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Víboras, violencias, tierra, lucha de clases y devastaciones.

Una breve historia de un pueblecito de Colonia en el siglo XIX

Índice

Parte I: Introducción 2
1.1. Resumen: 2
1.2. Presentación de las fuentes a trabajar 2
1.3. Una breve problematización de los contenidos a analizar 3
1.4. Apuesta metodológica. 5
Parte II: La microregión en torno a Las Víboras en la larga duración, continuidades desde la conquista
europea hasta la formación del Estado uruguayo. 6
2.1. Elementos de larga duración regionales hasta la Revolución artiguista (1776-1811). 6
2.2. Las Víboras; desde la Revolución artiguista hasta el Uruguay “Independiente”. (1811-1830) 14
Parte III: La microrregión de las Víboras en el Uruguay “Independiente”. 18
3.1. Las Víboras y un breve lapso de paz. (1830-1837) 18
3.2. La Guerra Grande asoló la región. (1837-1852) 18
3.3. La Guerra Grande, la casi destrucción de Víboras, y el cuestionamiento a la Propiedad privada. 19
3.4. La Destrucción de Víboras de 1862, ahora por la civilizada justicia burguesa. 21
Parte IV. Reflexiones. 23
5. Bibliografía y webgrafía. 25
5.1. Bibliografía. 25
5.2. Webgrafía. 25
6. Anexos 26
6.1. Anexo 1. El Partido de las Víboras en el mapa. 26
6.2. Anexo 2: Archivos sobre desalojo de intrusos. 27
6.3. Anexo 3: Documento sobre desalojo de Las Víboras en 1860. 28

Nota 1: La imagen de la portada proviene de un fotograma de la película “El espejo” del director
soviético Andrei Tarkovski, y fue elegida como una representación privilegiada a la hora de dar cuenta en
forma metafórica de las destrucciones de Víboras que se esbozarán en siguiente trabajo-seminario.

Nota 2: Expresar mi agradecimiento al Archivo y Museo del Carmen de la ciudad de Carmelo por la
cordialidad en el trato, sin ellos no hubiese sido posible este trabajo.

1
Parte I: Introducción
1.1. Resumen:
El presente seminario-taller pretende indagar, profundizar y problematizar lo que conocemos sobre
la localidad de Las Víboras, tratando de aportar una nueva mirada y nuevas pinceladas sobre una
microregión muy especial del actual departamento de Colonia.
“El paraje” de las Víboras1, la microrregión en la que estaba inmersa y sus gentes son los
protagonistas de este seminario-taller, este pequeño poblado erigido de forma precaria, pobre y
esporádica, fue una muestra de lo difícil que podía llegar a ser vivir en la campaña en el siglo XVIII y
XIX. Esta localidad terminaría siendo parte de la síntesis que resultaría posteriormente en la fundación de
la ciudad de Carmelo y de Nueva Palmira, estando algunas de sus autoridades estrechamente vinculadas.2
El Partido de las Víboras sería fundamental en el posterior desarrollo de los Departamentos actuales de
Colonia y Soriano, siendo algunos de sus habitantes trascendentes en episodios fundamentales de la vida
política nacional y regional.
El objetivo con este trabajo será darle al tema un abordaje social, económico, cultural y mental,
dando cuenta de las tensiones, silencios, violencias, y de la lucha de clases que se desarrollaron entre
1760 y 1862 a partir de la obra del historiador Enrique Almeida y el diálogo y problematización a partir
de los planteos y aportes más recientes de los historiadores.

1.2. Presentación de las fuentes a trabajar


El presente trabajo pretende utilizar como referencia principal la obra realizada por el escribano e
historiador Enrique Almeida Oneto3 en dos de sus libros; “Pueblo de las Víboras, terratenientes y jueces”
(2015) y “Carmelo, terratenientes y burocracia” (2017). Ambas obras dan cuenta de un estudio detallado
de distintas fuentes, fundamentalmente documentos escritos de la época, mostrando variadas expresiones
de la Historia, fijando la mayor parte de su atención en los aspectos jurídicos, pleitos, y conflictos legales,
así como en los árboles genealógicos de las familias propietarias, siendo esta una cuestión que tomaré
como parte de las influencias de la profesión del historiador -escribano- sobre sus intereses y
preferencias.4
1
El poblado de las Víboras debe su nombre como muchas localidades en esta época al arroyo sobre el que estaba situada, en
este caso sobre el Arroyo de las Víboras
2
Un ejemplo fue Casimiro de la Fuente, quien gestionó el traslado de Víboras, y otro ejemplo puede ser Torres Leyva, quien
presidió el acto del 26 de octubre de 1831 en el paraje de las Higueritas en torno a lo que hoy es Nueva Palmira.
3
Enrique Almeida Onetto es un historiador carmelitano, nacido en 1937, y que hoy con 84 años sigue publicando, el cual
realizó gran parte de su formación en Carmelo. A partir de 1960 ejerció como escribano -principalmente en Nueva Palmira-
hasta que pudo jubilarse. También ejerció como docente de Historia, y de Educación Cívica Democrática desde 1961 hasta
1972, principalmente en el Liceo de Nueva Palmira. Ha publicado varios trabajos a partir de 1991, apuntes, y artículos,
especialmente en medios locales como El Eco, además de brindar varias charlas. Actualmente se encuentra trabajando en un
nuevo libro sobre la Fundación de Nueva Palmira llamado “Nueva Palmira, Proceso Fundacional”, cuyo link estará en la
webgrafía.
4
Además utilizaremos para abordar el tema algunas de las columnas realizadas y publicadas por el mismo historiador en “El
Eco” de Palmira y Carmelo.

2
Esta obra encierra varias virtudes, por ejemplo que el tratamiento que se les da a las fuentes es
ordenado, preciso, y fiable, no obstante el relato cae preso en un enfoque estilo crónica, el cual supone
colocar ciertas ataduras a un trabajo que pudo dar cuenta de más cosas5. Este seminario pretende echar luz
sobre cuestiones muy relevantes a la hora de entender una región que no puede entenderse sin captar el
peso y la fuerza de los fenómenos rurales, en este sentido se hace necesario construir miradas que rompan
con las lógicas historiográficas que ponen a Montevideo como el centro.6

1.3. Una breve problematización de los contenidos a analizar


Almeida no sin razón expresa; “los relatos de sucesos del pasado no siempre son objetivos y
desapasionados, ni tampoco independientes de los sentimientos de quienes los narran. La exposición
absolutamente imparcial de los hechos puede ser una idea y un objetivo de quien emprende un trabajo
histórico. Pero, en la realidad, resulta casi imposible la neutralidad de quien expone” (Almeida, 2015,
p.7). No obstante expresa luego; “Se ha tratado de relatar; - los “hechos” y “escritos”; tal como fueron. Y:
-las “opiniones” y “consideraciones” con la mayor probidad, sinceridad y franqueza, aunque sin herir ni
rozar sensibilidades”. (Ibíd).
Consideramos que existen dos Almeidas en su propia obra en el presente trabajo-seminario,
defenderemos uno contra el otro; el primero entiende que la Historia la hacen sujetos inmersos en un
contexto y que cargan con una gran dosis de sentimientos, preferencias, subjetividades, más cuando el
autor forma parte de aquello sobre lo cual escribe, haciéndose patente en todo el relato el amor por su
localidad, Carmelo. Antagoniza con el anterior un Almeida que se aferra a una interpretación “neutral de
la historia”, aquella que busca no “herir susceptibilidades”, ocultando y reduciendo parte del contenido
explicativo así como de la riqueza de la interpretación del pasado. En cuanto a esto, el historiador
coloniense Sebastián Rivero refiere a Diego Sempol, en un interesante aporte donde destaca que en este
tipo de investigaciones se atenúan intencionadamente los conflictos sociales, en pos de una historia de
acuerdos que no incomoda a nadie.
En Pueblo de las Víboras, Terratenientes y Jueces Almeida da cuenta de las tensiones sociales
existentes en aquel entonces; pero en Carmelo, terratenientes y burocracia desarrolla en un sentido más
profundo las mismas. En su prólogo expresa; “Despierta admiración cotejar la disparidad de intereses que
hubo en juego; por un lado un grupo humano de vecinos anhelantes de mejorar; por otro terratenientes
firmes, tenaces, incansables en pro de lo que estimaban sus derechos. Y arbitrando la situación
5
No obstante, muchos de los documentos que refleja en la obra de Almeida son más que interesantes, y dejan el gusto de que
deberían ser profundizados por nuevos investigadores, sería fantástico -y recalcamos- alentar a nuevas investigaciones sobre el
tema.
6
El sentido de este trabajo entonces, es el de ahondar los conocimientos de esta microrregión a partir de las indagaciones de
éste historiador carmelitano, el propio Almeida alienta; “Esta parte, al igual que todos los capítulos precedentes, aspiran
surgimiento de otras opiniones; fundamentalmente opiniones de las generaciones màs jòvenes. Generaciones encargadas de
ahondar y perfeccionar el conocimiento històrico de nuestra comarca” (Almeida, 2017, p.188)

3
gobernantes que no siempre tuvieron soluciones eficaces y expeditivas”. (Almeida, 2017, p.07) El autor
expone y da cuenta de las pujas sociales, pero nunca refiere a tales como «pujas de poder», «lucha de
clases», o «tensiones sociales».
El autor hace gala de una historia como un suceso de fechas y episodios tímidamente comentados
sin una profundización reflexiva de los vínculos entre lo regional y lo global y sus estrechas relaciones
dialécticas.7 Una historia reducida a la cronología más que al relato histórico donde todo es la sucesión de
instalación de servicios (escuelas, trenes, luz eléctrica, sucesos bélicos, pleitos, etc) narrados en tono
anecdótico hacen obviar un análisis profundo que debe dar cuenta de grupos sociales, vaivénes
económicos y sociales, así como nociones de los diversos tiempos coexistiendo. Se hace necesario
incorporar perspectivas que puedan dar cuenta de los propios avances del mundo historiográfico, y
particularmente, se hace necesaria una historia que no sea tímida, sino una que interpele al lector.
Se partirá de la base de que el trabajo de Almeida es sumamente rico, y que tiene mucho para
aportar en el sentido documental. Por otra parte; buscaremos problematizar desde una perspectiva crítica
la obra del autor en torno a los aportes de historiadores regionales que le han dado nuevas perspectivas y
piensos al pasado.8 Por otra parte, se requiere construir una perspectiva que aúne las marcas identitarias
de un territorio que también son históricas y que se entrelazan con el reconocimiento de distintos tiempos
donde se dan los procesos económicos, sociales y culturales, entendiendo que también existen relaciones
entre el contexto nacional y la región. Esta última entendida así no sólo es espacio, también es tiempo. A
su vez, se entiende que se deben replantear las concepciones existentes, teniendo en cuenta las
vinculaciones dialécticas entre lo local y lo global y los tiempos en que unas formas repercuten lo global
en lo local, y viceversa.9 Las temporalidades en este sentido, no pueden ser sino mojones necesarios
establecidos por la subjetividad de quien realiza el trabajo con la finalidad de facilitar el entendimiento
del tema.
Por último, quisiéramos destacar que este trabajo buscará realizar un ejercicio de interpretación,
rompiendo con el esquema de acumulación de datos con poca o sin interpretación, buscando de esta

7
S. Rivero refiere a esto expresando de una forma un tanto dura; “La mayoría de los libros y artículos de historia regional, son
realizados por aficionados amables, con un tono localista, celebratorio, acrítico, superestructural, banderizo, de personalidades
y héroes. Una historia presa del acontecimiento, falta de rigor documental, o que se avoca tan sólo al documentalismo de tipo
positivista.” (Rivero, 2009, p.2)
8
En este sentido quien escribe el trabajo toma como referencia aquella máxima de Marx de “Crítica implacable de todo lo
existente”; sin motivo más que el de profundizar y desarrollar lo que entendemos que necesita mayor reflexión histórica a fin
de re-pensar la Historia desde perspectivas más profundas.
9
Se debe destacar que la reflexión teórica sobre nuestro pasado es escasa, y más si nos adentramos en aquellos territorios
nacionales por fuera de Montevideo. En general, trabajos de bajo valor histórico, y también escasos en número no contribuyen
en esta situación que confluye en lo que Rivero denomina como poca relevancia otorgada a la historia regional y a su análisis.
En este sentido se hace necesario atender a los procesos con periodizaciones propias, discutiendo conceptos en clave regional,
buscando definir las relaciones entre lo local y lo global a través de los procesos económicos, sociales, políticos y
demográficos en cuestión.

