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Introducción

En el siguiente documento le vamos a estar hablando acerca del lo que es el deseo de


Dios y los jóvenes.

Al escuchar este tema del deseo de Dios y los jóvenes quizás nos preguntemos, de que
se tratará esto, cual será el deseo de Dios, cual será el deseo de los jóvenes, por que este
tema, cual es el objetivo de este tema o en que nos ayuda este tema, para que nos sirve.

Pues aquí les aclararemos todas sus dudas y les responderemos sus preguntas dejándole
saber cual es el deseo de nuestro creador que es lo que él desea para el y para nosotros
así mismo también le daremos a conocer de que se trata el deseo de los jóvenes y como
podemos despertar ese deseo anhelado y que Dios quiere.

También le daremos a conocer las diversas maneras en las que se puede manifestar el
deseo de nuestro creador y las distintas maneras de como podemos despertar ese deseo
que tienen los jóvenes y como llamarlos hacia el deseo de nuestro Dios y los medios por
los cuales nos podemos acercar a el.

Espero que este documento les sirva para enriquecer su memoria de nuestros
conocimientos acerca de Dios y de nosotros y que los ayude acercarse a él y a como
saber hacerlo.
El deseo de Dios y los jóvenes

Este documento nos habla del deseo de Dios y los jóvenes, podremos ver que por un
lado hace referencia a ese anhelo que tenemos de unirnos a Dios y por el otro lado se
refiere a ese deseo que Dios tiene de unirse con nosotros y ambos deseos los
encontramos en la experiencia de Dios. El deseo de nuestro dios nos hace buscar y
reconocer los medios por los cuales nos podemos encontrar con el. Es cierto que
finalmente la experiencia de Dios será un don, una gracia, pero justamente la
intencionalidad que manifiesta el deseo hace que la persona o la comunidad generen las
condiciones que favorezcan dicho encuentro.

El deseo puede ayudar a desenrollar lo más autentico de sí misma, lo que ella es más en
el fondo y por lo mismo, su aporte particular y único en el concierto de la humanidad,
su nota, su voz. El deseo esencial es ese encuentro con Dios, con el que hace que haya,
con quien nos da el ser, pero el camino a recorrer para llegar a esa unión fundante y
fundamental es diverso para cada uno y descubrirlo es el desafío fundamental, al que
llamamos vocación, que no es otra cosa que la respuesta libre que da cada persona a la
llamada que descubre en lo más profundo de su ser, en diálogo con la realidad que lo
rodea, ya que en toda ella también habla Dios. Desear a Dios, descubrir ese deseo y
ponerse en camino animado desde dentro, es esencial para disponerse a la experiencia
de Dios y al descubrimiento de la propia vocación.

Por otro lado nos habla del deseo de los jóvenes pero lo hace desde distintos
ángulos:uno es el de los deseos que cambian debido a las transformaciones sociales, que
nos repercuten a todos y con mayor fuerza a las juventudes; el deseo de los jóvenes de
compartir entre ellos, con sus pares, generando instancias de diálogo horizontal; la
variedad de deseos –así como de sentimientos y emociones– que se producen a causa de
las experiencias vividas, donde se hace necesario el reconocimiento y la interpretación.

Podemos ver que aquí se utiliza la palabra alegria del amor para referirse a la llamada
del señor a la alegria del amor y la vocación a la alegria del amor. Es decir, aquí hay un
núcleo del documento de los Obispos sobre los jóvenes, el discernimiento vocacional y
la fe. Se trata de un lenguaje nuevo. Donde lo que se pone en el centro es que la
vocación humana y cristiana es una vocación al amor y donde esa vocación al amor está
indisolublemente unida a la alegría. La alegría del evangelio.

Podemos ver que entre esa llamada de Dios a la alegria del amor evangélico y el deseo
de los humanos y de los jóvenes en particular existe una conexión interior. La conexión
está dada porque es el mismo Dios el que llama desde adentro de la persona, a través de
sus mociones –sentimientos, emociones y deseos–, a través del buen espíritu dirá. Dios
llama desde lo profundo del corazón. Él pone Su deseo en nuestro interior y a la vez nos
atrae desde toda la realidad. Es una llamada que requiere silencio para ser escuchada,
pero también ojos bien abiertos, atentos a todo lo que la vida va manifestando.

Aquí podemos ver dos dinámicas vinculadas al deseo. Una tiene que ver con el
discernimiento de los deseos y la otra tiene que ver con el despertar de los deseos. En
relación a lo primero, propone un esquema básico, de tres pasos que son: el
reconocimiento, la interpretación y la elección. El reconocimiento se refiere a la toma
de conciencia, de lo que provocan en la persona, los acontecimientos, los encuentros, las
palabras, los demás, donde el registro emocional puede ser variadísimo, desde la alegría
y el entusiasmo hasta la angustia y el vacío, pasando por la tristeza, la rabia y la
serenidad. Somos experiencia de Dios y si no miramos con atención nuestra historia y lo
que se produce en nuestro interior nos haremos ciegos y sordos a la voz de Dios y nos
desconectaremos completamente de nosotros mismos.

