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Perfecta
La Madre del Amor y el
Perdón.
Santa Aidé
A la hermandad de este gran Pueblo de Dios.
En memoria de nuestra querida Madre Santa Aidé.
Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón
Prólogo
Que la paz y la gracia de nuestro Señor Jesucristo reine en cada corazón.
Tengo el deseo de engrandecer la maravillosa obra de Dios, le doy las gracias
por todo el amor que encuentro en este vivir cristiano. Me presento ante
ustedes queridos hermanos; mi nombre es Yamile Ocampo, soy una joven
creyente en la promesa de Dios.
Este libro presentado ante ustedes es un homenaje a la vida de la Santa Aidé,
una hermana que entregó su vida a Dios y conquistó el corazón de los
llamados con su amor y su buena confirmación.
Soy afortunada, pues, con mi familia tuvimos la gracia de ser encaminados por
esta Madre, la amamos y la consideramos una Santa pura y reluciente. La
Santa Aidé fue mi Madrina espiritual, una fiel tutora que me enseñó el camino
de la verdad, me es necesario dar testimonio de su valor, manifestando así mi
agradecimiento y mi eterno amor a la luz que tanto tiempo me guio en este
camino.
Como hija agradecida y con la ayuda de nuestro Creador, les presento en estas
hojas un homenaje a la vida de nuestra Madre Santa Aidé.
Nace en mi corazón el deseo de contar los pasajes de esta Santa valiente y
entregada, para que de esta manera toda la hermandad del Pueblo de Dios
conozca su trayectoria en este camino y como llegó a convertirse en la Madre
Primera de esta congregación.
En el nombre de Jesucristo, a través de este libro deseo desarrollar desde mi
perspectiva la vida de la hermana Ángela Pérez, que entregó su vida para amar
y servir a nuestro Dios Todopoderoso.
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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón
Introducción
¡Gloria a Dios para siempre!
Una madre es un ángel que Dios envía a nuestras vidas, es una luz que con su
brillo ilumina nuestros corazones, es la mano que nos sostiene, la que nos
guía, nos da su amor sincero e incondicional. Para mí, Santa Aidé fue la luz
que me inspiró a crecer en este camino, la que con amor guio a mi familia, nos
dio tantas enseñanzas y vivimos los mejores momentos a su lado.
Como muestra de mi eterna gratitud he realizado este libro, un homenaje a la
histórica mujer que conquistó a la hermandad con su humildad y dedicación a
la obra de Dios. Una Santa Perfecta; la madre del Amor y el Perdón, narra la
vida y la trayectoria de la hermana Ángela Pérez, desde mi perspectiva,
valorizando así sus pasajes, para que de esta manera la hermandad se
introduzca en el principio de los pilares que forjaron este Pueblo de Dios.
El Señor me permitió conocer a Santa Aidé desde mi niñez en esta
congregación, en cercanía a ella iba conociendo cada aspecto de su vida,
siempre la consideré una madre principal, crecí escuchando sus enseñanzas,
maravillada por la sabiduría que Dios le daba, ella sin cansancio vivía
predicando la verdad de Cristo.
Describo en este libro todo lo que conocí de la Santa Madre, cuáles fueron sus
pasajes y como llegó a su ministerio, también he escrito los testimonios de
valiosos hermanos de la Santa Ciudad que amablemente compartieron sus
sentimientos sobre ella y así conocer con mayor certeza cómo fueron los
inicios de nuestra querida Madre.
Santa Aidé fue la compañera que estuvo al lado de cada Ungido de Dios, es
por ello que he realizado un seguimiento sobre los pasajes que han vivido
juntos.
Nuestra Madre fue un instrumento del Señor, como profetisa, diaconisa,
mensajera, en cada ministerio creció notablemente, he escrito así el desarrollo
de sus dones, sus enseñanzas y las buenas obras que realizó durante su vivir y
en las últimas páginas hablaré sobre la despedida que dimos a la bondadosa
matriarca que por largo tiempo iluminó nuestras vidas.
Tal vez no me alcancen las palabras para contar su maravillosa historia, a mi
joven edad solo podría escribir lo poco que sé de ella, pero tengo el inmenso
deseo de que la imagen de Santa Aidé sea reconocida y llegue a cada uno de
ustedes de la forma más pura y sincera en que mi corazón podría describirla.
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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón
Tengo un precioso amor por la historia que tiene nuestra Santa Congregación
y mientras el sublime Hacedor me dé las palabras en inspiración, escribiré
cada amanecer glorioso que a lo largo del tiempo ha resplandecido en el
Pueblo de Dios.
Siempre con el firme deseo de glorificar la magnífica obra de nuestro amado
Padre Celestial, les presento a través de estas humildes páginas mi eterna
gratitud a Santa Aidé.
¡Gloria a nuestro Salvador Jesucristo!
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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón
Dios
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien has enviado.
Juan 17:30
La gloria y la honra sea a nuestro Creador, mis hermanos en Cristo considero
que la mejor manera de comenzar este libro es agradeciendo a nuestro amado
Dios, debo hablarles primeramente sobre Aquel que con amor incomparable
nos ha hecho, ha creado la existencia misma, es el Padre de todo.
Me da tanta paz saber que estamos bajo las alas de su salvación, protegidos y
amados en su vasta misericordia, él es refugio y fortaleza, es una ayuda idónea
en tiempos de angustia, nuestro guardián nunca duerme, Dios jamás
abandona, el supremo omnipresente está con nosotros en todo momento.
Se ha mostrado ante nosotros como una Trinidad Divina: el Padre, el Hijo, y
el Espíritu Santo, único y absoluto, tanto amó al mundo que envío a su hijo
Jesucristo a enseñarnos el camino de la verdad, lo envió a dar su vida para que
seamos dignos de salvación.
Jesús manifestó el maravilloso propósito del Padre, abrió nuestros ojos a la
verdad, se anonadó y se hizo semejante a nosotros, entendió nuestras
debilidades, el Hijo de Dios se hizo hombre para demostrarnos el infinito
amor en el madero de la cruz. Esta congregación lo alaba porque es merecedor
de alabanzas, somos tan afortunados al formar parte del grandioso plan de
Dios, en el objetivo de vivir una vida santa y así poder pasar a la eternidad con
él.
Bueno es Jehová en todo tiempo, todo lo que hace es para bien y todo lo que
permite es necesario, es fiel a quienes esperan en su nombre, el actúa en
nuestras vidas y nos invita a buscar su presencia, como sus hijos debemos
mantener nuestra mirada en él, estar atentos a su voz y dirección.
El Creador es escudo a nuestro alrededor, la ley de Jehová es perfecta, tiene
un poder que convierte el alma, su testimonio es fiel y hace sabio al sencillo, él
cuenta las estrellas del cielo y a cada una llama por su nombre, nos conoce,
nos ha llamado en su camino y se ha mostrado ante nosotros, su palabra nos
edifica y nos guarda en sublime misericordia.
Jehová se manifiesta y de tal manera nos habla diciéndonos que, aunque las
montañas cambien de lugar y las grandes colinas sean sacudidas, su amor leal
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no se apartará de sus hijos y su pacto de paz no será sacudido, así nos dice
Dios.
Por eso hermanos míos, sigamos siempre las huellas de Cristo, busquemos la
sublime guía del Espíritu Santo, porque en todo tiempo Dios es fiel, es
verdadero, cumple su pacto generación tras generación y muestra su amor a
quienes lo aman y obedecen sus mandamientos.
