Está en la página 1de 135

UN TRATADO SOBRE EL

TEMOR DE DIOS
Por John Bunyan

Mostrando lo que es y lo que no es. Además, de dónde viene; quienes lo poseen; cuáles son sus
efectos y cuales los privilegios de aquellos que tienen temor de Dios en sus corazones.
UN TRATADO SOBRE EL TEMOR DE DIOS
Por John Bunyan
Mostrando lo qué es y lo que no es. Además, de dónde viene; quienes lo poseen; cuáles son sus
efectos y cuales los privilegios de aquellos que tienen temor de Dios en sus corazones.

"Y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente." – Apocalipsis 22:17

L O N D O N, Impreso para N. Ponder, en el Peacock in the Poultry, sobre: Contra el mercado de


valores: 1679.
Traducido por el Seminario Reformado Latinoamericano en Medellín, Colombia. 2020
Derechos reservados del Seminario Reformado Latinoamericano en Medellín.

Prohibida su copia o reproducción total o parcial sin el permiso escrito del Seminario Reformado
Latinoamericano

Contenido
ANUNCIO DEL EDITOR.
LA PALABRA TEMOR USADA PARA REFERIRSE A DIOS MISMO
LA PALABRA TEMOR PARA REFERIRSE A LA PALABRA DE DIOS.
LOS DISTINTOS TIPOS DE TEMOR DE DIOS EN EL CORAZÓN DE LOS HIJOS DE LOS
HOMBRES.
[Actitud de algunos de los santos bajo fuertes aflicciones por el pecado.]
LA GRACIA DEL TEMOR MÁS INMEDIATAMENTE PROPUESTO EN EL TEXTO
LOS PRIVILEGIOS DE LOS QUE TEMEN AL SEÑOR.
EL USO DE ESTA DOCTRINA.
ANUNCIO DEL EDITOR.
"El principio de la sabiduría es el temor de Jehová" y "una fuente de vida ": el
fundamento sobre el cual descansa toda la sabiduría, así como la fuente de
donde emana.
Sobre este principio tan enormemente importante, toda la sutil malignidad de
Satanás ha sido dirigida, y aun, si es posible, engañar a los mismos
elegidos; mientras que los impíos e impenitentes caen bajo sus engaños.
Para la mente iluminada por la verdad divina, la diferencia entre un temor
filial a ofender a Dios y el temor al castigo es muy claro.
Aun así, por sofisterías del diablo, algunos de los cristianos más piadosos han
quedado perplejos y desconcertados.
Bunyan no ignoraba las artimañas de Satanás, y ha despertado las energías de
su poderosa mente, guiada por la verdad divina, para hacer que esta
importante doctrina sea tan clara y fácil de entender de forma que el creyente
no puede errar.
Este raro volumen, publicado por primera vez en 1679, pronto se volvió tan
escaso que Chandler, Wilson, Whitefield y otros, lo omitieron de sus
ediciones de las obras de Bunyan. Finalmente apareció en la colección más
completa por Ryland y Mason, alrededor de 1780. Desde entonces, ha sido
reimpreso, algo modernizado, por la Tract Society, a partir de una copia
original, descubierta por ese ardiente amante de Bunyan, el reverendo Joseph
Belcher. En esta edición, se han impreso cuatro mil copias.
La gran línea de distinción que establece Bunyan es entre ese terror y temor
de Dios, como el Infinitamente Santo, ante quien todo pecado debe merecer
la intensidad del castigo; y el amor de Dios, como el Padre de misericordias,
y fuente de bendición, en el don de su Hijo, y un sentido de adopción en su
familia; por las influencias de las cuales el alma teme ofenderlo. Este miedo
es puramente evangélico; porque si la menor dependencia se coloca sobre
cualquier supuesta buena obra nuestra, el temor filial de Dios es tragado por
el miedo y el terror, porque la salvación depende de la perfección de la
santidad, sin la cual nadie puede entrar al cielo, y que solo se puede encontrar
en Cristo.
El Sr. Mason, al leer este tratado, expresó así sus sentimientos: "Cuando El
temor del Señor es un principio permanente, forjado en el alma por el Espíritu
Divino, es una señal indudable de elección para la vida eterna; porque las
promesas más preciadas promesas se hacen a los que temen a Dios, incluso
las bendiciones de El pacto eterno. Tales están seguros de estar protegidos de
cada enemigo; ser guiados por un consejo infalible; y lo que coronará a todos,
para ser amados de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; hasta que, por gracia
todopoderosa y efectiva, será trasladado a esas mansiones de gloria y
bendición preparada para él, donde cantará las alabanzas de su Dios del pacto
mientras la eternidad perdura ".
Que esta sea la bendita experiencia de todos aquellos que leen en oración este
importante tratado.
George Offor.
" Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová,
Que anda en sus caminos. " – SALMO 128: 1
"TEMED A DIOS" - Apocalipsis 14: 7
Esta exhortación no solo se encuentra aquí en el texto, sino que se encuentra
en varios otros lugares de la Escritura, imponiéndose, y con mucha
vehemencia, sobre los hijos de hombres, como en Eclesiastés 12:13; 1 Pedro
1:17. No voy a molestarlo con un largo preámbulo, o pregonar el asunto, ni
tampoco entrometerme con el contexto, sin embargo, caerá inmediatamente
sobre las palabras mismas, y tratarán brevemente el tema del temor de
Dios. El texto, como verá, nos presenta con el momento más importante, a
saber, con Dios, y con el temor a él Primero nos presentan a Dios, el Dios
verdadero y viviente, creador del mundo y defensor de todas las cosas por la
palabra de su poder: que majestad incomprensible, en comparación de quien
todas las naciones son menos que la caída de una gota de agua o una partícula
de polvo en una balanza. Este es El, quien llena el cielo y la tierra, y está
presente en todas partes con los hijos de hombres, contemplando lo malo y lo
bueno; porque ha puesto sus ojos sobre todos sus caminos.
Entonces, considerando que por el texto que hemos presentado a nuestras
almas el Señor Dios y Creador de todos nosotros, que también será nuestro
Salvador o Juez, estamos en razón y deber, obligados a prestar la mayor
atención a las cosas que se hablarán, y tener más cuidado de recibirlas, y
ponerlas en práctica; porque, como dije, cuando nos presentan al poderoso
Dios, entonces nos exhortan al más alto deber hacia él; es decir, a temerlo. Lo
llamo el deber más alto, porque es, como puedo llamarlo, no solo un deber en
sí mismo, sino, por así decirlo, la sal que sazona cada deber. Porque no hay
deber realizado por nosotros que pueda ser aceptado por Dios por cualquier
medio, si no está sazonado con temor piadoso. Por lo cual el apóstol dice: "
tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y
reverencia". Hebreos 12:28.
De este temor, digo, hablaría en este momento; pero ya que la palabra temor
se toma de diversas maneras en la Escritura, y porque puede ser provechoso
para nosotros verla en su variedad, elegiré, por lo tanto, este método para la
gestión de mi discurso, incluso para mostrarte la naturaleza de la palabra en
sus variaciones, especialmente de las principales, aceptaciones. PRIMERO. A
través de esta palabra temor debemos entender incluso a Dios mismo, quien
es el objeto de nuestro temor. SEGUNDO. Por esta palabra temor debemos
entender la Palabra de Dios, la cual es la regla y director de nuestro
temor. Ahora para hablar a esta palabra temor, tal como se toma.
LA PALABRA TEMOR USADA PARA REFERIRSE A DIOS MISMO
1. PRIMERO: Hablaremos acerca de esta palabra "temor", EN
LO QUE RESPECTA A DIOS MISMO, quien es El objeto de
nuestro temor.

Por medio esta palabra temor, como dije, debemos entender a Dios mismo,
quien es el objeto de nuestro temor: porque la majestad divina va a menudo
bajo este mismo nombre. Jacob lo llamó de esta forma, cuando él y Labán
estaban juntos en el monte Galaad. Cuando Jacob escapa a casa de su padre
dice, "si el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, y temor de Isaac no
estuviera conmigo, de cierto me enviarías con las manos vacías. "
Más tarde, cuando Jacob y Labán acuerdan hacer un pacto de paz entre sí, a
pesar de la manera confusa en que Labán pone al Dios verdadero y al falso
juntos en su juramento, la Biblia dice que "Jacob juro por “el temor de su
padre Isaac" (Génesis 31: 42,53).
Por el temor, es decir, por el Dios de su padre Isaac. Y, de hecho, Dios puede
ser llamado el temor su pueblo, no solo porque por su gracia lo han hecho el
objeto de su temor, sino también debido al temor y terrible majestad que
habita en Él. "Él es un Dios poderoso, grande y terrible, en Dios hay una
majestad terrible" (Dan 7:28, 10:17; Neh. 1: 5, 4:14, 9:32; Job 37:22).
Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten; la tierra se
conmueve a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan.
¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿y quién quedará en pie en el ardor de
su enojo? Su ira se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas.
(Nahúm 1: 5,6).
Su pueblo lo conoce y tienen su temor sobre ellos, en virtud de lo cual existe
en ellos esa reverencia y asombro piadoso por su majestad lo cual está en
concordancia con su profesión de él. "Deja que sea tu miedo, y que sea tu
temor. " A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él
sea vuestro miedo. (Isaías 8:13). A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea
él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.
Existen algunas cosas que hacen que Dios sea el temor de su pueblo.
1. Su presencia es terrible, y no solo su presencia en común, sino
aquella que es especial, sí, su presencia más cómoda y
alegre. Incluso Cuando Dios visita a un alma para traer noticias
de misericordia y salvación, esa visita es temible. Cuando
Jacob se dirigía desde Beerseba hacia Harán, se encontró con
Dios en el camino a través de un sueño, en el cual él

ve una escalera puesta sobre la tierra, y cuya cima llegaba al cielo; en este
sueño, desde lo alto de esta escalera, Jacob vio al Señor, y le oyó hablarle, no
con voz amenazante; no como si viniera su furia hasta su rostro; pero de la
manera más dulce y llena de gracia, saludándolo con una promesa de bondad
tras otra, alrededor de ocho o nueve; como te darás cuenta si lees el
pasaje. Sin embargo, digo yo, cuando él despertó, toda esta gracia descubierta
en esta visión celestial no pudo evitar que Jacob temiera la majestad de
Dios. " Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este
lugar, y yo no lo sabía.
Y tuvo miedo, y dijo: !!Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa
de Dios, y puerta del cielo."(Gen28: 16-17).
En otro momento, a saber, cuando Jacob tuvo esa memorable visita de Dios,
en la que recibió poder como príncipe para prevalecer contra él; y le dio un
nombre, que al recordarlo le haría pensar acerca del favor de Dios; sin
embargo, incluso en ese momento y ese lugar, tanto temor a la majestad de
Dios había en él, que se fue preguntándose como su vida había sido
conservada (Gen 32:30).
El hombre se desmorona en polvo ante la presencia de Dios; así es, aunque se
nos revele en su túnica de salvación. Hemos leído cuán temible y terrible fue
la presencia de los ángeles para los hombres, incluso cuando les han traído
buenas noticias del cielo (Jueces 13:22; Mateo 28: 4; Marcos 16: 5,6). Ahora,
si los ángeles, que solo son criaturas, por la gloria que Dios ha puesto sobre
ellas, son temibles y terribles en su apariencia para los hombres, cuánto más
aterrador ¡y terrible debe ser Dios mismo para nosotros, que no somos más
que polvo y cenizas!
Así mismo, cuando Daniel tuvo la visión de su salvación a través de un
mensajero enviado del cielo el cual dijo, "Daniel, varón muy amado", cayó a
tierra ante el temor y el terror de la persona que hablaba, con tal peso sobre el
alma de este buen hombre, que ni siquiera pudo sostenerse en pie ni
soportarlo.
Luego, se puso de pie temblando y gritó: " Señor mío, con la visión me han
sobrevenido dolores, y no me queda fuerza.
¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al
instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento. "(Dan 10: 16-17).
¿Puede notar como la presencia de Dios es algo aterrador y temible? por
supuesto! incluso sus apariciones más bondadosas y misericordiosas; ¿cuánto
más puede serlo cuando él se nos presenta disgustado a causa de nuestros
caminos, u ofendido por nuestros pecados?
Existen tres cosas que de manera categórica hacen su presencia terrible para
nosotros:
1. La primera es la propia grandeza y majestad de Dios; el descubrimiento de
esta, o de su misma persona, al no poder ser concebido por ningún pobre
mortal, hace de su presencia totalmente insoportable.
El hombre muere cuando se descubre así mismo ante la grandeza de Dios. "Y
cuando le vi", dice Juan, "caí como muerto a sus pies" (Ap. 1:17).
Fue precisamente esto, lo que Job quiso evitar el día en que se acercó a
Dios. Aparta de mí tu mano, Y no me asombre tu terror. Llama luego, y yo
responderé; O yo hablaré, y respóndeme tú. (Job 13: 21,22).
Pero ¿por qué Job le dijo esto a Dios? ¡¿Por qué?! Fue debido a la
comprensión que tenía de la terrible majestad de Dios; ese Dios grande y
terrible que guarda su pacto con su pueblo. La presencia de un rey es
aterradora para el pueblo, aunque este nunca sea de su agrado; Así que, ¿si
hay tanta gloria y temor en presencia de un rey, qué terror y temor piensas
que debe haber, en la presencia del Dios eterno?
2. Cuando Dios manifiesta su presencia ante su pueblo, la verdadera
condición del pueblo se hace más clara que antes, debido a la luz que emana
de la gloria de Dios. Daniel dijo: " Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión,
y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no
tuve vigor alguno. Y ¿por qué su fuerza se cambió en desfallecimiento?, Fue
debido a la gloria de esa visión que Daniel pudo ver su propia vileza con
mayor claridad que en otras ocasiones.
De nuevo expresa Daniel:
Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza.
"(Dan 10: 8,16).
Cuando estamos ante la presencia de Dios, incluso nuestras mejores obras,
nuestra belleza, nuestra santidad y justicia, se tornan inmediatamente en
corrupción y trapos de inmundicia. El brillo de su gloria los atenúa tal como
la clara luz del sol brillante apaga la gloria del fuego o de la vela, y los cubre
con la sombra de la muerte. Vea también la verdad de esto en esa visión del
profeta Isaías. "Ay de mi", dijo, "que soy muerto, porque siendo hombre
inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios
inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. ¿Cómo llegó el
profeta a esta conclusión?
Dice él, porque, "mis ojos han visto al Rey, Jehová de los ejércitos"
(Isaías 6: 5). ¿Pero crees que esta protesta fue causada por la
incredulidad? No; ni tampoco generada por un miedo ordinario. Esta, fue
para él, la visión de su Salvador, con quien ya tenía comunión antes (vv. 2-
5). Fue la gloria de
de Dios ante la cual se encontraba que, como se señalamos antes con respecto
a Daniel, convirtió su belleza en corrupción, y eso le dio aún un mayor
sentido de la desproporción entre él y su Dios y, por consiguiente, una mejor
visión de su naturaleza contaminada y corrompida.
3. Agregue a esto la revelación de la bondad de Dios, la cual necesariamente
hace que su presencia nos sea terrible; cuando una pobre criatura
contaminada ve que este majestuoso Dios a pesar de su grandeza, posee
bondad y misericordia en su corazón para otorgarle. Esto hace que su
presencia sea aún más terrible. Ellos " y temerán a Jehová y a su bondad en el
fin de los días. " (Oseas 3: 5).
Tanto la bondad como la grandeza de Dios engendran en el corazón de sus
elegidos una aterradora reverencia a su majestad." ¿A mí no me temeréis?
dice Jehová. ¿No os amedrentaréis ante mí? – Y luego, para capturar nuestra
alma el deber, agrega uno de sus maravillosos dones al mundo – ¿NO me
temeréis, que puse arena por término al mar, por ordenación eterna la cual no
quebrantará? Se levantarán tempestades, mas no prevalecerán; bramarán sus
ondas, mas no lo pasarán."(Jer. 5:22).
Así mismo, cuando Job estaba ante la presencia de Dios y la manifestación de
la bondad de su gran corazón hacia él, ¿qué dijo Job? cómo se comportó en
su presencia? De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto,
me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza. "(Job 42: 5,6).
¿Y qué significan los temblores, las lágrimas, los quebrantamientos y
estremecimientos que surgen del corazón del pueblo de Dios, cuando de
manera eminente reciben la pronunciación del perdón de pecados de su boca,
y el temor de la majestad de Dios los invade? Dios se revela tal como Él es,
habla al alma tal como Él es; y es por esto por lo que el pecador, cuando se
encuentra bajo la gloriosa revelación de su Señor y Salvador, no puede
apartar de los ojos de su comprensión el resplandor de la majestad.
Y los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí; y perdonaré
todos sus pecados con que contra mí pecaron, y con que contra mí se
rebelaron. Y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre
todas las naciones de la tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y
temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré. "(Jer.
33: 8,9).
Hay un gran número de maestros ligeros, triviales y superficiales en este
mundo, que andan bajo lo que ellos llaman la presencia de Dios. Sin
embargo, su conducta es más parecida a payasadas y no a una conducta
cristiana sobria y sensible. Parece más una tonta obra de teatro, y no se
comportan como aquellos que están bajo la verdadera presencia de Dios. No
se conducirían así en presencia de un rey, ni de un terrateniente del cual
recibiesen algún tipo de favor. Sin embargo, así es como se conducen incluso
en sus celebraciones más solemnes, como si la presencia de Dios y su bendita
gracia para las almas por medio de Cristo, tuviese la tendencia de hacer que
los hombres fuesen desenfrenados. No obstante, su presencia es aquello que
más nos quebranta y nos hace humildes en este mundo; Es temible. (2)
Objeción: ¿Pero no quisieras que nos regocijáramos a causa del perdón de
nuestros pecados?
Respuesta: Si; pero aún te diría, y de hecho deberías hacerlo, que cuando
Dios te diga que tus pecados son perdonados, "te regocijes con temblor"
(Salmo 2:11). De esta forma, tendrás un gozo sólido y piadoso; un corazón
alegre con lágrimas en tus ojos. Estas actitudes van muy bien juntas; porque
si Dios viene a ti de verdad y te visita con el perdón de pecados, esa visita
quita la culpa, pero aumenta el sentido de tu inmundicia, y la sensación de
que Dios ha perdonado a un pecador inmundo te causará ambas cosas:
regocijarte y temblar. Oh, que bendita confusión cubrirá tu rostro mientras tú,
tan vil y despreciable, estés delante de Dios para recibir de su mano el
perdón, y asimismo las primicias de tu eterna salvación— para que te
acuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca, a causa de tu
vergüenza, cuando yo perdone todo lo que hiciste, dice Jehová el Señor. "
(Eze.16:63).
En segundo lugar, ya que tanto la presencian como el nombre de Dios son
terribles y temibles, su nombre, por esta razón, va bajo el mismo título: " Si
no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas
en este libro, temiendo este nombre glorioso y temible: JEHOVÁ TU DIOS "
(Deut. 28:58).
¿Qué es el nombre de Dios, sino aquello por lo cual Él es conocido
distinguido de todos los demás? Los nombres nos distinguen. El hombre se
distingue de las bestias y los ángeles de los hombres; así como el cielo de
tierra y la oscuridad de la luz; especialmente cuando por medio del nombre,
se expresa la naturaleza y el significado del ser o del objeto. Así era
originalmente. En ese entonces los nombres expresaban la naturaleza del ser
o del objeto. Por lo tanto, Esta es la razón por la que el nombre de Dios es el
objeto de nuestro miedo, ya que su nombre nos manifiesta su naturaleza: "
Santo y temible es su nombre. " (Salmo 111: 9).
Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: !!Jehová! !!Jehová! fuerte,
misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y
verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la
rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado;
"(Ex. 34: 6,7).
De igual forma, su nombre, Yo Soy, Jah, Jehová, y varios otros, tienen la
intención de expresar su naturaleza, su poder, sabiduría, eternidad, bondad y
omnipotencia. El nombre de dios debe ser, por lo tanto, el objeto del temor de
un cristiano. David oró a Dios para que Él afirmara su corazón para temer su
nombre (Sal 86:11). Así que, el nombre de Dios es un nombre temible, y
siempre debe ser reverenciado por su pueblo.
En efecto, su "nombre debe ser temido por los siglos de los siglos", y eso no
solo en su iglesia, y entre sus santos, sino incluso en el mundo y entre los
paganos— " Entonces las naciones temerán el nombre de Jehová,
Y todos los reyes de la tierra tu gloria; "(Sal 102: 15).
Dios nos dice que su nombre es temible, y que Él se complace en ver a los
hombres temer ante su nombre. De hecho, una razón por la cual Él ejecuta
tantos juicios sobre los hombres como lo hace, es para que otros puedan
conocer y temer su nombre. " Y temerán desde el occidente el nombre de
Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria "(Isa 59:19) Mi pacto con él
fue de vida y de paz, las cuales cosas yo le di para que me temiera; y tuvo
temor de mí, y delante de mi nombre estuvo humillado. (Mal 2: 5).
El nombre de un rey es un nombre temible: " Porque yo soy Gran Rey, dice
Jehová de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones. "(Mal
1:14).
El nombre del Señor es un nombre temible—" y si soy señor, ¿dónde está mi
temor? "(v 6). Temer al Señor correctamente es una señal de un corazón
amable.
Por eso, dice de nuevo, " Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el
Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como
becerros de la manada. "(Mal 4: 2). Así que, cuando Cristo venga a juzgar al
mundo, dará recompensa a sus siervos los profetas, y a sus santos ", y a los
que temen su nombre, pequeños y grandes "(Apocalipsis 11:18).
Ahora, digo, dado que el nombre de Dios es aquello por el cual se expresa su
naturaleza, y dado que él es naturalmente tan glorioso e incomprensible, su
nombre debe ser el objeto de nuestro temor, y siempre debemos tener un
temor reverente de Dios sobre nuestros corazones siempre que pensemos o
escuchemos su nombre; pero, sobre todo cuando nosotros mismos llevemos
su santo y temible nombre a nuestras bocas. Especialmente, cuando usemos
su nombre en el contexto religioso, es decir, en la predicación, la oración o la
santa enseñanza. Al decir esto, no pretendo afirmar que sea legal mencionar
su nombre en discursos ligeros y vanos, ya que siempre debemos hacerlo con
reverencia y temor piadoso, y lo digo con el fin de que los cristianos tengan
en cuenta que no deberían mostrar ligereza mental en sus deberes religiosos,
o utilizar palabras vanas a la hora de mencionar el nombre del Señor: "
Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. "(2 Tim
2:19).
Por lo tanto, mencionemos el nombre del Señor en todo momento con gran
temor de su majestad sobre nuestros corazones, y con gran sobriedad y
verdad. Hacer lo contrario es profanar el nombre del Señor, y tomar su
nombre en vano; y "el Señor no dará por inocente Jehová al que tomare su
nombre en vano ". En efecto, Dios dice que él cortará al hombre que lo hace;
tal es el celo de Dios por honor debido a su nombre (Ex. 20: 7; Levítico 20:
3). Por lo tanto, esto te muestra el terrible estado de aquellos que de forma
ligera, vana, mentirosa y profana hacen uso del nombre, del temible nombre
de Dios; ya sea por medio de maldiciones y juramentos blasfemos, o por su
trato fraudulento con sus vecinos; puesto que algunos hombres no tienen
forma de prevalecer ante su vecino e inclinarse bajo un engaño, invocan
falsamente el nombre del Señor, testificando así, de que la maldad es algo
bueno y honesta. Sin embargo, ¿cómo harán estos hombres para escapar,
cuando sean juzgados, y devorados por el fuego eterno, debido a su
profanación y blasfemia del nombre del Señor?
Esto es algo a tener en cuenta (Jer 14: 14,15; Ez. 20:39; Ex. 20: 7). (3)
Pero,
Tercero. Así como la presencia y el nombre de Dios son terribles y temibles
en la iglesia, también lo es su adoración y servicio. Al decir adoración, me
refiero también a aquellos elementos del servicio por medio de los cuales nos
unimos a Él mientras estamos en este mundo; son obras terribles y
temibles. David comprende esto, cuando dice: " Mas yo por la abundancia de
tu misericordia entraré en tu casa; Adoraré hacia tu santo templo en tu temor.
"(Salmo 5: 7). Y nuevamente, dice él, "Sirve al Señor con temor". Alabar a
Dios es parte de su adoración.
También añade Moisés: ¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién
como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de
prodigios? "(Éxodo 15:11). Alegrarse ante él es parte de la adoración; pero
David nos dice " Servid a Jehová con temor, y alegraos con temblor. " (Sal.
2:11). Así que todo nuestro servicio a Dios, cada parte de este, debe ser
realizado por nosotros con reverencia y temor piadoso. Por lo tanto, como
dice Pablo:
“limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando
la santidad en el temor de Dios. "(2 Cor. 7: 1; Heb. 12).
1. Lo que hace que la adoración a Dios sea algo tan temible es, sencillamente,
porque es un servicio a DIOS: todo tipo de servicio conlleva, de una u otra
forma reverencia y temor, de acuerdo con el estatus o posición de la persona
a quien se rinde dicha adoración o servicio. Esto se observa en el servicio
prestado por los servidores a sus príncipes, los mayordomos a sus señores, o
el servicio de los hijos a sus padres. La adoración divina, entonces, debido a
que se rinde a un Dios tan majestuoso y temible en esencia y en nombre, debe
ser un acto hecho con temor y temblor.
2. Además, esta gloriosa Majestad está presente cada vez que sus adoradores
se reúnen a adorarlo. " Porque donde están dos o tres congregados en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos. ". Es decir, cuando estén reunidos
para adorarme, "Estoy allí", dice el Señor. Así también, se dice que camina
"en medio de los siete candelabros de oro "(Apocalipsis 1:13). Es decir, en
las iglesias, con su semblante como el sol, su cabeza y sus cabellos tan
blancos como la nieve y con ojos como una llama de fuego.
Esto le infunde temor y pavor a su servicio y es la razón por la que sus
siervos deben servirle con temor.
3. Por, sobre todo, Dios es un Dios celoso de su adoración y servicio, como
se expresa en Éxodo 20. Por lo tanto, examínense a ustedes mismos en cuanto
a la forma de su adoración; "porque yo el Señor tu Dios ", dice él," soy un
Dios fuerte y celoso, que visito la iniquidad de los padres sobre los hijos ".
Esto también le añade temor reverente a la adoración y al servicio de Dios.
4. Los juicios que en algunas ocasiones Dios ha ejecutado sobre los hombres
por su falta de temor de Dios mientras han estado ejerciendo su adoración y
servicio, pone temor y temblor a sus santos escogidos.
(1.) Nadab y Abiú fueron quemados hasta la muerte con fuego del cielo,
porque intentaron ofrecer fuego extraño sobre el altar de Dios, y la razón por
la cual este acto fue tan drástico, es porque Dios debía ser santificado en los
que se acercan a él (Levítico 10: 1-3). Santificar su nombre es dejar que Él
sea tu temor y tu pavor, y hacer estrictamente aquello que a Él le agrade en
su adoración. Pero, debido a que estos hombres no tuvieron la gracia para
hacer esto, murieron ante la presencia del Señor. (2.) Los hijos de Eli, por su
falta de temor a Dios durante la ministración de la santa adoración a Dios,
fueron asesinados en un día por la espada de filisteos incircuncisos (ver 1
Sam 2).
(3.) Uza fue herido y murió delante del Señor, debido a un toque inadecuado
del arca. (1 Cró. 13: 9,10). (4.) Ananías y Safira su esposa, a causa de una
mentira en la iglesia y, estando en la presencia Dios, cayeron ambos muertos
delante de todos ellos, para que todos temieran la majestad, el nombre y el
servicio de Dios cada vez que ministraran ante Él (Hechos 5).
Por lo tanto, esto debería llevarnos a concluir que, lo más temible bajo el
cielo, se encuentra junto a la naturaleza de Dios, su nombre, su servicio, y su
culto instituido. Su nombre está sobre sus ordenanzas, sus ojos sobre los
adoradores, y su ira y juicio sobre aquellos que no adoran en temor y
reverencia. Por esta causa, algunos de los que estaban en Corinto fueron
cortados por Dios mismo. A otros les dio la espalda y se alejó ellos. (1 Cor.
11: 27-32). (4)
Esto también reprende a tres tipos de personas.
[Tres tipos de personas reprendidas]
1. Aquellos que no adoran a Dios en absoluto; que no tienen reverencia a su
servicio, ni temor de su majestad. Pecadores que no se han rendido delante
del Señor para adorarlo; que no se inclinan ante el Dios altísimo; que no lo
adoran ni en la intimidad ni en la Congregación de los santos. La furia del
Señor y su indignación en poco tiempo se derramará sobre ti y sobre aquellas
familias que no invocan su nombre (Salmo 79: 6; Jer 10:25).
2. Esto reprende también a aquellos que presentan su cuerpo en el lugar de
adoración, sin importar la condición de su corazón o con qué espíritu se
acercan. Algunos vienen al culto de adoración a dormir allí; algunos solo para
para reunirse con sus amigos en un compañerismo vano. Algunos llegan solo
para alimentar sus ojos lujuriosos y adúlteros con la belleza halagadora de sus
semejantes ¡Oh!, qué triste explicación darán estos adoradores cuando rindan
cuentas ante El Señor, y sean condenados por ello; por cuanto no vienen a
adorar al Señor con el temor debido a su nombre. (5)
3. Esto también reprende a los que adoran cómo les place, sin importarles
cómo, dónde o de qué manera lo hacen. Estos, cuyo temor hacia Dios "es
enseñado por el precepto de los hombres", son hipócritas y su adoración
vana, es como olor repugnante para Dios. "Por lo cual, Dice, pues, el Señor:
Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra,
pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un
mandamiento de hombres que les ha sido enseñado; por tanto, he aquí que
nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande
y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la
inteligencia de sus entendidos. "(Isaías 29: 13,14; Mateo 15: 7-9; Marcos 7:
6,7). (6)
Así concluyo esta primera parte; Dios es llamado nuestro temor y terror.
Notas
1. Esta es una ilustración muy notable acerca del temor de Dios. Jacob no
jura por la omnipresencia u omnisciencia de Dios, ni por su omnipotencia, ni
por su amor o misericordia en su pacto, ni tampoco por el Dios de Abraham,
sino por el "temor de su padre Isaac", el único motivo de su adoración. Un
llamamiento más llamativo y solemne a Jehová, lo hallamos al fijar nuestros
corazones en el divino proverbio que dice, "El principio de la sabiduría es el
temor de jehová …", Esta es la fuente de toda felicidad, tanto en el tiempo
como en la eternidad. — Ed.
[1 ]
2. Es de importancia solemne que sintamos la gran diferencia entre la
familiaridad impía y sagrada con Dios. ¿Nos ha adoptado Dios en su
familia? Podemos, al nacer de nuevo, llamarle "¿Padre Nuestro?" Él aún está
en el cielo y nosotros en la tierra. Él es infinito en pureza; Santo, Santo, Santo
es su nombre. En cambio, nosotros estamos contaminados, y solo podemos
acercarnos a su presencia en la justicia del Salvador y Mediador. Por tanto,
oh alma mía, si es tu dicha acercarte al trono de la gracia con santa valentía,
que sea con reverencia y temor piadoso. [ 2]
3. ¡Es una cosa horrible apelar a Dios por la verdad de una mentira! Todas las
apelaciones a Dios, no requeridas por la ley, son menos que inútiles; son
malvadas y ponen en duda la veracidad de quienes las hacen — Ed. [ 3]
4. "Dar la espalda"; abandonar, partir, tratar con desprecio. Ver Diccionario
Imperial, vol. ip 145.—Ed. [ 4]
5. El discípulo genuino "que no piensa maldad" dirá: ¿Puede ser así ahora?
Sí, lector, en efecto lo es. Algunos van a la casa de Dios para adorar su
tranquilidad y olvido en el sueño; algunos para propósitos mundanos; algunos
para admirar la belleza del cuerpo frágil; pero muchos para adorar a Dios en
espíritu y en verdad. Lector, pregúntese a cuál de estas clases pertenece usted.
— Ed. [ 5 ]
6. Ellos adoraban a Dios, no de acuerdo con su llamado, sino a sus propios
inventos: la dirección de sus falsos profetas, o sus reyes idólatras, o las
costumbres de las naciones alrededor de ellos. La tradición de los ancianos
era de más valor y validez para ellos que las leyes de Dios a través de
Moisés. Nuestro Salvador aplicó esto a los judíos de su tiempo, quienes eran
formales en su devoción y ligados a sus propios ritos; y se pronuncia acerca
de ellos diciendo que en vano adoran a Dios. Cuantos todavía consideran más
los inventos humanos y las tradiciones de la iglesia, que los mandamientos de
Dios en el culto de adoración. [6 ]

