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Integracion y Elites Provinciales
Integracion y Elites Provinciales
Cabe destacar que dicho proceso , fue dinàmico al. La dinámica política estuvo
signada por la separación de Buenos Aires y la guerra civil. Por lo tanto, la
particularidad de la década del 50 fue la emergencia de dos poderes territoriales
cuyas respectivas fuerzas militares alcanzaban un poderío equivalente, aunque en lo
relativo a los recursos económicos, la provincia segregada se destacaba por la
superioridad de sus rentas. Mientras el débil gobierno constitucional de Urquiza
buscaba la neutralidad de los gobiernos del interior frente al conflicto con Buenos
Aires, los intereses de la provincia escindida procuraban conseguir la solidaridad de
los gobernadores a través de la acción sobre facciones que se consideraban adictas.
En noviembre de 1852, Mitre, ministro de gobierno y relaciones exteriores del
gobernador Valentín Alsina, sugería al general Antonino Taboada, hermano del
gobernador santiagueño, lo siguiente: “creo que Ud puede influir sobre las
provincias de Santiago, Tucumán y Jujuy por medio de la persuasión, y sobre la de
Salta por medios un poco más audaces [...] Estas cuatro provincias situadas en el
extremo norte y acaudilladas por Ud. obligadas por un pacto especial, pueden
formar una coalición invencible, cuya sola aparición decidirá el éxito de la
cuestión”4. En esta carta, Mitre intentaba impedir el proceso de organización
nacional alentando la formación de una coalición en el norte. La misma debía
adoptar una política de neutralidad armada, desconocer el Acuerdo de San Nicolás y
a la autoridad nacional surgida del mismo, y retirar las relaciones exteriores que las
provincias habían encargado provisoriamente a Urquiza.
Sin embargo, la proyectada operación fracasó. En el norte, el prestigio alcanzado
por el gobernador de Entre Ríos luego de la victoria de Caseros se encontraba en su
punto máximo y su programa de organización acelerada del Estado coincidía con las
aspiraciones políticas de las élites del norte5. Por otra parte, la revolución del 11 de
setiembre, que determinó la segregación de Buenos Aires, fue interpretada por los
gobernadores de la región como el resultado pernicioso del localismo bonaerense.
Incluso personajes como Manuel Taboada, gobernador de Santiago del Estero,
identificado generalmente con el mitrismo en función de su intinerario político
posterior, consideraba en octubre de 1852 que los sucesos de setiembre revelaban
“las excesivas pretensiones del pueblo de Buenos Aires y su constante propensión a
sobre ponerse a todo aquello que no emane inmediatamente de él”.
En consecuencia, las provincias del norte secundaron el proyecto de organización
nacional cuya instancia preliminar y decisiva fue la Constitución de 1853. No
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obstante, en las discusiones que precedieron a su sanción se manifestó la
resistencia aislada de Zuviría, diputado de Salta y presidente del Congreso, que
solicitó el aplazamiento del congreso constituyente –postura coincidente con la
sustentada por la provincia de Buenos Aires- sobre la base de una sombría
percepción de la situación política que sintetizó en una contundente afirmación: “la
Nación es un caos”. Esta proposición fue unánimemente cuestionada. La réplica de
Salustiano Zavalía, diputado por Tucumán, expresaba con mayor claridad la posición
mayoritaria de las élites del interior respecto de la “cuestión constitucional”: “el
señor diputado de Salta nos ha pintado la actualidad de la confederación con tintes
exagerados [...] Existen los pueblos por lo general subordinados a sus gobiernos; y
pueblos y gobiernos se muestran dóciles a las resoluciones del Congreso y Director.
No ofrecen resistencias a la organización nacional, antes la piden a gritos [...] Y si el
orden no es completo, si la paz no reina en todos los ángulos de la república es
porque no tenemos constitución; es por eso mismo que debemos darla cuanto
antes”.
La sanción de la carta constitucional modificó sustancialmente el panorama político
en tanto legitimaba y definía una estructura de funcionamiento institucional
fundada en un poder central representado por el Congreso –integrado por
representantes de las élites del interior- y por el presidente, que a pesar de las
atribuciones concedidas ostentaba un poder vacilante sin una base efectiva de
sustentación. En lo sucesivo, los conflictos interprovinciales debían resolverse en
una instancia política superior, expresada por la existencia del Estado nacional al
cual debían subordinarse las provincias.
