Niboyet; op. cit. pags. 447-448.
14. Aguilar Navarro: Lecciones del Derecho Internacional Privado, Madrid, 1963. pags. 96-97.

Goldschmidt, al hablarnos de los elementos que concurren en el fraude a la ley, lo


reduce a dos y los analiza bajo dos aspectos, a saber; el objetivo y el subjetivo:

" 1ro.- en sentido objetivo: a) una caracterización positiva del tipo legal no concebida
por el autor de la norma indirecta como negocio jurídico; b) actos exteriores /
maniobrar/ de los interesados expresivos de su intención lograda de convertirla en tal;
en este aspecto será de importancia decisiva la contracción temporal de los hechos...; c)
diferencia entre el Derecho Civil aplicable de las maniobras y el Derecho Coactivo
aplicable con anterioridad a las mismas; 2do.- en sentido subjetivo, la intención o el
conocimiento referente a los requisitos byc/o sea la intención de hacer deliberadamente
aplicable mediante maniobras apropiadas un Derecho Civil favorable que sin las
mismas no lo habría sido.

La intención como elemento implícito del fraude a la ley en Derecho Internacional


Privado ha generado objeciones sobre la aplicación de esta noción. La objeción clásica,
a la que se inscribe la doctrina que rechaza el fraude a la ley, es que todo cambio de
nacionalidad acarrea necesariamente la aplicación de una ley nueva, y que este no puede
ser tildado de fraude, puesto que el mismo acarreara igualmente otras consecuencias que
esa por la cual se lo incrimina, consecuencias que bien han podido ser el motivo
determinante de la conducta criticada. En otras palabras, si un apareja se naturaliza en
un país extranjero para divorciarse, debe reconocer ese divorcio; no hay motivo para
que el juez tome en cuenta las razones que indujeron a estas personas a cambiar de
nacionalidad.

"Cuando dos individuos piden que se les aplique su ley nacional -españoles que se han
naturalizados en Francia, quieren estar sometidos a su ley nacional, no obstante ser ya
franceses- el juez español no tiene para que buscar los móviles, las intenciones por las
cuales han querido hacerse franceses; esta cuestión no íe interesa.

15. Orue y Arregui, José Ramón, Manual de Derecho Internacional Privado 3ra. Edición, Madrid, 1952, pag. 462.
16. Goldschmidt; Sistema y Filosofía del Derecho Internacional Privado, 3ra. Ed., Buenos Aires, 1952, pags. 299-

Esos individuos, ¿son franceses o no? En el primer caso, la ley competente para el
divorcio es la ley francesa; y si el divorcio lo han obtenido en Francia, el juez español
tiene que reconocerlo. De modo que, conforme a esta opinión, no hay que tener en
cuenta para nada las razones por las cuales los interesados han podido llegar a invocar
cierta ley; lo que se trata de saber es si, jurídicamente, pueden invocarla. Y es evidente,
desde luego, que un francés pueden en derecho invocar la ley francesa; un español, la
ley española.

Las consideraciones que hemos expuesto sobre el propósito del cambio de nacionalidad,
queno es otro que burlarla imperatividad de las leyes, nos impulsa a restarpeso a la
argumentación de que nohay motivo para tener en cuenta las razones que tiene el
fraudulento para naturalizarse "el juez vela por el respecto a las leyes, y si se burló la
imperatividad de las mismas mediante artificios, mantener la imperatividad de sus leyes
es una razón suficiente para tomar en cuenta los motivos de naturalización no natural ni
sincera.

La doctrina durante tiempo basó su objeción a la noción del fraude en la dificultad de


probarla intención. Más tarde, específicamente a partir del siglo XLX, se vio en la
búsqueda de la intención una "intrusión en la conciencia: el derecho, como lo ha
enseñado Kant.....concierne solo a los actos exteriores, las intenciones son del dominio
de la moral; la imposibilidad de llegar a conclusiones firmes sobre las intenciones
conducida al juez a una arbitrariedad inaceptable".

Sobre el peligro a que puede conllevar un uso arbitrario de la noción del fraude se
pronuncia Miaja de la Muela, cuando dice: "SÍ se entiende que el fraude a la ley es un
concepto autónomo respecto al de orden público, calificado por un elemento
intencional, aparte de desgajar la primera teoría del fraude en Derecho interno, no es
posible sustraerse al siguiente dilema: o solo se sancionan los actos fraudulentos cuando
son contrarios al orden público, es decir, a las leyes del foro de ttá rigurosa
imperatividad, o en todo caso en que se haya buscado una combinación de actos para
lograr un fin, aunque éste no sea contrario al orden público. En el primer supuesto, la
teoría del fraude es supérflua; en el segundo, sumamente peligrosa por suprimir la
seguridad para los negocios lícitos dentro del margen más o menos amplio que cada
legis-lación deje a la autonomía de la voluntad.

17. Niboyet; op. cit. pag. 420.


18. Arellano García; op. cit. pag. 722.
19. Batiffol; op. cit. pag. 430.

Se ha querido interpretar el alcance de la oposición a la noción del fraude diciendo que


lo que se busca es incitar a los jueces a laprudencia, en el sentido de que no deben
sospechar las intenciones sin razón determinante.

Sin embargo, como vimos en el caso Bauffremont, cuando se aporta la prueba, es decir
cuando se tiene la certeza que con el acto se persigue únicamente evadir la prohibición
contemplada en la ley, los jueces sienten que, lejos de "aventurarse en el dominio
oscuro de la conciencia donde no encontrarían más que sus propias imaginaciones, ellos
hacen prevalecer la realidad sobre la apariencia falsa".

Ina plica buida d de los Resultados Obtenidos con el Fraude

Según Yanguas Messia, el mecanismo del fraude a la ley en Derecho Internacional


Privado se podría describir así; "El realizador del fraude....busca liberarse de una norma
de derecho material interno que le impone algo que él no quiere, o le veda algo que él
quiere realizar.

Para lograr su propósito, se dispone a sustituir la vigencia de las normas internas en


cuestión, por la de otra norma interna extranj era que no le impone lo que a él le estorba,
o le permite lo que él busca.

Y el medio técnico de que para ello se vale es el acogimiento a un punto de conexión


establecido por su propia norma de conflicto.
Esa descripción puntualiza sobre los elementos indispensables para la realización del
fraude que no son otros que la utilización voluntaria de las reglas de conflicto, la
intención, con la acogida a la norma extranj era, de burlar la norma del ordenamiento
jurídico al que ha estado, o está normalmente vinculado, y la obtención de un resultado
absolutamente prohibido por la ley de este último ordenamiento.
20. Miaja de la Muela; op. cit. pags. 327-328.
21. Batifíbl, op. cit. pag. 430.
22. José De Yanguas Messia; Derecho Internacional privado, Vol. I Madrid, Ed. Rems, 1944, pag. 319.

En el fraude a la ley se trata de actos aisladamente válidos, pero realizados con el


deliberado propósito de sustraerse a una norma imperativa de un ordenamiento jurídico
que los veda.

La localización dentro de los supuestos de la norma extranjera no resulta de situaciones


de hecho normales acaecidas en forma natural"; sino de una intención de quedar dentro
de los puntos de conexión de la ley extranjera".

Es como decir que el fraudulento busca refugio tras el texto de la ley para violarla en su
espíritu.

Con esta noción se busca impedir la validez de esos actos, es como expresa Niboyet,
"un remedio destinado a impedir que se produzca una anormalidad que, de no recurrir a
dicha noción, se produciría indefectiblemente a consecuencia de la aplicación de la ley
extranjera".

Goldschmidt dice que: "El fraude consiste en el intento de las partes de convertir la
realización de causa y efecto en una relación de medio y fin-

Si partimos del criterio de que el valor de un acto es inseparable de su finalidad,


tendríamos que aceptar que un acto intrínsecamente lícito estaría viciado si la finalidad
es ilícita: el fin no justifica los medios.

Efectos del Fraude a la Ley

Todo acto viciado por su finalidad siendo ilícito, no puede producir ningún efecto. De
ello se desprende que los efectos del fraude a la ley son evitar la aplicación de la norma
jurídica extranjera utilizada artificiosamente por el fraudulento con el deliberado
propósito de evadir la imperatividad de la norma jurídica nacional.

"La existencia del fraude a la ley -dice Goldschmidt al referirse al efecto del fraude-
produce el efecto de su propia ineficacia. La norma indirecta resulta inaplicable a los
hechos artificialmente creados....."

Es aportativa la clasificación que establece Niboyet de los efectos de la intervención de


la noción del fraude a la ley, partiendo del criterio de los países conectados con los actos
que producen el fraude. En ese sentido enfoca los efectos del fraude a la ley con
respecto al país defraudado, al país cuya ley se invoca y a terceros países.
23. C. AreUano García; op. cit. pag. 716.
24. Niboyet; op. cit. pag. 455.
25. Goldschmidt; Derecho Internacional Privado, op. cit. pag. 110.
26. Goldschmidt; Derecho Internacional Privado, op. cit. pag. 117.

Respecto al país defraudado, Niboyet nos refiere que lo que ha prevalecido en la


práctica es la tesis establecida por el Tribunal de casación de Francia en el caso de
Bauffremont, o sea que no se invalida el acto realizado para defraudar la ley, sino que se
niega al acto fraudulento la posibilidad de producir consecuencias jurídicas.

En ese sentido, la naturalización alemana no se declaró nula, sólo se rechazó su divorcio


y su segundo matrimonio. "La Princesa quiso ser alemana y llegó a serlo válidamente,
ante lo cual Francia nada tenía que decir. Pero la Princesa, ¿en qué medida quiso violar
la ley francesa?.

Únicamente para divorciarse, luego solamente su divorcio en inadmisible; y, en


consecuencia, su segundo matrimonio era igualmente nulo".

Esa consideración ha sido compartida por ciertos autores. Así, M. García Calderón nos
dice: "Los efectos de la conexión obtenida en esa forma -se refiere a la evasión
fraudulenta- alcanzan simplemente a las consecuencias del acto realizado gracias a esa
conexión fraudulenta; es decir, al reconocimiento que de la normalidad de esos efectos
se trata de obtener en el país al cual las partes estuvieron vinculados con anterioridad al
acto fraudulento. Los efectos del acto podrán, por lo tanto, no ser reconocidos por
estimarse que se ha evadido maliciosamente el acatamiento de la propia ley; pero no
podrá declararse la nulidad del acto mismo que sirvió para establecer la conexión,
porque ello importaría impugnar los procedimientos de un país extranjero.28

Entretando ese punto de vista ha sido criticado por otros autores, entre los que cabe
mencionar a Batiffol, quien se expresa en estos términos:

"Esa interpretación no puede imponerse. Si el Tribunal de Casación de Francia aprobó


que la Corte de Apelación no se haya pronunciado sobre la regularidad de la
naturalización otorgada por la ley alemana, contrariamente a las primeras decisiones de
los tribunales franceses es porque, como lo constata la sentencia, la intención de violar
la ley francesa bastaba la sentencia, la intención de violar la ley francesa bastaba para
viciar el acto en cuanto al juez francés.
27. Niboyet; op. cit. pags. 461-463.
28. M. García Calderón; op. cit. pag. 113.

Ybien lejos de dejarproducir esa naturalización todos sus efectos otros que el divorcio,
la Cámara Civil declarará expresamente que la Princesa Bauffremont no dejó nunca de
ser francesa; es decir que el acto está desprovisto de valor para nosotros, sea cual fuere
su regularidad o su irregularidad respecto a la ley alemana".

Respecto al país cuya ley se invoca para la realización del fraude a la ley, Niboyet parte
de la consideración antes expuesta, es decir que en los países cuya ley se invoca dicha
ley puede aplicarse válidamente si el remedio de la noción del fraude a la ley no es más
que un caso de aplicación del orden público. ¿Cómo podrá quebrantarse el orden públi-
co del país en cuestión cuando precisamente es su ley la que se invoca?.
Por otra parte, Niboyet sugiere sobre esta cuestión que: "El respeto que se deben las
soberanías debiera incitarles a poner término a los fraudes, en lugar de proporcionarse la
satisfacción de aplicar su propia ley".

Miaja de la Muela inserta una idea que compagina con esta última sugerencia de
Niboyet. Se refiere este autor español a la impedición de realización de un acto ilícito
"cuando el encargado de autorizarlo percibe claramente la producción de un resultado
antijurídico". Señala este autor que en Derecho Internacional Privado, "ante una
conexión, fraudulenta, cabría también la prevención y la represión. La primera en el país
en que el acto fraudulento va a realizarse, en virtud de la especial calidad de la persona
antes conectada con una legislación prohibitiva de aquel acto, aunque este sea lícito allí
donde va a ser realizado para quienes siempre han sido sus nacionales..."

Aunque este procedimiento sea teórico y prácticamente preferible a una declaración


posterior de nulidad, no suele ser puesto en obra"...

Vemos, pues, que Miaja de la Muela plantea el efecto preventivo en el país donde se
realiza el fraude que habrá de producir efectos en el país en el que se evade la
imperatividad de una norma. Este efecto preventivo insinúa la idea de que podría
lograrse a través de una cooperación internacional.

Observamos que algunos autores no son indiferentes a este apuntamiento que


atribuimos aquí a Miaja de la Muela. En efecto, Golds-chmidt, por ejemplo, advierte:
"Lo que, en cambio, es más dudoso es si un país solo debe combatir el fraude realizado
contra sus propias leyes, o si debe igualmente oponerse al fraude que los particulares
organizan contra leyes de otros países. Teniendo en cuenta la territorialidad del Derecho
Público, pareciera desde luego que no habría de lucharse contra el fraude que los
particulares traman contra leyes extranjeras de Derecho Público por ejemplo, leyes
aduaneras...

29. Batiffol; op. cit. pag. 433.


30. M. de la Muela; op. cit. pags. 322-323.

No obstante, es precisamente en el campo del contrabando donde muy pronto se


sintieron voces en favor de la protección de leyes fiscales extranjeras".

Un ejemplo de eventual cooperación internacional con carácter preventivo, es el que nos


ofrece C. Arellano García, cuando dice: "en un país utilizado para consumar divorcios
para que produzcan efectos en otro país más riguroso en las causales de divorcio, podría
modificarse la legislación para evitar el divorcio de extranjeros cuya finalidad obvia es
eludir la norma jurídica normalmente competente".

En lo referente a los efectos del fraude a la ley respecto a terceros pues, Niboyet los
supedita a la base que se le asigne a la noción del fraude. Así, "si se le deduce del orden
público, los países terceros aceptarán aquella de las leyes que se armonice con la propia
noción del orden público. La solución dependerá, pues, del orden público del tercer
país".
Si se quiere relacionar la noción del fraude con la idea de sanción de la ley imperativa...
"el juez del tercer país deberá respetar la ley imperativa violada, ya que ésta sería la ley
competente".

Fraude a la Ley y Orden Público

Los efectos que produce el orden público en Derecho Internacional Privado ha servido
de argumento a algunos autores para identificar ésta noción con la del fraude a la ley y
considerar esta última como su-pérflua, al estar supuestamente subsimido dentro del
orden público.

Uno de esos autores es el eminente jurista francés Etienne Bartin, quien entiende que el
fraude a la ley no es más que un caso particular de orden público, y sostiene que la
particularidad consiste en que la "perturbación social" que causaría la aplicación de la
ley extranjera ha sido provocada artificialmente por los interesados.
31. Goldschmidt; Derecho Internacional Privado; op. cit. pag. 116.
32. C. Arellano García; op. cit. pag. 728.

Ciertamente, la relación entre las referidas dos nociones es incontestable; lo hemos


podido constatar en el análisis que hemos hecho en los capítulos de ésta obra referidos a
ambos temas.

Entretanto, asimilar una noción a la otra, no detectar diferencia, lo consideramos


inadmisible, consideración esta que comparten eminentes autores.

En su obra Derecho Internacional Privado, J. Maury, al argumentar sobre la diferencia


de las dos nociones, localiza la misma en el abuso de derecho inherente al fraude a la
ley: "El individuo -nos dice Maury-tiene el derecho de cambiar de nacionalidad; abusa
de ese derecho cuando se sirve de él únicamente para escapar a su ley nacional, en. tanto
cuando esta rige su estatuto personal. El individuo tiene, cuando menos en general, el
derecho de desplazarse, de escoger el lugar cuando contratará, donde celebrará un acto
jurídico; abusar de ese derecho cuando lo ejercita para escapar a la ley del país donde se
encuentra normalmente, en tanto que ésta ley fija la forma de los actosjurídicos a
realizar., [jila ley aplicable a una relación jurídica no depende de la voluntad de las
partes, sino que está determinada por la consideración de elementos objetivos, tales
como la nacionalidad de los interesados, el lugar en que se celebra el acto.

Sin duda, estos mismos elementos reguladores, están, en cierta medida, sometidos a la
voluntad; pero para que el derecho de conflicto conserve su carácter imperativo, es
imposible admitir que los individuos puedan hacer variar estos elementos, lospuntos de
relación, con la intención y únicamente con ésta intención, de cambiar la ley
competente. Es decir, el enlazamientono debe serunenlazamiento fraudulento. El fraude
a la ley es una aplicación particular de la teoría general del derecho".33

Goldschmidt, a su vez, plantea el problema de la diferencia de las dos naciones en los


términos sigiúentes: "La prohibición del fraude a la ley constituye la característica
negativa general del tipo legal de cualquier norma jurídica; el orden público, en cambio,
constituye la característica negativa general de la consecuencia jurídica de la norma
indirecta.
33. J. Maury; Derecho Internacional Privado, Barcelona 1936, pag.
En efecto, el fraude a la ley existe y se sanciona en cualquier rama jurídica, tanto en
Derecho Internacional Público como en el Derecho Interno, y dentro del último tanto en
el Derecho Público como en el Privado".

"El orden público se da en cambio sólo en el derecho internacional privado, puesto que
supone la aplicabilidad de derecho extranjero.

Además, la prohibición del fraude a la ley contiene un juicio de desvalor respecto a la


conducta de las partes, mientras que el orden público implica un juicio de desvalor
concerniente al derecho extranjero. La prohibición del fraude a la ley defiende derecho
internacional privado y derecho privado coactivo; el orden público, en cambio, defiende
sólo derecho privado coactivo ideológico".

De ese enfoque de Goldschmidt se deduce un punto de diferenciación entre las nociones


de orden público y de fraude a la ley muy valioso; a saber; en el fraude a la ley, la
conducta de las partes es perjudicial para la norma jurídica nacional y no tiene cabida en
cuanto a su aplicación la norma jurídica extranjera. En el orden público, la norma
jurídica extranjera es la perjudicial en cuanto a su aplicación.

Esa es también la valoración que hace Aguilar Navarro al establecer la diferencia entre
las dos normas: "En el orden público -nos dice el distinguido autor- estamos ante la
oposición objetiva de dos normas: la extranjera y la del Foro; en el fraude, más que la
repulsa a la norma extranjera, lo que se acusa es la condenación del procedimiento por
el cual esa norma pretende ser utilizada por el sujeto".

Niboyet se ocupa también de este problema, y su aporte es de particular importancia


para la comprensión del mismo. Este autor, al tratar de establecer el punto diferenciador
de las dos nociones en cuestión, apunta que en el fraude a la ley, la norma extranjera, en
sí, no quebranta en modo alguno el orden público de otro país.

Lo que hace, por consiguiente, inaplicable a la ley extranjera es el hecho de que


nacionales la invoquen, luego de haber obtenido fraudulentamente su aplicación. Nos
ilustra esa consideración con el ejemplo siguiente: "Si un matrimonio belga solicita el
divorcio ante un Tribunal español, se le responderá que el divorcio no existe en España,
la ley belga que admite el divorcio es inconciliable, por lo tanto, con el orden público
español.
34. Goldschmidt; Sistema y Filosofía de Derecho Internacional Privado, Buenos Aires, 1952, pag. 303.
35. M. Aguilar Navarro, Lecciones de Derecho Internacional Privado, op. cit. pags. 100-101.

Si se trata de belgas divorciados en Francia conforme a la ley belga, pueden invocar su


derecho en España, pues éste no quebranta el orden público español. Pero el caso será
muy distinto si esta ley belga se aplica a españoles que normalmente debieran haber
continuado sometidos al imperio de la ley española.

"Lo que en este caso es inconciliable con el orden público no puede ser, en derecho, la
ley belga en sí, sino el hecho de que se la aplique a españoles que, fraudulentamente, la
han invocado".3
Batiffol, a su vez, luego de admitir la relación entre las dos nociones, se adelanta
diciendo: "Pero sus diferencias de estructura se oponen a una asimilación de naturaleza.
En materia de orden Público, uno se agarra al contenido de la ley extranjera
regularmente aplicable para descartarla; en el fraude a la ley uno toma en cuenta la
conducta artificiosa del interesadopara descartar la ley extranjera que sus maniobrashan
hecho aparentemente aplicable. Son dos órdenes de consideraciones enteramente
diferentes que se relacionan sólo por el resultado que persigue.

Una prueba de esa diferencia de naturaleza lo es la posibilidad de la sanción de un


fraude a la ley extranjera, mientras que la intervención del orden público en favor de la
ley extranjera no tiene sentido...

Los autores generalmente han abandonado la versión de la asimi-lación del fraude a la


ley y del orden público".

Concluyendo sobre la cuestión de la relación o la diferencia de la noción del fraude a la


ley con a de el orden público apuntamos lo siguiente: en el fraude a la ley, la no
aplicación de la norma jurídica extranjera no se deduce de la ley extranjera misma, sino
del procedimiento utilizado por las partes interesadas y consistente en acogerse a la
norma jurídica extranjera con el único propósito de burlar la aplicación de la norma
jurídica del país al que las partes estuvieron vinculadas con anterioridad al acto
fraudulento.

La Convención Interamericana Sobre Normas Generales de Derecho Internacional


Privado, celebrada en Montevideo, 1979, establece en su artículo 6 un mecanismo para
combatir el fraude y criterios, para determinarlo.

36. Niboyet; op. cit. pags. 442-443.


37. Batiffol; op. cit. pag. 433.

En efecto, el mencionado artículo reza así: "No se aplicará como derecho extranjero, el
derecho de un Estado parte, cuando artificiosamente se haya evadido los principios
fundamentales de la ley de otro Estado parte".

"Quedará ajuicio de las autoridades competentes del Estado receptor el determinar la


intención fraudulenta de las partes interesadas".
CAPITULO XIII
APLICACIÓN DEL DERECHO EXTRANJERO
Naturaleza Jurídica del Derecho Extranjero Aplicable. Aplicación del Derecho
Extranjero y su Apreciación en l\ Doctrina. Excepciones a la Aplicación de la Norma
Jurídica Extranjera. Sentido y Alcance de la Ley Extranjera Aplicable. Verificación de
la Constitucionalida de la Ley Extranjera. Aplicación de Oficio o por Alegación de
Parte. Prueba de la Ley Extranjera. Interpretación de Ley Extranjera. La Aplicación
del Derecho Extranjera en la Legislación Nacional Dominicana. Recurso de Casación
Aplicación del Derecho Extranjero

a) Naturaleza Jurídica del Derecho Extranjero Aplicable

Hemos sostenido como constante que el objeto básico del Derecho Internacional
Privado consiste en determinar la norma jurídica competente para regir una relación
concreta cuando ésta última está conectada con dos o más normas jurídicas de diversos
ordenamientosju-rídicos nacionales.

Suele ocurrir que la norma jurídica considerada competente es la norma jurídica


nacional. En este caso, el conflicto de leyes encontrará una solución territorial.

Entretanto, cuando la norma jurídica competente resultante de la norma de conflicto es


la norma jurídica extranjera, entonces estamos en presencia de una solución
extraterritorial.

Ahora bien, la norma jurídica extranjera puede encontrar aplicación como norma
conflictual, o formal, o bien como norma material. Para comprender la problemática
objeto de éste capítulo es necesario partir de la premisa de que la norma jurídica
extranjera aplicable es la material y no la formal, pues en este último caso se daría lugar
al reenvío, cuestión ya estudiada en uno de los capítulos anteriores.

"Para evitar que surjan la duda que ha emergido en relación con el reenvío, -dice

Arellano García- es preciso que el legislador de cada Estado determine con exactitud
que, cuando se refiere a la apíicabilidad del Derecho extranjero, debe entenderse que el
aplicable es el derecho extranjero material y no el conflictual".

Aceptada ésta premisa, no se puede eludir la cuestión, objeto de debate doctrinario, de si


la norma extranjera aplicable implica un asunto de hecho, o si se trata de una cuestión
de derecho. No existe en la doctrina un principio de unidad en éste punto.

Goldschmidt se pronuncia al respecto en los siguientes términos:

"El objeto de referencia del Derecho Internacional Privado es el estado real jurídico de
un país extranjero, es decir, que el Derecho Internacional Privado no se refiere a un
Derecho, sino a un hecho cuando y en cuanto indica "Derecho Extranjero".

Un ejemplo de versión opuesta a la postura sostenida por Goldschmidt es la de Miaja de


la Muela, quien nos dice: El juez, aplique sus propias reglas o las de un país extranjero,
realiza siempre la función tantas veces comparada con la solución de un silogismo, en
que la norma actúa como premisa mayor y los hechos que estima probados en cuanto
premisa menor. La premisa mayor nunca puede estar constituida por hechos sino por
normas integrantes de un ordenamiento jurídico, ésto es, por reglas de Derecho.

Estas tienen una vigencia espacial, las más de las veces circunscritas al territorio del
Estado; cuando en los hechos de la causa no existe ningún elemento conectado a un país
extranjero.

En el supuesto contrario, una ley extranjera puede tener valor extraterritorial, sin que
por eso haya de despojarse de su carácter jurídico. El propio Derecho consuetudinario,
aunque nacido de una repetición de actos, no es aplicable por un tribunal nacional ni
extranj ero si no ha sido previamente convertido en norma.

La sentencia, inicialmente actos jurídicos, también crean Derecho, en los países


anglosajones principalmente, y en concepto de Derecho son aplicables a otros casos. Por
otra parte, el "estado jurídico" de un país no puede estar integrado por otra cosa que por
normas, cualquiera que sea la procedencia de éstas, nunca por simples hechos". En
defensa de que el Derecho aplicable tiene carácter jurídico y no de hecho se pronuncia
G. Arellano García, enarbolando los argumentos siguientes:

1. C. Arellano García; op. cit. pag. 733.


2. Citado por Miaja de la Muela; Derecho Internacional Privado, Madrid, 1954, TI. pag. 292.
3. Miaja de la Muela; op. cit. pags. 295-296.

I. "El Derecho extranjero está integrado por verdaderas normas jurídicas".

Para identificarlas como tales no basta con examinar la naturaleza que corresponde a las
normas jurídicas. O sea, que nos bastará para comprobar que se trata de normas
jurídicas con determinar que se trata de reglas de conductas bilaterales, heterónomas,
externas y coercibles.

II.- La circunstancia de que al Derecho extranjero requiera ser probado no es óbice para
restarle el carácter normativo jurídico a sus reglas de conducta puesto que, alegar
medios de prueba con anterioridad a ía determinación de las normas jurídicas
extranjeras en cuanto a su contenido, no es sino una tarea previa necesaria por tratarse
del Derecho ajeno al que el juzgador maneja. Pero tal requisito previo probatorio no
desvirtúa la naturaleza jurídica de tipo normativo jurídico que le corresponde el Derecho
extranjero si tiene las características de esencia que tipifican a las normas jurídicas.

Por otra parte, en la costumbre, fuente formal de normas jurídicas, aparecen


circunstancias de hecho que requieren estar probadas, lo que no menoscaba su carácter
jurídico a las normas consuetudinarias.

III.- El conflicto internacional de leyes, según lo han admitido todos los autores, es una
simultaneidad de vigencia entre normas jurídicas de Estados diversos que pretenden
regir simultáneamente una situación concreta.

No es una simultaneidad de concurrencia entre la norma jurídica nacional y los hechos


extranjeros. El carácter jurídico de la norma extranjera que pretende regir la situación
concreta, jamás loha dudado ninguno de los autores en el momento del planteamiento
de la solución a los llamados conflictos de leyes".

El interés que en el plano práctico tienen las sustentaciones de que la norma extranjera
aplicable comporta uua cuestión de hecho, o una cuestión de derecho, es que en la
primera sustentación hay la necesidad de alegación y prueba producida por las partes
para que dicha norma pueda ser aplicada por el juez. En cambio, si se sustenta que es
una cuestión de derecho, la ley extranjera es aplicada de oficio.
C. Arellano García, op. cit. pags. 734-735

Refiriéndose a la importancia que tiene sostener que la aplicación de la ley extranjera es


cuestión de hecho o de derecho, M. García Calderón sostiene que: "En el primer caso, la
ley extranjera habrá de considerarse como entrañando una apreciación de hechos que
deben ser invocados.

En el segundo caso, la ley extranjera deberá sertomada como parte integrante de la ley
del Tribunal, e investigada de oficio. Si se le estima como un hecho, intervendrán
necesariamente las normas procesales que versan sobre la prueba de los hechos. En
cambio, si se le aplica como derecho, habrá que destacar los preceptos jurídicos
procesales pertinentes".5

La Aplicación del Derecho Extranjero y su Apreciación en la Doctrina

El fundamento de la aplicabilidad de una ley distinta de la territorial para regir una


relación en la que está involucrado el elemento extran-jero ha sido siempre materia de
discusión esencial en la doctrina.

Cabe recordar aquí que, cuando tratamos el problema del reenvío, los opositores al
mismo, según los cuales cuando la regla de conflicto designaba una ley extranjera
competente, no se refería a la ley extranjera conflictual o formal, sino a la ley material
extranjera, presentaban su idea -Bartin y sus seguidores- baj o la forma de la noción de
la soberanía. Sin embargo, estos autores que bien aferrados a la noción de la soberanía,
admiten la aplicación de la ley material extranjera en virtud de una delegación, es decir,
el legislador extranjero encarga al juez del foro en virtud de una delegación que las
reglas de conflicto del foro le consienten.

Batiffol, advierte que la ley extranjera no se incorpora al sistema del foro, sino que se
aplica en tanto que ley extranjera; no se está reconociendo autoridad al legislador
extranjero con la aplicación de su ley: "esa ley -dice Batiffol- es aplicada bajo la orden
del legislador francés, y como un hecho observado, es decir despoj ado del elemento
imperativo extranjero...".
5. García Calderón; op. cit. pag. 89.
6. Batiffol; op. cit. pag. 382.

Recordamos también, que la doctrina estatutaria holandesa y luego la angloamericana,


sostenían que la aplicación de las leyes extranjeras en el territorio de un Estado tenía
como fundamento la utilidad recíproca o la cortesía internacional.
Esta postura, al igual que la descrita antes, se basa en el concepto de la soberanía
territorial. Ninguna de las dos doctrinas admite la identificación de la ley extranjera con
la nacional, y exigen, por lo tanto que la primera sea probada.

La idea de justicia subyace en la escuela estatutaria antigua, al considerar sus


representantes que la norma jurídica extranjera encontraba aplicación en virtud de dicha
idea.

Lospostglosadores -fundamentalmente Bartolo y sus seguidores-fundamentaban la


aplicabiüdad de la norma jurídica extranjera en el sentido común, o como ellos llamaban
el buen sentido.

La doctrina de Mancúii, conocida como la doctrina de la personalidad del Derecho,


fundamenta la admisión de la norma jurídica extranjera, en las ideas de soberanía
personal, al establecer la aplicación extraterritorial de las normas jurídicas que han de
seguir a la persona a los diversos lugares o Estados a los que se traslade.

En cambio, la escuela italiana moderna auspiciadora de la noción de la recepción de la


ley extranjera, establece que la norma conflictual propia adopta a su propio
ordenamiento jurídico la norma jurídica extranjera.... la disposición extranjera aplicada
por el juez no puede tomar un valor más que por su integración al orden interno: la ley
del tomar foro se incorpora, recibe la disposición extranjera aplicada...

En base al respeto a los derechos adquiridos se determina la noción anglo-americana. En


efecto, los autores ingleses y americanos han profesado a menudo que el juez inglés o
americano está llamado a aplicar leyes extranjeras porque él no podría apreciar el valor
de los derechos adquiridos/vested rights/ en el extranjero sin tomar en cuenta las leyes,
bajo cuyo imperio esos derechos han sido adquirido. Si, por ejemplo, élha de conocer un
contrato celebrado bajo el imperio de la ley francesa, él no podría, so pena de evidente
injusticia, considerar ese contrato como obligatorio más que en las condiciones bajo las
que la ley francesa misma lo admite como tal.8
7
- Batiffol; op. cit. pag. 380. 8. Batiffol; op. cit. pag. 379.

En el capítulo de esta otra dedicado a la materia de los conflictos de leyes, por lo demás,
podemos detectar las diferentes posiciones doctrinales que reflejan el interés en
encontrar un fundamento a la ampliación del Derecho extranjero.

Sustentamos en esa ocasión que la aplicación de la ley extranjera, cuando la regla de


conflicto de leyes así lo ha determinado, debe estar basada en la satisfacción, dentro del
marco del respeto a los valores del ordenamiento jurídico nacional, de las más elevadas
necesidades humanas en su acepción individual y general. Por consiguiente, la
aplicación del Derecho extranjero así concebido es conveniente y no dañoso.

Vale, pues, considerar, que el fundamento de la aplicación de una norma jurídica


extranjera debe buscarse en el reconocimiento mismo de la aplicabilidad del Derecho
extranjero determinada previamentepor las fuentes de esla disciplina, que, como
explicamos, son de naturaleza nacional e internacional.
Excepciones a la Aplicación de la Norma Jurídica Extranjera

La admisión de que la norma material extranjera es la competente para regir una


relación jurídica concreta no garantiza su absoluta aplicación.

Su aceptación en el país donde ésta encontrará aplicación depende de realidades y


circunstancias que se traducen en excepciones a dicha aplicación. Algunas de éstas han
sido analizadas en otros capítulos de ésta obra veamos:

1.- La excepción del orden público. En efecto, hemos visto que el orden público es la
noción considerada como una medida excepcional para impedir la aplicación de la
norma extranjera competente cuando ésta contiene disposiciones que chocan con las
concepciones sociales o jurídicas del país del Tribunal juzgador.

El orden público en Derecho Internacional Privado supone que un conflicto de leyes


existe y que la norma conflictual determina la competencia de la norma jurídica
extranjera, pero se decide no aplicar esta última por ser perjudicial a los intereses
generales de la comunidad estatal donde encontraría aplicación. De allí que esta noción
se la vea como un remedio. El art. 5 de la Convención Interamericana Sobre Normas
Generales del DI Privado dice: La ley declarada aplicable por una Convención de
Derecho Internacional Privado podrá no ser aplicada en el territorio del Estado parte que
la considerare manifiestamente contraria a los principios de su orden público.

2.- La excepción del fraude ala ley. Señalamos que los efectos que produce el fraude a
la ley en Derecho Internacional Privado son idénticos a los producidos por el orden
público, es decir, impedir la aplicación de la norma jurídica extranjera considerada
competente.

Entretanto, la no aplicación de la ley extranjera fundamentada en la noción del orden


público se deduce de la ley extranjera misma. En cambio en la noción del fraude, la no
aplicabilidad deriva del procedimiento utilizado por las partes interesadas cuya esencia
se reduce a burlar un precepto imperativo del Derecho interno medíante un uso artificial
de la norma de conflicto.

Estas dos excepciones tienen una amplia base de aceptación tanto en la doctrina como
en la práctica de los Estados. Algunas otras excepciones han sido objeto de reserva en
cuanto a su aceptación en la doctrina.

3.- La excepción basada en el interés nacional. Algunos autores han llamado la atención
al respecto de ésta excepción en el sentido de que su aceptación concierne únicamente a
una determinada materia jurídica, la capacidad de obrar de los extranjeros.

El precedente que sirvió de base para aceptar esta excepción a la aplicación de las leyes
extranjeras fue la sentencia pronunciada por la Corte de Casación francesa sobre el
asunto Lizardi, el 16 de febrero de 1961.

Lizardi, nacional mejicano, menor de edad de conformidad con la ley de su país, pues
apenas tenía 21 años. Este señor realizó una serie de contratos en Francia, los cuales
estaban afectados de nulidad en razón de su incapacidad. Apesar de ello, la Corte de
Casación declaró válido uno de los referidos contratos, por estimar inaceptable que se
defraudará la buena fe de los franceses que tuvieron relación contractual con Lizardi.
Esta apreciación constituye una defensa del interés de las personas del país de recepción
de la norma jurídica extranjera y de allí la denominación de excepción del interés
nacional.
9. El art. 6 de la Convención Sobre Normas Generales de DIPr establece: No se aplicará como derecho extranjero, el
Derecho de un Estado parte, cuando artificialmente se hayan evadido los principios fundamentales de la ley de otro
Estado parte... Quedara ajuicio de las autoridades competentes del Estado receptor el determinar la intención
fraudulenta de las partes interesadas.

10. Miaja de la Muela; op. cit. pag. 303.

En su obra, Derecho Internacional Privado, Martin Wolffrecono-ce el valor de esta


excepción, cuando sin objetar que la capacidad de las personas en materia de contrato
está regido por la ley nacional, nos dice:

Si se impusiera exclusivamente la vigencia del Derecho nacional, se perjudicaría la


marcha leal de los negocios: el que contratara con un extranjero debería informarse
previamente de los requisitos que el Derecho extranjero establecepara la capacidad
contractual, y el que de buena fe no se diera cuenta de que la persona con quien contrata
es extranjera -porque domine perfectamente el lenguaje- se expondría a graves daños,
sin que se le pudiera imputar el haber obrado con negligencia.

Esta excepción también encuentra su expresión en las legislaciones de algunos países.

Veamos:

El artículo 7 de la Ley de Introducción al Código Civil Alemán, establece la


competencia de la ley nacional en materia de capacidad pero contempla la excepción al
pronunciarse así: Si un extranjero realiza en el imperio un negocio jurídico para el cual
es incapaz o tiene una capacidad limitada, se tendrá por capaz en cuanto lo sea según las
leyes alemana.

Esta disposición no se aplica a los negocios jurídicos referentes al Derecho de Familia,


Derecho Sucesorio, ni a los de disposición de un fondo situado en el extranjero.

El art. 3 de la Ley Polaca del 2 de agosto de 1926 reza así:

Cuando un extranjero incapaz según la ley personal realiza en Polonia en acto jurídico
destinado a producir allí sus efectos, la capacidad del extranjero, cuando la seguridad de
un comercio honesto la requiera, es regida por la ley que está en vigor en Polonia.
Como vemos, esta disposición es de mayor alcance que la citada Ley Alemana, la cual
fij a ciertas excepciones.
11. Miaja de la Muela; op. cit. pag. 330.

12. Martin Wolff, Derecho Internacional Privado, Barcelona, 1936 f pag. 135.

Miaja de la Muela transcribe en su obra los citados textos, y señala que tanto el Código
griego como el Código civil italiano reproducen la citada Ley de Introducción del
Código Civil Alemán, aunque advierte que el art. 7 del Código Civil Italiano lo
reproduce con la única diferencia de agregar las donaciones a las materias en que no
rige la excepción.
4- Excepción derivada de la inexistencia del punto de conexión. Se introduce aquí como
ejemplo de ésta excepción déla aplicación déla ley extranjera el caso de los apatridas en
la materia que se rige por la ley nacional, es imposible determinar cuál es la ley nacional
de un individuo en la condición de apatrida; por lo tanto no hay cabida a la aplicación
de la ley extranjera.

Arellano García enumera en su obra otras dos excepciones, entre las que cuenta La
excepción derivada de la inexistencia de la institución con el país de recepción: en la
que pone como ejemplo el caso del María Luz referido en la obra de Niboyet. No nos
parece muy certero el ejemplo, pues el caso se refiere a un derecho adquirido que en el
país de recepción -en este caso Japón- está prohibido. Se refiere al autor al comercio de
esclavo.

El art. 3 de la Convención ínter americana Sobre Normas Generales del DIPr establece
que los Estados pueden negarse a aplicar el Derecho extranjero si instituciones o
procedimiento esenciales para su correcta aplicación son desconocidas por su
legislación y siempre que esta última no contenga instituciones y procedimientos
análogos.

Sentido y Alcance de la Ley Extranjera Aplicable

Cuando la norma jurídica conflictual declara la aplicabilidad de la ley extranjera, es


preciso determinar el sentido y el alcance de la expresión Ley. En efecto, ley extranjera
es aquí sinónimo de norma jurídica extranjera es decir no se circunscribe únicamente al
acto unilateral formulado por escrito que tiene ese carácter formal de ley, sino también a
la regla de conducta cuya fuente puede ser consuetudinaria o bien jurisprudencial. Por la
ley extranjera aplicable -dice Miaja de la Muebla- hay que entender no sólo las reglas
jurídicas que en el país de origen tengan la categoría formal de leyes, sino el resto del
Derecho escrito, el consuetudinario y la jurisprudencia en aquellos casos en que, aun no
admitida como fuente formal del Derecho, lo es en sentido material.
13. Miaja de la Muela; op. cit. pag. 331.
14. Ver Niboyet; pags. 296-297.

