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PROGRAMA No. 0121

ÉXODO

Capítulos 25:31 - 27:8

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el Antiguo Testamento. En nuestro
programa anterior, estábamos hablando sobre el Pan de la Proposición en el versículo 30 de
Éxodo 25. Y dijimos que este Pan de la Proposición habla también de Cristo como el
sustentador de la vida. La vida eterna es un don y es el maná que descendió del cielo. La
persona que recibe el maná, recibe la vida eterna. Sin embargo, la vida eterna necesita de una
comida especial para sustentarla, para ayudarla a crecer, para fortalecerla. El Pan de la
Proposición representa a Cristo como aquella comida especial para quienes han participado del
maná de la vida. El Señor Jesucristo se ve aquí en otra ilustración que Él también usó. El Pan de
la Proposición era hecho de grano molido y sin levadura, amasado y cocido. En Levítico 24:5;
leemos: Y tomarás flor de harina, y cocerás de ella doce tortas; cada torta será de dos décimas
de efa. Luego, encontramos en el evangelio de Juan, capítulo 12, versículo 24, que el Señor
Jesús dijo: De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere,
queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.

Amigo oyente, el Señor Jesucristo fue molido en el molino del sufrimiento. En su angustia
Cristo dijo, según Juan 12:27: Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de
esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Luego, los versículos 31 y 32 de este mismo
evangelio de Juan, nos dicen que Él fue traído al fuego de sufrimiento, y que ahora es el juicio de
este mundo; ahora, el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la
tierra, a todos atraeré a Mí mismo. Jesucristo salió de la tumba en novedad de vida porque Su
alma no vio la corrupción. Ahora, vive una vida de resurrección. Él es el Pan de la Proposición
del cual el creyente come para sustentar la vida eterna y para estimular el crecimiento. El
cristiano debe comer del Cristo vivo; debe apropiarse de Cristo como Él es hoy en día, viviendo a
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la diestra de Dios. Jesucristo dijo: Yo soy el pan de vida. Hay un antiguo proverbio que contiene
el pensamiento de que una cosa crece de lo que come. Hace ja algún tiempo publicaron un libro
sobre el tema de las dietas, el cual lleva como título: “Usted es lo que come”. La dificultad hoy
en día es que hay demasiados cristianos que no están comiendo de Cristo. Hay que comer de Él
para poder crecer. El Apóstol Pablo en su segunda carta a los Corintios, capítulo 5, versículo 16,
nos dice: “De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y
aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así”. Amigo oyente, ya no
conocemos a Cristo según la carne. Debemos comer de Él como Él es hoy en día. Él es el Cristo
vivo y debemos crecer acudiendo a Él. El siguiente mueble que tenemos es el candelabro de oro.
Muchas traducciones, como la Reina-Valera, lo llaman candelero, pero era realmente un
candelabro. Leamos los versículos 31 al 33 de Éxodo, capítulo 25:

31
Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su
pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo. 32Y saldrán seis
brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado.
33
Tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, una manzana y una flor; y tres
copas en forma de flor de almendro en otro brazo, una manzana y una flor; así en los
seis brazos que salen del candelero. (Ex. 25:31-33)

Al continuar la descripción del versículo 34 hasta el versículo 39, la lectura se hace algo
pesada. Así es que vamos a leer el versículo 40 donde dice:

40
Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte. (Ex. 25:40)

El candelabro es probablemente la figura más perfecta de Cristo que se halla en el mobiliario


del tabernáculo. Presenta a Cristo como el oro puro, y habla de Su Deidad. Lo presenta como
Dios. La adoración tiene que ver con el andar en la luz. Es muy importante que veamos esto.
Hemos estudiado la mesa para el Pan de la Proposición, y vimos que hablaba del hecho de que,
cuando adoramos a Dios, debemos comer del Señor Jesucristo. Ahora, si usted va a la iglesia y
es entretenido, o se le da una reseña de algún libro, o si escucha discutir algún tema social o
cómo se puede mejorar la ciudad, usted en realidad no está adorando a Dios. Simplemente está

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asistiendo a una reunión. Sólo adora a Dios cuando come de Él, quien es la mesa para el Pan de
la Proposición.

