Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Compiladores:
Rubén Darío Zapata
Anyela Heredia
Diseño y Montaje:
Johana Sevillano
Fotos:
Jhonny Zapata
Presentación 7
Jaime Mongo 77
Fernando Álvarez
Ara 139
Jhonny Zeta
La Ñata 177
Caturo
Presentación
7
Al contrario, la memoria como actualización intenta reivindicar
y mantener vigentes los sueños y proyectos emancipatorios
de nuestros antepasados, no a pesar de que no hayan podido
realizarse, sino justo por eso, porque no se les permitió un lugar
en la construcción de alternativas para una historia de dominación
y opresión. La legitimidad de estos sueños no se mide por su éxito
sino por su derecho negado. En este sentido, la memoria como
actualización es también la memoria de los vencidos desde una
perspectiva que se niega a aceptar la derrota y persiste justamente en
la recuperación de estos sueños y proyectos para alimentar nuestras
propias luchas. En ello reconoce la resistencia ante la opresión y la
explotación la posibilidad de transformaciones realmente radicales
del presente. Esta memoria busca, por un lado, abrir las puertas
hacia un presente y futuro distintos, al tiempo que hace justicia a
un pasado que ha sido borrado de los anales de la historia y, sobre
todo, de la memoria de los individuos y los pueblos.
8
Historias de vida
9
participaron con entereza y paciencia en este proceso, sino sus
historias que dan cuenta de una sensibilidad especial y una calidad
exquisita, independiente de la edad y de su experiencia anterior
con la escritura. Esperamos que los lectores disfruten y aprovechen
estos relatos que guardan una memoria de ciudad y de país que
ya no podrá ser borrada, tanto como nosotros hemos disfrutado el
proceso.
10
11
Sí
sea el tiempo de reconocer la palabra
hecha a la medida
de nuestros corazones
Una vida de
trabajos...
13
recuerdo que ella me enseñó a trabajar desde los seis años, a esa
edad me llevó la primera vez a lavar, y mucho fue lo que lavamos
en la Doña María… Y como lo que se hereda no se hurta, de adulta
yo seguí lavando.
14
Una vida de trabajos...
Mientras mamá hacía todas las vueltas, en los ratos que le dejaba
la lavada, Suso Pérez nada, no creía que eso fuera verdad; ni siquiera
el día que entregaron las llaves, pues terminamos yendo por ellas
mi mamá y yo.
15
Además de mi familia, recuerdo que también llegaron desde el
principio los Molinas, los Bolívares y los Martínez; y entre todos
nosotros fuimos organizando el barrio, las calles sobre todo. Aunque
fue un vecino, José Bolívar, que trabajaba para el Municipio, quien
logró que nos pusieran el acueducto, el alcantarillado, la luz y
finalmente que pavimentaran las calles. Antes de eso, a todas las
familias nos tocó alumbrarnos con velas y prender fogones de leña
en los solares de las casas para hacer una ‘aguapanela’. Al principio,
en ese barrio se aguantó hambre toda la que usted quiera, porque
cuál de todas las familias vivíamos más mal. Aunque lo bueno en
ese momento era que todas cuando hacían una libra de panela la
compartían, con decirte que dejaban la olla afuera de la casa y el
que pasaba se pegaba de ella.
16
Una vida de trabajos...
al fin y al cabo, como era una niña, muchos acudían a mí, por lo que
siempre terminaba de primero la caja de ciruelas.
17
Entre las temporadas y las casas de familia trabajé hasta que tuve
diecinueve años, que me dejaron fija en el Éxito. Y ahí sí nos cambió
la vida en la casa, al fin supimos lo que era una navidad, un día
de madres, un día de padres… Ya sí teníamos con qué hacer una
natilla en diciembre; porque además de mí, a Guillermo lo habían
dejado fijo en una empresa trabajando de mensajero.
En el Éxito duré casi diez años. Cuando los iba a cumplir, como
yo era soltera y no tenía más responsabilidad que mi familia, cometí
la burrada de agarrarme con la supervisora. Lo que pasa es que yo
he sido, como se dice, muy alcahueta, y ocurre que los muchachos
llegaban enguayabados a trabajar y a mí no me importaba darles
gaseosa a la hora que fuera, pero eso no era permitido, porque
las gaseosas eran solo para el desayuno y para el almuerzo, pero
cuando llegaban los muchachos:
— Ay, gorda es que…
— ¡Hágale mijo! Tome para que pase ese guayabo tan bravo.
18
Una vida de trabajos...
No fui capaz de decirle que no, así que me fui para Bogotá; allá
duré otro año, criándole las hijas a Blanca y viendo cómo Manuela
no mejoraba. Hasta que no aguanté más y un 22 de diciembre se
me metió el diablo, sobre todo porque Blanca me había dicho que
llegaba a principios de diciembre y ya estaba para acabarse el mes y
ni rastros. Empaqué, cogí a las tres niñas y me volví pa’ Medellín.
Bien llegué, le llevé las dos niñas a la mamá de Blanca y arranqué
19
para mi casa. Después de eso la amistad entre nosotras se acabó y
no volví a saber de ella.
20
Una vida de trabajos...
21
23
Creció el basurero con “b” de Barrio
desdén de los privilegiados
esperanza para los bastantes que vimos el cielo
en un plato de caldo con granos de arroz
A la diestra del padre
Primer aviso
25
construcción de escuelas y casas, pero también en fortalecer la
resistencia al desalojo, realidad que no le era ajena a ninguno.
26
A la diestra del padre
27
A Heroína no la arrestaron porque tenía apenas catorce años y no
estaba permitido arrestar a menores. Pero las hermanas Guzmán,
que eran ya mayores, no corrieron con la misma suerte. A Vicente lo
arrastraron de la sotana por la “manga” hasta llegar a la vía del tren.
En un intento por escaparse se zafó la túnica pero lo agarraron del
cabello y el brazo. Cuando se disponía a tirarla -quizá por respeto
al hábito-, Heroína, que no había dejado de correr a su lado, le dijo:
-Padre, llévesela, vea que en esos calabozos por la noche hace
mucho frío, para que se arrope con ella.
La conquista
28
A la diestra del padre
debían tener mucho cuidado con el padre: “no vaya a ser que
nos lo aporreen”, comentaban. Algunos hasta aseguraban que
esta vez iban a llegar armados, pero el padre Vicente les dijo que
mantuvieran la calma y pusieran banderas de Colombia. “Si no los
respetan a ustedes y a mí como sacerdote, al menos que respeten el
símbolo de la patria”.
