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CONSTRUCCIÓN DEL TIEMPO EN LA EDAD MEDIA

INDICE
-Introducción
-Tiempo de Dios
-Tiempo Cíclico-Lineal
-Tiempo de la iglesia VS Tiempo del mercader
-Tiempo Espiritual
- Rueda de la fortuna
-Conclusiones
INTRODUCCIÓN

«Si nadie me lo pregunta, lo sé; si me lo preguntan y quiero explicarlo, ya no lo sé.»

Esta frase atribuida a San Agustín resume en gran medida la confusión que ha
generado el conocimiento acerca del tiempo a lo largo de la historia, debate iniciado en el
pensamiento occidental desde Platón y Aristóteles, continuado en la edad media, sobre
todo por las corrientes agustinianas, pasando por Newton y Kant, hasta la actualidad.

La concepción lineal del tiempo imperante en la actualidad no siempre ha sido la


dominadora de las mentalidades. Si nos remontamos al pasado, concretamente a la Edad
Media, también se hallará una concepción lineal del tiempo, sin embargo, esta es
completamente diferente a la concepción que poseemos en loa actualidad. Desde la
secularización de la sociedad, la renuncia a las explicaciones míticas y sobre todo con el
avance tecnológico vivido en los últimos dos siglos, se conformó una visión del tiempo en la
que el mundo parece avanzar en una senda imparable de progreso, impulsada por los
avances tecnológicos, que permiten que cada generación viva mejor que la anterior, dando
una impresión de “avance” de la humanidad, creando una visión del tiempo basada en la
“fase de desarrollo tecnológico”. Esta fue precisamente el visón del tiempo que hizo crear a
Gordon Childe la cronología actual del pasado, dividido por medio de una serie de
revoluciones tecnológicas. De este modo, un individuo de la actualidad puede claramente
diferenciarse de uno del siglo 18 o 19 tan solo observando sus ropajes o el tipo de
accesorios que lleve encima...sin embargo esto no era así en el pasado. En el pasado, un
individuo del siglo IX , apenas se diferenciaba (tecnológicamente) de uno del siglo VIII , VII o
X , de modo que sus ropajes, accesorios o herramientas apenas se diferenciaban. No existía
pues, una visión de progresión en el tiempo, de cambio significativo.

En una época de avances científicos tan lentos, se imponía una visión diferente del
tiempo, una basada en las observaciones de la naturaleza, los ciclos, del sol y la luna , las
estaciones, los solsticios, las cosechas…en definitiva, una visión cíclica del tiempo, enlazada
con los ciclos agrarios, que eran los auténticos marcadores de la vida medieval, en una
sociedad donde la mayor parte de la población vivía de la agricultura. Esta visión cíclica de la
historia era la propia del mundo antiguo , desde la religión hasta el pensamiento político.
Este pensamiento se ejemplifica en la propia forma de los relojes solares , que usaban la
geometría del círculo para marcar el paso de las horas , mitos como el de Demeter y su hija,
en relación con el invierno y la primavera , la repetición de los ciclos astrales , observable en
los recorridos de las estrellas , o en la filosofía platónica , donde se creía que las formas de
gobierno se sucedían de forma cíclica , en una espiral viciosa, desde monarquía , oligarquía y
democracia, para volver a la monarquía , reiniciando el ciclo . Por otro lado, dentro de este
mismo pensamiento platónico se creía en la reencarnación de las almas, que transmigraban
de forma cíclica desde el cuerpo, al mundo de las ideas, y de nuevo al cuerpo, pensamiento
que sería recogido por la filosofía cristiana en la forma de la resurrección de la carne. El
mundo antiguo era eminentemente cíclico.