4
forma dar un salto cualitativo hacia una historia que busque trascender las fronteras de lo anecdótico y de
la simple crónica de hechos.

1.4. Apuesta metodológica.


El presente trabajo pretende abarcar un período de casi un siglo de Historia microrregional; por lo
que se propone dividir al mismo en tres partes; una primera parte introductoria, una segunda parte que dé
cuenta de las características de larga duración de la región y de elementos que hay que tener en cuenta al
analizarla e interpretarla desde la conquista europea hasta la formación del Estado uruguayo. Mientras
que la tercera parte se centrará en Las Víboras y el Uruguay Independiente.
Como referencias obligadas, se utilizará en el trabajo los aportes de la obra de J. P. Barrán,
especialmente en torno a lo referente a la Historia de la Sensibilidad. Serán claves además algunas de las
obras de S. Rivero, quien ha profundizado la mirada sobre lo “regional”, profundizando el pienso sobre
Colonia y la microrregión que nos compete. Además, soy también deudor de la obra “Asesinato de una
pulpería de la Villa del Colla“ de W.D. López, trabajo que me inspiró en buena medida para realizar este
seminario, y del cual tomé el concepto de microrregión y otros, así como de la obra de Raul Fradkin, un
abordaje ejemplar de la microhistoria llevada a un contexto regional.
El objetivo central del seminario-taller será el de abordar la obra del historiador local Enrique
Almeida Onetto, tratando desde una perspectiva crítica analizar su obra, incorporando las dimensiones
braudelianas del tiempo y el espacio, así como los enfoques de mentalidades, con el fin de acercarnos de a
poco mediante pequeñas pinceladas a una Historia total de la microrregión. Pretendemos elaborar aquí un
análisis, no tanto centrado en los acontecimientos «wie es eigentlich gewesen» -los hechos tal como
sucedieron- tan comunes desde una perspectiva rankeana y en las «historias locales», sino tratando de
echar nuevas luces sobre una microrregión rica en pasado humano.
Entendemos que al abordar Víboras en su contexto, se vuelve necesario incorporar al análisis los
elementos de las nuevas corrientes historiográficas, en este sentido consideramos que cuando el
historiador no posee los suficientes documentos del pasado, debe fabricar su propia miel al decir de
Bloch. En este sentido creemos que la Geohistoria braudeliana tiene mucho para aportarnos10, -ej: sus
concepciones sobre el tiempo y el espacio-, en tanto el protagonista sea Las Víboras y el espacio que le
rodeaba. El desafío es conformar una geografía humana e inteligente que en el espacio consiga situar a
aquellos hombres en un medio concreto, con determinados desarrollos técnicos, y una mentalidad

10
Desde la perspectiva braudeliana coexisten diversos tiempos; siendo el tiempo del hombre en relación al medio que le rodea
uno prácticamente inmovil, en lenta transformación. Este tiempo Braudel lo trabaja en un audaz abordaje describiendo no solo
las montañas, los bosques y las praderas, sino describiendo y analizando sus razones profundas, sus cosmovisiones, sus
costumbres ancestrales, sus trashumancias, sus patrones en común. Centrándose en la complejidad, en la interterritorialidad
pero sobre todo en la vida de las fronteras, un elemento tan importante y tan interesante para el cual queda tanto por echar luz a
la hora de analizar el pasado, porque las fuentes que hay no son suficientes.

5
determinada, muy distintas a la de nuestra época, en ese sentido hay que emancipar la geografía de las
realidades geográficas y de biomas de la actualidad.11

Parte II: La microregión en torno a Las Víboras en la larga duración, continuidades desde la
conquista europea hasta la formación del Estado uruguayo.

2.1. Elementos de larga duración regionales hasta la Revolución artiguista (1776-1811).


El presente trabajo transcurre en la microregión del denominado entonces; “Partido de las Víboras”,
llamada así por un pequeño asentamiento llamado Víboras que fue uno de los primeros núcleos poblados
europeos del Uruguay rural, fundado en 1775.12 En términos más generales afirma el historiador
coloniense S. Rivero, El Partido de las Víboras formaba parte de un todo que se moldeaba por la frontera
con el litoral argentino, comprendiendo las rutas comerciales que se desarrollaban hacia el Potosí, así
como por el influjo del Atlántico, donde los navíos portugueses tendrían una particular influencia en torno
a Colonia del Sacramento, ganando peso con el correr del tiempo las fuerzas españolas sobre los centros
de poder de Montevideo y Buenos Aires, siendo los mismos elementos dinamizadores y focos de
influencia en la larga duración, incidiendo y modificando la estructura de los ritmos económicos y
demográficos de la región.13
Esta región se encontraba de cara a un gran estuario que es el Río de la Plata y el Río Uruguay,
teniendo los mismos un rol fundamental sobre la vida de Las Víboras y de la microregión entera,
fortaleciendo el vínculo del Partido de las Víboras como una suerte de hinterland de Colonia y de Buenos
Aires. Sebastián Rivero refiere respecto a esto que se perfilaban tres zonas en la región, las mismas con
lazos tenues y a veces conflictivos. Por una parte estaba la zona oeste que comprendía a Víboras, la futura
Carmelo, e Higueritas-Nueva Palmira. El Centro comprendía a Colonia del Sacramento y el Real de San
Carlos. Y el Este, cuyo principal asentamiento -rodeado de latifundios- fue Rosario. Según Gelman, la
zona que abarca el Partido de las Víboras a fines del siglo XVIII era una de las más pobladas. De esta
región se extraía leña, cuero y carne hacia Buenos Aires -por eso su caracterización como zona
hinterland-. 14

11
En este sentido, un abordaje de la Historia que busque dar con explicaciones del pasado, no puede omitir un análisis de las
condiciones de la propia tierra, el clima, el suelo, las plantas, y los animales que pudiesen vivir en aquel entonces.
12
Esta fecha se establece así al tener en cuenta el año en el que se realizó el deslinde y amojonamiento del poblado.
13
Por otra parte, hacia la Guerra Grande entraron otras variables de larga duración; la dinámica de la vida de frontera, y el
imperialismo británico -y francés-. La vida de frontera ha caracterizado la vida en el Uruguay hasta entrado el siglo XX. El
expansionismo capitalista europeo y la coyuntura económica es un elemento más para dar cuenta de las causas de los conflictos
surgidos durante el siglo XIX en la región que nos atañe.
14
Por esto, expresa Rivero, aparece la población de Las Víboras: comenzando a existir como; “una capilla y unos cuantos
ranchos en cuatro cuadras cuadradas”. (Rivero, 2017, p.10) En una época en la que a cualquier centro humano occidental de
tipo colonial le precedía la construcción de una capilla.

6
El partido de las Víboras al ser creado, contó con una jurisdicción amplia,15 como se puede ver en el
mapa del anexo 1. Resulta importante al visualizarlo, olvidarnos de los límites entre países de la
actualidad. El Río Uruguay era solo un río más y el litoral argentino sería un lugar desde el cual muchos
de los habitantes viboreros emigrarían. Víboras estaba ubicado en un complejo espacial que abarcaba
múltiples biomas, en un área geobiológica donde abundaban los montes y los cursos de agua, entre los
que se pueden visualizar al propio Arroyo de las Víboras, el Arroyo de las Vacas, el Arroyo Polancos, el
Arroyo de las Flores, y el Arroyo Juan Gónzalez Grande.
Se trataba de todo un complejo de arroyos, montes, humedales, ciénagas, esteros, y praderas. Debía
ser en el siglo XIX un lugar completamente dominado por la naturaleza, en el cual la única manifestación
fruto de la actividad humana era la introducción masiva de ganado vacuno. No existía ni un ferrocarril, ni
puentes, ni caminos -ni siquiera de tierra-, siendo la única construcción importante en la zona la “Calera
de las Huérfanas”,16 sede principal de la “Estancia de Belén”, o “estancia de Las Vacas”, un lugar de
primera importancia para comprender el poblamiento con ganado en la región.17 En estos centros, focos
de trabajo que atraían a personas, se componía todo un circuito comercial que fue contribuyendo en la
conformación de los primeros centros poblados de la región.
A partir de 1767 a raíz de la expulsión de los jesuitas por parte de la corona borbónica, la región
pasaría a ser controlada por Buenos Aires, conformando este otro de los aspectos de larga duración de la
región, la influencia de Buenos Aires sobre la misma. Es de destacar que toda esta región fue controlada y
estuvo bajo la jurisdicción de Buenos Aires hasta bien entrado el siglo XIX. Resulta fundamental a la
hora de pensar este territorio que con el correr de los siglos evidentemente debió haberse transformado su
espacio con el aumento de la presencia humana, repercutiendo en la tala de los montes, y en la
modificación del entorno. Pero a grandes rasgos la región se vería prácticamente igual desde su fundación
en la época colonial hasta la llegada del alambramiento, la modernización, y el militarismo. Por lo que al
pensar en las Víboras en el siglo XIX, no se nos puede escapar de que estamos hablando de un lugar que
sufrió no pocas transformaciones, pero dónde los procesos de larga duración tuvieron un peso importante.
Otro aspecto relevante a destacar; es la escasa información e investigación histórica sobre la
presencia de pueblos originarios en la región, y del desarrollo y el seguimiento de los mismos tras la

15
En este mapa creado a partir de una imagen satelital, se puede apreciar las dimensiones del Partido de las Víboras, abarcando
casi la mitad del tamaño del departamento de Colonia, y del departamento de Soriano. Al momento de existir, prácticamente no
existían núcleos poblados próximos a Víboras, siendo la excepción el pequeño Espinillo, y Colonia del Sacramento.
16
La Estancia de las Huérfanas contó con una extensión de 40 leguas, entre el Arroyo de las Vacas y el San Juan, la misma fue
administrada por la Compañía de Jesús (Jesuitas) desde 1741. En estos lugares se desarrolló la agricultura, y la ganadería
extensiva, con una mano de obra poco numerosa, consistente en 33 varones y 14 mujeres.
17
Hubo otros establecimientos, como la Estancia de Luis Escobar, en 1751, habían 33 personas, entre esclavos, peones y niños.
Y entre los arroyos Víboras y Sauce, estaba el establecimiento de Juan Narbona, cuyo casco de estancia aún hoy se conserva.