29
cintura al padre, con las demás personas, que tampoco creían lo
que estaba pasando. Habían triunfado, ahora nadie los sacaría de
sus casas. Casi una semana después ya los terrenos del Fidel Castro
y de los sectores aledaños estaban cercados con palitos clavados en
la tierra, de a cuatro, amarrados con cabuya y cordones entre uno y
otro para distinguir que ese pedacito ya tenía dueño.
30
A la diestra del padre
31
un cabello negro en forma de hongo; quizá lo que más llamaba
la atención de su rostro eran las mejillas regordetas y una sonrisa
de dientes grandes que le daban cierto aire de inocencia. Era bella
y llamaba la atención de los hombres, por eso entretener a los
carabineros le era relativamente fácil. Le coqueteaban y le decían
‘la reina del Mico’, haciendo alusión al nombre del puente y a que
era la más bonita de las muchachas.
La Corporación
32
A la diestra del padre
El Convite
33
hago. Necesito unas abrazaderas, por ahí tres mil metros de tubería
P.V.C., unas mangueras, soldadura…- respondió con seguridad
Alfonso mientras miraba pensativo hacia el techo, recordando qué
más podría necesitar.
- ¡Perfecto, manos a la obra!- respondió el padre y de inmediato
comenzaron a diseñar el plan, a hacer una lista de lo que necesitaban,
a cotizar el valor de los materiales y a pensar en las personas que
debían contactar.
- Listo, pongámonos las pilas entonces para que hagamos el
convite y madruguemos a hacer las empanadas y el moresco...
¡Su mejor refresco!- dijo Heroína, bastante entusiasmada mientras
redactaba el acta de la reunión, pues era la secretaria-. Así sea
que recojamos 500 o 1000 pesos y después pasamos por las casas
pidiendo el pesito de colaboración - concluyó.
34
A la diestra del padre
35
todos llenos de rotos,
las vestiduras
comemos gallinas muertas que están podridas en la basura
el pueblo tiene hambre,
¡bendito sea, bendito sea!
el pueblo tiene hambre,
¡bendito sea, bendito sea!
36
A la diestra del padre
37
La gente disfrutaba enormemente los convites. Además, se
lograba el objetivo, que era recoger dinero para las obras del
barrio; si hacía falta, se enviaba una carta a la Corporación de
Solidaridad con los Tugurianos y estos aportaban lo faltante. En
uno de los tantos festivales, hicieron la casa de ladrillo donde
viviría Heroína con su mamá Virgelina y sus dos hermanos hasta
la actualidad.
38
A la diestra del padre
39
Tiempo después, a mediados de los años ochenta, un grupo de
personas de un sector aledaño al barrio Fidel Castro creó la Junta
de Acción Comunal. Legalizaron el barrio, trabajaron de la mano
de la administración municipal y cambiaron el nombre de todo el
territorio que comprendía desde lo que alguna vez fue el puente del
Mico hasta donde comenzaba el Parque Norte. Ya no era Casco de
Mula (el sector del morro de basura), ni era el Fidel Castro, ya era
Moravia, y aquél último ya no tenía el nombre del dirigente cubano
sino que era “Moravia Oriente”.
40
A la diestra del padre
41
Colibrí
Incansable es tu oficio y enseñanza:
ser movimiento continuo
siempre de la vida a la vida
entregas tus alas a tempestades e incendios
para que sin falta podamos conocer
la primavera en cada flor,
en cada asomo de tu voluntad
que fecunda la cosecha del mañana
Tengo ojos para ver
tu enredadera
Me quedé sorprendida con tus matas y tus flores. Pero cómo es que están
florecidas esas matas en un interior. Y las has puesto de adorno hermoso
de la casa. Una mujer de las ocupaciones de Martha para todas partes y
que tiene un jardín en un balcón, un jardín hermoso. ¡Me dio una envidia!
Mis deseos hasta allá son demasiado. Eso es increíble. Me quedé fascinada,
porque además están hermosas… ¡Como es de rico hablar con vos para mí!
Tengo ojos para ver tu enredadera de la casa.
45
Entonces no sabía de su trayectoria cultural en escenarios como la
librería Aguirre, el Planetario de Medellín, el Museo de Antioquia,
el Jardín Botánico de Medellín, Comfenalco Antioquia, bibliotecas
públicas, colegios, emisoras culturales y comunitarias, entre otros.
46
Tengo ojos para ver tu enredadera
47
Consumada como locutora, librera, cronista, lectora en voz alta,
animadora de lectura y gestora cultural, el 2 de febrero del 2013,
cuando cumplió sus 80 años, Aurita recibió dichosa un contrato
laboral con Confiar, a manera de regalo de cumpleaños. Era
menester ofrecerle un lugar, una seguridad y una compañía digna
de su ser, de sus años y de su vida entera. Confiar se ponía entonces
a disposición de su ser noble y sensible. Aurita no tenía afán de
acumular ni apego a lo material, quizás por ello no se hizo a una
pensión. De cierto modo, ese contrato (más simbólico que literal)
representaba la merecida pensión para una vida entera de trabajo
cultural. Su gran riqueza era la humanidad que irradiaba con el
paso de los años. Como una obra de arte que embellece la existencia
de quienes la logran apreciar, así Aurita embellecía cada espacio en
el que actuaba.
48
Tengo ojos para ver tu enredadera
49
Era admirable su capacidad de asombro frente a cada situación
que la conmovía. Tenía ojos para ver muchas enredaderas. También,
la franqueza con que se paraba frente a la vida. Esa misma franqueza
muchas veces se convertía en obstinación. Más allá de un achaque
por la edad, como se suele decir, revelaba un sostenerse en sus ideas
más firmes, aquellas que había construido durante toda su vida y
que eran parte indeleble de su ser.
50
Tengo ojos para ver tu enredadera
51
del despojo, como ella misma lo relata en sus crónicas sobre El
Peñol, hasta el intimar con familias como la de «Miro» (Argemiro),
un niño que recuerda a Aurita desde que tiene conciencia y evoca
los momentos de felicidad que vivió a su lado. Cada fin de semana
iban ella y Alberto a «Islitas», la finca que construyeron cerca a
su casa, en un lote que habían comprado a su papá. La dicha por
la llegada de Aurita era total. Además llegaba con libros, ropa,
juguetes, alimentos; no solo para él sino también para los niños
de la vereda. Pero él, dice, era su consentido. Hoy tiene 37 años
y expresa con gratitud que Aurita fue para él su segunda madre:
«Estuve mirando el documental que Confiar le hizo y ahí dice que
Alberto era el doctor de los campesinos, y yo digo que Aurita era
una mamá para nosotros».