LA PALABRA TEMOR PARA REFERIRSE A LA


PALABRA DE DIOS.
Ahora pasaré a la segunda parte, es decir, a la Palabra que rige y dirige
nuestro temor.
SEGUNDO. Esta palabra TEMOR, es tomada a veces para referirse a LA
PALABRA ESCRITA DE DIOS; puesto que ella es, y debería ser siempre,
quien gobierne y dirija de nuestro temor.
Vemos a David llamándola en el Salmo 19 "El temor de Jehová". Dice
David, "El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre". El
temor de Jehová, es decir, la Palabra del Señor, la palabra escrita; él la llama
en este mismo pasaje, el temor del Señor, y también la ley, los estatutos, los
mandamientos y los juicios de Dios. ”La ley de Jehová es perfecta, que
convierte el alma;
El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.
Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón;
El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.
El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre;
Los juicios de Jehová son verdad, todos justos". Todas estas palabras se
refieren a la misma cosa, a la Palabra de Dios, y nos dan un diseño claro de
su gloria. Entre las frases más significativas, esta es una, "El temor de Jehová
es limpio, que permanece para siempre”. Por lo tanto, esta Palabra escrita es
también objeto de temor cristiano. Esto es lo que David pretendía cuando
dijo:
"Venid, hijos, oídme; El temor de Jehová os enseñaré. "(Salmo 34:11). Les
enseñaré el temor, es decir, los mandamientos, estatutos y juicios del Señor,
tal como Moisés ordenó a los hijos de Israel: " y las repetirás a tus hijos, y
hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte,
y cuando te levantes. "(Deut 6: 4-7).
En el capítulo 11 de Isaías se expresa la misma idea, donde el Padre dice del
Hijo, que debe ser de rápido entendimiento en el temor del Señor; para que
pueda juzgar y herir la tierra con la vara de su boca.
Esta vara en el texto no es otra que el temor, la Palabra del Señor; ¿Con que
fin debía tener una comprensión rápida? Con el fin de herir la tierra y juzgarla
según la voluntad de su Padre, en medio de los hijos de los hombres.
Ahora bien, como dije, se le llama el temor del Señor, puesto que es la norma
directora de nuestro temor. Y porque no sabemos temer al Señor para
salvación sin su guía y dirección. Como se dice del sacerdote que fue enviado
desde el cautiverio a Samaria para enseñar la gente a temer al Señor, así se
dice acerca de la Palabra escrita de Dios; Nos fue dada y dejada entre
nosotros para que podamos leer allí todos los días de nuestra vida, y aprender
a temer al Señor (Deut. 6: 1-3,24, 0:12, 17:19). Y es así, que temblar ante la
Palabra de Dios, no es solo tomado en cuenta por Dios, sino incluso contado
como loable y digno de elogio, como es evidente en el caso de Josías (2
Crónicas 34: 26,27). Tales también son aprobados por Dios, o condenados: "
Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra: Vuestros
hermanos que os aborrecen, y os echan fuera por causa de mi nombre,
dijeron: Jehová sea glorificado. Pero él se mostrará para alegría vuestra, y
ellos serán confundidos. "(Isa 66: 5).
Además, el propio Dios cuidará de ellos para que ninguna angustia, tentación
o aflicción pueda vencerlos y destruirlos: "pero a este hombre miraré", dice
Dios, "al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra.
"Es la misma sustancia de lo que dice el mismo profeta en el capítulo 57:
" El Alto y Majestuoso que vive en la eternidad,
el Santo, dice:
«Yo vivo en el lugar alto y santo
con los de espíritu arrepentido y humilde.
Restauro el espíritu destrozado del humilde
y reavivo el valor de los que tienen un corazón arrepentido. ".
Sí, la forma de escapar de los peligros anunciados es escuchar para
comprender y temer la Palabra de Dios: "Aquellos que temían la palabra de
El Señor entre los siervos de Faraón, hicieron que sus siervos y su ganado.
huyeran a las casas y fueron asegurados; pero aquellos que no obedecieron la
palabra del Señor, dejaron a sus siervos y su ganado en el campo a la
intemperie, y fueron destruidos por el granizo (Ex. 9: 20-25).
Si en algún momento se descubren y lamentan los pecados de una nación o
iglesia, es por aquellos que conocen y tiemblan ante la palabra de Dios.
Cuando Esdras escuchó acerca de la maldad de sus hermanos, tuvo el deseo
de humillarse ante Dios, y ¿quiénes fueron aquellos que lo ayudaron en esa
iniciativa sino los que temblaban ante la palabra de Dios? –
Entonces todos los que temblaban ante las palabras del Dios de Israel
vinieron y se sentaron conmigo a causa de este ultraje cometido por los que
habían regresado del destierro. "(Esdras 9: 4).
También son aquellos que tiemblan ante la Palabra quienes están en mejor
capacidad para dar consejos en los asuntos de Dios, ya que su juicio encaja
mejor con su mente y voluntad: "Por lo tanto", dijo, " Hagamos ahora un
pacto con nuestro Dios mediante el cual nos divorciaremos de nuestras
esposas paganas y las echaremos de aquí junto con sus hijos. Seguiremos tu
consejo y el de los demás que respetan los mandatos de nuestro Dios. Que se
haga todo de acuerdo con la ley de Dios. "(Esdras 10: 3).
Asimismo, algo del temor y terror de la Palabra reside en las siguientes cosas.
Primero. Como ya he sugerido, estas son las palabras de Dios por cuanto Él
es el autor. Por lo tanto, tienes a Moisés y a los profetas, quienes cada vez
que fueron a entregar su recado, iniciaban su mensaje a la gente diciendo:
"Escuchen la palabra del Señor", "Así dice el Señor" y cosas por el
estilo. Igualmente, cuando Ezequiel fue enviado a la casa de Israel, en su
estado de religión, les dijo: "Así ha dicho Jehová el Señor"; "Así ha dicho
Jehová el Señor"(Ez. 2:4, 3:11). Este es el honor y la majestad, que Dios ha
puesto sobre su Palabra escrita, y lo ha hecho así con el propósito de que
pudiésemos convertirla en la regla y norma de nuestro temor; para que
podamos admirarnos y temblar ante ella. Cuando Habacuc escuchó la palabra
de Dios, se conmovieron sus entrañas, y la pudrición entró en sus
huesos. "Dentro de mí me estremecí", dijo," si bien estaré quieto en el día de
la angustia"(Hab. 3:16).
La palabra de un rey es como el rugido de un león; donde está la palabra de
un rey, allí hay poder. ¿Qué ocurrió, entonces, cuando Dios, el gran Dios,
rugió desde Sion y pronunció su voz desde Jerusalén, con una voz que hace
temblar no solo la tierra, sino también el cielo? Cómo el santo David lo
declaró; "La voz del Señor es poderosa, la voz del Señor está llena de
majestad "& c. (Sal 29).
Segundo. Es una Palabra temible, y bien podría llamarse el temor del Señor,
debido al tema que trata; a saber, el estado de los pecadores en otro
mundo. Este es el enfoque de toda la Biblia, ya sea de manera directa o
indirecta. Todas sus doctrinas, consejos, estímulos, amenazas y juicios, si
damos un vistazo, de una manera u otra, apuntan al próximo mundo, el cual
será nuestro último estado, pues será para nosotros un estado eterno. Esta
palabra, esta ley, y estos juicios, son los que nos juzgaran algún día: "la
palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. (y por consiguiente
disponen de ti) (Juan 12:48).
Ahora, si consideramos que nuestro siguiente estado es un estado eterno, sea
gloria eterna o fuego eterno, esta gloria o este fuego serán nuestra porción
según la determinación de las palabras de Dios reveladas en las Sagradas
Escrituras; por lo tanto, es ante la palabra de Dios que deberíamos temblar, ya
que, además, son ellas las que guían y dirigen nuestro temor a Dios, pues
ellas nos enseñan cómo complacerlo en todo.
Tercero. Debe llamarse Palabra temible, debido a la verdad y fidelidad que
posee. Las Escrituras no pueden ser quebrantadas. Aquí se les llama las
Escrituras de la verdad, los verdaderos dichos de Dios, y también el temor al
Señor, porque cada jota y tilde de ella está para siempre establecida en el
cielo, y permanece más firme que el mundo: "El cielo y la tierra", dice Cristo,
"pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mateo 24:35).
Por lo tanto, aquellos, que están bajo el favor de la Palabra de Dios, están
bajo un favor que ningún hombre puede quitarles; pero aquellos que por la
palabra de las Escrituras están condenados, ningún hombre podrá justificarlos
ante los ojos de Dios. Por lo tanto, lo que está atado por el texto, está atado; y
lo que por el texto está liberado, está liberado; asimismo, tanto la atadura
como la liberación son inalterables (Dan. 10:21; Ap. 19: 9; Mateo 24:35;
Sal.119:89; Juan 10:35). Esto, por lo tanto, llama al pueblo de Dios a pararse
en más temor ante la Palabra de Dios que ante todos los terrores del
mundo. [7]
Existe incluso en los corazones del pueblo de Dios una mayor reverencia a la
Palabra de Dios de lo que hasta hoy se ve entre nosotros, y esto me permite
decir, que esa falta de reverencia a la Palabra es la base de todos los
trastornos que están en el corazón, la vida, la conversación y en la comunión
cristiana. Además, la falta de reverencia a la Palabra pone a los hombres
expuestos al temible desagrado de Dios: " El que menosprecia el precepto
perecerá por ello; Mas el que teme el mandamiento será recompensado. "
(Prov. 13:13).
Toda transgresión comienza cuando nos desviamos de la Palabra de
Dios; pero por otro lado, David dice: " En cuanto a las obras humanas, por la
palabra de tus labios Yo me he guardado de las sendas de los violentos."
(Salmo 17: 4).
Asimismo, Salomón dijo: " Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu
oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu
corazón; Porque son vida a los que las hallan,
Y medicina a todo su cuerpo. "(Prov. 4: 20-22).
Ahora, si realmente quieres reverenciar la Palabra del Señor, conviértela en tu
regla y directora en todas las cosas, cree que la Palabra es el temor del Señor,
la Palabra que permanece firme para siempre; sin la cual Dios no hará nada,
ya sea para salvar o condenar las almas de los pecadores. Pero para concluir
esto,
1. Sepa que aquellos que no tienen la debida consideración a la Palabra del
Señor, y que no la hacen su temor y su terror, más bien la regla de su vida es
la lujuria de su carne, el deseo de sus ojos y el orgullo de la vida, serán muy
reprendidos por esta doctrina, y serán contados entre los tontos de este
mundo; por cuanto " aborrecieron la palabra de Jehová; ¿y qué sabiduría
tienen? (Jer 8: 9).
La existencia de tales personas es evidente, no solo por sus vidas irregulares,
sino también por el testimonio manifiesto de la Palabra. "La palabra que nos
has hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti; sino que ciertamente
pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca "(Jer 44:16).
¿Es esto solo el temperamento de los hombres malvados? ¿No es el mismo
espíritu de rebelión entre nosotros en nuestros días? Sin duda; porque no hay
novedades " ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido
hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol."(Ecl. 1: 9).
Por lo tanto, como era entonces, así es con muchos hoy día.
En cuanto a la Palabra del Señor, no significa nada para ellos; Ellos seguirán
sus deseos, y harán todo lo que sale de sus propias bocas.
Ahora, tales individuos ciertamente perecerán en su propia rebelión; pues
esto es como el pecado de la brujería; fue este el pecado de Coré y de su
compañía, el cual trajo sobre ellos juicios tan drásticos. Ellos se convirtieron
en una señal de que no debemos imitar su conducta, ya que perecieron al
rechazar la palabra, (el temor del Señor) en medio de la congregación, "y se
convirtieron en una señal". La palabra que ellos tanto desprecian aún
permanece para denunciar su desgracia y el juicio sobre ellos; y, a menos que
Dios los salve con el aliento de su palabra, lo cual es difícil de creer, nunca
podrán ver su rostro con comodidad (1 Sam 15: 22,23; Núm. 26: 9,10).
2. ¿Se llaman las palabras de Dios por el nombre de Temor del Señor? ¿Son
tan temibles en su acusación y sentencia? Entonces esto los reprende ya que
estiman más las palabras y las cosas de los hombres que las palabras de Dios,
como aquellos cuyo respeto y obediencia a la Palabra de Dios es
intercambiado por los placeres o amenazas de los hombres. Habrá algunos
quienes verdaderamente reconocen la autoridad de la Palabra, pero no
rebajarán sus almas hasta el punto de creer. Tales, lo que sea que piensen de
sí mismos, serán juzgados por Cristo por avergonzarse de la Escritura; por lo
que su estado es tan condenable como el de los otros.
"Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación
adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él,
cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles. "(Marcos 8:38).
3. Y si estas cosas son así, ¿qué será de aquellos que se burlan y
deliberadamente contienden contra la palabra de Dios, haciendo de ella algo
ridículo que no debe ser considerado? ¿Prosperarán los que hacen tal
cosa? Podemos concluir de las promesas que su juicio ahora no dormirá por
mucho tiempo, y cuando llegue, los devorará sin remedio (2 Crónicas 36:15).
Si Dios, ha puesto esa reverencia sobre su Palabra como para llamarla el
temor del Señor, ¿qué será de los que se esfuerzan para derrocar su autoridad,
negando su divinidad y levantando objeciones triviales contra su
autoridad? Tal tropiezo, en la Palabra, para lo cual fueron destinados, es lo
que los juzgará en el día final. (1 Pedro 2: 8; Juan 12:48).
Notas
7. La Palabra es el decreto por el cual debemos depender o perecer. En vano,
el pobre pecador pone su confianza en iglesias u hombres; ya que ni a
papistas ni a protestantes se les ha concedido poder alguno para perdonar
pecados. Si ellos reclaman tenerlo, no les crean, más bien sientan lástima de
su orgullo ilusorio. Cristo es la Roca, y no el pobre y errante Pedro, como
algunos han imaginado en vano. Pedro está muerto, esperando la resurrección
de su cuerpo, y el gran día del juicio; pero Cristo vive en todo momento y en
todos los lugares, siendo el único capaz de salvar gloriosamente. No confíes
en el hombre; mejor, con un espíritu quebrantado busca la bendición de
Cristo, para que Él perdone tus pecados. [ 7]

LOS DISTINTOS TIPOS DE TEMOR DE DIOS EN EL


CORAZÓN DE LOS HIJOS DE LOS HOMBRES.
Habiendo hablado del objeto y la regla de nuestro temor, debo hablar ahora
sobre el temor como una gracia del Espíritu de Dios en los corazones de su
hijos; pero antes de hacerlo, les mostraré que además existen varios tipos de
temor. Para el hombre ser una criatura razonable y tener incluso por
naturaleza un cierto conocimiento de Dios, debe tener también naturalmente,
un cierto tipo de temor de Dios en algunas ocasiones, lo cual, aunque no sea
lo que se pretende en el texto, debe ser tratado con el fin de distinguir aquello
que no es correcto de lo que en realidad es.
Digo que existen varios tipos de temor en los corazones de los hijos de
hombres, aparte del temor a Dios que se pretende en este texto, y que
acompaña a la vida eterna. Aquí mencionaré tres de ellos.
PRIMERO. Hay un temor de Dios que fluye incluso de la luz de la
naturaleza.
SEGUNDO. Existe un temor de Dios que fluye de algunas de sus
dispensaciones hacia los hombres, que aún no es universal ni salvador.
TERCERO. Hay un temor de Dios en el corazón de algunos hombres que es
bueno y piadoso pero que no permanece para siempre. Así que hablaremos un
poco de todo esto, antes de abordar el tipo de temor que viene como una
gracia de Dios a los corazones de sus hijos.
PRIMERO. Existe un temor de Dios que fluye incluso de La luz de la
naturaleza. Se puede decir que un pueblo hace cosas por temor a Dios cuando
actúan el uno hacia el otro de forma razonable y honesta, no haciéndoles a los
demás lo que no quisieran hacerse a sí mismos. Este es aquel temor de Dios
por el que Abraham pensó que Los filisteos destruirían a sí mismos, cuando
le dijo a Abimelec sobre su esposa, "Ella es mi hermana". Porque cuando
Abimelec le preguntó a Abraham por qué había dicho, ella es mi hermana; él
respondió, diciendo: " Abraham respondió: Porque dije para mí: Ciertamente
no hay temor de Dios en este lugar, y me matarán por causa de mi mujer. "
(Génesis 20:11).
En verdad pensé, dijo Abraham, que en este lugar los hombres habían
sofocado y ahogado esa luz de la naturaleza que está en ellos, tan lejos como
para no producirles temor, ya que sus deseos eran poderosos para llevarlos a
lograr sus objetivos con aquello que estaba presente ante ellos.
Ahora pasaré al segundo punto:
SEGUNDO. Quiero demostrar que hay un temor de Dios que fluye de
algunas de las dispensaciones de los hombres, que no es ni universal ni
salvador. Este temor que es opuesto al temor salvador puede llamarse temor
impío a
Dios. Lo describiré con estos detalles a continuación:
Primero. Hay un temor de Dios que causa rencor continuo, descontento, y
levantamientos del corazón contra Dios. Esto ocurre cuando el temor de Dios
desciende sobre los hombres para tratar con sus pecados, y es aprehendido
por ellos y, aun así, por esta dispensación no tienen un cambio de corazón
para someterse a Dios. Los pecadores bajo esta dispensación no pueden sacar
a Dios de su mente, ni tampoco temblar con gracia ante él; pero a través del
marco no santificado en el que se encuentran, tienen miedo con un temor
impío y así, en sus mentes, divagan en contra de Dios. Este temor a menudo
se apoderó de los hijos de Israel cuando ellos estaban en el desierto en su
viaje a la tierra prometida; aún ellos temían que Dios los destruyera en este
lugar, pero no era la clase de temor que los impulsara a someterse por temor
al juicio de sus pecados, sino un miedo que los hizo levantarse contra Dios.
Este temor tan tenue, se evidenció en ellos incluso al comienzo de su viaje, y
fue reprendido por Moisés en el Mar Rojo; temor que volvería a levantarse
por momentos para deshonrar a Dios, haciéndolos de nuevo culpables de
pecado ante Él. (Éxodo 14: 11-13; Números 14: 1-9). Este temor fue lo que
Dios dijo que enviaría delante del pueblo guiado por Josué, que poseería a los
habitantes de la tierra, produciéndoles una debilidad de corazón que se los
tragaría, en sus intentos de destruir al pueblo de Israel.
“Yo enviaré mi terror delante de ti, y consternaré a todo pueblo donde entres,
y te daré la cerviz de todos tus enemigos. "(Ex. 23:27)."
Hoy "dice Dios," … comenzaré a poner tu temor y tu espanto sobre los
pueblos debajo de todo el cielo, los cuales oirán tu fama, y temblarán y se
angustiarán delante de ti. "(Deu. 2:25, 11:25).
Ahora este temor también es llamado angustia, como vemos aquí; y, en otro
lugar, se le llama avispas. Por lo tanto, el alma sobre la que cae será como el
encuentro entre niños y abejas. La avispa pone temor en los hombres, no para
producir en el corazón un dulce arrepentimiento, sino para despertar el
espíritu en actos de oposición y resistencia y obligarlos a huir de Él.
"Enviaré delante de ti la avispa, que eche fuera al heveo, al cananeo y al
heteo, de delante de ti. "(Éxodo 23:28).
Ahora este temor, ya sea forjado por la mala interpretación de los juicios de
Dios, como en los israelitas, o de otra manera en los Cananeos, tiene, de
todas formas, como efecto, la impiedad. Es por esto por lo que lo llamo un
temor impío de Dios, porque suscita murmuración, descontentos y
levantamientos del corazón contra Dios; mientras Él, con sus dispensaciones
está lidiando con ellos.
Segundo. Existe un temor de Dios que aleja a un hombre de Dios: y no estoy
hablando del ateo o del pecador que se place en pecar, ni aun del temor del
que hablé hace un momento. Me refiero, a los que a pesar de tener un sentido
del pecado y de la justicia de Dios, huyen de él con miedo impío y
ordinario. Este miedo impío era el que poseía el corazón de Adán el día que
comió del árbol acerca del cual el Señor dijo: "El día que de él comas,
ciertamente morirás". Adán fue poseído de tal temor a Dios que lo hizo
buscar esconderse de su presencia. "oí", dijo él, "tu voz en el jardín, y tuve
miedo porque estaba desnudo; y me escondí "(Gen 3:10). Piénselo. Tenía
miedo de Dios, pero no era temor piadoso. No lo motivó a someterse a Dios
después, lo cual habría evitado que se apartara de Él, ni tampoco regresó con
un espíritu inclinado, quebrantado y contrito. Más bien, este miedo, al igual
que el resto de su pecado, consiguió apartarlo de su Dios y lo persiguió para
mantenerlo alejado, de tal forma que su ser entero fue llevado lejos de Él. Lo
llamo temor impío, porque engendró en Adán interpretaciones erróneas de su
Creador; porque confinó la consciencia de Adán solo al sentido de la justicia
y, en consecuencia, a la desesperación.
El mismo temor también se apoderó de los hijos de Israel cuando escucharon
a Dios entregándoles la Ley en el Monte Sinaí; como es evidente, porque les
produjo el no poder soportar su presencia ni escuchar su palabra. Los condujo
De vuelta de la montaña. y como dice el apóstol a los hebreos: "no podían
soportar lo que se ordenaba" (Heb. 12:20).
Por lo tanto, Moisés reprenden este temor, diciendo: "No teman", dijo
él; pero si ese temor hubiera sido piadoso, él lo habría respaldado y no lo
habría prohibido y reprendido como lo hizo. "No temas", dijo él, "porque
para probaros vino Dios"; ellos pensaron lo contrario. "Dios", dijo él, "ha
venido para probarte, y para que su temor esté delante de vosotros".
Por lo tanto, ese temor que se había apoderado de ellos no era el temor de
Dios, sino un miedo proveniente de Satanás, causado por su propio juicio
erróneo, y, por tanto, un temor impío (Ex. 20: 18-20).
Note, aquí hay dos tipos de temor. Un temor prohibido, y un temor
elogiado. Prohibido porque ligó sus corazones a la esclavitud y a
pensamientos impíos sobre Dios y su palabra, y les impidió desear escuchar
más su voz (V.19-21).
Muchos también hoy día están poseídos por este miedo impío y es fácil
identificarlos, ya que no pueden soportar la convicción de su pecado mientras
escuchan la palabra de la ley por medio de la predicación; y cuando se
acercan, no tienen ningún respeto por el predicador ni soportan este tipo de
sermones.
Ellos se sienten más cómodos, cuando están más lejos de Dios y del poder de
su palabra. La palabra predicada acerca a Dios más de lo que ellos desean,
puesto que cada vez que Dios se acerca, sus pecados son puestos de
manifiesto, al igual que el juicio que merecen.
Ahora, estos no tienen fe en la misericordia de Dios por medio de Cristo, ni
en la gracia que los lleva a Dios. Lo único que pueden hacer es pensar
erróneamente sobre Dios y decirle: "Apártate de nosotros, porque no
deseamos el conocimiento de tus caminos "(Job 21:14).
Por lo tanto, estos pensamientos erróneos acerca de Dios engendran en ellos
este temor impío; y el temor impío los mantiene atados a sus errores y a
pensamientos indignos, así como a un servicio diabólico al que se animan
mutuamente y, a menos que el milagro de la gracia lo impida, se ahogarán en
destrucción y perdición.
Fue este mismo temor el que llevó a Caín a huir de la presencia de Dios hacia
la tierra de Nod, para que se encargase de cualquier negocio carnal y
mundano. Quizás se ocupó de estas cosas con el fin de sofocar sus
convicciones acerca de la majestad y la justicia de Dios contra su pecado, y
así vivir el resto de su vana vida en una seguridad pecaminosa y comodidad
carnal.
Este miedo impío fue el que también Samuel percibió que comenzó a
apoderarse de sus corazones, cuando el pueblo reconoció su pecado; por lo
que él, así como Moisés lo hizo, prohibió rápidamente que se entretuvieran
en él. "No temáis", dijo Samuel, "vosotros habéis hecho todo este mal, pero
con todo eso, no os apartéis den en pos de Jehová. ya que apartarlos del Señor
es la tendencia natural de este temor. Pero, no temáis ", dijo Samuel,
refiriéndose a ese miedo que tiende a desviarlos.
Ahora, en mi opinión, el asunto sobre el que este miedo se ocupa, como en
Adán, y los israelitas mencionados anteriormente, es el pecado. Has pecado,
dice él, y es cierto, pero no te apartes, ni temas con ese temor que te hace
alejar. (1 Sam 12:20). Ten en cuenta, por cierto, pecador, que cuando
comprendes la grandeza de tus pecados, y opera en ti un temor que inclina tu
corazón a huir de Dios, de hecho, estás poseído por un miedo que es impío;
así es, tan impío, que ninguno de tus pecados por más atroces, puede
compararse con él, y que podría manifestarse a través de muchos detalles. Sin
embargo, Samuel, habiendo reprendido este tipo de temor, establece delante
del pueblo otro temor, a saber, el verdadero temor de Dios; "temed a Jehová"
dice que "servidle con todo tu corazón" (v 24). Y aún, los anima a hacerlo
diciendo, "porque el Señor no desampara a su pueblo". Este miedo impío es
lo que lees en Isaías 2, y en muchos otros pasajes. El pueblo de Dios debería
evitarlo, como si huyeran del mismo diablo, porque su tendencia natural es
adelantar la destrucción del alma de la cual se ha apoderado [8]
Tercero. Existe además un temor a Dios que, aunque no tiene el poder para
hacer que los hombres huyan de su presencia, es también impío, ya que
aunque estén por fuera de las ordenanzas de Dios, sus corazones se
encuentran bastante desanimados como para intentar ejercitarse en la piedad
[1]. De este tipo son aquellos que no se atreven a abandonar la escucha,
lectura y discurso de la palabra como otros; tampoco se alejan de la asamblea
de los hijos de Dios para el ejercicio de otros deberes religiosos, ya que su
conciencia está convencida de que este es el camino y la adoración correcta a
Dios. Sin embargo, su corazón, como he dicho, a causa de este temor impío,
se mantiene alejado de la poderosa gracia de Dios. Este miedo aparta su
corazón de toda oración santa y piadosa en privado, y de todo celo santo y
piadoso por su nombre en público, y existen muchos profesantes cuyos
corazones han sido capturados por este temor impío de Dios, y su destino es
como el del siervo perezoso. Él era un sirviente, entre los sirvientes de Dios,
y tenía dones y habilidades que le fueron dadas para servir a Cristo, así como
a sus compañeros. También se le ordenó, al igual que al resto, trabajar hasta
el regreso de su amo. ¿Pero qué hace él? ¿Por qué él toma su talento, el
regalo que debía utilizar para el beneficio de su amo, lo pone en una
servilleta, cava un hoyo en la tierra, escondiendo el dinero de su señor, y se
recuesta de manera perezosa todos sus días, no fuera, sino dentro de la viña
de su señor? [9] Vemos como llega de ultimo entre los criados, lo cual es
evidencia de que no había desechado su profesión, pero de que fue negligente
y perezoso mientras estuvo allí.
[1] El poder de la religión.
Pero ¿Qué fue lo que lo hizo tan perezoso?
¿Qué fue lo que desalentó su corazón mientras estaba en el camino, y qué lo
desanimó a ejercitarse en el poder de las prácticas espirituales sagradas según
el talento que recibió? [2]
Fue debido a que cedió a un temor impío de Dios, lo cual desvió su corazón
del poder de sus deberes religiosos. "Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu
mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; porque tuve miedo de ti…
Lucas 19:21.
"¿Cómo es que el temor de Dios puede hacer a un hombre ocioso y
perezoso? No sería así si fuese el temor correcto y piadoso.
Este temor, por lo tanto, era un temor equivocado; y es precisamente de este
temor impío de Dios de lo que yo he estado hablando aquí.
Porque tuve miedo de ti, o como se expresa en el evangelio de Mateo, "por lo
cual tuve miedo. "¿Miedo de qué? De Cristo", que es hombre duro, que siega
donde no sembró y recoge donde no esparció”.
Este miedo, al ser impío, lo hizo percibir una idea de Cristo contraria a la
bondad de su naturaleza, por lo tanto, desalentó su corazón para esforzarse y
hacer lo que era agradable a sus ojos (Lucas 19:20; Mateo 25:24, 25) Y así
ocurre con todos aquellos que conservan el nombre y la apariencia religiosa,
pero que son negligentes en cuanto al poder y la práctica de la piedad. Estos
vivirán como perros y cerdos en la casa; no oran, no guardan sus corazones,
no sacan las manos de sus bolsillos para trabajar, no se esfuerzan contra sus
lujurias, ni resistirán jamás hasta la muerte luchando contra su pecado; no
pueden tomar su cruz o mejorar lo que tienen para gloria de Dios. Por lo
tanto, que todos los hombres estén alertas de este miedo impío y lo eviten
como si evitaran al diablo mismo, porque les producirá miedo sin temor
alguno. Les dirá que hay un león en la calle, el lugar más improbable del
mundo para una bestia como esta; pondrá una máscara sobre el rostro de Dios
y hacerlo más terrible de contemplar, y luego desanimar al alma al
servicio; así como lo hizo con el siervo perezoso, y así lo hará contigo, pobre
pecador, si cedes ante él.
[2] Práctica sagrada de la religión
Cuarto. Este temor impío de Dios se muestra también de la siguiente
forma. No hará sufrir el alma que está gobernada por la sola fe en Cristo para
su justificación, pero doblegará la fuerza del alma que confíe en las obras de
la ley. Muchos de los judíos en tiempos de Cristo y sus apóstoles, estaban
poseídos con este temor impío de Dios. Pues en el pasado no eran como aquel
mencionado anteriormente, es decir, como el siervo perezoso. No recibían un
talento y lo escondían en la tierra o en una servilleta, sino que eran un pueblo
trabajador, que seguían la ley de justicia y tenían celo de Dios y de la religión
de sus padres. Pero, ¿cómo llegaron entonces a descarriarse? Fue debido a
que su temor a Dios era impío; no confiaron por completo en la justicia que
viene por fe, que es la justicia imputada de Cristo. Buscaron la justicia de la
ley, pero no alcanzaron la justicia. ¿Por qué? porque no la buscaron por fe,
sino por las obras de la ley. Y, ¿qué fue lo que les motivó a unir las obras de
la ley con Cristo? Fue su incredulidad, cuyo fundamento era la ignorancia y
el temor. Tenían miedo de ponerlo todo en una sola canasta; pensaron que
dos cuerdas en un arco serían mejor; así que, al sentarse entre dos taburetes se
vinieron al suelo. Entonces, el temor y la duda se unen siendo el uno la causa
del otro; y, a menudo se intercambian. A veces temor impío; a veces
incredulidad: "No temas, cree solamente" así que, el que es anulado y
arrastrado por este miedo, se une con el incrédulo que es expulsado de la
ciudad santa entre los perros. Porque los cobardes e incrédulos y los asesinos
están fuera (Apoc. 21: 8). "Los Cobardes e incrédulos; " ¿Lo ven?, Estas dos
características se unen; porque de hecho el miedo, este miedo impío, es el
fundamento de la incredulidad o, si se quiere, la incredulidad es el
fundamento de este miedo: pero no me estoy basando únicamente en
distinciones atractivas. Este miedo impío tiene un gran poder para evitar que
el alma confíe solo en la justicia de Cristo para justificación de la vida.
Quinto. Este temor impío de Dios es lo que hará que los hombres le añadan a
la voluntad revelada de Dios sus propios inventos y prácticas como un medio
para calmar la ira de Dios. Pues, la verdad, es que donde reina este temor
impío, no hay fin de la ley ni de las obras.
Vemos por ejemplo a aquellas personas en el libro de los Reyes que fueron
destruidas por los leones por haber establecido la idolatría en la tierra de
Israel, quienes pidieron que se les enviara un sacerdote desde Babilonia que
les enseñara los caminos del Dios del país; Sin embargo, aun al conocer lo
que el sacerdote les había enseñado, su temor impío no les permitió estar
contentos solo con adorar a Dios. “Aunque temían a Jehová, honraban a sus
dioses” dice el texto.
Y repite en el versículo "Así que aquellas gentes temieron a Jehová, y al
mismo tiempo sirvieron a sus ídolos" (2 Reyes 17). Fue este mismo miedo lo
que hizo que los fariseos inventaran muchas tradiciones, como el lavado de
tazas, camas, mesas y cuencas, además de una gran cantidad de otros
implementos. [10] Nadie sabe con certeza los muchos peligros a los que un
temor impío de Dios empuja a un hombre (Marcos 7). ¡Cuán enormemente
este miedo ha atormentado y torturado a los papistas durante cientos de
años! Porque, ¿Qué otra causa puede haber para la práctica de tantas
penitencias, incluso las más simples e inofensivas, como arrastrarse a la cruz,
ir descalzos en peregrinación, azotarse, vestirse de cilicio, rezar tantos
padres-nuestros y avemarías, tantas confesiones al sacerdote, dar tanto dinero
con el fin de obtener perdón de pecados, y un sin número de acciones
similares, sino este temor impío de Dios? Porque al ser movidos a creer en la
doctrina de que Cristo fue entregado por nuestras ofensas, y resucitado para
nuestra justificación, y al aplicarla por fe con valentía piadosa a sus propias
almas, este miedo se desvanecería, y también, en consecuencia, todas esas
cosas con las que innecesariamente se afligen sin provecho, ofendiendo a
Dios y afligiendo a su pueblo.
Por lo tanto, amable lector, aunque mi texto dice que debes temer a Dios, no
me refiero a cualquier tipo de temor. Porque hay, como ves, un temor de Dios
que es impío y que debe ser rechazado como al mismo pecado. Por lo cual
debes examinarte con sabiduría y mucho cuidado para comprobar que tu
temor es piadoso; lo cual será el próximo tema que abordaré.
TERCERO. El tercer tema que debo tratar, es el hecho de que existe un
temor de Dios en el corazón de algunos hombres que es bueno y piadoso,
pero que no permanece para siempre. O dicho de otra forma: hay un temor de
Dios que es piadoso pero solo dura por un tiempo. Mientras le explico este
tema utilizaré el siguiente método. En primer lugar, Le enseñaré cuál es este
temor. Segundo, Le mostraré a través de quién o de qué este temor es forjado
en el corazón. En tercer lugar, le mostraré lo que este temor causa en el
alma. Y, por último, le mostraré en qué momento este temor podrá tener un
final.
Primero. Este miedo es el efecto de un despertar causado por la palabra de
ira que engendra en el alma un sentido de su derecho a la condenación
eterna. Este temor no se encuentra en cada pecador; aquel que está cegado
por el Diablo, no es capaz de ver que su estado es condenable y, por lo tanto,
no posee este tipo de temor en su corazón. Pero el que está bajo el poderoso
efecto de la palabra de ira, como en los elegidos de Dios en su conversión,
posee este santo temor en su corazón; es decir, teme que debido a la justicia
de Dios sobre él, tarde o temprano su condenación vendrá porque ha
quebrantado Su santa ley. Este es el temor que hizo gritar a los tres mil:
Varones hermanos ¿Qué haremos? Y fue este mismo temor el que hizo gritar
al carcelero con gran temblor en su alma, "Señores, ¿qué debo hacer para ser
salvo?"
(Hechos 2 y 16). El método de Dios es matar y dar vida, herir y luego
sanar; cuando el mandamiento llegó a Pablo, el pecado revivió, y él murió, y
esa ley que fue ordenada para vida, él descubrió que era para muerte; es decir,
le impuso una sentencia de muerte por sus pecados, y mató a su conciencia
con esa frase. Por lo tanto, desde el momento en que escuchó la frase, "¿Por
qué me persigues?" que es igual a ¿Por qué cometes asesinato? él estuvo bajo
la sentencia de condena por la ley y bajo el temor a esa sentencia en su
conciencia. Digo estuvo, hasta que Ananías vino a él para consolarlo y
predicarle el perdón del pecado (Hechos 9). Por lo tanto, el temor que ahora
llamo temor piadoso, es propiamente el temor a la condenación eterna por el
pecado, y este temor, en el primer despertar, es bueno y piadoso, ya que surge
en el alma de un verdadero sentido del estado en el que se encuentra. Su
estado por naturaleza es condenable, porque es pecaminoso y porque todavía
no cree en Cristo para la remisión de los pecados: "El que no cree será
condenado y la ira de Dios permanece sobre él" (Marcos 16:16; Juan
3: 18,36). Aquello que el pecador comienza a ver al principio, es lo que
justamente teme. Digo que su temor es justo y, por lo tanto, piadoso, porque a
través de el se suscribe a la sentencia que fue emitida por su pecado.
Segundo. ¿ A través de quién o de qué este temor es forjado en el corazón? A
esto, responderé de forma breve. Este temor es forjado en el corazón por el
Espíritu de Dios, trabajando allí al principio como un espíritu de esclavitud,
con el propósito de atemorizarnos.
Pablo afirma esto cuando dice: " Pues no habéis recibido el espíritu de
esclavitud para estar otra vez en temor "(Ro. 8:15). No dice: No habéis
recibido el espíritu
de esclavitud; puesto que ya lo habían recibido para ponerlos en temor en su
primera conversión. Así que, por las instancias antes mencionadas, es claro
que lo que dice es que no lo han recibido de nuevo, para indicar que, una vez
que el Espíritu viene como espíritu de adopción, ya no vuelve como espíritu
de esclavitud. Es entonces el Espíritu de Dios, el Santo Espíritu que nos
convence de pecado y también del estado de condenación en el que estamos
debido al pecado (Juan 16: 8,9). Porque no puede ser que el Espíritu de Dios
solamente nos convenza de pecado, y no del estado de condenación;
especialmente si de esto nos convence antes de creer, pues esa precisamente
es la intención de nuestro Señor, convencer de pecado y de condenación, por
cuanto no creen en mí. Por lo tanto, cuando el Espíritu de Dios opera en el
corazón como espíritu de esclavitud, lo hace en nosotros a través de la ley,
"porque por la ley es el conocimiento del pecado" (Ro. 3:20). Por esta razón,
el Espíritu en esta labor es llamado apropiadamente espíritu de esclavitud.
1. Porque por medio de la ley nos muestra que, en efecto, estamos
esclavizados al diablo, a la muerte y a la condenación; pues este es nuestro
estado apropiado por naturaleza, aunque no nos demos cuenta hasta que el
Espíritu de Dios se lo revele a nuestra conciencia al revelarnos nuestros
pecados por la ley.
2. En esta obra, se le llama "el espíritu de esclavitud", ya que de esta manera
nos sostiene en la perspectiva y sentido de nuestro estado de esclavitud por el
tiempo que debamos estar; para algunos santos es por un tiempo prolongado
y para otros por un periodo de tiempo más corto. Pablo estuvo retenido en ese
estado tres días y tres noches, pero el carcelero y los tres mil, el tiempo
necesario para que se reunieran, no más de una hora. No obstante, algunos en
estos últimos tiempos son retenidos por días o meses, incluso años.[11] De
todas formas, aunque el tiempo sea más largo o más corto, es el Espíritu de
Dios quien los sostiene bajo este yugo; y es bueno que un hombre esté el
tiempo necesario, como se dice en Lamentaciones, "Bueno Bueno le es al
hombre llevar el yugo desde su juventud. (Lamentaciones 3:27).
Es decir, en su primer despertar; el tiempo que al Espíritu santo le parezca el
indicado para obrar de esta manera por medio de la ley. Ahora, como dije, el
pecador es mantenido al principio por el Espíritu de Dios en esta esclavitud,
que le permite el descubrimiento de su pecado y de su condenación. De igual
forma, bajo este yugo, tiene consciencia de que no está en poder de ningún
hombre, ni aun de los mismos ángeles del cielo, liberarlo; solo hasta que el
Espíritu Santo cambie su ministerio y venga con las dulces y pacificas
noticias de salvación del evangelio de Cristo a su pobre, abatida y afligida
conciencia.
Tercero. Ahora quiero a mostrarte lo que este temor hace en el alma. Ahora,
aunque este temor piadoso no dura para siempre con nosotros, como lo
mostraré más adelante, no obstante, difiere en gran forma del temor
totalmente impío, tanto por el autor, como por los efectos del mismo. Ya le
he hablado del autor antes, ahora le diré lo que produce.
1. Este temor hace que un hombre se juzgue a sí mismo por su pecado y caiga
ante Dios con una mente quebrantada por este juicio. Esto es agradable para
Dios, puesto que el pecador, al hacerlo, reconoce justo a Dios en su palabra, y
lo tiene por puro en su juicio (Salmo 51: 1-4).
2. Este temor hace que un hombre se juzgue a sí mismo y se arroje a los pies
de Dios, para condolerse y lamentarse de su miseria, lo cual es también muy
agradable a sus ojos: " Escuchando, he oído a Efraín que se lamentaba: Me
azotaste, y fui castigado como novillo indómito… etc. (Jer 31: 18,19).
3. Este temor hace que un hombre se arroje a los pies de Dios y ponga su
boca en el polvo, solo así, puede haber esperanza. Esto también es agradable
a Dios, porque ahora el pecador en sus propios ojos es menos que nada.
Que se siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso; Ponga su boca
en el polvo, por si aún hay esperanza; (Lam 3: 28,29).
4. Este temor hace que un hombre clame a Dios por misericordia, de la
manera más humilde; ahora llora sensiblemente, llora abatido, ahora él siente
y llora, sabe y clama: "Dios, sé propicio a mí pecador "(Lucas 18:13).
5. Este temor hace que un hombre acepte la ayuda y el socorro que antes no
podía aceptar; esa que otros en la misma miseria tomarían sin dudar, y
sentirse contento con ello. Este hombre debe ser lavado y limpiado de su
pecado por Dios. (Sal 51).
6. Por lo tanto, este miedo no desaparece hasta que el Espíritu de Dios
cambie su ministerio; dejando de obrar a través de la ley, y alcanzando el
alma con la dulce promesa de vida y salvación en Jesucristo. Hasta ahora este
temor es piadoso, es decir, hasta que Cristo sea revelado por el Espíritu en el
evangelio.
Hasta ahora, este temor es piadoso, y la razón por la cual es piadoso es
porque su fundamento es bueno. Ya le había mencionado anteriormente lo
que este temor es; es el temor a la condenación. Ahora bien, el fundamento
de este temor es bueno, tal como se manifiesta en los siguientes postulados.
1. El alma teme la condenación, y con razón, ya que se encuentra en sus
pecados.
2. El alma teme la condenación pues no tiene fe en Cristo, y está actualmente
bajo la ley.
3. El alma ahora mismo teme la condenación, porque por el pecado, la ley y
la falta de fe, la ira de Dios permanece sobre ella. No obstante, aunque este
temor de Dios es bueno y piadoso hasta ahora, una vez que Cristo haya sido
revelado por el Espíritu en la palabra del evangelio, y lo hayamos aceptado
con una fe verdadera y viva; este temor, a la condenación, ya no es bueno,
sino impío y el Espíritu de Dios no lo produce ya más en nosotros de nuevo.
Ahora no volvemos a recibir el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que hemos recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: !!Abba, Padre! Pero no me equivoco cuando digo que este temor
ya no es piadoso, pues no me refiero a su esencia y su obra, porque creo que
es la misma semilla que luego crece en un grado mayor y en un evangelio
más dulce, más bien lo digo en referencia a este acto de temor a la
condenación, ya que el Espíritu nunca más será encargado para dicha labor;
nunca más producirá ese fruto. Y mis razones son las siguientes:
[Razones por las cuales el Espíritu de Dios no puede obrar este temor impío.]
1. Porque el alma al cerrar la promesa por el Espíritu, con Jesucristo, es
removida de ese fundamento sobre el cual se encontraba cuando justamente
temía la condenación. Ahora ha recibido perdón de pecado, y ya no está bajo
la ley, sino en Jesucristo por fe. "Ahora, pues, ninguna condenación hay"
(Hechos 26:18; Ro. 6:14, 8: 1). Por lo tanto, ahora que el fundamento ha sido
quitado, el Espíritu ya no obra más ese temor.
2. El Espíritu, después de haber venido al alma como espíritu de adopción, no
puede venir nuevamente como un espíritu de esclavitud para poner el alma en
su temor inicial; el temor de condenación eterna, ya que él no puede hablar y
retractarse, hacer y deshacer. Como espíritu de adopción me dijo que mis
pecados fueron perdonados; que había sido incluido en el pacto de gracia;
que Dios era mi Padre a través de Cristo; que estaba bajo la promesa de
salvación, y que este llamado y El don de Dios para mí es permanente e
irrevocable. Y ¿tú crees que después de que él me haya dicho esto y sellado
la verdad a mi alma preciosa, vendrá a mí y me dirá que todavía estoy en mis
pecados, bajo la maldición de la ley y bajo la ira eterna de Dios? No, la
palabra del evangelio no es sí, sí; y luego no, no. Es solo sí, y amén; tan
cierto como que Dios es verdadero (2 Cor. 1: 17-20).
3. Por lo tanto, al ser cambiado el estado del pecador, por medio del Espíritu
quien cambia su dispensación, al dejar de operar como un espíritu de
esclavitud que nos hace temer, y venir a nuestro corazón como el espíritu de
adopción para hacernos clamar Abba padre, no puede volver a su primera
labor; de lo contrario, estaría gratificando, y ratificando la doctrina profana y
papista que dice: perdonado hoy, culpable mañana. Hijo de Dios hoy, hijo del
infierno mañana. Pero, ¿qué dicen las Escrituras? Así que ya no sois
extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de
la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien
todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el
Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de
Dios en el Espíritu. (Efesios 2: 19- 22)
Objeción. Pero esto es contrario a mi experiencia. ¿Por qué, cristiano, cuál es
su experiencia? Porque, al principio, como ha dicho, estaba bajo el temor a la
condenación, y el poder del espíritu de esclavitud. Bien dicho, y ¿cómo era
entonces? Porque, después de un tiempo de continuidad en estos temores, me
fue enviado el espíritu de adopción para sellar mi alma perdón de pecados, y
así fue; y esto también fue realizado por el mismo Espíritu; como usted dijo,
llamar a Dios Abba Padre. Bien dicho, y ¿qué ocurrió después?
Ahora, después de todo, caí de nuevo en grandes temores. [12]
Respuesta. Todo esto puede ser otorgado, y aun así, lo que he dicho seguirá
siendo verdad; pues no he dicho que una vez que recibamos el espíritu de
adopción, un cristiano no volverá a sentir tales temores tan grandes; incluso,
puede llegar a sentir peores de los que sentía al principio. Lo que yo digo es
que después de que el espíritu de adopción haya llegado, el espíritu de
esclavitud, ya no es enviado de parte de Dios, con el fin de producir temor.
Como está escrito, Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar
otra vez en temor. Que la palabra sea verdadera, sea cual sea su experiencia.
¿No es así? ¿Me hago entender?
Luego de que el Espíritu de Dios me diga, y me ayude a creer, que el Señor
por su amor ha perdonado mis iniquidades, él no se retracta diciendo que mis
pecados ya no son perdonados. Después de que el Espíritu de Dios me haya
ayudado, por medio de Cristo, para llamar a Dios mi Padre, ya no me dirá
que el diablo es mi padre. Después de que él me dijo que no estoy bajo la ley,
sino bajo la gracia, ya no me dice que no estoy bajo la gracia, sino bajo la ley,
atado por mis pecados, a la ira y al juicio de Dios. No, Este es el temor que el
Espíritu produce primero en el alma como espíritu de esclavitud.
Pregunta. ¿Puede darme más razones para convencerme de la veracidad de
lo que dice?
Respuesta. Por supuesto.
1. Ya que el Espíritu no puede mentirse a sí mismo, tampoco puede derrocar
su propio orden de trabajo, ni contradecir el testimonio que sus siervos, por
su inspiración, han dado respecto al orden de su obra en ellos. Así que haría
lo primero, mentir, si nos dice, después de haber recibido su propio
testimonio de que estamos bajo la gracia, que aún estamos bajo pecado, bajo
la ley y la ira.
Y haría lo segundo, si, después de haber realizado su primera obra en
nosotros como un espíritu de esclavitud, y posteriormente como un espíritu
de adopción: derrocaría como espíritu de esclavitud de nuevo lo que antes
había construido como un espíritu de adopción.
Asimismo, lo tercero le seguiría, es decir, derrocar el testimonio de sus
siervos; porque dirían que recibieron otra vez el espíritu de esclavitud luego
de haber sido capacitados por el mismo Santo Espíritu para llamar a Dios
Padre.
2. Esto también se hace evidente, porque el pacto en el que ahora está nuestra
alma es permanente y eterno, no bajo el supuesto de mi obediencia, sino
sobre el inmutable propósito de Dios, y la eficacia de la obediencia de Cristo,
cuya sangre también lo ha confirmado. David dijo: él ha hecho conmigo
pacto perpetuo, Ordenado en todas las cosas, y será guardado,
Aunque todavía no haga él florecer
Toda mi salvación y mi deseo. (2 Sam 23: 5). El pacto entonces es eterno en
sí mismo, estableciéndose sobre un fundamento tan bueno, que permanece en
sí mismo eternamente por el bien de los que están involucrados en
él. Escucha el tenor del pacto, y el testimonio de Dios de la veracidad del
mismo: "Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en la mente de ellos,
Y sobre su corazón las escribiré;
Y seré a ellos por Dios,
Y ellos me serán a mí por pueblo;
11
Y ninguno enseñará a su prójimo,
Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor;
Porque todos me conocerán,
Desde el menor hasta el mayor de ellos.
12
Porque seré propicio a sus injusticias,
Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades. "(Heb. 8: 10-
12).
Ahora, si Dios hará así con aquellos que él ha incluido en su pacto eterno de
gracia, eso quiere decir que Él no recordará más sus pecados, ni los
condenará por ellos, pues, en efecto, se olvida de ellos; por tanto, el Espíritu
Santo, quien también es uno con el Padre y el Hijo, no puede venir a nosotros
de nuevo como un Espíritu de Esclavitud; mucho menos después de ser
partícipes de los gloriosos frutos de dicho pacto.
3. El Espíritu de Dios, después de venir a mí como espíritu de adopción, ya
no puede volver a mí como un espíritu de esclavitud, para ponerme bajo
temor; aquel temor inicial de condenación; Ya que por esa fe que él mismo ha
forjado en mí, para creer y llamar a Dios "Abba, Padre", estoy unido a Cristo,
y ya no estoy parado sobre mis propias fuerzas, en mis propios pecados, o
actuaciones; sino en su gloriosa justicia delante de él y ante su Padre; Y El
no desechará un miembro de su cuerpo, de su carne, y de sus huesos; ni a
nadie a quien el Espíritu de Dios, actuando como espíritu de esclavitud, traiga
en temor a la condenación para hallar plenitud en la justicia de Cristo; ya que
eso es una evidente contradicción. [13]
Pregunta. Pero, ¿no podrá volver como un espíritu de esclavitud, para
ponerme en mis primeros temores por mi propio bien?
Respuesta. El texto dice lo contrario; porque "Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor. A Dios no le falta
sabiduría, como para hablar y retractarse, o hacer y deshacer; de lo contrario
no podría hacer el bien. Una vez que somos hijos y hemos recibido la
adopción, no envía luego al espíritu para decirnos que somos esclavos y
herederos de la condenación, o que estamos sin Cristo, sin la promesa, sin
gracia y sin Dios en el mundo. No obstante, esto debe hacer si se trata de
nosotros después de haberlo recibido como un espíritu de adopción, y
ponernos, como con un espíritu de esclavitud, en temor como antes.
[Este miedo impío forjado por el espíritu del demonio.]
Pregunta. Pero, ¿Si vuelvo a tener temor, de qué espíritu proviene este temor
de condenación, y esclavitud?
Respuesta. Del espíritu del demonio, que siempre trabaja para frustrar la fe,
la esperanza y consuelo de los piadosos.
Pregunta. ¿Cómo aparece este temor?
Respuesta. 1. Por la falta de fundamento ante tales temores. 2. Por lo
irrazonable de ellos. 3. Por sus efectos.
1. Por la falta de fundamento ante tales temores. Se quita el fundamento;
porque el temor a la condenación es esto: todavía estoy en mis pecados, en un
estado de naturaleza caída, bajo la ley, sin fe y, por lo tanto, bajo la ira de
Dios. Esto, digo, es el motivo del temor a la condenación, el verdadero
motivo para temerlo; pero ahora el hombre del que estamos hablando es
aquel cuyo fundamento de este temor ha sido quitado por el testimonio y el
sello del espíritu de adopción. Es llamado, justificado y, por la verdad de su
condición, recibió la evidencia del espíritu de adopción, y por eso se le ha
permitido llamar a Dios "Abba, Padre". Ahora el que ha recibido esto, se le
ha quitado el fundamento del temor a la condenación; por lo tanto, su temor,
al no tener cimiento, es falso, y por eso no es obra del Espíritu de Dios.
2. Por la irracionalidad de ellos. Este espíritu siempre llega demasiado tarde.
Viene después del espíritu de adopción. Satanás es conocido siempre por
llegar demasiado pronto o demasiado tarde. Si quisiera que los hombres
creyeran que son niños, les haría creerlo mientras son esclavos, esclavos de él
y de sus deseos. Si él quisiera que creyeran que son esclavos, lo hace cuando
son hijos y han recibido el espíritu de adopción, y el testimonio de su
filiación anterior. Y este mal está arraigado incluso en su naturaleza.: "
porque es mentiroso, y padre de mentira "; y sus mentiras son conocidas por
los santos principalmente en
Esto: en que trabaja siempre para contradecir la obra y el orden del Espíritu
de verdad (Juan 8).

