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Clasificación:
1. En relación a la unidad de costeo:
Directo (MOD)
Indirecto (MOI)
2. En relación a la variabilidad:
Fijo: cuando ante la variación en la producción, los costos permanecen constantes.
Variable: cuando al variar el volumen de producción, varía también el costo (en
términos totales).
La bibliografía clásica supone que la mano de obra es variable, lo que no resulta totalmente
cierto pues:
Desde el punto de vista del tiempo usado, el factor trabajo es variable.
Desde el punto de vista de la remuneración del factor, cuando se paga por tiempo, el costo es
fijo.
3. En relación a la función:
Producción.
Comercialización.
Administración.
4. Según el tipo de labor:
Física
Intelectual, de supervisión y control
2. SISTEMAS RETRIBUTIVOS.
De: MALLO RODRIGUEZ. CONTABILIDAD ANALITICA. Pág.: 563
Existen varios métodos o sistemas de cálculo de las retribuciones, las cuales están relacionadas
con su rendimiento.
Cualquiera que sea el elegido, debe alcanzar siempre los siguientes objetivos:
Compensar equitativamente la capacidad, el esfuerzo y la responsabilidad.
Que la retribución suponga una mayor productividad del trabajador, sin merma de
calidad de producción.
Que el sistema sea fácilmente comprensible por el trabajador.
Que pueda ser un sistema que permita el control de las operaciones y del trabajo en su
conjunto.
Que permita la implantación de una Contabilidad sencilla y rápida.
Los distintos sistemas de retribución pueden clasificarse en:
(Agregar cuadros Graficos – Mallo página 563)
SISTEMA DE REMUNERACIÓN INDIVIDUAL: son los pactados entre la empresa y cada uno de
los trabajadores por separado.
1) Sistema de Retribución sobre los Tiempos: consiste en retribuir al trabajador por el tiempo
de trabajo efectuado. Es independiente, por tanto, de cual sea la producción obtenida. La
ventaja principal es la facilidad de su contabilización y puede aplicarse en el caso de una
producción muy mecanizada, donde el trabajador puede influir poco en el volumen de
producción.
2) Sistema de Retribución sobre la Base de la Cantidad Producida: están basados en el volumen
de producción y se conocen con el nombre de Destajos.
Destajos: el sistema de retribución varía en base a la producción y siempre en la misma
dirección. Estos destajos pueden ser de varias clases:
a) Destajo o Fijo Pleno: se garantiza al trabajador un importe fijo por unidad de producto.
Dicho importe fijo se establece mediante la elaboración de una tarifa de producción
normal por hora, e igualmente la retribución horaria que corresponda a ese volumen
de producción.
Este sistema permite ganancias al trabajador teóricamente ilimitado. A efectos de los
costos, la compensación por unidad producida es constante y consecuentemente la
mayor remuneración obtenida por el trabajador, no constituye en modo alguno, un
aumento del costo del producto, pues mientras el costo de la mano de obra directa
crece proporcionalmente a la cantidad producida, los costos fijos inciden en una
proporción tanto menor por unidad producida, cuanto más elevada sea la producción
total. Se realiza de esta manera una producción a costos medios decrecientes.
Como inconveniente a este sistema, supone una explotación más intensa de la
maquinaria, y consiguientemente, un mayor desgaste de las mismas.
b) Destajo Fijo Discontinuo o Diferencial: el sistema concede al trabajador una
compensación tan pronto como su producción supera un determinado límite. Se
obtiene un incentivo para el trabajador para poder superar las medias normales, si
bien, existe el peligro de que el trabajador se esfuerce únicamente hasta la estricta
superación del límite previsto, para que dé comienzo la prima adicional. Este peligro
puede evitarse de dos maneras: la primera, fijando el punto de partida de la prima
adicional a un nivel de producción bastante elevado, aunque puede producirse el
efecto contrario de desanimar al trabajador ante dicha tarifa; y la segunda, fijando dos
o hasta tres límites sucesivos a la superación de los cuales corresponderá una prima
adicional.
c) Destajo con Límite al Tanto por Ciento: se fija un límite de remuneración horaria, y de
esta forma se obtiene que la cuantía no aumente en ninguna medida a partir de un
determinado nivel de producción. Este sistema puede tener aplicación práctica, como
freno a un ritmo de producción demasiado acelerado.
