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GUÍA PARA EVALUACIÓN DE NIÑOS PARA COMUNIÓN

Un solo Dios en tres Personas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

La Iglesia dedica el siguiente domingo después de Pentecostés a la celebración del día de la Santísima
Trinidad,

Un misterio es todo aquello que no podemos entender con la razón. Es algo que sólo podemos
comprender cuando Dios nos lo revela.

El misterio de la Santísima Trinidad -Un sólo Dios en tres Personas distintas-, es el misterio central de la fe
y de la vida cristiana, pues es el misterio de Dios en Sí mismo.

Los católicos creemos que la Trinidad es Una. No creemos en tres dioses, sino en un sólo Dios en tres
Personas distintas. No es que Dios esté dividido en tres, pues cada una de las tres Personas es
enteramente Dios.

Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la misma eternidad, el mismo
poder, la misma perfección; son un sólo Dios. Además, sabemos que cada una de las Personas de la
Santísima Trinidad está totalmente contenida en las otras dos, pues hay una comunión perfecta entre
ellas.

Con todo, las personas de la Santísima Trinidad son distintas entre sí, dada la diversidad de su misión:
Dios Hijo-por quien son todas las cosas- es enviado por Dios Padre, es nuestro Salvador. Dios Espíritu
Santo-en quien son todas las cosas- es el enviado por el Padre y por el Hijo, es nuestro Santificador.

EL CREADOR

279 "En el principio, Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1). Con estas palabras solemnes comienza la
sagrada Escritura. El Símbolo de la fe las recoge confesando a Dios Padre Todopoderoso como "el
Creador del cielo y de la tierra", "de todo lo visible y lo invisible". Hablaremos, pues, primero del Creador,
luego de su creación, finalmente de la caída del pecado de la que Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a
levantarnos.

280 La creación es el fundamento de "todos los designios salvíficos de Dios", "el comienzo de la historia
de la salvación" que culmina en Cristo. Inversamente, el Misterio de Cristo es la luz decisiva sobre el
Misterio de la creación; revela el fin en vista del cual, "al principio, Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1):
desde el principio Dios preveía la gloria de la nueva creación en Cristo (cf. Rm 8,18-23).

Que es el Adviento católico

El Adviento (en latín: adventus Redemptoris, 'venida del Redentor') es el primer período del año litúrgico
cristiano, y consiste en un tiempo de preparación espiritual para la celebración del nacimiento de Cristo. ...
Los domingos de Adviento, la familia o la comunidad se reúne en torno a la corona de Adviento.

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La Virgen María

Para la Iglesia católica, la Virgen María es Madre de Dios en cuanto es verdadera madre de Jesús que es
Dios. ... Así María es llamada Madre de Dios ya que engendró el cuerpo de Cristo que está unido
substancialmente a la segunda persona de la Trinidad.

La primera comunión

¿Qué ocurre durante la Sagrada Comunión?


En la Sagrada Comunión, recibimos a Jesucristo, quien se entrega a nosotros en Su cuerpo, sangre, alma
y divinidad. Esta unión íntima con Cristo significa y fortalece nuestra unión con Él y Su Iglesia. Jesús habla
de la importancia de la Sagrada Comunión cuando dice: “si no comen la carne del Hijo del hombre y no
beben su sangre, no tienen vida en ustedes” (Juan 6:53). Como la Sagrada Comunión nos une a Jesús,
también nos fortalece contra el pecado, nos ayuda a vivir una vida cristiana, y nos prepara para el
banquete celestial.

¿Quién puede recibir la Sagrada Comunión?


La Sagrada Comunión es uno de los regalos más preciados que Jesús nos ha dado, y es importante que
nos preparemos de manera apropiada antes de recibirla. En la Iglesia Católica Romana, una vez un niño
tiene la capacidad de entender que la Eucaristía es el regalo de la misma vida de Jesús, se le prepara con
esmero para que pueda recibir su Primera Sagrada Comunión. Además de aprender las verdades sobre la
Eucaristía, el niño se prepara a sí mismo espiritualmente y recibe el sacramento de la reconciliación, para
que pueda recibir la Sagrada Comunión con un corazón puro.

