Está en la página 1de 21

Expediente No.

Especialista legal:
Cuaderno: PRINCIPAL
Escrito No.
DEMANDA AMPARO CONSTITUCIONAL

AL JUEZ DE AMPARO:

FULANO DE TAL, debidamente identificado con DNI No…. y con domicilio real en…, distrito
de…, provincia de…, departamento de…, señalando domicilio procesal en…; ante usted
respetuosamente me presento y expongo:

I. PETITORIO

Al amparo del derecho a la protección judicial de los derechos fundamentales, reconocido


en el artículo 200°.2 de la Constitución Política y el artículo 25 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (CADH), interpongo demanda de PROCESO CONSTITUCIONAL DE
AMPARO contra la Resolución No. 00046-2021-JNE de 8 de enero de 2021 (LA QUE
CORRESPONDA A LA LOCALIDAD), dictada en mayoría -con uso de voto dirimente- por el
presidente de Jurado Nacional de Elecciones (JNE) y miembro de dicha instancia electoral-,
por la cual se declaró INFUNDADO el recurso de apelación interpuesto por el personero
del Partido Aprista Peruano y, en consecuencia, CONFIRMAR las Resoluciones Nos. 00031-
2020-JEE-HVCA/JNE y 00032-2020-JEE-HVCA/JNE de 27 de diciembre de 2020 (LA QUE
CORRESPONDA A LA LOCALIDAD), que declararon IMPROCEDENTE la solicitud de apertura
del sistema DECLARA con la finalidad de culminar con la inscripción de lista de candidatos
para el Congreso de la República de la organización política PARTIDO APRISTA PERUANO
(PAP), en defensa del derecho de participación política; por las consideraciones de hecho y
de derecho que líneas abajo serán expuestas.

II. NOMBRE Y DOMICILIO DE LA ENTIDAD AGRESORA

La demanda se dirige contra el Jurado Nacional de Elecciones, a la cual deberá notificarse


en Avenida Nicolás de Piérola 1070, Cercado, Lima. Asimismo, la demanda deberá
entenderse con el Procurador Público del Jurado Nacional de Elecciones, a quien se
notificará, igualmente, en Avenida Nicolás de Piérola 1070, Cercado,Lima.

III. FUNDAMENTOS DEL PETITORIO

III.1. Los errores de la resolución contestada

III.1.1. La tipología de los errores que pueden ser objeto de control constitucional

Corresponde señalar que la apelación se interpone por el hecho de que la resolución


contestada ha incurrido en diversos vicios de motivación y errores de interpretación
iusfundamental, conforme a la tipología establecida por la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional, que es la siguiente:

5. Al respecto, el Tribunal ha establecido que no es labor de la judicatura constitucional subrogar al juez


ordinario en la interpretación y aplicación de los dispositivos legales. Por el contrario, y siempre conforme a
la jurisprudencia de este órgano colegiado, solo cabe revisar las decisiones emitidas por la judicatura
ordinaria si se ha producido: (1) vicios de proceso y procedimiento, es decir, supuestos de (1.1) afectación de
derechos que conforman la tutela procesal efectiva, y (1.2) defectos de trámite que inciden en los derechos
del debido proceso; (2) vicios de motivación o razonamiento, que puede referirse a (2.1) deficiencias en la
motivación interna o a externa y a supuestos de (2.2) motivación inexistente, aparente, insuficiente o
fraudulenta, etc.; y (3) errores de interpretación iusfundamental (o de motivación constitucionalmente
deficitaria), los cuales pueden ser (3.1) errores de exclusión de derecho fundamental, (3.2) errores en la
delimitación del derecho fundamental y (3.3) errores en la aplicación del principio de proporcionalidad. 1

III.1.2. Los errores de la resolución contestada

A partir de la tipología establecida por la doctrina consolidada del órgano de control de la


constitucionalidad, cabe sustentar que la resolución contestada adolece de los siguientes
vicios:

III.1.2.1. Error de exclusión del derecho de participación política, en la dimensión objetiva


de la manifestación de derecho a ser elegido, que impone al Estado el deber de
generar mecanismos óptimos para hacer efectivo el ejercicio de los derechos
políticos.

III.1.2.2. Error por defecto en la delimitación del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva,
al omitir en la dimensión objetiva de su contenido los principios del
procedimiento administrativo de informalismo y eficacia.

III.1.2.3. Error por defecto en la delimitación del derecho al debido proceso, al omitir
dentro de la dimensión objetiva del contenido del derecho al debido
procedimiento electrónico los principios de equivalencia funcional e igualdad de
responsabilidades.

III.1.2.4. Error por defecto en la delimitación del derecho a la seguridad jurídica, al omitir
dentro de su contenido los principios de protección de la confianza legítima y
protección contra el cambio súbito.

III.1.2.5. Vicio de motivación por motivación insuficiente.

III.1.3. Infracciones de la Constitución de la resolución contestada

La resolución denunciada agravia el derecho de participación política del Partido Aprista


Peruano, en tanto en cuanto organización política y vehículo de una corriente de opinión

1
Sentencia del Tribunal Constitucional (STC) Expediente No. 00506-2016-PA, Fundamento Jurídico (FJ) 5.
pública, así como el derecho de sufragio pasivo de los afiliados que fueron elegidos
candidatos al Congreso de la República, al igual que de los no afiliados que, en calidad de
invitados, fueron designados en las listas parlamentarias del PAP.

Por otra parte, la resolución contestada también agravia los derechos a la tutela
jurisdiccional efectiva, al debido proceso y a la seguridad jurídica, tanto de la organización
política cuanto de los afialiados y no afiliados que, en calidad de elegidos y designados,
respectivamente, fueron integrados a las listas parlamentarias cuya inscripción se frustró
por la generación de un mecanismo informático no óptimo y la denegación del recurso
sencillo y rápido que eficazmente proteja los derechos fundamentales en juego.

III.2. Desarrollo de los motivos de amparo constitucional

III.2.1. Error de exclusión del derecho de participación política, en la dimensión objetiva


de la manifestación de derecho a ser elegido que impone al Estado el deber de
generar mecanismos óptimos para hacer efectivo el ejercicio de los derechos
políticos

III.2.1.1. Las disposiciones constitucional y convencional directamente estatuidas que


reconocen el derecho de participación política

La Constitución Política del Perú reconoce el derecho de participación política con la


siguiente disposición de derecho fundamental:

Artículo 2.- Toda persona tiene derecho:

[…]

17. A participar, en forma individual o asociada, en la vida política, económica, social y cultural de la Nación. 
Los ciudadanos tienen, conforme a ley, los derechos de elección, de remoción o revocación de autoridades,
de iniciativa legislativa y de referéndum.

A su vez, el artículo 31 de la Ley Fundamental delimita el derecho de participación política:

Artículo 31.- Los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos públicos mediante referéndum;
iniciativa legislativa; remoción o revocación de autoridades y demanda de rendición de cuentas. Tienen
también el derecho de ser elegidos y de elegir libremente a sus representantes, de acuerdo con las
condiciones y procedimientos determinados por ley orgánica.

Es derecho y deber de los vecinos participar en el gobierno municipal de su jurisdicción. La ley norma y
promueve los mecanismos directos e indirectos de su participación.

Tienen derecho al voto los ciudadanos en goce de su capacidad civil. Para el ejercicio de este derecho se
requiere estar inscrito en el registro correspondiente.