Sin embargo, esta idea más o menos uniforme de la ciclicidad del tiempo queda
trastocada irreversiblemente con la llegada del cristianismo. Según esta escisión del
judaísmo, el mundo terrenal tiene un principio y un fin, un fin establecido en las escrituras,
concretamente en el apocalipsis de San Juan, según el cual, Jahavé , descendería a la tierra,
enjuiciaría a la humanidad, y tras una compleja sucesión de desastres, “Dies Irae”, que
acabaría con la salvación de tan solo a 144.000 mil almas elegidas (Antonio Piñero), que
pasarían a vivir eternamente junto a Dios, en una Jerusalén celestial. De este modo, el
cristianismo establece un fin de la historia, pone por primera vez una fecha límite de la
humanidad, no una diluida en el tiempo, como podían concebir los paganos del norte de
Europa, con su creencia en el Ragnarok , si no un fin de los tiempos fijo, y cuya fecha límite
estableció el cardenal francés Cesare Baronio entorno a mil años tras el sacrificio del
cordero pascual, Jesucristo. Dios se convierte así en el alfa y el omega, principio y final de
todas las cosas. Esta nueva concepción del tiempo creo una nueva necesidad de medir el
tiempo, pues la cristiandad se sentía consciente de estar inmersa en un proceso que la
llevaría hacia el juicio de Dios. Esta idea lleva inequívocamente a un planteamiento: ¿Cómo
y de donde surge esta idea de un tiempo final?

Según el profesor Antonio Piñero , eminencia entorno a la figura del Jesús histórico y
el cristianismo primigenio, los primeros seguidores de cristo creían que el juicio divino era
un evento eminentemente próximo , esto se refleja en palabras del propio Jesús en el
evangelio de San Marcos:

“No pasará una generación hasta la llegada del reino de Dios”.

Así mismo, esta percepción de un fin cercano se refleja en el propio evangelio de San
Juan, donde se dice :

“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que
deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan” Juan
1:1.

Según el profesor Piñero (2019), la leyenda del Apocalipsis se remonta al dominio de


Nabucodonosor en Israel. La religión hebrea prometía a los judíos el dominio sobre toda la
tierra, pero este no llegaba, siendo su tierra dominada por diversos imperios extranjeros,
incluido el romano, por lo que comenzó a surgir la teoría de que dios llegaría e impondría el
orden natural, donde Israel dominaba el mundo, todo esto por medio de un mesías, que
sería la mano ejecutora de este reino de dios. De este modo, la idea del apocalipsis surge de
este resentimiento, traspasándose esta concepción a los primeros cristianos, resentidos por
las persecuciones religiosas, especialmente duras en época de Domiciano, fecha en torno a
la que fue escrito el apocalipsis. Según el profesor, el juicio final fue concebido como un
mecanismo de salvación por los primeros cristianos, una salvación próxima en el tiempo, de
la que de hecho, los propios fieles se sentían participes, pues San pablo y sus seguidores
creían que el juicio final solo llegaría cuando se convirtiesen una serie de individuos dentro
de los pueblos paganos. De este modo los primeros cristianos se creían capaces de ponerle
fin a la historia, sin embargo, cuando el cristianismo se asentó, y este no llegó, las
autoridades religiosas se vieron en la necesidad de justifica esta “no llegada próxima”,
mediante argumentos religiosos o leyendas, como la referida entorno al año mil.

De todo lo expuesto con anterioridad, se infiere que en la edad media convivían dos
concepciones básicas entorno al flujo del tiempo, una cíclica, ligada a la naturaleza, y una
lineal, ligada a la religión. En esta línea de pensamiento surgieron diversas hipótesis relativas
al flujo del tiempo en la edad media.

