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Maltrato infantil y trauma complejo

Article · September 2018

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Carmen Alemany Panadero


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Maltrato infantil y trauma complejo
Carmen Alemany Panadero
Trabajadora Social y Periodista
Ayuntamiento de Madrid

Resumen:
Los malos tratos y abusos físicos, psicológicos, emocionales o sexuales,
sufridos de forma continuada durante la infancia, dan lugar a graves
secuelas psicológicas que pueden prolongarse durante toda la trayectoria
vital de la persona. Diversos estudios subrayan la diversidad y gravedad de
síntomas del trauma complejo, que van desde la desregulación emocional,
la disociación, la dificultad para confiar en las personas o los sentimientos
de culpa y vergüenza, hasta la autolesión, automutilación o conductas
autodestructivas. La intervención en estos casos ha de ser individualizada
y adaptarse a las necesidades del niño o joven afectado.
Palabras clave: Trabajo Social, maltrato infantil, violencia, abuso infantil,
trauma complejo, disociación, despersonalización, autolesión.

Abstract:
Physical, psychological, emotional or sexual abuse, when suffered in a
continuous way during childhood, cause serious psychological
consequences than can have lifelong effects. Many studies emphasise the
diversity and seriousness of complex trauma symptoms, which go from
emotional dysregulation, dissociation, difficulty for trusting people or
feelings of shame or guilt, to self harm, self mutilation or self-destructive
behaviours. Intervention must be individualized and adapt to the
individual child of teenager needs.
Keywords: Social Work, child abuse, violence, complex trauma,
dissociation, self harm
--------------------

En numerosas ocasiones hemos atendido a menores que referían haber


sufrido malos tratos físicos y psíquicos. En ocasiones, estos menores
habían sufrido episodios violentos y abusos de forma prolongada antes de
llegar a Servicios Sociales. En otros casos, estos niños han experimentado

Alemany Panadero, C (2018). Maltrato infantil y trauma complejo. Medium, 2018


un largo periplo dentro del propio sistema de Servicios Sociales, con
cambios de profesional, cambios de domicilio y de Centro, traslados,
temores a la hora de intervenir o notificar, falta de protocolos y criterios
comunes, falta de recursos y otras razones. Muchos niños y adolescentes
con los que trabajamos portan una pesada “mochila” a sus espaldas,
después de toda una vida de violencia y maltrato acumulado, por parte de
sus allegados.

La psicóloga y experta en trauma Christine Courtois describe el trauma


complejo como un tipo de trauma que tiene lugar de forma repetida y
acumulativa durante un período de tiempo y dentro de relaciones y
contextos específicos. Se debe a la acumulación a lo largo del tiempo de
traumas repetidos, malos tratos, abusos físicos, psíquicos o sexuales, o
circunstancias adversas graves. No todas las personas que sufren diversos
traumas desarrollan trauma complejo, pero el trauma complejo siempre
implica haber sufrido múltiples traumas. La primera autora en describir el
trauma complejo fue Judith Herman.

López Soler (2008) señala que el trauma complejo compromete todo el


desarrollo de la personalidad de un menor. El niño se encuentra en un
ambiente del que no puede escapar, en una edad en la que aún su
personalidad está inmadura. Las personas que le ponen en peligro son las
más cercanas, las que deberían protegerle. Ese entorno violento o
amenazador se establece como mundo de referencia. Muchos niños
afectados incorporan el sistema de creencias del agresor de modo
defensivo (síndrome de Estocolmo), porque sienten que no hacerlo
aumenta los ataques y el peligro (López Soler, 2008).

Hay que tener en cuenta que los niños pequeños desarrollan el vínculo de
apego hacia las figuras de referencia. La madre es una estructura afectiva,
un centro de referencia para el bebé, el vínculo con la madre es esencial
para la vida. Ese apego se desarrolla incluso cuando la figura de referencia
es violenta o abusiva, ya que el menor necesita de esa figura para
sobrevivir (Barudy, 1998). Los lazos de apego son sinónimo de
supervivencia. Por ello, desarrolla conductas y vínculos que en ese
momento le son útiles para su supervivencia inmediata en ese entorno,
pero que a lo largo de su vida pueden resultar disfuncionales. De esta
situación pueden surgir los apegos inseguros: apego ansioso o
ambivalente, apego evitativo o apego desorganizado. En las familias de
padres maltratantes, surgen con frecuencia los apegos evitativos y
desorganizados.

Alemany Panadero, C (2018). Maltrato infantil y trauma complejo. Medium, 2018


El DSM-V (American Psychiatric Association, 2014) no recoge como
trastorno el Trauma Complejo. El diagnóstico más cercano sería el
Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). Algunas formas de maltrato
pueden provocar alteraciones similares a las del TEPT, pero en muchos
casos las consecuencias lo exceden, llegando a ser más devastadoras y
duraderas.