Para adorar a Dios, también hay que andar en la luz. Cristo es la Luz. Si uno deseaba la luz
natural, tenía que salir fuera del tabernáculo. Si uno quería caminar en la luz del candelabro,
tenía que ir dentro del tabernáculo. El Apóstol Juan, en el capítulo 1 de su evangelio, versículo
9, nos dice que Jesucristo: Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este
mundo. Usted habrá notado que hay quienes aconsejan a otros por medio de “palabras”. Se nos
dice que podemos ser engañados por filosofías y huecas sutilezas. Escuche usted las palabras del
Apóstol Pablo, en su carta a los Colosenses, capítulo 2, versículo 8: Mirad que nadie os engañe
por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los
rudimentos del mundo, y no según Cristo. En Cristo, amigo oyente, no hay nada de tinieblas.

El candelabro realmente era hecho de una pieza de oro labrada a martillo. Era muy adornado.
Tenía una caña central y extendiéndose de aquella caña había tres brazos en cada lado, haciendo
un total de siete brazos. Cada brazo era como la rama de un almendro. Cada brazo tenía un flor,
un fruto, y encima quedaba la flor abierta, y en ella había colocada una lámpara. Las lámparas
eran llenadas de aceite.

Las flores de almendro parecían ser de madera, pero eran de oro. Nos recuerda la vara de
Aarón que floreció. Cuando la prerrogativa del sacerdocio de Aarón estuvo en tela de juicio, el
florecer de su vara de almendro estableció su derecho al sacerdocio. La vara de almendro, un
brazo muerto fue vivificado y dio fruto. Cristo fue confirmado como el Hijo de Dios por medio
de Su resurrección de entre los muertos. La resurrección no hizo que Cristo fuera el Hijo de
Dios, porque ya era el Hijo de Dios desde los designios eternos de Dios; la resurrección
simplemente lo confirmó.

Aarón era el sumo sacerdote nombrado por Dios y su puesto fue confirmado por medio de la
resurrección del brazo muerto de almendro. Y asimismo la resurrección de Cristo confirmó Su
sacerdocio. Cristo es nuestro Gran Sumo Sacerdote. Se hizo hombre y tomó nuestra naturaleza.
Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Ahora, la base principal de Su

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sacerdocio es Su Deidad. El sacerdote representaba al hombre delante de Dios, y Cristo como
Dios que se hizo hombre, ahora es el Dios-Hombre que representa al hombre. Hay alguien en el
Cielo que me conoce y me comprende. Él es poderoso para ayudarme. La resurrección que lo
declaró como Hijo de Dios asimismo declaró Su derecho al sacerdocio. Es interesante notar que
las medidas del candelabro no son dadas. No se puede poner una cinta medidora a la Deidad
para medirla. El Hijo de Dios no puede ser medido.

El candelabro daba luz en el Lugar Santo. Era el lugar de la adoración. El candelabro


sostenía las luces, y las lámparas a su vez, revelaban la hermosura del candelabro. El aceite en
las lámparas representa al Espíritu Santo. Hablando en cuanto al Espíritu Santo, en Juan 14:26
Cristo dijo: Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os
enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. Amigo oyente, cuando
usted y yo nos reunimos para adorar, nos reunimos alrededor de la Persona de Cristo, y es el
Espíritu Santo quien toma las cosas de Cristo y nos las revela exactamente como aquellas
lámparas revelaban la hermosura del candelabro. El Espíritu Santo revela a Cristo como el Hijo
de Dios. Cristo vino a la tierra por nosotros, y vive ahora en el Cielo para interceder por
nosotros.