El Señor es quien te cuida, es tu sombra protectora, de día el sol no te hará
daño, ni la luna de noche, el Señor te protegerá de todo mal y bendecirá tu
vida, te cuidará en tu hogar y en el camino, desde ahora y por siempre estará
contigo.
¡Gloria a Dios en las alturas, para siempre!
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Amar a Dios
¡Cuán precioso, oh Dios, es tu amor!
Todo ser humano halla refugio a la sombra de tus alas.
Salmo 36:7.
Queridos lectores, sabemos que el amor de Dios sobrepasa todo
entendimiento, es único e inmenso, conocemos su amor, pues, fue este mismo
amor el que lo llevó a entregar a su hijo Jesucristo en pos de nuestra salvación.
¿Pero, alguna vez se han preguntado si nosotros en verdad lo estamos amando
a Él? Amar a Dios significa consagrar nuestro corazón y nuestra vida a su
palabra, aquel que ama a Dios guardará sus mandamientos.
Amar a Dios se refiere a conectar la mente, el corazón y el alma para hacer
todo aquello que lo haga feliz, de allí que sea el primer y más importante
mandamiento para los cristianos.
En una parte de las Sagradas Escrituras dice que estando Jesús y sus discípulos
predicando en un lugar, se acercaron a ellos los escribas y fariseos.
Acercándose uno de los escribas, que los había oído predicar les preguntó:
¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer
mandamiento de todos es: el Señor es nuestro Dios, y amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas. Este es el principal mandamiento.
Jesucristo también dijo: aquel que ama a Dios guardará sus mandamientos. Es
por ello que explico la importancia de hacer la voluntad de nuestro Padre
Celestial, es así que podemos amarlo siendo devotos a sus enseñanzas. Jesús
dejó está enseñanza en claro, debemos poner al Señor antes de todo, que lo
primero que hagamos en el día sea buscarlo, de esta manera demostramos en
acciones nuestro amor hacia Él.
Cada día es un nuevo comienzo, una nueva oportunidad para amar al Señor,
decide pasar un tiempo con Él y deja que su poder invada tu vida, pues, es tu
vida la dádiva de Dios a ti; lo que tú hagas con ella es tu dádiva a Dios.
El Señor nos ama y fue su amor el que llevo a su Hijo a dar su vida por
nosotros y a sentir los dolores y las debilidades que nosotros sentimos. Ese es
el amor que nos dice, aun cuando nos sentimos indignos de Él: Ven a Mí y
recibe lo que tu alma necesita.
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Decide hablar con Dios, reconócelo en todos tus caminos y el allanará tus
sendas, en la oración puedes depositar en sus manos todas tus preocupaciones
y pensamientos, encomiéndate a su amor incondicional cada día, de esta
manera nuestro Padre Celestial verá tu corazón y corresponderá a tus
peticiones.
El tiempo empleado en propósitos eternos es tiempo que se convierte en
bendiciones diarias, tenemos la promesa de que, si buscamos primeramente al
Señor, el resto de las cosas nos serán añadidas: bendiciones, revelaciones
divinas, sabiduría, discernimiento, progreso y todo aquello que el corazón
puro desea, así como dice la palabra: “Mas buscad primeramente el reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Dicho esto, vuelvo a hacerte una recomendación, estimado lector; Pídele a
Dios un corazón conforme a su voluntad, que te permita ver su amor y su
benevolencia, y así puedas discernir el camino que te conduce a Él.
Al Señor sea la honra, la gloria y la acción de gracias por los siglos de los
siglos, amén.
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Virtuosa
La mujer virtuosa ¿Quién la hallará?;
Ella es mucho más preciosa que las joyas.
Proverbios 31:10.
Nuestro Dios nos ha creado con el propósito de que seamos victoriosos
conforme a su palabra, tanto hombres y mujeres nos entregamos a su
voluntad y somos bendecidos ante su presencia, más quisiera tomar la palabra
en relación a la figura de la mujer cristiana.
Aquella que es Madre, hija, esposa, compañera, tutora, hermana, y quién
puede tomar muchos otros roles ante la sociedad cristiana pero el más valioso
rol que podría tener es la de Adoradora de Cristo, así una persona que tiene al
Señor Jesucristo en su vida se vuelve bendecida y virtuosa, una vestidura
peculiar que solo se presenta en aquellas que tienen a Dios en su corazón.
Su valor no es uno basado en lo que posee sino uno que surge de su interior,
de un corazón lleno del amor de Dios que busca bendecir a los demás con su
comportamiento, con sus buenas palabras. Es conocida por sus buenas obras
y el buen ejemplo que da, está atenta a los necesitados, comparte sus
bendiciones con ellos y se deleita en ayudar a los demás.
Una mujer virtuosa es aquella que sabe que el más noble designio es una vida
junto a Dios.
Santa Aidé era una mujer virtuosa, ella brillaba con una luz especial, tenía un
aura que impartía paz, una hermana cuya belleza espiritual reflejaba un
corazón enamorado del Padre Celestial. ¿Quién la hallará?, su valor sobrepasa
al de las joyas preciosas y cuando abre la boca es solo para hablar sobre el
amor y la misericordia de Dios.
A medida que la conocía descubría en ella cualidades que me hacían sentir una
profunda admiración por su persona y su trayectoria espiritual, su mayor
cualidad era el temor, dice la palabra de Dios: engañosa es la gracia y vana la
hermosura; La mujer que teme a Jehová, esa será alabada.
El temor revela nuestra sujeción y entrega a Cristo, demostrando así que lo
consideramos nuestro único Señor, esta Santa era temerosa, amaba al Creador
y siempre procuró servir cada día a sus hermanos y hermanas, en ella se ceñía
la fuerza y la dignidad, un ejemplo a seguir de entrega y devoción a Cristo.
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Podríamos decir que una persona virtuosa es aquella que hace la voluntad de
Dios, es demostrar amor, paz, benevolencia y confirmación a nuestro
Creador, estas cualidades son nuestros adornos, dedicar la vida al servicio del
Señor nos convierte en una bendición para todo aquel que nos rodea, vivir de
acuerdo a los principios de un Todopoderoso que nos ama infinitamente, en
esto reside la virtud, en reconocer a nuestro Salvador y reflejar en acciones
nuestra gratitud hacia él.
Considero a Santa Aidé como una hermana virtuosa, pues, era una mujer
sabia, prudente y fiel, la fe era su vestidura, dedicaba su fuerza a hacer la
voluntad del Padre, una verdadera Sierva de Dios que nos demostró que no
hay mayor deleite que amar a Aquél que nos amó primero.
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Santa Aidé
Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.
Proverbios 31:29.
Bienaventurado todo aquel que
mediante la palabra de Dios es
edificado y encuentra gozo en la
voluntad del Padre Celestial, y sean
benditos los que encaminan a las
almas hacia la eterna Salvación.
Ella es bienaventurada delante de
Dios y delante de sus hijos, es
bendita entre las mujeres, Santa Aidé
fue una hermana que entregó su vida
al servicio del Señor, se convirtió en
Madre y alcanzó la justa plenitud
espiritual.
Tuve la gracia de conocerla, la gran bendición de poder llamarla Madrina, es
así que mi corazón fue capturado por su bondad y mi alma da gracias a Dios
por la dicha de haber compartido tanto con Santa Aidé.