La preparación cuidadosa antes de recibir la Sagrada Comunión también es necesaria para los adultos.
Debido a que la Sagrada Comunión es un signo de unidad con la Iglesia Católica, una persona sólo debe
recibir la Sagrada Comunión si cree en lo que enseña la Iglesia Católica, y si vive como miembro de la
Iglesia, siguiendo el camino de vida que ella establece para sus hijos. Si uno está consciente de haber
cometido un pecado grave, debe recibir el sacramento de la reconciliación antes de acercarse a la
Sagrada Comunión.

¿Cómo me preparo para recibir la Sagrada Comunión?


La Sagrada Comunión es un gran misterio al que debemos acercarnos con reverencia y admiración. En la
fiesta de Corpus Christi, la Iglesia canta que la Sagrada Comunión “comen buenos y malos / con provecho
diferente / no es lo mismo tener vida / que ser condenado a muerte” (Secuencia Lauda Sion). Este himno
toma su inspiración de la Santa Biblia, donde san Pablo escribe que “el que come y bebe indignamente,

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come y bebe su propia condenación por no reconocer el cuerpo” (1 Cor. 11:29). La Sagrada Comunión es
un gran regalo espiritual, pero también requiere gran respeto.

La preparación espiritual es la más importante. Muchos católicos optan por dedicar un tiempo a la oración
privada antes de la misa, con el fin de prepararse para la Sagrada Comunión. Para ser dignos de recibir la
Sagrada Comunión, las personas que han cometido pecados graves deben buscar primero el perdón en el
sacramento de la reconciliación. La confesión también es una preparación importante para quienes han
cometido pecados leves, y la mayoría de las parroquias la ofrecen en un tiempo conveniente para quienes
deseen recibir la Sagrada Comunión en la misa dominical.

La Iglesia ayuda de varias maneras para que los católicos se preparen para la Sagrada Comunión. Ella
requiere el ayuno al menos una hora antes de recibir la comunión (Canon 919). Este ayuno incluye todo
alimento y bebida, excepto agua y medicinas, pero no se aplica a los enfermos o a los ancianos. A algunos
católicos les ayuda prolongar el ayuno, aun desde la víspera, con el fin de estar mejor preparados para la
Sagrada Comunión. El tiempo dedicado a la oración en acción de gracias tras recibir la Sagrada Comunión
también es bien recompensado.

Santos Apóstoles

¿Quiénes eran?
Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés;
Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el
de Alfeo y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó (Mateo 10, 2-4).
Diez Mandamientos

Para enseñar los Diez Mandamientos de una manera más sencilla es usada la fórmula
catequética del Compendio del Catecismo de la Iglesia católica y son:

1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.


2. No tomarás el nombre de Dios en vano.
3. Santificarás las fiestas.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
5. No matarás.
6. No cometerás actos impuros.
7. No robarás.
8. No darás falsos testimonios ni mentirás.
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10. No codiciarás los bienes ajenos.

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DIVISIONES Y PARTES DE LA BIBLIA.

Las dos grandes divisiones o partes de la Biblia son Antiguo y Nuevo Testamento; esta división procede de
los más antiguos tiempos cristianos.

En total, la Biblia se compone de 73 libros, de los cuales 46 constituyen el Antiguo Testamento y 27 el


Nuevo Testamento.

FE

La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no
es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí
mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a
otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es
como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los
otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros.

Partes de la Santa Misa

Ritos iniciales

Son ritos introductorios a la celebración y nos preparan para escuchar la palabra y celebrar la eucaristía.
Procesión de entrada
Llegamos al templo y nos disponemos para celebrar el misterio más grande de nuestra fe. Acompañamos
la procesión de entrada cantando con alegría.
Saludo inicial
Después de besar el altar y hacer la señal de la cruz, el sacerdote saluda a la asamblea.
Acto penitencial
Pedimos humildemente perdón al Señor por todas nuestras faltas.
Gloria
Alabamos a Dios, reconociendo su santidad, al mismo tiempo que nuestra necesidad de Él.
Oración colecta
Es la oración que el sacerdote, en nombre de toda la asamblea, hace al Padre. En ella recoge todas las
intenciones de la comunidad.

