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la
Divinidad
Disertaciones del Dr. John S. Hislop
longseller
Buscando la Divinidad
Título original: Seeking Divinity
© Longseller, 2001
Casa matriz: Avda. Corrientes 1752
(C1042AAQ) Buenos Aires - Argentina
Internet: www.longseller.com.ar
E-mail: ventas@longseller.com.ar
ISBN 987-9481-56-9
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Esta montaña era el Govardhana, que Rama (como el niño Krishna) le-
vantó sobre Su dedo y mantuvo en alto durante siete días para salvar a los
pastores de Gokul de las terribles lluvias que Indra se atrevió a causarles. Yo
le conté esta historia a Hislop, cuando me preguntó si las cosas inanimadas
también tienen emociones y sentimientos de desilusión y desesperación.
La ocasión fue en el Dharmakshetra, en que Yo pedí que trajeran alrede-
dor de cien saris para poder escoger algunos que serían distribuidos entre las
mujeres trabajadoras de Anantapur, quienes estaban ayudando a construir el
Colegio Sathya Sai de esta ciudad. Seleccioné noventa y seis e indiqué que de-
volvieran los restantes a la tienda. Dejé a un lado los cuatro, y los noventa y
seis fueron guardados en Mi cuarto.
Más tarde, cuando pasé por una mesa sobre la cual se encontraban los cua-
tro saris rechazados, Hislop estaba parado junto a ella. ¡Se descubrió que de
la caja de cartón que contenía los cuatro saris, caían lágrimas! Los saris esta-
ban llorando por no haber obtenido Mi aprecio y haber sido declarados inade-
cuados. Sí, habían derramado lágrimas.
Ustedes se preguntarán si esto puede ser posible. Yo contesto: no hay nada
en este mundo que no tenga corazón, que sea incapaz de sentir alegría o pe-
sar, sólo que ustedes deben tener el ojo para ver, el oído para escuchar, el cora-
zón para responder”.
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Swami es mi héroe. No puedo pensar en cualidad heroica alguna que no
esté ejemplificada en la vida de Swami. En consecuencia, Él es mi héroe. Lo
seguiría hasta los confines de la tierra. Más aún, estoy convencido, sin ningu-
na duda, de que Él es divino.
Dr. John Hislop
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Bhagavan Sri Sathya Sai Baba
Prashanti Nilayam Distrito de Anantapur
Seremos juzgados no por el credo que profesemos ni por la etiqueta que lle-
vemos puesta ni por el lema que proclamemos, sino por el trabajo, la laborio-
sidad, el sacrificio, la honestidad y la pureza de carácter. Realicen el cielo den-
tro de ustedes y de inmediato todos sus deseos serán cumplidos, todo dolor y su-
frimiento llegará a su fin. Sientan su ser por encima del cuerpo y sus cir-
cunstancias, por encima de la mente y sus motivos, por encima de sus pensa-
mientos de éxito o temor. La gran causa de sufrimiento en el mundo es que la
gente no mira dentro de sí, confía en las fuerzas externas.
Con amor
Sri Sathya Sai Baba
30-9-80
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Nota editorial
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Introducción
1 Dr. John S. Hislop: Mi Baba y yo. Buenos Aires, Ed. Errepar - Longseller, 1997.
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Con esa declaración, John Hislop viajó a los rincones más remotos
de la tierra, incursionando profundamente durante años, en el Budis-
mo, la Teosofía y la Meditación: siempre buscando la Verdad espiritual.
Mientras iba de un centro espiritual a otro, el Dr. Hislop no tenía
la menor idea de que pasarían cincuenta años antes de que fuera guia-
do al Avatar viviente del siglo XX, Sri Sathya Sai Baba, en la India. Así
comenzó el capítulo más emocionante de su vida.
A partir de ese momento hasta el fin de sus días, el Dr. Hislop tra-
bajó en forma incansable, como exponente de la filosofía de Sai Baba
para Occidente.
Cuando Jack Hislop emprendió en 1993 su gira internacional por
los Centros Sai, ignoraba que ya entonces estaba sufriendo la enfer-
medad que terminaría con su vida.
La devoción, el compromiso, la certidumbre del mensaje de Sai que
él llevaba a esos centros, superaba cualquier sufrimiento físico que un
anciano de casi 90 años pudiera normalmente experimentar durante
semejante viaje. Ningún inconveniente corporal pudo impedir que en-
tregara la filosofía espiritual de Sai Baba a aquellos devotos ávidos de
escuchar las percepciones directas que el Dr. Hislop tuvo del Avatar.
Este libro comprende sólo una parte de las innumerables charlas
que el Dr. Hislop dio en los últimos veinticinco años.
Queremos agradecer a los devotos de muchos países, que tan bon-
dadosamente enviaron cintas grabadas de sus charlas. Reciban nues-
tros especiales elogios quienes trabajaron durante muchas horas trans-
cribiendo, redactando y preparando el texto.
Con profundo respeto ofrecemos nuestro supremo amor y grati-
tud a Bhagavan Sri Sathya Sai Baba, por Su inspiración y aprobación
de este libro.
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Prefacio
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Después de muchos, muchos años —y muchas decepciones—, a la
edad de 63 años, se encontró a los pies de Swami; sintió una conmo-
ción en su corazón y supo que había hallado la fuente de la verdad. Des-
de entonces dedicó su vida a difundir esa verdad, compartiéndola con
otros y beneficiando al mundo con su enseñanza.
La otra cualidad de Jack, que realmente me impresionó, fue su in-
creíble humildad. Permítanme hacerles partícipes de una conversación
que mantuvimos. Cuando se sintió más enfermo y más débil, me expre-
só lo extraño que encontraba que muchos de los devotos del lugar, de-
dicaran tanta energía y tiempo para ayudarlo. Le dije: “Bueno, Jack,
considera, ellos te están muy agradecidos. Tus libros les han sido fuente
de gran inspiración. Para todos nosotros, tú has sido un gran modelo
respecto de cómo vivir nuestras vidas y cómo relacionarnos con Dios.
La gente está agradecida por ello. Tú has tenido un rol singular en el Sai
Avatara. Has traído las enseñanzas de Swami a Occidente”. Él sacudió
su cabeza y dijo que no comprendía por qué le cupo este rol especial. Le
dije: “Jack, para mí, no es un misterio. Swami Mismo dijo que tú eras un
devoto poco común, suave por fuera, pero por dentro como una roca”.
Así era él: tenía una voluntad de hierro, aunque todos sabíamos que
era un hombre tierno. Le dije: “Jack, tienes la mente más analítica que
jamás haya encontrado, y eres el buscador de la verdad más consagra-
do que yo haya conocido. No piensas en absoluto en tu propio bie-
nestar; estás siempre preocupado por el bien de los demás”. Creí que
esto explicaba muy bien por qué Swami lo había elegido. Él sólo sacu-
dió su cabeza y dijo: “Todavía no entiendo por qué Swami me eligió”.
Tal era su humildad. Para mí, él fue siempre el modelo de cómo vivir
la vida y cómo enfrentar el sufrimiento y la muerte.
Me gustaría compartir una pequeña anécdota que tuvo lugar hace
dos años. Mi esposa Madeleine y yo visitábamos con regularidad a
Jack y a Victoria. En una ocasión, le hablamos a Jack respecto de
nuestro plan de pasar unas vacaciones en Tahití. Él me contó que
siendo joven, había estado allí un año y hablamos de aquel año. La
próxima vez que lo visitamos él había buscado algunas fotografías su-
yas tomadas en Tahití cuando tenía 18 años; maravillosas fotografías.
En verdad, valoré ese gesto.
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Más tarde, como su salud estaba declinando, yo quería tener un re-
cuerdo de nuestra amistad y pensé en su foto a los 18 años, en Tahití.
Jack y Victoria acababan de mudarse y muchas cosas habían sido pues-
tas en cajas. Su salud era delicada y yo no quería que se molestara en
buscar la foto que yo suponía perdida en alguna parte.
Pero durante semanas y semanas pensé en la foto. Un día fui a ver
a Jack, y él estaba sentado en su silla de ruedas en su pequeña oficina.
Me saludó como de costumbre: “¡Pasa hombre, me alegro de verte!
Mira lo que encontré”. Y me mostró el negativo de la fotografía que
yo quería. Quedé maravillado. Le dije: “¿Dónde la encontraste?”. Res-
pondió: “Bueno, estaba sobre mi escritorio esta mañana cuando en-
tré”. Le pregunté: “¿De dónde vino?”. “No sé”, fue su respuesta. Le
conté entonces de mi gran deseo por esa foto y él, alcanzándome el ne-
gativo, dijo: “Bueno hombre, tómala”. Tal era su generosidad, tenía
muy poco apego por el mundo, aun cuando había tenido gran éxito en
él. Estaba siempre concentrado en Dios.
Hacia el final, me pidió que les transmitiera a los devotos que se ha-
bían preocupado por él, que no sentía ni dolor ni temor. Su mensaje
para ellos era cultivar su devoción por Swami y continuar sirviendo a
la humanidad. Me dijo que la lección espiritual más importante que
había aprendido era tener siempre en la mente a Dios, recitando cons-
tantemente Su Nombre.
Al leer este libro de los discursos de Jack, puedo otra vez imaginar-
me sentado, escuchando sus palabras, porque ellas captan muy bien su
peculiaridad, su humor, su compasión, su sabiduría y bondad, la esen-
cia que hizo de él un maestro tan singular y un noble devoto de Bha-
gavan Sri Sathya Sai Baba.
Sai Ram
W.G.
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San Diego, California,
4 de febrero de 1986
El comienzo de la dualidad
Swami dice que la creación es interminable y que la primera expan-
sión en dualidad de la conciencia indivisible, esto es, considerándola co-
mo un objeto, se manifiesta como el granito, como la roca. Luego dice
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que la roca muere y renace como árbol. Después de toda esa experien-
cia, el árbol muere y renace como animal; y después de esa larga, lar-
guísima experiencia, el animal asciende al estatus de ser humano. Más
allá de eso, hay en este viaje un total de siete pasos que llevan a la mani-
festación, a la multiplicidad y luego, de regreso al corazón, a la unidad.
Hay: roca, vegetal, animal, humano, sobrehumano, cósmico y divino.
Nuestro amigo de México está aún comprometido con ese flujo ex-
trínseco de vida que desemboca en la manifestación. Entonces, ¿qué es
lo que está mal? Pues bien, puede durar millones y millones de años y
millones y millones de encarnaciones. Todo es perfectamente válido.
En realidad, no hay ninguna razón para que alguien siga una vida es-
piritual y trate realmente de encontrar la verdad esencial acerca de las
cosas, si no siente en sí mismo ese impulso para hacerlo. Hacer prose-
litismo y apremiar a las personas para que emprendan una vida espiri-
tual, es sólo efectivo si ellas están preparadas para eso. Quizás entonces
habrán hecho el mayor bien que es posible hacerle a alguien. Pero, en
general, el mundo no está listo para eso, nunca lo estará porque a tra-
vés de esta evolución progresiva, lo que hay es una llegada constante a
la dual manifestación de vida.
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Mucha gente no quiere liberarse, es decir, no quiere encontrarse a
sí misma. Desea estar entregada a la vida. Regresar una y otra vez pa-
ra disfrutarla. Ustedes encontrarán a muchos que les dirán eso, inclu-
so gente con pocas posibilidades.
Nirvana
En la forma del Budismo del norte, existe el concepto de que uno
llega justamente hasta el borde mismo del nirvana2, de la liberación, pe-
ro se detiene allí y disfruta más de la vida y goza más ayudando a otros.
Muchos le dicen a Swami: “Yo no quiero fundirme con la flor (Dios),
quiero ser como la abeja que llega y disfruta de la miel (la vida)”.
Pero de un modo u otro, ustedes se habrán dado cuenta de que
los deseos que se han esforzado en satisfacer, no dan satisfacción du-
radera. Por ejemplo, tenemos un deseo, tratamos en lo posible de
hacerlo realidad y, a menudo, se vuelve una carga para nosotros.
2 Nirvana: El estado de unión con Dios, con la mente en perfecto equilibrio, sin que
la afecten las experiencias, sean buenas o malas.
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Para fundirse en Swami está el camino de la devoción, y para que
Swami lo haga con uno, el camino del conocimiento, el camino del de-
sapego. Él dice que uno debería desapegarse totalmente del mundo
objetivo sensorio o bien conocer y visualizar la Divinidad en el mun-
do objetivo y adorar esa Divinidad. Este último es el camino de la de-
voción, y es el que Swami recomienda. El camino de la devoción, el de
la fusión en Dios es aquél en el cual todas nuestras limitaciones desa-
parecen como un sueño, como una nube en un ventoso día de sol —se
desvanecen así naturalmente, sin ningún esfuerzo— hasta que al fin
comprendemos que no somos diferentes de Dios, que Dios está en el
corazón y que sólo Dios existe. Ésa es la libertad final y esencial, la re-
alización de que todo es Dios. Cualquier apariencia de lo contrario es
sólo ilusión temporal y pasajera.
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Esclareciendo la mente y el corazón
Si uno es intelectualmente honesto, entonces tendrá que trabajar a
través de sus dudas. Si uno no trabaja a través de sus dudas, en el ca-
mino devocional, dejémosle entonces entrar en el otro camino; el ca-
mino que está abierto a todos, el de la inteligencia, el análisis, el desa-
pego. Este camino puede ser lento y difícil, pero nadie puede fracasar
en él. Por eso, si el devoto se da cuenta de que no puede entregarse en
devoción al Señor, déjenle entonces tomar el camino de jnana, el ca-
mino del conocimiento, el camino consagrado por el tiempo, que con-
duce a la comprensión de la vida.
Swami dice que el único propósito del sadhana —de la disciplina es-
piritual— es la purificación de la mente y del corazón. Swami y los sa-
bios de la antigüedad nos dicen que cuando la mente y el corazón es-
tán purificados, toda la verdad, como un rayo, llegará al corazón y a la
mente. Será el final de la ilusión, el final del engaño y el final del do-
lor y el sufrimiento.
Cualquiera de estos caminos esclarecerá la mente y purificará el co-
razón. Ahora es una buena oportunidad y deberíamos aprovecharla.
Cualquier pregunta que cruce por sus mentes, cualquier interrogante
que surja, por favor, formúlenlo porque ayudará a todos.
Preguntas y respuestas
Pregunta: ¿Existen muchos mundos acerca de los cuales nada sa-
bemos?
Hislop: Lo que él en realidad está preguntando es: ¿hay en otros lu-
gares muchos mundos chocándose entre sí, o por el contrario, se en-
cuentran totalmente separados? En otras palabras, ¿hay un mundo real
de procesos y energía y objetos, que existe independientemente de no-
sotros? La respuesta que los sabios dan a esa pregunta —y es una pre-
gunta que surge una y otra vez—, es que en realidad no hay forma de
saberlo. La razón es que todo cuanto conocemos de las cosas, es la per-
cepción de un estímulo en uno de los órganos sensoriales: tacto, olfato,
oído, gusto o vista. Después, esa impresión sensorial es llevada al cere-
bro, a la mente, a la memoria, donde el sentido común nos dice que co-
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rresponde a esa experiencia particular. Para que nosotros sepamos si,
real y verdaderamente, existe algo fuera de nosotros, los sentidos ten-
drían que saberlo. Pero los sentidos no pueden saber, ellos sólo nos in-
forman cuáles son las modificaciones.
Los sabios prosiguen diciendo que, aun si fuera así, que hubiera tal
existencia genuina, algo fuera de nosotros, fuera de nuestras propias
mentes, realmente no importaría, porque nuestras necesidades orgáni-
cas que se relacionarían con este universo real exterior a nuestras men-
tes —fuera de nuestra piel— son muy, muy escasas. Sólo algo para be-
ber, algo para comer y eso es todo. Lo que todos hacemos es vivir en
un mundo que hemos creado para nosotros mismos, con nuestra ima-
ginación, a través de nuestros deseos. Es como un bebé que está dur-
miendo en la cama junto a sus padres y tiene un sueño en el que es he-
rido gravemente y está sufriendo mucho. Los padres no pueden hacer
nada para salvar al niño, de ese mundo onírico de experiencia de dolor
y sufrimiento. Pero si el niño tan sólo despertara, entonces automáti-
camente desaparecería ese mundo de desdicha y dolor.
Todos vivimos en mundos que hemos creado mediante nuestros de-
seos. Si alguna vez queremos formular la pregunta correcta, ésta sería:
¿Existe un mundo real más allá de estos sueños, que hemos ideado a
partir de nuestros deseos y que llamamos realidad? Swami y los santos
siempre dicen que es pueril hacer esa pregunta justamente ahora. No
vendrá ninguna respuesta. Lo que uno debe hacer primero es encon-
trar su verdadero ser, comprender su propia realidad, entonces formu-
lar la pregunta. Luego, la respuesta será perfectamente clara.
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ro con mi mente y con mi comprensión, puedo liberarme totalmente
de esa ilusión y darme cuenta de que Dios es todo.
Pueden ver un ejemplo de esto en su propia cocina. Tienen una he-
ladera en la que hay cubos de hielo, duros, fuertes y fríos. Pueden to-
mar uno y golpear a alguien con él, y lo lastimarán. En esa misma co-
cina hay agua que sale de una canilla y que ustedes ponen en la pava,
para hervirla y preparar té o café. Si introducen la mano en la pava, el
agua les quemará la piel. El mundo de la dualidad. Bien, ¿hay algún
problema para enfrentar eso? No. No estamos confundidos. Sabemos
que fundamentalmente todo es agua. No decimos que hay tres sustan-
cias diferentes. Eso sabemos cuando el vapor se enfría y el hielo se de-
rrite y todo se transforma nuevamente en agua. No tenemos problema
en entender esa situación.
Pasa exactamente lo mismo en esta habitación. Vemos todas estas
formas diferentes, todas estas personalidades diferentes y, sin embar-
go, podemos vivir con ese hecho físico. “Mantengan los cuerpos sepa-
rados, dejen que los corazones se junten” —dice Swami— y compren-
dan al mismo tiempo que por debajo de su realidad, ustedes son todos
uno con el Señor, con Dios Mismo.
El devoto Sai, por donde sea que camine, sea lo que fuere que mi-
re, sabe que a pesar de toda la apariencia, Dios es la única realidad, y
que por lo tanto, él también es divino. Todo es esa divinidad. Cuando
miramos a alguien, lo miramos traspasando su personalidad fastidiosa
y desagradable —más allá de que estemos tratando con el ladrón o con
el taxista—, lo miramos más allá de esa personalidad, y comprendemos
que la realidad de esa persona es Dios. Dios es la realidad de ese cora-
zón. Una persona se mueve. ¿Cuál es la energía que moviliza esa per-
sona? Una persona piensa. ¿Cuál es la energía que moviliza esa men-
te? Es la misma que impulsa tu mente y la mía. Es la energía univer-
sal. Es la fuerza que está detrás de la mente, detrás de todo. Concien-
cia universal, energía universal, ésa es la mente y ésa es la realidad de
todos y de cada uno. Sin esa energía, no podemos seguir viviendo más.
Los cinco elementos están todos allí. La base de la vida está allí. Ése
debería ser el sendero de la devoción, estar pensando siempre en Dios,
comprendiendo que nosotros no somos el Hacedor. Muevo mi mano
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y pienso que soy yo quien lo hago. ¡Qué ridículo! Es la energía lo que
mueve mi mano, y la mente le dice a la mano que se mueva. Además
la mente no soy yo, no es esta personalidad. Es lo mismo que les su-
cede a ustedes. Entonces el devoto asume todo eso y dice: “Eso no soy
yo”. Realmente ése no soy “yo”, es el Señor quien está haciendo todo.
Él es la Conciencia Universal. Ése es el camino de la devoción.
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se interiormente, examinar su propia vida, su propia historia y des-
cubrir cuándo alguna vez hicieron algo que fue incorrecto. Éste es
el comienzo del infortunio. Hiciste algo que era malo. Eso es el co-
mienzo. Hiciste algo malo, lo hiciste en aquel momento, pero aho-
ra no lo harías. ¿Por qué? Porque en el momento en que lo hiciste
no sabías que era malo hacerlo. Ahora lo sabes, así que no lo harías
otra vez. Entonces, si puedes percibir que están surgiendo en ti ma-
las acciones, te darás cuenta fácilmente del origen de todo el mal en
el mundo. El mal siempre lo hacen personas como tú y yo. Ése es el
comienzo del mal.
¿Cuál será su fin? El mal nunca terminará en forma total, porque
una nueva vida se está manifestando constantemente. Es eterno. Jamás
tuvo un comienzo, jamás tendrá un fin. Pero ustedes pueden liberarse.
Ustedes pueden salvarse.
Yo puedo salvarme despertando y prestando atención a lo que estoy
haciendo, cuestionándome acerca de ello, hablando con la gente, has-
ta lograr cierta comprensión respecto de lo que está mal y de lo que
debería hacerse. Entonces podemos ir al trabajo llenos de fortaleza y
corregirnos para no hacer aquello que cause un nuevo nacimiento y
más dificultades. Swami dice que toda acción que realizamos cons-
cientemente tiene resultados invisibles, el resultado invisible de oca-
sionar un nuevo nacimiento porque la acción no está terminada. Nues-
tra reacción a la acción debe inevitablemente producir su efecto.
Por eso, gente como nosotros, somos en extremo afortunados al
haber escuchado acerca de Sathya Sai Baba quien tan claramente nos
ha entregado estas enseñanzas. Piensen en los millones de personas del
mundo entero que nunca han oído hablar de Swami o nunca habrán
de conocerlo.
Pregunta: Usted nos habló acerca del hecho de que nosotros pro-
ducimos nuestras propias malas acciones, pero ¿qué sucede con las ac-
ciones que provienen de nuestro entorno o de la naturaleza? Me es di-
fícil comprender cómo una cultura, digamos, de unas cien mil perso-
nas, pudo tener un efecto kármico capaz de causar un desastre natural
para aniquilarlos. ¿Cómo puede ocurrir algo así?
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H: Swami dice que la acción consciente tiene resultados invisibles.
Que estos resultados invisibles producen desastres naturales como se-
quías, terremotos, huracanes, masacres interminables que han ocurri-
do en diversas partes del mundo; y gente de distintos lugares de la In-
dia realmente ha venido a ver a Swami, lamentándose amargamente de
que en sus tierras, durante mucho tiempo no ha llovido y que todos es-
tán pasando hambre por dicha causa. Swami les dice que ello se debe
a que han dejado de pedirle a Dios. “Regresen a sus hogares y retomen
los viejos hábitos de orarle al Señor.” Ellos lo han hecho y las lluvias
llegaron. Todo esto sucede en el reino invisible de la mente.
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porque Él puede concederles Su Gracia, y a ustedes puede sucederles
toda clase de cosas maravillosas.
Es muy simple. Sólo hagan lo que Él dice: ayuden a Sus criaturas,
las que estén necesitadas. Purifiquen sus mentes y sus corazones. Ob-
serven y experimenten su ego y dense cuenta de que ustedes no son el
ego. Ésas son las cosas que ayudarán a Swami a elevar la conciencia de
la Humanidad para impedir la destrucción del mundo a través de las
fuerzas del mal, que amagan.
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el tiempo. De esta manera, el camino del desapego o del conoci-
miento es un paso hacia atrás. No es éste, no es éste, no es éste.
Cuando todo haya sido desechado, entonces, a partir de lo que res-
ta y no haya podido ser dejado de lado, uno puede preguntarse: ¿Es
esto la realidad?
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Pregunta: ¿Podría usted contarnos la historia de su enfermedad?
H: Swami también otorga sobrevida. La esposa del Dr. Bhagavant-
ham le dijo a Swami: “Swami, no quiero morir hasta no verte en tu 50
cumpleaños”. Entonces Swami dijo: “Bien, no te preocupes, no te preo-
cupes. ¿Qué es esto de hablar de morir?”. De modo que ella vivió has-
ta haber presenciado el cumpleaños, y luego le dijo a Swami: “Swami,
ahora estoy dispuesta a morir”. Él le dijo: “Ésta es una conversación
ridícula. ¿Qué será de tu esposo?”. Ella respondió: “No me preocupo
en absoluto por él, sólo me importa Dios”. Swami contestó: “No, no,
vete ahora a vivir con tu hijo en Madrás y conoce al niño recién naci-
do”. Ella fue y vio al niño y entonces, en el camino de regreso mien-
tras se dirigían al aeropuerto, el hijo notó que nadie hablaba en el
asiento trasero. Miró hacia atrás y su madre estaba muerta. Swami me
dijo: “¿Sabes?, su vida natural había llegado a su fin antes de Mi 50
cumpleaños. Pero le prolongué la vida”.
Tengo una anécdota personal. Cierta vez, mi próstata repentina-
mente se agrandó y obstruyó la uretra. Me llevaron a un hospital en
Bangalore para operarme. Realizaron mal la operación y yo empeoré.
Swami dijo: “Conseguiré el mejor médico en la India”. Este “mejor”
doctor me examinó y dijo: “No operaré a este hombre. Por qué habría
yo de arruinar mi excelente reputación, él se va a morir”. Swami dijo:
“No te preocupes, Yo me haré cargo de todo”. De modo que el doctor
realizó la operación.
Eso me desconcertó —toda esta comedia— ya que Swami me pudo
haber curado con sólo un movimiento de Su mano ni bien comenzó la
molestia. ¿Por qué me hizo pasar días en total agonía? Yo no sabía si yo
estaba yendo o viniendo. Pero finalmente lo comprendí. Le dije: “Bien,
Swami, lo descifré al fin. Era la terminación de mi vida natural”. Swami
me dejó llegar hasta el fondo mismo y entonces me otorgó una vida adi-
cional. Swami dijo: “Sí, Hislop. Así es, finalmente lo lograste. Está bien”.
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beza o no. Los dos hombres que iban sentados a Su lado, nada vieron.
No comprendían por qué yo miraba a Swami de ese modo.
Por lo general, cuando miro a Swami, todo cuanto veo es fuerza. Él,
a mí no me parece un ser humano. Se parece a Dios, una potencia fan-
tástica. Repentinamente, el rostro que estoy acostumbrado a ver había
desaparecido y allí estaba la imagen más hermosa que jamás hubiera
visto. Estoy seguro de que nunca ha habido una pintura o fotografía o
nada que pudiera parecerse a esa belleza. Al ver tanta hermosura, tu
corazón quedaría atrapado y se estrujaría. Así permaneció alrededor de
quince a veinte minutos y luego se desvaneció.
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pronto llegué y él me dijo: “Sabes, antes de que aparecieran estos mo-
dernos antibióticos, cuando alguien tenía una infección de estreptoco-
cos, como la que tú tienes, la gente moría”. Se había infectado mi de-
do gordo; pensé que fue por caminar descalzo hasta el estadio. Me di-
jo: “La razón para que temblaras tan violentamente se debió a que el
estreptococo atacó tu sangre para matarte, y todos los soldados de tu
cuerpo abandonaron su puesto y corrieron para dispersar al enemigo
y, por consiguiente, no pudieron cumplir con sus funciones. Eres fuer-
te, por eso sobreviviste”.
Como pueden ver, yo tuve la misma experiencia que tuvieron uste-
des. Bien, ahora la pregunta es: “¿Por qué esas experiencias?”. Swami
me dijo hace un par de años que el 60 aniversario habría de marcar un
gran cambio en la vida del Avatar. Él dice que cada movimiento reali-
zado por el Avatar está predeterminado. Aun cuando nos parezca que
todo es accidental y transitorio, sin embargo está todo predeterminado.
Dijo que todos los Avatares pasan por las mismas etapas, por los
mismos cambios. A la edad de 16 años, de 32, de 48, de 60, y así suce-
sivamente. Pero la edad de 60 es un momento crítico de un cambio
muy importante. Dijo que así como un fuerte viento irrumpe en tiem-
po de cosecha y se lleva la paja y el grano de trigo seco y deja sola-
mente el grano firme, sano, del mismo modo un fuerte viento está so-
plando ahora y arrasará con muchos, muchos devotos. Sólo quedarán
los granos firmes. Así que, si te han dejado, eres un grano firme.
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te darás cuenta de que era exactamente el mismo sentido de “ser” que
tenías cuando eras pequeña. No has cambiado ni has aprendido nada.
Todo es exactamente lo mismo. Nada ha cambiado.
Todos pueden lograrlo. Tú puedes hacerlo. Nada puede detenerte.
Eres precisamente tú mismo. ¿Quién puede impedirles a ustedes mirar-
se a sí mismos? Cuando descubren ese nivel de conciencia, se preguntan
entonces: ¿dónde estoy? Y se dan cuenta de que no hay sentido de iden-
tidad. Allí no existe el “yo”. Sólo está ese “ser”, esa conciencia.
Todos pueden hacer eso. Ustedes pueden hacerlo. Todos los que es-
tán aquí pueden hacerlo. Todo cuanto deben hacer es mirarse a sí mis-
mos. El truco es mantener la mente allí, porque ella inmediatamente
se precipita de nuevo hacia la “experiencia”. Pero ésta es sólo una ex-
periencia pasajera. Swami dice que tales experiencias no son realmen-
te de mucho valor, porque ustedes podrían quedar atrapados pensan-
do que algo está sucediendo, en tanto que son realmente los mismos
de siempre.
Él dice que para liberarse, no es necesario recurrir a la ayuda de na-
die. No es preciso hacer nada. Si se deja de lado lo que es ego, enton-
ces nos reconoceremos como conciencia eterna, como realidad. Sólo
dejen aparte el ego, eso es todo cuanto se precisa. Nada más es necesa-
rio hacer. No hay que practicar disciplina espiritual (sadhana) alguna.
Ni desapegarse de nada. Nada tiene que hacerse. Únicamente liberar-
se del ego.
Swami dice que, en este camino de evolución progresiva, nosotros
mismos nos promovemos a seres humanos. Pero ha dicho que, para
que la etapa humana finalice para nosotros, no es necesario volver a
nacer como sobrehumanos. Puede realizarse de inmediato. Hombre
muere, sé Dios. Sólo ser puro, nada más. No “ser” nada. No siendo hom-
bre ni mujer ni cuerpo. No siendo nada, sino sólo “siendo” se es la di-
vina conciencia.
Dice que para que la conciencia divina sea permanente, donde só-
lo existe Dios, debemos destruir la mente. En tanto la mente exista,
el mundo existirá, porque el mundo existe en la mente. Mientras
exista la mente, habrá pensamientos y entonces estaremos volviendo
a ser seres humanos. Pero el tema es que, aun cuando es posible ser
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total y completamente libres, sin ataduras, libres de nacimiento y
muerte, sabiéndonos uno con lo divino, sin embargo no lo somos. Le
suplicamos a alguien que conoce la verdad, como Swami, y decimos:
“Señor, ayúdanos. Señor, yo soy Tu sirviente, Señor, ayúdame. Se-
ñor, necesito Tu Gracia”.
Se infunde Su Gracia a través del sadhana, la disciplina espiritual
que Él nos enseña. Si no podemos dar automáticamente ese salto tan
importante, desde lo que somos ahora, a ser totalmente libres, tene-
mos entonces que purificar en forma gradual la mente y el corazón, en
vez de dar un repentino salto cuántico.
La forma básica de practicar la disciplina espiritual es ayudando a
través del servicio desinteresado, a aquéllos menos afortunados que
nosotros. Vemos en la calle a una persona andrajosa, sucia, y uno se
siente superior a ella. No la invitarían a su casa ni compartirían cosas
con ella. Pero si la toman como una persona poco afortunada y la ayu-
dan, ustedes deben entonces trascender su ego. Tienen que compren-
der constantemente que esta miserable criatura es sólo Dios que está
desempeñando un rol. Dios desempeña todos los papeles. Miren a tra-
vés de ese rol y vean a Dios.
Por eso Swami nos enseña todas estas disciplinas. Es sólo con el
propósito de purificar el corazón y la mente. Dice que todo este uni-
verso, todo lo que estamos haciendo, todas las dificultades que pasa-
mos y todos los sueños que tenemos —sueños de vigilia y sueños noc-
turnos— se deben a que los queremos tener. Él dijo: “Lo hacen por-
que les gusta el sueño. Pueden detenerlo en cualquier momento”. Pe-
ro si no decidimos detenerlo de inmediato, si no tomamos esa deter-
minación, si no apelamos a la Voluntad de Dios, a Su divino Shakti4
para que nos ayude, tenemos entonces que purificar gradualmente la
mente y el corazón.
Ése es el enorme beneficio de conocer al Avatar y escuchar Sus
enseñanzas.
33
Pregunta: Tengo dos preguntas. ¿Es la realización plena tan deli-
ciosa como la presencia de Swami? Además, Swami me estableció per-
sonalmente la diferencia respecto de Su presencia física inmediata co-
mo opuesta a Su omnipresencia. Me gustaría hacer que Swami se tras-
ladara a mi casa, que viva conmigo y que yo pueda tener cerca de mí
Su presencia física por el resto de mi vida. Me preguntaba cómo po-
dría hacerlo.
H: ¿Es la realización tan agradable y deliciosa como lo que senti-
mos cuando estamos en la presencia inmediata de Swami? Cuando Él
te da una palmadita en la espalda o pasa Su mano por tus cabellos y
jugando los desordena, o te dirige esa hermosa sonrisa, y tú te sientes
tan feliz, ¿hay algo mejor que eso? Bien, mucha gente no piensa así.
Ellos dicen: “Preferiría ser la abeja libando la miel de las flores, que
ser atraída por la flor”.
La respuesta es “no”, porque cuando ves a Swami y sientes esa
gran dicha, eso es una experiencia, ¿verdad? Eso es algo que estás
experimentando: dicha. Pero no dura. Es maravilloso, luego se des-
vanece. Lo que ocurre en realidad es que, en el momento, la mente
está serena y quieta y la felicidad del ser hace irrupción y goza de la
experiencia.
Luego la mente se vuelve de nuevo activa y tú estás otra vez en el
mundo. Satchitananda —ser, conciencia, bienaventuranza—, ésa es nues-
tra naturaleza, no meramente una experiencia. No estamos experimen-
tando nuestra naturaleza plena. Estamos experimentando “ser” y “con-
ciencia”, mas no conocemos la bienaventuranza. No nos conocemos a
nosotros mismos. ¿Por qué? No nos conocemos, a causa de la mente y de
los deseos que nos sacan de nuestro verdadero ser. Si uno quiere cono-
cerse a sí mismo, tiene que quedarse conscientemente en la mente todo
el tiempo hasta que el ser le sea revelado. Cuando uno se libera, enton-
ces toda experiencia es Dios. La corriente baja de la montaña y atraviesa
los valles y se une al océano. El agua queda, se vuelve parte del océano.
Pero la identidad de la corriente desaparece, ¿verdad? La corriente no
puede ser reconstituida, aun cuando el agua se ha unido al océano. Suce-
de eso con la liberación: la individualidad, Hislop, ya no existe más. La
conciencia que lo energiza se ha fundido en la conciencia plena.
34
Por ejemplo, tenemos una botella en el suelo. Hay espacio a su al-
rededor y también en su interior, ¿no es cierto? Ahora bien, mientras
la botella está allí, el espacio adopta la forma de la botella, ¿verdad?
Pero, si la botella se rompe, el espacio se confunde con el gran espa-
cio que la rodeaba, no hay diferencia.
Cuando ustedes alcanzan la liberación o esta realización del ser,
es esto lo que ocurre. No es el envase sino el individuo lo que se va,
lo que es destruido; y tú eres la inmensidad. Eres bienaventuranza,
porque eso es lo que eres. Tú eres Dios. Tú eres lo divino: Ser, con-
ciencia, bienaventuranza. De modo que la diferencia está entre “ser”
y “experiencia”.
Bien, permítanme tomar la segunda parte de la pregunta. ¿Cómo
puede él conseguir que Swami viva con él? Muy simple. Vean, Swami
dice que todo es divino, incluso hasta el polvo de tus pies lo es. Todo
lo que se precisa es tu concentración y devoción para que lo divino se
manifieste y te bendiga y esté contigo. Swami ahora se encuentra en tu
casa. La Divinidad está allí. Sólo reconoce esto. Concéntrate en la Di-
vinidad en tu casa, junto precisamente a ti, en la silla a tu lado, en tu
corazón y adora esa divinidad, esa pureza, esa grandiosidad, esa mag-
nificencia. Swami dice que si haces eso, no necesitas disputar por cin-
co minutos de Su tiempo de veinticuatro horas. Él puede conversar y
pasar contigo todo el día. Ésa es la forma de hacerlo.
35
La segunda es cuando un devoto, quizás en una cueva en los Hi-
malayas o en algún otro sitio, sentado en profunda meditación, de
pronto tiene un destello de total liberación, se ve total y completa-
mente liberado. Pero también esa experiencia pasa.
Swami ha dicho que para alcanzar la liberación que nunca cambia,
que es eterna, para esa liberación, la mente debe ser entregada a Dios.
Se entrega la mente a Dios cuando la realización revela que nada exis-
te, excepto Dios. No surte efecto decir: “Querido Dios, te entrego mi
mente”, porque no pueden siquiera controlar su propia mente. Libe-
ración total supone entrega total.
36
San Diego, California,
3 de mayo de 1988
37
Sus ojos se detuvieron en mí y dijo: “Hislop, levántate y da una char-
la.” ¡Sin advertencia alguna! Pero luego, serenamente, me dio un to-
que de Gracia, porque cuando pasé frente a Él, me dijo: “Habla de la
Organización Americana y luego acerca de la disciplina”.
Perfección absoluta
Swami es ciertamente una persona muy, pero muy excepcional. Uno
nunca sabe qué esperar de Él; y sin embargo, siempre se muestra muy
afectuoso, excepto cuando con razón regaña a alguien por alguna negli-
gencia en sus obligaciones. De hecho, quienes están muy cerca de Él to-
do el tiempo —las veinticuatro horas del día durante todo el año— di-
cen que Swami es un supervisor muy estricto y exige absoluta perfección.
Pero, para la gente que viene de afuera, Él no es así. Es muy tran-
quilo, muy amable, siempre sonriente, muy amoroso y nunca menos-
precia a nadie. Cuando les habla, ellos reciben toda Su atención.
Por ejemplo, en Prashanti Nilayam, donde Swami pasa la mayor
parte del tiempo y donde se reúne gran cantidad de gente para los fes-
tivales, Swami da entrevistas dos veces por día. Llamará a un grupo por
la mañana y todos estarán en ascuas, como puede suponerse, esperan-
do que Swami señale a esa persona. Nadie puede imaginar por qué eli-
ge a alguien.
Una vez yo le dije: “Swami, nos desconcierta mucho el modo co-
mo escoges a la gente para una entrevista. Observamos y vemos que
Tú pasas cerca de alguien que parece ser justamente la persona indi-
cada, y luego llamas a otra. Cómo eliges, Swami, no podemos enten-
derlo”. Él dijo: “Hislop, es natural que no puedan entender porque
ustedes ven a esta gente con sus dos ojos y eso es todo, en cambio,
cuando Swami mira a una persona, Él la ve desde el comienzo mis-
mo de ese jiva”.
El jiva es el individuo aislado, la unidad de conciencia que ha exis-
tido por millones de años, progresando a través de cada forma: piedra,
vegetal, animal. Swami ve a esa persona desde el comienzo de la par-
ticular idea de personalidad hasta el mismísimo punto en que él reali-
za la verdad y entonces la ilusión desaparece de su vista.
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Swami dice: “Cada vez que miro a una persona, veo el panorama ín-
tegro de la persona. Por lo tanto, Hislop, Mi razón para elegir a una per-
sona es totalmente invisible para ustedes. Lo hago por razones que están
más allá del conocimiento de ustedes y no pueden saberlo en absoluto”.
