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Una Santa

Perfecta
La Madre del Amor y el
Perdón.
Santa Aidé
A la hermandad de este gran Pueblo de Dios.
En memoria de nuestra querida Madre Santa Aidé.
Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Prólogo
Que la paz y la gracia de nuestro Señor Jesucristo reine en cada corazón.
Tengo el deseo de engrandecer la maravillosa obra de Dios, le doy las gracias
por todo el amor que encuentro en este vivir cristiano. Me presento ante
ustedes queridos hermanos; mi nombre es Yamile Ocampo, soy una joven
creyente en la promesa de Dios.
Este libro presentado ante ustedes es un homenaje a la vida de la Santa Aidé,
una hermana que entregó su vida a Dios y conquistó el corazón de los
llamados con su amor y su buena confirmación.
Soy afortunada, pues, con mi familia tuvimos la gracia de ser encaminados por
esta Madre, la amamos y la consideramos una Santa pura y reluciente. La
Santa Aidé fue mi Madrina espiritual, una fiel tutora que me enseñó el camino
de la verdad, me es necesario dar testimonio de su valor, manifestando así mi
agradecimiento y mi eterno amor a la luz que tanto tiempo me guio en este
camino.
Como hija agradecida y con la ayuda de nuestro Creador, les presento en estas
hojas un homenaje a la vida de nuestra Madre Santa Aidé.
Nace en mi corazón el deseo de contar los pasajes de esta Santa valiente y
entregada, para que de esta manera toda la hermandad del Pueblo de Dios
conozca su trayectoria en este camino y como llegó a convertirse en la Madre
Primera de esta congregación.
En el nombre de Jesucristo, a través de este libro deseo desarrollar desde mi
perspectiva la vida de la hermana Ángela Pérez, que entregó su vida para amar
y servir a nuestro Dios Todopoderoso.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Introducción
¡Gloria a Dios para siempre!
Una madre es un ángel que Dios envía a nuestras vidas, es una luz que con su
brillo ilumina nuestros corazones, es la mano que nos sostiene, la que nos
guía, nos da su amor sincero e incondicional. Para mí, Santa Aidé fue la luz
que me inspiró a crecer en este camino, la que con amor guio a mi familia, nos
dio tantas enseñanzas y vivimos los mejores momentos a su lado.
Como muestra de mi eterna gratitud he realizado este libro, un homenaje a la
histórica mujer que conquistó a la hermandad con su humildad y dedicación a
la obra de Dios. Una Santa Perfecta; la madre del Amor y el Perdón, narra la
vida y la trayectoria de la hermana Ángela Pérez, desde mi perspectiva,
valorizando así sus pasajes, para que de esta manera la hermandad se
introduzca en el principio de los pilares que forjaron este Pueblo de Dios.
El Señor me permitió conocer a Santa Aidé desde mi niñez en esta
congregación, en cercanía a ella iba conociendo cada aspecto de su vida,
siempre la consideré una madre principal, crecí escuchando sus enseñanzas,
maravillada por la sabiduría que Dios le daba, ella sin cansancio vivía
predicando la verdad de Cristo.
Describo en este libro todo lo que conocí de la Santa Madre, cuáles fueron sus
pasajes y como llegó a su ministerio, también he escrito los testimonios de
valiosos hermanos de la Santa Ciudad que amablemente compartieron sus
sentimientos sobre ella y así conocer con mayor certeza cómo fueron los
inicios de nuestra querida Madre.
Santa Aidé fue la compañera que estuvo al lado de cada Ungido de Dios, es
por ello que he realizado un seguimiento sobre los pasajes que han vivido
juntos.
Nuestra Madre fue un instrumento del Señor, como profetisa, diaconisa,
mensajera, en cada ministerio creció notablemente, he escrito así el desarrollo
de sus dones, sus enseñanzas y las buenas obras que realizó durante su vivir y
en las últimas páginas hablaré sobre la despedida que dimos a la bondadosa
matriarca que por largo tiempo iluminó nuestras vidas.
Tal vez no me alcancen las palabras para contar su maravillosa historia, a mi
joven edad solo podría escribir lo poco que sé de ella, pero tengo el inmenso
deseo de que la imagen de Santa Aidé sea reconocida y llegue a cada uno de
ustedes de la forma más pura y sincera en que mi corazón podría describirla.

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Tengo un precioso amor por la historia que tiene nuestra Santa Congregación
y mientras el sublime Hacedor me dé las palabras en inspiración, escribiré
cada amanecer glorioso que a lo largo del tiempo ha resplandecido en el
Pueblo de Dios.
Siempre con el firme deseo de glorificar la magnífica obra de nuestro amado
Padre Celestial, les presento a través de estas humildes páginas mi eterna
gratitud a Santa Aidé.
¡Gloria a nuestro Salvador Jesucristo!

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Dios
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien has enviado.
Juan 17:30
La gloria y la honra sea a nuestro Creador, mis hermanos en Cristo considero
que la mejor manera de comenzar este libro es agradeciendo a nuestro amado
Dios, debo hablarles primeramente sobre Aquel que con amor incomparable
nos ha hecho, ha creado la existencia misma, es el Padre de todo.
Me da tanta paz saber que estamos bajo las alas de su salvación, protegidos y
amados en su vasta misericordia, él es refugio y fortaleza, es una ayuda idónea
en tiempos de angustia, nuestro guardián nunca duerme, Dios jamás
abandona, el supremo omnipresente está con nosotros en todo momento.
Se ha mostrado ante nosotros como una Trinidad Divina: el Padre, el Hijo, y
el Espíritu Santo, único y absoluto, tanto amó al mundo que envío a su hijo
Jesucristo a enseñarnos el camino de la verdad, lo envió a dar su vida para que
seamos dignos de salvación.
Jesús manifestó el maravilloso propósito del Padre, abrió nuestros ojos a la
verdad, se anonadó y se hizo semejante a nosotros, entendió nuestras
debilidades, el Hijo de Dios se hizo hombre para demostrarnos el infinito
amor en el madero de la cruz. Esta congregación lo alaba porque es merecedor
de alabanzas, somos tan afortunados al formar parte del grandioso plan de
Dios, en el objetivo de vivir una vida santa y así poder pasar a la eternidad con
él.
Bueno es Jehová en todo tiempo, todo lo que hace es para bien y todo lo que
permite es necesario, es fiel a quienes esperan en su nombre, el actúa en
nuestras vidas y nos invita a buscar su presencia, como sus hijos debemos
mantener nuestra mirada en él, estar atentos a su voz y dirección.
El Creador es escudo a nuestro alrededor, la ley de Jehová es perfecta, tiene
un poder que convierte el alma, su testimonio es fiel y hace sabio al sencillo, él
cuenta las estrellas del cielo y a cada una llama por su nombre, nos conoce,
nos ha llamado en su camino y se ha mostrado ante nosotros, su palabra nos
edifica y nos guarda en sublime misericordia.
Jehová se manifiesta y de tal manera nos habla diciéndonos que, aunque las
montañas cambien de lugar y las grandes colinas sean sacudidas, su amor leal

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no se apartará de sus hijos y su pacto de paz no será sacudido, así nos dice
Dios.
Por eso hermanos míos, sigamos siempre las huellas de Cristo, busquemos la
sublime guía del Espíritu Santo, porque en todo tiempo Dios es fiel, es
verdadero, cumple su pacto generación tras generación y muestra su amor a
quienes lo aman y obedecen sus mandamientos.
El Señor es quien te cuida, es tu sombra protectora, de día el sol no te hará
daño, ni la luna de noche, el Señor te protegerá de todo mal y bendecirá tu
vida, te cuidará en tu hogar y en el camino, desde ahora y por siempre estará
contigo.
¡Gloria a Dios en las alturas, para siempre!

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Amar a Dios
¡Cuán precioso, oh Dios, es tu amor!
Todo ser humano halla refugio a la sombra de tus alas.
Salmo 36:7.
Queridos lectores, sabemos que el amor de Dios sobrepasa todo
entendimiento, es único e inmenso, conocemos su amor, pues, fue este mismo
amor el que lo llevó a entregar a su hijo Jesucristo en pos de nuestra salvación.
¿Pero, alguna vez se han preguntado si nosotros en verdad lo estamos amando
a Él? Amar a Dios significa consagrar nuestro corazón y nuestra vida a su
palabra, aquel que ama a Dios guardará sus mandamientos.
Amar a Dios se refiere a conectar la mente, el corazón y el alma para hacer
todo aquello que lo haga feliz, de allí que sea el primer y más importante
mandamiento para los cristianos.
En una parte de las Sagradas Escrituras dice que estando Jesús y sus discípulos
predicando en un lugar, se acercaron a ellos los escribas y fariseos.
Acercándose uno de los escribas, que los había oído predicar les preguntó:
¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer
mandamiento de todos es: el Señor es nuestro Dios, y amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas. Este es el principal mandamiento.
Jesucristo también dijo: aquel que ama a Dios guardará sus mandamientos. Es
por ello que explico la importancia de hacer la voluntad de nuestro Padre
Celestial, es así que podemos amarlo siendo devotos a sus enseñanzas. Jesús
dejó está enseñanza en claro, debemos poner al Señor antes de todo, que lo
primero que hagamos en el día sea buscarlo, de esta manera demostramos en
acciones nuestro amor hacia Él.
Cada día es un nuevo comienzo, una nueva oportunidad para amar al Señor,
decide pasar un tiempo con Él y deja que su poder invada tu vida, pues, es tu
vida la dádiva de Dios a ti; lo que tú hagas con ella es tu dádiva a Dios.
El Señor nos ama y fue su amor el que llevo a su Hijo a dar su vida por
nosotros y a sentir los dolores y las debilidades que nosotros sentimos. Ese es
el amor que nos dice, aun cuando nos sentimos indignos de Él: Ven a Mí y
recibe lo que tu alma necesita.

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Decide hablar con Dios, reconócelo en todos tus caminos y el allanará tus
sendas, en la oración puedes depositar en sus manos todas tus preocupaciones
y pensamientos, encomiéndate a su amor incondicional cada día, de esta
manera nuestro Padre Celestial verá tu corazón y corresponderá a tus
peticiones.
El tiempo empleado en propósitos eternos es tiempo que se convierte en
bendiciones diarias, tenemos la promesa de que, si buscamos primeramente al
Señor, el resto de las cosas nos serán añadidas: bendiciones, revelaciones
divinas, sabiduría, discernimiento, progreso y todo aquello que el corazón
puro desea, así como dice la palabra: “Mas buscad primeramente el reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Dicho esto, vuelvo a hacerte una recomendación, estimado lector; Pídele a
Dios un corazón conforme a su voluntad, que te permita ver su amor y su
benevolencia, y así puedas discernir el camino que te conduce a Él.
Al Señor sea la honra, la gloria y la acción de gracias por los siglos de los
siglos, amén.

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Virtuosa
La mujer virtuosa ¿Quién la hallará?;
Ella es mucho más preciosa que las joyas.
Proverbios 31:10.
Nuestro Dios nos ha creado con el propósito de que seamos victoriosos
conforme a su palabra, tanto hombres y mujeres nos entregamos a su
voluntad y somos bendecidos ante su presencia, más quisiera tomar la palabra
en relación a la figura de la mujer cristiana.
Aquella que es Madre, hija, esposa, compañera, tutora, hermana, y quién
puede tomar muchos otros roles ante la sociedad cristiana pero el más valioso
rol que podría tener es la de Adoradora de Cristo, así una persona que tiene al
Señor Jesucristo en su vida se vuelve bendecida y virtuosa, una vestidura
peculiar que solo se presenta en aquellas que tienen a Dios en su corazón.
Su valor no es uno basado en lo que posee sino uno que surge de su interior,
de un corazón lleno del amor de Dios que busca bendecir a los demás con su
comportamiento, con sus buenas palabras. Es conocida por sus buenas obras
y el buen ejemplo que da, está atenta a los necesitados, comparte sus
bendiciones con ellos y se deleita en ayudar a los demás.
Una mujer virtuosa es aquella que sabe que el más noble designio es una vida
junto a Dios.
Santa Aidé era una mujer virtuosa, ella brillaba con una luz especial, tenía un
aura que impartía paz, una hermana cuya belleza espiritual reflejaba un
corazón enamorado del Padre Celestial. ¿Quién la hallará?, su valor sobrepasa
al de las joyas preciosas y cuando abre la boca es solo para hablar sobre el
amor y la misericordia de Dios.
A medida que la conocía descubría en ella cualidades que me hacían sentir una
profunda admiración por su persona y su trayectoria espiritual, su mayor
cualidad era el temor, dice la palabra de Dios: engañosa es la gracia y vana la
hermosura; La mujer que teme a Jehová, esa será alabada.
El temor revela nuestra sujeción y entrega a Cristo, demostrando así que lo
consideramos nuestro único Señor, esta Santa era temerosa, amaba al Creador
y siempre procuró servir cada día a sus hermanos y hermanas, en ella se ceñía
la fuerza y la dignidad, un ejemplo a seguir de entrega y devoción a Cristo.

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Podríamos decir que una persona virtuosa es aquella que hace la voluntad de
Dios, es demostrar amor, paz, benevolencia y confirmación a nuestro
Creador, estas cualidades son nuestros adornos, dedicar la vida al servicio del
Señor nos convierte en una bendición para todo aquel que nos rodea, vivir de
acuerdo a los principios de un Todopoderoso que nos ama infinitamente, en
esto reside la virtud, en reconocer a nuestro Salvador y reflejar en acciones
nuestra gratitud hacia él.
Considero a Santa Aidé como una hermana virtuosa, pues, era una mujer
sabia, prudente y fiel, la fe era su vestidura, dedicaba su fuerza a hacer la
voluntad del Padre, una verdadera Sierva de Dios que nos demostró que no
hay mayor deleite que amar a Aquél que nos amó primero.

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Santa Aidé
Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.
Proverbios 31:29.
Bienaventurado todo aquel que
mediante la palabra de Dios es
edificado y encuentra gozo en la
voluntad del Padre Celestial, y sean
benditos los que encaminan a las
almas hacia la eterna Salvación.
Ella es bienaventurada delante de
Dios y delante de sus hijos, es
bendita entre las mujeres, Santa Aidé
fue una hermana que entregó su vida
al servicio del Señor, se convirtió en
Madre y alcanzó la justa plenitud
espiritual.
Tuve la gracia de conocerla, la gran bendición de poder llamarla Madrina, es
así que mi corazón fue capturado por su bondad y mi alma da gracias a Dios
por la dicha de haber compartido tanto con Santa Aidé.
El tiempo pasa, pero los recuerdos nunca se van, ella ahora está en el cielo,
pero su sonrisa vive en mi mente cada día, sus palabras, sus prédicas y su
hermosa voz aún resuenan en mis pensamientos, si cada vez que la pensara
brotara una flor, entonces, caminaría el resto de mi vida sobre un inmenso
jardín.
La hermana Ángela Pérez; Santa Aidé, fue la Madre Principal de la
Congregación Cristiana Pueblo de Dios, desde su joven edad ella tomó la
decisión de seguir a Cristo y permaneció firme en la unificación, siendo una
fiel servidora de todas las almas. Los años transcurrían y su formación
cristiana tomaba realce en torno a la espiritualidad y la sabiduría; las cuales
adquiría mediante su entrega y devoción al Todopoderoso.
Conforme al paso del tiempo su virtud fue extendida, la hermandad buscaba
su luz y encontraba consuelo en sus palabras. ¿Cómo podría describirla? Toda

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ella es virtud, es enseñanza y consuelo, ella tenía el don de encantar a las


almas, una verdadera Madre que dedicó su vida a velar por sus hijos, a enseñar
el camino que hoy está ante nosotros, como un sendero luminoso trazado por
las huellas de los Santos.
La considero una Santa pura y reluciente, sus huellas quedan plasmadas como
un legado eterno para esta Congregación Cristiana, su recuerdo y su vivir, su
trayectoria y enseñanzas no serán olvidadas, es así como una persona llega en
nuestras vidas para convertirse en una luz, la lumbrera que iluminaba con tal
fuerza que aún después de su partida sigue reflejando nuestras vidas.
Santa Aidé tenía un aura de santidad, una hermana totalmente espiritual que
enseñó el amor a Cristo, que oraba en todo momento, debo decir que su
comunión con el Padre Celestial era perpetua; sin interrupción ni variación, no
es imaginación las palabras que expreso, solamente mi deseo es poder
esclarecer los pasajes de esta Santa y el valor que se ha ganado, pues, ella es
templo sagrado de un sinfín de buenas obras, pienso que Santa Aidé es una
joya, su valor sobrepasa a las piedras preciosas.
Aquellos que la conocieron coincidirán con mis palabras y aquellos que no
tuvieron la oportunidad de hacerlo; confíen en mí sinceridad, pues, de
corazón y buena voluntad les contaré cómo fue la vida de Santa Aidé: una
madre de Amor y Perdón.

