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Revista QuéPasa

Dios ha vuelto
John Micklethwait, director del
semanario The Economist, acaba
de lanzar su libro God is back.
"Hubo un período en que Dios
estuvo en la trastienda, pero
ahora, de pronto ha vuelto, para
bien y para mal", sostiene. En esta
entrevista, el autor explica por
qué, a su juicio, religión y política
convivirán estrechamente en los
años que se avecinan.
Por  Eduardo Suárez

Director del semanario The Economist y educado en la tradición liberal de maestros de la sospecha como Bentham o
John Stuart Mill, el historiador y economista John Micklethwait (Londres, 1962) no parece a priori el autor evidente de
un libro que apunta a un resurgir de la religión en el mundo. Y sin embargo acaba de sacar al mercado God is back,
algo así como Dios ha vuelto. Un volumen que ha escrito con el responsable de la edición americana de la revista,
Adrian Wooldridge, y en el que da cuenta del auge de los movimientos religiosos en distintos lugares del mundo.

En realidad, el equívoco no es tan grande como parece. Y no tanto porque Micklethwait se defina a sí mismo como
católico -su coautor es ateo- sino porque a ambos siempre les ha interesado sobremanera la religión como factor de
cambio en la esfera pública. De hecho, Dios se halla también en el centro de su libro más célebre, Una nación
conservadora, que analiza el ascenso de la derecha religiosa en Estados Unidos. God is back va más allá que su
predecesor y adivina en el horizonte una era donde religión y modernidad no sólo convivirán sino que se van a
retroalimentar. Un futuro de pesadilla para pensadores como Voltaire o Richard Dawkins que, sin embargo, Micklethwait
y Wooldridge presentan con naturalidad y sin rastro de dramatismo.

-¿A qué se refieren ustedes cuando dicen que Dios ha vuelto?


-Queremos decir que Dios ha vuelto a la sociedad y a la política. Porque hubo un periodo en el que estuvo en la
trastienda. Si uno echa un vistazo a las grandes disputas políticas del siglo XX, se dará cuenta de que la mayoría de
ellas no tuvieron nada que ver con Dios. Las guerras mundiales, por ejemplo, no fueron guerras de religión como las
del siglo XVI. Y la mayor parte de la gente pensó que cuanto más moderno fuera el mundo, menos sitio habría para
Dios en él. Y de ahí vino aquella famosa portada de la revista Time en los años 60 que decía: "¿Está Dios muerto?".
Aquello reflejaba la visión mayoritaria del mundo. Y no sólo entonces. Incluso los libros de los años 90, que se
escribieron a rebufo de aquella idea de Fukuyama del fin de la Historia, decían que el mundo sería un lugar moderno,
democrático y en el que no habría un lugar para Dios. Ahora de pronto ha vuelto. Y lo ha hecho para bien y para mal.

-¿Y qué significa ese retorno de Dios en un mundo plural como el de hoy?
-Lo primero que habría que aclarar es que Dios y tolerancia no son conceptos opuestos. En este asunto, como en
tantos otros, habría que distinguir entre dos grandes modelos. Los que marcan las dos revoluciones inspiradas por la
Ilustración. En Francia, los revolucionarios decidieron que no querían que Dios fuera parte de la ecuación porque era
parte del Antiguo Régimen. A algunos obispos los asesinaron. A otros los integraron dentro del nuevo sistema. Por eso
el anticlericalismo de Europa es en realidad casi siempre un movimiento contra el establishment. En EE.UU. todo es
mucho más complicado. Allí los padres fundadores enseguida separaron la Iglesia del Estado y la vida política y la vida
religiosa discurrieron por carriles paralelos y esto hizo que la religión no desapareciera de la vida pública. La lucha por
los derechos civiles, por ejemplo, tuvo un componente religioso muy importante.

-Pero cuando ustedes dicen que vuelve Dios no hablan sólo de EE.UU....
-Desde luego que no. En realidad, Dios nunca se fue de EE.UU., pero nosotros hablamos de muchos otros lugares...
En los países en desarrollo, por ejemplo, Dios está en todas partes. Nuestro libro arranca en China, que va camino de
convertirse en el país cristiano más grande del mundo. La forma en la que se están creando casas-iglesias por todas
partes en China es sorprendente. También lo es el hecho de que ahora haya allí más personas que van todos los
domingos a misa que miembros del Partido Comunista. Y es posible que se convierta también pronto en el país con
más musulmanes del mundo.

-¿Ve ese fervor también en otras partes del planeta?


-Por supuesto. Mire lo que ocurre en Latinoamérica, un continente tradicionalmente católico en el que en los últimos
años se han colado las sectas evangélicas. De pronto hay competencia entre las iglesias. Algo muy similar a lo que
ocurre en Estados Unidos, donde la modernidad no ha traído un mundo sin Dios sino un mundo lleno de pluralismo, en
el que las ideas y las religiones compiten en un mercado abierto y unas con otras.

-Algo que no parece que ocurra en Europa.


-Tiene usted razón, aunque sólo en parte. El único lugar en el mundo donde ese God is back del título no sería del todo
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cierto en un sentido social es Europa. Y, sin embargo, en términos políticos, Dios desde luego vuelve a emerger hoy en
Europa. Basta con echar un vistazo a algunas de las controversias que han salpicado los últimos años. Desde el
asunto del hiyab -velo islámico- en los centros de enseñanza al debate sobre el ingreso de Turquía en la UE o la
inclusión de las raíces cristianas del continente en la Constitución Europea. Hubo un tiempo en el que Europa creyó
que había erradicado la religión de la esfera política, pero si algún día lo hizo, ya no es así. De todas formas, en
términos de fe es más difícil defender que haya un resurgir de Dios en Europa. Aunque en mi opinión hay algunos
signos que no quiero exagerar de que la fe reverdece también en el Viejo Continente. Uno puede verlo en el auge de
las peregrinaciones, en las cifras de confirmaciones de personas adultas en la Iglesia Católica y en el auge de las
sectas pentecostales en lugares como Francia.

