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UN PLAN
NUCLEAR
PARA EL DESARROLLO
DEL PERÚ
energía, seguridad y desarrollo
Primera edición
Lima, octubre de 2017
Presentación 9
Prólogo 13
Introducción 19
Capítulo 1
¿Un problema regulatorio-institucional?
[31]
Capítulo 2
La relación entre medios de comunicación y
el proceso político de toma de decisiones
[57]
Conclusiones 127
[9]
ha comenzado los estudios pertinentes para iniciar un programa
nuclear de potencia) refuerzan la necesidad de indagar y reflexio-
nar acerca de los motivos por los que el Perú no ha continuado
dicho camino energético-nuclear, es decir, ¿cuáles son las barre-
ras que bloquean el avance de esta forma de energía?
Se asume que los factores que impiden el desarrollo de un
plan nuclear —como su nombre lo indica— planificado y organi-
zado son fundamentalmente de dos tipos: por un lado, un factor
de tipo sociocultural muy asociado con la percepción de riesgo y
los grados de desconocimiento o desinformación respecto a esta
fuente de energía (y el rol que juegan tanto los medios como la
élite política en la formación de la opinión pública); y, por otro
lado, un factor sociopolítico relacionado con la calidad institucio-
nal y los marcos regulatorios apropiados para alentar el desarro-
llo nucleoeléctrico.
Estos factores constituyen, con sus bemoles, diferentes di-
mensiones de una forma poco ideal de «institucionalismo nuclear»,
donde el «ideal» sí estaría conformado por una organización que
se viera a sí misma como un motor de desarrollo y una parte cons-
titutiva de cualquier política de seguridad y defensa nacionales.
Es valioso destacar que la idea de seguridad y desarrollo utilizada
en el presente libro, está fuertemente secundada por la interrela-
ción existente entre seguridad humana y desarrollo sustentable.
Así, la seguridad incluirá una perspectiva amplia que involucre
a la seguridad sanitaria, económica, energética y social, y no solo
será todo esfuerzo para proteger nuestras fronteras. En resumen,
toda perspectiva que sintonice con la mencionada lógica de de-
sarrollo sustentable que, como se sabe, entiende el desarrollo na-
cional como el mejoramiento de las condiciones económicas de
un país en armonía con el medio ambiente en un contexto de for-
talecimiento democrático que garantice el acceso y respeto a los
derechos sociales, económicos, políticos y humanos. Es decir, un
desarrollo integral de todas las aristas de un Estado y una sociedad,
el cual desestime la exclusividad y la preponderancia del creci-
miento económico y se enfoque en el «costado humano».
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Hay muchos factores que limitan (o propulsan) el desarrollo
nuclear. Los factores identificados con claridad en este trabajo es-
tán vinculados a una dimensión legal-institucional que es la que
más nos interesa. Sin embargo, por más que el enfoque elegido
esté estrechamente ligado a la identificación de problemas desde
una perspectiva de ingeniería social o ingeniería institucional, de
ninguna manera se subestima el hecho del surgimiento de análi-
sis complementarios al que se presenta y, de hecho, se espera que
este libro sea una oportunidad para discutir de manera profesio-
nal y con perspectiva de Estado cuál es el futuro que se quiere
para las políticas de energía, seguridad y desarrollo.
11
Prólogo
[13]
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cam-
bio Climático (UNFCCC) es una convención con principios uni-
versales, que reconoce la existencia del cambio climático antropo-
génico, o de origen humano, y da a los países industrializados la
mayor parte de la responsabilidad de combatirlos. La UNFCCC
fue adoptada en la Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro, en 1992
y entró en vigor el 21 de marzo de 1994. Ha sido ratificada por 195
Estados que son Partes en la convención.
La Conferencia de las Partes (COP), integrada por todos los
Estados Partes, es el órgano de toma de decisiones de la conven-
ción. Se reúne cada año en forma global, para tomar las decisio-
nes que ayuden a cumplir con los objetivos de combatir el cambio
climático. Las decisiones solo pueden ser adoptadas por consenso
o por unanimidad de los Estados Partes. La COP-21, celebrada en
París del 30 de noviembre al 11 de diciembre del 2015, represen-
taba la vigésimo primera.
Al final de la COP-21, el 12 de diciembre, se estableció un
nuevo acuerdo global que buscaba combatir los efectos del cam-
bio climático y reducir las emisiones de gases de efecto inverna-
dero. El documento, llamado Acuerdo de París, fue ratificado por
las 195 naciones de la Convención Marco. Uno de los objetivos
es mantener el calentamiento global «muy por debajo de 2 °C» y
seguir buscando «los esfuerzos para limitar el aumento de tem-
peratura de 1,5 °C por encima de los niveles pre-industriales».
En cuanto a la financiación para el clima, el texto final del
acuerdo dispone que los países desarrollados deben invertir 100
mil millones de dólares al año en la mitigación de los efectos del
cambio climático y la adaptación en los países en desarrollo.
Sin embargo, los datos del Programa Medioambiental de las
Naciones Unidas (UNEP) sobre emisiones en el año 2016, mues-
tran que los objetivos de reducción de emisiones de gases de efec-
to invernadero establecidos en el acuerdo están fuera de fase, lo
que requiere un esfuerzo de países distintos de los objetivos es-
bozados en la COP-21.
Es evidente entonces que, si bien los Estados Partes en la
Convención Marco cumplen colectivamente con el Acuerdo de
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París, sin un nuevo acuerdo internacional para garantizar nue-
vas reducciones de las emisiones de gases de efecto invernadero,
el dióxido de carbono en la atmósfera y, por consiguiente, las tem-
peraturas continuarán subiendo hasta llegar a niveles inaceptables.
Incluso, en el mejor caso, cuando las naciones cumplen los
objetivos de París y, después de nuevas rondas de negociaciones,
adoptan objetivos de reducción más ambiciosos; sin embargo, se
producirán impactos significativos del cambio climático.
Las temperaturas globales aumentarán hasta cierto punto y
diversos efectos negativos, como el aumento de las mareas que
inundan las zonas costeras, cambio en los patrones de lluvia y su
impacto en la productividad agrícola, así como tormentas más
frecuentes y más fuertes parecen inevitables.
Entre las medidas de mitigación más importantes está la
sustitución gradual de las fuentes de energía basadas en com-
bustibles fósiles, carbón, petróleo y gas natural (81% del suminis-
tro mundial de energía en 2015), para la energía baja en carbono
(19%), renovables (14%) y el núcleo (5%). A medida que se utili-
cen las fuentes bajas en carbono básicamente para la generación
de electricidad, se espera que la descarbonización de la economía
mundial, en los acuerdos sobre el clima, impliquen un mayor con-
sumo de energía eléctrica. En la actualidad, la oferta mundial de
electricidad representa alrededor del 42% del suministro mundial
de energía, formada por los combustibles fósiles (67%), energía
baja en carbono (33%), renovable (22%) y nuclear (11%).
Estas cifras muestran que es necesaria una extraordinaria
transformación global de la energía para el mundo, para ralen-
tizar significativamente el proceso de cambio climático en curso.
Cuanto menos efectivas son las medidas de mitigación estableci-
das por el Acuerdo de los Estados Partes, se requieren mayores
medidas de adaptación.
Hay, sin embargo, toda una categoría de impactos del cambio
climático que ha recibido muy poca atención, quizás porque sus
efectos son indirectos. Estas consecuencias no darán como resul-
tado el aumento de la temperatura global, pero son intentos del
15
mundo para limitar estos aumentos y mitigar sus consecuencias.
En la medida en que la comunidad internacional trata de reducir
y finalmente eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero,
los sistemas mundiales de energía se someterán a una transfor-
mación masiva.
Dependiendo de la velocidad a la que se ejecutan los acuer-
dos sobre el clima y sus objetivos obtenidos en la práctica, las
naciones del mundo tenderán a reducir gradualmente su depen-
dencia de los combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas
natural, lo que en un inicio alimentó la revolución industrial y
la riqueza creada, así como una potencia dinámica que durante
mucho tiempo dictó las relaciones internacionales. Gran Bretaña
dominó los mares unos pocos cientos de años; después, el siglo
XX fue de los estadounidenses, en gran parte debido a su poder
militar, económico y financiero, que fue posible gracias a la pro-
piedad y el uso intensivo de combustibles fósiles en el transporte
y la industria.
La transición a fuentes de energía con bajas emisiones de
dióxido de carbono, como la solar, eólica y nuclear, para nombrar
las tres, están ahora en etapa de desarrollo tecnológico e indus-
trial más avanzado, y, sin duda, también crearán nuevos ganado-
res y perdedores geopolíticos. La cuestión que se plantea en esta
situación es: ¿cómo y cuánto la actual dinámica de poder global
se verá afectada por el cambio de combustibles fósiles a la energía
baja en carbono?
La respuesta a esta pregunta requiere un marco conceptual
más amplio que busca identificar cómo la geopolítica de la energía
está cambiando el poder de los países ricos que usan combusti-
bles fósiles, a los que desarrollan soluciones con bajas emisiones
de carbono.
La necesaria transformación de la energía que proponen
los acuerdos climáticos, también cambiará la dinámica de poder
entre las naciones, y establecerá nuevos acuerdos de seguridad
internacional para mantener la paz entre las potencias que com-
piten para obtener ventajas en la próxima era de la energía baja en
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carbono. La nueva geopolítica de la energía que está emergiendo
requiere mucha atención por parte de los países que luchan para
volver a posicionarse mejor en esta transición.
Hay tres razones fundamentales por las que la cuestión ener-
gética es tan importante. En primer lugar, la energía está en el
corazón de la geopolítica, una cuestión de riqueza y poder, lo que
significa que puede ser tanto una fuente de conflicto como una
base para la cooperación internacional. En segundo lugar, la ener-
gía es esencial para el funcionamiento de la economía y el medio
ambiente es administrado en pleno siglo XXI. La promoción de
nuevas tecnologías y fuentes de energía para reducir la contami-
nación, diversificar el suministro de energía, crear puestos de tra-
bajo y hacer frente a la amenaza del cambio climático es un factor
crucial. Las energías bajas en carbono, en especial las renovables
y nucleares, tienen un papel clave que desempeñar en cada uno
de estos esfuerzos. En tercer lugar, la energía es la clave para el
desarrollo y la estabilidad política. Hay 1,3 millones de personas
en el mundo que no tienen acceso a la energía, lo que resulta in-
aceptable en términos económicos y de seguridad.
Pocos estudios se han llevado a cabo en el mundo en busca
de evaluar los impactos de las energías renovables y la energía
nuclear, así como de las tecnologías de baja emisión de carbono,
que tienen ahora el mayor desarrollo en los equilibrios de po-
der geopolítico y global. Sin embargo, estos impactos están em-
pezando a ser entendidos. Una nueva geopolítica de la energía
está emergiendo. La obra de Rolando Páucar Jáuregui estimula
en gran medida este debate en su país, Perú.
A pesar de la incertidumbre, no hay duda de que el equili-
brio de poder en la geopolítica de la energía está cambiando a los
países productores de combustibles fósiles en países que ahora
están desarrollando soluciones con bajo contenido de carbono.
Una analogía histórica puede ayudar a ilustrar cómo la
geopolítica podría llegar a ser compleja en un mundo de energía
baja en carbono. La geopolítica, en el sector de la energía tradi-
cional, es similar al enfrentamiento de la Guerra Fría entre los
17
Estados Unidos y la Unión Soviética: no solo hubo muchos en-
frentamientos, sino también centros de poder, alianzas, reglas bien
definidas para gestionar los conflictos, y los contactos y las negocia-
ciones en curso entre los dos lados. Del mismo modo, sabemos que
son los principales compradores y vendedores de carbón, petróleo
y gas, y las dos partes tienen experiencia comercial de décadas.
Pero la geopolítica de la energía baja en carbono es más como el
mundo después de la Guerra Fría, en la cual a menudo no está claro
cuál será el próximo desafío, qué forma va a tomar o por dónde va a
entrar. Los actores son numerosos y descentralizados.
Mientras que negocien el acceso a los recursos, la tecnología
y líneas de transmisión, los gobiernos y la industria todavía tienen
mucho que aprender sobre cómo navegar las aguas turbulentas de
la transición energética; sobre todo, teniendo en cuenta que las po-
líticas que determinan el ritmo del cambio son muy inciertas.
Solo podemos estar seguros de que la oferta y la demanda de
energía, es decir, la energía de la energía, con el lado duro del po-
der militar y el poder blando, la económica-financiera, comercial,
política, diplomática, ideológica y cultural, continúan como siem-
pre, influyendo fuertemente en la geopolítica y la determinación
de los saldos globales de poder.
18
Introducción
[19]
humanidad, según la perspectiva que se quiere presentar, es la
historia de las victorias colectivas sobre las amenazas de ciertas
élites, enfermedades o paradigmas político-religiosos.
Por supuesto, el debate sobre nuestra propia supervivencia
ha tomado dimensiones mucho más humanistas: el advenimiento
de las olas tecnológicas de los siglos XX y XXI ha cambiado el di-
bujo del universo conocido, de una manera acelerada y violenta,
que no se había visto desde la Revolución Industrial, de manera
que más que sobrevivir, el dilema actual es cómo lograr que los
recursos que se consumen se tornen renovables y sostenibles en
el muy largo plazo (World Energy Council, 2001, pp. 84-125). En
ese sentido, a pesar de la variedad de amenazas en contra del de-
sarrollo humano, se examina la sostenibilidad del mismo desde el
punto de vista energético.
Al tomar como referencia un concepto de energía y susten-
tabilidad propuesto por Gallegos y Donoso (1997, pp. 42-43), se
plantea como elemento de partida que la energía es un producto
estratégico, toda vez que su escasez (o imposibilidad de soste-
nimiento en el largo plazo) compromete el cumplimiento de los
objetivos que se derivan del interés nacional. Esto puede resultar
evidente; sin embargo, la ausencia o peligro de abastecimiento no
solo compromete —o incluso, impide— el desarrollo, sino que
afecta también, en buena medida, la vida de la población. Desde
este punto de vista, no cabe duda de que la energía tiene que
ser clasificada como un elemento constitutivo de toda hipótesis y
planes de desarrollo.
Hoy, la humanidad se debe plantear una serie de respuestas
a cuestionamientos que la desafían como especie y que están ínti-
mamente vinculadas con su rol en el mundo, con la forma como
se manejan los recursos y como se abordan los conflictos políticos
y sociales que surgen a lo largo y ancho del globo.
El trabajo que se presenta en estas páginas discute los facto-
res que están limitando el crecimiento nuclear del Perú desde la
óptica que asume la existencia de una relación positiva entre ener-
gía nuclear y nucleoelectricidad, con la seguridad y el desarrollo
20
nacionales. En ese sentido, se considera relevante exponer cuáles
son los puntos de partida, tanto conceptuales como metodológi-
cos, de este libro. Los puntos que se originan en la premisa de que
la existencia de limitaciones e impedimentos para el surgimiento
de un plan nuclear en el Perú, serían: 1. un pobre marco regulato-
rio y una débil institucionalidad; 2. una escasa comprensión del
rol que tiene la energía nuclear en el planeamiento geopolítico
del país, y 3. la desconfianza que genera el concepto «nuclear» en
las élites políticas y en los medios de comunicación; y habría un
punto adicional, orientado a un análisis caso por caso de las limi-
taciones anteriormente mencionadas, para intentar comprender
el origen de las mismas.
La norma bajo la que se trabaja cualquier aproximación al
tema de energía y seguridad, está fuertemente vinculada a la
capacidad de crear una relación directa entre ambas; es decir,
responder la pregunta: ¿de qué manera la satisfacción de las ne-
cesidades energéticas de un Estado contribuye a la seguridad
nacional, en términos de supervivencia, mantenimiento y creci-
miento? La respuesta no necesita un análisis excesivo. La pre-
gunta que se debe formular, desde una perspectiva singular y
personal, es: ¿cómo sería la vida cotidiana sin acceso a fuentes
confiables y sostenidas de electricidad? De esos considerandos
parte este trabajo, pues «la cuestión energética» no es un elemen-
to de política pública ajeno a la cotidianidad de cada elemento
constitutivo de la nación, sino, por el contrario, una discusión que
involucra a toda la ciudadanía.
Esta investigación no tendría sentido si no se asumiera que
la dinámica de la historia, en tanto transformación constante de la
realidad, plantea nuevos desafíos teóricos y prácticos que impul-
san a construir nuevos enfoques y marcos teóricos para entender
el contexto en que se desenvuelven tanto el Estado como la na-
ción, es decir, tanto el ente de gestión como el cuerpo social, que
debe ser protegido y garantizado. Las caídas del muro de Berlín y
de la Unión Soviética cambiaron la visión que se tenía del mundo,
y una nueva concepción de amenazas y de seguridad surgió a
partir de entonces.
21
El fin de la Guerra Fría y el colapso del llamado socialismo
real reforzaron los planteos de pensadores como Francis Fuku-
yama (2002), quien sugirió que después de la caída de la Unión
Soviética, un mundo basado en la democracia liberal se había
impuesto, reflejando la supremacía, en todos los sentidos y esce-
narios posibles, del modelo occidental y con la existencia de una
sola superpotencia: Estados Unidos.
Evidentemente, esta visión lineal de la historia fue rápida-
mente interpelada por el surgimiento de nuevos focos de conflicto
como lo fueron la crisis de los Balcanes y la guerra de Yugoslavia,
el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)
en México, los nuevos movimientos políticos y sociales en Améri-
ca Latina, la llegada al poder de Hugo Chávez, los atentados del
11 de septiembre del 2001, el nacimiento de movimientos indige-
nistas y nacionalistas en Bolivia y Ecuador, entre otros episodios
que mostraron claramente que la historia estaba lejos de terminar
y que, por el contrario, el liderazgo global unipolar era seriamente
cuestionado desde la periferia, sin la necesidad de una potencia pa-
ralelamente hegemónica que liderara las insatisfacciones en contra
de los Estados Unidos.
En ese sentido, uno de los tópicos que más vinculación em-
pezó a tener en la primera década del siglo XXI en América Latina
fue la relación entre energía y seguridad nacional. La recuperación
económica argentina y el liderazgo geopolítico brasilero configu-
raron un escenario de rápida industrialización que de inmediato
atrajo a Venezuela —y su marcada oposición a la política exterior
norteamericana— a un círculo energético-geopolítico que derivó
en el surgimiento de la Unión de Naciones Suramericanas (Una-
sur). No se debe olvidar que Unasur fue, en primer lugar, un pro-
yecto de integración que buscaba profundizar tres aspectos del
debate regional: primero, la seguridad democrática; segundo, la
seguridad continental (geopolítica) y, tercero, la vinculación entre
la seguridad democrática y geopolítica con un proceso de integra-
ción regional que se sustentara en la cooperación energética.
22
El Worldwatch Institute (2003, pp. 5-8) cita, como las mayores
amenazas a la sostenibilidad, las siguientes: 1. superpoblación; 2.
modificación de los ciclos químicos globales del carbono, nitróge-
no y fósforo; 3. riesgos a largo plazo derivados de la contaminación
química; 4. mezcla de especies causada por la gran movilidad que
proporcionan indirectamente los medios de transporte, y 5. declive
ecológico, esto es, pérdida de ecosistemas ricos en vida y extinción
de especies. Estas amenazas están en relación directa con el rol
que tiene la especie humana en el globo; por tanto, se encuentran
alentados por el aumento de la actividad industrial, el consiguien-
te aumento del comercio internacional y, por supuesto, la relación
surgida entre lo primero y las perturbaciones ecológicas.
Un instrumento comúnmente utilizado para analizar, indagar
y entender cuáles son las principales causas de este comporta-
miento contaminante es la Identidad de Kaya (Kaya, 1989); así,
«las emisiones de un país se descomponen en el producto de cuatro
factores básicos (que, a su vez, se ven influenciados por otros fac-
tores) y que son: índice de carbonización o intensidad de carbono
de la energía (definida como el CO2 emitido por unidad de ener-
gía consumida), la intensidad energética, la renta económica y la
población». (Duro & Padilla, 2001, p. 7)
Es evidente que la energía necesaria en los años venideros
estará críticamente ligada a la eficiencia con que sea utilizada,
pero también producida. Los estudios tendientes a evaluar la
evolución de esta eficiencia emplean como indicador la intensi-
dad energética, ergo, el consumo energético por unidad de pro-
ducto interior bruto (PBI) en cada Estado, es decir, se entabla una
relación entre energía y crecimiento. (Martin, 1988, pp. 20-23)
Es de interés advertir que los recientes procesos de liberaliza-
ción del sector energético en el mundo están, en general, logrando
que la «mano invisible» del mercado incremente la eficiencia del
suministro con la subsiguiente disminución de los precios. El au-
mento de la eficiencia del suministro es positivo bajo un punto de
vista medioambiental, aunque no en términos de demanda (pues
esta se ve estimulada), consecuencia que impide la reducción de
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los precios. Es preciso que el verdadero coste medioambiental
se incorpore al precio a través de la internalización de los costes
ambientales, de un impuesto energético o de otros mecanismos.
(IEA, 2001)
Estos nuevos paradigmas que vinculan la seguridad, la de-
fensa colectiva y la energía tanto a nivel hemisférico como a nivel
regional, son los que sirven de motivación para reflexionar acerca
de la necesidad de proponer un nuevo enfoque para el Perú, que
ensanche el concepto tradicional de defensa como una relación
entre fuerzas armadas e integridad territorial, y albergue un con-
cepto mucho más amplio y profundo que sea capaz de pensar la
energía nuclear, no como algo lejano al ciudadano y más cercano
a la academia, sino como algo próximo y utilitario; y que abra las
puertas a nuevos debates en torno a las necesidades estratégicas
peruanas en función de enfoques actualizados y apropiados a lo
que esta hora le exige a la élite dirigente.
El desarrollo sostenible es hoy un verdadero principio ju-
rídico. En este se fundamenta el congresista cada vez con más
frecuencia, y en este también se amparan ya los tribunales. Es,
además, un principio de alcance horizontal que no sabe de ta-
xonomías académicas y, por lo tanto, alcanza al derecho público
y al privado. Merece el respeto de los poderes públicos y de las
organizaciones privadas, así como de cuantos habitan el planeta,
teniendo en cuenta que quienes con mayor razón han de sentirse
vinculados, son quienes desde sus aspiraciones occidentales y de
desarrollo pueden ponerlo con más probabilidad en peligro. (Pi-
ñar Mañas, 2002, p. 45)
El abastecimiento a través de energía nuclear otorga estabi-
lidad y seguridad al sistema. James Lovelock (1985), destacado
ambientalista y creador de la «Hipótesis de Gaia»1, señala que el
1
La «Hipótesis de Gaia» ―Teoría o Principio de Gaia, como también se le conoce―
plantea que todos los organismos que pueblan la Tierra, así como sus entornos
inorgánicos, conforman una unidad integrada, de gran complejidad, que se auto-
rregula y permite que las condiciones de vida en el planeta se mantengan.