7
conquista y apoderamiento de sus tierras por parte de los europeos,18 así como tras los sucesos posteriores
a Salsipuedes,19 aunque por ahora afirmaremos que es importante no descartar la existencia de mestizajes,
vínculos entre colonos y pueblos indígenas,20 así como choques entre los mismos. En la microrregión que
concierne al Partido de las Víboras hubo varias culturas indígenas conviviendo y desarrollándose respecto
a otras regiones circundantes, entre ellos pueblos minuanes, charrúas y bohanes, algunos de ellos
combatidos por el Capitán Domingo Monzón, quien sería el primero en recibir estas tierras por parte de la
Corona como una recompensación por sus servicios a la misma y los de su familia.21
En cuanto a los sentidos y sentires de los habitantes, sí emprendiesemos un viaje en el tiempo y
recorriesemos los alrededores de Víboras en este período, nos encontraríamos al decir de Lowenthal, en
un país extraño. Tenemos que pensar en un conjunto de chozas22 que en la noche serían tragadas por la
inmensidad de la oscuridad, las luces de las velas apenas podrían distinguirse de lejos. De día llamaría la
atención la existencia de probablemente algunos sembrados,23 algunas pequeñas vallas, predominando
fuertemente un ambiente sonoro en el que la naturaleza lo dominaba todo. Se trataba de una región con un
ecosistema muy rico, no es de extrañar que tuviese una fauna mucho más exuberante que la que existe en
la actualidad. Barrán en cuanto a esto trae un testimonio de un marino norteamericano que recorrió el
litoral del Río Uruguay y expresaba que era: “la mejor región de caza que haya visto nunca”.24 (Barrán,
2021, p.18)
Otro aspecto cardinal para pensar en la larga duración de esta región son los montes25 y su
importancia para la vida de los hombres y las mujeres que vivieron en aquel entonces. Los montes no
tuvieron una importancia solamente económica, eran parte del común vivir de aquella gente, era donde
desarrollaban su vida muchos de ellos, donde se escondían y dispersaban cuando las partidas de guerra se
acercaban en los momentos más tumultuosos, así como el lugar donde los criminales se escondían, y

18
Todas las tierras que fueron habitadas por los indígenas, fueron tomadas por la Corona Española mediante ardides jurídicos
declarándose a sí misma como la titular de todas las tierras.
19
Sería realmente fructífero que se realicen investigaciones en esta dirección en el departamento
20
Un buen ejemplo de estos mestizajes es el caso de Anacleto Medina (1788-1871), uno de los nacidos de Víboras con una de
las biografías orientales más espectaculares en cuanto a sus participaciones en conflictos bélicos a lo largo de su vida. Su padre
fue Santiagueño y su madre, indígena.
21
Sobre el tema de los pueblos originarios Almeida expresaría que los nativos no se quedarían de brazos cruzados ante la
conquista; “Los aborígenes, atacados y expulsados por los europeos conocieron riesgos, sufrimientos y despojos. A su vez, los
europeos, una vez establecidos en el lugar en forma transitoria o con ánimo de permanecer, fueron atacados por los nativos que
de ese modo se defendían o intentaban vengarse de los usurpadores” (Almeida, 2015, p.28)
22
Chozas pobres, con techo de paja y a dos aguas, con paredes de adobe y pisos de tierra.
23
Un punto importante para imaginarnos la región, es el desarrollo de la agricultura, un elemento totalmente dejado de lado
tanto por Almeida como por buena parte de las investigaciones previas a las realizadas por Garavaglia. Puntualizaremos más
sobre este asunto luego.
24
Habría venados, carpinchos, gatos monteses, pecaríes, zorros, lobos, garzas, pavas de monte, ñandúes, y hasta pumas.
25
Almeida expresa sobre los mismos; “Los montes: riqueza inmensa que si a nuestra familia daba tres mil pesos anuales, han
servido después de su ocupación por el vecindario, a sostener un número considerable de familias por tan largo espacio de
años”. (Almeida, 2017, p.168) Y luego agrega; “Sus maderas son escogidas para el carbón y leña, y como que todo lo allana la
cercanía del consumo de Buenos Aires, fácilmente el leñadero recoge en pocos días el fruto de su penoso trabajo” (Almeida,
2017, p.169)

8
donde además se desarrollaban las actividades montaraces, templando una vida dura, de fuerte trabajo
físico y donde los peligros acechaban de forma corriente,26 condicionando a sus habitantes a una vida de
frontera permanente.27
Otro elemento que gustaría resaltar es el bajo grado de instrucción entre la gente de la localidad;
Almeida cita al párroco; que entre sus habitantes había “...una lastimosa ignorancia… aún de los primeros
rudimentos de nuestra religión, sin que sea bastante para extirparla todo el celo y actividad de su párroco,
quien a pesar de todos sus esfuerzos, jamás podrá conseguir… darles una formal instrucción”. (Almeida,
2015, p.38) Consideramos que este elemento puede ser una pista de las mentalidades de aquellas mujeres
y hombres que vivieron en aquel agreste medio, entre los cuales probablemente se podrían contar con los
dedos de una sola mano aquellos alfabetizados, y/o que pudiesen firmar.
En este entorno donde la actividad más importante era la ganadería, es importante señalar un
elemento de larga duración que la historiografía tradicional ha invisibilizado, y que tiene una gran
importancia a la hora de pensar la sociedad, y es la existencia de una agricultura cerealera28 en la región.
Este elemento permite echar luz sobre la complejización de la economía y de los sectores sociales que
antes permanecían invisibilizados. Una economía cerealera supone un elemento que Almeida no tiene en
cuenta a la hora de analizar Víboras, y sobre el que Rivero expresa:
En la región de Colonia, en el período 1782-1802 los granos representan más del 40% de la masa decimal,
cifra nada despreciable. Si el diezmo de granos se equipara al de ganados hasta 1790, luego éste va a resultar
mucho más importante, hasta llegar a fines de la década del 90 a una relación 3 a 1 a favor del ganado.
(Rivero, 2017, p.15)
Si nos atenemos a estas cifras, Víboras no debía ser la excepción a la regla regional; y según lo que
expresa Rivero, en la zona de Víboras y Colonia del Sacramento de fines del siglo XVIII predominaría la
pequeña producción, mientras que los grandes productores ganaderos dominarían en torno a la zona de
Rosario, cobrando a partir del siglo XIX más peso la agricultura. Este mercado regional sería más
dinámico de lo que solemos creer.29 Además la agricultura podía suponer una posibilidad de ascenso
social; muchos peones solteros se instalarían con familia y se convertirían en agricultores, pero con el
tiempo podían dar un salto hacia el rubro ganadero convirtiéndose en pequeños propietarios. Rivero cita
al caso de José Antonio Solano, de Víboras, quién adquirió una modesta tierra de una cuadra y media en

26
En este entorno en que la naturaleza lo dominaba todo, es de destacar la muy probable existencia de perros cimarrones por
todas partes, y la peligrosidad de un entorno en el que las fuerzas de la naturaleza dominaban al hombre.
27
Un elemento interesante es el estado de violencia cuasi permanente que existía entre los hombres de la campaña.Almeida
escribe sobre los mismos;“Las relaciones entre los hombres blancos tampoco fueron siempre armónicas. Hay abundantes
crónicas de incidentes entre ellos; episodios tales como robos, saqueos, asesinatos, incendios, raptos y otros delitos; hechos que
muestran una convivencia, por momentos, penosa y compleja” (Almeida, 2015, p.28).
28
La agricultura tendría fuertes manifestaciones sociales y económicas, generando al menos dos tipos de mercados o destinos;
uno regional, muy subestimado por la historiografía tradicional, donde el trigo desempeñaría un rol clave. Por otra parte estaría
el mercado europeo, principalmente a través del Atlántico, siendo fundamental la grasa, la carne salada, las lenguas, la grasa y
el sebo.
29
Los pequeños agricultores deberían vincularse con intermediarios, generalmente pulperos, a quienes suministrarían
adelantos, siendo los campesinos endeudados.

9
1780 dedicada a la agricultura, consiguió tener 200 vacunos hacia 1784-86, y alcanzando los 2000
animales hacia 1796 en dos estancias.30
La presencia humana en aquel espacio era prácticamente nula. Se suele hablar de una población en
la Banda Oriental de entre 20 mil a 30 mil habitantes, y de 230 mil en 1860, siendo en esta última fecha la
densidad poblacional de menos de un habitante y medio por km2. Para hacernos una idea, en todo el
Partido de Víboras que es el área marcada en el mapa (Anexo 1) había en 1758 una totalidad de 194
personas.31 La presencia animal doblegaba a la humana, retorciéndose esta proporción con el correr de los
años. Para dar cuenta de la complejidad de procedencias regionales, étnicas32 y culturales de la región y
sus influencias, y probablemente migraciones producto de los ciclos económicos y de la guerra basta
simplemente ver la procedencia de los habitantes de aquella jurisdicción; 308 orientales, 119 argentinos,
37 paraguayos y 32 españoles, sin contar a otros extranjeros. No obstante se repite la tendencia nacional;
una población sumamente joven. 33
Teniendo en cuenta todo este panorama social Almeida realiza un análisis apenas superficial que dé
cuenta de la enorme conflictividad social existente,34 omitiendo muchas de las realidades sociales que ha
recabado la historiografía reciente. Al avanzar sobre el análisis de los tejidos sociales desde una
perspectiva de larga duración es importante señalar la existencia de varias capas sociales, matices, y roles.
Rivero afirma que desde el período que va desde el siglo XVII hasta mediados del XIX se puede dividir la
sociedad en sectores dominantes y subalternos.35 Los sectores dominantes estarían compuestos por la
“gente principal”, los patricios, los vecinos fundadores que controlarían parte de los entornos urbanos y
rurales, teniendo un particular peso de poder su linaje y sus patrimonios, los mismos se encargarían del
tráfico y la posesión de esclavos, instrumentando saladeros como el de Francisco de Albín sobre el
Arroyo de las Vacas, el comercio, las actividades burocráticas como el ser parte de hermandades

30
Incluso hombres de otras partes del Virreinato se verían atraídos hasta esta región por la posibilidad de ascenso social que
existía, siendo entonces la cuestión de la Banda Oriental como una mina de cuero un tema para nada despreciable. Toda esta
cuestión complejiza y añade nuevos matices a lo que define constantemente Almeida remitiendo a la pobreza y la infelicidad
de los habitantes de aquel asentamiento.
31
“El padrón de 1823 que realizó el alcalde Sebastián Quiñónez, arrojaba un total de 625 pobladores para la jurisdicción de
Carmelo y puerto de Las Vacas. El alcalde Pedro Parela, por su parte, estima los habitantes del pueblo en más de 200 personas
en 1824. (Rivero, 2017, p.39)
32
Rivero al citar al memorialista Américo Carassale quien recuerda que en Carmelo hasta 1872 había un gran número de
población afroamericana, descendientes de los esclavos de las familias más pudientes, tanto de la época de la dominación
española como durante la dominación lusitana.
33
Rivero afirma que el grupo mayoritario de edad va de 1 a los 34 años, siendo minoritarias las personas que pasaban los
cuarenta años.
34
Almeida expresa; “Más adelante se hará referencia a situaciones conflictivas entre terratenientes y pobladores de Víboras y
su región; fueron disputas que se plantearon en el ámbito civil” (Almeida, 2015, p.28) En efecto el autor reconoce las tensiones
y conflictos sociales; pero no los llama tal, ni realiza un análisis material de su surgimiento y del tejido social que involucraba
estos procesos que es mucho más complejo de lo que el autor da cuenta.
35
Se podría hablar de dos tipos de sociedades, afirma el autor; una dispersa, informal, y/o primitiva -clasificaciones no del todo
satisfactorias para el propio autor- y de una sociedad política, orgánica, urbana y semiurbana con hábitos sedentarios, con
prácticas de vecinazgo, donde se ejercerían las regulaciones de la corona y las leyes de las repúblicas una vez fundadas, desde
donde ejercerían el poder los sectores burocráticos, comerciantes.