Corrobora esa opinión Aguilar Navarro, quien la expone en los siguientes términos:
Cuando se declara aplicable el Derecho material extranjero se hace con absoluta
amplitud y generalidad. Esto supone aceptarle en su integridad, es decir, al margen de la
distinción entre los diversos tipos de fuentes jurídicas que puedan existir. Quiere decirse
con ello que la invocación del Derecho Extranjero no puede circunscribirse a la ley, al
derecho escrito, sino que ha de comprender todas las normas jurídicas que son positivas
de acuerdo al esquema de producción jurídica del Estado extranjero (de su sistema de
fuentes). El foro tiene que atenerse al esquema de fuentes imperantes en el
ordenamiento extranjero.

Batiffol también formula esta consideración en el sentido que el Derecho aplicable


puede consistir en un texto escrito y preciso, o en una jurisprudencia.

En el comentario a la Convención Interamericana Sobre Normas Generales de DIPr se


señala que. "Es importante advertir que la expresión amplia derecho extranjero, abarca
no sólo a la ley sino, además, a otras manifestaciones de aquel, como la jurisprudencia y
la costumbre...", /-ver Anuario jurídico Internacional, 1979, pag. 256/.
La norma Jurídica extranjera aplicable en virtud de la regla de conflicto es la que de
hecho se encuentra en vigor en el país extranjero de referencia. "Si un juez tiene que
aplicar un Derecho extranjero determinado, este Derecho debe ser Derecho vigente..."
Entretanto, el carácter absoluto de esta afirmación ha sido cuestionada por algunos
autores. Miaja de la Muela nos dice al respecto que... "hay que tener presente que, en
virtud de lo dispuesto por las reglas de Derecho transitorio, el derecho derogado puede
ser aplicable aún a determinadas relaciones jurídicas".

Refiriéndose al campo de aplicación de la ley extranjera en el tiempo, Batiffol, dice: "El


campo de aplicación de la ley extranjera en el tiempo será normalmente determinado de
conformidad con el derecho transitorio de la ley extranjera...'
15. Miaja de la Muela; op. cit. pag. 335. ló.Aguüar Navarro; op. cit. pags. 192-193.

17. Ver Batiffol; op. cit. pag. 387.

18. Martín Wolff; op. cit. pag. 136.

19. Miaja de la Muela; op. cit. pag. 335.

Verificación de la Constitucionalidad de la Ley Extranjera

Este tema va conectada al problema de determinar cuál es la ley que se encuentra


efectivamente en vigor en el extranjero. Está generalmente aceptado el criterio que toda
ley contraria a la constitución carece de validez. Cuando se invoca una ley extranjera,
puede ocurrir que la misma sea inconstitucional. Los Tribunales de muchos países,
como es el caso de Estados Unidos, Colombia, etc. tienen competencia para declarar
una ley contraria a la Constitución.

No habría, pues, dificultad en admitir que los tribunales dominicanos descarten la


aplicación de una ley extranjera declarada inconstitucional por los tribunales de los
referidos países.

Ahora bien, ¿podrían los jueces dominicanos declarar inconstitucional una ley
extranjera aun no declarada como tal en el país extranjero en cuestión?

Es dudoso aceptar que el Tribunal juzgador pueda pronunciarse sobre la


Inconstirucionalidad de una norma jurídica extranjera.

Muchos autores sostienen esta reserva. Aguilar Navarro, por ejemplo, nos dice que: Se
hace difícil admitir que el Foro pueda sustituir al sistema extranjero en esta función de
defensa de la Constitución.

Al referirse a que algunos autores estiman que los jueces franceses podrían pronunciarse
ellos mismos sobre la inconstitucionalidad de una ley extranj era aún no declarada como
tal -la in constitucionalidad- en el Derecho extranjero, Batiffol dice que con esa posición
el poder judicial asume un rol de control del poder legislativo... constituye una iniciativa
política en el sentido amplio del término, a la que el juez francés difícilmente pueda
presumir...

Arellano García, al abordar éste tema, considera que debe resolverse por el legislador
del país de importación jurídica, y a continuación se formula la pregunta ¿Qué sucede si
la norma jurídica extranjera material aplicable es constitucional conforme al Derecho
extranjero, pero no lo es conforme al Derecho del país de importación? la cual tiene la
siguiente respuesta: Creemos que en este caso, la persona afectada por la
inconstitucionalidad del Derecho extranjero podrá solicitar la intervención del órgano de
control de la constitucionalidad para prevalecerse de la aplicación del Derecho
extranjero pero, ¿podrá la norma jurídica nacional sustituir a la norma jurídica
aplicable?"
20. Batiffol; op. cit. pag. 391.
21. Aguilar Navarro, op. cit. pag. 195.
22. Batifíbl; op. cit. pags. 389-390.

Consideramos que no se trata de sustitución de ley extranj era contraria a la


Constitución del país donde ésta ha de encontrar aplicación, sino de su inaplicabilidad,
si -como es lo comúnmente aceptado- la constitución contempla la nulidad de toda ley
contraria a la misma.

Un aspecto particular del problema de la Constitucionalidad de la ley extranjera es


cuando esta última es contraria a un tratado concluido entre el país donde ella está en
vigor y un tercer país, específicamente donde esta ha de encontrar aplicación. La
doctrina es este aspecto está dividida. Algunos piensan que el juez en cuyo territorio
donde ha de conocerse el caso debe hacer prevalecer el tratado, que expresa una obliga-
ción de orden internacional, y que por tanto obliga a los tribunales, mientras que el
orden jurídico interno extranjero no los obliga. Esa versión es, vista globalmente,
aceptable, partiendo del principio o de que los Estados deben cumplir sus compromisos
internacionales. Ahora bien, algunos autores, enfocan la cuestión desde otro ángulo.

Así Batiffol, por citar un ejemplo, nos dice al respecto parece preferible considerar que
se trata siempre de saber cual sistema es el que de hecho prevalece en el país extranjero:
si la ley allí es aplicada contraria al tratado, el juez francés sólo constatará ese estado de
cosa, puesto que el orden del legislador francés no es de decir el derecho internacional,
sino de constatar la regla en vigor en el país extranjero.

Consideramos un tanto artificial esta manera de plantear la aplicación de una ley


extranjera contraria a un tratado. Ciertamente, cada país resuelve constitucionalmente
cuando una norma interna contradice un tratado internacional. Así, como es el caso de
Francia, los tratados regularmente ratificados tienen una autoridad superior a la de las
leyes interiores.

Esa es una cuestión regida por el orden interno de cada país. Los Convenios
internacionales no se rigen, sino por el Derecho Internacional; por tanto una cosa es la
aplicación de la norma material extranjera y otra es la aplicación de las disposiciones
contenidas en un Tratado que obliga a las partes en el mismo.

23. C. Arellano García; op. cit. pag. 741.


24. Batiffol; op. cit. pag. 390.

Aplicación de Oficio o por Alegación de Parte

Hemos sostenido como premisa que la aplicación de la norma jurídica extranjera es


procedente cuando la norma jurídica conflictual así lo ha declarado o determinado.
Ahora bien, cuando la norma conflictual designa la norma jurídica extranjera,
corresponde a las partes reclamar su aplicación o puede, o debe el juez aplicarla de
oficio? consideramos al igual que otros autores, que ésta es una cuestión que se plantea
previamente a la de la prueba de la ley extranjera y está relacionada estrechamente con
la fuerza obligatoria misma de la norma conflictual.

Se ha podido detectar una diferencia en la doctrina respecto a esta cuestión. En efecto,


algunos autores sostienen que la ley extranjera debe aplicarse de oficio en caso de que
las partes no lo invoquen. En cambio, otra corriente doctrinal sustenta que si las partes
no invocan la ley extranjera como aplicable al caso, el Tribunal juzgador deberá aplicar
su propia ley.

Lajurisprudencia en ocasiones, ha recurrido a ésta última concepción.

Así, en una sentencia dictada por la Corte de Casación francesa en 1959 se invoca que
las reglas francesas de conflicto de leyes al menos cuando prescriben la aplicación de
una ley extranjera, no tiene el carácter de orden público, en ese sentido pertenece a las
partes reclamar su aplicación, y que no se puede reprochar a los jueces del fondo de no
aplicar de oficio la ley extranjera. Se trató de una separación de cuerpos entre esposos
españoles convertida en divorcio según la ley francesa, la cámara civil denegó a la
mujer el derecho de criticar esta decisión porque ninguno de los esposos habían
invocado ante el juez del fondo la aplicación de la ley española que prohibía el divorcio.
Nos refiere Batiffol que, esa solución, que ha sorprendido a pesar de ciertos
precedentes, recibió luego un correctivo importante.

El mismo BatifTol cuestiona la solución así planteada, y nos dice que:


25. Batiffol; op. cit. pag. 383.

La afirmación según la cual la regla de conflicto que designa una ley extranj era no tiene
un carácter de orden público es difícil de justificar en las materias que son de orden
público en derecho interno, e incluso se sostiene que en las materiasno imperativas el
juez debería aplicar de oficio la regla de conflicto, salvo en los casos cuando las partes
hayan expresamente renunciado a sus pretensiones.

"Lo que es más, en el plano práctico, resulta chocante que una ley extranjera
competente sea desconocida en materia imperativa, o sea aplicada únicamente si los
jueces estiman conveniente investigar su contenido."

A favor de la aplicación de oficio de la ley extranjera se pronuncian conocidos juristas.


Pierre Armingon, en su obra, Precis de Droit in-ternational Privé, nos dice: "La
aplicación de la ley extranjera a que remite la norma de derecho internacional privado se
impone con la misma fuerza que la de las disposiciones de igual naturaleza de esta
legislación. El juez, debe, pues, aplicarla, incluso de oficio, sin perjuicio de hacerse
ayudar, en cuanto sea posible, por la parte interesada. Está obligado a observarlas reglas
de colisión de su propio derecho. Tal deber, no tendría ningún sentido si no se le
impusiera juzgar conforme a la ley donde estas reglas le prescriben buscar su decisión.
Debe comportarse con esta ley como lo haría con la del sistema jurídico de que él es
órgano. Si rehusara aplicarla, bajo el pretexto de que la ignoraba o la comprende mal,
cometerá una denegación de justicia. Tal es la opinión sostenida por la gran mayoría de
autores."
"La aplicación de oficio de la ley extranjera -dice García Calderón- podría tener como
fundamento el hecho de que la propia ley del juzgador es la que señala como aplicable
esa ley extranjera. Si en virtud de una norma del derecho peruano debe aplicarse una ley
extranj era, el juez peruano debería indagar por sí mismo el contenido de la ley
extranjera, sin perjuicio de que las partes puedan contribuir a probarla...
Se reconoce así la imperatividad en la aplicación de la ley extran-jera."28

Martin Wolff a su vez se expresa al respecto en los términos siguientes:


26. ídem.

27. Pierre Armingon, Precis de droit internacional Privé, 2da. Edic. T. I. París, Dalloz, 1947 pag. 280.

28. García Calderón, op. cit., pág. 91.

"El juez alemán tiene que aplicar el Derecho extranjero como Derecho. De ahí se sigue
que debe investigarlo de oficio y que no rigen los preceptos jurídicos procesales en
materia de prueba de los hechos, por ejemplo respecto a quien incumbe la carga de la
prueba o las normas sobre práctica de la misma, o el precepto de que lo que no se
discute no necesita demostración.

La aplicación de oficio de la regla de conflicto está consagrada en la legislación de


algunos países y en Convenios internacionales. Así, la ley federal suiza de 1891, en su
artículo 2do. reza: "el juez está obligado a aplicar de oficio el Derecho de otro cantón."
El Código procesal alemán de 1898, en su art. 293, se inclina hacia la aplicación de
oficio de la norma extranjera, aunque con carácter facultativo, al establecer: "Las
normas de derecho escrito o consuetudinario vigentes en un estado extranjero deben
serprobadas sólo en cuanto sean desconocidos por el Tribunal. Para la aplicación de
tales normas el tribunal no está obligado a limitarse a las pruebas proporcionadas por las
partes, sino que pueda valerse también de otras fuentes de información, dictando al
efecto las oportunas providencias."

El Protocolo Adicional al Tratado de Derecho Procesal Internacional, de Montevideo


1889, en su art. 2do. refiriéndose a las leyes de los Estados contratantes, dice: Su
aplicación será hecha de oficio por el juez de la causa, sin perjuicio de que las partes
puedan alegar y probar la existencia y contenido de la ley invocada.

El art. 408 del Código de Bustamante establece: "Los jueces y Tribunales de cada
Estado contratante aplicarán de oficio, cuando proceda, las leyes de los demás, sin
perjuicio de los medios probatorios a que éste capítulo se refiere."

BatifTol, al referirse a que algunas legislaciones imponen al juez la aplicación del oficio
de la regla Conflictual dice que: "En todo caso, cuando el juez utiliza su poder de
aplicar de oficio la ley extranjera, éste debe por supuesto respetar los principios
generales de procedimiento civil y especialmente el principio de la contradicción.

Así, él no puede aplicar de oficio la ley extranjera si los hechos de los que depende la
aplicación de ésta no aparecen en el procedimiento, salvo que se invite a las partes a
suministrar las explicaciones de hecho necesarias para la solución del litigio. Y, en toda
hipótesis, si el juez quiere aplicar de oficio la ley extranjera, debe invitar a laspartes a
explicarse sobre la cuestión.
29. Martin Wolff; op. cit. pags. 139-140.

30. Transcrito por Miaja de la Muela; op. cit. pag. 346.

31. ídem; pag. 346.

Prueba de la Ley Extranjera

En su radical apoyo a la aplicación de oficio de la ley extranjera, M. Wolffdice que: "si


las partes no aportan los informes y el juez no logra determinar con seguridad el
contenido del derecho extranj ero, no por eso deberá sentenciar contra aquella parte que
funda su Derecho en la aplicación del precepto jurídico extranjero que no ha podido
determinarse, pues ésto implicaría una confusión entre estos elementos de juicio, que se
piden a las partes y las pruebas necesarias de los hechos; antes bien, el juez deberá
limitarse a sentenciar de acuerdo con el Derecho

"33 probablemente vigente.

Este autor cita como ej. entre otras, el caso de que ante la imposibilidad de obtenerse
una nueva edición del Código Civil boliviano, el juez deberá suponer que continúa en
vigor el texto de 1830. Si no es posible obtener ninguna edición, deberá atenerse a los
informes que están disponibles sobre el mismo, finalmente sostiene Wolffque el
juezpodrá declarar que el Código Civil de Bolivia es una imitación del Francés. En todo
caso, según éste autor, es deber del Tribunal juzgador procurar el conocimiento de la
norma extranjera y darle aplicación como si se tratara de su ley nacional. Implicaría una
denegación de justicia la no aplicación por ignorancia o por insuficiencia de
conocimiento.

La consideración de Wolff, la interpretamos en el sentido de que admitió la


imperatividad en la aplicación de la ley extranjera; y por ende de descartar la opinión
según la cual no es posible aplicarla si las partes no la alegan y aportan la prueba de la
misma.

Ciertamente, a través de la jurisprudencia, de un amplio sector de la doctrina, y de


instrumentos internacionales se puede constatar que la aplicación de la ley material
extranjera no tiene que estar supeditada al aporte de la prueba exclusivamente por
iniciativa de las partes, consideración distinta es que las partes puedan aportar informes
o pruebas para mejor determinarla existencia y contenido de la norma extranjera a
aplicar.

32- Batiffol; op. cit. pags. 384-385.


33- M. Wolff; op. cit. pag. 139 y suc.

Por otra parte, no podemos pasar por alto la realidad de que en algunos países las partes
tienen la carga de la prueba de los hechos que invocan y la carga de la prueba del
Derecho extranjero que invocan.

Obsérvese que en ningún momento hemos insinuado que se puede prescindir de la


prueba; lo que señalamos desde el inicio es que una cuestión previa a la prueba se
plantea, a saber, la de si cuando la norma conflictual designa la ley extranjera
corresponde exclusivamente a las partes alegarla y probarla, o si puede o debe el juez
aplicarla de oficio. Nos inclinamos a favor de esa segunda solución.
La prueba del Derecho extranjero aplicable es algo necesario, mas no es el único medio
para ilustrar el criterio del juez, ya que éste puede acudir a otras fuentes de información
para conocer la norma extranjera a aplicar.

Es aportatíva al respecto la opinión de José Ramón De Orue y Arregui cuando dice:


"Utilizará el juez todos los medios de prueba que estime conveniente, sin limitación
alguna, sirviendo todo lo que ayude a formarla convicción del juez acerca de la
existencia y actual vigencia de la norma de derecho extranjero invocada, pero se
desecharán aquellos medios cuya fuerza probatoria dependa esencialmente de la
voluntad de las partes.

Anteriormente invocamos el art. 408 del Código de Bustamante en lo referente a la


aplicación de oficio de la ley extranjera.

Los artículos 409, 410 y 411 que conciernen también a las reglas especiales sobre la
prueba de leyes extranjeras, complementan el referido artículo 408 y nos ayudan a
comprender el rol coadyuvante de la prueba; veamos:

Art. 409.- La que invoque la aplicación del derecho de cualquier Estado contratante en
uno de los otros, o disienta de ella, podrá justificar su texto, vigencia y sentido,
mediante certificación de dos abogados en ejercicio en el país cuya legislación se trate,
que deberá presentarse debidamente legalizada.

Art. 410.-A falta de prueba o si el juez o el tribunal por cualquier razón la estimaren
insuficiente, podrán solicitar de oficio, antes de resolver por vía diplomática, que el
Estado de cuya legislación se trate proporcione un informe sobre el texto, vigencia y
sentido del derecho aplicable.
34. José Ramón De Orue y Arregui; "Manual de Derecho Internacional Privado", 3ra. ed. Madrid, Edit. Reuss, 1952,
pag. 490.

Art. 411.- Cada Estado contratante se obliga a suministrar a los otros, en el más breve
plazo posible, la información a que el artículo anterior se refiere y que deberá proceder
de su Tribunal Supremo o de cualquiera de sus salas o secciones, o del Ministerio
Fiscal, o de la Secretaría o Ministerio de Justicia.

La Convención Interamericana Sobre Normas Generales de Derecho Internacional


Privado, establece en su art. 2do. lo siguiente:

"Los Jueces y autoridades de los Estados Partes estarán obligados a aplicar el derecho
extranjero tal como lo harían los jueces del Estado cuyo derecho resultare aplicable sin
perjuicio de que las partes puedan alegar y probar la existencia y contenido de la ley
extranjera invocada".

Vemos, pues, a través de esas citas que la corriente que propugna por la aplicación
oficiosa de Derecho extranjero no descarta la prueba de ese derecho, mas los medios de
prueba de la norma jurídica extranjera son variados. Batiffol se expresa diciendo que
son libres y agrega: "De hecho, las partes producen atestaciones de juristas extranjeros
tradicio-nalmente denominados certificados de costumbre, pero esta prueba, incluso si a
menudo es preferible de los jueces, no es exclusiva. El juez, a su vez podrá conceder un
plazo a las partes que les permita establecer el contenido de la ley extranjera. El podrá
incluso tomar la iniciativa de esta investigación y ordenar una prueba parcial o una
consulta. Y la convención europea del 7 de junio de 1968 organiza un sistema de ayuda
mutua internacional que facilita la obtención porparte de las autoridades judiciales de
informaciones sobre el Derecho extranjero, pero precisa que esas informaciones no atan
la autoridad judicial de donde emana la demanda."

Las Convenciones de Bruselas -1880 y 1886- acordaron que las partes contratantes se
comunicarían recíprocamente sus respectivas leyes.
35. Batiffol; op. cit pag. 387.
36.Ver Orúe y Arregui; op. cit. pag. 491.

No es improcedente, a la luz de las consideraciones arriba expuestas, enumerar algunos


medios de prueba de las que puede valerse el juez en materia de aplicación del Derecho
extranjero.

a) Certificación, por dos abogados en el ejercicio en el país de cuya legislación se trate,


que deberá presentarse debidamente legalizada./ El citado art. 409 del Código de
Bustamante contempla éste medio/.

b) Información de la nueva legislación que pueden proporcionarse rutinariamente los


Estados partes de un Convenio internacional.-/Es el caso de los Estados partes de las
citadas convenciones de Bruselas, y de la Convención de La Habana de Derecho
Internacional Privado en su artículo 411, la Convención europea de 1968, y el Protocolo
Adicional de los tratados de Montevideo de 1889 y 1940, en su art. 6to. / Art. 2 y 3 de la
Convención Interamericana Sobre Pruebas e Información acerca del Derecho
Extranjero/Montevideo 1979/

c) Información, por la vía diplomática, del texto, vigencia y sentido del Derecho
aplicable./ el art. 410 del Código Bustamante.

d) Medio probatorios comunes y corrientes consagrados o permitidos por el Derecho


procesal nacional vigente. En éste caso el Tribunal juzgador o bien las partes, o ambos a
la vez recurren a los medios de prueba disponibles. / art. 3ro. Protocolo Adicional
Tratados de Montevideo 1940/ art. 4 Convención Internacional Sobre Normas
Generales de Derecho Internacional Privado, Montevideo, 1979/.

e) Información proporcionada a título de colaboración, por la autoridad judicial del país


de procedencia de la norma extranjera, sin que medie para ello un convenio, o una
condición de reciprocidad.

Interpretación de la Ley Extranjera

La citada Convención Interamericana Sobre Normas Generales de Derecho


Internacional Privado, en el art. 2 que transcribimos más arriba, establece que el juez, y
demás autoridades, de conformidad con la Convención, cuando aplican el derecho
extranjero, deberán hacerlo a la luz de las normas de interpretación de ese mismo
derecho, y no de las del derecho interno propio.

La doctrina secunda ese criterio ampliamente. Martin Wolffdice al respecto: El juez


alemán tiene que aplicar el Derecho extranjero de la misma manera que rige en el
extranjero. En consecuencia, al interpretar los textos legales, deberá tener en cuenta la
jurisprudencia extranjera exactamente en la misma medida en que lo haría el juez
extranjero.

Similar aseveración hace Aguilar Navarro al señalar que: "serán los criterios
interpretativos que imperan en el ordenamiento extranjero rechinado los que el foro
deberá tener en cuenta. Hay que aplicar la norma extranjera tal como se aplicaría por sus
propios Tribunales."

Al valorar ese mismo criterio, Yanguas Messia dice: "ella reflej ara el auténtico espíritu
del legislador y, sobre todo, servirá más adecuadamente la necesidad social a que la
norma responde."
C. Arellano García advierte, a su vez, que "una peculiar interpretación de la norma
jurídica extranjera por el Foro, en realidad puede entrañar la aplicación de una nueva
norma jurídica que no es la norma jurídica extranjera tal y como se concibe en su país
de origen."

En conclusión, la interpretación de la ley extranjera se hace de conformidad con los


criterios determinados en la ley extranjera declarada aplicable.

La aplicación del Derecho Extranjero en la Legislación Nacional Dominicana

En la República Dominicana la problemática referente a la aplicación del Derecho


extranjero ha sido regida legislativamente en términos muy reducidos.

Las previsiones legislativas que podríamos citar en la materia relativa a la aplicación de


la ley extranjera son las siguientes:

El artículo 24 Título IX de Las Excepciones del Código de Procedimiento Civil


establece: cuando el juez estimare que el asunto es de la competencia de una
jurisdicción represiva, administrativa, arbitral o extranjera se limitará a declarar que las
partes recurran a la jurisdicción correspondiente.

El art. 25, a su vez reza: En caso de reenvío ante una jurisdicción designada, el
expediente del asunto le es de inmediato transmitido por el secretario, con una copia de
la decisión de reenvío...
37. Martín Wolff; op. cit., pág. 138.
38. Aguilar Navarro, op. cit., pág. 196.
39. José de Yanguas Messia, "Derecho Internacional Privado", V al I, Madrid, Edit Reuss, 1944, pag.
331.
40. C. Arellano García; op. cit. pag. 742.

Estos dispositivos hablan únicamente de una jurisdicción extranjera. No se hace


referencia a si la remisión comprende la ley o todas las fuentes formales del Derecho
extranjero.

No se especifica cuál es el fundamento de la remisión o la jurisdicción extranjera.

-No se dice, al remitirse a la jurisdicción extranjera, si es aplicable la norma jurídica


material o la conflictual extranjera.
Se puede deducir de los artículos 1 y 2 relativos a las Excepciones de Procedimiento
que la legislación dominicana establece el fraude a la ley y el orden público como
excepciones que impiden la aplicación del derecho extranjero. En efecto el art. I,
establece: Constituye una excepción de procedimiento todo medio que tienda a hacer el
procedimiento irregular...

El artículo 2.- Las excepciones deben, a pena de inadmisibilidad, ser presentados


simultáneamente y antes de toda defensa del fondo o fin de inadmisión. Se procederá de
igual forma cuando las reglas invocadas en apoyo de la excepción sea de orden público.
El art. 1315 del Código Civil, en el Capítulo relativo a la prueba, establece que El que
reclama la ejecución de una obligación, debe probarla...

El art. 91 del Código de procedimiento civil en su párrafo final dice que: Corresponde al
juez que ordena el informativo determinar los hechos pertinentes a probar.

De ese artículo citado del Código Civil se colige que es menester que la parte interesada
pruebe el derecho reclamado, el artículo 91 del Código de Procedimiento Civil, en
cambio, contempla que el juez realice esa labor. Sin embargo, la legislación dominicana
no particulariza sobre los medios de prueba recomendados para que llegue al juez el
conocimiento del Derecho extranjero.

Aunque en forma reducida, la aplicación del Derecho extranjero está contemplada en


disposiciones de nuestros códigos -p. ej. artículo 47, 48, 999 y 1000 del Código Civil
dominicano41.

Entretanto, esas disposiciones de nuestra legislación sobre la apli-cabilidad del Derecho


extranjero en territorio nacional no tienen su origen en una norma conflictual
dominicana. Recordemos que el conflicto internacional de leyes es una simultaneidad de
vigencia entre normas jurídicas de Estados diversos que pretenden regir
simultáneamente una situación concreta.
41. La República Dominicana ratificó por Resolución No. 1055, del 27 de noviembre 1928, y publicó en la
Gaceta Oficial No. 4042 del 2 de enero de 1929, la Convención sobre el Código de Derecho Internacional
Privado; por consiguiente, sus disposiciones en materia de aplicación de la ley extranjera y de prueba tienen
vigencia en nuestro país.

Recurso de Casación

Algunos autores sostienen que cuando un Tribunal aplica la ley extranjera que no debió
aplicarse o que la aplique indebidamente o con error, puede dar lugar al recurso de
Casación contra dicha sentencia. En materia jurisprudencial no prolifera la admisión de
dicho recurso.

Algunos países, como es el caso de Francia, admiten el recurso de casación por no


aplicación de la ley extranjera cuando hubiera sido procedente hacerlo en virtud de
disposiciones emanadas de un tratado, o cuando la infracción del derecho extranjero
represente la violación de disposiciones de la ley nacional. En cambio, no procede el
recurso por falsa interpretación o en la infracción de la ley extranjera declarada
aplicable.

En la República Dominicana, donde se conoce el recurso de casación, algunos sostienen


que la violación de la ley extranjera puede motivar un recurso de casación cuando
conlleve una violación a la ley nacional y cuando viole también la ley de uno de los
Estados partes del Tratado de Derecho Internacional Privado de La Habana de 1928. Es
decir que se sigue el mismo criterio de la doctrina francesa.

F. Tavarez, en su obra de Derecho Procesal Civil, nos dice al respecto: "Debe ser casada
la sentencia que incurre en la violación de la ley de uno de los Estados que suscribieron
la Convención de Derecho Internacional Privado de La Habana de 1928, puesto que los
tribunales dominicanos están obligados a aplicar de oficio estas leyes"; y agrega:

"Es controvertida la cuestión de saber si, descartadas las leyes últimamente


mencionadas, la violación o la falsa aplicación de la ley extranjera puede ser motivo de
un recurso de casación. Se ha sostenido que la contravención a las disposiciones de la
ley extranjera no puede ser sancionada con la casación de la sentencia, cuando ésta se
funda exclusivamente sobre la ley extranjera. Pero se admite que la violación de la ley
extranjera puede motivar un recurso de casación cuando conlleve una violación a la ley
nacional."

El Código de Bustamante vigente en la República Dominicana, establece en su art. 412:


En todo Estado contratante donde existe el recurso de casación o una institución
análoga, podrá ser interpuesto por la violación, interpretación errónea o aplicación
indebida de una ley de otro Estado contratante, en las mismas condiciones que si se
tratase del derecho nacional.
42. Ver "Revista Ciencias Jurídicas, UCMM", No. 31, mayo 1987, pag. 206.
43. F. Tavarez, "Elementos de Derecho Procesal Civil Dominicano". Volumen m-IV, Sto. Dgo. Talleres
Tipográficos Librería Dominicana, 3ra. Edición, 1957, pag. 94.
CAPITULO XIV

COOPERACIÓN PROCESAL INTERNACIONAL


Generalidades. Reconocimiento y Ejecución de Sentencias Extranjeras. Diversas
Clases de Sentencias. Valor o Efectos de las Sentencias. Sistemas Legislativos en
Materia de Ejecución de Sentencias Extranjeras. Exequátur.

Condiciones para el otorgamiento del Exequátur. El Laudo Arbitral. Auxilio Judicial


Internacional Exhortos y Cajrtas Rogativas. Del Cumplimiento de los Exhortos,
Sentencias y Fallos Arbitrales en República Dominicana.

Generalidades:

En principio, los tribunales carecen de facultad para ejecutar sus sentencias en el


territorio de otros Estados, en otros términos, tienen jurisdicción y poder coercitivo
dentro del territorio del Estado donde actúan.

Entretanto, si bien la consideración arriba expuesta es incujfestio-nable, no contradice


ésta que las decisiones emanadas de órganos Aacio-nales jurisdiccionales o
adjudicativos se extiendan en cuanto; a su eficacia más allá del territorio nacional, en
determinadas condiciones. Razones de justicia, sostenida en un criterio de cooperación,
abonan a favor de esa conveniente realidad.

Citaremos al respecto algunas opiniones de conocidos autores.

"Los Estados han comprendido que la justicia no puede determinarse en las fronteras de
un solo Estado y en virtud de éste valor entendido se prestan colaboración para que los
efectos de las sentencias se Ueven al exterior, naturalmente que, con la intervención del
órgano jurisdiccional del país en donde la sentencia extranjera deba ejecutarse".

"La ejecución de la sentencia extranj era es una forma de cooperación en la realización


de fines comunes a todos los Estados, que sólo debiera ser negada por motivos
fundados, es decir, cuando el ejercicio de la función jurisdiccional en un Estado
determinado no ofrece las garantías que a la administración de justicia deben exigirse en
todos los pue-blos civilizados".
1- C. Arellaio García; op. cit, pág. 766.

Manuel García Calderón dice: "La razón para reconocerle el valor a una sentencia
extranjera reposa fundamentalmente, en la coexistencia de los Estados y en las
relaciones a que dicha coexistencia da lugar, al margen de la conveniencia que exista
para dicho reconocimiento".

Disposiciones relativas a la eficacia de las decisiones emanadas de órganos


jurisdiccionales extranjeros están contempladas en tratados internacionales y es normas
jurídicas internas de los Estados.

Respecto a ello, algunos de los autores aquí citados señalan que: Para la resolución de
los problemas que plantea la ejecución de las sentencias extranjeras, hay que atender, en
primer término, a los tratados, y, en caso de no hacerlos, a la legislación interna del país
de origen del fallo judicial y a la del país en que ésta haya de ejecutarse.

Reconocimiento y Ejecución de Sentencias Extranjeras

En materia de efectos internacionales de sentencias extranjeras, conviene advertir sobre


los términos reconocimiento y ejecución tema objeto de estudio de este capítulo se
refieren únicamente a ejecución de sentencias extranjeras, en cambio, otros lo titulan
reconocimiento y ejecución de sentencias extranjeras.

En su citada obra Derecho Internacional Privado, Martín Wolff, en un capítulo referido


al tema en cuestión, y que él denomina Reconocimiento y ejecución de sentencias
extranjeras, nos dice: "hasta 1900 la ley alemana regulaba solamente la ejecución de las
sentencias extranjeras, criterio que resultaba demasiado estrecho, especialmente
tratándose de juicios declaratorios y constitutivos no susceptibles de ejecución...

Cuando no es posible la ejecución, como en el caso de las sentencias de divorcio, o


cuando tal ejecución no se solicita (sino que el demandante cuya demanda ha sido
desestimada en definitiva en el extranjero pretende reproducirla en otro país), sólo
existe la cuestión del reconocimiento de la sentencia..."
2. De Pina, Rafael y Castillo Larrañaga. Introducción de Derecho Procesal Civil, Edit. Porrua, S.A. México 1950,
págs. 304-305.
3. M. García Calderón; op. cit, pág. 337.
4. Rafael de Pina y Castillo Larrañaga; op. cit, pág. 305.
5. Martín Wolf, op. cit, pág. 204.

Goldschmidt señala a su vez lo siguiente: "hay que distinguir el reconocimiento y la


ejecución de una sentencia extranjera. No hay ejecución sin reconocimiento, pero sí
puede haber reconocimiento sin ejecución.

Luego, el autor agrega En efecto, si recordamos la clásica división de las sentencias en


meramente declarativas, constitutivas y de condena, advertirnos que las primeras
pueden ser reconocidas, pero jamás ejecutadas, que las segundas también sonposibles de
reconocimiento, pero no son aptas de ser ejecutadas por la sencilla razón de que se
autoejecutan por su mero pronunciamiento, mientras quelasterceraspueden ser
reconocidas y ejecutadas.

Monroy Cabra, al comentar la tesis que distingue entre un reconocimiento y una


ejecución de la sentencia extranj era dice, entre otras, que "el reconocimiento nada tiene
de ejecución, ya que no se trata de saber como se ejecuta, sino si se ejecuta..."

Entre los instrumentos internacionales citados relativos al Derecho internacional


privado cabe destacar al respecto que el Código de Bustamante su Título Décimo lo
denomina Ejecución de sentencias dictadas por tribunales extranjeros. Los Tratados de
Montevideo, en cambio, dedican el título III al cumplimiento de los exhortos, sentencia
y fallas judiciales. Es de advertir que el artículo 9 deja entrever que la disposición
establecida en él no pretende la ejecución sino sólo el reconocimiento de la sentencia.
Veamos: Cuando solo se trate de hacer valer como prueba la autoridad de cosa juzgada
de una sentencia o de un fallo deberá serpresentado enjuicio, con la documentación a
que se refiere el art. 6 en el momento que corresponda según la ley local...
Manuel García Calderón nos dice que: "El reconocimiento de una sentencia extranjera
se realiza mediante el procedimiento del exequátur, a fin de investirla tal como ha sido
dictada, de los mismos efectos que tienen las sentencias nacionales.
6. Goldschmitdt; Derecho Internacional Privado; op. cit pág. 481.
7. Monroy Cabra; op. cit., pág. 255.
8. García Calderón; op. cit., pág. 338.

Diversas Clases de Sentencias


Vimos en el comentario del Goldschmidt que las sentencias, siguiendo una clasificación
clásica, son de tipo declarativo, constitutivo y de condena.

Las sentencias declarativas se las define como "aquellas que tienen por objeto la pura
declaración de la existencia o inexistencia de un derecho... o bien como la sentencia que
se limita a declarar la inexistencia del derecho pretendido.

Las sentencias de condena son aquellas que "imponen el cumplimiento de una


prestación, ya sea en sentido positivo /dar, hacer/ ya sea en sentido negativo /no hacer,
abstenerse/"

"Una sentencia de condena -dice Goldschmidt- íntima al demandado a llevar a cabo una
prestación -caso típico: a pagar una cantidad de dinero-, requiere una realización
material, la cual, si no la efectúa voluntariamente el demandado condenado, se verifica a
la fuerza- (ejecución "12 forzosa).

Por último, las sentencias constitutivas son aquellas que "sin limitarse a la mera
declaración de un derecho y sin establecer una condena al cumplimiento de una
prestación, crean, modifican o extinguen, un estado jurídico.

"Una sentencia constitutiva establece, modifica o cancela una relación jurídica, es, por
ejemplo la sentencia de separación matrimonial. Agrega éste mismo autor de la citada
definición que una sentencia constitutiva no anhela obtener un efecto material: la
separación de hecho de los cónyuges/ que, por cierto, suele ser anterior a la sentencia de
separación/ sino que aspira a lograr un efecto normativo: la cancelación de la obligación
de los cónyuges de cohabitar/ vivir bajo el mismo techo y débito matrimonial/. Este
efecto normativo parece simultáneamente con la obtención del efecto de cosa juzgada
de la sentencia constitutiva. Una ejecución material carecería de todo sentido, puesto
que la sentencia no quiere cambiar la realidad material, sino el mundo ideal de las
normas y de sus efectos."

De esas definiciones se desprende de que unas sentencias involucran la cuestión del


reconocimiento y no todas la de su ejecución.
9. Transcrito de la Obra de Arellano García; op. cit. pág. 768.
10. Goldschmitdt; Derecho Internacional Privado; op. cit pág. 481.
11. Eduardo J. Couture, transcrito de Arellano García, op. cit, pág. 768.
12. Goídschinitdt; op. cit pág. 481.
13. E. Couture -transcrito de A. García; op. cit, pág. 768.

En efecto, el mismo Goldschmidt, refiriéndose a la sentencia declarativa, advierte que


"evidentemente, no puede ser ejecutada... en cambio sí puede y debe ser reconocida."
Realmente, las que requieren ejecución serían sólo las de condena. Las sentencias
también suelen clasificarse conforme a otros criterios.

Así, según el ordenamiento jurídico -nacional o internacional- se habla de sentencias


internacionales, si las mismas emanan de un órgano jurisdiccional internacional.
Obviamente, la materia objeto de estudio de éste capítulo se refiere a las sentencias
dictadas por órganos nacionales. En ese sentido la clasificación se formula según la
rama del derecho a que pertenecen las sentencias. En ese sentido podría hablarse de
sentencias civiles, de sentencias mercantiles, de sentencias administrativas, de
sentencias penales, de sentencias fiscales, etc.

En la obra de Artagnan Pérez M. Procedimiento Civil, se establece distintos criterios de


clasificación de las sentencias. Al referirse a las sentencias declarativas y constitutivas,
el autor nos dice:" Se denominan sentencias declarativas aquellas que comprueban la
existencia de un derecho o reconocen una situación jurídica. Así, por ejemplo, una
sentencia rendida en ocasión de un reconocimiento de escritura, en sentencia
declarativa.

Las constitutivas son aquellas por medio de las cuales es creada una situación jurídica,
bien sea modificando un estado de cosas anterior, decretando una abolición o
cambiando por otro. Es constitutiva la sentencia que admite un divorcio porque rompe
la situación jurídica que originan el matrimonio.

Sentencias condenatorias son aquellas que imponen el cumplimiento de una prestación


positiva de dar o hacer o negativa de no hacer. 16
14. Goldschmitdt; op. cit pág. 481.
15. Idems; op. cit., pág. 768.
16- VerfArtagnam Pérez Méndez: Procedimiento Civil T. L, 1986, 2da. Ed Edit Taller páes 245-
246.

En la obra Elementos de Derecho Procesal Civil Dominicano, de F. Tavarez se define


las sentencias declarativas, constitutivas y condenatorias casi en los mismos términos
que en la citada obra de A. Pérez.

En materia de ejecución de sentencias extranjeras, no existe criterio aceptado


unívocamente en cuanto a si debe interpretarse dicha ejecución en sentido amplio, es
decir en referencia a todo tipo de sentencia, independientemente de la rama a que
pertenece.

Martín Wolffseñala al respeto lo siguiente;" Sólo son reconocidas las sentencias firmes
de los tribunales civiles extranjeros, no las de tribunales administrativos o de lo criminal
por más que éstas resuelvan accesoriamente pretensiones de Derecho Civil..."

Arellano García, a su vez, dice que las sentencias administrativas fiscales "no son
susceptibles de ser ejecutadas, salvo que haya un tratado internacional que así lo
establezca... y que respecto de las sentencias penales, el tema corresponde a la
extradición...

Cuando a Ettore Casati y a Clovis B evilacqua, García Calderón, señala que estos
autores consideran que las decisiones administrativas, aún cuando revistan la forma de
sentencias, no se ejecutan extraterrito-rialmente, y que están excluidas del exequátur.
En algunos instrumentos internacionales citados en esta obra se hace referencia a las
sentencias extranjeras susceptibles de ser ejecutadas.