24
consumo de los elementos fósiles alienta el cambio climático y sos-
tiene que la única opción para el abastecimiento inmediatamente
disponible es la energía nuclear, ya que no hay tiempo de desarro-
llar nuevas energías renovables e introducirlas al mercado, consi-
derando que las existentes no son suficientes. (Lovelock, 2004)
Instituciones privadas, organismos públicos, corporaciones
y gobiernos nacionales de todo el globo han decidido dar un paso
adicional a las eternas conversaciones y se han decidido a exami-
nar y tomar medidas para relanzar proyectos de desarrollo nu-
cleoeléctrico, lo que ha establecido perspectivas muy positivas a
favor de una significativa «expansión nuclear» en las próximas
décadas. En estos últimos años, las preocupaciones provocadas
por la inestabilidad del precio del barril de petróleo, la seguridad
en el suministro de energía y, sobre todo, el cambio climático y la
consiguiente urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero, han servido de promoción para mejorar la imagen
y la posición de la nucleoelectricidad en comparación con otras
alternativas. Se perciben, de todas formas, dos tipos de limita-
ciones: a corto plazo, la escasez de personal calificado y, a largo
plazo, un tema no resuelto aún en forma definitiva, como lo es
el almacenamiento definitivo del combustible gastado (Wang &
Hansen, 2007, p. 22; Rojas de Diego et al., 1990, pp. 34-39). Las dos
preguntas que nos hacemos son: ¿cuándo nos cuestionaremos la
25
necesidad de implementar un plan nuclear?, y ¿por qué no lo he-
mos hecho hasta ahora?
Como aspecto aclaratorio, se menciona que cuando hablamos
de un proyecto nuclear de potencia se hace referencia a la utiliza-
ción de la nucleoelectricidad como elemento partícipe de la matriz
energética. La nucleoelectricidad es entendida como la producción
de electricidad por parte de una central nuclear (o central nucleoeléc-
trica), gracias al movimiento de turbinas a partir del aprovecha-
miento de la energía proveniente de la fisión nuclear.
En el planteamiento de la discusión sobre la nucleoelectrici-
dad se asume que, como señalan muchos estudios internaciona-
les, las centrales nucleares de potencia aportan electricidad libre
de carbono, acompañado de niveles altísimos de confiabilidad y
seguridad en el suministro. Pero para alcanzar esa concordancia
entre necesidad y solución, es necesaria una política de apoyo: el
éxito de los programas nucleares requiere de un sólido Estado de
Derecho (salvo que la aspiración sea militar, como en Corea del
Norte) y que este garantice un buen clima para los inversionistas,
lo que evidentemente tiene que venir acompañado de marcos re-
gulatorios y legales eficientes tanto para las mencionadas inver-
siones como en temas de regulación de los mercados de energía.
En ese sentido, para que se obtenga apoyo político es necesaria
una patente y evidente demostración del rendimiento satisfacto-
rio de los proyectos nucleares, y dar inicio a una investigación
responsable para encontrar soluciones de almacenamiento tanto
transitorio como definitivo de los desechos de alto nivel de acti-
vidad radiactiva. Aunque el almacenamiento in situ del combus-
tible gastado es una solución técnicamente viable para la mayoría
de las centrales nucleares, a efectos de contar con apoyo de la
opinión pública hay que avanzar hacia una solución permanente
para la disposición final de los desechos.
Asimismo, la vulnerabilidad peruana al cambio climático y
la necesidad de disponer de una fuente de energía barata, ecoló-
gicamente eficiente y que asegure un suministro constante y se-
guro, obliga a pensar en la energía nuclear como una alternativa
26
no solo en términos energéticos, sino en la relación que se plantea
entre energía, desarrollo y seguridad. En ese sentido, se plantea
abarcar dicho vínculo entendiendo que se hace referencia a las nece-
sidades energéticas del Perú, y cuáles son los proyectos del Estado
para satisfacerlas, pero también poniendo énfasis en los beneficios
a nivel político, institucional, social y ambiental; entendiendo que
el desarrollo nuclear peruano no trae consigo solo beneficios tan-
gibles sino todos aquellos relacionados con la estabilidad, el forta-
lecimiento del Estado de Derecho, transparencia en los debates, un
acercamiento a la ciudadanía de temas estratégicos que deberían
ser parte del debate público y, finalmente, una democratización del
acceso a la energía para todos y todas. Así, partiendo del objetivo
estratégico de ser un país energéticamente autosuficiente, se trata
de establecer una política nacional preventiva y prospectiva que
tome en cuenta la disponibilidad de sus recursos y la posibilidad
de transformarlos en energía útil para la sociedad.
Un aspecto sobre el que la mayor parte de la sociedad civil
organizada, la ciudadanía en general e incluso, amplios sectores
políticos se encuentran preocupados y que genera más descon-
fianza es el relacionado con los riesgos o peligros. Hablar de ries-
gos en nucleoelectricidad se puede confundir fácilmente con los
riesgos inherentes a un proyecto nuclear, o de la energía nuclear,
en su sentido más amplio. La diferencia entre un proyecto nu-
cleoeléctrico orientado a la obtención de una central nuclear de
potencia y un «proyecto nuclear» es, principalmente, que la uti-
lización de la energía nuclear en el primer caso será destinada a
la generación de electricidad, mientras que en el segundo caso, la
utilización de la energía nuclear podría (o no) venir acompaña-
da de una dimensión utilitaria dual: civil y militar. Sin embargo,
se desea explicar que cuando hablamos de aplicaciones milita-
res no se está refiriendo exclusivamente a un proyecto nuclear
«a la norcoreana», sino a los múltiples usos que puede recibir la
energía nuclear no solo como factor disuasorio sino en usos tales
como detección de minas antipersonales, identificación de narcó-
ticos, etc.; mientras que las aplicaciones civiles pueden incluir la
27
producción de radiofármacos o el desarrollo de nuevas terapias
oncológicas.
En caso de que se trate de un proyecto nucleoeléctrico, la
mayoría de evaluaciones de riesgo están orientadas al aspecto de
la seguridad física, esto es, los protocolos destinados a evitar tan-
to accidentes como incidentes durante toda la etapa de generación
eléctrica, incluyendo la construcción, implementación, gestión
energética, gestión de residuos y actividades logísticas como el
transporte. En este caso, la seguridad física debe garantizar la se-
guridad humana y la seguridad ambiental, y prevenir el riesgo
más percibido por las sociedades: la contaminación nuclear por
exposición a dosis elevadas de radiación. En el caso de un proyec-
to nuclear más amplio, además de los cuidados mencionados y
vinculados a la seguridad física —y, por consecuencia, ambiental
y humana—, se consideran los aspectos geopolíticos y estratégi-
cos que guardan relación con el riesgo, proliferación, competen-
cia, des-cooperación, terrorismo y conflicto, y están mucho más
vinculados con la seguridad hemisférica de los Estados Unidos
y la seguridad nuclear de las potencias «nuclearmente armadas»
firmantes del Tratado de No Proliferación Nuclear.
Los protocolos de seguridad física de una central nuclear
funcionan a través de barreras biológicas que se colocan, de aden-
tro hacia afuera, en el siguiente orden: 1. matriz de combustible
nuclear (pastilla); 2. vainas del combustible nuclear; 3. fronteras
sistema de refrigeración del reactor (vasija y circuito primario/
moderador); 4. sistema de contención (blindaje biológico); 5.
envolvente de acero y, finalmente, 6. envolvente de hormigón
(Sidelnik, 2012). Esta lógica de seguridad está complementada
con la lógica de diseño, que sugiere que las centrales deben ser
más seguras, menos costosas y con cronogramas más reducidos
a partir de procesos de: 1. simplificación, 2. estandarización y 3.
modularización. La garantía de la seguridad física tiene entonces
dos objetivos, por un lado, la reducción de la «probabilidad» de
accidentes y, por otro, la «mitigación» de sus consecuencias en
caso de que ocurra. Los reactores de última generación (IV) están
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construidos bajo estos criterios y sus protocolos de eficiencia y
eficacia, orientados a satisfacer tres requerimientos de diseño, en
primer lugar, el ahorro de los recursos (no solo en términos pre-
supuestarios sino de consumo de combustible); en segundo —y
producto del primero—, en la minimización de los residuos y,
finalmente, en asegurar la no-proliferación.
En lo que respecta a la minería de uranio, tal como se mani-
fiesta en la Guía para la Protección del Trabajador y el Ambien-
te durante la Exploración de Uranio, de la Dirección General de
Asuntos Ambientales Mineros del Ministerio de Energía y Mi-
nas,2 en la actualidad no existen minas de uranio en el Perú; sin
embargo, se vienen realizando actividades de exploración de ura-
nio en la región Puno. Al respecto, el documento técnico observa
riesgos radiológicos y no radiológicos relacionados con la explo-
ración de uranio.
Durante la etapa de explotación y beneficio de uranio, la
cantidad de residuos radiactivos generados será mayor que en
cualquier etapa de exploración, siendo la exposición a la radia-
ción mayor para los trabajadores involucrados que en las etapas
de exploración de uranio. Por esa razón, la normativa para explo-
tación es más rigurosa que la aplicable a la exploración.
Los efectos de la exposición a las radiaciones en la salud hu-
mana han sido largamente estudiados y sus consecuencias son
bien conocidas. En lo que respecta al trabajador involucrado en
actividades con uranio, la principal preocupación es que la ex-
posición a la radiación pueda originar daños en la salud. Los
trabajadores dedicados a realizar actividades de exploración de
uranio pueden estar expuestos a radiaciones a través de tres vías:
la primera, por la radiación gamma directa emitida por la roca
mineralizada, por la inhalación del gas radón o, por último, por la
inhalación e ingesta de polvo proveniente del mineral radiactivo.
2
Preparado por el Consorcio Roche, Golder, ACCC-Año 2011, por encargo del
Proyecto de Reforma del Sector de Recursos Minerales del Perú.
29
En el Reglamento de Seguridad Radiológica se encuentran esta-
blecidos los límites de exposición a la radiación para el trabajador
y el público.
La principal recomendación, al igual que para otro tipo de
minería, es minimizar la alteración del ambiente. Las medidas
que deben considerarse son establecer programas de perforación
debidamente documentados y autorizados por las entidades re-
guladoras, los emplazamientos deben ser rehabilitados y deben
encontrarse alejados de las poblaciones, entre otros.
Uno de los aspectos que más preocupación despierta en las
poblaciones es lo referente a los residuos que se generan en esta
actividad. Al respecto, la autoridad nacional es la encargada de
velar por el manejo y gestión de estos residuos. Es de resaltar
que la exploración de uranio produce residuos radiactivos y no
radiactivos.
La minería de uranio genera controversia, por lo que es obli-
gatorio que la población local que podría ser impactada, sea in-
formada, consultada y capacitada en lo que se refiere a seguridad
ambiental y ocupacional. La participación ciudadana es funda-
mental y se efectúa en el marco de lo dispuesto en las normas
del Decreto Supremo 028-2008-EM y Resolución Ministerial 304-
2008-MEM/DM.
Finalmente, un plan nuclear debe consensuar entre todos los
ciudadanos los objetivos trazados a largo plazo: pensar en una
relación entre energía, seguridad y desarrollo es pensar en esta-
blecer una política nacional preventiva y prospectiva que tome en
cuenta la disponibilidad de sus recursos y la posibilidad de trans-
formarlos en energía útil (y algo más que eso) para la sociedad.
30
Capítulo 1
[31]
aplicaciones nucleares en los sectores productivos y de servicios
del país, además de garantizar el uso seguro de la tecnología nu-
clear y las radiaciones ionizantes.
3
<http://www.ipen.gob.pe/index.php/ipen/presentacion>.
32
Por Decreto Ley 21094, de fecha 4 de febrero de 1975, se apro-
bó la Ley Orgánica del Sector Energía y Minas que en su artículo
36 crea al Instituto Peruano de Energía Nuclear en reemplazo de
la Junta de Control de Energía Atómica como institución pública
descentralizada del sector energía y minas. El IPEN era el encar-
gado de promover, asesorar, coordinar, controlar, representar y
organizar las acciones para el desarrollo de la energía nuclear y sus
aplicaciones en el país, de acuerdo con la política del sector.
De conformidad con el Decreto Ley 21875 y la Ley Orgánica
del Instituto Peruano de Energía Nuclear, se determina al Institu-
to Peruano de Energía Nuclear como persona jurídica de derecho
público interno con autonomía técnica, económica y administra-
tiva, y se le designa con la sigla IPEN. El personal del IPEN está
sujeto al régimen laboral de la actividad privada con arreglo al
Decreto Ley 728 (antes leyes 4916 y 8439) y demás disposiciones
modificatorias, complementarias y conexas, según sea el caso, y
dentro de los alcances del artículo 49 de la Ley 11377.
El IPEN tiene por finalidad prestar el asesoramiento necesario
a las autoridades del gobierno en materia nuclear, y conserva el
principio de exclusividad de operaciones y beneficio de materiales
nucleares existentes en el territorio nacional que comprende inclu-
so los ubicados en el área de concesión y mar territorial; así como
la expedición de normas, licencias y regulaciones relativas a segu-
ridad nuclear que deben observarse en las diversas acciones que
impliquen la utilización de radiaciones ionizantes.
Mediante el artículo 2 de la Ley 27757, prohibición de la im-
portación de bienes, maquinaria y equipos usados que utilicen
fuentes radiactivas, se asignó al IPEN el rol contralor; asimismo,
en el artículo 3 de la Ley 27028, Regulación del uso de fuentes de
radiaciones ionizantes, se precisó que la autoridad competente es
el IPEN.
La organización del IPEN obedece al criterio utilizado en gran
parte por la legislación internacional respecto a la organización
de entidades encargadas de las aplicaciones y desarrollo nuclear
33
de los países, adaptada a nuestra realidad científica y técnico-ad-
ministrativa. Considera a la presidencia del instituto como el
máximo nivel de decisión y autoridad del IPEN, a la dirección
ejecutiva como el nivel más alto de autoridad después de la pre-
sidencia, y ambas constituyen la alta dirección.
El IPEN tiene por objetivos estratégicos: 1. lograr un alto nivel
de eficiencia y productividad en la operación de sus instalaciones
nucleares y radiactivas incrementando la prestación de servicios
y producción de radioisótopos; 2. actuar como autoridad nacio-
nal, expidiendo normas, licencias y regulaciones relativas a se-
guridad nuclear y protección radiológica, así como fiscalizar su
cumplimiento; 3. mejorar el nivel de protección y seguridad de
personas y ambiente, así como la percepción pública del riesgo,
ampliando los programas de fiscalización, prestación de servicios
de seguridad radiológica y difusión normativa; 4. difundir a todo
nivel el conocimiento de las aplicaciones de la energía nuclear
promoviendo su uso en los ámbitos que pueda contribuir al mejo-
ramiento de la calidad de vida de la población; 5. mejorar la capa-
cidad de comercialización de productos y servicios para lograr un
incremento en la captación de recursos directamente recaudados;
y, finalmente, 6. continuar con la modernización de los sistemas
de gestión, a fin de optimizar la toma de decisiones que permitan
el adecuado cumplimiento de los objetivos institucionales.
Entre sus funciones específicas se encuentran: 1. planificar,
desarrollar y perfeccionar en el Perú la infraestructura científica
y tecnológica necesaria para la utilización de la energía nuclear;
2. asesorar al sector energía y minas en todos los asuntos relacio-
nados con la energía nuclear; 3. promover, organizar, coordinar y
controlar todas las investigaciones científicas, desarrollos y apli-
caciones tecnológicas y procesos industriales que posibiliten el
uso de la energía nuclear en beneficio del desarrollo y bienestar
del país; 4. expedir normas, licencias y regulaciones relativas a
seguridad nuclear y protección radiológica referentes a las diver-
sas acciones de producción y utilización de equipos, fuentes y
materiales radiactivos, y fiscalizar su cumplimiento; 5. realizar
34
en exclusividad toda operación de exploración, explotación y be-
neficio de materiales nucleares existentes en el territorio nacional,
comprendiendo las ubicadas en áreas de concesión e incluyendo el
mar territorial, así como el ciclo completo del combustible-nuclear;
6. controlar y/o ejecutar en representación del Estado, la obtención
de sustancias radioactivas como subproducto de la explotación de
otros minerales y efectuar su recuperación; 7. realizar y/o autorizar
la importación y exportación de sustancias radiactivas, así como el
control de su distribución, comercialización y uso; 8. formular y
conducir programas educativos para formación de profesionales
especializados en el conocimiento, uso y aplicación de energía nu-
clear; y 9. participar en la representación del país ante organismos
científicos y técnicos internacionales, y en eventos y reuniones rela-
cionados con la energía nuclear y radiaciones ionizantes.
El inductor n.° 21 tiene como objetivo desarrollar la instala-
ción de una central de nucleoelectricidad para contribuir a la di-
versificación de la matriz energética y la preservación del medio
ambiente con energía limpia y segura, y se concreta en el proyec-
to institucional central nuclear de potencia (nucleoelectricidad)
2010-2016.
El desarrollo nuclear del Perú ha estado signado por varios
periodos que van desde su apogeo en los años ochenta a la pos-
terior moratoria global que tuvo un significativo impacto aquí
en la década del noventa. Pero quizá la época que más será re-
cordada por su pobre desempeño científico nuclear fue entre los
años 2000-2005.4 Durante estos años el IPEN dirigió su accionar
4
Este periodo coincide con la gestión directiva del doctor Modesto Montoya, cuya
dirección estuvo caracterizada por un desvío de los recursos humanos, de por sí
escasos, a campos de investigación alejados de las funciones legales, institucio-
nales y técnicas del IPEN. Adicionalmente, durante su gestión se denunciaron
algunas irregularidades tales como la no realización de una gestión seria en la
solicitud de compra del combustible para el reactor; una pésima gestión en la
compra de repuestos y equipos para el RP-10; la pobre coordinación institucional
y técnica entre el Centro de Medicina Nuclear y el Instituto Nacional de Enferme-
dades Neoplásicas, entre otras.
35
a producir ciencia y tecnología fuera del campo de la energía nu-
clear. Se investigó sobre temas que les competía a otras institu-
ciones como, por ejemplo, el caso de los estudios de camélidos,
olfato electrónico para el pisco y sobre descontaminación de agua
con luz solar, por nombrar algunos. Mientras tanto, su rol en el
campo de la energía fue desapareciendo de forma paulatina: lejos
quedó la visión estratégica para la cual fue creada dicha institu-
ción, «generar condiciones para incorporar a la energía nuclear
en la matriz energética nacional».
En 1985, el IPEN, siendo presidente de esa institución el gene-
ral EP (r) Juan Barreda Delgado, emitió el documento «Situación y
perspectivas del desarrollo nuclear en el Perú», en el que se detalla-
ban los lineamientos de política nuclear que consistían en convertir
al país en productor de uranio en el menor tiempo posible para
asegurar el autoabastecimiento de materias primas nucleares y
contribuir con el financiamiento del desarrollo nuclear; desarrollar
la nucleoelectricidad en forma significativa para que contribuya de
manera adecuada a la satisfacción de la demanda energética nacio-
nal y complemente la utilización racional de los recursos energéti-
cos renovables del país; y en asegurar una efectiva participación de
la industria nacional en la producción de equipamiento nuclear y
en la prestación de servicios técnicos y promover la formación de
industria del ciclo del combustible. (Páucar, 2015)
En el Plan Perú 2021, Plan Estratégico de Desarrollo Nacional,
elaborado por Ceplan, en el literal E «Programas estratégicos», dice
de forma expresa que se requerirá un programa de desarrollo de
infraestructura para generación de electricidad y aseguramiento
hídrico nacional; la ampliación del parque de generación eléctrica
a una potencia instalada de aproximadamente 15 000 MW para el
año 2021 de fuentes ambientalmente sostenibles; y la planificación
de la incorporación de centrales nucleares (Ceplan, 2010, p. 189).
Llama poderosamente la atención que la edición 2011 del mismo
Plan Bicentenario (Ceplan, 2011), que debería presumir de promo-
ver lineamientos estratégicos que devengan en políticas de Estado,
haya eliminado la citación textual acerca de la necesidad de crear
un proyecto nuclear estable como alternativa para el abastecimiento
36
energético. Lo que es cierto es que el Perú cuenta con un destacado
potencial de generación hidroeléctrica por aprovechar, pero que
debe combinarse con diferentes fuentes alternativas como la ener-
gía nuclear, para lo cual el país cuenta con recursos uraníferos y
renovables que poseen un potencial significativo.
Cuando el Perú volvió a la democracia en 1980, todas las ins-
tituciones se «democratizaron» en un sentido tan entrecomillado
que se entendió que parte del nuevo sistema de gobierno tenía que
incluir de manera necesaria la sustitución de la dirección militar
por la civil. Una transición aparentemente inteligente, si se tiene
en cuenta que una democracia formal debe ser capaz de someter
a las Fuerzas Armadas a la voluntad soberana del pueblo y sus
representantes elegidos; sin embargo, de nuevo, eso implicó tá-
citamente aceptar que el proceso de democratización en el Perú,
llamémosle «Tercera ola» (Huntington, 1991) era un proceso ho-
mogéneo que debió conducir al país a un Estado democrático
como el portugués y español (utilizamos estos ejemplos por la
proximidad cronológica con la caída de Salazar y la muerte de
Franco), sin considerar las tensiones internas que no pudieron re-
solverse políticamente durante el Gobierno Revolucionario de las
Fuerzas Armadas, ni tener en cuenta las consideraciones estraté-
gicas y los lineamientos de seguridad nacional que los militares
peruanos le habían conferido al IPEN.
Por supuesto, esta transformación intrainstitucional no pudo
desentenderse del juego geopolítico en el que se encontraba el Estado
y es por eso que, a pesar de la conducción civil, la energía nuclear
siguió bajo una órbita militar que logró convencer a las adminis-
traciones de Belaúnde y García, sobre la necesidad de adquirir un
reactor a los argentinos que fue finalmente inaugurado el 19 de
diciembre de 1988 bajo la dirección civil del doctor Víctor Latorre.
El IPEN, de acuerdo con su Plan Estratégico Institucional
2010-2016 (IPEN, 2009), se ve a sí mismo como la «institución líder
en Latinoamérica en el campo nuclear y sus aplicaciones en gene-
ración de energía eléctrica así como el desarrollo tecnológico para
mejorar la productividad y la competitividad» (p. 8) y entiende su
misión como un ente encargado de «normar, promover, supervisar
37
y desarrollar la investigación y las aplicaciones nucleares y afines
para mejorar la competitividad del país y la calidad de vida de la
nación» (p. 9).
Sin embargo, cuando se observa el Plan Operativo Institu-
cional 2013 (IPEN, 2013) y se analizan los indicadores de desem-
peño institucional, nos damos cuenta de que entre el año 2008 y
el 2012 los estudios planificados sobre nucleoelectricidad fueron
constantemente subejecutados respecto a los programados, en
el 2011 no se realizó ningún estudio completo, lo que significó
un cumplimiento del 33% de lo planificado, mientras que la cifra
más alta de cumplimiento de lo proyectado logró en el 2008 con
1,73 estudios, que representaron el 103,7% de ejecución sobre un
ambicioso reto de 1,70.
