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SETIEMBRE 2020

Cuadernos Electrónicos
de Doctrina y
Jurisprudencia para el

LITIGIO PENAL 3
Monográfico:
El principio de buena fe como límite
de la extinción de dominio
Juan Antonio Rosas Castañeda

DOCTRINA PRÁCTICA
LEGISLACIÓN
JURISPRUDENCIA

UNA PUBLICACIÓN DEL GRUPO

27 AÑOS DE LIDERAZGO
CUADERNOS ELECTRÓNICOS DE DOCTRINA Y JURISPRUDENCIA
PARA EL LITIGIO PENAL N° 3

© Juan Antonio Rosas Castañeda


© Gaceta Jurídica

SUBDIRECTOR:
Elky Alexander Villegas Paiva
COORDINADORES:
Cristhian Cerna Ravines / Anggela Lizano Córdova

Primera edición: setiembre 2020


Prohibida su reproducción total o parcial
D. Leg. Nº 822
Diagramación de carátula e interiores: Rosa Alarcón Romero

Gaceta Jurídica S.A.


Av. Angamos Oeste Nº 526, Urb. Miraflores
Miraflores, Lima - Perú
Central Telefónica: (01) 710-8900
E-mail: ventas@gacetajuridica.com.pe / www.gacetapenal.com.pe


Presentación

Desde hace algunos años se ha comprendido que la lucha contra la criminalidad


no solo debe enfocarse en buscar la persecución y sanción del sujeto que cometió el
delito, sino en perseguir también, al menos en el ámbito de la criminalidad econó-
mica, el móvil del mismo, esto es la ganancia o lucro que obtiene con su ilícito actuar.
De esta manera, se pretende evitar que el agente criminal haga una evaluación de
costo-beneficio y pueda concluir que el delito resulta un negocio rentable. Así, por el
contrario, el Estado con miras a neutralizar la rentabilidad del delito, ha implementado
mecanismos que buscan privar al agente de los efectos, ganancias del delito, así como
de los instrumentos del delito y, cuando fuere el caso, del mismo objeto del delito.
Ahora bien, entre esas figuras encontramos al comiso y a la extinción de dominio
(antes llamada pérdida de dominio). Este último en la actualidad, en el ordenamiento
jurídico peruano, se ha constituido en un proceso autónomo de carácter real y de con-
tenido patrimonial, ya que va dirigido contra los bienes, dinero o patrimonio vincu-
lados con actividades ilícitas, y en principio, sin importar quien los haya adquirido
o tenga en su poder, pues nuestro ordenamiento jurídico no legitima la adquisición
de la propiedad fuera de lo márgenes que prescribe el mismo ordenamiento jurídico.
Sin embargo, existen ciertos principios que delimitan el alcance señalado, siendo
uno de ellos el principio de buena fe, en tal sentido, la definición, características de
este principio y cómo y cuándo funciona como límite a la extinción de dominio, son
solo algunos de los aspectos tratados en la parte monográfica del tercer número de
estos cuadernos, y cuya elaboración ha estado a cargo del magistrado y docente uni-
versitario Juan Antonio Rosas Castañeda.
Como ya se va convirtiendo en nota característica en cada entrega de los Cua-
dernos Electrónicos, al estudio monográfico se le suma la legislación pertinente y una
selección de jurisprudencia extractada y sumillada elaborada por el staff profesional
de Gaceta Penal & Procesal Penal, con la finalidad de que nuestros apreciados sus-
criptores se encuentren con una información completa y precisa en doctrina, legisla-
ción y jurisprudencia para el correcto ejercicio del litigio penal.

Elky Alexander Villegas Paiva


Subdirector de Gaceta Penal & Procesal Penal

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ÍNDICE

DOCTRINA PRÁCTICA

El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio


Juan Antonio Rosas Castañeda

I. Introducción.............................................................................................. 7
II. El tercero adquirente ................................................................................ 9
III. Alcances sobre el principio de buena fe y adquisición de bienes de
origen ilícito.............................................................................................. 12
IV. El testaferro en la adquisición de bienes de origen ilícito: la mala fe del
tercero adquirente...................................................................................... 16
V. La buena fe simple en la adquisición de bienes de origen ilícito.............. 25
1. La buena fe simple en la adquisición de bienes de origen ilícito......... 26
2. La buena fe registral y la extinción de dominio................................... 31
VI. La buena fe cualificada en la adquisición de bienes de origen ilícito....... 40
VII. Criterios para evaluar la buena fe cualificada del tercero adquirente de
bienes de origen ilícito.............................................................................. 43
VIII. El tercero de buena fe en la destinación de bienes con fines delictivos.... 47
IX. Conclusiones.............................................................................................. 55
Referencias.......................................................................................................... 58

LEGISLACIÓN

■ Decreto Legislativo sobre extinción de dominio...................................... 64


■ Reglamento del Decreto Legislativo sobre extinción de dominio............ 90

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Índice

JURISPRUDENCIA

Jurisprudencia sobre el principio de buena fe

■ El principio de la buena fe radica en la necesidad de asegurar el tráfico


patrimonial................................................................................................ 121
■ La buena fe es un principio iuris tantum.................................................. 121
■ La buena fe del tercero se presume mientras no se pruebe que conocía
la inexactitud del registro.......................................................................... 122
■ La buena fe no solo se acredita con revisar los antecedentes registrales,
sino que exige se tenga que indagar sobre la situación real del inmueble 123
■ No se puede alegar buena fe si no se actuó con diligencia ordinaria
mínima exigible, para conocer las condiciones físicas y situación legal
del inmueble, independientemente de la verificación de datos de la
inscripción registral................................................................................... 123
■ Si se conoce la inexactitud del Registro entonces se está actuando de
mala fe....................................................................................................... 124

Jurisprudencia sobre extinción


de dominio

■ El proceso de extinción de dominio es autónomo y tiene naturaleza


real de contenido patrimonial................................................................... 125
■ La legitimidad constitucional de la extinción de dominio se
sustenta en que la propiedad o el dominio obtenido al margen de la
ley no cae dentro del ámbito de la inviolabilidad de la propiedad,
constitucionalmente protegible................................................................. 126
■ La pérdida de dominio es una consecuencia jurídico patrimonial que
declara la titularidad a favor del Estado.................................................... 126
■ En el proceso de pérdida de dominio la carga de la prueba es mixta....... 127
■ El proceso de pérdida de dominio se puede incoar aun cuando la
acción penal se haya extinguido................................................................ 127
■ Se puede iniciar proceso de pérdida de dominio aun cuando se haya
absuelto al acusado.................................................................................... 127

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DOCTRINA PRÁCTICA

El principio de buena
fe como límite de la
extinción de dominio
Juan Antonio Rosas Castañeda(*)

El autor analiza el principio de buena fe como límite de la extinción de dominio.


Al respecto, sostiene que los derechos reales concedidos por el adquirente de buena
fe no pueden verse afectados por la nulidad absoluta que invalida el acto jurídico
y determina la extinción de dominio del bien; sin embargo, para ello deberá cum-
plirse una serie de indicios que permita calificar la conducta del tercero adquirente
como un acto de desconocimiento o error excusable.

MARCO NORMATIVO

• Código Civil: arts. 194, 896, 912, 984 y 2014.


• Decreto Legislativo N° 1373: art. II, inc. 2.1 y 2.4.

PALABRAS CLAVE: Extinción de dominio/ Tercero adquirente/ Buena fe/ Ignorancia / Error
excusable/ Dominio del bien

I. INTRODUCCIÓN
El artículo II, inciso 2.1 del Título Preliminar del Decreto Legislativo N° 1373,
prescribe que: “(…) todos los actos que recaigan sobre bienes de origen o destino

(*) Doctor en Derecho y Ciencia Política por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM),
Lima - Perú. Abogado y magíster en Derecho con mención en Ciencias Penales por la misma universidad.
Egresado de la maestría en Derecho con mención en Derecho Constitucional y Derechos Humanos –
UNMSM. Estudios de máster en Derecho Penal y Garantías Constitucionales por la Universidad de
Jaén - España. Juez del Juzgado Transitorio Especializado en Extinción de Dominio del Callao. Docente
Universitario en pre y post-grado.

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Juan Antonio Rosas Castañeda

contrario al ordenamiento jurídico, son nulos de pleno derecho, sin perjuicio de los
derechos de los terceros de buena fe”. Asimismo, el inciso 2.4 del referido artículo
plantea que:
2.4. Dominio de los bienes: la protección del derecho de propiedad u otros
derechos que recaigan sobre bienes obtenidos con justo título o estén desti-
nados a fines compatibles con el ordenamiento jurídico. Asimismo, poseer,
detentar o utilizar bienes de origen ilícito o destino ilícito no constituye justo
título, salvo el derecho del tercero de buena fe.
En esa perspectiva, estas disposiciones ordenan que los derechos de propiedad u
otro derecho real del tercero de buena fe no pueden verse afectados por la extinción
de dominio, esto quiere decir que un adquirente de bienes de origen ilícito que actúa
de buena fe y con prudencia debida no podrá ser afectado por el principio de nulidad
absoluta que invalide el acto jurídico celebrado y determine la extinción de domi-
nio del bien, pero se deberá tratar de un verdadero adquirente y no un testaferro que
presta su nombre para realizar un acto jurídico fraudulento y evitar que las autori-
dades incauten, decomisen o extingan el dominio de bienes de origen ilícito, esto es,
que dolosamente presta su nombre para ocultar la identidad del verdadero titular de
los bienes. De la misma manera, el propietario cuyo bien ha sido destinado a activi-
dades ilícitas por otro sujeto, pero que se condujo conforme a los criterios de buena
fe y prudencia debida tampoco podrá ser afectado por la extinción de dominio del
bien, a pesar de que el mismo fue instrumentalizado para la comisión de actividades
ilícitas. En suma, el principio de buena fe se constituye en un límite del principio de
nulidad ad initio y de la extinción de dominio.
Sin embargo, para evaluar que un tercero actuó de buena fe en la adquisición de
los bienes de origen ilícito se debe recurrir a los criterios establecidos en el artículo
66 del Reglamento del Decreto Legislativo N° 1373, Decreto Supremo N° 007-2019-
JUS. Así, en la doctrina civil se distingue entre buena fe simple (que también se conoce
como la dimensión subjetiva de la buena fe) y la buena fe cualificada (que se rela-
ciona con la dimensión objetiva de la buena fe). En esa medida, el legislador peruano
ha establecido que no basta que el tercero adquirente obre con una buena fe simple,
esto es, con la creencia de que se está obrando con lealtad, rectitud y honestidad, sino
que su conducta sea diligente y prudente en el acto jurídico de adquisición de los bie-
nes de origen ilícito, en específico, que el tercero por ignorancia o error excusables
haya procedido a adquirir un bien de origen ilícito, la conducta prudente y diligente
se acredita con una serie de indicios que se relaciona a la corrección en la celebra-
ción del acto jurídico, por ejemplo, que se haya tratado de una adquisición onerosa,
que el tercero efectivamente tenga capacidad económica para adquirir el bien, que
se pacte el precio del bien conforme a los estándares del mercado, que efectivamente
se haya realizado el pago del precio pactado por el bien respetando los mecanismos
de pago autorizados, en especial las disposiciones administrativas sobre bancariza-
ción de ciertas operaciones para evitar el manejo de grandes cantidades de dinero en
efectivo, que no existan indicios de que el titular del bien (vendedor o transferente)
se encuentre involucrado con actividades delictivas o con personas involucradas en

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El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

actividades delictivas. En suma, no solo basta invocar la buena fe simple en la adqui-


sición de los bienes de origen ilícito, esto es, que se realizaba el acto jurídico en la
creencia de la corrección del mismo y la ignorancia o error sobre el vicio de nulidad
del mismo, o ampararse en formalismo como el contenido de los Registros Públicos,
sino que este actuar de buena fe debe ser objetivo, acompañado de conductas diligen-
tes y prudentes objetivas concretas a pesar de las cuales cualquier ciudadano medio
podría haber incurrido en el mismo error.
Bajo esa perspectiva, lo que se pretende con los criterios para la determinación
de la buena fe cualificada es distinguir entre el verdadero tercero de buena fe y el
testaferro, esto es, el sujeto que presta su nombre para aparecer como parte en un
acto jurídico para ocultar al verdadero titular, con el objetivo de legitimar los acti-
vos de origen ilícito, y dificultar la imposición de cualquier tipo de decomiso sobre el
bien. En los estudios sobre las tipologías del lavado de activos se ha constatado que
resulta habitual el uso de testaferros en las operaciones mercantiles, entre otras, de
adquisición de bienes de origen ilícito, desde testaferros que simplemente prestan su
nombre para aparecer como titulares de bienes y personas jurídicas de fachada, que
no tienen capacidad económica para justificar esas operaciones, o las transferencias
de realizaron de forma gratuita, o falsificando documentos o transgrediendo las dis-
posiciones administrativas sobre pago o transferencias de bienes, el testaferro suele
ser un dependiente o familiar cercano del verdadero titular; asimismo, se observa la
participación de testaferros profesionales que montan personas jurídicas ficticias para
justificar operaciones mercantiles. Debido a esta realidad se perfilan las normas sobre
decomiso de bienes en poder de terceros y la propia extinción de dominio.

II. EL TERCERO ADQUIRENTE


En este contexto, como advierte Gálvez Villegas, si se ampara la pretensión de
nulidad de actos fraudulentos del agente del delito o del tercero civil, siempre se com-
prometerá el derecho del tercero adquirente, puesto que, al anularse el acto jurídico,
se obligará a este a devolver los bienes objeto de transferencia, afectándose la segu-
ridad en el intercambio de bienes, con lo que se genera un conflicto entre la “segu-
ridad estática de las adquisiciones” y la “seguridad dinámica de las adquisiciones”
(p. 382).
Desde una perspectiva del Derecho Civil, existen supuestos en que el sujeto que
transfiere la propiedad de un bien, no se encuentra legitimado para hacerlo por care-
cer de título o porque su título presenta defectos, por lo que se suscita el problema
del tercero que adquiere la propiedad del bien, de quien carece de título o su título es
defectuoso, es así que la doctrina civil se encuentra dividida en garantizar al titular
del bien materia de adquisición el uso exclusivo de su derecho con exclusión de los
demás, a efectos de proteger la seguridad del tráfico jurídico, ya que la misión del
derecho es minimizar los riesgos de intercambio; o, hacer predominar las normas de
orden público y no amparar el derecho de propiedad que provenga de una situación
jurídica injusta o delictiva, ya que se argumenta desde esta postura que a fin obte-
ner la protección jurídica o estatal de cualquier derecho real, es necesario que este

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Juan Antonio Rosas Castañeda

no provenga de una vulneración de las normas de orden público (Gálvez Villegas,


2019, pp. 382-383).
Más allá de este debate, el artículo 984 del Código Civil (en adelante, CC), que
protege la transferencia a terceros de la propiedad de bienes muebles que actuaron de
buena fe y desconocían la situación que afectaba su adquisición; de la misma manera,
en lo referente a los bienes inmuebles, el artículo 2014 del mismo código, introduce la
regla de la buena fe registral, esto es, consagra como “signo de recognoscibilidad” de
forma que quien adquiere amparándose en la apariencia registral será protegido por
el Derecho (Gálvez Villegas, 2019, p. 385), la norma prescribe lo siguiente:
El tercero que de buena fe adquiere a título oneroso algún derecho de per-
sona que en el registro aparece con facultades para otorgarlo, mantiene su
adquisición una vez inscrito su derecho, aunque después se anule, rescinda
o resuelva el del otorgante por virtud de causas que no consten en los regis-
tros públicos. La buena fe del tercero se presume mientras no se pruebe que
conocía la inexactitud del registro.
Es así que dicha disposición normativa indica una protección a los terceros adqui-
rentes siempre y cuando se cumplan los siguientes requisitos: i) ser un tercero adqui-
rente de derechos reales; ii) ser un adquirente de “buena fe” (desconocimiento de la
inexactitud registral); iii) ser un adquirente a título oneroso; iv) ser un adquirente de
derechos de persona que en el registro aparezca con facultades para transmitirlos;
y, v) la inscripción del derecho del adquirente (Morales Hervías, 2015, p. 268). Ade-
más, el artículo 194 del CC establece que: “La simulación no puede ser opuesta por
las partes ni por los terceros perjudicados a quien de buena fe y a título oneroso haya
adquirido derechos de titular aparente”.
Pero queda claro que, como anota Morales Hervías (2015), el interés del propie-
tario puede ser protegido si el interés del adquirente a non domino está desvinculado
de la ética, por ello, creemos que la exigencia de la buena fe representa un vínculo
entre el derecho y la moral, criterio valorativo, y no meramente un criterio pragmático
de resolución de conflictos. Reconocemos que la verdadera ratio de esta regulación
legal es la protección de la seguridad del tráfico jurídico. Pero el legislador no quiere
llevar la protección de este valor muy lejos, sino apenas hasta donde no se transforme
en una compensación para aquellos que asumen comportamientos desleales en el
tráfico jurídico. La ley no quiere proteger todo el tráfico jurídico, como un valor en
sí mismo, sino apenas el tráfico jurídico leal y honesto (p. 268). Por ello, los funda-
mentos de la protección dispensada a los terceros adquirentes de inmuebles, pronun-
ciados por la seguridad dinámica frente al derecho del propietario, de orden moral,
es de igual o mayor importancia que el económico, en la necesidad de no defraudar
a quien se comportó honestamente en el tráfico jurídico, es así que nos encontramos
con una seguridad dinámica que favorece el tráfico negocial, por contraposición a la
seguridad estática que protege al titular del derecho (Colazo, 2011).
Es así que, en la propia ley civil, se regula los supuestos en que se transfiere la
propiedad de bien por un propietario aparente, cuyo título es nulo o simplemente

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El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

inexistente, estas son las denominadas “adquisiciones a non domino”, la ley protege
al tercero adquirente de buena fe que se sustentó en el contenido del registro público,
pero debe cumplirse determinados requisitos, exigiendo además al tercero adquirente
diligencia y prudencia en el negocio jurídico para reclamar la protección de su dere-
cho. Bajo esa perspectiva, en materia de extinción de dominio, se deben distinguir las
diferentes clases de terceros adquirentes de bienes de origen ilícito, así tiene al tercero
adquirente de mala fe, quien dolosamente, conociendo el origen ilícito de los bienes,
se presta para aparecer en el negocio jurídico para ocultar al verdadero titular de los
bienes objeto de compra o permuta, esta es la figura del testaferro.
Asimismo, se tiene al tercero adquirente que obra con culpa grave (culpa inex-
cusable) que no sabía del origen ilícito de los bienes, que actúa en error o ignoran-
cia sobre el origen ilícito, pero esa buena fe se sustenta únicamente en la creencia de
obrar correctamente, o sustentada únicamente en cuestiones formales, como el con-
tenido de los registros públicos, y no va acompañada de datos objetivos que la respal-
den, esa es la denominada buena fe simple, que no alcanza para liberar al bien de la
extinción de dominio, en estos supuestos el tercero no actúa con la debida diligencia
o prudencia en el negocio jurídico; y, está el tercero adquirente que obra con culpa
excusable, esto es, que a pesar de obrar con debida diligencia y prudencia en el nego-
cio jurídico, le resultó inevitable incurrir en error o ignorancia sobre el origen ilícito
de los bienes, siendo que cualquier ciudadano medio, igual de prudente y diligente
hubiere incurrido en el mismo error, esta es una buena fe acompañada de datos obje-
tivos que acreditan este actuar leal, probo y honesto, este es el sujeto que actúa con
buena fe cualificada, la que resulta amparada por el Derecho y evita la extinción de
dominio, no porque se haya transferido un bien libre de cuestionamientos (pues sigue
siendo un bien de origen ilícito), sino que la buena fe cualificada ha creado el derecho
que debe ser tutelado por el ordenamiento jurídico. Así, la Corte Constitucional de
Colombia, en la Sentencia N° C-374 de 1997, explica lo siguiente:
En el caso de bienes adquiridos por actos entre vivos, reviste transcenden-
cia el hecho de si el adquirente obró o no dolosamente o con culpa grave.
Si ocurrió así, lo cual debe ser probado en el curso del proceso, es viable
la declaración de extinción de dominio. En caso contrario, no lo es, con lo
cual se requiere salvaguardar el derecho de los terceros de buena fe, esto
es, el de quienes, aun tratándose de bienes de procedencia ilícita o afectada
por cualquiera de las causas señaladas en el artículo 34 de la Constitución,
los adquirieron ignorando ese estigma, sin intención proterva o torcida, sin
haber tomado parte en los actos proscritos por el orden jurídico, sin haber
buscado encubrir al delincuente o al corrupto, sin entrar en concierto con
él, sin pretender ganancia o provecho contrarios a la ley, y no habiendo
incurrido en culpa grave, en los términos descritos por ella. Desde luego,
no puede entenderse que tal culpa grave se configure, en una interpretación
exagerada de imposible aplicación, en términos tales que el comprador de un
bien se vea obligado a adelantar una investigación exhaustiva acerca de los
antecedentes penales de su vendedor y, menos, de quienes a él le vendieron
o le transfirieron el dominio. Esa es una responsabilidad de las autoridades

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Juan Antonio Rosas Castañeda

públicas competentes. Si el dolo o la culpa grave han tenido lugar y son debi-
damente establecidos en cabeza del adquirente, cabe la extinción de domi-
nio, toda vez que el tercero, en esas hipótesis, participa del proceso ilícito
“a sabiendas”, o en virtud de imperdonable descuido que constituya culpa
grave, aunque se haya acudido a la figura jurídica del encargo o la fiduciaria.
En los próximos apartados revisaremos el principio de buena fe como norma
general, creadora e integradora del sistema jurídico, que se sustenta en principios
morales y éticos que exigen que el individuo en sus relaciones jurídicas se conduzca
con lealtad, probidad y honestidad; lo que encuentra correlato en la adquisición de
bienes patrimoniales, ya que, el ordenamiento jurídico protege al adquirente de bie-
nes de origen ilícito que se conduzca conforme a este principio, sin embargo, ante la
utilización habitual de los testaferros, que buscan evitar el descubrimiento del verda-
dero origen de los bienes, es indispensable distinguir al tercero adquirente de buena
fe, de aquel que simplemente es un testaferro. Es así, que se distinguen dos tipos de
actuación de buena fe, la simple o actuación con culpa grave; y, la buena fe cualificada
o con culpa excusable, siendo que, solo se protege esta última actuación de buena fe,
aspectos que también serán desarrollados.

III. ALCANCES SOBRE EL PRINCIPIO DE BUENA FE Y ADQUISI-


CIÓN DE BIENES DE ORIGEN ILÍCITO
El principio de buena fe es el alma de las relaciones sociales y el principio rec-
tor de la interpretación jurídica, buena fe significa honradez, sinceridad, corrección,
lealtad, cooperación con la otra parte con quien se negocia, celebra o ejecuta un acto
jurídico, sensibilidad a sus razones, salvaguarda de sus intereses, comportamiento
solidario, recíproco. De esta manera, la buena fe es el principio general informador
de todo el ordenamiento jurídico, o sea todo el Derecho se edifica, se funda, sobre la
base de principios generales, entre ellos el de la buena fe. Como principio general, la
buena fe es la aplicación particular de otro principio más general “alterum no laedere”
el cual está vinculado. Los principios generales, entre ellos la buena fe, fundamentan o
sustentan todo el ordenamiento jurídico (Torres Vásquez, 2015, pp. 585-586). Sin duda
este principio tiene un componente moral, como advierte Gorphe citado por Benítez
Parra (2003), quien plantea que la buena fe es “la consagración del deber moral de
no engañar a los demás, el cual no es otra cosa que la aplicación de la norma general
que ordena no hacer mal al prójimo o no dañar a nadie sin derecho o sin necesidad:
Neminem Laedere” (p. 150). En el mismo sentido, Escobar Gil (1994) sostiene que:
La buena fe es el cauce por medio del cual el derecho recoge el valor ético
social de la confianza, constituye un principio general del derecho que, como
tal, forma parte del ordenamiento jurídico, tiene valor normativo y existen-
cia propia como fuente del derecho, al margen de que haya sido o no reco-
nocido por el legislador o la jurisprudencia. (p. 463)
En esa medida, la buena fe como una norma general por tanto es una norma
integradora y creadora dentro del sistema jurídico. Es así que, la buena fe es tenida

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El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

en cuenta como una fuente de creación


de especiales deberes de conducta exi-
gibles en cada caso, de acuerdo con la Así, en la doctrina civil
naturaleza de la relación jurídica y con la se distingue entre buena
finalidad perseguida por las partes a tra- fe simple, que también se
vés de ella. Las partes no se deben solo a
aquello que ellas mismas han estipulado conoce como la dimensión
o escuetamente aquello que determina subjetiva de la buena fe, y la
el texto legal, sino a todo aquello que en buena fe cualificada, que se
cada situación impone. Aquí la buena fe relaciona con la dimensión


debe ser entendida como rectitud y hon-
radez en el trato. Supone un certero com- objetiva de la buena fe.
portamiento o una manera de proceder
a la cual las partes deben atenerse en el
desenvolvimiento de las relaciones jurí-
dicas y en la celebración, interpretación y ejecución de los negocios jurídicos (Mon-
salve Caballero, 2008, p. 36)(1). Es así que, según Schopf Olea (2018), en la doctrina
se encuentra consolidada la idea que “la buena fe es un principio general del dere-
cho”, mientras que en la jurisprudencia se ha reconocido reiteradamente que la buena
fe “tiene el carácter y naturaleza de principio general del derecho, que inspira todo
nuestro ordenamiento jurídico” (p. 110).
La buena fe se relaciona con el principio de seguridad jurídica, pues quien obra
leal, honesta y rectamente en sus actuaciones espera que sus derechos sean respetados
y garantizados por el Estado, esto es, que los derechos generados sobre la base de la
buena fe, siguiendo lo dispuesto por el ordenamiento jurídico para su generación no
puede ser cuestionado. Así, los derechos ya consolidados, sustentados en el actuar de
buena fe de los destinatarios del ordenamiento jurídico no pueden ser discutidos. Así,
Ugartemendia (2006) refiere que el Tribunal Constitucional de España ha señalado
que la seguridad jurídica es la suma de certeza y legalidad, jerarquía y publicidad
normativa, irretroactividad de lo no favorable, e interdicción de la arbitrariedad, la
seguridad jurídica es la suma de estos principios, equilibrada de tal suerte que per-
mita promover, en el orden jurídico, la justicia y la igualdad, en libertad, sin perjui-
cio del valor que por sí mismo tiene, además, el principio de seguridad jurídica tiene
una doble proyección, una objetiva, que engloba los aspectos relativos a la certeza del
Derecho; y otra subjetiva, la cual se concreta en la “previsibilidad de los efectos de
su aplicación por los poderes públicos” (o en la “expectativa razonablemente fundada
del ciudadano en cuál ha de ser la actuación del poder en la aplicación del Derecho”,
etc.) (p. 22)(2). Dentro de estos conceptos también aparece la prohibición de retroac-

(1) Además, Larenz y Enneccerus (2017) explican que: “Un principio que informa e integra el ordenamiento
jurídico con el valor de la confianza que gravita en la conciencia social, por lo cual la doctrina científica
lo ha considerado, con acertada razón, como la base del tráfico y el principio supremo y absoluto que
domina el derecho de las obligaciones” (p. 25).
(2) Véase: Pérez Luño (2000).

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Juan Antonio Rosas Castañeda

tividad de la ley que pretenda desconocer los derechos consolidados; al respecto, el


Tribunal Constitucional de España explica que la prohibición de la retroactividad solo
es aplicable a los derechos consolidados, asumidos e integrados en el patrimonio del
sujeto y no a los pendientes, futuros, condicionados y expectativas (Ugartemendia
Eceizabarrena, 2006, p. 26). En igual sentido, el Tribunal Constitucional peruano ha
señalado que nuestra Constitución se acoge a la teoría de los hechos cumplidos, por lo
que solo se protegen derechos ya consolidados(3). En suma, el cambio en las circuns-
tancias normativas no puede alterar el ejercicio y goce de derechos ya consolidados,
esta es una garantía que se deriva del principio de seguridad jurídica.
Ahora bien, en el ámbito del derecho de los contratos y obligaciones, siguiendo
a Murcia Ramos (2012), la buena fe es la creencia de que se actúa dentro de la lega-
lidad, es un concepto ampliamente utilizado dentro del ordenamiento jurídico y con-
siste en la firme creencia de quien actúa lo hace dentro de la legalidad y en ausencia
de actuaciones fraudulentas que viciarían el contenido de esta. Cuando se demuestra
la ausencia de buena fe, al juez no le queda camino diferente al reconocimiento fác-
tico de que la actuación del particular no se desarrolló conforme a esta, de lo con-
trario estaría haciendo primar una presunción, un formalismo, sobre la realidad. La
buena fe no es un concepto absoluto y como simple presunción no puede catalogarse
en un grado de superior jerarquía frente a la realidad, a los hechos concretos (p. 171).
Así, siguiendo Ruiz Sandoval (2018), quien reseña la jurisprudencia de la Corte
Constitucional de Colombia, la buena fe no es solo un precepto superior contenido en
la carta, sino un principio general que asiste a las diferentes áreas de nuestro sistema
jurídico, y cuyas dinámicas deberán estar supeditadas a un actuar, tanto particular
como estatal, honesto y leal, ya que este axioma trascendió la esfera del Derecho pri-
vado donde originariamente surgió, para situarse en lo público, bajo una de sus pri-
marias manifestaciones, cual es, la confianza mutua entre quien ostenta la autoridad
estatal y quien es sujeto de sus decisiones. Indica igualmente la Corte que este se erige
como un confín para el ejercicio del poder; es decir, ya no solamente se está bajo el
imperio de la Constitución y de la ley, sino de este principio, que exige ya no solo a
los particulares en sus acuerdos individuales una conducta correcta, sino presupone
una relación jurídica individuo – Estado, fundada en criterios de credibilidad, con-
fianza y seguridad. En suma, la buena fe, como principio general del Derecho, es el
estado mental de honradez, de convicción en cuanto a la verdad o exactitud de un
asunto, hecho u opinión o la rectitud de una conducta. Exige, entonces, una conducta

(3) El TC señaló lo siguiente: “A partir de la reforma constitucional del artículo 103 de la Constitución,
validada por este Colegiado en la STC 0050-2004-AI/TC, y en posteriores pronunciamientos, se ha
adoptado la teoría de los hechos cumplidos dejando de lado la teoría de los derechos adquiridos, salvo
cuando la misma norma constitucional lo habilite. De igual forma, tal como se explicó en la Sentencia
del Tribunal Constitucional N° 0002-2006-PI/TC (fundamento jurídico 11) citando a Diez-Picazo, la
teoría de los hechos cumplidos implica que la ley despliega sus efectos desde el momento en que entra
en vigor, debiendo ser “aplicada a toda situación subsumible en el supuesto de hecho; luego no hay
razón alguna por la que deba aplicarse la antigua ley a las situaciones, aún no extinguidas, nacidas con
anterioridad” (Sentencia del Tribunal Constitucional, recaída en el Expediente N° 0316-2011-PA/TC,
fundamento jurídico 26).

14
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

recta u honesta en relación con las partes interesadas en un acto, contrato o proceso
(pp. 39-40).
En materia de adquisición del derecho de propiedad o derechos reales, el princi-
pio de buena fe, relacionándose además con el principio de seguridad jurídica, garan-
tiza que el propietario no sea molestado por el Estado en el goce pacífico de su dere-
cho, ni que ese derecho sea cuestionado, salvo que existan motivos fundados para tal
cuestionamiento. De esta manera, como apunta Rivera Ardila, el principio de buena
fe permite al propietario el goce pacífico y que sus derechos no se vean interrumpidos
por parte del Estado; en tal sentido, solo por motivos o razones fundadas, el Estado
puede entrar a cuestionar el origen lícito o el uso de la propiedad, mediante el ade-
lantamiento de la acción de extinción de dominio, que se resumen en tres eventos: i)
cuando el bien sea producto directo o indirecto del delito; ii) cuando se trate de bie-
nes que han incumplido la función social o ecológica de la propiedad; y, iii) en los
casos de bienes equivalentes para los eventos establecidos por el legislador (Rivera
Ardilla, 2017, p. 25).
Es así que la buena fe debe ir respaldada de la existencia de un título constitu-
tivo o traslativo de dominio, así lo plantea Murcia Ramos (2012) haciendo referencia
a la jurisprudencia de la Corte Suprema de Colombia, que precisa:
Para que el poseedor pueda ser reputado de buena fe se requiere necesaria-
mente la existencia de un título constitutivo o traslativo de dominio, esto
es, la prueba de una relación de derecho de las que confieren originaria o
derivadamente la propiedad de las cosas, en virtud de la cual el poseedor
pueda adquirir la conciencia de que ha recibido la cosa por medios legíti-
mos de quien tenía la facultad de enajenarla. (p. 171)
Así, Murcia Ramos (2012) plantea la necesidad que tiene el adquirente de bienes
de origen ilícito o activos ilícitos de deshacerse del producto de sus actividades delic-
tivas, vendiéndolos o permutándolos, por cuya transacción recibirá un bien o recurso
equivalente, para disimular su origen y darle apariencia de legalidad, por esta razón,
aunque el bien salió de su dominio, lo recibido por dicha transacción puede ser objeto
de extinción de dominio, dado que ningún amparo constitucional puede tener el pro-
vecho o ventaja obtenido de una actividad dolosa. Y de otro lado, si quien por com-
pra o permuta ha recibido el bien ilícitamente adquirido directa o indirectamente, y
lo ha incorporado a su patrimonio a sabiendas de la ilicitud para aprovechar en su
beneficio las circunstancias o con el objeto de colaborar o encubrir a quien lo adqui-
rió ilícitamente, por ser este un tercero adquirente de mala fe será también afectado
por la extinción de dominio (p. 172).
Por ello, resulta necesario analizar la figura del testaferro, ya que en muchos casos
prestan una contribución sensible a la actividad criminal, en la práctica no es raro ver
como auténticos profesionales de la titularidad y administración. Así, el testaferro
es una figura utilizada por el crimen organizado para sus fines delictivos, como es
evadir impuestos, quitar herencias, vulnerar de tal manera fondos ya sean privados
o públicos a nombre de terceras personas, y para legitimar activos de origen ilícito

15
Juan Antonio Rosas Castañeda

como manifestación del delito de lavado de activos. De esta manera se da cuando


una persona presta su nombre e identidad para adquirir bienes, como propiedades y
vehículos (Sandoval Pérez, p. 5).

IV. EL TESTAFERRO EN LA ADQUISICIÓN DE BIENES DE ORI-


GEN ILÍCITO: LA MALA FE DEL TERCERO ADQUIRENTE
Como advierte González Cano (2016), cada vez resulta más habitual que los bie-
nes y efectos procedentes de actividades delictivas sean transferidos por sus autores
a terceras personas con su conocimiento y con el fin de evitar el decomiso. Así, esta
autora sostiene que la adquisición por un tercero se refiere a situaciones en las que, por
ejemplo, el bien ha sido adquirido por el tercero, directa o indirectamente, mediante
un intermediario, de un sospechoso o persona acusada o incluso cuando la infracción
penal haya sido cometida en su nombre o para su beneficio, en caso de que el acusado
carezca de bienes que puedan decomisarse. Ese decomiso debe ser posible al menos
en aquellos casos en que los terceros tuvieran o hubieran debido tener conocimiento
de que el objetivo de la transferencia o adquisición era evitar el decomiso, basándose
en hechos y circunstancias concretas, entre ellas, la transferencia que se haya reali-
zado gratuitamente o a cambio de un importe significativamente inferior al valor de
mercado. Las normas sobre decomiso de bienes de terceros deben extenderse tanto
a personas físicas como jurídicas. En cualquier caso, no deberían verse perjudicados
los derechos de los terceros que actúen de buena fe (pp. 105-106). Bajo esa perspec-
tiva, se han diseñado normas que aseguren el decomiso de bienes de origen ilícito
transferidos a terceros, resguardando el derecho de los terceros que adquirentes a
título oneroso y de buena fe, como se regula en el último párrafo del artículo 102 del
Código Penal peruano(4).
Este tercero que conoce que adquiere bienes de origen ilícito con la intención de
contribuir con la legitimación de estos activos o dificultar la incautación, decomiso o
extinción de los mismos, es el denominado “testaferro”, cuyo actuar doloso denota su
mala fe. Para Ragués I Vallès (2008), el llamado testaferro u hombre de paja es aquél
que presta su nombre en un contrato, pretensión o negocio que en realidad es de otra
persona (p. 3). Mendoza Llamacponcca (2017), refiere en la misma línea que, el testa-
ferro oculta la real titularidad de los activos, prestando su nombre para tal fin (p. 432).
Así, Sandoval Pérez explica que el término testaferro es usado en la literatura
específicamente jurídica, dentro de sus leyes, este término nos ayuda a señalar a la
persona que se encuentra suplantando, encubre o se disfraza legalmente de quien no
es en realidad, prestando su nombre e identidad, firma o bien su personería ya sea de
una forma física o jurídicamente, en el papel de alguien más frente a la sociedad. La
palabra testaferro es un término italiano que en su traducción significa “cabeza de
hierro” (Testacabeza y Ferro- hierro). En ese marco, este autor sostiene además que,
el testaferro es la persona que permite o da paso a ser manipulada por otra con el fin

(4) Al respecto, véase: Rosas Castañeda (2020, p. 256 y ss.).

16
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

de suplantar, encubrir o disfrazar de manera legal una acción ilícita, los testaferros
en muchos casos prestan una contribución sensible a la actividad criminal, en la prác-
tica no es raro ver cómo auténticos profesionales de la titularidad y administración
meramente formales de sociedades consiguen, una vez tras otra, salir indemnes de
aquellos procedimientos penales en los que se ven involucrados. En términos econó-
micos y a su vez políticos, testaferrismo se describe a los individuos que suplantan a
otros dentro de negocios ilegales o fraudulentos y el punto está en que aun cuando es
una suplantación no dejan de percibir beneficios ya sean económicos o de otra índole,
provenientes del fraude que se ha ocasionado en el entorno(5).
De esta manera, siguiendo a Viveros Castellanos (2020), con el actuar del tes-
taferro se busca encubrir la titularidad del verdadero dueño de los bienes de proce-
dencia ilícita, de ahí que, entre el prestamista del nombre (testaferro) y el prestatario
(verdadero titular) se presenta un contrato ilícito –verbal o escrito–, por medio del
cual el primero se compromete a restituir el bien al prestatario o transferirlo a quien
este designe. Bajo esta modalidad fraudulenta, los bienes ingresan al patrimonio del
testaferro en forma real, pero sin justificación, para “encubrir” bienes en relación con
los delitos puntuales como el narcotráfico, extorsión, secuestro extorsivo y conexos,
entre otros; además, es posible la utilización de personas naturales y jurídicas. Desde
el punto de vista de la moral social, el tipo penal de testaferrato afecta de manera
considerable tanto a las personas como el orden económico social, ante la facilidad
de disimular la procedencia ilícita de bienes (p. 109).
Los actos jurídicos realizados recurriendo a la figura del testaferro, son actos
simulados, pero no necesariamente ilícitos, se torna ilícitos cuando dicha simulación
ocasione un conflicto o un daño a un tercero o se busque un fin ilícito, por ejemplo, un
extorsionador que ostenta un inmueble adquirido con dinero producto de sus activi-
dades delictivas y lo transfiere a un tercero para disimular el origen ilícito del mismo.
Pérez Macías (2018), observa que, el testaferro es utilizado en diversas conductas de
carácter criminal como la generación de empresas ficticias, delincuencia organizada,
actos de corrupción, contrabando, compra de armas, esclavitud, prostitución, terro-
rismo, suplantación en cuentas bancarias, entre muchas otras, puesto que su campo
de actuación es múltiple, pero en todo momento se utilizará esta figura valiéndose
de incompatibilidades legales o limitaciones de actuar y negociar en áreas específi-
cas (un ejemplo de ello, las licitaciones públicas), aunque en la mayoría de los casos
conocidos la figura del testaferro es limitada en actuación, ya sea en firmas de ban-
cos y el trámite de documentos para la finalidad delictiva(6).
El supuesto de que un tercero adquirente conoce o sospecha de la procedencia
ilícita puede constituir incluso un caso de blanqueo de capitales. Así, en el funda-
mento jurídico 34 del Acuerdo Plenario N° 03-2010/CJ-116 se establece como indicios

(5) Ibídem, pp. 8 y 11.


(6) Pérez Macías (2018). Recuperado de: <https://veritasonline.com.mx/la-figura-del-testaferro-en-el-
lavado-de-dinero/>.