52
Tengo ojos para ver tu enredadera
53
se desplegara, reflejaría su impronta literaria, espíritu libertario,
sentido de justicia social y pensamiento crítico. Impregnaba a cada
texto o relato un sentido y vivacidad propios de una buena lectura
en voz alta, es por ello que en el ámbito de las bibliotecas y de la
pedagogía de la lectura, se convirtió en referente por la conjugación
de su pensamiento pedagógico y el arte de su lectura.
54
Tengo ojos para ver tu enredadera
55
CELEBRACIÓN DE RAZONES
Celebro lo pequeño
Que conoce de cierto la verdad
Que le saca la lengua a las lupas grandes
Que hace grande
El milagro de las cosas simples
Ferney llegó
entre las brumas
59
propia. El himno de Aguadas sonó para despedir el acto y regresé
al hotel en el cual nos habían hospedado, no sin antes pasar por una
de las cafeterías ubicadas en el parque y tomarme un pintaito –café
con leche pequeño– con buñuelo caliente.
60
Ferney llegó entre las brumas
61
especial lo que hablaba acerca de él, y nos quedamos pensando en
la manera de traerlo a Medellín para que se pudiera presentar a la
universidad al año siguiente. Nos comunicamos con la profesora
que coordinó el encuentro en Aguadas y pudimos hablar sobre el
muchacho. Luego de esa conversación nos quedó claro que había
que volver al pueblo para hablar con Ferney y decirle que tal vez
podíamos traerlo a presentarse a la Universidad de Antioquia. Por
medio de Olga Posada, la profesora que conocía a Ferney y que lo
trataba como a uno de los suyos, nos enteramos, entre otras, que
vivía en una vereda aún más alta que Aguadas, y que caminaba
dos horas y media de venida y dos horas y media, por las tardes, de
regreso. Que se llevaba libros de matemáticas y de inglés para su
rancho y los devoraba, y que sin graduarse de bachillerato explicaba
a sus compañeros y, también, a algunos profesores del pueblo. Que
dormía en los autos “chiveros” de la plaza cuando lo cogía la noche
y que le decían “Mente” porque siempre estaba pensativo.
62
Ferney llegó entre las brumas
Al siguiente día, Ferney nos dijo que luego del desayuno se tomaría
un mareol, para poder resistir “el viaje” hasta la Universidad. A
nosotros nos pareció exagerado, pero prontamente sopesamos su
situación y le advertimos que con el efecto de esa pastilla podía
afectarse su rendimiento en la prueba.
–No importa, yo me concentro. Pero prefiero eso a marearme; ahí
sí no podré ni leer ni escribir.
–Bueno, entonces tómeselo y nos vamos para la universidad
–le dijimos.
63
Pero cuando ya íbamos rumbo a Bello, conversando en el carro, él se
quedó callado y comenzó a moverse un tanto desesperado, poniendo
sus manos sobre el vidrio de la ventanilla y entre espasmo y espasmo
vomitó sin tregua. Los chorros gástricos pegaban contra el vidrio y
se devolvían hasta caer al fondo del habitáculo de Ferney. Y como
aquel era un vehículo con vidrios para bajar y elevar manualmente,
yo no podía liberarlo de aquel suplicio. Hasta que pude orillarme
en la vía y bajar el vidrio, permitiendo que entrara más aire y que en
caso de que volviera a marearse pudiera sacar un poco su cabeza.
Le dije que me avisara si sentía ganas de vomitar nuevamente, para
poder detenerme y que él bajara al andén o al borde de la vía. Por su
comodidad, le dije que siguiera el viaje sentado en la parte trasera.
64
Ferney llegó entre las brumas
65
el rostro de Ferney mirándolos a ellos dos parados sobre el andén,
sobre el cual se pintaba una sombra que por el vigor de la luz solar de
esa mañana parecía indeleble en la superficie de concreto. Y recordé
que justo allí donde se encuentra la terminal de buses de Aguadas
hubo una escuelita en la cual yo intenté estudiar, pero de la que me
fugué a los pocos días porque la ausencia de mi mamá y de mi papá
me enfriaba el alma y la entendedera. Treinta años después de esa
traviesa aventura, aunque aviesa para mí en esos años pasados, yo
volvía a salir de allí paradójicamente acompañando un muchacho
para que no dejara su sueño de estudiar.
Se miraron los tres muchachos, Ferney dentro del bus y los otros
dos en frente, parados sobre el andén. Él alzó una de sus manos y la
movió como la plumilla de un limpiaparabrisas para despedirse, y
ellos, la chica y el chico pintados por la sombra, replicaron el gesto
y asintieron con su cabeza en movimientos cortos pero suaves de
arriba abajo. Los tres rostros estaban tristes. Y en medio de esa
despedida Ferney hizo algo que me conmovió: al no tener más
en frente a sus amigos, volteó su rostro, lo inclinó hacia abajo y
suspiró hondamente, luego me miró a mí y se sonrió. Y entendimos
que esa despedida le dolía mucho, y hasta llegué a pensar que tal
vez estuviéramos forzando algo. Como su silla de al lado iba vacía
me le acerqué y le pregunté si se sentía bien, y me dijo que estaba
bien y que quería irse a Medellín, solo que le dolía dejar a sus dos
amigos porque sabía que quedaban realmente solos en el pueblo, y
que a su regreso tal vez no estarían vivos. Eso me estremeció pero
al mismo tiempo me pareció exagerado, pues en el poco tiempo
de conversaciones entabladas entre nosotros había quedado claro
que Ferney y sus amigos tenían tendencias depresivas y sus correos
electrónicos con nombres como flormarchita@..., claveldesolado@...,
así lo dejaban ver, pero de ahí a pasar a suicidios en personas tan
jóvenes… Me parecía exagerado.
Padecimos el calor en La Pintada, pero una torta de pescado
66
Ferney llegó entre las brumas
67
–Y, ¿eso por qué? – le pregunté extrañado.
–Es que uno de los dos amigos que me despidieron cuando me
vine con ustedes, el muchacho… se suicidó ayer.