Se aprecia, por el contrario, que las partidas para capacitación,
dirección y asesoramiento sí suelen ser sobreejecutadas, lo que en
términos de transparencia representa un desafío, pues la informa-
ción sobre los gastos individualizados de cada evento, capacitación
o asesoría no aparece desagregada. En cualquiera de los casos, no
se encuentra una correlación directa entre los objetivos estratégicos
y la forma en que se invierten los recursos humanos, económicos
y administrativos de la institución, y es evidente que si Argenti-
na ha inaugurado su tercera central nuclear hace casi tres años, el
IPEN no cumplirá su objetivo de ser una institución líder en La-
tinoamérica, máxime cuando la única actividad en la que parece
ser razonablemente eficiente es en la intervención del mercado de
servicios, donde la única ventaja competitiva que posee frente a
los operadores privados, es que no tiene que realizar ningún tipo
de rendición de cuentas ni presupuestar la adquisición de equipos
o recursos humanos especializados, como sí lo hacen los laborato-
rios privados, e incluso así, de acuerdo con su Plan Institucional
(ibíd.), la gestión de calidad se basa en el ISO 9001, es decir, sigue
los protocolos recomendados pero no implementa la norma de
certificación estandarizada internacional (ISO 17025), ergo, le da
valor estricto a una recomendación, pero sin estar supeditada a la
verificación de un verdadero proceso de control de calidad.
38
Existe una Ley de Concesiones Eléctricas5 de 19 de noviem-
bre de 1992, vigente a la fecha, y en su artículo 5 dice que la ge-
neración de energía eléctrica de origen nuclear se normará por
ley expresa. Como se sabe, esa norma no ha sido expedida hasta
ahora.6 El problema, sin embargo, no es solo una cuestión técnica,
sino política: lo nuclear en el Perú está dirigido por una institu-
ción que, como se ha expuesto, no puede escapar a la lógica de
la contradicción que impera en todos los procesos de tomas de
decisiones y generadores de políticas públicas.
La actividad del IPEN está regulada por las leyes y los decre-
tos mencionados con anterioridad, que le otorgan autoridad para
establecer la normativa técnica de trabajo a través de resoluciones
internas del mismo instituto lo que, en la práctica, lo convierte en
juez y parte, pues monopoliza el control, la gestión y la supervi-
sión de las actividades nucleares en el Perú.
El problema de este monopolio y de esta capacidad regula-
dora, no transita por las capacidades institucionales precisamen-
te, pues, en efecto, no todos los Estados desdoblan sus agencias
nucleares en regulación, supervisión o control, sino en que el
IPEN no está cumpliendo el rol esencial para el que fue funda-
do: la promoción. El marco legal que circunscribe a lo nuclear en
el Perú, deja de lado una de las funciones más importantes que
debería tener cualquier comisión atómica nacional: el diseño de
políticas públicas que conduzcan a un uso eficiente, sostenido,
sustentable económica y energéticamente de nucleoelectricidad,
lo cual es no solo un desafío complejo, sino que, bajo las condi-
ciones actuales, se vuelve imposible si se considera que el IPEN
ni siquiera cuenta con infraestructura para investigación básica
como laboratorios con acreditación ISO 17025.7
5
Decreto Ley 25844.
6
Decreto Ley 25844 y Decreto Supremo 009-93-EM.
7
Esta norma es aplicada por los laboratorios de ensayo y calibración con el obje-
tivo de demostrar que son competentes y capaces de producir resultados técnica-
mente válidos.
39
En el Perú la promoción, la exploración, la explotación, la
comercialización y el desarrollo de las actividades vinculadas a
las actividades nucleares, no se encuentran siquiera legisladas.
Desde hace casi veinticinco años, el Perú no posee una ley expre-
sa para garantizar jurídicamente la posibilidad de investigar o,
por lo menos, elucubrar la posibilidad de un desarrollo nuclear
soberano.
40
Este nuevo institucionalismo sugiere que la recuperación de la
dimensión institucional implica que esta condiciona de modo im-
perante la acción colectiva (aunque no la determina) al condicionar
también las percepciones, las motivaciones y las estrategias de
los actores que, con su actividad, van haciendo que las institucio-
nes —reproduciéndolas o cambiándolas de forma tal, que la vida
social adquiere un orden y una previsibilidad valiosas para el de-
sarrollo humano— generan lealtades a ciertas normas, procesos
y procedimientos (función preceptora para que las instituciones
sean eficaces) para evitar el oportunismo.
Una vez que se forman las instituciones recién es posible crear
una evaluación acerca de su raison d’être. La institucionalización
genera instituciones concretas y que sean buenas o malas depen-
derá de las consideraciones ideológicas y concepciones éticas que
se implementen para hacer dicha categorización.
La calidad institucional también hace referencia a un aspecto
técnico que dota al análisis de un marco por el cual las institucio-
nes serán buenas o malas, según su capacidad para producir la ac-
ción colectiva esperada para la obtención de ciertos objetivos. Son
relevantes, desde esta óptica, los conceptos vinculados a la noción
de eficacia (con los componentes de adecuación a las necesidades,
la disponibilidad de recursos y el desarrollo de incentivos) y a la
solidez. Esta última palabra significa que las instituciones deben
tener la capacidad de adaptarse a nuevas situaciones (podrían ser
problemas, desafíos, etcétera) y no solo deben ser rígidas. Dado
que el límite de esta adaptación lo marca la pertinencia o el ajuste
a sus características fundamentales objetivas y valorativas, más
allá no habrá adaptación sino cambio, es decir, se crea un espacio
gris, pues será la controversia política y social la que definirá como
adecuado y pertinente. (Goodin, 2003)
Respecto a las consideraciones ideológicas y las concepciones
éticas —y en conjunto con las evaluaciones técnicas que conlle-
va el concepto de calidad institucional—, la propuesta sostenida
en este libro es la limitada capacidad del Estado peruano para la
generación de políticas públicas eficientes y el déficit de calidad
41
institucional que retroalimenta la gestión (y, por supuesto, la toma
de decisiones, que se discutirá más adelante como un aspecto ne-
tamente político-mediático) dando como resultado el escaso desa-
rrollo nuclear peruano.
Este análisis institucional está basado en la teoría Nueva Ges-
tión Pública (NGP) y en la Gestión por Resultados. El fenómeno
de la NGP o también referenciado como New Public Management
(NPM), aunque se inserta en un proceso global de transformación
del Estado, se ha difundido enérgicamente a nivel mundial como
eje central para el cambio y la modernización de las administra-
ciones públicas en países con tradiciones institucionales tan di-
símiles como los Estados Unidos, Suecia, Gran Bretaña, Francia,
Australia, incluyendo los de la región de América Latina.
Dicho paradigma ha implicado la existencia de la siguiente
conjetura: los problemas de organización del Estado de los países
centrales son similares a los de los países periféricos; por tanto,
las directrices que conducen hacia una reforma del Estado en
Francia deberían ser aplicables en Haití con la misma funcionali-
dad, eficiencia y resultados.
Una vez transcurrido el proceso de achicamiento del Estado
en diferentes áreas tanto económicas como sociales, desde los pro-
pios organismos internacionales se impulsó una variante crítica
de las políticas derivadas del Consenso de Washington, haciendo
énfasis en la ampliación de la capacidad institucional y la eficacia
de la acción estatal para el buen funcionamiento de los mercados.
En sintonía con esto, el informe de 1997 del Banco Mundial enfa-
tiza la necesidad de organizar la administración pública desde el
paradigma empresarial, donde se priorizan estrategias de mejora
de la gestión a través del incremento de la competencia (ya sea
al interior de la administración pública gracias a programas de
meritocracia o a través de la privatización de empresas públicas
o apertura de segmentos del mercado a empresas privadas para
aumentar la competitividad). (Banco Mundial, 1997)
Así, las reformas orientadas hacia adentro del Estado (Oszlak,
1999) quedan empapadas de conceptos y teorías que provienen de
42
la administración de empresas, donde ya no son necesarios los bu-
rócratas ni los políticos, sino que deben ser prioritarios los cuadros
técnicos y los gerentes de área. A pesar de que es posible aumen-
tar la eficiencia del Estado con personal calificado y formado en
las técnicas de gestión, la NGP/NPM pierde de vista que dicha
eficiencia es mucho más que un ratio de rentabilidad o productivi-
dad, sobre todo cuando se está al frente de una institución pública
que domina un área estratégica del Estado, como la energía nu-
clear (o para proponer algo por fuera de la energía, como los trenes
subterráneos —y cualquier transporte público— o la educación
universitaria/superior).
Al respecto, López (2002, p. 8) señala que:
43
1998; Evans, 1992; Shepherd, 1999). En realidad, se apunta que la
mayoría de las técnicas de gestión
44
través de la racionalización de estructuras y procesos de trabajo; la
revisión de las formas en que se realizaba la toma de decisiones; y
el incremento de la productividad de los empleados públicos gra-
cias al incentivo de la llamada y ya mencionada meritocracia.
En esencia, los principios y las técnicas que configuran la ad-
ministración pública fueron presentados como una batería de ini-
ciativas aplicables homogéneamente a todas las organizaciones e
instituciones públicas que fueron interpretadas como políticamen-
te neutrales, es decir, donde los empleados públicos eran seres obe-
dientes que no tenían cultura ni formación política (Perry & Krae-
mer, 1983, p. 10).
Esta despolitización de la administración pública puede ser
muy eficiente en temas de atención al ciudadano o en la gestión
técnica de una organización; sin embargo, los objetivos estratégicos
de una nación no pueden definirse sin tener un orden político claro
que sea capaz de pensar en la república como un proyecto a media-
no y largo plazo. En ese escenario, los tecnócratas son importantes
para la implementación, pero la agenda pública y política (y menos
en un proyecto nucleoeléctrico) no puede estar desideologizada,
pues la energía nuclear es en sí misma una doctrina que se interre-
laciona de forma directa con elementos tales como la seguridad na-
cional y el desarrollo nacional (Comunicación personal recuperada
del Iedes, con el profesor Patricio Talavera, docente de la Facultad
de Ciencias Sociales y secretario de Relaciones Internacionales de la
Universidad de Buenos Aires. 8 de julio del 2013).
Si el IPEN adquirió alguna experiencia en el campo nuclear,
fue gracias a la cooperación bilateral peruano-argentina y no porque
haya logrado institucionalizar un proyecto estratégico de desarrollo.
Esto sugiere que la reactivación de este llamado sector nuclear se con-
centra principalmente en una decisión política y en la capacidad de
poder seleccionar áreas de desarrollo que pueden ser, por un lado,
complementarias con las de Brasil y Argentina, y, por otro, no gene-
rar vínculos de dependencia con países externos a la región, circuns-
tancia que a mediano plazo debilitaría la articulación regional (Co-
municación personal recuperada del Iedes, con el doctor Carlos José
Aga, director del Portal Energético Internacional. 1 de julio del 2013).
45
Lo más destacado del acuerdo peruano-argentino de trans-
ferencia nuclear fue, sin duda, una cuestión política: por primera
vez en el Perú existió un marco estructural para el desarrollo de
las ciencias exactas, que contempló no solo un proyecto a largo
plazo, sino financiamiento e infraestructura adecuada para en-
carar el desarrollo nuclear desde una posición regional de rango
medio. En términos de política exterior, esta transferencia tecno-
lógica fue el primer ejemplo en el que un país no industrializado
transfirió tecnología, bienes y servicios nucleares de envergadura
a otro país (Comunicación personal recuperada del Iedes, con
el doctor Gabriel Barceló, miembro de la Comisión Nacional de
Energía Atómica [CNEA]. 26 de julio del 2013).
Para el Perú, esto significó poseer el reactor experimental
operativo de mayor potencia de toda América Latina, así como
la implementación laboratorios de producción que configuraron
la instalación más importante de la región para la producción de
radioisótopos y radiofármacos. Esto quiere decir que el Perú se en-
cuentra en capacidad de alcanzar, con una debida gestión y plani-
ficación de los recursos humanos y técnicos, una masa crítica que
pueda reproducir y, lo más importante, producir conocimiento y
tecnología médica. Así, entre los elementos más destacados que se
consiguieron gracias al apoyo argentino figuran la producción de
radioisótopos y gammagrafías que pueden emplearse para diag-
nosticar cáncer y realizar estudios sobre los tejidos humanos; y la
producción de fármacos útiles para la agricultura y el cuidado del
medio ambiente (Comunicación personal recuperada del Iedes,
con el doctor Diego Hurtado de Mendoza, secretario de Innova-
ción de la Universidad Nacional de General San Martín. 28 de ju-
nio del 2013).
Otro aspecto destacado de esta cooperación fue la voluntad,
primero, de dejar fuera a terceras potencias en este proceso de
transferencia;8 y, segundo, de hacerla de una forma transparente,
8
Solo el 7% de los 106 millones de dólares invertidos en Huarangal fueron desti-
nados a obtener suministros en terceros países. (Radicella, 1999, p. 39)
46
honesta y verdadera. El contrato dio al IPEN la facultad de parti-
cipar en todas y cada una de las etapas del proyecto, desde la in-
geniería conceptual hasta la puesta en marcha de las instalaciones,
mientras la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) [Ar-
gentina] mantenía la responsabilidad técnica del conjunto (Comu-
nicación personal recuperada del Iedes, con el embajador Andrés
Cisneros, ex vice canciller de la República argentina. 20 de julio
del 2013). Gracias a ello, profesionales peruanos integraron desde
un primer momento los grupos de trabajo argentinos, tanto en la
CNEA como en sus empresas subcontratistas. El contrato preveía
además la participación de la industria peruana en todo aquello
que estuviera a su alcance en la parte convencional del proyecto.
En efecto, a partir de la ingeniería conceptual de la CNEA, empre-
sas peruanas elaboraron la ingeniería de detalle de todas las obras
civiles del centro y llevaron a cabo la construcción de estas, contra-
tadas por el IPEN y bajo la responsabilidad técnica de la CNEA. Al
mismo tiempo, se fomentó la asociación de empresas argentinas
con firmas peruanas para la fabricación en el Perú de componentes
mecánicos, electromecánicos y electrónicos para el centro (Comu-
nicación personal recuperada del Iedes, con el secretario Gabriel
Rosa, ministro de Relaciones Internacionales, Comercio Exterior y
Culto de la República argentina. 22 de julio del 2013).
En esta línea de trabajo, se puede concluir que el eje de forta-
lecimiento económico y comercial estuvo primero supeditado a los
ejes tecnológicos y humanos, siendo los primeros una consecuencia
de los segundos. Por la naturaleza de esta cooperación, una parte
relevante del contrato fue la referida al programa de capacitación
del personal peruano. Se partió de la base de un grupo mínimo de
150 profesionales y técnicos que a la fecha de la recepción del
centro debían estar en condición de realizar la operación y el
mantenimiento del total de las instalaciones. Para la formación
de este personal la CNEA se comprometió a proporcionar una
capacitación específica de 1 500 meses-hombre, de los cuales 300
se llevarían a cabo en Argentina y el resto en el Perú. Esta capa-
citación se realizó mediante cursos, seminarios y entrenamiento
en los laboratorios de la CNEA y en el mismo centro durante el
47
montaje de los equipos. El IPEN y universidades peruanas par-
ticiparon de manera activa en los programas de capacitación. En
la etapa final del entrenamiento, el personal del IPEN, bajo la di-
rección de la CNEA, participó en la puesta a punto y en la puesta
en marcha de las instalaciones, ergo, los recursos humanos que el
Perú posee en materia de gestión, control y desarrollo nuclear,
están directamente vinculados, primero, a la capacidad y volun-
tad argentina de aumentar su influencia en el Perú; y, segundo,
a la intención de mejorar las relaciones bilaterales en un marco
democrático con dos presidentes afines (Comunicación, Hurtado
de Mendoza, 2013).
Los acuerdos peruano-argentinos no solo transfirieron capaci-
tación e infraestructura, sino que mostraron una dimensión cabal
del concepto de desarrollo muy independiente de la simple dona-
ción. Por ejemplo, puesto que la localidad de Huarangal no tenía
vías de acceso, el IPEN con la colaboración de la CNEA constru-
yó una ruta asfaltada de aproximadamente doce kilómetros entre
Huarangal y Puente Piedra. Asimismo, se proveyó una línea de
transmisión de energía eléctrica de una extensión próxima a los
catorce kilómetros. La línea se diseñó para una potencia de 20
MVA y una tensión de 60 kV. En Huarangal se instaló una sub-
estación transformadora 60/10 kV. Las instalaciones principales
del centro fueron un reactor de 10 MW de potencia térmica, con
sus laboratorios auxiliares, una planta para la producción de ra-
dioisótopos y un conjunto de laboratorios para el Centro Nacio-
nal de Protección Radiológica del Perú (Comunicación personal
recuperada del Iedes, con el doctor Eduardo Vior, docente de la
Universidad Federal de Integración Latinoamericana, Brasil).9
9
Estas instalaciones especializadas estuvieron complementadas por obras de
infraestructura: una planta para el tratamiento de los residuos radiactivos, una
planta para el abastecimiento de agua, un tanque de reserva de agua, una planta
de tratamiento de efluentes cloacales, una torre meteorológica, un taller de ser-
vicios generales, un edificio de administración, un comedor, un edificio para el
control de acceso y un cerco perimetral. (ibíd.: 40)
48
El balance ha sido positivo, aunque en la actualidad no sea
tan alentador. Lamentablemente, la desidia ha vencido a la capaci-
dad instalada y los recursos humanos formados en Argentina dé-
cadas atrás, no han sido reemplazados por nuevos en un contexto
en el cual la renovación etaria se hace urgente. Adicionalmente, el
Gobierno peruano no tiene un plan nacional de desarrollo nuclear
y lo más cercano a ello, el Plan Estratégico Institucional 2010-2016
del IPEN, está enfocado en la renovación administrativa y en la
implementación de mejoras de gestión pública por encima de la
gestión tecnológica.10 Además, más allá de algunos picos en los
que el presupuesto público fue elevado para el sector nuclear, la
meseta nuclear en el Perú tiene una elevación muy baja, al punto
de no entusiasmar siquiera al mencionado doctor Latorre (expresi-
dente del IPEN), quien manifiesta que tamaña inversión no solo es
un elefante blanco, sino un desperdicio de recursos, considerando
que en la actualidad el reactor funciona ocho horas a la semana,
es decir, al 10% de su capacidad operativa (doctor Víctor Latorre,
expresidente del IPEN y director del Instituto de Ciencia y Tecno-
logía de la Universidad Ricardo Palma. Comunicación personal
recuperada del Iedes. 15 de julio del 2013). Se debe hacer notar que
cuando una inversión alcanza los 150 millones de dólares y, ade-
más, se constituye como el mayor esfuerzo estatal, ergo, de toda la
nación, en investigación y desarrollo, los problemas que derivan
de su mala gestión técnica, política y económica son los que exigen
ser solucionados.
Hay una correlación entre esta necesidad administrativa so-
bre una tecnológica, y esta correlación se sostiene en la propia his-
toria institucional del IPEN: cuando este estuvo bajo el mando de
militares tuvo cierto éxito en su desarrollo institucional (aunque
no necesariamente por sus habilidades de gestión, sino porque,
como se verá más adelante, las confluencias ideológicas y geopo-
líticas dieron origen a diferentes escalas cooperativas), mientras
10
Instituto Peruano de Energía Nuclear. Resolución de Presidencia 49-13-IPEN/
PRES.
49
que cuando estuvo en manos de tecnócratas los resultados fueron
—cuando menos— polémicos. Sabemos de la existencia de una
peligrosa visión sesgada hacia la gestión vertical que asume que el
problema nuclear en el Perú debe encontrar respuestas en una in-
geniería institucional (que no precisamente debe ser democrática,
de acuerdo con ese sesgo), y no se entiende que el mencionado
problema nuclear es un asunto que conjuga elementos científicos,
económicos, sociales y políticos, siendo estos cuatro elementos los
que pueden definir correctos mecanismos de gestión institucional
y científica (Comunicación, Modesto Montoya, 2013).
Entonces, lo que se observa es que la transición —de una for-
ma llamada— democrática transformó una institución filo-militar
a una con un fuerte vacío de liderazgo. Las administraciones civi-
les desde Latorre hasta Modesto Montoya fueron un reflejo de la
calidad institucional del Perú. Una democracia amenazada por un
conflicto armado interno se traduce en un desinterés por todos los
elementos ajenos al núcleo mínimo de supervivencia del Estado.
Por otro lado, después de las reformas neoliberales se empezó a
desmantelar todo el armazón legal (se verá más adelante el marco
regulatorio y los intentos de reformas que fueron frustrados por el
desinterés político) y la alta dirección del IPEN empieza a ser copa-
da por científicos (pero no administradores) que eran antinucleares
o con liderazgos basados en la simpatía política, pero con escasa
calidad técnica.
Evidentemente es necesaria la concordancia entre liderazgo
político y liderazgo técnico, ambos no pueden estar separados, pues
tratándose de un elemento estratégico para el desarrollo nacional,
es imperativo que las grandes definiciones respecto a los objetivos
nacionales respondan a un proyecto nacional de largo alcance; sin
embargo, después de la década autoritaria del expresidente Fujimo-
ri, se produce un fenómeno muy similar al que se ha producido en
otras postransiciones, el partido ha copado al Estado de una manera
tal que le resulta difícil separar militancia de burocracia, de forma
que la alta dirección del Estado cae en manos afines en lugar de caer
en manos de las personas más idóneas (Comunicación personal
recuperada del Iedes, con el doctor Nahuel Oddone, coordinador
50
del área de comercio internacional de la Comisión Económica para
América Latina [CEPAL]).
Esto, por supuesto, no es solo un vicio del IPEN, es uno trans-
versal a la administración político-pública. La cultura institucional
del Perú revela que los partidos se comportan no solo como gobier-
no sino como Estado nación. Las preocupaciones partidarias pasan
a ser nacionales; por tanto, los espacios dejados por la anterior ad-
ministración deben ser ocupados para asegurar la mayor cuota de
poder, en el menor tiempo y con la mayor extensión posible. La ló-
gica del poder es similar en el IPEN, donde a pesar de tener planes
institucionales operativos y estratégicos, no existe un sistema de
control, pesos y contrapesos que evalúe de forma crítica la gestión.
El IPEN, en otras palabras, no tiene un organismo de fiscalización
y control que pueda verificar la correcta ejecución de su presu-
puesto o el cumplimiento de las metas trazadas en sus proyectos
de desarrollo. Dicho de otro modo, es una institución que nace en
su propia génesis. Evidentemente hay un tipo de control político,
como menciona su Plan Institucional de Lucha contra la Corrup-
ción (IPEN, 2012), pero está orientado a evitar actos de déficit de
transparencia o sancionar a «malos» funcionarios, mientras que los
aspectos que tienen que ver con la evaluación de sus resultados,
donde existe más riesgo de corrupción, brillan por su ausencia.
El IPEN es el brazo nuclear del Perú y responde a una se-
rie de instituciones y poderes que configuran la administración
pública nacional, esto quiere decir que, por Decreto Supremo
027-2007-PCM11, está institucionalmente obligado a encolumnar-
se detrás de las políticas nacionales priorizadas por el Gobierno,
es decir, en un sentido mínimo debe «promover la igualdad de
oportunidades y equidad para acceder a los servicios básicos: sa-
lud, educación, agua, saneamiento básico, energía, transporte y
servicios sociales complementarios»12, «formar capital humano
11
Publicada el 25 de marzo de 2007 en el diario oficial El Peruano.
12
Ver: <http://www.peru.gob.pe/docs/PLANES/183/PLAN_183_2013_
DS_N%C2%BA_027-2007-PCM.pdf>.