Destajo con Prima: estos sistemas de remuneración se hallan en una posición intermedia
entre el destajo fijo y el destajo con límite al tanto por ciento. Hay diversas variantes:
a) Con Prima fija: consiste en remunerar al trabajador con un mínimo horario y con un
porcentaje de la parte de tiempo ahorrado según la tarifa.
b) Con Prima Variable Discontinua: el exceso de la producción merma horaria se
retribuye más que proporcionalmente.
c) Con Prima Variable Continua: consta este sistema de una prima unitaria que aumenta
hasta un determinado máximo, si bien la prima total crece constantemente. De esta
forma se obtiene un incentivo para economizar tiempo (es decir, para producir más) al
principio, y más tarde disminuye gradualmente. Este sistema se conoce con el nombre
de Rowan, su inventor, y garantiza una retribución mínima cualquiera que sea su
rendimiento.
d) Sistema Gantt: le corresponde al trabajador un mínimo de jornal si se alcanza la tarifa,
y tan pronto llega a ella, aumenta dicho mínimo según unos coeficientes previamente
fijados. El trabajador recibe una compensación suplementaria, mientras que la
producción exceda de la exigida en la tarifa.
Estudio de métodos.
“Método” es el procedimiento empleado para realizar una operación con los medios técnicos
disponibles y en el lugar donde siempre se efectúa.
El Estudio de Métodos, llamado también “Simplificación del Trabajo”, es un sistema analítico
utilizado para mejorar los procedimientos de labor existentes. Si bien puede ser aplicado a
cualquier quehacer humano, donde brinda mayores resultado es cuando se lo emplea en
operaciones repetitivas, especialmente en aquellas donde el ritmo responde más al control del
operario que a la velocidad de la máquina.
Estriba en la división de un proceso mecánico o manual en sus elementos componentes, para
realizar luego un análisis y examen crítico y sistemático de cada uno con el propósito de
proceder a eliminar los movimientos innecesarios, los tiempos improductivos y mejorar
aquellas fases pasibles de crítica. Se logra así:
Eliminar trabajo innecesario.
Economizar el esfuerzo humano y reducir la fatiga.
Utilizar más racionalmente los equipos.
Simplificar las operaciones necesarias.
Aprovechar mejor los materiales.
Otorgar mayor seguridad al trabajo.
El Estudio de Métodos, que tiene que ser realizado por especialistas en la materia y consta de
una serie de etapas que deben seguirse en un cierto orden y sin omitir ninguna.
La primera etapa consiste en seleccionar el trabajo que va a ser objeto de estudio. La selección
debe recaer en aquellos que dejan entrever la posibilidad de otorgar ventajas económicas o de
mejorar las técnicas de producción.
Seleccionando el trabajo se procede a registrar todos los detalles importantes del método en
vigencia por medio de la observación directa, en cuadros gráficos especiales denominados
“cursogramas”. En ellos, una serie de signos convencionales y universales representan las
distintas tareas que constituyen un proceso, tareas que se ubican en el orden en que se
realizan. Los símbolos son:
Cada cursograma lleva al final un resumen del número de símbolos empleados, asentados por
tipo de actividad.
Construido el cursograma, el especialista efectúa un análisis crítico de cada fase del proceso
tratando de hallar la respuesta adecuada a una serie de auto preguntas que tienden a eliminar,
combinar, ordenar de nuevo o simplificar la labor en estudio.
Al hacerse estas auto preguntas el técnico en estudio de métodos debe tener presente que
hay ciertas actividades que agregan valor a un producto y en consecuencia costo; otras que
fijan valor sumando costo y algunas que adicionan solamente costo.
Agregan valor a un artículo todos los actos clasificados como operaciones; fijan valor todas
las inspecciones, sean cualitativas o cuantitativas; adicionan costo y no valor los transportes,
almacenamientos y demoras.
Algunas de las auto preguntas que se realiza el especialista al encarar el análisis son:
¿Cuál es el propósito que persigue la actividad?
Con el objeto de eliminar partes innecesarias del trabajo.
¿Cuál es el lugar donde se hace el trabajo?
¿Cuál es la secuencia con que se realiza la actividad?
¿Qué persona lo hace?
Con el objeto de combinar, u ordenar de nuevo o cambiar la secuencia, lugar y persona para
obtener mejores resultados.