-¿Y cree que Europa podría convertirse en los próximos años en un lugar mucho más religioso?
-No lo sé. Pero si alguien puede lograrlo es Obama. Porque hoy en día cuando la gente en Europa piensa en la
religiosidad americana, piensa en un tipo como George Bush y para un europeo no es alguien con demasiado encanto.
Quizá podrían identificarse más con una persona como el presidente estadounidense, que, por otra parte, es tan
religioso como su predecesor.

-Pero Obama no será un presidente religioso como Bush...


-Es una persona muy religiosa. Mucho más de lo que los europeos creen. No hay que olvidar que su carrera política
empezó en una iglesia de Chicago. La cuestión es en qué medida ese sentido religioso influirá en sus decisiones.Y
desde luego yo creo que no va a actuar como presidente en el mismo sentido teocrático que lo hizo Bush. En algunos
asuntos ha enfadado mucho a los sectores más radicales de la derecha religiosa y lo que los anglosajones llamamos
las guerras de la cultura (discusiones en torno a asuntos morales como el aborto, los anticonceptivos o la
homosexualidad) continuarán durante el mandato de Obama.

-En ocasiones parece que éste ha llenado el vacío que dejó Juan Pablo II. El del hombre bueno que viaja
presentando un mensaje de esperanza y encontrándose con jóvenes por todo el mundo.
-Tiene usted razón y es un asunto muy interesante. Por momentos uno diría que tiene casi el aura de un santo. Y la
hipótesis de Obama convertido en una especie de nuevo Juan Pablo II la refuerza el carácter del Papa actual, que
cuando viaja por el mundo sólo crea problemas. Le ha ocurrido en África y ahora en Oriente Próximo. Pero nadie
debería olvidar que el presidente estadounidense no es un líder religioso sino un político y lo que hacen los políticos no
es hablar ex cátedra sino negociar y cerrar tratos. De todas formas, lo que es interesante es que muchos de los
problemas internacionales que salen ahora al encuentro de Obama tienen una raíz religiosa.

-¿Se contagiará Europa de las guerras culturales de América?


-Ya lo ha hecho, y lo seguirá haciendo por tres motivos. El primero es que cada vez hay más personas que son
religiosas porque lo han elegido y no por educación o por tradición familiar. Y si uno elige ser religioso no se queda
junto a la puerta de su casa, trata de convencer a las personas que tiene alrededor y traslada su religión a la esfera
política. La segunda razón son las posibilidades que ofrece la tecnología para extender ideas y de las que las personas
religiosas han empezado a servirse con más o menos fruición. Por último, la emergencia en Europa del debate en torno
al multiculturalismo, que es el debate sobre todo en torno al islam y que hace más probable que haya choques
relacionados con la religión en los próximos años. La economía es lo más importante ahora, pero estos asuntos
seguirán en el candelero en los próximos años.

-Y en este contexto del resurgir de lo religioso, ¿está la Iglesia Católica en retirada?


-No está en retirada, pero su auge está un paso por detrás del de otras religiones. Pero hay lugares donde hay
excepciones. Si usted va a algunas áreas rurales en China o en Latinoamérica, verá que el catolicismo goza de muy
buena salud, pero en general los católicos no están aprovechando este resurgir de Dios tan bien como lo han hecho
otras religiones. De todas formas, me da la impresión de que es algo que a Benedicto XVI no le importa demasiado.
Por lo que él ha dicho en los últimos años, está preparado para dirigir una Iglesia más pequeña, pero de personas más
comprometidas. Su versión del catolicismo se parece a la que los franceses tienen a veces de la Unión Europea.
Menos miembros, pero más vibrantes.

-¿Le va peor al catolicismo que a las sectas protestantes porque su discurso es más moderno que
posmoderno, más general que personal?
-Hay gente que tiene esa idea, pero no es del todo cierta. No hay más que echar un vistazo a las religiones a las que
les ha ido bien en los últimos años. Y no se puede decir que sean las más avanzadas. Ahí están por ejemplo el islam o
las sectas americanas creacionistas, que creen que el mundo lo hizo Dios hace 6.000 años.

-¿Nos empujará este resurgir de Dios a guerras religiosas como las del Medievo?
-Habrá más guerras de raíz religiosa. Ya las hay. Pero no serán como las de la Edad Media. Como tampoco habrá un
resurgir de estados puramente teocráticos. Habrá guerras entre naciones con un gran componente religioso, pero sobre
todo problemas dentro de los países en los que la religión será un factor importante. No será todo tan evidente como
en el tiempo de las cruzadas y los problemas con la religión tendrán que ver más con una minoría religiosa dentro de
un país más grande. El conflicto palestino-israelí tiene, por ejemplo, un componente religioso, pero no se puede decir
que sea una guerra de religión. Hoy en día es todo más complicado.

-¿Es el auge del ateísmo en Europa una reacción al auge de la religión en América?
-En mi opinión, es parte de la sospecha que en Europa siempre ha habido en relación con la religión. Hay también
intelectuales europeos que son religiosos, pero la mayoría tiene una actitud desconfiada hacia la fe.

-¿Ve probable una secularización progresiva de los países islámicos?


-No demasiado. Creo que es difícil porque, al contrario que la Biblia, el Corán es la palabra directa de Dios y eso no
deja espacio para la interpretación y la secularización. Es muy difícil que el islam se someta a una evolución hacia la
laicidad como la del cristianismo.

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