68
Ferney llegó entre las brumas
69
poder respirar tranquilamente y seguir conduciendo. A pesar del
terror sufrido por Ferney, le agradecimos a la vida por habernos
regalado ese momento, porque en medio del susto y las risas, el
amor entre nosotros y de nosotros hacia él y de él hacia nosotros
creció como una mañana cuando el sol sale como la cabeza de un
gigante que se asoma vestido de oro y bermejo.
70
Ferney llegó entre las brumas
71
viniendo de mi papá, ayudado por esa confesión que era también
un desahogo, nos proporcionó la dimensión del amor que entre
todos habíamos desarrollado alrededor de un muchacho que nos
unió más como seres humanos.
72
Ferney llegó entre las brumas
73
De nuevo mi gratitud.
Un abrazo.
Saludos.
74
La palabra apunta, hala el gatillo
la palabra siempre dispara
nos despierta y nos burla su cascabel
misterioso
Jaime Mongo
77
reivindicaciones laborales de la época, las mismas que se dan hoy:
mejores condiciones para una vida digna. Estas luchas han marcado
la historia social de sus pobladores.
78
Jaime Mongo
79
con que enfrenta las situaciones que le ha tocado vivir, y porque
cree en lo que hace y que nada le va a suceder.
Y tenía por qué estar en la lista. Siempre fue visible en los paros
que se dieron en la mitad de los noventa, bien fueran de su sindicato
80
Jaime Mongo
Para entonces, como en todos los casos, quedarse quietos era una
ganancia en ese tiempo en que la vida de un sindicalista carecía
de valor, porque solo la muerte era su destino. En esos años le
correspondió asistir a entierros de entrañables compañeros del
movimiento social como el de Jesús Ramiro Zapata, presidente
del extinto Comité de Derechos Humanos; Edgar Marulanda, su
compañero en el sindicato Sintraofan Segovia, y de otros trabajadores
de su sindicato entre los que se menciona a Rafael Mesa Aguilar,
asesinados por el grupo paramilitar.
81
momentos de su vida, entre los que cabe mencionar a Germán
Fernán, expresidente de Sintraofan, “amigo personal y de lucha
sindical y social del que aprendí muchas cosas; Hugo Zapata y
Ramiro Zapata, todos me dejaron una huella”.
82
Jaime Mongo
83
estar güevoniando, perro hijueputa”. “Entonces puse el teléfono al
micrófono -cuenta Jaime- para que la gente oyera lo que me decían,
y el tipo, efectivamente, repitió lo mismo y dijo además que me
bajara de la tarima si me creía muy verraquito”.
84
Jaime Mongo
85
El episodio se saldó con 37 mineros heridos y varios uniforma-
dos golpeados. La intervención de la Defensoría del Pueblo y líde-
res del paro evitó que la protesta desencadenara en una tragedia
para lamentar.
86
Sea para los bastantes el camino de los cantos y
la risa con pan
del juego y la alegría gobernando en los asuntos
Sea la dignidad bandera y color de la memoria
Una militante,
a pesar de todo
Caliche
89
meses en la barriga de Amanda, la esposa de Caliche.
-Ay Caliche, mirá, por qué no te quedás, llamá a Amanda para
que se vengan para Medellín – le repetía María Eva acongojada.
-No amá, yo no voy a hacer lo que usted hizo, que con todas esas
amenazas salió y se vino. Y a ver ¿qué logró? Perdió la casa, perdió
el negocio, perdió todo lo que tenía por venirse a sufrir acá, yo no…
- respondió Carlos.
-Ay Caliche, pensalo bien, mirá, cómo vas a dejar esas muchachas
solas, por Dios – le insistió su mamá en medio de las lágrimas.
-Ay ma, que sea lo que Dios quiera – sentenció, y se devolvió
para Segovia.
90
Un militante, a pesar de todo
91
El auge del movimiento revolucionario y las ideas con las que
llegó el nuevo partido encontraron fuerza en muchas localidades del
territorio nacional en las que las élites tradicionales siempre habían
tenido el poder. Uno de ellos fue Segovia, municipio ubicado en el
nordeste antioqueño y de fuerte tradición minera, al que María Eva
llegó a finales de los años 70 proveniente de Medellín, ciudad a la
que se trasladó desde Santa Bárbara de donde es oriunda, buscando
oportunidades para brindarle la mejor vida posible a sus hijos.
Desde allí viajaba ocasionalmente a Segovia a distribuir ropa y otro
tipo de mercancías, hasta un día que algún vecino de la localidad le
planteó la idea de trasladarse definitivamente para tener éxito con
su propio negocio. Así que sin pensarlo dos veces se fue a probar
suerte con todos sus hijos a bordo.
92
Un militante, a pesar de todo
93
suelo, la ropa regada por las habitaciones y el caos general lo decían
todo; la casa había quedado vuelta una “melodía”. Los soldados
habían hecho a sus anchas, husmeando en todas las habitaciones
por una prueba que pudiera vincular a la líder sindical con los
grupos guerrilleros, porque este señalamiento y criminalización a
los líderes de izquierda venía principalmente de Ejército y Policía,
y en consecuencia a eso actuaban.
94
Un militante, a pesar de todo
“Ma, no se vaya para allá, imagínese, usted en ese frío bien sola
y nosotras sin usted”, le decía Paola, una de sus hijas, en Bogotá,
cuando se analizó la posibilidad de que María Eva se fuera a
vivir a Canadá, dadas las condiciones de persecución que en ese
momento afrontaba. Corrían los primeros años de este milenio y
recién había llegado a la capital acompañada de Paola y sus cinco
hijos, provenientes de Medellín, donde vivían como producto de su
primer desplazamiento de Segovia.
95
última advertencia al resto de la junta directiva. María Eva cargaba
además con el recuerdo del asesinato de su hijo Carlos, así que
empacó maletas y se fue con los miembros restantes de la junta para
Bogotá.
A pesar de todo…
—¿Vos para dónde vas con todos esos papeles? – preguntó Paola.
—Los necesito porque me los pidieron en una corporación –
respondió Maria Eva a su hija.
96
Un militante, a pesar de todo
97
te miro
pero en el ojo
también hay un espejo.
Historia de
dos hermanos
101
Enrique se sentaba a desgranar chócolo todas las tardes; después
se quedaba sentado en la misma silla, haciendo círculos con sus
pulgares, un tic que ha permanecido incluso en algunos de sus
nietos. Tenía fama de malhumorado, de ahí que lo bautizaran
“Pereque”, y hasta sus hijas se referían a él de esta manera.
102
Historia de dos heranos
103
explorar los terrenos para observar si eran aptos para la explotación
de minerales; en muchas de esas tierras hoy se explota el caolín.