10
religiosas, o cargos militares, como el propio Albín desempeñaría.
Podría hablarse también de una suerte de capas medias compuestas por pequeños agricultores y/o
propietarios ganaderos. Las estancias eran los grandes focos de poder, siendo los pequeños agricultores, y
los pequeños ganaderos presionados por los grandes estancieros. Almeida no nombra a los “gauchos”,36
no quitando esto que existieran y que fuesen un agente social importante a la hora de comprender la
región. Existía en aquella economía una fuerte contradicción entre la necesidad de éste tipo de mano de
obra para las primeras vaquerías y estancias gobernadas por los patricios, con el hecho de que los
“hombres sueltos” constituían un enorme problema social para las autoridades; independientemente de la
época que se tratase. Estos practicaban el contrabando beneficiando a hacendados y pulperos. Nahúm
refiere respecto a esto que los terratenientes eran obligados a tener al propio enemigo social en sus
estancias.
En este entorno, se desenvolvió uno de los conflictos de más larga duración de la campaña, el de la
tierra,37 y que sobrepasaría como veremos, la fundación de la República. El propio Albín poseía tierras,
aunque ilegales, estaría en pleito con los pobladores de Víboras, pudiendo regularizar su situación recién
en 1802. Albín argumentaría que los pobladores de Víboras no eran ni una ciudad, o villa, ni pueblo ni
lugar, ni aldea. Acusaría al cura de alzar contra de sí a los vecinos: “que según el orden penden de los más
pudientes aunque lo contrario haya pretendido la fiereza del jacobinismo Ӄstos son los favoritos del cura,
los que toman las decisiones en el pueblo de Víboras. A estos pequeños comerciantes y artesanos les
contrapone Albín el grupo de cuatro propietarios: Camacho, Petrona Aibaja, los García y él mismo.”
(Rivero, 2017, p.21)
Mientras en Colonia tanto sectores subalternos como dominantes se mantuvieron fieles a la corona
durante la causa de la Revolución de Mayo, los vecindarios de Rosario y Víboras apoyarían la causa
artiguista sosteniendo su lucha hasta 1819, dando cuenta y siendo un factor determinante la importancia
de la cuestión de la tierra y el papel que jugó el artiguismo en cuanto a su lucha contra hombres como los
Albin. Las Víboras tendría relaciones clientelares para con los caudillos, y sería víctima de desalojos y
apropiaciones de tierras durante la fase republicana. En el fragor de los conflictos que siguieron al
surgimiento de las divisas y las guerras civiles, el gauchaje integraría las montoneras, siguiendo a los
caudillos y estancieros en relaciones de tipo informal.

36
Los “gauchos”, “hombres sueltos”, o “vagamundos”, constituirían sus vidas en torno a las pulperías, los montes y las
praderas, escapando y moviéndose en torno a los márgenes de formas de dominación. En estos sectores sociales subalternos
existieron maneras de ascender socialmente, siendo esto incluso posible para los “hombres sueltos”
37
Quizás en varios sentidos, un estudio profundo de Las Víboras y del emergimiento de Carmelo, dan cuenta entre tantos
ejemplos en el Uruguay, el freno que supuso el latifundio para el poblamiento de la campaña, una problemática enfrentada
desde los tiempos de Félix de Azara y que tanto puede interpelar desde el siglo XVIII hasta nuestros siglo XXI, siendo quizás
una de las problemáticas de más larga duración y una de las más significativas de nuestro país.

11
La pobreza en la región aparece como otro elemento estructural de larga duración. Almeida refiere
varias veces al estado crónico de pobreza en la que estaban sometidos los habitantes de Víboras. En
realidad, como refiere Rivero, la pobreza era crónica en la campaña de aquel entonces, y de ningún modo
se reducía tan sólo a Víboras,38 en localidades como Rosario y Colonia del Sacramento la situación podía
llegar a ser mucho peor.39 Es decir, la realidad es matizable; varios habitantes de Víboras eran propietarios
minifundistas, y solo muy pocos lo eran legales, y algunos comerciantes, pero no eran de ningún modo
una aldea enteramente miserable si la comparamos con la región en ese tiempo histórico.
El papel de los curas sería cardinal en estas pequeñas aldeas. Los viboreros dirigidos por un cura,
buscarían trasladarse a sitios más provechosos, chocando con los intereses de los latifundistas. Almeida
describe estos curas como personas con intenciones amables que se pondrían del lado del pueblo,
buscando guiar a los vecinos hacia un mejor futuro. Rivero en cuanto a esto cita a Luis Morquio Blanco,
quien sospechaba que estos traslados eran más fruto del deseo de los sacerdotes que el de los vecinos,
situando a las parroquias en zonas de confluencia –de tránsito fluvial– para así aumentar los servicios
religiosos y los ingresos. 40
Las pulperías41 es otro de los elementos ausentes en la obra de Almeida, aparecerían complejizando
el entramado social, vendiendo cueros y chocando con estancieros y autoridades coloniales, en parte por
su asociación con contrabandistas, gauchos y ladrones. En la zona de Víboras se desarrollarían en torno a
8 pulperías, una cifra nada despreciable. Las mismas estarían a cargo de personas influyentes de la región,
y cita a Julián Carrero quien ofrece una de las nuevas miradas sobre las pulperías que se desprende del
libro de W. D. López:
“La nueva imagen de la pulpería rural destaca la variedad de productos dispuestos a la venta
pertenecientes a distintos rubros: alimentos, vestimenta, combustibles, instrumentos de cocina,
herramientas para las distintas tareas de campo, etc. La diversidad de alimentos entre los cuales se
encuentra el pan, el arroz, los fideos, nos dan cuenta de las características de la dieta de la población
rural, lo cual se creía estaba basada exclusivamente en la carne (Carrera, 2010, p.50)

38
Pese a la ubicación poco estratégica en las rutas comerciales, y a los intentos de trasladarla, impulsado muchas veces por los
intereses de los propios grupos comerciales y religiosos del paraje, buscando alcanzar una zona de mayor tráfico. Víboras
siempre se mantuvo firme ante el crecimiento de Nueva Palmira y Carmelo, presentando un gran número de comerciantes, otro
dato que contrasta con la idea de un pueblo prácticamente abandonado. La creación de Nueva Palmira tuvo mucho que ver con
la pretensión de Torres Leiva, oriundo de Víboras, para frenar las aspiraciones de los vecinos de Carmelo, existiendo por tanto,
búsquedas para contrabalancear las relaciones de poder, dando cuenta así mismo de la existencia de conflictos entre las
ciudades.
39
Rosario estaba aún más rodeada de enormes latifundios que Víboras. Recién en 1810 Vigodet reconocería a los vecinos de
Rosario, entregándoles chacras y solares. En Rosario las poblaciones también se reducían a unas pocas chozas de paja, cuyas
familias reclamaban tierras, y lo mismo se repetía en Colonia del Sacramento. No obstante la situación económica y comercial
de Víboras no era inferior a las de otras partes; Rivero expresa: “en la región de Víboras en 1802, de los 76 pobladores que se
registran –en general minifundistas– un ínfimo porcentaje son propietarios legales (Rivero, 2017, p.14)
40
“Este enfrentamiento entre religiosos, estancieros y vecinos, se convierte en un lugar común dentro del régimen colonial,
traspasándose en algunas de sus implicancias hasta la sociedad independiente. En 1816, al fundarse el pueblo de Las Vacas, el
nudo se corta a favor de los vecinos reclamantes de tierras. Pero los problemas volverán a estar sobre el tapete bajo el gobierno
Cisplatino y luego con la aparición del estado uruguayo. (Rivero, 2017, p.11)
41
Eran sitios donde se podía encontrar prácticamente de todo, como almacenes de ramos generales, eran elementos
aglutinadores de una sociedad con muy distintos grupos sociales, dicotomías y antagonismos de intereses, pujas, y luchas.

12
Probablemente muchas de las tensiones que harían explotar las revoluciones e insurrecciones,
elementos de larga duración en la región tendrían un trasfondo y momentos de síntesis en las pulperías, un
lugar de contacto, y de relacionamiento social, donde lo disperso de una sociedad fragmentada se unía en
una compleja red de relaciones sociales, emotivas, culturales, económicas, y comerciales. Buena parte del
gauchaje -con empleos informales- que vagaba por los montes -a veces como montaraces-, las praderas,
tenían estos sitios como lugar de encuentro, de relacionamiento social y económico. Muchas veces se
dedicaban al contrabando estimulado por la cercanía con las islas y la costa argentina.
En este sentido, consideramos que resulta interesante señalar la existencia de bandas criminales en
la región. La más famosa, liderada por Palominos y Curú,42 contaba con una veintena de hombres y asaltó
y saqueó Víboras hacia 1801. Los mismos serían luego derrotados por una partida de “Blandengues de la
Frontera de Buenos Aires”. En el combate resultaron muertos dos de los hombres del grupo de
Palominos, siendo apresados el propio Curú y nueve de sus seguidores, aunque los otros lograron escapar.
La justicia en unos pocos meses trasladó y dictó sentencias sobre los apresados; siendo los mismos
ahorcados, y descuartizados,43 -y en algunos casos decapitados-, y sus restos fueron clavados a la vista
sobre los parajes donde habían cometido sus delitos, siendo uno de ellos la propia Víboras. En este caso
resultaría interesante ver en un futuro abordajes como el realizado por Rául Fradkin en Historia de una
montonera, y/o un análisis en profundidad de las relaciones entre el bandolerismo, y las problemáticas de
la tierra existentes entonces en la Banda Oriental, así como un abordaje que no se quede solo en los
documentos de quienes los apresaron.44
A partir de 1802, comienzan a surgir las primeras peticiones a las autoridades de Buenos Aires para
trasladar Víboras entre las costas del Arroyo de las Vacas y el Río de la Plata, debido a varias de las
razones antes expuestas, entre ellas las ambiciones de los curas y la necesidad de un mejor punto sobre el
cual comerciar, así como debido a la pobreza de sus habitantes45 y el hecho de que la legalidad de su
construcción estaba cuestionada por situarse en “ajeno dominio”. Algo que devendría de suma