El voto es personal, igual, libre, secreto y obligatorio hasta los setenta años. Es facultativo después de esa
edad.
La ley establece los mecanismos para garantizar la neutralidad estatal durante los procesos electorales y de
participación ciudadana.

Es nulo y punible todo acto que prohíba o limite al ciudadano el ejercicio de sus derechos.

Sobre las organizaciones políticas como instrumentos organizativos adecuados para el


ejercicio del derecho de participación colectiva en la vida política del país, el artículo 35 de
la Constitución Política estipula:

Artículo 35.- Los ciudadanos pueden ejercer sus derechos individualmente o a través de organizaciones
políticas como partidos, movimientos o alianzas, conforme a ley. Tales organizaciones concurren a la
formación y manifestación de la voluntad popular. Su inscripción en el registro correspondiente les concede
personalidad jurídica.

Mediante ley se establecen disposiciones orientadas a asegurar el funcionamiento democrático de las


organizaciones políticas y la transparencia sobre el origen de sus recursos económicos, así como su
verificación, fiscalización, control y sanción.

El financiamiento de las organizaciones políticas puede ser público y privado. Se rige por ley conforme a
criterios de transparencia y rendición de cuentas. El financiamiento público promueve la participación y
fortalecimiento de las organizaciones políticas bajo criterios de igualdad y proporcionalidad. El
financiamiento privado se realiza a través del sistema financiero con las excepciones, topes y restricciones
correspondientes. El financiamiento ilegal genera la sanción administrativa, civil y penal respectiva.

Solo se autoriza la difusión de propaganda electoral en medios de comunicación radiales y televisivos


mediante financiamiento público indirecto.

Por su parte, la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) reconoce los
derechos políticos con el siguiente enunciado convencional:

Artículo 23.  Derechos Políticos

1. Todos los ciudadanos deben gozar de los siguientes derechos y oportunidades: 

a) de participar en la dirección de los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes


libremente elegidos; 

b) de votar y ser elegidos en elecciones periódicas auténticas, realizadas por sufragio universal e igual y por
voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los electores, y 

c) de tener acceso, en condiciones generales de igualdad, a las funciones públicas de su país. 

2. La ley puede reglamentar el ejercicio de los derechos y oportunidades a que se refiere el inciso anterior,
exclusivamente por razones de edad, nacionalidad, residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o mental,
o condena, por juez competente, en proceso penal.

III.2.1.2. Las normas de derecho fundamental directamente estatuidas que delimitan el


derecho de participación política
El Tribunal Constitucional ha delimitado el derecho a ser elegido, una de las
manifestaciones del derecho de participación política:

27. Las erróneas premisas en la argumentación de los demandantes les han llevado a olvidar dos cuestiones
que resultan cruciales a efectos de determinar la constitucionalidad o no de la ley impugnada:

a) Las condiciones previstas en la propia Constitución para ocupar un escaño en el Congreso no se agotan en
aquellas previstas en los artículos 90° y 93°. En efecto, considerando que la elección al Congreso es
pluripersonal -además de una de las manifestaciones vitales como se institucionaliza la democracia
representativa-, el acceso al cargo se encuentra condicionado, también, por el principio de rep*sentación
proporcional, previsto en el artículo 187° de la Constitución, y por la necbsaria pertenencia a un partido o
movimiento político para poder participar en la co tienda electoral (artículo 35°), pues -tal como se
mencionó- sólo por vía de la pe enencia a estas organizaciones políticas es posible institucionalizar la fr
gmentaria configuración de los intereses al interior de la sociedad.

b) El derecho fundamental a ser elegido representante es un derecho de configuración legal. Ello es así no
sólo porque el artículo 31°de la Constitución establece que los ciudadanos tienen derecho a ser elegidos
representantes, "de acuerdo con las condiciones y procedimientos determinados por ley orgánica", sino
también porque el principio de representación proporcional -entendido en este caso como el mecanismo,
regla o fórmula que permite traducir los votos en escaños- recogido por el artículo 187° de la Constitución,
queda determinado "conforme al sistema que establece la ley", según señala este mismo artículo. En otras
palabras, por voluntad del propio constituyente, la ley (orgánica) no sólo puede, sino que debe culminar la
delimitación del contenido constitucionalmente protegido del derecho a acceder al cargo de congresista.

Desde luego, que el referido derecho fundamental sea de configuración legal, no implica que la ley llamada a
precisar determinadas delimitaciones a su contenido protegido se encuentre exenta de un control de
constitucionalidad. Significa, tan sólo, que el constituyente ha querido dotar al legislador de un margen
amplio de apreciación en la determinación del ámbito normativo del referido derecho, lo que debe ser
tenido en cuenta por la jurisdicción constitucional al momento de valorar la validez o invalidez constitucional
de su actuación.2

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), a su turno, ha delimitado el


derecho de participación política desde el enunciado convencional contenido en el
artículo 23 CADH:

194. El artículo 23 de la Convención consagra los derechos a la participación en la dirección de los asuntos
públicos, a votar, a ser elegido, y a acceder a las funciones públicas, los cuales deben ser garantizados por el
Estado en condiciones de igualdad.

195. Es indispensable que el Estado genere las condiciones y mecanismos óptimos para que dichos derechos
políticos puedan ser ejercidos de forma efectiva, respetando el principio de igualdad y no discriminación. Los
hechos del presente caso se refieren principalmente a la participación política por medio de representantes
libremente elegidos, cuyo ejercicio efectivo también se encuentra protegido en el artículo 50 de la
Constitución de Nicaragua10.

196. La participación política puede incluir amplias y diversas actividades que las personas realizan
individualmente u organizados, con el propósito de intervenir en la designación de quienes gobernarán un
Estado o se encargarán de la dirección de los asuntos públicos, así como influir en la formación de la política
estatal a través de mecanismos de participación directa.

2
STC Expediente No. 00030-2005-AI, FJ 27.
197. El ejercicio de los derechos a ser elegido y a votar, íntimamente ligados entre sí, es la expresión de las
dimensiones individual y social de la participación política.

198. Los ciudadanos tienen el derecho de participar en la dirección de los asuntos públicos por medio de
representantes libremente elegidos. El derecho al voto es uno de los elementos esenciales para la existencia
de la democracia y una de las formas en que los ciudadanos ejercen el derecho a la participación política.
Este derecho implica que los ciudadanos puedan elegir libremente y en condiciones de igualdad a quienes
los representarán.

199. La participación mediante el ejercicio del derecho a ser elegido supone que los ciudadanos puedan
postularse como candidatos en condiciones de igualdad y que puedan ocupar los cargos públicos sujetos a
elección si logran obtener la cantidad de votos necesarios para ello.