2. También aparece por los efectos de tales temores. Porque hay


una gran diferencia entre los efectos naturales de estos temores
que el espíritu de esclavitud produce, y los que el espíritu del
diablo genera después. El primero, a saber, los temores
provocados por el espíritu de esclavitud, nos hace confesar la
verdad, es decir, que estamos sin Cristo, sin gracia, sin fe, y así
en la actualidad; es decir, mientras él está trabajando en un caso
pecaminoso y condenable; pero el otro, el espíritu del demonio,
cuando viene, después de que ha llegado el espíritu de
adopción, nos hace mentir; decir, que estamos sin Cristo, sin
gracia y sin fe. Ahora bien, esto, es una absoluta mentira, y él
es el padre de ella. Además, la tendencia directa del temor de
que el Espíritu de Dios, como espíritu de esclavitud, obra en el
alma, es hacer que vengamos arrepentidos a la casa de Dios,
por Jesucristo, pero estos temores del espíritu del diablo,
tienden directamente a hacer que un hombre primero, niegue la
obra de Dios, y lo hará, si en efecto cae en ellos; segundo, huir
bastante de Dios, y de su gracia en Cristo, como evidentemente
emergerá si usted da una respuesta clara y honesta a las
siguientes preguntas.

[Este miedo aleja a un hombre de Dios.]


Pregunta. 1. ¿No le hacen, estos temores, preguntarse si alguna vez hubo una
obra de gracia forjada en su alma?
Respuesta. Sí, en efecto.
Pregunta 2. ¿Estos temores no lo hacen cuestionarse si alguna vez su primer
temor fue forjado por el Espíritu Santo de Dios?
Respuesta. Sí, así es.
Pregunta 3. ¿Acaso estos temores no le hacen preguntarse si alguna vez ha
tenido algún verdadero consuelo en la Palabra y el Espíritu de Dios?
Respuesta. Si, ciertamente.
Pregunta 4. ¿No se encuentra entremezclado entre estos temores y
afirmaciones claras de que sus primeras comodidades vinieron de su
imaginación o del diablo, fruto de sus delirios?
Respuesta. Sí, así me siento.
Pregunta. 5. ¿Estos temores no debilitan su corazón en la oración?
Respuesta. Si, así es.
Pregunta. 6. ¿No le impiden, estos temores, aferrarse a la promesa de
salvación en Jesucristo?
Respuesta. Sí; porque creo que si fui engañado antes, o si fui consolado por
un espíritu de engaño antes, ¿por qué no podría ocurrir de nuevo? así que me
da miedo aferrarme a la promesa.
Pregunta. 7. ¿No tienden estos temores a endurecer su corazón su corazón, y
producirle desesperación?
Respuesta. Sí, en verdad lo hacen.
Pregunta. 8. ¿No le impiden estos temores sacar provecho al escuchar o leer
la Palabra de Dios?
Repuesta. Sí, así es, ya que no creo que cualquier cosa buena que escuche o
lea, sea para mí.
Pregunta. 9. ¿Acaso estos temores no tienden a provocar blasfemias en su
corazón contra Dios?
Respuesta. Si, al punto de distraerme.
Pregunta. 10. ¿Acaso estos temores no te hacen pensar a veces que es en
vano esperar más al Señor?
Respuesta. Así es, en efecto; y muchas veces casi he llegado a la conclusión
de que ya no leeré, ni oraré, ni escucharé, o me congregaré con el pueblo de
Dios, ni cosas semejantes.
Bueno, pobre cristiano, me alegra que me hayas respondido tan claramente;
pero, recuerde su respuesta. ¿Cuánto de Dios cree que hay en estas cosas que
piensa o siente? ¿Cuánto de su Espíritu y la gracia de su Palabra?
Sencillamente, nada, en absoluto; porque no puede ser que estas cosas puedan
ser los efectos verdaderos y naturales de la obra del Espíritu de Dios: no, no
como un espíritu de esclavitud. Estas no son sus obras. ¿Puede ver las narices
del demonio metidas en todo esto? En efecto, en cada una de sus diez
confesiones. ¿Acaso no existe un alto grado de maldad palpable en cada uno
de los efectos de este tipo de temor? Concluyo, entonces, tal como al inicio,
que el temor que el espíritu de Dios produce como espíritu de esclavitud, es
bueno y piadoso, no solo por ser el autor, sino también por el motivo y los
efectos; pero, sin embargo, no puede durar más como tal, como para producir
las conclusiones antes mencionadas, hasta que venga el Espíritu, como
espíritu de adopción; de esta manera el alma es sacada manifiestamente del
estado y la condición en que se encontraba por la naturaleza y el pecado, y es
puesta en Cristo, y en un estado de vida y bendición por gracia.
Por lo tanto, si los primeros temores vuelven a entrar en su alma después de
que el espíritu de adopción haya estado con usted, sepa que no provienen del
Espíritu de Dios, sino aparentemente del espíritu del diablo, porque son una
mentira en sí mismos, y sus efectos son pecaminosos y diabólicos.
Objeción. Pero si albergo tanta maldad como la que había en mi corazón en
mi primer despertar, según su argumento, el temor no debería ser de nadie
más, sino del diablo.
Respuesta. Hasta ahora, puesto que tal maldad estaba en su corazón, tanto el
diablo como su propio corazón buscan llevarlo a la desesperación y ahogarlo
allí. No obstante, ha olvidado la pregunta esencial: no es si en ese momento
se atormentó con tales iniquidades, sino si su temor a la condenación era
justo y bueno, pues se basaba en su condición actual, es decir, fuera de
Cristo, en sus pecados, y bajo la maldición de la ley; y si ahora que el espíritu
de adopción ha venido a usted y ha hecho por usted como se ha mencionado,
sugiero que si quiere dar paso al mismo temor, con el mismo motivo, temor a
la condenación; es evidente que no debe hacerlo, porque el fundamento, la
causa, se elimina.
Objeción. Pero desde que fui sellado hasta el día de la redención, he pecado
gravemente contra Dios, entonces ¿no he, temer, como antes? ¿No puede, por
lo tanto, volver a enviarse el espíritu de esclavitud para asustarme, como al
principio? El pecado fue la primera causa, y ahora he pecado de nuevo.
Respuesta. No, de ninguna manera; porque no hemos recibido de parte de
Dios un espíritu de esclavitud al temor; Porque no nos ha dado Dios espíritu
de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. 2 Tim. 1: 7).
Entonces, si nuestros primeros temores vuelven sobre nosotros, después de
haber recibido de las manos de Dios el espíritu de amor, de poder y de
dominio propio, estos deben ser rechazado, aunque hayamos pecado
gravemente contra nuestro Dios.
Esto se manifiesta en 1 Samuel 12:20; Y Samuel respondió al pueblo: No
temáis; vosotros habéis hecho todo este mal; pero con todo eso no os apartéis
de en pos de Jehová, sino servidle con todo vuestro corazón. Es decir, no
teman con ese temor que los habría hecho huir de Dios, al llegar a la
conclusión de que ahora no eran su pueblo. Y la razón de esto, es porque el
pecado no puede disolver el pacto en el que los hijos de Dios, por su gracia,
son tomados. Si dejaren sus hijos mi ley,
Y no anduvieren en mis juicios,
31
Si profanaren mis estatutos,
Y no guardaren mis mandamientos,
32
Entonces castigaré con vara su rebelión,
Y con azotes sus iniquidades.
33
Mas no quitaré de él mi misericordia,
Ni falsearé mi verdad. (Salmo 89: 30-33).
Ahora, si el pecado no disuelve el pacto; si el pecado no me echa fuera de
este pacto, que se hace personalmente con el Hijo de Dios, y me pone en sus
manos por su gracia, entonces no debería sentir temor como al principio.
Una vez que el espíritu de adopción haya llegado, el pecado no puede
disolver la relación de padre e hijo. Y la iglesia hizo lo correcto al afirmar
esto, cuando su corazón estaba bajo una gran dureza, y sentía culpa por
apartarse de sus caminos. “Pero tú eres nuestro padre” (Isa 63: 16,17).
Sin duda eres tú, aunque este sea nuestro caso, y aunque Israel no debería
reconocernos por eso. Que el pecado no disuelve la relación de Padre e hijo
es más evidente - " Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió
a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que
estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por
cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el
cual clama: !Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo,
también heredero de Dios por medio de Cristo. "(Gal 4: 4-7).
Supongamos que un niño transgrede y ofende gravemente a su padre, ¿se
disuelve la relación entre ellos? De nuevo, supongamos que el padre debe
castigar al hijo por tal ofensa, ¿la relación entre ellos se disuelve? Incluso,
supongamos que el hijo por ignorancia, grita y dice: Este hombre ya no es mi
padre; por este motivo, ¿su padre deja entonces de ser su padre? ¿Acaso no
ven toda la locura de estos argumentos? Esta doctrina tiene la misma
naturaleza de aquella que dice, que después de haber recibido el espíritu de
adopción, el espíritu de esclavitud es enviado nuevamente a nosotros para
producirnos temor a la condenación eterna.
Sepa entonces que su pecado, después de haber recibido el espíritu de
adopción para clamar a Dios, Abba, padre, se cuenta como la transgresión de
un hijo, no la de un esclavo, y que todo lo que le ocurra debido a esa
transgresión no es más que el castigo de un padre, y "¿qué hijo es aquel a
quien el padre no castiga? Vale la pena la observación, de que el Espíritu
Santo manifiesta a aquellos que, siendo castigados por el pecado, olvidan
llamar a Dios Padre: "Sí", dijo Pablo, " y habéis ya olvidado la exhortación
que como a hijos se os dirige, diciendo:
Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor,
Ni desmayes cuando eres reprendido por él;
Observa aún más, que el castigo de Dios a sus hijos por su pecado, es un
signo de gracia y amor, y no de su ira y condenación; por lo tanto, no hay
terreno para el temor mencionado: Porque el Señor al que ama, disciplina,
Y azota a todo el que recibe por hijo (Heb. 12).
Ahora, si Dios no quisiera castigar a aquellos que han recibido el Espíritu de
su Hijo, y sin embargo, aun así lo hace para que olviden la relación de
adopción como hijos, la cual es su condición ante Dios, y verifica que en
efecto olvidan su relación cuando la vara de Dios está sobre sus espaldas por
el pecado, esto es evidencia de que esos temores que parecen venir del
Espíritu, como espíritu de esclavitud, para temer la condenación eterna, no es
más que Satanás disfrazado, queriendo jugar una broma.
Todavía le daré dos o tres instancias más, en las que se manifestará que, lo
que sea que le ocurra, como por ejemplo un castigo por el pecado, después de
que el espíritu de adopción haya venido, debe mantener firme la fe en la
relación de padre e hijo. Se dice que las personas a las que habló Moisés
tuvieron en poca estima la roca de su salvación, y esa roca es Jesucristo. Ese
es un pecado grave, no obstante, dice: ¿Así pagáis a Jehová, Pueblo loco e
ignorante? ¿No es él tu padre que te creó? Él te hizo y te estableció. (Deut 32:
6).
En tiempos del profeta Jeremías, el pueblo de Israel estaba jugado a la ramera
con muchos amantes, e hicieron tantas cosas malas como pudieron; y como
otra parte de la escritura lo dice, dejaron a Dios por fornicar; Sin embargo,
Dios los llama a través del profeta y les dice: A lo menos desde ahora, ¿no
me llamarás a mí, Padre mío, guiador de mi juventud?"(Jer 3: 4).
Recuerde también el texto que mencioné en 1 Samuel 12:20, " No temáis;
vosotros habéis hecho todo este mal"; así que trabaje para mantener la fe en
su alma de que es un hijo, y tenga certeza de que ha recibido el espíritu de
adopción, y no caiga bajo sus primeros temores, porque el fundamento de su
condenación eterna ha sido quitado.
Ahora, que nadie, por lo que se ha dicho, tome valor para vivir una vida
suelta, bajo el supuesto de que una vez en Cristo, siempre en Cristo, y de que
el pacto no puede romperse, ni la relación de Padre e hijo puede disolverse;
porque los que lo hacen, es evidente, que no han entendido lo que es recibir el
espíritu de adopción. Es el espíritu del diablo en su propio tono el que les
sugirió esto, y prevalece contra ellos para hacerlo. ¿Haremos el mal para que
venga el bien? ¿Pecaremos para que la gracia abunde? ¿O viviremos de
cualquier manera en la tierra porque Dios por gracia nos ha protegido de la
ira venidera? Que Dios nos libre. Estas conclusiones revelan una carencia del
temor de Dios y del espíritu de adopción también. Porque, ¿qué hijo es aquel
que porque el padre no puede romper la relación dirá: Viviré completamente
esclavo de mis deseos y me esforzaré para ser un dolor continuo para mi
padre?
[Consideraciones para prevenir tales tentaciones.]
Sin embargo, para que el diablo (porque no ignoramos sus maquinaciones"),
tenga una ventaja contra algunos de los hijos, para alejarlos del temor filial de
su Padre, déjenme presentarles las siguientes consideraciones con el fin de
evitar tales tentaciones,
Primero. Aunque Dios no puede, ni lo hará, disolver la relación que el
espíritu de adopción ha establecido entre el Padre y el Hijo; no obstante, él
puede, y a menudo lo hace, por los pecados que cometan, quitarles el
consuelo de su adopción, impedir que sus hijos sientan el sentido dulce y
confortable su paternidad en sus corazones mientras pecan. Él puede permitir
que las trampas los rodeen, y el miedo repentino los perturbe. Él puede enviar
oscuridad para que no puedan ver, y dejar que la abundancia de aguas las
cubra (Job 22: 10,11).
Segundo. Dios puede esconder su rostro de ellos, y afligirlos de esa forma, y
no habrá en el mundo poder que pueda consolarlos. "Cuando esconde su
rostro, ¿quién puede contemplarlo? "(Job 23: 8,9, 34:29).
Tercero. Dios puede dejarte caer en los pecados que él hace mucho tiempo te
había perdonado, de tal manera que estas cosas traigan amargura a tu alma "
¿Por qué escribes contra mí amarguras,
Y me haces cargo de los pecados de mi juventud?”. David también gime y
clama en una aflicción insoportable (Job 13:26; Sal 25: 7).
Cuarto. Dios puede ponerle encadenado en un calabozo y rodar una piedra
sobre usted, él puede hacer que sus pies se aceleren en el cepo y convertirlo
en un cepo para hombres y ángeles (Lam 3: 7,53,55; Job 13:27; Nahúm 3: 6).
Quinto. Dios puede hacer cesar la dulce ministración y la bendita influencia
de su gracia en su alma, y hacer que esas lluvias de evangelio que antes
disfrutabas ahora sean para usted nada más que polvo y cenizas (Sal 51; Deut
28:24).
Sexto. Dios puede luchar contra usted "con la espada de su boca ", y hacerle
un blanco de sus flechas; y esta es una obra muy espantosa (Apocalipsis 2:16;
Job 6: 4; Sal 38: 2-5).
Séptimo. Dios puede decidir inclinarlo con una culpa y angustia que de
ninguna manera podrá levantar tu cabeza (Sal 40:12).
Octavo. Dios puede romper sus huesos y hacer que esa sea la razón de su
continua angustia de espíritu: así es; él puede enviar un fuego a sus huesos
para que ardan, y que ninguno pueda apagar (Sal 51: 8; Lam 3: 4,1:13; Sal
102: 3; Job 30:30).
Noveno. Dios puede hacerle a un lado y no utilizarlo para ningún servicio en
su generación. Puede arrojarle a un lado "como un vaso inútil "(Sal 31:12;
Ez. 44: 10-13).
Décimo. Dios puede matarle y quitarle de la tierra a causa de sus pecados (1
Cor. 11: 29-32).
Undécimo. Dios puede atormentarle en su muerte, con grandes e
interminables plagas, (Sal 78:45; Deut 28).
Duodécimo. ¿Qué más puedo añadir? Dios puede incluso soltar a Satanás
sobre usted; y en la muerte, autorizarlo para que le asalte con grandes
tentaciones; Dios puede hacerle sentir la culpa de toda su irreverencia hacia
Él, y que cuando salga del mundo, que su vida esté en continua duda y no
pueda hallar consuelo ni de día ni de noche; sí, él puede llevarlo incluso hasta
la locura con sus castigos a causa de sus tonterías, en efecto, todo lo hará él,
tal como un padre castiga a su hijo (Deut. 28: 65-67).
Decimotercero. Además de todo, Dios puede hacerle caer de su lecho de
muerte en una nube, puede dejarle morir en la oscuridad; cuando este
muriendo no sabrá a dónde va, si al cielo o al infierno. Así es, él puede
dejarlo sentir que su vida es corta, tanto ante sus propios ojos, como a los
ojos de los que le contemplan. "temamos pues ", dice el apóstol," aunque no
con vergüenza, sino con temor filial: " no sea que permaneciendo aún la
promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo
alcanzado. "(Hebreos 4: 1).
Ahora bien, todo esto, y mucho más, Dios puede causarle como un Padre por
medio de su vara y reprensiones paternales; y, quién más, aparte de quienes
están debajo de dichas reprensiones, sabe qué cuales terrores, miedos,
angustias y asombros son los que Dios puede traer a su pueblo; Él puede
ponerlos en un horno con fuego, y no haber lengua que pueda expresar cuan
inescrutables y temerosos son sus castigos paternos, y aun así, nunca darles
de nuevo el espíritu de esclavitud para temer. Por lo tanto, si eres un hijo, ten
mucho cuidado del pecado, no sea que todas estas cosas te alcancen y vengan
sobre ti.
Objeción. Pero he pecado, y estoy bajo la majestuosa y poderosa mano de
Dios.
Respuesta. Entonces sabe que lo que digo es verdad, pero tenga cuidado de
no escuchar las tentaciones que le harán creer que está fuera de Cristo, bajo la
ley, y en un estado de condenación. Tenga cuidado además, de llegar a la
conclusión que el autor de estos miedos es el Espíritu de Dios, quien ha
vuelto a usted como un espíritu de esclavitud, para ponerle en tales temores,
de tal forma que se desprecie a sí mismo, desafíe al diablo, deshonre a su
Padre, degrade la buena doctrina y caiga así, en una doble tentación.
Objeción. Pero si Dios trata así con un hombre, ¿cómo puede pensar de otra
manera, sino que es un reprobado, sin gracia, sin Cristo y sin fe?
Respuesta. No, pero ¿por qué tienta al Señor tu Dios? ¿Por qué peca y
provoca los ojos de su gloria? ¿Por qué se lamenta el hombre viviente?
Laméntese el hombre en su pecado." (Lamentaciones 3:39). Él no aflige
voluntariamente a los hijos de los hombres; pero si pecan, aunque Dios deba
salvar su alma, y lo hará si eres su hijo adoptivo, él le hará saber la realidad
de su pecado, y la vara con la que le castigará si es necesario, estará hecha de
escorpiones. Lea todo el libro de Las lamentaciones; lea las quejas de Job y
David; lea lo que le sucedió a su Hijo, su amado, quien siendo
completamente inocente, estuvo en la habitación de los pecadores, y luego
considera, oh hijo de Dios que pecas, si es una injusticia de Dios, y si no es
necesario, que seas castigado por tu pecado. Pero luego, añado, cuando la
mano de Dios esté sobre ti, por más grave que sea, ten cuidado de no ceder
ante tus primeros temores, para que, como dije antes, te rindas ante tu
aflicción. Para ayudarte aquí, déjame mostrarte algunos ejemplos de varios
escogidos que estuvieron bajo algunas de las aflicciones más pesadas debido
a su pecado.

[Actitud de algunos de los santos bajo fuertes aflicciones por el pecado.]


Primero. Job estaba en gran aflicción debido al pecado, tal como él declaró,
de manera que dijo que Dios lo había elegido como un blanco para disparar;
dijo que Dios corrió hacia él como un gigante, lo tomó por el cuello y lo
sacudió en pedazos, y lo contó por su enemigo; expresó que escondió su
rostro de él y no sabía dónde encontrarlo; sin embargo, él no contó todo esto
como una señal de un estado condenable, sino como una prueba y un castigo,
y dijo esto cuando estaba en el mejor momento de la batalla, "cuando me
haya probado, saldré como oro refinado ". Y de nuevo, cuando el tentador lo
presionó a pensar que Dios lo mataría, responde aun con mayor confianza y
dice: "Aunque él me matare, en él confiaré " (Job 7:20, 13:15, 14:12, 16,
19:11, 23: 8-10).
Segundo. David se quejó de que Dios le había quebrantado sus huesos, que
había puesto su rostro contra sus pecados y que le había quitado el gozo de su
salvación: no obstante, incluso en este momento dice: "Oh Dios, Dios de mi
salvación" (Sal. 51: 8, 9, 12, 14).
Tercero. Hemán se quejó de que su alma estaba llena de problemas, que Dios
lo había puesto en la fosa más profunda, que había alejado a sus conocidos,
que había desechado su alma, y había escondido su rostro de él. Dijo que
había sufrido desde su juventud y que su vida estaba cerca del sepulcro. Él
dice además, que el peso de la ira de Dios estaba sobre él, y que sus terribles
ataques habían acabo con él; sin embargo, aun así, antes de presentar
cualquiera de estas quejas, se aferra rápidamente de su Dios, diciendo: "Oh
Señor Dios de mi salvación" (Sal 88).
Cuarto. La iglesia, en el libro de las Lamentaciones se queja de que el Señor
la había afligido por sus transgresiones en el día de su terrible ira; también
dice que había pisoteado a sus poderosos hombres, y que había convocado a
los paganos contra ella; dice que él la había cubierto con la nube de su ira,
que era un enemigo y que había colgado una cadena sobre ella; y agrega,
además, que él había cerrado su oración, y roto sus dientes con piedras de
grava; que la cubrieron cenizas y, en conclusión, que él la había rechazado
por completo. Pero, ¿qué hace estando bajo todo este juicio? ¿Renuncia a su
fe y esperanza, y vuelve al temor que engendró la primera esclavitud? No: "
Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré. "; y, agrega,"
Oh Señor, Abogaste, Señor, la causa de mi alma; redimiste mi vida. (Lam 1:
5, 2: 1,2,5, 3: 7, 8, 16, 5:22, 3: 24, 31, 58). Estas cosas muestran que el
pueblo de Dios, incluso después de haber recibido al espíritu de adopción,
puede caer en pecado, y ser amargamente castigado por ello; y también, que
cuando la vara estuvo más pesada sobre ellos, tomaron una gran conciencia al
dar paso a sus primeros temores con los que fueron estremecidos por el
Espíritu al forjarse como un espíritu de esclavitud; porque de hecho no hay
tal cosa como la llegada del espíritu de esclavitud para ponernos en temor por
segunda vez, después de que él haya venido como el espíritu de adopción a
nuestra alma.
Concluyo entonces, que ese temor que es forjado por el espíritu de esclavitud
es bueno y piadoso, porque posee un fundamento sólido; y también concluyo,
que él viene al alma como un espíritu de esclavitud, pero solo una vez, y
ocurre antes de que él venga como un espíritu de adopción: Por lo tanto, si el
mismo temor se apodera de nuevo de su corazón, después de haber recibido
el espíritu de adopción, y teme de nuevo la condenación de tu alma, y siente
que estas sin Cristo y bajo la ley, este temor es malo diabólico, y no debe de
,ninguna manera admitirlo.
[Cómo el diablo obra estos miedos.]
1. Búsqueda. ¿Cómo es que el diablo, después de que el espíritu de adopción
ha llegado, puede producir en el hijo de Dios en esos temores de estar fuera
de Cristo, culpabilidad, y de nuevo merecedor de la condenación?
Respuesta. 1. Al mentir, y al prevalecer contra nosotros en mentirnos acerca
de la obra de la gracia forjada en nuestros corazones, y del testimonio del
Espíritu Santo de adopción. O, 2. Abusando de nuestra ignorancia sobre el
amor eterno de Dios para con nosotros en Cristo, y sobre la duración del
pacto de gracia. O, 3. Al malinterpretar alguna escritura que parece decir
algo, pero no es así.
O, 4. Abusando de nuestros sentidos y razón. O, 5. Al fortalecer nuestra
incredulidad. O, 6. Nublando nuestro juicio con una horrible oscuridad. O, 7.
Al darnos representaciones falsas de Dios. O, 8. Al despertarnos y ponernos
furiosos, con nuestras corrupciones internas. O, 9. Al verter en nuestros
corazones abundancia de blasfemias horribles. O, 10. Poniendo
interpretaciones incorrectas sobre la vara y el castigo de Dios. O, 11. Al
acusarnos de que nuestros malos comportamientos bajo la vara y la mano
castigadora de Dios, son una señal de que realmente no tenemos gracia, sino
que hemos sido claramente reprobados sin gracia. Por estas cosas y otras
como estas, Satanás, lleva al hijo de Dios no solo a las fronteras, sino incluso
a las entrañas de los temores de condenación, después de que ha recibido un
bendito testimonio de vida eterna, por el Espíritu Santo de adopción.
[El pueblo de Dios debe temer su vara.]
Pregunta. ¿Pero no querrías que el pueblo de Dios tuviera temor de su vara,
Y de sus juicios?
Respuesta. Sí, y cuanto más le teman, menos estarán bajo de dichos
juicios; ya que es la falta de temor lo que lleva al pecado, y es el pecado lo
que nos lleva a estas aflicciones. NO obstante, no quisiera que temieran con
un miedo de esclavos; ya que eso no agregará fortaleza contra el
pecado; quisiera que temieran con el temor reverente de los hijos, puesto que
esa es la manera de apartarse del mal.
Pregunta. ¿Por qué ocurre eso?
Respuesta. Por qué, habiendo recibido antes el espíritu de adopción, aún se
debe aprender a creer en él como nuestro padre, y asimismo, a temer con el
temor que sienten los hijos, no los esclavos que le temen a un tirano. Por lo
tanto, hacen bien en mirar su vara, sus reprensiones, y castigos, al igual que
la ira que como Padre inflige. Creer esto mantiene, o al menos ayuda a
mantener, en el corazón, una reverencia similar a la de un hijo. También
mantiene en el alma una confesión de pecado como lo hace un hijo, y una
justificación de Dios bajo todas las reprensiones con las que nos
entristece. Eso también nos compromete a venir a él, a reclamar y aferrarnos
a su misericordia; a esperar y tener la esperanza de que todas las acciones
presente de Dios tengan un buen final para nosotros. (Miqueas 7: 9; Lam
1:18; Sal 77: 10-12; Lam 3: 31-34)[14]
Ahora bien, Dios quiere que le temamos a su vara, porque está decidido a
castigarnos con ella si pecamos contra él, como ya se lo he mostrado; porque
aunque se remuevan sus entrañas mientras disciplina a su pueblo, si pecamos,
dejara caer sobre nosotros su vara tan fuerte como para hacernos llorar: "¡Ay
de nosotros, hemos pecado!" (Lamentaciones 5:16). Por lo tanto, como dije,
debemos temer sus juicios, pero solo como la vara, la ira y el juicio dado por
un Padre.
[Cinco consideraciones que nos motivan a temer como hijos.]
Pregunta. Pero, ¿tiene alguna otra consideración que nos motive a temer a
Dios como hijos?
Respuesta. Le daré cinco consideraciones.
1. Considere que Dios quiere que así sea, y él es más sabio de corazón que
usted; él sabe mejor cómo proteger a su pueblo del pecado, y con ese fin les
ha dado leyes y mandamientos para que lean, y aprendan a temerle como
Padre. (Job 37:24; Ecl. 3:14; Deuteronomio 17: 18,19).
2. Considere que él es poderoso en poder; Aunque otorgue un toque paternal,
ni hombres ni ángeles pueden soportarlo; Por eso Cristo hace uso de ese
argumento diciendo, " tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste
temed. " (Lucas 12: 4,5).
3. Considera que él está en todas partes; no puedes estar fuera de su vista o de
su presencia; ni fuera del alcance de su mano. ¿A mí no me temeréis? dice
Jehová. ¿No os amedrentaréis ante mí, que puse arena por término al mar, por
ordenación eterna la cual no quebrantará? "(Jer. 5:22, 23:24).
4. Considera que él es santo y no puede mirar con agrado los pecados de su
propio pueblo. Por eso, dice Pedro, como hijos obedientes, no os conforméis
a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel
que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de
vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por
Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno,
conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;
5. Considera que él es bueno y que ha sido bueno contigo; te ha distinguido
de los demás y te ha salvado de su muerte y el infierno, aunque tal vez fuiste
peor en tu vida que aquellos a quienes dejó cuando te escogió. Oh, esto
debería comprometer tu corazón para temer al Señor todos los días de tu
vida. y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días. "(Oseas 3: 5).
Ahora, doy por terminado el tema de este tipo de temor, es decir, el temor a la
condenación, y trataremos un siguiente tema a continuación.
Notas al pie
8. El miedo de los impíos surge de una consciencia corrupta, pecaminosa, que
se condena a sí misma. Temen a Dios como si fuera un juez enojado, y por lo
tanto lo consideran como su enemigo. Puesto que aman y no se separan de
sus pecados, viven en continuo temor al castigo. Mason. [8 ]
9. "Todos los días en la viña de su señor"; sentado o parado ociosamente
descansando sobre sus codos, en lugar de trabajar en la viña. "una la
vergüenza soberana le da un codazo”. - Rey Lear, Acto iv, Escena 3.—Ed.
[9 ]
10. "Engranaje"; indumentaria, muebles, implementos. "Los apóstoles no
estaban fijos en su residencia, estaban listos para moverse hacia donde fueran
llamados. "- Barrow. — Ed. [10]
11. Dios no se limita a sí mismo en cuanto a su modo de llamar a los
pecadores pobres. Los tres mil fueron convencidos a la hora, e
inmediatamente hicieron una profesión de fe, en cambio Bunyan estuvo
durante años en un estado de alarmante incertidumbre. Algunos son
impulsados por terrores ardientes, otros por una voz aún pequeña. Amado
lector, nuestra pregunta vital debe ser: ¿Hemos entrado por la puerta de
Cristo? ¿Son nuestros frutos evidencia de arrepentimiento? Que nadie se jacte
de su experiencia, porque todos estamos embadurnados con la suciedad del
lodazal. Cada alma que entra por la puerta es igualmente un milagro de
gracia. — Ed. [11]
12. Esto es notablemente argumentado en Bunyan's Grace Abounding. —
Ed. [ 12]
13. Los que son adoptados en la familia del cielo están "justificados de todas
las cosas "; siendo librados del pecado, la maldición y la ira", ahora no hay
condenación para ninguno de ellos "; y confiando en el perdón por la preciosa
sangre de Jesús, en su justicia para aceptación, y en su gracia para
santificación, son la morada del Espíritu quien los adoptó, y están inundados
por ese amor que echa fuera el temor y se regocija en la esperanza de la gloria
de Dios. Y para aquellos que, a través de sus múltiples debilidades y partidas,
a menudo están acosados por temores e incredulidad, el Señor les dice para
animarlos: " No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy
tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la
diestra de mi justicia. "(Isa 41:10). — Mason. [ 13 ]
14. La gracia efectiva en el alma se acompaña de dudas y temores, debido a
los restos de corrupción que aún quedan; de ahí surge una guerra continua.
Creyente, ¿qué tan necesario es mantener su confianza y seguridad de
¡El amor de su Señor para usted! Confíe en su fidelidad, persevere
firmemente en el camino de su deber, mire a Jesús y viva en su plenitud.
Mason.
Que forma tan grandiosa en la que todo este razonamiento nos recuerda la
propia experiencia de Bunyan, registrada en su libro Grace Abounding
(Gracia Abundante); él no ignoraba los artimañas de Satanás. —Ed. [14]
LA GRACIA DEL TEMOR MÁS INMEDIATAMENTE
PROPUESTO EN EL TEXTO
Ahora hablaré de este temor al que llamo temor piadoso y
duradero. Primeramente, por medio de una explicación por la cual mostraré:
PRIMERO, Cómo es descrito por la Escritura. SEGUNDO, Te mostraré de
dónde fluye este temor. Y TERCERO, Te mostraré lo que fluye de él.
[Cómo se describe este temor en la Escritura]
PRIMERO. Cómo es este temor descrito por la Escritura primero de forma
más general y Segundo, de forma Más particular.

Primero. De Forma General.