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Vida Santa
Así brille vuestra luz delante de los hombres,
para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen
a vuestro Padre que está en los cielos.
Mateo 5:16.
Ella es vida que da vida, ella es la lumbrera, su lámpara nunca estaba apagada y
alumbraba su luz tanto de día como de noche. Saben; siempre creí en la
existencia de ángeles, cuando era pequeña soñaba con ver un ángel alguna vez,
pero cuando crecí olvidé ese sueño inocente, ahora que lo vuelvo a recordar
me doy cuenta que en realidad si logré mi deseo, conocí a un Ángel y compartí
los más hermosos momentos junto a ella.
El nombre de mi Ángel es similar a su insignia; Ángela Pérez: La Madre Santa
Aidé, una hermana que se convirtió en luz para todos los llamados, sus
palabras y su amor hacen ecos de victoria en nuestros corazones.
La Madre tiene una historia
de vida que es admirable y
reconocida en los cielos,
pues, es ella un libro que
narra los pasajes de una
verdadera Sierva de Dios,
les relato los inicios de una
vida que inspira, la
trayectoria de la Reina del
amor y el perdón:
Ángela Pérez – Santa Aidé
1936 - 2021
La hermana Ángela Pérez recibió el sello del Espíritu Santo a los 22 años en
Fontana Argentina, a través de unos humildes hermanos. Su varón el hermano
Hermeleo Chávez recibió el sello del Espíritu Santo y perseveró junto a ella,
fue una hermana fervorosa que se entregó a la unificación cristiana y
peregrinó en la promesa mucho tiempo.
Durante este viaje se dedicó a las buenas obras, trabajaba en el obraje, en las
cosechas, fue muy sufrida, pues, dejó todo para seguir a Cristo sin importar las
duras pruebas que pasó, ella permaneció firme en la Santa unificación. Era

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incansable, servía como cocinera a los hermanos del trabajado, también tenía
que cuidar de sus hijos y ayudar en las cosechas, no descansaba ni un
momento de su labor.
Una hermana de fortaleza y corazón puro, perdió a seis de sus simientes en
aquella peregrinación, el Señor le había manifestado que solo se quedaría con
un hijo que sería su fiel compañero en este vivir cristiano.
En su testimonio contaba el fervor que sentía, a las tres de la mañana la
hermandad se levantaba a orar y a profetizar, el Nuncio José con poder
profetizaba a todos y era un buen maestro que con amor enseñaba la doctrina
y las revelaciones que el Señor iba manifestando.
Llegó al Paraguay en 1963 acompañada del hermano Severiano Estigarribia;
Santo Elías, también de su varón el Hermano Hermeleo y sus hijos; Víctor y
Doroteo Chávez. Se asentaron en la Santa Ciudad y ella comenzó su
ministerio de profetisa y obrera, siempre destacó por ser una persona
espiritual, oraba en todo momento y profetizaba.
Por iluminación divina recibió el nombre espiritual de Santa Aidé, nombrada
por el Espíritu Santo a través del nuncio primero San José, desde esa vez
Santa Aidé fue la Madre primera de este pueblo, y relució su nombramiento
en todo su esplendor, porque fue una madre verdadera que siempre daba
respuesta y aclaración a los llamados, entregada y servidora de todos.
A continuación, les presento el testimonio de la Santa Aidé; sobre el principio
de su vida cristiana, ella lo contaba con fervor, lágrimas y con el corazón
rebozado de la gracia del Espíritu Santo:
¡Gloria a Dios en las alturas para siempre!
Seamos fieles y constantes en la oración y la humillación, luchando
contra la carne, hay que orar y ser constante en los dones que nos ha
dado Dios. Tenemos que orar para aguantar muchas cosas, sin oración
no podremos.
Yo recibí la promesa en Fontana- Ciudad Argentina, a través de unos
humildes hermanos, en himnos y glorias rebosé de la gracia del
Espíritu Santo. A los 22 años recibí el sello, llegué con mi Varón
Hermeleo Chávez, me había escapado de casa para llegar hasta aquí,
desde esa vez me quedé y no volví a ver a mi madre, pero la vi en
sueños muchas veces, los primeros días me quebrantaba lo que hice,
pero deposité en la mano de Dios.

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Mi primer hijo se llamó Daniel, su nombre fue revelado mediante una


profecía en la que también se manifestó que tendría otro hijo y su
nombre espiritual sería Abel, esa profecía se cumplió.
Dios avisa, recuerdo que estando en un obraje, había un hermano
visionario llamado Lorenzo, este me dijo; Se revela que solo un hijo
permanecerá a tu lado y los otros subirán, solo uno quedará y será fiel a
tu lado en el camino de Dios. Esto también se cumplió, yo tuve seis
hijos; Daniel, Abel, Celia, Víctor, luego otros que perdí durante ese
tiempo, todos partieron y solo quedó Abel.
Yo he sido constante en los dones, durante la peregrinación muchas
cosas pasé, pero no sentí, porque tenía el primer amor en Dios, antes
con las hermanas nos dedicábamos a las buenas obras, de madrugada
ya estábamos en pie orando, también como cocineras cocinábamos
para el pueblo en grandes tachos, nos dedicábamos a la lavandería, y
nada de ese trabajo nos era pesado más solo cantábamos himnos y nos
alegrábamos.
Recuerdo que buscábamos lugares para lavar la ropa, en charcos o
pequeñas lagunas, había un tiempo en que yo no tenía que vestir más
que solo lo que llevaba puesto, pero eso no me importaba, yo estaba en
mi primer amor, ni si dormía en el campo, ni si andaba descalza, ni el
frío del invierno, nada de eso sentí gracias a la oración.
Muchos años fuimos peregrinos, en los bosques, haciendo obrajes y
cosechas, a veces no teníamos tiempo y continuábamos nuestras
labores hasta la noche, cuando llegué yo era muy inocente y no
entendía nada, luego de escuchar la voz de Dios y las prédicas de los
hermanos y hermanas comencé a rebosar, a profetizar, yo era obrera y
en profecías descubría muchas verdades, el Nuncio José me alentaba y
quería saber que decía Dios por mi intermedio.
Así fue, dormíamos bajo árboles luego cada uno íbamos teniendo ya
chocitas. A veces solo teníamos miel para tomar pues en algunos
lugares era difícil encontrar provistas, los hermanos salían a cazar y con
suerte traían animales.
Predicando y orando en todo momento, fuimos constantes, en
alabanzas rebozando hasta por las noches, orábamos todos juntos en la
hora Palestina.
Pasaron los años hasta que un día se anunció que vendríamos a
Paraguay, se prepararon los hermanos y hermanas en grupos para

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venir, yo vine con el Hermano Severiano Estigarribia junto con mis


hijos Abel y Víctor, este lugar era un bosque, era un desierto y ahora
todo es muy diferente a lo que fue antes, de todos los lugares se llegaba,
en el centro del lugar se realizaban demostraciones sencillas de danza
para enaltecer la obra de Dios, el Nuncio José recibía y predicaba a
muchas personas, también salía en mensajes.
Yo hacía buenas obras y cocinaba todos los días, mi ayuda era la
oración y la constancia en los dones, llegó un día en que el Nuncio José
me dijo; ¡Gloria a Dios! Tu cuidarás a las almas, de ahora en más; darás
preeminencia a cuidar y predicar a cada alma y serás una Madre.
Esa vez di mi juramento de ser la encargada espiritual de cada alma,
tome con sensatez mi vida sirviendo a Cristo, recuerdo que recorría la
Santa Ciudad predicando y profetizando a todos, haciendo oración en
cada hogar, me adentre profundamente en lo espiritual, aquí estaba
como madre acompañando a los hermanos mayores; José, Lucas, Elías
y a los evangelistas.
Así pasaron los tiempos, luego partió el Nuncio José; todo el Pueblo
estaba sorprendido y triste por la partida de nuestro Padre, en llantos lo
despedimos, no sabíamos cómo afrontar ese momento, la gracia de
Dios me envolvió esa vez; es así que tres días después de que San José
partió yo lo volví a ver, he visto que resucitó y salió del sepulcro, venía
caminando hacia mí, su voz se hizo presente y me habló sobre la gloria
de Dios, me enseñó a cómo llevar mi vida cristiana, recuerdo cada
palabra que me dijo, me dio instrucciones de cómo cuidarme del
enemigo tentador.
Su gran consejo para mí fue ser constante en la oración, en la
humillación, ser capaz de soportar y sobrellevar la carga, sin variar mi
fe, siendo perseverante en los dones espirituales, así lo cumplí, fui
humillada, sujeta y prudente.
Les digo que la oración es la clave de todo, en cualquier sitio, en todo
momento orar, eso nos libra del mal, es muy importante también el
concilio y el consejo para confesar lo que sentimos liberándonos así de
toda atadura y quebranto que trae el enemigo a nuestra vida.
Luego de que San José acudió al llamado del cielo, el Señor designó a
Mariano Bobadilla como Padre de este pueblo, el profeta clamo su
nombre en júbilo y gozo; Santo Lucas guía del rebaño de Dios.

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En esos años había muchos llamados, luego llegó una prueba para el
pueblo, todo eso soportamos con oración y se fue apartando todos los
malos propósitos del enemigo.
Así la congregación fue progresando, después de mucho sufrimiento y
una larga peregrinación, Dios nos fundamentó en la fe y nos situó en
una ciudad que ahora es una maravilla, hoy ya estamos gozando todos
como hermanos buscando nuestra salvación eterna, esto es la promesa
y la gracia del Señor, de todo esto doy testimonio.
¡Viva el Salvador Jesucristo! Que Dios los bendiga.
Amén.
Es admirable el pasaje de Santa Aidé, soy testigo de que ella vivió para Cristo,
a pesar de su condición no vidente era fiel y constante en su ministerio,
llegando a ser una Santa cristalina sin manchas ni pecados, ejemplo y luz para
todos nosotros. Soy afortunada, conocí a la Santa Aidé, mis hermanos y yo
somos ahijados de esta Madre Santa, es por eso que conocemos su pasaje y
damos fiel testimonio de su vivir.
¡Gloria a Dios para siempre!

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Compañera de los Santos


Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo
quien los llamó; pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy santo».
1 Pedro 1:15-16
Ella estuvo en el origen y el origen con ella fue, vio el principio de un Pueblo
que hoy es reconocido en todas las naciones, lo que antes era solo una
promesa ahora es una gran realidad, Santa Aidé fiel compañera del varón,
ordenada y sujeta acompañó a cada Ungido.
Debo denotar a cada instante mi admiración hacia esta Santa valiente que
permaneció heme aquí en la unificación cristiana desde que recibió el sello del
Espíritu Santo hasta que encomendó su alma al Señor, pasaron cinco Ungidos
señalados por Dios para encabezar esta ciudad de Cristo, con todos ellos
permaneció, en cada tiempo ella estaba apacentando a las ovejas, ayudando al
pastor a guiar el rebaño, estuvo en la Fe, la Paciencia, la Justicia, la Libertad,
en la gloriosa Perfección y con toda mi alma sé que está ahora en el tiempo de
la Pureza.

Leonor Paredes - Ungido de Dios Mariano Bobadilla - Ungido de Dios Severiano Estigarribia - Ungido de Dios
1940 -1970 1970 -1991 1991 - 1995

Cuando Dios la llamo en su camino, le anunció que ella sería luz y guía para
todos los llamados, recuerdo las tardes en que nos predicaba sobre su vida con
el Señor, su semblante cambiaba en una mezcla de nostalgia y alegría, su

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

mente viajaba en aquellos tiempos memorables y explayaba sus sentimientos


con delicadeza, contaba cada detalle con el más puro fervor en su corazón.
Santa Aidé llegó a la promesa siendo una joven, en Argentina conoció al
Nuncio José quien le predico la verdad de Jesucristo y le enseñó el buen
camino hacia el propósito de Dios, ella dedicó su vida a la unificación, fue una
primitiva que soportó todo por la fe y la creencia en la sana doctrina.
Con el paso del tiempo fue adquiriendo sabiduría y creció en los dones
espirituales, llegando a ser Madre de la congregación elegida mediante
revelación divina del Nuncio primero.
Cuando sucedió la partida de San José en el año 1970, el Espíritu Santo señaló
a un hermano humilde y valiente para encabezar esta congregación, es así que
ella confirmó a Santo Lucas y lo acompañó en el ministerio que el Señor le
había encomendado. Acompañó y cuido espiritualmente a las almas, resistió
las persecuciones que extendía el tentador, tuvo fe en la adversidad, tuvo
esperanza en que Dios todo lo puede, todas esas pruebas se desvanecieron y el
Pueblo Santo fue libre para alabar la obra de Dios.
En el año 1991 el hermano Severiano Estigarribia asumió el ministerio de
Anciano Principal de la congregación, su nombre espiritual fue Elías, nuestra
Madre también lo acompaño en su ministerio, ella contaba que en esos años el
pueblo progresó y las duras pruebas cesaron, la hermandad se dedicaba a las
buenas obras y a la práctica de los trabajos espirituales.

Andrés Fretes – Ungido de Dios Epifanio Aguirre – Ungido de Dios


1995 - 2011 2011 - 2021

En cada prédica Madre Aidé nos enseñaba la importancia de confirmar al


Pastor que Dios coloca como guía de su rebaño, todos en su ministerio fueron
perfectos, fieles maestros que dedicaron su vida a velar por los llamados de
Dios, que renunciaron a todo y decidieron seguir esta noble causa.

