Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
EL LUGAR DE LA TEOLOGÍA
Y LOS LUGARES TEOLÓGICOS
No es de poca importancia constatar que Dios ha dado a la revelación
la forma de historia en vez de adoptar la síntesis filosófica [...].
Nuestro siglo, con su gusto quizá excesivo por los estudios históricos,
conducirá a una constatación de la transcendencia del hecho divino
(M. J. Lagrange, L'Ecriture en Eglise. Choix de portraits et
d'exégése spirituelle [1820-1937], París 1990, 113).
Yo, por mi parte, me estoy sentado día tras día delante del yunque
de mi cátedra, manejando sin interrupción el pesado martillo de mis clases
(I. Kant, Carta a Lindner, octubre 1759,
en E. Cassirer, Kant. Vida y doctrina, México 1948, 56).
1. El lugar de las cosas y de los hombres. Emplazamiento y misión
1. «Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el cielo» (Eclesiastés 3, 1).
2. Aristóteles, Metafísica 5, 7 1017a 10-26, ed. trilingüe de V. García Yebra, Madrid
1982, 242-244; Categorías 4, 1; Tópicos 1, 9, 1; Analíticos Posteriores 1, 22, 83a 21b 15.
238 El lugar de la teología y los lugares teológicos
Lugar como emplazamiento y como misión 239
de Dios, para creer en ella, para revivirla en nuestra existencia y para pen-
personal desde las cuales es posible ser teólogo; finalmente discernir qué
sarla transmitiéndola a los demás. Consiguientemente desde ahí hay que es-
lugares eclesiales y sociales ofrecen mayores y mejores garantías para que
clarecer y deducir cuál es el que hemos llamado lugar interno del teólogo:
sea oída la revelación de Dios, surja la fe y una y otra se elaboren intelec-
su actitud personal y su forma permanente de corresponder a lo que tal mi-
tualmente en una reflexión coherente y significativa para quienes la oyen e
sión exige, a la luz de su origen y de sus fines.
iluminadora de lo que la experiencia histórica de cada generación ofrece
Después de haber acentuado la importancia problemática derivada del
como alimento de la imaginación e inteligencia, voluntad y esperanza. Por
lugar universitario K. Barth, bajo el titulo preciso «lugar de la teología»
ello, nos preguntamos cuáles han sido los emplazamientos, instituciones,
enumera lo que él considera fundamentos sobre los que la teología se apo-
escuelas de ciencia o de vida, a partir de las cuales ha nacido ese saber so-
ya, las fuentes de las que nace, el ámbito de respiración en el que debe vi-
bre Dios a lo largo de la historia del cristianismo. En capítulos ulteriores
vir y ejercitarse. Son los cuatro siguientes:
nos preguntaremos dónde están y dónde moran los grandes teólogos con-
1. La Palabra. Por ella entiende la revelación histórica de Dios tal como
temporáneos, intentando tipificar las formas de la teología actual a partir de
ella se ha sedimentado en la Biblia, ha sido oída y obedecida por los cre-
los «lugares» materiales y espirituales en que dichos teólogos viven.
yentes a lo largo de la historia.
Tal reflexión a su vez está motivada por el deseo de acoger lo que una ex-
2. Los testigos. Los que han oído, creído, obedecido y amado a Cristo,
periencia cultural ha ofrecido a la teología, que va desde los clásicos del
convirtiendo su existencia en un seguimiento e imitación por recreación de
pensamiento moderno (Descartes, Pascal, Kant, Leibniz, Hegel, Feuerbach,
su «figura» en el mundo.
Marx y Nietzsche) hasta los análisis recientes de la sociología del conoci-
3. La comunidad. Más allá de cada individuo, los creyentes se han senti-
miento, y finalmente las propias experiencias de la teología naciente en los
do llamados por Dios a congregarse para la confesión y la proclamación de la
países del tercer mundo, donde se quiere pensar el evangelio, no sólo en
fe, para la celebración de la cena del Señor y el testimonio ante el mundo.