17
Juan Antonio Rosas Castañeda

de la comisión de delito de lavado de activos, el uso de testaferros, la titularidad de


bienes por un testaferro, así como la utilización de sociedades fachadas o testaferros.
En la misma línea, el “Informe de tipologías regionales GAFILAT 2017-2018”
elaborado por el Grupo de Acción Financiera de Latinoamérica - GAFILAT sostiene
que una de las principales tipologías regionales del lavado de activos es el uso de tes-
taferros, personas naturales como sociedades mercantiles de fachada, así por ejem-
plo, se hace referencia al caso de:
Un clan familiar dedicado a proveer apoyo financiero y diferentes servicios
a una importante organización de narcotraficantes del país A. Los miem-
bros de la organización criminal no desarrollaban actividad lícita alguna en
el país. A efectos de integrar los fondos ilegítimos al sistema financiero, los
integrantes de la organización delictiva crearon una estructura conformada
por testaferros y sociedades anónimas en la que figuraban como autoridades
los integrantes de la organización y/o testaferros, con el objetivo de lavar
los activos generados por sus actividades ilícitas. El cónyuge de uno de los
integrantes abre una cuenta bancaria, la cual se fondea con transferencias
internacionales de cuentas propias y depósito de cheques. Parte de estos fon-
dos se utilizaron para la adquisición de inmuebles y vehículos de alta gama
en el país. Sin embargo, la mayor parte de las transacciones se cursaron a
través de los testaferros, a quienes se les proporcionaba el dinero en efec-
tivo, dejando en evidencia la existencia de un canal de ingreso de efectivo
que no era declarado en nuestro país. (p. 69)
Siendo las señales de alerta la utilización de testaferros para la adquisición de
inmuebles y vehículos, además de reiteradas compraventas de inmuebles por parte
de una misma persona en corto tiempo y utilizando testaferros sin el poder adquisi-
tivo necesario. Otro ejemplo de uso de testaferros en las tramas de lavado de activos
es el referido a la entrega de recursos de origen ilícito por parte de testaferros a enti-
dades fiduciarias formales (que administran activos de terceros de forma anónima
y devuelven las ganancias de las inversiones), disimulando al verdadero titular del
patrimonio; así tenemos:
El testaferro de una organización delictiva dedicada a la extorsión y el secues-
tro, recibe de la organización delincuencial un grupo de activos obtenidos
luego de cometer ilícitos en diferentes ciudades. El grupo de activos está
compuesto por una fuerte suma de dinero en efectivo en diferentes mone-
das, una empresa de fabricación de jabones, varios inmuebles que la orga-
nización acaba de poner a su nombre y un lote de maquinaria pesada que se
encuentra localizada en uno de los bienes inmuebles a su nombre. Con estos
bienes el testaferro acude a una entidad fiduciaria para entregar en adminis-
tración los bienes producto de las actividades delictivas desarrolladas por
la organización. Verificados algunos datos básicos, la compañía fiduciaria
constituye un encargo fiduciario con los bienes y con el dinero en efectivo
comienza a pagar a los acreedores de la fábrica de jabones y los gastos deri-
vados de la administración y mantenimiento de la maquinaria pesada. El

18
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

dinero restante es invertido, los bienes inmuebles arrendados y la maqui-


naria es arrendada para la construcción de una carretera. En vista del buen
trabajo realizado por la compañía fiduciaria, el testaferro solicita que men-
sualmente le sean girados cheques a su nombre para su sostenimiento, el
pago de servicios y obligaciones financieras y una suma adicional para sus
gastos personales. Estos cheques son posteriormente endosados y entrega-
dos a algunos miembros de la organización para el desarrollo de su actividad
criminal. Pasado un tiempo el testaferro decide liquidar el encargo fiducia-
rio mediante la devolución de los bienes y la entrega del dinero en cheques
y se presenta en otra entidad para realizar de nuevo el mismo proceso adi-
cionando otros bienes y más dinero en efectivo. (p. 39)
Bajo esa perspectiva, como se ha dicho, es usual que la figura del testaferro se
de en el ámbito o utilizando personas jurídicas de fachada; así, el Tribunal Constitu-
cional de España se pronunció respecto de un caso de decomiso de una finca de pro-
piedad simulada de una sociedad de pantalla, donde señaló que:
El supuesto legal aplicable es el de decomiso de bienes que, proviniendo de
un delito, pertenecían al acusado. En ese sentido, las referencias a la buena
o mala fe de la recurrente no resultan relevantes, pues el comiso no se ha
producido en virtud de una posesión de terceros sin buena fe. En segundo
lugar, la pertenencia real del bien decomisado al acusado y el origen del bien
en la actividad ilícita de este ha sido objeto de prueba suficiente, obtenida
legalmente y valorada de manera lógica en la vía judicial, haciéndose men-
ción expresa a los elementos probatorios tenidos en cuenta(7).
En la misma línea, Ragués I Vallès (2008) plantea que, por ejemplo, entre las
actividades en las que la figura del testaferro suele verse involucrada a menudo se
encuentran la asunción de la titularidad o la administración de sociedades mercanti-
les, cuando por razones diversas quien tiene el dominio real de una compañía no está
interesado en aparecer ante terceros como su socio o administrador formal. En algu-
nos casos quien se presta a semejante papel puede ser un familiar o persona próxima
al administrador real, en otros; sin embargo, se trata de un servicio retribuido, que
para algunos individuos llega a convertirse en un auténtico modus vivendi. Así, no
resulta extraño encontrar ejemplos en los que un único sujeto aparece en los regis-
tros públicos como socio único y administrador de cientos de sociedades de las que
apenas nada sabe (p. 4). Otra tipología de uso de testaferro en el ámbito de las empre-
sas de fachada, las encontramos en la jurisprudencia española que hace referencia al
supuesto de uso del entorno familiar y amical más cercano en la administración de
personas jurídicas de fachada. De esta manera, la STS español 174/2020, de 23 de
enero de 2020, plantea los siguientes hechos probados:

(7) Auto del Tribunal Constitucional español N° 125/2004, de fecha 19 de abril de 2004, citado por Carrillo
del Teso (2018, p. 204).

19
Juan Antonio Rosas Castañeda

El Tribunal sentenciador afirma que el acusado [Carlos José] creó y man-


tuvo un entramado empresarial constituido por tres sociedades, en las que
no figuró como administrador, ni apoderado, poniendo al frente de las mis-
mas a personas de su confianza que no tenían poder de dirección y control
de las sociedades, con la finalidad exclusiva de dar apariencia de seriedad
en el mercado, que todas ellas eran sociedades instrumentales, con el mismo
domicilio social y sede física, y que tenían por exclusiva finalidad la com-
praventa en grandes cantidades de joyas, ordenadores y teléfonos móviles,
efectos que eran inmediatamente revendidos, sin abonar el importe del sumi-
nistro. Pero lo acreditado es que los supuestos administradores, como Luis
Carlos, taxista de profesión y Olga hija de la expareja del acusado, no tenían
conocimiento alguno en materia empresarial, ni de operaciones comerciales
y siguiendo las indicaciones del acusado accedieron a figurar como admi-
nistradores de las sociedades como ellos mismos han reconocido, funcio-
nando como meros testaferros del acusado.
En suma, la utilización de testaferros puede ser diversa, desde casos simples
donde los verdaderos titulares de los bienes de origen ilícito recurren al entorno fami-
liar o amical más cercano, hasta las tramas más complejas utilizando sociedades de
fachada, adquisiciones de inmuebles, vehículos, realización de complejas operacio-
nes financieras en el ámbito nacional e internacional, recurriendo incluso a entidades
fiduciarias, administradoras de patrimonio de terceros, triangulando operaciones que
hacen difícil indagar el verdadero origen de los activos. Por ello, Martínez-Arrieta
(2018) advierte que las conductas de terceros adquirentes de bienes a sabiendas de su
origen ilícito pueden ser también constitutivas del delito de blanqueo de capitales o
receptación; de esta manera, la ocultación de la verdadera titularidad de los bienes o
los derechos sobre los mismos o las transferencias de los bienes y efectos para impe-
dir su localización son conductas que se encuentran tipificadas como el delito blan-
queo de capitales (pp. 75-76).
Al respecto, el Tribunal Supremo español, en la STS N° 56/1997, de 20 de enero
de 1997, precisó que:
No cabe ignorar, finalmente, que la titularidad de los bienes que puedan ser
objeto de comiso puede haberse adquirido con conocimiento de su ilícita
procedencia y que, en tal caso, la investigación criminal debe encaminarse
también a esclarecer tal extremo desde la perspectiva del delito de recep-
tación, o, en su caso, como posibles supuestos de participación criminal en
el hecho delictivo de que se trate, sin perjuicio también de la participación
a título lucrativo de los efectos del delito.
En este aspecto, la jurisprudencia española ha sido clara en advertir que, para
efectos penales de la configuración del delito de blanqueo de capitales, no es necesa-
rio que el testaferro conozca de forma concreta y precisa sobre el origen ilícito de los
bienes de los que aparecía como titular, basta con la consciencia de la alta probabilidad
de ese origen. Así, en la STS español N° 317/2016, de 15 de abril de 2016, se precisó:

20
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

[E]n los supuestos de dolo eventual se incluyen los casos en que el sujeto no
tiene conocimiento concreto y preciso de la procedencia ilícita de los bienes,
pero sí es consciente de la alta probabilidad de su origen delictivo, y actúa
pese a ello por serle indiferente dicha procedencia.
En el ámbito de adquisición de bienes de origen ilícito, un ejemplo interesante
es el de la sentencia del 24 de mayo de 2012, expedida por la Sala de Extinción de
Dominio de Bogotá, donde se reseñan los siguientes hechos:
Estos hechos fueron dilucidados en relación a la señora Martha Carolina
Carrasquilla Hurtado, persona que había adquirido bienes del señor Julián
Chavarriaga Wilkin, quien a su vez los compró con recursos entregados por
los hermanos Rodríguez Orejuela a su hermano Jairo Chavarriaga Wilkin
a través de una triangulación financiera; quedó acreditado que la señora
Carrasquilla Hurtado, tenía la capacidad en el año 1999 de comprar bienes
por valor de $2 000 000 millones de pesos, sin embargo, se tuvieron otros
elementos de prueba que evidenciaron su naturaleza ilegítima, como fue-
ron que el señor Julián laboraba años atrás con su hermano, residían en el
mismo barrio e ingresaron a estudiar en la Universidad Libre, probándose
una cercana relación de amistad desde 1987, a su turno, al hacerse un estu-
dio de trazabilidad de los recursos, este arrojó que no era normal las gran-
des sumas de dinero que se consignaban a su cuenta y que no se estaba en
condiciones de comprar determinados derechos patrimoniales, por ello, se
concluyó por el Tribunal que fue acertada la extinción de dominio de los
bienes de propiedad de la señora Carrasquilla Hurtado. (Vásquez Betancur,
2018, pp. 93-94)
En el caso recogido por la jurisprudencia colombiana se advierte la concurrencia
de indicios que hacen inferir que en realidad Martha no estaba obrando con buena
fe en las adquisiciones en las que participó, y que en realidad era un testaferro de
conocidos narcotraficantes. En el caso bajo análisis quedó acreditado que los bienes
fueron adquiridos por Julián con dinero de origen ilícito proveniente de los conoci-
dos narcotraficantes Rodríguez Orejuela, posteriormente Julián transfiere los bienes
a Martha, que aparentemente tenía capacidad económica para adquirir los bienes,
además, los había adquirido de Julián que figuraba como titular registral de los bie-
nes, con lo cual formalmente Martha pudo alegar buena fe simple en estas operacio-
nes comerciales; sin embargo, la Fiscalía pudo acreditar que las relaciones personales
entre Martha y Julián hacían decaer la presunción de buena fe, también acreditó la
fiscalía del estudio del patrimonio de Martha, no era normal las grandes cantidades
de sumas de dinero que consignada en sus cuentas y que no estaba en condiciones
de realizar todas las adquisiciones que detentaba, por lo que procedió la extinción
de dominio de los bienes de Martha, configurando un caso evidente de mala fe y su
actuar doloso como testaferro.
Así en la casuística es usual encontrar indicios o criterios que nos harían inferir
en un caso concreto que el sujeto que interviene como tercero adquirente en realidad

21
Juan Antonio Rosas Castañeda

es un mero testaferro, que actúa dolosamente para ocultar al verdadero titular de los
bienes. Podemos plantear el siguiente ejemplo: Pedro cuya única actividad económica
es su trabajo como portero en el edificio donde vive Raquel, amante de José (cono-
cido narcotraficante), figura como titular registral de un predio de 300 m2 cuadrados
ubicado en San Isidro, cuyo precio en el mercado es de US$ 500 000 00. Se advierte,
además, que Pedro nunca entró en posesión del bien, siendo que, el mismo se encuen-
tra ocupado por José y su familia. Es así que, Pedro celebra un contrato de compra-
venta sobre el referido predio con Rosa, que trabaja como emplea doméstica de Juan,
hermano de José, no contando con otras actividades económicas, fijando el precio
del bien en US$ 50 000 00, que fueron pagados en efectivo por Rosa en presencia del
notario Luis. Tras completarse los trámites notariales y registrales Rosa pasa a figu-
rar con titular registral del predio, pero tampoco logra ocuparlo.
Otro ejemplo, es el caso de Felipe, investigado por corrupción, adquiere un yate
de Jacinto por al precio conforme al valor del mercado, pero no llega a inscribir su
derecho ante los Registros Públicos correspondientes. Sin embargo, de la investiga-
ción al patrimonio de Felipe se advierte que sus ingresos como funcionario público
no alcanzan para sustentar dicha adquisición. Al poco tiempo la Fiscalía inicia una
investigación preliminar contra Felipe, por lo que, decide transferir el yate a su sobrino
Fabián, quien trabaja como asistente en la oficina de Felipe. Pero tampoco se llegó
a inscribir el derecho de propiedad de Fabián. Meses después Felipe, adulterando la
firma de Jacinto consigue que el notario Raúl, eleve a escritura pública un contrato
de compraventa sobre el yate que tiene como suscritores por un lado Jacinto, como
vendedor, y Sergio, como comprador, fijándose como precio la suma de 250,000,00
dólares americanos, pagándose únicamente US$ 20,000.00 dólares que Felipe otorgó
como préstamo a Sergio, quien además es novio de su hija, lográndose inscribir los
derechos patrimoniales de Sergio en los Registros Públicos.
De los ejemplos planteados, ¿Rosa o Sergio, titulares registrales de los respecti-
vos bienes, podrían reclamar para ser considerados terceros adquirentes de buena fe?,
¿qué indicios aparecen en los casos narrados para inferir que Rosa y Sergio en reali-
dad actuaron de mala fe, como testaferros de otros? Es evidente que la sola formali-
dad del registro público no resulta suficiente para reconocer y garantizar el derecho
de propiedad sobre bienes patrimoniales conseguidos de manera espuria.
En el primer caso, la capacidad económica de los intervinientes y la ausencia
de actividades comerciales lícitas no justifican las adquisiciones. Pedro es portero y
recibe un exiguo ingreso, Rosa es empleada doméstica, ninguno de los dos cuenta con
otros ingresos lícitos. También aparece que sin sustento económico Pedro adquiere un
predio por un valor de medio millón de dólares, mientras que Rosa dispone de dinero
en efectivo por una suma considerable, sin sustento económico para el manejo de esta
suma. Apreciándose en esa medida que en la segunda transferencia se fijó un precio
por un monto muy inferior al precio del mercado, así como el manejo de considera-
bles sumas de dinero en efectivo.
De otro lado, examinadas las relaciones entre las partes y José, conocido narco-
traficante, se aprecia que Pedro es portero del edificio donde vive Raquel (amante de

22
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

José) y Rosa es empleada doméstica de


Juan (hermano de José), es así que tanto
Pedro como Rosa se han relacionado indi- La buena fe se relaciona
rectamente con José, vinculado a activi- con el principio de
dades delictivas. Asimismo, es de adver- seguridad jurídica, pues
tir que a pesar de figurar sucesivamente
como titulares registrales del predio, ni quien obra leal, honesta
Pedro ni Rosa ocuparon el mismo, siem- y rectamente en sus
pre estuvo en posesión de José. Enton- actuaciones espera que sus
ces, se aprecian indicios de incremento derechos sean respetados y
patrimonial no justificado, ausencia de
actividades comerciales lícitas que justi- garantizados por el Estado,
fiquen ese incremento, vinculaciones con esto es, que los derechos
sujetos relacionados a actividades delic- generados sobre la base
tivas, el manejo de grandes cantidades de la buena fe, siguiendo
de dinero junto al hecho de que el predio
siempre permaneció en poder de José, se lo dispuesto por el
infiere del conjunto de circunstancias del ordenamiento jurídico para
caso el origen ilícito del bien, que en la su generación no puede ser


última transacción se fijó una suma muy cuestionado.
por debajo del precio del mercado, el ver-
dadero titular de los bienes de origen ilí-
cito es José y, por tanto, que las trans-
ferencias fueron simuladas, y que tanto
Pedro como Rosa actuaron de mala fe, como testaferros de José, siendo así, no pueden
reclamar la protección del ordenamiento jurídico como terceros adquirentes de buena
fe, procediendo la extinción de dominio del predio bajo titularidad registral de Rosa.
Es de apreciar que aparecen al igual en el delito de lavado de activos, el deno-
minado triple pilar indiciario para acreditar el origen ilícito de los bienes, conforme
se deja sentando en la Sentencia Plenaria Casatoria N° 01-2017/CIJ-433, fundamento
jurídico 22:
En todo caso, puede concebirse –a título meramente enunciativo, sin que
necesariamente se califiquen de obligatorios requisitos legales ni que deban
concurrir juntos, pues lo más relevante son los datos concretos de la causa–
un triple pilar indiciario –o elementos incriminatorios– sobre el cual edi-
ficarse una condena por el delito de lavado de activos (por ejemplo: STSE
345/2014, de 24 de abril):
Primero, los incrementos inusuales o crecimientos injustificados del patri-
monio, o la realización de actividades financieras anómalas –por su cuan-
tía y su dinámica–.
Segundo, la inexistencia de negocios o actividades económicas o comerciales
lícitas que justifiquen el incremento patrimonial o las trasmisiones dinerarias.

23
Juan Antonio Rosas Castañeda

Tercero, la constatación de algún vínculo o conexión con actividades delic-


tivas con capacidad de generar ganancias ilegales o con personas o grupos
relacionados con los mismos(8).
Junto a estos indicios sobre el origen ilícito del bien objeto de adquisición, para
determinar la mala fe del tercero adquirente, se deben estudiar: i) si el acto jurídico
que sustenta la adquisición respeto las reglas del ordenamiento jurídico y las prácti-
cas usuales de comercio, esto es, si se trata de un acto jurídico formalmente válido,
además, si se fijó un precio conforme al valor del mercado, si efectivamente se efec-
tuó el pago y si respeto las normas administrativas sobre bancarización; ii) la veri-
ficación de la presencia de actos fraudulentos, como la suplantación de identidad,
falsificación de firmas, falsificación de documentos; estos dos primeros indicios se
refieren a la pulcritud del actos jurídico; iii) la valoración intrínseca de los hechos
y circunstancias que conforman las relaciones entre las partes, esto es, verificar en
suma, si las partes guardan relación entre sí, si existen relaciones de subordinación
laboral, relaciones personales o familiares entre ellas o con terceros vinculados con
actividades delictivas; iv) la verificación del poseer de facto del bien, y cuál es el título
que sustenta su posesión, ya que en virtud del artículo 912 del CC, se presume que el
poseedor de un bien lo hace en calidad de propietario; v) la verificación de la situa-
ción patrimonial de los intervinientes en los actos de adquisición de bienes de origen
ilícito, esto es, en especial si el adquirente tiene capacidad económica para justificar
la adquisición, indagar cuál fue la fuente de financiamiento, y verificar si esta fuente
de financiamiento proviene del sujeto ajeno al acto jurídico; en suma, vi) la verifi-
cación de si el acto jurídico tuvo como propósito ocultar la identidad del verdadero
titular de los bienes. Estos últimos indicios se refieren a la situación fáctica que sub-
yace al acto jurídico simulado.
En el segundo caso también aparecen estos indicios. Se aprecia que Felipe, ver-
dadero adquirente, investigado por corrupción, no puede justificar el origen de los
activos con los que adquirió el bien, así como la actividad económica que realiza (fun-
ción pública) no alcanza para justificar la adquisición; además, se aprecia la concu-
rrencia de sucesivos actos simulados, la utilización de personas del entorno de Felipe,
la realización de actos fraudulentos, como son la falsificación de la firma de Jacinto
y la inscripción fraudulenta del título de Sergio en Registros Públicos, además, se
advierte que Sergio no tiene la capacidad económica para realizar la adquisición, es
más, simuló hacerlo con dinero proporcionado por el propio Felipe, no acreditándose
el pago efectivo por el bien. Indicios que hacen inferir la utilización de testaferros en
estas operaciones de adquisición sobre bienes de origen ilícito.
Se advierte en esa medida, que se intentó dar apariencia de legalidad a las opera-
ciones, ocultar al verdadero titular de los derechos, concurrieron actos fraudulentos,
es así que, en estos ejemplos, se verifica entonces que los sujetos actuaron en contra

(8) Además, Rosas Castañeda (2015, p. 348 y ss.).

24
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

de lo dispuesto en el artículo 66, inciso 3 del Reglamento del Decreto Legislativo


N° 1373, Decreto Supremo N° 007-2019-JUS, que prescribe:
66.3. Tener la creencia y convicción de que adquirió el bien patrimonial de
su legítimo titular y siempre que no concurran las siguientes circunstancias:
a) Pretender dar al negocio una apariencia de legalidad que no tenga o para
encubrir su verdadera naturaleza. b) Pretender ocultar o encubrir al verda-
dero titular del derecho. c) Concurran declaraciones falsas respecto al acto
o contrato para encubrir el origen, la procedencia, el destino de los bienes
patrimoniales o la naturaleza ilícita de estos.
En suma, el testaferro es aquel sujeto que presta su nombre para aparecer como
titular en contratos o actos jurídicos, ocultando al verdadero titular. Los actos jurídicos
realizados recurriendo a la figura del testaferro, son actos simulados que no necesaria-
mente son ilícitos, pero se torna así cuando dicha simulación ocasione un conflicto o
un daño a un tercero o se busque un fin ilícito; en ese marco, entre los actos típicos de
uso de testaferros se refiere a la adquisición y transferencia de bienes patrimoniales.
Por ello, el supuesto en que un tercero adquirente conoce o sospecha de la proceden-
cia ilícita, puede constituir incluso un caso de blanqueo de capitales, por ejemplo, un
extorsionador que ostenta un inmueble adquirido con dinero producto de sus activi-
dades delictivas, lo transfiere a un tercero para disimular el origen ilícito del mismo.
En la jurisprudencia y la doctrina, incluyendo los estudios de las tipologías de
lavado de activos, se ha concluido que entre los indicios de la comisión de delito de
lavado de activos, el uso de testaferros, la titularidad de bienes por un testaferro, así
como la utilización de sociedades fachadas o testaferros, cada vez resulta más habi-
tual que los bienes y efectos procedentes de actividades delictivas son transferidos
por sus autores a terceras personas con su conocimiento y con el fin de contribuir a
la legitimación de estos activos, ocultar su origen y evitar cualquier forma de deco-
miso, lo que justifica la creación de normas de decomiso o extinción de dominio de
bienes de origen ilícito en poder de terceros, por transferencia simulada, ocultando
al verdadero titular de los mismos, garantizando la impunidad de los verdaderos titu-
lares y asegurando la conservación del patrimonio criminal.

V. LA BUENA FE SIMPLE EN LA ADQUISICIÓN DE BIENES DE


ORIGEN ILÍCITO
Ahora bien, como se ha dicho, una condición necesaria para aplicar el principio
de nulidad ad initio y declarar la extinción de dominio por adquisición de bienes de
origen ilícito, es determinar que efectivamente el tercero que se encuentra en poder
de los bienes es o no un testaferro, esto es, que participa en el acto jurídico para ocul-
tar al verdadero titular de los bienes, pero, además, es de vital importancia determi-
nar si el tercero adquirente obró o no dolosamente o con culpa grave, pues de ser así
es viable la extinción de dominio, en caso contrario, es decir, si el tercero a quien
se le traspasó un bien adquirido directa o indirectamente de una actividad ilícita es
de buena fe debe protegérsele su derecho, bajo determinadas circunstancias, y no

25
Juan Antonio Rosas Castañeda

sería viable la extinción de dominio. Así, resulta determinante la figura del actuar
de buena fe de los adquirentes de bienes de origen ilícito, si el tercero actúa dolosa-
mente, sabiendo que el bien adquirido es de origen ilícito, actuando como testaferro
del verdadero titular, es evidente que el principio de nulidad ad initio es plenamente
aplicable, pero no solo en el actuar doloso del tercero se justifica la aplicación de la
extinción de dominio, sino también cuando el tercero no actuó con la debida diligen-
cia y prudencia en el negocio jurídico.
En ese entendido, en la doctrina civil se distingue entre buena fe simple o subje-
tiva y la buena fe cualificada u objetiva. En la primera rige toda actuación de los suje-
tos en la dinámica jurídica, es la creencia de que actúa de forma leal, recta y honesta,
aquí la adquisición de los bienes se sustentó en la ignorancia o error del origen ilí-
cito, pero esta buena fe no es suficiente para evitar la extinción de dominio, pues se
exige que el tercero debe ser diligente y prudente en su actuación, que objetivamente
demuestre que cualquier otro sujeto hubiera incurrido en el mismos error en el ori-
gen ilícito de los bienes, así entramos a la segunda clase de buena fe, la cualificada u
objetiva, la que sí sirve para evitar la extinción de dominio. En esa medida, se debe
acreditar de manera objetiva que el tercero tomo todas las precauciones posibles para
evitar incurrir en ignorancia o error en el conocimiento del origen ilícito de los bienes
que adquirió, para lo cual la doctrina y la jurisprudencia comparada han elaborado
una serie de indicios o requisitos para evaluar la actuación de buena fe del tercero
adquirente, el artículo 66 del Reglamento del Decreto Legislativo N° 1373, Decreto
Supremo N° 007-2019/JUS, incide en ese propósito.
Resulta importante destacar además que la buena fe registral regulada en el
Código Civil asegura que el sujeto se comporte diligentemente en la constatación del
contenido del registro público sobre la titularidad de los bienes adquiridos, constituye
un indicio de buena fe cualificada u objetiva, pero no resulta suficiente. Sin embargo,
el conocimiento del contenido del registro no es garantía suficiente del origen lícito
del titular, como hemos venido explicando a lo largo de este trabajo, la adquisición de
los bienes de origen ilícito puede hacerse por medios fraudulentos o al margen de la
ley, el tercero adquirente debe realizar otros actos concretos de verificación del ori-
gen de los bienes para reclamar su condición de tercero de buena fe, pero de buena fe
cualificada; actuar diligente y prudente que otro sujeto medio podría haber seguido.
En esa perspectiva, la buena fe registral debe ir acompañada de otros indicios, como
la capacidad económica justificada del agente para adquirir la propiedad del bien, el
precio del bien responde al valor medio del mercado, que efectivamente se produjo el
pago del precio a través de los medios de pago válidos, cumplimiento, por ejemplo,
las reglas administrativas de bancarización de ciertas operaciones mercantiles, para
evitar el manejo de grandes cantidades de dinero en efectivo.

1. La buena fe simple en la adquisición de bienes de origen ilícito


Como plantea Carrillo del Teso (2018), en una primera aproximación, se entiende
por tercero de buena fe a aquel que cree que quien le transfiere la cosa es su dueño y
puede transmitirla y disponer de la misma sin oposición ni el riesgo de que le discutan

26
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

o reclamen el dominio. Además, esta autora española refiere que el Tribunal Supremo
de su país afirmó que la aplicación del decomiso no estaba vinculado a la pertenencia
del bien al responsable criminal, sino a la demostración del origen ilícito del producto
o las ganancias, o la utilización del bien para fines criminales. Se podrían, entonces,
acordar el decomiso de los bienes intervenidos desvirtuando la presunción de buena fe,
acreditando que se trataba de un tercero aparente o limitado para encubrir la relación
con los hechos punibles. Por tanto, la apariencia formal de pertenencia a un tercero
no es suficiente para evitar el decomiso si se demuestra que el bien realmente perte-
nece al responsable (por lo pagos efectuados, el uso, seguros, etc.). De esta manera
el TS español razonó que: “prescindiendo del ropaje jurídico en la forma de adqui-
sición trasciende de la realidad jurídica aparente a la real, declarando y poniendo al
descubierto la verdadera situación en aras a la realización de la justicia material, en
su dimensión patrimonial”. Se trata, en definitiva, de descubrir a los testaferros y
separarlos de los auténticos terceros de buena fe (pp. 202-203).
Con lo cual, en el caso de los bienes adquiridos por enajenación o permuta, es
de vital importancia determinar si el tercero adquirente obró o no dolosamente o con
culpa grave, pues de ser así es viable la extinción de dominio, en caso contrario, es
decir, si el tercero a quien se le traspasó un bien adquirido directa o indirectamente
de una actividad ilícito es de buena fe debe protegérsele su derecho, bajo determina-
das circunstancias, y no sería viable la extinción de dominio (Murcia Ramos, 2012,
p. 172). Bajo esa perspectiva, la Corte Constitucional de Colombia, en la Sentencia
C-740 de 2003, plantea el siguiente supuesto fáctico:
Debe tenerse en cuenta que quien adquiere un bien con el producto de una
actividad ilícita intentará deshacerse de él enajenándolo o permutándolo,
por cuya transacción recibirá un bien o recurso equivalente. En tales casos,
aunque el bien salió de su dominio, lo recibido por dicha transacción puede
ser objeto de extinción de dominio, dado que ningún amparo constitucional
puede tener el provecho o ventaja obtenido de una actividad dolosa.
Y si se trata de quien por compra o permuta ha recibido el bien ilícitamente
adquirido directa o indirectamente, y lo ha incorporado a su patrimonio a
sabiendas de la ilicitud para aprovechar en su beneficio las circunstancias
o con el objeto de colaborar o encubrir a quien lo adquirió ilícitamente, por
ser este un tercero adquirente de mala fe será también afectado por la extin-
ción de dominio.
Entonces, en el caso de los bienes adquiridos por enajenación o permuta,
es de vital importancia determinar si el tercero adquirente obró o no dolo-
samente o con culpa grave, pues de ser así es viable la extinción de domi-
nio. En caso contrario, es decir, si el tercero a quien se le traspasó un bien
adquirido directa o indirectamente de una actividad ilícita es de buena fe
debe protegérsele su derecho, bajo determinadas circunstancias, y no sería
viable la extinción de dominio.

27
Juan Antonio Rosas Castañeda

En ese contexto, Martínez Sánchez (2015) advierte que la doctrina dominante en


materia civil reconoce dos clases de buena fe, de un lado tenemos la buena fe simple,
que equivale a obrar con lealtad, rectitud y honestidad, es la que se exige normalmente
a las personas en todas sus actuaciones. Esta buena fe se denomina simple porque
si bien surte efectos en el ordenamiento jurídico, estos solo consisten en cierta pro-
tección que se otorga a quien así obra. Es así que, si alguien de buena fe adquiere el
derecho de dominio sobre un bien cuyo titular no era el verdadero propietario, la ley
le otorga ciertas garantías o beneficios, que si bien no alcanzan a impedir la pérdida
del derecho sí aminoran sus efectos. El referido autor explica que, en la legislación
colombiana la buena fe simple tiene como efecto que, el poseedor de buena fe con-
denado a la restitución del bien no será condenado al pago de los frutos producidos,
o también el poseedor de buena fe puede adquirir la facultad de hacer suya la cosa
poseída (pp. 13-14). En la misma línea, Muñoz Ramírez y Vargas Mora (2017) plan-
tean que en la doctrina se reconocen dos tipos de buena fe: la subjetiva y la objetiva.
En cuanto a la primera, es la creencia de estar obrando con lealtad y rectitud, es decir,
un estado psicológico, que rige todas las actuaciones en el tráfico jurídico, donde se
cree o se ignora estar dañando el interés de otra persona, en tanto se ignora un dere-
cho ajeno; mientras, que la segunda se desarrolla en el campo del derecho de las obli-
gaciones, se manifiesta desde la etapa preliminar hasta la eficacia, es decir, desde el
comienzo del negocio jurídico se ajusta la voluntad de las partes al contenido de un
comportamiento honesto en la relación jurídica (p. 278).
Murcia Ramos (2012) sostiene que la buena fe simple equivale a obrar con leal-
tad, rectitud y honestidad, es la que se exige normalmente a las personas en todas sus
actuaciones. Se hace referencia a este tipo de buena fe cuando se adquiere el dominio
de un bien con la conciencia de haberlo adquirido por medios legítimos, exentos de
fraude y de todo otro vicio, esta buena fe se le denomina simple, porque si bien surte
efectos en el ordenamiento jurídico, estos solo consisten en cierta protección que se
otorga a quien así obra (p. 172).
Así, en la legislación peruana el artículo 906 del CC hace referencia al posee-
dor ilegítimo de buena fe(9), precisando que: “La posesión ilegítima es de buena fe
cuando el poseedor cree en su legitimidad, por ignorancia o error de hecho o de dere-
cho sobre el vicio que invalida su título”, este poseedor ilegítimo de buena fe no podrá

(9) Recordemos que el artículo 896 del Código Civil prescribe que la posesión es el ejercicio de hecho de
uno o más poderes inherentes a la propiedad, y el artículo 912 del mismo código establece la presunción
de que el poseedor es reputado propietario, mientras no se pruebe lo contrario, por lo que, cuando la
ley civil hace referencia a la adquisición de la posesión de un bien en la creencia de contar con un título
válido, sus disposiciones pueden ser extendidas al derecho de propiedad y otros derechos reales. Varsi
Rospigliosi (2019) señala que el poseedor es reputado propietario, mientras no se pruebe lo contrario.
La regla es que en la posesión vale el título. Es una presunción iuris tantum. La carga de la prueba recae
en quien no tiene la posesión, i. e., en el demandante o propietario. La regla es que todo poseedor sea
propietario y que todo propietario sea poseedor, pero ante ello surgen excepciones: el poseer sin ser
propietario. El llamado a ejercer la posesión es siempre el propietario, es el poseedor por excelencia. Esta
presunción se sustenta en la publicidad física que otorga la posesión, además que esta es la manifestación
externa del derecho de propiedad. Se toma de la realidad el hecho de que la calidad de poseedor recae
en el propietario; quien tiene el bien lo presume como titular (pp. 70-71).

28
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

hacer suyo el bien, pero el ordenamiento jurídico le otorga cierta protección; de esta
manera, el artículo 908 del CC señala que: “El poseedor de buena fe hace suyos los
frutos”, mientras que, cuando se trata de un poseedor ilegítimo de mala fe, los artículos
909 y 910 del CC le imponen al que obró de mala fe la obligación de responder por
la pérdida o detrimento del bien aun en caso fortuito o fuerza mayor, y la obligación
de entregar los frutos percibidos, y, sino existen, a pagar su valor estimado al tiempo
que los percibió o debió percibir.
Al respecto, Varsi Rospigliosi (2019) explica que, la posesión legítima deriva de
un acto jurídico válido (artículo 140): compraventa, usufructo, servidumbre, entre
otros, nace de un título válido o arreglado a ley, por tanto, siempre es de buena fe;
además, en la posesión legítima, la buena fe se presume. En cambio, la posesión ile-
gítima deriva de un hecho, donde se carece de derecho porque el acto es inválido,
ineficaz o contraviene la ley (artículos 219 al 220); es insuficiente, caduco o deriva
de un delito (robo, apropiación), de allí que, carece de un título, pero puede ser de
buena fe o de mala fe (p. 49)(10).
González Linares (2012) observa que la buena fe posesoria consiste en la con-
vicción que tiene el poseedor de la legitimidad basada en el justo título, iusta causa
possessionis, un título de propiedad o, en su caso, en un título posesorio como deri-
vación de un derecho subjetivo material (propiedad) (p. 196). Vieira (2008) plantea
que el poseedor de buena fe ignora que su posesión viola el derecho ajeno (buena fe
subjetiva psicológica), o desconoce sin culpa que su posesión lesiona el derecho de
ajenos (buena fe subjetiva ética) (p. 571).
De esta manera, la adquisición buena fe de derechos reales se sustenta en la con-
vicción de poseer con legítimo derecho, es de buena fe (creencia). Esta creencia en la
legitimidad de la posesión proviene de la ignorancia o error (hecho o derecho) sobre
la existencia, invalidez o ineficacia del título. La creencia e ignorancia son dos ver-
tientes de la buena fe, sin embargo, esa ignorancia o error deben resultar excusables;
así, la conducta del poseedor debe ser diligente para ser calificado como poseedor de
buena fe. Es el actuar consciente sobre el bien; el obrar sigue al ser (Varsi Rospigliosi,
2019, p. 50)(11). En ese marco, si bien esta buena fe por la ignorancia o el error en la
carencia de justo título no alcanza para que el poseedor ilegítimo de buena fe haga

(10) El justo título (iusta causa) es la causa eficiente de la posesión. Implica haber adquirido la posesión
mediante un acto jurídico válido y eficaz; de allí que esta posesión se vincule con la posesión de buena
fe: titulus iustus y bona fidei, y lleve a una usucapio corta u ordinaria. Los justos títulos son tantos
cuantos los medios para adquirir propiedad: i) pro donato: la posesión se recibe por donación; ii) pro
legato: se la recibe a título de legado; iii) pro emptore: el poseedor compra la cosa; iv) pro herede: se
adquiere la posesión por herencia; v) pro soluto: se la adquiere en dación en pago; y, vi) pro derelicto:
cuando se apodera de una cosa en calidad dueño. En la posesión sin justo título, el poseedor carece de
un título de adquisición, lo que normalmente lleva ínsita la mala fe y lleva a una praescriptio longi
temporis o extraordinaria Varsi Rospigliosi (2019, p. 68).
(11) En suma, la posesión ilegítima es de buena fe cuando el poseedor cree en su legitimidad, por ignorancia
o error de hecho o de derecho sobre el vicio que invalida su título (art. 906).

29
Juan Antonio Rosas Castañeda

suya la cosa, pero el ordenamiento jurídico le reconoce ciertos efectos jurídicos, por
ejemplo, como se ha dicho, se le permite hacer suyos los frutos(12).
Bajo esa perspectiva, la buena fe es considerada como la ignorancia de la lesión
que se ocasiona en un interés de otra persona que se halla tutelado por el Derecho,
casos en los cuales la conducta de la persona es antijurídica, pero honrada y justa,
teniendo en cuenta la situación subjetiva en la que su autor se encontraba. Aquí la
buena fe es considerada como una causa de exclusión de la culpabilidad en un acto
formalmente ilícito y por consiguiente como una causa de exoneración de la sanción
o por lo menos de atenuación de la misma. Esta acepción corresponde a lo que nor-
malmente denomina la doctrina como la buena fe subjetiva, que es la creencia que
tiene un sujeto que la conducta que ejerce o ejecuta es honrada, sin tacha, pues consi-
dera que la misma está ajustada al ordenamiento, es aquella que facilita u otorga una
legitimación o configura una titularidad con base en aquella conducta (valorando la
intención del sujeto, o su creencia o error) (Monsalve Caballero, 2008, p. 36). En sen-
tido similar, Moreno García (1993), reseñando la jurisprudencia del Tribunal Consti-
tucional español, explica que buena fe –en sentido subjetivo– sería la creencia en que
está una persona cuando considera que ejerce su derecho como es debido. En virtud
de la buena fe existente en el sujeto, la conducta que objetivamente es antijurídica
e irregular queda sin embargo protegida por el Derecho y es por tanto considerada
lícita, al haber sido realizada de buena fe, esto es, en la creencia basada en un error
excusable de que se ejercitaba el derecho correctamente. Refiere además este autor
que en la ley civil a este tipo de poseer de buena fe el ordenamiento jurídico lo protege
parcialmente, por ejemplo, puede hacer suyo los frutos percibidos mientras ejerza la
posesión bajo la creencia de que lo hace de buena fe (pp. 265-266).
En materia de extinción de dominio, Salazar Landínez (2019) apuntan que la buena
fe simple exige únicamente obrar de acuerdo a la moral y la ética de una sociedad,
mientras que la buena fe cualificada, que es la conocida como creadora de derechos,
exige no solo conciencia, sino la certeza de que se está obrando dentro del marco de
la moral, la ética y las buenas costumbres, siendo la que produce efectos superiores
en el Derecho (p. 51). La Corte Constitucional de Colombia, en la Sentencia C-740,
de 2003, ha señalado que:
La buena fe simple que equivale a obrar con lealtad, rectitud y honestidad,
es la que se exige normalmente a las personas en todas sus actuaciones. El
Código civil, al referirse a la adquisición de la propiedad, la define en el
artículo 768 como la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa

(12) Varsi Rospigliosi (2019) explica, además, que el poseedor de buena fe tiene derecho al valor de las
mejoras (artículo 917), asimismo, en los casos que el poseedor deba ser reembolsado de mejoras tiene
el derecho de retener (artículo 918), también, cuando se edifique de buena fe en un terreno ajeno, el
dueño del suelo puede optar entre hacer suyo lo edificado u obligar al invasor a que le pague el terreno.
En el primer caso, el dueño del suelo debe pagar el valor de la edificación, cuyo monto será el promedio
entre el costo y el valor actual de la obra. En el segundo caso, el invasor debe pagar el valor comercial
actual del terreno (artículo 941), entre otros efectos jurídicos favorables, que le otorga el ordenamiento
jurídico al poseedor de buena fe (p. 51).

