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Carrera de Psicología
Para poder entendernos y conocer por qué somos como somos, tenemos que estudiar
nuestra conducta y comportamiento, pero sobre todo la base orgánica sobre la que
se asienta dicha conducta: el sistema nervioso. Sin embargo, no vamos a poder
entender nuestra conducta si no estudiamos a la vez el medio en que vivimos, del cual
nosotros mismos somos parte, así como su origen y desarrollo.
El Universo en que vivimos se cree se formó de una gran explosión (el big bang) hace
aproximadamente 15 o 20 mil millones de años, y nuestro Sistema Solar junto con la
Tierra hará unos 5 mil millones.
Al principio nuestro planeta era una masa incandescente de átomos de oxígeno,
hidrógeno, nitrógeno y carbono, y que por un proceso de evolución y transformación
química estos átomos se fueron uniendo y combinando entre sí formando moléculas de
agua e hidrocarburos, los mismos que unidos y combinados con átomos de otros
elementos fueron formando a su vez moléculas cada vez más complejas de azúcares,
hidratos de carbono, grasas, aminoácidos y ácidos nucleicos que son la base de todo
organismo vivo.
Se cree que, debido a las altas temperaturas de la superficie terrestre, la vida empezó a
formarse en el fondo de los mares hará aproximadamente 3 mil millones de años a
partir de estos compuestos orgánicos, primero en forma de microscópicos seres
unicelulares y luego en formas pluricelulares.
De allí en adelante estos seres fueron sufriendo cambios y mutaciones que les permitía
adaptarse al medio en mejores condiciones. Así se poblaron los mares.
Por efecto de estas mismas transformaciones y por la necesidad de sobrevivir, saltaron a
tierra firme en momentos en que la temperatura había ya alcanzado los niveles actuales.
Así se formó la biósfera.
La conducta de los seres vivos se encuentra determinada, por una parte, por el medio
ambiente en que desarrollan su vida y, por otra, por la evolución de su sistema
nervioso. Así, mientras más complejo es el medio en que tienen que desenvolverse,
más compleja también se hace la conducta de un ser vivo. Por esa razón la conducta de
una medusa con un sistema nervioso difuso es menos complicada que la conducta de
una abeja con sistema nervioso ganglionar, y la de ésta es menos compleja que la de
un pez que tiene un sistema nervioso central y uno periférico.
La evolución del sistema nervioso de los seres vivos, va de la mano también con la
progresiva concentración, cefalización y jerarquización del mismo. Así, mientras en los
celentéreos o los equinodermos, las células nerviosas se encuentran dispersas por todo
su organismo, en los gusanos se encuentran concentradas en los ganglios, y en las
abejas se forma ya un ganglio central en la cabeza del insecto. Y mientras en los
vertebrados inferiores su cerebro es reducido como en el pez, en los reptiles empieza a
conformarse los hemisferios cerebrales, y empieza a aparecer la corteza cerebral que en
los mamíferos superiores es el órgano más importante de la conducta.
La conducta tiene también mucha relación con el desarrollo de los órganos
sensoriales. Mientras los unicelulares y los invertebrados inferiores reaccionan casi
exclusivamente al contacto directo con los estímulos, en los vertebrados se desarrollan
ciertos órganos sensoriales que les permiten reaccionar a distancia, tales como la vista,
el oído o el olfato (peces, aves o mamíferos).
Por otra parte, la capacidad de aprendizaje de los seres vivos está en relación directa
también con el desarrollo de su sistema nervioso, pues mientras más complejo es,
aprenden mejor y más rápido. Un ser humano aprende mejor y más rápido que un
perro, y un perro más y más rápido que un ave, y así sucesivamente.
Cuando los simios más evolucionados bajaron de los árboles para andar erguidos en
tierra firme, aprendieron a usar las manos ya no sólo para caminar, sino también para
agarrar frutos, así como objetos que les servían como herramientas de subsistencia.
El uso que empezaron a darle a las manos repercutió en el desarrollo de su cerebro,
pero especialmente en el de su corteza, así como en un mayor perfeccionamiento en el
uso de las propias manos.
Con las manos libres y hábiles, y una corteza cerebral con miles de millones de células
nerviosas que se conectaban entre sí, estos seres empezaron a usar esas habilidades y
esa capacidad, ya no sólo para sobrevivir, sino en planificar sus acciones futuras:
entonces apareció el trabajo como su actividad fundamental, y con el trabajo el
mono se transformó en ser humano.
El cerebro se convirtió entonces ya no sólo en un órgano procesador de estímulos y
reacciones, sino más bien en un órgano que elabora ideas y pensamientos, convirtiendo
al humano no en un esclavo de la naturaleza, sino en su dueño.
