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Desde septiembre del año 2021, tuve el privilegio de ser escogida para hacer
parte del área de innovación en Aguas de Cartagena, la organización donde
trabajo hace 2 años. Mi jefe me llamó a comentarme la intención que tiene la
organización de ser más competitiva frente a unos clientes cada día más
exigentes y un entorno cambiante, y que para ello necesitaban personas con un
espíritu interemprendedor y con habilidades blandas tales como el trabajo en
equipo, empatía y ser resolutivo, que les permitiera el desarrollo de la
implementación de un sistema de Gestión de la Innovación. El mayor reto no es la
documentación o sistematización de este, sino enfrentarse a un paradigma
generacional dentro de ella, al ser una empresa de más de 26 años de trayectoria
el 40% de sus colaboradores se encuentran en un rango de edad de 45-55 años,
los cuales están en cargos de liderazgo y son de suma importancia para que
puedan ayudar a la creación de una cultura de innovación interna.
En ese momento fue emocionante para mí pertenecer a ese equipo, pero sabía
que no sería un reto fácil, necesitaría prepararme con herramientas para lograrlo,
abrir mi mente y explorar un nuevo mundo que involucra la gran palabra que es
“innovación”, empecé a entender eso que siempre escuchamos, que la innovación
es solo tecnología, o algo nuevo o inventarse la rueda eran algunas definiciones
bastante vagas y cortas para todo lo que representa innovar, comprendí que es
tan versátil su definición que la puedes diseñar a tu molde de acuerdo a las
necesidades de tu vida u organización, me pareció tan fascinante todo lo que se
podía generar desde una sola palabra, que se convirtió en un reto diario querer
saber más y más de ella.