30
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

por medios legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio. Esta buena fe


se denomina simple, por cuanto, si bien surte efectos en el ordenamiento
jurídico, estos solo consisten en cierta protección que se otorga a quien así
obra. Es así que, si alguien de buena fe adquiere el derecho de dominio
sobre un bien cuyo titular no era el verdadero propietario, la ley le otorga
ciertas garantías o beneficios, que si bien no alcanzan a impedir la pérdida
del derecho si aminoran sus efectos. Tal es el caso del poseedor de buena
fe condenado a la restitución del bien, quien no será condenado al pago de
los frutos producidos por la cosa (C.C. art. 964 párr. 3º); o del poseedor de
buena fe que adquiere la facultad de hacer suya la cosa poseída (C:C: arts.
2528 y 2529).
En suma, como sostiene Vásquez Betancur (2018), recogiendo la jurisprudencia
de la Sala de Extinción de Dominio de Bogotá, observa que en el proceso de extin-
ción de dominio gravita el tema de la buena fe respecto de los terceros en el proceso.
De esta manera, cuando se alega una tercería en el proceso extintivo, debe estable-
cerse que la actuación de la persona en el negocio jurídico, mediante el cual adqui-
rió el derecho o crédito, haya sido de buena fe, es decir, que al momento de su reali-
zación tuviera la conciencia de estar obrando conforme a Derecho; asimismo, que la
adquisición se haga de conformidad con el ordenamiento jurídico, valga decir, con
el cumplimiento de las solemnidades que la ley prescribe, y, por supuesto, libre de
todo fraude. Superado el anterior análisis, se pasa a establecer si dicha actuación fue
exenta de culpa, lo que significa que a pesar de las labores propias que se desarrollan
para informarse sobre la licitud y capacidad de las personas que estaba enajenando,
era imposible establecer el jaez ilícito del bien (p. 93).
En suma, no basta la invocación de una simple ignorancia o error en el vicio sobre
el origen ilícito del bien objeto de compra o permuta, o invocar meros formalismos
que respalden la supuesta ignorancia en el ilícito del bien o la verdadera titularidad
del bien, no resulta suficiente para evitar que el bien sea objeto de extinción de domi-
nio. El extendido uso de testaferros hace necesario que además de la alegación de
formalidades se requiere, en concreto, acreditar que el tercero adquirente obró efec-
tivamente de buena fe, con la diligencia y prudencia exigida por la ley.

2. La buena fe registral y la extinción de dominio


La Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema, en la sentencia recaída en el
Recurso de Casación N° 3098-2011-Lima, de fecha 30 de julio de 2012, señaló sobre
el principio de buena fe registral, lo siguiente:
Quinto.- Que, de otro lado, en relación al principio de fe pública registral
contemplado en el artículo 2014 del Código Civil y el artículo VIII del Texto
Único Ordenado del Reglamento General de los Registros Públicos apro-
bado por Resolución de la Superintendencia Nacional de Registros Públicos
número 079-2005-SUNARP-SN es preciso tener en cuenta en primer orden
que el fundamento o la razón de ser del registro de propiedad inmueble no

31
Juan Antonio Rosas Castañeda

puede ser otro que dotar de seguridad


jurídica al tráfico patrimonial y en par-
La privación de ticular al tráfico de bienes inmuebles en
dominio de bienes tal sentido si bien la publicidad regis-
instrumentalizados para tra garantiza la notoriedad de los actos
que se inscriben pues se admite la exis-
la comisión de delitos tencia de un interés general en torno a
puede extenderse incluso que las transferencias de inmuebles sean
al tercero propietario del conocibles por cualquier interesado a tal
bien que no intervino en el punto que el comprador pueda conocer
con exactitud y certeza que el vende-
delito, así lo ha precisado dor es efectivamente el dueño del bien
la Sala Penal Permanente que se propone adquirir y que además
de la Corte Suprema, en dicho bien esté libre de cargas o gravá-
la sentencia de Casación menes también lo es que la fe pública


registral protege al tercero que de buena
N° 953-2017-Puno. fe adquiere un derecho de una persona
que en el registro aparece con facultades
suficientes para disponer de él.
Sexto.- Que, en efecto, el principio de
fe pública registral que en esencia constituye la razón misma de ser de los
Registros Públicos protege a los terceros adquirentes quienes confiados en
la exactitud y certeza que brindan las inscripciones registrales en nuestro
medio realizan la adquisición de bienes inmuebles garantizando así que la
adquisición resulte válida y permanezca como tal aun cuando posterior-
mente se anule, rescinda o resuelva el título de su otorgante por virtud de
causas que no consten en los Registros Públicos no teniendo sin embargo
este principio de fe pública registral carácter absoluto no puede por tanto
ser de aplicación automática a todas las adquisiciones realizadas a perso-
nas que en el registro aparecen con facultades suficientes para disponer de
las mismas sino por el contrario como sostiene el profesor Puig Brutau, en
algunos casos la fe pública registral sufre excepciones que admite la ley por
consideraciones especiales así en la legislación nacional el segundo párrafo
del artículo 2014 del Código Civil ha previsto expresamente: “La buena fe
del tercero se presume mientras no se pruebe que conocía la inexactitud
del registro” por tanto queda claro que la Ley ha establecido que la presun-
ción de buena fe registral constituye un presunción iuris tantum ya que la
buena fe subsiste mientras las circunstancias que rodean a la celebración
del acto y su inscripción en los Registros Públicos hagan presumir que el
adquirente obró de buena fe desconociendo la inexactitud de los datos que
aparecen en el registro.
Bajo esa perspectiva, la Corte Suprema entiende que el principio contenido en
el artículo 2014 del CC concurren los siguientes elementos: i) que se trate de una

32
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

adquisición a título oneroso; ii) que el otorgante aparezca registralmente con capaci-
dad para disponer el derecho; iii) que el adquiriente haya inscrito su derecho; iv) que
en los asientos registrales ni de los títulos inscritos aparezcan las causas que anu-
len, rescindan o resuelvan el derecho del otorgante; y, v) que el tercero adquirente
haya actuado de buena fe al momento de la celebración del acto jurídico, así como al
momento de su inscripción.
Así, Díez-Picazo (1978) afirma que, para efectos registrales, la buena fe es la
creencia de que el titular registral es el dueño de la cosa u ostenta un poder de dis-
posición sobre la misma, suficiente para trasmitir el dominio o constituir un derecho
real e inversamente, la ignorancia de la existencia de real titularidad o de cualquier
otra circunstancia que pueda hacer ineficaz o limitar la titularidad que el Registro
pública. Además de creer lo que refleja el Registro, debe de adquirir a título oneroso,
es decir, en acto jurídico que implique prestaciones recíprocas (p. 379). Además,
Muñoz Ramírez y Vargas Mora (2017) explican que el tercero adquirente de buena
fe será aquel sujeto que ostenta algún derecho real o personal, el cual no tuvo parti-
cipación en actos o contratos previos y adquiere el bien de quien la titularidad y legi-
timación para trasmitir, según el Registro Público. De la anterior definición se des-
prende las siguientes características: i) debe ser extraño en la contratación previamente
inscrita; ii) debe ser parte en otra relación jurídica, la cual tiene que estar inscrita y
ser posterior a la relación jurídica previamente inscrita; y, iii) la relación jurídica del
tercero tiene que estar desafiada por otra inscrita. En suma, el tercero de buena fe lo
es quién no teniendo noción por sus antecedentes, de la situación jurídica extraregis-
tral, contrata con arreglo a los datos emanados del Registro. Ahora, esa convicción,
basada en la confianza inspirada por el asiento registral, precisa tenerla el tercero, en
el momento de la adquisición efectuada a través de la tradición del derecho real, a su
esfera de poder (pp. 178-179).
Ahora bien, la propia jurisprudencia en materia civil no se sustenta en el mero
formalismo del contenido del registro para asegurar la buena fe del tercero adqui-
rente non dominio, sino que en jurisprudencia constante las Salas Civiles de la Corte
Suprema han exigido un comportamiento prudente y diligente por parte de este ter-
cero adquirente. Como se sabe, el problema del tercero adquirente non dominio, se
base en la posibilidad de que un tercero adquiera la propiedad de bien de quien no
tiene título suficiente o simplemente carece de título para transferir la propiedad del
bien; esto es, el verdadero propietario no participa en el negocio jurídico.
Así, respecto a la exigencia de un mínimo deber de diligencia del tercero adqui-
rente, la Sala Civil Transitoria en su sentencia recaída en el Recurso de Casación
N° 3187-2013-Cajamarca, de fecha 22 de octubre de 2014, considerando décimo,
precisó que:
Debido a la importancia que supone la compraventa de un bien inmueble y
estando a los usos generalmente aceptados en este tipo de negocios, la dili-
gencia ordinaria mínima impone al comprador el deber de verificar el estado
actual del bien que adquiere y principalmente quién o quiénes detentan la
posesión del mismo, pues en aplicación de lo dispuesto en el artículo 912

33
Juan Antonio Rosas Castañeda

del Código Civil al poseedor de un bien se le reputa propietario mientras no


se demuestre lo contrario(13). 
Esto es un comportamiento prudente y diligente del comprador, no es solo sus-
tentar su buena fe en el contenido del registro, sino que tiene el deber de verificar
el estado actual del bien que adquiere y principalmente quién o quiénes detentan la
posición del bien.
En la misma línea, la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema,
en la Casación N° 11620-2016-Lima, señaló que:
6.9. Si bien el artículo 2014 del Código Civil precisa que el adquirente es pro-
tegido en la medida en que ha incorporado a su patrimonio derechos susten-
tado en la fe del registro (confianza en la apariencia registral); sin embargo,
en la misma línea interpretativa de la Sala de mérito debe considerarse
que la buena fe no solo se acredita con revisar los antecedentes registra-
les o con obtener anticipadamente al negocio jurídico de compraventa
el certificado de gravamen, sino que exige se tenga que indagar sobre
la situación real del inmueble, por sobre todo si los que lo transfirieron

(13) La Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema ya se había pronunciado en términos similares en la
Casación N° 3098-2011-Lima, al sostener que:
“Décimo tercero.- Que, en relación a la aplicación de la fe pública registral contenida en el artículo
2014 del Código Civil han quedado establecidos por las instancias de mérito los siguientes hechos:
a) Con fecha seis de abril del año dos mil la demandada Constructora Odeón Sociedad Anónima
ha otorgado la Escritura Pública de Compraventa del inmueble ubicado en la avenida Del Aire
números 559 - 561 del distrito de La Victoria a favor de los codemandados Héctor Alejandro Rega-
lado Villegas y cónyuge Carmen Yvonne Mejía de Regalado quienes han inscrito su derecho en la
Partida Electrónica número 43261185 de los Registros Públicos de Lima; b) a la fecha de la venta en
cuestión el inmueble ubicado en la avenida Del Aire números 559 - 561 del distrito de La Victoria se
encontraba en posesión de Rodrigo Enrique Ramírez López y Carmen Rosa Cruz Mori de Ramírez
en calidad de propietarios por haberlo adquirido de su anterior propietaria la Constructora Odeón
Sociedad Anónima; c) los demandados compradores Héctor Alejandro Regalado Villegas y cónyuge
Carmen Yvonne Mejía de Regalado no han actuado con la diligencia mínima exigible al comprador
de bienes inmuebles pues al momento de la venta no verificaron internamente las características
del inmueble ni el estado físico del mismo; d) a la fecha de la presunta adquisición los demandados
compradores tampoco han verificado quién o quienes detentaban la posesión del bien materia de
adquisición; y, e) el precio de venta fijado en trece mil dólares americanos es ínfimo y no resulta
proporcional al valor real del inmueble constituido por un Chalet de doscientos trece punto cuarenta
y ocho metros cuadrados construido en dos plantas.
Décimo cuarto.- Que, los hechos referidos en el considerando que antecede analizados en su conjunto
evidencian que los adquirentes Héctor Alejandro Regalado Villegas y cónyuge Carmen Yvonne
Mejía de Regalado conocían la inexactitud del registro o cuando menos estaban en condición
razonable de no desconocerla pues con un mínimo de diligencia tales compradores hubieran
podido constatar que el bien que pretendían adquirir estaba siendo poseído por terceros con
título de propietarios, por tanto queda claro que en el presente caso se ha desvirtuado la
buena fe de los adquirentes; máxime, si se tiene en cuenta que debido a la importancia económica
de los bienes inmuebles y los usos generalmente aceptados en este tipo de negocios la diligencia
ordinaria mínima impone al comprador el deber de verificar el estado actual del bien que adquiere
y principalmente quién o quiénes detentan la posesión del mismo pues en aplicación de lo que
dispone el artículo 912 del Código Civil al poseedor de un bien se le reputa propietario mientras no
se demuestre lo contrario”. (El resaltado es nuestro).

34
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

tienen la capacidad para disponer el derecho, lo cual no ha sucedido en el


caso concreto. Por tanto, queda claro que se ha desvirtuado la buena fe
del casante, máxime, si se tiene en cuenta que debido a la importan-
cia económica de los bienes inmuebles y los usos generalmente acepta-
dos en este tipo de negocios la diligencia ordinaria mínima impone al
comprador el deber de verificar el estado actual del bien que adquiere
y primordialmente quién o quiénes detentan la posesión del mismo(14).
(El resaltado es nuestro).
Esto supone que un comprador diligente que desea beneficiarse de la buena fe
no solo intenta conocer quién ocupa el inmueble que pretende adquirir, sino a título
de qué lo ocupa, así lo ha establecido, además, la Sala Civil Permanente de la Corte
Suprema de Justicia de la República al resolver la Casación Nº 1589-2016-Lima
Norte. La misma línea jurisprudencial se advierte en las Casaciones N° 842-2015
Lima, N° 105-2016 Santa y N° 1430-2016 Lima dictadas por la Sala Civil Transitoria
de la Corte Suprema y publicadas en el diario oficial El Peruano el 30 de octubre de
2018, entre otras.
Además, la Corte Suprema también establece que a efectos de verificar la buena
fe del tercero adquirente se debe examinar la relación de las partes como el vínculo
de familiaridad entre las partes, el precio subvaluado del precio de venta o la inter-
vención del mismo abogado en diversos procesos que involucran a las partes. En esa
línea, Morales Hervías (2006) citado por Gálvez Villegas (2019) hace referencia a
las siguientes ejecutorias suprema, como la Casación N° 3371-2001-Lima del 25 de
setiembre de 2002, considerando cuarto, donde se consideró que el tercero no actuó
de buena fe porque la compraventa era simulada y se enajenó el bien sabiendo que
se había pedido judicialmente el otorgamiento de escritura pública por el vínculo de
familiaridad entre los demandados, por la subvaluación del precio de venta y por la
intervención del mismo abogado para defender a las demandadas en los proceso de
otorgamiento de escritura pública y de desalojo; asimismo, la Casación N° 1788-2003
señaló que la compradora conocía de la venta irregular desde que su representante
legal formaba parte del estudio jurídico que asumió la defensa legal de la vendedora
en el proceso de nulidad de acuerdos societarios (pp. 400-401).
Así, según la jurisprudencia constante de las salas civiles de la Corte Suprema,
el comportamiento diligente del tercero adquirente no se agota con el conocimiento
detallado del contenido del Registro (revisar los antecedentes registrales u obtener
anticipadamente al negocio jurídico de compraventa el certificado de gravamen),
sino que i) la diligencia ordinaria mínima impone al comprador el deber de verifi-
car el estado actual del bien que adquiere y principalmente quién o quiénes detentan
la posesión del mismo, pues en aplicación de lo dispuesto en el artículo 912 del CC
al poseedor de un bien se le reputa propietario mientras no se demuestre lo contra-
rio; ii) los compradores deben verificar, además, para actuar con diligencia mínima,

(14) Citado por Quispe Quesada. Recuperado de: <https://eja.com.pe/los-terceros-adquirentes-de-buena-fe/>.

35
Juan Antonio Rosas Castañeda

internamente las características del inmueble, así como el estado físico del mismo;
iii) verificar que todos los transferentes tienen la capacidad para transferir su dere-
cho; iv) el precio de venta fijado no puede ser ínfimo que no resulta proporcional al
valor real del inmueble, esto es, el precio subvaluado de venta; y, v) las relaciones
entre las partes, el vínculo de familiaridad entre las partes, la intervención del mismo
abogado en diversos procesos que involucren a las partes. Es así que, como advierte
Quispe Quesada (2019), la buena fe de comprador no dependerá únicamente de la
información registral, sino también de la conducta que este despliegue para revalidar
la creencia de que estaba contratando con el real dueño de la casa. Así, por ejemplo,
sin perjuicio de lo que diga el registro, también se analizaría si el comprador tuvo la
diligencia de verificar quien poseía el bien.
En suma, la propia jurisprudencia civil ha precisado que no basta la confianza
irrestricta en el contenido del registro, sino que la conducta diligente del tercero adqui-
rente non dominio para que se le repute de buena fe debe ir acompañado de verifi-
caciones adicionales. De la misma manera, para determinar la buena fe simple del
tercero adquirente, que no se encuentra protegida contra la extinción de dominio, se
puede recurrir a esos criterios establecidos por la jurisprudencia civil.
Bajo la misma perspectiva, el Tribunal Constitucional, en su sentencia en el
Expediente N° 018-2015-PI/TC, de fecha 8 de julio de 2020, determinó que, para la
configuración de la buena fe del tercero se debe haber desplegado una conducta
diligente y prudente, según los fundamentos de esta sentencia, desde la celebración
del acto jurídico hasta la inscripción del mismo, además de haber dado pleno cum-
plimiento a todos los requisitos establecidos en el artículo 2014 del CC, modificado
por la Ley N° 30313.
52. (…) este Tribunal considera que una interpretación armónica del dere-
cho de propiedad y del principio de seguridad jurídica conlleva a sostener
que en los casos en los que fehacientemente el propietario haya sido víctima
de falsificación de documentos y/o suplantación de identidad, para la con-
figuración de la buena fe del tercero, será indispensable haber desple-
gado una conducta diligente y prudente desde la celebración del acto
jurídico hasta la inscripción del mismo, además de la observancia, claro
está, de los propios requisitos exigidos por el artículo 2014 del Código Civil,
en los términos en los que ha sido modificado por la Ley Nº 30313, como
por ejemplo, la escrupulosa revisión de los asientos registrales y de los
títulos archivados.
(…)
54. De esta forma, únicamente podrá considerarse configurada la buena fe
del tercero, en estos supuestos, cuando la apariencia de titularidad sea
tal que, razonablemente, no sea posible para el común de las personas
identificar la inexactitud del registro por causa de falsificación de docu-
mentos y suplantación de identidad.

36
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

55. A mayor abundamiento, cabe mencionar que en el ordenamiento jurídico


peruano se han expedido normas con la finalidad de dotar de contenido a
la diligencia y prudencia exigidas al tercero para la adquisición de bienes
cuyo origen está relacionado con ciertas actividades ilícitas, como las que
atentan contra la administración pública, las actividades vinculadas a la cri-
minalidad organizada, entre varias otras.
56. Tal es el caso del reglamento del Decreto Legislativo 1373, “Decreto
Legislativo sobre extinción de dominio”, aprobado por “Decreto Supremo
Nº 007-2019-JUS”, publicado cuyo artículo 66 indica lo siguiente:
Artículo 66.- Tercero de buena fe
Tercero de buena fe es aquella persona, natural o jurídica, que no solo
acredita haber obrado con lealtad y probidad, sino que también ha desa-
rrollado un comportamiento diligente y prudente (…)
57. Pero más allá de las exigencias normativas previamente detalladas que son
necesarias para la configuración de la buena fe en los términos del artículo
2014 del Código Civil, según se trate de bienes relacionados con los ilícitos
a los que se refiere el Decreto Legislativo 1373, corresponde señalar que la
Corte Suprema de Justicia ha desarrollado también, en diversas resoluciones
que ha expedido, algunos criterios para determinar si se ha configurado la
buena fe del tercero en cada caso. (El destacado es nuestro)
Así, el Tribunal Constitucional hace referencia a la jurisprudencia de la Corte
Suprema (Casación Nº 3098-2011-Lima, de fecha 30 de julio de 2012; Casación
Nº 3187-2013-Cajamarca, de fecha 22 de octubre de 2014; Casación Nº 1589-2016-
Lima Norte, de fecha 9 de mayo de 2017; Casación Nº 105-2016-Santa, de fecha 4
de octubre de 2017; Casación Nº 1430-2016-Lima, de fecha 21 de marzo de 2018; y,
Casación Nº 11620-2016-Junín, de fecha 27 de marzo de 2018]) de la que se deriva
que, para la configuración del tercero adquirente de buena fe no solo se acredita con
revisar los antecedentes registrales o con obtener anticipadamente al negocio jurí-
dico de compraventa el certificado de gravamen, sino que exige se tenga que indagar
sobre la situación real del inmueble, por sobre todo si los que lo transfirieron tienen
la capacidad para disponer el derecho, lo cual no ha sucedido en el caso concreto.
Además, se afirma que la diligencia ordinaria mínima impone al comprador el deber
de verificar el estado actual del bien que adquiere y principalmente quién o quiénes
detentan la posesión del mismo. Destacando en esa línea, el máximo intérprete de la
Constitución que se tiene por configurada la buena fe del tercero, en estos supuestos,
cuando la apariencia de titularidad sea tal que, razonablemente, no sea posible
para el común de las personas identificar la inexactitud del registro.
Para comprender la aplicación de la buena fe simple del tercero adquirente que
se sustenta en el mero formalismo del contenido del Registro Público, proponemos
el siguiente ejemplo: Ricardo se entera de la venta de un inmueble por un aviso en el
periódico local, comunicándose con el anunciante le informan que el precio de venta

37
Juan Antonio Rosas Castañeda

se ha fijado en un tercio del valor del mercado, ya que el propietario Pablo esta por
viajar al extranjero. Ricardo verifica que efectivamente Pablo es el titular registral del
inmueble y que no existen anotados en el registro cuestionamiento al título de Pablo.
Ricardo consigue un préstamo personal en una entidad bancaria y concierta la com-
pra del inmueble con Pablo, para lo cual se reúnen en la notaría de Luis, suscribiendo
la escritura pública y dándose cancelado el precio del bien mediante la constancia de
transferencia interbancaria. Ricardo logra inscribir su derecho en Registros Públicos,
sin embargo, no puede entrar en posesión del inmueble por cuanto se dispone una
medida cautelar de incautación del inmueble en un proceso de extinción de dominio.
En ese contexto, el fiscal de extinción de dominio sostiene que Pablo fungía de tes-
taferro de Alejandro, cabecilla de una banda de extorsionadores, actualmente pur-
gando condena en un penal de la ciudad, y que Pablo agricultor de un predio rural
de propiedad de José (hermano de Alejandro) adquirió el inmueble con dinero pro-
porcionado por José; asimismo, el representante del Ministerio Público sostiene que
el bien adquirido por Pablo siempre se mantuvo en posesión de Ana, esposa de Ale-
jandro, hasta la ejecución de la medida cautelar de incautación, ante lo cual, Ricardo
manifiesta que jamás se apersonó al inmueble ni verificó la condición del mismo, por
cuanto lo pensaba transferir una vez inscrito su derecho de propiedad en Registros
Públicos. Finalmente, refiere la Fiscalía que el abogado de Alejandro en el proceso
penal que afrontó por el delito de extorsión, es el mismo que representó a Ricardo en
la suscripción del contrato de compraventa del bien materia de litis.
Analizando los hechos descritos, ¿Ricardo actuó de buena fe? De ser así, ¿qué
tipo de buena fe presenta? ¿Esa buena fe es suficiente para evitar la extinción de domi-
nio del bien cuestionado? Conforme a lo narrado, Ricardo sustentó su adquisición en
el contenido del registro, verificó previamente que Pablo era el titular registral del
bien, y que no existían anotados cuestionamientos a esa titularidad. Sin embargo, se
advierte de los hechos que el bien adquirido por Ricardo tenía un origen ilícito, por
cuanto Pablo adquirió el bien del anterior titular con dinero proporcionado por José,
hermano de Alejandro, vinculado con el delito de extorsión. Además, Pablo no con-
taba con recursos para solventar la adquisición y trabajaba en el predio de propiedad
de José. Siendo así, Ricardo adquirió un bien de origen ilícito. Se advierte además
que Ricardo no fue lo suficientemente diligente en el negocio jurídico pues no veri-
ficó el estado actual del bien que adquiere y principalmente quién o quiénes detentan
la posesión del mismo; en este caso, no verificó que el predio nunca fue poseído por
Pablo y que más bien era ocupado por Ana, esposa de Alejandro, líder de una banda
de extorsionadores. Ricardo tampoco verificó el estado del bien, nunca lo visitó, ade-
más, el precio de venta del bien se encontraba subvaluado, no resultaba proporcional
al valor real del inmueble. Otra circunstancia que hace decaer la buena fe de Ricardo,
es que el abogado que lo representó en la compraventa del predio cuestionado, es el
mismo que patrocino a Alejandro en su proceso por extorsión.
En ese contexto, si bien Ricardo adquirió el bien con dinero lícito, no fue diligente
al verificar la apariencia del derecho de Pablo, su transferente, sustentándose única-
mente en el contenido del registro y no verificar la situación fáctica actual del bien,
ni indagado sobre los actuales poseedores del mismo y el título por el cual poseían;

38
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

lo que hubiese constatado que el predio


era ocupado por personas vinculadas a
actividades delictivas; además, aparecen La buena fe registral
indicios que hacen decaer su actuación de regulada en el Código Civil
buena fe, como el precio de venta subva- asegura que el sujeto se
luado y la intervención del abogado en
varios procesos que involucran a las par- comporte diligentemente
tes; por lo que una persona diligente no en la constatación del
hubiera incurrido en el mismo error, con- contenido del registro
forme se establece en el artículo 66, inciso público sobre la titularidad
1 del Reglamento del Decreto Legislativo
N° 1373, Decreto Supremo N° 007-2019/ de los bienes adquiridos,
JUS, que prescribe: constituye un indicio de
Tercero de buena fe es aquella buena fe cualificada u
persona, natural o jurídica, que objetiva, pero no resulta
no solo acredita haber obrado
con lealtad y probidad, sino que
también ha desarrollado diligen-
cia y prudente, debiendo reunir
suficiente.

los siguientes requisitos: 66.1.
La apariencia del derecho debe ser tal que todas las personas al inspeccio-
narlo incurrieran en el mismo error.
En suma, la buena fe registral, regulada en el Código Civil asegura que el sujeto
que se comporta diligentemente en la constatación del contenido del registro público
sobre la titularidad de los bienes adquiridos constituye un indicio de buena fe cuali-
ficada u objetiva, pero no resulta suficiente. El conocimiento del contenido del regis-
tro no es garantía suficiente del origen lícito del titular que figura en el mismo, como
hemos venido explicando a lo largo de este trabajo, la adquisición de los bienes de
origen ilícito puede hacerse por medios fraudulentos o al margen de la ley, el tercero
adquirente debe realizar otros actos concretos de verificación del origen de los bie-
nes para reclamar su condición de tercero de buena fe, pero de buena fe cualificada,
actuar diligente y prudente que otro sujeto medio podría haber seguido. En esa pers-
pectiva, la buena fe registral debe ir acompañada de otros indicios, como la capaci-
dad económica justificada del agente para adquirir la propiedad del bien, el precio
del bien responde al valor medio del mercado, que efectivamente se produjo el pago
del precio a través de los medios de pago válidos, cumpliendo, por ejemplo, las reglas
administrativas de bancarización de ciertas operaciones mercantiles, para evitar el
manejo de grandes cantidades de dinero en efectivo.
Así, el estudio del entorno de los participantes del acto jurídico y de su patrimo-
nio resultan indispensables para determinar la verdadera conducta de los mismos, así
como la corrección del acto jurídico con el ordenamiento leal y las prácticas comer-
ciales comunes. Por ello, la legislación exige no solo una buena fe simple, sustentada
en la sola creencia de que se está obrando con lealtad, rectitud y honestidad, sino que

39
Juan Antonio Rosas Castañeda

además se exige una buena fe cualificada, sustentada en datos objetivos, que acrediten
un comportamiento diligente por parte del tercero adquirente, conforme se hubiese
comportado un ciudadano medio.

VI. LA BUENA FE CUALIFICADA EN LA ADQUISICIÓN DE BIENES


DE ORIGEN ILÍCITO
La Corte Suprema de Colombia, sostiene Martínez Sánchez (2015), explica en
qué consiste el comportamiento de buena fe cualificada del tercero adquirente
(…) si alguien en la adquisición de un derecho o de una situación comete
un error o equivocación, y creyendo adquirir un derecho o colocarse en una
situación jurídica protegida por ley, resulta que tal situación no existe por
ser meramente aparentes, normalmente y de acuerdo con lo que se dijo al
exponer el concepto de buena fe simple, tal derecho no resultará adquirido.
Pero si el error o equivocación es de tal naturaleza que cualquier persona
prudente y diligente también lo hubiera cometido, por tratarse de un dere-
cho o situación aparentes, pero en donde es imposible descubrir la falsedad
o no existencia, nos encontramos forzosamente ante la llamada buena fe
cualificada o buena fe exenta de toda culpa. (p. 14)
Analizando este antecedente jurisprudencial, Martínez Sánchez (2015) observa
que, puede apreciarse que esta buena fe cualificada tiene dos elementos fundamen-
tales, necesarios para que pueda crear un derecho digno de reconocimiento y pro-
tección jurídica: un elemento subjetivo consistente en la conciencia de haber obrado
conforme a Derecho, y un elemento objetivo consistente en haber realizado actos
que demuestren diligencia y cuidado suficiente para merecer un tratamiento dife-
renciado frente a quienes actúan con pura buena fe simple (pp. 14-15). En la misma
línea, conforme sostiene Moreno García (1993), la buena fe en su dimensión objetiva
no se refiere ya a la ignorancia del daño que se ocasiona a un interés jurídico ajeno,
sino que, de manera diversa, constituye un modelo de conducta social exigible a la
persona en el tráfico jurídico y en el ejercicio de sus derechos. Así pues, desde este
ángulo, la buena fe impone un comportamiento conforme a las reglas objetivas de la
honradez, la lealtad y el respeto a la confianza suscitada, exigidas por el tráfico jurí-
dico y por la propia moral social (p. 266).
Asimismo, reflexiona este autor que el Tribunal Constitucional de España ha
referido que la buena fe en el supuesto objetivo cumple una función normativa sobre
conductas aparentemente correctas, cuya incorrección o mala fe se impide y sanciona.
De ahí que se pueda afirmar que la buena fe, en su dimensión objetiva, constituye un
límite general al modo de ejercicio de los derechos subjetivos; y ello porque el ejer-
cicio que transgreda las reglas de comportamiento impuestas por ese canon ético-
social, a pesar de ser, en apariencia, jurídicamente regular y admisible, llevará apare-
jada la pérdida de la protección jurídica que el derecho otorga a su titular. Es, pues, la
buena fe como standard jurídico de conducta exigible en el ejercicio de los derechos,
la que afecta, como eventual límite, al ejercicio de los derechos fundamentales. De

40
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

este modo, la buena fe constituye, en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional de


España, un criterio de conducta exigible en el ejercicio de los derechos fundamentales,
con la consabida consecuencia de que una manifestación de la libertad que descono-
ciese tales criterios morales y sociales excedería los límites del derecho fundamental
e implicaría la pérdida de toda tutela constitucional para el mismo (Moreno García,
1993, pp. 266-267). Esto supone que quien actúa con una buena fe objetiva o cualifi-
cada puede exigir protección jurídica de sus derechos subjetivos, pero si no lo hace el
ordenamiento jurídico no lo protegerá, por lo que el ejercicio de la buena fe objetiva o
cualificada se constituye en un límite en el ejercicio de los derechos fundamentales.
Bajo esa perspectiva, la Corte Constitucional de Colombia en su sentencia C-1007
de 2002, señala que:
[A] diferencia de la buena fe simple que exige solo una conciencia recta y
honesta, la buena fe cualificada o creadora de derecho exige dos elementos
a saber: uno subjetivo y otro objetivo. El primero hace referencia a la con-
ciencia de obrar con lealtad, y el segundo exige tener la seguridad de que el
tradente es realmente el propietario, lo cual exige averiguaciones adiciona-
les que comprueben tal situación. Es así que, la buena fe simple exige solo
conciencia, mientras que la buena fe cualificada exige conciencia y certeza.
Con lo cual, esta buena fe cualificada o creadora de derecho es un límite material
de la extinción de dominio, porque protege a los terceros que adquieren de buena fe
un bien incurso en alguna cualquiera de las causales de extinción de dominio. En esa
medida, la Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-1007, de 2002, advierte que:
[L]a buena fe cualificada o creadora de derecho tiene plena aplicación en el
caso de los bienes adquiridos por compra o permuta y que provienen directa
o indirectamente de una actividad ilícita. Es así que, si alguien adquiere un
bien con todas las formalidades exigidas por la ley para adquirir la propie-
dad, y si ese bien proviene directa o indirectamente de una actividad ilí-
cita, en principio, aquel adquirente no recibirá ningún derecho pues nadie
puede transmitir un derecho que no tiene y sería procedente la extinción de
dominio; pero, si se actuó con buena fe exenta de culpa, dicho tercero puede
quedar amparado por el ordenamiento jurídico al punto de considerarse que
por efecto de su buena fe cualificada se ha radicado plenamente el derecho
de propiedad en su cabeza, y por lo tanto sobre tal bien no podría recaer la
extinción de dominio.
Explica Martínez Sánchez (2015) que es muy importante aclarar que no se trata
en este caso de una buena fe que subsane, limpie, lave o repare los vicios o defec-
tos de la tradición, se trata de una buena fe que da origen a un derecho nuevo, digno
de reconocimiento y protección jurídica. Un derecho que no se deriva en un acto de
tradición o transferencia, sino en la buena fe cualificada con que actuó el sujeto. Así
este autor, sostiene que la Corte Constitucional de Colombia ha dejado claro que
nadie puede transferir lo que no tiene, de manera que quien ha adquirido un bien de
manera ilícita no es realmente propietario del bien, y por lo tanto no puede transferir

41
Juan Antonio Rosas Castañeda

válidamente la propiedad. Asimismo, quien siendo legítimo propietario ha perdido


el derecho de dominio a causa de haber destinado el bien a un fin ilícito, no puede
transferir válidamente el derecho que ya no tiene. En ambos casos, el tercero adqui-
rente no recibe derecho alguno de parte del “tradente”, porque ninguno de ellos tiene
derecho alguno que transfiere. Esto significa que el derecho que se le protege y res-
peta al tercero de buena fe exenta de culpa no es el derecho de propiedad adquirido
de quien le vendió o permutó el bien. Lo que se le protege y respeta es el derecho de
propiedad que se originó en su buena fe cualificada; o sea, el derecho creado por su
buena fe exenta de culpa (p. 15).
Ahora bien, como advierten Muñoz y Vargas, la buena fe exenta de culpa se
sustenta en la máxima latina error comunis facit jus (el error común crea derecho),
dicho en otras palabras, si un sujeto prudente y diligente comete una equivocación que
cualquier persona al examinarlo lo hubiera podido cometer sin revelar la falsedad o
inexistencia y siendo un derecho o situación aparente, se encuentra en el amparo de la
buena fe exenta de culpa, aunque la adquisición del bien que provenga directa o indi-
rectamente de una actividad ilícita, surge un nacimiento de un derecho o situación que
debe ser respetado por la extinción de dominio. Se denota que la buena fe exenta de
culpa tiene dos elementos: el subjetivo comprende la conciencia de estar obrando con
rectitud y lealtad, mientas que el objetivo alcanza tener la seguridad de que el tradente
es el propietario, por lo que requiere averiguaciones. Es necesario una convicción y
certeza de estar tratando con el dueño registral, es más que un solo comportamiento
recto y diligente; entonces, si el sujeto obtiene el bien, guardando respeto de las for-
malidades de ley, no podría haber perjuicio en contra de los efectos patrimoniales a
favor del sujeto que se ampara en la buena fe exenta de culpa (Muñoz Ramírez y Var-
gas Mora, 2017, pp. 281-282). La exigencia de la buena fe exenta de culpa establece la
necesidad de “desplegar más allá de una actuación honesta, correcta, o apoyada en la
confianza, un comportamiento exento de error, diligente y oportuno, de acuerdo con
la finalidad perseguida y con los resultados que se esperan – que están señalados en
la ley”. (Sentencia C-963/99, Corte Constitucional)
La buena fe exenta de culpa se acredita no solo con la conciencia de haber actuado
correctamente, sino también con la presencia de un comportamiento encaminado a
verificar la regularidad de la situación. (Sentencia C-820/12, Corte Constitucional). Así
también la Sala de Extinción de dominio del Tribunal Superior de Bogotá, señaló que:
La categoría conceptual de la buena fe exenta de culpa se hace ante el cum-
plimiento de los actos jurídicos y de las obligaciones en general, que deben
ser ejecutados de buena fe, es decir, con lealtad, con la intención positiva
de realizar la finalidad social y jurídica a que obedece. Es que, no solo se
exige la honestidad en el propósito, sino, además, la prudencia, diligen-
cia y cuidado; principios constitutivos de la culpa en materia civil, que es
el instituto al cual se refiere la normatividad cuando exige que el tercero
esté exento de culpa; por tanto, como en este evento no se exonera la culpa,
resulta inadmisible como lo sugiere la recurrente, proteger un derecho que
no se reconoce con procedencia lícita. (Sentencia del 8 de febrero de 2012).

42
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

En suma, la buena fe cualificada es creadora de un derecho material de la extin-


ción del derecho de dominio, la cual se encarga de proteger a los terceros de buena
fe que adquieren un derecho de forma regular con lealtad y honestidad en principio,
aquel adquirente no recibiría ningún derecho pues nadie puede transmitir un derecho
que no tiene y sería procedente la extinción de dominio; pero, si se actuó con buena fe
exenta de culpa, dicho tercero puede quedar amparado por el ordenamiento jurídico
al punto de considerarse que por efecto de su buena fe cualificada se ha radicado ple-
namente el derecho de propiedad en su cabeza, y por lo tanto sobre tal bien no podría
recaer la extinción de dominio (Velandia Sánchez y Martínez Arango, 2017, p. 42).
De esta manera, como apunta Salazar Landínez (2019), la buena fe cualificada, o
exenta de culpa, es la que se exige en el tercero que pretende hacer valer sus derechos
en materia de extinción de dominio, es decir la persona que solicita ser reconocida
como tercero de buena fe, debió haber obrado con prudencia y diligencia, es decir, se
hubiera encontrado ante una situación aparente, en la que era imposible descubrir la
inexistencia del derecho o la falsedad del mismo, ese tercero deberá ser reconocido
dentro del proceso de extinción de dominio como tal y por lo tanto su patrimonio no
podrá ser objeto de extinción de dominio (p. 51). Sin embargo, queda analizar en qué
circunstancias concretas se puede alegar la buena fe cualificada o exenta de culpa.

VII. CRITERIOS PARA EVALUAR LA BUENA FE CUALIFICADA


DEL TERCERO ADQUIRENTE DE BIENES DE ORIGEN
ILÍCITO
Para evaluar que un tercero actuó de buena fe en la adquisición de los bienes de
origen ilícito se debe recurrir a los criterios establecidos en el artículo 66° del Regla-
mento del Decreto Legislativo N° 1373, Decreto Supremo N° 007-2019-JUS, que
prescribe:
Artículo 66.- Tercero de buena fe
Tercero de buena fe es aquella persona, natural o jurídica, que no solo acre-
dita haber obrado con lealtad y probidad, sino que también ha desarrollado
diligencia y prudente, debiendo reunir los siguientes requisitos:
66.1. La apariencia del derecho debe ser tal que todas las personas al ins-
peccionarlo incurrieran en el mismo error.
66.2. Al adquirir el derecho sobre el bien patrimonial se verificaron todas
las condiciones exigidas por leyes, reglamentos u otras normas.
66.3. Tener la creencia y convicción de que adquirió el bien patrimonial de
su legítimo titular y siempre que no concurran las siguientes circunstancias:
a) Pretender dar al negocio una apariencia de legalidad que no tenga o para
encubrir su verdadera naturaleza.
b) Pretender ocultar o encubrir al verdadero titular del derecho.

