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I. Municipio y autonomía:
En algú n punto la reforma de la Constitució n Nacional de 1994 al
introducir que “Cada provincia dicta su propia constitució n, conforme a lo
dispuesto por el art. 5° asegurando la autonomía municipal y reglando su alcance y
contenido en el orden institucional, político, administrativo, econó mico y
financiero” como artículo 123, innova el ordenamiento jurídico en las
consideraciones sobre las atribuciones de los municipios.
Para esa época, con notable acierto la Corte Suprema de Justicia Nacional
en el casoRivademar con Municipalidad de Rosario [1],había avanzado en dar por
terminada la doctrina legal de entender a los municipios como simple entes
autá rquicos y decía que “sin embargo, aun cuando no se reconozca que la
autonomía de los municipios cuenta con base constitucional, tampoco puede
prescindirse de que la necesaria existencia de un régimen municipal impuesta por
el art. 5º de la Constitució n determina que las leyes provinciales no só lo no puedan
legítimamente omitir establecerlos sino que tampoco puedan privarlos de las
atribuciones mínimas necesarias para el desempeñ o de su cometido”.
Advertimos pues que la Corte nos afirma: 1) que el municipio es una
persona jurídica de cará cter necesaria y que por otro lado, es diferente de los entes
autá rquicos; 2) que aunque expresamente no se regule el nivel de autonomía, no
puede desconocerse al municipio el ejercicio de atribuciones mínimas para
cumplir con su cometido (para el caso “la de fijar la planta de su personal,
designarlo y removerlo”). Entendiendo consecuentemente que el municipio es un
ente autó nomo, aunque su grado depende estrictamente del reconocimiento del
orden jurídico establecido, así en algunas provincias el poder autonó mico
municipal podrá n tener un grado mayor que en otra sin afectar con ello su validez,
aunque respetando desde ya un poder mínimo de posibilidad de cumplimiento de
los deberes o funciones que se le imponen.
Añ os mas tarde nuestro mas alto tribunal nacional reitera y profundiza la
tesis expuesta precedentemente y en la causa“Municipalidad de La Plata
s/inconstitucionalidad de decreto 9111/1978[2] expresa ”el art. 123 de la
Constitució nNacional -incorporado por la reforma de 1994- no confierea los
municipios el poder de reglar las materias que leson propias sin sujeció n a límite
alguno. La clá usula constitucional les reconoce autonomía en los ó rdenes
"institucional,político, administrativo, econó mico y financiero" e impone alas
provincias la obligació n de asegurarla, pero deja libradoa la reglamentació n que
éstas realicen la determinació n de su"alcance y contenido". Se admite así un marco
de autonomíamunicipal cuyos contornos deben ser delineados por lasprovincias,
con el fin de coordinar el ejercicio de lospoderes que éstas conservan (arts. 121,
122, 124 y 125 de laConstitució n Nacional) con el mayor grado posible de
atribucionesmunicipales en los á mbitos de actuació n mencionados porel art. 123.”
De ello surge, que al momento de analizar el alcance del valor normativo
de la ordenanza municipal, es necesario tener en cuenta que el pre-concepto de la
autonomía municipal, debe ceder ante el bloque de legalidad que la provincia
impone respecto de las atribuciones municipales. En consecuencia, debemos
avanzar sobre las principales normas jurídicas que habilitan y condicionan el
ejercicio de las potestades municipales y en particular, aquellas realizadas por
medio de las “ordenanzas”.