42
Este caso en particular resulta un fenómeno digno de investigar, siendo ambos famosos -Palomino y Curú- por dedicarse al
saqueo, al robo, la violación y el homicidio, actuando principalmente en los actuales Departamentos de Colonia y Soriano. Más
allá del hecho delictivo en sí, resultaría interesante investigar a fondo esta banda criminal para ver el origen social de sus
integrantes, y sus motivaciones.
43
Llama fuertemente la atención la brutalidad de algunas de las penas. En uno de los casos, el malhechor recibió 200 azotes, y
fue condenado a 100 años de presidio
44
Considero que en este caso podríamos estar dando con una proto-montonera, un tema que sin dudas podría echar más luz
sobre las montoneras del siglo XIX.
45
En palabras del Párroco Casimiro de la Fuente las condiciones de vida se iban cada vez a peor, pareciéndose el pueblo ir
hacia su “total exterminio”. El mismo refería a los habitantes de Víboras cómo: “los vecinos de aquel pobre y miserable
pueblo…” resueltos a abandonar el mismo a razón de las penurias tras los saqueos. Se trataba de un pueblo de dieciséis ranchos
“infelices”, arruinados en parte por la falta de paja tras varios años de seca. Afirma luego Almeida; Ni la iglesia se salvaba de
la situación penosa; “...una obra de adobe crudo con techo de paja en un estado infeliz...” Luego añade un testimonio del Diario
del Viaje de P. Dámaso Antonio Larrañaga en 1815 quien en su paso por Víboras escribe lo siguiente sobre la Iglesia parroquial
de Víboras; “Por fuera no presenta sino un rancho miserable de paja (...) y parecía una de las más pobres capillas de campaña
(...) pero cual fue mi sorpresa cuando entrando (...) vi un retablo que, aunque de gusto antiguo, era el mejor de todo el viaje”.

13
importancia al tratar de entender el proceso revolucionario artiguista en la región. En el período previo a
la Revolución Oriental se comprenden algunos acontecimientos que dan cuenta de la conflictividad en la
sociedad colonial en torno a Las Víboras, no como verdaderas manifestaciones revolucionarias, ni mucho
menos, sino como sucesos que probablemente marcaron al pueblo, y que no estaría mal echarles el ojo y
profundizar en ellos para descubrir en ellos verdaderos problemas sociales que se engendraban en aquella
sociedad.

2.2. Las Víboras; desde la Revolución artiguista hasta el Uruguay “Independiente”. (1811-1830)
“El inicio de la crisis revolucionaria en 1810, este espacio económico-social que dejamos bosquejado va
a comenzar a desarticularse. Las luchas entre estancieros, peones y campesinos, que sobre todo hacen
eclosión con el Reglamento Provisorio de 1815, y los choques entre pobladores y hacendados (caso de
la región de Víboras y el Colla), marcan estas tensiones (Rivero, 2017, p.16)

Estando Artigas en el momento de auge de su figura en tanto jefe militar y político, como Protector
de La Liga de los pueblos Libres, y gobernando desde Purificación, le llega un petitorio de los vecinos de
Víboras buscando el traslado de Víboras46 hacia donde había pedido Casimiro de las Fuentes hacia 1802.
El permiso fue concedido por el Protector,47 y así surgió la ciudad de Carmelo, Almeida audazmente en
cuanto a esto advierte que no se trató de un simple dictamen artiguista; sino que su razón era plenamente
consecuente con el pensamiento y las preocupaciones del artiguismo sobre aquellas personas carenciadas
en lo social, lo económico, o en lo cultural, aquella preocupación tan bien sintetizada en el reglamento de
Tierras del año quince cuando refería que “los más infelices serán los más privilegiados”.48
En este sentido, quisiéramos no quedarnos en las medias tintas, y afirmar que la negación del traslado
de Víboras hacia la zona donde está hoy Carmelo por parte del Virreinato corresponde a la coacción de
los terratenientes, un fuerte grupo de presión. Mientras que la aceptación del traslado por parte del
artiguismo, quebrando con las demandas de los terratenientes -en este caso los Albín- son manifestaciones
claras y contundentes de que son expresiones de la lucha de clases en este territorio. ¿Podría afirmarse
entonces que la fundación de Carmelo corresponde a una manifestación de la lucha de clases en una
46
Víboras hacia 1815, año en el que se lanza esta segunda petición de traslado, era habitado por unas 20 familias, y tenía unos
montes muy frondosos en sus entradas, las casas eran todas de paja y estaban muy esparcidas, los vecinos debían pagar el
arrendamiento de la semilla que sembraban, “...todos aquellos contornos, lo que está libre de bosque, está lleno de abrojales y
otras yerbas perjudiciales”. (Almeida, 2015, p.39)
47
Resulta importante destacar que Artigas conocía personalmente la situación de Vïboras, y no realizó ningún trámite
burocrático de los tantos que hubiese llevado en otro contexto, ni pedido de asesoramientos, ni vistas fiscales, ni traslado “al
propietario” para que planteara oposición. La resolución llevada por Artigas decía así: “El ciudadano José Artigas, Jefe de los
Orientales, y Protector de los Pueblos Libres (...) Vista (...) la fatal decadencia -refiriéndose a Víboras- por su situación , y las
ventajas que adquirirá...mudando… a la Costa del Río Uruguay y Arroyo de las Vacas, he resuelto conceder el permiso para
dicha población (...) “ Para luego explicar los detalles de la fundación de Carmelo. Almeida expresa que estos hechos serían
tomados por los Albín como un hecho consumado y con disconformidad, mientras que la mayoría de los habitantes de la
región lo habrían tomado como un acto de justicia. Sin embargo la fundación de la nueva ciudad encontraría diversas
dificultades.
48
“El Reglamento no buscaba sólo la solución de los problemas económicos; tenía también una finalidad política, en aquella
época de lucha entre quienes eran monárquicos o centralistas, y quienes eran partícipes en la revolución con ideas republicanas
y federalistas: “...los terrenos repartibles son todos aquellos de.... malos europeos y peores americanos…”.(Almeida, 2017,
p.100)

14
región marcada por la desigualdad de la distribución de la tierra y la guerra permanente? En lo personal
consideraría que así lo fue.
La lucha de clases en este contexto aparece como manifestaciones fuertes y agudas, y numerosos
testigos de la época dan cuenta convincentemente de ello aunque probablemente sin ser conscientes, por
ejemplo “El negro” Francisco Encarnación Benites le expresó a Artigas sobre los Albin; “...desde el padre
hasta el último negro, en todo nos han perseguido y procurado de todos modos nuestro exterminio (...)
porque nosotros hemos defendido la Patria y las haciendas de la campaña”. (Almeida. 2017, p.100) En el
otro lado, podríamos citar a Carlos María de Alvear en sus memorias en 1852 dando su perspectiva desde
el Buenos Aires centralista y dominado por sus clases dirigentes; refiriéndose a Artigas como “el primero
que entre nosotros conoció el partido que se podía sacar de la bruta imbecilidad de las clases bajas
haciéndolas servir en apoyo de su poder, para esclavizar las clases superiores…” 49 (Barrán, 1986, p.71)
Volviendo a Las Víboras, las resoluciones siempre habían sido favorables hacia los Albín hasta ese
momento, cambiando la suerte de un asentamiento que con la revolución artiguista la prioridad eran
siempre los “más infelices”. En este sentido surge algo interesante, y es que los habitantes de Las Víboras
expresaron cierta unidad en cuanto a los problemas que les aquejaban, que les unían en antagonismo
contra los Albín, expresaban; que se mantenían firmes en sus planes y no abandonaban su proyecto: “con
la esperanza que el tiempo destruiría la tiranía”, y por esto explicaban, nadie hizo una sola casa y vivían
en esos “ranchos despreciables”. Afirmaban que había amanecido el día de la suspirada libertad, en el que
iban a solicitar el permiso para poder trasladarse con estas contundentes palabras;” por ya haber
desaparecido el tirano opositor que prefería el bien particular al común”. Firmaron la misiva el cura
párroco de Las Víboras Felipe Santiago Torres Leiva, y el Alcalde de Las Víboras Pedro José Zepeda. 50
Por otra parte, es preciso resaltar que en el desarrollo y la agudización de la lucha de clases que vivió
nuestra región en la verdadera revolución social en la que se había convertido el artiguismo los Albín se
habían convertido en los “Malos europeos, y peores americanos”; el propio Artigas en una carta fechada
el 3 de febrero de 1816 hacia el Cabildo de Montevideo decía; “Por eso mismo he creído más justo
acceder al clamor de éstos -refiriéndose a los vecinos de Las Víboras- y ordenar como ordenó al Sr.

49
Luego de la revolución, el artiguismo aparecía desde las perspectivas dominantes como una suerte de orden facineroso,
anárquico. Algunos desde el patriciado doctoral caracterizarían al artiguismo como la etapa en la que “fuimos el escándalo de
los pueblos”, todo lo contrario a los principios que empezaron a dominar una vez que las clases dirigentes retoman el poder tras
la ocupación luso-brasileña donde dominaría “el orden”, y el “progreso”. En este sentido hubo un esfuerzo consciente por
parte de las clases dirigentes en “cerrar para siempre la revolución”.
50
El hecho de que aparezcan curas y autoridades civiles dan cuenta de una posible red de vinculaciones y afectos durante el
proceso revolucionario, y de cómo lo heterogéneo podía unirse contra el enemigo social de los aldeanos viboreros. Si bien tal
pedido tuvo el aval de la comunidad de Víboras en su conjunto, el traslado de sus habitantes quedó en manos de los recursos y
las aspiraciones de los viboreros, esto retrasó el proceso, en parte acentuado por la mala organización y la falta de conductores
en la localidad tras la muerte de uno de los párrocos más importantes, que eran un elemento de cohesión y de importancia
cardinal en el seno de comunidades tan pequeñas. Estas mismas autoridades también pedirían autorización para utilizar los
materiales de las ruinas de la Calera de las Huérfanas en la fundación y en la construcción del nuevo poblado.

