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IDENTIDAD Y MODERNIDAD EN LA CULTURA ARQUITECTÓNICA

LATINOAMERICANA

La crítica arquitectónica entre Ariel y Calibán

En 1930 se realizó en Río el IV Congreso Panamericano de Arquitectos, cuyo Tema 1, bajo el título
‘Regionalismo e internacionalismo en la arq contemporánea. Orientación espiritual de la arq- en
América’, llegaba a conclusiones tales como ‘que se indique a los poderes públicos la necesidad de
fomentar el estudio y la aplicación de la arq- de carácter nacional’, ‘que se formule un voto para que
sea creada en los cursos de arq- una cátedra especial para el estudio del arte nacional’, o que ‘no
existe incompatibilidad entre el regionalismo y el tradicionalismo con el espíritu moderno, ya que
es posible obtener una expresión plástica nacional dentro de las normas y prácticas de común
orientación que los materiales y programas imponen’.
Consideradas en su momento como un triunfo de las corrientes neocoloniales frente a los impulsos
vanguardistas, de esas conclusiones hoy nos puede interesar su llamativa resonancia con problemas
de estricta actualidad. Casi 60 años de proyección hacia adelante, pero también más de 40 hacia
atrás, si recordamos que en 1889 se realizó la Exposición de París en la que Garnier tematiza los
‘estilos nacionales’ para los pabellones de las colonias, podríamos conmemorar ahora cien años de
búsquedas, cien años de inquietud y reflexión sobre una cuestión que convoca con fuerza renovada:
la identidad, y la necesidad de ‘expresarla’ a través de la arq-.
Frente a esta obstinada persistencia, la crítica ha encontrado su razón de ser en detectar arieles y
calibanes, lo propio y lo ajeno, desatendiendo la evidencia de que la única forma de historizar, de
periodizar un problema como el del conflicto modernidad – tradición es haciendo pie en su
permanente desplazamiento, en su condición histórica a contramano de cualquier esencialidad que
jutifique linales puros.
Para estos 100 años de búsqueda de identidad en arq- no costaría mucho, a la luz de materiales de
época, ir reconociendo sucesivos desplazamientos hacia problemas del todo diversos. Desde la tal
vez inicial preocupación imperial por otorgar caracterización local a las posesiones de ultramar,
hasta la reacción aristocrática contra el cosmopolitismo del Centenario argentino, o la preocupación
por el ‘color local’ (ese Southamerican way que cantaba Carmen Miranda desde Hollywood), que a
la luz de la nueva situación creada por la 2GM y la ‘degradación’ del Moderno en International
Style, va a signar las vanguardias brasileña, mexicana y argentina muy atentas al empirismo
escandinavo, al LC regionalista y al orgánico FLW.
Pero aquí nos interesa examinar las formas que asumió la revisión de toda esa rica tradición en el
pensamiento arqui- de la última década, pensamiento caracterizado por un profunda nostalgia.
En efecto, pasado el torbellino reaccionario de los 70, y en sintonía con un desencanto posmoderno
a la page, la mirada de la crítica se volvió hacia atrás. Pero bien atrás, fijando en la Colonia el
momento de armonía y unidad, algo así como una Edad de Oro en la que se habría ‘logrado
madurar una conformación urbana coherente a escala continental, una amalgama de razas y clases
sociales interrelacionadas entre sí por un tejido urbano integrado por calles, plazas, patios y
portales..., una personalidad propia, una originalidad y un dinamismo interno diferente de los
modelos europeos’. Que esto haya sido escrito hace muy poco por Roberto Segre indica hasta dónde
ha arraigado y se ha extendido esta concepción, otrora limitada al nacionalismo de la ‘leyenda
blanca’, en la ideología arqui-. A contramano de lo más notable de lo producido en las ciencias
sociales que en la última década nos viene advirtiendo que ‘no tenemos un solo pasado, plenamente
realizado, para investigar su atenticidad o celebrar la proliferación de sus excesos, ni una naturaleza
intemporal, en la que simplemente habría que buscar los pasos perdidos o la hojarasca de cuando
éramos felices e indocumentados’, y con todo lo que se ha progresado en la historiografía como
para que ya resulte un verdadero misterio el porqué en la arq- se reedita una y otra vez el
antiliberalismo clerical del Revisionismo histórico, que se obstina en presentarnos a la Colonia
como una telenovela, en la que todos los protagonistas viven, sin mancha de origen, un idilio de tres
siglos, brutalmente interrumpido por la aparición del villano -el capitalismo, el Iluminismo, la
Modernidad- disfrazado arteramente de ‘patriota’.
No corresponde discutir aquí esta nociones, cuyo anticapitalismo no puede tomarse en serio, y que
sólo parecen justificarse en una necesidad irracional de que Latinoamérica tenga también su propio
gótico. Lo que sí me interesa es la forma en que han cooptado a una categoría que, en principio,
parecía destinada a reaccionar contra ellas: ‘Modernidad apropiada’, que si bien en la versión años
80 de ‘apropiación’ había perdido la fuerza contestataria de los años 50 y 60, no

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