Por último, apareció el lenguaje y la palabra como mediadores entre los estímulos de la
realidad y su conciencia. Por la palabra el ser humano, ya hecho y derecho, puede
apropiarse mejor de la realidad y transformarla en su beneficio.
La neurociencia es, por mucho, la rama más excitante de la ciencia, porque el cerebro es
el objeto más fascinante del universo. Cada cerebro humano es diferente, el cerebro
hace a cada ser humano único y define quién es”.
Concepto Neurociencia:
Se denomina neurociencia a la especialidad científica que se dedica al estudio integral del
sistema nervioso, teniendo en cuenta sus funciones, su estructura y otros aspectos. De
este modo ayuda a explicar diversas características de la conducta y de los procesos
cognitivos a través de la biología.
En el siglo V a.C., Alcmeón de Crotona, tras hallar los nervios ópticos en sus disecciones,
empezó a pensar que el cerebro era el lugar donde residían pensamientos y sensaciones.
Frente a este pensamiento avanzado, por ejemplo, Aristóteles defendía que los procesos
intelectuales tenían lugar en el corazón. Así, para él el cerebro era el encargado de enfriar
la sangre que este órgano sobrecalentaba.
Más tarde se desarrolló la teoría hipocrática o humoral; siguiendo su desarrollo, el cuerpo
funcionaba bajo el equilibrio de cuatro líquidos. Según esta línea de pensamiento, un
desequilibrio en las proporciones de estos líquidos conllevaría el desarrollo de una
enfermedad o una alteración de la personalidad. Así Galeno, analizando las durezas del
cerebelo y el cerebro, defendió que el último era el que procesaba las sensaciones y se
ocupaba de la memoria.
Dentro de este debate, René Descartes, entre los años 1630 y 1650, difunde la teoría
mecanicista. Además, establece la dualidad cuerpo-alma, por la cual el cerebro sería el
gobernante de la conducta. Además, señaló a la glándula pineal como la carretera que
comunicaría las dos dimensiones. Así fue como se consagró como padre de ese debate
mente-cerebro que aún hoy sigue inquietando a muchos neurocientíficos.
Siglo XIX
Localizacionismo:
En el 1808, Gall hace una publicación sobre frenología. Es decir, todos los procesos
mentales se dan en el cerebro y tienen un área específica para cada uno.
Este localizacionismo hizo que la investigación sobre lo mental se centrara todavía más en
este órgano. Entre sus resultados, Brodmann describió cincuenta y dos áreas cerebrales,
con sus consiguientes procesos mentales asociados.
Además, se creía que el desarrollo de determinadas capacidades se correspondía a un
aumento del volumen de la zona cerebral asociada. Así, empezó una visión del cerebro
dinámica, entendiendo que el órgano adaptaba su configuración física a las demandas del
entorno, reservando un mayor espacio para aquellas destrezas más necesarias.
De esta manera, se creyó que se podían reconocer habilidades intelectuales y morales
mediante la forma y tamaño de las cabezas (no contaban con las técnicas de neuroimagen
que tenemos ahora).
Conectivismo:
Más tarde, en 1861 Broca presenta ante la Sociedad Antropológica de París el caso de un
paciente que perdió el habla, pero no la capacidad de comprensión, tras una lesión en un
área que ahora lleva su nombre. Esto provocó un gran entusiasmo cerebral, ya que era la
primera prueba de la relación entre cerebro y lenguaje.
Complementariamente, en 1874, Wernicke describió a sus pacientes que podían hablar,
pero no comprender. Esto supuso una nueva perspectiva en el estudio del cerebro,
el conectivismo. Esta corriente propone que solo las funciones más básicas se limitan a
determinadas zonas cerebrales, mientras que funciones complejas son el resultado de la
interacción de varias zonas localizadas.
Curiosamente, en 1885 se realizan las primeras publicaciones sobre memoria de la mano
de Ebbinghaus, donde describe métodos de evaluación usados aún hoy día. Poco
después, en 1891, se acuña el término neurona, gracias a su descubrimiento realizado por
Cajal.
A principios del siglo XX, las dos Guerras Mundiales marcaron del desarrollo de la historia
de la neurociencia. La I Guerra Mundial dejó muchos muertos, pero también muchos
heridos.
Las personas con secuelas neurológicas fueron miles, y por lo tanto aumento de manera
exponencial la necesidad de llevar a cabo rehabilitaciones neurológicas. Esto supuso un
nuevo impulso para la investigación en esta área. En la II Guerra, esa disciplina se consolida
y se establecen importantes intervenciones neuropsicológicas de la mano de referentes
como Luria.