200. El derecho a tener acceso a las funciones públicas en condiciones generales de igualdad protege el
acceso a una forma directa de participación en el diseño, implementación, desarrollo y ejecución de las
directrices políticas estatales a través de funciones públicas. Se entiende que estas condiciones generales de
igualdad están referidas tanto al acceso a la función pública por elección popular como por nombramiento o
designación.3

La propia Corte IDH se encargó de precisar más claramente los contornos del derecho de
participación política:

145. El artículo 23 contiene diversas normas que se refieren a los derechos de la persona como ciudadano,
esto es, como titular del proceso de toma de decisiones en los asuntos públicos, como elector a través del
voto o como servidor público, es decir, a ser elegido popularmente o mediante designación o nombramiento
para ocupar un cargo público. Además de poseer la particularidad de tratarse de derechos reconocidos a los
ciudadanos, a diferencia de casi todos los demás derechos previstos en la Convención que se reconocen a
toda persona, el artículo 23 de la Convención no solo establece que sus titulares deben gozar de derechos,
sino que agrega el término “oportunidades”. Esto último implica la obligación de garantizar con medidas
positivas que toda persona que formalmente sea titular de derechos políticos tenga la oportunidad real para
ejercerlos. Como ya lo señalara este Tribunal anteriormente, es indispensable que el Estado genere las
condiciones y mecanismos óptimos para que los derechos políticos puedan ser ejercidos de forma efectiva,
respetando el principio de igualdad y no discriminación.

[…]

148. Por su parte, la participación política mediante el ejercicio del derecho a ser elegido supone que los
ciudadanos puedan postularse como candidatos en condiciones de igualdad y que puedan ocupar los cargos
públicos sujetos a elección si logran obtener la cantidad de votos necesarios para ello. 4

III.2.1.3. El error de exclusión del derecho de participación política en el caso concreto

Si, como lo tiene declarado la Corte IDH, el artículo 23 de la Convención no solo establece
que sus titulares deben gozar de derechos, sino que agrega el término “oportunidades” y
esto último implica la obligación de garantizar con medidas positivas que toda persona
que formalmente sea titular de derechos políticos tenga la oportunidad real para
3
Corte IDH. Caso Yatama v. Nicaragua. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 23 de junio de 2005. Serie C No. 127, párrafos (pp.) 194-200.
4
Corte IDH. Caso Castañeda Gutman Vs. México. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 6 de agosto de 2008. Serie C No. 184, pp. 145 y 148.
ejercerlos, evidentemente resuta indispensable que el Estado genere las condiciones y
mecanismos óptimos para que los derechos políticos puedan ser ejercidos de forma
efectiva, respetando el principio de igualdad y no discriminación, tal debe ser la premisa
mayor del razonamiento jurisdiccional en el presente caso.

Partiendo de dicha premisa mayor, se tiene que, en el caso concreto, el Partido Aprista
Peruano (PAP) denunció que no pudo continuar con el procedimiento de inscripción, que
inició mientras se encontraba vigente el plazo legal para ello, debido a que el sistema
DECLARA se cerró abruptamente a la medianoche del 22 de diciembre de 2020 e impidió
proseguir hasta concluir con la Inscripción Excepcional Nacional Única de sus listas al
Parlamento Andino y al Congreso de la República.

Aun cuando esta materia se desarrollará con mayor amplitud al analizar la afectación del
derecho al debido proceso, corresponde destacar que el deber constitucional y
convencional de los órganos electorales es generar mecanismos óptimos para que los
derechos políticos puedan ser ejercidos de forma efectiva, respetando el principio de
igualdad y no discriminación.

Toda vez que la interpretación literal de las normas supone el empleo de su significado
usual, toca señalar que el Diccionario de la Lengua Española (DLE) atribuye a la voz óptimo
como significado: [S]umamente bueno, que no puede ser mejor. Ese carácter inmejorable
debe determinarse a partir de evaluar el mecanismo virtual desde el principio de
equivalencia funcional, en la variante de equivalencia funcional tecnológica, según el cual,
los mecanismos electrónicos son similares en efectos y consecuencias a sus correlativos en
el mundo físico equiparándose al desarrollo que la legislación, la doctrina y la
jurisprudencia ha hecho sobre estos últimos, para hacerlos equivalentes en tales efectos y
consecuencias.

Así las cosas, resulta indispensable comparar el ingreso al mecanismo virtual con el
ingreso al mecanismo físico. Si, en lugar de ingresar al mecanismo virtual, el personero del
PAP hubiera ingresado a las instalaciones del Jurado Electoral Especial Lima Centro 2 (JEE-
LIC2), llegado a la mesa de partes física e iniciado el procedimiento de entrega de la
solicitud de inscripción de las listas parlamentarias del PAP, éste se habría prolongado más
allá de la medianoche, sin interrupción alguna, hasta que concluyese íntegramente. Por el
contrario, en el caso del mecanismo virtual, el efecto y la consecuencia no fueron esos,
sino que se interrumpió el procedimiento de entrega documentaria por el cierre abrupto
de sistema y, así, se frustró un acto esencial para que el ejercicio del derecho de
participación política fuese efectivo.

No solo eso, el JEE-LIC2 no tuvo en cuenta que, dentro del procedimiento -que califica de
poco diligente e inoportuno por parte del personero del PAP-, se registró la inscripción de
la fórmula presidencial y tres listas parlamentarias y, por otra parte, que en días anteriores
se registraron otras quince listas parlamentarias de diferentes regiones.
Llegados a este punto, corresponde destacar el innegable error de diseño que produjo
como efecto que, al momento que el personero del PAP aplicó la opción de Inscripción
Excepcional Nacional Única, se anularan automáticamente todos los actos de inscripción
regional perfectamente concluidos, sin que exista norma legal que dé sustento a dicha
anulación. Tal paradoja del mecanismo virtual revela, una vez más, que no nos
encontramos frente a un mecanismo óptimo, sino ante uno manifiestamente deficiente,
que incumple el mandato de conducta impuesto al Estado por la dimensión objetiva del
derecho fundamental de participación política.

La resolución contestada no ha desarrollado un solo razonamiento sobre este aspecto,


registrándose la exclusión del derecho de participación politica como premisa mayor del
silogismo resolutivo, el cual se concentró específicamente en analizar la conducta del
personero -por medio del empleo de criterios de diligencia y oportunidad impropios del
control jurisdiccional de los actos de los particulares desarrollados en tiempo hábil y forma
de ley- y censurarla, pese a que se aceptó como hecho incontrovertible que él había
accedido al mecanismo virtual en hora hábil dentro del último día del plazo, es decir,
cuando la ley le permitía dicho acceso.

La exclusión del derecho de participación política en la argumentación del JNE configura


un error de interpretación iusfundamental que es, al mismo tiempo, un error de derecho
que da bases a la fulminación que se solicita y a la tutela del derecho de participación
política del Partido Aprista Peruano y sus afiliados, y se permita concluir el acto de
inscripción de las listas parlamentarias que se encontraba en curso hasta el cierre abrupto
del sistema. Específicamente porque se ha demostrado que el mecanismo virtual
generado por el órgano electoral no es óptimo, en la medida en que no guarda
equivalencia funcional con el mecanismo físico.

III.2.2. Error por defecto en la delimitación del derecho a la tutela procesal efectiva, al
omitir en la dimensión objetiva de su contenido los principios del procedimiento
administrativo de informalismo y eficacia

III.2.2.1. La disposición constitucional directamente estatuidas que reconocen el derecho a


la tutela jurisdiccional efectiva

La Constitución Política reconoce el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva en la


siguiente disposición directamente estatuida:

Artículo 139.- Son principios y derechos  de la función jurisdiccional:

[…]

3. La observancia del debido proceso y la tutela  jurisdiccional.


Ninguna persona puede ser desviada de la jurisdicción predeterminada por la ley, ni sometida a
procedimiento distinto de los previamente establecidos, ni juzgada por órganos jurisdiccionales de
excepción ni por comisiones especiales creadas al efecto, cualquiera sea su denominación.