Tiempo de Diosi
Si bien se ha comentado que el pensamiento histórico actual tiende a ver el progreso
como una senda hacia la mejora de la humanidad, esto no era así en la edad media. Según la
teoría de las seis edades, la historia humana puede dividirse en seis periodos marcados por
diversos acontecimientos bíblicos , tras los cuales se produce un progresivo desgaste y
degeneración de la humanidad hasta su estado actual , era de mayor degeneración
“Mundus senescit”. Esta teoría tiene su origen en el pensamiento Judío , recogido por San
Agustín y seguida por San Isidoro de Sevilla, que establecieron que las edades humanas
seguían el mismo patrón que los días de la semana judíos, donde se dan seis días y el
Sabbath. Según esta concepción, transcurridas estas seis edades, llegara la séptima o
Sabbath , entendida como el reino de Dios. En la misma línea, el ser humano también
pasaría por seis edades; infancia, adolescencia, juventud, edad madura, vejez y decrepitud,
de modo que el macrocosmos y el ser humano son entendidos por el mismo patrón

Agustin de Hipona define en su, De catechizandis rudibus ( Sobre la catequesis de los


no instruidos ), Capítulo 22:

La Primera Edad "es desde el comienzo de la raza humana, es decir, desde Adán , que fue el
primer hombre que se hizo, hasta Noé , que construyó el arca en el momento del diluvio ".
De este modo, este periodo estaría relacionado con los tiempos anteriores al diluvio
universal.

La Segunda Edad extendida desde el diluvio , hasta la época de Abraham , el llamado padre
de todas las naciones.

La Tercera Edad "se extiende desde Abraham hasta David el rey".

La Cuarta Edad desde los tiempos de David hasta el cautiverio de babilonia

La Quinta Edad extendida "desde esa transmigración hasta el advenimiento de nuestro


Señor Jesucristo "

La Sexta Edad : "Con su venida [de Jesucristo], la sexta edad ha entrado en su proceso".

Según San Pedro 3:8 "Pero no ignoren, amados míos, que un día para el Señor es
como mil años, y mil años como un día". De aquí surge la idea de cada edad está dividida en
fases de 1000 años de separación , alcanzándose en el séptimo la eternidad en el cielo. El
credo de Nicea llamaba a este mundo el “Mundo por venir”.
El pensamiento erudito medieval creía poder crear una línea cronológica de la
humanidad , desde los tiempos de Adán , pasando por Jesús , hasta la actualidad. Según
esta corriente de pensamiento, si cada periodo tenía 1000 años de distancia, era posible
calcular la edad completa de la humanidad, que no debía tener mas de 6000-7000 años de
antigüedad. Esta cuestión genero un intenso debate teocrático en su época , pero este tan
solo estaba encaminado a determinar cuanto tiempo quedaba para el esperado juicio final.
En esta línea de pensamiento se articulan pensadores de la talla de James Ussher, arzobispo
de Armagh , que, a través de una sesgada interpretación de los evangelios, determino que
Jesucristo había muerto hacia el 4000 después de la creación, y que por tanto a la
humanidad le quedaban algo menos de 500 años hasta el juicio final. De este modo, la visión
predominante en el medievo era la de un mundo antiguo , o mejor dicho , viejo , cercano a
su final inexorable, que en palabras de la biblia, seria destruido y reconstruido de nuevo.

Aunque Agustín de Hipona fue el primero en escribir sobre las seis edades, los
pensadores cristianos ya hacía tiempo que teorizaban con la fecha del fin del mundo, que
establecieron entorno al 500 d.c. Hipólito teorizaba que las medidas del arca de la alianza
sumaban cinco codos y medio, ósea, 5500 años y se estimaba que como Jesús había nacido
a medio día (si un día eran 1000 años, medio 500 años) , si a esto se sumaba que apocalipsis
estimaba que habían caído cinco reinos ( 5000 años ) , se estimaba que al momento de
nacer Jesús ya se estaba en el 5500 a.c , es decir , a 500 años del juicio. Una teoría similar ya
había fijado el apocalipsis entorno al 202 d.c , aun que como no sucedió nada relevante, se
vieron en la necesidad de poner otra fecha más lejana en el tiempo.

