Está en la página 1de 36

Conceptos y modelos

en psicopatología

Amparo Belloch • Bonifacio Sandín • Francisco Ramos

Sumario
l. Introducción: precisiones conceptuales
11. Conceptos y criterios en psicopatología
A. El criterio estadístico
B. Los criterios sociales e interpersonales
C. Los criterios subjetivos o intrapsíquicos
D. Los criterios biológicos
E. Criterios de anormalidad: algunas conclusiones
111. Los modelos en psicopatología
IV. El modelo biológico
A. Bases biológicas de la conducta anormal
B. Postulados del modelo biológico
C. Evaluación del modelo biológico
V. El modelo conductual
A. El modelo conductual como alternativa a las inadecuaciones de los modelos médicos
(modelos de enfermedad)
B. Desarrollo y principios de la perspectiva conductual
C. Críticas a la perspectiva conductual
D. Direcciones actuales
VI. El modelo cognitivo
A. Antecedentes históricos
B. Desarrollos posteriores
C. Conceptos básicos
D. La psicopatología cognitiva: planteamiento conceptual
VII. Modelos y realidad clínica
VIII. Resumen de aspectos fundamentales
IX. Términos clave
X. Lecturas recomendadas
XI. Referencias bibliográficas
34 Manual de psicopatología

1. INTRODUCCiÓN: PRECISIONES CONCEPTUALES inmediatamente se plantean son, entonces, qué es un crite-


rio y qué es un modelo. En términos generales, se dice que
Esta obra trata sobre la psicopatología, esto es, sobre un tipo un criterio es una norma, regla o propiedad, que guía el co-
particular de actividades, elaboraciones mentales, experien- nocimiento respecto de un objeto concreto (Hempel, 1973).
cias y comportamientos que, en ciertas ocasiones, realizan, Por «guiar el conocimiento» se entiende, primero, la delimi-
experimentan y/o presentan las personas. Pero sucede que tación precisa de cuáles son los hechos que constituyen da-
en la delimitación precisa de esa particularidad reside la ma- tos para la comprensión y explicación del objeto; es decir,
yor dificultad de esta disciplina; y la proliferación de mode- cuáles de entre la multitud de sucesos que ocurren en la
los, conceptos y criterios para definir lo psicopatológico es realidad poseen algún valor explicativo o nos permiten en-
un ejemplo de ello. Este capítulo tiene por objeto examinar tender una parcela de nuestro objeto de conocimiento. Y
cuáles son las concepciones más influyentes que actualmen- segundo, la ordenación de esos datos, según su mayor o me-
te podemos encontrarnos sobre la naturaleza de las psi copa- nor importancia respecto a la capacidad y utilidad que tie-
tologías. Pero antes es necesario precisar a qué nos referimos nen para la comprensión del objeto. Así pues, un criterio es
cuando hablamos de criterios y modelos, cuáles son sus ele- una categoría más o menos genérica, esto es, una norma o
mentos fundamentales y qué utilidad poseen en el ámbito conjunto de normas que designa la propiedad o propiedades
del conocimiento científico. sobre cuya base se clasifican y ordenan los datos que parecen
Desde una perspectiva hegeliana del conocimiento y la relevantes para un objeto y un área concreta de conocimien-
praxis científicas, se pueden establecer tres niveles de trabajo to. En consecuencia, la utilidad y funcionalidad de los crite-
y análisis (Mussó, 1970): el teórico, el experimental y el téc- rios que se han venido esgrimiendo a lo largo de la historia
nico. La interacción o, mejor, la intersección de estos tres de la psicopatología reside primordialmente en su capacidad
niveles es lo que caracteriza la actividad científica. Las repre- para delimitar el objeto y guiar su explicación y su com-
sentaciones simbólicas y el manejo de símbolos son los ele- prensión. Esto implica, además, que la elección de un crite-
mentos característicos del nivel teórico, cuyos medios de rio suele significar casi siempre la exclusión de otros, de lo
trabajo básicos son todos aquellos que normalmente englo- que se deduce que todo aquello que no entre a formar parte
bamos bajo el rótulo de «actividad intelectual». Dentro de de dicho criterio no será susceptible de explicación, ni será
ellos es posible diferenciar entre, al menos, dos tipos: a) los tampoco considerado como relevante para la investigación
estrictamente conceptuales, es decir, el razonamiento, la ima- del objeto. Tener esto en cuenta es importante, porque nos
ginación, la memoria, y sus productos o elaboraciones, esto permite entender, por ejemplo, la coexistencia de diversos
es, las definiciones estipulativas, los sistemas de clasifica- criterios a lo largo del tiempo, así como la utilidad y el
ción, los modelos teóricos disponibles, etc.; y b) los medios alcance explicativo de cada uno de ellos, es decir, el tipo
materiales y/o tecnológicos de que podemos disponer para au- de preguntas que permiten formular y las respuestas que de
mentar la eficacia de toda esa actividad intelectual (desde el ellos se pueden esperar.
lápiz y el papel hasta los libros, los archivos o las compu- Por lo que se refiere al significado del término modelo
tadoras, además de los cuestionarios, los instrumentos de científico, son muchas las posibilidades que se nos ofrecen.
estimulación, de registro de datos o de control de variables). Para una amplia revisión sobre el tema puede consultarse el
El tipo de trabajo científico que puede esperarse desde este excelente trabajo de Anguera (1989). Aquí vamos a referir-
nivel -sigue diciendo Mussó- es básicamente crear nos únicamente a algunas de esas posibilidades que resultan
conceptos, proyectar actividades y elaborar críticas, o sea, especialmente útiles para la psicopatología. Desde esta pers-
valoraciones acerca de la oportunidad e idoneidad de los pectiva, Kazdin señalaba que un modelo de Psicopatología
conceptos disponibles en un momento dado. es: «Una forma global de ordenar o conceptualizar el área de
El segundo nivel, el del trabajo experimental, se caracte- estudio. Representa una orientación para explicar la conduc-
riza por la ejecución de todos los proyectos que se formula- ta anormal, llevar a cabo la investigación e interpretar los
ron en el nivel anterior. Sus instrumentos de trabajo son hallazgos experimentales. Una teoría tiende a ser una explica-
todos aquellos que sean necesarios para medir (evaluar) el ción más específica de un fenómeno particular. Propone un
objeto de estudio concreto. La finalidad de la actividad cien- conjunto particular de proposiciones o afirmaciones que
tífica que se lleva a cabo en estos dos primeres niveles es, en pueden ser probadas. Un modelo, por el contrario, es una
suma, obtener conocimientos que puedan ser verificables orientación mucho más amplia, que refleja una posición bá-
y/o contrastables y crear medios de trabajo nuevos, tanto sica para conceptualizar problemas» (Kazdin, 1983, p. 20).
por lo que se refiere a los conceptuales como en cuanto a los Dentro de este planteamiento general que Kazdin reali-
materiales. za, podemos hallar las huellas de los diversos significados que
Finalmente, el tercer nivel de trabajo, el técnico, conlleva el término «modelo» contiene; muchas veces se utilizan de
la «realización de las ideas» generadas en los niveles prece- modo intercambiable y, en general, no resultan incompati-
dentes; su finalidad es conseguir los cambios implícitos en bles. Una primera acepción hace referencia a un modo concre-
aquellas ideas. to de concebir el propio statu quo de la psicopatología, como
Volviendo al primero de los niveles, el de la reflexión teó- ciencia diferente y diferenciada, incluyendo tanto la defi-
rica, dijimos que entre sus recursos característicos se encuen- nición del objeto mismo (el espíritu endemoniado, la enfer-
tran las herramientas conceptuales. Los criterios y modelos de medad mental, la conducta anormal, la actividad mental
la psicopatología serían ejemplos de ello. Las preguntas que anómala ... ), como de los procederes técnicos y metodológi-
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 35

cos más adecuados para abordarlo: en términos generales, permitido hablar de «paradigmas» para cubrir contenidos
esto es lo que solemos entender cuando hablamos de las «es- idénticos a los que se incluyen bajo el término «modelo». Se
cuelas de la psicopatología», herederas en gran parte de una habla del modelo de aprendizaje, del sistémico, del social
cierta manera de entender el objeto de la psicología. Por eso o del cognitivo, del mismo modo que se habla del paradig-
mismo, en todos los modelos psicológicos y psicopatológi- ma del aprendizaje, del paradigma sistémico, del paradigma
cos podemos encontrar aún las influencias de varias escuelas social o del paradigma cognitivo. Del término paradigma
de pensamiento, más o menos recientes, que en un cierto queremos recoger tres de sus principales usos y acepciones.
momento histórico se fueron constituyendo alrededor de En primer lugar, el paradigma como metáfora de la realidad
algunas personas (Wundt, Freud, Janet, James, Kraepelin, (como modelo, frente a ejemplar, en la terminología de
Jaspers, Pavlov, Watson, Galton, etc.), y en ciertos lugares Khun) enfatiza el aspecto metafórico que tienen la mayoría
(Leipzig, Viena, París, Harvard, Heidelberg, San Petersbur- de las teorías, científicas. Los modelos no son descripciones
go, Baltimore, Cambridge, etc.). Para acabar por extenderse, isomórficas de la realidad, pues contienen presupuestos que
ya sin delimitación geográfica, a unas doctrinas y sus segui- no son susceptibles de verificación empírica directa, pese a
dores. Su pervivencia es en algunos casos escasa mientras lo cual sirven -o se utilizan- para definir aquella realidad
que en otros adquiere tintes casi doctrinarios y dogmáticos, que pretenden estudiar (Ribes, 1990). Un segundo signifi-
y finalmente, en la mayoría de los casos se mantiene bajo la cado de paradigma lo hace equivalente a ejemplar metodo-
apariencia de un énfasis especial en unas determinadas ideas, lógico, esto es, al consenso en la comunidad científica sobre
áreas de trabajo y en ciertos métodos (Ardila, 1990). cuáles son los problemas relevantes y cómo resolverlos. El
La segunda acepción de «modelo» es la de analogía (Davi- tercer significado es el de asiento institucional de la comu-
son y Neale, 1980), lo que implica que se toman ciertos nidad científica, esto es, los hábitos y reglas tácitas de su
conceptos de otros campos, que después se aplicarán, con actuación. Es interesante subrayar estos tres aspectos, ya que
mayor o menor fortuna, a la psicopatología. Ejemplos de los modelos psicológicos de las psicopatologías recogen al
este tipo son los modelos animales, los de condicionamiento menos alguno de sus rasgos. De todos modos, la exposición
o los de provocación experimental de experiencias anorma- resulta en buena medida superponible a la que se puede rea-
les, tales como las alucinaciones, los delirios o las alteracio- lizar con la ayuda del concepto de modelo, y probablemente
nes de conciencia (McKinney, 1988). En estos casos, además también con el de perspectiva, cuyas definiciones se mezclan
de considerar el modelo como una herramienta conceptual, en muchos aspectos.
se puede hablar de modelos útiles para el nivel de trabajo Un problema diferente es el de por qué conviven actual-
experimental. Price (1978) señala, por ejemplo, que un mo- mente en la psicopatología tantas perspectivas y modelos
delo es un análogo conceptual que sirve para iniciar investi- distintos. Por qué han surgido y por qué se mantienen. Una
gaciones empíricas y que recurre a una serie de estructuras o primera respuesta tiene que ver con la indeterminación con-
fenómenos conocidos con el fin de entender los que se igno- ceptual que ha presidido históricamente la evolución de la
ran, tratando a unos como si fueran los otros. Los modelos propia psicopatología (y puede que, también, de sus cien-
constituyen así un modo de representación de la realidad cias-madre: la psicología y la medicina). Como ya se ha di-
que se quiere conocer, que ayuda a seleccionar ciertos he- cho en otros lugares (Belloch, 1987, 1993; Belloch e Ibáñez,
chos como relevantes y a organizar sus relaciones, y que per- 1992), a las preguntas de qué es la psicopatología y por qué
mite reproducir algunas de las propiedades del sistema catalogamos ciertos modos de actividad y comportamiento
original, pero no todas. En este sentido, es preciso tener en -y aun a ciertas personas- como psicopatológicas, po-
cuenta que todo modelo es parcial y selectivo, y para su demos encontrar multitud de respuestas: casi tantas como
construcción se adoptan exclusivamente aquellos aspectos psicopatólogos existen. Semejante diversidad y, lo que es
que son relevantes para el uso que se pretenda hacer del mis- peor, disparidad es probablemente el resultado bien de la
mo. Por tanto, un modelo será útil en la medida en que ausencia de criterios ampliamente compartidos sobre el sig-
permita responder a las preguntas que interesan a quien lo nificado de «lo psicopatológico», esto es, del objeto mismo
utiliza. Este planteamiento cabe dentro de lo que Seoane de la psicopatología como actividad científica propiamente
(1981) denominó como la teoría de los dos sujetos experi- dicha, bien a consecuencia de la relatividad de los criterios
mentales, según la cual el investigador prepara un diseño que lo definen. De ser cierto lo primero, habrá que admi-
experimental que bajo ningún concepto se puede considerar tir que quizá nos encontramos en una etapa precientífica,
como neutro, sino que, por el contrario, responde puntual- pues para algunos teóricos de la ciencia la diversidad de
mente al modelo o imagen de sujeto que mantiene el expe- escuelas es ni más ni menos que el reflejo de un estadio pre-
rimentador; por otro lado, el sujeto experimental real que científico (por ejemplo, Bunge, 1976; Hempel, 1973; Mussó,
permanece en el laboratorio se contrapone en mayor o me- 1970). Si bien es cierto que las escuelas cumplen una función
nor medida al modelo ideal de sujeto del investigador. necesaria desde el punto de vista histórico, pues permiten es-
Finalmente, la tercera acepción de «modelo» que quere- tablecer comparaciones críticas entre las diferentes interpreta-
mos resaltar es aquella que lo hace análogo a la noción de ciones posibles de los hechos, no es menos cierto que su
paradigma, para indicar un modo concreto de abordar el pervivencia durante un período de tiempo excesivo ya no sir-
objeto de estudio, así como el tipo de problemas que se plan- ve a los fines de aquella necesaria confrontación, sino más
tean y las clases de información y metodología que se pue- bien a los del aislamiento y el dogmatismo. No deberíamos
den utilizar. Yes este planteamiento el que precisamente ha olvidar que en la historia de la ciencia las escuelas surgen en
36 Manual de psicopatología

un contexto dialéctico, en el sentido de que cada una pre- unos criterios a otros se produce, algunas veces, a causa del
tende ser un rechazo crítico de las existentes y una solución «descubrimiento» o de la «comprensión» de nuevos hechos.
de los problemas que las otras no son capaces de solucionar. Pero esto no es lo habitual. Lo normal es que el cambio se
Recuérdense a este respecto las polémicas entre geocentris- produzca por la construcción de explicaciones que sean más
tas y heliocentristas en el ámbito de la astronomía, o entre compatibles con el contexto y el momento político, económi-
los partidarios de la teoría de la circulación de la sangre y los co y cultural. De modo que cuanto más extraña, inusual o
anticirculacionistas en el terreno de la biología (Mussó, desviada resulten una persona o un modo de comportarse,
1970). De ser cierto este planteamiento, puede que la única más necesidad tendrá la sociedad de hacer explícitos sus
solución para considerar a la psicopatología como una cien- conceptos sobre lo normal. De este modo, las creencias que
cia sea concebir su larga historia de modelos, escuelas y pa- enfatizan aspectos tales como la racionalidad, el deseo de
radigmas no como una sucesión de problemas y soluciones control o el de poder, como elementos definitorios de lo
aisladas, sino más bien como ramificaciones y prolongacio- humano, tenderán a suponer que la ausencia de, o el despre-
nes de problemas antiguos y extraordinariamente comple- cio a, esos elementos es la esencia de lo psicopatológico.
jos, y como aspectos o dimensiones de una solución que Pero si nuestras creencias sobre lo esencial de la naturaleza
todavía no se ha logrado. La respuesta a la pregunta sobre el humana enfatizan la irracionalidad y la ausencia del control
origen y la pervivencia de distintos modelos tendría que ba- de los instintos, el concepto de psicopatología será sustan-
sarse seguramente en una de estas dos ideas, o en ambas a la cialmente diferente del anterior. La alternancia de estos dos
vez: primero, la de que las diversas opciones encarnadas en modos de concebir la naturaleza humana ha sido una de las
las diferentes escuelas representan intentos de solución a los constantes en la historia de las ideas sobre la psicopatología
problemas constitutivos de la misma psicología; y segundo, y la normalidad, yen cierto sentido sigue vigente en algunos
que tales opciones representan intentos de solución de pro- de los modelos y criterios que actualmente se manejan.
blemas nuevos, esto es, de aspectos del funcionamiento psi- Pero aún habría que señalar otro problema más: sean
cológico normal o anormal que hasta entonces no se habían cuales sean las creencias sobre la naturaleza humana anor-
planteado o no se habían considerado como relevantes. Es mal y sobre la normal, no se suelen aplicar por igual, ni del
decir, que si en la definición misma del objeto de la psicopa- mismo modo, a todos los miembros de una misma socie-
tología cabe la consideración de que un determinado com- dad. Los grupos dominantes (intelectuales, políticos, eco-
portamiento (por ejemplo, creer que uno es el enviado de nómicos o cualesquiera otros) asignan a sus contrarios o
los dioses y actuar en consonancia) es normal, sano o adap- adversarios una «naturaleza» diferente de la suya propia. Y
tado, tal comportamiento no será considerado susceptible esto es más evidente aún, si cabe, cuando examinamos los
de investigación, diagnóstico o tratamiento; pero si, por el conceptos sobre la psicopatología: vamos a encontrarnos
contrario, se considerara como anormal, entonces entraría con diferencias, a veces nada sutiles, según la clase o el gru-
sin duda alguna a formar parte del estudio de nuestra disci- po social al que pertenezca una persona, según su historia
plina. anterior, según su nivel de instrucción cultural, y un largo
Una segunda respuesta al porqué de la diversidad -e etcétera. Y, naturalmente, ello va a repercutir en aspectos
incluso disparidad- de modelos y criterios para explicar lo tan cruciales como el pronóstico y el tratamiento, como
psicopatológico, se centra en la relatividad sociocultural de hace ya tiempo mostraron Hollingshead y Redlich (1958).
su objeto de conocimiento. Es decir: si una sociedad o un En definitiva, y desde este punto de vista, la diversidad
grupo cultural, valoran positivamente (o sea, como saluda- de modelos y criterios de la psicopatología responde al he-
ble y deseable) unos ciertos modos de comportarse, de ser, cho de que su objeto no se corresponde con ninguna «ver-
de pensar, de experimentar la realidad, de sentir, o de ex- dad objetiva», en el sentido de que no puede ser explicado
presarse, cualquier atisbo de rechazo, crítica, minusvalora- recurriendo exclusivamente a hechos y leyes científicas, como
ción, o por supuesto, de contradicción manifiesta con tales se han encargado de argumentar autores como Szasz (1972)
modos, corre el riesgo de ser calificado como psicopatológi- o Braginsky y Braginsky (1974), entre otros muchos. Y, por
co, enfermizo, absurdo, disfuncional, o anómalo. Este plan- su parte, las escuelas y modelos, encarnados en instituciones
teamiento significa, además, que en muchas ocasiones la y comunidades científicas, pueden ser concebidos como el
cualificación de algo como «psicopatológico» no responde puente que une las creencias implícitas o tácitas de la socie-
a criterios científicos, sino más bien a otros de naturaleza dad con el comportamiento concreto de sus actores yagen-
ética o moral, de tal manera que todo aquello que contravie- tes. En cierto sentido, su nacimiento responde a la necesidad
ne la ética dominante, puede ser caracterizado «legítima- de implementar un sistema de creencias. Y a medida que el
mente» como psicopatológico. En definitiva, las ideas sobre sistema cambia, cambian también los criterios, las escuelas,
la salud mental que mantiene una sociedad, resultan deter- los modelos y, por supuesto, las instituciones (Magaro,
minantes para la construcción de las ideas sobre su carencia 1976).
o ausencia. Por lo tanto, esas ideas impactan de manera cru- Con estas ideas en mente, vamos a abordar ahora el tipo
cial en los modelos y criterios de la psicopatología. de «creencias» que están dominando hoy las diferentes con-
y como ha señalado Magaro (1976), la mayor parte del cepciones sobre la psicopatología y cómo éstas se han orga-
contenido de tales criterios y modelos intenta crear un puen- nizado en sistemas más o menos coherentes y compactos.
te entre nuestras creencias (valores, prejuicios) sobre la anor- Comenzaremos por delimitar los tipos de criterios que se
malidad psicológica y unos pocos hechos. El cambio de han venido manejando, para pasar después a examinar cómo
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 37

esos criterios formales han ido derivando hacia la construc- A. EL CRITERIO ESTADíSTICO
ción de modelos o sistemas de creencias sobre la salud y el
equilibrio mentales y sobre sus alteraciones. Como ha dicho Ibáñez (1980), cuando la psicología y, con
ella, la psicopatología decidieron optar por homologarse a
las ciencias naturales (ya bien entrado el siglo XIX) y, conse-
11. CONCEPTOS Y CRITERIOS EN PSICOPATOLOGíA cuentemente, postular leyes que fueran susceptibles de for-
malización, se recurrió a la cuantificación de los datos
Luisa ingresó en el hospital con una parálisis parcial del lado psicológicos. Esa cuantificación se produjo fundamental-
izquierdo de su cuerpo. Dice que no tiene ninguna idea so- mente a través de la estadística, ciencia auxiliar de una bue-
bre cuál puede ser la causa. Su madre cree que puede tener na parte de las ciencias naturales. En psicopatología, la
alguna relación con el pánico que le produjo ver cómo su estadística dejó de ser un recurso auxiliar formal para con-
novio era atacado por un perro. Sin embargo, el síntoma se vertirse en algo más: se transmutó en criterio definitorio del
había presentado ya en otras ocasiones, antes de este suceso, objeto y adquirió rango de concepto, cuya máxima ejempli-
de forma intermitente. ficación se encuentra en el denominado criterio estadístico de
Manuel está terriblemente angustiado y sin atreverse a la psicopatología.
salir de casa porque últimamente tiene lo que él llama ata- La buena acogida que tuvo en nuestro contexto se debe,
ques, y que consisten en sensación de pánico, palpitaciones en parte, a que ya había sido profusamente utilizado en
muy intensas, visión borrosa y como a través de un túnel, ámbitos psicológicos tan relevantes como el de las teorías
mareo, náuseas, y una especie de peso en el pecho que le constitucionalistas sobre la personalidad, o el de las investi-
impide respirar con normalidad. Le suelen suceder cuando gaciones pioneras sobre la inteligencia, que dieron paso a
está en el cine, o en el autobús, e incluso últimamente en su toda una tecnología que permitiría más adelante «medir»
propio coche. Su reacción inmediata es salir corriendo, y en hechos psicológicos tan diversos como la personalidad, los
varias ocasiones ha tenido que ir a urgencias porque pensaba valores, las normas, los motivos o las creencias. El postulado
que se iba a morir. central del criterio estadístico es el de que las variables que
Sonia es una chica de 18 años que durante los dos últi- definen psicológicamente a una persona, poseen una distri-
mos ha perdido más de 20 kilos. Solamente come algunas bución normal en la población general de referencia de esa
verduras y, de vez en cuando, un poco de jamón y algún persona. Consecuentemente, la psicopatología es todo aque-
vaso de leche desnatada. Sólo bebe un vasito de agua al día, llo que se desvía de la normalidad, es decir, «algo» (un rasgo
y todos los días hace al menos una hora de gimnasia. Es de personalidad, una capacidad intelectual, una actividad
cumplidora, auto exigente y, salvo por sus manías con la co- mental, un comportamiento, una emoción, un afecto, etc.)
mida, sus padres la consideran una hija modelo. Dice que que resulta poco frecuente, que no entra en los límites de la
empezó a hacer dietas porque se veía como una vaca, a pesar distribución normal de la población que nos sirve de refe-
de que todos le decían que tenía un tipo estupendo. rencia. Según este criterio, hablamos de hiper o hipoactivi-
Felipe describe así sus experiencias: «Al principio era dad para catalogar un determinado comportamiento motor
como si una parte de mi cerebro, que hasta entonces estaba alterado, o de baja versus alta inteligencia para designar la
dormido, empezara a despertarse. Empecé a comprender capacidad mental de las personas (esto es, subnormal versus
muchas cosas: por ejemplo, me acordé de que, cuando tenía superdotado), o de hiper versus hipoestesia, o de baja versus
siete años, violé a mi hermana que entonces tenía seis; en- alta estabilidad emocional (neuroticismo versus estabilidad),
tendí por qué el portero de la oficina me daba todos los días por poner algunos ejemplos conocidos.
el correo cogido con una cinta ancha de goma de color ver- Sin embargo, la restricción al ámbito de lo infrecuente
de; comprendí por qué mis padres habían puesto mi nom- no siempre conlleva psicopatología (Martin, 1976). El ge-
bre en el buzón ... Todo empezó a cobrar un significado que nio creador es desde luego poco frecuente, pero no es pato-
hasta entonces no había sido capaz de captar ... ». lógico. Creer en la existencia de una vida después de la
Todas estas personas presentan o relatan problemas muy muerte puede ser muy frecuente, pero el no creer en ello no
diferentes. Todos ellos serán estudiados con detalle en esta significa patología. Problemas de este estilo parecen haber
obra. Pero también nos sirven aquí como ejemplo de la di- llevado a la adopción de un segundo supuesto central,
versidad de temas y problemas humanos que son objeto de además del de la frecuencia, para la definición de las psico-
estudio para la psicopatología. Y, al mismo tiempo, nos sir- patologías: el supuesto de la continuidad. Según éste, los
ven como una razón más que explica la diversidad de crite- elementos constitutivos de las psicopatologías se hallan pre-
rios y modelos que se manejan en esta disciplina, además de sentes en la normalidad, pero constituyen una exacerbación,
las que hemos comentado en el apartado anterior. En éste por exceso o por defecto, de esa normalidad. De modo que
vamos a examinar algunos de los criterios más influyentes las diferencias entre lo normal y lo patológico son de natura-
que se manejan, o se han manejado, para catalogar, com- leza cuantitativa, de grado. De aquí que, además de los
prender y explicar la multiplicidad de psicopatologías que prefijos hiper o hipo, se utilice el prefijo <<a» y se hable de
pueden presentar las personas. Nos centraremos básicamen- conductas o actividades anormales, que se caracterizan no sólo
te en los siguientes cuatro grupos de criterios: el estadístico, por ser poco frecuentes, sino además por contener los
los sociales, los subjetivos y los biológicos. mismos elementos de la normalidad pero en un grado ya
38 Manual de psicopatología

