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“Los amores de Belgrano”

Sus enemigos lanzaron y lograron


lograron instalar la versión que
lo“acusaba”
lo“acusaba” de homosexual.
Pero la verdad histórica es diferente.
diferente. (Felipe Pigna)
Pigna)

Manuel Belgrano sigue despertando, a casi dos siglos de su


muerte, la admiración de los que lo conocen y el desprecio de
quienes siguen viendo en él a un denunciante de las injusticias, las
inequidades y el atraso nacional provocados por los que él llamaba
“partidarios de sí mismos”.
Estos lanzaron y lograron instalar la versión que “acusaba” a
Belgrano de ser homosexual.
En sus machistas mentes aquel hecho lograba descalificar su
obra.

Afortunadamente vivimos tiempos más racionales y menos


hipócritas.
De todas maneras podemos afirmar, por apego a la verdad
histórica, que Belgrano era heterosexual y que tuvo dos amores.
Uno de ellos fue con María Josefa Ezcurra, hermana de Encarnación
Ezcurra, la futura esposa de Juan Manuel de Rosas.
María Josefa acompañaba a su padre, Ignacio de Ezcurra, al
Consulado dirigido por Belgrano y allí se enamoraron en 1802,
cuando Manuel tenía 32 años y Josefa, 17.

Al año siguiente la muchacha contrajo matrimonio, según la


voluntad de sus padres, que no era la suya, con un primo venido de
Pamplona llamado Juan E. Ezcurra. Alérgico a las revoluciones, tras
el triunfo de la de Mayo volvió a la Península.
María Josefa se sentía libre y cuando Belgrano se hizo cargo
del Ejército del Norte, decidió acompañarlo. En marzo de 1812
tomó la “mensajería de Tucumán”, una diligencia que tardaba 30
días en llegar a la ciudad norteña. Cuando llegó a San Miguel de
Tucumán, el general estaba en Jujuy y hacia allí fue la joven
porteña.
A fines de abril llegó a San Salvador, donde pudo
reencontrarse con su amado Manuel y acompañarlo en el frente de
batalla, donde siempre quedaba un ratito para el amor. El 30 de
julio de 1813 nació, en Santa Fe, Juan, que fue adoptado por los
recién casados Juan Manuel de Rosas y Encarnación Ezcurra y
creció con el nombre de Pedro Rosas y Belgrano.
En 1837, don Juan Manuel cumplió con su promesa de contar-
le a aquel hombre de 24 años, que ya era un estanciero y acababa
de ser nombrado juez de paz de Azul, su verdadero origen familiar.
Pedro se casó en 1851 en la iglesia de Azul con Juana Rodríguez. La
madrina de la boda fue su madre, María Josefa Ezcurra.

Otro amor de Belgrano fue la tucumana María Dolores


Helguera, con quien vivió un romance marcado por la guerra. Los
padres obligaron a María Dolores a casarse con otro hombre, al que
ella no amaba, que al poco tiempo la abandonó. Belgrano y su
amada volvieron a verse, pero no pudie- ron casarse porque, a los
efectos legales, Dolores seguía casada con su ex marido.
El 4 mayo de 1819 nació Manuela Mónica, pero la convivencia
duró poco. Tiempo después debió dejar la comandancia por motivos
de salud y trasladarse a Buenos Aires.
Si bien no menciona en su testamento a Manuela como hija
legítima, le pidió a su hermano y albacea, Domingo Estanislao, “que
secretamente, pagadas todas sus deudas, aplicase el remanente de
sus bienes a favor de una hija natural llamada Manuela Mónica que
de poco más de un año había dejado en Tucumán”.

De acuerdo a los deseos de su padre, cuando Manuela había


cumplido 5 años, fue llevada a Buenos Aires y vivió junto a su tía
Juana Belgrano de Chas. Aprendió inglés y francés y desarrolló una
amplia cultura general. Juan Bautista Alberdi se enamoró de ella,
pero el romance no prosperó.

Se casó en 1853 con Manuel Vega y Belgrano, su sobrino


político, con quien tuvo tres hijos. Tras la muerte de su hija Pepita,
Manuela entró en una profunda depresión y murió dos años
después que la niña, el 5 de febrero de 1866.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar

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