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Santiago 1:13 – 15

Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque


13 

Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;   14  sino que cada uno es
tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.   15  Entonces la
concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado,
siendo consumado, da a luz la muerte.

Hoy quiero hablarte sobre:

¿CÓMO VENCER LA TENTACIÓN?


Cuando hablamos de tentación pensamos en pecado y la mayoría piensa que la
tentación es pecado.
La biblia no enseña que La tentación no es pecado. JESUS FUE TENTADO EN
TODO, PERO NO PECÓ. Porque el pecado es ceder a la tentación y a Satanás le
gusta condenar a los cristianos aun cuando no hayan pecado. Le gusta hacer que
se sientan culpables al haber sido tentados por algún pecado.
En el diccionario español la palabra tentación: es una prueba de la capacidad de
las personas de escoger el bien en lugar del mal.
Es un fuerte deseo por un placer inmediato que nos va a causar daño.
Es un pensamiento que llega en nuestra mente y despierta en nosotros y genera
en nosotros un sentimiento.

¿De dónde viene las tentaciones?


Viene de satanás, lo podemos ver en la biblia con Adán y Eva. El enemigo
siempre te va a decir que no está mal, nadie se va dar cuenta, después lo paga o
después lo arregla.
Las tentaciones también vienen de Concupiscencia que Santiago usa en griego es
femenina y se traduce literalmente como “un deseo profundo; un antojo carnal”
que concibe el pecado. Así que lo que dice Santiago es lo siguiente: El pecado no
comienza con tus tentaciones. El pecado surge de tus deseos desordenados, y
así, cuando comienzas a desear esas cosas desordenadas que vienen de tu
corazón, llegarás a la destrucción espiritual. Al ser atraído y responder a estos
deseos que ya viven en tu corazón, el pecado llega a ser concebido y llegas a
pecar contra el infinito y grandioso Dios.
 
La batalla más grande contra el pecado no es la tentación; ¡son nuestros
deseos! Por tanto, la pregunta que debemos hacer no es: “¿Cuál es la tentación
que debo enfrentar hoy?”, sino que cada mañana debemos hacer la pregunta:
“¿Cuál es el deseo desordenado que debo cambiar hoy?”.
Ese Deseo puede ser:
Cuando sabemos que tenemos una prescripción médica sobre nuestra
alimentación diaria y sabemos que no podemos comer un delicioso helado, un
pastel, comidas rápidas en vez de una ahuyama cocida, pan blanco en vez de
comer un pan integral. De hecho, personas comen de todo en diciembre por no
controlar sus impulsos y dicen en enero empiezo mi dieta y no pasa nada. Eso es
pecado.
Cuando pensamos que nuestro esposo es infiel en todo momento y los malos
pensamientos llegan a tu mente y la imaginación, manifestándolo con la cantaleta
y los celos. Cuando tienes deseos sexuales y recurre a la pornografía y la
masturbación para poder sentir tranquilidad, cuando explotamos con ira, rabia y
mal trato para aquellas personas que nos cae mal y nos fastidia todo lo que haga,
cuando a las mujeres se les presenta aquel compañero de trabajo y empieza a
decirnos cosas bonitas que nuestro esposo no lo hace y empieza la risa y ser
permisivos con otras personas, cuando ven a una mujer bonita con un cuerpazo y
nos sonríe y manifestando su gusto por ti y decides no desaprovechar la
oportunidad, adictos a la droga al alcohol……
Dios permite la tentación por una razón 
En este punto tal vez estás pensando en Mateo 6:13 donde Jesús nos enseña a
orar diciendo: “Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal”. Bien, hay que
entender que aquí la palabra “tentación” es como una prueba. Dios sí permite que
sus hijos e hijas entren en pruebas, pero nunca nos trae tentaciones como lo
vimos en el texto de Santiago 1. Permitir que entremos a la tentación es diferente
a traer la tentación para torturarnos espiritualmente. Incluso, lo importante es
entender que cuando Dios permite que Sus hijos e hijas entren a estas pruebas,
siempre provee un escape a esa tentación que enfrentamos. 1 Corintios 10:13
dice: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y
fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que
podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin
de que podáis resistirla”.

Entonces, Dios, en su infinito amor, ¿por qué permite que caigamos en estas


pruebas y en las tentaciones que el enemigo nos trae? Porque en medio de esa
tentación que Dios permite que nosotros enfrentemos, Él siempre nos muestra un
escape. Porque en medio de esa tentación que intentamos resistir —y que no
pensamos poder soportar— Dios es tan amoroso para rescatarnos de esa prueba
específica, que nos muestra que sí podemos depender en Él. 

