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Los años de estudio promedio en Honduras alcanzan el mayor nivel entre los 18 y 29
años (9 años en 2015) y disminuyen sistemáticamente con la edad, alcanzando 6 años
para los mayores de 60 años. Por otro lado, La diferencia de años de estudio entre
géneros es pequeña, pero con tendencia a alargarse en los últimos años, con ligera
ventaja para las mujeres.
Analizando las curvas de acceso para los jóvenes de 19 a 24 años que ya no estudian se
observa que, en la partida, cerca de 7% de los más pobres no logran concluir el primer
grado de la básica. Entre los más ricos prácticamente todos (96%) fueran capaces de
terminar el segundo ciclo de la básica, mientras solo el 68% lo hizo entre los del quintil
más pobre. Así, cerca de un cuarto de los más pobres fueron excluidos antes que
concluyesen el segundo ciclo y otro 7% ni inició el trayecto totalizando un tercio (32%)
que no logra llegar al sexto grado de la básica.
El analfabetismo entre las personas de 15 años y más es de 11.8% para 2017. Esto
equivale a cerca de seiscientos mil jóvenes y adultos que no son capaces de leer y
escribir, de los cuales cerca del 74% reside en las zonas rurales. Las mayores tasas de
analfabetismo se encuentran en los departamentos de Lempira, Santa Bárbara y Copán,
que mostraban registros superiores al veinte por ciento en 2015. Sin embargo, los
mayores contingentes de analfabetos están localizados en Cortés, Olancho y Francisco
Morazán que juntos responden por 290 mil personas no alfabetizadas, o cerca de 40%
de los analfabetos absolutos del país. El analfabetismo es más expresivo en los quintiles
más pobres de la población. En 2017 más de 20% de la población de 15 años y más en
el primer quintil era analfabeta, mientras que solo 2,8% lo era en el quinto quintil. Dos
tercios de los analfabetos absolutos pertenecían a los dos primeros quintiles de ingreso
familiar per cápita. Hay una reducción en el número y tasa de analfabetos para todos los
quintiles de ingreso entre 2011 y 2017. Sin embargo, la desigualdad en la tasa de
analfabetismo entre los extremos de la distribución de ingreso no varió
significativamente corresponden a 54% de los analfabetos. Para ambos hay una
tendencia de reducción del analfabetismo en términos absolutos y relativos entre 2011 y
2015. La evolución de la tasa de analfabetismo adulto parece responder
fundamentalmente a factores demográficos y a una mejora generacional que indica
mejora de la eficacia del sistema educativo en asegurar oportunidades de aprendizaje en
edad escolar, que al efecto de los resultados de las políticas de alfabetización de la
población adulta. El analfabetismo, además, aparece asociado a la exclusión educativa
de poblaciones indígenas y afrodescendientes y de jóvenes y adultos menores de 30
años en centros urbanos por factores vinculados a la violencia.
Datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) indican que la matrícula en los
niveles de educación prebásica, básica y media era de 2,28 millones de estudiantes en
2014 y en 2020 disminuyó a 1,8 millones. Las cifras del INE también muestran que el
60 % de los hondureños no tiene acceso al internet y el 91 % de los que tienen acceso,
lo hacen mediante teléfonos celulares prepago.
Mercado Laboral
El empleo informal predomina entre los trabajadores con menor nivel educativo. Según
datos de CEDLAS & Banco Mundial (2020), en 2018, el 73.3% de trabajadores con
bajo nivel educativo poseía un empleo informal en comparación con el 9.5% de los
trabajadores con nivel educativo alto. El empleo informal también afecta más a los
jóvenes entre 15-24 años y a las personas de más de 65 años.
En este contexto, el grupo de edad más vulnerable al desempleo y al subempleo son los
jóvenes entre 19 a 24 años, para quienes el OML calcula una tasa de desempleo de
17.7% y de subempleo de 73.4% (STSS, 2020a, p. 16). Con relación al género, el
subempleo afectará más a los hombres (70.7%) que a las mujeres (63.6%) (STSS, 2020,
p. 16), estas proyecciones son para finales del año 2020.
En lo que respecta a los más jóvenes (15 a 19 años) y a los adultos mayores de 60 años,
la participación en el mercado laboral varía significativamente entre los distintos países.
Por ejemplo, Costa Rica, El Salvador y Panamá se acercan a un 45% de participación,
mientras que en países como Guatemala y Honduras la participación de los jóvenes
alcanza el 70,4% y el 59,4% respectivamente. Asimismo, estos últimos dos países son
los que exhiben una mayor participación con respecto al promedio regional de los
adultos mayores de 60 años y más, con un 73,1% y 68,7% respectivamente.
Datos de la encuesta Hogares del 2020, indican que del total de desempleados (447,774)
el 61 % son jóvenes entre 15 y 30 años, es decir que, de cada 10 desempleados, seis son
jóvenes. Además, se estima que del total de la población 2,091,813 son jóvenes
viviendo en condición de pobreza y pobreza extrema.
La población económicamente activa (PEA) está compuesta por las personas ocupadas
y las desocupadas; dentro de los ocupados encontramos a los asalariados, cuenta propia
y trabajadores no remunerados. Los desocupados son todas las personas que en la
semana de referencia no tenían un empleo, pero se encontraban buscando activamente, y
los que buscan trabajo por primera vez. La PET son las personas de 10 años y más que
forman la población en edad de trabajar o población en edad activa.
De este total de jóvenes menores a los 30 años, el INE también calcula que unos
800,000, es decir el 10% de la población total del país, ni estudia y ni trabaja.
Trabajo Juvenil: La población joven, la constituye aquella que está comprendida entre
los 12 y 30 años. Se encuentran en este rango de edad 3,253,516 jóvenes (36.1% de la
población nacional); de los cuales 1,617,761 (49.7%) son hombres y 1,635,755 (50.3%)
son mujeres.