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La Santa Aidé siempre confirmó y respetó la obra de Dios a través de cada


Ungido, más que una compañera fue una Madre que se preocupaba y servía de
corazón a estos entregados hermanos.
Otro ministerio que acompañó fue al hermano Andrés Fretes, que en el año
1995 fue constituido por el Espíritu Santo como San Juan, allí de igual manera
estuvo Santa Aidé, perseverante en la oración, siendo constante en los dones
que el Señor le había dado, apacentaba a los llamados dando instrucciones de
salvación, muchos hermanos y hermanas sentían por ella el consuelo y la
enseñanza para sus almas, se convirtió en un gran pilar de este pueblo, un
verdadero ejemplo de fidelidad en el camino de Dios.
En marzo del 2011 San Juan acudió al llamado de Dios y comenzaba el
ministerio de nuestro Padre San Pedro, varón fundamentado en la sana
doctrina, elegido por el Espíritu Santo como Pastor de nuestra alma. En el
tiempo de perfección Santa Aidé relució su llamamiento en todo su esplendor,
por petición del Ungido se dedicó a ser Madre mensajera llevando mensajes a
todas las congregaciones del país y del extranjero, conquistando el corazón de
cientos de llamados en diferentes ciudades, de esta manera su virtud fue aún
más extendida y todo el Pueblo de Dios la reconoció y aceptó como templo
del Espíritu Santo. ¡Gloria a Dios en las alturas!
Ella confirmaba a San Pedro, puedo dar testimonio de ese aprecio y respeto
que siempre le demostró, pues desde niño lo conoció y sabía el valor que
tenía, fue su madre, la que lo vio crecer y cimentarse en la fe, ella lo amaba
como a un hijo, si San Pedro se encontraba en la Santa Ciudad ella se
preparaba con el primer bostezo del sol para ir a saludarlo. Recuerdo que
preparaba una ofrenda cargada con los más dulces caramelos y una canasta
con panes que ella con amor cocinaba, se hacía llegar a la Casa Real
acompañada de sus cuidadoras y allí le entregaba al Padre su dulce ofrenda,
San Pedro recibía con cariño y gratitud el regalo, esas imágenes son postales
que quedan grabadas en mi memoria como el retrato de una inmensa alegría.
Con este ministerio Santa Aidé cumplió su misión, en octubre del 2021 ella
encomendó su alma a los cielos de Dios, dos meses después, en diciembre el

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Ungido San Pedro también acudía al llamado del Señor. Los máximos pilares
de la congregación ascendieron al cielo casi en el mismo periodo de tiempo.

La obra de nuestro Creador es misteriosa y majestuosa, Dios obra de maneras


que no imaginamos, así como dicen las escrituras; Los caminos de Dios son
misteriosos como la senda del viento, o como la forma en que el espíritu
humano se infunde en el cuerpo del niño aún en el vientre de su madre. Así
como no sabemos por dónde va el viento ni como se forma el alma de un
niño en el vientre de su madre, tampoco sabemos nada de lo que hace Dios,
Creador de todas las cosas.
Ahora estamos en la nueva era cristiana, el Señor nuestro amado Creador ha
señalado mediante su Espíritu Santo a un hombre constituido en la fe, un
valiente hermano queSanta
ha Aidé y San Pedro – Pascua 2019
dedicado su vida a hacer la voluntad del Padre, su
nombre es el origen de esta congregación; es Santo José el pastor que
apacentará el rebaño de Dios.
Tengo la certeza de que todos los Santos acompañan a San José en su
ministerio de la Pureza, el favor de Cristo yace en su corazón, la sabiduría y el
árbol del conocimiento viven en él, con este Ungido seguiremos triunfantes.
¡Viva el Salvador Jesucristo!
¡Gloria a Dios en las alturas!

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Sierva de Dios
Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre
mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.”
Mateo 25:21
Ser siervos de Dios es algo realmente sublime, es consagrar nuestro corazón a
su amor incondicional y acudir a las alas de su salvación, fuera de Dios nada es
seguro en esta vida, todo perece, todo acaba, todo tiene un punto de
caducidad, pero en Cristo se renuevan las esperanzas, la vida es prospera y el
Espíritu Santo nuestro fiel escudo nos protege de las asechanzas del enemigo.
En las escrituras hay un pasaje que me conmueve, es cuando el ángel visita a
María la madre de Jesús:
«Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a
tu palabra.» (Lucas 1:38). Aquí María dice por si misma sierva del Señor,
completamente sometida a su Dios, esto habla de la condición de su corazón.
Ella llegó a comprender y anonadarse en la creencia de un Todopoderoso,
pero ¿Cómo podemos llegar a ser como María? ¿Qué características tiene un
corazón dispuesto a servir a Dios?
Para responder a mi pregunta solo tengo que recordar a una luz, a la que fue el
vivo ejemplo de la devoción a Cristo, tenemos a Santa Aidé como constancia
de un corazón enamorado del Padre Celestial.
Ella se caracterizaba por la humildad, una hermana que se rendía ante su
Señor y le entregaba sus debilidades y temores, que servía a cada hermano y
hermana sin importar edad ni condición, era amable y ocupaba los dones con
prudencia y responsabilidad. La humildad es entender que Dios es dueño de
nuestras vidas, que fuera de Él nada somos, la humildad es una actitud, es un
rasgo del corazón.
Otra característica que tuvo Santa Aidé como Sierva de Dios era la forma
misma en que servía, pues cada cosa que hagamos procuremos de hacerlo de
buena voluntad, como para Dios y no para los hombres, es decir, que ella
servía sin cuestionamientos, de buena voluntad, con el deseo de ayudar, con la

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

intención de hacer un cambio con sus actos diarios, y cada acto significaba
agradar mucho más al Señor.
Tener el corazón de Sierva que tuvo ella, es asumir cada tarea con una actitud
dispuesta a ayudar al prójimo, es hacerlo de manera que, a través de cada acto,
sea grande o pequeño, otros puedan ver a Dios.
Todos los cristianos somos llamados a ser siervos de Dios, el Señor nos liberó
del pecado y nos llamó a ser sus siervos. Es decir; nos hizo libres, pero no
para usar nuestra libertad como pretexto para hacer lo malo, sino para ser luz
a aquellos que aún viven presas de la oscuridad.
Muchos apóstoles se refieren a ellos mismos como siervos, una palabra que
describe una total sujeción y devoción al Señor Jesucristo, podemos ser
sujetos en obediencia, viviendo de acuerdo a los principios de un Ser que nos
ama infinitamente, haciendo su voluntad y conscientemente alejarnos de
intereses contrarios a la vida que Él nos ofrece.
Servir es un llamamiento
sublime, pues no se trata
de algo que hacemos por
Dios, sino que es algo que
Dios hace a través de
nosotros.
Este es un principio que
siempre tenemos que
tener en mente; Somos
instrumentos del Señor, la
sal del mundo, la luz en la
oscuridad, en algún
momento seremos como el buen pastor que encamina a la oveja a volver al
rebaño, llamados para servir y hay muchas maneras de hacerlo, podemos
servir de muchas formas a nuestros hermanos y hermanas, reflejar al Señor
por medio de nuestras acciones y enseñar el camino a la salvación eterna.
¡Gloria a Dios en las alturas!

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Salmos inspirados en Santa Aidé


Letanías de corazones enamorados del Padre Celestial, coros celestes, letras
pintadas en hoja y papel que engrandecen la obra del Altísimo Creador.
Son alabanzas, inspiraciones divinas que a su ritmo y sinfonía capturan la
esencia de nuestros sentimientos, a través de los salmos podemos oír la
palabra de Dios y estar conectados a la estación de su amor.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Joya Blanca
Hoy vengo a cantar,
aju asapukái este alegre chámame
Arumi che mborayhu, la gracia y
la virtud a mi Madre Santa Aidé
Tu alma siempre generosa
Has nacido en la pureza
Joya Blanca nde ha’e
Compañera de los Santos primiciando
la promesa junto a aquel varón José

Vengo zapateando y danzando


Arumi este mi canto a alegrar tu corazón
Ehendu che sapukái
Jerokype ro aloa ndéve che symi porã
Eres la guaina de oro refinado
Eres principio de este pueblo amado
Vengan vamos a bailar
A bailar este chámame que se escuche el sapukái
A bailar este chámame que se escuche el sapukái

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Che Symi
Ñandejara che mbou ko este día nde rendápe
Agueruvo este mi verso nde rokēmē che Symi
Aipota rehendumi lo que repica en mi mente
Porque tú eres la fuente que está llena de amor

Nda topai en otra parte ndeichagua iñaranduva


La paciencia y la bonanza nde pype henyhete
Ñandejara nde mõi como madre superiora
Receñi haguã corona en su reino amo yvate

Hoy te auguro bendición y las flores más hermosas


Y las estrellas del cielo te sonríen che symi
Te entrego mi maitei en este día tan glorioso
Y con salmos melodiosos aguyje ndeve che sy

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Rohechaga’u che Sy
Aiko aguata ndeve roheka,
ndorohechavei pende rovami
Rohechaga’u che Symi porã,
ndembojojaha ndorotopavei
kuñatãi porã ijoheipyre, ijoheipyre

Ha de los cielos remaña orerehe


Y en mi sonrisa peina siempre reikove
Ha ahendupaicha che keguype nde ñe’e
Pe orave peē mita peho hese

Ko’ãga reguata yvoty rapere


Pende sai puku yvyture oveve
Che atu ajerure nemandu’a mi cherehe che Sy
Yvaga ru'ãgui che rovasami

Ha emimbipa en dulces fulgores Santa Aidé


Guardo tu nombre en mi corazón mbyte
Y en mil poesías ndeve romoñe’ēse
Viva por siempre tu victoria amo yvagapeve.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Oda a los primitivos


Hoy brindo un homenaje a primitivos valientes de este Pueblo de Dios
Pues, sus vidas entregaron, han sufrido, han llorado por la redención
Canto a los peregrinantes que hicieron posible nuestra heredad
Guiados por la voz del Padre surcaron caminos a la libertad

Son los pilares de este pueblo que cargaron esa cruz


Soportando dolor y guerras en el nombre de Jesús
Hoy este Pueblo se levanta alabando su virtud
Pues su legado está sellado en cada espacio de este gran Pueblo de Dios

Aquel primero de junio entre lloro y gozo se llegó al destino


Y el Primer Nuncio ya reluciente abría caminos
Ante un sueño que se vuelve realidad
Ante una vida dedicada a Jehová

El sacrificio de tantos años ha dado frutos


Santa Ciudad llena de belleza ahora alberga a miles
Pues su legado permanece en la memoria
En la historia de esta inmensa Santidad.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Yvoty Porã
Purahei rorype romoñe'ēmita che Symi porã
Aiko aguata nde pyri aha rohechaguive
Pende rekove hy’ãkuã asyva yvoty ryãkuãicha
Ha che ku mitãicha nde ykere ahasegui ropuraheimi

Yvoty Porã peicha rombohéra ko che puraheipe


Ymaiteguivegui reikó rembyatyva ovecha Mimi
Lucero mimbi nde róga rokēme tohesapemi
Ha upe Ñandejara i mborayhu mime tande ñoami

Donde encontraré otra como tu Madre Adorada


Del cielo sagrada Tupã Ñandejara ndembou va’ekue
Te damos las gracias por todo tu esfuerzo y tú entregamiento
Si nde rereko la gracia divina la pureza más fina upe nde rekovepe

Tupãme ajerure que te dé larga vida y la eterna dicha de felicidad


Esbozo de calma llena el alma mía al darte las gracias Yvoty Porã.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Madre virtuosa
Madre mensajera, mujer virtuosa
Eres joya preciosa del Pueblo de Dios
En tu corazón yace manantial de vida
Eres poesía del más noble autor
Tus huellas son rosarios de oración eterna
Regalo del cielo fue tu caminar
En este altar valoro tu vida, madre diaconisa de la Santidad.

Fulgurantes fueron los días a tu lado


Tanto has enseñado a la hermandad
Dádiva celeste es tu gran legado
Cual templo sagrado aquí quedará
Gracias Santa Aidé, fiel y decorosa
Cual reluciente rosa en mi corazón vivirás
Gracias Santa Aidé, reina virtuosa
has llegado triunfante al reino de Dios.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Profetisa
Ciertamente la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que
cualquier espada de dos filos, accede a lo más profundo del alma y del espíritu,
hasta la medula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del
corazón.
Hebreos 4:1
Porque no hará nada Jehová nuestro Señor sin antes hablar por intermedio de
sus siervos los Profetas, estos son los que anuncian las buenas nuevas del
Señor, el Espíritu Santo es con ellos y tiene morada en sus corazones.
Debo hablarles sobre una Profetisa que Dios eligió, preparó y fundamentó,
volviéndola una hermana portadora del discernimiento y la sabiduría
espiritual. Santa Aidé fue una Profetisa de Dios, ella fue constante en su don,
desde su joven edad ejerció este ministerio profetizando de día y noche a toda
alma que necesitaba la palabra del Señor en su vida.
Ella estaba vestida de oración es por ello que tenía la capacidad de revelar la
verdad de Cristo mediante sus profecías, la Madre podía leer nuestras mentes
con tan solo posar sus manos sobre nuestra cabeza, decía la carta de Dios con
sinceridad, exhortaba si era necesario, enseñaba con delicadeza la doctrina
verdadera.
Cuando profetizaba lo hacía con sabiduría, era impresionante la forma en la
que el Creador se manifestaba en ella, pues, tenía el don de escudriñar el
corazón de los llamados como si pudiese ver nuestros pensamientos en la
palma de su mano, con amor instruía a las almas y dictaba las palabras
sagradas que son los mensajes que llegaban del cielo.
Dios por su intermedio perfeccionó a la hermandad, ella exigía los trabajos
espirituales; el ayuno, la vigilia y por sobre todo la oración, como medios de
purificación para una mejor comunión con el Cristo.
Exhortaba a la pereza y al viejo hombre, enseñando a que debemos ser
renovados renunciando a nuestra vida antigua y de esta manera ser liberados
de nuestras cargas y nacer como nuevas criaturas.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Mis hermanos; Dios se manifiesta, Dios vive, Dios nos habla por medio de su
instrumento, desde la antigüedad Él se ha comunicado con nosotros por
medio de sus profetas y aún en la actualidad los profetas vivientes siguen
enseñándonos sobre la verdad de Jesucristo.
Nuestro Creador está con nosotros, nuestro Guardián no duerme, Él quiere
que superemos cada desafío, cada prueba y no deja que lo hagamos solos, sino
que nos envía una ayuda, nos hace oír su voz y lo escuchamos, en cada
prédica oímos la voz de Dios llamándonos a ser salvos.
Cuantos habrán escuchado una prédica y han dicho “es como si fuera que me
estaba hablando a mí” “Cada palabra que dijo el profeta era para mí”.
Es que no habrá algún hermano que pueda decirme que nunca se ha
identificado con la profecía de algún evangelista o de alguna profetisa, yo en
particular puedo dar testimonio de cada prédica y profecía que escuché por
intermedio de Santa Aidé, ella me sanaba el alma, era mi consuelo y mi
verdad, sus palabras fueron el pilar espiritual de mi familia.
La profecía era algo sagrado en ella, cada manifestación que recibimos por su
intermedio se cumplió y hasta ahora se sigue cumpliendo, cada palabra ejecutó
una importante misión en nuestro caminar cristiano, ella era fuente de
consuelo y guía, nos dio instrucciones, aliento, esperanza y certeza de que esta
vida con Cristo es verdadera.
Recuerdo que meses antes de que ella partiera nos profetizó que tomemos
mayor fuerza espiritual y sin que nosotros nos diéramos cuenta nos había
advertido sobre su partida de esta tierra, no olvido sus palabras "Prepárense
en oración y trabajos espirituales, porque sentimientos están llegando. Dios
recogerá de entre vosotros a quien ustedes más aman"
Esa manifestación nos preocupó y comenzamos a reforzar nuestra
espiritualidad, pero no imaginamos que hablaba de ella misma, ni se cruzó por
nuestras mentes su partida, unas semanas después su enfermedad se agravó,
en todo momento procuramos de estar a su lado, la acompañamos en ese
tiempo difícil, y luego de algunos meses se cumplió la manifestación; El Señor
le dio el descanso eterno a nuestra querida Madre.
Ella hasta sus últimos días profetizó, que misterios envolvían su comunión
con el Espíritu Santo, que hermana más creyente y fiel, su entorno estaba
vestido de oración, nunca varió su confirmación, una mujer virtuosa que
triunfó y dejó una profunda huella en nuestras vidas.
Que fortuna fue para nosotros coincidir en el tiempo de esta Santa vidente,
que todo comprendía, que en su amor por el alma nos tendió la mano, nos

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

recibió en su hogar y nos sentó en su mesa, gozamos con ella, recibimos el


más puro candor que una madre da a sus hijos.
Ahora que se ha ido buscamos su rostro al llegar a Santa Ciudad y
encontramos su cálida sonrisa en un Padre que va triunfando al igual que lo
hizo ella, nuestros corazones hallan una parte de Santa Aidé en nuestro
Ungido José, él tiene abundante conocimiento en las cosas celestiales, siempre
nos alienta con su prédica y enseñanzas.
Dios siempre tendrá una palabra de aliento para sus llamados, nos habla a
través de fervorosos hermanos y hermanas, Él está atento a su pueblo amado,
así que les aliento a buscar su voz, Dios está aquí, solo deben aprender a
escucharlo con la fe de su corazón.
¡Alabado sea el Salvador Jesucristo!