III.2.2.2. La norma de derecho fundamental directamente estatuida que delimita el


derecho a la tutela jurisdiccional efectiva

El Tribunal Constitucional ha delimitado el derecho a la tutela jurisdccional efectiva,


estableciendo su contenido constitucionalmente protegido en los siguientes términos:

4.      Asimismo, este Colegiado considera que el artículo 157° del Código Tributario y la aplicación que de él
se ha efectuado, también viola el derecho de acceso a la justicia que, como contenido implícito del derecho
a la tutela jurisdiccional, se encuentra reconocido en el inciso 3) del artículo 139° de la Constitución, pues ha
causado que tal derecho se vea restringido indebida e injustificadamente. 
 
El derecho de acceso a la justicia garantiza, entre otras cosas, que el administrado pueda acudir al juez a fin
de cuestionar los actos que la administración hubiera efectuado. Como todo derecho, también el de acceso
a la justicia es uno que puede ser limitado. Sin embargo, de la posición preferente en la que se encuentran
los derechos fundamentales se deriva una exigencia concreta al legislador respecto al momento de
establecer las condiciones de su ejercicio o las limitaciones al derecho: en efecto, cualesquiera que sean las
restricciones o límites que se establezcan, su validez depende de que éstas no obstaculicen, impidan o
disuadan irrazonablemente el acceso del particular a un tribunal de justicia.
 
En el caso de autos el Tribunal Constitucional considera que, al no existir base objetiva que justifique el plazo
establecido en el artículo 157° del Decreto Legislativo N.° 816, tal limitación temporal es irrazonable y, en
ese sentido, la declaración de inadmisibilidad de la demanda contencioso-administrativa afecta el derecho
de acceso a la justicia de la recurrente.5

El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva proyecta la protección que su contenido


ofrece a los actos de la administración que poseen carácter cuasijurisdiccional, como la
doctrina consolidada de la Corte IDH lo estableció para las garantías judicial de la
Convención; por lo que resulta relevante la interpretación del principio de informalismo
que ordena el procedimiento administrativo:

5.        En el presente caso no existe justificación alguna para que la administración se niegue
a recepcionar las solicitudes o recursos presentados por la demandante, al margen de requisitos formales
como denominación, numeración, sumillas, hojas de información, etc. aprobados por la normativa interna
de la SUNAT. La función de la administración en este caso no tiene relación alguna con la imposición de
trabas burocráticas y arbitrarias, siendo su deber, de acuerdo a sus propias normas, verificar que se trate de
un acto reclamable (obligaciones tributarias, sanciones o resolución de solicitudes). Además de ello, en
cuanto a la deuda, debe contar con toda la información sin imponer ningún requisito de esta naturaleza al
administrado. Ello al margen de lo que en su momento y de acuerdo a sus facultades decida resolver.
 
6.        Por su parte la Ley del Procedimiento Administrativo General prevé entre los principios de su norma
IV, precisamente, que “Las autoridades administrativas deben actuar con respeto a la Constitución, la ley y al
derecho, dentro de las facultades que le estén atribuidas y de acuerdo con los fines para los que les fueron
conferidas”. De igual manera establece, en el marco del principio de informalismo, que “Las normas de
procedimiento deben ser interpretadas en forma favorable a la admisión y decisión final de las pretensiones

5
STC Expediente No. 02763-2002-AA, FJ 4.
de los administrados, de modo que sus derechos e intereses no sean afectados por la exigencia de aspectos
formales que puedan ser subsanados dentro del procedimiento, siempre que dicha excusa no afecte
derechos de terceros o el interés público”. Así también se indica que  “Los trámites establecidos por la
autoridad administrativa deberán ser sencillos, debiendo eliminarse toda complejidad innecesaria; es decir,
los requisitos exigidos deberán ser racionales y proporcionales a los fines que se persigue cumplir”. 6

III.2.2.3. El error de exclusión del derecho a la tutela procesal efectiva en el caso concreto

Si el principio de informalismo manda que la Administración interprete las normas de


procedimiento en forma favorable a la admisión y decisión final de las pretensiones de los
administrados, de modo que sus derechos e intereses no sean afectados por la exigencia
de aspectos formales que puedan ser subsanados dentro del procedimiento, siempre que
dicha excusa no afecte derechos de terceros o el interés público; el principio de eficacia
supone que la organización y función administrativa deben estar diseñadas y concebidas
para garantizar la obtención de los objetivos, fines y metas propuestos y asignados por el
propio ordenamiento jurídico, con lo que debe ser ligado a la planificación y a la
evaluación o rendición de cuentas.

Tales son las premisas normativas que debió elegir el JNE para resolver la impugnación
planteada por el personero del PAP. No obstante, prefirió concentrarse en la inamovilidad
de los plazos electorales y la preclusión, instituciones procesales valiosas sin duda, pero de
manifiesto carácter formal, que no pueden sustentar el despojo de efectividad al ejercicio
del derecho de participación política.

Así, el JNE incurrió en un error de interpretación iusfundamental que la doctrina


consolidada del Tribunal Constitucional tipifica de error por defecto en la delimitación, en
la medida en que, si bien tuvo presente el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, en
orden los principios formales, no es menos cierto que omitió considerar los hechos a la luz
de los principios materiales de informalismo y eficacia que forman parte de su contenido
constitucionalmente protegido, en la dimensión objetiva. Con ello, posiciones de derecho
fundamental propias de la dimensión institucional del derecho a la tutela jurisdiccional
efectiva fueron dejadas de lado en el razonamiento del órgano de resolución, con lo que
se vició irreparablemente la decisión.

III.2.3. Error por defecto en la delimitación del derecho al debido proceso, al omitir
dentro de la dimensión objetiva del contenido del derecho al debido
procedimiento administrativo electrónico los principios de equivalencia funcional e
igualdad de responsabilidades

III.2.3.1. Las disposiciones constitucional y convencional directamente estatuidas que


reconocen el derecho al debido proceso

6
STC Expediente No. 3908-2010-PA, Fundamentos Jurídicos (FFJJ) 5-6.
El derecho al debido proceso se encuentra reconocido en nuestra Ley Fundamental bajo el
siguiente enunciado normativo:

Artículo 139.- Son principios y derechos  de la función jurisdiccional:

[…]

3. La observancia del debido proceso y la tutela  jurisdiccional.

Ninguna persona puede ser desviada de la jurisdicción predeterminada por la ley, ni sometida a
procedimiento distinto de los previamente establecidos, ni juzgada por órganos jurisdiccionales de
excepción ni por comisiones especiales creadas al efecto, cualquiera sea su denominación.

Por su parte, la CADH también reconoce el derecho al debido proceso bajo el epígrafe de
Garantías Judiciales:

Artículo 8.  Garantías Judiciales

1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un
juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la
sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y
obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter. 

2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca
legalmente su culpabilidad.  Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las
siguientes garantías mínimas: 

a) derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por el traductor o intérprete, si no comprende o no
habla el idioma del juzgado o tribunal; 

b) comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada; 

c) concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su defensa; 

d) derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido por un defensor de su elección y de
comunicarse libre y privadamente con su defensor; 

e) derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado, remunerado o no
según la legislación interna, si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni nombrare defensor dentro del
plazo establecido por la ley; 

f) derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener la comparecencia,


como testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos; 

g) derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable, y 

h) derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior. 