43
Juan Antonio Rosas Castañeda

c) Concurran declaraciones falsas respecto al acto o contrato para encu-


brir el origen, la procedencia, el destino de los bienes patrimoniales o la
naturaleza ilícita de estos.
En esa perspectiva, en un caso concreto, se debe acreditar de forma positiva,
por un lado, que el tercero adquirente obro con prudencia y diligencia debida y que
apreció la apariencia del derecho que le estaban transfiriendo como lo hubiere hecho
cualquier ciudadano medio(15), y que adquirió el derecho, celebró el acto jurídico que
sustenta su título, cumpliendo los requisitos y condiciones establecidos en las leyes,
reglamentos y prácticas comerciales comunes. En negativo, se debe establecer que
el tercero adquirente, al celebrar el acto jurídico, no pretendió darle apariencia de
legalidad para encubrir su verdadera naturaleza, tampoco ocultar o encubrir al ver-
dadero titular del derecho, y que en la celebración del referido acto jurídico no se
mediaron declaraciones falsas o acciones fraudulentas para encubrir el origen, pro-
cedencia, destino o naturaleza ilícito de los bienes. Acreditándose estos aspectos se
puede concluir que se trata de un tercero de buena fe cualificada que libera al bien
de la extinción de dominio.
En esa medida, Salazar Landínez (2019) plantean que aquí juega un papel pre-
ponderante la teoría de la apariencia, hay actos que con la primera impresión causan
desconfianza y por ello se necesita establecer la certeza de los mismos, pero también
existen ciertos hechos que se presentan al individuo como reales, ajenos a cualquier
asomo de mentira o falsedad y que en esa misma condición los observaría cualquier
persona diligente y prudente. En esa medida, en materia de extinción de dominio, la
prueba en relación con terceros debe ir encaminada a demostrar que actuaron exen-
tos de culpa, que no tuvieron intervención alguna en las actividades ilícitas y que no
intentaron encubrir al verdadero propietario de los bienes a extinguir (p. 52).
Además, González Cano (2016) plantea que, conforme al artículo 6 de la Direc-
tiva 2014/42/UE, transpuesto por el artículo 127 quater del Código Penal español, y
relativo al decomiso de bienes de terceros, los Estados miembros adoptarán las medi-
das necesarias para posibilitar el decomiso de productos del delito u otros bienes cuyo
valor corresponda a productos que, directa o indirectamente, hayan sido transferidos
a terceros por un sospechoso o un acusado, o que hayan sido adquiridos por terceros
de un sospechoso o un acusado, al menos cuando esos terceros tuvieran o hubieran
debido tener conocimiento de que el objetivo de la transferencia o adquisición era
evitar el decomiso, basándose en hechos y circunstancias concretas, entre ellas la
de que la transferencia o adquisición se haya realizado gratuitamente o a cambio de
un importe significativamente inferior al valor de mercado, indicios pues de conoci-
miento o de la negligencia del tercero en orden a la confiscación de sus bienes. Todo

(15) Si se acredita que el tercero adquirente fue imprudente o no actuó con diligencia debida, omitiendo
realizar actos verificativos que lo hubieran podido salir de la ignorancia o error sobre el origen del bien
que estaba adquiriendo, nos encontraríamos ante la denominada buena fe simple, que no alcanza para
liberar el bien de la extinción de dominio.

44
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

ello no perjudicará los derechos de terceros de buena fe, es decir, aquellos con des-
conocimiento y ausencia de negligencia en orden a las circunstancias de la transmi-
sión (p. 106).
En la misma línea, Cuero Solís (2017) haciendo referencia al artículo 127 qua-
ter del Código Penal español refiere que, el decomiso también puede recaer sobre los
bienes cuya propiedad es distinta a la de quien ha participado en la infracción penal;
además, puede alcanzar a terceros en los supuestos en que la ley considera que la
adquisición no debe ser protegida, teniendo en cuenta que esto último ocurre en los
siguientes supuestos: i) que los bienes pertenezcan a un tercero; ii) que su adquisición
hubiera sido de buena fe; iii) que la adquisición se haya realizado legalmente; y, iv)
que el titular de los bienes no sea responsable del delito. Se considera que la adqui-
sición del bien por parte del tercero ha sido de mala fe, conforme a lo dispuesto en
el precepto antes citado, cuando: i) en el caso de efectos y ganancias, no exista duda
sobre su origen ilícito, teniendo el adquiriente el deber legal de sospechar conforme a
las circunstancias, de su condición; y, ii) tratándose de otros bienes, la adquisición se
realiza con el propósito de evitar su decomiso o, una persona diligente habría tenido
motivos para sospechar que así ocurría. A renglón seguido, señala que serán objeto
de la medida aquellos bienes transferidos a título gratuito o por un precio vil (p. 147).
En esa línea, la Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-740/03, deter-
mina los siguientes elementos para satisfacer la buena fe:
a) Que el derecho o situación jurídica aparente tenga en su aspecto exterior
todas las condiciones de existencia real, de manera que cualquier persona
prudente o diligente no pueda descubrir la verdadera situación. La aparien-
cia de los derechos no hace referencia a la creencia subjetiva de una per-
sona, sino a la objetiva o colectiva de las gentes (...) b) Que la adquisición
del derecho se verifique normalmente dentro de las condiciones exigidas por
la ley; y c) Finalmente, se exige la concurrencia de la buena fe en el adqui-
rente, es decir, la creencia sincera y leal de adquirir el derecho de quien es
legítimo dueño.
Muñoz Ramírez y Vargas Mora (2017) plantean los siguientes criterios para deter-
minar la actuación del tercero de buena fe exento de culpa: i) interés legítimo; ii) des-
conocía el uso ilegal (sin tener negligencia) o teniendo conocimiento, no lo aceptó de
forma voluntaria; iii) Su adquisición no se hizo para evitar un proceso de extinción
de dominio; iv) impidió razonablemente su uso ilegal; v) con la debida diligencia el
titular de un derecho real otorgó crédito o instrumentos financieros o bursátiles, no
teniendo negligencia, imprudencia o impericia; vi) desconocía el uso ilegal (sin tener
negligencia) del activo de la sociedad o estructura jurídica (acciones, cuotas o dere-
chos que constituyan total o parcialmente del capital) o teniendo conocimiento, no lo
aceptó de forma voluntaria (p. 285)
Conociendo los criterios planteados por la legislación y la doctrina, revisemos
el siguiente caso hipotético, a efectos de evaluar si el tercero adquirente se comportó
con buena fe cualificada o exenta de culpa. Andrés le compra un departamento a

45
Juan Antonio Rosas Castañeda

Sara, con dinero producto de la venta de


droga. Se sabe que Andrés está siendo
Los derechos de procesado por tráfico ilícito de drogas
propiedad u otro derecho sin que hasta la fecha exista sentencia
real del tercero de buena condenatoria firme, hecho que ha sido
difundido en los medios de comunica-
fe no pueden verse ción. Andrés logra inscribir su derecho
afectados por la extinción en Registros Públicos. Un año después,
de dominio, es decir, un Andrés celebra un acto jurídico con
adquirente de bienes de Jaime para transferir la propiedad del
referido departamento, Jaime es taxista
origen ilícito que actúa de y cuñado de Andrés, inscribiéndose en
buena fe y con prudencia Registros Públicos el derecho de pro-
debida no podrá ser piedad de Jaime, quien alquila el depar-
afectado por el principio tamento a Inés, esta última ocupa el
inmueble y paga regularmente el alqui-
de nulidad absoluta que ler. Tiempo después Jaime recurre a una
invalide el acto jurídico empresa inmobiliaria para que se encar-
celebrado y determine la guen de vender el departamento. La
extinción de dominio del empresa inmobiliaria publicita la venta


del departamento, fijando el precio de
bien. venta según el valor del mercado. Raúl
se entera de la venta del departamento
y le parece razonable el precio de venta,
para lo cual acude a Registros Púbicos
verificando que el titular del bien es Jaime y que no existen anotaciones que cuestio-
nen su derecho, asimismo, en coordinación de la inmobiliaria acude al departamento
verificando el estado del bien y que Inés lo ocupa como producto de un contrato de
alquiler que se encuentra vigente. Raúl consigue un préstamo a una entidad bancaria
y pago el valor del precio del bien mediante una transferencia bancaria, celebrándose
el contrato de compraventa, elevándose a escritura pública e inscribiéndose el dere-
cho de Raúl en Registros Públicos, tras lo cual, Raúl toma posesión del departamento.
En el caso planteado, si bien se advierte el origen ilícito del departamento, ya
que Jaime actuaba como testaferro de Andrés, las circunstancias de la adquisición por
parte de Raúl y su comportamiento diligente, satisfacen los criterios contenidos en el
artículo 66 del Reglamento del Decreto Legislativo N° 1373, Decreto Supremo N° 0007-
2019/JUS, afirmándose su condición de tercero adquirente de buena fe cualificada.
Así, se tiene que Raúl verificó el contenido del registro, la verdadera situación
del predio, quien lo ocupaba y su calidad de poseedor, así como constató que el pre-
dio estaba siendo ocupado por Inés y que la posesión de esta era a título de inquilina,
asegurándose de la titularidad de Jaime y de la ausencia de cuestionamientos; por lo
tanto, la adquisición se dio en cumplimiento de las leyes, los reglamentos y las prác-
ticas comerciales. El contrato de compraventa se realizó con todas las formalidades
exigidas para asegurar la transferencia de la propiedad a favor de Raúl, el precio de

46
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

venta se fijó conforme al valor del mercado y el pago se hizo respetando la bancari-
zación de este tipo de transacciones. En suma, Raúl se comportó diligentemente y a
pesar de todas sus acciones de verificación no le fue posible conocer el origen ilícito
del bien, que en realidad era de titularidad de Andrés, siendo que cualquier ciuda-
dano igual de diligente hubiere incurrido en el mismo error. Raúl sustentó su accionar
en la apariencia del Derecho, respetando los requisitos legales, reglamentarios y los
usos comerciales en el acto jurídico. Asimismo, se advierte que la celebración del acto
jurídico no tuvo por objeto darle apariencia de legalidad para encubrir su verdadera
naturaleza del bien o su origen ilícito, no pretendió ocultar o encubrir al verdadero
titular del derecho, ni mediaron en la celebración del acto jurídico declaraciones fal-
sas o acciones fraudulentas para encubrir el origen, procedencia, destino o naturaleza
ilícita de los bienes. Por lo que se puede afirmar la condición de tercero adquirente
de buena fe de Raúl, no siendo posible aplicar la extinción de dominio en este caso.
En conclusión, siguiendo a Salazar Landínez (2019), los elementos de la buena
fe exenta de culpa suponen: i) que el derecho o situación jurídica tenga en su aspecto
exterior todas las condiciones de existencia real; ii) que cualquier persona prudente
o diligente no pueda descubrir la verdadera situación de ilegalidad; iii) la apariencia
de los derechos no hace referencia a la creencia subjetiva de una persona, sino a la
objetiva o colectiva de las gentes; de ahí que los romanos dijeran que la apariencia de
derecho debía estar constituida de tal manera que las personas al examinarlo come-
tieran el mismo error y creyeran que realmente existía el derecho, sin existir (este es
el error communis, error común a muchos) (p. 57). Sobre el error communis, el Tribu-
nal Constitucional ha precisado que se configura la buena fe del tercero (…) cuando
la apariencia de titularidad sea tal que, razonablemente, no sea posible para el
común de las personas identificar la inexactitud del registro(16).

VIII. EL TERCERO DE BUENA FE EN LA DESTINACIÓN DE BIE-


NES CON FINES DELICTIVOS
Hasta ahora hemos analizado la figura del tercero adquirente de buena fe de
bienes de origen ilícito, queda por analizar el problema del tercero de buena fe en
la destinación de bienes con fines ilícitos. Este supuesto se refiere a la situación del
propietario de un bien de origen lícito que ha sido destinado a actividades delictivas,
esto, los casos de bienes instrumentalizados para el delito. Aquí pueden suscitarse
dos situaciones, que el bien sea instrumentalizado dolosamente por su propietario o
que el bien utilizado como instrumento del delito lo sea sin conocimiento de su pro-
pietario, resulta evidente que solo en esta última situación el bien no podrá ser objeto
de extinción de dominio. Sin embargo, para evitar la extinción de dominio, además
del desconocimiento por parte del propietario sobre la destinación ilícita de los bie-
nes, debe acreditarse un comportamiento diligente y prudente por parte del titular
de los bienes que aminoren en lo posible los riesgos para la instrumentalización de

(16) Sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Expediente N° 018-2015-PI/TC, de fecha 8 de julio
de 2020, fundamento jurídico 54, Caso del tercero de buena fe.

47
Juan Antonio Rosas Castañeda

los mismos. Así, si una casa fue alquilada por su propietario, la celebración del acto
jurídico tendría que haber respetado las leyes y los reglamentos para su validez, que
no permita inferir que desde un primer momento el propósito del acto jurídico era
destinar el bien a fines ilícitos; asimismo, el propietario tendría que ejercer su deber
de vigilancia sobre el bien dentro de las prácticas comunes de la actividad económica
a la que usualmente se destina el bien.
En ese marco, Salazar Landínez (2019) plantea el siguiente ejemplo: un sujeto
pretende demostrar que desconocía totalmente que su vehículo había sido utilizado
para perpetrar actividades ilícitas, por haber sido hurtado con anterioridad al hecho
que involucra al bien en la investigación de extinción de dominio. Por lo menos este
sujeto debe acreditar ante los jueces que oportunamente colocó una denuncia ante las
autoridades competentes, y que realmente desconocía en qué actividades era utilizado
su bien, es esta forma en que se debe acudir ante el juez de extinción de dominio y
acreditar esa buena fe exenta de culpa, caso en el cual se le protegerá su derecho y
el bien no será objeto de la extinción de dominio a favor del Estado, es decir, debe
obrarse con diligencia y prudencia (p. 52).
El artículo 3, inciso 8 del artículo III del Título Preliminar del Decreto Legis-
lativo N° 1373 establece qué son los instrumentos de actividades delictivas: “Bie-
nes que constituyen instrumento de actividades ilícitas: todos aquellos que fueron,
son o serán utilizados como medios, de cualquier forma, en su totalidad o en parte,
para la comisión de actividades ilícitas”. En términos similares, el Acuerdo Plenario
N° 5-2010/CJ-116 señala lo siguiente: los instrumentos del delito instumenta scaelaris,
son los bienes que, puestos con relación de medio a fin con la infracción, han servido
para su ejecución, tales como el vehículo utilizado para el transporte de la mercan-
cía, los útiles para el robo, el arma empleada, maquinarias del falsificador, etcétera.
Esto supone entonces que constituyen instrumentos del delito los medios u objetos
con los cuales se cometió o intentó cometerlo, sea que el delito se haya consumado o
haya quedado en grado de tentativa. Como refiere Gracia Martín, Boldova Pasamar
y Alastuey Dobón (1998):
[s]on instrumentos (instrumenta scaeleris) los objetos que, puestos en rela-
ción de medio a fin con la infracción, hayan servido para su ejecución, como
por ejemplo las armas con las que se haya ejecutado la muerte o lesiones
corporales, los útiles que se hayan empleado para la comisión del robo o los
medios de los que se haya valido el falsificador. (p. 379)
De otro lado, cabe anotar que el fundamento jurídico del comiso de los instru-
mentos del delito no es, como en algún momento se entendió, la culpabilidad o la
peligrosidad criminal, sino la peligrosidad objetiva de los instrumentos (la que, sin
embargo, en algunos casos deberá de vincularse con ciertos criterios subjetivos res-
pecto a la conducta, intención o voluntad del agente), es decir, la posibilidad de que
puedan ser utilizados en el futuro por el mismo agente o por terceros para cometer
nuevos delitos. El medio o instrumento puede pertenecer al propio agente del delito
o a terceros, pues en ambos casos estará presente la peligrosidad (Gálvez Villegas y
Delgado Tovar, 2013, p. 156). En suma, lo que justifica el decomiso de un instrumento

48
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

del delito es la peligrosidad objetiva de ser utilizado nuevamente para la comisión de


otros delitos. En esos casos, procede el decomiso de todo bien que haya sido utilizado
como instrumento del delito, más aún cuando se trata del infractor de la norma penal.
En cuanto a las reglas de privación de dominio de los instrumentos del delito,
deben ser objeto de privación de dominio todas las cosas –objetos materiales suscep-
tibles de valor– que hayan sido efectivamente utilizadas en la comisión de la conducta
delictiva; independientemente de haber sido o no imprescindibles o de tener un des-
tino específico(17). En este supuesto, el juzgador deberá valorar la causalidad y veri-
ficar que el bien fue un medio necesario para la comisión de la conducta delictiva,
lo cual dependerá del marco circunstancial. Debe tenerse en cuenta que no resulta
definitivo las características del bien, ya que cualquiera puede ser utilizado para la
comisión de un delito.
Como se ha precisado, el artículo 2, inciso 4 del artículo II del Título Preliminar
del Decreto Legislativo N° 1373 protege el derecho de propiedad respecto a los bienes
obtenidos con justo título o que estén destinados a fines compatibles con el ordena-
miento jurídico, precisando además que, poseer, detentar o utilizar bienes de origen
ilícito o destino ilícito no constituye justo título, salvo el derecho del tercero de buena
fe. Se cautela entonces el derecho del tercero de buena fe. Asimismo, el artículo 66
del Reglamento del Decreto Legislativo N° 1373, Decreto Legislativo de Extinción
de Dominio, Decreto Supremo N° 007-2019-JUS, prescribe: “Tercero de buena fe es
aquella persona, natural o jurídica, que no solo acredita haber obrado con lealtad y
probidad, sino que también ha desarrollado un comportamiento diligente y prudente
(…)”. Entonces, conforme a estas normas, para determinar la condición de tercero de
buena fe propietario o poseer de un bien con destinación contraria al ordenamiento
jurídico, se debe evaluar si desarrolló un comportamiento diligente y prudente.
Bajo esa perspectiva, la privación de dominio de bienes instrumentalizados para
la comisión de delitos puede extenderse incluso al tercero propietario del bien que
no intervino en el delito, así lo ha precisado la Sala Penal Permanente de la Corte
Suprema, en la sentencia de Casación N° 953-2017-Puno, de fecha 2 de julio de 2018;
asimismo, fijó como regla del decomiso de instrumentos del delito que este tiene su
fundamento en la peligrosidad objetiva del bien utilizado para delinquir –posible uso
del instrumento para la comisión de nuevos delitos similares–; y, como finalidad, la
eliminación de dicha peligrosidad, por ello, se puede extender y afectar a terceros titu-
lares de los bienes que no participaron en el delito. Así precisó la Corte Suprema que:
La aplicación del decomiso al proceso penal está vinculada a la demostración
del origen ilícito del bien o de su utilización para fines criminales, por ello
es que se extiende a terceros (Conforme: Sentencia del Tribunal Supremo
Español 483/2007, de cuatro de junio).

(17) “Son instrumentos del delito (instrumenta sceleris) aquellos objetos que intencionalmente han sido
utilizados para consumar o intentar el delito” (Fontán Balestra, 1995, p. 165.

49
Juan Antonio Rosas Castañeda

De esta manera en el caso concreto, se analizó:


Séptimo: Que fijadas las pautas que deben guiar el decomiso de instru-
mento del delito perteneciente a terceros, ajenos al injusto penal cometido,
es del caso analizar el caso concreto. El camión en cuestión fue entregado
al imputado Caxi Lupaca mediante contrato de alquiler –cierto y con fecha
indubitable– suscrito con el tercero civil. El contrato escrito se celebró el
diez de junio de dos mil cinco [fojas ciento sesenta y cinco] y las firmas del
mismo se certificaron notarialmente. No existe precepto legal con rango de
ley o de menor jerarquía, que prohíba, en estas condiciones, el alquiler de
camiones o que instaure pautas concretas, no cumplidas por la titular del
camión, para regular este tipo de contratos en transportes internacionales.
Tampoco consta que el imputado no tenía ocupación lícita antes de la cele-
bración del contrato o que tuviera antecedentes penales. Por consiguiente, no
puede estimarse que el titular del camión no cuidó que pase a manos inde-
bidas ni incumplió reglas mínimas de seguridad para evitar la comisión de
delitos. El decomiso, por tanto, no procede(18).
La Corte Suprema recientemente ha introducido la regla de la debida diligen-
cia en el ejercicio de la propiedad de los bienes utilizados como instrumentos, como
criterio para definir la aplicación del decomiso, así cuando el propietario del bien no
pudo o no puede garantizar que el mismo sea utilizado en la comisión de un delito,
a efectos de atajar dicha situación de peligrosidad se debe dictar el decomiso. En ese
marco, la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema en su sentencia recaída en el
Recurso de Nulidad N° 895-2018-Lima Sur, de 23 de enero de 2019, constató que
el decomiso es una medida restauradora o de corrección patrimonial distinta de la
pena y en el caso de los instrumentos del delito, el fundamento para el decomiso es
la peligrosidad objetiva del bien, esto es, su uso para la comisión de nuevos delitos
similares, precisando que:
Decimotercero. Sobre el decomiso es de precisar que se trata de una con-
secuencia accesoria de una infracción penal –no es, desde la consideración
del Código Penal, una pena y, por ende, no integra el objeto penal del pro-
ceso–. Es una medida restauradora o de corrección patrimonial distinta de
la pena –tiene un carácter más bien administrativo, pertenece al Derecho
Administrativo de policía en orden a las potestades ablatorias de la Admi-
nistración–. El camión es, propiamente, un instrumento del delito –el delito
juzgado es doloso y en él intervino en un contexto delictivo varias perso-
nas, entre ellas los encausados Egoavil Díaz y Ayala Vega, propietarios del
mismo–. Tratándose de instrumentos del delito el fundamento del decomiso

(18) Sala Penal Permanente de la Corte Suprema, Casación N° 953-2017-Puno, de fecha 2 de julio de 2018,
considerando séptimo.

50
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

es la peligrosidad objetiva del bien –su uso para la comisión de nuevos delitos
similares–, y la finalidad de la medida es la eliminación de tal peligrosidad(19).
Teniendo en cuenta ello, la Corte Suprema analizó que para dictar el decomiso
de un bien utilizado como instrumento del delito no hace falta condenar al propietario
del mismo, sino que se debe verificar la debida diligencia en el accionar del titular del
bien que otorgue garantías de que el bien no será utilizado en la comisión de nuevos
delitos, cuando el sujeto no sea capaz de cumplir con su deber de vigilancia sobre la
cosa, no habiendo sido una persona diligente al permitir, por negligencia grave, que
el bien sea destinado a la comisión del delito.
El supuesto de hecho del artículo 102 del Código Penal no es penal, el hecho
solo se realizó en un contexto global en que también se ha perpetrado un
hecho punible y se muestra conexo a este y, por esto, accesorio del mismo,
del delito, pero no de la pena. No hace falta, pues, una condena al titular del
camión. Solo basta que el bien se utilice para la comisión delictiva –como
en efecto se hizo– y que el titular, aun cuando no sea responsable criminal
y lo adquirió lícitamente, no sea capaz de garantizar el cumplimiento de
su deber de vigilancia de la cosa, a fin de evitar su utilización en el futuro
para la comisión de nuevos hechos delictivos –no fue una persona diligente–
[véase: San Martín Castro, César: Delito & Proceso Penal, Jurista Editores,
Lima, 2017, pp. 171- 179].
Decimocuarto. Que, en el presente caso, existe el vínculo entre el camión y
los encausados antes citados, y es claro que ellos y los demás reos ausentes
actuaron en un contexto delictivo: transporte de IQF destinados a la elabo-
ración de droga. En todo caso, ni siquiera fueron diligentes para evitar la
utilización delictiva del camión; ellos no dan garantía de un uso legal del
camión. El comiso pues se impone(20).
Con la cual, la Corte Suprema interpreta la regla de que en el caso de los ins-
trumentos del delito el decomiso se impone cuando el propietario del bien no ha sido
diligente para evitar que el mismo sea destinado a la comisión del delito, y como tal,
no otorga garantías de cumplimiento de vigilancia de la cosa para evitar del bien sea
utilizado en la comisión de nuevos delitos. Entonces, ya no basta que el propietario de
un bien no conociera que el bien estaba siendo destinado a la comisión de un delito, sino
que se exige que despliegue un actuar diligente para evitar esta destinación ilícita. Lo
que guarda concordancia con lo regulado por el artículo 2, inciso 4 del artículo II del
Decreto Legislativo N° 1373, que prescribe que se garantiza el derecho de propiedad
del tercero de buena fe, y con el artículo 66 del Reglamento del Decreto Legislativo
sobre Extinción de Dominio, que prescribe: “Tercero de buena fe es aquella persona,

(19) Sala Penal Permanente de la Corte Suprema, Recurso de Nulidad N° 895-2018-Lima Sur, de fecha 23
de enero de 2019, considerando décimo tercero.
(20) Sala Penal Permanente de la Corte Suprema, Recurso de Nulidad N° 895-2018-Lima Sur, de fecha 23
de enero de 2019, considerandos décimo tercero y décimo cuarto.

51
Juan Antonio Rosas Castañeda

natural o jurídica, que no solo acredita haber obrado con lealtad y probidad, sino que
también ha desarrollado un comportamiento diligente y prudente (…)”. En suma, para
analizar si el propietario o titular de algún derecho real de un bien –instrumento del
delito– ostenta la condición de tercero de buena fe, debe evaluarse su debida diligen-
cia y prudencia para garantizar el cumplimiento de sus deberes de vigilancia sobre
la cosa e impedir que sea utilizado en la comisión del delito, y si derivado de este
comportamiento, ofrece garantías para evitar que en el futuro ese bien sea destinado
a fines incompatibles con el ordenamiento jurídico.
Un caso práctico resuelto en un proceso de extinción de dominio por el Juzgado
Transitorio Especializado en Extinción de Dominio del Callao, de fecha 7 de febrero
de 2020, se refiere a la instrumentalización de un camión de transporte interprovin-
cial de carga, para la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas en la modalidad
de tráfico de insumos químicos, cuyo poseedor fue sobreseído en el proceso penal
por este delito. En ese marco, los hechos dados por probados fueron los siguientes:
[C]on fecha el día 12 de diciembre de 2017, aproximadamente a las 21.05
horas en el distrito de Ancón, específicamente en el puesto de control de
Ancón, ubicado en el Km 42 de la Panamericana Norte, personal de la PNP-
Dirandro intervino el camión de placa de rodaje AHZ935 marca ISUZU,
modelo FRR90SL-MAPES, color blanco, conducido por René Quispe Hua-
mán René Quispe Huamán René Quispe Huamán, procediéndose a solici-
tarle sus documentos personales y del vehículo así como también de la carga
transportada a lo que el señor mostro la factura N° 001-000461 de vidrios y
aluminios SHOES TITANIK SAC, de fecha 12 de diciembre de 2017, mani-
festando en ese momento que no contaba con el DNI ni con licencia de con-
ducir y al efectuarse el registro del vehículo se constató que en la carrocería
del camión tipo furgón, había 12 cajas de madera cuadradas y rectangulares
conteniendo láminas de vidrio rectangulares observándose debajo de estas
galoneras de plástico color blanco sin rotulo, con tapa rosca de color rojo los
cuales se encontraban acondicionado subrepticiamente con láminas de alu-
minio color plateado y tecno por blanco, asimismo al apertura otra caja de
madera se pudo observar la existencia de 06 bidones de plástico con el rotulo
corrosivo, los cuales contenían características similares al insumo químico,
ácido sulfúrico y acetona, continuando con las diligencias, ya en presencia
del abogado defensor del señor Quispe se procedió a realizar la apertura del
total de las cajas y el conteo de los bidones y galoneras encontrándose 17
bidones de plástico conteniendo una sustancia líquida y tensa y turbia y 803
galoneras conteniendo sustancia liquida transparente aromático, los cuales
al ser sometidas a un análisis químico con un perito se determinó que se
trataba de insumos químicos controlados y fiscalizados, ácido sulfúrico y
acetona en las siguientes cantidades, respecto al ácido sulfúrico se trataba
de 17 bidones de material sintético color blanco que arrojo un peso bruto
de 1053 kilos con 50 gramos y la otra sustancia que era de 83 galoneras de
material sintético también de color blanco, dio como resultado que se trataba
de acetona, la cual tenía un peso bruto de 2681 kilos y se verifico además

52
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

que el señor Quispe no contaba


con ninguna documentación que
acredite o sustente la proceden- La conducta prudente
cia legal y el destino final de y diligente se acredita con
estas sustancias químicas de la una serie de indicios que
acetona y del ácido sulfúrico,
estos son los hechos que se le se relaciona a la corrección
imputan al señor René Quispe. en la celebración del acto
Además, se advierte que según jurídico, por ejemplo, que
el Acta de Registro Prelimi- se haya tratado de una
nar de carrocería de vehículo
lacrado de las puertas, las guías adquisición onerosa, que el
de remisión que presento el tercero efectivamente tenga
señor Quispe al momento de capacidad económica para


su intervención indicaba que adquirir el bien.
el remitente de la carga era la
empresa HOSE TITANIK SAC,
donde la hacerse la respectiva
verificación domiciliaria de esta
empresa se pudo determinar que la misma se encontraba dedicada a la fabri-
cación de calzado, asimismo la Factura N° 001-0461 de la empresa TITA-
NIK SAC donde se consigna vidriería santa victoria Lambayeque –Chiclayo,
guía de remisión de 86 cristal bronce, 08 milímetros china, sin embargo esta
factura es falsa, toda vez que conforme el Ministerio Público la empresa
SHOES TITANIK SAC se dedica a la fabricación de calzado. En este docu-
mento judicial, también se consigna la declaración testimonial de Joel Sierra
Falcón, quién fue la persona que instalo el GPS del vehículo, toda vez que
este vehículo contaba con GPS y fue manipulado por lo cual se perdió la
señal del vehículo y el dueño no pudo verificar donde estaba su vehículo(21).
La cuestión a debatir entonces, era si la empresa poseedora legítima del vehículo,
empresa de Transportes Hermanos Oblitas S.A.C., desplegó una conducta diligente y
prudente al ceder el uso del vehículo a uno de sus empleados, quien finalmente instru-
mentalizó el bien para fines ilícitos. Es así que el juzgado razonó de la siguiente manera:
[A]nalizando el comportamiento del representante legal de la Empresa
Transportes Hermanos Oblitas S.A.C., en el negocio jurídico de entrega del
vehículo objeto de demanda al chofer René Quispe Huamán, se advierte que
no se condujo con la diligencia debida y prudencia necesario para ser reco-
nocido como tercero de buena fe, a quien se le deba garantizar su derecho de
propiedad, ya que con su comportamiento negligente facilitó la instrumen-
tación del vehículo para la comisión del delito de tráfico ilícito de insumos

(21) Juzgado Transitorio Especializado en Extinción de Dominio Del Callao, Expediente N° 00014-2019-
0-0701-JR-ED-01, de fecha 7 de febrero de 2020, considerando 4.4.1.

53
Juan Antonio Rosas Castañeda

químicos controlados, no cumpliendo con sus deberes de vigilancia en el


ejercicio del derechos reales sobre el bien, y se advierte que evaluado su
comportamiento, no ofrece garantías para que en el futuro el referido bien
no sea utilizado o destinado a fines contrarios al ordenamiento jurídico, por
cuanto: a) representante legal de la Empresa Transportes Hermanos Oblitas,
entregó en sub arriendo el vehículo materia de demanda, a la persona de René
Quispe Huamán, mediante contrato verbal, sin contar con la autorización del
Banco. Contraviniendo de esta manera la obligación contractual derivada
del contrato de leasing con el Banco BBVA Banco Continental, que señala
de manera expresa que, la arrendataria ceder, traspasar, sub arrendar, gra-
var o transferir la posesión a terceros sin consentimiento expreso del banco,
vulnerando normas expresas contractuales para el uso del bien en arrenda-
miento financiero; b) Hermes Oblitas Manosalva, facilitó a RENÉ Quispe
Huamán el documento denominado “Guía de Remisión de Transportista”,
que resulta indispensable para que un camión de carga pesada pueda salir a
operar y transportar mercancía en las carreteras del territorio nacional. Sin
verificar efectivamente, que la carga que se iba a transportar en el camión
objeto de la demanda, correspondiera con la guía de remisión, y la factura
comercial, y si esta carga era no lícita, ya que, entregó el vehículo y la Guía
de transportista a René Quispe Huamán, con el solo dicho de este de que
iba a transportar vidrios al norte y sin verificar la documentación sustenta-
toria de este transporte, pues el mismo Quispe Huamán le dijo que estaba
esperan su “guía de remisión”, lo que supone un comportamiento negligente
grave que a la postre facilitó que el vehículo sea utilizado en la comisión de
un delito, vulnerando normas generales de diligencia debida y prudencia
en los negocios jurídicos; c) Hermes Oblitas Manosalva, de manera impru-
dente entrega el vehículo objeto de demanda, para el transporte de carga
pesada a una persona que no contaba con autorización para no contaba con
autorización para prestar servicio de transporte terrestre de personas ni de
mercancías, y, le proporcionó “guía de transportista” de la Empresa Trans-
portes Hermanos Oblitas, documento sin el cual, el chofer René Quispe Hua-
mán, que no contaba con autorización para emitir ese tipo de documento, no
hubiera pretendido justifica el transporte del cargamento ilícito por el cual
fue intervenido, vulnerando normas generales de diligencia debida y pru-
dencia en los negocios jurídicos. En esa medida no se puede reconocer a la
Empresa Transportes Hermanos Oblitas como tercero de buena fe, por lo
que se debe disponer la Extinción de Dominio del vehículo camión placa de
rodaje AHZ935 marca ISUZU, modelo FRR90SL-MAPES, color blanco(22).
En suma, la privación de dominio de bienes instrumentalizados para la comisión
de delitos puede extenderse incluso al tercero propietario del bien que no intervino en
el delito, esto tiene su fundamento en la peligrosidad objetiva del bien utilizado para

(22) Juzgado Transitorio Especializado en Extinción de Dominio del Callao, Expediente N° 00014-2019-0-
0701-JR-ED-01, de fecha 7 de febrero de 2020, considerando 4.4.17.

54
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

delinquir –posible uso del instrumento para la comisión de nuevos delitos similares–;
y, como finalidad, la eliminación de dicha peligrosidad, por ello, se puede extender y
afectar a terceros titulares de los bienes que no participaron en el delito. Sin embargo,
para disponer la privación de dominio de un bien a favor del Estado, de titularidad
de terceros, se debe verificar si este tercero puede ser considerado o no como un ter-
cero de buena fe a quien se le debe respetar sus derechos reales. En esa medida, para
analizar si el propietario o titular de algún derecho real de un bien –instrumento del
delito– ostenta la condición de tercero de buena fe, debe evaluarse su debida diligen-
cia y prudencia para garantizar el cumplimiento de sus deberes de vigilancia sobre
la cosa para evitar que sea utilizado en la comisión del delito, y si derivado de este
comportamiento, ofrece garantías para evitar que en el futuro ese bien sea destinado
a fines incompatibles con el ordenamiento jurídico.

IX. CONCLUSIONES
§ Los derechos de propiedad u otro derecho real del tercero de buena fe no
pueden verse afectados por la extinción de dominio, esto quiere decir que un
adquirente de bienes de origen ilícito que actúa de buena fe y con prudencia
debida no podrá ser afectado por el principio de nulidad absoluta que inva-
lide el acto jurídico celebrado y determine la extinción de dominio del bien,
pero se deberá tratar de un verdadero adquirente y no de un testaferro que
presta su nombre para realizar un acto jurídico fraudulento y evitar que las
autoridades incauten, decomisen o extingan el dominio de bienes de origen
ilícito, esto es, que dolosamente preste su nombre para ocultar la identidad
del verdadero titular de los bienes. De la misma manera, el propietario cuyo
bien ha sido destinado a actividades ilícitas por otro sujeto, pero que se con-
dujo conforme a los criterios de buena fe y prudencia debida tampoco podrá
ser afectado por la extinción de dominio del bien, a pesar de que el mismo
fue instrumentalizado para la comisión de actividades ilícitas. En suma, el
principio de buena fe se constituye en un límite del principio de nulidad ad
initio y de la extinción de dominio.
§ En la doctrina civil se distingue entre buena fe simple (que también se conoce
como la dimensión subjetiva de la buena fe) y la buena fe cualificada (que se
relaciona con la dimensión objetiva de la buena fe). En esa medida, el legis-
lador peruano ha establecido que no basta que el tercero adquirente obre con
buena fe simple, esto es, con la creencia de que se está obrando con lealtad,
rectitud y honestidad, sino que su conducta sea diligente y prudente en el
acto jurídico de adquisición de los bienes de origen ilícito, en específico,
que el tercero por ignorancia o error excusable haya procedido a adquirir un
bien de origen ilícito. La conducta prudente y diligente se acredita con una
serie de indicios, que se relación a la corrección en la celebración del acto
jurídico, por ejemplo, que se haya tratado de una adquisición onerosa, que
el tercero efectivamente tenga capacidad económica para adquirir el bien,
que se pacte el precio del bien conforme a los estándares del mercado, que

55
Juan Antonio Rosas Castañeda

efectivamente se haya realizado el pago del precio pactado por el bien, res-
petando los mecanismos de pago autorizados, en especial, las disposiciones
administrativas sobre bancarización de ciertas operaciones para evitar el
manejo de grandes cantidades de dinero en efectivo, que no existan indicios
de que el titular del bien (vendedor o transferente) se encuentre involucrado
con actividades delictivas o con personas involucradas en actividades delic-
tivas. En suma, no solo basta invocar la buena fe simple en la adquisición
de los bienes de origen ilícito, esto es, que se realizaba el acto jurídico en
la creencia de la corrección del mismo y la ignorancia o error sobre el vicio
de nulidad del mismo, o ampararse en formalismo como el contenido de
los Registros Públicos, sino que este actuar de buena fe debe ser objetivo,
acompañado de conductas diligentes y prudentes concretas, a pesar de las
cuales cualquier ciudadano medio podría haber incurrido en el mismo error.
§ En materia de extinción de dominio se deben distinguir las diferentes cla-
ses de terceros adquirentes de bienes de origen ilícito; así, se tiene al tercero
adquirente de mala fe, quien dolosamente, conociendo el origen ilícito de los
bienes, se presta para participar en el negocio jurídico y ocultar al verdadero
titular de los bienes objeto de compra o permuta (esta es la figura del tes-
taferro); asimismo, se tiene al tercero adquirente que obra con culpa grave
(culpa inexcusable) que no sabía del origen ilícito de los bienes, que actúa
en error o ignorancia sobre ese origen ilícito, pero esa buena fe se sustenta
únicamente en la creencia de obra correctamente, o sustentada únicamente
en cuestiones formales, como el contenido de los Registros Públicos, y no
va acompañada de datos objetivos que la respalden, esa es la denominada
buena fe simple, que no alcanza para liberar al bien de la extinción de domi-
nio, en estos supuestos el tercero no actúa con la debida diligencia o pruden-
cia en el negocio jurídico; y, está el tercero adquirente, que obra con culpa
excusable, esto es, que a pesar de obrar con debida diligencia y prudencia
le resulto inevitable incurrir en error o ignorancia sobre el origen ilícito de
los bienes, siendo que cualquier ciudadano medio, igual de prudente y dili-
gente, hubiere incurrido en el mismo error; esta es una buena fe acompañada
de datos objetivos que acreditan este actuar leal, probo y honesto, este es
el sujeto que actúa con buena fe cualificada, la que resulta amparada por el
Derecho y evita la extinción de dominio, no porque se haya transferido un
bien libre de cuestionamientos (pues sigue siendo un bien de origen ilícito),
sino que la buena fe cualificada ha creado el derecho que debe ser tutelado
por el ordenamiento jurídico.
§ El testaferro es aquel sujeto que presta su nombre para aparecer como titu-
lar en contratos o actos jurídicos, ocultando al verdadero titular, es así que
los actos jurídicos realizados recurriendo a la figura del testaferro, son actos
simulados que no necesariamente son ilícitos, pero se torna ilícitos cuando
dicha simulación ocasione un conflicto o un daño a un tercero o se busque
un fin ilícito; en ese marco, entre los actos típicos de uso de testaferros se
refiere a la adquisición y transferencia de bienes patrimoniales, por ello, el

56
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

supuesto en que un tercero adquirente conoce o sospecha de la procedencia


ilícita, puede constituir incluso un caso de blanqueo de capitales, por ejem-
plo, un extorsionador que ostenta un inmueble adquirido con dinero producto
de sus actividades delictivas y lo transfiere a un tercero para disimular el
origen ilícito del mismo. En la jurisprudencia y la doctrina, incluyendo los
estudios de las tipologías de lavado de activos, se ha concluido que entre los
indicios de la comisión de delito de lavado de activos se encuentran: el uso
de testaferros, la titularidad de bienes por un testaferro, así como la utiliza-
ción de sociedades fachadas o testaferros; constatándose además que cada
vez resulta más habitual que los bienes y efectos procedentes de actividades
delictivas son transferidos por sus autores a terceras personas con su cono-
cimiento y con el fin de contribuir a la legitimación de estos activos, ocultar
su origen y evitar cualquier forma de decomiso, lo que justifica la creación
de normas de decomiso o extinción de dominio de bienes de origen ilícito
en poder de terceros, por transferencia simulada, ocultando al verdadero
titular de los mismos, garantizando la impunidad de los verdaderos titula-
res y asegurando la conservación del patrimonio criminal.
§ La buena fe registral regulada en el CC asegura que el sujeto que se com-
porta diligentemente en la constatación del contenido del registro público,
sobre la titularidad de los bienes adquiridos, constituye un indicio de buena
fe cualificada u objetiva, pero no resulta suficiente, el conocimiento del con-
tenido del registro no es garantía suficiente del origen lícito del titular que
figura en el mismo, como hemos venido explicando a lo largo de este tra-
bajo, la adquisición de los bienes de origen ilícito puede hacerse por medios
fraudulentos o al margen de la ley, el tercero adquirente debe realizar otros
actos concretos de verificación del origen de los bienes para reclamar su
condición de tercero de buena fe, pero de buena fe cualificada, actuar dili-
gente y prudente que otro sujeto medio podría haber seguido. En esa pers-
pectiva, la buena fe registral debe ir acompañada de otros indicios, como la
capacidad económica justificada del agente para adquirir la propiedad del
bien, el precio del bien responde al valor medio del mercado, que efectiva-
mente se produjo el pago del precio a través de los medios de pago válidos,
cumplimiento, por ejemplo, las reglas administrativas de bancarización de
ciertas operaciones mercantiles, para evitar el manejo de grandes cantida-
des de dinero en efectivo. Así, el estudio del entorno de los participantes del
acto jurídico y de su patrimonio resultan indispensables para determinar la
verdadera conducta de los mismos, así como la corrección del acto jurídico
con el ordenamiento leal y las prácticas comerciales comunes. Por ello, la
legislación exige no solo una buena fe simple, sustentaba en la sola creen-
cia de que se está obrando con lealtad, rectitud y honestidad, sino que se
exige una buena fe cualificada sustentada en datos objetivos que acrediten
un comportamiento diligente por parte del tercero adquirente, conforme se
hubiese comportado un ciudadano medio.