Liturgia de la Palabra

Escuchamos a Dios, que se nos da como alimento en su Palabra, y respondemos cantando, meditando y
rezando.

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Primera lectura
En el Antiguo Testamento, Dios nos habla a través de la historia del pueblo de Israel y de sus profetas.
Salmo
Meditamos rezando o cantando un salmo.
Segunda lectura
En el Nuevo Testamento, Dios nos habla a través de los apóstoles.
Evangelio
El canto del Aleluya nos dispone a escuchar la proclamación del misterio de Cristo. Al finalizar aclamamos
diciendo: "Gloria a ti, Señor Jesús".
Homilia
El celebrante nos explica la Palabra de Dios.
Credo
Después de escuchar la Palabra de Dios, confesamos nuestra fe.
Oración de los fieles
Rezamos unos por otros pidiendo por las necesidades de todos.

Liturgia de la Eucaristía

Tiene tres partes: Rito de las ofrendas, Gran Plegaria Eucarística (es el núcleo de toda la celebración, es
una plegaria de acción de gracias en la que actualizamos la muerte y resurrección de Jesús) y Rito de
comunión.
Presentación de la ofrendas
Presentamos el pan y el vino que se transformarán en el cuerpo y la sangre de Cristo. Realizamos la
colecta en favor de toda la Iglesia. Oramos sobre las ofrendas.
Prefacio
Es una oración de acción de gracias y alabanza a Dios, al tres veces santo.
Epíclesis
El celebrante extiende sus manos sobre el pan y el vino e invoca al Espíritu Santo, para que por su acción
los transforme en el cuerpo y la sangre de Jesús.
Consagración
El sacerdote hace "memoria" de la última cena, pronunciando las mismas palabras de Jesús. El pan y el
vino se transforman en el cuerpo y en la sangre de Jesús.

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Aclamación
Aclamamos el misterio central de nuestra fe.
Intercesión
Ofrecemos este sacrificio de Jesús en comunión con toda la Iglesia. Pedimos por el Papa, por los obispos,
por todos los difuntos y por todos nosotros.
Doxología
El sacerdote ofrece al Padre el cuerpo y la sangre de Jesús, por Cristo, con él y en él, en la unidad del
Espíritu Santo. Todos respondemos: "Amén".
Padre Nuestro
Preparándonos para comulgar, rezamos al Padre como Jesús nos enseñó.
Comunión
Llenos de alegría nos acercamos a recibir a Jesús, pan de vida. Antes de comulgar hacemos un acto de
humildad y de fe.
Oración
Damos gracias a Jesús por haberlo recibido, y le pedimos que nos ayude a vivir en comunión.

Ritos de despedida

Son ritos que concluyen la celebración.


Bendición
Recibimos la bendición del sacerdote.
Despedida y envío
Alimentados con el pan de la Palabra y de la Eucaristía, volvemos a nuestras actividades, a vivir lo que
celebramos, llevando a Jesús en nuestros corazones.

SACRAMENTOS

1. ¿Qué es un sacramento? ¿Cuántos son?

Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los
cuales nos es dispensada la vida divina. Los ritos visibles bajo los cuales los sacramentos son celebrados
significan y realizan las gracias propias de cada sacramento.

Los sacramentos son signos sensibles (palabras y acciones), accesibles a nuestra humanidad, a través de
los cuales Cristo actúa y nos comunica su gracia.

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En la Iglesia hay siete sacramentos: Bautismo, Confirmación o Crismación, Eucaristía, Penitencia, Unción
de los enfermos, Orden sacerdotal y Matrimonio

Primer sacramento: Bautismo


El primer sacramento de la iniciación recibe, ante todo, el nombre de Bautismo, en razón del rito central
con el cual se celebra: bautizar significa «sumergir» en el agua; quien recibe el bautismo es sumergido en
la muerte de Cristo y resucita con Él «como una nueva criatura» (2 Co 5, 17). Se llama también «baño de
regeneración y renovación en el Espíritu Santo» (Tt 3, 5), e «iluminación», porque el bautizado se
convierte en «hijo de la luz» (Ef 5, 8).

