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Trabajo Marianela
Trabajo Marianela
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Introducción: 1
“Marianela” 3
Aspectos generales: 3
El narrador en “Marianela”: 4
Personajes: 5
Análisis del personaje Marianela: 7
Análisis del personaje Florentina: 11
Referencias bibliográficas: 13
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Introducción:
1
“Marianela”
Aspectos generales:
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La obra además refleja la situación social y política de la sociedad, las
desproporciones y diferencias entre la vida de las diferentes familias que aparecen
en la obra.
El narrador en “Marianela”:
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en algunas ocasiones de estilo directo o la solicitud, al final, por parte del narrador
de que se reciba la historia que se ha contado.
En cuanto a la linealidad temporal con la que se narran los acontecimientos en el
relato de la novela, no es lineal, se cuenta en el capítulo XX sucesos ocurridos
anteriormente, retrocediendo en el tiempo, dejándonos aún más la sensación de que
conoce todo aquello sucedido.
Personajes:
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belleza, “No conozco el mundo más que por el pensamiento, el tacto y el
oído. He podido comprender que la parte más maravillosa del universo es
esa que me está vedada.” (cap II)
Vamos a encontrar además en la novela tres grupos familiares: los Centenos (con
quienes vive Marianela), los Penalguilas (la familia del ciego Pablo) y los Golfín.
● Los Centenos están compuestos por los esposos Centeno, sus cuatro hijos
(Tanasio, Mariuca, Pepina, y Celipín) y el gato de la familia. Los padres
Centeno eran capataces en la mina, de lo que se enorgullecen mucho. Son
descritos como personas indiferentes a la situación de Marianela y maltratan
a la joven, sin brindarle alimento y un lugar donde dormir. Los Centenos no se
preocupan por sus hijos más que por el dinero que pueden obtener de ellos,
no se interesaron en brindarles educación, quitándoles la oportunidad de
tener maestros. “Estos no mostraban nunca pujos de emancipación ni anhelo
de otra vida mejor y más digna de seres inteligentes” (cap IV). Mientras que
el padre de familia era un hombre sin inteligencia, ambicioso y llamado hasta
de “idiota” por el narrador, su esposa, era la que gobernaba y controlaba todo
el hogar y la familia.
● En la familia Penalguilas vamos a encontrar D. Francisco Penáguilas, padre
del joven ciego, Florentina, prima de Pablo y más tarde esposa de éste y
Manuel Penalguilas, padre de la bella joven Florentina.
Francisco Penáguilas: “un caballero muy bueno y muy rico que vive en las
casas de Aldeacorba”, es el padre de Pablo, y quién demuestra ser muy
preocupado, cuidadoso y atencioso con su único hijo, a quién le ofrece todas
sus riquezas para que pueda estudiar y le lee por las noches para enriquecer
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la capacidad intelectual de su hijo. Es este personaje quién tiene más
esperanzas en la sanación de la ceguera de su hijo y se preocupa por hacer
que su hijo reciba la atención del médico oftalmólogo.
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en el mercado de Villamojada y era soltera cuando Nela nació, por eso la pequeña
quedó al cuidado de la hermana de su madre y de los demás que vivían en la casa.
Por otro lado su padre era el encargado de encender y limpiar los faroles que
iluminaban Villamojada, y en una ocasión cuidado éste a Nela la dejó caer al río, y
golpeándose la pequeña sobre unas piedras perdió la belleza que hasta entonces
poseía. Dentro de toda la problemática vida que la pequeña ya atravesaba su padre
fallece y su madre se muda a las minas de Sócrates, de ahí el cómo vino a parar
Nela en ese lugar, y por estar un día muy borracha su madre es despedida y se
suicida, dejando a Nela aún más sola en el mundo.
Nela pasa a vivir entonces después de huérfana con la familia Centeno, quiénes son
detalladamente descritos en la novela y poco muy de bondad es posible atribuirles,
sino que no hacen más que agregar al personaje tristezas y desprecios. El ambiente
hogareño y familiar era algo que Nela definitivamente no poesía, sino que era un
lugar donde se aminoraba su condición humana y se la reducía casi a un objeto.
