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de Doctrina y
Jurisprudencia para el
LITIGIO PENAL 3
Monográfico:
El principio de buena fe como límite
de la extinción de dominio
Juan Antonio Rosas Castañeda
DOCTRINA PRÁCTICA
LEGISLACIÓN
JURISPRUDENCIA
27 AÑOS DE LIDERAZGO
CUADERNOS ELECTRÓNICOS DE DOCTRINA Y JURISPRUDENCIA
PARA EL LITIGIO PENAL N° 3
SUBDIRECTOR:
Elky Alexander Villegas Paiva
COORDINADORES:
Cristhian Cerna Ravines / Anggela Lizano Córdova
Presentación
3
ÍNDICE
DOCTRINA PRÁCTICA
I. Introducción.............................................................................................. 7
II. El tercero adquirente ................................................................................ 9
III. Alcances sobre el principio de buena fe y adquisición de bienes de
origen ilícito.............................................................................................. 12
IV. El testaferro en la adquisición de bienes de origen ilícito: la mala fe del
tercero adquirente...................................................................................... 16
V. La buena fe simple en la adquisición de bienes de origen ilícito.............. 25
1. La buena fe simple en la adquisición de bienes de origen ilícito......... 26
2. La buena fe registral y la extinción de dominio................................... 31
VI. La buena fe cualificada en la adquisición de bienes de origen ilícito....... 40
VII. Criterios para evaluar la buena fe cualificada del tercero adquirente de
bienes de origen ilícito.............................................................................. 43
VIII. El tercero de buena fe en la destinación de bienes con fines delictivos.... 47
IX. Conclusiones.............................................................................................. 55
Referencias.......................................................................................................... 58
LEGISLACIÓN
5
Índice
JURISPRUDENCIA
6
DOCTRINA PRÁCTICA
El principio de buena
fe como límite de la
extinción de dominio
Juan Antonio Rosas Castañeda(*)
MARCO NORMATIVO
PALABRAS CLAVE: Extinción de dominio/ Tercero adquirente/ Buena fe/ Ignorancia / Error
excusable/ Dominio del bien
I. INTRODUCCIÓN
El artículo II, inciso 2.1 del Título Preliminar del Decreto Legislativo N° 1373,
prescribe que: “(…) todos los actos que recaigan sobre bienes de origen o destino
(*) Doctor en Derecho y Ciencia Política por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM),
Lima - Perú. Abogado y magíster en Derecho con mención en Ciencias Penales por la misma universidad.
Egresado de la maestría en Derecho con mención en Derecho Constitucional y Derechos Humanos –
UNMSM. Estudios de máster en Derecho Penal y Garantías Constitucionales por la Universidad de
Jaén - España. Juez del Juzgado Transitorio Especializado en Extinción de Dominio del Callao. Docente
Universitario en pre y post-grado.
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Juan Antonio Rosas Castañeda
contrario al ordenamiento jurídico, son nulos de pleno derecho, sin perjuicio de los
derechos de los terceros de buena fe”. Asimismo, el inciso 2.4 del referido artículo
plantea que:
2.4. Dominio de los bienes: la protección del derecho de propiedad u otros
derechos que recaigan sobre bienes obtenidos con justo título o estén desti-
nados a fines compatibles con el ordenamiento jurídico. Asimismo, poseer,
detentar o utilizar bienes de origen ilícito o destino ilícito no constituye justo
título, salvo el derecho del tercero de buena fe.
En esa perspectiva, estas disposiciones ordenan que los derechos de propiedad u
otro derecho real del tercero de buena fe no pueden verse afectados por la extinción
de dominio, esto quiere decir que un adquirente de bienes de origen ilícito que actúa
de buena fe y con prudencia debida no podrá ser afectado por el principio de nulidad
absoluta que invalide el acto jurídico celebrado y determine la extinción de domi-
nio del bien, pero se deberá tratar de un verdadero adquirente y no un testaferro que
presta su nombre para realizar un acto jurídico fraudulento y evitar que las autori-
dades incauten, decomisen o extingan el dominio de bienes de origen ilícito, esto es,
que dolosamente presta su nombre para ocultar la identidad del verdadero titular de
los bienes. De la misma manera, el propietario cuyo bien ha sido destinado a activi-
dades ilícitas por otro sujeto, pero que se condujo conforme a los criterios de buena
fe y prudencia debida tampoco podrá ser afectado por la extinción de dominio del
bien, a pesar de que el mismo fue instrumentalizado para la comisión de actividades
ilícitas. En suma, el principio de buena fe se constituye en un límite del principio de
nulidad ad initio y de la extinción de dominio.
Sin embargo, para evaluar que un tercero actuó de buena fe en la adquisición de
los bienes de origen ilícito se debe recurrir a los criterios establecidos en el artículo
66 del Reglamento del Decreto Legislativo N° 1373, Decreto Supremo N° 007-2019-
JUS. Así, en la doctrina civil se distingue entre buena fe simple (que también se conoce
como la dimensión subjetiva de la buena fe) y la buena fe cualificada (que se rela-
ciona con la dimensión objetiva de la buena fe). En esa medida, el legislador peruano
ha establecido que no basta que el tercero adquirente obre con una buena fe simple,
esto es, con la creencia de que se está obrando con lealtad, rectitud y honestidad, sino
que su conducta sea diligente y prudente en el acto jurídico de adquisición de los bie-
nes de origen ilícito, en específico, que el tercero por ignorancia o error excusables
haya procedido a adquirir un bien de origen ilícito, la conducta prudente y diligente
se acredita con una serie de indicios que se relaciona a la corrección en la celebra-
ción del acto jurídico, por ejemplo, que se haya tratado de una adquisición onerosa,
que el tercero efectivamente tenga capacidad económica para adquirir el bien, que
se pacte el precio del bien conforme a los estándares del mercado, que efectivamente
se haya realizado el pago del precio pactado por el bien respetando los mecanismos
de pago autorizados, en especial las disposiciones administrativas sobre bancariza-
ción de ciertas operaciones para evitar el manejo de grandes cantidades de dinero en
efectivo, que no existan indicios de que el titular del bien (vendedor o transferente)
se encuentre involucrado con actividades delictivas o con personas involucradas en
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inexistente, estas son las denominadas “adquisiciones a non domino”, la ley protege
al tercero adquirente de buena fe que se sustentó en el contenido del registro público,
pero debe cumplirse determinados requisitos, exigiendo además al tercero adquirente
diligencia y prudencia en el negocio jurídico para reclamar la protección de su dere-
cho. Bajo esa perspectiva, en materia de extinción de dominio, se deben distinguir las
diferentes clases de terceros adquirentes de bienes de origen ilícito, así tiene al tercero
adquirente de mala fe, quien dolosamente, conociendo el origen ilícito de los bienes,
se presta para aparecer en el negocio jurídico para ocultar al verdadero titular de los
bienes objeto de compra o permuta, esta es la figura del testaferro.
Asimismo, se tiene al tercero adquirente que obra con culpa grave (culpa inex-
cusable) que no sabía del origen ilícito de los bienes, que actúa en error o ignoran-
cia sobre el origen ilícito, pero esa buena fe se sustenta únicamente en la creencia de
obrar correctamente, o sustentada únicamente en cuestiones formales, como el con-
tenido de los registros públicos, y no va acompañada de datos objetivos que la respal-
den, esa es la denominada buena fe simple, que no alcanza para liberar al bien de la
extinción de dominio, en estos supuestos el tercero no actúa con la debida diligencia
o prudencia en el negocio jurídico; y, está el tercero adquirente que obra con culpa
excusable, esto es, que a pesar de obrar con debida diligencia y prudencia en el nego-
cio jurídico, le resultó inevitable incurrir en error o ignorancia sobre el origen ilícito
de los bienes, siendo que cualquier ciudadano medio, igual de prudente y diligente
hubiere incurrido en el mismo error, esta es una buena fe acompañada de datos obje-
tivos que acreditan este actuar leal, probo y honesto, este es el sujeto que actúa con
buena fe cualificada, la que resulta amparada por el Derecho y evita la extinción de
dominio, no porque se haya transferido un bien libre de cuestionamientos (pues sigue
siendo un bien de origen ilícito), sino que la buena fe cualificada ha creado el derecho
que debe ser tutelado por el ordenamiento jurídico. Así, la Corte Constitucional de
Colombia, en la Sentencia N° C-374 de 1997, explica lo siguiente:
En el caso de bienes adquiridos por actos entre vivos, reviste transcenden-
cia el hecho de si el adquirente obró o no dolosamente o con culpa grave.
Si ocurrió así, lo cual debe ser probado en el curso del proceso, es viable
la declaración de extinción de dominio. En caso contrario, no lo es, con lo
cual se requiere salvaguardar el derecho de los terceros de buena fe, esto
es, el de quienes, aun tratándose de bienes de procedencia ilícita o afectada
por cualquiera de las causas señaladas en el artículo 34 de la Constitución,
los adquirieron ignorando ese estigma, sin intención proterva o torcida, sin
haber tomado parte en los actos proscritos por el orden jurídico, sin haber
buscado encubrir al delincuente o al corrupto, sin entrar en concierto con
él, sin pretender ganancia o provecho contrarios a la ley, y no habiendo
incurrido en culpa grave, en los términos descritos por ella. Desde luego,
no puede entenderse que tal culpa grave se configure, en una interpretación
exagerada de imposible aplicación, en términos tales que el comprador de un
bien se vea obligado a adelantar una investigación exhaustiva acerca de los
antecedentes penales de su vendedor y, menos, de quienes a él le vendieron
o le transfirieron el dominio. Esa es una responsabilidad de las autoridades
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públicas competentes. Si el dolo o la culpa grave han tenido lugar y son debi-
damente establecidos en cabeza del adquirente, cabe la extinción de domi-
nio, toda vez que el tercero, en esas hipótesis, participa del proceso ilícito
“a sabiendas”, o en virtud de imperdonable descuido que constituya culpa
grave, aunque se haya acudido a la figura jurídica del encargo o la fiduciaria.
En los próximos apartados revisaremos el principio de buena fe como norma
general, creadora e integradora del sistema jurídico, que se sustenta en principios
morales y éticos que exigen que el individuo en sus relaciones jurídicas se conduzca
con lealtad, probidad y honestidad; lo que encuentra correlato en la adquisición de
bienes patrimoniales, ya que, el ordenamiento jurídico protege al adquirente de bie-
nes de origen ilícito que se conduzca conforme a este principio, sin embargo, ante la
utilización habitual de los testaferros, que buscan evitar el descubrimiento del verda-
dero origen de los bienes, es indispensable distinguir al tercero adquirente de buena
fe, de aquel que simplemente es un testaferro. Es así, que se distinguen dos tipos de
actuación de buena fe, la simple o actuación con culpa grave; y, la buena fe cualificada
o con culpa excusable, siendo que, solo se protege esta última actuación de buena fe,
aspectos que también serán desarrollados.
12
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
“
de especiales deberes de conducta exi-
gibles en cada caso, de acuerdo con la Así, en la doctrina civil
naturaleza de la relación jurídica y con la se distingue entre buena
finalidad perseguida por las partes a tra- fe simple, que también se
vés de ella. Las partes no se deben solo a
aquello que ellas mismas han estipulado conoce como la dimensión
o escuetamente aquello que determina subjetiva de la buena fe, y la
el texto legal, sino a todo aquello que en buena fe cualificada, que se
cada situación impone. Aquí la buena fe relaciona con la dimensión
”
debe ser entendida como rectitud y hon-
radez en el trato. Supone un certero com- objetiva de la buena fe.
portamiento o una manera de proceder
a la cual las partes deben atenerse en el
desenvolvimiento de las relaciones jurí-
dicas y en la celebración, interpretación y ejecución de los negocios jurídicos (Mon-
salve Caballero, 2008, p. 36)(1). Es así que, según Schopf Olea (2018), en la doctrina
se encuentra consolidada la idea que “la buena fe es un principio general del dere-
cho”, mientras que en la jurisprudencia se ha reconocido reiteradamente que la buena
fe “tiene el carácter y naturaleza de principio general del derecho, que inspira todo
nuestro ordenamiento jurídico” (p. 110).
La buena fe se relaciona con el principio de seguridad jurídica, pues quien obra
leal, honesta y rectamente en sus actuaciones espera que sus derechos sean respetados
y garantizados por el Estado, esto es, que los derechos generados sobre la base de la
buena fe, siguiendo lo dispuesto por el ordenamiento jurídico para su generación no
puede ser cuestionado. Así, los derechos ya consolidados, sustentados en el actuar de
buena fe de los destinatarios del ordenamiento jurídico no pueden ser discutidos. Así,
Ugartemendia (2006) refiere que el Tribunal Constitucional de España ha señalado
que la seguridad jurídica es la suma de certeza y legalidad, jerarquía y publicidad
normativa, irretroactividad de lo no favorable, e interdicción de la arbitrariedad, la
seguridad jurídica es la suma de estos principios, equilibrada de tal suerte que per-
mita promover, en el orden jurídico, la justicia y la igualdad, en libertad, sin perjui-
cio del valor que por sí mismo tiene, además, el principio de seguridad jurídica tiene
una doble proyección, una objetiva, que engloba los aspectos relativos a la certeza del
Derecho; y otra subjetiva, la cual se concreta en la “previsibilidad de los efectos de
su aplicación por los poderes públicos” (o en la “expectativa razonablemente fundada
del ciudadano en cuál ha de ser la actuación del poder en la aplicación del Derecho”,
etc.) (p. 22)(2). Dentro de estos conceptos también aparece la prohibición de retroac-
(1) Además, Larenz y Enneccerus (2017) explican que: “Un principio que informa e integra el ordenamiento
jurídico con el valor de la confianza que gravita en la conciencia social, por lo cual la doctrina científica
lo ha considerado, con acertada razón, como la base del tráfico y el principio supremo y absoluto que
domina el derecho de las obligaciones” (p. 25).
(2) Véase: Pérez Luño (2000).
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Juan Antonio Rosas Castañeda
(3) El TC señaló lo siguiente: “A partir de la reforma constitucional del artículo 103 de la Constitución,
validada por este Colegiado en la STC 0050-2004-AI/TC, y en posteriores pronunciamientos, se ha
adoptado la teoría de los hechos cumplidos dejando de lado la teoría de los derechos adquiridos, salvo
cuando la misma norma constitucional lo habilite. De igual forma, tal como se explicó en la Sentencia
del Tribunal Constitucional N° 0002-2006-PI/TC (fundamento jurídico 11) citando a Diez-Picazo, la
teoría de los hechos cumplidos implica que la ley despliega sus efectos desde el momento en que entra
en vigor, debiendo ser “aplicada a toda situación subsumible en el supuesto de hecho; luego no hay
razón alguna por la que deba aplicarse la antigua ley a las situaciones, aún no extinguidas, nacidas con
anterioridad” (Sentencia del Tribunal Constitucional, recaída en el Expediente N° 0316-2011-PA/TC,
fundamento jurídico 26).
