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Parashá # 40 | Balak | Devastador

Aliyá # 3 | Números 22:21-38


Balaam respondió a Balac: Mira, ahora he venido a ti. ¿Hay algo, acaso, que
pueda decir? La palabra que Dios ponga en mi boca, ésa diré. (Núm. 22:38
LBLA)

¿Se puede torcer el brazo del Eterno o hablar en


su nombre cosas que no ha dicho?
Bilam quiso ir con los hombres a pesar de que el Eterno le había dicho
que no fuera. Por eso intentó otra vez a ver sí podía cambiar la idea del
Todopoderoso. Entonces el Eterno le permitió ir, pero con la condición
de que sólo hablara lo que vendría del cielo. Pero como el profeta no fue
con buenas intenciones un ángel fue enviado para matarle. Sin embargo,
su asno le salvó la vida.

Bilam golpeó su asno tres veces con ira y el Eterno le reprende dos
veces por haberlo hecho, primero por la boca del asno y luego por la
boca del ángel. Esto nos enseña la importancia de no maltratar a los
animales. Todo maltrato de los animales es registrado en los cielos y
trae consecuencias sobre los hombres.

Bilam sabía que no podía hablar otra cosa que la que el Eterno pusiera
en la boca. Esa fue la condición que le Eterno había puesto para dejarle
ir con los jefes de Moav. Sin embargo Bilam esperaba poder agradar a
los hombres y pronunciar palabras de maldición sobre el pueblo,
especialmente al saber que iba a recibir una recompensa monetaria por
su profecía.

Pero al mismo tiempo supo que no podía hablar cosas que el Eterno no
había dicho. Esa es una muestra de que el nivel de su don profético era
muy alto. No tenía la capacidad de transmitir palabras de maldición
porque el Eterno dominaba su boca a la hora de profetizar. Sin
embargo, intentó de hacerlo y por eso el Eterno quiso matarle.

Qué peligroso es hablar palabras en nombre del Eterno que no vienen


de él como si fueran de él. No creas en las profecías que empiezan
diciendo: “Así dice el Señor”. Normalmente son falsas y en lo mejor de
los casos son palabras en parte inspiradas por el Eterno mezcladas con
palabras propias del que profetiza.

Si sientes la inspiración profética es mejor no decir: “Así dice el Señor”


para no correr el riesgo de tomar su Nombre en vano y poner en su boca
cosas que él no haya dicho. Es mejor pronunciar el mensaje recibido en
el espíritu de manera humilde y dejar que los oyentes juzguen. En lugar
de decir: “Así dice el Señor” se debe decir: “Creo que el Eterno está
diciendo esto y esto” o “Tengo la impresión de que el Eterno está
diciendo esto y aquello”.
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Así uno mantiene las espaldas seguras y corre menos riesgo de caer bajo
el juicio severo por haber profetizado falsamente en el Nombre del
Eterno, quien es Santo.

Que el Eterno nos guarde de toda cosa mala.

Kol tuv – todo lo bueno,

Ketriel

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