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Predicaciones de Santa Aidé


La oración:
En la presencia de Dios.
En el nombre de nuestro Salvador Jesucristo.
Todos sabemos que tenemos que orar y clamar, debemos mantener una
constante oración, hacer ayuno y vigilia.
Dios nos llama para el Reino de los Cielos, entonces es necesario hacer todos
estos trabajos, solo falta preparación a cada uno, prepararse y aprovechar el
tiempo, ocupar los dones, predicar y hacer el bien, haz el bien y la buena obra
para que se aparte el mal, todos debemos procurar de hacer el bien y orar, no
hay que descuidar la oración.
Cuando tienen tiempo, arrodíllense a orar y clamarle a Dios por todas nuestras
almas, tienen que tener esa decisión de salvarse, aquí en la tierra tenemos que
hacer, comenzar desde hoy.
Yo tuve primer amor a pesar de todo, con el primer amor yo entré en la
puerta, fui constante en la oración, en los dones y en la humillación, hice
muchas cosas, cocinaba y lavaba la ropa de los hermanos, me levantaba
temprano a profetizar y predicar, no descansaba ni un rato, hice lo que es
necesario hacer durante nuestro vivir.
En vida tenemos que hacer la voluntad de Dios, no caigan en la pereza, el
cuerpo es perezoso para orar, pero debemos hacer un esfuerzo, por las noches
deben arrodillarse largos ratos y tener una buena oración, clamando por tu
alma y por tu prójimo.
La oración es lo más importante, no miremos por las obras de los demás, no
murmuremos por nadie, mantengamos la vista al frente, procurando de
cumplir los mandamientos, y aquellos que no cumplen van a rendir cuentas
ante Dios, pero nosotros prediquemos a cada uno la verdad y lo que Dios ha
puesto como mandamientos.
No escuchemos a la tentación y defendamos el derecho de Dios, con la
constancia, la perseverancia y la humillación, esto es lo que cuenta, tenemos

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

que ser constantes para alcanzar, para ganar con Dios, con esfuerzo y larga
oración, estos son los sacrificios para poder ganar.
A profetizar, a predicar, los profetas y profetisas usen su don dice Dios, yo fui
constante en estos dones, como obrera y profetisa, temprano me levantaba a
golpear las puertas, a profetizar y trabajar por la salvación, entonces les digo
que solo falta esfuerzo, sin murmurar ni medir a nadie, nosotros procuremos
de hacer la voluntad de Dios, siendo prudentes, sencillos y humildes,
alcanzarán el Reino de los Cielos si se deciden para Dios.
Gloria a Dios para siempre.
Amén.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

El nacimiento espiritual
¡Gloria a Dios!
¡Gracias mi Señor!
¡Gloria al Hijo del Dios Viviente!
Soy buen Amigo en la hora de necesidad, hay que golpear las puertas para ver
días buenos, alza tu cruz y sígueme está diciendo Dios en esta hora.
Confirmemos la obra de Dios, cada uno analice su juramento con Dios, algún
día tienen que partir de esta tierra y esto hay que analizar. Preparen su
corazón, busquen un buen nacimiento espiritual, porque dice el Señor; El que
nace como un niño heredará el Reino de los Cielos, siempre habla Dios.
Por esto analicen su juramento y busquen por sobre todo un nacimiento
espiritual, no miren por las obras ajenas y procuren confirmar al Hijo de Dios,
vamos a seguir en el camino confirmando la obra del Creador.
Sean sinceros y practiquen los trabajos espirituales, no saben lo que está
viniendo sobre la tierra, muchas cosas están viniendo, por esto el Señor está
requiriendo; Prepárense, hagan ayuno, vigilia, ocupen los dones y analicen
cada cosa en la obra de Dios.
Sepan que lo más importante es confirmar al Ungido, que viene contra la
carne, porque el cuerpo es perezoso y dudoso, es malicioso y carnal. Hay que
procurar y resistir a este mundo, con humillación se gana la batalla, así como
dice Dios; Los humillados serán grandes en el Cielo.
¡Gloria a Dios para siempre! Analicen su vida cada uno; ¿están haciendo la
obra de Dios?, ¿se están preparando?, porque llega el fin de todas las cosas.
Perdónense unos a otros, el perdón es lo que cuenta, procuren el perdón.
¡Gloria a Dios para siempre! Prepárense con oración y humillación,
predicando, profetizando, no murmurando, no medir ni juzgar a su prójimo,
el compromiso es con Dios, todos tenemos este compromiso, procúrense y
no piensen en las cosas de la tierra, más solo digan: Gracias mi Dios, dame
vida, dame fuerza, dame aliento.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Hay que tener en cuenta la obra de Dios, porque el avisa a cada uno en
sueños, en profecías, así que prepárate hijo mío, hija mía, hagan la voluntad de
Dios, esfuércense cada uno y toda la buena obra que hacen en esta unificación
es ganancia de Dios.
Procuren la espiritualidad y lo más importante es confirmar al Hijo de Dios,
que es la inteligencia del Señor, no sean imponentes, la carne no piensa en que
nuestra carrera puede terminar en cualquier momento, ahora están sanos y
caminan, pero hay sustos que pueden llegar sin darnos cuenta, a muchos les
llegarán sustos si siguen viviendo a su condición, si siguen murmurando y
juzgando, esto es serio, el Señor manifiesta lo que sucederá.
Dios avisa a cada uno; Despierten aquellos que están durmiendo y miren a
donde hay días buenos, confíen en la inteligencia de Dios.
Estas manifestaciones y mensajes traigo a ustedes en esta hora presente
gracias al Señor Jesucristo.
Amén.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Sobre el perdón
¡Viva nuestro Salvador Jesucristo!
Hermanos y hermanas tenemos que perdonarnos unos a otros, el perdón tiene
peso y es muy importante. Dios me ha dicho que predique el perdón a sus
llamados, Dios me encomendó enseñar el perdón.
A la carne le cuesta mucho perdonar al prójimo, es cierto que hay personas
que nos dan lucha, que nos quebrantan, pero debemos sobrellevar, ni los
dedos en nuestras manos son iguales unos a otros, todos tenemos algunas
diferencias y por eso solo hay que llevar paciencia.
Yo también pasé por pruebas, antes había personas que me quebrantaban, que
me hacían mal, y por eso me venía la ira, pensamientos de la carne que no
quiere dejar pasar la ofensa que nos hacen los demás, pero luego me di cuenta
de que no tiene que ser así, nuestro Señor Jesucristo perdonó al que le dio la
muerte.
Tras analizar eso, le comencé a pedir a Dios su ayuda, le pedía que me enseñe
a perdonar, al principio me costó mucho, pero luego entendí la importancia,
hay que perdonar al prójimo si falla con nosotros, sobrellevar estos puntos
nos santifica. No seamos como la mula, terca y que no quiere perder, a ese
tenemos que domar y frenar, las cosas buenas tenemos que decir, pero las
cosas malas solo debemos llevar con prudencia, presentando a donde
corresponde y dejándolo a las manos de Dios.
La carne es prepotente, no quiere entregarse del todo, solo a medias, hay que
decidirse para el bien, para vencer este mundo y su vanidad, todo lo que se ve
en la tierra es vanidad y se quemará, hasta el hombre es vanidad, así que hagan
un esfuerzo, yo aguanté muchos años y luego Dios me enseñó a perdonar,
solo ahí me sentí liberada.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Con mi rodilla, mi esfuerzo, mis plegarias, mi humillación delante del Señor,


así gané la batalla, así nací en el perdón.
Nuestro cuerpo no quiere perder, hay que perder las malas costumbres,
debemos entregarnos a Dios de corazón, no podemos escondernos de Él, lo
vemos y escuchamos, en profecías, en sueños, hasta alguien desconocido
puede soñarte y leer todo aquello que tu mente piensa.
Así que luchemos contra la carne, por nosotros tenemos el mal, amanecemos
así, pero eso hay que rechazar, orando a primera hora del día, cumpliendo así
con la Palestina, comenzando el día con una buena oración, con la práctica de
los dones, predicando y profetizando desde el saludo, así tenemos bendición,
no hay imposible para Dios, todo es posible, aparenta imposible, pero hagan
el esfuerzo, clamen a los cielos constantemente, el Señor da ayuda, esfuérzate
y se valiente. Así dice el Señor.
¡Gracias mi Dios!
Amén.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Mensajera de Dios
He aquí, Yo envío a Mi mensajero;
el cuál preparará el camino antes de Mi.
Malaquías 3:1
Antes de ascender al cielo Jesús dijo a sus seguidores: Vayan y hagan
discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo.
La palabra es puesta en obra por los mensajeros, creo fielmente que estos son
los enviados de Dios para predicar la verdad a toda criatura. Santa Aidé ha
resaltado como mensajera, una hermana valiente que se dedicó a llevar
mensajes a cada congregación y casa de oración del país y del extranjero,
acompañada de su hijo Abel y junto con una comitiva de predicadores y
evangelistas Santa Aidé llegaba a las congregaciones llevando mensajes de
aliento y fortaleza.
Ella se interesaba por la edificación espiritual de cada llamado, siendo
reconocida por su rectitud en hacer cumplir los trabajos espirituales, pues, era
indispensable que cada hermano y hermana de las congregaciones a donde ella
llegaba; entren en el concilio, consejo y desatamiento durante su mensaje.
Esta Madre fiel y entregada a la obra de Dios, desde su juventud comenzó a
tener un inmenso amor por el alma, llegó a reflejar el amor de Cristo y fue luz
para aquellos que estaban en las tinieblas, abrió nuestros ojos para ver la paz,
la benevolencia y la herencia eterna que nos espera si somos fieles en el
camino, dedicó su vida a velar por los llamados, sanó a los quebrantados con
sabias palabras de aliento, con su amor de Madre conquistó a la hermandad,
todos buscaban consuelo en ella.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Doy testimonio de su carrera espiritual, su principal enseñanza era el Amor y


el Perdón; cualidades que ella había desarrollado a la perfección, que hermosas
eran las palabras que ella predicaba, tenía una manera tan humilde y profunda
de entonar sus profecías, estuve presente en muchas de sus prédicas y en
todas ellas sentía hogar, sentía paz, sentía el favor de Dios invitándome a
entrar en su divina obra de salvación.
La enseñanza de Madre Aidé se constituía en los mandamientos, pues cada
palabra nos orientaba a la voluntad de Dios para nosotros, nos mostraba
como amarnos los unos a los otros, la importancia del perdón, como vencer
nuestros impulsos y vanidades, ella exhortaba a obedecer las leyes que nos
ayudan a mantener una comunión pura con el Salvador, nos ayudaba a ser
siervos del Señor.
Estas son algunas de las frases que nos dejaba Santa Aidé en cada mensaje;
‘‘Orad y velad para ver días buenos’’
‘‘Haz el bien y las buenas obras para que se aparte el mal’’
‘‘Soy buen amigo en la hora de necesidad, alza tu cruz y sígueme dice el
Señor’’
‘‘En vida tenemos que hacer la voluntad de Dios’’
‘‘Con humillación se gana la batalla, los humillados serán grandes en el cielo’’
‘‘Procuren la espiritualidad y sepan que lo más importante es confirmar al Hijo
de Dios’’
‘‘Hay que orar y ser constante en los dones espirituales’’
‘‘No miren por las obras de los demás, no murmuren por nadie, mantengan la
vista al frente cumpliendo los mandamientos’’
‘‘Perdónense los unos a los otros, el perdón es lo que cuenta’’
Sus palabras eran sabias porque el Señor le daba sabiduría, en conocimiento y
ciencia se vestían sus prédicas, una de sus virtudes era el respeto al Hijo de
Dios, la confirmación era su principio de enseñanza, pues es el Señor quien
prepara y da su luz eterna al Ungido, por esto glorificamos al Anciano
principal y confirmamos su carrera espiritual.
Les seguiré relatando las enseñanzas que daba nuestra Madre; en primer lugar,
le daba suma importancia a la oración, la comunicación con Dios es la piedra
angular en la vida de un cristiano, ella decía que al orar uno debe volverse
como un niño que le cuenta sus logros, debilidades, alegrías y temores a su

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Padre, así fortalecemos nuestro lazo con el Señor, así nos acercamos a Él y
adquirimos conocimiento de las cosas celestiales.
Un punto a resaltar también es que Santa Aidé veía a los hermanos como
imagen y semejanza del Salvador Jesucristo, por esto instaba a las hermanas a
demostrar respeto y servir de buena voluntad a nuestros hermanos, así
también, enseñaba a los hermanos a reflejar a Jesús mediante sus obras, siendo
constantes en los dones y en la fe.
Otra característica en sus prédicas era la constancia en los dones espirituales,
practicando el perdón, el amor, la piedad, el temor, y atendiendo siempre a
cumplir nuestros ministerios, asimismo no debemos olvidar su consejo de
llevar en práctica los trabajos espirituales como son el ayuno, la vigilia, el
concilio y la oración.
Admiro la fortaleza de esta Madre que aún con su avanzada edad seguía como
mensajera, llegando a los rediles con la más sincera disposición de encaminar y
salvar a cada llamado de Dios, siempre la veíamos serena, era una mujer
prudente, de pocas pero valiosas palabras. Ella; valiente y temerosa, procuró
ser un ejemplo para todos los llamados, su virtud y sabiduría fue el lazo que
sostuvo a mucha hermandad a su alrededor.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Testimonios
sobre la vida
de
Santa Aidé

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Apóstol Ignacio López


El Apóstol Ignacio López es un valor de esta gran congregación, un hermano
muy fervoroso que posee amplio conocimiento sobre la obra de Dios, llegó a
la promesa junto con su familia en 1963, al hablar con el obtenemos una
mezcla de alegrías, predicaciones y consejos para la vida cristiana.
A continuación, nos relata un testimonio fiel sobre sus inicios en esta
congregación y los pasajes que vivió al lado de Santa Aidé:

Como saben llegué a la promesa porque Dios así lo dispuso, por su gracia y
misericordia nos guiaba a través de sueños, visiones y revelaciones. Viviendo
en la región de Caaguazú colonia Walter Insfran, junto con mi familia y un
grupo de hermanos; recibimos la manifestación del Espíritu Santo para ir a
reposar en la casa del hermano Eduardo, un varón creyente quien estaba
enfermo, allí según la manifestación encontraríamos a un pueblo elegido.

Entonces nos preparamos, vestidos de túnicas blancas, dispuestos para el viaje


a pie, era un trayecto de kilómetros para llegar al lugar. Era un día viernes,
salimos todos juntos, pero primero debíamos llegar a la comisaría para
obtener un permiso especial del comisario, que nos permitiera reposar
tranquilamente sin inconvenientes con las autoridades. Oramos a Dios por
una forma más rápida de llegar, el lugar quedaba muy lejos y el calor era
intenso, nosotros caminábamos y orábamos.

