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El desvanecimiento es una técnica de modificación de conducta que implica la eliminación gradual de las ayudas que han facilitado la emisión de un comportamiento, asegurando que la conducta se mantenga ante estímulos normales del entorno. Primero se usan múltiples ayudas para que la conducta ocurra, luego se retiran escalonadamente para que la conducta continúe ante estímulos más naturales. El desvanecimiento ha demostrado ser más efectivo que otras técnicas y se ha aplicado con éxito en el aprend
El desvanecimiento es una técnica de modificación de conducta que implica la eliminación gradual de las ayudas que han facilitado la emisión de un comportamiento, asegurando que la conducta se mantenga ante estímulos normales del entorno. Primero se usan múltiples ayudas para que la conducta ocurra, luego se retiran escalonadamente para que la conducta continúe ante estímulos más naturales. El desvanecimiento ha demostrado ser más efectivo que otras técnicas y se ha aplicado con éxito en el aprend
El desvanecimiento es una técnica de modificación de conducta que implica la eliminación gradual de las ayudas que han facilitado la emisión de un comportamiento, asegurando que la conducta se mantenga ante estímulos normales del entorno. Primero se usan múltiples ayudas para que la conducta ocurra, luego se retiran escalonadamente para que la conducta continúe ante estímulos más naturales. El desvanecimiento ha demostrado ser más efectivo que otras técnicas y se ha aplicado con éxito en el aprend
El desvanecimiento es otra de las técnicas de modificación de conducta y hace
referencia a un cambio gradual de la conducta. Técnicamente, el desvanecimiento que a veces se ha traducido también por atenuación - se define como un proceso de intervención en el que se eliminan progresivamente las ayudas que han facilitado la emisión de una conducta, al tiempo que se garantiza el mantenimiento de esta conducta y su emisión ante estímulos discriminativos normales del entorno del sujeto. En un primer momento del proceso se incorporan múltiples ayudas para que la conducta tenga lugar de forma idónea, y parte de esta facilitación se basa en el empleo de estímulos discriminativos especialmente nítidos. Una vez que la emisión de la conducta está consolidada, se programa la eliminación de estas ayudas de manera escalonada y de forma que siga emitiéndose la conducta y cada vez ante estímulos más próximos a los naturales. De forma habitual, se utiliza el desvanecimiento en el aprendizaje de conductas motoras, por ejemplo, al ayudar a un niño a patinar (apoyado en una barandilla, acompañado de la mano, con determinadas instrucciones verbales, etc.) o aprender a montar en bicicleta (primero con ruedines, luego sujeto por otra persona, etc.); También es corriente ayudar a los niños a hacer cuentas, primero utilizando los dedos, luego monedas, etc., que finalmente se dejan a un lado. En general, estos procedimientos son asistemáticos, mientras que en la intervención conductual se practica un análisis y se programa cada estímulo discriminativo y cada ayuda que se usa, además de estipular en qué momento se retirarán. Tras décadas de investigación, los procesos de desvanecimiento han demostrado mayor eficacia que otras técnicas de aprendizaje, como el clásico ensayo y error. Hoy en día, un entrenamiento por medio del desvanecimiento que evita errores se considera mejor porque ahorra tiempo, no genera frustración y favorece la motivación en el aprendizaje. Para aplicar el desvanecimiento, hay que poseer previamente determinadas conductas. Seguramente, la más importante es la imitación, pues uno de los principales apoyos para conformar una nueva conducta se basa en poder hacer o decir lo que muestra primero un modelo. Igualmente, para niveles de aprendizaje más desarrollados, puede recurrirse a una información verbal que aliente a la acción. Ahora un caso real llevado a cabo con un niño autista y expuesto en el manual de Martin y Pear. Este niño, Pedro, imitaba muchas de las palabras que oía, incluidas la preguntas que le dirigían. Por ejemplo, cuando se le preguntaba "¿Cómo te llamas?", repetía "¿Cómo te llamas?". Por tanto, adolecía de un control de estímulos inapropiado pues las preguntas evocaban respuestas de mímica en vez de contestaciones pertinentes. Para enseñar a Pedro a responder correctamente, se programó un desvanecimiento siguiendo estos pasos. La terapeuta se ponía delante de él y en voz muy baja le preguntaba: "¿Cómo te llamas?" Y ella misma, adelantándose a Pedro, decía en alta voz: "Pedro". El niño la imitaba a continuación y decía "Pedro", lo que era reforzado por la terapeuta con una ficha muy del agrado del niño, además de un reforzador social. Progresivamente, la terapeuta fue normalizando el volumen de la pregunta y disminuyendo el volumen de la respuesta ("Pedro"), lo que reforzaba de forma continua. Al cabo, la terapeuta preguntaba con un tono natural "¿Cómo te llamas?" y únicamente movía los labios con la respuesta; no obstante, Pedro continuaba diciendo en alto su nombre y obteniendo su reforzador, en el que cada vez pesaba más el social. Al final, la terapeuta ya no tenía que hacer ningún movimiento con la boca y el niño continuaba respondiendo adecuadamente. Aplicación del desvanecimiento Como en todos los casos, resulta fundamental una correcta secuenciación de todos los pasos del desvanecimiento, en el que se tienen en cuenta, como se habrá advertido por los ejemplos, las ayudas, los estímulos discriminativos y los reforzadores. Les voy a detallar los elementos que han de considerarse para una correcta aplicación. 1. Selección del estímulo final deseado: En primer lugar, se debe tener claro el estímulo final que, al cabo del procedimiento, evocará la conducta correcta. Naturalmente, debe ser un estímulo semejante al del entorno natural donde debe desarrollarse el comportamiento, de lo contrario será imposible la posterior generalización. Así, como se acaba de describir en el caso de Pedro, lo deseable es que pronuncie su nombre alto y claro exclusivamente ante el estímulo "¿Cómo te llamas?".