El Tratado de Derecho Procesal Internacional celebrado en Montevideo en 1889


reglamenta en los artículos 5 y 8 lo relativo al cumplimiento de las sentencia s y fallos
arbitrales dictados en asuntos civiles y comerciales en uno de los Estados signatarios.
En cambio, en las reformas introducidas a este tratado de 1889, es decir en el Tratado de
Derecho Procesal de Montevideo, de 1940, se dice en el artículo 3 que: "Las sentencias
y los laudos arbitrales, dictados en asuntos civiles, comerciales o contencioso-
administrativos, las escrituras públicas y los elementos otorgados por los funcionarios
de un Estado; y los exhortos y cartas rogatorias, se considerarán auténticos en los otros
Estados signatarios, con arreglo a este Tratado, siempre que estén debidamente
legalizados.
17. Ver. F. Tavárez Hijo, "Elementos de Derecho Proa Civil Dominicano, Vol. II. Edit Tiempo, S.A., Sto. Dgo. 1991,
págs. 361-377.
18. Martín Wotff; op. citf pág. 206.
19. C. Arellano García; op. cit, pág. 769.
20. García Arellano; op. cit, pág. 339.

Entretanto, ese artículo, como vemos, se refiere a legalizaciones. El artículo 5 de este


mismo Tratado reza así: Las sentencias y los fallos arbitrales dictados en asuntos civiles
y comerciales en uno de los Estados signatarios, tendrán en los territorios de los demás
la misma fuerza que en el país en donde fueron pronunciados. Quedan incluidos en el
presente artículo las sentencias civiles dictadas en cualquier Estado signatario, por un
Tribunal internacional, que se refieren a personas o a intereses privados."

Comopodemos apreciar de este citado artículo 5, sólo son susceptibles de ser ejecutadas
las sentencias civiles y comerciales y a las dictadas por un tribunal internacional.

El Código de Bustamante no se limita, en materia de ejecución de sentencias


extranjeras, a las civiles y comerciales.

En efecto, el artículo 423 estipula: Toda sentencia civil o contenciosa -administrativa


dictada en uno de los Estados constantes, tendrá fuerza y podrá ejecutarse en los
demás...

El artículo 433 de éste mismo instrumento establece que: Se aplicará este mismo
procedimiento a las sentencias civiles dictadas en cualquiera de los Estados contratantes
por un tribunal internacional, que se refieran a personas o intereses privados.

Valor o Efectos de las Sentencias

El aspecto concerniente a los efectos de las sentencias ha sido tratado por diversos
autores en sentido general más bien en trabajos depro-cesalista y también en sentido
estricto, específicamente a la luz del Derecho Internacional Privado.

Así, Eduardo S. Couture, en su obra ya citada Fundamento del Derecho Procesal Civil
se refiere a la cosa juzgada como efecto de la sentencia en los términos siguientes: "...la
sentencia pasada en cosa juzgada plena, esto es, en cosa juzgada sustancial adquiere dos
atributos esenciales, el de su coercibilidad y el de su inmutabilidad; la sentencia es
coercible en cuanto tiene la virtud de ser ejecutada compulsivamente en caso de
eventual resistencia del obligado; y es inmutable porque en el futuro ningún juez podrá
alterar los efectos de ese fallo ni modificar sus términos.
*1. E. Couture; op. cit., Fundamento de Derecho Proa Civil, Buenos Aires, 1942 pág. 244.

Sobre el atributo inmutable de la cosa juzgada como efecto de la sentencia se han


referido otros autores: "...La cosa juzgada, nos dice Montoy Cabra -se refiere a su
inmutabilidad."

La cosa juzgada es la sentencia ejecutoria, o sea la que no puede ser modificada o


revocada por ningún medio jurídico, sea un recurso ordinario o un recurso
extraordinario, incluso por un juicio autónomo.

En la obra Instituciones del Derecho Procesal Civil, también citada, sus autores nos
refieren que: "Los efectos de las sentencias son diversos, según su especie y la materia
sobre que recaen; pero los principales son los siguientes: a) la cosa juzgada; b) la
ñamada impropiamente, actio judicati; o sea la facultad que corresponde a la parte que
ha obtenido sentencia favorable de hacerla ejecutar judicialmente cuando el vencido no
la cumple de modo voluntario, y c) las cosas procesales."

En la citada obra de F. Tavarez, el autor, al referirse a los efectos de las sentencias dice:
"...La sentencia produce éstos efectos: lro. Desapoderamiento del tribunal del
conocimiento del proceso; 2do. declaración o constitución de un derecho o de una
situación jurídica, según los casos; 3ro. autoridad de cosa juzgada; 4to. hipoteca
judicial.

...La autoridad de cosa juzgada es una presunción absoluta de verdad, en cuya virtud los
hechos comprobados y los derechos reconocidos por una sentencia no pueden ser
contestados nuevamente, ni ante el tribunal que ha dictado esa sentencia, ni tampoco
ante otra jurisdicción.

...Toda sentencia, por ser un mandato emanado del órgano jurisdiccional, debe ser
ejecutada, bien sea voluntariamente por las partes de proceso, bien sea forzosamente
contra las partes que debe ejecutarse, y que se niega a hacerlo...

Es importante distinguir estos dos efectos de la sentencia autorizada de cosa juzgada y


fuera ejecutoria-. Algunas sentenciastienen fuerza ejecutoria sin tener en cambio
autoridad de cosa juzgada, como p. ej. las sentencias previas (de instrucción o
provisionales), y las dictadas en referimiento.

La sentencia es ejecutoria desde que pasa en fiierza de cosa juzgada, a menos que el
deudor se beneficie del plazo de gracia o el acreedor de la ejecución provisional.
22. Monroy García; op. cit, pág. 258.
23. Pallares, Eduardo; Derecho Procesal Civü, Porrúa, México, 1965, pág. 366.
24. Rafael de Pina y Castillo Larrañaga; op. cit, pág. 295.
25. F. Tavárez, op. cit., VoL II, págs. 434-449.
El punto de vista del Derecho Internacional Privado es el enfoque de las sentencias que
hacen Alberto Arce y Arue y Arregui.

El primero, en su obra Derecho Internacional Privado refiriéndose a la sentencia


auténtica, dice que ésta lleva en sí tres fuerzas que deben distinguirse; a saber:
" 1.- La probatoria, que se deriva del carácter de acto auténtico, de instrumento que da
fe con energía particular de hechos que lian sido directamente comprobados por el
funcionario que la ha dictado.

Siguiendo la regla locus regit actum, todo acto que se reconoce u admite como
auténtico, según la ley nacional de origen, tiene más allá de las fronteras la fuerza
probatoria que resulta de ese carácter de autenticidad.

2.- Fuerza de cosa juzgada. Esta se refiere no a hechos accesorios, sino al fondo que
debe quedar establecido y tenerse como verdad lega, contra la que no puede admitirse
ninguna prueba en contrario, en virtud de la presunción res judicata no veritate habetur.

3.- Fuerza ejecutoria. Es el derecho de pedir al Poder Público que ejecute la sentencia
por vía de apremio.

De Orué y Arregui, a su vez, al enfocar los efectos de las sentencias les otorga a las
mismas: lro. Autoridad de cosa juzgada; 2do. Fuerza ejecutoria; 3ro. Fuerza probatoria.
Al concederle a la sentencia el efecto de cosa juzgada, el autor contempla el caso
cuando ésta se aplica como excepción ante el juez de un país distinto, y es de opinión
que debe garantizarse esta excepción en el plano internacional..Evidentemente -dice De
Orúe- el demandado puede alegar ésta excepción perentoria. Para su examen, es
competente el juez ante el que se alega la excepción.

En cuanto a la fuerza probatoria de las sentencias, como actos auténticos, reconócese sin
dificultad en el orden internacional,siempre que se hubieran seguido las formas
señaladas en el país que las dictó (locus regit actum).

En cuanto a la fuerza ejecutoria, el autor considera necesario determinar si existen


tratados internacionales. Si ello es así, es preciso atenerse al texto del tratado. De no
existir tratados internacionales cabe diferenciar dos casos: lro. que se pretenda la
ejecución de la sentenciay 2do. Que no se pretenda la ejecución de la sentencia enpaís
distinto. Si no se solicita la ej ecución la sentencia producirá plenos efectos en cualquier
Estado, en virtud de la autoridad de cosa juzgada que normalmente se admite.
26. Orúe, Alberto, Derecho Internacional Privado, México, 1964, 4ta. Edic.

Si se solicita la ejecución en otro Estado, asfalta de tratado, debe atenerse a las


disposiciones de derecho interno.

Sistemas Legislativos en Materia de Ejecución de Sentencias Extranjeras


En lo relativo a la cuestión de la ejecución de sentencias extranjeras, cuando no existan
convenios diplomáticos, se puede observar que las legislaciones nacionales adoptan
posturas marcadamente diferentes.

Algunos analistas al referirse a éste tema reducen esas diferencias a tres sistemas. Así,
Monroy Cabra nos habla de un primer sistema en virtud del cual la sentencia judicial se
ejecuta previa revisión judicial de su fondo; de otro en el que la sentencia se ejecuta
mediante orden judicial o exequátur, que se expide llenándose las condiciones de
reciprocidad, de competencia del juez extranjero, de ser definitiva y otras análogas, pero
sin entrar en el fondo del asunto; y un tercer sistema, en el que se ejecuta la sentencia
previo el exequátur... que no se expide contra los nacionales, sino solamente contra los
extranjeros.

Otros autores nos refieren una diversidad de sistemas legislativos más amplio.

En la citada obra de C. Larrañaga y J. R. de Pina, éstos autores hacen la clasificación


siguiente:

lro. Inejecución absoluta. Se niega a las sentencias extranjeras toda eficacia, exigiéndole
en algunos países, para su ejecución, un nuevo procedimiento.

2do.- Ejecución mediante clausula de reciprocidad. Se ejecutarán aquellas sentencias de


países que también ejecuten las provenientes del Estado del que solicite dicha
ejecución...

3ro. Ejecución previo examen del fondo de la sentencia.


27. José Ramón De Orúe y Arregui, Manual Derecho Internacional Privado, 3ra. Edic., Madrid, Edit. Reuss, 1952,
págs. 612-613.
28. Monroy Cabial; op. cit, pág. 257.

Desconfiándose de la rectitud y hasta de la pericia de los jueces extranjeros se concede


la autoridad de la cosa juzgada a aquellas sentencias conformes con la ley del país en
que han de ejecutarse.

4to.- Ejecución previo examen de la forma de la sentencia; sistema denominado del


exequátur.

5to.- Ejecución previo examen del fondo y de la forma de la sen-.29 tencia.

Otra clasificación amplia nos la brinda la obra Derecho Internacional Privado de A.


Arce, citada aquí. El autor agrupa los distintos sistemas en cinco; a saber:

1. Sistemas que desechan en lo absoluto la invocación de sentencias extranjeras.


En los países que adoptan éste sistema, el que ha obtenido una sentencia en el extranjero
deberá comenzar un nuevo juicio y podrá invocar la sentencia extranjera, pero
solamente como elemento de hecho.

2do.- Sistema de revisión absoluta.

En las legislaciones que establecen éste régimen, se admite la ejecución de sentencias


extranjeras, pero el juez encargado de conceder exequátur, tiene el derecho de revisión
absoluta y puede hasta cambiar la sentencia.

3ro.- Sistemas del control ilimitado.


No se confunde con el anterior, pues el sistema de la revisión permite sustituirla
sentencia extranjera, y el del control ilimitado, consiste en admitir o rechazar la
sentencia extranjera.

4to. Sistema de control ilimitado.

El control se reduce a puntos estrictamente fijados. Según que esos puntos permitan con
mayor o menor amplitud la ejecución de la sentencia, el régimen puede ser más o menos
liberal.

5to. Sistema de reciprocidad.

Se admite el control limitado en la ejecución de las sentencias extranjeras, con tal que
haya reciprocidad de hecho en la legislación del país cuyos tribunales han dictado la
sentencia.

Podemos advertir en éstas últimas clasificaciones, que los sistemas pueden estar
contenidos en dos grandes grupos: lro. el sistema que niega ejecución a las sentencias
extranjeras, y 2do. el sistema que admite ejecución a las sentencias extranjeras. Este
último sistema puede a su vez subclasificarse en: lro. el sistema que revisa la sentencia
únicamente en cuanto a su forma; y 2do. El sistema que revisa la sentencia tanto en el
fondo como en la forma.
29. Rafael de Pina y Castillo Larrañaga; op. cit, págs. 305-306.

30. Alberto Arce, op. cit págs. 270-271.

Como certeramente advierte C. Arellano García, Cualquier clasificación depende de la


perspectiva en la cual se coloque quien hace la clasificación.

Por tanto, la clasificación de sistemas podría ser muy amplia si también se clasifican los
sistemas desde el punto de vista del procedimiento o de la autoridad que determina la
aplicación de la sentencia extranjera.

Exequátur:

Andrés Weiss define el exequátur "como la decisión por la cual el Tribunal da fuerza
ejecutiva a un fallo extranjero, y presta a dicho fallo el concurso de la ley y el apoyo de
las autoridades en el territorio del Estado cuyo nombre administra justicia."

Para otros, el exequátur es "un acto mediante el cual se nacionaliza la sentencia


extranjera, se la incorpora al derecho nacional y se le otorga la fianza ejecutiva
indispensable para que el órgano ejecutor la haga cumplir."

Según Pillet el "exequátur es la previa revisión de la forma de las sentencias, como


trámite a su ej ecución, comprobándose la competencia del tribunal que las pronunció y
la autenticidad de la ejecutoria, pero sin modificar su fondo.

"Como el requisito que debe llenar la sentencia dictada en un país, para tener
cumplimiento en otro", la define H. Davis Echandia.
García Calderón ve el exequátur como "procedimiento mediante el cual se realiza el
reconocimiento de una sentencia extranjera a fin de investirla... tal como ella ha sido
dictada, de los mismos efectos que tienen las sentencias nacionales."
31. C. Arellano García, op. cit, pág. 773.

32. A. Weiss, Derecho Internacional Privado, op. cit., T.I. págs. 631-632.

33. Eduardo Pollares, Derecho Procesal Civil, México, 1965, pág. 529.

34. Pillet, Etude de Juris Prudence suur le droit de revisión dans I* instance en revisión des jugements extranjere;
"journal Clounet" París, 1914, pág. 753.

35. Hernando Devis Echandia, Derecho Procesal Civil, T. IH, Bogotá, Edit. Temis, 1963, pág. 322.
36. García Calderón; op. cit., pág. 338.

Detectamos en estas definiciones que el exequátur, visto como un acto o como un


procedimiento, es una necesidad condicionante para que una sentencia pueda tener
efecto extraterritoriales, ya que, como advertimos al inicio de este capítulo, los
tribunales nacionales están desprovistos de facultades para ejecutar sus sentencias en el
territorio de otros Estados. Precisamente una sentencia extranjera observa Pillet -"no
puede tener ningún efecto en cualquier país, si no ha sido revestida del exequátur.

Condiciones para el Otorgamiento del Exequátur

El exequátur, considerado como el reconocimiento de una sentencia extranjera, requiere


de la observancia de determinadas condiciones previas. La mayoría de los autores que
tratan este aspecto de la ejecución de las sentencias extranjeras están más o menos de
acuerdo en que para que una decisión jurisdiccional puede subir el exequátur es
necesario, entre otras, que haya sido tomada por un tribunal competente, que se trate de
un fallo ejecutorio o pasado en autoridad de cosa juzgada de conformidad con las leyes
del país donde fue dictado, y que no sea contrario al orden público del Estado donde se
solicita su reconocimiento.

A. Weiss nos amplía esa consideración diciendo: "Para que haya lugar en Francia de
una declaración de exequátur deben concurrir dos condiciones: a) es necesario que
exista fallo; b) es necesario que fallo emane de un tribunal extranjero....es necesario
limitar la necesidad del exequátur a los fallos que contienen condena y reclaman por
consiguiente, medidas de ejecución. Los actos de jurisdicción graciosa o voluntaria,
limitados a verificar un hecho, están libres del exequátur en principio...

La segunda condición quedará cumplida siempre que la jurisdicción que ha fallado


tenga existencia regular y esté oficialmente investida del derecho de juzgar por un
estado extranjero.

El fallo extranjero no podrá ser declarado ejecutable en Francia si no trae una forma
regular. La parte que se opone a la ejecución tendrá Pues, que establecer, para ganar su
causa, los vicios y motivos de nulidad que afectan la decisión invocada, según la ley
extranjera bajo cuyo imperio se ha dictado.
37
- Transcrito de De Orúe y Arregui, op. cit., pág. 616.
368
El fallo debe emanar de jueces competentes con relación a la lex fori.

El fallo extranjero no puede ser revestido de forma ejecutiva en Francia, sino cuando
tiene la autoridad de la cosa juzgada y tuerza ejecutiva en el país en que se ha
pronunciado... el exequáturno se otorgará sino en cuanto no afecte algún principio
considerado en Francia como de orden público internacional... "

Dos condiciones debe reunir el exequátur, según jules Valery, a saber: "lro. emanar de
un tribunal extranjero; 2do. ser susceptible de dar lugar a actos de ejecución forzada.

Ampliando su consideración, clasifica esas condiciones en intrínsecas y extrínsecas.


Con referencia a las primeras señala lro. El juicio debe haber sido realizado por un
tribunal competente. 2do. El juicio debe ser regular en la forma; 3ro. El juicio debe ser
susceptible de ejecución forzada. Las condiciones extrínsecas son;

2do. El juicio no debe ser contrario al orden público francés;

3ro. El juicio debe estar bien realizado."

La idea de Pillet sobre las condiciones requeridas para obtener el exequátur la transcribe
De Orúe y Arregui en su obra ya citada, y que son, entre otras, las siguientes.

a.- Toda sentencia dada contra un particular es susceptible de ejecución en el extranjero,


si consagra un derecho cuyo ejercicio sea posible fuera del país donde nació... El pro
cedí miento del exequátur debe ser sumario, exigiéndole la comparecencia de la parte
contra la que se dirige; b) El juez del exequátur se asegurará de la regularidad formal de
la sentencia; verá si la asignación que ha abierto la instancia se remitió al defensor y si
éste tiene libertad para defenderse; exigirá se pruebe que la sentencia tiene la autoridad
de cosa juzgada, o es al menos ej ecutoria, no obstante apelación; en este último caso,
hará presentar por la parte que la ha obtenido, seguridades suficientes respecto a la parte
condenada, c) Una sentencia extranjera no puede recibir el exequátur, o si la regla de
competencia por la que el juez estatuyó no ha encontrado ninguna aplicación en la
legislación del país del exequátur; d) no se concederá el exequátur a la sentencia
extranjera, cuando el juez que la dio no hubiera aplicado la ley competente; la
competencia de la ley a aplicar será exclusivamente apreciada por el juez del exequátur,
según su propio sistema nacional de Derecho Internacional Privado. No se permitirá la
ejecución mas que en la medida que la sentencia sea contraria al orden público del país
en el que se solicita esta ejecución. No habrá posterior revisión más que en caso de error
grave o de dolo.
38. A. Weiss, op. cit, T. II. págs. 632-636.

39. Jules Valery, Manual de Droit bitemational Privé, París, 1914f págs. 784-800.

Goldschmidt cuando analiza el valor o efectos de las sentencias extranjeras advierte lo


siguiente: Una sentencia extranjera debe reunir tres tipos de requisitos para que merezca
el reconocimiento y en su caso la ejecución. Estos requisitos son de tipo formal, de tipo
procesal, y de tipo material.

En cuanto a los requisitos formales, no se debe olvidar que la sentencia constituye un


documento de extraña jurisdicción cuya autenticidad, por ende, es de difícil
averiguación. Es por ello que se pide que la sentencia extranjera reúna las características
de cualquier documento extranjero para que resulta digna de ser admitida.

Los requisitos procesales quieren asegurar la existencia de un debido proceso. Por ende,
se requiere, por un lado, que haya intervenido un juez con jurisdicción internacional, y,
por el otro, que se haya dado al demandado una leal oportunidad de defenderse.

Los requisitos materiales, por último, atañan al anhelo de garantizar el orden público en
el propio país; por ello se examinan el contenido de la sentencia extranjera desde el
punto de vista indicado.

Como hemos destacado en este mismo capítulo, instrumentos internacionales con fines
de codificar el Derecho Internacional Privado, al tratar sobre la eficacia extraterritorial
de las decisiones jurisdiccionales nacionales, se refieren tanto a los fallos judiciales
como a los arbitrales.

Al abordar la cuestión de los requisitos exigibles para otorgar el exequátur, algunos


autores limitan la referencia a las decisiones judiciales y a los fallos arbitrales impuestos
a los litigantes por una decisión legal; no aquellos fallos arbitrales cuando las partes
decidan de por sí someter el caso a la decisión de arbitros.

El Tratado de Derecho Procesal Internacional celebrado en Montevideo en Enero de


1889 establece en su artículo 5 los requisitos para la ejecución extraterritorial de las
decisiones jurisdiccionales; veamos:
0. De Orúe y Arregui; op. cit, pág. 616.
1. Goldschmidt; op. cit págs. 495-496. £■ A. Weiss; op. cit., págs. 635-636.

Art. 5- Las sentencias y fallos arbitrales dictados en asuntos civiles y comerciales en


uno de los Estados, signatarios, tendrán en los demás, la misma fuerza que el país en
que se han pronunciado, si reúne los requisitos siguientes:

a) que la sentencia o fallo haya sido expedido por tribunal competente en la esfera
internacional;

b) que tengan el carácter de ejecutoriado o pasado en autoridad de cosa juzgada en el


Estado en que se ha expedido;

c) que la parte contra quien se ha dictado, haya sido legalmente citada y representada o
declarada rebelde, conforme a la ley del país en donde se ha seguido el juicio;

d) que no se oponga a las leyes de orden público del país de su ejecución.

El Tratado de Reformas de Derecho Procesal Internacional de 1940, celebrado también


en Montevideo, reproduce textualmente el citado art. 5 agregando que: Quedan
incluidas en el presente artículo las sentencias civiles dictadas en cualquier Estado
signatario, por un tribunal internacional, que se refieren a personas o a intereses
privados.

La Convención Interamericana Sobre Eficacia Extraterritorial de las Sentencias y


Laudos Arbitrales Extranjeros, Montevideo, 1979, consagra en su artículo 2 Las
sentencias, laudos arbitrales y resoluciones en uno delosEstadospartestendrá eficacia
extraterritorial enlosdemásEs-tados partes si reúnen las condiciones siguientes:

a) que vengan revestidas de las formalidades externas necesarias que sean considerados
auténticos en el Estado de donde procede;

b) que la sentencia, laudo y resolución jurisdiccional, y los documentos anexos que


fueren necesarios según la presente Convención, estén debidamente traducidos al
idioma oficial del Estado donde deben surtir efectos;

c) que se presenten debidamente legalizados de acuerdo con al ley del Estado en donde
debe surtir efectos;

e) que el demandado haya sido notificado o emplazado en debida forma legal de modo
sustancialmente equivalente a la aceptada por la ley del Estado donde la sentencia,
laudo y resolución jurisdiccional deban surtir efectos;

f) que se haya asegurado la defensa de las partes;

g) que tenga el carácter de ejecutoriados o, en su caso, fuerza de cosa juzgada en el


Estado en que fueron dictados;

h) que no contraríen manifiestamente los principios y las leyes de orden público del
Estado en que se pida el reconocimiento o la ejecución.

El Código Bustamante, en el Título Décimo consagrado a la Ejecución de Sentencias


dictadas por tribunales extranjeros, dispone en su art. 423 que: Toda sentencia civil o
contenciosa-administrativa dictada en uno de los Estados contratantes, tendrá fuerza y
podrá ejecutarse en los demás, si reúne las condiciones siguientes: 1) que tenga
competencia para conocer del asunto y juzgarlo, de acuerdo con las reglas de este
código, el juez o tribunal que haya dictado; 2) que las partes hayan sido citadas
personalmente o por su representante legal, para el juicio; 3) que el fallo no contraventa
el orden público o el derecho público del país que quiere ejecutarse; 4) que sea
ejecutorio en el Estado en que se dicte; 5) que se traduzca autorizadamente por un
funcionario o intérprete oficial del Estado en que ha de ej ecutarse, si allí fuere distinto
el idioma empleado; 6) que el documento en que conste reúna los requisitos necesarios
parda ser considerado como auténtico en el Estado de que proceda, y los que requiere
para que haga fe la legalización del Estado en que aspira a cumplir la sentencia.

De la doctrina y la legislación internacional transcritas se puede hacer sobre el


exequátur las puntualizaciones siguientes:

a) Es el Estado al que se solicita la ejecución de la sentencia el que debe conceder al


exequátur.

b) El tribunal competente para decretar u otorgar el exequátur es cuestión determinada


por el Estado de recepción de la sentencia a ejecutarse;

c) El procedimiento de exequátur lo regula el Estado de recepción de la sentencia, o


bien un convenio internacional.
d) Las condiciones de forma abarcan: 1) la necesidad de comprobar la autenticidad de la
sentencia extranjera; 2) la traducción de la misma, en caso de diferencia idiomática.

e) Las condiciones de fondo consisten en: 1) Determinar si el órgano jurisdiccional que


dictó el fallo es competente en la esfera internacional para conocer y juzgar del asunto
de acuerdo con la ley del Estado donde deba surtir efectos;

2) Precisar que el fallo a ejecutarse tenga carácter de ejecutoriado o, en su caso, fuerza


de cosa juzgada en el Estado en que fue dictado;

3) El fallo no debe contrariar el orden público del Estado en que se pide su


reconocimiento o su ejecución.

4) El fallo debe referirse a una materia susceptible de que se conceda el exequátur


conforme a la regla jurídica internacional o a la norma interna aplicable.

El Laudo Arbitral

El arbitraje pude definirse como un proceso jurídico ante un arbitro o varios arbitros, el
o los que deciden una situación concreta controvertida con arreglo al derecho o
conforme se lo hayan señalado las partes, siendo su fallo obligatorio para las mismas.

Cabe complementar esa definición destacando algunos rasgos del arbitraje como
institución -A saber:

1.- El previo acuerdo de las partes de someter sus diferencias al órgano arbitral;

2.- Las partes pueden organizar a su conveniencia el procedimiento jurisdiccional bajo


todos sus aspectos.

3.- A semejanza déla vi a judicial, en el arbitraje, la decisión denominada laudo, es


obligatoria para las partes.

4.- En el arbitraje, dice Arellano García, "el sometimiento del asunto motivo de
controversia es a la decisión de personas que no ejercen la función jurisdiccional en
representación del Estado, con el imperio que al Estado corresponde.

Respecto a la ejecución internacional de los laudos arbitrales la doctrina revela marcada


diferencia; Para algunos autores el laudo arbitral tiene el valor de una sentencia, otros le
niegan ese valor hasta tanto no haya sido homologado por un órgano judicial.

Se observa también que algunos autores consideran que es preciso distinguir el arbitraje
voluntario y el forzoso, sosteniendo que únicamente el laudo pronunciado en virtud del
arbitraj e forzoso tiene carácter de verdadera sentencia, y que el pronunciado en virtud
del primero es considerado como una convención.

Al formular la pregunta de si los laudos dados por arbitros extranjeros estarían sujetos a
las formalidades del exequátur, A. Weiss dice: "La cuestión debe ser resuelta por medio
de una distinción. Si el arbitraje
43. Arellano García; op. cit, pág. 76.
ha sido puramente voluntario, si las partes entre las cuales existían diferencias han
convenido libremente someterlas a la decisión de arbitros que han elegido
amigablemente, y si aceptan desde luego el veredicto favorable o desfavorable a sus
pretensiones respectivas, nos encontramos en tal caso en presencia de un simple
convenio entre particulares, sometido a las reglas de fondo y de forma comunes a todos
los contratos; de manera que para tener ejecución en Francia el laudo arbitral así dado,
deberá responder celebrados en Francia; el presidente del tribunal actuando solamente
de acuerdo con el artículo 1020 del Código de Procedimiento Civil le dará la forma
ejecutiva.

En cambio, si el arbitraj e ha sido impuesto a los litigantes por una disposición legal, la
decisión arbitral constituye un verdadero acto de jurisdicción, en el cual no ha tenido
papel alguno la voluntad de las partes. Entonces, si asume el carácter de un fallo
extranjero, habrá de ser declarado ejecutable entre nosotros de la misma manera, es
decir, poruña declaración de exequátur tomada en tribunal pleno.

Otros autores descartan ésta división, sosteniendo que los laudos arbitrales deben recibir
el mismo tratamiento que las sentencias emanadas de los órganos judiciales.

Goldschmidt explica que: "se reconoce y ejecuta el laudo arbitral a imagen y semejanza
de una sentencia extranjera. Un laudo es extranjero si lo es el tribunal que lo dicta."

Si se observa las disposiciones de algunos convenios en materia de Derecho


Internacional Privado, así como la legislación de algunos países, se pueda sostener que
la ej ecución extraterritorial del laudo arbitral es posible dependiendo de que la norma
jurídica internacional contenida en los convenios, o la regla jurídica interna de un
Estado contemplen esa posibilidad de ejecución al laudo arbitral.

Los dos tratados de Montevideo -de 1889 y 1940- de Derecho Procesal Internacional
equiparan en las disposiciones contenidas en el artículo % Título III, ya transcritas
anteriormente, las sentencias judiciales y laudos arbitrales. De ese modo dan un abierto
rechazo a la doctrina del contrato.

Goldschmidt nos ofrece ejemplos de ejecución de laudos arbitrales extranjeros en países


sudamericanos, y señala que la ley 17.454, art.
44. A. Weiss; T. II., op. cit, págs. 635-636.
45. Goldschmidt; op. cit págs. 495-496.

1 equipara a tribunales extranjeros arbitros que actúen fuera de la Repú-Mica*

Los requisitos para la ejecución de los laudos arbitrales extranjeros, según los citados
convenios son los mismos que para las sentencias.

La Convención Internacional Sobre Arbitraje Comercial Internacional, Panamá 1975,


establece en su art. 4: Las sentencias o laudos arbitrales no impugnables según la ley o
reglas procesales aplicables, tendrán fuerza de sentenciajudicial ejecutoria. Su ejecución
o reconocimiento podrá exigirse en la misma forma que la de las sentencias dictadas por
tribunales ordinarios nacionales o extranjeros, según las leyes procesales del país donde
se ejecuten, y lo que establezcan al respecto los tratados internacionales.
La citada Convención Internacional Sobre Eficacia Extraterritorial de las Sentencias y
laudos Arbitrales Extranjeros, equipan también las sentencias y laudos arbitrales.

La Convención Sobre el Reconocimiento y Ejecución de las Sentencias Arbitrales


Extranjeras, adoptada en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
arbitraje internacional, el 10 de junio de 1958, establece en su artículo Hl lo siguiente:
Cada uno de los Estados contratantes reconocerá la autoridad de la sentencia arbitral y
concederá su ej ecución de conformidad con las normas de procedimientos vigentes en
el territorio donde la sentencia sea invocada, con arreglo a las condiciones que se
establecen a los artículos siguientes. Para el reconocimiento o la ejecución de las
sentencias arbitrales a que aplica la presente Convención, no se impondrán condiciones
apreciablemente más rigurosas, ni honorarios o costos más elevadas, que los aplicables
al reconocimiento o a la ejecución de las sentencias arbitrales nacionales.
El artículo IV está consagrado a señalar los requisitos de forma para el otorgamiento del
exequátur a las sentencias arbitrales; veamos:

Artículo IV-1. Para obtener el reconocimiento y ej ecución previstos en el artículo


anterior, la parte que pida el reconocimiento y la ejecución deberá presentar junto con la
demanda: a) El original debidamente autenticado de la sentencia o una copia de ese
original que reúna las condiciones requeridas para su autenticidad; b) El original del
acuerdo a que se refiere el art. II, o una copia que reúna las condiciones requeridas para
46. Goldschmidt; op. cit págs. 488-490.
47. Ver. el art. 2 de la Convención transcrita en este capítulo.

su autenticidad; 2.- Si esa sentencia o ese acuerdo no estuvieran en un idioma oficial del
país en que se invoca la sentencia, la parte que pida el reconocimiento y la ejecución de
ésta última, deberá presentar una traducción a ese idioma de dichos documentos. La
traducción deberá ser certificada por un traductor oficial o un traductor jurado, o por un
agente diplomático o consular.

Artículo V

1.- Sólo se podrá denegar el reconocimiento y la ejecución de la sentencia, a instancia


de la parte contra la cual es invocada, si esta parte prueba ante la autoridad competente
del país en que se pide el reconocimiento y la ejecución:

a) Que laspartes en el acuerdo a que se refiere el artículo II estaban sujetas a alguna


incapacidad en virtud de la ley que les es aplicable o que dicho acuerdo no es válido en
virtud de la ley a que las partes lo han sometido, o si nada se hubiera indicado a éste
respecto, en virtud de la ley del país en que se haya dictado la sentencia; o

b) Que la parte contra la cual se invoca la sentencia arbitral no ha sido debidamente


notificada de la designación del arbitro o del procedimiento de arbitraje o no ha podido,
por cualquier otra razón, hacer valer sus medios de defensa; o

c) Que la sentencia se refiere a una diferencia no prevista en el compromiso o no


comprendida en las disposiciones de la cláusula compromisoria o contiene decisiones
que excedan de los términos del compromiso o de la cláusula compromisoria; no
obstante, si las disposiciones de la sentencia que refieren a las cuestiones sometidas al
arbitraje pueden separarse de las que no han sido sometidas al arbitraje, se podrá dar el
reconocimiento y ejecución a las primeras; o

d) Que la constitución del tribunal arbitral o el procedimiento arbitral no se han ajustado


al acuerdo celebrado entre las partes, o en defecto de tal acuerdo, que la constitución del
tribunal arbitral o el procedimiento arbitral no se han ajustado a la ley del país donde se
ha efectuado el arbitraje; o

e) Que la sentencia no es aún obligatoria para las partes o ha sido anulada o suspendida
por una autoridad competente del país en que, o conforme a cuya ley, ha sido dictada
esa sentencia.

2. También se podrá denegar el reconocimiento y la ejecución de una sentencia arbitral


si la autoridad del país en que se pide el reconocimiento y la ejecución comprueba:

a) Que según la ley de ese país, el objeto de la diferencia no es susceptible de solución


por vía de arbitraje; o

b) Que el reconocimiento o la ejecución de la sentencia serían contrarios al orden


público de ese país.

Auxilio Judicial Internacional; Exhortos y Cartas Rogatorias

Un acto de cooperación internacional se produce cuando el órgano jurisdiccional de un


Estado requiere de otro Estado la puesta en práctica de actos procesales en el territorio
de este último. Solicita la cooperación del Estado con jurisdicción para llevar a cabo no
sólo la ejecución de sentencias y laudos arbitrales, como hemos visto, sino también
notificaciones, citaciones, emplazamientos, pruebas y otras diligencias judiciales.

La cooperación judicial internacional resulta tanto de la costumbre internacional como


de los convenios internacionales.

Al referirse a la costumbre internacional como fuente del Derecho Internacional


Privado, Niboyet dice: "Entre estas costumbres podemos citar: la obligación reconocida
por los Estados de ejecutarlas sentencias dictadas en sus respectivos territorios con
arreglo a las condiciones que ellos fijen; la regla de la mutua ayuda jurídica entre las
autoridades judiciales para la comunicación de determinados actos; y por último la
aplicación de leyes extranjeras, en una cierta medida, por lo menos."

Entre las diligencias judiciales a las que nos referimos ahora cuentan los exhortos y
cartas rogatorias.

El exhorto es visto como el oficio que libra un juez o tribunal a otro de igual categoría,
pidiéndole que ordene la práctica de alguna diligencia judicial... "Si el oficio se libra a
una autoridad judicial de inferior categoría, y sobre la cual ejerce jurisdicción el juez o
tribunal que libra el oficio, toma el nombre de despacho.

Al referirse al tema del auxilio judicial internacional Goldschmidt dice que éste consiste
en que losjueces del proceso solicitan de otrosjue-ces que les ayuden en su tramitación,
por ejemplo, notificando resoluciones a personas domiciliadas en la jurisdicción, etc. El
juez solicitante se denomina exhortante, el juez solicitado se apellida exhortado, y la
solicitud se llama el exhorto....El auxilio judicial se puede presentar entre jueces de la
misma jurisdicción, jueces federales, jueces de la misma provincia, entre jueces del
mismo país, aunque pertenezcan a diversas jurisdicciones y entre jueces de países
diversos.
48. Níboyet; op. cit, pág. 59.
49. Eduardo Pallares, Derecho Procesal Civil, Porrúa, México 1965, págs. 268-269.

Los términos exhortos y cartas o comisiones rogatorias se emplean indistintamente.

Algunos autores trazan diferencias. Así, Arellano García nos dice que: Al documento
que contiene peticiones del juzgador de un Estado al de otro Estado, por la vía
diplomática, o directamente cuando esto sea posible por haber acuerdos internacionales
o por práctica internacional se le denomina, Carta rogatoria. En otros términos, la carta
rogatoria es el exhorto internacional.

Como se desprende de los instrumentos internacionales sobre Derecho Procesal


Internacional, pueden tener por objeto hacer notificaciones, recibir declaraciones,
solicitar informaciones, datos, practicar embargos, inventario, o cualquier otra
diligencia de carácter judicial.

El fundamento jurídico para atender un exhorto o cara rogatoria lo encontramos tanto en


los convenios internacionales como en la legislación nacional del país exhortado.

El tratado de Derecho Procesal internacional de 1889 contiene en sus artículos 9,10,11,


y 12 disposiciones referentes a los exhortos y cartas rogatorias. Veamos.

Art. 9.- Los exhortos y cartas rogatorias que tengan por objeto hacer notificaciones,
recibir declaraciones o practicar cualquiera otra diligencia de carácter judicial, se
cumplirán en los Estados signatarios, siempre que dichos exhortos o cartas rogatorias
reúnan las condiciones establecidas en éste Tratado.

Art. 10. Cuando los exhortos o cartas rogatorias se refieren a embargos, casaciones,
inventarios o diligencias preventivas, el juez exhortado proveerá lo que fuere necesario
respecto al nombramiento de peritos, tasadores, depositarios y, en general, todo aquello
que sea conducente al mejor cumplimiento de la comisión.

Art. 11.- Los exhortos y cartas rogatorias, se diligenciarán con arreglo a las leyes del
país en donde se pida la ejecución.
50. Goldschmidt; op. cit págs. 488-490.
Art. 12.- Los interesados en la ejecución de los exhortos y cartas rogatorias, podrán
constituir apoderados, siendo de su cuenta los gastos que apoderados y las diligencias
ocasionen.

El Tratado de 1940 sobre Derecho Procesal Internacional contempla los exhortos y las
cartas rogatorias en los artículos 11,12, 13,14, y 15. No se aparta del espíritu de la
Convención de 1889, mas agrega ciertas innovaciones.

Es así que, los exhortos y cartas rogatorias deberán ser redactadas en el idioma del
Estado que libra el exhorto, y serán acompañadas de una traducción hecha en la lengua
del Estado al cual se libra dicho exhorto, debidamente certificada. Las comisiones
rogatorias en materia civil o criminal, cursadas por intermedio de los agentes
diplomáticos, y a falta de éstos, por conducto de los consulares del país que libra el
exhorto, no necesitarán legalización de firmas. Si se tratara de embargo, la procedencia
de la medida estará regida y determinada por las leyes y los jueces del lugar del proceso.
La traba del embargo, su forma y la inembargabilidad denunciadas a ese efecto, se
regirán por las leyes y se ordenarán por los jueces del lugar en donde dichos bienes
estuvieran situados. Veamos:

Art. 11. Los exhortos y cartas rogatorias que tengan p or obj eto hacer notificaciones,
recibir declaraciones o practicar cualquier otra diligencia de carácter judicial, se
cumplirán en los Estados signatarios siempre que reúnan los requisitos establecidos en
éste Tratado; asimismo deberán ser redactados en la lengua del Estado que libre el
exhorto y serán acompañadas de una traducción hecha en la lengua del Estado al cual se
libra dicho exhorto, debidamente certificada.

Las comisiones rogatorias en materia civil o criminal, causadas por intermedio de los
agentes diplomáticos, y a falta de éstos por conducto de los consulares del país que libre
el exhorto no necesitarán legalización de firma.

Art. 12.- Cuando los exhortos y cartas rogatorias se refieran a embargos, tasaciones,
inventarios o diligencias preventivas, el juez a quien se libra el exhorto proveerá lo
necesario al nombramiento de peritos tasadores, depositarios, y, general a todo aquello
que fuere conducente al mejor desempeño de la comisión.

Art. 13.- Los exhortos y las cartas rogatorias serán diligenciados con arreglo a las leyes
del país al cual se pide la ejecución. Si se trata de embargos, la procedencia de la
medida se regirá y determinará por las leyes y los jueces del lugar del proceso.

La traba de embargo, su forma y la inembargabilidad de los bienes denunciados a ese


efecto, se regirán por las leyes y se ordenarán por los jueces del lugar en donde dichos
bienes estuvieren situados.