¿Cuáles son los medios con que se realiza la actividad?
Con el objeto de simplificar la operación, el transporte, la inspección y el almacenamiento.
Finalizado el paso anterior, el técnico procede a desarrollar el método mejorado, teniendo en
cuenta todas las contingencias posibles y las limitaciones que pueden presentarse para su
aplicación. Debe tratar de anular todo el trabajo innecesario, combinar las diversas
operaciones, cambiar su orden con el propósito de eliminar retrocesos o reducir los
transportes y las manipulaciones, simplificar las actividades necesarias; etc.
Una vez hallado el mejor método para encarar una labor, se realiza un estudio económico para
comprobar si se justifica su adopción. Si las cifras son favorables el sistema se discute con los
interesados: supervisores y operarios. Esta tarea requiere contar con la buena voluntad de los
obreros para poder implementarlo. Elegido el momento oportuno para llevar a cabo su
aplicación, se redactan instrucciones escritas acerca de cómo se deberá trabajar en adelante,
entrenando adecuadamente al personal afectado por el cambio de procedimiento.
“Una de las dificultades mayores en la aplicación y mantenimiento de los nuevos métodos es
quebrar la rutina, especialmente cuando se trata de personal que realiza la misma tarea desde
mucho tiempo atrás. Este paso se torna más importante cuando se establecen valores o tarifas
para el pago sobre la base de rendimiento. Por consiguiente la eficiencia o ganancia del
operario resulta mayor y desproporcionada al esfuerzo realizado”. Para que esto no ocurra es
necesario que los especialistas estudien profundamente cada operación, descartando todo
movimiento inútil o innecesario, combinándolos y coordinándolos mediante una mejor
distribución de los elementos de trabajo.
Estudios de tiempos.
“Es la técnica que permite observar y establecer el tiempo normal y requerido para ejecutar
cada una de las fases o ciclos que constituyen una operación, de acuerdo con un método
preestablecido”. Se entiende por “tiempo normal” el que demanda una operación a un obrero
tipo, conocedor del trabajo y habituado a él, que se toma los descansos necesarios para
reponerse de la fatiga experimentada por cumplir con dicha operación, debidamente
supervisado y sin el estímulo de un incentivo. Se cataloga como “obrero tipo” al operario que
tiene la habilidad necesaria para realizar una labor con suficiente confianza en sí mismo,
exactitud razonable, buena coordinación de movimientos y con un adecuado conocimiento del
equipo y su manejo exigido por la valuación de la tarea.
El Estudio de Tiempos es el complemento o la continuación del Estudio de Métodos. Es que
no se justifica establecer el tiempo que requiere una tarea si no se ha estudiado previamente
la mejor manera de realizarla.
Al igual que en el Estudio de Métodos, en el de Tiempos hay que seguir también un
ordenamiento básico que comienza con la selección del proceso que debe medirse, cuyos
movimientos innecesarios y tiempos improductivos ya han sido descartados.
Definido ya el método a utilizarse, se procede a dividir el trabajo en sus elementos básicos. Ello
se hace con los propósitos de:
Analizar críticamente cada fase y poder eliminar así las pausas.
Apreciar el ritmo o eficiencia del obrero en la ejecución de cada porción de su labor.
Separar las partes variables (son aquellas cuyo tiempo de realización cambia según
ciertas características tales como peso, tamaño o forma del objeto trasladado) de las
constantes (elementos que demandan el mismo lapso de ejecución).
Adjudicar las tolerancias adecuadas por fatiga.
Etc.
El paso siguiente consiste en mensurar el trabajo. Es necesario disponer de una unidad y hasta
hoy no existe ningún patrón que permita medir con absoluta precisión el trabajo de un obrero
en un determinado lapso. Por eso un estudio de tiempos nunca es rigurosamente exacto.
Charles Bedaux solucionó parte de las imprecisiones de los estudios de tiempos al crear la
unidad que hoy se conoce con el nombre de “minuto- tipo” o “unidad de trabajo” (U.T.). Esta
unidad “representa la cantidad de esfuerzo, tanto físico como mental, que puede obtenerse en
un minuto de un obrero normal apropiado, acostumbrado a su tarea, que trabaja a una
velocidad y efectividad normales, en condiciones también normales, pero incluyendo en ese
minuto el tiempo necesario para recuperarse de la fatiga causada por la naturaleza de ese
esfuerzo”.
