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Instituciones de derecho público

Cátedra Walter Carnota


Curso: Alberto Gaig
Actividad N°1:”Derechos constitucionales”

Principio
de
legalidad
Alumnos:

 Alexis Gomez
 Camila Chávez
 Camila Nievas
 Laura Acuña
 Yanina Rojas
PRINCIPIO DE LEGALIDAD 1
Instituciones de derecho público
Cátedra Walter Carnota
Curso: Alberto Gaig
Actividad N°1:”Derechos constitucionales”

Índice:

 Origen y evolución ………………………..3

 Concepto ………………………..6

 Artículo periodístico ………………………..7

 Propuesta/comentario………………………..10

PRINCIPIO DE LEGALIDAD 2
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Curso: Alberto Gaig
Actividad N°1:”Derechos constitucionales”

Origen y evolución histórica

Para Jerome Hall (1959) el principio de legalidad podría ser descubierto


refiriéndose a su funcionamiento como una idea definida en la historia jurídica.
Analizando la legislación inglesa, Hall refiere que el principio aparece con la
promulgación de la Carta de Enrique V y fue reiterado en la Constitución de
Clarendon, que a su entender iba muy por adelante del Continente en la labor
de imponer el derecho por encima del gobierno. Tan es así que el Código
Prusiano de 1721 disponía que los delitos no enumerados en el Código, ni
prohibidos por la Ley Imperial debían ser juzgados según lo bueno y lo
equitativo, excepto los casos más difíciles que debían ser juzgados por el rey.
Con el Código de José II (1787) ingresó la prohibición de la legislación judicial
por vez primera en el continente. En la Declaración de los Derechos del
Hombre (inspirada de la Declaración de Virginia) se estableció esta
salvaguardia constitucional básica del individuo contra el gobierno opresor, y se
consagró el principio de legalidad como principio cardinal del derecho penal.
Así, aparece también consagrado en el Código Penal Francés de 1810 y en el
Código Penal bávaro de 1813 redactado por Feuerbach, a quien se le atribuye
la formulación del principio en su forma corriente: “sin castigo sin ley, sin
castigo sin delito, sin delito sin castigo legal”. Concluye Hall, que su integración
con el liberalismo político fue bastante simple: si sólo aquél que viola la libertad
garantizada por el contrato social y protegida por el derecho penal comete un
delito, los futuros delincuentes no pueden ser conocidos con anterioridad al
delito y obligados a sufrir compulsión física. Desde otra óptica, Cabral (1958),
expone que en él no se formuló, ni por lo tanto se respetó, el principio de
legalidad. Menciona que los romanos fueron gigantes en derecho civil y
pigmeos en derecho penal, y que el espíritu de justicia y equidad no estuvo
presente en la concepción penal romana, probablemente como consecuencia
de la falta de códigos completos y sistematizados. Ello sí se materializó en el
derecho procesal, pues los romanos, más que a definir crímenes, se dedicaron
a fijar normas procesales y organismos de juzgamiento. Sin embargo, nos
advierte el autor que existe quizás una más profunda razón que explica ese
aparente desprecio de la libertad individual y que atañe a la idea que se tenía
de la relación del Estado con el ciudadano, en el sentido de que el ciudadano
antiguo pertenecía al Estado con todo aquello que poseía, sin necesidad de ley
para saber de qué modo debía conducirse en la vida pública. Toda la vida
espiritual del ciudadano antiguo estaba monopolizada por el Estado. Recién
con la llegada del Cristianismo se destruyó esa concepción totalitaria, pues la
religión dejó de ser patrimonio del Estado e incluso constituyó una fuerza que
se oponía a sus avances, rompiéndose así la unidad hombre-ciudadano. La
caída del Imperio Romano (año 476) señaló el advenimiento de los bárbaros al
escenario político de Occidente y el comienzo de la Edad Media, que culminó
con el Renacimiento, desembocando en el sistema de nacionalidades y
Estados europeos. El autor marca tres concepciones vitales que en esta etapa
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toman contacto entre sí luchando por su predomino, aunque sufriendo todas