3. La confesión del inculpado solamente es válida si es hecha sin coacción de ninguna naturaleza. 
4. El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por los mismos
hechos. 

5. El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar los intereses de la justicia.

III.2.3.2. Las normas de derecho fundamental directamente estatuidas que delimitan el


derecho al debido proceso

El Tribunal Constitucional ha delimitado el contenido del derecho al debido proceso en los


siguientes términos:

6. No se trata naturalmente de que el juez constitucional, termine revisando todo lo que hizo un juez
ordinario, sino, específicamente, que fiscalice si uno o algunos de los derechos procesales con valor
constitucional están siendo vulnerados. Para proceder de dicha forma existen dos referentes de los
derechos de los justiciables: la tutela judicial efectiva como marco objetivo y el debido proceso como
expresión subjetiva y específica, ambos previstos en el artículo 139o, inciso 3, de la Constitución Política del
Perú. Mientras que la tutela judicial efectiva supone tanto el derecho de acceso a los órganos de justicia
como la eficacia de lo decidido en la sentencia, es decir, una concepción garantista y tutelar que encierra
todo lo concerniente al derecho de acción frente al poder-deber de la jurisdicción, el derecho al debido
proceso, en cambio, significa la observancia de los derechos fundamentales esenciales del procesado,
principios y reglas esenciales exigibles dentro del proceso como instrumento de tutela de los derechos
subjetivos. El debido proceso tiene, a su vez, dos expresiones: una formal y otra sustantiva; en la de carácter
formal, los principios y reglas que lo integran tienen que ver con las formalidades estatuidas, tales como las
que establecen el juez natural, el procedimiento preestablecido, el derecho de defensa, la motivación; en su
faz sustantiva, se relaciona con los estándares de justicia como son la razonabilidad y proporcionalidad que
toda decisión judicial debe suponer. Al respecto, el Tribunal Constitucional ha reconocido estas dos
manifestaciones del debido proceso en sus sentencias recaídas en los expedientes 2192-2002-HC/TC (FJ 1);
2169-2002-HC/TC (FJ 2), y 3392-2004-HC/TC (FJ 6). 7

Por su parte, la Corte IDH ha hecho lo mismo, pero a partir del enunciado convencional
contenido en el artículo 8 de la CADH:

27. El artículo 8 de la Convención en su párrafo 1 señala que:

Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable,
por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la
ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación
de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter.

Este artículo, cuya interpretación ha sido solicitada expresamente, es denominado por la Convención "
Garantías Judiciales ", lo cual puede inducir a confusión porque en ella no se consagra un medio de esa
naturaleza en sentido estricto. En efecto, el artículo 8 no contiene un recurso judicial propiamente dicho,
sino el conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias procesales para que pueda hablarse de
verdaderas y propias garantías judiciales según la Convención.

28. Este artículo 8 reconoce el llamado "debido proceso legal", que abarca las condiciones que deben
cumplirse para asegurar la adecuada defensa de aquéllos cuyos derechos u obligaciones están bajo
consideración judicial. Esta conclusión se confirma con el sentido que el artículo 46.2.a) da a esa misma

7
STC Expediente No. 08453-2005-HC, FJ 6.
expresión, al establecer que el deber de interponer y agotar los recursos de jurisdicción interna, no es
aplicable cuando

no exista en la legislación interna del Estado de que se trata el debido proceso legal para la
protección del derecho o derechos que se alega han sido violados. 8

III.2.3.3. El error por defecto en la delimitación del derecho al debido proceso en el caso
concreto

Resulta llamativo que los dos miembros del JNE que decidieron el caso en mayoría digan
que no rigen las reglas de la Ley del Procedimiento Administrativo General (LPAG) en el
caso concreto, cuando el propio Supremo Tribunal Electoral ha calificado el procedimiento
de inscripción de listas de candidatos como un procedimiento administrativo, a diferencia
de otros procedimientos que poseen carácter jurisdiccional y para cuya resolución es
competente por imperio de la Constitución y la ley.

Así, por medio de la confusión de la pretensión impugnatoria -que no pedía aplicar las
reglas de la LPAG para controlar el trámite del pronunciamiento del Jurado Especial
Electoral, sino el hecho de que dichas reglas no sean aplicadas al procedimiento de
inscripción de las listas de candidatos, lo que es cosa absolutamente distinta-, los dos
miembros del JNE se habilitaron la posibilidad de evadir las reglas del debido
procedimiento en sede administrativa.

Siguiendo la línea jurisprudencial de la Corte IDH, la irradiación de los derechos y garantías


del debido proceso al procedimiento administrativo ha quedado firmemente establecida
en la doctrina consolidada del Tribunal Constitucional:

4. Al respecto, el debido proceso y los derechos que conforman su contenido esencial están garantizados no
solo en el seno de un proceso judicial, sino también en el ámbito del procedimiento administrativo. El
debido procedimiento administrativo supone, en toda circunstancia, el respeto -por parte de la
administración pública o privada- de todos los principios y derechos normalmente protegidos en el ámbito
de la jurisdicción común o especializada, a los cuales se refiere el artículo 139 de la Constitución (STC 4289-
2004-AA/TC).9

Así las cosas, la fuerza expansiva del derecho al debido procedimiento administrativo lo
extiende necesariamente a los procedimientos electrónicos, pero respetando las
características propias de estos últimos, entre las cuales se cuentan los principios rectores
del Gobierno Digital de equivalencia funcional e igualdad de responsabilidades, que -como
ha sido señalado líneas arriba- hallan reconocimiento en el Decreto Legislativo 1412 –
Decreto Legislativo que aprueba la Ley de Gobierno Digital:

Artículo 5.- Principios rectores

8
Corte IDH. Garantías judiciales en estados de emergencia (Arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre
Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-‐-9/87 de 6 de octubre de 1987. Serie A No. 9, pp. 27-28.
9
STC Expediente No. 05085-2006-AA, FJ 4.
Las disposiciones contenidas en la presente Ley, así como su aplicación se rigen por los siguientes principios
rectores:

[…]

5.2 Equivalencia Funcional.- El ejercicio de la identidad digital para el uso y prestación de servicios digitales
confiere y reconoce a las personas las mismas garantías que otorgan los modos tradicionales de relacionarse
entre privados y/o en la relación con las entidades de la Administración Pública.

[…]

5.4 Igualdad de Responsabilidades.- Las entidades de la Administración Pública responden por los actos


realizados a través de canales digitales de la misma manera y con iguales responsabilidades que por los
realizados a través de medios presenciales.

[…]

A partir de la revolución tecnológica de la última década del siglo XX, el ciudadano común
se ha visto obligado a convivir con los avances producidos. Toda vez que la tecnología se
encuentra ahora al alcance de todos y se desarrolla sin esperar a que la legislación prevea
las consecuencias de su progreso, emergen situaciones de carácter tecnológico con
consecuencias similares a las de las instituciones del mundo físico.