1. Se le llama gracia, es decir, una obra dulce y bendecida del Espíritu de
gracia, que Dios le otorga a los elegidos. Por eso el apóstol dice: " Así que,
recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante
ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; "(Heb. 12:28). Ya
que este temor que trae esclavitud es forjado en el alma por el Espíritu
operando como un espíritu de esclavitud, el temor que sentimos mientras
estamos en libertad de hijos, es forjado por El, al mismo tiempo que nos
ofrece nuestra libertad; "donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad ",
es decir, opera como espíritu de adopción, liberando el alma de esa esclavitud
bajo la cual fue sometida por el mismo Espíritu. Por lo tanto, como es
llamado el espíritu que esclaviza al temor, también El, como el Espíritu de
adopción, se le llama "el Espíritu del temor del Señor". (Isa 11: 2). Porque su
autor es ese espíritu de gracia, quien anima y mantiene nuestro temor filial, o
temor de hijo, y que somete a los elegidos a Dios como Padre, a su palabra, y
a sus caminos.
2. Este temor se llama también el temor de Dios, no como temen los impíos,
ni el temor que es forjado por el Espíritu como espíritu de esclavitud, sino a
modo de eminencia; es decir, como una dispensación de la gracia del
evangelio, y como fruto del amor eterno. "Pondré mi temor en sus corazones,
para que no se aparten de mí "(Jer. 32: 38-41).
3. Este temor de Dios se llama el tesoro de Dios, porque es una de sus joyas
escogidas, es una de las rarezas del cielo, "El temor del Señor será su tesoro "
(Isaías 33: 6). Y bien puede ir bajo ese título; porque como tesoro, este temor
no se encuentra en cada esquina. Se dice que no todos los hombres tienen fe,
y por eso la fe es más preciosa que el oro; lo mismo se dice sobre este tipo de
temor: "No hay temor de Dios ante sus ojos"; se habla de que la mayor parte
de los hombres carecen por completo de esta joya piadosa, este tesoro
llamado El temor del Señor. Pobres vagabundos, cuando vienen rezagados
para pedir en alguna casa; tal vez puedan obtener algunos cosas en mal
estado; quizás unos zapatos viejos y algunas telas usadas, pero ninguno
obtendrá joyas; no pueden tocar el tesoro más selecto de los propietarios, el
cual se guarda para los hijos, y los que serán sus herederos. Podemos decir lo
mismo también de esta bendita gracia del temor, que aquí es llamado el
tesoro de Dios. Es otorgado solo a los elegidos, los herederos e hijos de la
promesa; todos los demás son carentes de él, y así continuarán hasta la
muerte y el juicio.
4. Esta gracia del temor es lo que hace que los hombres sobresalgan y vayan
más allá de todos los demás ante los ojos de Dios; es lo que embellece a un
hombre y hace que Dios lo prefiera a él por encima de otros. Le dice Dios a
Satanás, " ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en
la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?"(Job 1:
8, 2:3). "No hay nadie como él, nadie igual en la tierra". Supongo que lo
decía en serio [que Job era el único hombre más admirable y recto] en ese
tiempo o, dicho de otra forma, era un hombre que abundaba en el temor del
Señor; a nadie le gusta temer al Señor. Job superó a los demás con respecto a
su reverencia a Dios, inclinándose ante él y cumpliendo sinceramente con su
voluntad; y por eso se le llama un hombre excelente. No es el conocimiento
de la voluntad de Dios, sino nuestro sincero cumplimiento de la misma, lo
que prueba que tememos al Señor, y es lo que hace que seamos llamados
excelentes, y por nuestra perfección, se pone de manifiesto nuestra
nobleza. Un hombre perfecto y recto es aquel que teme a Dios, y evita el
mal. Por lo tanto, esta gracia del temor es esa sin la cual ninguna parte de
nuestro servicio a Dios puede ser aceptada. Es como la sal del pacto, que
sazona el corazón, y que es indispensable; también es la que sazona y da
sabor a todos nuestros actos, y que por lo tanto no debe faltar en ninguno de
ellos (Lev. 2:13).
5. Considero que esta gracia del temor es lo que suaviza el corazón, y eso
hace que se atemorice tanto de las misericordias como de los juicios de
Dios. Esto es lo que retiene en el corazón de pobres pecadores ese debido
temor y reverencia de la majestad celestial. Por lo tanto, cuando David
describió este temor, estando bajo su influencia, lo llama estar asombrado,
dice
"Pero mi corazón se asombra ante tus palabras (NVI), y nuevamente dice, "
Tema a Jehová toda la tierra; "; " Teman delante de él todos los habitantes del
mundo " (Salmo 4: 4, 119: 161, 33: 8). Por lo tanto, esto es, como dije antes,
algo excelente a los ojos de Dios, una gracia del Espíritu, el temor de Dios, su
tesoro, la sal del pacto, lo que hace que los hombres sobresalgan de entre
todos los demás; puesto que es lo que hace que el pecador quede en asombro
ante Dios, lo cual es la postura más agradable que podamos adoptar a lo largo
de todas las edades. Sin embargo,
Segundo. De forma Particular.
1. A esta gracia se le llama "el principio de la sabiduría", porque cuando el
alma descubre por primera vez a Dios, esta gracia es engendrada: y cuando el
alma se aferra por primera vez a Dios en Cristo para ser bueno, esta gracia es
animada poniendo el alma en un asombro sagrado de Dios, causándole
reverencia y debida atención para escucharlo, y temblar delante de él (Prov.
1: 7). También es en virtud de este miedo que el alma anhela aún más el
bendito conocimiento de Dios. Esto se hace más evidente porque, donde este
temor de Dios no existe, o donde aún Dios no ha sido descubrimiento, el
corazón aún permanece rebelde, obstinado y poco dispuesto a conocer
más; Por lo tanto, es la falta de temor que hace que tales pecadores le digan a
Dios en cambio, "apártate de nosotros" y al Todopoderoso, "no deseamos el
conocimiento de sus caminos".
2. Este temor es llamado "el principio de la sabiduría", porque solo entonces,
un hombre comienza a ser verdaderamente sabio espiritualmente; ¿Qué
sabiduría hay dónde no está el temor de Dios? (Job 28:28; Sal. 111: 10). Es
por eso que a los tontos se les describe así: "Por cuanto aborrecieron la
sabiduría,
Y no escogieron el temor de Jehová, "(Proverbios 1:29). La Palabra de Dios
es la fuente de conocimiento, y ningún hombre la mirará con reverencia
piadosa, hasta que esté dotado con el temor del Señor. Con razón se le llama
"el Principio de la sabiduría; pero “los necios desprecian la sabiduría y la
enseñanza” (Prov.1: 7). En consecuencia, Es este temor al Señor lo que hace
al hombre sabio para su alma, para la vida y para otro mundo. Es esto lo que
le enseña lo que debe hacer para escapar de esas ruinas espirituales y eternas
que en las que el necio es sobrepasado y tragado para siempre. Un hombre
carente de este temor a Dios, no importa que tan sabio sea, o en el campo que
sobresalga, aún, en lo que se refiere a su alma, no hay nadie más tonto que
él; porque debido a la carencia del temor del Señor, abandona las mejores
cosas y solo persigue con todo su corazón aquellas que lo dejarán en atado al
cepo cuando muera.
3. Temer al Señor es odiar el mal. Es odiar el pecado y la vanidad. El pecado
y la vanidad, son los dulces bocados del necio, y de todo aquel que corre
detrás de sus apetitos carnales; y es solo la virtud que se haya en el temor del
Señor lo que hace que el pecador tenga antipatía hacia todo eso (Job
20:12). "Con el temor de Jehová, los hombres se apartan del mal" (Prov. 16:
6). Eso significa que los hombres lo evitan, y se separan incluso de lo que
tenga su apariencia.
Por lo tanto, es claro que los que aman el mal no están poseídos por el temor
de Dios. Hay una generación que perseguirá el mal, que lo tomará, lo
alimentará, Lo pondrá en su corazón, lo esconderá y suplicará por él, se
regocijará en practicarlo. Es imposible que habite en ellos el temor del Señor,
ya que este produce odio por el pecado y hace que los hombres se aparten de
él. En cualquier alma donde el temor de Dios y el pecado coexistan, ocurrirá
lo que sucedió con Israel cuando Omri y Tibni se esforzaron por reinar los
dos a la vez, uno de ellos tuvo que ser ejecutado, no pueden convivir juntos
(ver 1 Reyes 16): el pecado debe caer, ya que el temor a Jehová engendra en
el alma un odio contra él, un aborrecimiento de él; por lo tanto, el pecado
debe morir, es decir, sus afectos y deseos; porque como dice Salomón: "sin
leña, se apaga el fuego". Así que podemos afirmar que donde hay odio al
pecado, y donde los hombres se apartan de él, allí el pecado pierde gran parte
de su poder, se debilita y decae. Tal como declaró Salomón: "Teme al Señor,
y apártate del mal" (Prov. 3: 7). Es como si dijera que apartarse del mal es
una consecuencia natural, un efecto propio de El temor del Señor. Por el
temor del Señor, los hombres se apartan de maldad; es decir, apartan su
juicio, su voluntad, su mente y sus afectos. No es que por el temor al Señor el
pecado es aniquilado, o se ha desvanecido en el alma. Allí aún están esos
cananeos; pero son odiados, aborrecidos, abominados por el alma; peleamos
contra ellos, oramos contra ellos, los vigilamos, y mortificamos. (Ro. 7).
4. A este temor se le llama manantial de vida: " El temor de Jehová es
manantial de vida Para apartarse de los lazos de la muerte. "(Prov. 14:27). Es
una fuente o manantial, que suministra continuamente al alma una variedad
de Consideraciones acerca del pecado, de Dios, de la muerte y de la vida
eterna; con el ánimo de mantener el alma en continuo ejercicio de la virtud y
en santa contemplación. Es una fuente de vida y cada operación, cada acto y
ejercicio tienen una tendencia verdadera y natural a la felicidad espiritual y
eterna. Por lo cual el sabio dice en otro lugar: "El temor de Jehová es para
vida,
Y con él vivirá lleno de reposo el hombre;
No será visitado de mal. "(Prov.19:23).
Tiene tendencia a la vida. Incluso en la naturaleza, todo tiene tendencia a lo
que es más natural para sí mismo; el fuego para quemar, el agua para mojar,
la piedra para caer, el sol para brillar, el pecado para contaminar, etc. Por esto
digo, que el temor del Señor tiene tendencia a la vida; la naturaleza de esto es
poner el alma bajo el temor de Dios, habitar cerca de Cristo y caminar
humildemente ante él. "Es manantial de vida, para apartarse de los lazos de la
muerte. " Cuáles son los lazos de la muerte sino el pecado, y las artimañas del
diablo, etc., de los cuales el temor de Dios tiene la tendencia natural a
liberarte y mantenerte en el camino que conduce a la vida.
5. A este temor al Señor, se le llama "la enseñanza de la sabiduría" (Prov.
15:33). Escuchaste antes que es el principio de la sabiduría, pero aquí
encontrarás que es llamado la enseñanza o instrucción de la sabiduría; porque
de hecho el temor del Señor no es solo aquello que hace que un hombre
comience a ser sabio, sino también lo que le ayuda a mejorar y a aprovechar
todos los beneficios y medios para obtener vida, que Dios le ha otorgado con
el fin de salvarlo, no solo a él, sino a su vecino también. Esto es la enseñanza
de la sabiduría; lo que hace que un hombre sea capaz de usar todas sus partes
naturales y toda su sabiduría natural para la gloria de Dios y su propio bien.
Allí yace, incluso en muchas cosas naturales, aquello en lo que si
estuviéramos instruidos, nos daría una gran ayuda para la comprensión de
verdades espirituales; "Porque con sabiduría Dios hizo todo el mundo". No
hay nada que Dios haya hecho, ya sea en el cielo de arriba o en la tierra, que
no esconda algún misterio espiritual. Pero a los hombres no les importa más
que el terreno en el que pisan, o las piedras que están debajo de sus pies; y
esto es debido a que no tienen el temor del Señor; porque si lo tuvieran, les
enseñaría a pensar, incluso acerca de ese conocimiento de Dios, que viene
por el temor puesto en sus corazones, quien siendo tan grande y tan bueno,
puso abundante sabiduría en las cosas que ha creado: este temor también se
esforzaría por descubrir cuál es esa sabiduría, y darle al alma instrucción al
respecto. Esto llamado la enseñanza de la sabiduría, nos da a entender que su
tendencia es mantener todo en el alma equilibrado y en buen orden. Cuando
Job percibió que sus amigos no lo trataban de manera equilibrada y ordenada,
dijo respecto a ellos que abandonaron "el temor del omnipotente" (Job
6:14). Porque este temor mantiene a un hombre equilibrado en sus palabras y
juicios. Se puede comparar con el lastre de la nave o con el punto equilibrio
de la balanza; mantiene todo balanceado y nos ayuda dirigir nuestro curso
con respecto a las cosas que pertenecen a Dios y al hombre.
SEGUNDO. ¿De dónde fluye este temor de Dios?
Llego ahora a mi segundo punto. Quiero mostrarte la fuente de este temor de
Dios; de dónde fluye.
Primero. Este temor, esta gracia, este temor de Dios como un hijo, fluye del
amor distintivo de Dios a sus elegidos. "Seré su Dios", dijo Él, "Y pondré mi
temor en sus corazones". Nadie más lo obtiene sino aquellos que están
contenidos y enlazados en ese paquete. En este mismo pasaje, se dice que
ellos son quienes que están incluidos en el eterno pacto eterno de Dios, y
diseñados para ser las personas que deberían ser bendecidas con este
temor. ”Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles
bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.
"(Jer. 32: 38-40).
Este pacto le anuncia a la humanidad que Dios tiene en su corazón un amor
distintivo por algunos de los hijos de los hombres; ya que él dice que será su
Dios, que no los dejará, ni permitirá que se alejen de Él. En los corazones de
estos hombres Dios puso su temor, esta bendita gracia, y esta efectiva y
particular señal de su amor y de su salvación eterna.
Segundo. Este temor fluye de un nuevo corazón. Este temor no está en los
hombres por naturaleza; puede que tengan un temor a los demonios o
también algún temor impío a Dios. Sin embargo, este temor no habita en
nadie a menos que tenga un nuevo corazón, el cual es otro fruto y efecto de
este pacto eterno, y de este distintivo amor de Dios. "y les daré un corazón
nuevo"; ¿Por qué? porque el mismo profeta dice en otro lugar: "Un corazón
para temerme, un corazón circuncidado y santificado (Jer 32:39; Ez. 11:19,
36:26). Entonces, hasta que un hombre no reciba un corazón de Dios, un
corazón del cielo, un nuevo corazón, no tendrá este temor de Dios en él. No
se debe poner vino nuevo en botellas viejas, no sea que, las botellas echen a
perder el vino, o el vino estropee las botellas. El vino nuevo debe tener
botellas nuevas, y de esa forma ambos se conservarán. (Mateo 9:17). Este
temor de Dios no debe estar, ni puede encontrarse en corazones viejos; los
viejos corazones no son los envases de los cuales procede este temor de Dios;
más bien de un corazón honesto y bueno, uno nuevo, el cual es también un
efecto del pacto eterno y del amor de Dios a los hombres.
"Les daré un corazón para que me teman”. En todas las acciones debe haber
un corazón; sin corazón ninguna acción es buena, ni tampoco puede haber fe,
amor o temor en todo tipo de corazón. Esto debe fluir de aquella persona,
cuya naturaleza es producir el mencionado fruto. ¿Los hombres recogen uvas
de los espinos o higos de los cardos? De la misma forma, un corazón corrupto
no puede proceder tales frutos como el temor de Dios, creer en Dios y amar a
Dios (Lucas 6: 43-45). El corazón, por naturaleza, es más engañoso que todas
las cosas, y desesperadamente perverso; entonces, ¿cómo puede fluir el temor
de Dios de un corazón así? No es posible. Por lo tanto, quien no haya
recibido de manos de Dios un nuevo corazón, no puede temer al Señor.
Tercero. Este temor de Dios fluye de la buena impresión que la Palabra de
Dios hace sobre nuestras almas; sin una impresión de la Palabra, no hay
temor de Dios. Por eso dice que Dios le dio a Israel buenas leyes, estatutos y
juicios, para que los aprendieran y, al aprenderlos, aprendan también a temer
al Señor su Dios. Por lo tanto, dice Dios, " Harás congregar al
pueblo, varones y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus
ciudades, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios "(Deut
6: 1,2, 31:12).
Porque si un hombre da de beber buena doctrina a su alma, temerá a Dios. Si
bebe mucho, su temor a Dios será grande; si bebe poco, su temor será poco.
Si no bebe en absoluto, no tendrá temor en absoluto. Esto, por lo tanto, nos
enseña cómo reconocer a quién teme al Señor; son aquellos que aprenden y
que se asombran de la Palabra. Los que tienen en la santa Palabra de Dios, la
forma misma de sí mismos grabada sobre la faz de sus almas; ellos temen a
Dios (Ro. 6:17).[15]
Por el contrario, aquellos que no aman la buena doctrina, que no permiten
que las sanas verdades del Dios del cielo, reveladas en su Testamento, tengan
lugar en sus almas, sino que las desprecian, y también a los verdaderos
poseedores de ellas, no temen a Dios. Porque, como dije antes, este temor de
Dios, fluye de una buena impresión que la Palabra de Dios hace sobre el
Alma.
Cuarto. Este temor piadoso fluye de la fe; porque donde la Palabra hace una
buena impresión en el alma, allí, por esa impresión, es engendrada la fe, de
donde también fluye este temor. Por lo tanto, escuchar correctamente la
Palabra es llamado "el oír la fe" (Gálatas 3: 2). Por eso se dice de nuevo: "
Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se
veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe
condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. "
(Heb. 11: 7). La Palabra, aquella advertencia que recibió de Dios de cosas
que no aún no se veían, forjó en el, por medio la fe, ese temor de Dios en su
corazón que lo preparó contra peligros invisibles, y así, poder convertirse en
heredero de una felicidad venidera. Por lo tanto, donde no hay fe en la
Palabra de Dios, no puede haber temor de Dios; y donde la Palabra de Dios
no deje una buena impresión en el alma, no puede haber fe.
De modo que, así como los vicios se unen como los eslabones de una cadena,
y dependen el uno del otro, así también las gracias del Espíritu son frutos el
uno del otro, y cada uno depende del otro para su existencia. Sin fe en Dios,
no hay temor de Dios; si hay fe diabólica, hay temor diabólico; si hay fe
santa, habrá temor santo.
Quinto. Este temor piadoso también fluye de un sano arrepentimiento por el
pecado; El dolor piadoso produce arrepentimiento, y el arrepentimiento
piadoso produce temor a Dios. Por eso Pablo afirma: "Porque la tristeza que
es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que
arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. Porque he aquí, esto
mismo de que hayáis sido contristados según Dios. !Qué solicitud produjo en
vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué
celo, y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto. "(2
Cor.............................................................. 7, 10,11).
El arrepentimiento es el efecto de la tristeza; la tristeza es el efecto del dolor;
y el dolor es el efecto de la fe. Por lo tanto, el temor debe ser un efecto de, y
fluir del arrepentimiento. Pecador, no te engañes a ti mismo; si eres extraño al
sano arrepentimiento, que es presentarse ante Dios en pena y vergüenza por
el pecado, y con el deseo de apartarse de él, no tienes temor de Dios; me
refiero a este temor piadoso; el cual es el fruto de, y fluye de un sano
arrepentimiento.
Sexto. Este temor piadoso también fluye de un sentido del amor y la bondad
de Dios al alma. Donde no hay sentido de esperanza de la bondad y
misericordia de Dios por medio de Jesucristo, no puede haber nada de este
temor, sino más bien ira y desesperación, que produce ese temor diabólico, o,
en su defecto, aquel temor, que el Espíritu forja en nosotros como espíritu de
esclavitud; pero de estos no estanos hablando ahora. El temor de Dios del
cual disertamos ahora, fluye de poseer algún sentido y esperanza de la
misericordia de Dios por medio de Jesucristo. David dijo: " JAH, si mirares a
los pecados,
¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en ti hay perdón, Para que seas
reverenciado. (Salmo 130: 3,4)." Hay misericordia contigo"; el alma que
tiene sentido y esperanza en ella, teme a Dios. De hecho, nada puede poner
una obligación más fuerte sobre el corazón para temer a Dios, que el sentido
o la esperanza en la misericordia (Jer. 33: 8,9). Esto engendra la verdadera
ternura en el corazón, la verdadera piedad y delicadeza de espíritu, lo cual
hace que realmente obtengamos el afecto de Dios; y en esta verdadera
ternura, delicadeza y anhelo de obtener el afecto de Dios, yace la esencia
misma del temor al Señor, tal como se manifiesta por medio del fruto que
dicho temor produce, y hablaremos de ello más adelante.