Luego de un rato nos percatamos de un colectivo cuyo trayecto era desde


Asunción al Brasil, pero este no se detendría por nada, ya que viajaba directo a
toda velocidad y sin recoger pasajeros, al verlo pedimos a Dios que este
colectivo pudiera llevarnos y ocurrió algo maravilloso, un milagro.
Ya estando muy cerca de nosotros el chófer comenzó a marearse, perdió sus
fuerzas y detuvo su marcha ante nosotros, el no entendía que le pasaba y nos

49
Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

preguntó: ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué es lo que me hicieron? Es que al verlos


me sentí diferente ¿De dónde son?
El chofer asustado y confundido nos preguntaba una y otra vez, yo le
contesté: Tranquilo, somos tus hermanos en Cristo y es Dios quien quiere
valerse por ti, nos puedes llevar por favor a un lugar. Le explique donde,
porqué y para qué, el chófer maravillado accedió a mi petición, subimos todos
contentos dando gracias al Señor, nos dejó en la comisaría y ya
completamente recuperado se marchó.

Ya en el lugar, hablé con el comisario y solicitamos el permiso, el me preguntó


para cuantos días y yo respondí para tres días, pero la verdad es que solo
pensábamos quedarnos un día, era para el reposo de sábado. Nos dio su
permiso y nos dirigimos a la casa del hermano Eduardo.
A la par de todas estas cosas maravillosas que nos pasaba, el hermano
Eduardo al otro lado también estaba presenciado algo igual, sucede que él
estaba ordenando todo para el día de reposo, cuando de repente llegaron un
grupo de personas, los recibió y les preguntó qué se les ofrecía, el líder de este
grupo le contestó: Hermano, nosotros venimos guiados por Dios, Él es quien
nos trae, nos dijo el Señor que encontraríamos a un grupo de creyentes aquí
en tu casa. El hermano Eduardo se sorprendió, pero entendió la obra de Dios
y les dijo: Ciertamente, ese grupo de hermanos del que hablan está en camino,
vienen para adorar y reposar, muy pronto llegarán, pasen y esperen por favor.
Así fue que después de una larga caminata llegamos al fin a nuestro destino,
un hombre nos recibió con gran poder de Dios, los demás hermanos y
hermanas también nos recibieron así, allí al verlos yo empecé a rebosar, todos
sentimos la gracia del Espíritu Santo, era un poder que conmovió nuestros
corazones, nos saludamos y profetizamos en lenguas extrañas. Fue una
maravilla total, comprendí que ese era el pueblo escogido por Dios.
El nuncio José nos habló y dijo: Ustedes hermanos míos, son a quienes
estábamos buscando, los señalados del Señor. Allí yo me presenté y le dije:
¡Gracias mi Dios! Heme aquí mi hermano ¿Cuantos días estaremos aquí
alabando al Creador?
A lo que respondió: Estaremos tres días y haremos gran fiesta.
Todos estábamos con inmensa felicidad, gracias al poder de Dios, así pasamos
tres días adorando al Señor Todopoderoso y pude conocer a los hermanos y
hermanas que acompañaban al Nuncio José y recuerdo que la hermana Aidé
estaba entre ellos, acompañada de su varón el Hermano Hermeleo Chávez y
sus dos hijos.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Pasando los días sentí el deseo de entregarme a Dios, entregarle mi vida, mi


fuerza, mi familia y todo lo que poseía, fue entonces que fui junto al hermano
José y le conté mi decisión. Él me dijo: estás en tu primer amor, mi hermano
¿Sabes quién es el primer dueño de la herencia?
Le respondí según dice en las escrituras: Todo lo que corresponde se puede
dar, pero primero a los domésticos de la fe.
Así es, tu sabes me dijo entre lágrimas, ahora aprenderás quienes son los
domésticos de la fe, son aquellos que se entregaron primero a Dios, si han de
pasar hambre o desnudez, cárcel o menosprecio, lo pasan sin cuestionar, están
heme aquí a su Señor.
Luego dijo enseñándome a Santa Aidé: esta mujer se entregó a Dios en la
unificación, ella es una Doméstica de fe, al igual que todos los hermanos que
entregan su vida, toda la herencia es primero para ellos y segundo para el
prójimo.
Así conocí a la Madre Aidé, se notaba por su apariencia que hace tiempo
estaba peregrinando, era de los primeros grupos que llegaron al Paraguay, en
un monte donde no había que comer, pero ellos resistieron, pasaron hambre,
desnudez, menosprecio, pero aun así no desmayaron.
Unos días después el Hermano José me habló y dijo que la madre Aidé iría
con mi grupo, para cuidarnos porque ella entendía muy bien la obra de Dios.
Así volvimos a nuestro hogar con Aidé y su familia, ella fue nuestra tutora de
allí en adelante, nos cuidó un año y ocho meses, era muy dedicada y se volvió
mi consejera, pasado un tiempo ya fuimos a unificarnos en la Central y ella
nos acompañó.
La Madre procuraba ser Santa y llegó a serlo mediante su constancia y
perseverancia, su vida no fue sencilla, fue muy sufrida hasta el punto en que
llegó a ser ciega, aun así, permaneció firme con su señor. La Santa Aidé es una
mujer histórica del Pueblo de Dios, en su Pureza y santificación, de todo esto
puedo dar testimonio, porque ella llevaba paciencia por sus hermanos y
hermanas, de la envidia y codicia nada tenía que ver, se dedicaba a la buena
obra y atención espiritual.
Ella siempre respetó lo que Dios ordenaba, principalmente a los fundamentos,
también me enseñó bastante sobre el perdón, me decía que el error es
humano y cada uno rendirnos cuentas por nuestras acciones, hay que
perdonar, sobrellevar y perseverar sin poner impedimentos, así me enseñó y
así partió ella, cumpliendo todo esto a cabalidad.

51
Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Yo tengo que partir, así como ella, ese es mi deseo personal, porque sé a
dónde está su alma, gozando está y sirve a nosotros como abogada legítima
porque está clamando a Dios por nosotros, que no se pierda ningún alma ese
es su lloro, ella amaba a las almas, porque un alma es mayor que todo lo que
hay en este mundo, todo lo demás perecerá, pero el alma es inmortal, esto
representaba Santa Aidé, ella fue mi primera madre y consejera, una mensajera
incorruptible.
Es importante que se escriba este pasaje histórico de su vivir, sobre su
fidelidad, es un ejemplo para todas las mujeres, obedecía al Señor, su consejo
era esperar el tiempo de Dios, con fe porque él va a proveer todo conforme a
su voluntad, y enseñaba que la enfermedad viene para ayudar, pues para
aquello que no se puede conseguir por cuenta propia como son la
santificación y la pureza viene la ayuda del Señor a través de enfermedades,
ella pasó por muchos padecimientos y no se quejaba porque quería llegar a la
santificación, sufría pero daba gracias, se mantenía con oración y ocupaba los
dones, vivía sujeta y ordenada.
Santa Aidé es ejemplar entre todas las mujeres, así como lo fue la Virgen
María, las hermanas que sigan sus huellas les aseguro que llegarán a ser santas.
El interés mayor que debes llevar anotado, es que todos debemos desear ser
santos, anhelar la santidad, y llegar a ser santos, así como Santa Aidé, hay que
llegar a esto para lograr el gozo y la eternidad.
Dando gracias a Dios, este es el testimonio que doy sobre la Santa Aidé.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Hermana Catalina Fernández


La madre Catalina Fernández, es la compañera del Apóstol Ignacio López, ella
es una persona tan amable y brillante, en sus ojos encontré una mirada santa y
en su voz descubrí sabias palabras, en su testimonio nos comparte un poco de
su vida y su encuentro con Santa Aidé:
En la presencia de Dios y en el nombre de Jesucristo, siendo los Ángeles del
cielo testigos; les contaré mi testimonio de cómo llegué a la promesa. ¡Gloria a
Dios para siempre!
Anteriormente nosotros participábamos en una Iglesia cristiana, estuvimos 15
años en ese lugar, luego llegó a nosotros esta promesa que yo considero
verdadera. Una revelación divina nos mostró el camino del Pueblo de Dios,
allí por el año 1963 conocimos al Nuncio San José y recibimos el sello del
Espíritu Santo.
En nuestra casa abundaba bendición, teníamos todo lo necesario, una granja
con muchos animales; vacas, cerdos, gallinas. El Señor nos llenaba de su
gracia, recuerdo que en esos tiempos éramos muy fervorosos y la gente se
reunía en nuestra casa, maravillados por la virtud que Dios nos daba.
Yo era una de las primeras hermanas que hacía oración y todos por la fe eran
sanados de sus dolencias, todos los niños enfermos recibían sanidad con una
sola oración, esto es el milagro de la fe, de esta manera el Dios Todopoderoso
comenzó en nosotros esta promesa.
Llegó el día en que Dios recogió de mí familia a mis dos hijos mayores;
Eliodora y Cecilio, ellos se congregaron en la Santa Ciudad, fueron uno de los
primeros que se quedaron a vivir allí, el Nuncio José fue quien los cuidó desde

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

el primer momento. Tiempo después el Señor abrió las puertas para que toda
la familia seamos congregados en la Central, el Nuncio había preparado
carretas para ir a recoger nuestras cosas y mudarnos hasta aquí.
En el día de la mudanza comenzamos a preparar todas nuestras cosas,
subíamos todo lo que teníamos y llenábamos las carretas, en eso, fue llegando
mi madre a casa, ella no tenía idea de lo que estábamos haciendo y al ver que
nos íbamos a mudar, ella comenzó a llorar y preguntarme porque me iba a ir
tan lejos, mi corazón sentía amor por Dios, pero también me dolía dejar a mi
madre e irme.
En fin, llegamos a la Santa Ciudad, dejamos todo atrás, aquí no había ninguna
construcción solo la Casa Blanca en donde vivía el Anciano Principal, de a
poco se iban levantando las casas, en ese tiempo Santa Aidé era nuestra guía y
ayuda en todo, para mí era un ejemplo a seguir, su prudencia y sabiduría eran
dignos de una santa, luego ya tuvimos nuestra casa y yo sentía felicidad, no
existía la tristeza para mí, el hermano Ignacio salía en los mensajes en distintas
congregaciones.
Así Dios cumplió su propósito con nosotros, hasta ahora permanecemos
firmes en este camino y vivimos felices de pertenecer a esta gran congregación
cristiana, este es el testimonio que comparto con ustedes.
¡Gloria a Dios para siempre!

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Hermana Sara Ocampo


Santa Aidé fue ejemplo y luz para todos los llamados, una madre que supo
cuidar y amar a cada alma, aquí la hermana Sara nos comparte sus
sentimientos y expresa su inmenso agradecimiento a la luz que tanto tiempo la
guio en este sagrado camino:
¡Gloria a Dios para siempre!
Soy la hermana Sara Ocampo y de esta manera les daré mi fiel testimonio
sobre nuestra Madre, Santa Aidé:
Era un mes de enero, viajamos a la Santidad
para hacer trabajos espirituales con mi
hermana, yo era tan solo una jovencita y
recuerdo que en la Casa de oración le pedí a
los guardias por una hermana que me
atendiera en el concilio.
Ellos me guiaron a la Hermana Teresiña,
ella me atendió muy bien, todas sus palabras
fueron novedosas para mí, en la profecía
Dios me habló diferente, la visión que la
hermana me presentó anunciaba para mi Santa Aidé y la hermana Sara Ocampo
vida bendición, me decía que Dios
cambiaría mi vida, desde ese momento me daría oportunidades que nunca
tuve, Él preparaba un nuevo plan para mí.
La hermana me habló con tanta devoción sobre Santa Aidé y me animó a
acercarme a ella, yo conocía a la Santa Madre, siempre la saludaba, pero no
había encontrado la oportunidad de hablar y relacionarme con ella.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Al salir del concilio, acompañada de la hermana fui a visitar a la Santa Aidé,


recuerdo claramente ese paisaje, la Madre estaba sentada en el sofá con su
pantallita en mano, se veía radiante con un semblante lleno de paz, a su lado,
sonriente estaba su hijo Abel.
La hermana Teresiña me presentó, allí la Santa Aidé me dio la más cálida
sonrisa y me dijo "Nde vale mitã" y con sus manos me señalaba el asiento para
sentarme a su lado, ahí comencé a contarle todo sobre mi vida. Desde esa vez
sentí una conexión sobrenatural con ella, como si toda la vida la había
conocido, así fue que en cada viaje a la Santidad permanecíamos la mayor
parte del tiempo junto a ella.
Luego de eso, en nuestro próximo viaje a la Santidad, un día sábado se
anunció que habría bautismo en la Casa de Oración, toda la hermandad fue
para ser bautizados, mi familia y yo estábamos en la casa de Santa Aidé, de
repente ella se levanta y le dice al hermano Abel: "Hijo levántate conmigo,
pues ellos se van a bautizar nuevamente aquí con nosotros"
El hermano Abel preparó todo, fue increíble, en realidad nos sentimos
afortunados y rebozados por lo que estaba pasando, allí ante Santa Aidé y
Hermano Abel nos arrodillamos todos y comenzó el trabajo espiritual, lo
peculiar fue el clima de ese entonces, estaba todo soleado, pero en un abrir y
cerrar de ojos el tiempo se nubló, se armaba en el cielo una gran tormenta. En
el bautismo Dios nos habló maravillas por intermedio de nuestro Padrino
Abel y luego nuestra Madrina Santa Aidé nos profetizó, quedamos en gozo,
fue la mayor felicidad para nuestras almas.
Desde aquella vez la Santa Aidé se convirtió en nuestra Madre, en todo
sentido, nos hizo sentir como su verdadera familia, ella era nuestra guía, nos
enseñó paso a paso las cosas espirituales, cuando viajábamos pasábamos todo
el tiempo con ella, solo la dejábamos para dormir, ella era la Santidad para mi
familia. Pasamos momentos inolvidables junto a ella, momentos de felicidad y
risa, ella era muy risueña y le encantaba reír, recuerdo que con quien más
bromeaba y reía era con mi hermano David, todos los días era alegría, pero
también vivimos momentos de angustias, en nuestras pruebas ella era nuestro
consuelo.
Estuvimos con Santa Aidé hasta el final y sé que ahora es nuestra abogada, su
luz sigue en nuestras vidas cada día.
Agradezco al Dios Todopoderoso por permitirme conocer a esta gran mujer,
una Santa inigualable y brillante.
Este es el testimonio que doy de mi Madre, la querida Santa Aidé.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Hermana Teresiña
La hermana Teresiña fue su fiel cuidadora, la que permaneció a su lado desde
el principio. Que Dios bendiga inmensamente sus buenas obras acompañando
a nuestra querida Madre. A continuación, nos comparte su testimonio, sobre
los pasajes al lado de Santa Aidé:
Adelante de Dios y en el nombre de Jesucristo les contaré sobre la historia de
Santa Aidé.
La conocí en el año 1989 en el redil Tres Estrellas situado en la ciudad
Presidente Franco, desde esa vez yo comencé a llevarla en cuenta porque me
habían dicho que ella era Santa, para mi confirmación tuve un maravilloso
sueño en donde me encontraba participando en la Casa Real, esto le presenté
a Santa Aidé y ella me dijo que todos somos invitados a participar en la Casa
Real.
Unos días después me trasladé a la pieza de juventudes de Santa Aidé, allí
entendí el mensaje de mi sueño, y es que la Casa Real era la casa de Santa
Aidé, la realeza de vivir bajo su santidad, doy testimonio de esta Madre
luchadora, ella fue nombrada Santa por el Nuncio José, recuerdo que en 1983
la hermana Evangelista Santander presentó una obra en donde vestían a una
hermana representando la vestidura y el valor de Santa Aidé, esa fue una de las
primeras obras que se presentó sobre ella, y en ese tiempo la madre ya se
encontraba de mensaje en el Brasil.
También debo destacar a las hermanas que conocí en este camino y que
fueron fieles ayudadoras de Santa Aidé, voy a nombrar los nombres que
recuerdo; la hermana Griselda Valiente fue una de las primeras que la cuidó,
ella aún permanece en la congregación es una hermana juventud, valiente,
sana y de buen corazón, en Brasil estaba la Hermana Flora Benítez, Hermana
Fulvia, Juanita Sánchez, Elizabeth Peichert; inclusive estas hermanas vinieron

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

a Paraguay en 1989 acompañando a Santa Aidé, también conocí a la hermana


Jovita Cabrera.
Santa Aidé era la madre encargada de las jóvenes congregadas, con el tiempo
estas hermanas salieron de mensaje, otras se derivaban a otras congregaciones
y otras volvían a su hogar para cuidar de sus padres, hasta que en la casa de
Santa Aidé solo quedamos ella y yo, me acuerdo que pasé a atenderla como su
cuidadora desde el año 1998, ella me enseñó muchas cosas en el camino, me
iba guiando y corrigiendo, de esta manera entendí la promesa de Dios, luego
de un tiempo su hijo Abel pasó a vivir con nosotros.
No debo olvidar a las hermanas que me ayudaron a servir a Santa Aidé
cuando me quedé como su cuidadora, las hermanas Isabel Riveros, Fermina,
Lucy, Marciana Núñez, Marta Coronel, Rosa Quintana, luego cuando ellas
salieron de mensaje tuve otras compañeras, las hermanas Clara Gaona, María,
Maribel y Matilde Cáceres.
Doy gracias a Dios por los momentos que pasé al lado de la Madre, puedo
decir que me enseñó mucho y me alentó para continuar en pie en esta
congregación cristiana. ¡Gloria a Dios para siempre!