Segundo sacramento: Confirmación


En la Antigua Alianza, los profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías
esperado y sobre todo el pueblo mesiánico. Toda la vida y la misión de Jesús se desarrollan en una total
comunión con el Espíritu Santo. Los Apóstoles reciben el Espíritu Santo en Pentecostés y anuncian «las
maravillas de Dios» (Hch 2,11). Comunican a los nuevos bautizados, mediante la imposición de las manos,
el don del mismo Espíritu. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha seguido viviendo del Espíritu y
comunicándolo a sus hijos.

Tercer sacramento: Eucaristía


La Eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que Él instituyó para
perpetuar en los siglos, hasta su segunda venida, el sacrificio de la Cruz, confiando así a la Iglesia el
memorial de su Muerte y Resurrección. Es signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual, en el
que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la vida eterna.
En estos cuatro audios se habla de la eucaristía como misterio de fe y amor, se trata la presencia real de
Jesús en la eucaristía y se afirma que cuando comulgamos recibimos al mismo Cristo. Por último, se
explica dónde se produce este milagro, que el pan y el vino se transformen en el cuerpo y sangre de
Jesús: la misa.

Cuarto sacramento: Confesión


Puesto que la vida nueva de la gracia, recibida en el Bautismo, no suprimió la debilidad de la naturaleza
humana ni la inclinación al pecado (esto es, la concupiscencia), Cristo instituyó este sacramento para la
conversión de los bautizados que se han alejado de Él por el pecado.
En los dos audios siguientes se explican dos aspectos de la confesión. En primer lugar, por qué es
necesaria la presencia de un sacerdote, una persona, para perdonar los pecados en el sacramento de la
reconciliación. En el segundo audio se explica la confesión como sacramento de reconciliación.

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Quinto sacramento: Unción de los enfermos
Con el sacramento de la Unción de enfermos (antes conocido como Extrema Unción) la Iglesia acude en
ayuda de sus hijos, que empiezan a estar en peligro de muerte por enfermedad grave o vejez. El
sacramento de la Unción de enfermos proporciona al cristiano gracia para vencer las dificultades
inherentes al estado de enfermedad grave o vejez.

Sexto sacramento: Orden sacerdotal


El sacramento del Orden es aquel mediante el cual, la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles, sigue
siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Para las necesidades sociales de la Iglesia y de la
comunidad civil, Jesucristo instituyó el Orden sacerdotal y el Matrimonio, ordenados a la salvación de los
demás; por eso se les conoce como sacramentos al servicio de la comunidad.

Séptimo sacramento: Matrimonio


La alianza matrimonial del hombre y de la mujer, fundada y estructurada con leyes propias dadas por el
Creador, está ordenada por su propia naturaleza a la comunión y al bien de los cónyuges, y a la
procreación y educación de los hijos. Jesús enseña que, según el designio original divino, la unión
matrimonial es indisoluble: «Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» (Mc 10, 9).

EL PECADO

El pecado es un pensamiento, una acción o una omisión que va en contra de la voluntad de Dios. Dicho de
un modo aun más fácil de entender, el pecado es un pensamiento, una acción o una omisión que cumple
con una o más de las siguientes posibilidades: 1) que sea contrario a cualquiera de los 10 mandamientos; o
bien, 2) que sea contrario a cualquiera de las enseñanzas de la Iglesia en materia de moral; o bien, 3) que
sea contrario a aquello que consideramos que debemos hacer o evitar.