Séptimo. Este temor de Dios fluye de una debida consideración de los juicios
de Dios que se ejecutarán en el mundo. Así es, y sobre los maestros también;
incluso, sobre el propio pueblo de Dios, quien posee una consideración
especial de sus juicios hacia ellos, de tal forma que produce este temor
piadoso. Cuando los juicios de Dios están sobre la tierra, produce en los
corazones de su propio pueblo el temor debido a su nombre. David dijo: "Mi
carne se ha estremecido por temor de ti, Y de tus juicios tengo miedo. "
(Salmo 119: 120).
Cuando Dios hirió a Uza, David tuvo temor de Dios ese día (1 Cró.
13:12). De hecho, muchos no consideran las obras del Señor, ni se fijan en las
obras de sus manos, y por eso no pueden temer al Señor. Pero otros observan,
consideran, y sabiamente meditan en sus acciones, y en los juicios que
ejecuta, y eso los hace temer al Señor. Dios mismo ejecuta todo esto como un
medio para hacernos temerle. Por eso ordena que el falso profeta sea
apedreado, "para que todo Israel oiga y tema”. Por eso también ordenó
apedrear al hijo rebelde "para que todo Israel pueda oír y temer". Un testigo
falso también debía recibir el juicio de Dios, para que todo Israel escuche y
tema. "También el hombre que proceda con soberbia ante el sacerdote debía
morir, "para que todo Israel pueda oír y temer" (Deut. 13:11, 21:21, 17:13,
19:20).
Existe una tendencia natural en los juicios, a engendrar un temor a Dios en el
corazón del hombre, como hombre; pero cuando la observación de los juicios
de Dios tienen un origen de verdadera gracia en el alma, esa observación
efectuada por ese corazón lleno de gracia, produce un temor de Dios en la
naturaleza de dicha alma, es decir, un temor justo y piadoso de Dios.
Octavo. Este temor piadoso también fluye del recuerdo benigno de nuestras
angustias pasadas; aquellas angustias producidas por nuestros primeros
temores. Porque aunque nuestros primeros temores fueron engendrados en
nosotros por la obra del Espíritu que operó como espíritu de esclavitud, no
siempre deben ser considerados de la misma forma; sin embargo, incluso ese
temor deja en nosotros, y sobre nuestros espíritus, ese sentido, deleite y pavor
de nuestro primer despertar, lo cual también ocasiona y produce dicho temor
piadoso. "Presta atención", dice Dios, "y guarda tu alma diligentemente, para
que no olvide las cosas que tus ojos han visto, y no se aparte tu corazón todos
los días de tu vida, sino enséñaselas a tus hijos y a los hijos de tu hijos". Pero,
Pero, ¿cuáles eran esas cosas que sus ojos habían visto, que los condenarían
si fueran olvidadas? La respuesta es, aquellas cosas que vieron en Horeb; a
saber, el fuego, el humo, la oscuridad, el terremoto, sus primeros despertares
por la ley, por medio de lo cual fueron traídos en un temor de esclavitud; en
efecto, debían recordar esto especialmente; "Especialmente", dijo El Señor:
Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de
las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de
tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. El día
que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo:
Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales
aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las
enseñarán a sus hijos; (Deut. 4: 9-11). El recuerdo de lo que vimos, sentimos,
temimos, y todo aquello que nos hizo temblar, cuando nuestros primeros
temores fueron engendrados, es lo que producirá en nuestro corazones este
temor filial piadoso.
Noveno. Este temor piadoso fluye cuando recibimos respuesta a nuestra
oración, cuando suplicamos por misericordia de la mano de Dios. Vean la
prueba de esto:
- " Si en la tierra hubiere hambre, pestilencia, tizoncillo, añublo, langosta o
pulgón; si sus enemigos los sitiaren en la tierra en donde habiten; cualquier
plaga o enfermedad que sea;
38
toda oración y toda súplica que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo
Israel, cuando cualquiera sintiere la plaga en su corazón, y extendiere sus
manos a esta casa,
39
tú oirás en los cielos, en el lugar de tu morada, y perdonarás, y actuarás, y
darás a cada uno conforme a sus caminos, cuyo corazón tú conoces (porque
sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres);
40
para que te teman todos los días que vivan sobre la faz de la tierra que tú
diste a nuestros padres."(1 Reyes 8: 37-40)
Décimo. Esta gracia de temor fluye también de la bendita convicción de que
Dios todo lo ve. Es decir, la creencia de que ciertamente Él conoce el
corazón, y ve cada uno de sus ires y venires; esto se encuentra implícito en el
texto mencionado anteriormente: "cuyo corazón tú conoces (porque sólo tú
conoces el corazón de todos los hijos de los hombres); para que te teman
todos los días que vivan sobre la faz de la tierra”. Muchos de ellos serían
convencidos de esta verdad. De hecho, sin esta convicción, este temor
piadoso no puede estar presente en nosotros. La falta de esta convicción hizo
que los fariseos fueran tremendos hipócritas: Cristo le dijo: Vosotros sois los
que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios
conoce vuestros corazones "(Lucas 16:15). Yo sugiero, que los fariseos no se
dieron cuenta de esto; por tal motivo, se preferían a sí mismos por encima de
otros que, sin duda, eran mejores; y es la falta de esta convicción lo que hace
que los hombres se involucren en tales pecados secretos, sin temor de Dios o
de sus juicios[16]
Undécimo. Esta gracia del temor también fluye de tener un sentido de la
imparcialidad de los juicios de Dios sobre los hombres según sus obras. Esto
también se pone de manifiesto en el texto mencionado anteriormente: y darás
a cada uno conforme a sus caminos "para que te teman", etc. Pedro también
declara lo mismo en su carta: " Y si invocáis por Padre a aquel que sin
acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor
todo el tiempo de vuestra peregrinación; "(1 Pedro 1:17).
El que tiene una convicción devota de este temor de Dios, se estremecerá ante
él; ya que sus corazones están preparados y sus obras dirigidas con temor,
según la voluntad de Dios.
De este modo, usted puede cuan gloriosa es la maravillosa gracia del Santo
temor de Dios, y la forma en que todas las gracias del Espíritu Santo le
brindan mutuamente su ayuda y fortaleza para nutrirlo y vivificarlo; y
también cómo fluye y depende de todas ellas, para obrar debidamente en el
corazón de aquellos que lo poseen.
Pasaremos ahora al tercer punto para mostrarte lo que fluye de este temor
piadoso.
TERCERO. Luego de mostrarte de donde fluye el temor de Dios, vengo
ahora para mostrarte lo que procede o emana de este temor piadoso de Dios,
que reposa en el corazón del hombre.
Primero. De este temor piadoso fluye una reverencia piadosa de Dios. David
dice: Dios temible en la gran congregación de los santos,
Y formidable sobre todos cuantos están alrededor de él. ".
Como ya le indiqué, Dios es el objeto directo apropiado del temor piadoso; es
su persona y su majestad lo que causa que este temor esté siempre sobre los
ojos del alma. David dijo," He aquí, como los ojos de los siervos miran a la
mano de sus señores, Y como los ojos de la sierva a la mano de su señora,
Así nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios,
Hasta que tenga misericordia de nosotros. "(Salmo 123: 2).
Nada asombra tanto el alma para temer a Dios como su gloriosa majestad. Su
persona está por encima de todas las cosas, y todas ellas le temen; "Temo a
Dios", dijo José (Génesis 42:18). Es decir, más que de cualquier otra cosa, me
asombro de él, él es mi temor, él es mi terror; hago todas mis acciones como
si estuviera en su presencia, como si estuviera ante su mirada; Rindo
reverencia a su santa y gloriosa majestad, haciendo todas las cosas como con
temor y temblor delante él. Este temor también les hace tener una gran
reverencia hacia su Palabra; ya que, como le mencioné antes, era la norma de
su temor. David dijo: " Príncipes me han perseguido sin causa,
Pero mi corazón tuvo temor de tus palabras.”.
Por consiguiente, de esta gracia del temor fluye reverencia a la palabra de
Dios; este hombre teme la suma de las palabras de Dios, y no hay ley con la
que no esté de acuerdo. (Salmo 119: 116). De este temor piadoso fluye la
ternura de la gloria de Dios.
Este temor, hará que un hombre aflija su alma, cuando vea como algunos
deshonran el nombre de Dios y su Palabra.
¿Quién no te temerá?, dijo Jeremías, oh rey de las naciones, porque a ti es
debido el temor. Lo dice afectado por la deshonra que el pueblo judío
continuamente causa a su nombre, su Palabra, y a sus caminos; él también
habla de su sincero deseo de que en algún momento cambien de parecer. Juan
expresa lo mismo en Apocalipsis: "¿Quién no te temerá, oh Señor", Dijo él,
"y glorificará tu nombre?”(Apocalipsis 15: 4); concluyendo claramente que el
temor piadoso produce una piadosa ternura de la gloria de Dios en el mundo,
porque eso le pertenece; es decir, se le debe a él, es una deuda que tenemos
con él. David dijo "Dad al Señor la gloria debida a su nombre”. Ahora bien,
si esta gracia ha engendrado temor piadoso en el corazón de los santos, y una
ternura piadosa de la gloria de Dios, en consecuencia, cada vez que ellos vean
la gloria de Dios disminuida por la maldad de los hijos de hombres, ellos se
sentirán afligidos y profundamente angustiados. David dijo:
Ríos de agua descendieron de mis ojos,
Porque no guardaban tu ley. (Salmo 119: 136).
Déjeme mostrarle los siguientes casos:
La forma en que David fue provocado cuando Goliat desafió al Dios de Israel
(1 Sam. 17: 23-29,45,46). Además, cuando otros reprocharon a Dios, él nos
dice que el reproche fue como "una espada en sus huesos" (Sal 42:10). Cómo
se afligió Ezequías cuando Rabsaces atacó a su Dios (Isa 37). De igual forma,
David por el amor que le tenía a la gloria de la Palabra de Dios, corrió peligro
y sufrió el reproche "de todos los poderosos" (Salmo 119: 151, 89:50). Que
sensible a la gloria de Dios fueron Elí, Daniel y los tres jóvenes en su día. Eli
murió con temor y temblor en su corazón al enterarse de que "el arca de Dios
había sido secuestrada "(1 Sam 4: 14-18). Daniel se expuso al peligro del
foso de los leones, por el tierno amor que tenía por la palabra y la adoración a
Dios (Dan 6: 10-dieciséis). Los tres jóvenes en Babilonia, prefirieron ser
quemados en un horno de fuego, antes que atreverse a deshonrar los caminos
de su Dios (Dan 3: 13,16,20).
Por lo tanto, este es uno de los frutos de este temor piadoso, la reverencia a su
nombre y la sensibilidad a su gloria.
Segundo. De este temor piadoso Fluye la vigilancia. Como se dice de Los
sirvientes de Salomón, " Cada uno su espada sobre su muslo,
Por los temores de la noche. ", entonces, se puede decir de ellos que tenían
este temor piadoso, que convertía en un pueblo vigilante. Les hace mirar sus
corazones y prestar atención con toda diligencia, a mantenerlos alejados de
todo aquello que es perverso en sí mismo (Prov. 4:23; Heb.12:15). Los hace
cauteloso, para que no cedan en su corazón ante alguna tentación del infierno
que los quiera destruir. (1 Pedro 5: 8). Los hace vigilar sus bocas, y a
mantenerlas con freno, de manera que no ofendan con su lengua, sabiendo
que la lengua es un fuego, un mundo de maldad, capaz de encender la
creación y ella es encendida por el fuego del infierno, para la contaminación
de todo el cuerpo (Santiago 3: 2-7). Les hace vigilar sus caminos, cuidar bien
sus pasos, y caminar en rectitud (Sal 39: 1; Hebreos 12:13). Así, este temor
piadoso pone al alma en guardia, para que ni el corazón adentro, ni el diablo
afuera, ni el mundo, ni ninguna otra tentación, pueda sorprender o superar a
un hijo de
Dios para contaminarlo, o hacerlo deshonrar los caminos de Dios, y de esta
forma, ofender a los santos, o hacer que los hombres difamen del evangelio.
Tercero. De este miedo fluye una provocación sagrada a una conversación
reverencial con los santos en sus asambleas religiosas y piadosas, para su
mayor progreso en la fe y el camino de la santidad. " Entonces los que temían
a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue
escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los
que piensan en su nombre. "(Mal 3:16). El temor del Señor en el corazón
provoca esto en todos sus actos, no solo por necesidad, sino también por
naturaleza: es el efecto natural de este temor piadoso, ejercitar a la iglesia en
la contemplación de Dios, ya sea juntos o separados. Todo tipo de temor,
bueno o malo, tiene una propensión natural para inclinar el corazón a
contemplar aquello a lo que le teme y, aunque un hombre se esfuerce por
deshacerse de los pensamientos que lo atan a aquello que teme, ya sea un
hombre, el infierno, o demonios, etc., cuando el objeto de su temor actúe la
próxima vez, volverá otra vez a temer. Y así ocurre con este temor piadoso; el
cual hará que un hombre hable y piense sobre el nombre de Dios con
reverencia (Sal.89: 7); y se ejercite en pensamientos puros, de tal manera que
su alma sea santificada y sazonada con tales meditaciones.
De hecho, los santos pensamientos de Dios, que este temor produce en el
alma, preparan el corazón para Dios. Por lo tanto, fue este tipo de temor que
David pidió para la gente cuando dijo: " Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y
de Israel nuestros padres, conserva perpetuamente esta voluntad del corazón
de tu pueblo, y encamina su corazón a ti. "(1 Cró. 29:18).
Cuarto. De este temor a Dios fluye una gran reverencia a su majestad, bajo el
uso y disfrute de las sagradas ordenanzas de Dios. Sus ordenanzas son sus
cortes y palacios, sus paseos y lugares donde él brinda su presencia a los que
esperan en el por temor a su nombre. Y esto quiso decir el apóstol: "
Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran
edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por
el Espíritu Santo. "(Hechos 9:31)." Andando ", esta palabra se refiere a la
práctica de las ordenanzas de Dios. Ellos anduvieron en todos los
mandamientos y ordenanzas del Señor irreprensiblemente. Esto, en lenguaje
del antiguo testamento se llama, pisar las cortes de Dios y caminar en sus
sendas. Esto fue lo que hicieron ellos según el texto, debido a su temor a
Dios. Es decir, anduvieron en una gran reverencia de su Dios, y cumplieron
sus ordenanzas. "Mis días de reposo[b] guardaréis, y mi santuario tendréis en
reverencia. Yo Jehová. "(Lev 19:30, 26: 2).
Una cosa es estar familiarizado con las ordenanzas de Dios, y otra es ser
instruido en ellas con la debida reverencia de la majestad y el nombre de ese
Dios. Es común que los hombres hagan lo primero, pero nadie puede hacer lo
último sin este temor. David dijo, " Mas yo por la abundancia de tu
misericordia entraré en tu casa;
Adoraré hacia tu santo templo en tu temor. "(Salmo 5: 7).
Por lo tanto es de este temor de Dios de dónde emana esa gran reverencia
que sus santos tienen de su majestad, de sus ordenanzas y del cumplimiento
gozoso de ellas. En consecuencia, esto hace que nuestro servicio sea
aceptable a Dios por medio de Cristo (Heb. 12). Porque Dios espera que
sirvamos con temor y temblor, pues es desagradable incluso entre los
hombres, que alguien se comporte de forma displicente ante la presencia, o
respecto al servicio de su príncipe, y sin la debida reverencia de esa majestad
y del asunto que se le encargó. Asimismo, ¿cómo puede su servicio a Dios
ser aceptable al ser llevado a cabo sin el temor reverente debido? Este
servicio es una abominación para él, y estos servidores deben ser reprendidos.
Quinto. De este temor piadoso de Dios, fluye la abnegación. Es decir, un
santo anhelo de abstenerse de aquellas cosas que son ilegales o inexactas;
Como dijo Nehemías, " Pero los primeros gobernadores que fueron antes de
mí abrumaron al pueblo, y tomaron de ellos por el pan y por el vino más de
cuarenta siclos de plata, y aun sus criados se enseñoreaban del pueblo; pero
yo no hice así, a causa del temor de Dios. "(Neh. 5:15). [17]
Aquí no había abnegación; Nehemías no obraría de esta forma, ni él, ni sus
criados; pero, ¿qué fue lo que motivo en él estos actos de abnegación? La
respuesta es el temor de Dios: " pero yo no hice así, a causa del temor de
Dios.".
Ahora bien, Pudo haber sido por el temor de Dios generado por su Palabra; o
por la gracia del temor en su corazón; quizás algunos no concuerden, pero a
mi juicio, en este pasaje se refiere al último, es decir, a la gracia del temor,
sin el cual, la palabra no podría producir esa buena abnegación en nosotros, y
que aquí vemos en este buen hombre, quien vivía en el ejercicio diario del
temor de Dios. Por lo tanto, la causa de su abnegación fue la gracia del temor
en su corazón. Esto lo hizo ser, como se dijo antes, sensible al honor de Dios
y a la salvación de sus hermanos: tan sensible, que en lugar de darle una
oportunidad al débil para tropezar u ofenderse, se negó a sí mismo para no
hacer aquello que otros hicieron. Pablo también, a través de la santificación
producida por este temor de Dios en su corazón, se negó a sí mismo incluso
de cosas legales, para beneficio y comodidad de sus hermanos: " no comeré
carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano. "(1
Cor.............................................................. 8:13).
Los hombres que no tienen este temor de Dios en ellos, no podrán negarse a
ellos mismos, por amor a Dios y por el bien de los débiles, quienes están
sujetos a tropezar con diversas cosas, pero donde quiera esté esta gracia del
temor, de allí emanará la abnegación; los hombres serán sensibles a la
ofensa; y sabrá que es mucho mejor para su profesión ser de temperamento
abnegado y condescendiente, que mantenerse rígido en su propia libertad en
cosas insignificantes, sin importar quien se ofenda. Por lo tanto Esta gracia
del temor es algo maravilloso, porque produce un excelente fruto. Porque la
abnegación, aunque goza de poca estima entre algunos, su ausencia, si las
palabras de Cristo son verdaderas, tal como son, puede quitarle su nombre a
un discípulo (Mateo 10: 37,38; Lucas 14: 26,27,33). Ellos, dice Nehemías, lo
se enseñorearon de sus hermanos, pero yo no. Tomaron pan y vino, y
cuarenta siclos de plata, pero yo no; incluso sus siervos gobiernan sobre el
pueblo, "pero yo no, por temor a Dios".
Sexto. De este piadoso temor a Dios "fluye la sinceridad de corazón" (Col
3:22). Sinceridad de corazón tanto para con Dios como para el
hombre; sinceridad de corazón, que en otro lugar se le llama lealtad y
sencillez piadosa, y se refiere a cuando un hombre hace algo simplemente por
el bien de él o de la ley que lo ordena, sin tener en cuenta este fin, [18]
O ese deseo de alabanza o de vana gloria por parte los demás; cuando solo
por el amor de Dios, y por el bien de su palabra, sin tener en cuenta este o
aquel fin, no sirviendo a la vista, o complaciendo a los hombres, sino con
sinceridad de corazón, temerosos de Dios ". Un hombre está más sujeto a
nada que desviarse de la sinceridad de corazón en su servicio a Dios y
obediencia a su voluntad. Tal como el Señor acusa a los hijos de Israel, por
sus actos, quienes duraron setenta años juntos, con la falta de sinceridad de
corazón hacia él— " Habla a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes,
diciendo: Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes
estos setenta años, ¿habéis ayunado para mí? Y cuando coméis y bebéis, ¿no
coméis y bebéis para vosotros mismos? "(Zac. 7: 5,6).
Ellos carecían de esta sinceridad de corazón en su ayuno y en su
alimentación, en su duelo y en su fiesta; tenían corazones dobles en todo lo
que hicieron. No hicieron lo que el apóstol ordena; "ya sea que comáis o que
bebáis, todo lo que hagáis, hacedlo todo para la gloria de Dios”. Y la razón
por la que carecían de esa sinceridad es porque carecían del temor de Dios.
Por eso, como lo afirma el apóstol, hagan efectiva esa sinceridad de corazón
ante Dios, la cual transforma a un hombre, como Juan dijo de Gayo, "
Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos "
(3 Juan 5). Y se conduce de esta manera por esa gracia del temor a Dios que
se reposa sobre el corazón creando un sentido de reverencia y temor ante la
majestad de Dios y su ojo que todo lo ve; Asimismo, una debida
consideración del día en que rindamos cuentas delante de él; igualmente, hace
que el servicio sea dulce y agradable, y fortifica el alma contra todo
desánimo; por esto afirmo, que el alma no estará tan consagrada en su
servicio a Dios o al hombre, cuando este temor está ausente; no obstante, a
través de un temor reverente, su servicio es aceptado, pues es leal, sincero,
sencillo y fiel; cuando otros son arrojados al infierno por su hipocresía, y
porque no imprimen el temor piadoso en lo que hacen. La sinceridad del
corazón al servicio de Dios es de absoluta necesidad, por cuanto sin ella,
como he señalado, nada puede ser aceptado; porque donde falta, falta también
el amor a Dios y a lo que es la verdadera santidad. Fue esta sinceridad de
corazón lo que hizo a Natanael tan honorable a los ojos de Jesucristo. "dijo de
él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. " (Juan 1:47). Y
fue la ausencia de dicha sinceridad lo que lo hizo aborrecer tanto a los
fariseos. Ellos carecían de sinceridad, simplicidad y sinceridad piadosa en sus
almas, y se hicieron detestables en su estima. Ahora bien, opino que esta
gracia dorada de la sinceridad de corazón, fluye del temor piadoso de Dios.
Séptimo. De este piadoso temor de Dios, fluye la compasión entrañable por
los santos que están en necesidad y angustia. Esto se manifiesta en el buen
Abdías. De él se dice lo siguiente: " Abdías era en gran manera temeroso de
Jehová.
4
Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien
profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los sustentó
con pan y agua. (1 Reyes 18: 3,4). Pero, ¿qué fue lo que motivo tanto su
corazón para hacer algo así? Porque sobre el reposaba esta bendita gracia del
temor a Dios. El texto dice que Abdías, " era en gran manera temeroso de
Jehová, y lo demostró, al ocultar a los 100 profetas del Señor y alimentarlos
con pan y agua cuando Jezabel quería asesinarlos. Esto fue una caridad para
los angustiados, incluso para los angustiados por amor del Señor.
Si Abdías no hubiera servido al Señor, y si no le hubiera temido en gran
manera, no habría podido realizar esta obra, especialmente porque la
persecución era contra el y contra la iglesia en ese momento, puesto que
Jezabel procuró matar a todo aquel que de verdad temiera al Señor. La
persecución prevaleció tanto en ese momento, que incluso Elías creyó que
ella los había matado a todos excepto a él. Sin embargo, a pesar de la recia
persecución, el temor de Dios en el corazón de este hombre se manifestó en
actos de misericordia ante el peligro inminente. Por lo tanto, aquí podemos
observar que el temor de Dios se manifestará en el corazón donde Dios lo ha
puesto, mostrar bondad y compasión hacia los afligidos siervos de Dios,
aunque Jezabel estuviera respirándole en el cuello; ya que Abdías habitó en la
casa de Acab, y Jezabel era la esposa de Acab, y una perseguidora horrible,
como se dijo antes. Sin embargo, Abdías mostró misericordia a los
menesterosos porque temía a Dios; se aventuró a ser despreciado por Jezabel,
arriesgó su espacio, su cuello, y todo lo que tenía, con el fin de ser
misericordioso con sus hermanos que estaban en apuros. Cornelio, también,
siendo un hombre lleno de este temor de Dios, se convirtió en un hombre
compasivo y generoso para con los pobres. - "Temía a Dios y daba muchas
limosnas a la gente". De hecho este temor, piadoso de Dios, es una gracia
universal; despertará el alma a todos los buenos deberes. Es una gracia
fructífera; de donde fluye la abundancia de excelentes virtudes; sin ella no es
posible que exista algo bueno, o bien hecho.
Octavo. De este temor de Dios fluye abundante, ferviente y constante
oración. Esto también se ve en Cornelio, ese hombre devoto. El temía a Dios;
Y el resultado fue que daba muchas limosnas a la gente y oraba siempre a
Dios (Hechos 10: 1,2). ¿Dije que la oración sincera, ferviente y constante
fluía de este temor a Dios? Agregaré que si todo el deber y la constancia del
mismo no es dirigido por este temor de Dios, no aprovecha para nada en
absoluto. Se dice de nuestro Señor Jesucristo que: "fue oído a causa de su
temor reverente". Así que El oro porque temía a Dios, y porque temía su
oración fue aceptada. Por eso, "fue oído a causa de su temor reverente” (Heb.
5: 7). Así que este temor piadoso es tan esencial para la oración correcta y la
oración es un fruto y un efecto tan inseparable de este temor, que es necesario
tener ambos o ninguno; el que no ora no teme a Dios; aquel que no ora
fervientemente y con frecuencia no le teme absoluto; por consiguiente el que
no teme no puede orar; porque si la oración es el efecto de este temor de
Dios, entonces sin dicho temor, la oración ferviente, cesa. ¿Cómo pueden
orar o tener conciencia del deber, aquellos que no temen a Dios? Oh tú,
hombre que no oras ni temes a Dios! No vivirías como un cerdo o un perro en
el mundo si temieras al Señor.
Noveno. De este temor de Dios fluye una disposición o buena disposición, a
El llamado de Dios a renunciar a nuestros mejores disfrutes conforme a su
voluntad. Esto es evidente en Abraham, quien ante el llamado de Dios, sin
demora, se levantó temprano en la mañana para ofrecer a su único y amado
Isaac como ofrenda quemada en el lugar donde Dios le indicaría. Lo que hizo
Abraham fue algo fuera de lo común; y no hubiese podido hacerlo si no
hubiera tenido esta gracia especial, este temor de Dios; no habría logrado
realizar este maravilloso acto que agrado al Señor. Es verdad que el Espíritu
Santo hizo que este servicio de Abraham fuese el fruto de su fe: " Por la fe
Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las
promesas ofrecía su unigénito"(Heb. 11; Santiago 2), lo hizo, y sin duda
alguna de su amor a Dios, Abraham, no carecía del deseo de servir, ni de esta
gracia del temor; al menos no, en los registros bíblicos. Allí se explica
principalmente el fruto de su temor piadoso, y eso por un ángel del cielo — "
Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham,
Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
12
Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque
ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único."
(Gen 22: 11,12).
Ahora lo sé; has ofrecido a tu único hijo Isaac, tu todo, por orden de tu Dios.
Ahora lo sé. El temor de Dios no se percibe actualmente en el corazón y la
vida de un hombre. Abraham, mucho antes de esto, había cumplido muchos
deberes santos, y mostró su mucha disposición del corazón para observar y
hacer la voluntad de Dios; sin embargo, no vemos, si bien recuerdo, que
tuviera este testimonio del cielo de que temía a Dios hasta ahora; pero ahora
lo tiene, lo tiene desde el cielo. "Ahora sé que temes a Dios". Se pueden
cumplir muchos deberes, aunque no digo que Abraham los haya hecho sin
temor a Dios; sin embargo, cuando un hombre no retiene el amor que viene
de Dios, cuando Dios lo llame a demostrar ese amor, esto dará convicción a
los ángeles, de que ahora teme a Dios.
Décimo. De este temor piadoso fluye humildad mental. Esto es evidente,
porque, cuando el apóstol advierte a los romanos contra el veneno del orgullo
espiritual, los dirige a poner en práctica esta bendita gracia del miedo como
antídoto. "No te ensoberbezcas, sino teme" (Ro. 11:20). El Orgullo espiritual,
que aquí se establece como "mentalidad altiva" es un pecado proveniente de
una naturaleza muy altiva y condenable; este fue el pecado de los ángeles
caídos, y es lo que hace que los hombres caigan en la misma condenación: "
no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo.". En mi
opinión, el orgullo, puede condenar a un profesante a la condenación de los
demonios, la condenación del infierno, y por lo tanto es un pecado
mortal. Ahora bien, contra este pecado mortal se establece la gracia de la
humildad; esa hermosa vestimenta, como la llama el apóstol, diciendo:
"vístanse de humildad". Pero la pregunta ahora es, ¿cómo podemos alcanzar
y vivir ejercitándonos en esta bendita y hermosa gracia? a lo que el apóstol
responde, temor; teme con el temor de Dios, y de allí fluirá la humildad: " No
te ensoberbezcas, sino teme". Es decir, teman, o seguirán estando temerosos y
celosos entre ustedes mismos, debido a sus propios corazones malvados,
además, teman, a no ser que en algún momento el diablo, su adversario, tome
ventaja de ustedes.
Teman, no sea que olviden lo que son por naturaleza, y también olviden la
necesidad que tienen de perdón continuo, apoyo y provisión del Espíritu de
gracia, para que no se enorgullezcan de sus propias habilidades, o de lo que
han recibido de Dios, y entonces caigan en la condenación del diablo. Teman
y eso los hará pequeños ante sus propios ojos, los mantendrá humildes, los
hará clamar a Dios por protección, y acostarse a sus pies pidiendo
piedad; esto también los hará tener pensamientos moderados sobre ustedes y
sus propias acciones, y hacer que prefieran a su hermano antes que a ustedes
mismos; así caminarán en humildad, y estarán continuamente bajo las
enseñanzas de Dios, y bajo su guía en el camino. Al humilde, Dios enseñará,
por eso dice: "Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los
mansos su carrera.
Entonces, de esta gracia del temor fluye este don excelente y hermoso, que es
la humildad; el cual, es también sostenido por dicho temor. El temor le quita
a un hombre la confianza en sí mismo; hace que un hombre desista de
intentar controlar todas las cosas, pone en un hombre el deseo de recibir
consejo y ayuda del cielo, hace que un hombre esté listo y dispuesto a
escuchar la instrucción, e impulsa a un hombre a caminar en voz baja, suave
y segura en el camino.
Undécimo. De esta gracia de temor fluye la esperanza en la misericordia de
Dios.
- "Se complace Jehová en los que le temen, en los que esperan en su
misericordia "(Salmo 147: 11). La última parte del texto es una explicación
de la primera: Es como si el salmista hubiera dicho: Estos son los hombres
que temen al Señor, aquellos que esperan en su misericordia; porque el
verdadero temor produce esperanza en Dios y en su misericordia, de esta
forma se manifiesta. El temor, el verdadero temor de Dios inclina el corazón
a una búsqueda seria del camino de salvación que Dios mismo ha
prescrito; ahora bien, el camino que Dios ha designado, por el cual el pecador
obtiene la salvación de su alma, es su misericordia y como tal, su Palabra, ya
que el temor de Dios tiene una especial consideración por la Palabra. Por lo
tanto, el pecador que posee este temor piadoso somete su alma, y gira
alrededor de él, y así es liberado de esa muerte en la que otros, por su falta de
temor de Dios, caen de cabeza.
Es, como también señalé antes, que la naturaleza del temor de Dios es poner
en el alma aquello que debe buscar y lo que no, lo que aprueba o desaprueba,
con el fin de abrazarlo o rechazarlo. Ahora digo, este temor después de haber
puesto el alma en una búsqueda estricta y seria sobre el camino de salvación,
finalmente lo encuentra por la misericordia de Dios en Cristo; por lo tanto
este temor pone al alma a esperar también de Dios la vida eterna y la
bienaventuranza; y esta esperanza no solo asegura su alma, sino que se
convierte en una porción del deleite de Dios: "El Señor se complace en los
que temen, él, en los que esperan en su misericordia”.
Además, este temor piadoso lleva consigo evidencia de que el estado del
pecador es un estado de felicidad, porque es poseedor de esta gracia feliz. Por
lo tanto, como dice Juan: " Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a
vida, en que amamos a los hermanos"(1 Juan 3:14). Así que aquí," El Señor
se complace en los que le temen, en los que esperan en su misericordia". Si
temo a Dios, y si mi temor a él es algo en lo que se complace, entonces puedo
audazmente aventurarme a caminar hacia la vida eterna en el seno de su
misericordia, que es cristo. Este temor también produce esperanza; Por lo
tanto, pobre pecador, si descubres que eres poseedor de este temor de Dios,
permítete ser persuadido a esperar en la misericordia de Dios para salvación,
porque el Señor se complacerá en ti; Él se place al verte esperar en su
misericordia.
Duodécimo. De este piadoso temor de Dios fluye un honesto y concienzudo
uso de todos aquellos recursos que Dios nos ha otorgado para alcanzar
nuestra salvación. Fe y esperanza en la misericordia de Dios es lo que
asegura nuestra justificación y confianza, y como usted ha escuchado, fluyen
de este temor. Pero ahora, además de la fe y la esperanza, hay un conjunto de
cosas en nuestro andar en las que Dios nos ha ordenado centrar toda nuestra
manera de vivir, con el fin de obtener vida eterna. "tenéis por vuestro fruto la
santificación, y como fin, la vida eterna."; y también dice, "Sin santidad nadie
verá al Señor". No es que la fe y la esperanza sean deficientes, simplemente
que ambos son falsificados cuando no vienen con un uso reverente de todos
esos recursos: Respecto al uso reverente de los recursos al que el alma es
impulsada por medio de esta gracia del temor. Dice Pablo: " Por tanto,
amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia
solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra
salvación con temor y temblor,"(Ro. 6:22; He. 12:14; Fil. 2:11).
Hay una fe y una esperanza de misericordia que pueden engañar a un hombre
(aunque nunca sucederá con la fe de los elegidos de Dios, y con la esperanza
que purifica el corazón), porque están solos y no asistidos con esos
compañeros que custodian la salvación (Heb. 6: 3-8). Pero ahora este temor
piadoso lleva en sus entrañas, no solo una inclinación del alma hacia la fe y la
esperanza en la misericordia de Dios, sino también una provocación sincera
al uso santo y reverente de todos los recursos en los que Dios ha ordenado
que un hombre centre toda su manera de vivir, para así obtener eterna
salvación. "ocupaos de vuestra salvación con temor". No ese trabajo que se
basa en méritos, o que pueda comprar la vida eterna, porque la vida eterna es
obtenida por la esperanza en la misericordia de Dios; pero esta esperanza, si
es legítima, irá acompañada de temor piadoso, el cual lleva el alma a usar
diligentemente todos esos recursos que tienden a fortalecer la esperanza, y a
hacernos santos en toda nuestra manera de vivir, para que podamos ser
partícipes de la herencia de los santos en la luz. Porque la esperanza purifica
el corazón, y el temor de Dios será su acompañante, haciendo que un sea
hombre un vaso de misericordia preparado para la gloria. Pablo le pide a
Timoteo que huya del orgullo, de la codicia, de contiendas y de cosas por el
estilo, y "que siga la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia; para
pelear la buena batalla de la fe y aferrarse a la vida eterna "(1 Tim. 6).
Por otro lado, Pedro dice que " vosotros también, poniendo toda diligencia
por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento;
6
al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la
paciencia, piedad;
7
a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
8
Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar
ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
9
Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo
olvidado la purificación de sus antiguos pecados.
10
Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y
elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
11
Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el
reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. (2Pedro 1: 5-11).
Todo lo mencionado anteriormente puede resumirse de la siguiente
forma; "ocupaos de vuestra salvación con temor y temblor". Porque ninguna
de estas cosas se pueden realizar a conciencia, sino con la ayuda de la bendita
gracia del temor.
Decimotercero. Fluye de este temor piadoso, un gran deleite en los santos
mandamientos de Dios, es decir, complacencia para conformarse a ellos. "
Bienaventurado el hombre que teme a Jehová,
Y en sus mandamientos se deleita en gran manera."(Salmo 112: 1).
Esto confirma lo que se dijo antes; que este temor provoca un uso santo y
reverente de los recursos; por cuanto esto no puede darse, cuando no hay un
santo deleite en los mandamientos. Por lo cual, este temor hace que el
pecador aborrezca el pecado, porque es contrario al objeto de su deleite. Un
hombre no puede deleitarse al mismo tiempo en cosas directamente opuestas
la una a la otra, como lo es el pecado y el santo mandamiento; por lo tanto,
cristo dice del siervo, que no puede amar a Dios y a mamón: "No podéis
servir Dios y a las riquezas (mamón)". Si ama a uno, debe odiar y despreciar
al otro; no puede servir a ambos al mismo tiempo, por cuanto están en
enemistad uno con el otro. Así ocurre entre el pecado y los
mandamientos. Por lo tanto, si un hombre se deleita en los mandamientos,
debe odiar lo opuesto, esto es, al pecado: ¿cuánto más, cuando tiene gran
deleite en el mandamiento? Ahora bien, este santo temor de Dios quita el
corazón y los afectos del pecado, y los establece sobre el santo
mandamiento. Por lo tanto, tal hombre es justamente estimado como
bendito. Porque ningún oficio bendice tanto a un hombre como el que va
acompañado de una alienación del corazón del pecado, mas no produce nada
si este santo temor está ausente. Es de este temor entonces, que fluye el amor
y el deleite hacia el santo mandamiento, para mantener al pecador alejado de
las caídas y los peligros de descarriarse, a los que otros creyentes están
sujetos: él se deleita mucho en el mandamiento.
Decimocuarto. Por último, De este temor de Dios, fluye el ensanchamiento
del corazón. " Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará
tu corazón"(Isaías 60: 5)." Tu corazón temerá y se ensanchará".
Ensanchado para Dios, Ensanchado para sus caminos, Ensanchado para su
pueblo santo, Ensanchado en amor para procurar la salvación de los demás.
De hecho, cuando falta este temor de Dios, aunque el oficio no sea tan
importante, el corazón se cierra y se tensa, y no se hace nada en ese espíritu
supremo y libre llamado "el espíritu del temor del Señor". (Sal 51:12; Isa 11:
2). Pero con rencor, legalmente, o con deseo de vana gloria, este
ensanchamiento del corazón es deficiente, puesto que fluye de este temor del
Señor.
Por lo tanto, les he mostrado lo que es este temor de Dios, de dónde fluye, y
también lo que fluye de él. A continuación les mostraré los PRIVILEGIOS
DE LOS QUE TEMEN AL SEÑOR.
Notas al pie
15. ¡Ay! cuán pocos alcanzan este estado tan bendito. Para deleitarse en la
Palabra: hacer que sea tanto nuestro estudio diario como el objeto de nuestras
meditaciones nocturnas, y tener así "su misma silueta grabada en el rostro de
nuestras almas". Feliz es el hombre que se encuentra en ese estado. Oh alma
mía, ¿por qué no es tu estado? [ 15 ]
16. El temor filial de Dios es más frecuente cuando el corazón está
impresionado con un vivo sentido del amor de Dios manifestado en
Cristo. Como un niño obediente y disciplinado teme ofender a un padre
cariñoso, o como una persona de corazón agradecido que es extremadamente
cuidadosa de no ofender a un amigo amable y generoso, que continuamente
lo llena de favores y procura su verdadera felicidad; Cuanto más, el alma
amable tendrá miedo de desagradar al Señor, su generoso e incansable
benefactor, quien lo corona con amorosa bondad y tiernas misericordias.
Mason. [16]
17. No es algo nuevo para quienes están en servicios públicos, buscar más su
bienestar que el bienestar público; y obtener ganancias para sí mismos a
costas de la pérdida pública. Henry. [17 ]
18. ¿Cómo nos recuerda esto el carácter de By-ends en "El Progreso del
Peregrino"! —Ed. [ 18 ]
LOS PRIVILEGIOS DE LOS QUE TEMEN AL SEÑOR.
Habiendo abordado hasta ahora de forma breve este temor de Dios, a
continuación le mostraré algunos de los excelentes privilegios de los que
temen al Señor; no es que sean privilegios que no se hayan mencionado; ya
que, ¿qué mayores privilegios podemos tener, que este temor produciendo en
el alma cosas tan excelentes y tan necesarias para nuestro bienestar, tanto con
referencia a este mundo como a lo que está por venir? Pero debido a que las
catorce categorías arriba mencionadas fluyen directamente de la gracia del
temor, más que de alguna promesa hecha a la persona que lo posee, he optado
por hablar de ellos como los frutos y los efectos del temor, en lugar de
beneficios. Ahora bien, además de todo esto, las promesas al hombre que
tiene este temor, conllevan muchos otros privilegios de bendición, los cuales
ahora te mostraré brevemente.
Primer privilegio. El hombre que teme al Señor, tiene una concesión y una
licencia "para confiar en el Señor", con la certeza de que él es su ayuda, y su
escudo: " Los que teméis a Jehová, confiad en Jehová;
Él es vuestra ayuda y vuestro escudo. "(Salmo 115: 11). ¡Qué privilegio!
Una exhortación en general para los pecadores, como pecadores, a confiar en
él, es un gran y glorioso privilegio; pero para que un hombre sea distinguido
de sus vecinos, para que se le hable a un hombre desde el cielo, por así
decirlo, y se le diga que Dios le ha dado una licencia, una concesión especial
y peculiar para confiar en él, esto es definitivamente mayor; ¡Y sin embargo,
esta es la concesión que Dios le ha dado a ese hombre! Él tiene, una licencia
para hacerlo, una licencia imputada por el Espíritu Santo, y que queda
registrada para aquellos que temerán al Señor, para confiar en él. Y no solo
eso, sino que, como afirma el texto, "él es su ayuda y su escudo". Su ayuda
bajo todas sus debilidades y enfermedades, y un escudo para defenderlos de
todos los asaltos del diablo y de este mundo. Entonces, el hombre que teme al
Señor tiene licencia para hacer del Señor su habitación y de Dios su
salvación, el socorro y el libertador de su alma. Lo defenderá, pues su temor
está en su corazón. Oh siervos del Señor, ustedes que le temen, vivan en la
comodidad de esta verdad; úsenla valientemente cuando estén en apuros, y
pongan su confianza bajo la sombra de sus alas, pues de hecho él quiere que
lo hagas, porque temes al Señor.
Segundo privilegio. Dios también ha proclamado con respecto al hombre
que teme al Señor, que él también será su maestro y guía en la forma que
elija, y además, ha prometido que su alma morará tranquila: "¿Quién es el
hombre que teme a Jehová?
Él le enseñará el camino que ha de escoger. “(Salmo 25:12). Ahora bien, al
ser enseñado por Dios, ¿Qué quisiera saber? sí, ¿qué le gustaría que le
enseñen sobre el camino que eligió? Ha elegido el camino que conduce a la
vida, el camino de Dios; pero tal vez su ignorancia al respecto sea muy
grande, y aquellos que lo incitan a apartarse sean tantos y tan sutiles, que
parecen ridiculizarlo y confundirlo con su astucia. Bueno, el Señor, a quien
usted teme, no lo dejará en ignorancia, ni al poder o sutileza de sus enemigos,
sino que asumirá el rol como maestro y guía, por el camino que ha elegido.
Escuche atentamente, y contemple su privilegio, usted que teme al Señor; y el
que deambula, y se desvía del camino de salvación, el que está ignorante y
perdido en medio de la oscuridad, encontrará el camino al cielo y a la gloria
que ha elegido.
Por otro lado, no solo dice que les enseñará el camino, ya que esa necesidad
debe ser suplida, sino también, lo que puede hallarse en él - " Él le enseñará
el camino que ha de escoger". Esto argumenta que, como sabrá, el camino se
hará por medio de la comunión que tendrá con Dios allí, dulce y agradable
para usted. Porque este texto promete al hombre que teme al Señor, la
presencia, la compañía, y el descubrimiento de la mente de Dios, en la
medida que anda en el camino que ha elegido. Se dice de aquel buen escriba,
que no solo es instruido hacia el camino, sino también en el camino del reino
de Dios (Mateo 13:52). Instruido hacia; es decir, el discípulo tiene incluso el
corazón y la mente de Dios revelados en este camino que ha elegido; durante
su vida en este mundo, hasta lo que está por venir, incluso hasta que llegue a
la puerta del cielo.
Lo que dijeron los discípulos fue el efecto de la presencia de Cristo, esto es:
"que sus corazones ardieron dentro de ellos mientras él les hablaba en el
camino”, y también se cumplirá en usted, él se encontrará con usted en el
camino, y hablará con usted en el camino; él le enseñará en el camino que
usted elija. (Lucas 24:32)

Tercer privilegio. ¿Teme al Señor? Él le mostrará su secreto, incluso lo que


ha escondido y mantenido oculto de todo el mundo; esto es, el secreto de su
pacto y de tu interés en ello: "La comunión intima de Jehová es con los que le
temen, y a ellos les dará a conocer su pacto"(Sal 25:14). Esto, entonces,
confirma aún más lo que se dijo justo antes; Él les revelara su secreto, y les
mostrará su pacto. Su secreto se refiere a lo que se ha mantenido oculto por
siglos y generaciones; aquello que él solo manifiesta los santos; es decir, a
Cristo, porque él quien está escondido en Dios, y que nadie puede conocerlo
sino aquel a quien el Padre lo quiera revelar (Mateo 11:27).
Pero ¿Qué hay en este Cristo y cual es este secreto de Dios? Todos los
tesoros de la vida, del cielo y la felicidad: "En él están escondidos todos los
tesoros de la sabiduría y el conocimiento. En Él habita toda la plenitud de la
Deidad"(Col 2).
Este Cristo es también ese que esta oculto; está tan lleno de gracia para salvar
a los pecadores, y tan lleno de verdad y fidelidad para cumplir la promesa y
el pacto con ellos, de tal forma que sus ojos deben expresar, incluso con cada
mirada que hacen a su persona, sus obras, y relación, que afecta tanto a su
corazón, que les complacería incluso ser asesinados con esa mirada. Esta
comunión intima del Señor la tendrá con los que le temen, porque él habita en
su corazón por la fe. "Y él les mostrará su pacto". Es decir, el pacto que es
confirmado por Dios en Cristo, ese pacto eterno, y mostrarle también que él
mismo está envuelto en él, como en un paquete de vida con el Señor su Dios.
Estos son los pensamientos, propósitos y promesas de Dios para los que le
temen.
Cuarto privilegio. ¿Temes al Señor? su ojo siempre está sobre ti para
siempre, para protegerte de todo mal: " He aquí el ojo de Jehová sobre los
que le temen,
Sobre los que esperan en su misericordia, "(Sal. 33: 18,19). Su ojo esta sobre
ellos; es decir, velar por ellos para siempre. El que guarda a Israel no
duerme; Sus ojos están puestos sobre ellos, y los cuidará como el pastor a sus
ovejas; los protegerá de esos lobos que buscan devorarlos y darles muerte.
Sus ojos están sobre ellos; porque son el objeto de su deleite, las rarezas del
mundo, en quien, dice él, está todo mi deleite. Su ojo está sobre ellos, como
dije antes, para enseñarles e instruirlos: " Te haré entender, y te enseñaré el
camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. "(Sal 32: 8; 2 Crón.7:
15,16). Los ojos del Señor, por lo tanto, está sobre ellos, no para
aprovecharse de ellos, ni para destruirlos por sus pecados, sino para guiarlos,
ayudarlos, y librarlos de la muerte; de esa muerte que se alimentaría de sus
almas: "Para librar sus almas de la muerte, Y para darles vida en tiempo de
hambre.". Entiendan muerte aquí como la muerte espiritual, y la muerte
eterna; y el hambre aquí, no aquella que llega por falta de pan y agua, sino la
que viene a muchos por falta de la Palabra del Señor (Apocalipsis 20:14;
Amós 8: 11,12); De esta forma, el sentido es este: el hombre que teme al
Señor no morirá espiritual ni eternamente; porque Dios lo mantendrá con sus
ojos alejado de todas esas cosas que podrían matarlo.
De nuevo, si hubiera una hambruna de la Palabra; si carecieran tanto de la
Palabra como de los que la predican allí en el lugar donde habitan, se les dará
pan y su agua estaría segura; No morirán de hambre, porque temen a Dios.
Yo pienso que no, he aquí que no morirá, porque teme a Dios, y el próximo
encabezado lo explicará aún más plenamente.
Quinto privilegio. ¿Temes a Dios? Temerle por esta ventaja cada vez más: "
Temed a Jehová, vosotros sus santos,
Pues nada falta a los que le temen.
10
Los leoncillos necesitan, y tienen hambre;
Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien. “(Salmo 34:
9,10).
A esos hombres que temen al Señor no les faltara nada de lo que Dios
considere sea bueno para ellos. Si la salud les hará bien, si la enfermedad les
hará bien, si las riquezas les harán bien, si la pobreza les hará bien, si la vida
les hará bien o si la muerte les hace bien, entonces no les faltará nada de esto,
ni se les acercará, en caso de que les haga mal. Los leones, las personas
malvadas [19] del mundo que no temen a Dios, no son hacen partícipes de
este gran privilegio; todas las cosas las tienen en su contra, por cuanto no
temen a Dios. En medio de su suficiencia, carecen de ese bien que Dios pone
incluso en las peores cosas que los hombres que temen a Dios pueden hallar
en el mundo.
Sexto privilegio. ¿Teme a Dios? Él ha encargado a los ejércitos del cielo que
lo cuiden, y se hagan cargo de usted, que acampen a su alrededor y lo
liberen. "El ángel del Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los
defiende "(Salmo 34: 7). Esto también es un privilegio para aquellos que en
todas las generaciones temen al Señor. Los ángeles, las criaturas celestiales,
tienen el encargo de cuidar de los que temen al Señor; uno de ellos fue capaz
de matar en una noche 185,000 hombres. Estos fueron los que acamparon
alrededor de Eliseo como caballos de fuego y carros de fuego, cuando el
enemigo vino a destruirlo.
También ayudaron a Ezequías contra la banda enemiga, porque él temía a
Dios (2 Reyes 6:17; Isa 37:36; Jer 26:19). Como dice el salmo, "El ángel de
Jehová acampó alrededor de ellos "; esto es, para que el enemigo no los rodee
por ningún lado; que venga por donde quiera, sea por detrás o por el frente,
por un lado o por el otro, el ángel del Señor estará allí para defenderlos". Se
habla de “El ángel" en singular, tal vez para mostrar que todo el que teme a
Dios tiene un ángel que lo atiende y lo sirve. Cuando se le dijo a la iglesia, en
el libro de los Hechos, que Pedro estaba en la puerta, al principio pensaron
que el mensajero estaba loco, pero al ver que ella lo afirmaba constantemente,
dijeron: es su ángel (Hechos 12: 13-15). De igual forma, Cristo dijo de los
niños que vinieron a él, " que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro
de mi Padre que está en los cielos.". Sus ángeles, es decir, aquellos que
temían a Dios, tenían cada uno de un ángel, con el encargo de Dios de
protegerlo en su camino. Poco pensamos en esto, sin embargo, este es el
privilegio de aquellos que temen al Señor; de hecho, si es necesario, todos
descenderán para ayudarlos y librarlos, y nadie podrá abusar o aprovecharse
de ellos: "¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a
favor de los que serán herederos de la salvación?"(Heb. 1:14).
[Pregunta] ¿Pero cómo los defienden? porque así dice el texto: "El ángel de
Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende.
Respuesta. Los métodos que utilizan para liberar a los que temen al Señor
son diversos. A veces hieren a sus enemigos con ceguera, para que no los
encuentren; esto fue lo que hicieron con los enemigos de Lot (Gen 19: 10,11)
A veces los golpean con miedo mortal; y así hicieron con los que sitiaron a
Samaria (2 Reyes 7: 6). Otras veces golpeándolos incluso con la muerte
misma; como hicieron con Herodes, después de que él intentara matar al
apóstol Santiago, y al tratar de importunar a otros miembros de la iglesia
(Hechos 12). Estos ángeles que son siervos de los que temen al Señor, son
ellos los que, si Dios se los ordena, vengarán la disputa de sus siervos sobre
el monarca más fuerte de la tierra. Por lo tanto, esto es un privilegio glorioso
de los hombres que temen al Señor. ¡Que lastima! algunos de ellos son tan
malos que no son dignos de ser tomados en cuenta por los poderosos de este
mundo, pero será mejor que los respeten. Los ángeles de Dios no se
consideran demasiado buenos para atenderlos, y acampan sobre ellos para
liberarlos. Este, entonces, es el hombre que tiene que esperar a su ángel,
incluso el que teme a Dios.
Séptimo privilegio. ¿Temes al Señor? la salvación está cerca de ti.
Seguramente su salvación está cerca de los que le temen, para que la gloria
pueda habitar en nuestra tierra "(Salmo 85: 9). Este es otro privilegio para los
que temen al Señor. Les dije antes, que el ángel del Señor acampó alrededor
ellos, pero
Ahora dice: "su salvación también está cerca de ellos", que aunque no
excluye por completo la conducta de los ángeles, [20] sino que los incluye a
ellos; sin embargo, mira más allá. "Ciertamente su salvación", su gracia
salvadora y perdonadora, "está cerca de los que le temen"; es decir, salvarlos
de la mano de sus enemigos espirituales. El diablo, el pecado y la muerte
siempre esperan incluso para devorar a los que temen al Señor, pero para
librarlos de ellos, su salvación los atiende. Entonces, si Satanás tienta, aquí
está su salvación cerca; si el pecado, al estallar, los seduce, aquí está la
salvación de Dios cerca de ellos; sí, si la muerte misma se apodera de ellos
repentinamente, aquí está la salvación de su Dios cerca de ellos.
He visto que los niños pequeños de los hombres importantes no van a ningún
lado sin sus asistentes. Si van al extranjero, sus asistentes deben ir con ellos;
si van a comer, sus asistentes deben ir con ellos; si van a sus camas, sus
asistentes deben ir con ellos; y si se duermen, su asistente debe estar a su
lado. Oh mis hermanos, esos pequeños que temen al Señor, son los hijos del
¡Altísimo!, por tal motivo, no caminarán solos, ni estarán solos en sus
batallas espirituales, ni irán a sus camas de enfermos, ni a sus tumbas solos;
la salvación de su Dios está cerca de ellos, para librarlos del mal. Esta es
entonces la gloria que habita en la tierra de los que temen al Señor.
Octavo privilegio. ¿Temes al Señor? escuche una vez más: "Mas la
misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los
que le temen,
Y su justicia sobre los hijos de los hijos" (Salmo 103: 17). Esto confirma de
nuevo lo que se afirmó la última vez, que su salvación está cerca de ellos. Su
salvación, es decir, su misericordia perdonadora, está cerca de ellos. Pero
fíjese, allí dice que está cerca de ellos; pero aquí que está sobre ellos. Su
misericordia está sobre ellos, los cubre por todas partes, los abarca como con
un escudo. Por lo tanto, en otro lugar dice que deben vestirse de salvación y
cubrirse con el manto de la justicia. La misericordia del Señor está sobre
ellos, para protegerlos y defenderlos. Su misericordia protectora y
perdonadora, los cubre, ¿quién podrá condenarlos? (Ro. 8).
Pero aún hay más: "La misericordia del Señor está sobre ellos desde la
eternidad hasta la eternidad". Fue diseñada para ellos antes que el mundo
existiese, y estará sobre ellos cuando el mundo mismo termine; desde la
eternidad hasta la eternidad reposará sobre los que le temen. Esta expresión,
desde la eternidad hasta la eternidad, es aquello por lo cual, en otro lugar, se
declara la eternidad del mismo Dios: "Desde la eternidad hasta la eternidad,
tú eres Dios" (Salmo 90: 2). El significado, entonces, puede ser este; que
mientras Dios tenga su ser, el hombre que le teme obtendrá misericordia de
su mano. Según Moisés:
"El eterno Dios es tu refugio, Y acá abajo los brazos eternos;
El echó de delante de ti al enemigo, Y dijo: Destruye."(Deut. 33:27).
Hijo de Dios, usted que teme a Dios, aquí tiene misericordia cerca de usted,
misericordia suficiente; misericordia eterna sobre usted. Esta es una
misericordia de larga duración. Vivirá más que su pecado, vivirá más que la
tentación, vivirá más que sus penas, vivirá más que sus perseguidores. Es la
misericordia desde la eternidad que planeó su salvación, y la misericordia
hasta la eternidad para resistir a todos sus adversarios. Ahora, ¿qué pueden
hacerle el infierno y la muerte al que tiene esta misericordia de Dios sobre él?
Y esto tiene el hombre que teme al Señor. Toma esta otra palabra bendita, y
cuélgala como una cadena de oro alrededor de tu cuello, oh hombre que
temes al Señor: " Porque como la altura de los cielos sobre la tierra,
Engrandeció su misericordia sobre los que le temen." (Sal 103: 11). Esta
misericordia tan grande, tan alta y tan buena como el cielo mismo será el
privilegio del hombre que teme a Dios.
Noveno privilegio. ¿Temes a Dios? - " Como el padre se compadece de los
hijos,
Se compadece Jehová de los que le temen."(Salmo 103: 13).
"El Señor se compadece de los que le temen"; es decir, se conduele, es
afectado, y simpatiza con ellos en todas sus aflicciones. Es un privilegio
notable para un pobre ser parte de los afectos de alguien poderoso e
importante; pero para un pobre pecador y para los que temen al Señor,
encontrarse en el corazón y en los afectos de Dios, es algo sorprendente de
considerar. "En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz
los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó
todos los días de la antigüedad. "(Isa 63: 9).
Cuando el pasaje dice que se compadece de ellos, quiere decir que se
conduele, que siente y simpatiza con ellos en todas sus aflicciones y
tentaciones. Así que esta es la felicidad del que teme a Dios, tiene un Dios
que se compadece de él en todas sus miserias. Dice en Jueces: " y él fue
angustiado a causa de la aflicción de Israel." (Jue. 10:16). Y en Hebreos
afirme que él "se compadece de todas nuestras debilidades" y puede "socorrer
a los que son tentados" (4:15, 2: 17,18).
Pero además, tomemos nota de la comparación. "Como el padre se
compadece de sus hijos, el Señor se compadece de los que le temen".
Aquí no solo es lástima, sino la compasión que siente un padre. En otro
pasaje dice: "¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de
compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me
olvidaré de ti.".
La compasión de los vecinos y conocidos puede ser de ayuda en tiempos de
angustia, pero la compasión de un padre y una madre es una compasión
mucho mayor. El Señor es muy misericordioso y compasivo, dice Santiago.
Faraón llamó a José su tierno padre, [21] porque le proveyó durante la
hambruna, ¡pero qué tierno es nuestro padre Dios! ¡Qué entrañable es su
amor! ¡Cuán grande es su compasión! (Santiago 5:11; Gen 41:43). Se dice
que cuando Efraín fue afligido, Dios se turbó por él hasta las entrañas y se
volvieron hacia él. ¡Oh, si el hombre que teme al Señor creyera en la piedad y
el amor entrañable que habita en el corazón de su Padre Dios hacia él!
(Jer.31: 18-20).
Décimo privilegio. ¿Temes a Dios? - " Cumplirá el deseo de los que le
temen;
Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará. "(Salmo 145: 19).
Casi todos esos lugares que mencionan a los hombres que temen a Dios,
sugieren que ellos están bajo aflicción o en peligro por causa de un enemigo.
Pero yo pienso, que aun así, sigue siendo un privilegio que Dios sea su padre
y se compadezca de ellos: "Cumplirá el deseo de los que le temen". ¿Dónde
está ahora el hombre que teme al Señor? que escuche esto. ¿Qué dices, pobre
alma? ¿Te alegra saber que el Señor cumplirá tus deseos? Se advierte de
Adonías, que David, su padre, le permitió decidir en todas las cosas. Dice el
texto, " Y su padre nunca le había entristecido en todos sus días con decirle:
¿Por qué haces así?" (1 Reyes 1: 6). Pero aquí hay algo mejor, aquí hay una
promesa de que Dios te concederá todo el deseo de tu corazón, de acuerdo
con la oración del santo David: "Te dé conforme al deseo de tu corazón,
Y cumpla todo tu consejo.". Y de nuevo, "Conceda Jehová todas tus
peticiones" "(Sal 20).
Oh tú que temes al Señor, ¿cuál es tu deseo? Todo mi deseo, dice David, es
toda mi salvación (2 Sam 23: 5), así que dices: "Toda mi salvación" es "todo
lo que deseo. "Bueno, el deseo de tu alma te es concedido, Dios mismo se ha
comprometido a cumplir este deseo tuyo: "Él cumplirá el deseo de los que le
temen, también escuchará su clamor y los salvará". ¡Oh, este deseo cuando
llegue, qué árbol de vida será para ti! Deseas deshacerte de tus problemas
actuales; El Señor te librará de problemas. Deseas ser liberado de la
tentación; el Señor te librará de la tentación. Deseas ser liberado de tu cuerpo
de muerte; y el Señor cambiará este vil cuerpo tuyo, para que se parezca a su
cuerpo glorioso. Deseas estar en la presencia de Dios, y entre los ángeles en
el cielo. Este deseo también se cumplirá, y serás hecho igual a los ángeles
(Ex. 6: 6; 2 Pedro 2: 9; Filipenses 3: 20,21; Lucas 16:22, 20: 35,36). ¡Oh,
pero toma tiempo! Debes aprender primero a vivir aferrado a la promesa, y
eso hará que tu expectativa sea dulce. Dios cumplirá tus deseos, Dios lo hará,
aunque demore mucho. Espérelo, porque seguramente vendrá, y no tardará.
Undécimo privilegio. ¿Temes a Dios? - " Se complace Jehová en los que le
temen, Y en los que esperan en su misericordia. "(Salmo 147: 11). Los que
temen a Dios están entre sus principales deleites. Se deleita en su Hijo, se
deleita en sus obras y se deleita en los que le temen. Tal como un hombre se
complace en su esposa, en sus hijos, en su oro, en sus joyas; así el hombre
que teme al Señor se convierte en su deleite. Él se complace en su
prosperidad y, por lo tanto, les envía salud desde su santuario y les hace
beber del río de sus placeres (Sal 35:27). "Serán completamente saciados de
la grosura de tu casa,
Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. "(Salmo 36: 8). A las personas
o las cosas que nos complacen, nos encanta embellecer y adornar con
muchos ornamentos. No consideramos que sea demasiado costoso embellecer
a aquellos en quienes ponemos nuestro deleite y a quienes hacemos fuente de
nuestro placer. Y así también es con Dios. "Porque Jehová tiene
contentamiento en su pueblo; Hermoseará a los humildes con la salvación. " "
(Salmo 149: 4).
Aquellos en quienes nos deleitamos, nos deleitamos en sus acciones;
asimismo, nosotros les damos y ensenamos reglas y leyes para que observen,
y se vean aún más deleitables a nuestros ojos. Por lo tanto, los que temen a
Dios, debido a que son fuente de su placer, se les enseña a saber cómo
complacerlo en todo (1 Tés. 4: 1). Y por eso se dice que está cautivado con
sus miradas, que se deleita en su clamor y que está contento con su andar.
(Can 4: 9; Prov. 15: 8, 11:20).
Aquellos en quienes nos deleitamos y tomamos placer, les toleraremos
muchas cosas aunque no se ajusten a nuestra forma de pensar. Un hombre
tolerará diversas cosas del hijo o de la esposa de su agrado, que no pasará por
alto en otra persona. Son mis joyas, dice Dios, aquellos que me
temen; y los perdonaré, en todas faltas, "como el hombre perdona a su propio
hijo que le sirve" (Mal. 3: 16,17). ¡Oh, cuán feliz es el hombre que teme a
Dios! Sus buenos pensamientos, sus buenos intentos de servirlo y su buena
vida le es agradable, porque teme a Dios.