excesivo, ya escaso. Así que cuando la psicopatología se rige riamente por estudiar y definir del modo más preciso posi-
por un criterio estadístico se suele emplear el término anor- ble esas normas y los supuestos en que se fundamentan, con
malidad como análogo o sinónimo al de psicopatología, lo el fin de evitar al máximo que nuestra actividad clínica se
que significa que una conducta, rasgo, actividad o caracte- deje llevar por los prejuicios y la falsa moral, que tan malos
rística es muy poco frecuente y, por tanto, poco representa- compañeros de viaje resultan siempre. Y, sobre todo, con
tiva del grupo social normativo de referencia, además de ser el de ayudar a la persona que presenta la psicopatología en
cuantitativamente distinta de lo que se considera normal cuestión a reintegrarse, en las mejores condiciones, en el
(véase, por ejemplo, Eysenck, 1970). Este salto conceptual medio social al que, se quiera o no admitir, pertenece.
desde la idea de infrecuencia estadística a la de anormalidad De hecho, la adaptación a los modos de comportamiento
ha permitido, además, que el criterio estadístico pase de ser esperables, habituales y sancionados como correctos por el
considerado únicamente como parte del contexto del descu- grupo social al que una persona pertenece, se ha esgrimido
brimiento (por utilizar la terminología de Reichenbach, también como un criterio para la presencia o ausencia de
1964) a ser utilizado también como parte del contexto de la psicopatologías, y de hecho se encuentra en la base del cri-
explicación y la justificación. Y esto ha sido posible, según terio legal de normalidad mental versus psicopatología. En la
Seoane (1981), porque en psicología la idea de experimen- medida que una persona se comporte, piense o sienta como
tación ha ido casi siempre unida a la de cuantificación, con lo hacen sus congéneres, o como éstos esperan que lo haga,
el fin de posibilitar un posterior tratamiento estadístico. En será catalogada como normal. Así, la adecuación al rol social
este sentido, la tecnología estadística ha servido tanto para y personal que se nos adscribe constituye muchas veces el
establecer relaciones funcionales como para realizar induc- marco de referencia imprescindible para la catalogación de
ción probabilística. normalidad. Si, por ejemplo, ante la muerte de un ser que-
rido presentamos una reacción emocional de euforia y ale-
gría incontenibles, seremos catalogados como de anormales
B. LOS CRITERIOS SOCIALES E INTERPERSONALES o patológicos... ¡como mínimo! Del mismo modo, espera-
mos que un padre de familia responsable y adaptado se
De una naturaleza diferente son los criterios que podríamos comporte de acuerdo con su rol y, por lo tanto, que pase la
denominar, genéricamente, como sociales. Uno de ellos es el mayor parte de su tiempo dedicado a procurar para su fami-
que H. S. Sullivan denominó consensual para señalar que la lia estabilidad económica y emocional. Y, a decir verdad,
definición de las psicopatologías es una cuestión de norma- conseguir restaurar la capacidad de adaptación social cons-
tiva social, es decir, del consenso social que se alcance al tituye un objetivo fundamental de la mayor parte de las téc~
respecto en un momento y lugar determinados. De aquí a nicas de tratamiento e intervención psicológicas. Sin
afirmar que lo psicopatológico no es más que una «cons- embargo, no siempre es fácil determinar qué hay que enten-
trucción social» y una «convención» que la comunidad der por adaptación social. Y lo que es más importante, su-
adopta en un momento, y de un modo por lo general poco poner que esa adaptación es sinónimo de salud mental
explícito, no hay más que un paso. Y sólo otro más para puede llevarnos a cometer graves errores. Por ejemplo, para
afirmar que lo psicopatológico no existe más que en las un joven que vive en un barrio marginal de una gran ciudad
mentes de quienes lo postulan. Cierto es que, en muchas puede ser muy adaptativo socialmente asumir la violencia y
ocasiones, la investigación transcultural ha demostrado que la agresión como forma de comportamiento habitual, ya
este modo de argumentar no es, en absoluto, una estupidez, que ello le permite no sólo integrarse en un grupo social
y que lo que en un contexto cultural, social o histórico es importante en su contexto, sino también hace que se com-
normal, se torna patológico en otros; y, a la inversa, no lo es porte de acuerdo con lo que se espera de su rol (joven-mar-
menos que en todas las culturas y épocas es posible detectar ginal-urbano). En este sentido, no hay más que recordar
ciertas normas que definen lo que es psicológicamente nor- algunos ejemplos recientes de nuestra historia. Probable-
mal. Otra cuestión diferente es la de que nuestra cultura mente fuera más adaptativo --en el sentido de útil para la
occidental sea una de las que históricamente más se ha preo- supervivencia personal inmediata- para la población ale-
cupado por delimitar normas de ese estilo que, en muchos mana asumir como algo normal la existencia de campos de
casos, implican juicios de valor peyorativos que tanto han concentración para los judíos, negros o gitanos. E incluso se
criticado, y con razón, los teóricos del rotulado social, cuan- esperaba de ellos que actuaran como agentes de socializa-
do afirmaban que diagnosticar implicaba poner una etique- ción, detectando y denunciando la presencia de personas
ta a lo que simplemente era un problema o un modo de pertenecientes a alguno de estos grupos humanos (es decir,
vivir, pero que marcaba a hierro y fuego, y para siempre, a se esperaba que cumplieran con las leyes). Difícilmente po-
su destinatario. Así pues, y con todas las precauciones que demos admitir que, en casos como éstos, la adaptación so-
haya que adoptar, no queda más remedio que admitir ho- cial y/o el seguimiento acrítico de las leyes, constituyan
nestamente que esas normas sobre cuyas bases catalogamos criterios de salud mental, o sea, de ausencia de psicopatolo-
a una persona como normal o como psicopatológica existen gía. En definitiva, la definición de qué significa adaptación
en nuestras mentes. La solución no está, creemos, ni en negar social presenta casi tantos problemas como la de psicopato-
su existencia, ni en ignorarlas, ni en proclamar ingenua- logía, y lo que es más importante, no puede erigirse en el
mente que no existen psicopatologías ni personas que las criterio por excelencia para la delimitación de lo psicopato-
padezcan. Muy al contrario, cualquier solución pasa necesa- lógico y de lo normal.
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 39

Un modo de solucionar los problemas derivados de la que se comportan de un modo poco eficaz o que son poco
indeterminación del criterio que acabamos de ver pasa por realistas, son catalogables como psicopatológicas (o anor-
postular la existencia de condicionantes situacionales, que males, si se prefiere), incluso aun cuando recurran a un psi-
serían los responsables de la aparición de psicopatologías. El cólogo clínico o a un psiquiatra. Lo mismo sucede con las
individuo se convierte así en un mero actor, o mejor, en una personas que acuden al médico: no todas están enfermas, o
especie de marioneta sometida a contingencias ambientales mejor, el hecho de ir al médico no significa necesariamente
que representa el papel que la sociedad le adjudicó; y si ese que se esté verdaderamente enfermo. El criterio subjetivo o
papel no es bueno, la responsabilidad recae en la sociedad, personal no tiene tampoco en cuenta los efectos que un
nunca en el actor. Probablemente esto es bastante cierto en comportamiento anormal produce en el contexto social in-
muchos casos. Pero tiene un riesgo importante: sustraer de mediato de la persona que lo exhibe (mientras que sí lo ha-
la naturaleza humana aquello que más y mejor la define, la ría el alguedónico). Y ninguno de los dos permite distinguir
autodeterminación y la racionalidad, convierte a la persona entre, por ejemplo, psicopatologías y reacciones normales
que presenta una psicopatología en un alienado, un ser sin de adaptación al estrés. En síntesis, este tipo de criterios re-
razón ni capacidad para decidir por sí mismo. Por tanto, lo sulta insuficiente tanto a nivel explicativo -en realidad, ni
mejor es que los demás decidan y piensen por él. Esto no siquiera se plantean la génesis de la psicopatología-, como
significa que los condicionantes situacionales no puedan ex- a la hora de analizar sus consecuencias. De todos modos, no
plicar muchas veces la aparición de una psicopatología, ni hay que olvidar que en la práctica constituyen criterios a
que, por lo tanto, el psicopatólogo deba excluirlos de su in- tener en cuenta, puesto que es cierto que en muchos casos
vestigación. Muy al contrario, es preciso examinar muy a es el propio individuo quien detecta una anomalía en sí mis-
fondo el contexto social, así como el tipo de contingencias mo y, sobre todo, la comunica y puede ser incluso capaz de
ambientales que modulan el comportamiento y la actividad determinar su origen o su causa. Y, finalmente, tanto si se da
mental, si queremos llegar a comprender la génesis y/o el un autorreconocimiento de patología como si no, la infor-
mantenimiento de muchos comportamientos perturbados'o mación que una persona nos proporciona sobre sí mismo y
anormales. Pero no hay que perder de vista que un énfasis sobre su estado es una fuente de datos irrenunciable e im-
exclusivo y excluyente en esos condicionantes puede llevar- prescindible para el psicopatólogo.
nos hacia atrás en el túnel del tiempo, cuando al alienado se
le robaba la condición de ser humano.
D. LOS CRITERIOS BIOLÓGICOS

C. LOS CRITERIOS SUBJETIVOS O INTRAPsíQUICOS Por último, es preciso hacer referencia a un conjunto de cri-
terios de naturaleza no psicológica, en la medida que enfati-
De un orden diferente son los criterios subjetivos, intrapsí- zansobre todo la naturaleza biológica, física, de las personas.
quicos o personales, según los cuales es el propio individuo La variedad de este grupo de criterios es muy amplia, puesto
el que dictamina sobre su estado o situación, lo que se suele que son muchas y muy diferentes las disciplinas que se en-
traducir en quejas y manifestaciones verbales o comporta- cuadran en las perspectivas biologistas o fisicalistas de la psi-
mentales: quejas sobre la propia infelicidad o disgusto, so- copatología: genética, neurología, bioquímica, inmunología,
bre la incapacidad para afrontar un problema o buscar una fisiología, etc. Todas estas disciplinas mantienen un mismo
solución razonable, retraimiento social, comportamientos supuesto básico: el de que las diferentes psicopatologías son,
poco eficaces y/o incapacitantes, contacto deficiente con la fundamentalmente, la expresión de alteraciones y/o disfun-
realidad, malestar físico e incluso búsqueda de ayuda espe- ciones en el modo normal de funcionamiento, bien de la
cializada (Maher, 1976). Una variante de este criterio la estructura, bien del proceso biológico que las sustenta. Esas
constituye el alguedónico, propuesto por Kurt Schneider alteraciones pueden estar causadas a su vez por la acción de
(1959), y que hace referencia al sufrimiento personal, pro- agentes patógenos externos (y entonces se califican con el
pio o ajeno, como elemento definitorio de la presencia de prefijo dis), o por carencia de determinados elementos cons-
una psicopatología. El principal problema de estos criterios tituyentes (y entonces se aplica el prefijo a), o por una rup-
reside, desde nuestro punto de vista, en que implican que tura en el equilibrio normal de los diferentes procesos,
una persona es siempre consciente de sus problemas e inca- elementos o estructuras involucradas (en este caso se suelen
pacidades o, lo que es igual, de que tiene problemas y de aplicar lós prefijos hiper o hipo) (Canguilhem, 1971).
cuáles son su naturaleza y su alcance. Y esto no es sjempre Asumir una etiología orgánica como explicación última
así. En muchos casos, tales como demencias, ciertos estados y exclusiva de la aparición de las psicopatologías conlleva
psicóticos y algunos estados disociativos, entre otros mu- adoptar el término genérico de «enfermedad mental» para
chos, el individuo está lejos de ser consciente de su proble- caracterizar estos trastornos. Evidentemente, la irrupción de
ma o incluso de que tiene un problema; y desde luego es esta clase de criterios en el ámbito de la psicopatología su-
improbable que decida por sí mismo buscar ayuda especia- puso tanto una ruptura radical con las hasta entonces domi-
lizada. nantes perspectivas mágico-míticas y religiosas, como la
Pero es que, además, no todas las personas que manifies- adopción de planteamientos científicos para la explicación y
tan quejas de infelicidad o angustia personal, que tienen el tratamiento de las psicopatologías. El avance ha sido des-
problemas para entablar y/o mantener relaciones sociales, de entonces incuestionable. Nadie puede dudar, pues, de su
40 Manual de psicopatología

importancia y ningún psicopatólogo debería permitirse la A modo de conclusión provisional, y antes de examinar
arbitrariedad de ignorar su existencia o de despreciarla. Lo cómo estos criterios toman cuerpo en los modelos o escuelas
que ya no está tan claro es que el hecho de que se descubra actuales de la psicopatología, será útil establecer algunos
una etiología orgánica signifique descartar sin más la inter- postulados o principios generales sobre los que podemos ba-
vención de factores estrictamente psicológicos y sociales, o sarnos para caracterizar y catalogar un determinado modo
sea, de naturaleza no primariamente biológica, bien sea en de pensar, actuar o sentir como anormal o psicopatológico:
la etiología misma, bien en su mantenimiento, bien en las
consecuencias que una causa orgánica tenga en el funciona- Primero: No hay ningún criterio que, por sí mismo o
miento psicológico del individuo afectado. aisladamente, sea suficiente para definir un comportamien-
Aceptar la dicotomía biológico versus psicológico para to, un sentimiento o una actividad mentales como desviada,
explicar la aparición y el mantenimiento de una psicopato- anormal y/o psicopatológica.
logía significa, desde nuestro punto de vista, un error dema- Segundo: Ningún comportamiento, sentimiento o acti-
siado costoso para la psicopatología; significa caer de nuevo vidad mentales son por sí mismos psicopatológicos. Para
en un miope dualismo psicofísico, que tan malos resultados calificarlos como tales es necesario apelar a una relativamen-
ha tenido para la explicación del comportamiento y la acti- te amplia gama de condicionantes contextuales (Mahoney,
vidad mental de los seres humanos (Nagel, 1993). Pero ade- 1980), así como examinar su posible utilidad adaptativa y
más, el reduccionismo de la psicopatología a lo biológico estratégica (incluyendo las ganancias secundarias que la per-
significa la imposibilidad de la psicología y de la psicopato- sona que los exhibe, sus allegados o la sociedad obtienen
logía como actividades científicas. Las personas somos, ade- con ellos).
más de organismos biológicamente determinados, individuos Tercero: La presencia de psicopatologías representa un
sociales, con una historia personal de aprendizajes, de me- obstáculo importante para el desarrollo individual de la per-
morias y de modos de conocimiento del mundo, que no son sona que las mantiene, o para su grupo social más cercano
meros epifenómenos de nuestra condición de organismo, ni (Belloch e Ibáñez, 1992), es decir, no tienen utilidad estra-
son tampoco explicables recurriendo única y exclusivamente tégica, o ésta es menor que la conducta contraria (Martin,
a esa condición. Un delirio o una alucinación pueden estar 1976).
ocasionados por factores biológicos (por ejemplo, desde una Cuarto: Las dificultades que tienen las personas con psi-
intoxicación alcohólica hasta un deterioro cerebral, pasando copatologías les impiden lograr sus niveles óptimos de desa-
por otras muchas posibilidades), pero no todas las personas rrollo social, afectivo, intelectual y/o físico. Y esas dificultades
que los presentan hacen referencia a los mismos temas, los no son exclusivamente el resultado de condicionantes socio-
padecen con la misma intensidad, o manifiestan el mismo culturales insuperables para un individuo particular, sino
grado de deterioro en su funcionamiento social y personal. que están producidas por anomalías en sus actividades, pro-
y desde el punto de vista de la intervención terapéutica re- cesos, funciones y/o estructuras, ya sean cognitivas, afecti-
sulta evidente la necesidad de tener en cuenta todos estos vo/emocionales, sociales, biológicas y/o comportamentales.
aspectos. En definitiva, los planos psicológico y biológico Quinto: Los elementos que definen como psicopatológi-
están lejos de ser incompatibles; antes bien, son comple- cos un comportamiento o una actividad mental, no difieren
mentarios e igualmente necesarios para la comprensión de de los que definen la normalidad más que en términos de
las psicopatologías. De hecho, la tendencia actual a postular grado, extensión y repercusiones, lo que significa que es más
un modelo biopsicosocial para la explicación de la naturale- correcto adoptar criterios dimensionales que categoriales o
za humana y sus alteraciones (mentales o no) significa el discontinuos para caracterizar a las diversas psicopatologías
reconocimiento de esa complementariedad (Belloch y Ola- (Cattell, 1970; Eysenck, 1970; Mahoney, 1980).
barría, 1993). Sexto: La presencia de psicopatologías no conlleva nece-
sariamente ausencia de salud mental. En psicopatología nos
encontramos a menudo con anomalías de la actividad men-
E. CRITERIOS DE ANORMALIDAD: ALGUNAS CONCLUSIONES tal, tales como los lapsus línguae, o despertarnos antes de
que suene el despertador creyendo que sonó (imagen hipna-
Después de todo lo expuesto podría pensarse que ninguno gógica), o incluso con experiencias alucinatorias relaciona-
de los criterios mencionados es útil para explicar y describir das con la ingestión (voluntaria o no) de ciertas sustancias,
las psicopatologías. Nada más lejos de la realidad. Todos y por no hablar de hechos tan cotidianos como que, en un
cada uno de ellos son necesarios; pero ninguno es suficiente, examen, olvidemos cómo se llamaba ese autor tan impor-
por sí mismo, para la psicopatología. Uno de los objetivos tante que desarrolló el concepto de neuroticismo, o no con-
de nuestra disciplina consiste, entre otras cosas, en delimitar sigamos recordar el nombre de nuestra mejor amiga de la
el peso relativo de cada uno de los criterios aquí comenta- infancia o de qué color estaba pintada la clase del colegio al
dos, a la hora de clasificar, explicar y/o predecir la aparición que fuimos durante años. Sigmund Freud ya habló de esto
de comportamientos anormales, actividades mentales anó- en su Psicopatología de la vida cotidiana. Así pues, todas estas
malas o enfermedades mentales. Y en otro plano diferente anomalías son tremendamente corrientes en la vida y todos
no debemos olvidar que la elección en exclusiva de un crite- alguna vez las hemos experimentado en pleno estado de sa-
rio significa optar por una teoría y un modelo concretos en lud. Y también son objeto de estudio para la psicopatología
detrimento de otros. precisamente porque representan anomalías que se produ-
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 41

cen en el curso de una actividad mental normal y porque en máticos, muchos de sus postulados centrales (concepto de
muchos casos, como sucede sobre todo con el estudio del enfermedad mental, existencia de factores patológicos sub-
olvido, sirven de ayuda para entender el funcionamiento de yacentes, diagnóstico categorial, curso, pronóstico, etc.) son
otros procesos y actividades mentales anómalos, como la equivalentes a los defendidos por la perspectiva biológica o
amnesia. Existen, pues, grados de anomalía o alteración médica tradicional.
mental, y no todos implican ausencia de salud mental, tal y Otros enfoques, por ejemplo los sociales, los humanistas
como ya argumentamos en el punto anterior. y los existenciales, más que aportar paradigmas innovadores
Séptimo: Del mismo modo sucede que salud no implica sobre la conducta anormal, consisten en conjuntos de críti-
simplemente ausencia de enfermedad. Como señalaba la cas vertidas sobre los grandes modelos (básicamente el bio-
OMS ya en 1946, salud no es sólo ausencia de enfermedad, médico y el conductual), o en enfatizar ciertos aspectos de la
sino también presencia de bienestar. En el ámbito de la sa- realidad humana (posiciones filosóficas, concepto del «sí
lud mental, la Federación Mundial para la Salud Mental la mismo», autorrealización, criticismo social, relativismo cul-
definió en 1962 como «un estado que permite el desarrollo tural, etc.). Además de la propia debilidad teórica asociada a
óptimo físico, intelectual y afectivo del sujeto en la medida estos enfoques, se han argumentado incluso problemas rela-
en que no perturbe el desarrollo de sus semejantes». tivos a la eficacia de las técnicas terapéuticas derivadas de
estas posturas, ya que tal eficacia, o no ha sido estudiada, o
En definitiva, tampoco la salud mental es un concepto bien es muy baja (Rosenhan y Seligman, 1984). A nuestro
monolítico, definible simplemente en función de, o sobre la juicio, muchos de estos enfoques teóricos -que, dicho sea
base de, un solo criterio. Parámetros tales como autonomía de paso, tuvieron su mayor apogeo en momentos de menor
funcional, percepción correcta de la realidad, adaptación desarrollo científico de la psicopatología y mayor auge de
eficaz y respuesta competente a las demandas del entorno, cambios sociales (por ejemplo, el movimiento antipsiquiá-
relaciones interpersonales adecuadas, percepción de autoefi- trico)- tienen el valor de haber denunciado muchos aspec-
cacia, buen autoconcepto, estrategias adecuadas para afron- tos críticos de los modelos reinantes (el modelo médico) y,
tar el estrés, etc., constituyen parámetros en los que debemos así mismo, de haber enfatizado cuestiones de relevancia para
fijarnos cuando de lo que se trata es de diagnosticar o califi- la psicopatología (por ejemplo, el papel de los factores psi-
car el grado de salud mental de una persona (Belloch e Ibá- cosociales) .
ñez, 1992). Partiendo por tanto de este punto de vista, en lo que si-
gue no vamos a detenernos en la descripción de toda esta
variedad de modelos sobre la psicopatología. Nos centrare-
111. LOS MODELOS EN PSICOPATOLOGrA mos únicamente en tres grandes orientaciones teóricas que
cubren adecuadamente el panorama de la psicopatología
Hemos visto en los apartados precedentes la diversidad de científica actual, es decir, las perspectivas biomédica, con-
criterios o «creencias» acerca de lo que se considera anormal ductual y cognitiva. No obstante, al tratar sobre los procesos
o psicopatológico. A veces, incluso, resultan difícilmente re- y trastornos psicopatológicos en los diferentes capítulos de
conciliables entre sí. este manual, se hace referencia explícita a cualquier modelo
Si bien los criterios no deben identificarse con los gran- cuando su aportación al conocimiento psicopatológico ha
des sistemas o modelos sobre la conducta anormal, lo cierto sido suficientemente relevante.
es que las diferentes perspectivas teóricas sobre la conducta
anormal se basan en tales criterios y, en principio, se dife-
rencian entre sí según el mayor o menor énfasis que pongan IV. EL MODELO BIOLÓGICO
en cada uno de ellos. No debe extrañarnos, por tanto, que
las perspectivas o modelos en psicopatología sean también La perspectiva biológica, denominada también biomédica
múltiples. Así, en el cuerpo de literatura sobre esta cuestión (o médica), fisiológica o neurofisiológica (neurociencia),
se han referido modelos como el biomédico, el psicodiná- asume como principio fundamental que el trastorno mental
mico, el sociobiológico, el conductual, el cultural, el huma- es una enfermedad, al igual que cualquier otra enfermedad
nista, el cognitivo, el existencial, el social (de «etiquetación física. En consecuencia, las alteraciones psicopatológicas se
social»), el evolucionista, el constitucional, etc. (Véase la Ta- producen porque existen anormalidades biológicas subya-
bla 2.1.) centes (genéticas, bioquímicas, neurológicas, etc.). Por tan-
Sin embargo, tal proliferación de modelos o perspectivas to, según este modelo el tratamiento deberá centrarse en
refleja una realidad más ficticia que real, ya que algunos de corregir tales anormalidades orgánicas.
ellos, más que constituir un sistema teórico original y pro- Los orígenes del modelo médico hunden sus raíces en la
pio sobre la concepción de lo normal y anormal, se limitan propia historia de la humanidad, fiel reflejo de la lucha del
a destacar algunos aspectos de los fenómenos psicopatológi- hombre por su supervivencia, a través de los obstáculos más
coso Así, por ejemplo, el tan debatido modelo psicodinámico variados, entre los cuales las enfermedades ocupan un lugar
difícilmente puede ser separado del tradicional modelo bio- predominante. En psicopatología siempre se ha considerado
médico (véase más adelante), ya que, si bien asume que los a Hipócrates (siglo II a.e.) como el predecesor del enfoque
procesos psicológicos (más que los biológicos) constituyen médico en una extrapolación del modelo kraepeliniano.
la causa fundamental de los problemas mentales y psicoso- Una gran variedad de circunstancias históricas se dan cita
.Do.
~

3:
's::::"
:J
!!!..
c..
ID
Tabla 2.1 Características de los principales modelos teóricos de la psicopatología ~
111
ñ·
O
~

S
ENFERMEDAD I Somáticas (localizadas Importancia de Un punto definido Discontinuidad de Enfermedad Somático: El hombre es una ~
¡¡;'
o sistémicas); los la clasificación en de inicio en cualquier enfermedad y salud (morbus). Proceso de principalmente compleja máquina
síntomas mentales categorías nosológicas momento de la mental enfermedad drogas, pero también fisicoquímica en
son epifenómenos (enfermedades) vida. Extrínseco a TC y neurocirugía la que algunos
la evolución de la componentes pueden
personalidad tornarse defectuosos
(<<estropearse»)

CONSTITUCIONAL
(DISCRASIA)
ISomático-Organísmico
(la totalidad de
Diagnóstico de
somatotipo y
Innato: intrínseco
a la evolución de la
Continuidad de la
salud y enfermedad
Temperamento y
biotipos
Custodial y
sintomático
El hombrees
un organismo
la constitución temperamento personalidad mental (aunque se biopsicológico en el
biológica) puede establecer un que las funciones son
punto de corte) un todo