2. Selección del estímulo inicial: El proceso de desvanecimiento tiene
que iniciarse con un estímulo evocador que, con una alta probabilidad, lleve a emitir la conducta deseada. Así, en el ejemplo de Pedro, al tener tan instaurada la conducta imitativa, cabía pensar que dijese su nombre en alto tras hacerlo la terapeuta. Para ser más precisos, en el ejemplo el estímulo inicial era tanto la pregunta "¿Cómo te llamas?" en voz baja como la afirmación "Pedro" en voz alta. Como en el caso del moldeamiento, este tipo de estímulos tiene una función instigadora. Si con los estímulos elegidos no se produce con claridad la conducta habrá que añadirle otros elementos que la faciliten. No importa utilizar muchos, lo fundamental es que evoquen con seguridad la respuesta correcta.
3. Programación del desvanecimiento: Tras la primera fase "aditiva" y
la consolidación de la conducta correcta, llega el momento de ir eliminando las ayudas y modificando, por tanto, los estímulos. Este proceso de retirada debe ser tan gradual como permita la estabilidad de la conducta.
Es lo mismo que estipular cuántos ensayos o repeticiones habrá que
efectuar en cada una de las siguientes fases de desvanecimiento, por lo que la observación debe hacerse de forma continua. Si en el proceso aparecen demasiados errores, se han desvanecido los apoyos con demasiada rapidez. En este caso, se retrocederá hasta un punto donde el número de errores sea muy pequeño. No obstante, tampoco hay que abusar de las ayudas si realmente no aportan mucho. Para eliminar las señales de forma gradual, se deben tener en cuenta distintos parámetros. Los más característicos son: 1) disminuir su frecuencia de aparición (por ejemplo, dar cada vez menos indicaciones verbales); 2) disminuir su intensidad (por ejemplo, pedir algo cada vez con una voz menos audible); y 3) aumentar su demora (por ejemplo, dejando pasar más tiempo entre una y otra de sus apariciones). El modificador puede servirse de todos o solo de alguno de ellos.
4. Selección de los reforzadores: Lógicamente, se emplearán
reforzadores capaces de sostener la conducta con estabilidad, pero, como se ha visto en el ejemplo, la combinación de reforzadores materiales con sociales resulta muy aconsejable. Al final del proceso la emisión de la conducta deberá quedar asegurada solo con los reforzadores naturales.