Usted sabe cuán agradables son a nuestros ojos las acciones de nuestros hijos,
cuando sabemos que hacen lo que hacen, incluso por temor reverente hacia
nosotros; así es, aunque lo que hagan sea muy poco, lo tomamos con agrado
de sus manos y nos complace. La mujer que echó sus dos monedas en el
tesoro, no echó mucho, porque con ellas no se podía comprar casi nada; sin
embargo, vemos cómo el Señor Jesús la vitorea, pues él se complació en ella
y en su acción (Marcos 12: 41-44). Por tal motivo, que el Señor se deleite en
los que le temen, es otro de sus grandes privilegios.
Duodécimo privilegio. ¿Teme a Dios? la menor cantidad de ese temor le da
el privilegio de ser bendecido entre los santos más grandes: " Bendecirá a los
que temen a Jehová, A pequeños y a grandes. (Salmo 115: 13).
Esta palabra se puede tomar de tres maneras: 1. Aquellos que son pequeños
en estima, o a los que no se les tiene muy en cuenta (Jue 6:15; 1 Sam 18:23).
Aunque seas pequeño en este sentido, pero si temes a Dios, seguro que serás
bendecido. "Bendecirá a los que le temen, pequeños y grandes". Nunca te
sientas tan pequeño a los ojos del mundo, ni a tus propios ojos, ni a los ojos
de otros creyentes, ya que esto a veces puede suceder; pero tú, debido a que
temes a Dios, eres contado entre los benditos. 2. Por pequeño, a veces se
entiende aquellos que son de baja estatura, o jóvenes en edad, niños
pequeños, los cuales que son fácilmente pasados por alto y no tenidos en
cuenta: como los que cantaban Hosanna en el templo, cuando los fariseos
dijeron a Cristo en tono burlesco: "¿Oyes lo que dicen estos?" (Mateo 21:16)
Sin embargo, Cristo no despreció, a aquellos que temían a Dios, sino que los
prefirió por el testimonio de las Escrituras, y mucho antes de que los
condenaran. Hijitos, por pequeños que sean, y aunque no gocen de una gran
estima entre hombres, si temen al Señor, serán bendecidos entre los creyentes
más sobresalientes: "Bendecirá a los que le temen, pequeños y grandes". 3.
Por pequeño a veces se entiende aquellos que son pequeños en gracia o
dones; se dice que estos son los menores en la iglesia, es decir, bajo esta
consideración, ellos son menos estimados. (1
Cor.............................................................. 6: 4). De esta forma debe
entenderse lo que Cristo dijo: " De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis
a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. "(Mateo 25:45).
¿Te consideras pequeño en tus propios pensamientos, o en los pensamientos
de los demás? Pequeño en gracia, pequeño en dones, y pequeño en estima por
esta razón: Sin embargo, si realmente temes a Dios, ciertamente eres
bendecido con los mejores santos. La menor estrella está tan fija en el cielo,
como la más grande de todas. "Bendecirá a los que le temen, pequeños y
grandes". Él los bendecirá, es decir, con la misma bendición de la vida eterna.
Porque los diferentes grados de gracia en los santos no hacen que la
bendición, en cuanto a su naturaleza, difiera. Es el mismo cielo, la misma
vida, la misma gloria y la misma eternidad de felicidad para todos, según en
el texto. Eso se observa, como mencioné antes, cuando Cristo en el día del
juicio, menciona particularmente a los más pequeños: "En la medida en que
no lo hiciste a uno de estos más pequeños". Los pequeños estaban allí, en su
reino y en su gloria, así como el más grande de todos. "Bendecirá a los que le
temen, pequeños y grandes".
Los pequeños son nombrados primero en el texto, y son los primeros en
rango; Esto puede ser para mostrar que aunque puedan ser menospreciados y
poco estimados en el mundo, son de mucha estima ante los ojos del Señor.
¿Solo los grandes santos podrán obtener el reino y la gloria eterna? Serán
recompensadas solo las grandes obras? obras que se realizan en virtud de una
abundante gracia y abundancia de los dones del Espíritu Santo? No: " Y
cualquiera que como discípulo dé de beber aunque solo sea un vaso de agua
fría a uno de estos pequeños, en verdad os digo que no perderá su
recompensa". Note que, aquí hay un pequeño regalo, una taza de agua fría, la
cual es entregada a un pequeño santo; No obstante, ambos gozan de especial
atención por parte de nuestro Señor Jesucristo (Mateo 10:42). ”Y de dar el
galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre,
a los pequeños y a los grandes "(Apocalipsis 11:18).
Los pequeños, por lo tanto, que están entre los que temen a Dios, son
bendecidos juntamente con los grandes, y como a los grandes, se les da la
misma salvación, la misma gloria y la misma vida eterna; y tendrán, al igual
que los demás, tanto como puedan llevar, en sus corazones, almas, cuerpos, y
lo que su capacidad pueda sostener.
Decimotercer privilegio. ¿Temes a Dios? por eso, el Espíritu Santo te ha
dado a propósito un salmo completo para cantar sobre de ti mismo. Para que
puedas, incluso mientras estás en ejercicio de tu llamado, en cama, viajando,
o cuando desees, cantar sobre tu propia condición bendita y feliz, tu propia
comodidad y la comodidad de tus compañeros. El salmo es el 128; Voy a
ponerlo delante de ti, tanto para leerlo [23] como para cantarlo: "
Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová,
Que anda en sus caminos.
2
Cuando comieres el trabajo de tus manos,
Bienaventurado serás, y te irá bien.
3
Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa;
Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.
4
He aquí que así será bendecido el hombre
Que teme a Jehová.
5
Bendígate Jehová desde Sion,
Y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida,
6
Y veas a los hijos de tus hijos.
Paz sea sobre Israel.

PARA CANTAR
Bienaventurado eres tú que temes a Dios, y andas en su camino; porque de tu
trabajo comerás; ¡Repito, Feliz eres tú! Como enredaderas fructíferas al lado
de tu casa, así florece tu esposa; Tus hijos se levantan como plantas de olivo.
Alrededor de tu mesa. Así eres tú el que teme a Dios, y él te permitirá ver la
Jerusalén prometida y su felicidad. Verás a los hijos de tus hijos, A tu gran
alegría aumentará; Y asimismo gracia sobre Israel, prosperidad y paz.[24]
Daré por terminado el tema sobre los privilegios cuando elimine una
objeción.
Objeción. Pero la Escritura dice, "El perfecto amor echa fuera el temor"; Por
lo tanto, no significa que los creyentes, una vez que haya llegado el espíritu
de adopción, no deben ya temer, sino cumplir con su deber, como dice otra
Escritura, sin ella (1 Juan 4:18; Lucas 1: 74,75).
Respuesta. El temor, como ya le he mostrado, puede tomarse de varias
maneras.
1. Puede ser tomado como temor a los demonios. 2. Puede tomarse como el
temor de los reprobados. 3) Puede entenderse como el temor que el Espíritu
produce en los santos como espíritu de esclavitud; o, 4. Se puede interpretar
como el tipo temor opuesto al que estuve hablando anteriormente.
Por lo tanto, el temor que el amor expulsa, es ese temor que es como el miedo
a los demonios y los reprobados, o ese temor que el Espíritu de Dios
engendró en el corazón como un espíritu de esclavitud, o ambos; porque, de
hecho, todos estos tipos de temor tienden a atormentar, y por eso deben ser
expulsados; y esto se da por medio del espíritu de adopción, quien es llamado
espíritu de fe y amor, una vez que se apodera del alma; de manera que
podamos servirle libres de este temor. Así que, argumentar a partir de estos
textos que no debemos temer a Dios, o mezclar el temor con nuestra
adoración a él, sería como decir que por el espíritu de adopción nos
convertimos en malhechores; ya que por la Escritura, el no temer a Dios se
aplica a estos (Lucas 23:40). Pero por lo que he afirmado, la Escritura
confirma abundantemente, diciendo: "Feliz es el hombre que teme a siempre
al Señor". Y de nuevo afirma: "Les irá bien a los que temen a Dios, a los que
temen delante de él". Así que, teme; El espíritu del temor del Señor es una
gracia que embellece enormemente a un cristiano, sus palabras y todos sus
caminos: " Sea, pues, con vosotros el temor de Jehová; mirad lo que hacéis,
porque con Jehová nuestro Dios no hay injusticia, ni acepción de personas, ni
admisión de cohecho. "(2 Crónicas 19: 7).
A continuación, me enfocaré en explicar el uso y la aplicación de esta
doctrina.
Notas al pie
19. Asi lo entiende Ainsworth, p. 134, vol. 10. Él expresa, "leones al acecho,
que son lujuriosos, de dientes fuertes, feroces, rugientes y hambrientos. Y de
este modo", dice él, "puede significar los ricos y poderosos del mundo, a
quienes Dios a menudo lleva a la miseria". "Aquellos que están hambrientos,
y se aprovechan de todo lo que los rodea, tendrán necesidad; pero los mansos
heredarán la tierra; nada faltará a quienes, con obediencia silenciosa, trabajen
y se ocupen de sus propios asuntos; Jacob, de corazón modesto, tuvo
suficiente poder, cuando Esaú, el astuto cazador, estaba listo para perecer ".
Henry.-Ed. [19]
20. "La conducta de los ángeles" no solo significa guías peregrinos en el
camino, sino también, en un sentido militar, un guardia, o lo que conocemos
como un escolta. — Ed. [20 ]
21. Ver margen, Génesis 41:43, y 40: 8. — Ed. [21]
22. En el original dice: “trompetear” lo cual es hacer algo público por medio
de sonidos de trompeta, para anunciar buenas noticias. En tiempos de Bunyan
nunca se usó irónicamente. — Ed. [22]
23. Esto de la Biblia, y no de la versión inferior en el Libro de Oración
habitual, comúnmente llamado Salmos de lectura. [23 ]
24. Edición de Sternhold y Hopkin. 1635. — El derecho de cantarlo en la
adoración pública fue fuertemente debatido por algunos de los
inconformistas. Hubo razones muy importantes, en tiempos de persecución,
para celebrar reuniones lo más silenciosamente posible; Los cuáqueros hasta
el día de hoy no admiten el canto en sus asambleas. La introducción de este
salmo demuestra que Bunyan estaba familiarizado con los salmos "cantados"
y, con toda probabilidad, practicaba el canto en la adoración pública. Cuando
James I. mejoró esta versión para el uso de la iglesia, llamado los Salmos del
REY David, traducido por el Rey James, sus últimas cuatro líneas fueron:
Tú de Jerusalén verás
Mientras vivas, lo bueno,
Verás a los hijos de tus hijos,
Y paz en la prole de Israel.
Cuán bendecidos somos en nuestros días con la poesía de Watts, Wesley y de
muchos otros, que han provisto a la iglesia de hermosas composiciones
inspiradas en el alma, sin temor a restringirnos su uso. [ 24 ]
EL USO DE ESTA DOCTRINA.
Habiendo procedido hasta ahora con la explicación de esta doctrina del temor
de Dios, vengo ahora a exponer sobre su uso y aplicación.
[PRIMER USO, Examen]
El primer uso es el del Examen. ¿Es este temor a Dios algo tan excelente?
¿Viene con tantos privilegios bendecidos? Entonces esto debería motivar a
cada una de nuestras almas, a un examen diligente de nosotros mismos, para
saber si esta gracia está en nosotros o no, porque si es así, entonces eres uno
de estos benditos a quienes pertenecen estos gloriosos privilegios, ya que
tienes interés en cada uno de ellos; pero si te das cuenta de que esta gracia no
está en ti, entonces tu estado es terriblemente miserable, como ya se ha
manifestado en parte, y se verá más adelante. Ahora bien, lo mejor para
ayudarte a considerar, y que no pases por alto en descubrir lo que eres en tu
autoexamen, hablaré sobre esto Primero En forma general, y Segundo, En
forma particular.
Primero. En general. Ningún hombre viene al mundo con esta gracia. Todo
el mundo, por naturaleza, carece de ella; porque, naturalmente, nadie teme a
Dios, no hay temor de Dios, ni nada de esta gracia del temor ante sus ojos, ni
siquiera saben lo que es; porque este temor fluye, como se mostró antes, de
un nuevo corazón, de la fe, arrepentimiento y cosas semejantes; si careces de
ellas, también estás vacío de este temor piadoso. Los hombres deben tener un
poderoso cambio de corazón y vida, o de lo contrario son extraños a este
temor de Dios. ¡Ay, qué ignorantes son la mayoría de esto! Sí, y algunos no
tienen miedo de decir que no han cambiado, ni desean que así sea. ¿Pueden
los tales, temer a Dios? ¿Pueden poseer esta gracia del temor? No: "Porque
no han tenido ningún cambio, por lo tanto no temen a Dios" "(Salmo 55:19;
Salmo 36: 1;
Ro. 3:18).
Por lo tanto, pecador, considera quien eres y que estás carente de este temor a
Dios, estás vacío de todas las otras gracias; porque este temor, como también
he mostrado, fluye de toda la reserva de gracia. No de una de las gracias del
Espíritu, sino que este temor está en sus entrañas; Así es, como puedo decir,
este temor es la flor y la belleza de toda gracia; tampoco hay nada, que se
parezca tanto a la gracia, y no se tomará como tal, si el fruto de esta no es el
temor a Dios; por lo tanto, digo nuevamente, considera bien este asunto,
porque serás hallado con referencia a esta gracia, así será tu juicio. He tratado
brevemente sobre esta gracia, pero me he esforzado, con palabras tan
adecuadas como pude, para mostrar sus colores ante tu rostro, primero
mostrándote lo que este temor de Dios es, de donde fluye, y también qué
fluye de él; a lo cual, como se dijo antes, he agregado varios privilegios que
se anexan a este temor, para que, si es posible, te examines para saber si lo
tienes. Por lo tanto, te remito allí nuevamente para que obtengas información
al respecto.
Segundo. Particularmente. Concluyo con estas distintas proposiciones
sobre aquellos que no temen a Dios.
1. Ese hombre que es orgulloso, y de una mente altiva, no teme a Dios.
Esto es claro por la exhortación, " No te ensoberbezcas, sino teme " (Ro.
11:20). Aquí se ve que una mente altiva y el temor de Dios están en
oposición directa el uno al otro; y podemos afirmar que el apóstol concluye,
que donde está uno, no puede existir el otro; donde haya una mente altiva, no
hay temor de Dios; y donde existe el temor de Dios, la mente no es orgullosa
sino humilde. ¿Puede un hombre ser orgulloso y temer a Dios al mismo
tiempo? ¿Por qué, entonces, se dice que Dios mira a todo orgulloso y lo
abate? y también que, ¿al altivo mira de lejos? Por lo tanto, el que se siente
orgulloso de si mismo, de sus riquezas, de su oficio, de sus pertenencias y
cosas semejantes, no teme a Dios. También se manifiesta aún más, porque
Dios resiste al orgulloso, cosa no haría si tuviera temor de Él; pero al
considerar que Dios lo coloca a una distancia tan grande de él, y que testifica
que lo humillará y lo resistirá, se hace evidente que este hombre no posee
dicha gracia del temor; pues el hombre que teme a Dios, como ya he
señalado, se convierte en el deleite de Dios, y fuente de su placer (Salmo 138:
6; Santiago 4: 6; 1 Pedro 5: 5; Mal 4: 1).

2. El hombre codicioso no teme a Dios. Esto también es claro en la Palabra,


porque establece a la codicia y al temor de Dios en oposición directa. Se dice
que los hombres que temen a Dios odian la codicia (Ex. 18:21). Además, el
hombre codicioso es llamado idólatra, y se dice que no tiene parte en el reino
de Cristo y de Dios. Y nuevamente, "el impío se jacta del deseo de su
corazón, y bendice a los codiciosos, a quienes el Señor aborrece" (Ez. 33:31;
Ef. 5: 5; Sal 10: 3). Escucha esto, tú que sales de cazas para ganar el mundo;
a ti que no te importan los medios, con tal de ganar el mundo. También tú,
que haces de la religión tu caballo de asalto para conquistar el mundo; tú no
temes a Dios. ¿Y qué harán ustedes, cuyos corazones van tras la codicia?
ustedes que son llevados de un lado para otro por la avaricia, como si
estuvieran asidos de la nariz; a veces para jurar, mentir, engañar, y defraudar,
y abusar cada vez que tengan la oportunidad de hacerlo. Estás lejos, muy
lejos, del temor de Dios. ! Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del
mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del
mundo, se constituye enemigo de Dios. "(Santiago 4: 4).
3. Los comedores desenfrenados de carne no tienen el temor de Dios. Ya que
esto se lleva a cabo "sin temor" (Judas 12). La gula es un pecado poco
conocido, y como tal, poco se arrepienten aquellos que la practican, pero aun
así, es abominable a la vista de Dios, y su práctica, es una demostración de la
falta de temor en el corazón: en efecto, es tan detestable, que Dios prohíbe
que su pueblo se mezcle entre ellos. "No estés con los bebedores de vino,
Ni con los comedores de carne; " (Proverbios 23:20). Además, se nos dice
que los que se comportan de esa manera, son manchas y defectos para
aquellos que los acompañan, porque de hecho no temen a Dios (2 Pedro 2:13;
Ro. 13:13; 1 Pedro 4: 4). ¡Que lastima! algunos hombres actúan como si no
hubieran nacido para nada más que para comer y beber, y mimar sus cuerpos
con las delicadezas de este mundo, olvidando el propósito por el que Dios los
envió aquí; pero tales, como está escrito, no temen a Dios, y por lo tanto, se
encuentran entre aquellos sobre los cuales el día del juicio vendrá
desprevenido (Lucas 21:34).
4. El mentiroso es alguien que no teme a Dios. Esto también es evidente en la
escritura: "Has mentido", dice el Señor, " y no te has acordado de mí, ni te
vino al pensamiento? ¿No he guardado silencio desde tiempos antiguos, y
nunca me has temido? " (Isaías 57:11). Cualquiera que haya sido la mentira,
no fue material; fue una mentira, o una serie de mentiras, las que se reprenden
aquí, y la persona o personas en esta conducta, como se expresa, no temían a
Dios; una vida de mentiras y el temor de Dios no pueden mantenerse unidos.
Este pecado de mentir es un pecado común, y se muestra en el mundo de
varias formas. Está el mentiroso burlón y profano, el mentiroso artificial
astuto, el mentiroso religioso hipócrita, y otros mentirosos de distintos rangos
y grados. Pero ninguno de ellos posee el temor de Dios, y ninguno de ellos, si
no se arrepienten, escapará de la condenación del infierno: "Todos los
mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre" (Ap. 21:
8). El Cielo y la Nueva Jerusalén no son un lugar para tales personas: " No
entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira" (v
27). Por lo tanto, otra escritura dice que todos los mentirosos están fuera:
"Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas,
los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira." (Apocalipsis 22:15). Pero
esta no sería su sentencia, su juicio y condena, si los que son mentirosos
tuvieran en ellos este bendito temor de Dios.
5. No temen a Dios los que claman a él por ayuda en el tiempo de su
calamidad, y cuando son librados, regresan a su antigua rebelión. Esto, lo
afirmó Moisés, en espíritu de profecía, en el momento del poderoso juicio del
granizo. Faraón pidió que clamaran a Dios para que le fuese quitado este
juicio. Bien, así lo haré, dijo Moisés, " Pero yo sé que ni tú ni tus siervos
temeréis todavía la presencia de Jehová Dios." (Ex. 9:30). Como quién dice,
sé que tan pronto se acabe este juicio, volverás a tu antigua rebelión. Y ¿qué
mayor demostración se puede dar de que tal hombre no teme a Dios, que
luego de clamar a Dios para ser liberado de la aflicción y recibir prosperidad,
gasta esa misma prosperidad en rebelión contra él? Esto es clamar por
misericordias que luego se derrocharán en sus lujurias, y al servicio de
Satanás (Juan 4: 1-3). De estos, Dios se queja en el Ezequiel 16, y Oseas 2:
"Tomaste asimismo tus hermosas alhajas de oro y de plata que yo te había
dado, y te hiciste imágenes de hombre y fornicaste con ellas, etc. (Ez. 16:17)
Esto fue así, debido a la falta temor de Dios. Muchas personas de esta clase
existen en el mundo el día de hoy, tanto hombres, como mujeres y niños;
¿Eres tú, querido lector, parte de este grupo? ¿Has clamado por salud cuando
has estado enfermo, por riqueza cuando has estado pobre, o cuando has
estado débil por fuerza, y cuando has estado en prisión, por la libertad, y
luego gastas todo lo que obtienes por tu oración al servicio de Satanás, y para
satisfacer tus deseos? Examínate, pecador, estas cosas son señales de que en
tu corazón no tienes temor a Dios.
6. No temen a Dios aquellos que quieran hacer daño a su pueblo y buscan
derrocarlos, o desviarlos del camino correcto, mientras viajan hacia su
descanso eterno. Esto es evidente en el siguiente texto, " Acuérdate de lo que
hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto;
18
de cómo te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de
todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado;
y no tuvo ningún temor de Dios."(Deut. 25: 17,18).
Muchos en este mundo, al igual que los Amalecitas, se oponen especialmente
a los débiles del rebaño, golpeándolos, algunos por poder, algunos con la
lengua, algunos en sus vidas y propiedades, algunos en sus nombres y
reputaciones, por escándalos, calumnias y reproches, pero la razón su práctica
impía es esta, no temen a Dios. Porque si le temieran, tendrían temor no solo
de maquinar, sino mucho más aun, de intentar afligir, destruir, y calumniar a
los hijos de Dios; pero dichos hombres han existido, existen, y existirán en el
mundo, puesto que no todos temen a Dios.
7. No temen a Dios, aquellos que ven su juicio sobre los pecados de los que
reinciden en ellos, y aun así, también reinciden en sus propios pecados. "Ella
vio que por haber fornicado la rebelde Israel, yo la había despedido y dado
carta de repudio; pero no tuvo temor la rebelde Judá su hermana, sino que
también fue ella y fornicó.". (Jer 3: 8, 2:19). Judá vio que su hermana fue
sitiada y entregada por Dios en manos de Salmanasar, quien la llevó más allá
de Babilonia, y sin embargo, aunque fue testigo de ello, también fue y se
prostituyó, un signo de la gran dureza de su corazón y de la falta del temor
de Dios. Por otro lado, si hubiese tenido temor de Dios en su corazón,
hubiese temblado ante el juicio que fue ejecutado sobre su hermana, y no se
hubiese comportado como una ramera también: Pero, ¿qué no hará un
corazón que carece del temor de Dios? Ningún pecado está mal así que
pecarán, y por sus actos, algunos serán condenados en el fuego del infierno, y
todo esto, porque no temen a Dios.
Pero oren, y observen, si se dice que aquellos que no se advierten cuando ven
la mano de Dios sobre los que retroceden, no tienen temor de Dios, piensen,
¿cuánto menos aquellos que son un obstáculo en el camino del pueblo de
Dios, y usan artimañas para hacerlos tropezar, e incluso, se regocijan cuando
pueden causar este daño a cualquiera? y, sin embargo, hay muchos así en el
mundo, que incluso se alegran cuando ven que un creyente cae en pecado y
niegan su fe, como si esto fuese algo grandioso.
8. No temen a Dios, los que observen como la tierra se revuelva en el pecado,
pero no se humillan al verlo. "¿Os habéis olvidado de las maldades de
vuestros padres, de las maldades de los reyes de Judá, de las maldades de sus
mujeres, de vuestras maldades y de las maldades de vuestras mujeres, que
hicieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén?
10
No se han humillado hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han
caminado en mi ley ni en mis estatutos, los cuales puse delante de vosotros y
delante de vuestros padres "(Jer. 44: 9,10).
Aquí hay una tierra llena de maldad, y nadie lo lamenta, porque ellos carecían
del temor a Dios y de amor para caminar en su ley. Pero, como usted dice,
aquellos que no se humillan por su propia maldad ni la de los demás dicen
que no tienen temor de Dios, ¿qué pensaremos o diremos de los que se
alimentan y se regocijan de tal maldad? ¿Temen a Dios? ¿Qué diremos de los
que son los inventores y promotores de esa maldad, como de falsos
juramentos, charlas bestiales o cosas similares? ¿Crees que temen a Dios?
Una vez más, ¿qué diremos de aquellos que no pueden contentarse solo con
ser malvados e inventar y regocijarse en la maldad de otros hombres, sino
que también odian, reprochan, denigran y abusan de aquellos a los que no
pueden persuadir a ser malvados? ¿Temen a Dios?

9. Los que prestan más atención a sus propios sueños que a la Palabra de
Dios, no temas a Dios. Esto también es claro en la Palabra: " Donde abundan
los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú,
teme a Dios"; es decir, presten atención a su Palabra (Ec. 5: 7; Isa 8:20). Aquí
el temor a Dios se opone a prestar demasiada atención a nuestros: y está
implícito que es por la falta del temor de Dios que los hombres presten tanta
atención a esas cosas. ¿Qué diremos sobre aquellos que prestan más atención
a una sugerencia que surja de sus corazones insensatos, o que sea arrojada
por el diablo, que a la santa Palabra de Dios? Estos son "soñadores
inmundos". Además, ¿qué diremos a aquellos que confían más en la
misericordia de Dios solo porque él los ha bendecido con cosas externas, y no
temen a su ira y condenación, a pesar de que toda la Palabra de Dios lo
testifica? Estos son "sucios soñadores" de hecho.
.
Un sueño puede ser real, o algo semejante, y algunos hombres suenan
durmiendo y otros caminando. (Isaías 29: 7). Y aquellos sueños de un
hombre mientras duerme, pueden ser causados por Dios, por Satanás, los
negocios, la carne o cosas semejantes; así son los que un hombre sueña
despierto, semejantes a los que tenemos mientras dormimos. Los hombres,
cuando están físicamente despiertos, pueden tener sueños, es decir, visiones
del cielo; Esas visiones son todas aquellas que tienden a descubrir al pecador
su estado, o el estado de la iglesia, según la Palabra. Pero aquellos sueños que
son de Satanás, del mundo o la carne tienden a entusiasmar a los hombres a
esperar el bien de una manera que está en desacuerdo con la Palabra de
Dios. [25]
A estos, Judas llama "soñadores sucios", cuyos principios fueron sus sueños,
y fueron llevados "a mancillar la carne" por medio de la fornicación e
impureza; "para despreciar la autoridad", para que las riendas puedan ser
puestas sobre el cuello de sus lujurias; "para blasfemar de las potestades
superiores", es decir, aquellos que Dios había puesto sobre ellos, para su
gobierno en toda la ley y el testamento de Cristo, estos soñaron con vivir
como brutos, y con ser codiciosos de ganancias, como lo hicieron Caín y
Balaam por medio de sus artimañas. La vida de sus dueños valdría una buena
moneda en la mejor de las pruebas. De estos, también habla Pedro (2 Pedro
2). El llama, a lo que Judas llama sueños, sus principios y errores en la vida y
la doctrina; puede leer sobre esto en todo ese capítulo, donde son llamados
hijos de maldición, y por consiguiente, gente sin temor a Dios.
10. No temen a Dios, quienes son hechiceros, adúlteros, falsos testigos y los
que oprimen a sus empleados al no pagar el salario. Es costumbre de algunos
hombres evitar de forma fraudulenta pagar los salarios que acordaron pagar;
separando a sus empleados de lo que les corresponde por derecho; su clamor
llegará a "los oídos del Señor de los ejércitos" (Santiago 5: 4). Estos no temen
a Dios; se les considera entre los peores hombres, y en el día del juicio, Dios
mismo dará testimonio contra ellos. “Y vendré a vosotros para juicio; y seré
pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira,
y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los
que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de
los ejércitos."(Mal. 3: 5).
11. No teme a Dios, quien en lugar de compadecerse, critica al pueblo de
Dios en su aflicción, tentaciones y persecuciones, y más bien se regocija y
celebra alegremente, antes que simpatizar con ellos en su dolor. Así lo
hicieron los enemigos de David, así lo hicieron los enemigos de Israel, y así
lo hizo el ladrón, que criticó a Cristo cuando lo colgó en la cruz, y fue por
eso, que fue contado entre los que no temían a Dios (Lucas 23:40; Sal 35:
1,22-26. Lea Abdías 10-15; Jer 48: 2-6). Esto es algo común entre los hijos
de los hombres, quienes incluso se regocijan por el dolor de los que temen a
Dios, y albergan un odio interno a la piedad. Los odiaran, dijo Cristo, porque
me odiaron a mí. Por lo tanto, Cristo toma lo que se le hace a los suyos, como
como hecho a sí mismo, y así a la santidad. Pero esto recae fuertemente sobre
los que desprecia al pueblo de Dios y se alegran con sus desgracias, y hasta
se aprovechan, como lo hizo Siba, para aumentar las penas y las aflicciones
del pueblo de Dios (2 Sam 16: 5-8). Estos no temen a Dios, y hacen esto por
enemistad, y su pecado es tal, que difícilmente será borrado (1 Reyes 2: 8,9).
12. No temen a Dios, los que son extraños a los efectos del temor. "Si yo
fuera un maestro, ¿dónde estaría mi temor?" Es decir, debo demostrar que
estoy tan asustado por su temor en mí y por los efectos de dicho temor en
mí". La Biblia dice: Ofrecen pan contaminado sobre el altar. "Esto es una
señal de que carecen de temor a Dios. Ofrecen animales ciegos para
sacrificios, ¿dónde está mi temor? Ofrecen a los animales cojos y a los
enfermos, estos no son los efectos del temor de Dios (Mal. 1: 6-8). Pecador,
una cosa es decir, temo Dios, y otra es temerlo. Por lo tanto, como dice
Santiago, muéstrame tu fe por tus obras, así que aquí Dios pide un testimonio
de tu temor por medio de los efectos de ese temor. Ya te he mostrado varios
efectos del temor; si eres un extraño a ellos, eres también ajeno a esta gracia
del temor. Por lo tanto, para concluir, no será una fe fingida la que te hará
temer a Dios; nada es bueno en esta tierra, si no está sazonado con este temor
de Dios, y aquellos que le temen son hombres de verdad, hombres sinceros de
corazón, hombres perfectos, rectos, humildes y santos; por lo tanto, lector,
examínese, y ponga la Palabra de Dios junto a su corazón, para que pueda
temer a Dios.
.
¡Qué! temer a Dios, en un estado natural? temer a Dios sin un cambio de
corazón y vida? ¡Qué! ¿Temer a Dios y ser orgulloso, y codicioso, bebedor
de vino y devorador desenfrenado de carne? ¡Cómo! ¿Temer a Dios y ser un
mentiroso, y uno que clama por misericordias para luego gastarlas en sus
lujurias? Esto sería extraño. Es cierto que puedes temer a Dios como los
demonios lo hacen, pero ¿de qué te sirve? Puedes, por tu temor, alejarte de
Dios, de su adoración, de su pueblo y de sus caminos, pero ¿de qué valdrá
eso? Puede ser que tengas tanto temor en este momento, que te detengas un
poco en tu andar pecaminoso; tal vez has recibido un impacto de la Palabra
de Dios, y en este momento estás un poco deslumbrado e impedido para
seguir en tu carrera anterior y siguiendo el pecado; pero, ¿de que te sirve? si
por el miedo que tienes, tu corazón no está unido a Dios, y al amor de su
Hijo, a su Palabra y a su pueblo, tu temor no vale nada. [26] Muchos hombres
también se ven obligados a temer a Dios, como los subordinados se ven
obligados a temer a los que están por encima de ellos. Si tan solo temes a
Dios, no es más que un miedo falso; no fluye del amor a Dios: este miedo
trae una sujeción no voluntaria, lo que de hecho, si es un efecto del temor
correcto; pero siendo dominado como un hipócrita, te sometiste a ti mismo
por una obediencia fingida, siendo forzado, por simple temor a hacerlo (Sal
66: 3).
Se dice de David, "que su fama fue divulgada por todas las tierras, y Jehová
puso el temor de David sobre todas las naciones. " (1 Cró. 14:17). Pero qué,
¿ahora amaban a David? ¿Lo eligieron ahora para ser su rey? Ciertamente,
no; muchos de ellos, más bien lo odiaron y, cuando pudieron, hicieron
resistencia contra él. Hicieron lo que usted hace: temieron, pero no amaron;
temían, pero no se sometieron a su gobierno. También se dice de Josafat,
cuando Dios había sometido ante él a Ammón, Moab y el monte Seir, que "el
temor de Dios estaba en todos los reinos de estos países cuando oyeron que el
Señor luchaba contra los enemigos de Israel" (2 Crónicas 20:29). Sin
embargo, ¿era este temor, que aquí es llamado el temor de Dios, algo más que
un temor a la grandeza del poder del rey? En lo absoluto, ni ese temor los
llevó a una disposición voluntaria para someterse a sus leyes y gobierno; solo
los convertía en esclavos y subordinados, temiendo que él ejecutara la
venganza de Dios sobre ellos.
En consecuencia, a pesar de este temor, eran rebeldes a él en sus corazones, y
cuando la ocasión y la ventaja se ofrecieron, ellos se levantaron en rebelión
contra Israel. Este temor, por consiguiente, provocada y forzaba a la
obediencia, pero era fingida. Un emblema correcto de la obediencia de estos,
es que aún siendo enemigos de Dios en sus mentes, fueron forzados en virtud
de la convicción actual a ceder un poco, incluso de temor a Dios, a su Palabra
y a sus ordenanzas. Lector, quienquiera que seas, piensa en esto, te concierne,
por lo tanto hazlo, examínate de nuevo y mira diligentemente tu corazón, para
que no te engañe, esto debe ser tu gran preocupación, es el temor de Dios.
Una cosa más, antes de dejarte, déjame advertirte. Presta atención a tu
rechazo de temer al Señor. Algunos hombres, cuando han tenido convicción
sobre su corazón que el temor de Dios no está en ellos, a través de sus
abrumadoras corrupciones, aún aplazan y postergan el temor de Dios en ellos,
como se dice en Jeremías: " este pueblo tiene corazón falso y rebelde; se
apartaron y se fueron.
24
Y no dijeron en su corazón: Temamos ahora a Jehová Dios nuestro,"(Jer. 5:
23,24). Vieron que los juicios de Dios cayeron sobre ellos porque aún no
temían a Dios, pero esa convicción no prevaleció en ellos como para decir:
"Temamos ahora al Señor". Seguían postergando su temor a Él. Pecador,
¿Estas postergando temer al Señor? ¿Tu corazón todavía es tan terco como
para no decir: "Tememos al Señor?
¡He aquí! el Señor se ha dado cuenta de esta tu rebelión y está preparando un
juicio terrible para ti. "¿No castigaré esto? Dice el Señor; ¿y de tal gente, no
se vengará mi alma?" (v. 29). Pecador, ¿por qué debería Dios vengarse de ti?
¿Por qué deberías caer castigo del cielo sobre ti? Mira hacia arriba, tal vez ya
has estado provocando de este gran tiempo, para que descienda sobre ti. ¡Por
favor! no lo atraigas más; ¿Por qué deberías ser tu propio verdugo? Cae de
rodillas, hombre, y levanta tu corazón y tus manos al Dios que mora en los
cielos; llora; llora en voz alta, y dile Señor, mueve mi corazón para temer tu
nombre y no endurezcas mi corazón con tu temor. De esta forma los hombres
santos han llorado delante de ti, y han evitado tus juicios.
[Algunas cosas que pueden provocar temer al Señor.]
Antes que nada, permíteme darte algunas cosas que, si Dios quiere, pueden
provocarte a temer al Señor.
1. El hombre que no teme a Dios, le va peor que la bestia, la bestia bruta. La
Biblia dice: "El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la
tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra,
y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados."(Génesis 9: 2).
Note que dice, todas mis criaturas me temerán, dice Dios. Ninguno de ellos
será tan obstinado como para negarse a toda reverencia. ¿Pero qué vergüenza
es esto para el hombre, que Dios debe someter a todas sus criaturas a él, y
aun así, negarse a inclinar su corazón ante Dios? La bestia, el pájaro, el pez, y
todos, tienen temor al hombre, Dios ha puesto en sus corazones temer al
hombre, y sin embargo el hombre está vacío de temor; me refiero al temor de
Dios, quien amorosamente le ha puesto todas las cosas bajo su dominio.
Pecador, ¿no te avergüenzas de que una vaca tonta, una oveja, o un cerdo,
observen mejor la ley de su creación, que lo que tu observas la ley de tu
Dios?
2. Considera esto. Aquel que no tema a Dios, Dios lo hará temerle sea que
quiera o no. Es decir, el que no lo hace ahora, que no le teme lo suficiente,
como para estar dispuesto a inclinarse ante él, y poner su cuello en su yugo,
Dios hará que le tema cuando venga el día de su venganza. Luego lo rodeará
de terror y temor por todos lados, por dentro y por fuera; el miedo se
interpondrá en el camino, incluso en la forma en que saldrás de este mundo; y
ese será un miedo terrible (Ecl12: 5). " traeré sobre ellos lo que temieron;"
dice el Señor (Isa 66: 4).
3. El que no teme a Dios ahora, el Señor se reirá de sus temores después.
Pecador, Dios estará contra todos los que eligen no tener su temor en sus
corazones: porque como él llama y no escuchan ahora, entonces llorarán y,
aullarán, y él se reirá de sus temores. "También yo me reiré en vuestra
calamidad, Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis;
27
Cuando viniere como una destrucción lo que teméis,
Y vuestra calamidad llegare como un torbellino;
Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia.
28
Entonces me llamarán, y no responderé;
Me buscarán de mañana, y no me hallarán.
29
Por cuanto aborrecieron la sabiduría,
Y no escogieron el temor de Jehová," (Prov. 1: 27-29).
¡Pecador! piensas escapar del temor; pero ¿qué harás con el pozo? Tú piensas
escapar del pozo; ¿Pero qué harás con la trampa? Y preguntas, ¿la trampa,
qué es eso? Respondo, puede ser incluso el trabajo de tus propias manos. "El
impío está atrapado en la obra de sus propias manos", está "atrapado por la
transgresión de sus labios" (Sal 9:16; Prov. 12:13).
¡Pecador! ¿Qué harás cuando estés en esa trampa? es decir, en la culpa y el
terror con el que tus pecados te enredarán [27] cuando, como un cordón,
estén atados a tu alma? Esta trampa te traerá de vuelta al pozo, que es el
infierno, y luego, ¿cómo harás para deshacerte de tu temor? El temor, el pozo
y la trampa vendrán sobre ti, porque no temes a Dios. ¡Pecador! ¿Eres tú uno
de los que ha desechado el temor? Que lastima, ¿qué harás cuando estas tres
cosas te asedien? ¿A dónde huiras en busca de ayuda? ¿Y dónde dejarás tu
gloria? Si huyes del temor, hallarás el pozo; si huyes del pozo, caerás en la
trampa.
[SEGUNDO USO, una exhortación a temer a Dios.]
Mi siguiente palabra será UNA EXHORTACIÓN A TEMER
DIOS. Me refiero a una exhortación a los santos: " Temed a Jehová, vosotros
sus santos, Pues nada falta a los que le temen.”.
Sabemos que todos los verdaderos creyentes temen a Dios, pero como dice el
apóstol en otro parte: "Te lo ruego, hazlo cada vez más". El temor del Señor,
como te he mostrado, es una gracia del nuevo pacto, como lo son otras
gracias salvadoras, y así es capaz de ser más fuerte o más débil, como lo son
otras gracias. Por lo que te suplico, temer cada vez más.
Se dice que Abdías temía mucho al Señor: todo santo teme al Señor, pero no
todo santo le teme mucho. Sin duda, hay pocos Abdías en el mundo, y me
refiero, entre los santos en la tierra: Lean (1 Reyes 18). Como dijo Pablo
acerca de Timoteo: "No hay semejante", se puede decir de algunos acerca del
temor del Señor, que Apenas tienen un poco. Así sucedió con Job: " no hay
otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado
del mal?", etc. (Job 1: 8). No había en los días de Job alguien que temiera a
Dios como él, no había nadie como él en toda la tierra, pero sin duda había
más en el mundo que temían a Dios; pero este temor de él mayor; eso es lo
que los santos deberían hacer, y eso fue lo que hizo Job, y en eso superó a sus
compañeros. También se dice de Hananías que "era varón de verdad y
temeroso de Dios, más que muchos " (Neh. 7: 2). También había obtenido, en
cuanto al ejercicio y crecimiento de esta gracia, el comienzo de muchos de
sus hermanos. Él "temía a Dios por encima de muchos". Ahora bien, al ver
que esta gracia admite grados, y es en algunos, más fuerte y en otros, más
débil, despertemos todos en cuanto a otras gracias, así como a esta. Que,
como abundan en todo, en la fe, en la expresión, en el conocimiento y en toda
diligencia, y en su amor hacia nosotros, vean que también abundan en esta
gracia. Trabajaré para imponerles esta exhortación a través de varios motivos.
Primero. Deje que el amor distintivo de Dios por usted sea un motivo para
que su temor por El aumente. Él ha puesto su temor en su corazón, y no le ha
dado esa bendición a su prójimo; quizás no lo ha dado a su cónyuge, su hijo o
sus padres. ¡Oh, qué gran obligación debería tener esta consideración sobre
su corazón para temer al Señor! Recuerde también, como he mostrado en la
primera parte de este libro, que este temor al Señor es su tesoro, una joya
selecta, dada solo a los escogidos, y a aquellos que son muy amados.
Naturalmente, los grandes regalos tienden a complacer, y lo hará, confío en
usted, cuando lo considere ingeniosamente. Es un signo que revela un
corazón inclinado al mal, cuando se manifiesta lo contrario; ¿podría Dios
haber hecho más por ti que poner su temor en tu corazón? Esto es mejor que
haberte dado un lugar incluso en el cielo sin temor. Le hubiera dado toda la
fe, todo el conocimiento y la lengua de los hombres y los ángeles, y un lugar
en el cielo pero todos esos dones dependen de este don, del temor de Dios en
tu corazón. Por lo tanto, ámelo, aliméntelo, ejercítelo, use todos los medios
para hacer que aumente y crezca en su corazón, para que parezca que está
establecido en su mano, pobre pecador.
Segundo. Otro motivo para alentarte a crecer en esta gracia del temor de Dios
pueden ser los privilegios que se encuentran en él. ¿Qué o dónde encontrarás
en la Biblia, tantos privilegios cariñosamente incluidos dentro de la gracia del
temor de Dios? Dios habla de esta gracia y de los privilegios que le
pertenecen, como si, para hablar con reverencia, no supiera cómo haber
bendecido al hombre que la tiene. Me parece que esta gracia del temor es la
gracia amada, la gracia en la que Dios pone su corazón al más alto ritmo. Por
así decirlo, nos abraza, y nos en su seno, y quien la tiene, se fortalece en esta
gracia del temor de Dios. Vea nuevamente los muchos privilegios que esta
gracia otorga y también cuan pocos son los que la poseen, dondequiera que se
mencionen, hay implicada la proclamación de una bendición, o de la
admiración por la persona que tiene tan preciosa gracia.
Tercero. Otro motivo puede ser este: el hombre que crezca en esta gracia del
temor del Señor escapará de esos males en los que otros caerán. Donde está
esta gracia, guarda el alma de la apostasía final: "Pondré mi temor en sus
corazones, para que no se aparten de mí" (Jer 32:40). Pero aun así, si no hay
un aumento de esta gracia, mucho mal podría acechar y ser cometido a pesar
de ello. Es como un niño sano, que tiene sus extremidades y puede irse en
cualquier momento, pero es descuidado; así, el mal del descuido lo perjudica
mucho; el descuido es la causa de tropiezos, caídas, golpes que nos mandan
al suelo, y a veces nos queman o ahogan. Y así es, incluso con el pueblo de
Dios que le teme, porque no añaden a su temor el cuidado para crecer más en
el temor de Dios, por lo tanto, cosechan daños; mientras que, si tuvieran más
temor, los mantendría mejor, los liberaría más y los preservaría de estas
trampas de muerte.