Los mecanismos electrónicos son hechos esencialmente diferentes de sus similares del
mundo físico, lo que ha llevado a la exclusión de los nuevos desarrollos tecnológicos por
ser incompatibles con la legislación vigente. Sin embargo, estos “mecanismos
electrónicos” son similares en sus efectos y consecuencias a sus correlativos del mundo
físico y, por esta única razón, resulta innecesario crear un desarrollo legislativo para estas
nuevas instituciones de carácter netamente tecnológico y se hace indispensable
equipararlos con sus similares del mundo físico, que han registrado su desarrollo en la
legislación, la doctrina y la jurisprudencia, tornándolos equivalentes sólo en lo que
respecta a dichos efectos y consecuencias. Allí surgen el Principio de la Equivalencia
Funcional y el de Igualdad de Responsabilidades.

III.2.4. Error por defecto en la delimitación del derecho a la seguridad jurídica, al omitir
dentro de su contenido los principios de protección de la confianza legítima y
protección contra el cambio súbito

III.2.4.1. La norma de derecho fundamental directamente estatuida que delimita el


derecho a la seguridad jurídica

El Tribunal Constitucional ha delimitado el principio de seguridad jurídica, identificándolo


como un principio consustancial del Estado Constitucional y prcisando sus contornos:

2. En primer término, y dado que a diferencia de otras constituciones comparadas, nuestra Norma
Fundamental no reconoce de modo expreso a la seguridad jurídica como un principio constitucional, es
menester que este Tribunal determine si el principio aludido es uno de rango constitucional, y, por ende, si
es susceptible de alegarse como afectado a efectos de determinarse la constitucionalidad o
inconstitucionalidad de una ley o parte de ésta.

3. El principio de la seguridad jurídica forma parte consubstancial del Estado Constitucional de Derecho. La
predecibilidad de las conductas (en especial, las de los poderes públicos) frente a los supuestos previamente
determinados por el Derecho, es la garantía que informa a todo el ordenamiento jurídico y que consolida la
interdicción de la arbitrariedad. Tal como estableciera el Tribunal Constitucional español, la seguridad
jurídica supone "la expectativa razonablemente fundada del ciudadano en cuál ha de ser la actuación del
poder en aplicación del Derecho" (STCE 36/1991, FJ 5). El principio in comento no sólo supone la absoluta
pasividad de los poderes públicos, en tanto no se presenten los supuestos legales que les permitan incidir en
la realidad jurídica de los ciudadanos, sino que exige de ellos la inmediata intervención ante las ilegales
perturbaciones de las situaciones jurídicas, mediante la "predecible" reacción, sea para garantizar la
permanencia del statu qua, porque así el Derecho lo tenía preestablecido, o, en su caso, para dar lugar a las
debidas modificaciones, si tal fue el sentido de la previsión legal.

4. Así pues, como se ha dicho, la seguridad jurídica es un principio que transita todo el ordenamiento,
incluyendo, desde luego, a la Norma Fundamental que lo preside. Su reconocimiento es implícito en nuestra
Constitución, aunque se concretiza con meridiana claridad a través de distintas disposiciones
constitucionales, algunas de orden general, como la contenida en el artículo 2°, inciso 24, parágrafo a)
("Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido se hacer lo que ella no prohíbe"), y otras
de alcances más específicos, como las contenidas en los artículos 2°, inciso 24, parágrafo d) ("Nadie será
procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse no este previamente calificado en
la ley, de manera expresa e inequívoca, como infracción punible, ni sancionado con pena no prevista en la
ley") y 139°, inciso 3, ("Ninguna persona puede ser desviada de la jurisdicción predeterminada por la ley, ni
sometida a procedimiento distinto de los previamente establecidos, ni juzgada por órganos jurisdiccionales
de excepción, ni por comisiones especiales creadas al efecto, cualquiera que sea su denominación").10

Completando los contornos del principio-derecho de seguridad jurídica, el Tribunal


Constitucional tiene declarado lo siguiente:

39. Por lo que respecta a las sanciones en el nivel administrativo, el Tribunal recuerda que la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, en el caso López Mendoza vs Venezuela [Sentencia de Fondo,
Reparaciones y Costas, párr. 205], estableció las condiciones necesarias y suficientes para que quede a salvo
la confianza legítima de los administrados al momento que estas puedan imponerse. En ese sentido, declaró
que:

"[...] La norma respectiva debe ser: i) adecuadamente accesible, ii) suficientemente precisa, y iii) previsible.
Respecto a este último aspecto, la Corte Europea utiliza el denominado "test de previsibilidad", el cual tiene en
cuenta tres criterios para determinar si una norma es lo suficientemente previsible: i) el contexto de la norma
bajo análisis; ii) el ámbito de aplicación para el que fue creado la norma, y iii) el estatus de las personas a quien
está dirigida la norma".

40. Por lo que se refiere al test de previsibilidad al que allí se hace referencia, el Tribunal hace notar que el
Tribunal de Estrasburgo, en el caso Malome vs Reino Unido [Sentencia de Fondo, supra nota 269, párr. 67],
recordó que

"Una ley que confiere un margen de apreciación debe indicar el alcance de esta facultad [...j. El grado de
precisión requerida de la "ley" dependerá del objeto en particular. [...]Teniendo en cuenta el objetivo legítimo
de la medida en cuestión, para dar la protección adecuada al individuo contra interferencia arbitraria".

10
STC Expediente No. 00016-2002-AI, FFJJ 2-4.
La jurisprudencia comparada, en el ámbito de la región andina, específicamente de países
que se rigen por las interpretaciones de la Corte IDH sobre las disposiciones de la CADH,
como es el caso de la República de Colombia, ubica dentro del contenido del principio de
protección de la confianza legítima -que concreta el principio-derecho de seguridad
jurídica- la protección frente al cambio súbito:

“[el principio de confianza legítima] pretende proteger al administrado y al ciudadano frente a cambios
bruscos e intempestivos efectuados por las autoridades. Se trata entonces de situaciones en las cuales el
administrado no tiene realmente un derecho adquirido, pues su posición jurídica es modificable por las
autoridades. Sin embargo, si la persona tiene razones objetivas para confiar en la durabilidad de la
regulación, y el cambio súbito de la misma altera de manera sensible su situación, entonces el principio de la
confianza legítima la protege. En tales casos, en función de la buena fe (CP art. 83), el Estado debe
proporcionar al afectado tiempo y medios que le permitan adaptarse a la nueva situación. Eso sucede, por
ejemplo, cuando una autoridad decide súbitamente prohibir una actividad que antes se encontraba
permitida, por cuanto en ese evento, es deber del Estado permitir que el afectado pueda enfrentar ese
cambio de política.”11

Nuestra legislación ha recogido la protección frente al cambio súbito en nuestra Ley del
Procedimiento Administrativo General (LPAG), cuyo artículo 203º.2 contiene el siguiente
enunciado normativo:

Artículo 203. Revocación

[…]

203.2 Los actos administrativos declarativos o constitutivos de derechos o intereses legítimos no pueden ser
revocados, modificados o sustituidos de oficio por razones de oportunidad, mérito o conveniencia.

Evidentemente, la existencia del proveído -que remite a una decisión del pleno del JEE-
LIC2- acredita la preexistencia de una decisión favorable a la reclamación del personero
del PAP y, si se tiene en cuenta que no se produjeron ningún hecho o prueba nuevos, el
que sobreviniera una resolución adversa del mismo órgano electoral no puede
interpretarse de otra manera plausible que como la producción de un cambio súbito en
razón de mérito.