57
Juan Antonio Rosas Castañeda

§ La buena fe cualificada es creadora de un derecho material de la extinción


del derecho de dominio, la cual se encarga de proteger a los terceros de
buena fe que adquieren un derecho de forma regular con lealtad y honesti-
dad en principio, aquel adquirente no recibiría ningún derecho pues nadie
puede transmitir un derecho que no tiene y sería procedente la extinción
de dominio, pero, si se actuó con buena fe exenta de culpa, dicho tercero
puede quedar amparado por el ordenamiento jurídico al punto de conside-
rarse que por efecto de su buena fe cualificada se ha radicado plenamente el
derecho de propiedad en su cabeza, y por lo tanto sobre tal bien no podría
recaer la extinción de dominio. Los elementos de la buena fe exenta de culpa
suponen: i) que el derecho o situación jurídica tenga en su aspecto exterior
todas las condiciones de existencia real; ii) que cualquier persona prudente
o diligente no pueda descubrir la verdadera situación de ilegalidad; iii) la
apariencia de los derechos no hace referencia a la creencia subjetiva de una
persona, sino a la objetiva o colectiva de las gentes; de ahí que los romanos
dijeran que la apariencia de derecho debía estar constituida de tal manera
que las personas al examinarlo cometieran el mismo error y creyeran que
realmente existía el derecho, sin existir (este es el error communis, error
común a muchos).
§ La privación de dominio de bienes instrumentalizados para la comisión de
delitos puede extenderse incluso al tercero propietario del bien que no inter-
vino en el delito, esto tiene su fundamento en la peligrosidad objetiva del
bien utilizado para delinquir –posible uso del instrumento para la comisión
de nuevos delitos similares–; y, como finalidad, la eliminación de dicha
peligrosidad, por ello, se puede extender y afectar a terceros titulares de los
bienes que no participaron en el delito. Sin embargo, para disponer la pri-
vación de dominio de un bien a favor del Estado, de titularidad de terceros
se debe verificar si este tercero puede ser considerado o no como un tercero
de buena fe a quien se le debe respetar sus derechos reales. En esa medida,
para analizar si el propietario o titular de algún derecho real de un bien –
instrumento del delito– ostenta la condición de tercero de buena fe, debe
evaluarse su debida diligencia y prudencia para garantizar el cumplimiento
de sus deberes de vigilancia sobre la cosa para evitar que sea utilizado en
la comisión del delito y si derivado de este comportamiento, ofrece garan-
tías para evitar que en el futuro ese bien sea destinado a fines incompatibles
con el ordenamiento jurídico.

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61
El principio de buena fe como límite de la extinción de dominio

LEGISLACIÓN

DECRETO LEGISLATIVO Nº 1373

EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
POR CUANTO:
Que, mediante Ley N° 30823, “Ley que delega en el Poder Ejecutivo la Facultad de
legislar en materia de gestión económica y competitividad, de integridad y lucha contra
la corrupción, de prevención y protección de personas en situación de violencia y vul-
nerabilidad y de modernización de la gestión del Estado”, por el término de sesenta (60)
días calendario;
Que, los literales d) y e) del inciso 3 del artículo 2 del citado dispositivo legal, esta-
blece la facultad de legislar en materia de integridad y lucha contra la corrupción, a fin
de modificar la legislación vigente sobre la pérdida o extinción de dominio y facilitar la
administración, por parte del Estado, de los bienes incautados, decomisados o declara-
dos en pérdida de dominio”;
Que, conforme a la delegación de facultades se hace necesario realizar una reforma
normativa de los mecanismos e instrumentos que permiten al Estado una firme lucha
contra la delincuencia organizada y cualquier acto ilícito, por lo que se requiere estatuir
un ordenamiento eficaz de extinción de dominio de los objetos, instrumentos, efectos y
ganancias;
Que, la legislación actual sobre pérdida de dominio adolece de diversas deficiencias
e imprecisiones que ha generado serias dificultades en los operadores jurídicos para su
aplicación práctica como herramienta destinada a recuperar los bienes o ganancias prove-
nientes de actividades delictivas; deficiencias como la falta de autonomía del proceso de
pérdida de dominio del proceso penal , así como la no especialización de los operadores,
ha permitido que en el Perú la delincuencia continúe acumulando riqueza y lavando dinero
producto de los delitos antedichos, permitiendo que la economía haya sido permeada por
los flujos de capital de tales actividades que la soslayan, produciendo burbujas inflacio-
narias, reducción de las actividades productivas lícitas, riesgo de desestabilización de la
economía legal, desconfianza en el sistema financiero, violencia generalizada, entre otras.
Que, en ese sentido es necesario reformular estos mecanismos, implementando la
extinción de dominio como una herramienta de política criminal independiente y autónoma

63
Juan Antonio Rosas Castañeda

del proceso penal, dirigida específicamente contra bienes y fortunas adquiridas como pro-
ducto de actividades ilícitas reprochables por el ordenamiento jurídico peruano, estable-
ciendo un proceso que se aplica únicamente respecto de derechos reales y que se realiza al
margen de la acción penal, dado que el objeto de las dos acciones es distinto. Para ello, se
establecen etapas y plazos céleres sobre la base de un subsistema especializado de Extin-
ción de Dominio, con salas, juzgados, fiscalías y unidades policiales especializadas en la
materia, que permita un tratamiento diferenciado, que conlleve a la celeridad y eficacia.
Que, de conformidad con lo establecido en los literales d) y e) del inciso 3 del artículo
2 de la Ley Nº 30823 y el artículo 104 de Constitución Política del Perú;
Con el voto aprobatorio del Consejo de Ministros; y,
Con cargo a dar cuenta al Congreso de la República;
Ha dado el decreto legislativo siguiente:

Decreto legislativo sobre extinción


de dominio
TÍTULO PRELIMINAR

Artículo I. Ámbito de aplicación


El presente decreto legislativo se aplica sobre todo bien patrimonial que constituya
objeto, instrumento, efectos o ganancias que tienen relación o que se derivan de las siguien-
tes actividades ilícitas: contra la administración pública, contra el medioambiente, tráfico
ilícito de drogas, terrorismo, secuestro, extorsión, trata de personas, lavado de activos,
contrabando, defraudación aduanera, defraudación tributaria, minería ilegal y otras con
capacidad de generar dinero, bienes, efectos o ganancias de origen ilícito o actividades
vinculadas a la criminalidad organizada.

Artículo II. Principios y criterios aplicables para la declaración de extinción


de dominio
Para la aplicación del presente decreto legislativo, rigen los siguientes principios y
criterios:
2.1. Nulidad: todos los actos que recaigan sobre bienes de origen o destino contra-
rio al ordenamiento jurídico, son nulos de pleno derecho, sin perjuicio de los derechos
de terceros de buena fe.
2.2. Especialidad: los vacíos y ambigüedades que pudiera presentar este decreto
legislativo en su interpretación o aplicación, se resuelven según la propia naturaleza y
principios del proceso que regula. Si a pesar de esto, el vacío o ambigüedad persiste, se
acude a la octava disposición complementaria final.
2.3. Autonomía: el proceso de extinción de dominio es independiente y autónomo
del proceso penal, civil u otro de naturaleza jurisdiccional o arbitral, por lo que no puede

64
Legislación

invocarse la previa emisión de sentencia o laudo en éstos para suspender o impedir la


emisión de sentencia en aquél.
2.4. Dominio de los bienes: la protección del derecho de propiedad u otros dere-
chos que recaigan sobre los bienes patrimoniales, se extiende únicamente a aquéllos que
recaigan sobre bienes obtenidos con justo título o estén destinados a fines compatibles
con el ordenamiento jurídico.
Asimismo, poseer, detentar o utilizar bienes de origen ilícito o destino ilícito no
constituye justo título, salvo el derecho del tercero de buena fe.
2.5. Aplicación en el tiempo: la extinción de dominio se declara con independencia
de que los presupuestos para su procedencia hayan ocurrido con anterioridad a la vigen-
cia del presente decreto legislativo.
2.6. Tutela Jurisdiccional y Debido Proceso: en el trámite y ejercicio del proceso
de extinción de dominio se observan los derechos a la tutela jurisdiccional y al debido
proceso, reconocidos en el inciso 3 del artículo 139 de la Constitución Política del Perú,
así como los derechos a la defensa, a la prueba y a la doble instancia que forman parte
del contenido del derecho al debido proceso.
2.7. Publicidad: el proceso de extinción de dominio es público a partir de la noti-
ficación del auto que admite la demanda o desde que se materializan las medidas cau-
telares. Las actuaciones comprendidas desde el inicio de la indagación son reservadas.
2.8. Cosa juzgada: En materia de extinción de dominio aplica la cosa juzgada, siem-
pre que exista identidad de sujeto, objeto y fundamento.
2.9. Carga de la prueba: para la admisión a trámite de la demanda de extinción
de dominio, corresponde al Fiscal ofrecer las pruebas o indicios concurrentes y razona-
bles del origen o destino ilícito del bien. Admitida a trámite la demanda, corresponde al
requerido demostrar el origen o destino lícito del mismo.

Artículo III. Definiciones


Para los efectos del presente decreto legislativo se entenderá como:
3.1. Actividad ilícita: toda acción u omisión contraria al ordenamiento jurídico
relacionada al ámbito de aplicación establecido en el artículo I del Título Preliminar del
presente decreto legislativo.
3.2. Requerido: toda persona natural o jurídica que figura ostentando algún dere-
cho sobre el bien que es objeto del proceso de extinción de dominio.
3.3. Bienes susceptibles de extinción de dominio: todos aquellos que, según las
definiciones de los artículos 885 y 886 del Código Civil, son muebles e inmuebles. Igual-
mente lo son las partes integrantes, accesorios, frutos y productos de esos bienes.
3.4. Bienes abandonados: todos aquellos sobre los que se tienen elementos proba-
torios suficientes que permitan determinar la existencia de relación directa o indirecta
con alguna actividad ilícita y sobre los cuales no ha sido posible establecer la identidad
de sus titulares.

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Juan Antonio Rosas Castañeda

También lo son aquellos en que habiéndose establecido la titularidad mediante sen-


tencia que declara infundada la demanda de extinción de dominio, no hayan sido recla-
mados por el titular en el plazo de treinta (30) días hábiles contados desde la notificación
de la sentencia.
3.5. Bienes patrimoniales: todos aquellos que pueden generar utilidad, rentabili-
dad u otra ventaja que represente un interés económico relevante para el Estado, según
los criterios que establezca el reglamento.
3.6. Bienes cautelados: todos aquellos que se encuentran afectados por una medida
cautelar dictada por el Juez, mientras se decide su situación en el proceso de extinción
de dominio.
3.7. Bienes que constituyen objeto de actividades ilícitas: todos aquellos sobre los
que recayeron, recaen o recaerán actividades ilícitas.
3.8. Bienes que constituyen instrumento de actividades ilícitas: todos aquellos
que fueron, son o serán utilizados como medios, de cualquier forma, en su totalidad o en
parte, para la comisión de actividades ilícitas.
3.9. Efectos o ganancias de actividades ilícitas: todos aquellos bienes que son
resultado directo o indirecto de la comisión de actividades ilícitas.
3.10. Extinción de dominio: consecuencia jurídico-patrimonial que traslada a la
esfera del Estado la titularidad de los bienes que constituyen objeto, instrumento o efec-
tos o ganancias de actividades ilícitas, mediante sentencia emitida respetando el debido
proceso, sin indemnización ni contraprestación alguna a favor del requerido o terceros.
3.11. Incremento patrimonial no justificado: aumento del patrimonio o del gasto
económico de una persona natural o jurídica notoriamente superior al que normalmente
haya podido percibir en virtud de su actividad laboral o económica lícita o de sus ingre-
sos por cualquier otra causa lícita, existiendo elementos que permitan considerar razona-
blemente que dicho incremento patrimonial proviene de actividades ilícitas.
3.12. Tercero: toda persona natural o jurídica, diferente al requerido, que se aper-
sona al proceso de extinción de dominio reclamando tener algún derecho sobre el bien.

CAPÍTULO I
DISPOSICIONES GENERALES

Artículo 1. Finalidad del Decreto Legislativo


El presente decreto legislativo tiene como finalidad garantizar la licitud de los dere-
chos reales que recaen sobre los bienes patrimoniales, evitando el ingreso al comercio en
el territorio nacional o extrayendo de éste los bienes que provengan de actividades ilíci-
tas o estén destinados a ellas.

Artículo 2. Objeto del Decreto Legislativo


El presente decreto legislativo tiene como objeto regular el proceso de extinción de
dominio que procede contra los bienes mencionados en los supuestos de hecho del artículo

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Legislación

I del Título Preliminar, y cuya procedencia o destino esté relacionado a actividades ilí-
citas. Para la procedencia también debe observarse el artículo 7, sin importar quien haya
adquirido el bien o lo tenga en su poder.

Artículo 3. Naturaleza jurídica del proceso de Extinción de Dominio


El proceso de extinción de dominio, además de autónomo, es de carácter real y de
contenido patrimonial.

CAPÍTULO II
GARANTÍAS PROCESALES
Y PRESUPUESTOS DE PROCEDENCIA

Artículo 4. Garantías procesales y adopción de medidas limitativas


4.1. En la aplicación del presente decreto legislativo se garantiza y protege los dere-
chos reconocidos en la Constitución Política del Perú y las leyes que resulten aplicables.
4.2. Las medidas que limiten derechos fundamentales son adoptadas, previa orden
judicial.

Artículo 5. Derechos del Requerido


Durante el proceso, se reconocen al requerido los siguientes derechos:
5.1. Acceder al proceso directamente o a través de la asistencia y representación de
un abogado desde que es notificado con el auto que admite la demanda, o desde la mate-
rialización de las medidas cautelares.
5.2. Conocer los hechos y fundamentos que sustentan el proceso en términos cla-
ros y comprensibles.
5.3. Presentar y solicitar pruebas e intervenir en resguardo de sus derechos.
5.4. Controvertir las pretensiones interpuestas por la Fiscalía en contra de los bienes.
5.5. Renunciar al debate probatorio y optar por una sentencia anticipada de extin-
ción de dominio.
5.6. Los demás derechos reconocidos en la Constitución Política del Perú y las leyes
que, debido a su naturaleza, resulten aplicables.

Artículo 6. Comparecencia al proceso


6.1. Los que, con ocasión del inicio del proceso de extinción de dominio, han sido
notificados conforme al presente decreto legislativo, en ejercicio de sus derechos, están
facultados a comparecer mediante un abogado o personalmente ante el Juez Especiali-
zado que esté conociendo el proceso.
6.2. Cuando se trate de menores de edad o personas con discapacidad física o men-
tal declarados, respecto a poder asumir un proceso judicial, comparecen a través de su
representante legal o a través de un defensor público, designado por el Ministerio de Jus-
ticia y Derechos Humanos o sistema de apoyo.

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Juan Antonio Rosas Castañeda

Artículo 7. Presupuestos de procedencia del proceso de extinción de dominio


7.1. Son presupuestos de procedencia del proceso de extinción de dominio, los
siguientes:
a) Cuando se trate de bienes que constituyan objeto, instrumento, efectos o ganan-
cias de la comisión de actividades ilícitas, salvo que por ley deban ser destruidos
o no sean susceptibles de valoración patrimonial.
b) Cuando se trate de bienes que constituyan un incremento patrimonial no justifi-
cado de persona natural o jurídica, por no existir elementos que razonablemente
permitan considerar que provienen de actividades lícitas.
c) Cuando se trate de bienes de procedencia lícita que han sido utilizados o desti-
nados para ocultar, encubrir, incorporar bienes de ilícita procedencia o que se
confundan, mezclen o resulten indiferenciables con bienes de origen ilícito.
d) Cuando se trate de bienes declarados en abandono o no reclamados y se tenga
información suficiente respecto a que los mismos guardan relación directa o
indirecta con una actividad ilícita.
e) Cuando los bienes o recursos de que se trate provengan de la enajenación o per-
muta de otros que tengan su origen directo o indirecto en actividades ilícitas o
constituyan objeto, instrumento, efectos o ganancias de las mismas.
f) Cuando se trate de bienes y recursos que han sido afectados dentro de un proceso
penal y que el origen de tales bienes, su utilización o destino ilícito no hayan
sido objeto de investigación; o habiéndolo sido no se hubiere tomado sobre ellos
una decisión definitiva por cualquier causa.
g) Cuando se trate de bienes objeto de sucesión por causa de muerte y los mismos
se encuentren dentro de cualquiera de los presupuestos anteriores.

CAPÍTULO III
COMPETENCIA

Artículo 8. Competencia de órganos especializados en extinción de dominio


8.1 Es competente el Juez Especializado en Extinción de Dominio del distrito judi-
cial en donde se encuentre ubicado el bien materia de indagación.
8.2. Si se encuentran bienes en distintos distritos judiciales, es competente el Juez
Especializado en Extinción de Dominio del distrito judicial en donde se inicie la primera
indagación a cargo del Ministerio Público.
8.3 Si con posterioridad al inicio del proceso de extinción de dominio, se tiene cono-
cimiento de la existencia de otros bienes vinculados a los que son objeto de ese proceso,
ubicados en distintos lugares, mantiene la competencia el Juez que conoce la primera
demanda.

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Legislación

Artículo 9. Inicio del proceso de extinción de dominio


Corresponde al Fiscal Especializado en Extinción de Dominio iniciar y dirigir la
indagación, de oficio o a petición de parte del Fiscal Especializado en Materia Penal, del
Juez, del Procurador Público, del Registrador Público, del Notario Público o cualquier
persona obligada por ley, especialmente las pertenecientes al sistema financiero, que en
el ejercicio de sus actividades o funciones tome conocimiento de la existencia de bienes
que constituyan objeto, instrumento, efectos o ganancias de actividades ilícitas, quie-
nes deberán informar al Ministerio Público en el plazo de tres (3) días hábiles de haber
conocido la existencia de bienes de valor patrimonial que pudieran ser materia de extin-
ción de dominio.

Artículo 10. Facultades del Fiscal Especializado en la Etapa de Indagación


En el desarrollo de la etapa de indagación de extinción de dominio, el Fiscal Espe-
cializado está facultado para:
10.1. Utilizar cualquier medio probatorio y todas las técnicas de indagación que
estime necesarias, siempre y cuando se garantice el respeto de los derechos fundamentales.
10.2. Solicitar al juez se dicten las medidas cautelares que resulten necesarias para
el aseguramiento de los bienes materia de investigación. Excepcionalmente puede ejecu-
tar las medidas cautelares reales previstas en el numeral 15.2 del artículo 15 del presente
decreto legislativo, en caso fuera urgente y concurran motivos fundados, las que debe-
rán ser convalidadas por el Juez, conforme a lo señalado en el numeral 15.3 del artículo
15 de la presente norma.
10.3. Presentar la demanda de extinción de dominio o disponer el archivo de la inda-
gación de conformidad a lo establecido en el presente decreto legislativo.
10.4. Solicitar información y requerir la intervención de la Policía Nacional del Perú
y la colaboración de los funcionarios y servidores públicos.

Artículo 11. Atribuciones de la Policía Nacional del Perú


Corresponde a la División Policial Especializada, bajo la dirección del Fiscal Espe-
cializado, colaborar en la realización de la indagación a fin de establecer y fundamentar
la concurrencia de los presupuestos del proceso de extinción de dominio señalados en el
presente decreto legislativo.

CAPÍTULO IV
INDAGACIÓN DE EXTINCIÓN DE DOMINIO

Artículo 12. Etapas


El proceso de extinción de dominio consta de dos etapas:
12.1. Una etapa de indagación patrimonial bajo la dirección del Fiscal Especiali-
zado, de conformidad a las atribuciones asignadas en el presente decreto legislativo; y
12.2. Una etapa judicial que inicia con la admisión de la demanda de extinción de
dominio por el Juzgado Especializado.

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Juan Antonio Rosas Castañeda

Artículo 13. Inicio de la Indagación Patrimonial


Corresponde al Fiscal Especializado iniciar y dirigir la indagación patrimonial de
oficio o por denuncia, cuando se configure alguno de los presupuestos previstos en el
presente decreto legislativo.
Iniciada la indagación patrimonial se notificará a la Procuraduría Pública Especia-
lizada, para que participe conforme a sus funciones y atribuciones.
La etapa de indagación patrimonial tiene carácter reservado.

Artículo 14. Etapa de Indagación Patrimonial


14.1. El Fiscal Especializado inicia la indagación patrimonial mediante decisión debi-
damente motivada y dirige dicha indagación, con la finalidad de:
a) Identificar, individualizar, localizar y ubicar los bienes de valor patrimonial sobre
los cuales podría recaer el proceso, por encontrarse en un supuesto de extinción
de dominio.
b) Localizar a los supuestos titulares de los bienes que se encuentran bajo un pre-
supuesto de extinción de dominio, o a quienes podrían intervenir como terceros.
c) Recopilar elementos probatorios o indicios concurrentes y razonables, que
demuestren la concurrencia de cualquiera de los presupuestos de extinción de
dominio previstos en el presente decreto legislativo.
d) Recopilar los medios probatorios o indicios concurrentes y razonables que
demuestren el vínculo o nexo de relación entre cualquiera de los supuestos para
declarar la extinción de dominio, la actividad ilícita que corresponde y los bie-
nes objeto de extinción de dominio.
e) Solicitar o ejecutar las medidas cautelares pertinentes.
f) Solicitar al juez el levantamiento del secreto bancario, secreto de las comunica-
ciones, reserva tributaria, reserva bursátil, y otras medidas que resulten perti-
nentes para los fines del proceso.
14.2. La indagación patrimonial finaliza cuando se ha cumplido su objeto o en un
plazo máximo de doce (12) meses, prorrogable por única vez, mediante decisión moti-
vada por un plazo igual. En los casos que se declaren complejos, conforme a los criterios
de complejidad establecidos en el reglamento, el plazo máximo será de treinta y seis (36)
meses prorrogables por igual plazo, por única vez mediante decisión motivada.

Artículo 15. Medidas cautelares


15.1. El Fiscal Especializado, de oficio o a pedido del Procurador Público, para garan-
tizar la eficacia del proceso de extinción de dominio, puede solicitar al Juez las medidas
cautelares que considere necesarias.
El Juez resuelve en audiencia reservada dentro de las 24 horas de recibida la solici-
tud, apreciando la verosimilitud de los hechos y el peligro en la demora. Para estos efec-
tos, puede ordenar el allanamiento y registro domiciliario de inmuebles.

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Legislación

De ser necesaria la inscripción de la medida, se cursan los partes judiciales en el


mismo acto en el que se concede.
15.2. Durante la etapa de indagación patrimonial, el Fiscal Especializado está facul-
tado para ejecutar excepcionalmente y por motivos de urgencia, medida cautelar de orden
de inmovilización, incautación, inhibición o inscripción sobre cualquiera de los bienes.
15.3. Toda medida cautelar que haya ejecutado el Fiscal Especializado en la etapa de
indagación patrimonial, debe ser confirmada o rechazada por el Juez dentro de las vein-
ticuatro (24) horas de ejecutada.
15.4. Tratándose de bienes inscribibles, el Registrador Público inscribe la medida
cautelar ordenada por el Juez, bajo responsabilidad, sin perjuicio de que se disponga la
asignación o utilización inmediata de los mismos, recurriendo a los mecanismos jurídi-
cos pertinentes en caso se encuentren ocupados. Estas inscripciones se harán por el solo
mérito de la resolución judicial que ordena la medida. Inscrita y vigente la medida caute-
lar ordenada por la autoridad judicial competente, no se anota ni se inscribe en la partida
registral del bien, ningún acto o contrato, independientemente de su naturaleza, hasta
la inscripción de la sentencia respectiva, salvo aquellos actos de administración o dis-
posición realizados o solicitados por el Programa Nacional de Bienes Incautados (PRO-
NABI); circunstancia que consta en forma expresa en el asiento respectivo. La anota-
ción de la medida cautelar se extiende en el rubro de cargas y gravámenes de la partida
registral correspondiente.
15.6. Los bienes no inscribibles, pasan inmediatamente a la administración del Pro-
grama Nacional de Bienes Incautados (PRONABI).
15.7. Las medidas cautelares se solicitan, conceden y ejecutan antes de poner en
conocimiento del requerido la existencia de la indagación patrimonial.
15.8. Una vez ejecutadas las medidas cautelares, se notifica al requerido en el plazo
de cinco (5) días hábiles sobre dichas medidas.
15.9. La resolución judicial que concede o deniega las medidas cautelares es apela-
ble dentro de los tres (3) días hábiles de notificada. La Sala Especializada debe fijar fecha
para la vista de la causa dentro de los cinco (5) días hábiles siguientes a su elevación y
absolver el grado en la misma audiencia. Excepcionalmente, cuando los hechos revistan
complejidad, puede aplazarse el pronunciamiento hasta tres (3) días hábiles posteriores
a la realización de la vista de la causa.
15.10. Las medidas cautelares se mantienen hasta que no se resuelva definitivamente
el proceso de extinción de dominio.
15.11. Cuando se decreten medidas cautelares en la etapa de indagación patrimo-
nial, el Fiscal Especializado presenta la demanda de extinción de dominio o dispone el
archivo, según corresponda, en un plazo que no excederá al máximo de esa etapa esta-
blecido en el inciso 2 del artículo anterior, bajo sanción de levantarse la medida, a fin de
evitar afectar derechos de terceros, sin perjuicio de disponer las acciones disciplinarias,
administrativas o penales por la omisión incurrida.

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Juan Antonio Rosas Castañeda

Artículo 16. Conclusión de la Indagación Patrimonial


Concluida la indagación patrimonial, el Fiscal Especializado está facultado para:
16.1. Demandar ante el Juez competente la declaración de extinción de dominio.
16.2. Archivar la indagación patrimonial, cuando no sea posible fundamentar nin-
guno de los presupuestos invocados en el presente decreto legislativo. Dicha decisión
puede ser objeto de queja por parte del Procurador Público dentro de los cinco (5) días
hábiles de notificada. El Fiscal Superior conoce de la queja interpuesta, y se pronuncia
dentro de los diez (10) días hábiles de recibidos los actuados, con conocimiento del Pro-
curador Público Especializado. De considerarla fundada, puede ordenar al Fiscal a cargo
de la indagación patrimonial la presentación de la demanda de extinción de dominio ante
el Juez competente o continuar con la indagación cuando se hubiera advertido la insu-
ficiente actuación en esta etapa, observando los plazos señalados en el artículo 14.2; en
caso contrario, aprueba el archivo.
Si no se interpone queja contra la disposición de archivo, ésta se eleva en consulta al
Fiscal Superior, quien, dentro del plazo de veinte (20) días hábiles, puede confirmarla u
ordenar la presentación de la demanda al Fiscal encargado de la indagación patrimonial.
En cualquier caso, la disposición de archivo constituye cosa decidida y sólo puede
iniciarse una nueva indagación patrimonial sobre los mismos bienes si se encuentran
nuevas pruebas.
16.3. Las decisiones de archivo están sujetas a las auditorías y controles pertinentes
y, para tal efecto, la oficina responsable del Ministerio Público considera, dentro de su
plan de trabajo anual, auditar una muestra de los casos archivados.

CAPÍTULO V
ETAPA JUDICIAL

Artículo 17. Requisitos de la demanda de extinción de dominio


17.1. El Fiscal formula por escrito, ante el Juez, la demanda de extinción de domi-
nio, conteniendo lo siguiente:
a) Los hechos en los que fundamenta su petición.
b) La identificación, descripción y valuación económica de los bienes objeto de la
demanda de extinción de dominio.
c) El presupuesto en que fundamenta la demanda.
d) El nexo de relación entre los bienes y la actividad ilícita o el incremento patri-
monial injustificado.
e) El nombre, los datos de identificación y el domicilio de las personas que pudieran
tener interés en el asunto o, en caso contrario, debe señalar la razón que impo-
sibilitó su localización.

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Legislación

f) Ofrecimiento de las pruebas o indicios concurrentes y razonables que sustenten


la pretensión.
g) Solicitar las medidas cautelares si a ello hubiere lugar.

17.2. Adicionalmente, el Fiscal Especializado notifica la demanda dentro de las 24


horas al Procurador Público, a efectos de que participe como sujeto procesal, en defensa
de los intereses del Estado durante la etapa procesal.

Artículo 18. Calificación de la demanda de extinción de dominio


18.1. Recibida la demanda de extinción de dominio presentada por el Fiscal, el Juez
dentro del plazo de tres (3) días hábiles, expide resolución debidamente fundamentada,
pudiendo admitir a trámite la demanda, declararla inadmisible o improcedente, comuni-
cando dicha decisión al Fiscal y al Procurador Público. En los supuestos que la demanda
derive de casos declarados complejos el plazo será de diez (10) días hábiles.
18.2. En caso de advertir la ausencia de algún requisito formal la declara inadmi-
sible, concediendo un plazo de tres (3) días hábiles para la subsanación. Vencido dicho
plazo, si no se subsana, se archiva la demanda, sin perjuicio de las acciones administra-
tivas a que haya lugar.
18.3. Contra la resolución que declara improcedente la demanda sólo procede el recurso
de apelación dentro del plazo de cinco (5) días hábiles. Vencido dicho plazo, si no se apela,
se archiva la demanda, sin perjuicio de las acciones administrativas a que haya lugar.
18.4. En la misma resolución de admisión de la demanda a trámite, el Juzgado resuelve
sobre las medidas cautelares solicitadas en la demanda.

Artículo 19. Notificación


19.1. La resolución que admite a trámite la demanda se notifica dentro de los dos (2)
días hábiles siguientes a su expedición, personalmente o mediante publicaciones.
19.2. La notificación personal se realiza mediante cédula dirigida al requerido u otras
personas que figuren como titulares de derechos reales sobre el bien o que se vean direc-
tamente afectadas con el proceso.
19.3. Si no puede realizarse la notificación personal, se procede a la notificación
mediante la publicación de edictos. La notificación mediante publicación de edictos, se
hace publicando la resolución de admisión por tres (3) días calendario consecutivos en el
diario oficial o en otro de mayor circulación de la localidad donde se encuentre el Juzgado
competente. A falta de diarios en la localidad donde se encuentre el Juzgado, la publica-
ción se hace en la localidad más próxima que los tuviera y el edicto se fija, además, en
el panel del Juzgado y en los sitios que aseguren su mayor difusión. Esta notificación se
acredita agregando al expediente copia de las publicaciones, en donde consta el texto del
anuncio y los días y horas en que se difundió. La resolución se tiene por notificada el día
siguiente de la última publicación.
19.4. El Juez puede ordenar además que se difunda el objeto de la notificación mediante
radiodifusión, por tres (3) días calendario consecutivos. Esta notificación se acredita

73
Juan Antonio Rosas Castañeda

agregando al expediente declaración jurada expedida por la empresa radiodifusora, en


donde consta el texto del anuncio y los días y horas en que se difundió. La resolución se
tiene por notificada el día siguiente de la última transmisión radiofónica.
19.5. La notificación por edictos o radiodifusión tiene por objeto emplazar a todas
las personas que se consideren con legítimo interés en el proceso, para que comparezcan
a hacer valer sus derechos.

Artículo 20. Contestación de la Demanda


El requerido absuelve la demanda dentro de los treinta (30) días hábiles siguientes a
la notificación de la resolución que la admite a trámite, ofreciendo los medios probatorios
que crea conveniente para acreditar la licitud de los bienes, objetos, efectos o ganancias
que sean materia del proceso de extinción de dominio. Dentro del mismo plazo puede
deducir las excepciones previstas en el reglamento.
Concluido este término, el Juez señala fecha y hora para llevar a cabo la Audiencia
Inicial, la cual debe realizarse dentro de los diez (10) días hábiles siguientes.

Artículo 21. Declaración de Rebeldía


El juez declara la rebeldía del requerido, en los siguientes supuestos:
a) Cuando el requerido no contesta la demanda dentro del plazo establecido en el
artículo 20, pese a haber sido notificado de modo válido.
b) Cuando el requerido no se presenta a la audiencia inicial o la audiencia de actua-
ción de medios probatorios, pese a haber sido notificado de modo válido.
En estos supuestos, el Juez solicita el nombramiento de un defensor público, que vele
por los derechos del requerido en el proceso.
El rebelde puede incorporarse al proceso en cualquier momento, sujetándose al
estado en que éste se encuentre.

Artículo 22. Audiencia Inicial


22.1. La Audiencia Inicial es improrrogable, salvo que el abogado del requerido tome
conocimiento de la causa en ese acto, en cuyo caso se puede prorrogar por única vez por
un plazo de diez (10) días hábiles.
22.2. En la Audiencia Inicial el Juez verifica el interés y legitimación de las partes
procesales, y que las partes propongan excepciones o nulidades.
22.3. En la Audiencia Inicial el Juez decide lo concerniente a las excepciones, y la
admisibilidad o rechazo de las pruebas ofrecidas. En ningún caso el proceso se suspende
por cuestiones previas, defensas previas o cualquier otro mecanismo procesal que bus-
que tal finalidad.
22.4. Excepcionalmente, cuando el caso revista complejidad, la Audiencia Inicial
puede suspenderse y continuar con ella el día hábil siguiente, o en todo caso, en un plazo
máximo de diez (10) días hábiles.

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Legislación

22.5. Una vez finalizada la Audiencia Inicial, el Juez fija fecha y hora para llevar a
cabo la Audiencia de Actuación de Medios Probatorios, la cual debe realizarse dentro de
los diez (10) días hábiles siguientes.

Artículo 23. Audiencia de Actuación de Medios Probatorios


23.1. La Audiencia de Actuación de Medios Probatorios es improrrogable, salvo que
el abogado del requerido tome conocimiento de la causa en ese acto, en cuyo caso podrá
prorrogarse por única vez por un plazo igual de diez (10) días hábiles.
23.2. La Audiencia de Actuación de Medios Probatorios se realiza en un solo acto,
en el local del Juzgado y se actúan los medios probatorios admitidos con participación
directa del Juez, bajo responsabilidad. Excepcionalmente, cuando el caso revista com-
plejidad, la audiencia se suspende y continúa en el día hábil siguiente, y de no ser esto
posible, en un plazo máximo de cinco (5) días hábiles.
23.3. Sólo en caso el Juez disponga de oficio la realización de un examen pericial,
luego de la actuación de medios probatorios ofrecidos por las partes, y éste sea observado
por alguna de las partes, se lleva a cabo una audiencia complementaria de actuación de
medios probatorios, la cual debe realizarse en un plazo no mayor de diez (10) días hábi-
les de presentada la observación.
23.4. Concluida la actuación de medios probatorios, en cualquiera de los casos a que
se refieren los numerales 23.2 y 23.3, el Fiscal, el Procurador Público, el abogado del reque-
rido y el del tercero que se haya apersonado al proceso, presentan sus respectivos alegatos.
23.5. Culminada la audiencia, el Juez dicta sentencia dentro de un plazo que no
exceda de quince (15) días hábiles. Excepcionalmente, cuando el caso revista complejidad,
la expedición de la sentencia se prorroga hasta por quince (15) días hábiles adicionales.

Artículo 24. Sentencia de primera instancia


La sentencia expedida en primera instancia debe pronunciarse sobre la fundabilidad
o no de la demanda, sustentándose en los indicios concurrentes y razonables, o en las
pruebas pertinentes, legales y oportunamente incorporadas al proceso.

Artículo 25. Apelación de Sentencia


25.1. Contra la sentencia que declara fundada la demanda de extinción de dominio o
que la desestima, procede únicamente el recurso de apelación, el cual es interpuesto ante
el Juez que emitió la sentencia, dentro de los diez (10) días hábiles siguientes de notificada.
25.2. El recurso de apelación es admitido o rechazado dentro del término de tres (3)
días hábiles contados desde su presentación. De ser admitido, se remite el expediente a
la Sala respectiva.
25.3. La Sala fija fecha para la vista de la causa dentro de los quince (15) días hábiles
siguientes de la elevación del expediente y, cita a los interesados para que comparezcan
a la misma y expongan sus argumentos y conclusiones.

75
Juan Antonio Rosas Castañeda

25.4. La Sala resuelve la apelación dentro de los quince (15) días hábiles de realizada
la vista de la causa, prorrogables excepcionalmente por un plazo igual, cuando el caso
revista complejidad, según los criterios establecidos en el reglamento
24.5. Si la Sala anula la sentencia, el expediente vuelve al Juez de primera instan-
cia para que emita una nueva sentencia. Si confirma o revoca la sentencia o emite cual-
quier resolución en el cual se pronuncia sobre el fondo, se entiende finalizado el proceso
de extinción de dominio.

CAPÍTULO VI
LA PRUEBA

Artículo 26. Medios de Prueba


26.1. Son admisibles los medios de prueba para el esclarecimiento de la verdad pro-
cesal, incluyendo los medios de prueba en forma digital o mecánica; además, de todos los
métodos especiales de indagación, siempre que no se vulneren derechos fundamentales,
ni atenten contra la dignidad humana.
26.2. Las partes sustentan su posición procesal ofreciendo los medios probatorios
que crean conveniente.
26.3. El Fiscal Especializado, como director de la indagación patrimonial, identifica,
ubica y aporta los medios de prueba necesarios que sustenten su pretensión.
26.4. El Juez decide la admisión de los medios probatorios mediante auto debidamente
motivado, y sólo puede excluir los que no sean pertinentes o estén prohibidos por la ley.
26.5. Si el requerido no aporta prueba alguna para fundamentar su pretensión, el
Juez dicta sentencia teniendo en cuenta los medios probatorios ofrecidos por el Fiscal o
Procurador Público.