continuidad con las categorías científicas propias de Occidente, sino sobre
4. El Espíritu. Con esta palabra no se refiere ni al pneúma griego, ni al
todo en diálogo y en continuidad crítica con las situaciones de injusticia,
spiritus latino ni menos al Geist alemán sino al Espíritu Santo que es el que
hambre y muerte, a fin de que el evangelio aparezca como palabra de liber-
alienta en nuestros corazones, nos da que pensar, que orar y sobre todo nos
tad en esa situación de esclavitud y como promesa de redención en un mun-
adentra en Cristo como nuestra justificación, reconciliación y filiación.
do de perdición. Finalmente nos preguntamos en qué sentido la ciudad es un
Allí donde no están presentes esas cuatro realidades no hay lugar para la
nuevo lugar para la teología, y por qué la ciudadanía es también una respon-
teología: faltan sus condiciones de posibilidad, las fuentes de las que mana
sabilidad del teólogo, para discernir así cuál debe ser la aportación especí-
su agua viva. Sin ellas lo que surgiría sería resultado de la genialidad o fan-
fica, que él debe a la común ciudadanía, emitiendo juicio y dando consejo9.
tasía subjetivas del teólogo particular que la elaborase pero no tendríamos
garantía de que estuviéramos en contacto con la realidad-revelación divina Barth ha precisado así lo que entendemos aquí por «lugar interno de la
que ubérrimamente ha elegido los cauces para comunicarse a los hombres, teología»:
dándose y sustrayéndose a la vez en una entrega incondicional, pero nunca Bajo el término «lugar» se entiende aquí sencillamente la necesaria posición
quedando a merced de la violencia o arbitrariedad de los hombres8. que en el punto de partida le es conferida desde dentro a la teología, a partir de
la cual tiene que avanzar en cada una de sus disciplinas, bíblicas, históricas, sis-
temáticas, prácticas; la ley según la cual ella tiene que entrar siempre en funcio-
nes; expresado en términos militares, el puesto que tiene que ocupar el teólogo,
4. El lugar y los lugares de la teología
independientemente de que a él mismo o a sus congéneres les agrade o desa-
grade; y que, si no quiere caer inmediatamente bajo arresto, tiene que ocupar a
Consiguientemente preguntar por el lugar de la teología es preguntar toda costa, sea éste la universidad o sea también una catacumba cualquiera10.
qué es y para qué es la teología; indagar la forma de existencia y la calidad
9. «Simpliciter quidem civis est qui potest agere ea quae sunt civiurn: puta daré consi-
8. Cf. E. Jüngel, Der Ort der Theologie, en Id., Entschprechungen: Gott-Wahrheit- Hum vel iudicium in populo» (Tomás de Aquino, STh I-II, q. 105, a. 3, ad 2). Cf. Aristóteles,
Mensch. Theologische Erorterungen, München 1986, 15-17. Política III, 3, 2 («¿Qué es lo que constituye al ciudadano?»).
10. K. Barth, Introducción a la teología evangélica, 34.
244 El lugar de la teología y los lugares teológicos Matriz de la teología 245
A la luz de su historia tres han sido los lugares privilegiados en los que 5. Matriz de nacimiento de la teología
institucionalmente la teología ha nacido y se ha ejercitado. El primero ha
sido la liturgia, el templo y el monasterio para mejor acoger, asimilar y ¿Cuál es el lugar originario de la teología? La teología existe germinal-
pensar las realidades salvíficas, que se celebran, de las que se vive y a las mente allí donde la palabra de Dios dirigida al hombre es correspondida
que se ama. En este contexto se pretende entender más para mejor amar. por él; allí donde el hombre dirige su palabra a Dios en oración, piensa
Recuérdese el Proslogion, el Monologion, el Cur Deus homo y las Oratio- desde él y sobre él, para luego ver todo el resto de la realidad en la luz de
nes de san Anselmo. La adhesión creyente, la celebración y vivencia de la esa palabra divina asumida en la reflexión humana. Donde hay una pre-
realidad creída desencadenan la luz y la intelección".
