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EL ACERVO HIDRÁULICO DE

VENEZUELA: OBRA DE LAS 4


ÚLTIMAS DÉCADAS DEL SIGLO XX.

27 domingoMAR 2016
POSTED BY ROSAESTABA IN ORDENACIÓN DEL TERRITORIO, SIN CATEGORÍA
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ROSA M. ESTABA

Febrero, 1999

RESUMEN
Venezuela no se queda rezagada en el reconocimiento de la crisis mundial del agua. El aprovechamiento hidráulico
aparece en la agenda política de las 4 últimas décadas del siglo XX y, especialmente, a partir de 1968, 10 años
después de instaurada la democracia, cuando se inicia su modernización y, más tarde, con su incorporación a la
ordenación del territorio y al proceso de descentralización de los años 90. Venciendo la desigual distribución territorial
de la red hídrica respecto a la demanda y hasta el afloramiento de la crisis económica en 1983, en paralelo a muchas
otras obras hidráulicas, proliferan embalses de diversos propósitos: urbano, riego, control de crecientes e
hidroelectricidad. Además de aquellos que erradicaron las inundaciones urbanas y la dependencia termoeléctrica,
destacan 19 grandes proyectos, de los cuales, 10 son sofisticados acueductos regionales, muy complejos y que, junto
con otros menores, garantizan agua y de buena calidad al 83% de las viviendas. Los restantes reúnen un potencial
sustento para la seguridad alimentaria: 4 de riego y 5 de saneamiento de tierras. Mientras se completaba este acervo,
entre 1990 y 1998, período de irrupción de la actual crisis política y de la descentralización, se emprendió un agresivo
y exitoso esfuerzo dirigido a atacar el extremadamente bajo nivel de tratamiento de las aguas servidas.

1. EL AGUA: UN RECURSO ESENCIAL EN CRISIS.


Sin agua no es posible la vida ni la salud de pueblos y ecosistemas. Tampoco el desarrollo de los países. Se avizora,
sin embargo, una crisis mundial de su manejo, cuya magnitud ha sido tema de discusión por décadas y por
numerosos especialistas. Según afirma una institución de la UNESCO,  World Water Vision, 2000 o Visión Mundial del
Agua, 2000:

«Muchos países sufren la crisis del agua. Más de un billón de ciudadanos no tienen acceso a agua limpia para beber, y
la mitad de la población mundial no tiene acceso a medidas de conservación y promoción de la salud pública. Algunos
países ya no tienen suficiente agua para producir sus propios alimentos. Debido al crecimiento de la población mundial
y de la demanda de agua, es probable que muchos otros países no puedan aumentar sus alimentos provenientes de la
naturaleza. Prácticas de hoy destruyen los ecosistemas y reducen la biodiversidad. De continuar el manejo del agua se
tendrá que considerar la amenaza de la vida de futuras generaciones».[1]
Es una crisis cada vez más crónica, perniciosa, evidente y que condujo a la celebración del Segundo Foro Mundial del
Agua 2000 en La Haya, Holanda. Una reunión de alto nivel promovida por las Naciones Unidas y teniendo como
antecedentes múltiples eventos internacionales realizados en diferentes ciudades, tales como el Primer Foro Mundial
del Agua y la Conferencia de las Naciones Unidas, llevados a cabo en 1977, la primera en Marruecos y la segunda en
Mar del Plata. Quince años más tarde, se reúnen la Conferencia Internacional sobre Agua y Ambiente (CIAMA) de
Dublín y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (CNUMAD) de Río de Janeiro.

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INFORMA SOBRE ESTE ANUNCIO

La institución Visión Mundial del Agua fue creada en el foro de 1977 con el objeto de incrementar la reflexión sobre el
conocimiento de la crisis a lo largo y ancho del planeta y desarrollar una más amplia visión de cómo lograr un uso y
manejo sustentables del recurso. Lejos de un ejercicio académico, es un movimiento dirigido a desarrollar planes de
acción para implementar las recomendaciones y estrategias presentadas por la Comisión Mundial del Agua, y que
resultan de la consulta a escala mundial que condujo a la redacción del informe que fomenta soluciones hasta a
pequeña escala. En palabras de Koichiro Matsuur, el Director General de la UNESCO, con motivo del Día Mundial del
Agua 2000:

«El desafío… que… enfrentamos,… es poner en marcha la dinámica que haga de este siglo el de la seguridad de acceso
al agua a escala mundial. El agua ha sido durante mucho tiempo un sujeto poco importante en la agenda política, o
bien, se ha presentado sólo en términos de desastre, escasez, contaminación, o como una posible fuente de
conflictos. Necesitamos presentar una visión más constructiva del agua como recurso esencial y compartido. Debería
considerarse como una prioridad esencial para cada comunidad desde una perspectiva tanto local como global. Hay
una verdad fundamental que me gustaría enfatizar en esta ocasión: el agua no se agota si se extrae del pozo de la
sabiduría humana«.[2]
Venezuela no se ha quedado rezagada. El aprovechamiento hidráulico es parte de la agenda política de las cuatro
últimas décadas del siglo XX y, especialmente, a partir de 1968,  10 años después de instaurada la democracia,
cuando en el desaparecido Ministerio de Obras Públicas (MOP) se inicia el proceso de modernización del esfuerzo de
planificación y administración del recurso, sustentándolo en fundamentos similares y, a su vez, compartidos con el
enfoque de América Latina y el Caribe, el cual es recogido en el informe “Nuestra Propia Agenda”:

“El agua es un recurso natural que condiciona la vida de todos los ecosistemas. Además, constituye un recurso al cual
se vincula íntimamente el proceso de desarrollo en sus diferentes manifestaciones. Por ello, la planificación y
administración de los recursos hídricos es una actividad básica para la gestión ambiental dentro del proceso de
desarrollo sustentable… No se le está prestando la debida atención a la construcción de obras de aprovechamiento
hidráulico, como instrumentos importantísimos para (a) inducir la localización de actividades productivas y, por ende,
de los asentamientos humanos, en la búsqueda de un mejor ordenamiento del territorio… , (b) el suministro de agua
potable en suficiente cantidad a la población urbana y rural…, (c) la disposición de sus efluentes, a través de sistemas
apropiados de cloacas y tratamiento (cuyas deficiencias explican el 80% de las enfermedades del mundo en
desarrollo, donde, además, se producen problemas de contaminación de ríos, lagos y litorales marinos con La misma
gravedad como ocurren en los países industrializados…, (d) aumentar la productividad agropecuaria a través de
sistemas de regadío y drenaje y de saneamiento de tierras, y (e) inventariar los recursos hidroenergéticos como paso
inicial para adelantar… proyectos que aminoren el uso de fuentes agotables generalmente más contaminantes del
ambiente.” [3]
También se enfatiza en la trascendencia de encargar a una institución pública de la política hidráulica, para que,
contemplada en el desarrollo sustentable, la convierta en componente central de la ordenación de territorial y
ambiental. En Venezuela, la Ley Orgánica de la Administración Central de 1976, entre otras funciones, le asigna al
Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (MARNR), el ejercicio de la Autoridad Única de las
Aguas.

2. LA MODERNIZACIÓN DE LA POLÍTICA HIDRÁULICA SE INICIA EN 1968.


El manejo de los recursos hidráulicos es una antigua tradición en Venezuela[4], pero no sería sino en 1968, cuando se
crea la Comisión Nacional para el Aprovechamiento de los Recursos Hidráulicos (COPLANARH), la cual se aboca a la
elaboración del Plan Nacional de Aprovechamiento de los Recursos Hidráulicos (PNARH), que sería aprobado en 1972 y
que fue concebido con una visión nacional y mediante grandes desarrollos metodológicos, que permitieron establecer
los balances entre demandas y disponibilidades; así como la sucesiva ejecución de modernas obras hidráulicas y el
amplio programa iniciado desde 1974[5] y en el marco de «La Gran Venezuela» del primer gobierno de Carlos Andrés
Pérez (1974-1978).
En 1977, el recién creado MARNR emprende estudios sistemáticos para su actualización, ésta vez, considerando el
agua como condicionante de la ordenación del territorio, y su aprovechamiento integral, prospectivo y concatenado
con el de otros recursos naturales. Como se requería información básica más detallada, se actualizan los volúmenes
de agua para uso urbano, agrícola e industrial, los utilizados y las posibilidades físicas de uso. Se determina la
necesidad de obras adicionales y las posibles áreas de regadío; y se elabora el inventario hidroenergético nacional y
jerarquizado.

La sucesiva y sistemática actualización de los balances demandas-disponibilidades en el ámbito nacional y regional y