PSICODINÁMICO I Conflictos psicológicos Diagnóstico de fuerzas Experiencias Continuidad: Aparatos y I Psicoterapia (Insight) El hombre está
inconscientes psicodinámicas tempranas alteraciones mecanismos motivado porfuerzas
inconscientes causan conflictos emocionales leves son psicológicos: yo, irracionales en
(biográficas) inconscientes continuos neurosis- superyó, etc. conflictos con otros
psicosis y con las normas
sociales
EVOLUCIONISTA
(ONTOGÉNICO)
IDetención del proceso
de maduración o
Diagnóstico del
nivel de evolución
La evolución se para
en una determinada
Continuidad de
salud y enfermedad
Construcciones
ontogénicas tales
Educación reparadora El hombre es un
organismo en
regresión a una ontogenética etapa o hay una mental, aunque puede como diferenciación, desarrollo, pasando de
etapa temprana más regresión hacia una haber discontinuidad integración ... un nivel elemental a
primitiva anterior primitiva entre las etapas de uno complejo
desarrollo o evolución
CONDUCTISTA I Condicionamiento. I Diagnóstico preciso I En cualquier momento Continuidad de salud Condicionamiento Terapia de conducta El hombre es una
Aprendizaje de de los hábitos de la vida. Lo que y enfermedad mental. clásico. unidad de hábitos y
hábitos inadecuados inadecuados hace el sujeto es lo No hay diferencia Condicionamiento reflejos
importante, y no su intrínseca entre operante
historia hábitos correctos e
incorrectos
Tabla 2.1 (Continuación)

COGNITIVO Esquemas de
conocimiento
Anomalías en
estructuras y
Modelos
diátesis/estrés.
Continuidad.
Las estructuras y
Sesgos, esquemas,
creencias,
Terapias cognitivas
(incluyendo psico-
I La mente humana es
un sistema físico que
disfuncionales. procesos mentales Causas distales y procesos mentales expectativas, educación). Individual procesa información.
Estrategias de (y sus funciones). próximas. anómalos fluctúan estrategias de control. o grupal.
afrontamiento Interacciones En cualquier en dimensiones de Procesamiento
ineficaces defectuosas entre momento del normalidad-patología. (consciente y
procesos, funciones, desarrollo. no consciente).
y comportamiento. Modelado.
Análisis funcional. ()
P>
-o
MACRO-SOCIAL Desintegración social Diagnóstico de En cualquier Continuidad de Construcciones tales Ingeniería social El hombre es un ;:;.'
c:
o conflicto social los procesos de momento, pero salud y enfermedad como estructura eslabón de lo social O"
interacción en grupos los procesos de mental. Enfermedad social, rol, institución, y refleja relaciones IV
pequeños en los socialización mental continua con alienación sociales, estructuras,
que participan los tempranos son desviación social valores e instituciones ()
O
individuos importantes ::J
n
/1)
MICRO-SOCIAL Relaciones Diagnóstico de En cualquier Continuidad de Construcciones Psicoterapia de grupos El hombre es un
~
interpersonales y los procesos de momento, pero las salud y enfermedad tales como roles, eslabón en procesos O
en
comunicaciones interacción en grupos relaciones familiares mental. Los pequeños diadas y canales de dinámicos de grupo, '"<
alteradas en los pequeños en los tempranas son grupos anómalos son comunicación tales como las 3
grupos pequeños que participan los importantes continuos con los relaciones familiares O
a.
individuos normales /1)

O"
en
/1)
::J
-o
en
ñ·
O
-o
S
~
¡¡;'

.a:..
w
44 Manual de psicopatología

para realzar el estatus del modelo biológico en el siglo XIX, Actualmente, existe abundante evidencia empírica de que
como fueron la difusión de la teoría de Kraepelin, la inves- estas sustancias bioquímicas intervienen en muchos trastor-
tigación que vinculó la enfermedad mental a una enferme- nos del comportamiento.
dad orgánica (la sífilis), con sus trágicas secuelas, así como Los clínicos, utilizando una gran variedad de pruebas mé-
los diversos avances acaecidos en la curación de diversas en- dicas y neurológicas, han relacionado de forma inequívoca
fermedades somáticas. En el siglo xx, el modelo biomédico un gran número de trastornos mentales asociados a proble-
mantiene su enorme influencia y se consolida sobre todo a mas específicos del funcionamiento cerebral. Por ejemplo, en
partir de los años cincuenta, década en la que se comenza- la enfermedad llamada Corea de Huntington, un trastorno
ron a sintetizar y a utilizar diferentes clases de drogas psico- degenerativo marcado por profundas crisis emocionales, de-
trópicas que han mostrado su eficacia en diversos trastornos lirios, ideas de suicidio y movimientos motores involunta-
mentales. Ansiolíticos, antidepresivos, antipsicóticos y otros rios, se ha descubierto como factor responsable la pérdida de
psicofármacos han cambiado la imagen que se tenía del tra- neuronas en los ganglios basales. Estos trastornos mentales
tamiento de la enfermedad mental (Comer, 1992). que tienen causas físicas tan claras se denominan trastornos
mentales orgdnicos. De ellos, el más frecuente y preocupante
hoy en día es la denominada enfermedad de Alzheimer y/o
A. BASES BIOLÓGICAS DE LA CONDUCTA ANORMAL demencia senil tipo Alzheimer.
Tradicionalmente, los denominados trastornos mentales
Los defensores del modelo biológico entienden el compor- orgdnicos se han diferenciado de los trastornos mentales fun-
tamiento anormal como una enfermedad producida por el cionales, éstos son patrones de conducta anormales sin claros
funcionamiento patológico de alguna parte del organismo. indicios de alteraciones orgánicas cerebrales. Sin embargo,
Se presupone que la alteración del cerebro (estructural o fun- los defensores a ultranza del modelo biológico, y por ende
cional) es la causa primaria de la conducta anormal (Rosen, del papel jugado por las variables fisiológicas, sostienen que
1991; Rosenzweig y Leiman, 1989) o de la anormalidad en muchos trastornos denominados funcionales, como los
mental. trastornos de ansiedad, depresión y esquizofrenia, se han
Así como desde este modelo se postula que los trastornos descubierto disfunciones orgánicas en el cerebro. Los biolo-
cardiovasculares están causados por alteraciones celulares en gistas han llegado a estas conclusiones gracias a los avances
esos órganos, también los trastornos mentales estarían rela- en la investigación sobre las sustancias psicotrópicas. Los es-
cionados con las alteraciones celulares del cerebro. Las alte- tudios sobre el efecto que las drogas tienen en el cerebro han
raciones pueden ser anatómicas (el tamaño o la forma de contribuido a que se conozca mejor su funcionamiento, so-
ciertas regiones cerebrales puede ser anormal) o bioquímicas bre todo en relación a los trastornos mentales que responden
(los elementos bioquímicos que contribuyen al funciona- positivamente a ciertos psicofármacos (Hollister y Csernans-
miento neuronal pueden tener alterada su función, por exce- ky, 1990). De esta forma, sabemos que las alteraciones en la
so o por defecto). Dichas alteraciones pueden ser el resultado actividad de los diversos neurotransmisores pueden asociar-
de factores genéticos, trastornos metabólicos, infecciones, se a diferentes trastornos mentales. Los trastornos de ansie-
alergias, tumores, trastornos cardiovasculares, traumas físi- dad, por ejemplo, han sido relacionados con una actividad
cos, estrés, etc. (Haroutunian, 1991; Murphy y Deutsch, insuficiente del neurotransmisor llamado ácido gamma ami-
1991). nobutírico (gamma aminobutyric acid, GABA) (Braestrup,
Según Buss (1962), y en relación con las causas del tras- Schmiechen, Neef, Nielson y Petersen, 1982; Costa, 1983);
torno, pueden distinguirse hasta tres tipos diferentes de en- la esquizofrenia, con una excesiva actividad dopaminérgica
fermedad: enfermedad infecciosa, enfermedad sistémica y (Angrist, Lee y Gershon, 1974; Sandín, 1984; Snyder, 1981);
enfermedad traumática. La gripe, la pulmonía y la hepatitis, y la depresión, con un déficit en la actividad de las catecola-
son ejemplos del primer tipo, en el que un microorganismo minas y la serotonina (Siever, Davis y Gorman, 1991; San-
(virus) ataca a un órgano o a un sistema orgánico. La diabe- dín, 1986; Schildkraut, 1965).
tes, causada por un mal funcionamiento de las células pan- También se ha puesto de relieve la frecuencia con que
creáticas encargadas de secretar insulina, es un ejemplo de ocurren los trastornos mentales entre parientes biológicos.
enfermedad sistémica. La fractura de un brazo, o la condi- Desde este modelo se plantea que si un determinado tras-
ción producida por la ingestión de una sustancia tóxica, son torno ocurre con una relativa frecuencia en una familia en
ejemplos de trastornos traumáticos. relación a la población general, quizás es porque alguno de
A partir de los años cincuenta se intensificó el interés por los miembros de esa familia ha heredado una predisposición
aplicar el modelo sistémico de enfermedad a la conducta genética a padecerlo. Se habla así de las bases genéticas de la
anormal. La concepción sistémica se vio reforzada por el esquizofrenia, de la depresión, de la manía de la enfermedad
descubrimiento de sustancias neurotransmisoras (noradre- de Alzheimer, intentando averiguar si se debe a un gen do-
nalina, serotonina, etc.) y de una amplia gama de fármacos minante o recesivo. También desde este modelo se ha puesto
psicoactivos. La anormalidad entendida como un problema de relieve la investigación epidemiológica sobre los deno-
bioquímico constituyó así el más prometedor de los mode- minados grupos de riesgo, observando casos de numerosos
los biomédicos de enfermedad mental, considerándose desde parientes biológicos de un paciente diagnosticado de una
entonces que algunas formas de conducta anormal podían alteración psicopatológica específica que presentan el mis-
deberse a desequilibrios de la química del sistema nervioso. mo trastorno.
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 45

Los seguidores del modelo biológico buscan ciertos tipos dad clínica (nosológica) discreta, con características clínicas
de indicios cuando evalúan la causa de una conducta anor- (sintomatología), etiología, curso, pronóstico y tratamiento
mal específica. ¿Existen antecedentes familiares de esa con- específicos. Según el modelo médico, por tanto, cada cate-
ducta y, por tanto, una probable predisposición genética? goría clínica se diferencia cualitativamente de los demás
¿Este trastorno está causado por alguna enfermedad anterior trastornos mentales, así como también de lo «no clínico».
o accidente, o sigue su propio curso con independencia de Contrasta con la concepción dimensional de la psicopato-
los cambios situacionales? ¿Se ha exacerbado la conducta logía, punto de vista más enraizado en la tradición psicoló-
por eventos que pueden interpretarse como productores de gica, donde la diferencia entre lo normal y lo anormal es
efectos fisiológicos? Cuando se presupone una vulnerabilidad sobre todo una cuestión de grado (no discontinuidad). Son
orgánica asociada al efecto de agentes externos patógenos se reflejo de esta orientación médica los sistemas de clasifica-
ha explicado en términos de una interacción denominada ción categorial establecidos en los sistemas de diagnóstico
predisposición-estrés (también entendida como modelo de de la American Psychiatric Association -APA-(DSM-III
diatesis-estrés). Siguiendo, pues, el planteamiento del mode- y DSM-IV) y de la Organización Mundial de la Salud
lo biomédico, una vez que se han precisado las áreas concre- -OMS- (CIE-10) (véase el Capítulo 4).
tas afectadas de una probable disfunción orgánica, el clínico
estará en una mejor posición para prescribir el tratamiento
biológico a seguir. C. EVALUACIÓN DEL MODELO BIOLÓGICO

Actualmente el modelo biomédico goza de un considerable


B. POSTULADOS DEL MODELO BIOLÓGICO prestigio en amplios sectores de la psicología clínica. Las
investigaciones sobre las bases biológicas de la conducta
Asumiendo que el modelo médico de los trastornos psico- anormal son cada vez más abundantes en psicopatología y
patológicos se ha desarrollado básicamente en el campo de psiquiatría. Los nuevos fármacos son por sí mismos, además
la medicina (psiquiatría), éste se fundamenta en una serie de elementos terapéuticos, relevantes instrumentos de in-
de conceptos centrales que contribuyen a configurar los vestigación sobre posibles causas biológicas del trastorno.
componentes básicos de su estructura. Estos conceptos son Se ha sugerido que el modelo biológico tiene bastantes
los siguientes: virtudes. Primero, sirve para recordarnos que los problemas
psicológicos, aunque complejos y específicos, pueden tener
1. Signo. Indicador objetivo de un proceso orgánico anó- causas o concomitantes biológicos dignos de evaluación y es-
malo (por ejemplo, la fiebre puede ser un signo de un pro- tudio. Segundo, gracias al desarrollo de sofisticadas técnicas
ceso inflamatorio). biomédicas, la investigación sobre los aspectos neurofisioló-
2. Síntoma. Indicador subjetivo de un proceso orgánico gicos y genéticos de la conducta anormal a menudo progresa
y/o funcional (por ejemplo, sensación de tener fiebre). De con rapidez, produciendo nueva y valiosa información en
hecho, el síntoma aislado, considerado en sí mismo, no re- períodos de tiempo relativamente cortos. Tercero, los tra-
sulta anormal o morboso. Se considera que el síntoma es la tamientos biológicos (sobre todo los psicofarmacológicos)
unidad mínima descriptible en psicopatología. Por otra par- han proporcionado significativas aportaciones en la terapia
te, se pueden clasificar los síntomas como primarios (recto- de los trastornos mentales, bien cuando otras estrategias de
res, nucleares o patognomónicos), es decir, que nos orientan intervención se han mostrado ineficaces, bien como tratamien-
hacia un diagnóstico determinado, y secundarios cuando no tos complementarios a los psicológicos, especialmente en
cumplen los criterios etiológicos o descriptivos de la entidad postrastornos mentales graves.
nosológica en la que se han identificado. El modelo biológico, no obstante, adolece de diversos
3. Síndrome. Conjunto de signos y síntomas que apa- problemas y limitaciones. En su ambición explicativa más
recen en forma de cuadro clínico. O dicho en otros térmi- extrema parece hipotetizar que toda la conducta humana
nos, es un agrupamiento o patrón recurrente de signos y puede explicarse en términos biológicos y, por tanto, que
síntomas. todo problema psicológico puede ser tratado mediante téc-
4. Enfermedad mental (entidad nosológica). Estructura nicas biológicas. Este reduccionismo puede limitar más que
totalizante en la que adquieren sentido los fenómenos par- potenciar nuestro conocimiento del comportamiento anor-
ticulares, y por tanto dota de recursos explicativos al médico mal y, en especial, de las psicopatologías. Aunque es cierto
para comprender desde los factores etiológicos del trastorno que los procesos biológicos afectan a nuestros pensamientos
hasta la validez del pronóstico, aumentando, por supuesto y emociones, también lo es que ellos mismos están influen-
la eficacia del tratamiento. Sin embargo, de por sí, este cons- ciados por variables psicológicas y sociales. Cuando percibi-
tructo no agota en ningún caso el nivel explicativo de los mos un evento negativo en nuestra vida, y que además está
trastornos mentales. fuera de nuestro control, la actividad de la noradrenalina o
5. Dicontinuidad entre lo normaly lo anormal. El trastor- la serotonina de nuestro cerebro desciende, propiciando la
no mental, al ser considerado como una enfermedad (<<en- aparición de un estado de ánimo histórico que, en personas
fermedad mental»), se clasifica y diagnostica sobre la base de vulnerables, puede dar lugar a la instauración de un trastor-
criterios categoriales (en contraste con las orientaciones di- no depresivo, por ejemplo. Nuestra vida mental es una inte-
mensionales). Cada trastorno mental constituye una enti- racción de factores biológicos y no biológicos (psicológicos,
46 Manual de psicopatología

sociales, culturales, ambientales, etc.), por lo que es más re- mas de diagnóstico categorial más influyentes durante
levante explicar esa interacción que centrarse exclusivamente los últimos diez años.
en las variables biológicas. Una consecuencia obvia de estos
hallazgos descritos es la comprensión más integrada y holis-
ta de los trastornos mentales bajo el paradigma del modelo v. EL MODELO CONDUCTUAL
biopsicosocial, para conducir al científico hacia una apro-
ximación a la forma de interpretar los actos del comporta- Como ha señalado Tbomas Kuhn, la sustitución de un pa-
miento humano en función del hombre como totalidad, y radigma científico no se produce únicamente por la denun-
aprehender y estudiar sus mecanismos conductuales como cia de sus insuficiencias e inadecuaciones, sino sobre todo
integración de elementos y determinantes biológicos, psico- por la aparición de una nueva teoría alternativa y claramen-
lógicos y sociales (Ballús, 1983; Belloch y Olabarría, 1993). te superior. A principios de la década de los sesenta, el mo-
Un segundo problema con el que se encuentra el modelo delo conductual se perfilaba en Estados Unidos y en Europa
biológico es la validez explicativa de sus teorías que a menu- como un nuevo paradigma de la psicología clínica, alterna-
do son incompletas y poco concluyentes. Muchos estu- tivo a las insuficiencias del modelo médico (antes descrito)
dios bioquímicos y neurológicos, por ejemplo, se realizan y en principio más explicativo y útil. Aparte de la insatisfac-
con animales que aparentemente presentan síntomas de de- ción con el modelo biomédico, la emergencia del modelo
presión, ansiedad, o algún otro comportamiento anormal conductual se produjo merced al auge experimentado por la
inducido mediante drogas, cirugía o manipulación conduc- psicología del aprendizaje. Así pues, podríamos decir que
tual. Los investigadores tendrán dificultades para generalizar los dos factores primarios que determinaron el surgimiento
la validez de sus conclusiones a la conducta humana y sus del modelo conductual en psicopatología fueron la madurez
alteraciones. Igualmente, los estudios genealógicos y genéti- alcanzada por la psicología del aprendizaje (aplicación de
cos citados a menudo para apoyar los argumentos biológicos principios del condicionamiento clásico y operante al con-
están abiertos a sucesivas interpretaciones y reinterpretacio- trol de la conducta anormal) y la insatisfacción con el esta-
nes en función de los avances en neurociencia. tus científico y modus operandi del modelo médico respecto
Por otra parte, la aceptación rígida de los postulados an- a la conducta anormal. El modelo conductual, si bien se
teriormente descritos acarrea diversos problemas que refleja- perfiló como una alternativa teórica fascinante en psicopa-
mos a continuación: tología, pronto comenzó a sufrir críticas internas, sobre
todo procedentes de autores insatisfechos con la extrema ri-
1. Tiende a considerar al individuo «<enfermo mental») gidez del esquema estímulo-respuesta propuesto inicial-
como algo pasivo. Si aceptamos el concepto de enferme- mente. La propia evolución histórica de la perspectiva
dad, hemos de considerar al sujeto enfermo con todas las conductual ha dado lugar a diferentes orientaciones o sub-
implicaciones, positivas y negativas, que conlleva. Ha- modelos que se asumen y aplican alternativamente en la ac-
ciéndonos eco de las palabras de Kraepelin (1913), el su- tualidad, tanto desde la concepción de la propia conducta
jeto enfermo se acepta y es aceptado como tal, gozando de anormal como en el campo aplicado de la modificación de
los mismos privilegios en la sociedad y en el trabajo que conducta. En los epígrafes correspondientes a este apartado
otro sujeto normal. El enfermo juega un papel pasivo al veremos algunas cuestiones relacionadas con estos cuatro
no ser el agente responsable del inicio y posterior curación aspectos, esto es: 1) inadecuaciones del modelo médico; 2)
del trastorno (es decir, es un mero intermediario entre desarrollo y principios generales del modelo conductual; 3)
el médico y la enfermedad). Por el contrario, el papel del críticas al modelo conductual, y 4) perspectivas actuales del
médico es activo, ya que cuenta con la capacidad y me- modelo.
dios adecuados para solucionar el problema.
2. El trastorno mental es una enfermedad y como tal tiene
una etiología (causa) de tipo orgánico (defecto genético, A. EL MODELO CONDUCTUAL COMO ALTERNATIVA
alteración metabólica, disregulación endocrina, etc.). A LAS INADECUACIONES DE LOS MODELOS MÉDICOS
Sin embargo, existe amplia evidencia de que muchos (MODELOS DE ENFERMEDAD)
trastornos psicológicos no obedecen a causas orgánicas.
3. Como indicamos más atrás, el diagnóstico se establece La insatisfacción que se experimentó a finales de los años
sobre la base de la existencia de una serie de síntomas cincuenta y principios de los sesenta en la psicología europea
«<criterios de diagnóstico»). Sin embargo, resulta cuanto y norteamericana con respecto al modelo médico (incluyen-
menos problemático reducir el diagnóstico a un mero do el modelo psicodinámico) se debía tanto a factores teóri-
etiquetado, ya que a veces este procedimiento ha resulta- cos (epistemológicos y metodológicos) como prácticos (rol
do ser contraproducente (véase Chorot, 1986). Si bien del psicólogo clínico, diagnóstico y tratamiento).
el diagnóstico se ha basado con frecuencia, siguiendo
este modelo, en criterios etiológicos, actualmente se
tiende a evitar la implicación de asunciones teóricas, 1. Debilidad de la teoría biomédica
empleándose con preferencia criterios puramente des-
criptivos (sintomáticos), tal y como ha ocurrido en el Se ha dicho que uno de los principales errores científicos de
DSM-III y el DSM-III-R (APA, 1980, 1987), los siste- la psiquiatría consistió en haber trasvasado el modelo médi-
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 47

co de la enfermedad física al campo de los trastornos men- los factores ambientales, más que los biológicos, parecen
tales. Este «trasplante», corno muy bien ha sido denunciado desempeñar un papel etiológico esencial. Autores proceden-
por varios defensores del modelo conductual (por ejemplo, tes del propio modelo medico biológico constataron que en
Ullman y Krasner, 1965; Yates, 1973), incluso por los pro- muchos trastornos mentales (corno la histeria) no existía evi-
pios psiquiatras (Szasz, 1960), significó efectuar una trans- dencia de alteración orgánica. Esta fuente de insatisfacción
posición del modelo médico a un problema no médico con el paradigma propiamente fisiológico de la enfermedad
(Yates, 1973). Corno ha señalado este autor, el trasplante mental fue la causa de orientaciones más psicológicas, pero
del modelo biomédico al campo de los trastornos del com- en última instancia seguían manteniendo las estructuras bá-
portamiento se debió a varios factores. Uno de estos factores sicas del modelo médico, esto es, la existencia de «comple-
es descrito por Yates de la siguiente manera: jos» subyacentes alterados en el organismo corno causantes
de los síntomas (se mantiene, así mismo, el concepto de en-
Un factor, que se ha omitido por mucho tiempo, es la
relativa ignorancia por parte de los psiquiatras hasta de fermedad). La más importante y representativa teoría de
los hechos psicológicos más elementales inclusive. La este tipo es la psicoanalítica. Tanto el modelo psicoanalítico
gran mayoría de los psiquiatras son médicos con entre- corno otras derivaciones del modelo médico no cambiaron
namiento de posgraduado en psiquiatría, que abarca lo sustancialmente los problemas del modelo médico. Por tan-
que solamente se puede describir como una cantidad to, los problemas que discutirnos en ésta y otras secciones de
mínima de psicología... El efecto que produjo el énfasis este apartado general son extensivos a cualquier forma del
predominantemente médico en el entrenamiento de los modelo médico, no únicamente a su variante fisiológica (a
psiquiatras ha dado como resultado el que conceptos y no ser que se especifique lo contrario).
métodos de demostrada utilidad en las enfermedades fí-
sicas se trasplanten al campo de las «enfermedades men-
tales». Así pues, se ha considerado a los trastornos del 2. Problemas asociados al diagnóstico médico
comportamiento como enfermedades para las que se debe
encontrar una etiología, que finalmente conducirá a una Muchas de las críticas que se han interpuesto al modelo de
forma específica de tratamiento. De ahí el énfasis en la enfermedad se han centrado en lo inapropiado que puede
importancia del diagnóstico y la creencia de que se ha- resultar la aplicación del diagnóstico médico a los trastornos
llarán causas específicas de enfermedades mentales... La mentales. Yates (1973) ha criticado duramente la derivación
tendencia de los psiquiatras ortodoxos a confiar en mé- al campo del comportamiento de los sistemas de diagnósti-
todos físicos de tratamiento (manifestada recientemente
co médico, dando corno resultado el «encasillamiento» de
en el uso a gran escala de tranquilizantes) es un reflejo de
los pacientes, etiquetación que a veces produce resultados
la idea global que se inculca en el entrenamiento médico
general (Yates, 1973, p.14). nefastos sobre éstos. Sobre todo, el autor centra sus objecio-
nes en torno a tres aspectos relacionados con el diagnóstico
De este modo, el modelo de enfermedad fue amplia- médico: la baja fiabilidad, la baja validez y la escasa utilidad
mente aceptado para explicar la conducta desadaptada estu- del diagnóstico psiquiátrico.
diada en psicología y psiquiatría, corno una extrapolación El problema de la «etiquetación» del paciente posee efec-
de la eficaz aproximación usada en medicina para explicar tos negativos sobre el propio individuo (por ejemplo, tener
los trastornos físicos (Kazdin, 1983). Sin embargo, un serio la convicción de ser un neurótico). Pero el problema resulta
problema asociado al más ortodoxo modelo biomédico fue más grave si tal «rotulaciÓn» carece de fiabilidad y es poco
su incapacidad para establecer cómo las alteraciones fisioló- válida. Por otra parte, la escasa utilidad clínica desaconsejaría
gicas inducen los síntomas psíquicos o comportamentales. emplear los procedimientos de rotulación psiquiátrica. ¿Qué
Corno han sugerido Willerman y Cohen (1990), tal vez aún valor terapéutico posee asignar una categoría diagnóstica a
más importante es que el modelo médico frecuentemente un paciente? lhomas Szasz, así corno otros psiquiatras, di-
hipotetiza la existencia de anormalidades fisiológicas que rían que la utilidad es más bien de tipo sociopolítica que te-
jamás han sido demostradas. Tal vez, en línea con los argu- rapéutica.
mentos de Szasz (1960), en los casos en que exista realmente De todos modos, actualmente no es sostenible la idea de
una alteración orgánica (no meramente funcional) del sis- que el diagnóstico categorial sea por sí mismo negativo. Los
tema nervioso central, debería denominarse enfermedad sistemas actuales de diagnóstico categorial (corno el DSM)
neurológica, no enfermedad mental (la mente, dice este son para muchos trastornos bastante fiables y válidos, y son
autor, es una abstracción y corno tal no puede enfermar; las aceptados por muchos psicólogos. Por otra parte, su utili-
denominadas enfermedades mentales, sugiere Szasz, reflejan dad psicopatológica ha sido suficientemente demostrada.
únicamente desviaciones comportamentales de las normas Pero para que esto sea así han tenido que cambiar en los
sociales, éticas y legales). últimos diez años bastantes cosas. Por ejemplo, el DSM-llI-
Algunos trastornos psicológicos, corno por ejemplo la R y el DSM-IV (APA, 1987, 1994) son más descriptivos,
esquizofrenia, parecen estar fuertemente asociados a altera- objetivos, versátiles y libres de influencias teóricas de escue-
ciones neurofisiológicas. En casos de este tipo es posible que la que cualquier otro sistema categorial de diagnóstico psi-
el modelo biomédico pueda ser relevante. Sin embargo, en copatológico. No obstante, el DSM-IlI (APA, 1980), uno
la mayoría de los trastornos psicológicos (por ejemplo, to- de los sistemas de clasificación categorial más influyente du-
dos los comúnmente denominados trastornos neuróticos) rante los últimos años, también ha sido a veces discutido;
48 Manual de psicopatología

