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Para la primera década del siglo XX, en Colombia persistía un modelo feudal en la
distribución de la tierra, en el cual, los colonos y los grandes hacendados tenían un
conflicto permanente por el territorio. Por una parte, el Estado quería mediar estas
tensiones creando la Ley 61 de 1874 por la cual “quien cultiva la tierra baldía es su
propietario legal”, en donde es evidente que empieza a surgir una transición entre lo que
venía siendo un latifundio improductivo, al estímulo de la agricultura y desarrollo de
materias primas para la exportación. Pero, por otra parte, los conflictos seguían tomando
altura en la medida en que los hacendados no tenían respeto por las leyes y empezaron a
tomar retaliaciones en contra de los colonos que querían titular sus tierras ya que se habían
dedicado a cultivarlas.
Los conflictos persistían en los territorios, sobre todo en tierras calientes y de clima medio
entre las tres cordilleras, y surgieron entonces los primeros grupos organizados de colonos
que querían recuperar los territorios baldíos que estaban en manos de los hacendados
latifundistas, a lo cual hasta la misma policía estaba en favor de los hacendados, ya que
estos tenían influencias económicas y políticas que les permitían poner a los mismos
gobernadores de su lado. Al llegar los colonos a reclamar propiedad de estos territorios,
los hacendados con ayuda de la policía los expulsaban, pero la resistencia de los colonos
era evidente y en bien se marchaba la fuerza pública volvían al terreno con lo cual los
hacendados tenían serios disgustos y comenzaron a organizar patrullas que custodiaban
las tierras y hostigaban a todo aquel que quisiera entrar a tomar posesión.
En medio de todo el desequilibrio social, económico y cultural, para el año 1930, llego la
esperanza de un cambio para el país, pues terminaban 50 años de hegemonía conservadora en el
poder, y se posesionaba el gobierno del partido liberal, dando inicio así al periodo denominado
como la república liberal. Con este cambio de gobierno, vinieron diversas reformas, pero las
primordiales se dieron en el ámbito educativo, para el cual se tenía como propósito incluir a la
mayor cantidad de la población, tanto urbana como rural, en estos procesos de formación, ya
que los niveles de analfabetismo eran altísimos, y para lograr esa transición a una modernidad,
se requería una población educada, pues aquella que no, se convertía (para los ideales de
sociedad creados en ese momento) un lastre que debe ser cargado por la ciudadanía educada. En
palabras del presidente liberal López Pumarejo: «El colombiano analfabeto por culpa de los
poderes públicos no es solamente ignorante, sino la carga más pesada para el resto de
los compatriotas, que han de sobrellevarlo, insensiblemente, como una impedimenta en
la economía nacional, como el lastre de la república para alcanzar su pleno desarrollo».
Siguiendo esta premisa, el gobierno implementó varios programas con el fin de llevar
de manera integral una educación a toda la población, pensando incluso en atender a las
necesidades de higiene de las personas. No obstante, el principal problema con el que se
encontraron, fue con el de la falta de docentes en el país, y es por ello que se debieron
conformar primero las llamadas normales, en las que se formaran los docentes para la
república liberal. A pesar de que estas instituciones cumplían bien su labor, la ambición
del modelo educativo propuesto por Pumarejo, exigía de más a los docentes,
extralimitando sus funciones a tal punto de pedirles que enseñasen higiene y religión a
sus estudiantes, pero los docentes no tenían esa preparación, por lo que los proyectos
fracasaban. También existía (en la mayoría de los casos aún persiste) el grave problema
de la infraestructura, y no solamente vial sino también la de las escuelas, pues existía
hacinamiento, falta de instalaciones adecuadas, carencia de indumentaria, entre otros
miles de problemas, y en muchos casos los docentes que provenían de las grandes
ciudades, no tenían un fácil acceso al territorio, impidiendo así muchas veces que fuesen
a desempeñar su labor.
Para la república liberal la modernización debía tener como primer paso la educación y
tecnificación de la mano de obra y del campesino, de allí la insistencia con reducir por
lo menos los índices de analfabetismo, pero esto era una empresa realmente compleja
por los factores que ya se han descrito, no obstante, se debe hacer un análisis crítico de
esta situación, ya que a pesar de que existía una voluntad real por parte del gobierno
para poder mejorar las condiciones de vida de la población, todo esfuerzo conducía
finalmente a la adhesión del país al modelo capitalista, en el cuál Colombia jugaría un
papel casi que esclavista para las grandes potencias, es decir, solo las élites y poderosos
del país podrían alcanzar ese bienestar pleno de pertenecer a este modelo, pero detrás
estaba toda la población campesina, los trabajadores asalariados, que tenían ya un
destino marcado: el tener una vivienda pequeña, una familia no muy numerosa, un
sistema de salud indigno, una educación mediocre para sus hijos y un trabajo que en
realidad lo convertía en un esclavo moderno, ya instalado en la ciudad, Las
posibilidades estaban limitadas, la participación política se resumía únicamente en el
voto, y las condiciones sociales aún devenían de un desequilibrio de poderes
económicos, es decir, la historia si había cambiado, pero de fondo se encontraba lo
mismo, solo que ahora no era el señor feudal el poderoso sino el capitalista y dueño de
las materias primas el que controlaba las dinámicas económicas y cada vez se hace más
rico a costa del trabajo de los asalariados.
“Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie, nadie va a venir
a salvarlos”. Jaime Garzón (24 de octubre de 1960-13 de agosto de 1999).