Artículo 27. Actuación de la prueba


En la etapa de indagación patrimonial y antes de la audiencia de pruebas, el Juez
puede disponer, a petición del Fiscal, la actuación de pruebas anticipadas e irreproducibles.

Artículo 28. Valoración de la prueba


La prueba es valorada en conjunto y de acuerdo con las reglas de la crítica razonada.
El Juez expide sentencia pronunciándose en decisión expresa, precisa y motivada sobre
la cuestión controvertida, declarando la valoración que le da a cada una de las pruebas
aportadas.
Artículo 29. Exclusión de prueba
Se excluye la prueba ilícita obtenida con violación de derechos fundamentales, debi-
damente identificados y sustentados.

Artículo 30. Prueba trasladada


30.1. Las pruebas practicadas en los procesos penales, civiles, procedimientos admi-
nistrativos o de cualquier otra naturaleza, se trasladan al proceso de extinción de dominio,

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Legislación

siempre que cumplan con los requisitos de validez exigidos por la normatividad propia
de cada proceso o procedimiento, y son valoradas en conjunto con los demás medios de
prueba de acuerdo con las reglas de la crítica razonada.
30.2. Las pruebas practicadas lícitamente en cualquier actuación fuera o dentro del
país, se trasladan al proceso de extinción de dominio y se valoran de acuerdo a la crítica
razonada, teniendo en cuenta los principios de publicidad y contradicción.

CAPÍTULO VII
INTERESADOS EN EL PROCESO DE EXTINCIÓN DE DOMINIO

Artículo 31. Participación de los interesados en el proceso de extinción de dominio


31.1. Quienes se presenten como interesados en el proceso de extinción de dominio,
lo hacen a partir de la notificación de la admisión de la demanda o la notificación de las
medidas cautelares, debiendo aportar los medios de prueba necesarios para sustentar su
pretensión.
Si se presentan después del plazo previsto para la absolución de la demanda o en cual-
quier etapa posterior del proceso, participan en el proceso en el estado en que se encuentre.
31.2. El Juez en la sentencia, decide motivadamente si les reconoce o no, la calidad
de terceros de buena fe.

CAPÍTULO VIII
SENTENCIA Y SUS EFECTOS

Artículo 32. Alcances de la sentencia


La sentencia que declara fundada la demanda debe sustentarse en indicios concu-
rrentes y razonables, o en las pruebas pertinentes, legales y oportunamente incorpora-
das al proceso. Debe declarar la extinción de todos los derechos reales, principales o
accesorios así como la nulidad de todo acto recaído sobre el bien objeto del proceso o el
decomiso de los bienes previamente incautados a favor del Estado. Asimismo, ordena
que esos bienes pasen a la administración del Programa Nacional de Bienes Incautados
(PRONABI) dentro de las veinticuatro (24) horas de expedida la sentencia. Sin embargo,
esta entidad no puede disponer de aquellos bienes hasta que la sentencia adquiera la cali-
dad de cosa juzgada.

Artículo 33. Contenido de la sentencia


33.1. La sentencia contiene:
a) La identificación de los bienes y de las personas afectadas.
b) El resumen de la demanda de extinción de dominio y de la oposición.
c) Los fundamentos de hecho y de derecho
d) La valoración de la prueba.

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Juan Antonio Rosas Castañeda

e) La declaración motivada sobre la pretensión de extinción de dominio.


f) El reconocimiento de los derechos de los terceros de buena fe, de ser el caso.
g) La declaración motivada sobre la extinción de dominio de bienes equivalentes.
h) Tratándose de bienes inscribibles, la orden de inscripción de la sentencia de
extinción de dominio en el registro público respectivo y de la emisión del oficio
correspondiente para ello.
33.2. Contra esta sentencia sólo procede el recurso de apelación, que tendrá efecto
suspensivo.

Artículo 34. Efectos de la sentencia firme que declara fundada la demanda de


extinción de dominio
34.1. La sentencia firme que declara la extinción de dominio tiene como efecto que
los bienes objeto de la misma pasen a la titularidad del Estado, representado por el Pro-
grama Nacional de Bienes Incautados (PRONABI).
34.2. El Registrador Público inscribe los bienes en el registro público correspon-
diente, a favor del Estado, representado por el Programa Nacional de Bienes Incauta-
dos (PRONABI), bajo responsabilidad. Para ello, solo se requiere el oficio remitido por
el órgano jurisdiccional competente o por el Programa Nacional de Bienes Incautados
(PRONABI) adjuntando copia certificada de la resolución que declara la extinción de
dominio de los bienes.

Artículo 35. Efectos de la sentencia que desestima la demanda de extinción de


dominio
35.1. Si la sentencia desestima la demanda de extinción de dominio, se ordena la
devolución de los bienes o de cualquier otra titularidad patrimonial. En caso que los bie-
nes hayan sido subastados anticipadamente se devolverá su valor equivalente.
34.2. En caso de interponerse apelación contra dicha decisión, el recurso es conce-
dido con efecto suspensivo, por lo que no se cancela o levanta las medidas cautelares que
pesen sobre los bienes hasta que la sentencia quede firme.

Artículo 36. Sentencia anticipada


El requerido en el proceso de extinción de dominio, puede allanarse o reconocer la
demanda, legalizando su firma ante el auxiliar jurisdiccional.
En el primer caso, acepta la pretensión de extinción de dominio; en el segundo,
además de aceptar la pretensión, admite la veracidad sobre los hechos expuestos en la
demanda y los fundamentos jurídicos de ésta.
El Juzgado valora dicha circunstancia y emite sentencia.

78
Legislación

CAPÍTULO IX
RECURSOS

Artículo 37. Procedencia de los recursos


Contra las resoluciones emitidas por el Juzgado competente en primera instancia,
proceden únicamente los recursos de reposición y apelación.

Artículo 38. Reposición


El Recurso de Reposición se interpone contra los decretos emitidos por el Juez de
primera instancia en la Audiencia Inicial y en la de Actuación de Medios Probatorios,
resolviéndose en esa misma audiencia.

Artículo 39. Apelación


EI Recurso de Apelación procede contra las siguientes resoluciones:
a) La que admite o rechaza una medida cautelar.
b) La que declara improcedente la demanda de extinción de dominio en la etapa
de calificación de la demanda.
c) La que decide una excepción.
d) La que decide un pedido de nulidad.
e) La sentencia que declare fundada o desestime la demanda de extinción de dominio.

Artículo 40. Supuestos de procedencia de la apelación


La apelación procede por inobservancia, interpretación indebida o errónea aplicación
referidos al derecho aplicado, a los hechos o a la valoración de las pruebas en el proceso
de extinción de dominio, pudiendo presentarse prueba nueva.

CAPÍTULO X
NULIDADES

Artículo 41. Causales de nulidad en el proceso


Son causas de nulidad la afectación del derecho a la tutela jurisdiccional o de los
derechos que forman parte del contenido del derecho debido proceso, como son el dere-
cho a la defensa, a la prueba y a la doble instancia.
Para efectos de la aplicación de este artículo, se tienen en cuenta los principios de
convalidación, subsanación o integración.

Artículo 42. Oportunidad y efecto de las nulidades


42.1. Las nulidades se invocan en la Audiencia Inicial y se resuelven:
a) En la misma audiencia sin más trámite, salvo que el juez requiera información
esencial para resolver, en cuyo caso corre traslado a los demás sujetos procesales

79
Juan Antonio Rosas Castañeda

por el plazo de un (1) día hábil. Con la absolución del traslado o sin ella, el Juez
resuelve al día siguiente hábil de vencido el plazo
b) De existir vicios insubsanables, el Juez declara de oficio la nulidad, caso con-
trario, convalida, subsana o integra el acto procesal.
c) La resolución que resuelve un pedido de nulidad es recurrible dentro de los tres
(3) días hábiles siguientes a la notificación o, si es emitida en la misma audien-
cia, es recurrible en el mismo acto, sin efecto suspensivo.
d) El recurso de apelación se envía al día siguiente a la Sala Superior. La Sala debe
resolver dentro de los tres (3) días hábiles siguientes a la recepción del recurso.
42.2. La nulidad de un acto anula todos los efectos o actos consecutivos que depen-
den de él. El Juez precisa los actos dependientes que son anulados.
Los defectos son subsanados, siempre que sea posible, renovando el acto, rectifi-
cando su error o cumpliendo el acto omitido.
La declaración de nulidad conlleva la regresión del proceso a la etapa e instancia en
que se ha producido el acto nulo.

CAPÍTULO XI
COOPERACIÓN

Artículo 43. Cooperación de entidades y funcionarios públicos


Todas las entidades, organismos e instituciones del Estado, así como sus funciona-
rios, servidores y representantes, están obligados a brindar el apoyo que solicite el Fis-
cal. Para tal fin, deben remitir la información o documentación requerida sea por escrito
o, utilizando cualquier medio electrónico.

Artículo 44. Deber de servidor o funcionario público


Todo servidor o funcionario público que, en el marco del ejercicio de su cargo o de
sus funciones específicas, tenga conocimiento de la existencia de bienes que puedan ser
objeto de la demanda de extinción de dominio, está obligado a informar inmediatamente
al Ministerio Público.
El incumplimiento de esta obligación, constituye una falta disciplinaria, la cual es
sancionada administrativamente, de acuerdo con el ordenamiento jurídico vigente, sin
perjuicio de la responsabilidad penal correspondiente.

Artículo 45. Colaboración del particular


45.1. Las personas naturales o jurídicas están obligadas a atender de manera inmediata
y detallada los requerimientos de información formulados por el Fiscal Especializado.
45.2. Asimismo, las personas naturales o jurídicas que, en el ejercicio de sus activida-
des comerciales o profesionales conozcan o tengan acceso a información relevante sobre
la existencia de bienes que presuman de origen o destino ilícito informan a la Fiscalía
Especializada. En estos casos se reserva la identidad de la persona natural o jurídica que

80
Legislación

proporcione la información, sin perjuicio de brindarle las medidas de protección adecua-


das. El Ministerio Público emite las disposiciones reglamentarias pertinentes.
45.3. En el supuesto que la información proporcionada sea falsa, tendenciosa o se pre-
sente con el propósito de ocasionar perjuicio, la persona natural o jurídica que proporcione
la misma, asume las responsabilidades civiles, penales o administrativas correspondientes.

Artículo 46. Cooperación interinstitucional


La Unidad de Inteligencia Financiera del Perú debe enviar al Fiscal Especializado
en Extinción de Dominio la información sobre fondos, bienes u otros activos que haya
identificado, de ser el caso, en el marco del cumplimiento de sus funciones.
Los Fiscales de Extinción de Dominio están sujetos al deber de reserva establecido
en el artículo 12 de la Ley N° 27693 y sus modificatorias, y el artículo 31 de su regla-
mento, aprobado mediante Decreto Supremo N° 020-2017-JUS.

Artículo 47. Plazo para envío de información


47.1. La información que sea requerida por el Fiscal competente, a cualquiera de las
entidades, autoridades, funcionarios o servidores señalados en los artículos anteriores,
es enviada en un término improrrogable de tres (3) días hábiles, contados a partir de la
fecha de recibida la solicitud, bajo responsabilidad.
47.2. Cuando los obligados a proporcionar la documentación o información no pudie-
ren hacerlo justificadamente dentro del plazo estipulado por la Fiscalía, pueden solicitar,
con la debida anticipación y de manera motivada, una prórroga de tres (3) días hábiles.
Esta prórroga debe resolverse antes de que concluya el plazo señalado originalmente.

Artículo 48. Reserva


Para la aplicación del presente decreto legislativo, todas las autoridades y perso-
nas a las que se refieren los artículos anteriores, están obligados a guardar la respectiva
reserva, estando sujetos, en caso de incumplimiento, a las responsabilidades administra-
tivas, civiles o penales correspondientes

CAPÍTULO XII
COOPERACIÓN JURÍDICA INTERNACIONAL

Artículo 49. Convenios


49.1. Los convenios internacionales de cooperación y asistencia jurídica mutua, así
como cualquier otro que regule la colaboración internacional en materia de decomiso y
de localización, identificación, recuperación, repatriación y extinción de dominio, son
aplicables a los casos previstos en el presente decreto legislativo.
49.2. Estado está facultado para suscribir acuerdos bilaterales o multilaterales de
cooperación para facilitar la compartición de bienes.

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Juan Antonio Rosas Castañeda

Artículo 50. Obtención de cooperación internacional


50.1. Para el cumplimiento de los fines del proceso de extinción de dominio, el Minis-
terio Público concurre a todas las formas de cooperación judicial, policial o administra-
tiva que se consideren necesarias, de acuerdo con los procedimientos establecidos en los
convenios, tratados o acuerdos suscritos, aprobados y ratificados por el Estado peruano,
o en virtud de cualquier otro instrumento de cooperación jurídica internacional suscrito
por cualquier autoridad de orden nacional o que se propicie en virtud de redes de coope-
ración entre autoridades homologas de distintos Estados.
50.2. Sin perjuicio de ello, el Fiscal requiere y obtiene en forma directa, información
de las autoridades del Estado, territorio o jurisdicción en donde se ubiquen o se crea que
se encuentran bienes susceptibles de extinción de dominio. Asimismo, el Fiscal podrá
trasladarse al lugar donde se ubica o se presume que se ubica el bien para realizar las
investigaciones correspondientes. La información o documentos obtenidos se presentan
ante el Juez que conozca del caso en el Perú y tiene valor probatorio.
50.3. El Fiscal delega a la autoridad consular acreditada ante el Estado respectivo,
amplias facultades a fin de que se practiquen las pruebas necesarias, las que tienen pleno
valor probatorio en el proceso

Artículo 51. Extraterritorialidad


51.1. La extinción de dominio se tramita contra bienes que se encuentren en el extran-
jero, cuando estos sean adquiridos por nacionales producto de actividades ilícitas; así
como contra bienes que se encuentren en territorio nacional en caso de actividades ilíci-
tas o condenas proferidas en el extranjero.
51.2. Cuando el proceso de extinción de dominio se haya iniciado en más de un país,
se estará a lo resuelto en el respectivo tratado, convenio internacional o cooperación judi-
cial internacional.
51.3. El Ministerio Público hace uso de todos los mecanismos de asistencia judicial
o cooperación internacional, previstos en las convenciones, tratados y acuerdos suscritos
y ratificados por el Perú, con el propósito de garantizar la persecución de activos ilícitos
en el extranjero con fines de extinción de dominio.

Artículo 52. Asistencia y cooperación internacional


52.1. El Fiscal decreta medidas cautelares u ordena actos de indagación sobre bienes
ilícitos que se encuentren en territorio nacional y sean requeridos a través de solicitud de
asistencia legal mutua por otros Estados, para lo cual será suficiente la solicitud de asis-
tencia judicial internacional debidamente motivada.
52.2. La solicitud de la autoridad extranjera se ejecuta en el menor tiempo posible,
aun cuando en ella se requiera la observancia de requisitos o procedimientos no contem-
plados en el ordenamiento jurídico peruano, siempre y cuando éstos no vulneren dere-
chos y garantías fundamentales.
52.3. Para el cumplimiento de dichos requerimientos, se tienen en cuenta las con-
venciones y tratados internacionales suscritos por la República de Perú.

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Legislación

Artículo 53. Facultad para compartir bienes


53.1. Con fundamento en los principios de proporcionalidad y reciprocidad, el Estado
comparte bienes que sean objeto de sentencia definitiva proferida por autoridad nacional
o extranjera, cuando éstos sean el producto de la cooperación judicial o legal internacio-
nal recíproca en virtud de tratados, convenios o acuerdos suscritos, aprobados y ratifi-
cados por Perú.
53.2. Los términos en que ha de realizarse la distribución de los bienes y las cargas
o costos de su administración, son atendidos de acuerdo con lo dispuesto en los respec-
tivos instrumentos internacionales que sustentaron la cooperación judicial o legal inter-
nacional y en su defecto suscriben convenios o memorandos de entendimiento con el
Estado cooperante.

Artículo 54. Refrendo


El presente Decreto Legislativo será refrendado por el Presidente del Consejo de
Ministros, el Ministro de Justicia y Derechos Humanos y el Ministro del Interior.

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS FINALES


Primera. Creación de órganos especializados en extinción de dominio
Para alcanzar los fines del presente decreto legislativo, el Poder Judicial, el Ministe-
rio Público, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y la Policía Nacional del Perú
dispondrán, de manera progresiva y sujeto a disponibilidad presupuestal, la creación de
salas, juzgados, fiscalías, procuradurías y divisiones policiales especializados en extin-
ción de dominio, progresivamente en el plazo máximo de un año.
Mientras se implementa lo establecido en el párrafo anterior, el Poder Judicial, el
Ministerio Público, el Consejo de Defensa Jurídica del Estado y la Policía Nacional del
Perú dispondrán que los procesos de extinción de dominio sean conocidos por las salas,
juzgados, fiscalías, procuradurías y divisiones policiales que venían conociendo de los
procesos de pérdida de dominio o, en todo caso, los órganos que para tal efecto designen.

Segunda. Financiamiento
La implementación del presente Decreto Legislativo se financia con cargo al pre-
supuesto institucional de las Entidades involucradas, sin demandar recursos adicionales
al Tesoro Público.

Tercera. Protocolos de Actuación


El Poder Judicial, el Ministerio Público, la Policía Nacional del Perú y el Ministe-
rio de Justicia y Derechos Humanos, elaboran articuladamente protocolos de actuación
interinstitucional que permitan la adecuada implementación y aplicación del presente
decreto legislativo.
Asimismo, el Colegio de Notarios, las entidades y organismos públicos obligados a
colaborar con la indagación y proceso de extinción de dominio elaboran los protocolos y
directivas necesarios para el cumplimiento de las obligaciones contenidas en el presente
decreto legislativo.

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Juan Antonio Rosas Castañeda

Cuarta. Facultades del Programa Nacional de Bienes Incautados (PRONABI)


Dispóngase que el Programa Nacional de Bienes Incautados (PRONABI) asuma la
administración de los bienes sobre los cuales recaigan las medidas cautelares y las sen-
tencias que se emitan en el marco del presente decreto legislativo. La competencia del
Programa Nacional de Bienes (PRONABI) se extiende a todos los bienes ubicados dentro
del territorio nacional, incluyendo los repatriados del extranjero a causa de la aplicación
del presente decreto legislativo, en cuyo caso el Programa Nacional de Bienes Incautados
(PRONABI) dispondrá lo pertinente.
Dispóngase que el Programa Nacional de Bienes Incautados (PRONABI) asuma
la administración de los bienes que se encuentran afectados con las medidas adopta-
das en el marco del presente decreto legislativo. La competencia del Programa Nacional
de Bienes Incautados (PRONABI) para la administración de bienes se ejerce en todo el
territorio nacional. Cuando se trate de activos repatriados al Estado peruano, estos son
depositados en las cuentas que el Programa Nacional de Bienes Incautados (PRONABI)
disponga para tal efecto.
Con autorización del Juez, el Programa Nacional de Bienes Incautados (PRONABI)
podrá subastar, antes de la conclusión del proceso, los bienes incautados o decomisados
que, por su naturaleza o características, puedan ser objeto de pérdida o deterioro, así como
cuando el valor de su custodia o conservación oneroso. En estos supuestos, se procede a
la valorización o tasación de los bienes y efectos y se procede a su subasta pública. Del
mismo modo, cuando se trate de vehículos en situación de siniestro o destrucción, podrá
dar su baja definitiva e inscribir ello en el registro respectivo.
La autorización del Juez se entiende concedida si éste no responde a la solicitud del
Programa Nacional de Bienes Incautados (PRONABI) dentro del plazo de cinco (5) días
hábiles, contados desde la presentación de la solicitud.

Quinta. Bienes Incautados


Dispóngase la aplicación del presente decreto legislativo a los bienes incautados por
delitos del crimen organizado en agravio del Estado.

Sexta. Reglamentación
El Poder Ejecutivo reglamenta el presente decreto legislativo en un plazo máximo de
ciento veinte (120) días calendario contados a partir de su publicación, plazo que puede
ser prorrogado por una sola vez y por igual plazo debido a la complejidad de la materia.

Séptima. Régimen especial y aplicabilidad


Las disposiciones contenidas en el presente decreto legislativo se interpretan de
forma armónica con el ordenamiento jurídico, siempre que ello sea compatible con su
naturaleza, y prevalecen sobre las contenidas en cualquier otra ley.

Octava. Aplicación supletoria


El proceso de extinción de dominio se sujeta supletoriamente a los principios reco-
gidos en el Código Procesal Penal, el Código Procesal Civil y demás normas procesales

84
Legislación

pertinentes, en ese orden y siempre que no se opongan a la naturaleza y fines del pre-
sente decreto legislativo.

Novena. Vigencia
La referida norma entra en vigencia al día siguiente de la publicación de su Regla-
mento en el diario oficial.

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS TRANSITORIAS

Única. Normas de adecuación


Las investigaciones preliminares y los procesos sobre pérdida de dominio que se
encuentren en trámite, en el marco del Decreto Legislativo N° 1104, así como las incau-
taciones o decomisos efectuados en el marco de los procesos especiales, se adecúan a lo
dispuesto en el presente decreto legislativo.

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS MODIFICATORIAS

Primera. Modificación del artículo 40, 42, 43 y 44 del Decreto Legislativo Nº


1126, Decreto Legislativo que establece medidas de control en los insumos quími-
cos y productos fiscalizados, maquinarias y equipos utilizados para la elaboración
de drogas ilícitas
Modifícase el artículo 40, 42, 43 y 44 del Decreto Legislativo Nº 1126, Decreto
Legislativo que establece medidas de control en los insumos químicos y productos fis-
calizados, maquinarias y equipos utilizados para la elaboración de drogas ilícitas, con
el siguiente texto:
“Artículo 40.- Del procedimiento para el internamiento de Bienes Fiscali-
zados decomisados o incautados por la PNP, o entregados por los Usuarios
Los Bienes Fiscalizados decomisados, hallados o incautados por la PNP, o entre-
gados por los Usuarios, serán puestos a disposición de la SUNAT, por las Uni-
dades Antidrogas de la PNP o las Unidades Policiales correspondientes, con
participación del Ministerio Público”.
“Artículo 42.- De la venta o transferencia de los Bienes Fiscalizados a dis-
posición de la SUNAT
Los Bienes Fiscalizados puestos a disposición de la SUNAT se sujetan a la nor-
matividad vigente.
Las ventas o transferencias de Bienes Fiscalizados por parte de la SUNAT deben
hacerse a Usuarios debidamente registrados, cuidando de no generar competen-
cia desleal para los comerciantes de este tipo de productos, ni afectar a la pro-
ducción nacional.
No podrá adquirir o recibir de la SUNAT, el Bien Fiscalizado, el Usuario a quien
se le hubiera retirado la propiedad de dicha sustancia o que haya sido condenado,

85
Juan Antonio Rosas Castañeda

así como también sus representantes legales o directores, por tráfico ilícito de
drogas o delitos conexos.
Los recursos provenientes de las ventas que efectúe la SUNAT de los Bienes
Fiscalizados, deducidos los gastos administrativos, constituyen recursos del
Tesoro Público y se distribuirán entre las entidades que estén preferentemente
vinculadas con la lucha contra la minería ilegal, la corrupción o el crimen orga-
nizado. La Dirección General de Endeudamiento y Tesoro Público del Minis-
terio de Economía y Finanzas efectúa el pago del valor de aquellas sustancias
fiscalizadas que hubieran sido vendidas, transferidas o destruidas y cuyos pro-
pietarios hubieran obtenido resolución administrativa firme o sentencia judicial
consentida, favorable”.
“Artículo 43.- De la destrucción de insumos químicos, productos y sus sub-
productos o derivados a disposición de la SUNAT
Los insumos químicos, productos y sus subproductos o derivados, puestos a dis-
posición de la SUNAT, que no puedan ser vendidos o transferidos, o que por su
estado de conservación así lo requieran, serán neutralizados químicamente y/o
destruidos según sus características físico-químicas. Asimismo, se dispondrá
de los residuos sólidos resultantes del tratamiento, de acuerdo a lo establecido
en la normativa correspondiente.
La neutralización química y/o destrucción de estos insumos químicos, produc-
tos y sus subproductos o derivados deberá realizarse minimizando el impacto
ambiental de los suelos, de los cursos superficiales o subterráneos de agua o del
aire”.
“Artículo 44.- De los costos que demandan los insumos químicos, produc-
tos y sus subproductos o derivados entregados como excedentes o por cese
de actividades a la SUNAT
Los costos de transporte, destrucción o neutralización de los insumos químicos,
productos y sus subproductos o derivados entregados a la SUNAT como exce-
dentes o por cese de actividades con este tipo de productos, serán asumidos por
el Usuario”.

Segunda. Modificación del artículo 2 del Decreto Supremo Nº 011-2017-JUS,


Decreto Supremo que crea el Programa Nacional de Bienes Incautados (PRONABI)
Modifíquese el artículo 2 del Decreto Supremo Nº 011-2017-JUS, Decreto Supremo
que crea el Programa Nacional de Bienes Incautados (PRONABI), con el siguiente texto:
“Artículo 2.- Objeto
El Programa tiene por objeto recibir, registrar, calificar, custodiar, asegurar, con-
servar, administrar, arrendar, asignar en uso temporal o definitiva, gestionar la
disposición y venta en subasta pública, de los objetos, instrumentos, efectos y
ganancias incautados como parte del proceso de extinción de dominio, así como
aquellos cuya extinción de dominio haya sido declarada por la autoridad juris-
diccional a favor del Estado”.

86
Legislación

Tercera. Modificación del artículo 102 del Código Penal, aprobado por Decreto
Legislativo N° 635
Modifíquese el artículo 102 del Código Penal, aprobado mediante el Decreto Legis-
lativo N° 635, con el siguiente texto
“Artículo 102.- Decomiso de bienes provenientes del delito
El juez, siempre que no proceda el proceso autónomo de extinción de dominio,
resuelve el decomiso de los instrumentos con que se hubiere ejecutado el delito,
aun cuando pertenezcan a terceros, salvo cuando estos no hayan prestado su con-
sentimiento para su utilización. Los objetos del delito son decomisados cuando,
atendiendo a su naturaleza, no corresponda su entrega o devolución. Asimismo,
dispone el decomiso de los efectos o ganancias del delito, cualesquiera sean las
transformaciones que estos hubieren podido experimentar. El decomiso deter-
mina el traslado de dichos bienes a la esfera de titularidad del Estado.
El juez también dispone el decomiso de los bienes intrínsecamente delictivos,
los que serán destruidos.
Cuando los efectos o ganancias del delito se hayan mezclado con bienes de pro-
cedencia lícita, procede el decomiso hasta el valor estimado de los bienes ilíci-
tos mezclados, salvo que los primeros hubiesen sido utilizados como medios o
instrumentos para ocultar o convertir los bienes de ilícita procedencia, en cuyo
caso procederá el decomiso de ambos tipos de bienes.
Si no fuera posible el decomiso de los efectos o ganancias del delito porque han
sido ocultados, destruidos, consumidos, transferidos a tercero de buena fe y a
título oneroso o por cualquier otra razón análoga, el juez dispone el decomiso
de los bienes o activos de titularidad del responsable o eventual tercero por un
monto equivalente al valor de dichos efectos y ganancias”.

Cuarta. Incorporación de la quinta disposición complementaria final al Nuevo


Código Procesal Penal aprobado por Decreto Legislativo Nº 957
Incorpórese la Quinta Disposición Complementaria Final al Nuevo Código Procesal
Penal aprobado por el Decreto Legislativo Nº 957, con el siguiente texto:
“Quinta.- Inscripción de Medidas Cautelares
Las medidas cautelares sobre bienes inscribibles dictadas por el órgano judicial
conforme a este Código o en el proceso de Extinción de Dominio, se inscriben
en el registro público correspondiente por el solo mérito de la resolución que
ordena la medida.
Aun cuando no exista coincidencia entre el titular registral del bien objeto de la
medida cautelar y el inculpado, se inscribirá dicha medida cursándose los partes
a los Registros Públicos, debiendo el funcionario competente cumplir con el
mandato judicial”.

87
Juan Antonio Rosas Castañeda

DISPOSICIÓN COMPLEMENTARIA DEROGATORIA

Única. Derogación
Derógase el Decreto Legislativo Nº 1104, Decreto Legislativo que modifica la Legis-
lación sobre Pérdida de Dominio, una vez que entre en vigencia el presente decreto legis-
lativo conforme a la Novena Disposición Complementaria Final.
POR TANTO:
Mando que se publique y cumpla, dando cuenta al Congreso de la República.
Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los tres días del mes de agosto del año dos
mil dieciocho.
MARTÍN ALBERTO VIZCARRA CORNEJO
Presidente de la República
CÉSAR VILLANUEVA ARÉVALO
Presidente del Consejo de Ministros
MAURO MEDINA GUIMARAES
Ministro del Interior
VICENTE ANTONIO ZEBALLOS SALINAS
Ministro de Justicia y Derechos Humanos

88
DECRETO SUPREMO Nº 007-2019-JUS

EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
CONSIDERANDO:
Que, mediante Decreto Legislativo N° 1373, Decreto Legislativo de Extinción de
Dominio, se crea la figura jurídica de la extinción de dominio, con la finalidad de garan-
tizar la licitud de los derechos reales que recaen sobre los bienes patrimoniales, evitando
el ingreso al comercio en el territorio nacional o extrayendo de éste los bienes que pro-
vengan de actividades ilícitas o estén destinados a ellas;
Que, en la Sexta Disposición Complementaria Final del citado Decreto Legislativo,
se dispone que el Poder Ejecutivo reglamenta sus disposiciones en un plazo máximo de
ciento veinte (120) días calendario contados a partir de su publicación, plazo que puede
ser prorrogado por una sola vez y por igual plazo debido a la complejidad de la materia;
Que, de conformidad con el inciso 8 del artículo 118 de la Constitución Política del
Perú, es atribución del Presidente de la República el reglamentar las leyes, asimismo, el
inciso 1 del artículo 6 de la Ley N° 29158, Ley Orgánica del Poder Ejecutivo, señala que
es función del Poder Ejecutivo el reglamentar las leyes;
Que, en este sentido, es necesario aprobar el Reglamento del Decreto Legislativo N°
1373, Decreto Legislativo sobre Extinción de Dominio, a fin de precisar las disposiciones
de ese decreto, el Sistema de Administración de Justicia que crea, las etapas y trámite
del proceso de extinción de dominio, y las competencias y derechos de los sujetos que
intervienen en ese proceso;
De conformidad con el numeral 8 del artículo 118 de la Constitución Política del
Perú; la Ley Nº 29158, Ley Orgánica del Poder Ejecutivo; y, el Decreto Legislativo N°
1373, Decreto Legislativo de Extinción de Dominio;
DECRETA:
Artículo 1.- Aprobación
Apruébase el Reglamento del Decreto Legislativo N° 1373, Decreto Legislativo sobre
Extinción de Dominio, que en Anexo forma parte integrante del presente Decreto Supremo.

Artículo 2.- Publicación


Publícase el presente Decreto Supremo y su Anexo en el Diario Oficial El Peruano,
así como en el Portal Web del Estado Peruano (www.peru.gob.pe), del Ministerio de Jus-
ticia y Derechos Humanos (www.gob.pe/minjus), y del Ministerio del Interior (www.gob.
pe/mininter), el mismo día de su publicación en el Diario Oficial El Peruano.

89
Juan Antonio Rosas Castañeda

Artículo 3.- Financiamiento


La implementación de la presente norma, en el caso de entidades públicas, se finan-
cia con cargo a su presupuesto institucional, sin demandar recursos adicionales al Tesoro
Público.

Artículo 4.- Refrendo


El presente Decreto Supremo es refrendado por el Presidente del Consejo de Minis-
tros, por el Ministro de Justicia y Derechos Humanos, y por el Ministro del Interior.
Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los treinta y un días del mes de enero del año
dos mil diecinueve.
MARTÍN ALBERTO VIZCARRA CORNEJO
Presidente de la República
CÉSAR VILLANUEVA ARÉVALO
Presidente del Consejo de Ministros
CARLOS MORÁN SOTO
Ministro del Interior
VICENTE ANTONIO ZEBALLOS SALINAS
Ministro de Justicia y Derechos Humanos

Reglamento del decreto legislativo


sobre extinción de dominio
TÍTULO I
DISPOSICIONES GENERALES

Artículo 1.- Objeto del presente Reglamento


El presente Reglamento tiene por objeto desarrollar el trámite procedimental y demás
medidas necesarias establecidas en el Decreto Legislativo N°1373, Decreto Legislativo
sobre Extinción de Dominio.

Artículo 2.- Ámbito de aplicación.


El presente Reglamento es de aplicación obligatoria para todos los operadores del
Sistema de Administración de Justicia especializado en Extinción de Dominio: Poder
Judicial, Ministerio Público, Policía Nacional del Perú, Defensa Jurídica del Estado, así
como a toda entidad estatal, funcionario público y para toda aquella persona natural o
jurídica que tenga legítimo interés para intervenir en el proceso por Extinción de Domi-
nio que se hubiera iniciado respecto a bienes patrimoniales que constituyan objeto, ins-
trumento, efectos o ganancias que tienen relación o que se derivan de actividades ilícitas
contra la administración pública, contra el medioambiente, tráfico ilícito de drogas, terro-
rismo, secuestro, extorsión, trata de personas, lavado de activos, contrabando, defrauda-
ción aduanera, defraudación tributaria, minería ilegal y otras con capacidad de generar

90
Legislación

dinero, bienes, efectos o ganancias de origen ilícito o actividades vinculadas a la crimi-


nalidad organizada.

Artículo 3.- Referencias


Para los fines del presente Reglamento, se utilizan los términos siguientes:
3.1. Decreto Legislativo: Decreto Legislativo N° 1373, Decreto Legislativo sobre
Extinción de Dominio.
3.2. Policía Especializada: Unidad de la Policía Nacional del Perú Especializada
en Extinción de Dominio, que cumple funciones de investigación en apoyo del Ministe-
rio Público.
3.3. Procurador Público Especializado: Procurador Público con competencia en
Extinción de Dominio.
3.4. Fiscal Especializado: Representante del Ministerio Público con competencia
en Extinción de Dominio.
3.5. Juez Especializado: Juez Especializado en Extinción de Dominio.
3.6. Sala Especializada: Sala Especializada en Extinción de Dominio.
3.7. UIF: Unidad de Inteligencia Financiera de la Superintendencia de Banca, Segu-
ros y Administradoras de Fondos de Pensiones.
3.8. PRONABI: Programa Nacional de Bienes Incautados del Ministerio de Justi-
cia y Derechos Humanos.
3.9. DGETP: Dirección General de Endeudamiento y Tesoro Público del Ministe-
rio de Economía y Finanzas.

Artículo 4.-Definiciones
Además de las definiciones contenidas en el artículo III del Título Preliminar del
Decreto Legislativo, se tienen en cuenta las siguientes:
4.1. Bienes extinguidos: Bienes patrimoniales cuya titularidad es declarada a favor
del Estado mediante sentencia consentida o ejecutoriada.
4.2. Persona jurídica: Entidades de derecho privado, asociaciones, fundaciones,
organizaciones no gubernamentales y comités no inscritos, las sociedades irregulares,
los entes que administran un patrimonio autónomo y las empresas del Estado peruano
o sociedades de economía mixta, así como cualquier otra que sea comprendida en leyes
especiales.

Artículo 5.- Principios


Complementariamente a los principios establecidos en el artículo II del Título Prelimi-
nar del Decreto Legislativo, en el trámite del proceso se observan los siguientes principios:
5.1. Principio de nulidad: Los actos jurídicos que recaigan sobre bienes patrimonia-
les de origen o destino ilícito son contrarios al régimen constitucional y legal, por tanto,
son nulos de pleno derecho y en ningún caso constituyen justo título.

91
Juan Antonio Rosas Castañeda

5.2. Principio de dominio de los bienes: La extinción de dominio tiene como límite


el derecho a la propiedad lícitamente obtenida y ejercida en armonía con el bien común
y dentro de los límites de la ley. La protección no se extiende a aquellos bienes obtenidos
con infracción a la Constitución o a la ley.
5.3. Principio de aplicación en el tiempo: Los actos jurídicos recaídos sobre bie-
nes patrimoniales de origen o destino ilícito, al ser nulos de pleno derecho, no generan
relaciones ni efectos jurídicos por el paso del tiempo y, por tanto, pueden ser objeto de un
proceso de extinción en cualquier momento, con independencia de que los presupuestos
para su procedencia hayan ocurrido con anterioridad a la vigencia del Decreto Legislativo.
5.4. Principio de cosa juzgada: El requerido puede invocar que, respecto a los bie-
nes patrimoniales que son objeto del proceso de extinción de dominio, se ha emitido en
otro proceso una sentencia con calidad de cosa juzgada que debe ser reconocida dentro
del proceso de extinción cuando medie identidad de sujeto, objeto y fundamento.
Se entiende por fundamento en el proceso de extinción de dominio el análisis, eva-
luación o investigación del origen o destino ilícito del bien.
5.5. Principio de celeridad: Toda actuación se tramita pronta y cumplidamente
sin dilaciones indebidas; asimismo, los plazos procesales son perentorios y de estricto
cumplimiento.
5.6. Principio de oralidad: Las actuaciones procesales se realizan preferentemente
en audiencias y mediante exposiciones orales de los sujetos procesales.
5.7. Principio de buena fe procesal: Los sujetos procesales que intervienen en el
proceso lo hacen conforme a los deberes de veracidad, probidad, y lealtad.
5.8. Principio de prevalencia: Las normas que regulan el proceso de extinción de
dominio prevalecen sobre cualquier otra disposición prevista en otras normas incluyendo
el Código Procesal Penal, Código Procesal Civil o normas administrativas. Este principio
será utilizado como fundamento de interpretación.

Artículo 6.- Comparecencia al proceso


6.1. Toda persona natural o jurídica está obligada a comparecer ante el Fiscal Espe-
cializado o el Juez Especializado que lo requiera, cuando sea citada para la realización
de alguna diligencia.
6.2. En la citación se consigna, de forma sucinta, las razones o motivos de la misma,
con los apercibimientos respectivos y la advertencia de las sanciones previstas en caso de
desobediencia y dejando expresa constancia en la carpeta o expediente.
6.3. En caso de inconcurrencia injustificada a una citación debidamente notificada
bajo apercibimiento, el Juez Especializado, puede disponer la conducción compulsiva del
omiso por la Policía Nacional.
De igual manera procede el Fiscal Especializado conforme a lo establecido en el
artículo 66 del Código Procesal Penal siempre que sea compatible con la naturaleza del
presente proceso.

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Legislación

Artículo 7.- Excepciones


7.1. Las excepciones que pueden invocarse en el proceso de extinción de dominio
son las siguientes:
a) Competencia
b) Cosa juzgada, conforme a lo señalado en el inciso 5.4. del artículo 5 del presente
Reglamento.
7.2. Las excepciones son interpuestas con la contestación de la demanda. La excep-
ción de competencia se resuelve en la Audiencia Inicial. De declararse fundada, se remite
el expediente y los actuados al Juez Especializado competente, para que continúe con
el trámite.
7.3. La excepción de cosa juzgada se resuelve con la emisión de la sentencia.

Artículo 8.- Bienes de interés económico relevante


8.1. El Fiscal Especializado determina que un bien patrimonial posee un interés eco-
nómico relevante, conforme a los siguientes criterios:
a) Los bienes tienen un valor igual o superior a cuatro (4) Unidades Impositivas
Tributarias;
b) Se trate de dinero en efectivo; o,
c) Cuando a criterio del fiscal su uso o enajenación sea beneficioso al Estado, siem-
pre que los recursos que se inviertan para su consecución no sean mayores que
su valor o rentabilidad.
8.2. Tratándose de bienes patrimoniales cuyo uso o destinación tengan un fin ilí-
cito, el Fiscal Especializado evalúa dar inicio de la indagación, sin considerar los crite-
rios antes establecidos.

TÍTULO II
GARANTÍAS PROCESALES EN LOS PROCESOS
DE EXTINCIÓN DE DOMINIO

Artículo 9.- Garantías procesales


9.1. Los derechos establecidos en el artículo 4.1 del Decreto Legislativo se circuns-
criben a la propia naturaleza del proceso de extinción de dominio.
9.2. En el proceso de extinción de dominio se garantiza el derecho al debido pro-
ceso, el que comprende los derechos de defensa, a la prueba y a la doble instancia y con-
sisten en lo siguiente:
a) El derecho de defensa: en el ejercicio del principio de contradicción que corres-
ponda a cada una de las partes procesales.
b) El derecho a la prueba: en la posibilidad de cada una de las partes procesales de
ofrecer en la etapa procesal correspondiente los medios probatorios o evidencias

93
Juan Antonio Rosas Castañeda

que le permitan sustentar su teoría del caso, actuarlos y que estos sean valora-
dos conforme a derecho.
c) El derecho a la doble instancia: en la posibilidad de cada una de las partes pro-
cesales de que lo resuelto por el Juez Especializado sea revisado por la Sala
Especializada interponiendo los recursos previstos en el Decreto Legislativo.