Esta idea de la división de la humanidad en edades podría no ser original de estos


autores, si no que parece beber en cierta medida de las “edades del hombre” postuladas ya
por Hesíodo y Ovidio, y recogidas en el pensamiento medieval por San Jerónimo de
Estribón. Esta teoría sigue el mismo planteamiento de que las seis edades, solo que para
Ovidio son cuatro, pasándose de una edad dorada, en la que el ser humano estaba en su
estadio más elevado (en paralelo con Adán y Eva en el paraíso) a una edad de hierro, la
actual, y en la que el hombre ha llegado a su estado de máxima degeneración. A
continuación, se expondrá esquemáticamente esta división:
Edad de Oro: Único periodo de justicia y Paz completa. Tiempo en que los hombres
no conocían la navegación, por lo que no podían explorar el mundo, ni enfrentarse a otros
pueblos. (en paralelo con Adán y Eva en el paraíso)

En la Edad de Plata: Aparecen las estaciones del año, el hombre tiene que aprender
el arte de la agricultura y la arquitectura para sobrevivir (en paralelo con la caída del paraíso
de Adam y Eva)

Edad de Bronce: Los hombres viven para la guerra, pero siguen siendo piadoso.

Edad de Hierro: Aparecen las fronteras, la navegación amplia los horizontes de la


humanidad y surge la minería, lo que permite fabricar armas. Es la etapa de mayor
decadencia y la actual, donde los hombres gustan de la guerra, son codiciosos e impiadosos.
La verdad, la modestia y la lealtad han desaparecido.

Esta división será mantenida en cierta medida por San Jerónimo de Estribón, que
además pondrá fecha a estas edades:

La Edad de Oro sobre los años 1710-1674 a. C.

La Edad de Plata sobre los años 1674-1628 a. C.

La Edad de Bronce sobre los años 1628-1472 a. C.

La Edad de los Héroes sobre los años 1460-1103 a. C.

La Edad de Hierro sería desde el año 1103 a. C. hasta la actualidad

Así pues, San Agustín, no sería el único pensador cristiano que plantease teorías
sobre la cronología humana, destacando en este campo los postulados de San Pablo, que
dividía la historia humana en tres edades:

Primera, anterior a Moisés , en la que el ser humano vivía en un estado natural , sin leyes.

Segunda, una vez Dios, concede a los hombres sus leyes, por medio de las tablas.

Tercera, la era cristiana, bajo la gracia desde el sacrificio del cordero pascual.

Como puede observarse, todas estas corrientes estipulan que “todo tiempo pasado
fue mejor”. En esta línea de pensamiento se articulan utopías como la de Santo Tomas de
Aquino , que se remonta a una hipotética isla de la virtud, en la que el hombre se ha
mantenido limpio de la macula del pecado original , viviendo en armonía con dios , anclada
en los tiempos de Adam y Eva , es decir , en el pasado idílico de la humanidad

Esta cronología mitológica de historia permanecerá por largo tiempo en el


imaginario colectivo, debido en buena media por las dificultades de la ciencia por cuantificar
el pasado. No será hasta los descubrimientos de investigadores de la talla de William
Buckland (1784-1856), que este pensamiento será contestado por la ciencia. En 1819 , este
naturalista ingles publicaría los restos del primer dinosaurio conocido, rechazando que la
biblia pudiera dar una explicación plausible para la sucesión de los fenómenos geológicos.
De este modo la geología supuso el jaque mate para las teorías de corte milenarista., en
desaparición desde comienzos del siglo XIX.

Tiempo Cíclico-Lineal

Si bien se ha mencionado que la entrada del cristianismo supone una ruptura con la
visión lineal de la historia, para la profesora Mircea Eliade, eso no supone una eliminación
total del pensamiento cíclico de la historia, sino más bien, su sincretismo entre pensamiento
lineal y cíclico.

