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ESTUDIO-VIDA DE EXODO
MENSAJE NOVENTA Y TRES
EL CANDELERO (2)
Lectura bíblica: Ex. 25:31-40; 40:4, 24-25
Al tener una visión general de todo el candelero, nos damos cuenta de que
en realidad parece un árbol. Además, el candelero se describe de este
modo para darnos la idea de un crecimiento. Estos versículos hablan de
brazos, (ramas, heb.), capullos y flores de almendro. El florecimiento
indica crecimiento. Por lo tanto, debemos tener la impresión de que el
candelero es un árbol que crece.
Como un árbol, el candelero tiene ciertas características sobresalientes.
Primero, es un árbol de oro. El oro representa la naturaleza de Dios.
Como dijimos en el mensaje anterior, el candelero de oro es la expresión
del Dios Triuno. El Dios Triuno es un árbol vivo, que crece, reverdece y
florece.
Vimos que este árbol de oro tiene muchas flores de almendro. En tipología
las almendras representan la vida de resurrección. La vara de Aarón que
reverdeció con almendras representa la vida de resurrección. Por lo tanto,
los almendros en el candelero indican que es un árbol en resurrección. La
resurrección es la vida que vence la muerte sin ser dañada o herida por
ésta. La muerte no puede hacerle nada a la vida de resurrección. La
muerte puede dañar otras formas de vida, como la vida vegetal, la vida
animal y la vida humana. Sólo una clase de vida no puede ser dañada por
la muerte, esta es la vida de resurrección. La resurrección es la vida que
pasa por la muerte y no puede ser retenida por ella. Conforme a toda la
revelación de las Escrituras, Dios mismo es esta vida de resurrección.
Ahora debemos ver que como aquellos que creen en Cristo, somos parte
de este maravilloso árbol. Salto de gozo al darme cuenta de que soy parte
de este árbol de oro. ¡Alabado sea el Señor porque somos parte de este
árbol que está en resurrección y que tiene la naturaleza divina, la vida, el
Espíritu y la luz brillante!
Vimos que el candelero es un árbol. No es una cosa sin luz ni sin vida. Es
viviente, orgánico y lleno de vida. Este es un “candelero-árbol”, o sea, un
candelero que crece como un árbol. Este árbol viviente está creciendo,
echando ramas, reverdeciendo y floreciendo.
Como dijimos, el florecimiento es el brillar de la luz. Por lo tanto, la luz es
la vida que florece. De hecho la luz es la vida. Juan 1:1 y 4 dice: “En el
principio era el Verbo ... en El estaba la vida, y la vida era la luz de los
hombres”. Este es el brillar de Cristo, la corporificación del Dios Triuno,
como la luz de la vida.
A menudo los santos son alumbrados por los mensajes en las reuniones
de la iglesia. Este brillo se puede experimentar aunque no se den
mensajes. Por ejemplo, tal vez algunas jóvenes vayan a la reunión vestidas
de una manera que no es modesta ni apropiada. De forma espontánea,
ellas se dan cuenta de la forma en que están vestidas y desean cubrirse.
Esta conciencia viene del brillo de la luz en la iglesia. Estas jóvenes no se
darían cuenta de esto si estuviesen sentadas en cualquier otro lugar. Esto
indica que en las reuniones de la iglesia hay luz. Somos alumbrados en las
reuniones debido a que vemos el fruto, el brillo. Por lo tanto, con el
candelero tenemos el reverdecer, el florecer y el brillar de la luz como el
fruto.
El versículo 36 dice: “Sus manzanas y sus brazos serán de una pieza, todo
ello una pieza labrada a martillo, de oro puro”. El hecho de que el
candelero y sus manzanas y brazos sean una pieza de oro puro labrada a
martillo significa que no se le ha añadido nada y que se constituye
solamente de la divinidad de Cristo. Las manzanas y los brazos no fueron
añadidos al candelero; ellos eran parte del candelero, el cual es una pieza
labrada a martillo y de oro puro. Esto indica que en el candelero no hay
mezcla. En nuestra vida cristiana la mezcla trae tinieblas. Sin embargo,
cuando nuestra vida cristiana es purificada a través de la naturaleza
divina, tenemos la luz.
La última parte del versículo 37 dice: “las cuales encenderás para que
alumbren hacia adelante”. El candelero se alumbra a sí mismo por las tres
lámparas a cada lado. Ambos lados del candelero se alumbran
mutuamente. El brillo se dirigía hacia adelante del candelero. En hebreo
la frase “hacia adelante” significa “mirar hacia”. Por medio de los brazos a
cada lado, el candelero se alumbra a sí mismo. Las tres lámparas a cada
lado del candelero miran hacia la caña central y también se miran una a la
otra. Esto representa el brillo de Cristo en Su vida de resurrección,
llevando el testimonio por Sí mismo y confirmándolo. La luz divina que
brilla dentro de nosotros da testimonio de sí misma y se confirma a sí
misma. De las siete lámparas, sólo una, la lámpara en la caña central,
alumbra hacia arriba. Las otras seis alumbran mirando hacia la caña
central. En conclusión, las siete lámparas alumbran como una sola luz.
Estas no dan siete luces, sino una sola luz.
El brillo de los seis brazos divididos en tres pares, que brillan hacia la
caña central del candelero, significa que Cristo es el objetivo central del
brillo de todas las iglesias y los santos por el Espíritu con la vida de
resurrección. Las iglesias y los santos todos toman a Cristo como el objeto
de su brillo.
B. En el Lugar Santo
C. En el Lugar Santísimo