Para ejecutar la sentencia dictada en el juicio en que se haya ordenado la traba del
embargo, sobre bienes ubicados en otro territorio, se seguirá el procedimiento
establecido en los artículos 7 y 8 de este tratado.

Art. 14. Trabado el embargo, la persona afectada por esta medida, podrá deducir, ante el
juez ante quien se libró el exhorto, la tercería pertinente, con el único objeto de que sea
comunicada al juez de origen.
Noticiado éste de la interposición de la tercería, suspenderá el trámite del juicio
principal por un término mayor de sesenta días, con el objeto de que el tercerista haga
valer sus derechos. La tercería se sustanciará por el juez de lo principal, conforme a sus
leyes. El tercerista que comparezca después de fenecido este término, tomará la causa
en el estado en que se encuentre.

Si la tercería interpuesta fuese de dominio o de derechos reales sobre el bien


embargado, se resolverá por los jueces y de acuerdo con las leyes del país del lugar de la
situación de dicho bien".

Art. 15. Los interesados en la discusión de los exhortos y de las cartas rogatorias,
podrán constituir apoderados, siendo de su cuenta los gastos que el ejercicio del poder y
las diligencias ocacionaren".

El Código Bustamante, en el Título Quinto, del libro cuarto, lo consagra a los exhortos
y comisiones rogatorias. Seis artículos en total:

Art. 388. Toda diligencia judicial que un Estado contratante necesite practicar en otro se
efectuará mediante exhorto o comisión rogatoria cursada por la vía diplomática. Sin
embargo, los Estados contratantes podrá pactar o aceptar entre sí en materia civil o
criminal cualquiera otra forma de transmisión".

Art. 389. Al juez exhortante resolverá sobre su propia competencia ratione materiae
para el acto que se le encarga.

Art. 391. El que reciba el exhorto o comisión rogatoria debe ajustarse de cumplirlos, a la
suya propia".

Art. 392. El exhorto será redactado en la lengua del Estado exhortante y será
acompañado de una traducción hecha en la lengua del Estado exhortado, debidamente
certificada por intérprete juramentado".

Art. 393. Los interesados en la ejecución de los exhortos y cartas rogatorias de


naturaleza privada deberán constituir apoderados, siendo de su cuenta los gastos que
estos apoderados y las diligencias ocasionen".

En el marco de la Primera Conferencia Especializada Interameri-cana Sobre Derecho


Internacional Privado, se celebró en Panamá, en 1975, la Convención Interamericana
Sobre Exhortos o Cartas Rogatorias. El 8 de mayo de 1979, en la segunda Conferencia
Especializada Internacional Sobre Derecho Internacional Privado, celebrada en
Montevideo, fue suscrito el Protocolo Adicional a la Convención Interamericana Sobre
Exhortos o Cartas Rogatorias. Ambos instrumentos los insertamos íntegramente en el
apéndice de esta obra.

En el artículo 1 de la Convención se aclara que las expresiones "exhortos" o "cartas


rogatorias" se utilizan como sinónimo en el texto español. Sus disposiciones básicas
versan sobre lo siguiente:

1) En cuanto a su alcance, la Convención contempla su aplicación a los exhortos o


cartas rogatorias expedidas en procesos y actuaciones en materia civil o comercial, por
órganos jurisdiccionales, que se refieren a actos de mero trámite y a recepción y
obtención de pruebas e informes en el extranjero /art. 2/ excluyéndose a texto expreso la
posibilidad de aplicar la Convención a otros actos procesales, y especialmente, a los ac-
tos que impliquen ejecución coactiva /art. 3/.

2) La transmisión de los exhortos puede efectuarse por vía privada, judicial, consular o
diplomática o por intermedio déla autoridad central, se omite el requisito de la
legalización a prescindir de la legalización, /art. II.

4) Los documentos que deben acompañar al exhorto, así como la información respectiva
que le asegure al notificado la posibilidad de contar con auxilio legal en el Estado
requiriente, son varias y están enumeradas en el art. 8.

5) La asistencia judicial internacional mediante exhorto no conlleva la obligación de


ejecutar la sentencia extranjera/art. 9/.

6) La norma procesal aplicable a la tramitación del exhorto es la del Estado requerido


/art. 10/, cuyo órgano jurisdiccional será compe-tentepara conocer de todas las
cuestiones a que de lugar el cumplimiento de la diligencia solicitada, /art. 11/.

7) Las actuaciones referentes al exhorto generarán costas y demás gastos a cargo de los
interesados, sin perjuicio del beneficio de pobreza que queda sometido a la ley del
Estado requerido, /art. 12/.

8)Los funcionarios consulares o diplomáticos podrán dar cumplimiento a las diligencias


materia de exhorto, no obstante la naturaleza jurisdiccional de los actos, siempre que
estén autorizados por las leyes del Estado requerido, y sin atribuciones para el empleo
de medios coercitivos, /art. 3/.

9) Los Estados partes en esquemas de integración económicas quedan facultados para


acordar entre sí procedimientos y trámites particulares más expeditos en materia de
asistencia judicial /art. 14/ permaneciendo vigentes las disposiciones de otros
instrumentos bilaterales o multilaterales anteriores o las prácticas más favorables que
pudieran haber en la materia, /art. 15/.

10) Se contempla extender las normas de esta Convención a la materia criminal,


laboral, contencioso administrativo, juicios arbitrales u otras materias objeto de
jurisdicción especial, /art. 17/.

11) El cumplimiento de un exhorto o carta rogatoria está condicionado a que no


quebrante el orden público, /art. 17/.

El protocolo Adicional a la Convención Internacional Sobre Exhortos o Cartas


Rogatorias viene a fortalecer el diligenciamiento de exhortos o cartas rogatorias
transmitidos por la autoridad central del Estado requiriente a la autoridad central del
Estado requerido, completando o supliendo las disposiciones adoptadas en la
Convención de Panamá de 1975. En ese sentido el Protocolo contempla la designación
en cada Estado, de una autoridad central que ejercerá las funciones determinadas en la
Convención y en el Protocolo.
A efecto de uniformar los requisitos esenciales del exhorto, se elaboraron formularios
tipo que se identifican como anexos A,B y C, los cuales también insertamos en el
apéndice de esta obra. Estos formularios deben estar impresos en los cuatro idiomas
oficiales de la OEA requi-riéndose de esta manera, que únicamente la copia de la
demanda o petición se encuentre traducida.

En cuanto a los costos, la prestación del servicio público de justicia será gratuito,
mientras que los ajenos a éste, serán sufragadospor los particulares.

El estado requerido podrá reclamar a los interesados el costo del diligenciamiento


cuando así lo disponga su ley interna.

Este protocolo, de carácter eminentemente práctico, que busca armonizar los sistemas
de derecho común y de derecho civil, está abierto a la firma y sujeto a la ratificación o a
la adhesión de los Estados miembros de la OEA que hayan firmado la Convención
Interamericana sobre Ex>ortos o Cartas Rogatorias suscrita en Panamá el 30 de enero
de 1975 o que la ratifiquen o se adhieran a ella.

Otros instrumentos internacionales multilaterales se ha ocupado también este medio de


cooperación internacional. Cabe mencionar la Convención de La Haya de 1905, que
plantea soluciones a problemas que pueden surgir respecto a las comisiones rogativas. A
saber.

1) La tramitación se hace por la vía, si bien no se descarta la vía diplomática;

2) Desde redactarse en el idioma de la autoridad requerida o en el convenido o se


acompañará de traducción certificada por un agente diplomático o consular del Estado
requiriente o traductor autorizado por el Estado requerido.

3) Puede negarse el cumplimiento en las circunstancias siguientes: a) Cuando no se


establece la autenticidad del documento; b) Si en el Estado requerido, no entra dicha
ejecución en las atribuciones del poder judicial; c) Si el Estado requerido juzga la
comisión como atentatoria a su soberanía y seguridad.

4) La forma de cumplimiento se suj etará a las leyes del Estado requerido.

Del Cumplimiento de los Exhortos, Sentencias y Fallos Arbitrales en República


Dominicana

La República Dominicana, en materia de auxilio judicial, en el sentido de que nuestro


país puede proporcionar, o bien, solicitar respecto de la realización de actos procesales y
para la ejecución fallos emanados de órganos jurisdiccionales extranjeros, tiene
disposiciones legales, tanto en los Códigos Civil y de Procedimiento Civil, así como
compromisos internacionales en calidad de parte contratante en instrumentos
internacionales.

Algunos autores dominicanos se han referido al tema de la ejecución de las sentencias


extranjeras, especificando que no procede en la República Dominicana ejecución alguna
que no emane de una autoridad nacional.
51. Los artículos de la Convención se insertan en la obra cita Manual de Derecho Internacional Privado, de De. Orúe
y Arregui, pág. 603.

Así, F. Tavarez, en su obra "Elementos de Derecho Procesal Civil", nos dice: "no puede
procederse en la República Dominicana a ninguna ej ecución sino en virtud de una
orden emanada de una autoridad pública nacional. Esto es una consecuencia del
principio según el cual los agentes de la fuerza pública no pueden obtemperar a los
mandatos de ninguna autoridad extranjera. De aquí la disposición del art. 546. "Las
sentencias dada por los tribunales extranjeros, y los actos celebrados ante funcionarios
de otra nación no serán susceptibles de ejecución en la República Dominicana sino de la
manera y en los casos previstos por los art. 2123 y 2128 del Código Civil; estos es
después que hayan sido hechos ejecutorios, mediante exequátur, por un tribunal
dominicano, el cual puede concederlo o rehusarlo, luego de examinar el título ej
ecutorio extranjero.

La cuestión de saber cuáles son los poderes del tribunal dominicano en este caso es
materia que corresponde al Derecho Internacional Privado".52

El art. 546 del Código de Procedimiento Civil Dominicano ha sido sustituido por el art.
122 de la ley 834, que reza así: Las sentencias rendidas por los tribunales extranjeros y
los actos recibidos por los oficiales extranjeros son ejecutorios en el territorio de la
República de la manera y en los casos previstos por la ley".

Se ha llamado la atención sobre esa modificación a la ley 546 en el sentido de que los
términos de este último eran más preciso. "Es justo reconocer que el antiguo art. 546 del
Código de Procedimiento Civil exhibía una mejor redacción que el actual art. 122 de la
ley 834, el cual introdujo términos menos precisos, como el de "actos recibidos por
oficiales extranjeros", pero tiene el indudable mérito de haber dado una cobertura más
amplia a la ejecución de las sentencias y actos extranjeros con lo cual quedó descartada
cualquier restrictiva interpretación".

Para que las sentencias extranjeras y en general los actos recibidos por los oficiales
extranjeros puedan ser hechos ejecutorios en la República Dominicana, tanto a la luz de
derogado art. 546 como del actual art. 122, es preciso el exequátur otorgado por un
tribunal dominicano.
2
- F. Taváres. Elementos de Derecho Procesal Civil Dominicano, Vols. IH-IV, Sto. Dgo., talleres Tipográficos
Librería Dominicana, 3ra. Edic. I957,pág. 131.
J3. José Daño Suárez M. La Ejecución de las Sentencias Extranjeras: Revista Ciencias Jurídicas, UCMM, No. 31,
Marzo 1987, pág. 202.

Como vimos en la cita de la Obra de F. Tavares, los autores dominicanos entienden que
el juez o tribunal puede "conceder o rehusar el exequátur, luego de examinar el título
ejecutorio extranjero".

Nos parece una observación correcta, tanto a luz de la legislación nacional como del
Tratado de Derecho Internacional Privado o Código Bustamante, de 1928, del cual la
República Dominicana es parte. En efecto, recordamos que la ley 834, en su art. 122
habla de la ejecución de sentencias extranjeras en el territorio de la República "de la
manera y en los casos previstos por la ley". Y los artículos 426 y 429 del Código de
Bustamante preven la admisión o la denegación de la ejecución de las sentencias
extranjeras en el territorio de un Estado contratante.
¿A qué tribunal corresponde decretar el exequátur en la República Dominicana para un
fallo extranjero?

Se atribuye una competencia general a los tribunales de primera instancia que


administran justicia en República Dominicana, para conceder o rechazar el exequátur a
los fallos extranjeros.

A la luz de los principios generales sobre competencia, se determina el Tribunal


dominicano de Primera instancia competente.

En principio será el tribunal del domicilio del demandado.

A falta de éste, será el tribunal de la situación de los bienes sobre los cuales debe ser
ejecutado el fallo.

"El exequátur debe serpedido en nuestro país al Tribunal o juzgado de Primera


Instancia, sin importar que la jurisdicción extranjera que haya estatuido sea civil,
comercial, de primer grado o de apelación. Se ha admitido que el exequátur no puede
ser pedido en referimiento, aunque la decisión extranjera sea análoga". Este citado autor
admite que el "Tribunal de Primera Instancia territorialmente competente... es "en
principio, aquel del domicilio del demandado".

Los artículos 115, 116, 117, 118 y 119 del Código de Procedimiento Civil tratan sobre
las condiciones Generales de Ejecución de las Sentencias en República Dominicana.
Entretanto, siendo el Código Bustamante instrumento vigente en nuestro país, a éste hay
que referirse para conocer las condiciones que debe reunir esta sentencia civil o
contencioso-administrativa extranjera para que tenga fuerza y puede ejecutarse en
República Dominicana, obviamente, cuando dicha sentencia emana de un Estado
contratante del citado instrumento.

Estas condiciones están enumeradas en el art. 423, ya transcrito anteriormente en esta


obra. Se supone que las sentencias que emanan de un estado contratante que reúna las
citadas condiciones tendrá fuerza en República Dominicana y podrá ejecutarse.

El juez del exequátur es el encargado de examinar si el fallo del or-ganao jurisdiccional


reúne las citadas condiciones previstas en el instrumento internacional. Ejerce, pues, el
llamado poder de revisión.

Ahora bien, una cosa es el examen o revisión de la sentencia extranjera como paso
previo y condicionante para otorgar el exequátur, y otra es la modificación del fallo
extranjero. En nuestro país ha predominado la doctrina de negar esa última prerrogativa
al juez del exequátur y, por ende, debe limitarse a examinar si el fallo extranjero es
regular, si su forma es válida, si ha sido dado por juez competente y si no contiene
disposiciones contrarias al orden público.*

Conforme lo establece el art. 427 del Código Bustamante, la de-mandaa de exequátur se


introducepor vía de "citación de la parte a quien deba oírse. "Si ésta tuviere el domicilio
en el Estado requerido, la citación se practicará en la forma establecida en el derecho
local.
Transcribimos a continuación la Resolución de la Suprema Corte de Justicia de fecha 3
de septiembre de 1985 sobre exhorto o comisión rogatoria que por vía diplomática
formuló el juez Primero de Instrucción, de San José de Costa Rica, y en la que el
Órgano Judicial Supremo dominicano se amparó en el Código Bustamante; Veamos:
54. J.D. Suarez; op. cit. pág. 205
*5. Igual concepción sostiene la doctrina francesa. A. Weiss la explica así: "La Corte a la cual el exequátur expedido
debe prescindir de toda revisión de fallo extranjero, su examen no puede dirigirse sino a estos tres puntos: lro. si el
tribunal extranjero es competente para dado en los jerminos de las leyes del país en que actúa; 2do. Si el demandado
ha sido citado en forma y si «a comparecido, o por lo menos, si su rebeldía ha sido declarada legalmente; 3ro. si el
orden Publico no está amenazado por el fallo extranjero (ver a Weiss; op. cit. 647).

COMISIÓN ROGATORIA

La Suprema Corte de Justicia En Nombre de la República

Visto el exhorto o comisión rogatoria que por vía diplomática y a solicitud de la Corte
Suprema de Justicia de Costa Rica, ha formulado el juez Primero de Instrucción de San
José de Costa Rica, a la Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana, a los
siguientes fines: "Que se digne comisionar a la autoridad competente de esa hermana
nación, a fin que se sirvan realizar las diligencias que de seguido se dirán: a) Certificar
sobre la existencia de la "Clínica ubicada en calle... de la ciudad de Santiago de la
República Dominicana, a la que una vez localizada, se le solicitará a su Director que
certifique, si en los meses de enero, febrero, marzo o siguientes del año 1984,
permaneció internada en ese centro de salud la señora A, C. quien es de nacionalidad
costarricense. En caso afirmativo, indicará si en dicha clínica dio a luz un niño, o bien la
causa de su internamiento que se le brindó, b) Se le recibirá declaración al Doctor N.J.
quien se localiza en dicha clínica, y presuntamente fue médico que atendió el parto de la
señora C. c) Se le recibirá declaración de la Señora O.M. vecina de "El ensueño", cerca
de un colmado o pulpería propiedad de un señor de nombre....o bien se le localizará en
la tienda....lugar de trabajo, y que está cerca a la Clínica "X". a quien se la interrogará,
respecto a la estadía y hospitalidad que le brindara a la señora A. C. en su casa de
habitación. Asimismo se le recibirá declaración a la abogada M.K, y al señor S.S. de
calidad y vecindarios ignorados en autos, a quienes de ser posible, se los interrogará
sobre los hechos que se investigan en la presente causa. Fs. Lie. ...(juez).. (Srio). Y, con
el ruego de que sirvan diligenciar prontamente la presente comisión, se expide la
presente en la ciudad de San José, capital de la República de Costa Rica, a las dieciséis
horas del mil novecientos ochenta y cinco.

Lic...(juez)"

Vistas las diligencias de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica y del Director
General de Servicio Interior del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de aquel
país.

Vista la nota de 1985 de la Embajada de Costa Rica em nuestro país, mediante la cual se
solicita a la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, mediante el cual envía a la
Suprema Corte de Justicia el aludido exhorto en interés de que se corresponda a la
solicitud formulada.
Atendido a que de conformidad con la primera parte del artículo 388 Código de
Derecho Internacional Privado, suscrito en La Habana, Cuba, el 20 de febrero de 1928
entre otros países, por la República Dominicana y Costa Rica, y aprobado por
Resolución del Congreso Nacional Dominicano, del 27 de noviembre de 1928, "toda
diligencia judicial que un Estado contratante necesite practicar en otro se efectuará
mediante exhorto o comisión rogatoria cursados por vía diplomática".

Atendido a que en la especie, el Juez de Instrucción de San José Costa Rica a cuya
jurisdicción se tramita la sumaria C. S.'! G. y otros por el delito de carácter internacional
tráfico de niños, en daño de los derechos humanos", tiene necesidad de que se realicen
en nuestro país, diligencias judiciales relacionadas con el referido proceso.

Atendido a que en el presente caso procede acoger en el fondo la comisión rogatoria


solicitada. Por tales motivos, la Suprema Corte de Justicia.
en la forma y

RESUELVE

Primero: Comisiona a la Juez de Instrucción de la ...Circunscripción del Distrito Judicial


de Santiago para previo cumplimiento de las formalidades de lugar, y dentro del más
breve plazo posible, n alice las diligencias a que se contrae el pedimento de comisión
rogatoria contenido en el cuerpo de la presente Resolución; Segundo: Dispone que tan
pronto como se haya dado cabal cumplimiento a tales diligenci is, la referida Magistrada
remita el expediente correspondiente a la Suprema Corte de Justicia para ser tramitado
por vía diplomática a la Corte de Justicia de Costa Rica; Tercero: Ordena que la
presente 3 Supre-Resolu-ción sea publicada en el Boletín Judicial.

Aunque la República Dominicana no ha ratificado ninguna de las Convenciones sobre


reconocimiento o ejecución de fallos arbitrales, es necesario comentar aquí que el art.
432 del Código Bustamante se refiere a estos casos al establecer que: El procedimiento
y los efectos regulados en los artículos anteriores se aplicarán en los Estados com
ratantes a las sentencias dictadas en cualquiera de ellos por arbitros o amigables
componedores, siempre que el asunto que las motiva pueda ser objeto de compromiso
conforme a la legislación del país en que la ejecución se solicite".

Los artículos 2123 y 2128 del Código Civil se refieren a las hipotecas judiciales y a las
hipotecas Convencionales.

El art. 2123, en su último párrafo dice que un fallo dado en país extranjero no puede
producir efectos en nuestro territorio, sino cuando ha sido previamente declarado
ejecutivo por un Tribunal dominicano "sin perjuicio de las disposiciones contrarias que
contengan las leyes políticas o en los tratados".

El art. 2128 especifica a su vez que "Los contratos hechos en país extranjeros no pueden
producir hipoteca sobre bienes que radiquen en la República, si no hay disposiciones
contrarias a este principio en las leyes políticas o en los Tratados".

Ambos artículos, como vemos, admiten la existencia de un derecho excepcional,


aplicado por ciertas leyes y tratados internacionales a los fallos dados por tribunales
extranjeros.
En cuanto a los efectos del exequátur en la República Dominicana, podríamos aseverar
que el fallo precedente de órganos jurisdiccionales extranjerosproduce todos sus efectos
en nuestro país, siempre que no contraríe el orden público.

Cuando hablamos de fallos extranjeros nos referimos tanto a las sentencias de tribunales
judiciales como a dados por arbitros extranjeros, tanto las sentencias como los laudos
están sujetos en nuestro país a las formalidades del exequátur.**
**La doctrina francesa también admite que los fallos arbitrales extranjeros deben ser declarados en las mismas
condiciones que los fallos propiamente dichos (ver A. Weiss, op. cit. pags. 635-636).
APÉNDICE
REFORMAS INTRODUCIDAS AL TRATADO
DE DERECHO PROCESAL INTERNACIONAL
DE MONTEVIDEO DE 1889
Título I

Principios Generales

Art. 1.- Los juicios y sus incidencias, cualquiera que sea su naturaleza, se tramitarán con
arreglo a la ley de procedimiento del Estado en donde se promuevan.

Art. 2.- Las pruebas se admitirán y apreciarán según lá ley a que esté sujeto el acto
jurídico materia del proceso. Se exceptúan aquellas pruebas que por su naturaleza no
están autorizadas p or la ley del lugar en donde se sigue el juicio.

Título II

De las legalizaciones

Art. 3.- Las sentencias y los laudos homologados, dictados en asuntos civiles,
comerciales o contencioso-administrativos; las escrituras públicas y los demás
documentos otorgados por los funcionarios de un Estado; y los exhortos y cartas
rogatorias, se considerarán auténticos en los otros Estados signatarios, con arreglo a este
Tratado, siempre que estén debidamente legalizados.

Art. 4.- La legalización se considera hecha en debida forma cuando se practique con
arreglo a las leyes del país de donde el documento procede, y éste se halle autenticado
por el agente diplomático o consular que en dicho país estuviere acreditado el gobierno
del Estado en cuyo territorio se pide la ejecución.

Título III

Del Cumplimiento de los Exhortos, Sentencias y Fallos.

Art. 5.- Las sentencias y los fallos arbitrales dictados en asuntos civiles y comerciales
en uno de los Estados signatarios, tendrán en los territorios de los demás la misma
fuerza que en el país en donde fueron pronunciados, si reúnen los requisitos siguientes:

a) que hayan sido dictados por tribunal competente en la esfera internacional;

b) que tengan el carácter de ejecutoriados o pasados en autoridad de cosa juzgada en el


Estado donde hayan sido pronunciados;

c) que la parte contra la cual se hubieran dictado haya sido legal-mente citada, y
representada o declarada rebelde, conforme a la ley del país en donde se siguió el juicio;
d) que no se opongan al orden público del país de su cumplimiento.
Quedan incluidas en el presente artículo las sentencias civiles dictadas en cualquier
Estado signatario, por un tribunal internacional que se refieran a personas o a intereses
privados.

Art. 6.- Los documentos indispensables para solicitar el cumplimiento de las sentencias
o de los fallos arbitrales, son los siguientes:

a) copia íntegra de la sentencia o del fallo arbitral;

b) copia de las piezas necesarias para acreditar que se ha dado cumplimiento del inc. c
de artículo anterior;

c) copia auténtica del auto que declare que la sentencia o el laudo tiene el carácter de
ejecutoriado o pasado en autoridad de cosa juzgada, y de las leyes dicho auto se funda.

Art. 7.- La ej ecución de las sentencias y de los fallos arbitrales, así como la de las
sentencias de tribunales internacionales, contempladas en el último inciso del art. 5,
deberá pedirse a los jueces o tribunales competentes los cuales, con audiencia del
ministerio público, y previa comprobación que aquéllos se ajustan a lo dispuesto en
dicho artículo, ordenarán su cumplimiento por la vía que corresponda de acuerdo con lo
que a ese respecto disponga la ley de procedimiento local.

En todo caso, mediandopedido formulado por el ministerio público, y aun de oficio,


podrá oírse, sin otra forma de defensa, a la parte contra la cual se pretende hacer
efectiva la sentencia o el fallo arbitral de que se trata.

Art 8.- El juez a quien se solicite el cumplimiento de una sentencia extranjera podrá, sin
más trámite y a petición de parte y aun oficio, tomar todas las medidas necesarias para
asegurar la efectividad de aquel fallo, conforme a lo dispuesto por la ley del tribunal
local, sobre secuestros inhibiciones, embargos y otras medidas preventivas.

Art. 9,- Cuando sólo se trate de hacer valer como prueba la autoridad de cosa juzgada de
una sentencia o de un fallo, deberá ser presentado en juicio, con la documentación a que
refiere el art. 6, en el momento que corresponda según la ley local; y los jueces o
tribunales se pronunciarán sobre su mérito en la sentencia que dicten, previa
comprobación, con audiencia del ministerio público, de que se ha dado cumplimiento a
lo dispuesto en el art. 5.

Art. 10.- Los actos procesales no contenciosos, como inventarios, apertura de


testamentos, tasaciones y otros semejantes, practicados en el Estado, tendrán en los
demás el mismo valor que si hubiera sido realizados en su propio territorio, siempre que
reúnan los requisitos establecidos en los artículos anteriores.

Art. 11.- Los exhortos y las cartas rogatorias que tengan por objeto hacer notificaciones,
recibir declaraciones o practicar cualquier otra diligencia de carácter judicial, se
cumplirán en los Estados signatarios, siempre que dichos exhortos y castas rogatorias
reúnan los requisitos establecidos en este Tratado. Asimismo deberán ser redactados en
la lengua del Estado que libre el exhorto, y serán acompañados de una traducción hecha
en la lengua del Estado al cual se libra dicho exhorto, debidamente certificada. Las
comisiones rogatorias en materia civil o criminal, cursadas por intermedio de los
agentes diplomáticos, y falta de éstos, por conducto de los consulares del país que libra
el exhorto, no necesitarán legalización de firmas.

Art. 12.- Cuando los exhortos y cartas rogatorias se refieran a embargos, tasaciones,
inventarios o diligencias preventivas, el juez a quien se libra el exhorto proveerá lo
necesario al nombramiento de peritos, tasadores, depositarios y, en general, a todo
aquello que fuere conducente al mejor desempeño de la comisión.

Art. 13.- Los exhortos y las cartas rogatorias serán diligencias con arreglo a las leyes deí
país al cual se pide la ej ecución. Si se tratara de embargos, la procedencia de la medida
se regirá y determinará por las leyes y los jueces del lugar del proceso.

La traba del embargo, su forma y la inembargabilidad de los bienes de denunciados a


ese efecto, se regirán por las leyes y se ordenarán por los jueces del lugar en donde
dichos bienes estuvieran situados.

Para ejecutar la sentencia dictada en el juicio en que se haya ordenado la traba del
embargo sobre bienes ubicados en otro territorio, se seguirá el procedimiento
establecido en los arts. 7 y 8 de este tratado.

Art. 14.- Trabado el embargo, la persona afectada por esta medida podrá deducir, ante el
juez ante quien se libró el exhorto, la tercería pertinente, con el único objeto de que sea
comunicada al juez de origen. Noticiado éste de la interposición de la tercería,
suspenderá el trámite del juicio principal por un término no mayor de sesenta días, con
el objeto de que el tercerista haga valer sus derechos. La tercera se sustanciará por el
juez de lo principal conforme a sus leyes. El tercerista que comparezca después de
fenecido ese término, tomará la causa en el estado en que se encuentre.

Si la tercería interpuesta fuese de dominio o de derechos reales sobre el bien


embargado, se resolverá por los jueces y de acuerdo con las leyes del país del lugar de la
situación de dicho bien.

Art. 15.- Los interesados en la ejecución de los exhortos y de las cartas rogatorias,
podrán constituir apoderado, siendo de su cuenta los gastos que el ejercicio del poder y
las diligencias ocasionaren.

Título IV Del Concurso Civil de Acreedores

Art. 16.- El concurso civil de acreedores se rige y se tramita por las leyes y ante los
jueces del país del domicilio del deudor.

Art. 17.- Si hubiere bienes ubicados en uno o más Estados signatarios, distintos de los
del domicilio del deudor, podrán promoverse, a pedido de los acreedores, concurso
independientes en cada uno de ellos.

Art. 18.- Declarado el concurso y sin perjuicio del derecho a que se refiere el artículo
anterior el juez respectivo tomará las medidas preventivas permitentes respecto de los
bienes situados en otros países, y, al efecto, procederá en la forma establecida para esos
casos en los artículos anteriores.
Art. 19.- Cumplidas las medidas preventivas, los jueces a quienes se libran los exhortos,
harán conocer, por edictos publicados durante treinta días, la declaración del concurso,
la designación de síndicos y de su domicilio, el plazo para los títulos creditorios y las
medidas preventivas que se hubieran tomado.

Art. 20.- En el caso del art. 17, los acreedores locales, dentro de los sesenta días
subsiguientes a la última publicación prevista en el artículo anterior, podrán promover el
concurso del deudor respecto de los bienes ubicados en ese país. Para este caso, como
para el de juicio único de concurso, que se siga ante los tribunales y de acuerdo con las
leyes del país del domicilio del deudor, los acreedores locales tendrán el derecho de
preferencia sobre los bienes ubicados en el territorio en donde sus créditos deben ser
satisfechos.

Art. 21.- Cuando procede la pluralidad de concurso, el sobrante que resultare a favor del
deudor en un país signatario, quedará efectuado a las resultas de los otrosjuicios de
concursos, transfiriéndose por vía judicial, con preferencia, al concurso declarado en
primer término.

Art. 22.- Los privilegios se determinan exclusivamente por la ley del Estado en donde
se abra cada concurso, con las siguientes limitaciones:

a) El privilegio especial sobre los inmuebles y el derecho real de hipoteca, quedarán


sometidos a la ley del Estado de su situación.

b) El privilegio especial sobre los muebles, queda sometido a la ley del Estado en donde
se encuentran, sin perjuicio de los derechos del fisco por impuestos adecuados.

La misma norma rige en cuanto al derecho que se funda en la posesión o en la tenencia


de bienes muebles, o en una inscripción pública, o en otra forma de publicidad.

Art. 23.- La autoridad de los síndicos o de los representantes legales del concurso, será
reconocida en todos los Estados, los cuales admitirán en su territorio el ejercicio de las
funciones que a aquéllos concede la ley del concurso y el presente Tratado.

Art. 24.- Las inhabilidades que afecten el deudor, serán decretadas por el juez de su
domicilio, con arreglo a la ley del mismo. Las inhabilidades relativas a los bienes
situados en otros países, podrán ser declaradas por los tribunales locales conforme a sus
propias leyes.

La rehabilitación del concursado y sus efectos se regirán por las mismas normas.

Art 25.- Las reglas referentes al concurso serán igualmente aplicadas a las liquidaciones
judiciales, concordatos preventivos, suspensión de pago y otras instituciones análogas
que sean admitidas en las leyes de los Estados contratantes.
DISPOSICIONES GENERALES

Art. 26.- No es indispensable para la vigencia de este Tratado su ratificación simultánea


por todos los Estados signatarios, el que lo apruebe lo comunicará el gobierno de la
República del Uruguay a fin de que lo haga saber a los demás Estados contratantes. Este
procedimiento hará las veces de canje.

Art. 27.- Hecho el canje en la forma del articulo anterior, éste Tratado entrará en vigor
desde ese acto, entre los Estados que hubieren llenado dicha formalidad, por tiempo
indefinido, quedando, por tanto sin efecto el firmado en Montevideo el día 11 de enero
del año 1889.

Art. 28.- Si alguno de los Estados signatarios creyera conveniente desligarse del tratado
o introducir modificaciones en él, lo avisará a los demás pero no quedará desligado sino
dos años después de la denuncia, término en el que se procurará llegar a un nuevo
acuerdo.

Art. 29.- El artículo es extensivo a los Estados que, sin haber concurrido a este
Congreso, quisieran adherir al presente Tratado.

En fe de lo cual, los plenipotenciarios de los Estados mencionados firman el presente


Tratado, en Montevideo a los 19 días del mes de marzo del año 1940.

RESERVAS

1) DE LA DELEGACIÓN DE LOS ESTADOS UNIDOS DEL BRASIL

a) Sobre el art. 2: Entiende que la apreciación de la prueba debe regirse por la lex fon.

b) Sobre el art. 5: Entiende dejar a salvo lo dispuesto por el art. 778 el Código Procesal
de su país.

2) DE LA DELEGACIÓN DE LA REPÚBLICA DE ARGENTINA

c) Sobre el art. 11: Entiende que cuando al diligenciarse un exhorto se opusieren ante el
juez requerido las excepciones de litispendencia o incompetencia de jurisdicción,
atribuyendo el conocimiento de la causa a los tribunales del Estado a que dicho juez
pertenece, puede éste negarse a diligenciarlo total o parcialmente, en defensa de su
propia jurisdicción.

Uruguay:

José Ireta Goyena; Pedro Manini Ríos; Juan José de Amézaga, José Pedro Várela,
Alvaro Vargas Guillemette.

Brasil:

Sebastido Do Regó Barros, Hahnemann Guimaraes; Pedro Bap-tista Martins; Mario


Bolhoes Padreira; Alexander Marcondes Machado (Filho).
Colombia:

Roberto Urdaneta Arbeláez; Raimundo Rivas.

Bolivia:

Jorge Valdés Musters; Federico Gutiérrez Granier; Guillermo Francovich.

Argentina:

Juan Alavez; Dimas González; Gowland; Carlos M. Vico; Ricardo Marcó del Pont;
Carlos Alberto Alcorta; Juan Agustín Moyano.

Perú:

José Luis Bustamante y Rivero; José Jacinto Rada.

Paraguay:

Raúl Sepena Pastor; Emilio Saguier Aceval.

6) PROTOCOLO ADICIONAL. TEXTO DE 1940

Art. 1.- Las leyes de los Estados contratantes serán aplicadas en los casos ocurrentes, ya
sean nacionales o extranjeras las personas interesadas en la relación jurídica de que se
trata.

Art. 2.- Su aplicación será hecha de oficio por el juez de la causa, sin perjuicio de que
laspartes puedan alegar y probar la existencia y contenido de la ley invocada.

Art. 3.- Todos los recursos acordados por las leyes de procedimientos de lugar del
juicio, para los casos resueltos según su propia legislación, serán igualmente admitidos
para los que se decidan aplicando las leyes de cualesquiera de los otros Estados.

Art. 4.- Las leyes de los demás Estados jamás serán aplicadas contra las instituciones
políticas, las leyes de orden público o las buenas costumbres del lugar del proceso.

Art. 5.- La jurisdicción y la ley aplicable según los respectivos Tratados, no pueden ser
modificadas por voluntad de las partes, salvo en la medida en que lo autorice dicha ley.

Art. 6.- De acuerdo con lo estipulado en este Protocolo, los gobiernos se comprometen a
trasmitirse recíprocamente dos ejemplares auténticos de las leyes vigentes y de las que
posteriormente se sancionen en sus respectivos Estados.

Apéndice

Art. 7.- Los gobiernos de los Estados signatarios declararán, al aprobar los Tratados
celebrados, si aceptan la adhesión de los Estados no invitados al presente Congreso, en
la misma forma que la de aquellos, habiendo adherido a la idea del Congreso, no han
tomado parte en sus deliberaciones.
Art. 8.- Las disposiciones contenidas en los artículos que preceden se considerarán parte
integrante de los Tratados de su referencia, y su duración será la de los mismos.

RESERVAS DE LA DELEGACIÓN DE LA REPÚBLICA


DEL PERÚ

1. - La delegación del Perú reproduce las reservas que sobre la materia de los arts. 1 y 2
de este Protocolo es que la voluntad de las partes no puede variar las reglas que sobre
competencia legislativa o judicial establecen los Tratados.

CONVENCIÓN EVTERAMERICANA SOBRE EXHORTOS O CARTAS


ROGATORIAS

Los gobiernos de los Estados miembros de la Organización de los Estados Americanos,


después de concretar una Convención sobre ex-hortos o cartas rogatorias, han acordado
lo siguiente:

I. USO DE EXPRESIONES

Artículo 1

Para los efectos de esta Convención las expresiones "exhortos" o "cartas Rogatorias" se
utilizan como sinónimos en el texto español.

Las expresiones "commissions rogatoires", "letters rogatory" y "cartas rogatorias",


empleadas en los textos francés, inglés y portugués, respectivamente, comprenden tanto
los exhortos como las cartas rogatorias.

II ALCANCE DE LA CONVENCIÓN

Artículo 2

La presente Convención se aplicará a los exhortos o cartas rogatorias expedidos en


actuaciones y procesos en materia civil o comercial por los órganos jurisdiccionales de
uno de los Estados partes de esta Convención; y que tengan por ejemplo:

a) La realización de actos procesales de mero trámite, tales como notificaciones,


citaciones o emplazamientos en el extranjero;

b) La recepción y obtención de pruebas e informes en el extranjero, salvo reserva


expresa al respecto.

Artículo 3

La presente Convención no se aplicará a ningún exhorto o carta rogatoria referente a


actos procesales distintos de los mencionados en el artículo anterior; en especial, no se
aplicará a los actos que impliquen ejecución coactiva.
III. TRANSMISIÓN DE EXHORTOS O CARTAS ROGATORIAS

Los exhortos o cartas rogatorias podrán ser transmitidos al órgano requerido por las
propias partes interesadas, por vía judicial, por intermedio de los funcionarios
consulares o agentes diplomáticos o por la autoridad central del Estado requiriente o
requerido según el caso.

Cada Estado parte informará a la Secretaría General de la Organización de los Estados


Americanos acerca de cuál es la autoridad central competente para recibir y distribuir
exhortos o cartas rogatorias.

IV. REQUISITOS PARA EL CUMPLIMIENTO

Los exhortos o cartas rogatorias se cumplirán en los Estados partes siempre que reúnan
los siguientes requisitos:

a) Que el exhorto o carta rogatoria se encuentre legalizado, salvo lo dispuesto en los


artículos 6 y 7 de esta Convención. Se presumirá que el exhorto o carta rogatoria se
halla debidamente legalizado en el estado requiriente cuando lo hubiere sido por
funcionario consular o agente diplomático competente:

b) Que el exhorto o carta rogatoria y la documentación anexa se encuentren


debidamente traducidos al idioma oficial del Estado requerido.

Artículo 6

Cuando los exhortos o cartas rogatorias se transmitan por vía consular o diplomática por
intermedio de la autoridad central será innecesario el requisito de la legalización.

Artículo 7

Los tribunales de las zonas fronterizas de los Estados Partes podrán dar cumplimiento a
los exhortos o cartas rogatorias previstos en esta Convención en forma directa, sin
necesidad de legalizaciones.

Artículo 8

Los exhortos o cartas rogatorias deberán ir acompañados de los documentos que se


entregarán al citado, notificado o emplazados, y que serán:

a) Copia autenticada de la demanda y sus anexos, y de los escritos o resoluciones que


sirvan de fundamento a la diligencia solicitada;

b) Información escrita acerca de cuál es el órgano jurisdiccional requiriente, los


términos de que dispusiere la persona afectada para actuar, y las advertencias que le
hiciere dicho órgano sobre las consecuencias que entrañaría su inactividad;

c) En su caso, información acerca de la existencia y domicilio de la defensoría de oficio


o de sociedades de auxilio legal competentes en el Estado requiriente.
Artículo 9

El cumplimiento de exhortos o cartas rogatorias no implicará en definitiva el


reconocimiento de la competencia del órgano jurisdiccional requiriente ni el
compromiso de reconocer la validez o de proceder a la ejecución de la sentencia que
dictare.

V. TRAMITACIÓN

Artículo 10

Los exhortos o cartas rogatorias se tramitarán de acuerdo con las leyes y normas
procesales del Estado requerido.

A solicitud del órgano jurisdiccional requiriente podrá otorgarse el exhorto o carta


rogatoria una tramitación especial, o aceptarse la observancia de formalidades
adicionales en la práctica de la diligencia solicitada, siempre que ello no fuere contrario
a la legislación del Estado requerido.

Artículo 11

El órgano jurisdiccional requerido tendrá competencia para conocer de las cuestiones


que se suscitan con motivo del cumplimiento de la diligencia solicitada.

En el órgano jurisdiccional requerido se declarare incompetente para proceder a la


tramitación del exhorto o carta rogatoria, transmitirá de oficio los documentos y
antecedentes del caso a la autoridad judicial competente de su Estado.