TÍTULO III
COMPETENCIA

CAPÍTULO I
REGLAS GENERALES DE COMPETENCIA

Artículo 10.- Competencia territorial de los órganos especializados


10.1. Corresponde al Fiscal Especializado dirigir, realizar y coordinar la indagación
patrimonial en materia de extinción de dominio que se haga sobre un bien que se encuen-
tre en el distrito fiscal al cual pertenece.
10.2. Corresponde al Juez Especializado del distrito judicial donde se haya iniciado
la indagación patrimonial, asumir el proceso en su etapa judicial y emitir la correspon-
diente sentencia.
10.3. Si los bienes patrimoniales se encuentran en su totalidad en territorio extran-
jero, o tiene como origen o destino actividades ilícitas cometidas por una presunta orga-
nización criminal, conoce de la indagación patrimonial el Fiscal Especializado de Lima
Centro y es competente de la etapa judicial el Juez Especializado de Lima Centro.

Artículo 11.- Competencia funcional del Juez Especializado


El Juez Especializado conoce, en primera instancia las medidas cautelares la etapa
judicial y todas sus incidencias.

Artículo 12.- Competencia funcional de la Sala Especializada


La Sala Especializada conoce, en segunda instancia, el recurso de apelación inter-
puesto contra los autos y sentencias emitidos por el Juez Especializado en primera instancia.

CAPÍTULO II
PROCURADURÍA PÚBLICA

Artículo 13.- Funciones de la Procuraduría Pública


13.1. El Procurador Especializado, en su calidad de representante y defensor jurí-
dico del Estado, coadyuva en la indagación patrimonial y participa en el trámite del pro-
ceso, con las atribuciones que para tal efecto le concede la norma que regula el Sistema
de Defensa Jurídica del Estado.
13.2. El Procurador Especializado tiene las siguientes facultades:

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Legislación

a) Participar en la etapa de indagación patrimonial, pudiendo solicitar la realiza-


ción de actos de indagación, ofrecer pruebas, participar en las diligencias que
se le comuniquen de acuerdo a su interés jurídico, y tener acceso a la informa-
ción recabada, sin menoscabo de las competencias que corresponden al Fiscal
Especializado como director de la indagación patrimonial.
b) Interponer los recursos establecidos en los artículos 38 y 39 del Decreto
Legislativo.

CAPÍTULO III
POLICÍA ESPECIALIZADA

Artículo 14.- Funciones de la Policía Especializada


Adicionalmente a las funciones establecidas en el Decreto Legislativo, corresponde
a la Policía Especializada, en el marco de su Ley y dentro de la etapa de indagación
patrimonial:
14.1. Realizar, bajo la dirección del Fiscal Especializado, las acciones de indagación
patrimonial, así como las demás diligencias que resulten oportunas y necesarias para
cumplir los fines del proceso de extinción de dominio.
14.2. En el caso de la ejecución de una medida cautelar, la Policía Especializada está
a cargo de la planificación operativa y de la adopción de las medidas de seguridad para
el éxito de la medida, en coordinación con el Fiscal Especializado.
14.3. En el marco de detección de patrimonio ilegal, la Policía Especializada realiza
las funciones de indagación por iniciativa propia o bajo la conducción jurídica del Fiscal
Especializado, en concordancia con las leyes de la materia, efectuando búsquedas, com-
paraciones o análisis de datos registradas en bases mecánicas, magnéticas, informáticas
u otras similares, siempre y cuando se trate de informaciones de acceso público. Estas
actuaciones tienen carácter reservado y forman parte de la indagación patrimonial.
14.4. Cuando se trate de información secreta o confidencial vinculada a los que deten-
tan los bienes debe comunicar inmediatamente al Fiscal Especializado para que este eva-
lúe y solicite la autorización judicial y asuma la indagación, de ser el caso

CAPÍTULO IV
DEFENSA PÚBLICA

Artículo 15.- Deberes y atribuciones de la Defensa Pública


15.1. La Defensa Pública asume la representación de un requerido en los siguientes
supuestos:
a) Cuando ha sido declarado rebelde por el Juez de la causa, de acuerdo a lo esta-
blecido en el artículo 21 del Decreto Legislativo.
b) Cuando no comparezca el representante legal de los requeridos menores de edad
o personas con discapacidad física o mental declarados, que le impida asumir
un proceso judicial.

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Juan Antonio Rosas Castañeda

c) Cuando el requerido o su abogado de elección no se presenta a la Audiencia de


prueba anticipada, a la audiencia Inicial o a la de Actuación de Medios Proba-
torios, pese a haber sido notificado válidamente.
d) En los demás supuestos contemplados en el presente Reglamento donde se pre-
tende cautelar el derecho de defensa.
15.2. El defensor público, tiene como principal función velar que el proceso de extin-
ción de dominio sea realizado con respeto a las garantías procesales y los derechos del
requerido.
15.3. El requerido pierde el servicio gratuito de defensa pública si incurre en alguno
de los supuestos de hecho establecidos en la Ley del Servicio de Defensa Pública.
15.4. Una vez que el requerido rebelde comparece al proceso, la defensa pública deja
de ejercer su representación, en cuyo caso debe nombrar al abogado de su preferencia.

TÍTULO IV
INDAGACIÓN PATRIMONIAL

CAPÍTULO I
REGLAS GENERALES

Artículo 16.- Dirección de la indagación


La etapa de indagación patrimonial es dirigida por el Fiscal Especializado. En esta
etapa el Fiscal Especializado realiza todos los actos conducentes a recopilar los elemen-
tos materiales probatorios y evidencias, que demuestren que los bienes objeto del proceso
provienen de actividades ilícitas o están destinados a las mismas.

Artículo 17.- Inicio de la indagación patrimonial


17.1. El Fiscal Especializado inicia la etapa de indagación patrimonial, mediante dis-
posición debidamente motivada, en la que se evalúa la situación fáctica, jurídica y proba-
toria por la cual se inicia la investigación, la hipótesis inicial puede adecuarse a medida
que avanza la indagación.
17.2. El Fiscal Especializado puede requerir la intervención de la Policía Especiali-
zada, a efecto de lograr la identificación, individualización, localización y ubicación de
los bienes patrimoniales sobre los cuales recae el proceso, la identificación de sus titula-
res, así como la recolección de los elementos o medios de prueba e indicios que acrediten
alguno de los supuestos de procedencia de la extinción de dominio.
17.3. El Fiscal Especializado solicita toda información que considere conveniente a
funcionarios, servidores, persona natural o jurídica, entidad privada o pública conforme
al artículo 43 y al inciso 1 del artículo 45 del Decreto Legislativo, las que están en la
obligación de entregar dentro del plazo establecido en el artículo 47 del Decreto Legis-
lativo, bajo apercibimiento de ser denunciado por el delito de Desobediencia o Resisten-
cia a la Autoridad.

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Legislación

17.4. Si en el curso de la indagación patrimonial la Policía, el Procurador o el Fiscal


Especializado descubre la omisión por parte de un particular o de un servidor o funcio-
nario público de la obligación establecida en el artículo 44 y en el inciso 2 del artículo 45
del Decreto Legislativo, de poner en conocimiento la existencia de bienes patrimoniales
que tienen como origen o destino actividades ilícitas, teniendo o pudiendo tener conoci-
miento de su origen o destino ilícito, se procede a denunciarlo por el delito de Omisión
de Denuncia tipificado en el Código Penal.

Artículo 18.- Acumulación de las indagaciones patrimoniales


El Fiscal Especializado puede acumular en una misma indagación patrimonial dis-
tintos bienes cuando pertenezcan:
18.1. A una misma persona.
18.2. A un mismo núcleo familiar.
18.3. A un mismo grupo empresarial o societario.
18.4. A una misma organización criminal.

Artículo 19.-Separación de indagaciones patrimoniales


Excepcionalmente, a efectos de simplificar el procedimiento y decidir con prontitud,
es procedente la separación de indagaciones patrimoniales en los siguientes supuestos:
19.1. Cuando el Fiscal Especializado considere que hay mérito suficiente para dis-
poner el archivo o presentar demanda de extinción ante el Juez Especializado, respecto
de uno o algunos de los bienes patrimoniales sometidos a indagación.
19.2. Cuando se decrete nulidad parcial de la actuación procesal con respecto a uno
o algunos de los bienes patrimoniales objeto del proceso.
19.3. Cuando uno o algunos de los bienes patrimoniales sometidos a indagación se
encuentren en el exterior o pertenezca a una organización criminal.
La separación de las indagaciones patrimoniales no genera cambio de competencia,
por lo que el Fiscal Especializado que la ordenó continúa conociendo de los actos proce-
sales de las indagaciones en las que se hubiera separado.

CAPÍTULO II
TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN

Artículo 20.- Técnicas de investigación


20.1. El Fiscal Especializado, respetando los derechos fundamentales, puede hacer
uso de cualquier técnica de investigación prevista en la normativa procesal que permita
la consecución de su objetivo de indagación, siempre que no se requiera resolución judi-
cial previa.
20.2. Es necesaria la autorización judicial, previo requerimiento fiscal en los siguien-
tes supuestos:

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Juan Antonio Rosas Castañeda

a) Intervención de comunicaciones y telecomunicaciones.


b) Video vigilancia cuando se realicen en el interior de inmuebles o lugares cerrados.
c) La interceptación e incautación postal
d) Allanamiento y registro domiciliario.
e) Levantamiento del secreto bancario y de la reserva tributaria.
f) Las demás previstas en el Código Procesal Penal o leyes especiales.
20.3. En los casos que se requiera resolución judicial previa, pero se presenten supues-
tos de urgencia o peligro por la demora y con estrictos fines de averiguación, el Fiscal
Especializado dispondrá su realización mediante disposición debidamente motivada. Luego
de lo cual solicita la confirmación judicial en un plazo máximo de veinticuatro (24) horas.
El Juez Especializado, sin trámite alguno, decidirá en el mismo día o a más tardar
al día siguiente confirmando o desaprobando la medida ejecutada.

CAPÍTULO III
MEDIDAS CAUTELARES

Artículo 21.- Medidas cautelares


21.1. Las medidas cautelares son accesorias y tienen como fin evitar que los bienes
patrimoniales que son materia del proceso de extinción puedan ser ocultados, vendidos,
gravados, transferidos o puedan sufrir deterioro, extravío o destrucción que disminuya
su valor, o suspender su uso o destinación ilícita cuando sea necesario. Aseguran la eje-
cución de los pronunciamientos de naturaleza civil y de contenido patrimonial de la sen-
tencia que declare la extinción de dominio, así como el traspaso de la titularidad de los
bienes al Estado representado por el PRONABI.
21.2. Se podrán aplicar las medidas cautelares reales establecidas en el artículo 15
del Decreto Legislativo, pudiendo dictar otras de acuerdo a la naturaleza del bien patrimo-
nial, así como las establecidas en el Código Procesal Civil, en el Código Procesal Penal o
leyes especiales, siempre que sean acordes a los fines del proceso de extinción de dominio.
21.3. Los bienes patrimoniales que son materia de una medida cautelar, pasan a ser
administrados por el PRONABI o la entidad competente, conforme a los siguientes meca-
nismos de administración:
a) Subasta anticipada.
b) Contratación.
c) Asignación de uso temporal.
d) Entrega de custodia.
e) Destrucción o chatarrización.
f) Asignación inmediata.

98
Legislación

En el caso de los mecanismos previstos en los literales a), e) y f) son implementados


de acuerdo a la normatividad de la materia, previa autorización del juez o fiscal especia-
lizado, según la etapa del proceso de extinción de dominio en la que sea aplicado.
21.4. Las medidas cautelares decretadas en materia de extinción, prevalecen sobre
cualquier otra dictada en otro proceso.
21.5. Para la concesión de las medidas cautelares, no se exigirá contra cautela.
21.6. Excepcionalmente, a solicitud del Fiscal Especializado o del afectado, el Juez
Especializado podrá variar o cesar la medida cautelar, en aquellos casos en los que las
razones que motivaron la medida hubieran variado o desaparecido.
21.7. Las medidas cautelares sobre bienes inscribibles, se anotan en el registro público
correspondiente por el solo mérito de la resolución que ordena la medida.
Para estos efectos se cursará el parte a los Registros Públicos, debiendo el funciona-
rio competente cumplir con el mandato judicial, bajo responsabilidad.

Artículo 22.- Orden de inhibición de disposición de bienes o activos


La orden de inhibición es una limitación a la facultad de disponer de los bienes, des-
tinada a evitar que, durante el proceso, el requerido venda, transfiera, traslade o grave
los bienes de interés económico objeto de la extinción. Procede contra bienes muebles o
inmuebles registrables o contra derechos o acciones.

Artículo 23.- La intervención en administración


23.1. El Fiscal Especializado puede solicitar al Juez Especializado la medida cautelar de
intervención en administración, cuando el objeto del proceso de extinción de dominio sea
una persona jurídica, siempre que se presente cualquiera de las siguientes circunstancias:
a) Habiendo sido constituida con fondos de origen ilícito, brindan un servicio
público o es proveedora de uno.
b) Cuando esté en riesgo la seguridad laboral o previsional de los trabajadores que
dependan de ella.
c) Cuando su actividad social sea rentable para los fines del proceso de extinción
de dominio.
23.2. Esta medida no procede en los casos en los que la persona jurídica haya sido
constituida con el único objetivo de desarrollar actividades ilícitas, en cuyo caso debe
aplicarse la medida cautelar de clausura, de acuerdo a las normas procesales.
23.3. La medida de intervención en administración consiste en la designación de una
o más personas, naturales o jurídicas, para que se hagan cargo de su administración, en
calidad de interventores.
El interventor o interventores son propuestos por el PRONABI, a solicitud del Fiscal
Especializado, quien presenta la solicitud y propuesta ante el Juez Especializado.

99
Juan Antonio Rosas Castañeda

La resolución que dispone la intervención en administración, debe establecer las obli-


gaciones y facultades generales de administración del o de los interventores, el sueldo o
contraprestación que percibirán, el que será fijado acorde a la naturaleza, complejidad y
estructura de la persona jurídica, y que será asumido por el PRONABI.
Para poder ser considerados interventores judiciales, se debe verificar como mínimo
su idoneidad y experiencia con éxito en la administración de personas jurídicas, cuyo
objeto social sea igual o similar a la que se quiera intervenir. Además de no tener ningún
tipo de conflicto de interés.
23.4. PRONABI como ente responsable de la administración de bienes patrimoniales,
efectuará las coordinaciones y comunicaciones con el interventor o interventores, debiendo
recibir de estos toda la información respecto a los resultados de su gestión. PRONABI tras-
lada dicha información al Fiscal Especializado, con conocimiento del Juez Especializado.

Artículo 24.- Anotación de la demanda de extinción


La anotación de la demanda de extinción en los Registros Públicos, tiene por objeto
asegurar la publicidad del proceso, respecto a bienes patrimoniales que sean registrables.

Artículo 25.- Inmovilización


La inmovilización recae sobre bienes patrimoniales que por su naturaleza o dimen-
sión no pueden ser internados en depósito.
En caso de inmovilización de cuentas o transacciones bancarias resulta necesario
requerir la autorización judicial correspondiente

Artículo 26.- Incautación


26.1. Los efectos, objetos, ganancias o instrumentos provenientes de la actividad
ilícita con que se hubiere ejecutado o destinados a estas, siempre que exista peligro por
la demora, pueden ser incautados durante la indagación patrimonial y hasta antes de la
audiencia de actuación de pruebas por el Fiscal Especializado. Acto seguido, el Fiscal
requerirá inmediatamente al Juez Especializado la expedición de una resolución confirma-
toria, la cual se emitirá, ordenando además que pasen a la administración del PRONABI.
26.2. Si no existe peligro por la demora, el Fiscal Especializado debe requerir al Juez
la expedición de la medida de incautación.
26.3. Los bienes objeto de incautación deben ser registrados con exactitud e individua-
lizados, estableciéndose los mecanismos de seguridad necesarios para evitar confusiones

Artículo 27.- Ejecución de las medidas cautelares


27.1. Decretada la medida cautelar, esta se ejecuta de inmediato. Se fija fecha y hora
para la ejecución de la misma cuando así se requiera, mediante orden judicial escrita que
contiene:
a) La identificación del Juez Especializado que ordena la medida e indicación de
que se trata de una diligencia de extinción.
b) Identificación del bien patrimonial sobre el cual recae la medida.

100
Legislación

c) La indicación de que el bien patrimonial queda a disposición y bajo la adminis-


tración del PRONABI, desde la ejecución de la medida.
d) La firma del Juez que ordene la medida.
27.2. En caso que la medida cautelar sea dictada por el Fiscal Especializado este
deberá cumplir con los requisitos señalados en el inciso anterior. Además de requerir la
confirmatoria judicial correspondiente.
27.3. De lo actuado se levanta un acta donde se resume la diligencia.
27.4. En caso la medida recaiga sobre bien inmueble, el Fiscal Especializado con-
signa en el acta una descripción detallada del mismo, haciendo un inventario de todos
los bienes muebles que se encuentren en el lugar. En la misma acta señala cuales son los
bienes muebles que representan un interés económico para el Estado y aquellos, sobre
los cuales no se decretan medidas cautelares y que pueden ser entregados a sus titulares.
27.5. Si como producto de la diligencia se verifican actos o circunstancias que cons-
tituyan posibles ilícitos, se deja constancia de ello en el acta y se informa de inmediato
a las autoridades competentes.

Artículo 28.- Sujetos intervinientes en la ejecución de la medida cautelar


28.1. En la ejecución de la medida cautelar deben intervenir:
a) El Fiscal Especializado competente.
b) Los miembros de la Policía Especializada.

28.2. En la ejecución de la medida cautelar podrán intervenir:


a) El Procurador Especializado.
b) Los peritos que sean necesarios.
c) Un funcionario delegado por el PRONABI o por la autoridad competente.

Artículo 29.- Notificación de la medida cautelar


La medida cautelar se notifica en el momento en el cual se ejecuta, a quien posea
el bien mueble o habite el inmueble, entregando además copia de la orden del Juez
Especializado.
Cuando la medida cautelar se decrete dentro del auto admisorio de la demanda, este
se notifica una vez ejecutada aquella.

Artículo 30.- Control de las medidas cautelares


30.1. La medida cautelar que haya ejecutado el Fiscal Especializado en la indaga-
ción patrimonial sin autorización judicial, debe ser puesta en conocimiento del Juez Espe-
cializado, dentro de las veinticuatro (24) horas siguientes. En el mismo plazo, el Juez
Especializado confirma o rechaza la medida, conforme al inciso 15.3 del artículo 15 del
Decreto Legislativo.

101
Juan Antonio Rosas Castañeda

30.2. El Juez Especializado rechaza la medida cautelar, en los siguientes casos:


a) Cuando no existan los elementos de juicio suficientes para considerar que pro-
bablemente los bienes patrimoniales requeridos con la medida tengan vínculo
con alguno de los presupuestos del artículo 7 del Decreto Legislativo.
b) Cuando la ejecución de la medida no se muestre como necesaria, razonable y
proporcional para el cumplimiento de sus fines.
c) Cuando la decisión de imponer la medida no haya sido adecuadamente motivada.

CAPÍTULO IV
DECLARATORIA DE COMPLEJIDAD

Artículo 31.- Declaratoria de complejidad del caso


31.1. La indagación patrimonial se realiza en un plazo máximo de doce (12) meses.
31.2. Excepcionalmente, durante ese término el Fiscal Especializado puede, mediante
decisión motivada:
a) Prorrogar la indagación patrimonial hasta por un plazo igual; o,
b) Declarar la complejidad del caso con un plazo máximo para la indagación patri-
monial de treinta y seis (36) meses, dentro de los cuales se computa el tiempo
que hubiera transcurrido hasta dicha declaratoria. Término que puede ser pro-
rrogado hasta un máximo de treinta y seis (36) meses adicionales.
31.3. Concluida la indagación patrimonial, el Fiscal Especializado procede a:
a) Presentar la demanda de extinción; o
b) Declarar el archivo en concordancia con los incisos 16.2 y 16.3 del artículo 16
del Decreto Legislativo.

Artículo 32.- Criterios para declarar la complejidad


El caso puede ser declarado complejo cuando:
32.1. Tenga como objeto bienes transnacionales que obliguen al Fiscal Especiali-
zado a solicitar Asistencia Judicial Internacional para obtener elementos materiales de
prueba o evidencias.
32.2. Cuando existan bienes patrimoniales que pertenecen a una misma persona natu-
ral o jurídica, a un mismo núcleo familiar, a un mismo grupo empresarial o societario, o
a una misma organización criminal, y que se encuentren en distintos distritos judiciales.
32.3. Cuando el número de bienes patrimoniales a investigar requiera de una canti-
dad significativa de actos de indagación.
32.4. Comprenda una cantidad importante de personas requeridas o partes interesadas.
32.5. Demande la realización de pericias que comportan la revisión de una nutrida
documentación o de complicados análisis técnicos.

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Legislación

TÍTULO V
ETAPA JUDICIAL

CAPÍTULO I
POSTULACIÓN DE LA DEMANDA

Artículo 33.- Soporte de la demanda


El Fiscal Especializado presenta la demanda, con los medios probatorios que la sus-
tentan, en soporte físico y digital.

Artículo 34.- Consignación de la Procuraduría Pública


El Fiscal Especializado consigna al Procurador Público competente en la demanda
para que sea notificado por el Juez Especializado dentro de las veinticuatro (24) horas
siguientes de su presentación.

CAPÍTULO II
NOTIFICACIONES

Artículo 35.- Notificaciones al interior


35.1. Si el Juez Especializado luego de calificada la demanda, la declara inadmisi-
ble o improcedente, notifica la resolución respectiva dentro de los dos (2) días siguientes
de su expedición, al Fiscal y al Procurador Especializado; si la admite a trámite, notifica
también al requerido.
35.2. La notificación al requerido de la admisión de la demanda debe hacerse con-
forme al artículo 19 del Decreto Legislativo, entregando copia de la demanda y el texto
íntegro del auto admisorio, el cual consignará el órgano jurisdiccional que lo emite, el
número del expediente judicial y de la carpeta fiscal, el nombre completo del requerido y
su domicilio exacto. El expediente físico y digital se pone a disposición del requerido en la
secretaría del juzgado, para su revisión y eventual solicitud de copias simples o certifica-
das, por el plazo establecido en el primer párrafo del artículo 20 del Decreto Legislativo.
35.3. El plazo de la etapa judicial corre desde la notificación de la demanda al requerido
35.4. La notificación de la demanda, de la sentencia y de los autos que ponen fin al
proceso se hace mediante cédula, en forma personal. Las demás resoluciones se notifi-
can vía electrónica.
35.5. Solo son válidas las notificaciones que cumplan con los requisitos anteriores. La
inobservancia de alguno de ellos es causal de nulidad, salvo convalidación de la notificación.
35.6. Cuando el domicilio del requerido sea incierto se le designa un Defensor Público,
quien goza de los derechos que la ley le confiere. El Defensor Público puede defender
a varios requeridos en un mismo proceso, siempre que no existan intereses contrarios
entre ellos.

103
Juan Antonio Rosas Castañeda

Artículo 36.- Notificaciones al exterior


En caso que el requerido domicilie fuera del territorio peruano, se puede:
36.1. Comisionar a la autoridad consular acreditada ante el Estado respectivo, de
acuerdo a lo que establece la Convención de Asuntos Consulares, para que le notifique
la admisión de la demanda.
36.2. Realizar la notificación de la demanda vía Cooperación Judicial Internacional
y Extradiciones de la Fiscalía de la Nación.

CAPÍTULO III
AUDIENCIAS

Artículo 37.- Disposiciones comunes


37.1. Las audiencias son sustancialmente un debate oral de posiciones presididas por
el juez, quien puede interrogar a las partes, sus abogados y terceros en cualquier momento.
37.2. Las actuaciones realizadas en audiencia, son registradas en audio y/o vídeo
utilizando cualquier medio apto que permita garantizar fidelidad, conservación y repro-
ducción de su contenido.

Artículo 38.- Audiencia inicial


La Audiencia Inicial es dirigida por el Juez Especializado y en ella, además de las
reglas establecidas en el artículo 22 del Decreto Legislativo, se observa lo siguiente:
Los sujetos procesales oralizan el ofrecimiento de sus medios probatorios, indi-
cando la conducencia, pertinencia y utilidad de los mismos. El Juez resuelve sobre su
admisión o rechazo.

Artículo 39.- Audiencia de Actuación de Medios Probatorios


La Audiencia de Actuación de Medios Probatorios es dirigida por el Juez Especia-
lizado y en ella, además de las reglas establecidas en el artículo 23 del Decreto Legisla-
tivo, se observa lo siguiente:
39.1. El Juez actúa solo las pruebas que hayan sido recaudadas en la indagación
patrimonial y que hayan sido admitidas, las que hayan sido debidamente aportadas por
los sujetos procesales y las que hayan sido oportunamente solicitadas.
39.2. Los sujetos procesales oralizan el contenido esencial de las pruebas documen-
tales que hayan sido admitidas. Posteriormente, el Juez concede a aquellos la palabra
por un breve término para que, si lo consideran necesario, aclaren, refuten o expliquen
el contenido de estas.

Artículo 40.- Audiencia de Apelación


La audiencia de apelación es dirigida por la Sala Especializada y se observa lo
siguiente:

104
Legislación

40.1. En la audiencia de apelación se observan, en cuanto sean aplicables, las nor-


mas relativas a la audiencia inicial y de actuación probatoria.
40.2. Al iniciar se hará una relación de la sentencia recurrida y de las impugnacio-
nes correspondientes. Acto seguido, se dará la oportunidad a las partes para desistirse
total o parcialmente de la apelación interpuesta, así como para que ratifiquen los moti-
vos de la apelación.
40.3. A continuación se actuarán las pruebas nuevas admitidas.
40.4. Pueden darse lectura en la audiencia de apelación, aún de oficio, al informe
pericial y al examen del perito, a las actuaciones procesales de primera instancia no obje-
tadas por las partes.
40.5. Posteriormente, el Juez concede a las partes la palabra por un breve término
para que, si lo consideran necesario, aclaren, refuten o expliquen el contenido de estas.

TÍTULO VI
LA PRUEBA

CAPÍTULO I
PRUEBA TESTIMONIAL

Artículo 41.- Deber de rendir testimonio


Toda persona está en la obligación de rendir el testimonio que se le solicita en la
etapa correspondiente bajo juramento o promesa de decir la verdad, según sus creencias.
Al testigo menor de edad o con discapacidad física o mental declarada no se le tomará
juramento, y en la diligencia debe estar asistido por un pariente mayor de edad, represen-
tante legal, abogado o defensor público designado por el Ministerio de Justicia y Dere-
chos Humanos.

Artículo 42.- Excepción al deber de declarar


Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo o contra su cónyuge, concubino
o parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad.

Artículo 43.- Instrucción previa al juramento


El Juez Especializado, antes de que el testigo preste juramento o promesa de decir
la verdad, lo instruye sobre sus obligaciones y responsabilidad por su incumplimiento.

Artículo 44.- Testimonios especiales


44.1. Si el testigo es mudo, sordo o sordo mudo, o cuando no hable el castellano,
declara por medio de intérprete.
44.2. El testigo enfermo o imposible de comparecer es examinado en el lugar donde
se encuentra. En caso de peligro de muerte o de viaje inminente, si no es posible aplicar
las reglas de prueba anticipada, se le toma declaración de inmediato.

105
Juan Antonio Rosas Castañeda

44.3. Cuando se requiere que el testigo reconozca a una persona o cosa, debe des-
cribirla antes de serle presentada. Luego relata, con la mayor aproximación posible, el
lugar, el tiempo, el estado y demás circunstancias en que se hallaba la persona o cosa
cuando se realizó el hecho.

Artículo 45.- Examen separado de testigos


Los testigos son interrogados separadamente, de tal manera que no puedan saber, ni
escuchar las declaraciones de otros testigos.

Artículo 46.- Recepción del testimonio


Los testimonios son recogidos y conservados por el medio más idóneo, de tal manera
que facilite su examen cuantas veces sea necesario.

Artículo 47.- Práctica del interrogatorio


La recepción del testimonio se sujeta a las siguientes reglas:
47.1. Presente e identificado el testigo, el Juez Especializado procede a tomarle jura-
mento o promesa de decir la verdad, y le advierte sobre las excepciones al deber de declarar.
47.2. A continuación, el Juez Especializado concede el uso de la palabra al sujeto
procesal que ofreció el testigo, para que proceda a formularle las preguntas que crea con-
veniente. Si el testigo es el requerido, lo interroga su abogado.
47.3. Posteriormente, el Juez Especializado concede el uso de la palabra a los demás
sujetos procesales para que realicen el contrainterrogatorio que crean conveniente.
47.4. Se permite invocar conceptos al testigo cuando sea una persona especialmente
calificada por sus conocimientos técnicos, científicos o artísticos sobre la materia.
47.5. El Juez Especializado puede pedir al testigo aclare sus respuestas de ser necesario.

Artículo 48.- Criterios para la apreciación del testimonio


Para apreciar el testimonio, el Juez Especializado tiene en cuenta los principios de
la sana crítica razonada, las reglas de la lógica y las máximas de la experiencia.

Artículo 49.- Efectos de la desobediencia del testigo


En caso que el testigo, sin justificación alguna, no concurra a las citaciones, se le
hace comparecer por la fuerza pública conforme al inciso 6.3 del artículo 6 del presente
Reglamento, pudiendo ser denunciado por el delito de negativa a colaborar con la admi-
nistración de la justicia tipificado en el Código Penal.

CAPÍTULO II
PRUEBA DOCUMENTAL

Artículo 50.- Ofrecimiento


En la clasificación, ofrecimiento, incorporación, reconocimiento, traducción y reque-
rimiento de informes, se aplican las reglas del Código Procesal Penal.

106
Legislación

Artículo 51.- Obligación de entregar documentos


51.1. Salvo las excepciones legales, quien tenga en su poder documentos que se requie-
ran en un proceso de extinción tiene la obligación de entregarlos o permitir su conoci-
miento al Fiscal Especializado que lo solicite.
51.2. Cuando se trate de persona jurídica, la orden de entrega de documentos se noti-
fica al representante legal, en quien recae la obligación de remitir los que se encuentren en
su poder y que conforme a la ley aquélla tiene obligación de conservar. La información
debe entregarse en el plazo establecido en el inciso 5 del artículo 22 del Decreto Legis-
lativo, y su incumplimiento acarrea las sanciones previstas.

CAPÍTULO III
PRUEBA PERICIAL

Artículo 52.- Procedencia


La prueba pericial procede cuando se requiere conocimiento especializado de natu-
raleza científica, técnica, artística o experiencia calificada, se aplican las reglas precisa-
das en el Código Procesal Penal.

Artículo 53.- Oportunidad


53.1. Cuando el Fiscal Especializado ofrezca prueba pericial, debe ofrecerla con la
postulación de la demanda.
53.2. Cuando el requerido ofrezca prueba pericial, debe ofrecerla con la contesta-
ción de la demanda.
53.3. El Juez Especializado puede solicitar la realización de un examen pericial,
luego de la actuación de medios probatorios, observando lo señalado en el inciso 3 del
artículo 23 del Decreto Legislativo.

Artículo 54.- Posesión de peritos oficiales


El perito oficial toma posesión del cargo prestando juramento y explica la experien-
cia que tiene para rendir el dictamen. En todos los casos demuestra su idoneidad acre-
ditando el conocimiento específico en la materia y su entrenamiento certificado en la
práctica pericial.

Artículo 55.- Impedimentos y recusaciones


Los peritos oficiales están impedidos y son recusables por las mismas causas que
los Jueces Especializados.
Del impedimento o recusación conoce el Juez Especializado ante quien se ofreció
la prueba y resuelve de plano.

Artículo 56.- Requisitos del Informe


En el desempeño de sus funciones, el perito oficial debe examinar los elementos objeto
de prueba, dentro del contexto de cada caso. Para ello el Fiscal Especializado aporta la

107
Juan Antonio Rosas Castañeda

información necesaria y oportuna. El dictamen debe ser claro, preciso y debe contener
los requisitos establecidos en el Código Procesal Penal.

Artículo 57.- Reglas adicionales de la pericia


Además de lo previsto en los artículos precedentes, en la práctica de la prueba peri-
cial se siguen las siguientes reglas:
57.1. El perito oficial debe, directamente o con apoyo del Fiscal Especializado, fijar,
recolectar, embalar, rotular, custodiar y documentar la evidencia que resulte derivada de
su actuación y dar informe de ello al Fiscal Especializado o al Juez Especializado depen-
diendo la etapa que se solicite ésta.
57.2. Cuando se designen varios peritos oficiales, todos ellos conjuntamente practican
las diligencias y hacen los estudios o investigaciones pertinentes para emitir el dictamen.
57.3. Cuando exista discrepancia entre los peritos oficiales, cada uno rinde su dic-
tamen por separado.
57.4. En todos los casos, se informa a los peritos oficiales la prohibición absoluta de
emitir en el informe pericial cualquier juicio u opinión sobre la procedencia o improce-
dencia de la Extinción de Dominio.
57.5. No procede la participación directa de los sujetos procesales en la elaboración
del informe pericial.

Artículo 58.- Prueba pericial de oficio


58.1. Luego de la audiencia de actuación de medios probatorios el Juez Especializado
podrá disponer de oficio la realización de un informe pericial procediéndose conforme a
lo establecido en el inciso 23.3 del Decreto Legislativo.
El Juez Especializado cuidará de no reemplazar por este medio la actuación propia
de los sujetos procesales.
58.2. El Juez Especializado solo procede a disponer de oficio la realización de un
informe pericial en los siguientes supuestos:
- Ante la existencia de informes periciales contradictorios elaborados por peritos
oficiales.
- Para que un informe pericial sea aclarado o adicionado.

CAPÍTULO IV
PRUEBA TRASLADADA

Artículo 59.- Requisitos de la prueba trasladada


Son requisitos de la prueba trasladada:
59.1. Haber sido válidamente practicada.
59.2. Que su ofrecimiento y contradicción se efectúe con respeto a las formalidades
previstas en la ley.
59.3. Deben ser remitidas en copias certificadas.

108
Legislación

Artículo 60.- Prueba testimonial trasladada


60.1. Cuando se trate de prueba testimonial trasladada, la regla general es que la
misma sea ratificada en el proceso de extinción.
60.2. Cuando materialmente no sea posible ratificar el testimonio, se tiene en cuenta
las siguientes reglas:
a) Que se trate de las mismas partes procesales y que se hubiera ejercido el dere-
cho de contradicción; o,
b) Que las partes procesales coincidan parcialmente, pero se hubiera ejercido el
derecho de contradicción.
En ambos casos, el testimonio se aprecia de acuerdo a las reglas de la sana crítica.

Artículo 61.- Análisis de la prueba trasladada


61.1. No puede suplirse el traslado de la prueba con los fundamentos de una senten-
cia anterior, aunque haya sido dictada contra las mismas partes procesales.
61.2. Corresponde al Juez Especializado en Extinción calificar la prueba para obte-
ner su convicción personal. El razonamiento o decisión del juez anterior no es vinculante.
Para su adecuado examen, el traslado de la prueba debe ser en copias certificadas o des-
glose del expediente, si fuera permitido, independientemente de que tenga o no que ser
ratificada por no haber sido previamente controvertida entre las mismas partes procesales.
61.3. Se pueden introducir con la prueba trasladada las resoluciones que la admitie-
ron u ordenaron.
61.4. Se remite copias certificadas de las actas de las diligencias que demuestren que
las mismas se realizaron en presencia de la parte procesal contra quien se oponen en el
proceso de extinción, y para tal efecto, pueden acompañarse la resolución o notificación
que permitió la participación de esa parte procesal.

CAPÍTULO V
ANTICIPACIÓN Y PRECONSTITUCIÓN DE PRUEBA

Artículo 62.- Oportunidad


El Juez Especializado puede disponer, a petición del Fiscal, la anticipación y pre
constitución de pruebas en la etapa de indagación patrimonial y judicial.

Artículo 63.- Supuestos de procedencia de prueba anticipada


Durante la etapa de indagación patrimonial o la etapa judicial el Juez Especializado
a solicitud del Fiscal Especializado, puede disponer la actuación de prueba anticipada en
los siguientes supuestos:
a) Testimonial y examen del perito, cuando se requiera examinarlos con urgencia
ante la presencia de un motivo fundado para considerar que no podrá hacerse en
la etapa de audiencia de actuación de pruebas por enfermedad u otro grave impe-
dimento, o cuando han sido expuestos a violencia, amenaza, ofertas o promesa

109
Juan Antonio Rosas Castañeda

de dinero u otra utilidad para que no declaren o lo hagan falsamente. El interro-


gatorio al perito, puede incluir el debate pericial cuando éste sea procedente.
b) Reconocimientos, inspecciones o reconstrucciones, que por su naturaleza y
características deben ser considerados actos definitivos e irreproducibles, y no
sea posible postergar su realización hasta la audiencia de actuación de pruebas.

Artículo 64.- Solicitud y trámite de la prueba anticipada


64.1. La solicitud de prueba anticipada se presentará al Juez Especializado en el curso
de la indagación patrimonial o en la etapa judicial hasta antes de la audiencia de actua-
ción de pruebas siempre que exista tiempo suficiente para realizarla en debida forma.
La solicitud precisará la prueba a actuar, los hechos que constituyen su objeto y las
razones de su importancia para la decisión final. También indicarán el nombre de las per-
sonas que deben intervenir en el acto y las circunstancias que no permitan su actuación
en la audiencia de actuación de pruebas. Asimismo, debe señalar los sujetos procesales
constituidos en autos y su domicilio procesal. El Fiscal Especializado asistirá obligato-
riamente a la audiencia de prueba anticipada y exhibirá el expediente fiscal para su exa-
men inmediato por el Juez en ese acto.
64.2. El Juez Especializado corre traslado por el plazo de dos (2) días para que los
demás sujetos procesales presenten sus consideraciones respecto a la prueba solicitada.
En el caso que la solicitud sea presentada en la etapa de indagación patrimonial se
notificará solamente al defensor de oficio del requerido o los requeridos quien lo repre-
sentará en la audiencia que se instaure a estos efectos.
64.3. El Fiscal Especializado, motivadamente, podrá solicitar el aplazamiento de la
diligencia solicitada por otra de las partes, siempre que no perjudique la práctica de la
prueba requerida, cuando su actuación pueda perjudicar los actos de indagación inme-
diatos, indicando con precisión las causas del perjuicio. Asimismo, indicará el término
del aplazamiento solicitado.
64.4. El Juez Especializado decidirá, dentro de los dos (2) días, si acoge la solicitud
de prueba anticipada y, en su caso, si aplaza la diligencia y el plazo respectivo.
64.5. En casos de urgencia, para asegurar la práctica de la prueba, el Juez Especia-
lizado dispondrá que los términos se abrevien en la medida necesaria. Si existe peligro
inminente de pérdida del elemento probatorio y su actuación no admita dilación, a pedido
del Fiscal Especializado, decidirá su realización de inmediato, sin traslado alguno, y
actuará la prueba designando defensor de oficio para que controle el acto.
64.6. La resolución que dispone la realización de la prueba anticipada especificará
el objeto de la prueba, las personas interesadas en su práctica y la fecha de la audiencia,
que, salvo caso de urgencia, no podrá ser antes del décimo día de la citación.
64.7. Si se trata de la actuación de varias pruebas, se llevarán a cabo en una audien-
cia única, salvo que su realización resulte manifiestamente imposible.
64.8. La audiencia se desarrollará con la necesaria participación del Fiscal y del
abogado defensor del requerido conforme a lo establecido en los incisos 64.1 y 64.2 del
artículo 64 del presente Reglamento.

110
Legislación

Si el defensor del requerido no comparece en ese acto se nombrará uno de oficio.


64.9. Las pruebas serán practicadas con las formalidades establecidas para la audien-
cia de actuación de pruebas.
Si la práctica de la prueba no se concluye en la misma audiencia, puede ser aplazada
al día siguiente hábil, salvo que su desarrollo requiera un tiempo mayor.

Artículo 65.- Supuestos de prueba pre constituida


Son todos aquellos actos de indagación que por su naturaleza y características deben
ser considerados actos definitivos e irreproducibles, y no sea posible postergar su reali-
zación hasta la audiencia de actuación de pruebas.