El tiempo pasa, pero los recuerdos nunca se van, ella ahora está en el cielo,
pero su sonrisa vive en mi mente cada día, sus palabras, sus prédicas y su
hermosa voz aún resuenan en mis pensamientos, si cada vez que la pensara
brotara una flor, entonces, caminaría el resto de mi vida sobre un inmenso
jardín.
La hermana Ángela Pérez; Santa Aidé, fue la Madre Principal de la
Congregación Cristiana Pueblo de Dios, desde su joven edad ella tomó la
decisión de seguir a Cristo y permaneció firme en la unificación, siendo una
fiel servidora de todas las almas. Los años transcurrían y su formación
cristiana tomaba realce en torno a la espiritualidad y la sabiduría; las cuales
adquiría mediante su entrega y devoción al Todopoderoso.
Conforme al paso del tiempo su virtud fue extendida, la hermandad buscaba
su luz y encontraba consuelo en sus palabras. ¿Cómo podría describirla? Toda
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Vida Santa
Así brille vuestra luz delante de los hombres,
para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen
a vuestro Padre que está en los cielos.
Mateo 5:16.
Ella es vida que da vida, ella es la lumbrera, su lámpara nunca estaba apagada y
alumbraba su luz tanto de día como de noche. Saben; siempre creí en la
existencia de ángeles, cuando era pequeña soñaba con ver un ángel alguna vez,
pero cuando crecí olvidé ese sueño inocente, ahora que lo vuelvo a recordar
me doy cuenta que en realidad si logré mi deseo, conocí a un Ángel y compartí
los más hermosos momentos junto a ella.
El nombre de mi Ángel es similar a su insignia; Ángela Pérez: La Madre Santa
Aidé, una hermana que se convirtió en luz para todos los llamados, sus
palabras y su amor hacen ecos de victoria en nuestros corazones.
La Madre tiene una historia
de vida que es admirable y
reconocida en los cielos,
pues, es ella un libro que
narra los pasajes de una
verdadera Sierva de Dios,
les relato los inicios de una
vida que inspira, la
trayectoria de la Reina del
amor y el perdón:
Ángela Pérez – Santa Aidé
1936 - 2021
La hermana Ángela Pérez recibió el sello del Espíritu Santo a los 22 años en
Fontana Argentina, a través de unos humildes hermanos. Su varón el hermano
Hermeleo Chávez recibió el sello del Espíritu Santo y perseveró junto a ella,
fue una hermana fervorosa que se entregó a la unificación cristiana y
peregrinó en la promesa mucho tiempo.
Durante este viaje se dedicó a las buenas obras, trabajaba en el obraje, en las
cosechas, fue muy sufrida, pues, dejó todo para seguir a Cristo sin importar las
duras pruebas que pasó, ella permaneció firme en la Santa unificación. Era
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incansable, servía como cocinera a los hermanos del trabajado, también tenía
que cuidar de sus hijos y ayudar en las cosechas, no descansaba ni un
momento de su labor.
Una hermana de fortaleza y corazón puro, perdió a seis de sus simientes en
aquella peregrinación, el Señor le había manifestado que solo se quedaría con
un hijo que sería su fiel compañero en este vivir cristiano.
En su testimonio contaba el fervor que sentía, a las tres de la mañana la
hermandad se levantaba a orar y a profetizar, el Nuncio José con poder
profetizaba a todos y era un buen maestro que con amor enseñaba la doctrina
y las revelaciones que el Señor iba manifestando.
Llegó al Paraguay en 1963 acompañada del hermano Severiano Estigarribia;
Santo Elías, también de su varón el Hermano Hermeleo y sus hijos; Víctor y
Doroteo Chávez. Se asentaron en la Santa Ciudad y ella comenzó su
ministerio de profetisa y obrera, siempre destacó por ser una persona
espiritual, oraba en todo momento y profetizaba.
Por iluminación divina recibió el nombre espiritual de Santa Aidé, nombrada
por el Espíritu Santo a través del nuncio primero San José, desde esa vez
Santa Aidé fue la Madre primera de este pueblo, y relució su nombramiento
en todo su esplendor, porque fue una madre verdadera que siempre daba
respuesta y aclaración a los llamados, entregada y servidora de todos.
A continuación, les presento el testimonio de la Santa Aidé; sobre el principio
de su vida cristiana, ella lo contaba con fervor, lágrimas y con el corazón
rebozado de la gracia del Espíritu Santo:
¡Gloria a Dios en las alturas para siempre!
Seamos fieles y constantes en la oración y la humillación, luchando
contra la carne, hay que orar y ser constante en los dones que nos ha
dado Dios. Tenemos que orar para aguantar muchas cosas, sin oración
no podremos.
Yo recibí la promesa en Fontana- Ciudad Argentina, a través de unos
humildes hermanos, en himnos y glorias rebosé de la gracia del
Espíritu Santo. A los 22 años recibí el sello, llegué con mi Varón
Hermeleo Chávez, me había escapado de casa para llegar hasta aquí,
desde esa vez me quedé y no volví a ver a mi madre, pero la vi en
sueños muchas veces, los primeros días me quebrantaba lo que hice,
pero deposité en la mano de Dios.
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En esos años había muchos llamados, luego llegó una prueba para el
pueblo, todo eso soportamos con oración y se fue apartando todos los
malos propósitos del enemigo.
Así la congregación fue progresando, después de mucho sufrimiento y
una larga peregrinación, Dios nos fundamentó en la fe y nos situó en
una ciudad que ahora es una maravilla, hoy ya estamos gozando todos
como hermanos buscando nuestra salvación eterna, esto es la promesa
y la gracia del Señor, de todo esto doy testimonio.
¡Viva el Salvador Jesucristo! Que Dios los bendiga.
Amén.
Es admirable el pasaje de Santa Aidé, soy testigo de que ella vivió para Cristo,
a pesar de su condición no vidente era fiel y constante en su ministerio,
llegando a ser una Santa cristalina sin manchas ni pecados, ejemplo y luz para
todos nosotros. Soy afortunada, conocí a la Santa Aidé, mis hermanos y yo
somos ahijados de esta Madre Santa, es por eso que conocemos su pasaje y
damos fiel testimonio de su vivir.
¡Gloria a Dios para siempre!
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Leonor Paredes - Ungido de Dios Mariano Bobadilla - Ungido de Dios Severiano Estigarribia - Ungido de Dios
1940 -1970 1970 -1991 1991 - 1995
Cuando Dios la llamo en su camino, le anunció que ella sería luz y guía para
todos los llamados, recuerdo las tardes en que nos predicaba sobre su vida con
el Señor, su semblante cambiaba en una mezcla de nostalgia y alegría, su
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Ungido San Pedro también acudía al llamado del Señor. Los máximos pilares
de la congregación ascendieron al cielo casi en el mismo periodo de tiempo.
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Sierva de Dios
Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre
mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.”
Mateo 25:21
Ser siervos de Dios es algo realmente sublime, es consagrar nuestro corazón a
su amor incondicional y acudir a las alas de su salvación, fuera de Dios nada es
seguro en esta vida, todo perece, todo acaba, todo tiene un punto de
caducidad, pero en Cristo se renuevan las esperanzas, la vida es prospera y el
Espíritu Santo nuestro fiel escudo nos protege de las asechanzas del enemigo.