Había en la casa de esta familia sitio para todos, “para los esposos Centeno, para
las herramientas de sus hijos, para mil cachivaches de cuya utilidad no hay pruebas
inconcusas, para el gato, para el plato en que comía el gato, (...) para media docena
de colleras viejas de mulas, (...) para todo absolutamente, menos para la hija de la
Canela.” (cap.IV).
Nela no recibía de nadie en este hogar demostraciones de afecto o cariño, o incluso
algún tipo de castigo que demostrara aprecio por su persona, “Jamás oyó la Nela
que se le llamara michita, monita, ni que le dijeran repreciosa, ni otros vocablos
melifluos y conmovedores con que era obsequiado el gato” (cap. IV).
En el capítulo IV de la novela se detallan una serie de las ausencias en la vida de
Marianela que producen una profunda conmoción y aumentan este carácter de
deshumanización del personaje e intensifican el sentimiento de pena por parte del
lector hacia el personaje:
“Jamás se le dio a entender a la Nela que había nacido de criatura humana
(...) Nunca se le dio a entender que tenía un alma pronta a dar ricos frutos si
se la cultivaba con esmero, ni que llevaba en sí, como los demás mortales,
ese destello del eterno saber que se nombra inteligencia humana, y que de
aquel destello podían salir infinitas luces y lumbre bienhechora. (...) Nunca se
le dio a entender que tenía derecho” (cap. IV)
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Todo este conjunto de situaciones por las que tuvo atravesar el personaje nos llevan
a la construcción y formación de la personalidad y autoestima de Marianela, de su
componente cognoscitivo indigno y de su personalidad nula y de escasa
autenticidad que la conduce a crear una imagen de sí misma sin valor alguno,
describiendose ella mismo como alguien que no sirve para nada y que es para todos
un estorbo. La desvalorización que sufre Marianela desde su nacimiento hasta los
maltratos en el hogar Centeno produjeron tal efecto en ella que defiende con toda
convicción y de manera muy convincente “Es usted un majadero al suponer que yo
sirvo para algo” y “yo no sirvo para nada” (cap. II). Su entorno y todo aquello que le
ha tocado vivir se ha apoderado de ella, de su conciencia y autoestima, no es capaz
de creer en sí misma ni en sus capacidades.
Pero a pesar de que Nela no cuente con hermosura física, lo que afecta
grandemente autoestima, Nela posee belleza interior y una gran imaginación,
destacándose también por sus recatadas y humildes palabras, y su carácter formal y
reflexivo. El único capaz de encontrar esta belleza en Nela es Pablo, quién la
conoce por lo que ella habla y lo que lleva dentro, su imaginación e ingenio. En el
capítulo VII podemos conocer un poco de lo que el joven ciego piensa de Nela
cuando dice “¿Cómo podría suceder que tu bondad, tu inocencia, tu candor, tu
gracia, tu imaginación, tu alma celestial y cariñosa que ha sido capaz de alegrar mis
tristes días; cómo podría suceder, cómo, que no estuviese representada en la
misma hermosura?” y firma “Eres hermosa como los ángeles que rodean el trono de
Dios” (cap. VII).
El afecto que Pablo demuestra a Nela se convierte en todo lo que ella tiene y
aprecia, y es solamente junto al joven ciego que logra sentir algo diferente a lo que
está habituada a sentir:
“Aquella débil criatura, en la cual parecía que el alma estaba como prensada
y constreñida dentro de un cuerpo miserable, se ensanchaba y crecía
maravillosamente al hallarse sola con su amo y amigo. Junto a él tenía
espontaneidad, agudeza, sensibilidad, gracia, donosura, fantasía. Al
separarse, parece que se cerraban sobre ella las negras puertas de una
prisión” (cap. VI)
Sin embargo irónicamente este mismo afecto y amor que Pablo brinda a Nela y que
tan bien le hace sentir y tanto le agrada es el luego el principal motivo de su
preocupación y angustia, hasta de su final trágico. Al llegar el médico oftalmólogo
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Teodoro Golfín al pueblo con la esperanza de sanar al joven de su ceguera llega
también a Marianela la preocupación de cómo reaccionará su amado al ver su rostro
y su cuerpo que tan poco agraciado es.
