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EL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

(P. Daniel Moyano)

1. NATURALEZA
a. Noción
Es el sacramento por el cual el cristiano enfermo recibe la gracia de Dios para la salud
sobrenatural del alma y a menudo también para la salud natural del cuerpo, mediante la
unción con óleo y la oración del sacerdote.

b. Sacramentalidad de la Unción de los enfermos


La Unción de los enfermos es verdadero y propio sacramento, instituido por Cristo (De
Fe).
Errores
Se afirma que es un verdadero sacramento contra las sectas medievales de los cataros,
los valdenses, los wicifitas, los hucitas. Éstos habían menospreciado la unción de los
enfermos, negando la sacramentalidad; se fundamentan en que la unción de los enfermos no
fue instituida por Cristo sino que habría sido heredada de los Santos Padres.

Argumentos del Magisterio de la Iglesia


El Concilio de Trento afirma que es un sacramento instituido por Cristo (Dz 1716). El
fundamento es la Carta de Santiago apóstol.
San Pío X condenó la sentencia modernista, en la que afirmaba que Santiago no
pretendió promulgar un sacramento instituido por Cristo sino recomendó tan solo una práctica
piadosa (DZ 3448)

Argumentos de la SSEE
La primera prueba de que Cristo instituyó este sacramento está indicado en Mc 6, 13;
Sant 5, 14. En éste último pasaje se expresan todas las notas esenciales de la verdadera noción
de sacramento:
 El signo exterior de la Gracia: consiste en la unción con el óleo, que es su
materia, y en la oración del presbítero sobre el enfermo, que es la forma.
 El efecto interior de la Gracia, expresado en el perdón de los pecados que se
realiza por la comunicación de la Gracia. La expresión “salvación y alivio” del
enfermo no se refiere de manera exclusiva a la curación del cuerpo sino que
principalmente hace alusión a la salvación del alma de la eterna perdición y al
alivio del espíritu por la Gracia divina para superar el abatimiento y la

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desesperación. Este término (“salvación y alivio”) se puede confrontar en Sant
2, 21; 2, 14; 4, 12 y 5, 20.
 La institución por Cristo: si ésta no se hallare expresada directamente por las
palabras “en Nombre del Señor”, es decir por encargo y autoridad del Señor o
invocando el Nombre del Señor, sería bien fácil probarla. Solamente Dios y
Jesucristo tienen autoridad para vincular a la realización de un rito externo la
concesión de la Gracia divina. Los apóstoles se consideran exclusivamente
como ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Cristo. (cf. 1 Cor
4, 1).
En el Medioevo, los teólogos como Hugo de San Víctor, Pedro Lombardo y san
Buenaventura, entre otros, sostuvieron la teoría de que la Unción de los enfermos había sido
instituida por los Apóstoles, queriendo decir con ello que Dios había sido su institutor
inmediato. Esta doctrina equivale a la institución mediata por Cristo. Conforme a la
declaración de Trento no está permitido seguir defendiendo esta teoría (Dz 1717).
El pasaje de Sant 5, 14 no se puede entender al modo de Calvino, quien sostenía que la
Unción de los enfermos era un sacramento de curación carismática, puesto que los carismas
de la Iglesia primitiva no iban vinculados de manera necesaria y regular al oficio de los
presbíteros (1 Cor 12, 9. 30). Además el efecto de la unción y la oración no es tanto la salud
del cuerpo como la del alma. (DZ 1717)