En las escrituras hay un pasaje que me conmueve, es cuando el ángel visita a
María la madre de Jesús:
«Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a
tu palabra.» (Lucas 1:38). Aquí María dice por si misma sierva del Señor,
completamente sometida a su Dios, esto habla de la condición de su corazón.
Ella llegó a comprender y anonadarse en la creencia de un Todopoderoso,
pero ¿Cómo podemos llegar a ser como María? ¿Qué características tiene un
corazón dispuesto a servir a Dios?
Para responder a mi pregunta solo tengo que recordar a una luz, a la que fue el
vivo ejemplo de la devoción a Cristo, tenemos a Santa Aidé como constancia
de un corazón enamorado del Padre Celestial.
Ella se caracterizaba por la humildad, una hermana que se rendía ante su
Señor y le entregaba sus debilidades y temores, que servía a cada hermano y
hermana sin importar edad ni condición, era amable y ocupaba los dones con
prudencia y responsabilidad. La humildad es entender que Dios es dueño de
nuestras vidas, que fuera de Él nada somos, la humildad es una actitud, es un
rasgo del corazón.
Otra característica que tuvo Santa Aidé como Sierva de Dios era la forma
misma en que servía, pues cada cosa que hagamos procuremos de hacerlo de
buena voluntad, como para Dios y no para los hombres, es decir, que ella
servía sin cuestionamientos, de buena voluntad, con el deseo de ayudar, con la
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intención de hacer un cambio con sus actos diarios, y cada acto significaba
agradar mucho más al Señor.
Tener el corazón de Sierva que tuvo ella, es asumir cada tarea con una actitud
dispuesta a ayudar al prójimo, es hacerlo de manera que, a través de cada acto,
sea grande o pequeño, otros puedan ver a Dios.
Todos los cristianos somos llamados a ser siervos de Dios, el Señor nos liberó
del pecado y nos llamó a ser sus siervos. Es decir; nos hizo libres, pero no
para usar nuestra libertad como pretexto para hacer lo malo, sino para ser luz
a aquellos que aún viven presas de la oscuridad.
Muchos apóstoles se refieren a ellos mismos como siervos, una palabra que
describe una total sujeción y devoción al Señor Jesucristo, podemos ser
sujetos en obediencia, viviendo de acuerdo a los principios de un Ser que nos
ama infinitamente, haciendo su voluntad y conscientemente alejarnos de
intereses contrarios a la vida que Él nos ofrece.
Servir es un llamamiento
sublime, pues no se trata
de algo que hacemos por
Dios, sino que es algo que
Dios hace a través de
nosotros.
Este es un principio que
siempre tenemos que
tener en mente; Somos
instrumentos del Señor, la
sal del mundo, la luz en la
oscuridad, en algún
momento seremos como el buen pastor que encamina a la oveja a volver al
rebaño, llamados para servir y hay muchas maneras de hacerlo, podemos
servir de muchas formas a nuestros hermanos y hermanas, reflejar al Señor
por medio de nuestras acciones y enseñar el camino a la salvación eterna.
¡Gloria a Dios en las alturas!
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Joya Blanca
Hoy vengo a cantar,
aju asapukái este alegre chámame
Arumi che mborayhu, la gracia y
la virtud a mi Madre Santa Aidé
Tu alma siempre generosa
Has nacido en la pureza
Joya Blanca nde ha’e
Compañera de los Santos primiciando
la promesa junto a aquel varón José
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Che Symi
Ñandejara che mbou ko este día nde rendápe
Agueruvo este mi verso nde rokēmē che Symi
Aipota rehendumi lo que repica en mi mente
Porque tú eres la fuente que está llena de amor
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Rohechaga’u che Sy
Aiko aguata ndeve roheka,
ndorohechavei pende rovami
Rohechaga’u che Symi porã,
ndembojojaha ndorotopavei
kuñatãi porã ijoheipyre, ijoheipyre
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Yvoty Porã
Purahei rorype romoñe'ēmita che Symi porã
Aiko aguata nde pyri aha rohechaguive
Pende rekove hy’ãkuã asyva yvoty ryãkuãicha
Ha che ku mitãicha nde ykere ahasegui ropuraheimi
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Madre virtuosa
Madre mensajera, mujer virtuosa
Eres joya preciosa del Pueblo de Dios
En tu corazón yace manantial de vida
Eres poesía del más noble autor
Tus huellas son rosarios de oración eterna
Regalo del cielo fue tu caminar
En este altar valoro tu vida, madre diaconisa de la Santidad.
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Profetisa
Ciertamente la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que
cualquier espada de dos filos, accede a lo más profundo del alma y del espíritu,
hasta la medula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del
corazón.
Hebreos 4:1
Porque no hará nada Jehová nuestro Señor sin antes hablar por intermedio de
sus siervos los Profetas, estos son los que anuncian las buenas nuevas del
Señor, el Espíritu Santo es con ellos y tiene morada en sus corazones.
Debo hablarles sobre una Profetisa que Dios eligió, preparó y fundamentó,
volviéndola una hermana portadora del discernimiento y la sabiduría
espiritual. Santa Aidé fue una Profetisa de Dios, ella fue constante en su don,
desde su joven edad ejerció este ministerio profetizando de día y noche a toda
alma que necesitaba la palabra del Señor en su vida.
Ella estaba vestida de oración es por ello que tenía la capacidad de revelar la
verdad de Cristo mediante sus profecías, la Madre podía leer nuestras mentes
con tan solo posar sus manos sobre nuestra cabeza, decía la carta de Dios con
sinceridad, exhortaba si era necesario, enseñaba con delicadeza la doctrina
verdadera.
Cuando profetizaba lo hacía con sabiduría, era impresionante la forma en la
que el Creador se manifestaba en ella, pues, tenía el don de escudriñar el
corazón de los llamados como si pudiese ver nuestros pensamientos en la
palma de su mano, con amor instruía a las almas y dictaba las palabras
sagradas que son los mensajes que llegaban del cielo.
Dios por su intermedio perfeccionó a la hermandad, ella exigía los trabajos
espirituales; el ayuno, la vigilia y por sobre todo la oración, como medios de
purificación para una mejor comunión con el Cristo.
Exhortaba a la pereza y al viejo hombre, enseñando a que debemos ser
renovados renunciando a nuestra vida antigua y de esta manera ser liberados
de nuestras cargas y nacer como nuevas criaturas.
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Mis hermanos; Dios se manifiesta, Dios vive, Dios nos habla por medio de su
instrumento, desde la antigüedad Él se ha comunicado con nosotros por
medio de sus profetas y aún en la actualidad los profetas vivientes siguen
enseñándonos sobre la verdad de Jesucristo.
Nuestro Creador está con nosotros, nuestro Guardián no duerme, Él quiere
que superemos cada desafío, cada prueba y no deja que lo hagamos solos, sino
que nos envía una ayuda, nos hace oír su voz y lo escuchamos, en cada
prédica oímos la voz de Dios llamándonos a ser salvos.
Cuantos habrán escuchado una prédica y han dicho “es como si fuera que me
estaba hablando a mí” “Cada palabra que dijo el profeta era para mí”.
Es que no habrá algún hermano que pueda decirme que nunca se ha
identificado con la profecía de algún evangelista o de alguna profetisa, yo en
particular puedo dar testimonio de cada prédica y profecía que escuché por
intermedio de Santa Aidé, ella me sanaba el alma, era mi consuelo y mi
verdad, sus palabras fueron el pilar espiritual de mi familia.