un análisis crítico de este tipo puede encontrarse en Eysenck, decisiva en la génesis de la teoría conductual se remontan
Wakefield y Friedman (1983). a los autores soviéticos 1. M. Sechenov (1829-1905), 1. P.
Pavlov (1849-1936) y V. M. Bechterev (1857-1927). No es
este el lugar apropiado para referir las prominentes aporta-
3. Problemas relacionados con el tratamiento ciones de estos autores que conforman la base de la reflexolo-
gía soviética (véase a tal efecto la obra de Kazdin, 1983).
Las críticas que se han vertido sobre el modelo médico no se La influencia de estos autores soviéticos sobre la psicolo-
refieren únicamente a problemas teóricos y de diagnóstico. gía norteamericana se plasmó, a través de la enorme influen-
Toda teoría psicopatológica, aparte de describir, explicar y cia de J. B. Watson (1878-1958), en torno a dos conceptos
predecir la conducta anormal, debe servir para, a partir de fundamentales: uno metodológico, el objetivismo, y otro teó-
sus principios, poder perfilar técnicas apropiadas de trata- rico, el condicionamiento como eje central de la conduc-
miento. El modelo médico, sin embargo, ha sido en general ta. Watson rechazó el estructuralismo y el funcionalismo
de muy escasa utilidad para este menester (excepto en los (ambas teorías empleaban la introspección como método de
trastornos con fuerte base fisiológica, como por ejemplo la investigación) y situó el conductismo como única alternati-
esquizofrenia o los trastornos maniacodepresivos). El proce- va psicológica; al igual que la reflexología soviética, las uni-
so ha sido, por el contrario, inverso a lo que toda teoría dades de análisis del conductismo son variables objetivas
científica exige: establecer la teoría partiendo de los supues- (observables). Así mismo, el condicionamiento (de forma
tos buenos resultados del tratamiento médico (por ejemplo similar que en la reflexología) se convirtió, más que en un
farmacológico). Así, por ejemplo, se ha postulado la teoría método de estudio, en un concepto central para explicar los
de la hiperactividad dopaminérgica de la esquizofrenia pri- mecanismos de la conducta compleja (Kazdin, 1983). En
mordialmente sobre la base del relativo éxito terapéutico de cierto modo, pues, Watson parece ser el máximo responsable
los neurolépticos (éstos inhiben la actividad dopaminérgica) de que se consolidase en occidente un nuevo marco teórico,
(véase Sandín, 1984). Sin embargo, emplear una estrategía centrado en la objetividad y el condicionamiento. También
indirecta como ésta (a nuestro juicio acientífica) podría lle- a partir de su trabajo pionero con Rosalie Rayner -enton-
varnos a graves errores (nadie afirma, por ejemplo, que el ces su esposa- (Watson y Rayner, 1920) se van a perfilar los
dolor de cabeza crónico se debe a un déficit de ácido acetil cimientos del futuro modelo conductual del comportamien-
salicílico, por el simple hecho de que la aspirina reduce o to anormal (inicialmente de la conducta neurótica).
elimina dicho dolor). Las primeras formulaciones sobre la teoría conductual
de la conducta anormal se establecen a comienzos de la dé-
cada de los sesenta en publicaciones como las de Wolpe
B. DESARROLLO Y PRINCIPIOS DE LA PERSPECTIVA (1958), Eysenck (1 960a) y Jones (1960). Estos autores, que
CONDUCTUAL se centran básicamente en la explicación de la conducta
neurótica, establecen las bases de la nueva teoría, según la
La perspectiva conductual supuso el establecimiento de una cual la conducta neurótica consiste en hábitos desadaptati-
reconceptuación sobre la conducta alterada, sobre el diag- vos adquiridos mediante procesos de aprendizaje. Los auto-
nóstico y sobre la terapia. Es obligatorio afirmar que la res aportan evidencia experimental en apoyo de esta teoría.
constitución del modelo conductual (o conductista, en sus Durante esta primera etapa era habitual partir del experi-
orígenes) sobre la conducta anormal corrió paralelo al desa- mento de Watson y Rayner (1920), ya que proporcionaba
rrollo de la modificación de conducta (o terapia de conduc- una clara demostración experimental, fundamentada en el
ta, como se denominó en Europa). Por tanto, "un buen condicionamiento pavloviano, de la adquisición de una fo-
conocimiento sobre la historia de la modificación de con- bia infantil. Rachman y Costello (1975, p. 257) resumen en
ducta favorecería la asimilación de la perspectiva conductal los siguientes puntos los aspectos esenciales de la teoría con-
de la psicopatología. En este sentido, aconsejamos al lector ductual de las fobias:
interesado las excelentes descripciones sobre el panorama de
la modificacion de conducta llevadas a cabo por Pelechano l. Las fobias son respuestas aprendidas.
(1978, 1979), Carrobles (1985) y Kazdin (1983,1991). 2. Los estímulos fóbicos, simples o complejos, se desarro-
Si bien la base del modelo conductual se encuentra en el llan cuando se asocian temporal y espacialmente a un
desarrollo y aplicación de los principios del aprendizaje lleva- estado de cosas que producen miedo.
do a cabo en Estados Unidos a partir de autores como J. B. 3. Los estímulos neutros que tienen relación con la situa-
Watson (condicionamiento de respuestas emocionales), E. L. ción que produce miedo y/o tienen un impacto sobre la
Thorndike (acuñó el término de «conductas instrumentales» persona en esta situación, desarrollarán cualidades fóbi-
y formuló la ley del efecto), C. L. Hall (variables intermedias cas con mayor probabilidad que los estímulos débiles o
motivacionales, como la relevancia del impulso o drive), E. ajenos a la situación.
C. Tolman (conductas intermedias intencionadas, como las 4. La repetición de la asociación entre la situación de mie-
cogniciones), O. H. Mowrer (integración clásico-operante) y do y los nuevos estímulos fóbicos reforzará la fobia.
B. F. Skinner (máximo exponente de la aproximación ope- 5. Las asociaciones entre situaciones de miedo muy intenso
rante; «análisis experimental de la conducta»), los antece- y estímulos neutros producirán con mayor probabilidad
dentes científicos más remotos que han influido de forma reacciones fóbicas.
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 49

6. Se producirá generalización del estímulo fóbico original riable intermedia) y la asunción de un modelo de
a otros estímulos de naturaleza similar. conductismo radical. Contrasta, por tanto, con otros enfo-
ques más flexibles (conductismo metodológico), tales como
Rachman y Costello sugieren que todos y cada uno de los representados por Mowrer (1948) o por el grupo inglés
estos puntos se basan en pruebas experimentales y parecen del Maudsley Hospital representado por Eysenck.
coincidir con la experiencia clínica con terapia de conducta. Vemos, por tanto, que la perspectiva conductual se per-
Asimismo, indican que «puede decirse con toda legitimidad fila según tres importantes focos de desarrollo: Sudáfrica,
que estas proposiciones se ven apoyadas por la casi total vi- Inglaterra y Estados Unidos. Se evidencian también impor-
gencia acumulada en la investigación sobre el proceso de tantes diferencias entre el más puro enfoque norteamerica-
aprendizaje» (p. 257). no (análisis experimental de la conducta) y el enfoque
El experimento de Watson y Rayner (1920) demostraba europeo (asume la participación de variables intermedias
la importancia del condicionamiento pavlaviano en la géne- introducidas por Hall o Mowrer, tales como el concepto de
sis y mantenimiento de las neurosis. El notable desarrollo, <<impulso»). El modelo europeo se centró más en la conduc-
producido durante los comienzos de los sesenta, de la terapia ta neurótica, mientras que el enfoque del análisis experimen-
de conducta en Inglaterra (fundamentalmente liderado por tal de la conducta abordó también la conducta psicótica.
Eysenck) y Suráfrica (Lazarus, 1961; Wolpe, 1958) se basó Aparte de las notables diferencias que existen entre estos
en gran medida en la aplicación de los principios del condi- enfoques, se perfilan algunas características propias de la
cionamiento clásico, significado en las aportaciones crucia- perspectiva conductual y comunes a ambos. De entre estas
les de autores como Watson y Rayner (condicionamiento de características merecen citarse las siguientes:
respuestas de miedo), M. C. Jones (des condicionamiento
de reacciones de miedo) yO. H. Mowrer y W M. Mowrer 1. Objetividad. El modelo conductual se basa en la ob-
(definieron la enuresis en base a los principios del condicio- jetividad y la experimentación. Contrasta con el modelo
namiento pavloviano). Así pues, no resulta extraño que Kaz- médico (fisiológico y psicodinámico) porque este último se
din (1983) afirme, en su monografía sobre la historia de la ha centrado en gran medida en la introspección, la intuición
modificación de conducta, que la aplicación de los princi- y la especulación. El modelo conductual, en lugar de cen-
pios del aprendizaje a los problemas del comportamiento, trarse en especulaciones sobre posibles «complejos» o anor-
como fue demostrado por Watson, Rayner, Jones y los malidades de la mente o del cerebro, se centra en los
Mowrer, proporcionó la presentación de la modificación de fenómenos objetivos, en relaciones causales entre los fenó-
conducta; nosotros añadiríamos que estos autores propor- menos ambientales y la conducta.
cionaron, así mismo, la presentación del modelo conductual 2. Los principios del aprendizaje como base teórica. La
de la psicopatología. conducta psicopatológica consiste básicamente en hábitos
Así como en Inglaterra, significado por el grupo de desadaptativos que han llegado a condicionarse a ciertos ti-
Eysenck, predominó la orientación basada primordialmente pos de estímulos (bien por condicionamiento clásico, instru-
en el condicionamiento clásico (influencia predominante de mental o por ambos). Tales hábitos constituyen los síntomas
Pavlov, y de los neoconductistas Mowrer y Hull), en Estados clínicos y la propia conducta anormal (no existen causas
Unidos la modificación de conducta y el concepto de com- subyacentes responsables de los síntomas), y son generados
portamiento anormal estuvo dominado por los principios de acuerdo con las leyes y principios del aprendizaje. El tra-
del condicionamiento operante, sobre todo por el enorme tamiento de la conducta anormal, según este modelo, debe
influjo de los trabajos de Skinner. No pocos autores han basarse en la aplicación de los propios principios del apren-
destacado a Skinner como el autor con mayor impacto di- dizaje (terapia de conducta) para extinguir las conductas
recto sobre la modificación de conducta contemporánea indeseables.
(Kazdin, 1991; Pelechano, 1979). A este respecto, Pelecha- 3. Rechazo del concepto de enfermedad. Puesto que el
no (1979, p. 429) dice lo siguiente: modelo conductual no asume la existencia de causas subya-
centes a los síntomas, rechaza igualmente el concepto de
El acercamiento skinneriano resulta, de entre todos los
existentes, aquel que posee mayor número de aplicacio- enfermedad. La teoría conductual entiende que el concepto
nes en la actualidad, ya pesar de la acusación de parcia- médico de enfermedad no es aplicable a los trastornos del
lismo e ingenuidad que le atribuyen sus críticos, no comportamiento. La enuresis funcional, por ejemplo, es en-
existe, hoy por hoy, un modelo científico dentro de la tendida por el modelo médico como un síntoma producido
psicología del que pueda entresacarse más. por otros problemas psicológicos (enfermedad) que tiene el
niño (p. ej., algún complejo reprimido); el modelo conduc-
Skinner, además de defender y potenciar el aprendizaje tual entiende, en cambio, que la enuresis es en sí misma el
instrumental, desarrolló sobre la base de este tipo de apren- problema, producida por un deficiente condicionamiento
dizaje un nuevo enfoque teórico y metodológico conocido del control de esfínteres.
como «análisis experimental de la conducta». La aplicación 4. Aproximación dimensional. Al rechazar el concepto
de este enfoque a la conducta anormal, bien por el propio de enfermedad el modelo conductual rechaza igualmente la
Skinner, bien por algunos de sus seguidores (como Lindsley, conceptuación categorial de los trastornos psicológicos pro-
1960), supone grados máximos de experimentación yobje- pia del modelo médico. Partiendo de la inexistencia de «per-
tividad (se rechaza la consideración de cualquier posible va- sonas enfermas mentalmente», no cabe establecer categorías
50 Manual de psicopatología

de etiquetación de la conducta anormal. Como alternativa de los estímulos externos dejaría fuera del campo de estudio
al diagnóstico médico tradicional se ha propuesto el deno- aspectos tan relevantes como el pensamiento o la experien-
minado «diagnóstico funcional de la conducta» (véase Cho- cia subjetiva en general. En principio, parece lógico asumir
rot, 1986, y Fernández-Ballesteros y Staats, 1992, para un que los sucesos externos poseen efectos diferenciales para los
análisis específico sobre este problema). La perspectiva con- individuos en función de cómo éstos los perciben y evalúan
ductual entiende que la clasificación de la conducta anormal (Lazarus y Folkman 1984), los procesan y los recuerdan
debe hacerse según dimensiones (por ejemplo, neuroticis- (véase más adelante la perspectiva cognitiva). El ser humano
mo, psicoticismo, etc.; o bien, afecto, motivación, emoción, no es simplemente un conjunto de reflejos condicionados;
inteligencia, etc.) en las que se sitúan los diferentes indivi- también es capaz de pensar. Gran parte de lo que observa-
duos. La conducta anormal, por tanto, se diferencia cuanti- mos, dice Beach (1974), en la conducta de los pacientes y
tativamente de la normal, pero no cualitativamente (no es mucho de lo que ellos dicen, parece abogar por un énfasis
factible, pues, la etiquetación). La anormalidad, dice Ey- mayor sobre «cogniciones» que sobre su conducta manifies-
senck (1983), no implica a personas que sufren de enferme- ta. Por otra parte, si bien los cambios conductuales pueden
dades mentales producidas por «causas» definidas; implica originar cambios cognitivos, también parece ser cierto que
más bien el funcionamiento defectuoso de ciertos sistemas hay muchos cambios conductuales inducidos por cambios
psicológicos (dimensiones). en los procesos cognitivos. La conducta humana (tanto la
5. Relevancia de los factores ambientales. Así como el normal como la anormal) resulta ser demasiado compleja
modelo biológico insiste en la causación orgánica (anoma- como para poder ser explicada únicamente sobre la base de
lías en el funcionamiento del sistema nervioso), yel modelo estímulos y respuestas.
psicodinámico en la existencia de factores causales psicoló- Un problema que se ha observado es que la práctica de la
gicos subyacentes (traumas infantiles inconscientes, etc.), la modificación de conducta no suele aplicar lo que la teoría
perspectiva conductual considera que la causa de los trastor- predica; por ejemplo, mientras que los defensores de la mo-
nos comportamentales obedece a factores ambientales que dificación de conducta tendían a rechazar los factores inter-
se han ido condicionando a través de toda la experiencia del nos, a la hora de la práctica muchos hacían alusión a causas
individuo (no únicamente por traumas durante la infancia). subyacentes (por ejemplo, la ansiedad como factor inductor
Esta orientación ambientalista es extrema en el enfoque de síntomas motores). Cuando el modelo conductual ape-
skinneriano. nas llevaba poco más de media década de existencia, surge la
6. Teoría científica. La teoría conductual ha sido pro- primera gran crítica dentro de la propia perspectiva conduc-
puesta como una auténtica teoría científica. Ofrece una ex- tual por medio de la publicación de Breger y McGaugh
plicación parsimoniosa sobre las causas y el tratamiento (1965). En el fondo, la crítica de estos autores vino a reflejar
de la conducta anormal, sus variables han sido definidas de las discrepancias teóricas existentes dentro de la entonces
forma objetiva y operacional, y las hipótesis pueden ser con- nueva teoría.
trastadas empíricamente (pueden ser verificadas o rechaza- Aparte de otras críticas vertidas sobre la modificación de
das). Por otra parte, las relaciones e hipótesis que establece conducta, el artículo de Breger y McGaugh enfatiza la nece-
la teoría han sido suficientemente probadas de forma expe- sidad de una teoría que explique la conducta compleja que
rimental, así como también se ha demostrado la superior implica factores internos (cognitivos) no reductibles a rela-
eficacia de la terapia basada en esta teoría, en comparación ciones de estímulo-respuesta (E-R). Los autores sugieren
con otros tipos de terapia existentes hasta su aparición (por que la teoría E-R aporta una base irreal para la terapia de
ejemplo, terapias farmacológicas, psicoterapias, etc.). conducta, ya que los terapeutas deben emplear constructos
no claramente definidos por la teoría, como la imaginación,
la fantasía, etc. Llamar respuestas a estos constructos, dicen
C. CRíTICAS A LA PERSPECTIVA CONDUCTUAL los autores, supone forzar la realidad para que concuerde
con una teoría del aprendizaje. Breger y McGaugh propu-
Aun cuando parece tratarse de una teoría sobre el compor- sieron como alternativa una «teoría de estrategia central».
tamiento anormal aparentemente perfecta, lo cierto es que En ella afirman que en la neurosis se aprenden una serie de
pronto se evidenciaron algunas deficiencias, sobre todo en estrategías centrales que guían la adaptación del individuo a
relación con los sectores más radicales. Por ejemplo, la asun- su medio. Tal formulación, que fue duramente rechazada
ción de que únicamente los factores ambientales son res- por algunos autores (como Rachman y Eysenck, 1966), fue
ponsables de la conducta anormal se oponía a abundantes aceptada parcialmente por otros (como Beach, 1974). A jui-
datos empíricos indicativos de que ciertos trastornos (como cio de este último autor, la orientación cognitiva de Breger
la esquizofrenia) presentaban determinado grado de trans- y McGaugh, sin que suponga un enfoque alternativo dentro
misión hereditaria. Esta crítica. no obstante, no afectaba a de la teoría conductual de las neurosis, sí posee interés por
todos los enfoques conductuales (recordemos que Eysenck, enfatizar las deficiencias de los modelos más convencionales
por ejemplo, siempre ha otorgado una gran importancia a de la teoría del aprendizaje como explicaciones comple-
los factores genéticos). tas de la conducta anormal, obligándonos a buscar explica-
Un tipo de crítica más determinante es el que se ha cen- ciones que se sustenten en procesos del pensamiento.
trado en el papel de las variables intermedias. Una focaliza- Ya desde sus comienzos se observa que el modelo con-
ción estricta en las consecuencias objetivamente verificables ductual no es un fenómeno uniforme. Algo semejante, diría
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 51

Kazdin (1983, 1991), ocurre con la modificación de conduc- del modelo que, en algunos casos, conllevan además proce-
ta. Más bien parece tratarse de diversos enfoques conceptua- sos de reconceptuación del mismo. En términos generales, el
les y metodológicos que valoran de forma diferente los marco teórico y metodológico actual del modelo conductual,
conceptos mediacionales y las variables intervinientes. Sin al menos en la vertiente que implica de algún modo al con-
embargo, la necesidad de incluir variables mediacionales o dicionamiento pavloviano, es entendido en términos más
encubiertas parece insalvable (véase Pelechano, 1979). Aun complejos y de menor rigidez, tal y como se desprende del
asumiendo la existencia de planteamientos distantes, como moderno neocondicionamiento (véase Rachman, 1991).
el mediacional de autores como Mowrer o Eysenck, yel aná- La tendencia actual dominante en la perspectiva con-
lisis experimental de la conducta de Skinner, la principal ductual es un reconocimiento creciente de la relevancia de
fuente de desestabilización del modelo conductual como los procesos cognitivos, relevancia que ha sido significada
algo monolítico ya fue apuntada por Breger y McGaugh: es previamente por los propios teóricos del aprendizaje (por
la necesidad de incluir los procesos cognitivos como ele- ejemplo, Mackintosh, 1983; Rescorla, 1988). El camino
mentos esenciales del modelo. Los propios representantes recorrido por el condicionamiento pavloviano es largo, y su
del sector mediacional (por ejemplo Eysenck, 1979) son rango y flexibilidad es muy superior al que se supuso en prin-
reacios a identificar los factores cognitivos como compo- cipio. El condicionamiento puede ocurrir incluso cuando
nentes centrales del modelo conductual del comportamien- los estímulos están separados en el espacio y en el tiempo; se
to anormal. Sin embargo, no pocos autores han hecho puede producir condicionamiento no sólo a estímulos dis-
hincapié en la necesidad de incluir tal tipo de factores, ya cretos, sino también a relaciones abstractas entre dos o más
que muchos trastornos psicológicos consisten, en sí mismos, estímulos. El condicionamiento es un proceso altamente
en problemas cognitivos, tales como las obsesiones, las in- flexible y funcional (Rachman, 1991). Progresivamente
terpretaciones inapropiadas de la realidad, los pensamientos se ha ido modificando en direcciones que le unen cada vez
ilógicos o los trastornos de la percepción (p. ej., las alucina- de forma más estrecha con la psicología cognitiva. Más que
ciones). centrarse en asociaciones de contigüidad entre estímulos,
enfatiza relaciones de información (por ejemplo, aprendizaje
de relaciones entre eventos).
D. DIRECCIONES ACTUALES La asunción de que el condicionamiento pavloviano im-
plica la presencia de factores cognitivos no es nueva en ab-
Tal vez nos gustaría contar con un único enfoque conduc- soluto (también en el condicionamiento operante se han
tual que fuese capaz de articular las bases psicopatológicas reconocido los fenómenos cognitivos, tal como ocurre, por
de los diferentes trastornos psicológicos. La realidad, no ejemplo, en el concepto de «autocontro1»). Recordemos que
obstante, es algo diferente. Actualmente conviven varias ya Tolman reconoció la importancia de la cognición en el
orientaciones conductuales. Tres de ellas ocupan un lugar aprendizaje al sugerir que lo que se aprende son estrategias
prominente: 1) la mediacional (clásica o clásica/operante); cognitivas; también Pavlov postuló el denominado segundo
2) la operante o análisis experimental de la conducta, y 3) la sistema de señales para referirse al condicionamiento semán-
conductual-cognitiva. Las dos primeras se centran priorita- tico, esto es, al condicionamiento sin contacto directo
riamente en facetas observables de la conducta (relaciones con el estímulo incondicionado, o a lo que actualmente se
entre estímulos y respuestas), mientras que la tercera lo ha- entiende en términos de paradigmas E-E (asociaciones es-
ce explícitamente en los procesos cognitivos (percepción e tímulo-estímulo) en lugar del clásico E-R (asociaciones
interpretación de los eventos externos e internos) y su inte- estímulo-respuesta) (véase Rescorla y Wagner, 1972). Tam-
racción con el comportamiento. A veces, la teoría del apren- poco son nuevas las orientaciones teóricas conductuales so-
dizaje social (Bandura, 1977) ha sido conceptuada como bre el comportamiento anormal que incluyen conceptos
intermedia e integradora de las· posiciones mediacional/ cognitivos diversos como elementos centrales de la misma
operante y cognitiva (véase Franks, 1991), ya que conside- (por ejemplo, Abramson, Seligman yTeasdale, 1978; Bandu-
ra como elementos centrales tanto las respuestas observables ra, 1969; Breger y McGaugh, 1965; Reiss, 1980; Seligman
como los procesos cognitivos. y]ohnston, 1973). No obstante, en el momento presente el
La explicación de la conducta anormal en términos del modelo conductual atraviesa un estado de expansión cogni-
aprendizaje no puede considerarse como algo estático, ya tivista. Esto no significa suponer un cambio de paradigma,
que con el paso del tiempo ha experimentado continuas ac- ya que la base en la que se apoya, el neocondicionamiento,
tualizaciones y reformulaciones. La teoría de la preparación sirve como marco teórico apropiado para dar cuenta de las
Ohman, 1986; Seligman, 1971), la inclusión de la ley de nuevas exigencias cognitivistas (inclusión de conceptos
incubación (véase Chorot, 1989; Eysenck, 1985; Sandin, mediacionales cognitivos y privados, como expectativas, me-
Chorot y Fernández Trespalacios, 1989), la teoría pavlovia- moria, atención, imaginación, pensamientos, percepción,
na de expectativas del miedo (Reiss, 1980), la implicación evaluación, etc.) (véase Rachman, 1991; Rescorla, 1988;
psicopatológica del denominado «condicionamiento evalua- Rescorla y Wagner, 1972). Como sugiere Rachman (1991),
tivo» (Levey y Martin, 1987), la reevaluación cognitiva del la nueva orientación del condicionamiento (el neocondicio-
estímulo incondicionado (Davey, 1989), o la consideración namiento) no consiste en un mero ejercicio de descrédito de
específica de las diferencias individuales de vulnerabilidad las explicaciones clásicas, sino que trata de integrar nuevos
(Eysenck, 1979), son ejemplos de mejoras o actualizaciones fenómenos que han sido descubiertos y que permiten, a su
52 Manual de psicopatología