51
especializado en gestión y desarrollo de la ciencia, tecnología e in-
novación y promover la innovación tecnológica en las empresas y
demás agentes económicos ligados a actividades productivas y de
servicios», entre otros.13
Adicionalmente, cualquier política pública debe respetar
los parámetros preestablecidos como políticas de Estado por el
acuerdo nacional. Se debe fortalecer la democracia y el Estado de
derecho con: 1. un gobierno en función de objetivos con planea-
miento estratégico, prospectiva nacional y procedimientos trans-
parentes; 2. una política de seguridad nacional; 3. un desarrollo
sostenible y gestión ambiental; 4. un desarrollo de la ciencia y la
tecnología, y 4. la afirmación de un Estado eficiente y transparen-
te; en resumen, todo aquello vinculado con el desarrollo nacio-
nal acorde con los conceptos vertidos sobre desarrollo humano.
Acceder a la electricidad es parte del desarrollo en su vertiente
vinculada a la seguridad energética y al derecho de todos los ciu-
dadanos a acceder a energía limpia, barata, sostenible y constan-
te; la eficiencia es un elemento destacado, pues en un Estado con
problemas para recaudar y redistribuir, la excelencia del manejo
de los recursos debe ser una norma institucionalizada.
Toda institución tiene dos dimensiones, una cultural y una ins-
trumental (estratégica deliberada)14, lo que significa que su surgi-
miento, fundación, decreto y su persistencia (o desaparición) debe
ser leído en clave de valores histórica y socialmente condicionados
13
Ibíd.
14
Ciertamente, no se desconoce que el cambio social puede darse también por
accidente y por evolución. Pero como se advertió en la introducción, el interés
del presente texto se focaliza en los procesos de innovación institucional en el
contexto de reforma del Estado y en ellos las nociones de intencionalidad, diseño,
estrategia, etc. resultan claves. Solo a manera de ejemplo específico del campo de
interés, valga lo expresado por el Banco Mundial, que luego de referirse a que
la intervención estatal debe adecuarse a las capacidades existentes para favore-
cer la gobernabilidad (lo que ya importa acción intencional estratégica), agrega
que también es cierto que «la capacidad no es una realidad inmutable. Por eso,
el segundo elemento de la estrategia consiste en aumentar la capacidad del Estado
mediante la revitalización de las instituciones públicas». En: Informe sobre desarrollo
mundial, Banco Mundial, 1997.
52
(lógica de lo apropiado, en palabras neoinstitucionalistas); mien-
tras que cuando se analiza su aptitud para cumplir con su función
u objetivos proyectados, utilizamos la lógica consecuencialista.
Como señala Offe (2003, pp. 252-253), las instituciones no solo de-
ben cumplir una tarea que se puede denominar de «socialización
congruente», sino que también deben funcionar adecuadamente,
ergo, no basta con su necesidad o justificación de existencia, es vital
que esta genere resultados y satisfaga expectativas (tanto sociales y
políticas como técnicas).
Desde esta construcción teórica, puede verse que la gestión
institucional y pública del IPEN bajo las subsecuentes administra-
ciones políticas democráticas, ha estado teñida por el fracaso insti-
tucional en la consecución de objetivos básicos (siempre conforme
a los planes institucionales revisados y la cultura organizacional
de la institución). Esto supone la necesidad de una transforma-
ción de las dos dimensiones culturales mencionadas, que dirija al
IPEN a una lógica de presupuesto por resultados, pero también
a un mayor compromiso social y político con el escenario donde
se desenvuelve.
Sobre la estructura legal-regulatoria, se apunta que esta se
encuentra indisolublemente ligada a la institución. No se pue-
de estudiar a una sin la otra, y la otra no existiría sin un marco
regulatorio que contenga y defina con claridad sus límites, sus
cualidades y el modo de trabajo que irá moldeando su forma de
gestión y, sobre todo, la capacidad de producir resultados.
Este estudio del marco regulatorio no fue un análisis jurídi-
co de las normas y leyes que regulan el mercado de generación,
transmisión o distribución de energía en el Perú. El análisis jurí-
dico o la pertinencia constitucional de dicha regulación escapan
a las fronteras de este trabajo. Lo que se propuso fue analizar el
marco institucional desde el punto de vista de la pertinencia para
el desarrollo de la nucleoelectricidad en el Perú, observar la pro-
ducción institucional-legal del Estado en diferentes contextos y
cómo dicha producción legislativa, por calificarla de algún modo,
impacta en el desarrollo nacional.
53
Es claro que detrás de una acción legislativa hay intereses
políticos, sociales, económicos, ambientales y de toda índole que
no siempre se dan a conocer, pero dado que el pueblo se gobier-
na a través de sus instituciones, lo que se quiere observar es la
relación existente entre interés nacional y el marco regulatorio.
Se han identificado las variables que inciden en el desarrollo sus-
tentable, y entre los desafíos más importantes destaca la amenaza
que simbolizan el cambio climático y el calentamiento global.
Evidentemente, parte de este fracaso institucional está liga-
do a la poca capacidad de previsión de los actores políticos frente
a los potenciales desafíos. Se mencionó la vulnerabilidad perua-
na ante el cambio climático, la posición geográfica del país en el
Cinturón de Fuego del Pacífico que lo coloca en una zona alta-
mente sísmica y, por supuesto, se ha considerado la necesidad de
diversificar la matriz energética como un elemento sustancial en
lógica de desarrollo. Sin embargo, el último intento por establecer
un marco regulatorio que pueda de una vez subvertir el círculo
vicioso en el que se encuentra el Perú con relación a la nucleoelec-
tricidad (una ley de concesiones promulgada en 1992 dentro del
marco del Consenso de Washington orientada a las privatizacio-
nes con un estado garante que no tiene una ley para garantizar lo
que debería respaldar mínimamente: la estabilidad jurídica) fue
la promulgación de la Ley para el Desarrollo Eficiente de la Ge-
neración Eléctrica el 23 de julio del 2006,15 como una respuesta a
la crisis energética del 2004.
Lo que bien pudo servir como una lección para la adminis-
tración pública no trajo por consecuencia ni siquiera un mínimo
debate respecto a la necesidad de diversificar la matriz energéti-
ca o incorporar otro tipo de energías, máxime cuando la crisis fue
causada por un déficit de energía y no por déficit de capacidad, y
más bien esta fue agudizada por el comportamiento de los grupos
dominantes en el segmento de generación y a la falta de eficacia y
15
Ley 28832.
54
suficiente autoridad de los reguladores. En resumen, las energías
alternativas no eran solo un nombre romántico y seductor de tin-
te ambientalista; eran, en realidad, una alternativa para enrique-
cer el debate en torno a esta problemática.
Básicamente, lo que se atendió a raíz de la crisis eléctrica del
2004 (y del 2008) fue la sumisión de la política frente a la econo-
mía, un principio activo bastante popular a inicios de los noventa
en pleno auge del Consenso de Washington y las reformas neoli-
berales, pero totalmente inaceptable cuando se trata de un activo
estratégico como la energía. La historia que pudo ser y no fue in-
dica que, de haber tenido otras alternativas, es posible que las ne-
gociaciones entre generadores y distribuidores hayan sido mucho
más beneficiosas para el Estado que lo que realmente fueron. En
un esquema de producción que limita la acción constitucional del
Estado, es bastante frecuente que las administraciones públicas ce-
dan soberanía (en términos de capacidad del Ejecutivo) ante tribu-
nales menores adictos a los intereses corporativos o que sucumban
ante las amenazas de litigar en tribunales extranjeros. La soberanía
judicial del país no solo relacionada con temas energéticos sino
también en cualquier asunto estratégico (la deuda soberana, por
ejemplo, sobre todo cuando se adquiere para financiar proyectos
de infraestructura) debe ser un argumento prioritario cuando se
negocian contratos o se diseña un marco regulatorio.
Se ha evidenciado la ineficacia de la Ley de Generación Efi-
ciente y otras medidas gubernamentales que no han asegurado la
suficiente generación eléctrica. Uno de los factores que incide en
el aumento del precio de la electricidad es la falta de capacidad
del ente regulador para implementar medidas de mitigación del
poder de mercado existente en el área energética, pues al carecer
de un necesario marco analítico de regulación y, sin la autonomía
necesaria debido a la injerencia del poder político, por la Ley de
Presupuesto Público para el año 200916 que dispone que los orga-
nismos reguladores y el Indecopi, se requiere tener autorización
16
Ley 29289.
55
del gobierno central para ejecutar los gastos necesarios para el
ejercicio de sus funciones.
Resulta clara la urgencia de una reforma del marco regulato-
rio que implique una innovación en las bases técnicas y políticas
que definen la gestión pública de la energía en el Perú (Comu-
nicación personal recuperada del Iedes, con el ingeniero Carlos
Herrera Descalzi, exministro de Energía y Minas y decano del Co-
legio de Ingenieros del Perú. 16 de julio del 2013). Sin embargo,
las falencias organizacionales que se observan en el IPEN hacen
imposible, por el momento, una orientación práctica y planificada
a la satisfacción de los objetivos nacionales de supervivencia: el
aseguramiento de la energía a través de la nucleoelectricidad.
56
Capítulo 2
17
Existe un organismo estatal llamado Consejo Consultivo de Radio y Televisión
(ConcorTV) que, sin embargo, no hace análisis cuantitativo de la relación entre
evento/noticia/presencia, sino análisis cualitativo en lo referido al comportamien-
to de las emisoras y al respecto de la ley de radiodifusión (horario de protección al
menor, publicidad regulada, etc.).
[57]
sobre la presencia en periódicos y páginas web de los diarios se-
leccionados de noticias referidas al terremoto de Japón del 11 de
marzo del 2011 así como al accidente de Fukushima.
La decisión de analizar tres diarios se sustentó en el estudio
Circulación (VNE) de diarios en el Perú encargado por la Socie-
dad de Empresas Periodísticas del Perú (SEPP) a la consultora
KPMG (2012). El estudio mostró que para el primer semestre del
2011 (espacio en el que sucedieron los eventos en Japón) se ven-
dieron en una semana tipo 1 804 703 ejemplares, es decir 50% más
que en el primer semestre del 2007, lo que supone que el mercado
de difusión de noticias a través de prensa está en crecimiento y es
un mecanismo relevante de obtención de información. El estudio
también muestra que en Lima se vendieron 1 042 793 diarios en
una semana tipo, 35% más que en el 2007, lo que sugiere que el
crecimiento es, en términos de tamaño, más grande en Lima que
en provincias y es más grande la tasa en provincias que en la ca-
pital (donde creció 78,62%).
En la misma investigación se destaca que existen tres tipos de
diarios en el Perú, los diarios deportivos (14% del mercado), popu-
lares (62%) y serios (24%). Entre los diarios serios destacan Correo,
Perú 21, El Comercio, La República y Gestión (en ese orden); mientras
que en los populares destacan Trome, Ojo, El Popular y Ajá.
58
Gráfico 1. Distribución de ventas de los diarios «serios» en el Perú
4
Correo
12
37 El Comercio
Perú 21
23.5
La República
22.5
Gestión
6
Trome
19
Ojo
50
El Popular
24 Ajá
59
Gráfico 3. Ventas totales de los diarios «serios» y
«populares» en una semana tipo
60000
50000
40000
30000
20000
10000
o
jo
e
a
r
n
eo
21
ci
la
om
lic
tió
O
rr
er
u
rú
úb
es
op
Co
Tr
om
Pe
G
p
P
Re
C
El
El
La
Fuente. Elaboración propia.
60
Gráfico 5. Análisis de la presencia en los medios y
tratamiento de la noticia en el diario Perú 21
61
Las noticias definidas como terremoto son aquellas que tra-
tan el acontecimiento como un evento geológico, es decir, como
un evento de la naturaleza en el que ningún ser humano tuvo
incidencia en la provocación, pero sí en la gestión del desastre.
Las noticias definidas como accidente son aquellas que tratan
sobre los sucesos provocados por el terremoto del 11 de marzo
del 2011 y que tuvieron directa incidencia en el funcionamiento
de la Central Nuclear de Fukushima Daiichi, así como las con-
secuencias indeseadas e inesperadas de la gestión del desastre.
Las noticias definidas como «otros temas» son aquellas que tratan
colateralmente el asunto tanto del terremoto como del accidente,
pero que no tratan sobre sucesos directamente relacionados con
ellos como, por ejemplo, que la selección de fútbol de Japón haya
decidido tener su concentración previa al Mundial de Brasil 2014
a 25 km de Fukushima o que Tokio haya sido elegida sede de
las olimpiadas o hayan lanzado flores al mar frente a la zona del
accidente.
Como se puede observar, la tendencia para los tres tópicos
(terremoto, accidente y otros temas) fue darle alta relevancia al
principio e ir reduciendo tanto la frecuencia como el volumen
informativo con el transcurso del tiempo; no obstante, al ser un
terremoto una amenaza real que coincidió con una amenaza sim-
bólica (accidente nuclear), la presencia en los medios se mantuvo
estable por lo menos hasta octubre del 2012, un tiempo de vida
mediática exageradamente largo comparado con otros eventos
como la desaparición del MH370 de Malaysia Airlines, la anexión
rusa de Crimea, el referéndum escocés u otros eventos con im-
pactos mediáticos globales.
El hecho de que una amenaza real y otra simbólica hayan
coincidido generó un volumen de información confusa que mez-
claba un desastre natural con un desastre humano, otorgándole
además calificaciones que vinculaban esta confluencia de eventos
con informaciones sobre sucesos tan variados como la concentra-
ción de la selección mundialista o entrevistas a científicos para la
incorporación de energías limpias a la matriz energética mundial.
62
Esto da cuenta de una tendencia a crear un vínculo entre noti-
cia y emoción, pues apela al receptor a través de mecanismos de
persistencia del suceso para generar conciencia o temor respecto
a dos amenazas que, estadísticamente, son improbables y poco
representativas si se comparan con otras amenazas que no solo
son reales sino palpables, como el cambio climático o el efecto
invernadero y que, a diferencia de un terremoto, sí pueden preve-
nirse. De igual manera, Chernóbil y Three Mile Island fueron dos
accidentes relevantes en la historia nuclear y junto con Fukushi-
ma, los tres accidentes más importantes en cantidad de radiación
emitida a la atmósfera y por la Escala Internacional de Accidentes
Nucleares del OIEA, pero no dejan de ser tres accidentes en se-
senta años de una historia que empezó en 1954 con la inaugura-
ción de Óbninsk en la antigua Unión Soviética.
63
Gráfico 8. Comparación de la presencia y
tratamiento del accidente en los tres diarios
64
Los dos diarios serios analizados fueron coherentes en el tra-
tamiento de los tres tópicos, reduciendo progresiva y lentamente
la exposición de estos entre marzo del 2012 (aniversario del even-
to) y agosto/septiembre del 2012, pero reactivando la exposición
en marzo del 2013 y marzo del 2014 (para el caso de terremoto).
Los diarios serios exponen no solo la información sino también la
opinión calificada de expertos conocedores del tema, de manera
que, por la naturaleza analítica y no solo divulgativa de su edito-
rial, tienen recursos como para extender el periodo de exposición
de un evento. Por el contrario, Trome —diario popular— requiere
apelar a la sobreexposición solamente durante el tiempo de vida
del evento (primer mes), pues está dirigido a un público no solo no
conocedor de la nucleoelectricidad sino más interesado en eventos
de alcance local y con un tratamiento noticioso menos cientificista.
Eso explica la menor cobertura en volumen y en extensión.
600
500
400
300
200
100
0
Trome Perú 21 Correo
65
Gráfico 11. Comparación de la frecuencia con que se
mencionaron todas las noticias referidas al terremoto,
accidente y temas relacionados desde el 11 de marzo
del 2011 hasta el 16 de septiembre del 2014
16
14
12
10
8
6
4
2
0
Trome Perú 21 Correo
250
200
150
100
50
0
Trome Perú 21 Correo
66
Gráfico 13. Comparación de la cantidad de noticias
aparecidas por día referidas al terremoto, accidente y
temas relacionados durante el mes de marzo del 2011
(mes del accidente)
12
10
0
Trome Perú 21 Correo
35
30
25
20
15
10
5
0
Trome Perú 21 Correo
67
Gráfico 15. Comparación de la cantidad de noticias
referidas al terremoto desde el 11 de marzo del 2011
hasta el 16 de septiembre del 2014
200
180
160
140
120
100
80
60
40
20
0
Trome Perú 21 Correo
68
Gráfico 16. Comparación entre la cantidad de noticias por
día dedicadas tanto al terremoto como al accidente desde el
11 de marzo del 2011 hasta el 16 de septiembre del 2014
35
30
25
20 Accidente
15 Terremoto
10
5
0
Trome Perú 21 Correo
8
7
6
5 Accidente
4
Terremoto
3
2
1
0
Trome Perú 21 Correo
69
De la comparación entre el trato que se le dio al accidente y
al terremoto por separado (Gráfico 17), se aprecia que los diarios
serios le dedicaron noticias con más frecuencia al accidente que
al terremoto durante el mes del accidente (en contraste con el dia-
rio popular elegido) a lo largo del tiempo, de igual manera que
durante el mes del accidente, en el que Perú 21 y Correo le dieron
una cobertura altísima (en especial el segundo) al accidente en
relación con el terremoto. Si se considera que por el accidente no
falleció ninguna persona, mientras que el terremoto causó 20 896
muertos, 3 084 desaparecidos y 6 025 heridos18 así como 1 23519 répli-
cas sísmicas; por consiguiente, no parece haber una correlación
justa en la representación de los medios.
Se deduce, también, que hubo un sesgo favorable a mediati-
zar un accidente, una amenaza simbólica y que la sobreexposición
de esta, en contraste con una amenaza real, tuvo como objetivo
sensibilizar de forma negativa a la población aumentando la per-
cepción de un riesgo que, como se mencionó, estadísticamente es
improbable, máxime cuando en el Perú ni siquiera había ni hay
un debate público respecto a las potencialidades —o los riesgos—
probables de un programa nucleoeléctrico. La relación entablada
entre amenaza y desconocimiento es lo que da origen a la dimen-
sión simbólica de dicha amenaza, en la cual el evento (terremoto o
accidente) ya no es percibido, sino que es convertido en una herra-
mienta productora de prejuicios y estereotipos (Ybarra & Stephan,
1994), para explotarla como un disparador de reacciones emocio-
nalmente negativas de formas muy diferentes. Estas hacen del dis-
curso antinuclear un discurso heterogéneo y vago, por lo que, a
mayor prejuicio, mayor grado de desconocimiento o, mejor dicho,
menor grado de conocimiento objetivo. La mencionada «sensibili-
zación negativa» es la que en esta investigación se identifica como
18
Earthquake Hazard Program, ver: <http://earthquake.usgs.gov/earthquakes/
eqarchives/year/2011/2011_deaths.php>. Consultado el 16/09/2014.
19
Japan Meteorological Agency, ver: <http://www.jma.go.jp/jma/index.html>.
Consultado el 16/09/2014.
70
publicidad negativa y la vemos como una limitación al desarrollo
de nucleoelectricidad en el país.
71
de ser libre de esa amenaza, mucho más siendo un país sísmico
por sus condiciones de cercanía al Círculo del Pacífico»,20 luego de
la tragedia de Fukushima. Un motivo de reflexión aún más inte-
resante es el hecho de que, en un tema tan sensible, estratégico y
potencialmente táctico, exista escasa cohesión para definir el rum-
bo de la política nuclear que, a la vez, es una política de ciencia
y tecnología. Mientras la cabeza del Ejecutivo pretendía eliminar
la posibilidad de todo desarrollo energético nuclear en el Perú, la
entonces congresista Susana Vilca presentó en el mismo periodo
de gobierno (2006-2011) tres proyectos vinculados a la energía nu-
clear: proyecto de ley de regulación y desarrollo sustentable de la
exploración, explotación y beneficio de minerales radioactivos y
otros minerales de interés nuclear;21 proyecto de ley que declara de
interés y necesidad pública el desarrollo de la energía nuclear en el
Perú;22 y, finalmente, proyecto de ley de creación de la autoridad
autónoma reguladora de la energía nuclear.23
Los congresistas Alfredo Cenzano Sierralta y José Carlos
Carrasco Távara, ambos del Partido Aprista Peruano —entonces
gobernante—, también presentaron proyectos vinculados a la te-
mática. El primero presentó el proyecto de ley que propone esta-
blecer nuevo régimen para manejo de minerales radiactivos en el
territorio nacional, así como derogar el Decreto Ley 23112, Ley
de Minerales Radiactivos24; mientras que el segundo, el proyecto
de ley que propone modificar el artículo 6 y disposiciones com-
plementarias de la Ley 21875, Ley Orgánica del IPEN, referente a
las funciones del instituto25; y el proyecto de ley que establece las
20
Presidente García plantea declarar al Perú territorio libre de energía atómica,
Agencia Andina en URL: <http://www.andina.com.pe/espanol/Noticia.aspx-
?id=DJ/WLv8asKI=#.UeLVEEHVDmk>.
21
Proyecto de Ley 1709/2007-CR.
22
Proyecto de Ley 1914/2007-CR.
23
Proyecto de Ley 2049/2007-CR.
24
Proyecto de Ley 1649/2007-CR.
25
Proyecto de Ley 2740/2008-CR.
72
competencias de los órganos del Estado en las actividades mine-
ras de minerales radioactivos.26
El desarrollo de este subcapítulo se divide en dos, un pri-
mer ítem analiza el Proyecto de Ley 1709 (y aquellos que fueron
agrupados detrás del mencionado); y un segundo ítem se enfoca
en el Proyecto de Ley 1914. Los proyectos de Ley 2049 y 2740 no
son analizados debido a que no llegaron a ser discutidos en las
comisiones a las que fueron enviados, lo que en sí mismo supone
un muy claro desinterés político en el debate respecto a la institu-
cionalización nuclear en el Perú27.
26
Proyecto de Ley 2792/2008-CR.
27
El Proyecto de Ley 2049/2007-CR se presentó el 14 de enero de 2008, se envió
a la Comisión de Energía y Minas el 17 de enero y fue admitido al día siguiente;
sin embargo, nunca fue informado, pedido, debatido ni incorporado al orden del
día, de manera que el 29 de septiembre del 2011 fue archivado por fin del periodo
parlamentario. El Proyecto de Ley 2740/2008-CR se presentó el 21 de octubre del
2008, fue decretado a la Comisión de Energía y Minas el 22 de octubre y recibido
el 27 del mismo mes. El 11 de octubre del 2011 fue archivado por fin del periodo
legislativo.
28
Oficio 2011-2007-MEM/DM incorporando el Informe 271-2007-MEM/OGAJ
que contiene la opinión respecto al Proyecto de Ley 1649/2007-CR.
73
2007,29 el 22 de diciembre del 2008,30 el 30 de enero del 200931 y el
23 de febrero del 2009.32 Los oficios recibidos se dividieron de la
siguiente manera:
Revisar artículos
Ministerio de Oficio N.° Proyecto de Ley N.°
03/12/2007 Favorable 1.°, 3.°, 4.°, 5.°, 6.°,
Energía y Minas 2011-2007-MEM/DM 1649/2007-CR
7.°, 8.°
Revisar artículos
Instituto Peruano 1.°, 3.°, 4.°, 5.°, 6.°,
Oficio N.° Proyecto de Ley N.°
11/12/2007 de Energía Favorable 7.°, 9.° y Segunda
221-07-IPEN/PRES 1649/2007-CR
Nuclear Disposición
Complementaria
Instituto Peruano
Oficio N.° Proyecto de Ley N.°
11/12/2007 de Energía Favorable -
221-07-IPEN/PRES 1709/2007-CR
Nuclear
Sus consideran-
Instituto Oficio N.°
Proyecto de Ley N.° dos se sustentan
22/12/2008 Geológico Minero 1132/2008-INGEMMET/ Desfavorable
2792/2008-CR en disposiciones
y Metalúrgico PCD
derogadas
29
Oficio 221-07-IPEN/PRES que contiene la opinión respecto a los proyectos de
Ley 1649/2007-CR y 1709/2007-CR.