ellas influencias de las demás: i.) la germánica, con su tendencia individualista
e independiente, germen del feudalismo; ii.) la de la Iglesia de Cristo, alma de
los nuevos tiempos y iii.) la de la Roma Imperial, que mantuvo latente el sueño
de la monarquía universal. Ninguna de estas tres concepciones implicó el
respeto del principio de legalidad. En esta época destaca Cabral:a) Las leyes
bárbaras escritas: en ellas se optó por acentuar en materia de delitos privados
la obligatoriedad de la composición; b.) Las Capitulares de Carlomagno: salvo
en los casos de delitos de lesa majestad, traición y algunos casos graves de
homicidios y robos, en los que se imponían verdaderas penas, en los restantes
supuestos de limitaban a fijar el precio de la composición, siendo también
absolutamente extraño a esta concepción jurídica el principio de legalidad en el
sentido actual; c.) La Carta Magna inglesa: paralelamente al desarrollo del
feudalismo comenzó en Europa el reinado de la costumbre como fuente del
derecho penal. Sin embargo, el autor pone en tela de juicio que el mentado
documento haya sido una conquista de la Nación inglesa entera, ya que no es
una opinión aislada quienes la consideran como una simple reacción de los
barones contra los avances del poder real que amenazaba con destruir sus
privilegios.Su art. 39 establecía que: “Ningún hombre libre será detenido,
encarcelado, desposeído, puesto fuera de la ley, desterrado o arruinado de
ningún modo, ni pondremos ni haremos poner mano sobre él, sino es en virtud
de un juicio legal por sus pares o según la ley de la tierra”. En la Edad Moderna
Cabral menciona como hitos fundamentales: i.) La Carolina (Constitutio
Criminalis Carolina, 1532), que reconocía como antecedente directo la
Constitutio Criminalis Bambergensi de 1507, radicando su importancia en que
con ella se asentó en forma definitiva el poder punitivo del Estado, aunque no
implicó un adelanto en cuanto al reconocimiento del principio de legalidad ya
que los arts. 104/5 admitían la aplicación analógica de le ley penal, y b.) El
derecho penal del Estado absoluto, que no reconoció el “ningún crimen sin ley”,
constituyendo una prueba de ello el que el documento más importante de la
monarquía absoluta (la Ordenanza Criminal de 1670) sólo contemplaba
disposiciones penales dispersas o desordenadamente tratadas, siendo su
contenido mayormente procesal. Incluso, existían alrededor de trece fuentes
distintas de derecho penal, las que frecuentemente no estaban de acuerdo
entre sí. Nos ilustra Cabral que el Renacimiento revela haber sido un arma de
doble filo, porque a través de él se plasmó la concepción de la monarquía
absoluta, pero también en él se comenzaron a abrir las ilimitadas posibilidades
de actuación del individuo. A partir de allí no puede concebirse el Estado como
omnipotente, pues ante todo está el individuo que voluntaria y originariamente
se ha despojado de una parte de su libertad natural para contribuir a la
formación del contrato social, pero conservando ciertos derechos naturales e
inalienables, cuyo aseguramiento y respeto constituyen la finalidad del Estado.
Nace así el Estado de Derecho, asentado sobre el respeto a las garantías
fundamentales y la división de poderes, de lo cual deriva el señorío de la ley. El
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autor expresa que sólo puede considerarse legítimo señalar como origen de
determinado principio jurídico aquel momento en el cual se lo ve actuar con la
fuerza y el sentido de tal en un sistema dado de ideas y sólo la filosofía política
del siglo XVIII satisface las condiciones propuestas con relación al principio
“nullum” crimen, sin castigo sin ley. Anteriormente, el principio de legalidad no
sólo no rigió, sino que aún en el hipotético caso de que alguien lo haya
respetado, podía a continuación impunemente abandonarlo sin que ello
resintiera el mecanismo de la organización social, pues se hallaban ausentes
presupuestos culturales, jurídicos y políticos necesarios para su vigencia. Por
su parte, Jiménez de Asúa (1964), apoyándose en Schottländer, expresa que a
pesar de su formulación latina el principio de legalidad no tiene origen romano,
sino que surge con universalidad como consecuencia del liberalismo del siglo
XVIII, aunque tiene sus primeras manifestaciones en la Edad Media, cuando el
hombre aspiró a la seguridad. El tratadista piensa que aunque el principio
pueda tener algún parentesco con el derecho romano, como el que Hall le
atribuye, este respondería a concepciones tan distintas y a vivencias tan
diferentes que no se podría localizar allí su verdadero origen. Recién se
reconoció expresamente el principio de legalidad en las Constituciones de
Filadelfia (1774), Virginia (1776) y Maryland (1776). Roxin (1997) refiere que
tanto el Derecho romano como el medieval románico preveían ya en cierta
medida la prohibición de retroactividad, aunque era usual castigar conforme al
derecho consuetudinario o al arbitrio judicial. Por otra parte, la arbitrariedad e
inseguridad jurídica que reinaba a finales de la Edad Media preparó el cambio
radical propugnado por los pensadores de finales del siglo XVII y del siglo
XVIII, que hizo posible la época de las codificaciones. Para Welzel (1997)
tampoco es un principio que provenga del derecho romano, pues fue
totalmente ajeno a la época imperial y al derecho de Justiniano. También fue
desconocido por el derecho germánico, en el que se podía castigar conforme al
derecho consuetudinario, lo cual rigió, asimismo, para la Magna Carta de 1215.
Por otra parte, el ordenamiento penal judicial de Carlos V ligó al juez, por
principio, a la ley, pero permitió con ciertas reservas una punición extralegal.
Sólo en la época de la Ilustración se impuso este principio en la lucha contra la
arbitrariedad judicial y la autoridad. En general puede decirse que las
principales influencias filosóficas de la incorporación del principio a la
legislación han provenido de los escritores del Iluminismo, especialmente de
Montesquie (Del espíritu de las leyes), Beccaria (De los delitos y las penas),
Locke (Ensayo sobre el gobierno civil) y Feuerbach (Libro de estudio).
Conforme a ello, el sustrato histórico del principio de legalidad recae sobre la
teoría del contrato social, de lo que se infiere que el principio tiene más un
origen político que jurídico penal; y, a su vez, presupone una organización
política basada en la división de poderes, en la cual la ley es competencia
exclusiva de los representantes del pueblo. No obstante, existen excepciones
actuales a la vigencia del principio, entre las que cabe mencionar al Código
Penal Danés de 1930, en la medida en que permite la punición por analogía; la
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legislación rusa posterior a 1917 (y anterior a 1989), que lo abolió; la china,