Y así, amigo oyente, concluye nuestro estudio del capítulo 25 de Éxodo. Ahora, en el
capítulo 26, consideraremos los siguientes aspectos. Las cuatro coberturas o cortinas del
tabernáculo. El lino de pelo de cabra, de pieles de carnero, y de pieles de tejón. Además,
consideraremos las tablas del tabernáculo y el velo para el arca. Sobre el tabernáculo
propiamente dicho, había cuatro coberturas. Las primeras eran de lino y cubrían aquella parte del
tabernáculo que medía 30 codos de largo, 10 codos de ancho y 10 codos de altura. Estas
coberturas de lino colgaban a cada lado del tabernáculo, pero no tocaban el suelo. Leamos el
primer versículo de este capítulo 26 de Éxodo:

1
Harás el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí; y lo
harás con querubines de obra primorosa. (Ex. 26:1)

Esta cobertura de lino era hermosa y el resultado de una obra fina. El versículo 6 ahora, dice:

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6
Harás también cincuenta corchetes de oro, con los cuales enlazarás las cortinas la
una con la otra, y se formará un tabernáculo. (Ex. 26:6)

Estas cortinas tenían que ser cosidas para quedar enlazadas. Leamos ahora los versículos 7 y
8 de Éxodo 26:

7
Harás asimismo cortinas de pelo de cabra para una cubierta sobre el tabernáculo;
once cortinas harás. 8La longitud de cada cortina será de treinta codos, y la anchura de
cada cortina de cuatro codos; una misma medida tendrán las once cortinas. (Ex. 26:7-
8)

La longitud de una cortina debía ser de treinta codos, lo que quiere decir que cubría
justamente la parte de arriba y los lados del tabernáculo. Estaban unidas con lazadas y anillos.
Ahora, el versículo 14:

14
Harás también a la tienda una cubierta de pieles de carneros teñidas de rojo, y una
cubierta de pieles de tejones encima. (Ex. 27:14)

La tercera cubierta era hecha de pieles de carneros teñidas de rojo y la cuarta cubierta era
hecha de pieles de tejones. Las mujeres solían llevar los abrigos de piel de tejón, y este
tabernáculo fue el primero que jamás llevara cubierta de pieles de tejones.

Ahora, cada una de estas cubiertas tenía un significado simbólico. Las primeras cortinas eran
de lino fino torcido por los egipcios con querubines tejidos en la tela. No tocaban el suelo y su
belleza sólo podía ser vista desde adentro del tabernáculo.

Esta cubierta no se podía ver desde afuera de ningún modo, y francamente la hermosura del
Señor Jesucristo no puede ser vista por el mundo. Él sólo puede satisfacer a los Suyos. Es
importante que los creyentes le adoremos porque necesitamos comer de Él y verle en Su
hermosura. David dijo en el Salmo 17, versículo 8: Guárdame como a la niña de tus ojos;
Escóndeme bajo la sombra de tus alas. Las alas de los querubines estaban entretejidas en la tela

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de lino sobre el tabernáculo, y allí también es un buen lugar para estar escondidos nosotros.
Debemos escondernos bajo aquellas alas y adorarle a Él quien es digno de nuestra adoración.

Ahora, la segunda cubierta estaba hecha de pelo de cabra y tocaba el suelo. Esta cortina
habla de la importancia de Cristo para los pecadores. Las cortinas de pelo de cabra realmente
eran vistas desde afuera y representan lo que el mundo puede ver. Son un símbolo de la muerte
de Cristo y este es el mensaje que debe ser dado al mundo. En Hebreos 9:26 leemos: De otra
manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero
ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí
mismo para quitar de en medio el pecado”. La palabra “mundo” en este versículo es mejor
traducida por “edad”. Él ya ha aparecido, y este es el mensaje que debe salir a todo el mundo.
Esta es la historia que cuentan las cortinas de pelo de cabra. La tercera cubierta era hecha de
pieles de carneros teñidas de rojo. Esta cortina habla de la fuerza y vigor de Cristo y de Su
ofrenda en la cruz. Esta cortina muestra el aspecto externo de Su ofrenda como nuestro
substituto.