Cuarto. Otro motivo puede ser este: crecer en esta gracia del temor de Dios,
es la manera de mantenerse siempre en un desempeño concienzudo de los
deberes cristianos. Un aumento en esta gracia, en mi opinión, mantiene cada
gracia en el ejercicio, y el mantenimiento de nuestros recursos en su debido
ejercicio, produce un desempeño concienzudo de los deberes. Tal vez tengas
un reloj en tu bolsillo, cuya la manecilla no se encuentra en buen estado, aun
así, siempre da la hora pero equivocada; entonces, ¿cuál es la forma de
remediar esto, sino mirar bien dentro de la maquinaria del reloj? porque si la
maquinaria está bien, también lo estarán las manecillas. Este es tu caso en las
cosas espirituales; eres un hombre amable, y el temor de Dios está en ti, pero
a pesar de todo eso, es posible que no estemos dando la hora correcta en
nuestros deberes diarios. [28] No das señales verdaderas y constantes de que
en verdad eres cristiano; y, la razón es que no te has fijado bien en esta gracia
del temor de Dios. No creces ni aumentas en ella, sino que toleras tu corazón
para que se vuelva descuidado y duro, y así tu vida sea negligente y
mundana: El crecimiento de Job en su temor a Dios, lo hizo evitar el mal (Job
1, 2: 3).
Quinto. Otro motivo es este: esta es la forma de ser sabio. El sabio teme y se
aparta del mal. No dice que un hombre sabio tiene la gracia del temor, sino
que un hombre sabio teme, es decir, pone en práctica esta gracia. No hay
mayor señal de sabiduría que crecer en esta bendita gracia. ¿No es una señal
de sabiduría apartarse de los pecados, que son las trampas de la muerte y el
infierno? ¿No es una señal de sabiduría para un hombre esforzarse aún más y
más por interesarse en el amor y la protección de Dios? ¿No es un gran nivel
de sabiduría para un hombre estar siempre haciendo lo que lo pone bajo la
conducta de los ángeles? Seguramente esto es sabiduría. Y si es una
bendición tener este miedo, ¿no es sabiduría aumentarlo? Sin duda, es el
punto más alto de la sabiduría, como he demostrado antes, por lo tanto,
crezcamos en él.
Sexto. Otro motivo puede ser este: Es apropiado que los santos teman, y
crezcan en este temor de Dios. Él es tu creador; ¿no es apropiado para las
criaturas temer y reverenciar a su Creador? Él es tu rey; ¿no es apropiado que
los súbditos teman y reverencien a su Rey? Él es tu padre; ¿No es apropiado
que los niños reverencian y teman a su Padre? Sin duda, y deben hacerlo cada
día más y más.
Séptimo. Otro motivo puede ser: es honorable crecer en esta gracia del
miedo; " Cuando Efraín hablaba, hubo temor; fue exaltado en Israel; (Oseas
13: 1).
Temer, and rodearse de este temor es verdaderamente, un signo de un espíritu
muy honorable; y la razón es que, cuando temo mucho a mi Dios, estoy por
encima del temor de todo los demás, y nada en este mundo, por más terrible
que parezca me estremecerá. Y por eso es que Cristo nos aconseja temer: "Y
les digo, amigos míos", dice: " No temáis a los que matan el cuerpo, y
después nada más pueden hacer.". Sí, pero este es un nivel alto, ¿cómo
podemos tener un espíritu honorable? bueno, te advertiré a quién debes
temer, y al temerle, llegarás podrás alcanzar este nivel: " Temed a aquel que
después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, te
digo que temedlo" ( Lc. 12: 4,5). De hecho, este verdadero temor de Dios
pone al hombre por encima de todo el mundo. Y por eso dice de nuevo: " No
llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni
temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. A Jehová de los ejércitos, a él
santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. (Isaías 8: 12,13).
Sus grandes arrebatos, y provocaciones jactanciosas, [29] que ignoran la
naturaleza del temor de Dios, proviene de un espíritu pobre, furtivo,
lamentable y cobarde en los hombres que evitan temer y temblar ante el
Señor; ¡pero el que mira hacia atrás a las cárceles y las horcas, a la espada y
la hoguera ardiente, verá que allí, en ellas, ha estado el espíritu más poderoso
e invencible que ha existido en el mundo! Así es, observe si Dios no cuenta
que el crecimiento de su pueblo en esta gracia de temor es lo que los hace
honorables cuando excluye positivamente a aquellos de tener un lugar en su
casa, los que no honran a los que temen a Jehová (Sal. 15: 4). Y él dijo
además: "La mujer que teme al Señor, será alabada". Si el mundo y los
hombres impíos no los honran, serán honrados de otra manera. Así lo afirma
el Señor, "Yo honro a los que me honran", y serán honrados en el cielo, en las
iglesias y entre los ángeles.
Octavo. Otro motivo para crecer en este temor de Dios puede ser: este temor,
y su aumento, califica a un hombre para ser confiado con las cosas celestiales
y espirituales, sí, y también con las cosas terrenales.
1. Para cosas celestiales y espirituales. "Mi pacto con él (Levi) fue de vida y
de paz, las cuales cosas yo le di para que me temiera; y tuvo temor de mí, y
delante de mi nombre estuvo humillado. " (Mal 2: 5).
He aquí qué regalo, qué misericordia, qué bendición se le confía a Levi; a
saber, El pacto eterno de Dios, y la vida y la paz que está envuelta en este
pacto. ¿Pero por qué se le da a él? la respuesta es: "por el temor que tenía y
por humillarse ante su nombre". Y la razón es buena, porque este temor a
Dios le enseña a un hombre a hacer una estimación debida de cada don de
Dios que ha otorgado; también nos enseña a usar el mismo con reverencia a
su nombre, y respeto a su gloria de la manera más piadosa, todo en lo que se
convierte aquel a quien se le confía cualquier don espiritual. El regalo aquí
fue dado a Leví para ministrar a sus hermanos doctrinalmente, porque él, dice
Dios, enseñará a Jacob mis estatutos y a Israel mi ley. Véanse también Éxodo
18:21 y Nehemías 7: 2, con muchos otros lugares que podrían nombrarse, y
descubrirán que los hombres temen a Dios y odian la codicia; que los
hombres que temen a Dios por encima de los demás, están encomendados por
Dios, y también por su iglesia, con la confianza y el ministerio de las cosas
espirituales antes que cualquier otro en el mundo.
2. Para cosas terrenales. Este temor de Dios califica a un hombre para ser
confiado con comisiones terrenales. Por eso Dios hizo a José señor de todo
Egipto; Abdías, mayordomo de la casa de Acab; Daniel, Mardoqueo y los
tres jóvenes fueron puestos en la provincia de Babilonia; y esto por la
maravillosa mano trabajadora de Dios, porque ahora tenía que deshacerse de
las cosas terrenales, no solo de una manera común, sino por el bien de su
pueblo en especial. Es cierto que cuando no hay un asunto o cosa especial
que Dios deba hacer en una nación para su pueblo, entonces alguien (es decir,
si tiene gracia o no) puede disponer de esas cosas; pero si Dios tiene algo
especial para otorgar a su pueblo los bienes de este mundo, entonces lo
confiará en manos de hombres que temen a Dios. José tuvo que ser hecho
señor de Egipto, porque Israel debía evitar morir de hambre; Abdías debió
hacerse mayordomo de la casa de Acab, porque los profetas del Señor debían
ser escondidos y alimentados a pesar de la ira y la mente sangrienta de
Jezabel; Daniel, con sus compañeros, y Mardoqueo también, todos fueron
exaltados a la dignidad terrenal y temporal, para que en ese estado, siendo
hombres que abundaban en el temor de Dios, fueran útiles para sus hermanos
en sus dificultades (Gen 42:18, 41:39; 1 Reyes 18: 3; Est. 6:10; Dan 2:48,
3:30, 5:29, 6: 1-3)
Noveno. Otro motivo para crecer en esta gracia del miedo es: donde el temor
de Dios en el corazón de cualquiera no está creciendo, allí no crece la gracia,
ni se cumple el deber como debería. Allí no prospera la gracia, ni la fe, la
esperanza, el amor, ni ninguna gracia. Esto es evidente a partir de esa
exhortación general, "Perfeccionando la santidad en el temor de Dios" (2
Cor.............................................................. 7: 1). Perfeccionando la santidad,
¿qué es eso? Santiago dice respecto de la paciencia, que cada gracia tenga su
obra perfecta, para que seáis perfectos y completos, sin falta de nada
(Santiago 1: 4). Pero esto no puede hacerse sino en el temor de Dios, en el
ejercicio de esa gracia, y por consiguiente en el crecimiento de la misma.
Porque cada gracia crece al ser ejercida. Si entonces fueran perfectos en
santidad, si tuvieran toda la gracia que Dios ha puesto en sus almas, crecería
y florecería a la perfección; deposítelos, como puedo decir, en remojo en esta
gracia del miedo, [30] y haga todo en el ejercicio del mismo; porque un poco
hecho en el temor del Señor es mejor que todas las ganancias de los impíos.
Y de nuevo, el Señor no dejará hambrienta el alma de los justos, el alma que
vive en el temor del Señor, sino que echa fuera la abundancia de los impíos.
Trae abundancia a Dios, y si no está sazonada con temor piadoso, no será
aceptable para él, sino repugnante y abominable a su vista; porque no fluye
del espíritu del temor del Señor. Por lo tanto, donde no hay un crecimiento en
este temor, no hay un deber hecho de manera aceptable. Esto fluye de lo que
precede, ya que si la gracia decae en lugar de crecer, entonces los deberes en
su gloria y aceptabilidad también decaen.
Décimo. Otro motivo para alentarte a crecer en el aumento de esta gracia del
temor es: Es una gracia, que te dará una gran valentía tanto con Dios como
con los hombres. Job era un hombre sin igual en su época ¿Quién tan audaz
con Dios y quién tan audaz con los hombres como él? Cuán audaz fue con
Dios, cuando no deseaba nada más que acercarse y venir a su asiento, y
concluye que si pudiera acercarse a él, se acercaría incluso como un príncipe,
y como tal ordenaría su causa delante de él (Job 23: 3-7, 31: 35-37). También
ante sus amigos, ¿qué tan audaz era él? Para siempre, cuando le acusaron de
que era un hipócrita, los repele con el testimonio de una buena conciencia,
que obtuvo, y mantuvo al aumentar el temor de Dios; su conciencia se
mantuvo tan buena por esta gracia del temor, y que fue por eso que pudo
evitar el mal, y apelar a Dios cuando se le acusaba, para ponerse bajo su
limpieza en la mayoría de las amargas maldiciones e imprecaciones.
(Job 13: 3-9, 18, 19: 23,24, 31).
Este temor de Dios es lo que mantiene la conciencia limpia y tierna, y tan
libre de gran parte de esa contaminación que incluso un buen hombre puede
verse afectado, por falta de su crecimiento en este temor de Dios. Así es,
permítanme agregar, si un hombre puede decir con buena conciencia que
desea temer el nombre de Dios, agregará valentía a su alma al acercarse a la
presencia de Dios. "Oh Señor", dijo Nehemías, "te ruego, que ahora tu oído
esté atento a la oración de tu siervo y de los siervos que desean temer tu
nombre" (Neh. 1:11). Él declaró su deseo de temer el nombre de Dios, como
una discusión con Dios para concederle su petición; y la razón fue porque
Dios había prometido antes "bendecir a los que le temen, tanto pequeños
como grandes" (Salmo 115: 13).
Undécimo. Otro motivo para animarte a temer al Señor y crecer en él es, que
por medio de él, puedes bendecir tu trabajo, para salvar las almas de los
demás. Se dice de Leví, de quien hice mención anteriormente, que temía a
Dios y temía su nombre, que salvó a otros de sus pecados. "La ley de verdad
estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en
justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad. (Mal 2: 6).
El temor de Dios que moraba en su corazón, mostró su crecimiento en la
santificación del Señor por su vida y sus palabras, y el Señor también bendijo
su crecimiento, al bendecir sus labores para salvar a sus vecinos. ¿Podrías
salvar a tu esposo, a tu esposa, a tus hijos, etc., y luego temer mucho a Dios?
Pedro enseña, "Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros
maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin
palabra por la conducta de sus esposas,
2
considerando vuestra conducta casta y respetuosa. "(1 Pedro 3: 1,2).
Entonces, si las esposas y los hijos, sirvientes, etc., observaran mejor esta
regla general de Pedro, es decir, dejar que toda su manera de vivir se uniera al
temor, podrían convertirse en instrumentos en la mano de Dios mucho mejor
de lo que ya son. Pero la miseria viene cuando el temor de Dios es deficiente
en las acciones, y esa es la causa de que tan poco bien sea hecho por aquellos
que profesan la fe. No es una forma de vida unida a una profesión de fe:
porque una gran profesión de fe puede ser llevada a cabo con una vida que no
sea tan buena, más bien escandalosa; sino que es una manera de vivir unida al
temor de Dios. Es decir, a las impresiones del temor de Dios sobre ella, que
es convincente y que ministra el despertar de Dios a la conciencia, para salvar
al incrédulo. Por ejemplo, una conducta cristiana unida al temor.
La falta de este temor de Dios es lo que ha sido, a menudo, un obstáculo para
el incrédulo. Por desgracia, el mundo no se convencerá por sus
conversaciones, por tus conocimientos, o por la gran profesión que haces, si
no ven, junto con todo eso, las vívidas impresiones del temor de Dios; más
bien, lo hará tropezar y caer, incluso en su comportamiento y en su profesión
de fe. Por lo tanto, para evitar esta error y no hacer tropezar el alma en tu
caminar cristiano, Dios te ordena que le temas; lo que implica que un buen
estilo de vida cristiano, junto con temor a Dios, libera al mundo ciego de esas
caídas, que de lo contrario no sería liberado. "No maldecirás al sordo, y
delante del ciego no pondrás tropiezo, sino que tendrás temor de tu Dios. Yo
Jehová."(Levítico 19:14). Ese es el remedio que evitará que tropiecen
contigo, con lo que sea que tropiecen.
Por lo tanto, Pablo le dice a Timoteo: "Ten cuidado de ti mismo y de la
doctrina; haciendo esto te salvaras a ti mismo y a los que te oyeren."(1 Tim.
4:16).
Duodécimo. Otro motivo para temer y crecer en este temor de Dios es este:
Es la manera de involucrar a Dios para liberarte de muchos peligros externos,
(Salmo 34: 7). Esto se demuestra a partir de la historia de las parteras
hebreas. "Las parteras", dijo Moisés, "temían a Dios", y no ahogaron a los
hijos varones como el rey había ordenado, sino que los salvaron vivos. ¿Y
qué sigue? "Por lo tanto, Dios trató bien a las comadronas; y sucedió que
debido a que las comadronas temían a Dios, les hizo casas" (Ex. 1). Es decir,
las protegió e hizo que se ocultaran de la ira y la furia del rey, incluso, en
algunas de las casas de los egipcios mismos, ¿por qué las comadronas no
podrían estar allí escondidas, así como Moisés en La corte del rey? [31] ¿Y
cuántas veces los que temen a Dios testificaron ser librados por Dios y sus
santos ángeles? como también ya lo he mostrado.
Decimotercero. Otro motivo para temer y crecer en este temor de Dios es:
esta es la forma de liberarse de los errores y las opiniones condenables. Hay
algunos que perecen en su justicia, eso es un error; habrá algunos que
perecerán en su maldad, y eso también es un error. Algunos nuevamente
prolongan sus vidas por su maldad, y otros son demasiado justos, y también
algunos son demasiado sabios, y todo esto son trampas, hoyos y agujeros.
Pero entonces, dices, ¿cómo voy a escapar? De hecho, esa es la pregunta, y el
Espíritu Santo lo resuelve así: "porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en
todo." (Ecl. 7:18)
Decimocuarto. Otro motivo para temer y crecer en este temor de Dios es:
Los que se han apartado, podrán regresar con valentía a Jesucristo y confiar
en él para la vida aunque sus almas estén tan oscuras. Te dije antes, que los
que temen a Dios tienen en general una licencia para confiar en él; pero ahora
te digo, que ellos, y especialmente ellos, pueden hacerlo aunque estén en la
oscuridad; ustedes que se sientan en la oscuridad y no tienen luz, si esta
gracia del miedo está viva en sus corazones, pueden tener esta valentía:
¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El
que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y
apóyese en su Dios."(Isaías 50:10). No es pequeña la ventaja que se tiene,
cuando los hombres tienen que lidiar con asuntos difíciles, contar con una
patente o licencia para negociar; Ahora confiar en el Señor es algo difícil,
pero el mejor y más lucrativo de todos. Pero entonces, algunos dirán, ya que
es tan difícil, ¿cómo podemos hacerlo sin peligro? Por qué, el texto les otorga
una licencia, una patente para que confíen en su nombre, los que tiene su
temor en sus corazones: "Que confíe en el nombre del Señor y permanezca en
su Dios".[32]
Decimoquinto. Otro motivo para temer y crecer en esta gracia del miedo es:
Dios poseerá y reconocerá que es suyo, a quien sea que rechace. Sí, los
distinguirá y los separará de todos los demás, en el día de sus juicios terribles.
Hará con ellos como lo hicieron los que suspiraron por las abominaciones
que se hicieron en la tierra: ordenó al hombre que tenía su tintero de
escribano en la cintura "que marcara sus frentes", para que no cayeran en el
juicio con los otros (Ez. 9).
Así que Dios dijo claramente de los que temían al Señor, y que pensaban en
su nombre, debían escribirse en su libro: "Entonces los que temían a Jehová
hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito
libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que
piensan en su nombre.
17
Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día
en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que
le sirve."(Mal. 3: 16,17). Tenga en cuenta, que a ambos los reconoce como
suyos, y también promete perdonarlos, como un hombre perdona a su propio
hijo; y además, los guardará como guarda sus joyas más valiosas consigo
mismo en el paquete de la vida.
Cómo crecer en este temor de Dios.
Después de haberle dado estos motivos para crecer en este temor a Dios,
antes de terminar, quiero mostrarle en pocas palabras, de qué manera puede
crecer en este temor a Dios.
Primero. Si quieres crecer en este temor de Dios, aprende a distinguir del
miedo en general. Quiero decir, aprende a distinguir entre ese temor que es
piadoso y aquel que es impío; Debes conocerlos bien el uno del otro, no sea
que aquel miedo que en sí mismo es impío, ocupe el lugar, e incluso tome
ventaja del que realmente es el temor de Dios. Y recuerde que el temor impío
de Dios viene de Dios mismo quien es contado como un enemigo para su
pueblo, y por lo tanto, es abundantemente prohibido en la Palabra (Génesis
3:15, 26:24, 46: 3; Éxodo 14:13 , 20:20; Números 14: 9, 21:34; Is. 41: 10,14,
43: 1, 44: 2,8; 54: 4; Je. 30:10; Dan. 10: 12,19; Joel 2: 21; Hag. 2: 5; Zac.
8:13).
Segundo. Si creces en este temor piadoso, aprende a distinguirlo
correctamente en particular, de ese miedo, que es piadoso pero por un
tiempo; incluso de ese miedo forjado por el Espíritu, como un espíritu de
esclavitud. Aprende también a conocer perfectamente los límites que Dios ha
puesto a ese temor forjado por el Espíritu, como un espíritu de esclavitud; no
sea que, en lugar de crecer en el temor que permanece en tu alma para
siempre, seas superado nuevamente con ese primer temor, que solo
permanece contigo hasta que venga el espíritu de adopción. Y para que no
solo los distingas uno del otro, sino que también mantengas a cada uno en su
lugar y en sus límites, considera en general lo que ya se ha dicho sobre este
tema, particularmente, que el primer temor ya no es causado por el Espíritu
Santo, sino por el diablo, para angustiarte y hacerte vivir, no como un hijo,
sino como un esclavo. Y para su mejor aprovechamiento en este asunto, sepa
que Dios mismo ha puesto límites a este miedo, y ha concluido que después
de que el espíritu de adopción haya venido, ese temor ya no es forjado en su
corazón (Ro. 8:15; 2 Tim 1: 7).
Nuevamente, antes de dejar esta parte, permítame decirle que si no se siente
cómodo con este asunto, el temor de esclavitud, aquel que no es forjado en ti
por el Espíritu Santo, sino por la astucia y la sutileza del demonio, su autor, te
perseguirá, perturbará y te hará vivir incómodamente, durante el tiempo que
seas un heredero de Dios y de su reino. Este es el temor del que habla el
apóstol, que hace que los hombres "toda su vida estén sujetos a la esclavitud"
(Heb. 2: 14,15). Porque aunque Cristo realmente te librará, al fin, habiéndote
abrazado por fe, tu vida estará llena de problemas; y la muerte, aunque Jesús
la haya abolido, siempre será una fiera que te acecha en todos tus caminos y
pensamientos, para romper tu paz y hacerte tirar fuertemente de los lomos
para que lo sigas.
Tercero. ¿Quieres crecer en este temor piadoso? entonces, debes aprender a
distinguir los temores, y crear una conciencia de cuál de ellos cultivar y
apreciar. Si Dios tuviera su temor, y es llamado SU temor a modo de
eminencia, "que su temor pueda estar delante de ti, para que no peques" (Ex.
20:20; Jer. 32:40), Si Dios quiere que su temor esté contigo, entonces debes
tomar conciencia de esto, y no dar paso a un miedo esclavizante el cual es
común en los cristianos. Hay una falla absoluta entre los cristianos acerca de
esto; es decir, no crean esa conciencia de resistir el miedo servil como
deberían; más bien lo aprecian y lo cultivan, debilitando en sí mismos ese
temor que deberían fortalecer.
Y esta es la razón por la que a menudo nos acostamos aferrados [33] bajo los
pensamientos negros y sorprendentes que la incredulidad engendra en
nuestros corazones; porque este temor alimenta la incredulidad; es decir, si le
damos paso después de que venga el espíritu de adopción, y se cierre
fácilmente con todos los dardos ardientes del maligno.
Pero los cristianos están listos para hacer frente a este temor como lo hace el
caballo cuando los dientes [34] del tenedor se colocan contra su costado;
incluso inclinarse hasta que entra en su vientre. Nos inclinamos naturalmente
a este miedo, quiero decir, después de que Dios le ha hecho bien a nuestras
almas; Es difícil luchar contra él porque tiene incluso nuestro sentido y
sentimiento de su lado. Pero yo digo, que si quieres ser un cristiano en
crecimiento, en el temor que es piadoso, en el temor que permanece, entonces
concéntrate a luchar contra el otro y contra todas estas cosas que te hacen
retroceder. "¿Por qué he de temer en los días de adversidad,
Cuando la iniquidad de mis opresores me rodeare??" (Salmo 49: 5)
¡Qué! ¿No temer en el día del mal, ni cuando la iniquidad lo rodee? No, dice
él, refiriéndose a ese temor que lo llevaría nuevamente a la esclavitud de la
ley; porque había recibido el espíritu de adopción antes. De hecho, si alguna
vez un cristiano cede terreno al temor de esclavo, vivirá esos dos momentos,
el día del mal, y la iniquidad que lo rodea; pero como vemos, David no cedió
ante él, ni vio razón para hacerlo. "¿Por qué debería", dijo él? Ahora que eres
un hijo de Dios por medio de Cristo, y has recibido el Espíritu de su Hijo en
tu corazón, Para clamar Abba Padre.
Cuarto. ¿Quieres crecer en esta gracia del temor de Dios? Entonces debemos
crecer en el conocimiento del nuevo pacto, porque ese es realmente el cinto
de nuestras riendas y la fuerza de nuestras almas. Escuche lo que dice
Zacarías: Dios, dice él, " Y nos levantó un poderoso Salvador
En la casa de David su siervo,
70
Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio;
". ¿Pero que era? ¿Qué fue lo que habló? Por qué, "para que nos conceda,
para que nosotros, al ser librados de la mano de nuestros enemigos, podamos
servirle sin temor", sin esta esclavitud de servidumbre, "en santidad y justicia
delante de él todos los días de nuestra vida. " ¿Pero en qué se basa este
honorable y valiente servicio de Dios? Sobre el santo pacto de Dios, sobre el
juramento que hizo a Abraham (Lucas 1: 69-74). Ahora en este pacto está
envuelta toda tu salvación; en él está contenido todo tu deseo, y estoy seguro,
que entonces contiene la salvación completa de tu alma, ya que este pacto se
confirma por promesa, por juramento y por la sangre del Hijo de Dios, y que
con el propósito de que puedas servir a tu Dios sin temor servil, entonces el
conocimiento y la fe de este pacto es de absoluta necesidad para llevarnos a
esta libertad y salir de nuestros terrores serviles y, por consiguiente, hacernos
crecer en ese temor piadoso como un hijo, que se habitó incluso en el Hijo de
Dios mismo, y que habita en todos sus discípulos para vivir en el crecimiento
y el ejercicio de él.
Quinto. ¿quieres en este temor piadoso? entonces trabaje siempre para
mantener viva en el corazón su seguridad del cielo y de su salvación; porque
el que pierde su seguridad del cielo, difícilmente mantendrá fuera del corazón
el miedo servil; pero el que tenga la sabiduría y la gracia para mantenerlos
vivos, y evidente para sí mismo, crecerá en este temor piadoso. Mira cómo
David lo dice: " Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón
desmayare.
Llévame a la roca que es más alta que yo,
3
Porque tú has sido mi refugio,
Y torre fuerte delante del enemigo.
4
Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre;
Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas. Selah
5
Porque tú, oh Dios, has oído mis votos;
Me has dado la heredad de los que temen tu nombre. "(Sal 61: 2-5).
Note, un poco, David en primer lugar, sugiere que a veces, a su modo de
pensar, él estaba tan lejos de su Dios como los confines de la tierra están
separados y que en esos momentos estaba sujeto a ser abrumado, a tener
miedo: [Y] en segundo lugar, la postura que tomaba en esos momentos, para
ayudarse a sí mismo, era clamar a Dios para que lo llevara nuevamente a
Jesucristo: "guíame a la roca que es más alta que yo"; porque de hecho sin fe
en él, y la renovación de esa fe, no puede haber evidencia del cielo en el
alma. Por lo tanto, David ora por esto primero.
Luego pone esa fe en ejercicio, con respecto al pasado, y también del tiempo
que estaba por venir. Con respecto al pasado, dice, "Tú has sido un refugio
para mí y una fuerte torre"; y del tiempo por venir, dijo: "Yo permaneceré en
tu tabernáculo ", es decir, en Cristo por la fe, y en el camino de la adoración
por amor, por siempre." Y observa, él hace que el recuerdo creyente de su
primera evidencia para el cielo, sea el fundamento de su clamor y fe, "porque
tú ", dice él," Oh Dios, me has dado la herencia de los que temen tu nombre".
Me has hecho reunirme para ser partícipe de la misericordia de tus elegidos, y
me has puesto bajo la bendición de la bondad con la que tú ha bendecido a
los que te temen. Así se ve cómo David, en su angustia, reúne sus oraciones,
fe y evidencia para la vida eterna, con el fin de que pueda liberarse de ser
abrumado, con un miedo servil, y así poder también abundar en el temor de
hijo, que no solo es atractivo, con respecto a nuestra profesión de fe, sino que
también es rentable para nuestras almas.
Sexto. ¿Quieres crecer en este temor de Dios?
Debes poner delante de tus ojos el ser y la majestad de Dios; ya que ambos
engendran, mantienen y aumentan este temor. Es por eso se llama el temor de
Dios, es decir, un santo y espantoso temor y reverencia a su majestad. Porque
el temor de Dios es admirarlo con asombro, pero ¿cómo se puede hacer eso si
no lo ponemos delante de nuestros ojos?
Así que, si queremos temer más, debemos permanecer más en el sentido y fe
de su gloriosa majestad. Por eso este temor y el nombre de Dios son, a
menudo, puestos juntos de esta forma: teman a Dios, teman al Señor, teman a
su Dios, haz esto en El temor del Señor, y temerás a tu Dios, Yo soy el
Señor.
Ya que éstas palabras, "Yo soy el Señor tu Dios", y otras semejantes, se
ponen a propósito, no solo para mostrarnos a quién debemos temer, sino
también para engendrar, mantener y aumentar en nosotros ese temor debido a
ese "glorioso y terrible" nombre, el Señor nuestro Dios "(Deut 28:58).
Séptimo. ¿Quieres crecer en esta gracia del temor? entonces mantén siempre
cerca a tu conciencia la autoridad de la Palabra; teme el mandamiento como
el mandamiento de un Dios poderoso y glorioso, y como el mandamiento de
un padre, tanto amoroso como compasivo; deja que este mandamiento, esté
siempre con tu ojo, con tu oído y con tu corazón porque entonces se te
enseñará, no solo a temer, sino a abundar En el temor del Señor. Toda gracia
es alimentada por la Palabra, y sin ella, no hay prudencia en el alma (Prov.
13:13, 4: 20-22; Deut. 6: 1,2).
Octavo. ¿Quieres crecer en esta gracia del temor? entonces permanece mucho
en fe en la promesa, la promesa que genera en tu alma un interés en Dios por
Cristo, y de todas las cosas buenas. La promesa naturalmente, tiende a
aumentar en nosotros el temor del Señor, ya que este temor, crece por bondad
y misericordia; Temerán al Señor y su bondad. Ahora bien, esta bondad y
misericordia de Dios, se envuelve y se nos entrega por medio de
promesas; porque Dios se lo dio a Abraham a través de una promesa. Por lo
tanto la fe y la esperanza de la promesa hace que este temor crezca en el
alma: "Por lo tanto, teniendo estas promesas, amados, limpiémonos de toda
inmundicia de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor
de Dios "(2Cor 7: 1). "Perfeccionando la santidad en el temor de Dios"; por
consiguiente, ese temor por la promesa debe crecer mucho, puesto que por
ella La santidad se perfecciona.
Noveno. ¿Quieres crecer en esta gracia del temor? entonces ten presente el
juicio de Dios que vendrá sobre esos creyentes que han sido o hipócritas, o
Cristianos descuidados. Porque ambos participan de los juicios de Dios; el
verdadero cristiano, por su falta de atención, para su corrección; el otro, a
saber, el hipócrita, por su hipocresía, por su destrucción. Esta es una manera
de hacerte sentir asombrado, y hacerte temblar y crecer en La gracia del
temor delante de tu Dios.
Juicios! Puedes preguntarte, ¿qué juicios?
Respuesta. El tiempo me faltará aquí para contarte sobre los juicios que a
veces vienen al pueblo de Dios, y que siempre caen sobre los hipócritas por
sus transgresiones. Por aquellos que son del pueblo de Dios, quisiera que
volvieras a mirar el lugar en este libro donde son particularmente
abordados. Y para aquellos que hacen parte de los hipócritas, en general son
estos: 1. Ceguera del corazón en este mundo. 2. La muerte de su esperanza en
el día de su muerte. 3. condenación de sus almas en el día del juicio (Mateo
23: 15-19; Job 8:13,
11:20, 18:14, 20: 4-7, Mateo 23:33, 24:51; Lucas 20:47). Una piadosa
consideración de estas cosas tiende a hacer que los hombres crezcan en el
temor de Dios.
Décimo. ¿Quieres crecer en esta gracia del temor?
Entonces estudia las excelencias de la gracia del temor, y qué beneficios
rinde a aquellos que la poseen; asimismo, esfuérzate para llevar tu corazón al
amor, tanto del ejercicio de la gracia misma, como del fruto que
produce; porque un hombre apenas crece en el aumento de cualquier gracia,
hasta que su corazón se una a ella, y hasta que sea embellecida ante sus ojos
(Salmo 119: 119,120). Ahora, las excelencias de esta gracia del temor
también han sido descritas en este libro antes, y al leerlas encontrarás el fruto
que produce, y las promesas que tiene consigo, y como son muchas, te remito
también para tu instrucción
Undécimo. ¿Quieres crecer en esta gracia del temor?
Entonces recuerda el mundo de privilegios que les pertenece a los que temen
al Señor, como también he mencionado, tales como; no serán herido, no
carecerán de nada bueno, estarán custodiados por ángeles y tendrán una
licencia especial, para que por más terrible sea la situación, puedan confiar en
el nombre del Señor y permanecer en su Dios.
Duodécimo. ¿Quieres crecer en esta gracia del miedo? entonces ora mucho a
Dios por la abundancia de esta gracia. Temer a Dios es lo que es de acuerdo
con su voluntad, y si pedimos algo de acuerdo con su voluntad, él nos
oye. Por lo tanto, ora para que Dios estimule tu corazón para temer su
nombre; Esta es la forma de crecer en la gracia del temor.
Por último, ¿Quieres crecer en esta gracia del miedo? entonces dedícate a ello
(Salmo 119: 38). Dedicarme a ello, dirás, ¿cómo es eso? Porque, dedicarte a
ello, te hace adicto a él. Consuélate en la contemplación de Dios, y una
reverencia de su nombre, palabra y adoración. Así languidecerán tus miedos,
y crecerás en esta gracia del miedo.
¿Qué cosas tienen la tendencia a obstaculizar el crecimiento del temor de
Dios en nuestros corazones?
Y para que aún pueda ayudarte, querido lector, ahora te advertiré sobre esas
cosas que, si se les das oportunidad, obstaculizarán tu crecimiento en este
temor de Dios, ya que, por ser tan dolorosas para el pueblo de Dios, debes ser
advertido al respecto.
Primero. Si quieres crecer en esta gracia del temor, presta atención A UN
DURO CORAZÓN, porque sin duda obstaculizará tu crecimiento en esta
gracia. "¿Por qué se endurece nuestro corazón hacia su temor? "ha sido una
amarga queja de la iglesia hasta ahora porque no es solo el juicio lo que en sí
mismo es terrible, y el dolor al pueblo de Dios, sino que es lo que obstaculiza
enormemente el crecimiento de esta gracia en el alma (Isa 63:17). Un corazón
duro no es más que un terreno árido para que cualquier gracia crezca,
especialmente para la gracia del temor: hay poco de este temor donde el
corazón es realmente duro.
Ahora, si quieres ser salvado de un corazón duro, 1. Presta atención a los
principios del pecado. Digo esto, porque nunca debería ser algo pequeño; "Un
poco de levadura leuda toda la masa". Hay más en un poco de pecado para
endurecer, que en mucha gracia para ablandar. La mirada de David a Betsabé
en nuestra opinión, era un asunto pequeño; sin embargo, ese comienzo de
pecado contrajo tal dureza de corazón en él, que lo llevó casi más allá de todo
temor de Dios. Lo llevó a cometer obscenidades con ella, el asesinato de
Urías, y abundancia de actos malvados; y estas cosas, tienen tendencia directa
a apagar y destruir todo temor de Dios en el alma.
2. Si has pecado, no te acuestes sin arrepentimiento; porque la falta de
arrepentimiento, después de que uno ha pecado, hace que el corazón sea cada
vez más duro. De hecho, un corazón duro es impenitente, y la impenitencia
también hace que el corazón se endurezca cada vez más. De modo que si se
agrega impenitencia a la dureza del corazón, o al comienzo del pecado que lo
torna así, rápidamente será con esa alma, como se dice de la casa de Israel,
tendrá la frente de una ramera, difícilmente será avergonzado (Jer. 3: 3).
3. Si quieres deshacerte de un corazón duro, ese gran enemigo del
crecimiento de la gracia del temor, habita mucho con Cristo en la cruz en tus
meditaciones; porque eso es un excelente remedio contra la dureza del
corazón: un. Una mirada y meditación correcta de Él, mientras colgaba allí
por tus pecados, disolverá tu corazón en lágrimas, y lo hará suave y
tierno. "Mirarán al que traspasaron, y lamentaran "(Zac. 12:10). Ahora bien,
un corazón suave, tierno, y quebrantado, es un lugar adecuado para que la
gracia del temor prospere.
Segundo. Si anhelas tener la gracia del temor en tu alma, presta atención
también a UN CORAZÓN SIN ORACION, porque ese no es un lugar para
esta gracia del temor crezca. Por eso se dice que el que restringe la oración
desecha el temor. "Tú también disipas el temor,
Y menoscabas la oración delante de Dios. (Job 15: 4).
¿Ves a un cristiano que no ora? ese hombre expulsa El temor de Dios lejos de
él. ¿Ves un hombre que ora pero poco? ese hombre teme a Dios pero
poco; porque es el alma que ora, del hombre que es poderoso en la oración, el
que tiene un corazón para crecer en el temor de Dios. Presta atención, por lo
tanto, a un corazón sin oración, si quieres crecer en esta gracia de El temor de
Dios. La oración es como el cántaro que saca agua del arroyo, para regar las
hierbas; romper el cántaro, y no habrá agua, y por falta de agua el jardín se
marchita.
Tercero. ¿Quieres crecer en esta gracia del miedo? entonces preste atención a
A CORAZÓN LIVIANO Y LASCIVO, porque ninguno de esos corazones es
un buen terreno para que crezca el temor de Dios. Por eso se dice de Israel ",
No tuvo temor no, sino que también fue ella y fornicó". Ella también se
entregó al desenfreno, a ser ligera y vanidosa, y así su temor a Dios decayó
(Jer. 3: 8). José había sido tan desenfrenado como su amante, había estado tan
vacío del temor a Dios como ella; pero tenía un espíritu sobrio, tierno,
piadoso y considerado, por eso creció en el temor de Dios.
Cuarto. ¿Quieres crecer en esta gracia del temor? entonces presta atención
A UN CORAZÓN CODICIOSO, porque no es un buen terreno para que esta
gracia del temor crezca. Por lo tanto, esta codicia y el temor de Dios son
como enemigos, el uno está en oposición al otro: el uno teme a Dios y odia la
codicia; (Ex. 18:21). Y la razón por la cual la codicia es una obstrucción para
el crecimiento de esta gracia del temor, es porque la codicia arroja fuera esas
cosas del corazón que puede nutrir este temor. Expulsa la Palabra y el amor
de Dios, sin lo cual, ninguna gracia puede crecer en el alma; ¿Cómo, pues,
puede el temor de Dios crecer en un corazón codicioso? (Ez. 33: 30-32; 1
Juan 2:15).
Quinto. ¿Quieres crecer en esta gracia del temor? entonces presta atención a
A UN CORAZÓN INCREDULO, porque un corazón incrédulo no es un
buen terreno para que esta gracia del temor pueda crecer. A este corazón
incrédulo se le llama "un corazón malo" porque de él fluye toda la maldad
que se comete en el mundo (Hebreos 3:12). Ahora, es la fe, o un corazón
creyente, lo que alimenta este temor de Dios, y no el otro; y la razón es que
esa fe trae a Dios, el cielo y el infierno al alma, y hace que los considere
debidamente a todos. (Hebreos 11: 7). Por lo tanto, este es el medio del
temor, y lo que lo hará crecer en el alma; pero la incredulidad es una pesadilla
para eso.
Sexto. ¿Quieres crecer en esta gracia del temor? entonces preste atención a
A UN CORAZÓN OLVIDADIZO. Tal corazón no es un corazón donde la
gracia del temor florecerá, " Aun yo mismo, cuando me acuerdo, me
asombro,
Y el temblor estremece mi carne. ", etc. Por lo tanto, tenga cuidado de no
olvidar; Recuerda a Dios y su bondad, paciencia y misericordia para aquellos
que aún no tienen gracia ni especial favor de él, y eso engendrará y
alimentará su temor en tu corazón, pero el olvido de esto, o de cualquier otro
de sus juicios, es una gran herida que debilita este temor (Job 21: 6). Cuando
un hombre recuerda bien que los juicios de Dios son tan profundos y
misteriosos, como de hecho lo son, que el recuerdo pone al hombre sobre
tales consideraciones de Dios y de sus juicios que lo hacen temer: "Por lo
tanto", dijo Job, "tengo miedo de él. "Mira Job 23:15." Por lo cual yo me
espanto en su presencia; Cuando lo considero, tiemblo a causa de él. ",
cuando recuerdo y considero las maravillosas profundidades de sus juicios
hacia el hombre.
Séptimo. ¿Quieres crecer en esta gracia del temor? entonces preste atención a
un CORAZÓN MURMURADOR Y QUEJUMBROSO, porque no es un
corazón en el que la gracia del temor pueda crecer. Como, por ejemplo,
cuando los hombres murmuran y se quejan de la mano de Dios, en sus
dispensaciones y en los juicios que los sobrecogen, en sus personas,
propiedades, familias o relaciones, su murmuración tiende a destruir el
miedo; porque un espíritu murmurador es aquel que quiere corregir a Dios, y
encontrar fallas en sus designios, y donde hay eso, el corazón está lejos del
temor. Un espíritu murmurador tampoco proviene de esa sabiduría que
pretende comprender que hay un fracaso en la naturaleza y ejecución de las
cosas, o por envidia y rencor a La ejecución de ellos. Ahora bien, si surgen
murmullos de esta pretendida sabiduría de la carne, entonces en lugar de
temer a Dios, sus acciones son juzgadas para ser rígidas o ridículas, lo que
aún se hace con juicio, verdad, y justicia. Para que un corazón que murmura
no pueda ser bueno para que crezca el temor de Dios. ¡Que lastima! el
corazón donde el crecimiento es suave; como vemos en Job 23:15, 16; y un
corazón que se inclinará y estará en silencio ante el más absurdo de todos sus
juicios: "Enmudecí, porque TU LO HICISTE". El corazón en el que florece
este temor de Dios es tal, que se inclina y queda mudo, con solo espiar la
mano, la sabiduría, la justicia o santidad de Dios en esta u otra de sus
decisiones, y así despierta el alma a temer ante él. Pero si esta murmuración
surge de la envidia y a pesar de que se parece tanto al espíritu del diablo, que
nada tiene que decirse sobre la horrible maldad de la misma.
Octavo. ¿Quieres crecer en esta gracia del miedo? entonces preste atención a
un ESPÍRITU ALTIVO Y CRITICON, porque ese no es un buen terreno para
que el temor crezca. Un espíritu manso y tranquilo es lo mejor, y ahí el temor
a Dios florecerá más; Por lo tanto, Pedro junta la mansedumbre y el temor,
como los más adecuados en su naturaleza y tendencia natural el uno al otro.
(1 Pedro 3:15). La mansedumbre de espíritu es como ese corazón que tiene la
profundidad de la tierra en el que las cosas pueden echar raíces y crecer; pero
un espíritu altivo y criticón será como suelo pedregoso, donde no hay
profundidad de tierra, y en consecuencia, esta gracia del temor no puede
crecer; Por lo tanto, tenga cuidado de este tipo de espíritu, si quiere que el
temor de Dios crezca en su alma.
Noveno. ¿Quieres crecer en esta gracia del temor? entonces presta atención a
un CORAZÓN ENVIDIOSO, ya no es un buen corazón para que el temor de
Dios crezca. "No tenga tu corazón envidia de los pecadores,
Antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo; "(Proverbios 23:17).
Envidiar a cualquiera es señal de un mal espíritu, y ese hombre se apodera de
él, como ya he señalado, para controlarlo y un juzgarlo, y ser un verdugo
malicioso también, y de esa furia que surge de su propia lujuria y espíritu
vengativo, sobre otro hombre que (tal vez) es más justo que él mismo. Pero
supongamos que el objeto de tu envidia es un pecador, por eso, el texto
establece esa envidia en oposición directa al temor de Dios "No envidies a los
pecadores, antes persevera en el temor de Dios". Por lo tanto, la envidia a los
pecadores y el temor a Dios, son opuestos.
No puedes temer a Dios, y también envidiar a los pecadores. Y la razón es
porque el que envidia al pecador, se ha olvidado de sí mismo, de su propia
maldad; y ¿Cómo puede temer a Dios? El que envidia a los pecadores
rechaza su deber de bendecir a los que lo maldicen, y de orar por los que
abusan de nosotros; ¿Y cómo puede el que ha rechazado esto, temer a
Dios? El que envidia a los pecadores, por lo tanto, no puede ser de buen
espíritu, ni puede crecer el temor de Dios en su corazón.
Décimo. Por último, ¿Quieres crecer en esta gracia del temor? entonces
preste atención al Endurecimiento de su corazón en cualquier momento
contra convicciones a deberes particulares, en cuanto a la oración, la ofrenda,
abnegación, y cosas semejantes. Presta atención también al endurecimiento
de tu corazón, cuando estás bajo cualquier juicio de Dios, como enfermedad,
pérdidas, o cosas similares. Te pedí antes que tener cuidado con un duro
corazón, pero ahora te pido que tengas cuidado de endurecer los suaves, ya
que endurecer el corazón es empeorarlo; más duro, más desesperado y audaz
contra Dios. Ahora, si quieres crecer más en esta gracia del temor, ten
cuidado de endurecer su corazón, especialmente contra convicciones del
bien; porque esas convicciones se envían como lluvias estacionales de Dios,
para mantener la labranza de tu corazón en buen orden, para que la gracia del
temor crezca en él; pero esta sofocación de convicciones hace que el corazón
sea tan duro como un pedazo de piedra de molino inferior. Por lo tanto, feliz
es el que recibe convicción, porque así él mantiene el temor de Dios, y ese
temor de ese modo se nutre en su alma; pero maldito es el que hace lo
contrario: "Feliz es el hombre que teme siempre; pero el que endurece su
corazón caerá en maldad "(Proverbios 28:14).
TERCERO USO, de aliento.
Vengo ahora a hablar de UN USO DE ANIMO para aquellos que son
bendecidos con esta gracia del temor. El último texto que se mencionó dice:
"Feliz es el hombre que siempre teme", y hay muchos más. Contento ya,
porque esta bendecido con esta gracia; y feliz por el momento que está por
venir, porque esta gracia permanecerá y continuará hasta que el alma que la
tiene sea llevada a la mansión de gloria. "Pondré mi temor en sus corazones,
para que no se aparten de mí”. Por lo tanto, como aquí dice: Feliz es él, así
que también dice: Les irá bien, es decir, en el futuro, "Les ira bien a los que
temen a Dios" (Ecl. 8:12).
Primero. Aunque Dios te hubiera dado todo el mundo, aún maldito hubieras
sido, si él no te había dado el temor del Señor; porque la moda de este mundo
está desvaneciéndose, pero el que teme al Señor permanecerá por los siglos
de los siglos. Por lo tanto, esto es lo primero que propondría para animarte,
hombre que temes al Señor. Esta gracia morará en tu corazón, porque es un
nuevo pacto de gracia, y permanecerá contigo para siempre. Es enviado a ti
por Dios, no solo para unir tu corazón a él, sino para guardarte de la apostasía
final: "Pondré mi temor en sus corazones, para que no se apartará de mí "(Jer
32:40). Para que nunca abandones a Dios, es su diseño, y por lo tanto, para
protegerte del mal, él
Ha puesto su temor en tu corazón. Muchas son las tentaciones, dificultades,
trampas, pruebas y problemas por los que pasa el pueblo de Dios en el
mundo, pero cómo serán guardados, de qué forma serán librados, y
escaparán? La respuesta es: El temor de Dios los guardará— "El que a Dios
teme saldrá de todos ellos”.
¿Por lo tanto, no es una maravillosa misericordia ser bendecido con esta
gracia del temor, para que por él puedas ser librado de la apostasía final?
Por lo tanto, Bendice a Dios, hombre bendecido, que tienes esta gracia del
temor en tu alma. Hay cinco cosas en esta gracia del temor que tienen una
tendencia directa en ellos para protegerte de la apostasía final.
1. Está sentado en el corazón, y el corazón es, como puedo llamarlo, el fuerte
principal en el mundo místico, el hombre. No se coloca en la cabeza, como lo
es el conocimiento; ni en la boca, como lo es la expresión, sino en el corazón,
el asiento de todos, "pondré mi temor en el corazón de ellos. "Si un rey iba a
mantener un pueblo seguro para sí mismo, que se asegure de ser lo
suficientemente fuerte. Si tiene veinte mil hombres bien armados, pero están
dispersos la ciudad puede ser tomada, pero si la fortaleza principal está bien
protegida, entonces La ciudad estará más segura. ¿Y si un hombre tuviera
todas las partes, todas las artes de hombres y ángeles? Eso no mantendrá el
corazón para Dios. Pero cuando el corazón, este fuerte principal, está poseído
por el temor de Dios, entonces está a salvo.
2. Como el corazón en general, así la voluntad en especial. Esa importante y
gran facultad del alma es el principio que actúa por este miedo. La voluntad,
en qué dirección va, todo va; si es al cielo o al infierno Ahora la voluntad, es
la facultad principal que se rige por este temor que posee el alma, por lo
tanto, todo puede ir bien con él. Esto señaló Samuel, cuando dijo: "Si teméis
al Señor". El temor a Dios es un acto voluntario y siendo así, el alma se
mantiene rebelde contra el mandamiento, porque por la voluntad donde se
coloca este temor de Dios, y que gobierna, y dirige todo el resto de los
poderes del alma (1 Sam 12:14). En esta voluntad, entonces, se coloca este
temor de Dios, para que esta gracia pueda ser capaz de gobernar el alma, y
así, en consecuencia, todo el hombre; porque como dije antes, mira en qué
dirección va la voluntad, mira lo que hace la voluntad, allá va, y eso hace,
todo el hombre (Sal 110: 3). Hombre, cuando tu voluntad se aleja de Dios, se
considera rebelde en todo momento, y eso no es sin fundamento, porque la
voluntad es la facultad principal del alma en cuanto a la obediencia, y por lo
tanto las cosas hechas sin la voluntad son como si no se hubieran hecho en
absoluto. El espíritu está dispuesto; si estáis dispuestos; "ella hizo lo que
pudo", y cosas por el estilo; con estos y otros dichos semejantes, la bondad
del corazón y las acciones se juzgan en cuanto a la parte subjetiva del
mismo. Ahora este temor del que hemos estado hablando, se ubica en el
alma, y así, consecuentemente en la voluntad, para que el hombre pueda así
guardarse mejor de la apostasía final y condenable.
3. Este temor, como puedo decir, esta incluso por encima de cualquier otra
gracia, es el bien de Dios, y por eso se llama, como también te he mostrado,
su temor. Como Él también dice en el texto mencionado anteriormente:
"Pondré mi temor en sus corazones". Estas palabras, suyas y mías, son
expresiones íntimas y familiares, hablando no solo de un gran favor al
hombre, sino de una gran confianza depositada en él. Como quién debería
decir, este miedo es mi amigo especial, lo someterá e inclinará su alma, y sus
diversas facultades, para mi placer; Es mi gran favorito, y somete a los
pecadores a mi gusto. Rara vez va a encontrar fe o arrepentimiento, ir bajo
personajes tan familiares como este bendito temor del Señor lo hace. De
todos los consejeros y poderosos que tenía David, solo a Husai se le llamó
amigo del rey (2 Sam 15:37, 16:16).
Entonces, de todas las gracias del Espíritu, este temor que por lo general, si
no siempre, lleva el título de MI temor, el temor de Dios, SU temor, etc. Es el
más importante. Te lo dije antes, si el rey ha de guardar una ciudad, el fuerte
principal debe ser lo suficientemente protegido: Si un alma posee todas las
cosas posibles, pero carece de este temor de Dios, con el tiempo se dará lugar
a la rebelión, y el alma estará bajo la conducta del infierno, cuando debería
defender a Dios y su verdad en el mundo. Este temor de Dios, es su amigo
especial, y por lo tanto le ha dado el asiento principal del corazón, la
voluntad, para que todo el hombre pueda ser guardado en la sujeción y
obediencia del evangelio.
4. Esta gracia del temor es la más suave y tierna del honor de Dios de
cualquier otra gracia. Es esa gracia tierna, y sensible que mantiene el alma en
su continua vigilancia. Mantener un buen reloj es, una maravillosa seguridad
para un lugar que está en peligro continuo debido a un enemigo. Así que esta
es la gracia que establece la guardia, y que mantiene a los vigilantes
despiertos (Can 3: 7,8).
Un hombre no puede vigilar correctamente, si esta desprovisto de temor: se
confiaría y se dormiría. Dejaría entrar inadvertidos en la guarnición los que
no deberían venir allí. El pecado de Israel cuando vinieron a Canaán fue, que
hicieron un pacto con los habitantes de la tierra, a saber, los gabaonitas, sin
pedir consejo a Dios. No obstante, ¿lo hubiesen hecho, si al mismo tiempo el
temor de Dios hubiese obrado en el alma y en el ejército? no, en ese
momento olvidaron temer. La gracia del temor no tuvo en ese momento su
obra completa entre ellos.
5. Esta gracia del miedo es lo que, como puedo decir, afecta primero a los
corazones de los santos con juicios, después de haber pecado, y así continua
actuando para traer de nuevo orden a lo que se ha desviado por el pecado. Oh,
es una preciosa gracia de Dios! Sé lo que digo en este asunto, y también
dónde podría estas hace tiempo, a raíz del poder de mis lujurias, y las
artimañas de los demonios, si no hubiera sido por el temor de Dios.
Segundo. Pero en segundo lugar, otro estímulo para aquellos que son
bendecidos con esta bendita gracia del temor es esto: este temor no puede
hacer este trabajo para el alma, si la verdad, es demasiado pequeña. Un poco
de levadura "leuda toda la masa". Es cierto que un poco no servirá ni ayudará
el alma para hacer esas hazañas dignas en el corazón o en la vida, así como
una mayor medida lo haría; ni, tampoco, un poco de gracia puede hacer lo
que un medida más grande hará; pero un poco preservará el alma de la
apostasía final, y la entregará en los brazos del Hijo de Dios en el juicio final.
Por lo tanto, cuando dice: "Pondré mi temor en sus corazones", no dice
cuanta cantidad o grado; sino “pondré mi temor allí ". No digo esto en lo más
mínimo para tentar a los piadosos a que el hombre se contente con el menor
grado de temor de Dios en su corazón. Es cierto que los hombres deberían
estar contentos de que Dios haya puesto incluso el menor grado de esta gracia
en sus almas, pero no deben contentarse con lo mínimo; ellos deben anhelar
más fervientemente, orar por más y usar todo recurso, es decir, todo los
medios de la designación de Dios, para que puedan obtener más.
Existen, como ya he dicho, varios grados de esta gracia del temor, y nuestra
sabiduría es crecer en ella, como en todas las otras gracias del
Espíritu. También te he dicho las razones y también la forma de crecer en
dicho temor. Sin embargo, la menor medida de este, hará lo que dije, es decir,
evitar que el alma caiga en la apostasía final. Hay, como te he mostrado,
muchos que tienen un gran temor al Señor, un temor excesivo, por encima de
muchos de sus hermanos de fe; pero los pequeños en esta gracia también son
salvos, así como aquellos que tienen abundancia. "Él bendecirá" o salvará "a
los que le temen, tanto pequeños como grandes". Este temor del Señor es el
pulso del alma; y como algunos pulsos golpean más fuerte que otros, así es
esta gracia del temor en el alma. Los que pulsan mejor indican que poseen
mayor vitalidad espiritual, pero los que pulsan menos, muestran una menor
vitalidad. Mientras el pulso golpee, no consideramos muerta a la persona,
aunque puede que se encuentre débil; y donde quiera se halle este temor,
preserva la vida eterna.
También hay pulsos intermitentes; es decir, paran por un poco de tiempo, y
luego vuelven a golpear; es cierto, estos pulsos son peligrosos, pero también
son una señal de vida. Este temor de Dios también es a veces como este pulso
intermitente; hay momentos en que no funciona, y luego Funciona de
nuevo. David tuvo un pulso intermitente, Pedro tenía un pulso intermitente
como también muchos otros de los santos de Dios. A eso lo llamo pulso
intermitente con referencia al temor del que hablamos, cuando hay alguna
obstrucción por el funcionamiento de las corrupciones en el alma; Yo digo,
algunos impedimentos del movimiento continuo de este temor a
Dios; Sin embargo, ninguno de estos, aunque son varios, y algunos de ellos
son signos de debilidad, no son signos de muerte, sino de vida. "Pondré mi
temor en sus corazones, para que no se aparten de mi".
Pregunta. Me puedes decir: ¿Cómo sé que temo a Dios?
Respuesta. Pienso que los deseos, los verdaderos deseos sinceros de temerle,
es temor sí mismo. No debería decir mal (Neh. 1:11). Porque aunque sea un
deseo de ser o hacer esto o aquello, no hace que un hombre este en cosas
temporales o naturales, porque un hombre enfermo, pobre o encarcelado
puede desear ser bueno, ser rico, o estar en libertad, y aun así seguir en la
misma condición; pero en lo espiritual, el deseo de un hombre de ser bueno,
de creer, de amar, de tener la esperanza y el temor a Dios, fluyen de la
naturaleza de la gracia misma. Dije antes, que en cosas temporales no se
puede decir que un hombre sea lo que no fue; Sin embargo, un hombre,
incluso en lo natural o en lo temporal, muestra su amor a lo que desea, ya sea
salud, riqueza o libertad; y en lo espirituales, el deseo de amar y tener esta o
aquella gracia de Dios, sinceramente, fluyen de la raíz de la gracia misma: "
tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre". Nehemías se presentó
ante Dios con esta expresión, "que deseaba temer su nombre". Y por lo tanto,
nuevamente se dice sobre los verdaderos deseos, " Contentamiento es a los
hombres hacer misericordia;" (Proverbios 19:22). Porque un hombre muestra
su corazón, su amor, sus afectos y sus delicias, en su deseos y teniendo en
cuenta que la gracia del temor de Dios es una gracia tan agradable ante la
vista de Dios, ella misma procura santificar la naturaleza del alma que la
posee; por consiguiente, un verdadero y sincero deseo de ser bendecido con
esa gracia, debe fluir de esta misma gracia que, en cierta medida, ya habita en
el alma.
Sin duda, los verdaderos deseos son inferiores a los actos de gracia
superiores, pero Dios no pasará por alto los deseos— "Pero ahora desean un
país mejor, es decir, un país celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de
ser llamado su Dios; porque él tiene preparado para ellos una ciudad.
"Observe que dice, desean un país, y tendrán una ciudad. En este lugar bajo,
es decir, los deseos sinceros, Dios se encontrará con el alma y le dirá que ha
aceptado sus deseos, que sus deseos son su bondad y estos, fluyen de la
gracia misma: "Él cumplirá el deseo de los que le temen". Por lo tanto, los
deseos no son rechazados por Dios; pero lo serán, si no fluyen de un principio
de gracia ya existente en el alma; entonces, ya que temes a Dios, y eso se
hace evidente por tus deseos sinceros de agradarle, eres feliz ahora en este tu
temor, y serás feliz para siempre en el deleite futuro de lo que Dios en otro
mundo ha preparado para los que le temen.
Tercero. Otro estímulo para aquellos que tienen esta gracia del temor es
este; esta gracia puede hacer que un hombre, que en muchas otras cosas no es
capaz de servir a Dios, pueda servirle mejor que aquellos que tienen todo,
pero sin él. Pobre cristiano, apenas has podido hacer algo para Dios todos tus
días, sino solo temer al Señor. No eres predicador, así que no puedes servir de
esa manera; no eres un hombre rico, y no puedes servir con cosas
materiales; no eres un hombre sabio, así que no puedes hacer nada de esa
manera; pero aquí está tu misericordia, tu temor a Dios.
Aunque no puedes predicar, puedes temer a Dios. Aunque no tienes pan para
alimentar al que tiene hambre, ni ropa para vestir a los pobres, tú puedes
temer a Dios. ¡Oh, cuán "bendito es el hombre que teme al Señor"; porque
este deber de temer a Dios es un acto de la mente y puede hacerse por el
hombre que carece de todas las cosas excepto esa mente santa y bendita.
Bienaventurado, pues, es el hombre, porque Dios no ha puesto el consuelo de
su pueblo en el desempeño de deberes externos, ni la salvación de sus almas,
sino en creer, amar y temer a Dios. Tampoco ha puesto estas cosas en
acciones realizadas ni en su salud ni en el debido manejo de sus partes
excelentes, sino en la aceptación de Cristo y el temor de Dios. Lo cual, buen
cristiano, puedes hacer, y hacerlo aceptablemente, aunque estés convaleciente
en una cama todos tus días; porque puedes estar enfermo y creer; estar
enfermo y amar, estar enfermo y temer a Dios, y así, ser un hombre
bendecido. Y aquí el pobre cristiano tiene algo para responderles que le
reprochan su humilde origen, y falta de gloria de la sabiduría del mundo. Es
cierto, puede que ese hombre diga, me sacaron del basurero, nací en un
estado bajo, pero temo a Dios. No tengo grandeza mundana, ni excelencia de
las partes naturales, pero temo a Dios.
Cuando Abdías se reunió con Elías, no le dio cumplidos mundanos ni
fantásticos, ni se glorió de su promoción por Acab el rey de Israel, pero
gravemente, y de manera amable, dijo: "Tu siervo teme al Señor desde mi
juventud". Igualmente, cuando los marineros le preguntaron a Jonás,
diciendo:
"¿Cuál es tu ocupación, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu país, y a que pueblo
perteneces? "Esta fue la respuesta que les dio:" Soy un hebreo, y temo a
Jehová, el Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra"(Jonás 1: 8,9). De hecho,
esta respuesta es la más honorable, y más noble del mundo, ni hay muchos
que en verdad puedan expresase de esa forma, aunque otras respuestas fueran
suficiente; más puedo decir que tengo sabiduría, poder, riquezas, amigos,
salud, etc.; estas son respuestas comunes, y la mayoría se jacta de ellos; pero
el hombre que teme a Dios, cuando le pregunten, ¿Quién eres? "Tu siervo
teme al Señor", Este hombre puede ser honrado por los hombres: aunque este
temor al Señor, es todo lo que tenga en el mundo. Él tiene el honor, la vida y
gloria que es duradera; su bendición permanecerá aun cuando todos los
hombres estén enterrados en el polvo, en vergüenza y desprecio. [35]
Una palabra para los hipócritas.
Hipócritas, mis últimas palabras son para ustedes; el hipócrita es alguien que
parece ser algo ante los ojos de los hombres, pero que no es nada ante los
ojos de Dios. Un hipócrita, puede ser estimado como alguien que ama y teme
a Dios, pero que en realidad no; Tengo que decirte esto, tu condición es
condenable, porque eres un hipócrita y buscas engañar tanto a Dios como al
hombre con disfraces, máscaras, espectáculos, pretensiones, y tu sujeción
formal, carnal y fingida al exterior, de los estatutos, leyes, y
mandamientos; pero dentro de ti estás lleno de podredumbre y todo exceso.
Hipócrita, tu puedes con tus astucias esconderte de los hombres, pero estás
desnudo ante los ojos de Dios, y él sabe que su temor no habita en tu corazón
(Lucas 16:15).
Hipócrita, ten en cuenta que la obediencia de Dios es inaceptable, donde el
corazón carece de esta gracia del temor. Cumplir los mandamientos es solo
una parte del deber del hombre, y Pablo hizo eso, incluso cuando era
hipócrita (Filipenses 3). Porque "temer a Dios y cumplir sus mandamientos,
este es todo el deber del hombre "(Ecl. 12:13). Y esto — temer a Dios, el
hipócrita, no lo puede hacer, y por lo tanto, como tal, no puedo escapar de la
condenación del infierno.
Hipócrita, primero debes temer a Dios, incluso antes de ofrecerte a
entrometerte con los mandamientos, es decir, en cuanto al cumplimiento de
ellos. De hecho, tú puedes leer allí, que es posible aprender a temer al Señor,
pero aun así, "Temer a Dios" va antes de la orden de guardar sus
mandamientos. Y si No temes a Dios primero, entonces transgredes, en lugar
de guardar los mandamientos.
Hipócrita, esta palabra, TEME A DIOS, es lo que el hipócrita a menudo
olvida, aunque es lo que santifica todo el deber del hombre. Porque es esto y
nada más, lo que puede hacer que un hombre sea sincero en su obediencia; el
hipócrita busca aplausos afuera y olvida que es condenado en casa, y hace
ambas cosas porque carece del temor de Dios.
Hipócrita, se advertido de que ninguno de los privilegios de los que se habla
en la primera parte del libro te pertenece, porque eres un hipócrita; y si
esperas, tu esperanza se cortará, y si te apoyas sobre tu casa, tanto tú como
ella caerán al fuego del infierno. Triunfa entonces, tu triunfo no es sino por
un tiempo. Alégrate entonces, pero la alegría del hipócrita no es más que por
un momento (Job 8: 13,15, 20: 4-6).
Quizás no sueltes ahora, lo que, como hipócrita, tienes; pero "¿cuál es la
esperanza del impío, por mucho que hubiere robado,
Cuando Dios le quitare la vida?" (Job 27: 8). Hipócrita, deberías haber
elegido el temor de Dios, así como tú elegiste una profesión de fe sin ella,
pero rechazaste el temor, porque eres un hipócrita; y como eres así, serás
medido con las misma medida con la que mides; Dios te rechazará, porque
eres un hipócrita. Dios ha preparado un temor para ti porque no escogiste el
temor de Dios, y ese temor vendrá sobre ti como la desolación, y como un
hombre armado, y te tragará, a ti y todo lo que eres. (Prov. 1:27).