En el ámbito regional, la victoria de Caseros actualizó una demanda política
pendiente sintetizada en el recambio de los mandatarios provinciales cuyos
gobiernos se remontaban –en numerosos casos- al ejercicio ininterrumpido del
poder por más de una década. Esta exigencia, indispensable en un régimen que se
concebía como representativo, fue otro de los factores conflictivos que debió
afrontar el flamante Poder Ejecutivo, puesto que la totalidad de los gobernadores
que secundaron la empresa constitucional de Urquiza devenían del derrotado
régimen rosista.
Así, a partir de Caseros, entre marzo y junio de 1852, sectores de las élites
provinciales intentaron modificar el elenco gobernante en el norte argentino
logrando la remoción de José Manuel Saravia y Celedonio Gutiérrez, quienes se
desempeñaban como mandatarios de Salta y de Tucumán respectivamente. En un
primer momento, Urquiza se inclinó por mantener a los gobernadores del período
previo a Caseros, aunque no desalentó las demandas de cambio reclamadas por las
facciones opositoras que se habían fortalecido con el colapso del régimen rosista.
La remoción de los gobernadores desencadenó una guerra de alcance regional.
Estas operaciones recibieron–invariablemente- el apoyo militar de Santiago del
Estero. Su gobernador Manuel Taboada había asumido el poder de la provincia en
1851 y representaba a una nueva generación de políticos del norte, sin vínculos con
el rosismo. En consecuencia, para resguardar su poder, estaba dispuesto a respaldar
los movimientos destinados a remover a los gobernadores de las provincias
limítrofes, con los cuáles mantenía
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DESARROLLO:
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autoridades civiles fueron declaradas cesantes y las militares pasadas a retiro, a
excepción de dos casos extremos: Santiago del Estero gobernada por Manuel
Taboada quien había tomado el mando por una rebelión previa a Pavón, favorable a
la acción del Gral. Mitre y Entre Ríos donde Urquiza con su asumida pasividad,
benefició a la causa porteña y su permanencia en el cargo redundaba en no alentar
la resistencia al nuevo orden por parte del Partido Federal.
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2. La legislatura lo nombra gobernador en octubre de 1851. En primer momento
públicamente apoya a Rosas y en secreto apoyaba a Urquiza. Con la batalla de
Caseros confisca bienes del Ex Gobernador Ibarra. De su círculo más íntimo envía
diputados al Congreso que sanciona la Constitución de 1853. Antonino es a la par de
su hermano Comandante de Armas.
3. Intervienen en el derrocamiento del gobernador de Tucumán Celedonio Gutiérrez
apoyando a los unitarios.
4. Organizan montoneras que saquean el ganado en las provincias del Noroeste.
5. Apoyan a federales salteños con el fin de impedir que el Ex Gobernador Saravia
retorne al poder.
6. Gutiérrez es derrocado mientras participa del Acuerdo de San Nicolás. Desde
Catamarca realiza acciones tendientes a recuperar el gobierno; derrota a Manuel en
su avance ocupando Santiago del Estero. Sin embargo, fuerzas de Taboada a cargo
del Gral. Anselmo Rojo con ayuda del Cura José María Campo invaden Tucumán.
Derrotando definitivamente a Gutiérrez en Los Laureles.
7. Manuel lidera el Partido Liberal (Ex Unitario del Norte), ampliando su dominio a
través de acuerdos con Salta, designando titular del gobierno tucumano al Cura Del
Campo.
8. Para resguardar las fronteras con el Chaco y mantener a los indios alejados, funda
fuertes y colonias militares.
9. En 1856 hace dictar una Constitución Provincial y un año después deja el gobierno
en su subordinado Francisco Borges. Antonino sigue siendo jefe militar.
10. En las elecciones de 1860 Antonino y Mariano Fragueiro, conformaron una
formula derrotada por Derqui-Pedernera.