Artículo 12

En el trámite y cumplimiento de exhortos o cartas rogatorias las costas y demás gastos


"correrán" por cuenta de los interesados.

Será facultativo del Estado requerido dar trámite al exhorto o carta rogatoria que
carezca de indicación acerca del interesado que resultare responsable de los gastos y
costas cuando se causaren. En los exhortos o cartas rogatorias o con ocasión de su
trámite podrá indicarse la identidad del apoderado del interesado para los fines legales.
El beneficio de pobreza se regulará por las leyes de Estado requerido.

Artículo 13

Los funcionarios consulares o agentes diplomáticos de los Estados Partes en esta


Convención podrán dar cumplimiento a las diligencias indicadas en el Artículo 2 en el
Estado en donde se encuentren acreditados siempre que ello no se oponga a las leyes del
mismo. En la ejecución de tales diligencias no podrán emplear medios que impliquen
coerción.
VI DISPOSICIONES GENERALES

Artículo 1

Los Estados Partes que pertenezcan a sistemas de integración económica podrán acordar
directamente entre si procedimientos y trámites particulares más expeditos que los
provistos en esta Convención. Estos acuerdos podrán ser extendidos a terceros Estados
en la forma que resol-vieren las partes.

Artículo 15

Esta Convención no restringirá las disposiciones de convenciones que su materia de


exhortos o cartas rogatorias hubieran sido suscritas o que se suscribieren en el futuro en
forma bilateral o multilateral por los Estados Partes, o las prácticas más favorables que
dichos Estados pudieran observar en la materia.

Artículo 16

Los Estados Partes en esta Convención podrán declarar que extienden las normas de la
misma a la tramitación de exhortos o cartas rogatorias que se refieran a materia
criminal, laboral, contencioso-administrativa, juicios arbitrales y otras materias objeto
de jurisdicción especial. Tales declaraciones se comunicarán a la Secretaría General de
la Organización de los Estados Americanos.

Artículo 17

El Estado requerido podrá rehusar el cumplimiento de un exhorto o carta rogatoria


cuando sea manifiestamente contrario a su orden público.

Artículo 18

Los Estados Partes informarán a la Secretaría General de la Organización de los Estados


Americanos acerca de los requisitos exigidos por sus leyes para la legalización y para la
traducción de exhortos o cartas rogatorias.

VIL DISPOSICIONES FINALES

Artículo 19

La presente Convención estará abierta a la firma de los Estados Miembros de la


Organización de los Estados Americanos.

Artículo 20

La presente Convención está sujeta a ratificación. Los instrumentos de ratificación se


depositarán en la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos.

Artículo 21
La presente Convención quedará abierta a la adhesión de cualquier otro Estado. Los
instrumentos de adhesión se depositarán en la Secretaría General de la Organización de
los Estados Americanos.

Artículo 22

La presente Convención entrará en vigor el trigésimo día a partir de la fecha en que


haya depositado el segundo instrumento de ratificación.

Para cada Estado que ratifique la Convención o se adhiera a ella después de haber sido
depositado el segundo instrumento de ratificación, la Convención entrará en vigor el
trigésimo día a partir de la fecha en que tal Estado haya depositado su instrumento de
ratificación adhesión.

Artículo 23

Los Estados Partes que tengan dos o más unidades territoriales en las que rijan distintos
sistemas jurídicos relacionados con cuestiones tratadas en la presente Convención,
podrán declarar, en el momento de la firma, ratificación o adhesión, que la Convención
se aplicará a todas sus unidades territoriales o solamente a una o más de ellas.

Tales declaraciones podrán ser modificadas mediante declaraciones ulteriores, que


especificarán expresamente la o las unidades territoriales a las que se aplicará la
presente Convención. Dichas declaraciones ulteriores se transmitirán a la Secretaría
General de la Organización de los Estados Americanos y surtirán efecto treinta días
después de recibidas.

Artículo 24

La presente Convención regirá indefinidamente, pero cualquiera de los Estados Partes


podrá denunciarla. El instrumento de denuncia será depositado en la Secretaría General
de la Organización de los Estados Americanos. Transcurrido un año, contando a partir
de la fecha de depósito del instrumento de denuncia, la Convención cesará en sus
efectos para el Estado denunciante, quedando subsistente para los demás Estados Partes.

Artículo 25

El instrumento original de la presente Convención, cuyos textos en español, francés,


inglés y portugués son igualmente auténticos, será depositado en la Secretaría General
de la Organización de los Estados Americanos. Dicha Secretaría notificará a los Estados
Miembros de la Organización de los Estados Americanos y a los Estados que se hayan
adherido a la Convención, las firmas, los depósitos de instrumentos de ratificación,
adhesión y denuncia, así como las reservas que hubiere. También les transmitirá la
información a que se refieren el párrafo segundo del Artículo 4 y el Artículo 18, así
como las declaraciones previstas en los Artículos 16 y 23 de la presente Convención.

EN FE DE LO CUAL, los plenipotenciarios infrascritos, debidamente autorizados por


sus respectivos Gobiernos, firman la presente Convención.
HECHAEN LA CIUDAD DE PANAMÁ, República de Panamá, el día treinta de enero
de mil novecientos setenta y cinco.

CONVENCIÓN INTERAMERICANA SOBRE RECEPCIÓN DE PRUEBAS EN


EL EXTRANJERO

Los Gobiernos de los Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos,


deseosos de concertar una Convención sobre recepción de pruebas en el extranjero, han
acordado lo siguiente:

Artículo 1

Para los efectos de esta Convención las expresiones "exhortos" o "cartas rogatorias" se
utilizan como sinónimo en el texto español. Las expresiones "comissions rogatories"
"letters rogatory" y "cartas rogatorias" empleadas en los textos francés, inglés y
portugués respectivamente, comprenden tanto los exhortos como las cartas rogatorias.

Artículo 2

Los exhortos o cartas rogatorias emanados de procedimiento jurisdiccional en materia


civil o comercial, que tuvieren como objeto la recepción y obtención de pruebas o
informes, dirigidos por autoridades jurisdiccionales de uno de los Estados Partes en esta
Convención a las de otro de ellos, serán cumplidos en sus términos si:

1. La diligencia solicitada no fuere contraria a disposiciones legales en el Estado


requerido que expresamente la prohiban;

2. El interesado pone disposición del órgano jurisdiccional requerido los medios que
fueren necesarios para el dil i gen ci amiento de la prueba solicitada.

Artículo 3

El órgano jurisdiccional del Estado requerido tendrá facultades para conocer de las
cuestiones que se susciten con motivo del cumplimiento de las diligencias solicitadas.

Si el órgano jurisdiccional del Estado requerido se declarase incompetente para


proceder a la tramitación del exhorto o carta rogatoria, pero estimase que es competente
otro órgano jurisdiccional del mismo

Estado, le transmitirá de oficio los documentos y antecedentes del caso por los
conductos adecuados.

En cumplimiento de exhortos o cartas rogatorias los órganos jurisdiccionales del Estado


requerido podrán utilizar los medios de apremio previstos por sus propias leyes.

Artículo 4

Los exhortos o cartas rogatorias en que se solicite la recepción u obtención de pruebas o


informes en el extranjero deberán contener la relación de los elementos pertinentes para
su cumplimiento, a saber:
1. Indicación clara y precisa acerca del objeto de la prueba solicitada;

2. Copia délos escritos y resoluciones que funden y motiven el exhorto o carta rogatoria,
así como los interrogatorios y documentos que fueran necesarios para su cumplimiento;

3. Nombre y dirección tanto de las paites como de los testigos, peritos y demás personas
intervinientes y los datos indispensables para la recepción u obtención de la prueba;

4. Informe resumido del proceso y de los hechos materia del mismo en cuanto fuere
necesario para la recepción u obtención de la prueba;

5. Descripción clara y precisa de los requisitos o procedimientos especiales que el


órgano jurisdiccional requiriente solicitare en relación con la recepción y obtención de
la prueba, sin prejuicio de los dispuestos en el Artículo 2, párrafo primero, y en el
Artículo 6.

Artículo 5

Los exhortos o cartas rogatorias relativos a la recepción y obtención de pruebas se


cumplirán de acuerdo con las leyes y normas procesales del Estado requerido.

Artículo 6

A solicitud del órgano jurisdiccional del Estado requiriente podrá aceptarse la


observancia de formalidades adicionales o de procedimientos especiales adicionales en
la práctica de la diligencia solicitada a menos que sean incompatibles con la legislación
del Estado requerido o de imposible cumplimiento por éste.

Artículo 7

En el trámite y cumplimiento de exhortos o cartas rogatorias las costas y demás gastos


correrán por cuenta de los interesados. Será facultativo del Estado Requerido dar trámite
a la carta rogatoria o exhorto que carezca de indicación acerca del interesado que
resultare responsable de los gastos y costas, cuando se causaren. En los exhortos o
caitas rogatorias o con ocasión de su trámite podrá indicarse la identidad del apoderado
del interesado para los fines legales.

El beneficio de pobreza se regulará por las leyes del estado requerido.

Artículo 8

El cumplimiento de exhortos o cartas rogatorias no implicará en definitiva el


reconocimiento de la competencia del órganojurisdiccional requiriente ni el
compromiso de reconocer la validez o de proceder a la ejecución de la sentencia que
dictare.

Artículo 9

El órganojurisdiccional requerido podrá rehusar, conforme al artículo 2, inciso primero,


el cumplimiento del exhorto o carta rogatoria cuando tenga por objeto la recepción u
obtención de pruebas previas a procedimiento judicial o cuando se trate del
procedimiento conocido en los países del "Common Law" bajo el nombre de "pretrial
discovery of document".

Artículo 10

Los exhortos o cartas rogatorias se cumplirán en los Estados Partes siempre que reúna
los siguientes requisitos:

1. Que estén legalizados, salvo lo dispuesto por el artículo 13 de esta Convención.


Sepresumirá que se encuentran debidamente legalizados los exhortos o cartas rogatorias
en el Estado requiriente cuando lo hubieren sido por funcionarios consular o agente
diplomático competente.

2. Que el exhorto o carta rogatoria y la documentación anexa se encuentren


debidamente traducidos al idioma oficial del Estado requerido.

Los Estados Partes informarán a la Secretaría General de la Organización de los Estados


Americanos acerca de los requisitos exigidos por sus leyes para la legalización y para la
traducción de exhortos o cartas rogatorias.

Artículo 11

Los exhortos o cartas rogatorias podrán ser transmitidos al órgano requerido por vía
judicial, por intermedio de los funcionarios consulares o agentes diplomáticos o por la
autoridad central del Estado requiriente o requerido, según el caso.

Cada Estado Parte informará a la Secretaría General de la Organización de los Estados


Americanos acerca de cuál es la autoridad central competente para recibir y distribuir
exhortos o cartas rogatorias.

Artículo 12

La persona llamada a declarar en el Estado requerido en cumplimiento de exhorto o


carta rogatoria podrá negarse a ello cuando invoque impedimento, excepción o el deber
de rehusar su testimonio:

1. Conforme a la ley del Estado requerido;

2. Conforme a la ley del Estado requiriente si el impedimento, la carta rogatoria o han


sido confirmados por la autoridad requiriente a la petición del tribunal requerido.

Artículo 13

Cuando los exhortos o cartas rogatorias se transmitan o sean devueltos por vía consular
o diplomática o por conducto de la autoridad central, será innecesaria el requisito de la
legalización de firmas.
Artículo 14

Esta Convención no restringirá las disposiciones de convenciones que en materia de


exhortos o cartas rogatorias sobre la recepción u obtención de pruebas hubieran sido
suscritas o que se suscribiere en el futuro en forma bilateral o multilateral, por los
Estados Partes, o las prácticas más favorables que dichos Estados pudieran observar en
la materia.

Tampoco restringe la aplicación de las disposiciones en materia de intervención


consular para la recepción u obtención de pruebas que estuvieren vigentes en otras
convenciones, o las prácticas admitidas en la materia.

Artículo 15

Los Estatutos Partes en esta Convención podrán declarar que extienden las normas de la
misma a la tramitación de exhortos o cartas rogatorias que se refieran a la recepción u
obtención de pruebas en materia criminal, laboral, contencioso administrativa, juicios
arbitrales u otras materias objeto de jurisdicción especial.

Tales declaraciones comunicarán a la Secretaría General de la Organización de los


Estados Americanos.

Artículo 16

El Estado requerido podrá rehusar el cumplimiento de un exhorto o carta rogatoria


cuando sea manifiestamente contrario a su orden público.

Artículo 17

La presente Convención estará abierta a la firma de los Estados Miembros de la


Organización de los Estados Americanos.

Artículo 18

La presente Convención está sujeta a ratificación. Los instrumentos de ratificación se


depositarán en la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos.

Artículo 19

La presente Convención quedará a la adhesión de cualquier otro Estado. Los


instrumentos de adhesión se depositarán en la Secretaría General de la Organización de
Estados Americanos.

Artículo 20

La presente Convención entrará en vigor el trigésimo día a partir de la fecha en que


haya sido depositado el segundo instrumento de ratificación.

Para cada Estado que ratifique la Convención o se adhiera a ella después de haber sido
depositado el segundo instrumento de ratificación, la Convención entrará en vigor el
trigésimo día a partir de la fecha en que tal Estado haya depositado su instrumento de
ratificación de adhesión.

Artículo 21

Los Estados Partes que tengan dos o más unidades territoriales en las que rijan distintos
sistemas jurídicos relacionados con cuestiones tratadas en la presente Convención,
podrán declarar, en el momento de la firma, ratificación o adhesión, que la Convención
se aplicará a todas sus unidades territoriales o solamente a una o más de ellas.

Tales declaraciones podrán ser modificadas mediante declaraciones ulteriores, que


especificarán expresamente la o las unidades territoriales a las que se aplicará la
presente Convención. Dichas declaraciones ulteriores se transmitirán a la Secretaría
General de la Organización de los Estados Americanos y surtirán efecto treinta días
después de recibidas.

Artículo 22

La presente Convención regirá indefinidamente, pero cualquiera de los Estados Partes


podrá denunciarla. El instrumento de denuncia será depositado en la Secretaría General
de la Organización de los Estados Americanos. Transcurrido un año, contado a partir de
la fecha de depósito del instrumento de denuncia, la Convención cesará en sus efectos
para el Estado denunciante, quedando subsistente para los demás Estados Partes.

El instrumento original de la presente Convención, cuyos textos en español, francés,


inglés y portugués son igualmente auténticos, será depositado en la Secretaría General
de la Organización de los Estados Americanos. Dicha Secretaría notificará a los Estados
Miembros de la Organización de los Estados Americanos y a los Estados que se hayan
adherido a la Convención, las firmas, los depósitos de instrumentos de ratificación,
adhesión y denuncia, así como las reservas que hubiere. También les trasmitirá la
información a que se refieren el Artículo 10 y el párrafo segundo del Artículo 11, así
como las declaraciones previstas en los Artículos 15 y 21 de la presente Convención.

En FE DE LO CUAL, los plenipotenciarios infrascritos, debidamente autorizados por


sus respectivos Gobiernos, firman la presente Convención.

HECHAEN LA CIUDAD DE PANAMÁ. República de Panamá, el día treinta de enero


de mil novecientos setenta y cinco.

Aprobada por Decreto del Congreso de la República, número 71-79, de fecha 29 de


octubre de 1979.

Ratificada el 16 de noviembre de 1979.

Publicado en el Diario de Centroamérica, tomo CCXIV, número 7, de fecha 4 de julio


de 1980.
CONVENCIONES INTERAMERICANA SOBRE RÉGIMEN
LEGAL DE PODERES PARA SER UTILIZADOS EN EL
EXTRANJERO

Los gobiernos de los Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos,


deseosos de concertar una convención sobre un régimen legal de poderes para ser
utilizados en el extranjero, han acordado lo siguiente:

Artículo 1

Los poderes debidamente otorgados en uno de los Estados Partes en esta Convención
serán válidos en cualquiera de les otros, si cumplen con las reglas establecidas en la
Convención.

Artículo 2

Las formalidades y solemnidades relativas al otorgamiento de poderes, que hayan de ser


utilizados en el extranj ero se suj etarán a las leyes del Estado donde se otorguen, a
menos que el otorgante prefiera sujetarse a la ley del Estado en que hayan de ejercerse.
En todo caso, si la ley de este último exigiere solemnidades esenciales para la validez
del poder, regirá dicha ley.

Artículo 3

Cuando en el Estado en que se otorga el poder es desconocida la solemnidad especial


que se requiere conforme a la ley del Estado en que haya de ejercerse, bastará que se
cumpla con lo dispuesto en el artículo 7 de la presente Convención.

Artículo 4

Los requisitos de publicidad del poder se someten a la ley del Estado en que éste se
ejerce.

Artículo 5

Los efectos y el ejercicio del poder se sujetan a la ley del Estado donde éste se ejerce.

Artículo 6

En todo los poderes el funcionario que lo legaliza deberá certificar o dar fe, si estuviere
facultades para ello, sobre lo siguiente:

a) La identidad del otorgante, así como la declaración del mismo acerca de su


nacionalidad, edad, domicilio y estado civil;

b) El derecho que el otorgante tuviere para conferir poder en representación de otra


persona física o natural;

c) La existencia legal de la persona moral o jurídica en cuyo nombre se otorgare el


poder;
d) La representación de la persona moral y jurídica, así como el derecho que tuviere el
otorgante para conferir el punto.

Artículo 7

Si el Estado del otorgamiento no existiere funcionario autorizado para certificar o dar fe


sobre los puntos señalados en el artículo 6, deberán observarse las siguientes
formalidades:

a) El poder contendrá una declaración jurada o aseveración del otorgante de decir


verdad sobre lo dispuesto en la letra a) del artículo 6;

b) Se agregarán al poder copias certificadas y otras pruebas con respecto a los puntos
señalados en las letras b, c y d) del mismo artículo;

c) La firma del otorgante deberá ser autenticada;

d) Los demás requisitos establecidos por la ley del otorgamiento.

Artículo 8

Los poderes deberán ser legalizados cuando así lo exigiere la ley del lugar de su
ejercicio.

Artículo 9

Se traducirán al idioma oficial del Estado de su ejercicio los poderes otorgados en


idioma distinto.

Artículo 10

Esta Convención no restringirá las disposiciones de convenciones que en materia de


poderes hubieran sido suscritas o se suscribieren en el futuro en forma bilateral o
multilateral por los Estados Partes o Protocolo de Washington de 1940, o las prácticas
más favorables que los Estados Partes pudieran observar en la materia.

Artículo 11

No es necesario para la eficacia del poder que el apoderado manifieste en dicho acto su
aceptación. Esta resultará de su ejercicio.

Artículo 12

El Estado requerido podrá rehusar el cumplimiento de su poder cuando éste sea


manifiestamente contrario a su orden público.

Artículo 13

La presente Convención estará abierta a la firma de los Estados Miembros de la


Organización de los Estados Americanos.
Artículo 14

La presente Convención está sujeta a ratificación. Los instrumentos de ratificación e


depositarán en la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos.

Artículo 15

La presente Convención quedará abierta a la adhesión de cualquier otro Estado. Los


instrumentos de adhesión se depositarán en la Secretaría General de la Organización de
los Estados Americanos.

Artículo 16

La presente Convención entrará en vigor el trigésimo día a partir de la fecha en que


haya sido depositado el segundo instrumento de ratificícaión.

Para cada Estado que ratifique la Convención o se adhiera a ella después de haber sido
depositado el segundo instrumento de ratificación, la Convención entrará en vigor el
trigésimo día a partir de la fecha en que tal Estado haya depositado su instrumento de
ratificación o adhesión.

Artículo 17

Los Estados Partes que tengan dos o más unidades territoriales en las que rijan distintos
sistemas jurídicos relacionados con cuestiones tratadas en la presente Convención,
podrán declarar, en el momento de la firma, ratificada o adhesión, que la Convención se
aplicará a todas sus unidades territoriales o solamente a una o más de ellas.

Tales declaraciones podrán ser modificadas mediante declaraciones ulteriores que


especificarán expresamente la o las unidades territoriales alas que se aplicará la presente
Convención. Dichas declaraciones ulteriores se transmitirán a la Secretaría General de
la Organización de los Estados Americanos y surtirán efecto treinta días después de
recibidas.

Artículo 18

La presente Convención regirá indefinidamente, pero cualquiera de los Estados Partes


podrá denunciarla. El instrumento de denuncia será depositado en la Secretaría General
de la Organización de los Estados Americanos, transcurrido un año, contado a partir de
la fecha de depósito del instrumento de denuncia, la Convención cesará en sus efectos
para el Estado denunciante, quedando subsistente para los demás Estados Partes.

Artículo 19

El instrumento de la presente Convención, cuyos textos en español, francés, inglés y


portugués son igualmente auténticos, será depositado en la Secretaría General de la
Organización de los Estados Americanos. Dicha Secretaría notificará a los Estados
Miembros de la Organización de los Estados Americanos y a los Estados que se hayan
adherido a la Convención, las firmas los depósitos de instrumentos de ratificación,
adhesión y denuncia, así como las reservas que hubiere. También les transmitirá las
declaraciones previstas en el artículo 17 de la presente Convención.

EN FE DE LO CUAL, los plenipotenciarios infrascritos, debidamente autorizados por


sus respectivos Gobiernos, firman la presente Convención.

HECHAEN LA CIUDAD DE PANAMÁ, República de Panamá, el día treinta de enero


del mil novecientos setenta y cinco.

Cuando corresponda adjuntar original o copia de cualquier documento adicional


necesario para probar que se ha hecho la notificación o entrega, e identificar el citado
documento.

CONVENCIÓN INTERAMERICANA SOBRE EFICACIA


EXTRATERRITORIAL DE LAS SENTENCIAS Y LAUDOS
ARBITRALES EXTRANJEROS

Los Gobiernos de los Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos.


CONSIDERANDO

Que la administración de justicia en los Estados americanos requiere su mutua


cooperación para los efectos de asegurar la eficacia extraterritorial de las sentencias y
laudos arbitrales dictados en sus respectivas jurisdicciones territoriales, han acordado lo
siguiente:

Artículo 1

La presente Convención se aplicará a las sentencias judiciales y laudos arbitrales


dictados en procesos civiles, comerciales o laborales en uno de los Estados Parte, a
menos que al momento de la ratificación alguno de éstos haga expresa reserva
delimitarla alas sentencias de condena en materia patrimonial. Asimismo, cualquiera de
ellos podrán declarar al momento de ratificarla que se aplica también a las resoluciones
que terminen el proceso, a las dictadas por autoridades que ejerzan alguna función
jurisdiccional y a las sentencias penales en cuanto se refieran a la indemnización de
perjuicios derivados del delito.

Las normas de la presente convención se aplicarán en lo relativo a Laudos arbitrales en


todo lo no previsto en la Convención Interameria-na sobre Arbitraje Comercial
Internacional suscrita en Panamá el 30 de enero de 1975.

Artículo 2

Las sentencias, laudos arbitrajes y resoluciones jurisdiccionales extranjeros a que se


refiere el artículo I, tendrá eficacia extraterritorial en los Estados Partes si reúnen las
condiciones siguientes:

a) Que vengan revestidos de las formalidades externas necesarias para que sean
considerados auténticos en el Estado de donde proceden;
b) Que la sentencia laudo y resolución jurisdiccional y los documentos anexos que
fueren necesarios según la presente Convención, están debidamente traducidos al
idioma oficial del estado donde deban surtir efecto;

c) Que se presenten debidamente legalizados de acuerdo con la ley del Estado en donde
deban surtir efecto;

d) Que el juez o tribunal sentenciador tenga competencia en la esfera internacional para


conocer y juzgar del asunto de acuerdo con la ley del Estado donde la sentencia, laudo y
resolución jurisdiccional deban surtir efecto;

f) Que se haya asegurado la defensa de las partes;

g) Que tenga el carácter de ejecutoriados o, en su caso, fuerza de cosa juzgada en el


Estado en que se fueron dictados;

h) Que no contraríen manifiestamente los principios y las leyes de orden público del
Estado en que se pida el reconocimiento o la ejecución.

Artículo 3

Los documentos de comprobación indispensables para solicitar el cumplimiento de las


sentencias, laudos y resoluciones jurisdiccionales son los siguientes:

a) Copia auténtica de la sentencia o del laudo y resolución jurisdiccional;

b) Copia auténtica de las piezas necesarias para acreditar que se ha dado cumplimiento a
los incisos e) y f) del artículo anterior;

c) Copia auténtica del auto que declare que la sentencia o el laudo tiene el carácter de
ejecutoriado o fuera de cosa juzgada.

Artículo 4

Si una sentencia, laudo y resolución jurisdiccional extranjeros no pueden tener eficacia


en su totalidad, el juez o tribunal podrá admitir su eficacia parcial mediante petición de
parte interesada.

Artículo 5

El beneficio de pobreza reconocido en el Estado de origen de la sentencia será


mantenido en el de su presentación.

Artículo 6

Los procedimientos, incluso la competencia de los respectivos órganos judiciales, para


asegurar la eficacia a las sentencias, laudos arbitrales y resoluciones jurisdiccionales
extranjeros serán regulados por la ley del Estado en que se solicita su cumplimiento.
Artículo 7
La presente Convención estará abierta a la firma de los Estados Miembros de la
Organización de los Estados Americanos.

Artículo 8

La presente Convención está suj eta a ratificación. Los instrumentos de ratificación se


depositarán en la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos.

Artículo 9

La presente Convención quedará abierta a la adhesión de cualquier otro Estado. Los


instrumentos de adhesión se depositarán en la Secretaría General de la Organización de
los Estados Americanos.

Artículo 10

Cada Estado podrá formular reservas a la presente Convención al momento de firmarla,


ratificarla o al adherirse a ella, siempre que la reserva verse sobre una o más
disposiciones específicas y que no sea incompatible con el objeto y fin de la
Convención.

Artículo 11

La presente Convención entrará en vigor el trigésimo día a partir de la fecha en que


haya sido depositado el segundo instrumento de ratificación.

Para cada Estado que ratifique la Convención o se adhiera a ella después de haber sido
depositado el segundo instrumento de ratificación, la Convención entrará en vigor el
trigésimo día a partir de la fecha en que tal Estado haya depositado su instrumento de
ratificación o adhesión.

Artículo 12

Los Estados Partes que tengan dos o más unidades territoriales en las que rijan distintos
sistemasjurídicos relacionados con cuestionestra-tadas en la presente Convención, podrá
declarar, en el momento de la firma ratificación o adhesión, que la Convención se
aplicará a todas unidades territoriales o solamente a una, o más de ellas.

Tales declaraciones podrán ser modificadas mediante declaraciones ulteriores, que


especificarán expresamente la o las unidades territoriales a las que se aplicará la
presente Convención. Dichas declaraciones ulteriores se transmitirán a la Secretaría
General de la Organización de los Estados Americanos y surtirán efecto treinta días
después de recibidas.

Artículo 13

La presente Convención regirá indefinidamente, pero cualquiera de los Estados Partes


podrá denunciarla. El instrumento de denuncia será depositado en la Secretaría General
de la Organización de los Estados Americanos. Transcurrido un año, contado a partir de
la fecha de depósito del instrumento de denuncia, la Convención cesará en sus efectos
para el Estado denunciante, quedando subsistente para los demás Estados Partes.

Artículo 14

El instrumento original de la presente Convención, cuyos textos en español, francés,


inglés y portugués son igualmente auténticos, será depositado en la Secretaría General
de la Organización de los Estados Americanos, la que enviará copia auténtica de su
texto para su registro y publicación a la Secretaría de las Naciones Unidas, de
conformidad con el artículo 102 de su Carta Constitutiva. La Secretaría General de la
Organización de los Estados Americanos notificará a los Estados Miembros de dicha
Organización y a los Estados que hayan adherido a la Convención, las firmas, los
depósitos de instrumentos de ratificación, adhesión y denuncia, así como las reservas
que hubiera. También les transmitirá las declaraciones previstas en el artículo 12 de la
presente Convención.

CONVENCIÓN INTERAMERICANA SOBRE PRUEBA E INFORMACIÓN


ACERCA DEL DERECHO EXTRANJERO

Los gobiernos de los Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos,


deseosos de concretar una convención sobre prueba e información acerca del derecho
extranjero, han acordado lo siguiente:

Artículo 1

La presente Convención tiene por objeto establecer normas sobre la cooperación


internacional entre los Estados Partes para la obtención de elementos de prueba e
información acerca del derecho de cada uno de ellos.

Artículo 2

Con arreglo a las disposiciones de esta Convención, las autoridades de cada uno de los
Estados Partes proporcionarán a las autoridades de los demás que lo solicitaren, los
elementos probatorios o informes sobre el texto, vigencia, sentido y alcance legal de su
derecho.

Artículo 3

La Cooperación internacional en la materia de que trata esta Convención se prestará por


cualquiera de los medios de prueba idóneos previstos, tanto por la ley del Estado
requiriente como por la del Estado requerido.

Serán considerados medios idóneos a los efectos de esta Convención entre otros, los
siguientes:

a) La prueba documental, consistente en copias certificadas de textos legales con


indicación de su vigencia o precedentes judiciales;

b) La prueba pericial, consistente en dictámenes de abogados o expertos en la materia;


c) Los informes del Estado requerido sobre el texto, vigencia, sentido y alcance legal de
su derecho sobre determinados aspectos.

Artículo 4

Las autoridades jurisdiccionales de los Estados partes en esta Convención podrán


solicitar los informes a que se refiere el inciso c) del artículo 3.

Los Estados Partes podrá extender la aplicación de esta Convención a la petición de


informes de otras autoridades.

Sin perjuicio de lo anterior, serán atendibles las solicitudes de otras autoridades que se
refieran a los elementos probatorios indicados en los incisos a) y b) del artículo 3.

Las solicitudes a que se refiere esta Convención deberán contener lo siguiente:

a) Autoridad de la que provienen y naturaleza del asunto;

b) Indicación precisa de los elementos probatorios que se solicitan;

c) Determinación de cada uno de los puntos a que se refiera la consulta con indicación
del sentido y alcance de la misma, acompañada de una exposición de los hechos
pertinentes para su debida comprensión.

La autoridad requerida deberá responder a cada uno de los puntos consultados conforme
a lo solicitado y en la forma más completa posible.

Las solicitudes serán redactadas en el idioma oficial del Estado requerido o serán
acompañadas de una traducción a dicho idioma. La respuesta será redactada en el
idioma del Estado requerido.

Cada Estado Parte quedará obligado a responderlas consultas de los demás Estados
Partes conforme a esta Convención a través de su autoridad central, la cual podrá
transmitir dichas consultas a otros órganos del mismo Estado.

El Estado que rinda los informes a que alude el artículo 3 (c) no será responsable por la
opinión emitida ni estará obligado a aplicar o hacer aplicar el derecho según el
contenido de la respuesta proporcionada.

El Estado que recibe los informes a que alude el artículo 3) c) no estará obligado a
aplicar o hacer aplicar el derecho según el contenido de la respuesta recibida.

Las solicitudes a que se refiere esta Convención podrán ser dirigidas directamente por
las autoridades jurisdiccionales o a través de la autoridad central del Estado requiriente,
a la correspondiente autoridad central del Estado requerido, sin necesidad de
legalización.

La autoridad central de cada Estado Parte recibirá las consultas formuladas por las
autoridades de su Estado y las transmitirá a la autoridad central del Estado requerido.
Esta Convención no restringirá las disposiciones de convenciones que en esta materia
hubieren sido suscritos o que se suscribieren en el futuro en forma bilateral o
multilateral por los Estados Partes, o las prácticas más favorables que dichos Estados
pudieran observar.

A los efectos de esta Convención cada Estado Parte designará una autoridad central.
La designación debería ser comunicada a la Secretaría General de la Organización de
los Estados Americanos en el momento del depósito del instrumento de ratificación o
adhesión para que sea comunicada a los demás Estados Partes.

Los Estados Partes podrán cambiar en cualquier momento la designación de su


autoridad central.

Los Estados Partes no estarán obligados a responder las consultas de otro Estado Parte
cuando los intereses de dichos Estados tuvieren afectadas por la cuestión que diere
origen a la petición de información o cuando la respuesta pudiere afectar su seguridad o
soberanía.

La presente Convención estará abierta a la firma de los Estados Miembros de la


Organización de los Estados Americanos.

La presente Convención está sujeta a ratificación. Los instrumentos de ratificación se


depositarán en la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos.

La presente Convención quedará abierta a la adhesión de cualquier otro Estado. Los


instrumentos de adhesión se depositarán en la Secretaría General de la Organización de
los Estados Americanos.

Cada Estado podrá formular reservas a la presente Convención al momento de firmarla,


ratificarla o al adherirse a ella, siempre que la reserva verse sobre una o más
disposiciones específicas y que o sea incompatible con el objeto y fin de la Convención.
La presente Convención entrará en vigor el trigésimo día a partir de la fecha en que
haya sido depositado el segundo instrumento de ratificación.

Para cada Estado que ratifique la Convención o se adhiera a ella después de haber sido
depositado el segundo instrumento de ratificación, la Convención entrará en vigor el
trigésimo día a partir de la fecha en que tal Estado haya depositado su instrumento de
ratificación o adhesión.

Los Estados Partes que tengan dos o más unidades territoriales en las que rijan distintos
sistemas jurídicos relacionados con cuestiones tratadas en la presente Convención,
podrán declarar, en el momento de la firma, ratificación o adhesión, que la Convención
se aplicará a todas sus unidades territoriales o solamente a una o más de ellas.

CONVENCIÓN EVTERAMERICANA SOBRE NORMAS GENERALES DE


DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO

Los Gobiernos de los Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos,


deseosos de concertar una convención sobre normas generales de Derecho Internacional
Privado, han acordado lo siguiente:
La determinación de la norma jurídica aplicable para regir situaciones vinculadas con
derecho extranjero, se sujetará a lo establecido en esta Convención y demás
Convenciones internacionales suscritas o que se suscriban en el futuro en forma bilateral
o multilateral por los Estados Partes.

En defecto de norma internacional, los Estados Partes aplicarán las reglas de conflicto
de su derecho interno.

Los sujetos y autoridades de los Estados Partes estarán obligados a aplicar el derecho
extranjero tal como lo harían los jueces del Estado cuyo derecho resultare aplicable, sin
perjuicio de que las partes puedan alegar y probar la existencia y contenido de la ley
extranjera invocada.

Cuando la ley de un Estado Parte tenga instituciones o procedimientos esencialespara su


adecuada aplicación y no estén contemplados en la legislación de otro Estado Parte, éste
podrá negarse a aplicar dicha ley, siempre que no tenga instituciones o procedimientos
análogos.

Todos los recursos otorgados por la ley procesal del lugar del juicio serán igualmente
admitidos para los casos de aplicación de la ley de cualquiera de los otros Estados
Partes que haya resultado aplicable.

La ley declarada aplicable por una convención de Derecho Internacional Privado podrá
no ser aplicada en el territorio del Estado Parte que la considerare manifiestamente
contraria a los principios de su orden público.

No se aplicará como derecho extranjero, el derecho de un Estado Parte, cuando


artificiosamente se hayan evadido los principios fundamentales de la ley de otro Estado
Parte.

Quedará ajuicio de las autoridades competentes del Estado receptor el determinar la


intención fraudulenta de las partes interesadas.

La presente Convención estará abierta a la firma de los Estados Miembros de la


Organización de los Estados Americanos.

La presente Convención está suj eta a ratificación. Los instrumentos de ratificación se


depositarán en la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos.
La presente Convención quedará abierta a la adhesión de cualquier otro Estado. Los
instrumentos de adhesión se depositarán en la Secretaría General de la Organización de
los Estados Americanos.

Cada Estado podrá formular reservas a la presente Convención al momento de firmarla,


ratificarla o al adherirse a ella, siempre que la reserva verse sobre una o más
disposiciones específicas y que no sea incompatible con el objeto y fin de la
Convención.

La presente Convención entrará en vigor el trigésimo día a partir de la fecha en que


haya depositado el segundo instrumento de ratificación. Para cada Estado que ratifique
la Convención o se adhiera a ella después de haber sido depositado el segundo
instrumento de ratificación, la Convención entrará en vigor el trigésimo día a partir de la
fecha en que tal Estado haya depositado su instrumento de ratificación o adhesión.

Los Estados Partes que tengan dos o más unidades territoriales en las que rijan distintos
sistemas jurídicos relacionados con cuestiones tratadas en la presente Convención,
podrá declarar en el momento de la firma, ratificación o adhesión, que la Convención se
aplicará a todas sus unidades territoriales o solamente a una o más de ellas.

Tales declaraciones podrán ser modificadas mediante declaraciones ulteriores, que


especificarán expresamente la unidad o las unidades territoriales a las que se aplicará la
presente Convención, dichas declaraciones ulteriores se transmitirán a la Secretaría
General de la Organización de los Estados Americanos y surtirán efecto treinta días
después de recibidas.

La presente Convención regirá indefinidamente, pero cualquiera de los Estados Partes


podrá denunciarla. El instrumento de denuncia será depositado en la Secretaría General
de la Organización de los Estados Americanos. Transcurrido un año, contado a partir de
la fecha de depósito del instrumento de denuncia, la Convención cesará en sus efectos
para el Estado denunciante, quedando subsistente para los demás Estados Partes.

El instrumento original de la presente Convención, cuyos textos en español, francés,


inglés y portugués son igualmente auténticos, será depositado en la Secretaría General
de la Organización de los Estados Americanos, la que enviará copia auténtica de su
texto para su registro y publicación a la Secretaría de las Naciones Unidas, de
conformidad con el artículo 102 de su Carta constitutiva. La Secretaría General de la
Organización de los Estados Americanos notificará a los Estados Miembros de dicha
Organización y a los Estados que se hayan adherido a la Convención, las firmas, los
depósitos de instrumentos de ratificación, adhesión y denuncia, así como las reservas
que hubiere. También les transmitirá las declaraciones revistas en el artículo 12 de la
presente Convención.

EN FE DE LO CUAL, los plenipotenciarios infrascritos, debidamente autorizados por


sus respectivos gobiernos, firman la presente Convención.
HECHA EN LA CIUDAD DE MONTEVIDEO, República Oriental del Uruguay, el día
ocho de mayo del mil novecientos setenta y nueve.

CONVENCIÓN EVTERAMERICANA SOBRE DOMICILIO


DE LAS PERSONAS FÍSICAS EN EL DERECHO
INTERNACIONAL PRIVADO

Los gobiernos de los Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos,


deseosos de concertar una convención sobre domicilio de las personas físicas en el
Derecho Internacional Privado, han acordado lo siguiente:

La presente Convención regula las normas uniformes que rigen el domicilio de las
personas físicas en el Derecho Internacional Privado.
El domicilio de una persona física será determinado, en su orden, por las siguientes
circunstancias:

1. El lugar de la residencia habitual;

2. El lugar del centro principal de sus negocios;

3. En ausencia de estas circunstancias, se reputará como domicilio el lugar de la simple


residencia;

4. En su defecto, si no hay simple residencia, el lugar donde se encontrare.

El domicilio de las personas incapaces será el de sus representantes legales, excepto en


el caso de abandono de aquéllos por dichos representantes, caso en el cual seguirá
rigiendo el domicilio anterior.

El domicilio de los cónyuges será aquel en el cual éstos vivan de consumo, sin perjuicio
de derecho de cada cónyuge de fij ar su domicilio en la forma prevista en el artículo 2.
El domicilio de los funcionarios diplomáticos será el último que hayan tenido en el
territorio del Estado acreditante. El de las personas físicas que residan temporalmente en
el extranj ero por empleo o comisión de su Gobierno, será el del Estado que los designó.
Cuando una persona tenga domicilio en dos Estados Partes se le considerará
domiciliada en aquel donde tenga la simple residencia y si la tuviere en ambos se
preferirá el lugar donde se encontrare.

Las situaciones jurídicas válidamente creadas en un Estado Parte de acuerdo con todas
las leyes con las cuales tengan una conexión al momento de su creación, serán
reconocidas en los demás Estados Partes, siempre que no sean contrarias a los
principios de su orden público.

Las cuestiones previas, preliminares o incidentes que puedan surgir con motivo de una
cuestión principal no deben resolverse necesariamente de acuerdo con la ley que regula
esta última.

Las diversas leyes que puedan ser comp etentes para regular los diferentes aspectos de
una misma relación jurídica, serán aplicadas armónicamente, procurando realizar las
finalidades perseguidas por cada una de dichas legislaciones.

Las posibles dificultades causadas por su aplicación simultánea, se resolverán teniendo


en cuenta las exigencias impuestas por la equidad en el caso concreto.

La presente Convención estará abierta a la firma de los Estados Miembros de la


Organización de los Estados Americanos.

La presente Convención está suj eta a ratificación. Los instrumentos de ratificación se


depositarán en la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos.