Según expone la profesora, (en línea además con los planteamientos de Le Goff) el
año religioso trascurría contrariamente a la visión lineal sobre la que se ha tratado
anteriormente, observándose que este año litúrgico presenta un patrón circular y no lineal.
Dentro del año cristiano hay dos puntos clave, la Natividad y la Pascua de Resurrección,
momentos a partir de los cuales se organiza el resto del año. Así pues, partiendo de estos,
todo el calendario litúrgico se organiza en función de las estaciones (cíclicas), donde se da
un sincretismo entre las antiguas fiestas paganas y la nueva religión católica. Al inicio del
invierno se da el adviento o anuncio de la navidad , sucediéndole , las fiestas de navidad , la
circuncisión y la Epifanía , una cristianización del Sol Invictus y las Saturnales romanas. Tras
estas, inicia un tiempo ritual de purificación de animales, que se transforma en San Antón
(17 de enero), seguida de la purificación de las personas, la candelaria (2 de Febrero) ,
siendo cornado este proceso por la purificación de las almas (la cuaresma) que coincide con
periodo previo en el que los alimentos empiezan a escasear antes de recoger la cosecha, un
periodo crítico en el abastecimiento de alimentos, que coincide precisamente con la
prohibición religiosa de comer carne. La pascua esta ligada al comienzo de la primavera , y
con el otoño se dan las fiestas a los santos medidores, o mejor dicho, recaudadores, como
San Mateo y San Miguel. El año quedaría cerrado con San Martin (15 de noviembre) ,
enlazándose con finalmente con la navidad. Así pues, la fecha de las fiestas era móvil, con
una clara importancia de aquellas que coinciden con los ciclos cósmicos , ligados a su vez
con los ciclos agrícolas. Se mantuvieron los meses usados por los romanos, que seguían un
intervalo entre dos lunas llenas y cuya concepción de día era la de “tiempo entre dos
amaneceres”.

El calendario seguido era de herencia romana , de concepción lineal , pero


sincretizado con los elementos del mundo agrario. De este modo se observa una
cristianización de los ciclos agrícolas del mundo natural.

Por otro lado , las horas tampoco escapaban del control de iglesia , dividiéndose
estas en maitines, laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas. A diferencia del
concepto de hora actual , estas horas no presentaban una duración fija en el tiempo , si no
que estaban supeditadas a las variaciones naturales en las horas solares . En este mundo
con una concepción tan precaria de tiempo, la contabilización de los minutos carecía de
sentido , mas si se tiene en cuenta que no existían instrumentos precisos de medición. Estos
instrumentos no se consideraban necesarios, prefiriéndose el uso de los ritmos naturales ,
que eran perfectamente útiles para las tareas que estas poblaciones esencialmente agrarias
tenían que realizar. Así pues , esta concepción del tiempo quedara alterada sustancialmente
cuando la sociedad medieval comience a alejarse de la naturaleza y sus ciclos, es decir, con
el auge del capitalismo y de la vida urbana burguesa.

Tiempo de la iglesia VS Tiempo del mercader

Según Hervé Martin en el capítulo Les Temps del libro Mentalités Médiévales, XI-XV siècle20
, durante la alta edad media, los únicos métodos para la medición del tiempo eran la
clepsidra y el reloj de arena, usados principalmente por los miembros de la iglesia, para
determinar los momentos de oración a lo largo de la noche y el día, incluso en algunos
conventos incluso se usaban relojes hidráulicos. La iglesia era pues la única dueña de la
medición del tiempo, la que determinaba los momentos de las fiestas y controlaba los
ritmos del campo mediante el uso de las campanas, los auténticos relojes de la vida
medieval.

Del estudio de la evolución de estos instrumentos durante el medievo, se encargará


el profesor Carlo Cipolla, que en su libro Clocks and culture 1300-1700, publicado en 1967 ,
donde analiza la concepción del tiempo desde la edad media a la ilustración.

Según Le Goff, conforme Europa se ve en vuelta en un proceso de renacimiento


comercial, la iglesia comienza a perder su control férreo sobre el tiempo, que pasa estar al
servicio del creciente capitalismo comercial. Un control que la iglesia no estuvo dispuesta a
perder.