Hipócrita, lee este texto y tiembla: " Oíd, los que estáis lejos, lo que he
hecho; y vosotros los que estáis cerca, conoced mi poder.
14
Los pecadores se asombraron en Sion, espanto sobrecogió a los hipócritas.
¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros
habitará con las llamas eternas? (Isaías 33: 13,14).

Hipócrita, no estás bajo la protección paternal de Dios, porque eres un


hipócrita y careces de su temor en tu corazón. Los ojos del Jehová están sobre
los que le temen, para liberarlos. Pero el hombre que no teme o el hipócrita,
es abandonado a las trampas y artimañas del diablo, para que lo atrapen allí y
sea vencido, porque él carece del temor de Dios.
Hipócrita, no obtendrás otra recompensa de Dios por tu trabajo que la que
tendrán las cabras; [36] el hipócrita, por ser un hipócrita, no se parará ante los
ojos de Dios. Las ganancias de tu religión te las gastas tal como las
consigues. No tendrás un centavo de más, el día de juicio y de tu muerte.
Hipócrita, Dios no te ha confiado la menor cantidad de su gracia salvadora, ni
lo hará, porque eres un hipócrita; y lo que tienes ahora, lo has robado, incluso
de tus propios vecinos; todavía despilfarran su profesión de fe, incluso como
Judas lo hizo de la bolsa. Tú has venido como ladrón en tu profesión de fe, y
como ladrón saldrás. Jesucristo no te ha considerado fiel para encomendarte
cuidar a cualquiera de sus joyas, porque no le temes. Él le ha entregado su
"bandera a los que le temen, Que alcen por causa de la verdad "(Sal 60: 4).
Hipócrita, no eres fiel ni a Dios ni al hombre, ni a tu propia alma, porque eres
un hipócrita! ¿Cómo puede el Señor confiar en ti? ¿Por qué deberían los
santos buscar algo bueno de ti? Y si Dios te diere su Palabra, la venderías. Si
los hombres te entregaran sus almas, las destruirías, haciendo mercadería de
ellas, para tus propios deseos hipócritas. Y si el sol se pone caliente, lo tirarás
todo, y no podrás soportar el calor, porque eres un hipócrita!

Notas al pie
25. Nadie puede acusar a Bunyan de tener una noción supersticiosa de
sueños, ya sea dormido o despierto. Tal modo de interpretación como él
recomienda es racional y escritural. Soñar despierto es explicado de esta
forma: "Sueñan en un curso de lectura sin digerir".
Locke. — Ed. [25]
26. Quienquiera que seas, suplica al Señor que te pese en las balanzas del
santuario. Sin temor a Dios, sin gracia en el alma. De esta clase es el
orgulloso, el codicioso, el glotón, el mentiroso, el apóstata, el pervertidor del
pueblo de Dios de la manera correcta; rebeldes obstinados e incorregibles; los
que no lloran ni suspiran por la maldad de la tierra; estos que prefieren sus
propias fantasías, sueños, marcos y sentimientos, a la Palabra de
Dios; juradores, adúlteros, perjuros y opresores del pobre; los que insultan a
los piadosos y se regocijan de sus sufrimientos; ellos no tienen amor, gratitud
ni sentido del deber hacia Dios, como la fuente de sus misericordias
inmerecidas. Oh lector, no le des descanso a Dios hasta que, por su Palabra y
Espíritu, él te imparta este santo temor como el fervor de la gloria de aquí en
adelante; sin ella estás pereciendo. — Mason. — Ed. [ 26 ]
27. "Freno"; una brida suelta con un bordillo. "Enganchar"; ser conducido
fácilmente.
28. Qué ilustración tan familiar pero llamativa. Lector, mira bien al resorte
principal, y observa también que las ruedas no están obstruidas. Deberíamos
ser cartas vivas, conocidas y leídas de todos los hombres. [ 28]
30. Esta es una expresión muy fuerte y sorprendente. "Remojar" significa
beber todo lo que podamos contener; y en cuanto a la influencia del temor de
Dios, seremos felices en la medida en que podemos seguir el consejo de
Bunyan. — Ed. [ 30]
31. Las palabras "les hizo casas", sugerimos humildemente, no solo pueden
significar que estas mujeres temerosas de Dios tenían viviendas seguras, sino
que, en un sentido más amplio, Dios los hizo los jefes de familias honorables,
ver 1 Samuel 2:35; 2 Samuel 7:11, 13, 27, 29; 1 Reyes 2:24, 11:28. Entonces
la oración de David fue: " Y sea la casa de tu siervo David firme delante de ti
"(1 Cró. 17: 24,25) .— Ed. [31 ]
32. Las patentes reales, en la época de Bunyan, eran lucrativas pero muy
opresivas, conferir a los favoritos, o a sus nominados, un derecho exclusivo
para negociar en cualquier artículo de fabricación. Pero la patente para los
que temen a Dios, e la confianza cuando estén en medio de la oscuridad y la
angustia, es un privilegio bendito, no nocivo para ninguno. [32 ]
35. "Bienaventurado el hombre que teme al Señor". La bendición lo
acompañará todo el camino hasta el cielo, en la medida en que abunda ese
temor. Es un cielo en la tierra para vivir en el temor constante de Dios, para
tener un respeto y asombro, un temor a su majestad fijo e implantado en el
alma.
La gracia del temor tiene una influencia eminente en la santificación de un
cristiano; Es una poderosa restricción del pecado. Un santo temor de Dios y
un humilde temor de nosotros mismos, que son semejantes en la operación
Divina, nos preservarán del pecado y nos comprometerán a la obediencia.
Dios será nuestro protector e instructor, nuestro guía y nuestro libertador
eterno de todo mal. No descansemos satisfechos con los mayores logros,
salvo "perfeccionar la santidad por temor a Dios "- Mason. [ 35]
36. Por cabras debemos entender a los hipócritas y finalmente a los
impenitentes, que partirán hacia el fuego eterno, preparado para el diablo y
sus ángeles; ver Mateo 25:32, 33-41. — Ed. [36 ]

También podría gustarte