Cuando se toma esa opción ya se comete pecado, aunque no se hayan ejecutado exteriormente las acciones
malas sino que sólo se quede dentro de nuestro corazón o nuestra mente. Es por ello que realmente se
puede pecar no sólo de obra, sino también de pensamiento y de omisión (omitir = dejar de hacer algo que
debíamos hacer. Por ejemplo: dejar de oír la Santa Misa un domingo por simples excusas como: “estoy
cansado”, “se pasó la hora en la que me gusta ir”, “si voy a Misa no podré asistir a tal espectáculo, o deporte,
o compromiso”, etc.).

El pecado no es, ciertamente, un tema que resulte agradable. Sin embargo, es muy necesario que estemos
bien enterados de este tema, porque sólo así podremos evitar los pecados. Es como hablar del cáncer, con
la diferencia que TODOS tenemos pecado y, si no se sana, el pronóstico es la muerte eterna (o sea, el
infierno, que es para siempre).

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No obstante lo dicho, hemos de tener una visión positiva, ya que justamente sabemos por el Evangelio que
Cristo es Dios hecho hombre, y Él murió por nosotros en la Cruz para salvarnos y Resucitó al tercer día. Fue
así como nos liberó del pecado y nos ha abierto la posibilidad de alcanzar no sólo la felicidad en esta vida
sino también la Felicidad Eterna, el Cielo para siempre, bajo condición que permanezcamos fieles a Cristo
y a Su Iglesia.

El pecado, sea del tipo o de la gravedad que sea, puede ser perdonado por Dios. Él quiere siempre
perdonarnos, pero hemos de ir a buscar voluntariamente ese perdón a través del camino que ha dispuesto
Nuestro Señor Jesucristo, según nos lo enseña Palabra de Dios: la Confesión Sacramental con un
sacerdote.

Tipos de pecados

Existen diferentes clasificaciones de los pecados, cada una de ellas se basan en algún criterio particular. A
continuación, aparecen 2 criterios de clasificación particularmente útiles de conocer:

Criterio 1: Según el principio por el cual procede el pecado

Pecado Original: aquel cuya causa y fuente es la voluntad de Adán y de Eva, pues al ser ellos la cabeza
de la raza humana, transmiten la conservación o pérdida de la justicia original en la que fueron creados. El
pecado original, por tanto, lo tiene como propio todo ser humano ya que lo hereda de Adán y Eva
conjuntamente con la naturaleza humana. Es un estado que implica carencia de la gracia de Dios, y causa
desorden en nuestras vidas inclinándonos a otros pecados.

Pecado Actual: aquel cuya causa es la personal y libre voluntad del individuo. Es decir, el pecado actual es
todo acto voluntario de pensamiento, palabra, obra u omisión contrario a la recta razón.

Criterio 2: Según la gravedad del pecado

Pecado Grave o Mortal: es aquel que separa a la persona de la amistad con Dios o intensifica el alejamiento
que la persona ya tiene respecto a Dios. Implica un pecado que se hace con suficiente conocimiento y
libertad; la consecuencia es la pérdida de la gracia santificante y la participación de la vida Divina que Cristo
nos mereció; por eso es llamado mortal, porque produce la muerte de la propia alma a la gracia y la vida
Divina. Además pierde todos los méritos adquiridos por los actos buenos realizados anteriormente y deja de
ser heredero del Reino. Morir así es enfrentarse con el juicio de Dios y con la separación eterna respecto de
Dios, es decir el infierno.

Quien comete pecado grave o mortal y no se arrepiente con sinceridad comienza a vivir una vida de
permanente alejamiento de Dios. El pecado pasa (es decir, queda en el pasado), pero el alma del pecador
continúa en estado de pecado: manchada y privada de la gracia. Se le llama “estado de pecado” (maccula
peccati, reatus culpae Sto. Tomás (I-II:87:6). Este estado continúa hasta que la Penitencia (Confesión
Sacramental) restaure el orden.

No todos los pecados son igualmente graves. El juicio sobre la gravedad del pecado no se basa en la opinión
popular sino de la enseñanza de la Iglesia.

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Pecado Leve o Venial: es una ofensa que no rompe la relación con Dios (no produce la muerte de la propia
alma) pero sí la debilita. Quien no lucha contra estos pecados se hace más vulnerable al pecado mortal. Se
trata de una negligencia o vacilación o tropiezo en el seguimiento de Cristo.

