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PECADOS CONTRA EL ESPIRITU SANTO

NOMBRES : JULIA JAMILETH LOPEZ GRANADOS


ANAYANCY CHAVARRIA
JAROT JOSE NARVAEZ MORENO
INSTITUTO : INSTITUTO DE TEOLOGIA BETHEL MATAGALPA
AÑO : II AÑO
DOCENTE : MARVIN DE JESUS GARCIA CASTRO
ASIGNATURA : TEOLOGIA BIBLICA Y SISTEMATICA IV
PECADOS CONTRA EL ESPÍRITU.

    Las operaciones llenas de gracia del Espíritu traen grandes bendiciones, pero
ellas involucran también grandes responsabilidades. Hablando en general, los
creyentes pueden contristar o mentir a la persona del Espíritu Santo o Apagar su
poder. Ef._4:30; Hch._5:3-4; 1Ts._5:19. Los incrédulos pueden blasfemar la
persona del Espíritu Santo y resistir su poder. Hch._7:51; Mt._12:31-32. El
contexto en todos los casos explicará la naturaleza del pecado. El señor Guillermo
Evans señala que "resistir está relacionado con la obra regeneradora del Espíritu;
contristar, con la morada del Espíritu y apagar, con el Aprestamiento para servir."

El pecado en contra del Espíritu Santo no solamente te aleja de Dios sino, que te
afecta espiritual y físicamente.

Dios perdona todos los pecados, cuando se lo permitimos y nos arrepentimos


reconociéndolo y tomando una actitud de no repetición como una actitud diabólica,
de lo contrario estamos pecando en contra del Espíritu Santo y mencionare
algunos pecados que se cometen en contra de la tercera persona de la trinidad:

Desesperanza de la salvación: la persona ha pecado tanto que piensa que ya no


hay salvación para ella cuando la Biblia dice que una confesión sincera lo resuelve

Presunción de salvación, sin merecerlo: por las obras que hace, que no
necesita la gracia de Dios es un signo de soberbia.

Negar la verdad conocida como tal: es lo que oímos del evangelio atribuyendo a
satanás las obras realizadas por Jesucristo, así mismo despreciar las verdades de
la fe, permaneciendo en su propia sabiduría un acto de soberbia una vez más.

La obstinación en el pecado hasta el final de su vida: una persona que peca


no por debilidad, si no con malicia... Con acto de conciéncienla tomando ventajas
del pecado sin tener ningún tipo de arrepentimiento, sin importar las
consecuencias del mal practicado.

Todo esto ocasiona consecuencia:

1.- Contristar al Espíritu:

El Espíritu santo es contristado y este pecado lo puede cometer un cristiano. Pablo


nos exhorta y nos dice lo siguiente: “No contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el
cual fuisteis sellados para el día de la redención” (Efesios 4:30).
Es de suma importancia estar atentos y tomar la palabra de Pablo que nos afirma
que estamos sellados para el día de la redención. Lo cual significa que somos
cristianos y seguiremos siéndolo. Así que Pablo hace referencia es a las cosas
que nosotros como creyentes hacemos de forma inconsciente, lastimando su
corazón e hiriendo su propia esencia. Por lo cual hay cosas que hacemos que
pueden causarle dolor al Espíritu.

Pero cómo podemos entristecer al Espíritu Santo si somos creyentes. Nuestras


conductas pueden contristarlo en cuanto hacemos lo contrario a lo que él es. De
modo que si mentimos, engañamos, tenemos dudas, somos ansiosos, somos
inclementes, hacemos cosas inapropiadas, somos soberbios, entonces estaremos
entristeciendo al Espíritu de Dios porque estamos actuando en contra de los
principios que él nos inculca en la palabra.

2.- Apagar al Espíritu

Pero los cristianos pueden contristar y apagar al Espíritu. El término “apagar”


quiere decir “extinguir”, y se adapta ciertamente a la perfección de la palabra que
describe al Espíritu Santo como el fuego.

De esta manera que cuando apagamos al Espíritu, estamos extinguiendo el fuego.


Esto quiere decir que suprimimos su poder y amor cuando él está tratando de
llevar a cabo su propósito en nosotros.

Apagamos el Espíritu cuando no avivamos nuestras almas, cuando no utilizamos


los medios de gracia que tenemos a nuestro alcance, cuando cesamos de orar, de
proclamar el nombre de Jesús o de leer las Sagradas Escrituras. Por lo cual el
fuego del Espíritu divino en nosotros se va apagando en la medida en que
nosotros nos enfriamos y ya no requerimos la presencia del Señor. Lo cual nos
aleja de él y nos expone a la pérdida de la salvación.

De igual manera podemos apagar el Espíritu haciendo las cosas incorrectas


delante de los ojos de Dios, como criticar, minorizar a los demás, decir palabras
soeces, entre otras cosas malas. Ningún cristiano tiene la certeza de que no
pecará, por lo  cual debe estar siempre bajo la cobertura del Espíritu Santo para
no caer en las tentaciones y así desviarse del camino que nos conduce a la
salvación.

3.-La Bíblica habla acerca de un pecado que es imperdonable la “blasfemia


en contra del Espíritu Santo”

La expresión “blasfemia contra el Espíritu Santo” ocurre en los evangelios


sinópticos.  Mateo y Marcos la ubican directamente en el contexto de la narración
sobre la acusación de los fariseos contra Jesús por su manera de liberar a los
endemoniados, (Mateo 12:22-32; Marcos 3:22-30).  Lucas la incluye un poco
después de dicho encuentro en un discurso del Señor en el que pronuncia fuertes
advertencias contra los fariseos (Lucas 11:15-20; 12:10).  Cada evangelista relata
las palabras de Jesús con toda su fuerza.