vez, nuevas predicciones y explicaciones que no son posibles considerar sus planteamientos como algo más que meras pi-
desde el mero aprendizaje asociativo. La simple contigüidad ruetas mentalistas. A todo ello contribuyó además el auge de
es insuficiente; la información es esencial (el condicio- la psicología conductista, que siempre se caracterizó por sus
namiento implica aprender relaciones de información entre anclajes empíricos y su incansable búsqueda de soluciones
estímulos). Como diría Rescorla (1988), el condicionamien- útiles y practicables para los problemas que planteaba la
to pavloviano no es un proceso estúpido mediante el cual el conducta anormal. Pero en la década de los cincuenta estaba
organismo establece asociaciones «a la fuerza» entre estímu- listo el escenario para que la psicología retomase sus antiguas
los que tienden a concurrir en el espacio y en el tiempo, sino antorchas. Con el abandono relativo del positivismo, hasta
que más bien es un buscador de información, que usa rela- entonces considerado como la única vía posible para la cien-
ciones lógicas y perceptivas entre los eventos para formar cia, el énfasis en un contexto más relativo del descubrimiento
una representación sofisticada del mundo. científico, y la puesta en duda de la prepotencia del contex-
El camino del modelo conductual hacia una «cognitivi- to de la justificación, muchos psicólogos comenzaron a
zaciów> tiene el inconveniente de salirse de la vía metodoló- considerar seriamente la posibilidad de que sus observacio-
gica original caracterizada por el objetivismo. Sin embargo, nes no fueran tan «objetivas» como se podía pensar, sino que
el rechazo de los fenómenos cognitivos, al más puro estilo estaban bajo la influencia de aspectos tan imprecisos como
watsoniano o skinneriano, conduciría a un modelo obsoleto sus propias intenciones, motivaciones, deseos e, incluso, teo-
incapaz de explicar los problemas psicológicos complejos. El rías implícitas sobre qué era digno de ser observado y qué no
hecho de que el modelo conductual se haga más cognitivo a (Belloch, 1987). Como dijo Pinillos (1985), entre la reali-
medida que progresa en la misma dirección la propia teoría dad y la forma en que ésta se nos hace presente en la obser-
del aprendizaje, no significa otra cosa que seguir la tradición vación, hay una mediación subjetiva que se convierte ya en
de la psicología científica. Sin embargo, cuando en lugar de difícilmente eludible. Así, en 1980 George A. Miller escri-
asumir un cognitivismo metodológico existe una adhesión bía: «Creo que la conciencia es el problema constitutivo de
al cognitivismo epistemológico, el problema reviste notas la psicología. Es decir, me deja insatisfecho un psicólogo que
diferentes ya que en cierto modo significaría un cierto cam- ignora la conciencia, igual que me sucedería con un biólogo
bio en el objeto de la propia psicopatología. Si bien actual- que ignorase la vida o un físico que ignorase la materia o la
mente aún no existe un claro acuerdo sobre esta cuestión, lo energía».
cierto es que algunos autores parecen adherirse a esta segun- Si nos preguntamos por los antecedentes más recientes
da alternativa, situando los procesos cognitivos como centro de este modo de hacer y entender la ciencia psicológica, es
de los contenidos y funcionamiento de los procesos psico- decir, si hacemos un pequeño recuento histórico, no queda
patológicos. Es necesario, por tanto, que veamos los aspec- más remedio que referirse a un conjunto de hitos importan-
tos más relevantes de la perspectiva cognitiva. tes: la publicación en 1937 del famoso artículo de Turing
sobre los «números computables» y su propuesta de una má-
quina computadora universal; el artículo de McCulloch y
VI. EL MODELO COGNITIVO Pitts de 1943, sobre la aplicación del cálculo lógico al estu-
dio de la actividad nerviosa superior; la publicación, tam-
A. ANTECEDENTES HISTÓRICOS bién en 1943, del trabajo de Winer, Rosenthal y Bigelow, en
el que se aplican y/o se extienden las ideas de servomeca-
El actual modelo cognitivo de la psicología no es, desde lue- nismo al sistema nervioso central; las contribuciones de
go, nuevo en la historia psicológica. Como dijo Delclaux Shannon y Weber a la teoría de la comunicación y la infor-
(1982), esta orientación ha existido desde siempre en la psi- mación; el desarrollo de la teoría general de sistemas de Von
cología, pues el estudio de la actividad mental y de la con- BertalanffY; la invención de los primeros ordenadores por
ciencia, temas centrales en la psicología cognitiva actual, Polya, Von Numann, Aiken o Minsky, entre otros. En pala-
fueron para W Wundt y W James los objetos constitutivos bras de Delclaux, «a lo largo de los años treinta y principios
de la investigación psicológica. Del mismo modo, autores de los cuarenta, se va produciendo un cambio de perspecti-
como Ebbinghaus, Donders o Bardett manifestaron un inte- va desde la visión analítica de la ciencia, hacia una visión
rés preferente por la cognición y sus procesos, es decir, por los más sistémica e integradora de los distintos componentes de
fenómenos psicológicos relacionados con percibir, atender,. cualquier proceso. Tal cambio se puede señalar en base a
memorizar, recordar y pensar. En definitiva, se preocuparon algunos aspectos tales como el desarrollo de la teoría de la
por los procesos mentales superiores del individuo; y de ellos información, la idea de la retroalimentación negativa, la po-
se ocupa hoy -en mayor medida que otras perspectivas, mo- sibilidad de manejar algoritmos, así como la teoría general
delos o paradigmas psicológicos- la psicología cognitiva. de sistemas como contraposición a la idea heredada del po-
Durante al menos tres décadas, desde los años veinte has- sitivismo del análisis por la síntesis» (Delclaux, 1982, p. 25).
ta los cincuenta, la psicología científica marginó el estudio Como este mismo autor nos recuerda, en 1956 se reú-
de estos temas debido entre otras cosas a la pobreza y esca- nen en Dartmouth un grupo de científicos para tratar sobre
sez de resultados obtenidos, a las dificultades para su repe- la posibilidad del comportamiento inteligente en máquinas.
tición o verificación, a la imprecisión de sus métodos de Allen Newell y Herbert Simon, dos desconocidos por aquel
investigación y a las dificultades para encontrar referentes entonces para la psicología, acudieron a esa reunión con un
empíricos y aplicaciones prácticas que, al cabo, permitieran programa de ordenador que simulaba operaciones similares
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 53

a las que podía realizar una persona cuando pensaba. Este gía, en donde las variables motivacionales y las diferencias
hecho iba a cambiar radicalmente el panorama de la investi- individuales no pueden ser explicadas recurriendo exclusi-
gación en psicología, porqué consiguió demostrar que era vamente a la analogía mente-ordenador, tal y como se plan-
posible estudiar los procesos mentales (internos) a través de teaba desde la perspectiva del PI.
su simulación exterior. Finalmente, frente a la analogía del
comportamiento animal, defendida por el conductismo, se
desarrollaba aquí la analogía funcional del ordenador, que B. DESARROLLOS POSTERIORES
iba a ser esgrimida como garantía de cientificidad por el
procesamiento de información (PI), el cual a su vez iba a A la luz de lo que acabamos de comentar, no es de extrañar
erigirse como el movimiento o paradigma más visible de la que la actual psicología cognitiva haya ido ampliando sus
nueva psicología cognitiva (De Vega, 1984). marcos de referencia más allá de su casi exclusiva fijación
Junto al desarrollo de las ciencias de la computación, De inicial en el PI. Así, y por poner un ejemplo significativo, la
Vega (1984) señala además como antecedente importante el denominada «cognición social» (o psicología social cogniti-
desarrollo de la moderna psicolingüística, cuyo nacimiento va) resulta un marco de trabajo imprescindible para el psi-
oficial puede fecharse en 1951 en la Universidad de Cornell copatólogo, puesto que si pretende comprender cómo y por
en donde se desarrolló un seminario interdisciplinar sobre qué se producen los problemas y anomalías que presentan
lenguaje, con la participación de psicólogos y lingüistas. las personas, no puede olvidar que éstas son, ante todo, seres
Pero sería un poco más tarde, con la publicación en 1957 de sociales. Es decir, estudiar cómo se registran, elaboran y re-
Syntactic Structures de Chomsky, cuando se produjo la ver- cuperan los estímulos sociales, tales como la información
dadera revolución en este campo. La propuesta de una gra- acerca de uno mismo y de los demás, y cuáles son los conte-
mática transformacional, radicalmente opuesta a la hasta nidos de esos estímulos, constituyen sin duda objetivos im-
entonces dominante gramática asociativa y lineal de los portantes para nuestra disciplina.
conductistas, implicaba que el lenguaje se podía estudiar Por otro lado, y como señala Brewin (1990), la idea de
«como un dispositivo de competencia, que incluye un con- que los procesos mentales intervienen entre los estímulos y
junto de reglas de reescritura de símbolos, capaz de generar las respuestas tiene un claro referente histórico en la psico-
todas las frases gramaticales del lenguaje natural» (De Vega, logía de la Gestalt. Los planteamientos de este movimien-
1984, p. 29). La teoría de Chomsky fue inmediatamente to europeo de los años veinte influyeron decisivamente no
aceptada por la naciente psicología cognitiva, y actualmente sólo en el ámbito de la percepción de los objetos en el mun-
los lingüistas poschomskyanos mantienen estrechas relacio- do físico, sino que alcanza también a la percepción de los
nes disciplinares con los psicólogos cognitivos interesados objetos sociales. A partir de aquí es posible entender cómo,
en el estudio del lenguaje y en la inteligencia artificial. a pesar del dominio conductista, psicólogos sociales como
Por fin, en 1960 Miller, Galanter y Pribram publican Lewin, Heider o Festinger enfatizaban en sus investigacio-
Plans and the Structure ofBehavior, que hoy puede ser consi- nes y sus modelos teóricos la importancia de la percepción
derado como un auténtico manifiesto fundacional de la psi- consciente y de su evaluación a la hora de explicar el compor-
cología cognitiva, y muy especialmente del PI, de similar tamiento humano. Estos teóricos aludían a conceptos tan
alcance al Behaviorism de Watson, publicado por vez pri- mentalistas y, desde luego, tan alejados del conductismo de
mera en 1920, considerado como el manifiesto de la psico- su época, como los de «expectativa», «nivel de aspiración»,
logía conductista. Miller y sus colegas desarrollan la analogía «balance», «consistencia», «atribución causal» o «disonancia
mente-ordenador que incluye conceptos mentalistas tales cognitiva». Ninguno de estos conceptos posee una corres-
como «imágenes mentales», «planes», «metas», «estructu- pondencia unívoca y directa con el comportamiento obser-
ras», «estrategias», etc. La analogía permitía, además, admi- vable, pero son procesos hipotéticos que permiten explicar
tir que el cerebro es, ante todo, un dispositivo capaz de ese comportamiento. Es decir, no podemos observar direc-
tratar con información, y no algo que sirve únicamente para _ tamente las expectativas que tiene una persona ante un
responder a ciertos tipos de estímulos. El reconocimiento de determinado problema social, o qué atribuciones causales
esta posibilidad abría el camino para que los psicólogos pu- está realizando sobre la contestación que su amigo le da a
dieran investigar sobre las representaciones internas, sin ne- una pregunta cualquiera, o al menos no podemos observar
cesidad de recurrir a marcos de referencia neurológicos o estos aspectos del mismo modo que observamos si una perso-
bioquímicos, ya que independientemente de su naturaleza na tiembla o cierra los ojos al enfrentarse a un problema o al
física, esas representaciones internas podían comenzar a ser mirar un cuadro. Actualmente, planteamientos clínicos tan
explicadas en términos del tipo y la cantidad de informa- importantes como los del aprendizaje social de Bandura, o
ción que contenían (Williams, Watts, MacLeod y Mathews, las teorías sobre la indefensión de Abramson y sus colegas,
1988, p. 15). Con todo, la analogía, aun siendo solamente o las de Beck y su grupo sobre los trastornos emocionales,
funcional, no dejaba de ser también excesivamente forma- tienen importantes deudas con todos aquellos psicólogos
lista, por lo que se iba a enfrentar con no pocas dificultades sociales, que introdujeron ideas y conceptos tan nucleares
para traducir o trasladar los hallazgos e hipótesis generadas como los de expectativas, atribuciones, valores y creencias,
en el contexto del laboratorio y del análisis formal, a la vida sin los cuales sería muy difícil explicar muchos cuadros psi-
real. Y estas dificultades son especialmente relevantes en copatológicos, como se verá en posteriores capítulos de este
ámbitos como el que aquí nos interasa, el de la psicopatolo- libro.
S4 Manual de psicopatología

Otra disciplina no menos importante para la psicología dudable que el psicólogo cognItiVO utiliza un conjunto de
y la psicopatología cognitivas es, sin duda, la psicología de modelos y, consecuentemente, maneja una serie de conceptos
la personalidad, especialmente la que deriva de los plantea- y términos que de algún modo le identifican como participan-
mientos que, en los años cincuenta, defendió George A. te de esta orientación psicológica.. Por ello, en el apartado si-
Kelly sobre los sistemas de constructo s personales con los guiente se explicitan los conceptos básicos más habitualmente
que las personas categorizamos el mundo, interpretamos manejados en psicopatología cognitiva.
los eventos que en él suceden y elaboramos predicciones. A
partir de aquí, y no de los planteamientos derivados del PI,
es posible entender la actual consideración de los rasgos de C. CONCEPTOS BÁSICOS
personalidad como categorías cognitivas, o los estudios so-
bre los estilos y dimensiones cognitivas, los planteamientos En su sentido más genérico, el término psicología cognitiva
sobre la construcción social de la personalidad (ligados, implica un conjunto de contenidos que son los que guían la
como se puede suponer, a los desarrollos de la psicología investigación. Esos contenidos hacen referencia, como es
social cognitiva), o la revitalización de las investigaciones lógico, a la cognición, es decir, la actividad mental humana
sobre el sí mismo y los procesos cognitivos involucrados en y sus productos, o sea, al conocimiento. Implica la consi-
su adquisición y desarrollo (Belloch, 1989; Belloch y Mira, deración del hombre como ser autoconsciente, activo y
1984; Hampson, 1982; Miró y Belloch, 1990). El replan- responsable que no se haya inexorablemente ligado a los
teamiento de estos temas desde la perspectiva cognitiva, condicionantes ambientales ni a la lucha por la mera adap-
tanto la derivada del PI, como la heredera de Kelly, o la tación pasiva al medio, por la supervivencia. Un ser que bus-
deudora de los primeros psicólogos sociales, ha supuesto ca activamente conocimiento y que, por lo tanto, se halla en
una verdadera revolución en el ámbito de la personalidad un proceso constante de autoconstrucción, que hace planes,
que ha tenido su reflejo en la psicopatología, en temas tales tiene objetivos, tiene recuerdos, y no puede librarse de
como la psicopatología del sí mismo o los delirios, o teorías ciertos sesgos y prejuicios a la hora de realizar su propia ela-
tan influyentes a nivel terapéutico y de investigación como boración de la realidad. Implica, por tanto, también la acep-
las de Beck (1967, 1976) Y Ellis (1962) sobre la ansiedad y tación del supuesto de que los procesos de búsqueda y
la depresión, tal y como se verá en posteriores capítulos. transformación de la información operan sobre representa-
No menos importante es el nuevo tratamiento que desde ciones internas de la realidad. Conlleva la idea de que es
la psicología cognitiva se ha dado al amplio y complejo posible elaborar modelos que expliquen la organización es-
campo de las emociones y los afectos, especialmente por au- tructural y funcional de las diferentes fases y momentos im-
tores como, Schachter, Weiner y, sobre todo, Lazarus. Las plicados en el procesamiento.
teorías cognitivas sobre la emoción parten del supuesto de La psicología cognitiva recurre a la utilización preferente
que todo estímulo o situación debe ser primero identifica- de la metodología propia de la psicología experimental
do, reconocido y clasificado antes de que pueda ser evaluado como base para establecer inferencias sobre los procesos de
y de que suscite o active una respuesta emocional. En con- conocimiento, partiendo de datos comportamentales, infor-
secuencia, la cognición es una condición necesariamente mes introspectivos, registros psicofisiológicos y, en fin, todo
previa a la elicitación de una emoción. Ahora bien: la reali- el arsenal de datos de que se puede hoy disponer en psicolo-
zación que una persona haga de una tarea que no evoca nin- gía (véanse, por ejemplo, para una exposicion más detallada,
guna emoción particular (como por ejemplo, detectar la De Vega, 1984; Eysenck, 1988; Eysenck y Keane, 1990).
aparición de un estímulo luminoso en una pantalla), será Pero no renuncia tampoco al recurso de metodologías más
cualitativamente diferente de la que esa misma persona hará «blandas», tales como las que proporciona la psicología so-
si la naturaleza de los estímulos involucrados en la tarea cial o la psicología de la personalidad. A continuación exa-
conlleva o provoca algún significado emocional, previamen- minaremos algunos conceptos de frecuente utilización en
te almacenado en la memoria (por ejemplo, cuando los es- Psicología cognitiva que resultan de especial interés para la
tímulos son rasgos de personalidad y a la persona se le pide investigación psicopatológica. Seguiremos para ello el es-
que decida si le describen o no). Este tipo de planteamientos quema propuesto por Williamsy sus colaboradores (1988).
ha recibido muchas críticas, ya que convierte a las emocio-
nes y los afectos en un proceso más de conocimiento, secun-
dario a otros tales como la atención, la percepción o la 1. Limitaciones en la capacidad de procesamiento
memoria. Sobre todo ello volveremos más adelante y se tra-
tará más extensamente en capítulos posteriores. El cerebro humano es conceptualizado como un sistema de
Con todo lo dicho hasta aquí, es evidente que el ámbito de capacidad limitada. Las limitaciones de capacidad han sido
lo que se entiende hoy por psicología cognitiva no se restringe a su vez definidas según diferentes conceptos, entre los cua-
al paradigma del PI, aunque es evidente que éste sigue siendo les destaca la opción de que los procesos cognitivos necesi-
uno de sus pilares fundacionales fundamentales. Sin embargo, tan disponer de ciertos recursos para funcionar, o si se
esta multiplicidad de contenidos y opciones convierte en muy prefiere, que requieren «esfuerzo» (Kahneman, 1973; Kahne-
problemática la consideración de la psicología cognitiva como man y Treisman, 1984; Shiffrin, 1976). Tanto las caracterís-
un paradigma o modelo unitario (véase Brewin, 1990; In- ticas de la persona como las de la tarea a realizar, o la
gram, 1986; Williams y cols. 1988). De todos modos, es in- situación a resolver, determinan la cantidad de esfuerzo o
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 55

los recursos que serán necesarios para una adecuada ejecu- 3. Etapas de procesamiento
ción. Así pues, normalmente consumimos menos recursos
cognitivos -necesitamos menos capacidad- para contar las De lo dicho hasta aquí se deduce que la mente humana es
equis que aparecen en una hoja escrita, que para resolver un un sistema de capacidad limitada diseñado para procesar
problema de estadística. únicamente (o fundamentalmente) los aspectos más rele-
Algunos investigadores han definido las limitaciones de vantes de la información que le es accesible. Pero nada se ha
capacidad como una consecuencia o resultado de nuestras dicho de cómo se produce ese procesamiento. Es decir, he-
dificultades para coordinar, o para ejecutar al mismo tiem- mos hablado de aspectos estructurales (la mente como un
po, procesos cognitivos diferentes (Hirst y Kalmar, 1987; sistema de capacidad limitada que se ve obligado a seleccio-
Spelke, Hirst y Neisser, 1976). En el ámbito psicopatológi- nar), pero no de los procesuales (cómo y qué se selecciona).
co se ha apelado a este supuesto para explicar la deficiente Desde el PI se han propuesto distintos modelos para expli-
actuación de algunos pacientes en la realización de tareas car los muy diversos tipos de actividad cognitiva. A pesar de
sencillas, como la tarea de detección de señales simples del sus diferencias, todos comparten algunas características,
ejemplo anterior (contar equis). Para realizar esta tarea es como las que vamos a comentar.
preciso prestar atención (consciente) y concentrarse, lo que Todos los modelos intentan identificar cuáles son los
implica entre otras cosas desatender a otras fuentes de es- subprocesos más simples en los que se puede descomponer
timulación diferentes, que actuarían como distractores; asi- un proceso complejo; por ejemplo, cuáles son los pasos o
mismo, la presencia de ciertos síntomas (como por ejemplo, actividades cognitivas que se producen para que podamos
las dificultades para concentrarse en algo concreto o para recordar algún suceso, o para construir la imagen mental de
seguir el curso del propio pensamiento) se explicarían alu- un centauro. El paso siguiente suele consistir en elaborar
diendo a la existencia de una limitación básica en la capaci- hipótesis plausibles y verificables acerca de cómo están orga-
dad para procesar información. Esa limitación tendría a su nizados esos subprocesos. Yes aquí donde casi siempre apa-
vez origen en muy diversas fuentes, entre las cuales caben recen las mayores diferencias entre los diversos modelos: los
desde las alteraciones neurológicas de muy variada etiología, más sencillos postulan que los mencionados subprocesos
hasta la existencia de una especie de «saturación» de la capa- son en realidad etapas o fases de procesamiento, indepen-
cidad cognitiva, relacionada con conflictos emocionales, dientes entre sí, lineales y secuenciales, esto es, que una vez
problemas personales, etc., que estarían acaparando la ma- acabada una, comienza la siguiente. Según estos modelos,
yor parte de la capacidad del sistema. cada una de las etapas recibirá información de la anterior,
realizará ciertas transformaciones sobre ella y dará lugar a
un output, que será recogido por la subsiguiente etapa, que
2. Procesamiento selectivo a su vez reobrará sobre la informoción recogida, y así suce-
sivamente. Uno de los atractivos más importantes de estos
Ligado al hecho de que nuestra mente tiene una capacidad modelos es el de que permiten averiguar cuáles son los com-
limitada, nos encontramos con que selecciona ciertos estímu- ponentes básicos, y cuáles sus invariantes, de los procesos
los, situaciones o tareas, ya la vez elimina o ignora otras que, que forman la actividad mental. Se supone que si se pu-
de ser tenidas en cuenta, podrían perturbar la correcta reali- dieran identificar exhaustivamente todos y cada uno de los
zación de las «elegidas», al entrar en competición unas con sub componentes de cada proceso, sería factible entonces
otras. Por ejemplo, el tipo y cantidad de información que elaborar modelos más complejos cuya misión sería, en el
seleccionamos para resolver un problema complejo de esta- fondo, la de «montar» o unir unos elementos con otros, del
dística es diferente del que seleccionamos cuando estamos mismo modo que se construye un circuito eléctrico comple-
manteniendo una conversación intrascendente en una cafe- jo partiendo de elementos eléctricos simples.
tería. Este estilo de procesamiento se ha rotulado con el tér- Como explican Williams y cols. (1988), a partir de los
mino de «atención selectiva», y se han propuesto bastantes años setenta una gran parte de la investigación se dedicó a
modelos experimentales que proporcionan explicaciones de identificar las etapas que componen el procesamiento, y que
cómo se produce la selección. Las razones por las cuales una se suponía estaban «por debajo» de las operaciones y proce-
persona selecciona ciertas informaciones y al mismo tiempo sos cognitivos más complejos. Surgieron así dos tipos de
no selecciona otras, al menos de modo consciente, son de modelos complementarios: los modelos que postulaban pre-
muy diversa índole y constituyen una fuente importante ferentemente una metodología aditiva y los que utilizan otra
de datos para la psicopatología, como se verá en los capítu- basada en la sustracción (Pachella, 1974; Sternberg, 1%9).
los dedicados a los trastornos afectivos y emocionales y a las Más tarde, R. J. Sternberg (1977) incluyó, además de la me-
esquizofrenias. Otra cosa diferente, como veremos también todología sustractiva, mediciones sobre las diferencias indi-
más adelante, es que la ausencia de selección consciente im- viduales que se producen en el tiempo que cada persona
plique siempre que no se registre información: la existencia requiere para realizar una tarea. Este tipo de modelos ha
de un estilo de procesamiento no consciente de información, recibido multitud de críticas, centradas sobre todo en su ex-
que en muchos casos actúa paralelamente al procesamiento cesiva simplicidad a la hora de caracterizar al «procesador
y/o selección consciente, indica que nuestra mente es capaz humano». Actualmente, los teóricos que siguen investigando
de registrar y elaborar mucha más información de la que, sobre los supuestos de las etapas de procesamiento plan-
aparentemente, podría esperarse. tean el sistema cognitivo como un conjunto de módulos de
S6 Manual de psicopatología