30
Oficio 1132/2008-INGEMMET/PCD incorporando el Informe 081-2008-Ingem-
met-PCD/AS que contiene la opinión respecto al Proyecto de Ley 2792/2008-CR.
31
Oficio 0067-2009-INGEMMET/PCD incorporando el Informe 007-2008-Ingem-
met-APCD que contiene la opinión respecto a los proyectos de Ley 1649/2007-CR
y 1709/2007-CR.
32
Oficio 199-2009-MEM/DM que contiene opinión respecto al Proyecto de Ley
2792/2008-CR.
74
Instituto Oficio N.° Revisar artículos
Proyecto de Ley N.°
30/01/2009 Geológico Minero 0067-2009-INGEMMET/ Favorable 1.°, 2.°, 4.°, 5.°,
1649/2007-CR
y Metalúrgico PCD 6.°, 7.°
Ministerio de
Energía y
Oficio N.° Proyecto de Ley N.° Se considera
23/02/2009 Minas/Instituto Desfavorable
199-2009-MEM/DM 2792/2008-CR inaplicable
Peruano de
Energía Nuclear
33
Transcripción de la sesión del 21 de abril del 2009 de la Comisión de Energía
y Minas.
75
Tabla 2. Observaciones realizadas al Proyecto
de Ley 1649/2007-CR
Se considera innecesaria,
pues las actividades
científicas del IPEN ya se
Proponen un aumento del 50% en el monto del derecho encuentran financiadas por su
del concesionario minero que haya notificado la presupuesto
Art. 6 existencia de yacimientos de minerales radioactivos a
favor del IPEN para el desarrollo de sus actividades En la fórmula legal
científicas y de fiscalización propuesta, el IPEN no
asumiría competencia en la
fiscalización de las actividades
referidas a minería radioactiva
76
Se establece una redacción que no precisa los alcances
Art. 7 Se sugiere reformulación
de las competencias de Osinergmin en la materia
77
Radioactivos y la Ley de la Pequeña, la Mediana Minería y Mi-
nería Informal. Referido al asunto, el presidente de la comisión,
Rolando Reátegui Flores, manifestó que:
34
Transcripción de la sesión del 21 de abril del 2009 de la Comisión de Energía
y Minas.
78
tratamiento de una ley para promover la inversión en la explota-
ción de recursos y reservas marginales de hidrocarburos a nivel
nacional (ibíd.).
La Comisión de Energía y Minas entendió que el tema en
discusión era el perfeccionamiento de una etapa del ciclo mine-
ro; entonces, se debía considerar que ya existía tanto un marco
regulatorio como un marco legal, es decir, norma técnica y ley
que daban forma a una actividad del Estado. También se consi-
deró que ni el IPEN ni Ingemmet tenían facultades para fiscali-
zar, pues cualquier regulación debería provenir necesariamente
del Ministerio de Energía y Minas (MEM), pero se reconoció que
tanto el «ciclo minero» (en su dimensión radioactiva) como los
marcos legales regulatorios, podían ser insuficientes en la medida
en que o no existían normas específicas de protección y seguridad
ambiental o no existía una institución capaz de velar por ellas.
Del debate surgieron precisiones interesantes. El proyecto de
Vilca proponía darle al IPEN la dimensión de ente rector y fiscali-
zador, intención que colisionaba con la Ley que Transfiere Compe-
tencias de Supervisión y Fiscalización de las Actividades Mineras
al Osinerg35 y la Ley de Fiscalización de las Actividades Mineras;36
mientras que el proyecto de ley de Cenzano estimaba necesario
darle una dimensión específica a los minerales radioactivos por
fuera del texto único ordenado de la Ley General de Minería,37 y
es a partir de esas observaciones y de esa identificación de inten-
ciones legislativas que se decide unificar dichos proyectos para dar
forma a uno que contuviera tanto la legislación que promoviera
la regulación (sin realizarla, pues eso depende de organismos co-
legiados con capacidad de crear normatividad técnica) y el ciclo
minero de los materiales radioactivos (entendiéndolo como un as-
pecto estratégico en sus aristas energéticas y médicas).
35
Ley 28964.
36
Ley 27474.
37
D.S. 014-92-EM.
79
Lo que surgió de esta discusión fue la intención de la co-
misión de limitar lo máximo posible el proyecto, esto es, retirar
cualquier implicancia tributaria, algún cambio en la dimensión
institucional referida a las funciones del IPEN, cualquier instru-
mento que cambiará los mecanismos de firma de contratos y co-
mercialización por parte del Estado con la empresa privada, y la
normatividad técnica aplicada no solamente a la exploración y
explotación, sino a los elementos relacionados con la seguridad
ambiental y protección radiológica.
La respuesta de la congresista Vilca estaba orientada con cla-
ridad al fortalecimiento del IPEN, tanto como ente fiscalizador
como de investigador (entendido en este caso como rector de las
actividades de exploración y explotación), sin haber comprendi-
do de forma adecuada que la propuesta técnico-política tenía que
estar, en un contexto de minoría política parlamentaria, anclada
al interés político-institucional tanto del MEM como del IPEN y
que, aunque apoyando el proyecto de Vilca, no estaba dispuesto
a adquirir funciones que ya poseía el Organismo Supervisor de la
Inversión en Energía y Minería (Osinergmin).
Un hecho de sumo interés de este debate parlamentario fue la
propuesta de Vilca de discutir de manera prioritaria el proyecto de
ley que propone declarar de necesidad e interés público el desarro-
llo y uso de la energía nuclear en el Perú. Esto, como se mencionó,
es interesante porque permite comprender el interés político de la
congresista Vilca en promover una serie de proyectos complemen-
tarios entre sí que pretendían extender el alcance del IPEN a través
de la ampliación de sus funciones y de su capacidad técnico-opera-
tiva, haciendo del instituto un organismo público que domine todo
el ciclo nuclear. No fue, como podría suponerse —o como sugería el
proyecto de Cenzano— un proyecto interesado en la minería o, por
lo menos, no en la «dimensión minera» de la minería radioactiva,
sino en la dimensión radioactiva de esta, es decir, sentar un prece-
dente y dar un primer paso para un fortalecimiento integral de las
capacidades del Estado en función de sus necesidades energéticas y
80
exponer el hecho de que la minería uranífera de Macusani, distrito
de la región Puno a la que la congresista Vilca representaba, ya em-
pezaba la etapa exploratoria sin tener un marco técnico-normativo
que protegiera tanto a los empleados como a la población en mate-
ria de seguridad ambiental-radiológica. Esto es relevante porque a
diferencia de sus colegas de la comisión, Vilca entendió el proble-
ma de la minería radioactiva como un asunto de competencias del
Estado mientras que la presidencia y sus colegas la entendieron
como una unidad de negocio del ciclo minero.
Al respecto, el presidente de la comisión menciona:
38
Transcripción de la sesión del 21 de abril del 2009 de la Comisión de Energía y
Minas. El resaltado es nuestro.
81
humana en sus considerandos, y sumado el apoyo unánime de la
comisión,39 el proyecto no logró ser tratado en el pleno.
El 6 de mayo de 2009 la relatoría del Congreso recibió el dic-
tamen favorable de la Comisión de Energía y Minas; sin embargo,
a pesar de contar con la recomendación del presidente de la co-
misión, con un apoyo unánime de todos los comisionados y con
un proyecto consensuado con todas las bancadas participantes en
la mencionada comisión, la relatoría no trasladó el dictamen a la
mesa directiva para ser puesto en la agenda parlamentaria.
El 13 de agosto de 2010, quince meses después de que el dic-
tamen fuera recibido por la relatoría, la congresista Vilca envió un
oficio al presidente del Congreso, César Zumaeta Flores, a quien
se solicitaba dar prioridad al debate de los dictámenes aprobados
en la Comisión de Energía y Minas.40 Si se considera el tiempo
que transcurrió entre la presentación y el oficio de priorización, se
cuentan treinta y dos meses de espera entre consejería, argumenta-
ción, debate y priorización, esto sugiere un claro desinterés no solo
por la minería radioactiva, sino por una serie de proyectos que esta
investigación ha identificado y que tampoco recibieron la atención
de la mesa directiva entre el 2009 y el 2011; estos fueron:
39
El día 21 de abril del 2009 se votó en la Comisión de Energía y Minas. El
proyecto fue aprobado por unanimidad con la presencia de los congresistas Vilca,
Cenzano, Balta, Sumire, Yamashiro, Carrasco y Serna.
40
Oficio 658-2010/SVA-CR.
41
Proyecto de Ley 1210.
42
Proyecto de Ley 2105.
82
• Proyecto de ley que propone modificar y actualizar di-
versos artículos del Decreto Ley 257070, que declara en
emergencia la utilización de explosivos de uso civil y
conexos43
• Proyectos de ley que proponen establecer el marco nor-
mativo general para la promoción y explotación de las
fuentes de energías renovables no convencionales44
• Proyecto de ley que propone que las actividades de re-
mediación ambiental que se ejecuten por personas natu-
rales y jurídicas, públicas y privadas, en cumplimiento
de la normativa vigente45
• Proyectos de ley que proponen crear la Comisión Nacio-
nal de Planificación Energética46
43
Proyecto de Ley 2306.
44
Proyectos de Ley 1588, 1799 y 1887.
45
Proyecto de Ley 2331.
46
Proyectos de Ley 2682 y 2705.
83
Discusión sobre la valoración de la energía nuclear para el
desarrollo nacional
47
Comisión de Energía y Minas, sesión ordinaria 20, 5 de mayo del 2009.
48
Comisión de Energía y Minas, sesión ordinaria 21, 19 de mayo del 2009.
84
El 26 de mayo de 2009 se presentaron las conclusiones de la
mesa de trabajo con anterioridad mencionadas en la que ni IPEN
ni Ingemmet observan ni sugieren cambios al predictamen del
proyecto de ley modificado previamente por la comisión,49 pero
sí el MEM y Osinergmin. Finalmente, después de la participación
del general de brigada Juan Barreda Delgado, expresidente del
IPEN, en la sesión ordinaria del 2 de junio de 2009,50 y después
de transitar por el despacho, pedido de informes y pedidos de
los congresistas comisionados, el martes 16 de junio de 2009 se
sesionó teniendo al proyecto de ley de la congresista Vilca en el
orden del día.
Reformulación o
El plazo para la elaboración del Plan
Art. 2 eliminación del plazo
Estratégico de Desarrollo
máximo
Hacer la ciencia y
Se deberían considerar otras instituciones tecnología nuclear
Art. 4
educativas, además de las públicas transversal a todo el
sistema educativo peruano
49
Comisión de Energía y Minas, sesión ordinaria 23, 26 de mayo del 2009.
50
Comisión de Energía y Minas, sesión ordinaria 24, 2 de junio del 2009.
85
Como se puede notar, las observaciones realizadas respon-
den a aspectos que se han analizado en los considerandos del
presente libro y que se expresan como «limitaciones al desarrollo
nucleoeléctrico», en función del «grado de desconocimiento» que
tienen la población y la élite política de los impactos positivos,
tanto económicos como ambientales, y la elevada percepción de
riesgo que despierta la nucleoelectricidad. Decir que no existe
«fundamentación suficiente que amerite su aprobación» es negar
la crisis energética que desafió al sistema energético peruano en el
2004 y en el 2008; además, implica negar el tratamiento a una se-
rie de leyes en el Congreso que alentaban la diversificación de la
matriz energética, así como el fortalecimiento de aquellos vecto-
res energéticos prioritarios y decisivos para la matriz. Que el Mi-
nisterio de Energía y Minas no encuentre mejor argumento para
observarlas, supone un profundo desconocimiento de la realidad
energética local y un claro desinterés en un debate original y am-
plio sobre alternativas superadoras a una forma de producción
contaminante, costosa y no renovable.
El presidente de la comisión decidió evitar el debate argu-
mentando que se le habían dedicado extensas sesiones de infor-
mación y discusión, por lo que se recomendaba pasar a la vota-
ción de manera directa. Con los votos de los congresistas Vilca,
Guevara, León Zapata, Sánchez, Serna, Carrasco y Balta, se apro-
bó por unanimidad, tomando en consideración las siguientes
acotaciones técnicas de la secretaría: primero, que las actividades
relacionadas con la energía nuclear no debían dirigirse solo a la
generación de electricidad, sino a todo el espectro científico, tec-
nológico y educativo vinculado a ella, teniendo en consideración
que la energía nucleoeléctrica producida podría comercializarse
en el extranjero siempre y cuando se destinara prioritariamente a
abastecer al mercado interno; y, segundo, que el plazo de ejecu-
ción para un plan nucleoeléctrico planteado en el artículo segun-
do del proyecto de ley (seis meses) era insalvablemente inejecuta-
ble e impracticable por su brevedad.51
51
Transcripción de la sesión del 16 de junio del 2009 de la Comisión de Energía
y Minas.
86
Con dichas precisiones se envió el dictamen favorable a la
relatoría del Congreso el día 24 de septiembre de 2009. El primer
punto descrito en el párrafo anterior, hizo necesario el dictamen
favorable de la Comisión de Educación; sin embargo, esta comi-
sión nunca alcanzó a colocar ni en pedidos, ni en informes, ni en
el orden del día el tratamiento del proyecto; por tanto, la relato-
ría no pudo cumplir con el envío a la mesa directiva (aunque los
antecedentes sugieren que no fue un tema prioritario para dicho
órgano parlamentario),52 lo que sugiere que en realidad no existió
suficiente voluntad política en el Congreso para diseñar la arqui-
tectura legal-institucional que permitiera el desarrollo nuclear en
el Perú.
52
El 28 de septiembre la relatoría recibe el Oficio 061-2009-2010/CEM-CR en el
que se solicita la priorización de la iniciativa legislativa en cuestión.
87
Tabla 5. Seguimiento a los proyectos de ley
Opinión
Situación en Tratamiento
Temática Proyecto MEM. IPEN,
compromiso en el pleno
Ingemmet
Proyecto de Ley
1709/2007-CR, Proyecto
Proyectos
de Ley de Regulación,
vinculados con
Explotación y Beneficio de Favorable No tratado No
la actividad
Minerales Radioactivos y
económica
Otros Minerales de Interés
Nuclear
Proyecto de Ley
1649/2007-CR, Proyecto
de Ley que Propone
establecer nuevo régimen
Observado,
para manejo de minerales
reformulado y No tratado No
radiactivos en el territorio
corregido
nacional, así como
derogar el Decreto Ley
23112, Ley de Minerales
Radioactivos
Proyecto de Ley
2792/2008-CR, Proyecto
de Ley que Establece
las Competencias de los Desfavorable Desconsiderado No
Órganos del Estado en las
Actividades Mineras de
Minerales Radioactivos
Proyecto de Ley
2049/2007-CR, Proyecto
Proyectos
de Ley de Creación de
vinculados con la Favorable No tratado No
la Autoridad Autónoma
institucionalidad
Reguladora de la Energía
Nuclear
Proyecto de Ley
2740/2008-CR, Proyecto
de Ley que Propone
Modificar el Artículo
6.° y Disposiciones Desfavorable Desconsiderado No
Complementarias de la
Ley 21875, Ley Orgánica
del IPEN, Referente a las
Funciones del Instituto
Proyecto de Ley
1914/2007-CR, Proyecto
Proyectos
de Ley que Declara de Observado, Aprobado,
vinculados con
Interés y Necesidad reformulado y enviado a No
el desarrollo
Pública el Desarrollo de corregido relatoría
sostenible
la Energía Nuclear en el
Perú
88
Capítulo 3
[89]
son la respuesta institucional a un problema mucho más grande:
las relaciones peruano-argentinas experimentaron, a todo nivel,
la misma secuencia.
Se parte de una realidad evidente: el Perú no ha implemen-
tado las recomendaciones de los organismos internacionales pro-
pulsores de la energía nuclear. Hablar de las recomendaciones,
implica la necesidad de hablar de una dimensión técnico-política
de la energía nuclear que, puntualmente, se materializa en los
protocolos adicionales de la OIEA orientados a fortalecer la efi-
cacia y mejorar la eficiencia del sistema de salvaguardias como
contribución a los objetivos de la no proliferación nuclear a nivel
mundial. Los protocolos adicionales dotan al OIEA de mejores
instrumentos para dar garantías de la no desviación de materia-
les nucleares declarados y la ausencia de materiales y actividades
nucleares no declaradas.
Si bien el Perú es firmante y ha ratificado una serie de instru-
mentos legales que garantizan la seguridad nuclear internacio-
nal, la sola firma o ratificación no garantiza ni su cumplimiento ni
su implementación. Adicionalmente, es fundamental mencionar
que la convención conjunta sobre la seguridad en el manejo del
combustible gastado y en la gestión de los desechos radioacti-
vos no ha sido ratificada por el Perú. El instrumento mencionado
es decisivo para la implementación nuclear, pues involucra un
asunto sumamente sensible para la seguridad internacional: la
gestión procedimental de un material radioactivo y con un po-
tencial uso dual (ver Tabla 6).
Este cuadro es de destacar porque permite establecer un
punto de partida metodológico para el diseño de la propuesta.
Así, la pregunta que plantea el trabajo es: por qué en el Perú, a
pesar de ser un país razonablemente comprometido con el siste-
ma nuclear internacional,53 la energía nuclear no despegó. Como
53
La definición y la explicación del concepto «sistema nuclear internacional» se
realizará en el subcapítulo dedicado a la interpretación de los resultados.
90
se detallará más adelante, son los lazos de cooperación históricos
y políticos, así como los acuerdos bilaterales, los que motorizan
el desarrollo nuclear; y fue la interrupción de estos, ya sea por
causas económicas, políticas o por el contexto internacional/bi-
lateral la que impidió continuar con el mencionado crecimiento
y desarrollo.
En vigencia
Título Fecha
para el Perú
Tratado de No Proliferación Nuclear 01.07.68 06.02.70
Tratado de Tlatelolco 14.02.07 04.03.69
Acuerdo OIEA-Perú para la Aplicación
02.03.78 01.08.79
de Salvaguardias
Protocolo Adicional al Acuerdo de
17.03.00 23.07.01
Salvaguardias
Convención sobre la Protección Física
03.03.80 10.02.95
de los Materiales Nucleares
Convención sobre Pronta Notificación
26.09.86 17.08.95
de Accidentes Nucleares
Convención sobre Asistencia en caso
de Accidente Nuclear o Emergencia 26.09.86 17.08.95
Radiológica
Convención sobre Seguridad Nuclear 22.09.94 16.05.97
Convención de Viena sobre
Responsabilidad Civil por Daños 21.05.63 26.11.80
Nucleares
Convención Conjunta sobre
la Seguridad en el Manejo del
05.09.97 No ratificado
Combustible Gastado y en la Gestión
de los Desechos Radioactivos
Tratado de Prohibición Completa de
25.09.96 25.09.97
Ensayos Nucleares
Acuerdo Regional para la Promoción
de la Ciencia y Tecnología Nucleares
20.01.01 20.10.98
en América Latina y el Caribe
(ARCAL)
91
Como una forma de contextualizar los resultados encontra-
dos, se ha considerado prudente partir de un recorrido crono-
lógico desde los inicios de la actividad nuclear en el Perú para
poder observar cuáles han sido los picos de desarrollo, así como
los periodos de depresión. Este recorrido cronológico tiene tres
rutas diferentes: la primera contextualiza el desarrollo regional
en perspectiva comparada; la segunda contextualiza las coinci-
dencias políticas y geopolíticas entre el Perú y Argentina a lo lar-
go del siglo XX y que derivará en los «acuerdos nucleares» de
1977 primero, y mediados de los ochenta, después, y la tercera
explica el desarrollo nuclear peruano desde una perspectiva en-
dógena, pero vinculada con el escenario internacional en el que se
desenvolvió, incorporando los mecanismos estratégicos que die-
ron forma al mencionado desarrollo nuclear peruano.
92
exdictador peruano Morales Bermúdez con el exdictador argen-
tino Jorge Rafael Videla durante la segunda etapa del gobierno
revolucionario de las Fuerzas Armadas y el proceso de reorga-
nización nacional en general y, en particular, a raíz de la visita
realizada del primer mandatario peruano a Videla entre el 14 y
17 de junio de 1979.
Es importante el estudio de estas relaciones político-militares
puesto que el desarrollo nuclear peruano está profunda y directa-
mente asociado al entendimiento cooperativo entre dos gobiernos
militares con grandes coincidencias ideológico-políticas; así pues,
la relación entre el interés estratégico y el geopolítico se vuelve
cada vez más clara a partir de 1977 otorgándole al desarrollo nu-
clear un estatus cada vez menos científico, independiente de las
políticas públicas de ciencia y tecnología (CyT) para quedar cada
vez más bajo la órbita militar y de la seguridad nacional.
93
Gráfico 18. Acuerdos firmados desde el gobierno de
Onganía hasta el de Morales Bermúdez
30
27
Videla - Morales-Bermúdez (1976-1980)
25
Justicialismo - Velasco
20
Militarismo pre Prerón - Velasco (1968-1973)
15
12
10
7
5
No hay que pasar por alto que en junio de 1980 (poco antes
de que Fernando Belaúnde asumiera la presidencia), ciudadanos
argentinos fueron secuestrados en Lima por un comando militar
argentino y transportados a su país bajo la sospecha de que esta-
ban preparando un atentado contra la vida del presidente Videla.
(Villarán, 2004, p. 56)
Pasando revista a la conferencia de prensa dada por Morales
Bermúdez, se encuentra que la prensa internacional le pregun-
tó con preocupación acerca de un posible entendimiento a costa
de Chile, a lo que —obviamente—, el entonces dictador peruano
supo responder con diplomacia. La cuestión que interesa no es la
respuesta en sí misma, sino la existencia de la preocupación por
parte de la prensa de que existiera en el trasfondo una alianza
argentino-peruana debajo del papel.54
54
Visita oficial a la nación argentina del excelentísimo señor presidente de la
República del Perú general de división EP Francisco Morales Bermúdez Cerruti
del 14 al 17 de junio de 1979 (CARI-CEPE, 2000).
94
Gráfico 19. Acuerdos firmados por los presidentes de la Junta
Militar Argentina del «Proceso de Reorganización Nacional»
35
30 29
95
En marzo de 1977 Videla decidió viajar al Perú como res-
puesta a la invitación del general Morales Bermúdez. La afinidad
ideológica con el visitante quedó expresada en la declaración con-
junta, donde ambos mandatarios asentaron su mutuo repudio al
fenómeno de la violencia guerrillera, expresándose de la siguien-
te manera:
55
Declaración conjunta de los señores presidentes del Perú, general Francisco
Morales-Bermúdez, y de Argentina, general Jorge Rafael Videla. Lima, 5 de marzo
de 1977 (CARI-CEPE, 2000).
56
Muchos editoriales de diarios y revistas argentinos subrayaron el contenido
geopolítico del viaje de Videla al Perú, sustentado en tres ejes: la búsqueda de un
nuevo aliado ideológico en la región en la lucha contra el terrorismo, las posibili-
dades de cooperación nuclear, y los efectos del acercamiento Argentina-Perú en
los conflictivos vínculos entre Argentina y Chile, al provocar un desdibujamiento
de la amenaza de un conflicto en el Pacífico sur, o incluso respecto de la presencia
regional brasileña.