11. Para suceder a Borges fue electo Antonino, pero renunció a asumir el mando,
dejando el cargo a Pedro Ramón Alcorta en teoría un leal taboadista, que ya en el
poder se negó a nombrar ministro a Manuel Taboada, reemplazó a don Antonino de
la comandancia de armas y ganó las elecciones legislativas con candidatos propios.
Un traidor para los Taboada que organizaron montoneras que derrotaron a los
leales al gobernador en la batalla de Maco. Alcorta se refugió en Tucumán y pidió
ayuda al gobernador catamarqueño Octaviano Navarro, que invadió Tucumán con
ayuda de Celedonio Gutiérrez. Tras vencer a Del Campo en la batalla de Manantial,
invadió Santiago, ocupando la capital.
12. El triunfo de Mitre en la batalla de Pavón significo: retroceso de Navarro; la
ocupación de Santiago por Taboada y la reposición de Del Campo en la gobernación
de Tucumán.
13. En defensa de Navarro y Gutiérrez apareció el general riojano Ángel Vicente
Peñaloza, que ofreció mediar entre las partes en lucha. Taboada aceptó la
mediación.
14. Obligó al gobernador salteño José María Todd a renunciar y atacó a Peñaloza,
derrotándolo en Río Colorado.
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15. Envió a Rojo a Catamarca, donde depuso al gobernador federal y colocó en su
lugar al único liberal que encontró.
16. La fórmula Mitre – Antonino Taboada fue derrotada en las elecciones por la
fórmula Mitre – Marcos Paz, rompiendo la unidad casi legendaria entre los Taboada
y Del Campo.
17. Antonino se dedicó a reorganizar la defensa contra los indios del Chaco, muy
debilitada.
18. En 1863, segunda rebelión de Peñaloza, fue nombrado comandante de las
fuerzas del norte. Se trasladó a La Rioja en mayo, y venció al gobernador “Berna”
Carrizo en la Batalla de Mal Paso, pero fue desautorizado por Del Campo y se retiró
furioso a Santiago, arreando todas las vacas que encontró a su paso. Años después,
Taboada sería el terror de los riojanos, no por las armas de sus soldados, sino por los
saqueos del ‘63. Este terror alcanzaría también el pueblo tucumano.
19. Dos años más tarde fue encargado de llevar a la guerra del Paraguay a los
contingentes de las provincias del norte. Envió gauchos pobres y opositores, pero
éstos se sublevaron y escaparon, siendo perseguidos por desertores castigados con
torturas y fusilamientos.
20. A fines de 1866, estalló en Cuyo la Revolución de los Colorados, a la que se unió
el coronel Felipe Varela, que ocupó La Rioja. Taboada marchó hacia allí, y ocupó la
ciudad con 2.000 hombres, mientras Varela marchaba desde Famatina hacia
Catamarca al frente de un gran ejército de 5.000 hombres. Varela decidió regresar a
La Rioja, pero no se aseguró la provisión de agua, por lo que llegó a destino con su
gente medio muerta de sed. Taboada lo esperaba con sus hombres reunidos en el
único pozo de agua, alrededor del cual se dio la épica batalla de Pozo de Vargas,
sangrienta victoria del ejército nacional sobre la última gran montonera del interior.
21. Hizo elegir gobernador de La Rioja a un Dávila, miembro de la única familia
verdaderamente unitaria de la provincia. Por segunda vez salió de La Rioja arreando
todas las vacas que encontró, mientras sus soldados se llevaban toda la ropa, el
dinero y las alhajas que encontraron en las casas riojanas.
22. Mientras en Santiago había sido nombrado gobernador, negándose nuevamente
a asumir el gobierno. Aceptó en cambio el nombramiento de interventor federal en
Catamarca. Fue candidato a vicepresidente de la lista oficialista, liderada por Rufino
de Elizalde, pero renunció, con lo cual se salvó de ser derrotado por tercera vez en
una candidatura a vicepresidente.
La influencia de Mitre
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liderazgo nacional perdido en Caseros. Mitre siendo gobernador de los porteños
sostenía que Bs. As. Debía ser la base de una reorganización política.