15
Alcalde Provincial que aquellas Estancias entren en el orden de las (...) agraciables” (Almeida, 2017,
p.103) -refiriéndose a las estancias de Albín y sus hijos-.
Con la ocupación portuguesa, con Lecor al mando, y la derrota militar del artiguismo que como decía
Barrán, seguía muy vivo en el país, adoptando nuevas formas entre las mayorías rurales, comenzó una
despiadada contraofensiva por parte de las antiguas clases dirigentes tuteladas por las tropas portuguesas
para recuperar lo que habían perdido durante el esplendor del artiguismo. En este marco, Albín, atento a
los acontecimientos, y probablemente muy seguro de sí, presentó nuevos reclamos para recuperar lo que
creía que le correspondía y que el infame Artigas le había quitado. No obstante, los portugueses previeron
el descontento que supondría en la campaña devolver todas las tierras a sus antiguos dueños, por lo que
dieron la posibilidad de darles protección a los poseedores sin título pero de “buena fé”. En este sentido
los ocupantes buscaron ganarse apoyos entre los ocupados que también se extendieron a otras prácticas.51
En este sentido, a Albín se le presentaron serias dificultades, pero igual lo intentó. En 1820 le escribía
a Lecor desde Buenos Aires una carta donde se pueden apreciar sus tramas, y una cuestión de clase; “Sólo
de la maledicencia y avaricia de unos pulperos intentaron, unidos al cura, años hace, que se estableciera
un anexo de capilla que está en las Cabeceras de la Estancia en el Puerto de las Vacas …” (Almeida,
2017, p.121) Albín no solo ataca a los pulperos junto al cura por los cuales los vecinos reclamaron
mudarse hacia el Arroyo de las Vacas, sino que narra también las grandes riquezas que según él poseían
sus tierras antes de la revolución y que luego “fue asolada y saqueada al principio de la revolución por el
vecindario más bien que por las Tropas Bandidas del General Patricio Don José Artigas” (Almeida. 2017,
p.123) En este sentido, Albin afirma haber perdido más de cuarenta mil pesos en un territorio del que no
pudo recuperar su posesión, y su petición ante Lecor sería la de desalojar y retirar a la población de las
cercanías de Carmelo.52
Por su parte Lecor si bien sin dejar de reconocer en Albin al legítimo propietario, no resolvió todos
sus pedidos. Y luego de varios intentos el resultado sería que tanto Carmelo como Víboras serían
reconocidos como poblados, de cierta forma esto afirmaría lo resuelto por Artigas, y que Carmelo estaba
creciendo, pero la resolución en general dejó mucho que desear para los vecinos de Las Víboras. Melchor
Albín murió aproximadamente en 1824, y no cesaron los reclamos hacia las autoridades portuguesas,
varios sucesores de Albín continuarían reclamando las tierras y el desalojo de los habitantes de Carmelo y
Las Víboras.

51
Estas prácticas eran por ejemplo el casamiento de portugueses con familias criollas, el otorgamiento de títulos aristocráticos
entre familias influyentes, o el de cargos administrativos al doctorado. Siendo entonces la forma más vistosa de opresión las
que empleaban el uso militar de la fuerza para acabar con las disidencias.
52
Es de destacar que no se utiliza el término Carmelo, sino “población del Rincón de Escobar” que es una zona que comprende
la actual ciudad de Carmelo. Se llamaban así por Gerónomimo y Luis Escobar, fueron ambos provenientes del actual Santa Fé,
los primeros propietarios de las tierras en ese lugar a principios del siglo XVIII. Se comenzaría a denominar como “El
Carmelo” recién a partir de 1822.

16
En última instancia, quisiera señalar una crítica a Almeida cuando plantea que: “Difícil fue para
Carmelo alcanzar su “derecho a ser”, creo que cualquiera podría estar de acuerdo ante tal afirmación, los
sectores dirigentes de la región en cuestión no querían que un poblado como tal existiese, sino perpetuar
el antiguo sistema de producción; pero luego expresa; “logró esa primera conquista gracias a Artigas y a
sus primeros pobladores” (Almeida, 2017, p.189). Entiendo esto como un pequeño desliz localista del
autor. Sí, los vecinos de Víboras sin lugar a dudas jugaron un rol clave en la fundación de la ciudad, así
como Artigas. Pero no se debe olvidar aquella cuestión que señalaba Barrán de “Artigas, un conductor
conducido”.53 En este sentido considero que Almeida en esta frase -quizás sin quererlo- subestima la
conexión entre lo local y lo global. El artiguismo era y personificaba una revolución social en tanto se
hizo carne de las demandas de los sectores populares de la campaña; por ende, la fundación de Carmelo
por parte de vecinos de Las Víboras responde no sólo a una cuestión de los vecinos de Víboras y de
Artigas, sino que formó un todo dialéctico con un región envuelta por la revolución. 54
Entre finales de la década de los veinte, se comenzaron a gestar fuertes transformaciones, entre ellos
el cambio de las autoridades, tras los eventos de la Agraciada, se desataría una nueva guerra que
envolvería a la región contra el dominio luso-brasileño. Un vecino de las Víboras sería partícipe del
Congreso de la Florida de 1825, el cual constituiría un Gobierno Provisorio, siendo apoyado por gauchos
y caudillos de toda la campaña, designando a Lavalleja como máximo jefe militar. El 25 de Agosto de ese
mismo año se proclamaba la independencia de la Provincia y su unión a las demás Provincias Unidas del
Río de la Plata, desencadenando esto la declaración de guerra del Brasil sobre las Provincias Unidas. Tras
el triunfo de las fuerzas provinciales en Ituzaingó en 1827, comenzaron a abrirse paso las tratativas de paz
con la mediación de Gran Bretaña.
Tras la Convención Preliminar de Paz, se comenzaba a perfilar la creación de un Estado
“independiente” sin límites claros, un tratado que “no reconocía la voluntad independentista del pueblo
oriental” (Nahúm, 2021, p.22) Durante este transcurso de tiempo, los sucesores de Melchor Albín luego
de un paréntesis, prosiguieron los trámites, firmando un nuevo petitorio hacia Montevideo en 1829, en el
que afirmaban que donde Melchor Albín poseyó la Estancia en las Vacas, hacía 16 años que se había
establecido en ella un Pueblo “atropellando éste la propiedad” (Almeida, 2017, p.154), por su parte, las

53
Artigas es de esas figuras de la historia que surgen y se forjan en contextos de tensión y lucha, pero también fue movido por
un colectivo que desde tiempo atrás expresó de múltiples formas su afán por un “arreglo de los campos”. Artigas materializó
en el arreglo de tierras de 1815 una demanda social existente en la campaña, buscando así mismo desde su visión como líder el
repoblamiento de la campaña y hacer “justicia social”.
54
Por otra parte, considero totalmente pertinente el planteo del autor; las autoridades virreinales prohibieron tal poblamiento,
así mismo las autoridades portuguesas, no quisieron perjudicar a los propietarios, y los primeros gobiernos nacionales
utilizaron principios jurídico-filosóficos que se inclinaban decididamente en favor de los propietarios; en síntesis, sí es correcto
afirmar que Carmelo fue fundada por Artigas tras su resolución del 12 de febrero de 1816 desde su Cuartel General en
Purificación, y agregaría, también lo fue por la revolución social que gestó al artiguismo, y todos los actores que fueron parte
de la misma.

17
autoridades se negaban a desalojar al “pueblo intruso” entendiendo que el desalojo de todo un pueblo
acarrearía diversas dificultades.

Parte III: La microrregión de las Víboras en el Uruguay “Independiente”.


3.1. Las Víboras y un breve lapso de paz. (1830-1837)
A partir de un censo efectuado en 1836 podemos saber que en Víboras había tras las sucesivas
guerras 68 hogares y 310 personas. Ya era un pueblo pequeño respecto a Higueritas- Nueva Palmira, con
un total de 386 habitantes, pero también con múltiples dificultades, se vió en riesgo de ser despoblada
durante la invasión portuguesa. Hacia 1831, tras largos trámites llevados a cabo por los sucesores de
Albín, y tras muchos fracasos judiciales, se llegó a la deseada indemnización por una Estancia de 3 y
media leguas cuadradas, 6.600 hectáreas menos de lo que reclamaban los sucesores de Albín, pero con el
valor más elevado de los indicados por los tasadores, por lo que para sus fortunas, se abonó el monto que
más les convenía.55 Las Víboras sería comprada por Antonio Susso, vecino de Buenos Aires en 1834 por
la suma de 14.000 pesos.
En cuanto al Estado uruguayo y su reciente conformación, las luchas personales de los caudillos y
sus partidarios configurarían el nacimiento de las divisas, vinculadas con los países vecinos. Álvaro Rico
refiere a este período de la siguiente manera: “es una demostración de que el fin de la guerra de
independencia o de liberación nacional –que en nuestro país alcanzó la forma específica de revolución
popular– no concluyó con el fenómeno bélico sino que lo prolongó como el principal medio político para
resolver los diversos conflictos heredados de la etapa colonial, entre otros, el escaso sentido de
pertenencia nacional, la pluralidad de estructuras de poder, las rivalidades entre personalidades y la
heterogeneidad de las divisas-partidos, la falta de demarcación de los límites territoriales y las
intervenciones extranjeras, la debilidad del orden interno y la inconsistencia de una autoridad política
central, la enemistad entre connacionales, etc.” (Rivero, 2017, p.52)

3.2. La Guerra Grande asoló la región. (1837-1852)


La Guerra Grande fue un enfrentamiento militar, e ideológico,56 regional, nacional e internacional
sobre un país cuyo Estado estaba apenas gestándose, enfrentando principalmente a la divisa blanca y la
colorada, aliados de los partidos de las Provincias Unidas “federales” y “unitarios” respectivamente. La
injerencia extranjera directa por parte de Francia e Inglaterra confirmaban la dependencia de la región
para con el mercado mundial. Este enfrentamiento tuvo fuertes repercusiones en todo el Río de la Plata,

55
“El representante de los Albín manifestó que se conformaría con el monto que fijara el Gobierno como indemnización”
(Almeida, 2017, p.177) El fisco terminaría entregándole a la familia Albín una indemnización de 14.000 pesos.
56
Rivero refiere en cuanto a esto que fue un enfrentamiento entre un proyecto de país”tradicional” y otro “moderno”; una lucha
ideológica entre tendencias autoritarias y liberales, americanas y/o pro-europeas, entre caudillos y doctores, entre
“civilización”, y “barbarie”.

18
tanto por la extensión del conflicto, como por las repercusiones sociales, políticas, y económicas que
traería consigo.57
A fin de cuentas, como refiere S. Rivero; “la Guerra Grande (1839-1852) se presenta de manera tan
compleja y elusiva que no basta la simple enumeración de factores, ni los amplios trazos del esquema,
para abarcar sus significados.” (Rivero, 2017, p. 4) Siendo esta región parte de la frontera con la “Santa
Federación” de Rosas, vivió la guerra de una forma especial. Toda la región mantuvo vínculos regionales
con las Provincias Unidas, con un entorno económico volcado hacia el estuario del Río de la Plata. Sería
una región de tránsito de emigrados políticos del régimen de Rosas, además de un punto particularmente
importante por su importancia estratégica al poder dominar por vía marítima.
Rivero plantea que los conflictos por la tierra entre ocupantes y estancieros de la etapa artiguista
lejos estaba de estar muerta, y en esta etapa se tradujo en el fraccionamiento de la propiedad privada; que
mediante los choques entre bandos terminaron debilitando a los sectores criollos en pugna, posibilitando
la instalación en la región de las primeras “estancias-empresas” y colonias agrícolas.58 Víboras no escapó
de la realidad de la guerra por poca fortuna para sus habitantes. En toda la microrregión se vivieron varios
choques armados como consecuencias del conflicto. 1846 fue un año devastador para la pequeña Víboras,
siendo la localidad un escenario de un enfrentamiento armado considerado por sus habitantes y vecinos
como una definitiva extinción.