96
Gráfico 20. Acuerdos firmados desde el gobierno de
Onganía hasta el gobierno de Bignone
40
36
35
30
25 Proceso de reorganización nacional (1976-1983)
97
energía nuclear, en virtud de los lazos de cooperación menciona-
dos y como expresión de los acuerdos políticos descritos.
La actividad nuclear en el Perú se remonta a 1954 y 1955 con
la creación de la Junta de Control de Sustancias Radioactivas y la
Junta de Control de Energía Atómica, respectivamente, durante
el gobierno del general Odría. Algunas de las principales funcio-
nes de dichas instituciones fueron la promoción, la consejería, la
ejecución y el control de las correctas aplicaciones de seguridad
nuclear, incluido el monitoreo ambiental de la contaminación nu-
clear, entre otras (Osores, 2008, p. 1). De estas instituciones surgi-
rá en 1975 el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN).
Este dato es sumamente importante, pues el futuro nuclear pe-
ruano, aunque muy ligado a la capacidad y voluntad argentinas de
transferencia tecnológica, no aterrizó en su propio presente debido
a la generación espontánea de acuerdos bilaterales peruano-argen-
tinos. Como se ha visto, la relación especial tejida entre el Perú y Ar-
gentina derivó en una serie de acuerdos políticos, económicos y
militares; sin embargo, la inquietud nuclear en el Perú había surgi-
do mucho antes de que los lazos cooperativos peruano-argentinos
tuvieran una vertiente tecnológica (Francisco Vidarte, miembro del
Instituto para la Energía y el Desarrollo. Comunicación personal
recuperada del Iedes. 13 de agosto de 2013).
El contexto internacional nuclear de esa época estuvo mar-
cado por el Programa de Átomos para la Paz lanzado por el pre-
sidente norteamericano Dwight Eisenhower en 1953. Este pro-
grama estuvo dedicado, de forma exclusiva, a la utilización de la
energía nuclear con fines pacíficos y buscaba promover la idea de
que la cooperación internacional era el mejor modo de regular la
proliferación nuclear, y así asegurar el desarrollo de la investiga-
ción global.
La iniciativa tuvo un enorme impacto internacional y fue de-
terminante para resignificar socioculturalmente una tecnología
que, hacia finales de la década del cuarenta, es decir, inmediata-
mente después de la Segunda Guerra Mundial, estaba muy aso-
ciada a la destrucción causada en Hiroshima y Nagasaki por «Big
98
Boy» y «Fat Boy». Enmarcado en este programa, los usos médicos
—utilización de radioisótopos con fines diagnósticos, terapéuti-
cos y experimentales, y el uso de la radioterapia en el tratamiento
del cáncer, entre otros— contribuyeron a transformar la imagen
de la energía nuclear ante la opinión pública y la sociedad civil,
de forma que fue la medicina y no la física nuclear la encargada
de la primera divulgación de la energía nuclear como una herra-
mienta de desarrollo técnico y científico. (CNEA, 2007, p. 36)
Durante el gobierno de Manuel Prado y Ugarteche, la política
nuclear recibe cierto impulso gracias a los convenios de coopera-
ción internacionales y a las donaciones de laboratorios y equipos
de trabajo por parte de los Estados Unidos y la República Federal
Alemana. De las investigaciones realizadas en la zona de Vilca-
bamba y La Convención se determinó la existencia de sustancias
«de gran valor dentro de la minería nacional, el supremo gobierno
declaró zona reservada a favor del Estado la provincia de La Con-
vención y encomendó a la junta su exploración y explotación con
el apoyo de las unidades de ingeniería militar que el Ministerio
de Guerra pusiera a su disposición» (Prado y Ugarteche, 1962, p.
13-14). Asimismo, es de destacar el convenio celebrado entre los
gobiernos del Perú y de los Estados Unidos, por intermedio de la
Junta de Control de Energía Atómica y la Comisión de Energía
Atómica de aquel país, que estuvo en ejecución hasta el 31 de di-
ciembre de 1960. Cabe señalar los siguientes aspectos favorables
que han resultado de ese convenio: entrenamiento de personal de
geólogos y químicos; habilitación de equipos de prospección y de
laboratorio; consejo técnico de personal altamente especializado
(ibíd.). Adicionalmente, durante su informe al Congreso (frustrado
por el golpe), Prado pensaba informar que:
99
con la generación de energía, el uso de radioisótopos, protec-
ción contra radiaciones, etc., conjuntamente con un vasto pro-
grama de aplicaciones de la energía Atómica en el progreso y
desarrollo del país.
Entre los proyectos ya estudiados está el de Utilización
de las Aguas del Lago Titicaca para Generar Energía Hi-
droeléctrica y con fines de Irrigación, que ha merecido el apo-
yo de compañías altamente especializadas como la General
Electric Co. de los Estados Unidos, cuyos ingenieros visitaron
el país en el curso de los meses de agosto-septiembre del año
1960, para colaborar y estudiar con los ingenieros de la Junta
la zona afectada al proyecto. Se han interesado también otras
compañías alemanas, inglesas y francesas (ibíd.: 15). 57, 58
57
Otros proyectos que se estaban estudiando al momento del golpe de Estado a
Prado y Ugarteche fueron: utilización del agua del lago Lagunillas; desviación de
ríos de la cuenca amazónica a la del Pacífico; electrificación de ciudades mediante
la utilización de la energía nuclear; transformación de las aguas del mar en agua
dulce para irrigación; utilización pacífica de explosivos nucleares; utilización de
radioisótopos en la medicina, la agricultura y la industria; protección contra las
radiaciones y otros proyectos de gran interés para la vida nacional. (Prado y Ugar-
teche, 1962, p. 15)
58
Durante el gobierno de Manuel Prado y Ugarteche (1956-1962) el Perú fue uno
de los 53 miembros fundadores del Organismo Internacional de Energía Atómica
en 1957. Ese mismo año se descubrió uranio en Vilcabamba y en 1960, la JCEA dio
a conocer el estudio de la General Electric Company: Anteproyecto para la utiliza-
ción de las aguas del lago Titicaca, que incluía un reactor nuclear de 100 MWe en
Puno, para bombear las aguas del lago Titicaca, para obtener 1 000 MWe, en una
serie de centrales hidroeléctricas, brindando agua para irrigación de la costa sur
del Perú además electricidad para la meseta del altiplano entre el Perú y Bolivia.
En 1961, una misión científica alemana colaboró en la exploración de minerales
radiactivos en Vilcabamba. Por su alta ley de las muestras analizadas, el Gobier-
no declaró zona reservada a favor del Estado la provincia de La Convención y
encomendó a la JCEA su exploración y explotación con el apoyo del batallón de
ingenieros N.° 4. (Vidarte, 2011)
100
ello, una delegación del IPEN visitó la Comisión Nacional de Ener-
gía Atómica (CNEA) a fin de obtener asesoramiento para la firma
de un acuerdo con Francia. Durante este intercambio, el asesor le-
gal de la CNEA, Martínez Favini, convenció a los funcionarios del
IPEN de negociar la compra con Argentina. Una comisión de la
CNEA viajó al Perú para iniciar las negociaciones. Mientras la de-
legación de la CNEA estaba en Lima, en Argentina se dio el golpe
de Estado de marzo de 1976. Castro Madero apoyó la iniciativa.
El éxito de las negociaciones iniciales se debía, en buena parte, a
que la CNEA había ofrecido construir una facilidad crítica para
entrenar al personal del IPEN, que sería donada si el contrato se
firmaba (Diego Hurtado de Mendoza, secretario de Innovación
de la Universidad Nacional de General San Martín, investigador
del Consejo Argentino de Ciencia y Tecnología. Comunicación
personal recuperada del Iedes. 28 de junio del 2013).
Al respecto, el doctor Modesto Montoya, expresidente del
IPEN, sostiene que el viaje peruano hacia el mercado proveedor
argentino interrumpió algunos procesos de intercambio acadé-
mico que se encontraban vigentes entre el Perú y Gran Bretaña,
y que, de hecho, causó algunos problemas diplomáticos entre
ambos países. Afirma, además, que la decisión de orientar la ad-
quisición de un reactor de potencia cero hacia los argentinos, fue
una decisión política que estuvo influenciada directamente por
las relaciones cívico-militares que se encontraban en un punto
muy estrecho y concordante hacia la segunda mitad de la déca-
da del setenta del siglo XX (Modesto Montoya, expresidente del
IPEN. Comunicación personal recuperada del Iedes. 25 de junio
del 2013).
De acuerdo con el doctor Víctor Latorre, primer presidente ci-
vil del instituto, el entendimiento entre militares peruanos y argen-
tinos en términos de cooperación nuclear estuvo principalmente
motivado desde el lado argentino. Esto es, los notables avances en
ciencia y tecnología, así como sus potenciales aplicaciones milita-
res, alentaron a los argentinos a creer que el uso estratégico podía
virar a un uso táctico de la energía nuclear como un elemento de
101
presión/seducción en vecinos con hipótesis de conflicto coinci-
dentes con los argentinos (Víctor Latorre, expresidente del IPEN
y director del Instituto de Ciencia y Tecnología de la Universidad
Ricardo Palma. Comunicación personal recuperada del Iedes. 15
de julio del 2013). Así, el IPEN veía cómo se terminaba su etapa
formativa e iniciaba una etapa competitiva con Chile, que para
finales de la década del setenta tenía más infraestructura nuclear
que el Perú y una política nuclear dirigida, también, por el sector
militar. De esta manera, los políticos-militares argentinos enten-
dieron la transferencia tecnológica como una forma de afianzar
su órbita de influencia en el Perú en general y en el sector militar
en particular. No es difícil deducir que el nombramiento de Latorre
en el IPEN haya generado dos situaciones: primero, un enfria-
miento de la política de investigación intraIPEN; y, segundo, una
tensión con relación a los compromisos asumidos por el Perú y su
forma de cancelación de estos (Doctor Víctor Latorre, expresiden-
te del IPEN y director del Instituto de Ciencia y Tecnología de la
Universidad Ricardo Palma. Comunicación personal recuperada
del Iedes. 15 de julio del 2013).
Uno de los aspectos que considera esta investigación es la di-
mensión geopolítica de la energía nuclear desde una perspectiva
tanto de cooperación como de inter-dependencia. En ese sentido,
para delinear brevemente este aspecto, es preciso mencionar que
para comprender el acercamiento nuclear peruano-argentino es
necesario entender en primer lugar los elementos de tensión que
existían dentro del proveedor tecnológico (Argentina), de la mis-
ma manera en que se pueden entender las tensiones internas y
las discusiones en torno a las necesidades estratégicas que plan-
tearon los militares peruanos del gobierno revolucionario de las
Fuerzas Armadas.59 Es necesario remontarse hasta el surgimiento
59
El proceso de construcción de confianza mutua se había visto interrumpido
por las continuas crisis binacionales que estuvieron a punto de llevar a la región
a dos conflictos sucesivos en los años 1975 (una campaña reivindicatoria de los
territorios del norte chileno por parte del Estado peruano), y 1978 (el conflicto de
102
de las primeras políticas públicas argentinas orientadas a ciencia
y tecnología (CyT). Las políticas oficiales de CyT se remontan al
primer peronismo (1946-1955) y son la respuesta del Estado a una
serie de secuencias de innovación tecnológica propiciadas por el
sector privado a través de entes de corte filantrópico aglutina-
dos en la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias
(AAPC).
La AAPC y el Estado argentino se confrontaban por la legi-
timidad y el sentido social de la investigación, de manera que se
produjo un desdoblamiento del proceso de institucionalización
guiado por ideologías, representaciones y modelos institucionales
divergentes. Así, mientras la AAPC promovía institutos privados
con base en un sistema de filantropía (IByME, IIB Fundación Cam-
pomar, Instituto de Investigación Médica Mercedes y Martín Fe-
rreyra, etcétera) y divulgaba su actividad a través de la publicación
Ciencia e Investigación,60 el Gobierno nacional promovía la planifi-
cación económica teniendo a la CyT integrada a este proceso expli-
cando así la fundación de la CNEA (1950), la Dirección Nacional
soberanía sobre el canal del Beagle entre Argentina y Chile); por tanto, no sería
difícil inferir que, ante estas abiertas posibilidades de enfrentamiento, el gobierno
peruano y su par argentino, hayan visto con buenos ojos este acercamiento estra-
tégico, aprovechando el primero, el respaldo internacional que ofrecía la buena
imagen de una joven democracia latinoamericana y país de origen del entonces
secretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar; mientras que
el segundo, ganaba un aliado importante en el marco de la consolidación de su
soberanía litigada en negociaciones con el Ecuador; ergo, si superponemos una
línea histórica de las relaciones internacionales en América del Sur con otra línea
histórica con los acuerdos bilaterales Perú-Argentina, veremos que, si destacamos
los conflictos internacionales con la cooperación nuclear, estos elementos destaca-
dos coinciden y nos dicen que a mayor tensión internacional con los vecinos, más
acercamiento entre Perú y Argentina.
60
Lo notable de la publicación radica en la confrontación editorial-científica de
sus artículos. Los temas recurrentes serán diagnósticos sociales, la ciencia en los
estados totalitarios, el problema de la libertad de investigación, la investigación
pura y de la subvención del Estado, universidades e institutos de investigación
privados de países avanzados, los atributos del buen científico: objetividad, capa-
cidad de generalización y de razonamiento crítico, veracidad, imaginación con-
trolada, humildad intelectual, desinterés, laboriosidad y respeto por el trabajo de
las manos.
103
de Investigaciones Científicas y Técnicas (1950), el Instituto An-
tártico Argentino (1951), el Centro de Investigaciones Tecnológi-
cas de las Fuerzas Armadas (1954), entre otros centros de estudio,
así como la publicación Mundo atómico desde 1950.61
Con el derrocamiento de Perón a manos de la Revolución Li-
bertadora, se desmanteló la estructura de CyT ideada por el pre-
sidente en desgracia y se avanzó en una suerte de reorganización
y creación de instituciones de CyT, pero sin una política de CyT
clara, específica y explícita. Así surgieron el Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria (INTA, 1956), el Instituto Nacional de
Tecnología Industrial (INTI, 1957) y el Consejo Nacional de Inves-
tigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet, 1958), este último
funcionó como órgano de enlace y de fortalecimiento de la inves-
tigación intrauniversitaria, planteándose como objetivos: la liber-
tad de investigación y acceso a los estándares de internacionales
de investigación científica; autorregulación (no intervención del
Estado); financiamiento estatal, y ciencia básica como principal
objetivo. Durante esa misma época la CNEA tendría por objetivos
alcanzar la autonomía en el desarrollo de tecnología nuclear a tra-
vés del desarrollo de capacidades tecnológicas en CyT; el desarro-
llo incremental de la tecnología nuclear, y la conformación de una
industria nuclear nacional argentina.
Esta breve descripción del comportamiento histórico-institu-
cional del socio peruano más cercano no es casual: muestra en tra-
zos gruesos las tensiones y los acuerdos que surgen de cualquier
proyecto nacional que esté orientado a la CyT y muestra también
qué tan necesario es institucionalizar la gestión pública para la con-
creción de objetivos estratégicos planteados a largo plazo y no solo
la democracia. La política nuclear requiere factores que incidan en
un comportamiento institucional que garantice la previsibilidad y
61
Mundo atómico postulaba que la ciencia y la tecnología debían estar orientadas a
la solución de los «problemas nacionales»: energía, salud, recursos naturales, pro-
ducción, defensa, etcétera, sosteniendo la necesidad de la intervención del Estado
para integrar la CyT a la planificación económica.
104
la estabilidad tanto de la toma de decisiones como del ambiente en
el que se desarrolla la investigación científica.
Volviendo al recorrido histórico del IPEN, el acercamiento en-
tre el Perú y Argentina se hizo concreto en razón de que la oferta
argentina incluyó el diseño y la construcción de un reactor de 10
MW, una planta de producción de radioisótopos y radiofármacos,
y laboratorios auxiliares para física, química y protección radioló-
gica. En noviembre de 1977 se firmó el contrato para la ejecución
del diseño y la construcción, instalación y puesta en marcha del
Centro Nuclear de Investigaciones en Huarangal. La transacción
incluía un acuerdo financiero por el cual el Banco Nacional de
Desarrollo de Argentina otorgaba al Banco de la Nación del Perú
un crédito por valor del orden de 48,5 millones de dólares para
financiar la construcción de las instalaciones. Para Renato Radice-
lla, quien estuvo a cargo de las negociaciones, esta fue la primera
transferencia de tecnología importante realizada por la CNEA.
Radicella destacaba, tiempo más tarde, la experiencia ganada por
Argentina, que además no perdió dinero a pesar de la inflación, y
el respaldo del Banco Central y la Aduana. Tuvimos el país atrás,
explicaba, y ponía como ejemplo la promulgación de la Ley del
Proyecto Perú, que facilitó los aspectos administrativos de la ven-
ta, declaró el proyecto de interés nacional y otorgó a la CNEA
facilidades especiales (Diego Hurtado de Mendoza, secretario de
Innovación de la Universidad Nacional de General San Martín,
investigador del Consejo Argentino de Ciencia y Tecnología. Co-
municación personal recuperada del Iedes. 28 de junio del 2013).
La facilidad crítica, bautizada RP-0, entró en operación en
julio de 1978. Un aspecto relevante del contrato fue el entrena-
miento de 150 científicos y técnicos peruanos, que en parte fue
realizado en Argentina. Castro Madero, presidente de la CNEA,
interpretaba el acuerdo con Perú como algo inédito en América
Latina y como un ejemplo privilegiado de lo que se entiende por
transferencia horizontal (Hurtado de Mendoza, 2009). El RP-10,
el reactor de investigación de 10 MW, corazón del proyecto alre-
dedor del cual se había diseñado el conjunto de las instalaciones,
105
sería el de mayor potencia en operación en América Latina. Un
punto delicado era que hubiera sido diseñado para operar con
uranio enriquecido al 90%. La CNEA decidió rediseñar el reactor
para que pudiera trabajar con uranio enriquecido al 20%, opción
considerada no proliferante (ibíd.).
A pesar de esta iniciativa, la Nuclear Non-Proliferation Act
aprobada por el Congreso de los Estados Unidos en marzo de
1978, establecía la prohibición de cooperar en el área nuclear con
países que no aceptaran salvaguardias completas. Esto signifi-
caba, entre otras cosas, que se ponía fin al compromiso de los
Estados Unidos de proveer el uranio enriquecido para que Ar-
gentina pudiera fabricar los elementos combustibles para sus
propios reactores de investigación y para el reactor peruano.
Mientras que el uranio enriquecido para el RA-3 fue comprado
a la Unión Soviética, el uranio enriquecido al 20% para el reac-
tor peruano tuvo que ser enviado desde los EE. UU. a Alemania,
donde una empresa de este país se encargó de la construcción de
los elementos combustibles con ingeniería provista por la CNEA.
Castro Madero, exdirector de la CNEA durante la dictadura cívi-
co-militar, opinaba que resultaba muy difícil «discriminar hasta
dónde se trata de evitar la proliferación y hasta dónde se permite
que existan monopolios, que existan intereses comerciales o que
exista el interés de que algunos países no tengan la posibilidad de
desarrollar sus planes autónomos» (Diego Hurtado de Mendoza,
secretario de Innovación de la Universidad Nacional de Gene-
ral San Martín, investigador del Consejo Argentino de Ciencia y
Tecnología. Comunicación personal recuperada del Iedes. 28 de
junio del 2013).
El mencionado RP-10 es del tipo piscina y tiene 10 MW de
potencia térmica. Este reactor es una instalación nuclear donde
se controla la fisión nuclear, que consiste en la ruptura del nú-
cleo atómico del Uranio-235 (U-235) con una gran liberación de
energía, neutrones y emisión de radiaciones. Los neutrones pro-
ducidos de esta manera son utilizados para la investigación y
producción de radioisótopos. Los principales usos y servicios del
106
reactor RP-10 son: tecnología de reactores nucleares, producción
de radioisótopos, ciencia de materiales, análisis por activación
neutrónica, capacitación y entrenamiento en tecnología de reacto-
res nucleares. Su gran versatilidad permite que simultáneamente
puedan realizarse estas aplicaciones.62
Los laboratorios de la Planta de Producción de Radioisóto-
pos (PPR) tienen un área construida de 3 500 m2 y está confor-
mada por un conjunto de celdas para el manejo y producción de
materiales radiactivos. El RP-10 suministra el material radiactivo
que se procesa en la PPR, razón por la cual el edificio del reactor
está intercomunicado con el corredor caliente de la planta, que
es por donde se transporta el material radiactivo a las celdas de
producción.63
Dicha instalación tiene un promedio de treinta laboratorios,
entre los cuales, los dedicados a la producción tienen unas celdas
construidas con ladrillos de plomo de 50 y 100 mm de espesor,
garantizando la seguridad de los operadores que realizan los pro-
cesos químicos. En estos recintos especiales dotados de pinzas o
telemanipuladores (sic) y también visores de vidrio plomado se
realiza la producción de radioisótopos emisores de radiación gam-
ma como yodo-131, tecnecio-99m, samario-153 e iridio-192 utiliza-
dos principalmente en las aplicaciones médicas.64
Sobre lo mencionado, el doctor Modesto Montoya advier-
te que no es posible aumentar la capacidad operativa del RP-10
(hoy, en torno al 10% de su capacidad) por dos motivos: primero,
porque no existen suficientes recursos humanos para maximi-
zar la capacidad de trabajo tanto en producción como en inves-
tigación; y, segundo, aunque existieran esos recursos humanos
propios, la producción superaría las necesidades del mercado
peruano, de manera que sería económicamente insustentable en
62
Fuente: http://www.ipen.gob.pe/site/infraestructura/A-rp10.html
63
Fuente: http://www.ipen.gob.pe/site/infraestructura/A-ppr.html
64
Ibíd.
107
la medida en que se produciría un desbalance notable entre ca-
pacidad de oferta y capacidad de demanda (Modesto Montoya,
expresidente del IPEN. Comunicación personal recuperada del
Iedes. 25 de junio del 2013).
Hablar de desarrollo nuclear en el Perú es hablar, en con-
traste con su socio argentino y ante la evidencia provista por dos
de sus exdirectores, de un desarrollo incipiente, de una oportuni-
dad desaprovechada y de una inversión paralizada que, en pri-
mer lugar, no aporta al desarrollo ni a la seguridad nacional en
los términos en los que la misma institución sugiere que debería
hacerlo; y, en segundo lugar, no consolida ningún acercamiento
geopolítico con el socio más cercano pues, por más que en el sec-
tor nuclear argentino se considera al Perú como un país aliado
con mucha potencialidad de colaboración, en los hechos la coo-
peración es mucho menor que las expectativas.
Hablar de desarrollo nuclear en el Perú también es hablar, en
sintonía con su socio argentino, de una transferencia tecnológica
al más alto nivel, en la que la cooperación no implicó una venta
llave en mano, sino todo un proceso de transferencia de conoci-
miento —de know-how— de gestión operativa, de capacitación de
recursos humanos y de una transferencia material que el hemis-
ferio sur no había conocido hasta entonces.65
65
En el año 2007 se inauguró en Sidney, Australia, un reactor nuclear OPAL
fabricado por la empresa argentina INVAP y constituyó la mayor exportación
tecnológica latinoamericana de la historia. La instalación del OPAL, a diferencia
del caso peruano, sí fue «llave en mano» y se utiliza para investigación y uso
medicinal.