gunta, un anhelo, un silencio meditativo o una espera amorosa de Dios por
El segundo lugar privilegiado ha sido la universidad, en la que la razón parte del hombre, allí hay un embarazo teológico. Donde como resultado
teológica acredita su fundamento, su razonabilidad y la forma en que da de la pregunta, esperanza activa o pasiva y meditativo silencio en aguardo,
cuenta de la existencia humana en niveles en los que otras ciencias quizá no
el hombre ha oído y correspondido a la revelación de Dios intentando es-
reparan o incluso desprecian positivamente. En esos marcos la fe ha acep-
clarecer o situar al menos, su propia pregunta y a la vez la realidad de Dios,
tado el desafío de otras ciencias y a su vez ella ha lanzado el suyo al culti-
allí ha aparecido a la luz la teología. Su remoto origen es por tanto la pala-
var una razón que es espíritu y pneuma, que vive de la memoria y de la es-
bra de Dios dirigida al hombre y conjugada con la palabra del hombre so-
peranza, que se abre a la escatología y no se cierra en el tiempo, que recoge
bre el Dios posible, deseable y deseado. En realidad, más que teología en
explícitamente esos anhelos profundos que otras ciencias no saben cómo
el sentido estricto, este deseo y búsqueda son respecto de ella pura mate-
integrar, aun cuando lo sospechen. En su cercanía están lo que la filosofía
llamó: «Die Sehnsucht nach del Ewigen» (Fíchte), «la sed metafísica de lo ria todavía, lo que el barro es respecto de la vasija, que para llegar a la
esencialmente otro» (A. Machado), la «Nostalgia del Absoluto» (Steiner), existencia necesita todavía el aliento y la idea que con la forma le confe-
«Die Sehnsucht nach dem ganz Anderem» (Horkheimer). rirá el alfarero.
El tercer lugar es la plaza pública, es decir los lugares donde se agitan La teología surge siempre allí donde la palabra previa de Dios dirigida
las cuestiones que preocupan a toda la sociedad, sean de naturaleza filosó- al hombre, hablándole a éste, habla indirectamente de sí mismo, y a la que
fica, religiosa o política. En el Areópago, Pablo intentó discutir con los ate- el hombre responde y repiensa. Si teología es el logos del Theós, lo es por-
nienses; hoy el teólogo lo hará en el periódico, la revista, la radío y la tele- que esa palabra, razón y sentido propios de Dios, antes que del hombre es
visión, por medio de los cuales la vida moderna se da razón pública a sí sobre Dios; tiene por tanto a Dios como objeto porque previamente le ha te-
misma de sus proyectos. nido como sujeto. Los hombres podemos hablar de Dios como objeto (=
Una teología cristiana no puede prescindir de ninguno de esos tres ám- sujeto personal) porque previamente él ha hablado de sí mismo por sus
bitos de realización, primero porque son el fondo en el que se gesta la pro- obras en el orden de la naturaleza y de la gracia; y en este sentido, antes que
pia vida del teólogo, donde se instaura coherencia con la complejidad de la objeto, es sujeto de la teología13. Los hombres hemos comenzado a pensar
existencia y finalmente porque son los tres ámbitos fundamentales en los sobre Dios porque previamente él nos ha pensado a nosotros. Ese pensa-
que ella debe cumplir su misión de anuncio y testimonio, de acreditación y miento creador suyo perdura en nuestra entraña constituyendo el funda-
apología12.
4Traktat: Theologische Erkenntnislehre, Freiburg 1988,242-249, habla del triple «lugar en la
11. Cf. M. Corbin, Piére et raison de lafoi. Introduction á l 'ouvre de S. Anselme de Can- vida» (Sitz im Leben), en el sentido de la tarea o de la misión que la teología tiene que cum-
terbéry, Paris 1992. plir: como reflexión sobre la predicación de la fe, la liturgia repensada y su carácter pastoral.