III.2.4.2. El error de exclusión del derecho a la seguridad jurídica en el caso concreto

En el caso concreto, la resolución ha violado el principio-derecho de seguridad jurídica,


concretado en el principio de protección de la confianza legítima -que comprende la
protección frente al cambio súbito-, pues un proveído corriente en el expediente da
cuenta de que, por instrucciones del pleno del JEE-LIC2, el procedimiento de inscripción
de las listas parlamentarias del PAP debía proseguir. No obstante, cambiando súbitamente
de opinión, el mismo órgano de resolución profirió la resolución contestada que declaró
improcedente la solicitud del personero del PAP de permitir que se continúe hasta su
conclusión el procedimiento de inscripción de las listas parlamentarias de la organización
política que representa.
11
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia T-034/04.
Por otra parte, otro quebrantamiento del principio de protección de la confianza legítima
es que la mayoría formal del Supremo Tribunal Electoral ignoró el comunicado publicado
por el propio Jurado Nacional de Elecciones en el sentido de que suspendía los plazos
procesales en los procedimientos administrativos a su cargo, debido a los desórdenes
sociales que se produjeron con ocasión de la sucesión presidencial después de que el
Congreso de la República declarará vacancia de la presidencia de la República debido a la
permanente incapacidad moral de quien venía ocupando el cargo.

Si el JNE hubiera tenido en cuenta dicha suspensión y la hubiera cotejado con el derecho
de las organizaciones políticas a contar con 110 días para elegir e inscribir sus listas
parlamentarias, podria haber reparado en que los partidos políticos con inscripción
vigente en el Registro de Organizaciones Políticas (ROP), es decir, aptos para competir en
las elecciones generales ya convocadas, no están contando con el plazo legal de 110 días,
sino con uno real de 106 días. En realidad, el JNE debió apreciar que estaban en
competencia la norma de derecho fundamental de participación política -que, en su
configuración legal, otorga 110 días a las organizaciones políticas y afiliados de ellas para
elegir e inscribir sus listas de candidatos al Parlamento Andino y el Congreson de la
República- y la norma de poder que estatuye la inamovilidad de los plazos, y que, al
reanudarse el cómputo de los plazos procesales en los procedimientos administrativos, la
posición preferente de la norma de derecho fundamental frente a la norma de poder
hacía que el plazo para inscribir las listas parlamentarias expirara, en realidad, el 26 de
diciembre y no el 22 del mismo mes, como erróneamente se estableció.

III.2.4.3. Vicio de motivación por motivación insuficiente

III.2.4.3.1. Las disposiciones constitucional y convencional directamente estatuidas que


reconocen el derecho a la debida motivación

La Constitución Política reconoce el derecho a la debida motivación en su artículo 139º.5,


bajo el siguiente enunciado normativo:

Artículo 139.- Son principios y derechos  de la función jurisdiccional:

[…]

5. La motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas las instancias, excepto los decretos de mero
trámite, con mención expresa de la ley aplicable y de los fundamentos de hecho en que se sustentan.

III.2.4.3.2. La norma de derecho fundamental directamente estatuida que delimita el


derecho a la debida motivación

A partir del derecho a la debida motivación, el Tribunal Constitucional ha identificado el


vicio de motivación denominado “motivación insuficiente“, cuya configuración es la
siguiente:
La motivación insuficiente

4. Este Tribunal ya se ha referido básicamente al mInlmo de motivación exigible atendiendo a las razones de
hecho o de derecho indispensables para asumir que la decisión está debidamente motivada. Si bien no se
trata de dar respuestas a cada una de las pretensiones planteadas, la insuficiencia, vista aquí en términos
generales, sólo resultará relevante desde una perspectiva constitucional, si es que la ausencia de
argumentos o la "insuficiencia" de fundamentos resulta manifiesta a la luz de lo que en sustancia se está
decidiendo (STC N.o 1701- 2008-PH/TC) (resaltado nuestro).12

III.2.4.3.3. El vicio de motivación insuficiente en el caso concreto

La resolucion contestada, frente a un conjunto argumental que enfoca el problema del


procedimiento en el caso concreto desde la óptica del derecho de participación política y
del debido procedimiento administrativo, ha establecido lo siguiente:

2.1. El artículo 6 del Reglamento, respecto de las “Definiciones” a tomar en cuenta, establece sobre el
sistema “Declara” y el “SIJE-E”:

6.8. Declara: Sistema informático para el registro de personeros, solicitudes de inscripción de candidaturas,
declaraciones juradas de hoja de vida, plan de gobierno y plan de trabajo y sus formatos resúmenes,
observadores electorales, entre otros.
6.27. SIJE-E: Es la herramienta electrónica que permite la tramitación en modalidad no presencial de los
expedientes jurisdiccionales a cargo de los JEE y del JNE, haciendo uso de nuevas tecnologías de información y
comunicación, a fin de garantizar la celeridad y transparencia de los trámites realizados sobre medios
electrónicos seguros.
[...]

2.2. Como se advierte de las definiciones citadas, con el contenido del Reglamento se puso
en conocimiento de todos los actores electorales, desde luego al apelante, las herramientas informáticas a
emplear en el marco del proceso electoral vigente, para el registro de documentos, generación de la
solicitud de inscripción, producción del expediente electrónico, presentación y remisión de este a los
órganos electorales competentes, debidamente firmado.

2.3. El proceso de inscripción involucra a dos sistemas, que deben ser empleados en momentos distintos: el
Declara, para el registro de hojas de vida y la conformación de listas; y el SIJE-E, para el envío de las
solicitudes de inscripción.

2.4. De allí que el propio Reglamento de manera detallada indique los documentos a presentar, acorde al
registro que se haga en el DECLARA y a la generación del expediente electrónico a través del SIJE-E, tal como
lo establece el artículo 29 del mismo.

2.5. El uso de ambos sistemas no se da de forma simultánea o paralela:

 El DECLARA involucra el registro de determinados documentos, como las Declaraciones


Juradas de Hoja de Vida de cada candidato, solo por citar un ejemplo.

 Mientras que el SIJE-E se alimenta del DECLARA y supone la culminación del registro de
información en él, convirtiéndose en el catalizador para realizar la presentación de la
solicitud de inscripción de listas.

12
STC Expediente No. 02752-2010-HC, FJ 4.
La mayoría formal del JNE admite que la inscripción de listas de candidatos a la
presidencia vicepresidencias de la República, al Parlamento Andino y al Congreso de la
República es un acto de naturaleza continua que importa el uso sucesivo de dos
herramientas informáticas, a saber, DECLARA y SIJE-E. Si bien el primero registra
determinada información, tales como, la solicitud de inscripción de la lista, las
declaraciones juradas de hoja de vida y otras, el segundo se alimenta de dicha información
para inscribir las candidaturas. Más aún, precisa que el SIJE-E se alimenta de DECLARA, es
decir, el segundo sistema no puede operar sin que se haya accedido al primero.