Ej: descuido en observar una promesa de hacer algún ligero favor a un amigo, cuando tal descuido puede
contrariar pero no perjudicar. Otro ejemplo sería violar una responsabilidad grave pero sólo en un pequeño
grado. Un pecado venial es el segundo mayor de todos los males, siendo el mayor de todos el pecado mortal.

OBRAS DE MISERICORDIA
7 OBRAS DE MISERICORDIA CORPORALES
• Dar de comer al hambriento
• Dar de beber al sediento.
• Vestir al desnudo
• Acoger el extranjero
• Visitar y cuidar a los enfermos.
• Visitar a los presos.
• Enterrar a los difuntos.
SEMANA 2 - 7 OBRAS DE MISERICORDIA ESPIRITUALES
• Dar buen consejo al que lo necesita
• Enseñar al que no sabe
• Corregir al que está en error
• Consolar al triste
• Perdonar las ofensas
• Soportar con paciencia los defectos
de los demás
• Rogar a Dios por los vivos y los muertos

5 PASOS PARA UNA BUENA CONFESION

1. Examen de conciencia. Es cuando revisamos nuestra conducta para poder saber cuales son nuestros
pecados,.
2. Dolor de los Pecados. Es el sentir arrepentimiento de las cosas malas que hicimos.
3. Decir todos los pecados al confesor. ...
4. Cumplir la penitencia. ...
5. Propósito de enmienda.

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CREDO NICENO CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un solo Dios Padre Todopodersos,
Creador del cielo y de la tierra,
y de todas las cosas visibles e invisibles;
Y en un solo Señor Jesucristo,
Hijo Unigénito de Dios,
Engendrado del Padre antes de todos los siglos,
Dios de Dios, Luz de Luz,
verdadero Dios de Dios verdadero,
Engendrado, no hecho,
consubstancial con el Padre;
Por el cual todas las cosas fueron hechas,
El cual por amor a nosotros y por nuestra salud descendió del cielo,
Y tomando nuestra carne de la virgen María, por el Espíritu Santo, fue hecho hombre,
Y fue crucificado por nosotros bajo el poder de Poncio Pilatos,
Padeció, y fue sepultado;
Y al tercer dia resucitó sugún las Escrituras,
Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Y vendrá otra vez con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos;
Y su reino no tendrá fin.
Y creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida,
pocedente del Padre y del Hijo,
El cual con el Padre y el Hijo juntamente es adorado y glorificado;
Que habló por los profetas.
Y creo en una santa Iglesia Católica y Apostólica.
Confieso un Bautismo para remisión de pecados,
Y espero la resurrección de los muertos.
Y la vida del Siglo venidero. Amén.

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo,


Dios y Hombre verdadero,
me pesa de todo corazón haber pecado,
porque he merecido el infierno y he perdido el cielo,
sobre todo porque te ofendí a Ti,
que eres bondad infinita,
a quien amo sobre todas las cosas.

Propongo firmemente,
con tu gracia, enmendarme y evitar las ocasiones de pecado,
confesarme y cumplir la penitencia.

Confío me perdonarás por tu infinita misericordia.

Amén.

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Salve

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,


vida y dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora abogada nuestra,


vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima! ¡oh piadosa! ¡oh dulce Virgen María!

Ruega por nosotros santa Madre de Dios,


Para que seamos dignos de alcanzar las promesas
de nuestro Señor Jesucristo.

Alma de Cristo

Alma de Cristo, santifícame.

Cuerpo de Cristo, sálvame.

Sangre de Cristo, embriágame.

Agua del costado de Cristo, lávame.

Pasión de Cristo, confórtame.

¡Oh, buen Jesús!, óyeme.

Dentro de tus llagas, escóndeme.

No permitas que me aparte de Ti.

Del maligno enemigo, defiéndeme.

En la hora de mi muerte, llámame.

Y mándame ir a Ti.

Para que con tus santos te alabe.

Por los siglos de los siglos. Amén.

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