La entrevista
Cuando tiene gente en la sala de entrevistas, trata de que se en-
cuentren cómodos, hablándole a cada uno; con mucha frecuencia ha-
ce bromas y les toma el pelo y aun cuando Él conoce tu nombre, pue-
de preguntarte: “¿Cómo te llamas?”. Sabe muy bien de dónde vienes,
pero te pregunta: “¿De dónde vienes?”. Todo eso, con el propósito de
que te sientas a gusto y quizás para que digas algo y participes en la
conversación. Como la gente a menudo espera que Swami haga algún
pequeño milagro, a Él no le gusta decepcionarla. Invariablemente, en
estas entrevistas, moverá Su mano y producirá un objeto.
39
puede ver la figura completa de Swami. En mi anillo de diamantes es-
tán Su cabeza y los hombros, pero no todo Su cuerpo.
Satchitananda
La naturaleza de lo divino es Satchitananda: ser, conciencia, biena-
venturanza. Éstas no son cualidades de lo divino, son la divinidad mis-
ma, igual que en el fuego, en que el calor y el color rojo no son cuali-
dades sino el fuego mismo. Así también, Satchitananda —ser, con-
ciencia, bienaventuranza— es la naturaleza de Dios. Swami, los filóso-
fos y los santos nos han dicho a través de los tiempos, que somos por
naturaleza divinos. Nuestra divinidad es el sustrato de nuestras vidas.
40
Realidad versus ilusión
El propósito de la filosofía, para una persona, es deslindar aquello
que es real de lo que es irreal, y lo es también el de la religión. ¿Cuál
es nuestra realidad? Este asunto nunca se nos presenta a sí mismo se-
riamente. ¿Soy yo este cuerpo que desaparece completamente cuando
a la noche voy a dormir? ¿Soy ese personaje del sueño que proyecto
cuando duermo? ¿Qué soy yo? Ése es el objetivo de la filosofía: des-
cubrir quiénes somos.
La otra noche estaba mirando televisión. La historia involucraba a un
adolescente llamado Robby a quien habían matado. Llegaron los detec-
tives, hablaron acerca del muchacho, acerca de su madre, acerca de un
joven que quería casarse con la madre y que estaba protegiendo al mu-
chacho. El detective le dijo a su ayudante: “Llévame a ver el cuerpo”.
Ahora piensen en eso. ¿Acaso dijo: “Llévame a ver a la persona?”
¡No! Él dijo: “Llévame a ver el cuerpo”. Incluso para la policía que es-
taba actuando en la televisión era obvio que Robby no era el cuerpo.
Todos saben eso instintivamente. Todo cuanto percibimos de nosotros
y del cuerpo, es un absurdo porque estamos hablando de las condicio-
nes del cuerpo. Estamos hablando del estado del cuerpo; sin embargo,
ustedes saben que no son el cuerpo.
Eso es lo que llamamos indagación fundamental sobre la verdadera
naturaleza del ser, que es esencial en la filosofía: autoindagación para
descubrir la verdad.
¿Más Maya?6
Más tarde, en el mismo programa de televisión, nos enteramos de
que el muchacho había estado en tratamiento con un psiquiatra por-
que sufría de una perturbación mental. Se sentía culpable del divorcio
de sus padres, por lo que de algún modo se creía responsable; ésa era
la razón de que estuviera en tratamiento. El detective fue a visitar al
6 Maya: La ilusión de ver lo irreal como real, de confundir lo transitorio con lo eter-
no. La ilusión cósmica que oculta a la Verdad.
41
psiquiatra para ver qué información podía obtener acerca del mucha-
cho, que ayudara a resolver el misterio, y el psiquiatra dijo: “Robby vi-
vía en dos mundos. Un mundo era aquél en el que tenía éxito y en el
que se lo admiraba por todo cuanto hacía; y el otro, donde vivía preo-
cupado y perturbado respecto de sus padres”.
Robby vivía en dos mundos. Cada uno de ellos era de su propia crea-
ción. Él creó un mundo donde era rico y exitoso y admirado, y tam-
bién en sus pensamientos creó la idea de que él era el centro de la con-
troversia entre su padre y su madre. Era culpable de que su madre y su
padre se divorciaran. Otro mundo creado por su mente. Dos mundos
elaborados por la mente del joven.
¿Qué es el mundo físico? Tierra, agua, fuego, viento, espacio.
¿Cuánto tiempo de nuestra vida diaria empleamos en pensar acerca de
la tierra, el agua, el fuego, el viento y el espacio? ¿Cuánto tiempo de
nuestra vida diaria tiene que ver con esos hechos físicos fundamenta-
les? Muy poco, ¿verdad? Piensa sólo en tu propia vida. ¿En qué pien-
sas durante todo el día? ¿Por qué luchas? ¿Cuáles son tus ambiciones?
¿Cuáles tus temores? Eso tiene poco que ver con el mundo físico real.
Todos tus pensamientos y deseos son creación de tu mente, que está
de continuo pensando, proyectando y ocasionando confusión. La
mente no te permite conocer lo que tú verdaderamente eres y en cam-
bio, te hace pensar en todo lo que no eres.
42
ció. La ignorancia, la ilusión desapareció cuando comenzaste a inves-
tigar los hechos.
Lo mismo sucede con la vida que llevamos. Estamos viviendo en
ilusiones, en desilusiones. Ustedes acaban de admitir que el mundo real
—tierra, agua, fuego, viento y espacio— tiene muy poco que ver con
su vida cotidiana. La vida está vinculada con toda clase de otras cosas,
todas creadas por los pensamientos y los deseos.
Ustedes se rieron y dijeron “sí”, “sí”, cuando dije que todos sa-
ben que él no es el cuerpo, incluso el detective del programa televi-
sivo. Entonces ¿cómo van a profundizar en esta ilusión en la que es-
tán viviendo?
Según Swami, el modo de liberarse de ella es adoptando la prácti-
ca de la autoindagación. Comiencen por observarse a sí mismos, em-
piecen a preguntarse acerca de la verdadera naturaleza del ser.
Esto, mis queridos amigos, es la esencia del cuestionamiento filo-
sófíco. No significa que si llegan a comprender lo que es la verdadera
espiritualidad, ustedes se enloquecerán y que todo el mundo pensará
que están locos porque ya no prestan atención a las cosas del mundo.
43
niño, que no conocía nada mejor, tomó una determinación errónea.
Él no sabía. Pensó que esas burbujas estaban separadas y que eran
verdaderas en sí mismas, por eso se precipitó para recogerlas, hasta
que el padre le dijo: “Hijo, son sólo burbujas que en un instante se
volverán agua”.
Él lo ignoraba, por eso cometió un error. ¿Cómo descubrió su
error? Alguien se lo dijo. Alguien le llamó la atención sobre algo que
él nunca vería por sí mismo. El padre, que es el gurú, el maestro, le di-
jo: “Hijo, eso es sólo agua. Todo es océano. No son cosas separadas,
reales, que puedas llevarte contigo a casa”.
Nosotros estamos en una situación difícil, similar a ésa. Nuestra fe-
licidad y nuestro sufrimiento provienen de los errores que cometemos,
basados en conclusiones equivocadas, en ideas y conceptos erróneos.
44
menzarán a purificarse; y entonces podremos ponernos en marcha en
esta maravillosa aventura de indagar, de descubrir la verdad.
Creo haber dicho lo suficiente. Quizás les gustaría formular algu-
nas preguntas.
Preguntas y respuestas
Pregunta: ¿Ha presenciado usted y ha sido testigo de algunos de
los grandes milagros, como cuando Krishna, en un remoto pasado, le-
vantó una montaña en la punta de sus dedos?
H: Si Swami va a ser conocido por la gente, si van a ir hacia Él, si
van, quizás, a aprender algo acerca de Él y comprender luego que hay
algo en Swami que es sagrado, hermoso, digno de ser amado y algo de
gran sabiduría para ser escuchado, entonces Él tiene que atraer nues-
tra atención. ¿Cómo atrae la atención de la gente? Empezó a hacerlo
cuando joven, mediante milagros.
Él podía estar nadando con los muchachos en el río y entonces les
preguntaría: “¿Qué quieren ustedes?”. Uno diría: “Quiero una dosa ca-
liente”. ¿Saben qué es una dosa? Es una especie de sándwich muy ca-
liente, de vegetales y otros ingredientes. De modo que Swami creaba
una dosa caliente para el muchacho. Otra vez, andando juntos por un
camino, repentinamente desaparecía, y se lo veía parado en la cima de
una montaña, esperándolos.
Hay hay dos libros publicados en la India por un caballero que ha
dedicado varios años de su vida a viajar por todo el país, contactándo-
se con personas cuyos nombres han sido mencionados con relación a
un milagro de Swami. Él ha escrito dos libros fascinantes acerca de sus
experiencias y de las experiencias de estas personas. Los libros se lla-
man: Baba, Sathya Sai.
Habiendo pasado muchos años en la India y en Birmania, he visto
a otra gente realizar milagros —producir anillos y cosas similares— y
se ha sabido, a lo largo de la historia, de gente que ha podido hacerlo.
Se sabe que los yoguis, cuando se entregan a ciertas prácticas, pueden
desarrollar poderes que les permiten caminar sobre el agua, atravesar
paredes y volar.
45
¿Cuál es la diferencia entre Swami y todos estos personajes histó-
ricos del pasado y muchos otros que en el presente pueden realizar ta-
les milagros? Para llevar a cabo milagros, un yogui debe entrar en una
meditación especial: muy intensa y prolongada, una meditación espe-
cial, mediante la cual desarrolla poderes (sidhis). Son poderes de la
mente. Él, en cierto modo, carga así sus baterías. Cuando realiza un
milagro, éste agota sus baterías y entonces tiene que entregarse a más
sadhana, más meditación, para volver a cargarlas. Pero con Swami, to-
do esto es sólo parte de Su naturaleza. Todas estas cosas ocurren na-
turalmente.
Surge la pregunta, ¿y qué pasa con tan importantes milagros? Ha
realizado muchos. Ha salvado muchas vidas. Nos ha salvado a mi es-
posa y a mí dos veces en accidentes automovilísticos, y han sucedido
otras cosas extraordinarias. Pero fueron conocidas por un grupo limi-
tado de personas.
Swami ha dicho recientemente, en uno de Sus discursos, que está
llegando el tiempo en el que habrá grandes milagros, pero no entró en
detalles.
46
que proviene de las estrellas nos penetra y se convierte en parte de
nuestro sistema corporal. Al acercarnos a una persona, somos influidos
por ella, compartimos la misma energía, el mismo tiempo, la misma
existencia. Entonces, realmente hay sólo uno. Diferentes aspectos del
uno, igual que en el océano; son todas olas de distintos tamaños, algu-
nas grandes, otras pequeñas, todas parte del universo de Dios.
Ustedes pongan este principio en práctica: que todos somos uno e
indivisibles, sirviendo a otra persona. Ejerzan cierta presión sobre el
concepto del ego de que “yo soy diferente”, o “superior porque soy
pudiente”. Cuando servimos al pobre, debemos abandonar la idea de
que alguien es “menos que uno”. Ustedes sirven a alguien a quien pro-
bablemente no le prestarían atención en su vida cotidiana, compren-
diendo que no existe diferencia entre la gente. Esto pues, es una gran
ayuda en el sadhana; purifica la mente.
De los tres aspectos de los Centros, el servicio es uno, y la espiri-
tualidad y la educación son los otros. En los Centros donde hay niños,
tienen una clase de Bal Vikas en la que se les enseñan valores espiri-
tuales. La educación, la espiritualidad y el servicio son las tres facetas
de un Centro Sai.
47
No Me traten como a alguien lejano, sino co-
mo a alguien muy próximo a ustedes. Insistan,
exijan, reclamen de Mí la Gracia, no Me alaben,
no Me exalten ni Me adulen. Tráiganme sus co-
razones y gánense Mi Corazón. Ninguno de us-
tedes es un extraño para Mí. Tráiganme sus pro-
mesas y Yo les daré Mi Promesa. Pero vean pri-
mero que sean genuinas, sinceras; procuren que
su corazón sea puro; eso es suficiente.
48
San Diego, California,
23 de noviembre de 1989
49
dounidense”. Swami dijo: “Sí, sí, lo sé, lo sé”. Dijo: “América está muy
enferma. En América debo trabajar desde adentro”. Una de las formas
en que Él realiza ese trabajo es a través de nosotros, Sus devotos.
Dice que siempre hay rayos espirituales muy poderosos emanando
del corazón de los individuos. Es viviendo vidas morales, vidas divinas,
siguiendo las instrucciones de Swami, que nuestras vidas conmueven a
todo el mundo. Tenemos una influencia beneficiosa. Digo esto porque
agradezco profundamente el hecho de que estamos aquí juntos, y pue-
den estar seguros de que Swami está aquí con nosotros.
50
auto, giras la llave de contacto, el motor arranca y luego el auto se po-
ne en marcha automáticamente. No tienes que prestar ninguna aten-
ción. El universo, la creación y el cosmos son así. Swami hace girar la
llave, todo el mecanismo funciona automáticamente, y Swami no tie-
ne que prestar atención para nada. De modo que Él dispone de tiem-
po para sentarse aquí y conversar con personas como tú”. Siempre re-
cuerdo ese momento, porque allí, Él —la Conciencia Universal— se
sentó, y yo estaba sentado en ese lugar haciendo preguntas y recibien-
do Sus respuestas.
El sol refulgente
Una vez Le pregunté: “Swami, escucho historias de gente de todas
partes del mundo que dice verte. Te ven caminando junto a ellos, o se
despiertan por la mañana y allí, en la habitación, estás Tú de pie, o qui-
zás encuentran algo que les dejaste en el tocador. ¿Cómo puede ser
eso, Swami? ¿Hay varios Avatares?”. Él dijo: “No, hay sólo un único
Avatar. El Sol tiene muchos rayos diferentes que se irradian en todas
direcciones, pero todos provienen de un Sol. Del mismo modo, hay
solamente un Avatar”.
51
cierta fecha, Él Mismo las casaría. Por eso, para entonces, llegaron
multitudes.
A los novios se les permitió invitar a sus padres, pero ellos lo que
hicieron ¡fue invitar también a todos sus amigos! Hubo cientos de pa-
rejas de las aldeas de los alrededores, quienes a su vez invitaron a va-
rios miles de amigos y vecinos, y todos fueron ubicados, alimentados,
etc., sin ningún costo para ellos.
Todo se realizó por la Gracia de Swami. Las novias y los novios en-
traron por el portón principal y se alinearon frente al gran pabellón.
Pero, en vez de comenzar la ceremonia, Swami caminó hasta ese por-
tón. Yo estaba parado a un costado, no lejos de allí, y Lo vi que mira-
ba y miraba y caminaba de aquí para allá. Finalmente Lo escuché de-
cir: “¿Dónde están Mis hijas? ¿Dónde están Mis hijas?”. Justo en ese
momento, llegaron corriendo las dos novias que faltaban. Él sabía que
eran las últimas y todos se sentaron.
Lograr la iluminación
Como devotos de Sai, debemos reflexionar sobre cuál es el verdadero
significado de Swami. ¿Es el verdadero significado de Swami este deli-
cioso contacto personal que tenemos con Él, el que nos hace tan felices
cuando nos mira o nos deja tocar Sus Pies de Loto? No, en realidad no
es eso. El verdadero propósito de Swami, por lo que a nosotros nos con-
cierne, es que en esta misma vida podamos alcanzar la liberación. Swami
ha dicho refiriéndose a nosotros: “¿Por qué quieren leer el periódico una
y otra vez? Léanlo una vez y acaben con él”. Es decir, vivan esta vida y
terminen con ella. Alcancen la liberación. La iluminación. Realicen el ser.
52
Deberíamos trabajar cada día en particular en la medida de nuestra ca-
pacidad para lograr en esta misma vida, la liberación.
Los sabios dicen que llegar al Señor es muy fácil y muy simple. El
Señor es adorado a través de la autorrealización. Si de verdad aprecia-
mos a Swami, si Lo veneramos y tenemos devoción por Él, esa devo-
ción será mejor expresada a través de la liberación. Ésa es la forma de
adorar al Señor; mucho menos cantando cantos devocionales (bhajans),
reverenciando Su fotografía, tocando Sus pies. La verdadera adoración
al Señor se logra mediante la autorrealización. Él hará que lo logremos,
si seguimos Sus enseñanzas.
Moksha
Consideremos lo básicamente necesario para alcanzar la liberación
en este mismo nacimiento. Swami dice que ustedes pueden no conocer
la verdad, pero si escuchan Tat Twam Asi, “Tú Eres Eso”, que es la ver-
dad, ¿por qué entonces no se convierten de inmediato en Dios? Pero
no lo hacen. En este sentido, quisiera leerles Sus verdaderas y efectivas
palabras, en vez de parafrasearlas. Swami dice: “Cuando los obstáculos
del camino de la verdad son derribados, se alcanza la liberación”. Por
eso, la liberación (Moksha) es algo que puede conocerse aquí y ahora.
No es necesario esperar la disolución del cuerpo físico. Moksha, libera-
ción, iluminación, puede ser alcanzada en esta misma vida.
53
da. Según los sabios, ésa es la razón principal por la cual no logramos
la liberación. Pero para alcanzarla, uno tiene que escuchar, oír, pensar,
deliberar, comprender y poner todo en práctica. Descubro, hablando
con la gente en todo el país, cuando voy a dar conferencias sobre Sai,
que la mayoría de nosotros no lo estamos haciendo. Escuchamos un
principio y luego lo olvidamos en el ajetreo de la vida diaria.
¿Quién es Dios?
Pienso que debemos rever algunos de esos principios. Si después de
haberlo hecho, ustedes me tienen paciencia, creo que sería muy bue-
no que hicieran alguna crítica, formularan preguntas y plantearan ob-
jeciones a lo que se está diciendo. Swami nos dice que, si nos quedan
preguntas o dudas en el corazón, es extremadamente importante que
todas sean puestas de manifiesto, tratadas y respondidas.
Lo que tenemos que hacer es disipar, superar, ver lo insensato de
todo aquello que oculta de nosotros nuestra verdadera naturaleza.
Nuestra verdadera naturaleza es liberación. Nuestra verdadera natura-
leza es Conciencia Absoluta. Cuando a Swami se le pregunta: “¿Eres
Dios?”, Él responde: “Sí”. Pero Él nunca se detiene allí, ¿no es cierto?
Siempre dice: “Pero también ustedes lo son, y la única diferencia en-
tre ustedes y Yo, es que Yo lo sé y ustedes no”. Hace algunos años, en-
contrándome en Prashanti Nilayam, cada vez que Swami me veía, me
daba una palmada en el hombro y me decía: “No hay diferencia algu-
na entre tú y Yo, somos iguales”.
Ésa es nuestra naturaleza real. Somos iguales. Él dice que debemos
formular la pregunta: “¿Qué quieres significar cuando dices: ‘yo, yo,
yo’?”. Él añade: “Ese ‘yo’ no es diferente de este ‘Yo’”, señalándose a
Sí Mismo.
Dijo que la única diferencia es que así como la corriente en los fo-
cos de luz es de distinta intensidad, la corriente divina en nosotros ilu-
mina mentes diferentes, emociones diferentes y naturalezas diferentes.
Pero si tenemos un foco quemado, no podemos culpar a la corriente.
Si queremos un foco más luminoso, lo que tenemos que hacer es cam-
biar la lámpara.
54
Transformación
Uno de los grandes tesoros de ser humano, es que los seres huma-
nos tienen el poder de transformarse completamente a sí mismos. Ese
poder que tenemos nosotros, los animales no lo tienen. Nosotros co-
nocemos la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto; tenemos el po-
der de analizar las cosas; de transformarnos a nosotros mismos. El ti-
gre no puede transformarse a sí mismo; tampoco la cobra, pero noso-
tros, los seres humanos, podemos transformarnos totalmente.
Poseemos además la capacidad de liberarnos de la gran ilusión (ma-
ya), la ilusión de que somos otra cosa diferente de lo que realmente so-
mos: divina y eternamente liberados. Lo único que nos impide saber-
lo es la ignorancia. Ignorancia es otra palabra para nombrar la ilusión
(maya), la ilusión, el engaño.
¿Cómo se disipa esa ilusión? Principalmente a través de la indaga-
ción, indagación interior. La indagación dentro de nuestra propia na-
turaleza; la constante vigilancia sobre uno mismo. Swami dice que los
veinticinco aspectos del devoto perfecto se concentran en dos, los cua-
les incluyen a los otros. Uno es el desapego y el otro, el ejercicio cons-
tante de prácticas ascéticas (tapas), control de la mente, la palabra y la
acción. Desapego simplemente significa: percibir las imperfecciones
en los objetos del mundo a los cuales tan porfiadamente nos aferra-
mos; ver sus defectos y liberarnos de ellos. No dejarnos atrapar. En
otras palabras, ser testigo de todo cuanto ocurre, no ser el propietario,
el dueño, el hacedor.
El otro aspecto del devoto perfecto, la práctica mental constante,
significa perfeccionar permanentemente nuestro comportamiento.
Estos dos factores son necesarios para alcanzar la liberación.
Uno de los principales obstáculos para tal logro es que creemos ser
el hacedor. Pensamos que el “yo” es verdadero y que es el hacedor.
¿Cómo ocurre esto? Permítanme explicarlo de este modo. Un hombre
sensato, bienintencionado, capaz, actúa de manera extraña cuando ha
tomado demasiado alcohol. Actúa en forma diferente de lo que es su
verdadero ser, porque está sometido a esa influencia. Del mismo mo-
do, el ser divino actúa como si fuera el individuo sujeto a nacimiento
y muerte y a todos los sufrimientos de la vida.
55
Amor o conocimiento
Krishna le habló a Arjuna en el campo de batalla y le dijo exacta-
mente lo que era preciso hacer para realizarlo a Él, a Krishna, quien
había sido considerado, a través de todos esos años, como amigo y
compañero de Arjuna. Pueden leer sobre ese encuentro en el capítulo
doce del Bhagavad Gita.9
Un capítulo muy importante comienza con Arjuna preguntándole
a Krishna: “Hay quienes te aman como el Señor del Amor, siempre
presente en todo y quienes te buscan como una realidad sin nombre y
sin forma, ¿cuál de los dos caminos es más rápido y seguro, el del amor
o el del conocimiento?”
Entonces Krishna le respondió a Arjuna diciéndole: “Para aquellos
que han puesto su corazón en Mí y Me veneran con incesante devo-
ción y fe, el camino del amor Me llega de manera rápida y segura”.
9 Bhagavad Gita: Uno de los textos sagrados indios. Significado literal: El Canto del Señor.
56
“Hay quienes Te aman como Señor del Amor, siempre presente en
todo, y quienes Te buscan como la realidad sin nombre y sin forma,
¿cuál de los dos caminos es el más rápido y seguro, el del amor o el del
conocimiento?”
Entonces Krishna responde:
“Para aquellos que han puesto su corazón en Mí y Me veneran con
incesante devoción y fe, el camino del amor los conduce con seguridad
y rapidez”.
Krishna está diciendo que el camino de la devoción, del Amor por
Dios, es el más rápido. Dice que si ustedes aman a Dios con todo el
corazón, entonces el camino del Amor los lleva a Él, con seguridad y
rapidez. Bueno, a Él significa liberación, unión con Él, cuya morada es
tu corazón. Significa liberación de las ataduras mundanas, liberación
de lo que verdaderamente somos, para manifestarse a Sí mismo en
nuestras vidas y en el mundo.
¿Y qué pasa con los intelectuales? Él prosigue:
“También ellos de verdad vendrán a Mí. Aquellos que buscan la rea-
lidad trascendental, no manifestada con nombre ni forma, fuera del al-
cance del sentimiento y del pensamiento, con sus sentidos dominados
y sus mentes serenas y luchando por el bien de todos los seres”.
De modo que ambos caminos: el intelectual y el de la devoción,
llegarán a Él.
Rápido y seguro
Nosotros, como devotos Sai, estamos en primer lugar compro-
metidos con el camino devocional, porque Swami nos dice que, de
los dos caminos, el devocional es rápido y seguro y el otro lento y
muy difícil. Que es como batir la leche para hacer la crema. Los de-
votos obtienen la crema y los intelectuales, lo que queda, el suero.
Por eso, para esta era de Kali (Kali Yuga), el devocional es el camino
más fácil, derecho, directo. Eso es lo que Swami siempre subraya.
Que aun cuando el camino intelectual también Lo alcanza, la gente
comprometida con Advaita, el camino no dual, también llega a Él.
Todo esto está expresado en el Bhagavad Gita.
57
“Peligroso y lento es el camino hacia lo no revelado. Difícil para el
hombre físico, transitarlo. Pero aquéllos para quienes Yo soy la meta
suprema, quienes realizan toda tarea renunciando al ser por Mí y me-
ditan en Mí con devoción sincera, a ellos los rescataré rápidamente del
ciclo de nacimientos y muertes a la plenitud de la vida eterna en Mí.
Acción y reacción
Ahora bien, ese sloka10 tiene algunas enseñanzas muy importantes.
Él habla de “aquellos que realizan toda tarea renunciando por Mí al
ser”. Ése es uno de los aspectos más importantes que deben observar
quienes están en el camino de la liberación. Por lo que hacemos, de-
bemos afrontar las consecuencias. Sobrellevar la reacción de cada ac-
ción. No hay resultado sin una causa previa y toda causa tiene su reac-
ción o su resultado. Por eso, cuando actuamos como si fuéramos el ha-
cedor, en la creencia de que “yo soy quien lo está haciendo”, entonces
tendremos que sufrir las consecuencias, lo que significa renacimiento
kármico y con ello todos los sufrimientos de la vida. Las cosas que de-
seamos, no las obtenemos, las cosas que queremos, las perdemos.
Cambia todo, en la búsqueda permanente de la felicidad.
Una vez le preguntaron a Ramana Maharshi: “Maharshi, ¿es verdad
que toda vida es dolorosa, que toda vida es sufrimiento?”. Maharshi res-
pondió: “¿Por qué esta constante, inacabable búsqueda de placer? ¿Por
qué? Por eso estamos obligados a volver a otro nacimiento kármico. Si
realizamos acciones, debemos sufrir las consecuencias. Pero podemos
evitarlo. Existe un arte para liberarse y es: no seas el hacedor”. Swami di-
ce que ésa es una de las más importantes de todas Sus enseñanzas: “En-
tréguenme sus acciones. Dedíquenme todo cuanto hacen, y Yo seré el
actor. Asumiré las consecuencias y ustedes quedarán libres”.
Si dedicamos todas las acciones a Swami, salimos entonces del ciclo
de nacimientos y muertes, emergemos a la luz, a la belleza y al júbilo
sin fin de nuestra verdadera naturaleza, el estado liberado.
10 Sloka: Verso.
58
Dediquen su vida a Dios
¿Cómo acordarnos de dedicar a Swami todas las acciones? Si uste-
des se observan a sí mismos, verán que el verdadero “yo” no hace na-
da. Es el cuerpo el que hace. Es la boca la que habla, el cerebro el que
trabaja. Pero si examinan con cuidado, verán que el “yo” no está ha-
ciendo nada. Es sólo el observador de todo lo que está sucediendo.
Asumir que “yo” lo estoy haciendo es totalmente inútil y también en-
teramente erróneo.
Aunque esta noche estoy hablando aquí, afortunadamente recordé
dedicar mis acciones a Swami: “Sai Ram a los Pies de Loto”. Pero a
menudo no me acuerdo. Si lo dedican a Swami, se liberan de las con-
secuencias.
Nosotros, los seres humanos, tenemos el poder dado por Dios, de
analizar las cosas a fondo. Deberíamos comenzar a practicarlo ahora y,
cada vez que nos olvidemos, tranquilizarnos y decidirnos a hacerlo a
partir de la próxima acción, ya sea que nos estemos limpiando los dien-
tes, o entrando en el auto, o comiendo o dirigiéndonos al trabajo, o
yendo a comprar algo. No importa lo que sea, dedíquenselo al Señor.
“Renuncien al ser por Mí”. Ése es uno de los principios fundamenta-
les. Si se observa este principio, entonces quedamos libres de karma.
No más karma para nosotros.
Soñador, ¡despierta!
Ahora sigamos con el siguiente verso: “Aquieta tu mente en Mí.
Descansa tú mismo en Mí y sin ninguna duda, te unirás a Mí, el Señor
del Amor morando en tu corazón”.
Aquello que nos mantiene separados de ser el Señor, separados de
ser lo que realmente somos —la divinidad misma— es la mente. Es la
actividad de la mente la que crea todo este mundo. Ustedes saben qué
sucede cuando se van a dormir. Una parte mínima de conciencia pe-
netra en el sueño profundo de ustedes, y en un momento, esa peque-
ña parte ha creado todo un mundo, ¿no es así? No está para nada su-
jeto a sus deseos. Opera en forma totalmente independiente. Ustedes
ven a su abuelo, ven edificios que fueron construidos hace mil años.
59
Vuelan en el aire. Ven todo tipo de cosas absurdas. Todas completa-
mente fuera de su control. Ocurren justamente como lo hacen en la
etapa de vigilia. ¿De dónde proviene ese mundo? Proviene de la men-
te. Todo lo que ven en ese sueño es ustedes mismos, es la mente. Han
proyectado todo en el sueño.
Del mismo modo, en este mundo físico, todo lo que no parece ser
yo, es yo. Todo lo que parece ser yo, no es yo.
Swami y los sabios dicen que todo el sueño se desvanece cuando
uno despierta. ¿Cuál es la causa del sueño? El dormir es la causa del
sueño. Lo que hace que el sueño desaparezca es el despertar. ¿Qué ha-
ce que este mundo físico aparezca? El prolongado sueño de estar des-
pierto. Lo que hace que todo este mundo, como lo vemos, desaparez-
ca, es que despertamos a la etapa de la liberación. Entonces vemos la
gente, las montañas, los autos, vemos todo como antes. Pero además
de la forma, vemos al mismo tiempo lo divino. Vemos que lo divino es
la base de todo. Nombre y forma cambian de apariencia, pero lo divi-
no es el sustrato, el soporte de todo cuanto vemos en el mundo.
Esta alfombra es divina, esa máquina es divina, esas cortinas son di-
vinas. Toda esta gente es divinidad, nada más que divinidad.
Por eso Él dice:
“Aquieta tu mente en Mí. Descansa tu mente en Mí. Y sin ninguna
duda te unirás a Mí, el Señor del Amor morando en tu corazón”.
Aquieta la mente
Solamente si no puedes “aquietar tu mente en Mí”, hazlo entonces
mediante la práctica de la meditación. Si no puedes, practícalo igual-
mente. Tú tienes el poder de practicar, haciéndolo. Si careces de la vo-
luntad para tal autodisciplina, comprométete en el servicio desintere-
sado con todo tu entorno “porque el servicio desinteresado puede fi-
nalmente llevarte a Mí”. Swami ha dicho que el servicio desinteresado
(seva), es uno de los elementos esenciales de sus enseñanzas, porque la
mayoría de nosotros somos incapaces de aquietar la mente e incapaces
de unirnos a Él, el Señor del Amor, en nuestro corazón. Swami dice
que no importa si no puedes automáticamente tranquilizar la mente y
60
no puedes meditar, entonces comprométete en seva, servicio desinte-
resado con todo lo que te rodea.
Estudien el capítulo doce del Bhagavad Gita. Reflexionen sobre ca-
da verso y allí encontrarán la luz. Utilícenlo como su guía en la vida co-
tidiana. Es todo cuanto se necesita.
Un espejismo
¿Cuál es la razón para “Aquieta tu mente en Mí, piensa siempre en
Mí”? Se debe a que nuestra separación es ilusoria. Es como la ser-
piente y la soga en el camino, en la India. Vemos la soga enrollada en
la oscuridad y creemos que es una serpiente. Retrocedemos de un sal-
to y reaccionamos ante esa situación. Pero entonces, después de un
examen, descubrimos que es sólo una soga, no una serpiente. Por lo
tanto, la serpiente no estaba separada de su sustrato, la soga. Como el
espejismo en el desierto: un hermoso y fresco lago con palmeras, y ese
hombre muriéndose de sed, arrastrándose en la arena y tratando de
llegar al espejismo y conseguir esa agua refrescante. No está separado
de su sustrato, la arena. Por lo tanto, y si examinan el espejismo, éste
desaparece y ustedes ven el sustrato, la realidad.
Lo mismo sucede con nosotros, cuando examinamos y vemos con
claridad este “yo” —esta persona— en todo cuanto hacemos. Nos da-
mos cuenta de que entonces, gradualmente, se desvanece, porque no
es real y la única realidad es el sustrato: Dios. Tu única realidad es
Dios, nada más. Todo lo demás es ilusión y engaño. Cuando empiecen
a examinarse a sí mismos y a indagarse, entonces esta ilusión no pue-
de resistir el examen. Se desvanece y ustedes ven el sustrato que siem-
pre estuvo allí y sin el cual no podría existir la ilusión; entonces se unen
consigo mismos, se unen al Señor del Amor que reside en el corazón.
Formulen algunas preguntas porque son muchos los que tienen los
mismos interrogantes en sus mentes, aun cuando no quieran expresar-
los, de modo que ustedes ayudan a todos al hacerlo.
61
Preguntas y respuestas
Pregunta: ¿Por qué, sabiendo lo que Swami quiere que hagamos,
nosotros proseguimos sin titubeos y hacemos lo indebido?
H: Todo lo que pueden decir es: “Lo intentaré de nuevo”. Con la
práctica, todo es posible. Swami dice que la práctica es fundamental. Di-
ce que una hilera de hormigas caminando sobre la dura roca, con el
tiempo, con la práctica, la desgastarán y harán un camino. De igual mo-
do, nosotros tenemos que practicar. No importa si fracasamos, en tanto
nos levantemos y avancemos otra vez. Swami dice que cada uno de no-
sotros, cada alma, cada individuo en este mundo progresará mediante la
evolución y alcanzará la unión con Dios. No importa cuántas veces el
hombre caiga y se ensucie. Se levantará de nuevo y finalmente se reali-
zará. Por eso practiquen y no se rindan. ¡Continúen intentándolo!
62
Pregunta: Dado este mundo de dualidad y puesto que somos as-
pectos de lo divino, si trabajamos para purificarnos a nosotros mismos,
vale decir, para realizar la verdad, ¿lo hacemos por miles de personas
en el planeta o sólo por nosotros mismos?
H: La pregunta sería: Si hacemos lo que es necesario para obtener
la liberación, ¿no estamos al mismo tiempo ayudando a todos los de-
más? La respuesta es sí. Los sabios dicen que el mejor seva, la mayor
ayuda que podamos brindar a alguien, es la propia liberación. De esa
forma, puedes brindar la máxima ayuda al mundo, liberándote a ti mis-
mo. No hay duda de eso.
63
Del mismo modo, los sabios nos dicen que si queremos rescatar y
salvar el mundo, primero tenemos que darnos cuenta de quiénes so-
mos. Luego preguntarnos qué es lo que está mal en el mundo y qué
podemos hacer nosotros. Somos nosotros los que hacemos el mundo
como es. En el laboratorio, los científicos tienen que medir el efecto
que producen ellos mismos en el instrumento que están usando. El
científico mismo origina algunos cambios en el experimento. Realiza
el experimento y se involucra en los resultados. Por consiguiente, in-
fluye en el experimento, de ahí que él debe ser evaluado y sustraído
también de los resultados. Así sucede exactamente con nosotros.
64
drones vinieron y se las robaron, y para impedir que el niño los iden-
tificara, lo dejaron ciego. La madre se lamentaba: “Oh, Swami, haz al-
go por mi hijo. Él es un niño muy dulce e inocente. No hizo nada pa-
ra merecer esto”. Swami dijo: “Espera, Yo veo lo que tú no ves. Este
joven inocente, en una vida pasada fue un hombre muy cruel y le
arrancó los ojos a muchas personas. Por lo tanto, Yo nada puedo hacer
por él ahora. Debe sufrir los resultados de ese karma. Ahora bien, si él,
a medida que crece, se da cuenta de que debe haber hecho algo en una
existencia pasada para merecer este castigo, y siente remordimiento
por las terribles acciones que realizó, entonces Swami puede hacer al-
go por él”. De modo que la idea de remordimiento y salvación tiene
en sí algún significado.
65
Centro Mt. Eden, Nueva Zelanda,
21 de octubre de 1993
La única realidad
Me gustaría explicarles que, si bien decimos respecto de Sai, que Él
está aquí con nosotros, el hecho es que en realidad, Él está aquí. To-
memos como ejemplo: todos estamos sentados en esta habitación, se-
parados unos de otros. A una persona ajena que ingresara aquí, le pa-
recería que éste es un cuarto lleno de individuos, cada uno único y se-
parado del otro. El hecho es que Swami es la única realidad que exis-
te. Él es la única realidad. Todo lo demás es maya, no es verdadera-
mente real, es transitorio y no persiste.
La única realidad es Swami; y en cada persona que está aquí, Swa-
mi es la única realidad. Por lo tanto, cuando nos miramos unos a otros,
deberíamos comprender que estamos mirando directamente al Señor,
directamente a Swami. Deberíamos ver precisamente a través de esa
personalidad transitoria, no prestar atención a la belleza o falta de be-
lleza en la persona, ni a la personalidad, sea agradable o no. Simple-
mente miramos a través de esa persona y vemos que Dios es la única
realidad en ella. Por lo tanto, cuando miramos a otro en silencio y se-
cretamente —porque es un secreto entre Dios y nosotros— podemos
decir: “Queridísimo Señor, yo te amo”. Inmediatamente llegará un
destello de felicidad a tu corazón. La persona con quien estás hablan-
do no debería saberlo. Esto es un secreto que guardo con el Señor. Tú
66
sigues tratando a la persona de acuerdo con sus acciones y su estatus.
Si es un chofer de taxi, no lo invitas a tu casa, sacas tu chequera y le
firmas un cheque en blanco. Lo tratas como a un chofer. Él no sabe
que estás viendo a Dios en él.
67
Cada vez que producía el lingam, era un lingam diferente. A veces
solía llevar una llama en su interior. Se podía ver la llama adentro. Al
lingam lo pasaban de mano en mano y los devotos podían verlo. A ve-
ces Swami regala lingams a algunos de Sus devotos. Creo que aquí, en
Auckland, algunas personas han recibido lingams de Swami.
Swami, finalmente, dejó de realizar en Shivarathri la ceremonia del
lingam. Al año siguiente, en el tiempo de Mahashivarathri, me dijo:
“Hislop, ten listo un taxi a las cinco de la mañana y no se lo digas a na-
die porque vamos a salir de viaje”. Estábamos yendo a los Bosques de
Bandipur en el estado de Mysore.
Nos encontrábamos allí para realizar la ceremonia del lingam fuera
de la vista del público en general. Nos abrimos paso en la selva y Swa-
mi estuvo buscando un lugar adecuado. Cruzamos un puente de ma-
dera y descubrimos debajo el lecho seco de un río y Swami dijo: “És-
te servirá”.
Regresamos un par de horas más tarde e hicimos los preparativos
para la ceremonia. Íbamos caminando hacia la orilla del río, cuando
Swami arrancó dos ramitas de un arbusto y formó una cruz con ellas
sobre la palma de Su mano y me preguntó: “¿Qué es esto, Hislop?”.
Así que le dije: “Bueno, es una cruz, Swami”. Luego juntó Sus manos
y sopló apenas unos segundos. Cuando las abrió, allí estaba el crucifi-
jo: esta extraordinaria y espléndida escultura de Cristo en la cruz.