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El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
recta u honesta en relación con las partes interesadas en un acto, contrato o proceso
(pp. 39-40).
En materia de adquisición del derecho de propiedad o derechos reales, el princi-
pio de buena fe, relacionándose además con el principio de seguridad jurídica, garan-
tiza que el propietario no sea molestado por el Estado en el goce pacífico de su dere-
cho, ni que ese derecho sea cuestionado, salvo que existan motivos fundados para tal
cuestionamiento. De esta manera, como apunta Rivera Ardila, el principio de buena
fe permite al propietario el goce pacífico y que sus derechos no se vean interrumpidos
por parte del Estado; en tal sentido, solo por motivos o razones fundadas, el Estado
puede entrar a cuestionar el origen lícito o el uso de la propiedad, mediante el ade-
lantamiento de la acción de extinción de dominio, que se resumen en tres eventos: i)
cuando el bien sea producto directo o indirecto del delito; ii) cuando se trate de bie-
nes que han incumplido la función social o ecológica de la propiedad; y, iii) en los
casos de bienes equivalentes para los eventos establecidos por el legislador (Rivera
Ardilla, 2017, p. 25).
Es así que la buena fe debe ir respaldada de la existencia de un título constitu-
tivo o traslativo de dominio, así lo plantea Murcia Ramos (2012) haciendo referencia
a la jurisprudencia de la Corte Suprema de Colombia, que precisa:
Para que el poseedor pueda ser reputado de buena fe se requiere necesaria-
mente la existencia de un título constitutivo o traslativo de dominio, esto
es, la prueba de una relación de derecho de las que confieren originaria o
derivadamente la propiedad de las cosas, en virtud de la cual el poseedor
pueda adquirir la conciencia de que ha recibido la cosa por medios legíti-
mos de quien tenía la facultad de enajenarla. (p. 171)
Así, Murcia Ramos (2012) plantea la necesidad que tiene el adquirente de bienes
de origen ilícito o activos ilícitos de deshacerse del producto de sus actividades delic-
tivas, vendiéndolos o permutándolos, por cuya transacción recibirá un bien o recurso
equivalente, para disimular su origen y darle apariencia de legalidad, por esta razón,
aunque el bien salió de su dominio, lo recibido por dicha transacción puede ser objeto
de extinción de dominio, dado que ningún amparo constitucional puede tener el pro-
vecho o ventaja obtenido de una actividad dolosa. Y de otro lado, si quien por com-
pra o permuta ha recibido el bien ilícitamente adquirido directa o indirectamente, y
lo ha incorporado a su patrimonio a sabiendas de la ilicitud para aprovechar en su
beneficio las circunstancias o con el objeto de colaborar o encubrir a quien lo adqui-
rió ilícitamente, por ser este un tercero adquirente de mala fe será también afectado
por la extinción de dominio (p. 172).
Por ello, resulta necesario analizar la figura del testaferro, ya que en muchos casos
prestan una contribución sensible a la actividad criminal, en la práctica no es raro ver
como auténticos profesionales de la titularidad y administración. Así, el testaferro
es una figura utilizada por el crimen organizado para sus fines delictivos, como es
evadir impuestos, quitar herencias, vulnerar de tal manera fondos ya sean privados
o públicos a nombre de terceras personas, y para legitimar activos de origen ilícito
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El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
de suplantar, encubrir o disfrazar de manera legal una acción ilícita, los testaferros
en muchos casos prestan una contribución sensible a la actividad criminal, en la prác-
tica no es raro ver cómo auténticos profesionales de la titularidad y administración
meramente formales de sociedades consiguen, una vez tras otra, salir indemnes de
aquellos procedimientos penales en los que se ven involucrados. En términos econó-
micos y a su vez políticos, testaferrismo se describe a los individuos que suplantan a
otros dentro de negocios ilegales o fraudulentos y el punto está en que aun cuando es
una suplantación no dejan de percibir beneficios ya sean económicos o de otra índole,
provenientes del fraude que se ha ocasionado en el entorno(5).
De esta manera, siguiendo a Viveros Castellanos (2020), con el actuar del tes-
taferro se busca encubrir la titularidad del verdadero dueño de los bienes de proce-
dencia ilícita, de ahí que, entre el prestamista del nombre (testaferro) y el prestatario
(verdadero titular) se presenta un contrato ilícito –verbal o escrito–, por medio del
cual el primero se compromete a restituir el bien al prestatario o transferirlo a quien
este designe. Bajo esta modalidad fraudulenta, los bienes ingresan al patrimonio del
testaferro en forma real, pero sin justificación, para “encubrir” bienes en relación con
los delitos puntuales como el narcotráfico, extorsión, secuestro extorsivo y conexos,
entre otros; además, es posible la utilización de personas naturales y jurídicas. Desde
el punto de vista de la moral social, el tipo penal de testaferrato afecta de manera
considerable tanto a las personas como el orden económico social, ante la facilidad
de disimular la procedencia ilícita de bienes (p. 109).
Los actos jurídicos realizados recurriendo a la figura del testaferro, son actos
simulados, pero no necesariamente ilícitos, se torna ilícitos cuando dicha simulación
ocasione un conflicto o un daño a un tercero o se busque un fin ilícito, por ejemplo, un
extorsionador que ostenta un inmueble adquirido con dinero producto de sus activi-
dades delictivas y lo transfiere a un tercero para disimular el origen ilícito del mismo.
Pérez Macías (2018), observa que, el testaferro es utilizado en diversas conductas de
carácter criminal como la generación de empresas ficticias, delincuencia organizada,
actos de corrupción, contrabando, compra de armas, esclavitud, prostitución, terro-
rismo, suplantación en cuentas bancarias, entre muchas otras, puesto que su campo
de actuación es múltiple, pero en todo momento se utilizará esta figura valiéndose
de incompatibilidades legales o limitaciones de actuar y negociar en áreas específi-
cas (un ejemplo de ello, las licitaciones públicas), aunque en la mayoría de los casos
conocidos la figura del testaferro es limitada en actuación, ya sea en firmas de ban-
cos y el trámite de documentos para la finalidad delictiva(6).
El supuesto de que un tercero adquirente conoce o sospecha de la procedencia
ilícita puede constituir incluso un caso de blanqueo de capitales. Así, en el funda-
mento jurídico 34 del Acuerdo Plenario N° 03-2010/CJ-116 se establece como indicios
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El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
(7) Auto del Tribunal Constitucional español N° 125/2004, de fecha 19 de abril de 2004, citado por Carrillo
del Teso (2018, p. 204).
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El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
[E]n los supuestos de dolo eventual se incluyen los casos en que el sujeto no
tiene conocimiento concreto y preciso de la procedencia ilícita de los bienes,
pero sí es consciente de la alta probabilidad de su origen delictivo, y actúa
pese a ello por serle indiferente dicha procedencia.
En el ámbito de adquisición de bienes de origen ilícito, un ejemplo interesante
es el de la sentencia del 24 de mayo de 2012, expedida por la Sala de Extinción de
Dominio de Bogotá, donde se reseñan los siguientes hechos:
Estos hechos fueron dilucidados en relación a la señora Martha Carolina
Carrasquilla Hurtado, persona que había adquirido bienes del señor Julián
Chavarriaga Wilkin, quien a su vez los compró con recursos entregados por
los hermanos Rodríguez Orejuela a su hermano Jairo Chavarriaga Wilkin
a través de una triangulación financiera; quedó acreditado que la señora
Carrasquilla Hurtado, tenía la capacidad en el año 1999 de comprar bienes
por valor de $2 000 000 millones de pesos, sin embargo, se tuvieron otros
elementos de prueba que evidenciaron su naturaleza ilegítima, como fue-
ron que el señor Julián laboraba años atrás con su hermano, residían en el
mismo barrio e ingresaron a estudiar en la Universidad Libre, probándose
una cercana relación de amistad desde 1987, a su turno, al hacerse un estu-
dio de trazabilidad de los recursos, este arrojó que no era normal las gran-
des sumas de dinero que se consignaban a su cuenta y que no se estaba en
condiciones de comprar determinados derechos patrimoniales, por ello, se
concluyó por el Tribunal que fue acertada la extinción de dominio de los
bienes de propiedad de la señora Carrasquilla Hurtado. (Vásquez Betancur,
2018, pp. 93-94)
En el caso recogido por la jurisprudencia colombiana se advierte la concurrencia
de indicios que hacen inferir que en realidad Martha no estaba obrando con buena
fe en las adquisiciones en las que participó, y que en realidad era un testaferro de
conocidos narcotraficantes. En el caso bajo análisis quedó acreditado que los bienes
fueron adquiridos por Julián con dinero de origen ilícito proveniente de los conoci-
dos narcotraficantes Rodríguez Orejuela, posteriormente Julián transfiere los bienes
a Martha, que aparentemente tenía capacidad económica para adquirir los bienes,
además, los había adquirido de Julián que figuraba como titular registral de los bie-
nes, con lo cual formalmente Martha pudo alegar buena fe simple en estas operacio-
nes comerciales; sin embargo, la Fiscalía pudo acreditar que las relaciones personales
entre Martha y Julián hacían decaer la presunción de buena fe, también acreditó la
fiscalía del estudio del patrimonio de Martha, no era normal las grandes cantidades
de sumas de dinero que consignada en sus cuentas y que no estaba en condiciones
de realizar todas las adquisiciones que detentaba, por lo que procedió la extinción
de dominio de los bienes de Martha, configurando un caso evidente de mala fe y su
actuar doloso como testaferro.
Así en la casuística es usual encontrar indicios o criterios que nos harían inferir
en un caso concreto que el sujeto que interviene como tercero adquirente en realidad
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Juan Antonio Rosas Castañeda
es un mero testaferro, que actúa dolosamente para ocultar al verdadero titular de los
bienes. Podemos plantear el siguiente ejemplo: Pedro cuya única actividad económica
es su trabajo como portero en el edificio donde vive Raquel, amante de José (cono-
cido narcotraficante), figura como titular registral de un predio de 300 m2 cuadrados
ubicado en San Isidro, cuyo precio en el mercado es de US$ 500 000 00. Se advierte,
además, que Pedro nunca entró en posesión del bien, siendo que, el mismo se encuen-
tra ocupado por José y su familia. Es así que, Pedro celebra un contrato de compra-
venta sobre el referido predio con Rosa, que trabaja como emplea doméstica de Juan,
hermano de José, no contando con otras actividades económicas, fijando el precio
del bien en US$ 50 000 00, que fueron pagados en efectivo por Rosa en presencia del
notario Luis. Tras completarse los trámites notariales y registrales Rosa pasa a figu-
rar con titular registral del predio, pero tampoco logra ocuparlo.
Otro ejemplo, es el caso de Felipe, investigado por corrupción, adquiere un yate
de Jacinto por al precio conforme al valor del mercado, pero no llega a inscribir su
derecho ante los Registros Públicos correspondientes. Sin embargo, de la investiga-
ción al patrimonio de Felipe se advierte que sus ingresos como funcionario público
no alcanzan para sustentar dicha adquisición. Al poco tiempo la Fiscalía inicia una
investigación preliminar contra Felipe, por lo que, decide transferir el yate a su sobrino
Fabián, quien trabaja como asistente en la oficina de Felipe. Pero tampoco se llegó
a inscribir el derecho de propiedad de Fabián. Meses después Felipe, adulterando la
firma de Jacinto consigue que el notario Raúl, eleve a escritura pública un contrato
de compraventa sobre el yate que tiene como suscritores por un lado Jacinto, como
vendedor, y Sergio, como comprador, fijándose como precio la suma de 250,000,00
dólares americanos, pagándose únicamente US$ 20,000.00 dólares que Felipe otorgó
como préstamo a Sergio, quien además es novio de su hija, lográndose inscribir los
derechos patrimoniales de Sergio en los Registros Públicos.
De los ejemplos planteados, ¿Rosa o Sergio, titulares registrales de los respecti-
vos bienes, podrían reclamar para ser considerados terceros adquirentes de buena fe?,
¿qué indicios aparecen en los casos narrados para inferir que Rosa y Sergio en reali-
dad actuaron de mala fe, como testaferros de otros? Es evidente que la sola formali-
dad del registro público no resulta suficiente para reconocer y garantizar el derecho
de propiedad sobre bienes patrimoniales conseguidos de manera espuria.
En el primer caso, la capacidad económica de los intervinientes y la ausencia
de actividades comerciales lícitas no justifican las adquisiciones. Pedro es portero y
recibe un exiguo ingreso, Rosa es empleada doméstica, ninguno de los dos cuenta con
otros ingresos lícitos. También aparece que sin sustento económico Pedro adquiere un
predio por un valor de medio millón de dólares, mientras que Rosa dispone de dinero
en efectivo por una suma considerable, sin sustento económico para el manejo de esta
suma. Apreciándose en esa medida que en la segunda transferencia se fijó un precio
por un monto muy inferior al precio del mercado, así como el manejo de considera-
bles sumas de dinero en efectivo.
De otro lado, examinadas las relaciones entre las partes y José, conocido narco-
traficante, se aprecia que Pedro es portero del edificio donde vive Raquel (amante de
22
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
“
Juan (hermano de José), es así que tanto
Pedro como Rosa se han relacionado indi- La buena fe se relaciona
rectamente con José, vinculado a activi- con el principio de
dades delictivas. Asimismo, es de adver- seguridad jurídica, pues
tir que a pesar de figurar sucesivamente
como titulares registrales del predio, ni quien obra leal, honesta
Pedro ni Rosa ocuparon el mismo, siem- y rectamente en sus
pre estuvo en posesión de José. Enton- actuaciones espera que sus
ces, se aprecian indicios de incremento derechos sean respetados y
patrimonial no justificado, ausencia de
actividades comerciales lícitas que justi- garantizados por el Estado,
fiquen ese incremento, vinculaciones con esto es, que los derechos
sujetos relacionados a actividades delic- generados sobre la base
tivas, el manejo de grandes cantidades de la buena fe, siguiendo
de dinero junto al hecho de que el predio
siempre permaneció en poder de José, se lo dispuesto por el
infiere del conjunto de circunstancias del ordenamiento jurídico para
caso el origen ilícito del bien, que en la su generación no puede ser
”
última transacción se fijó una suma muy cuestionado.
por debajo del precio del mercado, el ver-
dadero titular de los bienes de origen ilí-
cito es José y, por tanto, que las trans-
ferencias fueron simuladas, y que tanto
Pedro como Rosa actuaron de mala fe, como testaferros de José, siendo así, no pueden
reclamar la protección del ordenamiento jurídico como terceros adquirentes de buena
fe, procediendo la extinción de dominio del predio bajo titularidad registral de Rosa.