La profecía era algo sagrado en ella, cada manifestación que recibimos por su
intermedio se cumplió y hasta ahora se sigue cumpliendo, cada palabra ejecutó
una importante misión en nuestro caminar cristiano, ella era fuente de
consuelo y guía, nos dio instrucciones, aliento, esperanza y certeza de que esta
vida con Cristo es verdadera.
Recuerdo que meses antes de que ella partiera nos profetizó que tomemos
mayor fuerza espiritual y sin que nosotros nos diéramos cuenta nos había
advertido sobre su partida de esta tierra, no olvido sus palabras "Prepárense
en oración y trabajos espirituales, porque sentimientos están llegando. Dios
recogerá de entre vosotros a quien ustedes más aman"
Esa manifestación nos preocupó y comenzamos a reforzar nuestra
espiritualidad, pero no imaginamos que hablaba de ella misma, ni se cruzó por
nuestras mentes su partida, unas semanas después su enfermedad se agravó,
en todo momento procuramos de estar a su lado, la acompañamos en ese
tiempo difícil, y luego de algunos meses se cumplió la manifestación; El Señor
le dio el descanso eterno a nuestra querida Madre.
Ella hasta sus últimos días profetizó, que misterios envolvían su comunión
con el Espíritu Santo, que hermana más creyente y fiel, su entorno estaba
vestido de oración, nunca varió su confirmación, una mujer virtuosa que
triunfó y dejó una profunda huella en nuestras vidas.
Que fortuna fue para nosotros coincidir en el tiempo de esta Santa vidente,
que todo comprendía, que en su amor por el alma nos tendió la mano, nos
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que ser constantes para alcanzar, para ganar con Dios, con esfuerzo y larga
oración, estos son los sacrificios para poder ganar.
A profetizar, a predicar, los profetas y profetisas usen su don dice Dios, yo fui
constante en estos dones, como obrera y profetisa, temprano me levantaba a
golpear las puertas, a profetizar y trabajar por la salvación, entonces les digo
que solo falta esfuerzo, sin murmurar ni medir a nadie, nosotros procuremos
de hacer la voluntad de Dios, siendo prudentes, sencillos y humildes,
alcanzarán el Reino de los Cielos si se deciden para Dios.
Gloria a Dios para siempre.
Amén.
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El nacimiento espiritual
¡Gloria a Dios!
¡Gracias mi Señor!
¡Gloria al Hijo del Dios Viviente!
Soy buen Amigo en la hora de necesidad, hay que golpear las puertas para ver
días buenos, alza tu cruz y sígueme está diciendo Dios en esta hora.
Confirmemos la obra de Dios, cada uno analice su juramento con Dios, algún
día tienen que partir de esta tierra y esto hay que analizar. Preparen su
corazón, busquen un buen nacimiento espiritual, porque dice el Señor; El que
nace como un niño heredará el Reino de los Cielos, siempre habla Dios.
Por esto analicen su juramento y busquen por sobre todo un nacimiento
espiritual, no miren por las obras ajenas y procuren confirmar al Hijo de Dios,
vamos a seguir en el camino confirmando la obra del Creador.
Sean sinceros y practiquen los trabajos espirituales, no saben lo que está
viniendo sobre la tierra, muchas cosas están viniendo, por esto el Señor está
requiriendo; Prepárense, hagan ayuno, vigilia, ocupen los dones y analicen
cada cosa en la obra de Dios.
Sepan que lo más importante es confirmar al Ungido, que viene contra la
carne, porque el cuerpo es perezoso y dudoso, es malicioso y carnal. Hay que
procurar y resistir a este mundo, con humillación se gana la batalla, así como
dice Dios; Los humillados serán grandes en el Cielo.
¡Gloria a Dios para siempre! Analicen su vida cada uno; ¿están haciendo la
obra de Dios?, ¿se están preparando?, porque llega el fin de todas las cosas.
Perdónense unos a otros, el perdón es lo que cuenta, procuren el perdón.
¡Gloria a Dios para siempre! Prepárense con oración y humillación,
predicando, profetizando, no murmurando, no medir ni juzgar a su prójimo,
el compromiso es con Dios, todos tenemos este compromiso, procúrense y
no piensen en las cosas de la tierra, más solo digan: Gracias mi Dios, dame
vida, dame fuerza, dame aliento.
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Hay que tener en cuenta la obra de Dios, porque el avisa a cada uno en
sueños, en profecías, así que prepárate hijo mío, hija mía, hagan la voluntad de
Dios, esfuércense cada uno y toda la buena obra que hacen en esta unificación
es ganancia de Dios.
Procuren la espiritualidad y lo más importante es confirmar al Hijo de Dios,
que es la inteligencia del Señor, no sean imponentes, la carne no piensa en que
nuestra carrera puede terminar en cualquier momento, ahora están sanos y
caminan, pero hay sustos que pueden llegar sin darnos cuenta, a muchos les
llegarán sustos si siguen viviendo a su condición, si siguen murmurando y
juzgando, esto es serio, el Señor manifiesta lo que sucederá.
Dios avisa a cada uno; Despierten aquellos que están durmiendo y miren a
donde hay días buenos, confíen en la inteligencia de Dios.
Estas manifestaciones y mensajes traigo a ustedes en esta hora presente
gracias al Señor Jesucristo.
Amén.
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Sobre el perdón
¡Viva nuestro Salvador Jesucristo!
Hermanos y hermanas tenemos que perdonarnos unos a otros, el perdón tiene
peso y es muy importante. Dios me ha dicho que predique el perdón a sus
llamados, Dios me encomendó enseñar el perdón.
A la carne le cuesta mucho perdonar al prójimo, es cierto que hay personas
que nos dan lucha, que nos quebrantan, pero debemos sobrellevar, ni los
dedos en nuestras manos son iguales unos a otros, todos tenemos algunas
diferencias y por eso solo hay que llevar paciencia.
Yo también pasé por pruebas, antes había personas que me quebrantaban, que
me hacían mal, y por eso me venía la ira, pensamientos de la carne que no
quiere dejar pasar la ofensa que nos hacen los demás, pero luego me di cuenta
de que no tiene que ser así, nuestro Señor Jesucristo perdonó al que le dio la
muerte.
Tras analizar eso, le comencé a pedir a Dios su ayuda, le pedía que me enseñe
a perdonar, al principio me costó mucho, pero luego entendí la importancia,
hay que perdonar al prójimo si falla con nosotros, sobrellevar estos puntos
nos santifica. No seamos como la mula, terca y que no quiere perder, a ese
tenemos que domar y frenar, las cosas buenas tenemos que decir, pero las
cosas malas solo debemos llevar con prudencia, presentando a donde
corresponde y dejándolo a las manos de Dios.
La carne es prepotente, no quiere entregarse del todo, solo a medias, hay que
decidirse para el bien, para vencer este mundo y su vanidad, todo lo que se ve
en la tierra es vanidad y se quemará, hasta el hombre es vanidad, así que hagan
un esfuerzo, yo aguanté muchos años y luego Dios me enseñó a perdonar,
solo ahí me sentí liberada.
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Mensajera de Dios
He aquí, Yo envío a Mi mensajero;
el cuál preparará el camino antes de Mi.
Malaquías 3:1
Antes de ascender al cielo Jesús dijo a sus seguidores: Vayan y hagan
discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo.
