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Expedición Libertadora a Perú (Plan, desarrollo del poder naval, peripecias y ejecución):

La Expedición Libertadora a Perú fue una fuerza militar, naval y anfibia, creada en 1820 por el gobierno de
Chile con el objetivo de desarrollar el plan de San Martín: lograr la independencia del Perú a fin de
consolidar la independencia del resto de países de América del sur. El plan requería una invasión a Lima
desde el mar y para ello se hacía necesario el dominio del Pacífico Sur, asfixiar el comercio y la economía
del Bajo Perú y eliminar la amenaza de su Flota realista sobre la Fuerza de Desembarco independentista
embarcada.
Luego de la victoria en Maipú, San Martín se dedica a preparar la Campaña del Perú. El Director Supremo
de Chile, O'Higgins, lo nombra Jefe del Ejército y al marino escocés Thomas Cochrane, Comandante de la
Flota. De esta forma, el “Ejército Libertador del Perú”, denominado así por Decreto Supremo del Congreso
de Chile del 19 de mayo de 1820, era el Ejército Unido Libertador de Chile, una fuerza combinada de
unidades del Ejército de Chile junto con las del Ejército de los Andes.
La flota expedicionaria que navegaría en el Pacífico con el pabellón de las “tres estrellas” (la bandera de
Chile con tres estrellas simbolizando a las Provincias Unidas del Río de la Plata, Chile y Perú) llevaría al
Ejército libertador al Perú. Dicha Flota se conformó, a partir de 1816, por capturas de buques españoles y la
compra de naves inglesas y norte-americanas.
El primer buque de guerra fue el Bergantín español llamado “Águila”, de 16 cañones, que entró bajo
engaño a Valparaíso luego de la batalla de Chacabuco ya que los patriotas dejaron las banderas realistas
flameando en la fortaleza. Fue capturado y, bautizado con el nombre de “Pueyrredón”. Luego llegó el
Windham de 44 cañones, comprado por Álvarez Condarco en Londres, rebautizado “Lautaro”. Con estos
dos buques, luego de la victoria de Maipú, zarparon para enfrentar a la flota española que bloqueaba
Valparaíso, entorpecía la navegación y hostigaba a los buques neutrales que llegaban al puerto. El 27 de
abril de 1818, luego de un breve enfrentamiento, en la que pierde la vida el Comandante independentista,
Capitán O´Brien, la Fragata española atacada, “Esmeralda”, pudo escapar por su mayor velocidad y dirigirse
a Talcahuano. Con este suceso se pone fin al bloqueo de Valparaíso.
En julio se compró una Corbeta estadounidense que se bautizó como “Chacabuco”, luego otro Bergantín
estadounidense que se llamó “Araucano”. En agosto llegó un navío importante, de 60 cañones, contratado
por Condarco en Londres, que se denominó “San Martín”. El mando de la Armada fue confiado a Manuel
Blanco Encalada. Los patriotas tenían a fines de 1818 una Escuadra que podía combatir contra los realistas
en el Pacífico.
Mientras tanto, en mayo de 1818, zarpaba de Cádiz, con rumbo a Chile, una Expedición española de once
transportes con 2000 soldados del Regimiento Cantabria escoltados por la Fragata “María Isabel”, de 50
cañones. La noticia se conoció en Buenos Aires, por los agentes del gobierno argentino en Cádiz en el mes
de julio. Pueyrredón envió a los bergantines “Lucy” y el “Intrépido” para que se incorporen a la flota
chilena. En agosto arribó a Buenos Aires el “Trinidad”, uno de los transportes españoles con la tropa del
Cantabria sublevada. Estos se pasaron al bando patriota entregando las contraseñas, rutas y puntos de
encuentro. De esta manera los patriotas conocieron el punto de reunión y el código de señales realista. En
octubre zarpaba de Valparaíso la Escuadra chilena al mando de Blanco Encalada, y comandando la
infantería de marina el Capitán Guillermo Miller. Debían interceptar el convoy español. Encontraron al
“María Isabel” en el puerto de Talcahuano protegida por los cañones de la fortaleza. En una emboscada los
marinos e infantes capturaron la nave y la llevaron a Valparaíso donde fue re-bautizada como Fragata
“O'Higgins”. Seguidamente cayeron emboscados, a manos de los patriotas, cinco transportes con todos sus
bagajes. El resto pudo escapar a El Callao. Así, Chile, en un golpe de mano a fines de 1818, había casi
aniquilado el último Regimiento español que partió hacia América.
Llegaba entonces a Valparaíso Thomas Cochrane, escocés, miembro del parlamento y héroe de muchas
batallas en las Flotas de Inglaterra, también enjuiciado y condenado por fraude bursátil y auto expatriado.
Había aceptado los ofrecimientos de los agentes de San Martín (Álvarez Jonte) y O'Higgins (Condarco) en
Londres. Fue nombrado Jefe de la Escuadra chilena con el grado de Vicealmirante y Blanco Encalada se
puso a sus órdenes.
Fernando VII, ya en 1819, decide enviar una División naval de refuerzo, con destino al apostadero de El
Callao, en un intento de restaurar el poder naval español en el Pacífico Sur. El convoy zarpó de Cádiz el 11
de mayo de 1819 y estaba integrado por cuatro buques y 1400 hombres. Tres Navíos de guerra, el “ San
Telmo”, el “Alejandro I”, ambos de 74 cañones y la Fragata “Prueba” de 55 cañones y, por último, la Fragata
mercante armada “Primorosa Mariana”, de 48 cañones. La fuerza, bautizada como División del Mar del Sur,
estaba al mando del Brigadier Rosendo Porlier y Asteguieta, de origen limeño, veterano de Trafalgar y de
amplia experiencia en la independencia de México. El “Alejandro I” naufragó frente a Río de Janeiro, el “San
Telmo”, en plena tormenta del Cabo de Hornos se perdió. La “Prueba”, deteriorada pudo escapar a
Guayaquil durante el bloqueo del Callao. La “Primorosa Mariana” es el único que consigue alcanzar el
Callao y da la noticia de la desaparición de la División naval española.
