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causal de divorcio:
EL MATRIMONIO
Desde este punto de vista, puede distinguirse el matrimonio de todas las demás
uniones entre un hombre y una mujer no institucionalizadas, como las
concubinarias, en las que, si bien existe el trato intersexual, y puede existir
convivencia estable, fidelidad y apariencia matrimonial, lo cierto es que carecen
precisamente de las condiciones establecidas por la ley para ser consideradas
como un matrimonio.
Una vez celebrado el matrimonio a través del negocio jurídico, en el cual deben
coexistir las condiciones exigidas a las personas de los contrayentes, al
consentimiento y demás solemnidades que establece la ley para garantizar la
regularidad del acto y el control de legalidad que ejerce el oficial público
encargado del Registro Civil, se inicia el desenvolvimiento de la relación jurídica
matrimonial.
El DIVORCIO:
La palabra divorcio tiene sus raíces en el término latino divortium, que a su vez
proviene del verbo divertere, que significa separarse o irse cada uno por su lado.
Cabe precisar que, si bien el concepto de divorcio suele aplicarse de manera
indistinta tanto a la disolución del vínculo conyugal como a la separación de
cuerpos, estos supuestos presentan una diferencia sustancial, habida cuenta que
mientras el primer caso faculta a los excónyuges a contraer un nuevo matrimonio
con otra persona, la separación de cuerpos no lo permite, sino hasta que se
destruya totalmente el vínculo anterior. Hecha esta salvedad.
No hay nada eterno, comenzando con la vida que algún día termina. Todo tiene un
fin. El matrimonio no es la excepción; comienza y termina, natural o
voluntariamente. Con la expedición de la partida de defunción o de divorcio (Varsi
Rospigliosi, 2011, 310).
Nuestro Código Civil se adhiere a la tesis divorcista y dentro de ella opta por
combinar el divorcio sanción y el divorcio remedio, derivando en un sistema mixto.
DIVORCIO REMEDIO:
El Tercer Pleno Casatorio Civil define al divorcio remedio como “aquel en el que el
juzgador se limita a verificar la separación de los cónyuges sin necesidad de que
sean tipificadas conductas culpables imputables a alguno de ellos. Aquí, el
divorcio no importa ni trae consigo una sanción a las partes, sino la solución a los
casos en los que la relación conyugal se ha quebrado de forma irrevocable y no se
cumplen los fines del matrimonio. El divorcio no tiene el efecto de frustrar la
relación matrimonial ni sus fines, sino que viene a declarar una situación fáctica de
frustración matrimonial que acaeció mucho antes de que se iniciara el proceso de
divorcio.
al derrumbe del sistema del divorcio sanción por causas específicas y bien
determinadas.
DIVORCIO SANCION:
Se formula como el castigo merecido que debe recibir el cónyuge culpable que ha
dado motivos para el divorcio. Esta doctrina presenta como requisito la
culpabilidad de uno de los cónyuges, la tipificación de causales que dan lugar al
divorcio y el carácter penalizador del divorcio para el cónyuge culpable.
Asimismo, este tipo de divorcio no hace más que agudizar los conflictos, sin
resolverlos, pues “instala a los esposos en un campo de batalla, en un terreno de
confrontación, en el que sacarán a relucir las miserias del otro, o terminarán
inventándolas para conseguir el divorcio”.
La doctrina del divorcio sanción atraviesa en la actualidad por serios aprietos. Los
conceptos de “culpable” e “inocente”, son a todas luces insuficientes para
comprender las crisis de las parejas desavenidas. No logra la aplicación de estas
categorías tradicionales otra cosa que agudizar los conflictos sin resolverlos, pues
instala a los esposos en un campo de batalla, en un terreno de confrontación, en
el que sacarán a relucir las miserias del otro, o terminarán inventándolas para
conseguir el divorcio.
El Tercer Pleno Casatorio Civil de fine al divorcio sanción como aquel que
considera solo a uno de los cónyuges o a ambos como responsable de la
disolución del vínculo matrimonial por incumplimiento de algunos de los deberes
matrimoniales que impone la ley o por la conducta que el juez valora como grave
por ser moralmente negativa, y que trae como consecuencia la sanción del
culpable que se proyecta en diversos aspectos, como son la pérdida de los
derechos hereditarios, de los derechos alimentarios, de la patria potestad, entre
otros.