La palabra es puesta en obra por los mensajeros, creo fielmente que estos son
los enviados de Dios para predicar la verdad a toda criatura. Santa Aidé ha
resaltado como mensajera, una hermana valiente que se dedicó a llevar
mensajes a cada congregación y casa de oración del país y del extranjero,
acompañada de su hijo Abel y junto con una comitiva de predicadores y
evangelistas Santa Aidé llegaba a las congregaciones llevando mensajes de
aliento y fortaleza.
Ella se interesaba por la edificación espiritual de cada llamado, siendo
reconocida por su rectitud en hacer cumplir los trabajos espirituales, pues, era
indispensable que cada hermano y hermana de las congregaciones a donde ella
llegaba; entren en el concilio, consejo y desatamiento durante su mensaje.
Esta Madre fiel y entregada a la obra de Dios, desde su juventud comenzó a
tener un inmenso amor por el alma, llegó a reflejar el amor de Cristo y fue luz
para aquellos que estaban en las tinieblas, abrió nuestros ojos para ver la paz,
la benevolencia y la herencia eterna que nos espera si somos fieles en el
camino, dedicó su vida a velar por los llamados, sanó a los quebrantados con
sabias palabras de aliento, con su amor de Madre conquistó a la hermandad,
todos buscaban consuelo en ella.
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Padre, así fortalecemos nuestro lazo con el Señor, así nos acercamos a Él y
adquirimos conocimiento de las cosas celestiales.
Un punto a resaltar también es que Santa Aidé veía a los hermanos como
imagen y semejanza del Salvador Jesucristo, por esto instaba a las hermanas a
demostrar respeto y servir de buena voluntad a nuestros hermanos, así
también, enseñaba a los hermanos a reflejar a Jesús mediante sus obras, siendo
constantes en los dones y en la fe.
Otra característica en sus prédicas era la constancia en los dones espirituales,
practicando el perdón, el amor, la piedad, el temor, y atendiendo siempre a
cumplir nuestros ministerios, asimismo no debemos olvidar su consejo de
llevar en práctica los trabajos espirituales como son el ayuno, la vigilia, el
concilio y la oración.
Admiro la fortaleza de esta Madre que aún con su avanzada edad seguía como
mensajera, llegando a los rediles con la más sincera disposición de encaminar y
salvar a cada llamado de Dios, siempre la veíamos serena, era una mujer
prudente, de pocas pero valiosas palabras. Ella; valiente y temerosa, procuró
ser un ejemplo para todos los llamados, su virtud y sabiduría fue el lazo que
sostuvo a mucha hermandad a su alrededor.
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Testimonios
sobre la vida
de
Santa Aidé
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Como saben llegué a la promesa porque Dios así lo dispuso, por su gracia y
misericordia nos guiaba a través de sueños, visiones y revelaciones. Viviendo
en la región de Caaguazú colonia Walter Insfran, junto con mi familia y un
grupo de hermanos; recibimos la manifestación del Espíritu Santo para ir a
reposar en la casa del hermano Eduardo, un varón creyente quien estaba
enfermo, allí según la manifestación encontraríamos a un pueblo elegido.
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Yo tengo que partir, así como ella, ese es mi deseo personal, porque sé a
dónde está su alma, gozando está y sirve a nosotros como abogada legítima
porque está clamando a Dios por nosotros, que no se pierda ningún alma ese
es su lloro, ella amaba a las almas, porque un alma es mayor que todo lo que
hay en este mundo, todo lo demás perecerá, pero el alma es inmortal, esto
representaba Santa Aidé, ella fue mi primera madre y consejera, una mensajera
incorruptible.
Es importante que se escriba este pasaje histórico de su vivir, sobre su
fidelidad, es un ejemplo para todas las mujeres, obedecía al Señor, su consejo
era esperar el tiempo de Dios, con fe porque él va a proveer todo conforme a
su voluntad, y enseñaba que la enfermedad viene para ayudar, pues para
aquello que no se puede conseguir por cuenta propia como son la
santificación y la pureza viene la ayuda del Señor a través de enfermedades,
ella pasó por muchos padecimientos y no se quejaba porque quería llegar a la
santificación, sufría pero daba gracias, se mantenía con oración y ocupaba los
dones, vivía sujeta y ordenada.
Santa Aidé es ejemplar entre todas las mujeres, así como lo fue la Virgen
María, las hermanas que sigan sus huellas les aseguro que llegarán a ser santas.
El interés mayor que debes llevar anotado, es que todos debemos desear ser
santos, anhelar la santidad, y llegar a ser santos, así como Santa Aidé, hay que
llegar a esto para lograr el gozo y la eternidad.
Dando gracias a Dios, este es el testimonio que doy sobre la Santa Aidé.
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el primer momento. Tiempo después el Señor abrió las puertas para que toda
la familia seamos congregados en la Central, el Nuncio había preparado
carretas para ir a recoger nuestras cosas y mudarnos hasta aquí.
En el día de la mudanza comenzamos a preparar todas nuestras cosas,
subíamos todo lo que teníamos y llenábamos las carretas, en eso, fue llegando
mi madre a casa, ella no tenía idea de lo que estábamos haciendo y al ver que
nos íbamos a mudar, ella comenzó a llorar y preguntarme porque me iba a ir
tan lejos, mi corazón sentía amor por Dios, pero también me dolía dejar a mi
madre e irme.
En fin, llegamos a la Santa Ciudad, dejamos todo atrás, aquí no había ninguna
construcción solo la Casa Blanca en donde vivía el Anciano Principal, de a
poco se iban levantando las casas, en ese tiempo Santa Aidé era nuestra guía y
ayuda en todo, para mí era un ejemplo a seguir, su prudencia y sabiduría eran
dignos de una santa, luego ya tuvimos nuestra casa y yo sentía felicidad, no
existía la tristeza para mí, el hermano Ignacio salía en los mensajes en distintas
congregaciones.
Así Dios cumplió su propósito con nosotros, hasta ahora permanecemos
firmes en este camino y vivimos felices de pertenecer a esta gran congregación
cristiana, este es el testimonio que comparto con ustedes.
¡Gloria a Dios para siempre!
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Hermana Teresiña
La hermana Teresiña fue su fiel cuidadora, la que permaneció a su lado desde
el principio. Que Dios bendiga inmensamente sus buenas obras acompañando
a nuestra querida Madre. A continuación, nos comparte su testimonio, sobre
los pasajes al lado de Santa Aidé:
Adelante de Dios y en el nombre de Jesucristo les contaré sobre la historia de
Santa Aidé.
La conocí en el año 1989 en el redil Tres Estrellas situado en la ciudad
Presidente Franco, desde esa vez yo comencé a llevarla en cuenta porque me
habían dicho que ella era Santa, para mi confirmación tuve un maravilloso
sueño en donde me encontraba participando en la Casa Real, esto le presenté
a Santa Aidé y ella me dijo que todos somos invitados a participar en la Casa
Real.
Unos días después me trasladé a la pieza de juventudes de Santa Aidé, allí
entendí el mensaje de mi sueño, y es que la Casa Real era la casa de Santa
Aidé, la realeza de vivir bajo su santidad, doy testimonio de esta Madre
luchadora, ella fue nombrada Santa por el Nuncio José, recuerdo que en 1983
la hermana Evangelista Santander presentó una obra en donde vestían a una
hermana representando la vestidura y el valor de Santa Aidé, esa fue una de las
primeras obras que se presentó sobre ella, y en ese tiempo la madre ya se
encontraba de mensaje en el Brasil.
