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ALUMNA:
• MORE CRUZ, XIMENA
En La guerra del fin del mundo , en efecto, Mario Vargas Llosa retoma el aliento creador
que había menguado tras el primer ciclo de su obra –constituido por La ciudad y los
perros , La casa verde y Conversación en La Catedral - y logra concretar su ambición de
escribir una novela total3. En realidad, casi desde los inicios de su carrera literaria había
comenzado a perseguir este caro ideal, pero tuvo que transcurrir unos años de aprendizaje
hasta alcanzar la madurez literaria para afrontar tan descomunal desafío. En este texto el
novelista recuerda un día impreciso, entre los años 1953 o 1954, en que descubrió el
Tirant lo Blanc, una de las más importantes novelas de caballería. La
literatura, además, había azuzado su espíritu crítico, por lo que cuando su profesor de
Literatura Española del Siglo de Oro lanzó una diatriba contra las novelas de caballería, lo
primero que hizo al salir de clases fue dirigirse a la biblioteca a leerlas por su cuenta y
riesgo4.
En los amarillentos infolios de estas obras descubrió «esa vocación proliferante y deicida
de la novela, su irresistible propensión a crecer y multiplicarse, enfrentando al mundo, a la
vida, a la historia una réplica de imaginación y de palabras que los imita a la vez que los
niega, que desafía a Dios, rehaciendo –corrigiendo, mejorando o empeorando-la realidad
que creó» . Mientras leía las novelas de caballería en los húmedos y grises recintos de la
biblioteca de San Marcos, y más adelante en la Universidad Complutense de
Madrid, concibió la idea de escribir una novela total. La trilogía de novelas de su primer
ciclo narrativo, que lo habían catapultado a la primera línea del denominado boom de la
literatura latinoamericana, ya contenía el embrión del deicida, pero no es sino con la
novela sobre Canudos que se convirtió en un verdadero deicida. Durante el conversatorio
que sostuvo con Gabriel García Márquez en la Universidad Nacional de Ingeniería, en
setiembre de 1967, Vargas Llosa aludió públicamente, por primera vez, a la expresión
novela total cuando se refirió a Cien años de soledad, a la que calificó como una novela
total porque es una de «esas creaciones demencialmente ambiciosas que compiten con la
realidad real de igual a igual, enfrentándole una imagen de una vitalidad, vastedad y
complejidad cualitativamente equivalentes. »
También utiliza la técnica de los diálogos telescópicos, que había llevado hasta su tour de
force en Conversación en La Catedral donde logró yuxtaponer diecisiete conversaciones
que discurren paralelas entre diferentes interlocutores y en diversos planos temporales y
espaciales. Esta técnica la utiliza solo en las vísperas del cataclismo final de Canudos
cuando Jurema, el Enano y Vilanova, agazapados en una trinchera, conversan durante su
huida del ataque final del ejército republicano. Cuando oyó la Terrible y Ejemplar Historia
de Roberto el Diablo. Nació por un milagro, si se llaman también milagros los del Diablo.
Ella había hecho pacto para que Roberto pudiera nacer. ¿Lloró? - oyó, como venida del
otro mundo, la voz que tanto conocía, esa voz siempre asustada, y a la vez
curiosa, chismosa, entrometida-.
La guerra del fin del mundo es una obra sui géneris en la bibliografía literaria Vargas
llosiana por otra razón de fondo. Es una novela en la que, apelando a la antigua y
recurrente práctica del remake en la historia de la literatura, Vargas Llosa reutiliza el tema
histórico de la matanza de Canudos, que era el leit motiv de Los Sertones de Euclides da
Cunha, ocurrida entre los años 1896 - 1897, y por vez primera escribe sobre una realidad
extraña a su propia experiencia personal y sobre sucesos de los que sólo tenía referencias
librescas. Resulta innegable que el detonante del proceso de creación de LGFM fue la
obra de da Cunha, la que además se convirtió en fuente principal de buena parte de los
personajes, así como de varios episodios y de la trama general de la novela. La fértil
imaginación creadora del novelista, sin embargo, transmutó en ficción lo que en la obra de
da Cunha aparece como informaciones escuetas, exposiciones teóricas o digresiones
testimoniales.
LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO: UN TEMA EN BUSCA DE SU AUTOR
Yo descubrí la historia de Canudos, más o menos, en la época del caso Padilla que, para
mí fueron años de crisis ideológica, política y de muchas incertidumbres que tenía y que
realmente hicieron aguas y empecé a dudar y a poner en tela de juicio muchas cosas en
las que había creído. La guerra del fin del mundo tuvo, en efecto, un origen azaroso y
demuestra con creces que Vargas Llosa no se equivoca cuando afirma en diversas
ocasiones que no es el autor el que elige los temas, sino que estos eligen a aquel. El
proyecto cinematográfico se frustró, pero la historia de Canudos sobrevivió en la mente de
Vargas Llosa que encontró en ese suceso histórico una alegoría de los males de nuestro
tiempo.
Este año Vargas Llosa dictó un curso sobre literatura latinoamericana en la Universidad de
Columbia, en el que estaba incluido Los Sertones. «Sus apuntes de lectura sobre este
clásico brasileño pueden ser leídos como un vínculo entre los guiones y La guerra del fin
del mundo. Cunha, elige un enfoque similar a su propio tratamiento literario de la guerra en
su novela. » Vargas Llosa creó además un personaje sin identidad propia al que se le
conoce como el periodista miope, basado en la biografía de Euclides da Cunha.
Para lograr fusionar estas historias hizo algunos importantes cambios al esquema del
guion cinematográfico, por ejemplo, a partir de Epaminondas creó al Barón de
Cañabrava, una suerte de alter ego del propio Vargas Llosa el que en una larga
conversación con el periodista miope hace una serie de reflexiones sobre la historia de
Canudos que parecen ser las del propio autor. En los ocho años que duró el proceso de
investigación y redacción desde 1972 en que concibió el primer guion cinematográfico y
1980 cuando se publicó la novela, Vargas Llosa indagó en muchas fuentes de información
como la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y la de Inglaterra, donde obtuvo
materiales invalorables como ediciones del periódico «El jacobino», que le proporcionaron
información relevante sobre la historia y el folclore. Tanto como a Euclides, mi libro debe
mucho a todos los que se han ocupado del tema de Canudos y a los sertaneros bahianos
a quienes visité, con mi amigo Renato Ferraz, y cuyas leyendas, anécdotas y fantasías
inagotables sobre el tema del Conselheiro me fueron de una inmensa ayuda. Decenas de
libros, arduas búsquedas en archivos, laborioso trabajo de campo, una fatigosa escritura y
reescritura, así como la capacidad de reconstruir discursos y enunciados lingüísticos que
dotan de verosimilitud a sus personajes fueron los ingredientes necesarios para elaborar
una novela total que funciona como una alegoría contemporánea sobre los estragos que
producen los fanatismos de diversa índole en la historia.
La crisis ideológica personal que vivió Vargas Llosa se desarrolló y resolvió en medio de
lecturas y relecturas que lo llevaron a desilusionarse paulatinamente de Jean Paul Sartre y
adherirse a Albert Camus, dos intelectuales que protagonizaron una ardua polémica en
Francia en la década de los años cuarenta y cincuenta y cuyos ecos aún retumbaban
varias décadas después en la escena intelectual latinoamericana. El primero de ellos había
ejercido una influencia crucial en su formación política juvenil, al punto que lo hizo
adherirse a la tesis de la literatura comprometida. «Las palabras son actos», había
sostenido Sartre en ¿Qué es la literatura? y esta aseveración insufló de seguridad y fe a
un joven en un medio adverso a la vocación literaria. «Ambas reflejan el malestar
existencial, el cuestionamiento moral de los actos humanos y la presentación de
situaciones cuyos conflictos subrayan las ambiguas relaciones entre la libertad individual y
la responsabilidad social», sostiene José Miguel Oviedo en su ensayo Vargas Llosa entre
Sartre y Camus.