Campos de aplicación del desvanecimiento
El desvanecimiento se ha puesto en práctica de forma exitosa con multitud de aprendizajes, pero, como ya se comentó, su campo de aplicación predominante ha estado en el ámbito de la educación especial. Algunos ejemplos especialmente reveladores de su eficacia se presentan en los siguientes puntos: 1) la enseñanza de un vocabulario determinado a niños con ecolalia que es una (Perturbación del lenguaje que consiste en repetir el enfermo involuntariamente una palabra o frase que acaba de oír o pronunciar él mismo.) (como se ha presentado con el ejemplo que les explique de Pedro); 2) también se emplea en la enseñanza del dibujo de letras y de la lectura de palabras (por ejemplo, pintando encima de letras parcialmente dibujadas con rayas que luego van difuminándose hasta desaparecer); 3) también en la autodirección de movimientos en personas con afasia (para el caso de las personas incapaces de asociar sus respuestas motoras con sus propias auto instrucciones de moverse en una determinada dirección. Aquí el terapeuta primero dice en voz alta las instrucciones y el paciente lo imita mientras se le guía físicamente hacia el movimiento correcto. Luego, el terapeuta elimina gradualmente tanto la guía física como sus instigaciones verbales y, al final, el paciente debe guiar su conducta motora mediante sus propias auto instrucciones) ; 4) también se emplea en la potenciación de la conducta de habla ante otras personas en niños con mutismo selectivo que esto es una afección por la cual un niño puede hablar, pero deja de hacerlo súbitamente. Ocurre a menudo en la escuela o en contextos sociales. (en estos problemas se trata de retirar progresivamente a las personas más familiares a las que el niño se dirige y al tiempo se introducen otras personas extrañas). Un ejemplo aplicado: fue en el caso de una joven llamada Daniela Daniela es una joven de veintiséis años que acude a consulta con un estado depresivo. Entre otras conductas problema características de este cuadro, manifiesta que le cuesta muchísimo levantarse de la cama por las mañanas. Con el objetivo de cambiar esta situación, se le dieron determinados apoyos para facilitar que madrugara y pudiera salir pronto de casa. Las ayudas fueron: que un familiar la ayudara a levantarse todas las mañanas, la ayudara a asearse y a vestirse, y que una amiga la acompañara del brazo a dar un paseo todas las mañanas. M (Modificador): Bueno, Daniela, ya llevas tres semanas con las ayudas que pusimos para que te fuese más fácil levantarte por la mañana y salir de casa. ¿Qué tal te ha ido esta última semana? D (Daniela): Pues la verdad es que estoy mucho mejor y noto como si tuviese más energía por las mañanas. M: Eso está genial, como veo que evolucionas muy bien y ya ha pasado un tiempo razonable, vamos a empezar a quitar algunas de esas ayudas para que dentro de poco dejes de depender de ellas. ¿Qué te parece? D: ¿No puedo seguir con ellas? M: No, Daniela. Como ya hablamos, estas ayudas eran temporales para que fueses mejorando, y ahora que estás mejor tenemos que comenzar a retirarlas poco a poco para que esa mejoría se consolide, veas que encontrarte menos mal depende de ti y encaminarnos hacia una vida más normal, como tenías antes. Piensa si para una persona adulta como tú es lógico depender de alguien para que le levante, le asee, le vista y le acompañe a pasear siempre. D: Sí, es verdad. Vale, de acuerdo. Y... ¿por dónde empezamos? M: Podríamos empezar así: durante esta semana vas a probar a ponerte algunas prendas de vestir tu sola. ¿Qué te parece? D: De acuerdo. [Pasa una semana.] M: Bueno, Daniela, cuéntame. ¿Qué tal la semana? D: Un poco mal, la verdad, porque no era capaz de decidir qué ponerme y al final mi madre me cogía cualquier cosa y me lo ponía. M: Vale. ¿Esto pasaba todos los días o había días que decidías qué ropa ponerte? D: No. Hubo un par de días que me puse la ropa. M: Eso está muy bien. ¿Por qué crees que esos días sí lo hiciste? D: No tengo ni idea. M: ¿Estabas sola o acompañada? D: Estaba sola. M: Los días en los que no pudiste decidir qué ponerte, ¿estabas sola? D: No, estaba mi madre. M: ¿Crees que puede influir? D: Es posible. No sé. M: ¿Qué piensas cuando está tu madre contigo? D: No sé... Bueno sí: que como se queda ahí mirándome, me agobio un poco. M: De acuerdo. Entonces vamos a hacer esto: durante esta semana vamos a intentar que tu madre no esté presente mientras eliges la ropa te vistes. ¿Te parece bien? D: Sí, de acuerdo. [Pasa una semana.] M: Hola, Daniela. ¿Qué tal la semana? D: Esta semana la verdad es que ha ido mejor que la anterior. He conseguido vestirme sola todos los días. M: Muy bien, Daniela. Estás progresando muy bien. D: Muchas gracias. M: Y vamos a avanzar otro paso. Como ya está el tema de vestirse, empezaremos por levantarte tú sola, como lo hacías antes de todo esto: programándote la hora en el teléfono móvil. ¿De acuerdo? D: ¡Buf! Sé que me va a costar, pero también sé que luego todo esto me anima, cuando lo logro. En realidad, ya no me hace tanta falta que me premien y feliciten mis familiares tanto, sino que me lo digo yo misma. M: Genial. Empecemos por una hora no excesivamente temprana, pero poco después de lo que te levantaba tu madre. [Y ahí se sigue la aplicación hasta el desvanecimiento de todas las ayudas.] En conclusión, El desvanecimiento es un modificador de conducta que se trata de acompañar la conducta de otra persona mediante ayudas (verbales, físicas…) para convertirla en conducta deseada. En este sentido, estas ayudas se deben ir retirando con el paso del tiempo hasta que la persona sea capaz de realizar la conducta deseada por sí misma, sin necesidad de recibir ayudas.
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