para las diferentes áreas de manejo, y los estudios sobre las desigualdades territoriales del desarrollo, permitieron
tener, tres años más tarde, en 1980, una nueva visión a mediano y largo plazos, del aprovechamiento del recurso. En
esta magna tarea resultaron fundamentales los novedosos criterios que sirvieron para determinar prioridades de
abastecimiento y tratamiento, y que fueron suministrados por los estudios nacionales, regionales y locales de
ordenación territorial y ambiental, que se venían realizando en paralelo[6]. La intensiva investigación y la espera de
resultados obligaba a dar prioridad a la optimización de las obras construidas y la conclusión del programa iniciado en
1974.
En 1983,  bajo la óptica de  la ordenación del territorio y los trabajos de actualización del PNARH, ya es posible que en
los documentos que sirvieron de base para la elaboración del Plan Nacional de Ordenación del Territorio que sería
aprobado en 1998, la Comisión Nacional de Ordenación del Territorio (CNOT) incluyera aquel referente a recursos
hidráulicos (PNOT)[7]. El documento contiene un planteamiento de los problemas, variado y complejo, que busca
soluciones estableciendo prioridades y con un enfoque de aprovechamiento nacional y regional. Ofrece una visión muy
completa sobre las condiciones en que se encontraba el uso del recurso y sus perspectivas, enfatizando en las
importantes desigualdades regionales de disponibilidades y demandas: regiones con agua abundante y suficiente para
satisfacer las demandas previsibles, sin comprometer la situación futura y evitando conflictos entre usuarios, en
contraste con otras que, a causa del grado de desarrollo alcanzado, consumen una parte apreciable de sus
disponibilidades o se encuentran en franca situación deficitaria y que puede derivar en conflictiva.
No obstante los avances en investigación y experiencia, y coincidiendo con la crisis derivada del agotamiento del
modelo de economía protegida y cerrada, que termina aflorando con la abrupta devaluación de la moneda en el
mismo año 1983, no se produjo la formulación de nuevas estrategias y los documentos de actualización no alcanzaron
la organización requerida, hasta los 90, cuando la política hidráulica es reorientada, de acuerdo a la nueva visión de
«El Gran Viraje»,  es decir, la  propuesta para el plan de desarrollo nacional del segundo quinquenio de Carlos Andrés
Pérez, un gobierno inconcluso y que marca el inicio del período de irrupción de la actual crisis política. La reorientación
política se produce según las siguientes pautas modernizantes[8]:
 La adopción de un sistema descentralizado de gestión de aguas.
 La adopción de la estrategia de estudios regionales derivada del proceso de descentralización iniciado en 1989.
 La concreción de proyectos viables, ejecutables y sustentables exigida por los organismos multilaterales y que
introdujo análisis como: identificación de las necesidades reales de la población, estímulo a la participación local,
cuantificación de beneficios económicos, sinceración de costos, evaluación de la capacidad de recuperación
mediante tarifas, disposición a pagar y estructuración de flujos de caja financieros viables.
Buscando una verdadera eficacia y eficiencia en la prestación del servicio, en 1992, se crea la Compañía Anónima
Hidrológica de Venezuela (HIDROVEN), una empresa matriz que actúa como ente rector y regulador del sector, y se
opta por traspasar la responsabilidad de la administración del agua potable y del saneamiento desde el Instituto
Nacional de Obras Sanitarias (INOS) hacia un conjunto empresas regionales autónomas e independientes entre sí,
gestionando nuevas fuentes de financiamiento y sincerando la relación entre costos de producción y tarifas a los
usuarios. El INOS, que desde 1943 había pasado a centralizar las funciones antes desempeñadas por los municipios,
es liquidado cuando pierde su capacidad de respuesta ante el crecimiento urbano[9].
En 1997, ya finalizando el segundo quinquenio de Rafael Caldera, el sector avanzaba decididamente en la gestión
descentralizada y autosostenible del servicio, la participación privada en una o varias fases del mismo y la
consolidación del papel rector y regulador de HIDROVEN.[10] En un esfuerzo por incrementar calidad y cobertura, se
hace la propuesta recogida en el «Plan de modernización del sector agua potable y saneamiento de HIDROVEN»; el
cual es concebido en un amplio marco de decisiones que involucran a múltiples actores de diferentes niveles
territoriales de gobierno, y persigue revertir estos servicios a los municipios y garantizar una gestión ajustada a
condiciones y características locales, autonomía en las decisiones, mayor control social y amplitud en cuanto a
posibilidades regionales y locales para la participación en las decisiones y el acceso a fuentes de financiamiento. Hasta
el presente se ha privilegiado la sucesiva creación de empresas descentralizadas, todavía de carácter público y con
participación de municipios y gobernaciones[11]; y  al  lado de otras, también regionales, pero dirigidas a lograr en
determinadas áreas de interés, el desarrollo de los recursos naturales con énfasis en lo hidráulico. Además de
HIDROCAPITAL, HIDROLAGO, HIDROCENTRO, entre tantas empresas regionales, en 1998, ya operaban las siguientes
empresas destinadas al aprovechamiento agrícola: Sistema Hidráulico Yacambú-Quíbor, C.A.; Empresa Regional
Sistema Hidráulico Planicie del Lago de Maracaibo;  Empresa Regional Desarrollos Hidráulicos Cojedes, C.A.; Empresa
Regional Sistema Hidráulico Guárico-Tiznados, S.A.; y Empresa Regional Sistema Hidráulico Trujillano, S.A.
Venezuela termina el siglo XX con una capacidad gerencial en proceso de descentralización y con un estratégico
referente a largo plazo: los planes nacional y estadales de ordenación del territorio que se aprobaron en los 90 y que
son experiencias que pueden y deben servir de guía a los fines de localizar demandas y de las sucesivas
actualizaciones del PNARH.

3. LA DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA RED HÍDRICA CONVIERTE UNA RIQUEZA EN ESCASEZ.


La geografía venezolana está dividida en cinco grandes sistemas fluviales o cuencas hidrográficas de diversas
superficies y variados regímenes climáticos y fisiográficos que les imprimen características propias. La más extensa, la
del río Orinoco, ocupa casi la totalidad del territorio nacional: 990 mil km. Le siguen en importancia las tres que se
extienden a lo largo de la fachada norte de Venezuela: mar Caribe (82.967 km.), lago de Maracaibo (72.350 km.) y
lago de Valencia (3.034 km.). La última es la del río Cuyuní, similarmente reducida (27.899 km.), pero ubicada hacia
el oriente de las fronteras meridionales o región Guayana.
Son importantes los contrastes existentes entre cada uno de estos sistemas fluviales, así como entre las sub-cuencas
que comprenden. En líneas generales, a medida que se avanza hacia el norte de Venezuela, las precipitaciones y, por
ende, los recursos hídricos, tiende a escasear, los cauces son cortos y los regímenes hidrológicos irregulares y con
caudales relativamente bajos. En el otro extremo, en el lluvioso sur, se halla una pródiga abundancia del recurso.[12]
Venezuela comparte sus aguas con los países fronterizos. De Colombia provienen ríos que drenan hacia el lago de
Maracaibo (Catatumbo y Paraguachón) y otros que vierten por el sur hacia el río Orinoco (Tomo, Vichada, Guaviare,
Meta y Arauca). La cuenca del río Amazonas, en Brasil, se conecta con el río Orinoco, a través del Brazo de
Casiquiare. El caso del río Cuyuní es diferente, ya que nace en Venezuela para desviar sus aguas hacia la zona en
reclamación del Esequibo.

La riqueza hídrica no compartida coloca al país en posición privilegiada en un ámbito mundial. Excluyendo dicha zona
en reclamación, el volumen medio anual de agua que se genera dentro del territorio nacional, es de 700 mil millones
de metros cúbicos de agua, o sea, unos 22 mil metros cúbicos por segundo. Con los aportes de las cuencas de los
países vecinos, el volumen se remonta a una cifra superior al billón de metros cúbicos anuales[13]. Las aguas
subterráneas agregan a las superficiales una disponibilidad adicional de 22 mil millones de metros cúbicos [14].
Ahora bien, su distribución territorial convierte a esta riqueza en escasez. De la totalidad del agua escurrida y
generada en Venezuela, el 84%, aproximadamente, se halla en las cuencas de los afluentes de la margen derecha del
río Orinoco, precisamente en las pródigas e inhabitadas regiones del sur. El volumen medio anual se reduce a unos
112 mil millones de metros cúbicos de agua, en la margen izquierda, y particularmente en su franja más septentrional
y donde se emplaza el grueso de la población.

4. EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE OBRAS HIDRÁULICAS: UNA EXTRAORDINARIA EMPRESA.


Petaquire es el primer embalse que vio Venezuela. Construido en 1929, originalmente destinado a la generación de
hidroelectricidad[15] para Caracas, la capital de la República. El segundo es Macarao, inaugurado 15 años más tarde,
en 1944, a un año de la creación del INOS. En esos tiempos de los 40 y después en los 50, precursores de la
democracia y testigos de la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez, el Estado acometió algunas otras obras.
Inspiradas en la revolución agrarista mejicana y luego en el desarrollo empresarial del campo, se ejecutan 3 embalses
de gran importancia por su relación con complejos sistemas de riego: Zuata (1942), Taiguaiguay (1952) y, sobre
todo, Guárico (1956), el cual destaca por su capacidad para almacenar 1 mil 840 millones de metros cúbicos de agua.
El desarrollo urbano también exigía infraestructuras hidráulicas. En 1949, a los embalses de Caracas se le suman La
Mariposa y Agua Fría. A Valencia se le construye el de Guataparo (1948) y a Altagracia de Orituco, El Corozo (1946).
Copapuycito (1946) aparece para cubrir los poblados del noreste del estado Bolívar; y en la isla de Margarita, La
Asunción (1948), San Juan (1951) y Guatamare (1958). (Anexo 1).
El Estado desplegaba acciones encaminadas a promover el desarrollo, pero no sería sino con el advenimiento de la
democracia, cuando, venciendo la desigual distribución de la red hídrica respecto a la demanda, se pone en marcha el
programa de inversiones hidráulicas evidenciado en la proliferación de embalses de diversos propósitos. Un programa
orientado a la satisfacción de la demanda de agua potable requerida por el súbito proceso de urbanización que se
iniciaba y, a la vez, dirigido a desarrollar en la provincia áreas prioritarias de desarrollo agrícola.

Es loable la obra realizada en los 2 primeros quinquenios de gobierno democrático (1959-1968). Durante esos 10
años fueron puestos en servicio 17 embalses; cifra superior a los 13 de los 30 años precedentes y que cobra mayor
relevancia, si se considera la trascendencia de 5 de ellos. En 1968 se inauguran Camatagua, el gran reservorio de
Caracas (1.574 millones de metros cúbicos), y Raúl Leoni o Guri, un espejo de agua de 135 mil millones de metros
cúbicos y que se adiciona a la obra hidroenergética que se montaba en Guayana: Macagua (1961), San Pedro (1967)
y Puente Blanco (1968).
Sin menoscabo de la serie de embalses que se venía construyendo en el marco del plan nacional de irrigación
propuesto desde los 40, vale destacar los demandados por el crecimiento urbano de la capital y de la provincia.
Caracas requirió 2 nuevos embalses: Quebrada Seca (1961) y Lagartijo (1962). A Cabimas se le dota desde Pueblo
Viejo (1960) y a Coro desde El Isiro (1963). Para Carúpano y Cumaná, aparecen El Pilar (1965) y Clavellinos (1967).
A Aragua de Barcelona se le beneficia con el embalse La Estancia (1967), y a Valle de la Pascua con el Tamanaco
(1966).