El cuaderno de bitácora de esta polémica interior que vivió Vargas Llosa está en sus
propios textos, primero en la recopilación Entre Sartre y Camus y luego en Contra viento y
marea . La gota que rebasó el vaso fue una polémica declaración brindada por el autor de
El ser y la nada, quien sostuvo que puesto en la disyuntiva entre escribir y servir a su
sociedad cumpliendo un papel político, debería renunciar a la literatura y sencillamente
dejar de escribir. Vargas Llosa retrucó como si lo hubieran zaherido personalmente
defendiendo los fueros de la creación literaria. «Tarde o temprano, la concepción de la
literatura de Vargas Llosa iba a colisionar frontalmente con el rol que el socialismo
realmente existente le asignaba como vehículo de adoctrinamiento o de formación de
conciencias para favorecer a la causa revolucionaria.
El escritor debería someterse a los ucases del régimen socialista de turno, lo que resultaba
inconcebible a Vargas Llosa que concebía a la literatura como subversiva del orden
establecido.
La razón de ser de la literatura es la protesta, la contradicción y la crítica. El año 1974, un
hecho agudizó aún más su alejamiento de las posiciones de Sartre y lo acercó
definitivamente al influjo de Albert Camus. « La lectura de El hombre rebelde le produjo
una suerte de revelación, de la que dejó testimonio en el ensayo »Camus y la moral de los
límites«, fechado en Lima en mayo de 1975.» releí El hombre rebelde que había leído de
joven sin mucho entusiasmo. Además, fue encontrar formulada toda una preocupación que
estaba en mí de una manera muy confusa, y que los ensayos de Camus me ayudaron
extraordinariamente a precisar, a aclarar mis ideas.
Él nos ha recordado, puesto que lo teníamos olvidado, que la política disociada de la moral
puede convertirse en hecatombe para una sociedad o para un país. «En el texto de Camus
se plantea como tema central el sentido que la historia, la política y la ideología tienen en
el mundo moderno. » A Vargas Llosa lo asediaban por entonces cuestiones referidas a si
es posible concebir un pensamiento político que libere al hombre de los condicionamientos
históricos, si podemos escapar de los dogmas ideológicos y aceptar que la política no es
todo, si hay algo más allá de sus marcos que nos haga más humanos. Camus rechazaba
por igual cualquier forma de dogmatismo y fanatismo y sostenía que el mundo sería
mejor, más justo y menos horrible si la vida política estuviese regida por el principio de que
la fe del adversario es tan respetable como la de uno mismo.
« Eso es lo que llama »la moral de los límites« que consiste en »admitir que el adversario
puede tener razón, en dejarlo que se exprese y en aceptar reflexionar sobre sus
argumentos .
Juicios críticos similares han sido vertidos por otros exegetas de su obra quienes, a pesar
de las divergencias ideológicas y políticas sostenidas con Mario Vargas Llosa, han
reconocido el valor literario de esta novela. No obstante, este consenso, en el ámbito de la
crítica literaria en lengua española no abunda la bibliografía sobre la polifonía en La guerra
del fin del mundo. Desde la publicación de esta novela en 1981, podría afirmarse que, en
general, no ha concitado la masiva atención de la crítica literaria como sí ha ocurrido con
otros libros de su prolífica obra literaria. Los escasos trabajos de investigación han
abordado esta obra desde otros enfoques .
Por consiguiente, voy a representar el tema de la obra “Una nóvela Polifónica” a través
de un mapa mental sobre los puntos más relevantes y específicos que me han ayudado
a comprender mejor el tema de una manera clara y precisa sobre este interesante y
entretenido libro de las paginas dadas por mi docente.