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Contexto Histórico

Hechos 2:43-47

El autor de este libro, Lucas, escribe este texto a Teófilo, a quien también dirigió su primer
libro, el Evangelio de Lucas. Aunque en ninguno de los dos libros es nombrado Lucas, muchos
autores afirman su autoría de Hechos, entre los que se incluyen los primeros Padres de la iglesia,
tales como, Ireneo, Clemente de Alejandría, Tertuliano, Orígenes, Eusebio y Jerónimo, así como
también lo hace el canon muratoriano (alrededor del 170-175 d.C.). Hechos fue escrito después
del tercer evangelio (tratado), del que se hace mención en el primer verso del libro. Simon
Kistemaker señala que la fecha más temprana posible de composición es el 62 d.C. que es el año
cuando Pablo fue liberado de su prisión en Roma. John MacArthur añade que esta fecha (60-62
d.C.) es la explicación más natural, por el término abrupto de Hechos, el cual deja a Pablo
esperando juicio delante de César. Algunos eruditos establecen fechas más tardías de
composición, por ejemplo, posterior al año 70 d.C. a raíz de la descripción que Lucas hace en
19:43-44 y 21:20-24, de la destrucción de Jerusalén. Otro ejemplo, es la teoría de que Lucas se
basó en los escritos del historiador Josefo, quien completó su Guerra judaica a principio de los
setenta y su Antigüedades alrededor del 93 d.C. Pese a esto, las objeciones a la teoría de
composición tardía de Hechos son muchas. Samuel Pérez Millos suscribe a la data anterior al 64
d.C., añadiendo que, según la historia secular, en el verano del año 64 se produjo el incendio de
Roma, donde Nerón culpa a los cristianos y comienza su persecución, por lo que, si Hechos
hubiese sido escrito posterior al año 64, habría necesariamente alguna alusión a esa circunstancia.
Por el contrario, se aprecia, sobre todo al final del libro, un trato benévolo hacia los cristianos. Hay
una iglesia consolidada en Roma, y a Pablo no se le impide la proclamación del evangelio desde la
casa donde estuvo en su prisión domiciliaria en Roma. Esto exige una datación anterior al verano
del año 64.

Los primeros capítulos no proveen referencias a sucesos que permitan verificar fechas,
aunque los primeros versículos de Hechos relatan las apariciones de Jesús durante el período de
40 días antes de su ascensión. Para Kistemaker, la resurrección de Jesús, sus apariciones y su
ascensión, presumiblemente, tuvieron lugar en la primavera del año 30 d.C. El capítulo 2 del libro
de Hechos comienza con el relato de Pentecostés, y según este autor, el derramamiento del
Espíritu Santo ocurrió 10 días después de su ascensión, por lo tanto, concluyo que los hechos
relatados en la pericopa escogida para este trabajo se desarrollaron alrededor del 30-31 d.C.

Como ya se mencionó, el segundo capítulo de Hechos señala un hecho histórico y decisivo


para el reino de Dios. El Espíritu Santo viene a los discípulos y seguidores (120 en número),
quienes reciben poder y son enviados. Estos pasajes describen el nacimiento de la Iglesia, en el día
de Pentecostés, y todos los efectos que tuvo en los creyentes la venida de su Santo Espíritu, es
decir, la vida colectiva, dinámica y espiritual de la iglesia primitiva.

Debemos observar en la historia contada la descripción del trabajo ideal de Dios en la


iglesia primitiva. Describe a la comunidad recién nacida en su mejor momento, cuando poseía una
pureza de devoción hacia el Señor resucitado sin precedentes en las generaciones venideras. Sus
miembros manifestaron deberes y actitudes totalmente espirituales, y el resultado de esto fue una
influencia espiritual en toda la comunidad.
La iglesia empezó en la ciudad de Jerusalén y, según el texto, es evidente que se limitó a
aquella ciudad y a sus alrededores en los primeros años de su historia, sin pensar para nada al
principio en una iglesia fuera de los límites del judaísmo. Las sedes generales de la iglesia en esa
época primitiva eran el aposento alto en el monte de Sion y el pórtico de Salomón en el templo
(3:11).

El texto, como se señaló en un principio, está dirigido a Teófilo, cuyo significado es Amigo
de Dios, o Amado de Dios. En el Evangelio de Lucas se le califica como Excelentísimo (1:3), que es
el mismo título que se le da a los gobernadores romanos Félix y Festo (23:26; 24:3; 26:25), lo que
hace suponer que se trataba de un romano que pertenecía a la alta clase social en el imperio.

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