12. O. González de Cardedal, El templo, la academia y la plaza pública: los tres inter- 13. Tomás de Aquino utiliza esta terminología: «Utrum Deus sit subjectum huius scien-
locutores del teólogo: Iglesia Viva 132 (1987) 488-492. Los autores enfocan esta cuestión de tiae» (STh I, q. 1, a. 7). Afirma que en la teología todo se trata por relación a Dios, bien en
manera distinta. Así por ejemplo D. Tracy, The Analogical Imagination. Christian Theology cuanto principio bien en cuanto fin; que los principios de esta ciencia son la revelación de
and the Culture ofPluralism, New York 1981, 93-96, habla de los tres «públicos» o destina- Dios en cuanto está contenida en los artículos de la fe. Y concluye: «Licet de Deo non possi-
tarios de la teología: sociedad, academia, Iglesia. Otros, en cambio, prefieren hablar de las mus scire quid est, utimur tamen eius effectu, in hac doctrina, vel naturae vel gratiae, loco de-
tres misiones o servicios fundamentales. Así W. Kasper, Die Wissenschaftspraxis der Theo- imitionis ad ea quae de Deo in hac doctrina considerantur: sicut et in aliquibus scientiis phi-
logie, en W. Kern - H. J. Pottmeyer - M. Seckler (ed.), Handbuch der Fundamentaltheologie, sophicis demonstratur aliquid de causa per effectum, accipiendo effectum loco definitionis
causae» (ibid., ad 1).
246 El lugar de la teología y los lugares teológicos
Matriz de la teología 247
nuestro origen y nos nacerá el deseo de volver al Padre con la esperanza de sis: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, para que luego él llegue a ser
ser acogidos por su amor indeficiente14. semejante a nosotros» (1, 26). Dios crea un ser erguido, que mira al mun-
Los hombres hemos comenzado a hablar sobre Dios a partir de un habla do en distancia intelectiva y acogedora. Toda la historia colectiva e indivi-
suya previa y suscitadora, que no tiene que ser necesariamente la palabra dual es el tramo necesario para que cada hombre consiga como fruto de es-
exterior. Puede ser también el interior rumor y deseo, el vacío personal y el fuerzo en libertad esa divina semejanza o divinización. El último sentido de
anhelo de plenitud, la conciencia de estar habitados y convocados, de vivir la historia universal es la divinización del hombre, resultante de la huma-
enviados y de necesitar retornar. Las palabras de Dios dirigidas a los hom- nización de Dios.
bres y las faces bajo las que él se nos revela fundan y determinan tanto los San Ireneo abre su obra Adversus haereses con la afirmación siguiente;
modos de palabra que el hombre dirige a Dios en oración como las formas y, tras mostrar que la encarnación se dirige a esta finalidad divinizadora y
en que reflexiona sobre él en teología15. Sólo donde hay revelación de Dios santificadora del hombre, concluye:
al hombre puede éste saber algo personal y no sólo causal de aquél; sólo si
Los ángeles aspiran a contemplar estos misterios, pero no pueden escrutar la
él ha manifestado su nombre puede el hombre nombrarle en la seguridad de sabiduría de Dios, por cuya acción la obra que él había modelado ha sido he-
que no profiere viento en el vacío sino que su palabra llega a la divinidad, a cha conforme y concorporal al Hijo: porque Dios ha querido que su Primogé-
la que tiende como la flecha disparada al blanco. No sabría el hombre na- nito el Verbo descienda a la criatura, es decir, a la obra que él había modelado,
da de Dios, si él no hubiera dejado en el ser del hombre una orientación y y sea captado por él y que la creatura a su vez capte al Logos y ascienda hacia
no le hubiera impreso un fontanal recuerdo, que le hace avanzar hacia una él, superando a los ángeles y llegando a ser imagen y semejanza de Dios17.
meta, seguro de que al conquistarla como patria ha conquistado su verdade-
ro origen, pues el «desde dónde» originante y el «hacia dónde consuma- Fray Luis de León prolonga esta idea de la teología patrística al afirmar
dor» coinciden16. que Dios se refleja en todo lo que hace y todo lo que hace refleja a Dios:
En este sentido podemos decir que toda creación verdaderamente perso- Dios no puede hacer cosa que no le remede, porque en cuanto hace se tiene
nal es, a la vez, revelación del propio sujeto creador; y en la medida en que por dechado a sí mismo; mas aunque esto es así, todavía es muy grande la di-
ferencia de remedarle. Porque en lo natural remedan las creaturas el ser de
14. Cf. E. Gilson, Introduction á l'étude de Saint Augustin, Paris 1982, 138-140, 289- Dios, mas en los bienes de gracia remedan el ser y condición y el estilo y, co-
293; A. Solignac, en DSp X, 91-102; G. Madec, Pour ou contre la «Memoria Dei»: REAug mo si dijésemos, la vivienda y bienandanza suya18.