aunque el único órgano de aplicación es el Tribunal Supremo, y la ley
complementaria alemana de 1935 (vigente hasta la caída del régimen nazi),
que posibilitaba, junto a la punición legal, una extralegal de acuerdo al “sano
sentimiento del pueblo”. En nuestro derecho fue reconocido por el art. 1º (Cap.
I) del Estatuto Provisional de 1815, y adquirió vigencia definitiva con la
Constitución Nacional de 1853, que en su art. 18 dispone que: “Ningún
habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley
anterior al hecho del proceso”, el que es complementado por el art. 19 que
dispone que: “Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no
manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe”. Tampoco se puede dejar de
mencionar el art. 1 que establece para el gobierno de la Nación la forma
representativa, republicana y federal. Sobre su fuente directa se discute si es la
Constitución americana o la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano. El Código Penal argentino vigente no lo regula expresamente,
quizás por resultar obvio, pero no sólo está consagrado implícitamente por los
arts. 18/9 de la Constitución Nacional, sino también -a partir del año 1994 y por
imperio del inc. 22 del art. 75 de la Carta Magna-, en los Tratados
Internacionales que integran un mismo bloque de constitucionalidad. Así lo
reconocen y plasman expresamente la Declaración Universal de Derechos
Humanos (Res. 217 A (III) de la Asamblea General de la Naciones Unidas del
10-12-48); el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (New York,
EEUU, 19-12-66, aprobado por la República Argentina según ley 23.313); y la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (San José, Costa Rica, 22-
11-69, aprobado por la República Argentina según ley 23.054).

