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(1864-1919)
Profesor(a): Integrante:
R22021
Crece en aquel ambiente sencillo de campesinos. Sus padres, Benigno Hernández y Josefa
Antonia Cisneros, son propietarios de la tienda del pueblo. Gregorio es el mayor de seis
hermanos. Su madre, mujer muy piadosa, muere teniendo el solo ocho años.
Mucho le debemos a la atención de Don Pedro Celestino Sánchez, primer maestro del
pequeño Gregorio en Isnotú, quien supo descubrir las habilidades del niño y recomendó a su
Padre que lo enviase a estudiar a Caracas. Allí estudió medicina con tal éxito que el Presidente
De regreso a su patria, cumplió con creces lo cometido: traer las piezas necesarias para un
cursó. Ejerció su carrera con mucho éxito. Fue Profesor de medicina en la Universidad Central
en Caracas.
Habiendo cumplido con sus compromisos y también con su familia, a la cual se trajo a
vivir en Caracas y la ayudó a encaminarse, Don Gregorio quiso llevar a cabo su vocación
religiosa. Se embarcó rumbo a Italia con la intención de ser monje de clausura y así dedicarse
"Hermano Marcelo". Pero nueve meses después de su ingreso, se enferma de tal manera que el
Padre Superior ordena regresar a Venezuela para recuperarse. Dios tenía otros planes para su
siervo. Gregorio por su parte nunca cedió en su amor por la Iglesia y la vida religiosa. Decía que
seminario "Santa Rosa de Lima". Pero su corazón sigue anhelando la vida radical del
monasterio. Pasados tres años, se decide intentar de nuevo. Esta vez se embarca para Roma con
su hermana Isolina. Ingresó en los cursos de Teología en el colegio Pío Latino Americano
pensando así prepararse para el monasterio. Pero una vez más sus planes se vieron frustrados por
Don Gregorio ya no intenta más la vida religiosa. Comprende que Dios lo llama a la vida
seglar. Será un seglar católico ejemplar sirviendo a Dios en sus hermanos desde su vocación de
médico, pues así también se puede y se debe ser santo. Continuó ejerciendo como médico
ejemplar. Dedicaba 2 horas diarias a servir a los pobres. Un día, mientras cruzaba la calle para
comprar medicinas para una anciana muy pobre, fue atropellado por un vehículo. Una testigo
declaró que Don Gregorio, al ver que le venía el carro, exclamó: "¡Virgen Santísima!". Fue
llevado en carrera al hospital donde un sacerdote alcanzó impartirle la Unción de los Enfermos
antes de que muriera. Caracas se conmovió y muchos decían: "ha muerto un santo". Fueron
tantos los que asistieron a su vela que tuvieron que intervenir las autoridades civiles para