También debo destacar a las hermanas que conocí en este camino y que
fueron fieles ayudadoras de Santa Aidé, voy a nombrar los nombres que
recuerdo; la hermana Griselda Valiente fue una de las primeras que la cuidó,
ella aún permanece en la congregación es una hermana juventud, valiente,
sana y de buen corazón, en Brasil estaba la Hermana Flora Benítez, Hermana
Fulvia, Juanita Sánchez, Elizabeth Peichert; inclusive estas hermanas vinieron
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Una Santa, compañera de los cinco Ungidos, la madre de todos los Ungidos
así la enaltecía el Hijo de Dios, sabemos que ella es nuestra abogada en los
cielos, le agradezco a Dios, por permitirme estar al lado de Santa Aidé hasta el
día de su partida, le agradezco así también a todas las compañeras que hasta
los últimos días la cuidaron y velaron por su bienestar.
¡Gloria al Salvador Jesucristo! Hasta aquí es el humilde testimonio que doy
sobre nuestra Madre Santa.
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obra de Dios.
Ella encontraba en la oración una conexión profunda con el Reino Celestial,
presencié las veces en que oraba en voz alta, la manera tan delicada y pura en
la que hilvanaba sus oraciones era una poesía de amor y agradecimiento
dedicados a nuestro Creador.
El ayuno era su fuente de ayuda y sabiduría, cumplía los trabajos espirituales
religiosamente, era sujeta y ordenada, cada paso que daba lo hacía bajo
humillación, ella sentía a Dios con toda la devoción y nos predicaba sobre la
hermosa vida que nos espera si somos fieles en el camino.
Ella era una luchadora, su valor no era uno basado en apariencias sino en
sacrificios, que fue realizando a lo largo de su vida cristiana, como mensajera,
diaconisa, consejera y profetisa, ella vivió haciendo la voluntad del Padre,
siendo una luz en la vida de muchos llamados, nos enseñó tanto en este
camino, gracias a su dedicación conocemos el esplendor de la sana doctrina, la
gracia de una vida con Cristo, crecí espiritualmente a su lado, aprendiendo de
ella, me sorprendía la sabiduría que Dios le daba a la Santa Aidé. El corazón
del Ungido de Dios confiaba en ella, pues era prudente y fiel en su
llamamiento, su don era perfecto, una madre cuya comunión con el Padre
Eterno era sagrada y perpetua, ella mantenía su esperanza inquebrantable en el
Señor.
Los días junto a ella tenían
belleza y aprendizaje, eran
inspiración para mí, su
experiencia, relatos y consejos
ayudaron a muchos creyentes a
continuar en el camino de la
fe, siempre daré un buen
testimonio de su vivir, de sus
pasajes y del camino que tuvo
que recorrer para convertirse
en la Madre principal de esta
Congregación. Santa Aidé era
una madre estricta pero muy
amorosa.
Recuerdo el cariño que demostraba a mi familia, la manera tan cálida en que
nos recibió desde el principio, nos abrió las puertas de su hogar, era nuestra
Madrina espiritual, la que nos guiaba y orientaba con tanta paciencia, con tanta
dedicación, desde niña recuerdo a Madre Aidé, presente en cada momento
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Hermano Abel
En homenaje a la Santa Madre Aidé, doy
mi agradecimiento a quién permaneció a su
lado, firme y fiel en la obra de Dios, el
Hermano Doroteo Chávez, cuyo nombre
espiritual es Abel, tiene gran valor y
trayectoria en esta Congregación, siendo
hijo de Santa Aidé demostró su devoción a
Dios, dedicando su vida a la unificación
cristiana.
Él es un hermano alegre, sonriente ante la
vida y fiel a su Señor, amaba a su Madre
Aidé, le alegraba los días, la acompañó en
todo momento, soy testigo de lo mucho
que amó y cuidó a su madre.
Santa Aidé le tenía inmenso cariño a su hijo
Abel, siempre estaba al pendiente de él, ella
era una madre amorosa y sumamente protectora, ambos pasaron momentos
de prueba, tiempos difíciles y tiempos de alegría, pero estuvieron juntos en
cada etapa de sus vidas.
Mucho de lo que conozco sobre los inicios de la madre, se lo debo a Hermano
Abel, recuerdo que, al llegar a su hogar, él nos recibía de la manera más cálida
y fraternal, después del saludo comenzaban los chistes creativos y graciosos
que hermano Abel ingeniaba, él siempre lograba hacer reír a Santa Aidé.
Luego compartía con nosotros sus testimonios, sobre los pasajes que vivió al
lado su madre, una historia de superación, de valentía, y, sobre todo, devoción
a nuestro Creador.
Madre e hijo, eran una fuente de virtud y sabiduría espiritual, la hermandad los
amaba, cada día recibían visitas de hermanos y hermanas que sentían por ellos
admiración y contentamiento. Ellos salían en los mensajes, redil por redil,
predicando la palabra de Dios, evangelizando a muchas almas.
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Como saben, hermano Abel perdió la vista cuando era joven, fue una prueba
difícil para él, pero con la ayuda de Dios superó ese momento, con valentía
demostró su fidelidad en el camino, y continuo en su ministerio al lado de
Santa Aidé.
Estoy agradecida con él, pues siempre nos recibía con los brazos abiertos,
somos una familia, estamos unidos en Cristo, cada sonrisa, cada predicación y
cada momento que viví al lado de Santa Aidé y hermano Abel, quedarán en mi
memoria como un regalo que el Señor me permitió vivir.
¡Gloria a Dios!
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ser un buen cristiano, aquellos que decidieron pasar tiempo de calidad con
Santa Aidé, quienes honraban su trayectoria y buscaban consuelo en sus
palabras.
Todos ellos forman parte del legado de Santa Aidé, todos son valiosos y
bendecidos, como sus hijos, nunca olvidaremos la importancia que ella tuvo
en nuestras vidas, sé que cada uno tuvo una historia a su lado, Santa Aidé fue
una madre perfecta en su don, amorosa y paciente ella siempre tenía la
respuesta correcta para nosotros.
Por eso mantengamos su memoria viva en nuestros corazones, recordando los
momentos que pasamos con ella, tratando de imitar sus mejores cualidades,
viviendo una vida recta, y siguiendo las buenas enseñanzas que ella nos dejó.
A la vez, debo destacar a sus
cuidadoras, hablarles sobre el valor
de estas siervas de Dios, quiero
expresar mi inmenso
agradecimiento a estas preciadas
hermanas, jóvenes que de buena
voluntad ayudaron a la Santa y por
mucho tiempo la acompañaron,
fueron sus hijas, siempre las
recordaré como valientes y daré
buen testimonio sobre ellas.
Dios les pague eternamente el
tiempo que dedicaron cuidando y ayudando a la Santa Aidé y al hermano
Abel, toda su buena obra tendrá recompensa, son bienaventuradas, hijas de un
Dios amoroso, les deseo felicidad y bendición a cada una de ellas.
¡Viva el Salvador Jesucristo!