Unos 20 años después del fin de la II Guerra Mundial, en 1962, se lanza el Neuroscience
Research Program. Consiste en una organización que pone en contacto a universidades
de todo el mundo. Su objetivo era conectar a académicos de ciencias comportamentales y
neurológicas: biología, sistema nervioso y psicología.
Fue impulsada por el Massachusetts Institute of Technology (MIT). En él se realizaban
reuniones semanales, conferencias y debates que alumbraron programas educativos
específicos y adaptados.
A raíz de ello, surge en Washington (1969) la Sociedad de Neurociencia, la sociedad de
neurociencia más grande del mundo. Actualmente sigue siendo un referente mundial, al
igual que su encuentro anual.
Gracias al impulso de estos años anteriores y la unión de disciplinas que se estaba
logrando, en 1990 el Consejo Asesor del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y
Accidentes Cardiovasculares, publican un documento llamado Década del Cerebro:
respuestas a través de la investigación científica. En él se recogieron catorce categorías de
trastornos neurológicos poco investigados hasta entonces, augurando un gran avance en la
investigación neurocientífica.
Siglo XXI
Entre todos los avances técnicos y de conocimiento, el boom por la neurociencia ya es un
hecho. En 2002 se lanza el proyecto Blue Brain con la idea de crear una simulación del
cerebro mamífero a nivel molecular para estudiar su estructura. A este proyecto tan
emocionante se van uniendo países de todo el mundo.
Entonces, en 2013, Barack Obama anuncia la puesta en marcha de un gran proyecto
científico: BRAIN. Este proyecto está a nivel del GENOMA, y tiene como objetivo
neurociencia se ocupa de estudiar esta facultad, así como las decisiones que tomamos
haciendo uso de ella, con un especial enfoque en los procesos de evaluación que lleva a
cabo el cerebro para estimar los potenciales resultados de nuestras acciones y su balance
con el esfuerzo requerido.
Aunque en sus orígenes se consideraba una especialización de la biología, actualmente se
la toma como una ciencia interdisciplinaria que mantiene vínculos con la medicina, la
psicología, la química y otras ramas del conocimiento.
Hay quienes, incluso, hablan de neurociencias (en plural). Es posible reconocer áreas o
disciplinas como la neurociencia clínica, la neurociencia celular, la neurociencia molecular,
la neurociencia cognitiva, la neurofisiología y la neurolingüística, entre otras.
Teorías y enfoques de estudio del sistema nervioso:
Todos los sistemas de nuestro cuerpo son importantes, pero si hay uno que condiciona
nuestro funcionamiento es el Sistema Nervioso. Hoy os contamos el maravilloso proceso
que lo hace posible.
El sistema nervioso se desarrolla a partir del ectodermo, al igual que nuestra piel. Cada
una de las otras capas da origen a distintos partes de nuestro organismo.
Sinaptogénesis y mielinización
Los conos de crecimiento son las prolongaciones de los axones y dendritas que
favorecen el crecimiento de las neuronas. En este proceso participan factores
neurotróficos. Es decir, sustancias químicas que se encargan de repeler o atraer a
los axones.
Los axones comienzan a ramificarse una vez llegan a su destino y realizan
conexiones con otras células. Este es el proceso de sinaptogénesis, que se
terminará de desarrollar después del nacimiento debido a la experiencia del
individuo.
También, se produce apoptosis. Se trata de un proceso mediante el cual hay una
muerte neuronal programada. Gracias a ello se conservan las mejores conexiones.
Y, tras la muerte neuronal las sinapsis se reorganizan y aparecen algunas nuevas
que continuarán desarrollándose durante el crecimiento.
Además de estos procesos, se da el de mielinización. Consiste en la formación de
vainas de mielina que recubren los axones. Ahora bien, la mielina es una sustancia
que favorece la transmisión del impulso. Además, protege a los axones. Entonces,
con su ayuda es que se da la conducción nerviosa.
Ahora bien, se están realizando diversas investigaciones sobre la relación del desarrollo
del sistema nervioso y la plasticidad cerebral, para ver si se puede adaptar a ciertas
condiciones anormales, y encontrar una ruta para darle solución a los problemas
congénitos. Por ejemplo, Morgan y colaboradores, en su artículo publicado en la Revista de
neurología hacen hincapié en el vínculo de la sinaptogénesis, la plasticidad neural, y su
implicación en la discapacidad intelectual.
Bibliografía:
https://lamenteesmaravillosa.com/el-desarrollo-del-sistema-nervioso-etapas-y-
caracteristicas/
https://www.senc.es/wp-content/uploads/2017/11/
Historia_de_La_Neurociencia_CC.pdf