Concepto de principio de legalidad

El principio de legalidad en el artículo 18 de la C.N cuando se refiere a que


“Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en
ley anterior al hecho del proceso…”también se conoce, expresado de manera
distinta como nullum crimen, sin castigo sin ley.
Lo que viene a consagrar es que justamente la LEY va a definir que conductas
importan un delito y que penas les corresponderá para ese caso. Haciendo un
razonamiento de lógica diríamos que suprimiendo la ley,no hay ni delitos, ni
penas.
Pero la fórmula no termina allí, sino que se amplía con lo que se establece en
la última parte del artículo 19 de la C.N.: “…Ningún habitante de la Nación será
obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe.”
Se dice que el principio presenta diversos aspectos, que según Mir Puig
pueden sintetizarse así:
1.- una garantía criminal que exige que el hecho se encuentre descripto en una
ley;
2.- una garantía penal que exige que la pena que corresponda al hecho
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también se encuentre señalado en la ley;


3.- una garantía jurisdiccional que exige que la existencia del delito y la
imposición de la pena se determinen por medio de una sentencia judicial;
4.- una garantía de ejecución que exige que también la ejecución de la pena se
sujete a una ley que la regule.
Por su parte, y en relación a la LEY, se exigen determinadas notas, como ser:
a) previa: que exista o hay sido sancionada con anterioridad del hecho, no
pudiendo regir hacia el pasado, salvo que sea ley penal más benigna. Tampoco
puede regir hacia atrás una ley penal derogatoria de una ley más benigna;
b) escrita: es decir que se encuentre plasmada en un documento, mediante un
uso lingüístico inamovible, y no, que emane de usos, prácticas o cánones
sociales. No es válida la ley penal consuetudinaria;
c) formal: es decir que haya sido sancionada por aquel órgano que la
Constitución le otorga esa potestad, es decir, el Congreso de la Nación; y d)
estricta: cuando se ajusta con precisión al caso bajo análisis, sin
interpretaciones que extiendan su alcance a hechos diversos al abarcado por la
norma.
Lo que busca dicho principio, entonces, es prohibir la retroactividad de la ley
penal más gravosa; la prohibición de aplicación de la pena sin que haya ley
formal; la prohibición de la indeterminación; y la prohibición de analogía.

Artículo periodístico:
Absuelven a un hombre por el mal procedimiento de la policía

Se trata de Jeremías Miranda, quien fue detenido en abril del 2014 en la ciudad
de Caleta Olivia, con 37.38 gramos de marihuana. La fiscal y defensa
propusieron un juicio abreviado, pero cuando el Tribunal fue a debatir, llegó a la
conclusión que el procedimiento de detención no fue adecuado y violó los
derechos del sospechoso.

Ayer se reunió el Tribunal Oral Federal para dictar sentencia contra Jeremías
Martín Miranda, quien es asistido por la Defensora Pública Oficial Dra. Ana

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Pompo, en tanto que la vindicta pública se encuentra representada por la Fiscal