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Su Purificación
Con la mano en el corazón y el alma impregnada en estos párrafos voy a hacer
honor a una Vida que Inspira. He admirado desde antaño a esta Santa Madre,
la he observado y así fui confirmando sus dones, su espiritualidad, su amor
por el alma, su devota obediencia al Señor, su sabiduría y su discernimiento,
mas Dios en su inigualable misericordia me dio la oportunidad de estar a su
lado cuando ella estaba siendo purificada, cuando el día de su triunfo se
acercaba yo pude presenciar su fe y su fortaleza.
Hoy luego de un tiempo, vuelvo a abrir las puertas de esos recuerdos que
permanecían dormidos, porque solo me traían nostalgia, porque estos me
inundaban en tristezas, y es que no es fácil ver sufrir a un ser querido, la
enfermedad es un lúgubre paso inevitable de la vida a la otra vida, y verla a ella
en su lecho era muy difícil, pero me es necesario indagar en estos recuerdos
porque voy a revelar de qué magnitud era la fe de esta Madre Santa, voy a
contarles sobre su valentía e inmensa fortaleza.
Santa Aidé era una mujer fuerte, devota a Dios como ninguna, hace tiempo
que llevaba una dolorosa enfermedad por su cuerpo, soy consciente de lo
difícil que fue para ella atravesar por ese dolor y sostengo que su fortaleza era
algo etéreo, pues aun en su enfermedad no declinó sus responsabilidades
como Madre de la congregación, ella nos decía que su estado solo era una
obra de Dios para ayuda y más santificación, que el Señor estaba trabajando
por ella. Esto nos habla sobre su fe y confianza en el Señor, la madre estaba
segura de que todo es obra de Dios, sin permiso del Altísimo no cae siquiera
una hoja del árbol.
Así pasaron algunos años, durante la pandemia su salud comenzó a
deteriorarse, a veces amanecía con mucho dolor y eso la debilitaba, su
medicina era la oración, a finales del año 2020 fue que el avance de su
enfermedad le imposibilitó estar mucho tiempo quieta en un solo lugar, ya no
se sentaba como siempre en su sala, solo estaba un momento y luego entraba
en su habitación a orar, sus cuidadoras también eran mujeres fuertes, la
cuidaron y velaron por su salud cada día.
¡Gloria a Dios para siempre! Les cuento mis hermanos lo que he presenciado
durante mi estadía con la Madre, pues debido al amor e inmenso aprecio que
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Santa Aidé pasó sus últimos días rodeada de las personas que amaba, en paz y
calma, con la seguridad de alguien que tuvo una vida digna y humilde, tenía
una tranquilidad espiritual y una comunión constante con el Señor mediante la
oración, una novia celestial preparada para el llamado de Dios.
¡Gloria a Dios para siempre! Su legado es un pueblo cristiano que se ha
cimentado en la creencia de un Todopoderoso, ella ha dejado un tesoro de
enseñanzas sobre constancia y fidelidad en la promesa del Señor, somos el
fruto de su entrega y devoción, la hermandad del Pueblo de Dios recordará
por siempre a la Madre Santa Aidé, la mujer histórica y valiente que
permanecerá por siempre como un sello grabado en nuestros corazones.
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El Último Adiós
La hermandad, en caravana y desfiles de gala, escoltaban su féretro al Panteón
de los Héroes del Pueblo de Dios, el lugar en donde su santa figura
descansaría ya por siempre. Durante la trayectoria una orquesta de salmos
inspirados entonaba alabanzas por el glorioso día de júbilo, un gran número de
fieles la acompañaban al destino, todos llevábamos en las manos un ramo de
flores, que al llegar se entregarían ante su altar, flores como símbolo de una
vida primaveral, una vida llena de florecimiento espiritual.
Al llegar al Panteón de los Héroes se dio la ceremonia de despedida a nuestra
querida Madre, con danzas, alabanzas y profecías se daba el último adiós a la
Anciana principal, allí le dimos nuestro agradecimiento por el tiempo que ha
dedicado a la obra perfecta de nuestro Creador, ella desde su joven edad
perseveró, fue constante y fiel en el camino, creció espiritualmente, se volvió
una madre virtuosa y brillante.
Cada enseñanza y buena obra que realizó durante su caminar le será
recompensado en el Reino eternal, nunca olvidaremos su inmenso amor y
sacrificio. De esta manera se daba el último adiós a la Madre principal, el
hermano Abel, su familia, sus cuidadoras y los más allegados a Santa Aidé
rodeaban su féretro con lágrimas en los ojos.
Así luce un corazón agradecido, con la tristeza de su partida, pero con la
certeza de que su triunfo era un hecho más sublime que los cielos. Solo puedo
decir que el sentimiento esa vez fue algo único, algo que cada creyente no
olvidará jamás, dejábamos allí a nuestra Madre, descansando en paz y
resucitando a la vida eterna.
Ese día me quedé pensando
en todos los momentos
compartidos con Santa Aidé,
la iba a extrañar tanto,
buscaría su presencia en cada
rincón de Santa Ciudad, me
inundaba tal tristeza al saber
que ya no estaría entre
nosotros, sentía el pesar de
que ya no oiría su dulce voz y ya
no recibiría su cálido abrazo, esa vez comprendí que hay personas que nunca
se van por completo, aunque ya no estén con nosotros, siguen abrazadas a
nuestra alma, a nuestro corazón y espíritu.
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Agradecimientos
Mi agradecimiento primeramente a nuestro Dios Todopoderoso, quien en su
infinita benevolencia me iluminó por medio de su Espíritu Santo, el Señor es
mi guía y mi ayuda en todo momento, es gracias a su bendición que presento
ante ustedes este humilde homenaje.
Este libro representa mi amor y eterna gratitud a Santa Aidé, queda plasmado
en estas hojas un símbolo de gratitud y reconocimiento a la Madre principal
de la Congregación Cristiana Pueblo de Dios.
De corazón agradezco al Ungido de Dios, San José, quien siempre me alienta
a escribir, tengo presente sus palabras y enseñanzas como una fuente de
inspiración divina.
Agradezco a hermano Abel y a las hermanas cuidadoras de Santa Aidé, por
brindarme su testimonio y apoyo para la realización de esta ofrenda
Quiero expresar mi gratitud y admiración al Apóstol Ignacio López y a su
compañera, la hermana Catalina Fernández; quienes con paciencia y amor me
brindaron su testimonio, debo resaltar que son valiosos maestros, al llegar
ante ellos encontré un manantial de sabiduría y virtud.
También doy gracias a mi familia, que me impulsaron a realizar este homenaje,
represento sus sentimientos en estas páginas y enaltezco la importancia que
tuvo Santa Aidé en nuestras vidas.
Agradezco a cada uno de ustedes, quienes leen este libro, deseo que cada
palabra escrita llegue a sus corazones y así puedan conocer la historia de
nuestra querida Madre.
Que Dios los bendiga inmensamente.
Alabado sea el Salvador Jesucristo.
Amén.
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Contenido
Prólogo
Introducción
Dios
Amar a Dios
Virtuosa
Santa Aidé
Vida Santa
Compañera de los Santos
Sierva de Dios
Salmos inspirados
Profetisa
Predicaciones de Santa Aidé
Mensajera de Dios
Testimonios sobre la vida de Santa Aidé
Los días junto a Ella
Hermano Abel
Hijas de Santa Aidé
Madre de Amor y Perdón
Su purificación
El día del triunfo
Hasta siempre Madre Querida
El último adiós
Gracias Santa Aidé
Agradecimientos
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