El personaje refleja su preocupación y reflexiona sobre sí misma en el capítulo XIII
mientras reza a la Virgen María diciendo: “Madre de Dios y mía, ¿por qué no me
hiciste hermosa? (...) Mientras más me miro más fea me encuentro. (...) ¿a quién
puedo interesar?, a uno solo, Señora y madre mía, a uno solo que me quiere porque
no me ve.” (cap XIII). El único capaz de amarla es aquel que puede verla por aquello
que ella es y no por su apariencia física, el único que la trata como a una persona,
que, irónicamente, la “ve” y el único que la quiere “como Dios manda que se quieran
las personas”; pero Nela está a punto de perder también este amor pues piensa que
al recuperar la capacidad de visión Pablo dejará de amarla: “¿Qué será de mí
cuando me vea y deje de quererme?”.
Yanina Lucely Jaramillo Narváez (2015) plantea que Galdós ha sabido otorgar a sus
novelas el tinte realista, plasmando la importancia de expresar en la literatura las
características psicológicas, espirituales y anímicas de los individuos; en Marianela
se evidencian estas características en el personaje protagonista, quién tiene su
estado anímico dependiente de su amigo Pablo pues al encontrarse cerca de él
sentía valía, algo no muy frecuente en ella. Jaramillo establece que “Pérez Galdós
perfectamente nos muestra en esta obra claras muestras de psicología social,
esencialmente centrados en la protagonista” (2015).
Este miedo y preocupación incontrolable que no le permite a Nela ni siquiera hacer
el intento de acercarse a Pablo y dejarse ver, y todo lo que gira en torno a la
psicología del personaje de Marianela y en su interior, la ausencia de amor, afecto y
atención, su baja autoestima y la deshumanización de su persona, la conducen a un
final trágico.
Pablo obtuvo el milagro de la vista y la melancolía y emociones que invadían la
mente y el corazón de Nela la enfermaron, se produce entonces un cambio en las
actitudes del personaje, quién se entrega al sufrimiento y al dolor, encerrándose en
sus emociones y sentimientos que la hacían creer que ahora que Pablo podía verla
no la amaría más y por ende perdería lo único que le quedaba en la vida, todo esto
conduce a la protagonista a la muerte: “No vuelvo más a Aldeacorba... No
consentiré que me vea... Huiré con Celipín, o me iré con mi madre. Ahora yo no
sirvo para nada” (cap. XVII)
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Para Jaramillo el autor español plasma en este final trágico del personaje, de
manera visible, el estado anímico que estuvo presente desde siempre en Nela por
su condición social y que en el transcurso de la obra crece a tal punto de llegar al
fallecimiento. Todo esto se nos es revelado de manera muy estratégica por Galdós,
que nos permite conocer el interior de sus personajes.
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sombras de la tristeza, y sus labios un poco gruesos, dejaban ver al sonreír
los más preciosos dientes que han manzana del Paraíso” (cap. XIV)
Sin embargo no solo de belleza física está caracterizado este personaje. Florentina
se muestra un personaje empático y bondadoso en el transcurso de toda la novela,
demostrando en varias ocasiones importarse por la situación de Nela y tomar
actitudes que reflejan su bondad y caridad. Ya desde el primer encuentro de ambas
Florentina se muestra amable cuando en narrador nos cuenta que “Florentina dirigió
una mirada cariñosa a la infeliz criatura”
Florentina demuestra su bondad a la pobre Nela en varias ocasiones, una de esas
situaciones es cuando Florentina siente la necesidad y conocer la casa donde vive
la pobre joven lazarillo, y al conocer la deplorable situación en la que ésta se
encuentra Florentina promete darle a Nela un hogar mejor en cuánto su primo
recobre la vista y se case él, “y entonces tendrá una cama como la mía y vestirá y
comerá lo mismo que yo” (cap. XVI).
Pero este personaje no solo se importa por suplir las necesidades físicas y sacar a
Nela de la pobreza sino que puede ver más allá de la situación de Nela, su angustia,
dolor y su carencia de afecto, preocupándose también por esto:
“Para esto no basta vestir a una persona, ni sentarla delante de una mesa
donde haya sopa y carne. Es preciso ofrecerle también aquella limosna que
vale más que todos los mendrugos y que todos los trapos imaginables, y es
la consideración, la dignidad, el nombre. Yo daré a mi pobre estas cosas,
infundiéndole el respeto y la estimación de sí mismo.” (cap XVI).
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Referencias bibliográficas:
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