Hermana Clara Gaona


Una de las hermanas que acompaño a Santa Aidé en todo momento era la
hermana Clarita, ella es una persona amable y servicial, aquí nos relata a la
Santa del amor y el perdón desde sus propias experiencias:
Adelante de Dios y en el nombre de Jesucristo, este es el breve testimonio que
puedo darles sobre Santa Aidé:
Soy la hermana Clara Gaona, de la Congregación Central, yo conocí a la Santa
Aidé en el redil Santo Domingo Libertador. Desde que la vi sentí un
contentamiento por su persona, por su humildad y su forma de ser tan
amable, tuve una amistad de madre e hija con ella desde el principio.
Años después cuando yo ya estaba congregada en la Santidad, ella volvió del
Brasil, lugar donde se encontraba como madre durante ya muchos años,
cuando volvió de su mensaje yo sentí en mi corazón el deseo de
familiarizarme con ella, de ayudarla y ser como una hija, porque Santa Aidé era
la Madre principal, alguien muy importante y sabia, quería estar a su lado y
aprender de su persona. Ella siempre nos enseñó la honestidad, la sinceridad,
nos enseñó la vida espiritual y el valor de hacer la voluntad de Dios, siempre
decía que la obediencia al Señor es lo principal para un cristiano.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Una Santa, compañera de los cinco Ungidos, la madre de todos los Ungidos
así la enaltecía el Hijo de Dios, sabemos que ella es nuestra abogada en los
cielos, le agradezco a Dios, por permitirme estar al lado de Santa Aidé hasta el
día de su partida, le agradezco así también a todas las compañeras que hasta
los últimos días la cuidaron y velaron por su bienestar.
¡Gloria al Salvador Jesucristo! Hasta aquí es el humilde testimonio que doy
sobre nuestra Madre Santa.

Los días junto a Ella


Santa Aidé fue una mujer sufrida, la vida le dio
muchos golpes pero nunca perdió la fe,
siempre esperó todo de Dios, a su joven edad
perdió la vista como secuela de una dolorosa
enfermedad, pero gracias al milagro del Señor
ella se recuperó y continuó en su ministerio,
nunca la escuché quejarse de su condición, era
tan fuerte, sé que fue tan valiente, porque esa
prueba es muy difícil, pero a pesar de la
dificultad agradeció por su vida y se dedicó a
amar y edificar a la hermandad del Pueblo de
Dios.
Así siguió en su ministerio toda su vida,
predicando, profetizando, enseñando y por sobre
todo amando, todos podían encontrarla, ella es la que siempre estaba en la
Santidad al cuidado de las almas, si había alguna necesidad espiritual ella lo
resolvía, se acudía a ella para oración, consejo, concilio, e instrucciones.
Su histórico hogar se encontraba justo al lado de la Casa Real, y era uno de los
primeros lugares que se visitaba al llegar a Santa Ciudad.
Que momentos inolvidables se
sucedieron en la humilde casita de
Santa Aidé, allí siempre la
encontrábamos sentada en su
rústico sillón de mimbre, con sus
coloridos vestidos largos, su velo
blanco, su semblante cálido y
sonriente, un ángel en todos sus
aspectos, una novia fragante que

Casa de Santa Aidé


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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

brillaba de poder del Espíritu Santo.


Santa reluciente de virtud celeste, fiel mensajera y madre virtuosa, la Mujer
Histórica del Pueblo de Dios, quien, como ella, que en sus huellas dejó
enseñanzas iguales a campos florecidos de lirios y tulipanes, tanta semilla
sembró en su caminar, hoy en día germinaron y han hecho de Santa Ciudad
un jardín de almas salvadas, un vergel envuelto en la Gloria de Dios.
Recuerdo las veces que la visitábamos, ella era una de las luces que nos atraía a
la Santa Ciudad, no pasaba un mes sin viajar para verla, para estar con ella y
valorar cada preciado minuto de su tiempo, yo creo que la valoramos en vida y
eso tiene tanto valor, porque con ella vivimos momentos inolvidables, felices y
preciados, llegamos a ser una familia.
Una familia de Dios, Santa Aidé era nuestra Madrina espiritual, el hermano
Abel nuestro padrino, y sus cuidadoras eran como hermanas en Cristo para
nosotros. Al llegar ante ella su saludo constaba de un "Jehovasa" esta palabra
en guaraní significa bendición y con esto me refiero al acto de posar sus
manos sobre nuestra cabeza, en su saludo hacía una oración encomendando
nuestro cuidado al amoroso Dios de las alturas y le pedía bendición para
nuestras vidas, después tomaba nuestras manos para entregarnos dulces
caramelos y una sonrisa que dibujaba matices de alegría en nuestras almas.
Con la Santa cada día era una nueva experiencia, una nueva oportunidad para
crecer y aprender sobre la vida cristiana, una mezcla de alegría, predicaciones y
anécdotas marcaban las mañanas a su lado, ella era una madre divertida que
entre risas nos enseñaba el lado alegre de la vida, extraño muchas cosas de
ella, su presencia misma, pero más que eso extraño los pequeños detalles, los
saludos con caramelos, los chistes inesperados, los abrazos cálidos, las
caminatas, las tardes de salmos, me gustaría volver a escuchar su tenue voz,
volver a tomar sus manos y admirar su santo semblante una vez más.
Si bien hay mucho que escribir
sobre Santa Aidé, la copa amarga y
la copa dulce de su vida, existe un
punto resaltante que la caracterizó
desde el principio; su extraordinaria
espiritualidad, ella nació como una
nueva criatura y aceptó al Espíritu
Santo en su corazón, debo dar
testimonio sobre su fe y comunión
con el Padre Eterno, era una
hermana enamorada de la perfecta

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

obra de Dios.
Ella encontraba en la oración una conexión profunda con el Reino Celestial,
presencié las veces en que oraba en voz alta, la manera tan delicada y pura en
la que hilvanaba sus oraciones era una poesía de amor y agradecimiento
dedicados a nuestro Creador.
El ayuno era su fuente de ayuda y sabiduría, cumplía los trabajos espirituales
religiosamente, era sujeta y ordenada, cada paso que daba lo hacía bajo
humillación, ella sentía a Dios con toda la devoción y nos predicaba sobre la
hermosa vida que nos espera si somos fieles en el camino.
Ella era una luchadora, su valor no era uno basado en apariencias sino en
sacrificios, que fue realizando a lo largo de su vida cristiana, como mensajera,
diaconisa, consejera y profetisa, ella vivió haciendo la voluntad del Padre,
siendo una luz en la vida de muchos llamados, nos enseñó tanto en este
camino, gracias a su dedicación conocemos el esplendor de la sana doctrina, la
gracia de una vida con Cristo, crecí espiritualmente a su lado, aprendiendo de
ella, me sorprendía la sabiduría que Dios le daba a la Santa Aidé. El corazón
del Ungido de Dios confiaba en ella, pues era prudente y fiel en su
llamamiento, su don era perfecto, una madre cuya comunión con el Padre
Eterno era sagrada y perpetua, ella mantenía su esperanza inquebrantable en el
Señor.
Los días junto a ella tenían
belleza y aprendizaje, eran
inspiración para mí, su
experiencia, relatos y consejos
ayudaron a muchos creyentes a
continuar en el camino de la
fe, siempre daré un buen
testimonio de su vivir, de sus
pasajes y del camino que tuvo
que recorrer para convertirse
en la Madre principal de esta
Congregación. Santa Aidé era
una madre estricta pero muy
amorosa.
Recuerdo el cariño que demostraba a mi familia, la manera tan cálida en que
nos recibió desde el principio, nos abrió las puertas de su hogar, era nuestra
Madrina espiritual, la que nos guiaba y orientaba con tanta paciencia, con tanta
dedicación, desde niña recuerdo a Madre Aidé, presente en cada momento

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

importante de mi vida, partícipe de cada decisión y cada rumbo que


tomábamos. Si algo se dificultaba, si había quebrantos en nuestra vida
espiritual era ella a quien acudíamos, cuando la tentación nos ponía barreras
para alabar la obra de Dios, corríamos a su lado a pedir consuelo y ayuda.

Madre, palabra santa, palabra de amor, de lucha, de entrega, de amiga, de


consejera, la que siempre está en las buenas y en las menos buenas, pero
siempre está presente.
Una madre es un regalo de Dios, Él nos envía a su ángel más preciado para
que nunca estemos solos, una madre es paciencia, sacrificio, perdón,
compañía, amor, protección y cuidado, y tantas palabras existen, pero ni con
todas las definiciones podría describirla a ella, porque marcó un antes y un
después, dejó sus huellas en mi corazón y siempre la recordaré, estaré
agradecida eternamente por su acto de amor hacia mi familia y hacia la
hermandad.
¡Gloria a Dios en las alturas!
Doy gracias al Creador por permitirme relatar la historia de esta fiel Sierva del
Señor, en un homenaje a la histórica mujer que reflejó la vida santa, la que nos
enseñó el camino hacia la verdad de Cristo.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Hermano Abel
En homenaje a la Santa Madre Aidé, doy
mi agradecimiento a quién permaneció a su
lado, firme y fiel en la obra de Dios, el
Hermano Doroteo Chávez, cuyo nombre
espiritual es Abel, tiene gran valor y
trayectoria en esta Congregación, siendo
hijo de Santa Aidé demostró su devoción a
Dios, dedicando su vida a la unificación
cristiana.
Él es un hermano alegre, sonriente ante la
vida y fiel a su Señor, amaba a su Madre
Aidé, le alegraba los días, la acompañó en
todo momento, soy testigo de lo mucho
que amó y cuidó a su madre.
Santa Aidé le tenía inmenso cariño a su hijo
Abel, siempre estaba al pendiente de él, ella
era una madre amorosa y sumamente protectora, ambos pasaron momentos
de prueba, tiempos difíciles y tiempos de alegría, pero estuvieron juntos en
cada etapa de sus vidas.
Mucho de lo que conozco sobre los inicios de la madre, se lo debo a Hermano
Abel, recuerdo que, al llegar a su hogar, él nos recibía de la manera más cálida
y fraternal, después del saludo comenzaban los chistes creativos y graciosos
que hermano Abel ingeniaba, él siempre lograba hacer reír a Santa Aidé.
Luego compartía con nosotros sus testimonios, sobre los pasajes que vivió al
lado su madre, una historia de superación, de valentía, y, sobre todo, devoción
a nuestro Creador.
Madre e hijo, eran una fuente de virtud y sabiduría espiritual, la hermandad los
amaba, cada día recibían visitas de hermanos y hermanas que sentían por ellos
admiración y contentamiento. Ellos salían en los mensajes, redil por redil,
predicando la palabra de Dios, evangelizando a muchas almas.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Como saben, hermano Abel perdió la vista cuando era joven, fue una prueba
difícil para él, pero con la ayuda de Dios superó ese momento, con valentía
demostró su fidelidad en el camino, y continuo en su ministerio al lado de
Santa Aidé.

Estoy agradecida con él, pues siempre nos recibía con los brazos abiertos,
somos una familia, estamos unidos en Cristo, cada sonrisa, cada predicación y
cada momento que viví al lado de Santa Aidé y hermano Abel, quedarán en mi
memoria como un regalo que el Señor me permitió vivir.
¡Gloria a Dios!

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Hijos de Madre Aidé


¡Gloria a Dios para siempre!
Agradezco a Dios por llamarme en su camino, como una joven deseosa de
alabar su obra, encontré en Cristo una verdad que conquista mi corazón, un
amor que me dice: Ven conmigo, porque yo soy tu Dios, quien te ama y te
protege.
Puedo ver la magnificencia de su amor, lo veo en cada hermano y hermana
que predican la palabra, que hacen la voluntad del Padre, que entregan su vida
para ser merecedores de la gloria de Dios. Todos estamos aquí como parte de
un plan divino, diseñado por un Padre amoroso, quien en su inigualable amor
me da la oportunidad de hablarles sobre la importancia de una madre en el
camino de Dios, por lo cual con profunda humildad imploro la guía del
Espíritu Santo.
Me he inspirado en mi Madre espiritual, Santa Aidé, ella fue obediente a Dios,
era una mujer de carácter e integridad, nos dio un ejemplo con su dedicación y
fidelidad en la sana doctrina. Una madre espiritual tiene amor, sabiduría y
compasión con sus hijos, es alguien que los ayuda a convertirse en verdaderos
cristianos, es lo suficientemente compasiva para entender las pruebas de sus
hijos, pero a la vez los orienta por el camino de la esperanza y la humillación
al Señor.
Como madre espiritual entendía la importancia de la oración, siendo esta una
base para la perfecta comunión con Dios, ella nos enseñaba como orar y hacía
de la oración una pieza fundamental en su vida diaria, era compasiva, amorosa
y amable, siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. Tenía el don de
escudriñar el corazón de los llamados, de aconsejar y sanar a las almas, fue la
que siempre estuvo para sus hijos, de ese punto en específico deriva su
importancia; de su constancia en el camino de Dios, permaneció firme, no
claudicó ante la adversidad, en cambio luchó contra el mal, y puedo decir que
triunfó con la ayuda de Dios.
Ahora bien, debo hablarles sobre sus hijos, los hermanos y hermanas que
siguieron sus pasos, que buscaron consejo, ayuda y orientaciones sobre cómo

65
Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

ser un buen cristiano, aquellos que decidieron pasar tiempo de calidad con
Santa Aidé, quienes honraban su trayectoria y buscaban consuelo en sus
palabras.
Todos ellos forman parte del legado de Santa Aidé, todos son valiosos y
bendecidos, como sus hijos, nunca olvidaremos la importancia que ella tuvo
en nuestras vidas, sé que cada uno tuvo una historia a su lado, Santa Aidé fue
una madre perfecta en su don, amorosa y paciente ella siempre tenía la
respuesta correcta para nosotros.
Por eso mantengamos su memoria viva en nuestros corazones, recordando los
momentos que pasamos con ella, tratando de imitar sus mejores cualidades,
viviendo una vida recta, y siguiendo las buenas enseñanzas que ella nos dejó.
A la vez, debo destacar a sus
cuidadoras, hablarles sobre el valor
de estas siervas de Dios, quiero
expresar mi inmenso
agradecimiento a estas preciadas
hermanas, jóvenes que de buena
voluntad ayudaron a la Santa y por
mucho tiempo la acompañaron,
fueron sus hijas, siempre las
recordaré como valientes y daré
buen testimonio sobre ellas.
Dios les pague eternamente el
tiempo que dedicaron cuidando y ayudando a la Santa Aidé y al hermano
Abel, toda su buena obra tendrá recompensa, son bienaventuradas, hijas de un
Dios amoroso, les deseo felicidad y bendición a cada una de ellas.
¡Viva el Salvador Jesucristo!