Ahora bien, el aprovechamiento hidráulico que vence la desigual distribución de la red hídrica respecto a la demanda,
realmente, es abordado a raíz de la creación de COPLANARH en 1968 y, sobre todo, más tarde, cuando es
contemplado en tanto que instrumento importantísimo de la ordenación del territorio. Ciertamente, en apenas 5 años
-el primer quinquenio presidido por Rafael Caldera (1969-1973)-, se planifican e incorporan 13 embalses, cuyas aguas
almacenadas sumaron un volumen máximo por el orden de 1.236 millones de metros cúbicos. Posteriormente y en el
ánimo de «La Gran Venezuela» de 1974 a 1978, se ejecutan obras sin precedente ni parangón en la historia hidráulica
del país, tanto por el número de embalses puestos en servicio, como por los volúmenes de agua embalsada. En esos
también escasos 5 años se concluyeron 17 nuevos embalses para fines múltiples y con capacidad para almacenar al
menos 1.462 millones de metros cúbicos de agua. Este volumen y los 2.270 millones almacenados en las obras
terminadas, incrementaron la disponibilidad a 4.370 millones[16].
Entre 1980 y 1983, ya en el gobierno de Luis Herrera Campins y habiendo adoptado la tesis de disminuir el ritmo de
inversión, continuando las obras adelantadas, optimizando el aprovechamiento de las construidas y limitando la
construcción de nuevas obras[17], solamente se incrementa el acelerado programa de inversión en los acueductos
regionales o sistemas de abastecimiento de agua potable que venía desarrollando el INOS desde inicios de la década
de los 60[18]. En este período presidencial que culmina con el afloramiento de la crisis que se venía acumulando,
entraron en servicio 12 embalses, incorporando, 7 de ellos, otros 1.372 millones de metros cúbicos de agua
embalsada para incrementar la disponibilidad a 5.742 millones. Después de 1984 y hasta 1998, 13 años de crisis,
desaciertos y también de la descentralización, cae el ritmo de expansión: apenas se agregan otros 12 para completar
86 embalses en operación, de los cuales, 64 reunían una capacidad de almacenaje de 11.406 millones de metros
cúbicos. Incluyendo al Guri, la disponibilidad de eleva a 146 mil millones, equiparables al 21% del volumen estimado
de aguas superficiales escurridas (700 mil millones). Así y a lo largo y ancho del país poblado, se fue edificando el
acervo hidráulico indispensable al desarrollo.
En paralelo a los embalses y a la sofisticada y compleja red de acueductos regionales que habría de ampliarse al ritmo
del inusitado proceso de urbanización, el programa de infraestructuras hidráulicas emprendido desde 1968, también
incluía la dotación de sistemas apropiados de cloacas y tratamiento, obras de saneamiento ambiental, el
aprovechamiento de los recursos hidro-energéticos, así como varios programas, a los cuales se le concedió alta
prioridad no sólo por sus implicaciones en la solución de conflictos de abastecimiento por escasez o por exceso de
agua (inundaciones) sino por su aporte para encarar el deterioro del sector agrícola y el ordenamiento territorial:
programas de conservación y recuperación de cuencas hidrográficas, de canalizaciones, pozos y lagunas, y de manera
prominente, aquellos dirigidos al riego y saneamiento de tierras. Se arranca, así, con un conjunto de proyectos de
gran envergadura, que desviaron elevados volúmenes de inversiones hacia regiones distintas a la sobrepoblada del
centro norte costero del país, y que estaban dirigidos a ampliar la cobertura territorial de las obras, incorporar nuevas
áreas al proceso productivo a corto plazo y promover al hombre del medio rural[19]. El naciente MARNR garantizó su
continuidad y concibiéndolos dentro de la planificación y ordenación de los recursos naturales renovables de una
región, de acuerdo a criterios conservacionistas, y como instrumentos de ordenamiento de grandes áreas y para el
desarrollo regional. En un intento por afrontar el problema de «éxodo rural-marginalidad urbana», en estos proyectos,
que formaban parte de proyectos agrícolas que exigían la gestión coordinada entre varios organismos[20] y
contemplaban grandes obras de drenaje y vialidad, y la infraestructura de apoyo a la producción, se tomaron en
cuenta las características de la dinámica agrícola: ocupación de tierras ecológicamente no aptas para la actividad y
que requieren de un régimen especial, producción insuficiente para satisfacer la demanda interna de alimentos y de
materias primas para la industria, falta de servicios básicos en el medio rural y escasez de incentivos al productor.
Las aguas subterráneas, complemento de las superficiales, son abordadas con igual prioridad. En el inventario
contenido en el documento de la CNOT de 1983, se reportan 4.455 pozos, discriminados por entidad federal; con sus
respectivas características de profundidad, nivel estático, gasto y reservas potenciales por cuenca hidrográfica y
áreas, y repartidos a lo largo y ancho del país, pero con mayor recurrencia en Guárico (783), Zulia (756), Carabobo
(467), Lara (432), Aragua (292), Anzoátegui (234) y Portuguesa (208).[21] La División de Acueductos Rurales del
Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, por su parte, reporta la existencia, en 1999, de 2.098 pozos construidos
igualmente desde la década de los 60 para beneficiar satisfactoriamente a muchas comunidades en el medio rural,
fundamentalmente en los estados Zulia (217 pozos), Portuguesa (208), Aragua (191), Lara (150), Carabobo (148) y
Monagas (113)[22].
Alta prioridad también se le concedió al problema de las inundaciones en ciudades, que 1978 afectaba al 74% de la
población urbana[23]; un problema totalmente erradicado en el país, gracias a las innumerables obras de
canalizaciones y diques contemplados en el programa adelantado a partir del diagnóstico de la problemática de las
inundaciones en centros urbanos, realizado entre 1967 y 1969, y que dio lugar al programa nacional de prevención y
defensa de poblados contra inundaciones.
Mientras se ampliaba la oferta de agua para la ciudad, el campo y la hidroelectricidad, se saneaban tierras y protegían
ciudades, en otras áreas se observaban serias deficiencias, como el extremadamente bajo nivel de tratamiento de las
aguas servidas de Venezuela . En atención a ello, con el apoyo de leyes especiales y financiamiento internacional, en
1990[24] y hasta 1998, período de irrupción de la actual crisis política, se adelanta una agresiva y exitosa política de
rehabilitación y saneamiento ambiental, que se inició en  los lagos de Valencia y Maracaibo -los 2 existentes en el
país- y en las costas nororientales: el eje Barcelona-Puerto la Cruz-Cumaná-Carúpano. La meta era lograr el
tratamiento del 25% de las aguas servidas y en 15 años una cobertura similar a la de abastecimiento. En 1998,
continuaba la construcción de los sistemas de tratamiento de aguas servidas en el eje, la rehabilitación y saneamiento
integral se extendía hacia Nueva Esparta y el Litoral Central del Distrito Federal, y se avanzaba con algunas obras de
dreanajes y cloacas[25].
La abundancia y diversidad de las obras que conforman el acervo hidráulico de Venezuela obliga limitar su revisión a
las grandes infraestructuras: los embalses, los acueductos regionales y los sistemas de riego y saneamiento de
tierras. (Mapa: Venezuela. Aprovechamiento Hidráulico. 1998).

5. LA RED HIDRÁULICA DE LOS EMBALSES COMPENSA LA DESIGUAL DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA


RED HÍDRICA.
El inventario de 1983 arrojó 408 sitios de aprovechamiento hidráulico: 136 para fines múltiples, 170 para riego, 42
para abastecimiento urbano y 60 para la generación de energía hidroeléctrica[26]. Para 1998, de ese total, todavía
300 se hallaban a nivel de estudios preliminares o anteproyectos, aunque 109 ya figuraban en los planes de
desarrollo. 15 estaban en etapa de proyecto y 9 en construcción, aunque 2 de ellos paralizados. Los concluidos
ascendían a 87: 85 en operación y 2 fuera de servicio.
Son, entonces, 109 sitios, en su mayoría en operación y principalmente concebidos para la sofisticada y compleja
función de suministrar agua potable a diversos centros urbanos. Ciertamente, son 76 embalses, entre los cuales
destacan 31 que fueron diseñados exclusivamente para este propósito. Los 45 restantes, comparten sus fines con
compromisos de regadío, contribuyen al control de crecientes en el período de lluvias o a la generación de
hidroelectricidad.
No menos importante es la infraestructura que, inspirada las propuestas agraristas de los años 40, comienzan a
ejecutar los gobiernos democráticos. Aparte de las 39 obras de regadío que comparten su uso con el urbano, existen
23 destinadas fundamentalmente para el desarrollo agrícola y que, en algunos casos, también controlan crecientes y
sirven para producir energía hidroeléctrica.

Los sitios de aprovechamiento hidro-energético, ya sean los 8 concebidos exclusivamente para este propósito o bien
los de uso múltiple, alcanzan a 14, entre obras terminadas (9), en construcción (4) y en proyecto (1). La Honda, La
Vueltosa y Las Cuevas, junto al proyecto de Borde Seco, pertenecen al Complejo Hidroeléctrico Uribante-Caparo,
mediante el cual se aprovechan caudales que bajan de la Cordillera de los Andes hacia el piedemonte llanero. En las
represas Raúl Leoni y Macagua, con una capacidad de 8 mil 865 millones de KW el primero y 370 mil KW el segundo,
se aprovecha parte del enorme caudal de los ríos y numerosos saltos de Guayana. Al terminar la de Caruachi y los
proyectos Tocoma y Cachamay, se optimizaría el aprovechamiento hidroeléctrico de este gran desarrollo manejado
por la EDELCA (Electricidad del Caroní), una empresa de  la Corporación Venezolana de Guayana (CVG)[27]. Estas
sumas junto a otras menores, como Masparro y Tucupido, elevan el potencial a 83.430 MW, equivalentes 2 mil 500
barriles[28] diarios de petróleo y permiten la definitiva independencia respecto a la termoelectricidad, así como el
desarrollo de un sector eléctrico en reestructuración y soporte para la expansión del complejo industrial y productivo
de Venezuela[29].
Con algunas salvedades, los embalses son obras cuya capacidad máxima de almacenamiento oscila entre 0,39
millones y cerca de 100 millones de metros cúbicos, como los casos de los viejos embalses de La Asunción y
Taiguaiguay, respectivamente, y de muchos otros que se fueron incorporando más tardíamente. Aunque en menor
cuantía, no son menos numerosos los grandes embalses, con capacidades máximas de almacenamiento muy
superiores, sobresaliendo, entre ellos,  además de Camatagua y Raúl Leoni ó Guri, las represas de Guárico (1.841
millones) y Boconó-Tucupido (3.485 millones). También son relativamente pocos los casos de embalses cuyos
trabajos de construcción hayan excedido entre 1 y 3 años. Hay embalses que, no obstante su reducido tamaño,
confrontaron problemas que prolongaron su construcción, como Tocuyo de la Costa, Taparito y Vilchez. Hay otros
cuya envergadura exigió hasta 11, 13 y 23 años; como Masparro y los mismos Boconó-Tucupido y Raúl Leoni.

Otros ejemplos ilustran los esfuerzos destinados a obras complementarias de los embalses: Vista Alegre, Socuy ó
Manuelote, Los Quediches y Atarigua fueron beneficiados durante 3 años (1979-1981), Matícora en 1981 y Masparro y
Boconó-Tucupido en 1989.

El objetivo principal de la red hidráulica de los embalses, es compensar las desigualdades territoriales de la red hídrica
respecto a la demanda, en particular la urbana. En efecto, la Cordillera de la Costa Central, asiento de la capital de la
República y  de la reducida y polarizada región del centro norte costero, concentra la cuarta parte (24,7%) de los 85
embalses en operación. Son 21 embalses que se han ido incorporando, desde 1929 y progresivamente al ritmo del
crecimiento demográfico.

En la esta región montañosa se pusieron en operación 7 de los 13 embalses ejecutados durante los casi 3 decenios
que median entre 1927 y 1958. Después de Petaquire, el incipiente desarrollo urbano demandó el suministro de agua
potable desde 4 embalses: Macarao (1944), Guataparo (1948), La Mariposa (1949), Agua Fría (1949).
Adicionalmente, y con fines de regadío se inician Zuata (1942) y Taiguaiguay (1952). Más tarde, en los años de la
planificación hidráulica integral, del explosivo crecimiento urbano de la región y de la simultánea difusión territorial de
embalses hacia la provincia, comenzaron a incorporarse otros, para ir conformando los modernos sistemas de
dotación: Quebrada Seca (1961), Lagartijo (1962), Camatagua (1968), Ocumarito (1969), La Pereza (1969) y Pao-
Cachinche (1974). En los 80 y 90, cuando aparece la descentralización y, su contraparte, la desaceleración del ritmo
de crecimiento demográfico de esta región, los sistemas de dotación se complementarían con Canoabo (1983),
Taguacita (1993) y Taguaza (1998).