La cuarta cortina era hecha de pieles de tejones. Después de 40 años en el desierto, esta
cortina sufrió los efectos del tiempo, pero siempre protegió lo que estaba adentro. Esta cortina
nos habla del andar de Cristo delante de los hombres. Así como la cubierta de lino quedaba
adentro para mostrar la hermosura de Cristo al creyente, las cortinas de pieles de tejón no tenían
ninguna hermosura propia que revelar. Isaías 53:2 nos dice esto en cuanto a Cristo: Subirá cual
renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le
veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. No hay ninguna hermosura externa para que le
deseemos; tenemos que ir adentro para ver Su hermosura. El mundo no ve en Cristo lo que
nosotros vemos en Él. Y pasamos a considerar ahora las tablas y las basas del tabernáculo.
Veamos los versículos 15 hasta el 19 de este capítulo 26 de Éxodo:

15 16
Y harás para el tabernáculo tablas de madera de acacia, que estén derechas. La
longitud de cada tabla será de diez codos, y de codo y medio la anchura. 17Dos espigas
tendrá cada tabla, para unirlas una con otra; así harás todas las tablas del
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tabernáculo. Harás, pues, las tablas del tabernáculo; veinte tablas al lado del
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19
mediodía, al sur. Y harás cuarenta basas de plata debajo de las veinte tablas; dos
basas debajo de una tabla para sus dos espigas, y dos basas debajo de otra tabla para
sus dos espigas. (Ex. 26:15-19)

Estas tablas fueron hechas de madera de acacia, que era una madera muy dura. En realidad
era indestructible. Estas tablas estaban cubiertas de oro. Había 20 tablas en cada lado y diez en
la parte posterior del tabernáculo. Sí, había algo de solapa por supuesto, pero esto realmente
constituía el tabernáculo propiamente dicho. Algunos anillos colocados en las tablas, y unos
travesaños pasaban por los anillos uniendo así el tabernáculo. Todo lo del tabernáculo habla de
la Persona o de la obra de Cristo. Cada cortina, cada hilo y cada mueble revela algún aspecto del
Salvador. Los travesaños hablan del hecho de que el Espíritu Santo une a la Iglesia hoy en día.
Los creyentes deben ser unidos por el Espíritu. El hecho es que a los creyentes se les ordena
guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”. (Ef. 4:3).

Cada una de las cortinas que cubrían el tabernáculo era de un color diferente y cada uno tenía
su propio significado. Había el color azul, un color celestial. Había el color escarlata que habla
de la sangre de Cristo. Había un matiz del azul con el escarlata, lo que producía un color púrpura
que habla de la realeza. El azul y el escarlata hablan del cielo tocando la tierra, o sea la
humanidad de Cristo. La púrpura habla de Cristo como el Rey de los judíos. Las tablas, los
travesaños y los anillos eran cubiertos de oro lo que habla de la Deidad de Cristo. Veamos ahora,
el velo para el arca. Leamos los versículos 31 y 32 de este capítulo 26 de Éxodo:

31
También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra
primorosa, con querubines; 32y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia
cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata. (Ex. 26:31-32)

El velo estaba colgado sobre cuatro columnas y habla de la humanidad de Jesucristo. Las
columnas estaban hechas de madera de acacia y cubiertas de oro con bases de plata adjuntas.
Estas hablan de la deidad apoderándose de la tierra mediante la redención. No había nada
encima de las columnas, pues, simplemente eran cortadas. Isaías 53:8 nos dice: “Por cárcel y
por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de

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los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido”. Amigo oyente, Jesucristo fue cortado
de la tierra de los vivientes. Solamente llegó hasta cumplir los treinta y tres años.

Ahora, el velo propiamente dicho estaba hecho de lino torcido y era la única entrada hacia el
Lugar Santísimo. El velo habla de la humanidad de Cristo. Cuando Cristo estuvo en la cruz,
entregó el Espíritu, murió, y el velo se rasgó en dos, representando así la separación de Su
Espíritu y Su cuerpo. El velo en el templo se rasgó en dos, y la entrada hacia Dios quedó abierta.
La única entrada a Dios hoy en día es por medio del Señor Jesucristo. Hay una sola entrada al
Lugar Santísimo, y un solo camino a Dios. Jesús dijo en Juan 14:6: “Yo soy el camino, y la
verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Hay quienes creen que pueden llegar a
Dios siendo sinceros, o perteneciendo a una iglesia. Pues, no lo crea, amigo oyente. Ese modo
de pensar no tiene ningún apoyo en la Palabra de Dios.