Judith Herman (1992) recoge en su obra una serie de signos y síntomas del
trauma complejo, entre las que hallamos la alteración en la regulación de
las emociones (rabia, conductas autolesivas), embotamiento, amnesia,
episodios disociativos, despersonalización, sentido crónico de culpabilidad
y vergüenza, síndrome de Estocolmo respecto al maltratador, dificultades
para confiar en otras personas e intimar, problemas psicosomáticos, gran
desesperanza acerca del mundo, de los demás y del futuro, creer que jamás
encontrarán a nadie que les entienda. Barudy (1998) añade la baja
autoestima, ansiedad, angustia, depresión, bajo rendimiento académico, y
señala también los comportamientos autodestructivos, automutilación, y
comportamientos de adaptación a la situación de violencia.

Los síntomas disociativos surgen como una respuesta protectora natural


ante la experiencia traumática. Entre estos síntomas podemos mencionar
el olvido de la experiencia, la fragmentación (alejarse mentalmente de la
situación de modo que se siente que no es uno mismo quien está viviendo
la experiencia), el embotamiento emocional, despersonalización y
desrealización.

El maltrato infantil continuado tiene graves consecuencias en los menores.


Algunas de esas secuelas les acompañarán durante toda su vida. Muchos
experimentan dificultades para establecer relaciones íntimas incluso
cuando ya han salido del entorno de riesgo, dificultades para vincular,
miedo al afecto, desarrollo de un trastorno disociativo de la personalidad,
problemas emocionales y de conducta, agresividad, autolesiones, violencia
transgeneracional (convertirse ellos mismos en perpetradores de malos
tratos), sentimientos duraderos de culpa o vergüenza, internalizar a su
agresor y su forma de ver la vida (desarrollando una “voz interior”),

La intervención con estos casos ha de ser individualizada, adaptándose a


las características y necesidades de la persona afectada. Courtois y Ford
(2009) han sugerido diversos enfoques para la intervención: terapia
centrada en emociones, terapia familiar sistémica, psicoterapia
sensoriomotriz, EMDR, terapia dialéctica conductual, terapia cognitivo-
conductual, terapia psicodinámica, terapia grupal.

Alemany Panadero, C (2018). Maltrato infantil y trauma complejo. Medium, 2018


Jorge Barudy (1998), en su libro El dolor invisible de la infancia, propone
un modelo de redes, en el que participaría un equipo multidisciplinar que
movilizara los recursos institucionales, profesionales, familiares y de sus
redes sociales, con un enfoque sistémico e intracomunitario, haciendo
énfasis en la prevención. Trabajaría en dos niveles, el nivel de atención
primaria (pediatra, enfermera, trabajador social, maestros de la escuela,
animador sociocultural del barrio), y especializado (equipos
pluridisciplinares especializados, prevención y tratamiento de situaciones
de maltrato infantil). Este autor subraya la necesidad de proteger a los
profesionales que intervienen en este enfoque ecosistémico, por el riesgo
de síndrome de burnout. Tan importante es proteger al menor como a las
personas que tratan de proteger al menor. La intervención en estos casos
es conflictiva para el profesional, pues tiene que entrar de forma más o
menos agresiva en una familia, cuestionando sus representaciones, sus
mapas del mundo, la manera en que resuelven sus necesidades y educan a
sus niños.

Judith Herman señala que la curación sólo puede darse dentro de una
relación personal cercana que ayude a sanar. Pueden ayudar las relaciones
familiares, con amigos cercanos, con los hijos, y por supuesto, una relación
cercana con el terapeuta, que permita recuperar la confianza y volver a
integrar las partes fragmentadas en un todo coherente. En este sentido,
para esta autora la relación personal sería la clave que permitiría
reconstruir la confianza y la capacidad de vincular.

Desde nuestros Centros de Servicios Sociales se pueden llevar a cabo


varias acciones para la prevención secundaria de menores que ya han
sufrido violencia y abusos en el hogar. Desde los Equipos de Trabajo con
Menores y Familias (ETMF), que son estructuras de coordinación entre
varios entes y órganos, se puede considerar la derivación del menor al
Centro de Atención a la Infancia (CAI). En los CAI cuentan con un equipo
multidisciplinar de psicólogos, educadores y trabajadores sociales para
intervenir con estos casos. La valoración de la labor de los CAI es muy
positiva a la vista de las encuestas de satisfacción y de las memorias
anuales. A partir de ciertas edades, en especial con adolescentes, es posible
considerar la derivación al ASPA o al CAF, dependiendo de las
características del caso.