Bedaux fue el primero en aclarar que en la medición del trabajo intervienen dos elementos
principales: el tiempo propiamente dicho y la eficiencia con que se realiza una tarea. El tiempo
se mide generalmente con cronometro. La eficiencia es valorada por el tomatiempo.
“Valorar la eficiencia” es la operación mental mediante la cual el técnico compara el ritmo del
operario observado con su propia idea de velocidad, eficiencia o ritmo normales. Es una
función fácil blanco de críticas, pues se suele juzgar como arbitraria. Para que el tomatiempo
llegue a adquirir perfecta noción de lo que realmente presenta el ritmo normal se lo entrena
adecuadamente y por lapsos prolongados.
Mientras el reloj marcha el analista de tiempos debe observar al operario para poder apreciar
su productividad. Si a juicio del experto el obrero trabaja con ritmo normal, adjudicará a esa
operación el tiempo resultante. Si opera con una eficiencia inferior o superior los
“normalizará”.
Ejemplo:
Tiempo cronometrado: 0,20 minutos.
Eficiencia valorada por el tomatiempo: 75 U.T. por hora.
Horas extras.
Son horas trabajadas por encima de la jornada legal que deben ser remuneradas con un
adicional sobre el jornal horario que corresponde a la categoría del operario y que, según los
casos, será del 50% al 100% sobre el jornal de la hora normal.
El tratamiento que la contabilización de los costos otorgue a estos adicionales dependerá de si
se encuentran o no programadas dichas horas extras.
Si la habilitación de jornadas extraordinarias responde a la necesidad de recuperar un volumen
de producción que programado para jornadas normales no puede ser alcanzado por cualquier
motivo, no debiera registrarse como un incremento del costo de mano de obra sino como un
quebranto imputable a la razón que impidió alcanzar la meta fijada.
Si, en cambio, la programación de producción estableció un volumen que necesariamente
demandaría el trabajo de horas extras, será correcto que el adicional sea registrado como un
mayor costo de mano de obra para nuestros productos.
Fórmula:
Improductividad Oculta.
Con posterioridad al ajuste mencionado precedentemente la subcuenta “Mano de obra
productiva” ha quedado con un saldo que corresponde a los jornales pagados por las horas de
presencia activa, con lo que hemos logrado un avance en nuestro intento de dejar en esta
subcuenta sólo la retribución del tiempo mínimo imprescindible para haber alcanzado los
niveles de producción de cada período, que es la única porción del total de jornales pagados
que válidamente puede considerarse un componente proporcional de los costos.
Si en cada período estableciéramos las horas de presencia activa que fueron necesarias para
fabricar cada unidad, aparecerían diferencias entre los distintos períodos.
Nuestra hipótesis es que en los periodos que han demandado mayor tiempo unitario de
elaboración (o sea en los que la relación horas de presencia activa / unidades producidas es
alta) subsiste dentro del concepto de “horas de presencia activa” un cierto porcentaje de
improductividad.
En efecto, además de ocurrir en determinados periodos circunstancias que llevan a la aparición
de “tiempos perdidos” habrá casos en que los fenómenos que se presenten (temperatura
inadecuada para el trabajo, funcionamiento defectuoso de equipos, malestar gremial, etc.) no
se traducirán en detenciones netas sobre la producción – que son las que generan pérdidas de
tiempos perdidos informables – sino en una reducción del ritmo general del trabajo o de su
rendimiento, de modo que a igual número de horas de presencia activa corresponde una
producción menor.
Considerando que la naturaleza de esa improductividad oculta es muy semejante a la de los
tiempos perdidos informados y que si queremos que nuestra cuenta “Mano de obra
productiva” tenga el comportamiento estricto de un gasto proporcional debemos depurarla de
la misma, analizaremos la forma de determinar y registrar esa improductividad.
Coeficientes de Productividad.
Si del análisis de los tiempos unitarios de elaboración logrados en los distintos períodos –
eliminando las posibles diferencias por modificaciones tecnológicas o de sistema – observamos
que el mejor tiempo alcanzado ha sido t, podemos asegurarnos que en cualquier período
anterior o posterior desde el tiempo unitario de elaboración haya sido superior a t ha
intervenido un componente de improductividad oculta.