Lamentablemente, en vez de utilizar métodos conciliatorios con los caudillos
provinciales federales aún existentes en el interior, apelo, para sellar la unidad
nacional a la violencia contra ellos, que se caracterizó por la dureza en la represión y
el maltrato inferido a los miembros del caído partido. De allí que las cuantiosas
intervenciones de los Taboada fueron decisivas para su avance en el Noroeste
donde las últimas resistencias fueron vencidas. El pueblo estaba cansado de los
enfrentamientos aspiraban alcanzar la paz. La actitud del liberalismo porteño
secundado elites provinciales transformaron la presidencia de Mitre en un
holocausto del federalismo, persiguieron y acorralaron a los focos federales hasta
apagarlos a todos. Solo quedaba federales en Entre Ríos, amparados por Urquiza.
El análisis de la frase “Ellos no sabían vivir fuera del oficialismo” lleva a inferir que
dentro del marco de la organización del Estado Nacional la llegada al poder del
pensamiento liberal requería homogeneizar las estructuras sociales consolidando la
dominación y la hegemonía, articulando prácticas que establecieran lazos
comprometidos con la élite burocrática central y provinciales, organizando una
maquinaria que manipulaba el despotismo como instrumento de dominación.
Dentro de esta élite se encuentran los Taboadas, miembros de la oligarquía
santiagueña que, tejiendo redes familiares y sociales sirviendo de guía político a
facciones de mayor indigencia que dependían de ellos (clientelismo político). Estos
actores trabajarán fuertemente con el fin de acabar los iconos más emblemáticos
del federalismo contando siempre con la consonancia de la política nacional. Esta
dominación signada por la violencia que duró veinticinco años comenzó a
debilitarse cuando asume la presidencia Sarmiento, con quien fue más que evidente
la oposición y enemistad, quedando sin el apoyo ni la asistencia económica
necesaria para progreso y el avance de la región por ellos dominada
Es imposible imaginar el gobierno de Mitre sin los hermanos Taboada imponiendo
su fuerza. La llegada de Sarmiento al gobierno nacional los dejó en la oposición.
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Evidentemente la organización del Estado Nacional actual fue el resultado de
numerosos conflictos los cuales no solo se evidenciaron en acciones políticas sino
también en la organización territorial del país, cuyas delimitaciones espaciales se
fueron modificando a partir del avance de las diferentes campañas.
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Las tierras que les arrebataron a los indígenas quedaron en pocas manos, que las
aprovecharon para incorporarte al mercado mundial y ser dependientes de las
potencias europeas.
Con respecto al mapa trazado de 1855 cotejando con el mapa actual queda claro
que se basaron en los límites trazados por gobierno centralista y liberal de Buenos
Aires.
El mapa de Colton tiene una matriz distinta al mapa actual tampoco de divisa las
provincias actuales de Corrientes y Misiones en sus dimensiones actuales.
CONCLUSION
Durante la segunda mitad del siglo XIX se inició un lento proceso de construcción de
la institucionalidad. Se consolidan estructuras sociales, políticas y económicas con
características propias en las provincias del noroeste. Una característica presente en
esta construcción de la Nación fue la presencia de grupos que predominaron en la
escena política y económica de las distintas regiones históricas. Estas elites la
formaban personas que representaban intereses en base a orígenes, relaciones
personales y familiares, formación intelectual y, por sobre todas las cosas, la
posesión de bienes. El ideal liberal de fundar una nación tenía que imponerse, y si
bien sus portadores sabían que era indispensable mantener un vínculo de cohesión
nacional que solo se lograría con elementos tradicionales, se vio arrollado por la
avalancha ideológica del porteñísmo al auspicio de la clase culta, donde todo lo que
oponía a estos planes debía ser eliminado, dejando de lado la búsqueda de acuerdos
fraternos. De allí la intensa oposición de las provincias a los propósitos
presidenciales y el empeño con que los porteños y sus partidarios impusieron su
criterio en todos los órdenes doblegando las voluntades provinciales.
BIBLIOGRAFIA:
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Link:https://www.researchgate.net/publication/262481407_El_proto-
Estado_Taboadista_Santiago_del_Estero_1852-1875
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