Sin embargo, concluye lo siguiente:

3.33.  Sobre el pedido de equiparabilidad del sistema virtual al físico efectuado por el recurrente, se debe
señalar que incluso si el uso de los sistemas DECLARA y SIJE-E, como plataformas virtuales para efectos de
presentación de solicitudes de inscripción de candidatos, pudieran ser equiparables al mecanismo de
presentación física, en el caso concreto, no se hizo uso del SIJE-E, lo que en circunstancias físicas implicaría
no haber recurrido al JEE, por lo que no resulta legítimo alegar una supuesta interrupción inexistente; siendo
así, la falta de diligencia de la organización política para la presentación de sus solicitudes de inscripción de
listas de candidatos en la fecha establecida, no puede ser trasladada y convertida en una petición de
apertura del sistema para inscripción, que evidenciaría un trato distinto con relación a los otros
competidores de estos comicios y la vulneración al principio de preclusión, máxime si la organización política
al optar por el sistema virtual, implícitamente se somete a las reglas establecidas para dicho mecanismo de
inscripción.

Como resulta evidente, la conclusión no se sigue de la premisa elegida, dado que es


imposible derivar de la existencia de dos sistemas informáticos de operación sucesiva
(premisa mayor) y de la presencia del personero del Partido Aprista Peruano en uno de
ellos (premisa menor), que éste no se encontraba en el JEE. Más bien, lo que hace la
mayoría formal del JNE es quebrantar los principios logicos fundamentales de identidad,
no contradicción y razón suficiente.

El siguiente argumento cuestiona el ejercicio de libertad por parte del personero del PAP
y, sin soporte en norma legal alguna -es decir, quebrantando el principio general de
libertad, según el cual, nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda ni impedido de
hacer lo que ella no prohíbe-, califica de poco diligente la actuación del personero de la
organización política en el caso concreto. Al margen de la falta de elegancia y propiedad
en la expresión, el hecho es que, mientras el ciudadano actúe dentro del plazo que la ley
le confiere -la mayoría formal del JNE tuvo que aceptar que el personero inició el
procedimiento de inscripción cargando la información requerida en el sistema informático
DECLARA, que es el paso previo e indispensable para acceder al SIJE-E-, su actuación no
puede ser calificada negativamente por el órgano de resolución. Es innegable que este
argumento está viciado de inconstitucionalidad.

Pero no solo eso, también adolece de un profundo desconocimiento de la contenido y


extensión de la categoría jurídica diligencia debida, así como de su correcto empleo en el
orden de las relaciones jurídicas. En nuestro ordenamiento jurídico, la diligencia debida,
llamada diligencia normal o diligencia ordinaria o diligencia ordinaria requerida por el
legislador, es un deber que queda en cabeza del obligado o del deudor. Así lo demuestra
la revisión del Código Civil que la regula en los artículos 203° (error conocible), 528°
(obligación de administrar del tutor), 1314° (inimputabilidad por inejecución de
obligaciones o por su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso), 1320° (culpa leve), 1327°
(liberación del resarcimiento), 1397° (cláusulas generales no aprobadas
administrativamente), 1504° (vicios conocibles por el adquirente), 1718°
(responsabilidades del hospedante como depositario), 1738° (obligaciones del
comodatario) y 1819° (deber de custodia y conservación del bien depositado). También la
Ley del Procedimiento Administrativo General (LPAG) la emplea en su regla 42.1, para el
caso de documentos emitidos por autoridades gubernamentales o por terceros, el
administrado puede acreditar su debida diligencia en realizar previamente a su
presentación las verificaciones correspondientes y razonables; y también en la regla 228-
C, sobre los deberes de las entidades que realizan actividades de fiscalización.

A partir de la configuración legal del deber de diligencia, sea en sus estándares de


diligencia debida, diligencia normal, diligencia ordinaria o diligencia ordinaria requerida,
ella siempre está en cabeza del obligado o de las entidades estatales. Ello supone revisar
en qué clase de relación jurídica nos encontramos en el caso concreto, para concluir que
no encontramos en una de derecho fundamental, específicamente del derecho
fundamental de participación política. Así, corresponde subrayar que el ciudadano y la
organización política, que son los titulares del derecho de participación política en sus
mnifestaciones de participación individual y participación colectiva, respectivamente, son
los acreedores dentro de la relación de derecho fundamental, en tanto que la socuedad y
el Estado son los deudores.

Si los miembros del JNE que constituyeron la mayoría formal que decidió el caso concreto
hubiesen empleado adecuadamente la categoría jurídica de la que echaron mano, la
diligencia que debió evaluarse era la de la entidad al momento de diseñar los sistemas
informáticos, para definir si eran óptimos en el sentido de funcionalmente equivalentes a
los mecanismos presenciales, y si el JEE había razonado correctamente al privilegiar las
normas de poder frente a las normas de derecho fundamental, violando el principio pro
homine o pro persona, en la variante de directriz de preferencia interpretativa. No fue así,
sino todo lo contrario y con ello se produjo un pronunciamiento que exhibió un profundo
y lamentable desconocimiento del derecho, que quebrantó las reglas de la lógica y que
violentó los derechos fundamentales de la organización política y del recurrente.

Por otra parte, pese a declarar que está probado que el personero del PAP ingresó al
mecanismo electrónico dentro de las horas hábiles del último día del plazo legal para la
inscripción de las listas de candidatos, concluye que el carácter de borrador que le
atribuyó el mecanismo virtual torna necesariamente incompleta la información
depositada, lo cual constituye la presentación de una conclusión contingente como si
fuera una conclusion necesaria, lo que solo puede atribuirse a una actitud prejuiciada que
viola el deber de imparcialidad con que el órgano de resolucion debe aproximarse a las
controversias que se le plantean. El JNE acepta la plenitud de la información depositada
por el personero técnico en el mecanismo virtual, anotándose un nuevo vicio de
inconstitucionalidad y otra concreción de la motivación insuficiente.

Finalmente, sin analizar los efectos de la suspensión de plazos procesales por el JNE ni las
fallas exhibidas por el mecanismo electrónico generado por el órgano electoral, concluye
en que ha operado la preclusión y, consecuentemente, se extinguió la potestad jurídica de
inscribir las listas parlamentarias del PAP. Un nuevo razonamiento incompleto derivado de
una elección igualmente incompleta de los elementos que deben formar parte de la
premisa mayor. Peor aún, con manifiesta falsía declara que el Partido Aprista Peruano
pretendía un plazo adicional para completar la inscripción de sus listas de candidatos,
cuando la pretensión era que se le permitiera concluir el acto de naturaleza continua
iniciado en hora hábil, que se vio interrumpido por los defectos de diseño del mecanismo
informático.

IV. VIA DE PROCEDIMIENTO

La presente demanda debe tramitarse en la vía del PROCESO CONSTITUCIONAL DE


AMPARO.

V. MEDIOS PROBATORIOS

V.1. La Resolución N° ___-2020-JEE.


V.2. La Resolución N° ___-2021-JNE.

POR TANTO:

Al Juez de Amparo suplico haber por presentado este escrito y por interpuesta la
demanda de amparo constitucional que contiene, admitiéndola a trámite como
corresponde, sustanciándola conforme a su naturaleza y, en su oportunidad, declarándola
fundada, reponiendo las cosas al estado anterior a la violación de los derechos
fundamentales invocados.

OTROSI DIGO: Cumplo con aparejar:

1.A) Copia legible del documento de identidad.


1.B) Copia legible de la Resolución N° ___-2020-JEE-__/JNE.
1.C) Copia legible de la Resolución N° ___-2021-JNE.

______, 25 de enero de 2021

También podría gustarte