Pienso que debe ser la más grandiosa escultura de Su figura en la his-
toria del mundo. Es sencillamente excepcional.
Yo no supe qué decir. Había un orificio en la parte superior de la
cruz y por eso le dije: “Swami, ¿para qué es este orificio?” Respondió:
“Contrariamente a la creencia popular, la cruz no fue puesta en el sue-
lo, se la colgó de una estaca”. Entonces le seguí preguntando: “Swami
¿qué son estos cortes en el cuerpo?”. Éstos pudieron apreciarse espe-
cialmente después que se sacaron las primeras fotografías. Swami ex-
plicó que no había quedado ni una sola pulgada en el cuerpo de Cris-
to que no hubiese sufrido daño. Cada pulgada cuadrada había sido gol-
peada y magullada y la sangre se fue coagulando bajo la piel y formó
una serie de pequeñas protuberancias en todo el cuerpo. De modo que
ésta es la historia del crucifijo.
68
El poder del crucifijo
Es algo muy poderoso este crucifijo. Yo no sé si ustedes recuerdan a
la señora Cowan. Ella tuvo la primera librería Sai en EE.UU. Quería te-
ner las fotos del crucifijo para ponerlas en venta, así que le preguntamos
a Swami si eso estaba bien, y Él dijo que sí, que podía hacerse. De modo
que ella envió a un fotógrafo profesional para que sacara las fotografías;
y alrededor de una semana después, él regresó a mi casa con las copias.
El fotógrafo, mi esposa y yo estábamos sentados alrededor de la
mesa examinando estas magníficas ampliaciones del crucifijo. En ese
tiempo, vivíamos en México, donde teníamos una amplia casa con
grandes ventanales franceses, con vista al océano. Es característico en
la Baja California que el cielo sea muy, muy claro. Ése fue un típico día
en la Baja California, sin ninguna nube en el cielo. Cuando estábamos
sentados mirando las fotografías y estudiando el crucifijo, de repente
escuchamos el formidable estampido de un trueno. Miramos por la
ventana, donde un momento antes el cielo había estado perfectamen-
te claro y vimos una nube oscura de la que provenían relámpagos.
Luego se levantó un viento violento y golpeó estrepitosamente todas
las puertas de la casa e hizo volar todas las cortinas. Nos quedamos
perplejos. Nos preguntábamos qué estaba ocurriendo.
Luego mi esposa recordó: “De esto se habla en la Biblia”. Así que
ella se levantó y trajo la Biblia y encontró el pasaje donde se describe
lo que sucedió cuando Cristo murió. Se levantaron fuertes vientos y
desgarraron las cortinas del templo, etc.
69
máquina vio mi artículo. Fanibunda le preguntó: “Swami, ¿es esto
cierto?”. Swami lo miró y dijo: “Sí, lo que dice Hislop es verdad. Ésa
fue una recapitulación de la muerte de Cristo”.
Milagro en El Salvador
Los devotos querían que yo fuera a El Salvador para hablar en el
Centro que tienen allí. Entonces, para satisfacer sus deseos, llevé con-
migo el crucifijo. El presidente de esa Organización es un joven que
maneja una corporación norteamericana en El Salvador. Todos los de-
votos estaban allí, el crucifijo se hallaba sobre la mesa y ellos lo esta-
ban mirando. Era un día bello y radiante y repentinamente comenzó a
llover y se escucharon truenos y los vientos abrieron de golpe las ven-
tanas de la casa y también sacudieron violentamente todas las puertas.
La tierra se estremece
Cuando regresamos, un joven de California del Norte envió un te-
legrama diciendo que le gustaría detenerse en la casa para ver el cru-
cifijo y nosotros aceptamos. Llegó y estaba examinándolo… y nosotros
lo estábamos mirando con él, cuando toda la casa empezó a sacudirse
como en un terremoto. Pensé que era un sismo. Después que pasó, y
el hombre ya se había ido, fui hasta mi vecina y le pregunté: “Fue un
fuerte temblor, ¿sufrieron algún daño?”. Ella contestó: “¿Qué temblor,
de qué temblor está usted hablando? No hubo terremoto alguno”.
De modo que ese crucifijo es un símbolo tremendamente podero-
so del Señor. Lo tienen aquí, y está a disposición de ustedes para apre-
ciarlo.
70
necesitarían escuchar, puede ser muy diferente de lo que creen que les
gustaría escuchar. Por lo tanto, les diré primero lo que Swami ha dicho
y luego les pediré que ustedes me digan lo que les gustaría saber.
Como he estado con Swami durante muchos años, y he escuchado
muchas de Sus charlas y mantenido con Él muchas conversaciones,
puedo recordar lo que me ha dicho, con precisión, acerca de cualquier
pregunta que quieran formular. Cuando la responda, pueden estar se-
guros de que será lo que Swami ha dicho respecto de este planteo o de
algún otro muy similar.
71
cosa. Él lo percibe directamente. Así como yo golpeo este micrófono
en forma directa, lo que Él dice, lo dice por conocimiento propio.
Además, Swami no dice: “Créanme”. Dice: “Sólo tengan un poqui-
to de fe en Mí. Sólo un poquito de fe en lo que digo. Lo suficiente co-
mo para probar lo que Yo digo, entonces lo sabrán por sí mismos”.
Él les dice que ustedes siempre tienen esa fe. No podrían existir sin
ella. Cuando van a trabajar por la mañana tienen fe en que por la no-
che regresarán a casa. ¿Cómo pueden estar seguros de eso? No pue-
den estar seguros, pero eso es tener fe. Van a dormir por la noche con
fe en que despertarán por la mañana. Podrán morir durante el sueño.
La casa podría incendiarse. De modo que todo cuanto hacemos en la
vida depende de la fe.
Swami dice: “Tengan un poquito de fe en lo que Yo digo, pruében-
lo y descúbranlo ustedes mismos”.
72
Yo le dije: “Swami, ¿por qué deberíamos elegir un Dios personal si
Dios está en todas partes, en todo momento? Él es universal. Sola-
mente Él existe, entonces, ¿por qué nos dices que elijamos un Dios
personal?
Me dijo: “Hislop, ése es el primer paso. No puedes amar una idea
o algo abstracto que apenas puedes imaginar. Tienes que amar algo
que puedas ver y con quien puedas estar, y esto es un Dios personal”.
Cuando amas a tu Dios personal con todo tu corazón, te dedicas a Él;
lo amas tanto que finalmente comienzas a verlo dondequiera que te
encuentres. Dondequiera que mires, ves a tu Dios personal. Amas a tu
Dios personal. Desarrollas amor y devoción hacia Él.
Si has elegido a Swami como tu Dios personal, Lo amas, piensas en
Él todo el tiempo, Lo adoras, confías en Él, entonces finalmente, Lo
verás dondequiera que dirijas tu mirada.
En ese punto, habrás realizado al Dios impersonal o al Dios abs-
tracto o al Dios sin forma. Por eso, lo primero es encontrar y elegir un
Dios personal.
La meditación
El siguiente paso es entregarse a la meditación. ¿Qué se entiende
por meditación? La mayoría de nosotros, cuando pensamos en la me-
ditación, pensamos en estar sentados con las piernas cruzadas, si nos
obedecen. De otro modo, buscamos un lugar confortable y hacemos
algunos ejercicios con nuestra mente, para tratar de aquietarla. Des-
pués de un rato, una media hora o algo así, nos incorporamos y rea-
73
nudamos nuestras actividades diarias; y la mente queda exactamente
tan bulliciosa como estuvo antes.
Todo lo que hacemos realmente es proporcionar un pequeño des-
canso a la mente, sentándonos en meditación. Swami dice que ésta no
es la forma de realizarla. Lo que corresponde es entregarse a la medi-
tación durante todo el día. Esto es, meditar desde que se levantan por
la mañana hasta la hora en que se van a dormir.
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Ése es el camino más rápido y más fácil para comprender que tú, tú
mismo eres divino. Entonces, esta ilusión, este engaño de que eres un
ser humano, desaparece.
Preguntas y respuestas
Esto es lo que creo que debía decirles. Pero quizás ustedes opinen
que yo probablemente debería haberles dicho algo más. De cualquier
modo, invariablemente ustedes tienen preguntas en la mente. Son
contrarias o suplementarias de lo que he dicho. Cualquiera que sea la
pregunta no duden en formularla.
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sobre uno mismo, es la falta de intensidad. No poner el corazón y el al-
ma en esa búsqueda, sino tratarla sólo como algo mundano, cediendo
al cansancio, etc.
76
cuidar de tu familia. Si consideras a tu familia separada de ti y si con-
sideras a los otros —que no son de tu familia— separados de ti, en-
tonces cuando ayudas a tus hijos estás ayudando a los otros, si tu úni-
ca idea es ayudar a otros. Creo que el sentido común diría que prime-
ro deberías ayudar a tus propios hijos.
77
Cada vez que ocurre, los devotos vienen a mí y me lo cuentan. En-
tonces yo voy a Swami y le pregunto: “Swami, Tú le dijiste a esa gen-
te tal y tal cosa, y ahora ellos quieren saber cuál es el significado”.
Cuantas veces se lo he preguntado —y debe haber sido por lo menos
media docena— Swami, sin excepción, ha dicho: “En absoluto, jamás
dije tal cosa. Es una pura invención de ellos”.
Swami ha dicho que lo que sucederá son desastres comunes de te-
rremotos y erupciones de volcanes. Que los desastres comunes son
causados por los pecados de la gente, porque van contra la divinidad.
Cuando se realizan acciones egoístas y horrendas, la Naturaleza res-
ponde con estos desastres naturales. Me temo ciertamente, que debe-
mos culparnos a nosotros mismos por ese terremoto en la India.
Pregunta: Swami nos pide que sigamos nuestra propia religión, sea
Cristianismo, Hinduismo, etc., pero muchos de nosotros sentimos que
las enseñanzas de Swami son ahora nuestra religión. ¿Cómo debería-
mos comprender Sus enseñanzas?
H: La cuestión es que Swami ha dicho que no es necesario cambiar
de religión porque los predecesores de las religiones más importantes,
conocían la verdad.
Sus enseñanzas fueron verdaderas, cuando ellos establecieron la re-
ligión. Pero con el transcurso del tiempo, la mano del hombre se so-
brepuso a la mano de Dios y la religión fue cambiando. Swami ha di-
cho que no se necesita que cambies tu religión. Estudia las enseñanzas
de Swami y ellas te ayudarán a penetrar en el corazón de tu propia re-
ligión y a encontrar la verdad que está contenida en ella.
Él no dijo que todos deben quedarse con la religión familiar. No, no
dijo eso. Tampoco yo lo dije. De hecho, cuando yo tenía dieciséis años,
mi familia pertenecía a la iglesia Católica liberal; y ustedes saben lo que
sucede con las Iglesias: tienen actividades para los jóvenes porque no
quieren perdérselos. Esta Iglesia las tenía y una de ellas era una obra que
los niños debían representar y que los padres tendrían que presenciar en
el templo. Yo representé un papel en esa obra, a la edad de dieciséis
años. Durante la función, desde algún lugar —no sé de dónde—, con
una fuerza tremenda, me llegó el pensamiento de que la gente de esa
78
Iglesia no sabía de lo que se estaba hablando; y que en algún sitio en
este mundo, debía haber alguien que supiera la verdad: la verdad de lo
que el hombre debería hacer con su vida y que fuera capaz de procla-
marla y trasmitírtela.
Así pues, desde ese momento rechacé toda religión y comencé mi
búsqueda. Supe precisamente entonces cuál era el propósito de mi vi-
da: la búsqueda de la verdad absoluta.
Pregunta: ¿Ha hablado Swami alguna vez de la razón por la que los
judíos han sido perseguidos durante los últimos dos mil años?
H: En Prashanti Nilayam hay devotos judíos. Son verdaderos bus-
cadores. Estando allí, le pidieron a Swami tener un encuentro con
otros devotos judíos; una entrevista especial para ellos. Swami accedió
y me invitó a mí también, aunque mis raíces no son judías sino pro-
testantes.
En esa reunión, los judíos le hicieron toda clase de preguntas y tam-
bién le formularon esta misma pregunta que acabas de hacer. La res-
puesta de Swami fue que no hay consecuencia sin causa previa. Des-
pués le preguntaron si Jesús fue el Avatar de los judíos. Swami dijo que
no, que fue un agente de cambio. Él quebrantó las antiguas leyes de los
judíos y fue castigado por eso, siendo crucificado. Dijo que la religión
judía es tan válida como la religión cristiana o como cualquier otra re-
ligión importante. La gente que la estableció recibió el mensaje direc-
tamente de Dios en forma, creo yo, de ocho letras. Swami entonces
pronunció esas letras que yo no comprendí y no las pude escribir. Pe-
ro desde entonces, las he visto impresas en alguna parte.
Dijo también que los precursores de la religión judía sabían exac-
tamente lo que Él estuvo diciendo, así como los antecesores de las
otras religiones principales. De modo que ésa fue Su respuesta. To-
do cuanto yo pueda decir es que la pregunta fue formulada, y esto
es lo que Él dijo.
79
un devoto? Por ejemplo, yo me encuentro en un grave conflicto con
mi esposo. En especial cuando el esposo y la esposa marchan por dife-
rentes caminos espirituales, ¿cómo se manejan?
H: El problema es cuando el esposo y la esposa no están de acuer-
do con Swami, como miembros de la Organización Sai y realizan tra-
bajos de servicio para Swami. ¿Qué tiene Swami que decir respecto
del conflicto y cómo debería resolverse? Swami dice que si el con-
flicto no puede resolverse, en tal caso la esposa debe rendirse. ¿Sig-
nifica eso entonces que la esposa tiene que prescindir de la vida es-
piritual? No, de ninguna manera. La esposa tiene luego realmente la
oportunidad de ir a su interior y buscar al Señor interno, buscar den-
tro de sí misma la verdad espiritual. Su devoción a Dios no tiene que
ser desplegada en actividades de servicio tales como repartir sándwi-
ches a la gente o ayudarlos con sus hijos. No debe ser expresado en
esa forma.
La devoción a Dios es algo íntimo. Además, ella puede en verdad,
profundizar en su vida espiritual, ya que entonces puede iniciar esa
gran búsqueda, la búsqueda suprema en la existencia humana y ésta es
la pregunta: “Quién soy yo?”, “¿Quién y qué soy yo?”. La búsqueda
interior: la autoindagación. La esposa puede aprovechar esa oportuni-
dad para volverse hacia su interior y encontrar a Dios más rápidamen-
te, liberándose de la ilusión en la que ella ahora vive, en vez de seguir
siendo sólo una persona que actúa exteriormente haciendo servicio.
Eso es lo que ha dicho Swami al respecto. No hay duda de que Él
ha manifestado otras cosas a otras personas, pero yo sólo puedo repe-
tir lo que Él me ha dicho a mí.
80
te en el trabajo espiritual. No salgan a la calle, a los negocios, a enta-
blar nuevas amistades, a pasar horas charlando con la gente; vayan a su
habitación y comiencen a mirarse interiormente y traten de responder
a la pregunta: “Quién soy yo?”. Eso es lo que Baba dijo.
Muchas gracias por escucharme. Es para mí un verdadero placer es-
tar aquí. Me siento feliz. Ustedes saben lo que Swami dice: “Así como
el océano se agita y se levanta cuando hay luna llena, cuando Yo miro
a Mis devotos, Mi corazón desborda de inmenso amor por ellos”. Yo
no puedo amarlos como los ama Swami, no obstante, los amo y les
agradezco por haberme escuchado y estoy feliz por haber podido ve-
nir a Nueva Zelanda. Om Sai Ram.
81
Convención Nacional de Nueva Zelanda,
del 22 al 25 de octubre de 1993
82
Cuando llegué a Simla y estaba hablando con Swami, le dije:
“Swami, Tú debes estar conduciendo todos los autos”. Me respon-
dió: “No, Hislop, en absoluto. Es responsabilidad del conductor el
manejo de su auto y Swami interviene sólo a último momento para
salvar la situación”.
La Princesa de la nieve
Después de pasar algunos días en Simla, Swami me dijo: “His-
lop, lo primero que debes hacer por la mañana alrededor de las sie-
te, es tener preparado un taxi para ti y para tu esposa. No se lo di-
gas a nadie, porque vamos a ir en una excursión a la nieve”. De mo-
do que estuvimos listos y partimos. Había, creo, cinco autos en el
grupo de Swami. Ascendimos más y más en el Himalaya hacia los
cerros nevados.
Finalmente, llegamos a un lugar que aparentemente pertenecía a
uno de los devotos, y que se encontraba cercado. Abrimos el portón y
entramos. En el extremo de esa parte de la propiedad había una pen-
diente abrupta hacia el valle del Himalaya. Quienes han estado arriba
en el Himalaya saben que ésta es una zona de valles extremadamente
profundos y picos elevados. Entonces los autos se detuvieron y las se-
ñoras comenzaron a bajar de los coches la comida, para servirnos un
almuerzo. Swami empezó a caminar hacia el borde del precipicio. Los
hombres lo siguieron aunque a una distancia respetable porque gene-
ralmente no nos amontonamos a Su alrededor. Pero estábamos lo su-
ficientemente cerca para oírlo.
Cuando se aproximó al precipicio que daba al valle, se detuvo y por
supuesto nosotros también lo hicimos. En un instante, sobre el borde
del precipicio, apareció la cabeza de una mujer. Luego se encaramó y
se paró en el borde una esbelta mujer india con un sari común y co-
rriente, un típico sari indio. Swami se le acercó y pudimos escuchar lo
que se decía. Él dijo: “Por fin has venido”.
Materializó un collar y aros de diamante y se los colocó. Después
ella retrocedió y desapareció tras el borde del precipicio. ¿No creen
que fue algo misterioso? Yo lo pensé así. ¿Quién o qué era esa dama?
83
Algunos amigos quisieron saber por qué no le pregunté a Swami quién
era ella. Les dije que no era asunto mío, así que no pude preguntarle.
El Hombre misterioso
Al parecer, algunos devotos se habían enterado de la excursión, y
otros autos comenzaron a llegar. Entonces Swami dijo: “No, no hay
paseo”. Las señoras llevaron nuevamente la comida a los autos y par-
timos de regreso a Simla. En el camino debimos atravesar un vasto
campo de nieve. Swami detuvo los autos, nosotros bajamos y nos fui-
mos a la nieve. Empezamos a arrojarnos bolas de nieve unos a otros,
pero no a Swami. En pocos minutos, una caravana de autos que se di-
rigía hacia donde nosotros habíamos estado, pensando que Swami
todavía se encontraba allí, bloqueó el camino. Un sedan se había de-
tenido justamente fuera del camino donde nosotros estábamos ju-
gando con la nieve. Swami se acercó al auto: la ventanilla estaba
abierta y allí, en el asiento trasero, estaba sentado un robusto hom-
bre indio. Swami se le aproximó, hizo con Su mano un movimiento
circular con la palma hacia abajo y materializó un anillo de gran ta-
maño, se lo colocó en el dedo y después regresó hasta donde noso-
tros estábamos parados en la nieve, observando. Nunca dijo una pa-
labra, y tampoco el hombre pronunció palabra alguna. De nuevo, pa-
ra mí al menos, fue muy misterioso.
84
mi lo vio y se abrazaron y él inmediatamente lo reconoció como Shir-
di Sai Baba. Baba le hizo un anillo con Su retrato, para él. El anillo te-
nía una característica peculiar. Consistía en que el rostro de Swami da-
ba una vuelta entera cada veinticuatro horas.
Cada vez que la gente veía a este hombre, le tomaba la mano y mira-
ban el anillo para ver dónde estaba la cara en ese preciso momento. Yo
supongo que él se cansó un poco de que la gente hiciera eso, entonces
fue a Swami y le dijo: “Swami, ¿por qué este anillo da una vuelta com-
pleta cada veinticuatro horas?” Swami dijo: “Eso es cosa mía, no tuya”.
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Sus vacas”. Pero los que estaban en el auto dijeron: “Oh sí, ya lo hizo.
El sólo echó un vistazo al patio y de inmediato las eligió”.
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Hasta tres años después no se dijo nada más. Entonces yo estaba en
Prashanti Nilayam, sentado como de costumbre en la veranda. Allí es-
taban también sentados un oficial del ejército de Simla, su esposa y su
hija. Apenas llegaron, Swami los llamó para una entrevista, lo que no
era usual. Aun en esos lejanos días, la gente debía esperar mucho tiem-
po, quizás semanas, antes de conseguir una entrevista. Pero Él los lla-
mó enseguida. Yo estaba en el porche y Swami me hizo entrar con ellos.
Él les habló acerca de incidentes acaecidos en sus vidas antes de que
se conocieran; de incidentes en sus vidas después de conocerse, de ca-
sarse, tener hijos, etc. Les estaba demostrando que había estado con
miembros de la familia desde que nacieron. Le dio un collar a la espo-
sa y un par de aros a la hija.
Luego se volvió hacia mí y me dijo: “Hislop, cuéntales algunas anéc-
dotas”. De modo que les hice conocer algunas, y la última fue la histo-
ria que acabo de relatarles acerca de la hermosa persona en el auto. El
oficial del ejército no pudo contenerse y dijo: “¡Ése debe haber sido
Krishna!”. Swami lo miró y respondió: “Sí, eso es correcto”. Agregó:
“Le mostré Krishna a Hislop cómo era real y verdaderamente, no como
los artistas y poetas Lo han descripto”. El hombre estaba muy excitado
y no pudo contenerse. Dijo: “¡Oh, yo quiero ver a Krishna!”. Swami se
inclinó, lo palmeó en el hombro y le contestó: “¡Paciencia, paciencia!”
Avatares
Ésa fue la historia de Krishna. Por supuesto, Swami se había mani-
festado ante mí como Krishna, con anterioridad. En Brindavan, solía
invitarme con frecuencia a Su habitación para desayunar o almorzar.
En esta ocasión particular yo había llevado conmigo un libro que ya
había leído y que se titulaba Diez Grandes Santos de la India. Se lo mos-
tré a Swami y Le dije: “Swami, estar en la India en los tiempos en que
vivían estos santos Avatares allí, debió haber sido maravilloso”. Pero
Swami dijo: “Tonterías, Hislop. Ellos no fueron Avatares, fueron eru-
ditos, eso es todo”. Entonces comencé a decir: “Bueno, en ese caso,
Swami, no ha sido posible ver a Dios desde el tiempo de Krishna has-
ta el tiempo de Baba”. Eso es lo que yo iba a decir y llegué hasta “Bue-
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no, Swami, no ha sido posible ver a Dios desde el tiempo de Krishna”.
Swami me interrumpió precisamente allí y dijo: “¡Tiempo de Krishna!
¡Yo soy Krishna!”. Él manifestó eso, justamente así.
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Algunos monos estaban trasladando al océano una enorme monta-
ña cuando les llegó el aviso de que no necesitaban más montañas, ya
habían terminado el puente. Entonces los monos depositaron la mon-
taña en el suelo y ésta en seguida comenzó a llorar: “¡Ay de mí! ¡Soy
tan desdichada! Había pensado que los sagrados pies de Rama cami-
narían sobre mí cuando tuviera que cruzar a Lanka. Pero ahora me de-
jan aquí, a millas de distancia de mi hogar y no seré usada por Rama”.
Y seguía llorando. Rama se enteró y de inmediato le habló así: “No
llores más, porque en Mi próxima encarnación te utilizaré”. En Su si-
guiente encarnación, ella fue la montaña que Krishna sostuvo en la
punta de Sus dedos para proteger a las Gopis de las torrenciales lluvias
enviadas por quienes gobernaban los cielos.
Así que le dije: “Swami, ese gran drama en el que la montaña no fue
usada y luego le prometiste que la utilizarías en Tu próxima encarna-
ción, fue nuevamente representado hoy aquí. Apartaste cuatro saris
nuevos, ellos empezaron a llorar, y para resolver ese problema los re-
galaste”. Swami dijo: “Sí, Hislop, eso es exactamente así. Y es más, el
mismísimo Rama y el mismísimo Krishna están hoy aquí”. Fueron en-
tonces dos veces las que Él se declaró a Sí Mismo como Krishna antes
de manifestarse como Krishna en el automóvil.
Ahora, por lo que se refiere a sus preguntas, pienso que formularán
muchas. Espero que nadie dudará acerca de la pertinencia de las mis-
mas, porque les aseguro que las preguntas que ustedes puedan hacer
están también en las mentes de muchos otros. Ellos estarán muy, pero
muy felices de que ustedes las formulen.
En cuanto a mí, responderé lo que Swami ha expresado al respec-
to. Yo he mantenido tantas conversaciones con Él, que conozco lo que
ha dicho acerca de muchos asuntos. Si no lo sé, sólo diré: no sé.
El nombre de Dios
Esta mañana, los devotos me preguntaron por qué digo “Om Sai
Ram y por qué le agrego el nombre de Rama, ¿por qué no digo Om
Sai Baba?”. No hay una razón especial, excepto que Rama produce
muy buen efecto, y Swami aconsejó su uso porque Ram existió mucho,
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mucho antes que el Avatar Rama. Ram significa “aquello que es puro
deleite para el corazón”. Ése es el significado de Ram. Por eso digo:
“Om Sai Ram”. Empiezo con Om porque Baba nos dice que es bene-
ficioso comenzar con Om. Om es el pranava15, y el universo manifes-
tado en su totalidad está suspendido de ese sonido.
Preguntas y respuestas
Pregunta: ¿Qué cree usted que va a ocurrir en la próxima década
con los millones de personas que estarán llegando al ashram? ¿Cómo
manejará Sai Baba la situación?
H: No lo sé. ¿Saben? Una vez estuvimos con Goldstein, en el ash-
ram al mismo tiempo. Subimos al auto con Swami, porque nos quería
mostrar algunos edificios nuevos que se estaban construyendo. Pasa-
mos frente a la universidad y entonces Swami, señalando una cons-
trucción pequeña, dijo: “Allí está el pozo que provee de agua al cole-
gio”. Le pregunté: “¿Qué profundidad tiene ese pozo?”. “Algo así co-
mo seis metros”. contestó. Le dije: “Swami, ¡seis metros! No se puede
cavar un pozo de seis metros y tener agua potable. El agua de la su-
perficie la contamina toda”. Swami dijo: “Sí, Hislop, lo sé, lo sé. Pero
Swami eligió dónde cavar el pozo. Los expertos del gobierno trataron
varias veces de encontrar agua buena, pero no lo consiguieron. No
obstante, Swami indicó el lugar donde cavar. A los seis metros, hay
abundante y preciosa agua potable para los colegios”.
Continuamos así por un rato y yo me volví y le dije: “Swami, ¿por
qué el gobierno no Te entrega la administración de la India? Entonces
todo estaría bien”. Swami respondió: “No, no. Swami no tiene ningún
interés en la política. El gobierno lo conoce a Swami, pero ellos no
quieren intervenir y tener que protegerlo. Deberían custodiarlo, por-
que no querrían que Le causaran daño. Si el gobierno interviniera, los
devotos podrían pasar momentos muy difíciles para verlo”.
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Pregunta: ¿Existe continuidad entre la muerte y el nuevo naci-
miento? ¿Puede explicarlo?
H: La pregunta es: ¿Hay una manera segura para pasar por la
muerte y no terminar en el infierno o en un lugar similar? Natural-
mente, yo le formulé a Swami esa pregunta. Primero le dije: “Swami,
¿existe algún camino fácil para atravesar la muerte? Porque parece que
existen muchas dificultades”. Swami dijo: “Hislop, lo único que es co-
mún a todos es el cadáver. Nada más es común. Nada se puede decir
en cuanto a lo que acontece después de la muerte porque la muerte es
diferente para cada persona. Completamente diferente para cada uno”.
Eso es lo que Swami dijo, y yo acepto que así debe ser.
91
deren qué significa desapego. Desapego significa observar lo que pasa
en el mundo sin que nos afecte.
Él dice que los hombres y las mujeres deberían estar tan separa-
dos como sea posible. Tomen como modelo los encuentros Sai. ¿Por
qué las mujeres se sientan en un lado y los hombres en otro? No es
que los hombres de pronto van a abrazar a las mujeres que están cer-
ca de ellos, o algo por el estilo. Es sólo que existe una atracción na-
tural entre un hombre y una mujer. De otra manera, todo este dra-
ma que Swami está desarrollando, probablemente desaparecería, de
no existir tal atracción. Él dice que si en un encuentro o en sesiones
de bhajans, estás sentado junto a una mujer, esa atracción mutua e
inevitable interferirá en tu concentración, en lo que se está dicien-
do o en los bhajans. Quiere que no introduzcas esa desarmonía en tu
búsqueda espiritual. En los encuentros, manténganse aparte, hom-
bres y mujeres.
Pero, en un encuentro público, al que se invitaron forasteros —es-
pecialmente en Occidente, donde la separación de hombres y mujeres
suena extravagante—, dejen que los hombres y las mujeres se sienten
donde ellos quieran. Sin embargo, en todas las reuniones de los Cen-
tros, la separación todavía es válida.
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vital importancia proteger el cuerpo. A menos que tengas un cuerpo,
no podrás alcanzar la autorrealización.
No creo que sea un problema real para nosotros. Dudo que alguien
aquí tenga dificultades en respetar a su madre y a su padre. Puedes te-
ner una madre o un padre que sean abusivos, pero generalmente el
sentido común les dirá que quizás tendrán que mudarse de casa o bien
conseguir algún tipo de ayuda.
Swami dice que, ante cualquier situación que se presente en la vi-
da, la norma a seguir es la del sentido común. Examinas la situación,
ves lo que parece ser de sentido común y luego aplicas ese criterio a la
conciencia. Nos recuerda que en todas las personas, la conciencia es
Dios. Dios reside en cada persona, como la conciencia. Por lo tanto, si
se presenta una situación y dices que el sentido común me pide que ha-
ga esto —quizás abandonar la casa—, entonces acude con esa decisión
a la conciencia. Ahora, si sientes que está bien hacerlo, después de ha-
ber apelado a Dios en tu conciencia, entonces actúa. Si has cometido
un error, asume las consecuencias. De cualquier modo, todo el tiempo
uno está asumiendo las consecuencias de los errores.
Ahora bien, si tienes un deseo de cualquier índole —quizás el de-
seo de abandonar la casa—, deberías también aplicar lo que Swami in-
dica para los deseos. Es decir, si tienes un deseo, primero pregunta:
“¿Este deseo lastimará a alguien?”. Luego: “¿Este deseo me lastimará
a mí?”. Él dice que si la respuesta es que realmente va a dañar no sólo
los sentimientos sino realmente a alguien o a ti mismo, entonces de-
bes cortar de raíz ese deseo. Si la respuesta es no, no va a herir a nadie
más ni tampoco a ti, entonces ¡prosigue! Sigue adelante con el deseo.
No hay inconveniente.
93
Si los padres se resisten al grupo de jóvenes, y si no funciona la per-
suasión —los ruegos amorosos y quizás el pedido de alguien que hable
con los padres—, entonces el joven tiene la opción de abandonar la ca-
sa, lo que a menudo sucede en los EE.UU. Sus calles están atestadas
de hijos sin hogar que no estuvieron de acuerdo con sus padres y aban-
donaron sus casas. En casi todos los casos, se hallan en condiciones
mucho peores que las que tenían antes.
De modo que si hay alguna diferencia de opinión, pienso que el jo-
ven debe pedirles a sus padres que por favor reconsideren su posición,
y si ellos todavía están en desacuerdo, y él quiere seguir viviendo en la
casa bajo la protección de ellos, creo entonces que no tiene alternativa,
excepto la de posponer esos deseos para que sus padres estén felices.
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Pregunta: Yo sé que la entrega es en sí misma una tarea enorme.
¿Cómo debemos practicarla en nuestra vida diaria?
H: La señora dice que el camino de la entrega es muy difícil, por lo
tanto, ¿qué podemos hacer en nuestra vida diaria, para comprender ese
camino y ponerlo en práctica?
Swami permanentemente recibe cartas con las invariables quejas.
Ellos dicen: “Swami, yo me he entregado a Ti, pero mis problemas
aún siguen. ¿Cómo es eso, Swami?”. Ustedes se sorprenderían de la
cantidad de veces que se dice eso y de la cantidad de cartas que llegan
con esas quejas.
Swami ha dicho que eso es una mala interpretación de lo que es la
“entrega”. Si se han entregado al Señor, debe tenerlos sin cuidado to-
do lo que ocurra. Te has entregado a Dios, por lo tanto acepta sin que-
jarte lo que Dios te dé. Cualquier cosa que sea, la entregas a Dios y
aceptas lo que suceda, como Voluntad de Dios.
Ahora podrías decir: “Pero yo tengo libre albedrío. ¿Cómo pue-
do sólo aceptar la Voluntad de Dios?”. Hay dos maneras de verlo.
Uno es, si has estado considerando todo este problema por algún
tiempo, puedes comprender que este mundo en el que vivimos se
parece a un sueño. Swami dice eso, los grandes sabios de la antigüe-
dad también dicen eso. ¿Recuerdan la referencia que hicimos res-
pecto del sueño nocturno? Supongan que en el sueño nocturno us-
tedes dijeron que tienen libre albedrío para hacer esto o aquello. En
el sueño, el libre albedrío no tiene significado alguno, porque al
despertarse, el sueño se desvanece. De modo similar, en este mun-
do despierto, Swami dice que ustedes parecen tener libre albedrío y
que deberían actuar según esa premisa. Toman una decisión, luego
se comprometen en la acción y pueden sentir que están actuando se-
gún su voluntad.
Después que la acción se ha llevado a cabo, miran hacia atrás y di-
cen: “Oh, yo en cambio hubiera podido haberlo hecho de este modo o
de aquel, y pude haber ejercitado mi libre albedrío”. Pero el hecho es
que actuaron en una forma determinada.
¿Cuáles fueron las influencias que los hicieron actuar de esa mane-
ra? ¿Fue el libre albedrío? No. Decididamente, no. Desde el momen-
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to en que nacieron fueron invadidos por influencias e ideas prove-
nientes de todas direcciones.
Sus padres les dieron ideas, sus compañeros de juegos les dieron
ideas, sus maestros en la escuela les dieron ideas. La televisión y el ci-
ne siguen dándoles ideas. Sus mentes están atiborradas de ideas sobre
lo que se debería hacer y cómo. Entonces, ¿dónde está el libre albedrío?
Además de eso, hay un constante bombardeo de rayos de energía de
las distantes estrellas y de todos los planetas que los han atravesado y
que siguen ejerciendo su efecto sobre ustedes en forma continua. Por
eso, cuando están por actuar, ¿pueden dejar de lado toda esa amplia ga-
ma de influencias que han ido soportando desde muy pequeños hasta
ahora mismo —incluyendo las influencias provenientes de las estre-
llas— y actuar con libre albedrío en forma completamente indepen-
diente? No, es obvio que no pueden hacerlo.
Si hubiera una situación tal, donde de manera extraña estuvieran en
total equilibrio todas las influencias que han estado sepultadas en us-
tedes desde la infancia y no hubiese una fuerza neta dominándolos
¿podrían entonces hacer uso del libre albedrío?
Ahora bien, cuando decidimos el curso de una acción, planifica-
mos lo que vamos a hacer, pero no podemos confiar en que nuestros
planes serán exitosos, ¿verdad? Frecuentemente no resultan así. En
consecuencia, el factor que hace variar el resultado de nuestros pla-
nes es la presencia del Señor en cada acción que realizamos. Swami
dice que es mejor llegar a la conclusión de que todo cuanto aconte-
ce es Voluntad de Dios y no luchar contra ello. Sólo aceptarla como
Voluntad de Dios y pedir Su Gracia. Afirma que eso es el súmmum,
el colmo de la devoción.
Pregunta: Jack, nos damos cuenta de que usted ha sido muy espe-
cial para nosotros desde el momento en que llegó aquí. También sabe-
mos que es muy especial para el Mismo Baba. He leído sus libros y pa-
rece que en su vida ha practicado algunas disciplinas espirituales muy
avanzadas. Todos los que estamos aquí, de algún modo estamos su-
friendo; y aunque intelectualmente sabemos que necesitamos mejorar,
es difícil saber con exactitud cómo debe hacerse para mejorar.
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H: Nosotros estamos acostumbrados a realizar cierto tipo de accio-
nes que pueden no ser precisamente las que Swami aconseja. Enton-
ces, ¿cómo podremos sobreponernos a la tendencia tan fuertemente
arraigada de continuar con ellas?
Ante todo, tienen que aceptar que entregarán a Dios todo cuanto
hagan y lo considerarán como actos de devoción a Él. Si las propias
ambiciones humanas están obstaculizando de continuo la mente de
ustedes, y ustedes sufren permanentemente la andanada de senti-
mientos tales como la ira, el resentimiento, el fracaso, etc. entonces,
¿cómo van a cambiar?
Todas esas acciones en las que se encuentran comprometidos, se
originan en ciertas características y deseos, la mayor parte de los cua-
les provienen de nacimientos anteriores conservados en la memoria.
Es decir, todas las acciones, ideas y tendencias de este nacimiento
quedarán en la memoria de ustedes y serán trasladadas al nacimiento
siguiente. Entonces, lo que debemos hacer es comprender que estas
tendencias que les están ocasionando todos esos problemas provienen
de su interior. Están permitiendo que se expresen y produzcan su
efecto en el mundo.
Swami dice que la forma de interrumpir este ciclo, es sustituir con
el nombre de Dios los pensamientos que los llevan a la acción. Re-
cuerden el ejemplo del rey y el sirviente. Tan pronto se permite a la
mente ocuparse de actividades improductivas, ella los destruirá.
Asegura también que alguien puede estar caminando por la calle
como una persona común y de pronto, verse total y completamente li-
berada. Todas las ilusiones se desvanecen, todas las falsas ideas desapa-
recen y reconocemos que somos divinos. Mas Swami dice que esa ex-
periencia no permanece.
Afirma que la desaparición de las ilusiones sólo puede persistir si
hemos logrado destruir la mente. Sólo cuando la hemos vencido, la li-
beración puede perdurar de manera total y completa.
Entonces, ¿qué es la mente? La mente sólo es una serie de pensa-
mientos. No hay nada que sea como la “mente”. Swami y todos los sa-
bios están de acuerdo al afirmar que, cuando se busca la mente, no se
la encuentra, porque no existe.
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Tenemos pensamientos y debido a que ellos surgen y entran en ac-
ción, suponemos que los mismos deben tener algún origen. Pero Swa-
mi nos dice, al igual que los sabios, que esta suposición es equivocada.
Nos comprometemos en actividades destructivas porque tenemos
pensamientos y esos pensamientos se traducen en acciones. Swami
aconseja: no tengan esos pensamientos. Vale decir, supongan que lle-
ga un pensamiento que los induce a acciones equivocadas. Quizás a us-
tedes no les agrade ese pensamiento porque los induce a peleas y con-
flictos. Lo que deben hacer es simplemente sustituirlo por el nombre de Dios.
Por ejemplo, cuando me despierto por la mañana, desprevenido, por
decirlo así, puede que me llegue un pensamiento, un pensamiento de-
presivo; estoy preocupado por algo o por el pensamiento de que al-
guien no actuó correctamente, y yo de inmediato reconozco: “Aquí es-
tá este pensamiento”. No lucho en absoluto con el pensamiento, sino
que de inmediato lo sustituyo por el nombre de Dios: “Om Sai Ram,
Om Sai Ram”.
Sustituyan el pensamiento con el nombre de Dios. Si lo intentan,
descubrirán que funciona.