TÍTULO VII
INTERESADOS EN EL PROCESO
DE EXTINCIÓN DE DOMINIO

Artículo 66.- Tercero de buena fe


Tercero de buena fe es aquella persona, natural o jurídica, que no sólo acredita haber
obrado con lealtad y probidad, sino que también ha desarrollado un comportamiento dili-
gente y prudente, debiendo reunir los siguientes requisitos:
66.1. La apariencia del derecho debe ser tal que todas las personas al inspeccionarlo
incurrieran en el mismo error.
66.2. Al adquirir el derecho sobre el bien patrimonial se verificaron todas las con-
diciones exigidas por leyes, reglamentos u otras normas.
66.3. Tener la creencia y convicción de que adquirió el bien patrimonial de su legí-
timo titular y siempre que no concurran las siguientes circunstancias:
a) Pretender dar al negocio una apariencia de legalidad que no tenga o para encu-
brir su verdadera naturaleza.
b) Pretender ocultar o encubrir al verdadero titular del derecho.
c) Concurran declaraciones falsas respecto al acto o contrato para encubrir el ori-
gen, la procedencia, el destino de los bienes patrimoniales o la naturaleza ilícita
de estos.

TÍTULO VIII
SENTENCIA Y SUS EFECTOS

Artículo 67.- Sentencia declarativa


La sentencia que dispone la extinción de dominio es declarativa y constitutiva. Decla-
rativa en cuanto a la ilicitud del origen o destino de los bienes patrimoniales, y constitu-
tiva respecto a que los derechos y bienes pasan a favor del Estado.

111
Juan Antonio Rosas Castañeda

Artículo 68.- Sentencia en segunda instancia


68.1. Rige para la deliberación y expedición de la sentencia de segunda instancia lo
dispuesto, en lo pertinente, en los artículos 32, 33, 34 y 35 del Decreto Legislativo.
El plazo para dictar sentencia no podrá exceder de diez (10) días.
Para la absolución del grado se requiere mayoría de votos.
68.2 La Sala Superior sólo valorará independientemente la prueba actuada en la
audiencia de apelación, y las pruebas pericial, documental, preconstituida y anticipada.
La Sala Superior no puede otorgar diferente valor probatorio a la prueba personal que fue
objeto de inmediación por el Juez Especializado, salvo que su valor probatorio sea cues-
tionado por una prueba actuada en segunda instancia.
68.3. La sentencia de segunda instancia, puede:
a) Declarar la nulidad, en todo o en parte, de la sentencia apelada y disponer se
remitan los autos al Juez Especializado, retrotrayendo el proceso hasta la Audien-
cia de Medios Probatorios de ser el caso.
b) Dentro de los límites del recurso, confirmar o revocar la sentencia apelada. Si la
sentencia de primera instancia es infundada puede dictar sentencia que declare
fundada la demanda de extinción de dominio, y vicerversa.
68.4. La sentencia de segunda instancia se pronunciará siempre en audiencia pública.
Para estos efectos se notificará a las partes la fecha de la audiencia. El acto se llevará a
cabo con las partes que asistan. No será posible aplazarla bajo ninguna circunstancia.
68.5. Contra la sentencia de segunda instancia no procede recurso alguno.
68.6. Leída y notificada la sentencia de segunda instancia, el expediente será remi-
tido al Juez Especializado para ejecutarla.

Artículo 69.- Sentencia anticipada


Hasta antes de emitirse la sentencia, el requerido puede allanarse o reconocer la
demanda. En el allanamiento, el Juez Especializado emite sentencia anticipada decla-
rando fundada la pretensión. En el reconocimiento, el Juez Especializado emite senten-
cia anticipada declarando fundada la demanda y probado los hechos que la sustentan.
En estos casos el juez no está en la obligación de valorar las pruebas.

TÍTULO IX
RECURSOS

Artículo 70.- Reglas generales


70.1. Las resoluciones que resuelven los recursos de apelación y reposición son
inimpugnables.
70.2. El recurso de apelación se concede sin efecto suspensivo, salvo las excepcio-
nes establecidas en el Decreto Legislativo.

112
Legislación

70.3. Los temas incidentales resueltos en la sentencia, se apelan conjuntamente con


esta.
70.4. La prueba nueva a la cual hace referencia el artículo 40 del Decreto Legislativo
es excepcional y la presenta solo la parte procesal afectada con la resolución. Se inter-
pone dentro del plazo de apelación de esta y ante el juez que la emitió. Este analiza los
requisitos de admisibilidad de la apelación de la resolución.
Concedida la apelación, la Sala Especializada verifica, respecto de la prueba nueva:
a) Si no se propuso en primera instancia por desconocimiento de su existencia; o,
b) Si se refiere a la ocurrencia de hechos relevantes para el objeto del proceso extin-
ción, pero acaecidos después de concluida la Audiencia de Actuación de Medios
Probatorios.
De ser procedente la prueba nueva, la Sala Especializada dispone su actuación y
resuelve sobre ella, juntamente con los demás elementos actuados en apelación para tal
efecto.
70.5. En el proceso de extinción no procede recurso de casación.

TÍTULO X
NULIDADES

Artículo 71.- Reglas que orientan la declaratoria de las nulidades y su


convalidación
Las nulidades se rigen por las siguientes reglas:
71.1. No se declara la invalidez de un acto cuando cumpla la finalidad para la cual
estaba destinado, siempre que no se viole las garantías del debido proceso.
71.2. Quien alegue la nulidad debe demostrar que la irregularidad sustancial afecta
garantías de los sujetos procesales, o desconoce las bases fundamentales del trámite o
del juzgamiento.
71.3. No puede invocar la nulidad la persona que haya coadyuvado con su conducta
a la ejecución del acto irregular.
71.4. Los actos irregulares pueden convalidarse por el consentimiento expreso o
tácito del perjudicado, siempre que se observen las garantías constitucionales.
71.5. Solo puede decretarse cuando no exista otro medio procesal para subsanar la
irregularidad sustancial.
71.6. No puede decretarse ninguna nulidad por causal distinta a las señaladas en el
artículo 41 del Decreto Legislativo.
71.7. Solo se podrá cuestionar la anticipación o preconstitución de prueba cuando
concurra una causal de nulidad establecida en el artículo 41 del Decreto Legislativo.

113
Juan Antonio Rosas Castañeda

TÍTULO XI
COOPERACIÓN

Artículo 72.- Cooperación


Todas las entidades públicas o privadas, así como funcionarios, servidores, repre-
sentantes legales o cualquier persona están obligados a brindar la información o apoyo
requerido por el Fiscal Especializado. Debiendo cumplir el plazo previsto en el artículo
47 del Decreto Legislativo que regula la extinción de dominio, bajo apercibimiento de
denuncia por el delito de desobediencia y resistencia a la autoridad, sin perjuicio de la
responsabilidad civil y/o administrativa que corresponda.

Artículo 73.- Cooperación interinstitucional con la Unidad de Inteligencia


Financiera
De acuerdo con lo dispuesto por el artículo 46 del Decreto Legislativo, la UIF debe
remitir de oficio al Fiscal Especializado, en el marco de la cooperación interinstitucional,
información sobre fondos, bienes, otros activos u otras operaciones que hubiera identifi-
cado en sus Informes de Inteligencia Financiera (IIF); o en casos de infracciones vincu-
ladas a la obligación de declarar el ingreso o salida de dinero en efectivo o instrumentos
financieros negociables emitidos al portador, siempre que advierta lo previsto en el literal
b) del inciso 7.1 del artículo 7 del Decreto Legislativo.

Artículo 74.- Envío de información de la UIF al Ministerio Público


La UIF envía al Fiscal Especializado, la información señalada en el artículo ante-
rior de la siguiente manera:
74.1. Mediante una nota de inteligencia financiera espontánea (NIFE), cuando se
trate de información contenida en un IIF. La NIFE no debe anexarse al expediente, no
tiene valor probatorio ni puede ser utilizada como elemento indiciario o medio de prueba
en el proceso de extinción o cualquier otra investigación, proceso judicial, administra-
tivo o disciplinario.
74.2. Cuando se trate de información referida a casos de control transfronterizo de
dinero en efectivo o instrumentos financieros negociables emitidos al portador, se remite
copia del Reporte de Acreditación, en los casos que no se acredite la licitud de los fondos.

TÍTULO XII
COOPERACIÓN JURÍDICA INTERNACIONAL

Artículo 75.- Efecto en el Perú de sentencias proferidas por tribunales extranjeros


Tienen valor en el Perú las sentencias de comiso, extinción de dominio o de institu-
tos jurídicos similares proferidas por tribunales extranjeros sobre bienes patrimoniales
que se encuentre en el territorio nacional y que sean pretendidos por vía de cooperación
judicial internacional.
Su ejecución se sujeta a lo dispuesto en los tratados, convenios o acuerdos internacio-
nales suscritos, aprobados y ratificados por el Perú, o en ausencia de estos a ofrecimiento

114
Legislación

de reciprocidad. Para tal efecto, se dispone que, tratándose de bienes muebles, distintos al
dinero en efectivo, el Estado requirente pueda optar por recibir el respectivo bien o el valor
en efectivo que se obtenga como producto del remate que realice la autoridad encargada
de su administración. Tratándose de bienes inmuebles, los mismos son objeto de remate
y su producto, será entregado al Estado requirente en dinero en efectivo.

Artículo 76.- Validez probatoria de las sentencias, o decisiones equivalentes,


emitidas por autoridad extranjera competente
Las órdenes de decomiso, sentencias de extinción de dominio o decisiones equiva-
lentes proferidas por autoridades judiciales de otros países que se encuentren debidamente
ejecutoriadas, pueden ser incorporadas al proceso de extinción sin necesidad de exequátur.

Artículo 77.- Requisitos para la ejecución de una sentencia extranjera en el Perú


Para que una orden de decomiso, sentencia de extinción de dominio o decisión equiva-
lente de las referidas en el artículo anterior pueda ser ejecutada en el Perú se requiere que:
77.1. No se oponga a la Constitución Política del Perú.
77.2. El requerido haya sido notificado conforme a ley y se le haya respetado el
debido proceso.
77.3. Tenga autoridad de cosa juzgada de conformidad con la ley del país de origen,
y se presente según lo previsto en los convenios y tratados internacionales.
77.4. El país de origen certifique que la autoridad que emitió la orden de decomiso,
sentencia de extinción o decisión equivalente es una autoridad judicial, y que tiene juris-
dicción y competencia para hacerlo conforme a su derecho interno.
77.5. En el Perú no exista proceso de extinción de dominio en curso, ni sentencia de
extinción de dominio ejecutoriada de jueces nacionales sobre los mismos bienes.
77.6. A falta de tratados, el Estado requirente ofrezca reciprocidad en casos análogos.

Artículo 78.- Procedimiento de exequátur


Para la ejecución de una orden de decomiso, sentencia de extinción de dominio o
decisión equivalente emitida por una autoridad judicial extranjera, se realiza el siguiente
procedimiento:
78.1. Las autoridades extranjeras del Estado requirente deben entregar formalmente
al Fiscal Especializado la orden de decomiso, sentencia de extinción o decisión equiva-
lente emitida por una autoridad judicial de su país, junto con la solicitud formal de que
sea ejecutada. La decisión y la solicitud formal pueden remitirse por la vía diplomática o
directamente al Fiscal Especializado.
78.2. El Fiscal Especializado recibe la decisión y la solicitud formal de ejecución, y
procede a recolectar todos los medios de prueba que sean necesarios para:
a) Identificar y ubicar a los requeridos actuales y potenciales de la extinción.
b) Determinar la identificación, ubicación y estado actual de los bienes patrimoniales.
c) Establecer la posible existencia de terceros de buena fe, identificarlos y ubicarlos.

115
Juan Antonio Rosas Castañeda

Para recolectar esas pruebas la Fiscalía dispondrá de un plazo máximo de veinte


(20) días.
78.3. Vencido el plazo anterior, el Fiscal Especializado remite la actuación a la Sala
Especializada.
78.4. Si el único requerido es la persona contra quien la autoridad extranjera emitió la
orden de decomiso, sentencia de extinción o decisión equivalente, entonces la Sala Espe-
cializada procede inmediatamente a estudiar si la sentencia es ejecutable de acuerdo con
los tratados internacionales o con las disposiciones de este capítulo, y resuelve de plano.
78.5. Si el requerido es una persona distinta del sujeto contra quien la autoridad
extranjera emitió la orden de decomiso, sentencia de extinción o decisión equivalente,
entonces la Sala Especializada en Extinción de Dominio ordena que se le notifique el ini-
cio del trámite de exequátur, conforme a las reglas de notificación personal previstas en
este reglamento. Igual procedimiento sigue si se determina que hay terceras personas que
son titulares actuales de otros derechos reales adicionales sobre los bienes.
Realizada la notificación, la Sala Especializada deja el expediente a disposición de
esas personas por el término de ocho (8) días, para que si lo desean presenten oposición a
la solicitud de ejecución de la orden de decomiso, sentencia de extinción o decisión equi-
valente emitida por una autoridad extranjera. A tal efecto, sólo pueden aportar o solici-
tar las pruebas que sean pertinentes y conducentes en relación con el cumplimiento de
los requisitos para ejecución de una sentencia extranjera en el Perú, o para demostrar su
condición de tercero de buena fe. En caso de considerarlo necesario, la Sala Especiali-
zada puede ordenar la actuación de pruebas, las cuales deben practicarse dentro de los
veinte (20) días siguientes.
Practicadas las pruebas, la Sala Especializada declara cerrado el trámite y emite
sentencia, contra la cual no procede recurso alguno.
78.6. Emitida la sentencia de exequátur, la Sala Especializada envía la actuación al
Juez Especializado competente para su ejecución.

Artículo 79.- Remisión a otras normas


En la ejecución de la orden de decomiso, sentencia de extinción de dominio o deci-
sión equivalente se aplican los tratados internacionales correspondientes y especialmente
los acuerdos a que llegue la República del Perú con otros países en materia de la distri-
bución o repartición de bienes patrimoniales.
No se hará un nuevo procesamiento en el Perú.

TÍTULO XIII
PROGRAMA NACIONAL DE BIENES INCAUTADOS

Artículo 80.- Atribuciones del PRONABI


80.1. El PRONABI asume la administración de los bienes patrimoniales sobre los cua-
les recaen las medidas cautelares y las sentencias que se emitan en el marco del Decreto

116
Legislación

Legislativo y el presente Reglamento. Las formas, lineamientos y procesos de adminis-


tración deben estar comprendidos en el cuerpo normativo que de manera específica el
Poder Ejecutivo expida.
80.2. El Fiscal Especializado, conforme a lo dispuesto por el inciso 28.2 del artículo
28 del presente Reglamento, comunica al PRONABI su intervención en la ejecución de
la medida cautelar, en un plazo no menor de diez (10) días de acuerdo a la complejidad de
la diligencia y de los bienes patrimoniales objeto de la medida, para que proceda según
sus atribuciones.
80.3. La competencia del PRONABI se extiende a todos los bienes patrimoniales
ubicados dentro del territorio nacional; así como para el dinero y todos aquellos bienes
que puedan ser repatriados
80.4. El PRONABI puede implementar sedes desconcentradas, en las zonas del país
donde exista mayor concentración de bienes bajo su administración.
80.5. Los recursos financieros incautados o decomisados en el territorio nacional,
así como los repatriados, se depositan en las cuentas bancarias que determine la DGETP,
en coordinación con el PRONABI, para tales efectos.

Artículo 81.- Venta por subasta pública anticipada por parte del PRONABI
81.1. Respecto de bienes fungibles, perecibles y otros incautados que por su natu-
raleza o características puedan ser objeto de pérdida o deterioro, incluidos semovientes;
así como aquellos cuya custodia o conservación resulta muy onerosa para el PRONABI,
pueden ser objeto de venta por subasta pública anticipada, previo informe del área res-
ponsable del proceso de subasta anticipada del mismo programa.
81.2. Para tal fin, el PRONABI informa al Fiscal Especializado, previa valorización
y tasación de los bienes y del análisis costo beneficio de convertir al activo en recurso
financiero.
81.3. En ese caso, el Fiscal Especializado, solicita al Juez Especializado la autori-
zación para que el PRONABI efectúe la subasta pública anticipada, la misma que debe
contar obligatoriamente con el correspondiente sustento técnico. El Juez Especializado
una vez recibida la solicitud, corre traslado de la misma al requerido, con conocimiento
del PRONABI, para que dentro del plazo de cinco (5) días formule su allanamiento o su
oposición a la subasta anticipada.
81.4. Si concluye el plazo señalado anteriormente sin que exista manifestación del
requerido, el Juez Especializado emite la resolución respectiva.
81.5. En caso de oposición, el Juez Especializado analiza las razones expuestas por
las partes procesales y emite la resolución que corresponda.
81.6. Efectuada la subasta anticipada, el producto que se genere de ella se deposita
en las cuentas bancarias que determine la DGETP, en coordinación con el PRONABI
para este fin, el mismo que se mantiene bajo la administración del PRONABI hasta que
se determine judicialmente la situación legal del bien.

117
Juan Antonio Rosas Castañeda

81.7. El procedimiento de subasta anticipada se lleva a cabo conforme a lo estable-


cido en las normas de PRONABI.
81.8. PRONABI efectúa el registro y seguimiento de los valores de cada subasta
anticipada de manera que los recursos provenientes de las mismas sean identificados y
diferenciados en cualquier momento.
81.9. La subasta anticipada no constituye un acto que permita el cierre de un registro
en el Registro Nacional de Bienes Incautados. El PRONABI es responsable de la admi-
nistración del dinero proveniente de dicha venta, depositándolo en una cuenta hasta que
se obtenga una sentencia definitiva sobre la situación del bien.
81.10. El PRONABI puede otorgar a una entidad pública la asignación inmediata de
bienes perecibles o que amenacen pérdida y que puedan dejar de ser útiles en un breve lapso.

Artículo 82.- Facultad para destrucción o chatarrización del PRONABI


82.1. Pueden ser destruidos o chatarrizados aquellos objetos, instrumentos, efectos
o ganancias de las actividades ilícitas a que se refiere el Decreto Legislativo y el presente
Reglamento, y que tengan una medida cautelar en el lugar en que se encuentren o en un
lugar en que no se genere riesgo a terceros, cuando:
a) Son peligrosos o dañinos para la seguridad pública.
b) Es necesario dada la naturaleza del bien.
c) Han servido, sirven o pueden servir para la comisión de actividades ilícitas.
d) Generan perjuicio a derechos de terceros.
e) Son nocivos a bienes jurídicos protegidos.
f) Representan un peligro para el medio ambiente.
g) Amenazan ruina.
h) Su mantenimiento y custodia ocasionan, de acuerdo con un análisis de costo-
beneficio, perjuicios o gastos desproporcionados a su valor o administración.
82.2. Igualmente, previo informe técnico pericial de experto, se puede efectuar la
chatarrización o destrucción de bienes automotores, motonaves o aeronaves, que el PRO-
NABI tenga bajo su administración, para lo cual toma la decisión mediante acto adminis-
trativo, haciéndose procedente la cancelación de la matrícula respectiva.
82.3. Debe dejarse un archivo fotográfico y fílmico del bien a destruir en el que se
evidencie las razones por las que se ordenó la destrucción o chatarrización.

DISPOSICIÓN COMPLEMENTARIA FINAL

Única.- Aplicación supletoria


Toda aplicación supletoria de cualquier norma debe hacerse de acuerdo a la natura-
leza y fines de la extinción de dominio.

118
Legislación

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS TRANSITORIAS

Primera.- Aprobación de plan de implementación


En cumplimiento de la Primera Disposición Complementaria Final del Decreto
Legislativo, el Poder Judicial, el Ministerio Público, el Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos y la Policía Nacional del Perú, en el plazo de treinta (30) días, desde la publi-
cación del presente Reglamento, aprueban su respectivo plan de implementación del sub-
sistema de extinción de dominio.
Dichos organismos de acuerdo a sus competencias dictarán directivas o instructivos
respecto al procedimiento y la reserva del proceso de extinción de dominio.

Segunda.- Régimen de transición


No obstante, la aplicación inmediata de las normas del Decreto Legislativo N° 1373
y del presente Reglamento, los procesos de pérdida de dominio continúan rigiéndose por
el Decreto Legislativo N° 1104, Decreto Legislativo que modifica la legislación sobre Pér-
dida de Dominio, respecto de los siguientes aspectos: reglas de competencia, los medios
impugnatorios interpuestos, los actos procesales con principio de ejecución y los plazos
que hubieran empezado.
Asimismo, continúan rigiéndose por el marco normativo anterior las normas que
regulan los actos de administración del PRONABI, en tanto este dicte normas de ade-
cuación e implementación de acuerdo al Decreto Legislativo N°1373 y a este reglamento.

Tercera.- Información de PRONABI


El PRONABI pone en conocimiento del Fiscal Especializado la existencia de bienes
patrimoniales que están bajo su administración y que aún no cuentan con un pronuncia-
miento jurisdiccional con autoridad de cosa juzgada.

119
JURISPRUDENCIA

Jurisprudencia sobre el principio


de buena fe
¾¾El principio de la buena fe radica en la necesidad de asegurar el tráfico
patrimonial
“El fundamento del principio de buena fe registral radica en la necesidad de ase-
gurar el tráfico patrimonial, cuyo objeto consiste en proteger las adquisiciones
que por negocio jurídico efectúen terceros adquirientes y que se hayan producido
confiados en el contenido del Registro; para ello, la ley reputa exacto y completo
el contenido de los asientos registrales”.
(Casación N° 1065-2005-Huancavelica, del 28 de
noviembre de 2005, considerando 3)

“Que, de otro lado, en relación al Principio de Fe Publica Registral contemplado


en el artículo 2014 del Código Civil y el articulo VIII del Texto Único Ordenado
del Reglamento General de los Registros Públicos aprobado por Resolución de la
Superintendencia Nacional de Registros Públicos número 079-2005-SUNARP-
SN es preciso tener en cuenta en primer orden que le fundamento o la razón de
ser del Registro de Propiedad Inmueble no puede ser otro que dotar de seguri-
dad jurídica al tráfico patrimonial y en particular al tráfico de bienes inmuebles
en tal sentido si bien la publicidad registral garantiza la notoriedad de los actos
que se inscriben pues se admite la existencia de un interés general en torno a que
las transferencias de inmuebles sean conocibles por cualquier interesado a tal
punto que le comprador pueda conocer con exactitud y certeza que le vendedor
es efectivamente le dueño del bien que se propone adquirir y que además dicho
bien este libre de cargas o gravámenes también lo es que la fe pública registral
protege al tercero de buena fe adquiere un derecho de una persona que en el regis-
tro aparece con facultades suficientes para disponer de él”.
(Casación N° 3098-2011-Lima, del 30 de julio de 2012, considerando 5)

¾¾La buena fe es un principio iuris tantum


“Que, resulta pertinente remarcar que la presunción de buena fe del tercero adqui-
rente, establecida en el referido artículo 2014 del Código Civil es una presunción

121
Juan Antonio Rosas Castañeda

iuris tantum, que admite prueba en contrario; por consiguiente la carga de la


prueba se invierte, pues quien debe acreditar la mala fe del tercer adquirente
es la parte actora, empero en el presente caso el demandante no ha acreditado
la mala fe del demandado, verificándose del tenor de la demanda, que los úni-
cos cuestionamientos que se han efectuado respecto de este acto jurídico es que
la escritura pública de compra venta de derechos y acciones del bien sub litis a
favor del vendedor Alejandro Ortiz Zelada, es nula y por tanto la transferencia
que realiza éste deviene también en una nulidad ipso iure; asimismo indica que
no obstante que la venta cuestionada, de fecha dieciocho de marzo de dos mil
diez, se efectuó mediante poder, éste no ha sido inscrito en los Registros Públicos
siendo el mismo un requisito para que surta efecto; que en consecuencia dichos
fundamentos son ajenos a la presunción de la buena fe”.
(Casación N° 800-2015-Huánuco, del 30 de enero de 2017, considerando 8)

¾¾La buena fe del tercero se presume mientras no se pruebe que conocía la


inexactitud del registro
“Que, en efecto, el Principio de Fe Pública Registral que en esencia constituye
la razón misma de ser de los Registros Públicos protege a los terceros adqui-
rentes quienes confiados en la exactitud y certeza que brindan las inscripciones
registrales en nuestro medio realizan la adquisición de bienes inmuebles garan-
tizando así que la adquisición resulte válida y permanezca como tal aun cuando
posteriormente se anule, rescinda o resuelva el título de su otorgante por virtud
de causas que no consten en los Registros Públicos no teniendo sin embargo este
Principio de Fe Pública Registral carácter absoluto no puede por tanto ser de apli-
cación automática a todas las adquisiciones realizadas a personas que en el regis-
tro aparecen con facultades suficientes para disponer de las mismas sino por el
contrario como sostiene el profesor Puig Brutau , en algunos casos la fe pública
registral sufre excepciones que admite la ley por consideraciones especiales así
en la legislación nacional el segundo párrafo del artículo 2014 del Código Civil
ha previsto expresamente: “La buena fe del tercero se presume mientras no se
pruebe que conocía la inexactitud del registro” por tanto queda claro que la Ley
ha establecido que la presunción de buena fe registral constituye un presunción
iuris tantum ya que la buena fe subsiste mientras las circunstancias que rodean
a la celebración del acto y su inscripción en los Registros Públicos hagan presu-
mir que el adquirente obró de buena fe desconociendo la inexactitud de los datos
que aparecen en el registro”.
(Casación N° 3098-2011-Lima, del 30 de julio de 2012, considerando 6)

“Que, no obstante lo indicado, el segundo párrafo del artículo 2014 del Código
Civil contiene una presunción relativa, al establecer que la buena fe se presume
mientras no se pruebe que se conocía la inexactitud del registro; en consecuen-
cia, no basta acreditar la adquisición de un bien a título oneroso del titular apa-
rente, sino que además las pruebas actuadas en el proceso deberán encontrarse

122
Jurisprudencia

destinadas a corroborar la buena fe con la que actuaron los compradores del bien,
no solo en base al a inexactitud del registro (buena fe objetiva), sino además el
desconocimiento subjetivo (buena fe subjetiva), esto es, que el adquiriente ver-
daderamente no debió conocer las causales de invalidez o ineficacia del acto jurí-
dico celebrado, aun cuando no aparecían en el registro, situación que según se
observa, resulta ser una derivación directa del principio de buena fe, conforme
al a disposición regulada en el artículo 1362 del Código Civil, que señala que
los contratos deberán negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas de la
buena fe y común intención de las partes”.
(Casación N° 3975-2013-Lima Norte, del 15
de mayo de 2014, considerando 5.6)

¾¾La buena fe no solo se acredita con revisar los antecedentes registrales, sino
que exige se tenga que indagar sobre la situación real del inmueble
“Si bien el artículo 2014 del Código Civil precisa que el adquirente es protegido
en la medida en que ha incorporado a su patrimonio derechos sustentado en la fe
del registro (confianza en la apariencia registral); sin embargo, en la misma línea
interpretativa de la Sala de mérito debe considerarse que la buena fe no solo se
acredita con revisar los antecedentes registrales o con obtener anticipadamente
al negocio jurídico de compraventa el certificado de gravamen, sino que exige se
tenga que indagar sobre la situación real del inmueble, por sobre todo si los que
lo transfirieron tienen la capacidad para disponer el derecho, lo cual no ha suce-
dido en el caso concreto. Por tanto, queda claro que se ha desvirtuado la buena
fe del casante, máxime, si se tiene en cuenta que debido a la importancia econó-
mica de los bienes inmuebles y los usos generalmente aceptados en este tipo de
negocios la diligencia ordinaria mínima impone al comprador el deber de veri-
ficar el estado actual del bien que adquiere y primordialmente quién o quiénes
detentan la posesión del mismo”.
(Casación N° 11620-2016- Junín, del 27 de
marzo de 2018, considerando 6.9)

¾¾No se puede alegar buena fe si no se actuó con diligencia ordinaria mínima


exigible, para conocer las condiciones físicas y situación legal del inmueble,
independientemente de la verificación de datos de la inscripción registral
“Ahora bien, revisados los autos este Colegiado Supremo observa que la decisión
adoptada se encuentra adecuadamente fundamentada, pues, establece la relación
de hecho en base a su apreciación probatoria, interpreta y aplica las normas que
considera pertinentes; por tanto, no se advierte transgresión alguna al principio
de la debida motivación de las sentencias, no se afecta la logicidad, ni se vulnera
el derecho a probar en cualquiera de sus vertientes. Es decir, su pronunciamiento
se ha ceñido estrictamente a lo aportado, mostrado y debatido en el proceso, lle-
gando a la conclusión que el acto jurídico de compraventa de bien inmueble de

123
Juan Antonio Rosas Castañeda

fecha treinta y uno de diciembre de mil novecientos noventa y dos, suscrito por el
vendedor Manuel Ticona Hito a favor de René Luis Zapana Valdivia es nulo, por
tratarse de la venta de un bien ajeno, en tanto, la demandante Peregrina Ticona
de Zuni adquirió el mismo bien mediante compraventa de fecha ocho de marzo
de mil novecientos ochenta y seis, de manos del mismo transferente de Manuel
Ticona Hito y que como consecuencia de ello, el acto jurídico de fecha veintiocho
de noviembre de mil novecientos noventa y cinco, suscrito por René Luis Zapana
Valdivia a favor de Salvador Pacori Quispe y esposa, es también nulo; pues su
transferente no era propietario del bien, y tampoco puede alegar buena fe, ya que
debieron actuar con diligencia ordinaria mínima exigible, para conocer las con-
diciones físicas y situación legal del inmueble sub litis, independientemente de la
verificación de datos de la inscripción registral. Debiéndose precisar que la Sala
Superior sí ha cumplido con emitir un nuevo fallo en los términos indicados en
la sentencia casatoria, Expediente número 5296-2011, pronunciándose respecto
de la buena fe alegada por el recurrente, en relación a los agravios del recurso de
apelación de Salvador Pacori Quispe, así como respecto de la existencia del Pro-
ceso número 814-93, sobre división y partición, llegando a la conclusión que la
decisión de dicho proceso no involucra la pretensión principal de nulidad de acto
jurídico de autos. Por tanto, dicho fallo no puede ser cuestionado por ausencia o
defecto en la motivación, pues se ha cumplido con precisar el por qué y debido
a qué se ha llegado a la conclusión final, en consecuencia, un parecer o criterio
distinto al que ha arribado no puede ser causal para cuestionar la motivación;
lo cual, no significa que no pueda existir un criterio distinto para arribar a una
conclusión diferente a la que ha planteado la Sala Superior, sin que ello implique
ausencia o defecto en la motivación de la sentencia de vista. En consecuencia,
las infracciones normativas procesales consignadas en los numerales 3), 4), 5),
6) y 7), deben ser desestimadas”.
(Casación N°3348-2016-Puno, del 14 de enero de 2019, considerando 10)

¾¾Si se conoce la inexactitud del Registro entonces se está actuando de mala fe


“En cuanto al requisito de buena fe, elemento que interesa al caso en discusión,
debe señalarse que constituye el aspecto subjetivo del principio de fe pública
registral, toda vez que este consiste en la ignorancia de la inexactitud del Regis-
tro, en otras palabras, aquel que actúa en la creencia que quien transfirió el dere-
cho es el verdadero dueño, lo cual implica que el tercero adquirente haya actuado
honestamente, caso contrario, si conoce la inexactitud del Registro, entonces,
está actuando de mala fe, circunstancia que origina la pérdida de la protección
legal que otorga el precitado artículo 2014. En opinión de Gonzáles Barrón: “La
buena fe prevista en el artículo 2014 del Código Civil se refiere siempre a un
estado subjetivo, esto es, el desconocimiento honesto del tercero respecto a una
realidad jurídica discordante a lo que dice el Registro”.
(Casación N° 11620-2016- Junín, del 27 de marzo de 2018, considerando 6.4)

124
Jurisprudencia

Jurisprudencia sobre extinción


de dominio
¾¾El proceso de extinción de dominio es autónomo y tiene naturaleza real de
contenido patrimonial
“En cuanto a su naturaleza, es de carácter real y de contenido patrimonial, ya
que va dirigida contra todos aquellos bienes, dinero o patrimonio vinculados
con actividad ilícita o destinación ilícita, sin importar quien los haya adquirido
o tenga en su poder, ellos en razón a que nuestro ordenamiento legal no avala
o legitima la adquisición de la propiedad fuera de lo márgenes que prescribe el
ordenamiento jurídico, contrario sensu, cuando esta se da en un contexto fuera
de lo que la ley permite, no podrá ser reclamado ni tendrá amparo alguno.
De otro lado, resulta ser totalmente independiente y autónomo de otros proce-
sos como el civil, administrativo o penal; tal es así, que tiene su propio objeto,
procedimiento exclusivo, causales y características propias”.
(Sala de Apelaciones Transitoria Especializada
en Extinción de Dominio de Lima.
Exp. N° 00185-2019-2-5401-JR-ED-01, Resolución N° 6,
del 28 de septiembre de 2020, considerando IV.a)

“Es un mecanismo procesal especial totalmente independiente del proceso penal,


de naturaleza jurisdiccional, de carácter real y de contenido patrimonial; procede
sobre cualquier derecho real, principal o accesorio, independientemente de quién
lo tenga en su poder o lo haya adquirido; en razón de que nuestro ordenamiento
legal no avala o legitima la adquisición de la propiedad que no tenga como fuente
un título válido y honesto, cuya adquisición no haya sido obtenida dentro de los
márgenes prescritos por la Constitución o el Código Civil”.
(Casación N° 1408-2017-Puno, del 30 de mayo de 2019, considerando 18)

“Como se ha señalado, el proceso de pérdida de dominio es totalmente autónomo,


se tramita como proceso especial, constituyendo un proceso distinto e indepen-
diente de cualquier otro. Su objeto de acción recae sobre bienes, no sobre per-
sonas, en virtud del origen ilícito de estos, y guarda relación con determinado
hecho delictivo. Por tal motivo, las decisiones jurisdiccionales son una conse-
cuencia jurídico-patrimonial que, de ser estimadas, pueden declarar la titularidad
de los objetos, instrumentos, efectos y ganancias del delito, a favor del Estado
por sentencia respectiva”.
(Casación N° 1408-2017-Puno, del 30 de mayo de 2019, considerando 21)

125
Juan Antonio Rosas Castañeda

¾¾La legitimidad constitucional de la extinción de dominio se sustenta en que


la propiedad o el dominio obtenido al margen de la ley no cae dentro del
ámbito de la inviolabilidad de la propiedad, constitucionalmente protegible
“Como institución, la pérdida o extinción de dominio fue incorporada en nuestro
ordenamiento legal, con la dación del Decreto Legislativo Nº 992, publicado el
veintidós de julio de dos mil siete en el diario oficial El Peruano. La expedición
de este cuerpo normativo tuvo el objetivo de obtener mecanismos para la lucha
contra la delincuencia organizada y la generación de desincentivos en la obten-
ción de ganancias ilícitas. La legitimidad constitucional de la institución se sus-
tenta en que la propiedad o el dominio obtenido al margen de la ley no cae dentro
del ámbito de la inviolabilidad de la propiedad, constitucionalmente protegible.
No se trata de una institución puramente penal, pues su activación no descansa
necesariamente en la afectación de las ganancias ilícitas (penales) propiamente
dichas. Es más, en la extinción de dominio se ataca el patrimonio obtenido ilíci-
tamente y no a la persona que lo obtuvo. Por ello, tiene igualmente una naturaleza
civil. Este decreto legislativo fue modificado por Ley N° 29212, del dieciocho de
abril de dos mil ocho; y luego, el diecinueve abril dos mil doce, fue derogado por
la única disposición derogatoria del Decreto Legislativo Nº 1104. Actualmente,
se encuentra vigente el Decreto Legislativo Nº 1373, cuerpo legal que regula el
proceso de extinción de dominio y que derogó al Decreto Legislativo Nº 1104”.
(Casación N° 1408-2017-Puno, del 30 de mayo de 2019, considerando 16)

¾¾La pérdida de dominio es una consecuencia jurídico patrimonial que declara


la titularidad a favor del Estado
“En este contexto, el proceso de pérdida de dominio es una consecuencia jurí-
dico-patrimonial a través de la cual se declara la titularidad de los objetos, ins-
trumentos, efectos y ganancias del delito a favor del Estado, por sentencia de
autoridad jurisdiccional, mediante un debido proceso. Su ámbito de aplicación
recae sobre los objetos, instrumentos, efectos o ganancias de los delitos de tráfico
ilícito de drogas, terrorismo, secuestro, extorsión, trata de personas, lavado de
activos, delitos aduaneros, defraudación tributaria, concusión, peculado, cohe-
cho, tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito, delitos ambientales, minería
ilegal y otros delitos y acciones que generen efectos o ganancias ilegales en agra-
vio del Estado, de conformidad con el artículo 2 del citado decreto legislativo”.
(Casación N° 1408-2017-Puno, del 30 de mayo de 2019, considerando 17)

“El proceso de Extinción de Dominio, se encuentra regulado por el Decreto Legis-


lativo 1373 publicado en el diario oficial El Peruano con fecha 04 de agosto de
2018; cuerpo legal de orden procesal que permite declarar a favor del Estado, la
titularidad de los objetos, instrumentos, efectos o ganancias provenientes de las
actividades ilícitas estipulados en el artículo 1 del Título Preliminar del citado

126
Jurisprudencia

Decreto Legislativo, y de otras con capacidad de generar dinero, bienes, efectos o


ganancias de origen ilícito o actividades vinculadas a la criminalidad organizada”.
(Sentencia de Extinción de Dominio - Exp. N° 02755-2017,
Resolución N° 21, del 27 de mayo de 2019, considerando 3.1).

¾¾En el proceso de pérdida de dominio la carga de la prueba es mixta


“En este proceso, la acción de la carga de la prueba es mixta. Al Ministerio
Público le corresponde la prueba de la vinculación de los objetos, instrumentos,
efectos o ganancias con el delito o con la organización criminal, según sea el
caso. A la parte afectada (demandada) se le exige que acredite el origen lícito de
los bienes, aportando el material probatorio que corresponda, de conformidad
con el numeral 9.2 del artículo 9 del mencionado decreto legislativo”.
(Casación N° 1408-2017-Puno, del 30 de mayo de 2019, considerando 19)

¾¾El proceso de pérdida de dominio se puede incoar aun cuando la acción


penal se haya extinguido
“Ahora bien, la incoación del proceso de pérdida de dominio se puede efectuar
aun cuando se haya extinguido la acción penal por el delito del cual se derivan
los objetos, instrumentos, efectos o ganancias, inclusive en contra de los suce-
sores que estén en poder de estos. Igualmente, nada impide que se pueda incoar
el proceso de pérdida de dominio en caso de sentencias absolutorias. En este
caso, se debe verificar si la incoación de este proceso cumple con cualquiera de
los supuestos de procedencia que prescribe el artículo 4 de la legislación de pér-
dida de dominio”.
(Casación N° 1408-2017-Puno, del 30 de mayo de 2019, considerando 20)

¾¾Se puede iniciar proceso de pérdida de dominio aun cuando se haya absuelto
al acusado
“La posibilidad de que se pueda iniciar proceso de pérdida de dominio cuando
se haya absuelto al acusado no impide su realización, en tanto el carácter de
este proceso es real, no busca sancionar a las personas. Para su procedencia solo
han de verificarse los supuestos establecidos en el artículo 4 del citado decreto
legislativo. Por tanto, se ha de declarar infundada la casación interpuesta por la
defensa de los encausados”.
(Casación N° 1408-2017-Puno, del 30 de mayo de 2019, considerando 33)
“Cabe precisar que, si bien no existe sentencia condenatoria en contra del reque-
rido (…), dicha situación no es un impedimento para que el dinero depositado
en la cuenta bancaria –que se encuentra a su nombre– sea objeto del proceso de
extinción de dominio, pues lo que busca en sí este proceso, no es imponer una

127
Juan Antonio Rosas Castañeda

pena ni demostrar la responsabilidad penal de persona alguna; sino, declarar a


favor del Estado, la titularidad de los objetos, instrumentos, efectos o ganancias
provenientes de actividades ilícitas. Así, a nivel doctrinal, también se sigue esta
línea de interpretación, indicándose lo siguiente: “La extinción de dominio no se
trata de una pena, ella es una institución independiente de la comisión de delito
alguno y desprovista de carácter punitivo, no está supeditada a la demostración
de la responsabilidad penal de una persona, pudiendo ejercerse independiente-
mente de un proceso penal y no hay lugar al reconocimiento de garantías pro-
cesales penales”.
(Sentencia de Extinción de Dominio - Exp. N°02755-2017,
Resolución N° 21, del 27 de mayo de 2019, considerando 3.6)

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