Por su parte, Fredy entró desde los 12 años a hacer parte del
grupo Scouts del municipio, actividad que le sirvió para vincularse
a los procesos juveniles del oriente antioqueño. Ya cuando cursaba
el grado octavo, decidió irse para el seminario porque le llamaba la
atención el trabajo organizativo que hacían los curas con los jóvenes
del pueblo.
104
Historia de dos heranos
105
Dos meses antes de su muerte, Libardo llamó a su hermana Rosa,
que vivía en Don Matías, y le manifestó: “Gorda, me amenazaron
los paras, ¿usted me va a dar entrada a su casa”. Pero ella no
podía. “Lastimosamente -dice hoy- cuando uno tiene familia tan
joven, como tenía yo entonces, no puede darse esos lujos. Como a
él le gustaba tanto consumir droga en esa época y además andaba
vendiéndola para poder consumir porque ya no se dedicaba a la
topografía, entonces le dije: Libardo, no puedo recibirte en mi casa.
¡Que salga mi esposo a trabajar, los hijos a estudiar y vos acostado
y consumiendo…! No. No puedo recibirte”. Con la humildad que
lo caracterizaba, Libardo le contestó: “Listo Gorda, yo entiendo”.
106
Historia de dos heranos
Ese día, a las 7:30 am, Fredy abrió, como de costumbre, el Jardín
Infantil en el que laboraba como profesor. A eso de las 9:00 am,
en la entrada de la Institución, dos paramilitares preguntaron por
él. La secretaria les dijo: “él no puede bajar porque está trabajando
con los niños”, y ellos le contestaron: “no nos importa, él tiene que
salir”. Y comenzaron a gritar: “si usted no baja, nosotros entramos
a la fuerza y arrasamos con el que haya”. Fredy alcanzó a escuchar
la amenaza desde el salón en el que se encontraba y le gritó a su vez
a la secretaria: “tranquila, no se preocupe que yo salgo, váyase para
la oficina”. Entonces ella comenzó a llorar.
107
El vehículo comenzó a desplazarse hacia un sector conocido
como Proleche, ubicado por la salida hacia la vereda La Madera,
que comunica con el municipio de El Carmen de Viboral, ante la
mirada angustiada y agobiada de las personas que se encontraban
alrededor. El carro llegó hasta un billar en el que los paramilitares
acostumbraban hacer sus reuniones y también sus consejos de guerra.
Fredy se bajó del vehículo y, una vez en el billar, uno de los tipos
que lo llevaba le dijo: “Siéntese allá en esa silla”. Mientras tanto,
Julio, el comandante, en una demostración de fuerza y agresividad,
tomó su arma y golpeó fuertemente la mesa en la que se encontraba
Fredy, acto seguido le dijo: “¿qué es lo último que se va a tomar?”
Él le respondió: “un tinto doble”. Julio mandó por el tinto y llamó a
un sujeto al que la gente le decía el ideólogo y respondía al nombre
de Diógenes; le dijo: “vea, siéntese aquí”. Al sentarse le preguntó,
señalando a Fredy: “¿Usted por qué está acusando a este man?”. Y
Diógenes le respondió: “Ah, es que este man está hablando mal de
nosotros, él es el presidente del Concejo y en el colegio se opuso a
la propuesta que hicimos”. Ante esta situación, el comandante le
preguntó a Fredy si era verdad, y él le respondió sin mostrar miedo:
“sí señor, eso es verdad”. “¿Y por qué? ¿Qué fue lo que dijo, perro
hijueputa?”. Con tranquilidad improvisada, Fredy le contestó: “A
ver. Espere un momentico, lo que yo dije fue lo siguiente: según
Diógenes, usted dio la orden de hacerle un examen vaginal a
todas las niñas, porque, según usted, las niñas de la Unión tienen
relaciones con todo mundo. Y yo me opongo a eso. O si quiere,
hagamos una cosa Julio, empecemos con su sobrina que está en la
institución de nosotros; empecemos con ella, porque es una mujer,
una niña que tiene 7 años, y él está acusando a todas las niñas de
La Unión, y quiere que se le haga ese examen a todas las niñas. Y sí
señor, yo lo dije y se lo sostengo: y está grabado”.
108
Historia de dos heranos
109
El cuerpo de Libardo, o Licuadora como lo conocían todos,
fue encontrado ese día, abaleado, en la vereda Buena Vista, cerca
de los predios donde se encuentra ubicada la empresa Minerales
Industriales, la misma para la cual, por encargo del Ingeniero de
la empresa, en años anteriores había hecho planos de las tierras en
donde se encuentran asentadas las minas de caolín.
110
Bendecido el oficio de hombres y mujeres
que hacen conversar sus herramientas,
que cantan para sembrar la mañana,
la de hoy y la que vendrá,
que siembran conocimiento aún en la canícula
de las prohibiciones y el miedo.
Don Leonel y su utopía
eternamente postergada
1.
Más de 25 años de su vida dedicó a la guerra don Leonel como
integrante del ELN, desde 1967, casi desde su fundación. Pero ya a
principios de los noventa se sentía fatigado de la guerra y escéptico
de que a través de ella se lograra la transformación social que
anhelaba. Veía, sobre todo, que la lucha que habían emprendido
se estaba saliendo de su sentido originario y entraba en una fase
netamente militarista.
113
país. A la CRS se unieron muchos antiguos militantes del ELN, que
veían en el proceso de desmovilización una posibilidad más clara
de trabajar desde la legalidad en busca de la transformación social
que ya no veían posible desde las armas. Entre ellos había algunos
nombres prestantes como Fernando Hernández, Antonio Sanguino,
Edgar Ruiz, Antonio López, Alejandro Suárez. Y con todos ellos
don Leonel.
114
Don León y su utopía eternamente postergada
115
una verdadera fuerza política. El propósito era conformar una
organización política que desde la legalidad hiciera contrapeso
a los partidos tradicionales y oficiales. En las negociaciones se
logró efectivamente personería jurídica para el partido y dos
representantes a la Cámara. Pero no pudieron dejar de ser una
organización minoritaria y marginal. Entre otras cosas, según cree
don Leonel, porque nunca se lo propusieron. Apenas unos pocos
dirigentes se organizaron para recibir las prebendas económicas
que ofrecía el Estado y no tuvieron la voluntad de organizar a la
gente que habían arrastrado al proceso, ni a las comunidades donde
habían adelantado trabajo como organización insurgente.