3.3. La Guerra Grande, la casi destrucción de Víboras, y el cuestionamiento a la Propiedad


privada.
El enfrentamiento armado que tuvo como campo de batalla la propia localidad de Víboras fue largo
según Enrique Almeida. Las tropas coloradas al mando de Don Fructuoso Rivera se impondrían por las
armas a las tropas de la divisa blanca al mando de Jayme Montoro. No podemos saber con certeza sí por
omisión -porque las tropas escapaban del control de su caudillo-, o con el permiso de su jefe -una forma
muy habitual de recompensación de los caudillos y generales de la época hacia la tropa-, las tropas
triunfantes saquearon y destruyeron a las Víboras, afectando a esa población de una manera muy
profunda, dando prácticamente por terminada su existencia.
Una interesante fuente que da cuenta de esta situación es cuando el Comandante General del
Departamento de Colonia, Lucas Moreno efectúa una consulta al sacerdote de Carmelo, José Sancho
sobre el Curato, la respuesta es que el Curato siempre ha residido en el Pueblo de Vïboras, y que había

57
Por ejemplo configurando la división dicotómica política propia de la historiografía clásica y tradicional entre “campo” y
“ciudad”, y configuraría la transición desde las estructuras pre-capitalistas hacia otras de un capitalismo rudimentario y
dependiente, consolidándose sobre todo a partir de la modernización.
58
En este sentido, el departamento de Colonia fue una región de avanzada en el desarrollo de la modernización en el Uruguay.
Esto puede verse reflejado en el temprano proceso de mestización tanto ovina como bovina. Así como en el predominio de
formas medianas y pequeñas de propiedad, constituyéndose estos factores como un sello del departamento que puede reflejarse
hasta la actualidad..

19
sido servido por el Presbítero Don Santiago Torres Levya, quien desempeñó esa función desde 1808 hasta
el 1848, muriendo apenas 2 años antes del saqueo y la destrucción de Las Víboras. En ese transcurso de
tiempo añadía José Sancho, Víboras fundó y fomentó al Pueblo de Carmelo, y los curas de Carmelo
habían servido para ese propósito, y luego agrega:
“A este mismo tiempo fueron incendiados estos Pueblos por los Salvajes Unitarios, estos demolieron la
Iglesia Parroquial (de Víboras) con toda su población, trasladaron los restos a este pueblo (Carmelo), y
trajeron un Sacerdote de Montevideo para que se hiciese cargo del Curato; éste siguió a los Salvajes
Unitarios en su huida”. (Almeida, 2015, p.59)
Sería pertinente agregar como advertía Barrán, que existía una conexión entre la cultura bárbara, el
desenfreno, la glorificación del combate cuerpo a cuerpo, y aquella noción de Varela de que “la guerra es
el estado Normal de la República”. Agrega; “todos los testimonios han deducido que esta economía
preparaba a su mano de obra para la guerra y los crímenes de sangre” (Barrán, 2021, p.35) Luego hay que
agregarle lo que refiere a qué pasaba con la población una vez acaecidos los conflictos; Rivero afirma que
luego de una batalla, la población de la región se dispersaba hacia los montes, resultando elocuentes los
casos de Carmelo, Víboras y Colonia.59
En 1849, apenas tres años luego de acontecidos los combates en Víboras, hubo un incidente que es
mencionado por Almeida y que establece relación en cuanto al desarrollo de la propiedad privada. Susso,
el nuevo dueño del territorio que abarcaba Las Víboras se encontraba preocupado. ¿por qué? Como
propietario buscó hacer uso de sus montes en esta época en que Víboras estaba cuasi-destruida, y las
autoridades locales no se lo permitieron hasta recibir autorización de sus superiores. Susso afirmaba que
tenía parados a sus trabajadores, argumentó que para esto solicitó que se impartiera orden a las
autoridades locales para poder hacer uso de su propiedad.60
En 1850 responde el comandante del Departamento de Colonia, Lucas Moreno al gobierno del
Cerrito que Antonio Susso había puesto un corte de leña en el monte de las Víboras, tanto en el lugar de
las Chacras y del destruido Pueblo de Nuestra Señora de los Remedios, y que los vecinos se habían
presentado quejándose porque Susso destruía el monte “para negocio”, mientras que ellos lo utilizaban
para las necesidades de la comunidad. Aún así Susso61 afirmaba que el Pueblo de Víboras le pertenecía

59
Hay que sumarle los destrozos económicos que suponía para la región la propia guerra; la depradación sin discriminación del
ganado, el consumo indiscriminado por parte de los saladeros, la destrucción de las distintas poblaciones como las
confiscaciones a los vencidos. Se trataba de una situación general sobre la cual los grupos de poder que eran quienes más
tenían para perder -y a menudo más perdían- tenían poco por hacer para revertir el estado de las cosas.
60
En 1834 Susso obtuvo una copia de la escritura por la cual en 1834 había comprado el campo. El mismo, fue expedido en
abril de 1849, con un encabezado acorde a las exigencias del entonces Gobierno de Buenos Aires; “Un sello, 1849 - MUERAN
LOS SALVAJES UNITARIOS - VIVAN LOS FEDERALES”. Ese mismo año Susso emprende trámites ante el gobierno del
Cerrito que respondía a la divisa blanca pues Pueblo de Víboras se hallaba bajo la jurisdicción de la divisa blanca. El hijo de
Susso, Antonio, emprendió en nombre y representación de su padre, pues él mismo se trasladó para tomar posesión de los
campos de su propiedad en Las Víboras, trajo cinco hombres para dicha tarea, pues el lugar había estado abandonado durante
la guerra.
61
Almeida toma también nota de lo expresado por el hijo de Susso, dando cuenta de la mentalidad de estos sectores;
“...algunos vecinos… por largo tiempo han gozado el usufructo de las tierras, pastos, montes, y demás de dicho campo….” y
agrega luego un comentario: “que esos vecinos se han quejado, pero que mucha mayor razón tenía su padre para que se le

20
pues el terreno también era de él, no obstante Moreno dispuso que cesara el corte, y que pudiese llevarse
la leña ya extraída, entendiendo que no estaba seguro de la forma en que Susso había adquirido esas
tierras. Las Víboras pronto empezaría a dar signos de repoblamiento,62 prosiguiendo los conflictos con los
dueños de la tierra.63
Consideramos que podría apreciarse dos tipos de concepciones de la propiedad; una “para negocio”,
y la otra “para las necesidades de la comunidad”. En este marco en que los conceptos y las formas de
concebir la propiedad evolucionaban, y se enfrentaban entre distintos intereses es en el que la Guerra
grande concluye y el Uruguay se transformaba. La propiedad avanzaría hacia formas superiores de
definición, y las antiguas formas de explotación comunales se percibían por las clases dominantes cada
vez más como concepciones feudales, elemento retardatarios y deseables para su destrucción. Sin darse
de forma consciente, esta pugna de ideas, intereses, y conceptualizaciones eran manifestaciones que
adoptaba la lucha de clases en un marco en el que el mercado mundial se consolidaba y la modernización
del agro iban a transformar al Uruguay caudillesco para siempre.

3.4. La Destrucción de Víboras de 1862, ahora por la civilizada justicia burguesa.


“Al finalizar la guerra en 1851, el Uruguay, siguiendo esta onda expansiva, se integra en la economía
capitalista mundial, en un proceso que se ha llamado de “crecimiento hacia afuera”. Como marcaban los
postulados librecambistas del economista británico David Ricardo, unos países debían producir materias
primas y otros productos manufacturados, dentro de la división internacional del trabajo.” (Rivero,
2017, p.51)

Concluida la guerra, la modernización del agro64 llevó a una serie de cambios políticos,
institucionales y tecnológicos que modificaron las bases agrarias de la economía uruguaya. Desde
enfoques más recientes como el de María Inés Moraes, se definen estos procesos como los del ingreso de
la producción rural a las formas capitalistas de producción o de transición agraria al capitalismo.
La destrucción de Víboras en 1846 por las tropas de Rivera no terminó suponiendo la destrucción
definitiva del poblado. La población se dispersó en los montes, y muchos de ellos permanecieron en las
chacras del ejido. Hacia 1852 Antonio Susso reclamó a las autoridades de la República la propiedad de

respetara y se le dejara el libre goce de “su propiedad” y luego continúa citando al hijo de Susso; para “hacer uso de ella -la
propiedad- cuando le convenga, sin que sea necesario cada vez… presentarse munido de los documentos ..., ante autoridades
transitorias, y que por consiguiente no pueden conocer a los antiguos dueños de los campos que gobiernan” (Almeida, 2015,
p.67).
62
El Fiscal Caravia expresó sobre el asunto; “...si los vecinos de Partido de las Víboras pretendiese el exorbitante derecho de
prohibir a los poseedores (...) el goce de sus montes, apropiándose, lo deduzcan en el juzgado correspondiente”. (Almeida,
2015, p.68). La resolución final del Gobierno del Cerrito daría derecho por igual a los vecinos de Las Víboras y al propio
Susso de explotar los montes, por su parte; Susso debía depositar los documentos en los cuales él invoca derechos ante el
Ministerio de Gobierno.
63
Existe incluso constancia de que el propio Oribe por pedido de Lucas Moreno se construyó un templo en la localidad. En
una carta Moreno expresaba sobre Las Víboras: “que habiendo quedado completamente destruido el Pueblo de las Víboras a
consecuencia de la guerra que ha pasado por el país, pidió y obtuvo del General Oribe una orden para construir en aquel
pueblo, un templo” (Almeida, 2015, p.78) Ya hacia el final de la guerra, los documentos dan muestra de que Susso pretendía
venderle aquellas tierras al Estado, ya en un marco en el que comenzaba a gestarse la modernización del Uruguay Rural.
64
Conceptualización realizada por los historiadores uruguayos J. P. Barrán y B. Nahúm.