Además, otro factor importante es que ustedes mismos tienen todas
estas malas tendencias, como celos, ira y odio. Esto lo mencioné antes,
pero quiero decirlo de nuevo. Cuando se despierten por la mañana, vi-
sualicen a Dios de pie junto a su cama, tomen Su mano y caminen con
Él durante todo el día.
Cuando vayan al trabajo, digan: “Queridísimo Señor, ahora debo
realizar mi tarea”. Swami dijo que cuando hacen su trabajo con total
concentración, es exactamente lo mismo que estar con Dios y tomados
de Su mano.
Estas dificultades que el caballero mencionó —las malas tenden-
cias, los malos pensamientos, los malos impulsos que nos provocan
problemas— se originan en la ignorancia, ignorancia de nuestra ver-
dadera naturaleza. Son flores de la ignorancia, flores de la noche. Flo-
recen en la oscuridad, no pueden sobrevivir en la luz.
El Señor es el Sol resplandeciente, entonces, si caminas tomado de
Su mano durante todo el día, estarás caminando en la luz del Señor, en
la luz del Sol.
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Estas malas tendencias que te han importunado ocasionándote pro-
blemas no pueden sobrevivir en la luz del Señor. No tienes que llamar
a un psiquiatra para que haga algo con ellas. Se secarán, se desvanece-
rán y dejarán de existir. Gradualmente, muy gradualmente, mientras
caminas de la mano del Señor, las malas tendencias desaparecerán. Na-
da tienes que hacer al respecto. Un día de éstos, te encontrarás libre
de estas malas cualidades y descubrirás que te es realmente imposible
hacer algo erróneo, algo malo. Simplemente no estará en tu naturale-
za. Ni siquiera debes esforzarte para ello. De tal manera que ése es el
mejor modo de atacar tan serio problema.
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Veamos, la joven dice que hay gente cercana a uno: amigos, familia y
extraños. ¿Cómo actuar entre estos grupos dispares? Exactamente de
igual modo. Por ejemplo, miras a tu madre, te das cuenta de que la rea-
lidad de tu madre —aquello que la hace a tu madre como es, aquello
que la hace tan amorosa— es Dios residiendo en su corazón. Enton-
ces saludas a Dios, que reside en el corazón de tu madre. Tú no le di-
ces a ella que es así como la percibes. Eso queda entre tú y Dios. No
se lo digas a ella, porque eso trae complicaciones.
Sólo reconoce que Dios es la realidad en el corazón de tu madre.
En tu corazón, sin demostrarlo, saludas a Dios: “Amadísimo Señor, yo
Te amo”. Con la familia y los extraños procede de igual modo.
En todos los años en que he estado asistiendo a las conferencias
de Sai —incluso en las grandes celebraciones en Madrás y Bom-
bay— en todos esos veinticinco años, nunca disfruté de una noche
cultural tanto como anoche aquí. Es verdad. Pensé que fue maravi-
llosa. Sencillamente magnífica.
100
Convención Nacional de Nueva Zelanda,
del 22 al 25 de octubre de 1993
El camino de la sabiduría
La historia de Navidad
En una Navidad se me ordenó hacerme cargo y responsabilizarme
de toda la festividad navideña, que en Prashanti se organiza con mu-
cho esmero. Hice los preparativos y luego me dirigí a la veranda para
101
invitar a Swami, a fin de que asistiera y desempeñara Su papel en el
magnífico acontecimiento. Llamamos a Su puerta y no contestaron.
De modo que la abrí y miré en el interior. El asistente estaba allí y le
pregunté: “¿Dónde está Swami?”. Respondió que iría a buscarlo.
Cuando apareció Baba, le dije: “Swami, estamos listos”. Él contestó:
“Yo no voy”. Lo que había ocurrido era que yo me había olvidado de
invitarlo. Para invitar a Swami a una función, siempre hay que hacer-
lo con cierta formalidad. Pero Él aceptó y me disculpó. Me arrodillé,
toqué Sus pies y Le rogué que me perdonara y que participara en las
festividades y así lo hizo.
102
sientan en el piso. Swami se ubica ante una mesa pequeña, solo, co-
mo lo hace en todas partes, y lo atiende la anfitriona. Luego sirven
la comida a los devotos.
Yo sé que corresponde pedir la bendición de Swami antes del pri-
mer bocado. En ese momento se debería dedicar la comida a Swami.
Algo así como: “Amadísimo Señor. Tú eres el alimento. Tú eres
quien nos da el alimento y Tú eres quien lo consume. Te dedico es-
te alimento y todas mis acciones del día”. Después de eso, comienzas
a comer.
Swami dice que es muy importante, muy importante hacerlo por-
que el cerebro se nutre de los mejores elementos de la comida. Cuan-
do uno ingiere alimento animal, sus mejores elementos están conta-
minados por las fuertes emociones que sufrió el animal. Por consi-
guiente, el alimento animal no es beneficioso como alimento para el
cerebro. Más aún, Él dice que sea lo que fuere que comas, no puedes
estar seguro de la pureza de la gente que preparó la comida y que la
impureza de esa comida podría afectarte.
Al respecto, me contó una historia muy ilustrativa. Un yogui vivía
en la vecindad de un hombre rico. Era un yogui genuino, a quien el
hombre rico respetaba y le tenía afecto. Por eso, lo invitó a cenar con
él. El yogui acudió a la cena. Los adornos de la mesa eran todos de oro.
Después que finalizó la cena y el yogui ya había regresado a su ca-
sa, el hombre rico notó que faltaban algunos objetos de oro. Como só-
lo el yogui había estado presente, pensó que él se los había llevado. Así
que fue a ver a su amigo el yogui y le dijo: “Mi Señor, ¿tomaste algu-
nas cosas de oro de mi mesa?” y el yogui respondió: “Sí, sí, lo hice.
Aquí están”.
Swami siguió explicando que el cocinero del hombre rico no era
una persona honesta. De hecho, había sido un ladrón. Su índole había
contaminado el alimento y este alimento contaminado había influido
en la mente y el carácter del yogui.
Swami dice que no importa el lugar donde te encuentres ni la co-
mida que ingieras, pues igualmente puede haber algo malo en ese ali-
mento. Quizás gente impura lo ha manipulado. Por lo tanto, antes de
tomar el primer bocado, siempre deberías dedicárselo a Dios. En tal
103
caso, el alimento se purifica. Si haces eso, en ninguna forma ese ali-
mento puede dañarte.
Yo sabía que siempre era bueno pedir la bendición antes de la comi-
da —y estaba tratando de ponerlo en práctica— pero fracasé. Así pues,
estando ya sentado a la mesa de los invitados en la casa de Swami, allí
en el Dharmakshetra, justo cuando llevaba a la boca la cuchara con el
alimento, lo recordé. Así que me dije: “Gracias a Dios, por fin me acor-
dé”. Swami me miró y se echó a reír. Él exactamente lo sabía.
La aureola dorada
El mismo día, después de la cena, los hombres fueron a una de las
habitaciones que les habían asignado y Swami entró para dar una
charla. Swami estaba parado contra la pared y yo me había sentado
con las otras personas. Pienso que yo era el único occidental; los de-
más eran indios. Estaba mirando fijamente a Swami. Es algo que
siempre hago: no solamente lo miro sino que lo miro fijamente. En
esta ocasión, mientras lo estaba haciendo, vi, detrás de Su cabeza, una
aureola dorada. Era un halo muy peculiar. No era redondeado como
el que se puede observar en un cuadro, sino que seguía el contorno de
Su cabeza y de Su pelo.
Era de un dorado muy brillante y muy intenso. Sobre la pared detrás
de Swami, se proyectaba un halo circular, todo dorado, como un gran
disco. Cuando Swami movía Su cabeza, la aureola que circundaba Sus
cabellos se movía con ella. Pero el disco dorado sobre la pared, nunca se
desplazaba. Los hombres indios advirtieron la forma en que yo miraba
a Swami y me dijeron: “Hislop, ¿por qué estás mirando así a Swami?”.
Entonces respondí: “Estoy mirando la aureola de Swami”. Ellos no pu-
dieron verla, así que se lamentaron ante Él. Dijeron: “Swami, ¿por qué
nosotros no podemos ver el halo? ¿Por qué nosotros no vemos el halo?”.
Swami dijo: “Si ustedes miran atentamente, con verdadera atención, con
verdadero esfuerzo, pueden ver el halo. Está allí”.
Más tarde, en Brindavan, yo estaba conversando con una señora
joven, una occidental. Ustedes saben, en Brindavan, antes de que se
construyera la casa con forma de loto, hubo allí un antiguo edificio
104
británico. Antes de que la finca fuera adquirida, los gobernantes bri-
tánicos de ese tiempo usaron la casa con fines administrativos. Tenía
una gran galería cerrada. Dentro había una habitación amplia y arri-
ba, tiempo después, Swami tuvo Sus aposentos. Detrás de la habita-
ción grande, precisamente más allá de la galería, había una habita-
ción más pequeña.
Ahora bien, los hombres que teníamos acceso a Swami —yo mismo
tenía una casa en los terrenos de Swami, precisamente a poca distan-
cia de la Suya— íbamos a la veranda por la mañana y nos sentábamos
allí. Swami solía bajar y yo podía estar allí todo el día, observándolo y
conversando con Él.
Pero antes de bajar, todas las mañanas alrededor de las cinco, acos-
tumbraba salir de la habitación de arriba y asomarse al pequeño bal-
cón; y la gente solía venir de Bangalore y de otras partes para pararse
allí a esa hora y ver a Swami aparecer con las primeras luces del día. Él
daba Su darshan y Su bendición.
Esta joven me comentó que ella vio algo sorprendente cuando su-
cedió eso. Luego describió exactamente lo mismo que yo les conté:
una aureola dorada alrededor de la cabellera de Swami, siguiendo el
contorno de ésta y que se movía cuando Él lo hacía. Además, un halo
dorado circular más grande sobre la pared, detrás de Él, absolutamen-
te estático.
Escribiéndole a Swami
Dejando de lado el tema de esa casa vieja, pregunto ahora: ¿al-
guien de aquí le escribe cartas a Swami? Si lo ha hecho, puede abri-
gar alguna duda respecto de si Swami lee todas o no. Puedo decirles
que no importa cuán alta pueda ser la pila de cartas, Swami lee cada
una de ellas.
En ese tiempo en particular, no había tantas cartas. Swami solía pa-
sar las horas de la tarde, leyéndolas. Él no duerme, porque ¿cómo pue-
de la conciencia plena, volverse alguna vez inconsciencia? Descansa en
Su cuarto, pero no duerme. Corre las cortinas para que la luz no atrai-
ga a la gente. Si ellos pensaran que está despierto, saldrían de sus ha-
105
bitaciones, se sentarían frente a la casa de Swami y mirarían hacia arri-
ba, a Su ventana. Por eso, cierra bien las cortinas, y luego lee Su co-
rrespondencia. Por la mañana, los muchachos encargados las recogen
y las queman. Nadie ve las cartas, excepto Swami. No se las guarda.
Siempre las queman.
Algunas veces solía haber demasiadas cartas para leer, entonces Él
las bajaba por la mañana. Ese día en particular, yo estaba sentado en el
banco y entró Swami. En lugar de sentarse en la silla como acostum-
braba hacerlo para abrir Sus cartas, se sentó en el piso.
Cuando Swami mira Su correspondencia, generalmente se sienta
en la silla. Para cuando termina, el piso queda cubierto de papeles ro-
tos. Él rompe el sobre y saca la carta. En esta ocasión, como Swami es-
taba ubicado en el suelo y yo en el banco, quedaba un poco más alto
que Él. Entonces, de inmediato, me senté también en el piso. Swami
dijo: “Hislop, ¿por qué hiciste eso? ¿Por qué estás sentado en el piso?”
Entonces Le dije: “Swami, se supone que un devoto nunca se sienta en
un nivel más alto que el gurú”. Swami respondió: “Tonterías Hislop,
siéntate en el banco”. De modo que me senté en el banco.
Empezó a abrir las cartas, me miró y dijo: “Hislop, sé lo que estás
pensando. Estás pensando que Yo realmente no leo estas cartas”. Swa-
mi es especial en la forma de “leerlas”. Suele abrir una carta, la toca, la
dobla por la mitad, no la mira y la tira. A la siguiente quizás sólo la to-
ca y ni siquiera la abre. Luego llega a otra, saca toda la carta y se pasa
dos o tres minutos leyéndola íntegra y muy cuidadosamente.
Por qué hace esto, no tengo la menor idea. Pero de todos modos,
Él dijo: “Lo sé, Hislop. Tú piensas que no estoy leyendo estas cartas:
te mostraré. Ven aquí y siéntate a mi lado”. Así lo hice. Tomó una me-
dia docena de cartas y continuó: “Bien, esta carta es de tal lugar y tie-
ne tal fecha y empieza de este modo particular”. Solía decir esto antes
de abrirla. Abría la carta, me la extendía, yo la miraba y veía que lo que
Él decía era realmente cierto. Esto lo hizo una media docena de veces.
Una carta procedía de uno de los Centros Sai de EE.UU. Habían
diseñado un membrete muy bonito, un membrete Sathya Sai Baba, y
la carta estaba escrita sobre ese diseño. Yo estaba sosteniendo la car-
ta y examinando el membrete y Swami me dijo: “Hislop, no leas las
106
cartas, dámelas a Mí”. De modo que ni siquiera tuve la oportunidad
de decirle: “Swami, no estaba leyendo la carta, sólo estaba mirando
el membrete”.
El omnipresente protector
Bueno, por supuesto, Swami tiene infinito poder. Escuchamos de-
cir eso una y otra vez, y estamos seguros de que es cierto, pero rara-
mente tenemos alguna experiencia directa de este poder extraordina-
rio. Por lo general, tenemos que aceptarlo con fe, como un conoci-
miento indirecto acerca de Swami.
Les contaré mi experiencia directa respecto de este incidente. Por
entonces, muchos hippies andaban deambulando por la India.
A menudo, los padres solían escribirle a Swami y Le preguntaban:
“Swami, ¿me ayudarás a encontrar a mi hija o a mi hijo y los harás re-
gresar nuevamente?”. Swami podría hacerlo una que otra vez.
En esta ocasión se había encontrado a la hija extraviada y los padres
habían venido de Nueva York a buscarla. Habían tomado un taxi des-
de Bangalore a Whitefield por la mañana, pero desconociendo lo que
sucedía con los taxis, habían dejado que el suyo regresara a Bangalore.
De modo que a las dieciocho horas, después de que Swami había subi-
do a Su habitación para pasar la noche, ellos quisieron volver y no te-
nían taxi. Nos preguntaron a mi esposa y a mí: “¿Podríamos ir con us-
tedes?”. Les dijimos: “Oh, por supuesto”. Así que en el taxi íbamos mi
esposa, yo, los dos padres, la muchacha y por supuesto el conductor.
Omnipresencia
Estábamos regresando a Bangalore y el taxista iba de prisa. Tomó
el camino viejo, que era más corto pero también más estrecho. Se des-
vió hacia ese camino angosto esperando ganar tiempo y quedó detrás
de un ómnibus. Por supuesto, él quería pasar al ómnibus. Se desvió un
poco más, miró hacia el costado y vio adelante, a cierta distancia, lo
que creyó era una luz fija. Consideró que tendría suficiente tiempo pa-
ra pasar al ómnibus. Así que se le adelantó y aceleró. Entonces se dio
107
cuenta, como nosotros también, de que había cometido un terrible, te-
rrible error. Esa única luz presumiblemente fija, era la luz de un auto-
móvil que avanzaba hacia nosotros a gran velocidad.
Normalmente, cuando uno choca de frente, uno de los dos autos se
va a la cuneta porque hay una posibilidad de sobrevivir, de lo contra-
rio, si chocas de frente, no existe esa posibilidad. Pero aquí ninguno de
nosotros podía ir a la cuneta porque se estaba reparando el camino y,
en todo el costado, había material de construcción bloqueándolo. Aquí
estaba el ómnibus a un lado y el material de construcción al otro. No
podía hacerse nada. Como la luz del auto se reflejaba en nuestras ven-
tanillas, cerramos los ojos esperando la muerte.
Nada ocurrió. Cuando abrimos los ojos, nos encontramos avanzan-
do. Nos volvimos para mirar por la ventanilla trasera y allí estaban las
luces de los faros de ese auto desapareciendo detrás de nosotros. Im-
posible. De ninguna manera eso pudo haber pasado.
A la mañana siguiente salimos muy temprano a Brindavan. Swami
estaba en la veranda y yo me arrojé a Sus pies y Le dije: “Gracias Swa-
mi por salvar nuestras vidas”. El dijo: “Sí, sí. Fue todo un incidente,
¿verdad?”. Agregó: “Estaban tan conmocionados que ni siquiera invo-
caron a Swami. Pero Swami de todos modos los salvó.”
A lo largo de la veranda estaban sentados varios médicos que ha-
blaban en telugu, devotos de Swami. Volviéndose a ellos, Swami les
describió todo el incidente. Yo Le dije a Swami: “Swami, ¿cómo hicis-
te que eso ocurriera? Porque para que eso sucediera, Tú debes haber
alterado tanto el espacio como el tiempo”. Swami sólo se rió y no di-
jo ni una palabra. Para que sucediera eso, Swami debió haber estado
en algún lugar que no fuera Su casa. Él pudo haber estado en Su casa,
pero también estuvo en otro lugar. Eso es Omnipresencia.
Más omnipresencia
Les contaré un par de historias que muestran por qué yo estoy abso-
lutamente seguro de que Swami está en todas partes en todo momento.
En Prashanti Nilayam, los extranjeros vienen a ver a Swami. Todas
las mañanas hay una charla para ellos. Se da alrededor de las once horas
108
—cruzando el campus— en un viejo hall que ha sido usado a veces para
charlas a los estudiantes; está totalmente fuera de la vista de Swami.
Cuando llego al ashram, siempre me piden que sea yo uno de los que
hable a los estudiantes y a los extranjeros todos los días, y así di una se-
rie de cinco charlas. Luego la gente quiso una sesión solamente para pre-
guntas y respuestas. De modo que accedí. En ese tiempo, yo me sentaba
en la veranda todas las mañanas y también lo hacía el Sr. Narasimhan.
“Swami sabe”
Narasimhan es el editor de la revista Sanathana Sarathi17. Cuando
él fue a Roma hace unos años, olvidó sus anteojos. No puede ver sin
ellos. Es periodista y no puede leer sin sus anteojos. ¿Cómo iba a es-
cribir los artículos y enviarlos a los periódicos en la India cuando ni si-
quiera podía ver? Estaba desconsolado y Le estaba implorando a Swa-
mi, cuando, de pronto, desde ningún lado preciso, desde el cielo raso
de la habitación, sus anteojos cayeron en su regazo. Sus anteojos.
Cuando regresó a la India, ¡ellos no estaban allí, porque él los tenía!
Narasimhan se sentaba junto a mí en la veranda en Prashanti Nila-
yam. Swami solía llamarlo a Su habitación todas las mañanas para con-
versar sobre el próximo ejemplar del Sanathana Sarathi; al mismo
tiempo me llamaba también a mí. Narasimhan y yo solíamos estar con
Swami y teníamos extensas y amenas charlas. En esa oportunidad, Na-
rasimhan, de alguna manera cometió un serio error y Swami le dijo:
“Vete, vete de la habitación”, y durante tres años jamás lo invitó de
nuevo. ¡Proscripto por tres años! Nunca tan siquiera le habló. Mas he-
te aquí que el pobre hombre siguió publicando el Sanathana Sarathi
todos los meses. Pero Narasimhan tiene un carácter fuerte. Pese a ha-
ber sido rechazado, pese al hecho de que Swami nunca le habló, él si-
guió como siempre y publicó el Sanathana Sarathi sin interrupción.
Ahora está en gracia nuevamente y es invitado una y otra vez.
109
Confusión, confusión
En ese tiempo, yo estaba con él todas las mañanas. Esa mañana en
particular, después de la sesión de preguntas y respuestas para extran-
jeros, entramos y Swami me dijo: “Hislop, hoy en tu charla no hicis-
te nada más que confundir a todos”. De modo que Le dije: “¿Qué
quieres decir, Swami?”. Él respondió: “Ellos te hacían preguntas y tú
les contestabas desde el punto de vista del Advaita18, que ellos no
comprendían, y luego, por su falta de conocimiento, formulaban más
preguntas. Por eso todos estaban confundidos”. Entonces Le dije:
“Lo lamento, Swami”.
Pero luego agregué: “Swami, ¿cómo supiste eso? ¿Cómo supiste lo
que yo dije y lo que la gente dijo y pensó? Tú y yo estamos sentados en
esta habitación, hay una pared al lado nuestro con una sola ventana y el
recinto de conferencias está muy lejos. ¿Cómo supiste lo que dije?
¿Fuiste allí como Dios, como Iswara?”. Swami repuso: “Hislop, ¿no sa-
bes que Dios tiene mil ojos y mil oídos?”. Yo Le respondí: “Sí, Swami.
Pero yo quiero saber cómo fuiste a esa habitación y escuchaste todo”.
Swami contestó: “Hislop, te lo diré. Fui allí como conciencia pura”. Él
estuvo allí como conciencia pura. Es decir —no importa cuanto ocu-
rra— Swami es plenamente consciente de lo que está sucediendo.
Al día siguiente, los italianos quisieron que yo les hablara. Ellos se
reunían en uno de los sheds (galpones destinados al alojamiento de de-
votos en el ashram); muy lejos del cuarto de Swami. Yo les hablé y lue-
go regresé con Narasimhan para ver a Swami y Le pregunté: “Swami,
¿lo hice mejor esta vez?”. Swami dijo: “Sí. Hablaste de las enseñanzas
de Swami. Pero hubo dificultad con el idioma”. Le respondí: “Sí, Swa-
mi. Todos hablaban italiano, de modo que pusimos un traductor”. En-
tonces Swami dijo: “Hislop, no le diste una muy buena respuesta a
aquel joven que preguntó sobre Cristo”.
Swami estaba en esa habitación, pero en realidad, a mucha distan-
cia, plenamente consciente de lo que había sucedido.
110
Vean a Swami en todas partes
Les contaré una historia más para que graben en sus mentes que
Swami está en todas partes, en todo momento. Swami está ahora pa-
rado en esta habitación, detrás de cada uno de ustedes.
Después de haber estado yendo a Prashanti Nilayam durante unos
tres años, al regresar a los Estados Unidos y descender del avión, sentí
que la cabeza y los hombros de Swami estaban superpuestos a los míos.
Lo sentí así. Estaba consciente de Su cabello. Entonces dije: “Bueno,
bienvenido a América, Swami.” Esa sensación duró tres años. A cuanto
lugar concurría, allí estaría Swami de pie, en la habitación. Si hablaba a la
gente en el Centro, allí, en ese lugar, habría de estar Swami parado detrás
de cada persona. Detrás de cada uno estaba la cabeza de Swami. Si mira-
ba a la pared, a lo largo de la misma ¡también habría una hilera de Swa-
mis de pie! Esa visión finalmente concluyó y yo Le dije: “Swami, ese fe-
nómeno ha concluido ahora”. Swami respondió: “Hislop, ¿no sabes que
todos los fenómenos llegan a su fin? Sea lo que fuere, tuviste esa visión
de Swami sin ningún esfuerzo de tu parte. Ahora tienes que ver delibera-
damente a Swami dondequiera que mires”. De modo que así lo hago.
La historia de un perro
Ahora permítanme contarles otra historia porque quiero que se
convenzan de que Swami no está solamente en Prashanti Nilayam.
Deberían pensar que Swami está con ustedes dondequiera que se en-
cuentren. Puedo decirles que es allí exactamente donde está. ¿Tienen
una silla en su casa para Él? Él está en sus casas. Dispongan de una si-
lla para que Swami se siente en ella. Cuando están conduciendo su au-
to ¿reservan un lugar para que Swami se siente? ¿Por qué no? Él está
en el auto con ustedes.
Ahora, vamos a la historia. El señor y la señora McDowell vivían en
Kentucky. Kentucky es uno de los estados del sur en los Estados Uni-
dos. Un hermoso estado, importante por la cría de caballos.
Esta gente, los McDowell y su hijo, vivían en una pequeña granja a
unas cuatro millas del pueblo. Tenían por costumbre entrar en la casa
todas las tardes y meditar juntos.
111
En la granja había además un perro muy cariñoso. Un día, el perro
desapareció. Días después, salieron de la casa y encontraron un perro,
un perro nuevo, parado allí.
Se lo veía muy simpático, les saltaba y les lamía las manos. Decidie-
ron que podría ser de ellos. Pero no querían que ladrara cuando ellos
estuvieran meditando. El señor McDowell lo encerró en el garaje y
aseguró ambas puertas. Las cerró con llave para que no pudiera salir.
Luego los McDowell entraron en la casa y meditaron y después sa-
lieron y ¡oh, hete aquí que allí estaba el perro, al pie de la escalera! El
señor McDowell se quedó parado, estudiando la situación. Luego di-
jo en voz baja para sí mismo: “Él tiene que ser Swami”. La familia lo
escuchó, mas no le prestó mucha atención.
Eso fue el final del episodio. Pero tres años más tarde, los McDo-
well hicieron su primer viaje a la India. Sucedió que mi esposa y yo es-
tuvimos allí al mismo tiempo y se nos llamó, junto con los McDowell,
a una entrevista con Swami.
Ahora bien, quienes han tenido una entrevista con Swami, saben
que a Él le agrada que la gente se sienta cómoda, tranquila, y por eso,
generalmente recorre la habitación y le dice algo a cada uno y le hace
preguntas como: “¿Tienen niños? ¿Cómo te llamas? ¿De dónde
eres?”, como si Él no lo supiera. Da a la gente la oportunidad de rela-
jarse y escuchar atentamente lo que Él tiene que decir.
Mientras recorría la habitación, también les dijo algo a los McDo-
well. Luego siguió caminando. Las personas a las que habló a conti-
nuación eran tres señoras indias, que se encontraban sentadas en el pi-
so, apoyadas contra la pared. Cuando les habló, en cierto modo Él se
inclinó y pareció susurrarles algo. Algo dijo en voz muy baja y después
siguió caminando.
La señora McDowell sintió que Swami les había dicho algo acer-
ca de ella y de su familia. Pensó: “Él nos habló a nosotros, después
les dijo algo a ellas y no pudimos oírlo”. De modo que finalizada la
entrevista, siguió a las tres damas indias fuera de la habitación y les
preguntó: “¿Les molestaría comunicarme qué les dijo Swami?”. Ellas
respondieron: “No, de ninguna manera. Baba dijo: Ellos creen que
Yo soy un perro”.
112
Aquí estaba la pequeña granja. Ellos eran estadounidenses comu-
nes, que no se diferenciaban de muchos otros. Un episodio insignifi-
cante ocurrió en su granja. Ellos lo habían olvidado todo; no le dieron
importancia. Pero allí estuvo Swami, en esa pequeña granja, justa-
mente con esa gente, presenciando y escuchando todo cuanto se dijo y
repitiéndolo, reviviendo la situación tres años después.
Así que, queridos compañeros devotos, no piensen en Swami como
si fuese alguien que está sólo en Prashanti Nilayam. Él está en sus vi-
das. Es parte de sus vidas. Eso es una parte muy, muy importante de la
práctica espiritual, de la que hablaremos mañana. Swami está con us-
tedes y ése es el secreto del camino devocional. Cada uno puede seguir
ese camino. Si lo sigue, puede realizar su verdadero destino y lo hará.
El camino de la sabiduría
Cuando mi esposa y yo vamos a Prashanti Nilayam, generalmente
lo hacemos en enero. Evito las festividades, a causa del polvo que le-
vanta la gente y las muchedumbres que se aglomeran. Mi esposa tiene
dificultades respiratorias y el polvo no le conviene en absoluto.
En enero, yo siempre me siento en la veranda. El mes de enero
puede ser muy fresco en Prashanti Nilayam. Por la mañana, cuando
uno se levanta temprano, corre una fresca brisa por el campus. Los
indios y los dos o tres americanos que se sentaron en la veranda, to-
dos llevaban sacos o chales, pero yo sólo tenía una camisa y pantalo-
nes blancos y sentía frío. Vi a otras personas usando chales y enton-
ces pensé: “¿Por qué no puedo también yo usar un chal? Le pedí a mi
esposa que saliera y me comprara uno, y a la mañana siguiente, yo lo
llevaba puesto.
Swami salió de Su habitación para dar darshan y hablar con algunas
personas que estaban de pie en el extremo más alejado de la zona del
darshan. Al pasar, me dirigió una mirada con el rabillo del ojo y pude
ver que me hacía un guiño. Cuando regresó, se detuvo y me miró de
nuevo. Me dijo: “Hombre débil”.
Así que, por un rato pensé que Él se estaba refiriendo precisamen-
te al hecho de que yo no podía soportar el frío. Ustedes saben, Swami,
113
hace algunos años ascendió al Badrinath y yo estuve con Él. Badrinath
es un lugar sumamente sagrado, situado arriba en las montañas, y se lo
considera la morada de Shiva. Allí hace frío, por lo que abroché mi ro-
pa. Arriba en los Himalayas, realmente se siente frío. En ese viaje, to-
do cuanto Swami llevaba puesto era una simple túnica naranja, sin im-
portar cuán inclemente estaba el tiempo. Por eso pensé que se estaba
refiriendo a eso.
No fue sino hasta más tarde que comprendí a lo que estaba alu-
diendo. Lo que realmente quiso significar cuando hizo ese comenta-
rio, fue que yo era una persona que pensaba sólo en el confort. Estaba
en la morada del Mismísimo Señor, y mi atención se concentraba en
mi bienestar; no quería tener frío. Yo, supuestamente estaba allí como
toda la gente, para alcanzar la autorrealización; queremos ser libera-
dos, ¿no es verdad? Queremos ser liberados de todos los pesares y su-
frimientos de este mundo, liberados de las penas y sufrimientos desde
el nacimiento y del renacimiento. Eso se llama liberación o autorrea-
lización. De modo que aquí está Swami que dice: “Tomen lo que Yo he
venido a darles, que es la liberación”. Por eso Él viene a darnos libe-
ración: la realización de uno mismo. Pero aquí está Hislop, que viene
con ese propósito y está pensando en su comodidad personal.
114
decir que yo tengo la capacidad para estar totalmente liberado, com-
pletamente seguro de mí mismo. Ahora, o muy, muy pronto.
Entonces, ¿cómo hacerlo? Supongan que hay algo que real y ver-
daderamente quieren. Un muchacho puede querer como novia a cier-
ta joven. ¿En qué otra cosa piensa él, que no sea en ella? O un hom-
bre está ansioso por seguir cierta carrera y debe hacer algunas cosas
para lograrlo. Está eso en su mente todo el tiempo. No importa lo que
él haga, está en sus acciones, en sus pensamientos, en sus deseos, y sus
deseos se orientan a ese fin.
Liberación
Swami dice que si queremos la autorrealización, la liberación, po-
demos tenerla de inmediato o al menos muy pronto. Pero eso signifi-
ca que debemos prestarle a ese deseo la misma atención que prestamos
a las cosas que queremos en el mundo. Si supieran que pueden obte-
ner un millón de dólares poniendo toda su atención en ello durante
una semana, les garantizo que no habría un momento en el día o en la
noche, en que no estarían pensando en ese millón de dólares.
¿Por qué no hacemos lo mismo por la autorrealización, la unión
con el Señor? Ser uno con el Absoluto. Si dedicáramos cada segun-
do de nuestra vida, cada segundo del día —dejando de lado todas
nuestras consideraciones, excepto las del sentido común del vivir de
cada día—, si cada momento nuestra atención estuviera centrada en
la liberación, en la propia realización, en la unión con el Señor, en-
tonces lo lograríamos y nos sentiríamos orgullosos por haberlo al-
canzado. Como devotos de Sai, podemos hacerlo. Podemos liberar-
nos, liberarnos completamente.
115
tros problemas con la familia, con el trabajo, y esas cosas distraen
nuestra atención, en lugar de entregarle el ciento por ciento de ella a
Swami y a la autorrealización. Si lo hiciéramos así, lograríamos enton-
ces la propia realización.
De esto es de lo que trata el camino de la sabiduría. Swami ha di-
cho que ustedes quieren liberación, quieren autorrealización. Son cosas
de gran valor, de valor insuperable. Pero ellas tienen un precio. Pue-
den alcanzarlas, mas deben pagar el precio. Puede ser pagado en sabi-
duría o en devoción. Cualquiera de ellos pagará la liberación o la au-
torrealización; cualquiera de los dos caminos comprará la felicidad y la
paz, por siempre jamás. Pero se debe pagar el precio.
Mañana les hablaré sobre el camino de la devoción, que está ínti-
mamente ligado con el de la sabiduría.
Krishna y Arjuna
Lo mismo le dijo Krishna a Arjuna. Arjuna le preguntó a Krishna:
“Para aquellos que Te buscan como el Señor del Amor, siempre pre-
sente en todos, y para los que Te buscan como la realidad sin nombre,
sin forma, ¿cuál es el camino más seguro y rápido, el del amor o el del
conocimiento? Krishna respondió:
A quienes Me entregan sus corazones y Me adoran permanentemente, con
total devoción, a ellos prontamente los redimiré del ciclo de nacimientos y
muertes, y los llevaré a la plenitud de la vida eterna en Mí. Aquellos que bus-
can la realidad trascendental, no manifestada, más allá del alcance del nom-
bre y del pensamiento, con sus mentes y sentidos apaciguados, también ellos,
ciertamente, vendrán a Mí. Por peligroso y lento que sea el camino hacia Lo
no revelado. Por difícil de transitar que sea para el hombre físico.
El camino de la autorrealización
Krishna le dijo a Arjuna que existen estos dos caminos para unirnos
a Él: el camino de la devoción y el de la sabiduría. Swami dice lo mis-
mo. Podemos pagar el precio de la autorrealización, siguiendo cual-
quiera de esos caminos.
116
Swami nos dice con exactitud cómo seguir cada uno de ellos. ¿Us-
tedes han oído hablar de Adi Shankar? Swami siempre hace que casi
todos los años, los muchachos realicen una obra basada en alguno de
los poemas de Adi Shankar. Como ustedes saben, él fue un gran sa-
bio liberado que vivió hace cientos de años. Adi Shankar, según Swa-
mi, dijo que el conocimiento de sí mismo, combinado con el desape-
go, conquista el reino de la liberación. El conocimiento de sí mismo
unido al desapego.
Autoindagación
¿Qué entienden por la palabra desapego? ¿Qué significa desapego?
Es no estar identificado con aquello que ustedes, como sujetos que
ven, están viendo. Es ser testigo de lo que está sucediendo más allá del
espectador. No importa cuán profundamente penetren en ustedes mis-
mos, hay siempre un nivel que está observando lo que está ocurriendo
en otro nivel. De modo que desapego es no estar ligado con lo que
puede ser presenciado y visto, que no sea el ser. Eso es desapego.
Al camino del desapego se lo denomina camino de la indagación so-
bre sí mismo. Esto se define como escuchar lo que los sabios y gran-
des santos dicen: escuchar la verdad que ellos manifiestan y luego exa-
minarla. ¿Cómo la examinan? Todos los grandes sabios de la antigüe-
dad han dicho que una de las razones por las que el hombre persiste
en la ignorancia de su verdadera naturaleza, es debido a que él oye al-
go sobre la verdad, luego deja de reflexionar, de meditar en ella y deja
ver lo que ella significa en su propia vida.
Una de las mayores faltas en que incurren ustedes es que descubren
algo sobre la verdad y en seguida la dejan ir. No se molestan en medi-
tar y reflexionar sobre ella.
Supongan por ejemplo que están leyendo uno de los libros de Swa-
mi, o los libros de algún gran sabio como puede ser Yogi Vasistha y sus
maravillosas pláticas con el Señor Rama donde Le dice cómo realizar
Su propia Divinidad y ser el Avatar. ¿Cómo pueden ustedes compren-
der la profundidad y la verdad de lo que acaban de leer cuando sólo
marcan el párrafo con un lápiz y dicen: “Eso es importante,” y luego
117
continúan con la página siguiente? Algunas páginas más adelante ha-
cen otra señal, pero nunca vuelven a revisar aquellos párrafos que mar-
caron, a sentarse en silencio, asimilarlos y ver cómo ellos se relacionan
—si es que se relacionan— con sus vidas personales, y lo que signifi-
can en cuanto a su búsqueda espiritual.
118
dad en sus propias vidas, si es algo que deberían incorporar. Ustedes
lo anotan y luego lo leen una y otra vez. Reflexionan sobre ello. Bus-
can la verdad que encierra. Verifican si se aplica a ustedes. Si com-
prenden totalmente lo que han escrito y lo observan en sí mismos,
entonces pueden simplemente desecharlo. Ustedes saben que lo han
incorporado a sus vidas. De ese modo, mantendrán siempre su men-
te fija en la meta, que es realizar su verdadera naturaleza. Y su natu-
raleza no es otra que Dios.
¿Soy yo el cuerpo?
En el camino del conocimiento, ¿cómo transitamos este sendero
del desapego? Indagar sobre uno mismo más desapego. Lo primero
que debemos abordar es: ¿Soy yo el cuerpo? Todo el mundo asume y
piensa que uno es el cuerpo. Yo, Jack Hislop, pelo blanco, con bigote,
me canso cuando subo las escaleras. Yo me identifico con estas cosas y
pienso que ellas hacen a Jack Hislop. Pero eso es total y completa-
mente erróneo, eso es identificarse con el cuerpo. Tenemos que retro-
ceder un poco y mirar el cuerpo.
Si se observan a sí mismos, podrán ver que sin importar lo que le
ocurra al cuerpo, hay una conciencia de lo que está sucediendo. No es
que sólo ocurre. Muy en el fondo, adentro, existe una conciencia de
cuanto está pasando, y si ustedes ahondan en esa conciencia verán que
la conciencia es la misma antes, durante y después de la experiencia. Es
decir, la experiencia tiene lugar en la película de la conciencia, pero
hay una conciencia que está separada de ese acto. Hay un “ser” que no
es afectado por la experiencia. Swami dice que los animales nunca pue-
den autorrealizarse porque no pueden separar el “ser”, de sus expe-
riencias. Ellos experimentan pero no pueden volverse atrás y verse a sí
mismos experimentándolo. Por lo tanto, nunca pueden realizar a Dios.
Sólo el hombre tiene esa capacidad.
Mañana les hablaré sobre cómo acercarse a Dios, cómo volverse
Dios, Él Mismo, a través del maravilloso camino de la devoción a
Dios. Así pues, gracias por escucharme. Los veré mañana.
119
Convención Nacional de Nueva Zelanda,
del 22 al 25 de octubre de 1993
Gatitos y monos
Esos dos caminos han sido comparados por Swami con la vida de
un gatito y la de un mono pequeño. En cuanto al gatito, éste no nece-
sita prevenirse, porque la madre lo levanta y lo lleva a dondequiera que
ella va. Pero con el monito, es totalmente distinto. Debe comenzar a
valerse por sí mismo de inmediato. Para no ser abandonado por su ma-
dre, tiene que saltar sobre el lomo de ella y aferrarse con desespera-
ción. Es decir, la responsabilidad de la seguridad y del crecimiento del
hijo, depende de sí mismo. El camino de la devoción es comparable a
la situación del gatito en el que Dios toma al devoto y lo lleva a su des-
tino final, con seguridad y firmeza, en tanto que en el camino del co-
nocimiento es uno quien debe luchar por sí mismo.