En esta misma cordillera centro-costanera, además,  se represan aguas con el doble propósito de regadío y para dotar
de agua potable a ciertos poblados de sus inmediaciones y menos asociados al gran impacto urbano de Caracas. Hacia
Barlovento son inaugurados los embalses Guacamayal (1978) y El Guapo (1980). Hacia la vertiente sur que mira a los
llanos centrales, florecen Guanapito (1963), Cabuy (1974), Tierra Blanca (1976) y Vilchez (1997).

La difusión territorial de embalses hacia la provincia, iniciada en los 60, benefició como segunda y tercera regiones en
importancia a la depresión de Unare y las Serranías de Lara-Falcón; 2 áreas mucho menos pobladas y donde se
reparten 23 embalses, a través de los cuales se intenta aprovechar los escasos recursos de medios semiáridos. La
depresión de Unare no contaba con el vital líquido hasta el desarrollo de un tejido de varias presas grandes, medianas
y pequeñas que, ahora, regulan las aguas de diversos ríos y quebradas. Después de la puesta en servicio de los
embalses Santa Clara o La Tigrita (1963), Tamanaco (1966), La Estancia (1967) y La Becerra (1973), entre finales de
los 70 y de los 80 se ejecutan sucesivamente 8 embalses para completar un sistema de regadío, a su vez útil para uso
urbano: El Cigarrón, El Médano, El Guaical, El Andino y Vista Alegre, puestos en servicio en 1978, y más
recientemente El Cují (1980), El Pueblito (1983) y Taparito (1988).

El aprovechamiento de las escasas aguas de muchos de los ríos y quebradas de las Serranías de Lara-Falcón,
comienza entre 1962 y 1973 con la entrada en servicio de 5 embalses: Tocuyo de la Costa (1962) y Mapara (1964),
productores de agua potable, y Durute (1969), con propósito de riego, El Zamuro (1971) y Guaremal (1973), también
previstos con fines urbanos, y Agua Viva (1973), otro proyecto de riego, que sería ampliado en 1994. Más destacada
aún es la obra culminada entre 1977 y 1980, cuando se activan 6 embalses a los fines de mitigar demandas urbanas y
rurales: Atarigua (1977), Mamito (1978), Matícora (1978), Los Quediches (1979), Pedregal (1979) y Las Barrancas
(1980). Más recientemente, las condiciones adversas obligan a sacar del servicio a los embalses El Zamuro, Guaremal
y Pedregal; y en 1988, es inaugurado El Ermitaño, una pequeña presa con fines de riego. Actualmente, la región sigue
siendo objeto de atención, ya que el embalse El Zamuro se encuentra en proyecto para su reparación, se encuentra
paralizada la construcción de Uracure, Matícora es objeto de trabajos de reparación y están previstos 2 proyectos: El
Mamón y Uramita.

En la península de Paraguaná y las costas de Falcón y Yaracuy -planicies contiguas a las Serranías de Lara-Falcón y de
climas secos similares-, se hallan en operación 6 embalses, también construidos paulatinamente desde los 60. Los
primeros que entraron en operarción son El Isiro (1963), cuya finalidad es abastecer agua potable, y Chirache (?),
Cayude y Cruz Verde (1976), previstos además para riego. En 1980 se suma El Cristo y Hueque en 1995; ambas
obras exclusivamente ejecutadas con el objetivo de producir agua potable y a las cuales se sumará la presa Dos
Bocas, un proyecto de regadío.

En correspondencia con la importancia de sus conglomerados urbanos, la depresión del lago de Maracaibo exhibe 7
embalses. 10 años después de la inauguración del antiguo embalse Pueblo Viejo, en 1960 y hasta finales de los 80,
comienzan a surgir otros con fines urbanos y de riego: Tulé (1971), El Tablazo (1973), Socuy (1978) y Machango
(1988). El Diluvio entrará en operación próximamente. En el sur del lago, el embalse Onia desde 1973 cumple
funciones de control de crecientes.

El gran reservorio de agua de la Cordillera de los Andes es aprovechado en 5 sitios. El embalse Dos Cerritos, que
desde 1974 surte a Barquisimeto y otras ciudades del Estado Lara, el embalse de riego de Santo Domingo,
inaugurado en 1979, y los 3 que integran el Complejo Hidroeléctrico Uribante Caparo. Para el futuro próximo se
prevén 3 nuevos embalses: Borde Seco, que al término de su construcción será el cuarto embalse de este complejo;
Yacambú, cuya construcción desde 1968 ha encontrado severas limitaciones; y Dos Bocas, un proyecto de riego.

Mucho después de El Pilar y Clavellinos, que desde 1965-1967 satisfacen demandas urbanas y de regadío, en la
Cordillera de la Costa Oriental se desarrollan 4 embalses: El Guamo, una obra para riego inaugurada en 1979, y
Turimiquire, en operación desde 1987 y para producir agua potable. El Botalón y El Olivo son 2 nuevos proyectos de
riego.

A los 3 embalses que desde los 40 servían de agua potable a la isla de Margarita, en 1974 se les agrega el de San
Francisco de Macanao.

A manera de cadena piedemontina, en las regiones llaneras occidentales y centrales se reparten 7 embalses en
operación. Después de la puesta en servicio de los embalses El Corozo (1946) y Guárico (1956), paulatinamente se
fueron sumando Las Majaguas (1963), Pao-La Balsa (1974), Tiznados (1983), Masparro (1988) y Boconó-Tucupido
(1988), otras 5 grandes obras, originalmente, concebidas para el riego de áreas cultivables; y que han servido para
consolidar el gran granero de Venezuela y el correspondiente florecimiento de ciudades agoindustriales como
Acarigua-Araure y Calabozo. A estos desarrollos habrán de agregarse los embalses Las Palmas, cuando se reanude su
construcción, y La Palma, un proyecto pendiente. Para dar continuidad al aprovechamiento piedemontino, para los
llanos orientales están previstos el embalses Mundo Nuevo, cuya construcción ha sido suspendida, y la ejecución del
proyecto de Las Camasas.

En las despobladas regiones de Guayana, apenas, se hallan 6 embalses, con varios años de operación, concentrados
en las áreas urbanizadas de las colinas piedemontinas y a los cuales se sumarían Caruachi, en construcción, y Tocore,
en proyecto. Por una parte, destacan los embalses hidroeléctricos Raúl Leoni ó Guri y Macagua, ambos realizados en 2
prolongadas etapas, las del primero entre 1963 y 1986, y la del segundo de 1954 a 1998. A ellos se agregan
Copapuycito (1952), San Pedro (1967), Puente Blanco (1968) y El Palmar (1975), 4 reservorios fundamentalmente
destinados al suministro de agua potable.

6. LA AMPLIACIÓN DE LOS 10 SOFISTICADOS Y COMPLEJOS ACUEDUCTOS REGIONALES[30].


Especial tratamiento se le ha conferido al abastecimiento de agua potable, mediante obras que van desde acueductos
para pocos miles de habitantes y que se nutren de aguas de su entorno, hasta los 10 grandes acueductos regionales o
complejos sistemas de abastecimiento; una red bajo la responsabilidad descentralizada en diversas empresas
regionales de abastecimiento, de extraordinario valor ingenieril, estructurada desde los años setenta para servir a
millones de usuarios, incorporando fuentes extracuenca, modificando balances hidráulicos de las áreas de
abastecimiento y de trasvase, y variando los costos de construcción, operación y, por ende, de prestación del servicio,
según sean las obras requeridas.

De esos 10 acueductos regionales, 5 suministran agua potable a la región del centro norte costero, donde, según el
último censo de población y vivienda, en 1990, residían 6.560.118 habitantes; esto es un 36% del total nacional de
18.106.265 personas. 3 de ellos, los más desarrollados, sofisticados y complejos dan respuesta a las demandas del
Distrito Federal y los estados Vargas y Miranda, en cuyo ámbito y para la misma fecha se congregaban 3.974.754
personas, equivalentes al 22% del mismo total: el sistema de abastecimiento del Area Metropolitana de Caracas
(AMC), Los Teques, las ciudades del Tuy Medio y Guarenas-Guatire, la principal aglomeración humana del país, junto
a los que suministran a los centros de sus áreas costaneras adyacentes: el Litoral Central, litoral caribeño del norte, y
Barlovento, en la depresión del mismo nombre ubicada al este. No menos complejos, aunque sí menos desarrollados y
sofisticados son los 2 acueductos construidos con el propósito de encarar la dotación de agua potable en los estados
Aragua y Carabobo, cuya población de 2.585.364 residentes, representaba otro 14% de la nacional: por una parte, el
«Acueducto Regional del Centro», que satisface al conglomerado urbano-industrial que a manera de cordón oeste-este
se desprende desde Tinaquillo, pasando por  las ciudades de la cuenca del lago de Valencia y hasta El Consejo y
Tejerías; y, por otra, el que, hacia el también litoral caribeño, surte a Puerto Cabello, Morón y el conjunto industrial
«El Palito-PEQUIVEN-Refinería y Planta Termoeléctrica del Centro».

Los 5 restantes son más recientes, tienen mayor número de problemas y sirven a aquellas regiones que se hallan en
pleno desarrollo en la provincia. De ellos, destacan 4 que se han estructurado hacia el occidente del país. En centro-
occidente se identifican el sistema concebido para responder a las necesidades de Barquisimeto-Cabudare, Quíbor y El
Tocuyo, ciudades emplazadas en las Serranías de Lara-Falcón; así como el sistema falconiano que cubre las crecientes
demandas de agua potable de las vecinas planicies costaneras del norte. En nor-occidente, alimentado de aguas
provenientes de la Sierra de Perijá, se encuentra el que surte a Maracaibo, el «Complejo Petroquímico El Tablazo» y a
los puertos de Altagracia y Santa Rita, importantes polos de la boca del lago de Maracaibo. Y en el sur-occidente, en
las estribaciones más meridionales de la Cordillera de Los Andes, se teje el «Acueducto Regional del Táchira», que
abastece a la conurbación San Cristóbal-Táriba-Palmira y a otros centros de su área de influencia: San Antonio,
Ureña, Aguas Calientes y Colón.

En el nororiente de Venezuela y aprovechando la reserva del Macizo Montañoso de la Cordillera de la Costa Oriental,
solamente se ha conformado el «Acueducto Regional de la Región Nor-Oriental», que satisface las demandas de 3
conjuntos urbanos: además de los que se estructuran en las islas de Margarita y Coche, en tierra firme se abre entre
el conjunto Barcelona-Puerto La Cruz-Guanta y los centros sucrenses de Cumaná, Araya y  Carúpano.