General Subrogante Dra.
Patricia Kloster. Según se pudo conocer por la elevación a juicio llega
atribuyéndole el haber tenido en su dominio, el día 22 de abril del año 2014, a
las 19:30, un envoltorio de nylon color negro con cinta de embalar trasparente,
de forma rectangular conteniendo 37,88 gramos de marihuana en el interior de
la gaveta que se encontraba abierta, del vehículo marca Volkswagen Gol, color
gris en el que se trasportaba, ello en circunstancias en que personal de la
Comisaría Seccional Cuarta local procedió a solicitarle su identificación, como
así también la documentación del mencionado rodado, en ocasión de llevarse a
cabo patrullaje preventivo en el Bº Parque de la ciudad de Caleta Olivia,más
precisamente en las intersecciones de las calles Uruguay y Perú.
Durante la audiencia propuesta de juicio abreviado de la Fiscal General
Subrogante, Dra. Patricia Kloster, escogiendo la calificación legal de tenencia
simple de estupefacientes solicitó se condene a Jeremías Martín Miranda a la
pena de un año de prisión en suspenso y el pago de $4000 en concepto de
multa. La Defensora Pública Oficial Dra.Ana Pompo, adhiriendo a la solicitud
efectuada por el Ministerio Público Fiscal e informado que las partes
gestionaban culminar el proceso por medio de la vía que ofrece el juicio
abreviado, se fijó la audiencia de visu, durante la cual el imputado reconoció la
participación y responsabilidad en los hechos atribuidos en el requerimiento de
elevación a juicio. Posteriormente el Tribunal dispuso pasar los presentes autos
a despacho para resolver, respecto de la procedencia del acuerdo de las
partes.

Irregularidades

Ya en despacho, el Tribunal resolvió tres cuestiones, una de ellas es si están


acreditados los hechos y la participación que se le atribuye al sospechoso.
El Tribunal observó que en el inicio de estas actuaciones hubo algunas
irregularidades en el actuar policial, consistentes en omisiones y
contradicciones que ponen en crisis su validez procesal o al menos debilitan
fuertemente su valor conviccional frente a la necesidad de reconstruir
históricamente los hechos generadores de responsabilidad penal. Además,
observó que el parte del personal policial informa que quienes patrullaban
preventivamente a bordo de un móvil de la repartición, observan al automóvil
Gol color gris, que circulaba “en actitud sospechosa”, característica que no
describen, pero los determina a identificar al conductor y solicitarle la
documentación del rodado.
Aparentemente, la gaveta del rodado se encontraba abierta mas no se detalla
en qué circunstancias de modo, tiempo o persona se produce la apertura de la
misma, pero sí que los policías observaron desde el exterior la existencia de un
envoltorio de color negro y dinero en efectivo en el interior de la señalada
gaveta.
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El parte en cuestión, sin describir otras circunstancias como habitualmente


observamos como nerviosismo del conductor, o emanaciones de olores
característicos, etc., informa que se le dio intervención a la División Delitos
Complejos y Narcotráfico Zona Norte quienes “procedieron con las diligencias
de rigor”.
Conforme surge del acta el personal de esta División especial arriba al lugar y
procede 50 minutos después de la actuación inicial, describiendo que el
vehículo tenía vidrios polarizados, que se halló un objeto en forma de garrote
en el piso lado externo, al lado del asiento del conductor, que en el asiento del
acompañante se encontraba una carpeta color celeste que contenía toda la
documentación del automóvil y hasta un boleto de compra del mismo entre
otros elementos. Continúa el acta de inspección y requisa vehicular con la
inspección de la gaveta sin mencionar si la misma se encontraba abierta o
cerrada, hallando en su interior un envoltorio de nylon negro que aperturado
muestra una sustancia verde amarronada con “olor característico”. La misma
División policial emite un parte inicial que contiene circunstancias no descriptas
por el personal actuante; así, la supuesta actitud sospechosa, consistiría en
haber constatado en reiteradas ocasiones al automóvil Gol y que el envoltorio
observado en la gaveta era “de similares características a las utilizadas para
envolver sustancias prohibidas”.
Analizando en su conjunto las actuaciones descriptas observó cierta dificultad
en determinar si la correcta descripción fáctica de lo acontecido se puede
adjudicar al personal policial presente o al personal que, luego de los hechos,
fue convocado. Lo concreto es, que este juzgado no puede valorar las
interpretaciones complementarias de funcionarios policiales que no
presenciaron los acontecimientos descriptos por los preventores como “actitud
sospechosa” ni pueden completar la aptitud incriminante de un envoltorio de
nylon negro con su apertura y olfateo.
La falta de fundamentación de los actos policiales con fórmulas vacías como la
“actitud sospechosa” no resulta cuestión novedosa y deben ser descartadas
como actos jurídicamente válidos bajo pena de abandonar a su arbitrio el
principio de legalidad y el debido proceso garantizados por el art. 18 de la
Constitución Nacional, esto no es ni más ni menos lo que se les exige a los
Jueces.
Por todo lo expuesto y lo dispuesto el Tribunal Oral Federal:

