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Ahora tenemos esta luz que brilla en nuestro corazón, pero nosotros mismos somos
como frágiles vasijas de barro que contienen este gran tesoro. [b] Esto deja bien claro
que nuestro gran poder proviene de Dios, no de nosotros mismos. (2Co 4:7)
Todo este mensaje resulta siendo una reflexión para que no pasemos por alto las
verdades que Dios quiere comunicarnos. Pablo vivió todo esto solo por obedecer
al Señor.
. 6 Pues Dios, quien dijo: «Que haya luz en la oscuridad», hizo que esta luz brille en
nuestro corazón para que podamos conocer la gloria de Dios que se ve en el rostro
de Jesucristo El versículo 6 nos enseña cual es el tesoro, que Dios ha puesto en
nosotros. Dios hizo resplandecer la luz del evangelio en nuestros corazones para la
gloria de Dios, es ese tesoro, el evangelio que le quita la ceguera espiritual a los
seres humanos, el evangelio que levanta a los muertos, ese evangelio que
trasforma, ese evangelio que en el momento que resplandece en el corazón de una
persona, esta no vuelve a ser igual.
“Creo en el Cristianismo (Evangelio) así como creo que el sol ha salido. No sólo
porque lo veo, sino porque gracias a que lo veo puedo ver todo lo demás” — C.S.
Lewis.
Dios no nos declaró justos delante de Él por causa de nosotros, sino a pesar de
nosotros. Tampoco un valor inherente o mérito personal movió a Dios a salvarnos y
alumbrar nuestras vidas con el poder del evangelio. ¡Fue gracia, y solo gracia!
11
Pues la gracia de Dios ya ha sido revelada, la cual trae salvación a todas las
personas. 12 Y se nos instruye a que nos apartemos de la vida mundana y de los
placeres pecaminosos. En este mundo maligno, debemos vivir con sabiduría, justicia y
devoción a Dios, 13 mientras anhelamos con esperanza ese día maravilloso en que se
revele la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. 14 Él dio su vida para
liberarnos de toda clase de pecado, para limpiarnos y para hacernos su pueblo,
totalmente comprometidos a hacer buenas acciones. (Tito 2:11-14) Regalo
inmerecido
Vasijas de barro
26
Pues considerad[q], hermanos, vuestro llamamiento; no hubo muchos sabios
conforme a la carne[r], ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que Dios ha
escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo
débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte; 28 y lo vil y despreciado del
mundo ha escogido Dios; lo que no es, para anular lo que es; 29 para que nadie[s] se
jacte delante de Dios. 30 Mas por obra suya[t] estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual se
hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, y santificación, y
redención, 31 para que, tal como está escrito: EL QUE SE GLORÍA, QUE SE GLORÍE EN EL
SEÑOR. (1Co 1:26-31)
Pedro es un gran ejemplo de fragilidad, luego de declarar que estaría con el Señor
hasta la muerte, le negó en el patio donde estaban acusando al Señor. Todos
somos frágiles, la historia del hombre lo demuestra.
Si somos así ¿Por qué Dios puso ese poder en nosotros? Esto deja bien claro que
nuestro gran poder proviene de Dios, no de nosotros mismos
Vasos de barro que tienen la misión extraordinaria de mostrar que el poder no está
en el barro, si no en aquel que forma el barro.
Daniel fue llevado a babilonia, preso, obligado a sentarse en la misma mesa con
todos, pero decidió no ser igual a todos. Dios no quiere que te vayas de la mesa, si
no que marques la diferencia en la mesa en la que estas.
Adán peco en el edén, Jesús triunfo en el desierto. No se trata del lugar, se trata del
corazón.
“Aunque seamos vasijas terrenales, frágiles y rotas, llevamos el más precioso tesoro
que el cielo y la tierra han conocido”