6.1. Los 5 sistemas de abastecimiento de la reducida y polarizada región del centro norte costero.
Los sistemas que abastecen al Distrito Federal y a los estados Vargas y Miranda, desde 1993, están a cargo de
HIDROCAPITAL. El correspondiente a la aglomeración humana que gira en torno al AMC está conformado por un
complejo sistema de acueductos, cuya envergadura contrasta con los que surten al Litoral Central y a Barlovento. Más
que la ampliación de la oferta de agua y de las redes de suministro, los problemas de su gestión radican en la
diferencia sustantiva que persiste entre el agua producida y la facturada. En 1994, el volumen de agua producida
alcanzó 884,9 millones de m3 y apenas se facturaron 283, 5 millones, es decir, menos de la tercera parte (32%). En
1995, luego de los múltiples esfuerzos de recaudación, el agua facturada se había incrementado a 318,8 millones,
pero su proporción respecto a la producida todavía era un 39%[31]. Además, es el caso más evidente del conflicto
entre la ocupación del territorio y las disponibilidades de agua, debido a las grandes distancias y las diferencias de
altitud que separan a los centros de consumo y las principales fuentes de abastecimiento, de donde se extrae el
líquido, mediante costosos trasvases y sistemas de acueductos que abastecen en paralelo.
Su disponibilidad, para 1983 se situaba en 16.800 litros por segundo (l/s), un volumen estimado como deficitario para
el año 2000 y proveniente de algunas tomas y pozos, y de los embalses Ocumarito, Lagartijo, La Mariposa, Agua Fría
y Camatagua, este último una fuente extra-regional, de la cual dependía en un 60% la dotación del sistema,
quedando disponibles sólo 7.000 litros, equivalentes al 56% del caudal medio del río Guárico en el sitio de la toma.
Tal situación deficitaria imponía buscar nuevas fuentes para incrementar la disponibilidad al menos hasta 52.800 l/s,
incorporando soluciones alternas que, por su ubicación en la depresión de Barlovento, involucraban inversiones de
importante magnitud. 11 años más tarde, en 1995, el sistema, conformado por los acueductos Metropolitano, Losada-
Ocumarito (Tuy Medio ), Ciudad Fajardo (Guarenas-Guatire) y Panamericano (Los Teques), había sido objeto de
nuevas obras, mediante las cuales la disponibilidad de 16.800 l/s aumentó notablemente a 50.377, de los cuales sólo
se captaban 22.546, es decir, un 45%. Además del trasvase desde Camatagua, que pasa a representar solamente el
22% del total (10.800 frente a 50.377 l/s), y de los embalses Lagartijo, Ocumarito, La Mariposa y Agua Fría, las
aguas provienen de nuevas incorporaciones al sistema: diversas tomas y pozos y los embalses Taguacita, terminado
en 1993, Quebrada Seca y La Pereza, ahora, complementados desde el río Tuy.[32]
Ahora bien, muy por encima de los demás acueductos del sistema, se erige el Metropolitano, mediante el cual, en
1995, eran atendidos en un 95% los 3 millones 161 mil habitantes del ÁMC. Disponía de  37.082 l/s y captaba 18.032
l/s, volúmenes éstos proporcionales al 73% y 82% de los correspondientes totales del sistema (50.377 y 21.969 l/s).
Le siguen, en orden de importancia, los acueductos Losada-Ocumarito, Ciudad Fajardo y Panamericano, que se
reparten magnitudes poblacionales inferiores al 13% de la residente en el AMC (364 mil, 278 mil y 165 mil,
respectivamente).

Los excedentes de agua de este sistema de acueductos, en 1995, todavía estaban muy por encima de la captada y
servían para cubrir holgadamente mucho más de la demanda de la población que seguía fuera del servicio; y más aún
después de 1998, con la incorporación del embalse Taguaza.

El sistema del Litoral Central, desde Carayaca hasta Los Caracas (hoy Estado Vargas), en 1980 contaba con 1.600 l/s,
un volumen insuficiente para cubrir las demandas estimadas hasta el 2000 y que se nutría de los ríos Chichiriviche,
Limón y Maya (900 l/s), de otras fuentes locales (500 l/s) y de un trasvase desde Caracas (200 l/s). Desde entonces,
se estudian nuevas opciones locales, como la construcción de dos presas: una en el río Acarigua, para agregar 3.420
l/s, y otra sobre el río Maya, cuya ejecución no estaba prevista en el corto plazo.  En 1995, todavía evidenciaba
problemas ya que la disponibilidad, apenas, se había elevado a 1.840 l/s con la incorporación de 60 l/s del embalse
Petaquire y 680 l/s de los ríos Macuto, San Julián, Cerro Grande, Naiguatá y Camurí. De ese volumen se captaban
1.490 l/s para cubrir un 83% de una población que se situaba en algo más de 4 millones de personas, restando
apenas 350 l/s con los cuales se podría dotar a la población no servida, más no así a posibles nuevos contingentes.

El sistema que sirve a los numerosos poblados que se emplazan en la depresión costanera de Barlovento, en 1995, al
igual que en 1980, era dotado por el embalse El Guapo, el cual, junto a otras fuentes menores -diques, toma,
quebradas y pozos que aportan 568 l/s- ofrecía una disponibilidad de agua de alrededor de 5.000 l/s, suficientes para
cubrir con la demanda más allá del año 2.000 e, inclusive, para transferir parte de la misma, al sistema de AMC.
Ciertamente, la cobertura del servicio, que escasamente alcanzaba un 38% de los 90 mil pobladores censados, se
realizaba mediante una captación de 1.386 l/s, equivalentes a sólo un 28% del agua disponible. Bastaría, entonces,
con aprovechar en un 62%, la disponibilidad restante -unos 3.608 l/s-, para cubrir a la población no atendida, una
demanda estimada en 2.240 l/s.

El gran «Acueducto Regional del Centro», a cargo de HIDROCENTRO, mediante una sola aducción, alimenta a más del
90% de la demanda urbano-industrial del otro gran conglomerado humano de la región del centro norte costero de
Venezuela[33]. Los problemas de déficits también se afrontan con un gasto muy alto de energía y de inversiones,
debido a que, en su mayor parte, se surte de dos fuentes extra-regionales: los embalses Pao-Cachince y Pao-La
Balsa. Las fuentes locales complementarias son el embalse Guataparo, derivaciones y, principalmente, pozos, cuyo
uso impone un control de las aguas subterráneas que impida su abatimiento y riesgos de salud pública. En 1995,
antes de la incorporación del embalse Pao-La Balsa y al igual que en 1983,  la disponibilidad se situaba entre 10.888 y
11.000 l/s: 2.668-3.000 l/s provenientes de fuentes locales y 8.000 l/s del embalse Pao-Cachinche. La cobertura del
servicio ya alcanzaba un 93,7% de la población censada, pero el excedente disponible escasamente se situaba en algo
más de 3.000 l/s.
El que abastece a Puerto Cabello, Morón y el conjunto industrial «El Palito-PEQUIVEN-Refinería y Planta Termoeléctrica
del Centro», también gerenciado por HIDROCENTRO, está conformado por acueductos individuales que ofrecen una
disponibilidad de 1.245 l/s; la cual se incrementó desde finales de los ochenta con la puesta en servicio del embalse
Canoabo, el cual sirve para complementar el abastecimiento de Morón en períodos de sequía.

6.2. El sistema de Barquisimeto-Cabudare, Quíbor y El Tocuyo.


No obstante los esfuerzos y recursos invertidos, Barquisimeto-Cabudare, Quíbor y El Tocuyo continúan abastecidas
mediante un sistema que, a cargo de HIDROOCCIDENTAL, opera en condiciones deficitarias y con serios conflictos
entre el uso agrícola y el urbano. Con Yacambú, una presa con capacidad para almacenar 435 millones de metros
cúbicos de las aguas provenientes del río Yacambú, se preveía complementar con 3.000 l/s la disponibilidad que, en
1980, ofrecían las dos fuentes existentes: 1.200 l/s de aguas subterráneas y 3.500 l/s del embalse Dos Cerritos, cuya
disponibilidad de 5.710 l/s estaba comprometida en un 50% para riego (2.210 l/s). Ante las severas dificultades que
han impedido culminar la construcción de esa gran obra, se planteaba, en su defecto, la incorporación de nuevas
fuentes de viabilidad complicada: proyecto de trasvase sumamente costoso desde la presa Dos Bocas; aumento de la
actual extracción desde el embalse Dos Cerritos y restándole agua a la agricultura; desarrollo y/o reutilización de
pequeñas fuentes locales; y aprovechamiento del embalse Atarigua, también comprometido con riego y con aguas de
dudosa calidad debido a su contaminación por agroquímicos.

En 1995, el sistema continuaba surtiéndose del embalse Dos Cerritos, alcanzando una extracción de 4.790 l/s; es,
decir, dejándole a la agricultura un reducido excedente de 920 l/s. En 1998, la empresa Sistema Hidráulico Yacambú
Quíbor C.A., responsabilizada de la culminación del embalse desde 1989, trabajaba en la construcción del túnel de
trasvase y en las obras de regulación del río del mismo nombre[34].
6.3. El «Sistema Falconiano».
Las crecientes demandas de agua potable de Coro y La Vela, en las planicies costaneras del norte de Falcón, y de la
Península de Paraguaná, donde se encuentran las industrias y refinerías de Punto Fijo, son afrontadas mediante un
complejo y vulnerable sistema, a cargo de HIDROFALCON y que interconecta los centros de consumo con los embalses
y captaciones ubicados en la alejada Serranía de San Luis, a través de aducciones de largo recorrido y sometidas a un
régimen climático árido. Además de estas dificultades, ha sido necesario excluir algunas de sus fuentes, debido a la
presencia de problemas de contaminación o por el alto contenido de sales disueltas, como ocurrió con el embalse
Pedregal.

La oferta era deficitaria hasta 1993, cuando se incorporan 2.500 l/s del nuevo embalse Hueque. La demanda para el
año 2010, estimada en 3.680 l/s, se cubriría fácilmente al agregar este volumen a los 3.890 l/s anteriormente
extraídos de otras fuentes, sobre todo, de los embalses El Isiro (1.890 l/s) y Las Barrancas (2.000 l/s).

6.4. El de sistema de Maracaibo, el «Complejo Petroquímico El Tablazo» y los puertos de Altagracia y


Santa Rita.
Maracaibo, el Complejo Petroquímico El Tablazo y los Puertos de Altagracia y Santa Rita, son importantes polos del
norte de la depresión del lago de Maracaibo que, en 1980, disponían de 17.600 l/s, proveniente de algunos pozos
(800 l/s) y, sobre todo,  de los embalses Tulé y Socuy ó Manuelote (16.000 l/s), del cual existía un compromiso de
riego de 2.000 l/s. Aunque las estimaciones señalaban un horizonte de balance positivo sólo hasta el 2010, en 1995,
las redes de acueductos que integran el sistema, ahora a cargo de HIDROLAGO, no se habían extendido más allá del
ámbito que abarcaban en 1980; y la disponibilidad, aún provenía de las mismas fuentes. Se descartan soluciones
como la construcción del embalse El Diluvio, también con un importante compromiso de riego, y surgen otras como la
posibilidad de aprovechamiento del río Guasare, mediante la construcción del embalse El Brillante.
6.5. El «Acueducto Regional del Táchira».
El «Acueducto Regional del Táchira» es una extensión del que, en 1980, solamente surtía a San Cristóbal-Táriba-
Palmira, mediante obras parcialmente interconectadas, desde una toma por bombeo de 600 l/s sobre el río Quirimarí
y de varias derivaciones sobre quebradas, que surten por gravedad otros 420 l/s.

