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CAPITULO XIII
INTRODUCCION
En la antigüedad cristiana parece que se esperase de ella sobre todo un alivio corporal.
En el medioevo era más bien considerada como el sacramento de los moribundos,
como una preparación a la muerte.
La Unción de los enfermos está destinada principalmente a dar la gracia que lleve
confortación y alivio espiritual al cristiano en situación físicamente patológica. En
función de este efecto fundamental se entienden los otros efectos posibles (alivio o
incluso curación física, remisión de los pecados), y la ayuda que da a los moribundos
(aunque el sacramento no sea sólo para ellos).
El aceite y la unción con aceite en el Antiguo Oriente, además de los usos profanos
(alimentario, higiénico, curativo o cosmético), tenían diversos usos sagrados:
a. Ofrenda
Era una de las ofrendas que se hacían a los dioses en Mesopotamia. Producto
doméstico de uso más frecuente, expresión de vida y de fortaleza.
En un ritual de penitencia, el rey asirio, que ha solicitado del dios que escuche su
súplica, se prosterna. La idea de protección mediante la unción de aceite se encuentra
en diferentes ritos.
c. Consagración
1) Uso profano
Los Salmos mencionan la unción corporal: Dios unge a su rey (Sal 44,8). La cabeza
del huésped se unge con aceite (cf.Sal 22,5). La unción del huésped a su llegada a la
casa era un gesto de cortesía entre los judíos, signo de respeto y amor.
2) Uso medicinal
Su aplicación era diversa para curar enfermedades (de la piel, de la cabeza, etc).
También para exorsismos. La unción podía comunicar fuerza y energía sobrenatural al
enfermo. En esta forma tenía un significado curativo en el sentido moral y penitencial:
no ungirse con aceite era señal de duelo y de tristeza por el pecado y ungirse señalaba
el final de la penitencia.
3) Uso sagrado
Servía para consagrar altares, personas y objetos empleados en el culto. Para preparar
los dones de harina y pan, para la iluminación del candelabro de siete brazos (Ex
27,20) y para uso de los sacerdotes (Núm 18,12). Provenía de los diezmos, o
contribuciones del pueblo.
La unción del aceite era uno de los ritos más destacados en el AT. El rey era el ungido
de Yavé (2 Sam 1,14.21). También los profetas y los sacerdotes. El rito significaba
una investidura por participación al Espíritu de Dios que desciende sobre ellos y los
penetra como una unción.
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El término "Mesías" (ungido), se aplicó al que iba a reunir en si la triple unción de rey,
profeta y sacerdote, y vino a ser como el nombre del ungido por antonomasia (cf. 1
Sam 2,10).
Otro gesto de curación, de carácter puramente sobrenatural, era el tocar con la mano la
parte afectada del enfermo. Propio del profeta o taumaturgo.
Los médicos, han de rogar para que Dios les dé capacidad de curar al enfermo. El
enfermo además de orar debe acudir a él. La visita a los enfermos, se recomienda
como obra piadosa.
Jesús hace referencia al uso del aceite en su tiempo y al simbolismo que contiene.
Como símbolo de luz y alimento de la luz. El Buen Samaritano vierte aceite y vino en
las heridas del hombre asaltado por los bandidos (Lc 10,34). Además acepta el uso
social de la unción como medio de agasajar al huésped (Lc 7,46; Lc 7,38).
b. Jesucristo y la enfermedad
Jesucristo despeja el prejuicio que hacía ver en toda enfermedad un castigo por los
pecados personales o familiares. Él ve en la enfermedad una ocasión para que se
manifieste la gloria de Dios, al recuperar el enfermo la salud por su intervención (cf Jn
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9,23; 11,4). Aunque al parecer no excluye que algunas enfermedades sean
consecuencia de la mala conducta (cf Jn 5,14).
Jesús, pone la visita al los enfermos como uno de los motivos de salvación o
condenación en el día del Juicio, considerándola como hecha a Él (cf Mt 25,35.39s).
c. La unción en Mc 6,7-13
No consta que Jesús haya utilizado la unción con aceite para curar a los enfermos; pero
si es utilizada por los apóstoles para curar milagrosamente.
En el v.7 llama a los doce y los envía de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus
inmundos; en el v.13 dice que expulsaban demonios, y ungían con aceite a muchos
enfermos y los curaban.
Mateo es más explícito en cuanto a los poderes dados a los apóstoles: "Curad
enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios" (v8). En Lucas,
la misión se extiende a setenta y dos discípulos.
Los Evangelios no dicen que Cristo les indicase este gesto de unción, pero no es
desatinado suponer que alguna instrucción les haya dado. El Magisterio ve una
insinuación del rito que después Santiago recomendará y promulgará.
Trento dice: esta sagrada unción de los enfermos fue instituida por Jesucristo nuestro
Señor como verdadero y propio sacramento del NT, insinuado ciertamente en Marcos
(6,13), y por Santiago, recomendado a los fieles y promulgado.