116
Don León y su utopía eternamente postergada
117
de la región. Además, debía capacitarlos en técnicas racionales
de explotación de las especies maderables nativas como el cedro,
el roble y otras maderas finas. También para sembrar productos
alternativos en los terrenos que ya estaban degradados. La zona
tenía un clima húmedo tropical y podía servir para cultivar frutos
que tenían gran demanda en el mercado pero que no se habían
probado en la región, como Chontaduro y Borojó.
Ese era el trabajo que siempre había querido hacer don Leonel
y allí, trabajando codo a codo con los campesinos, adelantando
procesos de formación no sólo técnica sino política, viendo de
forma palpable los logros del trabajo, sintió que efectivamente la
transformación social era posible tal como lo había pensado cuando
se desmovilizó: desde las organizaciones políticas con un trabajo
legal que se vinculara a la gente.
118
Don León y su utopía eternamente postergada
los malos manejos que le estaba dando a los recursos que llegaban
para los proyectos. Se conformó, como alternativa, la Corporación
Nuevo Arco Iris, que se llevó consigo buena parte de los miembros
de la CRS y de los recursos. Don Leonel y todos sus compañeros
en Medellín se hicieron socios de la nueva corporación, esperando
que con un manejo más transparente de los recursos se pudiera
multiplicar el potencial de los proyectos. Pero se equivocó de cabo
a rabo. Hubo una nueva elección de junta para la corporación y en
el debate se dejó ver de nuevo la mezquindad de los dirigentes.
El egoísmo y las ambiciones individuales entraron en escena con
más ahínco y a ellos los sacaron del proyecto en El Tigre. El nuevo
director redujo el personal que estaba trabajando en el proyecto y
mandó a un familiar suyo para que lo dirigiera. Según le contaron los
campesinos después a don Leonel, el tipo que lo sucedió ni siquiera
entraba a la zona donde se hacían los trabajos, sino que se dedicaba
a mandar razones desde el pueblo. De otra parte, se rompieron los
acuerdos con el Frente Compañero Tomás, que empezó a cobrar
vacunas. Entonces el gobierno mandó veedores para vigilar mejor
el desarrollo del proyecto, lo cual no era más que una forma de
hilvanar las razones para suspenderlo. Detrás de los veedores, y
aprovechando otras disposiciones en materia de orden público que
tomó el gobierno para la región, empezó la penetración paramilitar.
Entre los primeros campesinos asesinados cayeron varios de los
antiguos trabajadores y beneficiados del proyecto.
2.
119
algunas ventajas que, por lo menos en el papel, daba la reforma
agraria. Entre sus compañeros estaba José Evelio Gallo, que también
se había puesto al frente del proyecto del Tigre. Juntos recorrieron
con paciencia más de 17 fincas en varias zonas del departamento y
al final de varios meses encontraron en el municipio de Montebello
la finca perfecta. Se llamaba La Galleta y estaba retirada del pueblo
a dos horas y media en carro. Pero de Santa Bárbara estaba apenas
a una hora.
Era una zona con una variedad climática muy propicia para la
agricultura autosuficiente: empezaba a 800 metros sobre el nivel
del mar y se iba elevando hasta alcanzar mil trescientos metros.
Además era muy rica en reserva natural, con cinco nacimientos de
agua. Lindaba por la derecha con la quebrada La Culebra y por el
sur con la quebrada Zabaletas.
120
Don León y su utopía eternamente postergada
121
en 1999, en los lindes con la finca La Galleta, aprovechando las
aguas de la quebrada Zabaletas, una moderna hidroeléctrica que
generaba energía para una ciudad de 30 mil habitantes. Entonces
se le hizo la propuesta de que le vendiera energía a los campesinos.
122
Don León y su utopía eternamente postergada
Ese fue el proyecto que le salvó la vida a don Leonel. Salió para
Medellín el miércoles 18 de enero de 2002 a realizar unas compras
para la finca y completar algunas gestiones que todavía demandaba
el proyecto. En la finca estaban copados de trabajo y por eso el
tiempo que debía permanecer en la ciudad era restringido; a más
tardar debía estar de nuevo en la finca el sábado por la mañana.
Pero no pudo. El viernes, en la oficina de la Red de Solidaridad
Social, la encargada de la zona suroeste le dijo que ya desde Bogotá
habían girado la póliza de manejo del proyecto y que debía llegar
a la oficina el lunes por la mañana. Entonces él debía quedarse
para firmarla, porque era más complicado ir a la finca el sábado
para regresar el mismo domingo. La decisión le costó tanto, que
todo el sábado estuvo sopesándola. Ya de noche llamó a la finca
por el radioteléfono para informar que no llegaba hasta el lunes
o, por tardar, el martes. Pero no llegó nunca. Al otro día, bien de
madrugada, fue la masacre en la finca.
123
3.
Sacaron a todos los que había en la casa principal y las vecinas, los
amarraron y los sentaron en las caballerizas, mientras registraban
las casas y pintaban en los muros consignas de las AUC. Cuando
terminaron, quemaron cuanto papel se encontraron y volvieron a
leer la lista que llevaban. De los que buscaban, solo encontraron
a José Evelio Gallo y a Uberney Giraldo. Con ellos echaron por
delante también a Jairo, con las manos amarradas atrás como los
demás. Pero apenas recorridos unos pocos metros lo soltaron.
124
Don León y su utopía eternamente postergada
A los seis los llevaban en fila india, los amarrados por delante.
Justo saliendo por la finca, el hombre que parecía tener el mando
sacó de la fila al profesor y sin pronunciar palabra apuntó su fusil
sobre la cabeza del otro y disparó. Los prisioneros se estremecieron,
pero nadie dijo nada mientras veían al profesor desplomarse a un
lado del camino.
125
servicio militar como soldado regular, sino que había sido soldado
profesional durante varios años y conocía bien la forma de actuar
del Ejército. Pero ya don Leonel había descubierto también el asunto
porque ni siquiera se cuidaron de taparlo bien.
126
Don León y su utopía eternamente postergada
127
El 27 de enero llegaron hasta donde la Fiscal de El carmen varios
militares del grupo mecanizado Juan del Corral a solicitarle que les
entregara las pruebas. Pero ella solo tenía ya las prendas militares
que llevaban puestas los dos cuerpos y se las devolvió para que
los militares las quemaran. Por ese hecho a la Fiscal se le abrió una
investigación. Las prendas eran una prueba contundente. En las
mismas fotos de los expedientes se podía comprobar que la ropa
que llevaban los cuerpos estaba limpia y sin agujeros; se las habían
puesto después de muertos.