Barudy señala la frecuente falta de organización y coordinación entre los


diferentes niveles institucionales. Esta cuestión la he tratado en un artículo
anterior (ver Luces y sombras en la protección de menores). Existen
problemas de coordinación y discrepancias entre los servicios sociales
públicos y las entidades del tercer sector que trabajan con menores. La

Alemany Panadero, C (2018). Maltrato infantil y trauma complejo. Medium, 2018


Federación Injucam en su informe Diez claves para entender lo que está
pasando con las coordinaciones entre servicios sociales, colegios,
institutos y las asociaciones de infancia, realiza una crítica a los servicios
de protección de menores. Subraya la descoordinación con las asociaciones
que trabajan con el menor, que no existe un auténtico trabajo en red, que
no se quiere a estas entidades en los ETMF porque se muestran críticas, e
insisten en la protección del interés superior del menor por encima de
consideraciones políticas o administrativas. Asimismo, señala que la
intervención de servicios sociales llega “tarde, mal y a veces nunca”, y en
ocasiones se da por perdido al menor si plantea problemas graves o se
acerca a la mayoría de edad. Denuncia también la grave saturación de los
servicios, la falta de recursos, y la falta de adaptación a las necesidades
específicas de cada niño.

Por su parte, la trabajadora social Alicia Sánchez se plantea en su blog si


en los ETMF se alcanza el objetivo, garantizar la protección de los
menores, o simplemente se comentan las situaciones buscando las
soluciones más rápidas. Para esta trabajadora social hay un problema de
falta de recursos, falta de tiempo para cada caso particular, y un cierto
hartazgo de los profesionales, que llevan a una pérdida de interés y
motivación. Lo señala con la demoledora frase “(los servicios sociales)
deben pensar ¿para qué?, tenemos tantos casos que es absurdo buscar
soluciones cuando no hay tiempo, ni recursos, ni ganas”.

Barudy (1998) afirma que uno de los desafíos de cualquier programa de


intervención es lograr una coordinación de los diferentes niveles
institucionales, profesionales, servicios e instituciones que intervienen, se
necesita compromiso solidario, intercambio de información y creatividad.

Desde el Trabajo Social puede llevarse a cabo una importante labor en la


prevención de los abusos y malos tratos a menores, así como en la
detección y valoración de los mismos, intervención con las familias y
coordinación con otros profesionales y servicios. El trabajador social es un
elemento esencial en la detección inicial y valoración del maltrato, y en la
intervención con familias para prevenir el desarrollo de situaciones de
violencia o abuso. En ocasiones, la falta de recursos humanos, la falta de
tiempo para la intervención, la brevedad de las citas, y las listas de espera
en Servicios Sociales, dificultan la labor de estos profesionales, que ven
como las citas con las familias se hacen esporádicas y es más complicado
realizar un seguimiento de la situación familiar.

Alemany Panadero, C (2018). Maltrato infantil y trauma complejo. Medium, 2018


Teniendo en cuenta la importancia de esta cuestión, las graves
consecuencias del maltrato prolongado y acumulativo, las importantes
secuelas que puede mostrar la persona a lo largo de toda su vida, y el
riesgo de transmisión intergeneracional del maltrato, es fundamental
dotar a las Unidades de Trabajo Social de los Centros de Servicios Sociales
de recursos humanos suficientes para realizar su labor. En las fases de
sospecha inicial, detección, valoración, y seguimiento de un caso de riesgo
es cuando se “caen por las grietas del sistema” muchos menores, debido a
la falta de seguimiento, la escasa frecuencia de las citas con servicios
sociales, la sobrecarga de los profesionales que se encuentran con varios
cientos de casos de gran complejidad, las inseguridades, temores y dudas
de ciudadanos y profesionales a la hora de notificar sospechas de maltrato,
y la descoordinación entre servicios. Es necesario establecer protocolos y
criterios comunes, darlos a conocer, sensibilizar a ciudadanos y
profesionales, mejorar la coordinación entre servicios y recursos, y
aumentar los recursos humanos y financieros para la protección de
menores.

Referencias bibliográficas:

Alemany, C. (2008). Luces y sombras en la protección de menores.


Medium, 2008.

Barudy, J (1998). El dolor invisible de la infancia. Paidós Ibérica, 1998.

Courtois, C.A. y Ford, J.D. (2009). Treating complex traumatic stress


disorders (adults). Scientific foundations for therapeutic models. An
evidence-based guide (pp. 13-30). New York, NY, US: Guilford Press.

Federación Injucam ().Diez claves para entender lo que está pasando con
las coordinaciones entre servicios sociales, colegios, institutos y las
asociaciones de infancia

Herman, J (1992). Trauma and Recovery: The Aftermath of


Violence. New York: Basic Books

López Soler (2008). Las reacciones postraumáticas en la infancia y la


adolescencia maltratada. El trauma complejo. Facultad de Psicología,
Universidad de Murcia.

Sánchez, Alicia. SociAliciadora. (blog). Recuperado de


https://socialiciadora.wordpress.com/about/

Alemany Panadero, C (2018). Maltrato infantil y trauma complejo. Medium, 2018

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