Si llegamos a ver esta verdad, empezaremos a depender más en Él y así,


resultará en el crecimiento de nuestra fe. En otras palabras, al entender que Él es
amoroso, bueno y fiel en rescatarnos y salvarnos de nuestras tentaciones, nuestro
deseo desordenado empezará a reorientarnos hacia Él. Dios no quiere cambiar
las tentaciones que enfrentamos, Él quiere cambiar el deseo desordenado que
tenemos escondido en el corazón al mostrar que Él sí es confiable y fiel. 
Se vence con:
1. Dominio propio: Es el que nos enseña a controlar la carne, es la
capacidad cuando debo decir No y Si cuando debo decir SI, No es lo que la
carne decida, es lo que yo he decidido para agradar a Dios y ser bendecido.
El mejor ejemplo fue nuestro señor Jesús. En mateo 4:1 cuando Jesús fue
al desierto por 40 días, tenía hambre que estaba en un momento de
necesidad, cuando satanás tentó a Jesús, el hambre no controlo a Jesús, le
dice convierte las piedras en pan, sacia tu hambre con un milagro. Cuando
tú tienes dominio propio empiezas a controlar los tiempos, la falta de
dominio propio te ha llevado a conseguir cosas fuera del tiempo, las cosas
que haces fuera del tiempo te hacen daño, traen sufrimiento, dolor.
Jesús iba a comer, claro que sí. Pero no en ese momento, cuando tu tiene
dominio propio sabes que todo tiene su tiempo.
Cuando abres las puertas al enemigo y dejas de tener dominio propio,
vuelves a caer y darte una supuesta oportunidad y terminas peor.
Señor tu porque no me hablaste, señor porque no me dijiste, no enviaste un
profeta, el problema no es ese, el problema es que te falta dominio propio.
Lo que se resuelve con la carne es responsabilidad tuya. No de nadie más.
Usted puede tomar decisiones buenas pero las decisiones no le sirven para
nada, si no tiene dominio propio.
Para vencer la tentación necesito desarrollar dominio propio.
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de
dominio propio.
2 Timoteo 1:7
Dominio propio significa que tú controlas tus pensamientos, sentimientos y
acciones en lugar de que ellos te controlen a ti

Empiezan a endeudarse por falta dominio propio.


Par desarrollar el dominio propio es el AYUNO.

2. La palabra de Dios: En primer lugar, debemos volver al ejemplo de Jesús


cuando fue tentado en el desierto por Satanás en persona. Una historia
registrada en Mateo 4:1-11. Cada una de las tentaciones de Satanás fue
recibida con la misma respuesta: «Escrito está». Si el Hijo de Dios usaba
las Escrituras para poner fin a las tentaciones de manera efectiva —lo cual
sabemos que funciona, porque después de tres fallidos esfuerzos, «el
diablo entonces lo dejó»— ¿Cuánto más nosotros necesitamos de la
Palabra de Dios?
Si nuestras mentes están llenas de los últimos programas de televisión, la música
y todo lo que la cultura tiene para ofrecer, seremos bombardeados con mensajes e
imágenes que inevitablemente conducen a deseos pecaminosos. Pero si nuestras
mentes están llenas de la majestad y santidad de Dios, el amor y la compasión de
Cristo y el brillo de ambos reflejado en Su Palabra perfecta, encontraremos que
nuestro interés en las lujurias y placeres de este mundo disminuirá y
desaparecerá. Pero sin la influencia de la Palabra en nuestras mentes, estamos
abiertos a cualquier cosa que Satanás quiere usar para atacarnos.

3. Resistir: Santiago 4:7 “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de


vosotros.” ¿Qué significa resistir al diablo?
Para poder entenderlo, analicemos la palabra resistir: Resistir es: “Oponerse con
fuerza a algo. - Combatir las pasiones, deseos, etc. - Oponerse a la acción o
violencia de otra persona o situación. - Tolerar, aguantar, sufrir.”

La mayoría de veces se ha usado la definición de resistencia como tolerar,


aguantar, sufrir, pero en los escritos originales de la Biblia, el contexto de este
pasaje, resistir tiene que ver con CONFRONTAR.
Confrontar a su vez es: “Mantenerse en ACTITUD DE OPOSICIÓN ante un
problema, situación difícil u obligación sin eludirlos, asumiendo el esfuerzo que
suponen y luchando y actuando de acuerdo con sus exigencias.”

4. Huir: El mejor ejemplo bíblico, y el más literal, de alguien que huía de la


tentación se encuentra en el Génesis 39, cuando el joven José, hijo de
Jacob, fue blanco de la esposa de su amo para tener una aventura
adúltera. Ella lo tentó día tras día, pero José se mantuvo firme en sus
convicciones y rechazó sus insinuaciones. No sólo se negó a ir a la cama
con ella, sino que sabiamente se negó "incluso a estar con ella" (Génesis
39:10). Sin embargo, un día, cuando no había nadie más en la casa, ella
atrapó a José y lo atrajo hacia ella, tratando de seducirlo: "Y ella lo asió por
su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos
de ella, y huyó y salió" (versículo 12). Este es un excelente ejemplo de
cómo huir de la tentación. José no se quedó discutiendo ni se dio tiempo
para recapacitar. Huyó.

Nosotros, naturalmente, huimos del peligro. Cuando el edificio en el que


estamos se incendia, huimos a un lugar más seguro. Cuando un huracán
está a punto de tocar tierra, huimos de la costa. Desafortunadamente,
cuando muchas personas ven venir la tentación, no huyen. En lugar de huir
de la tentación, se sumergen en ella, la desvían, la posponen o la analizan;
algunos la aceptan. ¿Podría ser esto porque la mayoría de la gente no
reconoce el peligro inherente a la tentación? Parece que nos preocupan
más los peligros físicos que amenazan el cuerpo que los peligros
espirituales que amenazan el alma.

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