11 (1965) 89-92, y los estudios del P. L. Cilleruelo citados en O. González, Misterio Trinita-
rio y existencia humana. Estudio histórico-teológico en torno a san Buenaventura, Madrid
1965, 589-598; X. Tilliette, La memoire et l 'Invisible, Genéve 2002. El supremo creador confiere suprema semejanza, libertad y capacidad
15. Cf. las páginas de Guardini en las que analiza las formas fundamentales de la ora-
ción, que son correlativas a la revelación que Dios hace de sí mismo al hombre y del recono-
creadora; y como consecuencia es el que mayor autonomía otorga a sus
cimiento que el hombre hace de esa revelación. Introducción a la vida de oración, trad. J. criaturas, mayor transparencia les deja y, consiguientemente, más capaci-
Manzana, San Sebastián 1964, y trad. A. López Quintas, Madrid 2002, cap. II: «La realidad dad revelante. Ellas son las que mayor necesidad sienten de ser sí mismas y
de Dios y los actos fundamentales de la oración».
16. La epopeya de Ulises en su retorno a ítaca es la suprema parábola de la vida huma- de conocer su origen. Dios no da otra cosa a las creaturas al crearlas que a
na. Nuestra trayectoria es de avance hacia una meta. Pero esa meta es la patria de la que ve- sí mismo; no les sella con otro sello que con su propia identidad; y no les
nimos y en la que alguien nos espera. Por eso el hombre vive tristezas de ausencia y anhelos
de regreso (nostalgia = vóotog, akyoc,: vuelta a la patria, regreso, llegada-dolor, tristeza, pe- confiere otro fin que sí mismo. Y esto no por un egoísmo absoluto sino por
na). Y porque tenemos memoria, que es el conocimiento y amor de Absoluto ínsitos en nues- su originaria generosidad, ya que siendo él la única realidad plena no pue-
tro ser, por eso superamos todos los obstáculos y seguimos avanzando hasta aquel. Esta iden-
tidad entre nuestro fin y nuestro comienzo es una constante tanto en la literatura (Homero) y
de conferir a las creaturas otro fin que les sea plenificador y beatificante
la filosofía (Plotino, Bloch), como en la teología (Cartas pastorales) a propósito de Jesucris-
to, que es nuestra ápxií (principio) y nuestro iiX.og (fin); (Apocalipsis) a propósito de Dios 17. Ireneo, Adversus haeresesN, 36, 3; II, 35, 4; Gn 1, 26.
que es nuestro alpha y omega. 18. Fray Luis de León, Los Nombres de Cristo, en Obras completas castellanas, Madrid
!951,413 (Pimpollo).
248 El lugar de la teología y los lugares teológicos El lugar de la revelación, de la fe y de la teología 249
que Sí mismo. No anhelando conseguir lo que no tiene, sino queriendo co- labra y todo acontecimiento es signo. Los signos tienen que ser reconoci-
municar lo que ya tiene, Dios constituye a los hombres creados en creado- dos y en cuanto tales, seguidos. No se imponen con una evidencia absolu-
res como él y en colaboradores de su obra19. ta; pueden ser considerados como coincidencias del azar; hay que confiar-
se a la orientación que muestran; tienen que ser acogidos y a partir de ahí se
convierten en pautas que hacen de la marcha de la vida un camino hacia
6. El lugar de la revelación, de la fe y de la teología una meta, y le arrancan la mortal inseguridad de quien no sabe si su cami-
nar es avanzar o alejarse, acercarse a la meta o girar lejos de ella.