Después de la puesta en servicio del moderno acueducto, ya bajo la responsabilidad de HIDROSUROESTE, el sistema
se extendió desde San Cristóbal-Táriba-Palmira hasta Rubio, San Antonio, Ureña y Aguas calientes, por el oeste, y 
hasta Colón, por el norte. En 1995 abastecía una población de algo más de 455 mil habitantes, equivalentes al 88,7%
del total censado (513 mil). Además de las fuentes arriba mencionadas, se habían incorporado nuevas derivaciones
con capacidad para ofrecer una disponibilidad suficiente para cubrir las demandas holgadamente. Solamente el
Sistema Quirimarí (2.000 l/s), la quebrada La Jabonosa (1.200 l/s), la quebrada Queniquea (1.000 l/s) y el río Bobono
ó Bobo (2.500 l/s) suman 9.000 l/s, una cifra más de nueve veces superior a la de 1980 (1.200 l/s) y muy por encima
de la demanda de 3.220 l/s estimada para una población de 643 mil personas.

6.6. El «Acueducto Regional de la Región Nor-Oriental».


El sistema de abastecimiento del nor-oriente de Venezuela, en 1980, estaba conformado por cuatro subsistemas. El
subsistema del conglomerado Barcelona-Puerto La Cruz-Guanta, surtido mediante una extracción de 1.380 l/s del río
Neverí, operaba de manera independiente y con un balance ampliamente negativo. Los subsistemas Cumaná y
Carúpano se nutrían estrechamente, el primero, tomando 140 l/s de los ríos Manzanares y Cancamaure; y el segundo,
con 700 l/s, principalmente provenientes del embalse Clavellinos. El subsistema Margarita y Coche, también con un
balance negativo, se alimentaba con 970 l/s, en su mayor parte, desviados de las mismas fuentes que surtían a los 2
anteriores: 150 l/s de los ríos Manzanares y Cancamaure, 750 l/s del embalse Clavellinos y, escasamente, 70 l/s que
se explotaban en fuentes propias, es decir, los embalses La Asunción, San Juan, Guatamare y San Francisco de
Macanao.

En 1995, luego de la construcción del «Acueducto Regional de la Región Nor-Oriental», a cargo de HIDROCARIBE y
teniendo como fuente principal al embalse Turimiquire, la oferta de agua se había elevado súbitamente a 25.870 l/s,
para exceder con creces la captación de 9.380 l/s, con los cuales es abastecida en un 89% la demanda proveniente
del 1,1 millón de personas repartidas entre las distintas localidades. En el caso del Acueducto Metropolitano, que
surtía a 456 mil residentes de Puerto La Cruz-Barcelona- Guanta, fundamentalmente, gracias a la toma Cartanal en el
río Neverí,, se incrementa de 1.380 a 5.600 l/s,  con lo cual se pueden cubrir demandas muy superiores a la
satisfecha por la red (90%).

Los problemas del subsistema Cumaná, que ahora conecta a la población de Araya, son solventados mediante el
embalse Turimiquire, con cuyo aporte de 15.000 l/s se incrementa la disponibilidad a 16.200 l/s. El subsistema
Carúpano la aumenta a 4.000 l/s con los incrementos en el caudal extraído del embalse Clavellinos. Los severos
déficits presentes en Margarita y Coche, se resuelven con la desviación de aguas desde Cumaná y desde Carúpano.

7. L OS VENEZOLANOS RECIBEN AGUA Y DE BUENA CALIDAD.


En 1943, el año de creación del INOS, el déficit de agua potable se situaba en alrededor del 76% y la población en
unos cuatro millones de habitantes. Una población seriamente afectada por la malaria y las enfermedades de origen
hídrico y con una esperanza de vida al nacer de apenas 43 años[35]. En el mundo de hoy, 1 de cada 5 habitantes (1,2
millardos) carece de agua y 3,4 millones de seres humanos mueren cada año por carencia de plantas de
tratamiento[36]. La situación en Venezuela en el año 2000 dista mucho de ese pasado tan reciente, así como del
promedio que caracteriza al contexto internacional.
Según el presidente de HIDROVEN, Alejandro Hitcher, entramos al 2000 cumpliendo con todos los parámetros de la
Organización Mundial de la Salud:

«Absolutamente toda el agua potable que se distribuye es apta para ser consumida, pero como en todos los sistemas,
existe un margen de error: 10% del agua que llega a los hogares venezolano no cumple con todas las normas de la
OMS; sin embargo, es consumible y garantizamos a las personas que la ingieren que no van a contraer ninguna
enfermedad».[37]
En efecto, son satisfactorios los logros en cuanto a la red de abastecimiento de agua por acueducto, no obstante los
problemas, las discontinuidades en el curso de los proyectos y obras, y las desigualdades regionales, en líneas
generales y sin obviar los problemas de disponibilidad efectiva del recurso y que depende de los volúmenes de agua
requeridos para dotar los centros de consumo y de cualquier otra falla en los sistemas. El enjambre de plantas de
potabilización, ahora fundamentalmente en manos de las empresas hidráulicas y distribuidas a lo largo y ancho del
país, pone en evidencia el alcance de los trabajos adelantados por el Estado Venezolano (Cuadro Nº 1).

CUADRO Nº 1
VENEZUELA.
PLANTAS DE POTABILIZACIÓN
1998

EMPRESA U
ORGANISM
EMPRESA U EMPRESA U O
ORGANISMO N ORGANISMO N ENCARGAD N
ENCARGADO º ENCARGADO º O º

1 1 HIDROLLAN
HIDROCAPITAL 0 HIROLAGO 0 OS 3

1 HIDROSUROES 1
HIDROCENTRO 4 TE 6 CVG 2

HIDROOCCIDENT 1 HIROCARIB 1
AL 1 HIDROANDES 8 E 2

AGUAS
HIDROFALCÓN 6 HIDROPÄEZ 7 MONAGAS 6

1
0
VENEZUELA 4

Fuente: HIDROVEN. Gerencia Técnica. Coordinación Control de Calidad. 1998.

Mientras el 20% de los habitantes del mundo carece de agua, en Venezuela, exiguamente el 16,8% de las viviendas
censadas en 1990 no se abastecía de agua por acueducto; déficit que, sin duda alguna, disminuye y al ritmo de la
progresiva descentralización del servicio de agua potable[38] y que se reducía a 10,9% en las áreas urbanas, donde
es menos compleja y onerosa la dotación del servicio y donde vivían 15.209.263 personas; es decir, el 84% de la
población total. Más aún, en 15 de las 23 entidades federales del país (Vargas todavía formaba parte del Distrito
Federal), la situación del servicio es satisfactoria; ya que los déficits son inferiores al 20% y en 10 de ellas al
promedio nacional. Los déficits se colocaban entre 21% y 25%, en Sucre (20,6%), Barinas (21,1%), Zulia (22,5%),
Guárico (22,8%) y Falcón (24,7%); observándose una situación preocupante solamente en Apure, Delta Amacuro y
Amazonas, entidades prácticamente despobladas y donde los promedios llegaron a 43%, 35% y 30%,
respectivamente. (Anexo 2).
En el medio urbano de las distintas entidades federales, los déficits se situaban por debajo del promedio nacional.
Carabobo (17%), Anzoátegui (16%) y Apure (14%) constituyen la excepción. En el disperso medio rural, que se
repartía 2.897.002 personas, el promedio nacional era de 49%, elevándose a niveles críticos en 9 entidades federales:
por una parte, Zulia (50%), Distrito Federal (50%), Lara (54%), Bolívar (63%) y Anzoátegui (64%), que son
eminentemente urbanas, y por otra, áreas de escasa población como Guárico (60%) y los mismos estados Amazonas
(68%), Delta Amacuro (73%) y Apure (79%).

Los déficits no excedían el 18% en las áreas urbanas de la región del centro norte costero, concentradora del 36% de
los habitantes, dotada con los más sofisticados sistemas de acueductos y con niveles de urbanización que superan el 
93%; indicador que se reduce a 7% y 10% en el conjunto del Distrito Federal y el Estado Miranda, lugar de residencia
del 21 % de la población de Venezuela.

A diferencia de esta región, el déficit era de consideración (23%) en el Zulia, otro espacio altamente urbanizado
(89%), concentrador de población (12,3% de la nacional) y sede de Maracaibo, la ciudad más importante de la
«provincia». Si bien el 82% de las viviendas ubicadas en las áreas urbanas contaban con el servicio, en las rurales
esta proporción es muy baja: 42%. Tampoco era satisfactorio el servicio de agua por acueducto en la región del
centro occidente. En Lara, otra entidad concentradora de población (7% de los habitantes de Venezuela), altamente
urbanizada (78%) y cuya capital, Barquisimeto, se erige como otra de las importantes urbes de la «provincia», el
11% de las viviendas urbanas no recibían agua por acueducto, pero el déficit es crítico (54%) en sus áreas rurales,
donde se hallaba casi la cuarta parte de sus habitantes (22%). En Yaracuy, también muy urbanizado (76%), pero de
relativamente poca población (2% del total nacional), la dotación urbana alcanzaba el 90% de las viviendas y en el
campo el 33%.

En Portuguesa y Falcón, los 2 estados menos urbanizados de centro occidente (entre 66% y 68%) y de escasa
población (cada una, excede muy poco el 3% del total nacional), alrededor del 80% de las viviendas urbanas disponen
de acueducto, pero en sus áreas rurales, ámbito de la tercera parte de sus habitantes, el servicio sólo beneficia al
56% y al 40% de las respectivas viviendas.

En el nor-oriente de Venezuela, Anzoátegui y Sucre todavía sobresalían entre los menos favorecidos: los respectivos
porcentajes se situaban en 23 y 20%, y a 64% y 45% en el caso de las viviendas rurales. En cambio, en Nueva
Esparta y en Monagas las viviendas sin acueducto apenas representaban el 9% y 13%.

Barinas, Cojedes y Guárico, 3 estados llaneros, también de escasa población y de los menos urbanizados (entre 62 y
75%), igualmente figuran entre los menos favorecidos, al presentar significativas proporciones de viviendas sin
acceso a acueductos: 21%, 18% y 23%, respectivamente, y que en el campo arrojan valores alarmantes entre 45% y
60%.

Los acueductos de Bolívar satisfacían el 85% de las viviendas y el 92% de las urbanas; otro estado concentrador de
población (5% de los residentes de Venezuela) y prácticamente en sólo 2 ciudades: Ciudad Guayana y Ciudad Bolívar.