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Continúa cierta discusión si en Mc 6,13 se trata del sacramento solamente en figura o
tipo o bien se describen ya los comienzos de la institución del sacramento. Lo cierto es
que hay una insinuación.
1) Contexto remoto
2) Contexto próximo
Está alguien "enferma" o "está enfermo". Por el contexto no se trata solo de sentido
puramente moral o espiritual, se trata de una enfermedad de importancia.
Se aconseja al enfermo que "haga llamar" a los presbíteros. Esto implica que haya
voluntad de someterse a este rito, y que la enfermedad es de importancia para no poder
ir él por su cuanta.
"En el nombre del Señor", puede significar "con la fuerza y poder del Señor" o "por
orden o mandato del Señor" resucitado. Si se refiere a la oración, da la idea de la
fuerza y poder de Jesucristo, a quien se invoca en la oración. Si se refiere a la unción
puede significar más bien que se haga por mandato de Jesucristo.
"La oración de la fe". Es la oración de los presbíteros, que deben orar con fe. No se
excluye que esta fe designe también la fe de la Iglesia (cf. Rm 10,8), en cuyo caso, se
reforzaría el sentido de oración litúrgicosacramental. Supone la fe del enfermo.
"Y si hubiese cometido pecados". Es una condicional, se refiere a los casos fuera de la
norma común. St reserva la palabra "hamartía" para "el pecado que engendra la
muerte" (1,15).
Aunque se entiende que se perdonan también los pecados leves, no se puede afirmar
este rito como el medio normal para el perdón de los pecados.
La curación del v.16 como efecto de la oración mutua, puede entenderse también en
sentido físico o espiritual, pero aquí parece más claro el espiritual.
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Para la eficacia del rito deben estar presentes la oración y la unción, que se ha de hacer
"en el nombre del Señor". Esto implica una actitud de fe y oración.
El rito se presenta como remedio actual para una situación actual. Santiago presenta en
el rito los caracteres de un verdadero sacramento: signo sensible que da la gracia,
instituido por Cristo. Es un rito sensible y simbólico, donde un gesto de sanación o
fortalecimiento corporal significa confortación y sanación espiritual.
La expresión "en el nombre del Señor" "por orden del Señor" es un indicio de la
institución por parte de Cristo. Al decir "con su poder", hace alusión a una
intervención de Cristo, en la que no actuaría si no correspondiera a su voluntad.
Afirma además que la Unción de los enfermos es uno de los siete sacramentos de la
Iglesia; que fue instituido por Cristo (no dice cómo o cuándo); que fue insinuado en el
Evangelio de San Marcos (6,13) y promulgado por Santiago (5,1415).
Su efecto es la gracia del Espíritu Santo, la cual: quita los pecados y sus reliquias;
alivia y fortifica al enfermo, suscita la confianza en la misericordia divina, que lo
conforta de modo que soporta más fácilmente los pesos y los dolores de la enfermedad
y resiste más fácilmente a las tentaciones de Satanás, y puede conseguir la salud cor-
poral (cf. DS 1696; Dz 909).
Se debe dar principalmente a los que se prevé que están a punto de morir (pero no sólo
a estos).
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Respecto de la institución, no se nos dice dónde, cómo o cuándo haya tenido lugar, por
parte de Cristo. Igualmente, la promulgación por parte de Santiago no ha de tomarse
en sentido jurídico, sino en el sentido de "dar a conocer" con autoridad e insistencia,
aquello que ya estaba establecido por el Señor.
La Constitución Sacrosantum Concilium (n. 73), declara que el tiempo oportuno para
recibirla empieza cuando el fiel, por enfermedad o por vejez, comienza a estar ya en
peligro de muerte". En el n. 74, ordena establecer un nuevo ritual, en el que se
administre la Unción de los enfermos después de la confesión y antes del viático.
Hoy en día no presenta dificultad el admitir una institución genérica por parte de
Cristo. Basta que Cristo haya expresado en gestos y palabras su solicitud por los enfer-
mos y haya indicado a los apóstoles continuar con esta solicitud, que con la fuerza del
Misterio Pascual, adquiría la capacidad de sanar espiritualmente, aunque no se diera
siempre la completa sanación corporal.
En esto la Iglesia no ha obrado forzada por las circunstancias, ni por autoridad propia,
sino considerando cuál era la voluntad de Cristo y guiada por el Espíritu Santo.
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Jesucristo, durante su vida terrena no dejó de ocuparse de los enfermos, por los cuales
mostraba una especial solicitud, y con los cuales se identificaba.
La condición de Cristo en la Cruz hace que toda enfermedad se pueda vivir unida a sus
sufrimientos por la fuerza del Espíritu Santo, y que se convierta en ocasión de
salvación para el enfermo y para los demás. Esta identificación con Cristo paciente por
la fuerza del Espíritu, produce la perfecta sanación del alma y una como pregustación
de la resurrección corporal, que se traduce en fortaleza frente a las molestias de la
enfermedad y en la posible curación.