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Madre de Amor y Perdón


Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama.
Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.
1 Juan 4:16
¡Gloria al Altísimo Dios Omnipotente! Exalto la pureza y el entregamiento de
Santa Aidé, he puesto a meditar mi corazón en las magnitudes del cielo,
estudiando su vida, cada aspecto y cada paso que ella ha dado, analizando su
doctrina, he orado a Dios y le encomendé mi corazón para que Él me guiara a
desarrollar el sublime ministerio de amor y perdón que poseía Santa Aidé.
Mis hermanos, una de las cualidades que enseñó Santa Aidé durante su vivir es
el perdón como principio del verdadero amor. Fue la que más perdonó y la
que más amó, siendo fiel creyente y seguidora de Cristo, ella no dio
importancia a las ofensas del enemigo, más solo depositaba el sentimiento en
la mano de Dios y perdonaba. Considero que el amor es la forma más pura en
la cual podemos sentir el abrazo del Creador en nuestras vidas, así como dice
la palabra; Todo aquel que ama ha nacido de Dios y lo conoce, pero el que no
ama, no lo conoce, porque Dios es amor.
Cuando nuestro corazón está lleno de amor, nos ocurre algo bueno y puro, si
el amor fuera el motor de nuestra vida, el pilar donde todo se fundamentara,
apuntaríamos alto, nuestra mirada estaría siempre puesta en el Cielo, y si
nuestro corazón habitara en tan alto lugar, solo querríamos cumplir aquellos
deseos que nos hacen ser dignos, que nos hacen ser grandes, cuando más
permitamos que el amor de Dios maneje nuestras emociones y actitudes,
podremos amar a los demás con el amor puro de Cristo.
A lo largo de su caminar cristiano, nuestra madre practicó el perdón, la
misericordia y la benevolencia, demostró el amor a sus hermanos, siendo
sierva de todos, extendiendo la mano a aquel necesitado, se preocupaba por el
bienestar de la hermandad.
Solo quien sabe amar, sabe perdonar, pues el amor es el que nos lleva a
perdonar a aquellos que en algún momento nos han fallado o nos han
lastimado, la cualidad de perdonar hace al ser humano más cercano a Dios,

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

abocándonos a su Espíritu Santo y así obtener la buenaventura y la gracia de


ser capaces de amar, así como Dios nos ama y nos perdona.
Imagino que toda persona de esta tierra ya ha sido afectada en algún momento
por el destructivo sentimiento del rencor y el resentimiento, pero es de
cristianos rechazar la voz del enemigo que nos impide ser bondadosos con el
prójimo, pues el Salvador mismo enseñó esto: debéis perdonaros los unos a
los otros; porque el que no perdona comete falta ante el Señor. Y otra
enseñanza que nos dio dice: Bienaventurados los misericordiosos, porque
ellos alcanzarán misericordia.
Si se trata de Santa Aidé puedo decir que siguió las enseñanzas de Cristo al pie
de la letra, por ello existe la revelación divina que la presenta como una madre
de amor y perdón, pues en estos ministerios ha tenido un nacimiento
espiritual, ella vivía enamorada de la obra de Dios, cada una de las prédicas
que escuché por su intermedio me hacían mirar por el sendero de la piedad, la
misericordia, el servicio a la vida cristiana, ella me enseñó que no hay mayor
deleite que amar, porque la virtud reside en aquel resiliente que encomienda
sus heridas a Dios y vive en calma sin remordimientos ni rencores. Mucha
prueba pasó sin cuestionar ni juzgar a nadie, en prudencia, en oración y ayuno
aprendía a perdonar, y se dedicó a enseñar lo mismo a cada llamado.
Este es un relato sobre la vida que llevó Santa Aidé, sobre su forma de amar,
de perdonar y enseñar la verdad de Cristo a toda la hermandad; un relato que
habla sobre su generosidad y misericordia, recalcando el concepto que escuché
tantos años por su intermedio; de que Dios muestra su fiel amor a los de
corazón puro, de que Dios se goza en perdonar y tener misericordia, es un
Dios bueno, cercano y amigo, que nos invita a semejar su bondad para
experimentar el verdadero amor en Cristo Jesús.
Al día de hoy no sé cuántos estarán leyendo este libro, pero este es el mensaje
que quiero darles; Nunca estarán lejos del amor divino, nunca es tarde para
alcanzar el brillo de la infinita luz de Jesucristo, cuando lleguen las pruebas
difíciles allí estará la fe para soportarlas, allí estará el amor para ayudarlos a
perdonar como el Salvador lo habría hecho. Nunca es demasiado tarde para
cimentarnos en la fe en Dios, para ser luces, así como lo fue Madre Aidé.
Recuerden que siempre habrá alguien a quien perdonar, a quien agradecer, a
quien sobrellevar, a quien servir y guiar, y esto solo podemos lograrlo
practicando el amor y el perdón, dondequiera que estemos y sin importar la
prueba que pasemos, perdonar nos hará libres, con el perdón los tiempos
difíciles desaparecen y con el amor la felicidad llega a nuestras vidas.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Su Purificación
Con la mano en el corazón y el alma impregnada en estos párrafos voy a hacer
honor a una Vida que Inspira. He admirado desde antaño a esta Santa Madre,
la he observado y así fui confirmando sus dones, su espiritualidad, su amor
por el alma, su devota obediencia al Señor, su sabiduría y su discernimiento,
mas Dios en su inigualable misericordia me dio la oportunidad de estar a su
lado cuando ella estaba siendo purificada, cuando el día de su triunfo se
acercaba yo pude presenciar su fe y su fortaleza.
Hoy luego de un tiempo, vuelvo a abrir las puertas de esos recuerdos que
permanecían dormidos, porque solo me traían nostalgia, porque estos me
inundaban en tristezas, y es que no es fácil ver sufrir a un ser querido, la
enfermedad es un lúgubre paso inevitable de la vida a la otra vida, y verla a ella
en su lecho era muy difícil, pero me es necesario indagar en estos recuerdos
porque voy a revelar de qué magnitud era la fe de esta Madre Santa, voy a
contarles sobre su valentía e inmensa fortaleza.
Santa Aidé era una mujer fuerte, devota a Dios como ninguna, hace tiempo
que llevaba una dolorosa enfermedad por su cuerpo, soy consciente de lo
difícil que fue para ella atravesar por ese dolor y sostengo que su fortaleza era
algo etéreo, pues aun en su enfermedad no declinó sus responsabilidades
como Madre de la congregación, ella nos decía que su estado solo era una
obra de Dios para ayuda y más santificación, que el Señor estaba trabajando
por ella. Esto nos habla sobre su fe y confianza en el Señor, la madre estaba
segura de que todo es obra de Dios, sin permiso del Altísimo no cae siquiera
una hoja del árbol.
Así pasaron algunos años, durante la pandemia su salud comenzó a
deteriorarse, a veces amanecía con mucho dolor y eso la debilitaba, su
medicina era la oración, a finales del año 2020 fue que el avance de su
enfermedad le imposibilitó estar mucho tiempo quieta en un solo lugar, ya no
se sentaba como siempre en su sala, solo estaba un momento y luego entraba
en su habitación a orar, sus cuidadoras también eran mujeres fuertes, la
cuidaron y velaron por su salud cada día.
¡Gloria a Dios para siempre! Les cuento mis hermanos lo que he presenciado
durante mi estadía con la Madre, pues debido al amor e inmenso aprecio que

69
Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

sentíamos por ella, mi familia decidió acompañarla en todo momento durante


la prueba que pasaba, es así que nuestros viajes a la Santa Ciudad se volvieron
más y más frecuentes, llegando a viajar cada semana para estar junto a ella.

A mitades del año 2021 su estado de salud empeoró, la hermandad elevaba


oraciones por la Santa Madre y las profecías anunciaban para ella un triunfo
junto a Dios que se acercaba más y más, nuestra Madre solo esperaba un
llamado, su santa figura la que antes reía y estaba atenta atendiendo con amor
a cada alma, ahora solo permanecía acostada orando constantemente.
En esos momentos mis plegarias al Creador solo pedían más vida para Santa
Aidé, porque si bien ella ya había llegado al llamamiento más sublime y ya
estaba preparada para ascender junto a su Dios, nosotros sus hijos aún no
estábamos listos para verla partir, sentía que necesitaba de ella, que sin sus
consejos, sin su amor y protección sería tan difícil para mí continuar, pero con
el paso de los días iba comprendiendo el gran amor de Dios, visualice en ese
entonces todo lo que vivimos con Santa Aidé, todo lo que ella nos enseñó,
todos los momentos de felicidad, me di cuenta de que el Señor nos dio la
valiosa fortuna de conocerla y vivir con ella, gozar y reír, aprender y crecer
abrazados a ella.
Pasaron los meses y la Santa seguía luchando por su vida, oraba en todo
momento, fue muy valiente y fervorosa, puedo decir que la madre se veía
como un delicado ángel, nacida en el amor y el perdón, ya no tenía rastros de
pecado ni impurezas, desde los ojos de mi corazón la veía como una Santa
perfecta y purificada, en aquellos días aparecía en mis sueños casi cada noche,
veía en mis sueños a Santa Aidé en hermosos paraísos, en lugares de calma y
belleza sobrenatural, todos estos sueños me hacían confirmar la Santidad de
nuestra Madre.
Agradezco de corazón a los hermanos y hermanas que mostraban su empatía
e inmenso cariño hacia ella, a aquellos que llegaban de visita y aunque solo
podían estar un tiempo reducido hacían que Santa Aidé se sienta feliz al saber
que tenía el amor y la calidez de la hermandad, de igual manera también
agradezco a quienes oraban, ayunaban y hacían vigilia rogando a Dios por la
salud de la Madre, debo decir que siempre voy a estar agradecida a las
personas que mostraron su apoyo y solidaridad a ella y a quienes la
acompañamos en esos momentos difíciles.
En octubre, días antes de su cumpleaños, el Apóstol Ignacio López fue a
visitarla y hacer una oración por su salud, allí nos predicaba y testimoniaba
sobre la vida de Santa Aidé, él la describía como una Mujer histórica de esta

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

congregación, pues ella desde el primer momento reconoció a Dios como


absoluto, su confirmación y sus buenas obras hacían de ella una hermana
perfecta.
Esa vez, estando reunidos rodeando a Santa Aidé, el Apóstol nos profetizó, y
nos alentó, fue Dios quien hablaba por su intermedio, él decía:
Cada uno conforme a su escala entrará en el planeta, y bienaventurados los que escalan en
la parte superior, todo esto depende del renunciamiento del mundo y servir al prójimo, si uno
quedaré como un niño entrará en el Reino, allí no se entra por jerarquía sino por sencillez y
humildad, siendo servidor de todos, porque el más pequeño en la tierra es el más grande en el
Reino de Dios. Vengo a anunciar y contar a todos; que no es en vano nuestro sufrimiento
aquí en la tierra, por la causa de Dios y su justicia, les digo que toda obra buena que hacen
en el nombre Dios tiene su recompensa.
Ella ya está preparada, Santa Aidé esta lista para ir junto a Dios, hay un reino
prometido; ahí todas las almas entrarán para gozar, esta es la preparación que todos
vosotros también deben imitar, prepararse como ella lo ha hecho, limpiar vuestros corazones
para alcanzar lo que ella está logrando. No hay duda de que alcanzó la escala sublime, y
está lista para entrar en ese Planeta Santo, ustedes que la cuidaron son amigas y ya tienen
ganancia también, hijos míos les doy estas palabras, para que tengan consuelo y se animen a
seguir cuidando de esta Madre, porque es ganancia grande para vosotros, gracias hijos e
hijas mías, vosotros sois privilegiados, entonces consuelo traigo a sus almas; así dice el Señor
Jesucristo.
Cada palabra fue consuelo a nuestro corazón, el padre nos dio la seguridad
que se necesita para continuar a pesar de que el pronóstico era un mar de
tristezas que se precipitaba, sabemos hermanos que aquí en la tierra solo hay
sufrimiento, dolor, enfermedades, más Dios nos promete una vida donde ya
no hay dolor, ni llanto, ni sufrimiento, aquel que permanece con Dios verá el
cumplimiento de todo esto.
El día 12 de octubre era el tan esperado cumpleaños de la Santa Madre, un día
antes decoramos su hogar con flores y globos, la madre estaba al pendiente de
todo lo que hacíamos y se mostraba feliz por su día especial, amaneció y todos
sus seres queridos nos reunimos a saludarla, aquella vez se pudo ver a Santa
Aidé tan apegada y amorosa, el semblante que antes se iba apagando a causa
de su enfermedad de repente volvía a tomar ese tono cálido, en su rostro se
dibujaba una tierna alegría y su tenue voz volvía a oírse en su sagrado hogar.
Esa vez la hermandad preparó un homenaje con salmos y danzas dedicados a
Santa Aidé, frente a su hogar se realizaban los actos de agradecimiento,
aunque la madre permanecía en su habitación debido a su delicado estado de
salud.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Santa Aidé pasó sus últimos días rodeada de las personas que amaba, en paz y
calma, con la seguridad de alguien que tuvo una vida digna y humilde, tenía
una tranquilidad espiritual y una comunión constante con el Señor mediante la
oración, una novia celestial preparada para el llamado de Dios.
¡Gloria a Dios para siempre! Su legado es un pueblo cristiano que se ha
cimentado en la creencia de un Todopoderoso, ella ha dejado un tesoro de
enseñanzas sobre constancia y fidelidad en la promesa del Señor, somos el
fruto de su entrega y devoción, la hermandad del Pueblo de Dios recordará
por siempre a la Madre Santa Aidé, la mujer histórica y valiente que
permanecerá por siempre como un sello grabado en nuestros corazones.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