Creación y revelación tratándose de Dios se incluyen. No hay una ac-
La teología surge a partir de una naturaleza que se comprende como
ción creadora de Dios, que no lleve consigo una capacitación de la creatu-
creación y de una creación que se acoge como revelación. Dentro de ambas
ra para conocerle en una u otra intensidad. Y no hay una revelación de Dios,
el hombre se acoge a sí mismo como lugar de revelación y sujeto de per-
que sea exclusivamente notificación exterior de algo, como hecho o como
cepción que se articulan en pensamiento, palabra y acción. Toda forma de
promesa, sin que sea al mismo tiempo una constitución recreante del suje-
revelación deriva de una libertad personal, que la origina y la envía a otra
to, al que esa palabra de Dios abre una nueva forma de vida y una nueva ex-
libertad personal que la acoge. Y cuando dos libertades se encuentran, re-
periencia de su propia condición. Toda la naturaleza, que no existe sino co-
conociéndose en cuanto tales la una a la otra, no existen más posibilidades
mo creación, es ontológicamente revelante. Esto significa que no sólo un
que la aceptación en crédito y consentimiento o el rechazo en la descon-
aspecto de ella o su repercusión sobre la vida humana sino toda ella, por el
fianza y en la desestimación. Si esto es ya válido de toda relación verdade-
solo hecho de existir y de estarle dada al hombre, es epifánica, le transmi-
ramente digna de los seres personales y libres, ¡cuánto más vale para Dios,
te noticia de otro orden de realidad que se le escapa a la vez que se le pre-
cuyo misterio escapa absolutamente a la comprehensión del hombre y no
senta, afirma y llama20. Toda naturaleza es creación; toda realidad espa-
sólo a sus sentidos!
Dado que la relación de Dios con el hombre no es fruto de una necesi-
19. «Communicatio bonitatis non est ultimus finis sed ípsa bonitas ex cuius amore est
quod Deus eam communicare vult. Non enim agit propter suam bonitatem quasi appetens dad ontológica, de una indigencia moral o de una violencia física sino de un
quod non habet, sed quasi volens communicare quod habet. Quia agit non ex appetitu finis amor originario que es personal comunicación en la afirmación de lo otro y
sed amore finis» (Tomás de Aquino, De Potentia, q. 3, a. 15, ad 14). «Prima causa ex eminen-
tia bonitatis suae rebus alus confert non solum quod sint sed etiam quod causae sint» {De Ve- de los otros, la relación correspondiente del hombre para con Dios no pue-
níate XI, 1, Resp). Agustín de Hipona, La Ciudad de Dios VII, 30 («Esto es lo que hace en de ser otra que la equivalente: el consentimiento en amor agradecido, la de-
realidad y gobierna el único Dios verdadero, pero a la manera de Dios; esto es, estando en to-
das partes, sin estar reducido a un lugar, ni atado por vínculo alguno, ni dividido en partes, en volución personal en acción de gracias, la correspondencia activa creando
todo inmutable, llenando el cielo y la tierra de su presencia poderosa, no con naturaleza in- gracia en el mundo. A tal actitud la llamamos fe. Ella es, por consiguiente,
digente. De tal manera gobierna cuanto creó que a cada cosa le deja el timón de sus propios
movimientos. Y aunque nada pueden ser sin él, no se confunden con él mismo»); L. Geiger,
el lugar concreto donde Dios y el hombre se encuentran; donde la revela-
La Participation dans la philosophie de Saint Thomas, Paris 1942; L. Artola, La participación ción de aquél llega hasta la existencia personal de éste. Las distintas formas
en la teología de santo Tomás, Madrid 1965; E. Gilson, El Espíritu de la filosofía medieval, e intensidades de la revelación determinan las distintas formas de la fe del
Buenos Aires 1952, 137-156 («La gloria de Dios»),
20. El creacionismo y el panteísmo han estado cercanos y han sentido la tentación de
hombre, ya que la respuesta viene determinada por la llamada. Pero la es-
identificarse. Sin embargo los separa un abismo. Desde Plotino a Fichte y Schelling, el hom- tructura fundamental es válida para todas ellas: en todas se trata de una
bre y el ser aparecen como «der verborgene Gott» (Schelling), como «das Ewige in uns». abertura de Dios en gratuidad sólo recibible en la correspondiente abertura
Fichte llega a decir que sólo Dios existe y fuera de él no hay nada («Gott alleín ist und aus-
ser ihm nichts»), y del hombre añade que nada es desde sí mismo y que es esencialmente de la libertad del hombre que responde. Y si Dios no puede ser conocido
«Dasein und Offenbarung Gottes», afirmando que su libertad se alberga en la libertad de por el hombre en su condición divina, es decir, no sólo como causa ontoló-
Dios. Por ello: «Leben im Gott ist frei sein in ihm». «La plus noble partie de l'Univers, com-
posée d'antant de petits Dieux sous ce grand Dieu. Car on peut diré que les esprit crees ne dif- gica, bien participado o fin último, sino como él es en sí mismo, podríamos
ferent de Dieu que de plus á moins, du fini a l'infini» (G. W. Leibniz a A. Arnauld, Carta
sept.-oct. 1687). El neoplatonismo y el idealismo han ejercido siempre una profunda fascina- cita los seres sino su libertad y amor, más allá de todo vacío, indigencia o necesidad para lle-
ción sobre los cristianos, porque desvelan la profunda connaturalidad del hombre con Dios. gar él a ser sí mismo en plenitud. En este sentido el misterio trinitario es la garantía de la per-
Ahora bien, el cristianismo escinde la realidad entre creador y criatura, mediante esta afirma-
sonalidad de Dios y de la no-necesidad de todo lo creado, para que él sea personal, ya que en
ción radical: no es la necesaria comunicación ontológica de la naturaleza divina la que sus-
sí mismo es relación, comunicación y alteridad.
