Está en la página 1de 2

Argumento de Amalia:

Publicada en 1851, poco antes de la caída de rosas, y cuando aún vivía exiliado en Montevideo José
mármol, Amalia es una versión novelesca, pretendidamente histórica: de los abusos y crueldades de la
titania rosista. El tiempo de la novela tiene gran importancia historia, va del 47 de mayo hasta el 15 de
octubre de 1840, el señalado “año del terror “del régimen de rosas, cuando argentina permanecía sometida
al bloque militar y económico del gobierno francés. Los sucesos fueron reales, el grupo de unitarios que
intentó evadirse existió, y el 5 de octubre fue asesinado Eduardo Belgrano, el único hombre que sobrevivió
entre los fugitivos. Partiendo de estos hechos José Mármol construye una ficción en que aparecen Amalia
y Daniel bello como los principales personajes de la novela.
Buenos Aires, 4 de mayo de 1840. Son las diez y media de una noche apacible.
Al escaso resplandor de las estrellas se descubría el Plata, desierto y salvaje como la Pampa, y el rumor
de sus olas, que se desenvolvían sin violencia y sin choque sobre las costas planas, parecía más bien la
respiración natural de ese gigante de la América, cuya espalda estaba oprimida por treinta naves
francesas en los momentos en que tenían lugar los sucesos que relatamos.
El coronel Francisco Lynch, Eduardo Belgrano, Oliden, Riglos y Maisson parten hacia el exilio,
perseguidos por el desenfreno de la dictadura rosista.
Los conduce Juan Merla, quien promete salvarlos embarcándolos en una ballenera, pero los traiciona. Su
agudo silbido alerta a los secuaces del Restaurador. Éstos se lanzan sobre los jóvenes unitarios.
Después de una encarnizada lucha en la que perecen sus compañeros, Eduardo Belgrano, "tranquilo,
valiente, vigoroso y diestro", enfrenta a sus enemigos y descarga sobre ellos su furia. A pesar de sus
esfuerzos, cae herido, pero en el momento en que va a ser degollado por un federal, llega Daniel Bello, su
amigo, y lo rescata del infernal cuchillo mazorquero. Ya se vislumbra en la actitud de Eduardo al
verdadero héroe de la novela.
Daniel lo conduce, entonces, hacia una casa situada en el actual barrio de Barracas.
Allí vive, desde hace poco tiempo, su prima, Amalia Sáenz de Olabarrieta -"la linda viuda, la poética
tucumana"-, que colmará de cuidados al herido hasta despertar en él el amor más sublime.
En aquel momento Amalia estaba excesivamente pálida, efecto de las impresiones inesperadas que estaba
recibiendo; y los rizos de su cabello castaño claro, echados atrás de la oreja pocos momentos antes, no
estorbaron a Eduardo descubrir en una mujer de veinte años una fisonomía encantadora, una frente
majestuosa y bella, unos ojos pardos llenos de expresión y sentimiento y una figura hermosa, cuyo traje
negro parecía escogido para hacer resaltar la reluciente blancura del seno y de los hombros, si su tela
no revelase que era un vestido de duelo.

Daniel envía al viejo criado Pedro en busca del doctor Diego Alcorta, pero Eduardo no está de acuerdo
con ello; admira demasiado a su maestro como para comprometerlo con su destino.
El novelista alterna la narración con la descripción minuciosa, enumerativa. Así, muestra los
acontecimientos que se desarrollan en torno de Rosas, en su mansión de Palermo y retrata a los personajes
más significativos que lo rodean y que lo consideran más que Dios, porque es el padre de la Federación.
era un hombre grueso, como de cuarenta y ocho años de edad, sus mejillas carnudas y rosadas, labios
contraídos, frente alta pero angosta, ojos pequeños y encapotados por el párpado superior, y de un
conjunto, sin embargo, más bien agradable, pero chocante a la vista.
Y a Manuelita:
El color de su tez era ese pálido oscuro que distingue comúnmente a las personas de temperamento
nervioso, y en cuyos seres la vida vive más en el espíritu que en el cuerpo. Su frente, poco espaciosa, era,
sin embargo, fina, descarnada y redonda; y su cabello, castaño oscuro, tirado tras de la oreja, dejaba
descubrir los perfiles de una cabeza inteligente y bella. Sus ojos, algo más oscuros que su cabello, eran
pequeños, pero animados e inquietos. Su nariz, recta y perfilada; su boca, grande, pero fresca y bien
rasgada ...
En ese ambiente de terror, "esa terrible enfermedad que postra el espíritu y embrutece la inteligencia",
Buenos Aires despierta cada amanecer:
Dormida sobre esa planicie inmensa en que reposa Buenos Aires, la ciudad de las propensiones
aristocráticas por naturaleza, parecía que quisiese resistir las horas del movimiento y de la vigilia que le
anunciaba el día, y conservar su noche y su molicie por largo tiempo todavía.
Daniel Bello es un talentoso estudiante de jurisprudencia que une sus ideales de libertad a los de otros
jóvenes, quienes conspiran contra el régimen para ayudar al ejército de Lavalle; por ello se acerca a los
federales y simula ser uno de ellos.
Ama a Florencia y recibe de su amor información acerca de las conversaciones que escucha en la casa de
Rosas, lugar que frecuenta por su amistad con María Josefa Ezcurra, cuñada de aquél.
En la mañana del 24 de mayo, Amalia y Eduardo se declaran su amor:
y Eduardo, pálido, trémulo de amor y de entusiasmo, llevó a sus labios la preciosa mano de aquella mujer
en cuyo corazón acababa de depositar, con su primer amor, la primera esperanza de felicidad que había
conmovido su existencia; y durante esa acción precipitada, la rosa blanca se escapó de las manos de
Amalia y, deslizándose por su vestido, cayó a los pies de Eduardo.
El 5 de octubre celebran su boda, pero ésta tiene un final trágico, pues, descubierta la conspiración contra
Rosas, los esbirros asaltan la casa y sellan con la muerte la promesa de unión eterna de los enamorados:
y todos oyeron esta voz menos Eduardo, cuya alma, en ese instante, volaba hacia Dios, y su cabeza caía
sobre el seno de su Amalia, que dobló exánime su frente y quedó tendida en un lecho de sangre, junto al
cadáver de su esposo, de su Eduardo.

También podría gustarte