procesamiento, cada uno de los cuales está dedicado, sobre de, como ya hemos comentado, de que se hayan completado
todo, a realizar un tipo especial de transformaciones. Algu- con éxito las tareas de las fases anteriores. Es decir, que las
nos módulos reciben información directamente del entor- fases o etapas son contingentes unas con otras. Sin embargo,
no, del ambiente, mientras que otros la reciben de otros varios teóricos cuestionaron que la realización completa de
módulos. Algunos de ellos son «cognitivamente impenetra- una fase fuera condición necesaria para que se iniciara otra.
bles», es decir, están de algún modo involucrados con la es- Plantearon como posibilidad alternativa la de que los resul-
tructura del sí mismo, mientras que otros podrían estar bajo tados -el output- de un proceso concreto de una etapa
control voluntario y/o intencional. Además, el modo en que eran continuamente accesibles para los demás (Norman y
esos módulos se organizan a la hora de realizar una tarea es- Bobrow, 1975; Posner y McLeod, 1982). Si esto fuera así,
pecífica es bastante más complejo que el que se postulaba en significaría que una etapa de procesamiento comenzaría an-
los primeros modelos lineales. tes de que la anterior hubiera finalizado y, lo que es más
De todos modos, y a pesar de que siguen siendo modelos importante, utilizando o teniendo en cuenta el output que,
útiles a la hora de explorar los diferentes componentes y hasta ese momento, hubiera producido la anterior. Esto im-
subprocesos involucrados en una actividad mental determi- plicaría además que todas las etapas serían operativas, o es-
nada, plantean serias limitaciones a la hora de explicar la tarían funcionando, simultdneamente.
complejidad de la organización mental humana. En parte, En definitiva, las operaciones que se realizan en diferen-
estas limitaciones son las que dieron pie a la aparición de tes etapas de procesamiento están bajo la influencia cualita-
otro tipo de supuestos como el que vemos a continuación. tiva -y no sólo cuantitativa, como proponían la metodología
sustractiva y la de factores aditivos- de los resultados que se
están produciendo en otras etapas anteriores o previas. Pero
4. Procesamiento en paralelo
además, esto nos lleva a otra consideración: puesto que la
actividad cognitiva no consiste en una respuesta simple-
Sabemos que la mente humana es capaz de realizar varias
mente pasiva a un input, parece más oportuno pensar que
tareas a la vez y, además, hacerlas correctamente. En los mo-
también se producirá un efecto de feedback entre las últimas
delos anteriores se partía del supuesto de la serialidad, es
etapas y las primeras. Es decir, que la actividad cognitiva
decir, que la realización de algo depende de lo que antes se
tiene unas metas que alcanzar, está guiada por esas metas u
hizo, y no es posible «saltarse» pasos (algo similar a lo que
objetivos, y tanto si el resultado final de todo un proceso
se postulaba en algunas teorías conductistas sobre el apren-
es satisfactorio como si no lo es, podemos suponer que se
dizaje). Este modo de funcionamiento puede ser cierto para
producirá un retorno de la información (algo así como:
muchas tareas, tales como contar letras, hacer cálculos mate-
«objetivo conseguido satisfactoriamente» versus «objetivo no
máticos e incluso solucionar un problema. Pero no es menos
conseguido») hacia las primeras etapas, con lo que en el se-
cierto que en muchos otros casos la solución de un proble-
gundo caso (fracaso) será necesario reiniciar el proceso bajo
ma, o el afrontamiento adecuado de una situación, no exige
otros parámetros. Dicho con otras palabras: el feedback pro-
su descomposición en pasos más pequeños, y sobre todo no
cedente de las últimas etapas de procesamiento puede modi-
exige que todos y cada uno de los componentes se hayan
ficar a las primeras o, incluso, provocar una reorganización
realizado correctamente para alcanzar una solución final
total de las mismas.
adecuada. En realidad, la solución se alcanza de un modo
Así pues, la mente y el cerebro humanos funcionan con
más globalizado, en el sentido de que se analizan varios as-
ciertos bucles y circuitos, gracias a las cuales la informa-
pectos a la vez, o sea, simultdneamente o en paralelo. Esta es la
ción sigue un flujo continuo entre todas las etapas y en am-
visión más aceptada actualmente acerca de cómo funciona
bas direcciones: los modelos que intentan desvelar cómo se
de forma habitual la mente humana, excepto en aquellos
produce el flujo de información desde los niveles inferiores
casos en los que la propia naturaleza de la tarea exija un pro-
hasta los superiores suelen denominarse «modelos de abajo-
cesamiento secuencial.
arriba» (bottom-up), mientras que los dedicados a analizar el
En consecuencia, quizá la pregunta importante aquí es
flujo de información desde los niveles superiores hasta los
cómo se produce ese procesamiento en paralelo. La respuesta
inferiores reciben el nombre de «modelos de arriba-abajo»
implica tener en cuenta al menos tres características básicas
(top-down) (Sanford, 1985).
del procesamiento humano de la información: a} la presen-
Un aspecto importante relacionado con el funcionamien-
cia de un procesamiento paralelo contingente; b} la exis-
to de los modelos top-down es que se ven en cierto modo
tencia de jerarquías y estructuras de control, y c} la puesta en
obligados a postular la existencia de representaciones men-
marcha de procesos y estrategías automáticas versus controla-
tales de orden superior, sin las cuales sería difícil o imposible
das. Vamos a examinar estos conceptos.
entender tales modelos. Estas representaciones reciben di-
versos nombres, entre los que destaca el de esquemas, que fue
5. Procesamiento paralelo contingente, modelos originalmente propuesto por Bardett (1932) y que alude a
bottom-upy top-down, y el papel de los esquemas la existencia de representaciones estereotipadas, típicas, de
en la organización del conocimiento situaciones o actividades. Los esquemas contienen informa-
ción que, por lo general, es válida para una situación o mo-
Desde una perspectiva de etapas de procesamiento, la efica- mento específicos, pero que es modificable por los nuevos
cia en la realización de las tareas de las últimas fases depen- inputs. El proceso de comprensión requiere, inicialmente,
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 57

identificar cuál es el módulo más apropiado para alojar la de la conducción de vehículos. Los procesos y estructuras de
información, probablemente mediante un análisis inicial nivel superior son los encargados de determinar el rumbo y
del tipo bottom-up. Posteriormente, ese módulo ejercerá una el destino al que queremos dirigirnos cuando conducimos
influencia del tipo top-down, puesto que decidirá cómo debe un automóvil. Las estructuras inferiores son las encargadas
organizarse e interpretarse la información, a fin de que sea de ejecutar las maniobras precisas para lograr el objetivo de-
incorporada del modo más eficaz posible. Por lo tanto, la seado, y cualquier error será, en principio, detectado por las
comprensión e integración final del input está en gran me- estructuras inmediatamente superiores y, en última instan-
dida predeterminada por estructuras de conocimiento ya cia, por la superior a todas ellas. Ahora bien: ¿cuál es esa
existentes, y estas estructuras suplirán la información adi- estructura superior? Para muchos autores sería la conciencia
cional que permite la realización de inferencias. (por ejemplo, Frith, 1979; Hilgard, 1980; Kihlstrom, 1984;
Uno de los aspectos más importantes relacionados con el Meichenbaum y Gilmore, 1984; Rozin, 1976) que, de este
papel de los esquemas es el de que el modo en que una situa- modo, retornaría a la psicología después de muchos años de
ción compleja va a ser interpretada y/o recordada depende ausencia. En el capítulo dedicado a los trastornos disociati-
en gran medida del abanico de esquemas prototípicos que vos se comentan más a fondo estos aspectos.
se encuentren almacenados en la memoria a largo plazo, ya
que son esos esquemas los que facilitarán la incorporación
de los detalles. Estas representaciones se adquieren, proba- 7. Procesos automáticos versus estratégicos o controlados
blemente, a través del aprendizaje (vicario o directo). Por
tanto, es más que probable que existan amplias diferencias El planteamiento de que el sistema cognitivo puede ser conce-
individuales en cuanto a la naturaleza de los esquemas que bido como una organización compleja y jerárquica de pro-
se encuentran en la memoria, así como en cuanto a su rela- cedimientos de control, da lugar a la introducción de otra
tiva accesibilidad. Una parte importante de las investigacio- posibilidad alternativa, aunque no excluyente con la ante-
nes sobre la organización de los contenidos de memoria en rior. Nos referimos a lo siguiente: una misma tarea o activi-
personas deprimidas y en ansiosas muestra la utilidad de es- dad cognitiva puede realizarse de un modo cualitativamente
tos planteamientos, especialmente porque parece que la ten- distinto por distintas personas, o por la misma persona en
dencia de estas personas a interpretar la información de un diferentes situaciones. Los datos a favor de este planteamien-
modo amenazador, en el caso de los ansiosos, o negativo, to son muy numerosos (para una revisión pueden consul-
en el caso de los deprimidos, tendría que ver con una mayor tarse Eysenck y Keane, 1990; Williams y cols., 1988), y la
accesibilidad a los esquemas de amenazaltristeza, lo que a su consecuencia inmediata de todas estas diferencias interindi-
vez intensificaría el estado de ánimo ansioso o el deprimido, viduales e intraindividuales es la de que el sistema cognitivo
respectivamente (Beck, 1976; Beck, Emery y Greenberg, es extremadamente flexible, o mejor, estratégicamente flexi-
1986; Williams y cols., 1988). ble, en el sentido de que es capaz de adaptarse a las modifi-
caciones ambientales, así como de lograr un mismo objetivo
siguiendo diferentes rutas o empleando mecanismos distin-
6. Jerarquías de control tos (Broadbent, 1984; Dillon, 1985).
En este contexto surge la distinción entre procesos auto-
Parece poco realista concebir el cerebro y la mente humanos máticos o rígidos y procesos controlados o flexibles (Schnei-
como una especie de colección de sistemas de procesamien- der y Shiffrin, 1977; Shiffrin y Schneider, 1977). Los procesos
to poco o nada relacionados entre sí. Por lo que acabamos automáticos implican secuencias de operaciones mentales,
de comentar, más bien parece que los distintos tipos de ac- que se activan como respuesta a una configuración especial o
tividad cognitiva están continuamente interactuando entre concreta de inputs externos o internos, que no requieren
sí. El aprendizaje de habilidades y destrezas motoras está ín- atención o esfuerzo consciente (y por lo tanto, no consu-
timamente relacionado con el procesamiento perceptivo; men capacidad atencional), que una vez que han sido activa-
solucionar un problema requiere casi siempre la recupera- dos funcionan de manera independiente de los procesos de
ción de datos desde la memoria. Uno de los recursos teóri- control, que pueden actuar en paralelo unos con otros (y con
cos más utilizados para explicar este modo de actuar de la otros controlados), y que son posibles gracias a la existencia
mente humana es el de apelar a estructuras de control. Esta de un conjunto relativamente permanente de redes y co-
hipótesis supone que las actividades cognitivas están organi- nexiones asociativas, que a su vez pueden ser el resultado de
zadas de un modo jerárquico, yen el vértice de la jerarquía un entrenamiento intensivo previo o, incluso, estar genética-
estaría situada la estructura que controlaría todo el proceso mente determinadas.
de organización. A su vez, las estructuras situadas inmedia- Por su parte, los procesos controlados consisten en se-
tamente debajo controlarían otras inferiores, y así sucesiva- cuencias temporales o momentáneas de operaciones cogni-
mente. Es importante no confundir este planteamiento de tivas que una persona activa de manera consciente y/o
niveles con el que antes mencionamos de etapas. Aquí no se intencional. Consumen recursos atencionales y, por tanto,
habla de secuencialidad ni de linealidad, sino de control je- están limitados por las propias limitaciones de la capacidad
rárquico. y el esfuerzo atencional. Difícilmente pueden darse en el
Uno de los ejemplos más utilizados para explicar, meta- mismo momento dos procesos de este tipo, a no ser que su
fóricamente, este modo de operar del sistema cognitivo es el ejecución sea tan lenta (o sus características tan fáciles) que
58 Manual de psicopatología

Tabla 2.2 Procesos automáticos versus procesos controlados

Una vez activados funcionan por sí solos. Su funcionamiento, una vez puestos en marcha, requiere del control del
sujeto.
Pueden actuar simultáneamente a otros procesos (en paralelo). No pueden actuar varios a la vez (a no ser que uno de ellos sea muy
sencillo o que su ejecución sea muy lenta).
Se producen gracias a la existencia de redes asociativas ya establecidas No dependen de redes asociativas previas, por lo que facilitan la
(aprendidas o determinadas genéticamente). adaptación a nuevos ambientes.

permitan la actuación en paralelo. Su gran ventaja reside en de esquemas que se encuentran accesibles. Estos esquemas
su extrema flexibilidad para adaptarse a situaciones nuevas, ejercen, a su vez, un control de arriba abajo sobre la percep-
al contrario de lo que sucede con los automáticos. En la ción, la comprensión, la memoria y el resto de operaciones
Tabla 2.2 se resumen las diferencias entre estos dos tipos de y procesos cognitivos. La organización que imponen las es-
procesos. tructuras de control, y las metas u objetivos que se plantean
La distinción entre procesos automáticos y controlados en cada nivel, serán más o menos idiosincrásicas en la medi-
está siendo muy útil para explicar la presencia de ciertos da en que algunas de las secuencias de procesamiento se
déficit básicos de la psicopatología de la atención, especial- vuelvan automáticas (Williams y cols., 1988).
mente en el ámbito de la psicopatología atencional en las La importancia de los conceptos que acabamos de co-
esquizofrenias (véase, por ejemplo, Frith, 1979, 1981, yel mentar es sin duda crucial en la actual psicología cognitiva.
capítulo de D. Hemsley en este mismo libro). Por otro lado, Sin embargo, todos estos conceptos no nos dicen nada, o
actualmente se plantea también la existencia de déficit de nos dicen muy poco, acerca de qué es lo que se elabora en la
procesamiento automático en los trastornos afectivos y por mente humana, es decir, cuáles son en definitiva los conte-
ansiedad, que se analizan en los capítulos correspondientes. nidos sobre los que operan todos los procesos comentados.
Por poner un ejemplo: si el PI se interesa por conocer cómo
funciona la atención, la psicopatología se interesa además
8. Del procesamiento de información a la psicología cognitiva por saber a qué se atiende y por qué. Al psicopatólogo le
interesa saber no sólo cómo funciona la mente, sino tam-
En definitiva, conceptos como los que acabamos de comen- bién cuáles son los contenidos mentales sobre los que traba-
tar, derivados en su mayor parte de las investigaciones sobre ja, o dicho de otro modo, en qué trabaja y si se produce
PI, constituyen una fuente importantísima para la explica- alguna relación entre el cómo y el qué. Por ejemplo, si cuan-
ción de muchas psicopatologías, tal y como se verá a lo largo do recordamos algo desagradable nuestra mente funciona
de diversos capítulos de este libro. En la Tabla 2.3 se resu- igual (se activan los mismos procesos y operaciones) que
men las principales ideas comentadas hasta aquí. Es eviden- cuando lo que recordamos es agradable.
te que la actividad humana y las experiencias subjetivas Como decíamos antes, la psicología cognitiva actual, y
están mediatizadas por el tipo de información al que se ten- consecuentemente la psicopatología, tienen también impor-
ga acceso, así como por la capacidad para elaborarla y los tantes raíces en los ámbitos de la psicología social y la psi-
modos en que se utiliza. También parece claro que están cología de la personalidad. Así, mientras que el PI se ha
moduladas por la naturaleza y la eficacia de las diferentes ocupado tradicionalmente de estudiar tanto los procesos
etapas de procesamiento encargadas de analizar la informa- mentales (atención, memoria, etc.) como sus esttucturas y
ción, y bajo las restricciones que imponen los distintos tipos operaciones (esquemas, redes asociativas, reglas de inferen-

Tabla 2.3 Conceptos básicos en psicología cognitiva


1. La mente y el cerebro humanos tienen una capacidad limitada para procesar información.
2. Procesar información requiere:
a) esfuerzo (consume recursos o capacidad),
b) seleccionar,
c) secuenciar los pasos a seguir (establecer etapas),
d) especializarse (distintos módulos, distintas funciones, distintos modos de procesar),
e) poder procesar varias cosas a la vez (en paralelo): procesar algunas de forma «automática» y otras de forma controlada (secuencialmente).
3. Todos los procesos y operaciones mentales (cognitivas) están organizadas de forma jerárquica.
4. El sistema cognitivo es extremadamente flexible.
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 59

cia, etc.), la psicología social cognitiva se ha ocupado de in- análisis de las estructuras y los procesos de conocimiento
vestigar lo que en un sentido genérico podríamos denominar que controlan la aparición de los comportamientos y las ex-
«contenidos mentales» (Brewin, 1990), es decir, atribucio- periencias extrañas o anómalas, y no tanto las conductas
nes, actitudes, expectativas, creencias, valores, etc., que pue- anormales en y por sí mismas (Ibáñez, 1982). Paralelamente
den ser o no accesibles a la conciencia, y cómo todo ello a ese objetivo, el énfasis se sitúa pues en el concepto de ex-
modula y da sentido al comportamiento y la actividad hu- periencia anómala, que se hace equivalente a los de disfunción
manas. Por su parte, la psicología de la personalidad, con su y psicopatología, y no tanto en el de conducta anormal, en la
énfasis en el estudio de cuestiones tan centrales como la medida en que este último parece restringirse excesivamente
identidad personal, la autoconciencia o el sí mismo, resulta a un solo ámbito: la conducta.
de especial e ineludible interés para la psicopatología. Como Como explicamos en otro lugar (Belloch, 1987), esta
hemos dicho en ocasiones, se puede dudar de la utilidad perspectiva critica las concepciones reflejas, automáticas y
científica de constructos tales como el sí mismo o la identi- predeterminadas que subyacen en otros modelos o perspec-
dad personal; pero no queda más remedio que reconocer tivas, tales como el conductista, el biomédico o el psicodiná-
que ciertas psicopatologías como la pérdida de la identidad mico, sobre la base de argumentos de este tipo (Giora,
personal, o la difusión del sí mismo, o la pérdida de atri- 1975): el sistema nervioso central es, fundamentalmente, un
bución personal, no se podrían comprender, investigar o sistema que procesa información, esto es, que la recibe, la
explicar sin recurrir a los constructo s psicológicos que las selecciona, la transforma, la almacena y la recupera. Incluso
sustentan y que no son otros que los mencionados. los reflejos incondicionados más sencillos, como la respues-
En consecuencia, contenidos psicológicos tan diversos ta de orientación (RO) -que es una respuesta inespecífica
como las atribuciones y explicaciones, las metas y valores, a un cambio producido en el medio, y que se extingue cuan-
las creencias, las predicciones, las emociones y los senti- do ese cambio que inicialmente la produjo, se repite y, por
mientos, y un largo etcétera, de temas centrales para la psi- tanto, deja de ser un cambio, un elemento nuevo-, impli-
cología social cognitiva y la reconceptualización cognitiva can cognición. ¿Qué significa aquí cognición? La respuesta
de la personalidad, son aspectos de la vida mental cuya in- es obvia: la RO es la consecuencia de una reacción al cambio
vestigación resulta obligada para el psicopatólogo. A partir o a la novedad, y conlleva la activaCión de procesos comple-
de aquí es posible alejarse de la metáfora hombre-ordenador jos de juicio y comparación, no siempre conscientes, que
y dibujar un cuadro del ser humano mucho menos racio- son los que en última instancia conducen a una toma de
nal y más realista o cercano a la realidad: un ser humano que decisión, que finalmente se traducirá en una conducta o
muchas veces explica, describe, predice, juzga y decide mo- modo de comportamiento específico (huida, acercamiento,
dos de comportamiento mediante reglas de inferencia in- exploración, etc.), dependiendo de las características del es-
tuitivas, utilizando sobre todo modos de razonamiento tímulo, la situación del organismo, la elaboración que éste
inductivo, dejándose guiar por intuiciones a veces nada razo- realiza de aquél, etc.
nables (o racionales) que no tienen en cuenta las evidencias Por lo que se refiere a postulados como el psicodinámico
en contra, o simplemente no las juzga como evidencias, de la transmisión de la energía, se argumenta aquí que lo
sometido pues a múltiples sesgos de interpretación que, que se transfiere no es energía, sino más propiamente seña-
inevitablemente, producen errores de comprensión y de ex- les o indicios -o sea, información-, que son los que acti-
plicación. Son muchas las aportaciones que esta «otra» psico- van los procesos de conocimiento (selección, categorización,
logía cognitiva ha hecho a la investigación psicopatológica memoria, etc.). Y son estos procesos los que, en definitiva,
actual, la mayoría de las cuales se irán viendo a lo largo de proporcionarán un sentido, un significado, a la señal. Sólo
esta obra. A modo de resumen, expondremos a continuación cuando este proceso se ha completado se producirá lo que
los elementos centrales que desde el punto de vista concep- llamamos respuesta o comportamiento observable (Belloch,
tual definen lo que podría catalogarse como modelo cogniti- 1987).
vo de la psicopatología. A nivel metodológico, ya hemos dicho que propugna la
utilización preferente de las técnicas y modos propios de
la psicología cognitiva (tanto de la experimental como de la
D. LA PSICOPATOLOGíA COGNITIVA: social y de la personalidad), cuyos hallazgos, teorías y con-
PLANTEAMIENTO CONCEPTUAL clusiones se van a tomar como punto de partida y como
referente último de las anomalías. En este sentido, la psico-
La influencia que han tenido los planteamientos cognitivos, patología se configura como un área de investigación bdsica,
como los que acabamos de comentar, sobre la psicopatolo- cuyo objetivo es estudiar primero cómo funcionan los procesos
gía ha sido enorme y ha permitido que los psicólogos-psico- cognitivos anómalos, o si se prefiere, las anomalías que se pro-
patólogos recuperen un conjunto nuclear de temas, tales ducen en los procesos de conocimiento de las personas. Y se-
como alucinaciones, delirios, conciencia o amnesias, dándo- gundo, cudles son los contenidos de esos procesos anómalos,
les un tratamiento metodológico diferente del que hasta en- qué información manejan.
tonces se les había dado, que opera desde, y se fundamenta Hemos dicho que desde el modelo cognitivo la psico-
en, los supuestos experimentales de la psicología cognitiva patología se puede caracterizar como una disciplina de in-
que le sirve de base. En un primer momento puede afirmar- vestigación básica, y es preciso aclarar qué entendemos por
se que el objetivo básico de la psicopatología cognitiva es el ello: significa que su objetivo no es, primordialmente, la
60 Manual de psicopatología

aplicación inmediata o práctica de sus resultados (por ejem- sentimientos, ya que unos y otros forman parte del «apa-
plo, diseñar una técnica concreta de terapia o elaborar un rato» del conocimiento y, por tanto, inciden por igual en
método específico de evaluación o diagnóstico de talo cual el cómo experimentamos la realidad.
trastorno). De ello se ocupan otras áreas o especialidades de 5. La investigación de las psicopatologías puede llevarse a
la psicología clínica. Pero es evidente que, al igual que suce- cabo tanto en situaciones naturales como en condicio-
de con esas otras disciplinas, la psicopatología se mueve tam- nes artificiales (vgr., de laboratorio o experimentales).
bién en el ámbito de los problemas humanos y, sobre todo, En el segundo caso, es necesario que se reproduzcan con
que cualquier aplicación debe tener como marco de referen- la máxima fidelidad posible los contextos en los que se
cia la investigación básica. Al mismo tiempo, la aplicación produce de forma natural el fenómeno a estudiar. Se con-
en la práctica de los modelos y técnicas procedentes de la sideran como fuentes de datos útiles tanto los procedentes
investigación sirve a su vez para replantear, ajustar, modifi- de la información subjetiva (por ejemplo, informes intros-
car y explorar la viabilidad y utilidad de los modelos y téc- pectivos, incluyendo cuestionarios estandarizados), como
nicas más aplicados. Cualquier disociación extrema entre los directamente observables por parte del experimen-
investigación y aplicación está condenada al fracaso de am- tador (por ejemplo, latencias de respuesta, comporta-
bas. Pero cada una de ellas debe, a la vez, restringir su ámbi- miento motor, rendimiento en una tarea, verbalizaciones,
to de interés y sus expectativas a sus posibilidades y objetivos, etcétera), y sus concomitantes neurológicos. Desde esta
en aras de la eficacia y la utilidad. perspectiva, interesa tanto el cómo se elabora la informa-
Para resumir, los principales postulados del modelo cog- ción (forma), como el tipo de la misma (contenido), y las
nitivo en el contexto de la psicopatología serían los siguien- mutuas interacciones entre forma y contenido.
tes (Belloch, 1987): 6. La salud mental se define sobre la base de tres paráme-
tros interrelacionados e inseparables: a) habilidad para
1. El objeto de estudio propio de la psicopatología son las adaptarse a los cambios y demandas externas y/o inter-
experiencias, sentimientos, y/o actividades, mentales o nas, b) esfuerzos de auroactualización, es decir, búsque-
comportamentales, que resultan: a) inusuales o anóma- da de novedades y cambios que supongan retos, y c)
las (Reed, 1988), b) disfuncionales y dañinas (Wake- sentimientos de autonomía funcional y capacidad de au-
freld, 1992, 1997), c) inadaptadas y fuera del control (o todeterminación (Giora, 1975).
la voluntad) personal (Widiger y Trull, 1991; Widiger y
Sankis, 2000), y d) que provocan interferencias o dete- Pese a lo expuesto, sería erróneo pensar que existe un plan-
rioro en el desarrollo personal, en el comportamiento, y teamiento unitario sobre los postulados que se acaban de
en las relaciones sociales. enunciar. Entre otras cosas, porque tampoco hay plantea-
2. Las experiencias, sentimientos y actividades mentales o mientos unitarios sobre lo que se entiende hoy por «psicología
comportamentales psicopatológicas se conceptúan en cognitiva». Esta perspectiva ha ido ampliando progresiva-
términos dimensionales, lo que implica que: a) es nece- mente sus marcos de referencia hasta tal punto que bajo el
sario considerar en qué grado se presentan en un mo- apellido «cognitivo» es posible hoy encontrar modelos y
mento dado y a lo largo del tiempo (estabilidad), b) qué explicaciones tan diferentes como los derivados de la inteli-
variables median en su incremento y en su atenuación, y gencia artificial y el procesamiento de información, los
c) en qué grado difieren de la normalidad. neuropsicológicos, los conductuales-cognitivos, o los socia-
3. Las diferencias entre la normalidad (Le., salud mental) y les-constructivistas. En el ámbito de la Psicopatología, la
la psicopatología son cuantitativas (de grado). No obs- influencia del enfoque cognitivo ha sido más que notable,
tante, las diferencias de grado conllevan diferencias cua- hasta el punto de configurarse hoy como el paradigma o mo-
litativas en el procesamiento de la información y, como delo dominante, tal y como queda patente a través de los
es natural, en la forma de experimentar la realidad. Por diferentes capítulos de este libro.
ejemplo, cuando se dice que bajo estados de ansiedad se
produce un procesamiento preferente de estímulos ame-
nazantes, se está indicando a la vez que la persona que se VII. MODELOS Y REALIDAD CLíNICA
halla en ese estado está experimentando la realidad de
un modo cualitativamente distinto a cómo lo haría si su Como hemos señalado más atrás, las perspectivas teóricas
estilo de procesamiento fuera diferente (vgr., no ansioso). sobre la conducta anormal son múltiples. Modelos y más
Desde esta perspectiva, las experiencias, sentimientos, o modelos ha sido la tónica teórica dominante en psicopa-
actividades anómalas o inusuales no deben considerarse tología. Modelos médicos, de estrés-coping, humanistas,
necesariamente mórbidas (Le., indicadoras de trastorno existenciales, sociales, culturales, cognitivos, conductuales,
mental o del comportamiento). etcétera. Da la impresión que cada variante de la psicología
4. El objetivo preferente de la investigación psicopatológica se ha permitido el lujo de formular «su propia psicopatolo-
es el funcionamiento de los procesos de conocimiento gía». Esta multiplicidad de enfoques en general ha servido
anómalos. Los procesos de conocimiento incluyen no más para crear confusión dentro de la psicopatología que
sólo los típicamente considerados como procesos cogni- para formar una idea coherente sobre el concepto de esta
tivos (vgr., atención, percepción, pensamiento, memo- disciplina. En nuestro análisis hemos pretendido huir de esta
ria), sino también las emociones, motivos, afectos, y tradición centrándonos únicamente en las tres perspectivas
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 61