128
Don León y su utopía eternamente postergada
Heriberto, John Jairo y Pastor viajaron cada uno con su familia, don
Leonel viajó solo porque nadie de su familia lo quiso acompañar.
No concebían salir así de su ciudad.
La posición del gobierno fue facilitar todo para que salieran del
país, porque decía no tener capacidad para brindarles la seguridad
necesaria aquí. Entonces cada uno tenía que gestionar con algún
país. Pastor se llevó la familia para España, John Jairo para Noruega,
Heriberto se negó a salir del país y don Leonel se embarcó solo
para Venezuela. Por lo menos allí seguía sintiéndose cerca de lo que
quería y de las cosas que le dolían.
4.
129
Mientras hacía esto, don Leonel no podía dejar de vivir paso a
paso los acontecimientos que seguían sacudiendo su tierra, sobre
todo aquellos que sucedían en el lugar donde había dejado su
trabajo y su empeño. Al parecer no valían la tinta ni los micrófonos
ni las cámaras de los grandes medios de comunicación, pero a él se
lo comunicaba bien su familia o los mismos compañeros que aún
resistían el embate de la represión en la finca La Galleta y él mismo
se empeñaba en hacer conocer de las organizaciones internacionales
de derechos humanos.
130
Don León y su utopía eternamente postergada
131
caso se cerró con las declaraciones de buena fe del comandante,
que, por lo demás, nunca se cumplieron.
Jairo se arrojó por una ventana trasera del rancho que daba
directamente al cañaozal y salió corriendo atropelladamente,
tumbando matas de caña con el cuerpo y tropezando en las raíces, a
tiempo que sentía el traqueteo de las ráfagas y el silbido de las balas
que apenas le pasaban zumbando.
132
Don León y su utopía eternamente postergada
133
En el municipio solicitó protección y ayuda humanitaria como
desplazado. Pero no fue atendido y se quedó solo, en un pueblo
copado por los paramilitares que vivían bajo la protección del mismo
Ejército, y acosado por el hambre. Por ese acoso, Jairo valoraba cada
vez con menos juicio el peligro de bajar, aunque fuera volado y
escondido, de vez en cuando, a ver qué podía recoger por la finca.
134
Don León y su utopía eternamente postergada
135
UN ASUNTICO POLÍTICO
139
Ejército, la segunda, en la ciudad porque mi hija mayor se consiguió
un novio de un combo, la tercera por el asesinato de mi hijo.
La vereda
140
ARA
141
farianos, ¿nos prestan la mesa que vamos a jugar billar? Todo
normal, como cualquiera que llega a una tienda, pide cerveza, sólo
que una era asustada, porque ¿qué más hace?
142
ARA
El día de la partida
En la ciudad
143
balacera; durante el tiempo que vivimos allá arriba mataron mucha
gente en la cancha. Lo otro era que uno le tenía más miedo a la
guerra en el pueblo, en la ciudad era diferente, desconfiábamos
de la policía porque se sabía que ellos cuidaban para que en las
plazas de vicio no pasara nada, si hasta fumaban marihuana con
los muchachos. Con el Ejército una sabía que eran muchachos
campesinos obligados a ir a la guerra, pero la Policía de la ciudad
es porque les gusta.
144
ARA
Con la situación actual del país yo pienso que paz no hay, las
cosas siguen igual. Sabe, yo hubiera votado por el sí, porque si la
guerrilla no estuviera empujando al gobierno este nos tendría peor;
pienso, no sé.
Así fue, era una migajitica, pesaba 2800 gramos. Todavía estamos
juntas, en unos días mi Ale se sube al segundo peldaño. Tuve
negocios, tiendas, ahora vendo productos de belleza y la gente me
busca para pagarme, nadie me queda debiendo. ¿no le parece raro?
Octubre de 2016
145
Las razones y sus causas
Caminan en todos los idiomas
Caminan porque hacen caminar al hombre
La providencial
independencia de
Willie Bee.
El imaginario y el oráculo
149
gran porción del mar de nuestro mutilado territorio nacional. Solo
hasta el año pasado pude conocer la isla, por ciertas cosas del azar
y un regalo de una aerolínea de bajo presupuesto.
Del documental solo quiero decir que lo asumí como una suerte
de oráculo del cual tomé nota atenta de los lugares a los que quería
ir y de las personas a las que quería conocer. De los lugares solo
mencionaré The Peak, al que efectiva y afortunadamente pude ir y
observar, desde su elevación en vista de trescientos sesenta grados,
toda la majestuosidad del mar de los siete colores (son muchos
más); también pude observar la tercera barrera coralina mejor
conservada del mundo, valga decir por el cuidado y por la acción
de los mismos isleños, conscientes de su patrimonio y no tanto
así de los Colombianos continentales, quienes inventariamos esta
maravilla como nuestra.
150
La providencial independencia de Willie Bee
151
el casco urbano, por llamar de alguna manera al núcleo poblado
principal de la isla, el lugar fue adquiriendo un carácter festivo
desde el momento en que una tarima puso a sonar música de las
antillas menores a alto volumen.
152
La providencial independencia de Willie Bee
153
representar el carácter de fiesta patria, de lo que en teoría trataba el
evento. Los pelotones estos, una vez llegados al fin del recorrido, se
disolvieron discretamente mientras la gente, bailando, se apropiaba
de la calle.
154
La providencial independencia de Willie Bee
155
extendió su mano y yo la estreché con una pequeña reverencia,
diciéndole mi nombre y mi propósito. De su extraño inglés logré
entender que en el momento no podía atenderme, que se hallaba
muy cansado puesto que en la mañana, él y su grupo habían tocado
para el presidente Santos, quien se encontraba de visita oficial en
Providencia. Cuando empecé a desilusionarme, el tranquilo hombre
volvió a abrir mis esperanzas: “Si quieres puedes venir en la tarde a
mi casa y allá podremos conversar”.
156
La providencial independencia de Willie Bee
157
Pero el momento más divertido llegó en la explicación de una
segunda canción llamada Black Parrot, un calypso de autoría de Mr
Archbold, que traduce algo así como Loro Negro, y la letra de su
primer verso en creole dice lo siguiente:
158
La providencial independencia de Willie Bee
159
Otras tantas cosas se hablaron, como, por ejemplo, de los viajes
de Mr Archbold al carnaval de Río de Janeiro, donde se presentó, o
de sus vídeos musicales en Youtube y otras tantas historias de este
personaje del folclor del archipiélago, por no decir que de Colombia
para no entrar en litigios soberanos. Finalmente, el maestro trajo
su guitarra y como le comenté que yo medianamente la podía
tocar, improvisamos un calypso -blues en el que compartimos
unos acordes divertidos, sobre todo majestuosos en cuanto a la
mandolina de Willie Bee se refiere.