Es de apreciar que aparecen al igual en el delito de lavado de activos, el deno-
minado triple pilar indiciario para acreditar el origen ilícito de los bienes, conforme
se deja sentando en la Sentencia Plenaria Casatoria N° 01-2017/CIJ-433, fundamento
jurídico 22:
En todo caso, puede concebirse –a título meramente enunciativo, sin que
necesariamente se califiquen de obligatorios requisitos legales ni que deban
concurrir juntos, pues lo más relevante son los datos concretos de la causa–
un triple pilar indiciario –o elementos incriminatorios– sobre el cual edi-
ficarse una condena por el delito de lavado de activos (por ejemplo: STSE
345/2014, de 24 de abril):
Primero, los incrementos inusuales o crecimientos injustificados del patri-
monio, o la realización de actividades financieras anómalas –por su cuan-
tía y su dinámica–.
Segundo, la inexistencia de negocios o actividades económicas o comerciales
lícitas que justifiquen el incremento patrimonial o las trasmisiones dinerarias.
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El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
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Juan Antonio Rosas Castañeda
sería viable la extinción de dominio. Así, resulta determinante la figura del actuar
de buena fe de los adquirentes de bienes de origen ilícito, si el tercero actúa dolosa-
mente, sabiendo que el bien adquirido es de origen ilícito, actuando como testaferro
del verdadero titular, es evidente que el principio de nulidad ad initio es plenamente
aplicable, pero no solo en el actuar doloso del tercero se justifica la aplicación de la
extinción de dominio, sino también cuando el tercero no actuó con la debida diligen-
cia y prudencia en el negocio jurídico.
En ese entendido, en la doctrina civil se distingue entre buena fe simple o subje-
tiva y la buena fe cualificada u objetiva. En la primera rige toda actuación de los suje-
tos en la dinámica jurídica, es la creencia de que actúa de forma leal, recta y honesta,
aquí la adquisición de los bienes se sustentó en la ignorancia o error del origen ilí-
cito, pero esta buena fe no es suficiente para evitar la extinción de dominio, pues se
exige que el tercero debe ser diligente y prudente en su actuación, que objetivamente
demuestre que cualquier otro sujeto hubiera incurrido en el mismos error en el ori-
gen ilícito de los bienes, así entramos a la segunda clase de buena fe, la cualificada u
objetiva, la que sí sirve para evitar la extinción de dominio. En esa medida, se debe
acreditar de manera objetiva que el tercero tomo todas las precauciones posibles para
evitar incurrir en ignorancia o error en el conocimiento del origen ilícito de los bienes
que adquirió, para lo cual la doctrina y la jurisprudencia comparada han elaborado
una serie de indicios o requisitos para evaluar la actuación de buena fe del tercero
adquirente, el artículo 66 del Reglamento del Decreto Legislativo N° 1373, Decreto
Supremo N° 007-2019/JUS, incide en ese propósito.
Resulta importante destacar además que la buena fe registral regulada en el
Código Civil asegura que el sujeto se comporte diligentemente en la constatación del
contenido del registro público sobre la titularidad de los bienes adquiridos, constituye
un indicio de buena fe cualificada u objetiva, pero no resulta suficiente. Sin embargo,
el conocimiento del contenido del registro no es garantía suficiente del origen lícito
del titular, como hemos venido explicando a lo largo de este trabajo, la adquisición de
los bienes de origen ilícito puede hacerse por medios fraudulentos o al margen de la
ley, el tercero adquirente debe realizar otros actos concretos de verificación del ori-
gen de los bienes para reclamar su condición de tercero de buena fe, pero de buena fe
cualificada; actuar diligente y prudente que otro sujeto medio podría haber seguido.
En esa perspectiva, la buena fe registral debe ir acompañada de otros indicios, como
la capacidad económica justificada del agente para adquirir la propiedad del bien, el
precio del bien responde al valor medio del mercado, que efectivamente se produjo el
pago del precio a través de los medios de pago válidos, cumplimiento, por ejemplo,
las reglas administrativas de bancarización de ciertas operaciones mercantiles, para
evitar el manejo de grandes cantidades de dinero en efectivo.
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El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
o reclamen el dominio. Además, esta autora española refiere que el Tribunal Supremo
de su país afirmó que la aplicación del decomiso no estaba vinculado a la pertenencia
del bien al responsable criminal, sino a la demostración del origen ilícito del producto
o las ganancias, o la utilización del bien para fines criminales. Se podrían, entonces,
acordar el decomiso de los bienes intervenidos desvirtuando la presunción de buena fe,
acreditando que se trataba de un tercero aparente o limitado para encubrir la relación
con los hechos punibles. Por tanto, la apariencia formal de pertenencia a un tercero
no es suficiente para evitar el decomiso si se demuestra que el bien realmente perte-
nece al responsable (por lo pagos efectuados, el uso, seguros, etc.). De esta manera
el TS español razonó que: “prescindiendo del ropaje jurídico en la forma de adqui-
sición trasciende de la realidad jurídica aparente a la real, declarando y poniendo al
descubierto la verdadera situación en aras a la realización de la justicia material, en
su dimensión patrimonial”. Se trata, en definitiva, de descubrir a los testaferros y
separarlos de los auténticos terceros de buena fe (pp. 202-203).
Con lo cual, en el caso de los bienes adquiridos por enajenación o permuta, es
de vital importancia determinar si el tercero adquirente obró o no dolosamente o con
culpa grave, pues de ser así es viable la extinción de dominio, en caso contrario, es
decir, si el tercero a quien se le traspasó un bien adquirido directa o indirectamente
de una actividad ilícito es de buena fe debe protegérsele su derecho, bajo determina-
das circunstancias, y no sería viable la extinción de dominio (Murcia Ramos, 2012,
p. 172). Bajo esa perspectiva, la Corte Constitucional de Colombia, en la Sentencia
C-740 de 2003, plantea el siguiente supuesto fáctico:
Debe tenerse en cuenta que quien adquiere un bien con el producto de una
actividad ilícita intentará deshacerse de él enajenándolo o permutándolo,
por cuya transacción recibirá un bien o recurso equivalente. En tales casos,
aunque el bien salió de su dominio, lo recibido por dicha transacción puede
ser objeto de extinción de dominio, dado que ningún amparo constitucional
puede tener el provecho o ventaja obtenido de una actividad dolosa.
Y si se trata de quien por compra o permuta ha recibido el bien ilícitamente
adquirido directa o indirectamente, y lo ha incorporado a su patrimonio a
sabiendas de la ilicitud para aprovechar en su beneficio las circunstancias
o con el objeto de colaborar o encubrir a quien lo adquirió ilícitamente, por
ser este un tercero adquirente de mala fe será también afectado por la extin-
ción de dominio.
Entonces, en el caso de los bienes adquiridos por enajenación o permuta,
es de vital importancia determinar si el tercero adquirente obró o no dolo-
samente o con culpa grave, pues de ser así es viable la extinción de domi-
nio. En caso contrario, es decir, si el tercero a quien se le traspasó un bien
adquirido directa o indirectamente de una actividad ilícita es de buena fe
debe protegérsele su derecho, bajo determinadas circunstancias, y no sería
viable la extinción de dominio.
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(9) Recordemos que el artículo 896 del Código Civil prescribe que la posesión es el ejercicio de hecho de
uno o más poderes inherentes a la propiedad, y el artículo 912 del mismo código establece la presunción
de que el poseedor es reputado propietario, mientras no se pruebe lo contrario, por lo que, cuando la
ley civil hace referencia a la adquisición de la posesión de un bien en la creencia de contar con un título
válido, sus disposiciones pueden ser extendidas al derecho de propiedad y otros derechos reales. Varsi
Rospigliosi (2019) señala que el poseedor es reputado propietario, mientras no se pruebe lo contrario.
La regla es que en la posesión vale el título. Es una presunción iuris tantum. La carga de la prueba recae
en quien no tiene la posesión, i. e., en el demandante o propietario. La regla es que todo poseedor sea
propietario y que todo propietario sea poseedor, pero ante ello surgen excepciones: el poseer sin ser
propietario. El llamado a ejercer la posesión es siempre el propietario, es el poseedor por excelencia. Esta
presunción se sustenta en la publicidad física que otorga la posesión, además que esta es la manifestación
externa del derecho de propiedad. Se toma de la realidad el hecho de que la calidad de poseedor recae
en el propietario; quien tiene el bien lo presume como titular (pp. 70-71).
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El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
hacer suyo el bien, pero el ordenamiento jurídico le otorga cierta protección; de esta
manera, el artículo 908 del CC señala que: “El poseedor de buena fe hace suyos los
frutos”, mientras que, cuando se trata de un poseedor ilegítimo de mala fe, los artículos
909 y 910 del CC le imponen al que obró de mala fe la obligación de responder por
la pérdida o detrimento del bien aun en caso fortuito o fuerza mayor, y la obligación
de entregar los frutos percibidos, y, sino existen, a pagar su valor estimado al tiempo
que los percibió o debió percibir.
Al respecto, Varsi Rospigliosi (2019) explica que, la posesión legítima deriva de
un acto jurídico válido (artículo 140): compraventa, usufructo, servidumbre, entre
otros, nace de un título válido o arreglado a ley, por tanto, siempre es de buena fe;
además, en la posesión legítima, la buena fe se presume. En cambio, la posesión ile-
gítima deriva de un hecho, donde se carece de derecho porque el acto es inválido,
ineficaz o contraviene la ley (artículos 219 al 220); es insuficiente, caduco o deriva
de un delito (robo, apropiación), de allí que, carece de un título, pero puede ser de
buena fe o de mala fe (p. 49)(10).
González Linares (2012) observa que la buena fe posesoria consiste en la con-
vicción que tiene el poseedor de la legitimidad basada en el justo título, iusta causa
possessionis, un título de propiedad o, en su caso, en un título posesorio como deri-
vación de un derecho subjetivo material (propiedad) (p. 196). Vieira (2008) plantea
que el poseedor de buena fe ignora que su posesión viola el derecho ajeno (buena fe
subjetiva psicológica), o desconoce sin culpa que su posesión lesiona el derecho de
ajenos (buena fe subjetiva ética) (p. 571).
De esta manera, la adquisición buena fe de derechos reales se sustenta en la con-
vicción de poseer con legítimo derecho, es de buena fe (creencia). Esta creencia en la
legitimidad de la posesión proviene de la ignorancia o error (hecho o derecho) sobre
la existencia, invalidez o ineficacia del título. La creencia e ignorancia son dos ver-
tientes de la buena fe, sin embargo, esa ignorancia o error deben resultar excusables;
así, la conducta del poseedor debe ser diligente para ser calificado como poseedor de
buena fe. Es el actuar consciente sobre el bien; el obrar sigue al ser (Varsi Rospigliosi,
2019, p. 50)(11). En ese marco, si bien esta buena fe por la ignorancia o el error en la
carencia de justo título no alcanza para que el poseedor ilegítimo de buena fe haga
(10) El justo título (iusta causa) es la causa eficiente de la posesión. Implica haber adquirido la posesión
mediante un acto jurídico válido y eficaz; de allí que esta posesión se vincule con la posesión de buena
fe: titulus iustus y bona fidei, y lleve a una usucapio corta u ordinaria. Los justos títulos son tantos
cuantos los medios para adquirir propiedad: i) pro donato: la posesión se recibe por donación; ii) pro
legato: se la recibe a título de legado; iii) pro emptore: el poseedor compra la cosa; iv) pro herede: se
adquiere la posesión por herencia; v) pro soluto: se la adquiere en dación en pago; y, vi) pro derelicto:
cuando se apodera de una cosa en calidad dueño. En la posesión sin justo título, el poseedor carece de
un título de adquisición, lo que normalmente lleva ínsita la mala fe y lleva a una praescriptio longi
temporis o extraordinaria Varsi Rospigliosi (2019, p. 68).
(11) En suma, la posesión ilegítima es de buena fe cuando el poseedor cree en su legitimidad, por ignorancia
o error de hecho o de derecho sobre el vicio que invalida su título (art. 906).
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suya la cosa, pero el ordenamiento jurídico le reconoce ciertos efectos jurídicos, por
ejemplo, como se ha dicho, se le permite hacer suyos los frutos(12).
Bajo esa perspectiva, la buena fe es considerada como la ignorancia de la lesión
que se ocasiona en un interés de otra persona que se halla tutelado por el Derecho,
casos en los cuales la conducta de la persona es antijurídica, pero honrada y justa,
teniendo en cuenta la situación subjetiva en la que su autor se encontraba. Aquí la
buena fe es considerada como una causa de exclusión de la culpabilidad en un acto
formalmente ilícito y por consiguiente como una causa de exoneración de la sanción
o por lo menos de atenuación de la misma. Esta acepción corresponde a lo que nor-
malmente denomina la doctrina como la buena fe subjetiva, que es la creencia que
tiene un sujeto que la conducta que ejerce o ejecuta es honrada, sin tacha, pues consi-
dera que la misma está ajustada al ordenamiento, es aquella que facilita u otorga una
legitimación o configura una titularidad con base en aquella conducta (valorando la
intención del sujeto, o su creencia o error) (Monsalve Caballero, 2008, p. 36). En sen-
tido similar, Moreno García (1993), reseñando la jurisprudencia del Tribunal Consti-
tucional español, explica que buena fe –en sentido subjetivo– sería la creencia en que
está una persona cuando considera que ejerce su derecho como es debido. En virtud
de la buena fe existente en el sujeto, la conducta que objetivamente es antijurídica
e irregular queda sin embargo protegida por el Derecho y es por tanto considerada
lícita, al haber sido realizada de buena fe, esto es, en la creencia basada en un error
excusable de que se ejercitaba el derecho correctamente. Refiere además este autor
que en la ley civil a este tipo de poseer de buena fe el ordenamiento jurídico lo protege
parcialmente, por ejemplo, puede hacer suyo los frutos percibidos mientras ejerza la
posesión bajo la creencia de que lo hace de buena fe (pp. 265-266).