Según el profesor, en un inicio la iglesia consideraba el interés con objeto de


acumular dinero (propio del comercio) como una malversación del tiempo, pues implicaba
la compraventa del tiempo, que, en opinión de los teólogos, solo pertenecía a dios, pues
este había sido creación de este, y por tanto bien de la iglesia. Para Cipolla es precisamente
el desarrollo del comercio y la navegación la que va a obligar una medición más precisa del
tiempo, necesaria en los contratos comerciales de duración fija, además de en el terreno de
la banca y los préstamos. A pesar de las críticas desde la iglesia a la usura, la iglesia no pudo
oponerse al préstamo y la iglesia tuvo que aceptar poner unas tasas, de entorno al 20 por
ciento (bastante altas) por encima de las cuales se consideraba que se había incurrido en
usura. El préstamo se volvió común en toda Europa , convirtiéndose los clérigos, en grandes
clientes de la banca (como fuente de obtención de capital rápido ), sobre todo en el
contexto de las guerras lideradas por los diversos papas o en la construcción de grandes
edificios , como fue el caso de la basílica de San Pedro del Vaticano, en la que la iglesia
solicito el dinero por adelantado a los Fugger, prestamistas alemanes , a cambio de
conceder a estos los beneficios potenciales que se esperaban de llamadas “ventas de
indulgencias”, es decir , la compra de un perdón espiritual a cambio de dinero,
acontecimiento que de hecho ocasiono el cisma luterano , que criticaba estas actuaciones
bajo pena de simonía. Incluso se llego a especular acerca de si el alma se salvaba en el
momento de introducir la moneda, o justo antes de hacerlo, e incluso se podían comprar
indulgencias para los muertos, lo que demuestra una vez mal el control de la iglesia sobre el
tiempo, esta vez no sobre el terrenal, si no del tiempo en el mundo espiritual, donde el papa
decidía cuan larga iba a ser tu estancia en el purgatorio, estancia que podía prolongarse
hasta millones de días. La iglesia tenía pues el control terrenal y espiritual del tiempo.

El reloj mecánico surge a finales del siglo XII , extendiéndose su uso rápidamente
debido a su necesidad creciente. Ya en la primera mitad del siglo XIV las horas de trabajo se
median de forma fiel y el tiempo deja de ser patrimonio de la iglesia. La iglesia reacciona, y
critica al comercio, considerándola una actividad improductiva, pues no consiste en
“ganarse el pan con el sudor de la frente” si no a la especulación con el tiempo, siendo este
dominio de dios, y no teniendo el hombre derecho a venderlo, pues esto contravenía la ley
natural. Según Le Goff, este planteamiento pone en tela de juicio todo el naciente
capitalismo comercial, extendiéndose al área del conocimiento, que era considerado bien de
dios, y por tanto, se consideraba que el hombre no tenía derecho a cobrar por este.

Le Goff expone que conforme las redes comerciales se fortalecen por toda Europa, el
tiempo se convierte en un objeto de medida, y calicular la duración del viaje es necesario
para establecer el precio de las mercancías. Conforme el trabajo se traspasa del campo a la
ciudad, artesano se desliga del reloj de la naturaleza, y necesita de una reglamentación más
precisa y eficiente del tiempo. Es la época de los relojes comunales, una herramienta de
dominación de quienes ostentasen el poder económico en la ciudad. De este modo, el
tiempo deja de ser un objeto divino, convirtiéndose en dominio del hombre, que tiene la
capacidad de explotarlo para la dominación del mundo material.

Tiempo Espiritual

Como se ha expuesto anteriormente, la iglesia perdió su dominio sobre el tiempo


terrenal, sin embargo, hacia el siglo XVI lo haría también de su control del tiempo espiritual.