más relevantes en el momento presente, esto es, la conduc- plinar en lo que concierne a los problemas psicopatológicos.
tual, la cognitiva y la fisiológica (médica). Algunos autores, A este respecto, tal vez tengan razón autores como Willer-
no obstante, opinan que la conducta psicopatológica es algo man y Cohen ( 1990) cuando afirman que cada modelo teó-
tan complejo que difícilmente puede ser explicado con un rico de la psicopatología en realidad es un conjunto de
solo modelo, sea éste cual sea. enunciados que explican algunos pero no todos los aspectos
Un primer problema que surge ante cualquier plantea- de lo psicopatológico. Usar un solo modelo para explicar la
miento teórico es que la realidad clínica no parece ajustarse conducta anormal-dicen estos autores-es como tratar de
muy bien a los modelos que le respaldan. Un claro ejemplo, explicar un cilindro basándose únicamente en una de las
por no poner otros más dramáticos, es lo que ocurre con la sombras que puede proyectar. Cuando la luz se envía desde
aplicación de la terapia de conducta. Como sabemos, en teo- un extremo del cilindro, la sombra que éste proyecta es
ría este tipo de tratamiento debe basarse en la aplicación de circular. Cuando la luz se arroja desde un lado del cilindro,
los principios del modelo conductual. Sin embargo, la reali- éste proyecta una sombra rectangular. Cualquier inferencia
dad es muy diferente; los terapeutas de conducta, como sobre la naturaleza del cilindro basada en un tipo de sombra
cualquier otro terapeuta, utilizan todos aquellos procedi- proyectada es sólo parcialmente correcta. Claramente, la
mientos que consideran de utilidad y tienden a ajustar la naturaleza cilíndrica del objeto es algo más que su aspecto
teoría a la práctica clínica, en lugar de hacerlo al revés. Tal circular o rectangular, e incluso más que la suma de los dos.
vez el enorme distanciamiento entre la teoría y la práctica se En conclusión, si damos por válido el símil del cilindro, ca-
debe a lo que Lazarus (1981) definía como eclecticismo téc- bría decir que ningún modelo particular de psicopatología
nico (citado por Franks, 1991); en línea con lo defendido captura todas las formas de las psicopatologías humanas.
por Lazarus, si bien un científico no debe ser un ecléctico, Tal vez la necesidad de una aproximación multidiscipli-
un clínico no debe o no puede permitirse el lujo de no ser nar sea más metodológica que epistemológica. Prácticamen-
ecléctico. Bien es cierto que la terapia de conducta no pro- te todos los manuales de psicopatología describen una serie
cede de un cuerpo homogéneo de doctrina, sino más bien de modelos o perspectivas teóricas más o menos irreconci-
de múltiples escuelas del pesamiento, de sistemas filosóficos liables. Cuando se aboga, cosa que es frecuente, por la nece-
y teóricos diversos e incluso de metodologías contrapuestas sidad de un enfoque multidisciplinario para abordar los
(Franks, 1991). No obstante, esto no justifica la extravagante problemas psicopatológicos, no suele quedar claro qué se
proliferación de métodos diferentes, a veces contradicto- pretende con ello, lo cual tiende a incrementar la propia
rios, de terapia de conducta que se practican en la actuali- confusión del lector. Puede significar que cualquier modelo
dad, muchas veces sin base teórica alguna. Tal vez por esta de psicopatología debe incluir variables de análisis menos
razón, algunos autores como Franks (1991) reconocen cosas propias, es decir, más características de otros modelos. Por
como las siguientes: ejemplo, el modelo conductual debe considerar -aparte de
estímulos y respuestas- variables cognitivas (atención, me-
Parecería que hubiéramos entrado en un dique seco en moria, imaginación, etc.) y fisiológicas (herencia, actividad
lo que a la innovación teórica se refiere, incluso aunque neuroendocrina, etc.); esto es, variables propias del modelo
sigan ocurriendo avances tecnológicos. El comienzo de cognitivo y del modelo biomédico, respectivamente. En la
la cuarta década de la terapia de conducta trae consigo actualidad, tanto los psicopatólogos conductuales como los
desarrollos alentadores. En primer lugar se encuentra el
cognitivos emplean frecuentemente y sin sonrojo en investi-
progresivo interés en una vuelta a nuestras bases teóricas
gación el sistema categorial vigente de clasificación y diag-
y conceptuales. Hasta ahora, quizá porque los reforza-
dores del éxito profesional son más potentes que los que nóstico de la American Psychiatric Association (APA). Bien
conlleva el progreso del conocimiento, la mayoría de los es cierto que este sistema dista mucho de sus primeras
terapeutas de conducta se encuentran intelectual yemo- ediciones (actualmente participan en su elaboración psicó-
cionalmente comprometidos con el aspecto profesional logos, y los criterios de diagnóstico se establecen fundamen-
(p. 23). talmente sobre la base de conductas observables directa o
indirectamente, es estrictamente descriptivo y no implica
En la actualidad se habla de orientaciones conductuales asunciones teóricas); sin embargo, también es cierto que
(más o menos radicales) y cognitivas como paradigmas diferen- este sistema es fruto principalmente del modelo médico.
ciales. Muchos autores, no obstante, asumen que todas las Esto no plantearía problemas graves al modelo teórico, ni
técnicas de terapia de conducta utilizan en mayor o menor me·· implicaría consideraciones adicionales aparte de las propia-
dida los fenómenos cognitivos; o dicho en otros términos, mente metodológicas. Los cognitivistas, por ejemplo, con-
que toda terapia de conducta es simultáneamente conductual ceden gran importancia a los factores neurológicos y a la
y cognitiva. Muchos autores que se definen a sí mismos como simulación por ordenador. Los conductistas, salvo algunos
cognitivistas emplean en mayor o menor grado procedimien- sectores, siempre han reconocido y asimilado la relevancia
tos comportamentales. Vemos, por tanto, que la realidad con de los factores fisiológicos (véase, por ejemplo, la historia
que se aplica la psicopatología, esto es, la psicología clínica, del aprendizaje pavloviano). El problema surge cuando se
no se ajusta a un modelo teórico concreto, diferenciado y más trata de hacer una aproximación multidisciplinaria episte-
b menos coherente. mológica de sistemas teóricos irreconciliables. En este caso,
Un primer acercamiento crítico a esta problemática po- tal vez no sería aceptable afirmar que todos los modelos son
dría basarse en la necesidad de una aproximación multidisci- igualmente válidos.
62 Manual de psicopatología

Esta última cuestión, al aplicarla a la psicopatología, talista -indica este autor- suele usar los términos intencio-
presenta un problema particularmente delicado a la luz del nales sin definirlos previamente.
desarrollo científico actual. Desde el punto de vista psicoló- Como hemos indicado en el apartado anterior, existe ac-
gico, la cuestión se centra en la aparente incompatibilidad tualmente un importante cuerpo de evidencia científica en
entre los dos principales modelos de la psicopatología, esto psicopatología que en principio podría englobarse en lo que
es, el conductual y el cognitivo. Si bien desde ciertos secto- hemos denominado modelo cognitivo. Sin embargo, una de
res se aboga por dos paradigmas diferenciales, lo cierto es las principales dificultades con que nos encontramos en el
que, al menos en psicopatología, esto no parece ser tan cla- momento presente para asumir que este modelo de psicopa-
ro. A nuestro juicio, tal separación parece reflejar más bien tología tiene un estatus científico claramente diferente del
equipos de trabajo metodológicamente diferentes, en lugar conductual es el gran solapamiento conceptual que existe
de dos sistemas científicos diferentes con objeto, explica- entre ambos; en concreto entre los conceptos de cognición
ción, descripción y predicciones psicopatológicas indepen- y condicionamiento. Así mismo, el socorrido recurso a la
dientes. ¿Supone realmente en psicopatología la denominada etiquetación «conductual-cognitivo» contiene información
«revolución cognitiva» un cambio de paradigma, o única- redundante (Zinbarg, 1993). Muchas de las teorías psico-
mente una reconsideración metodológica dentro de la psi- patológicas que se han propuesto como cognitivas son
cología conductual actual? Lo cierto es que no pocos autores igualmente conductuales, o al menos incluyen conceptos
consideran lo segundo como más apropiado (véanse Davey, conductuales fundamentales (por ejemplo, Bandura, 1969,
1987; Rescorla, 1988; Zinbarg, 1993). 1977; Lang, 1985). Existe, igualmente, una inextricable
La historia reciente parece decirnos que en estos últimos interrelación entre los procesos conductuales y los denomi-
años hemos pasado de un extremo al otro; de posiciones nados cognitivos. Por ejemplo, existe evidencia que demues-
E-R más o menos radicales a enfoques cognitivos más o me- tra que uno de los principales procedimientos empleados en
nos radicales. Un error que se ha estado cometiendo es que terapia de conducta, esto es, la exposición, induce cambios
las críticas dirigidas al conductismo radical se han tomado .conductuales dramáticos, mediados éstos por mecanismos
como críticas al modelo conductual como un todo (inclui- del procesamiento de la información (véase Lang, 1985).
do el conductismo metodológico). Si la «revolución cogni- Otro ejemplo diferente: tan cierto como que las cognicio-
tiva» consiste, como parece ser, en introducir el uso de nes y la evaluación cognitiva afectan al condicionamiento, lo
variables intervinientes teóricas tales como el pensamiento, es que el condicionamiento genera cogniciones que, a su
más que un cambio de paradigma, en realidad es un retorno vez, afectan al curso del condicionamiento (véase Davey,
al conductismo metodológico (si quien hace el cambio es un 1987). Los avances recientes en la teoría del condicionamien-
psicólogo conductual), es un retorno al Tolman de hace más to, particularmente el condicionamiento pavloviano, po-
de 50 años (Maltzman, 1987). Como afirma este autor, un drían aportar una estructura teórica coherente para integrar
psicólogo cognitivista puede ser conductista o mentalista, los enfoques conductual y cognitivo.
todo depende del estatus de los términos «intencionales»! Como ya hemos resaltado anteriormente, el condiciona-
dentro de su psicología, que sean trasladados en términos miento pavloviano (neocondicionamiento) se entiende actual-
conductuales o no. En el primer caso se trata de un conductis- mente en términos de procesamiento de la información
mo de corte cognitivo (algunos lo denominan conductual- (Rescorla, 1988; Rescorla y Wagner, 1972; Zinbarg, 1993).
cognitivo); en el último caso es una psicología cognitiva Por ejemplo, el modelo SOP (Standard Operating Procedures)
centrada en la conciencia. Lo característico del modelo con~ de Wagner (1981) enfatiza los mecanismos estándar de opera-
ductual es explicar la conducta en cuestión; para ello se vale ción de la memoria a corto plazo, y la representación cognitiva
tanto de eventos observables como de conceptos teóricos no de los estímulos como unidades de información (EC y El).
observables directamente (cogniciones, atención, genética, Esta idea de que el estímulo conlleva información que es pro-
neurotransmisores, etc.). La revolución de Watson consistió cesada está en línea con el desarrollo de los recientes modelos
en trasladar el objeto de la psicología de la mente a la con- de condicionamiento definidos en términos E-E en lugar de
ducta. La revolución cognitiva hace lo contrario, volver a los E-R (Rescorla, 1988); una aplicación de estos modelos en psi-
contenidos de la mente como finalidad (por ejemplo, cómo copatología es, por ejemplo, el concepto de «expectativa de
trabaja la mente). Sin embargo, un problema referido por ansiedad». Tales reconceptuaciones también han sido aplicadas
Maltzman (1987) es que, mientras que un psicólogo men- al condicionamiento operante (conductas dirigidas a metas).
talista tiende a inferir procesos mentales a partir de la A veces se han separado los procesos del condiciona-
conducta del individuo, un psicólogo conductual define ta- miento y los cognitivos sobre la base de conceptos como no
les procesos en términos conductuales (conducta prepositi- consciente y consciente, automático y controlado, involun-
va, conducta de expectativa, etc.; lo que interesa es explicar tario y voluntario, etc. Sin embargo, este tipo de diferencias
la conducta definida con estos términos). El psicólogo men- no sólo han resultado inútiles en este sentido, sino sobre todo

1 Asumimos, siguiendo la idea de Brentano (1874-1973), que un concepto mental es intencional, siempre se refiere a un objeto y consiste en actos (p. ej., «espero el Eh). La
presencia de términos intencionales en una teoría psicológica caracteriza la teoría como cognitiva. Estos términos, no obstante, no suelen ser definidos o explicados; son empleados
de forma que el autor asume que todos conocemos su significado. Usar los términos intencionales de esta forma es nocivo y perjudicial para el avance del conocimiento científico,
independientemente de su estatus en filosofía (Maltzman, 1987).
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 63

irreales (Rapee, 1991). Ni el condicionamiento se limita a lo parece desprenderse la necesidad de todos ellos. Ninguno por
involuntario, inconsciente y automático, ni lo cognitivo a separado resulta suficiente para tomarlo como punto de
lo consciente, controlado y voluntario. Este autor concluye referencia para la determinación del objeto de la psicopato-
que los términos cognición y condicionamiento no están logía. Así, por ejemplo, el criterio subjetivo puede ser
bien definidos y generalmente se refieren a fenómenos alta- apropiado para delimitar un trastorno de ansiedad, pero
mente solapados que incluyen tanto los procesos automáti- desde luego inadecuado para el diagnóstico de un cuadro de
cos como los que implican esfuerzo. Tal vez, como sugiere esquizofrenia. Un aspecto adicional de suma relevancia fu-
Rapee, no sea muy productivo ni científicamente válido es- tura en psicopatología es la necesidad de considerar no sólo
tablecer tal dicotomía. Por usar erróneamente tales concep- lo negativo, es decir, la anormalidad o enfermedad, sino
tos, actualmente se está produciendo un enorme e innecesario también la faceta positiva, la salud, la cual no es únicamente
debate donde muchas veces se confunden los procesos con ausencia de trastorno, sino también presencia de bienestar.
los procedimientos. Sabemos desde hace bastantes años, Los diversos criterios de anormalidad se han venido plas-
por ejemplo, que las fobias pueden adquirirse, aparte de por mando de forma más o menos consistente en modelos gene-
condicionamiento directo, por aprendizaje vicario. La adqui- rales que tratan de dar cuenta sobre los diferentes problemas
sición de una fobia por este procedimiento, ¿es condicionada que plantea la psicopatología. No todos los modelos revis-
(no requiere la verbalización) o es cognitiva (no requiere la ten el mismo grado de cientificidad, coherencia y poder pre-
experiencia directa)? Las señales interoceptivas de miedo en dictivo y explicativo sobre la conducta anormal. Hemos
los ataques de pánico, ¿son condicionadas o son cognitivas? hecho hincapié en tres de estos modelos por su particular
(ambos aspectos han sido señalados). Nos gustaría terminar relevancia actual: el biomédico (biológico), el conductual y
este apartado con las siguientes palabras de Rapee (1991): el cognitivo.
«Los términos cognitivo y condicionado han sido utilizados Los defensores del modelo biológico entienden el com-
durante muchos años con un sentido eminentemente políti- portamiento anormal como una enfermedad producida por
co. Mientras que las connotaciones políticas pueden tener el funcionamiento patológico de alguna parte del organis-
un papel en algunas esferas, presumiblemente éste no es el mo. Se presupone que la alteración del cerebro (orgánica o
caso en la escena científica. La investigación conductual funcional), o en última instancia del SNC, es la causa pri-
(tal como la naturaleza de la formación de asociaciones) maria de la conducta anormal. Los clínicos han distinguido
tiene mucho que ofrecer al conocimiento futuro de la psico- tradicionalmente los trastornos mentales orgdnicos de los tras-
patología. Ciertamente, si abandonamos las inclinaciones tornos mentales funcionales, que son patrones de conducta
políticas respecto al condicionamiento versus cognición y anormales sin claros indicios de alteraciones orgánicas cere-
utilizamos orientaciones (E-E) más contemporáneas, enton- brales. Se ha puesto de relieve la frecuencia con que ocurren
ces ciertos fenómenos psicopatológicos pueden comenzar a los trastornos mentales entre parientes biológicos. Desde
ser comprendidos desde la perspectiva del condicionamien- este modelo se plantea que si un determinado trastorno ocu-
to. Es probable que la futura investigación conductual pueda rre con una relativa frecuencia en una familia en relación a
avanzar nuestro conocimiento sobre la psicopatología una la población general, quizá es porque alguno de los miem-
vez que sea adoptado un marco de referencia menos emocio- bros de esa familia ha heredado una predisposición genética a
nal. Esperemos, y esto lo decimos nosotros, que en los próxi- padecerlo.
mos años se perfile con mayor precisión el estatus y alcance No obstante, el modelo biológico adolece de diversos
científico que corresponde a cada una de estas perspectivas problemas y limitaciones. En su ambición explicativa más
teóricas de la psicopatología, así como también sus legíti- extrema parece hipotetizar que toda la conducta humana se
mas propiedades e incompatibilidades» (pp. 200-201). explica en términos biológicos y por tanto puede ser tratada
con técnicas biológicas. Este reduccionismo puede limitar
más que potenciar nuestro conocimiento del comportamien-
VIII. RESUMEN DE ASPECTOS FUNDAMENTALES to anormal. Aunque es cierto que los procesos biológicos
afectan a nuestros pensamientos y emociones, también lo es
El primer problema que se plantea en la psicopatología que ellos mismos están influenciados por variables psicoló-
como ciencia es la definición de su propio campo de estudio. gicas y sociales. Nuestra vida mental es una interacción de
En términos generales se asume que es el estudio de la con- factores biológicos y no biológicos (psicológicos, sociales,
ducta anormal. Por ello, el paso previo es definir lo que se culturales, ambientales, etc.), por lo que es más relevante
entiende por anormal. Sobre este aspecto aún no existe un explicar esa interacción que centrarse exclusivamente en las
acuerdo unitario, ya que siguen coexistiendo múltiples crite- variables biológicas.
rios de anormalidad, tales como el estadístico, el social, el El modelo conductual surgió a comienzos de la década de
subjetivo y el biológico. Entre las razones que justifican tal los sesenta como una reacción a las inadecuaciones del mo-
diversidad de criterios se encuentran la propia indetermina- delo médico, a los planteamientos especulativos, subjeti-
ción histórico-conceptual de la psicopatología y la relativi- vos e intuitivos de la época, y como un intento de aplicar los
dad de los propios criterios (según el momento histórico y el principios de la psicología experimental al campo del com-
contexto sociocultural). portamiento anormal. El modelo conductual se formula
Si bien sería deseable un único criterio de anormalidad, de forma prioritaria en relación con los trastornos neuróti-
lo cierto es que analizando los anteriormente mencionados cos, y sus principios fundamentales son la objetividad y el
64 Manual de psicopatología

aprendizaje de los trastornos del comportamiento (princi- jante en la psicopatología cognitiva. Así, mientras que la
pios del condicionamiento clásico y operante). Entiende los teoría del procesamiento de la información se ha aplicado
problemas psicopatológicos como conductas desadaptativas más a los procesos y estructuras mentales, la influencia de la
aprendidas a través de la historia del individuo (importancia psicología social ha sido en general más patente sobre los
del ambiente). Rechaza el concepto de enfermedad por con- contenidos mentales.
siderar que, aunque puede ser apropiado para las enferme- La psicología cognitiva ha delimitado algunos conceptos
dades físicas, no se ajusta a los problemas de conducta. bdsicos relacionados principalmente con el procesamiento de
El modelo ha sido criticado por ser excesivamente reduc- la información. La consideración teórica, así como su opera-
cionista (limitarse a relaciones entre estímulos y respuestas) tivización experimental, de muchos de estos principios ha
y ser excesivamente ambientalista. Estas críticas, no obstan- resultado ser de enorme interés en la investigación de los
te, sólo son válidas en relación con las versiones radicales del problemas psicopatológicos. Así, por ejemplo, es precisa y
modelo (orientación skinneriana), ya que el conductismo útil la delimitación del procesamiento automático en con-
metodológico asume diversas formas de variables subjetivas traposición a controlado, o la separación entre procesamiento
y no observables directamente (cogniciones, atención, ima- secuencial y procesamiento en paralelo, amén de la conside-
ginación, imitación, etc.). En particular, los enfoques mo- ración de otros conceptos como las jerarquías de control o
dernos, tales como los basados en el neo condicionamiento las contingencias en el procesamiento.
pavloviano, permiten un acercamiento más complejo y rea- La psicopatología cognitiva, o perspectiva cognitiva de la
lista sobre la conducta anormal, ya que entienden el apren- psicopatología, al igual que la propia psicología cognitiva, es
dizaje en términos del procesamiento de la información y algo heterogéneo que se caracteriza por una multiplicidad de
no únicamente en términos de relaciones de contigüidad contenidos y opciones, lo cual hace difícil su consideración
entre los estímulos y las respuestas. Así mismo, las asociacio- como un paradigma o modelo unitario. No obstante, el
nes según esta forma de aprendizaje son asociaciones del enfoque cognitivo de la psicopatología maneja ciertos con-
tipo E-E, y no únicamente del tipo E-R. Se incluyen, por ceptos que lo identifican. En principio, su objeto de estudio,
tanto, las variables cognitivas como elementos metodológi- más que centrarse en la conducta lo hace en los fenómenos
cos y conceptuales del aprendizaje implicado en el desarro- mentales. Es, en cierto modo, una vuelta a la introspección
llo de la conducta anormal. ya la conciencia (aunque también se interesa por el procesa-
El modelo conductual cumple los requisitos de una teo- miento automático), si bien con una metodología y unos
ría científica. Sus hipótesis han sido probadas experimental- marcos teóricos de referencia notablemente mejorados.
mente, y como tal el modelo ha servido para explicar y A partir del análisis de los diferentes modelos de la psico-
predecir eficazmente la conducta desadaptada. La aplicación patología se podría concluir la importancia que reviste un
de los principios del modelo conductual, mediante la deno- acercamiento metodológico multidisciplinar. Cada uno de
minada terapia de conducta, ha resultado ser superior a los tres modelos (biológico, conductual y cognitivo) tien-
otros procedimientos de intervención terapéutica conocidos. de a enfatizar un aspecto de la problemática psicopatológica
En la actualidad, el modelo evoluciona hacia una mayor (mecanismos fisiológicos, conducta y procesos mentales,
consideración de los componentes cognitivos relacionados respectivamente). A veces se ha sugerido la necesidad de con-
con la conducta anormal. templar las aportaciones de los diferentes enfoques teóricos,
Otro de los grandes modelos o perspectivas de la psico- en lugar de encerrarse en una sola orientación, en orden a
patología, cuyo desarrollo se ha producido en épocas más poder abordar las distintas facetas que implica la psicopato-
recientes que los dos anteriores, es el modelo cognitivo. La logía. Por otra parte, se ha indicado también la posibilidad
perspectiva cognitiva de la psicopatología se basa en el desa- de que ciertos modelos sean más apropiados para determi-
rrollo de la propia psicología cognitiva. Las fuentes de la nados trastornos; por ejemplo, el modelo conductual para la
psicología cognitiva son más dispersas y heterogéneas que conducta neurótica, el modelo cognitivo para los fenóme-
las correspondientes a la psicología conductual. Al menos nos mentales (alucinaciones, obsesiones, etc.), yel biológico
debemos tener en cuenta los siguientes antecedentes recien- para los trastornos neuropsicológicos (demencias, esquizo-
tes de la psicología cognitiva: 1) Teoría del procesamiento frenia, etc.). El futuro decidirá, no obstante, sobre la validez
de la información; desde esta línea ha influido de forma de- y utilidad de estas u otras formas de eclecticismo, así como
cisiva el desarrollo de las ciencias de la computación y, a su de su coherencia epistemológica.
vez, la simulación del procesamiento de la información del
cerebro humano a partir del funcionamiento del ordenador
(se trata de estudiar los fenómenos mentales a partir de pro- IX. TÉRMINOS CLAVE
cedimientos externos de simulación). 2) Psicología de la
Gestalt y psicología social cognitiva; conceptos esenciales Aprendizaje vicario: Aprendizaje obtenido por medio de la imita-
como los de expectativa, atribución, valores, creencias, etc., ción de la conducta de otros. También denominado aprendizaje
observacional, modelado o aprendizaje social.
se desarrollan a partir de estos movimientos teóricos. 3) Psi- Condicionamiento clásico: Proceso de aprendizaje mediante el
cología de la personalidad (por ejemplo, teoría sobre los cual un organismo establece una asociación entre un estímulo
constructos personales de Kelly). Y 4) Psicología de las emo- condicionado (EC) y un estímulo incondicionado (El), siendo
ciones (Schachter y otros). Todas estas fuentes, cada una a el EC capaz de elicitar una respuesta condicionada (RC). Ex-
su modo, han influido y están influyendo de forma seme- perimentalmente se obtiene esta forma de condicionamiento
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 65