La presente Convención quedará abierta a la adhesión de cualquier otro Estado. Los


instrumentos de adhesión se depositarán en la Secretaría General de la Organización de
los Estados Americanos.
Cada Estado podrá formular reservas a la presente Convención al momento de firmarla,
ratificarla o adherirse a ella, siempre que la reserva verse sobre una o más disposiciones
específicas y que no sea incompatible con el objeto y fin de la Convención.

La presente Convención entrará en vigor el trigésimo día a partir de la fecha en que


haya sido depositado el segundo instrumento de ratificación.

Para cada Estado que ratifique la Convención o se adhiera a ella después de haber sido
depositado el segundo instrumento de ratificación, la Convención entrará en vigor el
trigésimo día a partir de la fecha en que tal Estado haya depositado su instrumento de
ratificación o adhesión.

Los Estados Partes que tengan dos o más unidades territoriales en las que rijan distintos
sistemasjurídieos relacionados con cuestiones tratadas en la presente Convención,
podrán declarar, en el momento de la firma, ratificación o adhesión, que la Convención
se aplicará a todas sus unidades territoriales o solamente a una o más de ellas.

Tales declaraciones podrán ser modificadas mediante declaraciones ulteriores, que


especificarán expresamente la o las unidades territoriales a las que se aplicará la
presente Convención. Dichas declaraciones ulteriores se transmitirán a la Secretaría
General de la Organización de los Estados Americanos y surtirán efecto treinta días
después de recibidas.

La presente Convención regirá indefinidamente pero cualquiera de los Estados Partes


podrá denunciarla. El instrumento de denuncia será depositado en la Secretaría General
de la Organización de los Estados Americanos. Transcurrido un año, contado a partir de
la fecha de depósito del instrumento de denuncia, la Convención cesará en sus efectos
para el Estado denunciante, quedando subsistente para los demás Estados Partes.

El instrumento original de la presente Convención, cuyos textos en español, francés,


inglés y portugués son igualmente auténticos, será depositado en la Secretaría General
de la Organización de los Estados Americanos, la que enviará copia auténtica de su
texto a la Secretaría de las Naciones Unidas, para su registro y publicación de
conformidad con el artículo 102 de su Carta Constitutiva. La Secretaría General de la
Organización de los Estados Americanos notificará a los Estados Miembros de dicha
Organización y a los Estados que se hayan adherido a la Convención, las firmas, los
depósitos de instrumentos de ratificación adhesión y denuncia, así como las reservas
que hubiere. También les transmitirá las declaraciones previstas en el artículo 15 de la
presente
Convención.

EN FE DE LO CUAL, los plenipotenciarios infrascritos debidamente autorizados por


sus respectivos gobiernos, firman la presente
Convención.

HECHO EN LA CIUDAD DE MONTEVIDEO, República Oriental del Uruguay, el día


ocho de mayo de mil novecientos setenta y nueve.
APÉNDICE CÓDIGO DE
BUSTAMANTE
CONVENCIÓN DE DERECHO
INTERNACIONAL PRIVADO

Los presidentes de las Repúblicas de Perú, de Uruguay, de Panamá, de Ecuador, de


México, de El Salvador, de Guatemala, de Nicaragua, de Bolivia, de Venezuela, de
Colombia, de Honduras, de Costa Rica, de Chile, de Brasil, de Argentina, de Paraguay,
de Haití, de República Dominicana, de Estados Unidos de América y de Cuba.

Deseando que sus países respectivos estuvieran representados en la Sexta Conferencia


Internacional Americana, enviaron a ella, debidamente autorizados para aprobar las
recomendaciones, resoluciones, convenios y tratados que juzgaren útiles a los intereses
de América, los siguientes señores Delegados:

Perú: Jesús Melquíades Salazar, Víctor Maúrtua, Enrique Castro Oyanguren,


Luis Ernesto Denegrí.

Uruguay: Jacobo Várela Acebedo, Juan José Amézaga, Leonel Aguirre, Pedro
Erasmo Callorda.

Panamá: Ricardo J. Alfar o, Eduardo Chiari.

Ecuador: Gonzalo Zaldumbide, Víctor Zevallos, Colón Eloy Alfar o.

México: Julio García, Fernando González Roa, Salvador Urbina, Aquiles Elorduy.
1. Suscrita en La Habana el 20 de febrero de 1928, aprobada por el Congreso Nacional el 15 de enero de 1932 y
promulgada el 20 de enero de 1932. El depósito de la ratificación se la hizo en la Unión Panamericana en Washington
D.C. el 9 de marzo de 1932. Sin embargo, la nota acompañando el instrumento de ratificación, es del 5 de febrero de
1932, dirigida al señor Leo S. Rowe, Director General de ta Unión Panamericana.

El Salvador: Gustavo Guerrero, Héctor David Castro, Eduardo Alvarez.

Guatemala: Carlos Solazar, Bernardo A Ivarado Te lio, Luis Beltrane-na, José Azur
día.

Bolivia: José Antezana, Adolfo Costa Du Reís.

Venezuela: Santiago Key Ayala, Jesús M. Yepes, Roberto Urdaneta Arbeláez, Ricardo
Gutiérrez Lee.

Honduras: Fausto Dávila, Mariano Vásquez.

Costa Rica: Ricardo Castro Beeche, J. Rafael Oreamuno, Arturo Tinoco.

Chile: Alejandro Lira, Alejandro Alvarez, Carlos Silva Vildósola, Manuel

Bianchi.

Brasil: Raúl Fernández, Lindolfo Collor, Alarico da Silveira,


Campaio Correa, Eduardo Espíndola.

Argentina: Honorio Pueyrredón, Laurentino Olascoaga, Felipe A. Espil.

Paraguay: Lisandro Díaz León.

Haití: Fernando Dennis, Charles Riboul

República Francisco J. Peynado, Gustavo A. Díaz, Elias Brache, Dominicana: Ángel


Morales, TulioM. Cesteros, Ricardo Pérez Alfon-seca, Jacinto R de Castro, Federico C.
Alvarez.

Estados Unidos de América: Charles Evans Hughes, Noble Brandon Judah, Henry P.
Fletcher, Osear W. Underwood, Dwight W. Morrow,

Morgan J. O'Brien, James Brown Scoot, Roy Liman Wil-bur, Leo S. Rowe.
Cuba: Antonio S. de Bustamante, Orestes Perrera, Enrique Her-
nández Cartaya, José Manuel Cortina, Arístides Agüero, José B. Alemán, Manuel
Márquez Sterling, Fernando Or-tiz, Néstor Carbonell, Jesús María Barranqueé.
Los cuales, después de haberse comunicado sus plenos poderes y hallándoles en buena
y debida forma, han convenido lo siguiente:

Artículo Io. Las Repúblicas contratantes aceptan y ponen en vigor el Código de


Derecho Internacional Privado anexo al presente Convenio.

Artículo 2°, Las disposiciones de este Código no serán aplicables sino entre las
Repúblicas contratantes y entre los demás Estados que se adhieran a él en forma que
más adelante consigna.

Artículo 3o. Cada una de las Repúblicas contratantes, al ratificar el presente convenio,
podrá declarar que se reserva la aceptación de una o varios artículos del Código anexo
y no la obligarán las disposiciones a que la reserva se refiera '
2. Las siguientes son las reservas efectuadas al depositar los instrumentos de la ratificación: Bolivia: "Con las
reservas formuladas por la delegación boliviana, respecto de los artículos que se hallen en desacuerdo con la
legislación del país y los tratados internacionales suscritos por Boljvia".
Brasil: Idéntica a la reserva hecha al suscribir la convención y que se incluye en el texto de ésta.
Costa Rica; Idéntica a la declaración formulada conjuntamente con Colombia al suscribir la
c
°nvención y que se incluye en el texto de ésta.
Chile: Con la reserva hecha al suscribir la convención y que se incluye en el texto de ésta y con
«" - ante el Derecho chileno y con relación a los conflictos que se produzcan entre la legislación
chilena y alguna extranjera, los preceptos de la legislación actual o futura de Chile, prevalecerán
sobre dicho Código, en caso de desacuerdo entre unos y otros".
^uador: "En cuanto no se oponga a la Constitución y a las leyes de la República".
til Salvador Idéntica a la reserva hecha al suscribir la convención y que se incluye en el texto
de ésta.
ití: "Con reserva a los artículos 383°, 385°, 386°y 387° del Código".
Artículo 4o. El Código entrará en vigor para las Repúblicas que lo ratifiquen, a los
treinta días del depósito de la respectiva ratificación y siempre que por lo menos lo
hayan ratificado .

Artículo 5o. Las ratificaciones se depositarán en la Oficina de la Unión Panamericana


que transmitirá copia de ellas a cada una de las Repúblicas contratantes.

Artículo 6o. Los Estados o personas jurídicas internacionales no contratantes que


deseen adherirse a este Convenio y en todo o en parte al Código anexo, lo notificarán a
la Oficina de la Unión Panamericana, que a su vez lo comunicará a todos los Estados
hasta entonces contratantes o adheridos. Transcurridos seis meses desde esa
comunicación, el Estado o persona jurídica internacional interesados podrán depositar
en la Oficina de la Unión panamericana el instrumento de adhesión y quedará ligado
por este Convenio, con carácter recíproco, treinta días después de la adhesión,
respecto de todos los regidos por el mismo que no hayan hecho en esos plazos reserva
alguna en cuanto a la adhesión solicitada.

Artículo 7o. Cualquier República Americana ligada por este Convenio que desee
modificar en todo o enparte el Código anexo, presentará la proposición
correspondiente a la Conferencia Internacional Americana para la resolución que
proceda.
República Dominicana: Idéntica a la reserva hecha al suscribir la convención y que se incluye en el texto de ésta.
Venezuela: "en ejercicio del derecho que en el artículo 3 de la expresada convención se reconocieron las Repúblicas
contratantes, Venezuela se reserva la aceptación de los artículos 16°, 17°, 18°, 24°, 35°, 39°, 43°, 44°, 49°, 50°, 57°,
58°, 62°, 64°, 65°, 67°, 70°, 74°, 87°, 88 a, 139°, 144°, 157°, 174°, 247°, 248°, 301°, 324°, 348°, 369°, 378°, y
desde el 423° al 435o". "Como en Venezuela no existe prisión perpetua, queda hecha la salvedad relativa a este
punto". 3.
Ver la introducción (págs. 41 y 42) para la situación de las ratificaciones de la Convención sobre Derecho
Internacional Privado y la fecha del depósito del instrumento de las mismas.

Artículo 8o. Si alguna de las personas jurídicas internacionales contratantes o


adheridas quisiera denunciar al presente Convenio, notificará la denuncia por escrito a
la Unión Panamericana, la cual transmitirá inmediatamente copia literal certificada de
la notificación a las demás, dándoles a conocer la fecha en que la ha recibido. La
denuncia no surtirá efecto sino respecto del contratante que la haya notificado y al año
de recibida en la Oficina de la Unión Panamericana.

Artículo 9o. La Oficina de la Unión Panamericana llevará un registro de las fechas de


recibo de ratificaciones y recibo de adhesiones y denuncias, y expedirá copias
certificadas de dicho registro a todo contratante que lo solicite.

En fe de lo cual los Plenipotenciarios firman el presente Convenio y ponen en él, el


sello de la Sexta Conferencia Internacional Americana.

Hecho en la ciudad de La Habana, República de Cuba, el día veinte de febrero de mil


novecientos veintiocho, en cuatro ejemplares escritos respectivamente en castellano,
francés, inglés y portugués que se depositarán en la Oficina de la Unión Panamericana
a fin de que envíe una copia certificada de todos a cada una de las Repúblicas
signatarias.
DECLARACIONES Y RESERVAS RESERVAS DE LA DELEGACIÓN
ARGENTINA

La Delegación Argentina deja constancia de las siguientes reservas que formula al


Proyecto de Convención de Derecho Internacional Privado sometido a estudio de la
Sexta Conferencia Internacional Americana:

Entiende que la Codificación del Derecho Internacional Privado debe ser "gradual y
progresiva", especialmente respecto de las instituciones que presentan en los Estados
Americanos, identidad o analogía de caracteres fundamentales.

2. Mantiene la vigencia de los Tratados de Derecho Civil Internacional, Derecho Penal


hnern ación al, Derecho Comercial Internacional y Derecho Procesal Internacional,
sancionados en Montevideo en 1889, con sus Convenios y Protocolos respectivos.

3. No acepta principios que modifiquen el sistema de la "ley del domicilio",


especialmente en todo aquello que se oponga al texto y espíritu de la legislación civil
argentina.

4. No aprueba disposiciones que afectan, directa o indirectamente, al principio


sustentado por la legislación civil y comercial de la República Argentina, de que "las
personas jurídicas deben exclusivamente su existencia a la ley del Estado que las
autorice y por consiguiente no son ni nacionales ni extranjeras; sus funciones se
determinan por dicha ley de conformidad con los preceptos derivados del «domicilio»
que ella les reconoce".

5. No acepta principios que admitan o tiendan a sancionar el divorcio ad-vinculum.

6. Acepta el sistema de la "unidad de las sucesiones" con la limitación derivada de la


"lex rei sitae" en materia de bienes inmuebles.

7. Admite todo principio que tienda a reconocer en favor de la mujer, los mismos
derechos civiles conferidos al hombre mayor de edad.

8. No aprueba aquellos principios que modifiquen el sistema del "jus soli" como medio
de adquirir la nacionalidad.

9. No admite preceptos que resuelvan conflictos relativos a la "doble nacionalidad"


con perjuicio de la aplicación exclusiva del "jus soli".

10. No acepta normas que permitan la intervención de agentes diplomáticos y


consulares, en los juicios sucesorios que interesen a extranjeros, salvo los preceptos ya
establecidos en la República Argentina y que rigen esa intervención.

11. En el régimen de la Letra de Cambio y Cheques en general, no admite disposiciones


que modifiquen criterios aceptados en Conferencias Universales, como la de La Haya
de 1910 y 1912.

12. Hace reserva expresa de la aplicación de la "ley del pabellón" en cuestiones relativas
al Derecho marítimo, especialmente en lo que atañe al contrato de fletamento y a sus
consecuencias jurídicas, por considerar que deben someterse a la ley y jurisdicción del
país del puerto de destino.

Este principio fue sostenido con éxito por la rama argentina de la Internacional law
Association en la 3 Io sesión de ésta y actualmente es una de las llamadas "reglas de
Buenos Aires".

13. Reafirma el concepto de que los delitos cometidos en aeronaves, dentro del espacio
aéreo nacional o en buques mercantes extranjeros, deberán juzgarse y punirse por las
autoridades y leyes de Estado en que se encuentran.

14. Ratifica la tesis aprobada por el Instituto Americano de Derecho Internacional, en su


sesión de Montevideo de 1927, cuyo contenido es el siguiente; "La nacionalidad del reo
no podrá ser invocada como causa para denegar su extradición".

15. No admite principios que reglamenten las cuestiones internacionales del trabajo y
situación jurídica de los obreros en mérito de las razones expuestas, cuando se discutió
el artículo 198° del Proyecto de Convención de Derecho Civil Internacional, en la Junta
Internacional de Jurisconsultos, asamblea de Río de Janeiro de 1927.

La Delegación Argentina hace presente que, como ya lo ha manifestado en la Honorable


Comisión N° 3, ratifica en la Sexta Conferencia Internacional Americana los votos
emitidos y actitud asumida por la delegación argentina en la Segunda Asamblea de la
Junta Internacional de Jurisconsultos, celebrada en la ciudad de Río de Janeiro, en los
meses de abril y mayo de 1927.

DECLARACIÓN DE LA DELEGACIÓN DE LOS ESTADOS UNIDOS DE


AMERICA

Siente mucho no poder aprobar desde ahora el Código del Dr. Bustamante, pues dada la
Constitución de los Estados Unidos de América, las relaciones de los Estados miembros
de la Unión Federal y las atribuciones y poderes del Gobierno Federal, se les hace
difícil. El Gobierno de los Estados Unidos de América mantiene firme la idea de no
desligarse de la América Latina, por lo que, de acuerdo con el artículo sexto de la
Convención que permite a cada Gobierno adherirse más tarde, harán uso del privilegio
de ese artículo a fin de que, después de examinar cuidadosamente el Código en todas
sus estipulaciones, puedan adherirse por lo menos a gran parte del mismo. Por estas
razones la Delegación de los Estados Unidos de América se reserva su voto de la es-
peranza de poder adherirse, como ha dicho, en parte o en una parte considerable de sus
estipulaciones.

DECLARACIÓN DE LA DELEGACIÓN DE URUGUAY

La Delegación de Uruguay hace reservas tendientes a que el criterio de esa Delegación


sea coherente con el sustentado en la Junta de Jurisconsultos de Río de Janeiro por el
doctor Pedro Várela, Catedrático de la Facultad de Derecho de su país. Las mantiene
declarando que el Uruguay presta su aprobación al Código en general.
RESERVAS DE LA DELEGACIÓN DE PARAGUAY

1. Hace la declaración de que el Paraguay mantiene su adhesión a los Tratados de


Derecho Civil Internacional, Derecho Comercial Internacional, Derecho Penal
Internacional y Derecho Personal Internacional, que fueron sancionados en Montevideo
en 1888y 1889,conlosConveniosyProtocolos que lo acompañan.

2. No está conforme en modificar el sistema de la "Ley del domicilio" consagrado por


la legislación civil de la República.

3. Mantiene su adhesión al principio de su legislación de que las personas jurídicas


deben exclusivamente su existencia a la Ley del Estado que las autoriza y que, por
consiguiente, no son nacionales ni extranjeras; sus funciones están señaladas por la ley
especial, de acuerdo con los principios derivados del domicilio.

4. Admite el sistema de la unidad de las sucesiones, con la limitación derivada de la


lex rei sitae en materia de bienes inmuebles.

5. Está conforme con todo principio que tienda a reconocer en favor de la mujer los
mismos derechos civiles acordados al hombre mayor de edad.

6. No acepta los principios que modifiquen el sistema del "Jus soli" como medio de
adquirir la nacionalidad.

7. No está conforme con los preceptos que resuelvan el problema de la "doble


nacionalidad" con perjuicio de la aplicación exclusiva del "Jus soli".

8. Se adhiere al criterio aceptado en conferencias universales sobre el régimen de la


Letra de Cambio y Cheques.

9. Hace reserva de la aplicación de la "Ley del pabellón" en cuestiones relativas al


Derecho Marítimo.

10. Está conforme con que los delitos cometidos en aeronaves, dentro del espacio aéreo
nacional o en buques mercantes extranjeros, deben ser juzgados por los tribunales del
Estado en que se encuentren.

RESERVA DE LA DELEGACIÓN DEL BRASIL

Rechazada la enmienda substitutiva que propuso para el artículo 53°, la delegación del
Brasil niega su aprobación al artículo 52° que establece la competencia de la ley del
domicilio conyugal para regular la separación de cuerpo y el divorcio, así como también
al artículo 54°.

DECLARACIÓN QUE HACEN LAS DELEGACIONES DE COLOMBIA Y


COSTA RICA

Las delegaciones de Colombia y Costa Rica suscriben el Código de Derecho


Internacional Privado de una manera global con la reserva expresa de todo cuanto pueda
estar en contradicción con la legislación colombiana y costarricense.
En lo relativo a personas jurídicas nuestra opinión es que ellas deben estar sometidas a
la ley local para todo lo que se refiere a "su concepto y reconocimiento", como lo
dispone sabiamente el artículo 32° del Código, en contradicción (por lo menos aparente)
con otras disposiciones del mismo como los artículos 16° a 21°. Para las legislaciones
subscritas, las personas jurídicas no pueden tener nacionalidad ni de acuerdo con los
principios científicos ni en conformidad con las más altas y permanentes conveniencias
de América. Habría sido preferible que el Código que vamos a expedir, se hubiese
omitido todo cuanto pueda servir para afirmar que las personas jurídicas, singularmente
las sociedades de capitales, tienen nacionalidad.

Las Delegaciones subscritas al aceptar la transacción consignada en el artículo T entre


las doctrinas europeas de la personalidad de derecho y la genuinamente americana del
domicilio para regir el estado civil y la capacidad de las personas en derecho
internacional privado, declaran que aceptan esa transacción para retardar la expedición
del Código que todas las naciones de América esperan hoy como una de las obras más
trascendentales de esta Conferencia, pero afirman enfáticamente que esa transacción
debe ser transitoria porque la unidad jurídica del Continente tiene que verificar en torno
a la ley del domicilio, única que salvaguarda eficazmente la soberanía e independencia
de los pueblos de América. Pueblos de inmigración como son o habrán de ser todas
estas repúblicas, no pueden mirar sin suprema inquietud que los inmigrantes europeos
traigan la pretensión de invocar en América sus propias leyes de origen para gobernar
aquí su estado civil y capacidad para contratar. Admitir estaposibilidad (que consagra el
principio de la ley nacional, reconocido parcialmente en el Código) es crear en América
un estado dentro del Estado y ponernos casi bajo el régimen de las capitulaciones que
Europa impuso durante siglos a las naciones del Asia, por ella consideradas como
inferiores en sus relaciones internacionales. Las Delegaciones subscritas hacen votos
porque muy pronto desaparezcan de las legislaciones americanas todas las huellas de las
teorías (más políticas que jurídicas) preconizadas por Europa para conservar aquí la
jurisdicción sobre sus nacionales establecidos en las libres tierras de América y espera
que la legislación del continente se unifique de acuerdo con los principios que someten
al extranjero inmigrante al imperio irrestricto de las leyes locales. Con la esperanza,
pues, de que en breve la ley del domicilio será la que rija en América el estado civil y la
capacidad de las personas, y en la seguridad de que ella será uno de los aspectos más ca-
racterísticos del Panamericanismo jurídico que todos anhelamos crear, las Delegaciones
subscritas votan el Código de Derecho Internacional Privado y aceptan la transacción
doctrinaria en que él se inspira.

Refiriéndose a las disposiciones sobre el divorcio, la Delegación colombiana formula su


reserva absoluta en cuanto regula el divorcio por la ley del domicilio conyugal, porque
considera que para tales efectos y dado el carácter excepciónalmente trascendental y
sagrado del matrimonio (base de la sociedad y del Estado mismo), Colombia no puede
aceptar dentro de su territorio la aplicación de legislaciones extrañas.

Las Delegaciones quieren, además, hacer constar su admiración entusiasta por la obra
fecunda del doctor Sánchez de Bustamante que este Código representa en sus 500
artículos concebidos en cláusulas lapidarias que bien pudieran servir como dechado para
los legisladores de todos los pueblos. De hoy en más, el doctor Sánchez Bustamante
será no sólo uno de los hij os más esclarecidos de Cuba, sino uno de los más eximios
ciudadanos de la gran patria americana que puede con justicia ufanarse de producir
hombres de ciencias y estadistas tan egregios como el autor del Código de Derecho
Internacional Privado que hemos estudiado y que la Sexta Conferencia Internacional
Americana va a sancionar en nombre de América entera.

RESERVA DE LA DELEGACIÓN DE EL SALVADOR

Reserva primera: especialmente aplicable a los artículos 44°, 146°, 176°, 232° y 233°
En cuanto se refiere a las incapacidades que puedan tener los extranjeros conforme a su
ley personal para testar, contratar, comparecer enjuicio, ejercer el comercio o intervenir
en actos o contratos mercantiles, se hace la reserva de que en El Salvador dichas,
incapacidades no serán reconocidas en los casos en que los actos o contratos han sido
celebrados en El Salvador, sin contravención a la ley salvadoreña y para tener efectos de
su territorio nacional.

Reserva segunda: aplicable al artículo 187°, párrafo final: En caso de comunidad de


bienes impuesta a los casados como ley personal por un Estado extranjero, sólo será
reconocida en El Salvador, si se confirma por contrato entre las partes interesadas,
cumpliéndose todos los requisitos que la ley salvadoreña determina o determine en el
futuro, con respecto a bienes situados en El Salvador.

Reserva tercera: especialmente aplicable a los artículos 327°, 328°y 329°

Reserva de que no será admisible, en cuanto concierne a El Salvador, la jurisdicción de


jueces y tribunales extranjeros en los juicios y diligencias sucesorales y en los concursos
de acreedores y quiebra en todos los casos en que afecten bienes inmuebles situados en
El Salvador.

RESERVA DE LA DELEGACIÓN DE LA REPÚBLICA DOMINICANA

1. La Delegación de la República Dominicana desea mantener el predominio de la ley


nacional en aquellas cuestiones que se refieren al estado y capacidad de los
dominicanos, en donde quiera que éstos se encuentran, por lo cual no puede aceptar sino
con reservas, aquellas disposiciones del Proyecto de Codificación en que se da
preeminencia a la "ley de domicilio" o a la ley local; todo ello, no obstante el principio
conciliador enunciado en el artículo T del proyecto del cual es una aplicación del
artículo 53° del mismo.

2. En cuanto a la nacionalidad. Título Io del Libro Io, artículo 9o y siguientes


establecemos una reserva, en lo que toca, primero, a la nacionalidad de las sociedades y
segundo muy especialmente al principio general de nuestra Constitución Política según
el cual a ningún dominicano se le reconocerá otra nacionalidad que la dominicana
mientras resida en el territorio de la República.

3. En cuanto al domicilio de las sociedades extranjeras, cualesquiera que fueren sus


estatutos y el lugar en que lo hubieren fijado, o en que tuvieren su principal
establecimiento, etc. reservamos este principio de orden público en la República
Dominicana: cualquier persona física o moral que ejerza actos de la vida jurídica en su
territorio, tendrá por domicilio el lugar donde tenga un establecimiento, una agencia o
un representante cualquiera. Este domicilio es atributivo dejurisdicción para los
tribunales nacionales en aquella relaciones jurídicas que se refieren a actos intervenidos
en el país cualesquiera fuere la naturaleza de ellos.
DECLARACIÓN DE LA DELEGACIÓN DE ECUADOR

La Delegación de Ecuador tiene el honor de suscribir por entero la Convención del


Código de Derecho Internacional Privado en homenaje al doctor Bustamante. No cree
necesario puntualizar reserva alguna, dejando a salvo, tan sólo, la facultad general
contenida en la misma Convención, que deja a los Gobiernos la libertad de ratificarla.

DECLARACIÓN DE LA DELEGACIÓN DE NICARAGUA

Nicaragua en materia que ahora o en el futuro considere de algún modo sujetas al


Derecho Canónico no podrá aplicar las disposiciones del Código de Derecho
Internacional Privado que estuvieren en conflicto con aquel Derecho.

Declara que como lo expresó verbaímente en varios casos durante la discusión, algunas
de las disposiciones del código aprobado están en desacuerdo con disposiciones
expresas de la legislación de Nicaragua o con principios que son de bases de esa
legislación; pero como un debido homenaje a la obra insigne del ilustre autor de aquel
Código, prefiere en vez de puntualizar las reservas del caso, hacer esta declaración y
dejar que los poderes públicos de Nicaragua formulen tales reservas o reformen hasta
donde sea posible la legislación nacional en los casos de incompatibilidad.

DECLARACIÓN DE LA DELEGACIÓN DE CHILE

La Delegación de Chile se complace en presentar sus más calurosas felicitaciones al


eminente y sabio jurisconsulto americano, señor Antonio Sánchez de Bustamante, por la
magna labor queha realizado redactando un proyecto de Código de Derecho
Internacional Privado, destinado a regir las relaciones entre Estados de América. Este
trabajo es una contribución preciosa para el desarrollo del panamericanismo jurídico,
que todos los países del Nuevo Mundo desean ver fortalecido y desarrollado. Aun
cuando esta obra grandiosa de la codificación no puede realizarse n breve espacio de
tiempo, porque necesita de la madurez y de la reflexión de los Estados que en ella van a
participar, la Delegación de Chile no será un obstáculo para que esta Conferencia
Panamericana apruebe el Código de Derecho Internacional Privado; pero salvará su
voto en las materias y en los puntos que estime convenientes, en especial en los puntos
referentes a su política tradicional o a su legislación nacional.

DECLARACIÓN DE LA DELEGACIÓN DE PANAMÁ

Al emitir su voto en favor del Proyecto de Código de Derecho Internacional Privado en


la sesión celebrada por esta Comisión el día 27 de enero último, la Delegación de la
República de Panamá manifestó que oportunamente presentaría las reservas que creyere
necesarias, si a ello hubiere lugar. Esta actitud de la Delegación de Panamá obedeció a
ciertas dudas que abrigaba respecto al alcance y extensión de algunas de las
disposiciones contenidas en el Proyecto, especialmente en lo relativo a la aplicación de
la ley nacional del extranjero residente en elpaís, lo cual habrá dado lugar a un
verdadero conflicto, ya que en la República de Panamá impera el sistema de la ley
territorial desde el momento mismo en que se constituyó como Estado independiente.
Sin embargo, la Delegación panameña estima que todas las dificultades que pudieran
presentarse en esta delicada materia han sido previstas y quedarán sabiamente resueltas
por medio del artículo 7o del Proyecto, según el cual, "cada Estado contratante aplicará
como leyes personales las del domicilio o las de la nacionalidad, según el sistema que
haya adoptado o adopte en lo adelante la legislación interior". Como todos los demás
Estados que suscriban y ratifiquen la Convención respectiva, Panamá quedará, pues, en
plena libertad de aplicar su propia ley, que es la territorial.

Entendidas así las cosas, a la Delegación de Panamá le es altamente grato declarar,


como lo hace en efecto, ,que le imparte su aprobación al Proyecto de Código de
Derecho Internacional Privado, o al Código Bustamante que es como se debería
llamarse en homenaje a su autor, sin reservas de ninguna clase.

DECLARACIÓN DE LA DELEGACIÓN DE GUATEMALA

Guatemala ha adoptado en su legislación civil, el sistema del domicilio, pero aunque así
no fuere, los artículos conciliatorios del Código hacen armonizar perfectamente
cualquier conflicto que pudiera suscitarse entre los diferentes Estados, según las
escuelas diversas a que hayan sido afiliados.

En consecuencia, pues, la Delegación de Guatemala se acomoda perfectamente a la


modalidad que con tanta ilustración, prudencia, genialidad y criterio científico, campean
en el Proyecto de Código de Derecho Internacional Privado y quiere dejar constancia
expresa de su aceptación absoluta y sin reservas de ninguna especie.

CÓDIGO DE DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO


4.5
Título Preliminar

REGLAS GENERALES

Art. Io. Los extranjeros que pertenezcan a cualquiera de los Estados contratantes gozan,
en el territorio de los demás, de los mismos derechos civiles que se concedan a los
nacionales. Cada Estado contratante puede, por razones de orden público, rehusar o
subordinar a condiciones especiales el ejercicio de ciertos derechos civiles a los
nacionales de las demás y cualquiera de esos Estados, puede, en tales casos, rehusar o
subordinar a condiciones especiales el mismo ejercicio a los nacionales del primero.

Art. 2o. Los extranjeros que pertenezcan a cualquiera de los Estados contratantes
gozarán asimismo en el territorio de los demás de garantías individuales idénticas a las
de los nacionales, salvo las limitaciones que en cada uno establezcan la Constitución y
las leyes.

Las garantías individuales idénticas no se extienden, salvo disposición especial de la


legislación interior, al desempeño de funciones públicas, al derecho de sufragio y a
otros derechos políticos .
4. En su sesión del 13 de febrero de 1928, ía Sexta Conferencia Internacional Americana acordó: "Que el Código de
Derecho Internacional Privado aprobado por la Conferencia, se le de por título oficial el nombre de «Código
Bustamante».
5. Publicado en el Anuario Legislativo correspondiente al año 1932, Pág. 42, según lo certifica el Director General de
Archivo de la Presidencia de la República, Norberto Vargas Cruz.

6. Ver Convención Interamericana sobre Normas Generales del Derecho Internacional Privado, aprobada eii la II
Conferencia Especializada Interamericana sobre Derecho Internacional Privado, en Montevideo el 8 de mayo de 1979
y suscrita por Bolivia en Washington el 2 de agosto de 1983.

7. Ver la Convención sobre la Condición Jurídica de los Extranjeros, suscrita en La Habana el 20 de Febrero de
1928.

Ver la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados aprobada en Ginebra el 28 de Julio de 1971.

Art. 3o. Para el ejercicio de los derechos civiles y para el goce de las garantías
individuales idénticas, las leyes y reglas vigentes en cada Estado contratante se estiman
divididas en las tres clases siguientes:

I. Las que se aplican a las personas en razón de su domicilio o de su nacionalidad y las


siguen aunque se trasladen a otro país, denominadas personales o de orden público
interno.

II. Las que obligan por igual a cuantos residen en el territorio, sean o no nacionales,
denominadas territoriales, locales o de orden público internacional.

III. Las que se aplican solamente mediante la expresión, la interpretación o la


presunción de la voluntad de las partes o de alguna de ellas, denominadas voluntarias o
de orden privado.

Art. 4o. Lospreceptos constitucionales son de orden público internacional.

Art. 5o. Todas las reglas de protección individual y colectiva establecidas por el
Derecho político y el administrativo, son también de orden público internacional, salvo
el caso de que expresamente se disponga en ellas lo contrario.

Art. 6o. En todos los casos no previstos por este Código cada uno de los Estados
contratantes aplicará su propia calificación a las instituciones o relaciones jurídicas que
hayan de corresponder a los grupos de leyes mencionadas en el artículo 3o.

Art. 7
Art. 8o.

Cada Estado contratante aplicará como leyes personales las del domicilio, las de la
nacionalidad o las que haya adoptado o adopte en lo adelante su legislación interior.

Los derechos adquiridos al amparo de las reglas de este Código tienen plena eficacia
extraterritorial en los Estados contratantes, salvo que se opusiere a alguno de sus efectos
o consecuencias una regla de orden público internacional.
Ver el Protocolo sobre el Estatuto de los Refugiados aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 16
de diciembre de 1966.

Ver también la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, aprobada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
aprobada por la IX Conferencia Internacional Americana en Bogotá, el 2 de mayo de 1948.
LIBRO PRIMERO DERECHO CIVIL INTERNACIONAL
Título Primero DE LAS PERSONAS
Capítulo I NACIONALIDAD Y NATURALIZACIÓN8

Art. 9o. Cada Estado contratante aplicará su propio derecho a la determinación de la


nacionalidad de origen de toda persona individual o jurídica y de su adquisición,
pérdida o reintegración posteriores, que se hayan realizado dentro o fuera de su
territorio, cuando una de las nacionalidades sujetas a controversia sea la de dicho
Estado. En los demás casos, regirán las disposiciones que establecen los artículos
restantes de este capítulo.

Art. 10°. A las cuestiones sobre nacionalidad de origen en que no esté interesado el
Estado en que se debaten, se aplicará la ley de aquella de las nacionalidades discutida en
que tenga su domicilio la persona de que se trate.

Art. 11°. A falta de ese domicilio se aplicarán al caso previsto en el artículo anterior los
principios aceptados por la ley del juzgador.
8. Ver la Convención sobre Nacionalidad, aprobada en la Séptima Conferencia Panamericana de Montevideo el 26 de
diciembre de 1993.

Ver la Convención sobre la Nacionalidad de la Mujer, aprobada en la misma conferencia en la misma fecha.

Ver el Tratado de Lima, aprobado en Lima el 3 de junio de 1929.

Ver la Convención sobre Conflictos de Leyes sobre la Nacionalidad, aprobada en La Haya el 12 de abril de 1930.
Ver la Convención sobre la Nacionalidad de la Mujer Casada, abierta a la firma en las Naciones
Unidas.

Ver el Convenio entre Bolivia y España sobre Doble Nacionalidad, suscrito el 12 de octubre de 1961 en La Paz y
ratificado por Bolivia mediante Ley N° 0208 de 28 de diciembre de 1962.

Art. 12°. Las cuestiones sobre adquisición individual de una nueva nacionalidad, se
resolverán de acuerdo con la ley de la nacionalidad que se suponga adquirida.

Art. 13°. A las naturalizaciones colectivas en el caso de independencia de un Estado se


aplicará la ley del Estado nuevo, si ha sido reconocido por el Estado juzgador, y en su
defecto la del antiguo, todo sin perjuicio de las estipulaciones contractuales entre los
dos Estados interesados, que serán siempre preferentes.

Art. 1 4o. A la pérdida de la nacionalidad debe aplicarse la ley de la nacionalidad


perdida.

Art. 15°. La recuperación de la nacionalidad se somete a la ley de la nacionalidad que


se recobra.

Art. 16o. La nacionalidad de origen de las Corporaciones y de las Fundaciones se


determinará por la ley del Estado que las autorice o apruebe.

Art. 17°. La nacionalidad de origen de las asociaciones será la del país en que se
constituyan, y en él deben registrarse o inscribirse si exigiere ese requisito la legislación
local.
Art. 18°. Las sociedades civiles, mercantiles o industriales que no sean anónimas,
tendrán la nacionalidad que establezca el contrato social y, en su caso, la del lugar
donde radicaré ha-bitualmente su gerencia o dirección principal.

Art. 19°. Para las sociedades anónimas se determinará la nacionalidad por el contrato
social y en su caso por la ley del lugar en que se reúna normalmente la junta general de
accionistas y, en su defecto, por la del lugar en que radique su principal Junta o Consejo
directivo o administrativo.

Art. 20°. El cambio de nacionalidad de las corporaciones, fundaciones, asociaciones y


sociedades, salvo los casos de variación en la soberanía territorial, habrá de sujetarse a
las condiciones exigidas por su ley antigua y por la nueva. Si cambiare la soberanía
territorial, en el caso de independencia, se aplicará la regla establecida en el artículo
trece para las naturalizaciones colectivas.

Art.21°. Las disposiciones del artículo 9o en cuanto se refieran a personas jurídicas y las
de los artículos 16 y 20, no serán aplicadas en los Estados contratantes que no atribuyen
nacionalidad a dichas personas jurídicas.

Capítulo II DOMICILIO

Art. 22°. El concepto, adquisición, pérdida y recuperación del domicilio general y


especial de las personas naturales o jurídicas se regirán por la ley territorial.

Art. 23°. El domicilio de los funcionarios diplomáticos y el de los individuos que


residan temporalmente en el extranjero por empleo o comisión de su Gobierno o para
estudios científicos o artísticos, será el último que hayan tenido en su territorio nacional.

Art. 24°. El domicilio legal del j efe de la familia se extiende a la mujer y los hijos no
emancipados, y el del tutor o curador a los menores o incapacitados bajo su guardia, si
no dispone lo contrario la legislación personal de aquellos a quienes se atribuye el
domicilio de otro.

Art. 25°. Las cuestiones sobre cambio de domicilio de las personas naturales o jurídicas
se resolverán de acuerdo con la ley del Tribunal, si fuere el de uno de los Estados
interesados, y en su defecto por la del lugar en que se pretenda haber adquirido el último
domicilio.

Art. 26°. Para las personas que tengan domicilio se entenderá como tal el de su
residencia o en donde se encuentren.
Capítulo 3
NACIMIENTO, EXTENSIÓN Y CONSECUENCIAS DE LA PERSONALIDAD
CIVIL
Sección I
De las personas individuales

Art. 27°. La capacidad de las personas individuales se rige por su ley personal, salvo las
restricciones establecidas para su ejercicio por este Código o por el derecho local.

Art. 28°. Se aplicará la ley persona para decidir si el nacimiento determina la


personalidad y si al concebido se le tiene por nacido para todo lo que le sea favorable,
así como la viabilidad y los efectos de la prioridad del nacimiento en el caso de partos
dobles o múltiples.

Art. 29°. Las presunciones de supervivencia o de muerte simultánea en defecto de


prueba, se regulan por la ley personal de cada uno de los fallecidos en cuanto a su
respectiva sucesión.

Art. 30°. Cada Estado aplica su propia legislación para declarar extinguida la
personalidad civil por la muerte natural de las personas individuales y la desaparición o
disolución oficial de las personas jurídicas, así como para decidir si la menor edad, la
demencia o imbecilidad, la sordomudez, la prodigalidad y la interdicción civil son
únicamente restricciones de la personalidad, que permiten derechos y aun ciertas obliga-
ciones.

Sección II De las Personas Jurídicas

Art. 31°. Cada Estado contratante, en su carácter de persona jurídica, tiene capacidad
para adquirir y ejercitar derechos civiles y contraer obligaciones de igual clase en el
territorio de los demás, sin otras restricciones que las establecidas expresamente por el
derecho local.

Art. 32°. El concepto y reconocimiento de laspersonasjurídicas se regirán por la ley


territorial.

Art. 33°. Salvo las restricciones establecidas en los dos artículos anteriores, la capacidad
civil de las corporaciones se rige por la ley que las hubiere creado o reconocido; la de
las fundaciones por las reglas de su institución, aprobadas por la autoridad
correspondiente, si lo exigiere su derecho nacional, y la de las asociaciones por sus
estatutos, en iguales condiciones.

Art. 34°. Con iguales restricciones, la capacidad civil de las sociedades civiles,
mercantiles o industriales se rige por las disposiciones relativas al contrato de sociedad.