Swami dice que ambos caminos inicialmente están bastante dis-
tantes. Por ejemplo, ustedes tienen un círculo y si trazan líneas desde
el perímetro hacia el centro, al alejarse ellas del perímetro y dirigirse
120
al centro, están muy separadas. Hay una gran distancia entre estas lí-
neas. Pero, a medida que se acercan al centro —al ser, al objetivo—,
las líneas se aproximan cada vez más, hasta que finalmente convergen
en un punto. Cuando las líneas dejan el perímetro y se aproximan al
centro, hay más interacción entre ellas.
Swami dice que Sus devotos han dejado atrás hace mucho tiempo,
el comienzo, el perímetro. Ustedes han dejado la escuela primaria, es-
tán ahora en la universidad y deben adoptar una actitud diferente a la
de los principiantes. Dice que ahora deben empezar a tener en cuenta
también el camino del conocimiento, porque los dos están íntima-
mente relacionados entre sí, especialmente cuando se aproximan a la
unión con Dios.
El comienzo del camino del conocimiento es empezar a pregun-
tarse: “¿Quién soy yo?”. Ahora bien, si tú dices “Yo soy el cuerpo”,
esto es atroz. Ustedes saben que este cuerpo va a ser, dentro de po-
co, un cadáver pestilente. ¿Quieren decir “ese cuerpo soy yo”? De
ningún modo.
Por lo tanto, empiecen de inmediato, si no lo han hecho ya, a
mirar el cuerpo de un modo objetivo. Swami dice que la relación de
ustedes con el cuerpo, es la misma que hay entre un cuerpo y la
sombra del cuerpo. Todos tienen una sombra íntimamente vincula-
da con el cuerpo. No pueden librarse de ella. El cuerpo tiene un pa-
so que es muy diferente del de ustedes. Ustedes caminan y la som-
bra pasa por el barro, la suciedad, la basura; quizás un auto pasa so-
bre la sombra o sobre los canteros de flores. ¿Cómo se ve afectado
el cuerpo por lo que le ocurre a la sombra? Sin importarle lo que le
ocurra a la sombra, ¿se ve el cuerpo afectado por lo que le sucede a
la sombra? No.
Del mismo modo, ustedes no son afectados por nada de lo que le
pase a este cuerpo. Arturo y yo tuvimos ambos intervenciones quirúr-
gicas en Prashanti Nilayam, nos sentimos en cierto modo obligados a
reconocer el destino del cuerpo y, a menos que seamos muy cautelo-
sos, empezaremos a asociarnos con él.
Entonces, ¿cómo se aleja uno de la falsa identificación con el
cuerpo? En el camino del conocimiento, el objetivo es encontrar la
121
verdad absoluta. Swami dice que el camino de la liberación es com-
pletamente independiente del mundo, no dependiendo de ningún
modo del mundo, de sus bienes y sus personas: total y completa-
mente independiente. Independiente de Él. Él dice que así como se
vayan aproximando a la meta de la autorrealización, incluso Dios,
Dios Mismo, desaparece. Porque si no existe el hijo, ¿dónde está la
necesidad de una madre?
El curso universitario
Swami dice, refiriéndose a nosotros Sus devotos, que estamos en la
universidad. Debemos prestar cierta atención a este curso avanzado, a
cómo alcanzar directamente el Atma. Se logra a través del desapego.
Como lo mencioné ayer, Adi Shankar, ese gran sabio, dijo que el co-
nocimiento de sí mismo, combinado con el desapego, alcanza el reino
de la liberación. De lo primero que debemos desapegarnos, es de lo
que estamos más apegados: de nuestro cuerpo. Sólo tienen que pensar
enteramente en ello, prestar atención y aceptar la aseveración de Swa-
mi de que ustedes no son el cuerpo.
Swami dice que ahora estamos llenos de ignorancia. Que todos so-
mos víctimas del pecado original, es decir, de la creencia de que somos
individuos únicos, separados de Dios. Según Swami, ése es el pecado
original. El pecado que nos acarrea todo el sufrimiento.
Desapego
A partir del estado en que ahora nos encontramos, tenemos que
comenzar practicando el desapego. Ahora bien, ¿qué es el desape-
go? Ante todo, deben mirar el cuerpo mientras camina y decir:
“Allí está ese cuerpo caminando. ¿Ese soy yo?”. Luego lo hacen
sentar y después quizás lo acuestan sobre la cama. Luego lo levan-
tan. Uno está atento y se pregunta: “¿Estoy algo diferente, me sien-
to algo diferente? ¿He cambiado de algún modo? Yo estaba cami-
nando, soy yo. Me senté, soy yo. Me acosté en la cama, soy yo. Me
levanté, soy yo”.
122
Todo tipo de cosas le ocurren al cuerpo, pero en ustedes, el “yo” no
ha cambiado ni un ápice. Entonces, uno tiene que empezar a observar
y ver realmente lo que sucede día a día, día a día.
El proceso de desapego es neti, neti, neti, en la terminología india.
Traducido significa: “esto no, esto no, esto no.” Reconocerán, si ob-
servan con cuidado, que ustedes no pueden ser el cuerpo, porque sea
lo que fuere que le ocurre al cuerpo, “ustedes” no han cambiado.
Arturo tuvo este sentimiento de “yo soy”, antes y durante la te-
rrible enfermedad que hizo estragos en su cuerpo, causándole casi la
muerte. Ahora él está aquí bailando y cantando y todavía es “yo soy”.
Arturo, ¿cómo es ese sentimiento del “yo”? ¿Es diferente ahora de lo
que fue antes de caer enfermo? No. El mismo “yo” existió durante y
después de la enfermedad. Por consiguiente, el “yo”, el sentimiento
de “yo soy”, no se vio afectado en absoluto por la seria enfermedad
de Arturo.
Él puede fácilmente descartar la idea de que él es el cuerpo, porque
existía como “yo” antes, durante y después de enfermarse ; y es “yo”
ahora. Ése es el primer peldaño en el proceso de desapego: observar
nuestras propias vidas y ver cómo se puede aplicar este principio.
123
Sea que ustedes estuvieran aquí, moviéndose de aquí, marchándose
de aquí o regresando de nuevo, ¿esta luz ha variado de alguna mane-
ra? ¿No es ésta acaso la misma iluminación que siempre hubo aquí?
Los grandes sabios y también Baba dicen que el “yo” que observa
todo, es luz; la luz cuya iluminación marca todos los acontecimientos
de nuestras vidas. Ésas son sólo palabras. Dentro de un año, o quizás
dentro de diez minutos, estoy seguro de que las habrán olvidado.
Pero sin embargo, la única forma que existe para ser un estudiante
en la Universidad de Swami, es recordar las enseñanzas de Swami,
pensar en ellas y practicarlas. Por ello, yo dije ayer que todos los san-
tos y sabios coinciden en que el mayor obstáculo en el camino de los
devotos es que ellos miran, oyen y luego olvidan. No sacan provecho
del proceso de la indagación sobre sí mismos, de llegar a saber:
“¿Quién soy yo?”
Mucho de lo que Swami dice en Sus escritos está dirigido a una
vasta audiencia. Hay una tremenda diferencia en los niveles de com-
prensión entre la gente de ese público. En consecuencia, Swami tie-
ne que decir algo que se pueda entender fácilmente. Pero si ustedes
leen cuidadosamente, habrá una oración o a veces incluso un párrafo
de la más sagaz percepción, de la mayor profundidad posible, sobre el
verdadero secreto de la vida y del universo. Si prestan atención a esos
pasajes, cuando los encuentren usen su bloc de papel cuatro por seis,
anótenlos y vuelvan a ellos una y otra vez. Se beneficiarán enorme-
mente, yo se los aseguro.
¿Qué es lo real?
Nos examinamos a nosotros mismos y surgen preguntas como qué
es lo real acerca de nosotros mismos; qué es lo pasajero y qué es lo ver-
dadero. Pero entonces pensamos: ¿qué sucede con el mundo que nos
rodea? ¿Es real el mundo que nos rodea? ¿Es irreal? Ciertamente, no
podemos ignorar el mundo aun cuando Swami nos dice que el mundo
es un sueño.
Pero en este sueño, si cruzo frente a un auto en movimiento, voy a
resultar gravemente herido. Entonces, ¿cómo se pueden conciliar es-
124
tos dos factores? Swami lo explica de este modo. A la noche nos dor-
mimos y soñamos. Esos sueños son precisamente tan reales para no-
sotros como lo es esta habitación ahora. No se nos ocurre ningún otro
pensamiento sino que ese mundo de ensueño es el mundo real. Yo me
muevo en este mundo de ensueño.
Veo gente, veo construcciones que fueron erigidas hace mil años,
voy en peregrinación a las tumbas de los santos. Trabajo en un edifi-
cio alto con oficinas, estoy casado con esta señora y tengo estos hijos,
etc., etc. No obstante, aun cuando el sueño durara cinco o diez minu-
tos, en tanto dura, para ustedes es tan real como lo es esta habitación
en este preciso momento. Mientras están durmiendo, pueden hasta
darse de cuenta de que están soñando.
En consecuencia, lo que hacemos en el sueño, es parte del sueño.
Vamos a salvar a la humanidad. Vamos a hacer servicio para ese men-
digo. Vamos a ir a esta casa y la pintaremos para esta familia pobre. Va-
mos a ir a un monasterio y hemos de comprometernos en una vida de
meditación.
Todas estas cosas son parte del sueño. Todo cuanto estás haciendo
es imaginar varias situaciones en el sueño. ¿Es eso correcto? Todo lo
que sucede en el sueño, todo lo que haces mientras eres la persona del
sueño, es todavía parte de ese sueño. Entonces, ¿cómo vas a liberarte
de esa vida en la cual te encuentras en el sueño? Seguramente hay un
solo camino: despertar. Lo único que vale, lo único real en el sueño es
el despertar, ¿verdad?
Eso es lo que Swami nos está diciendo. Nosotros lo comprendemos
muy claramente: no es nada nuevo, ya saben eso sobre los sueños. Pe-
ro Swami afirma que este mundo de la vigilia es más prolongado que
el mundo del sueño, cuya duración puede ser sólo de cinco minutos.
Sin embargo, aunque este mundo puede durar más que el mundo del
sueño, es exactamente tanto un sueño como el mundo del sueño.
Al sueño nocturno lo llamamos sueño de la persona humana; al sue-
ño en vigilia, el sueño del alma individual (jivi20). Cualquier cosa que
125
hagamos en este mundo de la vigilia —servicios para otros, sentarse
durante horas en meditación, reunirse aquí— todo es parte del soñar
despierto. Nuestro propósito es despertar del sueño. Swami nos pide
que despertemos de este soñar despierto y que nos conozcamos a no-
sotros mismos, que realicemos la verdad.
El mundo es un espejismo
Podrían preguntar: ¿qué pasa con el mundo? Si sólo soy una perso-
na que sueña despierta en este largo sueño, ¿qué sucede con el mundo
que veo y con el que me mantengo en contacto mientras estoy en es-
te soñar despierto?
Swami dice que el mundo es como un espejismo. Como espejismo,
no está allí por la mañana antes de que salga el Sol, ni tampoco cuan-
do cae la tarde.
Yo le pregunté a Swami: “Swami, Tú dijiste que este mundo des-
pierto es como un sueño. Sólo un sueño. Pero nosotros Te vemos aquí
trabajando noche y día en este soñar despierto. Si es sólo un sueño,
Swami, ¿por qué estás Tú haciendo todas estas cosas?”. La respuesta de
Swami fue: “Hislop, Yo estoy en tu sueño precisamente para ayudarte a
despertar”. No hay otra razón. Él está en este sueño nuestro, sólo para
ayudarnos a despertar; despertar y realizar al uno que está supeditado
al sueño —el Atma se refleja en la pantalla de la conciencia como el
“yo” idea— “yo soy el cuerpo, yo soy esto, yo soy eso, yo soy algo más”.
126
me encontré parado junto a mi cuerpo, mirándolo tendido allí sobre el
piso. Era como estar mirando una pared, insensible. Después entré
nuevamente en mi cuerpo y me volví consciente. De modo que sé di-
recta y precisamente, no sólo por razonamiento o por haber escucha-
do lo que dice Sai, que yo no soy el cuerpo.
Ése es el objetivo de todo devoto de Sai: saber exactamente cuál es
la verdad de la cuestión.
Libre albedrío
Por supuesto, nosotros estudiamos a Sai, aunque finalmente, Sai
también dejará de existir. ¿Cuál es la necesidad de una madre —dice
Sai— cuando no hay ni hija ni hijo? No obstante, estamos en el mun-
do y debemos continuar con el sueño. No hay opción.
Tenemos la idea de que poseemos libre albedrío. Cuando por la no-
che nos vamos a dormir, ¿qué significado tiene el libre albedrío en un
sueño? Cuando estás soñando, piensas que tienes libre albedrío. ¿Es
ésa una idea válida? ¿Cómo puedes tener libre albedrío en un sueño?
El sueño, justamente, te lleva consigo. Swami dice que el sueño que
tienes cuando estás dormido puede reflejar los acontecimientos del
día, incluso de tu vida pasada, pero no hay libre albedrío. De modo se-
mejante, en este soñar despierto ¿por qué preocuparse por el libre al-
bedrío? ¿Cómo puede ser verdadero? ¿De qué sirve? Lo único valio-
so, teniendo o no teniendo libre albedrío, es despertar del sueño y co-
nocerte a ti mismo como lo que realmente eres.
127
párrafos que expresan precisamente esto que les he estado diciendo.
Swami les explica cómo despertar. Pero lo primero es tener algo de
fe en Él. Dice: “Tengan suficiente fe en Mí, tanta fe como la que de-
positarían en la persona a quien le piden instrucciones en la calle. Ten-
gan un poco de fe en Mis enseñanzas y luego indaguen por sí mismos”.
El mundo es como un espejismo y, como ha dicho Shankara, no
proviene del Absoluto ni va a parte alguna. Es una creación de Dios,
sólo un sueño, nada más que eso. Finalmente, vamos a tener que en-
frentar esa situación, preguntándonos a nosotros mismos si es un sue-
ño y, de ser así, ¿cómo puedo despertar? Confío en que cada uno de
ustedes tratará de hacerlo y liberarse de todo sufrimiento y miseria, y
alcanzar su destino, que es darse cuenta de que no hay separación en-
tre ustedes y Dios.
128
cados, nos decían: “Reúnanse todos en esta habitación, porque Swami
está por venir”. Entonces nos sentábamos y entraba Swami.
Nosotros tuvimos conocimiento de esta persona maravillosa por
Indra Devi. Ella tiene ahora alrededor de noventa y cinco años, pero
aún enseña yoga en la Argentina. Es una rusa blanca. Había regresado
de un viaje a la India y nos contó a mí y a sus amigos que, en la India,
había una persona que podía transformar tu vida y que tu vida nunca
más volvería a ser la de antes. Eso despertó definitivamente mi curio-
sidad. Y así fue como mi curiosidad me guió a Swami.
Mi esposa no quería ir porque no le agrada el clima de la India. Pe-
ro habíamos estado en Suiza el año anterior, siguiendo a J. Krishna-
murti por toda Europa, escuchando sus disertaciones. Alguien, pienso
que inadvertidamente, empujó a Victoria y ella cayó y se fracturó el
pie. Los médicos suizos se lo enyesaron; y pensamos que en Suiza se-
guramente lo harían bien. Cuando volvimos a América, el médico le
sacó el yeso y el pie estaba muy torcido. Dijo que quedaría así por el
resto de su vida y que ella tendría que usar bastón. Aun cuando no es-
taba dispuesta a ir, pensó que si ese hombre en la India “puede cam-
biar tu vida para siempre”, quizás podría curar su pie.
Realmente así fue. Swami simplemente miró el pie y dijo: “No te
preocupes, quedará bien”. En el curso de un año, llegó a quedar per-
fectamente normal.
Swami entró en la habitación y comenzó a caminar de un lado al
otro —con mucha gracia y hermosura—; simplemente parecía flo-
tar. Tenía ojos grandes y brillantes, una encantadora sonrisa y una
voz maravillosa. En verdad, me arrebató por completo. Perdí la
conciencia del mundo y me hundí profundamente en mí mismo.
Entonces, en mi corazón sentí un leve movimiento. Acaso como el
aleteo de una mariposa. Sólo un pequeño movimiento. Me di cuen-
ta de que ese movimiento era amor en mi corazón, en mi seco cora-
zón occidental.
También comprendí que este hombre, Swami, Él Mismo, estaba en
mi corazón como amor. Me dije a mí mismo: “¿Quién podría, sin ser
invitado, entrar en el corazón de un extranjero? Debe ser Dios. Sólo
Dios puede hacer eso”. Así, desde el mismísimo primer momento que
129
vi a Swami, supe que Él era Dios. Ésa fue mi experiencia, mi expe-
riencia directa. Nada que se pudiera decir desde un extremo al otro del
mundo, podría jamás hacer cambiar esa opinión. Así es como descubrí
que yo era un devoto.
130
Visión divina
¿Cómo ver a Dios como a un querido amigo? Swami dice que eso
se alcanza a través de la visión divina. Esto es, yo miro a la gente aquí
en esta habitación y cada persona parece estar separada de la otra. Ca-
da una tiene sus propias características y su propia historia. Sin em-
bargo, Él nos asegura que si tenemos un poquito de fe y lo intentamos,
encontraremos que la realidad de la otra persona se desvanece. Dios
está allí, en la otra persona, en el sentido de que Él es la única realidad.
Todo lo demás es pasajero. Transitorio e irreal. No perdurable. Dios
es la única realidad.
131
co. Lo tratas como al basurero. Al sirviente lo tratas como a un sir-
viente, etc. Practiquen la visión divina.
El nombre de Dios
De modo que el camino más rápido para realizar a Dios no es el de
la devoción o el del conocimiento sino recordarlo permanentemente.
Vivan con Dios, estén con Dios. Nunca se desvíen ni un segundo de
Dios. Cuando se despierten por la mañana, hay un espacio vacío jun-
to a la cama. Swami es omnipresente, tu Dios es omnipresente. Él es-
tá allí, junto a tu cama. Visualízalo. Visualizar es fácil. Toda madre aquí
presente puede visualizar a su hijo o hija, incluso si el hijo o la hija no
se encuentra en este lugar. Cada hombre aquí, puede visualizar el au-
to que él conduce, aun cuando el auto pueda estar en Auckland. De
modo que visualizar no es difícil.
Visualicen a Swami. Empiecen creando Su cabeza con su pelo y
luego Su cara, Su cuello, Sus hombros, Su larga túnica roja. Él está pa-
rado allí, en la habitación, junto a ustedes. Tomen Su mano y sostén-
132
ganla todo el día. Lo digo en serio. Tomen Su mano. No se dan cuen-
ta de cuán poderosa es la presencia de Dios.
133
gún Swami, pronto, si tienen fe en Él y en Sus enseñanzas, si practi-
can lo que les he resumido hoy, no tardarán en realizarse como divi-
nidad y habrán alcanzado su meta de la realización en Dios.
Reciten Su nombre
¿Cómo complementamos todos los caminos que conocemos para
mantener nuestra atención centrada en Dios? Lo hacemos viéndolo a
Él en cada persona, pensando en Él en todo momento. Swami reco-
mienda —al igual que los santos y los sabios de la antigüedad— que la
mejor forma para recordar a Dios, es repetir Su nombre todo el tiem-
po. Repetición del nombre divino. Swami ha dicho muchas veces que
no hay separación entre el nombre y la forma. Si ustedes pronuncian
el nombre de Swami, visualizan a Swami, porque no hay separación
entre el nombre y la forma. Elegimos el nombre de Dios que agrada a
nuestro corazón. Podría ser el Señor Jesucristo. Podría ser Vishnu.
Podría ser Rama. Podría ser cualquier nombre.
Lo que debes hacer es elegir un nombre de tu agrado y que ames y
decirlo todo el tiempo. Yo amo a Swami, de modo que repito el nom-
bre de Swami: “Om Sai Ram, Om Sai Ram”. Eso ocurre automática-
mente dentro de mí, todo el tiempo. Nunca estoy sin decir el nombre
de Swami.
Esa práctica comenzó en Occidente hace mucho tiempo. Cristo di-
jo a Sus discípulos que practicaran el nombre, y dieciséis años después
de su muerte, los preceptores de ese tiempo empezaron a enseñar a los
devotos la oración de Jesús. Se la enseñaron a los devotos de Jesús.
Muchos de ellos se convirtieron en monjes y vagaron por las selvas de
Europa, y fueron de monasterio en monasterio, recitando constante-
mente el nombre de Dios: “Señor Jesucristo, ten piedad de mí. Señor
Jesucristo, ten piedad de mí”. El objetivo era lograr que en el corazón,
la oración se volviera automática; como conmigo: “Om Sai Ram, Om
Sai Ram”. A veces lo practicaban al compás de sus pasos, a veces al
compás de los latidos de su corazón o de su pulso.
134
El camino de un peregrino
En el siglo XVIII, hubo un monje ruso que era lo suficientemente
instruido como para escribir un relato cotidiano de su vida. El anduvo
por las selvas de Rusia, de un lugar a otro, recitando la oración de Je-
sús: “Señor Jesucristo, ten piedad de mí. Señor Jesucristo, ten piedad de
mí”; y sucedieron los más extraordinarios milagros, debido a la repeti-
ción del nombre de Cristo. Ese diario finalmente llegó a las manos de
un inglés cuyo nombre era French. Él lo publicó como El camino de un
peregrino. En tiempos pasados era muy difícil encontrar ese libro. Pero
ahora sólo tienen que ir a sus librerías y solicitarlo. Creo que puede dar-
les una maravillosa idea del valor de repetir el nombre de Dios.
Gracias por escucharme, es para mí un gran privilegio estar aquí.
135
Grupo de Jóvenes de Auckland en Casa de Sai,
27 de octubre de 1993
M e siento muy, pero muy feliz de estar aquí. Pienso que Nueva
Zelanda es sencillamente grandiosa. Estuve en la Conferencia
en Wellington y verdaderamente, de todas las Conferencias Sai a las
que asistí en todos mis años, fue la mejor, incluyendo las más impor-
tantes realizadas en la India. Fue la mejor, la mejor.
He pasado momentos excelentes yendo de un Centro Sathya Sai
Baba a otro y reuniéndome con su gente, y por eso agradezco a la
Organización por haberme pedido que viniera. No son ellos quie-
nes deben agradecerme, sino yo el que tiene que agradecer a la Or-
ganización Sai.
Nosotros, en los Estados Unidos, también tenemos grupos de jó-
venes. Según Swami, nosotros los adultos ya estamos anticuados. La
única esperanza para el mundo está en los jóvenes, por eso Swami les
dedica a ellos el 85% de Su tiempo y el 15% al resto del mundo.
¡Swami conduce!
Creo que debería empezar contándoles una de las primeras histo-
rias acerca de Sai. Quizás la historia de los ángeles. Ella podría intere-
sar especialmente a los estudiantes.
Al principio, Swami, con mucha frecuencia solía ir a Madrás. Allí
vivía una familia en cuya casa generalmente Él se alojaba. En ese en-
tonces, Swami también conducía Su propio automóvil, aunque actual-
mente no lo hace. Ahora siempre tiene chofer que lo lleva a todas par-
tes en un auto que alguien ha puesto a su disposición.
136
Antes de tener Su actual automóvil, tenía una vieja camioneta
Chevrolet.
Él mismo solía manejar uno de los autos. Cuando iba a Madrás a vi-
sitar a Sus devotos, otros devotos se iban reuniendo en varios lugares
a lo largo del camino para verlo manejar. El auto avanzaba a mucha ve-
locidad y sentado detrás del volante estaba Swami, con Sus brazos cru-
zados, con el auto marchando ¡como a cinco centímetros por encima
del camino! ¡No tocando siquiera el camino!
137
bandeja de plata. Todavía estaba allí y les contó a los estudiantes la his-
toria de los ángeles, como acabo de narrarla.
Este fin de semana, en la Conferencia, conté esta historia para que
la gente pudiera trasmitírsela a sus hijos. Un hombre de unos cin-
cuenta y cinco años, grande y robusto, se me acercó y me dijo: “¿Le
molestaría que le cuente mi experiencia?” Le respondí: “No, no, por
supuesto que no”. Dijo: “Yo estaba sentado entre el público cuando us-
ted estaba hablando y, en el escenario, a sus espaldas estaban Swami y
dos ángeles”. Si eso estuvo sólo en su mente, no lo sé. Pero hubo una
cantidad de personas que más tarde me comentaron que ellos habían
visto a Swami en el escenario en esa Conferencia. Sin duda alguna, Él
está aquí justamente ahora. Dondequiera que ustedes dirijan la mira-
da, con toda seguridad, Swami está allí.
Swami y el lingam
He traído el crucifijo para que, cuando finalicemos, ustedes lo ob-
serven si así lo desean; entonces, quizás debería contarles cómo apare-
ció. Es totalmente insólito. Durante Mahashivarathri, Swami solía sa-
car de Su estómago, un lingam. Muchas veces yo presencié ese fenó-
meno. En cierta ocasión me encontraba sentado cerca de Swami, de
modo que pude observarlo muy bien. Swami se sentó en silencio en el
estrado y los devotos estaban enfrente cantando bhajans. Swami tam-
bién estaba cantando bhajans. Luego noté que Él se estaba sintiendo al-
go molesto. Se movía y se podía inferir que las cosas precisamente no
andaban bien. Sabíamos que el lingam estaba llegando. Los bhajans se
cantaban cada vez más y más rápido. De pronto, Swami tomó un pa-
ñuelo blanco, lo sostuvo cerca de Su cara y, de Su boca, salió este lin-
gam. Al estar sentado muy cerca de Él, pude ver un destello de luz sa-
liendo de Su boca. En Su mano había, no precisamente un lingam, si-
no un lingam sobre un soporte de tres patas.
Cómo pudo salir eso del estómago de Swami y de Su boca, no
tengo la menor idea. Algunas personas sostienen la teoría de que el
lingam mismo no brotó de Su boca sino que un destello de luz sale y
la luz se fusiona en un lingam. Pero otros vieron salir este lingam ac-
138
tual. En cierta oportunidad, el lingam tenía una pequeña vela en su
interior, una luz ardiendo dentro del lingam. Swami algunas veces
hace que se pasen el lingam unos a otros, para que todos puedan ver-
lo. Pero Él finalmente suspendió la celebración del Mahashivarathri
en Prashanti Nilayam porque la gente se estaba volviendo muy in-
disciplinada. Venían solamente a ver el lingam, iban y venían, habla-
ban y por lo general no mantenían una atmósfera espiritual. Por eso,
al año siguiente, en lugar de la ceremonia del lingam, en Brindavan,
durante Mahashivaratri, Swami me dijo: “Hislop, tú y tu esposa es-
tén listos a las cinco de la mañana. Lo pondré a Kasturi en el mismo
auto. Haremos un viaje”. Y eso es lo que ocurrió. Algunos estudian-
tes iban en uno de los ómnibus de Swami. Swami en su automóvil y,
en otro, dos o tres de nosotros. Nos dirigimos al bosque de Bandi-
pur, en el Estado de Mysore.
139
el elefante cruzó la pradera en dirección a Swami, cayó de rodillas y
con su cabeza Le tocó los pies. Después se incorporó y regresó a la sel-
va. Nosotros estábamos esperando la repetición de ese hecho, mas no
tuvimos esa suerte, no pudimos encontrar a los elefantes.
Lo que sí encontramos fue un lugar para celebrar Mahashivarathri:
el lecho seco de un río. Cuando llegamos a la orilla y nos sentamos, nos
dimos cuenta de que estábamos sentados entre huesos humanos. Se tra-
taba de un sitio donde se cremaban cuerpos, lo cual era apropiado pa-
ra Shiva. A Swami se lo considera Shiva. Cuando regresamos alrededor
de las seis y media de la tarde, para la celebración de Mahashivarathri,
éramos en total, junto con los estudiantes, unas veinte personas.
140
En el cuerpo hay muchas protuberancias y cuando le pregunté a Swa-
mi qué eran, dijo: “No quedó siquiera una pulgada en la piel de Jesús
que no hubiera sido gravemente lacerada y golpeada. Cuando Cristo
murió, la sangre se coaguló y se formaron esas protuberancias”.
¿Cuáles fueron las palabras de Cristo? Swami dice que lo primero
que dijo fue: “Yo soy el mensajero de Dios”. Luego: “Yo soy el hijo de
Dios”, y después: “Mi Padre y yo somos uno”. Jesús dijo: “Yo estoy en
mi Padre y Mi Padre está en Mí. Tú estás en Mí y Yo estoy en ti”. Je-
sús dijo eso a todos Sus discípulos. Él estaba presente en cada uno de
ellos y los discípulos estaban presentes en Él.
El camino de la autorrealización
Uno de los caminos que llevan a la autorrealización es el denomi-
nado camino devocional. Swami dijo: “A ustedes les gustaría estar li-
berados, les gustaría ser como Yo”. Y agregó: “Yo estoy siempre en
ananda. Ustedes no pueden imaginar la felicidad que Yo siento. Nun-
ca estoy preocupado, nunca ansioso. Estoy siempre feliz. También les
gustaría gozar de semejante bienaventuranza, eterna, siempre fresca,
perfecta”. Swami ha dicho que todos nosotros podemos experimentar-
la. Cada uno de ustedes puede lograrla. Es muy, muy valiosa, pero tie-
ne un alto precio. Pueden poseerla, mas deben pagar el precio. Dijo
que el precio debe ser pagado con sabiduría o con devoción.
Existen entonces dos caminos para alcanzar la unión con Dios y la
felicidad que es parte de la autorrealización. ¿Qué es la autorrealiza-
cióm? ¿Qué es la liberación? ¿Es algo que se logra y luego estalla co-
mo fuegos artificiales y hay grandes celebraciones? No, en absoluto.
Liberación simplemente significa que la ilusión, el engaño, la maya
que hoy nos ciega y nos hace creer que cada uno de nosotros es un in-
dividuo único y separado, esa maya, ese error desaparece. Entonces ve-
mos las cosas como realmente son y comprendemos que nosotros mis-
mos somos divinos. Alcanzar la liberación, según Swami, es una idea
totalmente equivocada porque siempre estamos liberados. La libera-
ción es eterna. Si no fuéramos eternos, ¿de qué serviría intentar obte-
nerla? La lograrían y con el correr del tiempo, desaparecería. Por lo
141
tanto, la liberación es eterna. Cada uno de los que aquí se encuentra,
está siempre total y plenamente liberado.
Siempre liberados
¿Por qué creen ustedes que no están liberados? ¿Por qué pensamos
que todos somos individuos separados, con toda clase de problemas?
Simplemente, porque nos aferramos a la idea de que somos individuos
separados. Quienes están aquí, seguramente conocen el nombre del
gran sabio Ramana Maharshi. Él dijo que el camino para alcanzar la li-
beración es dejar de creer que no están liberados. Ése es el único obs-
táculo que se interpone entre ustedes y la liberación.
Los dos caminos de los que Swami nos habla, son medios para li-
berarnos de la ilusión (maya) que nos hace creer que estamos total-
mente separados de Dios. Swami dice que éste es el pecado original
del hombre: sustentar la idea de que es un individuo único, separa-
do de Dios.
El camino de la sabiduría
Para librarnos de esa falsa idea, existen estos dos caminos: el de la
sabiduría y el de la devoción.
El camino de la sabiduría es difícil, esto es verdad. Pero sin embar-
go, Swami dice que Sus devotos —quiere decir, ustedes— han aproba-
do los grados primarios y ahora están en la universidad. Deberíamos
comenzar por tomar en consideración el camino de la sabiduría y el
desapego que lo caracteriza. Podemos hablar de ello más adelante. Pe-
ro Él dice que ambos caminos pueden ser diferenciados de este modo.
Está el gatito cuya madre lo recoge y lo lleva a dondequiera que ella
va. Él no tiene que preocuparse por su seguridad. No tiene que saber
nada. No tiene que hacer nada por sí mismo. La madre lo levanta y lo
lleva a donde ella vaya.
Pero con el monito sucede algo diferente. Tiene que ubicarse sobre
el lomo de su madre, aferrarse a ella y sostenerse desesperadamente
mientras la madre salta entre los árboles, de un lado a otro. El moni-
142
to tiene que emplear desde el principio su propia fuerza y su propia ha-
bilidad, si ha de sobrevivir.
Así, el camino de la sabiduría es comparable a lo que le acontece al
monito, en cuanto a que tienes que hacer algo por tu propia salvación,
para realizar tu propia Divinidad, para realizar tu liberación.
Pero en el camino de la devoción, la devoción a Dios lo hará todo.
Swami dice: “Si de verdad estás dedicado a Mí y si te has entregado to-
talmente a Mí, Yo me ocuparé de ti. No precisas temer nada. Nunca
serás pobre ni desdichado, Yo te cuidaré”. Ése es el camino de la de-
voción. El camino de la devoción es el preferido por Swami como ca-
mino principal.
Desapego
Ahora veamos algo acerca del camino del desapego. ¿Saben lo que
significa desapego? Supongan que dos individuos empiezan a discutir.
Yo me siento aquí y sólo los observo. No hago nada al respecto. Soy el
testigo, ¿verdad? Es decir, yo no participo en la reyerta, así que estoy
separado de la misma. Sólo la presencio. De modo que desapego signi-
fica que ustedes están separados de todos los acontecimientos de sus vi-
das cotidianas. Comprenden que los sucesos de la vida cotidiana son
simplemente el juego del karma, de la causa y el efecto. Es mecánico.
Buda dijo que la rueda de la vida gira, movida por causa y efecto:
cada causa tiene un efecto, cada efecto desemboca en otra causa y así,
la rueda de la vida gira eternamente. El desapego detiene el movi-
miento de la rueda.
Swami dice que el camino de la devoción debería ser nuestro cami-
no principal. ¿Cómo llevar a la práctica la devoción? Ante todo, ¿qué
significa la palabra devoción? Devoción es amor por Dios. Ése es el sig-
nificado de devoción: amor por Dios. Devoto es aquel que ama a Dios.
143
des leen en la Biblia. ¿Cómo vamos a conocer a Dios? ¿Dónde van a
encontrar a Dios? Para nosotros es sólo una palabra, un concepto.
Quizás creemos en el concepto, quizás no.
Swami dice que el primer paso en el camino devocional es elegir un
Dios personal. De modo que le pregunté: “Swami, Tú dices que elija-
mos un Dios personal, pero ¿cómo puede ser eso válido? Dios es om-
nipresente; Dios es cada lugar en todo momento. Es omnipresente, en
todas partes. Ahora me estás diciendo que debería escoger un Dios
personal. ¿Cómo es eso?”. Swami explicó que no se puede amar un
concepto, una idea. Sólo son palabras. Ni siquiera palabras, sólo una
sombra en la mente. Pero se puede amar a una persona. Aman a un
amigo, a su familia, etc. Por eso, elijan un Dios personal.
Ése es el primer paso. Luego empiecen a amarlo con todo el cora-
zón hasta que vean a ese Dios personal dondequiera que dirijan la mi-
rada. Como el joven que está profundamente enamorado de una her-
mosa muchacha; él piensa en su amada todo el tiempo, ¿no es así? La
imagina, espera que ella se encuentre a la vuelta de la próxima esqui-
na cuando él sale de paseo, le habla por teléfono; ella es su bienamada.
Él la tiene cerca de su corazón y piensa en ella todo el tiempo.
Por lo tanto, con devoción a Dios, eliges un Dios personal. Él es el
bienamado, el bienamado de tu corazón y piensas en Él todo el tiem-
po. Entonces, ¿quién puede ser tu Dios personal? Swami dijo que un
Dios personal puede ser cualquier forma de Dios que tu corazón ame.
Quizás sea Krishna aquel que tu corazón ame. Podría ser Rama. Qui-
zás es Jesús el amado de tu corazón. Puede que sea Baba.
Yo le dije: “Swami, ¿eso significa que yo puedo elegir a mi esposa
como mi Dios personal?” Swami dijo: “Hislop, no creo que ésa sea una
muy buena idea”.
Entonces, lo primero es elegir un Dios personal. Eso le incumbe a
cada persona. En cuanto a mí, yo amo a Sathya Sai Baba. Él es mi Dios
personal. Es mi bienamado. Pienso en Él todo el tiempo. Lo imagino
permanentemente. Voy a verlo con tanta frecuencia como puedo. Ca-
mino tomado de Su mano, hablo con Él todo el tiempo. Cuando Swa-
mi te dice que empieces con un Dios personal, aprende a amarlo con
todo tu corazón.
144
Entrega a Dios
Swami dice que realmente todo cuanto debe hacerse es: amar a
Dios con todo tu corazón. Si le entregas todo a Él, porque Él es lo más
importante en tu vida, todo lo demás se vuelve secundario. Swami di-
ce que Él se hará cargo de ti y te atraerá hacia Él. Así como dijo Jesús:
“Yo estoy en ti y tú estás en Mí, somos uno”.
En términos de devoción: ¿cómo podemos pensar en Swami todo
el tiempo? ¿Cómo podemos recordarlo todo el tiempo y no olvidarlo?
Swami ha dicho: “Mis devotos piensan en Mí sólo de vez en cuando,
pero Mis enemigos piensan todo el tiempo en Mí”.
¿Recuerdan la historia de los dos guardianes del cielo que eran cul-
pables de mal comportamiento y fueron expulsados del paraíso por
Dios? Ellos dijeron: “Oh Señor, no queremos estar apartados de Ti.
Queremos volver a Ti”. Entonces Dios les dio una opción. Ellos po-
dían tener dieciocho encarnaciones como devotos de Dios o dos encar-
naciones como enemigos de Dios. ¿Cuál creen ustedes que eligieron?
Eligieron ser enemigos de Dios. ¿Por qué un enemigo tomaría sólo
dos encarnaciones y un devoto dieciocho? Sólo porque el enemigo es-
taría pensando todo el tiempo en su enemigo, en Dios. Si tienes un
enemigo, entonces él está en tu mente.
Pensar en un Dios personal todo el tiempo, los mantiene a ustedes
cerca de Dios. No podemos ser enemigos de Dios porque no somos
Sus enemigos. Amamos a Swami, por lo tanto, tenemos que hacer al-
go que nos ayude a pensar continuamente en Él, pero que nos deje li-
bres para ser amantes de Dios, no enemigos de Dios.
145
comida en restaurantes, pueden no ser de la mejor índole; y por lo tan-
to, sus naturalezas perversas, en cierto modo serían transmitidas al ali-
mento. La naturaleza perversa de la comida los afectará al comerla, co-
mo si estuviera envenenada. Por eso Swami ha dicho que si dedican el
alimento a Dios antes del primer bocado, Él lo purifica, elimina el ve-
neno, se encarga de él y la comida deja de ser nociva.
Por tradición, hombres, mujeres, muchachas y muchachos indios,
siempre dirán algo antes de la comida, dedicándola así, en efecto, a
Dios. Nosotros, los occidentales, podríamos tener diferentes formas
de hacerlo. En cuanto a mí, yo empleo una muy simple. Antes del pri-
mer bocado, sencillamente digo: “Mi Señor, Tú eres quien provee el
alimento, eres el alimento mismo y también quien lo consume. Dedi-
co este alimento a Tus Pies de Loto, como también toda acción que yo
realice durante todo este día”. Por lo tanto, la comida está purificada
y ya no tengo que preocuparme al consumirla.