exponiendo el organismo a un EC y un El en repetidas ocasio- es decir, que nos orientan hacia un diagnóstico determinado,
nes. También se denomina condicionamiento pavloviano. y sin tomas secundarios, cuando no cumplen los criterios etioló-
Condicionamiento operante: Proceso a través del cual un orga- gicos o descriptivos de la entidad nosológica en la que se han
nismo aprende a asociar ciertos actos con determinadas con- identificado.
secuencias. El organismo aprende a efectuar ciertas respuestas Terapia de conducta: Tipo de tratamiento psicológico que me-
instrumentales para obtener un refuerzo o escapar de un casti- diante la aplicación de los principios de la teoría del aprendizaje
go. También se denomina condicionamiento instrumental. pretende reemplazar la conducta desadaptada o indeseable por
Conductual: Se utiliza en este capítulo para designar que el objeto formas adaptativas y modos constructivos de afrontamiento.
de estudio se centra en la conducta, no en la mente o el cere- Variables encubiertas: Variables mediacionales, no observables di-
bro. Aunque con este término se asume que el aprendizaje es rectamente. Se refieren a variables de tipo cognitivo, tales como
el principal componente de la conducta, incluye también otros la imaginación o los procesos de pensamiento. Se supone, des-
principios derivados del estudio científico del comportamiento de la teoría conductual, que están sometidas a leyes de aprendi-
(p. ej., asociados a componentes psicobiológicos o cognitivos) zaje semejantes a las que rigen para las variables directamente
y no se reduce, como el conductismo radical (o en general con- observables.
ductismo) a lo directamente observable.
Criterio de anormalidad: Conjunto de normas que designan las
propiedades sobre cuya base una persona puede conceptuarse o X. LECTURAS RECOMENDADAS
categorizarse como psicopatológica.
Criterio biológico: Mantiene que la «enfermedad mental» se pro- BREWIN, c. (1990). Cognitive foundations o/clinicalpsychology. Lon-
duce por una alteración del sistema nervioso. dres: LEA.
Criterio estadístico: Determina la anormalidad en base a una CANGUILHEM, G. (1971). Lo normal y lo patológico. Buenos Aires:
desviación de la norma estadística (distribución normal). Siglo XXI. (Publicación original: 1966.)
Criterio social: Es establecido por la normativa social que deter- DAVEY, G. (Ed.) (1987). Cognitive processes and pavlovian condi-
mina lo esperable (normal) y lo inadecuado (anormal) de la tioning in humans. Chichester: Wiley.
conducta. Se han referido varios tipos, tales como el consen- EISDORFER, c.; COHEN, D.; KLEINMAN, A., Y MAXIM, P. (Eds.)
sual y el legal. (1981). Models jor clinical psychopathology. Nueva York: Spec-
Criterio subjetivo: Es un criterio propuesto por el propio indivi- trum.
duo. Se basa en la conciencia que tiene el sujeto de su situación GIORA, Z. (1975). Psychopathology: A cognitive view. Nueva York:
psicopatológica (sufrimiento, conducta indeseable, etc.). Gardner Press.
Enfermedad mental: Trasvase del concepto de enfermedad física KAZDIN, A. E. (1983). Historia de la modificación de conducta.
a los fenómenos mentales. Bilbao: DDB. (Publicación original: 1978.)
Esquema cognitivo: Representación mental estereotipada (típica) PELECHANO, V. (1978). Formulación y panorama actual de la psi-
más o menos estable asociada a ciertas situaciones o activida- cología de la modificación de conducta. Análisis y Modificación
des. de Conducta, 5, 63-88.
Estímulo condicionado (EC): Estímulo neutro que, tras su aso- PELECHANO, V. (1979). Unas notas sobre el encubiertalismo con-
ciación con un estímulo no neutro o incondicionado (provoca temporáneo. Análisis y Modificación de Conducta, 5, 429-456.
de forma natural una respuesta incondicionada), elicita una RAcHMAN, S. (Ed.) (1975). Ensayos críticos al psicoanálisis. Madrid:
respuesta particular (respuesta condicionada, RC). Taller de Ediciones ]B. (Publicación original: 1963.)
Estímulo incondicionado (El): Estímulo que provoca una res- REED, G. (1988). La psicología de la experiencia anómala. Valen-
puesta natural o incondicionada (respuesta incondicionada, RI) cia: Promolibro.
(sin necesidad de condicionamiento previo). Por ejemplo, un THoMPsoN, C. (1991). Orígenes de la psiquiatría moderna. Barce-
ruido muy fuerte provoca una respuesta de susto. lona: Ancora.
Procesamiento en paralelo: Forma de procesamiento de la infor- WETZLER, S. (1991). Medición de las enfermedades mentales. Bar-
mación en la que dos o más actividades se procesan de forma celona: Ancora.
simultánea. WILLIAMS, ]. M.; WATTS, F. N.; MAcLEoD, C. M., Y MATHEWS,
Procesamiento en serie: Procesamiento de la información de A. (1988). Cognitive psychology and emotional disorders. Chi-
forma lineal, donde al procesamiento de una etapa le sigue el chester: ]ohn Wiley & Sonso
procesamiento de otra de forma secuencial.
Procesamiento jerárquico: Denota la existencia de interacción en-
tre el procesamiento de unas tareas y otras, produciéndose entre
ellas diferentes niveles de control jerárquico (el procesamiento de XI. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
unas actividades depende del procesamiento de otras de orden
jerárquico superior). Abramson, L. Y.; Seligman, M. E. P., y Teasdale, ]. D. (1978).
Signo: Indicador objetivo de un proceso orgánico (como por ejem- Learned helplessness in humans: Critique and reformulation.
plo la fiebre). Journal o/Abnormul Psychology, 87, 49-74.
Síndrome: Conjunto de signos y síntomas que aparecen en forma American Psychiatric Association (APA) (1980). Diagnostic and
de cuadro clínico. O dicho en otros términos, es un agrupa- statistical manual o/ mental disorders (3a. ed.) (DSM-III).
miento o patrón recurrente de signos y síntomas. Washington, DC: APA.
Síntoma: Indicador subjetivo de un proceso orgánico y/o fun- American Psychiatric Association (APA) (1987). Diagnostic and
cional (vivencia de la fiebre). De hecho, el síntoma aislado statistical manual o/ mental disorders (3.> ed. rev.) (DSM-III-R).
-considerado en sí mismo- no resulta anormal o morboso. Washington, DC: APA.
Se considera que el síntoma es la unidad mínima descriptible American Psychiatric Association (APA) (1994). Diagnostic and
en psicopatología. Por otra parte, se pueden clasificar los sín- statiscal manual o/ mental disorders (4a. ed.) (DSM-IV). Wa-
tomas como primarios (rectores, nucleares o patognomónicos), shington, DC: APA.
66 Manual de psicopatología

Angrist, B.; Lee, H. K., Y Gershon, S. (1974). The antagonismo Cattell, R. B. (1970). The integration of functional and psychome-
of amphetamine-induced symptomatology by a neuroleptic. tric requirements in a quantitative and computerized diagnostic
American Journal ofPsychiatry, 131,817-819. system. En A. R. Mahrer (Ed.), New approaches to personality
Anguera, M. T. (1989). Hacia una representacion conceptual: teo- classification. Nueva York: Columbia University Press.
rías y modelos. En J. Arnau y H. Carpintero (Dirs.), Historia, Chorot, P. (1986). Perspectivas actuales y futuras de la evaluación
teoría y método. Madrid: Alhambra Universidad. psicológica. En B. Sandín (Ed.), Aportaciones recientes en psico-
Ardila, R. (1990). ¿Qué es la síntesis experimental del comporta- patología. Madrid: Dykinson.
miento? Anuario de Psicología, 45, 101-107. Chorot, P. (1989). Teoría de incubación de la ansiedad: Descripción
Ballús, C. (1983). Psicobiología: Interrelación de aspectos experimen- y análisis crítico. En B. Sandín y J. Bermúdez (Eds.), Procesos
tales y clínicos. Barcelona: Herder. emocionales y salud. Madrid: UNED.
Bandura, A. (1969). Principies of behavior modification. Nueva Comer, R. J. (1992). Abnormal psychology. Nueva York: Freeman.
York: Holt, Rinehart & Winston. Costa, E. (1983). Are benzodiazepine recognition sites functional
Bandura, A. (1977). Self-efficacy: Towards a unifying theory of entities for the action of endogenous effectors or merely drug
behavior change. Psychological Review, 84, 191-215. receptors? Advances in Biochemistry and Psychofarmacology, 33,
Bardett, F. C. (1932). Remembering. Cambridge: Cambridge Uni- 249-259.
versity Press. Davey, G. (Ed.) (1987). Cognitive processes and pavlovian conditio-
Beach, H. R. (1974). Terapia de conducta. Madrid: Taller de Edi- ning in humans. Chichester: Wiley.
ciones JB. (Publicación original: 1969.) Davey, G. C. (1989). UCS revaluation and conditioning models of
Beck, A. T. (1967). Depression: Causes and treatments Filadelfia: acquired fears. Behavior Research and Therapy, 27, 521-528.
University ofPennsylvania Press. Davison, G. G., y Neale, J. M. (1980). Psicología de la conducta
Beck, A. T. (1976). Cognitive theraphy and the emotional disorders. anormal. Méjico: Limusa. (Publicación original: 1978.)
Nueva York: International Universities Press. De Vega, M. (1984). Introducción a la psicología cognitiva. Madrid:
Beck, A. T.; Emery, c., y Greenberg, R. C. (1986). Anxiety dis- Alianza.
orders and phobias: A cognitive perspective. Nueva York: Basic Delclaux, 1. (1982). Introducción al procesamiento de información
Books. en psicología. En 1. Delclaux y J. Seoane (Eds.), Psicología cog-
Belloch, A. (1987). Proyecto Docente para la Cdtedra de Persona- nitiva y procesamiento de la información. Madrid: Pirámide.
lidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos: Psicopatalogía. Dillon, R. F. (1985). Individual differences in cognition (vol. II).
Valencia: Mimeo. Orlando, FL: Academic Press.
Belloch, A. (1989). Personalidad: Una realidad construida. En V. Ellis, A. E. (1962). Reason and emotion in psychotherapy. Nueva
Pelechano y E. Ibáñez (Eds.), Personalidad. Madrid: Alham- York: Lyle Stuart.
bra. Eysenck, H. J. (1952). The effects of psychotherapy: An evaluation.
Belloch, A. (1993). El sueño de la razón ... En V. Pelechano (Ed.), Journal ofConsulting Psychology, 16, 319-324.
Psicología mitopsicología y postpsicología. Valencia: Alfaplús. Eysenck, H. J. (1960a). Learning theory and behaviour therapy.
Belloch, A., e Ibáñez, E. (1992). Acerca del concepto de psicopato- En H. J. Eysenck (Ed.), Behaviour therapy and neuroses. Nueva
logía. En A. Belloch y E. Ibáñez (Eds.), Manual de psicopatolo- York: Pergamon Press.
gía. Valencia: Promolibro. Eysenck, H. J. (1970). A dimensional system of psychodiagnostics.
Belloch, A., y Mira, J. M. (1984). Categorización de personas: En A. R. Mahrer (Ed.), New approaches to personality classifica-
Rasgos, tipos, prototipos y... ¿personas? Boletín de Psicología, tion. Nueva York: Columbia University Press.
1, 7-31. Eysenck, H. J. (1979). The conditioning model of neurosis. Beha-
Belloch, A., y Olabarría, B. (1993). El modelo bio-psicosocial: Un vioral and Brain Sciences, 2, 155-199.
marco de referencia necesario para el psicólogo clínico. Clínica Eysenck, H. J. (1983). Prefacio. En H. J. Eysenck (Ed.). Manual de
y Salud, 4, 181-190. psicología anormal (2a. ed.). México: Manual Moderno. (Publi-
Braestrup, c.; Schmiechen, R.; Neef, G.; Nielson, M., y Petersen, cación original: 1973.)
E. N. (1982). Interactions of convulsive ligands with benzodi- Eysenck, H. J. (1985). Incubation theory of fearlanxiety. En S. Re-
azepine receptors. Science, 216, 1241-1243. iss y R. R. Bootzin (Eds.), Theoretical issues in behavior therapy.
Braginsky, B., y Braginsky, D. (1974). Mainstream psychology: A Orlando, FL: Academic Press.
critique. Nueva York: Holt, Rinehart & Winston. Eysenck, M. (1988). A handbook of cognitive psychology. Londres:
Breger, L., y McGaugh, J. L. (1965). Critique and reformulation of LEA.
<<learning theory» approaches to psychotherapy and neurossis. Eysenck, M., y Keane, M. T. (1990). Cognitive psychology. A stu-
Psychological Bulletin, 63, 338-358. dents handbook Hove: LEA.
Brewin, C. (1990). Cognitive flundations of clinical psychology. Eysenck, H. J.; Wakefield, J. A., y Friedman, A. F. (1983). Diag-
Londres: LEA. nosis and clinical assessment: The DSM-III. Annual Review of
Broadbent, D. E. (1984). The maltese cross: A new simplistic Psychology, 34, 167-193.
model for memory. Behavioral and Brain Sciences, 7, 55-94. Fernández Ballesteros, R., y Staats, A. W. (1992). Paradigmatic be-
Bunge, M. (1976). La investigación cientifica. Barcelona: Ariel havioral assessment, treatment, and evaluation: Answering the
(Publicación original: 1969.) crisis in behavioral assessment. Advances in Behaviour Research
Buss, A. H. (1962). Two anxiety factors in psychiatric patients. and Therapy, 14, 1-27.
Journal ofAbnormul and Social Psychology, 65, 426-427. Franks, C. M. (1991). Orígenes, historia reciente, cuestiones ac-
Canguilhem, G. (1971). Lo normal y lo patológico. Buenos Aires: tuales yestatus futuro de la terapia de conducta: Una revisión
Siglo XXI. (Publicación original: 1966.) conceptual. En V. Caballo (Ed.), Manual de técnicas de terapia
Carrobles, J. A. (1985). El modelo conductual o del aprendizaje so- y modificación de conducta. Madrid: Siglo XXI.
cial: Enfoques y aplicaciones. En J. A. Carro bIes (Ed.), Andlisis Frith, C. D.(1979). Consciousness, information processing and
y modificación de la conducta Il Madrid: UNED. schizophrenia. British Journal ofPsychiatry, 134, 225-235.
Capítulo 2 Conceptos y modelos en psicopatología 67

Frith, Ch. D. (1981). Schizophrenia: an abnormality of con cons- Mahoney, M. J. (1980). Abnormalpsychology. San Francisco: Harper
ciousness? En G. Underwood y R. Stevens (Ed·s.), Aspects of & Row.
consciousness (vol. II). Nueva York: Academic Press. Maltzman, 1. (1987). A neo-pavlovian interpretation of the OR
Giora, Z. (1975). Psychopathology. A cognitive view. Nueva York: and classical conditioning in humans: With comments on
Gardner Press. alcoholism and the poverty of cognitive psychology. En G.
Hampson, S. E. (1986). La construcción de la personalidad. Barce- Davey (Ed.), Cognitive processes and pavlovian conditioning in
! lona: Paidós. (Publicación original: 1982.) humans. Chichester: Wiley.
Haroutunian, V. (1991). Gross anatomy of the brain. En K. Davis, Martin, B. (1976) Psicología anormal. México: Manual Moderno.
H. Klar y J. T Coyle (Eds.), Foundutions ofpsychiatry. Filadel- (Publicación original: 1973.)
fia: Saunders. McKinney, W. T (1988). Models ofmental disorders: A new compara-
Hempel, C. H. (1973). Filosofía de la ciencia natural. Madrid: tive psychiatry. Nueva York: Plenum Medical Book Company.
Alianza Editorial. (Publicación original: 1966.) Meichenbaum, D., y Gilmore,]. B. (1984). The nature of uncons-
Hilgard, E. R. (1980). Consciousness in contemporary psycholo- cious processes: a cognitive-behavioral perspective. En K. S.
gy. Annual Review ofPsychology, 31, 1-26. Bowers y D. Meichenbaum (Eds.). The unconscious reconsi-
Hirst, W., y Kalmar, D. (1987). Characterising attentional resour- dered. Nueva York: Wiley.
ces. Journal ofExperimental Psychology: Ceneral, 116, 68-8l. Miller, G. A. (1980). Computation, consciousness and cognition.
Hollingshead, A., y Redlich, F. (1958). Social class and mental ill- Behavioral and Brain Sciences, 3, 146-159.
ness. Nueva York: Wiley & Sonso Miller, G. A.; Galanter, E., y Pribram, K. (1960). Plans and the
Ibáñez, E. (1980). Conducta anormal y estructuras patológicas. structure ofbehavior. Nueva York: Holt.
Análisis y Modificación de Conducta, 6, 127-137. Miró, T, y Belloch, A. (1990). Selfhood processes as an approach
Ingram, R. E. (Ed.) (1986). Injormation processing approaches to to personality: preliminary remarks. En G. Van Heck, S. E.
clinical psychology. Orlando, FL: Academic Press. Hampson, J. Reykowski y J. Zakrzewski (Eds.), Personality
Jones, H. G. (1960). Applied abnormal psychology: The experi- psychology in Europe, vol. III. Foundutions, models and inqui-
mental approach. En H. ]. Eysenck (Ed.), Handbook ofabnor- ries. Amsterdam: Swets & Zeitlinger.
mal psychology. Londres: Pitman Medial. Mowrer, O. H. (1948). Learning theory and the neurotic paradox.
Kahneman, D. (1973). Attention and effort. Englewood Cliffs, NJ: American Journal ofOrtopsychiatry, 18, 571-610.
Prentice Hall. Murphy, M., y Deutsch, S. 1. (1991). Neurophysiological and
Kahneman, D., y Treisman, A. (1984). Changing views of atten- neurochemical basis of behavior. En K. Davis, H. Klar y J. T
Coyle (Eds.), Foundations ofpsychiatry. Filadelfia: Saunders.
tion and automaticity. En R. Parasuranam y D. R. Davies
Mussó, ]. R. (1970). Problemas y mitos metodológicos de la psicología
(Eds.), Varieties ofattention. Orlando, FL: Academic Press.
y la psicoterapia. Buenos Aires: Psiqué.
Kazdin, A. E. (1983). Historia de la modifcación de conducta. Bil-
Nagel, T (1993). What is the mind-body problem? En CibaFoun-
bao: DDB. (Publicación original: 1978.)
dation Symposium (174): 1993 Experimental and theoretical
Kazdin, A. E. (1991). Sobre los aspectos conceptuales y empíricos
studies ofconsciousness. Chichester: Wiley.
de la terapia de conducta. En V. Caballo (Ed.), Manual de técni-
Norman, D. A., y Bobrow, D. G. (1975). On data-limited and
cas de terapia y modificación de conducta. Madrid: Siglo XXI.
resource-limited processes. Cognitive Psychology, 7, 44- 64.
KihIstrom, J. (1984). Conscious, subconscious, unconscious: a cog-
Ohman, A. (1986). Face the beast and fear the face: Animal and
nitive perspective. En K. S. Bowers y D. Meichenbaum (Eds.),
social fears as prototypes for evolutionary analyses of emotion.
The unconscious reconsidered. Nueva York: Wiley & Sonso
Psychophysiology, 23, 123- 145.
Kraepelin, E. (1913): Psychiatrie (8a. ed., vol. III). Leipzig: Barth. Pachella, R. G. (1974). The interpretatian of reaction time in in-
Lang, P. J. (1985). The cognitive psychophysiology of emotion: formation processing research. En B. Kantowitz (Ed.), Human
Fear and anxiety. In A. H. Turna y J. D. Maser (Eds.), Anxiety injormation processing: Tutorials in performance and cognition.
and the anxiety disorders. Hillsdale, NJ: Erlbaum. Hillsdale, NJ: LEA.
Lazarus, A. A. (1961). Group therapy of phobic disorders by sys- Pelechano, V. (1978). Formulación y panorama actual de la psico-
tematic desensitization. Journal ofAbnormal and Social Psycho- logía de la modificación de conducta. Análisis y Modifcoción de
logy, 63, 504-510. Conducta, 4, 63-85.
Lazarus, R. S. (1981). The stress and coping paradigm. En C. Eis- Pelechano, V. (1979). Unas notas sobre el encubiertalismo contem-
dorfer, D. Cohen, A. Kleinman y P. Maxim (Eds.), Models jor poráneo. Análisis y Modificación de Conducta, 5, 429-456.
clinical psychopathology. Nueva York: Spectrum. Pinillos, ]. L. (1985). El uso científico de la experiencia interna.
Lazarus, R. S., y Folkman, S. (1984). Stress, appraisal and coping. Evaluación Psicológica, 1, 59-78.
Nueva York: Springer. Posner, M. 1., y McLeod, P. (1982). Information processing models:
Levey, A., y Martin, I. (1987). Evaluative conditioning. En H. ]. In search of elementary operations. Annual Review ofPsychology,
Eysenek e 1. Martin (Eds.), Theoretical joundutions of behavior 33,477-514.
therapy. Nueva York: Plenum Press. Price, R. (1978). Abnormal behavior. Nueva York: Holt, Rinehart
Lindsley, O. R. (1960). Characteristics of the behavior of chronic & Winston.
psychotics as revealed by free-operant conditioning methods. Rachman, S. (1991). Neo-conditioning and the classical theory of
Diseases ofthe Nervous System, 21, 66-78. fear acquisition. Clinical Psychology Review, 11, 155-175.
Mackintosh, N. ]. (1983). Conditioning and associative learning. Rachman, S., y Costello, C. G. (1975). Etiología y tratamiento
Nueva York: Oxford University Press. de fobias infantiles: Un estudio crítico. En S. Rachman (Ed.),
Magaro, P. (1976). The construction of madness. Nueva York: Per- Ensayos críticos al psicoanálisis. Madrid: Taller de Ediciones JB.
gamon Press. (Publicación original: 1963.)
Maher, B. A. (1976). Introducción a la investigación en psicopato- Rachman, S., y Eysenck, H. ]. (1966). Reply to a «critique and
logía. Madrid: Taller de Ediciones JB. (Publicación original: reformulation» ofbehaviour therapy. Psychological Bulletin, 65,
1970.) 165-169.
68
IIManual de psicopatología

Rapee, R. M. (1991). The conceptual overlap between cognition Seoane, J. (1981). Problemas epistemológicos de la psicología actual.
and conditioning in clinical psychology. Clinical Psychology En V. Pelechano, J. 1. Pinillos y J. Seoane (Eds.), Psicologema.
Review, 11, 193-203. Valencia: Alfaplús.
Reed, G. (1988). The psychology of anomalous experience. Buffalo, Shiffrin, R. M. (1976). Capacity limitations in information process-
NY: Prometeus Books. ing, attention and memory. En W. K. Estes (Ed.), Handbook of
Reichenbach, H. (1964) The rise of scientific philosophy. Berkeley: learning and cognitive processes (vol. IV). Hillsdale, NJ: LEA.
University of California Press. Shiffrin, R. M., Y Schneider, W. (1977). Controlled and automatic
Reiss, S. (1980). Pavlovian conditioning and human fear: An ex- human processing. (2): Perceptuallearning, automatic atten-
pectancy model. Behavior Therapy, 11, 380-396. ding and a general theory. Psychological Review, 84, 127-190.
Rescorla, R. A. (1988). Pavlovian conditioning: it's not what you Siever, 1. J.; Davis, K. L., Y Gorman, 1. K. (1991). Pathogenesis
think it is. American Psychologist, 43, 151- 160. of mood disorders. En K. Davis, H. Klar y J. T. Coyle (Eds.),
Rescorla, R. A., Y Wagner, A. (1972). A theory of pavlovian con- Foundations ofpsychiatry. Filadelfia: Saunders.
ditioning: Variations in the effectiveness of reinforcement and Snyder, S. H. (1981). Opiate and benzodiazepine receptors. Psycho-
nonreinforcement. En A. H. Black y W. F. Prokasy (Eds.), somatics, 22, 986-989.
Classical conditioning: Current research and theory (vol. II). Spelke, E.; Hirst, W., y Neisser, U. (1976). Skills of divided atten-
Nueva York: Appleton-Century-Crofts. tion. Cognition, 4, 215-230.
Ribes, E. (1990). Psicología general. México: Trillas. Sternberg, R. J. (1977). Intelligence, information processing and
Rosen, W. G. (1991). Higher corticals processes. En K. Davis, H. analogical reasoning. Hillsdale, NJ: LEA.
Klar y J. T. Coyle (Eds.), Foundutions ofpsychiatry. Filadelfia: Sternberg, S. (1969). The discovery of pocessing states: extensions
Saunders. ofDonder's method. Acta Psychologica, 30, 276-315.
Rosenzweig, M. R., Y Leiman, A. 1. (1989). Physiological psycho- Szasz, T. S. (1960). The myth of mental illness. American Psycholo-
logy. Nueva York: Random House. gist, 15, 113-118.
Rozin (1976). The evolution of intelligence. An access to cognitive Szasz, T. S. (1972). El mito de la enfermedad mental. Méjico: Amo-
unconscious. En J. M. Sprague (Ed.), Progress in psychobiology rrortu. (Publicación original: 1961.)
and physiologicalpsychology. Nueva York: Academic Press. Ullmann, 1. P., Y Krasner, 1. (1965). Introduction: What is behavior
Sandín, B. (1984). Hipótesis bioquímicas de la esquizofrenia. modification? En 1. P. Ullmann y 1. Krasner (Eds.), Case studies
Psiquis, 5, 6-16. in behavior modification. Nueva York: Holt.
Sandín, B. (1986a). Modelos etiológicos, multidimensionalidad y Wakefield, J. C. (1992). The concept of mental disorder: on the
tratamiento de la depresión. En B. Sandín (Ed.), Aportaciones boundary between biological facts and social values. American
recientes en psicopatología. Madrid: Novamedic. Psychologist, 47, 373-388.
Sandín, B.; Chorot, P., y Fernández Trespalacios, J. 1. (1989). Wakefield, J. C. (1997). Diagnosing DSM-IV-Part 1: DSM-IV
Pavlovian conditioning and phobias: The state of the arto En and the concept of disorder. Behavior Research and Therapy,
P. M. G. Emmelkamp, W. T. A. M. Everaerd, F. Kraaimaat y 35, 633-649.
M. J. M. van Son (Eds.), Fresh perspectives on anxiety disorders. Watson, J. B., Y Rayner, R. (1920). Conditioned emotional reac-
Amsterdam: Swets & Zeitlinger. tions. Journal ofExperimental Psychology, 3, 1-14.
Sanford, A. J. (1985). Cognition and cognitive psychology. Londres: Widiger, T. A., Y Sankis, L. M. (2000). Adult Psychopathology: Issues
Weidenfeld & Nicholson. and controversies. Annual Review ofPsychology, 51, 377-404.
Schildkraut, J. J. (1965). The catecholamine hypothesis of affective Widiger, T. A., Y Trull, T.J. (1991). Diagnosis and clinica! asses-
disorders: A review of supporting evidence. American Journal sment. Annual Review ofPsychology, 42, 109-133
ofPsychiatry, 122, 509-522. Willerman, L., y Cohen, D. B. (1990). Psychopathology. Nueva
Schneider, K. (1959). Clinical psychopathology. Nueva York: Grane York: McGraw-Hill.
& Straton. Williams, J. M.; Watts, F. N.; MacLeod, C. M., y Mathews, A.
Schneider, W., y Shiffrin, R. M. (1977). Controlled and automatic (1988). Cognitive psychology and emotional disorders. Chiches-
human information processing: (1) detection, search and at- ter: John Wiley & Sonso
tention. Psychological Review, 84, 1-66. Wolpe, J. (1958). Psychotherapy by reciprocal inhibition. Stanford,
Seligman, M. E. P. (1971). Phobias and preparedness. Behavior CA: Stanford University Press.
Therapy, 2, 307-320. Yates, A. J. (1973). Terapia del comportamiento. Méjico: Trillas.
Seligman, M. E. P., Y Johnston, J. C. (1973). A cognitive theory (Publicación original: 1970.)
of avoidance learning. En F. E. McGuigan y D. M. Lumsden Zinbarg, R. E. (1993). Information processing and classical condi-
(Eds.), Contemporary approaches to conditioning and learning. tioning: Implications for exposure therapy and the integration
Washington: Winston. of cognitive therapy and behavior therapy. Journal ofBehaviour
Therapy and Experimental Psychiatry, 24, 129-139.

También podría gustarte