Debido a las trabas a la usura comentadas anteriormente , hasta bien entrado el


siglo XII los únicos banqueros de Europa eran los judíos , que esquivaban estas
prohibiciones, por no ser cristianos. Según Le Goff , esta situación no se prolongaría en el
tiempo, pues el crecimiento económico de Europa genero un flujo de dinero que desbordo a
estos banqueros judíos , y animo a los cristianaos a sumir sus funciones. De este modo la
iglesia se vio en la vicisitud de justificar doctrinalmente una serie de prácticas bancarias que
hasta entonces habían estado prohibidas, es entonces cuando surge la figura del purgatorio.

Según los postulados de la iglesia el tiempo en el más allá es infinito, al igual que
dios, un lugar donde la medición del tiempo carece de todo sentido, sin embargo, existía
una excepción a esta regla, un lugar intermedio entre el más allá y el inframundo, el llamado
purgatorio. Según la iglesia (concretamente desde el siglo XII) este era un lugar donde las
almas de los muertos que habían fallecido en la fe, pero que no habían pagado por todos
sus pecados, iban a expiar dichas faltas en vida antes de sufrir la sentencia de dios. La
expiación y purificación del alma no era un proceso rápido, si no lento y tortuoso, plagado
de sufrimientos, que podía alargarse durante “millones de días”. Así pues, siguiendo la línea
de los postulados de San Gregorio Magno, aunque el Papá no tenía dominio sobre el más
allá, sí que tenía control sobre el purgatorio, de modo que el Papá podía controlar el tiempo
que pasaban las almas en el purgatorio. De este modo la iglesia se volvía dueña del tiempo
espiritual , dominio que papas de la talla de Julio II o León X (por poner ejemplos conocidos)
no dudarían en tratar de explotar terrenalmente

Y yo te digo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la
Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que
ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará
desatado en el cielo». Mt 16, 18-19

Según O’Brien, en su The Scriptural Proof of the Existence of Purgatory, el purgatorio


no es más que una invención de la iglesia, que surge siguiendo el relato del Tractatus de
Purgatorio Sancti Patricci , escrito en latín por el monje Inglés Henry de Saltrey. En este
relato se relatan las vicisitudes de un caballero ingles por un lugar infernal entre la tierra y el
infierno, hasta lograr escapar finalmente a través del cielo. Este concepto de purgatorio se
extendió rápidamente en el pensamiento religioso europeo y según Le Goff, se consolido a
lo largo del siglo XIII para “salvar las almas” de los usureros, que ahora podían obtener una
indulgencia que redujese su estancia en el purgatorio, a cambio de una “contribución” a la
iglesia, teóricamente entendida como una obra de caridad, es decir, la salvación por los
actos, uno de los postulados del catolicismo.
De este modo parecía que el capitalismo europeo y la iglesia habían establecido una
especie de alianza, sin embargo, la iglesia no tardaría en tratar de usar los ingresos
terrenales obtenidos de su dominio sobre el tiempo espiritual para fines que se
consideraban poco edificantes, como la ampliación de la basílica de San Pedro o el
mantenimiento de las múltiples guerras que los sucesivos papas libraban para expandir el
dominio temporal de la iglesia. Las bulas que se impartían podían incluso llegar al grado de
la llamada “indulgencia plenaria” o remisión de todos los pecados, que incluso se podía
adquirir para salvar las almas de los muertos y entorno a la que había todo un debate
teológico acerca de en qué momento se salvaba el alma, si al introducir la moneda en la
urna o justo en el momento anterior.

Es en este contexto que surgen críticas al poder de la iglesia sobre el tiempo, más
concretamente de la mano del luteranismo y otras corrientes de corte protestante, que
negaban el dominio del papa sobre el purgatorio, he incluso su misma existencia. Según los
planteamientos del monje agustino Martin Lutero , dios era el único dueño del más allá, el
único que podía decidir quién y cuando iba al cielo o al infierno, y por tanto negaba la
autoridad del papa sobre el purgatorio, postulando que esta no era más que una invención
del diablo. La única forma de salvación era la fe, y solo dios decidía a quien iluminaba con
esta , por lo quedaba completamente negada la salvación por las obras, base teológica en la
que se cimentaba el sistema de pago-salvación que constituía el negocio del purgatorio, y el
consiguiente dominio temporal del papá sobre este.

