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Las invenciones de la docencia en la Argentina (o de cómo la historia escolar transformó

progresivamente a los enseñantes en sujetos resignados)


Silvia Finocchio

Introducción

Ofreceré argumentos sobre los modos que adoptó la docencia en la Argentina, un análisis
de su transformación.
Entiendo la invención como un proceso en el que los sujetos son los protagonistas. La
docencia supone un lugar para las ideas y las emociones así como para ciertas tecnologías
y artefactos. No es posible pensar el mundo educativo sin sus objetos.
La docencia se inventó día a día, en la relación con del Estado con las prácticas de los
sujetos, produciendo cambios y movimientos en los imaginarios, abriendo un espacio propio
en un orden impuesto y haciendo de la práctica cultural cotidiana algo concerniente a las
relaciones de fuerza que estructuran al campo educativo.

La invención de los docentes como agentes civilizatorios

Pedagogía moderna:
- actuar por respeto al deber
- sujeción moral y educación como su medio
- ejercitar el razonamiento moral y formar el carácter
- impartir moral homogénea: un único modo de ser varón o mujer, configurar una
familia, saludarse en la calle, jugar con amigos, vestirse, etc.
- enseñar deberes morales.
- asimilaba civilidad con la ciudadanía, prometiendo felicidad y progreso para la
humanidad.
- se entendía a la escuela con capacidad civilizatoria y los niños lo transmitirían a sus
familias.
- Sarmiento igualaba la tarea docente con el sacerdocio porque ambos promovían el
ingreso de nuevos miembros a la comunidad y la hacían crecer.
- saberes elementales: lectura y escritura, moral, formación del carácter, buenas
maneras, justicia.
- Inspectores escolares debían controlar edificios y materiales, como también
presencia de alumnos.
- Docentes normales (con valores de disciplina, moral, higienismo, homogenización
cultural, conciencia de nación y vocación de apostolado)
- Transformar la barbarie en civilización.

La invención de los docentes como hacedores de la nación

1930-1940, los docentes fueron las figuras centrales del Estado educador:
● Revistas La Obra y Billiken decían a los maestros qué enseñar y con qué materiales.
● La cultura escolar se encargó de codificar el nacionalismo. Formación moral del
carácter y rituales:
○ Que los niños asistieran a clases en días de conmemoración.
○ Que llevaran una insignia patria.
○ Enseñanza de la historia patria.
○ Iniciar las clases con canto patriótico.
○ Visitar museos, tumbas y edificios antiguos.
○ Colgar retratos de “prohombres”.
● Las efemérides patrias se fueron imponiendo en detrimento de la educación moral o
del carácter.
● Tradiciones folclóricas se tornaron importantes (danzas, músicas, canciones)
● Los rituales escolares no sólo señalaban una transición cultural sino que la
efectuaban.
En síntesis, mientras el Estado promovía una cultura nacional, los docentes inventaban su
propio código cultural para metabolizarla y transmitirla en la escuela de los 1930 a 1950.

La invención de los docentes como sujetos amorosos

1920: cambios en la educación


- Se prestaba atención a lo “natural” en los niños.
- Discernir e introducir contenidos y modos novedosos de enseñar.
- Revistas El monitor de la educación y La obra: militaban el afecto de los maestros
por los niños. Eran afines al escolanovismo.
- Paidocentrismo
- Docentes comprensivos, indulgentes, benévolos con alumnos,
- Humildad, modestia, sencillez eran asociadas al respeto, dulzura y cariño a niños.
- Estereotipo televisado: Maestra Jacinta Pichimahuida

La invención de los docentes como sujetos resignados

Hoy la imagen del docente en televisión es la de la profesora a la que los alumnos le


queman el pelo, la filman y la suben a YouTube.

Medios de comunicación construyen cierta imagen de escuela. Su agenda es de noticias


desfavorables, catastróficas, excepcionales.

El diagnóstico es tan catastrófico que los docentes visualizan su tarea como una imposible y
descomunal tarea solo posible en tanto sea una cuestión de Estado y políticas activas y
sistemáticas que contrarreste la perplejidad y la amargura que les genera ser protagonistas
de un proceso concebido como decadente. Docentes sienten aislamiento.
Muchos tienen sensación de necesidad, de agarrarse de algo. No están cerca el directivo, la
formación continua, las políticas públicas, las familias, la pedagogía. Se sienten privados de
ciertas herramientas para afrontar las situaciones escolares.
Leen manuales de autoayuda.
La lectura de revistas profesionales es vista como una exigencia más a su condición de
mujeres, con hijos a cargo y tareas domésticas que realizar. No se ve como progreso
cultural o social.
La causa docente se traduce en una actitud defensiva relacionada con la responsabilidad
administrativa (y pago de multas económicas), penal (y riesgo de cárcel) o civil (y sus
sanciones).
Frente a la desigualdad, fragmentación y ausencia de políticas que promuevan el progreso
social, la incitación al éxito personal parece una constante.
La incertidumbre, la inseguridad y desprotección genera angustias, ansiedades y dolores
que conducen a la búsqueda de una comunidad - refugio construida por docentes. Retornan
viejos rituales y prácticas escolares del pasado.
Ante el desborde de problemas de la escuela, se potencia el anhelo de una escuela
idealizada. Muchos docentes quieren despegarse del discurso de los medios de
comunicación y amarrarse a los sueños de la educación igualitaria.
Las disposiciones que activan las prácticas están asociadas a un contexto e institución.

En el marco de estas mezclas y con los temores que frenan el ingreso a ciertos contenidos
culturales y artefactos tecnológicos, la idealización romántica de la vieja escuela puede
considerarse como una estrategia inconsciente frente a un proceso de transformaciones
intensas.

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