La palabra castiza no es más que una transliteración del griego “blasfemia” que


viene de la unión de los vocablos blapto (injuria) y feme (dicción).  Significa
entonces injuriar, calumniar, vituperar, difamar o hablar mal.

Las palabras de los fariseos eran blasfemas porque eran perversas, mentirosas y
malignas. Decían que las obras de Cristo eran del diablo, pero sabían bien que no
lo eran, tal como Jesús les señaló.  Los fariseos no pecaban en ignorancia, ni en
un impulso del momento, sino de forma premeditada y contra su propia conciencia
de lo que Cristo hacía.

¿Por qué imperdonable?

        ¿Acaso El Espíritu Santo es más importante o más divino que Cristo?  ¿Por
qué declaró el Señor a la blasfemia contra el Espíritu Santo un pecado
imperdonable? Hay una razón muy sencilla. El perdón de Dios se recibe cuando
una persona sensible a la iluminación del Espíritu Santo reconoce su pecado y
maldad y se arrepiente de ellos, confesándolos a Dios.  La convicción del pecado
es precisamente una obra del Espíritu Santo, Juan 16:8-11. Quien blasfema contra
la tercera persona de la Trinidad resiste testarudamente su convicción contrario a
luz ya recibida. Por eso no se arrepiente ni recibe perdón de Dios. Mientras se
resiste a la convicción del Espíritu no puede haber perdón. La advertencia es que
se puede llegar a resistirlo en forma tan obstinada y decidida que se cae en un
estado de perpetuo rechazo, tan convencido queda por su forma de ver las cosas.

La blasfemia contra el Espíritu Santo involucra el rechazo de su mensaje sobre la


persona y obra de Cristo. Es el rechazo del testimonio del Espíritu quien nos
impulsa a reconocer a Cristo como el Salvador y a confiar en él para salvación.

La blasfemia contra el Espíritu Santo no es un pecado cometido en ignorancia o


impulsivamente como en los casos de personas quienes antes de conocer el
evangelio se mofaban y hacían burla de las cosas del Señor.  Quien comete el
pecado imperdonable se deja llevar consciente y deliberadamente a un estado de
tal depravación espiritual que no sólo se burla de las cosas de Cristo, sino también
opera abiertamente en contra del Reino de Dios a pesar de conocer plenamente la
verdad del evangelio.  Su corazón está tan endurecido que resiste absolutamente
la luz del Espíritu.  Prefiere las tinieblas del error, Juan 3:19,20.

De todos los pecados que existen, los hombres pueden blasfemar contra el
Espíritu Santo, y este es el peor de todos. La razón queda expuesta porque es el
único pecado que Dios no perdona y condena.

“Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres;
más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que
dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al
que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni
en el venidero” (Mateo 12.31–32) Marcos 3: 28-30.

Este pecado es denominado como “el pecado imperdonable”. Fue realizado por
los enemigos de Jesucristo cuando lo acusaron de echar fuera los demonios por el
poder de Satanás después que Jesús afirmó firmemente que lo hacía solo por el
poder que el “Espíritu de Dios”.

Precisa considerar los acontecimientos que condujeron a esta advertencia tan


severa.  Los milagros de liberación de endemoniados siempre llenaron de
asombro a las multitudes.  En esta oportunidad Jesús había liberado a un hombre
endemoniado, ciego y sordo, y la gente se había asombrado en gran manera.
Algunos decían: “¿Acaso será éste el hijo de David?”  Con esto lo reconocían
como el Mesías.

Pero levantaron la voz un grupo de fariseos “maestros de la ley” que habían


bajado de Jerusalén. No eran residentes de Galilea sino escribas que habían
viajado con el fin de perseguir y acusar a Jesús. Su oposición a Jesús era
consciente, premeditada, voluntaria, presuntuosa y esforzada.  Estos fueron los
que gritaron: “¡Está poseído por Belzebú!  Expulsa a los demonios por medio del
príncipe de los demonios”.

Cristo les respondió mostrando:

 En primer lugar lo ridículo de tal aseveración.  ¿Por qué querrá Satanás


destruir a su propia obra?  “Si una casa está dividida contra sí misma, esa
casa no puede seguir en pie.”
 En segundo lugar, Jesús anunció el medio de su ministración: no
Belzebú, sino el Espíritu Santo.  “Pero si expulso a los demonios por medio
del Espíritu de Dios, es que el reino de Dios ha llegado a ustedes.”
 En tercer lugar declaró su triunfo sobre Satanás diciendo: que nadie
puede “entrar en la casa de un hombre fuerte y arrebatarle sus bienes a
menos que primero ate al hombre fuerte”.  Jesús señalaba que
precisamente él había llegado a la tierra para deshacer las obras del diablo
y liberar a sus cautivos. De no ser que él, el Ungido, tuviese autoridad sobre
Satanás, no podría estar liberando a los endemoniados.  No se trataba de
una manifestación del poder de Belzebú sino más bien una proclamación
de su derrota.

Creer en la obra del Espíritu Santo es tan importante porque sin El no somos
nada Jesús mismo dijo; Juan 14:26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a
quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os
recordará todo lo que yo os he dicho. Sin El Espíritu Santo no podríamos
reconocer nuestros pecados y venir al arrepentimiento... Juan 16:7- 8 Pero yo os
digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador
no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.9. Y cuando él venga,
convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.

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