Ahora bien la interpretación. No basta sólo saber lo que sentimos sino más bien
preguntarnos si eso que sentimos nos orienta hacia a dios o no, o se viene de él. Las
experiencias de otros y dejar que el Espíritu Santo ilumine eso que hemos vivido. La
sabiduría acumulada de la Iglesia y las personas que en su vida han hecho camino en el
espíritu pueden ser buenos acompañantes para este proceso. Este paso es indispensable,
porque no todo lo que deseamos nos conduce a la vida, no todos nuestros gustos pueden
ser satisfechos, porque eso simplemente nos constituye en seres caprichosos, sometidos
al totalitarismo del “ello”.

Y por último y no menos importante tenemos la elección,, elegir es necesario, después


de que ya reconocido e interpretado. No basta quedarse en las puras reflexiones, porque
eso no produce vida, es necesario pasar a la acción, lo cual implica arriesgar, superando
los temores y las incertidumbres. Lo cual siempre comporta un acto de fe, de abandono,
de confianza, de locura incluso, pero en este caso, si ha sido un discernimiento creyente,
es la locura del amor, que se funda en el amor loco de Dios.

Por otro lado podemos ver cómo se puede despertar en los jóvenes ese deseo de alegria
del evangelio y para eso utilizamos la pedagogía de Jesús, con tres verbos que son: salir,
ver y llamar: El salir es la capacidad de movimiento que implica la misión, salir de las
comodidades, del encierro y del espacio propio para ir al encuentro de los jóvenes y de
nuestro mundo contemporáneo. Implica saber soltar las tareas administrativas o las
exigencias de la gestión de las estructuras para darles verdadero tiempo a las personas,
para gastar el tiempo con el otro.

Ahora vamos con lo que es el ver y cuando hablamos del ver nos referimos a aquella
mirada que tiene el partir la cual es capaz de ver en el interior de nuestro corazón sin ser
intruso ni amenazador. Cuando los Evangelios narran los encuentros de Jesús con los
hombres y las mujeres de su tiempo, destacan precisamente su capacidad de detenerse
con ellos y el atractivo que percibe quien cruza su mirada. Es la verdadera mirada del
discernimiento, que no quiere apoderarse de la conciencia ajena ni predeterminar el
camino de la gracia de Dios a partir de los propios esquemas.

Y luego vamos con el llamar, aquí nos referimos a aquella llamada que busca despertar
en los jóvenes ese deseo de vivir según la alegria del evangelio.Este ver, donde se unen
el conocimiento y el amor, es fundamental, porque solo habiendo conocido la vida de
nuestras hermanas y hermanos podremos ofrecerles el evangelio en un lenguaje que sea
accesible y significativo, que se contacte realmente con sus vidas y sus búsquedas de
sentido.

La Iglesia está llamada a facilitar las condiciones para que ello ocurra en la vida de cada
persona y sobre todo de los jóvenes, para lo cual es fundamental atender a cada uno, a
su proceso, a sus búsquedas y, a la vez, a la comunidad en la cual esa persona está
llamada a sentirse en casa,, para que desde ahí, con otros, en fraternidad y
compañeridad, pueda descubrir y desplegar todo lo que está llamada a ser, conectándose
con los deseos más profundos de su corazón, que el mismo Dios de Jesús ha derramado
por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.

Conclusión

Ya desarrollado nuestro contenido y por ende respondida todas sus preguntas y


aclaradas sus inquietudes pudimos ver cual es el deseo de nuestro creador que es lo que
él busca para él con nosotros que es lo que él desea. Que no es más que nosotros nos
acerquemos a él y lo busquemos de corazón ese es el desdén más grande de nuestro
señor.

También podemos ver que el deseo de nosotros los seres humanos en especial los
jóvenes se trata de ese deseo de acercarnos a Dios, de buscar de él, de seguirlo y
servirle.

Pudimos ver que el deseo de nuestro creador nos hace reflexionar y también nos permite
saber los diferentes medios por los cuales nos podemos acercar a él y seguirle. También
pudimos ver que nuestro deseo como jóvenes puede ver ir desde nuestra sociedad o de
las relaciones entre nosotros los jovenes en las cuales tenemos experiencias que nos
empujan a buscar de Dios.

Podemos ver que además de que nosotros como jóvenes tenemos ese deseo Dios
también nos llama desde lo más profundo de nuestro corazón a través de lo que son
nuestras emociones, nuestros sentimientos y nuestros deseos. Así podemos ver que entre
esa llamada que nos hace nuestro Dios y el deseo de nosotros los seres humanos en
especial de los jóvenes hay una gran conexión interior que se da porque es nuestro señor
el que nos llama desde nuestro interior.

Reflexión personal

Este documento deja un gran mensaje ya que se trata de nuestro creador que es Dios.
Pero aparte de esto también nos enseña que debemos de buscar de nuestro señor y nos
permite conocer cual es el deseo que tiene Dios y el cual nos impulsa acercarnos a él. Es
un documento muy valioso ya que en podemos ver que es lo que quiere nuestro señor
para nosotros y que es lo que él más desea y ese deseo a parte de que él es nuestro
creador nosotros también se lo podemos cumplir ya que lo que él más desea es que nos
acerquemos a él. Debemos de buscar de Dios ya que él es el único que nos puede dar
vidas eternas y brindarnos nuestro paraíso.

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