Art. 35°. La ley se aplica para atribuir los bienes de las personas jurídicas que dejan de
existir, si el caso no está previsto de otro modo en sus estatutos, cláusulas
fundacionales, o en el derecho vigente respecto de las sociedades.
Capítulo 4
DEL MATRIMONIO Y EL DIVORCIO Sección I

Condiciones Jurídicas que han de preceder a la Celebración del Matrimonio

Art. 36°. Los contrayentes estarán sujetos a su ley personal en te que se refiera a la
capacidad para celebrar el matrimor consentimiento o consejo paternos, a los
impedimenti su dispensa.

Art. 37°. Los extranjeros deben acreditar antes de casarse quehan llenado las
condiciones exigidas por sus leyes personales en cuanto a lo dispuesto en el artículo
precedente. Podrán justificarlo mediante certificación de sus funcionarios diplomáticos
o agentes consulares o por otros medios que estime suficientes la autoridad local, que
tendrá en todo caso completa libertad de apreciación.

Art. 38°. La legislación local es aplicable a los extranjeros en cuanto a los


impedimentos que por su parte establezca y que no sean dispensables, a la forma del
consentimiento, a la fuerza obligatoria o no de los esponsales, a la oposición al
matrimonio, a la obligación de denunciar los impedimentos y las consecuencias civiles
de la denuncia falsa, a la forma de las diligencias preliminares y a la autoridad
competente para celebrarlo.

Art. 39°. Se rige por la ley personal común de las partes y en su defecto, por el derecho
local, la obligación o no de indemnización por la promesa de matrimonio incumplida o
por la publicación de proclamas en igual caso.

Art. 40°. Los Estados contratantes no quedan obligados o reconocer el matrimonio


celebrado en cualquiera de ellos, por sus nacionales o por extranjeros, que contraríe sus
disposiciones relativas a la necesidad de la disolución de un matrimonio anterior, a los
grados de consanguinidad o afinidad respecto de los cuales exista impedimento
absoluto, a la prohibición de casarse establecida respecto a los culpables de adulterio en
cuya virtud se haya (Usueíto el matrimonio de uno de ellos y a la misma prohibición
respecto al responsable de atentado a la vida de uno de los cónyuges para casarse con el
sobreviviente, o a cualquiera otra causa de nulidad insubsanable.

Sección II

la disposición y administración de los bienes comunes y a los demás efectos especiales


del matrimonio.

Art. 44°. La ley personal de la mujer regirá la disposición y administración de sus


bienes propios y su comparecencia enjuicio.

Art. 45°. Se sujeta al derecho territorial la obligación de los cónyuges de vivir juntos,
guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente.

Art. 46°. También se aplica imperativamente el derecho local que prive de efectos
civiles al matrimonio de bigamo.
De la Forma del Matrimonio

Art. 41°. Se tendrá en todas partes como válido en cuanto a la forma, el matrimonio
celebrado en la que establezcan como eficaz las leyes del país en que se efectúe. Sin
embargo, los Estados cuya legislación exijauna ceremonia religiosa, podrán negar
validez a los matrimonios contraídos por sus nacionales en el extranjero sin observar esa
forma.

Art. 42°. En los países en donde las leyes lo admitan, los matrimonios contraídos ante
los funcionarios diplomáticos o agentes consulares de ambos contrayentes, se ajustarán
a su ley personal, sin perjuicio de que les sean aplicables las disposiciones del artículo
cuarenta.
Sección ni

Efectos del Matrimonio en cuanto a las Personas de los Cónyuges

Art. 43°. Se aplicará el derecho personal de ambos cónyuges y, si fuera diverso, el del
marido, en lo que toque a los deberes respectivos de protección y obediencia, a la
obligación o no de la mujer de seguir al marido cuando cambie de residencia, a

Art. 47°.

Sección IV

Nulidad del Matrimonio y sus efectos

La nulidad del matrimonio debe regularse por la misma ley a que esté sometida la
condición intrínseca o extrínseca que la motive.

Art. 48°. La coacción, el miedo y el rapto como causas de nulidad del matrimonio se
rigen por la ley del lugar de la celebración.

Art. 49°. Se aplicará la ley personal de ambos cónyuges, si fuere común; en su defecto
la del cónyuge que haya obrado de buena fe, y, a falta de ambas, la del varón, a las
reglas sobre el cuidado de los hijos de matrimonios nulos, en los casos en que no
puedan o no quieran estipular nada sobre esto los padres.

Art. 50°. La propia ley personal debe aplicarse a los demás efectos civiles del
matrimonio nulo, excepto los que ha de producir respecto de los bienes de los cónyuges,
que seguirán la ley del régimen económico matrimonial.

Art. 51°. Son de orden público internacional las reglas que señalan los efectos
judiciales de la demanda de nulidad.

Sección V Separación de Cuerpos y Divorcio


Art. 52°. El derecho a la separación de cuerpos y al divorcio se regula por la ley del
domicilio conyugal, pero no puede fundarse en causas anteriores a la adquisición de
dicho domicilio si no las autoriza con iguales efectos la ley personal de ambos
cónyuges.

Art. 53°. Cada Estado contratante tiene el derecho de permitir o reconocer o no, el
divorcio o el nuevo matrimonio de personas divorciadas en el extranjero, en casos, con
efectos o por causas que no admita su derecho personal.

Art. 54°. Las cau ^as del divorcio y de la separación de cuerpos se someterán a la ley
del lugar en que se soliciten, siempre que en él estén domiciliados los cónyuges.

Art. 55°. La ley del juez ante quien se litiga determina las consecuencias judiciales de la
demanda y los pronunciamientos de la sentencia respecto de los cónyuges y de los hijos.

Art. 56°. La separación de cuerpos y el divorcio, obtenidos conforme a los artículos que
preceden, surten efectos civiles de acuerdo con la legislación del Tribunal que los
otorga, en los demás Estados contratantes, salvo lo dispuesto en el artículo
53°.

Capítulo V PATERNIDAD Y
FILIACIÓN

Art. 57°. Son reglas de orden público interno, debiendo aplicarse la ley personal del
hijo si fuere distinta a la del padre, las relativas a presunción de legitimidad y sus
condiciones, las que confieren el derecho al apellido y las que determinan las pruebas de
la filiación y regulan la sucesión del hijo.

Art. 58

Art. 59°.

Tienen el mismo carácter, pero se aplica la ley personal del padre, las que otorguen a los
hijos legitimados derechos sucesorios.

Es de orden público internacional la regla que da al hijo el derecho a alimentos.

Art. 60°. La capacidad para legitimar se rigen por la ley personal del padre y la
capacidad para ser legitimado por la ley personal del hijo, requiriendo la legitimación la
concurrencia de las condiciones exigidas en ambas.

Art. 61°. La prohibición de legitimar hijos no simplemente naturales es de orden


público internacional.

Art. 62°. Las consecuencias de la legitimación y la acción para impugnarla se someten


a la ley personal del hijo.

Art. 63°. La investigación de la paternidad y de la maternidad y su prohibición se


regulan por el derecho territorial.
Art. 64°. Dependen de la ley personal del hijo las reglas que señalan condiciones al
reconocimiento, obligan a hacerlo en ciertos casos, establecen las acciones a ese efecto,
conceden o niegan el apellido y señalan causas de nulidad.

Art. 65°. Se subordinan a la ley personal del padre los derechos sucesorios de los hij os
legítimos y a la personal del hijo los de los padres ilegítimos.

Art. 66°. La forma y circunstancias del reconocimiento de los hijos ilegítimos se


subordinan al derecho territorial.

Capítulo VI ALIMENTOS ENTRE


PARIENTES9

Art. 67°. Se sujetarán a la ley personal del alimentado el concepto legal de los
alimentos, el orden de su prestación, la manera de suministrarlos y la extensión de ese
derecho.

Art. 68°. Son de orden público internacional las disposiciones que establecen el deber
de prestar alimentos, su cuantía, reducción o aumento, la oportunidad en que se deben y
la forma de su pago, así como las que prohiben renunciar y ceder ese derecho.

Capítulo
VII PATRIA POTESTAD

Art. 69°. Están sometidas a la ley personal del hijo la existencia y el alcance general de
la patria potestad respecto de la persona y los bienes, así como las causas de su
extinción y recobro y la limitación por las nuevas nupcias del derecho de castigar.
9. Ver la Convención sobre obtención de Alimentos en el Extranjero, aprobada en Nueva York el 20 de junio de
1956.
Ver la Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes en Materia de Obligaciones Alimentarias suscrita por
Bolivia en la CIDIP-IV en Montevideo el 15 de julio de 1989.
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO

Art. 70°. La existencia del derecho de usufructo y las demás reglas aplicables a las
diferentes clases de peculio, se someterán también a la Ley personal del hijo, sea cual
fuere la naturaleza de los bienes y el lugar en que se encuentren.

Art. 71°. Lo dispuesto en el artículo anterior ha de entenderse en territorio extranjero


sin perjuicio de los derechos de tercero que la ley local otorgue y de las disposiciones
locales sobre publicidad y especialidad de garantías hipotecarias.

Art. 72°. Son de orden público internacional fas disposiciones que determinen la
naturaleza y límites de la facultad del padre para corregir y castigar y su recurso a las
autoridades, así como las que lo priven de la potestad por incapacidad, ausencia o sen-
tencia.

Art. 73
Capítulo
VIII ADOPCIÓN

La capacidad de adoptar y ser adoptado y las condiciones y limitaciones de la adopción


se sujetan a la ley personal de cada uno de los interesados.

Art. 74°. Se regulan por la ley personal del adoptante sus efectos en cuanto a la
sucesión de éste y por la del adoptado lo que se refiere al apellido y a los derechos y
deberes que conserve respecto de su familia natural, así como a su sucesión respecto del
adoptante.

Art. 75°. Cada uno de los interesados podrá impugnar la adopción de acuerdo con las
prescripciones de su ley personal.

Art. 76°. Son de orden público internacional las disposiciones que en esta materia
regulen el derecho a alimentos y las que establecen para la adopción formas solemnes.

Art. 77°. Las disposiciones de los cuatro artículos precedentes no se aplicarán a los
Estados cuyas legislaciones no reconozcan la adopción.

Capítulo IX
DE LA AUSENCIA

Art. 78°. Las medidas provisionales en caso de ausencia son de orden público
internacional.

Art. 79°. No obstante lo dispuesto en el artículo anterior, se designará la representación


del presunto ausente de acuerdo con su ley personal.

Art. 80°. La ley personal del ausente determina a quién compete la acción para pedir
esa declaratoria y establece el orden y condiciones de los administradores.

Art. 81°. El derecho local debe aplicarse para decidir cuándo se hace y surte efecto la
declaración de ausencia y cuándo y cómo debe cesar la administración de los bienes del
ausente, así como a la obligación y forma de rendir cuentas.

Art. 82°. Todo lo que se refiere a la presunción de muerte del ausente y a sus derechos
eventuales, se regula por su ley personal.

Art. 83°. La declaración de ausencia o de presunción de muerte, así como su cesación y


la de su presunción de muerte del ausente, tienen eficacia extraterritorial, incluso en
cuanto al nombramiento y facultades de los administradores.

Capítulo
X TUTELA

Art. 84°. Se aplicará la ley personal del menor o incapacitado para lo que toque al
objeto de la tutela o cúratela, su organización y sus especies.

Art. 85°. La propia ley debe observarse en cuanto a la institución del protutor.

Art. 86°. A las incapacidades y excusas para la tutela, cúratela y protutela, deben
aplicarse simultáneamente las leyes personales del tutor, curador o protutor y del menor
o incapacitado.

Art. 87°. El afianzamiento de la tutela o cúratela y las reglas para su ejercicio se


someten a la ley personal del menor o incapacitado. Si la fianza fuere hipotecaria o
pignoraticia deberá constituirse en la forma prevenida por la ley local.

Art. 88°. Se rigen también por la ley personal del menor o incapacitado las obligaciones
relativas a las cuentas, salvo las responsabilidades de orden penal, que son territoriales.

Art. 89°. En cuanto al registro de tutelas se aplicarán simultáneamente la ley local y las
personas del tutor o curador y del menos o incapacitado.

Art. 90°. Son de orden público internacional los preceptos que obligan al Ministerio
Público o a cualquier funcionario local, a solicitar la declaración de incapacidad de
dementes y sordomudos y los que fijen los trámites de esa declaración.

Art. 91°. Son también de orden público internacional las reglas que establecen las
consecuencias de la interdicción.

Art. 92°. La declaratoria de incapacidad y la interdicción civil sufren efectos


extraterritoriales.

Art. 93°. Se aplicará la ley local a la obligación del tutor o curador de alimentar al
menor o incapacitado y a la facultad de corregirlos sólo moderadamente.

Art. 94°. La capacidad para ser miembro de un Consejo de familia se regula por la ley
personal del interesado.

Art. 95°. Las incapacidades especiales y la organización, funcionamiento, derechos y


deberes del Consejo de familia, se someten a la ley personal del sujeto a tutela.

Art. 96°. En todo caso, las actas y acuerdos del Consejo de familia deberán ajustarse a
las formas y solemnidades prescritas por la ley del lugar en que se reúna.

Art. 97°. Los Estados contratantes que tengan por ley personal la del domicilio podrán
exigir, cuando cambie el de los incapaces de un país para otro, que se ratifiquen o se
discierna de nuevo la tutela o cúratela,
Capítulo
XI DE LA PRODIGALIDAD

Art. 98°. La declaración de prodigalidad y sus efectos se sujetan a la ley personal del
pródigo.

Art. 99°. No obstante lo dispuesto en el artículo anterior, no se aplicará la ley del


domicilio a la declaración de prodigalidad de las personas cuyo derecho nacional
desconozca esta institución.

Art. 100°. La declaración de prodigalidad, hecha en uno de los Estados contratantes,


tiene eficacia extraterritorial respecto de los demás, en cuanto el derecho local lo
permita.

Capítulo
XII EMANCIPACIÓN Y MAYOR EDAD

Art. 101°. Las reglas aplicables a la emancipación y la mayor edad son las establecidas
por la legislación personal del interesado.

Art. 102°. Sin embargo, la legislación local puede declararse aplicable a la mayor edad
como requisito para optar por la nacionalidad de dicha legislación.

Capítulo XIII

DEL REGISTRO CIVIL

Art. 103°. Las disposiciones relativas al Registro Civil son territoriales, salvo en lo que
toca al que lleven los agentes consulares o funcionarios diplomáticos.

Lo prescrito en este artículo no afecta los derechos de otro Estado en relacionesjurídicas


sometidas al Derecho Internacional Público.

Art. 104°. De toda inscripción relativa a un nacional de cualquiera de los Estados


contratantes, que se haga en el Registro Civil de otro, debe enviarse gratuitamente y por
la vía diplomática, certificación literal y oficial al país del interesado.

Título Segundo DE LOS BIENES

Capítulo I CLASIFICACIÓN DE LOS BIENES

Art. 105°. Los bienes, sea cual fuere su clase, están sometidos a la ley de la situación.

rt. 106°. Para los efectos del artículo anterior se tendrá en cuenta, respecto de los bienes
muebles corporales y para los títulos representativos de créditos de cualquier clase, el
lugar de su situación ordinaria o normal.

Art. 107°. La situación de los créditos se determina por el lugar en que deben hacerse
efectivos, y, si no estuviere precisado, por el domicilio del deudor.
Art. 108°. La propiedad industrial, la intelectual y los demás derechos análogos de
naturaleza económica que autorizan el ejercicio de ciertas actividades acordadas por la
ley, se consideran situados donde se hayan registrado oficialmente.

Art. 109°. Las concesiones se reputan situadas donde se hayan obtenido legalmente.

Art. 110°. A falta de toda otra regla y además para los casos no previstos en este
Código, se entenderá que los bienes muebles de toda clase están situados en el domicilio
de su propietario, o, en su defecto en el del tenedor.

Art. 11 Io. Se exceptúan de lo dispuesto en el artículo anterior las cosas dadas en prenda,
que se consideran situadas en el domicilio de la persona en cuya posesión se hayan
puesto.

Art. 1121
Art.

Se aplicará siempre la ley territorial para distinguir entre los bienes muebles e
inmuebles, sin perjuicio de los derechos adquiridos por terceros.

A la propia ley territorial se sujetan las demás clasifica y calificaciones jurídicas de los
bienes.

Capítulo II DE LA PROPIEDAD

Art. 114o. La propiedad de familia inalienable y exenta de grava y embargos, se regula


por la ley de la situación. Sin embargo, los nacionales de un Estado contratante no se
admita o regule esa clase de propiedad, no pod nerla y organizaría en otro, sino en
cuanto no perjuc sus herederos forzosos.

Art. 115°. La propiedad intelectual y la industrial se regirán por lo esnenes


TI que án te-que a tablecido en los convenios internacionales especiales existentes o que
en lo sucesivo se acuerden 1CT.

A falta de ellos, su obtención, registro y disfrute qu sometidos al derecho local que las
otorgue.

Art 116°. Cada Estado contratante tiene ¡a facultad de someter a especiales respecto de
los extranj eros la propiedad min de buques de pesca y cabotaje, las industrias en el
mai tonal y en la zona marítima y la obtención y disfrute d cesiones y obras de utilidad
pública y de servicio púb ahora
darán
■eglas ;ra,la terri-con-ico.

10. Ver la Convención sobre Patentes de Invención, Dibujos y Modelos Industriales aprobada en la Segunda
Conferencia Panamericana de México, 28 de enero, 1902. Ver la Convención sobre Patentes de Invención, Dibujos y
Modelos Industriales, Marcas de Fábrica y Comercio y Propiedad Literaria y Artística aprobada en la Tercera
Conferencia Panamericana de Rio de Janeiro, 23 de agosto, 1906.
Ver la Convención la Propiedad Literaria y Artística y la Convención sobre Marcas de Fábrica y Comercio y sobre
Patentes de Invención y sobre Dibujos y Modelos Industriales aprobadas por la Cuarta Conferencia Panamericana de
Buenos Aires el 11 de agosto de 1910.

Art. 117°. Las reglas generales sobre propiedad y modos de adquirirla o enajenarla entre
vivos, incluso las aplicables al tesoro oculto, así como las que rigen las aguas de domino
público y privado y sus aprovechamientos, son de orden público internacional.

Capítulo III DE LA COMUNIDAD DE BIENES

Art. 118°. La comunidad de bienes se rige en general por el acuerdo o voluntad de las
partes y en defecto por la ley del lugar. Este último se tendrá como domicilio de la
comunidad a falta de pacto en contrario.

Art. 119°. Se aplicará siempre la ley local, con carácter exclusivo, al derecho de pedir la
división de la cosa común y a las formas y condiciones de su ejercicio.

Art. 120°. Son de orden público internacional las disposiciones sobre desmide y
amojonamiento y derecho a cerrar las fincas rústicas y las relativas a edificios ruinosos
y árboles que amenacen caerse.
Ver la Convención Universal sobre Derechos de Autor aprobada en Ginebra el 6 de septiembre de 1952 y la
Convención Interamericana sobre el Derecho de Autor en Obras Literarias, Científicas y Artísticas aprobada en
Washington el 22 de junio de 1946.

Ver el Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas de 9 de septiembre de 1886.

Ver el Convenio Constitutivo de la Organización de la Propiedad Intelectual de Estocolmo de 14 de julio de l967.


Ver el Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas de París del 24 de julio de 1974.

Ver la Convención Internacional sobre la Protección de Artistas, Intérpretes o Ejecutantes, los Productores de
Fonogramas y los Organismos de Radiodifusión del 26 de octubre de 1961.

Ver el Convenio para la Protección de los Productores de Fonogramas contra la Reproducción no Autorizada de sus
Fonogramas de 29 de octubre de ¡971

Capítulo IV DE LA POSESIÓN Art. 121°. La posesión y sus efectos se rigen por la ley
local.

Art. 122°. Los modos de adquirir la posesión se rigen por la ley aplicable a cada uno de
ellos según su naturaleza.

Art. 123°. Se determinan por la ley del tribunal los medios y trámites utilizables para
que se mantenga en posesión al poseedor inquietado, perturbado o despojado a virtud de
medidas o acuerdos judiciales o por consecuencia de ellos.

Capítulo V
DEL USUFRUCTO, DEL USO Y DE LA HABITACIÓN

Art. 124°. Cuando el usufructo se constituya en mandato de la ley de un Estado


contratante, dicha ley lo regirá obligatoriamente.

Art. 125°. Si se ha constituido por la voluntad de los particulares manifestada en actos


entre vivos o mortis causa, se aplicarán respectivamente la ley del acto o la de la
sucesión.
Art. 126°. Si surge por prescripción, se sujetará a la ley local que la establezca.

Art. 127°. Depende de la ley personal del hijo el precepto que releva o no de fianza al
padre usufructuario.

Art. 128°. Se subordina a la ley de la sucesión la necesidad de que preste fianza el


cónyuge superviviente por el usufructo hereditario y la obligación del usufructuario de
pagar ciertos legados o deudas hereditarios.

Art. 129'

Son de orden público internacional las reglas que definen el usufructo y las formas de su
constitución, las que fijan las causas legalespor las que se extingue y la que lo limita a
cierto número de años para los pueblos, corporaciones o sociedades.
Art. 130°. El uso y la habitación se rigen por la voluntad de la parte o partes que lo
establezcan.

Capítulo VI
DE LAS SERVIDUMBRES

Art. 131°. Se aplicará el derecho local al concepto y clasificación de las servidumbres, a


los modos no convencionales de adquirirlas y de extinguirse y a los derechos y
obligaciones en este caso de los propietarios de los predios dominante y sirviente.

Art. 132°. Las servidumbres de origen contractual o voluntario se someten a la ley del
acto o relación jurídica que las origina.

Art. 133°. Se exceptúan de lo dispuesto en el artículo anterior la comunidad de pastos en


terrenos públicos y la redención del aprovechamiento de leñas y demás productos de los
montes de propiedad particular, que están sujetas a la ley territorial.

Art. 134°. Son de orden privado las reglas aplicables a las servidumbres legales que se
imponen en interés o por utilidad particular.

Art. 135°. Debe aplicarse el derecho territorial al concepto y enumeración de las


servidumbres legales y a la regulación no convencional de las de aguas, paso,
medianería, luces y vista, desagüe de edificios, y distancias y obras intermedias para
construcciones y plantaciones.

Art. 136

Capítulo VII DE LOS REGISTROS DE LA PROPIEDAD

Son de orden público internacional las disposiciones que establecen y regulen los
registros de la propiedad, e imponen su necesidad respecto de terceros.
Art. 137°. Se inscribirán en los registros de la propiedad de cada uno de los Estados
contratantes los documentos o títulos inscribibles otorgados en otro, que tengan tuerza
en el primero con arreglo a este Código, y las ejecutorias a que de acuerdo con el mismo
se dé cumplimiento en el Estado a que el registro corresponde, o tengan en él fuerza de
cosa juzgada.

Art. 138°. Las disposiciones sobre hipoteca legal a favor del Estado, de las provincias o
de los pueblos, son de orden público internacional.

Art. 139°. La hipoteca legal que algunas leyes acuerdan en beneficio de ciertas personas
individuales, sólo será exigible cuando la ley personal concuerde con la ley del lugar en
que se hallen situados los bienes afectados por ella.

Título Tercero

DE VARIOS MODOS DE ADQUIRIR Capítulo II


REGLA GENERAL

Art. 140°. Se aplica el derecholocalalosmodosdeadquirirrespectode los cuales no haya


en este Código disposiciones en contrario.

Art. 153°. No obstante lo dispuesto en el artículo precedente, son de orden público


internacional las incapacidades para suceder que los Estados contratantes consideren
como tales.

Art. 154°. La institución de herederos y la sustitución se ajustarán a la ley personal del


testador.

Art. 155°. Se aplicará, no obstante, el derecho local a la prohibición de sustituciones


fideicomisarias que pasen del segundo grado o que se hagan a favor de personas que no
vivan al fallecimiento del testador y de las que envuelvan prohibición perpetua de
enajenar.

Art. 156°. El nombramiento y las facultades de los albaceas o ejecutores testamentarios,


dependen de la ley personal del difunto y deben ser reconocidos en cada uno de los
Estados contratantes de acuerdo con esa ley.

Art. 157°. En la sucesión intestada, cuando la ley llame al Estado como heredero, en
defecto de otros, se aplicará la ley personal del causante; pero si lo llama como ocupante
de cosas nullius se aplicará el derecho local.

Art. 158°. Las precauciones que deben adoptarse cuando la viuda quede encinta, se
ajustarán a lo dispuesto en la legislación del lugar en que se encuentre.

Art. 159°. Las precauciones que deben adoptarse cuando la viuda quede encinta, se
ajustarán a lo dispuesto en la legislación del lugar en que se encuentre.
Art. 160*

Es de orden público internacional el precepto que se refiera a la proindivisión ilimitada


de la herencia o establezca la partición provisional.

Art. 161°. La capacidad para solicitar y llevar a cabo la división se sujeta a la ley
personal del heredero.

Art. 162°. El nombramiento y las facultades del contador o perito partidor dependen de
la ley personal del causante-

Art. 163°. A la misma ley se subordina el pago de las deudas hereditarias. Sin embargo,
los acreedores que tuvieren garantía de carácter real, podrán hacerla efectiva de acuerdo
con la ley que rija esa garantía.

Título Cuarto DE LAS OBLIGACIONES Y CONTRATOS

Capítulo I DE LAS OBLIGACIONES EN GENERAL

Art. 164°. El concepto y clasificación de las obligaciones se sujetanala ley territorial.

Art. 165°. Las obligaciones derivadas de la ley se rigen por el derecho que las haya
establecido.

Art. 166°. Las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de ley entre las
partes contratantes y deben cumplirse al tenor de los mismos, salvo las limitaciones
establecidas en este Código.

Art. 167°. Las originadas por delito o faltas se sujetan al mismo derecho que el delito o
falta de que procedan.

Art. 168°. Las que deriven de actos u omisiones en que intervenga culpa o negligencia
no penadas por la ley, se regirán por el derecho del lugar en que se hubiere incurrido en
la negligencia o culpa que las origine.

Art. 169°. La naturaleza y efectos de las diversas clases de obligaciones, así como su
extinción, se rigen por la ley de la obligación de que se trata.

Art. 170°. No obstante lo dispuesto en el artículo anterior, la ley local regula las
condiciones del pago y la moneda en que debe hacerse.

Art. 171°. También se somete a la ley del lugar la determinación de quién debe
satisfacer los gastos judiciales que origine el pago, así como su regulación.

Art. 172°. La prueba de las obligaciones se sujeta, en cuanto a su admisión y eficacia, a


la ley que rija la obligación misma.

Art. 173°. La impugnación de la certeza del lugar del otorgamiento de un documento


privado, si influye en su eficacia, podrá hacerse siempre por el tercero a quien
perjudique, y la nrueba estará a cargo de quien la aduzca.
Art. 174°. La presunción de cosa juzgada por sentencia extranjera será admisible,
siempre que la sentencia reúna las condiciones necesarias para su ejecución en el
territorio, conforme al presente Código.

Capítulo II
DE LOS CONTRATOS EN GENERAL

Art. 175°. Son reglas de orden público internacional las que impiden establecer pactos,
cláusulas y condiciones contrarias a las leyes, la moral y el orden público y la que
prohibe el juramento y lo tiene por no puesto.

Art. 176°. Dependen de la ley personal de cada contratante las reglas que determinen la
capacidad o incapacidad para prestar el consentimiento.

Art. 177°. Se aplicará la ley territorial al error, la violencia, la intimidación y el dolo, en


relación con el consentimiento.

Art. 178°. Es también territorial toda regla que prohibe que sean objeto de contratos,
servicios contrarios a las leyes y a las buenas costumbres y cosas que estén fuera del
comercio.

Art. 179°. Son de orden público internacional las disposiciones que se refieren a causa
ilícita en los contratos.

Art. 180°. Se aplicarán simultáneamente la ley del lugar del contrato y la de su


ejecución, a la necesidad de otorgar escritura o documento público para la eficacia de
determinados convenios y a la de hacerlos constar por escrito.

Art. 181°. La rescisión de los contratos por incapacidad o ausencia, se determina por la
ley personal del ausente o incapacitado.

Art. 182°. Las demás causas de rescisión y su forma y efectos se subordinan a la ley
territorial.

Art. 183°. Las disposiciones sobre nulidad de los contratos se sujetarán a la ley de que
la causa de la nulidad dependa.

Art. 184°. La interpretación de los contratos debe efectuarse, como regla general, de
acuerdo con la ley que los rija. Sin embargo, cuando esa ley se discuta y deba resultar
de la voluntad tácita de las partes, se aplicará presuntamente la legislación que para ese
caso se determina en los artículos 185 y 186, aunque eso lleve a aplicar al contrato una
ley distinta como resultado de la interpretación de voluntad.

Art. 185°. Fuera de las reglas ya establecidas y de las que en lo adelante se consignen
para casos especiales, en los contratos de adhesión se presume aceptada, a falta de
voluntad expresa o tácita, la ley del que los ofrece o prepara.
Art. 186°. En los demás contratos y para el caso previsto en el artículo anterior, se
aplicará en primertérmino la ley personal común a los contratantes y en su defecto la ley
del lugar de la celebración.

Capítulo III

DEL CONTRATO SOBRE BIENES CON OCASIÓN DE MATRIMONIO

Art. 187°. Este contrato se rige por la ley personal común de los contrayentes y en su
defecto por la del primer domicilio matrimonial.

Las propias leyes determinan, por ese orden, el régimen legal supletorio a falta de
estipulación.

Art. 188°. Es de orden público internacional el precepto que veda celebrar


capitulaciones durante el matrimonio, o modificarlas, o que se altere el régimen de
bienes por cambios de nacionalidad o de domicilio posteriores al mismo.

Art. 189°. Tienen igual carácter los preceptos que se refieren al mantenimiento de las
leyes y las buenas costumbres, a los efectos de las capitulaciones respecto de terceros y
a su forma solemne.

Art. 190°. La voluntad de las partes regula el derecho aplicable a las donaciones por
razón de matrimonio, excepto en lo referente a su capacidad, a la salvaguardia de
derechos legitimarios y a la nulidad mientras el matrimonio subsista, todo lo cual su-
bordina a la ley general que lo rige, y siempre que no afecte el orden público
internacional.

Art. 191°. Las disposiciones sobre dote y parafernales dependen de la ley personal de la
mujer.

Art. 192°. Es de orden público internacional la regla que repudia la ina-lienabilidad de


la dote.

Art. 193°. Es de orden público internacional la prohibición de renunciar a la sociedad


de gananciales durante el matrimonio.

Capítulo IV
COMPRAVENTA, CESIÓN DE CRÉDITO Y PERMUTA

Art. 194°. Son de orden público internacional las disposiciones relativas a enajenación
forzosa por utilidad pública.

Art. 195°. Lo mismo sucede con las que fijan los efectos de la posesión y de la
inscripción entre varios adquirientes, y las referentes al retracto legal.
Capítulo V
ARRENDAMIENTO

Art. 196°. En el arrendamiento de cosas, debe aplicarse la ley territorial a las medidas
para dejar a salvo el interés de terceros y a los derechos y deberes del comprador de
finca arrendada.

Art. 197°. Es de orden público internacional, en el arrendamiento de servicios, la regla


que impide concertarlos para toda la vida o por más de cierto tiempo.

Art. 198°. También es territorial la legislación sobre accidentes del trabajo y protección
social del trabajador.

Art.l99°. Son territoriales, en los transportes por agua, tierra y aire, las leyes y
reglamentos locales especiales.

Capítulo VI
CENSOS

Art. 200°. Se aplica la ley territorial a la determinación del concepto y clases de los
censos, a su carácter redimible, a su prescripción, y a la acción real que de ellos se
deriva.

Art. 201°. Para el censo enfitéutico son asimismo territoriales las disposiciones que
fijan sus condiciones y formalidades, que im-poi.cn un reconocimiento cada cierto
número de años y que prohiben la subenfiteusis.

Art. 202°. En el censo consignativo, es de orden público internacional la regla que


prohibe que el pago en frutos pueda consistir en una parte alícuota de los que produzca
la finca acensuada.

Art. 203°. Tiene el mismo carácter en el censo reservativo la exigencia de que se


valorice la finca.

Capítulo
VII SOCIEDAD

Art. 204°. Son leyes territoriales las que exigen un objeto lícito, formas solemnes, e
inventarios cuando hay inmuebles.

Capítulo
VIII PRÉSTAMO

Art 205°. Se aplica la ley local a la necesidad del pacto expreso de intereses y a su
tasa.

Capítulo IX
DEPOSITO
Art. 206°. Son territoriales las disposiciones referentes al depósito necesario y al
secuestro.

Capítulo X
CONTRATOS ALEATORIOS

Art. 207°. Los efectos de la capacidad en acciones nacidas del contrato de juego, se
determinan por la ley personal del interesado.

Art. 208°. La ley local define los contratos de suerte y determina el juego y la apuesta
permitidos o prohibidos.

Art. 209°. Es territorial la disposición que declara nula la renta vitalicia sobre la vida de
una persona, muerta a la fecha del otorgamiento o dentro de un plazo si se halla
padeciendo de enfermedad incurable.

Capítulo XI TRANSACCIONES Y
COMPROMISOS

Art. 210°. Son territoriales las disposiciones que prohiben transigir o sujetar a
compromiso determinadas materias.

Art. 211°. La extensión y efectos del compromiso y la autoridad de cosa juzgada de la


transacción, dependen también de la ley territorial.

Capítulo XII DE
LA FIANZA

Art. 212°. Es de orden público internacional la regla que prohibe al fiador obligarse a
más que el deudor principal.

Art. 213°. Corresponden a la misma clase las disposiciones relativas a la fianza legal o
judicial.

Capítulo XIII
PRENDA, HIPOTECA Y ANTICRESIS

Art. 214°. Es territorial la disposición que prohibeal acreedor apropiarse las cosas
recibidas en prenda o hipoteca.

Art. 215°. Lo son también los preceptos que señalan los requisitos esenciales del
contrato de prenda, y con ellos debe cumplirse cuando la cosa pignorada se traslade a un
lugar donde sean distintos de los exigidos al constituirlo.

Art. 216°. Igualmente son territoriales las prescripciones en cuya virtud la prenda deba
quedar en poder del acreedor o de un tercero, la que requiere para perjudicar a extraños
que conste por instrumento público la certeza de la fecha y la que fija el procedimiento
para su enajenación.
Art. 217°. Los reglamentos especiales de los Montes de Piedad y establecimientos
públicos análogos, son obligatorios territorial-mente para todas las operaciones que con
ellos se realicen.

Art. 218°. Son territoriales las disposiciones que fijan el objeto, condiciones, requisitos,
alcance e inscripción del contrato de hipoteca.

Art. 219°. Lo es asimismo la prohibición de que el acreedor adquiera la propiedad del


inmueble en la anticresis, por falta de pago de la deuda.

Capítulo
XIV CUASICONTRATOS

Art. 220°. La gestión de negocios ajenos se regula por la ley del lugar en que se efectúa.

Art. 221°. El cobro de lo indebido se somete a la ley personal común de las partes y, en
su defecto, a la del lugar en que se hizo el pago.

Art. 222°. Los demás cuasicontratos se sujetan a la ley que regule la institución jurídica
que los origine.

Capítulo
XV CONCURRENCIA Y PRELACION DE CRÉDITOS

Art. 223°. Si las obligaciones concurrentes no tienen carácter real y están sometidas a
una ley común, dicha ley regulará también su prelación.

Art. 224°. Para las garantías con acción real, se aplicará la ley de la situación de la
garantía.

Art. 225°. Fuera de los casos previstos en los artículos anteriores, debe aplicarse a la
prelación de créditos la ley del tribunal que haya de decidirla.

Art. 226°. Si la cuestión se planteare simultáneamente en tribunales de Estados


diversos, se resolverá de acuerdo con la ley de aquel que tenga realmente bajo su
jurisdicción los bienes o numerario en que haya de hacerse efectiva la prelación.

Capítulo
XVI PRESCRIPCIÓN

Art. 227°. La prescripción adquisitiva de bienes muebles o inmuebles se rige por la ley
del lugar en que estén situados.

Art. 228°. Si las cosas muebles cambiasen de situación estando en camino de prescribir,
se regirá la prescripción por la ley del lugar en que se encuentren al completarse el
tiempo que requiera.

Art, 229°. La prescripción extintiva de acciones personales se rige por la ley a la que
esté sujeta la obligación que va a extinguirse.
Art. 230°. La prescripción extintiva de acciones reales se rige por la ley del lugar en
que esté situada la cosa a que se refiera.

Art. 231°. Si en el caso previsto en el artículo anterior se tratase de cosas muebles y


hubieren cambiado de lugar durante el plazo de prescripción, se aplicará la ley del lugar
en que se encuentren al cumplirse allí el término señalado para prescribir.

LIBRO SEGUNDO DERECHO MERCANTIL INTERNACIONAL


Título Primero DE LOS COMERCIANTES Y DEL COMERCIO EN GENERAL
Capítulo 1 DE LOS COMERCIANTES

Art. 232°. La capacidad para ejercer el comercio y para intervenir en actosy contratos
mercantiles, se regulapor la ley personal de cada interesado.

Art. 233°. A la misma ley personal se subordinan las incapacidades y su habilitación.

Art. 234°. La ley del lugar en que el comercio se ejerza debe aplicarse a las medidas de
publicidad necesarias para que puedan dedicarse a él, por medio de sus representantes
los incapacitados, o por sí las mujeres casadas.

Art. 235°. La ley local debe aplicarse a la incompatibilidad para el ejercicio del
comercio de los empleados públicos y de los agentes de comercio y corredores.

Art. 236°. Toda incompatibilidad para el comercio que resulte de leyes o disposiciones
especiales en determinado territorio, se regirá por el derecho del mismo.

Art. 237°. Dicha incompatibilidad en cuanto a los funcionarios diplomáticos y agentes


consulares, se apreciará por la ley del Estado que los nombra. El país en que residen
tiene igualmente el derecho de prohibirles el ejercicio del comercio.

Art. 238°. El contrato social y en su caso la ley a que está sujeto se aplica a la
prohibición de que los socios colectivos o comanditarios realicen operaciones
mercantiles, o cierta clase de ellas, por cuenta propia o de otros.

Capítulo II
DE LA CUALIDAD DE COMERCIANTES Y DE LOS ACTOS DE COMERCIO

Art. 239°. Para todos los efectos de carácter público, la cualidad de comerciante se
determina por la ley del lugar en que se haya realizado el acto o ejercido la industria de
que se trate.

Art. 240°. La forma de los contratos y actos mercantiles se sujeta a la ley territorial.

Capítulo III
DEL REGISTRO MERCANTIL

Art. 241°. Son territoriales las disposiciones relativas a la inscripción en el Registro


mercantil de los comerciantes y sociedades extranjeras.
Art. 242°. Tienen el mismo carácter las reglas que señalan el efecto de la inscripción en
dicho registro de créditos o derechos de terceros.

Capítulo IV
LUGARES Y CASAS DE CONTRATACIÓN MERCANTIL Y
COTIZACIÓN OFICIAL DE
EFECTOS PÚBLICOS Y DOCUMENTOS
DE CRÉDITO AL PORTADOR

Art. 243°. Las disposiciones relativas a los lugares y casas de contratación mercantil y
cotización oficial de efectos públicos y documentos de crédito al portador, son de orden
público internacional.

Capítulo V
DISPOSICIONES GENERALES SOBRE CONTRATOS DE COMERCIO

Art. 244°. Se aplicarán a los contratos de comercio las reglas generales establecidas
para los contratos civiles en el capítulo segundo, título cuarto, libro primero de este
Código.

Art. 245°. Los contratos por correspondencia no quedarán perfeccionados sino mediante
el cumplimiento de las condiciones que al efecto señale la legislación de todos los
contratantes.

Art. 246°. Son de orden público internacional las disposiciones relativas a contratos
ilícitos y a términos de gracia, cortesía u otros análogos.

Título Segundo DE LOS CONTRATOS ESPECIALES DEL COMERCIO


Capítulo I DE LAS COMPAÑÍAS MERCANTILES

Art. 247°. El carácter mercantil de un a sociedad colectiva o comanditaria se determina


por la ley a que esté sometido el contrato social y en su defecto por la del lugar en que
tenga su domicilio comercial.

Si esas leyes no distinguieran entre sociedades mercantiles y civiles, se aplicará el


derecho del país en que la cuestión e someta a juicio.

Art. 248°. El carácter mercantil de una sociedad anónima depende de la ley del contrato
social; en su defecto, de la del lugar en que celebre las juntas generales de accionistas y
por su falta de la de aquel en que residen normalmente su Consejo o Junta Directiva.

Si las leyes no distinguieren entre sociedades mercantiles y civiles, tendrá uno u otro
carácter según que esté o no inscrita en el Registro mercantil del país donde la cuestión
haya de juzgarse.

A falta de Registro mercantil se aplicará el derecho local de este último.