108
controla, promueve o sanciona las actividades nucleares en todo
el orbe. Un segundo aspecto, menos estudiado, es el aspecto téc-
nico. La normativa política con frecuencia viene acompañada de
protocolos o salvaguardias que ejercen un poder policial sobre
los países en busca de la protección global ante la proliferación
nuclear descontrolada.
Así como el desarrollo nuclear está subordinado a estos dos
aspectos (el político y el técnico), el aspecto técnico también está
subordinado a la funcionalidad de estos desarrollos y tiene que
encuadrarse en una estructura que garantice armonía con el me-
dio ambiente, a una significativa reducción de emisiones de CO2,
a una cuantificación del impacto ecológico y económico, así como
dentro de una estructura legal que garantice un sistema de pesos
y contrapesos, de controles y sanciones, y a un institucionalismo
que asegure la transparencia y la voluntad de ser controlado. Lo
recién mencionado está directamente vinculado con el aspecto
del desarrollo sustentable o, lo que equivale decir, con todas las
dimensiones del Estado y la nación que deben ser valoradas para
poder encarar un proyecto nuclear.
Uno de los objetivos estratégicos del IPEN es desarrollar nu-
cleoelectricidad en el corto plazo. Al respecto, se aprecia que esta
iniciativa, aislada en el campo energético de un instituto estatal,
que pretende introducir una compleja tecnología energética en
un corto plazo sin disponer de los recursos humanos y tecnoló-
gicos mínimos suficientes, por más interesante y oportuna que
pueda parecer; no responde a una estrategia ni política energética
integral a largo plazo dentro de un proceso de planificación que
optimice el uso de los recursos energéticos del país.
Esta política para un planeamiento energético integral a lar-
go plazo en el país debe definirse sobre la base de una estrategia
sustentada en tres pilares: primero, el consumo de cantidades
crecientes de energías renovables convencionales y no conven-
cionales, y limpias, cuyos recursos existentes sean abundantes;
segundo, la institucionalización de la eficiencia y ahorro energé-
tico en el país; y, tercero, la seguridad energética; pilares que no
109
solo deben ser enumerados en los planes estratégicos del IPEN (o
de cualquier institución), sino que deben ser profundamente estu-
diados, analizados y comparados con otras experiencias. Cuando
se habla de energía nuclear, no existen soluciones mágicas o im-
provisadas. Un tema tan relevante para la seguridad nacional no
puede ser dejado en manos de la inspiración soñadora de un grupo
de burócratas que actúa sin tener en cuenta los objetivos nacionales
planteados o por definir como horizonte de seguridad energética.
Los resultados mostrados permiten analizarlos desde una
perspectiva tanto histórica como geopolítica, dando una explica-
ción a los eventos expuestos en su presentación, de forma que,
para facilitar el entendimiento de estos, se consideró oportuno
elaborar un estudio de los factores externos que han guiado el
desarrollo regional y local de la energía nuclear. Así, este subca-
pítulo trazará un paralelo entre energía nuclear y seguridad na-
cional a partir de la teoría de las relaciones internacionales que
propone que, a mayores niveles de integración, se desvanecen las
hipótesis de conflicto.
Evidentemente, la integración impone una serie de desafíos
tales como la construcción de confianza, pero también la disua-
sión o el entendimiento a partir del mutuo temor a las consecuen-
cias provocadas por una situación de anarquía en los esquemas
de seguridad este-oeste (durante la Guerra Fría) o norte-sur (du-
rante la globalización). Se busca recontar, primero, cómo estas
estructuras de cooperación internacional en los escenarios más
desarrollados (Europa, por citar un ejemplo) fomentaron proce-
sos de integración y desactivación de hipótesis de conflicto que
dieron lugar a un mundo más seguro y a un desarrollo nuclear
mucho más sostenible y armonioso. De la misma forma, también
se realizará una interpretación de la realidad regional basada en
el entendimiento argentino-brasilero que significó el fin de la
mutua desconfianza a partir de la creación de un sistema de sal-
vaguardas y mutuo control de las operaciones nucleares estraté-
gicas y de los programas paralelos que se instituyeron en ambos
países.
110
Geopolítica nuclear internacional: temor, regulación y disuasión
111
determinado campo de actividad» (Krasner, 1982, p. 185). En se-
gundo lugar, para Robert Keohane y Joseph Nye (1977, p. 99),
«los regímenes son redes de reglas, normas y procedimientos que
configuran el comportamiento y controlan sus efectos en un cam-
po de actividad».
Al discutir sobre energía nuclear se enfrentan dos enfoques
que no se han superpuesto, sino que se han pospuesto a lo largo
del devenir nuclear mundial. En principio, se hace referencia a la
teoría de la disuasión nuclear y a la teoría de la cooperación. Ante
todo, se debe entender que disuasión y cooperación son lados de
una misma moneda: el conflicto.
La disuasión refiere a un conjunto de relaciones entre Estados
que se sitúan en el centro mismo del paradigma estado-céntrico.
Es necesario resaltar que, con arreglo a este paradigma, los Esta-
dos operan en un sistema internacional anárquico. Aun dejando
al margen los postulados realistas sobre la naturaleza humana, la
ausencia de una autoridad central es un elemento suficiente en sí
mismo para justificar el carácter eminentemente conflictivo de la
política internacional. En un sistema de estas características, los
responsables políticos han de procurar poseer aquellas cotas de
poder que garanticen la consecución de los intereses nacionales
de sus respectivos países.
Así, la disuasión es uno de los instrumentos a disposición
de los Estados para ejercitar su poder, es decir, para emprender
acciones dirigidas a influenciar el comportamiento de otros Esta-
dos de manera congruente con sus intereses. Para Brody (1974, p.
775), este concepto se refiere:
112
Herman Kahn (1960) plantea que existen tres tipos de disua-
sión y depende del cálculo que se haga a la hora de evaluar una
respuesta: la disuasión contra un ataque directo; la disuasión de
provocación extrema y, finalmente, la disuasión de provocación
moderada. Los ejemplos clásicos están basados en la dicotomía
militar Rusia-Estados Unidos. Así, en la disuasión de tipo I, el
primer paso será analizar, por ejemplo, los efectos que causaría el
ataque ruso en la capacidad de respuesta de los EE. UU., depen-
diendo esencialmente de las tácticas y las capacidades desarrolla-
das por el enemigo. Con frecuencia, el problema de la advertencia
resulta altamente prioritario. La segunda parte del cálculo —las
consecuencias de una falta de coordinación entre las fuerzas su-
pervivientes en los EE. UU.— depende en gran medida de sus
tácticas, así como de la flexibilidad de sus planes. Otro punto de
gran importancia es los modernos armamentos nucleares son tan
poderosos que, aun cuando no destruyan su objetivo, pueden
transformar el ambiente al grado de provocar la inoperatividad
de las armas de contraataque.
Respecto a la disuasión de tipo II, esta dicta el empleo de
amenazas estratégicas con el fin de disuadir a un enemigo de
emprender actos de provocación extrema distintos de un ataque
directo contra el territorio rival. En el escenario mencionado (Ru-
sia-EE. UU.), el estratega soviético se cuestiona: si realizo este mo-
vimiento de provocación extrema, ¿nos atacarán los norteameri-
canos? La posibilidad de que los soviéticos pongan en marcha
la provocación contemplada será determinada en gran medida
por sus estimaciones del cálculo norteamericano con respecto a
lo que sucedería si los papeles se invirtieran. Es decir, de lo que
sucedería si los norteamericanos atacaran y dañaran seriamen-
te la fuerza aérea estratégica rusa, y los rusos contraatacaran sin
coordinación alguna de las bases de una defensiva aérea de los
EE. UU. alertada y, quizá, contra una población norteamericana
debidamente evacuada. Si tal posibilidad resulta creíble para los
soviéticos, debe serlo porque ellos reconocen el probable fracaso
de su propia disuasión tipo I.
113
Finalmente, la disuasión tipo III podría calificarse de disua-
sión de «ojo por ojo». Se refiere a aquellos actos que se refrenan en
función de que el agresor potencial teme que el defensor u otros
adopten en consecuencia acciones limitadas, tanto de índole mi-
litar como no militar, lo cual restaría todo beneficio a la agresión.
La amenaza más obvia que se podría agrupar bajo la categoría de
disuasión tipo III sería la capacidad de librar una guerra limitada
de cualquier especie. ¿Qué es lo que disuadió a los rusos de una
serie de coreas y de indochinas? Tal vez, la probabilidad de que
los Estados Unidos y sus aliados vayan a incrementar tanto su
poderío militar como su resolución ante una crisis de tal magni-
tud, y no sea tanto el temor a un ataque directo de los EE.UU. con
sus fuerzas actuales. Es factible aumentar los efectos disuasorios
de dicha posibilidad mediante la realización de preparativos ex-
plícitos, de modo tal que se puedan maximizar nuestras fuerzas
instantáneamente cada vez que el bando contrario nos provoque.
Si los rusos cobraron conciencia de que el deterioro en el ámbito
de las relaciones internacionales impulsó a los norteamericanos
a adoptar un programa de choque, fue, quizá, porque no estu-
vieron tan dispuestos a permitir que se deterioren las relaciones
internacionales.66
Por supuesto, al llevar este paradigma a América del Sur,
lo que hay que tomar en cuenta es la calidad de la percepción
que tienen mutuamente los ejes del Pacífico y del Atlántico, esto
66
Por ejemplo, en junio de 1950, los Estados Unidos se vio involucrado en un gran
debate para decidir si el presupuesto de defensa debería ascender a catorce, o
quince o dieciséis mil millones de dólares. Al mismo tiempo, se presentó el asunto
de Corea. El Congreso se apresuró a autorizar la suma de sesenta mil millones de
dólares, ¡se cuadruplicó la cifra inicial! No importa cuáles hayan sido los triunfos
que la causa comunista lograra en Corea; la citada autorización representa una
contundente derrota militar para los soviéticos. No obstante, transcurrieron casi
tres años antes de que dicha autorización se tradujera plenamente en incremento
de gastos y el poderío militar correspondiente. Es muy valioso poder incrementar
nuestros gastos en el rubro de defensa, pero dicha capacidad suele aumentar su
valor si las autorizaciones del Congreso se pueden traducir en poderío militar
dentro del lapso de un año, aproximadamente.
114
es, cómo se observan, analizan y leen Brasilia y Buenos Aires,
así como Lima y Santiago. No cabe duda de que sus relaciones
han estado influenciadas por las llamadas «imágenes espejo» con
arreglo a las cuales, ambos Estados se atribuyen recíprocamente
el mismo cúmulo de intenciones agresivas.
Ahora bien, el mundo en el que el macartismo y el temor a
un holocausto nuclear eran algo patente y latente, ya no existe
más. Los nuevos desafíos, desde la caída de la Unión Soviética y
del muro de Berlín, pasan por controlar las «nuevas amenazas»:
los nacionalismos étnicos, los conflictos armados con fuerzas irre-
gulares, el narcotráfico, las epidemias, la pobreza y el terroris-
mo. En la década de los sesenta, la disuasión nuclear cumplía su
función, pero llevaba de forma implícita el riesgo de una defla-
gración absolutamente devastadora: la guerra nuclear, que podía
borrar del mapa ciudades enteras como ya habían probado con
éxito los EE. UU. en Hiroshima y Nagasaki en 1945. Actualmente,
en un escenario internacional diferente y que hace frente a los
cambios producidos por la política de seguridad global de los Es-
tados Unidos después de los atentados del 11 de septiembre, la
estrategia de disuasión nuclear tiene que ser reformulada o en-
frentarse a la alternativa del anacronismo. En consecuencia, se
torna imprescindible desarrollar nuevas iniciativas basadas en un
mayor consenso internacional y en enfoques y políticas más acor-
des a las realidades del siglo XXI. (Terradas, 2010, p. 1)
Desde este encuadramiento y acompañado de la emergencia
de las nuevas amenazas a la seguridad nacional e internacional, el
mundo se encuentra frente a una instancia dicotómica: los princi-
pales jugadores del concierto internacional están ante una opor-
tunidad de reordenamiento mundial, y
115
de la fuerza, emanada de la legitimidad que da el consenso
colectivo de los pueblos (ibíd.).
116
de elaborar un estudio para la creación de un mercado europeo
común. Dicho comité, conferenciando en Bruselas y con la pre-
sidencia de P. Spaak, canciller anfitrión, expuso ese mismo año
dos proyectos que satisfacían a las dos alternativas apoyadas por
los Estados: la creación de un mercado común generalizado y la
creación de una comunidad de la energía nuclear.
En marzo de 1957 se rubricaron los tratados de Roma. El pri-
mero de ellos daba por establecida una Comunidad Económica
Europea (CEE), y el segundo —y de suma relevancia para el tema
en exposición—, una Comunidad Europea de la Energía Atómi-
ca. Para combatir el déficit generalizado de energía convencio-
nal de los años cincuenta, los seis estados fundadores trataron
de obtener su independencia energética apelando a la energía
nuclear. Dado que los costos de las inversiones necesarias para
el desarrollo de esta energía superaban las posibilidades de cada
país por separado, los países fundadores se unieron para crear la
mencionada Euratom.
El tratado tiene como objetivo la contribución a la formación
y al crecimiento de las industrias nucleares europeas; conseguir
que todos los Estados miembros saquen partido del desarrollo de
la energía nuclear; y, finalmente, garantizar la seguridad de abas-
tecimiento. Al mismo tiempo, el tratado asegura un alto nivel de
seguridad para las poblaciones e impide cualquier desviación ha-
cia fines militares de materiales nucleares que, en principio, fueron
destinados a usos civiles. Es necesario señalar que Euratom solo tie-
ne competencias en el ámbito de la energía nuclear civil y pacífica:
117
eviten todo riesgo para la vida y la salud de las poblaciones,
[…] deseosos de unir otros países a su acción y de cooperar
con las organizaciones internacionales interesadas en el desa-
rrollo pacífico de la energía atómica […].67
67
Tratado constitutivo Euratom.
68
Fuente: <http://es.wikipedia.org/wiki/ITER>. Consultado el 28/06/2013.
69
El objetivo de este gran proyecto experimental o ‘camino’ —lo que significa iter en
latín— es demostrar que la fusión nuclear, esta impulsa a las estrellas, puede ayu-
dar a resolver el problema energético en la Tierra con una tecnología que genere
diez veces más energía (500 MW) que la que consume (50 MW). Fuente: <http://
www.agenciasinc.es/Reportajes/El-ITER-avanza-lento-pero-seguro>. Consultado
el 28/06/2013.
118
de fusión en producir energía neta; además, un vehículo de prue-
bas que incluya control de temperatura, diagnóstico y manteni-
miento remoto.70
Entonces, paradójicamente, al mismo tiempo que se han
incrementado los niveles de conflictividad, se han reforzado las
tendencias a la cooperación. Lejos, en este caso, de las situaciones
típicas de suma cero postuladas por el realismo, las armas nuclea-
res han creado entre países rivales un interés y un futuro común
que no tiene precedentes. Sus respectivos destinos se encuentran
ligados de forma absolutamente desconocida en el pasado, lo que
resulta sorprendente en un continente en el que, aunque trille la
repetición, se han librado los conflictos más sangrientos de la his-
toria. De manera que, así como el tránsito de la disuasión a la coo-
peración se puede entender por la interrelación entre teoría del
conflicto y teoría de juegos, también es necesario entender que la
disuasión deja de serla cuando nace el factor represalia y, ante ese
escenario, es el entendimiento el que surge como motor integra-
dor y armonizador en un contexto en el que las superpotencias
no pueden sino aceptar las reglas de la destrucción mutuamente
asegurada, ergo, la supervivencia a toda cosa.
70
Fuente: <http://www.iter.org/proj/iterandbeyond>. Consultado el
28/06/2013.
119
autoritario. Esto, claro, podría suponer que los procesos de mo-
dernización nuclear solo se realizaron en periodos dictatoriales,
sin embargo, una consecuencia de esta integración nuclear bina-
cional fue, precisamente, que una vez echado a andar el proceso,
no se detuvo durante la democracia, es más, dos presidentes de
marcada vocación socialdemócrata y socialcristiana que en su
momento estuvieron comprometidos con los sectores más pro-
gresistas de la política latinoamericana, como Alan García y Raúl
Alfonsín, impulsaron aún más este proceso de transferencia tec-
nológica y consolidación tanto democrática como institucional.
Así, se puede afirmar que la energía nuclear fue un elemento que
si bien no desactivó conflictos binacionales (ya que no existían),
sí funcionó como una herramienta que dinamizó las relaciones
entre ambos países, lo que lleva a concluir que, efectivamente, la
energía nuclear tiene una arista geopolítica y geoestratégica que
va más allá de la disuasión y está mucho más cercana a la coope-
ración y a la interdependencia.
Evidentemente, el escenario actual no es el mismo que el de
la década de los setenta. La mayoría de hipótesis de conflicto ve-
cinal están superadas o desactivadas, así que cabe preguntarnos
qué rol está cumpliendo la energía en general y la energía nuclear,
en particular en los procesos de integración regional y en los me-
canismos de construcción de confianza. La firma de protocolos
de salvaguardias y la implementación de regulaciones nacionales
que se adapten a las regionales e internacionales, es una forma
muy innovadora de minimizar la desconfianza y alentar el in-
tercambio abierto y franco de nuevas herramientas que fortalez-
can las políticas públicas a nivel regional. Un fortalecimiento de
estas políticas públicas regionales, orientadas a la cooperación y
a la interdependencia energética, es relevante para nuestra segu-
ridad nacional, no solo porque fortalece la seguridad energética
doméstica, sino porque desde una perspectiva geopolítica, acerca
los intereses nacionales a los intereses regionales, lo que genera
una confluencia de objetivos que apunta a nuestro desarrollo coo-
perativo y desvanece las teorías de conflicto.
120
La mencionada experiencia europea es un ejemplo excelente
para comprender el nivel de cooperación que pueden alcanzar
los Estados cuando se enfrentan con enemigos modernos. Estos
no son otros que las nuevas amenazas y estas incluyen la vulne-
rabilidad energética. Con los elevados niveles de intercambio co-
mercial y la transnacionalización de las inversiones y del capital,
el Perú debería empezar a entender la seguridad nacional propia
como una dimensión más de la seguridad regional. Las amena-
zas a un país vecino son, en gran medida, amenazas al propio
país. Esto no desde una visión similar a la que planteaba el TIAR,
sino a una visión que observa cómo la vulnerabilidad energética
impacta en la seguridad económica y jurídica de un país, lo que,
debido a la mencionada transnacionalización de las inversiones y
los capitales, deja de ser un asunto exclusivo de un país y pasa a
afectar a toda la comunidad regional o internacional.
En este momento la cooperación bilateral Perú-Argentina,
en palabras del doctor Carlos José Aga, director del Portal Ener-
gético Internacional, está limitada a un reducido intercambio de
estudiantes en el (instituto) Balseiro y algunos intercambios en
materia de medicina nuclear. En comparación con el pasado, hay
un retroceso muy notorio que, por supuesto, ha sido consecuente
con un proceso político divergente desde el affaire Menem-con-
trabando de armas a Ecuador y que se ha profundizado con los
diferentes enfoques políticos que tuvieron de manera sucesiva
Alejandro Toledo y Alan García con Néstor Kirchner y Cristina
Fernández, respectivamente; sin embargo, la integración social
y política ha avanzado más que la económica y comercial. Hoy,
Argentina tiene una visión sumamente multipolar de la coope-
ración nuclear: Indonesia, Rusia y Brasil. El Perú aún tiene un
camino que recorrer en estos desarrollos y superar sus propias
restricciones internas. En ese campo todo es potencial: Argenti-
na puede ejercer una influencia decisiva en materia de provisión
de recursos humanos, tal como lo está haciendo Brasil (Doctor
Eduardo Vior, docente de la Universidade Federal de Integraçao
Latino Americana. Comunicación personal recuperada del Iedes.
7 de julio del 2013).
121
El primer punto destacado en los procesos de desarrollo nu-
clear en América del Sur, está marcado por una necesidad estatal
de promover y gestionar la energía nuclear como un bien estra-
tégico y de uso potencialmente dual. El surgimiento de la ener-
gía nuclear en la región está normado por una visión geopolítica
de supervivencia y supravivencia, es decir, busca la prevalencia de
la visión política nacional sobre la regional; además, ante todo, la
conducción y liderazgo en el subcontinente. Por ello, no es difícil
entender por qué tanto Argentina como Brasil, bajo liderazgos es-
tatistas y de perfiles autoritarios, diseñaron muy temprano políti-
cas públicas orientadas a garantizar su posición geoestratégica en
el continente y con rapidez iniciaron una dinámica de competen-
cia que alentó la carrera nuclear en el Atlántico sur. Tampoco es
sorprendente, entonces, que otros países de la región del Atlántico
sur, como Sudáfrica, hayan querido participar de la misma carre-
ra: el objetivo resultaba claro, llevar la discusión nuclear hacia el
sur en un momento en el que ya se empezaba a discutir un esque-
ma internacional y jurídico que sería ampliamente desventajoso
para las potencias pro-nucleares incapaces de darle usos duales a
su tecnología endógena.
Tanto Brasil como Argentina diseñaron programas nuclea-
res de mutua exclusión en términos tecnológicos, apuntando a la
descooperación y no a la competencia. Esto es, bloquear iniciati-
vas mutuas a través del apoyo a sus aliados regionales (Perú y
Chile) a lo largo del siglo XX y durante el éxtasis de la doctrina
de seguridad nacional. En términos de políticas públicas, lo que
se observa es que en la actualidad nuclear peruana se realizan
esfuerzos particulares con orígenes en la sociedad civil, pero a
diferencia del ejemplo histórico argentino donde se intentó cen-
tralizar la producción científica bajo la órbita de la planificación
estatal, la sociedad civil peruana organizada a través de institu-
ciones de promoción científica, no estuvo enfrentada con la idea
de organización desde el Estado, sino por el contrario, es el Es-
tado peruano el que —más allá de eventos puntuales como la
convergencia peruano-argentina durante la última dictadura o
122
durante los acuerdos García-Alfonsín— no pareció tener dema-
siado interés en ejercer sus inherentes funciones en pos del desa-
rrollo científico, en general, y nuclear, en particular. Resultado de
la escasa vocación administradora del Perú y su poca capacidad
técnico-burocrática para gestionar políticas públicas producto del
desmantelamiento estatal de la década de los noventa.
Los procesos de desinversión y los esquemas de deconstruc-
ción de los institutos científicos (y de todo segmento público) son
un costado más de la escasa intención planificadora y desarrollis-
ta que está yendo a contrasentido de la región latinoamericana. El
caso chileno muestra una vez más cómo las necesidades públicas
y privadas se van entrelazando en un escenario que pasó con mu-
cho pesar, pero sin turbulencias, la transición democrática pos
Pinochet. Eso no quita, sin embargo, que una visión promercado
como la chilena, no haya sido influenciada de forma positiva por
la lógica de la planificación estatal y el desarrollismo. El desarro-
llo nuclear chileno, si bien no alcanza todavía la tecnología ni el
presupuesto para producir energía nucleoeléctrica, fue comanda-
do por iniciativas estatales y democráticas, pero también por las
ambiciones militares (por ejemplo, Lo Aguirre). Entonces concer-
tar el desarrollo a través del entendimiento de las necesidades po-
líticas, estratégicas, comerciales y de investigación fue el camino
que eligieron para mantener un programa costoso.