Swami dice que además de la comida, Le dediquen toda acción que
realicen. Si ustedes dedican sus acciones a Swami —sea ir a la escuela,
estudiar sus lecciones, ver una película, no importa lo que sea—, las es-
tán dedicando a Dios. Al dedicar la acción a Dios, no pueden evitar
pensar en Él, porque están dedicándole cada acción. Por consiguiente,
sus mentes están en el Señor. En cuanto a la acción en sí misma, rea-
lícenla de modo tal que complazca al Señor; y todo el tiempo estarán
actuando sabiamente.
146
sa. Ésa es la fuerza vital, el curso de la vida. Swami dice que si todo el
tiempo nos consumen los deseos, ¿cómo podremos evitar los malos
deseos? ¿Cómo podemos impedir que nuestros deseos nos ocasionen
problemas? Observen el mundo que en la actualidad nos rodea. Los
jóvenes se encuentran en serios problemas con las drogas, etc. Los
adultos pueden tener problemas al robar bancos o estafar a la compa-
ñía en la que trabajan. Todo tipo de inconvenientes surgen porque al-
bergamos deseos y sucumbimos a ellos.
Entonces, ¿cómo manejamos esos deseos? Swami dice que cuando
se presente un deseo, simplemente formulemos dos preguntas: ¿este
deseo le causará daño a alguien o me causará daño a mí? Si la respues-
ta es “no” a ambas preguntas, entonces: adelante. Magnífico, gózalo.
Si la respuesta es “sí” a cualquiera de ellas, “sí” causará daño a alguien
o “sí” me causará daño a mí, entonces —dice Swami—, arranca sin
piedad el deseo, de raíz. Ésa es la forma de abordar los deseos.
Swami aconsejó recordar que lo importante es mantener al Dios
amado en la mente, porque así pueden por fin desechar el concepto
de que están separados de Dios. Entonces se funden en Dios: uste-
des son el amor de Dios, la bienaventuranza de Dios y todo cuanto
se atribuye al Señor.
Una excelente manera de mantener el pensamiento en el Señor,
es recitar Su nombre. Acostumbraba decir que eso era todo cuanto
se necesitaba hacer para realizarse o liberarse: sólo recitar el nombre
de Dios.
El rey y el sirviente
Swami cuenta una historia que ilustra este concepto. Dijo que hu-
bo un rey que poseía un reino muy extenso. Las cosas no marchaban
muy bien porque sus ministros no estaban cumpliendo con sus tareas.
Entonces el rey le suplicó a Dios, Dios apareció y le dijo: “¿Qué nece-
sitas?”. El rey dijo: “Oh, Señor, necesito un buen sirviente porque mi
reino se está desmoronando”. Dios replicó: “Muy bien, te enviaré un
buen sirviente. Pero te advierto: si dejas de mantenerlo ocupado, él se
volverá contra ti y te destruirá”.
147
Bien, el rey tenía tanto trabajo, que no le prestó ninguna atención
a esa advertencia. Pero, un día, de pronto comprendió que este sir-
viente era tan eficiente que, prácticamente, todo cuanto se necesitaba
hacer en el reino se hacía y que en breve tiempo el sirviente vendría a
él ya sin trabajo. Recordó la advertencia de Dios y Le suplicó a Él nue-
vamente. Dios vino y le dijo: “Bien, ¿qué quieres esta vez?”. Entonces
el rey dijo: “Oh Señor, Tú me dijiste que el sirviente me destruirá si se
queda sin trabajo. Él está precisamente por terminar su tarea. Oh Se-
ñor, sálvame, sálvame, ¿qué debo hacer?”
Entonces Dios dijo: “Muy bien, te salvaré de nuevo. Haz como te
digo. Cuando el sirviente termine su trabajo y venga a ti, mándale
construir una pared de ladrillos de 12,50 m. de altura. Luego ordéna-
le subir hasta el tope y bajar hasta la base, subir hasta el tope y bajar
hasta la base, una y otra vez, hasta que tengas algún trabajo construc-
tivo para él. Entonces, ponlo de nuevo a trabajar, pero tan pronto ter-
mine, hazle subir nuevamente esa pared”.
Swami dijo que la pared es el Nombre de Dios y que el sirviente es la
mente. Es decir, si la mente queda librada a sí misma, te destruirá. Se
interesará en cosas que te alejarán del camino espiritual. Te destruirá.
148
tienen que ver con el trabajo correcto de la mente, inmediatamente
sustitúyanlos por el nombre de Dios. Ustedes están allí sentados y de
pronto se dan cuenta de que están pensando en una disputa que han
tenido con algún compañero y piensan: “Qué pésima persona es. No
quiero tener más nada que ver con él”. En el momento en que obser-
ven que la mente está haciendo eso, inmediatamente deberían comen-
zar a decir el nombre de Dios: “Om Sai Ram, Om Sai Ram, Om Sai
Ram”. El nombre ocupa el lugar del pensamiento que te está moles-
tando. El nombre desplaza aquellos pensamientos que destruyen tu
paz mental y te ocasionan toda clase de dificultades.
149
lo tradujo al inglés y lo publicó como El Camino de un Peregrino. Si us-
tedes leen el libro, se quedarán sencillamente asombrados de los mila-
gros que le ocurrieron en su vida al monje, sólo por haber recitado el
nombre de Dios.
Visión divina
Swami nos brinda otra forma de ayudarnos. Él sabe que somos im-
pacientes y que nuestras mentes divagan. Escuchamos algo y luego lo
olvidamos. Por eso, nos ayuda a dominar la mente de diversos modos
y centrarla en Él. Mantener la mente en Él es la forma más fácil de
comprender que ustedes están en Él y que Él está en ustedes; enten-
diendo que no hay diferencia entre ustedes y Él, y que se puede gozar
por siempre de bienaventuranza eterna.
Este camino se denomina visión divina. Visión divina significa com-
prender que Dios está en todas partes. Está en el corazón de cada per-
sona. Él es la conciencia de cada uno. Es lo único real en cada persona.
Todo lo demás en la persona está cambiando constantemente. Esto
es, yo te miro y digo: Yo sé la verdad acerca de ti. Lo que podría ser
una mentira mayor, puesto que un segundo después, eres diferente,
¿verdad? Cambias segundo a segundo. No puedo decir que conozco la
verdad acerca de ese hombre, porque tan pronto lo he dicho, él ha
cambiado. Él es dos o tres segundos más viejo y los átomos de su cuer-
po han cambiado. Todo ha cambiado.
Si el hombre está cambiando constantemente, si no puedes dis-
tinguir nada real en la persona, entonces, ¿qué podemos decir que es
real en ella? ¿Qué es lo permanente? ¿Qué es lo que está presente to-
do el tiempo? Dios es el único aspecto permanente del hombre. Dios
está siempre en él. La única realidad en el hombre es Dios. La única
realidad en la mujer es Dios.
150
en el corazón de esa persona como la única realidad. Examinas preci-
samente la apariencia de la personalidad. Quizás es una personalidad
muy desagradable, pero tú examinas cuidadosamente a través de esa
apariencia, la realidad que es Dios.
A Dios, que es permanente en el corazón, le dices: “Queridísimo
Señor, Te amo”. ¡Por supuesto, no lo dices en voz alta! Reconocer a
Dios en cada persona, es un secreto entre tú y Dios. No se lo dices a
ella. Más bien, tratas a la persona según sus acciones y condición.
Por ejemplo, Swami dijo que tú no te acercas y abrazas a un “Dios
tigre” y no tomas a un “Dios cobra” y lo sostienes en tus brazos. Los
tratas de acuerdo con su condición y sus acciones. Si es un taxista, sa-
ludas a Dios en él. Eso no significa que lo lleves a tu casa y le des la
llave de tu caja de depósitos o le extiendas un cheque en blanco. Trá-
talo como a un taxista. Trata a tu hermana como tu hermana, a tu
madre como tu madre, a tu amigo, como tu amigo, pero ve a Dios en
todos. Por consiguiente, siempre estarás pensando en Dios, Él está
siempre en tu mente. Ésta es la forma de hacerlo, lo dice Swami. Es
muy efectiva, funciona.
Visualización
Cuando te despiertas por la mañana, junto a tu cama hay un espa-
cio vacío. Ahora bien, como Swami es omnipresente, como Él está en
todas partes, en todo momento, Él está en ese espacio vacío junto a tu
cama, como conciencia omnipresente. Lo que debes hacer es visuali-
zarlo allí, de pie.
La visualización es fácil. Cualquiera de las jóvenes que está aquí
puede, en su mente, visualizar la cara de un buen amigo o el automó-
vil que maneja. Puedes visualizar a Swami del mismo modo. Plasmar a
Swami en tu mente. Visualizar su cabello, Su cuello y hombros, visua-
lizar Su larga túnica color naranja, y al visualizarlo a Él, Él está lite-
ralmente parado allí junto a la cama. Luego lo tomas de la mano y ca-
minas con Él durante todo el día.
Ahora bien, esto es de suma importancia. Ustedes saben, todos te-
nemos cualidades malas: ira, odio, aversión y tantas otras cosas; si so-
151
mos adultos y estos rasgos nos están llevando a enloquecer, acudimos
a un psicólogo o a un psiquiatra para persuadirlo de que nos debe qui-
tar la ira y cambiarla por alguna otra característica que, probablemen-
te, al final, resulta ser peor que la que sacó.
Entonces, toma la mano de Dios y camina con Él todo el día. Por
supuesto, cuando vas al trabajo sabes que tienes que realizar tu tarea.
Si te quedas allí hablándole a Swami, serás despedido. Por eso di:
“Queridísimo Señor, ahora debo trabajar”. Swami dice: “Está bien”.
Dice que hagas tu trabajo con la mayor concentración, con total con-
centración. Cualquiera que sea la tarea en la que estés comprometido,
el Mismo Swami está allí en tu concentración. Así, cuando te concen-
tras en tu tarea, es precisamente lo mismo que sostener la mano de
Swami y caminar con Él.
152
ustedes poseen un largo historial de vida espiritual. Nacimiento tras
nacimiento han tenido una vida espiritual, y ahora han sido llamados
ante la presencia de Swami, debido a su pasado. Desde hace mucho
tiempo, todos son individuos profundamente espirituales. Por eso
Swami dice que están en la Universidad.
Por lo tanto, manténganse en el camino espiritual, pero al mismo
tiempo presten un poquito de atención al camino de la sabiduría. Co-
miencen a separarse, a mirarse a sí mismos y darse cuenta de que este
cuerpo que anda dando vueltas y realizando todo tipo de acciones, no
es “yo”, porque yo estoy observando el cuerpo. ¿Cómo puedo yo mi-
rarme a mí mismo, a no ser que esté separado de mí? El observador
viendo lo observado. Por eso, empleen algo de abstracción, algo de lo
que un estudiante universitario debería aplicar.
Creo que con esto ha sido suficiente. Si alguien quiere formular al-
guna pregunta, estaría feliz de responder.
Preguntas y respuestas
Pregunta: ¿Cómo se separa uno a sí mismo del cuerpo?
H: Es muy fácil. Por ejemplo, pronto este cuerpo será un cadáver
pestilente. La idea de eso sencillamente me molesta. Yo no puedo ser
ese cuerpo. Si tú te observas, puedes ver que hay “alguien” observan-
do el cuerpo. Bien, tú eres ese testigo que está observando el cuerpo.
No eres el cuerpo mismo.
Swami compara el cuerpo con una sombra. Todos tienen una som-
bra. No puedes evadirla. Lo quieras o no, tienes una sombra. Pero, el
paso de esa sombra, que está íntimamente asociada a ti, ¿te afecta de
algún modo? Mientras caminas por las calles bajo el Sol, hay una som-
bra. Esa sombra puede pasar por el barro y la basura, puede pasar so-
bre canteros de flores, puede ser atropellada en la calle por un auto.
¿Cómo los ha afectado a ustedes o a sus cuerpos lo que la suerte le de-
paró a la sombra?
Ustedes observan la sombra, ven lo que le ocurre, pero eso no ha
influido en ustedes. Ni siquiera tiene efecto alguno. Ustedes actúan
precisamente como si la sombra nada tuviera que ver con ustedes, aun
153
cuando no puedan liberarse de ella. Está unida permanentemente.
Swami dice que el cuerpo tiene la misma relación con el propio ser que
el que tiene la sombra con el cuerpo. Sin importar lo que le ocurra a
nuestro cuerpo —ya sea pesar, placer, hambre o lo que fuere— noso-
tros estamos separados de él. Somos el observador.
Decimos: “Estoy cansado”. En realidad, ustedes están observando
el cuerpo que está cansado. Están separados del cuerpo, observándolo.
Lo sabemos muy bien; decimos: “Mi mano, mi cabeza”. No decimos:
“Yo mano, yo cabeza”, ¿verdad? Sabemos que hay una diferencia, pe-
ro lo hemos olvidado, no le prestamos atención. Préstenle más aten-
ción, observen la vida en tanto transcurren por ella. Vean la separación
entre ustedes y su cuerpo y se liberarán del cuerpo.
154
Por eso, si ustedes le preguntan a su conciencia y la conciencia res-
ponde con algo que para ustedes es dudoso, entonces deberían aplicar
la prueba del sentido común. ¿Nos dice el sentido común que es bue-
no hacer esto? ¿Serán buenos los resultados? ¿Me hará daño? ¿Perju-
dicará a alguien más? Si la respuesta es no, no me causará daño, no
perjudicará a nadie más; entonces, sobre la base del sentido común,
quizás es Dios quien dice: sigue adelante y hazlo.
Pregunta: ¿Qué pasa si uno tiene estas dos opciones y parece que
ambas dañarán a alguien? ¿Qué hacer?
H: Bien, es obvio que no has explorado todas las alternativas. De-
bes sentarte en silencio y examinar un poco más el problema y estu-
diarlo más cuidadosamente. Sé paciente y verás.
155
La encarnación de Prema Sai será Shakti, y Swami ha dicho que se-
rá una vida muy tranquila. En este anillo (el Dr. Hislop muestra el ani-
llo en su dedo), que ostenta el rostro de Prema Sai, que Swami me lo
hizo hace unos dieciséis años, Prema Sai parece un hombre de unos
cuarenta y cinco o cincuenta años de edad.
Para ir más allá en la respuesta a tu pregunta, se puede señalar el
nombre del pueblo donde nacerá el niño —es en el Estado de Myso-
re— y también el año en que Swami nacerá como Prema Sai. Ahora
bien, estos hechos no garantizan que será reconocido inmediatamente
como Prema Sai. Swami también ha dicho que el padre ya ha nacido,
pero que la madre aún no.
156
nombre de Dios cada vez que la mente se pierde en tales cuestiones
que, obviamente, no son provechosas. Empieza sólo repitiendo el
nombre de Dios.
En realidad, que yo sepa no hay otra forma de someter la mente y
mantenerse centrado en Dios. Ahora respóndeme y dime qué hay de
malo en ello y por qué no te agrada.
Devoto: Me agrada.
157
tro Vasishta, el gurú del Señor Rama. Él le dijo a Rama que el mundo
es como un espejismo porque no viene del Absoluto ni va a lugar al-
guno. Es como un sueño.
Por eso, todo este mundo es como un sueño. Es irreal, inestable,
transitorio. En dos segundos, ya no es igual. Por lo tanto, decimos que
el mundo visible es irreal. Por contraste, decimos que el alma indivi-
dual (Atma), que nunca cambia, que es siempre la misma, es real. De-
cimos que el mundo es irreal porque es pasajero. Por otra parte, senti-
mos que es real porque está dentro de nosotros y nosotros lo proyecta-
mos. Ahora permítanme hacerles una pregunta.
Ustedes ven a Hislop sentado aquí. ¿Qué significa eso? Significa
que un cierto impulso visual ha tocado el nervio óptico. Ese impulso,
¿cómo va a ser interpretado por la mente? La mente regresa a los re-
cuerdos, a lo que sabe y ha oído, e interpreta la impresión sensorial por
medio de la memoria y de la razón.
En consecuencia, esta impresión óptica que tienen ustedes, les dice
que Hislop está sentado afuera. Ustedes no pueden verificar que His-
lop está sentado afuera. Eso es imposible. Todo cuanto conocen es la
impresión óptica que dice que Hislop está afuera.
Para ustedes, Hislop es real porque él es la impresión óptica. Mas
la expresión de eso es irreal, pasajera. Esa impresión óptica se introdu-
jo dentro de ustedes, les afectó la mente, les hizo razonar y los indujo
a proyectar una imagen.
Mediten sobre eso y verán que lo que dice Swami es absolutamen-
te cierto.
158
Ante cada impulso que te llega, debes hacerte dos preguntas: “¿Me
perjudicará a mí? ¿Perjudicará a alguien más?” Si la respuesta es “sí”
a cualquiera de las preguntas, corta de raíz en forma implacable ese
deseo.
Swami no consiente mucho en ese sentido. Los jóvenes en Su uni-
versidad —que a ustedes les parecen ángeles en sus uniformes blan-
cos—, esos muchachos, como otros jóvenes, tienen las mismas hor-
monas corriendo por sus venas. Si ellos se olvidan, salen y hacen tra-
vesuras, Swami —quizás no la primera vez pero seguramente la se-
gunda o la tercera— les dice: “Váyanse, váyanse a sus casas”. Y son así
expulsados de la universidad.
159
Entonces la evolución es de animal a humano. La partícula de
Dios (jiva), da un salto cuántico desde el animal al humano, cuando
corresponde.
Se sacrifica una enorme cantidad de ganado para que la gente pue-
da consumir esa carne. Se ha originado una demanda cada vez mayor
de carne. Cada vez más cantidad de seres (jivis) encarnados en la for-
ma animal están dando el salto cuántico a la forma humana. Por con-
siguiente, esta inmensa superpoblación humana por la que estamos
atravesando se debe, en parte, a la superproducción de ganado. Ésta es
una razón para no comer carne.
Otra razón es que los elementos más sutiles del alimento se dirigen
al cerebro. Vale decir, el cerebro está constituido por los elementos
más sutiles de la comida. Cuando se trata de carne animal, las fuertes
emociones que el animal sufre afectan la carne que luego se consume
y los elementos sutiles del alimento que entran en el cerebro no son
tan puros como deberían ser porque han sido influidos por estas emo-
ciones animales.
160
Pregunta: ¿En dónde se origina el mundo material que vemos?
H: Yo le hice esa pregunta a Swami. Él dijo que sólo hay una mente
y que la proyección del mundo material proviene de esa mente única.
22 Telugu: La lengua nativa de Sri Sathya Sai Baba, que se habla en el Estado de An-
dra Pradesh, en el sur de la India.
161
etapa siguiente, el jivi dio nuevamente un salto cuántico de lo animal,
a lo humano. Es decir, se convirtió en hombre.
¿Cuál es la etapa que sigue? Swami dijo que es la de hombre so-
brehumano. No un hombre común, sino el hombre sobrehumano. Así
que le pregunté a Swami: “Swami, ¿qué es hombre sobrehumano? ¿Es
como esa gente en los Montes Himalayas que pueden atravesar las
montañas y volar en el aire?”. Swami dijo: “No, son sólo personas que
están tratando de alcanzar la liberación”.
Dijo que sobrehumano quiere decir un ser humano al que ya no
le interesan los asuntos humanos, que se ha sobrepuesto a todas las
emociones, ha vencido todos los malos pensamientos: todo lo que
hace del hombre el individuo alterado que es. Entonces le pregunté:
“¿Quiénes son estas personas, Swami?”. Él mencionó a una cantidad
de santos de la antigüedad y agregó que ellos habían eliminado com-
pletamente toda preocupación personal humana. Cualquier acción
en la que se comprometían tenía como único fin el beneficio de la
humanidad. Carecían de ego.
“Bien, Swami, ésas eran personas que vivieron hace mucho tiempo.
¿Qué pasa ahora? ¿Hay ahora gente así, Swami?”
Él respondió: “Oh, ciertamente que sí”.
Entonces le dije: “Pero Swami, nosotros no los vemos”.
Swami contestó: “Aquí en la India podrías encontrar algunos en las
estribaciones de los Himalayas. Si dieran con el paradero de una per-
sona así, la siguieran, le tocaran el hombro y le pidieran ayuda, él se
alejaría, los rechazaría, porque sabe que no hay nada que él pueda ha-
cer por ustedes. Ustedes tienen que hacerlo por sí mismos”.
“Swami, ¿hay gente así en los Estado Unidos?”
“Oh, sí.”
“Pero Swami, no los vemos.”
“La gente así siempre mantiene un perfil bajo. No se los conoce
nunca.”
Swami dijo que la etapa que seguía a la del sobrehumano era la es-
piritual.
Entonces le pregunté: “Swami, ¿hay algunos individuos en la etapa
espiritual?”
162
“No, en realidad no. El plano espiritual se parecería más a corrien-
tes de vida espiritual. No se trata de individuos separados, sino de co-
rrientes de vida espiritual.”
“Bien, el Absoluto, Swami. Sabemos lo que es eso. Eso eres Tú
Mismo, menos Tu cuerpo.”
En ese punto, Swami se mostró disconforme con las traducciones
de Gokak y el diálogo finalizó. Pero por lo menos, aprendimos mucho
sobre el nacimiento del hombre.
Pregunta: Usted dijo que Swami pasa el 85% de Su tiempo con los
jóvenes. Desde su perspectiva, ¿tiene usted algún mensaje especial o
algún consejo para los jóvenes?
H: ¿Por qué Swami pasa tanto tiempo con la juventud? Por dos
razones. Una, la juventud es maleable, puede escuchar razones y ser
persuadida. Entonces, es posible que los jóvenes puedan ser induci-
dos a adoptar una vida espiritual y por consiguiente, terminar su
existencia reconociéndose a sí mismos en la vida presente, como
Dios. Desde este punto de vista, Swami está muy interesado en la ju-
ventud. La segunda razón por la que Él se interesa en ellos es por-
que para personas como nosotros, personas de edad, realmente no
hay nada en verdad que podamos hacer. Pero la gente joven puede
cambiar el mundo.
Swami dice que la Edad Dorada llegará, la gente va a cambiar y se-
rá muy diferente. Quienes van a ayudarlo a Él en Su tarea de cambiar
el mundo son los jóvenes. Por eso merecen toda Su atención.
Ahora, con respecto a la Edad Dorada: una vez yo estaba con Swa-
mi en Nueva Delhi y a Swami lo invitaron a la casa del industrial más
importante de la India, y también yo fui invitado. Cuando Swami va a
almorzar a la casa de alguien, las señoras de la casa se ponen muy ner-
viosas, pueden ustedes estar seguros de esto. Limpian la casa y prepa-
ran comida agradable, muy agradable.
Cuando Swami entra en la casa, se convierte en el Amo de la casa.
Generalmente, sostiene una conversación con la familia en las habita-
ciones interiores. Luego sale y todos nosotros nos sentamos a almor-
zar. Después del almuerzo, Swami se acomoda en una silla, todos le ro-
163
dean y se pueden formular preguntas. El hijo menor de la familia pre-
guntó: “Swami, ¿qué es la Edad Dorada?”. Swami respondió: “La edad
de treinta años es la Edad Dorada”.
Él tiene una segunda definición, por supuesto. La Edad Dorada es
ésa en la que todo será paz y amor. Dice que antes de que nazca Pre-
ma Sai, todo el mundo estará en paz. Ahora eso parece extraordinario.
Yo le dije a Swami: “Swami, eso parece increíble. Las cosas están em-
peorando, no están mejorando”. Swami dijo: “Sí, sí, eso es verdad, es-
tán empeorando. Incluso en la India están empeorando”.
Pero Él comparó la situación a una tremenda tempestad en el mar.
La tormenta termina, pero las grandes olas siguen aún rompiendo en
la playa. Él repite una y otra vez que, cuando se inicie la Edad Dora-
da, todo será amor y paz. Todo lo que tenemos que hacer es vivir has-
ta llegar a la ancianidad y ver qué sucede.
164
H: Sí, por supuesto. Por ejemplo, si ustedes se despegan de sus za-
patos cuando se los sacan, ellos entonces dejan de molestarles, aun
cuando les ajustaban y les lastimaban los pies cuando los llevaban pues-
tos. Ustedes se separan de sus zapatos, están desapegados de ellos.
¿Qué es el ego? El ego es el reflejo de Dios en el concepto cuer-
po, la conciencia del cuerpo. Como en un espejo, todas las cosas es-
tán reflejadas .
Pero el reflejo en el espejo no es real. El espejo puede ser destrui-
do, el reflejo puede desaparecer, pero el objeto real está aún allí. El ego
es el reflejo del Atma en la conciencia del cuerpo. Por cierto, ustedes
pueden separarse, observar todas sus payasadas y liberarse totalmente
de él. No hay duda al respecto.
165
por la enseñanza. Ellos tienen que seguir carreras, porque la vida del
mundo continúa a través de la actividad de personas inteligentes.
Swami está, por cierto, muy a favor del conocimiento secular. Pero
al mismo tiempo, dice que el conocimiento espiritual es esencial. Afir-
ma que el destino de toda persona es volver a la fuente de donde pro-
vino. Agrega que el hombre cien veces caerá en el fango, el lodo y la
basura, pero cada vez se levantará y avanzará, para finalmente alcanzar
al Señor y fundirse en la fuente. Ésa es la verdad para todos, sin im-
portar qué clase de persona es.
Por consiguiente, ¿por qué perder tanto tiempo tratando de per-
suadir a la gente a que adopte tu religión o tus creencias? ¿Cuál es el
apuro? Qué significa un millón de años, más o menos? Finalmente, él
encontrará su camino a Dios: sin tu ayuda y también sin la ayuda de la
Organización Sai.
23 Karma: Destino o hado. La fuerza generada por las acciones de una persona que,
según el Hinduismo y el Budismo, perpetúa la reencarnación. Sus consecuencias éti-
cas determinan la naturaleza de la siguiente existencia de la persona.
166
te encarnación, volvió a nacer y simuló ser un idiota, incapaz de apren-
der o de hacer nada. Mantuvo esa farsa durante toda su vida y así evi-
tó volver al infierno nuevamente.
Entonces le dije: “Swami, Buda piensa que el infierno es un lugar
real”. Swami contestó: “Sí, él está en lo cierto. El infierno es un lugar
real. Es un lugar en la mente, donde sufres los tormentos que tu mal
karma te acarrea para realizarte”. De modo que el infierno existe. Es-
tá en tu mente y tú sufres.
Swami dice que hay un lugar que se denomina paraíso y que si uno
acredita muchos hechos buenos, entonces, después de la muerte pue-
de encontrarse en el así llamado paraíso. Pero cuando ha agotado el
karma de sus buenas acciones, vuelve entonces inmediatamente a la
humanidad de siempre. Por el contrario, si ha tenido un mal karma,
puede descender de nuevo en el así llamado infierno.
Eso lleva a la pregunta: ¿qué ocurre después de la muerte? Así que
le dije a Swami: “Swami, parece que hay una cantidad de problemas al
llegar la muerte. ¿Existe alguna forma segura para abordarla?”. Swami
respondió: “Hislop, el problema radica en que cuando llega la muerte,
tú no tienes control. En el momento de la muerte, la síntesis de toda
tu vida asume el control”.
¿Recuerdan la historia del comerciante de Nueva Delhi que quería
repetir el Nombre de Dios como su último aliento, para estar unido a
Dios en el momento de su muerte? Para estar seguro de lograrlo, dio
a cada uno de sus hijos los diferentes nombres de Dios, pensando que
todos estarían ante su lecho cuando él muriera y que, por lo tanto,
cuando los nombrara, estaría invocando el Nombre de Dios.
Pero cuando yacía en su lecho y sus hijos llegaron, él los miró a to-
dos y dijo: “¿Quién está cuidando la tienda?”
De modo que en el momento de la muerte, te haces cargo de toda
tu vida pasada. Si quieres tener el Nombre de Dios en los labios cuan-
do mueras, porque eso ciertamente determinará lo que te ha de suce-
der después, tienes que comenzar ahora. Inicia ahora la práctica de re-
citar el Nombre de Dios. Asegúrate, haciéndolo.
167
Pregunta: ¿Por qué dijo Cristo: “Nadie viene al Padre si no es a
través de Mí”?
H: No hay duda de que Cristo dijo esas palabras a partir de Su rea-
lización de que Él era Dios, y por lo tanto, la única forma de llegar a
Dios es ser Dios. Ésa es la única explicación que yo puedo dar. Swa-
mi nos dice exactamente cómo puede suceder eso. Nos propone es-
tos dos caminos: el de la sabiduría y el de la devoción. Ellos nos lle-
varán a través de este mundo de tanto sufrimiento, a través de todas
las ideas equivocadas que tenemos acerca de quiénes somos. Esas
ideas erróneas se desvanecerán y nosotros llegaremos a saber lo que
realmente somos.
Yo le pregunté a Swami: “Swami, una vez que uno se autorrealiza
como divino, ¿puede en cualquier momento perder esa realización?”.
Swami dijo: “Oh, sí”. Y agregó: “Por ejemplo, una persona mundana,
común, puede estar caminando por la calle y repentinamente, sin ad-
vertirlo, sus ilusiones pueden desvanecerse y ella se conoce como ver-
daderamente es, como lo divino. Mas eso no dura”. Agregó que un de-
voto Sai —como nosotros— puede estar sentado en esta habitación
hablando de Sai, y de pronto todas sus ilusiones pueden desvanecerse
y él conoce lo que Él es: Dios, la divinidad.
Pero también eso puede desaparecer. Es decir, tú te das cuenta de
que eres la divinidad, mas ello no dura, desaparece. ¿Por qué desapa-
rece? Swami dice que para que la realización sea permanente, la men-
te debe ser destruida. Es la mente la que interfiere, volviéndolo a uno
una persona humana separada de Dios.
168
errores. Por esta razón, Swami dice que a los astrólogos no vale la
pena escucharlos.
169
Pero sea que Él se encuentre en este soñar despierto en Prashanti Ni-
layam o acuda a veces en tu sueño nocturno, siempre es para ayudarte a
despertar del mundo del sueño. Para ayudarte a comprender que el
mundo es un sueño.
Considera este libreto: Tú eres una joven que está sentada aquí, to-
da esta gente está sentada a tu lado. Tú tienes padres, tienes un auto:
pero, en realidad todo es un sueño. Swami está aquí para ayudarte a
despertar de ese sueño y para que sepas la verdad de que no hay dife-
rencia entre tú y Él, que tú eres la divinidad. Tú eres Dios. Todo cuan-
to existe en el mundo, todo lo del universo eres tú. No hay nada en el
universo más grande que tú; despierta a la verdad de que eres divina.
Por eso, Él está en este soñar despierto. Esto es todo cuanto puedo de-
cirte acerca de Swami y el sueño.
Pregunta: Swami dice que cada uno tiene un rol singular y valioso
que desempeñar. ¿Cómo encontrar ese papel único y valioso que de-
bes desempeñar?
170
H: Yo le di forma a la Organización Sai Americana. Swami me di-
jo que lo hiciera y cumplí. Con el tiempo, algunos cambios que quise
hacer en la Organización, me ocasionaron cantidad de problemas.
Por ejemplo, la gente que había ido a Prashanti Nilayam, quería
crear un segundo Prashanti Nilayam en sus Centros. Por eso, ellos
querían cantar sólo cantos devocionales (bhajans) en el idioma indio.
La gente nueva que llegaba a los Centros, venía una vez y nunca más
volvía. De modo que hice una investigación para saber por qué cien-
tos de personas que venían como visitantes nunca más regresaban. Se
dieron una serie de razones, pero las dos principales fueron: “Me ha-
cían sentar en el piso y escuchar cantos durante 45 minutos y yo no en-
tendía ni una sola palabra de lo que se estaba diciendo”, y la segunda
razón era la falta de cordialidad. Propuse que la mitad de los cantos
fueran cantados en inglés, porque estamos viviendo en EE.UU., país
de habla inglesa. En nombre de Dios ¿por qué no podrían cantarse la
mitad de los cantos en inglés? Pero los Centros no aceptaron eso.
Una vez yo estaba hablando con Baba y le dije: “Swami, en Améri-
ca, probablemente no son más de mil o mil quinientos miembros los
que realmente han firmado el registro expresando que desean ser de-
votos de Sai y seguir Sus enseñanzas. Por otra parte, hay, por lo me-
nos, cien mil o más personas en América que leen lo que Tú escribes,
leen Tus discursos, saben de Ti, pero no concurren a los Centros. ¿Por
qué no suspender los Centros, Swami? Terminemos con ellos; ocasio-
nan muchas dificultades y no son importantes”.
Swami dijo: “Hislop, Mis Centros son de enorme importancia pa-
ra Mí. Si no fuera por Mis Centros, el mundo estaría ahora en una si-
tuación terrible. Sólo debido a Mis Centros, el mundo no está en un
estado deplorable”.
Así que eso significa que la Organización Sai es un instrumento de
Swami de un modo que no comprendemos. Todos estos desórdenes
superficiales, las disputas que tenemos y todo lo que tratamos de cam-
biar, no afectan aquel instrumento fundamental y básico que Swami
está usando para ayudar al mundo y salvarlo del desastre.
Nosotros, simplemente, seguimos las instrucciones de Swami y
entonces somos mejores instrumentos para Él. Nosotros seguimos
171
Sus principios rectores en el camino devocional o en el de la sabidu-
ría. Es muy claro.
172
ba en flor y dijo: “Qué bueno sería si cada uno de estos pimpollos se
convirtiera en un delicioso fruto maduro. Pero eso no sucede. La
mayoría se cae”.
Ustedes son como las hermosas flores de ese mango. Tienen que
hacer algo para madurar y no caerse del árbol. Eso significa que deben
escuchar a Swami, seguir Su consejo y hacer lo que Él dice.
Pregunta: ¿Él está diciendo que hay otras personas, algo semejan-
tes a nosotros, cumpliendo también sus destinos?
H: No, no. Dijo que no hay otros seres como nosotros. En todos
los demás planetas y en todos los demás niveles de vida, las formas son
diferentes. No tienen la forma de los seres humanos. Por ejemplo,
Swami dijo: “Hislop, tú probablemente piensas que hace demasiado
173
calor para vivir en el Sol, pero eso es porque tu cuerpo está hecho de
cierto modo. En realidad, el Sol está colmado de seres, seres vivos.
Ellos viven en el Sol”.
174
persona está así porque Dios lo ha dispuesto?”. Swami dijo: “Oh, sí.
Pero tú no eres así”.
Estoy muy feliz porque ustedes me invitaron. Disfruté mucho el es-
tar y conversar con ustedes. Les deseo buena suerte en sus vidas y es-
pero que realicen a Swami. También espero que realicen su propia na-
turaleza y logren la total y final liberación en esta misma vida.
OM Sai Ram.
175
Casa Sai, Nueva Zelanda,
30 de octubre de 1993
176
tonces, Swami siempre lo llamó “medio Goldstein”. A Swami le gus-
ta reírse y bromear.
La omnisciencia de Swami
Hace algunos años, Goldstein estaba en Prashanti Nilayam. Swami
lo llevó a pasear en Su auto y llegaron al Gokulan24. Iban manejando
a escasa velocidad, observando a ambos lados del camino los nuevos
edificios, y de pronto Swami comentó: “Goldstein, ésta es la última vez
que me verás”. Goldstein, muy sorprendido dijo: “No, no, Swami. No
puede ser, Swami. Tú me dijiste que yo volvería en noviembre para el
cumpleaños”. Swami entonces guardó silencio y se quedó pensativo
por un momento. Luego dijo: “Está bien, Goldstein, volverás”.
Lo que ocurrió después, tuvo lugar en el avión cuando Goldstein y
su esposa regresaban a América. Cuando llegaron a Karachi, los terro-
ristas abordaron el avión y retuvieron como rehenes a todos los pasa-
jeros. La Sra. Goldstein y una azafata estaban paradas en la puerta
cuando los terroristas irrumpieron. A la azafata le pusieron un arma en
la cabeza y a la Sra. Goldstein le apuntaron con una ametralladora.
Muy asustada, la Sra. Goldstein juntó sus manos en una plegaria, mi-
ró a los terroristas y se mantuvo repitiendo en voz alta: “Om Sai Ram,
Om Sai Ram” y milagrosamente salió con vida. Al no ser respondidas
las demandas de los terroristas, éstos empezaron a atacar a tiros a los
pasajeros, al azar. En medio del pánico y la confusión que sobrevinie-
ron, repentinamente se abrió una puerta del avión y Goldstein, ha-
ciendo caso omiso de su propia seguridad, ayudó a los heridos a esca-
par por la rampa. Fue un acto muy riesgoso.
Goldstein regresó a Prashanti Nilayam poco después del incidente,
a agradecerle a Swami por haberle salvado su vida. Swami entonces le
explicó que cuando le dijo: “Ésta es la última vez que Me verás”, Él es-
taba viendo que en ese ataque de los terroristas, a Goldstein lo mata-
24 Gokulam: Tambo.
177
ban. Vio cuando Goldstein era asesinado. Entonces le dijo: “Golds-
tein, Yo cambié la película”. Swami cambió la película y por consi-
guiente, alteró toda la secuencia de los hechos. ¡Qué sucesos extraor-
dinarios!
Otro acontecimiento milagroso sucedió en oportunidad de haber-
se sentado Swami sobre las arenas del lecho del río, como solía hacer-
lo, cosa que le agrada muchísimo. Ahora no lo puede hacer porque hay
mucha gente. Swami levanta frente a Él un pequeño montículo de are-
na y luego con Su dedo esboza sobre el montículo un boceto aproxi-
mado. Espera un momento, después introduce Su mano debajo de la
arena y extrae una estatua como las de oro y plata de Ganesha, Krish-
na, Rama o Sita. Parece como si estuviera dibujando una figura, aun
cuando ésta es muy imprecisa y luego, de algún modo, esa figura se
convierte en una realidad física.
Pero el hecho más dramático fue por cierto el que le sucedió a
Goldstein. Swami lo vio cuando era asesinado y lo que dijo fue: “Cam-
bié la película, Goldstein”; y al cambiar la película —la idea, el pensa-
miento—, Él cambió toda la secuencia.
178
Swami puede ser muy, pero muy riguroso. Incluso, El me dijo que
Dios puede ser tan duro como el acero y tan suave como la manteca.
Ambas cosas.
Etiqueta social
Algunas personas me han sugerido que debería contarles lo que
Swami ha dicho acerca del abrazo, la tan extendida práctica de abrazar
a todos los que están cerca, ya sean miembros de la familia, amigos
queridos o devotos de Sai. Se considera que uno es descortés si no se
levanta y abraza a alguien. Swami dice que existe algo que se denomi-
na energía de la conciencia. Es similar a la corriente eléctrica y cuan-
do se abraza a alguien, las malas cualidades de esa persona pasan a uno.
Swami dijo que existe siempre esa posibilidad, que el riesgo está siem-
pre presente y puede ocurrir. Ha dicho que cuando se encuentren en
una reunión social, reduzcan el número de abrazos que exige la eti-
queta social. Esto no se aplica a la familia, donde la situación es com-
pletamente diferente.
179
ponder. Quizás otras de las personas que están aquí presentes han te-
nido experiencias en una cuestión particular. También ellas pueden
contestar.
Preguntas y respuestas
Pregunta: Siguiendo precisamente con lo que usted acaba de decir
acerca de absorber las malas cualidades, ¿ha dicho algo Swami alguna
vez, acerca de tener que trabajar con gente con malas cualidades, en
términos de cómo ayudarlas sin ser atacados por ellos?