Falla

1- Declarar la nulidad del procedimiento que dio inicio a las presentes


actuaciones y la de todo lo actuado en consecuencia, por aplicación de los
artículos 18 de la Constitución Nacional; 12 de la Declaración Universal de
D.D.H.H, 17 inc. 1° del Pacto Internacional Derechos Civiles y Políticos y 7 inc.
3 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y, en consecuencia,

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ABSOLVER a Jeremías Martín Miranda, en orden al hecho objeto del presente


proceso.
2) Ordenar la destrucción del tóxico previa, conforme art. 30 Ley 23.737.

COMENTARIO SOBRE ESTE ARTÍCULO PERIODISTICO:

En este artículo periodístico se ve aplicado el PRINCIPIO DE LEGALIDAD, que


se encuentra en el art. 18 de nuestra Constitución Nacional. En este fallo se ve
destacado el actuar inconstitucional de la policía, ya que se ve claramente que
van en contra de lo que dice el principio de legalidad, Ningún habitante de la
Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del
proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces
designados por la ley antes del hecho de la causa.
Este individuo no estaba cometiendo ningún delito, solo circulaba con su
vehiculó. Por lo tanto los policías no tenían derecho de juzgarlo por razones
que no estaban claras “porque era sospechoso”, en este caso los policías lo
detuvieron aplicando su poder punitivo en forma ilegítima e ilegal, no tenían
ninguna orden para detener a este individuo. De esta manera vemos como se
aplica el principio de legalidad en este caso, ya que el tribunal federal oral
determino anula el procedimiento que dio inicio a las acusaciones.
La conclusión es que el juzgado no puede valorar las interpretaciones
policiales, ni pueden deducir que este individuo tenía una “actitud criminal”.
Por lo tanto, como violaron el Principio de Legalidad, “ACTUANDO SIN
FUNDAMENTOS, ALLANANDO LA PRIVACIDAD DE EL INDIVIDUO, SIN UN
JUSTIFICATIVO CLARO,
“SOLO PORQUE ERA UN VEHICULO SOSPECHOSO”. El tribunal oral federal
determino anular el procedimiento que dio inicio a las acusaciones.

Propuesta/ comentario a los derechos en la cotidianeidad del grupo

Hoy en día vemos que muchos de los artículos de la Constitución nacional, no


se cumplen. En principio de legalidad (art 18), no es la excepción. Este
principio es muy importante ya que ninguna persona puede ser penada, sin un
juicio previo. Vemos que muchas veces esto no se cumple, lo vemos muy de
cerca cuando las fuerzas policiales abusan de su poder. Los policías varias
veces detienen a personas en la calle, solo juzgando su apariencia, si ven a
una persona caminando por la calle con ropa casual, tal vez es un trabajador o
un estudiante, sin motivos les piden su documentación o quieren revisar sus
mochilas sin ninguna orden escrita por juez, ni nada por el estilo. Esto está mal,
porque si te niegas a lo que te pide la policía, te detienen por resistirte a la
autoridad. Entonces vemos que no se cumple todo lo que dice nuestra
constitución nacional y que las personas que tendrían que hacer que se
cumplan son los que la violan aún más.
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