En materia de extinción de dominio, Salazar Landínez (2019) apuntan que la buena
fe simple exige únicamente obrar de acuerdo a la moral y la ética de una sociedad,
mientras que la buena fe cualificada, que es la conocida como creadora de derechos,
exige no solo conciencia, sino la certeza de que se está obrando dentro del marco de
la moral, la ética y las buenas costumbres, siendo la que produce efectos superiores
en el Derecho (p. 51). La Corte Constitucional de Colombia, en la Sentencia C-740,
de 2003, ha señalado que:
La buena fe simple que equivale a obrar con lealtad, rectitud y honestidad,
es la que se exige normalmente a las personas en todas sus actuaciones. El
Código civil, al referirse a la adquisición de la propiedad, la define en el
artículo 768 como la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa
(12) Varsi Rospigliosi (2019) explica, además, que el poseedor de buena fe tiene derecho al valor de las
mejoras (artículo 917), asimismo, en los casos que el poseedor deba ser reembolsado de mejoras tiene
el derecho de retener (artículo 918), también, cuando se edifique de buena fe en un terreno ajeno, el
dueño del suelo puede optar entre hacer suyo lo edificado u obligar al invasor a que le pague el terreno.
En el primer caso, el dueño del suelo debe pagar el valor de la edificación, cuyo monto será el promedio
entre el costo y el valor actual de la obra. En el segundo caso, el invasor debe pagar el valor comercial
actual del terreno (artículo 941), entre otros efectos jurídicos favorables, que le otorga el ordenamiento
jurídico al poseedor de buena fe (p. 51).
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31
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“
jurídica al tráfico patrimonial y en par-
La privación de ticular al tráfico de bienes inmuebles en
dominio de bienes tal sentido si bien la publicidad regis-
instrumentalizados para tra garantiza la notoriedad de los actos
que se inscriben pues se admite la exis-
la comisión de delitos tencia de un interés general en torno a
puede extenderse incluso que las transferencias de inmuebles sean
al tercero propietario del conocibles por cualquier interesado a tal
bien que no intervino en el punto que el comprador pueda conocer
con exactitud y certeza que el vende-
delito, así lo ha precisado dor es efectivamente el dueño del bien
la Sala Penal Permanente que se propone adquirir y que además
de la Corte Suprema, en dicho bien esté libre de cargas o gravá-
la sentencia de Casación menes también lo es que la fe pública
”
registral protege al tercero que de buena
N° 953-2017-Puno. fe adquiere un derecho de una persona
que en el registro aparece con facultades
suficientes para disponer de él.
Sexto.- Que, en efecto, el principio de
fe pública registral que en esencia constituye la razón misma de ser de los
Registros Públicos protege a los terceros adquirentes quienes confiados en
la exactitud y certeza que brindan las inscripciones registrales en nuestro
medio realizan la adquisición de bienes inmuebles garantizando así que la
adquisición resulte válida y permanezca como tal aun cuando posterior-
mente se anule, rescinda o resuelva el título de su otorgante por virtud de
causas que no consten en los Registros Públicos no teniendo sin embargo
este principio de fe pública registral carácter absoluto no puede por tanto
ser de aplicación automática a todas las adquisiciones realizadas a perso-
nas que en el registro aparecen con facultades suficientes para disponer de
las mismas sino por el contrario como sostiene el profesor Puig Brutau, en
algunos casos la fe pública registral sufre excepciones que admite la ley por
consideraciones especiales así en la legislación nacional el segundo párrafo
del artículo 2014 del Código Civil ha previsto expresamente: “La buena fe
del tercero se presume mientras no se pruebe que conocía la inexactitud
del registro” por tanto queda claro que la Ley ha establecido que la presun-
ción de buena fe registral constituye un presunción iuris tantum ya que la
buena fe subsiste mientras las circunstancias que rodean a la celebración
del acto y su inscripción en los Registros Públicos hagan presumir que el
adquirente obró de buena fe desconociendo la inexactitud de los datos que
aparecen en el registro.
Bajo esa perspectiva, la Corte Suprema entiende que el principio contenido en
el artículo 2014 del CC concurren los siguientes elementos: i) que se trate de una
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El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
adquisición a título oneroso; ii) que el otorgante aparezca registralmente con capaci-
dad para disponer el derecho; iii) que el adquiriente haya inscrito su derecho; iv) que
en los asientos registrales ni de los títulos inscritos aparezcan las causas que anu-
len, rescindan o resuelvan el derecho del otorgante; y, v) que el tercero adquirente
haya actuado de buena fe al momento de la celebración del acto jurídico, así como al
momento de su inscripción.
Así, Díez-Picazo (1978) afirma que, para efectos registrales, la buena fe es la
creencia de que el titular registral es el dueño de la cosa u ostenta un poder de dis-
posición sobre la misma, suficiente para trasmitir el dominio o constituir un derecho
real e inversamente, la ignorancia de la existencia de real titularidad o de cualquier
otra circunstancia que pueda hacer ineficaz o limitar la titularidad que el Registro
pública. Además de creer lo que refleja el Registro, debe de adquirir a título oneroso,
es decir, en acto jurídico que implique prestaciones recíprocas (p. 379). Además,
Muñoz Ramírez y Vargas Mora (2017) explican que el tercero adquirente de buena
fe será aquel sujeto que ostenta algún derecho real o personal, el cual no tuvo parti-
cipación en actos o contratos previos y adquiere el bien de quien la titularidad y legi-
timación para trasmitir, según el Registro Público. De la anterior definición se des-
prende las siguientes características: i) debe ser extraño en la contratación previamente
inscrita; ii) debe ser parte en otra relación jurídica, la cual tiene que estar inscrita y
ser posterior a la relación jurídica previamente inscrita; y, iii) la relación jurídica del
tercero tiene que estar desafiada por otra inscrita. En suma, el tercero de buena fe lo
es quién no teniendo noción por sus antecedentes, de la situación jurídica extraregis-
tral, contrata con arreglo a los datos emanados del Registro. Ahora, esa convicción,
basada en la confianza inspirada por el asiento registral, precisa tenerla el tercero, en
el momento de la adquisición efectuada a través de la tradición del derecho real, a su
esfera de poder (pp. 178-179).
Ahora bien, la propia jurisprudencia en materia civil no se sustenta en el mero
formalismo del contenido del registro para asegurar la buena fe del tercero adqui-
rente non dominio, sino que en jurisprudencia constante las Salas Civiles de la Corte
Suprema han exigido un comportamiento prudente y diligente por parte de este ter-
cero adquirente. Como se sabe, el problema del tercero adquirente non dominio, se
base en la posibilidad de que un tercero adquiera la propiedad de bien de quien no
tiene título suficiente o simplemente carece de título para transferir la propiedad del
bien; esto es, el verdadero propietario no participa en el negocio jurídico.
Así, respecto a la exigencia de un mínimo deber de diligencia del tercero adqui-
rente, la Sala Civil Transitoria en su sentencia recaída en el Recurso de Casación
N° 3187-2013-Cajamarca, de fecha 22 de octubre de 2014, considerando décimo,
precisó que:
Debido a la importancia que supone la compraventa de un bien inmueble y
estando a los usos generalmente aceptados en este tipo de negocios, la dili-
gencia ordinaria mínima impone al comprador el deber de verificar el estado
actual del bien que adquiere y principalmente quién o quiénes detentan la
posesión del mismo, pues en aplicación de lo dispuesto en el artículo 912
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Juan Antonio Rosas Castañeda
(13) La Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema ya se había pronunciado en términos similares en la
Casación N° 3098-2011-Lima, al sostener que:
“Décimo tercero.- Que, en relación a la aplicación de la fe pública registral contenida en el artículo
2014 del Código Civil han quedado establecidos por las instancias de mérito los siguientes hechos:
a) Con fecha seis de abril del año dos mil la demandada Constructora Odeón Sociedad Anónima
ha otorgado la Escritura Pública de Compraventa del inmueble ubicado en la avenida Del Aire
números 559 - 561 del distrito de La Victoria a favor de los codemandados Héctor Alejandro Rega-
lado Villegas y cónyuge Carmen Yvonne Mejía de Regalado quienes han inscrito su derecho en la
Partida Electrónica número 43261185 de los Registros Públicos de Lima; b) a la fecha de la venta en
cuestión el inmueble ubicado en la avenida Del Aire números 559 - 561 del distrito de La Victoria se
encontraba en posesión de Rodrigo Enrique Ramírez López y Carmen Rosa Cruz Mori de Ramírez
en calidad de propietarios por haberlo adquirido de su anterior propietaria la Constructora Odeón
Sociedad Anónima; c) los demandados compradores Héctor Alejandro Regalado Villegas y cónyuge
Carmen Yvonne Mejía de Regalado no han actuado con la diligencia mínima exigible al comprador
de bienes inmuebles pues al momento de la venta no verificaron internamente las características
del inmueble ni el estado físico del mismo; d) a la fecha de la presunta adquisición los demandados
compradores tampoco han verificado quién o quienes detentaban la posesión del bien materia de
adquisición; y, e) el precio de venta fijado en trece mil dólares americanos es ínfimo y no resulta
proporcional al valor real del inmueble constituido por un Chalet de doscientos trece punto cuarenta
y ocho metros cuadrados construido en dos plantas.
Décimo cuarto.- Que, los hechos referidos en el considerando que antecede analizados en su conjunto
evidencian que los adquirentes Héctor Alejandro Regalado Villegas y cónyuge Carmen Yvonne
Mejía de Regalado conocían la inexactitud del registro o cuando menos estaban en condición
razonable de no desconocerla pues con un mínimo de diligencia tales compradores hubieran
podido constatar que el bien que pretendían adquirir estaba siendo poseído por terceros con
título de propietarios, por tanto queda claro que en el presente caso se ha desvirtuado la
buena fe de los adquirentes; máxime, si se tiene en cuenta que debido a la importancia económica
de los bienes inmuebles y los usos generalmente aceptados en este tipo de negocios la diligencia
ordinaria mínima impone al comprador el deber de verificar el estado actual del bien que adquiere
y principalmente quién o quiénes detentan la posesión del mismo pues en aplicación de lo que
dispone el artículo 912 del Código Civil al poseedor de un bien se le reputa propietario mientras no
se demuestre lo contrario”. (El resaltado es nuestro).
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Juan Antonio Rosas Castañeda
internamente las características del inmueble, así como el estado físico del mismo;
iii) verificar que todos los transferentes tienen la capacidad para transferir su dere-
cho; iv) el precio de venta fijado no puede ser ínfimo que no resulta proporcional al
valor real del inmueble, esto es, el precio subvaluado de venta; y, v) las relaciones
entre las partes, el vínculo de familiaridad entre las partes, la intervención del mismo
abogado en diversos procesos que involucren a las partes. Es así que, como advierte
Quispe Quesada (2019), la buena fe de comprador no dependerá únicamente de la
información registral, sino también de la conducta que este despliegue para revalidar
la creencia de que estaba contratando con el real dueño de la casa. Así, por ejemplo,
sin perjuicio de lo que diga el registro, también se analizaría si el comprador tuvo la
diligencia de verificar quien poseía el bien.
En suma, la propia jurisprudencia civil ha precisado que no basta la confianza
irrestricta en el contenido del registro, sino que la conducta diligente del tercero adqui-
rente non dominio para que se le repute de buena fe debe ir acompañado de verifi-
caciones adicionales. De la misma manera, para determinar la buena fe simple del
tercero adquirente, que no se encuentra protegida contra la extinción de dominio, se
puede recurrir a esos criterios establecidos por la jurisprudencia civil.
Bajo la misma perspectiva, el Tribunal Constitucional, en su sentencia en el
Expediente N° 018-2015-PI/TC, de fecha 8 de julio de 2020, determinó que, para la
configuración de la buena fe del tercero se debe haber desplegado una conducta
diligente y prudente, según los fundamentos de esta sentencia, desde la celebración
del acto jurídico hasta la inscripción del mismo, además de haber dado pleno cum-
plimiento a todos los requisitos establecidos en el artículo 2014 del CC, modificado
por la Ley N° 30313.
52. (…) este Tribunal considera que una interpretación armónica del dere-
cho de propiedad y del principio de seguridad jurídica conlleva a sostener
que en los casos en los que fehacientemente el propietario haya sido víctima
de falsificación de documentos y/o suplantación de identidad, para la con-
figuración de la buena fe del tercero, será indispensable haber desple-
gado una conducta diligente y prudente desde la celebración del acto
jurídico hasta la inscripción del mismo, además de la observancia, claro
está, de los propios requisitos exigidos por el artículo 2014 del Código Civil,
en los términos en los que ha sido modificado por la Ley Nº 30313, como
por ejemplo, la escrupulosa revisión de los asientos registrales y de los
títulos archivados.
(…)
54. De esta forma, únicamente podrá considerarse configurada la buena fe
del tercero, en estos supuestos, cuando la apariencia de titularidad sea
tal que, razonablemente, no sea posible para el común de las personas
identificar la inexactitud del registro por causa de falsificación de docu-
mentos y suplantación de identidad.
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Juan Antonio Rosas Castañeda
se ha fijado en un tercio del valor del mercado, ya que el propietario Pablo esta por
viajar al extranjero. Ricardo verifica que efectivamente Pablo es el titular registral del
inmueble y que no existen anotados en el registro cuestionamiento al título de Pablo.
Ricardo consigue un préstamo personal en una entidad bancaria y concierta la com-
pra del inmueble con Pablo, para lo cual se reúnen en la notaría de Luis, suscribiendo
la escritura pública y dándose cancelado el precio del bien mediante la constancia de
transferencia interbancaria. Ricardo logra inscribir su derecho en Registros Públicos,
sin embargo, no puede entrar en posesión del inmueble por cuanto se dispone una
medida cautelar de incautación del inmueble en un proceso de extinción de dominio.
En ese contexto, el fiscal de extinción de dominio sostiene que Pablo fungía de tes-
taferro de Alejandro, cabecilla de una banda de extorsionadores, actualmente pur-
gando condena en un penal de la ciudad, y que Pablo agricultor de un predio rural
de propiedad de José (hermano de Alejandro) adquirió el inmueble con dinero pro-
porcionado por José; asimismo, el representante del Ministerio Público sostiene que
el bien adquirido por Pablo siempre se mantuvo en posesión de Ana, esposa de Ale-
jandro, hasta la ejecución de la medida cautelar de incautación, ante lo cual, Ricardo
manifiesta que jamás se apersonó al inmueble ni verificó la condición del mismo, por
cuanto lo pensaba transferir una vez inscrito su derecho de propiedad en Registros
Públicos. Finalmente, refiere la Fiscalía que el abogado de Alejandro en el proceso
penal que afrontó por el delito de extorsión, es el mismo que representó a Ricardo en
la suscripción del contrato de compraventa del bien materia de litis.