Debemos entender que esta surge cuando los cónyuges no encuentran salida
para sus conflictos, y se debilita la intención de hacer vida en común; la
perturbación es tan profunda que ya no esperan que la convivencia se desarrolle
de acuerdo a su esencia, en donde los deberes de respeto y asistencia han
pasado a un segundo lugar o simplemente se obvia estos deberes. Se constata
una falta de actitud y aptitud de uno de los cónyuges de compartir un proyecto de
vida, sin embargo, esta falta de aptitud creemos que igualmente puede ser
recíproca entre los cónyuges.
ELEMENTOS DE LA CAUSAL:
El hecho o hechos que impide que la pareja siga viviendo como tal. La
permanencia de estos hechos en el tiempo, lo que implica que no se trata de
hechos aislados, sino que son permanentes. Gravedad de los hechos que impiden
la vida en común, es decir, no son simples diferencias entre los cónyuges, sino
que se trata de hechos de suma gravedad que hacen dura y difícil la comunidad
de vida. Estos hechos pueden haber motivado que los cónyuges continúen
viviendo juntos, pero en una situación de conflicto permanente o ya no vivan
juntos, sin embargo, el hecho de que vivan juntos o no, no es un requisito
indispensable para la procedencia de la causal, en tanto que se puede recurrir a la
vía judicial demandando separación o divorcio por esta causal aun cuando la
pareja ya no siga viviendo bajo el mismo techo; sobre el particular bueno es
precisar que tal como ocurre con la conducta deshonrosa que hace insoportable la
vida en común, causal interpretada por nuestros magistrados que igualmente
procede aun cuando los cónyuges ya no vivan juntos, también debe ser
interpretada por nuestra magistratura al calificar la causal de imposibilidad de
hacer vida en común, en el sentido de que procede la causal aún viviendo juntos
la pareja e incluso, cuando esta dejó de vivir juntos, en tanto que al existir una
causal como la comentada, no posibilitaría una reconciliación de la pareja, en
conclusión, puede demandarse la causal cuando los cónyuges viviendo juntos
invocan la causal que no les permite continuar con esa comunidad de vida, como
cuando no viven juntos, y no lo hacen precisamente por la existencia de la causal,
y no hay la menor posibilidad de reanudar esta comunidad de vida.
Imposibilidad es la falta de viabilidad para existir una cosa o para hacerla, mientras
que la posibilidad es la actitud o voluntad para hacerla; en consecuencia para
nuestros legisladores, en el campo de las relaciones familiares, la imposibilidad de
hacer vida en común, signifi - cará la falta de actitud de los cónyuges para
continuar un proyecto de vida compartido o reanudarlo, afectando con ello al
matrimonio ya que la esencia y naturaleza de este, reside precisamente en la
comunidad de vida como supuesto básico para el cumplimiento de los fi nes del
matrimonio. Al debilitarse e inclusive destruirse esta intención de hacer vida en
común, se produce la quiebra o el fracaso y el fi n de la relación matrimonial.
Recordar sobre el particular, como en el Derecho Romano, la ausencia del afectio
maritali era sufi ciente para solicitar el divorcio, en el caso que comentamos, si
bien es cierto no se alude a la falta de amor entre los cónyuges, en tanto que el
amor no es requisito legal para la celebración del matrimonio, empero lo que falta
en la causal de imposibilidad de hacer vida en común, es la disposición, la
voluntad y el ánimo de vivir juntos que puede ser de los dos o imputado a uno de
los cónyuges.
Hemos señalado que aparentemente esta causal es objetiva, sin embargo, por la
redacción de la norma termina siendo subjetiva, esto es, existe un culpable de la
imposibilidad de hacer vida en común, porque se le atribuye una determinada
conducta que da lugar a que la relación matrimonial se quiebre, empero puede y
de hecho existen supuestos que no dependen de la voluntad de ninguno de los
cónyuges, pero que imposibilitan la vida en común, como puede ser el caso de
uno de los cónyuges que por desgracia deviene en incapacidad absoluta,
convirtiéndose por su insanía un peligro para todos (esquizofrénico, paranoico) y
en esa medida, y pese al deber de asistencia entre los cónyuges, lo objetivo del
caso es que esa pareja ya no pueda seguir compartiendo la vida en común; ahora
bien, presentado un caso como el planteado, el juzgador deberá sopesar la
situación del cónyuge sano y resolver amparándose en la causal bajo comento,
aun cuando ello pareciera una falta al deber de asistencia entre los cónyuges.
BIBLIOGRAFIA:
CABELLO MATAMALA, Carmen Julia (2001). “Divorcio ¿remedio en el
Perú?”. En: Derecho Pucp, n. 54, Lima: Pucp, pp. 401-418.