Argumentos de la Tradición
No son muchos los escritos que hacen referencia a la Unción de los enfermos.
Orígenes, refiriéndose a Sant 5, 14 habla del perdón de los pecados pero parece que no
lo distingue clara y nítidamente del que se efectúa por medio del sacramento de la Penitencia.
San Hipólito de Roma, en su Traditio Apostolica, incluye una breve oración para la
consagración del óleo en la cual se pide “por la confortación de todos los que lo gusten y por
la salud de todos los que lo utilizan”. Por los efectos que se atribuían a la aplicación del óleo
vemos que se usaba de manera eminente, aunque no exclusiva, para ungir a los enfermos.
Serapión de Thmuis nos trae una rica oración consecratoria, en la cual se refiere que
los efectos de la Unción de los enfermos son para liberar de la enfermedad y debilidad
corporal, expulsando los malos espíritus, conferir la Gracia y el perdón de los pecados.
Inocencio I, en una carta (Dz 216), da testimonio que el pasaje de Sant hace alusión a
que el óleo de los enfermos debe ser preparado, es decir, bendecido por el Obispo; que la
unción no sólo puede realizarla el sacerdote sino también el Obispo; y que dicha unción es
una sacramento.
San Cesáreo de Arles exhorta a sus fieles que en caso de enfermedad no acudan a los
adivinos y encantadores para buscar saludo con sus recursos mágicos, sino que acudan a la
Iglesia para recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y que los sacerdotes los unjan con óleo
sagrado, ya que en Sant 5, 14 afirma que conseguirán la salud del cuerpo y la remisión de los
pecados.
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Beda, el Venerable, y algunos autores de la época del Imperio Carolingio, dan
testimonio de que era el sacerdote quien administraba la Unción de los enfermos.
La Iglesia Ortodoxa griega y las sectas separadas de la Iglesia Católica desde el siglo
V, reconocen y usan el sacramento de la Unción de los enfermos, exceptuando los nestorianos
y armenios que antiguamente lo reconocían como tal.

2. EL SIGNO EXTERNO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS


a. Materia remota del Sacramento
El óleo es la materia remota de la Unción de los enfermos. Por óleo se debe entender
aceite de oliva. En el decreto a los armenios enseña que la materia es el aceite de oliva
bendecido por el Obispo (DZ 1324-25; cf. 1695). El óleo, conforme a una antigua tradición ha
de estar bendecido por el Obispo o un sacerdote autorizado por la sede apostólica (CIC 999).
El empleo del óleo sin consagrar, o cuya consagración ha sido realizada por una sacerdote no
autorizado, permite dudar de la validez del Sacramento (Dz 2763).

b. Materia próxima del Sacramento


La materia próxima es la unción del enfermo con el óleo consagrado. Para la validez
del sacramento basta hacer la unción sobre un solo sentido o mejor sobre la frente (CIC 1000,
inc. 1)

c. Forma del Sacramento


Consiste en la oración del sacerdote por el enfermo mientras le aplica la unción (DZ
1324-25; 1695 y 3391).
Según Sant 5, 14 la forma tiene que ser una oración tal por el enfermo que claramente
precise que la unción es un acto religioso. Para ello la forma más conveniente es la
deprecativa; pero notemos que las formas indicativas e imperativas, en uso antiguamente,
pueden adquirir también una significación deprecativa por la intención del ministro del
sacramento.

3. EFECTOS DEL SACRAMENTO


a. El aumento de la Gracia Santificante
Como todo sacramento de vivos la unción de los Enfermos produce un incremento de
la Gracia santificante en el alma de quien lo recibe.

b. La gracia sacramental especifica


Fortalece y llena el alma de paz ante una debilidad que se puede manifestar en medio
del enfermo ante la proximidad a la muerte, en la desconfianza sobre el perdón de los
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pecados, etc. Ante esto el sacramento da al enfermo una gran confianza en la misericordia de
Dios, fortalece para rechazar las tentaciones del maligno, que a veces pueden ser más fuertes
en dicho momento, y ayuda a llevar con paciencia las molestias de la enfermedad.

c. La salud corporal cuando conviene a la salud del alma.


La Unción no produce la salud en virtud de las propiedades naturales de su materia,
sino por el poder de Dios que actúa de modo razonable; y como un agente dotado de
inteligencia nunca induce un efecto secundario sino en cuanto ordenado al efecto principal; de
ahí que no siempre se consiga la salud del cuerpo sino en cuanto ordenado al efecto principal
que es la salud espiritual.

d. El perdón de los pecados veniales y la remisión de las penas del purgatorio


Ambas cosas son necesarias para entrar al Cielo, aunque este efecto depende de la
debida disposición del sujeto, es decir del sincero dolor de los pecados.

e. La Unción de los Enfermos indirectamente puede perdonar los pecados


mortales
La unción de los Enfermos, al ser un sacramento de vivos, no ha sido instituida para
devolver al alma la gracia perdida. Su finalidad no es la de perdonar los pecados mortales,
puesto que está el sacramento de la Penitencia. Sin embargo, si no es posible recibir la
confesión y la persona esta arrepentida, aunque solo sea con una contrición imperfecta, la
Unción de los Enfermos también perdona los pecados mortales (DZ 1696).

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