Analizando los hechos descritos, ¿Ricardo actuó de buena fe? De ser así, ¿qué
tipo de buena fe presenta? ¿Esa buena fe es suficiente para evitar la extinción de domi-
nio del bien cuestionado? Conforme a lo narrado, Ricardo sustentó su adquisición en
el contenido del registro, verificó previamente que Pablo era el titular registral del
bien, y que no existían anotados cuestionamientos a esa titularidad. Sin embargo, se
advierte de los hechos que el bien adquirido por Ricardo tenía un origen ilícito, por
cuanto Pablo adquirió el bien del anterior titular con dinero proporcionado por José,
hermano de Alejandro, vinculado con el delito de extorsión. Además, Pablo no con-
taba con recursos para solventar la adquisición y trabajaba en el predio de propiedad
de José. Siendo así, Ricardo adquirió un bien de origen ilícito. Se advierte además
que Ricardo no fue lo suficientemente diligente en el negocio jurídico pues no veri-
ficó el estado actual del bien que adquiere y principalmente quién o quiénes detentan
la posesión del mismo; en este caso, no verificó que el predio nunca fue poseído por
Pablo y que más bien era ocupado por Ana, esposa de Alejandro, líder de una banda
de extorsionadores. Ricardo tampoco verificó el estado del bien, nunca lo visitó, ade-
más, el precio de venta del bien se encontraba subvaluado, no resultaba proporcional
al valor real del inmueble. Otra circunstancia que hace decaer la buena fe de Ricardo,
es que el abogado que lo representó en la compraventa del predio cuestionado, es el
mismo que patrocino a Alejandro en su proceso por extorsión.
En ese contexto, si bien Ricardo adquirió el bien con dinero lícito, no fue diligente
al verificar la apariencia del derecho de Pablo, su transferente, sustentándose única-
mente en el contenido del registro y no verificar la situación fáctica actual del bien,
ni indagado sobre los actuales poseedores del mismo y el título por el cual poseían;
38
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“
era ocupado por personas vinculadas a
actividades delictivas; además, aparecen La buena fe registral
indicios que hacen decaer su actuación de regulada en el Código Civil
buena fe, como el precio de venta subva- asegura que el sujeto se
luado y la intervención del abogado en
varios procesos que involucran a las par- comporte diligentemente
tes; por lo que una persona diligente no en la constatación del
hubiera incurrido en el mismo error, con- contenido del registro
forme se establece en el artículo 66, inciso público sobre la titularidad
1 del Reglamento del Decreto Legislativo
N° 1373, Decreto Supremo N° 007-2019/ de los bienes adquiridos,
JUS, que prescribe: constituye un indicio de
Tercero de buena fe es aquella buena fe cualificada u
persona, natural o jurídica, que objetiva, pero no resulta
no solo acredita haber obrado
con lealtad y probidad, sino que
también ha desarrollado diligen-
cia y prudente, debiendo reunir
suficiente.
”
los siguientes requisitos: 66.1.
La apariencia del derecho debe ser tal que todas las personas al inspeccio-
narlo incurrieran en el mismo error.
En suma, la buena fe registral, regulada en el Código Civil asegura que el sujeto
que se comporta diligentemente en la constatación del contenido del registro público
sobre la titularidad de los bienes adquiridos constituye un indicio de buena fe cuali-
ficada u objetiva, pero no resulta suficiente. El conocimiento del contenido del regis-
tro no es garantía suficiente del origen lícito del titular que figura en el mismo, como
hemos venido explicando a lo largo de este trabajo, la adquisición de los bienes de
origen ilícito puede hacerse por medios fraudulentos o al margen de la ley, el tercero
adquirente debe realizar otros actos concretos de verificación del origen de los bie-
nes para reclamar su condición de tercero de buena fe, pero de buena fe cualificada,
actuar diligente y prudente que otro sujeto medio podría haber seguido. En esa pers-
pectiva, la buena fe registral debe ir acompañada de otros indicios, como la capaci-
dad económica justificada del agente para adquirir la propiedad del bien, el precio
del bien responde al valor medio del mercado, que efectivamente se produjo el pago
del precio a través de los medios de pago válidos, cumpliendo, por ejemplo, las reglas
administrativas de bancarización de ciertas operaciones mercantiles, para evitar el
manejo de grandes cantidades de dinero en efectivo.
Así, el estudio del entorno de los participantes del acto jurídico y de su patrimo-
nio resultan indispensables para determinar la verdadera conducta de los mismos, así
como la corrección del acto jurídico con el ordenamiento leal y las prácticas comer-
ciales comunes. Por ello, la legislación exige no solo una buena fe simple, sustentada
en la sola creencia de que se está obrando con lealtad, rectitud y honestidad, sino que
39
Juan Antonio Rosas Castañeda
además se exige una buena fe cualificada, sustentada en datos objetivos, que acrediten
un comportamiento diligente por parte del tercero adquirente, conforme se hubiese
comportado un ciudadano medio.
40
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
41
Juan Antonio Rosas Castañeda
42
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
43
Juan Antonio Rosas Castañeda
(15) Si se acredita que el tercero adquirente fue imprudente o no actuó con diligencia debida, omitiendo
realizar actos verificativos que lo hubieran podido salir de la ignorancia o error sobre el origen del bien
que estaba adquiriendo, nos encontraríamos ante la denominada buena fe simple, que no alcanza para
liberar el bien de la extinción de dominio.
44
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
ello no perjudicará los derechos de terceros de buena fe, es decir, aquellos con des-
conocimiento y ausencia de negligencia en orden a las circunstancias de la transmi-
sión (p. 106).
En la misma línea, Cuero Solís (2017) haciendo referencia al artículo 127 qua-
ter del Código Penal español refiere que, el decomiso también puede recaer sobre los
bienes cuya propiedad es distinta a la de quien ha participado en la infracción penal;
además, puede alcanzar a terceros en los supuestos en que la ley considera que la
adquisición no debe ser protegida, teniendo en cuenta que esto último ocurre en los
siguientes supuestos: i) que los bienes pertenezcan a un tercero; ii) que su adquisición
hubiera sido de buena fe; iii) que la adquisición se haya realizado legalmente; y, iv)
que el titular de los bienes no sea responsable del delito. Se considera que la adqui-
sición del bien por parte del tercero ha sido de mala fe, conforme a lo dispuesto en
el precepto antes citado, cuando: i) en el caso de efectos y ganancias, no exista duda
sobre su origen ilícito, teniendo el adquiriente el deber legal de sospechar conforme a
las circunstancias, de su condición; y, ii) tratándose de otros bienes, la adquisición se
realiza con el propósito de evitar su decomiso o, una persona diligente habría tenido
motivos para sospechar que así ocurría. A renglón seguido, señala que serán objeto
de la medida aquellos bienes transferidos a título gratuito o por un precio vil (p. 147).
En esa línea, la Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-740/03, deter-
mina los siguientes elementos para satisfacer la buena fe:
a) Que el derecho o situación jurídica aparente tenga en su aspecto exterior
todas las condiciones de existencia real, de manera que cualquier persona
prudente o diligente no pueda descubrir la verdadera situación. La aparien-
cia de los derechos no hace referencia a la creencia subjetiva de una per-
sona, sino a la objetiva o colectiva de las gentes (...) b) Que la adquisición
del derecho se verifique normalmente dentro de las condiciones exigidas por
la ley; y c) Finalmente, se exige la concurrencia de la buena fe en el adqui-
rente, es decir, la creencia sincera y leal de adquirir el derecho de quien es
legítimo dueño.
Muñoz Ramírez y Vargas Mora (2017) plantean los siguientes criterios para deter-
minar la actuación del tercero de buena fe exento de culpa: i) interés legítimo; ii) des-
conocía el uso ilegal (sin tener negligencia) o teniendo conocimiento, no lo aceptó de
forma voluntaria; iii) Su adquisición no se hizo para evitar un proceso de extinción
de dominio; iv) impidió razonablemente su uso ilegal; v) con la debida diligencia el
titular de un derecho real otorgó crédito o instrumentos financieros o bursátiles, no
teniendo negligencia, imprudencia o impericia; vi) desconocía el uso ilegal (sin tener
negligencia) del activo de la sociedad o estructura jurídica (acciones, cuotas o dere-
chos que constituyan total o parcialmente del capital) o teniendo conocimiento, no lo
aceptó de forma voluntaria (p. 285)
Conociendo los criterios planteados por la legislación y la doctrina, revisemos
el siguiente caso hipotético, a efectos de evaluar si el tercero adquirente se comportó
con buena fe cualificada o exenta de culpa. Andrés le compra un departamento a
45
Juan Antonio Rosas Castañeda
“
droga. Se sabe que Andrés está siendo
Los derechos de procesado por tráfico ilícito de drogas
propiedad u otro derecho sin que hasta la fecha exista sentencia
real del tercero de buena condenatoria firme, hecho que ha sido
difundido en los medios de comunica-
fe no pueden verse ción. Andrés logra inscribir su derecho
afectados por la extinción en Registros Públicos. Un año después,
de dominio, es decir, un Andrés celebra un acto jurídico con
adquirente de bienes de Jaime para transferir la propiedad del
referido departamento, Jaime es taxista
origen ilícito que actúa de y cuñado de Andrés, inscribiéndose en
buena fe y con prudencia Registros Públicos el derecho de pro-
debida no podrá ser piedad de Jaime, quien alquila el depar-
afectado por el principio tamento a Inés, esta última ocupa el
inmueble y paga regularmente el alqui-
de nulidad absoluta que ler. Tiempo después Jaime recurre a una
invalide el acto jurídico empresa inmobiliaria para que se encar-
celebrado y determine la guen de vender el departamento. La
extinción de dominio del empresa inmobiliaria publicita la venta
”
del departamento, fijando el precio de
bien. venta según el valor del mercado. Raúl
se entera de la venta del departamento
y le parece razonable el precio de venta,
para lo cual acude a Registros Púbicos
verificando que el titular del bien es Jaime y que no existen anotaciones que cuestio-
nen su derecho, asimismo, en coordinación de la inmobiliaria acude al departamento
verificando el estado del bien y que Inés lo ocupa como producto de un contrato de
alquiler que se encuentra vigente. Raúl consigue un préstamo a una entidad bancaria
y pago el valor del precio del bien mediante una transferencia bancaria, celebrándose
el contrato de compraventa, elevándose a escritura pública e inscribiéndose el dere-
cho de Raúl en Registros Públicos, tras lo cual, Raúl toma posesión del departamento.
En el caso planteado, si bien se advierte el origen ilícito del departamento, ya
que Jaime actuaba como testaferro de Andrés, las circunstancias de la adquisición por
parte de Raúl y su comportamiento diligente, satisfacen los criterios contenidos en el
artículo 66 del Reglamento del Decreto Legislativo N° 1373, Decreto Supremo N° 0007-
2019/JUS, afirmándose su condición de tercero adquirente de buena fe cualificada.
Así, se tiene que Raúl verificó el contenido del registro, la verdadera situación
del predio, quien lo ocupaba y su calidad de poseedor, así como constató que el pre-
dio estaba siendo ocupado por Inés y que la posesión de esta era a título de inquilina,
asegurándose de la titularidad de Jaime y de la ausencia de cuestionamientos; por lo
tanto, la adquisición se dio en cumplimiento de las leyes, los reglamentos y las prác-
ticas comerciales. El contrato de compraventa se realizó con todas las formalidades
exigidas para asegurar la transferencia de la propiedad a favor de Raúl, el precio de
46
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
venta se fijó conforme al valor del mercado y el pago se hizo respetando la bancari-
zación de este tipo de transacciones. En suma, Raúl se comportó diligentemente y a
pesar de todas sus acciones de verificación no le fue posible conocer el origen ilícito
del bien, que en realidad era de titularidad de Andrés, siendo que cualquier ciuda-
dano igual de diligente hubiere incurrido en el mismo error. Raúl sustentó su accionar
en la apariencia del Derecho, respetando los requisitos legales, reglamentarios y los
usos comerciales en el acto jurídico. Asimismo, se advierte que la celebración del acto
jurídico no tuvo por objeto darle apariencia de legalidad para encubrir su verdadera
naturaleza del bien o su origen ilícito, no pretendió ocultar o encubrir al verdadero
titular del derecho, ni mediaron en la celebración del acto jurídico declaraciones fal-
sas o acciones fraudulentas para encubrir el origen, procedencia, destino o naturaleza
ilícita de los bienes. Por lo que se puede afirmar la condición de tercero adquirente
de buena fe de Raúl, no siendo posible aplicar la extinción de dominio en este caso.
En conclusión, siguiendo a Salazar Landínez (2019), los elementos de la buena
fe exenta de culpa suponen: i) que el derecho o situación jurídica tenga en su aspecto
exterior todas las condiciones de existencia real; ii) que cualquier persona prudente
o diligente no pueda descubrir la verdadera situación de ilegalidad; iii) la apariencia
de los derechos no hace referencia a la creencia subjetiva de una persona, sino a la
objetiva o colectiva de las gentes; de ahí que los romanos dijeran que la apariencia de
derecho debía estar constituida de tal manera que las personas al examinarlo come-
tieran el mismo error y creyeran que realmente existía el derecho, sin existir (este es
el error communis, error común a muchos) (p. 57). Sobre el error communis, el Tribu-
nal Constitucional ha precisado que se configura la buena fe del tercero (…) cuando
la apariencia de titularidad sea tal que, razonablemente, no sea posible para el
común de las personas identificar la inexactitud del registro(16).
(16) Sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Expediente N° 018-2015-PI/TC, de fecha 8 de julio
de 2020, fundamento jurídico 54, Caso del tercero de buena fe.
47
Juan Antonio Rosas Castañeda
los mismos. Así, si una casa fue alquilada por su propietario, la celebración del acto
jurídico tendría que haber respetado las leyes y los reglamentos para su validez, que
no permita inferir que desde un primer momento el propósito del acto jurídico era
destinar el bien a fines ilícitos; asimismo, el propietario tendría que ejercer su deber
de vigilancia sobre el bien dentro de las prácticas comunes de la actividad económica
a la que usualmente se destina el bien.
En ese marco, Salazar Landínez (2019) plantea el siguiente ejemplo: un sujeto
pretende demostrar que desconocía totalmente que su vehículo había sido utilizado
para perpetrar actividades ilícitas, por haber sido hurtado con anterioridad al hecho
que involucra al bien en la investigación de extinción de dominio. Por lo menos este
sujeto debe acreditar ante los jueces que oportunamente colocó una denuncia ante las
autoridades competentes, y que realmente desconocía en qué actividades era utilizado
su bien, es esta forma en que se debe acudir ante el juez de extinción de dominio y
acreditar esa buena fe exenta de culpa, caso en el cual se le protegerá su derecho y
el bien no será objeto de la extinción de dominio a favor del Estado, es decir, debe
obrarse con diligencia y prudencia (p. 52).