Los déficits promedio son bajos en Táchira (10%), Mérida (15%) y Trujillo (19%), las entidades andinas, que se
reparten un 10% de la población de Venezuela y se caracterizan por sus aún poco elevados niveles de urbanización
(entre 62 y 73%). Si bien las ciudades se han privilegiado por la dotación del servicio (déficits entre 5% y 7%), la
relativamente amplia población rural permanencia desfavorecida (déficits entre 24% y 41%).
8. LOS GRANDES SISTEMAS DE RIEGO Y DE SANEAMIENTO DE TIERRAS: POTENCIAL SUSTENTO PARA LA
SEGURIDAD ALIMENTARIA.
Bajo una concepción agrarista del desarrollo y, más tarde, dirigida a corregir las desigualdades en la ocupación del
territorio, buscando resolver las desiguales relaciones de intercambio de la agricultura con al industria y el comercio,
el Estado venezolano desde los los mismos años 60 y 70, emprendió una amplia e intervencionista política
agropecuaria: incentivos fiscales y crediticios, fijación de precios, protección arancelaria y de la comercialización de
los productos agrícolas, construcción de obras de infraestructura y de conservación y transformación de los productos
agrícolas. La política, que usó ingentes recursos e incluyó la condonación de la deuda agrícola, no pudo evitar la
sensible disminución de la participación de la población rural en el total y, por ende del empleo agrícola. Tampoco
evitó el bajo índice de recuperación de los créditos ni la perversa desviación de recursos hacia actividades urbanas
especulativas.

Entre las numerosas obras ejecutadas, destacan los 4 proyectos de riego y los 5 de saneamiento de tierras, que
sumados ofrecen una capacidad para beneficiar 4 millones de hectáreas agrícolas: 9 grandes sistemas construidos en
los últimos 50 años y, en particular, desde finales de los sesenta y en paralelo al riego privado desarrollado sobre
unas 400 mil hectáreas[39]. Esta superficie ofrece tierras que pudieran cubrir la demanda alimentaria venezolana, si
la política, antes que proteccionista e intervencionista, logra aumentar al máximo posible la producción rentable y
competitiva. Para convertir las tierras beneficiadas en una infraestructura económica básica, es preciso considerar las
reales ventajas competitivas ganadas en cada uno de los proyectos, teniendo como referente nacional y regional lo
contenido en los planes de ordenación del territorio aprobados. Los agricultores beneficiados, no podrán ser
competitivos, interna e internacionalmente, si no son propietarios de las tierras y si no tienen explotaciones dotadas
de eficientes servicios de apoyo y la capacidad técnica y gerencial requerida.
8.1. Los grandes sistemas de riego.
El área regable del país para 1972  alcanzaba 280 mil 975 hectáreas y la efectivamente regada, 42 mil 741, de las
cuales 38 mil 222 correspondían a grandes sistemas de riego[40]. Con la obras ejecutadas entre 1974 y1978, la
superficie beneficiada llegó a 91 mil 981 hectáreas[41]; esto es más de la mitad de las 166 mil hectáreas de superficie
regable comprendida en los 4 grandes sistemas de riego enarbolados por el Estado: Cojedes-Sarare y Guarapiche,
catalogados de muy alta prioridad por la importancia de sus suelos, y Unare y Yacambú-Quíbor, de alta y baja
prioridad, respectivamente. (Cuadro Nº 2).
8.1.1. Cojedes-Sarare y Guarapiche: los más antiguos y de mayor importancia.
Cojedes-Sarare, en los altos llanos occidentales, y Guarapiche, en los orientales, son 2 importantes y exitosos
sistemas de riego. El Cojedes-Sarare, impulsor del floreciente granero de Venezuela y sus ciudades agroindustriales,
como Acarigua-Araure, fue contemplado en 2 etapas y con el propósito de regular las crecientes y dotar de agua a
unas 60 mil hectáreas aptas para una agricultura intensiva que requiere riego complementario y que, por su fertilidad,
han de ser objeto de máxima preservación agrícola. Con la puesta en servicio del embalse Las Majaguas, en 1963, se
inicia la primera etapa de 21 mil hectáreas, la cual ha alcanzado un alto nivel de desarrollo, sobre todo, desde su
ampliación a raíz de las obras de vialidad, drenaje y habilitación de tierras ejecutadas en 1977[42]. La segunda etapa
se mantiene en proyecto y depende de la frustrada culminación del embalse Las Palmas, emprendido en 1975 y para 
regar otras 39 mil hectáreas.
CUADRO N° 2
VENEZUELA
GRANDES SISTEMAS DE RIEGO
1998

  SUPERFIC   CATEGORÍA  
PROYECT IE PRIORID DE USO
REGABLE PRESERVAC AGRÍCOLA
(HECTÁRE IÓN RECOMENDAD
O AS) AD AGRÍCOLA O

INTENSIVO
CON RIEGO
COJEDES- MUY COMPLEMENT
SARARE 60.000 ALTA MÁXIMA ARIO

GUARAPI MUY INTENSIVO DE


CHE 7.000 ALTA MEDIA RIEGO

INTENSIVO
CON RIEGO
COMPLEMENT
ARIO
MECANIZADA
BAJO RÉGIMEN
UNARE 77.000 ALTA MÁXIMA DE LLUVIAS

INTENSIVO DE
RIEGO
CON
TRASVASE DE
YACAMB RECURSOS
Ú-QUÍBOR 22.300 BAJA MÁXIMA HIDRÁULICOS

TOTAL 166.000

Fuente: Cálculos propios con base en: COMISIÓN NACIONAL DE ORDENACIÓN


DEL TERRITORIO. Comité Operativo. “Propuesta de Decreto Plan Nacional de
Ordenación del Territorio. Anexos”. Mimeo. Caracas, 1997.

En el fértil y productivo valle del Guarapiche del estado Monagas, el embalse El Guamo, en servicio desde 1976,
culminado en 1979 y, por problemas técnico-administrativos, paralizado hasta 1981[43], dota de agua potable a
varios centros, controla inundaciones y cubre las necesidades de alrededor de 7 mil hectáreas aptas para una
agricultura intensiva de riego, con categoría media de preservación y, desde el mismo 1976, sujetas bajo las normas
del Area Rural de Desarrollo Integral Valle del Río Guarapiche[44].
8.1.2. Unare: un proyecto en marcha.
El proyecto para el aprovechamiento de los recursos de la depresión o cuenca del Unare abarca 500 mil hectáreas, se
inició en 1975 y desde 1985 también está sujeto a las normas del Área Rural de Desarrollo Integral Cuenca del
Unare[45]. El tejido de los 12 embalses, grandes, medianos y pequeños, junto a los pozos y lagunas construidos, han
servido para abastecer de agua a muchas poblaciones, y para garantizar el desarrollo de 77 mil hectáreas, repartidas
en diversos valles de suelos que deben ser objeto de máxima preservación por su especial aptitud para el desarrollo
de una agricultura intensiva, ya sea con riego complementario o bien mecanizada bajo régimen de lluvias.
Los 3 embalses en operación desde 1966-1973 sumaron 720 millones de metros cúbicos de agua almacenada,
volumen similar al agregado por los 8 en funcionamiento desde 1978 y 1988, y bajo la óptica del ordenamiento y uso
de los recursos naturales. Adicionalmente, destacan las obras complementarias que garantizan la operatividad de los
sistemas, así como los mapas hídricos a nivel mensual, la delimitación de áreas inundables, los estudios de las aguas
subterráneas, de drenaje en el medio urbano y sobre las áreas agrícolas, así como la zonificación de cultivos.

8.1.3. Yacambú-Quíbor: un proyecto todavía inconcluso.


Aparte de su relevancia para resolver los problemas de agua en Barquisimeto, El Tocuyo y Quíbor, con el proyecto
Yacambú-Quíbor se persigue cubrir, en la depresión de Quíbor, decretada desde 1982, como un Area de
Aprovechamiento Agrícola Especial[46], las demandas de unas 23 mil hectáreas de suelos que deben ser objeto de
máxima preservación agrícola por su potencial para el desarrollo de una agricultura intensiva de riego con trasvase de
recursos hidráulicos, desde la represa Yacambú.
No obstante su envergadura, es considerado como un proyecto de baja prioridad y cuya terminación, luego de varias
suspensiones, llegó a considerarse dudosa, debido a los costos indeterminados de las sucesivas reparaciones y
rectificaciones de las infraestructuras. En 1989, cuando apenas se había construido cerca de la tercera parte del túnel
de trasvase (7 de 24,5 km.), el proyecto es traspasado a la empresa pública «Sistema Hidráulico Yacambú-Quíbor
C.A.”[47]. En 1998, además de las obras del embalse y de varios programas en desarrollo, la empresa concluía la
revisión preliminar del documento «Plan de desarrollo agrícola del Valle del Quíbor».
8.2. Los grandes proyectos de saneamiento de tierras.
Los 5 grandes proyectos de saneamiento de tierras para el desarrollo agropecuario son iniciativas de gran alcance y
llevadas a cabo a la luz del concepto integral de la ordenación territorial y mediante programas de control de
inundaciones, drenaje, vialidad y de urbanismo. Son proyectos prioritarios, con distintos niveles de desarrollo y que
abarcan extensas áreas de las planicies y piedemontes del occidente de Venezuela. En su conjunto y sin considerar las
áreas para protección, suman unos 3 millones 650 mil hectáreas: Zona Sur del Lago de Maracaibo (429 mil 800
hectáreas), Turén (345 mil 600), Guanare-Masparro (450 mil), Módulos de Apure (1 millón) y Uribante-Caparo (1
millón 425 mil). (Cuadro Nº 3). Los avances logrados en los 3 primeros se corresponden con los modernos desarrollos
agrícolas procurados en los estados Zulia y Portuguesa, y obviamente contrastan con el necesario subdesarrollo de los
2 de mayor extensión, pero ubicados en territorios prácticamente despoblados y desde 1999 incluidos en el ámbito del
programa de desarrollo territorial “Eje fluvial Orinoco-Apure”.

8.2.1. Zona Sur del Lago de Maracaibo y Turén: dos proyectos consolidados.
El sur del lago de Maracaibo, sobre unas 640 mil hectáreas de la planicie inundable enmarcada entre los ríos
Catatumbo y Mucujepe, el lago de Maracaibo y la Carretera Panamericana[48], desde los años sesenta arranca el
desarrollo de 2 grandes sistemas hidráulicos, orientados a la protección de poblados contra inundaciones y el
saneamiento de 429 mil 800 hectáreas de suelos que deben ser objeto de medidas de preservación de medias a
bajas, gracias a su aptitud para el florecimiento de plantaciones agrícolas y, sobre todo, de una ganadería extensiva
estacional (áreas inundables).
 

AREA DE USO
PRIORID
SANEAM AD CATEGO AGRÍCOL
RÍA DE
  IENTO DE PRESERV A
ACIÓN
PROYE (hectáreas SANEAM RECOME
AGRÍCOL
CTO ) IENTO A NDADO*

ZONA
SUR
DEL
LAGO
DE
MARA
CAIBO 429.800

Planicie
Río
Catatum
bo 80.000 MEDIA BAJA 21

Planicie
Río
Zulia 120.000 ALTA BAJA 21-22
Planicie
Ríos
Escalant
e-
Chama-
Mucujep
e 229.800 MÁXIMA MEDIA 22-21

TURÉN 345.600 MÁXIMA ALTA 10-9

GUAN
ARE-
MASPA
RRO 450.000 MÁXIMA ALTA 10-9

MÓDU
LOS
DE
APURE 1.000.000 ALTA MEDIA 15

URIBA
NTE-
CAPAR
O 1.425.000  

Planicies
Húmeda
s del
Dtto.
Páez
(Apure) 210.000 MÁXIMA MEDIA 21-22

Norte
del Río
Uribante 133.000 ALTA BAJA 21

Sector
Río
Pedraza
Viejo-
Río
Caparo 80.000 ALTA BAJA 21

Norte
Río
Burguita
(Apure) 100.000 ALTA BAJA 22,21

?
Resto 1.102.000 ? ?