160
Oficios de la memoria
perduran en los ojos que florecen el camino y la mirada,
fruto de las manos que convierten la semilla en milagro,
de pies firmes que vadean el miedo sin desfallecer
y de cabezas que persisten en la libertad de la conciencia.
Un Juglar en
conflicto
163
sonidos de material de hierro que chocaba entre sí como máquinas
que se ajustaban, mujeres y hombres que corrían y hablaban…
vinieron más y más explosiones mientras fueron cayendo algunas
partes del aula múltiple. El profe tomó a su compañera por la
mano y, adosados estrechamente contra la pared, se tendieron en
el piso con sus cuerpos estirados como si fueran seres plásticos,
protegiendo a los niños y niñas que se encontraban debajo de los
dinteles de las ventanas.
***
Han sido muchas las cosas que han marcado el trasegar del profe,
pero tener en sus manos la responsabilidad de la vida de estas
164
Un juglar en conflicto
165
grupo”, cuenta el profe. Los frentes 9 y 47 de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia se habían tomado el municipio de
Nariño, Antioquia.
166
Un juglar en conflicto
167
adivinarle la edad. Cuando se le indaga por los años que tiene
siempre responde “Sin–cuenta”. Sean los años que sean, lo que es
claro es que son ricos en vivencias, aportes, anécdotas, enseñanzas,
aprendizajes, obras, procesos que lo convierten en un referente, en
un ser colectivo, en una escuela, en un hombre, en una historia…
Uno de los hechos que han marcado su vida fue el primer viaje
a otra ciudad. Cuando tenía seis años se trasladaron de Yarumal
a Manizales en “un viaje larguísimo que fue una odisea y un
encantamiento”, según recuerda. Iban las hermanas mayores que
168
Un juglar en conflicto
169
***
170
Un juglar en conflicto
***
171
o emitir algún sonido para no romper la esperanza de que todo
hubiera terminado. Al cabo de un rato empezaron a escucharse en
las afueras de la casa voces que decían: “Salgan que ya se fueron”
o gritaban: “Juan, Pedro, Elías… ¿Dónde están?”, eran los nombres
de sus familiares.
172
Un juglar en conflicto
niños o de las personas que estaban en ese grupo que le tocó dirigir,
no como director de teatro, dramaturgo o artista sino como un
hombre, fue suficiente para desprenderse de culpas creadas desde
su adolescencia con respecto a sus hermanos y hermana y para
reafirmar la validez de su vida en función de los demás.
173
De la cima a la sima
llevo el corazón
como bandera y color de la memoria
La Ñata
Por Caturo
177
vienen por ella para llevarla a un sitio mejor. Un amigo les presta
un lugar más decente, una porqueriza donde puede pasar unas
cuantas noches, mientras logran conseguir una casa. Con cartones
y costales de cabuya protege de la humedad del piso de barro a
las dos niñas y el niño que ya da los primeros pasos; los envuelve
y hace, de pedazos de cobijas viejas, con cada uno un tabaco, para
espantar el frio. Cocina un agua con yuca, que encuentra cerca de
la marranera, y un poco de aguapanela. La yuca es robada al dueño
de la porqueriza, que la cultiva para alimentar a los cerdos.
178
La Ñata
179
no dejan tener vida- y un esposo malgeniado por su impotencia
para responder y ayudar a aliviar las angustias económicas de su
familia y aportar al esfuerzo de los suegros y cuñados. Nadie que
lo conociera pondría en duda lo guapo que era, su disposición y
responsabilidad en el trabajo, no era un hombre recostado ni abusivo
con la buena voluntad de los familiares y amigos. Hombre amable,
tierno y sensible, pero su trágico estado de salud lo mantiene
malgeniado. Sabe que por esta razón le dicen “escopeta”, pero está
por encima de su voluntad manejar esa situación.
180
La Ñata
181
estudios de bachillerato porque debe ayudar económicamente a su
familia; mamá e hija lloran impotentes. A su segunda niña, que a
los doce años parecía mayor, le consiguen trabajo haciendo aseo en
un laboratorio odontológico.
182
La Ñata
no falta quién lo haga, todos los sectores del barrio y de los barrios
vecinos se acercan a su Casa Cultural, que es el lugar de encuentro.
183
confirmación, la bendición para todo. “Gracias Dios mío por darnos
de comer sin merecerlo”.
Siente a sus 58 años que sus hijos la necesitan. “Mis niños -repite-
no se pueden defender solos todavía, no es posible que nos quiten
la casa, si entre todos no ganamos para pagar un arriendo”. Se le
cierra el mundo, la angustia toma posesión de ella, sus ojos denotan
una profunda amargura, tiembla, sus fuerzas la abandonan; esa
gente no tiene corazón, “¿Por qué no esperan a que ustedes se
puedan organizar en trabajos más decentes”, les dice. “¿Por qué nos
quitan la casita? ¿Qué tiene de malo que mis muchachos estudien
y participen en el Club Juvenil y en las actividades culturales del
barrio? Todo es por ese cura párroco desgraciado y los socios de
San Vicente”.
184
La Ñata
185
Los fines de semana no faltan los estudiantes del barrio
comprometidos con trabajos de solidaridad con los Tugurianos,
campesinos desposeídos, marginados de la tierra en sus lugares
de origen, convertidos por el desplazamiento y la necesidad en
invasores de terrenos del municipio o “de propiedad privada”. Se
juntan con sacerdotes como Vicente Mejía y grupos de laicos como
la Juventud Franciscana de la Iglesia de San Benito y jóvenes de
diferentes rincones de la ciudad, quienes se citan con los Comités
Populares de cada barrio de tugurios: Lenin, Fidel Castro, Valencia
Cano, Moravia, para adelantar al calor del fogón comunitario las
tareas de construcción de vías, alcantarillados, acueductos, tendidos
de electricidad, o para realizar talleres de lectoescritura y primeros
auxilios. El regocijo de los muchachos al regreso de esas actividades
es contagioso y sus viejos están felices de verlos útiles y orgullosos
de su trabajo.
186