El artículo 3, inciso 8 del artículo III del Título Preliminar del Decreto Legis-
lativo N° 1373 establece qué son los instrumentos de actividades delictivas: “Bie-
nes que constituyen instrumento de actividades ilícitas: todos aquellos que fueron,
son o serán utilizados como medios, de cualquier forma, en su totalidad o en parte,
para la comisión de actividades ilícitas”. En términos similares, el Acuerdo Plenario
N° 5-2010/CJ-116 señala lo siguiente: los instrumentos del delito instumenta scaelaris,
son los bienes que, puestos con relación de medio a fin con la infracción, han servido
para su ejecución, tales como el vehículo utilizado para el transporte de la mercan-
cía, los útiles para el robo, el arma empleada, maquinarias del falsificador, etcétera.
Esto supone entonces que constituyen instrumentos del delito los medios u objetos
con los cuales se cometió o intentó cometerlo, sea que el delito se haya consumado o
haya quedado en grado de tentativa. Como refiere Gracia Martín, Boldova Pasamar
y Alastuey Dobón (1998):
[s]on instrumentos (instrumenta scaeleris) los objetos que, puestos en rela-
ción de medio a fin con la infracción, hayan servido para su ejecución, como
por ejemplo las armas con las que se haya ejecutado la muerte o lesiones
corporales, los útiles que se hayan empleado para la comisión del robo o los
medios de los que se haya valido el falsificador. (p. 379)
De otro lado, cabe anotar que el fundamento jurídico del comiso de los instru-
mentos del delito no es, como en algún momento se entendió, la culpabilidad o la
peligrosidad criminal, sino la peligrosidad objetiva de los instrumentos (la que, sin
embargo, en algunos casos deberá de vincularse con ciertos criterios subjetivos res-
pecto a la conducta, intención o voluntad del agente), es decir, la posibilidad de que
puedan ser utilizados en el futuro por el mismo agente o por terceros para cometer
nuevos delitos. El medio o instrumento puede pertenecer al propio agente del delito
o a terceros, pues en ambos casos estará presente la peligrosidad (Gálvez Villegas y
Delgado Tovar, 2013, p. 156). En suma, lo que justifica el decomiso de un instrumento
48
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
(17) “Son instrumentos del delito (instrumenta sceleris) aquellos objetos que intencionalmente han sido
utilizados para consumar o intentar el delito” (Fontán Balestra, 1995, p. 165.
49
Juan Antonio Rosas Castañeda
(18) Sala Penal Permanente de la Corte Suprema, Casación N° 953-2017-Puno, de fecha 2 de julio de 2018,
considerando séptimo.
50
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
es la peligrosidad objetiva del bien –su uso para la comisión de nuevos delitos
similares–, y la finalidad de la medida es la eliminación de tal peligrosidad(19).
Teniendo en cuenta ello, la Corte Suprema analizó que para dictar el decomiso
de un bien utilizado como instrumento del delito no hace falta condenar al propietario
del mismo, sino que se debe verificar la debida diligencia en el accionar del titular del
bien que otorgue garantías de que el bien no será utilizado en la comisión de nuevos
delitos, cuando el sujeto no sea capaz de cumplir con su deber de vigilancia sobre la
cosa, no habiendo sido una persona diligente al permitir, por negligencia grave, que
el bien sea destinado a la comisión del delito.
El supuesto de hecho del artículo 102 del Código Penal no es penal, el hecho
solo se realizó en un contexto global en que también se ha perpetrado un
hecho punible y se muestra conexo a este y, por esto, accesorio del mismo,
del delito, pero no de la pena. No hace falta, pues, una condena al titular del
camión. Solo basta que el bien se utilice para la comisión delictiva –como
en efecto se hizo– y que el titular, aun cuando no sea responsable criminal
y lo adquirió lícitamente, no sea capaz de garantizar el cumplimiento de
su deber de vigilancia de la cosa, a fin de evitar su utilización en el futuro
para la comisión de nuevos hechos delictivos –no fue una persona diligente–
[véase: San Martín Castro, César: Delito & Proceso Penal, Jurista Editores,
Lima, 2017, pp. 171- 179].
Decimocuarto. Que, en el presente caso, existe el vínculo entre el camión y
los encausados antes citados, y es claro que ellos y los demás reos ausentes
actuaron en un contexto delictivo: transporte de IQF destinados a la elabo-
ración de droga. En todo caso, ni siquiera fueron diligentes para evitar la
utilización delictiva del camión; ellos no dan garantía de un uso legal del
camión. El comiso pues se impone(20).
Con la cual, la Corte Suprema interpreta la regla de que en el caso de los ins-
trumentos del delito el decomiso se impone cuando el propietario del bien no ha sido
diligente para evitar que el mismo sea destinado a la comisión del delito, y como tal,
no otorga garantías de cumplimiento de vigilancia de la cosa para evitar del bien sea
utilizado en la comisión de nuevos delitos. Entonces, ya no basta que el propietario de
un bien no conociera que el bien estaba siendo destinado a la comisión de un delito, sino
que se exige que despliegue un actuar diligente para evitar esta destinación ilícita. Lo
que guarda concordancia con lo regulado por el artículo 2, inciso 4 del artículo II del
Decreto Legislativo N° 1373, que prescribe que se garantiza el derecho de propiedad
del tercero de buena fe, y con el artículo 66 del Reglamento del Decreto Legislativo
sobre Extinción de Dominio, que prescribe: “Tercero de buena fe es aquella persona,
(19) Sala Penal Permanente de la Corte Suprema, Recurso de Nulidad N° 895-2018-Lima Sur, de fecha 23
de enero de 2019, considerando décimo tercero.
(20) Sala Penal Permanente de la Corte Suprema, Recurso de Nulidad N° 895-2018-Lima Sur, de fecha 23
de enero de 2019, considerandos décimo tercero y décimo cuarto.
51
Juan Antonio Rosas Castañeda
natural o jurídica, que no solo acredita haber obrado con lealtad y probidad, sino que
también ha desarrollado un comportamiento diligente y prudente (…)”. En suma, para
analizar si el propietario o titular de algún derecho real de un bien –instrumento del
delito– ostenta la condición de tercero de buena fe, debe evaluarse su debida diligen-
cia y prudencia para garantizar el cumplimiento de sus deberes de vigilancia sobre
la cosa e impedir que sea utilizado en la comisión del delito, y si derivado de este
comportamiento, ofrece garantías para evitar que en el futuro ese bien sea destinado
a fines incompatibles con el ordenamiento jurídico.
Un caso práctico resuelto en un proceso de extinción de dominio por el Juzgado
Transitorio Especializado en Extinción de Dominio del Callao, de fecha 7 de febrero
de 2020, se refiere a la instrumentalización de un camión de transporte interprovin-
cial de carga, para la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas en la modalidad
de tráfico de insumos químicos, cuyo poseedor fue sobreseído en el proceso penal
por este delito. En ese marco, los hechos dados por probados fueron los siguientes:
[C]on fecha el día 12 de diciembre de 2017, aproximadamente a las 21.05
horas en el distrito de Ancón, específicamente en el puesto de control de
Ancón, ubicado en el Km 42 de la Panamericana Norte, personal de la PNP-
Dirandro intervino el camión de placa de rodaje AHZ935 marca ISUZU,
modelo FRR90SL-MAPES, color blanco, conducido por René Quispe Hua-
mán René Quispe Huamán René Quispe Huamán, procediéndose a solici-
tarle sus documentos personales y del vehículo así como también de la carga
transportada a lo que el señor mostro la factura N° 001-000461 de vidrios y
aluminios SHOES TITANIK SAC, de fecha 12 de diciembre de 2017, mani-
festando en ese momento que no contaba con el DNI ni con licencia de con-
ducir y al efectuarse el registro del vehículo se constató que en la carrocería
del camión tipo furgón, había 12 cajas de madera cuadradas y rectangulares
conteniendo láminas de vidrio rectangulares observándose debajo de estas
galoneras de plástico color blanco sin rotulo, con tapa rosca de color rojo los
cuales se encontraban acondicionado subrepticiamente con láminas de alu-
minio color plateado y tecno por blanco, asimismo al apertura otra caja de
madera se pudo observar la existencia de 06 bidones de plástico con el rotulo
corrosivo, los cuales contenían características similares al insumo químico,
ácido sulfúrico y acetona, continuando con las diligencias, ya en presencia
del abogado defensor del señor Quispe se procedió a realizar la apertura del
total de las cajas y el conteo de los bidones y galoneras encontrándose 17
bidones de plástico conteniendo una sustancia líquida y tensa y turbia y 803
galoneras conteniendo sustancia liquida transparente aromático, los cuales
al ser sometidas a un análisis químico con un perito se determinó que se
trataba de insumos químicos controlados y fiscalizados, ácido sulfúrico y
acetona en las siguientes cantidades, respecto al ácido sulfúrico se trataba
de 17 bidones de material sintético color blanco que arrojo un peso bruto
de 1053 kilos con 50 gramos y la otra sustancia que era de 83 galoneras de
material sintético también de color blanco, dio como resultado que se trataba
de acetona, la cual tenía un peso bruto de 2681 kilos y se verifico además
52
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
“
con ninguna documentación que
acredite o sustente la proceden- La conducta prudente
cia legal y el destino final de y diligente se acredita con
estas sustancias químicas de la una serie de indicios que
acetona y del ácido sulfúrico,
estos son los hechos que se le se relaciona a la corrección
imputan al señor René Quispe. en la celebración del acto
Además, se advierte que según jurídico, por ejemplo, que
el Acta de Registro Prelimi- se haya tratado de una
nar de carrocería de vehículo
lacrado de las puertas, las guías adquisición onerosa, que el
de remisión que presento el tercero efectivamente tenga
señor Quispe al momento de capacidad económica para
”
su intervención indicaba que adquirir el bien.
el remitente de la carga era la
empresa HOSE TITANIK SAC,
donde la hacerse la respectiva
verificación domiciliaria de esta
empresa se pudo determinar que la misma se encontraba dedicada a la fabri-
cación de calzado, asimismo la Factura N° 001-0461 de la empresa TITA-
NIK SAC donde se consigna vidriería santa victoria Lambayeque –Chiclayo,
guía de remisión de 86 cristal bronce, 08 milímetros china, sin embargo esta
factura es falsa, toda vez que conforme el Ministerio Público la empresa
SHOES TITANIK SAC se dedica a la fabricación de calzado. En este docu-
mento judicial, también se consigna la declaración testimonial de Joel Sierra
Falcón, quién fue la persona que instalo el GPS del vehículo, toda vez que
este vehículo contaba con GPS y fue manipulado por lo cual se perdió la
señal del vehículo y el dueño no pudo verificar donde estaba su vehículo(21).
La cuestión a debatir entonces, era si la empresa poseedora legítima del vehículo,
empresa de Transportes Hermanos Oblitas S.A.C., desplegó una conducta diligente y
prudente al ceder el uso del vehículo a uno de sus empleados, quien finalmente instru-
mentalizó el bien para fines ilícitos. Es así que el juzgado razonó de la siguiente manera:
[A]nalizando el comportamiento del representante legal de la Empresa
Transportes Hermanos Oblitas S.A.C., en el negocio jurídico de entrega del
vehículo objeto de demanda al chofer René Quispe Huamán, se advierte que
no se condujo con la diligencia debida y prudencia necesario para ser reco-
nocido como tercero de buena fe, a quien se le deba garantizar su derecho de
propiedad, ya que con su comportamiento negligente facilitó la instrumen-
tación del vehículo para la comisión del delito de tráfico ilícito de insumos
(21) Juzgado Transitorio Especializado en Extinción de Dominio Del Callao, Expediente N° 00014-2019-
0-0701-JR-ED-01, de fecha 7 de febrero de 2020, considerando 4.4.1.
53
Juan Antonio Rosas Castañeda
(22) Juzgado Transitorio Especializado en Extinción de Dominio del Callao, Expediente N° 00014-2019-0-
0701-JR-ED-01, de fecha 7 de febrero de 2020, considerando 4.4.17.
54
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
delinquir –posible uso del instrumento para la comisión de nuevos delitos similares–;
y, como finalidad, la eliminación de dicha peligrosidad, por ello, se puede extender y
afectar a terceros titulares de los bienes que no participaron en el delito. Sin embargo,
para disponer la privación de dominio de un bien a favor del Estado, de titularidad
de terceros, se debe verificar si este tercero puede ser considerado o no como un ter-
cero de buena fe a quien se le debe respetar sus derechos reales. En esa medida, para
analizar si el propietario o titular de algún derecho real de un bien –instrumento del
delito– ostenta la condición de tercero de buena fe, debe evaluarse su debida diligen-
cia y prudencia para garantizar el cumplimiento de sus deberes de vigilancia sobre
la cosa para evitar que sea utilizado en la comisión del delito, y si derivado de este
comportamiento, ofrece garantías para evitar que en el futuro ese bien sea destinado
a fines incompatibles con el ordenamiento jurídico.
IX. CONCLUSIONES
§ Los derechos de propiedad u otro derecho real del tercero de buena fe no
pueden verse afectados por la extinción de dominio, esto quiere decir que un
adquirente de bienes de origen ilícito que actúa de buena fe y con prudencia
debida no podrá ser afectado por el principio de nulidad absoluta que inva-
lide el acto jurídico celebrado y determine la extinción de dominio del bien,
pero se deberá tratar de un verdadero adquirente y no de un testaferro que
presta su nombre para realizar un acto jurídico fraudulento y evitar que las
autoridades incauten, decomisen o extingan el dominio de bienes de origen
ilícito, esto es, que dolosamente preste su nombre para ocultar la identidad
del verdadero titular de los bienes. De la misma manera, el propietario cuyo
bien ha sido destinado a actividades ilícitas por otro sujeto, pero que se con-
dujo conforme a los criterios de buena fe y prudencia debida tampoco podrá
ser afectado por la extinción de dominio del bien, a pesar de que el mismo
fue instrumentalizado para la comisión de actividades ilícitas. En suma, el
principio de buena fe se constituye en un límite del principio de nulidad ad
initio y de la extinción de dominio.
