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“Mi primera misión” pensó McNeil.

“Después de tantos años trabajando en ST&JP, diseñando


droides, experimentando con nuevas armas y estudiando las holograbaciones de millares de
operaciones, por fin llega la hora de demostrar mi valía”.

El contingente Sigma 3 tenía como objetivo acondicionar el terreno asignado para la


construcción del nuevo complejo de viviendas y fabricación de bio analizadores comerciales en
el planeta ZP3.

“Acondicionar, bonito eufemismo para exterminar toda la fauna existente”, meditó McNeil
mientras repasaba el informe de objetivos de la operación. En primer lugar, los droides de
combate deberían ser desplegados mediante transportes en varios puntos de las 7.000
hectáreas de terreno. Distribuidos en varios equipos, los droides exploradores identificarían la
potencial vida salvaje peligrosa para que los droides de combate la exterminaran.

ZP3 era un planeta selvático, cubierto de exuberante vegetación en la mayor parte de la


corteza terrestre. El planeta fue seleccionado por el Consorcio por sus excelentes condiciones
orbitales que le proporcionaban una temperatura, gravedad y condiciones ideales para la
terraformación. Tras años de proceso acelerado durante el cual surgió la aparición de océanos
y vida indígena, el planeta estaba listo para ser colonizado e implantar la potente industria
minera, productiva y turística en la cual múltiples corporaciones del Consorcio, las más grandes
dentro de sus respectivos sectores, habían apostado.

Ahora llegaba el turno de eliminar la vida que se había creado en el planeta. A pesar de ser
seres evolutivamente primitivos ya que su evolución había durado tan solo unas décadas como
subproducto de la terraformación del planeta, estos seres eran muy peligrosos dada su gran
ferocidad y su perfecta adaptación al entorno.

Animales resistentes, capaces de escupir ácido o de destrozar acero con sus poderosas
mandíbulas. Animales que acechan bajo tierra o que se esconden entre la maleza para atacar.
Animales primitivos pero letales.

Varias de las razas predominantes acostumbraban a convivir y atacar en manadas,


representando un peligro para la maquinaria y trabajadores. Debían ser exterminados, el coste
de su eliminación era muy inferior al coste en reposición de trabajadores y maquinaria,
seguros, instalaciones defensivas… Una vez acabaran con ellos, los operarios de construcción
podrían bajar al planeta y empezar la construcción del complejo. Durante las 3 semanas que
duraría la instalación de los módulos habitables e instalaciones productivas, él y su operativo
droide permanecerían en el planeta para garantizar la seguridad y acabar con cualquier
remanente de vida alienígena. Una vez hubieran acabado, los muros y sistemas automatizados
de contención harían el resto y podrían dirigirse a un nuevo área que deba ser acondicionada.
En menos de un año, el planeta habría sido completamente colonizado, cerca de 700 millones
de colonos poblarían ZP3 y las corporaciones del consorcio podrían ganar varios miles de
trillones de créditos más al año.

Todo empezaba con él y su equipo, llevaba años preparándose para esto. “Un año aquí, hacer
las cosas bien, asegurar que la colonización se realiza sin incidentes y en unos pocos años,
ocuparé uno de los despachos de la planta 600 de la sede… ”.

Tras este pensamiento McNeil lanzó un último vistazo a su plan de ejecución. Encendió su
consola de batalla y dio la orden mental a sus droides para inicializar el protocolo de combate.
Darían un buen susto a esos bichos.

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