Un aspecto fundamental para entender la relación entre tra-
tados internacionales y acuerdos bilaterales con el desarrollo nu-
clear peruano, es comprender la diferencia que hubo en el proceso
nuclear a partir de dos formas de gobierno de un mismo Estado.
Mientras que la época refundacional del IPEN se dio desde la ór-
bita autoritaria de la segunda etapa del gobierno revolucionario
de las Fuerzas Armadas, su apogeo se dio bajo una órbita civil que
supuso un entendimiento político y menos geopolítico de la ener-
gía nuclear. Una arista interesante es que, a pesar de la supuesta
consolidación democrática durante los años ochenta, los factores
económicos y políticos (hiperinflación y conflicto armado interno
contra Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac
123
Amaru) terminaron por deshacer el camino andado, pero no por
un problema técnico o económico, sino, curiosamente, porque
abrió el camino, tanto en Argentina como en el Perú, a un proceso
de reforma neoliberal acompañado por un populismo autoritario
por parte de Menem y Fujimori. Esta «nueva transición política»
generó un caos institucional al más alto nivel que derivó en la
búsqueda del desmantelamiento del IPEN. Sin una adecuada re-
novación de cuadros técnicos y sin el apoyo político-económico
de un gobierno de corte autoritario (y discrecional en las asigna-
ciones presupuestarias), resultó muy difícil la supervivencia de
una estructura que, aunque democrática, había nacido a través
de un proceso tan autoritario como estatista y que, como es de su-
poner, no supo incorporarse a la nueva lógica de gestión pública
privatizadora que propuso la década de los noventa en el Perú.
Aunque el estancamiento de la cooperación nuclear perua-
no-argentina a nivel político (los nuevos acuerdos peruano-argen-
tinos estarían más orientados a la liberalización del intercambio
comercial, los acuerdos migratorios y la incorporación del Perú
como socio al Mercosur) supuso el inicio de la decadencia del
IPEN, no se deben subestimar sus propias falencias instituciona-
les, que año a año, como vimos, fracasaron en el cumplimiento de
sus objetivos, dándole un argumento irrefutable al expresidente
Fujimori en su intención de restringir el campo de acción del IPEN,
con el fin de limitarlo a actividades de irradiación de alimentos, es
decir, a actividades económicas que fueran sustentables financie-
ramente, sin tomar en cuenta la dimensión geopolítica y estratégi-
ca que debe tener cualquier agencia energética/nuclear nacional
e incluso subestimó la necesidad de alentar una política científica
nacional en un contexto de crisis, como si la ciencia y tecnología
estuvieran desligadas del desarrollo y la seguridad nacionales (El
Comercio, 01-01-1991).71 Esto, por supuesto, no es sorprendente en
71
Califican de insultante el sueldo de profesionales de alto nivel (El Comercio, 1 de
enero de 1991).
124
un contexto en el que Argentina, de la mano de su ministro de
economía, Domingo Cavallo, privatizó yacimientos petrolíferos
fiscales, y la administración de Fujimori privatizó la que quizá es
la industria civil más estratégica de todas: la refinación del com-
bustible que abastece a la capital.
El desarrollo de la energía nuclear en el Perú en particular y
en América Latina en general, deviene en beneficios geopolíticos
innegables, pero dichos beneficios solo podrán ser cuantificables
y calificables en la medida en que la geoestrategia vaya acompa-
ñada de una gestión pública y un entorno político favorables con
la priorización de objetivos nacionales por encima de los objeti-
vos del mercado o los intereses particulares.
125
Conclusiones
[127]
La región sudamericana está dando pasos agigantados en
sus procesos de integración y más allá de los distintos enfoques y
discusiones que surgen en estos procesos (¿qué integrar?, ¿cómo
integrar?), es claro que la variante energética desempeña un rol
trascendental al momento de definir algunos aspectos importan-
tes de estos mencionados procesos, por ejemplo, la discusión so-
bre el uso de los recursos hidrocarburíferos, las nacionalizaciones/
privatizaciones de empresas energéticas o petroleras nacionales, la
cooperación energética, el intercambio comercial y la integración
infraestructural basado en el gas, entre otros aspectos. Estos pro-
cesos son ideales para debatir acerca del rol que la innovación y la
energía juegan en la lógica nacional peruana.
En el nivel político se han identificado las constantes incon-
sistencias e incongruencias no solo dentro del complejo sistema de
pesos y contrapesos que exige una democracia formal, sino dentro
del propio liderazgo presidencial. Como se apuntó anteriormente,
el Perú tiene una élite política que es capaz de inaugurar la obra
de inversión en ciencia y tecnología más grande de la historia del
país y, veinte años más tarde, ser criticada por el mismo presidente
que la inauguró. Es cierto, el Perú llegó tarde a la ola nuclear y esta
tuvo y tiene que lidiar con dos acontecimientos traumáticos para
la humanidad: primero, el accidente nuclear de Chernóbil (1986);
y, segundo, el accidente de la central nuclear de Fukushima (2011).
Es decir, cuando el Perú intentaba consolidar toda la tradición coo-
perativa argentino-peruana en 1988, el mundo empezaba a discu-
tir la funcionalidad, en tanto seguridad, de las centrales nucleares
globales; mientras que, con el crecimiento económico, y por tanto,
presupuestario del Perú en los últimos diez años, la discusión so-
bre fuentes de energía alternativas quedaron bruscamente zanja-
das (cuando no olvidadas) en los pasillos del Congreso, después
del accidente de Fukushima; es decir, el momento en que se necesi-
taba innovación política y no solo innovación técnica, la dirigencia
nacional decidió obviar el conocimiento nuclear que la humanidad
ha producido y virar hacia formas convencionales, costosas y limi-
tadas de energía basada en combustibles fósiles.
128
El Perú ha experimentado un ciclo de crecimiento económico
notable, lo que plantea nuevas exigencias al sistema energético na-
cional. Esta relación entre crecimiento y consumo fue explicada de
forma amplia en los primeros capítulos de esta investigación y se
interpeló al Estado en función de su eficiencia energética y el uso
racional de sus recursos. El Perú necesita de la energía nuclear para
garantizar la seguridad del suministro y el constante desmantela-
miento que viene sufriendo el IPEN. No solo tiene, sino que tendrá
consecuencias significativas en el futuro, ya no solo sobre el creci-
miento económico, sino también sobre las políticas de reducción
de emisiones. Estas, dicho sea de paso, no están exentas de control
internacional, y por tanto afectan no solo a la seguridad energética,
sino también a la seguridad jurídica nacional.
En relación con la política peruana en su vertiente exterior,
el problema de la seguridad nuclear deja de ser un debate mera-
mente técnico en un escenario político donde la intervención del
Estado está cada vez más cuestionada por las élites económicas
y donde el alineamiento diplomático está más vinculado a los
intereses estratégicos de la seguridad hemisférica (EE. UU.) más
que a la seguridad regional (Unasur). Así, el argumento nuclear
termina siendo blandido como arma arrojadiza entre vecinos en
discordia; pero la idea de iranizar el desarrollo hasta alcanzar do-
taciones funcionales a la defensa nacional es quizá más simbólica
aquí que en cualquier parte del mundo. Las polarizaciones del
pasado entre vecinos se han atenuado a nivel de diferendos co-
merciales agudos y reyertas personales poco edificantes. Esto no
quiere decir que, en el plano de la seguridad regional, el discurso
pacifista haya calado los presupuestos de Chile, Perú, Colombia,
Venezuela y Brasil en este sentido son ejemplos de la importan-
cia estratégica que tienen para las élites la dotación en defensa.
Los conflictos actuales están más cercanos a formas modernas de
amenazas a la seguridad nacional (grupos terroristas, narcotráfi-
co, contrainteligencia y espionaje) que a la sencilla vulneración de
la existencia nacional por otro país.
Esta escasa coordinación entre la política local y las contra-
dicciones en política exterior son las que justifican la poca calidad
129
técnica y la poca voluntad política para incorporar la energía nu-
clear a las lógicas del desarrollo y la seguridad nacionales. En
principio, como se apuntó en la investigación que antecede a es-
tas conclusiones, la baja o nula capacidad de gestión del IPEN,
se ve reflejada en el hecho de que incluso su dirigencia científica
e institucional estuvo compuesta por personajes que no poseían
una voluntad nuclear capaz de motorizar la investigación y el
desarrollo de la organización que conducían al punto de que,
como en el caso del doctor Víctor Latorre, muchos se mostraron
escépticos respecto a las posibilidades y potencialidades que po-
seía el IPEN y su capacidad de contribuir al desarrollo científico,
en particular, y nacional, en general. De manera que si sumamos
ese escepticismo a la directa incapacidad de gestión de científicos
que, por más laureados que sean, no poseen habilidades de ges-
tión pública-institucional. El IPEN termina orientando recursos
humanos —escasos en sí mismos— a la investigación aplicada,
por ejemplo, en lana de alpaca, función que dista mucho de ser la
apropiada para una agencia nuclear nacional, en lugar de orien-
tarse a una fase más evolutiva-transformativa que se pueda ads-
cribir a las tendencias nucleares actuales en materia de seguridad,
investigación y desarrollo,
La incapacidad técnica, las contradicciones políticas, la es-
casez de recursos humanos, el pobre marketing del que goza la
energía nuclear en el mundo, una sociedad civil desconectada del
tema en cuestión y las lógicas de desarrollo holístico-integral que
exigen el mundo moderno solo conspiran en contra de los intere-
ses nacionales. La incapacidad para aceptar el desafío de llevar al
Perú a la modernidad a través de una inversión valiosa (aunque
parezca una actitud responsable después de Fukushima) no lo es;
en cambio, pensar en invertir solo en centrales nucleares, eso sí se-
ría una visión totalmente reducida y liliputiense. Lo que se debate
en este trabajo es la incorporación de toda una nueva lógica de de-
sarrollo que involucra, por un lado, la mejora de las condiciones
de vida de la población a través de mejores tratamientos contra
el cáncer, mayor inversión en agricultura, como consecuencia, en
130
seguridad alimentaria; y, por otro lado, una nueva generación de
ciudadanos que verán de cerca una tecnología que resultó ajena;
por consiguiente, alentará una mejora significativa de los recur-
sos humanos de la nación, esto es, mayor calidad educativa. La
energía nuclear quizá no sea la panacea que sacará al Perú del
subdesarrollo, pero sí es un componente que guiará ese tránsito
y disminuirá los riesgos y las amenazas geopolíticas, así como la
brecha de desarrollo social y económico intranacional y regional.
La constante remisión a la pobre calidad institucional de
la administración pública peruana no es una crítica caprichosa,
sino un punto clave para explicar el incipiente desarrollo nuclear
peruano. Este desarrollo incipiente no guarda una relación cro-
nológica o de madurez científica con la realidad pues, como se
subrayó, un proyecto nacional nuclear serio puede dar grandes
resultados si hay una decisión política, una estructura científica,
una gestión pública y del conocimiento; lo suficientemente sóli-
do y articulado con las necesidades geopolíticas y geoestratégicas
que la planificación demanda. En este sentido, lo incipiente tie-
ne que ver, primero, con la incapacidad del Estado para ejecutar
una gestión eficiente orientada a resultados en la mayoría de sus
instituciones, IPEN incluido; y, segundo, por una notable falta
de control por parte de la ciudadanía sobre sus autoridades y un
escaso rendimiento de cuentas de las autoridades para con la so-
ciedad. Es decir, existe un notable desbalance democrático en la
forma en cómo es entendida la res pública y el IPEN está ubicado
en la misma esfera negativa.
Con este libro se ha buscado identificar las debilidades y las
limitaciones que tiene la gestión nuclear en el Perú y cómo esto in-
cide en la no implementación ni utilización de la energía nuclear
para el desarrollo y la seguridad. Se ha dado una interpretación
analítica y precisa para que dicha «debilidad» sea subsanada a
través de una política pública que englobe no solo conceptos mo-
dernos, sino una cantidad de actores mucho más amplia que un
grupo de tecnócratas, es decir, que incluya científicos —sí—, pero
también especialistas en gestión pública que puedan comprender
131
que la energía nuclear en particular, y la ciencia y tecnología en
general, no son solo elucubraciones de algún guionista, sino que
son, efectivamente, puertas y posibilidades reales para proble-
mas reales que exigen soluciones reales. El funcionamiento ins-
titucional se ha visto mermado por la escasa motivación de sus
recursos humanos, el pobre índice de reproducción de estos, la
ausencia de una masa crítica científica alentada desde arriba y que
mire a la sociedad civil (círculos científico-académicos, universi-
dades, etc.) como caldo de cultivo para la generación de nuevos
y mejores elementos profesionales; pero también ha habido una
pobre comunicación interorganizacional en los niveles superiores
de la administración pública que, con sus propias contradicciones
políticas, se tradujo en problemas en la formalización y el esta-
blecimiento de una agenda política estable y consecuente con un
programa de largo plazo que aliente el desarrollo nacional.
Así, a pesar de haber incorporado un Plan Institucional de
Lucha contra la Corrupción (2012), este no garantiza un acceso a
las fuentes ni incorpora un procedimiento de open-gov (gobierno
abierto) ni un open-data lo suficientemente fiable y útil para facili-
tar la realización de investigaciones. Un verdadero protocolo de
apertura y transparencia sería ideal para someter ante el público
(que no es un cliente, sino un ciudadano) a la institución, es de-
cir, dejar ver —como sugiere cualquier estudio sobre democracia
y gestión pública— cómo se gastan los impuestos de los contri-
buyentes. No basta solo con imágenes y recuadros, estos deben
ser descargables en formatos amigables con programas abiertos,
deben ser susceptibles de ser modificados, analizados e incorpo-
rados a otras bases de datos para ser comparados. No pueden es-
tar protegidos y deben incluir información específica sobre cada
ítem (tales como definiciones conceptuales, partidas comparadas,
resultados de los estudios) y no solo una evaluación cuantitativa
del uso o aprovechamiento de los recursos.
Se concluye que es urgente revisar la relación que existe en-
tre institucionalidad y sociedad civil, lo que significa la necesi-
dad de formar y jerarquizar un organismo capaz de supervisar el
132
comportamiento del mercado energético. Cuando se menciona la
palabra soberanía, se hace referencia explícitamente a la capaci-
dad del Estado de ejercer su poder y control legal sobre activida-
des estratégicas. No se puede saber cómo reaccionará el mercado
energético ante el desarrollo de la energía nuclear, pero sí se sabe
que, basados en la experiencia de otros países de la región, la ge-
neración nucleoeléctrica —dirigida o supervisada por el Estado
y separando la gestión de la supervisión— garantiza un control
democrático, un esquema de responsabilidades y un impacto
económicamente viable sobre cualquier sistema eléctrico.
Uno de los argumentos sostenido a partir de la presente in-
vestigación es que los actuales marcos regulatorios son pobres
o responden a intereses mixtos en lugar de intereses nacionales.
La promoción de la inversión es algo necesario y, sin lugar a du-
das, se debe respetar el derecho de las corporaciones de realizar
negocios en el país; sin embargo, es necesario que cualquier em-
presa privada comprenda el rol que tiene la seguridad energética
en el esquema de seguridad nacional. El Perú es sensible al flujo
petrolero extranjero y vulnerable al cambio climático. Por ello,
en primer lugar, acepta un marco legal para reducir el poder del
mercado y aumentar la participación del Estado, por lo menos,
en la gestión de crisis; y, en segundo lugar, la promoción y el
desarrollo de nuevas energías que tiendan a diversificar la matriz
energética peruana.
Se reflexionó previamente sobre la imposibilidad de que las
iniciativas privadas tengan éxito sin el apoyo del Estado (al me-
nos, en el nivel de investigación aplicada y, sobre todo, evidente-
mente, en el desarrollo macro-nuclear). Con una vuelta de tuerca
adicional, se puede leer esa lógica en sentido inverso: el primer
punto de transferencia tecnológica debe ser desde la sociedad
hacia el Estado. Un Estado promotor que pueda aprovechar el
conocimiento producido localmente para potenciarlo, mejorarlo
y coparticiparlo. El tan mentado efecto derrame, que defienden
los ortodoxos neoliberales, podría organizarse en un marco ju-
rídico claro que aliente la competencia entre privados, con una
133
regulación fuerte, clara y estricta por parte de los Estados; y que
promueva la participación mixta y plena no solo de los mencio-
nados actores asociativos público-privados, sino que haga parte
a la sociedad civil, la comunidad científica organizada y no orga-
nizada, etcétera.
Es necesaria la creación de una autoridad autónoma regu-
ladora de la energía nuclear, porque más allá de la importancia
del control no solo civil sino estatal sobre una institución vincu-
lada a un elemento estratégico para las seguridades energética
y nacional. La creación de una autoridad reguladora es un re-
querimiento tanto técnico como político: en el mundo actual la
energía nuclear no solo es una herramienta, valga la redundancia,
energética, sino también potencialmente táctica en un contexto
donde el terrorismo nuclear es una posibilidad peligrosa para la
seguridad tanto hemisférica como global. Así, el sistema nuclear
internacional exige un control democrático sobre las agencias nu-
cleares y esta capacidad de control —o rendición de cuentas—
es más transparente y, sobre todo, eficiente y segura, cuando las
agencias nucleares nacionales se encuentran reguladas por una
política pública que no sea burocráticamente influenciable desde
dentro del propio proyecto nuclear nacional.
El pobre debate político-público o la incapacidad técnica de
los medios de comunicación para crear una estrategia óptima de
divulgación que equilibre todos los aspectos de la nucleoelectri-
cidad, en lugar de enfocarse en aquellos coyunturales como el
accidente de Fukushima, da por resultado una apreciación nega-
tiva de la nucleoelectricidad que pone énfasis en los incidentes y
accidentes en desmedro de las notables ventajas que esta produce
y el incuestionable impacto para el desarrollo nacional.
La relación entre discusión política y publicidad negativa
genera un círculo vicioso donde una se convierte en el reflejo de
la otra, el resultado es un difícil un debate político-técnico auspi-
cioso si no se dan las condiciones informativas mínimas para rea-
lizarlo. También es cierto que el accidente de Fukushima ocurrió
en el peor momento posible para la política nuclear peruana. En
134
este trabajo se concluye que, por lo menos los proyectos de Ley
1709 y 2049, pudieron haber sido tratados en el pleno si la opinión
pública nacional e internacional no hubiera estado tan sensible a
las consecuencias de, recordemos, un desastre natural que tuvo
implicancias en una instalación nucleoeléctrica. Sin embargo, en
dicho escenario, Japón modificó su marco regulatorio a través de
una profunda discusión técnica, política y de la sociedad civil, te-
niendo claro cuáles eran las necesidades estratégicas para su su-
pervivencia energética, pero no renunció a la nucleoelectricidad.
En France, nous n’avons pas de pétrole, mais nous avons des idée-
s!, era una frase muy popular en Francia que remitía al hecho de
72
72
«En Francia no tenemos petróleo, pero tenemos ideas».
135
que en el Perú, el RP-10 del Centro Huarangal opera al 10% de
su capacidad. El Estado no ha promovido una renovación etaria
de los cuadros formados en la década del setenta, el Perú carece
de una agencia regulatoria y de una ley expresa que sancione y
reglamente la utilización de la energía nuclear con fines eléctri-
cos, y, finalmente, el IPEN dirige los escasos recursos que tiene
a investigar sobre temas poco vinculados con la energía nuclear.
Finalmente, es necesario que se comprendan las limitaciones
actuales a un proyecto nucleoeléctrico peruano de una manera in-
tegral. Se debe realizar una eficiente estrategia de comunicación
nuclear que despierte un debate tanto en la esfera política como
en la sociedad civil, entonces, no solo bastaría con resolver una
dimensión institucional. De la misma manera, una estrategia de
comunicación es insuficiente si no se asegura a la sociedad civil
en su conjunto de que existe una normativa clara en términos de
promoción, gestión y seguridad; y esta normativa clara debe con-
siderar la protección a las inversiones tanto públicas como priva-
das que serán la constatación empírica de los impactos positivos
en el desarrollo nacional con un fuerte énfasis en la protección del
medio ambiente y con protocolos estrictos de seguridad física y
humana.
136
Índice de gráficos
137
Gráfico 11. Comparación de la frecuencia con que se
mencionaron todas las noticias referidas al terremoto,
accidente y temas relacionados desde el 11 de marzo
del 2011 hasta el 16 de septiembre del 2014 66
138
Gráfico 19. Acuerdos firmados por los presidentes de
la Junta Militar Argentina del «Proceso de
Reorganización Nacional» 95
Índice de tablas
139
Referencias bibliográficas
Fuentes primarias
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Decreto Supremo 014-2002-EM, Reglamento de Protección Física
de Materiales e Instalaciones Nucleares.
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Oficio 2011-2007-MEM/DM incorporando el Informe N.° 271-
2007-MEM/OGAJ que contiene la opinión respecto al Proyec-
to de Ley 1649/2007-CR. Ministerio de Energía y Minas.
143
Proyecto de Ley 2049/2007-CR, Proyecto de Ley de Creación de
la Autoridad Autónoma Reguladora de la Energía Nuclear.
Congreso de la República del Perú.
144
Proyecto de Ley 2331, Proyecto de Ley que Propone que las Acti-
vidades de Remediación Ambiental se Ejecuten por Personas
Naturales y Jurídicas, Públicas y Privadas, en Cumplimiento
de la Normativa Vigente. Congreso de la República del Perú.
Referencias bibliográficas
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cuentra en Carl Mitcham y Robert Mackey (eds.), Philosophy
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<www.worldenergy.org>, pp. 84 a 125.
165
Un plan nuclear para el desarrollo del Perú:
energía, seguridad y desarrollo
se terminó de imprimir en noviembre de 2017, en el
Centro de Producción Imprenta (Cepredim).
Jr. Paruro 119, Cercado de Lima.
preprensa.cepredim@unmsm.edu.pe
Composición tipográfica:
familia Book antiqua de 10, 11 y 12 puntos.
Tiraje: 500 ejemplares
más sobrantes para reposición.
La defensa de la energía nuclear como un elemento positivo y de gran
ayuda para la economía doméstica de los países en vías de desarrollo
es una labor ardua y difícil, sobre todo si se tienen en cuenta las expe-
riencias de Hiroshima y Nagasaki, en Japón (1945); Chernóbil, en
Rusia (1986), y Fukushima, también en Japón (2011), y sus efectos
radiactivos de larga duración.
Las páginas de este libro dan cuenta del derrotero legal que la energía
nucleoeléctrica ha seguido en los debates suscitados en el Congreso
de la República del Perú, sus altas y bajas, apoyos y rechazos bajo
distintos argumentos. Asimismo, se reflexiona sobre la minería de
minerales radiactivos que subyacen bajo el suelo peruano.
Se trata, entonces, de un libro que debe ser leído tanto por expertos
como por el lector común, ya que la valiosa información que contiene
puede ayudar a definir un criterio formal en torno al tema, sus expec-
tativas, avances y retrocesos en un mundo que requiere, cada vez
más, de nuevas formas de satisfacer una necesidad apremiante como
la electricidad, tan presente en la vida posmoderna.