§ En la doctrina civil se distingue entre buena fe simple (que también se conoce
como la dimensión subjetiva de la buena fe) y la buena fe cualificada (que se
relaciona con la dimensión objetiva de la buena fe). En esa medida, el legis-
lador peruano ha establecido que no basta que el tercero adquirente obre con
buena fe simple, esto es, con la creencia de que se está obrando con lealtad,
rectitud y honestidad, sino que su conducta sea diligente y prudente en el
acto jurídico de adquisición de los bienes de origen ilícito, en específico,
que el tercero por ignorancia o error excusable haya procedido a adquirir un
bien de origen ilícito. La conducta prudente y diligente se acredita con una
serie de indicios, que se relación a la corrección en la celebración del acto
jurídico, por ejemplo, que se haya tratado de una adquisición onerosa, que
el tercero efectivamente tenga capacidad económica para adquirir el bien,
que se pacte el precio del bien conforme a los estándares del mercado, que
55
Juan Antonio Rosas Castañeda
efectivamente se haya realizado el pago del precio pactado por el bien, res-
petando los mecanismos de pago autorizados, en especial, las disposiciones
administrativas sobre bancarización de ciertas operaciones para evitar el
manejo de grandes cantidades de dinero en efectivo, que no existan indicios
de que el titular del bien (vendedor o transferente) se encuentre involucrado
con actividades delictivas o con personas involucradas en actividades delic-
tivas. En suma, no solo basta invocar la buena fe simple en la adquisición
de los bienes de origen ilícito, esto es, que se realizaba el acto jurídico en
la creencia de la corrección del mismo y la ignorancia o error sobre el vicio
de nulidad del mismo, o ampararse en formalismo como el contenido de
los Registros Públicos, sino que este actuar de buena fe debe ser objetivo,
acompañado de conductas diligentes y prudentes concretas, a pesar de las
cuales cualquier ciudadano medio podría haber incurrido en el mismo error.
§ En materia de extinción de dominio se deben distinguir las diferentes cla-
ses de terceros adquirentes de bienes de origen ilícito; así, se tiene al tercero
adquirente de mala fe, quien dolosamente, conociendo el origen ilícito de los
bienes, se presta para participar en el negocio jurídico y ocultar al verdadero
titular de los bienes objeto de compra o permuta (esta es la figura del tes-
taferro); asimismo, se tiene al tercero adquirente que obra con culpa grave
(culpa inexcusable) que no sabía del origen ilícito de los bienes, que actúa
en error o ignorancia sobre ese origen ilícito, pero esa buena fe se sustenta
únicamente en la creencia de obra correctamente, o sustentada únicamente
en cuestiones formales, como el contenido de los Registros Públicos, y no
va acompañada de datos objetivos que la respalden, esa es la denominada
buena fe simple, que no alcanza para liberar al bien de la extinción de domi-
nio, en estos supuestos el tercero no actúa con la debida diligencia o pruden-
cia en el negocio jurídico; y, está el tercero adquirente, que obra con culpa
excusable, esto es, que a pesar de obrar con debida diligencia y prudencia
le resulto inevitable incurrir en error o ignorancia sobre el origen ilícito de
los bienes, siendo que cualquier ciudadano medio, igual de prudente y dili-
gente, hubiere incurrido en el mismo error; esta es una buena fe acompañada
de datos objetivos que acreditan este actuar leal, probo y honesto, este es
el sujeto que actúa con buena fe cualificada, la que resulta amparada por el
Derecho y evita la extinción de dominio, no porque se haya transferido un
bien libre de cuestionamientos (pues sigue siendo un bien de origen ilícito),
sino que la buena fe cualificada ha creado el derecho que debe ser tutelado
por el ordenamiento jurídico.
§ El testaferro es aquel sujeto que presta su nombre para aparecer como titu-
lar en contratos o actos jurídicos, ocultando al verdadero titular, es así que
los actos jurídicos realizados recurriendo a la figura del testaferro, son actos
simulados que no necesariamente son ilícitos, pero se torna ilícitos cuando
dicha simulación ocasione un conflicto o un daño a un tercero o se busque
un fin ilícito; en ese marco, entre los actos típicos de uso de testaferros se
refiere a la adquisición y transferencia de bienes patrimoniales, por ello, el
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REFERENCIAS
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El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio
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LEGISLACIÓN
EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
POR CUANTO:
Que, mediante Ley N° 30823, “Ley que delega en el Poder Ejecutivo la Facultad de
legislar en materia de gestión económica y competitividad, de integridad y lucha contra
la corrupción, de prevención y protección de personas en situación de violencia y vul-
nerabilidad y de modernización de la gestión del Estado”, por el término de sesenta (60)
días calendario;
Que, los literales d) y e) del inciso 3 del artículo 2 del citado dispositivo legal, esta-
blece la facultad de legislar en materia de integridad y lucha contra la corrupción, a fin
de modificar la legislación vigente sobre la pérdida o extinción de dominio y facilitar la
administración, por parte del Estado, de los bienes incautados, decomisados o declara-
dos en pérdida de dominio”;
Que, conforme a la delegación de facultades se hace necesario realizar una reforma
normativa de los mecanismos e instrumentos que permiten al Estado una firme lucha
contra la delincuencia organizada y cualquier acto ilícito, por lo que se requiere estatuir
un ordenamiento eficaz de extinción de dominio de los objetos, instrumentos, efectos y
ganancias;
Que, la legislación actual sobre pérdida de dominio adolece de diversas deficiencias
e imprecisiones que ha generado serias dificultades en los operadores jurídicos para su
aplicación práctica como herramienta destinada a recuperar los bienes o ganancias prove-
nientes de actividades delictivas; deficiencias como la falta de autonomía del proceso de
pérdida de dominio del proceso penal , así como la no especialización de los operadores,
ha permitido que en el Perú la delincuencia continúe acumulando riqueza y lavando dinero
producto de los delitos antedichos, permitiendo que la economía haya sido permeada por
los flujos de capital de tales actividades que la soslayan, produciendo burbujas inflacio-
narias, reducción de las actividades productivas lícitas, riesgo de desestabilización de la
economía legal, desconfianza en el sistema financiero, violencia generalizada, entre otras.
Que, en ese sentido es necesario reformular estos mecanismos, implementando la
extinción de dominio como una herramienta de política criminal independiente y autónoma
63
Juan Antonio Rosas Castañeda
del proceso penal, dirigida específicamente contra bienes y fortunas adquiridas como pro-
ducto de actividades ilícitas reprochables por el ordenamiento jurídico peruano, estable-
ciendo un proceso que se aplica únicamente respecto de derechos reales y que se realiza al
margen de la acción penal, dado que el objeto de las dos acciones es distinto. Para ello, se
establecen etapas y plazos céleres sobre la base de un subsistema especializado de Extin-
ción de Dominio, con salas, juzgados, fiscalías y unidades policiales especializadas en la
materia, que permita un tratamiento diferenciado, que conlleve a la celeridad y eficacia.
Que, de conformidad con lo establecido en los literales d) y e) del inciso 3 del artículo
2 de la Ley Nº 30823 y el artículo 104 de Constitución Política del Perú;
Con el voto aprobatorio del Consejo de Ministros; y,
Con cargo a dar cuenta al Congreso de la República;
Ha dado el decreto legislativo siguiente:
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Legislación
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CAPÍTULO I
DISPOSICIONES GENERALES
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Legislación
I del Título Preliminar, y cuya procedencia o destino esté relacionado a actividades ilí-
citas. Para la procedencia también debe observarse el artículo 7, sin importar quien haya
adquirido el bien o lo tenga en su poder.
CAPÍTULO II
GARANTÍAS PROCESALES
Y PRESUPUESTOS DE PROCEDENCIA
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CAPÍTULO III
COMPETENCIA
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Legislación
CAPÍTULO IV
INDAGACIÓN DE EXTINCIÓN DE DOMINIO
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CAPÍTULO V
ETAPA JUDICIAL
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Legislación
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Legislación
22.5. Una vez finalizada la Audiencia Inicial, el Juez fija fecha y hora para llevar a
cabo la Audiencia de Actuación de Medios Probatorios, la cual debe realizarse dentro de
los diez (10) días hábiles siguientes.
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Juan Antonio Rosas Castañeda
25.4. La Sala resuelve la apelación dentro de los quince (15) días hábiles de realizada
la vista de la causa, prorrogables excepcionalmente por un plazo igual, cuando el caso
revista complejidad, según los criterios establecidos en el reglamento
24.5. Si la Sala anula la sentencia, el expediente vuelve al Juez de primera instan-
cia para que emita una nueva sentencia. Si confirma o revoca la sentencia o emite cual-
quier resolución en el cual se pronuncia sobre el fondo, se entiende finalizado el proceso
de extinción de dominio.
CAPÍTULO VI
LA PRUEBA
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Legislación
siempre que cumplan con los requisitos de validez exigidos por la normatividad propia
de cada proceso o procedimiento, y son valoradas en conjunto con los demás medios de
prueba de acuerdo con las reglas de la crítica razonada.
30.2. Las pruebas practicadas lícitamente en cualquier actuación fuera o dentro del
país, se trasladan al proceso de extinción de dominio y se valoran de acuerdo a la crítica
razonada, teniendo en cuenta los principios de publicidad y contradicción.
CAPÍTULO VII
INTERESADOS EN EL PROCESO DE EXTINCIÓN DE DOMINIO
CAPÍTULO VIII
SENTENCIA Y SUS EFECTOS
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Juan Antonio Rosas Castañeda
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Legislación
CAPÍTULO IX
RECURSOS
CAPÍTULO X
NULIDADES
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Juan Antonio Rosas Castañeda
por el plazo de un (1) día hábil. Con la absolución del traslado o sin ella, el Juez
resuelve al día siguiente hábil de vencido el plazo
b) De existir vicios insubsanables, el Juez declara de oficio la nulidad, caso con-
trario, convalida, subsana o integra el acto procesal.
c) La resolución que resuelve un pedido de nulidad es recurrible dentro de los tres
(3) días hábiles siguientes a la notificación o, si es emitida en la misma audien-
cia, es recurrible en el mismo acto, sin efecto suspensivo.
d) El recurso de apelación se envía al día siguiente a la Sala Superior. La Sala debe
resolver dentro de los tres (3) días hábiles siguientes a la recepción del recurso.
42.2. La nulidad de un acto anula todos los efectos o actos consecutivos que depen-
den de él. El Juez precisa los actos dependientes que son anulados.
Los defectos son subsanados, siempre que sea posible, renovando el acto, rectifi-
cando su error o cumpliendo el acto omitido.
La declaración de nulidad conlleva la regresión del proceso a la etapa e instancia en
que se ha producido el acto nulo.
CAPÍTULO XI
COOPERACIÓN
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Legislación
CAPÍTULO XII
COOPERACIÓN JURÍDICA INTERNACIONAL
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Legislación
Segunda. Financiamiento
La implementación del presente Decreto Legislativo se financia con cargo al pre-
supuesto institucional de las Entidades involucradas, sin demandar recursos adicionales
al Tesoro Público.
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Juan Antonio Rosas Castañeda
Sexta. Reglamentación
El Poder Ejecutivo reglamenta el presente decreto legislativo en un plazo máximo de
ciento veinte (120) días calendario contados a partir de su publicación, plazo que puede
ser prorrogado por una sola vez y por igual plazo debido a la complejidad de la materia.
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Legislación
pertinentes, en ese orden y siempre que no se opongan a la naturaleza y fines del pre-
sente decreto legislativo.
Novena. Vigencia
La referida norma entra en vigencia al día siguiente de la publicación de su Regla-
mento en el diario oficial.
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Juan Antonio Rosas Castañeda
así como también sus representantes legales o directores, por tráfico ilícito de
drogas o delitos conexos.
Los recursos provenientes de las ventas que efectúe la SUNAT de los Bienes
Fiscalizados, deducidos los gastos administrativos, constituyen recursos del
Tesoro Público y se distribuirán entre las entidades que estén preferentemente
vinculadas con la lucha contra la minería ilegal, la corrupción o el crimen orga-
nizado. La Dirección General de Endeudamiento y Tesoro Público del Minis-
terio de Economía y Finanzas efectúa el pago del valor de aquellas sustancias
fiscalizadas que hubieran sido vendidas, transferidas o destruidas y cuyos pro-
pietarios hubieran obtenido resolución administrativa firme o sentencia judicial
consentida, favorable”.
“Artículo 43.- De la destrucción de insumos químicos, productos y sus sub-
productos o derivados a disposición de la SUNAT
Los insumos químicos, productos y sus subproductos o derivados, puestos a dis-
posición de la SUNAT, que no puedan ser vendidos o transferidos, o que por su
estado de conservación así lo requieran, serán neutralizados químicamente y/o
destruidos según sus características físico-químicas. Asimismo, se dispondrá
de los residuos sólidos resultantes del tratamiento, de acuerdo a lo establecido
en la normativa correspondiente.
La neutralización química y/o destrucción de estos insumos químicos, produc-
tos y sus subproductos o derivados deberá realizarse minimizando el impacto
ambiental de los suelos, de los cursos superficiales o subterráneos de agua o del
aire”.
“Artículo 44.- De los costos que demandan los insumos químicos, produc-
tos y sus subproductos o derivados entregados como excedentes o por cese
de actividades a la SUNAT
Los costos de transporte, destrucción o neutralización de los insumos químicos,
productos y sus subproductos o derivados entregados a la SUNAT como exce-
dentes o por cese de actividades con este tipo de productos, serán asumidos por
el Usuario”.
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Legislación
Tercera. Modificación del artículo 102 del Código Penal, aprobado por Decreto
Legislativo N° 635
Modifíquese el artículo 102 del Código Penal, aprobado mediante el Decreto Legis-
lativo N° 635, con el siguiente texto
“Artículo 102.- Decomiso de bienes provenientes del delito
El juez, siempre que no proceda el proceso autónomo de extinción de dominio,
resuelve el decomiso de los instrumentos con que se hubiere ejecutado el delito,
aun cuando pertenezcan a terceros, salvo cuando estos no hayan prestado su con-
sentimiento para su utilización. Los objetos del delito son decomisados cuando,
atendiendo a su naturaleza, no corresponda su entrega o devolución. Asimismo,
dispone el decomiso de los efectos o ganancias del delito, cualesquiera sean las
transformaciones que estos hubieren podido experimentar. El decomiso deter-
mina el traslado de dichos bienes a la esfera de titularidad del Estado.
El juez también dispone el decomiso de los bienes intrínsecamente delictivos,
los que serán destruidos.
Cuando los efectos o ganancias del delito se hayan mezclado con bienes de pro-
cedencia lícita, procede el decomiso hasta el valor estimado de los bienes ilíci-
tos mezclados, salvo que los primeros hubiesen sido utilizados como medios o
instrumentos para ocultar o convertir los bienes de ilícita procedencia, en cuyo
caso procederá el decomiso de ambos tipos de bienes.
Si no fuera posible el decomiso de los efectos o ganancias del delito porque han
sido ocultados, destruidos, consumidos, transferidos a tercero de buena fe y a
título oneroso o por cualquier otra razón análoga, el juez dispone el decomiso
de los bienes o activos de titularidad del responsable o eventual tercero por un
monto equivalente al valor de dichos efectos y ganancias”.
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Juan Antonio Rosas Castañeda
Única. Derogación
Derógase el Decreto Legislativo Nº 1104, Decreto Legislativo que modifica la Legis-
lación sobre Pérdida de Dominio, una vez que entre en vigencia el presente decreto legis-
lativo conforme a la Novena Disposición Complementaria Final.