H: La pregunta es: ¿Ha sugerido Swami algo acerca de cómo po-
der ayudar realmente a otra gente sin entrar en esta confusión de con-
tactos e intercambios de energías? Swami pregunta: “¿Cuál es la ver-
dadera razón para ayudar a otras personas?”. La razón es que uno sien-
te compasión. La compasión es una característica humana. Ustedes
ven a alguien en un apremio, un niño pequeño en problemas o quizás
un adulto en problemas. Como son seres humanos, ustedes sienten
compasión. En realidad, con ese sentimiento compasivo no pueden
ayudar, pero tratan de hacer algo por esa persona: la alimentan, se ase-
guran de que vea al médico o le dan algunas monedas o lo que sea que
la compasión que sienten los induzca a intentar. Pero Swami dice que
al hacer servicio (Seva), siempre deben tener presente que están ha-
ciendo servicio a Swami. Swami dice eso una y otra vez: cuando hacen
servicio por alguien, lo están haciendo para el Señor.
Es tu forma de poder hacer algo por Dios. Él dice que a todos les
gustaría sentarse arriba, en Su habitación, poder estar frente a Él, to-
car Sus pies, masajear Sus tobillos de acuerdo con la costumbre india,
pero ¿cuántos pueden entrar en ese cuarto tan pequeño? Vean, lo úni-
co que hay allí es una cama pelada y una mesita, no hay sillas. Sobre la
pared, una figura de Shirdi Sai. Una figura hecha de hojas. Alguien ha
recogido hojas y ha formado con ellas la figura de Shirdi Sai. Cuelga
de la pared y eso es todo lo que hay allí.
Nos gustaría hacer servicio para Swami, pero no podemos apretu-
jarnos todos en esa habitación y, además, Swami no nos invitará a subir.
Él dice que ustedes pueden disfrutar el placer de ver cumplido el deseo
180
de realizar la verdad del hecho de que Dios es la única realidad en ca-
da persona. Lo que queda es sólo pasajero, como el pelo que uno se cor-
ta a diario o las uñas que crecen y hay que cortarlas. Irreal porque es
transitorio. Todo en esa persona es transitorio y pasajero, excepto la
presencia de Dios. Dios es el sustrato, la realidad de todo.
Esta alfombra se estropea, esta casa se desmorona, estos campos se
desgastan. Los campos se agotan o son quemados o cultivados, pero
debajo, la tierra permanece igual. De modo que el sustrato de todo es
Dios. El sustrato de toda persona es Dios. Por lo tanto, cuando hace-
mos Seva a otros, tenemos la oportunidad de hacer Seva para Dios, al-
go que se nos impide hacer directamente, ya que no podemos subir a
Su habitación. Podemos adorar a Dios en la otra persona, pero no es-
tamos haciendo Seva para esa personalidad transitoria, sino que dirigi-
mos ese Seva a Dios. Hagan Seva para el Señor.
Swami da gran importancia al servicio, mas no en la forma como lo
hacen en la mayoría de los Centros. Ellos sólo ayudan a gente desa-
fortunada. Esos desdichados se han hecho acreedores a lo que están
pasando. No hay consecuencia sin causa. Nada ocurre porque sí.
Siempre hay una causa, cuando algo sucede.
Los padecimientos que esta gente está sufriendo fueron causados
por ellos mismos. No es infortunio, sino la consecuencia de acciones
previas que ellos tienen que atravesar. Ustedes pueden, sólo por com-
pasión humana, ayudarlos todo lo que puedan. Pero lo real es que, en
esa persona, están adorando a Dios.
Eso es lo que Swami dice respecto del servicio a otros. Los ayu-
dan porque ustedes tienen amor humano y compasión. Los ayudan
de la mejor forma posible, pero están realmente adorando a Dios,
porque aquella persona merece lo que está recibiendo. Esto puede
resultarles terrible a ustedes, pero yo le dije a Swami: “En una si-
tuación donde hay un agresor tratando brutalmente o lastimando a
alguien, ¿esa persona, el agresor, tiene la opción de no hacerlo has-
ta el último momento? ¿Puede repentinamente cambiar de idea, de-
tenerse y no continuar con su brutal ataque a la otra persona? Swa-
mi respondió: “Correcto. El agresor tiene una opción. Pudo sentar-
se y no cometer la acción”.
181
Considerando el otro lado de la ecuación, también le dije: “Swami,
la víctima no tiene esa opción. No tiene ninguna opción, de modo que
eso no parece justo”. Swami dijo: “Hislop, lo que le sucede a la vícti-
ma es exactamente lo justo”.
Todas estas cosas tan terribles son perfectamente justas. ¿Por qué?
Porque esos hechos son consecuencias de las propias acciones anterio-
res de esa persona. Por consiguiente, si nos empeñamos ahora en bue-
nas acciones, las buenas acciones ocasionan buenas consecuencias. La
ley de causa y efecto trae sufrimientos a una persona aparentemente
inocente, fundados en la conducta de esa persona en vidas pasadas. Si
nos comprometemos ahora en buenas acciones, tendremos buenas
consecuencias en el futuro. La misma ley que trae infortunio, trae
también felicidad y liberación. Eso es lo que Swami dice en cuanto a
la ayuda a otros.
182
anuncio simple y breve haciendo saber que en el Centro Sathya Sai
Baba habrá una reunión? Nada más que eso, sólo un simple comuni-
cado. Si la gente lo lee y tiene interés, entonces podrían venir a nues-
tro Centro y unirse a nosotros”. Dije que le preguntaría a Swami. Pe-
ro Él respondió: “Absolutamente no. De ninguna manera pueden ha-
cer algo así. Ustedes deben sentarse y esperar pacientemente. Yo les
enviaré la gente. ¿Por qué habrían de salir y tratar de traer gente al
Centro? Ustedes harían eso porque piensan que podrían ayudarlos a
ellos”. Swami dijo que el destino de todos los seres humanos —sin te-
ner en consideración cuán miserables o primitivos o criminales puedan
ser ahora— es retornar a la fuente de donde provinieron. Esa fuente
es Dios. Él dijo que el hombre puede caer en el lodo y en el fango mu-
chas veces, pero que cada vez se levantará y encontrará finalmente su
camino de regreso a su origen.
Todas estas personas por las que ustedes sienten lástima y a las cua-
les creen que deberían llevar hacia la espiritualidad, cada una de ellas es
también Dios, no diferente de ustedes mismos. Cada uno encontrará su
camino de retorno, por sí mismo, sin ayuda alguna. Quizás sus tiempos
sean diferentes. Quizás su momento está a un millón de años de ahora.
El tiempo de ustedes es ahora, porque Swami los ha llamado. ¿Por
qué los ha llamado ahora? Porque indudablemente —no cabe duda al
respecto— todas las personas que se encuentran en esta habitación han
tenido una larga, larguísima serie de vidas como aspirantes espiritua-
les, trabajando con gurúes, trabajando quizás con encarnaciones ante-
riores del Señor. Ustedes no vienen a esta Organización como estu-
diantes de primer año para ingresar en la Universidad. Son graduados.
En efecto, Swami ha dicho que ustedes son graduados. Ahora están en
la Universidad. Ya no están en la escuela primaria, sino en la Univer-
sidad y deberían empezar a prestar atención a algunos temas universi-
tarios, tales como la abstracción, etc.
Por todo cuanto he oído decir a Swami: salir y hacer prosélitos y
propaganda y atraer gente, es totalmente contrario a lo que Él enseña.
Dice que la única forma en que el Centro funcionará para atraer a
otras personas, será cuando sus miembros comiencen a llevar vidas tan
ejemplares que la gente los mirará y dirá: “¿Cómo puede haber perso-
183
nas así? Me gustaría saber qué es lo que hacen. ¿De dónde han veni-
do?”. Entonces averiguan y vienen al Centro.
184
quen a Swami, récenle en voz alta. Entonces el devoto, el devoto de
Dios, tiene una posible salida de una situación amenazadora, en tanto
que la persona común, realmente no la tiene.
185
H: Nuevamente debemos volver al consejo básico de Swami con
respecto a cómo guiar la propia vida. Dijo que el principio fundamen-
tal para decidir qué debemos hacer y qué no debemos hacer, es el sen-
tido común. Vale decir, cualquier situación tienes que considerarla con
sentido común y decidir razonablemente qué puede hacerse. Si es al-
go terrible en lo que puedes poner en riesgo tu vida, entonces el sen-
tido común podría plantearte: ¿cuál es el valor de la vida que estás sa-
crificando? Si debes hacerlo, lo que tienes que hacer es entregárselo a
Swami, seguir adelante y llevarlo a cabo.
Pero Baba dice que la decisión debe ser tomada sobre la base del
sentido común, no de las ideas espirituales, como ser el servicio a
otros.
El sentido común les dirá que esta señora ya no puede hacer lo que
hacía antes de que su salud se deteriorara. Acepta eso alegremente co-
mo la Voluntad de Dios. Si ya no puedes salir y servir más a la gente,
tienes entonces la oportunidad de volverte hacia adentro y formular
esa pregunta esencial: “¿Quién soy yo?”. Ahora puedes llevar tus ener-
gías y tu atención hacia tu interior para encontrar a Dios que siempre
reside en ti.
186
cular no le sucede a un devoto o si no ganaron el loto esa semana, es-
cuchamos decir: “Swami no quiso que yo lo ganara esta semana”.
¿Cuál es su respuesta?
H: La pregunta es: Si no ganan la lotería ¿deberían culpar a Swami
por eso? Swami dice que en vez de preocuparnos por tales cosas, es
mejor llegar a la conclusión de que todo cuanto ocurre es Voluntad de
Dios. Acéptenlo como Voluntad de Dios y depositen su fe en Él. Sólo
pídanle Su Gracia, sea lo que fuere que les suceda.
Por ejemplo, yo estoy aquí en Nueva Zelanda, hablando y movién-
dome de un lado para otro, todos los días. Mi esposa se encuentra en
los Estados Unidos y en realidad yo no debería estar tanto tiempo le-
jos de ella, porque no se siente bien. Pero todo eso no me preocupa
porque acepto que todo cuanto hago es Voluntad de Dios. Lo acepto
totalmente, hago lo mejor que puedo y ni siquiera pienso más allá de
eso. Swami dice que ésa es la mejor forma de actuar. Sólo acepta cual-
quier cosa que ocurra, como Voluntad de Dios.
Si se enfrentan con la necesidad de actuar, usen el sentido común.
Tienen que emitir un juicio de sentido común. Por ejemplo, yo me
preocupo por mi esposa. Existe la posibilidad de que pueda interrum-
pir mi visita y regresar de inmediato a casa. Entonces me pregunto:
“¿Es eso emplear el sentido común?”. A mí no me parece que lo sea.
Si Swami me trae aquí a Nueva Zelanda, entonces le incumbe a Él ha-
cerse cargo de todo lo demás. ¿Por qué debería yo preocuparme?
Estamos hablando de cómo arreglarnos en la vida cotidiana con to-
dos sus problemas. Ante todo, empleen el sentido común. Luego, Swa-
mi dice que siempre que usen el sentido común y lleguen a una deci-
sión en cuanto a la acción a seguir, dediquen esa acción a Dios: “Ama-
dísimo Señor, Te dedico esta acción, Tú eres el hacedor de esta acción,
yo no lo soy, deposito en Ti toda la responsabilidad”. Es decir, culpen
a Dios; déjenle la responsabilidad a Dios. Dedíquensela a Él; por lo
tanto, a Él le corresponde llevar a cabo la acción. Entonces sigan ade-
lante y realicen la acción de un modo que a Dios le va a agradar.
No lo hagan en forma negligente sólo para satisfacer su propia am-
bición. Desde el punto de vista de la realización de la acción, deberían
preguntar continuamente: “Si Swami estuviera parado aquí, a mi lado,
187
¿le agradaría a Él lo que estoy haciendo? Empleen el sentido común,
dediquen la acción a Dios y entonces llévenla a cabo de modo tal que
le agrade a Swami. Swami dice que, a lo largo de toda la vida, estarán
actuando con sabiduría, si siguen estas orientaciones. La vida de uste-
des será una vida de sabiduría. Es muy simple.
188
mento presente. En el único lugar donde pueden vivir es en el presente.
Cualquier otra cosa es pura imaginación. Swami dice que deben tratar
de vivir de la mejor manera cada momento, haciendo lo que parece
mejor en el momento, y dedicarlo todo a Dios.
Uno de los mejores ejemplos de cuando se dedica todo a Dios, es el
empleado por Ramana Maharshi, donde él cuenta a sus devotos que
cuando uno va de viaje —esto fue en la India rural, mucho antes de que
hubiera taxis— pone el baúl sobre la cabeza, camina hasta el tren y su-
be. Él les decía: “Si sigues con tu baúl en la cabeza mientras estás en el
tren, eres un tonto. Bájalo al piso”. En otras palabras, entrega tu car-
ga a Dios. ¿Por qué quieren llevar la carga de sus vidas? Ustedes no pi-
dieron nacer ¡y sin embargo están aquí! La culpa es de Dios. Entré-
guenle el peso a Dios. Háganlo responsable a Él. Cúlpenlo de todo.
Hablen con Él todo el tiempo. Yo hablo siempre con Swami, le rega-
ño, discuto con El.
189
y ellos influyen en ustedes. Ven televisión e influye sobre ustedes.
Hay energías provenientes de todas las estrellas, que pueden atrave-
sar el plomo sólido y que traspasan sus cuerpos e influyen en uste-
des. Entonces, ¿cómo pueden decir que en algún momento están li-
bres para elegir?
¿Cómo pueden decir: “Cuando mi libre albedrío actúa, puedo de-
jar de lado todas las influencias de mi vida y obrar con total libre albe-
drío”? No es así, no se puede hacer. Swami dice que tienen que actuar
como si tuvieran libre albedrío, de otro modo no actuarían en absoluto.
Pero cuando actúen, deberían dedicar la acción a Swami y hacer lo
mejor que puedan con lo que sigue, de una manera que Le agradará a
Swami. Si piensan en ello y trabajan a través de algunos ejemplos, lo
verán muy claramente. No es para nada un misterio.
190
cuencia de causa y efecto hace que la rueda de la vida gire y gire y no
hay más nada.
No hay nada más. Eso es todo en cuanto a la vida. La vida se origi-
na debido a causas. Nada ocurre sin una causa. Si sentimos el efecto,
es que nos hemos comprometido en alguna causa previa. Swami dice
que este mundo es justamente como una parte de la naturaleza. El
viento sopla por causa de la naturaleza. Los terremotos se producen
por causa de la naturaleza. Las cosas suceden en nuestras vidas debido
a la naturaleza.
Cuando el viento sopla, tiene el propósito de servir. Cuando ocurre
un terremoto, tiene el propósito de servir. Del mismo modo, las cosas
que suceden en sus vidas tienen el propósito de servir. Pero no tienen
más relación con ustedes que la que tiene un terremoto. Nosotros sus-
tentamos la creencia de que somos este cuerpo y que todo cuanto nos
sucede, nos está realmente sucediendo. De hecho, no nos sucede en
absoluto. Es un proceso de la naturaleza. Somos el observador de to-
do cuanto ocurre y entonces decimos, luego de mucho reflexionar, que
todo eso nos está sucediendo a nosotros. Ahora bien, éste es el curso
universitario. Deben sentarse y pensar por sí mismos.
Pregunta: ¿Sabe usted la razón por la que usted, Dr. Jack Hislop,
conoce a Swami desde hace tanto tiempo y ha sido testigo de tantos
milagros y experiencias?
H: Honestamente, no tengo la más remota idea. ¿Saben?, Swami
me dijo que en mi última encarnación, yo había sido un yogui en los
Himalayas y que había muerto prematuramente. Le dije: “Swami, ¿por
qué entonces nací en los Estados Unidos?” El respondió: “Sólo fue un
pensamiento fugaz”. Ustedes saben, el último pensamiento es el que
determina dónde podría tener lugar la próxima encarnación.
¿Conocen ustedes la historia del comerciante de un bazar indio y
de todos sus hijos a quienes les puso nombres de Dios? Este comer-
ciante poseía un gran bazar y tenía ocho hijos que lo ayudaban en la
tienda. Él sabía que iba a morir y también sabía que el último pen-
samiento en la mente de una persona determina su siguiente encar-
nación. Quería tener su último pensamiento en Dios para poder
191
quedarse con Dios en vez de ir a cualquier otro lugar. Como tenía
dudas de que podría no recordar el Nombre de Dios en el último
momento, para asegurarse, puso a cada uno de sus hijos, uno de los
Nombres de Dios. Sabía que cuando estuviera en su lecho de muer-
te, sus hijos lo rodearían y si él los nombraba, tendría que pronun-
ciar el Nombre de Dios, ya que cada uno de ellos llevaba uno de
esos nombres.
En efecto, allí estaba en su lecho de muerte con toda su familia a su
alrededor. Miró a todos sus hijos, a sus ocho hijos y les dijo: “¿Quién
está cuidando el bazar?” y murió.
Yo le pregunté a Swami: “Swami, ¿cómo puede uno morir con el
Nombre de Dios en su aliento?”. Swami dijo: “El problema es, Hislop,
que en el momento de la muerte, es toda tu vida pasada la que asume
el control. Éste es un factor dominante. Toda tu vida pasada. Si quie-
res estar recitando el Nombre de Dios en el momento de morir, en-
tonces comienza mejor a recitarlo desde la edad de ocho años”. Por lo
tanto, empecemos todos a recitar el Nombre de Dios: “Om Sai Ram”,
entonces estará en nuestros labios en el momento de nuestra muerte.
De las sagradas historias del pasado, nos llega la historia de un yo-
gui. Cuando se estaba muriendo, una mosca desagradable zumbaba al-
rededor de su cabeza. Ustedes saben cómo son las moscas; son desa-
gradables. Así que murió, y el último pensamiento que tuvo en su
mente fue el de esa mosca. Usted sabe, la mosca tiene corta vida. Por
eso, el último pensamiento de la mente es importante.
192
poderoso, quizás el más poderoso en el mundo entero. Tiene conse-
cuencias. La costumbre es repetirlo tres veces. ¿Podrías preguntarle a
Swami antes de aconsejar en un Centro que está bien recitarlo ciento
ocho veces?”. Él le preguntó a Swami y Swami dijo: “Tres es suficien-
te. Pero si quieren decirlo ciento ocho veces, déjalos”. De modo que
es una elección individual.
193
situación precisa en que tienes que decir la verdad desagradable o el
momento en que tienes que urdir una mentira piadosa. Debes desa-
rrollar sutileza y flexibilidad para no tener que decir una verdad que
dañe. Él nos da ejemplos de algunos sabios de la antigüedad que así
lo hicieron.
Ustedes dicen que Swami parece tener falibilidad humana. Puede
decirles que van a ganar la lotería y no la ganan. O le dice a una seño-
ra que va a tener un niño varón ¡y puede que no tenga ningún niño en
absoluto! O le dice a un hombre que a su regreso lo estará esperando
en su casa una posible esposa, que él encontrará de inmediato, y él no
la encuentra. Así, surgen dudas sobre qué significa esto.
Los sabios han considerado este asunto y han llegado a la si-
guiente conclusión: “El Avatar viene como un ser humano”. Es de-
cir, cuando Swami dice: “Yo vengo como un ser humano para que us-
tedes puedan relacionarse Conmigo”, eso no es sólo una forma de
decir, sino que está afirmando la exacta verdad. “He venido como un
ser humano para que ustedes puedan relacionarse Conmigo”. Dios,
como ser humano, es humanamente falible: hasta cierto punto. Le
pueden ocurrir cosas a Él.
Por ejemplo, como ustedes saben, hace un tiempo se cayó en el ba-
ño y Se fracturó la cadera. El dolor era insoportable, pero Swami dijo:
“El dolor estaba allí, pero nada tenía que ver Conmigo. Yo seguí con
Mis actividades cotidianas y no le presté atención al dolor”. Sin em-
bargo, Él no tiene Karma.
Ha dicho que todo cuanto tiene que ver con el mundo, tiene la po-
sibilidad de ser falible. Entonces, lo que puede decirse acerca de la in-
consistencia en las declaraciones de Swami, es que se evidencia lo que
Él Mismo dice: “Yo he venido a ustedes como un ser humano”.
También los sabios dicen que cualquier exhibición de la falibilidad
humana por parte de Swami jamás afectará la acción correcta (dhar-
ma). Él nunca será injusto. Estas falibilidades podrían manifestarse
hasta cierto punto, pero nunca al extremo de violar la rectitud (dhar-
ma), ya que Swami es el alma misma del dharma. Esto es todo lo que
conozco del tema. Es lo que he leído y lo que acabo de decirles se lo
he escuchado a Swami. Más allá de eso, nada sé.
194
Así pues, muchas gracias. Me siento muy feliz de encontrarme nue-
vamente con ustedes en este último día de mi visita a Nueva Zelanda,
y ha sido muy agradable conversar y saber lo que ustedes piensan. Gra-
cias por invitarme, ha sido muy agradable. Om Sai Ram.
195
El Dr. Hislop en Japón,
setiembre de 1994
196
En Su invitación a que optemos por una vida espiritual, lo más im-
portante es Su afirmación: “Yo soy Dios, pero también ustedes lo son.
La única diferencia entre nosotros es que Yo lo sé y ustedes no”. En-
tonces, ¿de qué se trata? ¿Un hombre proclamándose a Sí Mismo ser
Dios? Pero si observamos a Swami muy cuidadosamente, vemos que
Él es el Señor de la vida y de la muerte, como también el amo de to-
das las leyes naturales.
La resurrección
Refiriéndonos a Swami, como el Señor de la vida y de la muerte,
permítanme contarles la historia de la resurrección de Walter Cowan.
Walter Cowan era un anciano estadounidense, quien con su esposa
Elsie se ocupaba de la librería Sai Baba en California. Cuando ocurrió
este incidente, Swami debía presidir en Madrás, una importante Con-
ferencia Nacional de los trabajadores del Servicio. Cuando llegaron
Elsie y Walter al amplio auditorio, se encontraron con que estaba to-
talmente colmado de delegados sentados en el piso. A ellos de inme-
diato se les proporcionaron sillas, de modo que todos podían verlos,
pues todos los demás estaban sentados en el piso mientras ellos esta-
ban ubicados en sillas.
Al día siguiente muy temprano circuló el rumor de que un anciano
estadounidense había fallecido durante la noche. Entonces, mi esposa
y yo inmediatamente pensamos en Walter Cowan. Fuimos al hotel y
derecho a la habitación de la señora Cowan. Ella nos dijo: “Sí, duran-
te la noche Walter murió. Yo bajé hasta el hall y conseguí que la seño-
ra Ratanlal subiera y me ayudara”.
La señora y el señor Ratanlal son viejos devotos de Sai. Menciono
a la señora Ratanlal porque luego ella agrega un elemento importante
a la historia.
En el momento de la muerte de Walter, ella corrió a la habitación
de la señora Cowan y juntas colocaron a Cowan sobre la cama, solici-
taron una ambulancia y lo llevaron a una clínica. Por qué a una clíni-
ca, no tengo la menor idea. Pero fue trasladado a la clínica. Las seño-
ras Ratanlal y Cowan fueron a la casa de Swami y le contaron lo ocu-
197
rrido. Entonces Swami dijo: “No se preocupen, iré allí a las diez de la
mañana”. Cuando la señora Cowan llegó a la clínica, se encontró con
que Swami y la señora Ratanlal habían estado una hora antes y que
Cowan estaba vivo.
La salvación
Ahora bien, una parte de la historia de Walter Cowan fue que él
murió. En la ambulancia, cuando lo llevaban a la clínica, su cuerpo
saltaba. Él se sintió separado de su cuerpo y lo contemplaba desde
arriba. Entonces dijo que Swami vino y se lo llevó hacia arriba, arri-
ba, al cielo, donde había un edificio. Su jefe era el que hacía de con-
tador —que es quien está dentro de nosotros y registra todo cuanto
ocurre— y estaba leyendo la historia de Cowan. Luego, Swami dijo:
“Déjenme a este hombre por Mi cuenta. Tengo trabajo para él”. En-
tonces a Walter se le ordenó: “Regresa a tu cuerpo, Cowan”. Cowan
no quería volver, mas tuvo que hacerlo. Después que Swami revivió a
Walter, su esposa lo trasladó a un hospital.
Bueno, precisamente el mismo día que esto sucedía, exactamente a la
misma hora, Swami se encontraba en el escenario del Auditorium, di-
sertando ante un grupo numeroso de voluntarias. Les estaba obse-
quiando hermosos saris a cada una de ellas. En el escenario estábamos
con Swami un hombre indio y yo, sentados contra la pared, observán-
dolo constantemente mientras pronunciaba Su discurso. Ambos pode-
mos atestiguar que Él nunca abandonó el escenario ni por un instante.
Pero tan pronto como finalizó la conferencia, Swami nos dijo:
“Vengan, subamos al auto y vayámonos”. Cuando estábamos subien-
do al auto, dijo: “Mientras Yo hablaba, Me llamó la señora Cowan.
Cowan ha muerto otra vez. Entonces fui al hospital y me hice cargo
del problema”.
198
llegamos, Swami se dio vuelta y me dijo: “Hislop, temo que no puedas
acompañarnos en el almuerzo, quiero que lleves este vibhuti26 al hospi-
tal, le fricciones el pecho a Cowan y le pongas un poco en la boca. Aca-
bo de darle vida nuevamente y necesita esto”. Agregó: “Si vas hasta la es-
quina, allí mismo encontrarás en un taxi, a la señora Hislop”. Resultó
ser que mi esposa había conseguido un taxi y nos había seguido.
Juntos fuimos al hospital y la señora Cowan dijo: “Walter murió de
nuevo. Lo llamé a Swami, Él vino y otra vez le devolvió la vida”. Yo le
di a Cowan el vibhuti y me fui.
Se resuelve el misterio
Bien, lo que resta del misterio es lo que ocurrió cuando Baba y la
señora Ratanlal fueron a la clínica a las nueve, ¿una hora antes que la
Sra. Cowan? Hasta hace apenas dos años, la señora Ratanlal no me ha-
bía contado lo que había sucedido.
Me dijo: “Swami y yo llegamos a la clínica. Entramos en la habi-
tación donde yacía el cadáver de Walter cubierto con una sábana, tan
frío como sólo un muerto puede estar. Swami se paró junto al cuer-
po y, levantando Su mano, golpeó a Cowan en el abdomen diciendo:
“Levántate, Cowan”. Repitió una vez más: “Levántate, Cowan”. Co-
wan no se levantaba. Entonces lo dijo por tercera vez: “Levántate,
Cowan.” A la tercera vez comenzó a moverse, se sentó y otra vez es-
taba vivo.
“Acudan a Mí”
Ésa no es la única ocasión en que han ocurrido este tipo de cosas
con Sai Baba. Por eso, cuando un hombre que tiene poder sobre la vi-
da y sobre la muerte dice: “Yo te enseñaré acerca de la vida y de la
muerte y serás libre”, merece que se le preste alguna atención.
26 Vibhuti: Ceniza sagrada que sana enfermedades, sean físicas, mentales, emociona-
les o espirituales.
199
Por lo que a muchos de nosotros nos concierne, Swami es Dios y
nosotros somos devotos de Dios. Swami cuida de nuestras vidas. Él di-
ce: “Si ustedes acuden a Mí y sienten devoción por Mí, Yo Me haré
cargo de ustedes”. Les leeré dos o tres afirmaciones a tal efecto, así lo
que Él dice se les grabará.
Ustedes probablemente saben que Shirdi Sai Baba fue el primer
Avatar de esta triple encarnación. Antes estaba Shirdi Sai, ahora está
Sathya Sai y después vendrá Prema Sai. La primera de las formas,
Shirdi Sai Baba, quien vivió en la India en el siglo pasado, con fre-
cuencia les decía a Sus devotos: “¿Por qué están ansiosos? No se preo-
cupen ni por comida ni por ropa. En la morada de Mis devotos, no ha-
brá escasez de alimento ni de abrigo”. Y si leen la historia de Shirdi Sai
Baba y Sus discípulos, encontrarán numerosos ejemplos que muestran
que esto es exactamente la verdad.
En el Bhagavad Gita, Krishna dice:
“A aquellos que Me adoran, que no piensan en nadie más que en
Mí, que siempre están en paz, les brindaré total seguridad y
atenderé sus necesidades”.
Baba dice:
“Sai es Amor. Confiar en Él significa estar libres de toda ansie-
dad, temor y duda”.
200
Vida espiritual
Quizás debería decirles ahora cómo pueden emprender la vida
espiritual, si es que eligen hacerlo y cómo pueden volverse devotos
de Sai.
Debería comenzar diciéndoles que no hay ningún apuro. Swami ha
dicho que el destino de toda la humanidad es regresar a la fuente de
donde provino, y esa fuente es el Señor. Pero no todos llegan al mis-
mo tiempo. Dice que no importa cuántas veces caiga el hombre en el
lodo y en el fango, él se levantará una y otra vez y finalmente se unirá
al Señor. Pero si prefieren que eso ocurra pronto, que no se demore,
deberán seguir entonces la vida espiritual.
Ustedes pueden tener o no cierto interés en iniciarse en la vida es-
piritual, pero déjenme comunicarles lo que Baba dice respecto a cómo
entrar en ella. No hace mucho, en la Universidad de Prashanti Nila-
yam, Baba se dirigió a los estudiantes y les dijo algo de suma impor-
tancia: “Vida espiritual significa fundirse en Dios, y si ustedes siguen
esa práctica, no necesitan en absoluto realizar ninguna otra”.
Vida espiritual es fundirse en Dios. Del mismo modo, el vapor se
eleva desde el océano hasta las nubes y la lluvia cae sobre la tierra, los
ríos fluyen y se hacen uno nuevamente con el océano. Cada río tiene
su propia y única forma. Ninguno tiene exactamente la misma forma.
Cada uno tiene su propio nombre, no se los llama de igual modo.
También las aguas de cada río tienen su propio sabor característico.
Cada río es único. Pero cuando llega al mar y se une a él, toda dife-
rencia desaparece. Ya no tiene un sabor único, ya no tiene un nombre,
ya no tiene una forma. Se ha vuelto el mismo océano. De igual modo,
nosotros, como devotos, podemos fundirnos en Dios. Eso significa que
Hislop ha desaparecido si se ha fundido en Dios y, por consiguiente, se
ha realizado y ha obtenido la liberación: la autorrealización.
Amar a Dios
Swami dice que de nada sirve comprometerse en diversas técnicas
y prácticas tales como distintas formas de meditación, porque cuando
adoptas alguna de ellas, en realidad estás diciendo: yo estoy afuera tra-
201
tando de entrar. Yo no soy Dios, estoy tratando de acercarme a Dios.
Así que eso es contraproducente. Él dice que la única meditación ver-
dadera es pensar en Dios, amar a Dios desde el momento en que des-
piertas hasta que te vas a dormir; mantener tu mente, tu atención, per-
manentemente en Dios.
Swami dice que para realizarse a uno mismo, a la propia Divinidad,
uno debe pensar en Swami durante todo el día, amándolo con todo el
corazón. Ahora bien, para las mujeres eso es mucho más fácil de en-
tender, porque su vida es amor. Es algo más difícil para los hombres,
pero lo que está detrás es esto: que sólo Dios existe.
Todo es Dios. Todo lo demás es maya, es ver las cosas errónea-
mente, es ver lo que no existe. Maya. Un muchacho, al oscurecer,
cuando no puede ver con claridad, podría confundir un poste con un
fantasma y asustarse mucho. Está viendo el poste como algo que no
es. Está viendo erróneamente. Maya es visión errónea. El fantasma
del poste realmente no existe, sólo parece existir. Si el padre logra que
el muchacho se detenga allí hasta el amanecer si fuera necesario, y el
muchacho se sobrepone a su ilusión, verá que no hay ningún fantas-
ma, que fue maya y que desapareció ante un profundo examen. Sólo
era un poste.
202
el cielo en tierra, pero no pueden cambiar el corazón del hombre pa-
ra que ame a Dios. Eso se le deja al hombre”. Astravaka, el precep-
tor del Rey Janaka, dijo hace miles de años: “Todas tus acciones del
pasado no han conseguido brindarte una felicidad permanente. En-
tonces ¿por qué continúas con estas acciones que no te proporcionan
ni felicidad ni paz?”
Si como individuo has decidido que tus acciones pasadas no te han
traído felicidad duradera y si decides entonces, por propia voluntad,
que te gustaría optar por la vida espiritual, Swami nos dice cómo ha-
cerlo. No puedes esperar hasta el momento de tu muerte para tomar
semejante determinación. Uno piensa: “Bueno, cuando esta vida ter-
mine, me decidiré por una vida espiritual a partir de ese momento”.
Una vez le pregunté a Baba: “Swami, ¿hay alguna forma de atravesar
la confusión de la muerte?”. Él respondió: “No, no hay ningún cami-
no conveniente que puedas decidir tomar para atravesar la muerte,
porque toda tu vida pasada en ese momento se hace cargo”.
Me he referido a lo que Baba dice que es el secreto de una vida es-
piritual. Es fácil de practicar. Descubrirán que eso habrá de generar un
tremendo cambio en sus vidas.
Bueno, si lo desean, durante dos o tres minutos pueden hacerme al-
gunas preguntas. Cualquier pregunta. No se preocupen por la forma
como lo hagan.
Preguntas y respuestas
Pregunta: ¿Qué dice Swami acerca de nuestro destino? ¿Es algo
totalmente establecido o existe un libre albedrío que podrá mejorarlo?
H: La pregunta se refiere al libre albedrío. Es un problema muy ar-
duo. Puedo contarles lo que dice Swami. Dice que no existe el libre al-
bedrío. Que ninguna persona que nazca en este mundo tiene libre al-
bedrío. Si está supeditado a la más pequeña limitación, ya no se puede
decir que tiene libre albedrío.
Ahora bien, siendo así, ¿cómo puede uno liberarse de todos estos
problemas? Eso es realmente lo que el joven está preguntando. Como
ven, él no puede evitar las experiencias que le llegan, pero sí impedir
203
que lo afecten. Puede desapegarse, ser el testigo, observando como
testigo, todo cuanto sucede, sin ser afectado en absoluto.
Pregunta: Cuando usted habló en Tokio, dijo que sólo los seres de
la tierra poseen la voluntad de poder liberarse o ser uno con Dios, no
los seres de otros planetas.
H: Swami dice que hay vida en todas partes, en todos los planetas.
Él apoyó Su dedo pulgar sobre su silla y dijo: “Debajo de Mi pulgar,
Hislop, hay millones de seres. Universo tras universo”. Dijo que en el
Sol hay multitud de seres cuyos cuerpos pueden soportar ese calor.
“Pero, Hislop, en todo el universo, no hay un solo ser que quiera ve-
nir a esta Tierra. No hay OVNIS. Eso es simplemente imaginación”.
Pregunta: Usted dijo que sólo en la Tierra los seres humanos tie-
nen el impulso de volverse uno con Dios, pero no en otros planetas.
¿Es porque en otros planetas todos los seres están satisfechos?
H: No puedo decirlo. Eso es lo que Swami me dijo. Dijo que esta
Tierra es un lugar en extremo único. No hay otro sitio en el vasto cos-
mos que pueda comparársele. Es sólo aquí que el hombre, con plena
conciencia, puede realizar a Dios. El resto del cosmos se parece más a
escuelas de peces nadando en el agua; y su destino es nadar y morir y
reunirse con el Señor. Solamente el hombre, él mismo, puede realizar
conscientemente a Dios.
Veo que mi tiempo se acabó. He disfrutado muchísimo mi estadía
en Japón. Gracias por invitarme.
204
Fragmentos Escogidos de
las Conversaciones del Dr. Hislop
El inglés y el tigre
205
piel del tigre. Ésta es la historia de la piel de tigre sobre la que está
el sillón de Swami.
El inglés, de regreso a su hogar, contó esta increíble historia y pro-
bablemente así empezó Swami a ser conocido en el mundo.
206
el pequeño recipiente que él llevaba, nunca quedaba vacío. Permane-
cía siempre lleno.
La liberación
Swami y todos los grandes sabios dicen que la liberación, para no-
sotros, no es algo nuevo. Podemos alcanzarla porque liberación es el
estado eterno. Al ser eterna, ya la tendríamos aquí. Desde el momen-
to que la vida universal, la conciencia espiritual, es eterna —nunca co-
mienza, nunca termina— entonces ya debe estar aquí. No tiene que
ser alcanzada. Swami nos dice específicamente que no hay diferencia
entre la esclavitud y la liberación, entre ser esclavo y no serlo.
No hay diferencia esencial, porque el estado de esclavitud es sim-
plemente una idea mental. En nuestras mentes nos consideramos co-
mo seres humanos desdichados, herederos de todos los males del mun-
do y rehusamos considerarnos como el Eterno Absoluto.
¿Cómo cometimos tan terrible error? ¿Cómo cometimos la terri-
ble equivocación de ser liberados, liberados en este mismísimo mo-
mento; pensando, sin embargo, que estamos encadenados y atravesan-
do todas estas millas para descubrir cómo liberarnos?
207
Cometemos ese error porque confundimos la apariencia con la rea-
lidad. Tomamos aquello que no es verdadero como si fuera real.
Según el Advaita, nos confundimos y nos alejamos, por nuestro fra-
caso en comprender el rol de los sentidos. La mente que es la maya
manifestada, está atada por los órganos sensoriales. El Advaita nos di-
ce, y Swami lo ha dicho en numerosas ocasiones, que El Techo a los De-
seos, es un modo muy fácil de explicarle a la gente el concepto de Ad-
vaita, precisamente para introducirlos en la idea.
Dice que la vía para liberarse de esta esclavitud, es explorar el hecho
de la experiencia sensorial; es decir, ver los defectos en aquellas cosas que
adquirimos en el mundo para satisfacer nuestros vehementes deseos.
208
mente por otra gente, empezando desde tu nacimiento: tus padres,
los periódicos, las revistas, la escuela. Estas ideas falsas de que somos
individuos limitados han sido machacadas dentro de nosotros, desde
los primeros días.
Swami dice que eso no es cierto en absoluto. Somos conciencia uni-
versal ilimitada. Si comprendemos ese hecho, aun cuando los sucesos
del mundo físico continúen como lo hicieron antes, debido al karma,
no nos afectarán porque estaremos desapegados. Tomamos la posición
de testigo, el divino testigo, observando ante nosotros todo el drama
del mundo.
Tú eres Dios
Colócate en la posición de que tú eres Dios. Eres divino. Eres mag-
nífico. Eres la gloria de todo el universo. Swami dice que la persona de
Swami es apenas una parte infinitesimal de la gloria de Dios y que no-
sotros somos esa gloria total. Por lo tanto, nieguen que se nos pueda
describir como personas. Nieguen que nuestra vida está circunscripta
a las cosas que nos suceden. Nieguen que los pensamientos que nos
surgen son genuinos. Lo único genuino en todo el proceso es este
“yo”, este sentimiento de “yo” que sigue inalterable en el estado de vi-
gilia, durante el sueño y en el estado de sueño profundo. El “yo” que
persiste es al que debemos prestarle atención. Se nos dice que diga-
mos: “Yo soy Rama” o “Tat Twan Asi, ése soy yo”. Pero el “yo” está allí.
Por lo tanto, ¿por qué deberíamos decir: “Yo soy aquél, yo soy Brah-
ma”, cuando “yo” ya es Brahma?28
Entonces, busquen aquello que en sus vidas es permanente, lo que
está siempre allí, ya sea que estén despiertos, dormidos o soñando.
Presten atención a ese “yo”. Síganlo hasta la fuente de donde pro-
viene y todo este mito se desplomará; y entonces podrán, según Swa-
mi, usar todos los objetos de este mundo para su mejor provecho. No
tenemos que renunciar a los objetos: a los autos, a las casas, etc. Lo
209
que debemos abandonar, si deseamos realizar lo que de verdad so-
mos, es nuestro apego a estos objetos, no renunciar a los objetos en
sí mismos.