250 El lugar de la teología y los lugares teológicos
El lugar de la revelación, de la fe y de la teología 251
25.' Jn 3, 34 («Porque aquél a quien Dios ha enviado habla palabras de Dios, pues Dios 29. Cf. Rom 9, 28. «Verbum autem abbreviatum fecit Dominus super terram ut propter
no le da el Espíritu con medida»). scientiam salutis et vitae iam transalpinare non oporteat aut maria transmeare» (Pierre de
26. Cf. E. Gutwenger, Bewusstsein und Wissen Christi, Innsbruck 1960; H. Riedlinger, Blois, Epístola 140, PL 207,416). «Sicut enim in arca in cubito consumata est (Gn 6,16) sic
Geschichtlichkeit und Vollendung des Wissens Christi, Herder 1966; K. Rahner, Ponderacio- omnia verba Scripturae in hoc Verbo abbreviata nato scilicet, passo, sepulto et resuscitato,
nes dogmáticas sobre el saber de Cristo y su conciencia de sí mismo, en Escritos de Teología, Propter quod Isaiae décimo: 'Consummationem et abbreviationem faciet Deus exercituum in
Madrid 1964, 221-246; Id., Curso fundamental sobre la fe. Introducción al concepto de cris- medio omnis terrae'» (Buenaventura de Bagnoregio, In Ev. Luc. 24, 33).
tianismo, Barcelona 1979; H. Urs von Balthasar, Teodramática Ill-iy Madrid 1993-1994; H. 30. Esta es la raíz última de la importancia y significación esencial de María en el cris-
Schürmann, ¿ Cómo entendió y vivió Jesús su muerte? Reflexiones exegéticas y panorámica, tianismo y de la necesidad de la mariología, porque la encarnación es realidad personal y bio-
Salamanca 1982; Id., Gottes Reich-Jesu Geschick, Freiburg 1983; Comisión teológica inter- lógica, no apariencia (docetismo). Así aparece también la conexión irrompible entre Israel,
nacional, La conciencia que Jesús tenía de sí mismo y de su misión (1985), en Documentos de María e Iglesia, que son las originarias y permanentes mediaciones del Verbo hacia las nacio-
la CTI1969-1996, Madrid 1998, 277-392. nes. María es el lazo personal que une Israel con la Iglesia y a la Iglesia con Israel y con el
27. Cf. G. W. H. Lampe, A Patristic Greek Lexicón, Oxford 1962, 2, 528. resto de la humanidad. Ella es a su vez el exponente y maternal ejemplar del teólogo. Prime-
ro
28. H. Urs von Balthasar, El lugar de la teología, en Verbum Caro. Ensayos teológicos I, porque consintió y respondió afirmativamente al anuncio del Verbo, engendrándole en su
Madrid 1964, 193-207, cit. en 193. seno por la acción del Espíritu Santo, y poniéndose al servicio de su misión mesiánica. Se-
gundo, porque recogía todas las palabras de Jesús y las pesaba-ponderaba en su corazón (Le
254 El lugar de la teología)' los lugares teológicos
Lugar del Dios manifiesto: lugar de la teología 255