Cuando nos paramos ante el velo, vemos a Cristo. Se nos recuerda nuestras imperfecciones y
por medio de Cristo somos entonces traídos a la presencia de Dios. ¡Qué cuadro más
maravilloso es el velo! Nos muestra la humanidad de Cristo. Amigo oyente, es la muerte de
Jesucristo la que nos salva. Su vida sin mancha nos condena. Cuando me paro ante el velo, soy
condenado. Me veo como alguien que no puede entrar en la presencia de Dios. Su muerte me
salvó a mí, y a todos los demás que creen en la obra de Jesucristo en la cruz. Leemos en el
evangelio según San Mateo, capítulo 27, versículos 50 y 51: Mas Jesús, habiendo otra vez
clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba
abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron”. Amigo oyente, la muerte de Jesucristo nos
salva y el velo lo describe. Su muerte nos trajo a Dios. Y aquí termina el estudio del capítulo 26
de este libro de Éxodo. Nos quedan unos pocos minutos así es que vamos a comenzar el capítulo
27. En este capítulo 27, estudiaremos el altar de los holocaustos y sus utensilios. También, el
atrio del tabernáculo y el aceite para las lámparas. Leamos, entonces, los primeros 3 versículos
de este capítulo 27 de Éxodo:

1
Harás también un altar de madera de acacia de cinco codos de longitud, y de cinco
codos de anchura; será cuadrado el altar, y su altura de tres codos. 2Y le harás cuernos
en sus cuatro esquinas; los cuernos serán parte del mismo; y lo cubrirás de bronce.
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3
Harás también sus calderos para recoger la ceniza, y sus paletas, sus tazones, sus
garfios y sus braseros; harás todos sus utensilios de bronce. (Ex. 27:1-3)

Los muebles en el atrio son hechos de bronce y hablan del pecado. La cuestión del pecado
debe ser arreglada en el atrio antes de entrar al Lugar Santo. Todos los muebles en el Lugar
Santo describen la comunión con Dios y la adoración de Dios. No hay pecado en el Lugar Santo.
La cuestión del pecado debe tratarse en el atrio. El hombre se para afuera. Ahora, ¿cómo se va a
acercar a Dios? Lo primero que debe tener es un substituto que muera por él. El hombre puede
evitar por un tiempo su encuentro con Dios, pero si quiere llegar a Dios y no morir, debe tener un
substituto. Alguien tendrá que morir en aquel altar de bronce por él. A veces, a ese altar se le
llama “la mesa del Señor”. Es llamado el altar de los holocaustos. Es donde Dios trata al
pecador. Habla de la cruz de Cristo y del hecho que Él es realmente quien murió en el lugar de
los hombres.

El Apóstol Pablo, en su carta a los Efesios, capítulo 5, versículo 2, dice: Y andad en amor,
como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios
en olor fragante. Cristo fue nuestro holocausto. El altar fue hecho por el hombre, pero el
modelo está en el cielo. La cruz fue el altar del sacrificio escogido por Dios. El Señor Jesucristo
fue entregado a morir en la cruz, según el plan determinado y el pre-conocimiento de Dios. Por
eso, Cristo es más que simplemente un buen hombre. Sí, Él era un buen hombre, pero también
era el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. No hay acceso a Dios, sino por
medio del altar de bronce. Allí, una víctima debe ser sacrificada y debe ser aceptada como el
substituto.

Amigo oyente, Cristo se ofrece hoy como su substituto. Acéptele y obtenga así la vida
eterna. ¡Que el mismo Señor le ayude a dar este paso trascendental que marcará su destino
eterno! Y aquí nos detenemos por hoy y Dios mediante, en nuestro próximo programa,
continuaremos nuestro estudio de este capítulo 27 de Éxodo. Esperamos contar con su siempre
amable y fiel sintonía. Será, pues, hasta entonces, es nuestra oración ¡que Dios le bendiga
copiosamente!

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