Si suponemos conocido este dado de “mejor tiempo unitario alcanzado” y contando
necesariamente con el dato del número de unidades procesadas en el período que estamos
registrando, podremos fácilmente establecer el tiempo óptimo en que hubiéramos podido
lograr nuestra producción en este período.
Compararemos luego ese “tiempo óptimo” con las “horas de presencia activa” que constituyen
el saldo de nuestra subcuenta “Mano de obra productiva” y de allí podremos inferir si nos
encontramos en este período con horas de improductividad oculta (o sea, si las horas de
presencia activa superan el tiempo óptimo).
Gráfico Nº 3
Ahora, a partir de las depuraciones realizadas en este monto total de jornales pagados, este
gráfico quedará desarrollado analíticamente del siguiente modo:
Gráfico Nº 4
El punto “a” indica el monto de jornales que se paga a nuestra dotación normal de personal
productivo, el que se mantiene constante, independientemente de los volúmenes producidos,
hasta tanto se haga necesario habilitar horas extras.
El monto de la mano de obra productiva comprendido en este total de jornales dependerá
exclusivamente de los volúmenes producidos y, en consecuencia, crecerá linealmente al
incrementarse la producción. La diferencia nos dará el costo de la improductividad declarada o
no (tiempos perdidos e improductividad oculta).
El punto “c” indicará el volumen de producción que sería posible alcanzar con nuestra dotación
normal y sin pagar, horas extras, suprimiendo la improductividad.
Departamento Jornales
Todo establecimiento industrial dispone de un grupo de empleados, responsable de organizar
el control de la mano de obra, de facilitar su imputación y, si la organización no cuenta con
equipos de computación, de proceder a la liquidación y contabilización del pago.
En la pequeña empresa ese sector suele depender del jefe o del gerente de personal, mientras
que en la gran industria, constituye el departamento de Jornales y responde generalmentete al
contador general.
Dos tipos o categorías de empleados integran su dotación:
El personal de control de fábrica, denominado “apuntadores”, que efectúa tareas de
comprobación de la actividad cumplida por cada obrero.
El personal administrativo, que calcula las ganancias de los operarios y realiza,
eventualmente, las liquidaciones y contabilizaciones pertinentes.
Los apuntadores actúan en la misma sección que controlan o lo más cerca posible de ella. Se
ubican a la vista de los trabajadores, frente a un aparato de medición o cerca de la supervisión.
Pueden apreciar así lo que verifican y certificar las anotaciones que asientan en los partes
diarios. Es conveniente que sus horarios coincidan con los de los obreros y que la tarea que
ejecutan se rija por normas e instrucciones escritas.
El personal calculista se desempeña en las oficinas. No es necesario que conozcan los procesos
productivos pero sí que dominen los registros de tarifas o valores e interpreten
adecuadamente los partes diarios, misión esta última que suele ser bastante compleja.
Trabajo a jornal.
Si los trabajadores son retribuidos con salarios horarios, la conocida tarjeta de reloj, donde
registran la hora de entrada y salida de la Fábrica, es el documento esencial para la liquidación
de sus ganancias. Se vuelcan las horas trabajadas en la planilla, y luego ésa misma información
se traslada a las tarjetas de pago.
La planilla de horas se completa con la indicación de los motivos que originaron la inasistencia
del operario.
Salario Incentivado.
Frederick Taylor sostuvo que cada obrero percibe salarios incentivados debe conocer lo que
ganó en un día en la jornada siguiente y tiene que poder medir por sí mismo su eficiencia.
Opinaba que sólo así “opera con interés y mantiene su satisfacción interior”.
Para que esas ideas tengan concreción práctica las empresas tratan de que la información
referente a la producción, eficiencia y ganancias llegue sin demoras a su conocimiento.
Esos informes se trasmiten por medio de un boletín o parte diario, confeccionado uno por
turno, donde constan todos los datos necesarios para que el operario certifique si la
liquidación de su trabajo se ha efectuado de manera correcta. Al día siguiente ya se exhiben en
lugares adecuados los partes de la jornada anterior, de manera que tal verificación pueda
realizarse a la brevedad.
En una planta fabril existen diversos tipos de partes diarios, pues es necesario que se adapten
no sólo a un centro, sino a las distintas operaciones que realiza. De ahí su desuniformidad en
cuanto a tamaño, formato y datos impresos que contienen.