En realidad, desapego significa hacer el mejor uso de todas las co-
sas del mundo. No deberíamos renunciar a ellas y alejarnos de ellas, si-
no más bien liberarnos del apego a las mismas y luego usarlas. Debe-
ríamos disfrutarlas, aprovecharlas del mejor modo, entonces no nos
pueden dañar en absoluto.
Swami hizo una afirmación muy importante a este respecto. Asegu-
ró que todo lo que sucede es automático, es karma: tiene obligatoria-
mente que suceder. El motor está obligado a seguir funcionando. Por
consiguiente, ¿dónde está el libre albedrío? Él dijo que desde luego, na-
die que haya nacido en este mundo, ciertamente, es libre. Si existe una
ínfima limitación en el accionar de una persona, ¿cómo puede hablarse
de libertad? Así que por lo tanto, una de Sus más importantes ense-
ñanzas es: “Acepta todo cuanto ocurra, como Mi Voluntad”.
Todo lo que sucede en la vida, es Voluntad de Dios. Toda conse-
cuencia obedece a causas. Nada acontece sin una causa previa, y a ca-
da causa le sigue un hecho.
Podríamos pensar entonces, que estamos predestinados por esta in-
terminable corriente del karma; así como el Buda que tiene su rueda
giratoria de la vida, según la cual a cada acción le corresponde una cau-
sa que alimenta a la acción siguiente y el mundo gira eternamente. Pe-
ro Swami dice que todo es causado por el karma; todos los hechos, to-
das las acciones que hemos realizado en el pasado, han dado origen al
resultado kármico de ahora. Si realizas malas acciones, tendrás malos
resultados. Es de esto de lo que te estás lamentando siempre: de los
malos resultados que te llegan. Swami dijo que aquellas acciones que
llevaste a cabo, que han tenido malas consecuencias, fueron mayor-
mente realizadas por error o ignorancia, no por maldad. Por eso, ellas
pueden corregirse, porque este momento presente es la eternidad.
El momento pasado es historia, apenas un recuerdo. Ya se fue. El
próximo es sólo una forma de pensamiento que no ha llegado aún. To-
davía no tiene existencia alguna. Lo único que sí tiene existencia es el
momento presente. Por lo tanto, en este momento presente, empé-
210
ñense en buenas acciones. Swami dice que Su vida entera está dedica-
da al servicio, seva; entonces, conviertan en servicio cada momento.
¿Por qué las buenas acciones podrían cambiar el curso del kar-
ma? Piensen en la gente que tiene un huerto y cultiva flores y vege-
tales. Ellos abren un surco en el que siembran las semillas, luego las
cubren con tierra, riegan las flores y los vegetales germinan. Pero si
ustedes ponen un montón de basura sobre la hilera de semillas, ellas
no brotarán. De igual manera, si ustedes son buenos, honestos y ve-
races, si hacen cosas de las que no se avergonzarían que Swami vie-
ra, eso es como superponer tantas buenas acciones sobre su karma,
de suerte que las malas semillas no tendrán posibilidad de brotar.
No hay ninguna duda de que ustedes puedan cambiar su karma, to-
tal y completamente.
211
Esa selva oscura simboliza todas las experiencias de esta vida que
debimos haber pasado entre este momento y aquel otro en que nos lle-
ga la muerte. Esa linterna es el pequeño Nombre de Dios. Si llevamos
siempre con nosotros el pequeño Nombre de Dios; y además recorre-
mos valientemente los caminos de la vida realizando los deberes que
debemos cumplir, la luz de ese pequeño Nombre de Dios nos llevará
sanos y salvos a través de esta oscura selva hasta el otro lado: a la paz y
a la felicidad, a la liberación del nacimiento y renacimiento. Swami nos
asegura que así es.
212
chitas y que el árbol está sufriendo. Por el amor que le tienes, corres a
buscar la manguera del jardín, abres la canilla al máximo y riegas to-
das las hojas marchitas. Pero no sucede nada. No se percibe ningún
beneficio. Las hojas siguen marchitas. Sin embargo, si envías toda la
fuerza del agua a las raíces de ese árbol, entonces automáticamente el
agua necesaria llegará a todas las ramas, a todas las frutas, a todas las
hojas y el árbol estará de nuevo pleno y vibrante de vida.
En la misma forma, Swami dice que combinemos todos estos pe-
queños amores que tenemos ahora: amamos nuestro grabador, nues-
tros pantalones nuevos, nuestro lápiz labial, a nuestra hija, amamos es-
to y amamos aquello. Toda esta suerte de pequeñas corrientes de amor.
Él dice: “Unamos todos estos pequeños afluentes en un río de amor y
dirijamos ese río a Dios”.
Entonces, así como todas las partes del árbol recibieron automáti-
camente la cantidad de agua cuando se regaron las raíces, de la misma
manera, todos los miembros de tu familia y todas las personas con
quienes estás relacionado, recibirán toda su cuota total de amor cuan-
do dirijas ese río de amor a Dios, fuente de toda vida, origen de todas
las personas con quienes estás relacionado y con tu familia.
La felicidad eterna
¿Por qué querría alguien saber qué es la devoción? ¿Por qué anhe-
larían sentir devoción? Es que toda la gente, sin importar de dónde son
o a qué clase o equipo o tribu pertenecen, todos desean la felicidad.
Queremos ser felices y queremos dejar atrás los sufrimientos y la de-
sesperación. Entonces, ¿cómo podemos conquistar esa felicidad? To-
dos nosotros, cada día, tratamos desesperadamente, de encontrarla. Es
la verdadera meta que todos persiguen. Nuestro error es que la busca-
mos en términos de experiencias y posesiones mundanas.
En la actualidad, hay grupos de personas en el mundo, y las hubo
en el pasado, que han trascendido ese concepto de que la felicidad
significa felicidad en el entorno, felicidad en la mente, felicidad en el
cuerpo. Entraron en una muy, pero muy profunda meditación y des-
cubrieron que la felicidad significa dejar de lado toda ilusión y estar
213
seguro de lo que uno realmente es. Lo que uno realmente es: Dios,
lo divino.
Por lo tanto, si de verdad anhelamos felicidad, debemos abandonar
la idea de que vamos a encontrarla en nuestra vida cotidiana y debe-
mos escuchar a estos grandes sabios y santos que dicen que sólo se
puede hallar felicidad en la profundidad íntima del propio ser. Porque
allí, en la profundidad del propio ser, está el Atma o Dios.
Swami dice que hay algo que sostiene la totalidad del universo, al-
go que nunca cambia, y sobre lo que se basa toda realidad: yo, yo mis-
mo, el alma imperecedera (Atma).
214
esta noche todas las personas del mundo dejaran de dañar a otros.
¡Qué mundo extraordinario sería éste!
Bueno, quienes hemos pensado en esto, sin duda llegamos a la mis-
ma conclusión. Otros se preguntan: ¿cuáles son los medios a través de
los cuales una persona puede poner en claro esa divina visión interna
y ver al Señor dondequiera que mire? Para alcanzar esa visión interna,
la gente estudia libros, viaja para visitar a muchos sabios y santos, en
un esfuerzo por aprender cómo lograrlo. La esencia de esa indagación
es cómo encontrar lo divino dentro de mí mismo; el fondo de esa au-
toindagación es permanecer en silencio, porque es a una mente silenciosa a
la que llega toda la verdad.
Realizando a Dios
Se hizo cierto comentario en presencia de Swami, acerca de algunos
gurúes que enseñan meditación. Yo le dije: “Swami, estos gurúes, por lo
menos han hecho conocer la meditación al resto del mundo, ya que an-
tes de que ellos aparecieran en escena, casi nadie conocía el significado
de esa palabra”. Swami dijo: “No, Hislop, tú no entiendes. Imagina cin-
co millones de personas sentadas con las piernas cruzadas meditando y
ninguna de ellas alcanza la liberación. ¿De qué sirve todo eso?”. Así se
ha dicho que comprometerse en una práctica espiritual que no lleve a la
liberación, es inútil, sin valor, una pérdida de tiempo. De ahí que, en es-
ta pequeña Organización Sai, somos muy exigentes cuando tenemos
que adoptar para nuestras prácticas aquellas que lleven a la liberación.
La gente tiene una idea muy pobre de sí misma. Creemos ser esta
señora o aquel señor y atestiguamos nuestros esfuerzos intelectuales
equivocados. Vemos las emociones negativas difundirse en nuestro in-
terior. Sabemos que nuestra relación con otra gente es imperfecta y
también que no satisfacemos nuestras ambiciones y objetivos. Somos
víctimas de ideas totalmente erróneas acerca de nosotros mismos. El hecho es
que no somos nada de eso. Swami lo dice, como lo dijeron los sabios a
lo largo de los siglos.
Entonces, ¿qué somos nosotros? Somos parte del reino de la natu-
raleza. Estamos en el proceso de evolución de la naturaleza, el cual, se-
215
gún Swami, se inicia con el granito y avanza hacia el vegetal, el animal,
el ser humano, el sobrehumano, el cósmico y el Absoluto: las siete eta-
pas. Nuestro objetivo es pasar de la etapa humana a la divina, en tér-
minos de evolución de la naturaleza.
Asimismo, hay algo más que les diré respecto de esto. ¿Quién de-
termina la liberación final de la ignorancia que nos cubre tan profun-
da y oscuramente? De acuerdo con Swami y los sabios de la antigüe-
dad, es el Uno quien nos da ese golpecito final de ayuda. La ayuda es
necesaria, porque estamos atrapados en un lecho de arenas movedizas.
Pese al hecho de que vemos la tierra firme y ansiamos de todo cora-
zón liberarnos de las arenas movedizas y alcanzar la orilla firme y segu-
ra, hace falta alguien que nos dé una mano en la orilla. Esta libertad fi-
nal —la realización de nuestra propia, verdadera naturaleza divina— de-
manda una mano que ayude. Swami dice que Él es esa mano que ayuda.
Todos no pueden alcanzar la liberación al mismo tiempo, porque
entonces el juego llegaría a su fin, ¿no es así? Dejaría de ser un juego.
Swami dice que no todos los mangos maduran al mismo tiempo, y que
muchos caen del árbol sin haber madurado.
La gente de los grupos Sai, ustedes y también yo mismo, espero que
estemos en ese punto final de la etapa de la evolución en que seamos
aptos para dar el corte final con el animal humano y realizar a Dios,
realizar nuestra propia naturaleza esencial, estar libres del ciclo de vi-
das y muertes y ser por siempre pacíficos y felices. Ése es el desafío pa-
ra nosotros.
La meditación, el canto de bhajans, todo eso es muy agradable, pe-
ro es azúcar glaseado sobre la torta, el decorado de las paredes de la
prisión. El hecho es que un prisionero no necesita a nadie que le diga
que es un prisionero, y para aquellos que están libres, la libertad es
grata. Nosotros, en este momento, apresados por nuestra ignorancia,
el desconocimiento de quiénes y qué somos, estamos en la prisión. To-
camos las paredes de nuestra prisión todos los días.
Ahora bien, todo prisionero ansía estar libre. Si él se da cuenta de
que está cautivo, su necesidad apremiante, su interés apremiante, es es-
tar libre; y nosotros somos esos prisioneros. Para nosotros, la libertad
está justamente allí. Las organizaciones acostumbran elogiarse a sí
216
mismas diciendo: “Somos gente especial, somos diferentes de los
otros, tenemos méritos especiales”. Yo digo lo mismo acerca de la gen-
te de Sai. Yo les digo —lo pienso con todo mi corazón, con toda la
energía que hay en mí— y hablo en serio cuando les digo que todos los
que están aquí, tienen la libertad a su alcance. Cada uno tiene la in-
mortalidad junto a sí, a su lado, dentro de sí, cerca de él, arriba de él.
Nunca deberíamos perder de vista nuestro verdadero propósito:
Swami está llamando hacia Él a todos los que Él está dispuesto a ex-
tenderles una mano y a ayudarlos a salir de las arenas movedizas para
llegar a tierra firme. De los millones y millones de personas en el mun-
do, ¿cuántas conocen a Sai? ¿Cuántas van a la India alguna vez y Lo
ven? ¿Cuántas leen libros de Sai, consideran Sus enseñanzas, Lo bus-
can en sus corazones, sienten devoción por Él, sienten Su amor hacia
ellos? Apenas un puñado. Swami dice: “Cuando todo termine, sólo un
puñado Me habrá comprendido”. Sólo un puñado en este mundo.
Perder esa oportunidad por no haberlo pensado, por no haberlo
considerado, es real y verdaderamente un crimen. Hemos tenido tan-
tas vidas, tanto sufrimiento hemos padecido, tanto nos hemos deses-
perado... En este momento tenemos aquí la oportunidad de liberarnos
de las arenas movedizas, de alcanzar la tierra firme, de alcanzar la Di-
vinidad que Swami dice es nuestra verdadera naturaleza: sentir y ser
aquello que nunca cambia, que siempre es lo mismo. Esa felicidad que su-
pera toda comprensión, esa paz que supera toda comprensión está al
alcance de todos nosotros. Cualquier día y cualquier momento en que
olvidamos ese hecho, es un día perdido y un momento perdido.
Cuán fugazmente transcurre nuestra vida. Cuán velozmente se van
los años. En un abrir y cerrar de ojos estamos demasiado viejos para
prestar atención y hemos perdido la oportunidad. ¿Cuándo se presen-
tará de nuevo? Se requiere toda una vida para eliminar cierta carga de
karma. En la próxima existencia, ¿quién sabe qué karma entrará en
juego? ¿Quién sabe cuáles serán nuestras circunstancias, dónde nos
encontraremos?
Ésta es una oportunidad tan real, tan tangible, tan emocionante...
pero una vez que la hemos dejado pasar, pudo haberse alejado por mu-
chísimo tiempo, por eones. Todos los días deberíamos recordarnos de
217
nuestra herencia, de nuestra oportunidad, del significado de nuestra
vida actual, y orar a Swami, suplicarle al Señor que nos ayude a alcan-
zar la realización.
218
No podemos conocer las complejidades de la cultura india, de mo-
do que le dije a Swami: “¿Cómo puede un occidental comprometerse
en la conducta dhármica cuando nosotros no tenemos esos códigos?”.
Él respondió: “Es en realidad muy simple. Cristo lo expresó perfecta-
mente: ‘Haz a los otros, lo que quieras que te hagan a ti’”. Dijo que
Cristo, en esa frase definió perfectamente el dharma, como el dharma
apropiado para cada persona en Occidente.
Podemos comenzar a atraer la atención de Dios, de modo que Él
pueda derramar sobre nosotros Su amor divino en respuesta a nuestro
amor por Él, si nos comprometemos en un comportamiento dhármico,
si a lo largo de la vida, en todos nuestros contactos, hacemos a los demás
lo que quisiéramos que nos hagan a nosotros.
Tengan fe
A Swami se le preguntó: “Imagina una persona que está autorreali-
zada, entonces ¿cómo ve ella este mundo?”. Swami respondió que ella
ve el mundo exactamente como tú, excepto que parece estar más dis-
tante, no tan cerca. Lo que ella ve cuando mira el mundo, es la luz di-
vina del ser: brillando, brillando, brillando. El sustrato universal de esa
luz es el Absoluto. Lo que ella ve no es otra cosa sino Dios, la luz de
Dios brillando, y el sustrato, el Absoluto. Ésa es la diferencia entre có-
219
mo vemos el mundo ahora y cómo lo veremos una vez que hayamos
alcanzado la autorrealización.
Si tenemos esas magníficas cosas en que pensar y nos esforzamos
por incorporarlas a nuestras vidas, entonces ¿no somos muy afortu-
nados por estar viviendo cerca de Swami y no es imposible no tener
fe en Él? Un devoto me decía anoche que le sorprendía que yo man-
tuviera esta fe tan firme en Swami a pesar de las cosas que podrían
perturbarla. ¿Qué cosas? Bien, por ej. Swami se cayó en el baño no
hace mucho y se fracturó la cadera. ¿Recuerdas aquel incidente,
cuando todos se preocuparon? Pero le dije: “Es sólo la naturaleza de
la vida”. O bien Él le dice a una devota que tendrá una hija y resulta
que es un varón. Entonces, ¿cómo puedo tener fe en el Señor, cuan-
do suceden estas cosas?
Debemos comprender que Swami ha nacido como ser humano y,
en el aspecto humano, hasta cierto punto, hay falibilidad humana. Él
dijo que si hubiera llegado a nosotros como una gran serpiente o co-
mo algo sublime en el cielo, no podríamos ni siquiera relacionarnos
con Él. Por consiguiente, está este aspecto humano y en ese aspecto
humano existe algo de falibilidad humana, hasta cierto límite. A Él le
sería imposible hacer algo incorrecto o destructivo. Sin embargo, ese
elemento de falibilidad humana está allí y Él lo reconoce, pero no le
presta ninguna atención.
Ahora bien, si alguien se queja: “Swami, Tú dijiste que yo tendría
una niña pero tuve un varón”, Él tampoco le presta atención. ¿Ven
cuán maravilloso es eso? ¿No ven lo que ello significa? Significa que
podemos tener falibilidades humanas y aun así ser al mismo tiempo to-
talmente divinos. ¿No ven el ejemplo que Swami nos pone? Podemos
ser humanos y tener falibilidades humanas y al mismo tiempo, sin em-
bargo, saber que somos Dios, que somos divinos. ¡Qué maravilloso,
qué ejemplo maravilloso! Por consiguiente, eso es parte de la respues-
ta de por qué yo tengo una fe tan firme.
La segunda razón sería que Swami es mi héroe. Yo no puedo pen-
sar en ninguna cualidad heroica que no esté ejemplificada en la vida de
Swami. Así que Él es mi héroe. Yo lo seguiría hasta el fin del mundo,
y además, estoy convencido, no me cabe ninguna duda de que Él es
220
Divino. Si mañana el mundo entero se volviera contra Swami, no dis-
minuiría en mí ni un ápice mi fe en Él.
Lo mismo les pasaría a ustedes. Ustedes ven lo mismo que yo. Si
tienen esa fe, entonces ¿por qué no hacer lo que nos sugiere? Él lo ha-
ce para nuestro beneficio. ¿Por qué no se liberan de estar identificados
con el mundo y con todos estos padecimientos? ¿Por qué no nos ve-
mos a nosotros mismos como el “yo” divino, separándonos y siendo
testigos de todo cuanto ocurre? Siendo espectadores, viéndolo, sin-
tiendo compasión, haciendo lo que es necesario, sabiendo sin embar-
go, que no somos el mundo, que somos divinos. Eso es posible para to-
dos y para cada uno de nosotros.
Preguntas y respuestas
Pregunta: ¿Cómo sabe usted que lo que está haciendo es correcto?
H: Cuando consultas con tu conciencia. Swami dice que en todas
las personas, la conciencia es Dios. Normalmente, no consultamos con
ella, tomamos en cuenta lo que otros dicen que es correcto, lo que la
sociedad dice que es correcto o nuestros padres dicen que es correcto
o lo que la esposa o el esposo dicen que es correcto. No nos volvemos
hacia adentro y consultamos nuestra conciencia. Si dejamos de lado
todo lo demás y le preguntamos a nuestra conciencia, ella nos dirá si
tenemos razón o no.
221
H: La pregunta es: ¿cómo podemos distinguir entre la conciencia y
lo que nos dice la mente? Con la práctica. Hasta ahora, no consulta-
mos nuestra conciencia. Lo que deberíamos hacer es sentarnos en si-
lencio. Swami nos da un ejemplo. Dice que si tienen una pregunta de
la que realmente desconocen la respuesta, y leen Sus enseñanzas, y aun
así no saben la respuesta, entonces pueden preguntarle directamente a
Él de esta forma:
Siéntate en silencio durante veinte minutos y piensa sólo en Swa-
mi, como si estuviera en tu corazón y fuera tu realidad. Piensa en Él,
ve Su forma, Su rostro, recuerda Sus máximas. Cada vez que la mente
comience a desviarse, piensa nuevamente de inmediato en Swami, en
una u otra forma. Entonces, después de veinte minutos de estar total-
mente concentrado en Él, formula la pregunta, y en corto tiempo tu
mente se habrá aclarado y sabrás cuál es la respuesta.
222
Pregunta: Si empezamos creyéndonos que somos Dios, ¿no desa-
rrollaremos un gran ego?
H: Ella pregunta que si tenemos el sentimiento de que somos Dios
y declaramos que somos Dios, ¿no nos llevará eso a un gran ego? De
hecho, a un tremendo ego. Sí, podría pensar que existiría ese peligro.
Pero vean, para llegar a nuevas tierras, deben atravesar peligros.
Swami los protegerá. Él dice: “Yo estaré con ustedes todo el camino,
los protegeré. Acudan a Mí, entréguenme sus vidas y Yo los salvaré.
Nada les ocurrirá”. Por eso, cualquiera de estos ejercicios o indaga-
ciones que hagan, dedíquenlos al Señor y sostengan Su mano mientras
lo hacen. Manténgalo junto a ustedes. Entonces, ningún problema
surgirá.
223
complacer al devoto y hacerlo feliz, de modo que el devoto quizás es-
cuche a Swami y haga lo que realmente Swami quiere que el devoto
haga.
Pregunta: ¿Cómo se corresponden los valores humanos en el con-
texto de que lo único genuino es el sentido del “yo” que está allí?
H: Swami dice que en cuanto a nuestra Organización Sai, hay dos
cosas para tener presente. Una es: no te involucres con el dinero, con
el gobierno o con el poder. Ésta es una. La otra es hacer solamente
aquello que está dentro de tu capacidad. Tienes, como persona huma-
na, una capacidad limitada. Sólo hagan lo que está dentro de su capa-
cidad. Él dijo: Confíen en ustedes mismos: el Atma no necesita ayuda.
Dijo también que el propósito de la Organización Sai es permitir
que sus miembros vivan una vida ideal, gozosa y feliz. Por lo tanto, de-
beríamos prestar cuidadosa atención a los ideales de la Organización
Sai, para que nosotros podamos vivir vidas ideales, las que servirán de
ejemplo a otros y les ayudarán a ellos a vivir también vidas humanas
ideales.
Con respecto a seva, el principal servicio es no causar daño a otro.
Ése es el seva básico. Podrían pensar que ésta es una simple propuesta
que no tiene en absoluto fuerza alguna. Sólo piensen, en este momen-
to, en todos los momentos del día, ¿no hay gritos de agonía elevándo-
se a los cielos en el mundo entero, a raíz del daño que una persona le
está causando a otra? Supongan que se adoptara hoy esa simple afir-
mación: “No dañes a otro”. ¿No sería el de mañana un mundo nuevo?
¡Qué cambio en el mundo entero con sólo esa afirmación! Por eso,
primero ocúpense en no causar daño a otros.
Si puedes imaginar el hecho de que Swami está no sólo en tu cora-
zón, que Él es la realidad en cada persona que ves, entonces, si ves a
alguien en dificultades y está dentro de tu capacidad ayudarlo, ¿por
qué no lo haces? ¿Cómo puedes no ayudarlo? Tú estás sirviendo a
Swami. Swami dice: “Yo no preciso tu ayuda para con el mundo. Dios
hizo el mundo. Él es perfectamente capaz de cuidarlo. Cuando tú ha-
ces seva, se lo haces a Dios, al Dios que está dentro de esa persona. La
única realidad de cada persona es Dios. Por lo tanto, haz servicio a
Dios”. No puedes subir a Su habitación en el Mandir y masajear Sus
224
pies y preparar Sus comidas; no puedes servir a Dios de ese modo, pe-
ro puedes servir a Dios en otra persona.
225
llo y yo pensé que lo había hecho para una de ellas. Por qué me invitó
a mí con un grupo de monjas, no lo sé. Luego se volvió y me dio el
anillo. Era un típico anillo indio con nueve gemas diferentes engasta-
das en un compuesto de cinco metales, como se usa en la India. En esa
oportunidad estábamos en Bangalore. Regresamos a nuestro cuarto
del hotel y cuando por la mañana me desperté y quise admirar de nue-
vo el anillo, faltaba la perla. Mi esposa y yo buscamos debajo de la ca-
ma; miramos por todas partes. No había ninguna piedra. Por eso,
cuando volví a Brindavan, le dije: “Swami, debo haber hecho algo ho-
rrible, porque Swami ya ha sacado una de las piedras”. Pero Swami
contestó: “No Hislop, no es eso. Cuando estaba creando el anillo, cru-
zó por Mi mente el siguiente pensamiento: ¿es éste un anillo apropia-
do para Hislop?”
¿Ven ustedes la importancia de eso? Por un momento Su concen-
tración había fluctuado y se produjo una interferencia en el proceso de
la creación.
Swami produce todas estas cosas para la gente. Si alguno de uste-
des ha estado en Brindavan, puede que tenga una. La pregunta es: ¿de
dónde provienen? Swami dice: “Yo no las traigo de ningún lugar. Mis
operarios las hacen”. Entonces, ¿qué significa eso? El pensamiento es
energía y como tal, vibra en diferentes frecuencias. Asimismo, un ob-
jeto, este reloj, también es materia que vibra en diferentes frecuencias
y en diferente longitud de onda. Con un Señor de la creación como es
Swami, ¿qué dificultad tendría Él para cambiar, por ejemplo, la vibra-
ción del aire y la frecuencia de los átomos en el aire, a la frecuencia y
promedio vibratorio del metal en el anillo? Para Swami no hay pro-
blema en absoluto.
226
cesa india que volvió para estar cerca de Ti”. Él dijo: “Tontería, pu-
ra tontería. Gita nunca fue humana, pero en su próximo nacimien-
to lo será”.
En Brindavan, Swami posee un cobertizo lleno de toda clase de
ciervos y gansos; y tiene jaulas repletas de diferentes pájaros. Él es muy
consciente del reino animal.
227
H: Cuando yo era la cabeza activa en la Organización y venía a los
encuentros, la gente solía hacerme toda clase de preguntas, y yo no
tenía la respuesta correcta. La siguiente vez que iba a la India, le pe-
día a Swami la respuesta. En cierta oportunidad le dije: “Algunas per-
sonas han venido recientemente a América y dijeron que Tú recibis-
te a alguien en una entrevista y le dijiste que Nueva Zelanda iba a de-
saparecer bajo las aguas y California iba a hundirse en el Océano Pa-
cífico”. Swami dijo: “Una verdadera tontería, Hislop. No dije seme-
jante cosa. Se producirán los sucesos geológicos ordinarios. Terremo-
tos y huracanes, etc., pero, Hislop, la mayoría se origina en las malas
acciones humanas”.
Cuando nos enteramos de una profecía que se le atribuye a Swami,
lo mejor es averiguarlo, porque yo debo haberle preguntado una me-
dia docena de veces en todos estos años, y cada vez Su respuesta fue
exactamente: “Jamás dije algo así”.
La otra parte de la pregunta fue acerca de la venida de Swami a
EE.UU. En cierta ocasión estuvimos seguros de que Él venía. Dijo
que lo haría. Algo sucedió para que cambiara de idea y no vino. Así que
al año siguiente y dos años más tarde, yo seguí preguntándole: “Swa-
mi, los devotos quieren saber cuándo vendrás”. Su respuesta fue:
“¡Qué! ¿No saben ellos que ya he estado allí?”
Él está con ustedes todo el tiempo. Todos los días. En realidad, en
años recientes, en los últimos diez años, se han revelado una cantidad
de historias sobre Él, apareciendo en una casa y jugando con los niños
y cosas por el estilo. De modo que ha estado aquí.
228
H: La pregunta es, si hay alguna persona con características horri-
bles, a quien odiamos, ¿cómo podemos despojarlo de esos rasgos y ver
en él al Señor? Si él es realmente un mal actor, entonces nos manten-
dremos lejos y lo veremos a través de esos rasgos, a la distancia. Por
ejemplo, Swami dice que Dios juega el rol de tigre en el cuerpo del ti-
gre. Dios desempeña el papel de una cobra en el cuerpo de una cobra.
Pero nosotros, en ningún caso, nos subiríamos al tigre y lo abrazaría-
mos porque él es Dios. Nos mantendríamos a distancia del “Dios ti-
gre” y a distancia del “Dios cobra”. De igual modo nos mantenemos a
distancia de los “Dioses criminales”.
Mantenemos distancia, pero usamos nuestra inteligencia y nuestro
conocimiento espiritual para pasar por alto esa forma desde el punto
de vista de nuestras mentes y de nuestros corazones, aun cuando ten-
gamos que tratarlos en función de su estatus y de sus acciones. Sin em-
bargo, contamos con el poder de la mente y con el poder de la inteli-
gencia para darnos cuenta de que prescindiendo de todo eso, Él es el
Señor Mismo, que es la fuente de vida en esa persona. De modo que
todo cuanto hacemos es apreciar el hecho.
Puede ser difícil al comienzo, pero con la práctica todo se vuelve
fácil. Swami dice que nada en este universo puede resistirse a la prác-
tica. Hasta en un bloque de granito, una pequeña hilera de hormigas,
en un período de tiempo, marcará una senda. Nada puede resistirse
a la práctica. Estas cosas de las que nos hemos ocupado, pueden pa-
recer difíciles en el momento, pero en lo referente a la práctica, es
fácil. Swami dice que la vida espiritual es fácil, lo que es difícil es la
vida mundana.
229
samientos transforman la mente. Estos pensamientos también son de la
naturaleza del deseo. Los pensamientos son deseos. Un deseo es tan só-
lo un pensamiento puesto en un surco. Tienen que liberarse de estos
deseos negándoles vida. Pero, tal como están ahora las cosas, la mente
tiene todos estos deseos y sigue avanzando sola; un imperio totalmente
separado, llevando la voz cantante, haciendo lo que le place.
De igual modo, la inteligencia misma puede interesarse en astro-
nomía, en física, en química o en política. La inteligencia entonces pre-
valece y nos lleva por este o aquel camino, como si sólo ella existiera. Swa-
mi dice que todo eso está mal. Todos estos aspectos subsidiarios de no-
sotros mismos deberían estar subordinados al Atma. El Atma, que es el
sentido interno y es la conciencia interna, es el amo de nuestra vida, el
que debería gobernar los sentidos y todos los otros aspectos de noso-
tros mismos. Refiriéndose a los sentidos, Swami dice que ustedes de-
ben atraer la Voluntad Divina. Deben, por Voluntad Divina, obligar a
la mente a hacer lo que debería hacer.
Pregunta: Usted dijo que Swami puede ver el futuro como tam-
bién el pasado y ver el destino panorámico total de cada alma. En ese
caso, uno pensaría que nuestro destino está predestinado. Me agrada-
ría que me diera alguna explicación acerca del libre albedrío y de la li-
bertad de elección. ¿Cómo podemos apresurarnos para alcanzar nues-
tra unión con Dios y evitar algunas dificultades?
H: Indudablemente es un don explicar cómo Swami lo ve todo. Por
ejemplo, estamos parados en un valle y hay una larga fila de soldados
marchando por delante de nosotros. Ahora vemos al soldado que está
frente a nosotros. Ése, para nosotros es el presente. El pasado es el sol-
dado que ya pasó y el futuro es aquel que está atrás en la fila, que to-
davía no llegó, porque viene del futuro. Así vemos el presente, el pasa-
do y el futuro.
Si un hombre está parado en la cumbre de una montaña y mirando
el valle, entonces, de un vistazo observa toda la fila de soldados desde
el comienzo hasta el final. Para él, todo está en el presente. Todo el ejér-
cito está en el presente. Yo le referí esto a Swami. Le dije: “Swami, yo
no veo cómo podemos realmente hablar de libre albedrío, cómo pue-
230
de haber libre albedrío cuando Tú lo sabes todo y ves a la gente desde
el comienzo hasta el final. Él respondió: “Tienes mucha razón. Desde
el punto de vista de la Divinidad, no hay libre albedrío, pero desde el
punto de vista del individuo, sí lo hay”.
¿Por qué hay libre albedrío para el individuo? Si ustedes piensan
por un momento, hasta donde les concierne en sus vidas cotidianas,
¿emplean el libre albedrío? Ustedes eligen y se comprometen en la ac-
ción, entonces, en su vida cotidiana están empleando el libre albedrío.
De modo que, sea que realmente tengan o no libre albedrío, desde el
punto de vista de la Divinidad, es precisamente casi como si lo tuvieran
porque así actúan, como si lo tuvieran.
Otro ejemplo para recalcar esto. Supongan que tienen un campo
cubierto de espinas filosas. Si caminan descalzos por ese campo, sus
pies se lastimarán, pero si se ponen zapatos de cuero y caminan por
ese campo, en lo que a ustedes les concierne, ese campo está pavi-
mentado con cuero. ¿Cuál es la diferencia? Si el campo estuviera pa-
vimentado con cuero, para ustedes es lo mismo que si caminaran por
ese campo con sus zapatos de cuero. Por lo tanto, ustedes cierta-
mente usan el libre albedrío. Yo lo hago todos los días, cada uno de
nosotros lo hace.
¿Cuál sería la diferencia, si tenemos o no libre albedrío? Ocurriría
lo mismo. Tomaríamos nuestras decisiones y actuaríamos. Por lo tan-
to, en lo que a nosotros nos concierne, es casi como tener libre albe-
drío. Swami dice que nosotros estamos dotados de inteligencia, ener-
gía y poder de razonamiento; entonces, tenemos que usarlos. Los usa-
mos como si tuviéramos libre albedrío.
231
amor por Dios, es poseer a Dios. Aduéñense de Él. En los primeros
tiempos, yo intenté usar un grabador para registrar lo que decía Swa-
mi. Pero Él me dijo: “Hislop, saca eso. El grabador está aquí, en tu
mente”. Le pregunté: “Swami, yo tengo un seco corazón occidental,
pero sé que debo amar a Dios, el amor por Dios debe estar allí. ¿Có-
mo cultivo ese amor y lo pongo de manifiesto?”
Swami dijo: “Hislop, cuando al pasar viste este grabador en la vi-
driera, no tenías absolutamente ningún sentimiento hacia él, pero una
vez que lo compraste y lo hiciste tuyo, lo amaste. Tú lo llevas contigo
a donde quiera que vayas”.
La madre, en la calle, puede querer bien a todos los niños, ¿pero
realmente a quién ama ella? A su niño. De modo que para el seco co-
razón, apodérate de Swami. Piensa en Él. Intégralo en la familia.
¿Tienes una silla en tu casa para que Swami se siente? Bien. Llévalo
a tu casa. Hazlo parte de tu familia. Hazlo tuyo. Camina con Él to-
do el tiempo. Quéjate ante Él. Pídele. Interrógalo. Incluso regáñale
si tienes que hacerlo. Pero hazlo tuyo, ésa es la forma de desarrollar
el amor por Dios.
232
entero; y después traerlo de nuevo al corazón, quizás visualizando a
Swami en la llama y manteniéndolo ardiendo en el corazón. Ahora
bien, ésa es la forma de meditar, pero, hete aquí lo que ocurre: en al-
gún momento en esa meditación, totalmente fuera de su control, el
meditador, la meditación y el objeto de la meditación desaparecerán y
sólo Dios existirá. Sólo Dios existirá. Esto es meditación. El resto es
preparación. Sólo parte de la forma.
Esa experiencia ocurre enteramente fuera de tu voluntad. No pue-
des hacer nada al respecto. Eso es Gracia de Dios. Tú continúas si-
guiendo Sus directivas para tu práctica espiritual (sadhana), haces la
meditación como Él dice, y le dejas a Él el resto. Experimentarás a
Dios directamente y sabrás que nada existe excepto Dios. Ésa es la me-
ta de la meditación. Eso es meditación.
233
recho de experimentar, entonces, ¿por qué no hacerlo? Escoge un
nombre por una semana y otro por otra semana y luego verifica lo que
sientes. Tienes ese derecho. Se justifica que lo hagas.
Pregunta: Cuando usted dice: “Om Sai Ram”; ¿es “Om Sai Ram”
el nombre de Baba y Su forma, o es “Om Sai Baba”?
H: La palabra Ram existió mucho antes que el Señor Rama. Ram sig-
nifica: “lo que está en el corazón, que es puro deleite”. Ése es el signifi-
cado de Ram. “Sai” es el nombre de Swami. De modo que estás dicien-
do: “Oh Sai, Tú que eres puro deleite en mi corazón”. ése es el signifi-
cado de Ram. No se refiere a Rama. No es que necesariamente tengas
que decir Om Sai Ram. Puedes decir solamente “Sai Baba” o “Sathya
Sai Baba, Sathya Sai Baba”. Cualquier nombre que corresponda a la for-
ma de Sai. Si tomas un nombre que no corresponda a la forma de Sai,
visualiza entonces la forma que corresponda al nombre que elegiste.
234
y de la visualización de la forma de Dios. Mi pregunta es: si uno puede
repetir su mantra todo el tiempo, ¿qué pasa a propósito de la forma?
¿También ella se activa y es posible ver esa forma de Swami activada?
H: No. En lo que a mí respecta sucede lo siguiente: el Nombre se
repite todo el tiempo y todo el tiempo lo siento a Swami conmigo. A
donde quiera que mire, sé que está Swami. Miro el piso de cemento,
sé que eso es Dios. Digo: eso es Dios. Miro el árbol, eso es Dios. Mi-
ro la puerta, eso es Dios. Veo a Dios en cada sitio donde miro, porque
ésa es la verdad. El hecho es que todo es Dios. Entonces, por qué ha-
bría de negar, por qué no habría de aceptar eso. Por lo tanto, en cada
sitio que mire, veo sólo a Dios. Eso es lo que aconseja Swami.
Swami me dijo esto la última vez que estuve allí. Yo le dije: “Swa-
mi, se dice en las Escrituras que si uno está totalmente dedicado a
Dios, a Ti Mismo como manifestación de Dios, y piensa sólo en Ti,
está totalmente dedicado a Ti, Te ve en todas partes, esto es suficien-
te. ¿Es eso verdad, Swami? Swami dijo: “Absolutamente cierto. Tú Me
entregas tu mente, piensas siempre en Mí, Me amas, estás dedicado a
Mí; Hislop, no se precisa hacer nada más. Eso es todo lo que es nece-
sario hacer. Todo lo demás sucede automáticamente”:
235
Epílogo
237
Glosario
238
Mahashivarathri: Festival hindú: la noche de Shiva.
Mantra Gayatri: Mantra que invoca a la Inteligencia Suprema. Ilumina el
intelecto y remueve la ignorancia.
Maya: La ilusión de ver lo irreal como real, de confundir lo transitorio con
lo eterno. La ilusión cósmica que oculta a la verdad.
Nirvana: El estado de unión con Dios, con la mente en perfecto equilibrio,
sin que lo afecten las experiencias, sean buenas o malas.
Positrón: Partícula cargada positivamente.
Pranava: El “OM” cósmico, la vibración vital que llena el universo.
Sanathana Sarathi: Publicación mensual, de orden espiritual. Significa El
Eterno Conductor.
Shakti: Energía universal o Energía divina.
Seva: Adoración a Dios a través del servicio a otros.
Sloka: Verso.
Tapas: Austeridades o prácticas ascéticas.
Telugu: La lengua nativa de Sri Sathya Sai Baba que se habla en el estado
indio de Andra Pradesh en el sur de la India.
Vedas (Los): Las principales escrituras indias.
Vibhuti: Ceniza sagrada que sana enfermedades, sean físicas o mentales,
emocionales o espirituales.
239
Contenidos
Introducción ..............................................................................................11
Prefacio ......................................................................................................13
Epílogo ....................................................................................................237
Glosario ...................................................................................................238