TOTAL 3.650.400

 * Los números corresponden a la nomenclatura empleada por el MARNR.


9 Agricultura intensiva con riego complementario

10 Agricultura intensiva con mejora de drenaje y vialidad

15 Ganadería semi-intensiva con mejoramiento de drenaje y vialidad

21 Ganadería extensiva estacional (áreas inundables)

22 Plantaciones agrícolas

Fuente: Elaboración propia con base en. COMISIÓN NACIONAL DE ORDENACIÓN DEL
TERRITORIO. Comité Operativo. “Propuesta de Decreto Plan Nacional de Ordenación del
Territorio. Anexos”. Mimeo. Caracas, 1997.
El primer sistema, catalogado entre media y alta prioridad de saneamiento, es el de Orope-Carira y, especialmente, el
dique marginal de 140 km. en los ríos Catatumbo y Zulia, mediante el cual se benefician 200 mil hectáreas y se
protegen a El Guayabo, Valderama y Encontrados. El segundo, más complejo y de máxima prioridad, resguarda a San
Carlos y Santa Bárbara, beneficia 229 mil 800 hectáreas, e incluye el embalse Onia, una variante que sustituye un
tramo de vialidad y el desvío del cauce del río Escalante, por la interconexión de las lagunetas Zulia-Guasimales y
Birimbay, mediante un canal de 6 km. que empalma con otro que recorre 18,5 km. hasta el lago, para formar una
infraestructura de almacenamiento, que permite mantener menor el nivel del agua y desalojar las crecientes mayores.

Con la ejecución y mantenimiento de las redes de drenaje y vialidad, diques y canalizaciones, durante el bienio 1977-
1978, se logró incrementar a 300 mil hectáreas el área total saneada: 70% de las 429 mil 800 previstas[49]. Entre
1979 y 1990, la prioridad era reconstruir, reparar y finalizar las infraestructuras en operación[50], razón por la cual
hasta 1983, sólo se habían saneado 83 mil nuevas hectáreas, para totalizar 383 mil[51]. Desde 1984, se vienen
efectuando estudios geomorfológicos de la planicie aluvial y para la zonificación de cultivos, así como diagnósticos de
inundaciones urbanas y de las condiciones físico-naturales y socioeconómicas.
El Proyecto Turén, en los altos llanos centrales y originalmente concebido en tres etapas (Turén I, Turén II y Turén
III), es catalogado con máxima prioridad de saneamiento, por el avance de las obras realizadas y porque se extiende
sobre 345 mil 600 hectáreas de suelos que deben preservarse exclusiva y permanentemente para el desarrollo de una
agricultura intensiva con mejoras de drenaje y vialidad y, en menor cuantía, con riego complementario.

En la década del 70 se construyen los drenajes y la vialidad requeridos para preservar lo ejecutado en los sesenta,
propiciar el aumento de la producción y la productividad, y abaratar y facilitar el transporte de productos e insumos.
Se plantea, entonces, mejorar las malas condiciones de Turén I, incorporar al riego y con aguas subterráneas, unas
tierras de secano que se encontraban en explotación, así como unas 194 mil hectáreas nuevas, ubicadas en Turén II y
Turén III. En el quinquenio 74-78, el área saneada se situó en unas 183 mil hectáreas, las redes de carreteras, de
drenajes y de diques en 825 km., 447 km. y 83 km., respectivamente, abarcado 65 km. la canalización de cursos de
agua[52]. Después de 2 años de escasa actividad[53], se reemprenden obras mayores[54], para alcanzar, en 1983,
275 mil hectáreas saneadas[55]: casi tres cuartas partes de las 345 mil 600 previstas. En los años siguientes, se le da
prioridad al rendimiento agrícola y la consolidación del proyecto en operación, mediante mejoras y ampliación de la
red de vialidad y drenajes; obras que, en 1989, prácticamente, se reducen a la construcción de accesos a las unidades
de producción.[56]
8.2.2. Guanare-Masparro: una obra avanzada.
El gran potencial edáfico e hidráulico que encierra explica la muy alta prioridad de saneamiento otorgada al proyecto
Guanare-Masparro, cuya importancia es reconocida desde 1974, cuando en el territorio comprendido por el mismo, se
decretan 501 mil 100 hectáreas como Area de Aprovechamiento Agrícola Especial[57].
En posición casi contigua al proyecto de riego Cojedes-Sarare, se extiende en los altos llanos occidentales, sobre las
cuencas altas y medias de los ríos Guanare, Tucupido, Boconó, La Yuca y Masparro, y abarcando 950 mil hectáreas,
de las cuales cerca de 500 mil están previstas como zona protectora y 450 mil para la explotación agrícola. Al igual
que en Turén, el especial potencial y el nivel de desarrollo alcanzado, impone su preservación exclusiva y
permanentemente para una agricultura intensiva con mejora de drenaje y vialidad, y con riego complementario.

Es un esquema complejo de vías, drenajes y emisarios para facilitar la evacuación rápida de las aguas, diques
marginales y, muy especialmente, obras de control de los cursos de agua principales, por medio del funcionamiento
de los embalses Boconó-Tucupido y Masparro, diseñados para almacenar excedentes y disminuir los efectos de las
crecidas, cubrir necesidades de riego, mejorar poblaciones del área y aprovechar un significativo potencial
hidroeléctrico[58].
Luego de los trabajos que ininterrumpidamente se realizaban desde 1975, en 1983 se pone en servicio la presa
Boconó y en 1988 la Tucupido y el embalse Masparro. En 1978-1979, se consolidan obras y se construyen 268 km. de
carreteras, 323 km. de canales de drenaje y un dique de 15 km., con lo cual se logró elevar a 124 mil hectáreas la
superficie saneada[59]. De 1979 a 1983, se va conformando un sistema que refuerza las áreas saneadas[60] y las
eleva a 142 mil hectáreas[61], proporcionales a alrededor del 32% de las 450 mil recomendadas una agricultura
intensiva.
Las obras complementarias ocupan la agenda del proyecto, desde la puesta en operación de la presa Boconó, en 1983
hasta 1991. En 1984  se revisan sus lineamientos a  fin de ajustar y aplicar los correctivos necesarios. Hasta 1992 se
habían adelantado una serie de investigaciones: mapas de parámetros que definen el régimen hídrico a nivel mensual
y se realizan estudios sobre las aguas subterráneas, el drenaje en el medio urbano, la delimitación de áreas
inundables, la zonificación de cultivos y estudios en torno a las áreas agrícolas.

8.2.3. Los Módulos de Apure: una obra avanzada e interrumpida.


Los Módulos de Apure comprenden una extensa superficie de saneamiento del alto Apure en los llanos occidentales.
Comenzado en 1967 e impulsado desde 1977 a 1984, es un proyecto de alta prioridad y dirigido a mejorar la
tradicional ganadería extensiva, mitigando los efectos de inundaciones y sequías, mediante una red de diques o
módulos de poca altura y normales a los cursos de agua principales y otros marginales. Dentro del polígono de
expropiación que abarca 1 millón de hectáreas aptas para el desarrollo de una ganadería semi-intensiva con
mejoramiento de drenaje y vialidad, existen 589 mil hectáreas bajo la figura de Area de Aprovechamiento Agrícola
Especial[62]. Además, está previsto agregar una ampliación de 1 millón 300 mil hectáreas.
En 1977,  ya  construidos los módulos de los sectores Palmarito, Quintero, Mantecal, El Rosero y Naranjita, el área
saneada, constituida por 300 km. de diques y 125 km. de vialidad de acceso, ascendía 225 mil hectáreas, donde se
había logrado incrementar el uso promedio de la sabana de 6 a 1 hectárea por animal y la producción de carne de 10
a 70 kg./ha./año[63]. En los años siguientes, hasta 1984, además de las obras de urbanismo en Mantecal, se
prosigue el mantenimiento y consolidación definitiva de la infraestructura en operación (diques, módulos, estructuras
de alivio y vialidad interna). Adicionalmente, se construyen puentes y carreteras para facilitar el tránsito al área,
destacando 105 km. del dique-carretera marginal del río Apure.[64] Su ejecución se interrumpe en 1985 coincidiendo
con la crisis económica.
8.2.4. Uribante-Caparo: una prioridad geopolítica, una quimera.
El Uribante-Caparo se extiende sobre 2 millones 450 mil hectáreas de la despoblada zona fronteriza del extremo sur-
occidental del país, entre los ríos Arauca y Caparo. Aparte de su valor agropecuario y para la generación
hidroeléctrica, se le confiere importancia geopolítica por su condición fronteriza con Colombia. Se reservan 1 millón 25
mil hectáreas como zona protectora del Complejo Hidreléctrico Uribante-Caparo; mientras que 1 millón 425 mil
hectáreas son planicies aluviales para el saneamiento y desarrollo, en particular, de 523 mil hectáreas aptas para
plantaciones agrícolas y ganadería extensiva estacional: 210 mil catalogadas con máxima prioridad y con suelos
mediana preservación. Las restantes revisten alta prioridad y los suelos baja preservación.

Iniciado en 1977 y por acuerdo bilateral para la canalización y dragado compartidos del río Arauca, en un tramo
internacional de 33 km., en 1978, Venezuela había canalizado 19,3 km., mientras que Colombia sólo 900 metros.
Adicionalmente, se comenzaba a construir la todavía solitaria carretera de penetración San Rafael de El Piñal-El Nula-
La Victoria, se ejecutaban obras contra inundaciones en Guasdualito y El Amparo, así como ciertas inversiones en 3
sectores, que suponían complementarse entre sí para el desarrollo de una buena parte la despoblada línea fronteriza y
donde, entre otras acciones, se adjudicaron tierras y créditos a agrotécnicos: La Ceiba, Pedraza y La Victoria .[65]
UNA REFLEXIÓN FINAL.
Venezuela cuenta con un envidiable acervo hidráulico; una obra edificada por la sociedad venezolana de las 4 últimas
décadas del siglo XX, un instrumento indispensable para la ordenación del territorio que exige el desarrollo, y que, por
su antigüedad y complejidad, requiere de un especialísimo mantenimiento, revisión y actualización. Antes que
emprender nuevas y aventuradas empresas, se impone actuar con racionalidad histórica: garantizar la sobrevivencia
de los ecosistemas que abrigan el recurso, encauzar los recursos siguiendo la huella indeleble de la historia en el
territorio, de cara hacia la globalización y respondiendo a las demandas de unos estados y municipios
descentralizados.

 
 

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