21
las tierras sobre Víboras, vendiéndose parte de las mismas a José Fernandez. Ante esta acción, el gobierno
falló por los ocupantes de tierras; “... y que al contrario, ha dispuesto el Gobierno que por ahora no se
inquiete a ningún ocupante de tierras, mientras no se adopte en mejor oportunidad y con todos los
antecedentes necesarios una resolución general y definitiva...” (Ibíd, p.140)
Rivero afirma65 que hacia 1862 la Comisión Auxiliar de Nueva Palmira se quejó ante la junta
porque “muchos vecinos que existen y han nacido allí” están expuestos a ser expulsados (Rivero, 2014,
p.70). Víboras contaba con el apoyo de Nueva Palmira ante lo que parecía un gran atropello. La justicia
que hasta entonces, tras autoridades virreinales, revolucionarias, portuguesas, y republicanas, habían
tenido en cuenta los intereses de los habitantes de Víboras. Esto en 1862 dejaba de ocurrir. La justicia
terminó fallando en favor del propietario, desalojando a los pobladores, e incendiando los ranchos.
Agrega Rivero; “Para la junta era incomprensible “el hecho del incendio de tantos hogares y el
lanzamiento de sus habitantes nacionales todos y en número considerable, en interés de un extranjero que
con más fortuna ha tenido los medios de darse razón y obtenerla de la justicia” (Rivero, 2014, p. 70).
“A fines de Febrero fueron incendiados por disposición del Juzgado Civil veintitantos ranchos que
existían como por repoblación en (...) el antiguo Pueblo de las Víboras (...) Los interesados incendiados
no pueden (...) comprender la independencia del Poder Judicial, y ... se lamentan de que el Gobierno
consienta en su despojo y los abandone así”. Así, numerosos ocupantes son desalojados, sin operar la
protección del estado” (Ibíd, p.141).
Rivero en Modernización en Colonia (2014) refiere a estos conflictos por la tierra con más detalle;
afirma que los mismos asumieron distintas formas y características en los últimos tramos del siglo XIX.
Los problemas referentes a la tenencia de la tierra eran de larga data en la región como se puede ver en el
desarrollo de este trabajo. El reglamento de tierras del año 1815 generó una dura pugna entre propietarios
y donatarios, manteniéndose fuerte tras la salida de la Guerra Grande, cobrando según Rivero mayor
amplitud con la intervención de las empresas colonizadoras a finales de 1850. A partir de la consolidación
del aparato estatal durante el período militarista comenzaría a buscarse una solución a muchos de estos
conflictos.66 Añadiendo el problema de; ”La falta de precisión entre la tierra pública y la tierra privada fue
otro problema -presente en el departamento desde la década de 1830-. (Rivero, 2014, p.68)
Por último, quisiéramos dar cuenta de la tragedia a través de las fuentes67, mostrar algunos
ejemplares de las órdenes de los jueces de paz que ordenaron el arrasamiento de Víboras, las fuentes
hablan por sí mismas con el propio lenguaje y términos que emplean, dando cuenta de la brutalidad del
65
Pero la situación se revirtió pronto; “.. Pero en 1862, la Comisión Auxiliar de N. Palmira mandó nota a la Junta de Colonia,
expresando que la Comisión había sido informada con sorpresa de que el Juez Letrado de la 2ª. Sección del Estado había
mandado reconocer a José Fernández como propietario del “terreno en que estuvo fundada la inmemorial parroquia de las
Víboras ...”. (Ibíd)
66
Otro de las cuestiones que terminarían por expulsar a la población del campo es el fenómeno que ocurría con la población
ganadera. La junta consigna que con el aumento poblacional de los agricultores en los pueblos de la costa alejaba de sí a la
población dedicada al pastoreo, la cual dispersaba “como intrusos ó arrendatarios, ocupan los campos de particulares”, los que
terminan por echarla.“ (Rivero, 2014 p.70)
67
Una de ellas, aunque no tan cruda como la que se expondrá a continuación, será colocada en el anexo 3 del trabajo, donde
también se refiere al insendiamiento de la población, y en términos de intrusos a los habitantes viboreros.

22
hecho que implicó el incendiamiento de los hogares de los viboreros. A continuación se dejará la cita que
considero que mejor ilustra la situación, extraída del trabajo de la obra de Almeida Pueblo de las Víboras.
Terratenientes y jueces. En anexos estará la copia de un documento similar que da cuenta de la misma
situación, (Véase anexo 3) aunque fechada ocho días antes de la que aquí se presenta.
“Seguidamente, creyendo innecesario notificar a cada individuo en particular por ser el despacho
ampliamente terminante determiné intimarles el desalojo a todos en general dándoles el término de 24
horas para que dentro del cual desalojasen la posesión que ocupan en el concepto de no verificarlo
procedería al insendiamiento [sic] de las poblaciones.-Al efecto, transcurrido que fue el referido término
procedía acompañado de la fuerza pública a incendiar las poblaciones, dejando cumplido de este modo
el despacho recibido, y sólo si no se procedió al depósito de las haciendas de los intrusos, en razón que
uno de ellos tan solo tenía ganado, y éste lo quitó en el acto que supo que había llegado el que suscribe,
a este distrito. Y no siendo para más este acto, y cumpliendo con lo que se me ha ordenado, se devuelve
al Señor primer Suplente de Alcalde Ordinario, diligenciado en los términos indicados, en el distrito de
Víboras, a 25 de febrero de mil ochocientos sesenta y dos.” (Almeida, 2012, p.176)

Parte IV. Reflexiones.


Víboras fue un pueblecito pequeño de unos tantos ranchos ubicado en torno a un arroyo, vastos
montes y praderas llenas de una de las principales riquezas de la Banda Oriental de ese momento; una
mina de ganado. Víboras aunque pequeña, no escapó de tensiones, violencias, de la existencia inobjetable
de grupos sociales, intereses antagónicos, y luchas sociales, que involucraron autoridades locales,
regionales, nacionales e incluso internacionales.
En este marco no se puede pensar en historias regionales que no hieran sensibilidades y sin
conflictos, menos en el marco de una sociedad de clases. En este sentido la historia social tiene mucho
para aportarnos. Existió en torno a Las Víboras un entramado social mucho más complejo del que da
cuenta Almeida, configurándose los distintos espacios como los montes; siendo estos espacios dinámicos,
que influían y eran influidos por aquellas mujeres y hombres. Y el espacio también afectó en las
mentalidades y las sensibilidades de aquellas personas; era gente acostumbrada al dolor y a las
sensaciones hostiles; al frío, y a un medio inclemente, eran personas raramente alfabetizadas, de acción,
acostumbrados a la violencia y a solucionar pleitos con armas blancas.
El espacio no sólo era un complejo geo-biológico de lo más rico ubicado frente al estuario del Río
de la Plata; se trataba de un mundo dominado por la naturaleza, y donde el peligro podía acechar desde
cualquier lugar; donde los pumas y los perros cimarrones abundaban; ¿Cómo se podía no ser duro si el
principal sustento económico de la región consistía en degollar vacunos? Y no nos podemos olvidar de la
tan infravalorada agricultura -especialmente por la historiografía clásica- sin la cual no se podría entender
la red comercial regional que integraba tantas pulperías en una microrregión tan poco poblada y donde la
población vivía tan fragmentada. Eran hombres y mujeres curtidos por y para la violencia, y en muchos
casos por la desigualdad distributiva de la tierra; y no fue sino cuando la violencia encarnó en guerras
cuando los gauchos comieron y depredaron como bárbaros los recursos que los sectores patricios
comprendían como propios.

23
En la destrucción de Las Víboras de 1846 hubo mucho de salvajismo y de barbarie por parte de las
tropas de Don Frutos, pero quizás poco y nada podría envidiarle tal situación a la barbarie y el salvajismo
auspiciado por órdenes de jueces -de paz- de una sociedad civilizada presidida por Bernardo P. Berro que
en tiempos de paz se ponía al servicio del mercado mundial, y en la que la Propiedad privada se convertía
progresivamente en la única forma de propiedad reconocida por parte del Estado. La orden civilizada fue
el “insendiamiento” de las poblaciones de “intrusos”, de quienes llevaban un siglo allí asentados en
constantes pleitos por unas tierras que pasaron tantas veces de manos pero que eran fruto de un robo
ancestral; el de la corona española sobre las tierras americanas. Víboras, fue bastión del artiguismo, de
emigrados de muchas partes, población de comerciantes, agricultores y montaraces, de bandidos,
soldados, esclavos, mestizos, patricios, faeneros, pequeños productores ganaderos, y de Anacleto Medina,
una figura interesante de abordar.
Resulta claro al visualizar todos estos elementos que Víboras no fue un simple paraje de unos
simples ranchos pobres luchando por existir, fue mucho más, pero también debe comprenderse como una
parte de un todo. Y que en el día después del insendiamiento continuaron existiendo viboreros, y en este
sentido también sería interesante pensar futuras investigaciones.

24
5. Bibliografía y webgrafía.
5.1. Bibliografía.

Almeida, Enrique, Pueblo de las Víboras. Terratenientes y jueces. Ediciones del archivo. Montevideo.
2015.
Almeida, Enrique, Carmelo, Terratenientes y burocracia. Ediciones del archivo. Montevideo. 2017.
Barrán, José Pedro. Historia de la sensibilidad en el Uruguay, la cultura “bárbara”, el disciplinamiento.
Ediciones de la Banda Oriental. Montevideo. 2021
Barrán, José Pedro. Nahúm, Benjamín. Proletariado ganadero, caudillismo y guerras civiles en el Uruguay
del novecientos y otros artículos. Ediciones de la Banda Oriental. Montevideo. 2021.
Caetano, Gerardo. Rilla, José. Historia Contemporánea del Uruguay. De la Colonia al siglo XXI. Editorial
Fin de Siglo. Montevideo. 2016
Nahúm, Benjamín. Breve Historia del Uruguay Independiente. Ediciones de la Banda Oriental.
Montevideo. 2020.
López, Daniel, Asesinato de una pulpería de la Villa del Colla, La villa, la Real Estancia, y la Justicia a
fines de la época colonial. Mastergraf Sl. Montevideo. 2017.
Rivero, Sebastian. La Guerra Grande en Colonia. Extranjeros y criollos. (versión corregida y aumentada)
Montevideo. Obra digitalizada en el 2017.
Rivero, Sebastian. La Modernización en Colonia. Apogeo y declive de la clase comerciante, Tesis,
Universidad de Montevideo. Montevideo. 2014.
Rivero, Sebastian. Los procesos, y la larga duración en la historia regional. 2009.
5.2. Webgrafía.
Pequeña reseña biográfica de la vida de Enrique Almeida Onetto, autor elegido para pensar el
trabajo. La biografía alcanza probablemente sus investigaciones hasta el 2010. Link:
https://bit.ly/3rKn8Hq
Revista de la Biblioteca Nacional, Nº24, (1986) Extracto: Barrán. “La independencia y el miedo a la
revolución social en 1825”. Link: https://bit.ly/31GDExa
Presentación del libro “Nueva Palmira. Proceso Fundacional (2021) , El Eco. Carmelo. Link:
https://bit.ly/3EOJQ4X

25
6. Anexos
6.1. Anexo 1. El Partido de las Víboras en el mapa.

[ Se trata de una representación satelital editada personalmente a partir de información extraída, y de


mapas existentes en el Museo y Archivo del Carmen de la ciudad de Carmelo.]

26
6.2. Anexo 2: Archivos sobre desalojo de intrusos.

Legajo Nº4, D. José Fernandez sobre desalojo de intrusos. Archivado año 1860. (archivo f 286)
Fotocopias de toda la documentación extraída del Archivo General de la Nación sobre el Pueblo de
Víboras (desalojo e incendio), donados por el autor del libro “Pueblo de Víboras, terratenientes y jueces”
del historiador Enrique Almeida al Archivo y Museo del Carmen.

27
6.3. Anexo 3: Documento sobre desalojo de Las Víboras en 1860.

Transcripción:

Don Juan Anto Rodriguez primer suplente de Alcalde ordinario en ejercicio de la jurisdicción de Carmelo.
Del juez de paz de la cuarta sección hago saber que a consecuencia de un dispendio nombrado anteriormente para
hacer desalojar del campo que pertenece al extinto pueblo de Víboras a varios que indebidamente se hayan ocupando
y cuyo desalojo habrá lugar, se libró por el Señor Juez las actas (...) otro para que incendien las poblaciones de los
intrusos, y se de posesión de las haciendas que en el campo se hallen camino de la propiedad de los mismos. Y aquí
de que hubo (...) natural cumplimiento (...) libro el presente poniendo si lo considerase necesario (...) el de la fuerza
pública, el que me devolverá diligenciada en forma (...)
Dada en el Carmelo a diecisiete de febrero de mil ochocientos sesenta.

28

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