POR TANTO:
Mando que se publique y cumpla, dando cuenta al Congreso de la República.
Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los tres días del mes de agosto del año dos
mil dieciocho.
MARTÍN ALBERTO VIZCARRA CORNEJO
Presidente de la República
CÉSAR VILLANUEVA ARÉVALO
Presidente del Consejo de Ministros
MAURO MEDINA GUIMARAES
Ministro del Interior
VICENTE ANTONIO ZEBALLOS SALINAS
Ministro de Justicia y Derechos Humanos
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DECRETO SUPREMO Nº 007-2019-JUS
EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
CONSIDERANDO:
Que, mediante Decreto Legislativo N° 1373, Decreto Legislativo de Extinción de
Dominio, se crea la figura jurídica de la extinción de dominio, con la finalidad de garan-
tizar la licitud de los derechos reales que recaen sobre los bienes patrimoniales, evitando
el ingreso al comercio en el territorio nacional o extrayendo de éste los bienes que pro-
vengan de actividades ilícitas o estén destinados a ellas;
Que, en la Sexta Disposición Complementaria Final del citado Decreto Legislativo,
se dispone que el Poder Ejecutivo reglamenta sus disposiciones en un plazo máximo de
ciento veinte (120) días calendario contados a partir de su publicación, plazo que puede
ser prorrogado por una sola vez y por igual plazo debido a la complejidad de la materia;
Que, de conformidad con el inciso 8 del artículo 118 de la Constitución Política del
Perú, es atribución del Presidente de la República el reglamentar las leyes, asimismo, el
inciso 1 del artículo 6 de la Ley N° 29158, Ley Orgánica del Poder Ejecutivo, señala que
es función del Poder Ejecutivo el reglamentar las leyes;
Que, en este sentido, es necesario aprobar el Reglamento del Decreto Legislativo N°
1373, Decreto Legislativo sobre Extinción de Dominio, a fin de precisar las disposiciones
de ese decreto, el Sistema de Administración de Justicia que crea, las etapas y trámite
del proceso de extinción de dominio, y las competencias y derechos de los sujetos que
intervienen en ese proceso;
De conformidad con el numeral 8 del artículo 118 de la Constitución Política del
Perú; la Ley Nº 29158, Ley Orgánica del Poder Ejecutivo; y, el Decreto Legislativo N°
1373, Decreto Legislativo de Extinción de Dominio;
DECRETA:
Artículo 1.- Aprobación
Apruébase el Reglamento del Decreto Legislativo N° 1373, Decreto Legislativo sobre
Extinción de Dominio, que en Anexo forma parte integrante del presente Decreto Supremo.
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Legislación
Artículo 4.-Definiciones
Además de las definiciones contenidas en el artículo III del Título Preliminar del
Decreto Legislativo, se tienen en cuenta las siguientes:
4.1. Bienes extinguidos: Bienes patrimoniales cuya titularidad es declarada a favor
del Estado mediante sentencia consentida o ejecutoriada.
4.2. Persona jurídica: Entidades de derecho privado, asociaciones, fundaciones,
organizaciones no gubernamentales y comités no inscritos, las sociedades irregulares,
los entes que administran un patrimonio autónomo y las empresas del Estado peruano
o sociedades de economía mixta, así como cualquier otra que sea comprendida en leyes
especiales.
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Legislación
TÍTULO II
GARANTÍAS PROCESALES EN LOS PROCESOS
DE EXTINCIÓN DE DOMINIO
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Juan Antonio Rosas Castañeda
que le permitan sustentar su teoría del caso, actuarlos y que estos sean valora-
dos conforme a derecho.
c) El derecho a la doble instancia: en la posibilidad de cada una de las partes pro-
cesales de que lo resuelto por el Juez Especializado sea revisado por la Sala
Especializada interponiendo los recursos previstos en el Decreto Legislativo.
TÍTULO III
COMPETENCIA
CAPÍTULO I
REGLAS GENERALES DE COMPETENCIA
CAPÍTULO II
PROCURADURÍA PÚBLICA
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Legislación
CAPÍTULO III
POLICÍA ESPECIALIZADA
CAPÍTULO IV
DEFENSA PÚBLICA
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Juan Antonio Rosas Castañeda
TÍTULO IV
INDAGACIÓN PATRIMONIAL
CAPÍTULO I
REGLAS GENERALES
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Legislación
CAPÍTULO II
TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN
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CAPÍTULO III
MEDIDAS CAUTELARES
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Legislación
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Legislación
101
Juan Antonio Rosas Castañeda
CAPÍTULO IV
DECLARATORIA DE COMPLEJIDAD
102
Legislación
TÍTULO V
ETAPA JUDICIAL
CAPÍTULO I
POSTULACIÓN DE LA DEMANDA
CAPÍTULO II
NOTIFICACIONES
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Juan Antonio Rosas Castañeda
CAPÍTULO III
AUDIENCIAS
104
Legislación
TÍTULO VI
LA PRUEBA
CAPÍTULO I
PRUEBA TESTIMONIAL
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Juan Antonio Rosas Castañeda
44.3. Cuando se requiere que el testigo reconozca a una persona o cosa, debe des-
cribirla antes de serle presentada. Luego relata, con la mayor aproximación posible, el
lugar, el tiempo, el estado y demás circunstancias en que se hallaba la persona o cosa
cuando se realizó el hecho.
CAPÍTULO II
PRUEBA DOCUMENTAL
106
Legislación
CAPÍTULO III
PRUEBA PERICIAL
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información necesaria y oportuna. El dictamen debe ser claro, preciso y debe contener
los requisitos establecidos en el Código Procesal Penal.
CAPÍTULO IV
PRUEBA TRASLADADA
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Legislación
CAPÍTULO V
ANTICIPACIÓN Y PRECONSTITUCIÓN DE PRUEBA
109
Juan Antonio Rosas Castañeda
110
Legislación
TÍTULO VII
INTERESADOS EN EL PROCESO
DE EXTINCIÓN DE DOMINIO
TÍTULO VIII
SENTENCIA Y SUS EFECTOS
111
Juan Antonio Rosas Castañeda
TÍTULO IX
RECURSOS
112
Legislación
TÍTULO X
NULIDADES
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Juan Antonio Rosas Castañeda
TÍTULO XI
COOPERACIÓN
TÍTULO XII
COOPERACIÓN JURÍDICA INTERNACIONAL
114
Legislación
de reciprocidad. Para tal efecto, se dispone que, tratándose de bienes muebles, distintos al
dinero en efectivo, el Estado requirente pueda optar por recibir el respectivo bien o el valor
en efectivo que se obtenga como producto del remate que realice la autoridad encargada
de su administración. Tratándose de bienes inmuebles, los mismos son objeto de remate
y su producto, será entregado al Estado requirente en dinero en efectivo.
115
Juan Antonio Rosas Castañeda
TÍTULO XIII
PROGRAMA NACIONAL DE BIENES INCAUTADOS
116
Legislación
Artículo 81.- Venta por subasta pública anticipada por parte del PRONABI
81.1. Respecto de bienes fungibles, perecibles y otros incautados que por su natu-
raleza o características puedan ser objeto de pérdida o deterioro, incluidos semovientes;
así como aquellos cuya custodia o conservación resulta muy onerosa para el PRONABI,
pueden ser objeto de venta por subasta pública anticipada, previo informe del área res-
ponsable del proceso de subasta anticipada del mismo programa.
81.2. Para tal fin, el PRONABI informa al Fiscal Especializado, previa valorización
y tasación de los bienes y del análisis costo beneficio de convertir al activo en recurso
financiero.
81.3. En ese caso, el Fiscal Especializado, solicita al Juez Especializado la autori-
zación para que el PRONABI efectúe la subasta pública anticipada, la misma que debe
contar obligatoriamente con el correspondiente sustento técnico. El Juez Especializado
una vez recibida la solicitud, corre traslado de la misma al requerido, con conocimiento
del PRONABI, para que dentro del plazo de cinco (5) días formule su allanamiento o su
oposición a la subasta anticipada.
81.4. Si concluye el plazo señalado anteriormente sin que exista manifestación del
requerido, el Juez Especializado emite la resolución respectiva.
81.5. En caso de oposición, el Juez Especializado analiza las razones expuestas por
las partes procesales y emite la resolución que corresponda.
81.6. Efectuada la subasta anticipada, el producto que se genere de ella se deposita
en las cuentas bancarias que determine la DGETP, en coordinación con el PRONABI
para este fin, el mismo que se mantiene bajo la administración del PRONABI hasta que
se determine judicialmente la situación legal del bien.
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Juan Antonio Rosas Castañeda
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Legislación
119
JURISPRUDENCIA
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Juan Antonio Rosas Castañeda
“Que, no obstante lo indicado, el segundo párrafo del artículo 2014 del Código
Civil contiene una presunción relativa, al establecer que la buena fe se presume
mientras no se pruebe que se conocía la inexactitud del registro; en consecuen-
cia, no basta acreditar la adquisición de un bien a título oneroso del titular apa-
rente, sino que además las pruebas actuadas en el proceso deberán encontrarse
122
Jurisprudencia
destinadas a corroborar la buena fe con la que actuaron los compradores del bien,
no solo en base al a inexactitud del registro (buena fe objetiva), sino además el
desconocimiento subjetivo (buena fe subjetiva), esto es, que el adquiriente ver-
daderamente no debió conocer las causales de invalidez o ineficacia del acto jurí-
dico celebrado, aun cuando no aparecían en el registro, situación que según se
observa, resulta ser una derivación directa del principio de buena fe, conforme
al a disposición regulada en el artículo 1362 del Código Civil, que señala que
los contratos deberán negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas de la
buena fe y común intención de las partes”.
(Casación N° 3975-2013-Lima Norte, del 15
de mayo de 2014, considerando 5.6)
¾¾La buena fe no solo se acredita con revisar los antecedentes registrales, sino
que exige se tenga que indagar sobre la situación real del inmueble
“Si bien el artículo 2014 del Código Civil precisa que el adquirente es protegido
en la medida en que ha incorporado a su patrimonio derechos sustentado en la fe
del registro (confianza en la apariencia registral); sin embargo, en la misma línea
interpretativa de la Sala de mérito debe considerarse que la buena fe no solo se
acredita con revisar los antecedentes registrales o con obtener anticipadamente
al negocio jurídico de compraventa el certificado de gravamen, sino que exige se
tenga que indagar sobre la situación real del inmueble, por sobre todo si los que
lo transfirieron tienen la capacidad para disponer el derecho, lo cual no ha suce-
dido en el caso concreto. Por tanto, queda claro que se ha desvirtuado la buena
fe del casante, máxime, si se tiene en cuenta que debido a la importancia econó-
mica de los bienes inmuebles y los usos generalmente aceptados en este tipo de
negocios la diligencia ordinaria mínima impone al comprador el deber de veri-
ficar el estado actual del bien que adquiere y primordialmente quién o quiénes
detentan la posesión del mismo”.
(Casación N° 11620-2016- Junín, del 27 de
marzo de 2018, considerando 6.9)
123
Juan Antonio Rosas Castañeda
fecha treinta y uno de diciembre de mil novecientos noventa y dos, suscrito por el
vendedor Manuel Ticona Hito a favor de René Luis Zapana Valdivia es nulo, por
tratarse de la venta de un bien ajeno, en tanto, la demandante Peregrina Ticona
de Zuni adquirió el mismo bien mediante compraventa de fecha ocho de marzo
de mil novecientos ochenta y seis, de manos del mismo transferente de Manuel
Ticona Hito y que como consecuencia de ello, el acto jurídico de fecha veintiocho
de noviembre de mil novecientos noventa y cinco, suscrito por René Luis Zapana
Valdivia a favor de Salvador Pacori Quispe y esposa, es también nulo; pues su
transferente no era propietario del bien, y tampoco puede alegar buena fe, ya que
debieron actuar con diligencia ordinaria mínima exigible, para conocer las con-
diciones físicas y situación legal del inmueble sub litis, independientemente de la
verificación de datos de la inscripción registral. Debiéndose precisar que la Sala
Superior sí ha cumplido con emitir un nuevo fallo en los términos indicados en
la sentencia casatoria, Expediente número 5296-2011, pronunciándose respecto
de la buena fe alegada por el recurrente, en relación a los agravios del recurso de
apelación de Salvador Pacori Quispe, así como respecto de la existencia del Pro-
ceso número 814-93, sobre división y partición, llegando a la conclusión que la
decisión de dicho proceso no involucra la pretensión principal de nulidad de acto
jurídico de autos. Por tanto, dicho fallo no puede ser cuestionado por ausencia o
defecto en la motivación, pues se ha cumplido con precisar el por qué y debido
a qué se ha llegado a la conclusión final, en consecuencia, un parecer o criterio
distinto al que ha arribado no puede ser causal para cuestionar la motivación;
lo cual, no significa que no pueda existir un criterio distinto para arribar a una
conclusión diferente a la que ha planteado la Sala Superior, sin que ello implique
ausencia o defecto en la motivación de la sentencia de vista. En consecuencia,
las infracciones normativas procesales consignadas en los numerales 3), 4), 5),
6) y 7), deben ser desestimadas”.
(Casación N°3348-2016-Puno, del 14 de enero de 2019, considerando 10)
124
Jurisprudencia
125
Juan Antonio Rosas Castañeda
126
Jurisprudencia
¾¾Se puede iniciar proceso de pérdida de dominio aun cuando se haya absuelto
al acusado
“La posibilidad de que se pueda iniciar proceso de pérdida de dominio cuando
se haya absuelto al acusado no impide su realización, en tanto el carácter de
este proceso es real, no busca sancionar a las personas. Para su procedencia solo
han de verificarse los supuestos establecidos en el artículo 4 del citado decreto
legislativo. Por tanto, se ha de declarar infundada la casación interpuesta por la
defensa de los encausados”.
(Casación N° 1408-2017-Puno, del 30 de mayo de 2019, considerando 33)
“Cabe precisar que, si bien no existe sentencia condenatoria en contra del reque-
rido (…), dicha situación no es un impedimento para que el dinero depositado
en la cuenta bancaria –que se encuentra a su nombre– sea objeto del proceso de
extinción de dominio, pues lo que busca en sí este proceso, no es imponer una
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e informes de reconocidos autores nacionales y
extranjeros; las sentencias de la Corte Suprema
y del Tribunal Constitucional más importantes en
materia penal y procesal penal; consultas y ca-
sos prácticos; cuadros de actualización legislati-
va, entre otros elementos, que contribuyen a una
cabal comprensión de las distintas instituciones
jurídico-penales.
27 AÑOS DE LIDERAZGO