Esta identificación entre Cristo paciente y el fiel cristiano se realiza en la Iglesia, cuya
misión sacerdotal es actualizar los gestos salvíficos de Cristo, en la vida de los fieles.
Así como las curaciones de Cristo en vida eran signo profético de su misterio pascual,
el sacramento de la Unción de los Enfermos es memorial de este misterio en la vida
del enfermo.
El fiel cristiano enfermo, aceptando su papel de miembro doliente del Cuerpo Místico
de Cristo, contribuye al bien de todo el Cuerpo. Cristo se hace solidario con el enfermo
a través de la solidaridad que la Iglesia, depositaria de su misión salvífica, muestra al
enfermo. Al mismo tiempo, a través de su identificación con el enfermo, Cristo
derrama de modo especial su gracia en la Iglesia.
1) La Materia
a) Remota
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Es el aceite, ordinariamente de oliva. El nuevo Ritual prevé que en caso de faltar éste,
se use aceite vegetal. El aceite debe ser bendecido o consagrado. Ordinariamente, esto
lo hace el Obispo, en la Misa Crismal del Jueves Santo. También puede bendecir el
aceite el presbítero equiparado por el derecho al Obispo, o en caso de necesidad, cual-
quier presbítero.
b) Próxima
Es la unción, que debe hacerse en la frente y en las manos. En caso de necesidad, sólo
en la frente o si tampoco ahí se puede, en otra parte conveniente del cuerpo.
2) La Forma
Son las palabras que deben pronunciarse al mismo tiempo que se hace la unción: "Por
esta Santa Unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del
Espíritu Santo, para que libre de tus pecados te conceda la salvación y te conforte en tu
enfermedad. Amén".
3) Celebración litúrgica
Un rito normal fuera de la Misa comprende: ritos iniciales (saludo, aspersión con agua
bendita, monición del sacerdote); acto penitencial (que puede ser el general como en la
Misa, o la confesión sacramental, del enfermo); liturgia de la Palabra (con una o varias
lecturas, letanía o preces sobre el enfermo con imposición de manos); liturgia del
sacramento (bendición del aceite, si es necesario, unción en la frente y en las manos
con la fórmula del sacramento, oración por el enfermo); conclusión (Padrenuestro y
bendición especial).
El orden normal de los últimos auxilios es: Confesión, Unción y Viático. En caso de
cercanía inminente de la muerte, y habiéndose confesado el enfermo, aunque sólo sea
genéricamente, se debe dar antes el Viático que la Unción, pues es la Eucaristía el
sacramento que consuma la unión con Cristo.
5. Efectos y finalidad
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"La finalidad del sacramento no es sólo el bien individual del enfermo, sino también el
crecimiento espiritual de toda la Iglesia"(Juan Pablo II). El sujeto de la Unción de los
enfermos recibe "una gracia eclesial" al unirse espontáneamente a la Pasión y muerte
de Cristo, para el bien de todo el cuerpo (Catesismo 1522).
El enfermo queda en cierto modo consagrado para esta misión. Su unción con el aceite
además de significar curación, significa la infusión consagradora del Espíritu Santo.
Esta configuración podría llamarse cuasicarácter, pues "marca" al enfermo mientras
dura su enfermedad.
La remoción de los pecados y sus reliquias. Si lo exige la salud del alma, la salud
corporal. El alivio y fortalecimiento del enfermo, excitando en él una gran confianza
en la misericordia divina que lo conforta de modo que soporta más fácilmente los
pesos y los dolores de la enfermedad y resiste más fácilmente a las tentaciones de
Satanás.
El nuevo Ritual prevé que la Unción pueda ser concelebrada; en este caso, todos los
concelebrantes pueden imponer las manos, pero uno sólo debe hacer las unciones y
decir la fórmula.
La comunidad de los fieles, por su parte, como en toda celebración litúrgica, está
llamada a participar en la celebración, en la medida que las circunstancias lo permitan,
y en modo especial a rodear al enfermo de sus cuidados y del apoyo de sus oraciones
(cf. Catecismo 1516).
2. El sujeto
El fiel, que, llegado al uso de razón, comienza a estar en peligro de muerte por
enfermedad o vejez. Basta con el comienzo del peligro de muerte, no es necesaria la
inminencia. En caso de duda acerca de si el sujeto cumple las condiciones, se le debe
dar el sacramento de todos modos. El estado grave del organismo debe estar presente
en el momento de administrar el sacramento; no se puede dar a un sano o levemente
enfermo que corra riesgo de enfermar o de sufrir un accidente.
El enfermo debe encontrarse en gracia, por bautismo, por previa confesión, o por acto
de contrición perfecta. Sólo en caso de que el enfermo esté imposibilitado para
confesarse o para hacer un acto de contrición perfecta, la Unción podría perdonar los
pecados mortales, supuesta previa atrición. Esto el ministro lo puede suponer en caso
de duda. La Iglesia sólo prohíbe dar la Unción a aquellos que persisten obstinadamente
en un pecado grave y manifiesto (CI 1007).
A