Art. 249°. Lo relativo a la constitución y manera de funcionar de las sociedades


mercantiles y a la responsabilidad de sus órganos, está sujeto al contrato social y en su
caso a la ley que lo rija.
Art. 250°. La emisión de acciones y obligaciones en un Estado contratante, las formas y
garantías de publicidad y la responsabilidad de los gestores de agencias y sucursales
respecto de terceros, se someten a la ley territorial.

Art. 251°. Son también territoriales las leyes que subordinan la sociedad a un régimen
especial por razón de sus operaciones.

Art. 252°. Las sociedades mercantiles debidamente constituidas en un Estado


contratante disfrutarán de la misma personalidad jurídica en los demás, salvo las
limitaciones del derecho territorial .

Art. 253°. Son territoriales las disposiciones que se refieran a la creación,


funcionamiento y privilegios de los bancos de emisión y descuento, compañías de
almacenes generales de depósitos y otras análogas.

Capítulo II
DE LA COMISIÓN MERCANTIL

Art. 254°. Son de orden público internacional las prescripciones relativas a la forma de
la venta urgente por el comisionista para salvar en lo posible el valor de las cosas en que
la comisión consista.

Art. 255°. Las obligaciones del factor se sujetan a la ley mercantil del mandante. del
domicilio
11. Ver la Declaración sobre Personalidad Jurídica de las Compañías Extranjeras, aprobada en Washington el 25 de
junio de 1936.

Capítulo III
DEL DEPOSITO Y PRÉSTAMO MERCANTILES

Art. 256°. Las responsabilidades no civiles del depositario se rigen por la ley del lugar
del depósito.

Art. 257°. La tasa o libertad del interés mercantil son de orden público internacional.

Art. 258°. Son territoriales las disposiciones referentes al préstamo con garantía de
efectos cotizables, hecho en bolsa, con intervención de agente colegiado o funcionario
oficial.

Capítulo
IV DEL TRANSPORTE TERRESTRE

Art. 259°. En los casos de transporte internacional no hay más que un contrato, regido
por la ley que le corresponda según su naturaleza.

Art. 260°. Los plazos y formalidades para el ejercicio de acciones surgidas de este
contrato y no previstos en el mismo, se rigen por la ley del lugar en que se produzcan
los hechos que las originen.
Capítulo
DE LOS CONTRATOS DE SEGURO

Art. 261°. El contrato de seguro contra incendios se rigen por la ley del lugar donde
radique, al efectuarlo, la cosa asegurada.

Art. 262°. Los demás contratos de seguro siguen la regla general, regulándose por la ley
personal común de las partes o en su defecto por la del lugar de la celebración; pero las
formalidades externas para comprobar hechos u omisiones necesarios al ejercicio o a la
conservación de acciones o derechos, se sujetan a la ley del lugar en que se produzca el
hecho o la omisión que les hace surgir.

Capítulo VI
DEL CONTRATO Y LETRA DE CAMBIOS Y EFECTOS
MERCANTILES ANÁLOGOS

Art. 263°. La forma de giro, endoso, fianza, intervención, aceptación y protesto de una
letra de cambio, se somete a la ley del lugar en que cada uno de dichos actos se realice.
Art. 264°. A falta de convenio expreso o tácito, las relaciones jurídicas entre el librador
y el tomador se rigen por la ley del lugar en que la letra se gira.

Art. 265°. En igual caso, las obligaciones y derechos entre el aceptante y el portador se
regulan por la ley del lugar en que se ha efectuado la aceptación.

Art. 266°. En la misma hipótesis, los efectos jurídicos que el endoso produce entre
endosante y endosatario, dependen de la ley del lugar en que la letra ha sido endosada.

Art. 267°. La mayor o menor extensión de las obligaciones de cada endosante, no altera
los derechos y deberes originarios del librador y el tomador.
12. Ver la Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes en Materia de Letras de Cambio, pagarés y
Facturas, aprobada en Panamá el 30 de Enero de 1975 en la I Conferencia Especializada Interamericana sobre
Derecho Internacional Privado y que la suscribió Bolivia el 2 de Agosto de 1983.

Art. 268°. El aval, en las propias condiciones, se rige por la ley del lugar en que se
presta.

Art. 269°. Los efectos jurídicos de la aceptación por intervención se regulan, a falta de
pacto, por la ley del lugar en que el tercero interviene.

Art. 270°. Los plazos y formalidades para la aceptación, el pago y el protesto, se


someten a la ley local.

Art. 271°. Las reglas de este capítulo son aplicables a las libranzas, vales, pagarés y
mandatos o cheques .
Capítulo
DE LA FALSEDAD, ROBO, HURTO O EXTRAVIO
DE DOCUMENTOS DE CRÉDITO Y EFECTOS AL
PORTADOR

Art. 272°. Las disposiciones relativas a la falsedad, robo, hurto o extravío de


documentos de crédito y efectos al portador son de orden público internacional.

Art. 273°. La adopción de las medidas que establezca la ley de lugar en que el hecho se
produce, no dispensa a los interesados de tomar cualesquiera otras que establezca la ley
del lugar en que esos documentos y efectos se coticen y la del lugar de su pago.
13. Ver la Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes en Materia de Cheques, suscrita en Panamá el 30 de
enero de 1975 en la CIDIP-I y que Bolivia suscribió en Washington D.C. el 2 de agosto de 1983.
Ver la Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes en Materia de Cheques, suscrita en Montevideo el 8 de
mayo de 1979 en la C1DIP-II y que Bolivia suscribió en Washington D.C. el 2 de agosto de 1983.

Titulo Tercero DEL COMERCIO MARÍTIMO Y AEREO


Capítulo I DE LOS BUQUES Y AERONAVES

Art. 274°. La nacionalidad de las naves se prueba por la patente de navegación y la


certificación del registro, y tiene el pabellón como signo distintivo aparente.

Art. 275°. La ley del pabellón rige las formas de publicidad requeridas para la
transmisión de la propiedad de una nave.

Art. 276°. a la ley de la situación debe someterse la facultad de embargar y vender


judicialmente una nave, esté o no cargada y despachada.

Art. 277°. Se regulan por la ley del pabellón los derechos de los acreedores después de
la venta de la nave, y la extinción de los mismos.

Art. 278°. La hipoteca marítima y los privilegios o seguridades de carácter real


constituidos de acuerdo con la ley del pabellón, tienen efectos extraterritoriales aun en
aquellos países cuya legislación no conozca o regule esa hipoteca o esos privilegios.

Art. 279°. Se sujetan también a la ley del pabellón los poderes y obligaciones del
capitán y la responsabilidad de los propietarios y navieros por sus actos.

Art. 280°. El reconocimiento del buque, la petición de práctico y la policía sanitaria,


dependen de la ley territorial.

Art. 281°. Las obligaciones de los oficiales y gente de mar y el orden interno del buque,
se sujetan a la ley del pabellón.

Art. 282°. Las disposiciones precedentes de este capítulo se aplican también a las
aeronaves.

Art. 283°. Son de orden público internacional las reglas sobre nacionalidad de los
propietarios de buques y aeronaves y de los navieros, así como de los oficíales y la
tripulación.
Art. 284°. También son de orden público internacional las disposiciones
sobrenacíonalidad debuquesy aeronavespara el comercio fluvial, lacustre y de cabotaje
o entre determinados lugares del territorio de los Estados contratantes, así como para la
pesca y otros aprovechamientos submarinos en el mar territorial.

Capítulo II
DE LOS CONTRATOS ESPECIALES DEL COMERCIO MARÍTIMO Y AEREO

Art. 285°. El fletamento, si no fuere un contrato de adhesión, se regirá por la ley del
lugar de salida de las mercaderías. Los actos de ejecución del contrato se ajustarán a la
ley del lugar en que se realicen.

Art. 286°. Las facultades del capitán para el préstamo a la gruesa se determinan por la
ley del pabellón.

Art. 287°. El contrato depréstamo a la gruesa, salvopacto en contrario, se sujeta a la ley


del lugar en que el préstamo se efectúa.

Art. 288°. Para determinar si la avería es simple o gruesa y la proporción en que


contribuyen a soportarla la nave y el cargamento, se aplica la ley del pabellón.

Art. 289°. El abordaje fortuito en aguas territoriales o en el aire nació-nal se somete a la


ley del pabellón si fuere común.

Art. 290°. En el propio caso, si los pabellones difieren, se aplica la ley del lugar.

Art. 291°. La propia ley local se aplica en todo caso al abordaje culpable en aguas
territoriales o aire nacional.

Art. 292°. Al abordaje fortuito o culpable en alta mar o aire libre, se le aplica la ley del
pabellón si todos los buques o aeronaves tuvieren el mismo.

Art. 293°. En su defecto, se regulará por el pabellón del buque o aeronave abordados, si
el abordaje fuere culpable.

Art. 294°. En los casos de abordaje fortuito en alta mar o aire libre, entre naves o
aeronaves de diferente pabellón, cada uno soportará la mitad de la suma total del daño,
repartida según la ley de una de ellas, y la mitad restante repartida según la ley de la
otra.

Título Cuarto
DE LA PRESCRIPCIÓN

Art. 295°. La prescripción de las acciones nacidas de los contratantes y actos


mercantiles, se ajustará a las reglas establecidas en este Código respecto de las acciones
civiles.
LIBRO TERCERO DERECHO PENAL INTERNACIONAL14
Capítulo I DE LAS LEYES PENALES

Art. 296°. Las leyes penales obligan a todos los que residen en el territorio, sin más
excepciones que las establecidas en este capítulo.

Art. 297°. Están exentos de las leyes penales de cada Estado contratante los Jefes de los
otros Estados, que se encuentren en su territorio.

Art. 298°. Gozan de igual exención los Representantes diplomáticos de los Estados
contratantes en cada uno de los demás, así como sus empleados extranjeros, y las
personas de familia de los primeros, que vivan en su compañía.

Art. 299°. Tampoco son aplicables las leyes penales de un Estado a los delitos
cometidos en el perímetro de las operaciones militares cuando autorice el paso por su
territorio de un ejército de otro Estado contratante, salvo que no tengan relación legal
con dicho ejército.
14. Ver la Convención sobre Funcionarios Diplomáticos, aprobada en la Sexta Conferencia Panamericana de La
Habana, el 10 de febrero de 1928.

Art. 300

Art. 301

La misma exención se aplica a los delitos comejjidodien aguas territoriales o en el aire


nacional, a bordo de¡pav|s o aeronaves extranjeras de guerra

Lo propio sucede con los delitos cometidos en agua ríales o aire nacional en naves o
aeronaves mercante! jeras, si no tienen relación alguna con el país y sus h ni perturban
su tranquilidad.
terrko-
extran-
bitantes
Art. 302*

Cuando los actos de que se componga un delito, se realicen en Estados contratantes


diversos, cada Estado puede castigar el acto realizado en su país, si constituye por sí
solo i ihe|ho posible.

Art. 303'

Si se trata de delitos conexos en territorios de más de un tado contratante, sólo estará


sometido a la ley penal de c uno el cometido en su territorio.

Art. 304°. Ningún Estado contratante aplicará en su territorio las le penales de los
demás.
Capítulo II
DELITOS COMETIDOS EN UN ESTADO EXTRANJERO CONTRATANTE

Están sujetos en el extranjero a las leyes penales de cada tado contratante, los que
cometieren un delito contra la sei ridad interna o extema del mismo o contra su créd to
público, sea cual fuere la nacionalidad o el domicilio del delincuente.

15. Ver la Convención sobre Infracciones y Cieitos Actos cometidos a Bordo de Aerona aprobada en Tokio el 14 de
septiembre de 1963

De lo contrario, se dará preferencia al derecho de la soberanía local en que el delito se ha consumado.

Art. 306°. Todo nacional de un Estado contratante o todo extranjero domiciliado en él,
que cometa en el extranjero un delito contra la independencia de ese Estado, queda
sujeto a sus leyes penales.

Art. 307°. También estarán sujetos a las leyes penales del Estado extranjero en que
puedan ser aprehendidos y juzgados, los que cometan fuera del territorio un delito,
como la trata de blancas, que ese Estado contratante se haya obligado a reprimir por un
acuerdo internacional.

Capítulo III

DELITOS COMETIDOS FUERA DE TODO TERRITORIO NACIONAL

Art. 308°. La piratería, la trata de negros y el comercio de esclavos, la trata de blancas,


la destrucción o deterioro de cables submarinos y los demás delitos de la misma índole
contra el derecho internacional, cometidos en alta mar, en el aire libre o en territorios no
organizados aún en Estado, se castigarán por el captor de acuerdo con sus leyes penales.
Art. 309°. En los casos de abordaj e culpable en alta mar o en el aire, entre naves o
aeronaves de distinto pabellón, se aplicará la ley penal de la víctima.
Art 310'

Capítulo
IV CUESTIONES VARIAS

Para el concepto legal de la reiteración o de la reincidencia, se tendrá en cuenta la


sentencia dictada en un Estado extranjero contratante, salvo los casos en que se opusiere
la legislación local.

Art. 31 Io. La pena de interdicción civil tendrá efecto en los otros Estados mediante el
cumplimiento previo de las formalidades de registro o publicación que exij a la
legislación de cada uno de ellos.

Art. 312°. La prescripción del delito se subordina a la ley del Estado a que corresponda
su conocimiento.

Art. 313°. La prescripción de la pena se rige por la ley del Estado que la ha impuesto.
LIBRO CUARTO DERECHO PROCESAL INTERNACIONAL
Título Primero PRINCIPIOS GENERALES

Art. 314°. La ley de cada Estado contratante determina la competencia de los tribunales,
así como su organización, las formas de enjuiciamiento y de ejecución de las sentencias
y los recursos contra sus decisiones.

Art 315°. Ningún Estado contratante organizará o mantendrá en su territorio tribunales


especialespara los miembros de los demás Estados contratantes.

Art. 316°. La competencia ratione loci se subordina, en el orden de las relaciones


internacionales, a la ley del Estado contratante que la establece.

Art. 317°. La competencia ratione materiae y ratione personae, en el orden de relaciones


internacionales, no debe basarse por los Estados contratantes en la condición de
nacionales o extranjeros de las personas interesadas, en perjuicio de éstas.

Título Segundo
COMPETENCIA
Capítulo I

DE LAS REGLAS GENERALES DE COMPETENCIA EN LO CIVIL Y


MERCANTIL

Art. 318°. Será en primer término juez competente para conocer de los pleitos a que dé
origen el ejercicio de las acciones civiles y mercantiles de toda clase, aquel a quien los
litigantes se sometan expresa o tácitamente, siempre que uno de ellos por lo menos sea
nacional del Estado contratante a que el juez pertenezca o tenga a él su domicilio y
salvo el derecho local contrario.

La sumisión no será posible para las acciones reales o mixtas sobre bienes inmuebles, si
lo prohibe la ley de su situación.

Art. 319°. La sumisión sólo podrá hacerse a juez que ejerza jurisdicción ordinaria y que
la tenga para conocer de igual clase de negocios y en el mismo grado.

Art. 320°. En ningún caso podrán las partes someterse expresa o tácitamente para un
recurso a juez o tribunal diferente de aquel a quien esté subordinado, según las leyes
locales, el que haya conocido en primera instancia.

Art. 321°. Se entenderá por sumisión expresa la hecha por los interesados renunciando
clara y terminantemente a su fuero propio y designando con toda precisión al juez a
quien se sometan.

Art. 322°. Se entenderá hecha la sumisión tácita por el demandante con el hecho de
acudir el juez interponiendo la demanda, y por el demandado con el hecho de practicar,
después de personado en el juicio, cualquier gestión que no sea proponer en forma la
declinatoria. No se entenderá que hay sumisión tácita si el procedimiento se siguiera en
rebeldía.
Art. 323°. Fuera de los casos de sumisión expresa o tácita, y salvo el derecho local
contrario, será juez competente para el ejercicio de acciones personales el del lugar del
cumplimiento de la obligación, o el del domicilio de los demandados y subsidiariamente
el de su residencia.

Art. 324°. Para el ejercicio de acciones reales sobre bienes muebles será competente el
juez de la situación, y si no fuere conocida del demandante, el del domicilio, y en su
defecto el de la residencia del demandado.

Art. 325°. Para el ejercicio de acciones reales sobre bienes inmuebles y para el de las
acciones mixtas de deslinde y división de la comunidad, será juez competente el de la
situación de los bie-nes-

Art. 326°. Si en los casos a que se refieren los dos artículos anteriores hubiere bienes
situados en más de un Estado contratante, podrá acudirse a los jueces de cualquiera de
ellos, salvo que lo prohibe para los inmuebles la ley de la situación.

Art. 327°. En los juicios de testamentaría o ab íntestato será juez competente el del lugar
en que tuvo el finado su último domicilio.

Art. 328°. En los concursos de acreedores y en las quiebras cuando fuere voluntaria la
presentación del deudor en ese Estado, será juez competente el de su domicilio.

Art. 329°. En los concursos o quiebras promovidos por los acreedores, será juez
competente el de cualquiera de los lugares que esté conociendo de la reclamación que
los motiva, prefiriéndose, caso de estar entre ellos, el del domicilio del deudor, si éste o
la mayoría de los acreedores, lo reclamasen.

Art. 330°. Para los actos de jurisdicción voluntaria y salvo también el caso de sumisión
y el derecho local, será competente el juez del lugar en que tenga o haya tenido su
domicilio, o en su defecto, la residencia, la persona que los motive.

Art. 331°. Respecto de los actos de jurisdicción voluntaria en materia de comercio y


fuera del caso de sumisión y salvo el derecho local, será competente el juez del lugar en
que la obligación deba cumplirse o, en su defecto, el del lugar del hecho que lo origine.

Art. 332°. Dentro de cada Estado contratante, la competencia preferente de los diversos
jueces se ajustará a su derecho nacional.

Capítulo II
EXCEPCIONES A LAS REGLAS GENERALES DE COMPETENCIA EN LO CIVIL
Y EN LO MERCANTIL16

Art. 333°. Los jueces y tribunales de cada Estado contratante serán incompetentes para
conocer de los asuntos civiles o mercantiles en que sean parte demandada los demás
Estados contratantes o sus jefes, si se ejercita una acción personal, salvo el caso de
sumisión expresa o de demandas reconvencionales.

Art. 334°. En el mismo caso y con la propia excepción, serán incompetentes cuando se
ejerciten acciones reales, si el Estado contratante o su Jefe han actuado en el asunto
como tales y en su carácter público, debiendo aplicarse lo dispuesto en el último párrafo
del artículo 318.

Art. 335°. Si el Estado extranjero contratante o su Jefe han actuado como particulares o
personas privadas, serán competentes los jueces o tribunales para conocer de los asuntos
en que ejerciten acciones reales o mixtas, si esta competencia les corresponde conforme
a este Código.

Art. 336°. La regla del artículo anterior será aplicable a los juicios universales sea cual
fuere el carácter con que en ellos actúen el Estado extranjero contratante o su Jefe.

16. Ver la Convención sobre Funcionarios Diplomáticos, adoptada en La Habana el 10 de


febrero de 1928.

Ver la Convención sobre Prerrogativas e Inmunidades de los Organismos Especializados de las


Naciones Unidas, adoptado el 21 de noviembre de 1947.

Ver la Carta de la Organización de los Estados Americanos, adoptada en Bogotá el 2 de mayo


de 1948 y reformada en Cartagena de Indias el 5 de diciembre de 1985.

Art. 337°. Las disposiciones establecidas en los artículos anteriores, se aplicarán a los
funcionarios diplomáticos extranjeros y a los comandantes de buques o aeronaves de
guerra.

Art. 338°. Los cónsules extranjeros no estarán exentos de la competencia de losjueces y


tribunales civiles del país en que actúen, sino para sus actos oficiales .

Art. 339°. En ningún caso podrán losjueces o tribunales medidas coercitivas o de otra
clase que hayan de ser ejecutadas en el interior de las Legaciones o Consulados o sus
archivos, ni respecto de la correspondencia diplomática o consular, sin el
consentimiento de los respectivos funcionarios diplomáticos o consulares.

Capítulo III
REGLAS GENERALES DE COMPETENCIA EN LO PENAL

Art. 340°. Para conocer de los delitos y faltas y juzgarlos son competentes losjueces y
tribunales del Estado contratante en que se hayan cometido.

Art. 341°. La competencia se extiende a todos los demás delitos y faltas a que haya de
aplicarse la ley penal del Estado conforme a las disposiciones de este Código.

Art. 342°. Alcanza asimismo a los delitos o faltas cometidos en el ex-tranjeropor


funcionarios nacionales que gocen del beneficio de inmunidad.
Capítulo IV
EXCEPCIONES ALAS REGLAS GENERALES DE COMPETENCIA EN MATERIA
PENAL

Art. 343°. No están sujetos en lo penal a la competencia de los jueces y tribunales de los
Estados contratantes, las personas y los de litos y faltas a que no alcanza la ley penal del
respectivo Es tado.

Título Tercero DE LA EXTRADICIÓN

Art. 344°. Para hacer efectiva la competencia judicial internacional materias penales,
cada uno de los Estados contratantes acce| derá a la solicitud de cualquiera de los otros
para la entreg de individuos condenados o procesados por delitos que ajusten a las
disposiciones de este título, sujeto a las provi siones de los tratados o convenciones
internacionales qui contengan listas de infracciones penales que autoricen la exj
tradición.

Art. 345°. Los Estados contratantes no están obligados a entregar a sus nacionales. La
nación que se niegue a entregar a uno de sus ciudadanos estará obligada a juzgarlo.

Art. 346°. Cuando, con anterioridad al recibo de la solicitud, un procesado, o condenado


haya delinquido en el país a que se pide de su entrega, puede deferirse esa entrega hasta
que se le juzgue y cumpla la pena.

Art. 347°. Si varios Estados contratantes solicitan la extradición de un delincuente por


el mismo delito, debe entregarse aquel en cuyo territorio se haya cometido.

Art. 348°. Caso de solicitarseporhechos diversos, tendrá preferencia el Estado


contratante en cuyo territorio se haya cometido el delito más grave, según la legislación
del Estado requerido.

Art. 349°. Si todos los hechos imputados tuvieren igual gravedad, será preferido el
Estado contratante que presente primero la solicitud de extradición. De ser simultáneas,
decidirá el Estado requerido, pero debe conceder la preferencia al Estado de origen o, en
su defecto, al del domicilio del delincuente, si fuere uno de los solicitantes.

Art. 350°. Las anteriores reglas sobre preferencia no serán aplicables si el Estado
contratante estuviere obligado con un tercero, a virtud de tratados vigentes anteriores a
este Código, a establecerla de un modo distinto.

Art. 351°. Para conceder la extradición, es necesario que el delito se haya cometido en
el territorio del Estado que la pida o que le sean aplicables sus leyes penales de acuerdo
con el libro tercero de este Código.

Art. 352°. La extradición alcanza a los procesados o condenados como autores,


cómplices o encubridores de delito.

Art. 353°. Es necesario que el hecho que motive la extradición tenga carácter de delito
en la legislación del Estado requirente y en la del requerido.
Art 354°. Asimismo se exigirá quelapena asignada a los hechos imputados, según su
calificación provisional o definitiva por el juez o tribunal competente del Estado que
solicita la extradición, no sea menor de un año de privación de libertad y que esté
autorizada o acordada la prisión o detención preventiva del procesado, si no hubiera aún
sentencia firme. Esta debe ser de privación de libertad.

Art. 355°. Están excluidos de la extradición los delitos políticosy xos, según la
clasificación del Estado requerido.

Art. 356°. Tampoco se acordará, si se probare que la petición de ga se ha formulado de


hecho con el fin de juzgar y cast acusado por un delito de carácter político, según la
calificación.

íntre-Sgar al misma

Art. 357°. No será reputado delito político, ni hecho conexo, el micidio o asesinato de
Jefe de un estado contratant cualquiera persona que en él ejerza autoridad.
e ho-o de

Art. 358°. No será concedida la extradición si la persona reclamada ha sido ya juzgada y


puesta en libertad, o ha cumplido la pena, o está pendiente de juicio, en el territorio del
Estado requerido, por el mismo delito que motiva la solicitud.

Art. 359°. Tampoco debe accederse a ella si han prescrito el delito o la pena conforme a
las leyes del Estado requirente o del requerido.

Art. 360°. La legislación del Estado requerido posterior al delito, no podrá impedir la
extradición.

Art. 361°. Los cónsules generales, cónsules, vicecónsules o agentes consulares, pueden
pedir que se arreste y entregue a bordo de un buque o aeronave de su país, a los
oficiales, marinos o tripulantes de sus naves o aeronaves de guerra o mercantes, que
hubiesen desertado de ellas.

Art. 362°. Para los efectos del artículo anterior, exhibirán a la autoridad local
correspondiente dejándole además copia auténtica, los registros del buque o aeronave,
rol de la tripulación o cualquier otro documento oficial en que la solicitud se funde.

Art. 363°. En los países limítrofes podrán pactarse reglas especiales para la extradición
en las regiones o localidades de la frontera.

Art. 364°. La solicitud de la extradición debe hacerse por conducto de los funcionarios
debidamente autorizados para eso por las leyes del Estado requirente.

Art. 365°. Con la solicitud definitiva de extradición deben presentarse:

1. Una sentencia condenatoria o un mandamiento o auto de prisión o un documento de


igual fuerza, o que obligue al interesado a comparecer periódicamente ante la
jurisdicción represiva, acompañado de las actuaciones del proceso que suministren
pruebas o al menos indicios racionales de la culpabilidad de la persona de que se trate.
2. La filiación del individuo reclamado o las señas o circunstancias que puedan servir
para identificarlo.

3. Copia auténtica de las disposiciones que establezcan la calificación legal del hecho
que motiva la solicitud de entrega, definan la participación atribuida en él al inculpado y
precisen la pena aplicable.

Art. 366°. La extradición puede solicitarse telegráficamente y, en ese caso, los


documentos mencionados en el artículo anterior se presentarán al país requerido o a su
Legación o Consulado general en el país requirente, dentro de los dos meses siguientes
a la detención del inculpado. En su defecto será puesto en libertad.

Art. 367°. Si el Estado requirente no dispone de la persona reclamada dentro de los tres
meses siguientes a haber quedado a sus órdenes, será puesto también en libertad.

Art. 368°. El detenido podrá utilizar, en el Estado a que se haga la solicitud de


extradición, todos los medios legales concedidos a los nacionales para recobrar su
libertad, fundando su ejercicio en las disposiciones en este Código.

Art. 369°. También podrá el detenido, a partir de ese hecho, utilizar los recursos legales
que procedan, en el Estado que pida la extradición, contra las calificaciones y
resoluciones en que se funde.

Art. 370° La entrega debe hacerse con todos los objetos que se encontraren en poder de
la persona reclamada, ya sean producto del delito inquitado, ya piezas que puedan servir
para la prueba del mismo, en cuanto fuere practicable con arreglo a las leyes del Estado
que la efectúa, y respetando debidamente los derechos de tercero.

Art. 371°. La entrega de los objetos a que se refiere el artículo anterior, podrá hacerse, si
la pidiere el Estado solicitante de la extradición, aunque el detenido muera o se evada
antes de efectuarla.

Art. 372°. Los gastos de detención y entrega serán de cuenta del Estado requirente, pero
no tendrá que sufragar ninguno por los servicios que prestaren los empleados públicos
con sueldo del Gobierno a quien se pida la extradición.

Art. 373°. El importe de los servicios prestados por empleados públicos u oficiales que
sólo perciban derechos o emolumentos, no excederá de los que habitualmente cobraren
por esas diligencias o servicios según las leyes del país en que residan.

Art. 374°. Toda responsabilidad que pueda originarse del hecho de la detención
provisional, será de cargo del Estado que la solicite.

Art. 375°. El tránsito de la persona extraditada y de sus custodiospor el territorio de un


tercer Estado contratante, se permitirá mediante la exhibición del ejemplar original o de
una copia auténtica del documento que concede la extradición.
Art. 376°. El Estado que obtenga la extradición de un acusado que fuere luego absuelto,
estará obligado a comunicar al que la concedió una copia auténtica del fallo.

Art. 377°. La persona entregada no podrá ser detenida en prisión ni juz-gadapor el


Estado contratante a quien se entregue, porun delito distinto del que hubiere motivado la
extradición y cometido con anterioridad a la misma, salvo que consienta en ello el
Estado requerido, o que permanezca el extraditado libre en los primeros tres meses
después de juzgado y absuelto por el delito que originó la extradición o de cumplida la
pena de privación de libertad impuesta.

Art. 378°. En ningún caso se impondrá o ejecutará la pena de muerte por el delito que
hubiese sido causa de la extradición.

Art. 379°. Siempre que proceda el abono de la prisión preventiva, se computará como
tal el tiempo transcurrido desde la detención del extraditado en el Estado a quien se le
haya pedido.

Art. 380°. El detenido será puesto en libertad, si el Estado requirenteno presentase la


solicitud de extradición en un plazo razonable, dentro del menor tiempo posible, habida
cuenta de la distancia y las facilidades de comunicaciones postales entre los dos países,
después del arresto provisional.

Título Cuarto
DEL DERECHO DE COMPARECER EN JUICK Y SUS MODALIDADES

Art. 382°. Los nacionales de cada Estado contratante gozarán uno de los otros del
beneficio de defensa porpob mismas condiciones que los naturales. en cada ;, en las

Art. 383°. No se hará distinción entre nacionales y extranjeros en los Estados


contratantes en cuanto a la prestación de la fianza para comparecer enjuicio.

Art. 384°. Los extranjeros pertenecientes a un Estado contratante, podrán ejercitar en los
demás la acción pública en materia penal, en iguales condiciones que los nacionales.

Art. 385°. Tampoco necesitarán esos extranjeros prestar fianza para querellarse por
acción privada, en los casos en que no se exija a los nacionales.

Art. 386°. Ninguno de los Estados contratantes impondrá a los nacionales de otro la
caución judici sisti o el onusprobandi, en los casos en que no se exijan a sus propios
naturales.

Art 387°. No se autorizarán embargos preventivos, ni fianza de cárcel segura ni otras


medidas procesales de índole análoga, respecto de los nacionales de los Estados
contratantes, por su sola condición de extranjeros.

Art. 381°. Negada la extradición de una persona, no se puede volver a solicitar por el
mismo delito.
Título Quinto

EXHORTOS O COMISIONES ROGATORIAS

Art. 388°. Toda diligencia judicial que uii Estado contratante necesite practicar en otro,
se efectuará mediante exhorto o comisión rogatoria cursados por la via diplomática. Sin
embargo, los Estados contratantes podrán pactar o aceptar entre sí en materia civil o
criminal cualquier otra forma de transmisión.

Art. 389°. Al juez exhortante corresponde decidir respecto a su competencia y a la


legalidad y oportunidad del acto o prueba, sin perjuicio de la jurisdicción del juez
exhortado.

Art. 390°. El juez exhortado resolverá sobre su propia competencia ra-tione materia
para el acto que se le encarga.

Art. 391°. El que reciba el exhorto o comisión rogatoria debe ajustarse en cuanto a su
objeto a la ley del comitente y en cuanto a la forma de cumplirlo a la suya propia.

Art. 392°. El exhorto será redactado en la lengua del Estado exhortante y será
acompañado de una traducción hecha en la lengua del Estado exhortado, debidamente
certificada por intérprete juramentado.

Art. 393°. Los interesados en la ej ecución de los exhortos y cartas rogatorias de


naturaleza privada deberán constituir apoderados, siendo de su cuenta los gastos que
estos apoderados y las diligencias ocasionen.
18. Ver la Convención Interamericana sobre Exhoitos o Caitas Rogatorias adoptada en Panamá el 30 de enero de
1975 en la CIDIP-1.
Ver la Convención Interamericana sobre Cumplimiento de Medias Cautelares adoptada en Montevideo el 8 de mayo
de 1979 en la CIDIP-II

Título Sexto
EXCEPCIONES QUE TIENEN CARÁCTER INTERNACIONAL

Art. 394°. Lalitispendenciaporpleito en otro de los Estados contratantes, podrá alegarse


en materia civil cuando la sentencia que se dicte en uno de ellos haya de producir en el
otro los efectos de cosa juzgada.

Art. 395°. En asuntos penales no podrá alegarse la excepción de litis pendencia por
causa pendiente en otro Estado contratante.

Art. 396°. La excepción de cosa juzgada que se funde en sentencia de otro Estado
contratante, sólo podrá alegarse cuando se haya dictado la sentencia con la
comparecencia de las partes o de sus representantes legítimos, sin que se haya suscitado
cuestión de competencia del tribunal extranjero basada en disposiciones de este Código.
Art. 397°. En todos los casos de relaciones jurídicas sometidas a este Código, podrán
promoverse cuestiones de competencia por declinatoria fundada en sus preceptos.
Título Séptimo DE LA PRUEBA
Capítulo I DISPOSICIONES GENERALES SOBRE LA PRUEBA

Art. 398°. La ley que rija el delito o la relación de derecho objeto del juicio civil o
mercantil, determina a quién incumbe la prueba.

Art. 399°. Para decidir los medios de prueba que pueden utilizarse en cada caso, es
competente la ley del lugar en que se ha realizado el acto o hecho que se trate de probar,
exceptuándose los no autorizados por la ley del lugar en que se sigue el juicio.

Art. 400°. La forma en que ha de practicarse toda prueba se regula por la ley vigente en
el lugar en que se lleva a cabo.

Art. 401°. La apreciación de la prueba depende de la ley del juzgador.

Art. 402°. Los documentos otorgados en cada uno de los Estados contratantes, tendrá en
los otros el mismo valor enjuicio que los otorgados en ellos, si reúnen los requisitos
siguientes:

1. Que el asunto o materia del acto o contrato sea lícito y permitido por las leyes del
país del otorgamiento y de aquel en el que el documento se utiliza;
19. Ver la Convención Interamericana sobre Recepción de Pruebas en el Extranjero, adoptada en la CIDIP-I en
Panamá el 30 de enero de 1975.

Ver la Convención Interamericana sobre el Régimen Legal de Poderes para ser utilizados en ei Extranjero, adoptada
en la CIDIP-I en Panamá el 30 de enero de 1975.

2. Que los otorgantes tengan aptitud y capacidad legal para obligarse conforme a su
ley personal;

3. Que en su otorgamiento se hayan observado las formas y solemnidades establecidas


en el país donde se han verificado los actos o contratos;

4. Que el documento esté legalizado y llene los demás requisitos necesarios para su
autenticidad en el lugar donde se emplea.

Art. 403°. La fiierza ejecutiva de un documento se subordina al derecho local

Art. 404°. La capacidad de los testigos y su recusación dependen de la ley a que se


someta la relación de derecho objeto del juicio.

Art. 405°. La forma deljuramento se ajustará a la ley deljuez o tribunal ante quien se
preste y su eficacia a la que rija el hecho sobre el cual se jura.

Art. 406°. Las presunciones derivadas de un hecho se sujetan a la ley del lugar en que se
realiza el hecho de que nacen.

Art. 407°. En la prueba indiciaría depende de la ley deljuez o tribunal.


Capítulo II
REGLAS ESPECIALES SOBRE LA PRUEBA DE LEYES EXTRANJERAS20

Art. 408°. Los jueces y tribunales de cada Estado contratante aplicarán de oficio,
cuando proceda, las leyes de los demás sin perjuicio de los medios probatorios a que
este capítulo se refiere.

Art. 409°. La parte que invoque la aplicación del derecho de cualquier Estado
contratante en uno de los otros, o disienta de ella, podrá justificar su texto, vigencia y
sentido, mediante certificación de dos abogados en ejercicio en el país de cuya
legislación se trate, que deberá presentarse debidamente legalizada.

Art. 410°. A falta de prueba o si el juez o el tribunal por cualquier razón la estimaren
insuficiente, podrán solicitar de oficio, antes de resolver, por la vía diplomática, que el
Estado de cuya legislación se trate proporcione un informe sobre el texto, vigencia y
sentido del derecho aplicable.

Art. 411°. Cada Estado contratante se obliga a suministrar a los otros, en el más breve
plazo posible, la información a que el artículo anterior se refiere y que deberá proceder
de su Tribunal Supremo o de cualquiera de sus Salas o Secciones, o del Ministerio
Fiscal, o de la Secretaría o Ministerio de Justicia.
20. Ver la Convención Interamericana sobre Prueba e Información acerca del Derecho Extranjero, adoptada en la
CIDIP-II en Montevideo el 8 de mayo de 1979.

Título Octavo
DEL RECURSO DE CASACIÓN

Art. 412°. En todo Estado contratante donde exista el recurso de casación o la


institución correspondiente, podrá interponerse por infracción, interpretación errónea o
aplicación indebida de una ley de otro Estado contratante, en las mismas condiciones y
casos que respecto del derecho nacional.

Art. 413° Serán aplicables al recurso de casación las reglas establecidas en el capítulo
segundo del título anterior, aunque el juez o tribunal inferior haya hecho ya uso de ellas.

Título Noveno DE LA QUIEBRA O CONCURSO


Capítulo
I UNIDAD DE LA QUIEBRA O CONCURSO

Art. 414°. Si el deudor concordatorio concursado o quebrado no tiene más que un


domicilio civil o mercantil, no puede haber mas qué un juicio de procedimientos
preventivos de concurso o quiebra, o una suspensión de pagos o quita y espera, para to-
dos sus bienes y todas sus obligaciones en los Estados contratantes.

Art. 415°. Si una misma persona o sociedad tuviere en más de un Estado contratante
varios establecimientos mercantiles enteramente separados económicamente, puede
haber tantos juicios de procedimientos preventivos y de quiebra como establecimientos
mercantiles.
Capítulo II
UNIVERSALIDAD DE LA QUIEBRA O CONCURSO, YSUS EFECTOS

Art. 416°. La declaratoria de incapacidad del quebrado o concursado tiene en los


Estados contratantes efectos extraterritoriales mediante el cumplimiento previo de las
formalidades de registro o publicación que exija la legislación de cada uno de ellos.

Art. 417°. El auto de declaratoria de quiebra o concurso dictado en uno de los Estados
contratantes, se ejecutará en los otros en los casos y forma establecidos en este Código
para las resoluciones judiciales; pero producirá, desde que quede firme y para
laspersonas respecto de las cuales lo estuviere, los efectos de cosa juzgada.

Art. 418°. Las facultades y funciones délos síndicos nombrados en uno de losEstados
contratantes con arreglo a las disposiciones de este Código, tendrán efecto
extraterritorial en los demás, sin necesidad de trámite alguno local.

Art. 419°. El efecto retroactivo de la declaración de quiebra o concurso y la anulación


de ciertos actos por consecuencia de esos juicios, se determinarán por la ley de los
mismos y serán aplicables en el territorio de los demás Estados contratantes.

Art. 420°. Las acciones reales y los derechos de la misma índole continuarán sujetos no
obstante la declaración de quiebra o concurso, a la ley de la situacióu de las cosas a que
afecten y a la competencia de los jueces del lugar en que éstas se encuentren.

Capítulo III
DEL CONVENIO Y LA REHABILITACIÓN

Art. 421°. El convenio entre los acreedores y el quebrado o concursado, tendrá efectos
extraterritoriales en los demás Estados contratantes, salvo el derecho de los acreedores
por acción real que no lo hubiesen aceptado.

Art. 422°. La rehabilitación del quebrado tiene también eficacia extraterritorial en los
demás Estados contratantes, desde que quede firme la resolución judicial en que se
disponga, y conforme a sus términos.

Título Décimo
EJECUCIÓN DE SENTENCIAS DICTADAS POR TRIBUNALES EXTRANJEROS

Capítulo I
MATERIA CIVIL

Art. 423°. Toda sentencia civil o conten cío so- administrativa dictada en uno de los
Estados contratantes, tendrá fuerza y podrá ejecutarse en los demás si reúne las
siguientes condiciones:

1. Que tenga competencia para conocer del asunto y juzgarlo, de acuerdo con las reglas
de este Código, el juez o tribunal que la haya dictado;
2. Que las partes hayan sido citadas personalmente o por su representante legal, para el
juicio;

3. Que el fallo no contravenga el orden público o el derechopú-blico del país en que


quiere ejecutarse;

Art. 435°. Las resoluciones en los actos de jurisdicción voluntaría en materia civil
procedentes de un Estado contratante, se aceptarán por los demás si reúnen las
condiciones exigidas por este Código para la eficacia de los documentos otorgados en
país extranjero y proceden de juez o tribunal competente, y tendrán en consecuencia
eficacia extraterritorial.

Capítulo II
MATERIA PENAL

Art. 436°. Ningún Estado contratante ejecutará las sentencias dictadas en uno de los
otros en materia penal, en cuanto a las sanciones de ese orden que impongan.

Art. 437°. Podrán sin embargo, ejecutarse dichas sentencias en lo que toca a la
responsabilidad civil y a sus efectos sobre losbienes del condenado, si han sido dictadas
por juez o tribunal competente según este Código, y con audiencia del interesado, y se
cumplen las demás condiciones formales y de trámite que el Capítulo I de este Título
establece.

También podría gustarte