Cabe destacar que las tesis de Lutero no significaron el fin del poder de la iglesia
sobre el tiempo espiritual (al menos para el creyente católico), pues aún a día de hoy la
iglesia católica sostiene sus planteamientos sobre el purgatorio.

Rueda de fortuna

Si bien se ha hablado anteriormente sobre el pasó a una concepción lineal del


tiempo , el cristianismo no supuso ni mucho menos la muerte de la visión completamente
cíclica sobre este, que supo reconvertirse en el seno mentalidad medieval.

La rueda de la fortuna quizá sea uno de los mejores ejemplos de la visión cíclica de la
historia. Planteada por Boecio entorno al 520 d.c (por tanto dentro del ámbito cronológico
de este estudio) la rueda de la fortuna es una representación visual del comportamiento
caprichoso del destino, impulsado por la diosa Fortuna, que hace girar al azar , alterando las
posiciones de los hombres en la vida .Los que están arriba caen inexorablemente, mientras
que los que están abajo ascienden , algunos sufren terribles perdidas , mientras que otras
ganancias inesperadas. La diosa fortuna es representada a menudo con los ojos vendados ,
girando una humilde rueda de molino que arrastra en su caída a personajes poderosos, y
ascendiendo a aquellos en una posición más baja, como si en parte tuviese una especie de
función de “justicia ciega”, que determinarse la vida de los hombres mediante el vaivén
cíclico de la rueda. Esta visión trágica será la recogida de los autores en el medievo,
sintetizada en la obra moral de Everyman (c. 1495), donde la muerte reclama de forma
inesperada al protagonista. La rueda gira inexorablemente, bajando a todo el mundo y
donde las buenas obras son lo único que asegura el pasaje al cielo. Esta metáfora
ciertamente constituye una visión maniquea del mundo , muy en sintonía con la ciclicidad
del tiempo, y muy extendida en la cultura oriental india. Tal será su influencia, que La Rueda
de la Fortuna se convertirá en el armazón de muchos de los rosetones góticos.

Esta metáfora ya era muy popular en la antigüedad, tal y como se conoce por medio
de las criticas protagonizadas por Tácito , sin embargo esta se popularizo a raíz de la
publicación de la Consolación de la Filosofía . En un origen la rueda de la fortuna proviene
del zodiaco, ideada en Babilonia y posteriormente desarrollada por los pensadores griegos
Rueda de la fortuna. Capaz de tumbar hasta a los más grandes hombres.

CONCLUSIONES

Como se ha mencionado anteriormente, la visión lineal del tiempo cristiana


consideraba que el tiempo tenía un fin, no uno pacifico, si no uno apocalíptico, donde el
final vendría de la mano de un elemento etéreo, invisible y relativamente próximo en el
tiempo, en este caso, el juicio divino que caería sobre la humanidad, sin embargo
¿Realmente esta visión del tiempo ha cambiado tanto? En la actualidad el apocalipsis bíblico
no es aceptado en el pensamiento científico, sin embargo, este pensamiento científico ha
creado su propia versión del apocalipsis, una versión donde son elementos climáticos, como
el calentamiento global producto del CO2 de origen humano o un meteoro llegado desde el
espacio, son los mecanismos que marcaran la cuenta atrás de un hipotético tiempo final, y
el pago de la cuota de carbono, un nuevo tipo de indulgencia. De nuevo una amenaza
etérea, invisible y relativamente próxima en el tiempo. Así pues, por razones bien
diferentes, quizá no se puede decir que el ser humano haya abandonado completamente la
concepción medieval de un tiempo finito.

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