El día del triunfo


La madrugada del 18 de octubre del 2021 llega el día del triunfo, ya cumplida
la misión Santa Aidé extendía sus alas al encuentro del Eterno Hacedor, ella se
iba dejando en nuestros corazones mil recuerdos y magnitudes de enseñanzas.
La Novia fragante llegaba al Reino prometido, millares de ángeles la
escoltaban a la puerta principal, a la casa de su Padre, para gozar ya en los
Cielos por los siglos de los siglos.
Recibir tal noticia no era fácil de asimilar, la Santa Madre se había ido de entre
nosotros, cuando lo supimos esa madrugada fue tan triste para mi familia,
llantos y profecías envolvían a mi hogar, un manojo de sentimientos
encontrados se transfiguraba en nuestros corazones. ¿Dónde más hallaríamos
tal fuente de amor inagotable como el que yacía en Santa Aidé? ¿Cómo
hallaríamos fuerzas para afrontar esa despedida tan repentina? la esperanza
nos había convencido de que ella aún permanecería mucho tiempo con
nosotros más los designios de Dios ya la habían elegido y preparado para
ascender ese día tan glorioso.
La Santa Madre había acudido al llamado de Dios, su sagrado vuelo se abría
paso a la gloria del Señor, en la morada de paz, a esa gran Mansión Celestial,
junto a los Santos y Santas, junto a los Ungidos y Patriarcas, aquello por lo
que un día se entregó de alma, mente, fuerza y corazón llegaba a su
cumplimiento, ella alcanzaba la justa ganancia en Cristo Jesús.
Se iba al Cielo aquella alma pura y cristalina, la que fue luz para toda la
hermandad, nuestra querida Madre que con su sonrisa devolvía la felicidad a
nuestras vidas y con sus palabras de amor nos enseñaba un paraíso de virtudes
y esperanzas, cual una blanca paloma ella llegaba ante el altar. Ascendió al
reino como un ángel que vuelve a su hogar, o como una valiosa hija que
vuelve con su Padre, a recibir la infinita heredad que Cristo nos ha prometido,
ella había cumplido su misión y su glorioso propósito a la perfección.
Toda la congregación cristiana permanecía triste con la noticia de su partida, a
pesar de que sabemos que la verdadera vida es después de la muerte y que su
alma iría a gozar en la eternidad del Señor, era difícil aceptar que ya no
tendríamos su santa figura entre nosotros, que no estaría presente para
aprender con sus palabras llenas de sabiduría y apreciar su puro amor
maternal.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Santa Aidé había alcanzado el triunfo, en ella se ceñía la corona incorruptible


de la vida con el Señor ¡Oh bello ángel que ascendió al Reino de los Cielos!
En donde recibía la recompensa tan anhelada, alma reluciente que va al
encuentro de la sublime heredad, junto al Cristo viviente que desde el
principio la llamó en su camino.
En el nombre de Jesucristo, los sagrados pasos de Aidé llegaban a la morada
de paz, allí donde habita la gloria de Dios, nuestra querida madre fue a gozar
por siempre la resurrección a la vida eterna.
¡Gloria a Dios para siempre! ¡Viva el triunfo de Santa Aidé!
Estoy agradecida con el amado Creador, le doy gracias una y mil veces por su
infinita bondad, por permitirme conocer a la grandiosa madre que dedicó su
vida a la obra del Señor y dejó sus huellas en el corazón de todos los llamados,
nunca olvidaremos su amor y sus enseñanzas, su legado permanecerá brillante
en esta santa congregación.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Hasta siempre Madre Querida


Viajamos a la Santidad en un trayecto eterno y fugaz, todo el tiempo
transcurrido antes de llegar solo pensábamos en los recuerdos de la Santa
Madre, nuestras mentes recorrían transiciones de momentos valiosos con ella,
de sonrisas, de saludos, de sus palabras de amor, de su eterna voz, de su
imagen Santa y Pura.
Recuerdo ese día, cada instante, cada lágrima, cada latido de mi corazón
rebozado de agradecimiento y amor hacia Madre Aidé, nunca olvidaré que al
llegar al camino que conduce a su hogar; todas las flores habían florecido
esparciendo un delicado aroma, no olvidaré que el cielo estaba teñido de un
celeste cálido y de que las aves entonaban sus voces al símil de una melodía.
Era como si la primavera se hubiese personificado en la morada de Santa
Aidé, ese paisaje me enseñó cómo debería recordarla, ella queda en mi
memoria, así como la Eterna Primavera; que todo lo adorna, todo lo
embellece, lo envuelve de vida y color, Ella queda cual una Rosa Blanca,
inmarcesible e intacta en la memoria de todos los que la amamos.
Llegamos a la casa de oración pasado el mediodía, la hermandad se reunía de a
poco en el lugar, al llegar a la entrada mis ojos se posaron en ella, sentí que mi
corazón no hallaría consuelo al verla con los ojos cerrados, al ver que su santo
cuerpo ya se encontraba descansando entre flores y encaje.
Caminé hacia su altar mientras mis lágrimas caían con el pesar de su partida,
allí estaba ella, descansando como si solo estuviera dormida entre tantos
pétalos de flor, al verla al fin en paz, le dije: Triunfaste madre, ya terminó el
dolor y la angustia, ya no vas a sufrir en este mundo carnal, tú alcanzaste la
mayor escala espiritual, Santa pura y reluciente ve al encuentro de tu Dios,
gracias madre amada, descansa en paz Aidé, sublime Reina del amor y el
perdón.
Las lágrimas podían verse en cada rostro, la hermandad con inmensa tristeza
despedía a Santa Aidé, llegaban los fieles de cada congregación a dar sus
muestras de agradecimiento y último adiós, con salmos, danzas y profecías se
elevaba nuestro espíritu en gozo y júbilo por el triunfo de un alma ante la
presencia de Dios.
Los apóstoles líderes acompañaban en todo momento la ceremonia, cada uno
de ellos pasaba ante el altar para dar su agradecimiento, asimismo las
diaconisas expresaban su gratitud a la Santa Madre.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

El Profeta en nostálgicas frases daba un agradecimiento en nombre de la


hermandad para Santa Aidé: ¡Viva el Salvador Jesucristo! Gratitud de este
Pueblo por los años que estuviste al frente guiándonos Madre, enseñando en
obras el evangelio auténtico de nuestro Salvador Jesucristo, gracias Santa Aidé
por tu labor, Dios te dé el descanso eterno y la alegría infinita del Reino
Celestial.
Esa noche y madrugada se prosiguió con las presentaciones, cada palabra
conmovía el corazón, todo sentimiento expresado ante el altar de Dios,
describían respeto, amor y gratitud. Allí me di cuenta que ella durante su vivir
conquistó a la hermandad, tantos corazones iguales al mío sentían
contentamiento y hogar en la virtud de Madre Aidé, es así como una persona
llega a nuestras vidas para convertirse en una luz, la lumbrera que guiaba el
camino para todas las almas.
Cuando se acercaba la
hora de culminar la
ceremonia, el Apóstol
principal Julio Caballero,
luego de haber dado una
emotiva prédica
agradeciendo la obra de
Dios, elevó una oración
por Santa Aidé y el
pueblo en general, todos
nos arrodillamos
levantando la mano
derecha en señal de respeto y último adiós a nuestra querida Madre, así
orando y profetizando pedíamos al Creador que le dé el descanso eterno en su
glorioso reino.
Aquella vez, el Ungido San Pedro se encontraba en el extranjero y no pudo
hacerse presente, aunque con su oración acompañó al pueblo en esa etapa
difícil, él amaba a Santa Aidé, pues creció a su lado como un hijo, fueron
compañeros de esta causa justa, buscando la redención y salvación de las
almas, fue así que en todo momento el Ungido transmitió la fuerza para
afrontar esa triste despedida.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Después de haber velado a Santa Aidé en la Casa de Oración, llegaba el


momento de trasladar su féretro al campo santo, la acompañaban al lugar de
descanso; el hermano Abel, sus cuidadoras y ahijados, luego iban los
hermanos y hermanas mayores, siguiendo esta fila iba toda la hermandad.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

El Último Adiós
La hermandad, en caravana y desfiles de gala, escoltaban su féretro al Panteón
de los Héroes del Pueblo de Dios, el lugar en donde su santa figura
descansaría ya por siempre. Durante la trayectoria una orquesta de salmos
inspirados entonaba alabanzas por el glorioso día de júbilo, un gran número de
fieles la acompañaban al destino, todos llevábamos en las manos un ramo de
flores, que al llegar se entregarían ante su altar, flores como símbolo de una
vida primaveral, una vida llena de florecimiento espiritual.
Al llegar al Panteón de los Héroes se dio la ceremonia de despedida a nuestra
querida Madre, con danzas, alabanzas y profecías se daba el último adiós a la
Anciana principal, allí le dimos nuestro agradecimiento por el tiempo que ha
dedicado a la obra perfecta de nuestro Creador, ella desde su joven edad
perseveró, fue constante y fiel en el camino, creció espiritualmente, se volvió
una madre virtuosa y brillante.
Cada enseñanza y buena obra que realizó durante su caminar le será
recompensado en el Reino eternal, nunca olvidaremos su inmenso amor y
sacrificio. De esta manera se daba el último adiós a la Madre principal, el
hermano Abel, su familia, sus cuidadoras y los más allegados a Santa Aidé
rodeaban su féretro con lágrimas en los ojos.
Así luce un corazón agradecido, con la tristeza de su partida, pero con la
certeza de que su triunfo era un hecho más sublime que los cielos. Solo puedo
decir que el sentimiento esa vez fue algo único, algo que cada creyente no
olvidará jamás, dejábamos allí a nuestra Madre, descansando en paz y
resucitando a la vida eterna.
Ese día me quedé pensando
en todos los momentos
compartidos con Santa Aidé,
la iba a extrañar tanto,
buscaría su presencia en cada
rincón de Santa Ciudad, me
inundaba tal tristeza al saber
que ya no estaría entre
nosotros, sentía el pesar de
que ya no oiría su dulce voz y ya
no recibiría su cálido abrazo, esa vez comprendí que hay personas que nunca
se van por completo, aunque ya no estén con nosotros, siguen abrazadas a
nuestra alma, a nuestro corazón y espíritu.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Su esencia permanece, su legado permanece, se llevan una parte de nuestros


corazones y nos dejan una parte de los suyos, Santa Aidé permanece en los
salmos, en las prédicas, en las sonrisas y
en cada nuevo amanecer.
Al finalizar la ceremonia, un grupo de
hermanos y hermanas nos quedamos
admirando el Panteón de los Héroes
del Pueblo de Dios, esa vez sucedió
algo maravilloso, en el inmenso cielo
azul se dejaban ver tímidamente dos
hermosos arcoíris, matices de belleza y
colores adornaban el cielo uno al lado
del otro. Aquella vez confirme que los
cielos anuncian la gloria y el propósito de
Dios, profesan lo que sucederá, creo que aquellos arcoíris representaban a
Santa Aidé y San Pedro, dos almas puras y refinadas, que alcanzaron el pacto
con Dios en todo su esplendor y ascenderían al Reino para recibir la corona
incorruptible de la vida eterna.
La Congregación Cristiana Pueblo de Dios, recordará por siempre a Santa
Aidé, a ella le debemos nuestro crecimiento espiritual, sus hijos e hijas
estaremos agradecidos eternamente por el amor y cuidado que llevó con cada
alma, ella será nuestra abogada ante el tribunal Celestial, nuestro preciado
ángel que nos guiará desde el cielo, sé que estará siempre presente en nuestras
vidas, sus recuerdos y enseñanzas vivirán en nuestros corazones, y su legado
permanecerá brillante en esta santa Congregación.
¡Viva el triunfo de Santa Aidé ante la presencia del Creador!
¡Gloria a Dios en las alturas para siempre!

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Gracias Santa Aidé


Ante la presencia del amado Creador y en el sagrado nombre de nuestro
Salvador Jesucristo
Quiero expresar mi gratitud e inmenso amor a nuestra querida
Madre Santa Aidé
Eterna gratitud a la luz que me guio en el camino de Dios, inmenso es el amor
que tengo por mi amada madre.
Un cariño sincero, que está encendido, como una llama de fuego en mi corazón y
cual un paraíso de cielos en mi alma.
Madre Aidé; recuerdo que, siendo niña, vislumbré tu cálido abrazo llenándome
de felicidad, en mi juventud, tus palabras fueron una lámpara que iluminó el
camino y tu consejo fue un faro que me guiaba en la vida.
Te presento mi alma en estas hojas, quiero darte las gracias Madre amada, como
homenaje a tu gran valor, eres una joya del Pueblo de Dios, una sierva de
Jesucristo que dedicó cada día de su vida a enseñar la sana doctrina, a
señalarnos un camino de redención.
Desde tu joven edad te dedicaste a hacer la voluntad del Creador, acompañando
a cada Ungido y defendiendo con valentía la obra de Dios.
Honraremos tu vida Santa Aidé, cada palabra y enseñanza que nos diste será
como luz viviente, que alumbrará nuestros pasos, seguiremos este camino que con
tanto amor y delicadeza nos enseñaste y triunfaremos con la ayuda de Dios.
Gracias Santa Aidé por ser la primavera que llenaba de flores los senderos de la
vida, gracias por inculcarme valores, por enseñarme a respetar y amar la obra
perfecta de nuestro Padre Celestial.
Gracias por abrirme las puertas de tu hogar, por brindarme un refugio en los
días de angustia, por hacerme partícipe de tus días felices, gracias por tu cariño
sincero, por tus palabras de aliento, gracias por las risas y las alegrías, por las
prédicas y profecías.
Crecí escuchando tu voz, en mis ojos siempre fuiste un héroe, fuiste una Madrina
perfecta y así te recordaré.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Triunfaste Madre, reluciente llegas a los cielos, a gozar por la eternidad, en el


paraíso de los fieles creyentes, en la sublime heredad que te recibe victoriosa,
mujer virtuosa y valiente, después de tanto luchar ganaste la hermosa vestidura y
la corona incorruptible del reino celestial.
Hasta que volvamos a encontrarnos en la eternidad, Madre, guardaré tu
recuerdo, tus palabras llenas de sabiduría y tu amor sincero, como el mayor
tesoro de la vida. Tu legado de enseñanzas quedará en el corazón de la
hermandad, tus hijos e hijas te amaremos por siempre.
Gracias por todo querida Madre
Siempre vivirás en nuestros corazones
Gloria y honra a nuestro Dios Todopoderoso
Amén.

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Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Agradecimientos
Mi agradecimiento primeramente a nuestro Dios Todopoderoso, quien en su
infinita benevolencia me iluminó por medio de su Espíritu Santo, el Señor es
mi guía y mi ayuda en todo momento, es gracias a su bendición que presento
ante ustedes este humilde homenaje.
Este libro representa mi amor y eterna gratitud a Santa Aidé, queda plasmado
en estas hojas un símbolo de gratitud y reconocimiento a la Madre principal
de la Congregación Cristiana Pueblo de Dios.
De corazón agradezco al Ungido de Dios, San José, quien siempre me alienta
a escribir, tengo presente sus palabras y enseñanzas como una fuente de
inspiración divina.
Agradezco a hermano Abel y a las hermanas cuidadoras de Santa Aidé, por
brindarme su testimonio y apoyo para la realización de esta ofrenda
Quiero expresar mi gratitud y admiración al Apóstol Ignacio López y a su
compañera, la hermana Catalina Fernández; quienes con paciencia y amor me
brindaron su testimonio, debo resaltar que son valiosos maestros, al llegar
ante ellos encontré un manantial de sabiduría y virtud.
También doy gracias a mi familia, que me impulsaron a realizar este homenaje,
represento sus sentimientos en estas páginas y enaltezco la importancia que
tuvo Santa Aidé en nuestras vidas.
Agradezco a cada uno de ustedes, quienes leen este libro, deseo que cada
palabra escrita llegue a sus corazones y así puedan conocer la historia de
nuestra querida Madre.
Que Dios los bendiga inmensamente.
Alabado sea el Salvador Jesucristo.
Amén.

82
Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Santa Aidé alcanzó el descanso eterno en el Reino de Jehová


Cual un ángel, ascendió al cielo a recibir la corona y la
vestidura tan anhelada
Gracias a su dedicación y fidelidad, era recibida como una
Santa cristalina al encuentro de nuestro Señor Jesucristo
¡Gloria a Dios para siempre!
¡Vive eternamente Reina del Amor y el Perdón!
Amén.

83
Una Santa Perfecta La Reina del Amor y el Perdón

Contenido
Prólogo
Introducción
Dios
Amar a Dios
Virtuosa
Santa Aidé
Vida Santa
Compañera de los Santos
Sierva de Dios
Salmos inspirados
Profetisa
Predicaciones de Santa Aidé
Mensajera de Dios
Testimonios sobre la vida de Santa Aidé
Los días junto a Ella
Hermano Abel
Hijas de Santa Aidé
Madre de Amor y Perdón
Su purificación
El día del triunfo
Hasta siempre Madre Querida
El último adiós
Gracias Santa Aidé
Agradecimientos

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