La secuencia planeada por San Martín se estaba cumpliendo, O´Higgins sofocaba los focos realistas en el sur
de Chile, la Flota se estaba desarrollando y el Ejército se iba conformando. San Martín llevó a los gobiernos
de Chile y de las Provincias Unidas del Río de la Plata a la firma un acuerdo, en febrero de 1819, que decidió
en firme los preparativos de la Expedición al Perú, mas la nueva amenaza de una invasión realista al Río de
la Plata, la inestabilidad política en Chile, la guerra civil en las Provincias Unidas y la batalla de Cepeda
(1/2/1820) complicaron la labor bélica de San Martín y lo obligó a realizar arduas negociaciones para evitar
que se trunque su plan, se sostenga la contención de los realistas en el alto Perú, proteger a las provincias
de Cuyo (para lo cual envía a la mitad de su ejército a Mendoza) y convencer a Estanislao López y a Ramírez
de la necesidad de la Expedición al Perú y de pacificar a las ex Provincias Unidas del Río de la Plata.
En el Río de la Plata ya no había una autoridad nacional, cada provincia tenía un gobierno autónomo con
sus propias tropas. Esto generó que parte de las obligaciones comprometidas por el gobierno rioplatense
en el tratado, respecto de la expedición al Perú, no pudieran ser cumplidas. El Ejército de los Andes quedó
en una situación comprometida ya que había sido creado por el gobierno de las Provincias Unidas que lo
demandaba (y ya no existía) y Chile lo necesitaba para estabilizar su gestión política. San Martín convoca a
sus oficiales y renuncia a su comando, estos, el 2 de abril de 1820 (Acta de Rancagua), lo ratifican en el
mando. Debido a ello es que el Ejército de los Andes participó de la Expedición al Perú como una fuerza
autónoma.
El “Pronunciamiento de Rafael del Riego” de 1820 detona la Revolución de 1820 en España con lo que
desaparece la amenaza de invasión realista (que estaba lista a zarpar) al Río de la Plata. Entretanto,
Cochrane había realizado un Crucero por el Pacífico en el que conquistó varias naves y pertrechos, tomó
Valdivia (febrero de 1820) y afirmó su dominio en el mar por el que debía navegar la Expedición a Perú.
Dicho control permitirá embarcar en Valparaíso las fuerzas terrestres del General San Martín, desembarcar,
ocupar la ciudad de Lima, y proclamar la independencia del Perú.
La Escuadra estaba compuesta por 25 naves de las cuales 8 eran navíos de guerra y 17 de transporte. Al 15
de julio el Ejército constaba de 4642 hombres: aproximadamente 4000 chilenos y 600 argentinos. San
Martín había requerido 6.100. El 40% de la oficialidad era de nacionalidad rioplatense. Fue necesario
extraer soldados para completar la marinería de la escuadra y unos 170 artilleros para proteger el puerto
de Valparaíso. Con esto, el ejército quedó reducido a 4118 soldados y 296 oficiales, distribuidos en dos
Divisiones, la "De Chile" y la "De Los Andes". Se contaba con 25 piezas de artillería. El General en Jefe del
Ejército era San Martín y su Jefe del Estado Mayor el General Las Heras.
En la mañana del 18 de agosto de 1820, empezó el embarque. El 20 de agosto de 1820, día de San
Bernardo, zarpó rumbo al Perú la Fuerza naval de 25 navíos con 6.030 hombres a bordo. Una vez en alta
mar, San Martín comunicó al Jefe de la Escuadra sus intenciones de desembarcar en Trujillo, al norte de
Lima. Cochrane, partidario de un ataque frontal sobre Lima, trató de convencer a San Martín de su
propósito, pero este solo accedió a desembarcar en la playa peruana de Paracas, cercana a la ciudad de
Pisco.
En la mañana del 8 de septiembre de 1820, el Ejército Expedicionario se presente frente a la playa de
Paracas (240 Km. al Sur de Lima). Un pelotón de caballería realista, compuesto por 529 hombres, al mando
del Coronel Manuel Quimper, huyó del lugar. San Martín ordena que un Batallón de caballería e infantería
desembarque y establezca una cabeza de playa. En la tarde, San Martín y sus tropas entran al pueblo, son
aclamados e inmediatamente se ofrecen voluntarios para el ejército, que portan las proclamas que meses
antes había entregado Cochrane clandestinamente por todos los puertos del Perú.
Los realistas abandonaron Lima y se fortificaron en el Cuzco. San Martín proclamó la independencia del
Estado peruano el 28 de julio de 1821 y, bajo su Protectorado, se formó el primer Congreso Constituyente
del país. La Guerra de Maynas vía el “Ejército Invisible” consigue liberar el oriente peruano en 1822. Con el
posterior estancamiento del conflicto y la decepcionante Entrevista de Guayaquil con Simón Bolívar, San
Martín se ve obligado a retirarse del Perú. La joven República sostenía una guerra de resultado incierto
contra los reductos realistas en el interior del país, y esta situación propicia la llegada al Perú de la corriente
libertadora del norte y de Simón Bolívar que se pone al frente del Ejército Unido Libertador del Perú.
Finalmente, en 1824, la rebelión del Alto Perú quiebra el bastión de Cuzco, las batallas de Junín y Ayacucho
logran la capitulación del ejército realista y el fin del Virreinato del Perú.

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